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ANDREA MORALES VIDAL

TODO LO SOLIDO SE
DESVANECE EN EL AIRE.
La experiencia de la modernidad

por
MARSHAU, BERMAN
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mas as lo creyeran. De hecho, dice Marx, «k atmósfera en k que vi-
virnos ejerce sobre cada uno de nosotros una presión de 20 000 libras
bits nuevos, y que tales hombres nuevos son los obreros. Estos son
[pero] ¿acaso k sentirnos?» Uno de Jos objetivos más urgentes de
igualmente un invento de k época moderna, como las propias má-
Marx es hacer que k gente «k sienta»; ésta es k razón por k que sus
quinas*. Por b lanío una dase de «hambre* nuevos», hombres to-
ideas están expresadas en imágenes tan intensas y extravagantes
talmente modernos, será capaz de resolver kt ecuntradiccípnes de la
— abismos, terremotos, erupciones volcánicas, aplastante fuerza de
modernidad, de superar las presiones aplastantes, los terremotos, los
gravedad—, imágenes que seguirán resonando en el arte y el pensa- hechizos sobrenaturales, Im abismo* personales y sociales, ea medio
miento modernista de nuestro siglo, Marx continúa: «Nos halkmos
de los cuales están obligados a vivir los hombre* y mujeres moder-
en presencia de un gran hecho característico del siglo XIX, que nin-
nos. Habiendo dicho esto, Marx se vuelve de proato juguetón y re-
gún partido se atreverá a negar». £1 hecho fundamental de k vida mo-
laciona su visión del futuro con el pujado, con el folklore inglés, con
derna, tai como Marx k experimenta, es que ésta es radicalmente con-
Shakespeare: -En todas las manifestaciones que provocan el dtseon-
tradictoria en su base:
cierto de k burguesía, de k amtoersid* y de Jo* pobres profetas de
k regresión, reconoccmoi a nuestro buen amigo Robín Goodf ellow,
al viejo topo que sabe cavar k tierra tm tanta rapidez, & ese digno
Por un lado han despertado a la vida unas faeraas indumidas y capador que se llama Revolución»,
de cuya rxi.s inicia nt> hubic.se podido ,vo,Npechnr siquiera ninguna de las épo- Los escritos de Marx son famosos por tnt finales. Pero sí lo ve-
cas históricas precedentes. Por oiro lado, existen unos síntomas de decaden- mos como un modernista! advertiremos el movimiento dialéctico sub-
cia que superan en mucho a los horrores que registra k historia de loí últi-
mos tiempo» del Imperio Romano.
yacente que anima su penaamiento, movimiento sin fin que fluye «
Hoy día, todo parece llevar en su seno su propia contradicción. Vemos comracorrieme de ms propios conceptos y deicos. Así, en el JMorf-
que las máquinas, dotadas de la propiedad maravillosa d* acortar y hacer más fietto cümumsistí) vemos que el dínarmWo revolucionario que derro-
fructífero el trabajo humano, provocan el hambre y «1 agotamiento del tra- cará a k moderna burguMÍa nace de lo» impulso» y necesidades más
bajador. Las íu*mes dé riqueza recién descubiertas se convierten, por arte de profundos de esos
ua extraño maleficio, en fuentes de privaciones. Los triunfos del arte pare-
cen adquiridos al precio de cualidades morales. £1 dominio del hombre so- La burguesía no puede exíttir sino a condición de woludonar incesante*
bre 1$ naturaleza es cada vez mayor) pero, al mismo tiempo, e] hombre sa mente les iaitrumentos de producción y, por w>nií§u¡«mt, Its ftJieione» de
convierte en esclavo de otros hombres o de su propia infamia. Hasta la pura producción, y con cílo todas las relaciones «ocíales í»»1 Una revolución con-
luz d« k ciencia pareo» no poder brillar más que sobre el fondo tenebroso tinua en k producción, una incesante conmoción de toda» Jai condiciones le*
de la ignorancia. Todos nuestros inventos y progresos parecen dotar de vida cialwr, una inquietud y un movimiento constante» distingwen la ¿poca bar*
intelectual a las fuerzas materiales, mientras que reducen a k vida humana al gucsa de todas las anteriores.
nivel de una fuerza material bruta.
Probablemente tea Ista k visión defímtív* del entorno moderno, ese
entorno que ha dado origen & «»a plétora asombrosa de movimien-
Estas miserias y misterios llenan de desesperación a muchos moder- tos modernistas, desde Jos tiempos de Mi» ha*t* los aue*wos, La vi-
nos. Algunos quisieran «deshacerse de lo» progresos modernos de k sión se desarrolla;
. técnica con tal de verse libres de los conflictos actuales» i otros tra-
tarán de equilibrar los progresos en k industria con una regresión Todas las relaciones estancadas y enmoheddai, eon i« cortejo de creencias
neoíeudal o neoabsolutisia en k política. Sin embargo, Marx procla- y de ideal veneradas durante ligio*, quedan rota*} luí nuevas le hacen «nejas
ma una fe paradigmáticamente modernista; «Por lo que a nosotros antes de haber pedido osificarse. Todo lo aóüdo se desvanece en el aire; todo
se refiere, no nos engañamos respecto a k naturaleza de ese espíritu lo sagrado es profanado, y ka hombres, al fin, se ven femado* a considerar
maligno que se manifiesta en ka contradicciones que acabamos de se-
serenamente so» condiciones de «iíteneia y sus relacione» recíprocas *„
ñalar. Sabemos que para hacer trabajar bien a las nuevas fuerzas de
4 MERt pp. 475*476. He variado ligeramente ta tradu«i<5n cibica, hteha par Su*
k sociedad se necesita únicamente que éstas pasen a manos de horn- mué) Moore en JSíS. [QE, voJ. I, p. 25 ¡
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10 Manhatt Barman ¿di modernidad; ttytr, hoy y mañana

za imaginativa, sino también sus cambios rápidos y drásticos de tono das. Jaekson Pollock imaginaba sus cuadros chorreantes como selvas
e inflexión, su disposición a volverse contra sí misma, a cuestionarse en que los espectadores podían perderse (y desde luego encontrarla}
7 negar todo lo qas se ha dicho, a transformarse en una amplia gama pero en gran medida hemos perdido el arte de introducirnos en el cua-
de voces armónicas o disonantes y a estirarse, más allá de sus capa- dro, de 'reconocernos como participantes y protagonistas deí arte )
cidades, hasta una gama infinitamente más amplia, a expresar y cap- el pensamiento de nuestro tiempo. Nuestro siglo ha engendrado ur
tar un mundo en el que todo está preñado de su contrarío y «todo arta moderno espectacular} pero parece que hemos olvidado come
lo salido se desvanece en ti aire». En esta voz resuena, ú mismo tiem- captar k vida moderna de k que emana este arte. El pensamiento mo-
po, el awoíiescubrirmemo y k burla de sí mismo, k autocomplacen- derno, desde Marx y Nieusche, ha crecido y se ha desarrollado en
cia y k duda de sí mismo, Es una voz que conoce el dolor y el mie- muchos aspectos^ no obstante nuestro pensamiento acerca de k mo-
do* pero que cree en su capacidad de salir adelante, Los graves peli- dernidad parece haber llegado a un punto de estancamiento y regre-
gros están en todas panes, y pueden atacar en cualquier momento, sión,
pero ni siquiera ks heridlas más profundas pueden detener que esta Si prestamos atención a los pensadores y escritores de k moder-
energía Huya y se desborde, Es irónico y contradictorio, polifónico nidad del siglo XX y los comparamos con los de hace un siglo, en-
y dialéctico, denunciar k vida moderna en nombre de los valores que contramos que la perspectiva se ha achatado radicalmente y que el
k propia modernidad ha creado, esperar —a menudo contra toda es- campo imaginativo se ha reducido, ios pensadores del siglo 3üx eran,
peranza— que ks modernidades de mañana y pasado mañana cura- al mismo tiempo, enemigos y entusiastas de k vida moderna, en in-
rán las heneas que destrozan a los hombres y las mujeres de hoy. To- cansable lucha cuerpo a cuerpo con sus ambigüedades y sus contra»
dos los grandes modernistas del siglo 3ílX —espíritus tan diversos dicciones; la fuente primordial de su capacidad creativa radicaba fin
como Mane y Kierkegaard, Whitman E Ibaen» Baudelaíre, Melville, sus tensiones internas y en su ironía hacia sí mismos. Sus sucesores
Garíyle, Stimer, Kimbaud, Strindberg, Dostoievski y muchos más— dil siglo XX se han orientado mucho hacia las polarizaciones rígidas
hablan en este ritmo y en esta tonalidad.
