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EL
PROBLEMA
DEL
CONOCIMIENTO I
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EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO


EN LA fIL OSOFÍA Y EN -U CIE.II/CIA M OD ER NAS

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E RN5T CA55 1 RER

Traducción de EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO


\VI' NCJ'.SLAO Roces EN LA FILOSOFlA y EN LA CIENCIA MODERNAS

1
EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CoNOCIMIENTO

EL DESCUBRIMIENTO DEL CoNCEPTO DE LA NATIJRALEZA

Los FUNDAME NTOS DEL IDEAUSMO

FOND O DE CUL roRA ECONÓMICA


Mexico
Primrn«lid6n en akmán 1906
Prim~Ta «Iición n¡ "pañol, 1953
Quina r('impr~6n, 1993

PROLOGO

SE. PROPONE esta obra, cuyo primer volume n entregamos a la im -


prenta, iluminar y esclarecer los orígenes y el d esa rrollo históricos
del problema fundamental d e la filosofía moderna : el problema del
conocim.ien.to.
T odos los afanes d el pensa miento moderno tienden, en último
resultado, a d ar solución a un problema supremo y com ún: si nos
fijamos bien, vemos qu e van dirigidos todos ellos a elaborar, en
una tr ayectori a continua, un nuevo concepto del conocimiento.
Sería falso, cierta mente, empeñarse en buscar el rendi miento del
pensa miento filosófico mod erno úni ca y exclusivame nte en el cam-
po de la lógica. Pero no podría, en cambio, desconocerse que las
dif erentes potencias espirituales d e la cultu ra qu e cooperan a lo-
grar un resul tado definitivo sólo pueden despl egar su eficacia plen a
gracias a la conciencia oeórica de s¡ m.i.nnas que pugnan por al
ca nzar, con lo cual, indi rectam ente, van tr ansform ando al mismo
tiempo, sin duda alguna, poco a poco, el problem a gener al y el
ideal d el saber.
T od a época posee un sistema fu nd amental de conceptos y pre-
misas generales y últimos por medio de los cuales domina y ordena
en unidad la variedad d e la materia que la experiencia y la ob-
Tí IUIo OI'" iginal:
servación le sum in istra n. Ahora bien, a la int uición simpli sta e
Da. F,.,4n¡tlmí.sproh/rot Í'rl de,- ¡"'ilt=p¡'j~
incl uso a la consideración científica, si no la guía un a intros pec-
,,,,d J.tíJ.' ...... (/,afl ¡J,.,. tl....""'" ail, 1 ción crítica, estos productos de l espíri tu se le antojan, a su vez,
e 1906, Bruo o Cassire r Vcrbg, Berlín como formas rígidas y definitivas, pla smada s de un a vez por todas.
Los instrumentos de l pensar se transforman, así, en objetos subsis-
tent es; los postu lados libres d el entendimiento se con temp lan, a
D. R e 1 95~. FONDO N: CUL1lJM F.co~ój,¡ ".... la man era de rosar que nos rodean y q ue JlO6 limit amos a aceptar
D. R e 1 0íl~ , FONDO !lECuLnr rv. EcoNOrtll r , s. A ru G V. pasiva mente.
Carretera r'rad~ ": " .KO ""
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~ ""'llfO, n . F• De este modo, la fuerza y la independencia del espíritu, tal
como se ma n ifiesta n en la plasmación d el con tenido d irecto de
ISBN !I(~ l f..22 76..6 (O hra com ple ta)
ISBN 96fl-!C..2277·2 (Volume n 1) nuestras percepciones, se ven circunscritas de n uevo por un sísee-
ma d e conceptos fijos qu e se enfrenta al espíritu como una segunda
Impreso " 0 Mé xiro realidad, ind ependiente e inmutable. la ciencia se e ncarga de ir
matand o, paso a paso, la ilu sión que nos lleva a atribu ir a los
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8 PROLOGO PROLOG O 9

objetos mismos las sensaciones subjetivas d e nuestros sentidos. ver forma definitiva con plena claridad si ant es no la h iciéra-
IIU
Pero, en lugar d e ella, surge otra ilusión no menos peligrosa: la 1Il 0l! desfilar por delante de nosotros tal y como va naciendo, en
del concepeo. Aunque la " marería" o el "átomo" no pretendan, 111111 d iversas partes.
tomados en su sentid o puro, significar otra cosa qu e los medi os con Inspirándonos en esta concepción fundament al, hemos inten-
ayuda d e los cua les adquiere y asegura el pe.ru.amiento su seño río rudo combinar, en la exposición de esta obra, el interés sistemático
sobre los fenóm enos, se conv ierten con ello en poderes prop ios e y el interés histórico.
ind ependi entes a q uienes aq uél tien e q ue rendi r pleitesía. Hemos considerado como un requisito necesario y evidente,
Para d esarraigar este dogmatumo de la concepción usua l no d esde el primer momento, el estudiar en las fuentes históricas mis-
hay más que un camino: el del aná lisis crlrieo, que esclarece la mas cómo van desentrañándose los conceptos fundamentales, apo-
estru ct ura y las leyes interiores de la ciencia, a base de sus prin- yando y justificando d irectamente a la luz de ellas cada uno de
cipics. lo qu e el dogmati smo considera como un contenido autá r- los pasos de nuestra exposición y d e nuestras conclusiones. No
quic o y fijament e circunscrito, se revela así como una condición hemos querido solament e reproducir los d istintos pensamientos
par cial e intel ectu al del ser, como un moment o conceptual s uel- en cuanto a su sent ido general ajustánd on os plenament e a la fide-
to, q ue sólo adquiere su verd ad era eficacia d entro del sistema lidad hist órica, sino también examin arlos dent ro del ho rizont e in-
total de nuestros conocimientos fundament ales. telectu al concreto en que surgieron y comprenderlos a la luz de él.
Ahora bien, esta reducción puramen te lógica, necesaria e in- Es aq uí donde esperamos y confiamos que la crítica contraste
excusable sin duda algu na, es, al mismo tiempo, muy d ifícil. De concienzudamente los result ados de nuestras investigaciones; cua n-
aquí que el aná lisis sistemático del conocimiento no deba rehu ir, to más precisas y rigurosas sean sus observaciones, mejor recibidas
en modo algun o, los med ios auxi liares que la consider ación his~ será n por nosotros. Las lagunas de nu estros actuales conocimientos
tóriM del problema le brinda po r todas par tes. Por este camino, en el campo d e la historia de la filosofía han sido apreciada s y
P:xJemos alcanzar casi sin esfuerzo y con toda la claridad ape te- sentidas por nosotros con mu cha fuerza, en la apront ación y clasi-
cible una de las metas principales a que tiende la crítica int rínseca ficación d el material histórico, y ello hace qu e nos d ispongamos a
de los principios¡ desde los primeros pasos qu e da mos por él, se recibir con los brazos abiertos todo lo qu e en este punto pueda n
esfum a por sí misma la imagen engañosa de lo "a bsoluto". aportar las nuevas y meticulosas investigaciones especiales. Cuan-
Al conside rar las premisas d e la ciencia como un ~s u ltndo las to más preciso y claro sea el conocimiento del d etalle, con mayor
reconocemos al mismo tiem po, por elto mismo, como ~s claridad resalta rán tambi én an te nosotros las grandes conexiones
del pensamiento; al penetrar en su rdarividad. y cond icionalidad intelect uales, en la materia estudiad a.
históricas, se abre ante nosotros, simu ltáneamente, el panorama La lógica inm anente d e la historia se imp ond rá con tant a ma-
de su incontenible desarrollo y de su capacid ad creadora, sin ce- yor claridad a la conciencia cuanto me nos directamente la bus-
sar renovada. q uemas, deslbá nd ola en los fenómenos mismos poi' medio d e un
las dos direcciones de la investigación se engarzan y entrela- esque ma definitivo. C laro está que debe recon ocerse desde el
zan aq uí sin el menor esfuereo y como sin buscar lo. La agrupa ción primer moment o una cosa, y es que la un.idnd interior que en-
sistem ática de los conceptos Iundamenr ales y su inte rdependencia garra los distin tos hech os no viene dada direct amente con estos
int erior vuelven a proyectarse ante nosotros, de un modo 'cl aro y h echos mismos, sino que son las sínresis d el pensamiento qui enes
tangible. en la imagen de su apa rición histórica. Y, de l mismo tienen qu e crearla. El d erecho de proceder a tales síntesis no ne-
modo que no podríamos llegar a comprender y exponer este des- cesita somete rse a nin guna prueba especial hoy, en que se com-
arrollo sin tener constantement e ante la vista, en un esbozo ideal, pre nden y formul an también con mayor clari dad las premisas
la ootalidad d e aquello hacia que tiende, no lograríam os tam poco mismas de la h istoria en cua nto a la teoría del conocimiento; no
10 PROLOGO

es el método genera l, sino simplement e su aplicación especial, lo


que puede ser objeto de d iscu sión y d e crítica.
INfRODUCCION
Es evidente qu e la historia de la filosofía. si verdaderamente
quiere ser una ciencia, no puede consistir en una simp le colee-
ción de hechos, en la qu e estos se suced an en abigarrada mesco- 1
lanza: tiene qu e ser, por el con trario, un método qu e nos enseñ a
a com prender los. Es ciert o que los principios en que para ello se EL CONOClMlENTO, concebido d e modo ingenu o, es un proceso por
apoya, son siempre, en última instancia, principios "s ubjetivos" ; el qu e elevamos a conciencia. reprod uctivamente, una rea lidad
pero esto sólo quiere decir una C068, y es que nu estro modo de ya de por sí existente. orden ada y estr ucturada. La actividad que
ver, en esto como en todo, se hall a condicionado por la regla y el espíritu desarrolla para ello se limita, así considerada, a un
por la ley de nuestro C'Ol"lDcimienlo. La barre ra que esto parece acto de f'epetidón.: se trata. simplemente, d e copiar en sus rasgos
levant ar se salva con sólo verla y comprenderla, es decir . tan pron- concretos y d e asimilarse un contenido que apa rece ante nos-
ro como los fenómenos ínmedi aramenre dados y los conceptos que ceros en tra bazón fija y acabada. Entre el "se r" d el objeto y el
nos sirven de medios para expl icarlos teóricamente, dejan d e con- modo cómo se refleja en el conocimiento no med ia, para esta
fundirse en una unid ad ind istinta, para enfoca rlos y captarl os por concepción d el problema, ninguna d ivergencia, ninguna contra-
separado, tanto en su int erd ep ende ncia como en su relativa sus- d icción : entre un o y otro existe solamen te una d iferencia de grado,
tantividad. pero no de naturaleza. El saber qu e se propone abarcar y agotar
El deslinde d el campo estud iad o y los puntos d e vista que nos el coniunto de las cosas, sólo puede ir satisfaciendo esta pre te n-
han guiado en el modo de tratarlo, intentamos razonarlos en la si6n poco a poco. Su d esarrollo va lográndose por medio de una
Introducci ón. La formulación general del prob lema exigía que serie de pasos concretos y sucesivos, que le permiten captar y ele-
el estudio emprendido no se limitase a examina r los distintos sis- var a representación. gradualment e, toda la variedad de los objetos
temas filosóficos en su sucesión, sino que tu viera siempre presen- que tiene ante sí. La realidad, así considerada, se concibe siem-
tes, al mismo tiempo, las corrie ntes y las fuerzas de la cultur a d el pre como algo existente de por sí, como algo yacen te y fijo, a que
espíritu en general, y sobre todo el nacimiento y el desarrollo de el conocimiento va dando la vuelta en todo su contorno. hasta
la ciencia exoaa: q ue logra aclarársela y representársela en todas sus partes.
A esta ampliación se debe el que el primer volum en de la obra, Pero ya los primeros rudimentos de la consideració n teórica
que aq uí ve la luz, no vaya más allá d e los romi~s d e la mo-- del mundo hacen vacilar la fe en la esequibilidad, más aún , en
dern a filosofía. La riqueza del Renacimiento filosófico y cient ífico, la posibilidad interior de esta meta que la manera popular d e ver
que apenas si comienza a vislumb rarse, y no digamos a dominarse , traza al conocimiento. Con ellos, se ve claro en seguida que el sa-
requería un detenido estudio. No en vano se contiene aquí el ber concep tual, cualq uiera qu e él sea, no consiste en una simple
fund amento or iginal y seguro de todo lo que viene después. repe tición, sino en la estructuración y la mm.sfonnación interior
El segundo volumen arr ancar á de la filosofía empírica ingle- de la materia que el mundo ext erior nos proporciona. El cono--
ISa, para estudiar luego, en una doble dire cción, el d esarroll o del cimiento cobra rasgos peculiares, propios y específicos, h asta llegar
idealismo a partir d e Leibniz y la trayectoria de la ciencia de la a distinguirse cualitativamente del mundo de los objetos y a con-
naturaleza, partiend o d e Newton. Ambas corrientes confluyen más traponerse a él.
tarde en la filosofía crítica, cuya exposición dará cima a nuestra No importa que aq uella fundamental concepción ingenua pe--
obra. Los trabajos preparatori os d el segundo volume n están ya tan netre profundamente, de hecho, en la teoría abstracta y afirme su
adelantados, que confiamos en Que muy pronto podrá ver la luz. predominio: los comienzos de la ciencia arr an can ya, indirecta-
ERNST CASSlRER 11
u INTRODUCCiÓN It-ITRODUCC ION 13

mente. las raíces de esta manera de concebir. El problema, ahora, Ir ll:l11 inmane nte q ue les da firm eza y necesidad. Si el primer paso
ha cambiado: ya no se trata simpl emente de un a descripc ión imi- ' llll_istió en abolír la apare nte seguridad y esta bilidad de los ob-
tativa, sino de la seiecc íé n y la agrulXloCiófL crítica, ti la vista de la k Il I/; de nu estras perc epciones, para asentar la verdad y la consís-
muched umbre infinita de las cosas perceptibles. Los datos díver- u-ucin d el ser e n un sistema de conceptos científicos, [c ómo no
gentes de las sensacio nes no son aceptad os uniformemente y por reconocer ahora que t am poco estos conceptos nos ofrecen un pa-
igual, sino int er pretados y tran sforma dos de ta l modo, qu e se com- trimonio último, inatacable e incues t iona ble?
binen e n una u nidad sistemática y ar món ica consigo misma. Co n este d escubrimie nto, da su paso último la introspección
Lo que ah ora constitu ye la imagen protctipica y última por filosófica. del espíritu. Si a la ciencia le basta con reducir el mun-
la que medimos la " verdad" de n uest ras representacion es no es do mu ltif orme de los colores y los sonidos al mundo de los átomos
ya sim pleme nte la cosa concreta, sino el postulado de la coh esión y los movimientos a tómicos, d ándole certeza y permanencia en
interior y de la ausencia interior de cont radicciones. G racias a U llll serie de unidades y leyes últimas y constantes, el problema
este postulado, el "ser " indistin to y uniforme de la concepción nu rén ticam en te filosófico surge precisamente allí donde estos ele.
ingenua se d esdobla en dos campos sepa rados, la zona d el cono- rncntos originarios d el ser son concebidos, a su vez, como creccc-
cimiente au téntico, esencial, se d eslind a d el campo de las sim- nes eJe! pensamiento.
pies "apariencias" y d e las op iniones m udables. C laro está que, con ello, parece como si recayésemos de nuevo
El entendimiento científico aplica ahora a 10 qu e es, como y para siem pre en aquel mismo terreno de la ilimitada rela.cividad
pauta, las cond iciones y pre tensiones de su propia natura leza. No de l que creíamos haber escapado. La realidad de los objetos se d i-
e nt rem os a ind agar aq uí, por el momento, la razón de ser y la jus-- suelve ahora, para nosot ros, en el m undo d e la conciencia; el
tifi cación de estas pretension es; el pensam iento, seguro de sí mis- mu ndo d e las cosas ha sido sustituido por un mu nd o espiritual de
mo y sin la menor rese rva, ma neja con pleno d ominio los conre- conceptos pur os y de "h ipótesis".
nid os em píricos y det ermina po r sí mismo los criterios y las leyes A hora bien, en el campo d e 10 espiritual no se dan una con-
con arreglo a los cua les han d e model arse, En esta elaboración sisrencia y un a "existencia" qu e pu edan com pararse con la "existen-
activa de los objetos, va n d est acándose poco a poco, de un modo cia" de los ob jetos de la na tura leza. La realidad de un conten ido,
cada vez más claro y más consciente, la de terminación y la pecu- en este campo , consiste siempre en el proceso en que es d escubierto
liarid ad lógicas d el conoci m iento. y traído ante la conciencia; no comprend em os nunca el ser, sino
Sin embargo, el pensamie nto no pued e aferrarse a esta pri mera por su proce so de desarrollo y por las leyes de su nacimiento. Por
y simplista cer te za de sí mism o, por muy im porta nte y fecunda en donde la propia esencia d e aqu ellos conceptos kSgicos Iundamen-
result ad os que le parezca. La critica ejercida po r él sobre la ima- t ales qu e la ciencia d esarroll a por sí misma exige qu e no los
gen d el uni verso que la int uición directa le suministra encierra conside remos como estructur as separadas y d esp rendidas las un as
pa ra él mismo un problem a apremiante y d ifícil. Si el con oci- de las otr as, sino que las ca ptemos, por el contrario, en su suce-
miento no es ya pura y simpleme nte la cop ia d e la realidad sen- sión y dependencia histó, i,'l1S.
sible conc reta, si es una forma originaria propia, qu e se trata de Co n ello, nos vem os amenazados por el peligro de que d esapa-
ir acuñando e imponiendo poco a poco a la contradicción y a la rezca a nte nosotr os todo punto de apoyo sistemático. Las un idades
resiste ncia d e los hechos sueltos, cae por tierra con ello 10 que d el pensam iento con ayu da de las cuales tratamos de des enredar
hast a ahora venía sirviendo d e base a la certeza d e nuestras re- la mamila de los Fenóme no s, no se detienen por su parte en nin-
presentaciones, Ya no podemos compa ra r éstas di rectam ente con gún sitio; se d esplazan y se suce den incesanteme nte las un as a las
sus " originales", es d ecir, con las cosas del mundo ext erior, sino otras, en un abigarrado juego de cam bios. En va no nos esforaa-
qu e tenemos qu e desc ubri r e n ellos mismos la ca racterística y la remos por a r nrtar y retener determ inadas forma s funda mentales
IN'TROOUCCI ON INTROOUCCI ON 15
permanentes d e la conciencia, ciertos elementos dados y constan-- considera ción histórica del curso de la ciencia, destru ye el sen-
tes del espíritu . Todo "a priori" afirmado de este mod o como un rido y la misión de la filaroJía. y no debemos cerrar el paso a
don infalible del pensamiento, como un resultado necesario de esta consecuencia obligad a, sino, POI' el contra rio, aceptarla y
6US "dotes" psicológicas o físiolégicae, se revela a la postre como desarroll arla.
un obstáculo sobre el que, tarde o temprano, acaba saltando el No bastaría, en efecto, tratar d e enfrent arse a ella con la afir-
progreso de la ciencia. mación de que las realizaciones precedentes d el pensam iento y de
Si confiába mos en volver a en contramos aquí, en las síntesis la investigación aparecen ya contenidas y "superadas" en las
y en los criterios del pensamiento, con lo " absoluto", sustr aído a qu e las siguen, como momentos necesarios. Los distintos sistemas
la acción d e las per cepciones inmediatas, sufrimos ahora un d es-- conceptuales no brotan los unos de los otros en una sucesión tan
en gaño; a cambio de ello, obt en emos solam ente cona tos e inten-- sencilla y rectilínea como esta construcción presu pone y requi ere.
tos hipotéticm sin cesar renovad os, qu e pugnan por expresa r y El cu rso empírico del conocimient o no d iscurre d e tal modo que
resum ir el cont enido de la experiencia, en la medida en que se sus distintas fases se vayan encadenando y alineando externamente
nos revela en la fase a que ha llegad o nuestro conocimi ent o. para ir completando entre tod as, gradu almente, una concepción
lNo incurriremos en arbitrariedades si nos empeñamos en fijar total y unitaria. No¡ las múl tiples concepciones del mundo no se
e imponer como modelo y como regla a la futura investigación enfrentan las unas a las otras en una linea cuantitativa y cons--
uno cualquiera de estos múltiples sistemas? ¿Son acaso nuestros tante de crecimiento, sino en la más aguda contradicción día-
conceptos, pueden pretender ser otra cosa que simples signos de léctlce. El sistema lógico precedente tiene que ser destruido, para
calcul o, cifras provisional es que nos permiten abarcar con la mi- dejar el puesto a otro nu evo, levan tado sobre cimientos total-
rada y exponer el estado de nuestro saber empírico en un momen- mente distintos.
to dad o? Así, vemos cómo un concep to qu e a una época le parece con,
El pensamiento, por tanto, no ha h echo más qu e d escribir un rrad lcrorio consigo mismo es empleado por la siguient e como ins-
círcul o: empezÓ criticando y rectificando las percepciones con los trurn ento y condi ción necesaria de todo conocimi ento; incluso en
concept os, pa ra encontrarse: ahora, al parecer, con que la expe- el campo de la ciencia empírica, observa mos cómo tras un per íodo
riencia sensible, en su incesan te progreso, constituye la suprema en el que todos los fenómenos se atribuyen a un único principio
instancia ante la que ha de legitimarse sin cesar roda creación con- fun damental y son "explicad os" a base de él viene otro en el que
ceptual. Cierto es que ya no puede seguirse afirmando, dentro este principio es rechazado por " absurdo" e inconcebible.
d e esta concepción. aqu ella unidad y unif~midad conceptual de El concep to eleático del no-ser, en tre los antiguos, y los
la experiencia que, ton la primera fase, se da ba simplistamente por conceptos del vacío y d e la acción a distancia en la especula -
supuesta y que ahora no es sino uno de tantos postulados concep- ción mod erna, son ejemplos ha rt o conocidas e instr uctivos d e este
tual es cuya vigencia pu ramente relativa se ha puesto en claro. proceso a que nos estamos refiriendo. A la luz d e tales mani fes-
Na da nos asegura ya que en el momento menos pensado no se taciones, resulta perfectame nte explicable la pregunta escéptica
d errumbe y se destru ya. ante el descubrimi ento de un nuevo h e- de si el progreso de la ciencia no afecta rá más bien a los resul-
cho, tod o aquel contenido conceptua l, trabajosa y necesariam ente tad os que a las premisas y a los funda men tos, entendiendo que
edificado por el pensamiento. Hemos cambiad o la "naturaleza" los segundos rehuyen toda pru eba y se suceden y d esplazan los
una e inmutable, que al princi pio considerábamos como patrimo-- unos a los otros sin transición. lO acaso pued e admitirse, en medio
nio inconmovible, por el juego de nuestras "representaciones", no de estos cambios incesantes, la posibilidad de descubrir, si no
gobernado ya, al parecer, por ninguna regla interior. contenidos permanentes e inconm ovibles, poi lo menos una meM
Por donde esta conclu sión final en que viene a desembocar la unitaria y fija hacia la qu e discurra la tray ectoria toda del pensa-
16 INTRODUCCIóN INTRODUCCION 17

mient o? [Existir á, en este proceso de contin uo devenir, ya que no dentro de los límit es que le est án seña lados y no intente sup lantar
etemcnrcs fijos y perma nentes del saber, si, cuando menos, una ley por si mism a el an ál isis crítico del contenido de los principios
un iversal q ue presc riba a los cambios su sentido y su di rección? cien níícos, que no es de su incumbencia, no cabe duda d e que,
No podríamos dar aquí, todavía, una respuesta definitiva a por si sola, resultaría insuficient e.
tales preguntas. La historia. que ha planteado el problema, es la La psicología del "suje to " individual sólo se il umina plena-
que tiene Que encargarse, por sí misma, de ofrecem os los med ios mente cua ndo se la contempla a la luz d e sus relaciones con e l
para su solución. En med io de las manifestaciones y las expe- desarrollo d e la especie hu man a en su conjunto; en ella se reíle-
rien cias históricas, tendremos que elegir la ata laya en la que nos jan, simplemente, las tendencias que presiden la estruct ura d e la
situemos para, desde ella, abarca r con la mirada y enjuiciar el c ultura espiritu al de la h umanidad. Es aquí, en un ca mpo m ucho
panora ma de conjunto d e la evolución. más vasto, donde los factores determinantes se descom ponen y
Partiendo en general del criterio de que la visión que cada d esp liegan con mayor nit idez y claridad; los conatos fa llidos
época se forma de Ia.naruraleea y la realidad de las C063S no es y frust rados se diferencian aq uí como por si mismos de los mo-
sino la ex presión y el reflejo de su id eal de conocimiento, ren e- tivos necesarios, permanentes y operantes.
m os que esforzarnos ahora por ver más clara mente y en detalle C ierto es que este gradual d esentrañam iento de los fact ores
las condiciones en vir tud de las cuales han ido plasmándose e l fu ndamentales, sólo en parte representa u n proceso plenamente
moderno concepto y el m oderno sistema deL conocimiento. Inten - consciente, llamado a traducirse en términos y expresiones claras
taremos analizar el complejo de premisas con que nuestra ciencia en cada una de sus etapas. No cabe duda de que lo que se in--
aborda la interpretación de los fenómenos, para ir siguiendo, un o corpora a la reflexió n filosófica conscient e de una época constituye
por uno, los hil os má s importantes, en su nacimiento y desa rrollo un fond o esencial, dinámico y activo de su trabajo mental; pe ro
históricos. sólo en unos pocos puntos históricos excepcionales y cu lminantes
Por este camino, podernos confiar en ir pe netrand o con nu estra puede d ecirse q ue agote tod o su contenido. Mucho tiempo a ntes
m irada en el 00'I'\tIf'TUd0 de est a em broll ada trama con ceptual, Y. d e que determinadas concepciones funda me ntales se destaquen
al m ismo t iem po, en ir descubriendo las relaciones y nexos inte- y delimi ten por la vía de la rigu rosa deducció n conceptua l, se
riores de dependencia ent re sus d istintos m iembros. hacen pr esentes y actúan en la cultura científica las fuerzas espí-
La historia tiende a conven irse así, para nosotros. en com ple- rituales q ue las hacen surgir. Y si queremos asegurarnos de la
mento y pied ra de toq ue d e los result ad os que el análisis intrin- continuidad de la acción históri ca , ten emos q ue sabe r captar y
seco y la reducción de las cie ncias nos bri ndan. Este an álisis de reconocer dichas fuerza s espirituales en este estado latent e. por
la ciencia dada, q ue con stituye necesariamen te la verdadera y así d ecirlo.
fund am ental m isión d e toda crítica del conocimiento , pued e as- La historia d e las teorias del conocimjerno no d espliega ant e
pirar a pe rfeccionarse y a acredita rse indirectamente su verdad, en nosot ros una imagen completa y suficien te d el desarro llo interior
un doble senti do. del concepto d.el conocimiento. N o ten em os m ás rem edio que
Pod emos, d e un a parte, indagar las cond iciones psicológi~as segu ir las huellas que nos revelan la tr ansform ación de su con..
que en el desarrollo de la conciencia individua l presiden '( gulan cepción lógica fundame ntal a través de la invest igación em pírica
la estruc tu ra del mundo de ras lJeT'c.epcionesj podemos, d icho d e de cada período, de los cambios operados en su concepción con-
otro modo esforza rnos en descubrir las categorías y los puntos creta del mundo y de la vid a. Las teorias a cerca del nacimiento
de vista d el pe nsa mie nto que han de sumarse, aq uí, t, la mate- y del origen del conocimi ento resum en el resultado, pero no alum-
tia d e las sensaciones, y d escribir la función q ue ejercen. Pero , bra n las fuentes originarias y los impulsos últ imos.
por mu y vali osa que esta consideración sea, m ient ras se ma ntenga Así, ve remos cómo el verdad ero renacer d el prob lem a d el
18 INTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN 19

conoc nruenro es preparado y prel ud iado desde los más diversos de la esfera objetiva, sino qu e, a la par con ello, se desp lazan tam-
campos -por las ciencias n aturales y por la concepción hu manista bién la significación y la función. de ambos elementos funda-
de la h istoria, por la critica de l aristotelismo y por la transfor- mentales,
mación interior e inmanente de las doc trinas peripatéticas en los Las grandes épocas científicas no se limita n a recibir el esque-
tiempos modernos-, antes de que llegue a su madurez y a su ma de la contraposición. para ir llenándolo con fonnas múlti ples
provision al culminación en la filosofía de Descartes. y cambiantes, sino qu e son ellas mismas las que crea n conce ptua l-
y no se tengan por cont ribuciones lógicas menos estimables y mente los dos términos antagónicos. La concepción aristot élica
menos fructíferas aquell as que no aparecen destacadas de un de l conocimiento no se d istingue de la mode rna solame nte en
mod o explícito y que no encuentran una expresión específica y cuanto al tipo de dependencia que admite entre la "natura leza"
abstr acta . No h ay en toda la h istoria del pensamiento mod erno y el "espíritu", sino tambié n en cuanto al meollo y al sentido
un hech o lógico tan impo rtant e y tan decisivo como la funda.. fundament al d e estos conceptos mismos: se revela en ella una
mentaci ón de la ciencia exact a d e la naturaleza por obra de Gel¡.. concepción distinta de la "sustancia" y d el "sujeto",
leo y, sin embargo, los diferentes puntos de vista que abrieron el Una de las primeras y más característica! aportaciones de cada
cam ino a esta concepció n cuyo pro pio autor llegó a cont emplar época, anterior incluso a la adquisición de detenninados conocí-
con plena clarida d conce ptu al, nun ca lograron plasmarse en una mientes y resultados concretos, consiste, por tanto, en plantearse
sintesis teórica ni en una ex posición sistemática establecida sobre d e nuevo el problema d e la interdependencia entre la concienci a
sus propias bases. Si, por tanto, tomásemos como pauta única- y el ser, asignando con ello al conocim iento su rango y su pos¡"
mente el examen y la apr eciación d e las "teorías del conocimiento" ción especifica. En este deslinde del probkma reside, más todavía
en su sucesión histórica, tendríamos Que colocar a Galileo detrás que en los resultados especiales, la originalidad de toda época
d e un coetáneo suyo como Ca mpanella sobre el qu e aquél des-- creadora.
cuella incompa rablemente , no sólo como pensador cient ífico, sino y esta reflexión amplía d e nuevo el material sobre el que h an
tambi én en cuanto a productividad y profundidad filosófiau. d e recaer nuestras consideraciones y nuestra investigación. Esta
En genera l, debemos tener una idea clara de que los conceptos grad ua l transformación d el con.cePto de! 'Jo y d el concepto del
d e "sujeto" y "objeto", con los que la teoría psicológica del cono- objeto no se II~ a cabo solamente, ni mu cho menos, en los sis-
cimiento suele operar como si se tr atara d e puntos de part ida tema s filosóficos cerrados, sino en los mú ltiples intentos y cona-
firmes, no son tampoco un patrimonio dado y evidente de l pen- tos de la investigación V en toda la cultura espirit ua l. T odas las
samiento, sino que toda época verdaderamen te creadora tiene que tendencias encaminadas a crear un a nueva metodología de las cien-
empeza r por adqui rirlos e imprimirles su sentido por su propia cias de la experiencia o a sentar, con un concepto más profundo
cu enta. de la concienda de sí minno, un nuevo fund amento de las cien-
El proceso del saber no se desa rrolla de tal modo que el espj.. cias del espírit u caen también. indirectamente, dentro de la órbita
ritu, como un ser ya dispuesto, se limite a rem ar posesión de la de nuestro problema .
realidad exterior con que se en frenta como con algo también de- Así, por ejemplo, no podremos omitir en nuestra investigación
limitado y circunscrito, apropiándosela y asimilá ndosela trozo a los grandes movimientos espirit uales -a la manera d el humanismo
trozo. Por el contrario, el conce pto del "y o", 10 mismo qu e el del ital iano o del escepticismo fran cés del siglo XVI- . aun cuand o,
objeto, sólo va plasmá ndose y modelándose a medida Que progresa d irecta mente, aporten poco a la filosofía sistemática, T enemos
la experiencia cient ífica y se h alla sujeto a los mismos cambios que esforzam os en reconstruir, a base de todo el movimiento inte-
interiores. No s610 cambian de lu gar los con tenidos, pasando a lectu al de una época, el ideal de conocimiento que en eUa predo-
Iormnr parte de la órbita sub jetiva lo qu e antes se hall aba dent ro mina y la mu eve.
20 INTRODUCCIóN lNT'RODUCClON 21

Hay, además, otra razón que 0 0$ obliga a plant ear así el pro- no acaban imponiéndose de un modo de cisivo sino a partir d el
blema. No salimos ganando gran cosa, en cuanto a la compren- momento en qu e la ciencia exacta las recoge y desarrolla. La
etó n d e los problemas. con que se nos d iga qu e, al llegar a un tr ayector ia de conjunt o de nuestro problema se nos aparecería por
d eterminado mom ento, un pe riodo " empirista" de la filosofía dej a fuerza llena de lagun as y como a saltos, si no tomásemos también
paso a un periodo "racionalista " y que ambos se concilian y equi- en consideración este important ísimo eslabón central.
libran más tarde , al imponerse una tendencia de tipo "c ritico". La aportación que la matemática y la ciencia de la naturaleza
Como "emp iristas" se nos revelan inmediatament e, ya desde ofrecen al progreso del problema de l conocimiento es, pues, clara
los prim eros momentos d e la filosofía moderna, Bacon y Leo- y manifiesta; resulta, en cambio, más difícil determinar y desltn-
na rdo da Vín cí, Galileo, Paracelso y C ampanella. Y. sin embargo, d ar clara mente la influ encia general qu e en este pun to ejercen
el concep to de la "experiencia" por el que todos estos pensadores las ciencias d el espíritu. En los inicios de la época mode rna, las
abogan no tiene más Que una unidad aparen te, detrás d e la cual ciencias del espírit u no apa recen tod avía como un todo aut ár..
se esconden los más difíciles y comp licados antagonismos de prin- qu ico e independiente qu e h aya encontrado ya en si mismo su
cipio qu e conoce la tra yectoria del problema d el conocimiento. propia base de sustentación. Su cont enido aparece todavía, en
Sólo analizando objetivamente roda su obra científica y filosófica cierto modo, fund ido con el sistema do mina nt e de la metafísica,
podemos llegar a desc ubrir (o q ue para uno de estos pensadores d eterminado a un tiempo por la tradición aristotélica y por la
significa, en verdad, la "experi encia"; el sentido de este concepto doctrina de la iglesia. Sólo poco a poco van man ifestándose bajo
se nos revelará, no sólo en sus palabras y en sus manifestaciones. imp ulsos libres e independientes los distint os aspectos del pensa-
sino también en sus acritrida.d.es creadoras a trav és d e los d istintos mient o aglutinados en este sistema como bajo el peso de una
campos de proble mas por ellos recorridos. coacción d ogmática. Ti enen qu e venir las profundas luchas espi-
Sólo captarem os y describiremos d e un modo puram ente ex- ritua les del Renacimient o para que, paso a paso, vayan recobrando
tern o las relaciones ent re la filosofía y la ciencia, mient ras nos su propia peculiaridad los múltiples y dive rsos problemas qu e en
limitemos a hablar de la " infl uencia" que la una ejerce sobre la la imagen del mundo d e la Edad Med ia aparecían todavía fun-
otra, y viceversa. Semejante acción no es privilegio de este o didos y mezclados en una masa informe.
el otro campo, sino que en idéntico sent ido puede ser ejercida En vez de la maravill osa clarid ad y consecuen cia con qu e, en
por tod os los cont enidos y tod as las tend encias d e la cultu ra. Por la filosofía anti gua, cad a nueva fase brota de la que la preced e
su parte, el planteamiento de nuestro problema presupo ne una re- con arreglo a leyes lógicas intern as, nos encontr amos aquí, por
lación más estrecha, esped fica, en tre ambas órbitas d e pensa- tanto, con un movimiento extraordina riament e comp lejo y em-
miemos, que son para nosotros síntomas igualm ente sust antivos e brollado, cond icionado por las más diversas consideraciones y que
igualment e indispensables de uno y el mismo progreso int electu al. sólo poco a poco va cristalizando en torno a un eje fijo.
Un Galil eo y un Kepler, un Neweon y un Euler son testigos tan Por consiguiente, si qu eremos, en esta fase, capt ar el problema
importantes y tan elocuentes como un Descartes o un Leibniz d e de l conocimiento en su forma histórica concreta, no podemos des-
lo qu e significa el concepto mod ern o del conocimiento. gajarlo de las relaciones y las conexion es que este problema con-
C uán indisolublement e se engarzan y entrelazan ambas series, trae con intereses de otra clase. No debemos dar por ad elantado
podemos verlo a la luz del problema fundamental al que prime- lo que h abrá d e ser. en realid ad, el resulrcdo final del trabajo d el
ramente se enfrenta el pensamien to mod ern o: la crítica del aris- pensam iento de toda la época mode rna : la estricta d elimitación
totelismo. Veremos en d etall e, cuando estu diemos esto, cómo d e aquel problema y de su significaci ón, la visi6n de la posici ón
las sugestiones qu e en este punto parten d e las disciplinas filosó- especial que ocupa y del valor fundamental qu e tiene.
ficas, de la transform ación de la psicología y de la lógica formal. Para comprende r, en pa rticular, cu án estrechamente selacio-
22 INTRODUCCI ON INTRODUCCION 2J

nado se halla el problema del conoc imiento con las ideas éticas '1 nuestra investigación d el fondo metafísico sobre el qu e se provee-
m igioJas, basta con fijarse en la imponancia qu e ambas clases de te, tampoco podemos de tenernos en los problemas metafísicos más
ideas desempeñan en el desarrollo del concepto moderno de la tiempo del necesario para ver en ellos lo que en rea lidad son, es
oonsciencid. de sí mismo. En este punto, ca utivan el in terés h istó- deci r, simplement e la envoltu ra y el síntoma de problemas Que
rico pensadores como Pascal, sobre todo, en 106 que, con sus dos afectan a las relaciones entre el conocimiento y su "objeto".
distintas acritudes int erior es ante el problema del conocimiento El rasgo característico fundamental de la metafísica moderna
se personifica la pugna y el conflicto entre la nueva metodologí~ reside precisamente en que se ve cada vez más clara mente enea-
científica y la tónica religiosa fundam ent al de la Edad Med ia. minada hacia estos problemas en virt ud de su propia trayectoria
Pero la pugna individual que aq uí se manifiesta es, al mismo inmane nte . En general, la histori a del proble ma del conocimiento
tiempo. la expresión y el exponente del profundo cambio genera l debe significar para nosotros no tanto una parte de la h istoria d e
operado en la mentalidad de la época. C uando en la consciencia la filosofía - ya que cualqu iera segregación de este tipo repre-
de una época preva lecen todavía los intereses metafísicos, añr- sentarla necesariamen te una barrera artificial y arbitraria, dada la
mando una importancia central y dec isiva, debemos también, en interd ependencia interior y la mutua condicionalidad intrí nseca
general, toma rlos como nuestra primera atalaya y nuestro punto qu e existe entre todos los miembros del sistema filosófico- como
de partida, conside ración que vale para el probl ema en su con- el ~po total de la filosofía, contemplado desde un determin ad"
junto y también para sus diferentes partes y aspectos. punto de vista y bajo una d etermin ada ilu minación, es decir, como
Los conceptos fundamentales del conocimiento científico, los una investigación que tiende a desplegar an te nuestra vista, en un
conceptos de fuerza y causa, de sustancia y materia, tienen tod os corte vertical, por así decirlo, el conte nido de la filosofía moderna,
una larga y complicada prehistori a metafísica, que se rem onta El problema analítico planteado al pensamiento mod erno en-
mucho más allá de los comienzos d e la época modern a. C ierto cuent ra su remate lógico en el sistema de Kant. Es este sistema
es que no podría exponerse: la génesis: de estos conceptos sin d i ri~ el que da el últ imo paso definitivo, ya que en él el conocimiento
gir constanteme nt e la mirad a a su f unción d entro d e la física se afinna plenamente sobre sí mismo, en vez d e ir a busca r sus
matemática; por otra parte, no sería posible, fijándose solamente propias leyes, como hasta allí, al mundo d el ser o al de la con-
en esto. explicar y hacer comprender todas y cada una de las fases ciencia. Pero, al impri mir este viraje al pensamiento, Kant, más
concretas de su desarrollo. Que perfeccionar la t rayectoria anteri or, lo que hace es erigirse
Vemos, por ejemplo y muy en particular, cómo los conceptos en creador de nu evos problemas, Que llegan directamente h asta
de espacio y tiempo, al presentarse po r vez primera en la filosofía nuestr o propio presente filosófico y que, por tanto, no pueden ser
tn<xJern a, aparecen tooavía en vueltos y embrollados por completo tra tad os y enjuiciados ya en una investigación d e tipo h ist órico,
en premisas d e carácter metafísico. Y la trabazón de estos con-- sino solamen te en una investigación sistemática.
cept os con la teologia., tal com o se manifiesta primeramente en la Para nosotros. el sistema de Kan t no marca el final, sino un
filosofía italiana de la natural eza, sigue imperando hasta llegar comienzo constantemen te nuevo y fecundo, de la crítica del cono--
a Newton. Y ya veremos cómo todavía Kan t, en su crítica tr as- cimiento. Pero, al encaminar hacia él nuestras consideraciones
cendental del espacio y el tiempo tiene presente un a determinada h istóricas, tr atamos d e encontr ar con ello, al mismo tiempo, un
formul ación y versión histórica de estos conceptos condi cionada, a medi o para llegar a su comprensión objetiva. El desarro llo de la
un tiempo y en med ida igual, por el interés en la funda mentación filosofía crítica, en sus orígenes, apa rece entr etejido y herman ado
cien tífica de la mecánial y por los probl emas generales de la mu cho más estrech amente d e 10 que hasta ahora se h a expuesto,
met afísica. con el estado de la ciencia en el siglo XVIII. La recria general se
Así, pues, si es cierto Que no podemos separar el tema de proyecta aq uí por tod as partes sobre un panorama de problemas
INTRODUCCION ItrrRODUCClóN 25

determinados y concretos, tra zados por las lu chas metodológicas vados con ello de todo pu nto de apoyo seguro y de toda pauta d e
entre Leibniz y Newron y su reperc usión entre los más importa n- enjuiciamiento filosófico. De nada serviría, en efecto, después
tes investigadores de la épo ca, ta les como Eu ler y d 'Alemhert. de bebérsenoe negado la orient ación por el con tenido de la ciencia
En el enga rce con estos proble mas tien e las raíc es de su fuer za racional , querer remit irnos a la historia de la cultura espiritual
el sistema crítico; pero e n él se revelan, al propio tiempo, sus como a la verdadera realidad. Mientras la razón no haya sabido
necesarias limitaciones interiores. Cuanto más claramente alea n- encontrar en sí misma su estabilidad y su prop ia cert eza, t am poco
cernes a distinguir en qu é fonnulaciones concept uales de la crítica la h istoria será para ella más que un caos embrollado y con tra-
de la razón cobra expresi ón y conscienci a de sí misma la cult ura d ictorio.
científica de la época, con tanta mayor clar idad se d esta carán Para que los fenóm en os h istóricos, de por sí mudos, se con-
ante nosot ros, sobre el detalle de la exposición, los rasgos qu e en la viertan para nosotros en una unidad viva y llena de sent ido, h ay
metodología kantia na pueden afinnar un a vigencia genera l. Y, que pa rtir de dete rmin ados prin cipios objetivos de enjuiciamiento,
al ate nemos al pen samiento fundament al del m éeodc, tratamos d e ciert os puntos d e vista fijos de selección y plasmaci ón. En nin-
con ello de abrir campo libr e a la especia l derivación y fu nd am en- guna otra parte se ve t an claro como en la historia del espíritu
tación de los princip ios. la " crítica tr ascendental " quedarí a con- Que su contenido y su cohes ión no son aleo dado, sino qu e rene-
den ada a la esterilidad si le estuviese ved ad o seguir por su cuenta mes que crearlo s nosotr os mismos a base de los he chos concret os:
el progreso de los conceptos fundamentales de la ciencia y exp re- esa historia es solamente lo que nosotros hacemos de ella, por
sarl o en sus especiales resultados y defini ciones . C uanto más rnul- med io de las síntesis del pensami ento. Ahora bien, [d ónde iría-
rifac érica y dinámica se revele e n este respecto, con mayor pureza mos a buscar 1:'1 fundamento int rínseco de estas sín tesis, si t uvié-
acreditará la un iversalidad y la unid ad siste mática de su plantea-- semos que renunciar al apoyo d e la ciencia y de su esta do acwa!!
miento del probLema. No cabe duda d e que el a poyo que la cien cia nos ofrece es siempre
H emos llegado, ciert amente, con esto, al punto en q ue con puram ente re l.a.tiw, que, por t anto, te nemos que cons idera r, a su
mayor fre cuencia y de un m odo más tenaz se tergiversan todavía vez, como variables y sujetas a cambio las categorías a t ravés d e
hoy las intenciones d e Kant y de los mod ernos representantes del las cu ales estud iamos el proce so histórico, pero este tipo de relá-
método crít ico. C onstantem ente nos encontramos con el repto- tivídad no se ñala precisam ente la frontera, sino la verda dera vida
che de que la críti ca trascendental, pa rtiend o del hecho d e la del conocimiento. Se ilu minan y condicionan ah ora mut uamente
ciencia n ewtoniana, lleva en cierto mod o el proceso histórico a el an álisis intrínseco del sl(bsrnuo de hecho de las ciencias racio-
un pu nto d e estancamiento y conviene una fase con cre ta de la "ex- nales y la exploración de su tr ayectoria gradual. jam ás nos Iarni-
periencia" en pauta general de su conte nido y valor int erno. Se liariza remos con el "taller" histórico de la cultura, si antes no se
objeta que "el vincular la investigación al estado histórico de del inculca en nosotros el int erés in trínseco peor los principios y los
terminadas disciplina s especiales" ejerce al mi smo tiempo una problem as d e la investigación de nues tro tiem po.
tendencia en torpecedora: no es posible que la razón se vea afian- Sólo el desconocimiento de sus distinciones más fu ndamenta-
zada por medio d e los resultados de aquellas ciencias sin qu e, al les puede explicar el qu e se le niegue al " método trasce ndental ",
propio tiem po, se vea atada a ellos, 10 qu e traerá como ínevírable en virtud de la misión qu e se tr aza, el d er echo a criticar la forma
consecuencia el " entorpecer el progreso ha cia nu evas investiga- dete rminad a y conc reta de la ciencia newronia na o a rem ontarse
clones". ' por encima de uno cua lq uiera d e sus -e sul redos. C uando se le
Si esta conclusión fuese acert ada, nos vería mos, a la pa r, pri - opone la posibilidad de que lleguen a operarse tales o cuales cam-
1 Scheler, Die tTarucenJenrale ..nd die p., cho!ogi5che Merhcd e. Leip:lig, bias en la le, de la W,(R'itdCión, como pru eba de qu e los cimient os
I9lXl, Po 67. de su fábri ca sistemática comie nzan a vacilar. se coloca el resel-
zs INTROD UCCION INTRODUCCION 2J

rado más general de la física newton ian a en el lugar de la t eot"Úl que lo precede, no h abría nad a que nos autoriza ra a agrupar en
de sos pnr\{;aptos de su "Iuosoña d e la nat ura lea"," la ley de la una serie cohe rente de acaecimientos los fragmentos lógicos dís-
disrmnuoon inversa del cu adrad o d e la atraccón es una ley na- persas que entonces aparecer ían ante nosotros, T oda serie d e
tu ral empmea., descubierta y lormulada bajo la hipó tesis d e la d esarrollo h istórico requiere un "sujeto" que le sirva de base y
estricta vaudee de las indu cciones keplerianas. Esta ley no va que en ella se exprese y manifieste. El error de la filosofía me..
ímpucna, m mucho menos, en las p remisas abstractas de la me- rafísica de la historia no estriba en postular este sujeto, sino en
cámca -las únicas sobre las que puede proyectarse la investigación hipostasiarlo, hablándonos de un desarrollo de la "idea" por si
filosóhca-. en el principio de la perman encia ni en la tesis de la misma, de un progreso del "es píritu universal", etc. Debemos re-
igua ld ad de efecto y cont rae íeceo, del mismo medo qu e los cem- núnciar a todo pomxdor híposeasiedo, situado detrás del movi-
biCIS qu e en ella puedan operarse no afectan para nada a las vici- miento históriCO; la fórmula meta física debe convertirse, para
situd es de aquellas premisa s. nosotros. en una fórmula metodológial. En vez; de un substnJtO
Pues bien, la misma relación qu e media entre estos principios común, lo que nosotros buscamos y postulamos es solamente la
y las leyes particulares del acaecer se nos presenta de nuevo en continuidad del pensamiento a través de las diferentes fases del
las relac iones domi nantes entre las funciofl¡t!$ lógicas generales del acaecer; no necesitamos otra cosa, para poder habla r de la unidad
juicio y el conocimiento del objeto y un determ inado conju nto del proceso.
histórico de concept os fundamentales físico-mat emáticos. Este Es cierto que este pensamiento de un a continuidad inte rior no
conjunto de concep tos puede variar y h a variad o, indudablement e, pasa de ser tampoco, por el mome nto, un a simple hipótesis, aun .
desde Newton , pero queda en pie, a pesar de tales cambios, el que -como toda auténtica premisa cient ífica- represen ta al
problema de si, bajo el nuevo contenido que ah ora se destaca no mismo tiempo, sencillamente, la cond ición para el comieltto del
seguirán manife stándose, aunque sea bajo otra forma concreta y conocimiento histórico. A esta visión del auten tico " a priori" de
bajo otra envoltura, aquellas mismas relaciones, las más genera- la historia hay que atenerse , si verdaderamente se quiere recha-
les de toda s, las únicas hacia las que enfocaba su mirada el análi- zar la falsa construcción apriorística d e los hechos sueltos.
sis crítico. " La marcha regular y la estructura orgán ica de la historia"
No es necesario entrar a examinar aquí el prob lema de si un a e-escribe Zeller en contra de Hegel- " no es, en una palabra, un
"experiencia", cualquiera qu e ella sea. puede prescindir de los postul ado apriorístico, sino que la naturaleza de las relaciones his-
principios de la sustan cia y la cau salidad, d e si cabe una inves-- tóricas y la organización del espíritu hu mano llevan consigo el
tigación exacta que no cont enga, expresado bajo la forma qu e sea, que la trayectoria de éste, por muy fortuita y contingente que sea
el pensamient o de la depen.denda funcional entre los fenóm enos en cuanto al detalle. se ajuste en general y a grandes rasgos a una
o la hipótesis de una rorurancia cuaruitattva. en los cambios del ley fija, y no necesitamos ap artamos del terreno de los hechos,
acaecer. Lo ún ico que aqu í nos preguntamos es si el concepto sino, por el contrario, penetrar en la médula de ellos, sacar sim-
de la historia de la ciencia misma, que se opone al método tra s- pleme nte las consecuenci as cuyas premisas se contienen en los
cend enta l, no lleva ya implícito en sí mismo aquella ~ hechos mismos, para llegar a conocer la existencia de aqu ella ley
de una esrrucn en lógica general a trav és de toda la su cesión d e' en un caso dado.'''
los sistemas especiales d e concep tos. Hay que decir, sin embargo, que esta critica no hace justicia
Y, en realidad, si el cont enido anterior del pensamiento no al profundo motivo idealista qu e preside todos los pensamientos
ap areciese enlazado por med io de algún nexo de identidad con el de Hegel, por muchos que sean los extravíos metafísicos en que

2 V. Scheler. op. cü., pp, 64 JJ. I Zellee, Die Phl!<.u(Jphie der Grlechen. S. ed., t . 1, p. 16.
28 INTRODUCCIÓN INTRO DUCCION

pueda incurrir. lAcaso aquella " natu raleza" de la historia y aque- que ver siempre vivo ante sus ojos, por muc ho que se engolfe en
Ha "organiza ción" uniforme de l espíritu humano - pod ríamos re- los hechos concretos y por mu cho que aspire a descub rir y repro-
plicar- son un hecho dado y evidente por sí mismo, que poda mos ducir con la mayor exact itu d posible las fuentes.
colocar dogmáticam ente por delante de todo? tO se tra ta simple.
mente de otra posición y otra hipótesis qu e el conocimiento esta,
blece para pod er orienta rse e n med io del tr áfago de los "hechos" 11
suel tos, pa ra tener un punto d e pa rtida y un hilo cooouctor en
q ue a poyarse pa ra sus propios fines? A la gradual ampliación. de nu estro lem a po r el lado de las
Tampoco aquí nos qu eda, por tanto, orro camino que el de ciencias de la naturaleza y del espíritu, que hemos int entado fue-
"convert ir en un postulado" -para d ecirlo con palabras de Goe- dementar en las página s anteriores, se opone, sin embargo, una
rhe- el prob lema de la unidad de la historia. Este postulado esencia l rc5tTicción cuando nos limitam os a exponer y anali zar
afirma rá su razón de ser y su "verdad" en la medida en que sirva el conc epto del conocimiento ta l como ha sido desarrollado por la
par a d escubrir, ordena r y cl asificar los diversos fenómenos par, filo,of" moderna.
ticul ares, Esta limitación cr onológica, impuest a por razon es de espacio,
Si volvem os ahora la mirada sobre el método tras cendental, ya qu e la in vestigación habría sido, de otro mod o, extensísima, no
com pren deremos cuánta razón le asiste al apo yarse en el d esarro- debe hacernos perder de vista, sin embargo, los re paros y los peli-
llo, ya muy maduro en su tiem po, de la ciencia ma tem ática de la gros susta nciales que entraña.
natural eza, para descubrir en ella la clave acerca de las condicio-- l Renunciaremos, por el hecho de excl uir de nu estr o exam en
nes que han contribuido a su na cimiento. Claro está qu e no pu ede el pensa mient o antiguo, a los verdaderos y au tént icos inicios y
ni debe perder de vista por un solo instante, al proced er así, qu e fuentes filosóficos] LNo es aquí precisa mente donde se encuent ran
el "hecho" de la cien cia es, p or na turaleza, un hech o que se des- la verdad era prehistoria d e nu estro problema y todos los g érme-
ar rolla históricamente. nes de su futu ro desarr ollo?
Esta visión no a parece tod avía inequívoca en Kant, ya que Esta pregunta debe, desde el prime r momento y sin la menor
las cat egorías podrían interpretarse, en el, en cu anto al nú mero rese rva, ser contestada afirm ati vamente. El pensamiento mod erno
y al contenido, "conce ptos matrices del e ntendimiento)" como sólo nos ofrec ería, de por sí, una imagen im perfecta y fragmenta-
conceptos fijos, pero el moderno d esarrollo de la lógica critica e n a si nos empeñásemos en considera rlo compl etament e al ma rgen
idealista ha lograd o ya entera cla ridad acerca de este punto. Para de las fuerzas fundam e ntal es y las fuentes de la filosofía griega.
elJa, las íormas del juicio no significan ot ra cosa que motivos un i- Sin embargo, hay que reconocer que dicho pensamien to lleva ya
tarios y vivos del pensam iento que se perciben a través de toda en sí mismo y en su prop io contenido el cor rect ivo que 10 pon e
la mu lt iplicid ad de sus configuraciones part iculares y se rradu- a salvo d e cualquier intento y de cualquier peligro de aislam iento
cen constantem ente en la creación y formulación de nuevas y antimetódico. Su propio progreso inte rior lo hace retorn ar ncc esa-
nuevas cat egorías. C uanto más ricas y más flexib les se reve lan riarnente a los principios y a los probl emas que caracterizaron a la
estas variaciones, con mayor eloc uencia acreditan la pec uliari da d especulación griega y la llevaron a plasmarse en una serie de for-
y la originariedad d e la (unción lógica de qu e ernergcn.s mas típicas. El pens amie nto de la época mod erna acredita su
En esta conexión radica, al mismo tiempo, el problema sjsre- pec uliar significación por el h echo de que, pese n toda su riq ueza
mático qu e a la historia d e la filosofía se plantea y que ésta tiene de contenido , mantiene siempre la consciencia de su afinidad con
aq uellas formas lógicas fundam entales y la tendencia constante
4 V. Cohen, l.o~,k. de••einen E.kennln i!. Berll n, 1902, pp. oH u . y pa uim. a reto rna r a ellas por su propio imp ulso. Por donde estas formas
30 INTRODuca óN INIROnUCa ON JI

nos saldrán al paso por si mismas sin más qu e seguir el curso na- " Este punto de vista no es un prod ucto de la reílexí óm no es
tur al de la tnvestígacion, requiriéndonos a consid erar su contenido. el resultad o de la lucha con el postulado opuesto, el de la riega-
¿Que jusríñcecr ón externa podemos invocar para excluir de ción de la naturaleza, como ocurre entre los pensadores modernos
nuestro examen, en una h istoria del problema del conocimiento. que abrazan idénticos principios; el griego considera como algo
todo lo relacionado con la filosofía griega? la verdad es que las igualmente necesario el dejarse llevar de los sentidos y, al mismo
autoridades y los fundamentos en apoyo de esta eliminación no tiempo, el frena rlos y moderarlos por medio de 1:1 voluntad cons-
escasean. Una conocida y muy extendida idea del helenismo con- ciente; no sabe proceder d e otro modo, y se mu eve, por tanto, en
sidera precisamente que la divisoria intr ínseca que separa el pen- este sent ido, con toda seguridad, llevado d e un sentimient o libre
samiento griego del pensamiento moderno consiste en que aquél y espontáneo de su derecho a proceder así."
no acertó a enfocar el problema d el conocir7Uento como un pro- Sin embargo, las modernas investigaciones sobre la historia de
blema aparte. la religión griega nos han revelado las profundas conmociones es--
Este punto de vista es m antenido por una autoridad tan des- pirit uales causadas también al helenismo por el pensamient o de
collante como Zeller, Según él, el carácter indistinto del ser de la trascendencia. La concepción del mundo de los poe mas bom é-
los griegos reside en la " unidad íntegra de lo espiritu al y lo natu- ricos, con su libertad d e toda coacción y de todo miedo al más
ral", lo que equivale a negar al pensamiento antiguo, como en a llá, no hace más que reflejar una breve fase de transición en
efecto le niega Zeller, la consciencia de lo espiritu al, en cuanto el proceso de desa rrollo, fase fugaz que de nuevo se abandona
campo problemático totalmente incomparable e independiente. ape nas alcanzada. Un templ e de ánimo ascético y hostil a la
Ahora bien, este criterio, procedente de Hegel, podría en realidad vida, un áspero y sombrío dualismo qu e menosprecia el ser del
justificarse y mantenerse si se tratara simplemente de sostener Que mundo corporal, penetra en los círculos estrechos y cerrados d e
el pensamiento helénico no concebía y sentía la naturaleza y el las sectas órficas, hasta Que por últ imo -bajo la acción del culto
espíritu como términos entegónícoe y excluyentes, como dos reí- dionisiaco de los tracios- arrastra consigo toda la vida religiosa
nos del ser totalmente separados y contradictorios entre sí. de la nación.
"La distinción" --observa con TlUÓn leller- " no trasciende Es verdad que ni siquiera ahora logra esta corr iente imponerse
aquí todavía a la hipótesis d e un a antitesis y una contradicción de un modo permanente y exclusivo: consta ntemente vemos cómo
originaria, a la ru ptu ra sustancial del espíritu con la naturaleza, se mueve n de nuevo las fuerzas fun damentales del espíritu que se
que irá preparándose en los últimos siglos de la antigüedad, para afanan por orde nar y modelar lo carente de medid a, sujetándolo
consumarse a grandes rasgos con el cristianismo. • . T ambién el a formas fijas, en los cam pos de! arte y del enrendimieneo.s Pero,
griego se eleva por sobre el mu ndo de la vida exterior y por sobre la " armonía" del ser griego no aparece ya, ahora, como un don
la supeditación incondiciona l a los poderes natura les, pero no por evidente y n atural del espíritu antiguo, sino como un a conquista,
ello considera a la naturaleza como impura ni como la negación que se ve obligado a adquirir y afirmar constantemente, una ver
de lo divino, sino que ve directamente en ella la manif estación de y otra, frente a los ataques d e los poderes hostiles.
fuerzas superiores". Este rasgo fundamen tal vuelve a rev elérsen os, l óeicememe, en
Esta valoración de la realid ad inmanente, este aferrarse a los aquel pensador que con mayor pureza y profundidad refleja el
problemas del ser terrenal, constituye, evidentemente, un o de
~ C fr. Rohde, Pryche. Seelen kul t und UnneTb/ichk(";ug/llube deT Griechen.
los méritos carac terísticos del mundo antiguo y d e la moral an -
(Hay edid6n española, publicada con el titulo de PJique: UI idea del AlrM "1
tigua. Pero no es admisible considerar esta cualidad característica la. lnmortalidlzd entre los Griegos, trad. de W. Roces, Ed. Fondo de Cultura
suya como un don natur al, qu e le fuese dado por sí mismo y sin Econ6mka ), 2" ed., Freíburg i. Br. 1898, por ej. t . Il, pp, 37, 44, SS, 102, 125
ningún esfuerzo de su parte. y passim.
32 INTRODUCC ION INTRO DUCCl ON JJ

cont enido y los criterios de la cult ura griega. Es ciert o qu e Platón la cultura antigua, en última instancia, a su faha interior de con-
se ha lla muy influid o, h asta en muchos pormeno res de su doc. tenid o, con lo que, en fin d e cuentas y sin percatarse de eJlo,
trina, por las tendencias órficas, pero ha llegad o a superar inte- degrad a la forma "clásica" al papel de una envoltura vacía.
r íormenre estas ten d encias, haciéndolas remontarse sob re si mis- "Los anta gonismos ent re los qu e se mu even la vida y el pen-
mas. Cont rarres ta ya la fuerza peligrosa y desconcertante d e los samiento humanos se hallan aun menos desarrollados, su relac ión
problemas env ueltos por los órficos en el lengua je d el mito, al co- es más arm ónica y más placentera, su eq uilibrio más ligero, aun.-
locar por vez primera estos problemas bajo la luz de la ñlosoña y que también, ciertx:emente, más superficial que en la concepción
subordina rlos a un sistema cuyo problema centr al se orienta hacia del mundo de los modernos, naci da de experiencias mucho más
el sdJ er y sus condiciones. De este modo, los con cept os de la vastas, de luc has mucho más duras y de condiciones mucho
mística se ven obligados a someterse por sí mismos a la coacción más complejas" (Zeller) .'
y a las ex igencias del conocimien to. Basta ría, para poner ciertas salvedades esencia les a un juicio
Este progreso interior puede seguirse bastante bien a la luz del tan general como éste, con considerar el modo cómo se descu-
concepto fundamental de la "psique", viendo cómo Platón. de una brió en la filosofía griega el problema d el conocimiento, pata des-
parte, emplea este concepto, espontá neamente, en el sentido de las d oblarse en seguida en una ordenada variedad d e problemas y
concepciones religiosas de su tiem po o a la manera d e la filosofía soluciones caracte rísticos. Podemos , en efecto, aventurar la afir-
d e la naturaleza d e los antiguos jonios, mientras, de otra parte, mación --e intentaremos, por lo menes, desarrollarl a en sus con-
va dest ~ cá ndose cada vez más n ítida su nueva significación, en la tornos generales- de qu e tod a la trayectoria d e la filosofía griega
q ue designa la función de unUWd de la conciencia. se halla presidida y determin ada por el constante y consecuente
La hazaña filosófica fundamental de Platón consistió en d es-- desarrollo de su concepeo de la verdad. En el mismo sent ido en
cub rir el ser de las " formas puras", contraponiénd olo al mundo que se transforma la pauta formal de la verdad, cambia también
de las apariencias sens ibles y mudables. Y todo el progreso inte- el conten id o de los di versos sistemas. Y así, podemos decir que el
rior de su traba jo especulativo tiende precisamen te a restaura r y punto de vista del conocimiento y de la ciencia form an ya aquí
an udar con vínculos cada vez más estrechos la relación ent re es-- el regulad or latente del movimient o filosófico en su conjunto.
tos d os términos del ser. Platón da cima a la const rucción lógica Hay q ue reconocer, natu ralmente, q ue la filosofía griega dista
de su sistema, no al rem ontar la mirada por encima de la expe. mucho tod avía "de aquel análisis exacto de las ac tividades de la
rien.cK:l, sino, por el contrario, al abrazarse más estrecha mente a represenMeión con que nos encon tramos en la filosofía moderna
ella, para captar y encam inar a su solución, por todos los medios desde Locke y Hume"; dicho en otros térm inos, que los pensado-
del concepto puro, el probl ema qu e ella plantea. Lo empírico no res griegos no toman nunca como verdad ero centr o y como meta
se d eja a un lado; es ten ido en cuenta, para someterlo en incansa- de su especulación el interés psicológico por el origen de las repte..
ble pugna a la idea. sentaciones. Las concepciones psicológicas fundamentales van des-
La un idad de la teoría, en Platón, sigue reflejando, como se ve, tacándose solamente, como u n rendimiento indirecto, sobre el
el conflicto al que ha logrado sobreponerse. Si, cont emplad a desde rondo de los progresos de la investigación objetiva. C ua nto mayor
este punto de vista, aparece con menor pureza e integridad la ar- es la pureza con qu e el pensamien to se eleva en su consideració n
mon ía de la concepción de vida de los griegos, se destaca, en y dominio de la realidad exterior, más nítida mente van desglo-
cambio, con mayor clarid ad su energía y su profun d idad cons- séndcee los testimonios "subjetivos" y las facultades de los sent idos.
cientes de sí mismas. H eráclito y los eléaeas, la atomística y la filosofía de la netu..
El esque ma hegeliano ocu lta, en contraste con esto, un a peli- a Zellcr, Philosophie der Gnechen, t. 1, pp. 1 y 141 , sobre el conjunto del
grosa tendencia dualista, por cua nto qu e atribuye la claridad de problema v. t . l, pp. 1,126 u.
INTRODUCCION nrrRODUCCION 35
raleza de Anaxágoras y Empédocles conv ergen, en este pu nto, hac ia Pla tón coma como punto de partida la definición d el concepto de l
la misma meta. La disnncon psicológica tundcmenraí entre cuali- saber. Lo decisivo no es la interpretación que haya pod ido dar
dad es "pnma n as" y "secundarlas" se establece pura y simp lemente más tarde a la reorla de las ideas, sino el fundamento y el origen
con reterencra a los principies objetivos de la naturaleza y a la lógico d e ésta. T an pronto como ap unta y se reconoce en su sig-
necesidad de asegurarl os en el pensami ento. nificación la sencilla pregunta de n lan btuml11'1> a parece ~u a·
1ampoco para Plat ón es nu nca la psicología el fin en sí, sino lesquiera que sea n las formas que el proceso de desarrollo revista
simplemente el medi o encamin ado a com prender la depen den cia en d etalle- aquella "actitud crhica ante nu estras representacio-
sístemanca de los contenidos del conocumento, pero, prccisamen- nes" que Zeller niega a la cie ncia antigua.
te bajo la acción de este pensamiento central, vemos cómo la Sólo el más profundo análisis de Jos dist intos fenómenos his--
psicología cobra, en este pensador, el desarrollo más vigoroso y tóricos podria esclarecer la significación qu e en el conjunto de la
cngmat. El análisis psicológico de las perce pciones de los sent idos, filosofía griega corresponde al problema, si no querem os decir a
en el T eeieto, el aná lisis d el concepto de lo agradable y lo des-- la teoria, del conocimie nto.
agrada ble, en el Filebo, han podi do ser completados. evidente- Aquí no podemos ha cer otra cosa que destacar algunas de las
mente, por la crítica moderna, pero sin haber sido modificadas fases tí picas fundamentales de la trayectoria vista en su conjunto:
sus concl usion es, en cuanto a los rasgos más esenciales. aquell as que mayor y más fecund a influencia ha n ejercido sobre
La entrega a los pr incipios científicos objetivamente válidos ha los tiempos mod ernos.
demostrado ser también fecunda en cuanto a la formulación y la Dejand o a un lado la filosofía jónica d e la naturaleza, en la
pro fundización del concepto de la concsenc e, Pero, en este pun- que el pensa miento permanece todavía, en realidad, tota lm ente
to, Platón mu estra ya su afinidad inte rior con el modo de pensar absorbi do por el objeto y JX)r la tendencia a descubri r sus cu ali-
mod erno, no- ciertamente con el de un Locke o un Hume, pero dades esenciales, vemos cómo la doctrina pitagórica nos revela
sí con el de un Leibniz y un Kant. A juicio de ZeIler, la caracte- en seguida, a la par con Tos primeros ru di mentos de las cien cias
ristica específica del idealismo platónico reside en no ha cer esen- exactas, la profunda conciencia reflex iva de sí mismo, por parte
cial hin capié en el aná lisis d e la actividad subjetiva de conoc í- del hombre. U n testigo antiguo, al que podemos dar crédito, nos
miento, en no empezar examin ando el desarrollo del saber, como informa acerca d e este asunto. Proclo, en su comentario sobre
ha cen los mode rnos, a tendiend o a su curso psicológico y a sus Euclides, atribuye los orígenes d e la geometría a Pit ágoras, adu -
condiciones y preocupándose "mucho menos por el modo cómo ciendo como razón de ello el qu e, a diferencia de Quienes le
nacen en nOSOtrClS las nociones y Jos concep tos que por la vigencia habían preced ido, los cuales se limitaban, generalmen te, a ilu s--
que de por sí les cor responde". Ahora bien, estas afirmaciones, trar con un os cua ntos ejem plos plá sticos y con alguna s pru ebas
encaminadas a prob ar la posición especii1r que ocupan Platón y empíricas sus teoremas, aquel pensador fu é el prim ero que forrnu-
el pensamiento antiguo, ponen de manifiesto, indirectamente, el ló esta teoría bajo la forma de una ciencia general, " consideran-
eJtg(1YOC ta n estrecho que existe entre él y las te ndencias Funda- do los principios desde arr iba e investigando a fond o los t eoremas
mentales de la critiM objet it't1 del conocimiento. por la vía del pensa miento pu ro, sin recurrir a la ayuda d e la
T am poco basta aquí con atenerse al otro criterio de la distin-- materia" (üv<ollF.v TU; dQ1.a¡; amil; bnOXOn'o4tEVD; xu\ &t:.).ro; )l.a\
ción, el tomado de la significación meraf ísica de la teoría de las VOEQCt); Ttl {k:OO(l ~J.l(Tra fll f (lEll'VÚlJIEVO¡; ) ."
id eas. En efect o, in cluso reconociendo qu e la concepción de Zeller Así, frente a la geometría de Jos egipcios, absorbida todavía
fuese inatacable y qu e, por tanto, las ideas fuesen realme nt e con-
., Proclus, In ElIdiJ., pp, 64, 18. ed. Frtedl (de ln I'Eolf(r1:Q(lI.~ 10"&0"(0. de
ver tidas por Platón, mediante hipóstasis, en sustancias met afísicas, Euderno, fr. 84. V. Diels, Die Fragmente dcr VOJSokratiker. Berlín, 1903,
siemp re quedaría en pie el hecho ind ud able e inconmovible de que w. 279,.
36 INTRODUCCIóN INTROD UCCi ÓN 37
enteramente por los fines p rácticos inm edia tos de la agrimensu ra, xcl OXt;úl'V "t~ Aóyou; X(l)Q~ lxáo"to~ '({iIV ltQUYllú"túl'V " WV r e
vem os cómo apunta aquí por vez prim era y cómo pugna por im- M EÍQW" )10\ 1tEQULVÓvtúl'V).
ponerse el criterio de una ciencia geométrica pu ra, estrictamente El n úmero es, pu es, lo que de una parte ilumina y esclarece
d edu ctiva. Se descubre de este modo un nuevo tipo de yeydades el caos del alma, del imitando con arreglo a med ida y ley la di-
cuya existencia y cuya certeza descansan exclusi vament e sobre sí fusa var iedad de las percepciones, mient ras q ue, de otr a part e, da
mismas, sin necesidad de que se pregunte pa ra nada, en ellas, por a los objetos d el conocimien to su forma y su t rabazón fijas. So-
la existencia de loe; sujetos ind ividu ales ni por los ejem plos con- la mente el núm ero nos garantiza la a utent icidad inmutable de l
cret os en qu e se apoyen. ser, ya Que su concepto excl uye tod a posibilidad d e fala cia, no
C ierto es que el pensamiento no acie rta toda vía a expresa r y pudiendo nun ca ind ucir a engaño a la conciencia cognoscente.
retener este contenido más q ue dándole la forma del ser. Y así, la " La naturaleza misma del número, de la que es inseparable la
auténtica esencia d e las cosas no puede seguirse buscando en las armonía, es incom patible con la mentira. Esta no ca be en su natu-
sustancias sensibles concretas de los físicos, sino que su funda- raleza; lejos d e ello, la verdad es origin ariam ente inherente e inna-
mento d ebe descubrirse en una materia primigenia general, que ta al concepto del número:' II
vive pur amente en el reino d el pensamiento . Por donde la d cc- El contenido de la rea lidad se de fine aqu í, ciertamente, d e un
trina pitagórica, si nos fijamos en el punto de vista y en la cnlegvria mod o dogmático, pero con un dogmat ismo que no reconoce por
especula tiva sobre qu e d escan sa, apa rece todavía estrechame nte encima de sí otr os intereses ni ot ras exigencias qu e 106 impuestos
entrelazada con la filosofía d e los jon ios. a la cual infunde, por por la pauta del conocimiento mismo. Es el concepto cientí fico
otra part e, un contenido tot almente distinto. Para dar satisfac- pu ro, que se impone aq uí por vez prim era, de un modo absoluto.
ción al nu evo modo de ver el conocimiento y su estructuración, se Aunque se entremezclen aq ui indistintamente el concepto y el
con cibe ah ora un nu evo tipo de sustancia. ser, los principios intelectuales y las cosas de los sentidos, vemos
Los fragmentos de Filol ao subr ayan claramente, en precisa y que -por muy pa radógico que ello parezca e-incluso este límite
fecunda forma, la unidad de estos dos aspectos. T odo lo cognosci~ del modo pitagórico de pensar se acredita como un poder hisró-
ble, cuando está llamad o a ser objeto de sabet-, tiene necesa ria- rico creador. Si los pi tagóricos se hubieran detenido en el ver de-
mente qu e participar del número y de su esencia, " ya que sin él dero contenido de su d escubrimiento, se habría abiert o ante ellos
no es posible comprender n i entend er nada" (fragrn. 4).8 " Pues tod o el campo de la ma temática pura; pero lo qu e hac e de ellos los
la na turaleza del número infunde conocimiento, guía e instru ye a fundado res de la in vestigación empirica es precisam ent e el hecho
cu alq uiera en cualquier cosa qu e le resulte dudosa o desconocida. d e que vayan más allá, red uciendo di rectamente a unida d los dos
Si no existiesen el número y su esencia, nada sería claro en las elementos, la mat eria y el pen samiento. No d ebe olvidarse que
cosas para nadie, ni en sus relaciones consigo mismas ni en sus los primeros rudimentos de la astronomía científica y de la física
relaciones con ot ras cosas. Pero el número hace que rodas las co- exacta deben su origen precisamente a esa audaz: anticipación de l
sas, puesta s en consonancia dentro de l alma con las percepciones pensa miento. El encanto y la repercusión de esta manera d e pen-
de los sentidos, sean cognoscibles y se correspon da n un as con sar' se revelan y cobran cuerpo todavía en los mismos umbrales
otras conforme a la natural eza d el gnomon, prest ánd oles corpo- de la épo ca mod ern a, en las ideas de Juan Kepler.
reidad y disociando y separando cada una de por sí la s relacion es Ahora bien, este punto d e partida de la filosofía griega im-
entre las cosas, tanto las que limitan como las ilimi tadas" «(l'(J)l-tcmiw prime ya un carácte r pecu liar e inm ut able a toda su tr ayectoria
8 Kal n á V'l:Il 'la l.ui 'Y 'tU Y lY'YlO =ó'I~'Ya áQlfIo~ fXOV'tl 01; YUQ otÓ'v n ulterior . Basta comparar la filosofía griega con otros procesos his-
oü6 ~y oll't~ 'YOY1{Hi).l~'Y olln '(YOlofloi¡).l~'Y (Í'Y~I.I -roúrou. Filol ao, fragm. 4, e n
Diels, op. dr., p. 2S0. s v. Filolao, fragrn. l l , en Diels, op. cte., p . 253.
J8 lNTRODUCClON l!'ITRODUCClóN JO

eóricos d e especulació n, por ejemp lo con la historia del pensa- versal que d omina este proceso y hace de él, en sí mismo, un
miento indio, para percatarse de esta característica suya distintiva proceso continuo y un iforme.
a que nos referimos. En la medida en que podemos formarnos Este nuevo pensamiento se trasluce por debajo del lenguaje
un juicio acerca de estos problemas a base de traducciones y de in-- metafórico d el mito. "El Sol no rebasa ra sus med idas; si lo hi-
formes, vemos que los pensadores de la India, aunque revelen una ciera, se encargarían de volverle a ellas las Erinias, guardadoras
sor pre ndente coincide ncia en cuanto al contenido metafísico de del Derech o." 11
las diferent es doctrinas, acusan, sin embargo, notables divergen- Todo conocimiento, todo esfuerzo de la in vestigaci ón, tiende
cias en lo tocan te a la tendencia del pensamiento a que estas a descubrir y expresar esta un iversal Ley de la ratón, que impera
doc trinas d eben su origen. por encima de todo acaecer especial y de todos los pensamientos
El gran motivo fundam ental e inmed iato de la filosofía griega: de los individuos: tV '(oocpóv €ll(otuOl}lll YVWf.lllV, 6dll lX\l~i ()V1] (J1!
el pensamient o del " fluir d e las cosas", figura ent re aque llos ras- lllívt'a llLá l't"Qvt"¿'IV. t2
gos típicos y genera les de la imagen metafísica del mu ndo que Pero, no hay razón para pensar que el cont enido de la con.
suelen reve larse por igual en las trayectorias separadas e ind e- cepcié n fund amental de Heráclito se reduzca a este giro pan teís-
pendientes del pensamiento. C asi al mismo tiem po q ue lo formula tico. T ambién las .,.eligiones tiend en, en su más alto desarrollo
Heráclito, lo encontramos expr esado y desarrollado en seguida en especulativo, a remon tarse hasta el concepto de una ley cósmica
toda su agudeza y finura d ialécticas, hasta en sus últimas conse- suprema, sustraída en su acción rigurosa e inquebrantable a roda
cuencias, por la doctrina budista. arbitrariedad de los hombres y los dioses.
El pensamiento de la susr.a:ncia es arrancado también aqu í en los Vedas expresan esta visión del mu ndo en un concepto
5US raíces lógicas: do nde la intuición nos habl a de " cosas" per- que empieza designando el curso y la órbita orde nad a de los astros,
manentes, el pensamiento sólo ve un proceso perennemente reno- hasta que, en una línea d e d esarrollo cada vez más abstrac to, se
vado, en el qu e únicamen te la arbitrariedad subjeti va se empeña eleva hasta el pensamiento general de una total ordenación de l
en buscar puntos fijos d e apoyo y de quietud. La concepci ón un iverso. La. palabra rita, que los Vedas emplean para expresar
budi sta -en u na crítica que va todav ía más allá que la de He- este pensam iento, guarda estrecha afinidad etimológica, según
ráclito en cua nto a energía especulativa- niega toda posible apli- Max Müller, con las raíces de que brotan las palabras "o rdo" y
cación d el concepto d e sustancia, no 5610 en el campo de la natu- "ratio".u Sin embargo, cuanto más en cuenta se tengan todas
ra leza, sino también en la esfera de la vida interior: también el estas analogías, más claramente se d estacará el momento caracte..
"yo" se d isuelve, según esta conc epc ión, al igual que el objeto, risrico y diferencial del pensamiento griego. El concepto de le-y,
en un a serie de aa :r.ed ntientos y procesos no engarzados en tre si en la forma y con el sello que le da Herácl ito, acusa clara mente la
por u n "portador" o expo nente objetivo.u influencia del nuevo idea l del saber matemático. Tienen toda
A hora bien, mientras que en el budismo todos estos pensa- la razón quie nes ven en él la consecu encia y el desarrollo de las
mientos se orien tan simplemente a la meta ética y religiosa de la fundamenta les ide as pitagóricas.t!
redención, perdiendo todo p unto de apoyo y toda verdadera esen- "Este cosmos, que es el mismo para todos los seres, no ha.
cia fuera de este destino. en Heráclito no son otra cosa que el
anda miaje externo de una fundamental concepción lógica. En 11 Heráclito, f l1lgtTl. 94; D iel" pp. 79 s.
u Her ácliro, fraqrn. oH (Djeb, 1'. 73); cfr. fragm. 1 y 2.
la base misma de la concepción estética fund amental del tr icen -
13 V. Max Mü ller , ucrures on th e O'ri¡¡in and growth o/ rc/igion tU iIlus.
sable devenir, nos ~n contra mos con el concepto de una ley ttni~ trated by the religions o/ rncl¡a. Lect ure V (New imp r, Londres, 1898, pp.
10 V. acerca de esto, Dldenberg; Buddha, i ' ed., S tuttga rt y DeTlin, 1903, 241 u.)
pp. 289 $1. U G cmpe ra, Gri ed¡ische Den"t'I". Leip:¡ig, 1896', t. I, pp. 61 s.
INT ROD UCClON INTRODUCCION 41

sido cread o por uno d e los d ioses o de los hombres, sino que r óricas, se ha sosten ido como probable que fuese la teona pitagónca
ha existido y existirá siempre : es un fuego eternamente vi vo que se d e los nú meros la qu e sirviera de punto de mira a las pruebas de
enciende y se apaga con sujeción a medid as" (fregm. 30). Zen ón. La crítica d e este pensador no va d irigida únicamente
En este concepto d e la med ida se expresa un momento fun- contra la intuición dir ecta y sensible d e las C06BS, sino con tra una
dament al de la cultura griega, que, partien do de la cien cia, pene- concepció n científica del mundo q ue -c-pert rechado tan sólo con el
tea y domina por igual tod as sus pa rtes. med io especulativo de la canti dad d Ls~UI- cree pod er domin ar
También en la filosofía de los eléaras cabe distinguir con bas- por el pensa miento la continua variedad y el movimiento. u
tante claridad los motivos generales que la entrelazan con el moví- Se descubre y destaca ah ora el principal defecto de la teoría
mient o tota l del pensamiento metafísico. El modo como surge y pitagórica, consistente en qu e en ella se fund en y mezclan la ma-
se impo ne en Ienófanes la teoría de la pan-unidad, obedeciend o teria y la forma, en que lo " abstracto" no llega a desgajarse nunca
a impulsos religiosos, tiene asimismo su correspondencia exacta en toda su pureza d e lo emp írico y lo concreto. Aunque fuese un
en la filosofía ind ia.U principio puro del pensamiento el que postu lase aquí el elemento
Sería estéril, sin embargo, quer er detenerse en este juego de d el ser, el engarce del ser se afirmaba exclusivamente a base de la
analogías, ya que más fu ert e que todas ellas es la característica experiencia sensible, per o sin fundarlo sobre un nu evo concepto.
dife rencial que se im pone. El problema de 10 "lógico" se ofrece Mientras este concepto no se descubriese, mien tras no se encon-
por vez prim era a conside ración de un modo consciente y por trase un medio lógico puro pa ra pensar la magn itud continu a, su
sepa rado, Si hasta aquí se daba siemp re tácit amente por supuesta "ser" ten ía que seguir siendo algo problemático.
una relación y una interdependencia entre el ser y el pensa r, pero Veíamos hace un momento cómo en los Fragmentos de Filolao
sin llegar a determinarla ni a razonarla nunca de un modo seguro, se proclamaba el n úmero como necesaria premisa de toda deo-
ahora se invoca la activ idad conscien te de l pensamiento, el "lo- dadón en el pensa r y en el ser: ah ora , se pone de man ifiesto qu e
gas" mismo, para examinar y resolver críticamente el problema: ningú n camino vuelve a conducir de la d isociación por él operada
K()ivol bE Myq¡ nolúbr¡lllV lUrxov l~ lpé&v Qt¡3ivra. y repr esentada a la origina ria unidad y totalidad, es decir, que el
A l margen y por en cima de cualquier otra insta ncia, el pen- número no puede recobrar ni reconstruir en sus part es integran-
samiento se ocupa ah ora de circunscribir la órbita d el ser y lo tes el contenido por él desintegrado.
determina como una unidad inmutabl e e ind estructible, en si mis- El número y la variedad d iscreta -así podría resumirse la
ma y d ondequiera ind ivisible y exenta d e lagunas . argument ación zenoniana- no dan una respuesta al problema de
Pero, aunque tod os est os crit erios se obtengan pu ramente en la magnitud: Ic ómo podría mos reco nocer en ellas las condiciones
las alturas d e la dialéctica abstr acta, esrándoles vedado el mir ar de toda ...en:lad y de tod o ser? El mismo ser es concebido aquí
h acia atrá s sobre el mundo de los fenómenos sensibles, tampoco como magnirud, es d ecir, como todo conti nuo, indivisible. lo
aq uí se rompe sino en apariencia la trabaron con la ciencia exocta; que no se representa bajo esta forma, lo qu e no llena el pen sa-
En las aporías de Zenón, sobre todo , y pese al resultado pu- miento como un contenid o cerrad o, un iform e e ind istinto, no
ramente negativo al que cond ucen al parecer, se sienta ya el posee realidad autént ica alguna .
fu ndamen to primero para la futu ra teoría de los principios mate- Tal es la dob le faz del ser d e los eléaras: de una parte, no
m áticos, Guiándose también por especiales consideraciones his- es otra cosa que el con junto y la síntesis d e los postulados gene-
16 Pan tener una idea clara de eU1l conexión, consúlrense especialmente
rales establecidos por el pensamie nto, en tanto qu e, de otra parte ,
1111 obru de Max Müll er, op. ctr., p. 241, Y Deussen, Allgemetne Ge echichte se presenta ante la conciencia cognoscente inmed iata como Intuí-
der Philcsophie, t. 1, secc. 2~ "La. filosofía de los Upeníshads", Leip¡ill, IB99, 18 Cfr. Tannery, P"".. ¡'hij toi..e de lrt jden ce Heiiéne, Parí s, lB87, chapo X,
pp. 204 !J. ['p. 247 ! j .
INTRODUCCIÓN INTROD UCCiÓN

Clan bajo la imagen d e la esfera perfectamente redondea da. El de un a parte proclama el pensa miento como pauta suprema e
conc epto del ser desemboca y se sume en el concepto de la "pie, indepe ndiente, d e otra parte sólo recon oce los contenidos con -
ni tud": la unidad del tod o se toma en sinónirna de la plenitud ceptlUllc:s que se expresan y tienen su sello en un "ser", en un
total de l espacio, sin dejar en él la menor laguna. contenido sustancial conc re to. La relación invierte, ah ora, sus
En este resultado dual y contradictorio radica el verdadero tér minos: el ser es postulado como el re mate y el puma necesario
impulso del progreso u lterior. El mismo giro crítico que opera de: apoyo del pensamiento, el cua l carecería, de otro mod o, de
el tránsito de la filosofía pitagórica a la eleática, afr ontado y lle- todo nexo fijo. "Pues sin el ser, en el que aparece expresado, rw
vado a cabo de un modo más agudo, basta para explicar el d es, pod rás nu nca d ar en el bla nco del pensar, pu esto que fuera del
arrollo de la atomística a base d e la te oría de Parménides. El ser no existe ni existirá nu nca na da" .ID
conocido relat o de Aristóteles sobre las causas qu e d ieron naci- Esta ind isoluble conexión del pu ro "enunciar" y la existencia
miento a la teoría atomística, pone ya en claro esta conexión. n que se ref iere consti tuy e, al mismo tiempo, su dete rm inació n y
Mientras que algunos filósofos antiguos - lee mos en Arísró- su límite. A hora, sólo pod emos pen sar la verdad en cuanto pen -
teles-, conv encidos de que bastaba con atenerse al concepto, samos alguna. cosa.
negaban la percepción y mi raban por encima d e ella, post ulando Al descubrir críticament e las fallas interiores d e este concepto
por tanto el ser como lo uno y lo inmóvil, Leucipo por su parte, y tic Id tJ{~rcla.d, Demócriro funda menta con ello, a la par, la nccc-
en cont ra posición con esto, cre ía poseer fundamentos racionales sidad objetiva de los átomos y del vacío, como las dos formas
qu e, en consonancia con la percepción, no de struían la generación fundament ales sobre las qu e se e rige la realidad em pírica. En
ni la corr upción, el cambio ni la multiplicidad de las cosas. En vano los historiadores de tendencia empirista se esfuerzan por
efecto, mientras qu e, d e un a parte, deducía de los fenómenos que relajar este nexo lógico interno entre la atomística y la teoría d e
sin espacio vacio no podía haber movimiento, de otra parte hacía los cl éates, no acertando a comprender que un siste ma basad o
a los adalides de la teoría d e la pan-unidad la concesión d e q ue ínteg ramente en el " puro pensar" se convier ta en punto de pa rt ida
el vacío era un no-ser, llegando así a la conclusión de que este de una teo ría que constit uye el verdad ero fundamento de la cien-
no-ser era tan necesario y ta n indis pensable pa ra la existencia de la cia empíricd exac ta/M
ciencia de los fenómenos como aquel supuesto "ser" exclusivo. u la teoría de D emócrito no surge cediendo en las rigurosas
Es, pues, el análisi s del contenido y de la tarea de la ciencia exigencias conceptuales d e los eléaras, sino por el cont rario, des--
empírica, la fuerza concePtlUÜ de este a nálisis, 10 qu e nos obliga, arrollánd olas de un modo más preciso y aplicándolas más conse-
salien do al paso de las apariencias d e los sentidos, a postular y cuentemente a los fenó m enos. Lo qu e esta te oría se propone
admitir el vacio. lo qu e perdura en este análisis como el mo- restau rar no es el mundo inm edia to de los sentidos ---el cual ap a-
mento fundamental originario que se resiste a ser d esint egrado rece aho ra carncrerisado con ma yor fuerza que nu nca como un
d emuestra con ello su d erecho y su razón de ser, ya se acredite y producto del conocimiento confuso, d e la axonTJ yvW¡.nr-; no, lo
se present e o no ante la conci encia en una intuición objetiva. que De mócrito recon oce y tr aza en firmes contornos lógicos es
Mil f.lallov 'to ~iv t¡ 'to f.l'l~lv : el "uno" no descansa sobre un el concepto general de la expe riencia y d el ser empí rico. Para
fund amento más firme ni puede al egar pre tensiones más fu nd a- asegurar este concepto, se necesita, según Demócrito, no sólo el
das Que el " nin gun o".1B pensamiento de la sustancia, el qu e se at en ía la teoría eleática, sino
La dualidad intern a contenida en la afirm ación de Parm é- ta mbién y por igual el pensamiento d e la relación.
nides de la identidad del pensar 'Y el ser consiste en que, mient ras En la concepción originaria del concepto, tal como la veía
17 V. Aristót eles, De ¡¡ent"Ttl~. ct Con'. A 8 324b, 35 (en Diel ~, 358 y 112). ID Pnrm éntdes, A"fO\ q;I1Jaf<Jll;', V. 35 ss, (Diele , p. 124.)
18 De mócrito, fragrn. 156, en Díels, p. 433. 20 Oomperz, O,iechiJche Dcnl, c" t. 1, pp. 278 J.
INTRODUCCIÓN INTRODUCCION

