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1.

EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA CATÓLICA


SOBRE LA COMUNICACIÓN

Daniel Arasa

Este capítulo pretende analizar, en primer lugar, la relación histórica


entre Iglesia y comunicación (par. 1). Esta introducción prepara el con-
texto para los parágrafos sucesivos, que incluyen una síntesis de los prin-
cipales documentos contemporáneos del Magisterio de la Iglesia relati-
vos a las comunicaciones sociales (par. 2), además de un apartado sobre
las específicas referencias del Magisterio a Internet (par. 3). Finalmente
se explica cómo ha sido la evolución del Magisterio en la comprensión de
los medios (par. 4).

1. INTRODUCCIÓN. LA IGLESIA CATÓLICA Y LA COMUNICACIÓN

La Iglesia es, a la vez, una institución «humana y divina, visible y do-


tada de elementos invisibles»1. Para entender plenamente el Magisterio
de la Iglesia sobre la comunicación, es razonable presuponer un cierto
conocimiento de base sobre los trazos esenciales de la naturaleza de la
Iglesia (qué es), de su doctrina (aquello en lo que cree) y de sus estructu-
ras (cómo está organizada).
En el año 2008, el número de católicos en el mundo era de
1.165.714.000 (sobre una población mundial de 6.686.800.000). Esto sig-
nifica que los católicos eran un 17,40% de la población y, por tanto, el
grupo religioso más numeroso del mundo. El porcentaje más alto se en-
contraba en América, con un 63,1 de católicos por cada cien habitantes,
seguida de Europa (39,97%), Oceanía (26,21%), África (17,77%) y Asia
(3,05%)2. Por tanto, es razonable que la Iglesia católica, como otros gran-

1 Concilio Vaticano II, Constitución Sacrosanctum Concilium, n. 2, AAS 56 (1964) 98.


2 Cfr. Annuario Statistico della Chiesa 2008, Libreria Editrice Vaticana, Ciudad del
Vaticano 2010, pp. 15 y ss. Presentado el 27 de abril de 2010.
12 Introducción a la Comunicación Institucional de la Iglesia

des grupos religiosos, ponga un particular énfasis en las dimensiones in-


ternas y externas de la propia comunicación.
Desde su fundación, la Iglesia ha transmitido la verdad sobre Cristo.
Sus puntos de partida para la difusión de la fe han sido siempre la fami-
lia, la liturgia, la catequesis, la educación, el arte y, en particular, la en-
trega y el testimonio de cada cristiano en su ámbito social y laboral. Al
mismo tiempo, como institución inmersa en la sociedad, la Iglesia ha
procurado adaptar la propia comunicación al ambiente en el cual vive y
se desarrolla, adecuando el lenguaje de su mensaje a las diversas menta-
lidades y medios a su disposición. De hecho, la historia de la Iglesia ha
estado siempre unida a los diferentes períodos de la historia de la comu-
nicación: oral, escrita, impresa, electrónica y digital3. La Iglesia ha bus-
cado siempre integrar a los medios en sus actividades comunicativas, ya
sea como sujeto activo de la comunicación (por ejemplo, a través de los
medios de información católica) o como objeto mismo de comunicación
(por ejemplo, con la cobertura mediática sobre la Iglesia). Por ello, el
mundo de los medios es un terreno abierto que la Iglesia, a pesar de los
obstáculos, trata de comprender y guiar.

2. LOS PRINCIPALES DOCUMENTOS CONTEMPORÁNEOS DEL MAGISTERIO


DE LA IGLESIA SOBRE LAS COMUNICACIONES SOCIALES

La historia de la Iglesia demuestra que el pensamiento doctrinal y


teológico sobre las comunicaciones ha comenzado muy pronto. San
Agustín, entre otros, es considerado una autoridad en lo que se refiere a
la reflexión sobre la comunicación de la doctrina cristiana y la aplicación
de los principios de la retórica clásica para difundir la fe4. Nuestro inte-
rés, sin embargo, se centra más en la presentación de los principios gene-
rales de la comunicación establecidos por las recientes declaraciones del
Magisterio.

3 Este capítulo solo pretende ofrecer un análisis del Magisterio de la Iglesia sobre la
comunicación. Para tener una panorámica general sobre la relación histórica entre la Igle-
sia y la comunicación, cfr. Mariano Fazio, «Iglesia y comunicación: un perfil histórico», en
Diego Contreras (ed.), Chiesa e comunicazione: metodi, valori, professionalità, Libreria
Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano 1998, pp. 45-64; y también Dariusz Gronowski,
L’impatto dei media sulla Chiesa secondo Marshall McLuhan, Edizioni Università della
Santa Croce, Roma 2003 (especialmente el cap. 2: «Analisi diacronica dell’impatto dei me-
dia sulla Chiesa», pp. 75-142).
4 Sus cuatro libros sobre la Doctrina Cristiana (los tres primeros libros escritos en el
397 y el cuarto añadido en el 426) son un compendio de teología exegética para guiar al
lector en la comprensión e interpretación de las Sagradas Escrituras, según la analogía de
la fe. Cfr. Aurelius Augustinus, De Doctrina Christiana, lat., ed.: J. P. Migne, Patrologia
Latina, Parisiis (1844-1855, 1862-1865), vol. 034: cols. 0015–0122.
El Magisterio de la Iglesia católica sobre la comunicación 13

El interés y la atención que la Iglesia católica ha otorgado a las comu-


nicaciones han evolucionado particularmente con el desarrollo de los
medios y la aparición de una nueva cultura mediática, iniciada a media-
dos del siglo xix. La progresiva importancia que los mass media adquirie-
ron durante el siglo xx llevó al Magisterio a reflexionar sobre cómo res-
ponder a los nuevos desafíos del mundo de la comunicación. A mayor
influencia de los medios sobre la cultura, mayor es el interés y la aten-
ción del Magisterio sobre esta materia. De hecho, la cantidad de docu-
mentos sobre la comunicación aumenta en los últimos decenios del siglo
xx, respecto a la primera mitad del siglo. Desde Pío XI, todos los Papas, y
especialmente Juan Pablo II, han dirigido muchos de sus mensajes a los
medios de comunicación y a los profesionales que trabajan en ellos.
Otros documentos eclesiales relativos a los medios de comunicación han
sido redactados por los diferentes dicasterios vaticanos, especialmente
por el Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales.
Los documentos del Magisterio sobre las comunicaciones sociales y los
argumentos que se encuentran en ellos necesitan ser entendidos en su pro-
pio contexto. Temas que parecían ser fundamentales en los años 40 y 50,
hoy pueden parecer irrelevantes; mientras que aspectos que podían ser ig-
norados en los documentos magisteriales sobre los medios de los primeros
decenios del siglo xx, pueden estar ahora de plena actualidad5.
Puesto que el mensaje de la Iglesia se refiere a todos los aspectos de la
vida humana y de la sociedad, es habitual encontrar alusiones a la comu-
nicación en los documentos relativos a otros aspectos de la vida eclesial,
como la liturgia, el ecumenismo o la catequesis. Obviamente, en multi-
tud de documentos de las iglesias locales se hace también referencia a los
medios, pero su interés está fuera de nuestro estudio. En este capítulo se
propone un enfoque tipológico, que permite aglutinar las principales ma-
terias de interés del Magisterio relativas a los medios de comunicación.
No es nuestra intención hacer un resumen de todo aquello que estos do-
cumentos explican sobre la comunicación; por el contrario, se pretende
destacar algunos de los puntos fundamentales para comprender mejor la
comunicación de la Iglesia católica.
Los documentos eclesiásticos que se refieren a los mass media se pue-
den dividir en cuatro grupos principales: 1) documentos relativos a los
mass media en general; b) documentos relativos a la ética en los mass
5 Un elenco de los documentos del Magisterio que se refieren a la comunicación se
puede encontrar en los anexos de este manual. Es importante destacar que no todos los
documentos tienen la misma autoridad. Una útil descripción de los diferentes tipos de
documentos papales y de la Curia se puede leer en Francis G. Morrisey, Papal and Curial
Pronouncements: Their Canonical Significance in Light of the Code of Canon Law (2ª ed.,
revisada y actualizada por Michel Thériault), Saint Paul University, Otawa 1995.
14 Introducción a la Comunicación Institucional de la Iglesia

media; c) documentos sobre otros aspectos específicos de los mass me-


dia; y d) referencias a los mass media en los documentos relativos a otras
materias.

2.1. Documentos relativos a los mass media en general

Este primer grupo corresponde a todos aquellos documentos consi-


derados fundamentales en el campo de los medios de comunicación, ya
que proponen amplias declaraciones sobre el punto de vista de la Iglesia
relativo a los mass media. Los documentos que responden mejor a esta
descripción son las Encíclicas Vigilanti cura (1936) y Miranda prorsus
(1957), el Decreto conciliar Inter Mirifica (1963) y las Instrucciones pas-
torales Communio et Progressio (1971) y Aetatis novae (1992). Aunque su
contenido sea de menor relevancia, también la Carta Apostólica El rápido
desarrollo (2005) puede ser incorporada a este grupo. Los principios esta-
blecidos en estos documentos son el fundamento de todos los demás do-
cumentos magisteriales sobre los mass media.