y las totalizaciones burdas, La modernidad es aceptada con un entu-
siasmo ciego y acrítico, o condenada con un distanckmieflto y ua des-
í Qué ha sido del modernismo del siglo XIX en el siglo XX? En al- precio neoolímpico; en ambos casos es concebida como un monolitr
gunos aspectos ha madurado y crecido por encima de las esperanzas cerrado, incapaz de ser configurado o cambiado por los hombres mo-
más desenfrenadas. En k pintura, y k escultura, k poesía y k novela,
el.teatro y k danza, en k arquitectura y el diseño, en toda una gama dernos, Las visiones abiertas de Ja vida moderna han sido suplanta-
de medios electrónicos y en un amplio espectro de disciplinas cien» das por visiones cernadas; el estoy aquello por el esto o aquello.
Las polarizaciones fundamentales tienen lugar al comienzo mis-
tíficas que «i siquiera existían hace'un siglo, nuestro siglo ha produ- mo de nuestro siglo. He aquí a los futuristas italianos, parí'darlos apa-
cido una sorprendense cantidad de obras e ideas de k más alta cali-
dad» Puede que el siglo XX sea «1 más bfilkmemeriié creativo de toda sionados de k modernidad en los años que precedieron a k primer;!
k historia mundial, en gran medida porque sus energías creativas ha» guerra mundialj «Compañeros, os decimos ahora que el triunfante
hecho eclosión en todas partes del mundo. La brillantez y k profirn- progreso de k ciencia hace que los cambios en k humanidad sean ine-
didad del modernismo vivo —-vivo en k obra de Grass, García Már- vitables, cambios que están abriendo un abismo entre los dóciles «s
quez» Fuentes» Cunningham, Nevelson, Di Suvero> Kenzo Tange, clavos de k tradición y nosotros, los modernos libres que confiamo:
Fassbinder, Herzog, Sernbene, Roben Wikon, Philip Gkss, Richarci en el esplendor radiante de nuestro futuro» 6. Aquí no hay ambigüe
Fojrtman, Twyk Tharp, Maxinsí Hong Kingston y tantos otros que dades: «tradicidn» —todas las tradiciones del mundo en el mismo
nos rodean—nos ofrecen mucho de qué enorgullecemos» en un mun- saco— es igual a dócil esclavitud, y modernidad es igual a libertad.
do en que hay tanto de qué avergonzarse y de qué temer. Y sin em-
bargo, me parecej no sabemos cómo utilizar nuestro modernismo; he- 6 -Manifestó oí the fuiurist patatera, 19JO», de Umberto Boccioni tt ai, traduei»

ñios perdido o roto k conexión entre nuestra cultura y nuestras vi- do por Roben Brain, *n Umbro ApoJlonio, eomj>,, FMurííi manifestñi, VSking, J973 .
p.25.
12 Marshatí Bi-rman La mod{mida4¡ aytr> hoy y mañana, 13

«iLevantad vuestras piquetas, vuestras hachas y martillos, y destruid, jóvenes futxiristas se lanzaron ardientemente a lo que llamaban *b
destruid sin piedad las ciudades venerables! ¡Adelante! ¡Quemad los guerra, la única higiene del mundo», en 1914. En el plazo de dos años,
estantes de las bibliotecas I ¡Desviad el curso de los canales para que sus dos espíritus más creativos —«1 pintor-escultor Umberto Boecio-
inunden los museos) [,„] jQue vengan los alegres incendiarios de de- ni y el arquitecto Antonio Sant'Elk— resultarían muertos por las má-
dos tfoanadosl jYa están aquí! 3 Ya está» aquí la Marx y Nktzache tam- quinas que adoraban. El resto sobrevivió para convertirse en peones
bién podrían regocijarse por k destrucción moderna dé las estructu- culturales de Mussolini, pulverizados por k mano negra del futuro.
ras tradicionales; peto ellos conocían el coste humano del progreso Los futuristas llevaron la glorificación de la tecnología moderna
y sabían que la modernidad tendría que recorrer un largo camino an- a «n extremo grotesco y autodestructivo que aseguré que sus extra-
tes de que pudieran cicatrizarse sus heridas. vagancias no se repitieran jamás, Pero su romance acrítico con las má*
quinas, unido a su total alejamiento de k gente, se reencarnaría en
Cantaremos a las grandes multitudes excitadas por el trabajo, e) placer y el formas menos fantásticas, pero de vida más larga, Después de la pri-
motín 5 samaremos las mareas polifónicas y multicolores de k revolución en mera guerra mundial, encontramos este nuevo tipo de modernismo
las capitales modernas; cantaremos el fervor nocturno de los arsenales y los en 'las formas refinadas de k «estética de k máquina», las pastorales
artillero* bailando bajo violentas lunas eléctricas; codiciosas estaciones de fe- tecnocráticas del Bauhaus, Gropius y Mies van der Rohe, Le Cor-
rrocarril que devoran serpientes emplumadas de humo; fábricas que cuelgan busier y Léger, el Beettei mécanique. Volvemos a encontrarlo después
de ks nubes con las serpenteante! líneas de su humo; puentes que montan a
hovtiajadaí sobre los ríos, como gimnastas gigantes, brillando al sol con su de una nueva guerra mundial, en las rapsodias espaciadas de alta tec-
resplandor de cuchillos; aventurados barcos de vapor... locomotoras de en- nología de Buckmirmer Fuller y Marshall McLuhan y en Fature
trañas profundas,,, y k luz lustrosa de los aeroplanos [„.]?. schock, de Alvin Toffler, Aquí, en Understanding media, de McLu-
han, publicado ea 1%4,
Setenta años más tarde, k verba y el entusiasmo juvenil Je los futu-
ristas todavía puede conmovernos junto con su deseo de fundir sus Jlesamiendo, «1 ordenador promete, mediante k tecnología, una condición
energías con la tecnología moderna y crear el mundo de nuevo. Pero pentícostal de unidad y comprensión universales. El siguiente paso lógico pa-
recería ser [...] la superación de los lenguajes en «ras de una conciencia cós-
¡es tanto lo que queda fuera de este mundo nuevo! Podemos verlo mica general [...] La condición de «ingravide?.» que a decir de los biólogos
incluso en esa maravillosa metáfora: «las mareas polifónicas y mul- promete la inmortalidad física, tal vez sea paralela a k condición de mudez
ticolores de Ja revolución!*. La capacidad de experimentar los tras- que podría conferir una perpetuidad de pav. y armonía colectiva» ',
tornos políticos de manera estítica {musical, pictórica) es una expan-
sión real de k sensibilidad humana. Pero, en cambio, ¿qué pasa con Este modernismo está subyacente en los modelos de modernización
todos los que son barridos por estas mareas? Su experiencia no se ve que los científicos sociales norteamericanos de k posguerra — cuyo
por ninguna paite en el cuadro futurista, Parece ser que algunos ti- trabajo a menudo estuvo amparado por generosas subvenciones del
pos muy importantes de sentimientos humanos mueran cuando na¿ gobierno y d« diversas fundaciones — desarrollaron para exportar al
cen las máquinas. De hecho, «u los escritos futuristas posteriores Tercer Mundo. He aquí, por ejemplo, el himno a k fábrica moderna
«buscamos la creación de un tipo no-humano para quien se hayan del psicólogo social Alex Inkeíes:
abolido los sufrimientos morales, la bondad de corazón, el afecto y
el amor» esos venenos corrosivos de k energía vital, interruptores de Una fábrica guiada por una política de gestión y de personal moderna daxi
nuestra poderosa electricidad corporal» *. De acuerdo con esto, los
i, Parrar, Strai» y Giroux, 1972, pp. 90-91 . Para un tratamiento ing*nioso (aun-
' F. Ti Majinstti, «T)i8 foundiug and maniíeatc of /utwmm, 1909», traducido por que paiiidma) del futurismo dentro del contexto de la evolución do la modernidad,
E. W, Pluit, ea Ftiotríst otaitifeitoí, p, 22. véase Reynar Banham, Tbeary and éeiiga m the finí machia» agf, Pracger, 1967,
a Madnetti, «Multiplica man and the rcign of the machine», en W*r, the tovrld'a pp. 99-J37.