Parmén ides, había acabado por d eslizarse, sin embargo, una intui.- no de la teoría platónica de las ideas consis te precisamente en
ción inm ediat a de l ser, la cua l y en vista de que sólo pod ía existir haber hecho de esta función su verdadero y origina rio objeto, con-
un ser, tenía necesariamente que ir desp lazando y aboliendo la vírti éndolo en centro d e tod a consideración filosófica.
imagen empírica del d eve nir. La atomística no intenta ya seguir Se aduce en contra de la filosofía platónica, de vez en cuando,
representándose sus conceptos en este sentido concreto, sino que la objeción de que no introduce en nuestras consideraciones un
los conc ibe como un fly¡Uv, es decir, como una mera fomu¡ de la verda dero " princi pio" científico, sino qu e se limita a condensar
relación, y gracias a ello y precisamente con esta renu ncia, recobra y red ucir a unid ad sistemática el contenido d e los principios an-
el auténtico contenido fundamental del ser fenoménico. Lo real teriores a ella, sacándose de aquí la conclusión d e q ue con esta
vue lve a llenarse para ella de variedad y d e movimiento, pu esto ñlosoña comienza ya a decaer poco a poco la gran fuerza espe-
culativa del espíritu griego.
que el pensamiento se ha liberad o aq uí de la vinc ulación a un
ser rígido y absoluto.
Es ahora cuando se su pera de un modo verdadero y positivo la
.
En realid ad la teorí a de las ideas no se caracteriza por ningÚn
contenid o mat erial nue vo, por ni ngún especw fundamento eren-
.
falla que la critica eleática había puesto de manif iesto en la teoría tífico de explicación. T odo su sentido y tod a su origina lidad se
pitagórica : se crea un esq uema y un prototi po pura men te con- cifra n e n la nueva lu~ qu e esta teo ría der rama sobre el campo total
cept ua l, no sólo para los elementos de l ser, sino tam bién pa ra las d el saber. Su grandeza histórica se revela en el hecho de penetr ar
relaciones y las refer encias que entre ellos se establecen. Los con- y esclarecer las fuerzas qu e hast a ahora vení an imp ulsa ndo, sin
ceptos d el átomo y d el vacío su ministran ah ora lo que no le era que se tuv iera consciencia de ello, todo el proceso del pensar. D e
dad o suministrar al simple número mat emá tico, a saber: la corn- este modo, y rompiendo aparentemente el d esarroll o de la cons-
prensión exacta de la pluralidad de los fenómen os. trucción sintética, re tro trae al espíritu con ta nta mayo r profun-
As í, pu es. todo el pe nsam iento d e los presocrátic os, si nos d idad a su verd adero fu nd am ento.
fijam os e n sus pun tos lógicos cu lm ina ntes, nos ofrece en todas sus En este aspecto, Platón es un auténtico socrdnco, que, no aña-
partes el panorama de un d esarrollo necesar io en sí y constante- d iendo nada nuevo al arsenal de los pri ncipios, se convien e, pre-
mente ascensiona l. La imagen sim plista de la realidad va pasando cisame nre por esta fecund a "ignorancia", en el a utor de la meres-
cada vez más a segundo plano, para dejar sitio a esquemas pura - pección filosófica. Y del mismo modo qu e Sócra tes part ia de la
mente conceptuales y racionales, qu e constantem ente se ccm- con.sciend a de si mi9mo, no para bu cear en los misteri os y las pro-
plem enran los unos a los otros. La fantasía mí tica, en sus int entos fundidades d e la vida del alma ind ividu al, sino para d escubrir la
anteriores de desc ifra r los orígenes del ser y del d evenir, va ce. ley objetiva de lo moral, Platón proyect a su inquisición sobre las
díendo paso a paso ante la Fantasía constru ctiva de la matemática actividades d el conoc er sola me nte par a plasma r de este mod o el
y de la ciencia . contenido perma nente y segu ro qu e de ellas se desprende. Su tema
Sin embargo y a pesar de toda la libertad y la amplitud de la y su problema exclusivo no es ya el ser , cualesquiera que sea n
mirada qu e con ello se ab ría, vemos que tod as las fases anteriores la form a y la transform ación bajo las cuales pueda capt ársele, s.ino
se caracter izan y apa recen entorpecid as por un límite común. put a y simp lemente el saber y los fundamentos sobre los qu e este
T odas ellas convierten los contenidos del ser e n contenid os del descansa.
pensamiento; pero su atenció n se dirige única y excl usivamente Se comprende, pues, que, al llegar a las cimas d e su propia
al producto, no al proc eso d e esta tr ansformación . La fun ción del especulación, el pro pio Platón t endiera a conside rar tod as las so-
pen samiento puro en form a de conceptos sigue ocultánd ose toda - lucio nes de sus antecesores, a las qu e a cada paso se refiere, casi
vía por entero detrás d e sus result ados, sin manifestar se en un como un mito, pu esto qu e d an consta ntemente por supu esto lo
criterio diferenciado y consc lenre . El mé rito incom parable y eter- que única y precisam ente se trata de demos tra r. Y de este juicio
46 INTRODUCCIÓN INTRODUCCI6N 17
no se salva ni siqu iera el " padre Parménides", a qu ien Platón Bien podemos afirmar qu e, en este punto, alcanza Platón la
coloca como "grand e y venerable" por encima de todos los demás cúspide del método socrático. N os enseña, como vemos, a pregun-
pensadores y cuya noble pr ofundidad no se cansa de ensalzar. Lo tnr en contra d el concepto general del ser, dándonos a entender
mismo él que cuantos se habían aventurado de un modo o de bien clara mente con ello que ninguna respuesta tomada del campo
ot ro a la "se paración" ( x Qlcw;) de l ser para determinar de qué m ism o del ser podría pene tra r ya en la profu ndidad del nu evo
clase era y qué variedad encerraba, h abían procedido según él problema.
de un ro odo " aIgo superficial", ' , El nuevo camino que Platón nos señala pasa por el análisis del
" C ada cual pa rece con tarnos sus historias (~m}óv "t'tvu) como jltic io. ¿Qué significa atribuir a un sujeto un determinado predi..
a niños. El uno nos d ice que el ser está formado por tres ele- cado, deci r, por ejemplo, que A es D? lDónde residen el fu nda-
ment os, a veces en pugna entre sí y luego amistosamente unidos, mento y la garantía del enlace que postulamos y afirmamos sen..
puesto que existen matrimonios y procreaciones y educación de cillamenre en el pensa miento?
lo procread o. El otro lo presenta como algo doble, lo húmedo y lo Si miramos al campo d el ser sensible, necesariament e tiene
seco o lo caliente y lo frío, combinando y ordenando ambos elemen.. que parecernos arbitrario y caren te de razón cua lqu iera d e estos
tos. Los eléa ras, por su parte, entre nosotros, comenzando por nexos anudados por el pensamien to.
)enófanes y aún desd e antes, cuentan la historia como si lo que A ning-ún objeto emp írico corresponde ninguna de termina ción
llamamos el Todo no fuese sino lo Uno. Pero ciertas musas jó- de manera absoluta y para siempre, sino qu e cada objeto es unas
nicas y sicilianas vienen después y opinan que es más seguro com.. veces esto y otras aquello, unas veces grande y otras pequeño, ora
binar ambas cosas y decir que el ser es al mismo tiempo lo vario pesad o, ora ligero, según el sujeto que lo cap te y el momento en
y,lo un o, entrelazado por el od io y por el amor. .• No es fácil, a la que éste lo h aga. El verbo copulat ivo " es" sólo confiere a los
VIsta de todo esto, concl uir si alguno de ellos dice la verdad o no estados concretos del ser una d uración y un a u nidad aparente s y
y no cabe d uda de que seria irrespetuoso tratar de hacer rcpro- engañosas.
ches a ho mbres tan venerables del pasado. Lo que sí puede afir.. Platón va d escubriendo paso a paso, con magistr al claridad,
murse sin falt ar al respeto a nadie es que todos ellos, cada cual a esta ilusión de la "existencia". V emos cómo van sustituy éndose
su modo, hacen poco caso de nosotros, gentes vulgares y senc i.. unas a otras, en abigarra do desfile, d iversas carac ter ísticas y cua-
lles: no se cuidan para nada de si podemos seguirles o nos que.. lidades que no guardan entre sí la menor conexión: leon qu é
da mos prr és.• . Me parece que deberíamos adoptar el método de d erecho podríamos intentar atribuir a este incansable e incohe..
preguntar les, como si los tu viésemos delante de nosotros. Vos- rente acaecer un "portador" objetivo perm anente? No encontrare-
otros, los que decís del Todo que es caliente o frío o predicáis de mos aquí el menor soporte ° pun to de apoyo, y del mismo modo
él cua lquier otra pare ja de térm inos antagónicos, zqué es lo que en que no podríamos retener a través de todo esto objeto alguno, no
realidad queréis decir de estos dos términos, cuando afirmáis de pod ríamos tampoco, bien considerada la cosa, h ablar de un a cu.a.-
cada uho de ellos en partic ular y de los dos juntos que son ? ¿Qué lidad per manente o de un su jeto idéntico.
debem)?s entender nosotros J>01" este vuestro ser? Pues to que no Nada es en sí mismo ni un uno ni una cualidad cualquiera o
acertamos a salir de nuest ra perplejidad, decidnos claramente qué un conjunto de terminado de cual idades, ni un "a lgo" ni un
es lo 1 ue tratái s d e expresar, cuando habláis d e lo que "es"? Al "tal", ni un "yo" ni un "tú", "sino que todo deviene por medio
parecer, lo sabé is rJesde hace ya muc ho tiempo, mientras que nos- del movimiento, el cambio y la mezcla de lo uno con lo otro, aun-
otros, creyendo saberlo ya desde antes, lo ignoramos y no acerta- que, emple ando una exp resión falsa, digamos que es" .
mos a salir del arolladerov.ar Por donde tampoco en 10 sucesivo debemos emp lear los r érmi-
21 Platón, S ufista, 243 C ss. 0 1' 5 del "as í" o del " no así", térm inos qu e encierra n ya el vano
INfROOUCa ON IN"fROOlJCaON

intento de fijar las cosas, "sino que quienes as¡ se expresa n deben ramente conceptual, como jamás podría lograrse en el mundo de
encontrar arra lenguaje, ya que no existen todavía palabras para lee percepciones. Es ella la que condensa en la unidad fija y
expresar su concepci ón fundamental : d ebería, propia mente, ser firme de l concepto las formas d esorient adas y fugaces de la "re-
algo así como 'e n modo alguon' (oM' Ó1(~) , como la expresión present ación", " imprimiéndoles de este modo el sello de l ser".23
más ad ecuada y más exac ta, cuando se trata de deno tar lo inde- y lo que caracteriza a este nuevo ser es que no existe pa ra nos--
terminado (Ú1relQOV) ".22 otros desde el primer momento, sino que lo descubrimos y ecredí-
Ah ora bien, rroderros decir qu e esta última conclusión sea turnos "al pregunt arnos a nosotros m ism os y llamarnos a cuentas",
realm ente cierta y obligad a? El ser, la permane ncia inmutable d e De este fun dam ento de l métod o dialéctico, qu e form a su
las cosas de los sentidos se ha esfumado an te nosotros para siem- verdadero suelo nutricio. no puede des prenderse la " idea", si no
pre e irremisiblemente. Pero, lacaso debe remos renunciar tam- q uiere perder su sentido más profundo".u La pan icipación de los
bién por ello al concep to d e la verdad! lNo existirá más bien un fenómenos en las id eas no significa, en este sent ido, otra cosa ni
campo de verdades, un conjunto de afirmaciones c ientíficas inde- represent a nad a misterioso: quiere decir, sencillamente, que los
pendiente por entero d e la ex istenc ia de detenninados sujetos juicios sobre las relaciones empíric4s, para poder revest ir la refa..
empíricosl liva seguridad de qu e son capaces , necesitan recurrir a otras ver-
Desde el descubrimien to de la geometría pu ra y de la arirm é- Jades "abstractas", a las qu e se retrotraen. Na d a pod ríamos decir
rica pura, se ha abierto an te nosotros una ciase de juicios que no ncerca de las relaciones entre las cosas flúidas de los sentid os,
dicen referencia a las cosas del mundo de nu estras percepciones, si para ello no pudiéramos dirigir la mirada a las relaciones per-
sino a los puros postu lad os concept uales de las figuras y los nú- man ent es que cap tamos sin mezcla y " en 6Í mismas" (aUro xat '
meros. Pod emos considerar por :Ji mrsmos los núm eros "cinco" y Il UTÓ) . Si qu eremos delimitar y ordenar como forma s fijas las
"siete" , indagar sus mu tuas relaciones y su suma, sin necesidad percepcion es sin cesar cambian tes d el sentido de la vista y del
de representarn os el concepto d e "cinco y siete hombres". Los tuero, si queremos "condensarlas" en la form a de la línea recta o
objetos pueden cambiar constantemen te, pueden con vertirse de de la esfera, no cabe duda de que el mode lo de esta figura geo-
grandes en pequeños. de iguales en desiguales. pe ro la signifi- métrica tiene que apa recer ya interiorm ente ante nuestros ojos y
cación que am bulmos a los concepcos de " magnitud " e " igualdad " guia r nuestras conside raciones. De este modo. el pensamiento,
seguirá, a pesar d e ello, sien do la misma. La apa rente e imprecisa por sí mismo y sin necesidad d e ningú n 6rgano extern o, va tra-
igualdad de dos trozos d e madera o d os piedras graba en nu estra znndo un mundo de arquetipos espirituales con ayuda de los cuales
concien cia el "concept o mismo de la igualdad", nos indica lo que enjuicia y mid e Jos fenóm enos que ant e nosotros fluyen sin cesar,
el pred icado de "igual" rien e d e uniforme y de permanente en Q ued a así destac ada y fundamcnrada la operación fundamen-
tod os los juicios emp íricos en que se present a, por mu y diferentes tal realizada por el pensami ento griego como resultado d e todo su
qu e ellos sean. No importa qu e las cosas nazcan y desapa ree- progr~o.

can, que revistan nuevos y nuevos predicados y modalidades. Cl aro es tá qu e, a la par con esto, comprendemos también ante
siempre y cuando el sentido de estos predicados pomnanetca m.. qu é dificultades interiores nos coloca en seguida este primer paso
u:zrü::lbl~ . decisivo. La consciencia y el orgullo de su fund ament al de scubri..
Fijar y afian zar ese sen tido y retenerlo a t ravés de tod os los miento ha cen qu e Platón vuelva constantemen te sobre el pensa-
cambios de los ejemplos empíri cos: tal es la misión y la fuerza
23 V. Fedon. pp, 74 u .
de la d efin ición, qu e crea con ello un a cons tancia superior y pu- 2( A cerca de esto nos remitimos a la profunda y exhaustiva exposid6n de

Nato rp, en la que se investiga a fondo y se ilumina en todos sus aspectos este
22 P1at6n, Teeeero, 152 D, E, 183 B y f. problema: Pw:os ldt'C1\lehre. Eine Eillfiihrung in den lJealismlls. Leip:ig, 1903.
so INTROOUCCION INTROOUCOON SI

miento de la ciencia pura y d estaq ue una y otra vez la separación «ora de los que brota toda la segunda fase de la filosofía platónica,
existente entre el mundo de los etern os arquetipos conceptuales con su autocrlríca d e la teoría d e las ideas. Así, vemos que en el
y el reino mudable V transitorio de los hechos concretos. Simpos io aparece ya el eros di alécti co como el mediad or llamado
Llevado de una fecunda unilateralidad , se atiene al pensa- a engarzar de nu evo los dos cam pos distintos y dispares de l ser,
mient o de la rigurosa deducción teórica, negándose a todo intento el de 10 divin o y el d e lo mortal, el d e lo sensible y el de lo inte-
d e medir el carácter y el valor lógico d e una ciencia por el em- ligible, articulando de esta man era el todo en sí mismo.
pleo que de ella pueda hacerse en el campo de lo empírico. Con- El mundo corpóreo, así concebido, no constituye ya el reverso
sidera banal todo lo que sea querer restringir y limitar el conocí- y el desecho de l ser de la idea pu ra, sino que se convierte en la
miento a sus aplia1ciones concretas. la verdadera utilidad de la fase y el escalón necesario para remontarse al mundo de las puras
aritm ética, por ejemplo, reside para él en que " eleva el alm a y formas. Y en el Sofista, esta misma med iación se establece en
la obliga a encuadrar los números como tales en pensamientos, un sen tido rigurosament e lógico y libre d e toda metáfora, m e-
no d ánd ose jamás por satisfecha cuando alguien le pr esenta nú- díante el pensamiento de la comunid ad de los géneros (XOlVo.rvto
meros revestidos de cuerpo visible y tangible, realizando su ínves- r(llVYEvWV). Cada "especie" no constituye ya un contenido apar-
tigaci ón a base de ellos". Por donde la característica general y te, que exista y pueda ser conocida por si sola, sino que cobra su
d istintiva d e lo matenuitico consiste en que obliga a la conciencia fuerza y su vigencia únicamente mediant e la relación y el nexo
a servirse del pensamiento mismo en toda su pureza para el fin que establece con las otr as.
de la verd ad misma (a\rrñ q¡ vo~ou xpi¡o3m l1I' oUti¡v rl}v De este modo, al condicionarse mu tuamente las ideas y ac-
<Ui¡fu:tav). Del mismo modo qu e el verdadero valor de la astro- tunr conjuntamente en un a operación común, se abre la perepec-
nomía y de las rama s a ella afines d el saber, valor casi siempre rtva de que puedan determinar con ello, penetránd ose de un a
ignorado y "difícilment e asequ ible", es el de que por med io de manera cada vez más perfecta, el campo mismo d e lo mudable.
estas d isciplinas se purifica y estimula un órgano del alma que El " movimiento" mismo d e la idea apa rece, así, como una condi-
bajo otras ocupaciones degenera y se ciega, siend o así que su con- cló n fecunda V necesaria d el saber."
servación vale por mil ojos, ya que sólo a trav és de él puede verse No importa que en los d iálogos d e la última época siga ma-
la verdad." nifestánd ose de un modo cada vez más ostensible la vieja ant ítesis
La tend encia y la orienta ción fund amental d el pensamiento dualista entre el reino del ser V el reino de l d even ir y qu e en el
que se trasluc en en lo an terior permit en comprende r por qué con Filmo se niegue en redond o la posibilidad de un a ciencia rigu-
la correlación d e la expe riencia y el pensamient o se combina y rosa y exacta d el n acimien to y los cambios de este mundo em pí-
ent relaza constantemente su antíte3"U. Es principalmente la lucha I tco: ello sólo demuestra una cosa, y es que el propio Platón no
contra la sofística qu e tendía a suprimir la rigurosa diferencia en- acert ó a resolver el confli cto con entera clarid ad en el terren o
tre percepción y concepto, lo que mantiene permanentemente en tle los princip ios. Por mucho que en la forma de la física empl-
pie la contrapos ición. rica que nos ofrece el Timeo atri buyamos al mito -y el propio
No faltan, sin embargo, en Platón los int entos d e estrecha r l'lat ón tra za clar amente y sin la menor reserva la d ivisoria q ue
cada vez más las relaciones ent re ambos campos d el "s er" y de eepara estas manifestaciones de una pru eba rigurosa-, queda en
comprobar el papel y la función d e las ideas en la elaboración ple siempre y reclama su fundamentación objetiva e histórica el
del problema de la experiencia misma; más aun , este problema hecho de que no es posible encontrar la explicación última de
forma innegablemente el pensamiento central y la fue rza propu l- 111 realid ad especial de la experiencia partiendo de los principios
IÓl ieos puros de la teoría de las ideas.
.. Sofiml, p. 249 A • D.
" No cabe duda de que la barrera puesta a la teoría de las ideas
lN'rRODUCClON INTRODUCCION

Es cierto, nos dice, que debemos considerar las configuraciones


53

en su desarrollo guarda la más estrecha relación con la grandeza del cielo y sus cambios como lo mejor y más perfecto en cuanto
filosófica de su propio autor. Platón maníñésrase imbuido y do- a armonía interior y a regularidad entre cuanto se nos muestra en
minad o siempre por el senti mient o d e qu e tod o tratamiento y el campo de 10 visible y lo corporal; pero, al mismo tiempo, no de-
todo enjuiciamiento cient íficamente válidos de los hechos con- ben servirnos más que de sugerencias y d e base para considerar
cretos presupon e y requiere una determinada fund am entación otros movimientos mucho más exactos y un iformes, que "ejecutan
purament e teórica. una preparación. d eductiva. La mezcla d e fun- la verdade ra celerid ad y la verdadera lent itud con arreglo al ver-
clamemos racionales y empíricos, que con tanta frecu encia en con- d ade ro núm ero y a las verdad eras figuras".
tra mos en Aristóteles, choca int eriormente con el modo de ser En estas palabras va implícito como fundament al no sólo el
de Platón. Este no se remite nunca a la expe riencia como un pensamiento de que es la hipótesis matemática las que nos lleva
cómodo recurso llamado a suplir los de fectos de la argumenta. a reducir a formas geométricas simples las confusa s y embrolla..
ción lógica y a llenar sus lagunas. das órbitas que los astros, a simple vista, parecen recorrer, sino
Platón se niega a abordar las cosas concretas antes de que su que, a la par con ello, se exige que aband onemos en general el
mirada se h alle aguzada y plena mente preparada para ello por campo de lo concreto para pararnos a considerar. no ya las velo-
medio d e los concep ecs, de los Aóyo~. Y esta total fundamen tación cidad es de los cuerpos empí ricos, sino las de "pu ntos materiales"
sistem ática d e un a ciencia de lo muda ole es la que, en últim a ins- puramente pensados, con arreglo a sus mu tu as relaciones. Los
tancia, ech a de men os y la que necesariamente tenía qu e echar circulas d el firmamento d eben servirnos simplemente como "te-
de menos, dado el estado d e las investigaciones d e su tiempo. blero" para elevarn os a la intuición de estos movimientos idMles
Constituye un hecho verd ad eramente memorable para todos epreh ensibles solamente para el ent end imiento. pero no para la
los tiempos el modo como este pensado r, en la R epúb lica, descu- vista ()..óytp ~ ')'.0\ bIQVO(q. Arvrra.. lhpn lI'ou) .
bre por primera vez, partiendo del rigor y de la permanencia de T oda esta d ifícil d isquisición no viene a significar, en el fon-
su pensamiento fund amental de principio, campos enteros de cien-- do, sino q ue 106 fenómenos césmícos no deben servimos de estlmu-
cias que aú n no podía co nocer históricamente; el modo como, por lo y acicate d e conocimiento en cuanto nos mueven a observar y
ejemplo, intercala ent re la geometría y la astronomía, como esla- describir su sucesión y reiteración empíricas, sino que tienen un a
bón intermedio, la estereomerria. En el mismo sentido, d escubre {unción mu cho más importante, que es la de suscitar en nosotros
y expresa también la necesidad de una teoría abstracta del rno- el pensamiento de un a nu eva rama del análisis matemático. En
vimiemo. este sentido, d ebernos saber ente nd erlos y emplearlos como para-
C ua ndo se abandona a la contemplación d e los astros, cuando digmas d el conocimiento puro.
se confía al encanto estético d e este "variado adorno del cielo", lo Es evid ente. sin d uda alguna, que Platón no t rata d e agotar
h ace con el fin consciente y preconcebido de encontrar en él eiem.. con ello el contenido de la astronomía empírica; pero esto revela,
plce y prueb as en apoyo de aque l postulado del pensamiento que al mismo tiempo, que si no llega a dominarla es porqu e la astro-
tiene presente en su espíritu. Va a buscar a la astronomía los nomía d e su tiempo, la que él tiene ante sus ojos, no se halla
problemas que este postu lado nos plantea: "pero, dej~O$ estar todavía a la altu ra d el ideal riguroso del saber qu e el pensador le
lo que se ve en el cielo, ya que de lo que se trata estudia ndo la pone d elant e como un espejo y que el desarrollo moderno d e esa
verdad era astronomía, es de convertir de inú til en útil lo qu e ciencia h a venido a confirm ar. No debe mos perd er de vista que
la natur aleza ha puesto d e racional en nuestra alma "/11 los únicos ejemplos d e investigación empí rica exacta que Platón
tenia de lante eran las observacione s y los ensayos, importantes
21 República, 529 C. sin duda, pero muy poco extensos, d e los pitagóricos.
INTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN Sl

Fué, pues, Platón quien en realidad esta bleció los auténticos Es éste el punto en que se pone n d e ma nifiesto, a la par, la
fundam entos especula tivos y la justificación filosófica para el sis-- fecund idad objetiva de su pen sam ie nto fun damental v.Ios límites
tema de la "experiencia", que con esto se introducía. "Ciencia" ind ividuales con que trop ieza en su ejecu ción . Plar ón habría in-
significa, pa ra él -c-segú n la definición sentad a y d esarrollada en currido en el más aventurad o aprio rismo si, como le pid en sus
el Fdebo- la delimita ción conceptual de la materia de las per- crlncos empiristas de hoy. hubiera extendido el reino de las ideas
cepc iones, en sí ilimitad a e indeterminada , por medio de la fun- hasta más ad entro d e la ma ter ia de la experiencia de lo qu e lo
ción y el vehículo del nú mero. hnce, si, ade más de sent ar el fundamento para la consideración
En el curso de nu estras investigaciones, d ice Plat ón, debemos rcmioo de la natur aleza, hubiera qu erid o anticipa rse a la COn&-
establecer y ad mitir, ante todo, una uniddd, pata pregun ta rnos 1rucción lógica d e la ñsíca empíriro.
en seguida, una vez que nos hem os a poderado de ella, si no es Q uedaba reservado a los hombres de la época modern a, a un
posible desd obla rla de nuevo en una pluralidad: "hasta que lle- G alileo y a un Kepler, el ser al mismo tiempo platónicos en el
guemos a ver, no sólo qu e lo originar iamente uno es un o, múltiple sentido riguroso de la palab ra y auténticos empiristas cientlficos:
e -infinito, sino tambi én cuánto es". para ellos, la experiencia no se rá ya la resistencia que hay que
Por tanto, no pod rem os aplicar a un conjunto el nombre de vencer, sino la verdadera reali zación y coronació n de la reo-
una "pluralidad indeterminada" (d1t€ L(lOV) mientras no h ayamos rln pura.
int entado determinarla y fijarla numéricamente en todas y cada
una de las d ireccion es en que puede llevar se a cabo esta con- A l pasar, en la sucesión histórica de los sistemas, d e Plat ón
sideración. n Aris tóteles, parece abrir se u na perspectiva más amplia y más
Quien no eche man o de este eslabón del número, quien con- libre ante el problema del conocimiento. En efecto, por mucho
ciba la unidad y la plu ralidad solame nte como conu-adicciones qu e el motivo lógico pesara en la filosofía platónica, es evid ent e
lógicas qu e enfrenta las u nas a las otras y mezcla in distint amente, que la lógica no formaba en ella una d isciplina a parte, que pu -
se sald rá con ello del a uté ntico conce pto "dialéctico" de la ci.encia, dieta existir y considerarse como separada de la "dialéctica" . Las
pata perde rse en un juego sofístico d e palab ras. las d iferenci as concepciones metodológicas elaborad as por Plat ón form an tam-
cua lita tivas d e sensación, "el más y el me nos" de que cobramos bién parte di recta, según él las ve, d el verdadero contenido oble-
consciencia en las percepciones, se circunscriben d entro d e límit es uva de la reorla d e las ideas . Sólo con Aristóteles cobran las
fijos por medio d el concepto: sólo cua ndo el indeterm inado cuál formas y fórm ulas especia les d el pensa miento y de la demosrra-
se ha con vertido en un cuánto (xooóv}, -sólo en tonces pod remos \ Ión su existencia pro pia, como objeto d e investigación aparte,
decir qu e ha alcanzado su meta el pensarnienro .w independientemente de la ma teria sobre qu e versan . Parece, pues,
Plat ón tr aza en estas proposicion es, con genial clar idad, el que es aquí donde el an álisis del saber ha llegado a la expresión
significado y la fun ción de la empine matemática.. A nad ie que pu ra d el problem a, elevando éste, en su conjunto, a un plano más
juzgue las cosas con crite rio histórico puede extrañarle que un alto de reflexión.
pensador como él, que sólo ten ia delante los contados ejemplos Sin embargo, si a hondamos en las cond iciones y en la estructura
con cretos que le ofrecía la acústica, no llegase ti aba rca r con la rle In doctrina ar istotélica, en seguid a vemos que esta apa riencia
mirad a textos estos fenóm enos en su extensión completa, qu e no I' JI enga ñosa. Nos damos cuenta de que la lógica adquiere aquí
previera ha sta qué grado había de llegar, en su día, la reduc- una mayor liber tad y una independencia forma l a costa de re-
ción y el dominio de los da tos d e las percep ciones por las form as nun ciar a su puesto como motivo central en la estructura del tod o.
matemáticas puras. lur muy minucioso y sutil que su tra tamiento sea, pa ta la totall-
25 V. Filebo, 16, 24, 25 y plISfim, dud del sistema sólo representa un andamiaje externo y accesorio.
56 lNTROOUCaON INTROD UCClON \ 57

lo cierto es que este sistema d escansa por entero sobre una uni verso vue lve a traslucirse " la vivacidad poética de la con cep-
int uición y una interpretación del acaecer nat ura l dominada por ción de la naturaleza expresada por los antiguos griegos"." Pero
el concept o metafísico de fin. el encanto estético que sobre nosotros ejerce no d ebe h acernos
En Ar istóteles. la teor ía del conocimiento no es más q ue una cerrar los ojos a las dificultades lógicas interiores de qu e ad olece.
part e d e su psicología, la que, a su vez, sólo puede comprenderse Tal parece, en efecto, como si, en lo tocante al prin cipioy al
en conexión con su concepción biológica fundamental. Partiendo planteamiento general d el problema, nos viésemos de nuevo re-
del principio biológico d el desarrol lo, comprenderemos, según el trotraí dos a los comienzos de la filosofía griega: la sustancia vuelve
punto de vista de Aristótel es, el ser d e las cosas Y. con él, el modo a ser lo pr imero y lo simplement e d ado, 10 que debemos presu-
y la posibilidad de su conoc imiento. poner y colocar a la cabeza en toda investigación del conocimient o.
T odo acaecer: y toda tra nsformación dentro de la naturaleza lo "ge ne ral", que en Platón present aba, esencia lmente, el sello
presupone determinadas fOJ111t1S originariamente existent es, que y el cuño d el pensam¡ef\lO, designan do el mod elo o arquetipo ideal
aspiran a somete r y a conformar con arreglo a ellas una materia a qu e debe diri girse nu estra mirada en todos nuestros pred ica-
a la que se enfrentan. Estas dos potencias fundamenta les d el dos y juicios empíricos, es para Aristóteles una potencial real que
ser, la mate ria y la forma , contribuyen en indisoluble interdepen- pugna por manifestarse y por plasma rse en nu evas y nuevas For-
d encia a crear y hacer brotar todas las determinaciones concretas. maciones especiales.
La forma no tiene una existencia prop ia y aut árqu ica aparte d e la Establecido y d eterminad o así de antemano el conce pto del
materia e ind ependi entement e d e ella, sino que todo su ser se ser, no cabe duda de qu e la roorJa del conocim ien to de Aristóteles
realiza en la fuerza fina lista y orientadora que sobre la materia puede acomodarse fácilment e y sin esfuerzo a los lineamient os
ejerce. La forma es, pue s, a la par que el impulso y la cau sa del gene rales que aquí se trazan. Las cosas poseen una existencia ex-
movimiento, el fin a que tiende, según su propia esencia, una de-- terna y aut árqu ica: 10 ún ico que pued e hacer el conocimiento es
terminad a formación. asimilarse reprod uctivamente esta existencia, en todas y cada una
T odo el de venir de la naturaleza es descri to por Aristóteles de sus partes. Toda actividad pensante se limita a recoger y re,
bajo la imagen y la analogía d el crecimiento de un organismo: sólo prod ucir las determinaciones q ue de por sí existen d e modo origi-
podremos comp render lo vien do en él la continua realizaci ón y la nario en el mundo de la realidad .
represent ación concreta qu e en él cobra por sí mismo un prin- Forma y movimiento, color y sonido, la ordenación de la co-
opio prototíp ico general Que desde el primer momento le sirve existencia en el espacio, 10 mismo que la de la sucesión en el
de base y que, pese a la resisten cia d e la mat eria, va acusándose tiempo : son todas características fijas y acabadas de los objetos
y destacándose grad ualmente de un modo cada vez más pu ro. mismos; todo el problema consiste. pura y simplemente, en mar-
Este punto d e vista del fin y el med io, que domina la explica- car el cam ino por el Que se ope ra la Enuuformación de estas cua.-
ción d el acaecer especial, d eterm ina también todo el conce pto lidad es de las cosas en cual idades del espiritu. Problema que, a
aristotélico del universo. Lo qu e llamamos la sujeción de la na - primera vista, parece cierta mente insoluble, ya que no existe nin--
turaleza a leyes no es sino la expresión d e la actividad un itaria, gún tr ánsito concep tual para pasar d e la materia al pensamienro,
impresora de forma y ernanado ra de vida, que se manifiesta a de la existencia absoluta a la conciencia.
través de todo y que ha ce brotar siempre formas ana lógicas en Es precisame nte en este punto do nde aparece y entra en ac-
los más diversos y alejados campos. La naturaleza es un sistema ción una distinción metafísica fundamental que domin a todo el
y un a grada ción de fines inman entes, que mutuamente se condi- sistema : la contraposición de potencia y acto. Comprend eremos
cionan y se remiten los u nos a los otros.
Se ha dicho , no sin razón, que en esta imagen aristorélica de l 29 V. Zeller, Philosophi( der G rtcch..n, l. 1, pp. 1, U D.
INTRODUCCIóN

cómo los objetos existentes de por si son d esplazados al espmtu


ISTRODUCClO N

,le que puede instiruin e en la concien cia un saber que no se


"
si nos paramos a pensar que lo que el alma asimila de ellos no es su halla en ella: "como si a un ojo ciego se le pudiera infundir desde
plena realidad. sino solamente su " forma" . luera el d on de la vista".u
Las cosas mismas reúnen en sí, en cuanto integradas por ma- No hemos de ent rar a examinar aquí, de momento, los diver-
teria y forma, un factor m aterial y otro inte ligible: lo único que al IUS y complicados camin os por los qu e va desarroll ánd ose y trans-
pensami ento le toca h acer, la única dificu ltad qu e tiene que re- formándose la concepción aristotélica del conocimiento y las d ifi-
solver consiste en disolver esta integración, para rescatar en toda culrades qu e poco a poco y cada vez con mayor claridad se d estacan
su pureza una de sus partes integran tes. en ella. Este proceso en qu e la 1000ca aristotélica va d isolviéndose
"Por tanto, toda percepción de nuestros sentidos limitase a Il sí misma pertenece ya a la historia d el pensamiento moderno y

asimilarse las formas sensibles (tibr¡) sin la materia, como la cera de él, así como d e la psicología y la teoría de la exper iencia de
copia el signo del anill o, sin asumi r el oro o el hierro de que est á 106 perípat éticos, habremos d e ocupamos una y otra vez a lo largo
hecho. Lo asu me como u n signo d e oro o de hierro, pero no en de nuestra exposición.
cuanto está hecho d e este metal. Del mismo modo, la percepción Sin embargo, ant es d e abordar los comienzos de la época JIlOo-
reaccion a a las impresiones d e cuanto posee color, sonido o gusto, derna, debemos poner d e manifiesto, au nque sólo sea en sus ras-
pero no capta todo esto en sus cualidades concretas e inm ediatas, MOS más generales, los cambios que el sistema del pensamiento
sino en cua nto asume en si una d eterminada forma general" (dJJ.' arisrorélico sufre a través de su recepción en la Edad Media. En
oÍJX ~ gxaat"ov he:LVWV héYl::t"U L, dU.' ~ TOLOvM 'XQ\ 'laTO. TOv MyoV).30 efecto, por mu y incondi cionalmente que la escolástica se someta
No son, por tanto - para decirlo en los términos en que la Il la autoridad de l que ella considera como "e l filósofo" por ex-

escolástica expresa este pensa miento d e Aristóteles-, las cosas celencía, no puede d esconocerse que, sin d arse cuent a d e ello,
mismas, sino sus "s pecies" inmateriales, despojadas d e materia, trasplan ta su teoría, esforzándose por compr enderla e interpretarla
las asumidas por el pensamiento. Le conocid o es en el que ce> al terreno d e su propia época y la coloca, así, bajo un pun to de
noce con arreglo al modo del cognoscente: cognitum est in cog- vista nu evo.
noscente secundum modum cogncscenns . Es cierto que la teoría psicológica d el conocer no cambia gr.ul
Un moderno defensor de la teor ía erisrot élica-escolásrica de l cosa, en cuanto a su conten ido. Toda la teoría escolástica de 101
conocimiento describe este proceso asi: "El objeec es institu ído en percepción tiende a explicar el tránsito y la transformación de
el alma. por medio d e la spectes como un elemento existencial lo "e xterior" en lo "interior" por med io del doble concepto de la
de la cosa, el cual, sin embargo, es al mismo tiempo conforme spccies, que designa a la par el contenido objetivo d e la cosa mís-
al alma".lIl ma y la imagen de ésta en la representació n del sujeto: meta que
Pero este mismo autor encuent ra en esta teoria el perfeccione- se esfuerza por alcanzar int ercalando nuevos y nue vos eslabones
miento y la coronación de la "concepción fun damen tal de l idea- y fases intermedias en tre el estímulo y la sensación, de una par,
lismo", con lo cual d emuestra del mod o más palma rio h asta qué le, y la "especie sensible" y la "i nteligible", de otra.
punto la escolástica, lo mismo la medieval qu e la modern a, se Pero, la explicación últ ima de esta arm onía ent re lo "subjeti-
vuelve de espald as a toda comprensión de l significado platónico vo" y )0 "objetivo" descansa, ahora, sobre otro funda mento. Para
originario de la idea. Cont ra ninguna hipótesis se manifiesta Pla- A ristóteles, las formas equivalen a los fines inmanentes a qu e los
tón tan resueltamente y con tanta energía como contra la creencia distintos organismos tienden en virt ud de las características espe--
30 V, Arist6teles nfQl li'uxi¡.; 11, 12 Y 1If, 8. ciales de su estr uctura y en los que se perfeccionan y satisfacen.
BI O rto Willmann, Geschichte des Idealism"s . Braunschweig, 18%, t. 11,
pp. 386,. a:a Platón, Rep" blica, 518 C.
INTRODUCCIóN INrRODUCCIóN 61

Ninguna necesidad concep tua l le impu lsa. mientras permanece Mientras que en Aristóteles el conocer imitaba la ordenación
fiel a su propia concepc ión funda mental, .a ir más allá de la na- inmanente y existente de la natura leza, aqu í reprod uce la agru-
ruraleza misma, como un conjunto organizado de fines. Su mismo pación jerárqu ica de los fines. El conocimiento d e la naturaleza
concepto de Dios ilustra esta división interior en los dos campos, 1610 tiene valor en cuanto nos capacita para captar este orden
desde el momento en qu e lo considera como el primer impulso verdadero, que es el orden metafísico: el "habitus scienriae" sólo
del movimiento y del d evenir y, al mismo tiempo, como crea- puede y sólo quiere ser la preparación del "habitúa sapientiae",
dor de las sustancias concretas. Por donde todas las ramas y todos los conocimientos de la
No existe, pues, ningún nexo interno que, en la concepción ciencia se someten a una meta única decisiva, que es el conoci~
aristotélica, mantenga en cohesión a Dios y al mundo: la d ivini- m)enlo de Dios. La "r educric art ium ad theologiam", proclamada
dad actúa sobre el universo solamente por medio del "co ntacto" entre ot ros por San Buenaventura, no es precisamente un a adap-
externo, sin determinarl o en su esencia y sin que el universo mción externa, sino qu e responde a la concepción esencial qu e
repercuta tampoco de nin gún modo sobre Dios. la Edad Media se forma del conocimiento.
De otra parte, el riguroso aislamiento en que el " motor in- La " abstracción", qu e la escolástica subraya como el medio
móvil" se mantiene de por sí, en su absoluta pureza, como la esencial del conocimiento, posee para los pensadores medieva les
activid ad absoluta del pensar (V6r¡lJl; voi¡CJ[W;), devuelve al uni- un significado totalmente distinto del que le damos en la termi-
verso de lo mudabl e su libertad y su interior sustantividad, pro- nología moderna. No se propone avanzar hacia ,.elaciones ccncep-
tegiéndolo de toda ingerencia exterior. tIlales y hacia leyes cada vez más puras, sino penetrar, dejando a
En cambio, para el interés religioso de la Edad Media tam- un lado las circunstancias accesorias en qu e un objeto nos es
bién el fundamental concepto de la " forma sustancia l" tiene que transmitido por los sentidos, hasta el fun.da.m.en to inteligible de
ir abandonando poco a poco su sitio. El ser partic ular, aquí, sólo la exisoeTICia, hasta la idea presente en la mente divina y anterior
existe y tiene valides en cuanto instituido por el supremo funda. 11. su existencia concreta.
mento primigenio y en cuanto se manti ene en relación constante La conciencia cognoscente, la "fuerza activa del pensamiento"
e ind isoluble con él. las cosas concretas sólo existen en virtud no crea, por tanto, ningún contenido nuevo, sino que sirve sola-
de la divina voluntad de l creador , por lo que toda su voluntad y mente para esclarecer de un modo nuevo 10 que aparece dado
todos sus afanes aspiran, por la fuerza de una necesidad interior, en el objeto y para desentrañar en toda su pureza lo que allí apa-
a retornar a él: y en esta tendencia fundame ntal, que empuja a rece mezclado con u na serie de elementos fort uitos.
las cosas concretas a remont arse sobre sí mismas, y solamente en "E l conocimiento d el ser es posible para nosotros porque este
ella, reside la constant e posibilidad de su ser y de su conservación. ser proviene de un conocer creador (div ino): las cosas son para
Las "formas" del mu ndo constituyen una serie continua de ti espíritu porque emanan de él; tienen algo que d ecirnos porque
fases que sólo encuentran su remate y su explicación en un su- encierran un sentido que ha depositado en ellas un a inteligencia
premo ser situado en el más allá. Es privilegio del alma racional superior," 3J
el q ue, resumiendo en sí, en cierto modo, todas estas entid ades De este fundamento metafísico originario no llega a apartarse
inteligibles, pueda al mismo tiempo tener consciencia de sus rele- nunca la teoría del conocimiento en la Edad Media, por múlti-
cienes y nexos objetivos de dependencia, lo que la permite des- pies y varias que sean las formas que revista.
prenderse del mund o de lo material, en el que la enredan las sen- Sería injusto d esconocer la finura de las distinciones concep-
saciones de los sentid os, para remontarse a formaciones cada vez 88 Willm ann, Geschichre de$ ldcalü m us, t. U, p. 383. Cfr. op. ctr., t . Il,
m ás puras, hasta que, por últ imo, descansa en la "r ealidad" pura, U 67 $ $ .• Y KlI rI Wem~ r, Dcr hl. T homa$ VQIl Aquino. Regensburgo, 1859,
en la que no se mezcla ni ngún elemento de "padecer". "l'~clnl m~ nt~, r, Il, pp. 93 u.
62 IN'TRODUCCION

tuales d e qu e da pruebas la escolástica, no sólo en los problemas


técnicos concretos de la lógica. sino también en la d iscusión ge.. LIBRO PRIMERO
neral de los problemas metodológicos fundamentales. Pero, nunca
llega a sentirse y a captarse, equí, el problema como algo sustan-
tivo y originario, pu es aparece siempre condicionado , y sostenid o EL RENACER DEL PROBLEMA DEL
por el conjun to de la conoe:pd órl de vida de la Edad Media, con.. CONOCIMIENTO
sidera da d e antemano como un fundamento inatacable.
Ya en esto por sí solo reside una divisoria objetiva caracreris-
rica entre la escolástica y los tiempos modernos, aunque no pueda ,
por otra parte, d esconocerse la estrecha conexión h istórica que
entre el pensamiento de ambas épocas existe.
La verdadera fuerza del problema del conocimiento resulta ya
desvirtua da o menoscabada allí dond e este problema no figura
en los umbmles mismos de la filosofía. Lo más importante, Jo
decisivo de la Hlosoña moderna consiste precisamente en que
no enfoca el problema del conocimiento como un problema espe-
cial, que pueda plantearse y resolverse en un plano secundario.
partiendo de otras premisas sistemáticas, sino qu e lo coloca en el
centro mismo de las preocu paciones y nos enseña a comprenderlo
como la fuerza creadora fundamental, primordial, sobre que d es--
cansa la estructura d e la cult ura intelectual y moral en su con-
jun to.
Capítulo 1
NICOLAS DE CUSA

Nlr;otÁS DE CuSA está considerado como el fundador y el adelan-


Indo de la filosofía moderna, pero este juicio no puede apoyarse,
lertamenre, en la peculiaridad y el contenido objetivo de los
I'wblemas que en su doctrina se exponen y desarrollan. Nos en-
I I mrramos aquí con Jos mismos problemas que preocuparon a
Illttn la Edad Media: las relaciones entre Dios y el mundo siguen
1 onsider ándose desde el especial punto de vista de la doctrin o

1 rlsnana de la redención y como el centro de todas las investiga-

1 Iones. Aunque el dogma no trace ya incond icionalmente el ca-


mino y el rumbo de la especulación, le señala desde luego sus
metas últimas.
La filosofía del Coseno brota y se desarrolla en torno a los
problemas de la cristología, en tomo a los problemas de la Tr lnl-
dnd y la Encamación. Lo característico de la posición histórica del
sntema es que no se orienta directamente hacia el nuevo conte-
nido, sino Que introduce en la misma materia tradicional un cam-
1,10 y un desarrollo que la hace asequible a las exigencias de un
IlU l"VO modo de pensar y de un nuevo planteamiento del problema.
De aquí que sea la teoría de Dios la que ocupa el lugar central
y unitario en todas las fases de su sistema. En ella se concen-
tren los pensamientos centrales y generales; en su desarrollo f e
rellelan todos los progresos y todas las sugestiones que parte n de
In investigación científica.
En tos primeros escritos de este pensador vemos cómo apare-
rrn , 11 primera vista, referidos entre sí y entrelazados de un modo
11l"Rntivo el concepto de Dios y el concepto del conocimiento. Ne-
wnmlo V aboliendo progresivamente toda Ia determinabitidad pro-
" In del saber y de su objeto finito, llegamos con ello al ser y a la
determinación del contenido de lo absoluto.
Como todo conocimiento consiste en una medida, en una
65
66 EL RENACER DEL PROBlEMA DEl CONOCIMIENTO NICOLÁS DE COSA 61

ecuac ión que se establece ent re el contenido ind agad o y det er- ten el ser y la posibilidad interior d e la esencia concreta en un
mina dos elementos ya conocidos, tenemos que lo infinito, que problema insolubl e. La criatura no puede ser comp rendida y de-
como tal escapa a tod a proporción, es inasequible a la fun ción rivada como consecuen cia del fund ame nto d ivino del ser, qu e re-
de l concepto. T od o pe nsamiento y toda denominació n se redu- pugna y excluye toda pluralidad y toda desint egración. Ningu na
cen a la operación de separar y d i.stinguir, por lo cual no pued e necesid ad conceptual interior pued e explicar y justificar su exis-
alcanzar n unca la supr ema uni dad , que debe sobreponerse a toda tencia. El ser individual es, sin remedio, lo "c ontingente" sin
contraposición. para abarcar cualquier cont en ido y pod er partict- más. la an títesis y el reverso de toda fund amentación y de toda
pa r de él. El lenguaje y el conce pto permanecen vinculad os por derívec én lógica y metafisica.s
igual al ser dependiente y limitado; no pueden de terminar la A l indMduo le está negada la partici pación en el ser, en el
esencia d e su objeto en sí y por sí, sino solament e en lo Que Jo di- último y más alto d e los sentidos; no tenem os más remedio Que
ferenda d e otros conte n idos y lo contrapo ne a ell os. aceptarlo como un hecho irracional, sin poder encontrar un p,-m..
Para pode r alcanzar el Ser Supremo, hay qu e sobreponerse cil'¡o que asegure su consistencia y su razón d e ser.
n ecesariamente a toda esta esfera de la " heterogeneidad". Cuanto Pero esta conclusión. impuesta por la teoría d e Dios sostenid a
más releguemos a segundo plano el moment o de la variedad, cuan- por el C usano bajo su primiti va forma, encierra al mismo tiempo
to más alejemos todo lo Que sea plur alidad y d iversida d, con ma. la exigencia y el motivo interior de su inversión. A med ida qu e
yor pureza cap taremos el sentido y el conrenido d e la unidad va desarrollánd ose la filosofía d e Nic olás de C usa, se destaca más
primera y absoluta . claramente en ella, junto a la tendencia a man tener el ser divino
Dios mismo no es la vida ni la verdad, sino Que está más allá en su pureza exenta d e toda mácula, la de comprender el ser ín-
y por encima de ellas. como d e todas las d emás d erermínecicoes dividual en su valor propio y la d e afirmarlo en su finita par-
inteligibles: el "cielo d el intelecto" no alcanza a cap tar y abrazar rlcula rida d .
dentr o de sí la idea d e Dios. S610 podemos acercarnos a su con- Este rasgo es el que hace de la recria del C usano la antesala
templación saltando por encima de toda proporción, de toda como y el arquetipo d e la filosofía d el Renacimienro. T oda criatura es
paración y de todo concepto (pe r rn:1nSSceru um omni um pro por- l N!Tfecta en sí misma, dent ro de 10$ límires que su especial na ru-
ricn um, comparationum et raríocínanon um),' La plenitud y la raleza le señala; a 10 único a Que puede aspirar es a no rebasar,
vida contrad ictoria del mundo de los fenómenos constituye la ba- li no a realizar y a encamar su esencia peculiar.
rrera qu e nos separa d el verd adero conocimiento de Dios. Tampoco la elevación a lo absoluto puede, por tanto, buscarse
Pero, con ello, no s610 se anula la posibilidad de comprender la yll sencillamente en la negación d el ser propio y específico de la
primigen ia esencia d ivina, sino QUe, al mismo tiempo. se convíer- "criatura ". El fenómeno individu al concreto no es ya la antítesi s
Irreconciliable de l ser de lo infinito, sino que es, por el contrari o,
I V. 1.. obras De docra ignora"riCl (l ifO) y De con;ecrlfris ( Iifl ssJ c rr.
('1 único punto de partid a y el símbolo único que puede guiarnos
especia lmente De coniecruris, 1, 7: "Si cunet a alía r;e parasl i er ipeam solam
(abscl uram unitate m ) insp íd s, si aliuJ "" nquam a" t ¡,,¡sse a" r essc avt !ierl 11 In captación d e este ser.
posu intelligis, si pluralitatem omnem abj icis atq" e resj>ecrv m , et Ipeam l imo . La segund a época de la filosofía del C usaoo, la de su madu -
p1 iciasimam lan tum unita tem 5ubinlru• .. arcana o mnia penelmli". rrz, desarrolla este pensamiento en toda su claridad. [1 mismo
V. también De fih<l rione Dei (lHS), fol. 67a: "DeU5. . . nec est imc1ligibilis, nos dice Que t rata ahora d e captar y retener lo absoluto en el
a ur K ibilis. nec en veril.... nec vil. ~I. sed o mne inl elligibilc a nlc<:cdit, u'
mundo mismo de 10 creado, mientras que antes lo h abia buscado
unu m simplicissimum princip ium. Uede cum omnern irue llectum sic exsuperet :
no n reper itur sic in regione seu ccei o intel! eetu5, nec poteS! per int e!Jectum más allá d e toda la fuerza de nuestro conocimiento, más allá de
.:ltlingi eXlT4 ipsum cae/u'" ene. " ( t u citas ee re fieren a la ed tción pa risina de
1aa obns del Cusano. publicada en 1514.) s V. DI' docta. Ignor tUUia, 11, 2 (fo1. Ha) '1 p.a.ssim.
68 EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOC[MIEN'rO NICOlÁS DE CUSA

toda plu ralidad y contraposición.' Para encaminarnos hacia lo in, Nos interesa esta mutación de la teoría d e Dios solamente en
finito, basta con que marchemos por lo finito en todas sus dírec- 1 U II ll[O se manifiesta y refleja en lo que constituye el concepto
clones. la criatur a no es sino aque llo en Que el creador se repte, Iun dnrnenral de la teoría. deL conocimiento de Nicolás de Cusa: el
senta y revela a sí mismo.s Se traza, así, un nuevo camino y se 1 Uf\celX o de la "docta ignorantia" . La ciencia de la ignorancia no

plantea un nu evo problema. La profundización científica en la . '",nifica, de momento, otra cosa que la abolición de la pretensión
particularidad empírica de las cosas es, al propio tiempo, la senda .11lIDluta d el conocimiento, como una barrera puesta a la expe-
hacia el verdad ero conocimiento de lo di vino. riencia humana y al concepto del hombre. El sa ber, referido al
Nicolás de Cusa muestra aquí cierta afinidad con la mística mundo de los cambios y de la multiplici d ad, no puede tampoco
alemana en su pensamiento de que lo finito y lo infinito son mo- encon trar nunca en sí mismo un punto seguro de apoyo y de quie-
mentos igualmente necesarios, que mutuamente se postulan y tud . C omo la materia q ue afluye a él desde fuer a, también el
condiciona n. Pero mientras que los místicos desplazan el pro- 11Irúeter de su certeza se mueve en un contin uo más y menos; y
ceso de la revelací én de Dios al interior del individu o, la mirada ..1 como toda fase superior sólo se alcanza mediante un pro-
d el Cusano se d irige a la natura leza exterior y a sus leyes: los con- vreso y un incremento cuantitativo del conocer, así también puede
ceptos y los problemas d e la estática son, para él -en su obra rebajarse en su valor y llegar a anu larse a través de un proceso
De staticiJ experimentis_ el punto de enlace y el modelo de su . nillago. la verdad un a e incondicionada sólo puede captarse de
metafísica. IIn modo íntegro e indivisible allí d onde se da la posibilidad de la
He aqu í cómo resume Uebinger, en certe ras palabras, los re- grnda ción; sólo puede reconocerse a cada fase concreta una cet-
sultados de su investigación acerca del concepto de Dios en Nico- lera relativa y sujeta en cada momento a can celac íé n,s
lás d e Cusa: "La dirección exacta del pensamiento saca a la teoría La pauta ideal de la su prema certera, que llevamos en nosotros
d e Dios de la estrecha y sombria celda mística, de entre las tinie- mismos, convierte todo saber realmente alcanzado en un a mera
blas del misticismo, para devolverla a Jos anchos y Iumínosos "hipótesis", que puede ser desplazada por otras más exactas: " la
espacios del mundo. Se trata, ahora, de. . . conocer al creador II nidr.d de la verdad inasequible es reconocida por nosotros en
invisible a partir de l mundo visible. N o se contempla aquí lo lu alteridad de la hipótesis","
Invisible mismo, sino su imagen, el efecto de la suprema causa, • • , La antítesis qu e domina y preside la metafísica de Nicolás de
la revelación d el Dios invisible. Se aspira a d eterminar el original C usa se transfiere, así, a la metodología. Pero, también en ésta
por la imagen, la causa por el efecto. el creador por la criatura, t omierua , a partir de ahora, la mutación interior Que transforma

el Dios invisible por la revelación vísíble"." 111 relación de valor entre los dos momentos an rir éricos. Cuando
en el estudio De doc ta ignoranria se compara la relación existen-
a V. De apice theoriae (lHi3-M) , Icl. 219b, 220a : "Cum i¡;:itttr multis a nn i~ te entre Jo absoluto y Jos conceptos de nuestro conocimiento con la '
elde rim ipsam ultra omnem p otellliam coglliti \i<lm, snee omne m ' Y'l riet<1lt.'m er
relncíón que existe entre el circulo y el polígono, es evidente que
opposi tionem quaeTi oportl'Te, non ettendi, qu iddlrarem in R 5uh<i.tentem e«e
om nium IUbst1lnti.rum in911Tia:>i lem w bsiste ntia m. • • Verilas q Uln rn el. riM. ranro .610 se trata, por el momento, d e expresar la diferencia esencial
f.cilk'tT. PutaNm ego oliqwu¡d o il m Im in OOSCII.'o melnu . ..pciri. Masmae poren- cualitativa que media ent re uno y otro. La imagen empleada en-
tiae vent1la est.• . : da mit1lt en im in plareis, eicur in libelle 'De kilo,.. ·. lelritrti... cierra ya, sin embargo, el germen de una posible conciliación con,
" "CI'C. tu ra igitu r csr ipsiua Cl'Cu ons use defin;en rit seu luct.. q ua e deue cep tual, ya que, como nos enseñan los progresos de la filosofía de
est, se ipsa m manifeu.nl;s csteosío," De 0 011 aJi-.. d (1<462), t'> 195. L. obIa
la matemática, tos polígonos infinitos, más que la antítesis d el
DI'! non. aliud no figu,.. en las ediciones de 115 obras co mpletas por lo cual l.
ctramos ateniéndcnca al texto q ue figura en el apé ndíce al libro de Ue bingef. 6 V. De docta i~nonlntia, 1, 3.
Die GotUdeh.e del Nikala.u C USllIlUJ. Paderbom, 1888. 1 De conit'Ctu. iJ. l. 2: "Co~nosdtu. iltitur inattinlribilis I;teri tu uni res ehe-
• Uebingc r, op. cit., Po l34. rilare eonj«:tu ral¡.'·
70 EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO NICOLÁS DE CUSA 71

círculo, son en realidad. el medio de conocimiento necesario e in- aura limitado y concreto; así también la santa ignorancia es el más
dispensable para llegar a determinar la magnitud de éste. El Cu- apetecido alimento de mi espíritu, tant o más cuanto que descu-
sano aventura primeramente una proposición muy alejada también lira este tesoro en. mi propio cam po, razón por la cual me per-
del antiguo método exhaustivo: la de que el circulo no es, en renece a mí por ent ero" .IO
cuanto a su contenido y a su ser conceptuales, ot ra cosa qu e un po- Nicolás de C usa no se cansa de repetir una y otra ver, bajo
lígono con un número infinito de lados. lns más div ersas formas, este pensamiento, qu e constituye, en rea-
El concepto d e "límite" se eleva aquí a significado positivo: el liJ ad, una tr an sformación histórica ínrern e.' !
m ismo valor liminar no puede llegar a concebirse y a capta rse en La Edad Media consideraba el objeto del sabe r supremo como
su determinabiHdad sino por med io del proceso ilimitado de la trascendente: sólo la acción externa y d irecta de la gracia pod ía
aproxi mación. El carácter inte rminable de este proceso ya no se elevar el espíritu a su intu ición, sin que éste pudiese alcanzar
considera, ahora, como prueba de un defecto conceprual, interior, nunca tal result ado por sus propios med ios. De otra parte, sin
sino, por el contrario, como signo de su Fuerza y su peculiaridad: em ba rgo, el sistema de la verdad divin a es, para esta concepción
la razón sólo puede cobrar conciencia de su fuerza en un objeto medieval, un tod o fijo y delimitado q ue se nos ofrece y ent rega,
infinito, en el progreso ilimitad o. El movimiento progresivo de l como algo que existe por si mismo y tiene su propia estructura,
espíritu, que avanza del simple hecho al de scubrimiento de los independientemente d e todo tr abajo de la razón.
fundamentos sobre qu e des cansa, del "quia est" al "quid est", en- T al es la fundament al cont radicción en qu e la filosofía esco-
traña al mismo tiempo el princi pio de su certeza y d e su reposo lñstíca se debate, por cuanto se pro pone captar y agotar un objeto
en sí: en él y solame nte en él puede el espíritu cerciorarse de su Infinito y tr ascendente por medio de un conjunto fijo y claramente
propio ser y de su propia vida inagotables.' delimitado d e tesis dogmáticas concretas.
Por tanto. la conciencia d e la ignorancia oculta un contenido La época moder na comienza invirt iendo la concepción de la
d e conocimiento más profundo y más fecundo que cua lqui er apa- &tad Media en ambos sentidos, el subjetivo y el objetivo. El oc-
rente afirmación concreta de carácter positivo. por cierta que se Jeto a que se dirige su mirada es inmanente al espíritu: la canden.-
nos antoje, pues mien tras que en ésta aparece como entorpecido dla misma y sus leyes condiciona n y deslinda n el objeto d el conocí-
y paralizado todo progreso ulterior, aq uélla abre ante nosotros la miento. Y, sin embargo, el proceso en qu e tratamos de red ucir a
perspectiva de lo ilimitado y nos al umbra la meta y la dirección det erminación cient ífica este nuevo ser tiene que ser pensado, en
del camino," La infinitud deja de ser, así, el límite para conver- principio, como un proceso interminable. La existencia empírica
tirse en la afirmación que la razón h ace de sí misma. finita no llega a conocerse nunca en su totalidad, sino qu e se pre..
"No cabe duda de qu e la alegría de quien desc ubre un tesoro scnra de mod o constante an te nosotros como una tarea de in-
inmenso e incontable es m ayor que la de quien encuentra un te.. vestjgacién,
s Complnnet\t\l m chn>foriCllm (li5J) , cap. n (fol. 9Jb): "E r Uf epecu-
La nota de infini tud ha pasado del objeto del conocimiento
Iario mouOl rnenris de "quia est" ad "quid ese", Sed q uoniarn "quid ~t" a • la función de conocer. El objeto del saber, aun siend o de la
"quia ese" d istar per infinitom: híee moto s iJI~ nunqu am r~ssabit. Er e&t m otuS misma materia qu e el espíritu, au n siend o perfectamente trans-
nlfnm~ ddec tabil is, qui a ~st ad vaam t'llentm. Er h inc in H haber JDOtI.l5 q uie- lúcido e interiormente comprensible pa ra éste. permanece. sin
ttm., movendo e nim oon farigalUr, sed edmod um in flammarur." embargo, incomprendido en cada una de las etapas concre tas de l
• MEt hoc posee videre me nris 5upta omnem co mprehensib ilem vinute m el
poten tfam esr posse sup remum mentis . . • N am esr posee videre ad posee ips um 10 De "¡sione Dei (H53·5-4) , cap. XVI, fol. lOBa.
tántum ac ordmatum, ue mens praeviden ' possir quonum rendir. Steue viarcr 11 V. por elo Idiorae, lib. 1: D~ sapienr fa 0 450), fol. 76b: de bery!lo (454).
praevidet terminum motas, ut ad desider arurn rermínurn grus us dirigere pos- ' "1', XXX, fol. 190b; De ven<Uione sa-pien tiae (1463), cap. XII, fo!. 205b y
l it." De I1picf' meoritU. fol. t2 Ob. ' "'' ' ;11\.
72 EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO NICOLÁS DE CUSA 7J
saber. Esta actitud escéptica representa la nueva fe de la razón los med ios para reducir a unidad conceptual la pluralid ad d e las
en sí misma. relaciones en que de aquí en ad elante h abrá de consistir el cosmos.
Pues bien, los dos momentos fundamentales de esta nueva ac- También el conc epto d e la "coniectu ra" cobra aquí un sign i-
titud se cont ienen ya en germen en la filosofía d el C useno, quien, ficado nuevo y positivo. 1.0 mismo qu e el mu nd o real brota de la
subrayando de una parte el carácter ilimitado del proceso del mfinita razón divina , así también tod as nu est ras conjeturas tie-
conocer, afirma rotundamente, de ot ra parte, que tod o conocí- nen su fundamento en nuestro espírit u y nacen d e él. La un idad
miento no hace sino d esplegar y des arrolla r lo que ya poseemos, d el espíritu humano es la entidad de sus conjet uras: mnuis hu-
aquello que implícitamen te se cont iene ya en el espíritu en sus manae: unifas en conjectu ra.rum suarum em itas.u
principios. De este modo, todo saber concret o se halla condicio nado y
El concepto de la "docta ignora mia" encierra, de este modo. sostenido por la unidad del espíritu y de sus princi pios y sola-
una conex ión con la q ue habremos de encontra rnos, a tra vés de mente en ellos cobra consistencia. La "coniect ura" significa no
giros constantemente nuevos. hasta llegar a Descartes y Galileo. sólo la abolición del saber absoluto sino ta mbién, juste por ello,
Nicolás de C usa no in venta este concepto, sino que se limita la conservación d el contenido y la verdad rela tiva d el mundo cam-
a tomarlo, en su determinació n terminológica exa cta, de San Agus- biant e de los fenóm enos.n
tín y los místicos cristia nos. Pero lo característico y lo moderno "El supremo saber no debe considera rse como inasequible en
consiste en el nuevo cuño de su significado y en el contenido in- el sentido d e que se nos cierre todo acceso a él, ni podemos con-
terior que aq uí se le da. H asta ahora, el principio referiase al sidera rlo nunca como alcanzado y realment e captado por nos-
ca mpo del ser sutmuen.sible y permanecía - 10 mismo en la nega- otros, sino qu e debemos concebirlo de ta l modo, que podemos
ción qu e en sus fecundas consecuencias positivas- plenamente irnos ccercendc ccnstenremenre a él, pero sin que nos sea nu nca
circu nscrito de nt ro de es ra esfera. u El campo "i nferior" de la asequible en su entidad absoluta." 1.
investigación empírica quedaba sust raído d esde el primer momento No podemos d ecir que el espíritu sea un símbolo del ser dív í-
a la mirada V al inte rés de la teoría metafísica del conocimi ento. no, a la manera d e un a repro ducción mu erta, de una copia de lo
El con cept o polémico de la ignorancia es precisamente el que incond icionado, por perfecta qu e ella sea, sino sólo al consid erarlo
a hora debe resca ta r para el conoc imiento aque l campo tan d esde- únicamente en el d espliegue y en la plasmación d e si mismo en
ñado. La virtua lidad que dicho concepto d espliega en esta dí rec- las que conserva la fuerza de su origen. Es la conquista y no la
ción se ma nifiesta inmediatamente ante nosotros e n un problema posesión del saber la que im prime a la razón hu ma na el ca rácter
fu nd amental de la nu eva ciencia y d e la nueva filosofía : es el de lo d ivino. 17 Se tra ta de distinguir y orde nar en cua nto a su
pensam iento de la "docta ignoranri a" que el Cusano em pieza es-- valor los mismos conocimientos em píricos concretos, en la medida
cla reciendo en torno a la relatividad de tod a d etermi nación d e en qu e en ellos se represent e y acuse el concepto puro: dent ro de
lugar el qu e, con ello, hace d e N icolás de C osa el precursor del lo sensible mismo de bemos descubrir un moment o qu e lo haga
sistema copernican.o del universo.J3 La do ble dirección d el prin- orín y asequi ble a lo matemático Y. por tanto, al ámbito de la
opio resalt a con especial cl arid ad ante este problema : al destruir, " precisión".
gracias a su contenido escé ptico, la existe ncia del espacio absoluto Antes de poder seguir en de tall e este proceso, qu eremos decir
y d e un centro absoluto del uni verso, nos facilita al mismo tiem po
14 De con jeclu ris, r, 3.
12. C fr. acerca de e~to, Uebin ger, " Oer Begriff 'docta igno rantia' in setner 1~ D e con jccturi5, 1, 13: "c on jectur a igtrur ese positiva assertlo in alterita te
IClK:hichtlichen Entwíckelung", A rchit' fjjr G e.<chic h re deT Phi!o."llph ic, V IIl verltare m m i es! pal"ticipans.
(IB95), pp. 1 55. 16 Op. cfe., fol. 48b.
,la C fr. De d octa ignoran tia. Ir, 11. 11 V. Id io tae. lib. III : De mente, cap. 13, fol. 93a.
74 EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO NICOLAS DE CUSA 75
dos palabras acerca de las consecuencias a que es llevado el con- crpios, pura mente in telectuales, se contiene ya, en esbozo, objeti-
cepto de la " docta ignorantia" en el terreno ético y religioso. Es vumente, todo el contenido de l conocimiento.
aquí donde el principio se revela en toda su forma y significación Por tanto, los sentidos no pueden considerarse como el funda.
mode rnas. mento material pri mero y la prueba de l saber, aunque sus sensa-
En el diálogo De pace es: CO'l'WO'I'dantia f idei expone el Cusano ciones constituyen, evidentemente, el impulso y el acicate psico-
cómo las múltiples formas y prácticas en que los pueblos adoran lógicos que despiertan a las fuerzas intelectuales de su "sopor",
a la d ivin idad no son sino d iferentes int entos para llegar a com- estimulándolas a desplegarse y justificarse por sí mismas. En est a
prender d ogmáticamente 10 incompre nsible, para encuadrar en orientación h acia 10 sensible y solamente en ella, cobran las "po-
nombres fijos lo innombrabl e. Tocios los nombres son igualmente tencias" puras del espíritu su virtualidad actual.
insuficientes frente a la entidad del Ser Uno y Absoluto. El peno Esta "tendencia" y este impulso del intelecto hacia el campo
samíenro limi nar de lo Infinito forma la médula unitaria y esen- de los fenómenos corpóreos aparecen descritos ya en los primeros
cial de todas las religiones, cualquiera que sea el modo como cada escritos del C usa no; aunque haciendo hi ncapié, al mismo tiempo,
una de ellas lo determine y delimite: "una est religio et cultus con que no se trata de infundi r fuerza y existencia a lo material,
om nium inrellectu vigentium, quae in omnium rituum var ierare "lila en lograr que, por medio del asombro que en nosotros causa
praes uponitur 'U'' su variedad , nos in cite al conoc imiento de la unidad d e nosotros
La ciencia de la ignora ncia se erige aquí en principio de tole- mismos. Las fuerzas superiores descienden a las inferiores, no pa ra
rancia religiosa y de ilus tración. Y a unque , por su parte, Nicolás perderse en ellas, sino para llegar, afirmándose en el apoyo que
de C usa se esfuerce por mantener en pie los dogmas fun damen- en ellas encuentran, a la conciencia de su propio valor y de su
ta les del cristianismo y por acomodarlos al id eal de aquella reli- sustant ividad . Hay que abarcar y comprender con una sola mi.
gión unitaria, de la religión del Aó'Yo~, en esta transmutación sim- rada del espíritu el ascenso y el descenso.
bólica el dogma no es ya la pa ura incondicional por la qu e se "El intelecto no quiere convertirse en sensación, sino en in te-
mide, sino simplemente el objeto medido. lecro perfecta y plena mente eficaz; pero, como no pued e llegar a
realizarse a sí mismo de ningún otro modo, se convier te en sen.
ndo, para poder pasa r por esre med io de simple posibilidad a acto
Il y n energía. De este modo, el espíritu retorna a sí mismo, des.
pu és de haber recorrido su ciclo completo; su descenso al plano
La unificación operada en el campo de la metafísica entre lo
tic las imágenes de los sentidos representa, en realidad, una ele.
in finito y lo finito, entre Dios y el mu nd o, se refleja, dentro de
vnción de lo múltiple mismo a la unidad y a la simplicidad de l
la teoría de l conocimiento, en una nueva relación que ahora se pensamiento" 19
ma nifiesta entre la sensibilidM y el pensamiento.
Es cierto que ambas capacidades permanecen estrictamente se-
lO De conjecturis, rr, 11 y Il, 16; cfr. especia lmente fol. 62b: "Complica
paradas la una de la otra, en 10 que se ref iere a su contenido y
u n: nsum cum descenau intellectualiter, ut apprehendae, Non enrm ese int en tío
origen peculiares: el entendimiento puro se caracteriza por el he- lurellectus, ut fiat sensus, sed ut ffet inrellectus perfectus er in ectn : sed
cho de fundamentar y desarrollar todos sus contenidos por su '1l1l1n iam in acru alíter constituí nequir, fit sensus, ut sic hoc medio de poten.
propia virt ud , sin que necesite traspasar los lind eros de sus pro- l!~ in ectum pergere quea t. Ita qu idem supra seipsmu intellectus redir circulad

pios dominios para just ificarlos lógicamente. En los primeros prin- ' '' Mlpleta rcclilio ne. . . Nam intellectum in species sennb.les descenderé est
"" ..aJere ros de conditionibus ronlrahentibus ed absoh,tiores si.mplicitates,
.t"<lr1tO igitur profunclius in ipsis se immittit, tanto ¡psoe specfes magis s bscrben e
18 De pace seu concordanria {idei (1453) , cap. VI, Col. I16b. 111 r¡us luce, ut finaliter ipsa alteritas in telligibilis resoluta in un itatem lotellec-
76 El. RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOaMIENTO NICoLÁS DE CUSA 17

En estas profundas palabras se adelanta Nicolás de Cusa a llue evoca para supera r y despejar la vaguedad inherente a eUa.21
un postu lado Que sólo ha bría de llegar a desarrollarse y realizarse 1,.0 1 sentidos en cuanto ta les no entrañan fuerza alguna capa z de
con la ciencia moderna y con su ideal de conocimiento. El ver- det erminaci ón y dis tinción; es la razón misma la qu e tiene que ela-
d adero saber sólo pu ede alcanzarse y fun damenta rse entr egándose horar el material suministrad o por ellos para introducir d elimita-
a la materia d e las percepciones; ahora bien. cuant o más ahonda- I lunes y especificaciones fijas: ratio sensu ut instrumento ad dís-
mos en esta ta rea, más cl aramente se destaca ante nosot ros sobre l eme nda sensibilia utitur, sed ipsa est quae in sensa sensibile
el fondo de la experiencia la imagen d el propio espíritu y de sus ,1¡t('"C.'mir,22
creaciones conceptuales. Por do nd e vemos que la imagen empírica del universo, en la
El Cusano señala aqu í el rumbo histórico de l platonismo, que qu e los objetos apa recen ante nosotr os corno ob jetos concretos y
h abrá de conducir a Kepler y G alileo. Sería erró neo qu erer ver sepnradcs, es ya un producto de la cooperación de los do s Iecro-
en el renacimien to filosófico del qucrrrc ceruo pura y simpl emente I r ~ : In percepción y el concepto, La función d e la idea es inda -
el descubrimiento d e la filosofía platónica; en realidad, los nexos Iluda y destacada dentro del campo de la mi sma ex periencia,
con esta filosofía no habí an llegado a romperse nunca en la Edad Ahora bien, esta reacción contra el realismo med ieval, para
Med ia cristiana. t i qu e la idea e ra algo absoluto y existe nte en sí y de por sí, nos
Interesa destacar, en ca mbio, como caracter ístico el nu eve pun. 1I1' \'a a consecuencias que , de momento, parecen contradeci r a la
ro de vista bajo el qu e a hora se presenta la teoría de las id eas. pureza y sustantivida d del pens amiento, Si nuestro pensami ento
Ni colás d e C usa rechaza expresamente las ideas, en cuanto éstas ll ¡ ~ctl rsivo tiene por misión cla sificar e int erpretar la s impresione s
se conc iben e interpretan como u n ser absoluto situado más allá lle los sentidos, es evidente que no se orie nta hacia la esencia
del mundo d e los fenómen os; en este punto, se ad hiere en un todo mh ma de las cosas, sino sim plemente hacia las " imágenes" o "ca-
y con todas sus consecuencias a la crítica aristotélica, Y asimismo p¡ n .~ " de éstas, sin qu e en ni ngún punto pueda ir más allá d e ellas.
niega el falso apriorismo de los "c onceptos innatos": 10 innato 1!1 sistema del conocimiento, visto así, se reduce a un conjunto y
al alma no son los conten idos de conoc imie nto concretos, sino sola- lin o ord enación de signos, sin que sea asequible a él el mu ndo
mente la capac idad par a llegar a adqulrírlos.w . 1"I()!uto d e los ob jetos. Los objetos, según esta concepción, se ha-
De este modo, el C usano no se enlaza con el desa rro llo meta- Il llln contenidos en el espíritu divino en cuanto a su verd ad precisa
físico d e la " idea" -el neoplato nismo Ic é repet ida y enérgica- y cnracteristica, lo que qu iere decir que el nu estro no pu ede capta r
me nte rechazado por él-, sino que se remonta d irectamente a las t i Ft'r de las cosas, sino sola mente, y de un modo mediato, su "se-
profundas reflexiones met odológicas de la República de Platón rneinnza".z.1 y si el pen sam iento de Dios es, al mismo tiem po, un
acer ca de las relaciones entre los sentidos y el pensam ien to, La crear, de ello se despr ende que el único camino para la formación
percepción, nos dice, no es la contradicción absoluta, sino que es,
t i O " . cil.: Oralt>'l': " Aiebar Plato tune eb íntell ectu judid um requul,
por el cont ra rio, el estim ulante y el " pa racleto" d el concepto puro,
ll"lodo sen5U~ c""'mlria fi;mul ministral . Idiola: Subtili ter dixil, nam cum
Il clus aimul d" "',,, ee moll e seu grave er leve confuse offeed ar, contra rium
rus in fine q uiesca r, Non igituf attingitur unitas, nís¡ med iant e ah eTlIale," In cnntl'llTio: recu reirur ad inte llecruiTl, UT dI! quidditate urriusque slc cc nfuse
Véa~ el giTO ml!taf lJico del mismo p"noamienlo, en De genl!Ji (lH1). fol. 7\1. Hn lil llm, q und ¡:.'''''' di"Cn':la 5int. judicet,"
:lO " In hoc igiror Aristoleles vid erur bene .opinaTU$: animae non esse n c tjo- 1t De co>t'lie'C,..ri l. l. lO. f<>l. 451.; cfr. Idiotll, 11I. S.
nl!S ah init io concreau.s, q UlS inco rporand o pl!rdiderit. Verum q uon iam non u Si omo;A ~u n t in mente divina , Uf in sua prl e'CiSll et proprla ver ltate ,
pole" proficere, . i om ni care t jud ido.. , ea propt er mens nosrra haber aíb¡ ",,,n ia ~unt in mente nostra ur in ima(line seu símtlíeu dtne propriae veritatis, hoc
con ct eecum judid um, sine q ue profieefe nequirer. Hae e oís judiciaria est lit notlonaliter. Sim ilitu dine enim fit cognitlo, Omnia in de o sunt, sed íbi
men li natuY(lli wr concre<1la.. . qua m vim si Plato notionem nominavit concrcc- .... um exernplaria, om nia in nostre me nte, sed hic rerllrn eimilitudínes", Idiota,
tam , non peni r" J I.'1'Tlwit." Idiora, 11I. 'l. fol. 84h. 11I, 3. fol. 83 b, M l .
78 EL RENAC ER DEL PROBLEMA DEL CONOaMIENTO NI COLÁS DE CUSA 79
de nu estros conceptos es el de que nosotros mismos nos acomode- cosas del mundo exterior en cuanto podemos descub rir de nuevo
mos a los objetos y nos transformemos a tono con ellos. en ellas las categoría s de nuestro propio pensamiento. Toda "me-
Con arreglo a este punto de vista se determina el concepto d ición" de los objetos responde siempre, en el fondo, al impulso
mismo del alma: ésta es, sencillamente, la cap acidad de acomo- del pensamiento d e medirse a sí mismo y medir sus propia s fuer-
d arse a todas las cosas (quae se omnibus rebus potest conforma- zas.27 El int electo puede, ah ora, asimilarse tod os estos contenidos
re).24 Lo característico y esencial del espíritu d ivino es la "vis y llegar a conocerlos en su similitud consigo mismo, puesto que
entificativa"; lo propio y peculiar del espíritu humano, por el con- encierra en sí mismo, con arr eglo a esta conc epción, el punt o, la
tr ario, la "vis assímílatívav." unid ad, el ahora, y posee, por tanto, el verdadero fundamento par-
Con lo cual parece como si el pensamiento, obligado a ate- tiendo del cual es posible construir la línea, el número y el tiem-
nerse a un modelo externo y no pudiendo recibir sino d e éste el po.28 Se llama al intelecto, por tan to, la imagen y el trasunto d el
sello que lo acredita como bueno, se ve reducido, al mismo tiem- universo en el sentid o ele que encontramos en él, como unidad
po, a reflejar lo dado de un modo puramente pasivo. Y, en efecto, concentrad a, el contenid o de tod o aquello que los sentidos nos
el propio Nicol ás d e C usa se ve obligado a llegar a esta conclu- transmiten como presente en el mund o de las cosas."
sión: "Sunt illa omnía unwm et idem: vis concipiendi, conceprio, Mientras que la primera época d e la filosofía d e Nicolás de
similitudo, nono, passio ct intellecws." 26 C usa versaba, sobre tod o, en torno al probl ema fundamental d e las
Sin embargo, al llegar a este punto, qu e am enaza ciar al traste relaciones entre Dios y el mundo, el problema se presenta ahora
con la unidad int erior del sistema, comp robamos una vez más la planteado en términos disti ntos: en vez d el mundo aparece, sus-
fuerza filosófica y dial éctica d el pensamiento del Cuseno. El con- titu yénd olo y representándolo en la consideración especulativa,
cepto de la seme~, tomado por él como una herramien ta de el concepto del espíritu. El alma es, en el más acusado y alto
la teoria escolástica del conocimiento, va convirtiénd ose poco a de los sentid os, el símbolo del creador; todas las d emás cosas sólo
poco, en sus manos, a fuerza de interpretarlo y d e ahondar trans- par ticipan de la esencia d ivina en cuanto qu e se representan y
formadoram ente en su sentido, en instrumento y vehículo con cep-
tual de su propia y fundamental concepción. :n lbid. m, 9, fol. 90 a.: Philosophus: "A dmír cr cum mene, ue ais, e men -
De la "similirudo" va pasando a la "assimilario": de la afir.. eura dícarur¡ cue ad rerum mensurarn tam avide Ieratur? Idiora: U t su¡ ipsius
mensu ram attingat. Nam m en e est viva me nsu ra, qu ae mensura ndo alia sul
mación de una seme janza existente en las cosas, que nos suministra ca pacitatern attingit. Omnia enim agit, u t se cog noscat."
la base para su síntesis y su d esignación genérica, nuesrto pen- 28 Ibid. Hl, 4, fol. 84 a : "Ex hoc elice ad mirandam rne n tis nostrae virtutern.
sador se orienta hacia la exposi ción del proceso al qu e el espíritu Na m in vi ejus complica tu r vis assimila tiva compllc anonía puncth pee qu am
tiene que recurrir n ecesariamente para crear un a conexión armó- In se repenr porentiam, in qua se cmní rnegn írud m í assimtlat. Sic etia m oh
nica entre los objetos y el espíritu mismo. vlrn assirnila rívarn com plíca rionis u nitatis, hab er por enrtam, qua se poteat omni
mulntudín ¡ assimila re, et ita per vim assimílatívam complicárlonis nunc seu
Ahora, el yo no conoce ya los objetos al acom odarse a ellos y praesentia e omn i tempori, ee q uietis omni motui, e r sim plic ltati s omn í compo-
reproducirlos, sino, por el contr ario, al ca ptarlos y concebirlos . ltion i, et ;d entitatis omn i d iversitati, e e aequ alira tis omni ina equaluarí, et
a imagen y semejanza de su propio ser. Sólo comprendemos las nexus cmnt drsjuncríoní," Est e mis mo pe nsam iento apare ce expres ado, en
utra varia nt e, en De l«do globi , lib ro Il, fol. 16 a: el espíritu, se dice aquí, se
2i D e ludo globi (1464), lib. I, fol. 156 a. eslmlla la unidad, e l punto, la quietu d, para ha cer qu e de ello s brote n el nú-
2~ "Inter divinam memem et nostram id int erest, q ucd ín ter {acere et mero, la figu ra, el mo vim iento.
vid e re. Divina m ens con cipiendo c re at, riostr a con cipiendo essírnilat notiones 29 Cfr. De non aliud, p. 170: "Omn e sensíbilís mund i tale simpl ex, qttod
seu intellectuales Iacie ndc visiones. Divina mens esr vis e ntiHcativa; nostu ere de regione int eUigibilium, anr ecedi(. • • V ideo lgttu r, quomodo eorum, quae
me na esr vis assimilatlva." Id iota, m, 7, fol. 87 a. In regtone sensibihum reperlun tur, q uicqu am sentltur¡ simplex ejus, quod qui-
26 Id ,'ota, I1f, 8, fol. 88 a. ,Iem intellig ítur, enrecedlt", etc.
BO EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENrO NIcoLÁS DE CUSA 81

reflejan en ella. Por donde el intelecto humano, aun siendo la h ll ,en el fondo, sino la ord enad ón y clasificación d e los d atos
imagen de lo absoluto, es al mismo tiempo el modelo y prototipo 01 las sensaciones, le esta negada la aut éntica " precisión": a lo
de tod o ser em pírico : mens per se en dei ¡mago; om nia post men- Inh que puede llegar es a una certeza pur amente relativa y apro-
t em, non nisi per mentem.,1O eunnda, Por consiguiente, cuando el saber gira en torno a un
En el conce pto de la " assimilatio" se entrelazan, por ta nto, dos l »uenído empírico, sólo se proyecta ante nosotros la sombra de

diferen tes motivos y mod os d e tratamiento. Sirve de punto de 1.. "for mas puras" a las qu e tiende en última instan cia nu estro
part id a un an álisis y una interpretación del pr oceso de la pe:r-rep. .onocímiento: la fuerza de la materia extraña, que viene d ada des-
ción, en el que el espíritu , según el C usano, aun determinándose di' fuera, limita y oscur ece la seguridad en sí misma de la in rui-
originaria ment e de un modo pasivo, no tarda. sin embargo, en .llIn y la captació n espiritual ."
desarrollar sus energías y fuerzas especificas. El alm a misma eme- Por consiguiente, si qu eremos elevar el saber por sobre el cam-
na, por med iación de los órganos periféricos, de terminadas "e spe- 111 1 de la simple "opinión", no tenemos más remed io Que encon-
cies" di stint as, que se transforman d e múlt iples modos con arreglo un r otra mira y un nuevo punto de orien tación. El es píritu no
a las influencias de los objetos, produciendo así la cambiante va- .lebe buscar ya su meta más allá de sus propios límites, sino
riedad d e las impresion es. El tipo Y la modalidad d e las ímpre- ' lile debe encont rar en sí mismo el centro de la certeza. Los amén.-
sienes d e Jos sentidos aparecen determinados siempre. aquí, no Iloos conceptos de la razón no d eben constit uir el resultado y el
sólo por la natu raleza del objeto externo, sino también y al mismo Unnl d el proceso del conocimiento, sino su comie~ y su premisa.
tiempo por las cua lidades del medio sobre el qu e actúa: y así, La. significación lógica dec isiva de la matemticica estri ba pre-
vemos que el fino "es píri tu arterial" contenido en el ojo sólo es ctenmente en que es en ella dond e se opera y acredita esta in ver-
sensible a las impresiones de fonna y de color, pero no a las d el .1'\11 d e los términos del problema. C ua ndo el espíritu traza el
sonido. .oncep ro d el círculo, cuando se repr ese nta una línea cuyos puntos
De aqu í qu e d ebamos admitir, dando un paso más, la existen- '<In todos equidistantes d e un centro comú n, la form a que d e este
cia de un "espíritu" ( spiritus) , el cua l, no hall ándose ya sujeto urodo nace no tiene nu nca un ser material separad o, al margen
a las distinciones d e los dif erent es sentidos, puede adaptarse por drl pensamiento. En la mat eria no se encontrará nunca y es im-
igual a todos los cont enidos de los diversos campos, ha ciéndolos I', l~i ble qu e se d é una igualdad exacta entr e dos segmentos, y no
con ello comparables entre si y susceptibles de,ser relacionados los .Il~amos ent re un a multiplicidad infinita d e lineas. El "círculo
unos con los otros. Esta relación, que en el órgano de la ima gi- mental" es el único arquetipo y la única med ida del círculo, qu e
nación apa rece todavía vaga y confusa, sólo adqu iere una de ter- dibujamos en la arena. De modo análogo, podemos distinguir en
minabilid ad d istinta y clara, por últ imo, en el órgano d e la razón.' 1 todo con tenido con que nos encon rramos u n doble 1'J'LOdo de ser:
Sin embargo, en tod o este proceso progresivo se conserv a y lino, el qu e se nos presenta cuando 10 consideramos en lo conrin-
man tiene totalmente la d ependencia con respecto al material prl- eeme y fortuito d e su existencia concreta, ot ro el que tenemos
maria que los sentidos n os ofrecen : los concept os d e la razón IlI te nosotros cuando lo vemos en la pureza y la necesidad de su
represent an el minno contenido que la percepc ión inmed iata, sólo conce pt o exa cto."
que separado y deslind ad o d e un mod o más claro y nítid o que
en ésta. Llevan inh eren tes, por tanto, tod os los d efectos de la 32 "Unde cum per has essimilationes non attin gar ni5i sensi biliu m notionr:$,
impre sión inicial d e los sentidos. Al pensamiento di scursivo, que ulol Ior mae reru m no n su n t vers e, sed o ou mbratae var iabililu e ma eeríee¡ tune
nmnes notiones lales sun t p:Jtius cnnjectu rae, quam verltates. Sic ireq ue díce,
80 ldiotlJ, m, J. fol. 84 8. C fr., especialmente, sobre el hombre como " pafVUlI ' IU',J noríon es, q uae per raeíonale s esslmilationes atttngu n tu r, eun r íncer-
mund us", De Jud o gl.obi, lib. 1, fol. 157 b, 'le, q uia eunt secu ndum imagines p:Jtiu s formarum, quam veriteres" (fol. 87 b) .
3 1 Idiota, m, 7, fol. 87 a. u lbid. Cfr. Complem.en t~ m th~ogicum, cap. Il , fol. 93 l . " N on en im
82 EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO

La verdad de las cosas se nos ofrece solament e en este segundo


NI COL\S DE CUSA

asequible, sino que se oculta y envu elve ant e nosotros bajo los múl
"
tipo de consideración. También sobre él proyecta el C usano el tiples nombres y símbolos de que necesariamente tenemos qu e
punto d e vista de la asimilttción: pero ahora no se trata ya de qu e volemos para captarlo : pero estos "nombres" no son algo arbitra-
el espíritu se acomode a las cosas sens ibles conc retas, sino de rio y sustraíd o a leyes, sino que brotan de l fundam ento y la ley
que se orien te y se adapt e a su defi.nición m atemática pu ra, q ue de nu estro propio espíritu. El mismo medio qu e nos separe de la
representa todo su co ntenido científico. El pens amiento, al ase I'xistenci:a absolut a nos abre al conocimiento d el propio ser,
me íarse progresivame nte a las "formas abst ract as" Que en cuent ra Este nexo intr ínseco ex plica por qué los fundadores de la filo-
en sí mismo, va d esarrollando y creando con ello las ciencias ma- sofia moderna, para qui enes la conciencia se conviene en el pro-
r.e:málialS seguras. Y, mien tras que antes sólo se producía un saber blema central, profesan siempre el "nominalismo" en su actitud
limitado y supe rable en todo momento, ah ora, por este segundo time el viejo pleito en cu anto al ser d e los conceptos genéricos,
ca min o, se logra la cer teza absoluta. El pensamien to, que comien- yn que ven en ella la garantía y el reconocimiento de lo que
za con los objetos, pa ra copiarlos ya sea en las impresiones de los constitu ye la fuerza de l factor "subjetivo" d el conocer. Es espe-
sentidos, ya en los con ceptos genéricos y generales abstraídos de cinlmenre carac terístico con respecto al valor positivo que Nico lás
ellas, no arriba nunca al verd adero ser: el conocimiento necesario de C usa at ribuye al concepto del signo el hech o de q ue ilustre la
surge solame nte allí donde el espíritu parte de su propia unidad relaci ón general entre el signo y el contenido designado medi ante
y "simpl icidad ", para explicitarla en una varied ad d e defi nicio- c.-I ejemplo d e la relación existente entr e el punto y la línea. El
nes y prin cipioo.u punto puede ser considerado como el símbolo d e la linea en cuan,
La concepción según la cua l tod o nuestro conocimient o puede te que es el fund ame nto y la premisa sobre el cua l la línea se
resolverse en un conjunto y una ordenación de "signos" no cons- construye por constant e repetición; es decir, en cuanto que re-
tituye, por tanto, para Nico lás de C use, una contr adicción, sino sume a la par que expone y representa todo su contenido con-
una confirm ación de los fundament os idealistas. Su "nominalis- ceprual."
mo" no es --como entiende Falkenberg15_ un aditament o ex- Nos acercamos, con ello, a un nuevo térm ino y una nueva
traño en el sistema, sino, por el contrario, un criterio y un com- fórmula para designar la relació n metafísica fundamenta l de lo
plement o import antes d el pensamient o fundamenta l en qu e se Uno y lo Múlt iple. Veiamos cómo el postulado que últimamente
insp ira. El ser simple e incondicion ado no nos es direct amente formulaba era el de hacer qu e la "simpl icidad" d el espíritu pen-
cu rar geomere r de ¡¡neis IU t figutis aeneis IU t aureis I UI ligneis, sed de ipsis, snnre desapareciera en la plu ralidad d e los conceptos y d e las
UI in se sunt, licet extra m areriam non reperianrur. Jntu etur igilur sensibili r-osas, no para d esintegrarla y d isolverla en ellos, sino; por el con-
ocwio scnsibiles figuras, tH m entali possit inl ueri mental es. Ne que minu s vere trnrlo, para elevar la a una fase sup erior de autoconocimiento y
mens mentales conspícír, quam oculus sensibiles, sed tanto venus, quantc mena
conciencia d e sí misma.
¡pila figuras in se lntuerur I matería h aller itB le absolut as, "
Ji "Er q uil mens UI in se er I mate ria abstra cta has fadt assimilaliones,
Por tanto, si la serie d e los números puede concebirse como
tu ne se l.Mimilu fonnis ab$lrac ris. Et teC10lndlLm hanc vim eJ;mt seien tias elmbolo d el ser sensible y la un idad como símbolo d el ser inte-
ceruu =hemalicales et comperi r vi'""'tcm SKam este re!..,u prou;r ir¡, neccstitare lectu al puro, se trata ahora d e indagar y retener lo Uno, no en su
eornp lexionis s.. nt, as.tirniland¡ et noriona ladenJi. • . Unde mens respici endo
ed sua m simplicitBtem. .• ha e aimpbcírare untur instrumento, ut non solum l e "Sic men s an te cc mposíre m lineam ineo m positu m punctu m contempl..
• berracte extra TI'IIlcrilm, led in ~im plid fD le matens e inco mmunicabili -se lur. Pu nctua enim signum eSl, linea verc d gM tllom. QlLid <1ILtem ...ideN r in
omnibul assímíler" (Idiota, 11I, 1, fol. 87 b}. . i~ nato, nisi signlLm, qui ppe slgnum esr signari signum? Meo principilLm, me-
811 Falckeoberg, Ornf\d,ügc de r Philosophie des Ni colaU5 ClLsanus mit be- ,l,um el finiJ signllti est signum, seu lin eae eS! punctus, 5e U mo tus en q uita,
IorIderer Berüd ' sichrigun g del' l.ehre vom ErkeTlf\en. Beesleu, 1880. Cf r. espe- . ¡ve te mpo ris ese momentum ee univers allrer dívielbílie indivisibile", De non
cialmente pp. 134 s. 'Úilld, po 192.
" EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO

aislam iento abstracto, sino en su despliegue, es decir, dentro del


NICOLÁS DE CUSA

I!l to nos revela el "qué" del circulo o del triángulo, el cual se


"
mundo mismo d e la pl uralidad. Donde qui era que, por consi- mantiene inasequ ible a la intuición d e nuestros sentidos, aferrado
gu iente, se presente ante n060tr06, en un gru po de conte nidos ,lempre al ejemplo concre to y a sus d imensiones arbitrariamente
d eterminadameme graduados, uno más grande y otro más peq ue- reblecidas, Para poder llegar al conocimiento y a la definición
ño, un más y u n menos, se trat ará ante todo de destaca r y fijar en urjginarios y racionales de una de term inad a figura geométrica, hay
él, concept ualmente, un momento que no intervenga para nada que omitir en ella la extens ión y la d elimita ción, que son condi-
en estos cambios, sino qu e, por el contrario, los presuponga y clón de su representabilida d para los sentidos.
haga posibles. Con esta orientación general sien ta N icolás de Cosa, por mu-
lo que, como conceptos, caracteriza a la línea y al ángulo, por c.: ho qu e pugne tod avía con el pensa miento y con la expresión, el
ejemplo. lo que los distin gue d e las demás figuras geométricas y primer fun dament o lógico d el conce pto de lo "infinit amente pe-
106 con vierte precisame nte en lo que son, la linea y el ángulo, se que ñc", No debemos d etene rnos en la forma finita y divisible de
contiene, eviden tement e d e un modo tot al y uniform e en todos la magnitud , sino que, para pod er captarla en su concepto puro y
y cada uno de los ejempla res d el género, por muy grande o muy llora llegar a comprende r sus conexiones sujetas a ley, tenemos
pequeño que él sea , ¡II U~ derivarla y hacerla surgir de un momento único e indivisible.
Por tanto, la distan cia concreta y limi tada no envuelve nunca y así, vemos que el punto es la "totalidad y la perfecci ón" de
la "esencia" d e la línea, la que debemos pensar, por el contrario, 111 línea y qu e la d uración extensiva en el tiempo descansa sobre el
como infinita o, mejor dicho, como extraínfinita, por cuanto qu e "ahora" y se derrumbaría ne cesariament e por sí misma si aquél
se halla sustraída al punto de vista y a los antagonismos d e la sim- deanpereciera." Y del mismo modo qu e el instante es la "su stan-
pIe ca nríded .st El progreso h acia el infinito, en el que d esaparecen ele" d el tiempo, el reposo es la sustancia del movimiento. El des-
las diferencias puramente contingentes de la magnitud, es lo que plnzamie nto d e lugar de u n punto d entro del espacio no es otra
nos descubre el " fundamcn:o" raciona l de las formas finitas.u fI ">!\3 que la sucesión y ordenación sujetas a ley de sus situacion es

n " Omnis dabilis angw!us d~ ~ ipJO did~. quod non sit vciuu lln gufaris. de reposo in finitamente variadas: motos est ominata quies seu
Veritas enim non capit n ec DUljus : nee min us. Si enim poseet eJK major 1u1 ¡¡fÚt.'tes serkuim ordil'bfUl:le. t O
minor veritas: non essee ver itas. Omnis ¡gilur angulus d kil se non ('SR veo- Con estas proposiciones, el emano se adelanta no sólo al pen-
U lem angula~em, qu ía potes¡ C SS(' aliler qu am C"St. Sed di e;t angu lum maximum
paritef el minimum, cu m non pcesee esse alíter, q uam esr, ('SS(' lpea m simplj..
enmienro, sino incluso al l.e:nguaje de la nueva ma temática, tal y
cissima rn el ne cessa ríem ventarem angulare m." De beT,Uo. cap. XIII, fol 186 a.
Cfr. upec ialmenle Comp!ement..m tMoW¡iewm. cap. V, fol. 9S b: " V ide Id- " Linea ~ p uncti en ,lulio. el su perficies linae, et solid itllS supe rficjei.
m irabile : duro rnethemarhíeu, figura r polygoniam, q uomodo resp icir in ellero- " n<l e si roll ís penctumt de ñcte o mnis megnír udc. Si roll is ...nitatero. defi cit
plu inñnirum, Nam d um trigronum dep ingil quan tum, no n ad Irigon um "mnis magntrudo,' Idiota, 1Il. 9, fol. 89 b, " Mcmentu m <:SI temporis subsla n-
n:spici r quamu m, R'd ad "i, Gnum ,irnplid~n abJOlulllm ab omni q uanl illlre 111 . Nam ec 5IIblaro nihil rempo ris ma net . . . CIare jam video, quomam prae-
el q ualnate, magnitudine el rn u!lit udíne, Unde quod quentum dep ingit : non B~o li a esl cogncscend¡ principi u m, el eseend t, om nes tempor...m d iUerentiu el
rcd pit ab e xempl a ri; nec in re ndie q uanlUm e ffícere. Sed qu il de pinllele e u ro nrieta leS; peT praeJenliam enim prae rn ir<t cognosco ~I /ufllra, el quicquid
~quir. Mt JenJ i&ilis / ial f1iang" lwJ. quem mente cencipit, accidi~ ej quanlirllJ, ..,n ( pe.. ip lam $lIn t, q u ippe praesentia in pra et erito e51 ptaeterila, in f u tu ro
Il nt' qua JenJi&iliJ / ieTi nequit," eure m esr fut o ra. in m enee mensls, in die díes et ita de omn íbus,' De nQI1
. U "Manifesrum autem ese in in finita linea non esse allam blpedalem el '~I"<¡, p . 180.
trIpedalem: el ílla e51 ratio ñnitae, Unde rat io est un a a mblrum lin ea rum, t ll"Cum mover é sir de uno seat u in al ium cadere.. . sic nihit 1cpe ritur In
Et divem tas rerum sive lín earum non esr ex díversieete rano nie, qu ee est una, ""'/u nid qu ies. Motus enim est díecees!o eb uno, unde mov ed ese ab uno
sed ex accldenri, quia non ueque raricnem perricipanr. Unde non ese nísl t i hoc est ad alíud unum . Sic: de qu iete in quietem transire eJI mov erl, ut
una o mnium ratio, quae div ersimode participat ur." De docta ignorantia. cap. uou ait ali ud moved, nisi ordinaw. qui es seu quieuJ Jeriatim ordinat<te." Jdiora,
XVII, fol. 7 b. 111. 9. fol. 69 b; cfr. e5pecialme nre De docta Ignora nlia, IT, 3, fol. 15 a.
EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO NICOLAS DE C USA 87

como, andando el tiempo. llegarán a desarrollarl os un Descartes Nicolás d e Cusa pone, así, el fund amento par a la crítica Ieibni-
y un Leibniz. Vem os cómo va preparándose aquí el nombre d e rinnn d el ccecepec de la swran.cia. A primera vista, tiene que
las coordenadas, de las li~ OTdinatim appliau:ae, a la par que pnrecemos por fuerza sorprendente, es cierto, Que todo el campo
se abre y va imponiéndose ya la concepción genera l que cond uce rle la "ex tensión" se asigne pura y simplemen te a la "i magina-
a la fund amentación del aiU:ul.o inU'gml. clén", pues lacaso no cae, con ello, bajo el mismo juicio lógico
En el nuevo concepto de la ma,gnitud qu e ahora surge se ex- utimativo toda la anterior maremátiM de ku magnitudes finitas?
presa, al mismo tiempo, una concepción d istinta y un a nu eva Sin embargo, ta mbién es posible llegar a comprender este giro:
d efinición lógica de l SeT . Se ve claro ahora cómo la percepción, las "unid ades" intel ectuales pur as son comparadas y contr astadas,
qu e permanece en la esfera de lo extenso y de lo complejo, no pue- llll d irectamente con la mult iplicidad d e lo sensible, sino con el

de abarcar ni medir el ser. La verdader a realidad d e todo con- f""wepro al que se reduce aquella multiplicidad. Las cosas de 106
tenido sólo se revela a la mirada d el intelecto al reducir a una .entidos no se convierten en objeto d e consideración en sí mismas,
un.idcU ind ivisible la existencia que se despliega ant e nu estros en su individu alidad concreta , sino Que aparecen resumid as y
sentid os. Podemos pensar la " esencia" d e un ser cualquiera sin I<"presentad as por la categoría d e la cantidad, sin la que no serían
su magnitud extensiva, la "quidditas" sin la "quantiras", pero no eprehensiblea para el concepto: magnitudine et multitudine sublata
a la inversa." Del mismo modo que la virtud de l di aman te, que nulla res cognoscítur.w
le permite refractar la luz, se contien e lo mismo en un diamante Si par tiend o d e este punto, repasamos la marcha general de la
pequeño qu e en otro grande, pues es ind ependiente d e la exten- investigación, vemos que se impone unte nosotros una observación
sión, Mí también la sustancia del cuerpo, en general, nad a tiene general. La contraposición conceptual del ser "simple" y de su
que ver con su " masa". Depende única y exclu sivamente de "despliegue", de la complicatio y la ex plieatio, había sido creada
determinadas eualidiades características del cuerpo de que se trata, para expresar las relaciones y la pugna entre Dios y el mundo. En
que aparecen un as veces bajo un a forma y otras veces bajo otra, ri ta función meM/isica rad ican su origen y su significación d e
revestidas con este o aquel "a ccidente", para ha cerse así visibles principio. Pero, en el transc urso d e la investigación , vemos cómo
o pate ntes a la intu ición de nu estros sentidos. Mientras qu e la r fe sentido inicial. va ampli ándose consta ntemente. cómo se en-
percepción considera las cosas en su extensión d entro d el espa- focan nuevos y n uevos grupos d e problemas, para someterlos a
cio, el int electo capta el prin cipio V el fundamento originario d e su nquella d istinción siste mática funda mental. Sucesivamente, se eco-
actMda:!.ü . ideran d esde este mismo punto d e vista antitético de lo "Uno" y
lo "M últiple" las relaciones existentes ent re D ios V el espíritu hu-
U '"Qu idd itas quam men te aMe qwan.tifol.lCT7l video. cu m sine qua nl o im4- mano, y las qu e dentro del espíritu existen ent re sus principios
¡in4ri non JlO5Sir, in ima lÓnatione variu recipit imagines, qu ae ¡ine varia fundamentales y el contenido d esarrollado de sus conceptos. La
q uanti tate esse non qu eunr e t licn de qviddi tal is enencill qwan riulJ non sir, misma magnitud, qu e es un contenido inmanente fundamental de
q uam melU quide m supra im allina tion c m co nte m plarur. • •: quan titaa ta men ¡ ic
nuestro pensamiento, de ja margen para esta d oble consideración
ni: co nseq ue nte r ad ima gín;, q u idd ita te m, q uod sine ipsa cae n eq ule irMgo."
De non afiud, p. 161. . y este enjuiciamiento doble.
42 " Non ergo molis quantita rCT7l de cm-b u fU"U1i enentia. "id eo, qu ía et pa rvu s
la pillus carbunculus ese, sícur et magnus, Ante magnum igitur corpus ee par_ ,,,' test a ppteh en di, imimior et pen irior carb ún culo esr et sen$Ui ip.'i in\!isibilil,
tJ1¿m carbun.culi subste1ntiam cerno: ita d e co lo re, ligura et cete rls ejua ecc td en- " t r in feltect u m au u m, qui ipsum anrerioritC'T' separat, cernirur. lpse bane mam
t Ua. Vnd e omnia, quae visu, tactu, imaginario ne de carbunculo atf ingo, ctu- , . rhuncu li aubstenriam. . . ah emrri subsran da no n earhuncuH alillm videe et
bun cu l; non su n t essenti a, sed q uee eí eccl dun r ce te ra, in quibu s, u t se.uibilis hoc in aliis atque aWs operationibus experifur, q u ee 8ubstlntiae earbuncul l
sit, ipsa en irescit, quia sine ilUs nequir eue sens ibilis. , . Lux is itur subsramialls, ~ I r t lltem sequunt ur et no n alr eriua re¡ culuscu nq ue ." De non aliud, p. 167.
quae pre ecedíe colore m et cmne acctden s, quod quid em een su et ¡magina tione ....1 Com pend iu Tl'l , cap. 5, '01. 170 b.
88 EL RENACER DEL PRO BllMA DEL CONOCIMIENTO NICOLAS DE CUS A 89
Por donde un pensamiento qu e parecía d estinado a designa] ,1 nu estro sabe r fin ito, en éste vemos que el conocimiento es la
la d efinitiva separación entre el más acá y el más allá, entre el ser , '1'U1 pe rfecta y la fecunda reproducción de 10 d ivin o. En el p.n-
con creto y el ser absoluto, acaba convirt iéndose en criterio y rec¡ uu-r periodo, era n ecesario ext ingui r y supera r tod as las categonas
biend o fecunda ap licación dentro del campo del ser finito mismo. tl... 1 pensamiento, mie ntras que en el segund o enc ontramos en
y el mismo rasgo caract erístico encontramos en la m utua de- llllft el firme punto de apo yo que nos permite llega r a comprender
limitación d e las d istintas capacidades del conocer. l a razón I~'r analogía y escla recer ante nosotr os mismos la su pre ma es:e ncia•
(rat io) , que se proyecta sobre el campo de los fenómenos concre- l . "subjetividad", aquí, no represe nta ya el polo conrrano d el
tos para ordenarlo y comprenderlo, se halla gobernada por el I absoluto, sino, por el contrario, la fuerza fundamenta l que 006
prin cipio de tercero excl uido, por virtud d el cual entre dos de rer. I Imite llega r a su consideración e interpretación. Es cierto que
mínacíones en pugna sólo puede afirmarse una, y esto la d istingue .1 cam po d el pensa miento y el de! ser sigue n siendo distint os en
rigu rosamente y por pri ncipio d el "intelecto", que intu ye la uní- 1 unmo a su extenaíén, razón por la cual no pu ed en ll egar nunca

d ad absoluta, y en ella la coincide ncia de lo antitético. En esta 11 ¡'olncid i1' por entero; sin em bargo, media entre ellos, en lo que al
separación, el conocimiento matemático se coloca totalmente, por \lllltcnido se refiere una total armonía gracias a la cual todas las
e! momento, d el lad o de la "ratio" : su fuerza y sus límites radio I lociones del se r se proyect an y representan en el espíritu hu-
can en e! princip io de la contr adicción. m lll\O con a rreglo a la pauta propia de éste.
Pero cuanto más va avanzando el Cusano por este camino, mas NI) basta con señala r la pugna entre estos d os motivos Funda-
claramente se ve cómo la matemática necesita , para su propio mentales en la filosofía de N icol ás de Cusa, n i vale tam poco que-
perfeccion am iento, de un (actor que tr ascienda del pensamiento , r resolverla atribu yendo es tas dos direccion es contrapuestas del
rneramen t e "diISCUrsl.VO" . A l 11egar aq ur,
• se invoca la " mirada in- pensamie nto a d os fases diferentes del sistema, situ adas en dos
telectual" (visus intellect ualis) , no para pen etrar con ella, sal- períodos dis tintos. Si queremos que se mantengan en pie la ,conti-
tando por encima de todas las fron teras de la conciencia, en un IlLliJaJ y la u nidad del pensami ento fundamen tal a que el :;l.)Lema
objeto situado en el más allá, sino pa ra representar y justificar el ••ledece, no tenemos más remedio qu e bu sca r una med iación ló-
con cepto del límite, la co incide ncia de la más peq ueña cuerda . Ka y postula r una transa cción ob jetiva en tre las dos orientaciones
con. e l mámas pequeno- arc o. u y este d esarrollo, que se representa ....coruradas.
aq ur en un problema fun damental concreto, aparece con firmado Si, en primer lugar, n os pregu ntamos sobre qu é descansa la
y com pleme ntado ante nuestra con ciencia en la transformación ror respondencia que se afir ma e ntre el espíritu y la realida d abro-
general que se opera en las relaciones entre la trascend encia y la lutn, vemos, ante todo, qu e no se puede tratar aquí de un tra-
inm anencia del ser. auntu de una cop ia del ser trascendente en un objeto cualquiera
olr In' conciencia. El punto cer tero d e com paració n no nos 10 da
m lllll¡.:ún con cepto con creto, ningún dato fijo d e la representación
ti lid pen.;;amiento, sino que nos lo d an sola me n te las operaciones

