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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA ANTIGUA – 2º cuatrimestre 2016

Ficha de clase: lunes 1/8/2016 (19-21 hs.)


Prof. Lucas Soares

Unidad 1. Introducción

Sentido y actualidad del estudio de la filosofía antigua



[Sentido y actualidad de la filosofía antigua. Aprender “sobre” y aprender “de” los filósofos
antiguos. Perspectivas para enfocar la actualidad de la filosofía antigua: didáctica, histórico-
tradicional y ejemplar. Sentido y actualidad de la filosofía antigua como pregunta total y
problematicidad pura. Resonancias de la filosofía antigua en algunos representantes de la
filosofía moderna y contemporánea.]

Durante estas dos horas vamos a ver el tema del sentido y la actualidad del estudio de la
filosofía antigua. Esta clase corresponde a la unidad I, introductoria, en la que solemos
englobar también una clase sobre la presentación del tema especial del curso y otra sobre la
periodización de la filosofía antigua. Para dar respuesta a esta cuestión respecto de qué
sentido y tipo de actualidad tiene estudiar una filosofía surgida hace ya veintiséis siglos,
aproximadamente, voy a ir trayendo a colación a lo largo de la clase algunas respuestas
tomadas de especialistas en filosofía antigua, para finalmente relevar algunas resonancias que
la filosofía antigua tuvo en ciertos representantes de la filosofía moderna y contemporánea.

Gran parte de los intérpretes -ya sean éstos historiadores de la filosofía griega o filósofos-
coinciden en un punto: retornar a la filosofía griega es interesante en tanto y en cuanto ello
tenga algún tipo de incidencia en nuestros modos de pensar y de vivir. A propósito Nietzsche,
tiene un ensayo de juventud, Sobre utilidad y perjuicio de la historia para la vida, donde a
partir de una frase de Goethe apunta al principio:

Por lo demás me resulta odioso todo lo que sólo me instruye sin aumentar o animar
inmediatamente mi actividad.

Siguiendo a Goethe, a Nietzsche le resulta odioso lo que instruye sin implicar una activación
en cuanto a la propia vida y a la acción. A Nietzsche, en efecto, le molestaba especialmente,
en su siglo, el enciclopedismo de la corriente historicista, caracterizado por una
sobresaturación de información, que, para decirlo en palabras de Heráclito, implicaría mucha
erudición sin inteligencia, o, en sus palabras, erudición que no instruye en relación con la
vida. Continúa diciendo Nietzsche:

Se ha de empezar con la consideración sobre el valor y la falta del valor de la historia,


se ha de exponer en ella por qué instrucción sin activación, por qué saber en el que la
actividad se adormece, por qué la historia como preciosa abundancia y lujo de
conocimiento nos tiene que resultar en serio, según las palabras de Goethe, odiosa.
Esto puede aplicarse bien al caso de la historia de la filosofía griega, si la abordamos y
enfocamos, en términos enciclopédicos, sólo como “preciosa abundancia” y “lujo de
conocimiento”, a la manera de una especie de pieza de museo que huele rancio, sin atender a
la cuestión central respecto de en qué medida su estudio se activa con nuestros modos de
pensar, de vivir y de actuar.

Otro autor que va a insistir en este respecto es Foucault, quien define su proyecto filosófico
como una “ontología del presente”. El último Foucault, el de Historia de la sexualidad, es
justamente el que vuelve sobre todo a la plataforma de los textos grecorromanos para ver qué
tipo de incidencia pueden tener ésos en nuestros modos de comportamiento. Para Foucault la
tarea de la filosofía pasa por preguntarse qué pasa hoy; cuál es nuestra actualidad; su
ontología del presente deviene así una problematización de nuestra actualidad. Pero ello no
implica que no podamos volver a planteos filosóficos como, por ejemplo, griegos y romanos,
que es lo que el propio Foucault hace para reflexionar, entre otros temas, sobre la sexualidad.
Me interesa traer a colación algo que él señala en el volumen II de Historia de la sexualidad.
Allí señala a propósito de lo que venimos señalando:

No soy ni helenista ni latinista, pero me pareció que con la condición de aplicarse al


trabajo, ponerle paciencia, modestia y atención, era posible adquirir ante los textos de
la antigüedad griega y romana una familiaridad suficiente. Me refiero a una
familiaridad que permitiera según una práctica sin duda constitutiva de la filosofía
occidental, a la vez interrogar la diferencia que nos mantiene a distancia de un
pensamiento en el que reconocemos el origen del nuestro y la proximidad que
permanece a pesar del alejamiento que nosotros profundizamos sin cesar.

Este punto es central: nos reconocemos en esos pensamientos de los filósofos griegos, pero al
mismo tiempo también reconocemos la distancia que hay entre esos pensamientos y nosotros.
De modo que se dan, al mismo tiempo, fenómenos de familiaridad y extrañamiento. Derrida
tiene un texto muy interesante llamado “Nos-otros griegos”, donde, ya desde el título, resalta
el guión que separa al “nos” del “otros” para marcar que ellos, los griegos, son parte de
“nosotros” pero al mismo tiempo son “otros”. Este texto de Derrida también viene a poner de
relieve dicha tensión foucaultiana de familiaridad y extrañamiento; y de alguna manera
también nos está expresando que puede apelarse a las plataformas filosóficas grecorromanas,
sin que ello vaya en detrimento de un proyecto filosófico anclado en la actualidad. Ello
implica pararse frente a la filosofía griega como un laboratorio de ideas que todavía resuena
en los debates filosóficos contemporáneos. Por este motivo es necesario un trabajo reflexivo
que dé cuenta de las articulaciones, continuidades y discontinuidades, entre ese pasado
filosófico y nuestro presente, para ver cómo llegamos a ser eso que somos. Este es el eje que a
mí me interesa dejar planteado desde el comienzo de mis clases.

