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I. Denominación y contenido
El Código Penal argentino comienza la enumeración de la parte especial con los delitos contra
las personas. En el Derecho argentino, este título es empleado por el Proyecto de TEJEDOR,
manteniéndose a través del Código de 1886 y de todos los proyectos de reforma hasta el
Código vigente. Los proyectos posteriores cambian de distintas maneras la denominación,
como enseguida veremos.
Se ha hecho notar que la ley no señala con esa denominación la verdadera objetividad
jurídica de los delitos que comprende en ese rubro, puesto que las personas son los titulares
de los bienes jurídicos lesionados, constituidos por la vida, la salud y integridad física. Se
aparta así la ley del criterio objetivo que debe caracterizar la clasificación de los delitos,
tomando en cuenta el bien jurídico lesionado o amenazado, según hemos visto en el
parágrafo anterior.
Se ha señalado, también, que la vida, la salud y la integridad corporal no son los únicos
bienes propios a la persona; lo son, también, entre otros, el honor y la libertad. Para dar
este alcance a la denominación, el Código italiano de 1930 se refiere a los delitos contra la
persona, en singular, en lugar de utilizar el plural, como lo hace el Código argentino,
entendiendo referirse así a las personas, no solamente en el sentido físico, sino en el
filosófico o moral, y comprendiendo de ese modo en el título los delitos contra el honor y
contra la libertad individual. Análogo criterio inspira el Proyecto de 1937 (COLL y GÓMEZ),
que bajo el título Delitos contra la persona incluye también los delitos contra el honor. El
Proyecto de 1941 (PECO) vuelve al sistema del código, en este punto, si bien adopta la
denominación Delitos contra la vida y la integridad corporal y de poner en peligro las
mismas, instituyendo títulos independientes con los delitos contra el honor y contra la
libertad, e incluyendo los delitos contra la libertad sexual en un capítulo dentro del título de
los delitos contra las buenas costumbres. El Proyecto de 1960 (SOLER) separa, también, en
títulos propios los delitos contra el honor, contra el pudor y moralidad sexual y contra la
libertad, denominando los que aquí nos ocupan delitos contra la vida y la integridad
personal.
Dentro del título de los delitos contra las personas, agrupa el código hechos que lesionan o
ponen en peligro la vida, la salud o la integridad física de las personas. Son contrarios a la
vida las distintas modalidades del homicidio y la muerte causada en duelo o por abandono de
personas; son contrarias a la salud o a la integridad física las lesiones, cualquiera sea su
causa; son, por último, de peligro para la vida, la salud o la integridad física, el duelo del
artículo 97, inciso 1º, primer supuesto; el mismo delito del artículo 98, inciso 3º; la
instigación al duelo de los artículos 99, inciso 1º, en los dos primeros supuestos, y 100,
inciso 1º, el duelo a muerte del artículo 103, en el caso de no producirse la muerte, el abuso
de armas de los artículos 104 y 105, y el abandono de personas de los artículos 106, primer
párrafo, 107 y 108.
El título comprende seis capítulos, que enumerados por su orden son: capítulo primero,
delitos contra la vida; capítulo segundo, lesiones; capítulo tercero, homicidio y lesiones en
riña; capítulo cuarto, duelo; capítulo quinto, abuso de armas y capítulo sexto, abandono de
personas.
Aparecen en distintos títulos de la ley otros delitos de peligro y de daño para las personas,
como por ejemplo, los incendios y otros estragos, los delitos contra la seguridad de los
medios de transporte y comunicación y, especialmente, los delitos contra la salud pública, en
particular los que consisten en envenenar o adulterar aguas potables o alimentos o
medicinas, previstos en el Capítulo IV del Título VII del Código. Es común que un hecho
lesione o ponga en peligro más de un bien jurídico y en tal caso, el legislador, para proceder
a situar las figuras delictivas en el título correspondiente, opta por el bien que juzga
preponderante, sin perjuicio de crear figuras agravadas para los casos en que el otro bien
jurídico haya sido efectivamente lesionado o puesto en peligro. Así ocurre, por ejemplo, con
el incendio cuando hubiere peligro de muerte para alguna persona o fuere causa inmediata
de la muerte de alguna persona (art. 186, apartados a], c] y d]). Lo mismo ocurre en el
artículo 190 bis, referido al que ejecutare cualquier acto que ponga en peligro la seguridad
de un tren, y en otros casos. Este sistema de coordinar las escalas penales con los varios
bienes jurídicos atacados es de correcta técnica legisferante.