U n la rgo trecho de camino separa la "reelegía negati va", tal '1 ~tjviJaJe.r del in tel ecto, a base d e las cuales se desar rollan
como apa rece expuesta en los primeros escritos del C usano, d e equclles formas conc ret as. La cau sa su prema y creadora, rlguro-
la teoría del conocimiento de su período posterior. Mientras que enmerue d isociada y diferenciada d e tod o contenido d eterminado
en aqu élla lo absoluto sólo pedía alca nza rse medi ante la negación de la conciencia. se refl eja, sin em bargo, en la fu nción gef\.CT'Ol de
.
44 "N ' ,.
ecesse ene 19ltur me recurr ere ad visu m in tel1 ectu alem, qu ! vlde r, ~\w.: aun no pudiendo ser ca ptada por ni ngu na determinabílida d
minfmam sed non assignabílem chord am curo mínimo arcu coincídere,' De dd pens amie nto, revela, a pes ar de ello, su trabazón con la uni-
malhemalica per/ectione. fol. 101 h. .l,~ y con el pri ncip io del d etennino"LT.
90 EL RENACER DEL PROBL EMA DEL CONOCIMIENTO NlcoLAS DE C USA 91

En vano buscaremos en el C usano, es verdad, esta última far- Pero la pugna entre estas d os tesis puede llegar a resolverse y
mulación mod ern a: pero el pensam iento mismo, aunque no Iormu- comprende rse si -c-siguiendc el camino que el propio Nicolás de
lado así, form a por doquier la premisa latente bajo la que se 1 usa nos señala 4tl _ apli camos de nu evo la afirm ación al campo
compendian en seguid a en unidad las tesis d el sistem a que pugnan de la con ciencia. Toda cont ertido de la conciencia presupone la
entre sí. Si postulamos u na imagen y un ejemplo del ser divino, IUrlTld y la unidad originarias d e ésta, y no puede surgir ni pen-
no debemos ir a buscarlos --el mismo Nicolás d e C usa desarrolla earse sin ellas; sin embargo, esta forma jam ás llega a presentarse
este pensamiento- al campo de lo visible, sino exclusivamente al de un modo completo y exhaustivo en ningún contenido, sea el
acto de la visión m isma.4li uue fuere, y tod os las con cept os e imágenes que transfer imos del
Dios es la actividad pura e ilimitada de la visión, no atada a Inundo d e las cosas a dicha forma represent an con respecto a ella
ningún objeto concreto e ntre cuantos vemos, la Ci1.pacidad funda,. una falsa e inadmisible objetiwción. El intelecto tiene la ca pa-
mental del conoce r, que no se limita a ninguno de sus resuIUJdos. cidad necesaria para asimilarse tod as las d istintas formas sola-
En ella desaparece la antítesis entre sujeto y objeto, ent re el proceso mente por u na razón: porque él mismo carece de un c uño d erer-
del conocer y el ob;eto d el conocimiento: "purissimus inrellecrus minado y objetivo, de una especial "forma notionali s".lIO El
omne intelligibile intellectum esse facir: curo ornne intelligibile in "concepto absoluto" (conceptus absolutus) es la forrruL ideal de
ipso intellec ru sir inr ellectus rose"." De este modo, el intelecto runn to puede llegar a concepto;" pero, t anto en met afísica como
se comporta an te el m undo como la luz una ante los múltiples rn lógica, sería un error fun dam ent al empeñarse en convertir esta
colores en cada uno de 10s cuales aquélla se cont iene como pre- unidad ideal en una unidad empírico-real.
misa, pero sin llegar a identificarse con ninguno de ellos en toda V emos, pues , que ta mbién en este punto repercute indi recta -
6U pu reza e integridad.s" mente sobre la característica de l espíritu una distinción implan-
Ent re los m últiples y cambiantes nom bres que el Cusanc va tnda y d esarrollada con la orientación y la marcada tendencia
acuñando, en un proceso sin cesar renovado de desarrollo y tran s- hncia 10 absoluto.
formaci ón pa ra expresar el ser absoluto, es especialm ente caree- Do nde mas cla rame nte se revelan los m últiples contactos entre
ter ísnca la expresión de Jo "no otro", Que nuestro pensad or argu- los dos distintos pla nteamien tos del problema, que, a pesar de
menta y razona en un estudio especial q ue lleva ese mismo tít ulo: ello, no conducen ni pueden conducir jamás a un com pleto equi-
"De non elfud,' El dobl e sentido del lengua je sirve para retener hbric, es en la profunda y original inves tigación del C usano acerca
y expr esar en una fórm ul a ú nica la d oble tendencia metafísica d el del concepto y el origen d el «tIor. N icolás de Cusa d estaca aquí
conce pto de D ios. " No n aliud" significa, de una part e, qu e lo y sitúa en el lugar central un problema fundamental de los tiem-
absolu to no se h alla ditAOTCiadO y separado de los contenidos em- pos modernos.
píricos, sino Que es preci same nte aquello qu e const ituye su ser Si tod a cosa, en cuanto que es, desca nsa por este solo hecho y
inmanent e, interior; pero con ello trata de expresarse, por otro se perfecciona en si misma, si su e xiste ncia acusa, al mismo tiem -
lado, qu e la suprema un idad no pued e e ntenderse y d eterminarse
como "esto" o "aq uello", a la manera de una cosa ind ividual y 411 "Sicut infdltC"t uf per intellectuale Irigus om nia sensibélirer frigida in_
conc ret a. " D ios es todo en el todo y no es, sin embargo, nada de td ligir sine mu tarione su! sil'e Inge factiooe, ila ipsum non aliu d per se ipsum
todo": en esta antinomia d esemboca la metafísica del Cusano." eive non alíud omnia in rellectualiter existenlia faeir non alia q uarn id esee,
quod sunt, sine su¡ vel rnuratione vd alterítate," Op. cít .; p. In .
4 ~ V. De q«aerendo Deum (1445), fol. 198 a. M Idiota, 11I, 4, fo1. 84 b.
(C De filiatione Dei, fol. 67 b, 111 "Absolutos conceptos aliud esse nequ it, qua rn Idealis Forma omnium,
47 De apice theoriae, fol. 220 a. quae cencip! possunt: qu ae est omnium formabilium aequaliras." Idiota, lib.
48 De no n aliud, pp. 156 J$.; cfr. especialmente p. 159. 11, fol. 79 b,
92 EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOC i Mi ENTO NlCOLAS DE CUSA 93
po, ya por sí misma, un determinado grado de perfección. zqu é n la luz: de una proyección diferente del problema, La unid ad
valor tiene la mirada de l espírit u, al que su capacidad permi te suprema e incondicional form a, según lo expone Nicolás d e C osa ,
conocer y deslinda r el va lor de todos los objetos? Es el intel ecto In base d e todo problema q ue nu estro conocimiento pueda plantear.
el que, gracias a su capacidad para concebir y d istingui r, d eter- 1..0 único que nosotros podernos proponernos es ind agar las relacio-
mina y señala el valor de todo ser, lo mismo el infinito que el nes del ser; podemos poner en dud a si le corresponden estas o las
finito, y el que, por tanto, repr esent a el supremo valor, despu és otras cualidad es: pero la existencia en cuanto tal constituy e la pre-
de D ios. misa necesaria de que t iene que part ir rodn indagación. El proceso
Si p rescindimos d e él, si nos imaginamos d estruida la fuerza del d udar y del indagar, el "posee quaerere'', no es posible si no
y capacidad de medid a d e la razón, privaremos con ello de base a l e parte d e la existe ncia absoluta, del " posse ipsum": toda pre-
toda estimación Y, por tanto, a roda existencia de Jos valores. El gunra acerca de Dios lleva, por tanto, en si misma la certe za de
mérito y la nobleza del espíritu consisten en que tod a la belleza la existencia de Dios y, con ello, el germe n de su solución,"
y toda la perfección del u niverso depe nden de él. Dios sólo podía Ahora bien, N icolás d e Cusa se remite, como ejemplo de esta
conf erir un valor a su ob ra, crea ndo la naturaleza esp iritu a).G2 fund amental conexión, a la ciencia y a su método. Q uien persiga
Sin embargo, aunque el intelecto sea la fuent e y el origen de In cuad ratura d el círculo, tiene necesariament e, ant es de pode r
todo ju icio acerca de las cosas y d e su perfección, no pod emos docu ment arla con los hechos y los result ados d e su investigación,
considerarlo -y, en est e punto, cambia de ru mbo la investiga- que presu.poner corno posible un a iguald ad entre las figuras recti-
ción-, como el fund amento de su esenc ia. misma. No es él qui en líneas y las curvilíneas; dic ho d e otro modo, tiene que partir de
crea el material y la materia fund ament al de que se forman los un ccncepeo P UTO y general de la magnitud y de la igu.al.d.ad, rete-
valores, sino que lo presu pone como algo d ado, en tod as sus esti- niéndolo y tom ándolo como base, a pesar de todos los indicios en
macion es compa rativas. Si Dios es el "amonedador" que acuña contrario que los sentidos le sugieran.
el oro y le imprime el sello de su valor, el intelecto humano no es "Y aquí se abre ant e nosotros la solución del misterio, coesís-
sin o el cambista que observa las distintas moneda s, una por una, lente en qu e qu ien inquiere presupone lo que busca, a la par que,
las trueca y las pesa.503 El entendimiento no t iene la fuerza. de la 111 buscarlo, no 10 presupone. Quien apet ece saber da por s ~stO
creación, sino solamente la fuerza de la investigación. Lo q ue lItre existe una ciencia, gracias a la cual el que sabe adquiere el
la razón h umana recibe no es, en última instancia, por tanto, mbcr. Quien duda se siente movid o y espoleado a ello por el pen-
sino la moneda ya acuitada , aun que sea ella la llamada a compro- snmiento de un conocimiento infinito qu e encierra y resume toda
barl a para ver si es aut ént ica y a garantizar su ley. posible verdad," 6 ~
Esta doble relación se ve nu evam ent e iluminada y esclarecida De nu evo se comp rueba aquí el concep to de la "docta igno-
u De luJo gloh i, l,b. 11, fol. 167 b, 168. "Dum pro fun de conside ras., in. M De IIpice Ih eoriae, fol. 210-21: " N am c u m posee ipsu m omnis q tulestio
relle<c tu . lis rllllurae valor pos t valorem De i eupre mus esto )l.'am in ejus virtllr e de pctesr ptael;u pponat : n uU. dub iratio mcven de ipso po test:, nun. ením ~ d
nI De i e e o mn i.. m ~"'¡ar nn rion.aIilN rC discretlw. Ee q uam"ü inulLrcru non Il'5um perringit, Qui enim q uaereree, an posse ípsu m sir. srarím dum .dverttt,
det ene "'Ilari, lamen sine in reUteu. "",Iar di.sct'Tni e riam, quia n t , TWTI poten. videt q uaes lionem im pertin en te m, q uando sine poese d e ¡pso posee qu .eri non
Semoro en im int eUecrll: non porest sciri, Irn sir talar. Non ex istenu t; rlllU ('OSSCt • • • N ihil igitu r eernU5 ea, q ua ndo du biu m no n pa res! nisi puesup ponere
r.u iOru11i ef aen im<Uiva , cenat aenim<Uio, qua non e:'(i slente u lique «rlor ceSS4- lpsum," Cf r. especbdrne nee De co"j(ocflol ris, 1, 7, fol. H .: Id ior... lib. 11. fol. 79 a.
ret o In hoe appare r preci ositas men ns, <l"o "iam si" ,. ip~a o mn ia creara n t!a re ~~ HE! in hcc panditur secretum , quomod o inq ulre ns pr aesup pon ir id q uod
earuim .'rlf . Si igitu r D eus volu ít op ua suum debere aesiímar¡ aliqu íd valen : Inquirir et non pr aesupponit, qu ía inq uir ir, Su pponir en im om" is l(ire quaeren J
opo rtebar ín te r illa Inrellec nralern creare naeuram." lcicn cillm esse, per quam om"is scre nr est sciens.• , Qui igirur qu~tit sctre,
saDr. eit., fol. 168. Cfr. especi almen te 168 b: " Est ergo ín rellec tus me ¡" sfigaru. ab ¡11a arre seu scien lill inf in ita ... Compleme nflol m cheO!ogicum,
nummus, q ui et nu mmulari us, sicu r J eus ill. mon eta, quae et mon elat iu¡¡."
r . ¡>. IV, fol. 95 • .
EL RENA CER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO NIc o LÁs DE CUSA os
rancia"¡ en la conciencia d el no saber se nos revela la pau ta in- posible que estas u nidad es, siendo idént icas consigo mismas y
condicional y el idea l positivo d el saber. "Lo que se da por su- 11\ ) naciendo ni pereciendo de por sí, se d isuel van sin embargo
peesrc en toda pregunt a es, al mismo tiempo, la luz qu e nos v en cierto modo se desintegre n ent re lo qu e d evien e y lo in finito.
conduce a lo inquirido." G6 Pero, ahora, esta luz no irra dia ya pura "Parece, en efecto, ser esto lo más imposible de todo, el q ue,
y simplement e de l ser inf inito, sino d el concepto d el conocimiento elendo uno y lo mismo, sean al mismo tiempo en lo Uno y en lo
infinito, de la "scíentia infinita ", como la unidad supuesta de Múltiple. Esta unidad y multiplicidad, y no la que reside en las
todo saber. I I"l!iU S sensibles, es la que se conviene en fundamento d e toda s

y el propio C usan o se encarga de señalarnos, y no nos es d ifí- 1,,1 dificultad es, si no se la explica certerame nte, mient ras que,
cil ponerla de manifiesto en él, la mediación exacta por medio debidame nte explica da, pasa a ser, en cambio, la solución de to-
d e la cual este tránsito conceptual se lleva a cabo. El ser de Dios dll5 las d udas."
-e-argumentan los Sermones-e- no pued e nu nca negarse ni ponerse El desd oblamiento en la antítesis y el retorno a la unidad no
en du da mediante ningun a deducción. Quien afirma que Dios no ' . , por tanto, un problema arbit rariamente planteado, sino que
existe, formula esta afir mación como una proposición verda de ra; s-u él se nos presenta la fundament al peculiaridad de l mismo
ad mite, por tamo, en todo caso, que existe una verdad y que tiene I,m blema lógico: " jamás cesará, ni procede tampoco d e hoy, sino
que existir necesariament e, por consiguiente, una rtCcesidad tn- que es la revelación inmorta l y no llamada a envejecer jamás d e
condicionada. del ser, que no es sino aqu ella verdad misma de la /" .5 conceptos m ismo s en noso tros" (no y Mywv a-tmj)v d{}a va.óv 'n
MU\ (lY~Q (t)v 1tá&<; tv ~Jltv).
q ue cuanto existe toma su exístencía."
Fácil es comprender que esta forma d e argument ación onto- y hay que reconocer, en verdad, que el interés pcr este pro-
lógica no en cierra ningu na fuerza imperativa; nos d escubre, sin blema dialéctico funda men tal no llegó a extinguirse nunca de ntro
embargo, uno d e 106 mot ivos caracte rísticos de la trayecto ria inte- .te la filosofía escolástica, au nque su verdadero meollo lógico apa-
rior del sistema. El C usano cree haber demostrado la existencia rerco, a veces, envuelto en d iversos ropajes dogm áticos,
de Dios. pero lo único que en rea lidad prueba es el concepto de También Nicolás de C usa en foca el problema con esta limita-
la verd ad ; cree haber fundament ado una existencia absoluta In- dén. Lo q ue ante todo retiene s u atención es la d ificultad q ue
conmo vible, pero lo ún ico que en rigor d emuestra es que todo va implícita en el concepto d e la T rinidad, la un idad de las t res
problema del conocimiento entraña una certeza interior. Su plan- personas d ivinas. A qu í radica su nexo inte rior con la Edad Me-
teamient o de l problema radica en la Edad Media, pero la solución tila, principalmente con Anse lmo y Juan Escoto Erigena.NI Pero
que le da le lleva hasta 106 umbrales mismos de la nu eva filosofía, cuanro más ahonda el Cusano en el dogma de la T rinklad, más
d el pensamiento cartesiano. obligad o se ve a remitirse, para comprenderlo e interpretarlo, a
111 5 relaciones que existen en nueslTa ooncienda entre el intelecto,
Nicolás de C usa se apoya en la filosofía griega, en su d esarrollo
d e la antí tesis de " lo Uno y lo Múltiple". El contenido d e la filo- el objeto inteligible y su unidad en el acto d el conocimiento, y con
sofía antigua en torno a este problema fué resum ido y esclarecido mayor energía se orien ta la considerac i ón hacia las cualidades pe-
por Platón, de un mod o clásico, en el Filebo. El problema funda- cullares y etern as de l " legos en nosotros mismos".
mental, para él, es si deben adm itirse como d otadas d e verda dero De nuevo nos encontramos con la notable doble orienta ción
ser unidades como el h ombre mismo, el buey mismo, lo bello espiritual d ecisiva para Nicolás d e C use y su posición histórica.
mismo, lo bueno mismo, etc., enseguida, pasa a indagar cómo M Esta con exión ha sid o desa rrollada por Florentino, q uien, sin emba rgo,
156 "Id q uod in omni Inquisiticne praesuppcnltur ese ipsum lu men, quod IM,r fijarse en esto, pierd e tot alment e de vi~ta los motivo~ específicamente
etiam d uele ed inqu isitum" (Ibid.) mcdem cs que se des tacan en el pe nsam iento de Ni colás de Cu sa (JI r¡,orgi-
fI ... 1I10 f¡lo1o/ico nel Q uattrocento. O bra p6~tuna. N ápcles, 1885, ca p. I1.)
~ Excitarionel, VII, fol. 121 • .
96 EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO NICoLAS DE CUSA

Su "racionalismo" no consiste precisamente en nivelar o cambiar Ni ngún ser puede remontarse por sobre los limites de su gé-
de senti do la doctrina d e la fe; tiende, por el cont rario, a afirmar llera; todo progreso histórico d e la humanidad no es más que el
y ex ultar su trascendencia. Aunque ello sea aventur ado, hay despliegue cada vez más determinado y más claro de lo que im-
que probar la aventura, animados por la segurid ad d e que las pllcitamen te se halla contenido y esbozado en el espíritu bumano.w
últimas y más lejanas consecuencias de la teología, si ha de en- La Edad Media cifraba la meta de todo el saber en un ser
cerrar la verd4d, tienen que hall arse- necesariam ente en conso- situado en el más allá, pero aqul vemos cómo va madurando e1
nancia con el conocim iento y su ley. conocimien to de que es el contenido inmanente d e la conciencia
La teoría de una doble verd ad ha qued ado definitivamente de la humanidad y sólo él el que pugna por remontarse a la ele-
superad a: el análisis del dogma mismo pone de nu evo al desee- rldad en el transcurso de la historia del espíritu.
bierro en su fundamento exactamente los mismos crite rios que La filosofía moderna comienza a partir del momento en que
conocemos y nos son dados d irectament e por la naturaleza de lIe coloca a la cabeza d e todo, este pensamiento general que se
nuestro int electo. De este modo, pod emos sustra er el cont enido nlro como un punto liminar ante el pensamiento de Nicolás de
de la religión a los med ios usuales d e la "c omprensión" abstracta, Cusa y en que lo desarrolla eh una serie de tendencias y dírec-
ya que el conocim iento, considerado como un todo sistemático, dones.
siente en sí la fuerza nec esaria para atraerlo de nuevo a su órbita.
Lo único que podemos pensar e indagar, en cualquier cam po que
Coroíus Bovillus
sea, es aquell o que presen ta una naturaleza y una sustancia idén-
tica a nuestro entendimiento. Por donde el contenido lógico, que, La acción histórica inmediata ejercida por la teoría del cono-
tomado de la filosofía griega se incorpora a la doctrina de la fe, clrniento d e Nicolás de Cosa y el modo como se refleja en la
recobra su sustantividad y su fluidez. Nicolá s de Cu sa se remonta conciencia de sus contemporáneos se manifiestan ante nosotros
por sobre la limitación de los problemas teológicos, para elevarse ron mayor claridad que en ninguna otra parte en las obras de un
de nuevo a los problemas d el logos y a su validez general. hombre que, si nos fijamos en las primeras premisas de su filoso-
En la obra De visione Dei, en la que Cusano expon e la con- (ln, tiene todavía sus raíces enterradas de lleno en el suelo de la
cepción fundamental de su "teología mística", vuelve a determi- escolástica, pero que, al mismo tiempo como matemático y como
nar y describir el ser divino como el acto absoluto de la visión. Inlco, aspira a renovar la imagen empírica del universo, prepa-
Pero el modo como esta actividad incondicionada se revela bajo rnndo con ello en algunos de sus rasgos fundamentales la coacep-
I Inn renaoenttst.a de la naturaleta.
una forma concreta d epend e de la mirada que el sujeto finito y
concreto proyecte sobre ella. El ojo d el hombre, al dirigirse a lo Carolus Dovillus recibió la primera sugerencia decisiva para
d ivino, sólo se ve en ello a sí mismo, ve en ello solamente su pro- .11 sistema de lógica y de filosofía de la naturaleza d e la enseñanza
pia verdad. Al colérico la imagen de Dios se le revela dotada de personal d e Peber el Estapulense, celoso seguidor de Aris tóteles,
11 In par que uno de los primeros discípulos de Nicolás de Cusa y
cólera, el hom bre piadoso la cont empla nimbada de piedad; Dios
ve al joven con rostro juvenil y al viejo con faz de anciano.w El edlror de sus obras.
ser incondicionado refleja sobre nosotros, nuestro prop io ser, que Ya este solo hecho indica la doble orientación que ello impri-
.,, 11\ 11 su pensamiento y que no habría de abandonar jamás: por
sólo volvemos a contemplar en los objetos finitos como algo divi-
11Im parte, se mantiene fiel a la concepción aristot élica del inte-
dido y limitado: lo absoluto, d el modo como se presenta ante
I,.CIO, a la que toma como base de su teoría del conocimiento; de
nosotros, es al mismo tiempo 10 más subjetivo.
lO Sobre el concepto de la hititoria en Nicolás de Cuea, v. Falcltenberg.
119 De 'IIisione Dei, cap. VI, fol. 101 b. "1" e/ t ., pp. S9 ss.
. EL RENACfR DEL PROBLEMA DEL CONOOMIENfO

otra parte, se esfuerza en compleme nt ar y fecundar la lógica tre-


l'.1COLAS DE CUSA
Ijue la concepción y la explicación de la natural eza descansan so-
"
dicional mediante el principio más profundo de la "coincidencia bre la constante detenninació n reciproca que existe en tre el yo
de lo antitético". Considera como meta de la verda dera teoría del y el universo.
pens ar una "ars oppositc rum " qu e trata de exponer el nexo entre El princip io d e la ide ntidad d el microcosmo y el macrocosmo,
los términos an tagónicos, 8U relación y su coincidencia final. ~ I que Nicolás d e Cusa sólo alude d e pasada, cobra aquí por vez
T od as las contradicciones que la naturaleza de las cosas pa- primer a la forma y el sello precisos con qu e, andando el tiempo,
rece ofrecernos tiene n q ue deriva rse, en úl tima instan cia, de un hnbremos de en contra rlo sobre todo en Paracelso, El yo es el
acto ck contn:tposi.ción originario y unita rio, que se tra t a de des- "e spejo del unive rso", qu e con densa en sí todos los rayos que éste
cubrir y señalar en nu estro espíritu. irradia, En el yo se entrelazan en unid ad viva y encuentran su
No es con respecto a los ob jetos existentes d e por SÍ, sino con centro común tod as las fuer:as que aparecen dispersas en el uni-
respecto a las imágenes y las " especies" en nu estro intelecto como verso. La corr espon dencia armónica entre las capacidades y po-
podemos hablar d e verdadera antítesis. Y, en este punto, la pug- tencies del alma y las de la na turaleza exterior es d esarrollada
na se nos revela inmed iatamente no como un principio sim ple- habla en sus menores detalles: e n las fuerzas psicológicas funda-
mente negativo y destructor, sino como un germe n susta nt ivo y menta les de la vida, las sensaciones de los senti dos, la imaginación
un comienzo indispensable. El concepto de la nada, que en cua nto y la razón, encuentra Bovillus la imitación de las d iferentes par-
a su contenid o de ser es lo más in fecundo de todo, se trueca en t N I que integran el cosmos y d e su estructur a ordenada con arre-
el más fecundo d e los orígenes cuando se le conside ra desde el 1110 a leyes.
pu nto de vista de su contenid o de conocimien to. En efecto, pues- La posición de l hombre en el centro de l u niverso, que para
to que el pensa miento no puede d etenerse en él como en algo b ovtllus rep resenta tod avía un hecho fundamental e indisc utible,
sencill amente concreto, puesto que sólo puede concebir la nada razona diciend o que es el corazón y el alma de todo, en el Que
aislá ndola y diferenciándola d el "algo" , se ve siempre impulsado, 1(Ihr a su más cla ra síntesis y manifestación el principio general
partiendo d e aquí, a nuevos y nuevos postu1ados y a un con stante de la vida. La comparación entre el universo y un ser vivo es des-
movimiento, que sólo encuentra su meta y su pu nto de reposo arrollada y e xplicad a med ian te fantásticas ana logías. Lo q ue en
e n el pens amiento d el ser universal y absoluto." ..1 animal es la sustancia externa es en el mundo el sol; las im á-
V emos, pu es, cómo sigue ejerciendo su infl uencia aquí aqu el llronell de la fantasía corresponden a las estre llas y el sentido inte-
nuevo motivo que habíamos d escubierto en el concepto de la 1I00r nl firm ament o. Los cambios periódicos del día y la noche
"docta ignoranti a" : el ser del auténtico concepto es fun da me ntado ..quivalen en nosotros al sueño y al despertar de l unívereo.P Trae-
e n su devenir, en las ma nifestaciones y operaciones intelectuales mm aquí estos ra ros y pe regrin os juegos del pensa miento simple-
qu e presupone. Y como aquí las características y las relaciones qu e mente por el interés histórico que encierran: en el los se anuncia
solemos atribuir a la realidad ext erior se ret rotraen a tos criterios ~ll y se prepara la concepci ón fund ame ntal en que h abrá de inspi-
del pen samiento, se llega de un mod o general a la conclusión de u n e la filosofía de la. natural et!1 d el Renacimient o.
ln teona del cotWcimien.ro d e Carolu s Bovíllus brot a sobre el
el V. las obras Ars OI'peui!on/...... CI P. 12. y De "ihilo, u ps. 8 y 10. (Crr. lo u eno del realism o escolástico: esta blece desde el prime r mo-
• cerca de esto Dippel, Ve"uch einer ~le ma lischen o.llitell u ng der Philoso- mento una rigurosa e lncancelable separación en tre el ser Que
phie des CRrolus Dovil1us, Wü rzburgo, I B65, pp. 51 ss. y 60. LI exposición de
la rro rla dI'! conocimienl o por Dippel adolece del defecto de no examinar lal
ou rcsponde al conce pto "en sí" y la forma especial en que se re-
condi ciones históricas del sistema, ni en lo tocan te a la escolástica ni en lo l 'I I ' ~¡, n t a d entro de nuestro entendimiento limitado y d ependi ente.
referente a Nicolás de Cusa, lo que le lleva a sobreestima r el contenido y l. crí-
ginalidad de la doctrina de Bovillus.) u Más detalles acerca de esto, en Dippel, op. dr~ pp. 112 u .• 177u.
100 EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO NIcoLÁs DE CUS A 101

Esta sepa ración se desarrolla lu ego hasta condu cir a un brusco 1 la un ser sensible y natural y en el pens amiento humano cobran,
dualÍSTno tanto d e las susta ncias corno de las fuerzas del conocí- Ilnl" último, un ser derivado, raci onal,'f
miento; mien tras que el "int electo de los ángeles" puede captar Los conceptos racionales son siemp re, por tan to, d erivaciones
los conceptos y las esencias en su ser puro e inmóvil, el entendí- y resultados secundarios de la real idad existente para los sentidos.
miento humane se halla conden ado a contemplarlas a través de "Todo objeto es, en cecnro al tiempo, anterior a la caz:ncidad
un medio extra ño y en el ca uce de un continuo detAenir. Como ,It! C'Ol"IDCinUent que le rorrespond.e; el universo, en cambio, que
este entendi miento se h all a vinculado por su naturaleza misma a el lugar d e tod as las cosas, es el objeto natural del en tendí-
la materia, su pensamiento sólo puede partir de las imágene:s $'l!'I"l.o miento humano. Por dond e la tot al idad d e las cosas que en él se
sibles y perma nece siem pre suped itado a este veh ículo hasta en encuentran se d a a conocer, se representa y ofrece al entend í-
sus mas altas realizacion es. El condicionamiento por medio de la miento, por natural eza, a tr avés d e los sen tidos, para que aprenda
"species", que tiene que su pu esto en mar cha por las cosas mis- .le ellas y él mismo se convierta en ellas," 15
mas. es exp resión de su ignorancia innata y de la in actividad natu- La tesis según la cual nada existe en el intelecto qu e no h u-
t al en Que necesa riamente ha de permanecer a menos que cuente Hese existido previamente en los sentidos figura, por ta nto, in-
con ayud a ajena . Es imposible que el entendimien to humano dud ableme nre y sin limitación algun a, entre las condiciones de
saque el conocimiento de sí mismo y d e su propio contenido; es uue nrc conocimien to, aunque los r érmínoe de esta tesis se invier-
una simp le potmcia, qu e necesita para perfeccionarse y ponerse en tan, como veíamos, cuando se toma como base el tipo absoluto
acción d e un act o procedente del extrrior.O:S .le conocimiento de las sustancias espirituales superiores."
En el "Inrellectus a ngelicus" el ser y el saber coincide n y for- La función de la teoría d el conocimiento consiste en seguir
man una unidad di recta; en el "intellectus humanos", en cambio, I'Il sus d istintas fases los cambios que el ser inmediato del objeto
permanecen constantemente separados; al paso qu e aquél capta eufre al ser asimilado por el intelecto, en d escribir la transforma-
Jos conc eptos como los eternos proto tipos que preced en al ser • Ión de la "especie sensib le" en la " especie inteligible".
de las C063S, éste sólo puede aspi ra r a obtene r una cop ia d el "l as imágenes de las cosas y cómo brota n en el mundo de
ser dado. La sucesión grad ua l de la crarción proced e, por tanto, 1,.,. objetos no son toda vía int electuales, sino puramen te sensi-
de l " inte lecto angélico" a las cosas concr etas d e la naturaleza y d e hles y, d e momento, sólo pasan a forma r parte de los sentidos.
éstas al espíritu humano: in angelice ínrellectu sunt omnia ante ( uantc existe en el mundo es un a susta ncia sensible, y las cua-
esse, in seipso in esse, in humano post esse, Los objetos poseen en Iulndes de la sustancia son tam bién, necesar iam ente, las mismas
el intelecto angé lico un ser inte lectual PUro. en su propia existe n- de sus especies y d e sus imágenes natural es. Por tanto, de las
eustnncias sensibles d el mundo no puede n e ma nar más- que espe-
lIS Bovíllus, De jtlre/lecl.., ClP. II, § 3: " H umanus inrellectas, ur conjunetu! riel! sensibles, que son las qu e sobre nosotros se proyectan. Pri me-
est materici, ira ee per specic! ínt elllgír• • • Im posstbíle cni m esr hu manum
intellectum e ccntinene¡ el ex eemet lpso nosse universa, sed per omn ium
remente, son asimiladas po r los sentidos, hasta que el intelecto,
specics omnla lit. Est en im omnium pc ten tla, pot ..nria aut em pc rfici et edim- .e-uleo detrás de las impresiones humanas, las convierte en especies
plee¡ n..qut r, nisi ah advenean ee actu," (La obra De ¡n(eUeau se publ icó por
vez pri mera, juntamen te con otr as obras de Bovillus, en París, ..n el atio de 114 D~ inl ellecru, cap. II, § 9. C fr. especial ment e cap. VI, § 7: "Deue,
1510. El titul o co m pleto de Is edició n qu e hemos tenido a la vista es: Q..oe eutequa rn Iíerenr omnia, ea ccncepi r in angélico inrelIectu, dein de om nia
hQl: vol..m ine con tinen rur; Libe>' de ¡ntellecN. Liber de seas«. Libt'l' de ni- I''''lldir ee Ieclt, postremo ea in humano íaeellecru de ecripaít."
chilo: AtJ oppO$ itor um. U ber de gcnemtione. Liber de 5apicnte. Libcr de n~ De in tellectu, cap. 7, § 4.
duod ¿eim. nume>'iJ. Epistolae c9mplures. Et insupe>' mathematkum oPU! qll4- no C ap. 9", § 3: "Nihil est in eeneu, quin prius fueeir in Inrellec tu. E1
dripartjtu'm: D e NumcrlJ Pe>'fectis. De Mathematjds Rosis. De Geometrici. ,,'hil t'fi t in íntellectu, quin prtus fu erir in eeneu. Prima vera ~5t propter !I n-
Cor por ibu5. De GeometriciJ Suppl cmentis." Sin lugar ni feche .) ••hn. m intelkcrum, sc(unda propte>' humanum."
102 EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO NlCOLAS DE CUSA 10)

intel ectuales, provocadas, obtenidas y abstr aídas por él mediante ¡'latón. Toda "specíes", tan pronto como es captada por el inte-
el esclarecimiento de las percepciones o por la vía de las conjetu- lecto, pasa a formar parte d e la memoria como almacén y re,
ras racionales." 61 ceptáculo d e las imágenes, d e donde necesariamente h ay que vol-
Por consiguiente, las " Corroas" de las cosas cambian d e na tu- ver a tomarla y ofrecerla al entendimiento, para que volvamos •
raleza al entrar d el "mund o grand e" en el pequeño. Tienen que tener conciencia de ella .t! Sólo aquí ad quieren consistencia fija
abandon ar la existencia mat erial efectiva que allí llevaban, para lu imágenes que se suceden unas a ot ras en el intelecto y van
tener acceso al campo del int electo; sólo pueden conservar " hasta l ustituyén dose en conti nuo tumo; el conte nido, que allí sólo pod ía
el d int el d el espíritu" la d eterm inabilidad. y concreción sensibles captarse como algo concreto y con exclusión de cualquier otro,
que las caracte rizan. Tan pronto como cruzan los umbrales del puede conservar aquí toda su variedad, sin que por ello se pierda
alma, el intelecto las confía a la memoria, Quien las conserva In un ida d omnicomprensiva d el saber. Por tant o, tod a "contem-
como patrimonio perma ne nte suyo, aunque bajo un a nueva moda- plación" y toda man ifestación d el espírit u por sí mismo tienen
lidad d e existencia." qu e alimen tarse necesariam ent e del tesoro acumulado de una ve:
Sin embargo, esta transform ación, no se opera, en rigor, ni en para siempre.
los sentidos ni en el intelecto en cuan to tales, sino que es obra d e la La pasividad d el intelecto hum ano no proviene tanto de su
imagiM.Ción, que viene a ocupar una posición intermedia ent re propia naturaleza como de estos nexos necesarios que mantiene
aquellas dos potencias, participando de la naturaleza de ambas.w con la memoria. De l mismo modo que el 0 ;0 no ve el objeto
La ulterior investigación d e Bovillus se dir ige, prin cipalmente, que contempla en sí mismo, sino en el espejo, así también el in-
a d iferenciar estas d istintas potencias fundament ales del alma, relccto necesita, en todas sus reflexiones y deducciones, de una
deslinda ndo su acción respectiva. En este respecto, el "intelecto" especie de substTtIto d iferent e de él mismo, aunque también en í-
aparece siempre más bien como un simple pu n te d e transición mico, en el que se retengan y ofrezcan las formas inteligibles d e
que como una potencia mera mente intermedia a través d e la las cosas.u
cu al la realidad externa se transfiere al "sentido interior" : inrellec- Lo qu e an te todo nos sorprende en esta teoría es la peculiar
rua les species, per qu as h orno omni a Iír, ortu m haben.t in mu nd o, y pacíñca coexistencia, en ella, d e un ,.ealismo rigurosam en te 16
transitum pe h UmtlrLUm inteUectum, finem ee s l.1tUm in me- gico y d e una psicología d el conocer puramente sensualista. Ca ro-
moria." lus Bovillus marca en ambos pu nt os una instru ctiva antítes is con
La memoria es, en re alid ad, el autén tico microcosmos que así- respecto a Ni colás de Cusa : mientras Que éste parte de l intelecto
rnila y refleja el ser total d e las cosas ext eriores, concepción en puro y de su propia peculiaridad, poniendo en duda la existencia
apoyo de la cual cree Bovíllus poder invocar la &vt41VT)0'L;' de sustantiva de 10 general, para Bovillus, q ue ve en la percepción el
origen último y único de todo saber, el concepto tiene que trans--
n De in leUecrN. cap. 8, § 6-
$8Cap. VIII, § 8: "Mul'e. •• ips. species suam onginem pr im6mqve M tIl-
formarse necesariamente en una entidad con existen cia propia e
film eno ir: cu m ex majore m u ndo m inOf"e m mund um subir. In Nt1'OqW<! enim Independ iente.
mun do eju sdem n4Olf~ esse nequ it. In majore e nim m undo ipu spC'Ciu La paradoja que esto lleva consigo se resuelve cuando se ehon-
eensibilem sor tit a en natura m ¡ in m inore ' Ute m m undo in n.tura m u intelli- dn en las condiciones históricas previas d e su teoría. Vemos en,
gibilem convertir. T OlO en im spa tio, q ue ah SUD ípslus fon te el ma jore m undo tunees cómo los d os momentos a prim era vista antagónicos se
Ierrur adusque hommís ~e nsum, nar u ram servar s<"n .i b¡lem . Toro vero t eliq uo
revelan como dos expr esiones pardales, correlativas y coherentes,
Int ervallo, quo lat es subiens a nim i ab lnt elle ctu fert ur a d m em oriam el tital
mane tqu e in memoria, inre!ligihili J vocatur.' de la misma concepción filosófica fun damental.
611 Op . cit., cap. VIII, § 9. 71 Cap. VII, §§ 9 y 10.
70 Cap. VIII, § 4. U Cap. VI, § 4.
10+ EL RENACERDEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO N ICOLAS DE CUSA lOS
Resalta aquí con especial claridad la contradicción que va írn- u ovülue hay que ir a buscarlas, coma veíamos, al "intelecto de los
plícíta en el concepto aristotélico de la sustancia. Mientras que, &lIlleles",
por una parte, es la cose concreta la que significa la verdad era Los ~s generales del conocimiento, tal como aquí
sustancia y, por tanto, los sen tidos, al captar lo real en su total ae exponen, se remontan por d oquier, según vemos, a las con-
determinabilidad, pa recen descubrirnos al mismo tiempo su ser repelones medievales; en cambio, la argu'tJ'l.e'lltX1Cin acusa en di-
último y completo, vemos cómo, por otra parte, se asigna al cono- Ierentes puntos un a serie d e rasgos característicos nuevos que
cimiento la misión de prescindir d e los múltiples criterios y acci- vienen a romper el esquema tradi cional y en los que se revela la
dentes fortuitos que permanecen adheridos a la percepción, para Influencia de los pensam ientos de l Cusano.
penetrar en las "formas generales puras" como en la médula sus- Mientras que, al principio, se revela como una falla originaria
rancial de las cosas (cfr. supra., pp. 57 s.) . El concepto de "spe- Interior del intelecto humano el que sólo sea capaz de irse acomo-
des" emanado del concepto aristotélico de la forma entraña, por dundo gradualmente por medio 'de un movimien.to progresivo del
tanto, desde el primer momento una duali dad interior, que explica ,...nsam ienw a las entidades que a las natu ralezas espirituales su-
las interminables y complicadas disp utas lógicas d e la escoláetíca.t! pe r fores les son dadas como un parr imonie fijo y permanente,
Para la época moderna, en cambio, lo general no es algo obje- vernos cómo va cambiando poco a poco esta apreciación y este
tivo y externo, sino una empresa originaria y un producto nece- punto d e vista valorarivo. El desarrollo del espíritu, la actividad
sario d el intelecto. Se comprende, pues, que el Cusano precise mediante la cual va convirtiendo en la realidad del pensamiento
desde este punt o de vista la expresión del "principio", que puede IIIH "formas" que potencialmente lleva en sí, es considerada abo-
significar el comienzo y p unto de partida tanto del ser como del tn como la característica d istinta que -haciéndolo saltar por sobre
conocer. mathematicalia et numeri, qui ex nostra mente prccedunt tod as las demás fases intermed ias- lo acerca directamente a la
et sun r modo, quo nos concipimus, non sunt substantiae aut prin- natura leza divina.
cipia rerum sensibilium. • , sed tántum ent ium rationis, quorum Así como el espíritu di vino es el creador de todas las formas
nos sumus condírorest- (cfr. suJ>1tt, pp. 82 s.), Si esto implica una sustanciales, asi también el espíritu humano es el artífice 'Y con-
restricción del significado de loo conceptos puros, con ello se con- fU I1lU1dor de todos sus conceptos y pensamíenros." De este modo,
sigue, de otra parte, que la garant ía y la responsabilidad de ellos 1'1 espíritu de l hombre, que en un principio ten ía que limitarse a
se atribuyan al pensamiento humano, al paso que en el sistema d e UIl papel puramente recept ivo con respecto a las impresiones ex-
n- mns, cobra más tarde la conciencia y la fuerza de su propia
78 Solam ente dos palabras con refer encia a este prob lema, q ue requeri ría
un estudio h istórico profundo y rascnadc. La comprensión objeti va de la
...·¡iv idad. No es su propia nat ura leza, sino la condicionalidad en
disputa medieval d e los universal es se ha visto entorp ecida por el empeño en tille le enreda la memoria la que, según veíamos, constituye el
considerarla como u na lucha entre las tendencias aristotélica 'Y platónica del fundamento de su comportamiento pasivo en el proceso d el cono-
escolasticismo, en vez de e nfo ca rla como una crisis interna dentro del propio t hniento hu mano. De por sí, en cambio, permanece Inefectado
aristotelismo. Es muy significativo el hecho de qu e Ocúm, que es el q ue
m ás cerca se ha lla de la conce pción moderna, se convirtiera al mismo tiempo
en el crítico del "concepto de la spec fes", Ea c ierro, evidentemente, q ue los u n ovillus, De intellectu. cap. V, § 7: "Unde nerum manifestum esr
" real istas" de la Edad Med ia se re mitían a Piaron, per o esto sólo ind ica q ue lunuanae mentí n u11am a natu ra tnesse speciem , sed eem ad d ivinae mentís
no eran capaces de concebir la " idea" misma más que d esd e el punto d e vista liuuli lua inem uni versarnm suarum nonorwm esse opificem. Sícut ením d ivina
i1risrotélico d e la sustancia. P ero los crí ticos mod ernos d el concep to ar isto- 111. eubsran tialis mens cunctarum opifex esr subsrantíelium notionum et con-
télico d e la sustancia, com o babeemos de ver en detalle, eran ta n con vencidos I ' I'tion l.lm uníve rsae naturae, quos ang elos nuncu pam us, ita er humana mena

platónicos por su mewdología corno "nominalistas" en cuanto a su lógica. " IMex ese un iversatum, quae ipsi íns unr notionum ee aneea subsistir, q uam
'1"4 Nicolaue Cusanu~, De bery¡¡", cap. XXXIII, fol. 191 a. "1 ulla iplius notío e t concep ríc." Cfr. Nic olás' de C usa, supra, nota 25.
106 EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIM IENTO NICoLÁS DE CUSA 101

por esta limitación: " omnis intel lectue, ut huju smodi, d3taaf¡; i, e. bargo que mantener su carácter de simples "conjeturas", y el otro,
impa ssibiJis est";" el que va de los principios originarios y necesarios del conocí-
Este principio ontológico general es puesto también aq uí grao miento a las consecu encias más complejas. Pero con la dife rencia
dualm en re e cont ribución, como en Ni colás d e C usa, para el de qu e mientras el Cusano establecía ent re ellos una relación
conocimiento dentro de la experiencia y del mundo de los sen- lógica fija y una (irme ordenación valonuWa, Bovillus los presenta
tidos. Así como el se nt ido exte rno mu eve y estimula el sentid en un plano d e simple yuxtaposición.
int er no, es necesa rio, d e ot ra parte, para Que el conocim iento se Las dos ramas y direcciones del pensamiento que así nacen
produzca, qu e un movim iento d esarrollad o en dirección inversa, podrán seguirse por separado, históricamente, en la filosofía pos-
salga al paso d e las impresiones prod ucidas poi" los objetos. Es e rerlon el primer camino es el que indagará principalm ent e, como
propio in telecto el que, para poder llegar a su perfeccionami ento veremos, la teoría d el conocimiento d e T elesio y de la filosofia
y madurez, llam a en su ayuda a los sen tidos. los excita y los i . Italiana de la naturaleza. La segunda tendencia Iundemental, más
pu lsa, poniéndolos de este modo en cond iciones de poder asimi profunda, en cam bio, no será abrazada y puesta de nu evo en mar-
lar la imagen del ser exterior. Por donde el inte lecto se revel cha hasta llegar a la ma temática y a la ciencia de la naturaleza
como la fuerza propulsora y la meta final de todo el conocer' de los modernos.
(v. supra, pp, 74ss.J.
"Como el macrocosmo en su totalidad existe solamente e
gracia al microcosmo, se halla constantemente presente ante éste
se incorpora a él y se entrelaza con él, como el medio con el fin.
Pues toda la tendencia del mundo grande va d irigida a d esembocar
derechamente en el pequeño y a llenarlo con roda su sustancia,
gracias a las imágenes que crea en él. El macrocosmo no lkva en
sí ninguna ¡cuma pcw medio de L::I cual pueda vol'lAef'Se sobre s
mismo, Teplepse en sí, haca-se presente e intuirse, ya que n
existe como fin en sí, sino en función de otro, al que se ent rep
y en el qu e se impl anta tot alment e. El microcosmo, por el con-
trario, se h alla consta nte mente presente en el macrocosmo po
medio de una especie d e sentido externo y puede, al salir fuel'1l
de si mismo, iluminarlo y esclarecerlo. A l mismo tiempo y al
proyectarse sobre sí mismo en virtud del sent ido interior, se halla
present e ante sí mismo, sin preocuparse para nada del mundo
de fuera, y refleja en su propio ser el uni verso, por medio de lal
imágenes que conserva de él":u
Volvemos a encont rarn os aquí, como se ve, con los dos camf
nos que Nic olás de Cusa había distingui do nítidamente: el camin
de las cosas a los conceptos racionales, los cuales tienen sin em
7~ De intelleetw, cap. VI, § i .
n V. Llber de sensu, Clip. TI, § 5.
78 De sem I'. cap. r, § S.
HUMANISMO CONTRA PLATON y ARlSTOTELES 109

cultura tempora l crea, al mismo tiempo, un nuevo estamento,


con lo que s upera toda la organización social de la Edad Media.
Capítulo 11
Las nuevas tend encias de la época influyen hasta en las formas
EL HUMANISMO Y LA LUCHA ENfRE LA F1LO SOFlA de la vida política, en las formas ext ernas d e la convivencia so-
PLATONlCA y LA ARlSTOTEUCA cial. No ha habido en toda la historia de la cultura ninguna época
rn que la cultura teóricd haya ejercido un señorío tan grande, tan
Il imitado; en qu e, como en ésta, haya gobernad o con tal fuerza y
LA Qu É se debe el encanto irresistible que sobre nosotros ejerce, t. 1sentido rodea los demás factores y poderes d e la vida.
cada vez qu e lo abordamos, el estudio de la historia d e la cultura En este movimiento espiritual de conjunto parece, sin emba r-
del Renacimiento italiano! lndudablemenr:e, a la unidad y a la 1'1, como si la filcoofia sólo d esplegase una acción limit ada y su-
perfecta armonía Que en él advert imos entre la tray ectori a interior bordinada. Los prim eros siglos del Renacim ient o se dedican casi
del pensamiento y la, múltiples formas y manifestaciones de la n d usivament e a asimilarse los sistemas ant iguos, qu e, al prtncí-
vida exterior. El nuevo conte nido se crea inmediatament e la foro Ilin, ni siquiera llegan a captar y comprende r en la plenitud d e su
ma propia a él ad ecuad a y se ma nifiesta al exterior en contor nos conrenido . H asta el siglo X'O'11, h asta los tiempos de Descartes, no
visibles y fijos. erenra la moderna filosofía sus fundament os propios e indepen-
Los movimientos espirituales no permanecen en el plan o d e dient es,
lo abstracto, desglosados del mundo de lo real, sino que rrescíen- He aquí JX>r qué en el estudio de Iecobo Burckhard t, donde
de n inmediatamente a la realid ad y calan en ella h asta en sus _e nos ofrece un cuadro d e conjunto d el Renacimiento en sus ras-
manifestaciones últimas y aparentement e más remotas. Itt individ uales y concretos, haciénd olo cobrar por vez primera
En la Edad Med ia, vemos que las diversas corrientes de la fuerza y vida, quedan totalment e relegad as al últ imo plan o las
creación espiri tual, la ciencia y el a rte. la metafísica y la historia tendencias y las realizaciones filosóficas. Mientras que, en otras
se mant ienen unid as Y. al mismo tiempo. vinculadas entre sí por pocas, estas corrientes rep resent an siempre la síntesis y la verde-
el nexo común y exclusivo que todas ellas guardan con el inte- ¡I("ra pauta del progreso especulativo de una época , aquí aparecen
rés religioso. Ahora, bajo el Renacimiento, aparecen separadas, w mo al margen del contexto común. No se nos revela por parte
cada una d e ellas con su propia sustant ivid ad, adquiriendo su pro- . lll:una, a primera vista, una un idad cognoscible, un cent ro fijo
pio fundamento y girando JX>r separado en tomo a su propio ' 11 torno al cual podam os ordenar los di ferentes movimientos.
cent ro. Pero con la circu nstancia característica de que todas estas Las fórm ulas y características habitu ales con que se suele se.
corrient es y mani festaciones del espíritu, por muy independ ientes nAfllr el carácter del Renacimi ento fallan en cuanto n06 fijamos
que sean en cuanto a s u origen, se agru pan inmediatamente en 1111 ningún criterio preconcebido en las d istinta s corrientes fil o-
unidad, al proyectarse todas ellas hacia una meta común. Los .Mícns y en su variedad. En todos los d emás aspectos de la vida
resultad os de la trayectoria del pensamiento no se plasman, ahora, 11.. 1 Renacimient o, vemos qu e la tendencia d e la época va dirigida
en una fórmul a teórica general, sino que cobran cohesión en lo ~ unn captación pura e ind ependiente d e la realidad inmanente;
unidad de una ord enación concreta de vida. 1111 1" mntc la política como la mora l, lo mismo la historia que la
La supera ción d el viejo sistema de doct rina se revela inme- rfencin d el mundo exterior se esfuerzan por cimen rarse sobre prin-
dia tam ent e en un nuevo ideal de regulación de la vida individual ( I pl o~ "naturales", procurando apa rtarse de tocla invocación de
y colectiva. Iuerms, autoridades y principios trascende ntes; en cambio, este
El humanismo no es un fenómeno aislado, un a mera fase en t~ ~j(t l no apare ce expresado de un modo pu ro V claro en la filosofía
la historia de la erud ición: la afirmación de la aut arqu ía de la ,Irl Renacimiento.
108
110 EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO HUMANISMO CONTRA PLATó N y ARISTÓTELES 111
Basta con señalar el predominio del neoplaronismc para que .Irl sistema medieval, en contras te con la multiformidad de la
se comprend a hasta qué punto pugna aquí el pensamiento por Il lllllofía d el Renacimiento."
huir d e todo lo qu e sea el ser empírico y cond icionado y por re. Pero es precisamen te esta comp aración la que nos enseña a
mont ar el vuelo sobre ello. Y esta pugna de los motivos d el peno «enprende r y a medir el sentido y el valor de la baralla del pen-
samíenro sigue manifestándose hasta muy dentro del dnq uecenco, ..miento que aqu í se riñe. La unidad d e l4s di-versas corrienees,
hasta llegar a la d octrina de O iordano Bruno. '11 la /ilo.so/ía renacentista, reside en la nueu:l posición que adcp-
De una parte, n06 enco ntram os con que la experiencia afirma 101' \ anu el problema de l o:mocimiento., en el modo romo rontri-
y ve satisfechos sus d erechos de un modo cada vez más claro; con j' lIy('n a resol....erlo. Basta con que nos arengamos a este punro de
que los viajes y los descubrimientos guían cada vez más la mirada ~lalll en el enjuiciamient o, para que inmediatamenre se destaque
hacia el nuevo material empírico qu e aguarda a ser estud iado y .lIl e nosotros un meollo permanente V un contenido fijo de las
clasificado; pero, a la par con esto y por e rra parte, jamás habla .hversae corrienres filosóficas de esra época.
sido tan vivo y poderoso como ahora el impulso est éríco-especu- T odos los antagonismos presen tes en la filosofía del Renací-
lativo. mlento -ya les enfoq uemos desde el punto de vista d e la d isputa
La imagen de la realida d que t raza la filosofía italiana de t1l1re la expe riencia y el pensamiento, ya nos fijemos en la que.
la naturaleaa, partiendo en su teoría del conocimiento d e la pero I 11 . en tre la inm anencia y la trascend encia, o entre el platonismo

cepción como el único testimonio valedero, se halla todavía to- , el aristotelismo-- tienden en este pun to, como clara mente ha-
talment e impregnada d e formas inspiradas por la fant asía y la tsemos de ver, a una meta común. Esta afirmación parece, eví-
superstición. Y con el m ismo antagonismo nos encontramos en los .1 memenre, paradójica, pues es lo cierto que, en esta fase, no
fundamen tos filosóficos de las ciencias del espíritu: por un ledo, 1...I...mos hablar todavía para nada de un análisis y una crítica
se enseña a emplear la historia como método para d escubrir la usternárícos del conocimiento. C uando la investigación se d etiene
realidad espiritual y se aplica la critica histórica a los relatos de • examinar la naturaleza y las cond iciones del conocer, lo h ace
los historiadores romanos y al nacimient o de los dogmas eclesíás- . 1 mpre todavía en relación con los problemas metañsíco-psicoló-
ricos; por otro lad o, se encuentran signos de ingenu idad histórica r1" . y confund ida con ellos. El planteamiento d e este problema
como el que consiste en ver en un escrito apócrifo el testimonio '~ 'l' d ece siempre a una premisa, que es el concepto del alma y el
d e la más inveterad a sabid uría o en Querer deriva r tod a la religión 1'lOhlema de su perd uración ind ividual. Pero si la reflexión en
I '"10 a los principios del conocimiento no se convierte rodavía
V toda la moral de una tradición continua y cohe rente d e verde -
d es revelad as. La observación meticulosa y exacta de los fenó- ''1uí en un motivo verdadero y consciente, como en los comien-
fl •• ya sustantivos e ind ependientes d e la modern a filosofla, sí po-
menos d e la nat uraleza se pone al servicio d e la ma,gia; la investí-
gación filológica se pone al servicio d e la cabalística, ,1 Il111S afirmar, sin embargo, que cada una d e las fases del progreso
• que asísn m os se refleja indirect amente en este problema funda.
Esta abigarrada y cont rad ictoria muchedumbre de opiniones
ha inducido a algunos a error en cuanto a la misma significación m-m nl. No constituye todavía, es cierto, la Fuerza propul sora real
tllll' dé vid a a las distintas manifestaciones sistemáticas, pero sí el
filosófica fund amenta l d el Renacimiento, y así se comprende que
1" tIl Il) d iscursivo de orientación en que podemos situ arnos para
un Renan, por ejemplo, haya podido afirmar que el Renacimiento
_!'Mrnr con la mirada sus relaciones y sus nexos comunes.
es un movimient o exclu sivamente literario, y no fil osófico,1 La
Intent aremos poner de man ifiesto en sus contornos generales
escolástica de nuestros días ap óyese en juicios como éste, para re.
, A título provisional estas conexiones a que nos referimos, antes
mítirse como modelo y proto tipo a la trabazón rigurosa y unitaria
tt. entrar a estudiarlas en detalle en cada pensador.
I Renan, A VI;!rrois ce ¡'Atlnooimle, 3~ ed., ra rí~J 1866, pp, 322s. I V. W illmann, Ges,,"ic" re de s 1delllism" t. nr~unschweiil, 1897, t. U1, p. 7.
ll2 EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO HUMANl5MO CONIRA PLATÓN y ARISTÓTELES 113

1.0 primero que resalta ante nosotros, en esta ojeada prelimi- de su propia persona, sino de la energía con que saben representar
na r, es un rasgo f\IItgtltiw. Lo que sobre todo caracte riza al Rena- el núcleo ideal del sistema en que viven, negándose y sacrificán-
cimiento es la lucha con.m:& la "jorrM sustancial" . Bajo esta ten- <lose a sí mismos. . . Los ad elíd es de la h umanid ad no son, en
dencia fund amental se agrupa n y se un en el humanismo V la esta época, los individuos que descuellan espiritual mente sobre
cien cia nu eva d e la naturaleza, la retórica y la gramática, la ló- In masa y la d ominan, sino los estamen tos y corporaciones, que si-
gica y la psicología. guen al indi viduo como a un estandarte:' a
La nueva concepció n que ahora nace no logra imponerse por Las líneas ant eriores retra tan con trazo mu y certe ro, no cabe
igual en todos y cada uno de los campos; el progreso no avanza duda, el carácter d el término medio en la vida de la Edad Media.
con paso uniforme en todas panes. El tránsito del ser a la acti- pero en ese cuadro no se señalan las corrientes espirituales pro-
vidad, del conce pto J,e sustancia al concepto de f1Ull:i6n., se ope ra fundas q ue en ella se mu even y que se "maníñesean, principal-
primeramente en la física moderna; en el modo de tratar los Ienó- mente, en la mistia1. La concentración en el problema religioso
menos de la vida anímica, este paso se da, en cambio. con much a crea aquí una interiorid ad y una profundización en estados 'f emo-
más lentit ud. cion es psíquicas individu ales que distan muy poco de las del
Sin embargo, y a pesar d e los múltiples obstáculos y barre ras Renacimiento.
que a este desarrollo se oponen, acaba surgiendo un nuevo con- Fueron, sobre todo, las Confesiones de Sa n Agustín las Que.
cepto de la ooncitncia, que se impone y afianza como el resultado en este sentido, sirvieron de modelo para los tiempos modernos; en
positivo de las más diversas tendencias críticas. Es cierto que este ril as se inspira conscientemente Petrarca en el más vivo y eficaz
concepto necesita, a su vez, ser precisado y complement ado con de sus escritos, en el d iálogo Sobre la lucha secreta de las cuitas de
otros, para que llegue a ser plenamente comprendido en su Iun- n ~stTO coratÓn. H asta el platonismo de la época moderna, tal
dón y en su significación di ferencial. como se enseña en la A cademia de Florencia, sigue ateniéndose
Suele verse en la concepción de l ind ividuo y en la nueva po- rod avía, en sus comienzos. al egustínismo y se funde, por así de-
sición y valoración que se le asigna, la verdadera línea d ivisoria clelo, en el molde d e éste.
que separa el Renacimiento de la Edad Med ia. Q uiere esto d ecir qu e lo -ca racteretico del Renacimiento, en
"Nada infonna ni caracteriza mejor a la Edad Med ia cristiana este punto, no es tanto el des cubrim ientJO del "yo" como el hecho
e-escribe un eminente h istoriador del humanismo- que el ras de que esta época desgaje de sus conex iones tradicionales, para
corporativo. Después del caos de la transmi gración d e los pue- destacarlos como algo susta ntivo, un substrato y un contenido qu e
blos, la humanidad renovada fué cristalizando. por así d ecirlo, en lA Edad Med ia encuadraba d entro d e los marcos de su psicología
grupos, órdenes y sistem as. La jerarquía y el feud alismo eran ta relíg iose.
sólo las formaciones má s importantes. La misma vida científica• . . Pero la obra de cisiva y creadora de la nu eva época no consiste
hu bo d e ajustarse a la tende ncia general: cristalizó, como el agua e olnmenre, nr much o men os, en transferir y traducir a atta esfera
al congelarse, en torno A ciertos centros, de donde luego irradi6 un contenido ya existente y acabado. La nu eva conciencia de si
en todas las direcciones. En ninguna otra época ha habido tan mlsma que esta época tiene cobra forma positiva y se plasma como
grandes masas Que h a y~n vivido y obrado y hasta pensado y sen- Il"nlidad en la conciencia empírica d e la naturaleza. C uand o San
tid o d e un modo tan uniforme. AH! donde descuellan los grande~
s Georg Vo igt. Die Wiederbeltbw"g des kl-as$hch en Ah ertwm$, 2' ed., Befo>
hombres, éstos no parecen ser otra cosa que repre sentantes del
1110, 1880, r, l, p. 131.
sistema en cuyo seno se alzan, los primeros entre los iguales, como , Cfr. acerca de esto, Dilthey, ¡'Aufa ssung und An alyse des Menechen
ocurr e con las cabezas d el Estado feudal y de la Iglesia. Su gran 1m IS. und 16. [ahrhundert", en Archiv ¡Ü'" Ge Jl;-hk h te der PhiJo$ophie, IV,
dese y su poder no dep enden de las contingencias y las cualidades 1', 627 (esrndio recogido en la versión eapaflola de 111S Ob rcU de Dilthey).
'" EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CO NOCIMIENTO HUMANISMO CONTRA PLATÓN Y ARISTÓTELES lIS

Agu stín descubre el concepto d el yo como el fundamento únic I u qu e el Cusano había postulado sistemáticamente: el recobro del
y seguro de todo el saber, cuando ve en el objeto el "fenómeno' "uuelecto puro" parti endo d e la materia d e las im presiones sen-
o la manifestación de la conciencia, afirma con este pensam iento 1 ubles, se convierte ahora en la tarea histórica.
pr imacía de la órbiM de la voluntttd y dd sent imiento sobre too Este entronque con las metas d e la illit'Cstigaciótn emp írica da
los datos de la percepción y todos los hechos de l conoc im ient o o el nuevo concepto del yo el punto de apoyo y la correlación que lo
lettvo. La orden ación d e las cosas en el espacio y en el tiemp Ir pllra de la Edad Media y d e la mística.
tiene que desa parecer, para qu e podamos llegar a compren de r
a cap tar la peculiaridad y el valor propio d el alTnd.
En la époc a mod ern a, por el contrari o, son los ferWmenos I. LA RENOVAOóN DE LA FI LOSOFÍA P LATÓ NICA
je t iVQj los que por encima d e todo atraen la mirada y fijan la
atención . Pa ra Que el pensamiento del yo pueda imponer se en su Describir la luch a ent re la filosofía platón ica y la aristotélica
nuevo significado, lo primero es llegar a comp rende r la nat ura- NI roda su extensión y en toda la profundidad d e sus ant agonis-
leza como existencia independiente y fija, como una orde nación lll US con ceptu ales, equivaldría a escribir la h istoria d el pensamiento
prop ia y un con junto d e leyes sustantivas. mod erno, Esta pugna se man ifiesta como el factor determinan te
Estos dos aspectos se contie nen ya, unid os ent re sí de modo lue ta en las realizaciones más originales de la filosofía mode rn a.
inseparable, en el platonismo bajo su forma auté ntica y legítima, y este punto d e vista no presid e solam ent e la creación de los
que poco a poco va haciéndose asequible al Ren acimiento: en arnndes sistemas filosóficos; tam bién las ciencias exactas, en sus
Kepler, sobre todo, vem os cómo es la intuición pura de la armo- nwesngacíones, siguen paso a paso, indirectamente. al irse cons-
nía del cosmos la q ue le revel a la armonía del "alma", ruu vcndo, los problemas d e que aq uí se mu a. No es posible llegar
y a la misma meta conduce la concepción y la exaltación es- • comprend er en sus de talles la construcción de la ciencia por
tética de la realidad: la animación. de la naturaleza por el arte { nlileo y Kepler, a menos que se la encu adr e dentro d e este mo-
permanece, a pesar de todo. libre d e cualesquiera rasgos senri- vlmiento h istórico de conjunto.
ment ales y román ticos, d e toda tendencia a infu ndir a la imagen Si por ad elantado echamos una ojead a general y pa norámica
d irecta de l mu ndo las emociones y sensaciones indi vidu ales. Se 11 estas grand es influencias, veremos que la pri mera iruroduccWn
trata, por el contrario, de facili tar y estimula r por este medio la .le In filosofía platónica en el Occide nt e, sus comienzos, se nos
concepción y la consideración puras y objetivas de la rea lidad. revela como muy pobre y raquítica. No cobra vida tod avía aquí
Leonard o da Vinci es el prototi po y el maestro d e este pensamient o r l verdad ero problema fund amen tal d el platonismo: la atención
y esta int uición pura s y objetivas, que abar ca e informa por igual le de tiene en la fach ada y en los vistosos ropa jes con que el
todos los campos de l espíritu . neoplatonismo y la Edad Med ia hab ían ido envolviendo el meollo
C laro está que esta orientación hacia lo objetivo, que esta en- y el contenid o d e la recria de las ideas. Has ta en la lucha con tra
trega al objeto d e la na turaleza plantea tambi én prob lemas y d ifi- . 1 sistema medie val sigue percibiéndose claramente. por tanto, la
cultades de carácter filosófico. El concepto d e la conciencia no dependencia con respecto a él. No se trata tod avía, en realidad,
llega a desc ubrirse e imponerse tod avía con tod a su pu reza en la de Asimilarse a Platón en su fonna verdadera y originaria: para
filcsofía renacentísoo. de la naeurale:¡;a. En esta etap a, el yo y su ped er llegar a esto, había qu e d ar ant es un paso prepara torio y
funci ón sólo pueden concebirse y describirse como un objeto es- ..liminar, para comprende rlos en su valor propio, aquellos ele-
pecial: aparecen desintegrados en la existencia objetiva y como mentos de l platonismo qu e se hab ían d eslizado en la doctrina
disueltos en él. Esta barrera provisional señala, sin embargo, la n lstiana y fundido con ella .
tendencia que a part ir d e ahora habrá de seguir el pensamiento. Desde este pun to de vista podemos com prender y red ucir a
116 EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO HlJMANISMO CONTRA PlATON y ARlSTOTELES 117

unidad las metas y los movimientos filosóficos d el {uattroeenro. .Micas abstractas, sino de la pugna entre la cultura del helenismo
C uando Marsilio Ficino, con plena sinceridad subjetiva, considera y la de la Edad Media cristiana. Sólo así podemos explicamos la
qu e su misión consiste en armonizar y conciliar la doctrina pla- direcra y amplia influencia que las doctri nas de Plethon habían
tónica con la religión revelada, es qu e sólo acierta a contemplar de ejercer en el occidente a poco de aparecer, después que toda
la religión misma bajo la luz del platonismo, qu e no es capaz de una generación de destacados humanistas había ido preparando el
ver en ella ot ra C05a que la teoria del logos. terreno para sus ideas y tendencias fundamenta les.
En los primeros siglos d e su desarrollo, el cristianismo no po- Aristóteles, nos dice Pleth on, ya no escribe el griego en toda
día llegar a plasmarse en sistema teórica más qu e recogiendo y asi- eu pureza. y plenitud; del mismo modo, el ideal de vida de los
milando esta teoría fundamental de la filosofía griega. Con 10 antiguos aparece ya en él decadente y empañado. La renovación
cual reconocía indiroct1l1:mente, al mismo tiempo, la filosofía y moral qu e Plethon postula para el Estado y la Iglesia de su tiem-
la ciencia ant iguas, aunque sólo las empleara y tolerara en cuanto 1'0 y que ocupa el centro de todas sus tendencias filosóficas,
medios para interpretar la doctrina revelada. necesita librarse de la autoridad de Aristóteles para podeé remen-
Pues bien, el primer paso qu e da la época moderna es para terse a las auténticas fuentes d e la ética independiente y hum ana.
echar por tierra esta barreta, para restaurar en todo su sentido y A los preceptos asc étíco-roonac ales se contrapo ne ahora una teoría
contenido la teoría del " lagos", en vez de limitarse a considerada secular de la virtud, al dua lismo de la fe en un más allá la creen-
simplemente como instrumento de la teología. Esta tendencia y el. de los antigua; en el constante peregrinar y en la tr ansfor-
este giro del pensamiento hemos podido seguirlos ya en Nicolás mación del alma. Los dioses de Grecia son invocados para la
de Cosa (v. supra. pp. 75 ss.J. Este punt o de vista nos ayuda a lucha contra el ideal de la Edad Media y, sobre tocio, para que
comprender la posició n de los pensadores de esta época ante la wuden a la regeneración política por la que Plethon aboga en su
Iglesia, de otro modo tan equ ívoca y confusa. Mientras qu e al ex- escrito sobre las leyes. La teoría de las ideas se trueca, así, en una
terior creen seguirse mostrando en total consonancia intrínseca teoría politeísta de los dioses. Las múltiples fuerzas a que Plethon
con la doctrina de la fe, en realidad sólo toman de ella aquellos recurre para construir su concepción de la natu raleza son eleva-
elementos provenientes de la filosofía y del helenismo. El con- d AS por hi póstasis al rango de entidades personales concretas y
cepto del logos forma, ahora, ranto el engarce como la línea divi- doradas con nombres de deidades especíalee.s
soria entre las épocas. En las especulaciones acerca de la jerarquía y la prelación de
las fuerzas, inspiradas principalmente en Proclo, aparecen de tal
modo entrelazados y mezclados la filosofía y el miro, que sería
G eoTgio Gemisco Plechan inútil tratar de introducir entre ellos una separación, de destacar
un contenido aparte y abstracto de pensamientos.
Este último momento, o sea la oposición al sistema teológico Por tanto, con todo lo que la teoría de Plethon tiene de inte-
trad icional, resalta claramente y ocupa el primer plano de las reeante desde el punto de vista de la historia general de 14 cultu ra,
preocupaciones en Georgíc Gemisto Plethon, el primer . peneador ' lW1ifica muy poco en lo qu e se refiere a la comprensión interior,
de esta época qu e proclama decididamente la doctrina platónica. '11Ilica, del platonismo. Poco a poco, va desviándose la atención
Combate a Aristóteles, pe ro exceptua ndo expresamente de los del verdadero problema funda mental: mientras que en Plerhon la
ataques su teoría de la naturaleza. Q uiere combat ir tan sólo su
I Acerca de la doctrina de Plethon, v, Oass, Gennadiws wnd Pletho. Aris.
metafísica y su teología, aunque los tiros van dirigidos, en realidad, Inr..l¡smws und Platollismws in JeT griechischell Kirche, Breslau, 1844, y Fria
contra la escolástica eclesiástica de su tiempo. •• hulne, Geor,¡ios Gemistos Plethon wlld seme reformatorisdum Bestrebwn,¡en,
No se tt1!,ta, propiamente, de un du elo entr e d 05 doctrinas fil o- '.n., 1874.
118 EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO HUMANISMO CONTRA PLATóN y ARISTóTELES 119
teoria de las ideas se examinaba y defendía (ontra Aristótele 1ft d iferencia d e criterios doctrinal es se debe, simplemente , a la
por lo menos, desde el punto de vista genera y medieval de la diversa interpretación de la gran revelación divina , que es una
realidad de los " universales", vemos cómo en su más cercan ...Ia y qu e preced e y sirve d e fundamento a toda la h istoria de
d iscípul o, en el cardenal Bessarion, aquella teoría qu eda ya total. l. filosofía y d e la religión.
ment e relegada a segundo plano: sólo se la tiene ya en cu enta en De este modo, los cambios y las transform aciones inte rnas que
relación con el proble ma TTlfT!4fi.sioo d e si la naturaleza obra o II misma doctrina platónica ha experimentad o son acogidos por
no con arreglo a una in tención conscient e, para dejarlo en se- IKUal e interpre tados como otras tant as fases de una trayectoria
guida a un lado como un "problema extraordinariamente oscuro unt inua y homogénea del pensamiento. Es en el taller de Plo-
y difícil".·
uno, d e Porfirio, de Jámblico y d e Proclo -dice Ficino en una
r erta a Bessarion- donde el oro de la filosofía platónica se forj6
Marsilio Fidno V depuró bajo el fuego d e la más aguda crítica, limpiándolo de
Iltllas las escorias, para qu e su brillo llena ra toda la redon dez
Tampoco el profundo y acucioso conocimiento d e las obras pla- 11 In tierra." Con este reconocimiento, se abre libre margen a las
tónicas que se logra dentro de los marcos de la Academia de Flc- drícrcntes corrientes místicas, las una s secundarias y las otras
rencia conduce, d e momento, a una decis iva transformación inre- profundas, del platonismo. La tJl,'l()f"ía de las ~ solamente :.s
ricr. Cierto es qu e entre Plet hon y Ma:rsilio Ficino existen hondas ronrempleda y comp rend ida ahora como a través de un medio
y características diferencies, lo mismo en cuanto n personalidad exrm ño,
qu e en lo que se refiere a los fundamentales designios d e su doc. Leibniz señala la fall a más íntima de la teoría de Ficino cuan-
trina . La mirad a es, en Ficino, más amp lia y más libre; las fuentes tl" le reprocha el haberse lanzado ante todo sobre los problemas
históricas son aba rcadas ah ora e investigadas a fondo y en toda "hiperbólicos" y trascendentes, en vez de seguir indagando los
su extensión; en cambio, aparece ya embotada aquí aquella ten. auténticos fundamentos metodológicos: las definicione.s exactas que
d encía reformad ora con que 0 06 encontramos en los comienzos l'larón d a d e los concep tos Iundameneeles,"
d el platon ismo. Ya veíamos, al referi rnos a Plethon, que la reforma de la me-
La doctrina platónica trata de con vertirse ahora en el centro IIl/ísia:l hacia la que se orientaba dejaba in tactos los fundamentos
y en el foco de unidad en que deben encontrarse todas las ten. aristotélicos de la ciencia y d e la in'\!CJtigad ón empírica. Pues bien,
dencias pugnantes de la época . En ella aparecen d irectament e tampoco aquí se d erriba esta barrera : se considera como el grande
fund idas y reconciliad as la religión y la filosofía, la metafísica y V característico méri to d e Platón el haberse entregad o desde el
la ciencia, que llevan , po r lo demás, una existencia aparte, dis- llrimer momento pur a y exclusivamente a la investigación de lo d i-
cu rrien do cada una d e ellas por sus propios d erroteros. vino, al paso que tod os los d emás filósofos se perdían en la con,
En el pla tonismo aparece ya esbozada y traducida a su expre- elde ración de la naturale:ta. d e la que sólo es posible llegar a
sión pu ra, en cuanto a su contenido y a su sentido más genera les, adq uirir un conocimiento mu y imperfecto y como "en sueños".•
la doctrina cristiana. Se conserva y elev a a claridad conceptua l el Al predic ar esta suped itación d el mundo de los cuerpos en una
contenido de los grand es sistemas precedentes de la antigüedad . esfera inferior del ser y de l sooer,
Ficino se distingue clara y n iti-
e "Q uo quídem in loco" (acerca de la pregunta: "utrum narura consilic 1 Marsilius Ficínus, Carta a Besserícn, El'istol. Lib. r (O pera, Parisiil, 1641,
agat") "máxima meo judicio inter Plaronem et Arisrotelem differentia esto
t, (02 ) .
Hinc nempe diffici]¡s iIla et p erobscura de ideís qua esrío oritur, etc.". Besse- 11 Lefbnts, Phi!050phische SchTi/ten, ede. por Gerhardr, vol. 1, p. 380; cfr.
rion, In caJumn/atorem Platon/s, Libn VI, cap. 2, ed, Venee, 1516 (Aldus),
p. 110. nrec!almente vol. VII, pp, 147 ss.
u Fícinua, Carta a Giovanni Cavalc.nti; Episto!. Lib. 1, OpeM, vol. l, p. 613.
120 EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMI ENTO HUM ANISMO CONrnA PLATóN y A RISTÓTELES III

d amente de la forma rea lmente moderna. del platonismo, lino un idad esencial, que sólo participa de las d etermi naciones d e
brota sobre el sue lo de la ciencia exacta d e la naturaleza. ' l. cantidad d e un rnodo mediato, al extenderse sucesivamente,
Según Fieino, el todo se organiza, d e un medo genera l, en I'IOr decirlo así, por sobre las distint as partes d e un cuerpo.
y es en las cualid ades d e los cu erpos donde radican rodas sus
cinco grados y fases d istint os, que se refieren mutuamente los
unos a los Otros, para retrotraerse por último, en su continua su-
cesión, al Ser U no e incondicionado.
'I. . rvu y capacidad es de acción, ya que la simple masa ind is-
1I1 l l a en cuanto tal es totalmente pasiva e inerte; lo que qu iere
La orden ación de la realidad empírica se estructura y organiza 1I dr qu e tod a potencia y tod a actividad atribuidas por nosotros
con arreglo a la participación en los dos principi os contrapuestos • un cuerpo tiene su origen y debe buscar su fundamento último
de la pluralidad y la unidad. Partiendo del cuerpo y de las cua- Ull en lo material d e él, sino en una "natura leza incorpórea''.l o

l idades corporales. el camino conduce al alma humana y d e ésta, Toda esta d isquisición de Ficino, aunque tienda a llegar a con-
a su vez. se eleva a las "inteligencias" celestiales pu ras y al ser chuiones de orden metafísico, encierra , sin embargo, al mismo
d itlino. uempo, en la separación conceptual que estab lece entre la cantidad
Mientras que el cuerpo en cuanto tal, gracias a la d ivisibilid ad , In cualid ad , un fondo l6gico pum, un conte nido que resalta con
hasta el infinito, se d escompone sencillamente en una plurali- 1, .... ln claridad y n itidez cu and o lo comparamos, mirando hacia
d ad d e elementos, sin poseer en sí un principio d e limitación y 'Ir n ~, con la doctrina de Nicolás de C usa y, mirando hacia ede-
d eterminac ión, las cualidades, tales como la luz y el color por bme, con la de Leibniz (cfr. supra, pp. 85 s.},
ejemplo, figuran ya en un grado supe rior. Aunqu e tamb ién ellas El segundo grad o, designado por la cualidad, es aquel sobre
parecen hallarse adherid as a la ma teria y sólo se man ifiestan en . 1 que se elevan las otras fuerzas espi'l'ituales del universo. Míen-
las masas extensas, el verd adero origen de su acción no debe bus- 1' " 1 que el cuerpo representa -según el criterio de los pitagóricos-e-
carse, sin embargo, en el campo d el más o el menos pura mente 111 1,luraliJad pura y simple y la cualidad la pluralida d, en cue nte
extensivo. No necesitan d e la extensión en longitud. profundid ad '11Ir. ésta se combina con la unidad y participa d e ella, el alma es
y anchur a, sino que se contiene n ya, en su tota lidad e indivisas, l. unidad originaria, la cual, sin embargo, necesita en frent arse a la
en cada una de sus partes, por mu y pequeñas qu e sean, en cada eerled ad, para cobra r en ella la concien cia de si misma. M ient ras
punto de la masa. ' 1111' el color blan co, aun d istinguiénd ose conceptualmente d el
Son, por tanto, en realid ad, naturalezas y d ererm inabilidades •IINpo en que se da , se halla como preso y enredado en él en
individuales, a las que para nada afecta la división del "sujeto" 1 nant o a su realidad empírica, el alma conserva dentro de 6 U
corpóreo en el que d e mom ento se presenta n ante nosotros. As í, •1I1l\unidad con el cuerpo en el que reside su propio ser sustan-
por' ejemplo, el blanco contenido en una parte cualquiera d e un ' IVII y la inde pend encia de su propia naturaleza. No se halla
cuerpo blanco no puede pensarse , en rigor, como una parte de la l,onl enida en él ni como un a parte en el todo ni como el punto
cualidad, sino solamente como la cualidad de una parte: la desin- ti In línea.
regración afecta solamen te al substrato material, no al color mis. En efecto, el punto, aun rep resentando una un idad cerrad a
mo, que revela por doquier la misma naturaleza y cualidad " indi- 11 .1 e indiv isible, señala sin embargo un a situación aislada den-
visibles". La "ratio albedinis" o cualidad d e la blancura es la II U del espacio y expresa, en este sent ido, una deter minabilidad
misma en todo el cuerpo y en rodas y cad a una de sus partes 1", 111 lim itada. El alma, por el contrario, d ebe concebirse como
integrantes. I ~ unidad qu e encierra y hace brotar de sí misma una totalidad
Por donde nos encontramos ya, aquí , con una nu eva relación
entre la uniCÚlid 'Y Ü/. plu'I'al idad: la característica d istint iva de la 101 Ficinus, Theologia Platonica de Immorta1iwte animo. um. lib. [, cap. 2.
cualidad no se obtiene por vía de síntesis, sino que es captada como 111''''(1, vol. 1, 77 S , Cfr. especialmen te Lib. IlI, cap. 1: 1, 112.
I

122 EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO HUMANISMO CONTRA PLAT e N y ARISTOULES 123

rnfiniM de determinaciones; en este sentido, se la debe comparar, vuelve a proyectarse, gracias a ella, hacia las regiones más altas• • •
no a cualquier punto, sino, por ejemplo, al centro de un x írculo, l·. el espíritu humano quien restaura el universo estremecido,
que puede referirse por igual, para que el concepto del círculo se pues gracias a su actividad se depura y esclarece de cont in uo el
cumpla, a todos loS pu nt os d e la periferia. Es, por tanto, en cíer- mundo cor póreo, acercá ndose d iariamente más y más al mund o
to modo, " un punto vivo en sí mismo", no sujeto a ninguna canri. " piritual, de l que en su d ía emanó." 12
d ad ni a ninguna d eterm inad a sit uación, sino qu e puede. partiendo En estas palabras, en las que se afirma la singular posición y
d esde dentro, desarrollarse libre e ilimitadam ent e hacia la va. .llUlificación cósmicas del alma humana reside el más profundo
riedad, sin perderse en ella. y sustancial fundamento d o la influencia que la Acad emia pla-
Son también algunos de los motivos fund amentales d e la filo- réníca ejerce sobre tod a la cultu ra filosófica y artística d e esta
sofía d e Nicolás de C usa 106 que aqu í siguen influyend o en Ficino, #poca; los pensamientos qu e aquí exp resa Ficino resonarán , an-
El alma es a la vez div isible e ind ivisible, igual por su esencia a dando el tiempo, en el discurso de Pico della Mirandola sobre la
la suprema unidad absoluta y consta ntemente orienta da hacia la Ilillnidad del hombre y, animados por una Iueraa y una profun-
plura lidad y los cambios d el mundo d e loo cuerpos. Consti tuye didad extraordinarias, en los sonetos d e Miguel Angel.
la verdadera y la más profunda. maravilla de la creación, por cuan- Sin embargo, por mucho que sigamos moviéndonos aq uí bajo
to qu e tod as las demás cosas, por muy perfectas que nos las .:1 conjuro de Plotino y de sus d octrinas estéticas fund ament ales,
represent emos, poseen y encam an siempre un ser especial, mien- vemos tr aslucirse ya en este punto un nuevo interés que apu nta
tras que ella representa y con tiene el universo en su totalid ad. IlIlcia un nuevo planteamiento, h acia un planteamient o moderno
"El alma al berga en si las imágenes de las entidades d ivinas, lid problema. El neoplaronismc seña la, no cabe duda, el ca-
d e las qu e d epende, como los fundamentos y los prototipos de las rácter general de la doctrina de Fiemo, pero no agota la totalidad
cosas inferiores, q ue en cierto mod o crea por su propia cuent a, 11(" 5U contenido ni su significación histórica. C uantos hasta aho ra
Es el centro del universo y en ella se cifran y condensan las fuerzas han estudiado el platonismo d e Ficino .se han detenido exclusiva-
de todo. Se adentra en todo, pero sin abando na r una parte cuando mente en este rasgo, pe ro ello los ha llevado a pe rde r d e vista
se di rige hacia la otra, puesto qu e es el verdadero engarce de las precisamente los gérmenes más vigorosos y fecundos que este pen-
cosas. De aquí qu e pod amos llam arla con razón el centro d e id IAJor aporta a la filosofía y a la ciencia del futuro.u
naturalcta, el foco del u niverso, la cadena del mundo. la faz de La obra maestra de Fieino, la Th.eologia PlatoniaI de immOJ'o
tod o y el nexo y el vinculo de tod as las cosas." II j,iJiku.e animorMm no es, ciertamente, si la consideramos en lo
T od a cosa sensible t iende, por virt ud de su propia naturaleza, externo, otra cosa qu e un compendio de las J>rludxu mer.a/í5ic4S
a remontarse a su origen espiritual y supe rior, pero esta f'e\!t!Tsión l lj' la in mort'aliJad, ex puestas y d esarrolla das aqu í d e un modo
interior no pue de oper arse en las cosas mismas ni en las sustan-
a "Ita tlldius iIIe coclestis, qu l lid ima delluxerar, refluit ad sublimia, dum
cias espiritua les que se hall an sobre nosotros o en torn o nu estro, .¡", llitudi nes idu rum, q uae fueranr in ma teria dissipat.e, colliguntur in ph.n-
sino solame nte en e! alma d el hombre. Solamente ella puede em- ' 001. t t ím purae pur gamur in rarione et síngula rea tan dem in mente evadum
paparse plenamente con la consideración de lo concreto y lo nurverealee. Sic hcrninis anima jll rn lebe facta tu m restituir m und um, quonia m
material sin dejarse apr isionar por ello; solame nte ella pu ede ele. .¡... rnunere spiritalis oHm rnundu s, 'luí jaro corporalls ese factu s, purgatur
. ...¡du e, IItque evadi r q uotidi e spíri\1l!ia." L C., Lib. XVI, cap. 3, p. 364.
var las mismas percepcio nes d e los sentidos al plan o d e lo general
l ~ Este pue de a plicarse tanto al est udio de M. C ar rih es (Die ph l1 osophiJCM
y lo espiritua l. W.·/¡ullscha.... ng der ReforJ7wionsteir, 2~ ed., Leiprig, 1887, t. 1) como al de
"Y así, el rayo divino qu e se derrama sobre el mundo inferior 11 Stein (S ieben Bücher t .. r G escht chre des PWll>niJ m.. r, t. III) , pues ambos
• • , UN:~II y destacan casi exclu sivam ente los el ement os m¡'ticos de la teoría de
1I T heologia Platomica. Lib. m, Cli p . 2; I, 117 s. l'n IUl>.
EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO HUMANISMO CONffiA PLATON y ARISTOTELES l2S
'"
más completo y más en d etalle q ue en ningún otro lugar de 1 mildo por nosotros conti ene un núm ero ilimitado de ejemplares
h istoria de la filosofía. Pero no d ebemos olvida r que los -mísmcé concretos; todo acto d el pensar posee y ejerce la mara villosa fu er-
orígenes históricos d el problema d e la inmortalidad 006 ~nseñan t de red ucir a unid ad u na infinita pluralidad y d e h acer Que
hasta qué pun to los caminos y las vicisitu des de esta doctrina apa l!lu ta la más simple unidad se d isuelva en la infinitu d. lCómo
recen íntimam ent e ent relazados y h ermanados con los Iundamen! 111) habia de ser el espíritu algo ilimitado en cuant o a su fuerza
tales problemas de la teoría del conocimiento. El Fedon cont iene, y • su esencia, siend o como es él quien descubYe la infin itud mis-
al m ismo tiempo, la m ás amplia y minuciosa fundamentación 11l& y la rLefine con arr eglo a su carácter y natural eza?
lógica de la teoría d e las ideas que nos haya dado Platón. En est Todo conocimiento represent a la adecuación y adaptación del
d iálogo, se reco noce por vez pr imera la sustantividad y la fuena '"I("to cognoscente a los objet os con Que se enfrenta (cognitio per
del " pensar puco", sepa rándolo de todas las demás instancias psi. llllnnda m mentis cum rebus aequatiooem perficitu r) ¡ no podría-
cológicas, El pensamiento de la inmortalidad se convierte en n lll~, por tanto, pensar y captar lo infinito como con.tenido si no
vehículo para descubrir la originariedad de las funciones del pensa 1(" con tuviese ya, previamente, en la propia n.atu~ d e nuestro

y delimit arlas nítid amente de las sensaciones y las percepciones [,Ititu. La medida, para qu e pueda ser adec uada y exhaustiva,
inmediatas de los sentidos. I Ul debe ceder nunca en fuerza ni en extensión a 10 medid o: de
La concepción moderna, ya desde los tiempos del Renaclmien, ~ qul que el espíritu tenga que ser por sí mismo ilimitado, para
to, tiende, como veremos, a aflojar esta trabazón histórica ent re j ocler someter a sus conceptos inmutables las continuas mudanzas
el planteamiento metafí sico V el planteamiento epistemológico del 01("1 tiempo V del movimiento y abarcar y medir la infinitud.u
problema. A pesar de lo cual esta conexión se manti ene hasta El postulado de la total adecuación y "proporción" qu e entre
mucho después de iniciarse la filosofía moderna , y su fuerza V efi- , 1 uhjero y la ! undón. d el conocimiento de be imperar se convierte
cada pueden observarse todavía en Descart es. aho ra en el leitmotiv d e la d octrin a de Ficino. El intel ecto y el
Esto explica por Qué Fiemo, aun allí donde su doctrin a parece .dljeto " inteligible" no se enfrentan como dos elementos extra-
perseguir única y exclus ivamente su meta metafísica principal, se no. y exteriores el un o al otro, sino que tienen, por el contr ario; el
adentra también. indirectamen te, en la historia del problema del mnmo origen y forman, en su máxima y sup rema perfección, una
conocimiento. unidad. " Ipsum im elligibile propria ese íneellecrus perfectio unde
Ha y que reconocer, sobre todo, como un gran mérito de este mtelleceus in acru et intelligibile in actu sunt un um" 15 (cfr. .supra,
pensador el haber sido el primero que transm itió a la posteridad l'Jl. 79, 90) . No se tia, por tanto, ningu na explicación del proceso
de u n modo puro y completo la teorfa platónica de la " reminis- .Itl conocimiento cuando se hace que un ser externo, tra scendent e,
cencia", ofreciendo con ello un cent ro h istórico finn e al d esarrollo tr. nsmigre al espiriru, pu es el pensamiento sólo comprend e, en
moderno del roncepto d e la conciencia. T amb ién en este pu nto realidad, lo Que tiene la misma naturaleza que el y 10 Que él hace
acusa la exposición d e Rei no tan claramente los rasgos del modo brotar de su propia entraña. Y esto no se refiere solamente a 18&
d e pensar d e Nicolás d e C usa, Que no cabe duda d e Que el pri- . ltas actividades espiritu ales, sino también a las simples pcrcep.
mero d ebió de conocer a fondo los escritos del segundo ant es de f "mes de los sentidos: la conciencia, ya en tales percepciones no
expon er sus propios pensamientos, a pesar de que en el momento determin ad a exclusivamente por los cuerpos del exterior, sino
en qu e vió la luz la Th eQlogia plaronica de Ficino (J482), aún no que se imprime a sí misma su forma,
habian sido reunidos en un a edición completa las obras del Cusano. "Del mismo modo que los cuerpos vivos cambian , se rept o-
Cuando Picino, para probar la inmor talidad del espíritu, parte
sobre todo de la infinitud de la función de éste, sigue claramente 14 Thl!ologU:f Platonica, Lib. VIII, cap. 16, PPo 196s.
las hu ellas de Nicolás de C usa. Todo auréntl co concepto foro lB 0 1'. cit., Ub. XI, cap. J, p. lit.
126 EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO HUMANISMO CONTRA PUTON y ARISTOTELES 127

dueen, se nutren y crecen por medio de la simiente que albergan 1.. concreto es sencillamente inagotable. Y si pretendiésemos abs-
en sí mismos, así también el juicio y el sentido interior juzgan 1I 11 r.r d e un número limitado de casos o de hechos una regla, para
acerca de todas las cosas en virtud de las formas innatas que hacerla luego extensiva a la totalidad de ellos, Iquién podría ase-
en ellos residen y que son estimuladas desde fuera." gurnrnos que habíamos sabido captar cabalmente los criterios esen..
Por tanto, el contenido de la conciencia no es tanto una íma- •hdes y absolutos, aquellos que no radican en la naturaleza pura.
gen del, objeto exterior como una emanación de nuestra propia mente fortuita de lo concreto?
capacidad espiritual, y así se explica que uno y el mismo objet I le aquí por qué la formación de los conceptos y las leyes ge..
nos parezca distinto según que lo contemple y modele esta o aque- u-mles sólo puede llegar a comprenderse si no vemos en ellos la
lla potencia de nuestro espíritu, el sentido, la fantasía o la razón, umple repetición de la materia dada, sino una creación espontánea
"El juicio se ajusta a la forma y naturaleza de quien enjuicia, .Ir! intelecto. Y esta obra de creación no necesita, para llevarse
no a la de l objeto enjuiciado." 11 rubo, recurrir a la mediación de ningún element o extraño, pues
Las mismas "imágenes" de las cosas concretas trazadas por lo , 1 propio espíritu se encarga d e suministrarse la materia plasmada
fantasía no son "inculcadas" directamente por ésta al espíritu; V mod elada por él. Proceso este que seria, ciertamente, incom-
con tanta mayor razón debemos ver en los conceptos intelectuales juensible si el espíritu permaneciese en sí mismo plenamente pa-
puros, no las copias de la realidad externa, sino los productos de slvo y carente de criterio desde el primer instante. cuando en
la capacidad del entendimiento. En vano nos molestaríamos en Irlllidad debemos dar ya por supuesto en su ser "interior" el con-
querer derivar el contenido de estos conceptos de las percepcic. u-nido de todas aquellas formas con las que exteriormente nos
nes y las imágenes de nuestros sentidos. lCómo podría el "fan- enconrramos en el mundo de los obietos.w
tasma" sensorial crear algo más libre y más amplio que él mismo? Ficino distingue, pues, nítidamente las dos operaciones, con.
El mundo de los cuerpos forma una inconexa pluralidad de uacntes la una en la limitación habitual del pensamiento a la
objetos concretos especiales y limitados, los cuales, sin embargo, "abs tr acción" y la otra en su verdadera acción constructiva: "veras
considerados de por sí, jamás podrán llegar a crear un contenido dl.'finítiones essentiarum non potest mens per accidenralía rerum
espiritual puro que reproduzca y representa la naturaleza común umulacra fabricare, sed eas construir per infusas ab origine rerum
a todos ellos. Y es evidente que lo que está negado a los ele-- umniu m rariones",
mentos aislados jamás podrá conseguirlo tampoco la suma de El pensamiento es siempre una construcción y un desarrollo
ellos. Por más que los reunamos en un oonglomem&o, no obten.. n bnse de aquellos primeros fundamentos y premisas innatos. Son
dremos nunca otra cosa que un conjunto de elementos sueltos, no . 1I0s -el ejemplo de la matemárica lo demuestra claramente-
ordenados ni articulados con sujeción a leyes. Itlll que nos suministran las reglas ídeales para contrastar las per-
"Así como una acumulación de piedras no puede traducirse repelones y su exactitud, las cuales no encuentran ni pueden
nunca en algo simple, sino sencillamente en un montón, así tam - encontrar, por tanto, su límite y su medida en las sensaciones y en
bién una muchedumbre de cosas concretas podrá producir una U lIl objetos. Las "especies" conceptuales puras no surgen del con..
amalgama confusa de imágenes, pero sin llegar a crear jamas un tuero con el mundo exterior¡ éste no las crea, sino que se limita a
concepto único y simple." alum brarlas y hacerlas florecer; lo que Aristóteles llama su crea-
Ficino refuta con toda claridad y toda energía la teoría sensu.a.. I'Mn debe interpretarse simplemente, con Platón, como su escla-
lista de la "abstracción". Si nos viésemos obligados, dice, a deri- recimíenro." Ya el solo hecho de que preguntemos por un con.
var lo general de la mescolanza de casos concretos, no tendríamos
más remedio que ver en ese objetivo, desde el primer momento, 16 Sobre el conjunto del problema, v. Lib. XI, cap. 3, pp. 236 ss.
un postulado falso e ilusorio. lPor quér Porque la totalidad de lT Lib. XI, cape., 3 y 4; 1, 241 y 248.
I

