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parejas
Positividad
Cuando una relación está en problemas, es común que la pareja se olvide de los rasgos
y las cualidades positivas que la unió en un principio. Los miembros de la pareja
deberían ser alentados a hacer una lista enumerando todo lo que aprecien del otro, y
luego intercambiarlas. Debido a que posiblemente haya pasado algún tiempo desde la
última vez que se transmitieron pensamientos de aprecio, esto puede ayudarlos a
enfocarse en la positividad.
Intercambio de roles
Es común que los miembros de la pareja sientan que el otro no lo escucha. Los juegos
de intercambio de roles, en los cuales un miembro cumple el rol del otro, puede darles
una perspectiva acerca de cómo un aspecto de la situación de uno de los miembros es
percibido por el otro miembro. Elige una asunto de discusión específico y que cada
miembro intente hablar desde el punto de vista del otro.
Discusión temporizada
En el clímax de una discusión, los miembros de la pareja se interrumpen entre sí,
suben el tono de voz o empiezan a gritarse. Para evitar esto, usa un temporizador de
cocina o un reloj despertador para darle a cada miembro de la pareja cantidades de
tiempo equivalentes para hablar. Durante un período de tres minutos, digamos, uno de
los miembros puede hablar y el otro, no. Luego de los tres minutos, el otro miembro
puede hablar. Continúa con esta metodología hasta que se termine el tema de
discusión.
Compartir
A veces, una relación está en problemas debido a que los miembros no se han tomado
el tiempo necesario para conocerse bien. Así que en las sesiones de terapia cada
miembro debería compartir alguna curiosidad que el otro no conozca. Cada uno
debería empezar diciendo: "Apuesto a que no sabías..." Entonces la conversación se
puede desarrollar en torno a esta curiosidad. El ejercicio puede dar una idea del pasado
de la pareja.
Sonido del silencio
Entre las sesiones de terapia, las parejas deberían encontrar un momento para
disfrutar, en silencio, de la compañía del otro. Ya sea escuchar música o sentarse bajo
el sol, la pareja debería pasar tiempo juntos sin hablar, disfrutando del silencio y de la
ausencia de discusiones.
Es la mejora de la relación de pareja por medio del intercambio de conductas positivas, sin que llegue a
ser un intercambio comercial del tipo "tu me das y por tanto yo te doy". Evita llegar a afirmar cosas tan
dañinas en una relación como: "Yo doy mucho más que tú".
4. Luego, eliges algo de la lista y lo haces, sin avisar y sin compromiso. Tomas nota de lo que
haces, del resultado obtenido y de la dificultad que has encontrado.
5. Después se comenta con la pareja y se perfecciona lo que merece la pena. Hay que tener en
cuenta que se ha hecho porque se ha querido y no porque se ha exigido, ni el terapeuta ni la
pareja. En esta sesión se pueden hacer sugerencias a la pareja sobre cosas que le gustaría
hacer, pero no son peticiones ni prescripciones.
6. Puede haber conductas que solamente se hagan una vez. Hay que puntualizarlo; por ejemplo,
iniciar de nuevo una luna de miel.
La escucha activa consiste en una forma de comunicación que demuestra al hablante que el oyente le
ha entendido. Existen varios niveles de escucha que se pueden emplear dependiendo de que del nivel
de entendimiento que se alcanza en cada caso caso:
1. Parafrasear, es decir, resumir lo que ha dicho. Si alguna parte nos ha llamado la atención,
podemos resaltar las palabras que más nos han impactado. Es una forma de dirigir la
conversación, porque el hablante va a ampliar la información sobre lo que hemos subrayado.
2. Reflejar el estado emocional. Además de que se le ha entendido, se le muestra que se sabe
como se siente. Ayuda; pero no basta con decir: “sé como te sientes” o “te entiendo”.
3. Validar: mostrar que se acepta lo que dice aunque no se esté de acuerdo. Es aceptable lo que
se dice, se entiende; aunque no se esté totalmente de acuerdo.
4. Estar completamente de acuerdo. Hay gente que la única forma que tiene de aceptar la
empatía del otro es a través del acuerdo completo de la otra persona.
