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Me parece muy interesante la cuestión de la ignorancia del análisis queer1, tal como es
comentada por Guacira Lopes Louro (en Spadaro 2012: 117).
Esta refiere a que la ignorancia es una forma de conocer en tanto que lo que se conoce y
por tanto lo que se ignora configuran una forma de interpretar y de pensar. Significan un
recorte de la realidad a partir del cual se realizan las afirmaciones, creencias, etc.
Cada saber contiene su área de ignorancia y tal como comenta la autora, existen en esa
área de ignorancia, ciertas ideas, conceptos, informaciones que son resistidos a ser
conocidos.
Parecería que hay un deseo por la ignorancia (Luhman en Spadaro 2012: 117) que de
alguna manera se vuelve performativo produciendo un rechazo a admitir que uno está
implicado en eso que se está ignorando, en tanto hay algo que sigue permaneciendo en
cierta forma oculto.
La cuestión de género está en boga en este momento en diferentes ámbitos, tanto desde
el punto de vista teórico como en iniciativas que parecen contribuir a pensar la cuestión
y a intentar poder transformar conductas, hábitos, roles, lenguaje, entre otros.
Ahora bien, no tengo tan claro que la cuestión haya calado en la enseñanza puntual de
cada una de las asignaturas en la enseñanza secundaria, por ejemplo.
1
Análisis Queer o Teoría queer refiere en una apretada síntesis a la consideración acerca de que los géneros,
las identidades sexuales y las orientaciones sexuales no son determinadas por la naturaleza, sino que son
construcciones sociales que varían de sociedad a sociedad y de individuo a individuo.
conscientes los Profesores de Filosofía del alcance de dicha categoría y perspectiva?
¿Cómo funciona la ignorancia de esta cuestión en la enseñanza de la Filosofía?
En un interesante artículo Isabel Cruz (en Spadaro 2012) retoma una conceptualización
sobre género que podemos tomar como punto de referencia, cuando dice que puede ser
entendido como “(…) la forma de los modos posibles de asignación a seres humanos en
relaciones duales, familiares o sociales, de propiedades y funciones imaginariamente
ligadas al sexo” (Santa Cruz et alia, 1992: 25) (en Spadaro 2012: 66).
El género implica una categoría de análisis que refiere a la construcción social de roles,
prácticas, actitudes y disposiciones corporales femeninas y masculinas, que tomando como
base las diferencias en la morfología sexual humana, toma forma en el gradual proceso de
educación y socialización dentro de determinados patrones socioculturales. (Gómez, 2009,
p. 289)
Ambas conceptualizaciones, con sus diferencias, subrayan la asignación de roles,
propiedades o funciones a las diferencias sexuales. Es decir que podemos pensar en las
diferencias morfológicas ligadas al sexo y a su vez en la asignación de propiedades en
función de una construcción social e imaginaria al decir de Cruz, a estas diferencias
morfológicas.
2
Doctora y licenciada en Ciencias Antropológicas por la Universidad de Buenos Aires (UBA), (2006 y
2011). Su investigación doctoral aborda los cambios ocurridos en la construcción del género entre los tobas
tomando sobre todo las experiencias de las mujeres tobas.
En nuestras sociedades occidentales ha primado una lógica binaria que ha diferenciado
dos sexos y dos géneros, aspecto que hoy es puesto en discusión generando la idea que
dicha binariedad tanto en el sexo como en el género, es una perspectiva limitante de la
diversidad humana3.
Ahora bien, más allá de esta interesante y fértil discusión por sus consecuencias, el género
se muestra en la cotidianeidad, atraviesa y construye la subjetividad, y por tanto la forma
de pensar y presentarse en el mundo.
Desde este lugar se abren dos líneas relevantes para circunscribir la cuestión de género a
la enseñanza de la Filosofía propiamente dicha. A saber:
En el artículo ya citado de Isabel Cruz (en Spadaro 2012: 66) la autora declara tomar la
denominación “teoría de género” o “estudios de género” por considerarla mucho más
apropiada que “estudios de la mujer”. Esta última denominación puede entenderse como
3
Al respecto Judith Butler en Deshacer el género discute esta cuestión mostrando lo erróneo de dos sexos
claramente diferenciados.
aquellas investigaciones que o son hechas por mujeres o toman a la mujer como objeto
de estudio.
