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Karl Barth (Basilea, 1886-Basilea, 1968), es considerado uno de los más influyentes

teólogos del siglo XX. Su padre, Fritz Barth, fue profesor de Nuevo Testamento e historia
de la iglesia primitiva. Karl estudió en las universidades de Berna, Berlin y Tubinga.
Profundamente afectado por el desastre que había significado en Europa la Primera Guerra
Mundial, y desilusionado por el derrumbe de la ética del idealismo religioso, empezó a
cuestionar la teología de sus maestros alemanes y sus raíces en el racionalismo y el
historicismo. Su obra principal, Carta a los Romanos, se publica en Berna en 1919, y en
1922 reaparece una versión totalmente reformada que señalaba ya su orientación teológica
futura. Fue profesor de la Universidad de Gotinga en 1921 y de la Universidad de Münster
(1925). En 1930 fue nombrado profesor de la Universidad de Bonn, y a partir de entonces
empiezan a aparecer los primeros tomos de su Dogmática eclesial. Pero en 1935 es
separado de su cátedra por el Gobierno Nazi, pasando a ser profesor en Basilea, donde
permaneció hasta su muerte.

Pensamiento

En su obra y pensamiento, Karl Barth manifiesta una gran independencia. Su labor


teológica lleva la impronta de un retorno a la Biblia, de un contacto vivo con los problemas
actuales de la iglesia y la sociedad, y de una labor continua en contacto inmediato con el
pueblo. Su doctrina está en constante evolución. En su trato con la Biblia, Barth descubre a
Cristo como el centro de la Revelación. Su teología será cristología.

En 1934 escribió un ensayo (Nein! Antwort an Emil Brunner-¡No! Respuesta a Emil


Brunner), en el que denunciaba a los antisemitas “Cristianos Alemanes”, que intentaban
pervertir el cristianismo histórico por medio de adaptar la teología a la nueva ideología
nazi. Mientras el lema de éstos era “Cristo y Hitler”, Karl Barth interviene decisivamente
oponiendo el señorío absoluto de Cristo en su doctrina de la relación Iglesia-Estado. Desde
la ascensión de Hitler al poder, Barth mantuvo una verdadera lucha por la iglesia. Contra
los esfuerzos del régimen nazi de establecer una iglesia ‘cristiana alemana’, Karl Barth
funda junto con otros (Dietrich Bonhoeffer) la llamada Iglesia Confesante como reacción
vigorosa e indignante contra el régimen nazi. En 1934 tiene lugar el Sínodo de Barmen,
cuya Declaración, preparada por Karl Barth, expresa la convicción de que el único modo de
ofrecer resistencia a la secularización y paganización de la Iglesia en la Alemania nazi es
adherirse firmemente a la doctrina cristiana. En medio de aquellas terribles circunstancias
hay que tener una gran fe para escribir en 1938, en pleno auge del nazismo:

“No existe frase alguna más peligrosa y revolucionaria que esta: Dios es Uno, nadie se le
asemeja… la verdad de la frase Dios es Uno, hará fracasar al Tercer Reich de Adolf
Hitler“.- Karl Barth, Kirchliche Dogmatik, Hamburgo 1965, p. 54.

Barth no tenía ninguna duda: hay que partir desde Dios, reconocer que solo Él es Dios.
Todo lo demás es un sucedáneo. No es de extrañar que el teólogo católico Ur Von
Balthasar escribiera que la teología de Barth “es bella“. (H .U. Von Balthasar, Karth Barth,
Darstellung und Deutung seiner Theologie, Köln, 1951). Tampoco que el propio Barth
dijera: “Cuando el Cielo se vacía de Dios, la tierra se llena de ídolos”.
Aunque era ciudadano suizo, Karl Barth no pudo ser inmune a la persecución; su rechazo a
una alianza incondicional con el Führer le costó en 1935 la cátedra de teología en Bonn. Sin
embargo, rápidamente le fue ofrecida la cátedra de teología en su ciudad natal, Basilea.
Desde entonces hasta el final de la guerra, Karl Barth continuó luchando por la causa de la
Iglesia Confesante, la causa de los judíos y la de los oprimidos en general. Después de la
guerra, siguió manteniéndose muy interesado en la teología de su tiempo, y su autoridad y
prestigio ejercieron una profunda impresión cuando dirigió su discurso inaugural en la
Conferencia del Concilio Mundial de Iglesias celebrado en Amsterdam en 1948. También,
años más tarde visitó Roma para seguir el Concilio Vaticano II (1962-1965), acerca del
cual escribió con característica gracia y humor Ad limina apostolorum.

