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ALBERTI, B. & MENDEZ, M. L.

(1993) “La familia en la crisis de la modernidad”

El concepto de familia nace con la concepción antropológica que se elabora a partir del
Renacimiento, cuyo fundamento epistemológico es el hombre natural, el lugar de Dios será
ocupado por la razón natural y su intérprete, el sujeto de la conciencia. En el campo de la
familia la forma natural es la monogamia, la familia es el núcleo fundante surgido del amor y
el parentesco es la derivación de ese vínculo biológico en sus diversos grados. Los significantes:
padre, madre, hermano son una derivación del vínculo biológico. La estructura familiar es una
construcción a partir de las relaciones aparentes y como es efecto de la necesidad sexual
natural, la familia resulta ser el núcleo fundante de la sociedad, donde el proceso de
socialización depende del ajuste del comportamiento individual al organismo social.

Las estructuras del parentesco son la manifestación más evidente de la universalidad de una
institución, cuando hablamos de familia nos referimos a una institución presente en todas las
sociedades, pero bajo formas diferentes. La familia se origina siempre en el matrimonio, se
incluyen siempre a los que se consideren hijos y lo que se privilegia son los lazos culturalmente
establecidos. Unión que tiene como base lazos jurídicos, se trata de un acto legitimado
socialmente y que cuenta con reconocimiento desde un lugar de exterioridad, para que la
familia exista tiene que haber una terceridad que la reconozca como tal. En torno a la familia
hay una red de relaciones referidas a prohibiciones y prescripciones sexuales, aspecto que la
distingue del resto de las instituciones. La forma matrimonial es siempre efecto de las formas
de organización social y de sus transformaciones históricas .

Los miembros de la familia están unidos en todos los casos por lazos jurídicos, esto implica
derechos y obligaciones que son de naturaleza social, económica, religiosa y sobre todo por
una red de prohibiciones y prescripciones sexuales. La regla de la prohibición del incesto
establece lo que son los derechos de las familias a la regulación de las relaciones, regulación de
la sexualidad entre familias. En este pasaje a la cultura se instala la prohibición del incesto, que
implica el establecimiento de diferencias a partir de una marca significante , madre, padre, son
denominaciones que significan la prohibición de unión sexual con quienes se denominan hijos.
Por esta articulación entre la naturaleza y la cultura se instala un nuevo orden, que es el
orden de simbólico. Es este orden el que funda las instituciones de la cultura, y que tiene como
fundamento la universalidad de la prohibición.

La prohibición del incesto es la única regla que es universal, no se encuentra en los dominios
de la naturaleza, funda un nuevo orden dinámico que constituye una síntesis en permanente
movimiento, lo que implica que este pasaje a la naturaleza a la culta se renueva en cada acto
humano. La cultura puede definirse como una forma de intervención, la cultura también
impone los contenidos y determina las modalidades de la alianza a partir de la cual el
parentesco se constituye como hecho social, la cultura introduce un orden, allí donde no existe
ninguno. El aspecto positivo de la prohibición es marcar un comienzo de organización, en un
terreno en donde no existe ninguna determinación natural. Considerada como interdicción la
prohibición del incesto afirma la supervivencia del grupo, el predominio de lo social sobre lo
natural, de lo colectivo sobre lo individual, de la organización sobre lo arbitrario. Por la
mediación de esta ley surgen las instituciones, que pueden definirse como los espacios en
donde se hacen posibles y se definen los distintos modos de intercambio.

La existencia de la cultura supone encontrarse siempre dentro de un universo simbólico. Todo


hecho social pertenece a un sistema simbólico y adquiere sus significados en un campo
semántico determinado. En el universo simbólico algo es en medida en que se significa y
resignifica en un sistema y en un contexto.

Algo adquiere valor en función de un consenso, de una imposición que está dada por una ley
social que constituye la terceridad. El átomo del parentesco marca toda relación a partir de la
prohibición del incesto, se constituye en el plano de la lógica en razón de que es un juego de
signos, manifestación concreta de la ley.

El “nombre del padre” otorga la posibilidad de ingresar en el orden simbólico, lo que significa el
ingreso a un código que determina las formas de combinación permitidas en ese grupo , a una
sociedad, como lugar donde se desenvuelve cada cultura particular. El Edipo es fundante de la
temporalidad y por lo tanto de la historicidad, si el sujeto no atraviesa esta estructura, no lo es
posible ingresar a ella, ya que esta supone la adquisición de una sintaxis ordenadora de los
acontecimientos.