De lo dicho resulta claramente que la denominación delitos contra las personas restringe el
contenido del título a los ataques contra la persona física, es decir contra la vida, la salud y
la integridad corporal de las personas (GONZÁLEZ ROURA, Derecho Penal, Buenos Aires,
1925, T. III, p. 5; QUINTANO RIPOLLÉS, Tratado de la parte especial del Derecho Penal,
Madrid, 1962, T. I, p. 30). Ciertamente, al referirnos a la salud comprendemos, también, la
persona en su aspecto mental o psíquico, lo que por otra parte, resulta claramente del modo
como describe la ley las figuras de lesiones en los artículos 89, 90 y 91.
Hacemos a continuación una reseña del sistema seguido por el código en el título I, de los
delitos contra las personas, de la que resulta que, aún dentro del título, no están situadas
todas figuras en las que se prevé el resultado muerte o daño para el cuerpo o la salud en los
capítulos específicos de delitos contra la vida y lesiones.
1 - LOS DELITOS CONTRA LA VIDA. En el capítulo I del título que consideramos agrupa la
ley, bajo la denominación Delitos contra la vida, las distintas modalidades del homicidio y el
aborto y la figura de la instigación o ayuda al suicidio.
1. He aquí el cuadro de las figuras contenidas en el capítulo I, de los delitos contra la vida:
Homicidio
Delitos
contra la
vida
Agravado: Las distintas modalidades contenidas en los
siete incisos del artículo 80 o en los tres apartados del
artículo 81 bis.
Atenuado Homicidio emocional: artículo 81,
inciso 1º.
Preterintencional: artículo 82.
Homicidio culposo: artículo 84.
Infanticidio: artículo 81, inciso 2º.
Instigación o ayuda al suicidio: artículo 83.
2. Otras figuras del título I en las que se prevé el resultado muerte de una persona. La ley
contiene en el mismo título otras figuras en las que se prevé el resultado muerte de una
persona en capítulos diferentes:
d. Pena para el que instigue a otro a provocar o aceptar un desafío, y para el que desacredite
públicamente a otro por no desafiar o por rehusar un desafío, cuando del duelo resultare la
muerte (art. 99 , inc. 2º).
g. Pena para los padrinos por la muerte causada en duelo como consecuencia de haber
usado ellos cualquier género de alevosía en la ejecución del mismo (art. 102).
h. Pena para los padrinos de un duelo que lo concertaren a muerte o en condiciones tales
que de ellas debiere resultar la muerte, si la muerte se produce (art. 103).
j. Pena disminuida para el caso de muerte de un menor a consecuencia del abandono por la
madre poco después del nacimiento, para ocultar su deshonra.
Es de hacer notar que en algunos de estos casos, la pena es igual o mayor que la fijada por
el homicidio simple. Así, en el caso de muerte en duelo irregular, la pena es de ocho a
veinticinco años de prisión o reclusión (art. 98, inc. 1º); en el de quien provoca o da causa a
un desafío, proponiéndose un interés pecuniario u otro objeto inmoral, de diez a veinticinco
años de reclusión o prisión si la muerte se produce en el duelo (art. 100, inc. 3º); la misma
pena se determina para el combatiente que causare la muerte de su adversario habiendo
faltado a las condiciones ajustadas por los padrinos (art. 101, inc. 2º), y para los padrinos
que usaren cualquier género de alevosía en la ejecución del duelo, si de él resultare la
muerte (art. 102).
b. Las lesiones agravadas por concurrir alguna de las circunstancias previstas como
cualificativas del homicidio en el artículo 80 u 80 bis (art. 92).
c. Las lesiones atenuadas por haberse causado en un estado de emoción violenta y que las
circunstancias hicieren excusable (art. 93, remitiendo al art. 81, inc, 1º).
d. Pena que corresponde a las lesiones cuando concurren las circunstancias del artículo 81,
inciso 1º, conjuntamente con las del artículo 80, inciso 1º u 80 bis (art. 93, 2do. párr.).