En 1957, el teólogo católico Hans Küng efectúa su tesis doctoral en teología en la Sorbona
de París con el tema: Justificación. La doctrina de Karl Barth y una reflexión católica. En
su autobiografía Libertad Conquistada(Trotta, 2003) Hans Küng explica por qué elige para
su tesis doctoral a Karl Barth:

“Ningún teólogo protestante de este siglo cuenta, por razón de su lucha contra el nazismo,
con una autoridad más grande; ninguno con una obra más amplia y más profunda por mor
de su ingenio y su incansable trabajo.

“Personalmente me siento ampliamente pagado por mi trabajo sobre la justificación de


1957: me aporta cosas decisivas para toda mi vida, para mi espiritualidad y mi concepción
de la libertad del cristiano. No hay cosa más emocionante que conversar con una persona
de su carácter, sabiduría y fe, de su humanidad y humor.

“De un golpe aparece en mi vida entera lo liberador y consolador de este mensaje que
espero conservar siempre: la fe confiada del cristiano. Que al final y definitivamente yo
sea justificado no depende de lo que decidan sobre mí mi entorno o la opinión pública.
Tampoco depende de la facultad o la universidad, ni del Estado o de la Iglesia. No depende
tampoco del Papa; y menos todavía de mi propio juicio. Sino de una instancia totalmente
otra: del propio Dios oculto, en cuya misericordia puedo, a pesar de todo, yo, que no soy
un hombre ideal sino una persona humana e incluso demasiado humana, tener hasta el
final una confianza absoluta. “In te, Domine, speravi, et non confundar in aeternum”,
como se dice al final del himno Te Deum: “En tí Señor, puse mi esperanza; que no me vea
confundido para siempre”.
Desde la Reforma Protestante, nunca antes se había producido un acercamiento teólogico
tan profundo como el que se produce en esos momentos entre dos teólogos de diferentes
confesiones. Como el propio Hans Küng escribe:

“Aprendo que lo católico y lo evangélico pueden reconciliarse. Barth, al centrarse por


completo, como evangélico, en Cristo, su concepción es precisamente por eso, como la
católica, universal. ¡Es aquí donde reconozco la posibilidad de una nueva teología
ecuménica acorde con la Escritura y con los tiempos!”

Charlotte von Kirschbaum

Alguien que resultó vital en la obra de Karl


Barth fue la teóloga Charlotte von Kirschbaum (1899-1975), quien permaneció a su lado
durante los siguientes 35 años como secretaria y correctora de buena parte de sus escritos,
sobre todo de su Dogmática eclesial. Barth reconoce que él no hubiera logrado lo que logró
sin su ayuda entregada y leal.

Charlotte había perdido a su padre en la primera guerra mundial, lo que la decidió a ser
enfermera. En 1924, en la universidad de Göttingen, conoció personalmente a Karl Barth y
su teología, lo que hace que se interese profundamente por esa ciencia que trata sobre las
cosas de Dios. Para poder colaborar más estrechamente con Barth, en 1929 se mudó a vivir
con la familia de él, su esposa Nelly y sus cinco hijos, en Münster. Trabajando a tiempo
completo como secretaria y asistente, era ella la que preparaba sus conferencias. Estudió
hebreo, griego y latín, y había asistido a varias clases de filosofía de Heinrich
Scholz (1884-1956). En 1935 Barth se mudó a vivir a Bassel, Suiza, y desde allí ambos
dieron apoyo a la resistencia alemana contra el nazismo.

