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El Cuento para Shabat

Había una vez una familia muy pobre y muy necesitada que no
tenía dinero suficiente para comprar ni siquiera las necesidades
más básicas. Todos en la familia oraban para obtener bendición y
prosperidad.
Una noche, las plegarias de la familia fueron respondidas y ellos
oyeron que tocaban el timbre de entrada. El padre abrió la puerta y
para su sorpresa, vio que afuera estaban esperando decenas de
personas.
“Y ustedes ¿quiénes son?”, preguntó el padre.
“Yo soy Alegría, y ella es Emuná y aquella es Dicha y la otra es
Salud y aquel bien alto es Éxito y la petisita es Prosperidad y el
arrugado es Dinero y la gordita es Fortaleza….”. Y así continuó
presentándoles a todos los recién llegados.
“Nosotros somos los anhelos de todos ustedes”, les dijeron a los
miembros de la familia, que se habían quedado mirando con la boca
abierta. “Pero ustedes pueden elegir a uno solo de todos nosotros”.
Los miembros de la familia se quedaron pensando a quién les
convenía elegir: ¿Éxito o Salud? ¿Dicha o Prosperidad? ¿Alegría o
Dinero?”
Al final, el padre les dijo a los anhelos: “Hemos decidido que
queremos quedarnos con Emuná”.
Emuná entró a la casa, pero siguiéndole los pasos empezaron a
entrar también todos los otros anhelos.
“¡No entiendo”! ¿Qué es lo que está pasando aquí?”, se sorprendió
el padre. “¡Nos dijiste que se puede elegir un solo anhelo!”.
“Es verdad. Se puede elegir un solo anhelo”, le explicó Alegría.
“Pero dondequiera que va la Emuná, vamos todos tras ella”.
Shabat Shalom!

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