Sie sind auf Seite 1von 2

Alejo Carpentier.

“Lo barroco y lo real maravilloso” (1975)

http://circulodepoesia.com/2010/12/lo-barroco-y-lo-real-maravilloso-
conferencia-de-alejo-carpentier/

Eugenio D’Ors, que no siempre me convence enteramente con sus


teorías artistas, pero que indudablemente en algunos ensayos es de una
penetración extraordinaria, nos dice en un ensayo famoso que en
realidad lo que hay que ver en el barroco es una suerte de pulsión
creadora, que vuelve cíclicamente a través de toda la historia en las
manifestaciones del arte, tanto literarias, como plásticas,
arquitectónicas, o musicales: y nos da una imagen muy acertada cuando
dice que existe un espíritu barroco, como existe un espíritu imperial.

El barroquismo tiene que verse, de acuerdo con Eugenio D’Ors –y me


parece que su teoría en esto es irrefutable-, como una constante humana,
Por ello hay un error fundamental que debemos borrar de nuestras mentes:
para la noción generalizada, el barroco es una creación del siglo XVII.

Tenemos, en cambio el barroco, constante del espíritu que se


caracteriza por el horror al vacío a la superficie desnuda, a la armonía
lineal geometría, estilo donde en torno al eje central –no siempre
manifiesto ni aparente- (en la Santa Teresa de Bernini es muy difícil
determinar la presencia de un eje central) se multiplican lo que
podríamos llamar los “núcleos proliferantes”, es decir, elementos
decorativos que llenan totalmente el espacio ocupado por la
construcción, las paredes, todo el espacio disponible
arquitectónicamente, con motivo que están dotados de una expansión
propia y lanzan, proyectan las formas con una fuerza expansiva hacia
afuera.

Para citar ejemplos directos, típicos, que están en la mente de todos, diré que el barroco
–y es evidente- florece en toda la escultura indostánica: hay en distintos templos y
grutas de la india metros y metros, por no decir kilómetros de bajos relieves, más o
menos eróticos, que son barrocos en la forma y barrocos en el erotismo, por la
embricación de figuras, por el arabesco constante, por la presencia de lo que llamamos
hace un momento (en grupos y en figuras sueltas danzantes y siempre unidas, llegadas
una con otra como vegetales) una serie de focos proliferantes que se prolongan al
infinito

Pero con el gótico ocurre algo que también vio muy bien Eugenio D’Ors. El establece la
diferencia entre una constante humana como es el barroco y lo que llama los estilos
históricos.

El academismo es característico de las épocas asentadas, plenas de si mismas, seguras


de sí mismas. El barroco, en cambio, se manifiesta donde hay transformación, mutación,
innovación; y no he de recordarles a ustedes, que en vísperas de la revolución soviética,
quien representa la poesía en Rusia e Vladimir Mayakovski cuya obra es un monumento
del barroquismo, del comienzo al fin, tanto en su teatro como en su poesía.

¿Y por que es América Latina la tierra de elección del barroco? Por que toda la simbiosis,
todo mestizaje, engendra un barroquismo. El barroquismo americano se crece con la
criollidad, con el sentido criollo, con la conciencia que cobre el hombre americano, sea
hijo de blanco venido de Europa, sea hijo de negar africano, sea hijo de indio nacido en el
contiene la conciencia de serte otra cosa, de ser una cosa nueva, de ser una simbiosis, de
ser un criollo; y el espíritu criollo de por si es un espíritu barroco.

Lo real maravilloso, en cambio, que yo defiendo, y es lo real maravilloso nuestro, es el


que encontramos al estado bruto, latente, omnipresente, en todo lo latinoamericano.
Aquí lo insólito es cotidiano, siempre fue cotidiano, los libros de cabelleriza se
escribieron en Europa, pero se vivieron en americe

Pues bien, cuando Bernal Díaz del Castillo se asomo por primera vez al
panorama de la ciudad de Tenochtitlán, la capital de México, el imperio
de Moctezuma, tenia un área urbana de cien kilómetros cuadrados-
cuando París, en esa misma época tenía trece.

Das könnte Ihnen auch gefallen