126 EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO HUMANISMO CONTRA PLATON y ARISTOrnLES 129

tenido cu alquiera y lo indaguemos indica que este contenido n Hasta aquí, los pensamientos fundamentales de la teoría de las
se halla tota lmente al margen de nues tra órbita, pues Ic ómo p htr nl', aunq ue se desarrollen preferentemente desde puntos de vis,
dríamos apetecer aquello que nos es tota lmente desconocido? 11 I'.licológicos, se rep roducen, a pesar de ello, d e un modo puro

Fiemo se apoya aquí, como antes de él hicie ra Nicolás d , eln mezcla; Fiemo, sin embargo, no acierta a llevar a cabo esta
Cusa, en el pensamiento fundamental del Menón platónico, pen Jlll inción h asta el final y de un a ma nera consecue nte. De nuevo
samie nto que habrá de acompañarnos de aquí en adel ant e, a 1 " eben pred ominando en su teoría los motivos neoplatón icos, esta
largo de una serie de vicisitudes históricas (cfr. sup,.a, pp. 9 1 s.) rI en la versión de la teoría del conocim iento y la metafísica de

Ningú n saber puede serie imp uesto e inculcado al ind ividuo desd I n Agustín.
fuera; el saber tiene que verse siempre, ne cesariam ente, d espe rtado El razonamien to es el siguiente. El espíritu se establece sobre
y estimulado por su propia naturaleza: "quí d ocer minurer es! '111 propios fundament os y se sustr ae a la d ependencia de la rna-
porius quam magíster", Y como el género humano es siempr l1'rlll sensible solamente para ser absorbido en su totalidad y en
uno y el mismo y la esen cia d el espíritu no varia nunca, la aqui ' lIln su pureza por el primi genio ser d ivino situ ado en el más
cenc ia a de terminadas verdades debe reputarse como necesaria ,li d y desaparecer en él. T odo verdad ero conocimiento eq uivale
ji un contacto y una comunidad que establecemos con la sustancia
general. Ahora bien, la conrrastaci ón y la aceptación d e cua lquie
concepción científica exigen como cond ición indi spensable el qu ..pi ritua l infinita y perfecta. Las "formas" innatas del pensa-
la reg[a de la verdad resplandezca desde dentro y vaya por d miento carecerían de fuerza y d e base si solamente existiesen en
lante, ma rcando el camino. nuestra concienci a y no tu viesen su correspondencia exacta
Característico del circu lo de pensamientos y d e la tónica de .u un mundo de verdades espiritu ales existentes de por sí.
que brotó la Academia de Florencia es el hecho d e que Ficin r así, vemos que tod o el libro XII de la Theologio; Ploot.óniM
encontrara la garantía del valor universal y objetivo d e las " ideas" • ded ica a d emostrar q ue el alma hu mana, en 6U conocimiento
principalmente, en el cam po d el arte. Es aquí donde, según él. uuelecrual puro, se halla d eterminada y modelada por la cc ncren-
se man ifiesta con mayor pu reza la u nidad espiritual inquebra ,j,l divir14 "nihil revera disct potesr, nisi docente Deo".1t No

table de la natu raleza humana. •..moa ya nosotros quienes capt amos lo infinito y lo encerramos
"Cua lqui er espíritu encontrará plaus ible la form a red onda ,h:llIro de límites con ceptuales fijos, sino qu e, por el contrario,
cuando por primera vez se aperciba de ella, y aun sin conocer el ,..nemes que dejarnos captar por él y disolvemos en él, para qu e
fundamento de este ju icio. C ualquiera sabrá apreciar una deter- .1 conocimiento llegue a ser posible."
minada adecuaci6n y proporción en la estructura del cuerpo hu, En apoyo de esta conce pción se invoca expresamente la teo-
mano o la armonía de los números y los sonidos . De cie rtos ,rll del lagos del Evangelio de San Jua n, con lo que el problema
ademanes decimos que son nobles y bellos y ensalzamos la luz de ,ti' In ciencia se engarza y supedita totalmente de nuevo a los
la sabiduría y la int uición d e la verdad. Pues bien, si cua lquier problemas de la metafísica y la teología.
espíritu acepta y aprueba en seguida todo esto, dond e quiera qu Esta parte de la obra de Ficino es también significativa e im-
10 observe, sin saber por qué, es indudable qu e 10 h ace guiado por I",rlnnte desde el punto de vista histórico, ya qu e en ella vuelve
un instinto necesario y absolutamente natural".18 t proyectarse una viva lu z sobre la concepción agustiniana de la

Estas afirmaciones d e Ficino encierran el germe n d e una nue-- ..'orín de las ideas, con 10 que se prepara y facilita la influencia
va form a hist órica d el platonismo, que, afios más tard e, madurad ' lile habrá d e ejercer esta d octrina sobre la filosofía moderna. De,
y red ondeará Kepler, haciéndola descansar sobre fundamentOl ' D Lib. XII: "Rationes rnultae ee sign., quod mena humana íntelllgendo
más profun dos. m_lile divina formatur." Las palabras citadas son del cap. 1, p- 261.
18 Libo XI, Cl p. S, pp. 2<19 $S . ." Epistolae, Lib. 11, p. 673.
130 EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CO NOCIMIENTO HUMANISMO CONTRA PLATON Y ARISTOTELES 131

bemos destacar, sobre todo, el estrecho entronque del pensemien rrentan dos mot ivos fundam entales. La perspectiva de lo inteli-
que en es te punto existe entre Ficino y Malebranche: los ar vible significa al mismo t iempo para él, como para todo el Rena-
men tas aducidos por ést e e n apoyo de la tesis de que-t'todas I cimiento, la elevació n y la valoración del ser empírico. Palpita
cosas son intu id as por nosotros en Dios" se encuentran agrup tnmbién en este pensador aquel espíritu del círcu lo platónico de
d as ya casi por com ple to en la T h eologia Plaron i.ca del primero." los flore ntinos que se expresa, por ejemplo, en los himn os d e LY
Pero, pese a los conta ctos y puntos de coincide ncia con S8 reneo el Magnífico.
A gustín, sigue ma nifest ándose en esta doctrina el ca rácter origi " Mientras que los hom bres d e la Eda d Media consideran el
del Renacimient o, por cuanto que se d esta can y acentúan en el! mundo como un valle de lágrimas encomendado a la guarda d el
con gra n fuerza, aqu ellos rasgos que guardan cierta afin idad e 11npa y de l emperador hast a la llegada d el Anticristo; mientras
la concepción estética fundam ental en sentido estricto. No que los fatalistas del Renacimiento fluctúan entre los períodos de
dríamos alegrarnos de la belleza sensible -argumentaba ya Sa energía y los periodos de sorda resignación o de su perstición, ve-
Agustín-, la consonancia y la sucesión rítmica de los sonidos, mos cómo en el círculo de los espíritus selectos surge la idea de
ejemplo, no pod ría producir una com placencia en nosotros, que el mundo visible ha sid o creado por Di os en un acto de am or,
nuest ra alma no poseyese ya en sí misma un medio que le pe de que es la imagen del prototipo preexistente en él y de que
mite reconocer y destacar las pu ras proporccnes de los núm Dios será siempre su motor perm anente y su consta nte recrea-
por debajo d e todos los ropaj es y envolturas concretos. Es e tlur. El alma d el ind ivid uo puede, mediante el conocimiento de
concepeo puro del numero. son los rw.meri judicialcs , asentad Dios, reducir esa imagen a sus est rechos limites, pero puede tarn-
sobre el fundamento mismo d e nuestra con ciencia, los que n biéu, por el am or a él, extenderse hasta el infinito, ganando así la
permiten captar y enjuiciar la armonía entre las cosas sensibl l.lenaventuranza sobre la tierra" ( Burckh arde) ,
No podríam os llegar a conoce r y a completar mediante la col También en Ficino vemos q ue la comunión del alma con el
boración de nu estra alma la igualdad de los sonidos e in rerval cuerpo y con el m undo de los senti dos no representa sencilla-
que la scrt.sdCiQn jam ás nos transmite exactamente y de un m mente la caída de la naturaleza originaria y superior d e aquélla,
constante, pues sólo se manifi esta e n ella de u n modo confuso . 11\1.) algo que el pensador se esfue rza por llegar a comprender en
fugaz, s¡ no la conociéramos por otro conducro. La verdade eu valor y en su necesidad . Si el espíritu persistier a en su propia
igualdad no se e ncuentra en las distancias d el tiempo o del e enudad intangible, te estaría n vedados con ello toda intuición y
pecio, ni en las for mas de los cuerpos empíricos: es una norm ••• 10 conocimiento de lo ccncrero, Sólo viviría e n él el concepto
conceptua l qu e nosotros a plicamos a la materia de las percepc¡ 1I"lleral y abstracto, al paso que escaparían pa ra siem pre de su
nes. y como esta norma es invariable y eterna, su origen s61 quebensíén la belleza y la variedad de las formas concretas. Y
puede buscarse e n la esencia eterna e inm utable de la divinida r.II nqui precisamente donde reside n para el hombre el sentido y la
por t anto, la reflexión conceptual y la introspección que de .Ilinificadón de su existencia em pírica: "la vida palpita para nos-
preced er a la soluc ión d e todo problem a consiste en vol vernos i .ur os en el resplandor de los colores".
ter iormen te hacia Dios, e n quien contem plamos y captamos 1 U n sent imiento fu ndamental moderno se exp resa aquí en los
verdad una e ínrnu rable.w •onceptos y en las formas d e la concepción astronómica tradi cional
Como vemos, en la doctrina de Fidno se entrelazan y se e .'1,1 universo. La tierra no es un a mor ad a baja y despreciable; es el
2t V. especialm c-ste Th cologia. Pl<It()nica, Lib. XH, cap. 7, pp. 274 H. Sobl " In l inte rmedio d el templo divino y el firme fu ndamento elre-
la doctrina de Malebranch e y sus reladone5 con San Agustín, v , infra, libro 11 .Ird or del cual giran como en torno a su eje tod as las esferas ce-
cap. 11. lcufnlcs. La movilidad y mutabilidad de l ser terrenal no constituye
:2.2 Lib. XII, cap. 6, pp. 273 J.
un defecto interior, sino qu e nos sum inistra , por el contra rio, la
132 a RENACER DEL PROBLEMA Da CONOCIMIENTO HL'MA}.,1SMO COmRA PLAToN Y ARISTOTELES
contra imagen necesaria sin la cual no podríamos percibir
frutar la quietud y la paz en Dios.
11. U. REFORMA DE LA PSICOLOQIA ARISTOTÉ LICA
''Tal vee haya dispuesto el propio Dios que a los espíritus de
rango superior les sean asequibles por sí mismos los goces díví. Incurr iríamos en una injusticia y una parcialidad históricas,
nos mientras que los de rango inferior tienen que esforzarse por .1 nos empeñásemos en ver el resultado positivo y decisivo d e la
alcanzarlos; que mientras los unos participan d e la bienavenru, fil osofía del Renacimiento ún ica y exclusivamente en su lueM:
raree d~e q~e nacen, I~ otros . tengan qu e gana rla a lo largo contra las ccrrienres ansroeélícas, Lejos de ello, la nueva com-
de su. Vida. Dl03 vela as. por evitar que los espíritus superiores rr ensíó n de la cultura antigua que ah ora se logra redunda ta m-
6~ dejen llevar de la soberbia y los inferiores ganar por el despee. bién en beneficio de la auténtica doctrina peripatéti.ca. y ayud a a
CJo, ya que los primeros reciben su bienaventuranza de fuera descubrir su verdadero significado.
mientra s que los segundos la crean y adquieren por sí mismos." ~ El pensamiento de la época cont rapone a la escolástica los cri-
De este modo, la misma imperfección del individuo se tru eca It rios fund amentales de su propio maestro y creador, bajo la ver-
en t~timonio de su va lor imperecedero y de su destino et erno. dón exacta y pu ra, restaurada por la critica filológica: para de rro-
• ,Sin e~bargo, y a pes ar de todos estos con atos, mu y caracte- t lit a A ristóteles como jefe de la escuela escolástica medieval, la

tLllUCOS e Import antes, Ficino no logra llegar a dominar y a reducir ülosoffa se hace fuerte en las ideas d e Arist6teles como pensador
pl~namente el pensamiento de la trascendencia.. Este pensa- original.
m iento, a la postre, sigue imperand o como ideal en la totalidad Leonardo Bruni, el primer traductor de los más importantes
d e su sistema. Dionisio Aeropagita es q uien proclama y nos ga- diálogos platónicos, vierte también la Política de A ristótele.\ y la
rantiza la auténtica filosoíla platónica, porque nos enseña a buscar nl íca d N kórrtta<:o, obras cuyo estud io considera como la verde-
la luz di vina, no por la acción d el intelecto, sino por medio del dcra preparación objetiva de tod a educación h umanistica y de la
afecto y la voluntad, como algo que está por encima de todo ser formación de cualquier orad or. En los círculos d e la Academia
y de todo saber. de Florencia impera más tarde el pensamiento de una transa cción
"Rem ónta te por encima no sólo de las cosas sensibles sino V de una reconciliación: este pensamiento, expresado ya por Bes-
también d e los objetos in teligibles; abandona el campo d el inre. serfon, es retenido principalmente por Giovanni Pico della Mi.
lecro y elévate -por medio del amor al úni co y supremo bien-e, rsndola, quien lo presenta como la verdad era meta nn al.25
a los dominios del bien mismo, situado por encima d e todo ser En estos intentos no se manifiesta la entrega ciega a la rradi-
de roda vida y de todo entendimiento." H' ' elón histórica, sino la concepción libre y exenta de trabas dogm á-
La relatividad, qu e ha ce poco parecía comprenderse todavía 1teas Que 10 5 pensadores se forman ahora d e la misma doctrina
como una necesidad del conocimiento humano, vuelve apresen. re rtpat éríce, de su contenido y de las condi ciones qu e le dieron
rarse aquí, por tanto, como su límite (cfr. supra. p. 119). En esta vida. Partiendo de las tesis concretas de l sistema, consideradc
dualidad se revela ante nosotros la profunda pugna conceptual entes como un fondo inalienable e inconmovible, el espíritu se
Que d iscurre a lo largo d e roda la filosofía del Renacimiento y retrotrae ahora a los motivos discursivos¡ la firme coherencia del
con la Que todavía hoy nos encontramos bajo d iversas formas. 1000 es destruida para dejar paso al movimiento dialéctico y a la
restaurac ión del proceso del pensamiento a rravés del cual se han
logra do los di versos principios.
23 Lib. XVI, cap. IV, p. 365; cap. VI, p. 368. 2/1 Pico della Mlrandola, Ope re (Basilea, 1601), 1, 83: "Nullum est quaeei-
2t M.rsil ii Fi<: ini in O ra tionem Diony sii de Trinitlte Argumentum. Oper~, tum ne tu rale aUI dívin um, in q uo Ari slOleles e t Plato sensu el re non conve-
n, pp. 2 u .
!l'l nr, q uam vis verb¡, d issen tire vídea neur."
!JI EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMI ENTO HUMAN1SMO CONTRA PUTON y ARISTOTELES 135

El mismo antagonismo entre d os interpretaciones, la pugna en. IHIl O d e la combinación y la síntes is de las " impresiones", y los
rre los " alejandrinisras" y los " averroístas", ayuda a esta forma Illncipios generales, que hay que reconoce r V tomar como base
independiente y libre d e asimilación. Pero lo que sobre todo 11 cua nto pr emisas de todo razonamiento silogístico, tien en q ue
caracteriza la nue va tendencia que con ello se abra za, es el hecho , 1Il1tÍr por sí mismos d e la ind ucCKm y buscar en ell a su justifica-
de que se coloquen a hora en el centro mism o de las preocupa. lo\n últim a. De este modo, y concibiéndose las form aciones d el
dones los problemas fundamentales de la psicología y la tJeoria I userniento como un produ cto y un resu ltado d e las percepcío-
del rorwcimienro aristotélicas. La Edad Med ia había estado do- 11 de los sent idos, la "forma" pura se refiere necesariamente y
minada sobre todo, al margen d e las disputas lógicas, por la meta. 1 un modo general a la "mate ria", que es la única que pued e
física y la física de Aristóteles; lo que por encima de todo caut l- eumíntstrarle su punto de apoyo Vsu complemento.
vaba su interés era la estr uctu ra del cosmos y sus relaciones con El alma no es sino la unidad en la q ue se compend ian y sin,
el "inmóvil motor qu e t odo lo mueve". Pu es bien, todos estos I umn todos los procesos de vidit del cuerpo: unidad qu e, al

probl emas pasan ah ora a segundo plan o, y es el concepto y el pro- 1'" IRmo tiempo y en consona ncia con las premisas fund am entales
blem a d el alma. lo qu e d ecide en cuanto a la acti tud y al partid o d 1 sistema, es concebida como el f in general ha cia el qu e tienden
que 105 diversos pensadores toman ante la filosofía pcriparé tica. l "d l lH los movimientos con cretos, a modo de la causa activa de la

Con lo cual , e insensiblemente, se orienta la investigación hada que todos ellos brotan.
un nuevo campo y una nueva meta: el análisis dialéctico del con. Ln explicación según la cual el alma es "la pr imera entele-
cep ro ariswtélico del alma pasa a ser un [actor en el nacimiento Iluln de un cuerpo natural, dotado por su organización natural
del concepto moderno de la condenda. .1 In capacidad de vivir" ( ~ vtúlXEla ~ ll{, timl owual"(~ lJl\ICJLXOÜ
La psicología de Aristóteles se hall a determ inada, en sus gran- tlllVlipu ;w~v EXovr~ ) expresa de un modo claro y nítido esta
d es rasgos esenciales y d ecisivos, por las premisas de su teoría nuerdcpende ncía. El alma es solamente el principio que rt'gu1a
sensualista del conoc imiento.w El verdad ero ser es buscado en la 1, múlt iples procesos biológicos, encauzándo los ha cia un d estino
cosa C'O'Il.C,'ITta, lo que q uiere d ecir q ue la percepción qu e directa- n..livid ual comú n y ordenándolos con arreglo a él. Sin los cue ro
mente nos revela esta existe ncia concre ta debe ser conside rada I ~ físicos el alma carecería , por tanto, del material necesario sin
como la vía originaria de toda cert eza. El d esarrolle hasta llegar I cual no puode cumplir su función. Dentro de esta int erd epen-
a las formas superiores del pensamiento se opera solament e me- .I..nc¡a, es inconcebible la posibilidad de que 10 aními co ejerza u n
di ante la transformación progresiva de la materia qu e así se oh- ,.rl'cto aislado o se ha lle d otado d e un ser ap arte .
tiene. Incluso las más altas man ifestaciones y real b acíones del Ahora bien, el resultado final d e la tt':O'rla del conocimiento
pensamiento parten de este comienzo, cifrad o en la sensación y en ,II! Aris tóteles en tra en una pugna peculiar con este punto d e
la " representación", se ha llan vinc uladas y circunscritas a él. Hay "latn, procedent e d e la teoría aristoté lica de la et 'Olución. A risró-
una gradación continua e ininterrumpida qu e va desde la aioitT)otl; ! p11"8 había opuesto al " verd ad ero ser" de la idea plató nica la exis-
a la 661;a y d e ésta a la qKlVTQO'Q y al VOÜt; y en la qu e cada ele- teucin y la d ererrn inabilidad ind ividu al de los ob jetm paniculares.
men to superior no hace más q ue realizar y perfeccionar lo qu e I In embargo, en su definición del sdJer, en el concepto d e la
se contiene y dibuja va, como posibilida d, en el inferior. , w;t íU'1], se mantiene todavía fiel, inidrectarne nte, al pensamiento
D ent ro de esta concepción de conjunto, brota el concepto coma luudamen tal de la teoría de las Ideas, aunque sin saber retenerlo,
, Irrt amcnte, bajo su forma pura y libre de tod a mezcla. Los prin-
26 Sobre 10 qu e slgae cfr . Zeller, Die Ph¡¡osophie der Griechen, r. 111.
Renan, AverroiiJ et l'A W'Troinne , 3~ ed., Par ís, 1866; Florentino, Pietro p~ , Ipios del saber, su objeto y su función, residen exclu sivament e
POlUltti: Stll.di stond 511. la sClI.ola BoI.ognese e PaJoutna del Jecolo X VI Ao I ti los concep tos y las tesis genem1es. Por donde surge la funda-

renda , 1868. ' menml contrad icción de qu e el sistema aparezca d esdoblad o en


136 EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO HUMANISMO CONTRA PLATON y ARlSTOTELES 137

d06 partes totalmente d esiguales, contradicción qu e se acusa, ha) ncción espontánea., por oposición a todas las impresiones pura-
un a forma u cera, en todas y cada una de las fases y partes de mente pasivas. Lo que ocurre es qu e, aho ra, la separación no
sistema : la reulid4d total, tal como la d efine la metafísica, la e puede efectuarse ya de un modo metódico y postu la un a d iferen-
parti cul ar y concreta, integrada por materia y forma, contradic ciación susta ncial d entro del alma misma.
a las condiciones que el conocim~ debe necesariamente exigi Aristóteles se burl a d e la "separación" de la idea con respecto
de su objeto. • las cosas concretas, tal como cree encontrarla en Platón, y la
Se abandona asi, desde el primer momento, la ecua ción fund combare. Pero en vez de la diferencia lógica, que sigue siendo
ment al que toda la filosofía griega se había venido esforzando e equi un factor d eterminante, Aristóteles introd uce la afirmación
establecer y de term ina r : la identidad d el pensa r y el ser. En 1 lid intelecto activo, como un órgano aparte y d ifere nciad o del
psicología aristot élica se refleja el antagonismo en la doble pos ..lma (X(l)()I(J-':~ XCIi &1tuDi}t; xal Úluyi)t;). y mientras que los
ción del "entendimient o", al que se asigna la fun ción de conoce diálogos platón icos de la últ ima época sobre rodo se esfuerzan por
los principios generales, frente a las demás potencias d el alma entrelazar en perfecta correlación la idea y el fenó meno , el inte-
Mientr as que aqu él, considerado como "en tend imient o pasivo' léete y los sent idos, el sistema aristotélico d e la evolucicín. dese m-
como voüo;: .1ta~n xól;', se limita a asim ilarse y sintetizar la ma terl loca en una cont raposición du alista: en un ser qu e no se hall a
que le brindan loo sentidos y la imaginación, en cuanto en tend í consta ntemente facilitado y condicionad o por las fases pre ceden -
miento activo, como voíj~ :n:Olr¡tl'K &;, tiene qu e ha llarse libre d les, sino que desc uella en el plano de los principios por enci ma
esta condicionalidad: al paso que el pensamiento, si nos arenera lit' ellas y qu e las precede como algo cerrad o e independiente,
a la grad ación d e las Fuerzas psicológicas, sólo puede ejercerá Este antagonis mo a qu e nos referimos se d esarrolla rodavla
sobre el "fantasma" , es d ecir, sobre la imagen de la represenr más entre los comenta dores arábigos de Aristóteles, cuyas doctrinas
ción, apa rece ahora "o tra clase" d e acción anímica , qu e capta e resume y fija definitivamente Averroes en el siglo XII. El inte-
toda su pureza y sin mezcla alguna los objetos inteligibles y g lecro pasivo y el activo se com port an como la materia y la forma,
neral es. romo la potencia y el acto: mient ras que la primera posee la
la capacidad activa d el pensamiento, volviéndose d e espald ra pacidad de llegar a serie todo y de asumir una tras otra , suce-
a lo sensible y a sus efec tos, debe , según esto, estar dotada d e u »vamenee, todas las formas d e las cosas, la segunda encierra una
ser propio y autárquico. Las condiciones na turales qu e regula erción. creadora propia y con ella, al mismo tiempo, la posibilida d
el nacimiento y el curso de la vida orgánica, pierden su Iuerra de una existencia independ iente.
su significación con respecto a esta parte d el alma. Del rnism Sin embargo, al paso que el espíritu activo se sustrae a todos
modo que el espíritu pe netra al cuerpo indi vidua l "d esde fuera' k~ limites y condiciones de la existencia sensible, va desapareo
(a-éQl13tv), en form a definitiva y cerrada, debe también sobreviví dende tamb ién su limitación ind ii-idllal. Es una un idad idéntica
a la existen cia del cue rpo y pode r perdurar fuera de los Iímit origineria en la que participan de diversos modos los diferentes
d e éste. El espíritu es el principio eterno y "divino" que, au Individuos, pero qu e d e por sí se halla por enc ima de toda plura-
pudiendo unirse con la mat eria en una existencia común, no 6 lidnd y d iversidad V existe al mar gen de ellas. Es siemp re una
ve aíecrado ni d eterminado por ella en cuanto a su esenctc. y la misma capacidad d el pensam iento la que desciende tan
Identificamos aquí los motivos objet ivos y profundos de I pronto sobre un individuo como sobre otro, para manifestarse en
que h a brot ado la reorla periparérica del entendimient o activo. L t I con arreglo a las condiciones específicas de su organ ización.
psicologíameta física inten ta recuperar en este punto lo que la teo Se h a compa rado esta doctrina, tr atand o d e ha cerla compr en-
na del conocimiento había pasado por alto en sus primeros co . ¡blc, con diversos sistemas idealistaS modernos, principalment e
míeneos: el retener y desent rañar la función de l pensar puro y S I'P I1 In idea de la razón una, di vina e Impersonal, de Mal ebranche,
135 EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCI MIENTO HUMANISMO CONTRA PLATÓN Y ARISTóTELES 139

que ilumina por igual a tod os los hom bres." Pero es lo cierto qu t. del campo adversario, entroncada con el com entario de Ale-
semejantes ana logías no nos ayudan a com prender la Iisonomia Jll llllm de Afrodíeies."
histórica propia y car acterística de l averroísmo. La doc trina d In polémica, vista desde fu era, se limita al problema d e la in-
Mal ebranche surge ya plenamente iluminad a por la lu z de la filo! moualidad, que los alejandristas niegan y qu e los averroístas afir-
sofía moderne y descansa sobre lo que constituye la eonvicció ItllIlI , si no para los indi vid uos, sí con respecto al entend imiento
funda me nta l de esta filosofía, a saber : qu e el auténtico punto d , uvo y universa l; pero el motivo prof undo de l antagonismo re-
partida de la investigación debe buscarse, no en el ser, sino en ( 'llt(' realmente en la dis tin ta concepción fundamenta l del conocí-
saber. Para cua lq uier e nj uicia do r mod erno, la d ificultad d e la con Illlr:f l t o qu e uno y otro bando profesan.
cepción averroísta reside, por el cont rario. en la inversión tota l La obra de Pietro Pomponee¡ sobre la inmort alidad trata de
completa de los términos d e esta rela ción fundamental. Se part retrotraer de nuevo a su terr eno prop io el problema del ser y el
d e un a imagen comp leta y d et enninada del univena, a base de I rll(t"n del int electo, el cual debe resolverse, según ¡;1, no par tiendo
cual se atribuye luego al intelecto su posición especial. El funda II premisas metafísicas generales, sino a base d e refl exiones pu-
me nto es siempre y por d oquier el mismo: la concepción cosm ..mente psicológialS.
lógica d e las di versas ('5f~ mcniale5, cada una d e las cuales e La concepción averroísta d e la unicidad y la igualdad del en-
movida en rotación por un moto r inmaterial y ete rno . I ndimiento en todo ser pensante es -a juicio d e Pomponani-
:Antes d e que preceda ind agación alguna acerca d el conoci- lUl A fantasía metafísica tan peregrina y arbitraria como jamás h aya
miento, de su pecu liaridad y sus condiciones, se fija y define ya lido de las cavilaciones d e ningún artista.M Esta fantasía se
esta fu nción física d e las "i nteligencias puras", su capacidad para thdpn tan pron to como int entamos comproba rla y justificarla a la
regular el curso d e los ast ros, pero sin que el contacto o la comu- t Ul de la observación y la experiencia interior, la ún ica llamad a
nidad con ellos d etermin e nin guna influ encia o repercusión. 11 emiti r un fallo valedero.
El intelect o activo, la ca pacidad d e pens amien to, qu e actúa Establecido este punto de partida metodológico, es e vide nte
por igual en tod os los ind ivid uos, no es más que la última y la I I " ~ el hecho fu nda mental del qu e debemos arrancar y más allá
más baja d e estas pote ncias del alma que dominan las rot aciones 111'1 cual no puede re mont arse ninguna teoría es la unidad de la
celestes. El e ntend imiento human o se convierte así en una poten- il",dencia. Es UfW y clmismo yo el que un as veces recibe esta o
cia cÓS'rnica aislada , qu e se encuadra de ntro d e la organización In otra im presión d e los senti dos y el que otras veces se para a re-
jerárquica del un iverso y de sus fuerzas.28 Por dond e el intelecto, llexiona r acerca de ella, elevándose por esta via a los conceptos
para poder colocarlo po r encima de la condicion alidad empírica, I'llC OS y abstract os. N ada nos a uto riza a tran sforma r esta dj fe-
se conv ierte en una ent id ad su prapersonal situada más allá d e toda rencla entr e dos fu nciones interpretándola como una a nt ítesis real
con ciencia especial, al paso qu e, por otra parte, se funde sin em- nure d05 msumdas que coinciden en el su jeto pensa nte simple-
bargo con la naturaleza en su conjunto y entra y desaparece en mente a la manera de una combinación casual ."
ella como parte inte grante suya. 2G Florentin o ha demostrado ropo cte., pp. 302 y 306) , en con tra de 10
'IHe piensan H. Ritrer y Renan, qu e exisria, en efecto, una nítida y consciente
"l"ración entr e los "a lejandrisras" y los "averrcl stas",
Pietro Pomrxmatti !lO Pem PompaMti i Manuwni Tracrallu dI" immortalirale animae (1534),
01 1'. IX (pp. 65 s.): "Quod si q uis dicat neutram opinione m esse venm, sed
Esta falla fundamental de la conce po on averroísta exp lica la
¡u. m Averrois, pre fect o apu d me, qulcunque ea m op inion em imaginatur, tpse
importancia que , con el comienzo de la época modern a, ad quiere ... Ic rtissimae irnaginationis, credoq lle preto res nu nqu am pulchrius monstrum
st Renan, op. cit., p, 125. hoc monstro Iinxisse. "
28 Cfr. acerca de esto el juicio de Renan , op. cit., pp. 136 S., 140 s. U "Primo quidem hcc videtu r e xperime nto ccnrradic er e. Ego erum, qu l
HO EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOaMIENTO HUMANISMO CO NTRA C'LA TON y ARISTOTI.tES 141
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Segú n la autént ica concepción aristotélica, jam ás puede trata E. cierto que tampoco Pomponaaai pu do s ustr aerse a la cree n-
d e una pu gna d e principio entre los sentidos y el pensamien l. general de su tiempo en la existencia de inteligencias aislad as
sino solamente del deslinde o la delimitación de d istintas fa puras, pero insistiendo siempre en que ta les existencias no pu e-
pertenecientes todas ellas a una y la misma eo.oludón. contin ua 11 ser tomadas en consideración en cuanto a la definición con-
Que se condicionan mutuamente dentro de ella . La capacid !,lual del alma hum.a:na y d el conocimiento hul'lUlnO, sin o qu e
d e percepción se con tiene en la inteligencia pu ra a la roan l ' ello hay qu e partir, por el cont rario, de los datos fijos e in-
como el tri ángu lo se contie ne en el cuadrilátero: no se trata IIloitables de la condene....
cosas se paradas, sino d e un análisis de d iversos momentos y pu l'or ta nto, de biendo considera r como válid a, e n su con junto,
tos de vista conceptua les. I ahr maci ón d e A ristótel es de que todo nuest ro con ocimient o se
La experiencia nos revela por tod as pa rtes qu e el pensa rme nieve a poyado en las represen taciones d e nu estros sentidos o qu e,
sólo pued e nacer a base del " fantasma" y que, por muy abstrae 'r 10 menos, no pod ría existir sin ellas, pa ra pode r tr azar la
qu e pueda ser s u cont enido, como acto psicológico, no puede su Iin..n d ivisoria entre la materia y la form a, ent re lo "mat erial" y
t rae rse jam ás a una base se nsible. C ua lquier otro tipo de activid 111 "ln tclígíble", se ha ce necesar io recurrir a otro punto de vista,
que poda mos cavil ar es el fru to de una ociosa especulecíó n.ea La percepción sensible se lleva a cabo con ayuda de un órgano
Quien admita una doble acción del int electo, quien junto uuucrinl, sobre el que los objetos ejercen una influencia mater ial
sus funciones empírica me nte conocid as d é por supuestas otr IMlIlhién. Es como si estos objet os se incorporasen, en ciert o mod o,
qu e se ejercen al margen de los límites de nu est ra experiencia se . 1 ser físico d el YO; los cambi os d e sus det erminaciones se trans-
sible, admite en realidad un doble ser, puesto que éste se ha! uuunn en cambios de ord en corporal. Pues bien, la fu nción del
detenninado por la ac rividad, y coloca al lad o de l hom bre na flll r nd imiento puro se halla exenta d e esta correspond encia y esta
ral, el ún ico que nos es d ado, otro hombre sobrena tural. vmculación inm ooiams. El intelecto se halla referido a la mate-
En este pensamiento, sobre el que vuelve e insiste consta n! 1111, pero no posee por sí mismo ningún ser material, ningú n ór-
mente Pomponazzi, se expresa un motivo común al Renadmie "IU) en el qu e puedan imprimirse y cop iarse las cosas. Necesita

filosófico. Es mu y sign ificativo que, ante este problema. el propr ,1 I cuerpo - así expresa Pomponasn esta relación, ateniénd ose
Dante se enfrente a su gran maestro y afirme expresamente e . 1lengu aje d e su escuela- como objero, no como sujeto: postula la
con tra de Aristótel es la unidad d el alma en toda la díversí da I presentaci ón sensible como el objeto sobre el que se proyecta su
de sus manifestaciones. En vano intentaremos aglurinar el yo '1Iividad, como el esquema qu e se le brinda para su determina-
base d e partes integra ntes y entid ades heterogéneas, ya qu e es e 'Ihu y su an álisis, pero sin qu e necesite nin gún substra to sensible.
él donde residen la fuente y el origen d e q ue mana rod a d ive I 111 que haga posible y pon ga en ma rcha su acción.

sidad, para desplegarse a posreriori. El entend imie nto hu man o viene a ocup ar, por tanto, un Jugar
uue rmedío entre las inteligencias "abstractas" y los animales, cuyo
hace sccbo, mulns cru ciar íbus corpo ris an l[ll$to r. qu cd opus ese acnsitivlI
t onocimientc se redu ce a las capacidad es de sus sent idos. El alm a
id emqu e ego, qu¡ cru cícr disc u rro per ca usas medicinales, Ut re fellam h
CIucialus, quod IlÍ~i per in tellec tum ficri no n potesr, Si igitul alt era esset esse purumente sensitiva no es, en sí, otra cosa que la forma del cue ro
ria, qua sennc, ee qua ínrelltgo¡ qu o igirur mod o Iier¡ posset, ut ídem, qu 1'" físico y orgánico, ya que sólo pu ede cumplir su función en un
senno sím ill", qui int ellill'o l Sic erenim dice re possemus, qu ód duo hominet, "" ~ 1I 110 cor poral, necesitan do por tanto del cuerpo no sólo como
sirn ul conju nc n, sic mutuas habenr cognitiones , qu od rídic ulu m ese," Op. dr"
. u~ · r(l, como base sustancial, sino también como objeto, En cam-
cap. VI, p. 29.
32 "Per nu llum n arur ale signurn cognosci porest, int ellec tum humanum 101,\ las formas puras, concebidas como moto ras del mundo d e los
h nbere nliu m modum inlctligendi, u t experim en to comprehe ndimus, qu cniam " I ros, se h allan sustraídas a toda d epen dencia con respecto a la
semper ind ígemus phan tasmare", cap, IX, p. 56, uuucr in, puesto que aunque por su part e influyen sobre los cuer-
EL RENACERDEL PROBLEMA DEL CONOCIMIEmu HUMANISMO CONTRA PLATON Y ARISTÓTELES 14'
pos, no reciben d e éstos influencia alguna ni sufren por parte l\ltl~ solamente en su exin:enda, la cual no es posible nunca más
ellos ninguna limitación en su actividad. uue en combinación con el cuerpo; como inm aterial, si con él
Es el intelecto humano el qu e, actuando como mediador er n u etamos d e expresar el mlor y la peculiaridad de su función en
estos dos tipos Y reinos d e la realidad, conforma el universo co rontras re con los sentidos.
un todo continuo y unívoco. El int electo marca e! tránsito del Esto explica por qu é Pom ponael d espoja d e su verdadero sen-
abstracto al ser sensib le, por cuanto que se vuelW' permanem ndo mecaf i.sico la frase aristotélica según la cual la capacidad
mente hacia la materia d e las percepciones, pero sin sumirse l ' riva de pensar es inculcada al alma dude fuera, interpretándo la
perderse totalm ente en ella ." Para él, la materia es la rondi . eímplemente en el sentido d e una d istinción lógica.. Queda emi-
negativa sin la cu al no podría llegar a desplegar su actividad, pe ,1,10 con ello el fallo acerca de la inmortalidad: podemos retener
no el verdadero furuUxJJIit!'J\tD positivo y real del qu e emana s 1,,,1,) el sentido filosófico que encierra la afirmaci ón de la "inma-
función ,M rerialidad" d el alma, sin que JX)r ello necesitemos postula r ni
Si el int electo no poseyera ninguna capacidad q ue brotara Idmitir una exístencia ulrrarerrena, una separación real del alma
él mismo y d e su ent ida d independie nte, todos los actos de l e 11 \11 respecto al cuerpo.
tendimiento tend rían que realizarse de un modo purament e cue La relación correlativa. entr e el alma y el cuerpo que con ello
rirativo y corporal ( mod,o q uanr itatitlo et corpomli); es dec ir, cual • establece se refleja dentro de la lógica, sobre tod o, en el nexo
quíer ser tendría que pasar al "alma" con su natu raleza dere mre el concepto y la sensación, entre lo "general" y 10 "particu-
min ada y con.cretJA, con su magnitud material, extensi«:t, dele nd lar". El hombre, como corresponde a su doble naturaleza y a la
en ella una impresión proporciona l d e idéntico carácter. Con l 1 1l '~ ic ión intermed ia que ocupa, no pued e llegar a cap tar lo genera l
cua l e! conocimiento se limitaría a asimilarse y a reproducir com eencillamenre y en toda su pureza, pero no se h alla ta mpoco
un registro los objetos parricu~s y los casos concre tos, sin pode uu nlrnente excluido de su conocimiento. Para asegurarnos de ello,
eleva rse nunca al pla no de los auténticos conceptos gener ales .1., lo general, debemos buscarlo y considera rlo en lo concreto: sólo
de la conciencia reflexiva de sí mismo.SS • en los fenómenos limitados y especiales pode mos nosotros con-
Podemos, por tanto, designar el intele cto humano como al templar la esencia pura y au téntica del conce pto. Hasta el pensa-
al mismo tiempo mar eridl e inmaterial: como ma terial, si nos fij miento más abstracto tiene qu e engarzarse necesariamente con una
determin ad a imagen corpo ral, cualquie ra que ella sea.
ss O p. cit., cap. IX. pp. S3 n.: "An ima autem ilCnsi tiva simplic iter
. c tus co rpo ris ph ysici organici, qu ía et indige t cc t pore, ta nquam subjecrc, cum Por donde el inte lecto no existe única y exclusivament e en el
non fu ngatur suo officio, n isi in o rgano ee in díget co rpore, tanqua m objeCl!) "aqu¡" y en el "ahora", ni se ha lla tampoco totalmente des ligado
m«l ía verc, q uae esr in tellecrus h u ma n ua, in n ullo suo ope re tota liler s bsclvítu lid "a hora" y de! "a quí "; su acción, por tanto, ni es totalmente
a corpore neque totali ter immergitor, qu are non iod igeb it cc rpore tanqUI W <'I1("ral ni se pierd e JX)r entero en lo part icular, Se h alla encua-
subí«to, sed ta nq ua m objet to et sil: med io modo in ter abstracta et non a
rrecea e n l actos tor po tis o rganic ]."
.Iluda en el transcurso del tiempo y a la vez, sin emba rgo, situ ada
3 t "Re vera ín tellectus human us no n po te~t intd ligere, n isi in mat e ria sin pur encima d e él, por cuanto q ue si bien es cierto qu e el pensa-
qu ale el qu an tum se risibile, curn non po»i t operar'i, nis¡ Ipse sit, Ipseq ue CM miento concreto, como acaecer, sólo puede desarrollarse en cone-
n on pc rest, nisi cu m disposinone co nven ient i; non tamen seq uitu r, quod pe lilbn con el proceso psíquico d e las representaciones, el conte n ido
ta les d isptlsitiones intelhga r," C ap. X, p. 77.
3~ "Intellec tio dicit ur no n esse in órga no er in co r po re, qu oni am modo
.,,'l l~n&:Imienw, por otra pa rte, es cap tado por nosotros, en 10
quantitarivo ee cor po ral¡ no n esr in eo. Q uap ropter potesr íneelle ct us reflectet
que a su vigencia se refiere, al margen del tiempo y como algo
supra seiNum, discurre-e er unlversaliter com preh en dere... hoc aute m tOtu tmnumble."
pr ovenit ex esse ntia In tellc ctu s, quoniam, q ua Intel lectus est, non depende MI "lpse igiN r Inteilectus, sic medtus exis rens inte r immaterialia ..e ma-
a ma teria, neque a quanrita te," C ap. IX, pp. 585. I_tlalía, neque e x roro esr híc c e nunc, n equ e ex tato ab hinc et nunc abeol-
144 ELRENACER DEL PROBLEMADEL CONOO MIENfO HUMANISMO CONTRA PLATON Y ARISTÓTELES

Esta eternid ad del pen.s:amien.to mismo, no la del ser pensante, I rurus qu e el intelecto especulativo, así como el impulso que
es lo único qu e podemos y debemos buscar, y en ella y sólo en mueve a d esarrollar actividades de carácter técnico-p ráctico,
ella reside el fondo legítimo que late en el postulado de la "in- 11 I nsgos comu nes que el hombre comparte con las dem ás inte-

mortalidad". El espíritu participa de la inmortalidad en cuam I ncfns, las de orden superior e inferior.
le es dable conocer y apropi arse lo general, aunq ue sólo sea refle Ahora bien , parece como si, al abolirse la inmortalidad, tam-
I I lu vida moral d el hombre perdiese su punto d e apo yo y su
jado en la imagen d e los fenó menos sensíbles.s" Pues aunque tien
que ema nar necesariam ente del individuo, no se h alla determinad 1l1ltl; como si se la pri vara d e tOOO d estino finalista al elimina r

y circu nscrito por este o aquel individuo determinado y cc ncret IIn aquella meta ultTaterrenal . Bajo el conjuro de este pensa -
sino que, por el contra río, puede cobrar conciencia del conté 14'111 0 se hallaba tod avía, en efecto, el renacimiento filosófico

nido uni versal del concepto en cualquier individualidad concre ta I platonismo. Si el alm a fuese mortal -así razonaba ya desde
en qu e se base como ejem plo. sea la que fuere. I 1'1 imcr momento la teología platónica d e Ficino-, no existiría
Por consiguiente, 10 general, aun hallándose índísolublement uerura más desdichada que el hombre: ello equivald ría a des-
unido a 10 individua l en el tiempo, lo precede siempre por 5U 1I1r el valor de nuestra existencia empírica.

"naturaleza", es d ecir, en cuanto a la relación de dependenci l a con cepción moral de Pompon azzi, por el contrario. d escansa
lógica.ss. El conocimiento no d iscurre y progresa en línea recta «memenr e sobre el '¡riterio d e qu e la verd adera ética reside y
sine volviend o sobre sus p asos y virando en redondo. Después d 1... ncredirarse en el hecho de que el hombre sepa encontrar en
remont arnos del caso concreto al concepto, tenern os que dar 1 I mismo el fin d e la vida . La idea de la ilimitada per viven cia
vuelta pa ra cont emp lar de nuevo el concepto mismo en el ca ~ I individuo es des plazada por la idea del constante progreso y
concreto." I eure racíéo infinita de la humanidad.
En esta concepción de los universales apa rece ya el germe Fn este sen tido, podern os afirma r que la d octrin a de Pompo-
qu e, al desarrollarse, cond ucirá al importante progreso d e la t ,. ui es el auténtico fruto d e la concepción human ista d el mundo
ría lógica d el m étodo con qu e nos encontraremos en el sucesor d , l l~ la h istoria. El género humano visto en su conjunto pued e
Pomponazzi, en Giacomo Zabarella (v. infTa, III ) . "lIl'ararse a u n solo individuo en el que todas las partes y todos
Pero donde el pensam iento central de la obra de Pom pona J órganos se suped iten al fin único de la conservación y el pro-
cobra fuerza y claridad co mplet as es en las concl usiones étia:u I' ~ .o del rodo. El fin común tr aza al d esarrollo de los miembros
Que conduce. la razón moral confie re al hombre la verdader 11l,llViduales d eterminados límites fijamente circu nscritos, razón
prerrogat iva y la peculiaridad caracterís tica que lo d istingue n '_'1 la cual es el d estino moral de la human id ad el qu e d ebe me-
,llr V delimitar las aspiraciones y las exigencias de los ind ividuos.
vilur, qu ap ropte r neq ue sua o peralio ex lot o es! un iversalis, neque ex tOI Es te atenerse modestament e a los límites empíricos de nu estra
ese part icularis, neq ue ex loto subjicitur tempori, neque ex roto a tempere me ncía abre ante nosotr os u na más alta idealidad y una nueva
removetue." f"id., p. 60. I urccríva de infinitud: la q ue nos ofrece la vida real d e la H is-
81 "Animu ! hum enus, etsl improprie dicatur im mo rtalis, quia vere mortall,
nuln misma . Es aq uí donde enc uent ran verdaderamente un plinto
est, participar tem en de prop r-í etanbus irnmortalitatis, cum universale cosnos.
cat, ta met si ejusmodi cognitio valde tenuis et obscu ra sir,' Cap. XII, p, 90
111 me de apoyo las leyes morales, por cuanto que no tenemos por
38 Op. cn., p. 94. qll'" reconocerlas como mandatos exte rnos y extraños a nos-
a~ "Verum, cu m an ima humana per cos itat ivam compreh endat singu lar 1'11o~, que necesiten imponerse por los resortes de la espera nza o
primo, deinde eadem per íntellec eum universale com pr ehendar, quod ta men In , 1 miedo, sino como mandamientos qu e se hacen valer po r su
eodern singular! specul arur, quod per pha masiam cognitum ese, vere redhum
'IIrr ln sustant iva, a la manera d e postulados nacidos de nu estro
fadt er per conseque na conversione m, quonia m ex singular¡ per ph antasiem
cogniro eadern anima' r er intelle ctum ad idem redit .. •" (p. 95).
l" opio ser. Por vez primera en la ética moderna nos enconree-
,
,<6 EL RENACER. DEL PROBLEMA DEL CONoaMIENTD HUMANISMO CONlllA PlATON y ARISTOTELES 1<1
mee aquí, expresa do en toda su claridad y precisión, con el "lIIcepciones que en la filosofía del Renacimiento paredan entren-
eamiento de la autonomía de lo moral." I'Il I1r todavía como dos polos enemigos, sólo podían encontrar su
De este modo, la d esintegración negativa d e un principie rnnción lógica a parrir del momento en que la moderna fú iat
raíísico se revela, en rea lidad, en todos los terrenos, como u I'''''"muítial. pudo establecer una nu eva relación y una nueva ce-
superación, como una hueva creación que viene a sentar los fu fIt·loción entre la experiencia y el pensamiento.
d ementes para una dútintu wlon1ció n del str,inrnanenre. Es ro
característica, en este sentido, la frase de Cardano cuando di
que quienes afirma n la mortalidad de l alma elevan, d ignifican
1
deifican el ser del hombre, por cuanto que lo convierten O La escuela de Padua se mantiene también, en su conjunto, fiel
fin en sl.u I In tradición aristotélica . Dentro d e esta escue la, podemos apre-
Pa rriendo d e esto pod emos. por rento, contemplar también be rllt un ru mbo aná logo al señalado más arriba y que tiene como
una nueva luz la intención lógica fundamental de la doctrina ponente, sobre todo, a Giacomo Zabarella, El rumbo a que nos
Pomponani. El platonismo de Ficino situaba la auténtica vi « Ierimos se acusa, principalmente, en los escrito s lógicos de este
del espíritu, a la postre, coincidiendo con el cristia nismo, en u I lllOr¡ pero tam bién sus fundamentos de psicología, desa rrollados
realid ad ult rarerrena, libre de las cond iciones empíricas del mu , u su comentario a la obra de A ristóteles sobre el alma revelan
do de los cuerpos (cfr. supra, p. 132). La "pur eza" del co lit mistna lucha caracterís tica entre los d istintos motivos con-
cepto significa, pa ra él, su disociación de la experienc~ , l'ptua les.
El problem a inmediato qu e a la mod erna teoría d el conoc Zabarelle parte de nu evo d el problema en tomo al cual gira
miento se planteaba consistía en retener la independencia y 1 lA d isputa entre los averroístas y los alejandrístas. l[)rebe cooce-
universalidad del pensamiento, pero buscando su fundamento e I'¡r-e el alma como "forma informans" o como " forma assistens";
las relaciones con la misma materia empí rica. La obra de Po el alma pa ra deci rlo en otros ténninos, la qu e crea y constituye
ponaei sobre la inmortalidad marca un paso por este camino; 1 1" cxisten~ia y la vida d el cuerpo, o debe ser considerada más
necesaria cohesión d el alma y el cuerpo defendida por este -pe bten como una naturaleza disociada e independien te, que es in-
sador desca nsa sobre la profunda visión d e las relaciones muru lunJida desde fuera a la materia ya acdxtda1 Zabarella compara
entre la esfera d e lo inteligible y la de lo sensible. ,.1 cuerpo a una nave, y se pregunta: les el alma algo que se íncor..
Es ahora cuando vemos corroborada por la realidad la afir rora y viene a unirse a ella como la forma del buque. sin I~ ~al
ma ción de que las disti ntas corrientes filosóficas de l Renacimien t nn podemos concebir la existencia de éste, o manda sobre el srm-
confluyen, ante el problema d el conocimiento, en una meta e [demente a la ma nera d el piloto, que dirige y gobierna con arreglo
mún (cfr. supm, pp. 110 s.l, Los puntos d e vista d e Ficino y Po ~ eu volunt ad la nave, es d ecir, un objeto independiente de él
ponasei aparecen conjugados en la filosofía mode rna: Leibniz, quíe po r su na tura leza y su existencia, como él lo es de l buq ue? 0 , pa ra
al caracterizar la función pu ra del pensar y distinguirla de la pe: decirlo en lenguaje di recto, lestá formado el hombre por una com-
cepción, engarza con la doctrina platónica, coincid e de-otra par ldnaci ón de naturalezas d esiguales y existentes cada una de por
con la fundament al tesis psicológica de Pcmponaeí según la cual .1, o se trata solament e, si d istingu imos en él dos enridad~ de
has ta el concepto más abstracto tiene necesariam ent e que ir acom ,1i~lintOll pu.nto:'l de Wt4 bajo 106 cuales capta nuestro pensamiento
pafiado de represe ntaciones e imágenes sensibles. Aquellas d 1'1 hecho fund ament al y unitario de la concien cia? d

40 DI! ImTTlQt"falitatl! animae. cap. XIV. 41 Zat.reU.. Comlllll!nwrii In. Ill. Arislocdt'O$ Libro, de An.lm.ll, Frand ort,
411 Cardano, °1-11, Lugduni, 166J, Il, soo. V. Fi~ntino. op. ci l., Po 1519, Iib. 1I, cap. 11, rP- 178 u.
H8 EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CO NOC IMIENfO HUMANISMO ' CONIllA PLAT ON y ARISTOTELES H9
En su contestación a estas preguntas, Zabarella adopta en t h llllll slguíendor no es posible prescind ir roralmenre d e lo "abso-
dos los puntos esenciales la dirección seña lada por Pompona¡ JUlo", pero esto es interpretado ahora como un postulad o que el
Se esfuerza, con mayor claridad y vigor todavía que éste, I'ldlU se traza a sí mismo y se pone delan te, como si, en cierto
determi na r la independen cia y la libertad d el pensamiento de I .I u, se fundiese y se transformase en la sustancia de la propia
modo que ello no haga qu e se pierda la u nidad del yo y del ha
breo Y expresa todavía con ma yor claridad la idea d e q ue e
intelecto d ebe ser consid erado como "puro y sin mezcla" con r
peoro a su funci ón conceptual, pero no así en lo que se refiere 11I. LA DESINTEGRACiÓN DE LA LÓGICA ESCOLÁSTICA
su ser concreto.
Sin em bargo, tampoco ZabareIla alcanza la plena d e1imitaci6 Si echamos una ojeada genera l a la muchedumbre d e obras
inmanente: del pensamiento y d e sus actividades; también en Ib,c temas d e lógica qu e vieron la luz durante 111 Edad Med ie y
vemos que es el "espíritu divino", espíritu absoluto, el que en ú v 1ll 0/l cómo toda vía en 106 siglos xv y XVl -c-según la exposición
tima instan cia tiene que iluminar y esclarecer los "fant asmas" ~ ti juicio de un conocedor tan concienzudo como Prantl- sigue
d ecir, las imágenes d e las representa ciones d e nuestros sent id r-roduciéndose una tard ía floración, tremendamente extensa y vo-
para que pueda n llegar a converti rse en conceptos puros y verde luminosa , de ia lógica escolástica, podr íamos llegar fácilmente a
d~ros. Las representaciones, abandonadas a si mismas y a su pr I conclusión de Que lo que, en cont raste con esto, aporta en el
pra naturaleza, no sald rían n unca de los límites de lo concreto; pa ' "111 PO d e la lógica la nu eva cordente del pensamiento, lo que
pod er elevarse a la comprensión d e lo genera l, el espíritu necesité II I,prta. sobre todo, el hu ma nismo, acusa un saldo pobre y h asta
contar con la ayuda de u na luz exte rna y sobrenatural. Pero I i1 1 N I ~I \i ficante.
" absoluto", tal como Zabarella lo concibe, no intervien e ya, com En realidad. la lucha contra la Edad Med ia, tal y como em -
hasta ahora, en el mecan ismo d el acaecer espiritual a la maner prem libránd ose en este terreno, no tiende tanto a una profunda
de un resorte d irecto, sino que hay que concebirlo como punt o d l l'<' ~tructura ción objetiva d e la teoría de los principios como a u n.
referencia idea l que el pensam iento tiene d elante y que señala e 1 rftlca de l funcionam ient o y la conducta de la escuela, crítica que
rumbo a la t rayectoria d e sus propias fuer zas. I',u le de circunstan cias d e orden externo y se dirige, sobre todo,
El intelecto activo p uro actúa sobre el d esarrollo y el esclare' '''111m el embrollo predominante en el lenguaje . Después qu e Pe-
cimiento d e la conciencia, no como causa motora y efectiva sin u nrca hubo abierto la brecha también en esta selva, forjand o las
simp lemente como una me ta prop uesta; es d ecir, no por med¡ lunas para da r la batalla, la luch a del gramát ico moderno contra
~~ su lier "s~ancial", sino por medio d e su ser " imaginario": 1". barbarismos d e la d ialéctica escolástica pasa a ser preocupa-
íntellecrus acnvus ese agens ut int elligibilis et agit ad modu I Ión constante y parte integrante e inseparable de la renovación

obiectí", Es el intelecto "pasivo", el intelecto humano el que al humanista de la ciencia.


enjuiciar las impresiones y las especies sensibles, crea ~l · acto 'del Pico de la Miran dola, quien en una carta a Ermolao Barbara
conocimiento; pero no pod ría cumplir esta función, si en ella no un m de d efender cont ra los ataq ues d e los retóricos la causa d e
mirase más allá d e sus prop ios limites." 1" "filosofía" escolástica, que él mismo abrazara dur ant e seis años,
.
T amb ién aquí se acusa y hace presente, por tan to el d oble
, . '
motivo careceensnco d e todo este movimiento especulativo que ve.
termin a, sin embargo, con la significativa concesión de que las exí-
ICrncias estéticas en cuanto a la expresión no pueden separarse d e
In, relaciones con el fond o mismo d e los problemas. lo que el
a Cfr. pu rea de esto Labano::.. Sopra GÜU"oma ZabaTella, pensamiento d ebe exigir de sí mismo no es, ciertamente, un len-
pp. 38 1., 'f f lOrentino, op. ce ., pp. 316 1,_ Nunje florido, pero sí u n lenguaje claro y preciso: "non exige a
,
ISO EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMlEtrro HUMANISMO CONTRA PLATON y ARlSTOlElES 151

vobis orarionem comptarn, sed nolo sordida m¡ 11010 unguentata 11,.>télica de las categorías, cuando reduce el número de las
sed nec hircosam, non sit Iecre, nec neglecta, non quaerimus lr lt"rÍas de d iez a tr es o cu ando afirma que debe colocarse a la
delectee, sed querimur quod offend at".4-I , O('la de todo la CQ6a individual y concret a. .
En est as frases, en las que se expresa y afinna, al mismo de Lo nuevo y lo original en esta obra no es su contenido cienti-
po, un nuevo estilo. no nos habl a, sin embargo, una preocupad ", sino la tón ica en que se mantiene y el pechos personal que
puramente li!le'lUria. El lenguaje y la terminología de la Edo (1 elln se expresa. Para com prender los ataques de Valla contra

Medi a no son simplemente una envoltura casual y externa de 1,~ica d e su tiempo, hay qu é partir del conjunto d e. sus ob: as )1
pensamiento, sino que laten en su d esarrollo los mismos m otiv I 111 personalid ad. La filología, para él, no es un hn en SI, no
que itúonnan el d e las doctrinas lógicas que de este modo una erud ición cerrada y autárquica, sino que es y r~ ~resenta,
expresan. Pese a redes sus barbarismos, la escolástica afirmó u I encima d e todo, el medio fund ament al para d escubrir la rea-
auténtica fuerza creadora en el lenguaje, por cuanto que su 1. 01 espiritu al viva. La filología, para Lorenzo Valla, es el ~un­
imponer y mant en er, en sus rasgos esencia les, la conson ancia en mento y el instr umento d e la critica ejercid a en todas las direc-
rte la expresión y lo expresado. Términos como los de enti .n y sobre todos los problemas. Ya ponga al des~bierto los
quidditas, hdecce ítw y otros por el estilo, d e los qu e se burla tan I un es de la Vulgata o las contrad icciones qu e se advierten en la
certeramente y con tanto ingenio la erudición de los h uma nistaJ, rsdtción histórica tal como se presenta en la Historia d~ Roma
acusan claramente, sin embargo, la mentaUd4d a que responden I T ito Livio ya investigue los or ígenes de la famosa escritura de
el predominio de los sU!tanritoos abstTacros es característico de une 1101 llución del 'em perador Constantino o el nacimiento d el símbolo
concepción d e la naturaleza. y del espíritu para la que todas I lMiástico 10 que le estimula y sirve de acicate no es tanto la
propiedad es y actividddes se convierten en susrancias reales. Estl ara misma como el goce de eje rcitar y poner en libertad la Iacul-
interdependencia entre el con cepto y la pal abra, haci a la que YI
d crítica.
Leibnis llama nuestra atenció n en su ensayo sobre el estilo fU Valla es en esto el au téntico y típico representante de aquel
eófico d e Nbolio, explica por qué la crítica del estilo pudo ser , , '} Er
ruhniento humanista d e vida y d e orgullo que 50 o en un as-
elevada, bajo el Renacimiento, al rango de un problema filosófico '" encon tramos con la misma int ensid ad que en él, si bien en el
y por qué sus resultados contribuyen indirectamente a la críti lll'trr damense, cobr ando este sent imiento perfiles d e mayor ma -
del conocimiento. hlll"z y moderación, se manifiesta también con menor cand or y
1'I,ntaneid ad .
T ambién la lucha contra: la di aléctica, en Lorenzo V all a, nace,
. 1 principio, d e un afecto subjetivo, qu e sigue tras luciénd ose cla-
la obra en la qu e primeramente se manifiestan estos proble- ,.mr nte por doquier en el modo retórico de tratar el asunt~ Se
mas son las Disputaciones Dialkricas d e Lorenzo Vall a. Si que- \, rC'58 aquí por vez primera la superioridad d el nuevo ideal
remos h acer justicia a esta obra , no debernos juzgarla ate niéndonos , ,,,,mal de la cultura sobre la erudición abstracta d e los esco-
a las inn ovaciones que in troduce en el roruenido mismo de la 16- I . dios. La reWriot, qu e reclama el empeño d e la personalid ad
gica, Es evidente que V alla no aporta ningún progreso intrínseco ' ''Inl del orado r, que pret~nde actuar siempre sobre el hombre
a esta disciplina cuando, por ejem plo, pasa revista a la teoría
.. .
, "llcreto y qu e presupone, por tanto, un exacto con oormenrc psi-
I 0l1 6l{ico d e la toraliddd de sus ma nifestaciones de vida, está por
" .. Pico della Mlrandola, Epístola ad Hermolaum Barbarum ( O pera PoIl-
rianl, Pub, 1512, tom, 1, fol. LV. Cita lomada de Renan, Awrroi.s . , l'Aw.
" ,ri ma de ese aná lisis seco y esqu emático d e la materia d el saber
"olnM, pp. .392 .s.). Ill'yado a cabo por la d ialécti ca. Este an álisis conceptual sólo
,
EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO HUMANISMO CON TRA ruTON y ARlSTOTELES lS3

puede considerarse como preparación y medio auxiliar d el aut é IlUit'O. La obra 6e Lu is Vives Con.tm los Pseedodedécuocs no
rico " arte de convencer", que es el d esarro llado por el orador. enjuicia el id eal escolástico d el saber simplemente d esde el punt o
He aquí por qu é la lógica es algo tan sew:illo. que pu de vista de la gramá tica, sino también d esde el plano de la pede-
aprenderse en meses. mientras que pata iniciarse en la cienc .",¡:o ía. La educación en la dialéctica hace creer al esp íritu en una
del lenguaje y en la elocuencia se necesitan años. 4 5 Lorenzo Va aparente posesión que le hace abstene rse de la adquisición de
pone a Quint iliano JX)r encima de Cicerón, tomando de aqu rorocímientcs concienzudos y lo embota para los crit erios y los
casi toda su teoría de la argument ación, e invoca en apoyo I't'l:;tlllados de la certeza y la necesidad . En el cuadro del estado
esta preferencia la paradójica razón de que Cicerón ha bía d de la enseñanza erudita de su época que Luis Vives nos traza
deñado el valor d e la retórica con respecto al de la filosofía. pnlpitan , por debajo de todo el ornato retórico, la fuer za y la ver:.
filosofía. d ice Valla, es el soldado raso o el tribuno, pu esto a I dllJ de una confesión perso nal.
órdenes y bajo el alto mand o de la oratoria. "Tú mismo y mis condis cípulos" -escribe a Jua n Fortis-- "sois
" Bien habríamos deseado, pues, que Marco T ullo hu bie Il'l>IiJ::os d e que yo no me he limitado a gustar superficialmente
hecho valer su tal ento, no como filósofo, sino como orador; b I'.ln locura, sino que he cala do hasta lo má s hondo de ella. Y no
cíéndolo, habría reivindicado audazm ent e para sí todas las he rr 1" digo por vanagloriarme, pues en verda d que no veo en esto
mient as de la retórica, pues todo lo que en este respecto se arro tungú n motivo de vanagloria. lOjalá no hubiese ido tan allá en
la filosofía nos perten ece en realidad a nosotros, y, caso de habé rMl1S cosas! T an firmement e ha arraigado en mí lo apre ndido
sel e negado lo que era suyo, habría empuñad o la espada pues rua ndo mi espíritu se halla ba todavía int act o y abierto a todo,
en sus manos por la sobe rana el ocuencia, bland iénd ola contra I que no acierto a d esemb arazarme de ello por ningu na clase de
usu rpadores filosóficos para darles su merecid o. ICo n cuán ta ro artes, y me sale al paso a tod as horas en contra de mi volu ntad,
yor claridad , import an cia y elevació n tr atan todos los temas I entorpeci éndome por doquier en mis actu ales reflexion es. Y así,
oradores que los confusos, exa ngües y secos d ialécticos!" 4 6 11<' abrigo mas deseo que poder olvid ar lo que otros se afanan
Estas palabras. q ue Lorenzo Valla pone en boca de Antonl Iilllto en ap rende r, y me gustaría que este saber pudiese caro-
Pan ormita, personaje de su d iálogo Sobre el Placer, descub ren r btnrse como un vestido o regalarse como el d inero o un a rnerca-
la int imidad d e las intenciones d el crít ico humanista y nos h ac .INía. H ay muchos q ue estarían dispuestos a pagar cualquier pre-
ver claramente por qué no era posible espera r un a renovació t 10 por estas joyas; pu es bien , yo d aría lo que fuese por peder
científica positiva d e la lógica por este camino. 111' hacerme de ta n ignorante sabid uría",

y en las consider aciones que siguen y que nos pintan un a irna.


l/l' n viva y plástica de la cultura general de aquel tiempo, se nos
Luis Vi ves
vuelve a presen tar la pureza del lenguaje como la piedra de to-
Y, no obst ante, la sugestión y el imp ulso, un a vez puestos e que y el criterio. El mismo nombre de d ialéctica indica que pre-
n-ndc ser la " cien cia del d iscurso" (scicnr¡a de sermone}, Ahora
marcha, siguiero n repercutien do históricamente, como lo demu
blen, Me qué clase d e discurso t ratan la lógica y el arte de disputa r
tra el ejemp lo d e un pensador e n quien el sabe r polihís té rlco
lIt" los escolásticos? lA qué lengua se refieren, a la francesa o a la
la época aparece ya en lazado a un propósito filosófico fundamen
tal: a la tendencia haci a una profunda rcf011T14 del sistema edil rnñole, a la gót ica o a la v ándala? "[ Mar avillosa dialéctica esta,
~ IlY Il lengua, qu e se ha ce pa sar po r latí n, no enrenderia C icerón,

..~ Laurentius Valla, Dlalecrlcarum disputationum, Lib. Il. Proemium. Opern .1 rcsuciraral"
Blsilea, 1543, fol. 693 s. La inve nción de pa labras y locuciones arbitrarias, empleadas
46 Valla, De voluptare, lib. I, cap. 10, O pera, fol. 907. .1 1 sentid o contrario al u sual, cons titu ye un at entado tan impero
ISO EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO HUMANISMO CONTRA r LATON y ARISfOTELES

Aristóteles razona los "últimos principios" que, según él, sirve rectos, no podernos contentarnos con gene ralidades apar ent es y
de base a toda argumentación. La afirmación de esros concepeoe I lativas: para comprender esto. basta parar mientes en cómo la
y ju icios incondicionales e inmediatos es introducida por él d e un 'Vtllución d e la ciencia mod ern a ha venido a d emostr ar cuán
modo pu ramente dogm ático y sin intentar siquiera razonarlos y ' u imea era nu estra concepción de l cosmos que la experiencia de
justificarlos: puesto qu e necesariamente tiene qu e existir un final 1, siglos parecia confirmar y garant izar, d emostrándonos índirec-
d e la pru eba, no hay m ás remedio que aceptar d eterm inad os fun- remenre con ello que la acumulación d e experiencias particulares
da menroe axiomáticos ( af.lEoo) y creer en ellos. Ahora bien, ¿qu~ '11 el campo de l espacio y el tiempo no pued e lleva rnos nunca a
es lo que nos garantiza que la a pariencia psiool Ógica d e la "eW nnctos verd aderamente univ~rsales. r;o
dencér" puede darnos también luz acerca de las últimas y mái Estas afirmaciones hacen de Luis Vives el claro precu rsor d e
originarias relaciones objerioos d e las cosas1 IQué es lo que con In crítica que, más adelante, habrán de ejercer cont ra Aristóteles
fiere a esta característica individual de la certeza validez general 1, clásicos de la ciencia exacta de la naturaleza y, a la cabeza d e
y necesaria para redes los sulerosl . llllll, Galileo. Pero en su polémica se mezclan tod avía indisrinr a,
La experiencia diaria 006 revela la relatividad y mutabilidad mente las fecunda s y positivas sugestiones con las objeciones y los
de la coincidencia en tre todos los sujetos pen santes, de ese "sen- r·..«rulados confusos. lo que V ives combate con razón es la amat-
tido común " que tant as veces se invoca como criterio y como ~' tH ld de la lógica con la on tología, que imp rime su sello caracte-
pauta, pues cada ind ivid uo y cada época profesan principios dis rfutco a la filosofía d e la Edad Medi a. El "ser absoluto" d e las
tint os, consid erados- por ellos como los prim eros e inderivables 11 llll1S, tal y como existen independ ientemente de la conciencie, no
Por do nde toda argumentaci ón probatoria erigida sobre esta base Iun-de ser garantizado directament e por nuestros conceptos ni d e-
se conv ierte necesa riam ente en un a norma variable, obligada a II vlldo inmed iatamente de ellos; lo único que nos es dado es llegar
adaptarse al ed ificio q ue con ayud a de ell a se tra ta d e levantar • conocer y pred ecir los fen ómenos a base d e la observación em-
en vez d e ser éste el que se someta y acomod e a la propia regla.! ,,'ricn. En este sent ido, el pensador español lleva a cabo, en su
Además, Aristóteles incur re claramente en un círcu lo vicios .,hm De anima et vita la tr ansformación d e la psicología, cuya
cua nd o, pa ra explicar el modo como llegamos a los últimos prin! luución no consiste, según él, en revelar y d efinir la " esencia" in-
cipios, se remite al métod o de la inducción, pues lqu é clase d •.enoscíble d el alma, sino en enseña rnos a conocer los fenómenos
inducción podría damos la certeza de abarca r la totalidad de 101 t' Iquiccs y los nexos qu e entre ellos existen .
casos y garantiza rn os, con ello, la necesidad d e la conclu sión La verd ade ra meta qu e Luis Vives se traza y que, como ve-
qu e lleguemos? En la consideración empírica de lo concret IIl I , persigue por doquier, consiste, por tant o, en emancipar a las
qu e se d espliega ante nosotros como u na infinita variedad, jamáJ u-ncías emp íricas de la metafísica y d e la lógica metafísicamente
encont ramos un final fijo y definitivo ni podr emos, por tanto concebida, Pero, para ello, sólo pued e seguir un cami no, qu e es
llegar a adquirir esa certeza insuperable que los princip ios verde- . 1 de asignar a las disciplina s especiales la fun ción d e establecer
de ramente incond icionados postulan. Y es claro que, para estos I ~ 'r lii mismas los fund amentos sobre qu e d escansan, rechazando
4'" Op. cit., fol. 377 : "Qui scíc ego, q uee sin t p rima, qu ae sine m edio, !U1l ello la idea de u na un idad de fund ament ación filosófica d e
qu ee tU vocas ü~eoa, q ua e necessaría na tur ad Q uae sin t m ihi talla, vix seio, lu premisas y las condiciones del conocimiento. Lo cual quiere
ned u m ue illa norlm ,uuurae in tima , ad culus ma nifestissima, ut tU ípee fateri., .leclr que el veredicto pronunciad o contr a la d ialéctica medieval
caligam us... Sed n ec omnino vid ens oculos in naruta rn conjec tsse, nam Imrne-
vale también contr a toda clase d e "crltíca del conocimiento". Con
diaras proposittonee ad nos refers, in q urbus nihil slt opus q uen qu am edcce rt
Qu od si homines doces, non eri r fibi una el perpetua demonsrreno- alii5 enlm In h1Hica de las "formas sustanciales", se rechaza tam bién, conse-
sunr alta immediara et prinw .. • Erie igitur demonstratio quasi Lesbia norma
quae se eedíñcíc accomod~t, non aib¡ aedificium," MI DI'. cit., fols. 377 y 78.
158 EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO HUMANISMO CONrnA PLATÓN y ARISTÓTELES '59
cuenremenre, la lógica de la experiencia y d e sus contenidos I 'Ir, llsí, la dialéctica en @I trono como "reina y diosa" , llamada a
manentes. Como consecuencia de lo cual Luis Vives. que hab rlorninar sobre todas las ciencias y dotes especiales. Pero, para
partido de la necesidad dé encontrar un engarce más íntimo ent uue pueda ejercer esta importante función y para demostrar este
la filosofía y las ciencias objetivas de la na turaleza, lléga a la ce valor peculiar a ella, es necesario que no la consideremos a tra-
clusión de Que la unidad última de todo saber, a la que éste v de la imagen torcida con que nos la presenta Aristóteles, sino
puede sustraerse, debe buscarse en la gramática. y en la m . tille nos remontemos hasta sus auténticas fuentes en el espíriru
humano. I
la meta de la irtnou:lción que se persigue reside. en realid ad,
(In la Td"tnunlCión. de los principios más originarios y "más anri-
Esta conexión permanece en pie como factor det erminante e MII!)S" del pensamiento: se trat a de volver a la noble sustantividad
las obras de Perrus Ram us. Lo q ue este pensador tiene que o independencia de los ant iguos, para pelear con ellos contra 108
ner a la doctrina dominante como criterios lógicos verdader amen ronrradiceores y enemigos de lo que constituye el más genuino
nuevos, es algo muy pobre y problemático. Su significación hist I'll ttimonio de la hu manidad.w
rica no hay que buscarla en sus pensamientÚlS propios y originalelj Como vemos, también para Ramus reside el punto de partid a
sino en la vivacidad con que capta y expresa determinadas te eu el conocimiento psicológico del espíritu humano y en la obser-
denclas generales de su tiempo. 1I11{:ion del curso natural del pensamiento. Antes de poder abor-
Sin embargo y de e ntre todos los aditamentos declamarorí dllr sus problemas, toda ciencia -nos dice Ramus- necesita
que envuelven y encubren su "reforma" de la lógica se destaca trnmr un prototiPO ideal de sí misma, dibujar y determinar el mo-
por lo menos, un importante punto de vista objetivo: el que c delo al que aspira y que trata de alcanzar. La física posee una
eiste en señalar la mat:etnátia1. como modelo y prototipo a qu pauta y una delimitación de este tipo en la contextura propia de
debe atenerse la estructura de la dia léctica. kll' objetos de la natura leza, del mismo modo que el mat emático
El propio Ramus nos cuenta cómo fué el profundo conoc í debe referir todos sus principios, en última instancia, a las puras
miento de los diálogos p kzt.ónico.! lo qu e primero le abrió los oi Ioemas fund amentales intuitivas y que el gramático y el orad or
acerca de la esterilidad de l saber escolástico, señalándole el ca. deben indagar el empleo natura l del lenguaje.
mino ha cia las verdaderas metas del conocimiento. Esta influen. Por tanto, todas las artes encuentran su punto de apoyo y su
cia puede seguirse clarame nte a Jo largo de todas sus obras, aunque regla fija en una natum:I.eza. permanente e inmutable, cualquiera
no se manifieste en ellas con la pureza y la limpidez con que se ~ que ella sea: " artium \.eriras prius in natura viguir, quam ulla
presenta en los verdaderos creador-es de la ciencia moderna. pmecepta cogirarentur". Sólo la dialéctica, llevada de un falso
El ideal de la dialéctica q ue este pensador 006 propone est prurito de independen cia, se ha venido sustrayendo hasta ahora
tomado casi por entero d el libro sexto de la RepúblicA de Platón. A esta ley común y a esta palanca común de mando; con lo cual
También para él..como para Platón, son la gramática y la retórica no hace otra cesa que entr egarse, indefensa, al caprichoso juego
la aritmética y la geome tría, Ja astronomía y la música las dife de la fantasía. Así como el pintor aspira a reproducir la figura
rentes fases a través d e las cuales tenemos que "retrotraernos" de humana y los rasgos d el rostro del modelo, así también la ciencia
las sombras proyectadas por los sentidos a la intuici6n del verde- lógica debe proponerse como suprema meta reproducir la "díaléc-
dero ser." Ramus -en contraste con Luis Vives- vuelve a colo-
. ...rJion eJ..• Editae opera l oan . Thomae Freigii. Basileae, s. a. (primera edt-
H Perrí Rami Veromandui Dialecticae lnst itwriones, ad celeberrimam el d<'m ; 1543), pp. 6151.
iIIuBtrissim.rn Lutetíae Parisiorum Aca demiam. Irem AriJtoreliaU Animad. fi 2 A,iJtor,,¡¡cae AnimadvenioneJ, p. 101.
'''' EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIM1ENrO HUMANISMO CO NTRA l'LATON y ARISTOTELES \ 161

rica na tu ra l" y expresa rla con sus prop ios y a utén ticos colorea! lo 11 1\l'>5 prepa ra n, así" en su conju nto, para poder comp rende!
Sólo cuan do el arte comprende y reconoce este su verda de ro DT • n fondo lo m atemático, lo que, a su vez, nos permite cor nera-
gen puede llegar en su m áximo desarrollo a con vertirse de nuev l., balo una luz m ás clara los principios de las cosas naturales
en guia y m aestro de la n atu raleza. h remontándonos poco a poco d e las sombras d e las cosas a
" Pues ninguna natura leza es ta n firm e y ta n cons ta nte qu I rousos. La matemática, principalm en te, no sólo sirve para d a-

no pueda ganar en firmeza y seguridad med iante el conocimient Ih IIr Ydo mina r la muchedumbre de los o bjetos , sino q ue es, sobre
de sí misma y la d escripción de sus fuerzas, ninguna es tan im tI!, el instrumen to para aguzar el espí ritu y ace rca rlo más al co-
ren te y tan caduca, qu e no pueda ac recentar su ene rgía y a l¡ uniento d e su d ivina esencia.

claridad con ayuda del arte. La natu raleza encierra en sí las Iue "Il'or qué otro ca min o podemos llega r, en medio de la ilusión
zas vivas capaces de llegar a d esarrollarse en toda su pureza co l la existencia mortal q ue nos rodea, a un a com prensión pro.
tos consejos y bajo la guía del art e." 14 Ul¡f ll acerca de la nat ural eza y !>it uación de nuest ra natu raleaa
Han sido la lógica y la silogística aristotélicas las q ue h3JI Ill\'ftal? N os lament amos de q ue la mirada del h ombre se ve
ahora ha n pu esto trabas a l espíritu. lVam05 a tolerar que la na mpai\ad a por la oscuridad d e que la rodea el cuerpo; pu es bien ,
rural eza se vea avasa llad a y entorpecida, en vez de ayudarla , l. matemática le da clari dad y luz, permitiéndole di stin guir e n
el contra rio, a sa cudi r estas arb itrarias ataduras? 6:1 uem o al número y la estructura la variedad in finita de las cosas.
También para Ram us oc upa el lenguaje el primer lugar en 1 1I plora mos que el hombre viva encerrado d entro d e los esere -
evolución "natura l" d el espíritu. En él encontramos la guía pri I hI~ limites del cuerpo com o en u na cárce l; pu es bien, la m ate-
mera y mas segura tan pronto como despierta en nosotros la con III ricn lo resca ta d e ese cautiverio y hac e al hambre nui.s granck

ciencia de q ue es necesar io retornar d el fluir de los fenómenos al ,/"" el uni\'CTso entero, pe rmitiéndole, a pesa r de no reprekntaJ
ser un itario y permanent e. T e nemos aquí el primer ejemplo de 11' siquie ra la millonési ma parte de un punto de éste, coa tem-
cómo es posible re fleja r y reproducir fiel y a rmónicamente en el I'I.rlo en su totalid ad y con m irad a que va m ucho m ás allá que
pensamiento la ooriedad infinita de las cosas; el lengu aje nos pero . 1 universo m ismo. .. Es la m atemá tica la que co nfiere al hom-
mite, po r tanto, asim ismo captar por vez prime ra la esencia de lúe 6U heren cia pa terna o riginaria, acreditándole ad em ás de ínter-
nuestro propio esp íritu y las leyes inqu ebrantables del iuicio, I'reuir selos los documentos que legiti man esta preciosa posesión y
Sólo d espu és de dar es te paso podremos descu brir ta mbién en "( Iriéndolos a su o rigen divino. N os q uejamos de que el ho mbre
los objetos ¡isiros las huell as de una verd ad superior y espi ritua l I ve tra ído y llevado sin m eta por la violencia y el ímpet u de la!>
y com prender su conexión teleológica interior. La psicología y la 1'1l ~ ¡ones; pues bien, la m atem ática aq uieta su áni mo, arm oniza
1, movimie ntos contradict orios del alma y d evu elve a ésta, bajo e l
/1.3 " Ita a" dial ecnca diligenter expósita (ad) na turalis dtale cricae (cu/u, f' ,bierno de la raeón, la con cordia y la consonancia. Quam coelesre.
observarlo est) sim ililudi nem se referre ee proprils germanisque ccloeíbua ex.
uunmque deor om propriu m est, cu m in tenebrl s caecus erres, in
pr ímere, vim unive rsarn amplec rí, membra partesque lellitim is loc~ pa rtir!
habitum denique toeum imitari pra ed icabit. Hoc fundemenrum es! nostra; Itmplissimo lu mine omnia numerare? cum in uno loco vinc tus
eom en tionis, hoe fj~mamen tllm qu aestionis, m ee summee et tota rn d isputa. renearis, om nes regiones cel errim e líberrimeq ue peragra ril cum exu-
ríonem com plec ten rta retlocin ationra in ten tio esr: ara J ialeetica en ¡mago natll ' I l' ~, in m ed ia pat riae 'lu ce versad ? cum agíterís, st at um renerei " l\(I
ralis dialeeticae ; in cc mmenraríta aure m Aríerorelle nihil ese ad na turae monl. De scartando todo 10 qu e en estas pa labra s h ay de orna to ret ó-
tione m propoairum : n ihil (si n eturae verítaeem apeeles) non confuaum, non
rico, todavía brilla en ellas, sin du da alguna, cierto vislumbre del
pertu rbarum , non eoma m ina tu m, non foedaru m.• ," (A ristotelíclU! animadver.
Ji01l" J, pp . 109 s.). "~I j l o y la m entalida d platónica. Ramus, aunque no fue se persa.
M Dialect iclU! l nJtitwtion es, p . 6.
~~ Ar iJtot l'lielle an imadverJiones. pp. 116 s. "~ D¡" lu ri<:lle Innilw tion eJ, pp . 67 JI .
162. EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONO CIMIENTO
HUMANISMO CONTRA PUTON Y ARISTOTELES 163
nál~ente un matemático creador, contribuyó a satisfacer con la ,
c!aridad y la asequibilidad de sus tra tados, Jas necesidades didác.