Vigilanti cura (1936)

Aunque se dirige en realidad al arte en general, Vigilanti cura se cen-


tra casi exclusivamente sobre el mundo del cine. Observando el gradual
crecimiento de la corrupción moral de las películas y partiendo de la ex-
periencia de la «Legión para la Decencia» en los Estados Unidos, Pío XI
lanzó una advertencia a los obispos de todo el mundo para que reaccio-
naran ante las consecuencias negativas que la comunicación de masas
podía generar6. El documento terminaba proponiendo algunas medidas
específicas, como la clasificación moral de las películas o la creación de
oficinas nacionales para la crítica cinematográfica y su cooperación in-
ternacional.
Una de las principales características de este documento era su fuerte
tono de denuncia. Sin embargo, la Encíclica ofrecía también, con la de-
bida cautela, una doble visión positiva del cine: la primera, en clave gene-
ral, definía las artes, las ciencias, la técnica humana y la industria como

6 La Legión para la Decencia (Legion of Decency) fue creada en los Estados Unidos en
los años 30 como movimiento católico promovido por los obispos americanos para com-
batir las películas inmorales. La Legión creó un sistema de valoración para los espectado-
res católicos y el público en general. Esta iniciativa, que contaba con el apoyo de los movi-
mientos protestantes y judíos, dejó de existir en los años 70.
El Magisterio de la Iglesia católica sobre la comunicación 15

«verdaderos dones de Dios»7; la segunda reconocía que «las películas


buenas son capaces de ejercer una profunda influencia moral sobre
aquellos que las ven. Además de lograr la recreación, son capaces de des-
pertar los nobles ideales de la vida, de comunicar conceptos valiosos, de
impartir un mejor conocimiento de la historia y las bellezas de la patria y
de otros países, de presentar la verdad y la virtud en formas atractivas, de
crear o al menos favorecer el entendimiento entre naciones, clases socia-
les y razas, de defender la causa de la justicia, de dar nueva vida a las re-
clamaciones de la virtud y de contribuir positivamente a la génesis de un
orden social justo en el mundo»8.

Miranda prorsus (1957)

La Encíclica Miranda prorsus es la demostración del gran interés que


Pío XII tenía por los mass media9. Este documento presenta una visión
más positiva respecto a los textos anteriores, considerando nuevamente a
los medios de comunicación social como «dones de Dios», ejemplos de
participación de los hombres a su obra creadora e instrumentos útiles
para la difusión del Evangelio10. Esta Encíclica resumía los principios ya
propuestos en Vigilanti cura y los aplicaba a los influyentes medios elec-
trónicos de su tiempo: el cine, la radio y la televisión. En el documento se
valoraba el gran potencial de los medios y se les recordaba sus responsa-
bilidades. Su principal objeto, escribe el Papa, debe ser «servir a la ver-
dad y al bien»11.
Por otro lado, el Papa recordaba a las autoridades públicas su deber
de tutelar la moral pública e interpelaba a los fieles que, conociendo el
«inestimable don de la Redención», desplegaran «todo esfuerzo para que
la Iglesia pueda valerse de los inventos técnicos y usarlos para la santifi-
cación de las almas»12. De esta manera, Pío XII seguía la tradición de la
Iglesia de sostener y aprovechar todo aquello que de bueno hay en cada
cultura, con el fin de difundir el mensaje de salvación a la humanidad.

7 Pío XI, Carta Encíclica Vigilanti cura (VC), 29.06.1936, AAS 28 (1936), p. 251.
8 Ibídem, p. 256. Para una presentación específica sobre los documentos de la Iglesia
sobre el cine, cfr. Dario Edoardo Viganó, Cinema e Chiesa. I documenti del Magistero,
Effatà Editrice, Cantalupa (To) 2002.
9 Pío XII escribió más de 60 discursos y documentos sobre diversos aspectos de los
mass media durante su Pontificado (1939-1958). Dos de los documentos más significativos
fueron sus discursos a los representantes del mundo del cine en 1955, donde el Papa deli-
neaba las características de la «película ideal».
10 Cfr. Pío XII, Encíclica Miranda prorsus (MP), 08.09.1957, AAS 49 (1957), p. 765.
11 Ibídem, p. 777.
12 Ibídem, p. 773. 4.12.1963, n. 3, AAS 56 (1964), p. 146.
16 Introducción a la Comunicación Institucional de la Iglesia

Inter Mirifica (1963)

El Decreto Conciliar Inter Mirifica es punto de referencia para todos


los documentos sucesivos sobre los medios y las comunicaciones socia-
les, así como para la reflexión de la Iglesia sobre los medios de comuni-
cación. Fue la primera vez que el concepto de «medios de comunicación
social»13, en alusión a los mass media, aparecía en los documentos ecle-
siales, superando las expresiones genéricas precedentes que solían refe-
rirse a un medio en concreto o a los medios en general: «poderosísimos
medios de divulgación»14, «no hay un medio más potente (...) para in-
fluenciar a las multitudes»15, «inventos técnicos»16, «técnicas admirables
de difusión»17. El Decreto sobre los medios de comunicación social es-
taba dividido en dos capítulos: uno dedicado al uso correcto de los me-
dios de comunicación social y otro centrado sobre los mass media como
medios de apostolado.
El desarrollo y los debates teológicos del Concilio Vaticano II sobre la
misión de la Iglesia en el mundo y sobre la teología de los laicos fueron
factores clave que influenciaron la visión del Magisterio sobre los mass
media. El Decreto Inter Mirifica evidenciaba que la misión de la Iglesia
es, en primer lugar, predicar el Evangelio para la salvación de los hom-
bres, añadiendo que este objetivo necesita también de la «ayuda de los
medios de comunicación social»18. En referencia al papel de los laicos, el
Decreto afirmaba que «toca principalmente a los laicos vivificar con espí-
ritu humano y cristiano estos medios para que respondan plenamente a
las grandes expectativas de la sociedad humana y al plan divino»19.
Uno de los criterios generales en la esfera de las comunicaciones
sociales comentado en Inter Mirifica recordaba «la primacía absoluta
del orden moral objetivo»20: el uso de los mass media por parte del pú-
blico y de los profesionales de la comunicación requiere conocer y vivir
en conformidad a los principios morales propios de la dignidad hu-
mana. Este criterio está en la base de todos los demás principios mora-
les sobre la comunicación y puede encontrarse en casi todos los docu-
mentos sucesivos de la Iglesia relativos a los medios.

13 Concilio Vaticano II, Decreto sobre los Medios de Comunicación Social Inter Miri-
fica (IM), 4.12.1963, n. 3, AAS 56 (1964), p. 146.
14 Pío XI, Encíclica Divini Illius Magistri, n. 76, 31.12.1929, AAS 32 (1930), p. 82.
15 VC, p. 255.
16 MP, p. 765.
17 J uan XXIII, Carta Apostólica Motu Proprio Boni Pastoris, 22.02.1959, AAS 51
(1959), p. 184.
18 IM, n. 3, p. 146.
19 Ibídem.
20 Ibídem, n. 6, p. 147.
El Magisterio de la Iglesia católica sobre la comunicación 17

Por otro lado, el Decreto solicitaba la constitución, en las estructuras


de la Iglesia, de oficinas nacionales para la prensa, el cine, la radio y la
televisión, con el propósito de «procurar que la conciencia de los fieles
sobre la utilización de estos medios se forme rectamente así como fo-
mentar y organizar todo lo que los católicos realizan en este campo»21.
Inter Mirifica instituyó también la celebración anual de la Jornada Mun-
dial de las Comunicaciones Sociales que, desde su inicio en 1967, ha sido
acompañada de un mensaje del Santo Padre en ocasión de esta particu-
lar celebración.
Sin embargo, aunque Inter Mirifica desarrolló claramente el derecho de
la Iglesia a poseer medios de comunicación, no hacía alusión a la libre inicia-
tiva y responsabilidad de los cristianos para promover los valores del Evange-
lio a través de los medios que no pertenecen directamente a la Iglesia22.

Communio et Progressio (1971)

El Decreto Inter Mirifica dejaba los aspectos referentes a la pastoral a


un documento posterior, preparado por la Pontificia Comisión para las
Comunicaciones Sociales. En mayo de 1971, la Comisión publicó la Ins-
trucción Pastoral Communio et Progressio como fruto del Concilio, desa-
rrollando el concepto de autonomía de las realidades temporales ya defi-
nidos en otros documentos conciliares, como la Gaudium et Spes.
La Instrucción identificaba los objetivos de las comunicaciones socia-
les en «la comunión y el progreso en la convivencia humana»23, añadiendo
que estos fines están en conformidad con el proyecto de Dios para la salva-
ción del hombre24. Al mismo tiempo, Communio et Progressio denunciaba
enérgicamente el «descenso de la moralidad»25 en los medios y llamaba a
los diversos grupos sociales (comunicadores, público, autoridades civiles y
religiosas, educadores) a invertir esa tendencia. Communio et Progressio
destacaba, además, el carácter educativo de los medios de comunicación
social, así como su valor cultural y de entretenimiento26.
La Instrucción Communio et Progressio es considerada como «uno de
los documentos más positivos de la Iglesia relativos a las comunicaciones

21 Ibídem, n. 21, p. 152.


22 Cfr. Mariano Fazio, «Inter Mirifica», en Tommaso Stenico (ed.), Il Concilio Vaticano
II: carisma e profezia, Libreria Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano 1997, p. 78.
23 Pontificia Comisión para las Comunicaciones Sociales, Instrucción Pastoral Com-
munio et Progressio (CP), 23.05.1971, n. 1, AAS 63 (1971), pp. 593-594.
24 Cfr. Ibídem, n. 2, pp. 593-594.
25 Ibídem, n. 22, p. 603.
26 Cfr. Ibídem, nn. 48-53, pp. 611-613.
18 Introducción a la Comunicación Institucional de la Iglesia

sociales», pues pone en evidencia la «contribución de los medios de co-


municación social para el progreso humano»27. El documento ofrecía un
acercamiento más concreto, respecto a los anteriores, sobre la relación
entre la Iglesia católica y los mass media. Por otro lado, a diferencia de
los documentos anteriores, se insertaba en un contexto teológico-antro-
pológico más amplio, presentando la comunicación humana como parti-
cipación en la comunión intra-trinitaria de Dios y finalizada a la comu-
nión de los hombres.
Sin embargo, este documento pone todavía en evidencia la falta de un
análisis académico y científico de la ciencia de la comunicación por parte
de la Iglesia. De hecho, Communio et Progressio presentaba indistinta-
mente elementos del área comunicativa como objetivos, actividades o
propuestas prácticas, sin proponer una jerarquía interna entre ellas.