Vamos a empezar con algunas posturas sobre la actualidad de la filosofía antigua, tomadas de
algunos especialistas en el área. Una manera de atender a la actualidad de la filosofía antigua
es pensar, cómo hace un momento decían algunos de ustedes, que los filósofos griegos tienen
algo que decirnos desde el punto de vista formal como también desde el punto de vista de los
contenidos que tratan en sus escritos. Cuando hablo del punto de vista formal me refiero a las
formas de pensar, los recursos argumentativos, el modo de plantear los problemas, las
estrategias de resolución que vamos a encontrar en algunos de esos escritos, ya sea de
Parménides, ya sea de Platón, ya sea de Aristóteles. Desde esta perspectiva formal uno puede
incorporar a los filósofos griegos a las discusiones o a los debates filosóficos contemporáneos.
También se puede pensar la actualidad a partir de los contenidos que estos filósofos tratan.
Básicamente hay toda una cuestión que vamos a ver con los presocráticos, también en Platón
y Aristóteles, que tiene que ver con la pregunta por el origen y el conocimiento del kósmos.
Después cada uno va a presentar una determinada plataforma. Ahí tenemos un contenido que
se repite en varios autores, y también en filósofos contemporáneos, como ya mencionamos.
Nos interesa también el tema de la filosofía práctica y lo que implica la filosofía práctica: la
felicidad. Veremos que se trata de un tópico clave en la ética y la política griegas, sobre todo
en la República de Platón y en la Política de Aristóteles. También podemos referir temas
como la amistad, tratada en los últimos libros VIII y IX de la Ética nicomaquea de
Aristóteles; el tema de la muerte en el Fedón de Platón; la justicia en la República de Platón;
una cuestión que aparece mucho en la Ética nicomaquea de Aristóteles que tiene que ver con
la racionalidad e irracionalidad de la acción, la legitimidad de ciertos mecanismos
argumentativos o su ilegitimidad; el tema del amor, del Eros, tema que Platón trata no sólo en
el Banquete sino también en el Fedro. Estoy mencionando sólo algunos contenidos al pasar
para que reparen en qué medida esos contenidos también los podemos encontrar en Richard
Rorty, en Heidegger, Derrida, Foucault y en otros autores contemporáneos, tanto desde el
punto de vista formal como desde el punto de vista de los contenidos.

Desde el punto de vista formal yo les hablaba de formas de pensar, recursos argumentativos,
modos de plantear los problemas, pero si pensamos en mecanismos argumentativos es
interesante cómo aparecen tanto en los primeros diálogos de Platón, los denominados
“socráticos”, como también en el Platón de vejez. Cuestiones formales actuales también se
pueden ver en el Aristóteles de la Metafísica cuando Aristóteles trata de presentar y probar el
principio de no contradicción, que es un principio fundamental a la hora de argumentar, en
cualquier disciplina. También podemos ver estas cuestiones que tienen que ver con
mecanismos argumentativos en los filósofos helenistas, con los que vamos a terminar esta
materia.

Entonces, arribamos a una respuesta interesante: los filósofos griegos son actuales desde el
punto de vista formal y desde el punto de vista de los contenidos que tratan.

Otra postura para pensar la actualidad de la filosofía antigua es la que sostiene un autor
llamado Wolfgang Wieland, quien traza una distinción entre dos preposiciones: sobre y de.
De modo que se puede aprender sobre filosofía antigua o de filosofía antigua. Al ocuparse de
filosofía antigua se pueden adoptar dos posiciones, se puede aprender sobre ella y de ella.
¿Cuál sería la distinción? ¿Hay alguna relación entre aprender sobre y aprender de? Lo que
quiere marcar Wieland son dos actitudes que se implican mutuamente. Lo que sostiene este
autor es que no podemos pretender saber algo de los pensadores griegos si no nos esforzamos
antes por tratar de adquirir un saber fundado sobre ellos, de otro modo podemos caer en
anacronismos y proyectar en el pasado nuestros propios prejuicios, preconceptos y deseos.
Básicamente la idea sería que “aprendiendo sobre” estamos pensando en los filósofos griegos
en tanto objeto de investigación histórica. En el “aprender de” estamos haciendo a los griegos
interlocutores de un diálogo, los estamos haciendo fructíferos para el pensamiento actual. En
ese sentido ellos pasan a ser maestros que nos sirven para elucidar algunos de nuestros
problemas actuales. Para aprender algo de alguien se debe antes saber algo sobre ese alguien.
Esto es algo que, de alguna manera, ya pedía Nietzsche en un texto titulado La ciencia jovial
o La gaya ciencia. En el parágrafo 83 de ese texto dice Nietzsche:

¿No debemos transformar a lo antiguo en algo nuevo para nosotros y poner


orden en nosotros dentro de él?

Volvemos a lo que mencionábamos antes acerca del actuar inactual, contra y sobre la época.
Básicamente la idea de Nietzsche es que para ser contemporáneos hay que ser antiguos y para
ser antiguos tenemos que ser contemporáneos. Se da este círculo heideggeriano de que yendo
para atrás se avanza, o el circulo del poema de Parménides en donde la diosa le dice al joven
“no importa donde comiences, vas a volver siempre al punto de partida, vas a volver siempre
a la cuestión del ser”. El recorrido es circular.

A propósito de estas cuestiones, me parece interesante comentarles que hace un tiempo, en la


revista Ñ de Clarín, le hicieron un reportaje a Coetzee, el escritor sudafricano que ganó el
premio Nobel. Allí él decía algo interesante:

Una de las cosas que ninguno de nosotros es capaz de ver de nosotros


mismos es en qué medida somos hijos de nuestro tiempo.