La denominación “teoría de género” sin embargo se presenta como mucho más amplia en
tanto no es privativa de un sexo, así como su objeto de estudio no está circunscripto a la
mujer, sino que tanto una obra de arte, un libro o un problema filosófico, por ejemplo,
pueden ser estudiados con perspectiva de género. A su vez estos estudios pueden también
ser llevados adelante por varones, lo que implica afirmar que la cuestión de género no es
una cuestión privativa de mujeres, sino que refiere a un fenómeno mucho más complejo
que atraviesa las relaciones y las producciones humanas.
Esto nos da algunas pistas en cuanto a la cuestión de qué o como trabajar con la cuestión
de género en el aula de Filosofía.
Podríamos decir que se establece al adoptar este enfoque, una cierta vigilancia
epistemológica y también en cierto sentido, una vigilancia epistemofílica4 sobre el trabajo
de los estudiantes y especialmente sobre el trabajo del propio docente.
4
En este caso epistemológico y epistemofílico es tomado con cierta libertad del campo de la Psicología
Social de cuño pichoniano, entendidos como obstáculos en la obra de E. Pichón Riviere (1907-1977)
psiquiatra suizo argentino creador de la técnica de los grupos operativos). Lo epistemológico refiere a
carencia de conocimientos, por ejemplo, en tanto que lo epistemofílico refiere a sentimientos o afectos que
obstaculizan el proceso de aprendizaje. Llevado al ámbito que desarrollamos podemos pensar en una actitud
por parte del docente que se piensa a sí mismo tanto desde el punto de vista de sus conocimientos e
ignorancias y la forma de trabajarlos, así como también desde una perspectiva dirigida más hacia aspectos
más imperceptibles que conforman su subjetividad.
Solo aparece esa mención como posibilidad para ser trabajada desde la discriminación
referida a las mujeres o trabajar una autora o autor feminista.
No se trataría solo de trabajar en un mes (por ejemplo) la cuestión sino de transversal izar
la enseñanza de la filosofía con lo referido anteriormente en el sentido de una cierta
vigilancia.
Ésta vigilancia y perspectiva de género, puede referir a una actitud atenta de explicitación
y des ocultamiento de una forma de presentar el corpus de la filosofía, sobre todo
pensando en una forma generalizada de la Historia de la Filosofía, en la cual la cuestión
de género fuera ajena a la historia y producciones de la Filosofía.
Por ejemplo, desde la exclusión de mujeres filósofas hasta la ignorancia del enfoque en
el análisis de los textos, sin poder visualizar claras afirmaciones en las que las mujeres
pertenecen a otra categoría de seres humanos diferentes a los pensadores.
Así es muy usual que en numerosos textos filosóficos la cuestión antropológica sea
referida como la cuestión sobre el hombre o la pregunta por el hombre; o se hable del
hombre en sentido genérico, pero a continuación se incluyen en los ejemplos a las
mujeres, como si estas quedaran fuera de la referencia anterior al hombre.
En este sentido me refiero a las prácticas de enseñanza, bajo el sentido amplio de todo lo
que el docente hace para enseñar. Pero me interesa focalizar en la modalidad enseñante
del docente desde su corporeidad en tanto sujeto que se presenta ante el mundo con un
estilo particular.
Este estilo particular imprime cierta impronta personal a la enseñanza y a su vez propone
también un espacio de enseñanza y de aprendizaje en particular. Es decir, que el cómo
nos presentemos desde la corporeidad que somos5 establece un determinado vínculo con
los otros y propone una determinada forma de comunicarnos.
Desde este lugar entonces, este estilo personal que portamos en tanto subjetividad
encarnada afecta a otros en tanto que a los cuerpos podemos pensarlos como cuerpos
afectantes y afectados (Spinoza 2005).
Por prácticas corporales entiendo con Gallo Cadavid los “modos de acción” (2012, p.
827) que como tal muestran y conforman al sujeto.
5
Cabe decir en este sentido que antropológicamente adhiero al supuesto acerca de la existencia humana
como existencia corporal, optando por la categoría de corporeidad para referir al cuerpo en tanto cuerpo
vivido, cuerpo sujeto, y para acentuar la dimensión corpórea como condición y conformación de la
subjetividad. La postura de Merleau Ponty (1975) es la adoptada en este caso.
Por lo que en sentido estricto todas las prácticas de enseñanza sería también prácticas corporales.