Aetatis novae (1992)

La Instrucción pastoral Aetatis novae supuso una nueva reflexión so-


bre las «consecuencias pastorales» de la creciente influencia de los me-
dios de comunicación28. De hecho, Aetatis novae reconocía que «la revo-
lución de las comunicaciones afecta incluso a la percepción que se puede
tener de la Iglesia y contribuye a formar sus propias estructuras y
funcionamiento»29. Debido a la importancia de los medios de comunica-
ción de masas, la Iglesia –añadía el documento– busca por su parte in-
fluenciar positivamente las políticas comunicativas30. Aetatis novae dio
también un papel importante a los mass media con el fin de favorecer y
facilitar la opinión pública dentro de la Iglesia31.
Aetatis novae recogió muchos aspectos presentes en los documentos
anteriores, pero una de sus contribuciones más originales fue la inclu-

27 Franz-Josef Eilers y Roberto Giannatelli (eds.), Chiesa e comunicazione sociale. I


documenti fondamentali, Editrice Elle Di Ci, Leumann, Torino 1996, p. 74.
28 Cfr. Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, Instrucción Pastoral
Aetatis novae (AN) sobre las Comunicaciones Sociales en el 20º aniversario de Communio
et Progressio, 22.02.1992, n. 1, AAS 84 (1992), p. 447.
29 Ibídem, n. 4, p. 450. Las palabras de la Aetatis novae no significan que la comunica-
ción reinventa la Iglesia o que la Iglesia necesita redefinirse a sí misma; por el contrario,
reconocen que cada medio de comunicación influye en el mensaje de la Iglesia. Por ello,
esta necesita reflexionar sobre qué tipo de mensaje debe transmitir y de qué manera debe
hacerlo.
30 Por ejemplo, en AN, n. 8, p. 454: «Es necesario que la Iglesia se preocupe activa-
mente de los medios profanos y, en particular, de la elaboración de la política que les
afecta. Los cristianos tienen el deber de hacer oír su voz en los medios. Su deber no se li-
mita a transmitir noticias de la Iglesia».
31 Cfr. AN, n. 10, pp. 454-455.
El Magisterio de la Iglesia católica sobre la comunicación 19

sión de un anexo con los «elementos de un plan pastoral de


comunicaciones»32. El plan se extendía a una vasta gama de actividades
y áreas, desde las más genéricas a las más específicas. En concreto, pro-
ponía los siguientes elementos:

«a) Una presentación de conjunto, elaborada a partir de una amplia


consulta y que describa, para todos los ministerios de la Iglesia, las estra-
tegias de las comunicaciones sociales que respondan a las cuestiones y a
las circunstancias actuales.
b) Un inventario o evaluación de la problemática existente en el terri-
torio: las diferentes clases de público, los productores y directores de los
medios de comunicación estatales y comerciales, los recursos financieros
y técnicos, las redes de distribución, los recursos ecuménicos y educati-
vos, el personal de los organismos y medios de comunicación católicos,
incluidos los de comunidades religiosas.
c) Una proposición de estructuración de los medios de comunicación
eclesiales destinados a apoyar la evangelización, la catequesis y la educa-
ción, el servicio social y la colaboración ecuménica; deberá incluir, en la
medida de lo posible, las relaciones públicas, la prensa, la radio, la televi-
sión, el cine, los cassettes, las redes informáticas, los servicios de repro-
ducción gráfica y otras formas de telecomunicaciones.
d) Una educación para los medios de comunicación que insista parti-
cularmente en la relación entre estos y los valores.
e) Una apertura pastoral de diálogo con los profesionales de los me-
dios de comunicación, que insista en el desarrollo de la fe y en el creci-
miento espiritual.
f) Una indicación de las posibilidades de obtener y asegurar los me-
dios de financiación de esta pastoral»33.

El plan pastoral para las comunicaciones sociales dio un paso ade-


lante en la definición de los principios de la doctrina eclesial sobre la co-
municación. Este plan tenía una clara jerarquía interna, ya que procu-
raba ofrecer un procedimiento sistemático para ponerlo en práctica con
una fase inicial de investigación, seguida de otra de programación. De
todas formas, el plan no clarificaba todavía los principios relevantes que

32 Ibídem, nn. 24-33, pp. 463-468 («Directrices para la elaboración de planes pastora-
les de medios de comunicación social en una diócesis, Conferencia Episcopal o Sínodo
patriarcal»).
33 Cfr. también CP, nn. 162-180, pp. 648-653, que presenta algunas propuestas genéri-
cas acerca del plan de la comunicación de la Iglesia.
20 Introducción a la Comunicación Institucional de la Iglesia

deberían estar presentes en todo el proceso de planificación, así como las


actividades y los instrumentos que podrían ser modificados en base al
tiempo y a las circunstancias.

El rápido desarrollo (2005)

La Carta Apostólica El rápido desarrollo, publicada por Juan Pablo II,


es el resumen del espíritu positivo y audaz de su Pontificado en relación a
los mass media. Sin olvidar los peligros y desafíos, el Papa afirmaba que
«también el mundo de los medios de comunicación tiene necesidad de la
redención de Cristo»34. Para Juan Pablo II, la importancia que los medios
tienen como creadores de nuevos horizontes culturales y de valores, lleva a
un cambio de mentalidad y a una renovación pastoral en «toda la comuni-
dad eclesial», considerando que la catequesis y la formación de las nuevas
generaciones «no puede prescindir del hecho de dirigirse a sujetos influen-
ciados por el lenguaje y la cultura contemporáneos»35.
La carta del Papa enumeraba tres escenarios de acción de la Iglesia en
el campo de los medios: formación, participación y diálogo. En primer lu-
gar, la formación es necesaria «para hacer que los medios de comunica-
ción sean conocidos y usados de manera consciente y apropiada» y para
evitar «el riesgo de que los medios de comunicación, en lugar de estar al
servicio de las personas, lleguen a instrumentalizarlas y condicionarlas
gravemente». En segundo lugar, el acceso a los medios tendría que «garan-
tizar una mayor participación en su gestión». Por último, el diálogo debe-
ría ser alimentado de tal manera que los medios puedan ser «vehículos de
conocimiento recíproco, de solidaridad y de paz» entre los pueblos36.

2.2. Documentos relativos a la ética en los mass media

En multitud de documentos eclesiales, pueden encontrarse principios


éticos y propuestas específicas, especialmente en aquellos que conciernen
a la doctrina social de la Iglesia. Los documentos que tratan fundamental-
mente de la ética en los medios son tres: Ética en la publicidad (1997), Ética
en las comunicaciones sociales (2000) y Ética en Internet (2002). La impor-

34 Juan Pablo II, Carta Apostólica El rápido desarrollo a los responsables de las comu-
nicaciones, De celeri progressione mediorum communicationis socialis, 24.01.2005, n. 4,
AAS 57 (2005), p. 266.
35 Ibídem, n. 8, p. 269.
36 Ibídem, n. 11, pp. 271-272.
El Magisterio de la Iglesia católica sobre la comunicación 21

tancia de estos tres documentos deriva de la autoridad moral de la Iglesia.


De hecho, «su contribución especial a las cuestiones humanas, incluyendo
el mundo de las comunicaciones sociales, es “precisamente el concepto de
la dignidad de la persona, que se manifiesta en toda su plenitud en el mis-
terio del Verbo encarnado” (Centesimus annus, n. 47)»37.
Estos documentos, escritos bajo la dirección del Pontificio Consejo para
las Comunicaciones Sociales, comparten varios puntos de reflexión, ya que
los innumerables mass media «no exigen una nueva ética», sino «la aplica-
ción de principios ya establecidos a las nuevas circunstancias»38. Uno de los
principios comunes presente en estos documentos es la insistencia en que
«los medios de comunicación social no hacen nada por sí mismos», pues
son «herramientas que la gente elige usar de uno u otro modo»39. En otras
palabras, los mass media son instrumentos, no fines, al servicio de los hom-
bres y del bien común. En este sentido, Ética en las comunicaciones sociales,
que es el documento con el mayor campo de aplicación, sintetiza los objeti-
vos de los medios en «servir a la persona humana, construir una comunidad
fundada en la solidaridad, en la justicia y en el amor, y decir la verdad sobre
la vida humana y su plenitud final en Dios». Estos fines «han sido, son y se-
guirán ocupando el centro de la ética en los medios de comunicación»40.
Ética en la publicidad empieza presentando las ventajas de la publicidad,
pero también denuncia los daños causados por esta. Tras recordar los prin-
cipales valores éticos y morales a tener en cuenta en este sector, es decir, el
respeto a la verdad y la dignidad del ser humano, así como la promoción de
la responsabilidad social, el documento ofrece, además, algunas propuestas
concretas, como «la creación de estructuras y sistemas externos que sopor-
ten y animen prácticas responsables en publicidad y desalienten las irres-
ponsables», la actuación y aceptación voluntaria de «códigos de deontolo-
gía», la implicación de la autoridad pública para evitar los abusos y el
resarcimiento por los daños provocados, en ocasiones, por la publicidad41.
Ética en Internet subraya también que, «así como sucede en otros medios
de comunicación social, la persona y la comunidad de personas son el centro
de la valoración ética de Internet»42. El texto pone especial énfasis en la virtud
de la solidaridad, teniendo en cuenta la globalidad de Internet: «el valor de la