Esto es difícil porque estamos completamente implicados, y no tenemos la necesaria


perspectiva y distancia históricas. No es casual que Nietzsche, Heidegger, Foucault y
Deleuze -por mencionarles sólo algunos autores que trabajo en relación con la filosofía
griega- vuelvan constantemente a la plataforma griega. Teniendo en cuenta lo que señala
Coetzee, podemos pensar que los filósofos griegos nos ofrecen perspectivas desde las cuales
podemos ver mejor los claroscuros de nuestro tiempo. Reparen en qué medida es difícil desde
nuestras plataformas conceptuales -que, por otra parte, son herederas de las griegas- entender
nuestro propio tiempo. Muchas veces son pensamientos que, al estar en contra de la época,
logran eventualmente echar más luz sobre nuestra época que muchas de las posiciones
filosóficas del presente.

Retomando, Wieland distingue tres perspectivas a través de las cuales se puede hablar de la
filosofía griega:

• Perspectiva didáctica.

• Perspectiva histórico- tradicional.

• Perspectiva ejemplar.

La perspectiva didáctica tiene que ver con que al abordar la filosofía griega se pueden hacer
más comprensibles las problemáticas actuales, sobre todo porque estamos elucidando su
origen histórico. En ese sentido se van a dar cuenta lo actuales que son los filósofos griegos,
sobre todo cuando veamos la sofistica. En este sentido, para ver cuestiones relativas a la
justicia puede ser muy interesante considerar las discusiones filosóficas que se daban en la
República de Platón. O, remitiéndonos a la cuestión del Eros, si leemos El elogio del amor de
Badiou, vamos a notar que lo primero que hace en el capítulo 1 es referirse al Banquete y al
Fedro de Platón. De modo que no se puede eludir la perspectiva platónica al hablar del Eros.
Menciono la justicia o el problema del Eros por citar solo algunos problemas.

La otra cuestión respecto de esto que tiene que ver con lo didáctico es que la actualidad de un
pensamiento filosófico puede medirse también a partir de las reacciones, ya sea de adhesión o
de rechazo, que ese pensamiento suscita a lo largo de la historia de la filosofía. Por ejemplo,
en el Sofista Platón va a proponer un parricidio del padre Parménides. Un parricidio relativo,
ya que hay cuestiones de Parménides que son influyentes en la plataforma platónica, pero de
alguna manera hay una reacción contra la filosofía de Parménides. Entonces uno puede medir
la actualidad de ciertos pensamientos forjados en la filosofía griega a partir del grado de
reacción positiva o negativa que esos pensamientos suscitan en perspectivas filosóficas del
presente. Ahí hay un aspecto didáctico también, en el sentido de que lo interesante, lo que
puede hacer contemporáneo o actual un pensamiento filosófico forjado en la antigüedad, es lo
que podemos llamar su “radiación”. Ver en qué punto está tocando algo del presente, ver
dónde está dejando una marca en algún pensamiento del presente.

La segunda perspectiva, la histórico-tradicional, apunta a ver qué elementos de la filosofía


antigua continúan siendo estimulantes, en el sentido de cuáles de las representaciones,
conceptos y tópicos de argumentación de los que hoy nos valemos en nuestra tradición
filosófica occidental pertenecen a la herencia que nos legaron los griegos. Desde esta
perspectiva histórico-tradicional se podría pensar que gran parte de los esquemas conceptuales
de los que hoy nos valemos en el lenguaje cotidiano son esquemas que pertenecen a los
filósofos griegos.

Por citarles sólo algunos ejemplos: forma y contenido, cosas y propiedades de las cosas,
características esenciales o inesenciales de una cosa, actos deliberados o no deliberados,
posibilidad y realidad, cantidad y cualidad, causa y efecto, sustancia y accidente, todos
términos que seguimos usando. Puntualmente, cuando veamos el poema de Parménides,
vamos a atender a aquello que se da en llamar la “gramática filosófica del verbo ser”. La
gramática filosófica del verbo ser empieza una historia respecto de este verbo de verbos; esta
historia la empieza Parménides. Parménides es quien dice que antes de establecer que el
principio de las cosas es el agua, como dice Tales, o el fuego, como dice Heráclito, o el aire,
como dice Anaxímenes, Parménides dice que hay cosas, hay ser. Entonces él es el que
empieza la gramática filosófica del verbo ser. Otra cosa que termina incidiendo -que es central
en todo lo que vamos a ver- es si hay o no correspondencia entre el plano del ser, del pensar y
del decir, del plano ontológico, el plano gnoseológico o epistémico y el plano lingüístico. Este
podría ser un eje que nos sirve para ir de Parménides y Heráclito a Platón y Aristóteles,
porque en ellos vamos a ver los intentos por trazar una correspondencia entre estos planos,
cada uno a su manera. Esto es interesante porque que cuando vienen los sofistas hacen estallar
esta correspondencia y dicen que no hay necesariamente correspondencia entre estos planos.
El lenguaje puede producir ser, puede producir realidad. Reparen en que esta correspondencia
perfectamente puede atravesar cualquier debate contemporáneo. Piensen en las nociones de
teoría, método, diálogo, ser, no ser, verdad, opinión, lógos, error, falsedad; piensen también
en estos esquemas conceptuales, la oposición entre verdad y opinión, la correspondencia entre
ser, pensar, y decir, la cuestión del devenir. Tengan presente además la cuestión de la teoría;
la teoría es un modelo mental, algo que se ve con la mente, eso quiere decir en griego theoría.
El verbo griego theoreîn quiere decir “ver”. Entonces, la teoría sería una visualización mental.
Cuando hablamos de una teoría para los griegos hablamos de una visualización mental. Esto
inaugura algo fundamental a partir de la filosofía griega: me refiero a las metáforas visuales
del conocimiento, que llegan hasta el iluminismo. La más canónica es aquella que identifica al
bien con el sol, en el caso de Platón. El sumo principio, que es la Idea del Bien, es análogo al
sol, es algo que se ve con el ojo del intelecto. ¿De dónde vienen todas estas ideas que asocian
el conocimiento con la luz y la ignorancia con la oscuridad? Bueno, de la caverna de Platón,
pero también viene de estas cuestiones que vamos a encontrar ya en el poema de Parménides.
Para pensar la noción de méthodos, tengan en cuenta que el término griego hódos significa
“camino”, mientras que la preposición metá significa “a través”, entonces el método remite a
atravesar un camino. Entonces, lo que vamos a ver en el poema de Parménides es la
construcción de un pensar metodológico, un pensar tiene que seguir un método. Esto es lo que
va a retomar Descartes, obviamente de manera diferente, en el Discurso del método, esta idea
de un pensar metodológico. Podríamos referirnos además a otra noción fundamental, me
refiero a la noción de lógos, que podríamos traducir por “noción”, “razón”, “argumento”,
“discusión”; también, las nociones de verdad, falsedad, error.