2. Otras figuras con resultado de daño para la salud o la integridad corporal definidas en el
título I. Además de las figuras de lesiones que terminamos de enumerar, la ley contiene, en
el mismo título I, de los delitos contra las personas, otras figuras con resultado de daño para
el cuerpo o la salud:
b. Las causadas en duelo regular (art. 97, incs. 1º y 2º) y en duelo irregular (art. 98, inc.
2º).
c. Pena para el que instigue a otro a provocar o aceptar un duelo y para el que desacredite
públicamente a otro por no desafiar o por rehusar un desafío, si se realiza el duelo y resultan
lesiones (art. 99, incs. 1º y 2º).
e. Las lesiones causadas en duelo por el combatiente que, en daño de su adversario, faltare
a las condiciones ajustadas por los padrinos (art. 101, inc. 1º).
f. Pena para los padrinos por las lesiones causadas en duelo como consecuencia de haber
ellos usado cualquier género de alevosía (art. 102).
g. Las lesiones leves producidas mediante disparo de armas de fuego, tienen la pena de este
último delito por expresa disposición del artículo 104.
a. Son delitos de peligro para las personas, aun cuando la ley pueda tutelar con ellas otro
bien jurídico, las figuras del duelo regular e irregular, cuando de él no resultan lesiones ni
muerte (arts. 97, inc. 1º, primer supuesto, y 98, inc. 3º). Lo son, también, la instigación a
provocar un duelo, el descrédito público por no desafiar o por rehusar un desafío (art. 99,
inc. 1º, primero y segundo supuestos), y provocar o dar causa a un desafío (art. 100, inc.
1º), cuando el duelo no se realiza o realizándose, no se produce muerte ni lesiones. Por
último, dentro del capítulo del duelo, es de peligro el delito que cometen los padrinos que
conciertan un duelo a muerte o en condiciones tales que deba resultar la muerte, si ésta no
se produce (art. 103).
b. Son también delitos de peligro los previstos en el capítulo V, denominado abuso de armas
(arts. 104 y 105).
c. Son, por último, características figuras de peligro las de abandono de personas contenidas
en el capítulo VI, cuando no resultan lesiones ni muerte de menor o incapaz (arts. 106, 1er.
párrafo, 107, 1er. párrafo, y 108).
§ 78 - EL HOMICIDIO SIMPLE
Siendo el homicidio simple la figura dolosa con menos requisitos entre las que tienen por
resultado la muerte de un ser humano, las reflexiones que aquí se hacen sobre la inteligencia
de las palabras matar a otro son válidas para todas las modalidades del homicidio, y aun
para todas las figuras del Código en las que se prevé como resultado la muerte de un ser
humano.
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2 - LA ACCIÓN. LA TENTATIVA. La acción del sujeto activo consiste en matar a un ser
humano. La acción es matar; el resultado material tipificado es la muerte. Es, pues, un delito
instantáneo que se consuma en el momento de producirse la muerte de la víctima.
La muerte puede ser causada por acción u omisión. Se trata de una figura en la que la ley ha
tipificado un resultado material - la muerte -, siendo indiferente la modalidad de la acción en
este aspecto (T. I, § 25, I, 2.).
Se trata de un delito de resultado material, que admite la tentativa y todas las formas de
participación.