37 Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, Ética en las comunicaciones


sociales, 4.06.2000, Libreria Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano 2000, n. 5.
38 Ibídem, n. 28.
39 Ibídem, n. 4.
40 Ibídem, n. 33. Cfr. también n. 21.
41 Cfr. Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, Ética en la publicidad,
22.02.1997, Libreria Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano 1997, nn. 18-23.
42 Cfr. P ontificio C onsejo para las C omunicaciones S ociales , Ética en Internet,
22.02.2002, Libreria Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano 2002, n. 3.
22 Introducción a la Comunicación Institucional de la Iglesia

solidaridad es la medida del servicio que Internet presta al bien común»43. De


maneras diversas, el documento invita a varios grupos sociales (periodistas,
autoridades públicas y religiosas, padres y jóvenes) a contribuir a la mejora
ética de este nuevo medio. Aparte de las características que Internet puede
compartir con otros medios, el documento añade: «la difusión de Internet
plantea otras muchas cuestiones éticas concernientes a asuntos como la pri-
vacidad, la seguridad y confidencialidad de los datos, el derecho y la ley de
propiedad intelectual, la pornografía, los sitios cargados de odio, la propaga-
ción de rumores y difamaciones disfrazados de noticias, y muchos más»44.
Una de las principales preocupaciones del Magisterio de la Iglesia ha
sido, sobre todo, el poder a través del cual «las nuevas tecnologías de la
información e Internet, precisamente como instrumentos poderosos del
proceso de globalización, transmiten y ayudan a inculcar un conjunto de
valores culturales –modos de pensar sobre las relaciones sociales, la fa-
milia, la religión y la condición humana–, cuya novedad y fascinación
pueden cuestionar y destruir las culturas tradicionales»45.

2.3. Documentos referentes a otros aspectos específicos de los mass media

El grupo más numeroso de documentos contemporáneos de la Iglesia so-


bre los medios de comunicación contemplan otros aspectos complementarios
a la ética. La mayor parte han sido publicados por el Pontificio Consejo para
las Comunicaciones Sociales, si bien en esta categoría pueden ser incluidos
los Mensajes del Santo Padre en ocasión de la Jornada Mundial para las Comu-
nicaciones Sociales, las Orientaciones sobre la formación de los futuros sacerdo-
tes para el uso de los instrumentos de comunicación social (1986) de la Congre-
gación para la Educación Católica y la Instrucción sobre algunos aspectos
relativos al uso de los instrumentos de comunicación social en la promoción de
la doctrina de la fe (1992), publicado por la Congregación del mismo nombre.

Mensajes para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales (1967-2012)

La importancia de los mensajes anuales del Pontífice con ocasión de la


Jornada Mundial de las Comunicaciones consiste en el hecho de que estos
conforman una panorámica completa sobre los intereses y planteamientos
de la jerarquía eclesiástica en relación a los medios de comunicación. Pablo

43 Ibídem, n. 15. Cfr. también nn. 3-5, 11, 13-14 y 17.


44 Ibídem, n. 6.
45 Ibídem, n. 11.
El Magisterio de la Iglesia católica sobre la comunicación 23

VI publicó un total de 12 mensajes (1967-1978), Juan Pablo II, un total de 27


(1979-2005) y, desde mayo de 2006, Benedicto XVI ha difundido ya siete
(2006-2012)46. Estos mensajes aluden a una gran variedad de materias.
Los temas más recurrentes, desarrollados por Pablo VI, eran la supre-
macía del orden moral, la responsabilidad de los cristianos en la esfera
mediática, la contribución de los medios en la comunión y progreso de la
humanidad y la misión de los medios de comunicación en la proclama-
ción del mensaje cristiano. Pablo VI defendió también el derecho de la
Iglesia a tener una imagen pública apropiada y a poseer sus propios me-
dios de comunicación, con el fin de promover su mensaje.
Entre los mensajes de Juan Pablo II, destacan aquellos sobre la defensa
de la infancia, de la familia y los ancianos, la promoción de la justicia y la
paz entre los pueblos, la cooperación de los medios para la unidad y el pro-
greso de la humanidad, así como la promoción del papel de la mujer en la
sociedad. Por otro lado, Juan Pablo II puso mayor atención que sus predece-
sores en el desarrollo tecnológico de las comunicaciones. Hablando de la
difusión de la promoción cristiana de la juventud, el Pontífice describía esta
«época tecnotrónica» como una «revolución que no solo comporta un cam-
bio en los sistemas y las técnicas de comunicación, sino que afecta a todo el
universo cultural, social y espiritual de la persona humana»47. Su mensaje
de 1990 destaca por su significativo título: El mensaje cristiano en la cultura
del ordenador48. En el mensaje para la XXVII Jornada Mundial de las Comu-
nicaciones, el Pontífice afrontaba el tema de los instrumentos técnicos como
el vídeo y el audiocassette49 y, en el año 2001, por primera vez nombraba
Internet, materia que trataría al año siguiente50.
Los tres primeros mensajes de Benedicto XVI para las Jornadas Mun-
diales de las Comunicaciones se centraron en la reflexión sobre los me-

46 Juan Pablo I, sucesor de Pablo VI, no escribió ningún Mensaje para la Jornada
Mundial de las Comunicaciones, ya que su Pontificado no duró más de 33 días: desde el 26
de agosto al 28 de septiembre de 1978.
47 Juan Pablo II, «Mensaje del Santo Padre para la XIX Jornada Mundial de las Co-
municaciones Sociales (JMCS). Las Comunicaciones Sociales para la Promoción Cristiana
de la Juventud», 26.04.1985, en Insegnamenti di Giovanni Paolo II, Vol. VIII, 1 (1985), Li-
breria Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano 1985, p. 1117. En este Mensaje, la palabra
«ordenador» fue usada por primera vez en los mensajes del Papa para la JMCS.
48 Juan Pablo II, «Mensaje del Santo Padre para la XXIV JMCS. El mensaje cristiano
en la cultura del ordenador», 24.01.1990, en Insegnamenti di Giovanni Paolo II, Vol. XIII,
1 (1990), Libreria Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano 1990, p. 160.
49 Cfr. Juan Pablo II, «Mensaje del Santo Padre para la XXVII JMCS. Videocassette y
Audiocassette en la Formación de la Cultura de la Conciencia», 24.01.1993, en Insegna-
menti di Giovanni Paolo II, Vol. XVI, 1 (1993), Libreria Editrice Vaticana, Ciudad del Vati-
cano 1993, pp. 169-172.
50 Juan Pablo II, «Mensaje del Santo Padre para la XXXVI JMCS. Internet, un nuevo
foro para proclamar el Evangelio», 12.05.2002, en Insegnamenti di Giovanni Paolo II, Vol.
XXV, 1 (2002), Libreria Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano 2002, pp. 91-95. El conte-
nido de este mensaje se desarrollará más adelante en este capítulo.
24 Introducción a la Comunicación Institucional de la Iglesia

dios como red para facilitar la comunión y cooperación (2006), en su


responsabilidad en la educación de la infancia (2007) y en la búsqueda de
la verdad (2008)51. Los cuatro últimos (2009-2012), en cambio, se han
focalizado en Internet y por ese motivo serán tratados en el parágrafo
dedicado a los documentos de la Iglesia sobre Internet.

Orientaciones sobre la formación de los futuros sacerdotes para el uso


de los instrumentos de la comunicación social (1986)

Las Orientaciones, dirigidas a las conferencias episcopales, los obispos y


superiores y profesores de los seminarios, fueron escritas después de que los
responsables de la Congregación para la Educación Católica verificaran el
retraso en el desarrollo de los programas sobre las comunicaciones sociales
en la formación de los seminaristas52. Estas Orientaciones establecían tres
niveles de prepación mediática: el primero, un nivel básico, para el correcto
uso personal de los medios; en segundo lugar, un nivel pastoral para prepa-
rar a los candidatos a formar a otros en el uso adecuado de los medios; y, en
tercer lugar, un nivel especializado para aquellos que ya habían trabajado en
los medios o que lo harían en un futuro. En referencia al nivel básico, el
texto decía que «atender al aspecto técnico específico de cada uno de los
instrumentos» es «necesario para la indispensable correcta “lectura” y com-
prensión objetiva de sus comunicaciones»53. Sin embargo, especificaba que
el fin principal de este nivel de formación básica no era el desarrollo de una
preparación técnica, sino dar a los estudiantes «una segura formación doc-
trinal y ascética»54.
Las Orientaciones incluían un curso descriptivo sobre las comunica-
ciones sociales, como perfeccionamiento en la formación de los aspiran-
tes al sacerdocio. El curso reflejaba la naturaleza interdisciplinar de las
comunicaciones sociales, ya que reagrupaba las materias en cuatro gran-

51 Benedicto XVI, «Mensaje del Santo Padre para la XL JMCS. Los medios: una red
para la comunicación, la comunión y la cooperación», 24.01.2006, en AAS 98 (2006), pp.
139-141; «Mensaje del Santo Padre para la XLI JMCS. La infancia y los medios: un desafío
para la Educación», 24.01.2007, en Insegnamenti di Benedetto XVI, Vol. III, 1 (2007), Libre-
ria Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano 2007, pp. 99-102; y «Mensaje del Santo Padre
para la XLII JMCS. Los medios de comunicación social: entre protagonismo y servicio.
Buscar la verdad para compartirla», 4.05.2008, en Insegnamenti di Benedetto XVI, Vol. IV,
1 (2008), Libreria Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano 2008, pp. 132-136.
52 Cfr. Congregación para la Educación Católica, Orientaciones sobre la formación
de los futuros sacerdotes para el uso de los instrumentos de la comunicación social,
19.03.1986, en Seminarium, Año XXVI, Octubre-diciembre 1986, pp. 717-718 («Presenta-
ción»).
53 Ibídem, n. 16, p. 730.
54 Ibídem, n. 14, p. 728.
El Magisterio de la Iglesia católica sobre la comunicación 25

des grupos: a) comunicación humana; b) medios e instrumentos de co-


municación e Iglesia; c) pastoral de los medios en general; y c) pastoral
de los medios considerados singularmente55.