5. En cualquier caso se puede cualificar lo que se dice como una opinión propia y no como una
afirmación indiscutible. Se hace introduciendo un tono en la expresión que relativice lo que se
dice o utilizando frases como: desde mi punto de vista, en mi opinión, etc.
Hay que tener en cuenta que no se puede aceptar aquello con lo que no se está de acuerdo; pero se
puede validar lo que se oye y mostrar la discrepancia como una opinión propia. Hay veces en las que la
opinión de uno no puede ser de ninguna forma aceptada, aunque sí oída.
Los ejercicios para comunicarse activamente dan resultado si los que hablan tienen algún punto en
común en el que estén de acuerdo. Si no es así, hacer ejercicios de comunicación puede llevar a un
distanciamiento entre los que lo hagan en lugar de acercarlos.
A continuación enunciamos algunos fallos en los que puedes caer cuando pretendes realizar una
escucha activa.
1. No rechazar las emociones que el otro manifiesta. Las emociones son reacciones automáticas
que frecuentemente se dan en determinadas circunstancias; pero que no son obligatorias y no
las controlamos. Por eso, decir a una persona que no debería sentir lo que siente implica un
reproche sobre una conducta sobre la que la persona no tiene control. Hay que tener en cuenta
que no está en su mano modificar ese sentimiento.
2. No juzgar. Recuerda el dicho bíblico: no juzgues y no serás juzgado.
3. No solucionar el problema. Quien te lo está planteando quiere compartirlo contigo, pero él (ella)
es la responsable de solucionarlo. Tú solamente puedes escuchar y dar tu opinión.
4. No interrumpir. Espera a que la otra persona te dé paso, aunque no estés de acuerdo con lo
que dice.
5. No cuentes tu propia historia. Recuerda que nadie escarmienta en cabeza ajena. Además, si te
está contando algo es para que entiendas su problema y, si cuentas tu historia estaréis
centrándoos en la tuya.
2/1/2009
Los problemas de pareja se presenta generalmente en la forma de que un los miembros hace una
conducta que no le gusta a la otra. Otras veces la queja es mutua.
En esta página se presenta un método que consiste en una interacción estructurada entre dos personas
diseñada para resolver una disputa concreta entre ellos.
No todos los problemas son solucionables. Por ejemplo, aquellos que están fuera del control del
responsable. Otros consisten en una elección entre dos valores de las personas que pueden no ser
negociables, por ejemplo, tener o no tener un hijo.
Los problemas más idóneos para las técnicas que aquí se explican son problemas que están sujetos a
negociación, a buscar soluciones creativas y a valorar la relación coste beneficio.
La disposición a cambiar para hacer al otro más feliz es fundamental para tener éxito.
Hay que separar de forma nítida dos fases: la fase de definición y la de solución y realizarlas
sucesivamente sin mezclarlas. Cuando se define no se intenta dar solución ni viceversa. Hay que tener
muy en cuenta que no se trata de volver al pasado o de quejarse sino de definir el problema.
1. Una frase positiva indicando que hay facetas o momentos en los que la relación funciona y el
problema no tiene importancia.
2. Una descripción de la conducta indeseable. Hay que ser específico y llegar a conductas
concretas evitando en todo momento la descalificación de la persona, sino centrarse en la
evaluación de la conducta. Se trata también de evitar palabras como “siempre” o “todo” que son
falsas y descalifican a quien las usa.
3. Una especificación de las situaciones en las que ocurre la conducta problema que se ha
definido.
4. Las consecuencias que esa conducta tiene para el componente que la sufre, incluyendo los
sentimientos que el provocan. Es importante que los sentimientos se refieran exclusivamente a
la conducta y sus consecuencias y no lleve a descalificaciones o menosprecios del otro.
5. Es necesario ser breve. Por ejemplo, hay que evitar poner demasiados ejemplos, preguntarse
por las causas y emplear los “¿por qués?” que siempre implican un reproche y no llevan a
resolver el problema.
