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Anatomía del tejido muscular

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El tejido muscular es el responsable de la gran mayoría de los movimientos del cuerpo


y está muy bien vascularizado. Hay tres tipos de tejidos musculares: esquelético,
cardíaco y liso.
Estos tipos de tejidos musculares se diferencian en la estructura de sus células, su
localización en el cuerpo, su función, y por el modo en que se activan para la
contracción.
Los músculos tienen cuatro grandes funciones en el cuerpo:
1.- Producir movimiento: Casi todos los movimientos posibles en el cuerpo humano se
realizan en base a contracciones de músculos, desde los movimientos más notorios
como los que se hace para caminar, hasta los más insignificantes como mover los ojos
o cambiar la expresión de la cara, así como aquellos que no se ven; digamos
transportar los alimentos a través del tracto digestivo o los del corazón.
2.- Mantener la postura: Aunque no nos damos cuenta, los músculos son los que
haciendo pequeños ajustes nos permiten mantenernos de pie o sentados o en
cualquier otra posición en contra de la incesante fuerza de la gravedad
3.- Estabilizar las articulaciones: Muchos músculos participan en la estabilización de las
articulaciones del esqueleto.
4.- Generar calor: Los músculos generan calor al funcionar y este calor es vital para
mantener la temperatura del cuerpo en el rango apropiado.

Características básicas de los tejidos musculares


Muscular esquelético.
Está empaquetado por tejido conectivo formando órganos, los que se conocen como
músculos esqueléticos que se acoplan a los huesos del esqueleto. Constituyen la
"carne" del cuerpo y sus contracciones y distensiones mueven los huesos o la piel
produciendo los movimientos corporales.
Las células de este tipo de tejido muscular se conocen también como fibras musculares
y son células largas y cilíndricas con varios núcleos.
Las células de las fibras musculares esqueléticas son las más largas de todas las células
musculares y presentan bandas visibles llamadas estrías y en general pueden ser
activadas a voluntad, pero, aunque a menudo se activan por reflejos en los que no
participa nuestra voluntad, se les llama músculos voluntarios ya que son los únicos de
los tres tipos de músculos que se pueden manejar.
Los músculos del esqueleto pueden contraerse muy rápidamente pero se cansan
después de un relativo corto período de actividad y deben reposar. Pueden producir
fuerzas muy variables de acuerdo a nuestra voluntad, así por ejemplo.
Usted puede hacer que los músculos del brazo produzcan una pequeña contracción
para levantar una pluma, o una gran contracción para levantar un bloque de
construcción o algo más pesado aun.

Muscular cardíaco
Solo está presente en las paredes del corazón formando la mayor parte de su volumen
y sirve para bombear la sangre a los vasos sanguíneos debido a sus contracciones y
extensiones.
Igualmente que los músculos del esqueleto las células son estriadas, con las diferencia
de que estas solo tienen un núcleo y son células ramificadas que se juntan fijamente
en ciertos puntos únicos llamados discos intercalados. Las fibras musculares cardíacas
no son voluntarias.
Los músculos cardíacos tienden a contraerse a un ritmo estable establecido por un
"marcapasos" propio del corazón, pero el control neuronal permite cambiar a mucho
mayor ritmo cuando las necesidades del cuerpo así lo exigen, por ejemplo, cuando se
corre.

Muscular liso
Su nombre se debe a que su apariencia externa no presenta estrías, las células
individuales tienen forma de huso y solo un núcleo situado centralmente. Su ubicación
principal en el cuerpo está en las paredes de los órganos huecos, excepto el corazón,
como en el tracto digestivo, los vasos sanguíneos, el tracto urinario y los pasajes del
sistema respiratorio.
Su función más común es conducir sustancias a través de esos órganos alternando
contracciones y extensiones. No tienen estrías como ya se ha dicho y tampoco son
voluntarios.
Las contracciones del tejido muscular liso son lentas, sistemáticas y sin cansancio.
Para obtener mas detalles de la anatomía de los músculos puede leer los artículos
siguientes enel orden sugerido:
Anatomía del músculo esquelético
Existen muchos músculos diferentes en el esqueleto del cuerpo humano, y cada uno
de ellos es un órgano en conjunto constituido por varios tipos de tejidos. Predominan
las fibras musculares, pero también hay vasos sanguíneos, nervios y cantidades
sustanciales de tejido conectivo.