Instrucción sobre algunos aspectos relativos al uso de los instrumentos


de comunicación social en la promoción de la doctrina de la fe (1992)

Este documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe recoge de


manera orgánica la legislación de la Iglesia para la supervisión, por parte
de los obispos, de los medios en general y, en particular, sobre la publica-
ción de libros. «Recordando las normas canónicas, aclarando las disposi-
ciones, desarrollando y determinando los procedimientos a través de los
cuales han de ser aplicadas, la Instrucción se propone, pues, alentar y ayu-
dar a los Pastores en el cumplimiento de su deber»56. Aparte de las respon-
sabilidades generales de los obispos, como la instrucción de sus propios
fieles o la aprobación de un cierto tipo de publicaciones, el documento re-
coge también la responsabilidad de los cristianos, de las organizaciones
católicas y de los superiores religiosos en el campo editorial.

Otros documentos

Otros textos sobre aspectos específicos de los medios han sido publi-
cados por el Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales. Desta-
can Pornografía y violencia en los medios de comunicación: una respuesta
pastoral (7 de mayo de 1989), Criterios para una cooperación ecuménica e
interreligiosa (4 de octubre de 1989) y 100 años de cine (1995-1996)57.
Pornografía y violencia en los medios de comunicación: una respuesta pas-
toral comienza con una presentación de las principales causas y efectos del
fenómeno de la pornografía y la violencia en la sociedad. Ofrece, además, al-
gunas posibles soluciones que incluye la participación de los mismos profe-
sionales de la comunicación, los padres y educadores, los jóvenes, el público
en general, las autoridades públicas, la Iglesia y otros grupos religiosos.

55 Cfr. Ibídem, Apéndice II, pp. 766-772.


56 Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción sobre algunos aspectos relati-
vos al uso de los instrumentos de comunicación social en la promoción de la doctrina de la
fe, 30.03.1992. Cfr. «Introducción» en Comunicación, Vol. XXIV, n. 1 (1992).
57 Otro documento publicado por el Pontificio Consejo para las Comunicaciones So-
ciales sobre los aspectos específicos de los medios es La Iglesia e Internet (2002). Este do-
cumento, publicado junto con Ética en Internet, se explica más adelante.
26 Introducción a la Comunicación Institucional de la Iglesia

El documento sobre el ecumenismo y la cooperación interreligiosa


sugiere algunas líneas directivas para la colaboración entre católicos y
otros grupos religiosos, ya fueran cristianos o no. La reflexión está fun-
damentada en los principios establecidos en el Concilio Vaticano II58.
El documento 100 años de cine (1995-1996) es de carácter más prác-
tico. Incluye materias educativas desarrolladas por diferentes expertos
en el campo del cine con el objetivo de animar a los católicos a ser espec-
tadores críticos de las películas59.

2.4. Referencias a los mass media en documentos dedicados a otras materias

La misión de la Iglesia consiste en comunicar el Evangelio, un men-


saje de salvación que concierne a todos los aspectos de la vida individual
y social. Por ello, es común encontrar elementos de comunicación en los
documentos que se ocupan de otros aspectos de la vida eclesial, como la
liturgia, el ecumenismo y la catequesis.

Documentos del Concilio Vaticano II

Además del Decreto Inter Mirifica, se pueden encontrar referencias


significativas en importantes documentos del Concilio. Por ejemplo, la
constitución pastoral Gaudium et Spes, dedicada a la Iglesia en el mundo
actual, recuerda las «oportunidades» para la educación de los jóvenes
«derivadas especialmente del crecimiento de la difusión de los libros y de
los nuevos instrumentos de comunicación, cultural y social, que pueden
favorecer a la cultura universal»60. Por otra parte, la Gaudium et Spes ha
demostrado ser un paso adelante en la comprensión del concepto de au-
tonomía de las cosas temporales y, por ello, ha abierto nuevas perspecti-
vas en la relación entre la Iglesia y el mundo de la comunicación61.
Las referencias a los medios de comunicación en los Decretos Ad gen-
tes y Apostolicam actuositatem63, dedicados, respectivamente, a la acti-
62

58 Cfr. Concilio Vaticano II, Decreto sobre el Ecumenismo Unitatis redintegratio,


21.10.1964, AAS 57 (1965), pp. 90-112, y Declaración sobre las relaciones entre la Iglesia y
las religiones no cristianas Nostra aetate, 29.10.1965, AAS 58 (1966), pp. 740-744.
59 Cfr. Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, 100 años de cine, en www.
vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/pccs/documents. Documento elaborado en el bie-
nio 1995-1996.
60 Concilio Vaticano II, Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo contempo-
ráneo Gaudium et Spes, 7.12.1965, n. 61, AAS 58 (1966), p. 1082.
61 Cfr. Ibídem, n. 36, pp. 1053-1054.
62 Cfr., por ejemplo, Concilio Vaticano II, Decreto Ad gentes, 7.12.1965, nn. 19, 26, 31
y 36, AAS 58 (1966), pp. 969-984.
63 Cfr., por ejemplo, Concilio Vaticano II, Decreto sobre el apostolado de los laicos
Apostolicam actuositatem, 18.11.1965, n. 10, AAS 58 (1966), pp. 846-847.
El Magisterio de la Iglesia católica sobre la comunicación 27

vidad misionera de la Iglesia y al apostolado de los laicos, han sido tam-


bién de gran importancia. Por otra parte, el papel de los obispos y el uso
que pueden hacer de los mass media en su labor pastoral se explican en el
Decreto Christus Dominus64.

Directorio Catequístico General (1971)

Algunos documentos post-conciliares, como el Directorio Catequístico


General de la Congregación para el Clero, incluyen importantes referen-
cias a los mass media. Este documento afirma que «es deber de la cate-
quesis educar a los cristianos a discernir la naturaleza y el valor de aque-
llo que se propone en los medios. Es evidente que esto presupone un
conocimiento técnico previo del lenguaje de los mismos»65.

Los códigos canónicos66

Tanto el Código de Derecho Canónico (CIC), de 1983, como el Código de


Derecho Canónico para las Iglesias Orientales (CCEO), de 1990, incluyen
una sección sobre los medios de comunicación social y los libros en parti-
cular67. Ambos defienden el derecho de la Iglesia a utilizar los medios para
la difusión del Evangelio, recuerdan a los fieles cristianos (laicos, sacerdo-
tes y religiosos) su responsabilidad respecto a los mass media68 y estable-
cen el deber y el derecho de las autoridades eclesiásticas a velar por los as-
pectos concernientes a la fe y la moral en los medios de comunicación69.
Sin embargo, solo el CIC destaca la necesidad de usar los mass media para
la educación de los fieles70.

64 Cfr. Concilio Vaticano II, Decreto sobre la misión pastoral de los obispos en la Igle-
sia Christus Dominus, 28.10.1965, n. 13, AAS 58 (1966), p. 679.
65 Congregación para el Clero, Directorio Catequístico General, 11.04.1971, n. 123,
AAS 64 (1972), p. 168.
66 Codex Iuris Canonici (CIC), 25.01.1983, AAS 75, Pars II (1983), pp. 1-317; Codex
Canonum Ecclesiarum Orientalium (CCEO), 18.10.1990, AAS 82 (1990), pp. 1030-1363.
67 Cfr. CIC, Libro III («La función de enseñar de la Iglesia»), Titulo IV (Los instru-
mentos de comunicación social y especialmente los libros), cc. 822-832, y CCEO, Título
XV (El Magisterio Eclesiástico), Capítulo IV (Los instrumentos de la comunicación social
y especialmente los libros), cc. 651-666. Otras referencias a los mass media pueden encon-
trarse en otros cánones: cfr. CIC, c. 828; y CCEO, c. 666.
68 Cfr., CIC, cc. 747, 761 y 822; CCEO, c. 651.
69 Cfr. CIC, c. 823; CCEO, cc. 652-653. En este sentido, el CIC recuerda que la difusión
de la predicación y la educación católica a través de los medios está sujeta a la autoridad
episcopal (cc. 772 y 804).
70 Cfr. CIC, cc. 779 y 1063.
28 Introducción a la Comunicación Institucional de la Iglesia

Otros documentos de los Pontífices

Otras referencias a los mass media se pueden encontrar en los diversos do-
cumentos y declaraciones públicas de los Pontífices, especialmente en la se-
gunda mitad del siglo xx y en los primeros años del actual. En su primera En-
cíclica, Pablo VI defendía el diálogo de la Iglesia con el mundo, teniendo la
verdad como fundamento. La difusión de la verdad a través de los medios de
comunicación, sostenía el Pontífice, comportará consecuencias positivas para
el mundo entero y la Iglesia misma71. Pocos años después, el Pontífice, ha-
blando a propósito de la evangelización en el mundo moderno, en su Exhorta-
ción Apostólica Evangelii nuntiandi, se dirigía especialmente a los mass media:
«En nuestro siglo influenciado por los medios de comunicación so-
cial, el primer anuncio, la catequesis o el ulterior ahondamiento de la fe
no pueden prescindir de esos medios, como hemos dicho antes.
»Puestos al servicio del Evangelio, ellos ofrecen la posibilidad de exten-
der casi sin límites el campo de audición de la Palabra de Dios, haciendo
llegar la Buena Nueva a millones de personas. La Iglesia se sentiría culpa-
ble ante Dios si no empleara esos poderosos medios, que la inteligencia
humana perfecciona cada vez más. Con ellos la Iglesia “pregona sobre los
terrados” el mensaje del que es depositaria. En ellos encuentra una versión
moderna y eficaz del “púlpito”. Gracias a ellos puede hablar a las masas»72.
Sin embargo, ha sido Juan Pablo II quien ha dedicado mayor atención a
los mass media, también en los documentos que no se refieren directamente
a la comunicación73. Entre sus escritos es importante destacar: las exhorta-
ciones apostólicas Cathechesis tradendae (1979)74, Familiaris consortio
(1981)75 y Christefideles laici (1988)76, la Carta Encíclica Redemptoris missio
(1990)77 y las exhortaciones apostólicas post-sinodales Ecclesia in Africa
(1995), Vita consacrata (1996) y Ecclesia in Europa (2003)78. Asimismo, el