La Cámara del Crimen de la Capital hizo aplicación extrema de estos principios, al condenar a
cuatro años de prisión por el delito de lesiones con alevosía, en un caso en el que una mujer
disparó a quemarropa a medianoche contra su concubino, que estaba acostado a su lado,
dirigiendo el arma hacia su cabeza, y apercibiéndose de que el agredido aún vivía, desistió
de proseguir su acción, saliendo a la calle y se entregó a la policía juntamente con el arma
empleada. La mujer había comprado el arma que colocó esa noche debajo del colchón y
había tratado de retener a su concubino "con caricias" luego de una discusión.
El juez doctor LEJARZA, que fundó el fallo de la mayoría, formuló los siguientes conceptos: la
intención ha de ser probada tan cabalmente como la acción, porque no es lícito deducir
aquélla de ésta por más expresiva que haya sido. Los hechos de sangre son delitos de
resultado y se responde sólo por ese extremo. Para que la intención pueda serle
sobreañadida como un elemento agravante, debe ser probada de manera objetiva y plena,
como deben quedar probados todos los hechos que se imputan y reprimen. Además, esa
intención no basta con tenerla sino que ha menester exteriorizarla mediante actos
inequívocos dirigidos a ese fin. Quedarse a mitad de camino, como en este caso, no la
prueba ni confirma, por más que se la haya expresado oralmente con vehemencia. Una cosa
es lo que uno pretende hacer en determinadas circunstancias y otra lo que uno realmente
hace. El Derecho Penal sólo pide cuentas por esto último; ya se dijo que este tipo de delitos
lo son de resultado, y en ellos la intención no probada que los animó ha de quedar a la
sombra de nuestro juicio, más falible cuanto más ufano (La Ley, 27 de octubre de 1960, con
nota de ELÍAS NEUMAN).
3 - LOS MEDIOS. Cualquiera que sea el medio con el que se cause la muerte es apto para
caracterizar el homicidio. El Código no requiere ni excluye aquí determinados medios; sólo
dan lugar a distinta adecuación los medios que la ley selecciona para constituir con ellos
circunstancias de las figuras de homicidios agravados, como, por ejemplo, el veneno (art.
80, inc. 2º).
1. La cuestión de los llamados medios morales ha motivado una disidencia en doctrina, que
sigue prolongándose en el tiempo. La mayoría de los autores franceses y alemanes pensaron
que el homicidio requiere la materialidad de la acción; que se use de medios perceptibles por
los sentidos, quedando así descartado el que se ha dado en llamar homicidio moral (Fue muy
difundida en este sentido la opinión decididamente contraria a los medios morales de
CHAVEAU - HELIE, Théorie du Code pénal, París, 1872-73; T. III, p. 400). Frente a este
punto de vista, se alza gran parte de la doctrina italiana, encabezada por FRANCISCO
CARRARA, para quien son totalmente indiferentes a la esencia del hecho los medio utilizados
para matar, puesto que han sido eficaces (Programa, § 1087). Más recientemente, MANCINI
se muestra partidario decidido de aceptar los medios morales, y lo ilustra con un caso de
homicidio causado por esos medios en Basilea en el año 1910, en el que una joven enferma
muere por la emoción que le produce una carta en la que su novio, con el que había tenido
ya dos hijos, le hace saber que se había casado con otra (Trattato di Diritto penale, Vol. VII,
nº 3). El caso citado, como todos los que se suelen traer a consideración, ofrece la dificultad
de la prueba, que el propio MANCINI reconoce. Pero esto en nada obsta a la configuración
del delito. Ya se sabe que la comprobación del nexo causal adquiere su mayor y más difícil
campo de aplicación en el área de los delitos contra las personas.
El Proyecto de 1937 (COLL y GÓMEZ) dispone expresamente que las causas preexistentes,
simultáneas o sobrevivientes que guardan una relación directa con el delito, no excluyen la
relación entre éste y su resultado (art. 5º).
