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SALA PENAL PERMANENTE CASACIÓN Nº 367-2011-LAMBAYEQUE

SENTENCIA CASATORIA

Lima, quince de julio de dos mil trece

VISTOS; en audiencia privada; el recurso de casación para desarrollo de


doctrina jurisprudencial, interpuesto por la defensa técnica de la encausada
Francisca Correa Montenegro contra la sentencia de vista del veintisiete de
setiembre de dos mil once, de fojas ciento cincuenta y siete, que confirmó la
sentencia de primera instancia del trece de julio de dos mil once, de fojas noventa
y cuatro, que la condenó como cómplice del delito contra la libertad, en su
modalidad de violación sexual de menor de edad, en agravio de la menor de
iniciales R.N.S.R., y revocó el extremo que le impuso treinta años de pena
privativa de libertad y, reformándola, le impusieron diez años de pena privativa
de libertad. Interviene como ponente el señor Juez Supremo Pariona Pastrana.

I. ANTECEDENTES

1.1. Que, llevado a cabo el proceso penal, el Fiscal Provincial Penal Corporativo
de Jaén, por requerimiento fiscal del diecisiete de marzo de dos mil once -fojas
quince- solicitó se imponga treinta años de pena privativa de libertad a los
encausados Gilberto Castillo Díaz, como autor y Francisca Correa
Montenegro, a título de cómplice primaria, por el presunto delito contra la
libertad sexual, violación sexual de menor, ilícito previsto y sancionado en el
numeral dos del artículo ciento setenta y tres del Código Penal, en agravio de la
menor de iniciales R.N.S.R., así como el pago de cinco mil nuevos soles por
concepto de reparación civil de manera solidaria a favor de la menor antes
referida.

1.2. Así, por resolución del veintisiete de mayo de dos mil once -fojas treinta- se
dictó auto de enjuiciamiento, llevándose a cabo el juicio oral contra la encausada
Francisca Correa Montenegro, pues el encausado Castillo Díaz fue declarado
reo contumaz; y concluidos los debates orales, se emitió sentencia el trece de
julio de dos mil once -fojas noventa y cuatro-, que falló condenado a la antes
referida, como cómplice primaria del delito contra la libertad sexual, en su
modalidad de violación sexual de menor de edad, previsto en el artículo ciento
setenta y tres segundo párrafo del Código Penal, en agravio de la menor de
iniciales R.N.S.R. a treinta años de pena privativa de la libertad, y fijó la suma de
cinco mil nuevos soles por concepto de reparación civil a favor de dicha menor.

1.3. Leída la sentencia en audiencia privada, la condenada interpuso recurso de


apelación dentro el plazo de ley, fundamentándolo por escrito del veinte de julio
de dos mil once - fojas ciento veintiuno-, y concedido el mismo, por resolución
del veinte de julio de dos mil once -fojas ciento veintiocho- se elevaron los autos
al superior jerárquico, donde se señaló fecha para llevar a cabo la audiencia de
apelación de sentencia.

1.4. Que, llevada a cabo la audiencia de apelación, se emitió sentencia de vista


el veintisiete de setiembre de dos mil once -fojas ciento cincuenta y siete-, de
cuyo análisis se desprende que a criterio del a quien el grado de complicidad de
la imputada solo fue secundario, pues si bien colaboró en alguna de las
oportunidades que el imputado Castillo Díaz ultrajó a la menor agraviada, la
conducta desplegada por dicha imputada no fue determinante para la realización
del hecho punible, razón por la cual consideró necesaria la graduación de la pena
impuesta primigeniamente; de esta manera, confirmó la sentencia de primera
instancia que condenó a la acusada Correa Montenegro, como cómplice, y
revocó la pena impuesta de treinta años y, reformándola se le impuso diez años
de pena privativa de libertad.

1.5. Leída la sentencia de vista en audiencia privada, la encausada Correa


Montenegro interpuso recurso de casación, dentro del plazo señalado en la ley
procesal, y fundamentado por escrito del once de octubre de dos mil once -fojas
cientos sesenta y cuatro- invocando como causal el inciso uno del artículo
cuatrocientos veintinueve del Código Procesal Penal, motivo por el cual por
resolución del trece de octubre de dos mil once -fojas ciento setenta y uno- la
Sala Descentralizada y de Apelación de Jaén concedió el recurso de casación,
disponiendo se eleven los autos al Supremo Tribunal.

1.6. Elevados los autos a este Supremo Tribunal, con fecha siete de noviembre
de dos mil once, y cumplido el trámite de traslado a las partes procesales, por
Ejecutoria Suprema del veinticuatro de febrero de dos mil doce –fojas trece del
cuadernillo formado por este Supremo Tribunal-, en uso de sus facultades,
declaró inadmisible el recurso de casación por la presunta causal prevista en el
inciso uno del artículo cuatrocientos veintinueve del Código Procesal Penal, y
declaró bien concedido el recurso de casación para el desarrollo de doctrina
jurisprudencial, por la causal prevista en el inciso tres del artículo cuatrocientos
veintinueve del Código Procesal Penal.

1.7. Deliberada la causa en secreto y votada el día de la fecha, esta Suprema


Sala cumplió con pronunciar la presente sentencia de casación, que se llevará
en audiencia privada, con las partes que asistan.

II. DEL ÁMBITO DE LA CASACIÓN

2.1. Como se estableció por Ejecutoria Suprema del veinticuatro de febrero de


dos mil doce -fojas trece del cuadernillo formado por este Supremo Tribunal-,
este Supremo Tribunal declaró bien concedido el recurso de casación para el
desarrollo de doctrina jurisprudencial, por errónea interpretación de la ley penal,
al considerar un interés casación al a fin de que se determine si el sustento
fáctico de la conducta imputada en la acusación fiscal se enmarca en el delito de
violación sexual en grado de complicidad primaria o secundaria, conforme al
inciso cuarto de artículo cuatrocientos veintisiete del Código Procesal Penal y
por la causal prevista en el inciso tres del artículo cuatrocientos veintinueve del
citado texto legal.

III. GRADOS DE INTERVENCIÓN DELICTIVA EN LA COMPLICIDAD

3.1. La descripción de un hecho típico está pensada originalmente en la


comisión unitaria de ese suceso. Vale decir, que se construye en torno a la
realización individual del hecho delictivo. No obstante, la realidad demuestra que
un delito no solo puede ser obra de una persona, sino que puede ser atribuido a
un colectivo de intervinientes. 3.2. Nuestro Código Penal distingue dos formas
de intervención: la autoría y participación. En torno a la primera caben la figura
de la autoría directa, mediata, la coautoría y la inducción (tradicionalmente
conocida como autoría intelectual). En torno a la segunda solo caben la
complicidad primaria y la complicidad secundaria. 3.3. No existe una diferencia
establecida en el Código Penal en torno a qué debe entenderse por autoría y
que ha de entenderse por complicidad. De ahí que es necesario acudir a la
doctrina y jurisprudencia para establecer una diferenciación entre ambos niveles
de intervención.

3.4. En primer lugar, puede adoptarse la teoría del injusto único de intervención.
Según esta teoría no existe una distinción, a efectos de la configuración del
injusto, entre la autoría y la participación. Ambas categorías solo serán
diferenciables al momento de la determinación de la pena, siendo que el autor
recibirá una mayor pena y el cómplice una menor.

3.5. Debido a que la autoría y la participación no son relevantes a efectos de la


configuración del injusto, el criterio de diferenciación entre ambas no es de
carácter cualitativo, sino que es cuantitativo. En ese sentido, será autor, aquel
sujeto cuyas contribuciones hubieran sido más importantes para la realización
del hecho delictivo; asimismo, por contraposición, aquella persona que hubiera
realizado aportes menos relevantes será considerado partícipe.

3.6. Una consecuencia adicional de adoptar esta teoría es que desaparece la


accesoriedad, como criterio fundamentador de la responsabilidad del partícipe.
3.7. En segundo lugar, tenemos las teorías restrictivas, las cuales han sido
acogidas en este Supremo Tribunal y el Tribunal Constitucional, que son las que
adoptamos; siendo ilustrativa al respecto la sentencia Nº 1805-2005-HC/TC-
Lima, Máximo Humberto Cáceda Pedemonte, del 29 de abril de 2005, en la que
el Tribunal Constitucional toma partido por una determinada posición doctrinal
acerca de la intervención delictiva, definiendo quién es autor y quién es partícipe;
con este fin, se afilia a la teoría del dominio del hecho, según la cual, por un lado,
es autor quien ostenta dominio sobre el resultado del hecho, y, por otro, es
partícipe quien contribuye con el actuar del denominado autor, sin tener dominio
del hecho. En esta línea de desarrollo, el Tribunal Constitucional se pronuncia
acerca del fundamento de la responsabilidad penal del partícipe, afirmando que
este responde por brindar un aporte accesorio al autor, para la realización del
hecho punible. De esta forma, el Supremo Intérprete de la Constitución recoge
una posición doctrinal de larga tradición, y que, además, ha servido de
fundamento para gran parte de los pronunciamientos judiciales de los últimos
años, teoría que conforme detallaremos, debe ser considerada como punto de
inicio para el análisis sobre el tópico sub examine, para luego ser
complementada por criterios provenientes de las teorías normativistas, dada la
objeción a la teoría del dominio del hecho al “estar anclad(a) en una perspectiva
ontológica que desconoce el sentido, fundamentalmente social-normativo” 3 .
3.8. De estas, es la teoría del dominio del hecho la que mayor acogida ha tenido.
Según esta teoría será autor quien tenga el dominio del suceso delictivo. De otro
lado, el partícipe, será aquel que ayude a la realización del tipo, sin tener el
dominio del hecho. Es necesario resaltar que el partícipe no tendrá un injusto
propio, sino que su intervención se encuentra supeditada a la acción del autor, a
la cual accede.

3.9. La complicidad es definida como la cooperación a la realización de un hecho


punible cometido, dolosamente, por otro; o, de manera más sencilla, como el
prestar ayuda a un hecho doloso de otro. El cómplice carece del dominio del
hecho, que solo es ejercido por el autor del delito.

3.10. Desde la perspectiva de este Supremo Tribunal la diferencia entre ambas


radica en el tipo de aporte prestado por el cómplice. Serán susceptibles de ser
considerados actos de complicidad primaria aquellos actos que sean
esenciales para que el autor pueda cometer el delito. Es el caso de aquella
persona que proporciona las armas a una banda de asaltantes de bancos.

3.11. De otro lado, la complicidad secundaria se compone por cualquier


contribución, que no sea esencial para la comisión del delito. Se trata de aportes
que no son indispensables. Es el caso de aquel sujeto que tiene la función de
avisar a los asaltantes de un banco de la llegada de la Policía.

3.12. La determinación de la esencialidad o no esencialidad del aporte sirve para


diferenciar la complicidad primaria y secundaria. El aporte ha de ser valorado a
través de los filtros de la imputación objetiva, para determinar si el mismo
constituye o no un riesgo típico. Luego, habrá de analizarse si la conducta -
objetivamente típica- también puede ser imputada subjetivamente.