71 Cfr. Pablo VI, Carta Encíclica Ecclesiam suam, 06.08.1964, particularmente nn. 58-
118, AAS 56 (1964), pp. 609-659.
72 Pablo VI, Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi sobre la evangelización en el
mundo contemporáneo, 8.12.1975, n. 45, AAS 68 (1975), p. 35.
73 Aparte de su interés personal por el mundo de las comunicaciones sociales, la lon-
gevidad de su Pontificado es uno de los motivos de esta gran atención (el tercero más largo
de la historia después de san Pedro y Pío IX): Juan Pablo II fue elegido el 16 de octubre de
1978 y murió el 2 de abril de 2005.
74 Cfr. Juan Pablo II, Exhortación Apostólica sobre la catequesis en nuestros días Ca-
techesi tradendae, 16.10.1979, n. 46, AAS 71 (1979), p. 1314.
75 Cfr. Juan Pablo II, Exhortación Apostólica acerca el papel de la familia cristiana en
los tiempos modernos Familiaris consortio, 22.11.1981, n. 76, AAS 74 (1982), pp. 173-175.
76 Cfr. Juan Pablo II, Exhortación Apostólica sobre la vocación y misión de los fieles laicos
en la Iglesia y en el mundo Christifideles laici, 30.12.1988, n. 44, AAS 81 (1989), pp. 478-481.
77 Cfr. Juan Pablo II, Carta Encíclica sobre la permanente validez del envío misionero
de la Iglesia Redemptoris missio (RM), 7.12.1990, n. 37, AAS 83 (1991), pp. 285-286.
78 Cfr. J uan P ablo II, Exhortación Apostólica post-sinodal Ecclesia in Africa,
El Magisterio de la Iglesia católica sobre la comunicación 29

sucesor de Juan Pablo II, Benedicto XVI, desde su elección el 19 de abril de


2005, ha hecho referencia a los medios de comunicación en importantes in-
tervenciones públicas79. De todas formas, aparte de los Mensajes de las Jor-
nadas Mundiales de las Comunicaciones Sociales, Benedicto XVI no ha es-
crito por el momento documentos específicos sobre los medios.

3. EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA E INTERNET

Considerando la importancia actual de Internet y de las nuevas tecno-


logías, nos referimos ahora con especial atención al documento La Igle-
sia e Internet y a los diversos mensajes de Juan Pablo II y Benedicto XVI
que, con motivo de la Jornada Mundial de las Comunicaciones, estos dos
Pontífices han dedicado a la red y a sus implicaciones pastorales.

3.1. La Iglesia e Internet

Este documento del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales


empieza con el reconocimiento de la importancia de los medios en la forma-
ción de la cultura moderna. Aunque el mensaje contenido en ellos es en oca-
siones contrario a la fe, los medios de comunicación pueden ser a su vez uti-
lizados para proclamar el Evangelio. Citando la Encíclica Redemptoris missio
de Juan Pablo II, el documento explica que la Iglesia debe «integrar el men-
saje mismo en esta nueva cultura creada por la comunicación moderna»80.
Publicado en febrero de 2002, La Iglesia e Internet se centra en «las
implicaciones que tiene Internet para la religión y especialmente para la
Iglesia católica»81. Desde un punto de vista religioso, Internet ofrece dos
ventajas principales: en primer lugar, da un acceso inmediato a la infor-

14.09.1995, nn. 52, 71 y 122-126, AAS 88 (1995), pp. 5-82; Exhortación Apostólica post-si-
nodal Vita consacrata, 25.03.1996, n. 99, AAS 88 (1996), pp. 475-476; Exhortación apostó-
lica post-sinodal Ecclesia in Europa, 28.06.2003, n. 63, AAS 95 (2003), pp. 687-688. Estas
tres exhortaciones fueron escritas después de los sínodos de Obispos dedicados, respecti-
vamente, a África, a la vida religiosa y a Europa.
79 Particularmente significativa fue la audiencia que el Papa Benedicto XVI concedió
a los profesionales de los medios el 23 de abril de 2005 para agradecerles su trabajo en el
período comprendido entre la muerte de Juan Pablo II y su elección: Benedicto XVI, «Dis-
curso del Santo Padre Benedicto XVI a los representantes de las Comunicaciones Socia-
les», 23.04.2005, en Insegnamenti di Benedetto XVI, Vol. I (2005), Libreria Editrice Vati-
cana, Ciudad del Vaticano 2005, pp. 17-19.
80 P ontificio C onsejo para las C omunicaciones S ociales , La Iglesia e Internet,
22.02.2002, n. 4. Integrar el mensaje cristiano en la nueva cultura no significa comprome-
ter la legítima autonomía de los mass media. Al contrario, enriquece su visión del mundo
con valores trascendentes que forman parte de la existencia humana.
81 Ibídem, n. 2.
30 Introducción a la Comunicación Institucional de la Iglesia

mación religiosa mediante el acceso a bibliotecas, museos, lugares de


culto y documentos del Magisterio. En segundo lugar, ayuda a superar
las distancias y el aislamiento entre personas de «buena voluntad»82. Por
último, el documento propone usar Internet como instrumento para la
comunicación interna, para promover el diálogo entre los responsables
de la Iglesia y sus miembros, y como instrumento en algunos aspectos de
gobierno y de la administración eclesiástica. Sin embargo, el documento
no especifica usos particulares.
La Iglesia e Internet destaca también la importancia de la educación
mediática de los católicos, ya sea como usuarios o como profesionales de
los medios de comunicación. En referencia a los jóvenes, se afirma, tal
instrucción no debe ser meramente técnica, sino sobre todo una ayuda
para desenvolverse en el mundo del ciberespacio, con el fin de «hacer
juicios maduros, según sólidos criterios morales, sobre lo que encuen-
tran en él» y poder así «usar la nueva tecnología para su desarrollo inte-
gral y en beneficio de los demás»83. En este sentido, el documento no ig-
nora los problemas que Internet puede presentar para la Iglesia, en
particular la presencia de páginas web difamadoras y la confusión creada
por sitios web que se definen como católicos, cuando en realidad no lo
son. Las medidas propuestas para luchar contra las webs difamadoras
consisten en la auto-censura o, en casos extremos, en la intervención de
las autoridades públicas. En el caso de una posible confusión de la iden-
tidad católica, el documento propone una distinción más clara entre la
doctrina católica oficial y las opiniones personales, así como la certifica-
ción voluntaria, por parte de los representantes de la Iglesia, de los sitios
web católicos con contenidos relativos a materias doctrinales y catequé-
ticas84.
Por otro lado, el documento recuerda que el ciberespacio no puede
sustituir la realidad de los sacramentos y la liturgia, el anuncio personal
del Evangelio y la personal interacción dentro de una comunidad de fie-
les. En este sentido, sostiene que el mundo virtual es un complemento,
pero no una sustitución de los elementos esenciales de la fe cristiana85.
Es significativo destacar cómo la Iglesia alienta a los católicos al uso de
Internet de forma creativa, afirmando que «no es aceptable quedarse
atrás tímidamente por miedo a la tecnología o por cualquier otra razón,
considerando las numerosas posibilidades positivas que ofrece

82 Ibídem, n. 5.
83 Ibídem, n. 7.
84 Cfr. Ibídem, n. 8.
85 Cfr. Ibídem, n. 5.
El Magisterio de la Iglesia católica sobre la comunicación 31

Internet»86. La Iglesia se dirige también a los no católicos, animándoles a


contribuir a la promoción del uso de Internet en defensa de la persona.
Este documento, como los precedentes sobre los mass media, ofrece
algunas líneas de actuación a los fieles católicos, pero no ofrece solucio-
nes a los problemas específicos. Desde su publicación, muchas de las in-
tervenciones del Magisterio sobre los mass media hacen referencia de
una u otra manera a Internet, aunque solo han resumido y expresado de
forma diversa los principios precedentes, sin añadir contribuciones no-
vedosas.

3.2. Internet: un nuevo forum para la proclamación del Evangelio (Juan Pablo II)

El Mensaje del Santo Padre para la XXXVI Jornada Mundial de las Co-
municaciones Sociales (2002) ha contribuido a fundamentar más profun-
damente la visión general de la Iglesia sobre las comunicaciones sociales y
sobre Internet en particular. El Papa Juan Pablo II, para quien la Iglesia
debería afrontar este nuevo medio con «realismo y confianza», afirma que
«Internet puede ofrecer magníficas oportunidades para la evangelización
si se usa con competencia y con una clara conciencia de sus fuerzas y sus
debilidades». «Al proporcionar información y suscitar interés, hace posi-
ble un encuentro inicial con el mensaje cristiano, especialmente entre los
jóvenes, que se dirigen cada vez más al mundo del ciberespacio como una
ventana abierta al mundo. Por esta razón, es importante que las comuni-
dades cristianas piensen en medios muy prácticos de ayudar a los que se
ponen en contacto por primera vez a través de Internet, para pasar del
mundo virtual del ciberespacio al mundo real de la comunidad cristiana»87.
Por otra parte, sigue el Papa, Internet puede ser una «excelente
ayuda» para «facilitar el tipo de seguimiento que requiere la evangeliza-
ción», si bien «no puede suplir nunca la profunda experiencia de Dios
que solo puede brindar la vida litúrgica y sacramental de la Iglesia». En
este sentido, el Papa considera Internet como «un suplemento y un apoyo
únicos para preparar el encuentro con Cristo en la comunidad y sostener
a los nuevos creyentes en el camino de fe que comienza entonces»88. Por
otra parte, como en el documento La Iglesia e Internet, el Papa recuerda
que «las relaciones establecidas mediante la electrónica jamás pueden to-

86 Ibídem, n. 10.
87 Juan Pablo II, Mensaje del Santo Padre para la XXXVI JMCS (2002), n. 3, p. 92.
88 Ibídem, pp. 92-93.
32 Introducción a la Comunicación Institucional de la Iglesia

mar el lugar de los contactos humanos directos, necesarios para una au-
téntica evangelización»89.
El Papa advierte, además, de los peligros que se derivan de este nuevo
medio, como el hecho de que Internet ofrece una gran cantidad de infor-
mación «pero no enseña valores», con el riesgo de una posible falta de
reflexión en su utilización, de promover un modo de pensar relativista o
de fomentar la «evasión de la responsabilidad y del compromiso
personales»90. A pesar de estas advertencias, el Mensaje mostraba una
visión optimista de las posibilidades que ofrece Internet para la evangeli-
zación y la promoción del bien común91.