En un músculo del esqueleto las fibras musculares individuales están envueltas, y se


mantienen juntas, por varias capas diferentes de tejido conectivo
Veamos ahora cada una de esas capas partiendo del exterior hacia el interior.
1.- Epimisio: es una capa de recubrimiento de tejido conectivo denso irregular que
rodea todo el músculo en conjunto.
2.- Perimisio y fascículos: dentro de cada músculo del esqueleto las fibras musculares
se agrupan en fascículos que recuerdan a manojos de varillas. Cada fascículo esta
rodeado de una capa de tejido conectivo fibroso que recibe el nombre de perimisio.
3.- Endomisio: El endomisio es una lámina fina de tejido conectivo que envuelve cada
fibra muscular (cada célula). Este tejido consiste principalmente en fibras reticulares.
Todas las capas de tejido conectivo son continuas unas con otras (vea la figura 1) y a su
vez se prolongan como un solo cuerpo formando tendones que unen los músculos al
hueso, de esta forma, cuando las fibras musculares se contraen arrastran sus
envolturas y estas, a través los tendones, transmiten las fuerzas a los huesos para
producir su movimiento.
Además de proporcionar soporte a cada fibra y reforzar el músculo en su conjunto, las
capas de tejido conectivo dejan libres los espacios por donde entran y salen los vasos
sanguíneos y las fibras nerviosas que necesita el músculo para alimentarse y funcionar.
La actividad normal del músculo esquelético es absolutamente dependiente de nervios
y de un sustancial suministro de sangre. Lo común es que a cada músculo llegue un
nervio, una arteria y una o más venas los que entran y salen cerca del centro del
músculo y están muy ramificados en todo el tabique de tejido conectivo.
A diferencia de otros músculos, los esqueléticos se controlan a través de una terminal
nerviosa sin la cual no es posible su actividad.
Los músculos en general usan grandes cantidades de energía para su trabajo y de este
se desprenden también abundantes desechos. La irrigación sanguínea debe, por lo
tanto, permitir una constante liberación de oxígeno y nutrientes por vía arterial;
también la sangre debe eliminar los desechos producidos vía venosa a fin de mantener
una buena actividad muscular. Los vasos capilares, que son los más delgados y largos
son tortuosos, una característica que les permite adaptarse a los cambios de longitud
de los músculos durante su trabajo. Ellos se enderezan cuando el músculo se distiende
y se contornean cuando se contrae.

Los músculos se acoplan generalmente a huesos y lo hacen de dos formas


diferentes:

1.- Directa: en este caso el epimisio del músculo se fusiona con el periostio del hueso
(una membrana que recubre el hueso) o el pericondrio de un cartílago (la membrana
que recubre el cartílago).
2.- Indirecta: en la cual las envolturas de tejido conectivo del músculo continúan más
allá de este como un tendón en forma de cable o un aponeurosis en forma de lámina.
El tendón o la aponeurosis anclan el músculo al tejido conectivo que cubre algún
elemento del esqueleto (hueso o cartílago) o a otro músculo.
De las dos formas de anclaje, la indirecta es mucho mas común en el cuerpo humano.