6. Ambos miembros de la pareja tienen que estar de acuerdo en que se ha definido el problema y
para ello AMBOS han de reconocer la parte de su responsabilidad en la generación o
mantenimiento del problema. Si no se llega al acuerdo básico de quien ha de cambiar para que
se dé la solución, se puede hacer una definición bilateral del conflicto. En la que se incluyen las
conductas de ambos miembros, dentro de la regla de tratar un solo problema a la vez.
3. No hacer inferencias, hablar solamente de lo que se observa. Esto incluye no hacer juicios de
intenciones suponiendo que el otro intenta conseguir algo que no es observable.
4. Evitar el conflicto siendo neutral y evitando la negatividad o la lucha por el poder.
Fase de solución
Una vez que se está de acuerdo en la definición del problema, se pasa a la fase de solución. En esta
fase hay que:
3. Sobre la lista de soluciones alternativas que se ha generado se realiza un análisis de los pros y
los contras de cada una de ellas. De esa evaluación ha de derivarse un consenso en la solución
del problema. Es conveniente que el acuerdo se haga por escrito, porque obliga a una
concreción mayor.
En esta página se muestran creencias que se dan de forma muy generalizada sobre la relación de
pareja y que en realidad suponen errores de concepción que pueden ser obstáculos para su felicidad.
Está basado en el libro del profesor Arnold Lazarus: Mitos maritales, editorial,
Hablamos de matrimonio para facilitar la comprensión pero es igualmente aplicable a parejas que viven
juntas con un proyecto vital común
Mitos que se explican a continuación con detalle
Puedes pinchar en el que te llame la atención para ver por qué el mito no es más que un mito.
10. “Los buenos maridos arreglan enchufes, las buenas esposas ponen la lavadora”
14. “Los que aman de verdad adivinan lo que el otro piensa y siente”
16. “Las aspiraciones laborales del marido están por encima de las de la mujer”
La amistad pone el énfasis en las necesidades e intereses de dos personas independientes, mientras
que el matrimonio lo pone en la familia (en general).
La amistad supone un clima en el cual todos los sentimientos y emociones se pueden expresar con total
libertad, no afecta a la vida del otro lo que uno opine o sienta sobre temas importantes. En el matrimonio
la proximidad física constante y las responsabilidades compartidas dictan la necesidad de algún grado
de reserva emocional.
Si la amistad es una relación en la cual lo que se puede comunicar va de “A a Z”, en el matrimonio sería
más conveniente que fuera de “A a W”.
Por ejemplo, comentar fantasías sexuales con amigos íntimos de ambos puede perjudicar la relación.
Comentarlas con otros amigos no tendría impacto en la relación en la relación de amistad. El mismo
comentario con un amigo no tendría repercusión en la relación. .
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El matrimonio no es un tiempo romántico, es una relación práctica y seria. Quererse puede aprenderse y
ponerse en práctica durante el matrimonio. Aunque la educación romántica de la sociedad occidental
suponga que es una química que “aparece” y no se puede hacer nada para que prospere y se mantenga
en el tiempo.
Las diferencias económicas, de status social, de educación son importantes a la larga, aunque en un
primer momento de enamoramiento se crea que pueden ser eliminadas o al menos superadas. Cuando
la pasión decrece pueden convertirse en fuente de conflictos y desamor.
Una relación feliz se basa en conductas como: bondad, amabilidad, consideración, comunicación,
ajuste de los hábitos de cada uno, participación conjunta en varias actividades, consenso en valores,
reciprocidad, respeto muto.
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Que uno de los miembros tenga una aventura no es algo que sólo ocurre cuando hay problemas en la
pareja. Hay muchas razones y sólo algunas son reflejo de conflicto o fallos en la pareja. Puede que
haya falta de afectividad o deficiencias en las relaciones sexuales que hagan más probable la
infidelidad; pero hay otras como la curiosidad, o simplemente que se dé la oportunidad y no se dice que
no, que no tienen que ver con fallos en la pareja.
Otras veces son causas individuales las que llevan a uno de los miembros de la pareja a engañar al
otro. Por ejemplo querer demostrarse a uno mismo que se sigue siendo atractivo y deseable.
El sexo fuera de la pareja afecta siempre a la relación y es la primera causa de divorcio; pero no
siempre significa el fin de la misma, sin ayuda terapéutica continúan unidas el 35% de las parejas.