onfy hygiene, 1911-1915, en R. W. Flini, compilador y traductor, Mttñnríti, ssletítd 9 Untientantiing media: tbt txiensioM ofmaa, McGraw-HíJJ, 1965, p. 80.
14 Manbaü Serma» La modemular!: aytr, hoy y mañana ^

a sus trabajadores un ejemplo de conducta racional» equilibrio emocional, co- los otros grandes críticos del siglo XIX— tambiéa^omprendieron las
municación abierta y respeto a la* opiniones, Jos semimieneos y la dignidad formas en que la tecnología y k organización social modernas deter-
del trabajador, que puede ser un ejemplo poderoso de las prácticas y le® prin- minaban el destino del hombre. Pero iodos creían que los individuos
cipios de la vida moderna>p. modernos ranían capacidad para comprender este destino y, tras ha-
berlo comprendido, luchar contra él, De aquí que incluso en medie
Los futuristas deplorarían h escasa intensidad de esta prosa, pero se- de un presente miserable, pudieran imaginar un futuro abierto. Los
guramente estarían encantados con k visión de k fábrica como un críticos de k modernidad del siglo XX carecen casi por completo de
ser humano ejenapkr qu« los hombres y mujeres deberían tomar esa empatia y esa fe en los hombres y mujeres contemporáneos. Para
como modelo para su vida» 11 ensayo de Inkeles se titula «The mo- Web,ei% caos contemporáneos no son nada más que «especialistas sin
demization of man» y tiene por objetivo mostrar la importancia del espíritu, sensualistas sin corazón; y esta nulidad se refleja en k ilu-
deseo y la iniciativa humanos en k vida moderna;, Pero su problema, sión de que se híi llegado a un nivel de desarrollo nunca antes alcan-
y d problensa d« todos los modernismo* de la tradición futurista, es zado por k humanidad» n. Por lo tanto k sociedad moderna no sólo
que, con unas máquinas resplandecientes y unos sistemas mecánicos es una jaula, sino que todos los que k habitan están configurados por
que desempeña» todos los papeles principales —de igual modo que SMS barrotes; somos seres sin espíritu, sin corazón, sin identidad se-
en k cita anterior el sujeto es la fábrica—, al hombre moderno le que- xual o personal («esta nuJidad.,. reflejada (atrapada) en k ilusión d«
da «»iy poco que hacer que no lea enchufar las máquinas. que se ha llegado...»), casi podríamos decir sin ser, Aquí, al igual que
Sinos trasladamos al poli» opuesto del pensamiento del siglo XX, en k» formas futuristas y tecnopastorales de! modernismo, el hom-
que dice un rotundo «jnol» a k vida moderna, encontramos una vi- bre moderno como sujeto —como ser vivo capass de respuesta,, juicio
sión soiprendememente similar d* lo que es k vida. En el climax de y acción en y sobre al mundo-» ha desaparecido. Irónicamente, los
La ética proteftetnte y el espirita del capitalismo, de Muse Wsber, es- críticos del siglo XX de k «jaula de hierro» adoptan Ja perspectiva de
crita en 1904» todo «1 «poderoso cosmos del orden económico mo- los guardianes du ést^í puesto que los que se encuentran dentro de
derno» es visto como una «jaula de hierro», Bste orden inexorable, ella están desprovistos de libertad o dignidad interior, k jaula no es
capitalista, legalista y burocrático, «determina la* vidas de todos los una prisión {simplemente ofrece, a una raza de nulidades, el vacío que
individuos nacidos dentro del mecanismo |,,4) con una fuerza irresis- necesitan y anhelan '•'.
tible». Está destinado a «determinar el destino del hombre hasta que
se queme k última tonelada de carbón fósil». Ahora bien, Marx y 11 Tbt pwieítant ei&ic <imi ibs ifírít of capiíalkai, ir»>Ji)L'lüa ;il inftlfv pur Tateott
Nietzsehe —y Tocqnevilley Carlyky Mili y Kierkggaard y todos Parsons, Scribneí, 1930, pp, 1 SI-183 [La ética proteitunts y tteiprnta dil e<tpitaUimo>
Barcelona, Península, 1972}» He alterado ligeramente la íratiucción, de acuerdo con 1»
versiónretiSsvivida d*Peí*r Gay en Colombia College, Man m tamempenróry socitiy,
10 «The moderttiitation oí man», en Myron Weincr, cornp.» Modemizatioa: tbe di- Columbií, 1953, ll, pp. 96-9?. Gay, sin embargo, sustituye «jaula de hierro» jsor ««a*
namiss afgTawtb, Bswíc Books, 1966, p. Mt» Esta compilación da una buena idea de) misa de fuerza».
paradigma americano de la modernización en su punto culminante. Entre las obras * En algunos de lew ensayos posteriores de Weber s« pueda encontrar una pers-
principales de «su tradición te encuentran Daniel Lemsr, Tht jcw«i»f af tratiiiional pectiva más dialéctica, como por ejímplo en -Politia ?s a vocation» y «Science as a
laritty, J>wt Prsss, 1938, y \V, W, Rostow, Tha auges afaeoaomic grvwlbf A »an~ vocaiiojí» (*« Hftiu Gwih y C Wrigfai Mili», compiladorpj y traductora, Frotn Msut
tommunisi manifestó, Cambridge, 1960, Para una temprana crítica radical de e«a li- Webtr, Oxford, 1946), Gsorg Simmel, amigo y contemporáneo de Weber, insinúa pero
teratura, vía$& Mieh¡ü»l Walzer, milis oaly rsvolution: notes on ths \heory oí moder- nunca llega a deaam-llar realmente lo que probablemente sea lo mía parecido a una
nization»,-£>Jj«Hí, 11,1964, pp, 132-140. Peto este cuerpo teórico también suscitó mu» teoría dialéctica de la modernidad de) siglo xx. Víase, por «J?rnplo, *The conflict in
rhai critican y eonlroveriins dentro de la corriente cuninil de ba ciencias auvialt» nc- modern culturf*. *Thf metrópolis and mental liíe», «Group expamínn and ih» devu-
cidsntálea. Las polémicas están incisivamente resumidas en S. N. Eisensiadt, Tratli* lopment OÍ individuaJity», en útorg Simmel on íniiivídnaiijy anal social fonm, com-
tiont tbtmge &nd modemiiy, Wiley, 1973> Vale k pena señalar que cuando la obra de pilado por Doonld Levine, Universidad de Chicago, 1971, En Simmel -~y más larde
Inkíles apareció finílments en forma de libro, corno Ales lidíeles y David Smith, Be- tn sus jóvenes seguidores como Georg Luküís, T, W, Adorno y Wah«r Benjamín—
comjjjg modem indlvitimti changa in six étvelofing counnm, Harvard, 3974, la ima- h profundidad y la visión dialécticas van siempre entreltxadaa, a menudo en la miima
gen panglosianíi d» h vida moderna dio paso a perspectivas mucho mis complejas, i!, con una d«seap«ra«íór) cultural monoliticj.