Al respecto, es interesante un poema de Borges que se llama “El principio”, donde se nos
cuenta un encuentro ficticio entre Sócrates y Parménides, y donde ese encuentro es visto
como el punto arquimédico de Occidente, en el sentido en que ellos dos se dan cuenta de que
el diálogo, la discusión, es el “no imposible camino para llegar a una verdad”. Para esos dos
filósofos griegos, a través de la discusión, se trata de acceder a eso que llamamos la verdad o
lo sabio. Sin embargo, eso que llamamos “lo sabio” o “la verdad” sea quizá una excusa que
justifica el impulso y la praxis filosóficas. En este sentido lo más interesante en términos
filosóficos es el proceso de búsqueda, ese “atravesar el camino”. Después, la meta siempre se
va a ir corriendo, en el sentido de que siempre va a haber un filósofo que refute los resultados
alcanzados por los anteriores y proponga que la sabiduría pasa por otro lado.

También la cuestión del lenguaje y la persuasión son muy relevantes. Desde esta perspectiva
histórico-tradicional podríamos considerar matrices conceptuales fundamentales. A propósito
de estas cuestiones les remito a lo que señalaba Heidegger respecto de Gadamer, que fue su
discípulo. Heidegger en una nota del 22 de enero de 1939, que está recogida en sus obras
completas, dice que Gadamer es para él el único que domina en realidad la filosofía griega,
que constituye, dice Heidegger “el alfa y la omega de la educación filosófica”. Reparen en
que estas matrices conceptuales perviven como legado en nuestras discusiones actuales.
Volvemos de vuelta al círculo, la idea de que para hacer filosofía tenemos que conocer al
menos parte de la historia de la filosofía, en el sentido de que la historia de la filosofía vendría
a prolongar algo que el filósofo dice o lo no dicho en un filósofo.

En este sentido, considero interesante pensar la historia de la filosofía a partir de una imagen
tomada de la cultura web, pensar la filosofía como un hipervínculo. Estudiar un pasaje de
Derrida puede llevar a Heráclito, por ejemplo. Leer La diseminación de Derrida puede llevar a
estudiar el Fedro de Platón. En el fondo es un poco como dice Borges en un cuento que se
llama “Deutsches réquiem”. Tomando esta idea del poeta Coleridge, Borges dice que todos
los hombres nacen aristotélicos o platónicos, aunque no hayan sabido nada de esos autores.
Les leo unas líneas:

Se ha dicho que todos los hombres nacen aristotélicos o platónicos, eso


equivale a declarar que no hay debate de carácter abstracto que no sea un
momento de la polémica de Aristóteles y Platón. A través de los siglos y
latitudes cambian los nombres, los dialectos y las caras pero no los eternos
antagonistas.

De modo que, en el fondo, la historia de la filosofía está constituida por filósofos que se van
enmascarando, pero lo que está siempre detrás es la disputa entre el aristotelismo y el
platonismo. Obviamente se trata de una hipótesis desmesurada, pero que puede ser
interesante.

Entonces, desde esta perspectiva histórico-tradicional lo más paradójico es que a veces para
descubrir lo nuevo hay que ir a lo viejo; no tenemos esta concepción progresiva, rectilínea,
que podemos encontrar en la historia de la ciencia. Así, por ejemplo, quizás hoy no tenga
sentido desde la perspectiva del estudio de la medicina estudiar Hipócrates. Es decir, podemos
estudiar a Hipócrates como una pieza de museo pero en realidad los manuales actuales de
medicina cambiaron completamente el paradigma que podemos encontrar en los tratados
hipocráticos.

Les menciono una anécdota muy graciosa que cuenta Jean-Luc Godard, que tiene que ver con
estas matrices conceptuales que todavía perviven. Godard dice que somos muy
desagradecidos con los griegos; lo dice de una manera graciosa y plantea la que sería su
solución para la crisis financiera de Europa. Les leo un pasaje de una entrevista a Godard
publicada en The guardian:

Los griegos nos legaron la lógica. Y por eso los respetamos. Fue Aristóteles quien dio con la
gran expresión: por lo tanto. Como en: “tú ya no me amas, por lo tanto...”. O bien: “Te
encontré en la cama con otro hombre, por lo tanto...”. Usamos esta expresión millones de
veces, para tomar nuestras decisiones más importantes. Y hace ya mucho tiempo que
empezamos a pagar por ello. Si cada vez que usamos alguna de las siguientes expresiones: por
consiguiente, por lo tanto, o en consecuencia, tuviéramos que pagar 10 euros a Grecia, la crisis
terminaría en un solo día, y los griegos no tendrían que vender el Partenón a los alemanes.

