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Zurbano Díaz de Cerio, (1998), en su libro Bases de una Educación para la

Paz y la Convivencia.

Este autor expresa que las capacidades de los alumnos y alumnas que hay que
desarrollar para educarlos en la convivencia. ¿Qué es lo que hay que trabajar?
¿Qué debemos enseñar?, afirma que no se trata de capacidades nuevas, sino de
una serie de capacidades fundamentales en Educación Infantil, presentes en los
objetivos generales de etapa y en las distintas áreas de enseñanza.

Basta con aprovechar todo el potencial del currículo, (objetivo y contenido), sin
necesidad de acudir a planteamientos o actividades específicas. Se necesita, por
supuesto, una sensibilidad especial por la convivencia pacífica y ser consciente
de que trabajando las capacidades sociales de la Educación Infantil se está
desarrollando en los alumnos las capacidades básicas para ir aprendiendo a
convivir en paz y armonía con los otros en cualquier situación de la vida.

Se construye así una base sólida para el desarrollo posterior: si los niños, desde
pequeños, van aprendiendo a respetar a los demás, a dialogar y comunicarse con
los otros, a jugar y colaborar con los compañeros..., van adquiriendo una base
sólida para actuar y convivir en paz y armonía. Educar para la paz es
simplemente trabajar las capacidades sociales del currículo escolar: los objetivos
de la Educación para la Paz, en Educación Infantil, están todos en el currículo
escolar.

Te presento un resumen o esquema de las capacidades sociales que, según el


currículo, hay que trabajar en esta etapa. El primer objetivo es aprender a
relacionarse con los demás: Para ello el alumno/a deberá: Establecer vínculos
fluidos de relación con los adultos y con sus iguales en un ámbito cada vez más
amplio. Articular progresivamente los propios intereses, puntos de vista y
aportaciones con los de los demás. Adecuar el propio comportamiento a las
necesidades, demandas y explicaciones de otros niños y adultos.

Conocer las normas y modos de comportamiento social de los grupos de los que
forma parte. Participar en diversos grupos en el transcurso de distintas
actividades. Para conseguir este objetivo los docentes deben: Crear un clima de
cariño y afecto, de seguridad y confianza, en las relaciones con los adultos y
compañeros, dedicando especial atención a ayudar a los alumnos que sufren
miedos o temores. Atender especialmente a los niños que, por problemas
familiares, llegan a la escuela con dificultades de relación y tienden a inhibirse
en las relaciones con los demás. Fomentar las relaciones interpersonales de los
alumnos impulsando el trabajo en gran grupo y pequeños grupos y potenciando
las actitudes de colaboración, ayuda y solidaridad.

Querer que los niños se sientan miembros de la escuela, fomentando para ello las
relaciones con los adultos del centro y con los alumnos/as de otras clases, de
modo que capten y vivan una buena relación con la escuela, los educadores y las
familias. Potenciar las relaciones interclases procurando que los alumnos
conozcan las normas, características y relaciones de toda la escuela, de todos sus
espacios y de todos los elementos personales.

El segundo objetivo es: Aprender a explorar el entorno natural, familiar y social.


Para ello los alumnos deberán: Observar su entorno natural, familiar y social.
Reconocer los sentimientos de afecto de los adultos e iguales. Identificar los
intereses, puntos de vista, sentimientos, emociones, necesidades y aportaciones
de los demás. Conocer algunas manifestaciones culturales de su entorno (fiestas,
tradiciones y costumbres).

Para conseguir este objetivo: el docente dedicará un tiempo suficiente a la


observación del entorno, por parte de los alumnos, procurando no limitar la
observación al entorno físico o natural, sino atendiendo también al entorno
humano (familiar y social). El entorno es, para los niños de esta edad, fuente
fundamental de conocimientos, experiencias y modelos de conducta: el niño
pequeño aprende a convivir observando a las personas de su entorno que se
relacionan y conviven. La observación del entorno humano se fijará en la
diversidad de personas, trabajos, actividades, situaciones, necesidades, grupos ...
que los alumnos encuentran a su alrededor.

Se ayudará a los niños de esta etapa a descubrir y valorar los sentimientos de


afecto de los adultos e iguales que viven con ellos; este descubrimiento
favorecerá sus

relaciones con los demás y ayudará en la construcción de la propia identidad


(autoconcepto y autoestima). Lo anterior será más urgente en los casos de
alumnos con déficits afectivos: habrá que cuidar especialmente los problemas y
necesidades de afectividad de estos alumnos y tratar de compensar las
consecuencias de problemas extraescolares.

Para superar las tendencias egocéntricas de los niños de esta edad procuraremos
que descubran e identifiquen la realidad de las otras personas: gustos,
necesidades, sentimientos, aportaciones...; el proceso no es fácil, pero sí
absolutamente necesario para progresar en el desarrollo social de los niños; se
deberá dedicar una atención específica.

Las ideas para educar la convivencia según este autor, podrían ser: equilibrio
entre autonomía y socialización, estos son dos pilares básicos donde se sustenta
la persona, es necesario tener un equilibrio entre ambas, pues la convivencia y el
vivir en armonía con los demás no debe impedir la propia autonomía y
personalidad. Otra idea es conseguir una socialización creativa, considerando a
los demás como una experiencia gratificante para conseguir la autoafirmación.

Además, los requisitos necesarios que hacen posible la convivencia sería: la


pureza de la convivencia, esta debe ser libre, no se debe poseer ni ser poseído
por otro, pues esto conduce a comportamientos inadecuados. La integración
social, requiere limitar y sacrificar los bienes propios en beneficio de la
comunidad. Adquirir compromisos a favor de los demás, olvidándose de sí
mismo, aceptar las leyes, ejercer los propios derechos y cumplir las propias
obligaciones, para vivir en sociedad.

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