h~ de su tiempo y a la difusión general de la cultura mate'
man ca, En este terreno, como en la lucha contra Aristóteles, sin C uán imperiosament e va abriéndose paso por tod as part es este
ser el cread~. fu é indud ablemente el portavoz de las ideas mo- nuevo postulado 10 dem uestra, más clarament e que todos los at a-
~as. ~ el encuentran expr esión y patética resonancia las múl- II!l r . a la escolástica, la tendencia Que ahora asu me la lógica aris-
tiples cortle~tes qu e pugnan por una renovación de la ciencia. " 'I ~ l ica en sus propios y fieles secuaces. \
Los escritos d e Loren zo Vall a, Luis Vives y Petrus Ramus re- En los escritos lógicos de Giacomo Zaberella, ampliamente di-
presen~~n las tres d iferentes fases en qu e se lleva a cabo la fundidos en el siglo XVI como los trat ados por todos reconocidos y
rece PCIOO. grad ual d el humanismo por los tres grand es pu eblos re. que da n la pauta, se encuentra n y se mezclan los elementos rno-
presenranvos de la cultura d e aquel tiempo; pero, al mismo tierno demos y los tradicionales. Sigue manteniéndose en pie, en ellos,
po, los tres pensadores se h allan, inte rior y objetivamente dentro . 1 Jilogismo como medio metodológico único y fundamental: "de-
de la misma t rayectoria. I ünltic methodi a d efinitione syllogismi non d iífert", Pero, aun que
Incluso aq uí, en el centro mismo del pensamiento humanista . 11 cuant o concepto genérico que abarca todos los métodos y rno-
vemos, c~mo se manifiestan y mu ltiplican los signos reveladore; d"lI de proceder d el pensam iento (commune genus omnium
d~l t~anslto del Renacim iento filológico al de la matemática y la methodorum et instrurnento rum logicoru m) se le siga reconocíen-
c~'? de ~ naturaleta. Así, Ramus preconiza la sustit ución de d l l como el instrumento lógico por entonomasia.w se int roduce
la VIeja lógica, que toma su orien tación y sus herramientas de la .horn en la descripción y en la exposición del método silogístico
• • 117 •
gramat~ por una nu eva reorta del pensamiento inspirada en 1II/lIno un punto de vista extraño a la lógica medieval.
el contenido de la geometyia. Sólo ésta puede ser llamad a ciencia Desde el primer momento se d istinguen dos tipos d istint os de
en el sentido aristoté lico. va q ue solamente en ella nos enconrea- IlI wnamiento, dos caminos distint os para avanzar de lo conocido
m~ con una línea del progreso riguroso y necesario de la prueba' • 1\ ) d esconocido. Jun to al método " compositivo" de la prueba,

f . 610 embargo, ninguna teoría respond e menos q ue la geometri~ que va alinea ndo sintéticamente las diferentes premisas y los di..
al esquema y al ideal tradicionales trazados por el d ialéctico. La versos sillares dados, para construir con ellos un determinado
(ue~t~ .de la verdad debe buscarse, no en la silogística, sino en las , ultado y llegar a una determinad a conclusión, apa rece el análisis
defIOlC1~es V los postulados qu e ella misma pone a su (rente, en ,1 un contenido conceptual en la mul tiplicidad de sus momentos
sus propios (undamentos intrínsecos. y condic iones. La lógica sólo cumple totalm ente su fun ción cuan..
Ramus proclama ahora, como Luis V ives, qu e los prin cipios .1.1sebe combinar y entrelazar estos dos métodos. La naturaleza de
~n ~ue su.eñan los aristotélicos no pueden encontrarse sino m las l.• objetos del conocimiento, como el anál isis d el proceso d el cono-
~ m~ pe~o en qu ien como él reconoce el concepto p/,a,. rfmienrc mismo, llevan necesariamente a esta distinción y estruc..
~ruco de la d ialéctica esta afinnación encierra un significado d is, uun ci ón, ya que tendemos siempre a encontra r y conocer el efecto
nnto: Petrus Ramus prepara el terr eno para la idea de una ciencia 1'1Irtiendo de la causa, o bien d e analizar resolutitAamente el efec..
filosófica unitaria cuyo punto d e apoyo y cuya materia Iunda men. h l conocido en sus causas y cond iciones parciales. No cabe ni
tal deben buscarse en las mismas ciencias "reales" concretes.w puede concebirse otr a relación entre conceptos: cuando entre dos
elementos, a y b, no existe, ni siquiera ind irectament e, una rela-
1'1' Sobre c? mo ~l conc~pto de 11IlI categorías lógicas Iu é romado de la gra- .11\n de causa a efecto, no media ent re ellos ninguna " conexión
rru\.tlca, v, AnstoUbcae animadversiones, pp. 112 s.
Q Cfr. op. cit., pp- 196 s. ~1l Zabarella, De merhodis libri quattuo r, lib. m, cap. 3, pp. 226 y 229.
,/,10,,,1>1 ZabareUae Pauwini O pera !ogiClI, Dasilea, l S9+.)
,.. EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CO NOCIMIENTO HUMANISMO CONTRA PLATON y ARISTOTELES 165
necesaria y esencial", la ún ica que puede ser objeto de lnvclitiga •
De aquí que expresamente se reserve el método "resolutivo"
cióo lógia:Leo !,lra las ciencias tmPíriau, dist inguiéndolo del m étodo " añaliti-
Por tanto. la pru eba sólo puede darse en si por terminada y pot ro", que se ap lica en la matemát ica. En la ma temática poseen el
cenada cuando, d espués de describir un circul o, retorna a su pum mlarno gn:do y ocupan la misma fase d e certeza los conocimientos
de partida, el cual, sin emb argo, aparece ahora bajo una luz con t1riRinarios y los derivados, el principio y la conclusión. A qu í, los
cepre al d istint a. U na vez qu e: el método analítico nos ha condu elementos aparecen perfectamente COO7'dinados ent re si y se con di-
cido a las condiciones necesarias V suficien tes para expl icamos el clonan mutuamente, en lo qu e a su carácter y valo r IÓgiros se
fen6meno dado, debemos aspirar, en d irección inversa, a hacer qu refiere, sin qu e el hech o de proceder sintéticamente de las pre-
el fenó meno de que se trata brote y nazca de nuevo a base de I misas a las consecuencias o de llegar, por la vía inversa, analíti-
condiciones que lo hacen posible. Sólo en esta inversión resid camente, a los prin cipios qu e ya con ocemos y nos hemos asegu-
la prueba y la justificación del precedente análi sis conceptual. P redo por otro conducto, represente más que una d iferencia
tant o. lo que desde el punto de vista del análisis aparece com puramente técnica. Por el contrario, en el auténtico métod o re-
la meta final y el fin último, sólo puede considerarse en realidad solutivo, qu e en su sentido especifico y cara cterístico es el método
como el comien.to y el punto d e partida de la disquisición te6rica. propio de la ciencia de la rwura!eta, no se trata de esa redu cción
La significación de estas reflexiones de Zabarella salta inme M los principios dados, sino que es el progreso mismo de l análi sis
diatamente a la vista si las traducimos al lenguaje moderno. el que tien e que sacar a luz las causas ocu ltas.
distinci ón entre el método compositivo y el resólurívo no es otn "Si tenemos en cuenta, en efecto, qu e la debilidad d e nu estro
cosa, en realidad, que la qu e media entre la ~ducción 'Y Id indu espiritü ha ce que nos sean d esconocidos los principios a base de
cidn. El mérito de la lógica d e Zabarella consiste pr ecisamente en los cua les podríamos desarrollar la prueba y que no pod emos par-
haber sabido deslindar claramente estos dos métodos Iundame n. tir de lo que nos es desconocido, no ten emos más remedio que
tales, al mismo tiempo que los concibe y expone en ISU necesari ebraaar otro camino Que nos lleve, d e la ma no del método reso-
interdependencia. No basta con pensar la inducción como unl lutivo, al descubrimiento de los principios que, una vez encont ra-
acumulación fortuita y d esordenada d e una serie d e casos con; J os, nos perm itirán probar a base d e ellos los fenómenos y los
creros reunidos al azar: es necesario que. ad emás, sepamos asill' electos natu rales."
narles el lugar que les corresponde dentro de Id lógica minna y El método resoluti•.IO es, por tanto, desde el punto de vista
encontrar su justificación. Pues bien, estos fundamentos se dct-: 16gico, el método secundario y el servidor del método demomati-
cu bren y establecen mediante el método conceptu al del análisu 1'0 : su meta es la " inventio", no la "sc ienria".e2 Sólo alcanza remos
que hay que colocar al la do de la inducción como lo cornl.tiW'! una visión verdaderamente teórica y un saber completo si, desp ués
a ella y como su expresión lógica.• 1 de habe rnos remontarlo de los h echos a los funda mentos, pod e-
mos de rivar V recobrar reducduzmente, pa rt iendo d e los segundos
• IN I'Oll!lhodis. Iib. n, up. 6., pp.. 180l.; Iib. U1, up. 17, pp. 1M J.: .,
u ipso rnethodi progrc ssu Ortlend itur• •. ; omnes e nim a not o Id ignotum scle los primeros: si, por tanto, sabemos arra ncarlos a su aislam iento
tiricus progressus vel a a un ese ad effectum, vel ab effec:tu ed uu~m. ill empí rico para engarzarlos en el nexo de un pensamiento general.
q uíde m eu methodua demonst rativa, h. e.;: . ute m resolutiva; . Iiu. processUJ., qu En este progreso del " qué" d el fenómeno a su "por qu é" residen
certam re¡ notitiam par iar, no n d. tur : nam si ab aliquo ad aliquoo pl'Osrcdll' la misi6n y la t rayectoria de tod o saber.
mur, qu órum neurrum eltee íus causa lit, non poten inter .116 eue connexuI
C on esta definició n del concepto del conocimien to, Zabarel la
essentialil ac necessarilU, quare m.lla en /a cognitio mllm PTogTessllm con$ecflll
pote!t ; pare! igitwr " wll6m dari Identificam Ynefhodllm praeter dem OOUtrltli wn¡
~e adelanta ya claramente a Ga lileo. Apunta hacia él, no sólo la
t1 resolutiwm."
t I V. especialmente De m.rthodi .f, 111, 19 y 1If, 3. 82 De methodll, Ill , 18; pp . 166 J .
166 EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENrO HUMANISMO CONrRA PLATON y ARlSToTELES 167

distinción entre el método "com positivo" y el " resolutivo", 6



",KWtlfia dedicada por ZabareHa a exponer su n uevo pensa-
también y sobre todo el deslinde, más profundo y más puro, If'nro metodológico fundamental, en su obra De ,.egressu. En
la observación popular y la experiencia científica. Junto a la si 1111 , vemos que la exposición y el desarrollo positivos del método.
ple colección de hechos concret os, que no aporta jamás una cert , olutivo se ven comprimidos constantemente por la preocupación
real, aparece la "inducción probatoria" , ejercida sobre una" I autor de acomoda rse al texto aristotélico y a las tradicionee
reria necesaria" y sobre contenidos que present an nexos eseru: ices de la escuela.
entre sí. Mientr as q ue la consideración meramente empírica, p. Zebarella, aquí, se esfuerza sobre todo por- separar la marcha
poder justificar una conclu sión cualquiera, exigiría recorrer red nnlitica del descubrimiento y el razonamiento del circulo J1rOba.-
'Y cada uno d e los casos, el método de la ciencia se distingue 1Tl0, con el qu e amenaza confundirse, en cuanto a su forma
q ue en él nuestro espíritu descubre y penetra inmediaramenr iuem árice externa . La peculiaridad característica del circulo
la lu%de algunos ejemplos sueltos la ley general de sus nexos ese MllIco consiste en que coinciden en él el punto de partida y e)
ciales, ley que este método aplica luego a los hechos partícu lere punto de llegada, en que empezamos parti endo de A para pro-
compru eba en ellos.63 I r B y tenninamos probando B a base de A. En esto, parece
Todas estas consideraciones sólo se d istinguen por un ras timo si este procedimiento mostrase una afinidad directa con
ciertamente esencial y decisivo, de la metodología de Galileo, 1I1111el doble método lógico qu e venimos considerando, ya que tam-
la q ue volveremos a enc ontrarlas casi al pie de la letra, La di hl~1l en éste encuentra la Investigación su límite y su desemboque
rencia sustancial consiste en que Zabarella no llega a comprend 11 el mismo objeto y en el mismo hecho de los que partía. No nos
en ninguna parte de su obra el pape l que a la matemárica cor .lerenemoe en el conjunto abstracto de condiciones que obtene-
pende en la " ind ucción probatoria" por él preconizada: los eje lIW5 mediante el aná lisis de un determinado fenómeno natural¡
plos a que se remite en apoyo de su nu eva concepción fun dament elno que procuramos reconstru ir y estructurar el fen ómeno mismo
no se toman de la ciencia exacta, q ue por aque l entonces se halla 11 base de él. Por consiguiente, el hecho de que partimos lo con-
todavía en mantillas, sino de la metafísica y de la teoría aris .ld c:ramos a la vez como conocido y desconocido: como conocido,
eélíca de la naturaleza." Y es precisamente en esta limitad tU cuanto es el centro al que se retrotrae todo el movimiento dis-

d onde reside la esencial peculiaridad historica de la obra de 2 cursivo; como desconocido, por cuanto que lo que en verdad nos
barella, que podríamos señalar como un a transformación y u proponemos, el verdadero problema, consiste precisamente en ilu-
n ueva versión del concepto aristotélico d e la experiencia, orie mlnarlo y esclarecerlo.
rad a hacia el concepto moderno de la inducción anall dca." Para sustraerse a la dif icultad que yace aquí, no basta con
Este rasgo funda mental se destaca con especial claridad en remitirse a la usual distinción aristotélica del xQ6"te:Qov 't"ñ <p'ÚI1U
y ti XQ6t EQOV :tQQ.; '¡U1o.~, con replicar, por ejemplo, que aunque
6S De regressu, cap, IV (Opea logica, pp. 485 d: "Ieduceic e utem demc 1m cosa sea "en sl" anterior al efecto, "para nosotros" Y para la
tra tiva fit in mate ria necessa ria el in rebus, quae essenuete m lnte r se conn
Iormeclón de nu estros conceptos constitu ye, por el contrario, 10des-
xionem ha bc: m. Idco in ea non om njo sumun tur pan icularia, queniam me
nostra q uibusdam lnspec tis st anm essennalem connexum enimadvertít ideoqu conocido y lo que se trata de derivar. Esta respuesta introduciría
sp rc:tis reliq uis part iculat ibus slatim colligil unive rsale," un punto de vista metafísico en un problema qu e más que ningún
tU Cfr. De reiTeJ!u, ca p. VI, pp. 489 SI.; D e methodis, 1, 6, pp. 142 otro hay que ventilar y resolver con los recursos y las condiciones
j)4s$im. tic la IOgica pura. y ésta nad a tiene qu e ver con la "naturaleza"
6~ Labanca (op , cit.l , des pués de haber sido el pr imero que IInm6 la aten
1"1\ cuanto tal, con la entidad absoluta de las cosas, si~o simple-
ción hacia el escrito De ' regressu, no acert ó a situar cer te ramente su signlfl
(ación h ú t6'fica, ya q ue, en ve¡ de ponerlo e n relación con la doct rlna d. mente con nuestro modo de comtJrerlderlas. Todo m étodo pro-
Galileo, lo eot eja "1 compara con la Lógica de Heg el. hnroric parte, por tanto, "de nosotros mismos" y mira también "a
168 EL RENACE R DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO HUMANISMO CONTRA PLATóN y ARISTóTELES 169

nosotros mismos", y no a la "nat uraleza" : "utraque d emonsrm •


~ ¡ n emb argo, seria un error creer qu e, al determinar empiri-
a n obis et própt er nos ípsos fit , non própter naturam ".86 eutente, de este modo, las "con diciones" d e un fen ómeno dado,
La consideración y la agru paci ón de las ciencias no d ebe tl 11 lUo a desc ubierto y señalado ya la verdade ra "cau sa" de éste.
verse nun ca -e-comc el propio Zabarella había seña lado en su ob 111••10 ahora, sólo conoce mos la coincide ncia emp írica y la sucesión
sobre el método- en la ordenación d e los objetos mismos, si ' " e] tiempo de tales o cu ales elementos, pe ro no el modo ni la
exclusivamente en la de los conocimientos. El proble ma no co ecesida d concep tual d e su trabazón. Para poder ver claro en
siste en saber cómo se combinan y orde nan los objetos en el un 11', lo primero qu e ten emos qu e hacer, antes de pode r abo rda r el
verso, sino cómo se entrelazan y constru yen los conceptos d e nu I mino de retomo a la derivaci ón d el efecto, es detenemos en
tro espíritu, en una consta nte grad aci ón que va desde lo más fá 1 (l usa hipotétiQ1tnenre supuesta, para someterla a un examen
hasta lo más difícil.n , un análisis conceptual. Solo así, med ian te este exame n ren e-
En realid ad, si nos limitáram os a reprodu cir y expresar el cu 1v1' (mentale ipsius cau sae examen) veremos ante nosotros corno
'O d e la nahualeta. sólo existiría un método sintético d e pruel un contenido concep tual clmo la causa, que antes rolo percibía-
ya que la na tur aleza procede siempre de lo simple a lo com plej \, como una totalidad "confusa" e ind istinta." Si, por ejemp lo,
d e los element os a las combinacion es. Pero el mundo de I l,aM. mos reconocido el fuego como la condición qu e precede cons-
pensamient os no se h all a vinculado a la simple obse rvación rentemen te al humo, ahora procuramos, en una especie d e expe-
reproducción d e estas conexiones reales, sino que crea sus com mente mental, aislar sus distintos elementos caracrerísriccs ~.
naciones y ordenaciones por sí mismo y ateniéndose a su prop .I'te~ntarnos en nuestra ment e, conceptualment e, la relcci én que
ley. Por d onde, en cu an to al método qu e aquí se examina, lIuarda n, en nuestro ejem plo, con el fenómeno de l humo. Des-
relativamente ind iferent e el que la materia y el con tenido objctit uf" de habe r reparado, de este modo, los elemen tos esenciales
ll. que conduce sea o no el mismo de que parte, ya qu e la forma 1, los no esenciales y de ha ber an alizado en una serie de condi-
conocimiento ha pasado para llegar aquí por una serie d e cambl I(IIles parci ales a, ll, y• . . el complejo de causas A , podemos pro-
y d e fases rigurosam ente deslindad as las una s de las otras. eder a ent relazar mentalmente los diferen tes compo nentes, para
Zabarella vuel ve a enfrentar las unas con las otr as todas esr ll" e de ellos brote deductivamen te el resultado.
fases concre tas, d eslind ándo las cla ramente. A l principio, com Aparecen claramente" d eslindados aq uí tres diferentes pasos:
mos solamente con el conocimiento del efecto concreto, con . 1 primero nos lleva, parti endo del efecto, capta do por nosotros
verdad escueta de los h echos, qu e no nos dice nada acerca de I ,l. un modo vago y conf uso tod avía, a u na vaga y confusa repte-
conexiones y de l origen del hech o pa rt icul ar de que se trata. " llnción d e la causa; el segundo consiste en una "consideración
paso inmed iato consiste en analizar el he cho concreto pa ra red "_"hit ual" que nos guía al conocimiento claro y ¡Jistint o de éstaj
círlc a sus diversos elementos y partes integrantes, comproband Y, npoyándoncs en él, llegamos por últ imo, med iante el tercer
cu áles son las circunstancias concomitantes especiales en que ,'11' 0, a la visión profunda y clara del efecto mismo."
hecho se manifiesta.
~R De r~;¡l'l!JS u, cap. S, p. 466: "facttl fraq ue primo ptcce 'eu, <;ui eH eb
, lIlet u ed causam, aneeq uam ab ea ad effectum rerrocedamu s, tertium quee-
M De rcgr~JJU. cal'. 2, p. 481. 10 m medium labcrem Intercederé necease est, que dueamur in co¡nitlanem
01 DI!' melhodil, lib. 1, c.p. 6. "Rever. enim non ex ípsa rerurn considera 1I••inctem Illlus causal.'. quae confuse tanturo eognit1l eu. Hune•. . mentale
d.rum natura Bumitur ratio ordinand¡ ecíendes et disciplinas omnes, sed , 11'llIll causae exame n appellare possurnus, seu mentalem conslderedonerm
mello re . e faciliore nOBU, cognitio ne¡ non ením scientin m aliquam hoc pollu ¡'''' hluam eniru causam illarn tnventmua, considerare eam lncipimus, ur eriam,
quom lllc modo dis ponimu ~; quod hie Jit rerum consiclerllndarllm natural', '1" ltI ea ~ it eegnoscamus¡ qualls eutem slt haec roentalls consideretlo ee quo-
""do, prOllt extra animum runt; sed quta ita melíus ee fa cili\l ~ ab omnibu. , ,"", jn {iat, a nemlne vidi e~se dec lararum,"
Je/e n/Ia d iJeetllr" (p. H6).
. 11 'hid_, p. 489: "Ex tribus ¡girur "artib\l~ necu~ari" con~ta t regreMUI:
170 EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOaMIENTO HlJMA}.,1SMO CONrRA PUt.TON y ARISTOlUES 171
Procediendo así, desaparece toda sospecha de proceder por I

nmino y la orientación en que se desarrollan las indagaciones
vía del circulo probatorio, pues desde el momento en que d Znbarella,
el punto de vista de la lógica, el objeto se determina y raract e Vemos, pues, cómo en la misma escuela de los paduanos, con,
por el modo de cono cerlo, lo que tenemos ante nosotros en e tderndos como celosos guardianes de la auténtica tradición aris-
retorno al punto de partida, es en realidad un nuevo conrenld , ~ I ic ll, se abre paso la misma tendencia que entre sus adversarios,
un nuevo objeto. pensadores humanistas: en unos y en otros se destaca cada
Este. resultado final debe considerarse, además, desde otro p mÁs acusado el esfuerro por desembarazar la lógica de todo
to de VISta conceptual. En el proceso probatorio de la silogísti .tnementc ontológico, para convertirla pura y simplemente en
que es un proceso sintético, el cual se desarrolla siempre, tl metodo logía del pensamiento y de la ciencia.
tanto, en una y la misma dirección, el problema de la poeíbili
de prob~r. ~os sup~emos principios constituye, a su vez, un p
blema dificil y espinoso. Ya hemos visto que la respuesta ari. ('..mc csco Pico &lla M irandcla
télíca, consistente en postular una serie de conceptos fundam
ta!e.s primeros e "in mediatos", no resiste ya en parte alguna a YII hemos visto con anterioridad cuáles son los elementos me·
Critica moderna. Hoy, ha camhiado ya el problema mismo ¡lllcos que se deslizan en la teoría aristotélica del conocimiento
la fundamentación. Se ha abandonado la exigencia de aquel _~ funden con ella. Al planteársele al pensamiento la misión de
~rer.n!sas incondi~i~ment~ últimas que ya no son susceptibles tnninistrar una copia exacta V acabada del ser, nos encontra mos
Justlf:c,arse por SI mismas ni lo necesitan tampoco: las "simpl " 11 que la descripción de su función y de su actividad se ernbro-

condiciones fundamenta les en que el análisis desemboca den IIn necesariamente en las dificultades del concepto de la sustancia.
tan poco de inmediatamente ciertas, que su comprobación medi l •• único cognoscible en los objetos es su "forma", a la que hay
e? la obra por ellas realizada sobre la materia empírica se c 1"' desembarazar de la amalgama con la materia, para que el
Vierte en un verdadero problema lógico. Los primeros "fun I ¡I"IO considerado pueda ser asimilado por el pensamiento en su
mentos" sen, por tant o, postulados hipotéricos que encuentran mil entidad intelectual.
punto de apoyo y su "prueba" en los fenómenos y hechos cu Lu materia, considerada como condición necesaria de la exe-
comprensión en forma de conceptos y cuya in vestigaci ón no I nd el concreta de la cosa, representa para el conocimiento una
posibles sino precisamente por medio de ellos. h¡ n eta negativa e insuperable. Ya la misma percepción sensible
De este modo, se evita el retorno a lo infinito y, al mismo tte !l l' II C que despojarse de la detenninabilidad material inherente 3

po, la hipótesis de los elementos absolutos: el principio de la r 1,( cosn concreta, para permitir que ésta encuentre acceso a la con-
reza reside aquí simplemente en la pura relación entre el fun ,I"ttcia. Pero dicha percepción contiene la entidad del objeto, que
mento y la consecuencia, entre la premisa y el resultado. P: I este modo desentraña, mezclada tod avía con múltiples cua-
mucho que la prueba mutua y el "circulo" que esto neva consl h.Indes fortuitas y externas, y sólo la actividad del entendimiento
p~rezcan chocar con la lógica formal, vienen impuestos por la l" llrll captar la sustancia con arreglo a su verdadera naturalera
gica de la investigación empírica. lo cual ilumina una vez m Ilt'rnl y libre de toda clase de "accidentes".
Por donde la interpretación del proceso del conocimiento pero
prima quid em esr demon str atio quod , qua tx effecrua ccgnitione ccnf
d u~ ! mur in confusarn cognitionem causeer secunda ese considerarío ilJa m~
mnnecla supeditada a la prem isa realista sobre que descansaba el
ta h ~, qu a. ex confusa no tltta causae dlsun cram ejusde m ecgnírio nern ecqul eut-mm los conceptos generales, que constituyen los resultados úl.
mus: te rna verc esr demonMralio potlssima, qua ex causa di~ti n ~ ta ed dislin~ l , 1111(18 Y supremos del saber, deben su vigencia al hecho de encon-
e UeCttls cognitionem tan de m perducímur." If Mr su correspondencia en las "formas" y en los fines generales
172 u, RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO HUMANISMO CONTRA PLATó N y ARISTÓTELES 173

que 'conforman y dominan la realidad empírica (cfr . especielrn é



I'rco comie nza su critica de Aristóteles con la ref utaci ón de la
supra, pp. 57 u. y 103 s.l , ..1. sm.sualista del conocimiento, que pone de manifiesto como
La filosofía del Renacimiento d a un nu evo e importante p Iuud amento y el punto angular de todo el sistema metafísico. La
cua ndo -c-even aando sobre la oposición incid ental contra cier 1 f' pción, nos dice Giovanni Pico, constituye el fundamento y
d octrinas concretas d el sistema peripatético-c- afront a la crítica nuo de apoyo de todo el edificio lógico eri gid o por Aristóteles,
esta hipót esis lógica fundament al. Na da demuestra tan claram que hasta los principios generales, que entran como premisas
te q ue no asistimos ya a cier tas reacciones dispe rsas e íncone hwlo razonamiento silogístico, se presentan aquí como obeeni-
contra la escolástica, sino a un movimiento filosófico de coruun l"lr la inducción, es decir, por la consideración y selección d e
que avanza con paso cada ve: más seguro y que va adquirien oncreto, T an clara e inconmovible es esta tesis, en Aristóteles,
poco a poco, trabajosamente, mayor certeza y clari dad en cuant ninguna inte rpretación podría debilitarla o torcerla. Y la tr a-
rus metas finales y comunes. !t,rlo del pensamiento escolástico no hace más que corroborar
Este progreso que aq uí registram os se manifiesta clarame retener esta concepción: los axiomas generales, como por eiem-
I ti de que el todo es siempre mayor que la parte, no podrien
por vez primera en la obra filosófica principal de Pico della Mi rl
1I ebtrse, nos dice santo T omás de Aqu ino, sin conoce r previa.
dala el men,or. Esta obra h a caído injustamente en el olvido, p
aunque en Importancia y en influencia quede muy por debajo lile por los sentidos y la experiencia los conceptos del todo y
los escritos del mayor y más famoso de los Picos• Giovanni• de la parte. Lo que equivale a reconocer el "fantasma", no ya
IHU ~I acompañamiento indispensable, sino como el verdadero
ser considerad a, sin embargo, como uno de los análisis críticos m
1 rulemenro primigenio del pensamiento abstracto.
tempranos de la teoría aristotélica, basado en un conocimien
completo y profundo del sisrema en su conjuntO, en que el pe I .. objeciones que el propio Pico aduce contra este supuesto
dar se esfuerza por tomar de este mismo los medios para combntlr nfrecen, de primera intención, ningún punto de vista intri nse-
Jamás llegó a alcanzar el humanismo y su lucha retórica e mente nuevo. Limítanse a señalar la inseguridad general de las
Ira la escolástica una agudeza y una seguridad dialécticas t uu dones de los sentidos, que 110 es posible comprobar ni dis-
erandes corno las que esta obra de Francesco revela, en su m l uir con ayuda de ningún criterio. La indicación de que los da.
de enfrentar un as con otras las distintas doctrinas peripa té tic de los d i!eTentes sentidos se esclarecen o corrigen mutuamen te
I t'(e de base, pues lcuál es la regltt que puede guiarnos para
Es cierto que, en $ U ten dencia general, Francesco Pico propen
'llr y decidir entre varios testimonios opuestos de las sensecio-
de nuevo hacia la Edad Media; para un pensador como él, q
hubo de formarse bajo la impresión decisiva de la pen c:lalidlJ r Lo percepción no puede captar nunca el objeto er SU verde-
ti ,. total naturaleza, ya que en ella 00 se expresa , rd ltj8
de Sevone rcla, el interés rel igioso sigue siendo la pauta última
decisiva a que tiene que. someterse el ejercicio de la razón. Ta 11l1tO l. cosa misma como la variable determinabilidad del Aljeto:

bién la cririca de Aristóteles se supedita a esta meta y a este pe ".,1. a t lenlUI ipsa natura, non ex reí eolum quae objicitur VI,
samlenec r se la c..msldera como el medio para hacer triunfar ¡. ' alto, eed ex mri~tate humanl tempen:tmentl, quod etlam .ua~te
revelación sobre la "filosofía pagana". En estas condiciones, I ulIrurn murarur" 11.
comprende que prevalezca por encima de todo el escepticismo an
la fuerza propia e independiente del saber; trárase, sin embarg Il" ~' n t t "mr4t;j Chrinian<lC Ji$cipli~. V. lib. 1, ca p. 4; lib. lI , ca p. 2,.
u, IV, capt!. 2 y ID; lib. V, ca? 10 y passim. Las ob ras de Oiovanni Francesco
de un escepticismo imbuído de toda la materia de la cultura y 1'1 .". en dos gruesce volúmenes en folio, en Basiln, .l'i 05 de 1513 y 1601; en
los intereses culturales de su tiempo y que gusta de invocar, pr I 1 '" n ivo los citaremos ateniéndonos a la segunda de csra ~ do. edictonee.
ferentemenre, las enseñaneas de Nicolás de Cusa'", JI r!:r4men l.'4niwti$ doctrin.ae gomrillm, lib. JV, ca p. 12, PI". 687 SI.: lib. V .
10 V. Olovllnnj Fran cesec Pico della Miraod"l., E..O:.:lmtn t'<1nlta.ris d()ctrin " l' 7, pp . 695H.
111 EL RENACER DEL f'ROBLEMA DEL CONOCIMIENTO HUMANISMO CONTRA PUTON y ARlSTOTELES 1lS

Con lo cual salta inmedi atamente a la vista la contradice! tlijera, p&- el contrari o, qu e la representación sensible del
que en el sistema aristotélico existe entre la meta final asign. I lite, al ser iluminada por la luz de la razón activa, proyecta
al conocimiento y el medio fun.darnen.wl con que se trata de I lica ante el espíritu la sustancia inteligible, a la manera como
canaarla. Según las propias premisas de la doctrina que se es , 110 representa la causa, se incurriría en el contrasemído de
blece, es imposible penetrar en las " formas sustanciales" de un erecto defectuoso e inadecuado hubiera de expresar y re,
cosas. Si pretendiésemos, por ejemplo, de clarar qu e la sustan runr el ser pleno y verdadero de la causa. Es evidente q ue ni
de las cosas exteriores se capta y se transfiere a la conciencia ,11111 accid ente sensible ni una pluralidad d e accidentes de esta
diante la cooperación de las percepciones con el intelecto, y no pueden identificarse con la sustancia en cuanto a su significa-
medio de los sentidos solamente, aband onaríamos con ello In V 11 su valor, aun cuando los agrupemos mentalmente bajo un
d enación fija y unívoca del conocimiento establecida por Aria llo "pl o único, ni respond er de su ser específico y d e su natura leza
teles en torno al principio de que en el intelecto no se encuco 'I"ti a y peculiar" 72.
nada que no se hallase ya previamente en los sentidos. Y si, Il ~ nqui cómo se bifurcan, cl ara e inequívocamente, el motivo
el contrar io, asignamos a la sensación misma esta función d irig u" iSla y el motivo realista del sistema aristotélico, empareja,
te y d ecisiva, nos verem os condenados con ello --siempre según .1/1 la meno r reserva y hasta confundidos en la teoría de l
propio testimonio de Aristóteles- a permanecer confinados Id miento d e la escolástica (cfr. supra, pp. 103s,). En lo suce-
el reino de los " accid entes" mu dables y fortuitos. En efecto, todo ejercicio d e la razón que recaiga sobre la materia de las
transformación de las especies sensibles en "inteligibles", el "d clones deberá limitar se a dar una expresión y una compren-
arrollo" del contenido general de l esp íritu partiendo de las p piriruales cada vez más puras a la materia sensible.
ricularidades de las percepciones, tal y como la enseña y la afir
la escolástica, es sencillamen te incomprensible. La función del "
telecto activo", que en este sentido suele ínvccarse, sólo pu I'rencesco Pico deIla Mír andola prepara así el terreno para la
arrancar de los d atos de la percepción misma y ejercerse so 111< 11 rm pírica del aristotelismo qu e enseguida habrá d e llevar
ellos; ahora bien, Icómo semejante actividad conformadora pod . 1"1 Mario Níaolío.
cambiar el contenido mismo d e la materia fundamental y ce 1I propósito fund amental qu e inspira a este pensado r sigue
venir el fenómeno en un ser absoluto?
tl,ln el mismo: obte ner y razonar las premisas y las necesid ades
Es decir q ue, partiendo de las premisas fijas sentadas por I ..be r en toda su pureza e independ ientemente de todo pensa-
psicología aristotélica, no se ve ningún camino por el que pudi 1 nto ontológico accesorio acerca del ser incondicionado.
encontrar acceso al alma aunque sólo fueran el pensamiento y
imagen aparente de la sustancia absoluta. " ".¡d., Iib. V, ca p. 10. Cfr. especialme nt e po 738: "Undt igi f1¿r 1", inttUcoet16
"" " ¡<IC' IpJi1.u ¡mago, spectrvrn, Jimwl<Jcn¿m, Jptcie. ¡ncideritl Inquienr
"Mas aún , aunque se conced iera que los sentidos pueden I re prlle5elllari id animo ex lumíne íntellectus .gentis. Quaeram, an
ministramos una representación de la susrancia susceptible de ."m phan t. sma rd Si negaverinr, dabitur ad Aretoeelem provocado, qui
tomada por el intelecto como base para sus consideraciones espec I I,.het in libris de Ani ma finnius atq ut cOll5tantius., q aa m ur ani m a
lativas, quedaría en pie un problema más embrollado que el nu 11'. ' "1 pha ntasmat. s pecul etur.• • Verum si etiam coocedereru r eubstanríae
gordiano, pues en este caso aparecerían totalmente disociadas I I. m 1J<l!l6e sen.sui cceníram esse adec, ut inde queae ip51 m . ibi mtellectus
"". ,e lid sJ)ec ulalldum, restar edhu e nodus Gcedian c illa Icrte perpl exícr
misma rt'PTesenrodón inmediata V la concepción que el intelec
I ,, ~ U l r!ctus loco, qua d si ita síe, necease etiam sit, ue diver sum quidd am
se forma de ella, entre las qu e no mediaría solamente una di
renda subjetiva, en lo tocante al modo y a la concepción del e
"l., Imellec tus ab ea, quod síbi pra esenravfe, non inquam diversurn qu od
Hln ~1 ed modum capiendí reciplendíve, sed quamum pertiner ad rem
nacimiento, sino también una diferencia intrínseca y objetiva. ! , ¡. m", cte.
176 EL RENACER DEL PRonLEMA DEL CONOClMIENTO HUMA NISMO ceNTRA PlATON y ARlSTOTElES 177
La realidad de los conceptos genéricos, qu e la doctrina pe •
, deducir de un a exrenné n má s amplia otra más red ucida,
t édca da siempre por supuesta, expr esa o tácitament e, represe In y disociar de un complejo de pred icad os u na parte cual -
según Nizolio, una hipótesis totalmente cap richosa e infecund " «mre nida en él. Asistim os aq uí, concluye Ni iolio, no al
cuanto al conocimiento mismo. Co nstituye, nos dice, una t 1111 objetivo, d educt ivo, de lo gene ral a lo concreto, sino sim-
tanto para la reconstrucción y el tratamiento de la ciencia d 111(" ni desp liegue y a la clasificación pa norámicos de lo con-
hechos como para la fu ndament ación de (as reglas V los pre mlemo {multorurn singularium in partes dld uctio) ;"
tos silogísticos, Lo que en verdad se postula aqui no es un " ven tajas y los defectos de esta t eoría del con cepto fue ron
general y d esglosado, sino solamente la significación genera l y penetrantement e señalados por Leibniz, en el prólogo &
atribuimos a d eterminados productos del pensamiento, a dife 1\ Ión de las obras de Ncol¡o. Lo qu e Leib niz aprecia y des-
cia de otros. 11 este pensador es la cla ridad con que descarta todo int ento
Poner al de scubierto la fuen te y el origen de ese valor pecul ," ducil' direct amente la forma "general" del pensamiento a
en esto con siste la verd ad era función que Nieolío asigna a In ¡ P I mil de existencia. Ahora bien, este resultado sólo pod ía
gica y a la teoría del conocimientoT3• I (', nqui, part ien do de una premisa que sospech a de l pensa-
La teoría tradicional de la "abstracción ", emanada del sup 111,1 mismo en su pureza y lo amenaza en su aut éntica uni ver-
te de una superioridad y una subordi nación objetivas de los "d. Si el concepto se red uce a un "conglomerad o", a un "to-
cepeos genéricos y de las "formas", no es capaz de revelarn .hecretum" de di versos juicios conc ret os de experiencia, si al
verda dera función metod ológica d el concepto. Pasa a ocupar .lII iento, por tant o, no le cabe otra función Que la de agrupa r
lugar, en la concepción de Niaolio, un nu evo mét odo d iscu 11'lImblar los resulta dos obte nidos sobre otras bases, en garzán-
a que se d a el nombre de "ccmp rehe nsíón", El concepto gené 1 exteriormente por medio de la unidad de un nombre, per-
"hombre", por ejemplo, no se produce d escartando en tod os y e A todo punto fijo de apoyo y tod a razón d e ser aq uella misma
uno de los ejemplares concretos las notas paniculares, para r 1HlCión concreta que precisamente se trata de asegurar. Por
ner de este modo un a " natu raleza" comú n última colocada I nmino, sólo obtend remos aho ra u na suma de por si incohe-

encima y al margen d e las características individu ales, sino qu 1 , qu e cualquier h ech o nuevo podrá destru ir y d esvir tu ar.

llega a él, por el contrari o, cuando abarcamos con la mirada t rempoce la aut éntica inducción, la qu e nos lleva a la relativa
las experiencia s comp robadas en los individuos y se las rec \ rehda d de los conce ptos de la expe riencia, se limita a acopiar
resume bajo una exp resión compendiada. Por con siguiente, t YlU lnponer las impresion es de los sent idos, sino Que tiene qu e
los ju idos en los que figura como sujeto un con cept o general la' nr sus puntos de a poyo últimos y sus máx imas final es en ltl
500 ocra COlla qu e la suma ,. com pendio de una serie de teetl 1\" misma. Son estos "adminicula rarionis", como Leibniz loe
nios y predicados acerca de las cosas concrew: en ellas y solem mn, los que la teoría de Nizolio pasa por aIto y elimina: tam-
11 en él vemos cómo la comprensión y el recon ocimiento d el u so
te en ti las residen la pnntíl , el fu nd amen to último de t
1t101lW'nt e de la razón se ven entorpecidos por la lucha contra las
juicios. Si procedemos, por el con trario, de lo general a lo par ti
lar, jamás llegaremos a derivar con necesidad lógica el predic Il'lhc"Jis del concept o (cfr. supm, p. 157).
de l contnli.lo dél concepto d el suiero, sino qu e podremos, simp S¡n embargo, la misma estructura objet iva interior de la d ocm-
por él cornbe tida explica por qué Nbolio no tenia más remedio
18 M. NizdH . A nrioorbl1nu Phjlo~ophiclu ~jt <e Philomphil1 Seholasde 111 " uvnnzar ha sta este punto. Por mu y resuelt a e ínexorablemen-
ímrougruua Libri$ IV. De t't'Ti, princípii, er t'era rariOM philolOphandl con u Cfr. especialmente lih. IlI, cap. 7, pp. 255".: "De comprehensíone I.InJ.
PU lOdo-Phllo ropho, írucri prÍJ. . • Ab edirore G. G. L[ eibllitlo) , FlIndort, J67 " " '''1m 6ingularil.l m vere philosophica et oratoria, ee simul de ebstracrícne
(primt:r. rd ición, 1553.) Cfr. t:Specillmt:ntr lit>. J, Uf'. 7, W- 41 ,.. ",Iu ,..lium pseudC'rh i1osophi.:1 er J>¡,rhu. ", efC.
EL RENACER DEL PROBLEMA Da c oNoaMlENTO HUMANISMO C.'ONTRA PLATÓN y ARISTÓTELES 179

te que parezca volverse aquí la espald a a la escolástica, asisri ,1 la realidad espirirual ejerce sobre el modo de ver el mundo
en realidad a una crisis dentro del mismo arístotelismo. Se tra ta, 11*·rivo. Uno d e los rasgos más cara cterísticos de l Renacimiento
rq.tor, de poner el concepto del conocimiento en consona ncia e 'm iste precisament e en el entrelazamiento y la interdependencia
el concepto peripatético del ser y de conformarlo a tono con I estos dos factores.
De aquí que se nos diga qu e todo saber tiene que dirigirse y Iim l.a misma trayecto ria de l pensamiento que lleva a la humani-
raree a las cosas concretas, como a las realidad es auté nticas y o !.Jlld a una nu eva conciencia h istorica de si misma hace surgir tam-
ginarias. 106 sentid os y el intelecto no recaen sobre objetos dist 1' 1 1\ la nueva imagen de la naturaleza. Y esta trabazón gene ral se
tos: unos y otros se representan uno y el mismo objeto, aunque e f IIr ja también en los nexos y relaciones personales, siendo pre..

iluminación y claridad distintas. I•• mente el humanismo alemán aqu el en qu e el interés por la
La contraposición dualista qu e la escolástica establece entre urrección d e la cultura erudita aparece más estrechamente en-
materia " inte ligible" V la materia "sensible", d ebe desaparee 1" .Jo a los primeros pasos indepen dient es de la investigación y
la misma mat eria, revestida d e todas las nota s perceptibles, q I observació n de las ciencias exactas.
cae bajo la acción de los sentidos constituye también el objeto ú Jorge Peu rbach, el más d estacado astrónomo alemán del si-
co y exclusivo del pensam iento "puro". Lo que vale tanto co In xv es el primero que, en la un iversidad d e Viena, pronuncia
decir que la primacía que solemos atribuir al intelecto no encu )" d ones sobre la Eneida de Virgilio, sobre Juvenal y Horacío. Su
tra correspondencia alguna en las cosas mismas. La ún ica dif ,tl. rl pulo Regicmontanc se traslada a Roma, a inst ancias de l car-
rencla consiste en que el intelecto, además de las cosas concret UIlI Besserton, y recibe allí la poderosa y decisiva sugestión de
que nos transmite la percepción inmed iata, capta también las jJt'\lcr restaurar y renovar críticamen te, a la vista del original, la
laciones d e un objeto con otros y sus múlt iples nombres", 'l. maestra de la astronomía antigua, el Almcgesro de T olomeo.
En vez de dividir artificialmente la naturaleza, como hace de vuelta d e Roma se convierte en el centro V guía científico
escolástica, en una mate ria inteligibk V una forma intelig ible, 1,1 Irculo d e los humanistas d e N üremberg, en el que brilla como
luego reconstruirla de nuevo y recobrarla a base de ambas, nu ,lncipal figura Wilibaldo Pirkheimer y d el que más tard e sald rán
tra investigación de be tomar como base el ser concreto de la 1 primeros ed itores de la obra fundamental de Co p émlco.
teria y los contrastes em píricos ent re sus cualidades. Cierto es qu e esta comunidad y este h ermanamiento de am-
Con este postulado, Níaollo prepa ra el viraje que la física y I grandes círculos d istint os de ideas no se da desde el primer
teoría del conocimiento hab rán de da r -diez años después .u.nnento, sino que va acusándose e imponiéndose poco a poco en
la aparición d e su obro- en los comienzos de la filosofía ital ' l. lucha entre las dos tendencias.
de la natur~ asociados al nombre de T eleslo. 1.05 primeros pasos de l h uma nismo, con su interés exclusivo
' f In autenticidad de la tradición filológica no represen tan, tanto
I complemente como la conrrapartida del espíritu de la Investí-
IV. LA RENOVACIÓN DE LA CONCEPCIÓN DE LA NATURALEZA
, llln empírica. Mient ras que para K éple r es ya caracrer ísdca la
y DE LA HIsTORIA
1Il11l'1 d y la armonía de la concepción de la naturaleza, de una
Sin embargo, antes de detenern os a considerar esta trllruf 11 (', y d e otra la d e la Historia, Leonardo da V inci sient e y pro-
mación interior que suf re el concepto de la I'Ul.tU'rllleta bajo la II "u nn todavía el contraste frente al ideal un ilateral de la cult ura
cíón de observaciones y de razones de orden positivo, d ebemos luannnista. Y es también la Academia platónica la que en este
cir algo acerca d e la influencia ind irecta qu e la nueva concepcl 1'1l1111l abre el cauce ha cia la conciliación de ambas tendencias, al
Impliar y ahondar los inter eses filológicos con la perspectiva de
TIl V. lib. ID, CI P. 7, pp. 258 J. 1. meta filosófka a la que d eben servir.
160 EL RENACER DEL PRO BLEMA DEL CONOCIMIENTO HUMANISMO CONTRA PLATÓN Y ARISTOTELES 161

Estos dos campos de problemas se enfren tan y pugnan por er •1 mdivid uo,•Cobra en ella expresión visible la imagen cerrada y
monizarse y aconsonantarse sobre todo, en la obra polémico. " ll~¡ble de aquella inquebra ntable necesidad del acaecer que nin-
Giwanni Pico contT'a la astrología, mediante un intent o Barna ' 111m acción exterior puede influir o d esviar.
a repercutir, and ando el tiempo. no sólo sobre Reuchlin y Zwinglf E! motivo nu evo y antagónico que la astrolog ía anuncia se ve
sino también sobre K épler y Paracelso. litro, sobre todo, cua ndo intenta de rivar d e los fundam entos y las
Los escritores del Ren acimiento han señalado repe tida e insl t yr. de la naruraleta la religión misma, su nacimiento y sus vi-
tenr emente la , ¡gnifieac iÓt\ groera! que para la cultura tu vo es anudes. Los acontecimientos históricos en que se apoya la fe y
obra, en una época en q ue la creencia en el infl ujo de los astr 11),1 que necesariamente tiene ésta q ue atribuir u n valor senci lla-
dom inaba tod avía plena mente la concien cia teórica 'f Jos act nlrnle único y absoluto apa recen ahora como encuadrad os dentro
hum anos. Prescindi remos, por tanto. de este aspecto del probl I la corriente general de los sucesos y condicionados por ella. El
I h 'lfl'eso y la trayectoria del "es píritu " se supedita, así, a JIU' eau--
ma , para considerar la obra de qu e se trata solamente en aquell
qu e aporta a la trayectoria del problema del conocimiento. Es ev .u físic4s y a las constelaciones.
Esta forma de la creen cia ast rológica cobra difusión e impe rio
dent e que la historia de la filosofía no debe detenerse exclusiva
ment e en los grandes y ostensibles virajes del pensamiento, si universales bajo el Renacimiento: la idea mod ern a de u na conti..
t1l 11 evolución de las formas concretas de la fe apa rece todavía,
registr ar además los primeros gérmenes y sínromas de las nuev
corrient es del pensami ento Que apuntan en la conciencia ~neral lluf, envuelta por doquier bajo un ropaje en el que su Florecí-
Pues bien, d esde este punto de vista la obra de Giovanni Pi uueuto y su decadencia se ha cen depender de la influencia d e los
marca un momento importante y mu y sugestivo. Este escrito señal ftllt05"1'.

un cambio de rumbo puramente intelectual Que abarca direct Cla ro está qu e no por ello escapa la astrología al circulo de la
ment e la totali dad d e la vida, trazándole una nueva cri entacié IJ' ¡t"rividad al que pugna por sobrepo ne rse. La necesidad por ella
Para comp render esta eransformecién, debemos ten er presenr proclamada no es todavía la de la ley causal. Lo que vagamen te
el pape l Que la astr ología habla d esempeñado en la vida espiritug Ilulo ante ella y le marca el rumbo es una especie de relación de
d e la Edad Med ia y Que no perdió hasta bien ent rada ya la époc /u, interior y general. El universo se concibe como un organismo
mod erna. Para el pensa miento med ieva l, la naturaZ~ no es u vtvo coda uno d e euros miembros sirve a un fin común y en el
campo prob lemático aparte e independ ient e, erigido sobre sus fu ' 11Ir, por tanto, cada una de las partes lleva en sí el tod o y lo hace
damenros propios y regido por sus propias leyes, sino que reci "Il11oscible. De aquí que, sin necesidad d e seguir la embrollada
su significación del engarce con las metas espirituales últimas h , confusa marcha de las causas intermed ias, podamos enlaza, y
cia las que se pr oyecta todo el acaecer; interesa tan sólo com !,"Iler d irectamente en relación entre sí dos puntos d el tocio. Cada
lb eecimiento especial es un sigrw y una represent ación de la ley
obstácu lo o como instru mento del "reino de la gracia". T od a I
luz qu e sobre ella se d errama, al igual que todas las sombras qu universal; lo que vale tanto como decir que entre todas las par tes
la envuelven provienen de aquel ser ultr aterrenal que se nos r 1 I universo existe una originaria consonancia armónica, que los
lll ll l!l apuntan simbólicameTLte h acia los otros, y viceversa.
vela en la subje tividad de la vivencia relfgíosa.
Fácil es comprender, ante esta prim acía d el sujeto la im l!5ta concepc ión fu nd ament al alcanza su pleno de sarro llo en
• •
tancta que en aquel mundo debía tener la astrología. Represen¡ 1" lIlagia, con la que aparece siempre herm an ada la astrología. La
un a especie de reacción contra la concepción filosófica gene ral a IIl I, trln considera el símbolo, considera sobre todo la palabra como
bre la que se d estaca y t raza los linderos necesarios de ésta. Ayud 1.. Iuenre d e una acción natural qu e t rasciend e directamente a las
a co~cebi r de nu evo la natu raleza como un todo existente de pe 111 Cfr. por e]..la obra de Pomponan i, De Faco, LibeTO A r~ltrio , Pra.edcs-
IIM rlone, Pnwidenli4 Dei Librl V .
sí y firmemente trabad o, que envuelve y gobierna imp eriosamem
182 EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO HUMANISMO CON1RA PLATON y ARISTOTELES 183

cosas y las gobierna. Los nombres no son algo caprichoso y exter En vez d; la arbitraria conclusión ~ consistente en
no, sino que --como lo expresa, principalmente, Agripa de Ne lIul lldar inmediatamente a otros elementos alejados del ser una
tesheim- se hallan desde el momento mismo de nacer entrelaza I !"ción descubierta en una parte cualquie ra de la realidad, nos

d os con la entidad misma de las cosas. ' IlUlntramos aquí, como se ve, con la rigurosa exigencia de que
El " legos", qu e lleva dent ro de si y hace germi nar las "simie I liemos qu e esforzamos por comprender las consecuencias empi..
tes" de todas las cosas, es concebido también plenamente en e ' /l l U del acaecer con arreglo a su trabazón unívoca y COI\Sranoe.
sentido d e la "palabra mágica", a la que nos basta apropiarn Este pensamiento hace que G i@ya nni Pico descuelle muy por
para comprende r V dominar la naturaleza. Y también los númer 11 ima de la concepción que de fa naturaleza tiene el quarrro-

y las figuras geométrica s, en los que se reflejan las medidas y 1 1110; más aú n, mus por encima de su propia concepción funde-
armonías del universo, se hall an d otada s de Iu.mas interiores gr n-emal, tal como aparece expresada en el resto d e sus escritos". Se
cias a las cua les no s610 pod emos conocer los objetos, sino tambíé ovícrte de este modo en el guía y maestro de la posteridad,
someterlos a nuestra volu ntad. '111 0 10 demuest ra el hecho de qu e nada menos que Kepler in-
En esta fusión y esta indiferencia de las causas y los simbol. [u e su nombre como el d e un predecesor, en su crítica de la
resid e el verdadero car ácte r de la concepción fundamenta l de I ,wl ogía711.
magia y la astrología. Y es aquí, sobre todo, donde interviene d Los cuerpos celestes no poseen ninguna clase de "cu alidades
un modo decisivo la obra de Giovann i Pico. El cielo -dice ea menesas" qu e les permitan provocar misteriosos efectos en el
obra- sólo puede señalar y pronosticar 10 que él mismo crea IInJ o de lo terrenal. Todas estas dotes y estas capacidades bro-
sí y ante sí. Pico distingue clara y nítid ament e entre los "sign 11, por el contra rio, de los principios y las formas más ínmenen-
que la natu raleza misma nos ofrece y aquellos que provienen de los cuerpos mismos. Todo el influjo qu e sobre nosotros
lamente de la voluntad hu mana. los signos auténticos, los nat I rcen las esferas superiores d ebe atribuirse. no a la acc ión de
ral es, pertenecen al mu nd o de los cuerpos y se hallan sujetos a 6 hl ~ " 11 5 suprasensibles, sino a las fuerzas naturales de la luz y del
leyes: son o bien las causas de los sucesos a qu e apuntan, o bit Mlllr'''. La astrología, por el contrario, no mid e la acción de los
sus efectos. Allí donde no se da esta relación d irecta, existe "m~ t ns ateniéndose a los factores reales d e su distancia en el es-
lo menos un a conexión causal ind irecta, en el sentido de Que ra ,In, sino fijándose en la posición qu e ocu pan en los d iferentes
to el signo como lo designado proceden d e la misma causa 'comú ,.n J"'ltlIe coelu m eles rei signum esse, cu jos cauu non .ir" {Opera, Builea
y guardan entre si un a relación de inter dependenc ia por su oc 11. pp. 366s.J.
común con esta ca usa. u En éstal , especialmen te en las con ocidas novecientas tesis de Pico, la
Puede Que haya qu ien crea que a estos tres casos debe n 1'" ' ¡Mue descmpoelí aoo o. por lo me nos, un pape l decisivo. La contradicción
dírse otro: aquel en qu e el resultado de que se trata, sin ser pr ..f " lul va implícit a y que constituye un USllO c&tac terístico de todo el u..
n , del XVI, es atenuada en parte por el hecho de qu e la magia sufre en
du cido por el suceso considerad o, se halla, sin embargo, neceser "M'''' del Ren acimi ..nrc un a rransform ecié n inr..do r que va acerdndola
e ind isolu blemente unido a él, pero esto constituye una bur 1, comien zos de la Inv..stigaci6n ..rnplrka de la n atur aleza. ICf r. el con-
ilusión, ya que este engarce y esta coincidencia no puede eseab 11" ,le la "magia naturalis", infra, libro n. cap. 11·
cerse por otro medio que por un o de los tres ya señalados: el w C rr. Kepler, 0pC'fll, ed. Frisch, I1I, 29: " Da mno eutern tántum in astro-
que un suceso influya en el otro, el de que sea influid o por él I lo, '1 l1 ~nlU m Picus". Cfr. OPC'fll, I1, 635: "Qu am astrologiae partem J. Pi_
11' to.1 lrnndulanus mihi nond um erlpuit, e!si plC'fisque, quae lihris 12 conrro:l
el de qu e, por último, ambos radiquen en una causa común q lItl", I"_,,, disput~it sc br¡e e e secundum valcrem argumenrorum usurpeecrum
da vida sirnulránea y conjuntamente a ambos?". IlIl. U. n l., subscribo". Ace rca de las razones externas que cond ujeron a esta
.. 1.. .1•.1 pu esta al juic io de pico. v. Frisch, Opera, JI, 578 s.
11 loanniJ riel Miran.dtl/a.e In Amologlam Libri Xli. V. lib. rv, cap. 1 Ij, /tI Asrrologiám, lib. III, cap. 2.01, pp,3H s,
EL RENACER D EL PROIlLEMA on, CONOCJM IE}\lTO H(ft.I ANISMO COf'ITRA PL \ TÓN Y ARISTÓTELES 185
'" •
"signos" o "casas" del zodíaco. Con lo cual convierte una Jicd proyección positivos de las ideas que h asta ah ora se nos ha bían
arbitraria, cread a solamente con el fin de establecer un arde recscnrado bajo una forma y un giro polémicos.
claro y cómodo, en pa uta f condición de l acaecer real d e la no Para señalar la verdadera primacía del hombre no basta. se nos
raleza. Los" conceptos introdu cidos por los matemáticos como m .hce, con ver en él el nexo d e unión en tre lo alto y lo bajo, ent re
dios y métodos necesarios para medir las distancias se tergiverse I mun do sensible y el mu nd o inteligible, el mediad or y el ínrér-
al convertirlos abusivamente en predicciones de lo futuro, com 11'ele del univ erso. Pues por muy elevad a y d escollant e que sea
si ellos mismos fu esen objetos-,;rle la na turaleza y est uviesen dom l. función que así se le asigne, Queda rá por d ebajo de $ U verda-
dos d e fuerza real 81. . Irro valor mientr as se la considere solamente como algo que le
Esta concepción, como se ve, no niega"la necesida.l del aca vrcne dad o desde fuera, y no como una misión que él mismo elige
cer, sino Que se esfuerza por red ucirla a su conce pto puro y auté y tk!qu iere. El valor singular de l ind ividuo radica en que no se
rico. Y sobre el mismo fund amen to d escansa el concept o del lib h nll a vinculado. como las d emás cosas. a un lugar fijo en el uni-
arb it'rio qu e Giovanni Pico opone a la astrología. Son el ca,ách verso, sino que él mismo determina el lugar que ha d e ocupa r en
empírico de l hombre y las influ encias mora les qu e sobre él actú a , 1 y elige el punte de vista en que quiere situarse para con...id e-
V no el ser ni la predesti nación ultraterrenales, los factores q lftrh En sus man os está el decidir el tipo de existencia y de vidll
determina n su voluntad y sus actos. En sí mismo y no en el ciel 'lil e desea llevar.
debe leer el individu o su destino: el alma es el demonio de l hom "Te h e colocado en el centro del mundo" - nsí hab la el Crea-
breo Sería necio creer q ue Un pensador como Aristóteles deba s .lor a Adán- "para qu e puedas mirar más f ácilmente en torno
obra y su talento a la estrella caja la que nació y no a su propi lUYO y veas todo lo que sucede en él. T e he creado como un ser
genio, recibido por él dírectement e de Dios, y a la ene rgía mora que no es celestial ni terrenal, morta l ni inmortal, para q ue tu
desplegada por él para formarse y d esarrollarse: "sorrirus erar n mismo pueda s imprimirte tu forma como tu propio y libre rnode-
astrum melius, sed ingenium melius; nec ingenium ab astro, I. J or y auperadcr. De ti depende el degenerar en bestia o el re-
quidem lncorporale, sed a Deo sícut corp us a pene, non a coelo' nacer, decidiéndote por ti mismo a ascend er h ad a 10 divino. Los
Sin embargo. cuan to mayo r es la energía con que se recbe euirnales macen del cuerpo materno trayendo ya consigo lo que
toda influencia trascend ente, m ás clara es la lu z que aho ra " nn de tener; los espíritus supe riores son d esde el primer instant e
derrama sobre las causas psicológicas, más aún, sobre las CllUS l' desde muy pronto lo qu e habrán de seguir sien do por toda une

carporaJes que circun scriben y condicionan nu estros actos' ", El cr eternidad, Solame nte tú pued es crecer y d esarrollarte con arreglo
terio de libertad, tal como aquí se entie nde, no es la im ites' 11 tu libre arbitrio, pues en ti se h allan los gérmenes de una vida

sino el t érmi no correla tivo d el criterio de la causación empíri universal" u.


El sent ido y In tend encia de Oiovanni Pico se manif iestan te V emos, pues, cómo en el mismo pensador que primero se ele-
vía con mayor fuena en su d iscu rso Sobre la dignidad del Ha \ 11 a una concepción rigurosa de la causa lida d natural va madu-
bre, que debemos int erpretar en intima rela ci ón con el escrito ce '. 000 paralelamente con ello la moderna concepció n de la líber-
tra los astrólogos. Este -díscursc nos ofrece el complemen to y I 'lid como la t1u todetenninación teórica y mora l.
Pues bien, esta fusión se man ifestará ante nosotros cad a ve:
81 I bid ~ Iib. VI, "J'tS. 4 f 11, pp. 398 J .w7. IIU; . clar amente en las obras del Ren acimient o: a medida que V3
u "Ar ingenioru m moru mqu e vui etu ee • cotpCIri¡; h. bitu pen der, ee I
edecadon e, eseuetudínls funda mento, q uee natu rae viribus proxímar. Accedun u lov, Pici Mirandulae, De hc minís dignitate erario, Opera, 1, pp , 207 SJ .
legeSi-quibu $ in ea re plur-ímum est mom enti . • . unde arbitrij libert as conl ll. uadeccíén del pasaje que damos en el te xto está tomad a, en lo general,
omnem naturae necessiratem evtdenriseíme declaratue", Lib. m, cap, 13, p. 327 ,l. llurckhardr, K"lwr del" RenaiJS"nce', l ' ed., 186(\ p. 354. [Existe treducció ...
..:fr. eepecialmente lib. IJI, cap. 21, pp . 349 J . " I'a l\ola de est1l obr. , con el tílUlo de 14 C" lnml deol Rll"rI"t:imitntt>·1
186 EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONO CIMIENTO HUMANISMO CONTRA PLATóN y ARISTóTELES 187

ahond ando en la investigación de la naturaleza objetiv a el bom- del género t umano, qu e es el fruto y es el fin de toda sabiduría.e-
bre se adentra al mismo tiempo en la verdadera esencia de su yo, "De este modo, recuperará por sí mism o, duplicadas por el
al paso que, por otra parte, el conocimiento más profundo del Irte y el trabajo, las d otes recibidas de la natu raleza y re conver-
yo va revelándole constantemente nuevos y nuevos campos de l. 111 & en dos veces hombre: "qui a n atu ra h -eno tantum erar, art is
realidad objetiva. ' m ore er uberrimo provenru red uplicarus horno vocatu r et horno-
Las dos fases y tend encias de este proceso del pensamient horno" N.

aparecen descritas y resumida s de un modo típico en la obra d Estas palabras, qu e podríamos escoger como divisa para expre-
Carolus Bovillus Sotn-e la sabiduria. La verdad era sabid uría, n r el carácter tota l de la época conti enen como condensado el
dice este autor, no es, si nos atenemos a su auténtica y un iversa , luamiemo fundam.ental del humanismo: para éste, la H istoria
significación, otra cosa qu e la proyección d el modelo e ideal d • In contemplación de la naturaleza son simplemente medios para
humanidad que llevamos en nosotros mismos. Es nuestro propi 11" lllr a la potenciación d el ser hu mano y del valor del hombre
ser, auténtico y sin falsear, el que reten emos en su imagen. Too I tmv és de la energía espiritual y consciente d e sí misma.
la función del conocimiento se cifra en esto: en llegar, parríend
de la primera y tosca sensación de humanidad d epositada en cad
/ .1 filosofía de la Historia del Renacimiento
u no de nosotros, hasta la comp rensión consciente de su conce
to: en trans formar el "p rimus horno" en el "eecundus horno", En un principio, la filosofía de la Historia d el Renacimiento
nos consagramos a los objetos, es simplemente para descubrir nos present a bajo un ropaje casi mítico, bajo la imagen de re-
desentrañar en ellos todos los rasgos afines por su esencia a nu t llld ó n p.,imigenia dada al género humano desde el primer m o-
rro propio ser; la investigación del "macrocosmos" tiende sol !lU'tlI O y que le acompaña como patrimonio permanente a lo lar-
mente a reflejar sobre nosot ros mismos, cada vez con mayor p I de todos los camb ios operados en las formas de su vida y de

reza, 13 imagen del microc osm os. 11 doctrina.


El hom bre es, de este modo, el comienzo y el fin de todo y 11 Georgio G emisto Plethon invocaba la cadena ininterrum-
ber y la "palinodia", por d ecirlo así, del universo. La unidad l !llt" de la tradición cuyos eslabones están representados por Jos
tuf'al y originaria de su existencia tiene Que abandonarse y ro
u Bovillus. D~ sap i~ n ll'. cap. XXII. IV. la citada edición de las obra s de
perse, tiene que desdob larse en dualidad med iant e la libre acci 11". ,wp.a, libro l. cap. 1, nota 63), p. 131 b. Reprod ucimos a continuación
del pensa miento, para qu e de ésta pu eda resurgir, a su vez, 1" ,1 [\ISJlje. verdaderamente noeabl.... ... n su texto original : "Unde rnanifes-
conocimiento consciente de la unidad de su ser. Esta exalt ad .,t
1 y ' ' ''nli" m esse <l'<4ndo:zm hUmAI\il4fo'm el primi no~tTi ind~{eclJti
de nu estra propia natural eza al conocimiento reiíexivo de ,.."11,,.'(' ;""",¡niJ imagil'll"m ventmql.l~ specicm, u .. arriJ homin.em "Jt pr i-
otros m ismos constituye la meta suprema y d efinitiva de todo t I~HlHali " om ine el ipro m .....do {dici ("o nty .." .. progen icum. fu enim hk
,,,,,Ion horno W I Uf propria.e hU m4 n4C ("ogni liOlli, abjert um ; velue ítem mu .....
bajo d iscursivo. I •• ,,¡d ium exhu sque ac palino dia . .• Est t t hic ho rno q ua edam pr ogeni ta
" Toda sabid uría consiste, pues, en una multiplicación y u 1111<. ' '''minis m inerva. p. imi intra Je l'eC'tp lio. manJ io ac JeJeJ. Manife sru m
distinción, un a fecundación y una irrad iación de l yo: en una d lo' ... : u pienti am esse quenda m homin is num...rum, discrun ... n. Iecun dira-
lidad del hombre, nacida d e su originaria unidad. El prim 1". 'll1~na tion ...m . eamque co,u iJtcr ... in " omi nis dy"Je gen illl ex priore mOr\40
hombre, el hombre sensible, que toma prestado de la naturale 1'1111\11" ením nativus noste r er sensíbilís ho rno il'$ill5qUe naturae m uruum
" . , . ' 1. er rotius hurnana e Iecundíta ns fOfi5 arque in inum. A rtis v... ro horno
cuanto posee, es una u nidad, pero al mismo tiempo la fuente y
¡lI l1l. n. ve ~ pec ie s ar ee proeeníra dyas ese et prima quaedam homin is emana.
origen de toda fecund idad huma na", I u l'¡.n liae fructus et finis. C ujus hnbitu qul a natura horno tanrum ... rar,
Ti ene que ir Form ánd ose y transformándose en dualidad m 11. r' lIore ee uberrfrno proventu rtdu plicalUs horno voca tur et homohomo".
dinnte su arte consciente, d esentrañando de sí mismo la imn t, '''''11 de esto, esp ecialmente, OC' sapiente, ta l" XXIV, y sup.a, pp. 84 s,
188 EL RENACER Dí:!L PROBLEMA DEL CONOLlMIEN'TO HUMANISMO CONTRA PLATON y ARISTOTELES 169
nombres de Zoroastrc y Mercurio T rismegisto, de Pitágoras y PI

IR historia humana no consiste en una revelación nítidamen te
tón. Los eut énrícos fund amentos de la filosofía han existido des I limitada y procedente del exterior. sino en la unidad de la ya-
el primer momento; pod rán apa recer transitoriamente oscurecíd 1 \" hurn.and, que va desplegándose sucesivamente a lo largo d e
pero jamás podrán elim inarse de la historia de la huma nidad. múhíples formas y etapas.
El cardenal Bessanon, discípulo de Plethon, expresa este m' Ya Pletho n manifiesta claramente la idea de q ue el ctícerio
rno pensamiento bajo la forma simplista, enlazándolo con ide nu nos indica cuá les son las doctrinas q ue debemos considerar
cristiano-teológicas. Da por supuesta, incluso, una conc are nacié uuo pertenecientes a la totalidad de la autént ica tradición d e-
interior y objetiva entre la historia mosaica de la creación y 1 rnos buscarlo exclusivamente en nosotros mismos. De aq uí en
teología de Hom ero. cuyo origen debe buscarse bien en la infiue ,1..lente, va acusánd ose e imponiéndose cada ve: más la doble
cia directa, bien en la ins piración natur al u . jJlIific:oación qu e la H istoria adqu iere d entro d el conjunto del Re.
La idea fundamental, d espués d e sufrir múltiples variación clmíento, por cuanto qu e se la concibe. no solamente como el
en la Academia platónica, a través de las versiones de Ficino f lu o de los hechos ocurridos una vez, sino. al m ismo tiempo.
Pico. toma forma más definida en Reuchlin, quien la eleva a c «no la envoltu ra y la exposición de un contenido permanente.
terio supremo y dec isivo de toda filoso fía. T oda investigación ro Este rasgo fundamental se acusa claramente en la misma his-
pued e tene r, ahora, una mera: desembocar en la corrien te comé tk'1lrafía política: para los más grandes, como Maquíavel o, las
de la trad ición unitaria, a que se d a el nombre de cábala. El á ih v('rMlS vicisitudes históricas de las naciones no son más qu e una
bita visual histórico se amplía al ponerse a contribución las fue re cle de ropaje mudable y fugaz bajo el que se trasluce, clara-
tes hebraicas junto a la literatura d e la antigüedad, combinánd , ente visible. la misma esencia fund amental y emp írica del hom•
con ella para formar un a imagen de conjunto de la Historia u 1, . Por tanto. la "Historia" , en el verdadero sentido científico de
versal. Los griegos. con toda su sutileza y todas sus dotes espl t relabra, entendi éndola como la comprensió n causal de Jos acae-
ruales omnicomprensivas, jamás habrían pedido llegar a la c úsp¡ rmlentce, no es sino psicología aplicada .
a que llegaron si Pitágoras no hu biese tornado del Oriente los r ~ te mismo pensamiento 10 expresa lu ego 13 literatu ra peda..
meros g érmenes de la verdadera filosofía. ,Iro, al apreciar y poner de manifiesto el «110'1" fO'rTJl4tivo arri-
"Es justo. pues, dar el título de cabalista a qu ien por vez p u/do a las disciplinas históricas.
mera se asimiló estos gérmenes, aunqu e él trocara, en su ríem "l lay" -dice Lu is Vives- "quienes reput an inúti l el conocí-
el nombre de cábala, entonces d esconocid o, por el nombre grie mlento del pasado. ya que de entonces acá ha cambiado todo el
de filosofía" M . 11110 de vida, la cultu ra, el orden político y social. Pero esta
Toda la historia del espíritu ~ e concibe, pues, como una únl pinión es alta mente irrazonable, pues por mucho qu e pueda cam-
tradición ininterrumpida, como la expl icación y la inter pretad lit 1000 aq uello que descansa sobre nu estras actividades y nor-
de un texto fundamental invariable y d ado. n voluntarias, las condiciones natural es de cuanto acaece. Ies
Pero. frent e a esta concepción. no tarda en surgir otro m il ll ~ ll ~ y las manifestaciones de los afectos y las pasiones del hom-
de considerar el problema, que al principio d iscurre al lado '1", permanecen inalterables. Sobre estos fundament os firmes y
aquélla, sin difere nciarse claramente con su propio perfil, pe lImlllntes, y no sobre la exterioridad de las formas de vida de
que. poco a poco. va cobrando su conciencia propia y cada v 111111 época pasada debe versar y proyectarse, en última instancia.
más clara, Según este modo de apreciarla. el contenido y el tem 11~ 111 consideración de orden histórico".n
~ 5 Bessarion, Adllcmu call1mnilUOJL'llI PIllIonis, lib. m, Cli p. 7.
.. Reuc hlin, DIl! ene ...abbtt!IJtica, lib. 11, p. XXII! A ; cfr. DIl! t'M'bn mi 'f "Sed iIIa tam en nunquam mutantur, quae n.tura continentu r, netn pe
¡ka, Builea 1561, c. p. 4, p. 562. '11"'" affecrwwm an imi ronnnq UIl! ac tiontJ ee Il!ffecf4, quod es, longe cond u-
190 EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO HUMANISMO CON'IRA PLATÓN y ARISTó TElES 191

El sent id o y la razón d e ser de estos postulados resaltan ce IlI nre y preconizador del "pensamiento puro" con el creador de la
especial clarid ad en la trayectoria interior d e la ciencia y de I I orla sensualista del conocimiento. Califica de falso y hasta de
concepción purame nte teórica del unive rso. Es la época del Reo . efumnioso el juicio aristotélico según el cual Demócrito no supo
cimient o la que por vez primera concibe la idea de una hiscor ,tluinguir debidamente los sentidos y la razón, a lo que da un ro-
universal de la filosofía. que, captando los distint os fenómen os de tundo ment ís la cont raposición qu e este pensad or establece entre
espíritu con arreglo a su contenido objetivo, los engarza y subo l. YVfloh¡ y la mtO'tíT) yvtÍlJ.1tlo atribuyendo a la segunda todo el
d ina, al mismo tiem po, al cr iterio de la "perenn is ph ilosophia" ' lm po d e la acción de los sent idos, Y no menos asombroso es, nos
El primer intento d e un a exposición de la historia de la fiI .hce Pico, el hecho de que se le imputen ideas e!céPtiau, apc-
sofía, proceden te del hu manista Juan Bautista Buonosegnio, acu ,Andose para ello en 1a crítica que hace d e la percepción. cuando
todav ía un marca do car ácter de eclecticismo, Que valora las apo 11. realidad Demócrito reconoce siempre como au tént ico y legí..
raciones d el pasado con sujeción a una norma fija y establecí limo el conocimiento intelect ioo y no niega tam poco la cert eza
sobre bases de autoridad. La su prema pau ta nos la da siempre I ' I/fui\" del testimonio de los sentidos, aunque los recuse como
verdad religiosa; el verdadero C risto cruza por las praderas 1 .tilólos en cuanto al ser incond icionado.
la filosofía pagana arrancando cu idadosamente la mala h ierba "[Pero, a qu ién Que no haya leído los escritos d e los antiguos
condida ent re sus flores y seleccionando el contenido acomoda M ha de sellar los labios la autoridad d e un A ristóteles? Yo mis-
a la auténtica doctrin a88 • 11\11, antes de entregarme afanosam ente a la investigación d e la
Pero, a med ida que progresa el conocimiento del mundo an ~ rdad h istórica y dec idirme a saciar la sed de la verda d acu..
gua, van imponién dose también aqu í una concepción y un eniu tttendc directament e a las fuent es, me formaba un juicio acerca
ciamiento más libres. M ientras que la Edad Media consid eraba 1 .1 los filósofos antigu os ateniéndome en un todo a sus palabras." 89
grandes sistemas an tiguos exclu sivamente d esde el punto de vis Ilste ensa nch amiento d el horizonte histórico da nu eva movili..
de la doctrina aTistotéLica y los juzgaba con arreglo a sus categorl 11'11V nue va seguridad al pen samient o, pata sí mismo y para sus
ah ora se tiende, con ple na conciencia critica , a penetrar a fon Il . 1'08 sistemáticas. Cuanto más se multiplican los cam pos de la
en el cont enido sustantivo y peculiar de aqu ellos sistemas. vida espiritu al que van abriénd ose a la conciencia de los nuevos
En su obra polémica fundamental, Francesco Pico. hacien 1I mpos, más se forta lece en ésta la fundamenta l convicción de
caso omiso de la metafísica, examina sobre todo los juicios híst Il unidad de la razón h umana. A lguien ha d icho en elogio y
ricos emitidos por Aristóteles acerca de sus antecesores y se 1 lensa de la Edad Media QUe, si no llegó a ten er una cultura his.-
fuerza por ir refutándolos en un minuci oso análisis objetivo. I Irka, sí tuvo un sentimiento histórico¡oo pues bien, para caracre..
pensador antigu o que más beneficiado sale con este método fl l ll r lo que, en lo tocante a la Historia, ocurre con el Renacimien-
Demócrito, cuya filosofía es reconocida y apreciada aquí por v 1.1, habría qu e invertir la frase. Cuanto más abundantes fluyen
primera en su verdadero carácter racional. Francesco Pico desear . 11111 él las fuentes históricas, mas va alejánd ose del historicismo,
con mano segura aquella vaguedad de la concepción tradici ón • decir, de la ent rega incondicional a la tradición, Sólo en sus
que mezclaba y confundía a Dern6crito con Epicuro, al represe prhneras fases sigue considerando la anti güedad como un estado
tlplritual primigenio Que se tra ta sencillamente d e repetir y d e
cibilius ccgncecere, quam quomodo, olim ve! aedíficabanr, ve! veeríebant
futltur en sus rasgos concretos; más tarde, ve ya en ella la expo-
mln ~s antlqu ¡", Vives, D~ ttade ndis disclplinls, lib. V (O pem, 1, p. SOS J)
88 Joh. B.ptlSh: Buonosegniue, Epistola de ncbilio ribus Philosophorum
tis ee de corum dlfferentia (1458). Cita comunicada por L Seeín, "Hin 1\1 Giov. Francesco della Mirand ola, Examen veriteti s doctrinae gemium,
echrlítenfunde ¡ur Philosophlc der Rcnailsance", en Arch¡" !ür GeJchich te d '!' 1.11>. VI, Clip. 14, Opera, 11, pp. 792 ss.
..1 Otto Willman n. op. cit., Ill, p. 13.
Phi!oJophie, l. pp. 534 u.
192 EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMI ENTO HUMANISMO CONTRA PLATÓN Y ARl5TOTELES 193

nente y la guard adora de los valores genen:Ues del eepiritu



menos, sobre los alemanes y sobre otros pueblos, por muy d iferente¡
debemos saber descubri r y restaur ar en nosotros mismos. que fuesen sus prácticas relig iosas."
Esta universa lidad d e concepción de l Renacimiento se acre- El ejemplo d e Erasmo revela con especial claridad cómo este
dita principalmente ante el problema Tdigioso, en cuya confor- relsmo puro y universal trasciende d el campo limitado de la ~pe#
mación vuelven a conflu ir los diversos motivos discursivos que I ulaciOn, para intervenir directamente en los problemas funda .
hasta ahora hemos ido exam inando por separado. mentales de la moral. Cae por tierra , asl, el concepto agustiniano
T ambién en este pu nto es el criterio d omina nt e, desde el pri- de la Ciud ad de Dios, de l que se hallaban expresamente exc1uidOf
mer momento, la ind ependen cia d el contenido espiritual de la 1 grandes paganos: también éstos, según la nueva concepción,
religión con respecto a las formas relativas y cambiantes d e la fe. pertenecen a la autént ica y verdad era "comunidad de los santos",
Este pensamiento se coloca, ahora, a la cabeza incluso en aquellas aunque no figuren en nu estros "Santorales".
obras cuyo propósito manifiesto es la defensa de la verdad de In A la grandeza d el pensam iento y d el sentimiento an tiguos se
Iglesia. Lo vemos expr esado, por ejemplo, con toda decisión, en contrapone el modo de vida de los cristianos, que en la mayorla
la obra de Ficino sobre la religión cristian a. rle ellos se traduce en ceremonias, exorcismos y fórmul as íncan-
La misma multiform idad de las doctrinas y cultos religiosos es, rstorias, en la observancia de los ayunos y en las obras externas
dice Ficino, un hecho creado y qu erido por D ios, ya qu e esta mul- de la Iglesia." Esta comparaci ón, tomada d el ConvWi'um reZi.gf.o..
tipliddad de convicciones morales y espirituales infunde al uni- 111m, mar ca ya el tránsito dire cto d e la tendencia humanistn a las
verso nuevo brillo y nueva belleza. El Ser supremo acepta cualquier Idens funda mentales de la Reform a. ~stas forman el final y ram-
clase de adoración, sean cuales fueren los "gestos" y edemane- l,¡jn, es cierto, el deslinde del movimien to religioso de la época
con qu e se le tribut e. 111'1 Renacimiento.
Se abando na, así, la pretensión de l dogma " católico" general; Ya dent ro del campo d el protestantismo, es la doctrina de Se-
bajo cualqu ier forma q ue revista la fe, se reconoce, si no um l,n tillO Pranck, principa lme nte, la qu e vuelve a expr esar la con-
verdad trascend ent e. por lo menos una manifestación y u na mo- Il"pción de conjunto d e la época en lo tocante a la fitosofla de la
d alidad d e lo humano: "rex maximus col¡ mavu lt quoqu o modo, Ifl l¡Rión. La equiparació n de la " palabra" di vina oon la " lue a etu-
veZ inepre, modo hulTUU'lA!', qu am per sc perbíe m nullo modo col¡''.•1 f 1" llega a su término en él: "lo que Platón, Séneca, Ci cerón y

La variedad de los nombres de los dioses no d ebe vetar a nues- " los los paganos iluminados llama ban la luz de la naturaleza y de
tras ojos la un idad de la conciencia religiosa. Fid no llama a Platón l. rAzón, es lo que la teología llama el V erbo, el H ijo de Dios y el
" el Moisés ático" y establece un paral elo entre Cristo y Sócrates, ~. 1 rlem invisible. Esta idea se h alla en Sén eca y en C icerón lo mis-
ent re los autores qu e le siguen estas comparaciones se convierten 1M que en San Pablo. Por Cristo (Logos) entiende éste la ínms-
en un a especie de fórm ula literaria permanente. Sólo hay ----a. uencla de las ideas religioso-morales en Dios y la acci6n con qu e
cribe Mu d ano Rufo- un d ios y un a diosa, pero las edvocaclone comunican a los h ombres"."
y figuras bajo las que aparecen son múltirles: Júpiter, Sol. A pelo ti LaJ d ru d e las cartas de Muciano Rufo esrán romau.,s de D. f . Stnl UIlloo
Moisés, C risto, Luna , Ceres, Proeerpína, T elus, Maria, aunqu l'l'h" ~'Oll Hurren, Dono , 1895, pp - 32 s. C fr. I Ctfn de t SI O la I mpl i9 y pro-
esta conexión, corno el mismo Rufo añade, d eba envolverse en e ' '' IHI. exposición que se hace del "te ísmo uníverssl" de Ja epoca del Renl d ·
silencio y esconderse detrás de fábul as y enigmas, a la manera d ."lmlO en Dilth ey, "Auffassung und Analyst des Menscben im 15, und 16.
!.I"hunJtrt", en A rchiv j¡ir Gtsc hich re der Philomp hie, IV.VI, V, Dllthty,
los misterios eleusinos. El verd adero Cristo no es sino la sabidur
1'¡'''II, ed. Fondo de C ultura Econ ómica.
de Dios, derramada por éste no sólo sobre los judíos, en una pe U~ I;rasmus, Co nvivium relígiosum (Ope-: ~ omnia, ed. Clerlcus, Lugd. Balav.
queña comarca siria, sino también sobre los griegos, sobre los r l /el l, 1, pp. 681 n.) .
91 Fi.:;fuus, De ChT ;~tilna ft'ligiclnt, ( lI p . IV, O P.rll, r. p. 4. u Dllehey, 1. C., Archil ', VI, p, 393.
19. EL RENACER DEL PROBLEMA DEl CONOCIMIEl'rfO

. Así, pues, toda la trayectoria religiosa de la época, que aq



no podemos más que esbozar en una s cuantas sugerencias aisl
das, d esemboca de nu evo en la idea de l Icgos. T odo el resulta Capitulo 111
del trabajo d iscursivo del Renacimi ent o puede resumirse en
concepto, tan multiforme y tan fecundo. La dialéctiro y la psi EL ESCE!'I1CI5MO
logia, la conc epcén de la natul'tl1eta y la ciencia del espíri tu: t
eUas nos llevan d e nuevo al mismo problem a central, que en 1"1. U>NCE PTO socrático de la ignorancia, de l que arr anca la filoso-
Lenguaje de la teología y del neoplatonísmo se expresa en el e fl de Nicol ás d e Cusa, constitu ye el fund amento permanente de
ceptc de l lagos y que, traducido al lenguaje de la filosofía 11 desarrollo y caracteriza la peculiarida d metodológica que separa
derna, tiene su expresión en el concepto de la conciencia. 1'I)la filosofía de la Edad Media. la "docta ignoranria" nos traza
Burckhardt ha d emostrado y expuesto en todos y cada u 1 camino por el que avanzamos hacia el conocim iento de la ver-
de sus aspectos cómo fu é el Ren acimiento italiano el primero" Id pura e incondicionad a y vamos acercándo nos constantemente
conoció a los hombres y a la humanidad en su profundo ser". " G ta meta .

por este solo resultado merecería el Renacimiento gratitud eter Este pensamiento expresa una tra bazón que h abrá de mante-
· El concepto lógico de la humanidad hab ía existido siempre, p nene como una nota típica de toda la época modern a. El principio
hasta llegar a él no se conoció la cosa." II 111 duda se man tiene en pie, en todos sus resultados y realiza-
Para la historia del problema de l conocimiento es del más a ¡"I H'S positivos. El escepticismo n o constituye un aditame nto
interés observar cómo los nue vos elementos objetivos de fa terne ni un resultado accesorio y fortu ito de la trayectoria total
tor a que afluyen aquí d e todas partes y, sobre todo, la trana ~ 1 pensam iento, sino que , por el cont rario, actúa en su misma
ma ción de la fund ament al concepción estética y moral, cond Il llll i l:l., como el resorte interior de su desa rrollo.
a su vez a una nueva creación del concepto lógico y reoréric l'or eso el escepticismo puede aparecer y aparece herma nado
la conciencia de sí mismo. Mucho ant es d e qu e este probl 11 las más d iversas y h asta antagónicas tend encias del nu evo es-
se d estaque bajo una formulación independiente y abstraer rttu, Lo encontramos en Agripa de Nenesheím , cuando este
vemos actuar como impulso y Iueraa latent e en los d iferentes 1\ ador retorna de la ciencia lingüística escolástica a la capta-
vímientos del espíritu. En seguida lo encontraremos, bajo una In dir ecta de la naturale.¡:a; y volvernos a enco ntr arlo en Campa-
va forma y un nu evo giro, en el Renacimient o fran cés de 1111, allí donde, saltando por encima de los límites de la filosofía
glo XVI. In naturaleza, se da a indaga r u n nuevo pr incipio que sirva de
mdamen ro a la conciencia d e sí mismo. Ve mos cómo la múti.cd
1 luye el escepticismo dentro de su círculo y lo u riliza como ins-

"ment o, a la par que para Descartes es el comienzo y el pu nto


partida para sentar los fundament os raciona les puros de la
• IId a . El escepticismo, fiel a su concepto, no se nos presenta,
11 , como un sistema fijo y unitario, sino simplemente como el
Il"ln cambiante de l progreso vivo y univ ersal de l pensamiento
1,~ l c· rno.
Clocthe define el conflicto enrre la fe y la incredulidad como
I verdadero, único y más profun do tema de la historia del muo..
1I V del hombre, al que se h allan subordinados todos los demás.
195
EL ESCEmCISMO 197
1% EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CO NOCIMIENTO
"Illa ign.c

"T odas las épocas en que impera la fe, bajo cualqu ier for
que ésra se presente, son épocas brillantes, alentadoras y Iecund I n doct rina escép tica, bajo la nu eva fonna en Que ahora se
para los conte mporá neos y la posteridad. En cambio, aquellas I ente, encuent ra su pri mera expresión comp leta en la "Apelo-
qu e la incred ulidad, sea cualquiera su form a, logra imponerse 1 ,¡", Raimond de SabonJe", de Monraigne. No es que este cápí-
sereblemenre, pod rán a lo sumo emitir un brillo fugaz y apare 11\ --el más extenso de sus Ensayos- encierre, como a veces se

pero desaparecen siempre ant e la posteridad, ya que nadie dlcho, el meollo y el contenido d e toda la filosofía y de toda la
de torturarse con el conocimiento de lo infecundo." ucepci ón de la vida y d el mundo d e Montaigne, pero sí dib uja
Si h ay en la historia alguna época que pueda llama rse l'I:rfil extern o y traza la ord enación formal d e toda su d octrina.
cunda y creyent e en el sent ido goerhea no, es la del Renacimie motivos lógicos concret os van d estacándose claram ente aqu í,
Sus d udas se tom an p ara el hombre en vehículo del conocimi I tras otro; pero, al mismo tiempo, pr esentan, en contraste con

d e sí mismo y hasta su incredulidad se convierte, para esta é lI 11tigüed ad, una característica nu eva, por cuanto que todos
en medio para que la razón pu eda descu brir su independencl 1, se ordenan y supeditan al problema común de las Telaciones
su originaried ad cread ora. Es como si todos los rasgos concr f U ' el saber ., el creer. La totalidad de los problemas teóricos
de la nueva época sólo cobrasen su plenitud y su plena nitidea 1l.IAmentales apa rece todavía, en cierto modo, encuad rada en la
la contraimagen negativa del escepticismo. -m ática de la teología y de la filosofía de la religión; para po-
Si queremos llegar a comprender el escepticismo como un , comprend erlos por si mismos, es necesario ante todo plan-
ror necesario en la trayectoria total del pensamiento, no debe . te! y resolver el problema de esta sistemática misma y de los
perde r de vista esta significación y este rendimiento indirec to' 11 epros que le sirven de cimientos.
este sentido, es especia lmen te instructiva la compa ración ca I 11 misma fonna y envoltu ra literaria d el pensamiento señalan
antigüedad. Por su verdader o contenido objetivo y sus funda lIr1r ntación hacia este planteamiento d el problema. La Theoio-
tos doctrinales, la teor ía gene ral d e la dud a es en Mont ai ,...uuralis d e Raimond d e Sabonde, con qu e engarza el pensa..
misma que en Sexto Empírico, y hasta la formulación y la ¡ m» de Monta igne, refleja todavía, pese a sus peculiares moda-
nación d e los d istintos argumentos se mantien en invariables. ••Ir en cuanto al modo de razonar y expo ner los problemas, el
lo que en la antigüed ad aparece como el result ado final de IIlIl fund ament al de la concepción d e la vid a propia de la Edad
de sintegme Wn d ialéctica interior presenta aqu í el sello claro d 1 ,IiA. La razón y la revelación fonnan, para ella, un a unidad
nuevo punto de partida . Las nuevas proposiciones escépticas, 11" In y exenta d e contrad icciones: entre la natur aleza y la Se-
que por su conte nido se remonten a las form as y las fb .1 11 Escritu ra tiene qu e mediar necesariament e un a coincidencia
ant iguas, aparecen, por decirlo así, bajo u n signo opuesto. La ,1 cta, en todos y cada uno d e los puntos, ya q ue ambas son
sofia griega vuelve a ser maestra, pero 10 es ah ora en un se I"unl y d el mismo modo símbolos y represent aciones d e la esen..
nuevo: la época modern a se vuelve, no a sus soluciones mlÍl )1 d ivina. La misión del pensamiento se red uce a redu cir a clars-
duras y más alt as, sino a los últimos problemas y a las última ,1 V univocidad de concepto y de conocimient o esta armonía, que
das a que llega y con que concluye, para asimilárse1as inte 1 ~ 1 Iih ro d e la na tur aleza aparece, a veces, empañada y torcida.
mente y crear con ello la condición fundament al para su p I u meta d e toda investigación desemboca, por tanto, en la
solución futura. ..111.1 d ivina: conocemos el valor y la d ignidad del hombre cuan-
, 1" comprend emos como un eslabón necesario en la cadena con..
11111 11 (lile va d esde las formas más bajas d el mu ndo de la natura..
K hasta el ser sup remo y absoluto. El hombr e, como parte que
196 EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO EL ESCEPTICISMO 199

es de l reino de la libertad, resume en si el contenido de todo el se 1 If ello ¡Jejen d e seguir existiendo alegremente las mil panes
espiritual; al mismo tiem po y por otra parte, es en él donde el rer f tanres del mundo? . . Sólo puede medi r las cosas en su verd a-
no de la naturaleza cobra su verdadero destino. Sólo en esta .1. f n grandeza quien se represente en toda su sublimida d la gran
int er pret ación y en esta proyección teleológicas se nos revela nueeen de nuestra mad re natur aleza. q uien sepa ver en su faz
sentido d e todas y cada un a de las partes de la realidad; el se 111111 variedad general y constante y contem plar en ella como u n
d el cosmos, la rotación de los astros, el desarrollo de los organi 1'11 1110 insignificant e, no sólo su pr opia persona , sino inclu so todo
mos, no adquieren un sent ido para nuestra inteligencia hasta qu tlll reino" (Essais, J, 25).
no somos cap aces de com prenderl os dentro de esta unidad de ti Así como aquí desaparecen las pretensiones subjetivas d el in-
viva y originaria. hvtduo an te una nueva concepción d el cosmos, así también vemos
Partiendo de aqu í, se nos aparece en seguida clara la inte mo, por otra parte. la supuesta primada d el hombre va borrén-
ción fundamental que mueve la "A pología" de Montaigne y dI e en la sucesión y la gradación de los seres vivos: la "Apología'
sentido irónico concomitante qu e encierra. Parece defe nder II Hende y preconiza, a la luz de una serie de ejemplos sin cesar
apoyar las distintas pruebas ad ucidas por el teólogo, pero en re -encvados, la esencial igualdad biológica y espiritual entre el hom-
lid ad mata el nervio vita l sobre el que descansan todos los ar 1I f' Yla bestia. Y a esta concepción teórica corresponde un nuevo
mentes de la obra. Disuelve la simplista unidad que en ella mirnienro de uni dad: el aislamien to descollante del hombre de
estab lece ent re el concepto natural del hombre y el concepto est 11 teólogos es sustituido aquí por la conciencia de una comunidad
blecido por la revelación . llur abarca por igual y entrelaza todo lo vivo, las plantas y los
" lQ uién le ha enseñado que las maravillosas rotaciones de . fl!lnnles ( Essais, Il, 11).
bóveda celeste, que la etern a luz de las estrellas q ue giran sobé l lasra aqu í, Momaigne no hace más que expresar la t6nica
su cabera han sido inst ituidas para su comod idad y en servil: tuudnmental y general que en el Renacimiento encontra mos siem-
suyo y se mantienen para él y en gracia a él a través de los I U ' nrociada a la nu eva concepción de la naturaleza; pero, a parti r
glos? ¿Cabe nada más ridícul o que la fatuidad de esta pobre 1 aqui, vemos cómo el pensam iento adopta un nuevo giro. Para
miserable criatura, que no es siquiera dueña de si misma, de ce 1 hlosofía renacenti sta de la natu raleza, la unida d entre el h om-
siderars e d ueña de un uni verso cuya mínima parte no es ce l re Y la natu raleza significa, sobre todo , la conciencia de su esen-
ni siquiera de conocer, menos aún de dom inar?" I hl] comunidad metafísica, interior: el individuo está llama do a
Por debajo del pathos de la duda resuena siempre aq uf .onoccr el universo y es capaz de conocerlo, porque está hecho
embargo, una concepción fund amen tal de signo positivo. A l d tI In misma materia que éste y porque es el producto de la mis-
cartarse el criterio fina lista material, surge un nuevo concen 111 11 grnn fuerza creadora que ha hech o nace r el mundo exte rior y
de ley y, por tanto, un nue vo concep to de la naturaleza objer¡ 11 ¡,¡nbierna. Y, sin embargo, esta respuesta no h ace más que pre-
Este giro aparece co n mayor claridad aú n qu e en la "Apo ruar el problema en toda su exte nsión y en toda su fuerza, sin
gía" en el análisis d ialéctico del concepto de las "causas finol 11,,¡ar a resolverlo.
que el autor va haciend o a lo largo de todos los Ensayos. l'or cua nto que el sujeto se ve su peditado al conjunto de la
"Cuando se hiela n las cepas de los viñedos en mi aldea, usalidad de la naturaleza, el conocimiento se vincula, lógica-
cura párroco ve en ello una prue ba de la cólera d ivina por mmue a las condiciones naturales especiales y d eterm inadas de
maldad es de los hombres. lY quién, ante el espectáculo de nu .11 nncimientc, a las que permanece conectado en su extensión
tras guerras civiles, no exclama que la máquin a del univ erso se ~ .'11 su vigencia. El conocer se convierte, así, en un proceso parcial
salido de sus engran ajes y qu e el juicio final nos agarra de los .buuro del curso sujeto a leyes del acaecer total: [cómo seria po-
los, sin pararse a pensar que cosas peores han sucedido sin Q .11>11" derivar d e este fragment o, aun supon iendo que pud iéramos
EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO EL ESCEPTICISMO 201

abarcarlo y determinarlo en su plenitud, las leyes por las HJ merito lógico indirecto de l esceptic ismo es haber deserro-
sige el todol , 1 esta concepción h asta d arle compl eta claridad. En esto
Se prod uce, de este modo, una curiosa inversión de loa la tendencia uni taria que compa rten por igual 6US d iversas
nos de l problema : lo Que la fantasía estética d el pame lelldades y manifestacion es mod ern as: al igu al que Mon taigne,
sid era como la verdadera solución no es, para el ana lítico I hee, cuya obra ve la luz al mismo tiempo que los Ensayos de
más que la exp resión acusada y pene trante del enigma. 1, pone al desnudo la dualidad de sentido que se esconde
La fuerza y la originalidad del escepticismo de Momal Al de la identidad del microcosmo y el macrocosmo. Invier..
man ifiestan en el hecho d e que sabe forjar los resultados l. conclusión que suele establecerse cuando d e la com pleta
'( los títu los de legiti midad de la nueva investigación, diol Ión e interdependenc ia entre el indi vidu o y las partes tod as
men te. en otra s tantas armas contra el valor y el criterio universo se deduce la posibilidad del conocimienro del tod o:
validez general del saber humano. La idea d e la infinitud mcreto y 10 individual, nos di ce, en cuanto se ha lla condi..
mu ndos, que par a Gicrdano Bru no, por ejemplo, represen t ado por el tod o, sólo puede llegar a comp rend erse a base de
mú segura garantía en pro de la certeza d el pensamiento decir, bajo la prem isa d e un conocim iento infinito que
en sí mismo, 5610 sirve, tal como Monraígne la ve, para a ,á vedado a nosotros, los h ombres.'
ind ividuo y conferir un valor simplemente relativo a la vI , n efecto, cuando el objeto es buscado como algo externo y
de sus leyes d el conocimiento. endente, es evidente que la conc iencia no puede tratar ya el
Los principios y las reglas Que vemos con firm ad as den uno hacia su con ocimiento; per o no constituye, en tales casos,
estrecho círcul o d el m undo de nuestra experien cia, no tiene uue la envoltura engañosa con que revestimos todos los con..
gatoriedad en cuanto a la estructura general del tod o: "e' 1, y que nos oculta su verdadera esencia. N uestro saber no
101 mu n icipale, Que tu allegues, tu ne scais pas, qu elle est comunica la forma y la nat ura leza d e las cosas, sino sola..
verselle", El escepticismo toca. aq uí a una dificultad interl , la peculiarid ad del órgano sobre el qu e las cosas actúan .
guarda. en realid ad, íntima relación con la concepción funa 1 urna la misma corriente continua de aire, al pasar por d ife-

tal con Que hasta ahora nos en conrrábamos y que es necesaria 1 Instrument os, se rompe para prod ucir u na variedad de
inhe rent e a ella. Estab lecer la armon ía entre el pensar y ¡tll", así tam bién nuestros sentidos tra nsfieren al objeto origina-
conoce r el espíritu humano como imagen y símbolo de la su ueute uni tari o las cualidades que le ron prop ias.
rea lid ad absoluta: tal es el problema a qu e se ap lica por d 11" aquí que no podamos tr atar nosotros los contornos del ser,
d esde los primeros momentos, la época moderna. El mis .erín necio pensar que los límites de nuestr a propia capaci-
colés d e Cuse se enlaza aq uí con Raimond de Sabonde, y a eenstble sean al mismo tiempo los limites de la realidad Ilsica.
de todos los conatos tan import antes y tan fructíferos de I rdlda d e un d eterm inad o sentido d ebería traer consigo, nece-
ción del problema, lo cier to es que tampoco en él logra 1 h" lI~nte, un cam bio de toda n uestra imagen de l mundo, de l
nici6n del concepto d el conoc imienro remontarse de finitivo II lll modo qu e la ad quisición de una nu eva fuente sensible de

sobre este modo de plantear el problema. Sin emba rgo, esta , lrnien to nos ab riría zonas de la existencia permanente , mente
cepcíón lleva en si, e videntement e, un postulado no demOl lIo1n, ante nosotros, en las cond iciones d adas d e nuestra orga- ,.,,~
ni susceptible de d emostración. El pensar y el ser no pueden r-lón. Y ni el pensamiento de la ciencia ni los .recursos de la
a una verdadera consonancia y coincidencia interior mientrn , ucctón lógica podrían suplir estas faltas, ya qué por "éstoeme..
tenezcan, por d ecirlo asl, a diferentes dimensiones l ógicas, ml pod emos únicamente enlazar las percepciones
-<" ,,;'
c!a4ár,
, ~ro
'1.J ."._,t,""
/.,' \,'
el ser absolut o preceda al pensamiento como un concepto lit' I V. Prancisco S áncher, Tractanu de multu.Tn nobill et ~drna "ni verSali" .,'
V superior y lo englobe como un caso especial. ,¡l . IJt'Od nihil ,citur. Lugdunl, 1581. pp. 16 n ., 23 n. , 28.
.... , ...,."
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202 EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOC IMIENTO EL ESCEPTICISMO WJ
nunca llegar a descub rir y a crea r nuevos círculos de h echos; ... que recurrir, a su vez, a la vía de la dedu cción lógica, la cu al,
decir, que el carácter irracionalmente fortuito de nu estr a cult ' 1 . tI parte, sólo puede ser acreditad a y asegurada por medio de

empírico-fisiol ógica no puede llegar a superarse nunca por ti iuel instrumento (Essais, Il, 12). 10 acaso sería posible liberar
camino. etc círculo probato rio al silogismo y, sobre todo a la indu c-
Y, con el ob jeto externo, desaparece también el conce pto l\l1r lCabria encontrar un camino, descubrir ciertas premisas
"sujeto", como norma u nitaria y fija. Lo Que consideramos co re rlores de la indu cción, que, aunque sólo tuviesen sentido 1
la unidad de un individuo no es, en real idad, sino la sucesión IÓn de ser en relación con la expe riencia, no pudiesen concebir-
d iferent es estados pugnantes entre sí, entre Jos que no es pos¡ , .l n embargo, como agregados de d iversas observaciones con
establecer ninguna gradación ni diferencia alguna de valores; In,r
hay criterio ca pa: de em itir fallo basado en razones de verdad Las anteriores pregunt as d eslind an el cam po y el problema en
lógica entre las percepciones que llamamos "sanas" y las "8 UI' le mueve la moderna teoría de la experien cia a partir de Ga -
males", entre las experiencias que solemos cont raponer como II 11. Montaígne no toma parte positiva en ella; pero también en
del sueño y las produ cidas en estado de vigilia. "1 hay que reconocerle el mérito de ha ber sabido ver y plantear
El yo, que de un a parte constituye la premisa para poder I t'wiJlema allí donde la filosofía de su tiempo y principalmente
cibir las cosas, se h alla, por otra parte, derermína do a m vez lene y su escuela veían la verd adera solución. Este sentido y
ellas y por sus constantes cambios. Podríam os considerarlo e l h fuerza del escepticismo se man ifiestan, por últim o, más clara.
la causa natu ral del con ocimient o. pero con ello no haríamos lil e que en el campo del conocimiento teórico, en los principios
que reconocerlo como u n prcdaceo de la nawralet a, sometido, 1:1 moral. Al principio parece, cierta mente, como si al desapa-
tant o. a Jos mismos cam bios y a la misma indererminabilidad •er la pauta incondicional y absoluta, se arrancase de cuajo y se
mundo exterior. Los d os términos antagónicos. entrelazados lujese a nada el mismo problema ético fundam ent al.
el proceso del conocimient o, vuelven a disociarse así, y cobran Ilcl mismo modo que la sensación no nos descu bre el ser del
propia sustantividad. T oda "verdad" postu la una relación fi 1'1*10 exte rno, sino solamente la nat uraleza del prop io yo en su
indestructible ent re lo "i nt erior" y lo "e xterior"; aho ra bien, le I [lcjo al exte rior, así también el valor que parece inherente a las
pod ría afirmarse y justificarse este postulado, si los dos eleme n ~ mismas no es en realidad ninguna cu alidad objetiva de és-
d e esta relación se halla n sujetos a un proceso de constantes e 111 , sino solamente el reflejo del sujeto que enj uicia. Nada es bue-
bios, sin llegar a cobrar nunca un "ser" unívoco? 1'" ni ma lo de por sí; es nu estra propia "representación" la q ue
No hace (alt a que sigamos toda la argumentaci ón ni que r 1, confiere esa cualidad: "nous appe llons valeur en les choses,
tramos toda la variedad de las instancias a que Montaigne rcc non ce qu'elles apportent, rnais ce que nous y apportons" (ES5ais,
para probar su tesis principal. T odas ellas se remontan a los 1, 40).
d ejos antigu os y, principalmente , al esquema genera l seguido Con lo cual, el concepto de l bien y d e lo bueno queda en-
Sexto Empíri co para establecer sus diez "tropos". Pero la ene II C'Hnclo al. juego
, infini to de lo indeterminado y de lo muhívoco,
y la vivacida d subjetivo del estilo de Montaígne parecen in! I t1I'S en mngun otro campo se desta can con la fuerza que en éste
d ir a estos argumentos, ya conocidos, la fuerza y el senti do r III 1 contrad icciones y la incompatibilidad ent re los individ uos y los
rrante con que tanto habr án de influir sobre la posteridad. pueblos. No ha y ninguna práctica, por extremada y fant ástica que
T ambién aquí parece ocupa r el centro de los razonamien ll ll~ parezca, que no se halle sancionada y santificada por la ley
el problema del regressus in infinitum en la argum enta ción: 11 rlo nlguna nación; ningún contenido moral consagrado que no se
llegar a emitir un fallo entre diversos fenómenos, necesitamos nueque en 10 contrario, en los vaivenes de los tiempos-o de los
poner de un instrumento de juicio; y, para contrastar éste, \ C'l ..pncios.
~ EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOOMrE?ITO
EL ESCEPTTOSMO
Las fronteras locales y políticas se erigen en limites y en
rreras para el concepto d e la moral: "IQ ué clase de bien mor ,llIhles. Por eso, junto a las tesis fund ament ales del esce p ncismo
es el qu e, recon ocido y acatado ayer, dejará de serlo mañana o I pnrecen inmed iatamente, desd e el primer momento, en los En-
convierte en crimen con sólo cruzar las aguas d e un ríol" (Ess "1 )05 de Mont aigne, ocu pand o un lugar primord ial, los motivos
11., 12). "Los principios generales sobre que d escansan los prin I er urales d e la étiM estoica. Entre los autores clásicos cuyas cita!