Irónicamente juega con esta idea de lo que conceptualmente nos legaron y seguimos usando,
pero reduciéndolo solamente al sintagma “por lo tanto”.

Por último, consideremos la perspectiva ejemplar para pensar la actualidad de la filosofía


antigua; según Wieland, consiste en tomar a los filósofos griegos en el sentido de modelos, no
modelos a imitar tal cual sino en función de todo lo que estuvimos viendo, como
prolongación, apuntar a lo no dicho. Un ejemplo claro de la perspectiva ejemplar -en qué
medida la filosofía antigua pueden ser paradigmática o modélica- se puede extraer en el plano
de la filosofía práctica. Me refiero sobre todo la ética y la política, que podemos encontrar
sobre todo en pensadores como Platón y Aristóteles. Los remito fundamentalmente a la
República de Platón, el Político de Platón, la Política de Aristóteles, la Ética nicomaquea de
Aristóteles. En Ética nicomaquea, libro X, capítulo 8, Aristóteles define la filosofía práctica
como la filosofía de las cosas humanas. Desde el punto de vista de la filosofía práctica, en el
fondo de lo que se trata de responder es a una pregunta en torno a la cual no hay progreso
alguno. ¿Cuál es la pregunta ético-política por excelencia que uno encuentra en los textos de
filosofía práctica de Platón y de Aristóteles, por citar sólo dos casos concretos? La respuesta
es “¿Qué debemos hacer y como debemos vivir?” Esa es la gran pregunta. Dice Wieland:

En las cuestiones acerca de a qué objetivos se debe aspirar y de cómo puede


un deber de esta índole ser racionalmente fundamentado, en estas cuestiones
no hemos ido, en el fondo, más allá que los autores clásicos. En el ámbito
del conocimiento teórico sí [por ejemplo en matemática, física, biología,
etc].

Piensen que, por ejemplo, hoy la física aristotélica no puede servirnos de modelo porque parte
de otros principios, como por ejemplo el de la estructura geocéntrica (la tierra en el centro),
que hoy resultan obsoletos en términos científicos. Sin embargo, si bien en el ámbito del
conocimiento teórico hoy sí podríamos marcar progresos respecto de algunos de esos textos
filosóficos de los griegos, no podemos decir lo mismo en el caso de la filosofía práctica. Sigue
diciendo Wieland:

Aquí reside el meollo de la actualidad que la filosofía antigua puede


reclamar con toda justicia para sí.

Entonces, Wieland señala que la filosofía práctica de la antigüedad tiene una significación
ejemplar para nosotros, justamente porque las disciplinas prácticas no son capaces de
progresar del mismo modo que las teóricas. En algunas cuestiones obviamente no van a ser
ejemplares todavía los griegos, como por ejemplo en física. Pero en cuanto a la filosofía
práctica siguen siendo completamente paradigmáticos o modélicos en términos de actualidad.
Desde esta perspectiva, también es interesante que en esta época en la filosofía griega
discurso y modo de vida van juntos. Esto es algo que destaca también Pierre Hadot. La
Academia de Platón era una comunidad, los pitagóricos eran una comunidad. Esa separación
entre el discurso filosófico y el modo de vida empieza a aparecer recién con Kant en el siglo
XVIII, porque lo que nosotros encontramos en estos textos son perspectivas muy
autobiográficas. De alguna manera, Platón a lo largo de sus diálogos hace una autobiografía
intelectual de Sócrates, un Sócrates reinventado por él, claramente. Heráclito habla en nombre
propio, dice que Hesíodo y Homero son embaucadores. Reparen que en el B50 Heráclito
dice:

No escuchándome a mí sino al lógos


es sabio convenir (homologeîn) que todas las cosas son una.

Lo que me interesa destacar es que Heráclito se pone como portavoz del lógos. También
Parménides se pone como joven ilustrado por una diosa. Con esto quiero destacar que son
filósofos que se implican y no hablan en términos de un yo abstracto, como el yo que
podemos encontrar, por ejemplo, en la Crítica de la razón pura. Recién con Nietzsche vuelve
a aparecer el sentido de la filosofía como autobiografía. Entonces, esto es muy interesante y
hay un punto de actualidad: existe una conexión entre discurso filosófico y modo de vida,
están completamente enhebrados. Pierre Hadot, que es quien desarrolla esta línea, es el que
habla de que la filosofía antigua se trata de ejercicios espirituales que comprometen el modo
de vida y que se trata de comunidades a manera de sectas, pero no sectas religiosas, sectas que
tienen algunos aspectos de las sectas religiosas, pero sectas filosóficas. Esto es lo que me
parece muy interesante y que se retoma con Kierkegaard y Nietzsche, esa copertenencia entre
discurso y modo de vida.

Por último quería mencionarles la perspectiva que pueden encontrar en un autor que se llama
Enrico Berti, que no tiene que ver tanto con lo que venimos mencionando de la perspectiva
didáctica, histórico-tradicional o ejemplar. El grado de actualidad de la filosofía antigua puede
medirse por el sentido que los griegos le encontraron a la filosofía, básicamente el concepto
guía de Berti es que los griegos parieron la idea de la filosofía como pregunta total y
problematicidad pura. Esta idea de la filosofía como pregunta total y como problematicidad
pura es una idea o una concepción de la filosofía que retoman no sólo Nietzsche y Heidegger,
sino también Wittgenstein, Badiou y Deleuze, entre otros filósofos modernos y
contemporáneos. Cuando Berti hace referencia a la filosofía como pregunta total apunta a una
pregunta que se dirige a la totalidad de lo real, a buscar un principio rector que explique la
totalidad de lo real. Esto de problematicidad pura apunta a mostrar que la filosofía tiene una
naturaleza problemática en el sentido de detección de problemas y construcción de conceptos
para tratar de clarificar esos problemas.