3.13. En el análisis subjetivo tiene que determinarse si la conducta fue realizada


o no de forma dolosa. Nuestro Código Penal solo admite la posibilidad de una
participación dolosa, distinto a lo que prevé la doctrina. Por ello, necesariamente
en la imputación subjetiva tendrá que determinarse si la persona tenía o no
conocimiento de que el aporte (objetivamente típico) que estaba realizando, sea
esencial o no esencial, servía para la comisión del delito.
3.14. Estando a los fundamentos esgrimidos, podemos arribar a la conclusión
que existen conductas desarrolladas por algunos sujetos que si bien pueden
evidenciar una forma de aporte para la perpetración de un hecho, lo cual
significaría que estamos ante un acto objetivo de complicidad; sin embargo,
luego de realizado el análisis objetivo, debe establecerse el análisis subjetivo,
buscando concretamente determinar si el aporte fue realizado de manera dolosa,
para los efectos de arribar a la conclusión de si aquel aporte alcanzan una
responsabilidad penal.

IV. LA PRUEBA DEL DOLO

4.1. La imputación subjetiva se centra en determinar si el autor actuó con dolo,


entendido como el conocimiento exigido al sujeto según su rol en un caso
concreto; y, culpa, entendida como el no conocer que la acción es delictiva, pero
que es posible de exigir en función a la posición del imputado en el contexto de
la acción por él realizada.

4.2. Un error común al momento de evaluar el elemento subjetivo del delito es


obviar su prueba, y dar por supuesto o probado el elemento subjetivo. Ello puede
constatarse al observar una resolución y analizar que el juzgador centra todos
sus argumentos en la imputación objetiva, descuidando la argumentación en el
plano subjetivo.

4.3. La prueba del dolo en el proceso penal va de la mano del concepto que se
tenga de dolo. Si se parte de considerar un concepto eminentemente subjetivo
de dolo (que ponga un énfasis en el elemento volitivo), entonces existirá un serio
problema de prueba, porque no es posible -al menos no con los métodos de la
ciencia técnica actual- determinar qué es aquello que el sujeto deseó al momento
de realizar la acción.

4.4. El problema de la prueba del dolo será distinto en el caso de que el concepto
sea de corte normativo. Ya no se buscará determinar el ámbito interno del
procesado, sino que el énfasis se centrará en la valoración externa de la
conducta, vale decir, en la imputación.
4.5. En una concepción normativa del dolo, la prueba buscará determinar si el
sujeto, según el rol que ocupaba en el contexto concreto, tenía o no conocimiento
de que la acción que realizaba era constitutiva de un delito.

4.6. Por ejemplo, si un policía tiene un arma y dispara a un delincuente en la


cabeza, de forma innecesaria, más aún cuando el delincuente estaba
desarmado, podríamos considerar que estamos frente a un hecho doloso. En
este caso, el policía sabe que el disparo que el realiza tendrá como efecto la
muerte de la persona.

4.7. Tradicionalmente el dolo se ha definido como conciencia y voluntad de la


realización de una conducta objetivamente típica. En el dolo, la relación es
directa tanto en lo causal como en lo culpable, por ello el agente conoce el
resultado delictivo y lo quiere, para actuar dolosamente no es suficiente con el
conocimiento de los elementos del hecho típico, es preciso querer realizarlo. Es
la concurrencia de esa voluntad lo que fundamenta el mayor desvalor de acción
del tipo de injusto doloso frente al imprudente.

4.8. En ese sentido, el dolo del cómplice radica en el conocimiento de la clase


del hecho al cual coopera, saber que es un hecho injusto y la voluntad de prestar
la colaboración; que la ayuda prestada ocasionalmente sin voluntad no es
complicidad.

4.9. En consecuencia, estando a los argumentos antes esgrimidos este


Supremo Tribunal considera que debe establecerse como doctrina
jurisprudencial que para los efectos de determinar la responsabilidad penal en
grado de complicidad, sea primaria o secundaria, deberá analizarse si la
conducta desplegada por el imputado en cada caso concreto al cooperar o
prestar colaboración, ha constituido un aporte que contenga el elemento
subjetivo del dolo.

ANÁLISIS DEL CASO CONCRETO

4.10. Siendo así, en el caso de autos se advierte que a Correa Montenegro se le


imputó el delito de violación sexual, en grado de cómplice primaria;
argumentando que la menor de iniciales R.N.S.N. fue ultrajada por Gilberto
Castillo Díaz (reo contumaz) en varias oportunidades, entre ellas en su domicilio,
en el cementerio y en tres de dichas oportunidades las relaciones sexuales se
consumaron en el inmueble de la referida encausada. Bajo el grado de
complicidad primaria es que se le procesó y finalmente en la sentencia de
primera instancia del trece de julio de dos mil once -fojas noventa y cuatro- se le
condenó a treinta años de pena privativa de libertad; sin embargo, en vía de
apelación, llevada a cabo la audiencia respectiva, la Sala Superior emitió
sentencia el veintisiete de setiembre de dos mil once –fojas ciento cincuenta y
siete- en la cual se arribó a la conclusión de que la conducta desplegada por la
encausada era en grado de complicidad secundaria mas no primaria, motivo por
el cual se procedió a reformar el extremo de la pena en atención al segundo
párrafo del artículo veinticinco del Código Penal, imponiendo la sanción de diez
años de pena privativa de libertad. Desde nuestra perspectiva, y sobre la base
de la teoría del dominio del hecho, complementada con los criterios provenientes
de la imputación objetiva -superando una perspectiva ontológica-, la conducta
objetivamente resulta inocua y neutral para el Derecho Penal.

4.11. Por otro lado, desde una perspectiva subjetiva de la conducta, debemos
afirmar que la procesada no actuó dolosamente. Efectivamente, no existe prueba
suficiente para determinar que la encausada habría prestado su vivienda con el
conocimiento de que iba a producirse el acceso carnal entre el encausado y la
agraviada. La versión de la menor acredita que dos de las siete ocasiones donde
sostuvo relaciones sexuales fueron en la casa de la encausada Correa
Montenegro, mas no que ella tenía conocimiento de que su vivienda sería
utilizada por el encausado para sostener relaciones sexuales con la menor
agraviada.

4.12. En consecuencia, es evidente que en el caso concreto se efectuó una


errónea aplicación del artículo veinticinco del Código Penal, relativo a que tanto
el Juzgado Unipersonal como las Salas Superiores, únicamente deben aplicar el
artículo veinticinco del Código Penal, siempre y cuando de la conducta
desplegada por el procesado se establezca no solo que prestó algún tipo de
auxilio o asistencia para la realización de un hecho ilícito, sino además que se
logre acreditar que aquella contenga como elemento subjetivo el dolo
(conocimiento de que la acción realizada era ilícita).
4.13. Cabe indicar que en el caso sub examine se ha producido una votación en
mayoría, por lo tanto, se ha resuelto los de la materia de conformidad con el
artículo cuatrocientos treinta y uno inciso cuarto in fine del Código Procesal
Penal.

IV. DECISIÓN

Por estos fundamentos: Declararon por mayoría:

I. FUNDADO el recurso de casación para desarrollo de doctrina


jurisprudencial, por errónea interpretación del artículo veinticinco del
Código Penal; en consecuencia

CASARON la sentencia de vista del veintisiete de setiembre de dos mil once, de


fojas ciento cincuenta y siete.

II. Actuando en sede de instancia y pronunciándose sobre el fondo:


REVOCARON la sentencia de primera instancia del trece de julio de
dos mil once, de fojas noventa y cuatro, que condenó a Francisca
Correa Montenegro como cómplice del delito contra la libertad, en su
modalidad de violación sexual de menor de edad, en agravio de la
menor de iniciales R.N.S.R.; reformándola: la ABSOLVIERON de la
acusación fiscal por el delito y agraviado en mención.

III. DISPUSIERON: la anulación de sus antecedentes penales y judiciales


que se hubieran generado como consecuencia del presente proceso y
el archivo definitivo de la presente causa.

IV. ORDENARON su inmediata libertad, siempre y cuando no exista otro


mandato de detención emanado por autoridad competente;
oficiándose vía fax con tal fin a la Sala Superior correspondiente, para
los fines consiguientes.

V. ESTABLECIERON como doctrina jurisprudencial que para los efectos


de determinar la responsabilidad penal en grado de complicidad, sea
primaria o secundaria, en cada caso concreto, deberá analizarse la
conducta del imputado desde la perspectiva de los criterios de
imputación objetiva, teniendo punto de inicial para el análisis la teoría
del dominio del hecho.
VI. ORDENARON se dé lectura de la presente sentencia casatoria en
audiencia privada y se publique en el diario oficial “El Peruano”, de
conformidad con lo previsto en el numeral tres del artículo
cuatrocientos treinta y tres del Código Procesal Penal. Hágase saber.

SS. VILLA STEIN; PARIONA PASTRANA; PRÍNCIPE TRUJILLO; ROZAS


ESCALANTE EL VOTO DE LA SEÑORA JUEZA SUPREMA BARRIOS
ALVARADO ES COMO SIGUE:

Primero: Como se estableció por la Ejecutoria Suprema del veinticuatro de


febrero de dos mil doce -fojas trece del cuadernillo formado por este Supremo
Tribunal-, este Supremo Tribunal declaró bien concedido el recurso de casación
para el desarrollo de la doctrina jurisprudencial, por errónea interpretación de la
ley penal, al considerar de interés casacional que se determine si el sustento
fáctico de la conducta imputada en la acusación fiscal se enmarca en el delito de
violación sexual en grado de complicidad primaria o secundaria, conforme al
inciso cuarto del artículo cuatrocientos veintisiete del Código Procesal Penal, por
la causal prevista en el inciso tres del artículo cuatrocientos veintinueve del citado
texto legal.

Segundo: En el caso de autos se advierte que a la encausada Francisca Correa


Montenegro, en primera instancia, se le condenó por el delito de violación sexual,
en grado de cómplice primaria a treinta años de pena privativa de libertad; sin
embargo, en vía de apelación se determinó que su conducta constituiría una
complicidad secundaria.

Tercero: La complicidad constituye la segunda forma de participación


reconocida en el Derecho Penal peruano, cuya regulación se encuentra
estipulada en el artículo veinticinco del Código Penal que prevé: “El que
dolosamente, preste auxilio para la realización del hecho punible, sin el cual no
se hubiere perpetrado, será reprimido con la pena prevista para el autor. A los
que de cualquier otro modo, hubieran dolosamente prestado asistencia se les
disminuirá prudencialmente la pena”. Dicho aquello, la complicidad puede
considerarse como una forma de participación criminal en donde caben a modo
de “cajón de sastre”5 todo auxilio, ayuda o cooperación intencional para la
realización de un delito doloso que no constituye autoría, coautoría o autoría
mediata.

Cuarto: La complicidad constituye un incremento de riesgo jurídicamente


desaprobado, causal para el resultado típico6. Usualmente también se la define
como la cooperación en un hecho punible cometido dolosamente por otro, de
manera más sencilla, como el prestar ayuda a un hecho doloso de otro7 que se
consuma o al menos queda en la fase de la tentativa.

Quinto: En ese sentido, la ley distingue dos niveles o grados de complicidad


convirtiéndolos en indispensables y no indispensables. La calidad del aporte
dependerá siempre de su naturaleza imprescindible y su eficacia en la lesión del
bien jurídico; sin embargo, el valor central del aporte no deja de vincularse al
desarrollo del proceso de ejecución del delito. Así, la cooperación necesaria o
complicidad primaria solo será posible en la etapa preparatoria, antes del
principio de ejecución (tentativa); en tanto, de otro modo aquella cooperación se
convertiría en coautoría. La complicidad secundaria o simple, por tratarse de
un mero auxilio o asistencia, como prescribe la ley peruana, puede realizarse
tanto en la fase preparatoria del delito como en la ejecutiva hasta la
consumación.