PIOS de la mora l no son fáciles de comprender y se deshacen co I lpicen y esmaltan toda la obra, ocupa el prim er lugar Séneca.

la espuma entre las manos de nu est ros ma estros¡ a veces és Monraígne aboceta la personalidad y el estilo de este pensad or
no se atreven siq~ iera a tocarlos, sino que se acogen desde 'el p Int iKtJo en un ca racterístico retrato literario, y sus ob ras form an,
mer momento y Sin pregunt ar al asilo de la costumbre donde e ron las de Plutarco, la fuente inagotabl e de las qu e el autor de
chos principios se ent ronizan y festejan su fácil triunfo" (Es l'lft Ensayos, par a de cirlo con su propia frase, " trasiega incansable-
1, 22). Con lo cua l nos confiamos como a nuestros guías únic os mente, como las D anaid es" (1, 25; 11, 10) .
seguros a la opinión gene ral y a las convenciones establecidas: " La observación general de Hegel cuando dice que el escepn-
~restigio ~e las leyes no proviene del hech o de que sean Iust dama y el estoicismo guardan entre sí una necesaria relación y St'
stno sen cillamente d e que son l.eyes; éste y no otro es el fund condi cionan mu tuamen te, encuent ra su confirmación histórica ce-
mento místico sobre que descansa su autorid ad ". racterisrica en Montaigne. "La concienci a escéptica de sí mismo
En esta consecuencia con qu e Montaig ne d a cima a su ca encuentra su propia libertad como algo d ado y conservado de por
cepto y a su doctrina del escepticismo se encierra al mismo tie .1 en los cambios de tod o aquello que se trata de afianzar para
po, sin embargo, la per ipecia d e toda la concepci ón filosófica d r.lla; es esta ata raxia del pensarse a si mismo, la certeza de sí mts-
est~ pen~~do~. E~ el problema de la mora l vemos cómo se ope 1110 inmutable y verdadera" 2.

la .mversl~n rnrenor de su pensamiento. No cabe duda de que, El análisis critico del objeto absoluto, en el campo de lo teó-
pn mer:a ..Vista, el escepticismo -lo mismo en Montaigne que rico, no llevaba, como he mos visto, a intentar una teor ía cient ífica
fa anrígüedad-; contiene desd e el primer momento un criteri de los fenómenos, y tam poco el concepto d el yo ofrecía en este
éti~. positivo. ~u meta final es la "ataraxia": se trata de qu e el terreno ningún punto de apoyo seguro; en cambi o, en el terreno
espmtu, renunciando a todo fin absoluto, encuent re en sí mis de la moral vemos qu e la negación d e las normas exteriores en-
un punt e fijo de equilibrio y de qu iet ud sustra ído a todos los ca. vuelve d irectament e el postulado de reconst ru ir, part ien do d el
bias d e las cosas de fuera. propio interior, las leyes destruidas. El valor, se nos d ice, no es
Lo. q.ue no h abía podido lograrse med iante la aspiración I inherente a las cosas, sino que somos nosotro s qui enes se lo in-
co nocmuenro, se consigue por el camino d e la renunci a espo nré fundimos. Pues bien, este "subjetivismo", lejos d e refut ar la ética,
~ea y consciente d e sí misma. La duda, al de spejar d e su halo mra es el pu nto de partida y la condición de posibilidad de ella.
neo a todas las normas especiales y auto ritarias, prot ege al indivl A las costu mbres y convenciones arbitrarias se oponen como
duo, ~ue pued e prácticam ente seguir sometiéndose a ellas, cont crite rio las "l eyes na tu rales" de la mora l. H emos abandonad o la
el peligro de entregarse interior e incondicion almente a sus ma nat uraleza, que nos gu iaba con acierto y mano segura; querernos
datos. El escepticismo p recave al indi viduo Cont ra el imperio d que apr enda d e nosotros y, sin embargo, nu estro saber se ve obli-
las pautas morales impuestas d esde fuera y, enfrentándose a tOo' gado a recurri r constantemente a ella y al rastro de sus enseñ an-
das las c.onvenciones mor ales arbitra rias, le asegura la libCTtad di zas, para en con tr ar en ella el mod elo d e la constancia, de la ino-
cu rsiva de su juicio. cencia y de la tr anquilidad.
Com o se ve cada vez más clara mente, la crítica no va dirigida "Hemos hecho con la naturaleza lo qu e el perfumist a con las
contra "el bien " mismo, sino contra loo "bienes" relanvos y muo
I Helld. PhaenomenolOftie des Oeinn, Siimrliche Wm~. l . 11. Po 151.
EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO EL ESCEPTICISMO 207

sustancias que man ipula; d e tal manera la hemos falseado so planteamiento sistemá tico d el problema del
ricamente a fuerza de su tilezas y de argucias. que hacemos q ,,\l,cimiento.
revista una forma d istinta, mudable y especial para cada un l a pedagogía es Ia primera d isciplina que ve transformarse in-
que pierda sus rasgos peculiares, genera les e inmutables" (ÚJ , I torm ente y en riquecerse su conte nido gracias al nuevo p rin ci-
llI, 12). 1111 funda ment al que se preconiza. El fond o de los conceptos étt-
Existe, por tanto, un a ley fun damental, comú n e Idénríca, q 5C trad uce, aqu í, en resultados originales y creadores en que
nosotros encubrimos y tergiversamos por medio de los sofis 1 redagogía se adelanta a todos los rasgos fu ndamentales de la
d e nuestra razón. La naturoleta, q ue desde el punto de vista volución posterior Y. principalmente, a la teoría de la educación
conocimiento teórico se reducía para nosotros a un caos de ¡ ,1 Rcusseau. T ambién aq uí vemos cómo el plant eamiento d el pro-
presiones sin sujeción a regla alguna, representa para el proble ldema se halla dom inado por la ant ítesis d ialéctica entre la na-
moral la fuente y la gara ntía de la f.try. El escepticismo es el e rurnleaa y la ratón; pero, al mismo tiem po, el concepto de la
mino por el que retorn amos a este aut éntico fundamento. A l d lnn cicncia d e sí mismo viene a formu lar en este punto una idea
trui r en sí mismos los ad itam ent os falseadores d e la "razón" h decisiva, que facilita y prepara la solución. Este concepto traza la
ciendo que se anul en los unos a los otros, restaura en tod'a llncn divisoria y levanta la barrer a protecto ra cont ra toda la "pe~
pureza y originariedad la regla de la naturaleza. dnureria" escolástica que toma la materia del saber del exterior,
Todo lo que sea querer asignar a la moral fundamentos e pn rn Inculcársel a al sujeto.
terno s y trascendentes conuruve, por tanto, un empeño supe l a auténtica materia del conocimiento se destruye donde qu ie-
fluo y perjudicial: sólo son verd aderamente valiosos aquellos n '11 que se elimina la independencia y la aut onomía del yo: lo
tos que se inspiran, no en preceptos externos, sino en la prop únic o que queda es la forma d e las palabras. Trabajamos sola-
norma int erior. He aqu í por qué la moral debe acosr umbran mente para llenar el archivo de la memoria, dejand o vacíos el
sobre tod o, a prescindir del punta l de la rcligum, la cual anud rllt endimiento y la conciencia. La vida ent era degenera en cha r-
sus preceptos al temor y a la esperanza. "]e I'ayme telle que I leraneria¡ invertimos d e cuatro a cinco años en aprender palabras
loix ee religions non Iacem, mais parfacenr er auctorisent¡ qUL y en tornea r con ellas frases y períodos y el doble de ese tiempo
sen~e d e quoy se soubsrenír sans ayde; née en nous de ses prop en ejercitarnos en la construcción retórica y en las sutilezas esti-
rccmes, par la semence de la raison unit:erseUe, empreírae en tou llsticas,
hommc non de.snaturé" (Ess ais, III, 12). " Nu estra educación no nos guía por el camino d e la virtu d y
. • U na vez más se invierte, como vemos, la anterior contrapcs¡ de la verdad, sino que nos enseña tan sólo a conocer la enm c-
cion: lo que llamamos naturaleza es, en verdad , la regla d e I
11Igía de ambas palabras".
" religión un iversal", q ue se tra ta d e recobrar , frent e a los prece El verdadero y auté ntico saber sólo surge allí donde dejamos
tos estrechos y mezquinos de la tradición (ces perites regles, fein
11 un lado la acción incondicional de la autorid ad, para extraer
tes, usuelles, provinciales) .
todo el conte nido d el conocimiento de la actividad de nuestro
Este concepto se convierte ahora para Mom aigne en punto d
part ida para ul1a transformación y reestructuración de las cierv propio espíritu .
"Les abeilles pilotent d ecá del á des fleurs; mais elles en font
cia.t del espíritu. La ética y la estética, la historia y la psicologln
son enjuiciadas y estructur adas d esde un punto de vista nuevo, nprez le miel, qu í est tour leur; se n'est plus thym ni mariolaine:
Y, aunque la teoría de la ciencia no participe de esta tra nsfor- nlns¡ les pieces emprunrees d'aultruv, il les rransforrnera ee con-
mación, el resultado d e esta trayector ia total, en el que se obtiene Iondra pour en faire un ouvra ge tour sien, a scavoír son jugement:
un nuevo concepto de la cultura, reper cute indirectamente en lo Mm institut icn, son navail er estude se vise qu'á le former. Qu'il
208 EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOClMIE;NTO EL ESCEPTIC ISMO

cele tout ce dequpy íl a esté secouru, et ne produise que hre la claridad de su pensamiento y sobre la fuerza y la pureza
qu'i l en a faict", .11 intuición objetiva (Essais, m, 5) .
La razón y la verdad son comunes a todos; quien las vista lu rtiendo d e aquí, se enfoca bajo una luz nueva la historia,
palabras no las poseerá en grado supe rior que quien, vinie Monraígne no concibe ya en el sentido de la ciencia filológica
después, se las asimile interiormente. Una verdad me pertene 111 antigüedad, sino como la psicolagía gerueraL del ,h01'l1bJ,e
a mí exactamente lo mismo que a Platón, si ambos la vem 11" la "anatomía de la filosofía", en la que se transparentan
comprendemos coincidentcmenre. ¡ ji nosotros las zonas más oscuras,de nuestra propia, naturaleza
De este modo, toda actividad educativa se halla condición MiJ, J, 25).
y sostenida, a su ve; por la fe en la identidad de la ratón. Monraígne preconiza las dos tendencias que aparecen un idas
la hipótesis de una origina ria homogeneidad entre el conren t concepto moderna de la historia (cfr. su.J>m, pp. 188 s.}, A l
espiritua l que se nos ofrece y la fuerza y la entidad espíritu 1Il l d r~ e a las condiciones nat urales de todo acaecer hist6rico, '&
del sujeto que lo asimilas. tleu-rminabilidad de la cultura teórica y moral por el "medio"
En este ejemplo típico, se nos revela la profunda conexi6n IJI geografía y el clima, funda la concepción de la ,historia
rórica ent re el Renacimiento y la Antigüedad. Montaígne ree lmbrá de desarrollar la filosofía francesa de la Ilustración
toda invocación de la antigüedad clásica, si se quiere dar a 11 1' tiene su exponente, sobre todo, en Monresquieu (v, espe-
el sentido de inculcar al individuo la materia del saber, ya lmente Essais, Il, 12) .
nirad a en formas cerradas y definitivas. Pero en este repudio V, sin embargo, es siempre la " naturaleza" general y unirá-
cisamente se siente como heredero del espíritu griego. Se re !lrl hombre la que se manifiesta y revela en Montaigne a tra-
expresamente a la frase de Platón que es el comienzo y punt l I t' todos los cambios d e los sucesos y por deba jo de eéde la

partida de toda ped agogía: así como no es posible infundir e! te.lnd y de todas las aparentes contradicciones. Por eso; tOOM
de la visión alojo de u n ciego, la educación no puede tam termas cambiantes de la convivencia social, toda la contem-
inculcar al alma un contenido espiritual que no se halle ya late h'", de las vicisitudes políticas externas, presididas siempre
en ella. (Essais, Il, 24) . Moneaígne considera a Sócrates com 1 capricho y el azar, nos remiten en última instancia al fu..
eterno pedagogo de l género humano, por haber sido el pri ./Utl como al verdadero objeto d e la ciencíe histórica. En este
que le enseñó cuánto es 10 que éste puede lograr por su pr lid", destaca Montaigne como 10$ modelos clásicos a Plutarco
esfuerzo [Essais, m, 12) . I'áciro, por haber sido los primeros que enfocaron la mirad a
En este punto, complementado por la idea de la libre aut I<l ('1 "interior" del hombre ( Essais, Il, 10; m, 8) .
mia de la conciencia, el escepticismo montaigniano se eleva, y de un modo análogo se transforma también la pauta este~
realidad , a la auténtica significación de! no saber socrático. pura da r preferencia siempre a lo característico sobre lo l'IO-
griegos son el modelo y el arquetipo, no en cuanto guardia l' llm, ni arte y a los mat ices d e la motivación psicológica sobre
de un tesoro de saber ya acumulado, sino como los estimulad uenm de la fábula. La ley fund amental del estilo art ístico
y los fiadores históricos de la capacidad cread ora del espíritu »lvemos a encontrarnos aqu í con los dos conceptos favorítos
mano. La nnrigüedad es -por oposición a la escolástica- In Ml llltnigne- es su " ingenuidad" y su " natura lidad "; todo adí-
cuela de la "ingenuidad" y de la naturalidad. La misma supe lt 1110 que no fluya por modo directo y necesario de la natura-

ridad del estilo d e los antiguos es considerada por Montaigne, nuema del objeto que se tra ta d e represen tar, todo adorno
como un a vent aja fortuita y externa, sino como algo que d esean rl, o, atentan, por tanto, cont ra la primera exigencia estética
3 V. el ensayo DI' pedantisme (1, 24) y la carta a la condesa de OUT J ,. rilo. Los Eruayos combaten el "ciceronismo" y sus dife-
"De l'ínstírurion des enfanta", (1, 25). !l . ~ . vnriantes y modalidades con una energía y una segurid ad
210 EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO EL ESCEPTICISMO 211

tan certera, que sorprenden verd aderament e en la época d 1, 13). Toda la observación y la experiencia objetivas se subor-
man ismo. ueu, como mat eria l y como medi os, a este fin fundam ent al y
Se h a hablado d e la influencia ejercid a por Monta.gn uturio. El mundo de los objetos, considerado de por si, es sim-
Shakespeare, y hay, en efecto, muc hos pasajes en éste en I mente un fondo indiferente y uniforme; es el yo, al proyecta r
se percibe clarament e el eco d irecto d e los Ens a)'os 4. Per ne él su pro pia esencia, el que le infunde forma y vida. La
impo rtante que estas coincide ncias de detalle, ha cia las qu • y el autor forman aquí, por tanto, una unidad inseparable:
llam ado la atención, es el ent ron que general q ue ent re lI'ny pas plus Iaicr mon livre, que mon livre m'a Iaicr¡ Jivre
autores se manifiesta. Las pa labras de Ha rnlet sobre el d ril \lu1J.stantiel el son auteUT, d' une occupa tion prop re, moembre de
la expresión más pura y más perfecta d e la concepción m d e, non d 'u ne occupaticn er fin rierce et estrangiere, comm e
nian a d e la "naturaleza" como concepto estético norm at¡ u nulrres livres" (Essais , 11, 18).
mismos Ensayos ilustran este concepto con el ejemplo d e la Sin embargo, la nu eva fonTli1 literaria. qu e así se crea no 11e-
mímicas, cuando nos hablan del contraste entre los senc ¡Id a cobrar una significación filosofica int erior si el yo que se
espont áneos movimientos del artis ta y los gestos y las mu ec niliesra en los Ensayos no exp resara al mismo tiempo un con-
gerades y como de parod ia del imitador (EssaiJ , Il, 10) . La: Ido general y objetivo, como el que h emos visto surgir en las
d a, guiada por el nuevo idea l artístico, se vue lve de nuev rentes fases del conce pto de la nal uraleta en Montaigne.
poesía populaT, cuya gracia candorosa y sencilla pone Mo Individuo, siempre y cuando sepa capt arse en sí mismo y en
ju nto a las creacion es más perfectas del arte poético. El e t su pureza, sobreponiéndose a todas las limitaciones imp ues-
de los Ensayos sobre la poesía de los pu eblos primitivos con por su profesión y por las en tidades sociales a qu e pertenece,
el pu nto original de partida pa ra una trayectoria que, p ubre en si la forma funda ment al del espíritu d e la hu mani-
por Rousseau, conduce a H erder, .1 en general 5 .
.c-También aquí cu mple el escepticismo, como vemos, I Uno de los rasgos esenciales y necesa rios de la imagen litera-
ción gene ral, al d escubrir una nueva y origina ria realidad del Renacimiento es la autobiografía, bajo la nueva form a en
tu al, despojándola d e la falsa envoltu ra convenciona l que la nhora se presenta. Este género literario ado pta dos formas
a la vista. La duda no se h und e en el vacío, sino qu e ene ndamentales, según que rep resent e al hombre, como la d e Ben-
siempre su pu nto fijo de apoyo y de anclaje en el suelo de I mito Cellini, en la movilidad d e la vida exterior o ahonde,
sideraclén de los valores. mo la de Petrarca, cavilativamente, en "las luch as secretas y en
.La conciencia de sí memo, que para el psicólogo obse cuitas de su cora zón". Los Ensayos: de Mom aigne no encajan
y reflexivo se red ucía a una much ed um bre heterogénea d ninguno de estos dos tipos fundamentales. Se distingu en de las
dos cambiantes es recobr ada ahora como un conjunto de t llI ruls auto biográficas de Pet rar ca, desde el primer momento, por
espirituales, Esta transform ación no se acuña en formas oh tendencia y por la tónica: Monraigne rech aza consciente mente
y sistemáticas, pero va reflejándose indirectamente a med id .lcsvalortea como principio moral el tono d e arrepentimiento
Ja personalidad de Montaigne se desp liega ante nosotros en t lo riñe el relato del poeta italian o. No es el afecto lo que, en

plenitud d e sus manif estaciones e intereses subjetivos. Es ur-rnl , expresa el relato autobiográfico de Moot atgne. Los Erua--
donde radica la incomparable peculiaridad del estilo íílos óf 11 eon el diario de las " fanraslas" y opiniones cambiantes de su
Montaígnc. l!1 mismo nos d ice que la d escripción del Prollll
• " Les aucteurs se cc m rnuníque nr au peuple par quelque marque speclale
en su verdad concreta, constituye su "física y meta física" (l' • •' Irungiere ; mcy, le premre-, par mon astse Ilnivcnd; cotnme Michel de
'!llnigne, non co m me grammairie n, ou poite, 011 illrisconsulte." Du repen-
f; V, Georg Brandes, W¡!!iam Shakcspeare, 2~ ed., 1898, pp- 4611 ss, , Hllais, III, 2,
EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOO MIEl'-i O D. ESCEPT10SMO 11J

autor, pues es en el pe nsamie nto y solame nte en él donde r lu intenciones y los actos de qu ienes las profesan . "La s demás
la esencia y la verdad del ho mbre. I trrísticas, la confian za y la esperanza, las cer emonias y las

De nuevo nos enc ontramos aquí con la significación f uencfas, los rela tos milagrosos y los má rtires, son com unes a
general y, al mismo t iempo, con los límites interiores del las religiones : el testimonio específico de nuestra verd ad
cisma. Los nuevos concep tos de valo r que éste elabora Q 11 m ser nu estra virtud, que es. al mismo tiempo , el más d ivino
limitados a la concie ncia pen sante de sí mismo: determi tl~InS y el más difícil" ( Essais, Il, 12).
guían el jlú c io d el in div iduo, sin a pod erarse de su volu ntn In embargo, este postul ado se halla en contradic ción d irecta
rech aza todo intento de transferir al mundo exterior la cr III imagen empírica de la religión qu e nos ofrecen por d oqu ier
de lo in terior, d e rem odela r las cond iciones exte rnas con su IU.l oria y la cu ltu ra. No es la fe la que forma y moldea a los
a la nueva pauta. Vuelve a reve larse aquí en su lado riega .ltu's a su ima gen y semejanza, sino q ue, por el contrario,
significación que la d ud a entraña, en cua nto principio, pu pln todas las form as qu e le imprimen nuestros deseos perso-
d onde el esce pticismo se inhibe, pa ra someterse a los poder V nu estras pasiones. La unidad de las di ferent es sectas, qu e
líticos y sociales dados, no pu ede tam poco llegar a su mud INII HlS de menos en lo teórico, la encont ra mos realizada en la
a su perfección el con ce pto de la conciencia mond d e si rtucta moral práct ica, en el mismo fana tismo y la misma in-
La d oble faz del escepticismo vuelve a revel ársenos, Il ncia a qu e la opinión imperante emp uja a cada un o.
mo, cuando nos volvemos hacia la crítica del problema rel "¡.r tanto, la religión, en su modo empírico de manifestars e,
Es cierto qu e parece como si, en este pu nto, se hallase clam , •cfleja ante nosotr os, d onde quier a que a parece, la tendencia
tr azado de antema no el camino: la apol ogía de Raimond unnnte de ml.t'stra vo luntad: el "fundamento natural " a que
bonde , al destruir la teología racional y d emostrar la nuf teuorrne es la na turaleza human a, en toda su varied ad antro -
tod as las prueb as de la existe ncia de D ios y d el gobierno d . h-n y etnográf ica. Y si la ética nos permite recobra r una pauta
verso en un se ntido finalista, viene a demostrar al mismo t/ll y dor ada de valide z interior, este camino ap arece cerra do
q ue la f e en la 'J"t"'tJelación es el único y a uténtico fund 1 linte nosotros, pues zqué medio de la conciencia de nosot ros
originario de la religión. A nte ella , d eben enmudecer t '111 11I pod ría asegurarnos y garantizarnos un .!:er trascendente
pregu ntas d e la ra zón : la duda h a cum plido con su misión runuto a su conce pto? Montaigne no proyecta nunca su inves-
ma cuando ha conseguido asegurar y prot eger los princ¡ I li,n sobre los dogm as positivos, pero precisamente en esta ex-

la fe contra las im pu gna ciones del entend imiento crítico. ¡,"n reside su cr ítica irónica mas aguda, ya q ue con ello los
Y, sin emb argo, tampoco esta última respuesta, apa ren¡ • al campo de aquellas "prácticas" conv encionales a las qu e
definitiva, significa para Montaigne más qu e el comienzo n.hvid uo tiene que someterse.
nu eva tra yectoria d ialéct ica. Por doq uie r encontramos el e 1 tu repulsa d e 105 motivos teológicos y esta afirma ción d e un
do d e la religión vinculado a de termi nada s formas y fórmul VII centro en torno al cua l gira n las considera cion es de Mon-
manas y embrollado en su varied ad . La fe, que d ebiéramos II ~c destacan mu y cla ra mente, sobre todo, en el problema d e
por la inspiración di rec ta d e Dios, se h allaba determinada thllll>TroliJad. La tra ma conceptua l de la psicología raóonm es
lidad pa r el azar del nacimiento, por el capricho del espl I lm, al poner d e man ifiesto su contradic ción con las condi-
partido y por [as ventajas del momento. Sola mente la éri prima rias de nu estras represen tacion es: pretender abstr aer-
hiera ser cap az de su ministrar el criterio para distinguir r t los fund am entos de n uestra existencia empírica, par a in ven-
contenido auté nti co d e la revelación y nu estros aditamenr reflexivarnenre una nu eva form a d el ser, equivale a desple-ar
tra rios; la verdadera diferencia d e valor entre las religicne '"1 las lindes y tod os los puntos seguros de a poyo del conocí-
mente puede residir en el modo como repe rcute n rrcralme
EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOOMIENTO EL ESCEmOSMO

N uestro pensa miento, obligado a enlazar con algunos 11 has en trado en él. Da h acia at rás, de la vida a la muerte,
sensibles y a remitirse a ellos, no puede abolir el mundo de li mo paso qu e has dado par a pasar de la muerte a la vida
per ien cia sensible sin destrui rse con ello a si mismo y destr IlIlcJ O y sin do lor. T u muerte es parte del u niverso, parte de
propia función. La identidad de la personalidad, que no ten 1,ln del tod o. • • ¿O quieres qu e rompa para ti este encadena-
más remedio que postul ar como necesari a pa rte int egrante ro armónico de las cosas? La muerte es condición esencial
d octrina d e la inmortalid ad, requ iere para pode r afirmarse 111 creaci ón , parte de ti mismo: hu yes de ti mismo cuando la
semente la relación con aq uellas cond icion es materiales qu .. (Essais, 1, 19),
cebimos como destruidas por el simple hecho de desgajar el "r 1 uando 10 concebimos en este sentido, el pensamiento de la
d el cue rpo. He deja de ser un obstáculo y un menoscabo de la ene rgía
Con el de sarrollo d e esta idea, Monraígnc pon e, hasta (' 111 existencia, para convertirse en el mandato qu e nos ordena
men ores de talles, los cimiento s para la modern a crítica "an nr la pauta y la meta d e la vida en la . vid a misma y en su
lógica" de la fe en la inmortalidad (l . Sin embargo, la pro unción ( Essais, JI, 12). En la limitación extens iva de la exis-
ganancia filosófica que con ello se obtiene no reside tampoc tu va implícita para nosotros, :JI mismo tiempo, la elevación
en el a n álisis d ialécti co del dogma, sino qu e debe buscarse, 11 iva y la exalt ación de su contenido, pues el modo y el valor
vez más, en la man.er11 nueva de considerar el valor que le I vida no dependen para nada de su duración.
de base. " La vida no es de por si un bien ni un mal: es la morad a del
El problema de la muerte ocupa el cent ro d e las conside 1 11 del mal, según lo qu e tú hagas de ella. Con sólo un día
nes éticas de los Ensayos: "fil osofar" vale tanto, para ellos vives, lo h abrás visto todo: un día vale por tod os los de más. "
gún lo expresa un conocido capitulo--, como "a pre nde r a ro xistcn otra luz ni otra noche; el mismo sol, la m isma luna,
Pero de lo que se t ra ta no es precisamente de la perspecti mbmo orden de los astros qu e tú contemplas son los que han
un ser ultraterr enal, en el qu e cobra su sent ido y su perle 111 d \1 a tus antepasados y los qu e rodearán a tuS lejanos des-
la vida empírica. N uestra existencia h a encontrado en si mis «hcntcs. En un solo año se completa todo el ciclo d e los actos
propia ley y su centro d e gravedad. Toda concepción que r forman el espectáculo de la na tur aleza, Si te fijas en la su-
el valor de la vida debe ser conside rad a como rid ícula, pu ¡ton de las estacio nes, h abrás vivido en ellas la infancia, la ,
ella residen, como quier a que la consideremos, nuestro ser y mud, la madurez y la ancianid ad del mundo; éste ha des-
tro todo. "C'est centre na t ure que nous nous mesprisons et llado ya tod o su juego; ya no puede h acer otra cosa que re-
rons nous mesmes a nonchaloir: c'esr un e rnala die particul¡ l ld,l " ( Essais, J, 19).
qui ne se veoid en aulc une autre creature, d e se hair et de 1 olmo vemos, el escepticismo sienta también aq uí, al d esviar
ner" (Essais, JI, 3). nurada de las me tas trascenden tes, los fundamentos para un
No d ebe verse en el moment o de la muert e el tránsito l ' nuco " positivismo" moral.
nuevo orden metafísico de las cosas, sino un eslabó n nec l'nrn comprend er la posición histórica d e Mont aigne, no h ay
en la cadena d e las leyes inmanentes de la naturaleza, que e uuc com pararla, por ejemplo, con la de A gripa d e Nenes-
sión sup rema de la filosofía compr ende r y reconocer. rm, cuya obra De inccnitudine el «lJ\irale sdem iaru m puede
" Sal de este mundo - nos dice la natu raleza, mad re de t ¡ l llllsiderada como el primer com pen dio de la con cepción es-
1 111';1 en la época moderna. A gripa se aparta de las sutilezas
1} E.~ inte re$ante comparar , en este respecto, el capi tulo XIX del J1
Illl f rticns de la Eda d Medi a para volver los ojos a la na tu raleza,
tomo de los ESJais (Q ue phílosoph er c'e sr app rendre J¡ mourir) y la A p
con la obra de Feuerbac h Die Urtstt'rblich"eirsfrage \10m Srand punkt der ll Y "~ secretos tr ata de descifrar en la magia, Pero tampoco en
thropolo,lIW!', l . encuentra apoyo ni punto de sosiego, has ta q ue acaba refu-
Z16 EL RENA CER DEL PROBLEMA DEL CONO CIMIENTO El ESCEPTICISMO 217

rendo y destruyendo escépeicamenre su propia obra fund am Nuestra recti tud no SI: sald rá de los ma rcos de " lo escolar y
De OCcWt4 phil05ophia'f. El escept icismo. así concebido, n I peda ntesco" , seguirá siendo escla va de la ley bajo la coacción
como se ve. sino la contrapar tida del idea l místico del e I 1 miedo o de la esperanza , mientras nues tros actos busque n un
miento. que postula la com prensión y el domin io del " inte n unto d e a poyo y un modelo en las normas y los preceptos ex-
la na tural eza", La duda, para Agripa. es simplem ente la n uores. El gran d efect o de tod o fun damento teológico de la mo-
J:ia del pa raíso perdido del sabe r absoluto; en la duda de I consiste e n cont ar precisament e con esta falt a de libertad in-
taigne, en cam bio, se exp resa, al mismo tiem po el presentim dl)r y en funda r sobre ella sus mandatos.
de los nuevos problem as del conoc er. M c m aígne no llega a "Conside ro aborrecibles ). espantosas frases como éstas: si no
dar de un modo posit ivo ni nguno de los problemas que ahor a 1 e crist iano, si no sin tiera el temor d e Dios y de la cond ena -

gen. pero con él se liberan por vez prime ra y e mpren den su !fin etern a, h aría esto o lo otr o• . • Q uiero que seas ho nrado. que
las fue rzas fundame ntales d el espíritu qu e ayuda rán a model 111<l rectamente. porq ue así lo ordena n la n.acttTal e :¡:a. y la ~ón,
porvenir. ,Il'd r, Dios, porque asi lo exigen el orde n y la constitu ción
ueml del universo, d el que tú er es parte y contra los qu e no
C harr on uedcs rebelarte sin atentar contra ti mismo, contra tu propia
re tumleee y tu pr opio fin ; j-o rque así debes obrar, sin preocupart e
En 10 fundamental. la concepcron filos ófica de l escepdc nru nad a d e 10 qu e, por lo dermis, rueda suced er" (Il, 5 ) .
a parece conceptual mente acabada y des arr ollad a desde todc Así, pu es, el escepticismo, que había come nzado excluyend o
puntos de vist a en los Ensayos de Monraigne. Lo qu e a esta I ~ razón humana del aut éntico conocimiento de Dios, term ina
añaden sus contemporáneos y discípulos son sola men te alg 'Iul instituyendo la ide nt idad d irecta d e D ios y la razón: iden-
trazos de detalle, que no modifican esencialmente la estru 11. llId qu e enc uentra su vehículo y su gara ntía en la id ea de la
total. I. ullo m Ítl moral. Se est ablece as¡ una pa uta fija e in mu table para
Una curi osa tr ayectoria histórica asigna al teólogo C ha rrc !•• religiones posit ivas y los esta tu tos jurídicos. El original en q ue
rarea d e presentar e n tod a su cla ridad la crí tica del dogma in s pire todo de recho escrito, del q ue pro vienen desde el d ecá-
nvo, que Momaigne sólo toca d e pasada , con unas cuantas 1& • h asta las legislaciones positivas tod as, se ha lla escrito en el
sienes encubiertas. C h arron desarroll a hasta en sus últi mas ft. upio yo de cada cual. Ya demos a esta relación una expresión
nd as consec uencias la antítesis entre la moral religiosa y la lil a o religiosa, ya conside remos como el fundamento prime ro de
autónoma, sobre la que ya los Ensayos hacían hin capié", I sup rema ley a Dios o a la naturaleza, am bos son sim plemente
_presiones de l mismo pensa miento: "q uid Natura , nis¡ D eus et
, A grippa d e Nen emeim, D(" inC<'l'ti nod in.. ee mnirate ,ci~'fllia' .. m hvlna ratio tori mu ndo et pa rnbus ejus insira!"
ll'Wio inW'Ctit'll, 1526, especielmeme caps.. 1 y 48.
PUf tan to, el valor int erior de l individ uo no depend e del he-
ti Los pa Sl jes más importante s qu e se citan de b ol-ora de C1larron,
....,..-u e'. <:sta n oonud t>S de la primera edición . q ue vió la hn en 1601. 11,1 de pert enecer a una d eterminad a re; más aún. 3 11i d ond e
fu edictones postetiores prcsentan variantes y reservas. las ( ull es. &i n em 111 ejerza un a influencia decisiva sobre la mo ral del ind ividuo
~o. sólo en ciertos aspectos externos tienen &U fund ament o en razones d que se halla qu ebrantad o ya el fundamento de toda au téntica
de n teológico, sin q ue afecten, por tanto, a la ~ignific ación ob jetiva de l. .nnunidad moral. La historia no conoce motivo más pode roso ni
fundamental. En ellas se carecrerua solamente el doble pa pel al q ue _
!ll¿ll fun es to que el fanati smo de la fe.
el juicio gene ral de ChRrtOn- se halla nece sariamente conde nad o el sabio.
h •• e segú n la cual todo el mundo practica la comedia, es aplicable, en el 1, 1" explica la antlresis qu e se pe rcibe a 10 larJ(o de tod a la a~tjvj J aJ liter aria
dsde ro y propio sentido de la palabra, al sabio, el cua l es y será siempre, l. Charron y la cont radicción que media entre su obra filosófica funda ment al
J entto, eeee q ue el qu e pued e mostra r.s e ni exterior" (De la sngeue, 11, " 1 escruo 1f'Vloa:érico-dogmáti..:o Le_ rmi l l'áirt! (1594) .
218 EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMJEl'ITO EL ESCEPTIClSMO 21'
" El acre más ven ial y más suave de estas gentes es mirar wme el escepticismo en el conjunto de l movimiento religioso d e
reojo a cuant os no comparten sus opiniones, verlos como a m 1 tiempo,
truos y creerse manchados por el contacto con ellos. No debe Goerhe veía en los Ensa ) os de Mont aigne, en esta con fesión
fiarn os d e nad ie cuya moralidad obedezca exclusívame nee n 1 .Ll ica de l individu o ante el mundo entero, la mano tend id a al
crúpuJos religiosos: un a religión sin mora l es, si no peor, po , Ull·Suuuismo. Y el propio Mont aigne confirm a directame nte esta
menos más peligrosa que la carencia tota l de ambas". utu d, cuando d ice: "En Iaveur d es huguenots, qui accusenr
Ahora bien, la ind ependencia interior que así conquista el tl rrc confession auricu1aire et privee, ie me confesse en publi c,
d ividuo se convierte para él, al propio tiempo, en expresión y IllI'ieusement et pure ment " ( Essais, Ill , 5).
certeza de una comunidad espiritual sustra ída a todos los Iím lata relación se establece toda vía más estrechamente en el
convencionales de las d iferent es sectas y dogmas religiosos: es p moddo capitulo de los Ensayos sobre la oración, en el qu e se
cisamente la confianza en la Inlidad de la razón h umana la ullrnya la carencia de valor religioso de toda ceremonia. externa,
nos enseña a abarcar y enjuiciar con la misma imparcialidad haciendo d epender la vigencia moral de la plegaria única y ex-
d iversidad de sus man ifestaciones. De este modo, la " ignoran lusivnrnenre de los camb ios y la " reforma" de la conciencia, qu e
adopta de nuevo aqu el fund amental significad o moral que le n ' n ella se man ifiesta. La aut én tica confianza religiosa debe basar-
buía Nicolás de Cusa (v . supra, pp. 73 s.). AI\ no en el poder de los med ios d e salvación del alm a, sino ex-
Esto recuerda, al mismo tiempo, una obra escrita pocos n ehutvnmenre en la fuerza y en la pureza de las inten ciones: cuan.
antes del ensayo d e C herron que lleva por título De l.a sagr ,tu ocurre ot ra cosa, la divinidad se convierte en un demonio al
y que obedece a las mismas condiciones externas y de tiempo q uue se trat a d e aplacar y dominar por medio de artes mágicas.
ésta. El pensador de la época que con mayor pu reza recoge y e
mayor profu nd idad desarrolla la idea y la forma literaria del d
lego del C usano De pace SCIl Coru;OTCUUUia [ídei es juar; Bodi , mnctscc Sánchet
en su Colloqu ium h epraplom cres. Bodino pertenece al mi5 Los problemas d e la ciencia d el espm tu ocupan aquí, como
circulo que Mont aigne y C harron. y también en 5U obra son I vemos, el centro de toda s las consideraciones. En camb io, para el
guerras francesas de religión Jas que forman el fond o politice re ñol Francisco Sánchez, cuya obra QIlOO nihil scitur surge
bre el que se proyecta el pensamiento. .1 margen de Montaigne e independ ientemente de él, el escept i-
Fue Montaígne uno d e los primeros en reconocer el mérito nmo nace referid o nuevament e a los problemas del conocimiento
tetario de Bodino, a Quien d istingue expresa y en érgicamente .l la naturaleza.
" tropel d e los escribient es d e la época" (Essais, 11, 32). En cua La duda, aun afirmándose de modo incond icional, recae, sin
ti C ha rron, hay también huellas claras y concreta s de que llegó embargo, en primera linea sobre la forma determinada y concreta
conocer y a ut ilizar, por lo menos, su obra Sobre el Estado. Pe dI' .",b idllría escolástica a que Sánchez se enfrent a. Sus ataq ues van
aún es más acusad o y significativo el entronque en lo que se r dlriRidos pr imord ialmente contra la silogística. Debemos, nos d ice,
fiere a su concepción rel igiosa fu nda mental: el postulado gencr u-montarnos de sus q neesrfones y di.l'tinciones, que no nos ofrecen
preconizado por C harroo aparece ilustrad o en Bad ina con grn Illns q ue nombres y nombres de nombres, a la investigación de
acopio de eru dición, expuesto con penetra nte arte di aléctico y l ll ~ cosas y de sus causas. Volvién dose de espaldas a la dialécri-
todos sus de talles y llevado di rectamen te ante los ojos d el lecro 111 1 la atenci ón se retrotrae a la percepción y a la observación, y

haciend o hab lar a las d iversas religiones positivas por labios ti 11' nfirma d e un modo gen eral que la auténtic a ciencia, en cuant o
represen tantes suyos d e señ alado relieve personal. A. ln existe, debe sustraerse al pensamient o "discursivo" y basarse
Como vemos. tambié n en este aspecto se encuadra interior 1'11 un acto de visión intuitiva directa. En esta comprensión inre-
EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO EL ESCEPTICISMO 221

ri..rr d e nosotros mismos es d..ende tenemos que empezar a cono,


e! propio yo y sus ope rac iones. I ,l Mvt he le V ayer
Claro está qu e tam poco este retorn o a la conciencia de n El límite interior ante el que se d etiene el escepticismo se noe
.eros mismos puede asegurarnos un punto de apoyo fijo y per 1" Menta bajo otro aspecto en los DiáWgo5 de La Mothe le Vay er,
nenec, pues si es cierto que el yo sobrepasa en cu anto a certe hUI que, publicad a a mediados del siglo XVII, cuan do ya había
todos los demás contenidos, también lo es q ue se ha lla por deb uumlado el nuevo pensamiento científico y en contrado su ex pre-
de ellas en lo qu e se refiere a la determinabilidad de la intuíc¡ 111"11 filosófica en la doctrina d e Desca rtes, resum e una vez más to-
Tam bién aquí nos vemos envueltos en una luz crepuscular: d 1,. los argumentos en contra de la posibilidad del conocimiento" .
de el ~omento en que no se nos dan ninguna clase de irnáge¡ Sin emba rgo, este autor se de tiene a considerar los camp os d e
y especies de los procesos interiores. es claro que, aunq ue apre l. antropolog ía Y la historia, de los que toma sus argume ntos, en
mos su ser, arenas pode mos señalar, y mu cho menos llegar a ~ 1 de ir a buscarlos a la n atur aleza, concebida en un sent ido fío
su esencia y su peculia eidads. Illo.. matemático. H a ido acumul ándose, entre tanto, el material
Vemos, pues, cómo el prin cipio d e la certeza. en sí mismo IIltllWáfico y psicológico en qu e él se apoya pa ra demostrar la mu o
vo se entr ecruza aq uí con la otra concepción según la cual [ I lalidad y relativid ad de todos los criterios lógicos y morales;
ccnocimienro riene que h allarse condicionado por los signos e i pero, cuanto más ocup a este material el cent ro de la atención. más
senes exter iores que se d esprenden de los objetos. rlnramente se man ifiesta un defecto fun damental en el modo de
Esta pugna la veremos desa rrollada con mayor amplitud y e u erarlo. El aut or selecciona sin ningún criterio los hechos, rom án..
ridad en la ñlosoña italiana de la naturaleza, por la que Frene¡ ,111100 de relatos d e viajes y de narraciones h istóricas; no se guía
Sanc he: se d eja guinr también en sus intent os especiales de I'" r principio alguno de clasificación ni anali za los h echos d esde
~Iicación de lo natural. La investigac i ón inductiva hacia la q I punto de vista crit ico de su veracidad. No en con traremos en
«e nde y que -c-como nos muestra el ejemplo del escepticis parte alguna, en él, el rasgo caracrerlsnco decisivo de la época
anng uc--; no quedaba, n i mucho men os, desca rtad a por sus pri modern a ni la reacci ón con tra el mod o como Sexto Empírico se-
l:IP;OS escépticos en cuan to tales, no pasa de ser en él, sin cmb, l-coona y agrup a sus prueba s.
~' \ en fin de cuenta s, sino un simple postulad o q ue no lJeJlTI Asistimos, por tanto, a una curiosa inversión : la duda, que se
cumplirse concretamc nre en ninguno de sus puntos. C uando 5lÍ muestra tan rad ical en sus exigencias ant e los fu ndament os lógi-
chez, pa ra caracterizar la inseguridad del conocimiento empíri l l IS del pensamient o, falla cu ando se tra ta de los simples " hechos"
Je la nat ura leza, se remite a los fenómenos magnét icos y a I y de su tradición. El escepticismo no avanza hasta el concepto de
mú lt iples y Cont radictorias explicaciones que d e ellos se dan .w n In crítica h i5rÓTica.
ofrece un ejemplo muy instructivo y elocuente desde el punto d Ya en Mont aigne nos en contr amos con una significativa con-
vista histór ico, pu es es p recisame nte el magnetismo el que u adicción entre el principio teórico de la d uda y la con fianza sim-
después, h abrá de servir d e pu nto de partida a la mod erna 'inv plista que le lleva a acept ar sin repa ro los relatos y los resrimonios
ngación y en el que, comenzand o por la obra fundamental d Imís absurdos y a hilvanar sin criterio alguno los ejempl os y las
Gilberr, se operar á el t ran sito de la concepción nat ural de In deducciones. Por sobre la hilación escépt ica del pensamiento se
"qualitates occulrae" a los rn érod os exactos de la matemá tica. levanta su propio e inde pendiente mundo de la fantasía.
Pero mientras que en los Ensayos de Monraign e este dua lis-
mo radica propia mente en el estilo del conjun to de la obra y con-
o Sánche:, Q"" d n,h.1 .<'-'!l UT. p p. 57,. 11 (La Mothe le Vayer) Cinq diatogltes ¡air, a ¡'imita rlon des ancien, par
lO Q,¡n<! nihil ."· ir,,, . pro 96 s.
{lmsi" , T l'b.ero, Mons 1673.
222 EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMI ENTO

tribuye a dar a ésta su encamo peculiar, bajo la forma sob


doctr inal con que están escritos los Diálogos de La Morbe le:
LIBRO SEG UN D O
ver no se ve más que la contradicción. La tarea inmediata y
cesarla qu e se le planteaba a la teoría era la de la crítica
trad ición histórica. En esto reside uno de los motivos inter 1_), DESCUBRIMIENTO DEL CONCEPTO DE LA
V objetivos que habrán de cond ucir al desarrollo del esceprlc NATURALEZA
en Bavle.
Capítulo '

LA F1LO SOFlA DE LA NATIJRALEZA

I a su negación d e la ciencia y d e sus pr incipios, el escepricis-


I ofrecía, sin embargo, el primer punto de apoyo para el plan,.
mit"fUo filosóf ico general d el probl em a q ue coloca en el cent ro
ht ~ consideraciones, en vez d e las cosas, el sujeto y su función
uliar, No se perdía con ello, en el fondo, como a la postre se
, más q ue una determinada concepción del mundo real exte-
'111 pero, a cambio d e esto, se derrib aba una barrera que ven ía
1 éndose ame la com prensión pu ra d el yo.
Si, situ ándo nos aquí, tendem os la mirada sobre la filosofía de
naturuleza del Renacim iento, tal como se desarrolló simult ánea
rolncidentemente en A lemania e Italia, nos encontramos con
níhcativa inv ersión en cuanto a la sucesión y d ependencia de
juellos dos momentos fundament ales. La investigación recae aq uí
u eu totalid ad sobre lo objet ivo, cuya segurid ad encuentra gar an-
. !ln desde el primer momen to en la percepción y en la repre-
msclón intui tiva. Ninguna d uda crítica empaña esta primera
ue rn inmediata : todas las fuerzas del espíritu, lo mismo las sen-
tones que la fanrasia de los senridos, son consultad as con la
1 OHI imparcialidad y aceptadas como tes tigos objetivos.
Y, sin embargo, también aq uí, aunque en cierto modo invo-
llunriament e y sin sospech arlo, se lleva a cabo una nu eva evo lu-
11. Al paso qu e el pensamiento de la época labora por rra ns-
IlIIlU el concepto de la nat uraleza, van camb iando también ante
, Impercept iblemente, la concepción y la definición del conoct-
IfllfIJ. Mientras que el escepticismo partía del an álisis concep-
1 1 de la realidad exterior para d escubrir en la cert eza d e lo "in-
tlur" su límite y su punto d e reposo, aqu í aparece al principio
.rllllridad de los objetos; como meta fin al va revelándose, sin
IId'llr¡::ll, gradualmente y de mod o cad a vez mas claro, la d ud a
111 crítica proyectad as sobre la definición trad icional del con-
1'1 11 de la ca ndencia de si mismo. Ambos puntos de vista, por
.u, lH' que parezcan pugnar entr e si, se complementan y condí-
m
lZ6 EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA LA FILOSOAA DE LA NAruRALEZA l21

donan mutuamente en su resulta do final : el d oble movim ••lelanta en forma y lenguaje simbó licos, por de cirlo así, a los
que de aq uí arranca sirve para llenar d e nuevo contenido el .. e..os gene rales d el pensamiento qu e h abrán de repetirse en la
jeto" y el "objeto" y para invertir su anterior relación. st ruccíón de la ciencia.
Es verd ad qu e, en sus comienzos, la filosofía de la natu¡ 1'11 el desarrollo de la filosofía de la naturaleza que abar ca en
se caracteriza por el hecho de conte ner, junt os todavía y 5' uempo más de un siglo, desfila ante nosotros una abigarrada
den algu no, los dos momentos q ue también ella labora ineo hedumb re de figuras indi vid uales. A tod os estos pensadores
temen te por separar y esclarecer. En la imagen de la natu l. puede ap licar lo que G oethe d ijo de C ardano, a sabe r: que
exterior apar ecen d irectament e entretejidas las formas de 1.. Influencia por ellos ejercida sobre la renovación de la ciencia
gina ción subjetiva: junto a la observación exacta, que aquí IJ n tanto en su modo persona l de pensar y d e enseña r como
pracrícarse por vez pri mera con toda fidelidad y amp litud tUI observacio nes positivas. Sin embargo, con todo 10 que pa ra
los deseos individ uales y las sugestiones de la voluntad I 111 ronador d e la cu ltura tiene de atractiva esta viva y mulri-
determ inan la conce pción y la interpretación del ser exterior. me variedad, la consideración /il osó/ ica se ve obligada a pres-
Un testimonio vivo y personal d e este entrelazamiento hr, por el momento, de ella para tener en cuent a más bien
motivos del pensamiento lo tene mos en la autobiografía de núcleo objetivo fijo que sirve de fundamento común a tod as
dano, en la que vemos representada direc tame nte en un o diversas formas. Se han roto las rígid as ataduras escolásticas;
representantes de la nueva mentalidad y la nueva ínvesr¡ In embargo, es el mismo con tenido p-roolem ático el qu e se d es--
empíricas la fuerza de la creencia en los demonios y los mil consta nte me nte, una y otra vez, en tod o el trabajo de los
En su esenci a y en su concepción fundamenta l, esta rend en rviduos, pugna ndo por cobrar formas cada vez mas unitarias.
halla, por ta nto , alejada todavía de la verda de ra ciencia
naturaleza. En vano los relatos y los juicios históricos se esfu
A) Et CONCEPTO DEL OROANISMO UNlVERSAL
por desdi bujar la n ítida línea di visoria que corre entre la fil
de la naturaleza y la investigación exacta. El propio Képler, y I In diversas te ndencias encaminadas a la renovación de la cul-
en su conce pción C5 fé t ica d el cosmos recoge tod avía algu .. espiritual acaban en contrando su asilo y su síntesis en la
los rasgos concretos que aquí brota n, levanta con rigor con edcmia florentina, y esto exp lica por qué la concepción d e
te la barrera metodológica qu e le separa de sus predecesor umuraleza de los siglos xv y XVI se hall a empapada de motivos
su polém ica contra hombres como Fracastoro y Pat rizzi va '/'/d!ónicos. En esta relación histórica comú n se man ifiesta en-
randa su propia convicción funda ment al, va madurando la HIJa la un idad objet iva qu e enlaza por últ imo las dos renden-
ciencia del valo r lógico ca racterístico y d iferencia l de la mat I y 105 dos int ereses. En la d octr ina de los neoplat ónicos, en la
rica (cfr. in/tU, libro l l, cap . 2). j parecían haberse superado y conciliado todos los ant ágonis-
Sin emb argo, por muy incon movible que esta contra pea que habían imp ulsado el pensamiento anticuo, en la que se
sea, no podemos, cua ndo se trata de poner al descubier to 1 nlnban los pensamie ntos platónicos y los aristotélicos y se fun-
micn:l:os filosóficos de la nueva concepción de la nat uraleza 1_ In más simplista fe en los milagros con eleme ntos d e la física
SRr de largo ante la época de la filosofía natural. Por deb a] .1111 mate rialismo de los estoicos; en esta do ctri na , el pensamien-
tos espesos velos con que los envuelven la fantasía y la su • lir la época moderna cree, al prin cipio, haber encontrado tam-
ció n, se traslucen aq u í, sin embargo, los contornos y las form I 11 la síntesis d el pensamiento capa z d e conciliar sus tend encias
una nu eva imagen de la realid ad exterior. La la bor intelc I pnrcs.
de la é poca rara vez cond uce a seguros y fecundos resultad I ~ l concepto que, abarcando por igual la historia de la natura-
qu e pueda apoyarse directa mente la investigación ulterior, I II Y la d el espíritu, par ece encerrar y resolver en una fórm ula
EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA LA FlLOSOFlA DE LA NAnJRALEZA 21.
metafísica común los problemas derivados de una y otra, vida puede explicar el que los dos momentos separados del
bre todo. el concepto de 1a evolución. taetúen. entre si y que, por tanto, los cambios producidos en
En. la doctrina neoplatónica, la evolución es la palabra m le reflejen también en el otro, haciéndose onnLsibus en él.
que entrelaza los dos cabos sueltos del sistema, la idea y el
meno. Aunque lo absoluto se considere situado más allá de lllta fundamental concepción se manifiesta de un modo claro
ser y de todo pensamiento, se señala ahora una línea comín recíso, sobre eodo, en los fi16s0fos alemanes de la naturaleza
necesaria que conduce del mundo de las formas puras a la J .t¡lo XVl, Dicho modo de concebir el problema imprime un
eencía material de las cosas. El engarce lÓgico entre los dos 1\) IndivKlual y moderno, por ejemplo, a la obra de Agripa de
mos opuestos lo establece, según esta concepción, el ccocep 11 heim sobre la filosofía oculta, por muy medieval que, a prí-
fu.ertJu: el ser originar io es la actividad absoluta y pura que 11 vista, pueda parecernos, con su física de las "cualidades
cuadrada en un sistema de gradaciones y de matices, trasci Ir..... Si queremos conceder un tdor al universo, nos dice
al ser derivado, creándolo y haciéndolo posible de este m IPII, no tenemos más remedio que concebirlo como algo do--
mundo de los cuerpos y su variedad deja de ser, así, un n de una entidad y una fuerza originarias, es decir, de un alma
puro y simple; es concebido, al mismo tiempo, como un $1 1'111 e independiente. Sería necio y contradictorio pensar que
en el que se plasma la unidad de la "idM". Inn considerarse dignos de poseer vida propia los corpúsculos
Es, fundamentalmente, esta concepción dinámia1 la qu 1'lIttlculas más imperfectos del universo, los animales más in-
la época moderna. prepara la transmutación del concepto d lores y que, en cambio, carezca de ella el universo mismo, el
euraleze, sirviendo de palanca para ella. Para que la natur I perfecto y noble de los cuerpos. La escala progresiva de la es-
pueda ser captada y destacada como un problema sustantl uur a de la materia, razona este pensador, no puede compren-
independiente, 10 primero es que se la conciba como un wd ti l ino como el símbolo de una estructura y una gradación
n ado. que se mantiene y se transforma en liÍ mismo gracias 1 pendientes de la existencia anímica.
fuerzas propias que en él actúan. Cada uno de los cambi "Sería absurdo que el cielo, los astros y los elementos, que son
en él se producen debe concebirse en relación inmanente J tut ore de vida y los animadores de rodos los seres concretos,
nada con un suceso próximo en el tiempo y en el espacio, tesen por su parte de ella; que cualquier planta o cualquier
a su vez, crea nuevas condiciones y que, a la postre y en úl .1participasen de un destino más noble y más elevado que los
análisis, repercute sobre la toralidad de las fuerzas del uni
" y los elementos, creadores naturales de ellos" 1.
Por donde la di.roc"'ción de lo concreto es siempre, en el
AII corno es evidente que el efecto no puede estar por encima
do, simplemente la obra de la abstracción, ya que en la real
l. causa así también lo vivo no puede nacer ni nutrirse de lo
viva exísee únicamente el todo, que precede siempre a sus •
rente de vida. Y del mismo modo que esto nos obliga, quera-
la naturaleza -traduciendo este criterio del lenguaje de la
ca al de la intuición d irecta-e- es un solo ~, es decir, n no, a reconocer sentido y conciencia a las partes sueltas, el
t l U ordenado y la armonia de todos estos procesos parciales nos
sucesión de múltiples fenómenos que, desarrollándose de d
afuera, tienden por sí mismos hacia una meta común y ene v, R concebirlos subordinados a un gran todo dotado de vida.
tran su unidad en ella. "Existe, por tanto, un alma unitltrsal, una vida única y común
11 In llena y lo invade todo, que todo lo une en sí y lo mantiene
La idea de la mut ua condicionalidad de todas las parta!
universo se trueca así, directamente, en la intuici ón de un
I Allrlppa de Neereshelm, De occulta philosoph i•• lib; 11, u p. 56 (Hen·
verso viro en su totalidad. Solamente el hecho de que ambos • 1:", nelil A¡rippae ah New~sh eymo •• Opera quMca mqae Mcremu w l In
tares forman parte, como miembros, del mismo complejo su ••" torodiera nr. vel int'enirl por1<enmt omni4. Lugduni, .. lo, 1, pp. 29i IJ .
230 EL CONCEPTO DE LA NATIJRALEZA LA ALOSOFlA DE LA NATU RALEZA 211
en cohesión, convirt iendo en unid ad a la máquina d el lII ftl{ill de la nat uraleza", q ue cree poder trazar su ru mbo a las
entero (ur unam redd ar totius mundi machí nam jv.s "., no ya mediante la fuerza secreta d e la palabra, sino me-
Por tanto. no es posible concebir el m ecanismo mismo I~ nt e el dom inio de sus dotes y capaci da des internas, sujetas a
acció n un iversal sino parti endo de la idea de un al ma que da , Este cambi o, que encuentra su exp resión y su remate en el si-
a tocio. Esta idea -en la fase del pensamiento en que nos en l XVI, en la conocida obra de Giambarrisra Port a sobre la magia
tra mos- no constituye una hipótesis metafísica especial que v 1Ilr;'ll4, se contiene ya imp lícito en Agripa, au nque en éste siga
a añ ad irse desde fuera, como complemento, a la materia y al I. vía predo minando en su conj unto, es cierto, el mod o d e pen-
tenido de la expe rien cia, sino q ue es precisa mente la Premis I tradicional,

pu nto d e part ida pa ra la primera definición y la prime ra fo "El conocimiento de la dependencia d e las cosas en su suce-
lacíén del problem a d e la na turaleza. En la imagen del e n" -c-escnbe Agripa en el mismo con texto-e- es "el fun da men-
que ah ora se despliega ante nosotros se expresa por vez pri I de todos los efectos mil agrosos, y sería er róneo pensa r qu e re.
aunque sea bajo forma simbólica, el estricto postula do gener In la nat ur aleza y se opone a ella lo que sola mente con arreglo
la absoluta causalidad, por virtud del cual toda acción ejer IIn y como efecto de sus causas pu ede llegar a prod ucirse",
sobre u n punto cualqu iera extiende sus consecuencias a la El rumbo histórico del pensami ento no parte de un a imagen
lidad de los fenó men os. rc únlce del universo, al qu e la fantasía se encargue de infundir
"Así como en el cuerpo hu mano el movimien to de un m lItO I(ll vida y alm a propias, sin o que la concepción uni taria origi-
bro provoca el de ot ro y como, al pul sar u na cuerd a del I I I In y concreta que identifica el mov imiento y la vida es la con-

vibran todas"las demás. así ta mbién cualq uier movimiento d e 1, Mn /1'YI!Via pa rtiend o de la cua l se llega, por el aná lisis cientl.
par te del un iverso es percibido e imitado por las otras" s. 1"
f nI concepto del mecanismo.
El concepto del organismo universal a que aquí se llega \' del mismo modo q ue la idea del alma u niversal preced e
primera form a qu e reviste la idea de la inmanencia y la am ar 'lId ni nuevo concep to de naturaleza y lo prepara, sirve, por otra
de las leyes naturale s. Ningún cambio puede producirse YII. 1Il', r a ra ret ener y exp resar el criterio de la conc iencia como
obra de la voluntad a jena - ya sea la del hom bre o la de ti 1 peculiar e inderivable, La conciencia no puede deriva rse
qu ier " demonio"- , a menos que venga determ inado e imp 111" un elemento secundario de las cosas y d e los elementos de

al mismo tiempo por las propias condicion es, las cuajes ra naturaleza, ni explic arse a base de estos fact ores: tiene qu e Ior-
en el estado momentáneo de las cosas y en las leyes interna Ir parte de ellos desde el primer momento, como cond ición
rigen su desarr ollo. umordial y necesaria. El "se ntido" -c-expresa Campane lla , resu-
Este criterio asigna, incluso, una nueva meta a la idea 1, mio el resultado del movimiento en su conjunto, como el úl,
magl4, que domina e in forma toda la concepción de A gripa. li n o en la serie de los filósofos de la natura leza- no es una cua-
mos visto cómo ya en la Edad Media la magia y la astrologi JI lnd externa, un modo inherente a un ser concreto cualquiera
vieron , ,en contraste con el subjetivismo religioso, pata afir lfmimdo a él, sino un atributo esencial y una fue rvJ. activa:
fortale cer la conc epción de la naturaleza como un pod er o nxns non videtu r esse mod us quid cm existemía e, sed Tes es-
ve, goberna do por leyes propias e independientes (cfr. supra, ttlililjs vi sque aetitu" 5.
180 s.). Pu es bien, c.. . m concepción sigue a hora su cu rso, su
yénd ose la magia d e los signos y los símbol os por u na espect 1 S<lhre Gtam bnuts ra rem a y su i'Jag;ó\ Ml uraUJ, puH icaJ a en Nt' po le~
111 1 ~1l'1, V. el juicio de G oerhe en su T eoría de los Colores (ed, H empel,
2 Agrippa de Nen esh eim, De occulta phi1o~op hia, Il, p. I XXX VI. pp . 1+4 ss.
2% . • Th cmae Ca mpnnellae, D<! JenJU rcru m el magia hbr¡ IV, ed. por Tob.
s A grippa, De cce ulr a philo6opJ,ia, H, ({l. Op era, T, 303. A I,un i, Franfott . 1620, lib. I, ca p. 2.
23l EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA LA FlLOSOFtA DE LA NATIJRALEZA

Este entrelazamiento d e conciencia y fW!n:f% sitúa ante urrnler a al Ser div ino y primigenio, tratando de encont rar
otros un motivo metafísico Que sigue influ yend o hasta una
mu y avanzada de la filosofía mod ern a y qu e ap unt a, sobre
'1 I U razón de ser exhaustiva: el acaecer concreto requ iere
ll'l t', para su explicación, principios propios e ind ividuales.
hacia Leibniz. La filosofía ren acent ista de la naturaleza su Dios -como lo prete nde de terminada reorfa metafísica-
tra los materiales qu e Leibniz toma como base para constr , lira de la llama hacia arriba y resplandece en la luz d el
concepc ión y su teoría del organismo. Tampoco en ella es la , lun la naturaleza propia y específica de l fuego, en el primer
D'1 un prod ucto del ser, sino la cond ición necesaria d e 6 1 '( de la luz en el segund o. Lo que demues tra la perfección
podemos atri buir a ningú n ser una de terminada existencia si J cosas naturales es precisament e el hecho de que llevan en
no lo dotamos d e determi nadas "capacidad es". l a existen 1 mns el germe n y la capacidad de su propia conservación.
toda cosa se halla cond icionada por el hecho de poseer l. I alma h uman a, en particular, no necesita d e un apoyo so-
dencia a seguir d esarrollándose d esde el punto concreto rural que la sostenga: es ella misma, y no un poder ultr a-
existen cia en que en un principio aparece situada, de exten !1r\ la que piensa nu estros pensam ientos y gobiern a nuestra
y muleíplicarses. (11Jul y nuestros actos. Y los actos especiales d el acaecer de-
La realidad d e los cuerpos naturales encierra una varieda ser atribuidos siempre, para explicarlos y comprenderlos, a
desmembraciones en el espacio y una sucesión de fases de 'm inadas "fuerzas", lo que vale tant o como decir, en últim a
arrollo en el tiem po, si n que poda mos comprende r ambas liria, a determinados centr os d e conciencia y a de terminad as
mas que retrot rayend o la pluralidad a una un idad que se IlIdo '.
arrolla y manifiesta. Esta unid ad en la variedad, que nosotr In estas manifestaciones de Cam pan ella ap arece claramente
lramos en el concepto d e la ftterta simple y cualira rivamem h l'll d o el problema Que más tard e se plasmar á en la antítesis
d ivisible. en contraste con sus sucesivas ma nifestaciones, • .n tea d el ocesionalismo y d e la arm onía preestablecída'", El
al mismo tiempo el carácter fundamental de lo que lIam " ~¡ e nim o mnia ope re Dei periecta sun t. . . fate ri e peeree eu rebua vire.
"vida": "vira dicit ur a vi" t , No existe ser sin acción, ni a I. r«i' " esse, q uae ípsarum conserva tioni suffie i.nt. Ergo ese neg are igni
sin un algo an álogo a la conciencia: toda existencia es, por , I. m natura m arque form aro. cum Il'>SCTUnt Dcum ire &U n um cu ro igne et
un a vida consciente de sí misma' . 111 sole. •• Sequ uu r etia m no n sentiré nec Intelhge re anima m h uma-

Ah ora bien, d entro de esta teoría de la u nicidad lo con ", ,1 Dcum in iIIa; ípsurnq ue adpetere et opera r¡ nostns o pentiones Ilm
, 'l" . m bonas.•• Hae ahaeque alibi poshae ration u eseend une U J 11 se
no d esaparece íntegrame nte en lo absoluto, sino qu e repr
, er aJ plItlículan-s Q(:t1U ""rl icuIar eJ CINJlI.J lIgen leJ tc lf\<eri. Ut calor
con respecto a éste u n problema propio y una nueva exige¡ I.. n n leracia r el non Deus in íllo, sed cu ro iIIo• . • Co nsu uxít u ne Deus
Es un a vana ten tativa la d e pretender atribuir toda la accié¡ ll1 .t creavir res, . . ite sqll.e se con se1"l'and i (1C mll.tanJi se m"lIoo pn te_
,lr,l,t; iUa.c autem otres penet'erant tanqwam NlUw, <J, done e Wlll rerum
41 "E na nu llum vídetur esse nisi qu ia pores t esse.. . Entis quoque fu l' Ii'. ed suum megn urn mute tur ñnem". Campan ella, De J~lll ll. rerwm, 1,
eee potesta" ,. Dicitur enirn potens, q ucd in aliud sese ipsum diHun 11' . 17 ss. C fr. Teles ic, De Terllm nanml juxta propria principia, lib. IV,
am plificare ee multiplicare apru rn ese", Carnpa nella, U>1 iI!eTJ~!is philo$U )(XIV (Ttaetationum philosophicrtrll.nJ fOmU $ unll. J, IS88, p. nB) : "A t
seu Meraph)'~icatll.m terll.m jll. xta proptia dogmaw p<Irl~S ttes, !ibr¡ 18.1'. 1 u l'iem ia m bomraternq ue in relíq uls cc nrem platus qui vis ülud etla m
163B, pa n. H, lib. VI, cap . V, a tto 1 ( part e Ir, p. 20). II I Intuea turr posse qui dem qua ecunq ue velie Iacer e D eurn, q ul mundu m
'r Ca mpandia, MetafÍJica, p. Hl, lib. XV IlI, ca p. 1, arto 1 (11I, p. IU"" 1ll e nihi lo cond ide rit, sed non eo illu m paCtO constituisse, ut ent ia
" V itll dicítue • vi, hoc ese essendi vírrure potesta teque ; ea igitur 1" " l'rin'l. ede ndas operationes nova potent ia operandi assidu e Indígea nt, sed
eunr Ennn cu neta , vívune," 1,,1,. llo Deo ipso ptopria na.!IlTll proptiasquc opeta nd i Op<:Ta riOnef faculta!e
8 Ca mpane lla, Metafí sica, parte 11, lib. VI, cap. VII, a rt. 1 (li, p. I ",..,. /lufa. proptiam sin guUt op~.,.ari TUlWtam .. .H
"ca e vfdemus qu ídem ene esse, quía llovit esse : el nullurn ene reper lrl IU C fr. especia lmente Leibniz, De ipsa MI lIra Sil 'C de ~.¡ (n.•ita Ilc,tion ibu J-
insclum''. • .ul1turatu m .
ni EL CONCE PTO DE LA NAruRALEZA
LA FlLOSOFtA DE LA NATIJRAL EZA
concepto de fuerza empieza a cobrar aquí de u -00
la f is derenet • r ce un ro o gen I dualismo que domina tod a la te orfa pcripar érica de la na tura-
orma mas ererminada y nítida que lo caracteriza en la I
modern a. n descansa sobre una confusión ontolÓgica. La conside ración
El concept~ aristotélico de la "potencia" lleva implícito d ,'irka de la naturaleza no da pie para semejante duplicación de
c.' mome nto mismo en que nace, una du alidad de sentido ' lo 1 principios. En las cosas que se extiende n en el espacio y en el
sible en el sent ido d e lo buvá flEt üv sólo ex presa J'. • ltemp o ve solamente la forma extensiva y la m an ifestación d e las
determin abilida d de algo la capacida d gc l ' ogicamem mbmas fu erzas qu e intensivam ent e se cont ienen ya en la "simien-
. . .. • • nera para ccnver
en otra cosa, sm SignIfiCar todavía de por si el pri . . r y que constituyen su verdadera realidad " 11.
del cambio y el imp ulso de él
algo 1 I d
La
.
"ma terj~" nncrlPlo poa
se en renta
Esta concepción enc uentra u na exp resión nueva en el examen
.
o

ot~ mente 10 erermfnado a las formas puras, que lleva , ro la crítica d el conce pto aristotélico de fin. Aunq ue la C~
SI las r~~ces de tod a determin abilidad, afirmando frente a e llll (>ci(in de la natural eza en Aristóteles exige que las "fo rma s" de
pr~tenslon d.e un a real idad propia: en este dua lismo, pierd hu cosas se ent iendan com o los fines mmcnerues hacia los que
uni voca d andad el concepto del ser m ismo. l AS tienden, lo cierto es que este punto de vista aparece de nue-
y es de nue vo Leibn iz quien, con la interpreta ción monista \ puesto en tela de juicio por la concl usión a que llega su mero-
con~epto de ~?ergí3, que él contrapone expresa mente a la q ' IJk a. En ellas se nos presenta como el fundament o último y la
tcncra escueta de los escolásticos se esfuerza p u.cm final de tod o acaecer el "motor inmóvil" que, situ ado fuera
fund 1 ' or encontra
d amento
1" d
a mon ismo de l concepto del se"•. !..i.
r , primera
. n
del mundo y sin que le afecte par a nad a el ser ni el deveni r de
za a . ogrca e este intento volvemos a en contrarla en la le, lleva una existencia propia e independien te. El fin de la evo-
d el S1stem~ aristotélico por los filósofos modernos de la n~:l [u Ión, según esto, no reside ya en la realización por sí misma de
lera, c-speaaJmen te por T elesio y Pat riaai. la esencia int erior d e las cosas, sino en un ser situado en el más
. El modo, como las cosas se COntienen en su "simient e" e .lI n: el concepto d el universo pierde su independ encia, sacrifica.
tltUY~ ~egu n expone n. :5t05 autores- una relación funda me tln al concepto d e Dios.
y. obJen va que la t radic ion al d ist inción de potencia y acto De esta contradicción interior del sistema parten la polémica
bien encu?,re qu e"escl,arece. El estado actual posee, al mismo ti , 1:'1 reforma de T elesio. Si los cambios operados en los seres no
po, eld'ser., actua l mas alto' en cuanto se lo eOfl CIfba como ger llegan a su término en ellos mismos, si es una meta exteri or a
y con reten creadora de estados fut uros; tien e un ser "real" J ellos la que tiene qu e marcarles el camino y el rumbo, es evidente
~ue e~,un factor. pecu~iar y no necesario en el proceso mis~a tille, consid erados d esde este pu nto de vista, los seres ccncreros
ac~on. No existe m puede existir otra clase de ser: la nat I lerden todo valor y toda independencia. Las formas. en cua nto
leza ~I~ nos revela "entidades" qu e se manifiestan en fuena consideradas como principios ind k iduales de crecimiento y des-
en activida des efectivas.
. El con cepto escolástico de potencia, la hipóte sis de una e 11 "At qu o mod o res in se mín e exist un t? Dícam (si [icea r ita Iarí) semi-
cidad que no lleva en sí misma la tend encia a su re::ilización ~ tlllher. Ea scilíc et mod o, que seminl con veni t. Q uo seme n ea Capil, actu m I
que, como suhstram indiferent e, espera que rod a determinac eu po lc nria? Penpa rus rogab it. Respondebimus acru • • . Agit ením ni hi l, nís¡

le ve?ga de fuer a, es u n~ cosa híbr ida , lógicamente Insosreolb


'luD<! esr actU. . . Volea! ergo Peripa ri pa temia , qu ae ni! n isi respecrurn Iuturae
n i l ign ifica! . .• N,hil agit, n ls¡ q uod agere pc test. Posse hoc ab ectu e l essenris '
Com:~te en un ser propio y Sustantivo una relación y una co I,¡<>venir. EHemia ".. tcm C1ljusc.. nq1le en exiSlcmia tlC l.. VirllS hab...ns et a vi-
par aclan ment al abstrac ta qu e establecemos ent re un estado r .¡hUI (lClion...r. Et vis est in essenna et eius q uaedam extensio e t acrionis ínter.
sen re y otro futuro. tl ~ '1llned am pra e puatio. p rou r actio eSt virium ipsaru m ad extra. prorenslo ef

Por donde -como a hora se pone de manifiesto en d etall ¡,,, ' p rii o peri s ad impletio . •." Fr and~d Pat rit i; Pan a rcbla r de re rum pr ihc ipiis
,,,¡mi$. Lb. lit (NOi'Q d e .. nívenís philosophic:i, f en ariae 1591, parte 1, p. 8) .
136 EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA LA FlLOSOFlA DE LA NAnJRAlEZA l31

arrollo, li t convienen en ociosas invenciones : toda su eficacia mismo proceso en el cam po 'total d e lo orgánico; y así, ciertos
disuelve en la acción del Ser primigenio uno y universal. fenómenos onrogenérícoe, como por ejemp lo la metamorfosis de
Si las cosas de la naturaleza no poseen dentro d e sí rnísm la oruga en ma riposa, nos permiten atisbar la posibilid ad de prín-
en último resultado, ninguna fuerza qu e las mu eva, ningún 1 elpic de la transformación de las especies an imales..
pulso que las haga cambiar, si toda su aparente actividad no Estas ideas, con las qu e nos encontramos, por ejemp lo, en Ve-
en realidad, otra cosa qu e una actitud p,tuiva, Icómc, por Q nlnilt, aparecen tod avía, es verdad, exp uestas d e un modo un
med io podemos d istingu irlas las unas de las otras y afirmarl t oto incohe rente y en trem ezcladas con analogías y especul acio-
como sustancias separadas? J2 Lo único que puede devolver al 11'" aventu radas; pero d etrás d e ellas se vislumbra, a pesar d e
su independencia, su ple nitud y su variedad organizada es la pu todo, un amplio movimiento espiritua l. El concept o de naturaleza
inmanencia del fin. T odo géne ro es cread o en gracia a lií mis adquiere ahora, comparad o con la concepción medieval, un sen-
y lleva en si el centro de su existencia y de su acción, aunq tilia más profundo. El hombre no ha sido cread o d irectamente 8
tod os ellos aparezcan entrelazados en sucesión continua y se refi Imagen y semejanza de Dios. sino calcado sobre el mod elo d el
ran los unos a los otros . De los metales a las plantas, de éstas IImndo, es d ecir - para emplear la exp resión de Agripa de Net-
los 8?imales inferiores y a los peces y las aves, hasta llegar a I t eim--- como "imagen d e una imagen"; por consiguiente, no
mamlferos y al hombre, se d espliega una gran organización ro puede llegar a conocerse ni a captar sus relaciones con lo "abso-
peral, . constantemente progresiva, a la que nuestra mente ríe luto", directamente, sino sólo por mediación de la realidad orgá-
necesariament e que atribuir un corr elativo y cada ve: más ríe nlea en su coníunro' ",
d esarrollo en cuanto al gra do de conciencia-t. El concep to del O Ya el ocaso de la escolástica había apuntado, con Raimond
ganismo un iversal nos veda concebi r una especie, sea la que fu de Sahonde, hacia este pensamiento, qu e en seguida habría d e
re, simplemente como med io pa ra los fines d e ot ra superior : n perfilar y desarrollar la escuela d e Nicolás d e Cusa. Es la ccncep-
lleva a ver total ment e encam ada en cad a ser, por muy limitad d6 n que ahora pasa a ocu par un lugar central en el sistema d e la
que sea, la ley d el todo. '
naturaleza d e Paracelso,
La consideración externa del / in cede el puesto al conoc imie
ro de la total armonía existente en la estructura y en el desarroll
d e todos los seres vivos. De la transformación d e unas espec¡ rameelso
vegetales en otras podemos, d e este modo, inferir la existencia del La concepción fundament al de Parace1so acerca de la inter-
dependencia entre el m icrocosmo y el macrocosmo presupone
12 "Quocirca tiummoperc m ilat i Ari~rotclcm licee, qu i cum eceum, q ult
na tura mcventur ab alio a b ¡p is eepararo distincroque n ulfum prOf! US in U
una nue va relación ent re lo espiritual y lo nat ural. Si conside ra-
moYe ri de d arayerit, sed ñer ¡ tantum ab alio: ex ii! ilIa om nla ab alio mover mos aislad amente al hombre, nos veremos llevad os necesariamen-
enunciare nihil veritus sito Et ptc pterea etia m mobilia, qu ee sunr enria , n le n la oscuridad y al error; sólo el conocimiento de la vida uní-
qu aq uam cfficicns monis su l nec facien d¡ om nin o in seíp ste prindpium haber• Iliria de la natural eza en su conjunto irradia claridad y luz sobre
•ed patiend¡ ranturn. Désides igfeur seerrentesque propriu rer um naturas for'
~s que faciar: h ujl1smooi enim videanrue et stne for mee, si enlia non effidelll
t i ser humano.
~U l motus nec faclend í pr incip ium in se ipsia habeanr, sed petlendí tentum", "El hombre es, pu es, como un a imagen proyectada sobre un
Teleslo, Oc rerum nat ura jUXta. propria principia, lib. IV, cap. 20 (Tr aceeucnum t ft pejo por los cuatro elementos. . • De aquí qu e la filosofía no sea
philosop.h. tomus unus, p. 721) . Sobre el con junto del probl e ma, Y. Fioremino,
~e~dmo Tele,io, o u ia · S rud¡ Sfori¡;¡ suU 'idea della natura neL RiJora:imento It ' uUi Ca esarla V.nini, De admirandis nalurllC reginae detU'que morm.
,rolianb, Flore ncia, 1872, J pp . 218 s. Ijum arcan is libri IV, Lutenee , 1616. V. cspecialmente d iálogo 30.
13 V. Ca rdano, De mbll litahl, lib. X y XI: De rerum l'tIrie tllte, cap. VII. u A¡rlpp a de Neereehefm, De (l('cvlt4 ph ilo_lophkt. lib. m, cap. 36, p. 406.
''', EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA LA FlLOSOFlA DE LA NATURALEZA

sino el saber y el conoci miento completos d e la cosa qu e r '~ rte aislada, salt a a la vista y se vuel ve ta ngible cuand o lo
el espejo proyecta la luz, Y, al mismo tiempo, la conciencl henmos en sus relaciones con el todo: el cielo ext erior nos en-
que en el espejo nadie pu ede llegar a conocer su propia ese; ft el camino hacia el ínrerio-".
saber lo que realme nte es, pu es se proyecta en él como una l'ero la concepción qu e aquí nos formamos acerca del modo
gen muerta. Por tanto, el hombre, en sí mismo, no es ni IH ruar de la natu raleza org ánica req uiere, al mismo tiempo, que
ser tampoco considerado sino como lo que revela el conociml \, íbamos todos los procesos que se operan en el cuerpo hu ma-
de fuera, cuya figura se refleja en el espejo" a . IHI simplemente como producidos en él desde fuera, sino como
Se trata d e llegar a comprender el microcos mo cooocien ,dlcionados por el mismo y por su propia con textu ra peculia r.
los 'padres del microcosmo", de conocer a la especie y ni t enfermed ad es u n proceso unitar io, qu e d ebe ser considera-
vídeo conociendo In ley total que ellos encarna n y reflejan. investigad o en intima y necesaria relación con toda la estruc-
lo cual d esaparece aquella cont raposición dualista que hesr Inter ior del ser individual de que se tra ta. Sólo así podremos
nia separando el mundo "celestial" y el mu ndo "terrenal", ru-rend er cómo ha n acido y se d esarrolla la enfermedad y h a-
misma regla que nos lleva al conocimiento de u na esfera " rod o 10 posible por cur arla .
rior" y otra "supe rior", d el cuerpo d el hombre y del firmam "Ahí reside el origen de las enfermedades, el centro de toda
haciénd onos ver, así, " cómo existen, separados bajo diversas I licia en que reside cada m orbo, y fu era del cen tre no 5 (' pro-
mas, un firmamento, un astro, una naturaleza y u n ser" 1T. r ninguna en ferm edad. Es en vano hablar d el aire viciado de
Es, una vez: más, la idea de l organismo universal, conver rmósfera, de las hab itaciones o de la niebla: la constelación
Id... solamente en ti, y fuera de ella na da te ca usar ía daño. De-
en vehículo para el concep to unitario de la na turaleza y la
rien cia, Y es interesan te y curioso observar cómo, en Paree saber, por tanto, que la causa de estas cosas no debes buscarla
r 11 de ti, en la atm ósfera o en ot ras causas, pues ello es como
este pensamiento metafísico va llenán dose poco a poco de e
blur d e la claridad del sol sin ver el sol mismo. . . De ese ori-
nido empírico .,. cémo revela su fecundidad hasta en las fo
n manan y partiendo de él deben ser comprend idos los naci-
concretas de su arte méd ica.
I ntos y las enferme da des, y no como algo procedente de
La med icina, nos dice Paracelso, sólo puede erigirse sobr ¡ In" lO .
base d e la coruideración teórica geneTal de la nat uraleta; el
y en el mismo sent ido debemos comp rend er rembién la efica-
raje" d el mundo grande al mu ndo pequeño es lo que hace al • de la m edicación: " La natu raleza es el médico, y no tú; ella
dice, lo que resulta invisible e incomp rensible para nosotros I Ul tú es la que cur a; ella es la que mezcla los remedios, y no tú:

«cur a, pues, aprender dón de están sus boticas y sus recetas. ..


UI Paracelsus, DlU Bueh P a ra gt"ll TllllTl. ed. por Fram Sn unz, LeiplllI I
pp. 21 s. Las ci tu del Par llgr Btl" m se refieren a esta nue va ed ición : [as de
1 rn~d i co debe surgir, por tamo, de la nat uraleza y del pleno
obra! d e Paracelso e~ t:i n tomada! de la gran edición de Basilea en e no c imicnto de ella . El entendimien to perfecto consiste en q ue
mayor, hecha por [oh ann ea H user, con este tÍtul o : Büch er un d Schnfften, d 1 on,UIO roque y [os ojos vean lo que aparece oculto bajo la bÓ1'eda
Pbilípp¡ Th eophrasr¡ n ombnst von Hohenh eim, Pat acelsi gennanr, 10 r t M rrdne o. Lo qu e estan do oculto se compr end e, nos lo da sola-
Basílea 1589 ss. Dad a la d ificultad de disting uir las obras a ute nt icas d.
Irl1 le la fe : la salida y 10 perfecto nos lo dan las obras, y las
Apócrifas, sólo hemos uti lizado en nu estra c xpo~ ie i ón aquellos textos que I
ser nos d ice haber teni do a la vista en versión original del propio Psrac I 'I I' ~ son siempre visibles. Procura, pues, apre nder y ense ñar lo
(Acer ca del valor de esta ed ición, v, Sch uberr '1 Sudhoff, Para celsus-Forscl¡ 11I11,k y Lo in·visible unidos y no separaJos, el conocimient o pero
gen, t . I, Fran d ort del M. 1887, pp. 73 5$.). Cuando se citan ot ros texnn,
hace co nstar expresame nte. l ~ Op. ci c.• p. 53.
1'J Das Bue/¡ PClTI:lgmll"m, p. 47. .. l'aTagtanum , p. 5s.
,<O EL CO NCEPTO DE LA NAnJRAl.EZA LA F1l0 SOFtA DE LA NATURALEZA

fecro y tranquilizador, en el que reside la bienaven turanza y IIm ll período d e su pensamiento- había hecho suyas las obje-
buen traba jo." 20 '111 ft fundamentales aducidas en cont ra de la astrología por Pico
En las anteriores palabras proclama y esboza pl ásticamem 11... Mirá ndola, tratando de extenderlas a las otras ramas de las
racelso, con Iuerza original, el ideal moderno de la conce . m lns ocultes."
la descripción empíricas d e la naturaleza . La verdadera fil I n Paracelso viene a añadirse un nuevo rasgo característico,
no tiene otra meta que el sacar a luz y elevar a conciencia el 1 llanto Que este pensador enfoca el problema en sus dos 3S-
tenido que aparece recóndito en la naturaleza, pues "¿qué t ,,~ : el que se refiere a la ciencia de la natural eza y el moral,
naturaleza sino la filosofía? ¿Qué es la filosofía sino la natu ou ándose por manten er y justificar, junt o al valor biológico, el
invisible!" 1 r moral propio del individ uo. "Las estrellas ~ ice- no go-
Paso a paso, podemos seguir en Paracelsc la trayectoria qu umn ni forman nada, no se apropian nad a, ni inclinan nada a
encauzando gradua lmente la doctrina medieval hacia el 54 Influjo: son libres por sí mismas, como nosotros lo somos por
d e las ciencias empíricas. Se emplean tod avía, con frecuencia otr os mismos." ~ 4
térm inos y las expresiones d e la Edad Media, pero en ellas h l'nmcelso sabe crear las imágenes más elocuentes de su len-
ya un sentido nuevo. l it para expresar la repulsa d e la coacción física y las n uevas
Vemos, sobre todo, cómo la "alquimia" se sustrae a too. ritmes entre el yo y la naturaleza con que la sustitu ye. " No hay
nexi ón con los fines y las arres de la magia, para irse esdareci In 'lile el cielo obliglU' a hilCeT al hombre, sino que es la estre-
y elevando al concepto de la qu ímica teórica. Su función, ah misma del hombre la que lo gobierna. ' . La mano de D ios ha
sólo consiste en ind agar las causas naturales d e todos los cam h-undo qu e el cielo se mueva por sus rutas y el hombre por las
producidos en la materia, y la síntesis d e las fuerzas natu Vllft propias." 2~ A sl, pues, si bien el hombre, al igual que toda
como fuentes d e nu evos efectos. También el panadero que a untura leza terren al, necesita para desarrollarse la asistencia y la
el pan es u n alqu imista, como lo es el que pisa la uva en el l. .pemción de las condiciones cósmicas, no es d e ellas, sin em-
para hacer vino: "el alqu imista es, pu es, el qu e convierte en tll l1, de donde se d eriva su verdad ero e interior devenir.
útil para el hombre lo qu e brota de la natu raleza, el que lo "La simiente arrojada a la tierra da fruto por sí mi sma, pues
vierte en aque llo que la natu raleza ha querid o y ordenado 1'11 en sí el germen. No crecería, es verdad, si el sol no exis-
llegue a ser"." 1n, pero no por ello pensamos que es el sol quien 10 hace, ni
Paracelso insiste también, con igual energía, en la analogla l Itnnnmento ni nada parecido, aunque el calor del sol la ayude
tal qu e existe entre el cuerpo humano ~. el firmam ento, entr Ilr.rminar. .. De d os mellizos que re parezcan hasta ccnf un-
estructuración orgánica del cuerpo del hombre y la ordena t <', ¿podríamos decir que el uno haya recibido del otro el don

del mun do de los ast ros," Podr án sus comparaciones ser p esemeíarse a él! Cla ro q ue no. IPor qué, pues, hemos de lla-
mente fant ásticas, pero lo importante es la idea de que cun tllll OS los unos hijos de jove y los otr os hijos de la Luna, si so-
acaece en la natur aleza es obra d e causas especiales y de fue
especificas y de qu e así, y no de otro modo, d ebe explicar
l. tan parecidos los u nos a los otros como los mellizos?"
1a mut ua correspondcfU'id armonica sustituye, como se ve, a
comprend erse. Esto hace Que pierda toda su fuerza y todo depend encia d irecta : la "in fluencia física" es desplazada por la
valor, para él, la aslTología. Ya Agripa de Nettesheim --en Inlluencia ideal" ejercida por todas las partes del universo las
eo ParagTllnUm, PI" 26$" 41. Cfr. Deu BuC"h Pa.ramirum (2' versibn), • l.' V. especialmente Agrippa de N eereeheim, De incerlíluJ ine el Vlln.í lal~
Huser, 1, pp. lI S 1$. if,Ui',iTum, ca p. XXXI.
~1 Pa.ra.grllnum , p. 70. 1I PtIT<l mj' " m, r....rado 1, cap. 4. ObraJ, 1, p. l S.
2: P" rll.nir" m, tnl tado 111, cap&. 4 y 7 (Okas, t . 1, pp , J8 l' 41) . .1 P<lr~n " m, p. S4 .
EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA LA FILOSOFIA DE LA NATURALEZA

unas sobre las otras, como representantes todas ellas del ¡ clucíón hay que reservarla, en verd ad, para los hombres que
orde n total. I ron descubrir y aplicar la matemá tica como el instrumento
S in embargo, si en esta perfecta interdependencia , II I h II fundament al para el conocimient o de la natur aleza.
Asignarse cierta primacía a alguno de los miembros sobre t I evidente, sin embargo, que los gra ndes anta gon ismos me-
más, ella sólo podría corresponde r al hombre: más just Muicos que agitan esta época y se orienta n h acia una nueva
de cir que Marte se asemeja al hombre que no que el hom lamentaci ón filosófic a d e la ciencia de la experiencia encuen-
asemeja a Marte, "ya qu e el hombre es mas que Marte y I también en Parecelso su expresión y su reflejo. T ambién él
planet as". M en la experiencia sensible d irecta la única protección y
El pensamiento cobra, así, un ru mbo nuevo ; se opera nlco punto de apoyo contra la arbitrariedad de la tradición
un característico viraje. Para desarraigar la concepción h lo especulación: el saber, nos dice, tiene que ser tal " que
antro pocéntr ica y atribuir a la natu raleza tos derechos que 1u:n los ojos pueda n com prender al ente ndimiento y que re-
rrespond en, hab ía que part ir d e la condicionalidad del mI h en los oídos como las cataratas d el Rhin y que el ru ido de
mo por el macrocosmo. Pues bien, ahora se abre paso l. fía retumbe con la misma claridad que los vient os bu race-
d encia op uesta : el yo no d ebe sacrificarse incond icionalm robre el mar . .. Fuera de éste, hay que considerar absurdo
curso de la natu rale za, sino d estacar su propia sustantiv , conocimiento atribu ído a la naturaleza o que se le quiera
contrapo ne rse a ella. El hombre vuelve a ser el centro id wr".28
ser: "e s tao noble en Dios y ocupa en él un lugar tan al P r tanto, aunque se pugne por identificar totalmente en uni-
su imagen aparece co piada en la del cielo, en cuant o ést 1\1 "visible" y lo "invis ible", por acred itar directamente todos
V d eja de hacer, en lo bueno y en lo malo"," ,1.. uno d e los conceptos en la intuición sensible, se le reco-
La. cont rad icción qu e aquí se pone d e manifiesto no , un embargo. al entend imient o un a función propia y pecu-
embargo, más que el preliminar de una nueva síntesis. El u cuanto a la clasificación y ordenación de la materia ernpiri-
cen tra l qu e se le arrebata al hombre empírico es el que, l'srncelso d istingue entre la "especulación" y la "in vencíónv.w
sentido nuevo y más profun do, tienen que reconquistar I uII " inven ción", au n ten iendo su punto fijo de ap oyo en la
ciencia y el espíritu. El inte nto de aislar d e un modo pur I ión, no se reduce, sin embargo, al aislam iento d e ésta.
jetivo el problema de la naturaleza cond uce por sl misrnn ( uicn ~e d a por contento con la "experiencia" en el sentido
tend encia, abrazada, como en seguida verem os, por distím I lite y usual d e la palabra, contraponiéndola a la teor ía, no
sadores. 111 sus doctrinas más allá de los casos concretos por él obser-
Así, pues, la nueva imagen de la realid ad clara mente I ,lCómo podemos nosotros atribuir a los fenómenos concre-
cad a en Paracelso no apar ece razonada en det alle, de un n cuanto tales alguna fuerza analógica obligada, si no esta mos
abstracto y d iscursivo, sino más bien intuida con simplista 11 segu ros de que las cond iciones fortuitas en las q ue surgie-
dad. No cabe duda de que exagera un r oca el más reci ~lI ll-aucn a reprodu cirse nunca exactamente de l mismo modo? 3 ~
los biógrafos' de Paracelso cuando se empeña en incluirlo,
de los mar cos de la historia d el m étodo de las investigacict 1.1, en ParacelsCl, "gira casi siempre en torno n b inducción metód ica",
rural es, en tre "la s más grande s figuras del Rena címícnto"." •• •1I¡'raya este rasgo en la imag,,'l de COn.j 'HlIO que traza d e dic ho peno
1, lrmitdnd ose casi exclusivame nte a exp one r la conc epción . d i¡:iosa d e
26 ParamiTl<IlI (JI), lib ra TI, cap, 7: Obrns. t . 1, p. 136. Param ifUl1l (1 . 1'1"
r, cap. 3, O"rM, t . r, pp. 14 s. • 1"'Hll:l'anum, pp. 15 s.
;,
21 P. Snuru, Th..op h l'ltS l14$ Par<lre!su s, wi" Leben und .>ci nc Pen,' nll ... 1'' '''I!l'Ilr\j all erill$ Tmcr. 1: De philosophía. Obras, t. ll, p. 106.
Leipli lj', 1903, p. 11 5. Por \" d em ás, el pro p¡" Srrum, aunq lle se f\a l~ , , 'i"hre In pc dngra. Libro J, Obra s. t. IV, pp. 251 s.
LA FILOSOFlA DE LA NATURALEZA 245
EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA
J. de que en las ante riores palabras reconoce y señala de un
Llegamos necesariamente, por este camino, a un concepto 1" general las dos grandes y fundamenta les exigencias de toda
de la experiencia: "uno es el fundamento y el maestro del IId ,l teórica basada en la experiencia. C laro está que nadie po-
co, el otro 5U fuente de errores y su perdición". El primero perar, en esta fase de la reflexió n filosófica en que todavía
arte metódico del análisis químico, Que nos lleva de nuevo encontramos, una reoría desarrollada de la inducción.
ncclmlenro de las tres sustancias fundamentales de Paracel NAda demuestra con tanta claridad como el doble significado
segunda, un simple amasijo de percepciones incoherentes. embuve al fundamental concepto de la "luz natura l" 10 difí..
mo fenómeno de la naturaleza cambia según el ojo Que 1 une aún resulta para el propio Paracelso el disociar, mame-
templa: por ejemplo, el proceso de la combustión, que sustr «lelos sin embargo en equilibrio y en consonancia entre sí, el
cuer po a la percepción sensible y que para el ojo del cam r la naturalez-a, el mund o de los objetos V la función propia
lo reduce a la nada, descubre al verdade ro investigador, piritu.
contrario, su verdadera esencia y su complejidad, convirtii l . "'uz de la natur aleza" es para él, de una parte, la ley de
con ello en punto de partida para el "verdadero ojo médico" IfAl idad objetivamente real, por oposición al capricho espe-
Así como antes el pensamiento especulativo debía contr l'l ivo: "es una 'gran ceguera y una gran seducción empeñarse
con la experiencia sensible, ahora, por el contrario, todo lo guir el camino que nos marca nuestra propia cabeza, que no
ble" debe examinarse y comprobarse a la luz de 10 "inv nunca maestro ni doctor: el verdadero maestro es la luz de la
"En esto consiste la verdadera experiencia filosófica y ast Intaleza, no nuestro cerebro, ni nuestros cinco sentidos".u
ca: en conocer las cosas en lo que tienen de invisibles. . . e I'ero la naturaleza es, sin embargo, al mismo tiempo, el sfm-
el ayer es la experiencia que aprovecha al hoy, como la d I,¡. y el reflejo del espíritu divino; y, para poder comprenderla
sirve para el mañana," 11 I n peculiar entid ad, es necesario que el sujeto cognoscente
No basta, por tanto, con Que tos sentidos observen la n depurar antes la claridad y la libertad interiores de su pro-
lera y trate n de llenarse de su contenido: la autentica exper consideración. Mal podríamos recibir y alberga r en nosotros
requiere otra cosa: requ iere el experimento consciente y met luz natural, si ésta no tuviese en nosotros mismos su fuente y
mente guiado. IIdw:n. Toda la riqueza del mundo exterior, los astros y el fir..
"Todo experimento es como un arma, que debe maneja mento, se contienen y se cifran en el "espíritu" del hombre.
consonancia con su fuerza: la lanza es para clavarse, la mn "El espíritu del hombre es, pues, algo tan grande, que nadie
descargar golpes, así también los experimentos. " Lo más 1 In capaz de expresarlo, y así como Dios mismo y la primera
tante de todo es, pues, conocer cuál es la fuerza de cada rerln y el cielo son los tres eternos e imperecederos, así también
mento, la forma en que debe emplearse. Para experimentar ". el esp íritu huma no. . . y si nosotros, los hombres, fuésemos
falta hombres experimentad os, que estén seguros del manej I eres de conocer bien nuestro propio espíritu, nada habría im-
golpe, es decir, que sepan dominar el experimento con nrr rl.le para nosotros sobre la tierra." 3..
5U clase y a su modo.. •" u omo se ve, el concepto de la experiencia linda aquí muy de
La historia de la medicina y de la ciencia de In natural nu rodevla, en su modo de desarrollarse y de perseguirse, con
la llamada a decidir hasta dónde el propio Paracelso supo mfftica. Aunque las frases últimamen te citadas pertenezcan a
zar en su propia investigaci ón el modelo que aquí traza. N "'1 obra cuya autenticidad no es segura, no cabe duda de que
21 PaTaTTlirum (1) Libro 1; Obras, t. 1, p p, 72-74. ce. Sobre l . 11 Sobre la podagra, libro [, Obras, IV, p. 263. Cfr. Lab)lTinthllS TTled icon~m,
Obras, IV, 293 s. (Ex impresso exem plarl.I 11I 1 Ol>ras, Il, pp, 225 s.
'12 Chirur¡ische Bücher una SchriJften, eds. por Johann Hus cr, DlUl1 ~ , u l.iber de irnaginiblls, ca p, XIl, Obras , IX, p . 389 (Ex Manuser, allerilUl).
PPo 3OO s. (Cit. por Srruns, op, cie" pp. 20s.).
lió EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA LA FlLOSOFlA DE LA NATURALEZA

refleja n con bastante fid elidad el pensamiento central de Para Im lll . Se esboza ahora, en sus ra sgos más genera les, un a teor ía
y aparecen, ade más, con firmadas y complementada s por las l\oló",tic3 d el conocer. Esta teoría no es aún. cierta me nt e, el
que se expresan en círc ulos d e pensadores m uy afines a I rulnmenro sobre que descansa la concepción de conjunto, sino
celso, por un A gripa de Ne nes he im y un Fracasroro. Quien es todavía, com pa rada con ésta, un ad ita mento puramente
da de ra mente conoce su propio yo, ca pta en él, al mismo t ic. t ~n h l; constituye, sin embargo, y así debernos verla, un eslabón
la tot alid ad de las cosas: "cognoscet in prirni s D eum, ad rónco que va gui ánd onos poco a poco hacia un nuevo plan-
imaginero factus esr, cognoscet m undum, cuj us simulacrum uncn rc del problema.
cognoscet creaturas om nes, cum qu ibus svmbolum haber... el Recordemos que las luch as psicológicas d el siglo xv habían sido
mod o singu la stngulls suo loco, tem pore, ordine, mensura, vocadas y estaba n cond iciona das por el dualismo en cua nto al
port ione et harmonía apeare queat er cd se trohere atque dedil lo epto aristotél ico d el alma. D e una pa rte, se reconocían los

non secus arque magn es Ierr um", " l.Ihlus como fuente exclusiva e ine xcusable de conoc imiento;
Se nos revela aqu í uno de los rasgos fun damentales y car oun pa rte, seguía recon oci énd ose en la " ra:ón activa" una
risricos comunes a los pensadores de esta época y de esta te um de conciencia ca pa: d e exist ir de por sí, por su propia viro
cía. T odos ellos invocan la realida d sensible exte rna en la 1, ararte de las sensaci ones y desglosada de 1:'1 existencia del
aspiran a penetra r y a la qu e qu ieren entregarse plenamente, q 'u ( v. supra, pp. 134 ss.) .
todos ellos recon ocen, al mismo t iem po, en la imagen con Ahora, habiéndose dem ostrad o fallid os tod os los intentos con-
aquí se encuen tr an el refle jo de su propio " espíritu". Se hedores, no quedaba má s que llna solución rad ical para sustraer-
y se int uye, con oscuro present imiento, la ide ntid ad de lo ' este dual ismo: asegura r y desa rrollar con secuentem ente en
jetivo" y lo "objetivo" . Pero como la ciencia no ha alea d irecciones el fu nd am ento a que se había rem itid o el propio
todavía el grad o de madure: necesario para poder apoyar o 11 t ótc les; d ich o en ot ros términos, circunsc ribir tot almente el
este postulad o, es la mística la ún ica que, en últi ma insta «ximien to dentro de los lími tes de la percepción directa. La
puede apl acar la sed d e unidad del conocimiento. oc ncíón d e ot ras instanci as, tales como la supuesta función pro-
de los conceptos y de la inducción, no ha cia sino poner al
B) LA PSICOLOGíA DEL OlNOCIM IE l'o'TO ubicrro la pre tensión en ga ñosa que aquí se esconde y revelar
1l1leVO en las im presion es sensibles tod o el conte nido que estos
Los comie nzos de la filosofía italiana de la naturalcta n , rores pa recen en cerra r. La u nid ad del saber sólo puede alean-
tú an ya en una fase superior de la abstracción . En ellos I e Y mantenerse medi ante su total reducción al objeto concreto
T elesio y en su escue la- predomina tamb ién la tendenc ia li t: 1M: sens ac iones nos trasmit en.
observaci ón d irecta y a la experiencia con cret a; pero . al
tiempo, vemos cómo a puntan ya las primeras reflexiones n
d el proceso y de las condicion es de nacimiento de la experi
-3~ AJI;rippa de Neneshe tm, De occulm phi!OlOphid. lib. 1lI, cap. 36,
Cfr. Frocu toro, De in rd!cc! ione , lib. [ ( Ope~d omruc, V~ n ~cia , 1555, p. 1
11 " l l Lmo Fracastoro
"Inrellectus aute m divin a cen e er sacra qu aedam l es ese.. . qu a sola Dilt 1"1 primer rep resenta nte de la filosofía ita liana de la natura -
sím iles vide mur ñer ¡ í ps i~qu e ass" ciari, qua hamo deníque unive rsl h
qu em mundum díclmu s, spe ciem q llanJ a m er simílitu dine m prae se !trl ¡
I 11 sobre quien debemos parar la ate nción es Gtrolnmo Pracas-
un us q uod am mod o m undu s esr, in que res orones, qUa~ ubiqu e sunt , ,~f t 1111, médico y naturalista. En él apa rece ya bien delineado este

syd era, inane, maria, terr ae, montes, silvae, animalia et reliq ua ornnin I 1 uenmiento general a que nos referimos, aunque claramente m ez-
titll JUnt." 11101<1 todavía, es verdad, con elem entos de la rradl ci ón escolástica.
248 EL CO NCEPTO DE LA NATURALEZA LA FILOSOFIA DE LA NATURALEZA 249