Ilustremos con algunos ejemplos la tesis que aporta este historiador y filósofo italiano que es
Enrico Berti. Podemos considerar la naturaleza esencialmente problemática o critica de la
filosofía griega, por ejemplo, en el Sócrates platónico. Me refiero al Sócrates personaje de
Platón en los veintisiete diálogos que escribió Platón, porque, como saben, el Sócrates
histórico no escribió nada. Los diálogos de Platón se dividen en diálogos de juventud, medios
y de vejez. Algo que se da en todos los diálogos es esta estructura problemática de la filosofía,
esta idea de que la filosofía es un saber del no saber y del saber. Esto Platón lo dice en un
diálogo de juventud que se llama Cármides, puntualmente en el pasaje 166c-167b. La
filosofía sería un saber no de lo que sabemos sino un saber de lo que no sabemos, es una
mezcla de lo que sabemos y no sabemos. Esta dialéctica entre saber y no saber se resuelve en
los diálogos platónicos a través de un incesante intercambio de preguntas, respuestas y
refutaciones. Ahí esta la famosa refutación socrática, el término griego es élenchos, con miras
a cumplir con la máxima socrática del conocimiento de sí, del cuidado del alma. ¿Qué es el
conocimiento de sí mismo en el Cármides? Saber qué es lo que se sabe y lo que no se sabe.
Reparen en que Foucault en Tecnologías del yo retoma estas cuestiones y vuelve a Platón, al
Cármides. En Leyes, que es el último diálogo de Platón, ya no aparece Sócrates como
personaje, pero encontramos a un personaje llamado “El Ateniense”, que estaría
representando a Platón, quien dice: “más bien hablaré planteando problemas” (Leyes I 635b).
Les señalo esto para que consideren cómo ese “hablar problematizador” se revela para los
filósofos griegos como la condición para poder alcanzar un tipo de respuesta fundada o
fundamentada. Tal es la manera en que, podríamos decir, habla la filosofía griega. Entonces,
lo que encontramos en el Sócrates platónico es la idea de alguien que habla todo el tiempo
planteando problemas. Van a encontrar que hay diálogos de Platón que terminan en un “sin
salida”, en aporía, es decir que no terminan por dar respuesta a la cuestión de la que parten.
Son diálogos que plantean un problema pero no lo resuelven; a lo que llegamos al final del
diálogo es a que lo que pensábamos respecto de, por ejemplo, la virtud, la valentía, etc., no es
lo correcto, de modo que tenemos que seguir discutiendo para llegar a un nivel de
fundamentación más sólido.
De alguna manera, para estos filósofos, un aspecto clave de la actividad filosófica pasa por
tratar de “mejorar la pregunta”; eso es lo que, por ejemplo, encontramos en Platón y en
Epicuro, un filósofo del siglo III a.C. Epicuro señalaba que en la discusión racional gana más
el que es vencido, por lo que aprende. Eso pasa en los diálogos de Platón, gana más el que es
refutado. Se tiende a pensar que quien es refutado se va humillado; pero básicamente lo que
uno encuentra en el Sócrates platónico es esta idea de que refutar al otro es una forma de
conocerse mejor uno mismo, ya sea Sócrates o el interlocutor de turno. Porque, en el fondo,
para los griegos la sabiduría –o, en términos griegos, sophía- es algo que básicamente tienen
los dioses, mientras que los hombres a lo sumo lo que pueden aspirar es a la búsqueda de esa
sophía. Esa es la distinción que traza Platón en el Banquete: el filósofo no es el sophós, el
sabio, sino que es justamente el que está en un lugar intermedio; apunta a la sophía, porque
justamente carece de ella. Es justamente su carencia lo que lo motoriza a la conquista de la
sabiduría. Platón mismo aclara que la sophía, en rigor, es patrimonio exclusivo de los dioses y
a lo sumo nosotros somos filósofos.

A propósito de esto, reparen en lo que dice Gadamer en una obra que se llama Verdad y
método, volumen I, en una parte llamada “La primacía hermenéutica de la pregunta” (pp. 439-
443):

Uno de los más importantes descubrimientos que aporta la presentación de Sócrates


por Platón es que, contrariamente a la opinión dominante, preguntar es más difícil que
contestar.

En esto, como vamos a ver más adelante, coincidirán plenamente Heidegger y Wittgenstein.
Dice más adelante Gadamer:

Para poder preguntar hay que querer saber, esto es, saber que no se sabe. Y
en el intercambio cuasicómico de preguntas y respuestas, de saber y no saber
que muestra Platón, se puede reconocer que para todo conocimiento y
discurso que quiera conocer el contenido de las cosas la pregunta va por
delante. Una conversación que quiera llegar a explicar una cosa tiene que
empezar por quebrantar esta cosa a través de una pregunta. Esta es la razón
por la que la dialéctica se realiza en preguntas y respuestas, y por la que todo
saber pasa por la pregunta. Preguntar quiere decir abrir. La apertura de lo
preguntado consiste en que no está fijada la respuesta. Lo preguntado queda
en el aire respecto a cualquier sentencia decisoria y confirmatoria.

La problematización, dice Gadamer, va por delante, como también señala Berti. De alguna
manera, lo que hace el preguntar socrático es perforar eso que se llama el “querer saber”. En
ese sentido, lo que más le molesta al Sócrates platónico no es la persona ignorante sino el
“creer saber”, que constituye la peor forma de ignorancia –tal como dice Platón en el diálogo
Sofista- porque obtura la posibilidad de un saber bien fundado.

