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Maestría en Sociología
Sociología Política
Ciudadanía y derechos
Para dirimir esa contradicción entre el sistema capitalista, el orden democrático liberal y
las cuestiones de desigualdad, Marshall propone su concepción de ciudadanía universal,
que contempla un modelo de derechos civiles, políticos y sociales (Marshall 1998) Los
civiles relacionados con el capitalismo, buscan la protección de la propiedad y las
libertades individuales, los políticos permiten la participación en el poder e instaurar un
sistema político democrático, y los sociales permiten alcanzar un nivel de bienestar para
la población. Con ello, Marshall pretendía conciliar la gran contradicción entre igualdad
formal y desigualdad sustancial.
Ello obedece a que mientras el Estado reconoce derechos sociales “no se elimina la
diferencia de clases, sino que se modifica el modelo de desigualdad capitalista en su
dimensión cualitativa y no cuantitativa” (Freijeiro 2005, 73). Es decir, que la ciudadanía
pasa de ser el conjunto de derechos para constituirse en una ciudadanía como status. Si
bien, el propósito es lograr la igualdad de las personas, el ejercicio efectivo de los
derechos sociales, requería que el Estado sea un árbitro que redistribuya los ingresos a
las personas más afectadas por las desigualdades. En efecto, al realizarse eso, los grupos
sociales eran favorecidos con “políticas asistenciales” o servicios públicos que no
mejoraban en nada su situación en el escenario social, antes bien generaban condiciones
a las que no todos podían acceder, o requisitos para la movilidad social. Por ejemplo, la
educación para acceder a mejores trabajos. En ese escenario, la solución planteada es la
privatización de los servicios públicos, dificultando aún más el acceso a las masas
desposeídas.
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Sociología Política
No se extingue la diferencia entre la igualdad formal y desigualdad sustancial. Por eso,
las principales críticas a esas visiones normativistas de la ciudadanía han sido
perspectivas que consideran la ciudadanía como un territorio en disputa que, al mismo
tiempo, construyen un Estado como productor de orden social. Esto ha pasado
principalmente en Latinoamérica, en escenarios, en los que los derechos sociales no se
llegan a promulgar, y las reformas que se pretenden hacer para ampliar el concepto de
ciudadanía y la reforma del Estado, en lugar de mejorar la situación de las clases bajas,
las empeoran (Castro 2002, 19).
A ello se suman las discusiones sobre una concepción de sociedad heterogénea, diversa
y fragmentada, frente a una concepción totalizante y homogeneizadora, propias de las
visiones de Marshall (Castro, 2002, 45). En ese sentido, aparecen las luchas sociales por
el reconocimiento de derechos y la formación de un tipo concreto de Estado,
problematizando las desigualdades desde la clase, la etnia y el género. Consideran, por
tanto, que el Estado es un medio por cual se puede construir un orden social, mediante
las luchas por la emancipación.
Conclusión
La ciudadanía en sus concepciones clásicas ha sido una herramienta para justificar las
desigualdades del sistema capitalista, y permitir su reproducción. Los derechos sociales
fueron concesiones a la mayoría de la población, sin criticar la estructura de clase. Las
críticas a Marshall se han dirigido a desmontar las concepciones de Estado y de sistema
político hegemónico en que se sustenta, para proponer la ciudadanía como un territorio
en disputa al que pueden acceder los grupos subalternos, y construir un tipo de Estado
incluyente.
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Referencias bibliográficas
Castro José Esteban, 2002 El retorno del ciudadano: Los inestables territorios de la
ciudadanía en América Latina, en Perfiles Latinoamericanos No. 8, No. 14, Flacso
México, www.cholonautas.edu.pe / Biblioteca Virtual de Ciencias Sociales. P. 39 69,
Freijeiro Varela, Marcos, 2005, Ciudadanía, derechos y bienestar: un análisis del modelo
de ciudadanía de T.H. Marshall, Universitas: Revista de Filosofía, Derecho y Política, n.
2, julio 2005, p.63-100.