Charlotte escribe en 1949 su obra Die wirkliche


Frau (La mujer real), dedicada al papel de la mujer en la Iglesia. A principio de los años
sesenta contrae una enfermedad cerebral teniendo que recibir asistencia en un asilo de
ancianos donde Nelly la esposa de Barth la visita regularmente. Charlotte muere diez años
después siendo enterrada junto a Barth y más tarde junto a Nelly.

En la portada de la revista Time en su edición del 20 de abril de 1962 aparece la frase


de Karl Barth “The goal of human life is not death, but resurrection” (La meta de la vida
humana no es la muerte, sino la resurrección).

Jesús de Nazaret, en una intensa oración a Dios poco antes de morir, oró con fervor para
que sus seguidores ‘fueran uno, así como tú y yo somos uno’ (Juan 17). Mostrando que se
tomaba esas palabras muy en serio, el talante ecuménico y conciliador de Karl Barth puede
apreciarse en el siguiente escrito suyo:

“No existe ninguna justificación, ni teológica, ni espiritual, ni bíblica para la existencia de


una pluralidad de Iglesias genuinamente separadas en este camino y que se excluyen
mutuamente unas a otras interna y, por lo tanto, externamente. En este sentido, una
pluralidad de Iglesias significa una pluralidad de señores, una pluralidad de espíritus, una
pluralidad de dioses. No hay duda de que en tanto la cristiandad esté formada por Iglesias
diferentes que se oponen entre sí, ella niega prácticamente lo que confiesa teológicamente:
la unidad y la singularidad de Dios, de Jesucristo, del Espíritu Santo. Pueden existir
buenas razones para que se planteen estas divisiones. Puede haber serios obstáculos para
poder eliminarlas. Puede haber muchas razones para explicar esas divisiones y para
mitigarlas. Pero todo eso no altera el hecho de que toda división, como tal, es un profundo
enigma, un escándalo”.