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La “sinceridad total” en una pareja puede ser mortal a veces. Por ejemplo, aunque hay una gran
variedad en la forma en como se relacionan las parejas, no suele aceptarse con serenidad el hecho de
que la pareja informe de una infidelidad. Confesar puede ayudar al infiel a encontrarse mejor y a poder
perdonarse a sí mismo, y suele sorprenderse mucho de que su pareja no valore su “sinceridad y
honestidad” y le eche en cara el engaño, reaccionando con mucha emotividad.
Tampoco es tan raro que ocurra lo que recoge el tópico de que “el interesado/a” es el último en
enterarse. Si la persona confía realmente en su pareja y piensa que él/ella no le engañaría es frecuente
que no se dé cuenta de lo que ocurre, aunque todos los que les rodean estén enterados.
Decir todo lo que le pasa a uno por la cabeza tampoco tiene mucho sentido. Por ejemplo, si se ve a una
mujer muy atractiva y el marido le dice a la esposa que piensa que le apetecería acostarse con ella,
posiblemente reciba un buen rapapolvo, por un pensamiento que en ningún momento ha creído que
tuviera trascendencia.
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Este mito surge de la falacia romántica que supone que la pareja ideal consiste en una fusión total, dos
convertidos en uno solo, todo lo hacen juntos y van juntos a todas partes.
Se trata de decidir individualmente pensando conjuntamente, no se es que haya que pedir permiso para
una actividad individual, pero hay que tener en cuenta los compromisos previos de la pareja y darle
prioridad, ya que hay una responsabilidad con esa persona con la que se convive y a la que afectan las
decisiones que uno tome.
Insistir en hacer todo juntos supone una presión perjudicial sobre ambos componentes de la pareja y
sobre la relación. No tener actividades compartidas es negativo para la cohesión.
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El matrimonio requiere adaptarse y ceder, también es necesaria la dedicación, ser buen negociador y
compartir los intereses del otro.
Pero “esforzarse” constantemente y a toda costa para que la relación funcione lleva al agotamiento y
a distanciarse del objeto de nuestro duro trabajo.
Debe resultar gratificante el hacer cosas por la otra persona, si no apetece nunca compartir su tiempo y
sus intereses, y si nada de lo que el otro haga por uno se aprecia o resulta placentero. por mucho
esfuerzo que se ponga al final se pasará factura por el trabajo realizado, y será la relación la que salga
perjudicada.
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Estar absolutamente seguro de la devoción de la pareja puede llevar a una sutil falta de respeto, si se
piensa que no es necesario hacer nada para seguir conquistando al otro. Si se considerase que el
cónyuge puede atraer a otras personas seguramente se aumentarán las muestras de interés y afecto
para que eso no suceda. Una ligera “inseguridad” ayuda a mantenerse más cuidadoso del aspecto
físico, más atento y respetuoso con el otro.
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No es responsabilidad del cónyuge hacer feliz a su pareja, porque ni siquiera uno mismo es responsable
de su propia felicidad. Por ejemplo, dejar que el disfrute sexual sea solamente responsabilidad del
hombre es un error que carga a uno con una tarea que depende de los dos.
Por otro lado, si uno tiene la idea de que el otro debe hacerle feliz su actitud será sentarse y esperar.
La felicidad es un producto que surge de la actividad que uno hace, aunque no siempre la misma
actividad produce el mismo efecto, porque depende de muchos factores. La persona que quiere sentirse
feliz se hace responsable de sus propios sentimientos y de la búsqueda de actividades placenteras.
Hacerse cargo de la propia felicidad incrementa las posibilidades de lograr que la vida y el matrimonio
sean satisfactorios.
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Suponer que el hogar es lugar idóneo para liberar las emociones contenidas es un grave error. Según
algunas personas sólo están siendo “ellos mismos” o “desahogándose”, cuando en realidad están
maltratando de palabra (y a veces de obra) a su pareja y/o su familia.
Hay graves consecuencias por este comportamiento (aparte de las legales), tales como revanchas por
parte del otro cónyuge e incluso el divorcio.
