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SOBRE BUKELE Y EL POPULISMO

Muchos son los comentarios que se vierten en la prensa y en las redes sociales
acerca del nuevo Gobierno. Muchas son las esperanzas que el pueblo guarda con
respecto a la nueva administración. El bombardeo mediático por parte del Gobierno,
es sin duda una muestra de astucia política, que diferencia a este de sus
predecesores. Pero, cabe preguntarnos, qué tanto de lo nos dice el Sr. Presidente
es cierto, cual es su carácter, y cuales son las verdaderas intenciones detrás de
Bukele y su gabinete.

Primeramente hemos de puntualizar que en la historia, el ascenso del fascismo


siempre ha estado precedido de la derrota política de la derecha tradicional, y la
traición de la socialdemocracia. Es en ese contexto en el cual el fascismo se
presenta como alternativa, y con grandes dosis de populismo. Similar situación
podemos visualizar en la historia contemporánea de El Salvador, en la cual, tras los
acuerdos de paz, la derecha gobernó por 20 años, instaurando una serie de
medidas que pauperizaron a las masas trabajadoras salvadoreñas a través de
recetas de corte neoliberal como la desregulación de los mercados y la privatización
masiva de entes públicos. Es en este marco, en el cual el FMLN gana las elecciones
en 2009, como causa del desencanto del pueblo con las estructuras de poder
tradicionales. Significando su triunfo, las ansias de esperanza de la población por
cambios estructurales que realmente dieran solución a las grandes problemáticas
que azotan este país. Muy por el contrario, los otrora “revolucionarios”, habían
abandonado ya desde hace muchos sus convicciones, y lejos de realizar cambios
estructurales, únicamente se dedicaron a enriquecerse a través del Estado, dejando
intactas las bases económicas del sistema capitalista e implementando diversas
medidas de corte neoliberal, junto a políticas asistencialistas sin sostenibilidad a
largo plazo producto de la débil estructura fiscal del Estado burgués salvadoreño.

El sistema político-partidario había llegado a un impasse, la población había llegado


a un punto de desesperación en la cual se visualizaba una posible radicalización de
las masas. Se necesitaba una válvula de escape que permitiera oxigenar el sistema
capitalista, muy desgastado por la crisis económica mundial y por la corrupción
generalizada. Es aquí cuando “Nayib Bukele gana la presidencia por el consenso de
un electorado, que cansado de ARENA-FMLN, busca un cambio bajo un nuevo
liderazgo. Aunque en sus discursos Bukele criticó el neoliberalismo, el nuevo
mandatario no es socialista, ni mucho menos anticapitalista. Muy por el contrario, es
un empresario que busca apoyo del imperio del capitalismo, aunque muchos que lo
votaron lo desaprueben. Su ascendencia árabe, uno de los grupos de inmigrantes
históricamente más rechazados y con mayor presencia en el sector empresarial,
podría influir en su gobierno. Coincidentemente, el grupo de empresarios árabes es
parte del sector que ha sido marginado en su mayoría de las privatizaciones y
licitaciones estatales, lo cual podría cambiar con el nuevo presidente, cuyo padre, el
Dr. Armando Bukele, abogaba por un capitalismo de libre competencia.” (1).

Hemos visto hasta aquí el trayecto mediante el cual el Sr.Bukele y sus acólitos
logran conquistar el poder político. Y es desde su toma de posesión en el cargo,
cuando vemos confirmadas nuestras sospechas sobre el verdadero carácter de este
hábil político que logró hacerse con el poder a través de la manipulación mediática y
el uso excesivo de propaganda. Lo que realmente llama la atención con respecto a
sus predecesores, es que dicho personaje no llegó al poder por medio de una
estructura partidaria tradicional, sino a través de la promoción de su propia imagen
como un líder salvador que encarna los intereses del pueblo. Presentando hacia la
población una disyuntiva retórica de “estas con nosotros, o eres parte de los mismos
de siempre”. Vale decir, irrespetando totalmente la tridivisión de poderes burguesa,
e intimidando a los politicastros oportunistas de la Asamblea Legislativa que se
dejan manipular debido a que sus partidos están tan debilitados por la corrupción, y
temen por su existencia en las próximas elecciones legislativas del 2021.

Es mediante este discurso, que la mayoría de “Los partidarios del presidente se han
agrupado y se identifican como los restauradores de la dignidad nacional, de la
limpieza generalizada de la vida pública y los únicos partidarios de la honradez. Está
reforzada identidad se caracteriza en que el individuo se siente poseído por una
misión, todos se agrupan en derredor de esta misión restauradora del honor
nacional, de esta herencia (ideales que fueron abandonados por otros y valorizados
ahora por el nuevo partido y su jefe). El populismo detenta su eficacidad en la
disponibilidad permanente de polaridades identificadoras que sabe proponer.”(2) Y
es esto precisamente lo que lo vuelve peligroso, ya que al pretender absolutizar el
poder en su propia persona a través de sus hordas de seguidores, es el candidato
perfecto para la inauguración de una nueva dictadura fascista.

Lejos de lo que Bukele prometió, que ningún diputado tendría “cuotas” en su


Gobierno, ya nombró en su Gabinete a dos diputados de Gana, el partido con que
llegó a la Presidencia, y del que forman parte varios acusados de corrupción.
Además, nombró como viceministro de Obras Públicas a uno de los fundadores de
ese partido, y a dos exfuncionarios del presidente Antonio Saca, condenado tras
haber confesado un desfalco de casi 300 millones de dólares. Por otro lado, ha
reafirmado su compromiso con los EE.UU por combatir el flujo de migrantes, con
argumentos totalmente unilaterales que invisibiliza el papel que EE.UU ha jugado en
la desestabilización de nuestras economías. Tampoco ha mencionado nada acerca
de su promesa de campaña, de lucha contra la evasión fiscal, ni ha planteado una
reforma al sistema tributario regresivo que empobrece a nuestra población. Toda su
retórica reafirma el carácter burgués, pro-empresarial y antiobrero que regirá los
subsiguientes años de su gobierno.

Bukele y su gobierno, no representan pues, ninguna esperanza para la clase


trabajadora. Las clases gobernantes pueden estar tranquilas, al ver intactas las
bases de su sistema económico. Ni la derecha burguesa, ni la socialdemocracia
oportunista han representado nunca los intereses verdaderos de las masas
trabajadoras. Y por lo visto, tampoco lo hará la actual administración. La noche
oscura del fascismo se cierne sobre nuestras sienes, y sólo el proletariado en lucha
frontal contra la burguesía y sus lacayos significara una salida real a la miseria
existente. El capitalismo no ha de caer por si solo, es y siempre será necesario darle
una patada y aniquilarle hasta que no quede rastro de él.

(1)http://www.contrapunto.com.sv/opinión/debatehoy/capitalismo-y-
socialismo-posibles-en-el-salvador-la-próxima-década/10075

(2) http://www.contrapunto.com.sv/opinion/debatehoy/populismo-en-
absurditan/10322

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