 Karl Barth, Ecumenismo y Liberación (Reflexiones sobre la relación entre la


unidad cristiana y el reino de Dios). Paulinas, Madrid, 1987, 72.
En su obra y pensamiento, Karl Barth manifiesta una gran independencia. Su labor
teológica lleva la impronta de un retorno a la Biblia, de un contacto vivo con los problemas
actuales de la iglesia y la sociedad, y de una labor continua en contacto inmediato con el
pueblo. Su doctrina está en constante evolución. En su trato con la Biblia, Barth descubre a
Cristo como el centro de la Revelación. Su teología será cristología. Veamos algunos
puntos claves de su teoría:
Barth descubre pronto que toda la teología liberal allí adquirida no lo capacitaba para hablar
de “la Palabra de Dios”, para aplicarla a la realidad cotidiana. Como lo expresamos en su la
biografía, la ruptura categórica con las facetas más liberales de la teología evangélica se
hacen efectivos por medio del Comentario a la Epístola a los Romanos, escrita en 1919. La
actitud de Barth será también de confrontación cuando el poder nazi pretendió transformar
la raza aria en la culminación de la revelación. En este caso, el no de Barth es rotundo; y se
hace también manifiesto en el Sínodo de Barmen. En el mismo se pronuncia: “Jesucristo,
según el testimonio que de él nos dan las Sagradas Escrituras, es la única Palabra de
Dios”[8] A partir de su “Introducción a la Teología Evangélica”, la teología Barthiana
será tachada de “dialéctica”, “neo-ortodoxa”, y como “teología de crisis”[9]
Para Barth, la gracia es aquella Palabra que nos hace reconocer como pecadores, que abre
luz sobre nuestras almas y deja ver el pecado. Sólo por gracia de Dios, es que vemos
nuestro error, y por su misma sola Gracia es que estamos invitados a “volvernos al Señor”.
Barth la comprende como el mensaje que nos hace ver como pecadores, aún en nuestros
momentos de mayor gloria. Incluso cuando el hombre crea estar actuando con mayor
justicia estará incurriendo en pecado, y allí también se introduce la Palabra del Señor,
recordándonos que como seres humanos, somos pecadores por naturaleza. Pero aún así,
Dios no deja de poner su Palabra en nosotros, de proyectar luz en la oscuridad, de hacernos
ver como verdaderos pecadores. Como sabemos, el perdón divino viene con el
arrepentimiento del hombre; pero este arrepentimiento no sale del ser humano, sino que es
puesto por Dios en nosotros. Ergo; sólo por la Gracia de Dios nos conocemos a nosotros
mismos, vemos nuestra falencia y nos reconocemos como pecadores.[10]
En 1934 escribió un ensayo (Nein! Antwort an Emil Brunner-¡No! Respuesta a Emil
Brunner), en el que denunciaba a los antisemitas "Cristianos Alemanes," que intentaban
pervertir el cristianismo histórico por medio de adaptar la teología a la nueva ideología
nazi. Mientras el lema de éstos era "Cristo y Hitler", Karl Barth interviene decisivamente
oponiendo el señorío absoluto de Cristo en su doctrina de la relación Iglesia-Estado. Desde
la ascensión de Hitler al poder, Barth mantuvo una verdadera lucha por la iglesia. Contra
los esfuerzos del régimen nazi de establecer una iglesia 'cristiana alemana', Karl Barth
funda junto con otros (Dietrich Bonhoeffer) la llamada Iglesia Confesante como reacción
vigorosa e indignante contra el régimen nazi. En 1934 tiene lugar el Sínodo de Barmen,
cuya Declaración, preparada por Karl Barth, expresa la convicción de que el único modo de
ofrecer resistencia a la secularización y paganización de la Iglesia en la Alemania nazi es
adherirse firmemente a la doctrina cristiana.
Aunque era ciudadano suizo, Karl Barth no pudo ser inmune a la persecución; su rechazo a
una alianza incondicional con el Führer le costó en 1935 la cátedra de teología en Bonn. Sin
embargo, rápidamente le fue ofrecida la cátedra de teología en su ciudad natal, Basilea.
Desde entonces hasta el final de la guerra, Karl Barth continuó luchando por la causa de la
Iglesia Confesante, la causa de los judíos y la de los oprimidos en general. Después de la
guerra, siguió manteniéndose muy interesado en la teología de su tiempo, y su autoridad y
prestigio ejercieron una profunda impresión cuando dirigió su discurso inaugural en la
Conferencia del Concilio Mundial de Iglesias celebrado en Ámsterdam en 1948. También,
años más tarde visitó Roma para seguir el Concilio Vaticano II (1962-1965), acerca del
cual escribió con característica gracia y humor Ad limina apostolorum.
En 1957, el teólogo católico Hans Küng efectúa su tesis doctoral en teología en la Sorbona
de París con el tema: Justificación. La doctrina de Karl Barth y una reflexión católica. En su
autobiografía Libertad Conquistada, Hans Küng explica por qué elige para su tesis doctoral
a Karl Barth:
“Ningún teólogo protestante de este siglo cuenta, por razón de su lucha contra el nazismo,
con una autoridad más grande; ninguno con una obra más amplia y más profunda por
amor de su ingenio y su incansable trabajo. Personalmente me siento ampliamente pagado
por mi trabajo sobre la justificación de 1957: me aporta cosas decisivas para toda mi vida,
para mi espiritualidad y mi concepción de la libertad del cristiano. No hay cosa más
emocionante que conversar con una persona de su carácter, sabiduría y fe, de su
humanidad y humor.
De un golpe aparece en mi vida entera lo liberador y consolador de este mensaje que
espero conservar siempre: la fe confiada del cristiano. Que al final y definitivamente yo
sea justificado no depende de lo que decidan sobre mí mi entorno o la opinión pública.
Tampoco depende de la facultad o la universidad, ni del Estado o de la Iglesia. No depende
tampoco del Papa; y menos todavía de mi propio juicio. Sino de una instancia totalmente
otra: del propio Dios oculto, en cuya misericordia puedo, a pesar de todo, yo, que no soy
un hombre ideal sino una persona humana e incluso demasiado humana, tener hasta el
final una confianza absoluta. "In te, Domine, speravi, et non confundar in aeternum", como
se dice al final del himno Te Deum: "En tí Señor, puse mi esperanza; que no me vea
confundido para siempre." [11]
Quiero concluir con una frase de Karl Barht:
"¿Buena fe? Nunca me la permitiría. Cuando sea llamado ante mi Dios y Señor, no me voy
a presentar con una cesta a la espalda llena con mis obras completas; todos los ángeles se
echarían a reír. Ni tampoco diría para mi justificación: siempre tuve buena intención,
'buena fe'. No, me presentaré allí con las manos vacías y solo me parecerá oportuno decir:
'Dios, ten misericordia de este pobre pecador'"
--------------------------------------------------------------
[1] Hugo, Mackintosh. Corrientes teológicas contemporáneas. Shleiermacher hasta Barth.
Buenos Aires: METHOPRESS, 1964. Pág. 245
[2] Sergio, Arce Martínez. Teología sistemática. Prolegómenos. Quito: Departamento de
comunicaciones CLAI, 2002. Pág., 66.
[3] Ibíd., pág. 69.
[4] Ibíd., Pág. 66 – 67.
[5] Mackintosh, op, cit. Págs. 245 – 246.