TEMA V
Giberti:

En 1992, hubo niños que, luego de salir a hacer reclamos a la calle de la mano de sus
maestros, se enfrentaron con la paradoja de tener que obedecer (reconociendo su autoridad) a
quien el día anterior le mostraba cómo se desobedecía y se desafiaba al ministro (sintetizado
para los chicos como “el señor que nos manda a todos”).
En el origen de la paradoja encontramos distintos tipos de contradicciones y en su desarrollo y
funcionamiento la alternativa de encontrar “salidas” que remitan a la tensión entre ambos
términos de la contradicción y que incluyan una lógica que se oponga a los postulados de la
lógica formal y a sus proposiciones fuertes. En el aula estos niños se vieron en la posición de
obedecer a la maestra, (que conjuntamente con los padres) había desafiado la norma
concensual, representante del Superyó en la figura del ministro; esa realidad, a su vez, se
enfrentaba con la realidad del aula, en la que la maestra es la representante del Superyó. O
sea, por una parte abolir la función superyoica deL ministro y por otro atacar el canon
escolar/concensual que valoriza la función superyoica de la señorita. Tuvieron que hacerse
cargo de las contradicciones resultantes de violentar normas por una parte, y por la otra ser
convocadas para ello (salir a la calle a protestar) por quienes instituyeron las normas.
En la escuela les resultaba imprescindible ensayar nuevos procesamientos psíquicos que
dieran cuenta de la situación paradojal en la cual los tradicionales sentidos acerca de la
autoridad adquirían otras significaciones.
Los paradigmas vigentes de la autoridad seguramente hayan quedado cuestionados por el
aparato psíquico de innumerables niños puesto que resultaba complejo metabolizar las
anomalías de distinto orden. Es posible que uno de los modos que construyeron los niños para
procesar estas novedades inquietantes haya sido lo que se denomina legalidad transgresiva.
Como consecuencia resultante se obtienen dos alternativas: o bien los niños se dedican a
comportarse correctamente sin participar en determinados hechos transformándose en tontos y
sumisos al acatar la obediencia estricta; o bien, en el otro extremo, deciden que todo vale, que
hay permiso para hacer cualquier cosa que le produzca placer. Es decir, anomizarse, derivar en
el uso de drogas, en conductas peligrosas o psicotizarse. Entre ambos extremos, la gama de
alternativas posibles para adecuarse a situaciones paradojales. En ellas adquiere vigencia la
legalidad transgresiva que coloca al niño en la tensión entre dos instancias contradictorias
posibilitándole una actualización entre ambas que, a posteriori, podrá conducir a una vivencia o
noción de incompletad, de imposibilidad de creer a ciegas, de adherir a una razón o verdad
univoca o a la ficción de un sistema cerrado.
La construcción de esta legalidad transgresiva mediadora y sostén de la tensión que las
paradojas suscitan, conduce a darse cuenta que ayer podía proceder de un modo y hoy
conviene hacerlo de otro; originando una crisis que, tal vez en algún momento, lo conduzca a
soportar la incompletud y la falta. Instalado en esta tensión es probable que no comprenda lo
que sucede por tratarse de sucesos alejados de la lógica formal y de las legalidades estrictas
que sostuvieron y sostienen los múltiples paradigmas de su educación familiar y escolar.
Es posible conjeturar que para los niños existió una dimensión inabordable, incomprensible a
pesar de estar actuando en ella, una dimensión que habrá de convertirse en significación, hasta
el momento sólo presentida y asociada a los deseos de los adultos: no captada en ese
momento original de la salida a las calles, pero si registrada por los chicos. Ese registro de la
importancia que para los adultos tenían esos hechos es lo que tal vez sea procesado como
algo que adquirirá una significación especial aprés coup. Significación que podrá ser asociada
a una participación pasiva o no en tales sucesos.
Si es asociada como participación pasiva, ingresaríamos en el territorio preliminar de la
repetición compulsiva; de lo contrario, si la significación se asocia con la tensión de lo
paradojal, de lo inesperado que puede adquirir una significación propia, incluirá el
procesamiento de la legalidad transgresiva novedosa.
De la elaboración de dicho registro tratará el aprés coup que podrá incorporar el sentido de
acontecimiento, como lo que queda del suceso y a partir de lo cual “las cosas” no serán ya
como antes.
La diferencia entre suceso y acontecimiento: el acontecimiento es lo que viene a faltar a los
hechos y remite a los efectos de algunos sucesos para los cuales se carece de explicación y
nominación. El acontecimiento se refiere a la imposibilidad de preveer la presencia o
desencadenamiento de determinados sucesos o sucederes. Después de haber acontecido algo
significativo, nuevo, imprevisto, se producen cambios que implican nuevas formas de
conciencia: el acontecimiento adquiere eficacia como tal cuando se ha perdido la memoria del
suceso que lo provocó.
Se vive en medio de un fenómeno asociado al desarrollo de copiar procedimientos de los
adultos, en lugar de poner en marcha identificaciones; de manera que se corre el riesgo de
condenar el universo simbólico en aras de copias que carecen de posibilidades estructurantes y
que funcionan como fachadas inconsistentes.
La noción de acontecimiento puede aplicarse a un posible modo de procesar instancias
subjetivas en situaciones nuevas o críticas en la relación niños-adultos y hacerla funcionar
donde fulguran interrogantes relativos a los universos simbólicos y las conductas de los chicos.

