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Estados Unidos apostará por las fábricas inteligentes

Quiere apuntalar su economía a partir de un reenfoque en el proceso de producción,


basado en la ingeniería y la automatización

Por Carlos Manzoni | LA NACION – Economía 22/3/15

DETROIT.- Lejos quedó el brillo que le hizo ganar, allá a principios del siglo XX, el mote
de "la París del Oeste". Detroit, que recién logró salir de la bancarrota en diciembre, es
una ciudad sin gente. Es que, aunque la crisis de las tres grandes automotrices locales,
General Motors, Chrysler y Ford, haya quedado en parte atrás, la desolación parece
haberse ensañado con un lugar que en la actualidad cuenta con la mitad del 1,5 millón de
habitantes que tenía en 1950.

Pero puede que la suerte de Detroit empiece a cambiar, si se hace realidad lo que fue
tema excluyente en el "Simposio de Manufactura en América", celebrado aquí el 10 y 11
de este mes y organizado por Siemens: Estados Unidos debe volver a tener industria
manufacturera, pero ya no la tradicional, sino la automatizada.

Lo dejó bien claro Brian Beaulieu, economista y CEO de ITR Economics, en una
presentación en la que afirmó que la manufactura crea más data que cualquier otro sector
en una economía. "Cuando Estados Unidos perdió la manufactura, perdió también la
capacidad de innovar en nuevos productos", comenta. Mostró así que está en plena
coincidencia con el presidente, Barack Obama, que brega por que se empiecen a fabricar
productos en su país y ya logró que en 2014 se apruebe una ley en ese sentido.

Ahora bien, junto con la promesa de resurgimiento de la industria en los Estados Unidos,
que se reflejó en el contraste entre dos tapas del semanario The Economist (en 2009
titulaba "El colapso de la manufactura", mientras que en 2014 encabezaba con "La tercera
revolución industrial"), aparece la pregunta acerca de qué tipo de mano de obra se
necesitará para lograr este objetivo. Si algo quedó en claro durante dos días de recorrida
por fábricas locales es que no se tratará de los obreros básicos que nutrieron a pocos
kilómetros de aquí, en Dearborn, la mítica cadena de montaje de Henry Ford.

Más bien, de lo que se tratará ahora es de llegar a la manufactura pero de la mano de la


automatización y, para hablar en término de personal humano, de los ingenieros. Una
recorrida por compañías como Red Viking o Paslin permite ver que de lo que se habla en
la actualidad es de diseño, procesos de automatización y digitalización. "La
reindustrialización de los Estados Unidos tiene que venir de la mano de la ingeniería; las
empresas no pueden seguir su trabajo como lo han hecho hasta ahora", explica Alfredo
Flores, senior controls engineer de Red Viking, una firma que compra su software a
Siemens.

Pase lo que pase, explica Flores, mexicano de nacimiento, Detroit estará en el centro de
los planes de reindustrialización de un país que tiene 4,8% de la población mundial, pero
22,7 % de la economía global. Es que aquí están las grandes automotrices y es en ellas
donde se encarna 30% del negocio de empresas de automatización y digitalización, como
Red Viking y otras. "Detroit es sinónimo de industria en este país y lo seguirá siendo
aunque, como se ve, haya sido muy golpeada por la última crisis financiera", agrega este
ingeniero.
El entusiasmo de Beulieu desborda. Según explica, Estados Unidos se mantendrá como
primera potencia en 2050. Y no solo eso. La automatización y digitalización hará que la
mano de obra aquí empiece a ser más barata. "Tendremos la mayor base de
consumidores en el futuro. Además, Siemens, Honda, Airbus, Lenovo, Apple y Yamaha,
entre otras, decidieron volver a producir aquí; no por patriotas, sino porque es más
barato", señaló.

Claro que el interrogante vuelve a ser cuántos puestos de trabajo creará el nuevo
paradigma productivo. No es fácil obtener una respuesta. John Billings, vicepresidente de
Digital Factory de Siemens, argumenta que el concepto de trabajador ya mutó y ahora de
lo que se habla es de analistas. "Hablamos de ingenieros que tendrán que pensar en su
espacio de trabajo y en cómo lograr versatilidad para fabricar, con las mismas máquinas,
diferentes modelos", destaca.

En la actualidad, explica Billings, una línea de producción se puede configurar, mediante


la tecnología adecuada, para no quedar esclavizado a un solo producto ni obligar a que se
cambie el centro de producción solo porque una planta es apta únicamente para un solo
modelo.

"Ingenieros se necesitan", parece ser el lema de este momento en lo que a industria


manufacturera respecta. Se han creado para ello varias instituciones, como el Dmdsii, un
instituto de innovación y diseño en manufactura digital ubicado en el noroeste de Chicago.
Su director de Investigación y Desarrollo, George Barnych, precisa que se han destinado
US$ 70 millones de fondos federales para ayudar a la nueva reindustrialización. Al igual
que Beaulieu, fundamenta por qué es tan preciso hacer que vuelva a haber fábricas en el
país: "Separar el diseño de la manufactura ralentiza el proceso de innovación y sube los
costos. Debemos cambiar eso".

En definitiva, como dicen desde Siemens, la meta es la fábrica inteligente, que se


caracteriza por su adaptabilidad, eficiencia de recursos y ergonomía, pero también por la
integración de clientes y socios de negocios en todos los procesos de valor y comerciales.

Aunque poco se entiende de esto aún en las heladas calles de Detroit, donde por estos
días sobran mendigos e indigentes, en las fábricas de los alrededores ya funcionan
diversos robots que, con precisión milimétrica, sueldan, miden y testean piezas de autos y
aviones. La fábrica inteligente parece ser la gran apuesta política e industrial que
devolverá a la ciudad la opulencia del pasado y la hará renacer de sus cenizas, como lo
hizo su gran héroe, el boxeador Joe Louis, que luego de perder por knock out con el
alemán Max Schmelling llegó a ser campeón mundial y retuvo el título de los pesados
durante el tiempo récord de 12 años

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