Sexto: Ambas formas de complicidad comportan una participación en un hecho


delictivo ajeno mediante acciones que se caracterizan por no tener un dominio
del hecho. La distinción entre una y otra clase de complicidad debe producirse
sobre la base de criterios fundamentalmente objetivos e imparciales, que tengan
en cuenta la naturaleza o el valor del aporte o la importancia objetiva y/o
eficiencia de la cooperación.

Sétimo: Bajo este contexto, la conducta desplegada por Doña Correa


Montenegro si tiene relevancia penal, toda vez que: “Esencialmente el partícipe
no tiene ninguna manera de dominio del hecho; siendo así, sus actos no
lesionarán el bien jurídico, sin embargo, su responsabilidad penal se justifica en
razón a que contribuye a poner en peligro al bien jurídico que será lesionado por
el autor”.

Octavo: Es decir, la condena impuesta a la encausada Correa Montenegro


encuentra su fundamento en que contribuyó de manera determinante a poner en
peligro el bien jurídico, pues con su aporte se logró la perpetración del ilícito
penal, conforme lo ha detallado la sentencia al pronunciarse respecto a lo
señalado por la menor agraviada: “(...) sabe que el señor Gilberto la ha violado,
que ha llegado a su casa de la señora sola, porque ella le decía para ir y estar
ahí y luego llegaba el señor Gilberto y la señora lo consentía, eso fue en el dos
mil nueve, durante los meses de enero, marzo y junio (...)”, “(...) que era
Francisca quien le decía para hacer con el señor, esto es, para tener relaciones
con el señor, Gilberto aceptaba y la declarante también porque él le ofrecía plata,
una vez le dio diez soles (...)” (sic); hecho probado que objetivamente demuestra
un aporte de la inculpada en el hecho delictual del autor.

Noveno: Ahora bien, para determinar si la participación de Correa Montenegro


fue a título de cómplice primaria o secundaria, se debe establecer la relevancia
del aporte en la comisión del delito, sin el cual no se hubiera concretado y el
momento en el que se presenta la contribución.

Décimo: En el caso concreto, se determinó que el hecho delictivo -violación


sexual- fue llevado a cabo en varias oportunidades, dos de las cuales se dieron
en la casa de la encausada, por lo que está plenamente acreditado que la
conducta desempeñada por esta si bien no fue imprescindible para la comisión
del delito -ya que se concretó el delito en otras cinco oportunidades sin su ayuda-
aportó causalmente a su ejecución.

Decimoprimero: Por tanto, si bien el hecho delictivo se hubiera podido


perpetrar sin su ayuda o con ayuda de cualquier otra persona, ello no excluye su
responsabilidad respecto de las dos oportunidades en las que prestó apoyo para
la comisión del delito, lo único que determina es que su participación para
cometer el delito era reemplazable (irrelevante), y si bien la conducta de ayudar
al hecho delictivo hubiera podido ser realizada por cualquier otra persona -ya
que cualitativamente podría haber sido reemplazada-, en el presente caso su
participación fue relevante para la consumación del hecho delictivo, ya que con
sus acciones produjo un incremento del riesgo relevante en razón del cual
favoreció causalmente la conducta del autor, incrementando incluso las
posibilidades de éxito en la comisión del delito de violación sexual, por lo que es
susceptible de reproche penal a título de cómplice secundario.
Decimosegundo: Finalmente, es de precisar que la conducta desplegada por
la procesada no es neutral, ya que la misma no es una conducta inocua,
cotidiana, ni mucho menos banal, tampoco se encontraba desempeñando un rol
en concreto, la conducta de la procesada favoreció a la comisión del hecho
delictivo -violación sexual-, ya que no solo autorizó el uso de su inmueble para
la consumación del hecho, sino que realizó actos concretos para facilitar el
encuentro entre el inculpado y la menor agraviada cuando esta contaba con trece
años de edad, actuando dolosamente en su aporte.

Decimotercero: Que, el artículo quinientos cuatro, inciso dos, del Código


Procesal Penal establece que las costas serán pagadas por quien interpuso un
recurso sin éxito, las cuales se imponen conforme al apartado dos del artículo
cuatrocientos noventa y siete del aludido Código Adjetivo, y no existen motivos
para su exoneración.

DECISIÓN:

Por estas consideraciones MI VOTO es porque se declare:

I. INFUNDADO el recurso de casación para el desarrollo de doctrina


jurisprudencial, por errónea interpretación del artículo veinticinco del
Código Penal, interpuesto por Francisca Correa Montenegro contra la
sentencia de vista del veintisiete de setiembre de dos mil once, de fojas
ciento cincuenta y siete, que confirmó la sentencia de primera instancia
del trece de julio de dos mil once, de fojas noventa y cuatro, que la
condenó como cómplice del delito contra la libertad, en su modalidad de
violación sexual de menor de edad, en agravio de la menor de iniciales
R.N.S.R., y revocó el extremo que le impuso treinta años de pena
privativa de libertad y, reformándola, le impusieron diez años de pena
privativa de libertad.

II. CONDENARON a la recurrente al pago de las costas por la tramitación


del recurso, que serán exigidas por el Juez de la Investigación
Preparatoria.
III. DISPUSIERON que la presente sentencia casatoria se lea en audiencia
pública por la Secretaria de esta Suprema Sala Penal; y, acto seguido,
se notifique a las partes procesales.

IV. MANDARON que cumplidos estos trámites se devuelva el proceso al


órgano jurisdiccional de origen, y se archive el cuaderno de casación en
esta Corte Suprema.

S. BARRIOS ALVARADO

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA SALA PENAL PERMANENTE CASACIÓN


Nº 367-2011-LAMBAYEQUE

Lima, quince de julio de dos mil trece

AUTOS y VISTOS; y ATENDIENDO: Que, en la sentencia de primera instancia


del trece de julio de dos mil once, décimo fundamento jurídico se consigna que
“la presente sentencia en su extremo penal se cumplirá provisionalmente por la
naturaleza y gravedad del delito y peligro de fuga de la condenada (...)”; que este
hecho indujo a error al Supremo Colegiado al ordenar la libertad de la citada
imputada, cuando su situación jurídica era la de reo contumaz con orden de
ubicación y captura; que, de conformidad con el artículo 124 del Código Procesal
Penal es menester aclarar el extremo decisorio, pues no se afecta el sentido de
la resolución: ACLARARON la sentencia del quince de julio de dos mil trece,
numeral IV del extremo decisorio, para ESTABLECER que en el presente caso
no hay orden de libertad respecto de Francisca Correa Montenegro;
MANDARON que por Secretaría se oficie a las autoridades competentes para
levantar las órdenes de captura impartidas contra la citada imputada derivadas
del presente proceso; DISPUSIERON que la presente resolución sea parte de la
sentencia, agregándose copia certificada al expediente principal. Ofíciese y
notifíquese.

SS. VILLA STEIN;


PARIONA PASTRANA;
SALAS ARENAS;
BARRIOS ALVARADO; T
ELLO GILARDI
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA SALA PENAL TRANSITORIA R.N. N°1208-
2011 LIMA