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4 - EL SUJETO PASIVO. Sujeto pasivo del homicidio es un ser humano, entendiendo por tal
todo ente que presente signos característicos de humanidad, sin distinción de cualidades o
accidentes (art. 51 del Cód. Civil). El homicidio consiste en matar a otro; por tanto, la propia
muerte voluntaria (suicidio) no constituye el delito, aunque algunas formas de participación
en él estén penadas en forma autónoma por el artículo 83 (MEZGER, Libro de estudio, cit.,
parte especial, § 5, III. Conforme, para el Derecho español, J. A. RODRÍGUEZ MUÑOZ,
Derecho Penal, parte especial, Madrid, 1949, p. 226). Pero sí es homicidio quitarse la vida
como instrumento de un tercero en virtud de violencia, coacción, incapacidad o error. El
homicida es en este caso el autor de la violencia, coacción, etcétera. Tampoco es suicida el
que se causa la muerte por efecto de la agresión ajena. Por ejemplo, el que se lesiona
mortalmente al aferrar el arma del agresor o para parar el golpe del atacante; o el que lo
hace por su torpeza derivada de su situación atribulada frente a la agresión (R. C. NÚÑEZ,
Derecho Penal argentino, T. III, ps. 24-25).
Ya hemos dicho que la ley penal tutela la vida humana desde la concepción del ser hasta su
muerte. Mas es preciso determinar desde qué momento el ser tiene la calidad de persona
para la ley penal, pues las penas y modalidades del aborto y el homicidio son
sustancialmente distintas. La transformación del feto en persona está separada por el
nacimiento. Sin embargo, esto resulta bastante impreciso.
El Código Civil declara que la existencia de las personas comienza con la separación completa
del seno materno (art. 74). Observa SOLER que si esa fuera la noción exacta, no podría
decirse que comete homicidio quien mata a una criatura antes de su completa separación;
sin embargo, el artículo 81, inciso 2º del Código Penal describe la figura del infanticidio en el
capítulo de los delitos contra la vida, refiriéndose a la muerte causada durante el nacimiento
(D. p. argentino, cit., T. III, § 78, I). Es evidente que de no mediar las circunstancias que
motivan la penalidad atenuada, el hecho es un homicidio. Así, pues, para ley penal se es
sujeto pasivo de homicidio desde el momento en que comienza el nacimiento. Es decir, en el
parto natural, con los primeros dolores del parto; en él provocado, desde que comienza la
expulsión o la extracción de la criatura. SOLER, citando a FRANK y a LISZT - SCHMIDT, se
refiere sólo a los dolores del parto (obra y lugar citados); R. C. NÚÑEZ, contemplando
también el parto artificial, habla sólo de expulsión (D. p. argentino, cit., T. III, p. 24).
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4 - EL SUJETO PASIVO. Sujeto pasivo del homicidio es un ser humano, entendiendo por tal
todo ente que presente signos característicos de humanidad, sin distinción de cualidades o
accidentes (art. 51 del Cód. Civil). El homicidio consiste en matar a otro; por tanto, la propia
muerte voluntaria (suicidio) no constituye el delito, aunque algunas formas de participación
en él estén penadas en forma autónoma por el artículo 83 (MEZGER, Libro de estudio, cit.,
parte especial, § 5, III. Conforme, para el Derecho español, J. A. RODRÍGUEZ MUÑOZ,
Derecho Penal, parte especial, Madrid, 1949, p. 226). Pero sí es homicidio quitarse la vida
como instrumento de un tercero en virtud de violencia, coacción, incapacidad o error. El
homicida es en este caso el autor de la violencia, coacción, etcétera. Tampoco es suicida el
que se causa la muerte por efecto de la agresión ajena. Por ejemplo, el que se lesiona
mortalmente al aferrar el arma del agresor o para parar el golpe del atacante; o el que lo
hace por su torpeza derivada de su situación atribulada frente a la agresión (R. C. NÚÑEZ,
Derecho Penal argentino, T. III, ps. 24-25).