16 Mambaü Bsnmtn LA modernidad: aytr, hoy y mañana 17

Weber tenía poca fe en el pueblo, pero aún menos en sus clases quienes aman el mundo moderno y por quienes lo odian: la moder-
dirigentes, ya fueran aristocráticas o burguesas, burocráticas o revo- nidad está constituida por sus maqueas, de las cuales los hombres y
lucionarias. Be ahí que «u postura política, por lo menos durante los las mujeres modernos son meramente reproducciones mecánicas.
últimos años de su vida, fuera un liberalismo perpetuamente en ar- Pero ,es una parodia de la tradición moderna del siglo XIX, en cuya
reas. Pero cuando «d distanciamiento y el desprecio weberianos hacia órbita Marcuse pretendía moverse, la tradición crítica de Hegel y
los hombres y mujeres modernos se separaron de la instrospeccién Marx. Invocar a estos pensadores al tiempo que se rechaza su visión
crítica y del escepticismo weberianos, el resultado fue una política de la historia como una actividad agitada, una contradicción dinámi-
mucho más a k derecha que k del propio Webs?, Muchos pensado- ca, una ludia y un progreso dialécticos, es conservar de ellos poco
res del siglo XX hfl» visto las cosas de esta manera: esas masas pulu- más que sus nombres. Mientra» tanto, aun cuando los jóvenes radi-
lantes que nos apretujan en las calles y en el Estado, no tienen una cales de los sesenta lucharon por conseguir cambios que permitiesen
sensibilidad, una espiritualidad o una dignidad corno k nuestra: ¿no a la gente que les rodeaba controlar su vida, el paradigma «unidimen-
es absurdo entonces que estos «bombees masa» (u «hombres vacíos») sional!» proclamaba que no habla cambio posible y que, de hecho, esa
tengan no sólo el derecho de gobernarse, sino también, a través de gente no estaba ni siquiera realmente viva» A partir de este punto se
tus mayorías masivas, el poder de gobernamos? En las ideas y gestos abrieron dos caminos. Uno fue k búsqueda de una vanguardia que
intelectuales de Ortega, Spenghsr, Maurras, T. S. Eliot y Alien Tate, estuviera totalmente «fuera» de la sociedad moderna: «El substrato
vemos cómo k perspectiva neoolímpica de Weber ha sido usurpada, de los marginales y desclasados, los explotados y perseguidos de otras
distorsionada y magnificada por los modernos mandarines y aspiran- razas y otros colores, los parados y los inservibles» l3. Estos grupos,
te* a aristócratas de k derecha del siglo XX. ya estuviesen en los guatos o las cárceles de Norteamérica o en el Ter-
Lo más sorprendente, y lo más inquietante, et la forma en que cer Mundo, podrían calificarse como vanguardia revolucionaria pues-
prosperó esta perspectiva entre algunos de los demócratas parocipa- to que supuestamente no habían sido alcanzados por el be;, o de la
tivos de k rédente Nueva Izquierda, Pero esto es lo que sucedió, por muerte de k modernidad. Desde luego tal búsqueda está condenada
lo menos durante un tiempo, a finales de Jos años sesenta, cuando eí a k futilidad; no hay nadie que esté o pueda «star «fuera» del mundo
«hombre unidimensional» de Herbert Marcase s« convirtió en el pa- contemporáneo. A los radicales que, habiendo comprendido esto, to-
radigma dominante del pensamiento crítico. Be acuerdo con este pa- maban sin embargo a pecho el paradigma unidimensional, !<••; parecía
radigma, tanto Marx como Freud están obsoletos: no sólo )ns luchas que ]o únk:n i]ue tjnftliiha rr.1 ta fuiili<l;iil y la ili-xc^ju'r.it íi' i.
sociales y de clase, sino también los conflictos y contradicciones psi- * La atmósfera voluble de ios sesenta generó un cuerpo amplio y
cológicos han sido abolidos por el estado de «administración comí]», vital de pensamiento y controversia sobre el sentido último de la mo-
tas masas no tíeneti «yo», ni «ello», sus aliñas están vacías de ten* dernidad. En buena parte, lo más interesante de este pensamiento giró
tián interior o dinamismo) sus ideas, necesidades y hasta sus sueños en torno a la naturaleza del modernismo. El modernismo de los se-
«no son suyos»} su vida Interior está «totalmente administrada», pro- senta se puede dividir a grandes rasgos en tres tendencias basadas en
gramada para producir exactamente aquellos deseos que el sistema so- las actitudes hacia la vida moderna en su conjunto: afirmativa, nega-
cial puede satisfacer, y nada más» «Las personas se reconocen en sus
mercancías; encuentran su alma en su automóvil, en m equipo de alta l} JbltLt pp, 2S6-2?>?. Víais mi crfriea a ««? libro en Pañis*» Rtvmo, otoño de
fidelidad, en su casa a varios niveles, en el equipamiento de su coci- 1 964, y k polémica am.ro Marcuse y yo en el número siguiente, invierno de 1965, £1
na» 1*. pensamiento de Mu/cuse te haría más abierto y dialéctico a finales de los sesenta, y
Ahora éste es un estribillo familiar del siglo XX, compartido por jBguíria un «urao diferente a mediados de ios setenta. Los hitos más notables son A»
tsmy on tiberation, Beacon, 1969 [Un enatyo iobrttla líberución, México, MortU, 2.' ed.
1972], y Ju ultimo libro The avnbtñt dimensión, Buaeon, 1978 [La dimmñ&n estética,
One-Jimentto itwüet t» tbt itiMbgy aftHMtKtd auinttri*l íotítty, Bes- Barcelona, Materiales, J973), No obstaats, por un» ironía histórica maligna, ha sido
con Pra», 1964, p. 9 \É¡ hombre KnúHmtnsÜHui: «ttódfoi ¡abn k ideoiogí* dt ios so- el Marcusí rígido, carnudo y .«unidimensional» el que ha atraído más atención y ejer-
Barcelona, Stk-Banral, cido más influencia hasta ahora,
18 L* moéimid»é¡ ayer, hoy y manan* 19

tiva y marginada. Puede que esta división parezca burda, pero las ac- adversaria» (Lionel Trilling)lsr, una «cultura de k negación» (Renato
titudes recientes hacia k modernidad tienden de hecho a so* más sim- Poggiolí)1S. S« decía que la obra de arte moderna «nos molesta con
ples y burdas, menos sutiles y dialécticas que las de hace un siglo. una absurdidad agresiva» (Leo Steinberg)I9, Busca el derrocamiento
El primero de esos modernismos, el que intenta marginarse de k violento de todos nuestros valores y se preocupa poco de k recons-
vida moderna, fue proclamado con más- fuerza por Rolaind Barthes, trucción de tos mundos que destruye. Esta imagen adquirió fuerza y
en literatura, y Clement Greenberg e» las artes visuales, Greenberg credibilidad a medida que avanzaban los añcs sesenta y se caldeaba
alegaba que k única preocupación legítima de] arte modernista era el el clima político: hubo círculos e» que el «modernismo» se convirtió
arte e» iíi es más, para un artista el único enfoque correcto, en cual- e» el saneo y seña de todas las fuerzas en rebelión 20. Obviamente
quiera forma © género, era k naturaleza y los limitéis de ese género: esto revela parte de la verdad, pero es demasiado lo que omite. Omi-
el mensaje es el medio. Así, por ejemplo, e1 único tema que un pin- te el gran romance de k construcción, fuersta emeíai del modernismo
tor modernista podía permitirse era, la lisura de la superficie (livn- desde CtrlyJe y Marx hasta Tatlin y Calder, Le Corbusier y Frank
«o, etc.) en que se reahasa k pintura, porque «sólo k lisura es única Lloyd Wright, Mark di Suvero y Roben Smithson, Omite la fuerza
y exclusiva del arte* w, El modernismo se presentaba, pues, como k afirmativa y vitalizadora que en los modernistas de más altura va
búsqueda del objeto de arte pumo y autorrefcrido, Y eso era todo: k siémprií entrclaxada con «1 asalto y ía revuelta: k alegría erótica, k
relaáón apropiada del arte moderno con 4» vida social moderna era belleza natural y k ternura humana de D, H, Lawrcnce, siempre uni-
tina total falta de relación. Barthes puso esta ausencia bajo una luz do en morca] abraso con su cólera y desesperación nihilista; fas figu-
positiva, incluso heroica: d escritor moderno «vuelve k espalda a k ras del Guernica de Picasso, luchando para mantener con vida a k
sociedad y se enfrenta al mundo de 10$ objetos sin pasar por ninguna vida misma, aun en su gemido de muerte; los últimos coros triunfa-
de ka formas de k historia o k vida social» 1S. Y así el modernismo les de A l&ve mfrsme de Cohrane* Aliosha Karamatov, que en me-
aparecía como un gran intento de liberar a los artistas modernos de dio del caos y k angustia besa y abraza k tierrij Molly BJoom. que
las impurezas y vulgaridades de k vida moderna. Muchos artistas y cierra el libro modernista arquetípieo con un «sí dije sí quiero SI».