6
El cuerpo sujeto, categoría que es utilizada en los informes tanto de Busani y Marchesi (2008) como de
Cardinale (2010) y que las investigadoras toman a su vez de Peter Mc Laren y Henry Giroux, entendiendo
a dicha categoría como encarnación de la subjetividad. En la presente investigación - (refiere a la
investigación Cuerpo y enseñanza de la Filosofía) -se toma cuerpo sujeto, subjetividad encarnada o
corporeidad en el mismo sentido y, por ende, cuerpo enseñante.
comprensibles en su propio contexto. El movimiento corporal abre al ser humano a la esfera
del comportamiento como espacio propiamente humano, ya que las formas de moverse son
modos de expresión del propio cuerpo. A través del movimiento corporal, el hombre se
expresa, manifiesta algo e indica modos de ser. (Gallo Cadavid 2012: 840)
Esta forma particular de construirnos como cuerpos adquiere y desarrolla un estilo
generizado, pues no es posible movernos en el mundo sino es a través de una generización
que se conforma per formativamente7, es decir a través de la repetición de acciones,
gestos, maneras de comportarse que van conformando eso que llamamos género.
El género por tanto no preexiste al sujeto, aunque éste tiende a conformarse de acuerdo a
un estereotipo que no es sustancial sino social y normativo y que se encarna en la
subjetividad de acuerdo a esta repetición de actos. Es decir, la acción construye y reafirma
el prototipo o estereotipo, o lo transgrede, produciéndose en este caso desde la perspectiva
de Butler (2012) la sanción social que recae sobre el individuo.
Resulta interesante pensar cómo esta corporeización del género se muestra y se expresa en
acciones cotidianas y hasta no fácilmente visibles. Así:
Las conminaciones sociales más serias no van dirigidas al intelecto, sino al cuerpo, tratado
como un recordatorio: lo esencial del aprendizaje de la masculinidad y feminidad tiende a
inscribir la diferencia entre los sexos en los cuerpos (en particular, mediante la ropa, en
forma de maneras de andar, hablar, comportarse, mirar, sentarse, etc.) (…). (Bourdieu en
Gómez, M., 2009, p. 294)
7
Remitimos al planteo de Judith Butler en este caso. La autora habla de repetición estilizada de actos,
concepto que toma de Foucault, haciendo referencia a un modo corporal de presentación del sujeto. El
siguiente pasaje de Butler profundiza en su plateo anti sustancial referido al género y al ser humano si más:
“Más aún, el género, al ser instituido por la estilización del cuerpo, debe ser entendido como la manera
mundana en que los gestos corporales, los movimientos y las normas de todo tipo, constituyen la ilusión de
un yo generizado permanente.” (Butler, 1990, p. 270)
8
Doctora y licenciada en Ciencias Antropológicas por la Universidad de Buenos Aires (UBA), (2006 y
2011). Su investigación doctoral aborda los cambios ocurridos en la construcción del género entre los tobas
tomando sobre todo las experiencias de las mujeres tobas.
Y también:
Esta última afirmación haya su asidero en una visión personal y en algunas de las
conclusiones de la investigación “Cuerpo y enseñanza de la Filosofía” (Tourn 2016)9 que
he citado varias veces en el presente artículo.
9
Investigación presentada como Tesis de Maestría.
Trabajé con tres ejes teóricos inspirados fundamentalmente en la obra de Maurice
Merleau Ponty (1975), incluyendo otros autores a partir de las ideas del citado filósofo.
Estos ejes teóricos fueron: cuerpo espacio, cuerpo como obra de arte, y cuerpo género.
Este último eje fue elaborado a modo del género en el cuerpo (Gómez) y desde la
concepción performativa de Judith Butler.
Desde el punto de vista del cuerpo género traigo algunas de las conclusiones a las cuales
arribé a partir de la observación y filmación de las clases de los practicantes:
Dos de las tres estudiantes intervienen el espacio haciéndolo más habitable y sobre todo
transformándolo de forma más intimista. Ambas construyen con sus estudiantes un
espacio circular más amigable que el espacio escolarizado que responde a la lógica
institucional de un espacio homogéneo11. Es decir, logran habitar12 el espacio,
transformar el espacio escolarizado en un lugar más intimista.
Esta apropiación del espacio por parte de las dos EP citadas anteriormente, está cargada
de significaciones asignables a la construcción de género hegemónica: el espacio
propiciado por un espacio más íntimo, asignable al grupo pequeño13, se reafirma a
través del mate (EP3), que sostiene por momentos algún juego de poder con un
estudiante. (Tourn 2016)
En este sentido, esta posibilidad de construir un espacio intimista, habitable,
intervenido desde esta impronta, que llamé espacio femenino se vio relacionado con
la existencia de grupos pequeños, pero a la misma vez la observación de que esta
intervención es realizada por jóvenes mujeres. Por ello me preguntaba:
10
Vale la aclaración pues asumo que no deja de ser un recorte de la diversidad existente. Cabe además
aclarar que existía en mí como investigadora la apertura a otras manifestaciones, aspecto que luego no fue
observado.