Ya hemos dicho que la ley penal tutela la vida humana desde la concepción del ser hasta su
muerte. Mas es preciso determinar desde qué momento el ser tiene la calidad de persona
para la ley penal, pues las penas y modalidades del aborto y el homicidio son
sustancialmente distintas. La transformación del feto en persona está separada por el
nacimiento. Sin embargo, esto resulta bastante impreciso.
El Código Civil declara que la existencia de las personas comienza con la separación completa
del seno materno (art. 74). Observa SOLER que si esa fuera la noción exacta, no podría
decirse que comete homicidio quien mata a una criatura antes de su completa separación;
sin embargo, el artículo 81, inciso 2º del Código Penal describe la figura del infanticidio en el
capítulo de los delitos contra la vida, refiriéndose a la muerte causada durante el nacimiento
(D. p. argentino, cit., T. III, § 78, I). Es evidente que de no mediar las circunstancias que
motivan la penalidad atenuada, el hecho es un homicidio. Así, pues, para ley penal se es
sujeto pasivo de homicidio desde el momento en que comienza el nacimiento. Es decir, en el
parto natural, con los primeros dolores del parto; en él provocado, desde que comienza la
expulsión o la extracción de la criatura. SOLER, citando a FRANK y a LISZT - SCHMIDT, se
refiere sólo a los dolores del parto (obra y lugar citados); R. C. NÚÑEZ, contemplando
también el parto artificial, habla sólo de expulsión (D. p. argentino, cit., T. III, p. 24).
del artículo 79 es un homicidio doloso. Todas las formas del dolo son aptas: directo e
indirecto, cierto o condicionado.
La Exposición de motivos de 1891, con evidente error técnico, requiere el dolo cierto: "se
tratará aquí del homicidio doloso, con dolo cierto, o sea con intención determinada de matar,
forma que no requiere precisamente que haya mediado premeditación, concepto que de
conformidad con el Código vigente, no mencionamos como circunstancia cualificativa del
homicidio, pero que servirá, cuando concurra, para demostrar la intención determinada de
matar" (ps. 129-130).
El homicidio premeditado es para la ley argentina un homicidio simple. Esto resulta ya del
párrafo de la Exposición de motivos de 1891 que terminamos de transcribir, pero lo decisivo
es que la premeditación no aparece como circunstancia agravante en ninguna forma.
El Proyecto de PECO agrava el homicidio cometido con premeditación, si los motivos son
bajos o fútiles (art. 112, inc. 3º).
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6 - OTRAS MODALIDADES DEL HOMICIDIO COMPRENDIDAS EN EL ARTÍCULO 79. Otras
modalidades del homicidio, que en los proyectos y aun en el derecho positivo, han sido
previstas como formas atenuadas o agravadas, son para la ley vigente homicidio simple.
El homicidio provocado por la víctima es, también, un homicidio simple. La hipótesis fue
expresamente excluida del proyecto, que lo incluía como figura atenuada en un primer inciso
del artículo 81, que disponía: "al que matare a otro, si la víctima misma provocó el acto
homicida con ofensas o injurias ilícitas y graves". La disposición aparecía, en términos
idénticos en el Código de 1886 y fue mantenido por la Ley de Reformas, por el Proyecto de
1891, con algunas variantes en la redacción (art. 112, inc. 1º) y por el Proyecto de 1906,
que reprodujo la fórmula del código derogado (art. 85, inc. 1º). La Comisión del Senado
fundió el inciso 1º que comentamos y el 3º del proyecto -que contemplaba los casos en que
el ascendiente, cónyuge o hermano matara a su descendiente, cónyuge o hermana en el acto
de sorprenderlos en ilegítimo concúbito- en la fórmula del actual inciso 1º, por haber "creído
más justo y razonable establecer una regla general para el caso de homicidio por pasión, que
puede ser aplicable, cuando las circunstancias lo hicieren excusable a los que se encontraren
en las condiciones preindicadas" (Informe, ps. 81-82). Así, pues, el homicidio será
privilegiado por el estado de emoción violenta que pueda haber motivado la provocación,
pero no por la provocación misma (véase infra, § 80, 1, 2).