escritores —y más aun, críticos de arte y literarios— se han mostra- Hay otro problema en k idea de que el modernismo no significa
do agradecidos a este modernismo por establecer k autonomía y dig- mis que problemas; tiende a proponer como modelo de sociedad mo-
nidad de sus vocaciones. Pero muy pocos artistas o escritores mo- derna una sociedad que en sí misma está exenta de problemas. Omite
dernos km permanecido fieles mucho tiempo a este modernismo: un todas «las perturbaciones ininterrumpidas de todas las relaciones so*
arte sin sentimientos personales o relaciones sociales está destinado a
parecer árido y carente de vida al cabo de poco. La libertad que con- " Btymá rntan, ^dWe, VSking, |ftf {Mát *Ü¿ dt h eróimí, Btnaston»»
fiere es k libertad de un sepulcro hermosamente construido y per- men, 19é9]. Em idea es díííltolkda «on gnu) fuerza en Trilling, «Th» modem tle-
mcm in modoj-n literata!*», Pxrtitd» iteuúmi, 1961, reeditade en fisyemi Cuitare,
fectamente sellado. pp. 3-30, bajo «1 tiluto de *On th« icaching oí madura liicraturc»,
Luego virio k visión del modernismo como revolución perma- 11 The thvvry ofihe uvant^^dt, 1961, traducido d«) italiano aJ inglés por Gerald
neme y sin fin contra k totalidad de k existencia moderna: era la «tra- Fitíjerald, Harvard, 3968, p. 111.
dición de derrocar k tradición» (Hturold Rosenberg) w> una «cultura ™ «Gflniíerapoístry suri and th* plight oí ¡tí public», eanferencia pronunciada *n d
9
Museo de Am Moderno, en 1960, diñada «n Harpvr'j, 1962, reeditad» sn Battcock,
7ke meta #n, pp. 27-47, y m» Steinfeerg, Gl&er triterm.- tonfraimtwm witk t<wmtittj>
'* «Modtexalii paiming», 196), e» Oregory Baxtcock, comp., The nvm art, Dut- ftníury g»t Oxford, 1972, p, 15,
tt»n, 1966, pp. 100*110. 30 Irving Howe analiza criticamente la «guerra entre h cultura modornisu y Ja so-
" Wvitíns áarn viro, traducido al iagüí per Annette Lawg» y Catín Smith, Lon- cíedad burRU*M», de ida y vuelta, autentica y falsa, en «The euJiure »f modímísin».
drt», Jonathin Cipe, J9S?, jj, SI [Ei gr»tdü ten» án la tttñt*™, México, Siglo XXI, , noviembre de l%7; rewllutJn hajti e) u'uilu «The idea ni ihc inodcrn»,
1973], Asedo *w» libro coa le* »&98 ««rota porque fue entone» cuando in impasto «orne introducción » I» aniplogía de Howe, Üierary tnodernitm, Paveen Premier,
w dejó «emir a gran «cala, tanto «a Franela como en Inglaterra y Estado* Unidoa. 1967. Este conflicto es «1 tema central d« h compilación de Howe, que incluye a loa
'* Tht tntáitim oftkt wt»> Hóriaton, 1999, j>. 81 (La tt*dw¿n d« h nuevo. Ca- cuatro aatona antra citados, junto son mucho» otras contemporánei» ínteretanuu, y
raca), Monte Avila], los etpllndidos majiifiastoi de Marinetíi y Zamiatin.
La modernidad: ayvr, hoy y mañana "

dale*, la mquimd y la agitado'!» perpetuas* que durante doscientos ficaba» en primer lugar, romper las barreras entre si «arte» y otras ac-
años haa'sido elemeatof nutdamentaíes de k vida moderna. Guando tividades humanas tales como el espectáculo comercial, la tecnología
loa estudiantes de la Universidad de Cohimbía te rebelaron en 1 968, industrial, la moda y el diseño, la política. También estimulaba a es-
algunos de tu* profesores oonservadortí» deíiaribieron tm acciones critores, pintores, bailarines, compositores y cineastas a romper las
¿orno «modernismo en !ü calles». Presumiblemente; esas callea iba» fronteras de sus especialidades para trabajar juntos en producciones
bríaw estado traíiouík» y en orden —jen el centro de Manhattan l-«- y actuaciones que combinaran diversos medios y crearan unas artes
idlo con que de alguna manera se hubiera podido mantener a la cul- más ricas y polivalentes.
tura moderna al margen di «lias» cojifínlndola a las aulas universita- Para los modernistas de esta clase, que a veces s* 1) <maban a sí
rias» a las biblioteca* y a loi iwussos de arte moderno 3i» SI lo» pro- mismos aposmodernistas», el modernismo de k forma pura y el mo-
f eserts; hubiesen aprendido nm propias lecciones j habrían recordado dernismo de k revolución pura, eran demasiado estrechos, demasia-
enante» del modernismo «—Baudelaire» Boccíoní» Joycc, Maiakovsiu, do faróníeos, demasiado opresivos del espíritu moderno. Su ideal era
Uger.y otros— *e bu nutria» de los problema* reate» de las calles abrirse a la inmensa variedad y riqueza de las cosas, los materiales y
modernas y ha transformado m ruido y disonancia -en belleza y ver- Jas ideas que el mundo moderno producía inagotablemente, Insufla-
dad, Irémi^enie, la ittutgeii radica) del modernismo como para $db¿ ron aire fresco y 1-fidico en un ambiente cultural que en los años ein-
a alimentar k fantasía neoconservadora de un mundo cuenta se había vuelto insoportablemente solemne, rígido y cerrado,
purifkado de 1» tubvertién modernista, «M seductor ha «ido el me* El modernismo pop recreó k apertura al mundo, k generosidad de
deiuiímo», escribía Daniel Bell «a The cultural contr*itvctwt$ &f w- visión, de algunos de los grandes modernistas del pasado: Baudelai-
fftotism. «M movimiento moderno quebranta la. unidad de la cultu- re, Whitman, ApoUinaire, Maiakovski, "Willíam Carloi WiUianas.
