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Funciones ejecutivas de los lóbulos frontales:

Los lóbulos frontales son las estructuras más anteriores de la corteza cerebral, se
encuentran situadas por delante de la cisura central y por encima de la cisura
lateral. Se dividen en tres grandes regiones: la región orbital, la región medial y la
región dorso-lateral; a su vez, cada una de ellas están subdivididas en diversas
áreas.

El lóbulo frontal se sitúa en la parte anterior del cerebro, inmediatamente por


delante del conocido como surco central. Se considera el lóbulo de mayor
importancia funcional en la especie humana, ocupando una tercera parte del total
del cerebro. Las funciones que desempeña este lóbulo son diversas y dependen
del área concreta de éste, encontrándose involucrado tanto en el control de
movimientos, como en las funciones mentales de alto nivel o en el control de la
conducta y emociones.
Como menciona Goldberg (2001), las funciones más complejas del humano, entre
ellas las funciones ejecutivas (FE) son soportadas principalmente por la corteza
prefrontal, participan en el control, la regulación y la planeación eficiente de la
conducta humana, también permiten que los sujetos se involucren exitosamente
en conductas independientes, productivas y útiles para sí mismos.
Las funciones ejecutivas se definen como una serie de procesos cuyo principal
objetivo es facilitar la adaptación a situaciones nuevas, por medio de la
modulación o el control de habilidades cognitivas más básicas. Se han identificado
un gran número de funciones ejecutivas, y entre ellas destacan: la planeación, el
control conductual, la flexibilidad mental, la memoria de trabajo y la fluidez.
• Planeación
La planeación es una de las capacidades más importantes de la conducta
humana, se define como la capacidad para integrar, secuenciar y desarrollar
pasos intermedios para lograr metas a corto, mediano o largo plazo. Esto tiene
que ver con la implementación de planes, la cual se interpreta como la acción de
iniciar, mantener, cambiar y parar secuencias de conductas complejas de una
manera integral y ordenada. Este proceso requiere capacidades determinadas
como: conceptualizar los cambios en las circunstancias presentes, verse
desarrollada a sí misma en el entorno, ver el entorno objetivamente, capaz de
concebir alternativas, llevar a cabo elecciones y desarrollar una estructura para
llevar a cabo el plan.
• Control conductual
Una de las funciones más importantes del lóbulo frontal es la capacidad de control
inhibitorio, la cual puede definirse como la capacidad para inhibir, controlar o
retrasar las tendencias a generar respuestas impulsivas, originadas en otras
estructuras cerebrales, siendo esta función reguladora primordial para la conducta,
la atención y el razonamiento.
Esta es una función sumamente importante, ya que puede considerarse la base
para buen funcionamiento del resto de funciones ejecutivas del cerebro. El control
inhibitorio es básico para la flexibilidad mental, el control de la impulsividad o de
las interferencias, la memoria de trabajo, y la regulación del afecto y de las
emociones, etc.
Debido a que las estructuras frontales del cerebro son las últimas que terminan de
madurar durante nuestro desarrollo, por esto es común ver cómo los niños más
pequeños tienen dificultades para controlar su propia conducta y no manejan bien
los imprevistos.
Un déficit en la capacidad de inhibición es el problema principal de trastornos
como el Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH).
• Flexibilidad mental
Esta función se refiere a la capacidad para cambiar un esquema de acción o
pensamiento en relación cuando los resultados de estos no son eficientes, o bien,
a la capacidad de cambio de acuerdo a las condiciones del medio en las que se
realiza una tarea específica. A su vez, esta función requiere de la capacidad para
inhibir ciertos patrones de respuestas y poder cambiar de estrategia.
La flexibilidad mental implica la generación y selección de nuevas estrategias de
trabajo dentro de las múltiples opciones que existen para desarrollar una tarea.
Por ejemplo, una correcta flexibilidad cognitiva a nos permite tener en cuenta otras
creencias, valores, ideas o formas de pensar, aunque sean diferentes a las que ya
conocemos.
• Memoria de trabajo
La memoria de trabajo es la capacidad para mantener información de forma
activa, por un breve periodo de tiempo, sin que el estímulo esté presente, para
realizar una acción o resolver problemas utilizando información activamente, así
como también para el curso de los procesos de pensamiento (Baddeley, 2003).
Las características de la memoria del trabajo son que su capacidad es limitada, es
activa pues no solo almacena la información, sino que la manipula y la transforma,
sus contenidos se actualizan permanentemente y está modulada por el córtex
frontal dorsolateral.
Gracias a esta función somos capaces de mantener en la mente una información
mientras atendemos a otra circunstancia, por ejemplo, podemos recordar que
tenemos que realizar la tarea del diplomado de titulación y después sacar la ropa
de la lavadora, mientras estamos respondiendo a una llamada telefónica.
• Fluidez
Esta función se refiere a la velocidad y precisión en la búsqueda y actualización de
la información, así como en la producción de elementos específicos en un tiempo
eficiente, esta se relaciona con la función ejecutiva de productividad.
Esta función es primordial al tratarse del lenguaje, ya que gracias a la fluidez es
que pueden simbolizarse rápidamente objetos, ideas, signos, etc; de manera que
podamos producir de manera rápida y eficaz los contenidos lingüísticos.

Además de estas funciones ejecutivas básicas, hay otras muchas y más


complejas las cuales ocurren en el lóbulo frontal. Debido a esta capacidad de
regular, planear y supervisar los procesos psicológicos más complejos del ser
humano, es que se considera que los lóbulos frontales representan el “centro
ejecutivo del cerebro”. Por ello cuando hay un daño o alguna afectación funcional
de los lóbulos frontales las consecuencias son muy importantes en las conductas
del ser humano, desde alteraciones en la regulación de las emociones y la
conducta social, hasta alteraciones en el pensamiento abstracto, las lesiones se
producen en dependencia de las zonas que se lesionen.
Por ejemplo, el daño en la COF (corteza orbito frontal) producirá alteraciones en la
regulación afectiva y conductual, en tanto que el daño en la CPFDL (corteza
prefrontal dorsolateral), afectará principalmente funciones ejecutivas.

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