La historia d e la filosofía parece haber olvida do por com¡ u-rna co rno una suma de cosas concretas fijas y d e sus estad os,
el diálogo de Fracastor o sobre el conocimiento (De ¡m e/leet'¡ I elrna se conv ierte, a su vez, en conglomer ado de tmágenes ,..e..
Y. sin embargo, esta obra constituye un important e nexo de un IIwntat i«.u, cada una d e las cu ales se refiere a un original 00.-
una acusada linea d ivisoria entre la escolástica y el pensernl uve propio. Pero no es d ifícil da rse cuenta en seguida d e qu e
moderno. Es cierto q ue la nueva concepción va destacándose I toe agota con ello el concepto de la conc iencia, pues, ahora ca re-

poco a IX'CO y apa rece todavía, a primera vista, envue lta en n de representación psicológica suficiente todos los conceptos abs-
paje conceptual de la Edad Med ia, pero esto no debe deson 'I"OS de relación y todos los nexos abstraeros. Ninguno de ellos
a n uestra mirada en cuanto al verdadero cont enido de la Irln encontrar su expresión ad ecuada y completa por medio de
de referencia. Ill! imagen comp leta ni por med io d e una su ma de imágenes
Pracasroro, para explicar el proceso d e la percepción, re este tipo. Se pla ntea, por tanto, la necesidad d e expresar y ha-
sobre todo, a la teoría medieval d e la "s pecies", sin de tene r comprender, por lo menos, indirectamente ese conte nido, me-
analizar [v. acerca de esto, supra, pp. 57 ss.], ¿Cómo pod rente la intr oduc ción de nuevos "órganos" y actividades de l alma ,
nosotros llegar a ten er conciencia de los objetos que no af 11 cuant o ese cont enido se concede y reconoce.
directament e a nuest ro yo en la proximidad de l espacio; cóm T oda la psicología del conocimiento desarrollada por Freces-
d emos evocarlos en el recuerd o, cuando ya su impr esión dire ro se orient a ha cia esta dificultad y ha cia este problema: zcómo
ha borrado ! Para Fracastoro, este hecho sólo puede explican la muc hed um bre de los contenidos sensibles concretos que lle-
dianre la intercalación de un ser inte rmedio que pasa a n 1111 nuest ro yo puede surgir, destacarse y cobrar prop ia sustanti-
de las cosas y que se incorpora a nosotros y en nosotros IJnJ de idea d e lo gener al, el concep to universal?
nece como un fondo fijo. Para contes tar gradu almente a esta pregunta y t ratar de ir re-
T od o conoc imiento, así concebido, no es, por tant o, la e lviendo paso a paso esta d ificultad, el pensado r italiano int ro-
c ión del objeto en su propia entidad, sino simplemente su bree una gradación de cap acidades y formas d e activ ida d d el
sentación indirecta por med io de un símbolo sensible. Fracs hnn. Al grado inferior de la escala, consistente en la simple asi-
n iega ex presame nte que el alma cierra, en esta representación nubctón de las impresiones y en la combina ción de las sensacio-
act ividad propia e ind ependiente, ya que, si así fuera, tendría " de Jos dive rsos sent idos para formar con ellas una unidad , se
adoptar frente al mismo cont enido una actitud a un t iempo nlam aqu ella actividad por medio de la cual vamos anaJitando
do ra y receptiva, activa y pasiva.:!8 '" SIIS elem entos parcidles un contenido que a primera vista se
Sin embarg o, de este planteamiento d el problema se des Ilt ofrece como un todo complejo e indiscernible. En el yo pal-
de enseguida una dificultad interior. Al determina rse la renl ¡ ll n, por asi decirlo, un movimient o propio y u n impulso interior,
jue lo emp uja a sobrepone rse a las impr esiones d el primer mo-
M "In pri m i~ a u tem co nstare ínte r nos debe r, ~ogr¡ilju ne m ornnC'H\
melito y a desarrolla r, mode la r y esclarecer la imagen confusa de
rl."nl m sim ulachra fj~..i, q uae a liq u i s pec era vocev ere¡ nos in seholis
spectes re ru m ap pd la mus... Ne cesse igitu r est de miu¡ ahquíd ah objeet<.>, onjunto con que al principio se encuentra.
p roxime nrting ar a nlma m, a rque iIIam mu te t: tale autem non aliu J esse r Esta capacidad analirica de la conciencia -para la que Fra-
quam stmulach ru m et s pec ies rcru m, quae extra sunr .. . Int ellec tlc il/I I eucro acu ña un nu evo término propio, con el conce pto de la
non aliud certe videt ur esse, quarn r..praesc n ra¡jo ob jecri, </u ae an i mae ' ~ l l bno t i o"- se d istingue de la receptivida d de los sentidos en
r ior j {ir l'~r rec<'pfilrn ol,jecti spe ctcm. , . H abet curem d ubitat tonem q llAlI
que presupo ne una part icipación act iva. de l yo; y se d istingue, a
u trum q uod die imu s in telhg ere, 5it act io quaeJa m animae, an passio tnn llll
11 vez, de los modos sup eriores de art iculación del pensam iento
mth! a u tern vid erur, nis¡ Iallo r, tán tum pulí a nlrnarn in telligenJ o, er nih il
terea agere'' [Fracasroro, Turr ius sive de int elleclion e. Líber pr imus, P I' ~ Il que no gira en torno al problema d e lo verd adero y lo falso, es
Venecia, 1555, 1'1" 166 J,) , .lcclr, en torno a un enjuiciamien to lógico, sino que versa simple-
250 EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA LA ALOSOFtA DE LA N ATURALEZA 251

mente sobre un tránsiw simple y, por así decirlo, instintiv o ti Q ueda explicad a así su rel ación con la impresión sensible de -
contenid o a otro. La nu eva fu nción psicológica que Fracasror rminnda Y concre ta: la "specics" de qu e se tr ata, aunque no
traduce presenta, por esta su fu nción int ermedia, cierta afín! 11 do, ciert amente, repr oducir d e un modo d irecto el contenido
con el concepto moderno de la asociaóón: es digno de notar, , conce pto, sí pued e representarl o simbólicamente, por cuanto
embargo, el qu e no se le at ribuya el papel de reprodu.cir se nsn • I al pen sarlo, pen samos al mismo t iem po, en él, una relación
n es previamente da das, sino que se presuponga ya su coopern 11 todas la s d emás perce pciones an álogas. De por sí y en cuanto
en la aparició n misma de l contenido de las percepc iones. Sin eus cualidades psíquicas peculiares, todo contenido de co ncien-
ca pacidad de d isociación, sin las ope racio nes sucesivas de ap • r-s un contenido singula r: sólo el punto de vista sub jetivo de
bir e ir destocan do los momentos especiales d e un complejo, .111' tras conside racio nes pu ede conv er tirlo en "universal", cua n-

pod ría llegar a com pren derse siqu iera la pri mera mat eria pr 1,1 11(150tr05 mismos t rat emos de encontrar en él el signo de toda
de la " representación" 31 . dn se de conten idos de que forma parre' ".
La combi nación y la n-pamción forman, e n general, los rll Esta solución, que en la. época moderna se mantiene tod avía
fund amentales y esenciales d el pen sam iento, que es posible pie en la teoría del concepto de Berkelev, desemboca, si la p er-
ner y poner de manifies to hasta en sus formas y fu ncion es uim os retroactivamente, en el " nom inalism o" escolástico.
alta s. Es aq uí, por tanto, donde h ay q ue encontrar la explica Coíncíd.endo con G uill erm o d e O ccam, Fracasroro distingue
del nacimiento d e los con ceptos generales. Al ir encont rand o horn ent re conc eptos de orden prim(7.ri.o y secundario (Intentio ncs
cesívamenre u n dete rmi nado conte nido con creto en una serie [ulmnc er secundae) , los pri meros de los cuales versan d irecta-
combinaciones mú ltiples y cambiantes, a prendemos poco a ente sobre objetos exteriores, mie nrras ique los segun dos se re-
a ir destacándolo como ele mento ind ependient e y a atribuirle 11 ten sim plement e a nu est ros predicados acer ca de los ob jetos,
entidad propia y sustantiva, indepen die ntemente d e las circ • lende por tanto de una reflexión d el ent end imiento sobre si
ran cias accesorias y fort u itas con las que siem pre ap arece en mumo. La sepa ración en especies y géneros pertenece excl usiva-
mezclado. «wnt c a este segun do tipo de pensamiento: la s cla ses que así se
El concepto no es, por tanto, sino la "semeja nza" entre diet uublccen no tienen má s valor qu e el de OIr~ tantos nombres y
tos com plejos afines de p ercepcion es: semeja nza que podemos, I rmin os convencionales, cuyo tratamiento interesa m ás bien a la

duda, rep resentarnos ais lada d el espíritu que la conside ra, r " am:itica y a la retórica que a la reorle del conocimiento.
no corno alg, real dorado d e un a existencia propia e independi Sin embargo, también esta expli cación y esta d istinción se re-
len enseguida como dema siado estrechas para abarcar y medir
111 "Voco a urera OUI-nOlionem "une earn co gniuone m, qu a sub u no quo c 1ft mmlidad de la conc iencia. l as mOtluliaades propias de acriviaad
ap p reh en so multa aliuJ simu l confuso qu od am o rdm e sese off erun t, ad q I I ~I espíritu, la fant asía y el razona mie nto l ógi co, el perrsarniemo
co n sequenter me ..etur a nima, u num post a liuJ inspc:~ l u ra. Ccusta r enim ~ " ~lr:'lcto y las combinaciones asociativas, no pu eden enc uadrarse
anima li esse rno tu rn hunc. q u¡ nOn est c<:I m pm ilio, aut rari oc inalio, in ,
t .......ira.l aur ¡ahilllS Jir. sed simplex er so la re rraesen ratio urrius sensíbtlts
lnmmente en ning uno de los dos t érminos de la ant ítesis. No
ehu d. Sed noiq ue e tiam m emQria c.'! h eec operario. I<w \<'u i m..mo riae am I demos incluirlos totalmen te en los conce ptos de la primera cla-
"'ru,. sed n.arur¡t e l tem pere et nri<>ne p rior me mor ia est. • • Qu ap r"p1er rt , puesto que no pert enecen al m un do exterior , sino única y ex-
ipsa dili¡:enl e r qu ae rend um esr, qu on iam nlh,l ah .. J .1<.' ilIo hacle'll1s d ctn ll lncivarnente al yo: pero, dentro de ésre, poseen a su vez una
fI(Itllm t·¡J ro, Il{ par <.'Tal el of'Orteb <1l. r ro ple r q uc d el no..o ut¡ VOCl h , • nlidnd y un a verd ad propias e inmu tables, que las distingue de
coact¡ fuim us, cum n ullu m a¡¡ud hu ie operation i irnpoaiturn videre mUS nOmel
un de sub nonon em a ppe l1 avimus. . . No s Ieete autem mo tiote m han c sen'
1<l~ rvnnbres variables y ar bit rarios (('O qu e se los designa . N o rie-
irse p e! se, sed in te rior a nima, quae sim ul (U!TI ~ e"m octu lit er porent¡.,
Maj<lrern h abe r." Ol". ctr., lib. 11. r. l i 9, A v B. u Ol". cit .• 1-'. 177, A-O.
¡52 EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA
LA flLOSOFlA DE LA NAruRALEZA
nen en ~l al ~a solamente su morada, como formas 5ubJCl
c~al e~qUlera, sino que tienen en eila, además, su origen n l iemos d e ver cómo todavía entr e los filósofos de la natu ra-
' ~ 1l1
se plantea esta d ificultad, aunque sólo llegará a cobrar, cier-
n o, siempre igual: es p ropio de ellos, no sólo un "esse in aoi
sino ad emás un "esse ah anima", Las operaciones del espíritu ' temente, claridad completa una vez qu e el progreso mismo de
en el alm a como si fuesen exteriormente": present an el car I ciencia afirme, eleve a conciencia y haga que sea reconocido el
de la d eterminabilidad objetiva y debe n, por tanto. en este rulado de u na lógica de las relaciones.
rido, ¡ncl u i~se en tre los concep tos de orden primario, aun no
sevendo existencia c bje tivaw. 2
Vemos, pues - y más adelante podremos seguir aún más
ram ent e esta t rayectoria-c-, cómo es precisamente el problema
rral de la concief\l,:ia de sí mismo el que, en último resultado,
ne a romper el marco y el esquema trazados por u na 'psícol Pracasroro, corno hemos visto, recogió el concepto escolástico
sensualista de) conocimiento. En realidad, para conceder al al la " specíes", aunque aspirando a conciliar y supera r la enrí-
su "realida d" propia y peculi ar, Fracestoro se ve emp ujado a I , ls entre las especies "sensibles" y las " inteligibles". El mismo
1 mino sigue la doctrina de T elesio. A quí no se trata ya, sin em-
ear la m isma doctrina averroísta del int electo uno y u niversal
que vale tanto como admitir de n uevo la hipós tasis de un l. rb'O, de inda gaciones psicológicas aisladas , sino que el problem a
"general", en cont radicción con su propia teor ía del conccímíe Ilf l conocimiento se erige ahora sobre la infraestructur a creada
Hay, además, otro problema que en este punte se abre filtre tant o por roda la teO'fia. de la TU1tu.raleta.
, se impon e. C ua ndo Fracaseoro se proponía d emostrar el n El proceso de l conocimient o se encu adr a de nt ro d e la conexi ón
~ i~nto de lo general pa rtien do de lo particular, su int erés iba It'neral de los problemas biológicos y se supedita a ella: se pro-
rigido excl usivamente a los concepros gen éricos, no a las re! secta sobre el problema de saber cómo la tJicLl d el todo, que es
nes o universales del espí ritu y a su validez. Ahora bien, Ise o. I misma y existe por igual en cada una de sus part es, ¡se t rueca
con ello el problema! lAcaso es ad misible equ iparar d irecta r te conviert e bajo especiales condiciones en una serie d e senss-
te conceptos como los d e espacio y figura, magnitud y núm ero I lunes ind ivid uales. "Conocer" significa " padecer" : significa re-

,?ncepto de " lo blanco", por ejemplo, que abstraemos de pete nunciar a la pro pia vida , pa ra asimilarse y reproducir una vide
Clones concretas como las de la nieve y la leche? 40 elenn. Pero no se trata de expresa r esta t ransformación d e u n
mod o abstr acto, sino que, con arreglo al mod o de pensar y de ex-
e, "D ubitabiris . Ufern fortasse de i rs i~ met ope raticn ibus ením ae Uf ím
;ere, a ~trahe re, ima gin:lfi, r:II fiucin arí, eu bncsc ere. .. utrum pr imi vel senJl poner de la filosofía de la naturaleza, encarn a y se representa en
e~nee p l us die¡ debean r, qualld " esse in. ani ma om nia haec habenr. Ad qUOII lI na intuic ión inmed iata.
•Iicend um c ~t ope raf i,'nes hasc e a nimae d eber é diei POfÍlu cue <lb <lr¡1 Toda vida es el resu ltado de la acción de dos potencias en
'l~m in ar¡ima eu e h<lbC'Te, sieul acci pimu5 n u nc esse in an ima, Uf di.. I'u¡.:na, del juego mutuo d esarrollado sobre la materia de por sí
guieu e ab esse extra a nima m . Qu ae en im eon eipiunlur ~e c undum esse \
habent Inerte y que se conserva siempre en una canti dad constante, por
a nt ¡10 ar .nrna, d u p Iex esse haben r, alterum extra anima m, alterum in ,anl q
I ,, ~ dos fuerzas fund amentales del calor y el frío, La variedad
al o peflltiO rleJ pra.:d iClac im elhge ee, abstrah ere, el alía no n ha bllnl hoc

d¡¡plex, sed sclum a b ani ma et in a nima sunt. Slm t aurem in ani ma, ele $/ r. l it' las formas d e la na turaleza brota de l varia ble y d iverso grado d e
"Herir, 'l "elre pritn i eOt'IC"l' fu s IIm r, super q uibus er secu ndí fier¡ POb~ UI\ participación en estos dos t érminos antagónicos.
Op. cre., lib. !l, p, I n , De este modo , tod as las d iferen cias cu alitativas, y con ellas
.0 "S·¡CUt eute m e Iacre e t tuve . un .iversale albedlnís fit, Ita ee cc nju
rodas las d iferenciaciones individuales del ser, se retrotra en a una
roeum s~a \~n i Vers8lia e: Idea e extr ahUnl urj q ua re er uni versllle Iocí, er fi~Ul'
et q uanntans, er num en, er aliarum confíc trur." 0 1" d r., lib. 1, p. 177 B.
linIo forma fund ament al originaria de la acción, T odasIas cualí-
dadcs perceptibles por los sentidos se redu cen a diferentes clases
EL CO NCEPTO DE LA NATURALEZA LA ALOSOFIA DE LA NATU RAlEZA m
d e mot'im iento, todas las d iferencias de la materia un a a I Ahora bien, la primada d e la susta ncia espiritu al se expresa
Icreeres grados de condensación, según la acción ejercida en lamente e n el hecho de que se halla en cond iciones de retener
tiple grad ación, por e! calor y el frío. ' I mucho tiem po los movimientos en ella producidos y d e pro-
As¡ tam bién las sens aóont's son posibles solame nte por IrklS en si misma, por su propia voluntad o respond ien do a un
cho de que se conec te con la "s usta ncia" an ímica y se rrau rpnlso ext erior. Sobre esta cap acidad d e prod ucción , que viene
a ~lla un movim iento d e deter minadas car nct eristicas y velo Ilfllldirse a la cap acidad originari a de percepción, d escansa toda
existen te en e! exterior. Ari stóteles había descrito el pen sara nctividad intermed ia del razonam iento y toda s las combinad o-
en gene ral como e! "contacto" de l l'Ol"; con lo pensa do : este pensantes de! espíritu.
cepto se enfoca aho ra con mayor a mplitu d d ándole un a ¡ El "ent end imiento" no es otra cosa q ue la a plicación en tod os
prefación mas seria y p lenamente sensib le. ' Inda uno de sus aspect os de aquella acti vidad primit iva a la que
T od os los tipos d e conocimiento son simpleme nte modo l ~ ll Hl mos "memori a" psicológica. Nu estra penetr ación en la csen-
d es especia les d e la percepción de l tacto y se hallan condiclon de las cosas se basa siempre en la posibilida d de reconocer como
por la mayor o meno r proximidad en e! espacio ent re el o l ~ semejantes impresion es y de pasa r d e las per cepcion es pa r-
y el "espirit u". Este de be concebirse, por tanto. como algo p slcs que nos son dadas directa mente al complejo tot ~l e~ el qu ;
luramcnre Corpóreo, pu esto qu e asume en si direc ta mente los '11 nntericrid ad se nos han present ado en la experiencia . A SI,
vim len ros corporales : T elesio lo describe, en efecto, como '1 ejemplo partiendo de unas cuant as cualidades conocidas d e
s ust~n ~ia fina y sutil, a manera de un med io elást ico, que pe: Hl objeto dado -de su d ureza, supongamos, de su m~I,eabil idad,
be, Imita y trasplant a c ua ntas vibraciones le llegan de fuera, 1 su color- llegam os d irecta mente a la re presentacron de ese
Contribuyeron principalmente a perfilar esta conce pción 11I empírico que caracter izamos con el no mbre y el concepto
demem al las influe ncias d e los estoicos y su t eoría del pncu 1 ~ "oro" .
Las cosas act úan sobre noso tros según el grad o en que en elln T oda vid a y t odo progreso del con ocimiento tienen su fuente
~:zclan el calor y el frío, med iante la exte nsión y la cond e¡ tl este tipo de conc lustoncs analógicas, e n una simple conjetu ra
eren de esta materia sutil ("spiritus" ) , que, a unque in visible, d 1 nda en el recuerdo asociat ivo. El " int electo" no es d e por sí,
concebirse como continua mente extendida a tra vés de todo el 11 cierto medo, más qu e un órgano se nsorial especifico por me-
tema nervioso. No se pla ntea a este propósito la cuestión de Sil t lll del cua l pod emos ca ptar lo lejano, lo que no ejerce ni nguna
cómo los diferentes movim ientos de la ma teria anl míca fun mflucncia d irec ta sobre nosotros. C laro est á que seme jante con-
mental penetran como tales en la concienckl, cómo se relacio ercíó n, com parada con la percepción del objeto mismo, resul ta
entre sí y se entrela zan en un idad. La h fpé eesís sim plista de h'l1\l're nece sariamente im perfect a y llena d e lagun as. El r~n sa.
an imación general de la materia descarta de antema no toda uneutc no brinda ninguna crítica, ningú n cont rol de los sen tidos,
flexió n relacionada con est os puntos. Illl l solamente un expedie nte al que se recurre cua ndo nos falta
La concepción que T clcsío toma como fundam ento no puc III1Il sensación directa. Pone rlo por end ma de los senti dos eq ui-
por tanto, ser cali ficad a de " materialismo", en el sentido estr Vllldl'Ía a coloca r el med io más alto que el fin, el ú nico que pue-
to de ,la ~a,labra; cua ndo la {unción de la con ciencia no apare 1.. infundi r a aquel su significació n; equivaldría a perder de vista
todavla lógicame me desta cada como algo propio e inde pend ien 1/1 nu t ént ica met a del conoc imie nto , para no ver m ás que su ins-
cuando se funde tod a vía di rectame nte con las cosas cor p óreas (lit uum cnro fortuito y exter not".
ta la prim era premisa pa ra pod er hab la r, no ya de la pecullaridn¡ H " Al no n 11l\lJO res sens u pe rcepras mutu sq ue, I.luibus IIJ j i" ~<lmmOlU~
de lo ~nímico, sino ni siq uiera del concepto pu ro de la materlQ, t absentes índ ern cessantesque recolere er qu oda m semire pact o... "piriIU;
entendido e n un senti do cie nt ífico. t. ;um ...idetu r, sed rerum ¡t iJe m , q uarum co nditic q naepillm ma ni fC\>tl , ( d i.
'" Se EL CO NCEPTO DE LA NATURAlEZA

ha querido ver en T cleslo, a la luz de estas afirrnaclon I I1 KA Y


LA Flt OSORA DE LA NA11JRAlEZA

rep rod uzca con sus movimientos correspondien tes y ade-


'"
prec~rsor de,l sensualismo, sin dar con ello, pese a toda la e uedos, La luto que baña y penetra 106 objetos, asume en sí todas
d encia exren or que pu eda apreciarse en cuanto a las tesis ce u1 propiedades y formas, par a transmitirlas a la sustancia anim í-
I~, .e ~ el blan co de lo que constituye el cent ro y la peculinr . Esta, al experimentar por la acción d e los diversos objetos un
hJSton~a de su d oct rina . En el sensualismo, aunque sea d rnbio en su estado de mot'imioento, reviste, por d ecirlo así, rodas
~o Incompleto, predomina sin embargo el interés del e cua lidades, lo que le per mite seguir determinando, a su vez,
miento: l~ que se propone es en conrrar el camino que llev I movimiento del espíritu de m últiples modos y en una sucesión
:as.sensaclOne,s y las impresiones a los datos objetivos. Lo 1 cnmbios incesan tes.
og¡a es, para el, el punto de part ida y la instancia suprema lla Eo este proceso, no son las cosas mismas, sino que son, al
a esclarecer tamb ién los conceptos fundamentales de la ¡bU: umo tiempo, sus múltiples relaciones las que así cambian: no "ve .
Pues bien, la doct rina de T etesio procede en sentido inv \1 " di rectamente tan sólo la claridad y los colores, sino qu e

parte d e un determina do dogma fundamental de la física vernos" tamb ién Il)S espacios qu e median entre los objetos, y rJO$
c~ndo luego el tránsito a la fisiología, qu e pa ra T elesío coi presen tamos, de este modo , su situación y su ordenación. To-
siempre con la psicología. Las cosas son lo evidente por sí m • estas d eterm inaciones se tru ecan sin mas en " afecciones" de
y lo .dado; la sensació n y la conciencia solame nte un probl luz, para convenirse luego en orras tant as "a fecciones" d el es-
par cial ~.entro d el mut;do d e los objetos. No se plantea para n Irltu ~ 2.

l~ ~~estlOn de saber como es posible que los objetos rígidos y La concepción psicológica aq uí preconizada encontra rá luego
[initivos se transform en en el flujo y el proceso de la conde I desarrollo metafísico en Parriszi. La luz, en él, como algo ne-
El proceso d el conocimient o se con cibe y d escribe simplem Inriamente inhe rente a los cuerpos, pero que, por su misma
como el paso de una cosa a otra cosa. u-ncia, escapa d e otr a parte a lo corporal, es concebida a modo
.• Esto se d estaca clarament e, sobre tocio, en la teoría de 1 un elemento "mediador" entre la materia y lo Inmaterial, en-
no~ ~e Te!esio. Basta com para rla, por ejemplo, con la teori If ~ lo material y lo divino".
la u,ltlma epoca de Berkeley, para ver claram ente qué sepa El pu nto de vista en q ue estas doctrinas se sitú an d ifiere mu-
aquella d el sens ualismo filosófico. Sólo adm itien do la exiSte hu, como se ve, de toda teoría psicológica del conocer, cual quiera
d~. un m edio corpór eo especial entre ambas pu ede darse la \lile sea la tendencia que ésta abrace. Cua ndo se parte d cl cono-
b~hdad de que las cosas exteriores se reflejen en nosotros en nnlento, surge necesariame nte el problema de demostrar las di,
d iversas formas y en sus d iferent es colores, qu e el espíritu las enas relacion es posibles ent re las cosas y sobre tocio, por tanto, su
OIt1llnitu d y la distancia que las sepa ra, como relaciones comple-
q uae occ uhae sur u, has it idem iis intue r¡ in rebus, q uil;.us ilIl Inesse 1.. qu e d eben derivarse de elementos origina rios; relaciones que,
~Cla Sil " ,qua~ totae ~rcepl~e e¡ su nt : quod ¡'"d ligero: vulgo dicitu r, I 'r tanto, no deben presuponerse como factores preexistentes, sino
q e••. exueunar¡ ve! pcnus e(lrnmemo ra ri d icend um esr
. l' " , . .. S''qu,ldero coneI t de cirse a las condiciones que les dan vida. l a coordinación. en-
om rus a rcu¡ '~ n lf~ tu r et ah aliq uo pendea r er eonti nea tur in aliq uo ner
e,sr, q uod adrnls erot vel srarírn adrniuar spiritus, h uju smodi sensu peref " tre las mismas sensaciones simples y la ordenación bajo la que se
lit, . um me en necessa• - nu' mo 1laque Inre
' 11eCIIN],S
" ,
cujusvis princi plum &i m,t I1 seme n ante nosotros qu eda, aquí, incond icion almente desear-
do esr ~~u pe rcept a, Ir nellecne vero lp!>a (q uae vere intcllecno non ,. dn, sea cu al fu ere, ent re estos dos, el factor que se consid ere
sed••• e~15~'ma tio vel pctlus eom mem Onlrio q uae dam ) sensus quidam, tm
1I rmo objetivamente primario.
fecrus nt m' rum e t per ~i~i~itudlnem, non scilíce r a re, quae illlelligitu r., .
a sen s.u fa ctu~, qu era slrn, ),bus a reb us Iier¡ r ereepi t spinrus.. . lraque hu)
mad l Intellecrio longe <:'S I R OSU im perfeel ior" Telesfo D \' U Telesíc, De terum nar llm, lib. VII, cape, 17 ss.; pp. 853 n .
3; pp. 87Bl . • , e U'Tllm nat...m, ... V. Paniu i, Noo'lJ de .oni"'eTJi, ph ifoJop h ia, Panaugia, p. 2.
". EL CONCEPTO DE LA NAruRALEZA LA AlOSOFlA DE LA NATIJRAlEZA IS'
El modo como T elesio concibe y enjuicia la Jl"I4lemár .1, pues, T elesio, en fin de cuentas, aparece dívorc íado del
vela de un modo especialmente claro que la separación a q el pensamiento, en que radica la ciencia moderna de la na-
referimos no se da en este pensador. No sólo destaca el e 111 aun allí donde más se acerca a sus resultados. La con-
intui tivo de sus rasgos fundamentales, sino que los axioma 11 ciÓn que queda flotando en su doctrina ~~ía caracterizar~
métricos se funden, pa ra él, directamente, con los restímont I e el punto de vista h istórico. en las Siguientes palabra.s
pinces acerca de los objetos concretos de las percepciones. .u: el concepto aristotélico de la fOfTl'l4, superado en la Ií-
asociativa de la "semelanea", la inducción y la analogía 'igue imperando en la psicología.. Sobrevive en el concepto
uno y otro campo el principio gobernante. "Definimos" un , b lico de la spectes y en la concepción según la cual las cosas
lo o un triángulo cuando atribuimos a estas figuras todas 91.1 Il U en el proceso del conocer se rransfieren al espíritu con
cualidades que los "sent idos" descubren en ellas. PII~te de su esencia y se transforman en él. Pues ~i~n, es.ta
Sin embargo, hasta ahora, los sentidos se referian sola pelón no puede desarraigarse del suelo de la rnerafisica ans-
a los objetos físicos: según los principios del sistema, sólo IrD, del q ue ha brotado (cfr. supra, pp. 57.s.s., 103s.). El ser
afectarles aquello que participara en las fuerzas del calor nclal "espiritual" que esta metafísica atribuía a las cosas na-
frío. Bien mirada la cosa, su función tiene que fallar, por 1 ,ha desaparecido; pero si, a pesar de ello, el proceso del
ante la nueva clase de contenidos. No cabe tampoco la sah rr sigue interpretándose Y describiéndose desde el punto de
que estos contenidos deben seleccionarse y derivarse de lo. nndicional, necesariamente tiene que convertirse en un trán-
tos.de la experiencia por vía de abstracción., ya que para puramente materW entre los objetos y la conciencia.
trañar las formas matemáticas puras de la mat eria abigarra tos problemas y estas dificultades siguen haciéndose sentir
las sensaciones seria necesario recurrir siempre a un punto de los sucesores de T eleslo. La Academia de Cosenza, funda.
propio del pensamiento, es decir, a una actividad del een r Ir él, se convierte en el primer centro fijo de investigadore:s
que, partiendo de este criterio, no podría ni comprenderse 1, «los a acopiar y describir de un modo exacto los hechos Ii-
sonarse. concretos; pero la muchedumbre de observacio~es q~~ va
Esta contradicción se pone al descubierto con especial uulándose queda, por el momento, sin ordenar ni clasificar,
dad en el concepto del "espacio lmro", al que T elesio se plnsmarse en formas metódicas seguras.
expresamente, más aún, q ue se ve obligado a tolerar y reCOI l "UIt Parriaai, cuya Nue\'l1 Filosofía representa, a la par d~ la
como necesaria premisa de su concepec de! cuerpo (v. in/m, principal de Telesío, el ensayo mas importante de explica-
lCómo podría sernas "dado" o asequible nunca por medio d unitaria e independiente de la naturaleza, vuelve a encau-
sentidos el contenido de este concepto que T elesio postula? totalmente el problema de los orígenes del conocimiento por
En términos generales, puede afirmarse que toda conce llcrroteros del neoplatonismo. Aunque el "legos" se distinga
que parta de las cosas como de existencias cerradas y preex er divino primigenio, no puede, sin embargo, llegar a perder
tes, no puede ya asignar ningÚn lugar ni significación alguna ~ la totalmente la conciencia de su origen. El " apercibirse" de
relaciones puramente conceptuales: para este criterio, el conexiones con el Ser supremo y el amor que brota de este
miento y el espíritu mismo acaban convirtiéndose necesarlem odmiento forman la esencia interior y el impulso fundamental
en cosas y hasta diríamos, en última instancia, que en c 14 ("[ jllrelecro el cual debe retornar a la consideración de sí mismo
Esta consecuencia, que la mayoría de las doctrinas poseeríorea I su ca~, para redescubrir y comprender en ello, indirecta-
tentarán velar y atenuar, se nos revela aquí, en esta fase simpl me, todas las demás cosas.
de los comíeneos, con todo su crudeza y sinceridad, como en r sdo saber no quiere ni persigue otra cosa que la umon con
ejemplo típico. , Jjeto, es decir, en último término, la disolución en el ser ah-
EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA
LA FlLOSOI1A DE LA NA11..JRALEZA 26'
solutcr la palabra "cognírio" --se nos dice, jugando con In las huellas de los primeros rudimentos de la magia y de
logia- es sinónimo de "coirio curo suo cognobili";H lnlluendas. Sobre una concepción de la naturaleza basada en
Una vez más com probamos cuán cerca se halla de In ' principios de T elesio y en la qu e se invoca constantemente la
ca" especulativa el " empirismo" de la época. La combina riencia y la observación, se erige una metafísica qu e, por su
la amalgama de estos dos rasgos volverán a presentarse an nctura V su construcción interior, recu~rda todavía de lleno
otros, uno vez más, con sello individual muy característico, om ás de Aquino.
hombre que pone fin a la trayectoria de la fil osofía de l. Todas estas contradicciones de la concepción del mundo y de
raleza. En la metafísica de C ampanella se condensan de vida de C ampaneUa encuentran su reflejo y su expresión en su
todos los motivos d iscursivos de la época V se compendian lAdel conocimiento. en 1a qu e. de una parte, se supedita la
dad todos sus anta gonismos. k"ncia a las ceses, considerándolas como resultado de ella,
mres que, de otro lado, se la presenta, en un nuevo conato
3 Interpretación, como el punto di! partida y el fundamenro de
certeza.
I ft obra peculiar de Campanella consiste precisamente en be-
t desarrollado hasta en sus últimas y más radicales consecuen-

La oooria de! conocimiento de CampanelIa está informa los principios establecidos por la filosofía de la naturaleza en
un extremo a otro por la misma profunda cont radicción e l i to al modo de concebir el conocimiento, llevándolos con ello,
rística de todo su filosofía, de su natural eza y de su per miblemente hasta un punto en que estos principios tienen
dad. Vuelven a man ifestarse en este pensador, con toda en •
nriamente que abolirse por sí mismos.
brusquedad, las mismas tend encias en pugna q ue agitan a 1 m espíritu s610 puede apercibirse del mundo exterior ccnvir-
ca del Renacimiento . Este hombre, cuyo nombre ha quede «Iose en él y repitiendo su ser en sí mismo. Para que el yo
la historia como el de un profeta y un mártir de sus ide 1", llegar a comprender la multiplicidad de las cosas, tiene él
ricas y sociales, preconiza y defiende en su escrito sobre la mo que trocarse en la d iversidad de éstas: "cognoscere ese
q uía española, una vez más, el riguroso ideal de la ierarqu] , rem cognitam". Es cierto que la " forma" del objeto conocido
redad o de la Edad Media. Y habiendo abogado en su nI reserva que Campanella intenta hacer a la concepción de Arle-
de Galileo por la libertad de la investigación cien t ífica, se teles y a la de T elesio- no puede transferirse direc~amente a
tiene, sin embargo, por razones internas V externas, sujeto n I nnciencia, pues ello significaria tanto como qu e SUjeto y ob-
ciplina del fallo condenatorio emitido por la Iglesia contra n perdieran su propia natu raleza en el proceso del conocer. En
va sistema cósmico. La misma obra que traza el bosquejo condiciones, el espíritu seria incapaz de asumir un nuevo
psicología sensualista sigue marchando todavía, a pesar d uenido y de referirlo comparativamen te al primero, mientras
hallase ocupad o en éste y absorbido en cierto modo por él.
H v. Patriui, 01'. ci t ., Panarchia, libo XV, pp. 31 f . "Dum a pat~ Hn vez del tTánsito total de la forma, se afirma solamente, abo-
",mu m U I'Q sui tmanalione m senue ip6um; esr en im t i ipsum pitrll
1ft determinabilidad por medio de ella, en la que el yo experi..
tia.• • Persen rir ergo ee a primo emanar e e l "in el>fiCnt iam ventre et vhl •
l' utn un cambio que afecta solamente a su estado externo, pero
perse ntisc en tia ( ut ila vcce m j in ee ve rntur ee in pet rem ame re arden
ccnverutur, Ea versione el converstone et se el patTtm egnoscíe el ( 1 n 8U esencia. El concepto de la "informatia" es complemen-
cit. •• lntellectic baec Intuirus quidam ese in patrem . • • Hace est pr(Illl 11" y sustituid o, así, por el de la "inmutatia", aunque se retiene
rellecrus operado in lit el in causam euarn convenio. Et per suam CI" 'IOn nota común el criterio de que todo conocer implica un
inrutri alia".
l'lhl ecer" bajo la acción del objeto exterior. Sin embargo, basta
261 El CON CEPTO DE LA NAnJRAlEZA LA HLOSOF1A DE LA NATURALEZA '63
con que éste actúe sobre nosotros con cualquiera de SUI erespcndientes los que dir ectamente se renuevan o se funden
des concretas V especiales, para que inmed iatamente pcds ue si n •
construirlo en la tota lidad de sus características por med' En toda esta exposición se manifiesta de nuevo la tendencia
inferen cia analógica y de la combinación esocieríva'", mantene rse fiel a la concepción peripatética genera l acerca de
Campanella expon e esta idea con Jos conocidos símil • relaciones entre el pensar "j el ser, a la par Que a tra du cir 106
lÓgicos y en el consabido lenguaje figurado: cada impr esl ulrados a qu e Aristóteles llegaba d esde el punto d e vista de
en nuestro espírit u una huella y una "cicatriz", por asl metafúica al lenguaje de la filosofía y de la teoría empírica
que permite evocar, en determinadas condiciones, el ce la natu raleza (cfr. supr-a, p. 259) . Pero este pasaje nos revela,
originario y rep resentárselo de nuevo en la conexión en 1 mismo tiem po, clarament e que esta transmutación constitu ye
mero apareció. Y como todo efecto se redu ce, en ú ltimo 11 esfuerzo van o y Que lo primero Que hay Que hacer, para po-
do, a un mooimienro, y el movimiento sólo puede ser re r encont rar el verdadero paso de la escolástica a la ciencia exac-
tra nsmitid o por los cuerpos, se sigue de aquí que el alma I es proceder a u na crítica interior, lógica de la posición de con-

se halla dotada de facultades y fuerzas corpóreas que se unto que la filosofía peripar ética adopt a ante el problema del
jan y correspond en simbólicamente a las de la materia e oocimtento,
Sólo por ser en sí mismo suscep tible de movimiento pued ampanella, en cambio, se limita a ofrecemos una nueva des-
píriru captar las vibraciones de los sonidos, del mismo m 1 ión del viejo V tradicional contenido. la cual es, además. en
por ser en sí lum inoso puede captar la luz y todas las v misma, insuficient e y cont radictoria. Pueden dos m ovirni~w
determinabilidad es q ue en ella se reflejan. nhunrse y fundirse en un nuevo movimiento concreto, de direc-
Pero las percepciones de los sentidos, serían, por otrn ¡"lll y velocidad únicas; pero, cuando tal ocurra, no podr emos ya
inexp licables si medi ase una absoluta identidad por ambos lh.linguir en el resultado total de los dos factores compon en tes,
pues todo efecto presupone una tensión ent re estados d fi lie se disolver án y desaparecerán en él. Lo característico de la
y un equilibrio que entre ellos se establece. De aquí que Ilnresis" espiritual es, por el cont rario, el hecho d e que los ele-
"innata" del alma difi era de la luz exterior, no en cuant ent es que en ella se combina n para formar una unidad con ser -
materia, pero si en cuanto al estado de m01-1miento. La In, en cuanto tales, su fisonomía propia y su determinabilidad
mutua ent re ambos se ejerce a la manera como el agua e «hvidual. T ambién las ana logías de la mecánica se de tiene n ante
agita el espejo terso de un estanque, al derramarse sobre . 1limite que marca la capacidad de 1" conciencia de "representar-
alma sensible no retiene las imp resiones como las imágen " lo pasado por lo present e: el alm a sensible, tal como Campa-
radas sobre un líen se, sino al modo como los movimi entos tlt'lI n la describe, sólo pod ría, en el mejor de los casos, apercibirse
servan en el aire, infi riendo de ellos la causa que los prod " 511 estado momentáneo de movimiento, pero nunca separar y
Hu elga, por ta nto, ad mitir un a especial capacidad pele ,lllt inguir en él la "huella" del pasado d e la impresión d irecta
de reproducción, de l mismo modo Que no es necesaria u J,I objeto.
ción especial de l espíri tu para explicar la combiMC ión de y partiendo de la equiparación entre las percepciones de IC*-
presiones concreta s. Son, en uno y otro caso, los movi ntidos y las representaciones reprodu ctivas, la nivela ción va aú n
11I41 allá, puesto qu e, sobre la base de la concepción filosófica de
fS V. Clmp,ane lla, Del sens .. ren<m ee magi4, 1, 4, p. 12; 11, 15, pt\
111 unida d, se inscriben el pensamiento y el concepto en el mismo
Realis philv fO phiae ep ilvgiJtic~c partes quatruOl', ed. T ob. Adarni, flr
1623. Pars prima: Physlclogica, cap. XV!, amo 2 u ., p. 176; cfr. Mt lrculc delimitado y cerrado por la sensación.
pa rte II, lib. VI, cap. VIII (parte 11, pp. 58 ss.).
•• Mel4/ísit:<l, pIIrte 1, lib. 1, CI ~. V ~ VI (pa rte 1, ro- 44 l' ¡ . .1 Meralh iCd. ~r1 e l. lib. 1, Cl p. VI, aet. VI ( ~ rte l. r r . 5)0.) .
261 EL CONCEPTO DE LA NATIJRALEZA lA f1LOSOFlA DE LA NATURAlEZA

No hemos de seguir en det alle toda esta línea de razona Ahora bien, todas estas manif estaciones encuent ran en la me-
ro, ya que no hace más qu e repetir fielmente los argument lhlca de Cam panclla, desde el primer momento, una contra-
Telesio. El f'atonarn ienlo d iscursivo no posee ninguna sigo IllJ a caracte rística, que las corrige y las complementa. La obra
ción propia junto a la percepción y por sobre ella : su funel CampaneUa comienza con el desarrollo de una ttoria del es-
reduce a completar, con arreglo al principio de la analogía "ficismo. que, aun no llegando a afirmarse nunca como una t eo-
anticipación asociativa las lagunas de nuestra experiencia qu propia y definitiva, se acredita, sin embargo, por la minucíosi-
puede llenar d irectamente la observación de los sentidos. A tl l y la precisión con q ue su aut or la expone, como un factor
clase de proceso se reducen todas las relaciones y categcrl nlicionante de importancia en la trayectoria lógica general.
la ciencia pura, los conceptos del tiempo y el espacio, del Y, bien mirada la cosa, vemos que el escepticismo es, en efec-
y el padecer, de la forma y la materia. ti término correlativo natural y el reverso necesario del ide4l
C uan do Aristóteles reduce la función de los sentidos a conocimiento propugnado por Campanella. Se nos dice que las
nos a conocer el "q ué" , no el " porqué" de un objeto, esta as exteriores sólo son capta das por nosotros en los movimientos
también un criterio inaceptable. Fundam enta.r y derivar un roplos de nuestro espíritu, pero lpor qué medio podemos apren-
tenido equivale a apoyar en un origen seguro Jo que de por .r n distinguir los movimientos fortuitos de los esenciales, es de-
incierto e insuficiente. Las impresiones de los sentidos, por el r. los adita mentos extraños del verdad ero ser del objeto?
rrario, descansa n sobre si mismas y llevan en sí, dírecrement Jamás escapamos del círculo de la subjetividad, pues " cada
gara nt ía de su certeza; es precisamente esta ventaja y este p u. 1 posee su propia filosofía, según el distinto modo como las
legio que las caracteriza lo que las sustrae n la necesidad de rens actúan sobre sus sentidos". Y no se crea que podemos He-
guir investigando hasta encontrar "fundamentos" más remot r a sobreponernos a esta limitación ind ividual recurriendo a
qu e se apoyen. Si la necesidad de la deducción "racional" se 110 medio, a un medio superior. de la conciencia, ya que todos
tiene en pie, ello es precisamente prueba de que aún no s 1l0~ se hallan, como hemos visto, circunscritos e imbricados en
alcanzado la suprema met a de la evidencia, de que se ecb condicionalidad de los "sentidos".
menos todavía un último punto d e apoyo, que sólo la perce El concepto general abst racto, al que se suele encomendar la
inmediata nos puede ofrecer. De aquí que la razón, que se Illlftion de penetrar en la "esencia" de las cosas, es incapaz de
carga de destacar las caract erísticas comunes de un grupo de .1I1l, por su origen. Q uien sólo conoce la " esencia" del hombre,
jet os, no puede compartir en punto a determinabilidad con decir, los rasgos y características generales que se dan por igual
sensaciones, en las que se nos revela la concreción total de 1I todos los individuos de la especie hu mana, no puede llegar a
objeto: es un "sentido imperfecto", que capta el objeto, no en nerrar en las variedades y d iferenciaciones que forman el ser
propia natural eza, sino en su semejanza genérica con otras e l nll\ de este o aquel individuo.
de la misma clase". Se nos revela aquí una antinomia interior, a la que necesaria-
mente nos retrotrae, una Y otra vez, todo conocer hu mano. "Co-
48 "Reddere causam ese d eclar are, unde sir, q uod tncenu m est: se uoc er" significa para nosotros compendiar en una fórmula abre--
amem certus esr neo: probalionem qu aerit, ipn' enim proba rio en. Rario 1110 Ind a una variedad infinita de impresiones y de casos concretos;
esr incerU1 noril"" iMoqlle ind igtt probalion.e er <¡uidem, q uando problll!ll I ro lq uién nos asegura que en esta labor de "abstracción",
d ucinu '::1{ causa, ex . 1ia se nsanone pelitu r cetU. • • Ralio e51 51:ns U ~ quld vldcntemente necesaria, no pasamos por alto y sacrificamos
Imp erfecrus, extra neus er non prop rius, sed in simili; rnhilornínus per UI
Iecír D eILS, ut omnia inda gare et scire possimu s, licet non r erlecte." De lrn
l'lrcisamente los elementos esenciales del caso? Cree mos ir aseen-
rCNm et magiA, 11, 30; pp. 174 ss., p. 183. C fr. Realil ploilo<oploiae epilogltrl lllrnuo a una generalidad cada vez más alta a medida qu e vamos
IJ4r's , : PhysiolOjfica, cap. XVI . U IS. V y VI, pp. 184 n. orescindíendc de más y más características particulares, pero lo
EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA LA F1LOSOFtA DE LA NAnJRALEZA

que con ello hacemos, en realidad, es perder cada vea de un concepto de la experiencia d istinto del "de la nue v a
vista los com amos claros y nít idos d e lo concreto, IrOCII encía. Para él, la inducción, qu e pretende constiruir tamb ién el
tanto la amplit ud de la imagen con su contusí ón.w undamentc d e los axiomas y principios un iversales, no es otra
la tradicional ant ítesis lógica entre el contenido y el 11. que un simple acopio, un a mera acumulación de observa-
de los conceptos ent raña, en realidad, una dificultad interi enes concretas: "experiment orum mu ltorum coacervaric", Con
problem a que no es posible resolver parti end o de las pre I sola frase, se aparta C ampanella del ideal d e la experiencia
Campanella. Si al conocimiento se le asigna de veras, serl. IfC!iado por Galileo. Gu sta de repetir, como éste, que la filo-
la (unción de reprod ucir directamente y una por una l. llln se hall a escrita única y exclusivamente en el libro d e 1[1
existentes, los mismos concep tos genéricos se converti rán
formas
. rígidas y reales, en copias d e los objetos que no te
510 embargo, la lozanía originaria de éstos, sino que los cll
. ruraleaa, que se halla abierto ant e los ojos d e todos; pero lee
J II RS, los signos con ayuda de los cu ales podernos d escifrar sus
eretos no son, según él, " las lineas, los triángulos y los círculos"
solame nte de un mod o superficial y apagado. Cada nuevo 110 las cualid ades y las percepciones subjetivas de los sentidos.
cada nueva realización d el pen samiento van d esviando l Es evidente que, desde este punt o de vista en que se sitúa , 11<'
gen cada vez más de la esencia originaria de la realidad. ¡ urd en llegar a d espejarse, en el pla no de los princip ios, las cbi e-
Esta objeción y esta dificultad sólo pueden llegar a esc!ar lenes escépticas que él mismo se pone, las cuales descansan sobre
y eliminarse de verd ad con la nueva forma de la lógica, qu 1" bnse de su concepto de l conocimiento y se hallan ya implí cita.'
a la par con la ciencia moderna. La auténtica genemli.tL 111 él. Precisamente por ello son algo más que simples adi temen-
esta lógica postul a y garan tiza no corresponde ya a las COi tl-. retóricos de su metafísica, como a primera vista podría creer-
n éricas, sino a los juicioJ y relaciones fundam entales que de • : encierran, al mismo tiempo, un a actitud de intr ospección, que
V gobierna n el proceso de la experiencia. llevn a nuevos problemas.
Se parte, aquí, de leyes y relaciones a las qu e, como ti I No es sólo el objeto, es también el sujeto mismo del concc r-
mas ma temáticas puras, no corresponde directament e, de rnlento el que ah ora se ve en el trance de perder su verdad y su
to, ninguna imagen empírica concreta. Si luego se form emidad. El yo se enajena a sí mismo en el acto del conocimiento;
postulado de una determ inación más concreta, sólo se le pierde su propio ser, para trocarlo por un ser extraño . " Compren -
da r satisfacción descubriéndose, a su vez, una n ueva relaci der'' las cosas equivale a dejarse captar por ella s y a desapa recer
venga a comp letar la ant erior y a entrelazarse con ella. r en ellas. N o existe, pues, ninguna barr era que separe el saber dl
caso particular consider ado no será nu nca, desde este pu l. locura: "scire est alienari, alienad est insanire et perder é pro-
vista, más que el pun to d e intersección en Que re cruzan orlum esse er acqu irere alienum : ergo non esr sapere res, prour
leyes: lo general se revela siempre, aquí, como el med io y umr, sed fieri res er alienatio, Sed alienatio est furor et insania ,
rivo eternamente fecundo que nos enseña a descubrir lo con tune en im insanit horno, cum in aliud esse conver rirur'V"
Solament e por este cami no podemos llegar a comp render el La reflexión se de tiene ante esta extrem a paradoja, la cu al.
cimiento, en efecto, como un acto gradu al .,. progresivo de ( ' In embargo, d ebemos reconocerlo, se desprende necesaria y con-
minación, mient ras q ue cua ndo se lo aborda por el camino secuentemente de esta dirección del pensamiento, una vez adop-
"abstracción" se nos re vela, por el contrario, como un pr mda. N os vemos remitidos ah ora a dos caminos d istint os para la
crecient e de indcrenninabilidad . solución del problema, por cuan to que se aplica un nu evo criterio
Ca mpenelln se vue lve de espalda s a esta solución porque de una parte al conce pto d el ser y de- otra parte al concepto del
49 V. Campanella, Metaflsiw , pars. 1, lil-. 1, rar o J, nrt' . 1. 14. V. r~ l\
men te part e 1, pp. 7 u., r . 11 .
l6B EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA LA FILOSOFfA DE LA NATURALEZA 169
sujeto, es deci r, de un lado a la metafísica y de otro lado 1 I conocer no es sino la fusión con la razón suprema y univer-
psicowgía. 11 en CampanelIa encontramos, como en San Agustí n y en
El yo y su objeto no son dos potencias extrañas la unn l ino, la tesis de que todo saber puro y "apriorístico" que no se
otra, por cuanto que ambas brotan del mismo fundamento l'rHa a los ejemplos concretos suministrados por los sentidos
mero de las cosas y apuntan siempre hacia él. Recor demos una int uición de las cosas en Dios."
era precisamente el encuadramiento del yo en la conexión Pero aún nos lleva a penetrar más hondo en el verdadero cen-
na da de la naturaleza del universo la que ence rraba el germ III del prob lema la segunda dirección del pensamiento, que nos
el impulso pata el escepticismo moderno, pues lcómo era rrca de un modo inmediato a los comienzos de la filosofía
bIe -se preguntaba- que la parte dominara conceptualmen adema. La duda misma implica ya una certeza : quien duda pr o-
todo, al que en el plano causal se hallaba sometida? (cfr. lU lu ma con ello que sabe lo que significa la "verdad" y el "saber",
pp. 119,.). ft que de otro modo no podr ía emp lear estos dos conce ptos como
Ca~pane lla rep ite esta preguntD}l pero la respuesta, pora I'" Ul a ni siquiera en un sentido negativo. Por tanto, la afirma-
va ya Implícita en la concepción metafísica de que parte, Ion del no saber, aunq ue descarte un a determinada posesi ón
trans fonnación del yo en las cosas sólo aparentemente hace apuesta del conocimiento, no descarta sin embargo el conocí-
aquél se desvíe de su propia naturaleza, en cuanto que tcdoé nuento mismo como concepto. Por sobre este concepto abstracto,
objetos son partes y reve laciones de la divinidad, por lo cunl I duda nos descubre, al mismo tiempo, el hecho fundamental
última instancia, nos retrotraen a la verdadera fuente d el yo.' dtrc el que en ad elante hay que fundar toda evidencia : "pode-
De este modo, viene la teologr.a especulativa a taponar el lllllll pensar que no existen las cosas, pero no que no existimos
do que no acierta a llenar la lógica. El ser concreto sólo .eotros mismos, pues Zcómo podríamos pensar sin ser?" M
firmeza y consistencia cuando contiene en sí las dererrni nac¡ Estas tesis hacen de C ampanella el mediador entre San Ague-
originarias de l ser absoluto, las tres "prlrnaríedades'' del pode jIu, n quien expresamente se remite, y Descartes. Ya en la escue-
sabiduría y el amor, compartiéndolas en la medida de su 111 de Telesio se revelaba el problema de l conocim iento de sí mis-
fecci ón. 111 " como la verdadera frontera interior puesta al desarrollo de
El modo como desarrolla Campanella este pensamiento I"Mprincipios de la filosofía de la naturaleza. Con arreglo a estos
bina en peculiar amalgama los nuevos principios de la fílosofl l'llncipios, todo saber presupone una acción del objeto sobre nues-
la naturaleza con la psicología metafísica de l amor tal corno 11, IS órganos, presupone, por tanto, una difet'encia originaria de
había expuesto Santo Tomás de Aquino y como, enla época ,1, .... elementos del ser y su transacción final ( cfr. supra, pp. 262 s.).
derna, volverá a prescntársenos, con sentido poderoso y profu I'rro dond e, como en la conciencia de sí mismo, media una per-
en el Dante. El amor, en que todo ser se envuelve a sí mism II'1'I n identidad entre el acto del conocimiento y su contenido, por
e?vuelve todos los objetos exteriores que apetece, tiende siem tu-n a tiene que desaparecer, consecuentemente, toda posibilidad
direc tamente al ser d ivino: el individuo perdería ncccsariame ,11' conocimient o. La receptividad pasiva del yo tiene, pues, que
su existencia tan pronto como pudiera despojarse de este su íntl .omplemenrarse y corregirse necesariamente -como ya recono-
im pulso fundamenta1. 52 y como toda aspiración tiende lnco (u n los sucesores inmediatos de Telesio-c- mediante la hipótesis
cient emcnre a esta suprema y última un idad, tenemos que el n ,tI' una forma propia y autárquica de "movimiento" y de un irn-
~IL c., arr. I (parte 1, p. 6).
62Cfr. Metafísica, parte IlI, lib. XVII, cap. I1, arto f (parte m, pp. 214 H M Metafidea, cap. IX, parte 1, p. SO.
De ser¡,¡-u rerwm ct magia, U, JO, pp. 184 ss. Cfr. con esro Dante, PurgllM u M etafísica, parte TI, lib. VI, cap. III, arr. V (parte 11, p. 15). Sobre el
17. . " nj llllta del problema, v. parte 1, lib. 1, caps., 11 y III (parte 1, Pp. 30 ss.) .
!70 a CONCEPTO DE LA NATURALEZA LA H LOSOFlA DE LA NATURALEZA m
pulso origina rio. oH Desde el mom ento en que a roela ser es 1 l\ lr dond e el nuevo planteamiento d el problema - y esto lo
el instinto de su propia conservación. tiene que haber en remontarse por encima d e su signiñcaci ón exclusivamente
otros una capacidad latente por virtud de la cual nos com risica- conduce a una tr ansformación interior en cuan to a la
demos int eriormente a nosotros mismos. T odo el SC' del al "lI.ia del ronocim~ to, Elementos de est a transmutación se
mismo que el de todo sujeto cognoscente, es absorbido po ueruran ya en las primeras determinaciones d el sistema. De
acto de saber: "esse animae et cuiushbee cognoscenrís est rento, sólo se entie nde en un sentido totalmente nom ina lista
tia sui".6f I ls de qu e tod o pensamiento abstracto debe reducirse a la
La barrera entre el concepto y la existe ncia cae por tler ercíó n de la sem ejam;a ent re los conte nidos sensibles: el es·
este punto: sólo de un modo "formal" cabe distinguir 8 (1 IIU da el mismo nombre a los movim ientos que le afecta n por
conocimiento y el ser, que en lo "rea l" y en lo "íundame 1, sintetizándolos así, exteriormente, bajo un esquema común.
coinciden y se con funden." Todas las disputas acerca de la" l'ero la metafísica tomista de Campanella no puede d etenerse
cía" del alma nacen simpleme nte del hecho de que una ~lIa concepción, sino que, al mismo tiempo, busca un a ga-
concepción reflexiva viene a substituirse a Ia cert eza cr igin 1" y una justificación más altas de los con ceptos gené ricos en
de qu e tratamos de razonar "d iscursiva" y silogísticamente lo reino d e las "ideas". l as coincidencias qu e d escubrimos al
sólo es posible comp ren der d e un mod o intuitivo.ss Todo d uerar un as sensaciones con otras apunta n a unidades or igina-
blamiento d el proceso del conocer, toda bifurcación en un m el entendimiento divino y encuentra n en ellas su corre-
jeto" y un "objeto" cae. así, por tierra, como caren te de base. én y ccnfirmac ión.w El espírit u pued e llegar a comprender el
el acto de la autoconcie ncia queda su perada la condicional rso en cua nto que él mismo participa de estas imágenes crea-
con q ue, en la captación del mundo exterior, el intelect o se ti primigenias que lo engend raron."
porta de u n modo pasivo cuando experiment a una t"(aml ,: cierto qu e el platonismo profesado por C amp an ella en es-
interior d e su ent id ad. Este acto es, para nosotros, a un tic tests revela todavía, de lleno, los rasgos d e la concepción me-
mismo "oculto" y " cierto" : lo primero, porque el contenido vnl; es interesante observar, sin embargo, cómo, aún d isfrazado
en él cap tamos no pu ed e pro yectarse dir ect amente ante nuclt j,1 este ropaje, se orienta de nuevo hacia el sentido lógico de la
sent idos, al modo de las cosas se nsibles; lo segundo, porq ue n ,1111 de las ideas. l as cosas exteriores no son más qu e las causas
sino la expresión de nuest ro prop io se r, la cua l debe necesa l/mudes d el sa ber, cuyo verd ader o fundam ento causal debe
mente preced er a todo con ocim iento objetivo.~ 'use en la propia capacidad cognoscitiva del espíritu.
u Agoslino DonÍO, De n.u ura hOll'linis. V. acerca 1,0 5 objetos no hacen al hombre sabio ni gobiernan su volun-
...e., 1, 32f u.; dr. JI, 143 J . y sus actos; trazan tan sólo la dir ección y la "especificación"
~ Campanella, Meta!i,ica, parte JI, l i ~. \'1, nI'. VIII, arl. en nosotros experi menta la capacidad discursiva y volíríva."
Po 64) .
~1 ¡bid.. ano Ir, parte 11, p. 61: "Ccnna r ergo) r.eiJ):lo& .'nllli ~ em ia ser Nihilominw corresponder huiusmodi eommunitllS uui ldeae divioae
.,¡uoniam se iJ'~1 ~lInl absqu e eo q uod fiant; reahte r ergo t i fundamen tl tu. u nde o mn ia re rum eommunitall emana! in gradu pwpriae partieipa.tio-
;'ognosc ere e-r e><5e: for malirer yero di~ringu i lUl':' , ele. Ph)'siologico, cap. XVI, ano \'1, pp. 186 t,
!18 V. Ck SC>\'I! TCT1I m el ma ,i4, ll, 30. Pp. 178 s~ 18... It Cfr. MewJí sica, parte 1, lib. 1, cap. \'111 (parte 1, p. 6J) .
~ Met..1 fi,i.:a, p. rte H, lib. VI, cap. VI, a no 9 (parte 11. p. 36). "Unaqu .. "Pu l'll mus eetm objeeta sciend ¡ occastc nem prlleber e, /\f,)1I s.;icm ianl .
...ue res intell igir se ip~.m in rellectlone ebdita per suam essen narn ¡ qnon ltlt u ivum eusclpere ex parte mor ícne m objec rí, cognoscirivum ex ilIa pas-
mtelligere extericrn esr pati eb ilIis et Iíer¡ iUa: im ell i,!cns en im He ipsum ti, [ud lcare, q uid slr objectum occasionalieer, ex se iP50 vera causaliter."
reUigibile: unr eutem im ell ignt se inrellect us, no n ind;gc r pari R se, neq ue fl 111.,/IIica, parte I, lib. I, ca p. IV, arr. 1 (pa rte 1, p. 33) . "Non ením lapls
'{lticm ct: ese coim: q uc d aute rn est, non fil. ergo seipsum no vir rer essemls l., lUS sensui atque intelle ctu¡ docet OOS, q uid sir la pis neque Iacit nos scire.
~t notio er in tellec ric esr 5 \1a esse ntta." ' I"~ ~d r~ hm-, (11m sir iT"' e s!lIr ;duo, nedum lonse nobis in ' !la not itia (gnl"
m EL CONCEPTO DE LA NATIJRALEZA LA m.osonx DE LA NATIJRALEZA m
La percepción misma no debe concebirse exclusivamente I1In puramente ecléctica, si no debiéramos ver en él m ás bien el
padece r, sino también y al mismo tiem po como un hacer, lirio y la hocha de dos motivos que sólo hab rán de encont ra r
entraña un a operación lógica y un acto del ju icio, aunque 1 verdadera reconciliación en los fundamentos d e la ciencia
presente por separado ante nuestra conciencia por la rapíd sctn, de la que aún está muy lejos Cam panella.
Que se efectúa. La captación receptiva de un contenido De aquí que las limitaciones de la filosofia de Ca mpanella
de separarse de su consideración "díscursiva'V" 1 le revelen en ningún otro aspecto con tant a clarid ad como en
Campanella trata de salvar la unidad del raeonamlen enjuiciamiento de la matemática, que es en todas partes y tamo
cluyendo esta misma actividad intel ectiva bajo el nombre gr o aquí el más seguro reflejo y el barómetro más certero d e la
de "s ensación", pero la endeblez de este expediente salta a la dll del conocimiento.
pues lcómo podemos seguir calificando al int electo de " Tnmbién en este punto se mantiene en pie el valor criterioló-
imperfecto" sí lo reconocemos, a pesar de todo, como rn incondicional de la percepción: Campanella ensalza como
d e todo acto de percepción det erminado y perfecto de por 1 rito decisivo de su doctrina el haber logrado d ar a la matem á-
Don de más claramente podemos seguir el camino por o d el fundamento sensua lista riguroso que Ar istóteles no había
hasta aquí ha venido marchando Campanella es en su den .. c:guido alcanzar. Ni la matemática ni la lógica pueden cum-
del concepto de " razón", El nominalismo rechaza los con Ir la función más alta d e la ciencia; qu e es la de reproducir la
generales porque los considera como ficciones, como "enria Iidnd y sus relaciones. N inguna de ellas puede considerarse
nis", pero este juicio, como ahora se expresa, no afecta a la \0 un conocimiento en el verdadero sentido de la palabra, sino
misma, cuyas operaciones y potencias d eben considerarse, lamente como un fragmento y un asidero del saber, ya que no
contrario, en absoluto como roolidades. Los actos fundam « en de por sí un "objeto" propio y peculiar, sino que tienen
del conocer no son mer as formas e invencion es de la absrre ne tomarlo indirectamente de otras ramas del saber.
sino aut énticas potencias activas: "rat io non ese Ens rati En efecto, zqu é valor podría atribuirse a un sistema de rela-
Esta sutileza epigramática acusa nítid a y certerament e la a '111"5 que se red ucen, en fin de cuenta s, a idrntidades vacías, a
entre dos modos de pensar, que aparecen también entrelar ni teoría de meros signo s y combinaciones de signos, que no
confund idos en la propia doctrina de Campanella. En la licitan jamás en las verdaderas causas físicas de las cosasl Si
tura de su doctrina , este pensador no logra sustra erse nunca indudable que todo verdadero conocimiento tiene que redu-
cond iciones y los factores racionales que, sin embargo, los I tUl' A fundamentos y que los fun damentos del acaece. real resi-
pies de su teoría del conocimiento le impiden aceptar. N 11 siempre en los efectos y las fuerzas reales, no puede caber
driarnos más remedio qu e considerar su sistema como una u,1 1I de que el método físico de exposición y de prueba es supe-
'r 111 geométrico. Los epiciclos, los movimientos excéntricos, la
n nrior: sed occ..lonem oífert, Uf scia mua hoc, non eueem Uf adamua,
enlm movet anima m ad ue rcirium ac tu s, sed ad sp« i fical i(¡~m actuJ.W
reci ón de la tierra y otras " formas ideales" semejantes Que el ma-
l. libo n, c.p. V, 1m. VII ( pane t. p . lEC) . V. ad emia pa r te l. lib. 1, el Il\ático traza no nos dan a conocer, evidente mente, las verde-
e rt. IX (parte t. p . 73), y pe.rte Il, lib, VI. cap. XI, ar t. VIII (pa rle 11, I U causas astronómicas y la constitu ción real y efectiva del
43 "Sensus non' solum pessio est, sed fil simul cum d íscur su tam mos: en estos casos y en tocios, la matemática tiene que resig-
quod non perc épieur." De seasu reeum el magia, l. 4. C fr. ¡bid. 11, 21,
1~l'e a ser la "cri ada de la física", Cuando el geómetra prescinde
"Nee eflim sensus aue intellectus eer pa.ssio, nec scire ese pui: sed ludir
passio ne ipsum egens qu o ma m pe r eam Iactum est ipsum alíq uc I los cualidades fortui tas y paniculares de los cuerpos para fijarse
Me:ajísiC>l, parle 11, lib. VI, cap. XII, aTt. V (pa rte 11, p. 89) . demente en sus relaciones fundamentales cuantitativas mas ge-
(14 M€la/ ífica, l. lib. V, cap. l. arto IV. Parte l . p. JH. ¡l.tnles, no dem uestra con ello la sup erioridad de su arte merodo-
EL CO NCEPTO DE LA NATURALEZA LA ALOSO FIA DE LA NATURALEZA
lógico. sino por ~I con trario. su in feriorid ad, " pu es el sabio lo Surge, así, una nueva y peculiar ad ecua ción y pen etración en-
en c uenta lodo" .G~ 1\) " ideal" y lo "real". C uando decimos, por ejemplo, que la
Es, d e nu evo, aquel ideal absoluto y exhaustivo de la ex t Ir ll nace por el movimiento de un punto y la superficie por
() el alcance del con ocimiento , el que sirve de criterio pnr movimiento de una lín ea, no int erpret amos todas estas deno-
nospreclar el contenido d e la lógica y la mat emática. K fun ciones en un sentido físico, sino, a la pa r en u n sentido ideal
que d istingu e clara y n ítidamente como ningún otro el cem r 11, como expresión de cosas físicas (non physice, sed idealiter
la física d el de la matem át ica, el simple recurso auxilia I('aliter ad significanda Ph ysica).1l8
cálculo y la medida d e las "verdaderas causas", se enfr en Toda la verdad de las formas matemáticas pu ras se basa en el
tod os y cada uno d e los puntos a Campane1 la en su conce ha de que a ella s corresponden ot ras conrraim ágenes reales en
fun dam ental acerca d e las relacion es e ntre ambas cíenc¡n mundo d el espacio pu ro. Se mant iene, por tan to, en pie para
cual demu estra qu e no era simplemente una barrera ex terna, 118 nues tras ideas el postulado de una correspondencia real: pero
al mismo tiempo, un a barrera metodológica la que en últim antes desconfiábamos del valor de los conceptos matemáticos,
tan ela ha d a que Campanella se aferra ra a la imagen astron ó que no se aju staban a esta exigencia. ahora se cavila un nuevo
d el cosmos de la Ed ad Medía.w encargado d e d evolver les su firm eza y consiste ncia." Se ob-
Y, sin embargo, también en este problema vemos iniciarse ll! como resultado una grada ción de formas existenciales entre
movimiento y aquella trayectoria generales qu e, en su con uue ocupa el lugar más bajo la realidad material y tem poral:
hemos pod ido seguir en la metafísica de Campa nella. No im I ellas se leva nta el espacio, como el mund o mat em ático ete r..
que los conceptos d e la geomet ría no lleguen a realizarse II que, a su vez, apun ta como mediado r hacia el mundo meta..
e n el mu ndo empírico que nos rod ea: si a ellos no correspor ,,' del espíritu.
se un modo cua lquiera de ser, ni siquiera podríamos llegar l\ 1' nn ello, entramos en un nu evo círcul o de l pensamiento que
earlos espiritualmente. Nuestras constr ucciones mentales re lu" tambié n, desde el punto de vista his tór ico, sus propias p re..
ren un substrato real e n que puedan ap oyarse. Esta base n • • Pasan a ad quirir ahora infl uencia decisiva la teoría del
da el espacio absoluto puro , que, como existe ncia originan do de Pa rriza¡ y sus motiv os neoplatónicos. El problem a de
a nterior a tod o el m undo d e los cuerpos, los cuales solo pu " Iidez de la matemática aparece in volucrado en el problema
nacer en él y parti endo de él. El "lugar" es como el recepr I físico de la esencia del espacio.
inm óvil e incorpó reo e n que toda existencia material de Nos encontr amos por vez primera con una conexió n que a pa r..
cle rse, la "prime ra susta ncia" y la "base d e toda existencia". d e ahora se manifestará constanteme nte en la historia de la
lo cual se establece también un nuevo punto de apo yo y d Muria y de la ciencia matemática de la naturaleza y que todavía
garce para toda s las proposiciones de la geome tr ía: éstas ti 1rl\ d e man ten erse indem ne en Newron. Para poder compren..
valid ez real en cuanto se refieren a este prim itivo ser que, In cara cterización que a ho ra se d a de la geometr ía y de su
su nat uraleza y por su origen, precede a todas las cosas empl
• "A t Ign,;,SCO spatium esse baain cmnís esse crea r¡ om nía que p raeced ere sal-
concretas.lit
IlIIKine el natu ra." De sen ru re. u m. I, p. 12; p. 40.
M<'falísica, parle J1I. lib. XIII, ca p. 11, ert, VI. Parte 111, p. 125.
65 !bid.• arrs, 11 y 111. Pa rle 1, pp. 347-49. ¡bid . " Facir lI.U1e m ha e.: inldlC'( lUs in spalio, q uonia m in luce ideali
'1 Ace rCll d e la lnsptración de Ca mpa nell a e n el si~te ma cope míceu (lOa lpsa no vil: absccndirc q uod am mod o exclta ru s a sensibilium similitu -
Mctal¡ ~ioo, par te Ill, lib. XI, cap . VI, arto 2 y cap. XV, a rto IV (par!
'" Ere nirn mund u s Physic a s el Marhem aticu s in menrali pr aeeu n re (u n.
pp , 34 y 66).
IIn, ldeae ergo surt e u t signu m in no bís. .. Sic q uae ponu ntur ad sign ifi.
(11 "Lcc u s ergo es! subza ntia prima aue sedes aur ca pacita s Imrnobll ,hlln, se habenr in Mal he malicis:possu nr<U.l!<..m poni. q u ia ideA in, nabi,
tncce po rea, a pla ad rece p llndu m OITU)e cor pus," Ph) siologico., cap. 1, l' rI ' p<uiu m in ~ ura, in qao idean nn ", etc.
276 EL CONCEPTO DE LA NA11JRALEZA LA FlLOSOFlA DE LA NA TIJRALEZA 117
evid encia, tenemos q ue ende rezar la atención, ante I lo es, por tanto, lo originario con respecto al orden en el
arrollo de aque l probl ema metafísico. ío, que sólo puede darse y realizarse entre cosas concretas ya
mes. Es decir, que el espacio, en cuanto a su significación
el Los CONCEPTOS DE ESPACIO T TIEMPO. Le MAlEJoI ement al como concepto, viene despu és de la materia, aunque
mente sólo puedan existir el uno y la o tr a coordinados y
En la filosofía italian a de la na turaleza, la concepcfé
tazados.
pac io va d esprendiéndose de la tradición aristotélica pi
le pun to de vista se destaca con especial claridad en la con-
y lentam ent e. En C árdeno, que abre la serie, se mantie
Illn y la apreciación del concepto correlativo del tiempo. T am-
vía intacto el punto de vista escolástico: el " lugar " d e cad
el tiempo representa , para Escalígero, un contenido elem ental
es sinón imo de la superficie qu e lo rodea y lo deslinda
cindad material. El lugar uno y permanente del mund onocimieneo, sino una abstr acción del movimien to, que pre-
tanto, la órbita última y extrema del universo, que, como Irme tiene que darse en la realidad empírica. Hab ría, por
qu e circunscribe la inmóvil esfera celeste, es de por 61 i u, que invert ir la tesis de qu e el tiempo es la medida v.
y eterna.w I!l1Je, la condición del movim iento, formulando la tesis meta-
M de que, para que el con cept o del tiempo pueda formar se,
La abstracción lógica da un paso hacia adelante cun
C ésar Escalígero, en su polémica contra la obra de Carda que preceder el hech o del de splazamiento de lugar, el hecho
taca especialmente este concepto par a remitirse frente u 111 rotación de la esfera celeste.t'
teoría del espacio de la atomística ant igua, no refutada ,. tn últi ma barrero. no desaparece hasta llegar a la filosofía de
razonamientos aristot élicos. Escalígero vuelve a idemific lo. El espacio, según ella, no debe concebirse como una cua..
pe cio con el " vac ío", el cual debe concebirse, ciertame ~ I de los contenidos materiales, sino como la existencia crigi-
como una existencia sepa rada y concreta junt o a los e qu e per manece en inmutable identidad frente a tod os los
al margen de ellos, pero sí como el recipiente qu e existe "105 que puedan operarse en las situa ciones y los movimientos
y en todas partes con los cuerpos y necesaria e ind isolub 1.. cosas concretas, d ispuesto siem pre a asumir en sí las más
un ido a ellos. El lugar de una forma ma terial no se ha ll. nns formas y med idas corporales , pero permanentement e d ís-
tanto, d eterm inado y dad o por esta su perficie delimitad ". de cada una de ellas por su naturaleza y su en tidad. El riem-
que es sinónimo d el contenido geométrico tridim ensional consrítuv e un ser propio, existente de po r sí y contrapu esto a la
cri to por aquellos lími tes. hda" corpora l. Hall ándose desprovisto de toda capacidad
Así, pues, el espacio y los cuerpos, de una parte, p retiva, no ofrece nunca tampoco la posibilidad de una d istin..
ahora una ma yor afinidad entre sí, ya que existe una ad. l\ cua litativa interna , sino qu e debe concebirse como algo estric-
y coincidencia en tod as sus relacion es y medidas, al paso Q rente uni/arme en todas y cada una d e sus partes.
otra parte, se establece una distinción pura y de principl Ca rece, por tan to, d e tod o fundamento la concepción ari eto-
sus respectivos con tenidos conceptua les. 110 n según la cual se explican los sucesos de la naturaleza atr i..
Hay que decir, sin embargo, qu e la ord enación lógica de rl'nJ o a los distint os elem ent os conc retos la tendencia a buscar
qu e aquí se estable ce no trasciende tod avia, en principio, "lugar natural", ya que, según ella, todas las pa rtes del espa..
concepción escolástica. La categoría d e la sustancia sigue
Jil son absolutamente ind iferent es fren te a cua lquier mate ria.
"por su naturaleza", anterior a toda clase d e relación; ~I
70 V. Ca rdan us, De subti/irare, lib. I (Opera, Lugduní, 1663 (tll 11 [ulíus Caesar S,. liger, Exorericarum exeTdralionwm Líber: ad HÚ!Ton,·
pp, 367 s.).
Mil ICarda nwm. Luter. 1557: Exerc. S y 352, pp. 7 y iS9.
278 EL CONCEPTO DE LA NAruRALEZA LA FILOSOFlA DE LA NAruRALEZA

El nu evo con cepto d el espacio requi ere y cond iciona lesio no aciert a a ahon da r en los funda mentos de esta diíeren-
física.7Z o~)n: los "sentidos", a cuyo testimonio d irecto nos vemos tam-
Esta teoría rech aza también, en especial. las razones n 11 remitidos aq uí, no nos ofrecen ningún medio pa ra cerciorornO$
por la escuela peripatét ica en contra de la existencia del " 1 "espacio puro" ni del " tiempo puro" (cfr. supre, pp, 258 s.) .
Donde qu iera qu e vemos cómo los cue rpos se acercan El problema regist ra una nueva fase en el sistema de I' atri aai,
otros y aspiran a establecer cont acto mutuo, debemos n \ r-l que se en cuentra ya con premisas lógicas y metaf~icas dis-
exclusivamente a d eterminadas fuerzas inmanentes que litas, Cierto que también aquí son las simples percepaones las
act úan. y no a la tendencia a evitar o suprim ir el vado. 1I ~, n primera vista, encierran en sí y tienen que garan tizar ,la
También el tiempo es, como el espacio, una exisrenc¡ nlnd de las relaciones de l espacio y la existen cia del vacro,
pendiente, a cuyo ccnocfmienrc nos lleva primeramente, I ucs [acaso el sent ido de la vista no se apercib e de la distancia
dad, la percepción de l movimiento, pero cuya esencia pu rre la tierra y el cielo d e un modo tan d irecto corno de estos
cebirse y determinarse sin para r la atención en éste. ,¡rlOs mismos?'.' Para quien niegue este hech? f~?dam.en;al. de
destruiría el mismo flu ir constant e del tiempo porque sensación, de nada servirá cualquier investlg<}ClOn dial éctica :
considerásemos abolid os todos los cont enidos que en él rncntibus enim et mente praeditis nosrra scribimus",
d en ; tod as las peculiaridades y características lógicas de-l y sin embargo, esta seguridad tan simp lista empieza a vacila r
pueden, en efecto, mantenerse y def inirse sin atende r par UQnJo nos propon emos plasmar la esencia del espacio en con-
a estos contenidos y a sus cambios. El hecho psicológico ptos fijos y atribuirlos a una de las clases en las qu e solemos
sólo podamos repr esentarnos la duración con ayuda del ui ficar todo ser. Todas las ordenaciones y divisiones usuales
mient o, no quita al tiempo nada de la peculiaridad y su lInn, en efecto, cuando se trata de caracterizar este dato pecu-
dad esenciales a su concep to." I~r de los sentidos. lQué es aquel espacio que precede al mundo,
11(" lo abarca y que posee m ás allá de él su propia longitu d V
Aunque estas tesis señ alen, sin duda alguna, un cler
greso en cuanto a distinguir los principios pu ros de ord t('nsión? lEs la simple capacidad (aptitudo) de asumir cante,
de la materia de las percepciones represent adas en ellot " h~ corporales? lO posee una especie de entidad real? [Debe-
cierto qu e la teoría del conocimiento mantenida por el 11 1~, por tanto, concebirlo como sustancia o como accident e, corno
IM tl corporal o como algo incorporaH
12 Telestc, De renom =",,'4, lib. l, caps, XXV.XXVIII. Cfr. esre Ninguno de estos criterios nos sirve para este caso, pues rodee
cap. XXV (p. 590): " hlque locu s en tium quorumvis receptor finl • lllls son simplement e medios para designar las cosas en el mun-
Inexlstennbus enrib us re cedennbus expulsisve n ihil ipse recedat exrtll J,' y no se prestan, por consiguiente, p~ra carac terizar el e.spacio,
sed íde m per petuo rem ane at et succeden na enria pro rnptt ssfrne suseifl1a l I cual no va adhe rido como rsr acteristica o como cuali dad :J
rantusque lIstidue irse Sil, q uanta qua e in ipsc loce nrue sun r ent il;
1IIlII(í lO objeto, ya sea éste mat erial o inma terial. Debe postularse,
nimirum iis, quae in ea locata sun t, a equali!!, at COTu m n ulli ídem . il
un quam, sed penlrus ah om n ibus d rversu m su," 'r tanto un nuevo punto de vista pa ra considerar este proble-
73 ü p. cu.; cap. XXIX. p. 598: "Non recre propterea qu oJ nee mil : ~n : njuiciamiento filosófico que no se limite y circu nscribe
seorsurn a mo tu , nec motu m seorsu m 1I tempere u nqua m, sed perp en • IlIs categorías lógicas tradicion ales.
alt ero et a lterum appreh~ndjmuJ, te mp us con duíoeern lIffe<: tio nem... Podemos atribuir al tiempo, por ejemplo, " magnitud", pero
piam et mouu qwid esse de ce rmr . . . Nihil en.im a motu Cl< m pendeN
sed per se ( ut d jct u m e(1) eximl(, quas habea t cc ndiric nes a se l~
.. dement e si con ello no to subordinamos a la categoría de la can,
o mnes, a motu nu llam pTOrSU$." C fr. el desarrollo d e este mismo pemal IIdlld, sino que tratamos con ello de presentarlo c?mo fuente ,'Y
en Cam panella , Mctll(isiea, pa rte 11, lib. VI , cap. 12, aer. 2 ( parte 11, l' ,"I¡:l'r1 de ésta. Podemos decir qu e es una suscan:lO., en el mas
Ph, siologica, cap, 11, arto ). y n lade rc y ptofundo sentido de este concepto, teni endo en cuen-
280 EL CO NCEPTO DE LA NATIJRALEZA LA FllOSOFIA DE LA NAnJRALEZA 281
ta qu e el espacio, sin apoy arse d e por sí en otro ser, es 1 mes de la ciencia mate mática de la naturaleza: en las obras
sirve de base de sustentación a todo el mundo de los cu I eonardo Euler. Se ha querido establecer un paralelismo entre
pero cuid ándonos mu cho d e tene r presente ta mb ién en es! y el planteamiento de l problema qu e Kant presenta en la
te qu e para él pierden su validez las consabidas disrinclon na ci ón inaugural , d el que, sin emba rgo, d ifieren en pri ncipio
nuestra men te suele incluir en la categor ía de la sustanct I encu ad ramiento me tafísico en que apa recen situados. Pero,
efecto, el tiempo no es un individuo, a la man era de un ar de ello, ta mbién aquí podernos desc ub rir una línea cons-
concre to, com pu esto de ma ter ia y forma. n i es tampoco u I de conciliación h istórica entre los ext rem os, por cuanto que
cep to genérico, pu esto que no incluye o encierra diversas 1, trina de Patriui sigue infl uyendo sobre el espiritualismo es-
cies o variedades d e las qu e puede pred ica rse como criterio ularivc de H enry More, llamado a convert irse, a su vez, en el
cal. No es algo ma teria l ni algo inmaterial, puesto que, d lir io de la rec ria del espacio de Ne wron.
pa rte , carece d e la capacidad de resisten cia, es decir, de lB H análisis lógico ha puesto d e ma nifiesto la com pleta dife-
d ad fundam en tal de la s naturalezas corpóreas, mientras q l' lo esencial q ue med ia ent re el espacio y los cuer pos. Se trat a,

o.rra par te, presenta la cara cterística d e la ex tensión, qu e I '10, de enco nt rar desd e el pu nto d e vista de la m etafísica la
nngue de todo ser purament e espiritual. IIlliación d e este antagonismo y su supe ración en una unid ad
Por donde quiera que 10 miremos descubrimos en el li I rior, Esta misión conciliad ora y uni ficadora se atribuye, d e
por tanto, un concepto "i nter medio" entre términos antolill !!YO, al concepto de la evoluci ón: los dos momentos deben con-
qu e estamos acostumbrados a conside rar como excluyentes y ,I(be como dos fases contrapuestas del mismo proceso de l decc-
rradicrorios: " corpu s in corporeum est ee non corp us ccrporeu , en el que el proceso primigenio va despl egándose sucesiva-
En este Oxymcron culmi na la caracterización que de l riempc lil e y deter minándose en realid ad concreta.
Patriaei, en la que el concepto de l tiem po de la ciencia de I Fu este proceso, el prim er lu gar corresponde necesariam ente
tu raleta cobra por vez prime ra su propia susta nt ivida d Ireri pació, cuyo post ula do h ace posibles tod os los dem ás cont é-
s istem a escolástico de los conceptos y las categorías. 1, y cuya abolición redu ciría todos los dem ás elemen tos a la
Los problemas aq uí planteados vol verán a present áesen JII.U Siendo el espacio la premisa de rodas las cosas mater iales.
perfecta coincidencia con estas ideas, en uno de los pum I las deter minacio nes físicas en gene ral, y especia lmen te tod as
cualidades qu e penetran los cuerpos o se ad h ieren a su su per-
" " Nwlla ergo ca u-goria....m spari..m comple a ;rw' ; a n te en om ( -e-eales como el calor y el frío, la lu z y la oscurid ad- d eben
extra eas cmnes est, •. Sumo ulegur iae in munda nís bene posilae; Spl ll rcebírse como depen dientes de él. Es cierto que todas esas ce-
mundan;s no n e:;l, a líud q uam mu ndu_s C'51; n ulli mundanee re¡ I
. ive ea cor pus sito ~ ive non corpus, l ive l ubs lanli a, síve accid ens, oml!
rerlsticas cu alitativas no pueden considera rse de por sí como
antecedil. .• 1UlqtU! alifa de eo phjfowp~u m, qwarn ex cart got iis. S nud ades en el espacio. pero no cabe d uda d e que, indirecta.
~ elue nsio esr h Yl'Ostalic. per se subs ra ns, n ulli inbae ren s, Non eu lile, por su relación cen los cuerpos, part icipan de la naturaleza
ri ta$. El l i q uam iras ell, n on en ¡Ua cau-goriarurn, sed an le cam ~ I espacio y d e la posibilidad de un a d eterm inación fija d e la
Icms et origo.
. .• ( Palel ) epa nu m máxime o mn iu m Substan liam esse, JOOl'l allnilud.14
es r calegonae subnantia ala. N equ e emm ind ivid ua su blr am ia eSI, qu ia 11
elr materia el forma co mposita. N equ e en gen lls, n"qu e .. n im d e sl'~ ti "Q uid a ute rn de bute eur e xpediit priu s proo uci, q ua m id, qua omn i.
neque d e sin g>¡l ar ihws pr acd icalw r . Sed alia quaeda m extra carego rtam • Ut essen t egueruue el sine q ue non esse porue run t, ipsu m a utem sine alils
tanria esto Quid ígltur, corpusne est RO incorp orea subsran na ¡ Neuerum, • pUlerat et alío rum nulio eguit, u t esset. ld erum ante alía omnia neccesse
medtum utriusqu e..• corp us incor poreu m esl e e non cor p us corpc reu rn, /1 1 """, q ua pós ito ella pOlli possune om n ia: que ablato elta omnla tcllantur,
urrumque per se subetans, per l e extseens, in se exis tens." Pat ri••i, PalU \I' J .'liem ipsum spa tiu m ese," lbid ., p. 61.
De sPatio ph)tica, pp . 65 s. " "Qualitates narnque non sun r q ua ol ae au e ma gna.c au t longae, . ut hUae
281 EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA LA FlLOSoFlA DE LA NATURALEZA 183
Entre las mismas cualidades fundamen tales reina, adem JI(rhu establece determinados límit es e introduce ciert as clasifica-
jerarquía fija y natural: la primera fase de la realización Iones fijas dentro de la totalidad unitaria y cont inua de l espacio.w
la forma la luz.. que se derrama por todas partes sobre el 1\1 nacimiento de los conce ptos matemáticos cooperan, por tanto,
y de la que luego se desarrollan el "calor" y la "fluidez", 1 11 1~ factores: un ser absolut o y una función subje tiva del censa-
grados progresivos de la condensación. Todo cuerpo empírl uucnro y de la "imaginación". El concepto de l "conrinuum" se
ticipa en determinada medida de estos cuatro eleme ntos bu leriva de l primer mome nt o; el segundo, en camb io, crea los con -
lumen, calor, fluor j.tt aptos del número y de la pluralidad y, con ellos, la posibilidad
La barrera con que tropieza toda esta concepción resaf t la medída.w T od a operación de medir y, por tanto, toda fija-
ramente aquí: el espacio no constituye ya un eslabón en la 11',n matemática de un conten ido presupone un a unidad fija, cuya
de las condicion.es lógicas que preceden al ser conc reto, sIn [mlngnción y ded ucción constituye la función primera de nuestra
se ha convertido, a su vez, en un determinado estado fístcd onsíderacíón. Acerca del carácter y de las características espe-
una materia fundamenta l. Y esto expl ica también, en últ imo lelcs de est a uni dad fundamental decide en cada caso la pecu-
eedo, que ciertos criterios fu ndamentales de la extensión 01 1101 idad del campo d e problemas de que se trata: la teorí a de l
--como, por ejemplo, su " inmovilidad", que se der iva nec onocimiento sólo puede afirmar el postulado general d e que,
mente de su concepto-e- se expresen simplemente como cual I' Mrtl poder ha blar de una verdadera comprensión, es necesario
físicas especia les y concretas, coordi nándose directamente e; 1\ 1I~ el pensamiento se remonte a esos elementos últimos yen,
estados empíricos de determinados cuerpos: no existe nada uerur e su punto de apoyo en ellos. La teoría de la divisibilidad
Ilamenre qu ieto, fuera del espacio y de la t ierra, que pern
fufinita de la extensión obedece, pues, a una apariencia falaz:
fija en el centro mismo del universo.t e
d (' ~d e el punto de vista lógico, también aqu í debe exigirse un limi-
Los rasgos positivos y peculiares de esta doctrina y SUB 1
I , que es el minimum absoluto del espacio.
ciones se acusan más nítidamente si recurrimos también
En los razonamientos y en el desarrollo de esta teoría, lo mis-
caso a la piedra de toque de la matemática y de sus priu
II HI que en la obra de Giordano Bruno De triplici m inimo ct men-
Patrizai es el único pensador que descuella por sobre la 1
ción fundamenta l de I a filosofía italiana de la na tu raleza,
'" "Mentemque nost ram fini ta s¡bi in opus ~umeu. qu ae spatiis mund a.
vertir la relación lógica de valores entre la matemática y In n.uum corpo rum poósint accomoda rl. A quibus corpoTibus 1I0n per ab.Hrllcti().
que esta filosofía profe sa de un modo general. Así como el +1" " m('ns ea seporat, ut quidam com~'ndC'n!nr. Quoniam ca spatia n<l'l ,um
cio precede a la materia, así también la ciencia de l espr '''1011'' et per le in mundanis corponbur, sed sunt ant e corpora actu in prime
más originaria y más cierta que la de los cuerpos narurnl 11'1010 • • • Sed mens e spa tio i\lo primo ,,-i sua ees partes deseca t, quae sibi suor

concepto de la extensión, que sentamos como base de la ir ...1 conte m plnrionl vel operi usut futura." "Cumqee spatium sir rerum nar urae
~11 "li u m ptimum ejus Scienriam utramq ue et continui et dtscren ant e mar eríem
tría, no se saca por abstracción de los objetos materiales CO/1 IIIt est manífes tum. Eandern hanc rntionern conseq uitur, .. t ma¡hema:ica esue-
ni es el resultado de una selección hecha sobre ellos, sin 11'" Jir, quam physiologia. Med ia quoq ue esr inler incorpor eum omnino et cor-
for ma , por el contrario, la condición bajo la cua l tenemos I ~ 'f r ll m omnino, non qua ratione vese-es dixere per a bH,tlerionem (l ~ebus
sariamente que postular y considerar los objetos finitos espe IOlUu mlibus incOTporcam quasi {icri... (Es! ergo) manífesrum nercrae rerum
Las formas concretas surgen an te nosotros cua ndo nuest umemplatíc nem ingredie nti ~patii scíen riam prius et habendam ct tradendo.m
' . ''', 'l,,,, m IWwralem. Recteq lJe foribus sch olae d ivini Plat e r as fui t praefixurnt
eur profundae per se et sul na tura, sed sun r tal es ex nccid en tl, qllip ni Il ~"m c tria e nescius tngredietur nemo.' lbid., "De spatio mathemarico", p. 68.
pe: corpora quae et quanta sunr." Ibi,l., p. 61. "ll Ibid.: "C ontinu i d i.·üio o.c de secuo humo.no.e cogitariorris vi lacra neme-
77 V. Po.ncosmia, l'p. 79 y 1m 101m jvoc t ea t. Par er quoque corrtinuam qua ntita tem ti natu ra ene, ed nurne rum
78 Ibid., p. 66. __fU h umanae rnentis esse opus ."
28' EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA LA FILOSOFIA DE LA NATURALEZA lB'
JUra, publicada por los mismos años, se ma nifiesta clarameri umir y tran scribir el pensamiento de Patrirzi-c- de una síntesis
influencia de Nicolás de C usa. Del mismo modo que exut ,n-incipios para formar una unidad conce ptual supe rior. En la
"maximum" del espacio qu e es su ex tensión infin ita, nec tumaci ón d e elementos que poseen la naturaleza y la entida d
mente tien e qu e existir tambi én un " minimum ": los dos ter mctcristicas de la forma tota l sin poseer, en camb io, su forma
antagónicos se condiciona n mutuamente, razón por la .cual n rensiva y su extensión, se contiene un moti vo fecu ndo e im por-
den postula rse ni pensarse el uno sin el otro. lile del futuro cálculo difeyencw; pero, al mismo tiempo, se
Llegamos así al concepto del punto como el reverso 16g1 vela que las dificultades dialécticas con que tropieza este con-
la extensión absoluta pura : esta abarca toda s las dímera! 1110 apenas se advierten aquí, con Jo cual m ucho menos pod rían,
aquel no incluye nin guna; la extensión absoluta Ile....a dentro aniralmente, resolverse.
todiu las part es, mient ras que el punto excluye toda idea d LB relación en tre lo continuo y Jo discreto no aparece esclare-
visión. Unidad y pun to son conceptos ínrerdepcndíenres¡ ~ Idn en parte alguna. Pameí rechaza en su generalidad el pro-
san el mismo problema. sólo q ue desde distintos puntos de lema de qué sea objetivamente 10 primero, si el concepto del
y bajo diferent es nombres. Es cierto que también se señala onrinuum" o el del numero: es ésta, nos d ice, una pr egunta
indivisible el moment o d el tiempo y del movimiento, pero JI rosa, ya que ambo s momentos se refieren el uno al otro y. sólo
qued an por debajo d el elemento espacio en cuanto a original uedcn existir entrelazados. Sin embargo, cuando abo rda mas de
ya que el tiempo sólo pued e pensarse en el movimiento y con rcn este problema, vemos que la magn itu d infinita y constan te
éste presupone, a su vez, los cuerpos materiales, que vale , r ara el, la base de la que luego d estacamos lo limitado me-
como d ecir el espacio. D e aqu í que se le rech ace tam bién rhe nte un acto especial de l espírit u. Lo conti nuo constitu ye, por
punto de partida para la derivación d e las otras formas g 1 lito, el conce pto funda mental y la condición de lo d iscreto: la
tri cas fundament ales: cu ando se explica la línea por el "fluir' erum éríca se h alla subordina da a la geomet r ía."
punto, se invierte en rea lidad la verda dera relación lógica de Por consiguiente, el principio de la unid ad ari tmética tendría
go. la línea es un postulado d iscursivo propio, que reclama, que llevarse a cabo de mod o qu e no contrad ijese nun ca a los pos-
tanto, la invocación de una nueva unidad, d e un nuevo" tulndos fundam ent ales de la continuida d, sobre todo al de la
m um " d e de terminada peculi aridad cua litativa. Su megnitu rhvisibilidad absoluta. Pero vemos cómo, en ve: de eso, se abraza
nita tiene necesariamente que redu cirse a elementos lineale! 1 1" dirección inversa: el concepto del " mínim um" es el intento
visibles y componerse a base de ellos: el hec ho de que lo divl .Ir ordenar y manejar la cantidad continua con arreglo a las exi-
y lo extenso surja así de lo "indivisible" no tiene mas de cxr . encias de la concepción discreta.
qu e el hecho de que el cue rpo con creto se componga (seg ú Parrbai, por tanto, no logra marchar por el " camino re~ 1 d.e
doctrina ar istotélica) de forma y materia, a pesar de que n In geometría", que su m étodo recomienda y proclama, segun ~l
elementos son distintos de él. Así como de element os que no mismo nos dice," ya que este cam ino tien de al concepto y al una-
d e suyo pesados ni ligeros resulta la materia ligera o pesada, Il.ls de lo infinito . y la razón profunda de ello está en que, aun-
tambi én los cuerpos gran des o pequeños se obtienen como el uue reconozca Y determine el número como una forma del pen-
sultado de eleme ntos qu e d e por sí carecen de magnitud.w Ilnllienro, afirma , sin embargo, la extensión continua como un ser
En el paso a las d imensiones superiores y en la construc el-soluto independient e, sin buscar su fundamento en su propio
de todo el contenido de la geometría qu e de aquí nace no se principio.
ta, por tan te, de una acumulación de partes, sino -as1 podrln H~ "Clarum quoque evasir continuum antlquius esse discreto. Quoniam
,11iM: rel io nulla fier i posset a vi ulla nisi continuum nnreced eret'', cp . cit.
81 Pancosmia, D C! spatio ma thematico, pp, 66 1, 83 Panc onnia, De physicí ac mathematic! 6patii IIffeclionibu l, p. 73.
EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA LA FILOSOFIA DE LA NAT URALEZA