I. Nombres de su teología

1. Teología Dialéctica

Es por el uso del método afirmación y contra-afirmación. Para Barth, es la


intención de mediar entre la contraposición entre la negación y la afirmación, entre
la tesis y laantítesis, de forma que surja la síntesis resultante. Pero esto no se debe
a elucubraciones filosóficas de ningún tipo —ajenas al evangelio— sino que se
trata de una analogía tomada de la doctrina de la justificación. De hecho, la
relación contrapuesta entre la negación y la afirmación constituye una
paralelismo formal con la doctrina luterana del hombre como siendo, al mismo
tiempo, “justificado” y “pecador”. En Barth, la relación con Dios está rota, la única
manera de revincular a Dios con el hombre es a través de la paradoja: la
encarnación, donde 2 son 1: Cristo, hombre y Dios; es allí donde se abre el diálogo
con el hombre.

2. Teología de la Crisis

Barth trató de repudiar gran parte del liberalismo clásico. La Primera


Guerra Mundial y sus horrores (crisis) ayudaron a sacudir su mundo soñado. Los
maestros teológicos de Barth se unieron a otros en declarar su apoyo a Alemania.
Estos habían quedado desenmascarados como maestros de una religión nacida de
una cultura y atada a una cultura.

El liberalismo hacía de Dios algo inmanente al mundo. Barth, en oposición a esto,


habló de Dios sólo como del “Totalmente Otro”. El subjetivismo del liberalismo
en el siglo XIX había colocado al hombre en el lugar de Dios. Barth exclamó, “Sea
Dios, Dios, y no hombre.” El liberalismo había exaltado el uso aculturado de la
religión. El liberalismo edificó la teología sobre la base de la ética. Barth quiso
edificar la ética sobre la base de la teología.

Barth marca un quiebre con la teología moderna, la cual era antropológica


y ontológica (confundía a Dios con el ser). En sentido positivo, es una apertura
hacia un nuevo paradigma (este paradigma y el moderno son inconmensurables
por cuanto no se entienden entre si). La teología ha de partir de la revelación y no
del hombre.

3. Neo ortodoxia

Porque en algún sentido, vuelve a los reformadores, a Calvino y a Lutero, pero


reedita sus puntos (Conn no estaría de acuerdo con ésta afirmación).