Para que vean otro ejemplo donde podemos ilustrar esta tesis de Berti les menciono que
Aristóteles tiene una obra que se llama el Protréptico, a la que me voy a referir. Recuerden
que Aristóteles estudió veinte años con Platón, de modo que tuvo una etapa platónica, es
importante saberlo. Esta obra que les menciono es de la etapa platónica de Aristóteles. El
Protréptico es una exhortación a la vida filosófica, a la vida del intelecto. Leemos, entonces:

Que si existe la filosofía estamos obligados a filosofar sin ninguna duda,


puesto que existe. Y si no existe la filosofía también en esas circunstancias
estamos obligados a investigar por qué no existe la filosofía, pero al
investigar filosofamos puesto que la investigación es causa de la filosofía.

Lo que señala Aristóteles es que, de alguna manera, la filosofía es pura problematicidad a


punto tal que está dispuesta a ponerse en cuestión a sí misma. Sin embargo, al ponerse en
cuestión en sí misma se justifica a sí misma. De modo que se da una especie de círculo donde
la filosofía sería una especie de pensamiento del pensamiento. De alguna manera así define
Aristóteles la actividad del primer motor: un pensamiento del pensamiento. A propósito de
esto los remito a lo que aparece en el Ulises de Joyce. En un momento uno de los personajes,
llamado Dedalus, afirma:

El pensamiento es el pensamiento del pensamiento.

Esta es a mi criterio una de las mejores definiciones de la actividad filosófica. En ese pasaje
del Ulises hay referencias a Platón y Aristóteles. Entonces me interesa que quede en claro que
la filosofía para los griegos se caracteriza fundamentalmente por este carácter problemático,
por este “poner en cuestión”, como condición de posibilidad para poder alcanzar un
conocimiento fundado acerca de los objetos investigados. Si hay y sigue habiendo filósofos en
la historia, es justamente porque, para el filósofo en cuestión, las preguntas no estuvieron bien
formuladas.

Aristóteles tiene, al respecto, una frase muy interesante en Metafísica, I, 3, 995a 29 30. En ese
contexto afirma lo siguiente, que cristaliza esta idea que señala Berti:

Quien no conoce el nudo no es posible que lo desate.

Lo que haría la filosofía para los griegos es sumergirnos en el nudo. Lo que hacen los
diálogos de Platón es sumergirnos en la aporía para, desde allí, encontrar una salida, que por
supuesto nunca es definitiva, porque si no se acabaría esta historia y esta carrera. Repito, hay
muchos diálogos de Platón que terminan en aporías. Entonces, lo que hace la filosofía es
anudarnos con preguntas para que pensemos la mejor manera de desatarnos. En este sentido,
uno podría pensar la filosofía antigua como una filosofía que apunta a la problematización de
la realidad, porque justamente nos decidimos a hacer filosofía porque la “realidad” es para
nosotros un problema. Esto es lo que hace a la filosofía antigua netamente actual, esta idea de
problematización de la realidad que también explica esta cuestión de que el filósofo griego
nunca se siente plenamente integrado; por eso Platón escribe la República, porque no le cierra
la sociedad de su época. Es por eso que escribe sobre una pólis ideal donde la justicia se ve de
una manera perfecta.

A propósito de esta cuestión, consideren lo que señala Flaubert, el escritor, en un libro


llamado Diccionario de lugares comunes. Allí define la palabra “problema” de esta forma:
“Problema” es aquello que si se formula bien ya está resuelto.

También la filosofía griega pasa por la problematización en sentido fuerte porque tiene más
que ver con la deconstrucción del conocimiento que con la construcción. Dicho en otros
términos: para construir un conocimiento bien fundado tenemos de deconstruirlo. Eso es lo
que van a encontrar en los textos de Platón, de Aristóteles. Reparen en que para Sócrates,
antes de construir un saber bien fundado, se deben refutar los falsos saberes. De modo que
debe refutarse el creer saber con el que solemos orientarnos en nuestra vida; a partir de ese
punto se trata de hacer una construcción intersubjetiva para llegar a algo bien fundado, pero
primero reconocer que no se sabe para llegar a un punto de sabiduría.

Entonces, de acuerdo a lo que venimos trabajando, gran parte de la actualidad de la filosofía


griega pasa por la problematicidad en sentido fuerte. La filosofía tiene una actividad
revolucionaria. Esto es algo que encontramos también en ¿Qué es la filosofía? de Deleuze y
Guattari, libro publicado por Anagrama. En ese contexto dicen que:

La filosofía quiere que desgarremos el firmamento protector y que nos


sumerjamos en el caos para salir del caos con mapas conceptuales.

Uno puede elegir el mapa conceptual de Platón, de Descartes o de Hegel, por citar sólo
algunos. La idea de fondo sería desgarrar el firmamento protector del saber ordinario,
sumergirse en el caos y salir del caos con nuevos mapas conceptuales. En este sentido
podemos emparejar el arte, la filosofía y la ciencia, que –dicen Deleuze y Guattari- nos
hacen, cada uno a su manera, desgarrar el firmamento, sumergirnos en el caos y resurgir con
un determinado mapa.

Me parece interesante que tengan presente lo que dice el escritor César Aira, en una entrevista
que le hicieron en el diario Perfil, en 2009:

Una profesora que escribió sobre mí dijo que lo único que encontraba en
común en todas mis novelas era la problematización de la realidad, o del
concepto de realidad. No sé si será cierto, pero me gusta cómo suena. De
hecho, es bastante obvio: para alguien que se decide a escribir literatura, la
realidad tiene que haber sido un problema. Si no, se dedicaría a otra cosa.

