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Hermenéutica de los sentidos y reflexión filosófica

Stefanie Pacheco Pailahual

El autor inicia llevándonos a la cuestión del problema hermenéutico, expone el problema ¿Cuál es
la función de la interpretación de los símbolos en la economía de la reflexión filosófica? Para ello
utiliza como punto de partida el tema de la Simbólica del mal, el simbolismo vendría a ser la única
forma de acercarse al mal, de así comprenderlo. Plantea que experimentar el mal es también
expresarlo en el lenguaje, pero expresar el mal es interpretar sus símbolos. La simbólica del mal es
fundamental para el nacimiento del problema hermenéutico.

Es importante comprender que no debe pretender una separación entre el nivel semántico y el
mitológico; este último nivel representa la experiencia del mal a través de un personaje, tiene la
estructura narrativa de comienzo a final, de memoria a esperanza. El simbolismo religiosos dota a
los símbolos de universalidad, temporalidad y alcance ontológico, este simbolismo tiene por
característica el ser dualista, dicotómico, binario en sus expresiones (pecado-redención muerte-
salvación).

En un primer ejercicio procede a referenciar a dos extremos de las tradiciones de la hermenéutica,


para lo cual enfrenta al psicoanálisis con la fenomenología de la religión. Los postulados de Freud
indican que la religión viene a hacerse cargo de la carga neurótica del individuo, de proporcionar
consuelo y dicha. Esta perspectiva ubica a la religión como una ilusión, un mecanismo de defensa y
estabilización de los sentidos frente a la ferocidad de la naturaleza.

“La ilusión es uno de los medio que la civilización emplea cuando la lucha contra la
naturaleza fracasa, entonces inventa dioses para exorcizar el miedo, para reconciliar al
hombre con la crueldad del destino, y para compensar el “malestar” que el instinto de
muerte vuelve incurable” (292)

En esta oposición, es donde Ricoeur nos lleva al conflicto de las hermenéuticas y considera la
oposición entre fenomenología de la religión y el análisis freudiano como necesarios para y
complementaria a una filosofía de la reflexión. Por una parte, la fenomenología de la religión
procura encontrar el sentido de los símbolos, ritos y mitos religiosos recuperando el sentido de lo
sagrado a través de la descripción fenomenológica de los símbolos y buscando revelar su verdad a
través de la emergencia de la intencionalidad significativa del símbolo. De ahí que los símbolos no
sean nunca arbitrarios ni tampoco creaciones antropológicas sino una expresión del ser, un dirigirse
del ser a los hombres y una revelación del sentido del ser a lo humano. La fenomenología de la
religión busca recuperar el sentido primero de los símbolos a través del restablecimiento de un
sentido que se escucha como una proclama la cual se debe considerar como un mandato.

A su vez, la tradición de Freud y otros autores similares, se caracterizan por su intencionalidad


crítica, procuran desmitificar los símbolos para revelar las ilusiones humanas y develar lo básico de
su consistencia en relación a procesos en que los hombres asumían como libres. Así las acciones
humanas vienen a ser procesos que son ocultados por los mitos, símbolos o ritos humanos.

Esta exposición de las dos hermenéuticas sirve para aproximarnos a la idea de conciencia, esta
entendida como la última realidad, la realidad que podemos conocer/alcanzar, que se debe llegar a
ella; una conciencia en potencia. Distinta al concepto de conciencia elemental y de base.

“La conciencia no es inmediata, sino mediata, no es fuente, sino la tarea de llegar a ser más
consciente” (294)

La aproximación final de Ricoeur, indica que la reflexión filosófica vendría a ser una reconciliación
entre estas dos hermenéuticas, de tradiciones opuestas, de estilos provenientes de extremos con
una distancia aparente irreconciliable.

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