ra», «hace pedazo* k "coamoiógfa racional en que se bata la visión Pero si este modernismo igualó en resonancia imaginativa a estos mo-
burguesa del mundo coniiitettte 0a «na rekeíón ordenada entre tiem- dernistas del pasado, nunca, aprendía a recuperar su garra crítica,
po y espacio», etc., ote ". SI fuera posible expulíar A k lerpiente mo- Cuando un espíritu creativo como John Cage aceptaba el apoyo de)
dernista del jardín moderno, di espacio, el tiempo y el cosmos se arre- shan de Irán y montaba espectáculos modernistas a pocos kilómetros
glarían por sí soloi. iutoacji» pyestrniiblememe, retomaría una edad del lugar donde gemían y morían prisioneros políticos, k falta de ima-
li oroteeftO-pastoraJ»y máquinas y hoinbrei podrían vivir juntoi fe- ginación moral no era salo suya. El problema fue que el modernis-
Hee$ para aiempre, mo pop nunca desarrolló una perspectiva crítica que pudiera clarifi-
tiva del modernismo fue desarrollada en lo$ se- car cuál era el punto en que la apertura a] mundo moderno debía
por un grupo heterogéneo de autores entre los que se induían detenerse y si punto en que el artista moderno debe ver y decir
John Cage, Lawrence Alloway, MawhdJ McLuhan, LeaJic Ficdkr,
Susan Sontag, Richard Poirier, Robert Venturi. la pane coincidió
con k aparítíóit del jiwjt» *rf a eomienzoís de l&s sesenta. Su» temas do- vol. 2¡ también en este volumen, «The death of avunt-gníds literatura», 1964 y «Th«<
minantes eran que «debemos abrir los ojos a la vida que vivimos» nfitv mucama-, 1965, Suüan Sonta?,, «One culture and the new jensibility», 1965, *Hap
p«níngj»i 1962» y «Nolis on "camp"», 196-1, en Againtt hitcrpreíatíon, Parrar, Strau;
(Cage), y «cruzar k frontera, salvar el vacío» (Fíedler) ", Elio sígni- y Gírous, 19M [Contra, la interprtlevñón, Barcelona, SCÍK Barra!, 1969}. Healmente, w
tía tires formas de modemisnio de los sesenta se pueden encontrar en lo$ diverso» en
íayos de que consta o! libro; pero llevan vidas aeparada.j. Sontag nunca trata de com
a> V&ise el peMplciw «niJIíii tn Morw» Dicfeítein, C«m of Edén: Arntrie*»
pararlas o confrontarlas entre a!, Richard Poirier 7Af ptufomting ¡elfi so>nposhlom «mii
l*re ía tbe sixíit*t ABES Book», Í??7, pp, 266-267. detoaifiMítúmt ¡» tvtrytlay iifv, Oxford, 1971. Rokm V.-nturÍ, Compisxiiy tmtl »»•
w B«li, CMh*ral centrtélabtu ofcafiMÍtm, Basic BooJu» 19?5, p» 1» [lat mu-
ínuüetio» in /rrcbitectun; Museum of Modero Art, 1966, y Venturi, Denise Scof
ir^Umnaaltmídtídll^fiíMm^y^M^MA^a^í^tA, 1992ji .Modírniíro and Brown y David henour, an Lsammgfrtn» i<« Vpg«, MtT, 1972. Sob« AUoway, Ri-
cap«9l¡m»»J»«t£f«i Jltieiew, 41, l>W,p. 214. E«e ühitno «mayo» utiliídcfifmo pre- ehard Mamilion, John McHale, Aeyner Banham y otros británicos que han contribuí
1 tób para k edición «k bolwllo d» D&wl amtrtJiaicns, \*n. do a líi estética pop, v¿»s« John Ruíscll y Suzi Gablik, Pop an Tftteftneii, Praegur,
Cígc, «ExpÉfinwfltt) mutk», 199?, íao í//í»n?, Wejleysu), 1961, p. 12. «C/osat y Qiarleí Jencks, Modera movementí in aytbhsetnre, Anchor, 1973, pp. 270-298.
iba bfirrfer, ekwe átt g»p», 1970, en Fkdkr, Calfauul etmyt, Stein útd Day, 1f 71,
La modernidad: ayer, hoy y mañana 23

que algunos de los poderes de este mundo tienen que desapa- demidad, De aquí que el discurso y la controversia sobre el signifi-
recer1*» cado de la modernidad, tan vítales hace una década, ahora práctica-
Todos los modernismos y antimodernismos de los sesenta, por lo mente hayan dejado de existir.
tanto» tenían serios fallos. Pero su sola plenitud, junto a su intensi- Muchos intelectuales —artistas y literatos— se han sumergido en
dad y vitalidad de expresión, generó un lenguaje común, un ambien- el mundo del estrucmraJísmo, ti» mundo que simplemente deja Ja
te vibrante, un horizonte compartido de experiencia y deseos. Todas cuestión de la modernidad —junto con todas las demás cuestiones
estas visiones y revisiones de la modernidad eran orientaciones acti- acerca del ser y Ja historia—- fuera del mapa. Otros han adoptado una
vas hacia la historia, intentos de conectar el presente turbulento con mística del posmodernismo, que se esfuerza por cultivar la ignoran-
un pasado y un futuro, de ayudar a las hombres y mujeres de todo cia de la historin y la cultura modernas, y habla como si todo» los
el mundo contemporáneo a sentirse cómodos en él. Todas estás ini- sentimientos, la expresividad, el juego, la sexualidad y la comunidad
ciativas fracasaron, pero brotaron de una amplitud de visión e ima- humanos acabarán tic SKT inventados —por los posmodernistas™- y
ginación y de un ardiente deseo de disfrutar del presente. Fue la au- fueran desconocidos, e incluso inconcebíbleü una semana antes **.