Lima, diez de agosto de dos mil once. -

VISTOS; el recurso de nulidad interpuesto por la defensa del encausado Carlos


Javier León Velásquez, los terceros civilmente responsables Luis Jesús León
Tremolada y Adela Elizabeth Velásquez Penztke y la defensa del agraviado
Manolo Goicochea Ruiz, contra la sentencia de vista de fecha cuatro de mayo
de dos mil nueve, obrante a fojas tres mil doscientos cincuenta y ocho;
interviniendo como ponente la señora Jueza Suprema Barrios Alvarado; con lo
expuesto por el señor Fiscal Supremo en lo Penal; y CONSIDERANDO:
Primero: El concesorio de los recursos de nulidad objeto del presente
pronunciamiento tiene como fuente lo dispuesto por este Supremo Tribunal con
fecha ocho de junio de dos mil diez, al resolver los Recursos de Queja números
mil trescientos setenta y nueve - "A" y "B", conforme se advierte de la copia
certificada de la Resolución Suprema obrante a fojas cuatro mil sesenta y cuatro;
en consecuencia, en virtud a la naturaleza especial de este medio impugnatorio,
el sustento de dicha resolución delimita el ámbito del presente pronunciamiento,
en congruencia con lo fijado en los respectivos recursos de nulidad. Que, de la
referida Ejecutoria Suprema se aprecia que se consideró como presunta
vulneración de orden constitucional a la garantía a la motivación de las
resoluciones judiciales, por lo que será objeto de examen aquellas alegaciones
de los apelantes que no hayan sido suficiente y adecuadamente absueltas por el
Tribunal Superior. Segundo: Que, el procesado León Velásquez en su recurso
de nulidad fundamentado a fojas tres mil doscientos setenta y uno, cuestiona la
decisión de la Sala Penal Superior de confirmar su condena por el delito contra
la Vida, el Cuerpo y la Salud, en la modalidad de lesiones culposas graves, en
agravio de Manolo Goicochea Ruiz, alegando que el agraviado se expuso a un
grave riesgo de lesión al haber cruzado por una zona de la calzada no diseñada
para el cruce de peatones en absoluto estado de ebriedad, que conforme emerge
del examen de dosaje etílico que se le practicó alcanzó un punto sesenta y siete
gramos de alcohol por litro de sangre, lo que, conforme establece la tabla de
alcoholemia genera confusión, agresividad, alteración de la percepción y pérdida
de control, generando una situación de autopuesta en peligro que lo excluye de
responsabilidad penal, por verificarse una causa de atipicidad; que, el Informe
Técnico Policial que sustenta la condena es contradictorio, presenta
irregularidades en su confección al ser realizado por personal policial de otra
jurisdicción y no intervenir el representante del Ministerio Público, no está
suscrito por el Jefe de la Dependencia y establece conclusiones subjetivas
respecto al supuesto exceso de velocidad permitida; pues, en realidad condujo
su vehículo dentro del límite de velocidad, así se desprende del mérito de la
inspección ocular practicada en el proceso que acredita que la vía de circulación
en el lugar del accidente consiste en una pendiente, en toda su extensión se
encuentra cubierta por gibas y rompe muelles y al inicio de esta se halló una
oficina de control de vigilancia particular que cuenta con una barrera metálica
para regular el ingreso de vehículo a la zona; circunstancias que imposibilitan
que se haya conducido con exceso de velocidad. En la misma línea, la defensa
de los terceros civilmente responsables en su recurso de nulidad fundamentado
a fojas tres mil doscientos setenta y cinco, agrega que las testimoniales de Hugo
Martín Aquije Arriaga y Nancy Ninu Béjar Urruchi no son hábiles para acreditar
el delito pues el primero no vio, solo escuchó, el accidente y la segunda brindó
diferentes características físicas a las que corresponden al sentenciado León
Velásquez y no fue testigo presencial de los hechos; que no se está obligado al
pago de una reparación civil pues el daño fue a consecuencia de imprudencia de
la víctima; agrega, contradictoriamente que "su intención no es solicitar que se
sustraiga al sentenciado de la pena y reparación civil, sino que se considere una
dimensión razonable a las circunstancias propias de los hechos..."; finalmente,
señala que el monto por reparación civil fijado en la sentencia no se encuentra
plenamente acreditado de acuerdo a ley por lo que su pago es inexigible. De otro
lado, la defensa de la parte civil, en su recurso de nulidad fundamentado a fojas
tres mil doscientos ochenta y seis, alega vulneración a la tutela jurisdiccional
efectiva ya la legalidad civil al no haberse determinado y valorado en su justa
dimensión los daños ocasionados a la víctima, el que no cubre ni aún el daño
emergente acreditado, omitiéndose estimar reparación civil por el daño moral y
daño a la persona. Tercero: Que, emerge de autos que se imputa al procesado
Carlos Javier León Velásquez haber causado lesiones graves —culposas- en el
agraviado Manolo Goicochea Ortiz, cuando a las cuatro horas con treinta minutos
del día veintidós de octubre de dos mil seis, infringiendo reglas técnicas de
tránsito, lo atropelló —encontrándose la víctima con sus facultades disminuidas
por ingesta de alcohol- con el automóvil que venía conduciendo - de propiedad
de sus padres Luis Jesús León Tremolada y Adela Elizabeth Velásquez Penztke-
, a la altura del condominio "El Prado", cuadra diez de la avenida Central,
urbanización Los Álamos, Monterrico- Surco; tras lo cual se dio a la fuga. A
consecuencia de ello se ocasionó al agraviado traumatismo encéfalo craneano
grave, presentando estado de coma, desconectado de su entorno, con secuelas
neurológicas severas, las que requieren de control y tratamiento médico en forma
continua, con pronóstico de calidad de vida reservado, conforme emerge de los
certificados medico legales de fojas noventa y nueve y mil novecientos cuarenta
y uno. Cuarto: Que, preliminarmente es preciso puntualizar que el argumento
expuesto por la defensa de los terceros civilmente responsables en su recurso
de queja en relación a la nulidad de acto posterior al delito que disminuye el
patrimonio de los obligados, no constituye objeto del presente pronunciamiento
—atento al principio de congruencia recursal-, pues a dicho efecto no fue
oportunamente invocado en su recurso de nulidad. Quinto: Que, respecto a los
agravios expuestos por la defensa del encausado y los terceros civilmente
responsables, corresponde señalar que la determinación del exceso de
velocidad no viene establecido únicamente por el Informe Técnico Policial
cuestionado, sino conforme anotó el Fiscal Provincial, recogió el Juez de la causa
y confirmó el Tribunal Superior, principalmente por el significado de los
inobjetables indicios que emergen de autos, de los cuales se efectuaron dos
inferencias razonables i) de haberse encontrado dentro del límite máximo de
velocidad de cuarenta kilómetros por hora, dadas las circunstancias del lugar
donde se produjo el occidente, hubiera sido posible, sin contratiempos, visualizar
al agraviado y evitar el impacto; y, ii) la magnitud e intensidad de las lesiones
certificadas y los danos verificados en el vehículo revelan un impacto violento
incompatible con una velocidad menor o igual a cuarenta kilómetros por hora. Lo
que fue confirmado con el testimonio de Hugo Martín Aquije Arriaga, obrante a
fojas mil ochocientos veintisiete, quien aun cuando se admita que no haya
observado el mismo momento del impacto, escuchó el fuerte sonido producido
por la aceleración, que le impresion6 el exceso de velocidad del vehículo. Estas
conclusiones no son enervadas con los contraindicios aludidos por la defensa -
calzada en pendiente, gibas y garita de control previos- pues son mencionados
de forma genérica sin precisión de las distancias que permitan evaluarlas. En
adición, es de advertir que ésta no es la única infracción a reglas de cuidado
cuya inobservancia se le atribuye, concurre otra de mayor gravedad, que
incrementó el riesgo permitido, esto es que distrajo su atención del camino para
sintonizar su radio, por lo que no vio, solo escuchó el impacto. En consecuencia,
tras el examen de los agravios formulados y el examen de los cuestionamientos
de las pruebas anotadas, se mantiene la conclusión táctica que el encausado
Carlos León Velásquez inobservó normas técnicas de tránsito al conducir el
vehículo causante de las lesiones. Sexto: De otro lado, uno de los agravios
fundamentales que motivó la apertura del recurso excepcional de nulidad -en
proceso sumario- del procesado y los terceros civilmente responsables viene
dado por la ausencia de pronunciamiento respecto a urdo de sus principales y
más repetidos alegatos vinculado a las implicancias en la tipicidad penal que
conlleva que el agraviado haya cruzado la calzada por una zona no autorizada
para tal fin en avanzado estado de ebriedad. Sétimo: Al respecto, en principio
corresponde reconocer que tal circunstancia significó una exposición de su
propia integridad física y concurrió a la imprudente acción del encausado,
contribuyendo con el resultado dañoso verificado; sin embargo, el hecho que el
agraviado se haya encontrado en estado de ebriedad o haya infringido otras
normas del Reglamento de Tránsito, por las circunstancias establecidas en el
considerando anterior no hace posible considerar que se trató de una
circunstancia absolutamente imprevisible para el encausado. Asimismo, ello
tampoco implica admitir que nos encontramos frente a un caso de autopuesta en
peligro de la víctima excluyente del tipo, en tanto el autor creó un riesgo prohibido
que fue el factor predominante en el atropello al encontrarse bajo el control de la
fuente de peligro. Sin embargo, no puede dejar de admitirse la concurrencia de
culpas de autor y victima en el grave resultado dañoso. Al respecto el profesor
Luis Diez Picazo señala que "en todos aquellos casos en que puede hablarse,
siguiendo la terminología de Jakobs, de competencia de la víctima se produce
una causa de exclusión de la imputación objetiva y, por consiguiente, el resultado
dañoso no es imputable al sujeto sino a la víctima del daño Hay supuestos, sin
embargo en que sin concurrir la condición necesaria para poder hablar de
competencia de la víctima, tanto el comportamiento de ata, como el de la otra
parte, han sido condición del daño y en ambas puede establecerse un juicio de
culpabilidad. La jurisprudencia ha entendido que en estos casos debe
procederse a una graduación de las respectivas culpas, de manera que con ello
se reduzca, proporcionalmente, el deber de indemnizar..." (Luis Diez Picazo,
Derecho de Danos, Ed. Civitas, Madrid, dos mil, pp trescientos sesenta y seis y
trescientos sesenta y siete. En efecto, el descuido de ambos intervinientes
contribuyó a la generación del resultado dañoso, siendo predominante la
inobservancia a una pluralidad de reglas de cuidado por parte del procesado,
con lo cual se incrementó el riesgo permitido en el tráfico rodado, siendo tal
circunstancia la causa principal del impacto con el agraviado, y por otro lado, la
disminución de facultades de la víctima producto de su avanzado estado de
ebriedad resulta un factor contribuyente a la gravedad de la lesión sufrida, pues
se considera que la capacidad de reacción y facultades de protección frente a la
imprudencia del conductor hubieran sido diferentes: ya sea evitables -el sonido
emitido por el particular tubo de escape del vehículo hubiera permitido la
advertencia del peligro de haberse encontrado en mejores condiciones de
percepción-, o, en todo caso, reducir la gravedad de la lesión - considerando que
el agraviado hubiese podido reaccionar frente al embiste y la caída, con mayor
resistencia-. Tal situación, conlleva a la disminución de la responsabilidad, la
pena y la reparación civil del inculpado, sopesado con su conducta post delictiva
como circunstancia agravante de la pena, al incidir en grado de prevención del
delito. En el presente caso el encausado fugó del lugar del atropello sin auxiliar
al agraviado, intentó desaparecer las evidencias del accidente, pues el vehículo
fue encontrado en proceso de reparación en el taller de su padre y no cubrió,
oportunamente, los gastos médicos. Octavo: Que, en cuanto a la cuestionada
determinación de la reparación civil, es del caso admitir los agravios expuestos
por la defensa de la víctima, pues la reparación civil fue fijada sin considerar
adecuadamente las pruebas objetivas aportadas, debiendo entenderse que la
determinación del daño es absolutamente independiente a las causas que lo
generaron y la responsabilidad de quienes deban concurrir a cubrirla. Ahora bien,
desde la investigación preliminar hasta el final de la instrucción la defensa de la
víctima ha venido sustentando documentadamente los gastos médicos en
general que viene generando la recuperación de la víctima, conforme se
desprende de las instrumentales adjuntas a los escritos de fecha quince de enero
de dos mil seis, siete de marzo de dos mil siete, catorce de mayo de dos mil ocho
y treinta de julio de dos mil ocho, que a dicha fecha ascendían a doscientos
cuarenta mil ochocientos veinte nuevos soles. El daño moral entendido como el
perjuicio o detrimento que se verifican en la esfera sentimental de los Sujetos, si
bien no es reparable, puesto que no es posible volver al estado anterior de las
cosas, pues intereses conculcados no serán plenamente satisfechos dado que
se desconoce la medida del perjuicio, la Doctrina ha considerado que la función
satisfactoria debe tomarse en una función "consolatoria" y por ello la
indemnización buscará "la compra del dolor por distracción" (teoría del Premium
dolores), teniendo como base la creencia de que el ser humano tiene la
capacidad natural de controlar sus emociones mitigando los perjuicios a sus
afectos conforme logre disiparse adecuadamente. Asimismo, corresponde
estimar el daño a la persona, en atención al grado de frustración del proyecto de
vida. Respecto a estos dos ámbitos de daño indemnizable es de considerar el
deplorable estado de salud en que desde la fecha del accidente se encuentra el
encausado, quien para entonces contaba con veinte años de edad: postrado en
una cama, requiriendo de asistencia hasta para sus más básicas e íntimas
necesidades, sin poder desarrollar una vida normal, sumado los sufrimientos y
aflicciones que tal estado causa naturalmente a la víctima y familiares directos
de éste, así como las alteraciones en las condiciones de sus existencias,
frustrando el desarrollo de su personalidad y proyecto de vida. Estos daños
inmateriales no requieren demostración específica, por lo que junto a los gastos
de recuperación futuro -sobre la base de las proformas adjuntadas- y al daño
emergente antes detallado se estima en seiscientos cincuenta mil nuevos soles
el valor de los daños derivados del delito verificado. Sin embargo, como se tiene
expuesto, al daño concurrieron culpas del procesado como del encausado, con
mayor prevalencia de aquél; por lo que, atendiendo a la forma en que se
suscitaron los hechos, corresponde ajustar proporcionalmente el monto que
deberá abonar el procesado solidariamente con los terceros civilmente
responsable, a trescientos cincuenta mil nuevos soles. Por estos fundamentos:
declararon NO HABER NULIDAD en la sentencia de vista de fecha cuatro de
mayo de dos mil nueve, obrante a fojas tres mil doscientos cincuenta y ocho, en
cuanto confirmó la sentencia de primera instancia que condena al procesado
Carlos Javier León Velásquez como autor del delito contra la Vida, el Cuerpo y
la Salud, en la modalidad de lesiones culposas graves, en perjuicio de Manolo
Goicochea Ruiz, con lo demás que contiene y es objeto de recurso; HABER
NULIDAD en la misma resolución en cuanto fijó en trescientos mil nuevos soles
el monto que por concepto de reparación civil deberá abonar, solidariamente,
con los terceros civilmente responsables, reformándola incrementaron el monto
en trescientos cincuenta mil nuevos soles; y los devolvieron.

S.S. LECAROS CORNEJO

PRADO SALDARRIAGA

BARRIOS ALVARADO

PRINCIPE TRUJILLO

VILLA BONILLA
Corte Suprema – Sala Penal Permanente Expediente: Casación 383-2012
LA LIBERTAD
[Formalización de la investigación frente a la prescripción de la acción
penal]
Fecha de vista de la causa: 15 de octubre de 2013
FORMALIZACIÓN DE LA INVESTIGACIÓN FRENTE A LA PRESCRIPCIÓN DE
LA ACCIÓN PENAL. La suspensión del plazo prescriptorio no es indeterminado
o ilimitado, sino que éste tiene como límite un tiempo equivalente al plazo
ordinario de prescripción más una mitad de dicho plazo, tal como lo ha
establecido el Acuerdo Plenario tres guiones dos mil doce oblicua CJ guión
ciento dieciséis.