La filosofía para los griegos tiene este mismo sentido: problematizar eso que llamamos “lo
real”. Es obvio que para alguien que se decide a hacer filosofía la realidad tiene que haber
sido un problema. Hay una incomodidad existencial. Otro aspecto donde podemos ver esto de
la problematización como condición de posibilidad para la adquisición de un conocimiento
fundado es en un diálogo de vejez de Platón, llamado el Teeteto. Allí Platón se pregunta qué
es el conocimiento. Entonces se encarga de deconstruir tres definiciones de lo que es el
conocimiento. Pero lo que quiero señalarles es que Platón en el momento de escribir este
diálogo era un escritor consagrado, que contaba con su escuela (la Academia), con
académicos que la integran, con una obra que lo respalda, y se pregunta para ese entonces qué
es el conocimiento. Y es notable que el diálogo termine de modo aporético, sin decirnos lo
qué efectivamente es el conocimiento, revelándonos que lo que queda realmente en pie es la
deconstrucción o desmontaje de aquellas tres posiciones erradas respecto del conocimiento.
Me interesa este gesto porque la filosofía para los griegos tiene mucho que ver con esa
deconstrucción del conocimiento para llegar al verdadero conocimiento, donde lo enfatizado
en los textos es sobre todo el tránsito deconstructivo para llegar al conocimiento. Porque allí
es donde también nos enriquecemos mucho, filosóficamente hablando.

Me gustaría terminar la clase con tres resonancias de este sentido de la filosofía griega como
pregunta total y problematicidad pura en tres representantes de la filosofía moderna y
contemporánea. Empecemos por Wittgenstein, sigamos con Heidegger y terminemos con
Foucault.

Wittgenstein (1889-1951), filósofo austriaco dedicado sobre todo a la filosofía del lenguaje,
señala en un libro que se llama Observaciones sobre los fundamentos de las matemáticas
(Alianza) página 121:

Siempre es bueno en filosofía plantear una pregunta en lugar de dar una


respuesta a una pregunta. Pues una respuesta a una pregunta filosófica
fácilmente puede resultar incorrecta; no así su liquidación mediante otra
pregunta.

La historia de la filosofía puede ser pensada como una historia de liquidaciones de respuestas
a través de preguntas. Reparen en que el filósofo es el que presenta las preguntas acertadas, no
tanto las respuestas. En este sentido para Wittgenstein es más movilizante la pregunta que una
respuesta taxativa, la cual quizás vendría a clausurar aquello que estamos investigando.
Otra resonancia interesante es la que podemos encontrar en Heidegger, en un ensayo que se
llama “El origen de la obra de arte”, que está en un libro que se llama Caminos de bosque.
Básicamente el ensayo apunta a responder cuál es el origen o esencia de la obra de arte. Lo
interesante es que Heidegger escribe un epílogo donde dice lo siguiente:

Qué sea el arte es una de esas preguntas a la que no se da respuesta alguna en


este ensayo. Lo que parece una respuesta es una mera serie de orientaciones
para la pregunta.

Esto es algo que considero se puede aplicar perfectamente a los diálogos de Platón, a los
cuales podemos entender como un conjunto de orientaciones para la pregunta correcta.
Filosofar para los griegos -y en esto creo que son sumamente actuales dado que, como vemos,
repercutió en grandes filósofos modernos y contemporáneos- quizás consista en repreguntar,
en hacer la pregunta adecuada. Y quizás por allí pase la actualidad de la filosofía antigua para
nosotros: hacerle nuevas preguntas a estos textos que vamos a ir leyendo.
Por eso Wieland dice al final de su artículo:

Justamente hace a la condición de un texto clásico el hecho de que ofrece a


uno la posibilidad de obtener nuevas respuestas si se le formulan nuevas
preguntas.

Heidegger tiene otro texto interesante. Me refiero a una conferencia llamada “La cosa”. En
este texto Heidegger escribe como si le hablara a un discípulo, y dice:
No le puedo proporcionar a usted –cosa que usted tampoco pide- ninguna
tarjeta de identidad con ayuda de la cual lo que he dicho podría ser
legitimado cómodamente en todo momento como algo que “concuerda con
la realidad”. Aquí todo es camino del corresponder que oye a modo de
prueba.

Reparen en que Heidegger propone un pensar “a modo de prueba”. Sigue diciendo:

El camino está siempre en peligro de convertirse en un camino errado. Andar


estos caminos requiere práctica en la marcha. La práctica requiere oficio.
Permanezca usted en camino en la auténtica penuria y, sin-salir-del-camino,
pero en la errancia, aprenda usted el oficio del pensar.

Este es un pasaje muy griego, en el sentido en que la tarea del pensar en los textos filosóficos
griegos que vamos a ir trabajando siempre pasa por un pensar en y sobre la errancia, por un
pensar a “modo de prueba”. Eso es lo más fascinante que tiene esta filosofía.
Y terminemos con Foucault. En Historia de la sexualidad, volumen II, en la introducción, él
señala:

Pero ¿qué es la filosofía hoy –quiero decir la actividad filosófica- si no el


trabajo crítico del pensamiento sobre sí mismo? ¿Y si no consiste, en vez de
legitimar lo que ya se sabe, en emprender el saber cómo y hasta dónde sería
posible pensar distinto?

En ese sentido, la tarea de la filosofía para Foucault no pasa tanto por legitimar lo que ya se
sabe sino por saber cómo y hasta donde sería posible pensar distinto, una de las definiciones
más hermosas de lo que es la actividad filosófica. Pero reparen en que se puede emprender
este trabajo crítico del pensamiento sobre sí mismo sólo si ese trabajo es disparado por una
problematización. Y esa problematización es la que va a ser disparada por los textos
filosóficos griegos que van a leer a lo largo del cuatrimestre.

Bibliografía de lectura obligatoria:


BERTI, E., “¿Qué sentido tiene estudiar hoy filosofía antigua?”, en Lecturas sobre
presocráticos II, OPFyL, 2002, pp. 5-20; WIELAND, W., “La actualidad de la filosofía
antigua”, Méthexis I (1988), pp. 3-16.







Material didáctico de circulación interna de Historia de la filosofía antigua, Facultad de
Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires.

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