4. Teología de la Palabra

Para Barth, la teología venía equivocada con el liberalismo cultural tomando el


sentir de la iglesia como parámetro para hacer teología. Barth dice que hay que
partir de la Palabra de Dios, contenida en la Biblia. En su obra, Barth se refiere
a la Palabra de Dios en tres sentidos:

a. La Palabra revelada: Se trata de la revelación de Dios inmediata, que ha


sido transmitida por los profetas y los apóstoles. La Biblia constituye, así, un
medio de ese testimonio inmediato de los profetas y los apóstoles.

b. La Palabra escrita: La forma concreta de esta revelación es la Biblia como


el recuerdo de lo una vez acontecido. Para Barth, sin embargo, la Biblia misma no
está libre de errores (Barth se mantiene fiel a la crítica bíblica), sino que se trata
sólo de la transmisión humana de los primeros testigos. La Biblia es, por tanto, “el
medio concreto por el cual la Iglesia recuerda el acontecimiento de
la revelación de Dios”.

c. La Palabra proclamada: La palabra de Dios es palabra proclamada. El


discurso humano sobre Dios es al mismo tiempo el propio discurso
de Dios mismo.Dios viene a la palabra en el lenguaje. Al venir a la palabra
humana, permanece atado a las limitaciones y errores del lenguaje humano.

II. Elementos representativos de la teología bartheana

1. La revelación

Según Barth, es "una perpendicular que viene de arriba" y no se puede equiparar


con las mejores intuiciones del hombre. Es un evento en el cual Dios toma la
iniciativa. También se dice que la revelación no se puede equiparar con la
Biblia. La Biblia y sus afirmaciones son testigos, señales, indicadores de la
revelación.. Según Barth, equiparar la Biblia con la Palabra de Dios es "un
objetivizar y materializar la revelación."

El corazón de la revelación, de la Palabra de Dios, es Jesucristo. De


hecho, Barthinsiste tanto en esto que se niega a reconocer la existencia de
cualquier otra revelación aparte de Cristo. La historia de la revelación y la historia
de la salvación vienen a ser la misma historia.

2. Soteriología y Cristología

a. La reconciliación

En el Cristo de Barth, Dios reveló que no quería dejar que el hombre existiera en
pecado. Por esto Barth insiste en que nunca deberíamos mencionar el pecado a no
ser que de inmediato agreguemos que el pecado ha sido derrotado, olvidado, y
superado en Jesús, el elegido. La reconciliación entre Dios y el hombre se efectúa
por el acontecimiento de Jesucristo. Jesucristo es Dios mismo, es decir, el Dios que
se humilla a sí mismo. En su libertad, Dios cruza el abismo abierto y muestra que
El es verdaderamente el Señor. Dios "compromete su propia existencia como
Dios.Barth no quiere admitir la humillación del hombre Jesús. Según Barth, decir
que la humillación se refiere al hombre es una mera tautología. "¿Qué sentido
habría en hablar del hombre como humillado? Esto es algo natural en el hombre.
Pero decir que Dios se humilla a sí mismo, según Barth, es entender el verdadero
significado de Jesucristo, como Dios mismo."

b. La humillación y exaltación de Cristo

Barth se niega a admitir la idea tradicional de los dos estados en Cristo, la


humillación de Cristo y su exaltación como uno a continuación del otro en orden
cronológico. Jesús como Dios se humilló a si mismo, y Jesús como hombre fue
exaltado. Para Barth, decir que la exaltación como estado se refiere a Dios es
también mera tautología. ¿Qué sentido puede tener hablar de Dios como exaltado?
Esto es natural en Dios. Según Barth, "En Cristo la humanidad es humanidad
exaltada, así como la Divinidad es Divinidad humillada. Y la humanidad es
exaltada con la humillación de la Divinidad."

c. La cruz y la resurrección

Para Barth hay dos acontecimientos: la cruz y la resurrección, pero no deben ser
explicados mediante pruebas.