[DATOS GENERALES DEL PROCESO]

Recurso: Casación

Recurrente: Representante del Ministerio Público

Procesado: Adalberto Alejandro Rivadeneira Gámez –Representante legal de la


Corporación Minera “San Manuel Sociedad Anónima”

Agraviado: El Estado y la Sociedad

Delito: Contra el medio ambiente-vertimentos contaminantes al suelo

Decisión : Fundado el recurso de casación interpuesto por el representante del


Ministerio Público, por la causal de desarrollo de la doctrina jurisprudencial e
indebida aplicación, una errónea interpretación o falta de aplicación de la ley
penal o de otras normas necesarias para su aplicación, Casaron el auto de vista
que confirmó la resolución de primera instancia que declaró fundada la excepción
de prescripción; y actuando como instancia revocó la resolución de vista y
reformándolo declararon infundada dicha excepción deducida por Corporación
Minera San Manuel S.A. a favor de su representante legal el imputado Adalberto
Alejandro Rivadeneira Gámez; MANDARON se consideren ineludiblemente
como doctrina jurisprudencial vinculante lo señalado en el cuarto considerando
(DEL MOTIVO CASACIONAL: PARA EL DESARROLLO DE LA DOCTRINA
JURISPRUDENCIAL). [DESCRIPCIÓN DEL CASO] Recurso de Casación
interpuesto contra el auto de vista que confirmó la resolución de primera
instancia, que declaró fundada la excepción de prescripción de la acción penal
deducida por la Corporación Minera “San Manuel Sociedad Anónima”, a favor de
su representante legal Adalberto Alejandro Rivadeneira Gámez, en el proceso
seguido por delito contra el medio ambiente –vertimentos contaminantes al
suelo– en agravio del Estado y la Sociedad. Recurso de Casación que la Sala
Suprema ha declarado fundado El representante del Ministerio Público invoca
como causales: i) indebida interpretación de la Ley penal; ii) falta o manifiesta
ilogicidad en la motivación de las resoluciones judiciales; sosteniendo que se ha
apartado de la doctrina mayoritaria que establece que la omisión impropia se
puede configurar en cualquier tipo de delitos, siempre que se den los
presupuestos que exige el artículo trece del Código Penal; asimismo, la palabra
“indirecta” que prevé el Código Penal Español, hace referencia a la naturaleza
del vertimiento, sin hacer alusión a la estructura típica del delito, por lo que, no
tiene ningún respaldo jurídico la posición que asume la Sala Superior para
descartar la tesis incriminatoria; además, sostiene que en la excepción de
prescripción se han cuestionado la calificación jurídica realizada por el
representante del Ministerio Público, desvinculándose en el extremo que imputa
un delito de omisión de carácter permanente, desconociendo con ello la
naturaleza misma de la imputación; lo cual es sumamente grave, porque el
mismo órgano Colegiado se pronunció de manera completamente distinta al
resolver una excepción de prescripción planteada por el coimputado del
recurrente; de otro lado, la Sala Superior de Apelaciones se ha apartado del
precedente vinculante uno guión dos mil diez, que establece la vigencia del
artículo trescientos treinta y nueve del Código Procesal Penal, al establecer que
la Formalización de la Investigación Preparatoria suspenderá el curso de la
prescripción de la acción penal, dispositivo que no se ha tenido en cuenta, a
pesar que se invocó a efectos de que se rechace la pretensión de la defensa.

[REFERENCIAS NORMATIVAS]
Artículos 80º, 82º.4 Código Penal.
Ley General del Ambiente Art. 30º de la Ley Nº 28611.
[REFERENCIAS DE CASOS]
Acuerdo Plenario Nº 3-2012/CJ-116.
MOTIVO CASACIONAL: INDEBIDA APLICACIÓN O ERRÓNEA
INTERPRETACIÓN DE LA LEY PENAL Y OTRAS NORMAS NECESARIAS
PARA SU APLICACIÓN Y NECESIDAD DE DESARROLLO DE LA DOCTRINA
JURISPRUDENCIAL (…)

4.6. En principio nos encontramos ante un tipo penal en blanco, en tanto que el
legislador condiciona la tipicidad penal de la conducta a una desobediencia
administrativa (la Ley número veintiocho mil doscientos setenta y uno, del
dieciséis de agosto de dos mil cinco, en la que regula los pasivos ambientales
de la actividad minera), como indicador de una fuente generadora de peligro y/o
riesgo, el cual debe ser potencial, idóneo y con aptitud suficiente para poder
colocar en un real estado de riesgo a los componentes ambientales, sin
necesidad de advertirse un peligro concreto para la vida y la salud de las
personas; es decir, que la protección jurídica penal es el medio ambiente, los
elementos biológicos que constituyen el involucro natural dentro del cual se
desarrolla la vida del hombre, que parte de la consideración del derecho humano
de tercera generación, reconocido en el inciso veintidós, del artículo dos de la
Constitución Política del Estado Peruano, que establece el derecho a “gozar de
un ambiente equilibrado y adecuado al desarrollo de su vida”, consagrando como
un valor que digno de protección y tutela por parte del sistema punitivo a través
del derecho.

“4.8. Siendo así, estamos frente a un delito de naturaleza omisiva, lo cual es


acorde a la imputación fáctica que pesa contra el procesado, toda vez que se le
atribuye que en su condición de representante legal de una persona jurídica
dedicada a actividades extractivas, omitió realizar una actuación debida para
controlar el peligro de dicha actividad de riesgo desarrollada en el ámbito de su
dominio (por la gran diversidad de sustancias químicas que se utilizan, que
pueden producir resultados potencialmente lesivos al bien jurídico protegido),
infringiendo así una ley dispositiva (dispositivos medioambientales) y una
prohibitiva (no contaminar), a pesar que suscribió un contrato, donde a su firma
asumió voluntariamente el compromiso de implementar el Plan de pasivos
ambientales, de acuerdo con la legislación medioambiental; por tanto, el agente
tenía el deber de vigilar una fuente de peligro determinada, constituida por los
impactos negativos como son los vertidos a través de los efluentes acuíferos al
río Sayapullo -conforme lo señala la Disposición fiscal número siete, de fojas
uno, en el que precisa que el Informe número cero cinco punto diez oblicua DESA
oblicua DEPA oblicua JFDC, concluye que las muestras tomadas en la
inspección del Cerro Sayapullo superan el estándar de calidad ambiental de
agua, establecido por el Decreto Supremo número cero dos guión dos mil ocho
guión MINAM punto RJ punto cero doscientos dos guión dos mil diez guión ANA
y del Informe Pericial de Ingeniería Forense número ITQ cero setenta y tres guión
diez, emitido por el Laboratorio Regional de Criminalística III DIRTEPOL de la
Policía Nacional del Perú-. En ese sentido, la omisión está referida a la falta de
implementación de las medidas para la correcta eliminación de los residuos, a
pesar que conocía de la propia situación generadora del deber, como de la
posibilidad de realización de la acción debida.

4.9. Ahora bien, corresponde analizar la fase de consumación del delito, esto es
si se trata de un delito de carácter permanente o de comisión instantánea con
efectos permanentes; al respecto, debemos precisar que el primero se refiere a
que la acción delictiva se pueda prolongar en el tiempo, pues el estado de
antijuridicidad no cesa y se mantiene durante un período cuya duración está
puesta bajo la esfera de dominio del agente, se diferencia con los delitos
denominados de comisión instantánea con efectos permanentes, en que en
estos el tipo se consuma en un instante, pero sus consecuencias permanecen
en el tiempo, en cambio en los permanentes la mantención del resultado sigue
importando consumación (Véase: GARRIDO MONTT, Mario, Etapas de
ejecución del delito. Autoría y participación, Editorial Jurídica de Chile, Santiago
de Chile, mil novecientos ochenta y cuatro, página ciento setenta y cuatro). En
el presente caso, nos encontramos ante un delito omisivo de carácter
permanente, toda vez que para la consumación requiere, de la realización de
todos los elementos constitutivos de la figura legal, generando una mínima
extensión temporal de la acción, ya que su estado antijurídico dentro de la
circunscripción del tipo se prolonga temporalmente merced a la voluntad del
autor (Véase: BORJA JIMÉNEZ, E. La terminación del delito, ADPCP. Fascículo
I, 1995, página ciento uno), pues se le atribuye al representante legal de la
empresa Corporación Minera San Manuel Sociedad Anónima, el omitir la
implementación del Plan de pasivos ambientales y la renuencia a dar
cumplimiento a los dispositivos medioambientales, conducta atribuible dada la
probabilidad de que el daño resulte irreparable, no siendo necesario demandar
daño efectivo sino uno potencial.

4.10. En tal sentido, habiéndose establecido que es un delito permanente,


corresponde la aplicación del inciso cuatro, del artículo ochenta y dos del Código
Penal, el cual establece que el momento a partir del cual empieza a computarse
el plazo para la prescripción de la acción penal, es “a partir del día en que cesó
la permanencia”, y como quiera que el procesado en su condición de
representante legal de la empresa minera recién con fecha siete de enero de dos
mil once, obtuvo la aprobación del Plan de Cierre de Pasivos Ambientales de
acuerdo al artículo treinta de la Ley número veintiocho mil seiscientos once - Ley
General del Ambiente -dichos planes de tratamiento de pasivos ambientales
están dirigidos a remediar los impactos ambientales originados por uno o varios
proyectos de inversión o actividades, pasados o presentes-, por lo que la acción
delictiva (omisión) se ha mantenido en el tiempo de manera permanente,
cesando recién el siete de enero de dos mil once; momento a partir del cual debe
computarse el plazo prescriptorio; debiendo tenerse presente lo preceptuado por
el artículo ochenta del Código Penal de mil novecientos noventa y uno, que
señala: “La acción penal prescribe en un tiempo igual al máximo de la pena fijada
por la ley para el delito, si es pena privativa de libertad”, por lo tanto el plazo
ordinario de prescripción de la acción penal es de tres años; sin embargo, al
haberse formalizado la investigación -conforme se verifica de la Disposición
fiscal, obrante a fojas uno-, se suspende el curso de la prescripción de la acción
penal, el cual no puede prolongarse más allá de un tiempo acumulado
equivalente al plazo ordinario más una mitad de dicho plazo -tal como lo
establece el Acuerdo Plenario número tres guión dos mil doce oblicua CJ guión
ciento dieciséis-; por lo que, en todo caso vence indefectiblemente a los cuatro
años y seis meses, esto es el día siete de julio del año dos mil quince; en
consecuencia, debe revocarse la resolución impugnada, debiendo declararse
infundada la excepción de prescripción de la acción penal.