Unido a este está el mito de “un buen matrimonio se basa en el amor incondicional”, da igual cómo uno
se comporte el otro debe amarle por “sí mismo”. Pero las relaciones de pareja, como cualquier otra,
requieren educación y respeto.
También el mito de “amar es no tener que decir nunca lo siento” es un subproducto de estos otros, pero
es falso, si se cometen errores hay que pedir perdón, es la única forma de que le perdonen y humano es
errar.
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MITO 10. “Los buenos maridos arreglan enchufes, las buenas esposas
ponen la lavadora”
Aunque, en cuanto a tareas domésticas se refiere, han caído muchos estereotipos sobre lo que es
“masculino” y “femenino”; aún hay algunos hombres que suponen que poner la lavadora excede de sus
competencias, y algunas mujeres para las que programar el vídeo es algo impensable.
Como siempre el problema no es saber hacer o no, sino estar o no de acuerdo con lo que se hace. Por
eso, es conveniente hablar de qué sabe hacer cada uno y lo que está dispuesto a aprender y si es
necesario qué se puede encargar a personas de fuera para no enredarse en discusiones absurdas
sobre lo que uno tiene o no tiene que hacer según su sexo.
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Aunque los hijos suelen suponer una fuente de gran satisfacción para un matrimonio bien avenido; las
responsabilidades de educar y criar un hijo aumentan la presión sobre la pareja. Si la pareja tiene
problemas, la falta de sueño y de tiempo para el trabajo o el ocio sólo empeorarán una relación ya
debilitada.
Suponer que la pareja puede sentirse más unida por tener un hijo es un gran error.
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El mismo sueldo por el mismo trabajo, las mismas oportunidades para todos, son ideas democráticas
muy razonables; pero intentar llevar a la pareja (o familia) a un reparto totalmente equitativo de tareas y
responsabilidades es un error.
En la vida real los componentes de la pareja pueden aportar diferentes capacidades o conocimientos sin
que ello suponga un perjuicio para el otro. El hecho de intercambiar tareas, “si tú cocinas, yo paso la
aspiradora”, no debe convertirse en una lucha por la absoluta equidad. Si uno realmente ama a otra
persona disfruta haciendo algo por ella, sin necesidad de estar constantemente recordando lo mucho
que se “sacrifica” y lo poco que es correspondida. El matrimonio ideal sería una sociedad comunista en
la que cada uno da según sus capacidades y recibe según sus necesidades.
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MITO 13. “El matrimonio puede realizar todos nuestros sueños”
Este mito está relacionado con el mito del amor romántico, pero además le añade la “necesidad” del
otro, si no se vive en pareja no valen de nada el resto de los éxitos profesionales y personales, u otras
relaciones importantes.
Un buen matrimonio es muy deseable y ayuda a tener una vida plena, pero no es imprescindible. La
idea de que el matrimonio lo es “todo” genera mucho sufrimiento innecesario.
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MITO 14. “Los que aman de verdad adivinan lo que el otro piensa y
siente”
Nuevamente este mito se relaciona con el del “amor romántico”. Da por hecho que la compatibilidad
supone “compartir una sola mente”, “estar en la misma onda”.
Hay algo de verdad en que las personas que comparten algún tipo de intimidad (pareja, amigos,
colegas) a veces se entienden sin palabras y perciben los pensamientos y sentimientos del otro, la
palabra clave es “a veces”.
Esto sirve también para el matrimonio, es necesario comunicar con sensibilidad lo que quiero, lo que me
gusta y lo que creo que el otro piensa para poder tener una buena relación. No leer la mente ni esperar
que el otro nos la lea nos da una gran claridad y respeto en la relación.
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Un matrimonio infeliz es una dura prueba que a veces se mantiene por razones que nada tienen que ver
con el amor y el cuidado que se encuentran en una buena pareja. Hay muchos motivos de tipo
económico, social, religioso, o por miedo a la soledad, por los hijos, etc. por los que puede merecer la
pena mantener un pareja relativamente infeliz. Para ello, rebajar expectativas y exigencias exageradas
sobre la pareja puede ayudar a reparar una relación deteriorada, pero hay que considerar que, a veces,
es mejor una buena separación que una mala vida en común.