Anatomía de la célula muscular


Cada fibra del músculo esquelético (figura 2) es una célula cilíndrica con varios núcleos
ovales, envuelta por el sarcolema que es la superficie de la membrana plasmática. La
célula que constituye la fibra muscular es enorme, su diámetro oscila entre 10 y 100
µm, lo que significa que es unas 10 veces mas grande que la célula promedio del
cuerpo. Su longitud es monumental y puede llegar a varios cientos de centímetros de
largo.
Lo que en la célula general constituye el citoplasma, en la fibra muscular se llama
sarcoplasma y contiene una cantidad inusual de glicosomas que son orgánulos
almacenadores de glicógeno (la reserva de carbohidratos de los animales). El
sarcoplasma contiene además una proteína única que no está presente en ninguna
otra célula del cuerpo llamada mioglobina unida a oxígeno. La mioglobina es un
pigmento rojo y constituye un almacén de oxígeno dentro de la célula, siendo una
sustancia similar a la hemoglobina, el pigmento que transporta el oxígeno en el
cuerpo.
La célula muscular tiene los orgánulos usuales de las células, así como algunos que
están altamente modificados como las miofibrillas que son los elementos contráctiles
de los músculos esqueléticos.
Miofibrillas

Las miofibrillas pueden verse cuando las fibras musculares esqueléticas se observan
con alta amplificación, y dan la impresión de un manojo de muchas varillas que corren
paralelas a todo lo largo de la célula. Tienen un diámetro de entre 1 a 2 µm y están
empacadas tan densamente que los orgánulos celulares lucen estar como exprimidos
entre ellas. Una fibra muscular puede tener cientos o miles de miofibrillas en
dependencia del tamaño, y estas constituyen aproximadamente el 80% del volumen
de la célula.

Observe en la figura 2 que la miofibrilla presenta en toda su longitud una serie de


bandas repetitivas más claras y más oscuras, las que en la fibra muscular se alinean
casi perfectamente unas con otras de modo que le dan a esta en conjunto la apariencia
de estrías y por ese motivo a este tipo de músculo se le denomina músculo estriado.
Otros dos orgánulos muy especializados dentro de la célula muscular esquelética son
el retículo sarcoplásmico y los túbulos T. La función del primero está vinculada con la
respuesta contráctil de la fibra cuando recibe el estímulo, y los túbulos T funcionan
como un distribuidor del estímulo de contracción a todas las miofibrillas de la fibra
muscular para que se contraigan virtualmente al mismo tiempo.

Anatomía del músculo liso


Menos en el corazón, cuya musculatura está constituida por músculos cardíacos, la
musculatura de todos los órganos huecos del cuerpo es casi exclusivamente de tipo
lisa.
Las fibras (células) de los músculos lisos tienen forma de huso y cada una tiene su
núcleo centralmente; y típicamente, son unas 10 veces mas finas y miles de veces mas
cortas que las fibras musculares esqueléticas.
Los músculos lisos no tienen las relativas gruesas capas de tejido conectivo que tienen
los músculos del esqueleto, no obstante, se conservan finas capas de tejido conectivo
(endomisio) entre las fibras, segregadas por el propio músculo y donde se encuentran
los vasos sanguíneos y los nervios.
La mayor parte de las fibras musculares lisas se organizan en láminas en las que las
fibras están adodadas muy próximas. Estas láminas están presentes en las paredes de
los órganos huecos de los tractos urinario, digestivo, respiratorio y reproductivo y
generalmente aparecen dos capas mutuamente perpendiculares una en la dirección
longitudinal del órgano y la otra rodeándolo circunferencialmente.
Cuando la capa longitudinal, es decir la que corre paralela al eje del órgano se contrae,
el órgano se acorta y engorda, por su parte, cuando la contracción la hace la capa
circunferencial lo que pasa es que se reduce la cavidad interna del órgano (su lumen)
causando que este se alargue.
La contracción y relajación alternada de ambas capas con efectos contrarios mezcla el
contenido del lumen y lo hace avanzar dentro del órgano. Este fenómeno se conoce
como peristalsis y es el que ayuda a vaciar el contenido del recto, la vejiga urinaria y
otros órganos.
En los músculos lisos no son visibles las estrías de los músculos esqueléticos y de ahí su
nombre.
Las bien estructuradas terminales nerviosas presente en los músculos esqueléticos
ahora no están presentes y en su lugar las fibras nerviosas, que son parte del sistema
nervioso autónomo, tienen numerosos bulbos abultados llamados varices que son las
encargadas de liberar los neurotransmisores dentro del espacio sináptico (la unión
especializada entre neuronas o entre una neurona y una célula efectora) en el área de
las fibras musculares lisas. En la mayoría de los casos, las células de los músculos lisos
se contraen lentamente y de forma sincronizada produciendo que la lámina muscular
en su conjunto responda al unísono de forma sostenida y sin cansancio. Ellos se
contraen y relajan unas 30 veces más lento que los músculos esqueléticos y son
capaces de mantener la contracción por períodos muy largos gastando menos del 1 %
de la energía. Esta capacidad de trabajo prolongada y sin cansancio debido al bajo
consumo de energía tiene un efecto muy importante en el mantenimiento de la
homeostásis del cuerpo. Los músculos lisos en las pequeñas arteriolas y en otros
órganos viscerales mantienen siempre un cierto grado de contracción día tras día sin
fatiga y esto se conoce como tono muscular liso. Este nivel de contracción es necesario
para adaptar el lumen del órgano a las necesidades del organismo.