11
Espacio entendido en forma absoluta, prescindiendo de los cuerpos que lo habitan.
12
Categoría interesante de la línea fenomenológica de Merleau Ponty (1975) y Wandelfels (2004) que
designa a la transformación de los lugares físicos a lugares con los cuales establezco relaciones afectivas
tales como de pertenencia. Por ejemplo, transformar la casa en hogar.
13
En estos dos casos se observa que la posibilidad de transformación de los lugares obedece también a un
espacio que objetivamente está habitado por pocos alumnos y por tanto habilita a transformarlo.
¿Será entonces que la intervención, la transformación, el establecimiento de
condiciones distintas a las hegemónicas, es llevada adelante por mujeres docentes,
desde su impronta de género?
Esta sospecha puede verse reforzada pensando en uno de los EP14, el EP2, quien
propicia una forma distinta de volver habitable el espacio. Así, ésta es realizada a
partir de su desplazamiento a manera instrumental, mediante el cual establece una
relacionalidad entre los cuerpos de los estudiantes. Esta forma de habitar el espacio está
centrada en el cuerpo del EP.
No deja de ser interesante remarcar que esta forma de intervenir, es realizada desde lo
instrumental, desde la búsqueda del fin, del objetivo. Interesante es pensar que esta
apropiación del espacio también se da desde un cuerpo generizado, por sus
movimientos, su decisión, su seguridad, su forma resuelta de apropiarse del espacio,
por su expresividad, por su expresión de seriedad en el rostro y por el acento del
desplazamiento puesto en la finalidad.
Por lo que cabe pensar en espacio habitable, intervenido, dominado, espacio que
llamaré, masculino.
La intención de transformación del espacio por parte del EP2 se resuelve a través de su
propia acción. Considero que existe una apuesta al cambio, pero parecería que
finalmente se resuelve hegemónicamente, a través de la acción del docente, docente
varón: intervención del espacio desde la masculinidad entendida como construcción de
género hegemónica. (Tourn 2016)
Se configura entonces una forma de intervenir el espacio desde una impronta de
género: ya sea desde la creación de un lugar intimista o desde la acción, aspectos que
podemos pensar regulados por la lógica binaria de la generización.
La construcción de género hegemónica, o sea la binariedad de género en
masculino/femenino, atraviesa las corporeidades de los EP.
Esto es observable tanto en como habitan el espacio, así como en la expresividad
observable en los estudiantes.
Así:
Esta construcción de género, o el género en el cuerpo (Gómez, 2009), a nivel
expresivo atraviesa la dulzura en la voz, así como también en la sonrisa que
fácilmente aparece en el rostro (EP1), aspecto que también caracteriza a la forma de
habitar de otra de las EP (EP4), con diferencias, en tanto esta EP (4) conforma un
estereotipo femenino más centrado en modalidades en las cuales su imagen parece ser
14
EP refiere a estudiantes practicantes, sigla utilizada en la investigación.
un aspecto de su interés, así como en posturas claramente asignables a la construcción
hegemónica del género femenino, como cruzar las piernas.
Sin embargo, la seriedad, caracteriza la expresión del rostro de la EP3, quien, si bien
construye junto a sus estudiantes, un espacio pequeño, íntimo, sostiene con su mirada
el vínculo inter-corporal, en un rostro en el cual la sonrisa no está presente.
En la forma de apropiarse del espacio y de habitarlo por parte de los EP también es
posible rastrear construcciones de género asignables a la caracterización hombre, con
diferencias en ambos practicantes. En tanto para uno de ellos el desplazamiento se
vuelve su forma de presentarse y su forma de mostrar el poder de su cuerpo, para el
otro EP su modalidad corporal desarrollada a través de sus movimientos rectos, ágiles,
así como sus posturas sobre el escritorio, también dan cuenta de una masculinidad
expresable, que establece una propuesta de clase en la cual su dominio se da
fundamentalmente a través de la voz.
Por otra parte, la expresión de seriedad caracteriza a ambos EP (EP2 y EP5) (Tourn
2016)
15Contaminar en el sentido que lo plantea Berttolini, M. en tanto los sujetos mediante la discusión logran
quebrar su aislamiento, recuperando un espacio público de discusión, espacio común en el cual ya nadie
permanece siendo el mismo que era si la discusión es sincera y argumentada.
Es posible establecer una relación entre el cara a cara-el diálogo filosófico-y la
transformación de sí.