3.3. El Magisterio de Benedicto XVI sobre Internet

Como se ha señalado, Benedicto XVI no ha escrito documentos espe-


cíficamente dedicados a los medios, pero sus últimos cuatro Mensajes
para la Jornada Mundial de las Comunicaciones se han centrado en In-
ternet y en sus diversas implicaciones humanas y pastorales92, aunque el
último tiene un carácter más amplio.
En su mensaje de 2009, Nuevas tecnologías, nuevas relaciones. Promo-
ver una cultura de respeto, de diálogo, de amistad, el Papa explica que el
fuerte éxito de los nuevos medios se debe a que responden a la necesidad
radical de comunicación y amistad de la naturaleza humana. En este ám-
bito de nuevas relaciones facilitadas por la revolución tecnológica, el
Papa invita a mirar a la red con una perspectiva más cualitativa (en
cuanto a la calidad de la relación) que cuantitativa (en cuanto a la com-
plejidad técnica de los instrumentos utilizados o del número de personas
que se relacionan), con el preciso objetivo de promover una cultura de
respeto, diálogo y amistad. Reconociendo a los jóvenes como «nativos
digitales», es decir, como personas habituadas desde su infancia al uso
de las nuevas tecnologías, se dirige en particular a los jóvenes católicos,
invitándoles a dar «testimonio de su fe» y evangelizar así el «continente
digital».

89 Ibídem, n. 5, p. 94.
90 Ibídem, n. 4, p. 93.
91 Cfr. Juan Pablo II, Mensaje del Santo Padre para la XXXVI JMCS (2002), n. 5, p. 94.
92 Los tres mensajes son: Nuevas tecnologías, nuevas relaciones. Promover una cultura
de respeto, de diálogo, de amistad, 24.05.2009, en Insegnamenti di Benedetto XVI, Vol. V, 1
(2009), pp. 123-127; El sacerdote y la pastoral en el mundo digital: los nuevos medios al servi-
cio de la Palabra, 24.01.2010, en AAS 102 (2010), pp. 114-117; Verdad, anuncio y autenticidad
de vida en la era digital, 24.01.2011; y Silencio y Palabra, camino de evangelización, 24.01.2012.
El Magisterio de la Iglesia católica sobre la comunicación 33

En el contexto del Año Sacerdotal, celebrado entre junio de 2009 y ju-


nio de 2010, el Papa promulgó su mensaje para la XLIII Jornada Mundial
de las Comunicaciones, El sacerdote y la pastoral en el mundo digital: los
nuevos medios al servicio de la Palabra. Según Benedicto XVI, el mundo
digital es un vasto campo en que también el sacerdote debe ejercer su mi-
nisterio, sobre todo con aquellas personas que no se acercan a la Iglesia o
ni siquiera han oído hablar de Cristo. A la vez, el Papa invita a los sacerdo-
tes a superar una visión ingenua de Internet, pues no se trata solo de ocu-
par ese espacio, sino de estar presente con una conciencia formada y fiel al
mensaje del Evangelio. Para ello, afirma, en la base de cualquier presencia
sacerdotal en la red, se requiere una sólida formación teológica y pastoral,
así como una profunda espiritualidad. Además, el Papa alerta ante el peli-
gro de olvidar las relaciones personales, limitándose al encuentro virtual.
Una idea central del mensaje es la de ejercitar una «diaconía de la cultura»
en el continente digital. Comparando Internet al «patio de los gentiles» del
templo de Jerusalén, el Papa considera Internet como aquel espacio en el
que encontrar a las personas que están en búsqueda de la verdad y, así,
preparar el camino para que descubran a Cristo.
Los mensajes de las dos jornadas sucesivas, Verdad, anuncio y auten-
ticidad de vida en la era digital (2011) y Silencio y Palabra, camino de evan-
gelización (2012), afrontan los problemas y oportunidades causados por
la red de relaciones que han generado los nuevos medios, exponiendo la
necesidad de ser coherentemente cristianos y presentar la fe de un modo
reflexivo en ese contexto. Además de analizar las oportunidades y los
riesgos de las redes sociales se propone una actitud de silencio y de re-
flexión interior frente a una creciente y desmedida red de relaciones su-
perficiales que podrían empobrecer a las personas.

***

En conclusión, los principios constitutivos del Magisterio de la Igle-


sia relativos al mundo de la comunicación se pueden resumir en cinco93:
a) El progreso en las comunicaciones es una manifestación de la par-
ticipación de los hombres en el poder creativo de Dios, y permite con
mayor facilidad la unión fraterna y la comunión entre las personas.
b) El mundo de las comunicaciones tiene sus normas y métodos pro-
pios y, por tanto, goza de una legítima autonomía.
c) La comunicación intra-trinitaria es la raíz y el modelo para la co-
municación humana, que a su vez está destinada a la comunión.

93 Cfr. Mariano Fazio, «Inter Mirifica», en op. cit., pp. 84-85.


34 Introducción a la Comunicación Institucional de la Iglesia

d) La Iglesia tiene el derecho de tener en propiedad medios de comu-


nicación, que son necesarios para la evangelización contemporánea. La
evangelización, realizada a través de los medios católicos, requiere fideli-
dad al Evangelio y formación profesional en las técnicas y en el lenguaje
de las comunicaciones modernas.
e) La Iglesia, como experta en humanidad, expresa también su
preocupación por el uso degenerado de los mass media, como la porno-
grafia, el hedonismo, el relativismo, la falsedad y el sensacionalismo.

4. LA VISIÓN DE LA IGLESIA SOBRE LA RELACIÓN CON LOS MEDIOS


DE COMUNICACIÓN: DE UNA VISIÓN INSTRUMENTAL A UNA
APROXIMACIÓN CULTURAL

Como conclusión de este primer capítulo se puede afirmar que la co-


municación de la Iglesia católica ha evolucionado contemporáneamente
a la comprensión de su relación con los medios de comunicación. Este
entendimiento parte de una inicial visión instrumental de los medios
hasta llegar a una aproximación más cultural y profunda.
El principal interés de los documentos de la Iglesia en los decenios
anteriores al Concilio Vaticano II era la adaptación del contenido de los
mass media a los principios morales, como el respeto a la verdad y la
dignidad de los hombres y mujeres. Además de criticar los excesos me-
diáticos, los documentos elogiaban a los medios por las posibilidades
que ofrecían para difundir el mensaje del Evangelio. El Concilio Vati-
cano II ha ofrecido una nueva comprensión del papel de los medios y
las relaciones entre estos y la Iglesia. De una prudente y crítica visión
preconciliar de los medios se ha pasado, progresivamente, a una acti-
tud positiva y confiada hacia ellos. Con los años, sin embargo, los dife-
rentes documentos post-conciliares han mostrado un moderado opti-
mismo, sin dejar de hacer una fuerte crítica sobre el uso abusivo de los
medios.
Sin embargo, el desarrollo teológico del Concilio Vaticano II no ha
dejado completamente de lado la visión de los medios como meros ins-
trumentos al servicio del Evangelio. Por ejemplo, el Decreto Inter Mirifica
afirma: «Todos los hijos de la Iglesia, de común acuerdo, tienen que pro-
curar que los medios de comunicación social, sin ninguna demora y con
el máximo empeño, se utilicen eficazmente en las múltiples obras de
apostolado, según lo exijan las circunstancias de tiempo y lugar, antici-
El Magisterio de la Iglesia católica sobre la comunicación 35

pándose así a las iniciativas perjudiciales, sobre todo en aquellas regio-


nes cuyo progreso moral y religioso exige una atención más diligente»94.
En numerosos documentos post-conciliares sobre las comunicacio-
nes sociales, permanece esa visión instrumental de los medios, que con-
sidera a los mass media esencialmente como una tecnología a emplear en
la difusión del Evangelio. Cabe decir que esa visión era comprensible en
el período inmediatamente post-conciliar en el que, ante la seculariza-
ción que acompañaba a los profundos cambios causados por los medios,
la Iglesia se sintió obligada a criticar sus efectos negativos y a promover
su utilización para el progreso del bien común95.
En los documentos de la Iglesia sobre los mass media promulgados a
partir de la segunda mitad del siglo xx hasta hoy, se ha evolucionado hacia
una comprensión más profunda de la realidad del mundo de la comunica-
ción. La instrucción pastoral Aetatis novae se puede considerar el docu-
mento sobre la comunicación que ha materializado esa nueva compren-
sión del papel y la naturaleza de los mass media por parte de la Iglesia y, en
consecuencia, ha llevado a una nueva aproximación de ella hacia a los me-
dios. Entre otros aspectos, Aetatis novae establece que «la utilización de los
nuevos medios de comunicación ha dado origen a lo que se ha podido lla-
mar “nuevos lenguajes” y ha suscitado posibilidades ulteriores para la mi-
sión de la Iglesia así como nuevos problemas pastorales»96.
El mensaje que sobresale de Aetatis novae es que los mass media y las
comunicaciones sociales forman la vida de las personas y la comunidad,
de tal modo que es parte de la misión de la Iglesia adaptar su lenguaje,
sus actividades y su cultura al nuevo ambiente creado por los medios.
Los mass media ya no son considerados como instrumentos indepen-
dientes, que se usan solo cuando es necesario, sino como agentes que es
preciso implicar en la tarea evangelizadora. Los diversos medios de co-
municación son «espacios» adecuados para la difusión de la Palabra y, al
mismo tiempo, la nueva cultura creada por los medios es un enriqueci-
miento para la Iglesia. Por ello, la comunicación debe ser integrada en
los programas pastorales y en las actividades de la Iglesia, ya que esta no
puede permanecer indiferente ante la transformación cultural causada
por el mundo de la comunicación. «Las comunicaciones sociales tienen
que desempeñar un papel en todos los aspectos de la misión de la Iglesia.
Por ello, no hay que contentarse con tener un plan pastoral de comunica-