sencia de estas visiones e iniciativas generosas lo que hizo de los años Mientras tanto» los científicos sociales, incómodos por los ataquen crí-
setenta una década tan triste, Prácticamente nadie parece hoy en din ticos a mu modelos tecn opas ferales, han abandonado Jsi tarea de eons-
querer establecer la gran conexión humana que entraña la idea de mo- truir un miníelo qu« pucliura ser más l'ícl a la vida moderna. En vez
de eso, han dividido Ja modernidad en una serie de componentes se-
* Para un ejemplo de nihilismo pop en *u forma más despreocupada, víase el mo-
parados —industrialización, construcción del litado» urbaráadón»
nologo de humor negro d«l arquitecto Philip Johmon, entrevistado por Susan Soniag desarrollo de los mercados» formación de una élite— y se han opues-
para la DliC en 19651 to a cualquier intento de integrarlos en un todo. Ello loa ha ll
de generalizaciones extravagantes y totalidades vagas, pero
SONTAGi Pienso, pienso que en Nueva York el sentido estético está, de una ma- de un pensamiento que pudiera comprometer sus propias vidas y
nara cimasa y «juy moderna, más desarrollado que en cualquier gira pane. SÍ las eo-
íu i£ experimentan moralmente se vive en estado de Indignación y horre, permúten- ** "Lo» jai* notable» entre les esponumea tempranos del potmodernismo fueron
te, pero príen], pero si te tiene una manera muy moderna de.., Leilie fiedlo? e Jhab Hát«tm Kedler, «Itnn deach of thu avam-garda Üíerann-e», 1964,
JOHWSON.' ¿Supone que cambiar* el sentido de la moral, «1 hecho de qua no po- X «The new muían»», 196S, ambo* en Coüeaed m*ys, volumen II; HaMan, The tiis-
damos usar la moral como medio para juzgar a esta dudad, porque no pedamos so» metnkerment ofOrph«ns¡ tsxmxfáí é poitmodem líttratnre, Oxford, 197), y -POST-
portarla? ¿Y que «tamos cambiando todo nuestro «jtemo mora) para encajar el hecho modcrnlSW: a parncrhical hi^Hejjyaphy», en PaeneritítiiMt itven ipfewitttinm of tht
de que vivimos ridiculamente? iimn, UJina'is, J'W. l'ars cjcmpío,1» posmudernuN j»wu:rMm"., véuw III» ilrs ji>ncki,
ÍONTAG: Bwsno, pienso que estamos aprendiendo Ja* limitaciones de, de la expe- 7h« LstngHitte of pcut-matler» mtküeaM*, Rizaoli, )977¡ Mkhcl Hcnamuu y Charles
riencia moral de las cosa). Creo que es posible ser estático,,. Calli», Pfffirmanst J» pmt»m0ittm tMlsme> MUwauJM», Coda Press» lf?7{ y si libro
JOHNSON! Para disfrutar simplemente de las cosas tal como son; vemos la bulle/a en CUKO Sountiafy %¡ a jaitmnl af poitmaditm líteralum, Para críiíeas jinbre la totali-
do un modo totalmente diferente de como peíiblenwit* la vela {Lowis] Mumlord, dad del proyecto, véme Retert Altcr, «The seJÍ-eonsdous momem: rcflections OH tht
5ONTAO; Bueno, pienso, creo que ahora miímo veo cosas & una especie de dobl* íftermaih of post-moílernism», Triquanerly, n." 33, primavera de 1975, pp. 309-230,
nivel, a la vez moralróínte y... y M*tel Calinescu, ftttít *f moduimíy. Indiana, 1977, pp. 132-144, Humeros recientes
JOHNSON! ¿Y de qué te sirve creer an cosas buenaj? de Btmndttfy 2 sugieren algunos de los problemas inherentes al concepto de pasmo»
SONTAGJ Porque yo,., dernJjmo. E*u revato fre«u<sntem8nte faieinante je ha interinado progresivimenw por
JOHNSON! £3 feudalI y futíl. Creo que e» mucho major ser nihilista y olvidarlo todo. «íriwrej como Melville, Po«, 1« Brontü, Wordsworth, e incluso Helding y Sume.
Es decir, sé que mi* amigos morajmas me atacan, eh, pero, reábrame ¿acaso na se con- Perfecto, pero si eso* cscritorts pertenecen al período poímoderno ¿cuíndo invo lu-
mueven por nada? gar la ara moderna? ¿En la Edad Medía? En el contexto de las anea viiunJw $» clua-
rrollan oíros problemas diíercnrej en Dougja» Dav'u, *J»o«-pp*i art», i y », y «Symbo-
El monólogo de Johnson sigue y sigue, interrumpido por tartamudeos perplejos lijmo mee» the faerie ijutene», en Viliage Voieg, 24 ds junio* 13 de agesto y If de
de Sontag quien, aunque claramente quiere entrar en el juego, no puede decidirse del diciembre üe 1979. Víase también, tn lo que respecta al teatro, Richard Schoohner,
todo a decir adiós a la moral. Citado en JencJw, Mvüirm mwemmtí ia arckiiecmre, «The decline and M oí ihe [American] avant-garde», Perfommg Am Journal, 14,
pp. 208-210, pp. 48-63.
24 Mítríhall Bevmiai Ltt mixlfrfíiilad: ttyrr, hvy y mañana 2Í

obras y su lugar en la historia **. U eclipse del problema de la mo- su materialidad, sus fuerxas, sos energías, sus sensaciones y sm ph-
dernidad en la década de los setenta ha significado la ¡destrucción de ccres», ¿Actuamos políticamente, derrocamos tiranías, hacemos re-
una forma vital de espacio público. Ha apresurado la desintegración voluciones» creamos constituciones con el fin de establecer y prote-
de nuestro mundo en una agregación de grupos privados de interls ger los derechos humanos? Mera «regresión de lo jurídico», porq&á;
material y espiritual} habitantes de mónadas sin ventanas, mucho más desde la época feudal las constituciones y los códigos son ünícam&a-
aislados de lo que necesitamos estar, te «las formas que tornan aceptable un poder esencialmente norma»
Casi el único autor de la pasada década que ha dicho algo sus- tízador» a*. ¿Usamos nuestros cerebros para desenmascarar la opre-
tancial sobre la modernidad es Michel Foueauk Y lo que dice es una sión, lo que Foueault aparentemente intenta hacer? Mejor dejarlo,
serie interminable y atormentada de variaciones sobre los temas we- porque todas las formas de investigación sobre Ja condición humana
berianos de la jaula de hierro y las nulidades humanas cuyas almas «no hacen sino remitir a los individuos de una instancia disciplinaria
están moldeadas para adaptara* a los barrotes. Foucault está obsesio- a otra» realzando, con ello, el triunfal «discurso del poder», Cual-
nado por las prisiones, los hospitales, los asilos, por las que Erving quier critica suena a vacío, pues los propíos críticos están en la «má-
Goffman ha llamado \m «Instituciones totales», Sin embargo, a dife- quina panóptica, dominados por sus efectos de poder que prolonga-
rencia de Goffman, FoueauJt niega la posibilidad de cualquier clase mos nosotros mismos, ya que somos uno de sus engranajes» a?.
d« libertad, ya sea fuera de estas instituciones o entre su* intersticios. Después de haber estado sometidos a esto durante cierto tiempo,
Las natalidades áe Foucault absorben todas las facetas de la vida mo- nos damos cuenta de que en el mundo de Foueault no hay libertad
derna, Fowcault desarrolla estos temas coa «na inflexibilídad obsesi- porque su lenguaje forma un tejido sin costuras, una jaula mucho
va y, de hedió» con rasgos sádicos, imponiendo sus ideas a sus lee* más hermética de lo que Web«r llegara a soñar, y dentro de la cual
teres como barrotes de hierro, haciendo que cada dialéctica penetre no puede brotar la vid*. El misterio es por qué tantos intelectuales
en nuestra carne tomo una nueva vuelta de tornillo. de hoy en día quieren, al parecer, asfixiarse en la jaula con él. La res*
Foucault reserva su desprecio más htm, para las personas mu» pucfitn t'.s, íjo.fpccho, que ]''tnicnuk ofrece & miz generación de refu-
imaginan que la humanidad moderna tiene la posibilidad de ser libre, giados de los sesenta una coartada histérica mundial para explicar el
¿Creemos sentir un acceso espontáneo de deseo sexual? Simplemente sentimiento de pasividad e importancia que $9 apoderó de tantos de
somos movidos «por las modernas tecnologías del poder que toman nosotros en los setenta. Es inútil tratar de resistir a las opresiones e
la vida como «u objeto»» somos arrastrados por el «dispositivo d« se- injusticias de la vida moderna» puesto que hasta nuestros sueños de