Características especiales de los


músculos lisos.
Ya hemos visto que los músculos lisos tienen características que los distinguen de otros
músculos, como el tono muscular, las contracciones prolongadas y lentas, y el bajo
requerimiento de energía, pero además, también responden de manera diferente
cuando se les estira; y pueden acortarse más que otros tipos de músculos.

Respuesta al estiramiento
Los músculos cardíacos cuando se estiran responden con una contracción vigorosa, lo
mismo hacen los músculos esqueléticos cuando se les estira más allá del 120% de su
longitud de reposo. El estiramiento del músculo liso también provoca su contracción
pero su tensión dura poco tiempo, pronto el músculo se adapta a su nueva longitud y
se relaja manteniendo su habilidad de contracción si esta resulta necesaria. Esta
característica hace que los órganos huecos se expandan lentamente cuando se llenan,
acomodando el espacio a un mayor volumen sin responder expulsando el contenido.
Note que esto es muy importante, por ejemplo, a la hora de comer, ya que el
estiramiento de las paredes del estómago no implica su rápida contracción, y por el
contrario aumenta su volumen para dar cabida a los alimentos manteniendo los
movimientos peristálticos lentos a fin de mezclar bien el contenido y hacerlo avanzar
poco a poco a lo largo del tracto digestivo (que también tiene este tipo de músculo). Lo
mismo sucede con la vejiga urinaria, si no respondiera de la forma descrita
aumentando su volumen sin perder la capacidad de contraerse tendríamos que estar
todo el día en el baño.

Cambios de longitud
Los músculos lisos se estiran más que los músculos esqueléticos y producen más
tensión que estos a estiramiento comparable. Mientras el cambio de longitud de los
músculos del esqueleto está en el orden del 60% (30% de estiramiento y 30% de
contracción en relación a la posición de reposo) sin perder apreciablemente su capacidad de
funcionamiento, los músculos lisos son capaces de contraerse desde el doble hasta la mitad de
su longitud de reposo, es decir un cambio del 150% de su longitud. Esto permite a los órganos
huecos no ponerse flácidos cuando se vacían.

Hiperplasia
Además de la capacidad de aumentar el tamaño de la célula, ciertas fibras de músculos
lisos pueden dividirse e incrementar su número, es decir desarrollar la hiperplasia. Un
buen ejemplo es la respuesta del útero al estrógeno. Durante la pubertad el nivel de
estrógeno del plasma en las niñas aumenta, este se une a los receptores de las fibras
musculares uterinas las que resultan estimuladas a producir nuevas células musculares
lisas. La consecuencia es el aumento del tamaño del útero a la dimensión de adulto.
Tipos de músculos lisos
Aunque los músculos lisos pueden ser diferentes sustancialmente entre unos órganos
y otros, de manera simplificada se pueden clasificar en dos tipos básicos:

1.- De acción coordinada.


2.- De acción individual.