Considerar la felicidad personal por encima de otros aspectos y separarse solamente porque “no se
siente lo mismo” puede ser un error; pero seguir en una relación de sufrimiento o pelea constante, es
también un error.
Lo que hace más desgraciados a los hijos no es el hecho de que sus padres estén juntos o no, sino las
peleas y discusiones que tienen. Cuando se piensa en el divorcio, hay que tener en cuenta que, a
veces, las peleas se prolongan más allá de la separación y se pueden hacer más duras, con lo que el
perjuicio a los hijos continúa y se puede incrementar.
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MITO 16. “Las aspiraciones laborales del marido están por encima de
las de la mujer”
Es asunto de cada pareja valorar qué prioridad se le asignan a las exigencias del trabajo de cada uno de
ellos, no se trata de imponer sino de negociar teniendo en cuenta las necesidades individuales y las de
la familia.
Si una pareja funciona bien y ambos están de acuerdo en posiciones desiguales, tampoco hay que
cambiar en aras de una igualdad mal entendida.
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Si uno de los miembros de la pareja quiere dejarlo pero se queda por temor, lástima, dinero o culpa
¿qué clase de relación queda?
La resistencia a dejar que la pareja se vaya puede impedir que lo haga pero es una victoria envenenada.
Aunque es valiente luchar por la pareja esto sólo compensa cuando hay dos para hacerlo. No es
conveniente permanecer en un lugar donde uno solamente es tolerado o soportado.
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Si queda algo de afecto o comprensión, o al menos un rastro de compañerismo es lógico que se intente
evitar el divorcio. Sin embargo, si hay desprecio y todo lo que hace el otro causa enfado, permanecer en
la relación sólo acarreará dolor
Muchas relaciones desapacibles se mantienen porque sus miembros se apegan por razones que no
tienen nada que ver con el amor y la buena comunicación. Por ejemplo, miedo a la opinión de familiares
y amigos, presiones económicas, miedo a la soledad, etc. Es preciso analizar si estas razones son
suficientes para mantener una relación en la que no hay amor.
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La competencia disminuye la reciprocidad, los esfuerzos conjuntos y las metas comunes que son la
base de un matrimonio. En las relaciones competitivas se lucha por el liderazgo y entonces desaparece
el compañerismo.
Si hay competencia, cada uno trata de demostrar al otro que es mejor en el trabajo, con los amigos, e
incluso que le supera en el cariño de los hijos. La pelea es continua y cada uno insiste en sus derechos,
con lo cual no hay coalición ni se buscan soluciones cooperativas cuando surgen desacuerdos, cada
uno intenta ganar en todas las situaciones.
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MITO 20. “Debes transformar a tu pareja en alguien mejor”
Si a uno no le gusta la persona con la que va a casarse, es poco probable que le guste después de
hacerlo. Y, aún peor, si se consigue que el otro cambie a la fuerza, surgirá el rencor asociado a la
presión para un cambio que no se desea. Una cosa son los reajustes y adaptaciones necesarias en toda
vida de pareja y otra las exigencias de cambio.
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Los polos opuestos se atraen porque las diferencias les parecen divertidas e interesantes, sobre todo
durante la primera etapa del romance, a largo plazo lo que antes agradaba puede resultar incompatible
con las preferencias propias. Por ejemplo, una persona muy formal puede verse atraída por otra menos
convencional, pero después de los años esa diferencia puede dar lugar a graves discusiones.
Surgen problemas serios cuando los valores no son compartidos, pero también pueden surgir si las
preferencias sobre el ocio y el tiempo libre son siempre incompatibles.
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La idea de que lo que sucede en la pareja no debe comentarse con nadie porque es una traición a la
relación puede impedir que una pareja con dificultades encuentre solución a sus problemas, e incluso
que los relativice y aprenda a tolerar las dificultades de toda vida en común.
Consultar con un profesional puede salvar una buena relación si ambos están interesados en ello.
Consultar todas las decisiones de la pareja con la familia de origen puede impedir que la pareja se
constituya como ente independiente.