Barth encuadra la cruz dentro de la revelación. En la cruz Dios mismo juzga el


pecado del hombre y nos sustituye. Jesús es el juez que es juzgado en nuestro lugar.
La resurrección no tuvo nada que ver con los humanos, es una decisión que
pertenece exclusivamente a Dios. En la gloria de Cristo resucitado, se muestra la
gloria del hombre restaurado.

d. La elección

Uno de los rasgos más discutidos de la neo-ortodoxia ha sido su ambigüedad en


cuanto a la posibilidad de la salvación universal. Jesús es no sólo el Elector, sino
también el Elegido. Jesús de hecho es también el único Elegido. Y en
Cristo, todos los hombres son reprobados. Barth repudia el concepto clásico de la
doble predestinación, la idea de una elección respecto a personas. Admite que no
todos los hombres viven como elegidos, y que algunos viven como tales sólo
parcialmente. Sin embargo, la responsabilidad de la iglesia es proclamar a tales
hombres que han sido elegidos en Cristo, y que en consecuencia deben vivir como
elegidos.

 La teología de la palabra es totalmente Cristo céntrica y fundamentada en la palabra de Dios,


para Barth el conocimiento de Dios solo es posible porque Dios ha tomado la iniciativa de
revelarse en su hijo, nadie puede cuestionar la veracidad de Jesús porque al hacerlo se ponen por
encima de las escrituras y las juzgan. Barth buscaba una metodología que le permitiría formular su
teología no sobre el fundamento de la naturaleza humana ni la experiencia propia por lo tanto,
rechazó toda fuente “humana” como posible fuente para la teología. En concreto hay cuatro
paradigmas: 1.) Rechazó la noción de Schleiermacher, quien entendía la revelación como algo
natural en cuanto se derivaba de la conciencia de Dios que tiene cada persona por el hecho de ser
humano. 2.) Rechazó la escuela Ritschliana, la cual en desacuerdo con Schleiermacher decía que la
revelación no reside en una capacidad humana sino reside en la persona histórica de Jesús. La
cuestión según esta escuela es aplicar las herramientas del método histórico crítico a los textos
bíblicos para discernir el contenido del texto bíblico que es histórico. Barth rechazó este
paradigma porque en él la fe depende de los resultados de los estudios de los hombres

 6. 3.) Rechazó el magisterio de la iglesia Católica Romana porque creía que bajo su esquema, la
fe depende en último término en la palabra de hombres. Esto también es fundamentar el proyecto
teológico sobre el fundamento inmanente, no sobre el fundamento trascendente que es Dios.
Decía Barth que la iglesia Católica no tiene otro maestro, juez y rey más allá que si mismo. 4.)
Rechazó la doctrina de la inerrancia de los Protestantes por motivos similares. Decía que la
inerrancia atribuye demasiada importancia a algo histórico y fijo, algo que puede ser objetivizado
por el hombre. En su comentario a la carta a los Romanos su tema principal es la relación de Dios
con el hombre y no la relación del hombre con Dios, Barth quiere dejar claro la disociación que
existe entre la inmanencia y la trascendencia de Dios usando la frase “el mundo es mundo y Dios
es Dios” afirma en este comentario que la inmanencia convierte al hombre en idolatra.

 7. -La Revelación de Dios. Barth hablaba de la revelación de Dios bajo tres “formas” o
“momentos.” El primero es la Palabra de Dios. Jesús mismo es la Palabra de Dios, y es la totalidad
de la revelación de Dios. En segundo lugar, Barth hablaba de la Biblia como el testimonio a esta
revelación que está en Jesús. La Biblia el resultado del anuncio de los profetas del AT y los
apóstoles del NT. Ellos testifican acerca de lo que vieron y escucharon. Hay un matiz muy
importante aquí. Barth decía que la Biblia no es la Palabra de Dios en el sentido que lo dice la
iglesia históricamente. En tercer lugar, Barth hablaba de la predicación o la proclamación del
evangelio. La tarea del predicador es predicar la Palabra de Dios, no la teología antropocéntrica de
los liberales. El predicador debe exponer la Palabra y permitir que ella de testimonio acerca de si
misma. La predicación es un instrumento como es la Biblia, se convierte en la Palabra de Dios
cuando Dios decide utilizarla para revelar a Jesucristo.