Hartman:

Capitulo 1: Retazos de historia (político-social)

Freud en “Metamorfosis” anuda lo real al cuerpo, los cambios biológicos, con el estatuto de
subjetividad en torno a la reedición edipica. Esta reedición es de suma importancia, ya que
inscribirá al sujeto en relación con el goce sexual.
Se afirma que el problema de la juventud es un problema de nuestro tiempo. La juventud como
construcción social y cultural. “Etapa liminal” que es límite entre la dependencia infantil y la
entrada en el mundo adulto, con una inscripción diferente del sujeto en cuanto a su sexualidad.
Para todos los pueblos el joven pasa por la metamorfosis puberal y para todos ellos el
comienzo del goce sexual es posible. Entrar al goce sexual no es solo el ejercicio de la
sexualidad plena, trae consecuencias en relación a la posibilidad de la constitución de la
familia, a la ubicación laboral.
Cada periodo histórico merece un estudio particular, dadas las condiciones de la estructura
social en el tiempo, esto impide hacer una historia lineal.
El problema de la juventud se ha definido en la historia de los pueblos, ligado a los ritos de
iniciación. La juventud está marcada por ritos de salida o entrada que exceden la marca
biológica que sigue la entrada en la pubertad. La juventud no solo se define por los cambios
biológicos, queda sujeta a una conjunción de valores y símbolos.
Freud en Psicología de las masas y análisis del yo, en este texto la vía regia para estudiar las
identificaciones ideales típicas de este periodo de la vida y los fenómenos de masa que se
desprenden de las identificaciones, las masas tienden a atrofiar la personalidad individual
conciente. Se reconstituye un estado de represión a una actividad anímica primitiva como la
que admitiríamos en la horda. Este carácter liminal del adolescente, por el que carece aún de
territorio propio, favorece estos fenómenos que se pueden congregar frente a aquel que se
propone en el lugar que ocuparía el padre primordial.
Problemática adolescente: con representaciones endebles pero de gran intensidad afectiva
obtienen fuerzas nuevas en la comunidad identificatoria.
La metafísica de la juventud: Benjamín dice que el joven es algo en sí mismo, en su trabajo,
que aborda la cultura adolescente le otorga a la escuela, a la educación y a la vida universitaria
un lugar fundamental. Lo universitario pone al joven en contacto con lecturas decisivas, la
profesionalidad y los valores éticos de su tiempo.
La música, ¿una forma discursiva? Si un discurso es un modo de uso del lenguaje como
vinculo, que es posible entre los seres que hablar, el discurso no se funda en el sujeto sino en
la estructura del lenguaje y en el significante. La cultura adolescente elige la música como
lenguaje privilegiado.
Giberti interpreta la prevalencia de una lógica totémica: los grupos representan al tótem y
escriben tabúes. El lugar del padre como lugar de la ley se ha vuelto complejo en nuestra
época. Se definen formas de vestir, de hablar y se rechazan otras antagónicas.

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