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Pensar que todas las relaciones sexuales de la pareja deben ser siempre una unión especial y
maravillosa, símbolo del amor que se profesan es absurdo. Sería como comer siempre en un
restaurante de cinco tenedores. A veces un bocadillo es tan satisfactorio y nos ayuda a estar
alimentados y felices. Con el sexo es igual, un encuentro sexual rápido y agradable no necesita velas,
flores y poesía, a veces es más satisfactorio.
Las parejas que aprenden a disfrutar de una variedad de actividad sexual del tipo: sexo amoroso, sexo
erótico, sexo lujurioso, sexo juguetón, etc… suelen tener menos conflictos y estar más unidos.
Cuando estamos enfadados, podemos tener ganas de castigar al otro y nos podemos negar a hacer el
amor; pero hay que tener en cuenta que después de una relación sexual los problemas se ven con otra
perspectiva emocional y aquello por lo que discutíamos pierde gran parte de su sentido.
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MITO 24. “Confórmese con lo que tenga”
Todas las parejas necesitan adaptarse y aprender a tolerar pequeños inconvenientes. Las expectativas
románticas inalcanzables impiden disfrutar de una relación amorosa en la vida real. Pero sí se puede
mejorar una relación de pareja, y es gratificante hacerlo. Si es preciso, hay que contar con la ayuda de
un profesional.
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Instrucciones: en cada una de las quince afirmaciones siguientes, coloque el número (del 1
al 7) que representa el grado en que está de acuerdo o en desacuerdo con ella.
1. un poco (5)
1. Ni de acuerdo ni en desacuerdo(4)
Ni de acuerdo ni en desacuerdo
1. un poco (3)
En desacuerdo
1. bastante en desacuerdo (2)
Si una persona tiene algunas dudas acerca de la relación, eso significa que algo no anda
bien en ella
Si mi pareja se enoja conmigo o me critica en público, eso indica que de verdad no me ama
Mi pareja debería saber qué es importante para mí sin tener que decírselo
Si mi pareja hace algo que me molesta, pienso que es porque desea herirme a propósito
Cuando mi pareja no está de acuerdo conmigo ante otras personas pienso que es una
señal de que no le importo demasiado
¿Tienes problemas con tu pareja? Éstas son sólo diez pautas de terapia de pareja. Antes de
1) Sé honesto/a.
Ser honesto y abierto durante toda la sesión con el asesor ayudará a mantener las cosas en el buen
camino y animar a cada parte a abrirse. Ser honesto te ayudará a establecer un tono claro para la
terapia.
Esto, como todo en la vida, sólo funcionará si se es sincero. Si hacemos un teatro y ocultamos
nuestras verdaderas opiniones y sentimientos no funcionará. Tenemos que abrir nuestro corazón
Hacer un compromiso para cambiar un comportamiento o perspectiva es difícil, pero usted puede
tomar los pasos necesarios para compartir su objetivo con su consejero e incluso firmar un
3) Ser específico.
Ser específico acerca de los problemas que están creando tensión en la relación es el primer paso
El consejero puede ayudarte a establecer objetivos concretos y alcanzables para que puedas
desarrollar nuevas habilidades a lo largo del camino, y puede fijar metas más altas a medida que
avanzas de nivel.
5) Aprende a perdonar.
El perdón es una parte importante de la terapia de pareja y aprender a perdonar puede salvar tu
relación.
Muchas parejas no se dan cuenta que simplemente están imitando el comportamiento de los
ayudar a identificar estos patrones de comportamiento para desarrollar una respuesta más sana a
tu situación actual.
Muchas personas se atascan en la trampa de volver a vivir una situación negativa. El consejero
8) Conocer tu personalidad.
La evaluación de tu personalidad es una parte del proceso del terapeuta y te ayudará a determinar
los atributos específicos de tu personalidad que pueden ser agravantes para el conflicto que estáis
viviendo.
9) ¡Haz tu tarea!
La terapia de pareja se lleva a cabo tanto en una oficina como en casa. Con esto quiere decir que
no sólo hay que realizar un esfuerzo en el despacho del terapeuta sino que hay que esforzarse
Tómate el tiempo necesario para escuchar y evitar llegar a conclusiones precipitadas. La paciencia