El cuerpo lector aparece en una de las EP (EP4), y en el EP5, cuerpos atravesados por
construcciones de género, cuerpos atentos, tensos sosteniendo el silencio de la lectura.
El silencio, en tanto aspecto emergente, destacable, que dice cosas -
paradójicamente- se hace presente desde dos significaciones distintas. Por un lado, un
silencio que sostiene la lectura en voz alta (EP5) y la lectura de los estudiantes también
en voz alta del caso 4 (EP4), que llena el espacio y sostiene el cuerpo lector, tenso,
concentrado, gesto filosófico, reflexivo.
Por otro lado, un silencio cargado de espera, hasta de cierta ansiedad por escuchar la
respuesta correcta, o al menos una respuesta (EP4), acompañado de gestos que
muestran cierta incomodidad, -tal como morderse el labio-. Este silencio, silencio cero,
no ofrece condiciones para la experiencia filosófica16 en tanto espera una respuesta
determinada. El silencio expectante, cargado de espera no puede escuchar lo nuevo
porque quiere ser llenado de lo ya construido, a manera de la pieza que falta. (Tourn
2016)
Es decir que en estas gestualidades volvemos a encontrarnos con estereotipos de género:
miradas penetrantes, voz claramente audible y seductora, movimientos ágiles y rectos, el
posicionamiento en un plano más arriba que los estudiantes sobre el escritorio, el
señalamiento con el brazo para que participen, correspondientes a un estereotipo
masculino.
Así la femineidad dominante también se hace presente en la voz, en el cruzar las piernas,
en peinarse con los dedos, en el no intentar apropiarse un poco más del espacio, en los
nervios, en el ofrecer un mate a los estudiantes, en las sonrisas en el trato.
16
Categoría usada en la investigación en tanto expresa la concepción del enseñar filosofía compartida. Esta
categoría es extraída de Michel Foucault (2003) y de Jorge Larrosa (2006)
En el caso de los practicantes varones las transgresiones no son fácilmente visibles, si
bien no estamos en presencia de estudiantes que responden a un estereotipo masculino
prototípico, pero al presentarse frente a sus alumnos no se observan claras transgresiones.
Quizá en ese sentido cabe pensar en cómo las transformaciones incluidas las corporales
obedecen a necesidades en tanto las que no se dan obedecen a permanecer en cierta zona
de confort. Las mujeres necesitan salir de su conformación de acuerdo a la norma en
función de continuar con sus propias transformaciones, en tanto que los hombres
parecería que se adecuan a una lógica ya establecida pues ésta ha sido construida desde
una cierta perspectiva masculina. Sobre todo, cuando hablamos de aspectos tan
constituyentes de eso que vamos siendo o de cómo nos vamos presentando al mundo.
Entiendo que lo performativo es claramente visible en este sentido pues los cuerpos se
adecuan no solo a roles, sino a gestos, expresiones, formas de hablar esperables de
acuerdo a su sexo. Obviamente esta construcción si bien es personal está regida
fuertemente por los dispositivos de poder a nivel social e histórico.
Si ha sido difícil asumir discursos más abiertos, es claro que es mucho más dificultoso en
función de las marcas civilizatorias, transformar las prácticas corporales en tanto éstas
nos conforman e identificamos con ellas, creyendo que las mismas son en definitiva
nuestra identidad. Identidad que, siguiendo a Butler, no preexiste a las mismas y que por
tanto podríamos decir tampoco existe, pues lo más cambiante son justamente las prácticas
aún que obedezcan a la repetición, no se configuran en sustancia.
Ahora bien, ¿Por qué puede ser relevante pensar en las prácticas corporales generizadas
en la línea del presente artículo? ¿Porque pueden ser pensadas desde el enfoque de género
y por tanto contribuir a transformar la enseñanza de la Filosofía desde este enfoque?
A nivel intelectual la cuestión de género puede estar clara o ser pasible de ser pensada,
pero en lo que hace a nuestra construcción subjetiva, estos aspectos suelen escapar a ser
pensados, pero sin embargo constituyen nuestra forma de presentarnos ante el mundo.
Es claro pensar entonces que, si hemos sido educados bajo la perspectiva de la lógica
binaria, ésta esté internalizada y encarnada. De esta manera nos presentamos en tanto
sujetos docentes.
A nivel discursivo podemos transmitir la necesidad de tomar conciencia, pero creo que,
hay aspectos encarnados que si no son conocidos se produce una contradicción que
continúa reproduciendo la lógica bivalente hegemónica.
Bibliografía: