TEMA A INVESTIGAR: MASACRE DEL SALADO. FEBRERO DE 2000.

La masacre del salado, acaecida entre el 20 y 21 de febrero del año 2000, es un hecho
histórico paradigmático en el marco del conflicto armado colombiano, pues, en primer
lugar, fue tal su grado de brutalidad hacia la población civil, que da cuenta del alto grado de
degradación al que llegó la guerra; y en segundo lugar, porque fue, desde un principio, un
hecho violento invisibilizado y, en el mejor de los casos, tergiversado por parte de los relatos
oficiales y los medios hegemónicos.
En este sentido, la descripción, a través de un ejercicio de memorias, como lo sugiere Jelin1,
posibilita comprender desde una perspectiva historiográfica, que bebe en la historia oral y
la narrativa histórica, este tipo de hechos.
En este orden de ideas, existe una ingente literatura que investiga y analiza la memoria
histórica y colectiva desde diversas disciplinas sociales, no obstante, es en Europa, sobre
todo en los periodos de posguerra, en donde producto de los millones de víctimas de la
guerra de los treinta un años, se identifica un hito en torno a los trabajos sobre la memoria
social y colectiva, pues el holocausto la guerra civil en España condujeron a vastos trabajos
alrededor de lo sucedido.
Algunas décadas después, sobre principios de los años ochenta, y derivado de la brutalidad
de las dictaduras en Argentina y Chile, surgen algunos grupos que buscan interceder en la
creación de nuevos relatos sociales frente a lo sucedido en el marco de los regímenes
dictatoriales, siendo el caso más paradigmático el de las madres y las abuelas de la plaza de
mayo, quienes buscaban verdad, justicia y una nueva narrativa desligada de los relatos
hegemónicos.
En el caso colombiano es llamativo que solamente después de más de cincuenta años de
conflicto se dé inicio a un ejercicio de memoria desde la oficialidad por medio del aporte de
académicos e instituciones privadas y oficiales cristalizando así, hacia el año 2012 el Centro
Nacional de Memoria Histórica. A su vez, el MOVICE (movimiento de víctimas de crímenes
de estado), realiza aportes en los trabajos de la memoria no oficial desde el año 2005.
Por otra parte, ya en términos conceptuales, es Maurice Halbwachs quien, hacia las décadas
del 30 y el 40, hace uso del término memoria colectiva, partiendo de la concepción de los
lugares. Pero es en realidad Pierre Nora, quien hacia principios de los ochenta, y en medio
de una fuerte discusión académica, se decanta por analizar la relación entre historia y
memoria, comprendiendo “que la historia nacional era, en el fondo, una memoria pasada
por el filtro de la historia, una memoria “autentificada”, transformada en historia: una
“historia-memoria”2. Asimismo, después de los acontecimientos anteriormente descritos,

1
Jelin, E. 2001. Los trabajos de la memoria. Siglo XXI. Buenos Aires.
2
Allier Montaño, Eugenia Los Lieux de mémoire: una propuesta historiográfica para el análisis de la
memoria Historia y Grafía, núm. 31, 2008, pp. 165-192
es Elizabeth Jelin quien trata de reunir, hacia el año 2001, un considerable análisis en torno
a los conceptos de memoria colectiva, políticas de la memoria y memoria histórica.
En esa órbita y bajo la influencia de académica e histórica antes señalados es que el CNMH
decide hacer un análisis de la memoria de lo sucedido en el Corregimiento del Salado a
principios del año 2000, entendiendo a la memoria histórica como “un campo donde
distintos gestores de narrativas hilan secuencias y sentidos sobre un pasado imaginado2
desde un presente vivido que marca el futuro proyectado. Bajo esta perspectiva, el pasado,
más que cerrado y concluido, toma vida”3.
En suma, este ejercicio se torna pertinente, ya que las memorias son un campo de
reconstrucción permanente, que involucra a distintos actores y estamentos de la sociedad,
y que, en últimas, faculta a la creación de relatos colectivos más cercanos a la verdad en
medio de un escenario de posconflicto.

3
Wills, M. 2018. Los caminos de la memoria. Centro Nacional de Memoria histórica.