4.11. Que, el representante del Ministerio Público cuestionó la resolución


impugnada, al sostener que se atenta contra la autonomía del Ministerio Público,
pues se está discrepando con la calificación jurídica realizada por éste; al
respecto debemos indicar que no se está afectando el principio acusatorio o de
contradicción, pues no se está variando la imputación fáctica realizada por el
órgano fiscal; sin perjuicio de lo expuesto, se debe tener en cuenta que el
Juzgador de acuerdo a sus facultades reconocidas en la Constitución Política del
Estado, su Ley Orgánica y dispositivos procesales, puede realizar una correcta
adecuación de la conducta al tipo penal, pues debe velar por el respeto del
principio de legalidad en atención a que es un Juez de Garantía, por lo que ante
el hecho concreto debe aplicar la norma que corresponda aún en contra de la
errónea acusación -si ese fuera el caso-, así la calificación jurídica realizada por
el Ministerio Público en la acusación, puede ser modificada por el Juzgador en
las resoluciones el auto de apertura de instrucción, en el auto de enjuiciamiento
o en una sentencia condenatoria, en virtud a la tesis de la desvinculación,
siempre que se respeten ciertos requisitos, conforme lo ha establecido el
Acuerdo Plenario número cuatro guión dos mil siete oblicua CJ guión ciento
dieciséis, como es i) la homogeneidad del bien jurídico protegido, ii) no se plantee
a efectos de introducir una circunstancia atenuante o variar el grado del delito o
el título de participación, y iii) cuando se está ante un manifiesto error en la
tipificación fácilmente constatable para la defensa. Así mismo, no se estaría
quebrantando el rol del Ministerio Público ni su autonomía, siendo que la
formalización de denuncia realizada por este organismo constitucional
autónomo, posee una estructura fáctica y jurídica, correspondiendo finalmente al
Juzgador la adecuación de la conducta penal a la imputación fáctica, en atención
además al principio iura novit curia, por el cual el Juez debe aplicar el derecho
que corresponde al proceso, por lo tanto no se ha afectado en modo alguno el
principio de correlación o congruencia procesal, principio acusatorio, el derecho
de defensa y al principio de contradicción; por tanto no se está desconociendo la
naturaleza de la imputación en el presente caso.

4.12. Finalmente, el titular de la acción penal cuestionó la resolución recurrida,


al considerar que la Sala Superior de Apelaciones se apartó del precedente
vinculante uno guión dos mil diez, que establece la vigencia del artículo
trescientos treinta y nueve del Código Procesal Penal, al establecer que la
Formalización de la Investigación Preparatoria suspenderá el curso de la
prescripción de la acción penal, dispositivo que no se ha tenido en cuenta, a
pesar que se invocó a efectos de que se rechace la pretensión de la defensa; al
respecto, debemos indicar que lo señalado por el Fiscal Superior es erróneo,
toda vez que la suspensión del plazo prescriptorio no es indeterminado o
ilimitado, sino que éste tiene como límite un tiempo equivalente al plazo ordinario
de prescripción más una mitad de dicho plazo. En efecto, dicho Acuerdo Plenario
que luego fue aclarado mediante el Acuerdo Plenario tres guión dos mil doce
oblicua CJ guión ciento dieciséis, en su fundamento treinta y dos, ha dejado
claramente establecido que “el plazo de suspensión del proceso se produce
dentro del marco impuesto por la Ley, no es ilimitado y eterno y se corresponde
con la realidad legislativa de la nueva norma procesal y el marco de política
criminal del Estado”. Ello es acorde con los derechos fundamentales
consagrados y reconocidos internacionalmente en los Pactos del cual nuestro
país es parte suscriptor como son la Convención Interamericana de Derechos
Humanos, la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre y el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, toda vez que un proceso
penal no puede convertirse en interminable, como es el derecho de toda persona
a ser procesada en un plazo razonable, que forma parte del Derecho
Fundamental al debido proceso y todo proceso no puede ser indefinido en el
tiempo, ya que se distorsionaría el instituto de la prescripción y se haría
inoperante subsecuentemente.”

[DECISIÓN]

I. Declararon FUNDADO el recurso de casación por la causal de


desarrollo de la doctrina jurisprudencial e indebida aplicación, una
errónea interpretación o falta de aplicación de la ley penal o de otras
normas necesarias para su aplicación, interpuesto por el
representante del Ministerio Público; en consecuencia CASARON el
auto de vista del primero de junio de dos mil doce, obrante a fojas
ciento setenta y dos, que confirmó la resolución del dieciséis de
noviembre de dos mil once, obrante a fojas ciento cuarenta y uno, que
declaró fundada la excepción de prescripción de la acción penal
deducida por la Corporación Minera “San Manuel Sociedad Anónima”,
a favor de su representante legal Adalberto Alejandro Rivadeneira
Gámez, con motivo del proceso seguido en su contra, por el delito
contra el Medio ambiente -vertimentos contaminantes al suelo-, en
agravio del Estado y la sociedad.
II. Actuando como instancia revocaron la resolución de vista y
reformándolo, declararon INFUNDADO la excepción de prescripción
deducida por Corporación Minera San Manuel S.A., a favor de su
representante legal el imputado Adalberto Alejandro Rivadeneira
Gámez; en consecuencia, prosígase la causa según su estado.
III. MANDARON Que, la Primera Sala Penal de Apelaciones de la Corte
Superior de Justicia de La Libertad y las demás Cortes Superiores de
los Distritos Judiciales que aplican el Código Procesal Penal,
consideren ineludiblemente como doctrina jurisprudencial vinculante lo
señalado en el cuarto considerando (DEL MOTIVO CASACIONAL:
PARA EL DESARROLLO DE LA DOCTRINA JURISPRUDENCIAL) de
la presente Ejecutoria Suprema, de conformidad con el inciso cuatro,
del artículo cuatrocientos veintisiete del Código Procesal Penal; y se
publique en el diario oficial “El Peruano”.
IV. ORDENARON que cumplidos estos trámites se devuelva el proceso
al órgano de origen; y se archive el cuaderno de casación en esta
Corte Suprema; Interviniendo el señor Juez Supremo Morales
Parraguez por licencia de la señora Jueza Suprema Tello Gilardi.

S.S. VILLA STEIN


PARIONA PASTRANA
BARRIOS ALVARADO
NEYRA FLORES
MORALES PARRAGUEZ
Sede Judicial: Corte Suprema de Justicia: Sala penal especial y sala penal
transitoria.

Materia: colusión, malversación de fondos, peculado, asociación ilícita para


delinquir, falsedad ideológica, otros.

Expediente: Exp. N° A.V. 27-2003 / Exp. R.N. N° 3641-2011

Agraviado: el Estado

Procesados:

1. Jorge Camet Dickman

2. Jorge Baca Campodónico

3. César Saucedo Sánchez

4. Alberto Pandolfi Arbulú

5. Julio Salazar Monroe*

6. Víctor Joy Way*

7. Carlos Bergamino Cruz*

8. Víctor Caso Lay**

9. Alberto Fujimori Fujimori**

Desarrollo procesal

El día 22 de Setiembre del 2011 la Sala Penal Especial de la Corte Suprema


de Justicia emitió sentencia en primera instancia, condenando a los
procesados Camet Dickman, Baca Campodónico, Pandolfi Arbulú y Saucedo
Sánchez como autores del delito de colusión en agravio del Estado a cuatro
años de pena privativa de libertad con carácter de suspendida; asimismo, se
condenó a Saucedo Sánchez como autor del delito de asociación ilícita para
delinquir; y a Baca Campodónico y al mismo Saucedo como coautores del
delito de falsedad genérica.

En dicha sentencia también se absolvió a los procesados Joy Way, Salazar


Monroe, Bergamino Cruz por los delitos contenidos en la acusación fiscal.(*)
El juzgamiento contra el excontralor Caso Lay y contra el ex Presidente
Fujimori Fujimori se reservó.(**)

El 25 de Mayo de 2012, la Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de la


República emitió sentencia de segunda instancia en el recurso de nulidad R.N
N° 3641-2011. En virtud de dicha resolución se declaró nula la sentencia
dictada por la Sala Penal Especial en el extremo que condenó a Camet
Dickman, Pandolfi Arbulú, Baca Campodónico y Saucedo Sánchez como
autores del delito de colusión desleal; a Saucedo Sánchez como autor del
delito de asociación ilícita para delinquir; y a Baca Campodónico y Saucedo
Sánchez como coautores del delito de falsedad genérica. Por otro lado,
también se declaró nula la sentencia en el extremo que declaró fundada la
excepción de prescripción deducida por la defensa de Caso Lay y,
reformándola, declaró infundada dicha excepción ordenando se continúe con
el proceso por este delito.

El 05 de Diciembre de 2012 se emitió la nueva sentencia de primera instancia


por parte de la Sala Penal Especial de la Corte Suprema. En dicho fallo se
declaró infundada la excepción de prescripción de la acción penal deducida
por el procesado Camet Dickman y se condenó a Pandolfi Arbulú, Saucedo
Sánchez y Baca Campodónico en calidad de cómplices primarios por el delito
de colusión. No obstante, se reservó el juzgamiento al encausado Camet
Dickman. La condena fue de cinco años de pena efectiva para Saucedo
Sánchez y de cuatro años de pena con carácter de suspendida para los
procesados Pandolfi Arbulú y Baca Campodónico. Finalmente, se fijó la
reparación civil a favor del Estado en cincuenta millones de soles.

Hechos

Los hechos que se imputan a los ex ministros de Estado Jorge Camet


Dickman, Jorge Baca Campodónico, Cesar Saucedo Sánchez y Alberto
Pandolfi Arbulú se relacionan con las irregulares adquisiciones
sobrevaluadas de aviones MIG-29 y SUKOI 25, y pertrechos militares con la
finalidad de obtener comisiones ilícitas para que sean destinadas, por
intermedio de Vladimiro Montesinos Torres, al denominado “Fondo de
Contingencia” del régimen fujimorista. En específico, se reprocha a los ex
ministros antes mencionados, haber suscrito o refrendado decretos de
urgencia con carácter secreto -en los que se consignaron falsamente que se
expidieron con el voto aprobatorio de Consejo de Ministros- que permitieron
obtener comisiones ilegales en la compra de los aviones MIG-29 y SUKOI-
25, y la contratación de servicios, mantenimiento y repuestos de estos.

EXP. N.° 04144-2011-PHC/TC


LIMA
JORGE CAMET DICKMANN
RESOLUCIÓN DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
Lima, 26 de junio de 2012
VISTAS
Las solicitudes de aclaración de la sentencia de autos, su fecha 17 de enero
de 2012; y,
ATENDIENDO A
1. Que de acuerdo con el artículo 121° del CP Const., el Tribunal
Constitucional, de oficio o a instancia de parte, puede aclarar algún concepto
o subsanar cualquier error material u omisión en que hubiese incurrido.
2. Que como primer pedido, el demandante solicita que se integre la
sentencia de autos y se precise la consecuencia que surgiría ante "la
eventualidad de que la Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia
no emita una decisión definitiva dentro del plazo perentorio otorgado".

3. Que a través de la sentencia de autos se estimó la demanda y se


ordenó a la Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la
República que en el plazo de 120 días naturales cumpla con resolver el
recurso de nulidad interpuesto por don Jorge Camet Dickmann contra la
sentencia de fecha 22 de setiembre de 2011; sin embargo, se omitió señalar
la consecuencia jurídica en caso de que su mandato sea incumplido, por lo
que procede estimar este pedido de aclaración, incorporando en el punto
resolutivo 2 la siguiente expresión: "bajo el apercibimiento de asumir, por
quienes corresponda, las responsabilidades civiles, penales y
administrativas, con arreglo a ley".

4. Que como segundo pedido de aclaración, el demandante solicita que


se ordene a la Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la
República que cumpla con la sentencia de autos y resuelva de manera
definitiva la situación jurídica de don Jorge Camet Dickmann.