xualidad que el poder organista en m apoderamiento Je los cuerpos, libertad no hacen sino añadir más eslabones « nuestras cadenas: no
obstante, una vez que comprendemos la total inutilidad de todo, po-
* Li piinoipaj ;ti»íiíisacJSn nú» abandonar ti concepto de modemizícldn m ofre- demos por lo menos relajarnos,
eida con Ja mayor «krláuü en Samuel Huntíngton, «Tha Change to ehange; moder-
nízaíion, deyeloproetu sané poJilic*», Contfwttívt Potitict, 3,197{M971, pp. 186-922. " He biilory <of sffemlity, yol, l, Introducción, 1976, traducido al inglés por Mi»
VÍM* inmolen S, N, BJssíMíade, nThe desintegntion oí the inicial paradigm», en TV,*- chael HurJey, Pamhcon, 197B, pp, 144,155, y todo d cjpliulo final \Hitinn» dt la w-
tufan* t3mn%ewdmedt;mily (citado en nota 10), pp. 98-115, Pese a J» tendcaeia gíneral, stmKdád, valí. La miwttuí áe taber, Madrid, Siglo XXI, I978J,
aunase lo* «eran* uoo* jpoeo« dentíficos weíaíei afinaron y pm/undíesron el con» " Diitipfíne m¿ punisb: ihe binh ofibt proa», 197$, traducido por Alan Sheri-
eepto de modernizmcaÓB. VÉ*w, por ejemplo, Ijtvlng Leouard Markowltjn, Púvttr met dan, Pantheon, 1977, pp, 217,226-228 [Vigikry e*tiig*r, Nutrimiento dt U priiién, M»~
(l*u ÉI Afric^ Prtntlcc-HílI, im, drid, Siglo XXI, 1971}, Todo el capítulo titulado «El panoptiimo», pp. 195-228, mu«s-
1» poíiWequela teoría dekroodemisactón íígade»rroílándo¡w durante lo* ochen- m a Foucauli en su momento má» arroJlsdor. Oca.ibnalmentc aparece en este capí-
ta, a medida pe i« mitnie 1* fecunda, obiu de F*m«nd Braudel y sui wguidores en lulo un» visión menos monolítica y más dialéctica de la mtiUcrnldiad, pero la luz no
hinoria compkraüva. Véaie Braudel, Capiiatitm má material Ufe, HQQ~18QÜ, tntdü- tanta en apagarse. Todo uno deberla de ler comparado con la obra anterior y más pro-
«do per MJíkm Rochan, Harpar le Row, 1973, y Afiartkattginj w ttMitrid rívifíia- funda de Goffman, por ejemplo Jos eimyoí sobre «Characteristits of tora] innitu-
tía» md tapitalmt, «aducido por Patricia Ranum, Johns Hopkin», 1977; Immanuol tioni» y «The underlife of a publie ijutitution», en Aiylumn «wyj o» tbe $otíuiiitn#-
Wndleritein, Tbt mo<l*m verla lyimn, volt, i y % Acaderaic Press, 1974, 1980, [El tio» of mental patitntí and ot&tr inmaits. Anchor, 1961 [/nterutJos: Emayot mbrt la
moderno ¿nema muadiiü, Madrid, Siglo XXI, 1979,19841, tiina(íón sotiaí de fot mfimm ttttnt*lsí> Bueno» Aires, Amorrortu, 19701,
ñerman

En este contacto tan desolado» quisiera resucitar el modernismo lo más cercano y más querido, a la calle, a nuestro propio hijo, nues-
dinámico y dialéctico del siglo XIX. Un gran modernista» el crítico y tro propio corazón, nuestros más íntimos y secretos reductos del de-
poeta mexicano Octavio Paz, se ha lamentado de que la modernidad, seo y Ja voluntad». Las máquinas modernas han cambiado conside-
«cortada del pasado y lanzada hacia un futuro siempre inasible, vive rablemente durante los años que separan a los modernistas del si-
al díaí no puede volver a sus principios y, así, recobrar sus poderea glo XIX de nosotros; pero los hombres y las mujeres modernos, tal
de renovación» 2S. Este libro sostiene que, de hecho, los .modernismos corno los vieron Marx y Nietasche y Baudelaire y Drmoicvski, sólo
del pasado pueden devolvernos el sentido de nuestras propias rutees ahora podrían comenzar a sentirse totalmente a sus anchas.
modernas, rafees que se remontan a doscientos años atrás. Pueden Marx, Nisizsche y sus contemporáneos «xperinnentaron Ja mo»
ayudamos a asociar nuestras vidas con las vidas de millones de per- dcrnidaii t'omo una (¡HnlÑtnd t'n un mmnvmn rn que si'aln unn pe-
sonas que están viviendo el trauma dc.la.miniümiswdón A wiks de queña parte tfcl mundo era verdaderamente moderna, Un siglo mS*
kilómetros de distancia, en sociedades radicalmente distintas a la tarde, cuando el proceso de modernissación había arrojado una red
nuestra, y con los millonea de personas que lo vivieron hace un siglo de la que nadie, ni siquiera en el rincón más remoto dd mundo, püe-
o más. Pueden iluminar las fuerzas y necesidades contradictorias qv« di- cjauíjnir, pult'm*» «pirink-r inüthn di- lo* primnoj, inudi'rnÍHias,
nos inspiran y atormentan; nuestro deseo de estar Arraigados en un
pasado social y personal estable y coherente, y nuestro insaciable de- no tamo sobre su época como sobre k nuestra. Hemos perdido nues-
seo de crecimiento —no solamente de crecimiento económico, sino tro control de las contradicciones que ellos tuvieron que captar con
también de crecimiento en experiencia, placer, conocimiento, sensi- toda su fuerza, en todos los momentos de su vida diaria, simplemen-
bilidad—, crecimiento que destruye tanto los paisajes lisíeos y socia- te para poder vivir» Paradójicamente, »is posible que finalmente esos
les de nuestro pasado como nuestros vínculos emocionales con estos primeros modernistas nos comprendan —-la modernización y el mo-
mundos perdidos; nuestras desesperadas lealtades a loa grupos étni- dernismo que constituye nuestras vidas— mejor de lo que nosotros
cos, nacionales, de clase y sexo, de los que esperamos que nos den nos comprendemos. Si podemos hacer nuestras sus visiones y utili-
una «identidad» sólida, y a la imernacionaJpzaclón de la vida cotidia- zan sus perspectivas para observar nuestro propio entorno con nue-
na —de nuestros vestidos y objetos domésticos, nuestros libros y vos ojos, veremos que en nuestras vidas hay más profundidad de lo
nuestra música, nuestras ideas y fantasía*-*- que difunde todas nues- que pensamos. Sentiremos nuestra comunidad con las gentes de todo
tras identidades por todo el mapa; nuestro deseo de vivir de acuerdo el mundo que han estado luchando con los mismos d¡Tamas que no-
con unos valores claros y sólidos, y nuestro deseo de abrazar las po- sotros. V volveremos a conectar con una cultura modernista notable-
sibilidades ilimitadas dé k vida y la experiencia modernas que anulan mente rica y vibrante, nacida de esas luchas; una cultura qu« contie-
todos los valores; las fuerzas sociales y políticas que nos lanzan a con- ne grandes reservas de fuerza y salud, si somos capaces de recono-
flictos explosivos con otras personas y otros pueblos» aun si desarro- cerla como propia»
llamos una sensibilidad y una empatia más profundas hacia nuestros Entonces podría resultar que el retroceso Juera una manera de
enemigos designados y acabamos por damos cuenta, a veces dema- avanzar: que recordar los modernismos del siglo Xix nos diera Ja vi-
siado tarde, de que después de todo no son tan diferentes de noso- sión, y el valor para crear los modernismos del siglo XXI, Este'acto
tros, Experiencias como éstas nos ligan al mundo moderno del si- de recuerdo podría ayudamos a devolver el modernismo a sus mices,
glo XIXj un mundo en el cual, como dijo Marx «todo está preñado para que se nutra y renueve y sea capáis de afrontar las aventuras y
de su contrario» y «todo lo sólido se desvanece en el aire»; un mun- peligros que le aguardan, Apropiarse de las modernidades de ayer
do en si cual, como dijo Nietasehe, «hay peligro, k madre de la mo- puede ser a la vez una crítica de las modernidades de hoy y un acto
de fe enayer,
ra), un gran peligro [..,] pero esta vez desplanado a lo individual, i\ maciemitiaii; las modernidades
boy y mañana —y en los hombres y inujcrt-s modernos—
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de mañana y de pasado mañana.
ettrttni, 1967, traducido del castellano a) inglés por Helen Lañe, Vi-
1973, pp, 161-1*2 [Comente alter»*, México, Siglo XXI, 1967].

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