Anatomía del músculo cardíaco


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Los músculos cardíacos solo están presentes en el corazón, y de la misma forma que
los músculos esqueléticos, son estriados y su contracción se lleva a cabo a través de
fibrillas contráctiles que en resumen permiten bombear la sangre a todo el organismo
haciendo cambiar el volumen de las cavidades internas del órgano. Sin embargo, los
músculos cardíacos reflejan algunas características anatómicas especiales que los
diferencian de los esqueléticos.

Paredes del corazón


Antes de hablar de los músculos cardíacos debemos hacer un descripción resumida de
la estructura de las paredes del corazón que es donde radican los músculos cardíacos.
Las paredes del corazón están compuestas de tres capas:

1.- El epicardio: es la capa superficial o visceral, está a menudo infiltrada con grasa.

2.- El miocardio: es la capa intermedia, constituye el "músculo del corazón" formado


principalmente por musculatura cardíaca y es, de hecho, la predominante en el
volumen del órgano, además de ser la capa contráctil. Dentro del miocardio las células
musculares cardíacas están atadas unas a otras por un entrecruzado tejido conectivo
fibroso que de forma efectiva enlaza todas las partes del corazón como un conjunto.
Estas fibras de tejido conectivo forman una red densa llamada esqueleto fibroso del
corazón.

3.- El endocarpio: que es la capa mas profunda, es una lámina brillante de tejido
epitelial escamoso (una suerte de "piel" interior) que descansa en una fina capa de
tejido conectivo y que es continuo con el revestimiento interno de los vasos
sanguíneos que entran y salen del corazón.
Todas las capas están abundantemente irrigadas con vasos sanguíneos.

Anatomía de las fibras musculares cardíacas

Como ya se ha dicho arriba, las fibras musculares cardíacas presentan características


comunes
con las fibras (células) musculares esqueléticas como el hecho de ser estriadas y por
sus elementos
contráctiles básicos, sin embargo, en contraste con las largas, cilíndricas y
multinucleadas fibras
musculares esqueléticas, las fibras cardíacas son cortas, gruesas, ramificadas e
interconectadas y
presentan uno, o hasta dos núcleos grandes, pálidos y localizados centralmente.
El espacio intercelular está lleno de una matriz de tejido conectivo holgado
(endomisio) con numerosos
capilares, la que a su vez está conectada al esqueleto fibroso del corazón mencionado
arriba, dándole
integridad al órgano, y proporcionando una vía para la efectividad de la contracción
de las células
sobre las paredes del corazón a fin de cambiar el volumen de sus cavidades internas.

Las fibras esqueléticas son independientes unas de otras lo mismo funcional como
estructuralmente,
en contraste, las membranas plasmáticas de las células cardíacas adyacentes se
"traban" unas con otras a través de una frontera sinuosa que forma una unión
denominada disco intercalado.

Los discos intercalados contienen desmosomas (estructuras celulares especializadas


que unen las células
vecinas en los tejidos) como medio de anclaje, y uniones en cruce o nexus como
medio de comunicación entre unas células y otras. La función de las desmosomas es
evitar que las células contiguas se separen durante la contracción, y las uniones nexus
permiten el paso
libre, de unas células a otras, de las sustancias (iones) y los impulsos eléctricos que
activan el trabajo
contracción-relajación de forma que todo el conjunto de células (músculo) accione al
unísono
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Dentro del tejido existen grandes mitocondrias que ocupan hasta el 25 % del volumen
de la célula cardíaca (en contraste con el 2 % en los músculos esqueléticos) lo que
explica la gran resistencia a la fatiga de las células cardíacas. El resto del volumen de la
fibra está formado primariamente por miofibrillas (tratadas en el artículo músculos
esqueléticos).
Otra gran diferencia entre las fibras musculares esqueléticas y cardíacas es que en las
primeras cada fibra individual puede ser estimulada independientemente por una
terminal nerviosa, mientras que en las segundas son auto-excitables y pueden iniciar
su propio trabajo de forma espontánea y rítmica.

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