Alega que la sentencia de fecha 25 de mayo de 2012, emitida por la Sala


Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República en el R.N.
N° 3641-2011 LIMA, que declaró la nulidad de la sentencia de primera
instancia del proceso penal que se le sigue a don Jorge Camet Dickmann y
otros, incumple la sentencia de autos, pues en ella no se definió su situación
jurídica; por el contrario, la violación de su derecho a ser juzgado dentro de
un plazo razonable se agrava, porque se ha ordenado que se le realice un
nuevo juicio oral.

5. Que sobre el particular, conviene tener presente que, como


consecuencia del pedido del recurrente y además por ser de público
conocimiento, el Tribunal Constitucional, con posterioridad a la emisión de su
sentencia de fecha 17 de enero de 2012, ha podido verificar que la. Sala
Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República con fecha
25 de mayo de 2012 ha emitido la R.N. N° 3641-2011 LIMA, que, entre otros
extremos, decidió lo siguiente:

1) no haber nulidad en la sentencia de fecha 22 de setiembre de 2011 en el


extremo que absolvió a Jorge Camet Dickmann y otros por el delito de
malversación de fondos; 2) nula dicha sentencia en el extremo que condenó
a Jorge Carnet Dickmann. y otros por el delito de colusión; 3) mandaron "se
realice nuevo juicio oral por otro colegiado, teniendo en cuenta lo señalado
en la presente resolución; RECOMENDARON celo y celeridad"; y 4) dejar sin
efecto todas las restricciones, impuestas a Jorge Camet Dickmann y otros,
imponiéndoseles mandatos de comparecencia simple.

6. Que de lo expuesto, se desprende que si bien, de una parte, la


mencionada Sala Penal Suprema confirmó la absolución a
Jorge Camet Dickmann por el delito de malversación de fondos y deja sin
efecto todas las restricciones impuestas a su libertad, por otra parte, ordena
que la primera instancia penal realice un nuevo juicio oral respecto del delito
de colusión, lo cual implica en este último extremo la prolongación del
proceso penal seguido contra el favorecido, proceso que como ya lo ha
verificado este Tribunal (sentencia de fecha 17 de enero 2012), ha superado
la razonabilidad del respectivo plazo (por ejemplo, más de 5 años entre el
final de la instrucción y el inicio del juicio oral, FJ 18). Al respecto, el Tribunal
Constitucional, más allá de reiterar su doctrina en el sentido que la aclaración
de sentencias no puede servir para analizar nuevos hechos aparecidos con
posterioridad a una sentencia materia de aclaración, debe precisar que la
reiterada anulación de juicios en un proceso sobre el que ya se ha
determinado el exceso de plazo razonable como en el presente caso, exige
de los órganos judiciales penales emplazados la preferencia inmediata en su
tramitación respecto de otros procesos y un plazo imperativo, corto y con la
máxima celeridad, tal como lo dispone el principio de igualdad ("tratar igual
situaciones iguales y desigual situaciones desiguales"), bajo el
apercibimiento de asumir, por quienes corresponda, las responsabilidades
civiles, penales y administrativas, con arreglo a ley.

Por estas consideraciones, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le


confiere la Constitución Política del Perú

RESUELVE

1. Declarar FUNDADA la solicitud de aclaración; en consecuencia,


subsiste el segundo punto resolutivo de la sentencia de autos, como se
señala en el considerando 3, in fine.

2. Establecer que los órganos judiciales penales emplazados deben


otorgar preferencia inmediata en la tramitación del proceso seguido contra el
favorecido Jorge Camet Dickmann por el delito de colusión, en un plazo
imperativo, breve, no mayor a 90 días, bajo el apercibimiento de asumir, por
quienes corresponda, las responsabilidades civiles, penales y
administrativas, con arreglo a ley.

3. Notificar la presente resolución al Presidente de la. Corte Suprema de


Justicia de la República y del Consejo Ejecutivo del Poder Judicial para que
adopte las medidas necesarias para su cumplimiento en sus propios
términos.

Publíquese y notifíquese.
SS.
ÁLVAREZ MIRANDA
URVIOLA HANI
MESÍA RAMÍREZ
BEAUMONT CALLIRGOS
ETO CRUZ
«En el caso del encausado Pandolfi Arbulú, los fundamentos con los que
puede dilucidarse si la conducta que realizó –no la que le imputa el Ministerio
Fiscal– no resulta reprochable penalmente en base a los principios de
confianza y de prohibición de regreso, requieren necesariamente de un
ejercicio de valoración probatoria que, por los mismos fundamentos
expuestos para el procesado Camet Dickmann, no es viable realizar. En tal
virtud, los aspectos referidos a la participación concreta que tuvieron dichos
encausados en el proceso de contratación materia del presente proceso,
deberán ser materia de evaluación en un nuevo juicio oral, debiendo
dilucidarse también todos los cuestionamientos de orden alegados por los
recurrentes »

De igual manera tenemos la sentencia casatoria emitida en el Expediente N°


311-2012-Ica, por la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema, sobre
delito aduanero en la modalidad de transporte de productos pirotécnicos; en
el cual se empleó el principio de confianza para confirmar la inocencia del
procesado Isaul Rado Conde, ya que no cabía la imputación objetiva de la
conducta típica en mérito a dicho principio. Los fundamentos empleados en
dicha sentencia fueron

«3.5. Por su parte, el principio de confianza como institución sirve para


determinar el deber de cuidado (tanto en el dolo como la imprudencia) con
respecto al comportamiento de terceros. El principio de confianza que puede
presentarse bajo dos modalidades; primero, se trata de que alguien,
actuando como tercero, genera una situación que es inocua siempre y
cuando el autor que actúe a continuación cumpla con sus deberes; en este
caso, la confianza se dirige a que el autor realizará su comportamiento de
modo correcto; segundo, .la confianza se dirige a que una determinada
situación existente haya sido preparada de modo correcto por parte de un
tercero, de manera que quien haga uso de ella, el potencial autor, si cumple
con sus deberes, no ocasiona daño alguno. (…)

3.7. (…); en consecuencia, a todas luces se advierte que el fundamento


concreto por el cual el Colegiado Superior absolvió al sentenciado, fue en
virtud a que inicialmente se le condenó sin haberse acreditado que la
conducta del referido contenga como elemento típico el dolo, y al señalar –
en la sentencia de primera instancia– que se trataba de un dolo eventual
sustentado en lo que debió prever el encausado, se estaba determinando
responsabilidad penal objetiva, la cual quedó proscrita en el Código Penal
(…).

3.8. En efecto, analizando lo determinado por la Sala Superior se advierte


que la conducta desplegada por el encausado no puede ser reprochable
penalmente, pues el sólo hecho de tener la condición de chofer profesional
no constituye circunstancia particularmente relevante a efectos de determinar
fehacientemente que esté haya tenido la capacidad de prever que la
mercancía que transportaba era ilegal, (…) consideraciones por las cuales se
advierte que la decisión adoptada por la Sala Superior se encuentra arreglada
a ley (…), por tanto deviene en infundado el presente recurso.»
SALA PENAL PERMANENTE R.N. N°2756-2010 LAMBAYEQUE

Lima, dos de agosto de dos mil once. -

VISTOS; interviene como ponente el señor Calderón Castillo; el recurso de


nulidad interpuesto por el acusado GONZALO AMARANTE OBLITAS
VARGAS y la FISCAL SUPERIOR contra la sentencia de fojas ochocientos
cuarenta y ocho, del veintiséis de mayo de dos mil diez; de conformidad en
parte con el dictamen del señor Fiscal Supremo en lo Penal; y
CONSIDERANDO: Primero: Que el encausado Oblitas Vargas en su recurso
formalizado de fojas ochocientos noventa y cinco, cuestiona la condena de
que fue objeto y en ese sentido sostiene que en lo actuado no existen pruebas
concretas acerca de la responsabilidad penal imputada, pues afirma que
desconocía el contenido del paquete en donde se encontró el estupefaciente
materia del proceso. Por su parte, la señora Fiscal Superior en su recurso
formalizado de fojas novecientos nueve, manifiesta su disconformidad con el
extremo absolutorio de la recurrida, sosteniendo que lo actuado resulta
suficiente para acreditar la participación de los acusados Wilder Llatas Pérez
y Vilder Dávila Mera en la comisión del delito de tráfico ilícito de drogas.
Segundo: Que de la acusación fiscal de fojas setecientos cuarenta y seis, se
desprende que con fecha diecinueve de febrero de dos mil ocho, las
autoridades policiales efectuaban labores de vigilancia en el inmueble
ubicado en la calle San Salvador número mil quinientos treinta, del Pueblo
Joven Santa Ana, distrito de José Leonardo Ortiz, Provincia de Chiclayo,
cuando advirtieron que el encausado José Mercedes Gonzales Requejo,
ingresó en el mencionado predio luego de descender del vehículo de placa
de rodaje número TL - dos mil trescientos noventa y uno; siendo en estas
circunstancias que decidieron allanar e! mencionado inmueble, encontrando
en una de sus habitaciones a los encausados Gonzalo Amaronte Oblitas
Vargas y José Mercedes Gonzales Requejo quien le reservaron el
juzgamiento a la vez que se incautó ocho botellas de plástico que contenían
látex de opio con un peso neto de catorce kilos con ochocientos ochenta
aramos; además, en el mismo lugar se encontró debajo de la cama un
revolver marca Taurus abastecida con seis cartuchos; posteriormente as
investigaciones se orientaron a las personas relacionadas con el vehículo de
donde descendió Gonzales Requejo el día del operativo policial, por lo que
se procedió a intervenir a los encausados Llatas Pérez –propietario del
vehículo placa de rodaje numero TL - dos mil trescientos noventa y uno- y
Dávila Mera --quien conducía el mencionado vehículo el día de los hechos
Tercero: Que la comisión del delito se encuentra debidamente acreditada
conforme se verifica con el acta de registro domiciliario de foie,: treinta y uno;
el acta de comiso de droga de fojas treinta y siete, el acta de descarte y pesaje
de droga de fojas setenta y ocho, y el dictamen pericial de química de droga
de fojas seiscientos treinta y dos. Cuarto: Que el acusado Oblitas Vargas
señalo que viajo desde Querocotillo hasta Chiclayo con la finalidad de
comprar medicines porque su esposa se encontraba enferma y en ese
cometido se le acercó una persona desconocida quien le solicito coma favor
que le guardara unos paquetes, encargo que cumplió sin saber que en tales
especies se escondía droga - véase acta fiscal de fojas cincuenta y cuatro,
su manifestación policial de fojas cincuenta y cuatro instructiva de fojas
trescientos noventa y cuatro y en el juicio oral a fojas setecientos noventa-;
sin embargo, tal alegación carece de visas de verosimilitud pues resiente al
sentido común que personas involucradas en acciones de tráfico de drogas
encarguen a un desconocido la custodia del objeto de su ilícito accionar,
edemas debe tenerse en cuenta que del acta de registro domicilio --véase
acta de registro domiciliario de fojas treinta y uno- se verifica que las botellas
que contenían la droga materia del proceso se encontraban descubiertas
pudiéndose apreciar fácilmente su contenido, lo que desvirtúa la alegación
del impugnante en el sentido que desconocía que se le había dado a guardar
droga. Por otro lado, lo manifestado por el testigo Adelino Gonzales Cruz,
quien vive en el inmueble intervenido, se desprende que el acusado Oblitas
Vargas, junto con otro familiar, ocupaban la habitación en donde se
verificaron los hallazgos ya referidos –véase fojas cincuenta y siete-, teniendo
en cuenta lo antes anotado es de estimar lo actuado resulta suficiente para
establecer una conexión entre el accionar del acusado Oblitas Vargas con el
delito juzgado, por tanto la presunción de inocencia que lo amparo se
encuentra razonablemente desvirtuada por lo que lo resuelto por Colegiado
Superior en lo concerniente al juicio de culpabilidad se sujeta al mérito de lo
actuado. Quinto: Que con relación a los acusados Llantas Pérez y Dávila
Mera, debe señalarse que el único elemento incriminatorio en su contra se
relaciona con el vehículo de placa de rodaje número TL - dos mil trescientos
noventa y uno, en el que el encausado Gonzales Requejo se trasladó hasta
la ciudad de Chiclayo -situación que es aceptada por ambos acusados; sin
embargo, no puede dejarse de valorar los siguientes indicadores: i) el
acusado Dávila Mera indicó que trabajó en la empresa ate transportes "San
Martín de Tours" corno chofer conforme se verifica de la constancia de fojas
ciento cincuenta y cuatro; que conoció al encausado Gonzales Requejo quien
le solicitó los servicios de movilidad desde Pucará hasta Ia ciudad de Chiclayo
y viceversa por la suma de trescientos nuevos soles -véase fojas setecientos
noventa y ocho-. ii) el imputado Llatas Pérez expresó que se desempeñó
como Gerente de lo empresa de transportes "San Martín de Tours"; que su
vehículo de placa de rodaje TL - dos mil trescientos noventa y uno fue
contratado para realizar un servicio desde la localidad de Pucará hasta la
ciudad de Chiclayo y viceversa - véase fojas setecientos novena y cuatro-;
iii) la versión de Llatas Pérez se acredita con la constancia de la División de
Transito y Transportes de la Municipalidad Provincial de Jaén de fojas
cuatrocientos cincuenta y tres en la que se consignó q el precitado se
encuentra gestionando su tarjeta de operatividad de su vehículo de placa de
rodaje número TL - dos mil trescientos noventa y uno que trabajara en Ia
empresa de transportes "San Martin de Tours" que hace Ia ruta Jaén-Pucara-
Pomahuaca y viceversa.; iv) el acta de registro vehicular de fojas cuarenta y
seis que determina que en el vehículo donde fueron intervenidos los
acusados Llatas Pérez y Dávila Mera no se encontró droga alguna; v) el
encausado Oblitas Vargas senal6 que no conoce a los imputados Llatas
Pérez y Dávila Mera --véase fojas noventa y ocho y setecientos noventa-.
Sexto: Que en el contexto expuesto no se aprecia la existencia de una
relación de causalidad entre la droga encontrada y la acción desarrollada por
los encausado Wilder Llatas Pérez y Vilder Dávila Mera, estimándose que
sus conductas en él contextos de los hechos probados resultan inocuas y
socialmente adecuadas por lo que no resulta operante imputárseles
responsabilidad en el delito juzgado en aplicación el criterio de imputación
objetiva referido a la prohibición de regreso; que en atención a lo expuesto
se concluye que lo actuado resulta insuficiente para enervar la presunción de
inocencia, prevista en el artículo segundo inciso veinticuatro, literal “e” de la
Constitución Política del Estado que crea en toda persona el derecho de ser
considerado inocente mientras no se pruebe fehacientemente lo contrario por
lo que decidió por la Sala Juzgadora en cuanto a los imputados Llatas Pérez
y Dávila Mera se encuentra arreglado a ley. Por esto fundamentos I.
Declararon NO HABER NULIDAD en la sentencia de fojas ochocientos
cuarenta y ocho, del veintiséis de mayo de dos mil diez que condena a
Gonzalo Amarante Oblitas Vargas como autor del delito contra la Salud
Pública -tráfico ilícito de drogas (previsto en el artículo doscientos noveno y
seis del Código Penal, en concordancia con el artículo doscientos noventa y
seis del acotado Código) en agravio del Estado, a quince años de pena
privativa de libertad, a ochenta días-multa, inhabilitación de tres arios y fija en
diez mil nuevos soles el monto de la reparación civil que deberá pagar a favor
del agraviado. II. Declararon NO HABER NULIDAD en la mima sentencia en
el extremo que absuelve a Wilder Llatas Pérez Vilder Dávila Mera de la
acusación fiscal formulada en su contra por delito contra la salud Pública –
tráfico ilícito de drogas (previsto en el artículo doscientos noventa y seis del
Código Penal, en concordancia con el artículo doscientos noventa y siete
incisos seis y siete del acotados Código) en agravio del Estado; en lo demás
que al respecto contiene y es materia del recurso; y los devolvieron.

S.S.

VILLA STEIN
RODRÍGUEZ TINEO
PARIONA PASTRANA
NEYRA FLORES
CALDERÓN CASTILLO
Sentencia de Corte Suprema de Justicia - Primera Sala Penal Transitoria
de 22 de Marzo de 2012 (Expediente: 002242-2011)
Fecha de Resolución: 22 de Marzo de 2012
Emisor: Primera Sala Penal Transitoria
Materia: DELITOS CONTRA LA SEGURIDAD PUBLICA
Procedimiento: RECURSO DE NULIDAD

Lima, veintidós de marzo de dos mil doce.


VISTOS; interviniendo como ponente el señor L.C.; el recurso de nulidad
interpuesto por la PARTE CIVIL contra la sentencia de fojas novecientos
cincuenta, del cuatro de mayo de dos mil once; de conformidad con el
dictamen del señor F.S. en lo Penal; y CONSIDERANDO: Primero: Que la
parte civil en su recurso formalizado de fojas mil cuatrocientos diecinueve
alego que el policía O.N.E. y G.O.C. sindican al encausado por lo que está
probada su responsabilidad penal; agrega una serie de argumentos
genéricos para mostrar su disconformidad con la sentencia -daño y peligro
social al no sentenciar a procesados por drogas-.Segundo: Que, según la
acusación fiscal de fojas quinientos noventa y siete, el diez de mayo de mil
novecientos noventa y seis, la acusada, ahora sentenciada G.J.O.C.D.H.,
locataria conductora de la Empresa Individual de Responsabilidad Limitada
'BATERIAS ASTOS" al ser inspeccionada respecto al control de ventas de
Insumos Químicos Fiscalizados, por parte de la unidad policial, se constató
su no operatividad y se levantó el acta del coso; sin embargo, en el periodo
de marzo y julio de mil novecientos noventa y seis se adquirió setecientos
cincuenta kilos de Insumos Químicos Fiscalizados, desconociéndose su
destino; que, posteriormente, por pedido del policía OSCAR NUÑEZ ENERO
(absuelto), y con el financiamiento de este adquirió mil kilos de ácido sulfúrico
no acreditándose el destino final del mismo; que tras el interrogatorio policial
la condenada sindicó al PNP T.M.F.L. (absuelto), haberle retenido el libro de
registro comercial de ventas y su devolución la condicionó al pago de mil
nuevos soles y al tener la condenada una multa pendiente de once mil nuevos
soles ante la ICTA, el encausado O.N. ENERO le propuso la adquisición de
insumos Químicos Fiscalizados a fin de favorecerla en el pago de la
infracción, de lo que se coligen actos destinados a favorecer el comercio de
tales sustancias para elaborar alcaloides. Cuarto: Que los argumentos
absolutorios encuentran fundabilidad en la actividad probatoria desarrollada,
pues más allá de las conjeturas plasmadas en el factum acusatorio, no se
advierte mayor evidencia de la conducta dolosa por parte del encausado
HAUYNATE CALLUPE, por el contrario su accionar responde a una actividad
singular realizada en razón a un pedido expreso de apoyo a su coencausada
O.C., la que era su pareja sentimental; que, en tal sentido, las versiones de
esta Ultima informan que el acusado era una persona ajena al negocio que
manejaba la encausada y que en vista a un inconveniente le solicita que
recoja los insumos químicos que previamente esta había negociado; que
prueba de ello es que en el proceso no obra prueba alguna que indique que
el encausado HUAYNATE CALLUPE participa en operaciones similares.
Quinto: Que, en este sentido, la posición de la parte civil que sostiene que la
incriminación está probada con las declaraciones de N.E. y O.C. no es
correcta, pues estas solo demuestran que el encausado participa del recojo
de las sustancias ?lo cual, como se indic6 en el fundamento jurídico que
antecede, este hecho no fue negado por el encausado- pero que no lo ligan
al resultado de la actividad que finalmente desplegó la sentenciada O.C.? su
comercio de manera informal y sin los controles de ley-, conducta que, por lo
demás, si mereció reproche penal, tal como se advierte de la sentencia de
fojas seiscientos sesenta y siete y la Ejecutoria Suprema de fojas setecientos
uno, por tanto aquellas versiones solo sostienen la sospecha inicial de que el
encausado HUAYNATE CALLUPE también participaba en la actividad ilícita
por la que fue sancionada O.C., empero no se estableció objetivamente
aquella hip6tesis, por tanto el argumento absolutorio respeta en principio, el
articulo VII del Titulo Preliminar del Código Penal, que se refiere a la
proscripci6n de responsabilidad objetiva. Sexto: Que, en este sentido, no C.
las conductas son relevantes para el Derecho Penal frente al juicio de
imputación, en un suceso típico donde existe la concurrencia de varias
personas, de suerte que el instituto dogmático del la prohibición de regreso,
diferencia las conductas que son relevantes y punibles y cuales se mantienen
al margen de ello; que la prohibición de regreso, materializada con las
denominadas conductas neutrales -inocuas o estereotipadas, adecuadas a
determinada profesi6n u oficio, etc.-, entiende que algunas acciones creen
ciertos riesgos permitidos o jurídicamente tolerados, y aunque favorezcan en
forma causal un delito, no alcance a constituir un acto de complicidad, pues
estas se mantienen alejadas del hecho delictivo, por ser acciones con
contenido social, con sentido inocuo, realizadas dentro del rol que le compete
a toda persona en la sociedad; que, por consiguiente, toda acción neutral,
realizada dentro del rol correspondiente, común u ordinario a toda persona,
no representa ningún aporte a un hecho punible, pues lo contrario obligaría a
cuestionar todo acto cotidiano y someterlo a escrutinio para desentrañar las
intenciones del tercero con el que se interactúa. Sétimo: Que, por tanto, la
observancia de aquella posición dogmática, anula todo reproche penol en el
juicio de imputación que recae sobre el acusado HAUYNATE CALLLJPE,
pues no se advierte que haya conocido las tratativas de su coacusado en el
uso del insumo químico fiscalizado, ni que lo acción que realizó -recojo y
traslado de la mercadería del local del proveedor al comercio de la
sentenciado O.C.- haya sido ajena a una actividad ordinaria y común, por
tanto es de rigor amparar el fallo absolutorio en todos sus términos. Por estos
fundamentos: Declararon NO HABER NULIDAD en la sentencia de fojas
novecientos cincuenta, del cuatro de mayo de dos mil once, que absolvió a
JAIME HAYNATE CALLUPE de los cargos que se le formularon por delito de
Tráfico Ilícito de Drogas en agravio del Estado, con lo demás que contiene; y
los devolvieron.
S. S.
LECAROS CORNEJO.
PRADO SALDARRIAGA
PRINCIPE TRUJILLO,
VILLA BONILLA
MORALES PARRAGUEZ
SALA PENAL TRANSITORIA
R.N.N. ° 2242-2011
HUANCAYO

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