 8. -Cristología. Tres aspectos fundamentaban la cristología de Barth: • Jesús es la razón de ser, el


centro y el corazón de la teología cristiana. • Jesús es el principio organizador de la teología
dogmática (no hay teología sistemática sin Jesús). • El único conocimiento de Dios que el hombre
pueda tener siempre será mediado por Jesús. El conocimiento de Dios viene solo por Jesús. Dentro
de la discusión del Jesús histórico Barth se inclina a favorecer al Cristo de la fe porque esta en
contra de toda aquella teología liberal que pretende fundamentar la fe cristiana en la
reconstrucción histórica de Jesús. -Soteriología. Todos los hombres están predestinados a la
perdición y la condenación mas sin embargo todos también están predestinados a ser salvos en
Cristo porque el tomo sobre si la condenación del hombre. Barth afirma que la gracia debe ser
para todos los hombres o no seria gracia.

 9. -Eclesiología. Según Barth la Iglesia es la congregación visible de los que pertenecen a


Jesucristo por medio del Espíritu Santo. La iglesia no es el pueblo de Israel, esta nación solo es una
muestra de la gracia de Dios. La Iglesia tiene la misión de predicar el evangelio haciendo del
conocimiento de las personas que si creen en Jesús ya no son pecadores a al vista de Dios sino
justos en su presencia. La Iglesia administra los sacramentos: la predica de la palabra, la santa cena
y el bautismo. Por ultimo afirma que la teología no es una ciencia libre sino que siempre estará
ligada a la Iglesia.
[6] La teología cristiana, y con ella su servicio a la comunidad, así como su derecho a una
existencia peculiar entre otras ciencias, depende únicamente de que, teóricamente
reivindique el honor de la autoridad de la Biblia tal como queda definida y prácticamente,
la haga fecunda. Kart, Barth. Ensayos teológicos. Traducción Gancho. Barcelona: Herder,
1978. Pág. 188
[7] Karl, Barth. “La palabra soberana de Dios y la decisión de fe”, en la restauración
posliberal y la teología dialéctica. Pág. 111.
[8] José Míguez Bonino, “La introducción al texto” Karl, Barth, Introducción a la teología
evangélica, Buenos Aires, Aurora, 1986, p. 11 – 12.
[9] Luis Eduardo Cantero, Karl Barth: su aporte a la teología latinoamericana ¿podrá
existir una relación entre Barth y hoy?, Buenos, Aires, Material inédito, 2006.
[10] Míguez Bonino, Op, cit. pp. 41 – 49.

 10. Aportes y aplicaciones a la Iglesia de hoy. Creo que uno de los aportes mas importantes de
Barth es la sencillez y la practicidad de la mayoría de sus tesis, porque nacen de un pastor que se
sentía frustrado porque sus enseñanzas no suplían las necesidades de su congregación. También me
parece un buen aporte el freno (aunque no la desecha del todo) que le pone al abuso de la crítica
histórica, el racionalismo y el humanismo que la teología liberal le quería impregnar a la
interpretación bíblica. Creo muy importante ese deseo de Barth de volver a una sana practica de la
teología teniendo como base la revelación de Dios y no la conciencia humana de Dios que cada ser
persona pudiera tener. Barth también hace un llamado a volver a tomar como base de la
interpretación teológica a las escrituras las cuales contienen las palabras de Dios. Por ultimo creo
que también es un gran aporte centrarnos en el Cristo de la fe pero creo que no podemos olvidarnos
del todo del Jesús histórico el cual también tiene mucho que aportarnos a nuestra interpretación de
las escrituras.
[11] Hans Küng, Justificación. La doctrina de Karl Barth y una reflexión católica, Trotta,
2003

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