94 IM, n. 13, AAS 56 (1964), p. 149.


95 En este sentido, Gronoswki comparte la opinión de McLuhan de que, a excepción
de escasas referencias en la Aetatis novae (nn. 1 y 4), los documentos oficiales de la Iglesia
relativos a los mass media parten de una apreciación moral centrada casi exclusivamente
en sus contenidos. Cfr. Dariusz Gronowski, op. cit., p. 203.
96 AN, n. 2, AAS 84 (1992), p. 448.
36 Introducción a la Comunicación Institucional de la Iglesia

ciones, sino que es preciso que las comunicaciones formen parte inte-
grante de todo plan pastoral, ya que ellas tienen una contribución que
dar a todo apostolado, ministerio o programa»97.
De todas formas, la visión instrumental de los medios ha sido poco a
poco superada más por el acercamiento práctico de los representantes de
la Iglesia que de los documentos o las teorías sobre la relación entre la
Iglesia y mass media. En los últimos tiempos, han tenido lugar importan-
tes eventos comunicativos para la vida de la Iglesia, como las diversas
Jornadas Mundiales de la Juventud, la Ostensión de la Sábana Santa de
Turín (1998), el Gran Jubileo del año 2000 o la muerte de Juan Pablo II y
la posterior elección de Benedicto XVI (2005). En estos y otros momen-
tos, Juan Pablo II ha jugado un papel clave, no tanto como teórico de las
comunicaciones, sino como líder espiritual y pastoral. Precisamente, gra-
cias a su liderazgo espiritual y, al mismo tiempo, a su conocimiento pro-
fundo de los medios de comunicación, el Santo Padre ha revalorizado el
mensaje sobre los medios de comunicación, superando la visión instru-
mental que se tenía de ellos98. Con su actividad pastoral, Juan Pablo II ha
«reinventado» la relación con los medios y ha dado vida a una nueva vi-
sión de la relación entre la Iglesia y los medios. Aunque esta nueva visión
no estuviera estructuralmente organizada, los numerosos viajes del Papa,
los discursos, las canonizaciones, las celebraciones litúrgicas en público
y otras actividades contribuyeron en gran medida a su desarrollo.
Una de las claves para entender la relación Iglesia-medios se encuen-
tra en la Carta Encíclica de Juan Pablo II Redemptoris missio, sobre la
permanente validez del mandato misionero:
«El primer areópago del tiempo moderno es el mundo de las comuni-
caciones, que unifica la humanidad, creando –podría decirse– “Un pue-
blo global”. Los medios de comunicación social han alcanzado gran im-
portancia, llegando a ser en muchas ocasiones el principal medio
informativo y formativo, de guía e inspiración para comportamientos in-
dividuales, familiares, sociales. Sobre todo, las nuevas generaciones cre-
cen, en cierta manera, condicionados por los medios. Es posible que este
areópago haya estado descuidado: se privilegian generalmente otros ins-
trumentos para el anuncio del Evangelio y para la formación, mientras
los mass media se dejan a la iniciativa de particulares o pequeños grupos
y entra en la programación pastoral en segundo lugar. El empeño en los

97 Ibídem, n. 17, AAS 84 (1992) , p. 459.


98 Por ejemplo, Juan Pablo II no escondió jamás su desgaste y sus limitaciones físicas
a los mass media. Estos problemas de salud, que fueron progresivamente más evidentes en
los últimos años, dieron una fuerza mayor a su mensaje. Sobre este argumento en particu-
lar cfr. el capítulo de González Gaitano en este mismo libro.
El Magisterio de la Iglesia católica sobre la comunicación 37

medios, además, no es solo el desafío de multiplicar el anuncio: se trata


de un hecho más profundo, pues la evangelización de la misma cultura
moderna depende en gran parte de su influencia. No es suficiente, por
tanto, utilizarlos para difundir el mensaje cristiano y el magisterio de la
Iglesia, sino que urge integrar el mensaje mismo en esta “nueva cultura”
creada por la comunicación moderna. Es un problema complejo, ya que
esta cultura nace, antes incluso que sus contenidos, del hecho mismo que
existen nuevos modos de comunicarse con nuevos lenguajes, nuevas téc-
nicas y nuevas actitudes psicológicas»99.
El Magisterio de Juan Pablo II ha demostrado que los mass media no
solo eran necesarios para la evangelización del mundo, sino que, al
mismo tiempo, la reevangelización del mundo contemporáneo necesi-
taba prestar mayor atención al mundo de la comunicación. De hecho, los
medios son el primer ámbito en el cual debe anunciarse el Evangelio100.
Se puede decir que, actualmente, la Iglesia «cree» en los medios, en su
capacidad de transmitir información y en todas las consecuencias de su
legítima autonomía: la libertad de expresión, el derecho del público a ser
informado, el amor a la verdad, la defensa y la dignidad del diálogo, etc.
La Iglesia ha incorporado esta visión en su actividad institucional y busca
actuar en consecuencia, considerando a los medios de comunicación so-
cial como servidores de la verdad, constructores de la sociedad y colabo-
radores necesarios para la evangelización. En resumen, la Iglesia reco-
noce la grandeza de los mass media, confía en ellos y, recíprocamente,
exige un acercamiento profesional por parte de ellos. Juan Pablo II ha
expresado esta idea en su Mensaje para la Jornada Mundial de las Comu-
nicaciones Sociales en 1999:
«En la trayectoria de la búsqueda humana, la Iglesia desea la amistad
con estos medios, consciente de que toda forma de cooperación será para
bien de todos. Cooperación significa también un mayor entendimiento
entre todos. A veces las relaciones entre la Iglesia y los medios pueden
deteriorarse por malentendidos mutuos que engendran temor y descon-
fianza. Es cierto que la cultura de la Iglesia y la cultura de los medios es
diferente; de hecho en ciertos puntos existe un fuerte contraste. Pero no
existe razón para que las diferencias hagan imposible la amistad y el diá-
logo. En muchas amistades profundas son precisamente las diferencias
las que alientan la creatividad y establecen lazos»101.

99 RM, n. 37, AAS 83 (1991), pp. 285-286. La misma idea se repite en AN, n. 11, AAS
84 (1992), pp. 455-456. Es importante este texto y por ello ha sido explicado y citado,
desde diferentes perspectivas, en otro capítulo del libro.
100 Cfr. Mariano Fazio, «Inter Mirifica», en op. cit., p. 80.
101 Juan Pablo II, «Mensaje del Santo Padre para el XXXIII JMCS. Mass media: presen-
cia amiga al lado de quien está a la búsqueda del Padre», 24.01.1999, en Insegnamenti di
38 Introducción a la Comunicación Institucional de la Iglesia

La contribución de Juan Pablo II ha supuesto una comprensión pro-


gresiva de la necesidad de entender las leyes de la comunicación global y
de la influencia de los medios sobre la cultura contemporánea. La Iglesia
debe usar este conocimiento no solo para el mundo de la evangelización,
sino también contribuyendo a transformar los medios de comunicación
en instrumentos al servicio de la cultura humana, teniendo al centro la
dignidad de la persona102. La «revolución» de la Redemptoris missio con-
siste en comprender que la relación entre la Iglesia y los medios es un
camino en dos direcciones: de la Iglesia hacia los medios y de la cultura
creada por los medios de comunicación hacia la Iglesia.
Como eminente teólogo y pastor, Benedicto XVI ha comprendido
también el valor de los medios en la cultura actual y en la misma tarea
pastoral de la Iglesia103. Sin embargo, todavía es pronto para hacer un
análisis de su Pontificado en este ámbito.

Giovanni Paolo II, Vol. XXII, 1, Libreria Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano 1999, n. 3,
pp. 282-283.
102 Cfr. Mariano Fazio, «Inter Mirifica», en op. cit., p. 82. Cfr. también Mariano Fazio,
Historia de las ideas contemporáneas, Apollinare Studi, Roma 2001.
103 Es significativa la mención de la necesidad de «prestar más atención» a Internet en
la carta que el Papa escribió con motivo de las polémicas en torno a la remisión de la exco-
munión de un grupo de obispos lefebvrianos. Cfr. Benedicto XVI, «Carta de su Santidad Be-
nedicto XVI a los obispos de la Iglesia católica sobre la remisión de la excomunión de los cuatro
obispos consagrados por el arzobispo Lefebvre», 10.03.2009, en Insegnamenti di Benedetto
XVI, Vol. V, 1 (2009), Libreria Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano 2009, pp. 356-362.

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