En C ampenella, que continúa y lleva ad elante la teoría IlIt cambios de los tiempos y los pueblos. El meollo originario
trizzi, se consuma más ta rde la h ipóstasis d el espacio en un mnntiene invariable a través d e las distintas y cambiant es Ior-
dad espiritual propia, a la que se atribuye no sólo la cene en que se manifiesta: "diversiras nu lla ese imu s, nisi sicut in
d e sí misma y el impulso d e la propia conservación sino i nnn er modo". El mundo se nos revela como el ser "e n el q ue
la inmortalidad. Tenemas ya aquí ante nosotros, direcm mus la anch ura de la d ivinidad": es la estatu a y el templo en
aq ue~ ent ronqu.e entre la teoría del espacio y la teoría espec I .e depositan los pensamientos d ivinos y se encarna n en sim-
d e DIos Que mas tard e habrá de ser desarrollado por Henry vivientes. " Bienaventu rado quien sepa leer en este libro y
no ,hay por Qué concebir a Dios en el espacio, pero sí de nda d e el las esencias de las cosas, sin inventa rlas cavilando
cebirse el espacio en Dios, como en el principio Que lo co 11 capricho o según el buen parecer de otros't."
f le da vida.M ( ferro es q ue para representarnos la concepción religiosa de
mpanella, no debemos buscarla solamente en su m etafísica, en
Vemos, pues, cómo la reflexión, por much o que aspire a I ue las reminiscencias de la escolástica y los miramientos que
a compr ender la naturaleza con arreglo a " principios pro¡ deber a la autoridad eclesiástica coarta n la libert ad y la am-
vuelve a desembocar constantemente en el concepto de Di rud de las ideas. Aquella concepción cobra su expresión pura
ría falso, sin embargo, empeñarse en ver en esta conexión mmovedoee, sobre todo, en sus poemas, en los que se penetra
tenía, por supuesto, Que ser d esanudada para qu e pudiese ' I nuevo ideal social, traduci endo además las trágicas vicisitu-
el concepto cient ífico de la nat ura leza, simplemente un obs¡ de su vida personal.
opu esto al desarrollo. En el plano d e los conceptos, el tránsito al campo de la reli-
. Es sobre todo el mismo problema religioso el qu e ahora, y n le opera por medio de la idea de lo infin ito, que se convierte
eras a los .nuevos problemas con que entra en contacto, exper¡ ul. como se convertirá más tarde para Descartes en el medio
un cambio y una profundización. El hu manismo y la ñloscl , salir del círculo trazado por el principio de la conciencia de
la naturaleza se orientan a partir de ahora hacia la misma mismo a los dominios del ser absoluto. El intelecto hu mano,
unitaria y superior d e una rel igi ón ética universal, Ya la c llllAdo por la necesidad de su propia natu raleza a remontarse por
ción de la nat uraleza en Peracelso se enlaza íntimamente 'Ir los dat os concretos, por sobre el "aquí" y el "ahora", hasta
veíamos, con sus fundam entales ideas religiosas, en las que n mundos infinitos en el espacio y en el tiempo, d emuestra con
puntos de contacto, sobre todo, con la variante más libre del 1\1, directamente, su origen d ivino. No podría sobreponerse ni
sa~i,ento protestante de Sebasná n Fran ck {v, supra, p. 193), ulera en el pensamiento a la realidad empírica si descendiese
unicidad y la constancia de la natu raleza nos garan tizan la un
de la. auté ntica idea de Dios, que ningún culto, ningún do u De sen su re' 14m el magia. Epilceus, p. 370. Mer(ljíJicll, part e 1lI, ltb. XVI,
especial pueden agotar o alcanzar. t'V, amo 1 ., 2 (parre IIJ, pp, 207 s.) . Cfr. roeJie filoJof iche di Toma.ro
m,.,me!la, publ. da Gícv, Gasp. Drellí, Lugano, 183+, p. 11:
La teoría del conocim iento de Ca mpaneIla distingue el M¡
do "innato': en el que originariamente capta mos el ser propio, "U mondo e H libro, dove il sennc ete rno
las percepciones y los conocimientos que vienen a sumarse l Scrisse i prop ri concent. e vivo templo
de el ext~~ior; del mismo modo, su filosofía de la religión se¡ Do ve ping end c i gesti e'l proprio esempio
Di statue vive omi:> I'imo c'J su perno,
la ~doraclOn natural de ~ios, un a y única, de los aditamento" Perch'ogni spirr c qu i l'a rte e'l gcbe m o
tranos que a ella se ad hieren en el curso de la historia y a rrnv Leggere, e conte mpla r per non fars i e rnpic,
D ebba e dir possa . lo l'u nive rso ad em plo
Bt Campaoella, De s<!n. u r l."TUm er magia, 1, 12, p. 40; If, 26, p. 157. Dio conte mplan do a tune cose lme mc."
288 EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA

única y exclusivam ente d e ella y encontrase en ella


mem os suficientes de su existencia.
" ¡Qué maravilla tan grande, q ue la imaginación, sin ten Capítulo /l
pued a volar has ta el cielo y someter a su gobierno 10d
tr uctu ra de las cosas, q ue pueda, si las órbitas de los aste EL NACIMIENTO DE W\ CIENCIA EXACfA
ajusta n a sus denomin aciones, inventar nuevos epiciclos y
círcul os por med io d e los cu ales determina los fen ómenos u. relato q ue Sócrates n05 hace, en el ~dón, acerca de su ere-
precisión que parec e como si el cielo se plegase a nu estros e toria filosófica, se contrastan con toda nitid ez y toda fuerza
como si, más que comprenderl o, lo que hiciésemos fuese e modos fund amental es distintos de considerar y enjuicia r la
El imp ulso hacia lo infinito es algo innato a cada uno turaleza.
otros: la {rase de Alejandro Magno de qu e quería peder El uno se orienta directamente h acia las cosas, tr ata ndo d e cap-
donar la tierra pa ra co nquistar los mundos infinitos de Dem 1 1l ~ en toda su de terminabilida d sensible y de agota rlas en cuan-
es la expresión y el símbolo de toda aspira ción hum ann A sus ca racrerísricas y cualidades d e h ech o, "de apod erarse de
neral. SG El concept o de lo infinito puede, en general, ser cn; oblctos, escrut ándolos con Jos ojos y dirigiendo sobre ellos ro-
lógicamente desde dos puntos de vista, según qu e lo conel los sentidos".
como principio o como objeto del pensamiento. La época Ahora bien, por este procedimiento no alcan zaremos nunca la
filosofía de la na turaleza nos ofrece ejemp los de estas dos m 111 de! sabe r: el alma se ciega ante In estampa abigarrada y mul-
d e enjuiciar el probl ema. En C ardano en contramos la A lt me de l mundo, si intent a contemplarla d irectamente. Se tra-
cíón de que cuanto ha de ser comp rendido por un esp írit I\()r tant o, ante todo, de forjar el instrumento que perm ita al
rada tiene necesariam ent e q ue ser algo limitado de por .rl ritu soportar d e un modo sostenido el espectáculo de esta plé-
no pud iend o mediar proporción alguna ent re lo finito y I y esta va riedad d e las cosas: el camino le conduce nueva-
nito, no puede existir tam poco conocimient o.87 Todo c lite d e los objetos a los conceptos, en los que tenemos que
vuelve a concebirse V a describirse, por ta nto, como en el tram os por intuir la veTdad de lo qu e es, antes de que inte n.
sano, a la manera de un " medir". Ahora bien, en CUt ,'5 llegar a comprender su forma y su concreci ón empíricas.
problema de que aqu í se tra ta, este pensamiento COntiene dicho d e ot ro mod o: tenemos qu e recurrir a los postula dos
ble sen tido, en cuanto qu e lo infinito puede ser considera meros y originarios d el pensa miento, pa ra pode r decidir, según
una parte , com o el objeto qu e se trata de med ir y, de otro 1. coincidan o no con ellos, acerca del val or o carencia de valor,
cambio, corno la medida misma que llevam os en nosotros. e In verda d y la realidad de Jos objetos.
nella trató de restablecer este segundo significado, pa rtie ['nI es, según Sócrates, la relación fundamental existen te en tre
premisas metafísicas; pero tampoco en este punto logró 1Ie. AÓYOt y las :tQáYJ.l(l'(CI, sobre la que constantemente hay que
término su pensamiento por h aber desdeña do la ayuda y la ver. Platón -c-cuvo pensamiento se identifica aquí , más clara-
ción de la metafísica, cuyo concepto de lo in finito combatfe. lile que nunca a través d e la imagen de Sócrates- no s610
11 de manifiesto en esta fórmul a la trayector ia del pensamiento
¡¡O De s<!'l"Isu rer'::m, JI, l S¡ pp. H6 u. M eUlf isicCI., parte m, lib. XIV, t I le llevó a d escubrir la teoria de las ideas, sino que con ella
arto 1 (parte IlI, p. 132). nln nI mismo t;¡>mro el c~.., i no por el qu e tantas veces habrá
ll'l' Cardanus, TraClar"J de arcaniJ aelerniUltis, cap. IV. "Qulcqu td 1
¡'n'$rt'csar la cult ura espiritua l de la humanidad bacía el des-
comprehendirue, fmitum esr, nam comprehensíe proportione quadam tlt,
niti eutem ad finitum nulln ese proporríc" (cita tomada de Fiorentlno, (JI' ¡l.rhnicnto d e la ciencia deductiva.
t. 1, p. 211). f.' In relación hist órica aporta la prueba indirecta convincenre
289
290 EL CO NCEPTO DE LA NATURALEZA EL NACI MIENtO DE LA CIENC IA EXACTA 29l

de la fuerza interior y la profundidad objetiva que soet¡ las sensaciones no puede ser directamente objeto d e investiga..
pensamientos fundame ntales del idealismo. La bifurcac 11: el problema de que ar ranca la ciencia nace con la elabo-
loo dos caminos qu e Plat ón señala por boca d e Sócrates cnr hn mental de aquéllas, es d ecir, con la redu cción de las cosas
con una gran fidelidad histórica la pugna que d esde el I mentes a funciones y procesos matemáticos.
momento se. abre entre la investigación metodológica mo Jaro está que, en sus comienzos, este resultado no podía ma..
la filosofía renacentista de la naturaleza. 1 tarse inmediatamente con la claridad v la nitidez con que
El "sentido" -......el exte rior y el interior-, al llegar a el l l,)ftl se nos revela a nosotros, teniendo ya delante la ciencia ma-
ca, se esfuerza de nuevo en fundirse con la esencia de In ética de la natu raleza en su forma acabada. Los rasgos sim..
para descifrar el misterio de éstas. Y volvemos a encont de la imagen se complican y hacen cambiar la fisonomia de
con que, po r este camino, no logra captar la experiencia, I ror la acción de un a serie d e influ encias de d istinto carácter
nación y la estructu ración d el ser con arreglo a leyes, sin dd as de la especial situación histórica d e los problemas d e la
mente ta sombra de la realidad, un fant asma de ella. No
observación exacta, sino una vaga analogia basada en las I
••
1I pensamiento no se enfrenta ya directamente, como en Pla-
síones de los sentidos, lo que decide acerca de las conexio , n la natu raleza misma, sino Que se encuentra con un sistema
ere los fenómenos. concepeos fijo y plasmado, que pretende contener y circun s-
T r at ábase de des plazar el concepto de fin por el ccnce h It de ant emano dentro de sus limites toda futura observación.
flDCf'tCJ., pero el conte nido objetivo de éste se mantenía por lile a este imperio del concepto escolástico se invocan los datos
d entro de los límites de la concepción antropomórfica. Un los sentidos y de las percepciones. Es la experiencia y sólo ella
1'10 típico de esta relación y de las limitaciones de esta man Que permite al pensamiento llegar a la conciencia y a 11 com..
pensar lo tenemos en el modo como explica T elesío la acele IIsión de sí mismo; sin ella no podría éste nunca cerciorarse de
de la velocidad d e 10s cuerpos en la caída: así como el h " es su misión de principio ni d e su carácter inagotable. Vistos
procura desembara zarse rápidamente de una necesidad d l. luz d e esta aut éntica realidad, Que sin cesar se renueva a
dable, así también los cuerpos tienclen a acelerar su rnovir misma, los conceptos ontológicos Quedan redu cidos a simples
hacia el cent ro de la tierra, que sienten corno una grav nnbres",
acción." l'or todas partes, del escepticismo y de la filosofía de la natu..
La sensación se transporta d irectam ente al objeto; sola lera, del humanismo y de la fisica matemática, vemos alzarse
penetrando en la esencia de las cosas con nuestros propi misma exigencia: hay que volver de las palabras a las cosas,
pulsos y nuestras propias apetencias, podemos confiar en J] las relaciones entre los silogismos a los nexos mismos de la na..
comprenderlas. La ciencia comienza por la solución de est ••lesa. Todo el valor y toda la responsabilidad del saber se
blema: la aceleración se convierte en objeto para ella en e nsñere, así, a las sensaciones como ni testimonio más originario
que no se la enfoca como un estado interior de los cuerpo' más verídico.
como una relación y una ley puramente num érica que cabe En la fijación del contenido mismo de las sensaciones, en la
prend er y exponer independ ientemente de las "sustancias" e uuprobación y la delimitación de las observaciones descubre aho..
ISe manifiesta. El camino hacia la naturaleza pasa por los el pensamiento su nueva fuerza y su nu eva {unción merodoló..
en un doble sentido, ya que éstos significan tant o los funda \i II .~ , Ya ventilada y d ecidida la lucha, se ve claro que la divisa
t06 racionales como las relaciones matemá ticas. La trama COI !ventada por los part idos contendientes no ha valorado plena..
mente ni agotado la verdadera significación del problema. Lo que
I Tde.io, DI!;'II<lrum Mtura, 11, 12. debatía era la razón de ser de las percepciones pero el resultado
EL CO NCEPTO DE LA NA'IURALEZA EL NACIMIENTO DE LA CIENCIA EXACTA

a que se llega es una nueva concepción y un a nue va eier llturia no se alcanza direct ament e por los sent idos, sino que
del conoePto. La nueva ma nera de ap reciar la realidad hn ue que elaborarse mediante los recursos raciona les y rnatern á-
cido, pues -llevad a de un a n ecesaria concatenación, con 111I del conocimiento: la ap rehensión de la realidad se logra por
ya nos hemos encontrado en las diferentes etapas h ist órt lio de una serie d e eslabones que sólo puede acreditar el pen-
una reforma d e la lógica. mien to, nu nca la percepción directa.
Podemos tam bién comprobar esto a la luz del proble La teoría astro nómica se da la mano, así, con la metodología
crero y fundamental q ue apa rece en el centro de todo lo nera! de la ciencia modern a en la misma nota caracteristica: se
nado con el nacimiento y el desarrollo de la nueva conce lenta hacia una profunda interdependencia d e lo racional y lo
la naturaleza. la luch a en tomo a tos nuevos pri ncipios 11 raíble, la cual no conduce, sin embargo, a la confusión d e am-
vesrigaci ón coincide en el tiem po y en cuan to al contenido factores, sino, por el contrario, a la afirmación de cada uno
lucha por la mode rn a concepción astronómica del univ ellos por separado.
has problemas se cond icionan entre sí, necesaria e interior
en Ga lileo, sobre todo, podemos observar cómo la defensa
1. L EONARDO DA VINO
tema coperni cano se conviert e para él en el centro y la n
de todos los puntos d e vista abstraeros a que va llegando Para poner de manifiesto la mentalidad científica de Leonardo
campo de la mecánica y en el de la filosofía. Vind 00 basta con señalar una por u na las nuevas y abundan--
y el primero que expone de un mod o claro e inequl concepciones teóricas que su espíritu proclamó en una serie
funda mentos d e la ciencia empírica, se adelanta también a 1 cnmposr en la matemática y en la ciencia d escriptiv a de la na-
va concepción de la est ructu ra d el un iverso: Leonardo dI. raleza. en la astron omía y en la historia de la evolución, en la
señala la importancia relativa de la tierra como un as tria general de la ciencia y en todo un conjunto de aplicaciones
otros y sitúa al sol en el centró inmóvil de l cosmos.s oleas especiales. El quattrocento dió al mundo figuras com-
El entronque entre am bos problemas tiene su raíz en rebles a la de Leonardo por la universalidad de sus inte reses y
damento lógico común. Ya Ga lileo consideraba como la ver sus afanes, aunque no por la profundidad y la libertad d el peno
gloria d el d escubrimiento copernicano, más que el result a, miento.
mil, el camino que con él se abría al pensamiento: la fuer Pero lo qu e hace de Leonardo un heraldo d el fut uro de la
vitalid ad con qu e el espíritu afirma y sostiene los fundarnen Ik""tofía y d e la ciencia es la un idad d el pensa miento merodoló--
[a razón, sin dejarse enga ñar por las apariencias falaces 1, f) fundamental que sirve d e hilo de engarce a esta variedad de
sentidos.3 En la imagen moderna del mundo se ha conq tucreses y la circunscribe y do mina. Los apuntes y fragmen tos
un nuevo lugar y un nuevo derecho para la razón. La i t Leonardo pertenecen por igual a la h istoria de la ciencia y a la
viva de la naturaleza como un todo, su unificación en un lll&'oria d el problema del conocimient o, ya que, a la par que nue-
mes" arm ónico: ral es la meta funda menta l de todas 188 1M result ados, traen y acusan un a nueva conciencia de la forma
considera ciones. el fundamento d el saber.
Pero, al mismo tiempo, se ve claro ahora que esta conre Ln concepción leonardiana de la natu raleza, en sus comienzos
y rtl BUS primeros atisbos, apar ece todavía claramente enlazada a
~ Sohre las con cepciones astrol\" micas de Leonard o da Vind, • .
lener(lr; J i L. J a V . (a"ati dagli A u rog,ra fi e pubblical i da lean Pmd 11
lu especulaciones de los filósofos de la natura leza de su tiempo.
Dos I"a rte~, Londres, 1883. Parte Il, p p. 135·72. V 8610 teniendo presente estos nexos pod emos medir el camino
Gnlílei, Dialogo infa m o (li d lll! 11lassimi $i.> f<'rni del mcmJo , C irl"n_'1
ti. Ijllr. el pensam ient o hubo d e recorrer, en Leonardo, ant es de lle-
Ope..! ,Ii GaJil,ú, e.l. AINri. Florenc ia, 1842 H .. t. 1, p. .357. ' IH n sus últim os y más altos resulta d os.
'9+ EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA EL N AClMlENfO DE LA ClENaA EXAeTA 29S
El alma de este gran artista capta intuitivam ent e la nat , y de efectos maravillosos. Es el criterio de lo matemático el
como un gran organismo vivo y la plasma y desarrolla en im ue deslinda la orde nación inquebrantable y sujeta a ley, sin mar,
de gran claridad plást ica. la tierra es, para él. un ser so n para la menor excepción qui mérica, de cua lquie r clase de
cuyo aliento y cuyas pu lsaciones percibimos en el flujo y el e-mas de la fant asía o del antojo, levantando por tanto una be-
de las mareas y cuyo calor vital se desborda en Jas expl trera ent re la sofistica y la cienc~
volc én ícas-, El impulso vital y amoroso del hombre es la "Quien reh use la sup rema cert eza de la matemática, nu trirá
la quint aesen cia de la naturaleza toda : 10 mismo que el h u espírit u de la confusión y jam ás pod rá imponer silencio a 106
arde continua mente en el ansia de la nueva primavera ¡(¡smas, los cua les sólo conducen a interminables d isputas en ter-
im ~aci entement e espoleado por la esperanza del porvenl, 11'1 n palabras" 8.
sabiendo que no hace más que emp ujarle a su propia mue Leonardo destruye con un as cuantas frases el fundamento de
también los elementos pugnan todos ellos por salir de la 8U 1.. artes y las doctr inas mágicas, sobre las qu e seguía descansando
y del aislamiento a q ue se ven cond enados, para retornar al lf entero el conocimiento de la naturaleza d e los hombres del
reintegrarse en él 5. N uestro espíritu es el " modelo", el tr jllRttrocento y el cin q uecen ro. T odos los fenómenos físicos estri-
en que se nos revela la acción de la naturaleza. T oda fu J n, según Leonardo, en un conjunto de cambios físicos, que,
por su concepto y por su origen, una ent idad espirit ual, "1 I r serlo, tienen necesariamente que ponerse de manifiesto ant e
del movimiento material y la nieta del movimiento del espl nuestra intuición y pode r observarse en sus detalles. Desa parecerá ,
Pero todas estas imágenes, que empiezan dom inando la e ..I, toda acción de las fuerzas espiritu ales sobre el acaecer mate-
ración de la realid ad en su conjunto, q ueda n inmedi arame ,hll, tod a influencia directa de las fuerzas d el espíritu sobre la
legadas a segundo plan o cuan do se trata de explicar o der¡ t¡m eria: las Iu eraes, pa ra pode r ser objeto de estudio matemático,
fenómenos concre tos. El único postulado qu e aq uí prevalece, Henen que aparecer vinculadas necesaria mente a los órganos de
Leona rdo, es el de la ne cesidad . " La necesidad " -nos d ie 1II materia y a las condiciones mat eriales," Aho ra bien, en la ma-
la maest ra y tutora, el pensamiento cent ral y la descubridora I da ningún movimiento pued e engendrarse d e la nada: Leonar-
natural eza, su eterno lazo y su perp etua ley" 7. La necesida 11" equipara expresamente con los alquimistas y buscadores de la
ne su sencillo y riguroso rasero a todas las cavilaciones de 1 piedra filosofal a qui enes se empeñan en descubrir un "perpe-
tasia, a cuantas explicaciones se apoyan en el juego caprich tuum mobile" 10.
las causas espiritua les. La in fluencia de los métodos matemácícos se revela primor,
y el único med io por el qu e pued e ap licarse y pone rse en: lllnlmente, por tanto, en el hecho de qu e cond uce a una nítid a
rica este rasero son los conceptos de la ma tem ática. Lo de determina ci ón, y a u n claro análisis del cceoepeo de causa. Rige
en la concepc ión leonardian a de la matemática, es qu e tJl umbién en este senti do puramente lógico el juicio qu e Leonardo
ciplina no sólo empuña el cetro por razón de su certid
. .
inte rior e inm anent e, d e su "ce rteeea" subjetiva sino que
mas, la premisa obligada para fijar el concep to de las regla'
. mite acerca de la mecánica. cuando dice qu e es el paraíso de las
lencías matemát icas, por ser en ella donde la matemática "d a
tll~ frutos" 11.
leyes de la naturale{(I. Si n uest ro pensamient o se fija en é~
sí sola, sólo verá en ella u n confuso conglomerado de fuerzas 11Nú m. 1157; vol. 11, Po 289.
o Núms. 1211. 1213: vol. Ir, pp. 303 J. Cfr. acerca de esto, Prantl, "Leen. da
f Leonardo da Vlncí, d .]. P. Richter, núm . 10Cl0, vol. II, pp, 220 . , V¡nd in philo sophische r Beriehun g", p. 13, en SiM:llf1gsbe. ichte de. k¿¡niglkh en
~ Op. ctr., núms. 11+2 y 1162; vol. ll, pp. 287 y 291. 1, Ak adem ie dcr Wissetlscha!r<'fI, Philosop hisch-philologü che Klasse, 1885.
6 Núm. 859, vol. JI, p. 137. 10 Núm. 1206; vol. JI, p. 301.
7 Núm. 1135: vol. 11, 1". 285. It Núm. 1155: vol. JI, p. 289.
EL CONCEPTO DE LA NATIJRALEZA EL NACfMIEt-rrO DE LA o a"O A EXAcrA '97

No hace falta que nos d etengamos, pues son sobrada l. de juicio el valor de la matemática, porque ésta, aun conte-
cooocídos, en los di versos d escubrimientos mecánicos de Indo "cierta seguridad" en cua nto a su argum entación, versa
do, tales como la fonnulación de la ley de la gravedad en el ere objetos d e ran go inferior y poco estima bles". Las siguien tes
inclinado y su an ticipo del prin cipio de las velocida d es virtun bbras de Leonardo parecen la respuesta a tales ideas:
Pero, ad emás de esto, Leonardo perfila y formula con gran 11 "Tan despreciable es la ment ira, que aunque diga cosas bue-
V claridad, en el plano de los principios, los' conc eptos ! ttn¡,J< . lll ~ acerca de las cosas divinas, qui ta todo valor a lo div ino, como
tales puros de la mecánica. Discut e, ante todo, el ccncept J relente la verdad, que ennoblece las cosas más pequeñas que en-
lit;mpo, que, au n siendo un ejemplo }' una mod alidad de III lm. Por eso la verd ad, aun cu ando tr ate d e lo pequeño y 10
nilud constan te, no en tra d e lleno, sin embargo, en el cam feriar. está infin itament e por enc ima d e todas las opiniones va-
la geometría (sorro la gecmerrica potentia}, Cierto qu e es el üantes 'f falsas acerca de los problemas d iscur sivos (discorsi) más
mo tipo de relación el que existe ent re el punto y la línea. hes 'f sub limes. .. Pero tú, que vives d e sueño s, te complaces
lado. y el momento indivisi ble y la exte nsión infinita del ti Aft en las razones y argucias sofisticas sobre cosas gran des e in-
de otro; la misma ley Fundamental d e la d ivisibilidad infinl tenas que en las concl usiones seguras y naturales, aunque no se
qu e d omina por igual el espacio y el tiempo y tod as las cemíd monte n a tales alt uras" U .
continuas. Pero el hecho de que pertenezcan a un género c Leonardo cifra, pues, su concepto idea l de la verdad y de la
V superior, no debe llevarn os a perder de vista y a esfuma I ~ lón en el fecundo "parhos de la experiencia", a la par qu e, en
part icularidades específ icas qu e ent re estos d iversos fenórn rutdo inverso, el concepto mismo de la experiencia de riva su
existen. Leonardo postul a expresamente la necesidad de des lor de su necesario entronque con la mat emática.
lo q ue el tiempo tien e de propio y peculiar, de sgajándolo d La invocación de la ex per iencia es, ante tod o, la expresió n
crit erios de la geometría l 3 • lva de la rebeldía cont ra la autorid ad y la tradición. La expe rien-
y con esta afirmación específica del contenido propio del lit es la grande y eterna maestra : In maestra de todos los maes-
po guarda una relación ínt ima el significado qu e, dentro n de la escuela a la que constant emente tenemos que volver los
conce pción total de Leonardo, se atri buye al concepto de l. ll~ . Si qu eremos apreh ender la natu raleza y comprenderla, tene-
lución. El conocimient o de la historia evolutiva constit uye, l fth l ~ que nutrirnos, no de los pálidos y tergiversados resúmenes
él, el orn ato y el alimen to del espíritu human o. 1\1 1~ de ella nos ofrecen los libros y los autores, sino en su fuerza
Vemos ahora, de un modo general, cómo el mismo conc ~ en su vida originales'".
de la matemática se ensancha y cómo, salt ando por encima J Cuan to más nos ad entr amos en esta realidad originaria, más
simp le geometría, Incorpora a sus d ominios nuevos campos de u n esfumándose en ella todas las aparienci as de lo arbitra rio '1
blem as. Con ello y al mismo tiempo, cambi a la pau ta del v l . fortu ito. más profundamente se revela ante nosotros la tra ma
del conocimiento : la va loración d el saber no depende ya d I loo enga rces y los fun damentos necesarios. La experiencia no
objeto, sino del grado de certera objetiva que en cierra . otra cosa q ue la forma exterior de manifestarse las relaciones
Par a darse cuenta d e cuá n esencial y decisivo es el ca f las leyes de la razón.
operado, bast a fijarse en la literatu ra d e la época: así, por (' La ex periencia "nos enseña, como intérprete V mediador entre
plo, Frecesroro, coetáneo de Leonardo m ás joven que él, pone l. naturaleza creadora y el género h umano, el modo como aquélla
12 V. Oecehe. Lcon . da Vind als lngenicur und Philo$oph. Berlín, I
Düh rlng, Krirische Oeschkhre dCT all ¡;rcm cincn Printipicn der M"challik, J' lt Frecastcrc, De m rcllec ru, lib. [ (OPC'Ta, Ven ecia, 1555, p . 165) .
pp. 12 ss. I1 Núm. 1168; vol. 11, p. 292.
n Núms. 916 r 917; vol. H. pp. 171 s. 10 Núms. 11, 12. 18; vol. 1, pp. 15, 18 u.
298 EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA EL NACIMIENTO DE LA CIENCIA EXACfA

ac~~ entre Jos morta les; y nos revela , al mismo tiem po, (6 leuvos encama, por así decirlo, y pone plásticam~nte ante n~~
ac~on. gobernada por la necesidad, sólo puede deserroll ojos el imperio d e las leyes generales de la razón".Y,ta?, b¡en,
y como se lo ordena la ratón, su timonel" 17. en no menor medida, son un medio para llegar a id éntico re-
~oda ciencia nos es descrita, por tanto, como la inte hado y un campo anal ógico al de la auténtica " ñlcsoña" las
denoa ent re estos d05 factores fund amenta les que son la o les plásticas, en las qu e vemos cómo se plasma plenamente el
ción y la razón. El experim ento rompe la marcha; pero él undo geométrico de las formas del espado, dominándolas ha~a
no es, d e momento, sino un problema que nos empuja a d 11 sus últimos d etalles. "Quien d esprecia la pintura es también
'?s fundament os necesarios de los fenómenos. El penen nerrdgo de la filosofía y de la naturaleza" 2<1.
nene que invertir la relación d e causa a efecto establecida Vemos, pues, cómo Jos diversos rasgos que informan la ~a~u­
naturaleza: mientras qu e ésta procede de lo simple a lo com I lean espiritual de Leonardo convergen hacia una meta ar mo n ice
de las condiciones al efecto, aquél debe comenzar por el fe t ultima. La Iu eraa creadora de la fantasía ~s.•para él, ~l mis.mo
no complejo que la observación pone ante nosotros para uempo, u n recurso fundamental y una condición de la mvesnge-
círlo an alíticamente a sus elem en ros funda ment ales18.' lbn teórica: sólo podemos gloriarnos de comprender aquell o que
Con estos criterios, se adela nta Leonard o al " método troS mismos sabemos proyectar y bosquejar en nuestro esp iri-
tivo" de Galileo y a la ciencia natural mode rna. Se revela tu, y no lo que la naruraleaa misma nos ofrece espontánea~ente
mente, además, que"el problema aquí planteado jamás pu ain damos a elegir.: l Pero esta potencia in terior de configura-
gar a resolverse de un modo completo y definitivo: el núm 6n y de creación, con la que nos adelantamos a la ~ervación
" ragion í" que jamás se ha yan presenta do en la experiencia de los hechos, tiene al mismo tiempo sus reglas y sus limites en el
finito. sin qu e pueda, por tanto, llegar a agotarse en n ingu modelo idea l tra zado por la matemáeíca- La aut éntica intuición
las futuras etapa s del sa berw, , las verdaderas especulaciones d el investigador se, diferenci~.n d;
No existe, a la vist a de todo este contexto del pensamien unn vez para siempre de la vaga y voluble fa~~a sl a d e Jos esp~­
Leonardo, ninguna contradicción entre el hecho de que thus soñadores" (vagabondi ingegni) 22. También en el descubrí-
lado, se insista en que todo saber arra nca de la sensación y miento del concepto de la naturaleza se hace valer aquel idealis-
que! por otra parte, se atribuy a a la razón una función propJ mo estético de Leonardo expresado por él en el principio de que
encima de la percepción y al margen d e ella. La tendencl .610 es dur adera y estable la belleza que el espírit u del artista
claramente dirigida a enc ontr ar un concepto intermedio eme n nslad a a la materia, y no la que aparece adherida a ésta en cuan -
tos dos factores fundament ales. No debemos perdernos en I tn lal 23 •
side ración de lo concreto, sino, por el cont rario, esforzarn El destacar y deslinda r la función y el valor especiales de la
lIega.r a comprender la ley general que planea por sobre elle "Imaginación" dentro del conjunto del conocimiento humano,
domina. Pero, al mismo tiempo, no basta con expresar esta ley rnnstituye u n empeño general del Renacimiento, que podemos se-
plemente en un a fórmula abstraer á, sino que debemos aspirar D ruir paso a paso hast a llegar a Descartes. En su clasificación de la!'
rarla en su acción viva y en sus manifestaciones inruiriws y ce
ras. La geometría nos señala el camino para conseguir este 20 Núm. 652; vol. 1, p. 326.
21 "O s pe~ ul a lore dejlc cose, non ti laudare di oonoscere l e cose ch e oro
1'r Nú m. 1149; vol. 11, p. 288. Iinarillmenle per se medesima la natur a conduce: ma r. llegrari di conoscere
18 V. Leonardo Ja Vind, da Denker, Foncher I.<nd Po.·t ed, de M :1 fine di que lle cose che son disegnlate dalla mente rua", núm. 1205; vol, Il,
Herafeld, LeiPti¡:-, 1904, parte 1, núm. XI. Acerca de llls relaciones en 1'. 301.
razón y la experiencia, v. Pranrl, op. " it., pp. 7 ss. 22 Núm. 1168: vol. Il, p. 293.
III Nú m. 1151: vol. u, p. 28S. ea Núm. 651: vol. l. p. 326: "Cesa bella mortal passa e non d'ane",
\00 EL CONCEPTO DE LA NATURAUZA

"porencia:> ~e l alma", Campanella coloca en último lugar,


al entendimien to d iscu rsivo y por en cima de la mera reproJ
2. K ÉPLER
de los sentidos, la activida d propia de la " imaginación". n.
lÑn él, no aspira simplemente a ent relazar los elementos I U
erados por la representación para formar nuevas combina 4) El conct'lJfo de la annoníd
.
hasta ah ora desconocidas, sino ' conjuntament e con esto,
mas: a hace r brota r y a modelar las ciencias mediante el Si el interés esencial Que para la filosofía tiene la historia de
cimiento de principios y el d esarrollo de conclusiones. y ~I orígenes de la ciencia reside en de terminar y estud iar por se-
go descollante de la "i maginación espiritual", que expresa rudo los motivos "subjetivos" y "objetivos", la parte que corres-
se d istingue de lo que es la fantasía de los sent idos, no se mde al objeto y al intelecto, no cabe duda de qu e la personah-
fiesta tan sólo en el campo del pensamiento, sino también I.d de Képler plantea directamente ante nosotros un sugestivo y
dominios de la voluntad y de los actos. Y no deja de ser I levante problema filosófico.
catívo el hecho de qu e Campanella reivindique el papel En ella vemos cómo se entrelazan d irectamente dos momeo-
imaginación, sobre todo, en el campo de la policial es d I formando una unidad y proyectándose sobre una función de.

aquél en q ue con mayor pureza hu bo de acusarse 'la capa rminada y concreta, pero sin llegar a entremezclarse de un modo
kíeal de plasmación de este peasadorw. En cambio. no ere! uniforme y a confundirse en sus contenidos objetivos y en sus va-
esta nueva {unción espiritual Que él se esforzaba en situar lores.
fundamentos generales pudiera llegar a ser fecunda en cuan El punto primero de partida lo ofrece la entrega a la realidad
problema del conocimiento de la natura leza. nerior, el postulado de que esta realidad debe captarse objetiva.
Será Képler quien hará brotar el nuevo concepto de la mente en toda su pureza y sin arrancar de premisa alguna. T odce
(ien.c~ por la f~~ión de los dos elementos fundamentales qu y cnda uno de los pasos de la dedu cci ón son cont rastad os a la lus
r~ct~man también el pensamiento de Leonardo: la libertad lo los hechos; la observación exacta se encarga de examinar )'
vitalidad de la fan tasía estética y la profundidad y la pur 11IKtipreciar todas y cada una de las piedras empleadas para cons-
fa especulación matemáricn, nuir el nuevo edificio del pensamiento.
La " experiencia", que hasta aquí era un tópico d ialéctico em.
picado 10 mismo por el escéptico que por el místico, así por la
riencia como por la filosofía especulativa de la natur aleza, ernple-
/l n llenarse ahora de contenido real y vivo.
En las observaciones de Képler sobre los movimientos del p!<..
neta Marte, el nuevo ideal de la' indu cción aparece realizado ya
on una claridad y una pu reza lógicas que apenas si llegarán más
••rde a sobrepuíarse. El propio Képler nos dice, al relatar la rra-
secroría de sus investigaciones, cómo había llegado a establecer
~ .&f Sepeima esr ¡masi.na ri" , .. ee huju, ese Jcie nria.! i d<-"aTe ,"oponenJ" unn hipótesis que confirmaba todas sus observaciones con una dí-
ctPUJ, cd.ucendo conc lusiones , forman do syllogisrnos, et art es invernre..• Icrencia de sólo ocho minutos y cómo fué el hecho de no pasar
~pter m1tl~'nat.lo melltali J, n on Jellsual iJ en invellCTix Jcl<'llIiarum s er J
~ . .; ldeatl~, autem ex PoUCici, Ut rhy~icis rerum crdin ibus or¡ lu ~
''' lr alto y desdeñar esta diferencia, insignificant e según la paut a
USUI .acco~od atur • C ampane lla, Meta!isica. parte l. lib. V, cap. 1, 8rt. 3. ti los juicios de su tiempo, 10 que le llevó precisamente á la refor-
!'hYSl'J!og,ar, cap. 16. arto 8, espe cialm ente pp, 194 J. ma de toda la astronomía.
,<11
")l EL CONCEPTO DE lA NATURALEZA EL NAOMlENrO DE LA CIENCIA EXACTA

Esta rigurosa proyección del pensamien to sobre IIU !!lis Y opiniones vacilantes, nos habla del propio genio, que
ciones,. ~n la qu: aquél encuent ra su necesaria e inexcwa~1 mduce en todas sus consideraciones e investigaciones. Refi-
rras tacicn, constituye el postulado fundam ental de la ele IJ lllle con ello, no simplemente al modo personal de ser de su
Képler. Los epiciclos y los círculos de la astronomía Toleme rr uu -aunque también éste contribuya decisivament e a la es-
troducidos y afirmados simplemente como invenciones capr rum y la conformación de sus conocimientos- , sino también
~ co~o recursos auxiliares para el cálculo, ceden el pue s puntos de vista e intereses generales qu e actúan como máxi-
tmpeno sa necesidad de poner de manifiesto las verdadera. y fuerzas orientadoras de la investigación objetiva.
objetivas de los movimientos celestes. El orden objetivo 6 to nos ayuda a comprender, al mismo tiempo, el concepto
cable de las cosas, qu e el pensamiento tiene qu e reproducl fico fundamental que informa todas y carla una de las par-
su ant ojo, sino de un modo único y necesarios tal es, ah del sistema científico de K épler, trabándolas en unidad: el
meta y el prototipo de la investigación. repto de la armonia..
Esta repnxiu~ción, sin embargo, no puede consistir simpl l.a armonía aparece ante nosotros, primeramente , bajo un giro
[e --en esto estriba el nuevo motivo que aquí entra en ae Vllll significación objetivos: designa la intu ición del mundo como
en una ,r~ma aceptB~ión de lo dad o. Es la actividad indepen cosmos ordenado y organizado con arreglo a leyes geornéers-
del es~m tu la qu e nene que descubrir la imagen pura y te , No se circunscribe, por tanto, a la estruct ura de los astros,
'a realidad. Del propio interior del hombr e manan los de 111 que abarca y domina por igual todos los objetos y todos los

mientas más profun dos en q ue se nos revelan los secretos eros de la nat uraleza: podemos observarlo, lo mismo en la For-
natu raleza. ., 16n de los cristales qu e en la estructur a de los cuerpos orgá-
"No es la influencia del cielo la que determina en mi 1 así en las formas creadas por la naturaleza como en las que
lIos co~ocimi:n~os, sino que éstos descansaban ya, con arr 1 e~ del instinto de los seres animados. Las proporciones fijas

la teorl~ ,platomca, en la entraña soterrada de mi alma, y l. urentes entr e los cuerpos cósmicos y entre sus distancias y riem-
tem~l~elon de la realidad no ha hecho más que sacarlos a 1 de rotación, son solamente el ejemplo más señalado de la ley
perficie. Las estrellas han atizado el fuego de mi propio e. rs-rul,
V de mi propio juicio, espoleándolos a un trabajo incansabl y 10 que aquí se ofrece a nu estra intuición como un todo ~n
U? a~~n in.extinguible de saber: lo que ellas nos dan no es l. Inexistencia en el espacio encuentra su exacta correspondencia
piracron, S10 0 el primer impul so qu e sirve de acicate a nu 11 lns relaciones del tiempo y de la sucesión en él. Los acordes
fuerzas espirituales" 24, llllónicos de los sonidos nos revelan el plan estructural y el mo-
~or tanto, ; n Képl~r lo mismo qu e, más tarde, en Oa I 11\ de la realidad toda: la condicionalidad geométrica consisten-
~omma I~ ~eona del ongen y la adquisición del conocimien en que las d istanc ias ent re los planetas se determinen según el
l~ea platónica de la reminiscencia; en ambos podemos obs4 uema de los cinco cuerpos regulares aparece hermanada con
~o esta idea va despojándose poco a poco de sus elem I ley musical qu e regula y pone en consonancia sus movimien-
m.ltlcos, para cobrar un significado puramente lógico. Y así ' . Entre las velocidades variables de un determinado astro, lo
Sócrates, que descubre el " concepto" ético y con él frente I Inl mo que entr e los valores medios de la velocidad de los d istin-
"gootulad~" de los sofistas, la objetividad de lo moral, sigue e .. planetas tiene que mediar necesariamente una relación en á-
fl.a.nd05~, SIO embargo, a la guía de su demonio moral, así I 1"1(11 a la qu e media entre el núme ro de vibraciones de unos y
bién K épler, contraponiendo la ley de la naturaleza a todos ,1111S sonidos armónicos. La investigación especulativa de estas

:2:1 Kepler, H am¡ cm ic ;:J m u nd i Lib. IV, cap. VII. Operll om n ia, ed. Illlllogías y el intento de reducirlas a una fórmula num érica fija
Frisch, Francforr y Erlanllen, 1857 SS. , t. V. pp- 262 J . II f VlI a K épl er a descubrir su tercera le)', la qu e determina el
El (:ONCENO DE LA NATURAl.EZA
EL NAOMIEN'TO DE LA OENaA EXACTA
tiempo de .. d
rotacton e un planeta romo fu .. d
con respecto al sol 2". nCJOn e su rque un nuevo progreso en este cam ino. Desaparece aquí hasta
Pero, aun prescindiendo d e este resultado em . . í úhimo resto del d ualismo anterior. El espíritu no se limita ya
~~' J~a~~des,en trE'¡ñar
un r:neollo puramente lógf;~lC~elU~:l tomar del exterior, para asímilérseles, las proporciones armóni
ama . pensamiento abraza d. t, sino que se convierte en su prototipo y creador. Sin ad mitir
dirección, ,al volverse de las relaciones' jm~~~~~n:~tr~nt p nctividad de l espíritu como necesario término corre lativo, no
la aa su ~rrgen; es d ecir, a l esforzarse por comp render y des emes llegar a comp ren der lo que es una proporción geoméreí-
.. rmoma, ~~ corno un a trib uto de las cosas, sino como u , en que consiste y cuál es su esendaw•
Cla n d el e.sPlfItU.. Las relaciones arm ónicas entre los 00' ierto qu e tam bi én aquí sigue pensándose la con ciencia, ante
el complemen~o correla tivo qu e el espí ritu nccesita ara :
j h o, bajo su forma mítica de "alma del universo": la vid a unita-
tarse, ~.perfecclOnarse: las proporciones n uméricas qU~ obse que do mina el universo inform a el orden matemático y la in-
en e rrrnem cmo apaciguan y nutren al alma u . lit' pendencia qu e existen entre todas sus partes,
cfsllr~~ente se empeq ueñecería. El mundo h~ ~d~ ~~~a~~ Recorde mos, sin embargo, que ya la filosofía de la naturaleza
e ro e o d e la proporción geométrica, para que el yo pue orreba con el. concepto del alma de l universo una preparación
contra: c~nstantemenre en él nu evos problemas V nuevo m rll la idea de la total interdependencia inmm.erue , causal d e
para ejercitarse incansab lemente a ' . _...... cosas. Este car ácter lógico del concepto se afianza y profundi:za
E ' SI mrsmo-',
_L n esta Imagen, tomada d el Mysterium C o.nno ph' l!lrO, puesto qu e el alma ya no se describe como una fu.e'n,:t pro-
oora primeriza d e K ' I gra IC'lI 111Ora., concebida por ana logía con el impu lso y el movim iento
. I ,ep er, pese a toda la fue rza idealisla del
sarmenro, a armon ía aparece todavía descrita Como al o usculer, sino como una pura relación funcional en tre los d ífe-
q~e se apod era del esplríeu para d ominarlo ad g el! ntes miembros de l universo.
prn .na~raleza. Entre el intelecto y los Sent iJos h~~a;~:a 11; No se trata de descifrar las fuerzas de lo divino, el misterio
zams acion de los cuerpos celestes y sus movimient os exi t y I In creac ión del un iverso, ya qu e esto equivaldría a plantearse
se e~~n~ con mayor d eta lle en el come ntario sobre Jos' ~O~j 1I problema imposible e insoluble. como expresamen te seña la

(~ ..~ P ~~~la Marte, un nexo inte rior y una interior CIad pler, enfrentándose de un modo ostensible al pu nt o de vista
clon . amllUS .~ ~ acomoda n entre SI. y pueden medirse ¡ lógico. Lo único que podemos llegar a com prender es la O'rga.-
Ios otr0s2/l. os un lraciOn racion al del uni verso, cuyos rasgos fundamen tales encoo-
En este /X1f'fUelis nemes esbozad os en nosotros mismos, en el concept o de la mag#
., mn, vemos que 11."$ dos términos de In
cien, el ord en V la conexi6n de las ideas y los f ¡ Itlfud 80 .
que referid . d '! . (e as cosas
. ¡ ~ ent re SI, I ieren sin em bargo en cuanto a J
lI1l "Proportlo vera q uid sir sine mentís acuc ne, id vero tnrellíg¡ n ull ere-
era. De aqu r que fa obra de Képler sobre la arm onía uni v
~". potest", Harmonice m "n4i ( 1619), lib. l. Opef1l, V. 81.
2' No ha, PII r, qu é entnl r IIqui e I h' . 110 MYJteri um Cosmographieum (1596), ClP. XI ( 0 ,.....0.. 1, 135) : "Quod.
mientos de Kepltr ' nos rr m ti n , rsr~>n' de 1('5 d istintC/8 d u o ji • • • d impetSCnltabiltl Condilticill Sapientiae vit'es confug;un l : habc. nt aibi
Die Epoeh= dcr Gt schichr: : :1o.~n t>.'e ~nto al magn ific o estudio de )¡
Il f ht nc inq uirendi tem perantiam. . • nos yero PII tiantur """saf ex q..an.ti1G-
dd m ismo autor fohann K enseh.V,r, 2 vols., ]e n. , 1545. y • lnl
1Ih , ,,"úimita redd....e", En It segunda ed iciOn de esta obra, preparao:h por
Die Reforrnacion' J er S r " et>l~j ¡ourron am ifchc W'dllln ' ichr. leip~il! lSi
21 C'm " "1 .. e. e na 1852. 'rler en el at» 1621, pone la siguiente glosa al pll.$llje citado: "Ecce U t Icene-
. MY51erium Cosm,*n1 ~ hM,¡m de adm iral-i1i ,nerir míh¡ per has 25 an nos p.in<;ipiwm jam ll/.ne / inn issim.e pet'flIlIjum : wo
num ( 596), Dt d icat io. Op~ , 1 98 ¡:-rf' pl.'rlion e orhium C(1~ "d. Yl14l hemadea ca...s.u /ia i nar....a1iwm, q uod dogma A riaroteles toe loeia
JR . , •
A stronom ill no va (ttno)oYIl rh . " lIlen..it, quia C rea tor D eus m ath ema tica ur archetvpos secum ah aet ern o
lll rii~
.le motfbus Stellae Marli~ (I~) ,s:~P' \~;;~ao~~:~e~;~: ;;:t~ I.. huit in .bstrllctione aimplicissima et divina ab ipsis etiem quantin.tibU8 ma-
'0I1. 1iler eomi denti." (O" . r, 136) .
J06 El COl'iCEPTO DE LA NATIJR.-\LEZA EL NAa ~t1ENTO DE LA CIENCIA EXACTA 301

Por donde la invest igación nos lleva de nuevo, en úlr¡ I dlversl grad us in dispcsitione mat eriae, ca usa ra riratis et d en-
sultado, al espíritu h U1l"laTLo, como la auténtica base de In us tis, seu pellucidi et tenebra rum etñcíunt discrimina colorurn".
nía. Este concepto se engarza, sobre todo, a las ma nifestado 1:1 explicació n se ma ntiene tod avía de lleno dentro de los ma r-
orden estético. Asi como para Plat ón es la idea de lo bello I de la definic ión aristo télica d e la luz como "l a en ergía d e 10
facilita y guía el ascenso de 10 sensible a 16 conceptua l, el r nsparente" y d e la conc epción escolástica de la antítesis ent~e
q ue en nosotros suscita la conso na ncia mu sical constituye luz y la oscuri da d absoluta de la mate ria, No se llega rodavia
K épler un "nex o" entre el simple goce de los sentidos y In • una represent ación física e xact a d e la luz: ést a sigue siendo una
facción intelectual de orden superior que el espírit u experi ruhlad inmat erial a la que sólo en sentido figur ado pod emos
en la concien cia de sus propias crea cion es. Esta misma ceder uibuir un movimi ento local, ya qu e en realidad se difund e y
que por medio de u n oscuro d on innato percib imos en los rpctú a al margen de! tiem po:>:!. Y lo mismo ~n este. caso qu e en
cobra forma y cla ridad completas en el progreso de la inv os, las percepciones de los senti dos se concibe n Siempre como
cíón. El mismo impulso fund amenta l que se manifiesta en el mdícíonedas por las " ema naciones" de los objetos, expresan do
artístico se exterioriza en las investigaciones del astr ónomo", I nr tanto u n esta do pura mente receptivo y pasivo por pa rte del
en apariencia permanece pasivo el espíritu en el goce que r!tallO sensible". .
susci tan el ritmo y la consonancia; en realidad, tam bién aqu l Sin embargo, au nque la maceria de las percepcione s y con
mes, si nos fijamos bien, despl egar un movi mie nto y una 11 11 la base primera para cualq uier comp aración qu e se cs~ablezca
da d propios e independ ient es. La exaltación y la excítacíé litre las representaciones de los sent idos teng~ que '"?".
da da
siente son, en el fond o, obra suya, aunque no se vea empu]
ella de un modo consciente y d eliberado, sino por una el
I' esdc fuera, la proporcionalidad misma, es decir, la armomc que
1 ectbimos entre estos dive rsos contenidos, no p.ucde :omprc!nder-
de instinto "natura l" 32 . n base de estas pre misas ma teria les. Los se ntidos solo nos otr e-
Esre modo de concebir la impresión est ética ad qu iere r n un a masa caótica y confusa de imp resiones incoh er.entes: .la
mental importancia para la concepción filosófica de Ké pler unidad y la conexión entre ellas no surgen h asta que las lmpr~lO­
conjunto, pues en ella se cont ienen ya los motivos y los gér ne son captadas y e njuiciadas por e! int electo, el cual tr ansfiere
generales d e la teo na de la p er cepción sens ible. Es cierto qu IIItllS predicados de sí mismo a los objetos. , .
teriormente, la doctr ina soste nida por Képler parece seguir ¡;[ y no vale objetar q~~ el alma, al com parar entre SI los diver-
una copia fiel del punto de vista tra dicional: el conocimien contenidos, no crea la proporción entre ellos, sino que .sc li-
las cosas nos es su ministra do por las "species" sensibles q mita a registr ar lo que ) 'Q. existe, es decir, qu e ella no c~tl t uye,
insinúan en nuestro espíritu. Se trata, como antes, de una inl] n realidad . un fact or necesario e inexcusable para e! nacnmcnto Y
d a física di recta, de una interdependencia ca usal ent re lo "l 1 con tenido d e la armonía, El espíritu no pod ría. lI.e gar ~ canee:
rior" y 10 "exterior" , en la q ue los dif erentes sentidos se distin \ I(r y reconocer como tale s las proporcion es ar momcas, SI por SI
los unos de los otros sola mente por el papel y la coope ración 't nnte sí, libremente, no concert a:e los conte?id~s dados .con 3~1
medio. ' prototi po" del orde n y la armorna que en SI mismo encierra •
Conocemos por la his toria d e la teoría de los colores tr.
por G oerhe "l as audaces y rar as expr esione s" con que Képlcr u "Ad Vnelbooern Paralipomena", O pera, 11, 130 ss. Cfr. especialm"nte
ra de desc ribir la esencia d el color : " color est lu x in potentla, 11, 134. ,
sepulta in pellucid ¡ materia, si jam extra visionem consídcr t J t Q p. cit., I!, 146 JS.; JI, 166, 232 n. y pasi . Cfr. Hurmontce In""d '
1,
V
,

: n Harmonice mundi, lib. 11I ; 0&tem. V, 128; v. 136 H . Y pcmim. IIS,u Acerca del .:onjunto ud probl" ma, v. Harmcnice mund i, lib. IV, cap.
~2 Harmon ice mumli, lib. IV. cap. 2. Op......a. V. 226.
I (O pera. V. 214 n.J. Cfr. especilllmente V, 216 s.
J08 EL CONCEPTO DE LA NATURAlEZA EL NACIMIENTO DE LA CENOA EXACTA

Es el alma misma quien infunde su ser a los verdaderos ". lunes. A unque no d ispusiera de un ojo sensible, el esp íritu, por
tipos", los "parad igmas" de la belleza y la verdad. Si preten .[ mismo y obedeciendo a leyes puramente geométricas, se las arre-
mes atribuirles una entidad sustancial fuera de la conciencia , larla para inventar el ojo y postularlo como instrumento para el
curri ríamos en una contta dicción lógica interior: "extra enl ronocímientc de la realida d externa.
archetypos íllos ccestír uere esr opposinim in adjecto"". "El conocimiento de las cantidades, conocimiento innato al
lo característico es que K épler, cuando se apoya en PI alma, determina necesariamente el carácter y la naturaleza del
coloca al mismo tiempo en el centro de sus preocupaciones .¡o: la estruc tu ra de éste depend e de la natu raleza del espíritu,
terio de la inmarlencía de la idea, combatiendo por tanto ~ no a la inversa" IT.
samente la exposición de Aristótel es acerca de la génesis Sin embargo, por mu cho qu e aqul prevalezca la tendencia a
filosofía platónica y de la teoría de la reminiscencia. Sigue mantener e incluso 'e elevar el valor propio del pensamiento, ram-
de cerca, en este punto, la doctrina de Proclo, siguiendo en I ~ én al sentido se le asigna una (uncJón nueva y peculiar. Los
sus detalles V con un prolijo coment ario el desarrollo de Ja r « nrídos mismos se convierten en instrumento y palanca del idea-
de las ideas en este autor. llamo. la sensación encierra ya, ocultas y aún no aclaradas, las
lo que en este respecto cacaeterim la tendencia de SU8 ermonfas intelectuales pu ras. Podemos reconocer los contenidos
reses matemáticos y de su genio matemático es el hecho d sensibles como aut énticos comienzos del saber, porque en ellos va
no parte del concepto del número, sino del concepto del es yn implícita la referencia a lo matemático y se esbozan e insinúan
de la forma geométrica y no de la magnitud en general. Aba umbí én, por tanto, determinadas relaciones conceptuales. Es, pues,
expresamente a la critica nominalista el concepto abstracto .1 intelecto mismo el qu e, en última instancia, postula y acredi-
neral del n úmero: las relaciones entre los simples núm ,. la percepción.
tienen por sí ningún valor de conocimiento; lo que les da Esta correlación, cuyos orígenes podemos seguir h ist óricamen te
níñ ceci ón son las cosas contadas o medidas, las configurad o hu ta llegar a Nicolás de Cusa, encuentra su expresión científica
los movimientos astronómicos en cuya representación se emp ecnbada en la Ópti ca de K épl er. Se ve claro en ella, hasta en sus
Sólo la magnitud constan te y su peculiaridad cualiMtiw nc. últimos detalles, cómo la sensación y el pensamiento se condicio-
cen un ejemplo puro de una creación libre y originaria del uan y complement an mu tuamente pata formar la imagen defini..
miento. uva con Que nos representamos la magnitud y la distancia de los
T oda la consistencia de las figuras geométricas radica obleeos, La esrrucru racíón definitiva del espacio y la ordenación
acción del esp íritu y solamente en ella: imaginémonos des de los lugares es obra del rnrendim)ento, basada en los da tos de
la "energía" del alma y con ella desapa recerá necesariament In8 percepciones", De aquí q ue K épler, empleando las mismas
det erminabilidad y particularidad de las formes externas. palabras que Leonardo da Vinci, diga que la experiencia sensible
ténricos vehículos del saber matemático no son precísarnen el comienzo de toda investigaci6n filosófica y que, sin ernbar-
signos y las imágenes sensibles que emplearnos a título de. iI 10, sólo vea en ella, coincidiendo con aquél, el "trampolín" para
ción; el exponente necesario y la base de sustentación de . 1 ~iento de lo inteligible. T ampoco el verdadero orden
las actividades del intelecto no son, ni mucho menos, 181 urron6mico de l universo se revela más que a los fu ndamentol ya,.
aS"" I are hetypl' suam habe
aoerenr subsistenriam extra anlmam, fa~ n Lee. <:it ., 0PeN, V, 222; sobre el conj unto de! problema, V, 218 $J,
"em, magno nos argument o privad pro asseren da necessitate anim se IKI 1'1 "Omn is verc locatic imagin ia ese m enti ll seu tn avis sem os communia
tiam harmoniae coaenrueod am, AtQui exn R . nimlm ilIol constiluel"l '1'111", Opero, ll, SS. Cfr. n, 4911 "Distantiam ením oculus non vider, aed
poANm in adje(:to". Op. cit ., Op,ma. V, 217. .un Jicit, Ut dccenr optici"
310 EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA
EL NACIM[ENTO DE LA CIENCIA EXACTA 3ll
cio~s. que, aunque apoyados en la experiencia inmediata tie-
nen, Sin embarg~, al m.ismo tiempo, qu e cor regirlos y superarios<Ko. nos dice, exigir de la observación misma la prueba de que los fe-
. En la ~rmoma sensible, la forma brota di rectamente d el alma nómenos astronómicos obedecen a r igurosas leyes mat em áticas; esto
misma, rruenr ras ~ u ~ la materia t iene q ue to marse de fuera, pe ro es solame nte el supuesto, la premisa de q ue tiene que parti r, en
en la [ormá gc~errlca desa parece también este d ualismo. En el la, general, nuestra invest igación. Quien ponga en d uda este postu-
se confun~en di rectam ente materia y forma, pues a mbas per rene- lado de la razón, necesaria mente verá discurrir tod o, como Pa-
cen al mismo campo y tien en idéntico origen. Esta fusión tot al t rizri, por ent re un a serie de milagros. Dejá nd ose llevar en e pa-
d.c los dos elementos imprime su sello al conocim iento d e las om- rien cia por las simples percepciones y esforzándose por deja r a un
ridades, convirtiéndolo en mod elo y prototipo de tod o sabe lado todo lo q ue sea n anticipaci ones d iscursivas, se enreda rá e n
ge~eral. El ~nsa miento no puede aprehender directamente :u:l~ realidad, mucho más embrollada ment e todavía , en una serie de
qUle~ contenido que se le antoje, sino qu e tiene que crear antes ficcione s ca prichosas y ficcion es misricas' ".
el aSlder? q ue haga a la materia empírica asequible y ap rehensíble Para peder com prender y valorar en su detalle la teoría ke-
par a el intelecto. Pa ra poder comprender el ser, lo prime ro Que pleriana de la "hipót esis", h ay qu e tener present e el estado de la
tenemos que hacer es vacia rlo en una forma afín por su natura. metod ología astron ómica a ntes de K épler. Platón exigía del astró-
~e:a a las d~ nu estro prop io espíritu, El modo de ser del inte lecto nomo que establ eciera aquellos movimient os rigurosamente ord e-
um,ano exige que :ua~to haya de ser plenamente comptendido nados y un iformes partiendo de los cuales era posible reproducir
por ~l deba ser po r SI mismo una magnitud o serle transmitido po r y "salvar" los fenó menos celestes (llLuCKiltnv TU l'(E(ll TI' S: KlvrjOEIS:
medio d e magn itudesw, rwv ,u.av~ivú)v <pat VÓfIEVU),42 la astro nomí a antigua habla trata-
, Sólo dentr~ ~e. este, marco especulativo general pod emos apre- do de resolver el problema repr esent ándose las comp licadas tra-
ciar ,t~a la significac ión q ue para Képler posee la hipóteJis ma.. vectorias de los ast ros como resulta ntes d e movimientos circulares
tcm~ltIca, Esta no es, para él, un simp le recu rro técnico que se simples, para lo cual empezaba imagin ándose los planet as adheri-
deslice : n el Curso de la investigación, sino el comienzo y el punto dos todavía a csferaJ materiales, cuyas rotacion es hacían dar vuel-
de 'partIda en q ue ten emos necesariamente que apoyarnos para las consigo a los cuerpos adheridos a ellas,
a?f1f~~ el cam ino hacia el certe ro planteam iento del Problenur Sin em bargo , ya en la antigüedad se vió qu e esta última hipó.
cicnrí ñco.
tesis no podía explicar satisfactor iamente la va riedad y la cornple-
P~trizzi ha~ía exp resado sus d uda s acerca de si las trevecrona s lidad de los fenómenos. El n úmero de esferas fijas interferidas las
descritas efect Iva me nte por los pla netas discurrían por órbitas des. un as con las otras iba acumu lánd ose cada vez más - Eudoxo y
ordenad os d e mú l.liples modos o era n, por el contrario, lin eas Calipo fijan este núm ero en 25 y Aristótel es lo hace eleva rse ya
totalmente de term inadas y uniformes, aunque nuest ros sentidos a 49- , sin que con ello se lograra, sin e mbar go, una d escripción
al ca ptarl~s, se las representaran, por su propia imperfección, de
exacta de los fenómenos. D e aq uí q ue los astró nomos aleja ndrinos
un modo Irregula r y confu so, Pue s bien , Képler ve ya en el sólo
renu nciaran ya a t oda explicación física de los fenómenos celes-
~:cho de formular se esta pregunta una fundamental incom pren- tes, contentándose con desa rrollar geomét ricam ente la teoría de los
sien de los probl em as de la astronomía "fi losófica", No podem os,
epiciclos, segú n la cua l los planetas describen un movimiento cir-
ro " O . . h1
. rr:~,l " emm r i >J.~" ph ic n speculañe deb et inittu m ca pere 11 sensuu m
e~; ..nmentre , Opera, 1, 143. Acer ca de In función de los fund amentos raclo- H Sobre d f'r"blema en 5 1.> conjunto, v. Keplee, ApoJ.,p;;a Tvchonís COIl..
nares, v. nota 46. trn Ursum, Opera 1, 238 ss. Sobre Parrizai, v. l, 247.
eo Op era, VIII, 148. Cfr. Aceren d. '0"
• v, Euc' en, "K ep1er a1s Ph ¡1oscph", ~ 2 C fr. acerc a de CStel , Natorp, Platos ¡'¡eenlehre, p 363, V. ademb mi
en Philomphisehe M Of\llt.< hej t<', 1878. obra Leibniz' S)' ~te m in .'einen. wis.....nschll{tliche n G rl< n<!/a¡(en, Marbc rgo, 1902,
pp . 362 l .
BL CONCEPTO DE LA NATIJRALElA EL NACIMIENTO DE LA CIENCIA EXACTA 313

cular en torno a un centro, el cual es "deferido" a su vez amente dentro d el campo d e los fenóme nos: la meta a que se
circulo más extenso en tomo a la tierra. ' , I~ nde no es la de comprender los fenómenos en su entidad meta -
Nadie se paraba a preguntarse por la "verdad " de tall lile!' absoluta, en vez: d e limitarse a calcularlos, si~~ la de expo-
ría, por la posibilidad de dem ostrar en la acción y en la re I~r las relaciones físiats fundamentales del ser empt rtco. Para que
empíricas los d iversos elementos componen tes en que el a n. h ipótesis sea " verdadera", no basta con que expon~ en un a
d esintegra los movimientos de los astros: todos se daba n , rmula breve los fenómenos astronómicos, los cu ales solo cces-
rentos con haber encontrado un cómodo medio metodo lógic luyen, en fin de cuentas, un fragmento I.imitado d e. nu estra ex-
recurso para facilitar el cálculo. con ayuda de l cua l podía I riencia tota l sino que tiene que reproducirlos, ademas, de l modo
a.determinarse de un modo bastante aproximado el lugar q le corresponda a nuestra manera d e ver las condiciones de todo
planeta ocupaba en un momento dado. 1~cer concreto de la natUroleta en general. Los fundamentos de
En los comien zos d e la época modern a. Peurbach y Regi 1 astronomía sólo pueden establecerse en relacióo con los ~Mnda­
rano habían inte ntado establecer un a especie de transa cción nv nros científicos de la física.
el punto d e vista geomé trico y el físico, la cual. sin embargo, El grande y decisivo mérito de la au tentica hipót esis " física",
que pareciera ofrecer un a repr esentación intuitiva unitaria 01 rJl como Képler la postul a y ofrece, consiste en que no surge como
minaba en el plano de los principios las fallas de ambas 'co . 1 reflejo de un determ inado cam po parcial de fen6~e?os, de ~na
cícnesv. Seguían enfrentándose, sin el menor punto de aH mma de observaciones astronómicas fijam ente de limitad as, 15100
entre ellos. el postulado de la simple "desc ripción" de loa , Imo el resultado de las convicciones teóricas general es y fund e-
menos y el problema d e su "explicación" causal. Hasta que mentales acerca de lo qu e es y cómo actúa una "fuerza natural".
Képler, quien, acertando a d istinguir nít idament e ent re am r ode mos observar en detalle cómo se desarrolla del concePto
blemas, d esde el punto d e vista lógico, los reduce al mismo I ,111' función en general el concepto de Iueraa en Képler, que le da
po en unidad, gracias a su obra cientí fica. l. pauta para saber cuáles son las explicaciones que deben ser
A primera vista, pod ía conside rarse como una dificultad 1 \ln.~ideradas como "verdaderas". Por tanto, lo que acredita la ver..
na, objetiva, el hecho d e q ue tam bién él op usiera a la hl ,I.d de una determinada hipótesis no es la confirma ción directa
"astronómi ca", encami nada simplemente a fines de cálculo 1 que esta hipótesis encuentra en ciertos V determinados hechos sen-
póresís "física". En efecto - tal es la pregunta qu e cabria fo ñblcs, sino Que, para que su verd ad resplandezca, tiene q?e SOO'
lar, ateniéndonos al sen tido de su propio criterio fundamen meterse, adem ás, al examen y al contro l por med io de un sut emd
zeceso la ecuación func ional con q ue el cálculo llega a su t ér de principios físico·matemá ticos. El encuadram iento en es,te mar-
y a su meta, agota todo el ser de l movimiento plane tario e ro uni versal es lo que ha ce que un fenómeno se acredite y se
Bentido. ~ientífico? ~y no parece como si, al lado de la ~gaJ "sníve", La mecánica científica abstra cta -tal es el sencillo crite-
rnatemarí ca de l movimiento, siguieran reconociéndose ciertas rio que prevalece cla ramente por doquie r- es la que tiene que
Iidad es ocultas y fuerzas interiores, sustraídas a toda pcsiblll suministrarnos el fun damento del verdadero sistema universal.
de cálculo? la te postulado, qu e sólo llega a cump lirse ver.da~e.rament: co~
Esta sospecha d esaparece, sin embargo en cuanto se 8"'" fl ulileo aparece ya conte nido con claridad de princ ipio en Keple~.
mas • de cerca la tendencia funda mental de' las investlgaclonea " '11 cosU:ografía -en el criterio d e la gravi taci ón universal, que el
plerianas, siguiéndose en de talle su desarrollo. El complemento \ l"ft el primero en concebir- se conv ierte, al llegar a Ké pler, en

se postula para la matemática sigue manteniéndose de por sí In un eslabón concreto de la cadena d e la cosmografía (v. infra., pp.
40S V. Keplee, A8rronomia nove, par, I, cap. H. OPera, m, 176. Cfr. A Wu J. d
RcfcmTUUlon <leT Sternkwnde. pp- 32 ss, El principa l reproc he Que Kép ler formula contra el senri o
EL CO NCEPTO DE LA NATURA LEZA EL NACIMIENTO DE LA CIENOA EXACTA m
tradicion al de la h ipótesis es, por tanto, el de que el astr ónomo que- En el lema que po ne al (rent e de su estudio sobre los moví-
da degradado en ella al papel de un simp le calcu lad or, eliminan- mientes d el pla neta Marte, Képler, brom eando, reclama para sí la
dosele de la "comunidad de los ñlósofos"." Para que los cálc ulos cáted ra de Petrus Rarnu s, qu ien la había prometido a qu ien acero
pu edan descansar sobre un a base, tienen que ir pre cedidos necesa- tara a crear una astronomía sin h ipótesis. Los funda mentos d e esto
riamente de una conce pción gene ral, de una visión intelectiva en y el comen ta rio correspo ndiente los encontramos en una carta a
la que se esboce " la na tu raleza de las cosas" . Cooérnlco no su. su maestro Másrlin. El ofreci miento se limita a rechazar toda hi-
pcr ó la astronom ía tolemaica por h aber apo rtado y acumulado pótesis qu e reclame una obediencia ciega en vez de basarse en
nu evos hecho s y observaciones, es decir, nuevo material de cálcu- pruebas científicas, y este postulado sólo ha sido cumplido por
lo, sino qu e llegó a dicho resultado cuando trans formó desde su. Copémíco y por él mismo, como su au téntico cont inuador; si el
cimientos la forma y la unidad discursiva del siste ma. tal postulado se interpretara, en cambio, como la eliminación de
" Lo primero que ha cemos es desc ribir por medio d e hipótesis toda hipótesis en gene ral, así de las hipót esis verd aderas y nat ura-
la natu raleza d e las cosas: Juego, erigimos sobre esta base u n les como de las caprichosas e invent ad as, sería, desde luego, una
cálculo, es decir, derivamos de ella los movimientos por medio de pretensión necia e infund ada : pero ant es se decidiría -añade Ké-
rigurosas pruebas d eductivas". pler, humorísticament e - a solicita r para sí una cátedra real qu e
Este "describir" la realidad [na tu ram rer um depingimus) no a llamar necio a Ramu s". Ne gar a la ast ronomía el derecho a
deb e int erpretarse como si se tratara simplemente de copia r, sino emp lear hipótesis, equi vald ría a mata r su ne rvio vital, a extirpar
que d esigna, como en Leonardo da Vinci, el libre modelo espiri- en sus raíces el mismo concepto astronó mico.
tual con que nos acercamos al mund o de las percepciones", A qu í reside la nítida línea d ivisoria q ue sepa ra el concepto
y también aquí podemos esclarec er la relación lógica invest í- kepleriano de la armonía de la concepción neoplatónica y n eo-
gada aten iéndon os en un tod o a la analogía con las ideas estéti- pitagórica del universo con la qu e en un principio parece entre-
cas de Képler: as¡ como la annonía no reside en los sonidos m is- mezclarse y con fun dirse. Esta separación no puede establece rla la
mos, sino que es nuestro espíritu quie n la crea, es la regla del matemática en cuanto tal, sin n inguna determinación y carac reri-
pensamiento la que da un idad y coheren cia al caos de las sensa- raci ón lógica más definida, pues ya hemos visto cómo, bajo el Re-
ciones, Los dat os d irectos con que contamos son siempre solame n- nacimient o sobre todo en Agripa de Nctresheim, se hu millaba la
te los signos y los "sínto mas", nu nca les fundamentos int eriores de matemática al servicio tic la mística y d e la magia. El intento de
los fenómenos natu rales; éstos no pueden llegar a cap ta rse Iam és redu cir la realidad a relacion es numéricas puras cond uce simple.
por med io de la percepci ón directa, sino solament e con ayuda de ment e a juegos alegóricos, si no se pone desde el primer momento
conceptos racionales, que formulamos hipot éticame nte, compro. al servicio d e la rigurosa anal ogía causa l de los fenómenos de la
bando luego la fecundida d Que encierran para la observación fu- na turaleza, si no enseña a entend er y emplear la ma temática como
eu raw. condición pa ra el conoc imient o em pírico de fa ley.
El propio Kéoler percibe y expresa con insu perable cla ridad
u V. A pologia T rcb o nés, Dper... 1, 2..2. la misión histórica qu e en este punto le está reservad a. C uando
4~L c., p. 24... tra ta de arr ancar cier tas verdades especulat ivas generales a la pro-
4G L e.• Po 245. C fr. 1, 242: "Quod rn im in cmni ccgmeíooe fir, u t al:: porción d e la "secrio áurea", cuando persigue esta s proporcion es
i¡s, q ua.. in ...-nsu, Incu rru n t uOfSi, nw nrÍJ "g ita río..., pro...ehamur ad ah ior..
quae nc tto sensus acu rnine comprehe nd i qucu nr, Idem et in astr onomi co ne- obse rvatío nibus conclusae delineatio h ypo rhesiu m D'tronu micllru m pos rmoduro
llotio locu rn hab er, ub¡ prim u m vari os planet arum situ s d i...ersts tem pcribus nomen ad lpíscirur".
f/(wlis notamu s, q Ui¡' U5 c bserva do r nbus rllliocinario supe rvenie ns mente m in 47 Carta . Mae51]¡n, de septiemb re 1597 (Op era, 1, 34 5.) . C fr. O pera, 1II,
c(>lI;ni';one m form a.. mu ndanae dr d ucir. c ujus quide m fOllJ\Ile mun danae sic el! 17 y 136.
EL NAOMIENTO DE LA aENaA EXACTA 311
116 El CONCEPTO DE LA NATURALEZA

~ta en tos creeros de la natur aleza orgánica queriendo o a esto, confiesa que ignora el " pu ro interior " de las sustan-
~l~ en ~l nacimien to y la formación de las plantas, no a menos que se lo revelen sus relaciones y cu alidad es: y entre
PIllas de VISta que la "verdad" de las cosas de la natural ocu pan lugar peímcedíal, como lo demuestr a el testi monio
puede ,ll egar a captarse nunca en la acumulación de sem I propio Aristóteles, las relaciones de la canridad.. Y, saliendo
<DlaIo.,... paso d e quienes pudieran objetarle qu e la necesaria conexión
"También
~ yo" -escribe-- "iuego con ~ . bolos , h e~ t i establecid a entre la mat em ática y la Investigación empírica
una ra que habría de intitularse Cabbala geometrica aba a desdibujar las fronteras entre ambos tipos de Investiga-
~bre las ideas de las cosas en cuanto reveladas por la g~ n, cita --como más tarde habría de h acer tambi én Galileo- la
ero, al jugar con los símbolos, no olvido nunca que se tr /lile d e Platón según la cual la aritmética Y la geometr ía, es de-
m~n.te. de un juego. Los símbolos nunca prueban nada; r, las ciencias abstractas del número y la forma, son las dos alas
~lsterlO de la naturaleza es revelarlo y sacado a 1 la astr onomía sin las cuales jam ás podría rem ontarse ésta al
símbolos . . Es . uz por ro
=:05. geomeen cos. tos 1'010 nos suministran resultados
de antemano; a menos que se demuestre por ro
~. segura s que no se tr at a simplemen te de símiles, sino
lflocimiento del orden de las cosas sensibles •
49

Este pensami ent o hace que Képler se sienta como el hombre


lemadc a continuar Ydesarrollar la ciencia y la ñlosoíle an tiguas,
expresen de la naturaleza y las causas de W'3
ccsasw, 1_ -
ne xos en! I contrario d e quienes sólo toman de ell as unos cuantos criterios
juehos, fortuitos y puramente externos, aba ndon ando en cambio
d ~ ~í com.o K épler luch a aquí contra q uienes se creen r 6O
motivos fundamentales sobre los que descansan • D ejemos,
os e mv esngar las ca n.sas físicas de las cosas por el sim I
~o de apoya~ en los símbolos matemáticos, no tiene m~ t d ice, qu e los " paracelsistas" y los "a lquimistas" traten de des-
ribir y cap tar la naturaleza por medio de símbolos y símiles seo-
dío que manifestarse, d e otra parte, en cont ra de qurenee.
Ilhles: la ciencia comienza allí dond e se impone la conciencia de
pod
. er captar el ser vivo de la naturaleza al m argen del
tille el ojo es ciego cuando no le guían los razonamient05 de la
ideal de los conceptos de la matemática.
La natu ~ale:za, así lo proclama el místico Roberto Plud tl1 l1temática.
contra de K épler, .debe captarse dir ectamente y con plena ob]
Es, hasta en el modo de expresarse, la misma concepci6n y el
d ~d, y no determinarse par tiendo de las abstracciones del
tnl5mo giro lógico mantenidos por Sócra tes en el FeJ.On (v. supra,
rruento. La respuesta Qu e a esto da K épler con tr ibu ye a escln p. 289) . Se de limita y d estaca claramente aquí el post ulado de
é.1 nuevo concepto d e la realidad. T oda pru eba y tod a d edu que el pensa miento debe ser un "trasunto" de la realid ad. T am-
c en en que llevarse a cabo necesariamente por medio de e hltn el místico aspira a copiar y d escribir lo real; pero, en vez de
tos abstractos, los cuales, sin embarg o, exp resan y reflejan recurrir a h ipótesis sometidas al cont rol y a la jurisdicd6n d el pen-
mente
. las relaciones d e las cosas,
"puesnanad
oa pod . ser tan miento, se Vale d e jeroglíficos, d e formas y d e signos inasequiblCf
seme como la copia y el original".
s Flud.d ~ .remite ~ el conoc imiento de la esencia de I •• Joh. Keplerí- •• Apologi:a ad'lePU& Rob. de A uct ibul (1621:), Openl. V.
as a pnncpios superiores a los de la matemática. Képler, ce t U IS. V. upecialment~ V, 421. C fr. Paralipom~na Id Vil~llionrm (1604) ,
I'form. OptrO, ll, 127. Cfr. Galil~i. RispoMa I Lodovico deüe Colombe. O$>""
ecph¡ ha probatu r .5ym bclíIS, mlhil
. 48 "Nihil eejm I ebsrrus¡ ~ ru itur in natural! XII. 465.
. ~ per sym las aecmeteícae, ta nru m ante nota aecomod 60 Egregiam vera palaestraffi, in qua tranSCurrimuI altem il; ego mathema-
:oOl.bus ~vineatur,
non rantum esse J)lmbolica, sed esse de, ::;s ~: ,Ium ve«:rum melhodum comprobena, in progressu cire a partit:u1aria conm
re, "tri"''!"!!
mayo 1606; OpeT<l. l. 378.et ClI"Sas" Ca rta de K'ep1er a ] oachlm
modos . Tenck, ¡J lllot pugno, tu , methodum ipsorum ipsam gene1'1l1em in. imulans, in minua.
nunnu llis veeervm usenore m te pfQfiterw". Le., Operll, V, 422.
H8 EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA EL NACIMIENTO DE lA CIENCIA EXACTA JI ,

al j~icio del ,ente nd im iento, a pesa. de la penetrante y pió, rmela a mí en la comprensión de lo qu e buscas. si es que real-
vacíded de éste." ente puedo llegar algún día a comprende rlo.v '"
Se produce así una inversión de todas las relaciones 1 Es, aunque subrayado con nu eva y mayor energía y claridad,
los valores, inversión q ue Fludd expresa de un modo al I mismo antagonismo típico del pensam iento con que nos encon-
cu ando rech aza el conocim iento de las cantidades como "u hornos ya en las figuras de Leonardo d a V in e¡ y Fracasroro.
~e:ho .de sombras':, q ue no se adentra nu nca en el verdad Iteración qu e no es, por cierto, casual, sino que proviene de una
11Vl3 fundament al en la historia del pensamiento. K épler no
(ISICO de la~ cosas. Este desdén h acia el med io d e conocl
I rece aq ui luch and o solamente cont ra la mística, sino cont ra
de la magnitud revela el desprecio que el teósofo siente
In la concepción aristoté lico-escolástica del mundo, contra la
naturaleza
. . . y por su '- r ". Se·
, .realidad empírica "inferior gunc·1, ncepción de las formas sustanciales. El propio K épler cree q ue
vesngacion astrononuca, que se limita a describir la traycct
1 diferencia con respecto a Aristóteles reside en que este, al as-
los cuerpos celestes y los simples accidentes de las Cosas
Iutr a una ciencia supe rior a la geometría y más genera l que
~o puede remont arse a la metafísica de las sustancias eter
1111, partia de una primera antítesis lógico-formal. la de la iden-
Imperecederas,
uded y la diversid ad . Para él, por el contrario, toda diver sidad
. Képl.er pone de manifiesto una vez más la profunda y r 1I 1'1' ~ su fund amento en la matcria, y allí donde se habla de la
d~feren.c,la ent re las dos direcc iones del pensamient o, cuando I nuu cria, allí comienza también el imperio ilimitado de la gco~
hi ncapi é en qu e su adversario tiende a llegar a comprcnd
HI1'/ ría.
ordenar en clases los modos interiores de la actividad d I Así, pues, mientras que entre los dos t érminos de la antítesis
natu 1 . e os
ra es, rmentra s q ue él, por su parte, se conte nt a con o .r j ~toté lic a no existe nada inte rmedio, el punto de vista mat erná-
I~ movimientos exter iores, tal y como los revela la experl neo se caracrerca porq ue admite y exige una mediación y un
rmsrna. u &nsito continuo entre los elementos anti téticos: a la " unidad"
" y o agarro, ,?mo ~u- dices, la realidad por la cola, pero la U,} 6C contrapone aq u í la "diversidad" pu ra y simple, sino una es-
go en la mano; tu aspiras, es cieno, a agarrarla por la cabeza l i la de matices que oscilan ent re el "más" y el "menos"." Los
5Olam~nte en sueños. Yo me do y por satisfecho con los efe antagonismos absolutos de la ontologKt cede n el puesto a las di-
es decir, con los movimient os de los planetas: si tú , por tu r recclones relativamente ant agónicas de la consideración y el en-
c ~ees que vas a poder d escubrir en sus causas proporciones D iulclamíento cien tíficos.
m~ tan tra nsparentes como las qu e yo he descubierto en
órbitas, no me resta mas q ue d esearte suerte en tu empeño y t.: " A pologia", OpeTlI V , "57-60. C lr, I.~ ca ract e risdcas palab ras de Ro-
I 11 A ud d : "Marhematiccrum vulgarium n t, c ítu .. m (,.a.s qWllltiUllí"llS ver-
IU H armo . d .. .í. ch ym ici e l Hcrmelici .-erllm cQrpon.m na!ural¡.. m medu lkJm com plec-
I . mee mun ii A ppcnd ix ad libr. quín tu m ¡ " Vid~s etia ¡
p unmum d ele.::tari rerum a e n jgmalibu~ te nebros o . m, tuntur", Op era. V, 18.
late ¡nvo lu ta . I . 15 cu m ego res IpSU ob "Prim am co ntrllr ieratem Atistot elet in mCllIph ysid s recipir iIlam, q uae
r.,¡
eh . . H s m . ~c em IIIle llectull proferre ni tcar. IIIud q uide m familiare "1 Inrer ide m e r a l¡lId: l.'Ole ns supra geo merTiam al, ;us el generalius ph i/o-
ym'C15, ermetl cls. Paracel $istj~ boe .
V 332) V d ' , p roptlum hab.:n t mal hematici " (01' "' I'had . Mihi alt eritas in c rearle n ulla . hu nde esse vide rur, q uarn ex ma teria
• . ., a e mes, "A pología" Op V 424 "Q ••n oec u ione materi ae. at ubi materia, ibi gcomc tria. ltaq ue quam Arl storele s
harmoni c . . ' era" : uod igitud a enigma la
re astiPu!:t:~:m~~~ncbrosa appeJJ~, loq~or ex judicio ee cap t um ec, el h. 1 ,lIxit pr ima m com rarietatc m sin e med io Inter idem et aliud, eam ego in geo-
the ' .. . ' . I negas tu arn IIltentlonem s ubjíc¡ demo,mrat ionibUJ u ",clrlds, ph¡¡osophice consideratis, ¡n n 'nio ene prima m quidem conlrar¡eta'
tnatl c'S. sm!:' qUlb,u ego coceas sum o ti bi tu id . , , . . "' m, sed cum m edio , sic q uídem ut q uod A rístoteli fu it ahud, unu s terminue,
del> . f' . . , VI ens ucu ennssu n e onu
"A m,ger.e,,, rguns h lcrog!yphids valde sign iCica m ibus explicare ". V ndcrfl
po ogra , Opera, V, 449 Y 459. '
,,1 IlOS in plus e l mitu s, duos term ina s, dinm arnus. (Opera, 1, "23, efe. acerca
1" est o, Eucken, o p. cu., p. 34).
,ro a CONC EPTO DE LA NATURAL EZA EL NACIMIENTO DE LA O ENOA EXACfA 32'

La manera de exponer de Képler -que en esto se dif tille se proyect a la investigación es conocer cómo vltJe ;¡ cm:.t la
de Galileo- presenta el rasgo característico de qu e loe n turaleae, cómo pugna por nuevas plasrnaciones y form as de, exís-
P=:IlS.~~ntos por él proclamados procuran apoyarse siempre da sin cesar renovadas. El concepto de fuerza se fu nde, asr, con
tradiciones d e la escuela: hasta el prin cipio tomista de la oncepeo de vida; sólo concibiéndolo como la exteriorización d e
como priw:i~um ind itr~duationis se convierte, manejado por I sentimiento inm anent e de vida . pode mos llegar a comprender

a~a de su Ideal geomet rico de conocimiento. Con lo cual mundo de los objetos (v. supm. pp. 229 ss.) .
mas que a cu~ rse todavía con mayor fuerza el antagonis Esta concepción funda menta l, que informa la consideración
u~a parte, la I,d ea de la hipótesis, d e otra, un mundo de enr! In naturaleza en su con junto, encuentra su corr elación exacta
VIvas qu e actúa n con arreglo a fines inm an entes; de un lad Illl nuevo pu nto de apoyo en la astronomía, en el momento
conjunto de principios intelectuales, d e otro u n reino de int I j \110 en que K épler inicia sus investigaciones, En ella ve el pen-

cias y "e ntelequias" (cfr. acerca de esto, supra. pp, 55 ss.}, miento moderno, sobre todo, el ejemplo teórico prorotipico de
• lo sensible se retien e aq uí como problema fund amental, necesid ad y la acción d e las leyes mecánicas; pero, al llegar a
sólo se le reconoce como medio instrum ental de la ciencia m t fase h istórica. la concl usión se ve obligada a adopta r la dír ec-
te el correctivo de la matem ática pura : en cambio, los adve l\ inversa: donde quiera qu e reinen un orden y una tT~

d~ K épler ven en ello el fundamento auténtico de l conodm rfecras d e los fenómenos. que imper e una no rma rigurosa d e
rmentras que la meta definitiva d el conocer sigue clavada 0fI neracíón, hay que admitir la existencia y el imperi o d e princi -
realidad suprasensible. t! animic('l.f originarios.
En l,a ~xaltación y la acentuación cada vez más aguda d El movim ient o pla netario constituve el ejemplo más cierto y
ccnrradícc íó n es d onde el pensa miento mod erno habrá de 11 • directo en apoyo d e la acción de las " formes" y entidades
corno veremos, a la conciencia de su nu eva misi6n y de su pmtua les. Siendo la rotación de los cuerpos celestes un moví-
peculiaridad . míenro circular y, por tant o, eterno, necesita de un motor eterno

b) El concepeo de ¡""". lile lo ma ntenga en acción constante¡ y como, ad emás, se efectúa


1,. múltiples y var iables mod os, necesariamente tiene qu e existir
~ ciencia mod ern a d e la nat ur aleza radica en una nuevn UIIII diferencia y una grada ción individuales ent re las susta ncias

~aclon y en la fundamentación lógica d el concepto de fuerta, pirituales a aue se ha lla encomendado el gobierno de las distin-
diferentes fases qu e este concepto recorre en su evolución son al órbitas de los astros".
tantos síntomas concretos de los cambios operados en cuan La autoridad de esta concepc ión es tan general y absoluta, que
m~o general de concebir las relaciones entre el pensar y el '.lle ella enmudece la disput a entre las escuelas, violentamente
la epoca moderna lleva a las an teriores la ven taja de expres . tl::tda en todos los demás pun tos d e la doctrina : todavía en Gíor-
~e~a. en seguida, de una manera precisa. N o es Ie "~u.I .hno Bruno nos encontramos con la aseveración de qu e ningún
ca • SIOO la fuerza la qu e desde el primer momento consritu lll"~ofo d e renombre deia d e considerar como an imados, de un
conce~ del s~r. Este ra sgo fundamental aparece present e d I'HII.! O o de otro, el u niverso y sus d iversas esferas' ",

los pnmeros atisbos y los pasos preliminares de la nueva époc'l y esta concepción fundamental informa, no sólo la imagen
filosofía de la naturaleaa pa rte ya de la críti ca y la elabora
M Cfr. Kepler, Astrono mía nova, pars 1, cap. 11, Opero, 176 , . Acerca de
de l concepto d e "~otencia" aristotélico. La realidad, tal y come l. doctr ina perlpa tétice sobre la anima ción del cielo, efe. por e j. Crem onino,
representa en su Imagen, no se manifiesta nunca en un ellfl ji, cod o, Venecia 1613, secc. V.
~nerte; su esencia se revela solamente a qu ien la enfoca como 5~ V. Giordano Bruno, De la causa, pripcipio et uno (1584) , 11. Le oper~
JUego mut uo y una pugna d e procesos y d e fu erzas. La meta Illt 'hlf lane ..ü ra.mpa.re da Peclo de lA gardl.', Goeinga, 1888. P. 235.
m EL CONCEPTO DE LA NAl1JRALEZA
EL NACIMIENTO DE LA CIENCIA EXACTA
teórica, sino también la ima gen ' . d
bas . J ' eseenca el mundo de e$la K épler form ul a inmediatamente el problema con esa n ítida
re errar a gra nd iosa visión en qu e el D I
Paraíso, int uye en la Divina Come . . ant e, a a ent ra cacísíón dialéct ica con la qu e, a partir de entonces, lo vemos d ís-
círculos celestes y de s us "bi d la la un idad y el engerc unlr a lo largo de la filosofía modern a: la estructura del universo
E J enaveneurados mot ores"
n as notas al M, srerium Cosmo . . 11 debe co ncebi rse a la man era d e un ser vivo creado por D ios,
cómo él mismo se de " graphlCu m, expone no por analogía con un divi no mecanismo de relojerÍ4~7. T oda-
dire cción del pensam:~n:Ptar de lleno, en, un principio, 111 sigue hablándose, de vez en cuando, de la a nimación d e los
inteligencias goberna m dY ~~Y I~n especial por la teor{¡¡ Iros, y en especia l d el sol, pero se trata m ás bien, segú n expre-
es, e L:&3 sgero, ce ro d'
en encontrar la J>a1.abra a I d 1-"'" no ter 0 , n ment e se nos a d viene, de un juego de la fa ntasía estética, y no
sie~pre de esta manera d: ;;:ns:~~ qu e le llevó a separa .1 una idea a la qu e deba atribuirse un a signi ficación y una ne -
C uando m e di CUen ta d e 1 eldad científica d e carácter obietívc".
pl anetas disminu..... a d:.1- que , 3 ca usa d el movimient o Es, como se ve. una reflexión de carácter m etodológico la qu e
J~ me <Ua que estos se alejan d 1 l .1
mo modo Que la luz se hace más d é . e so, u ltit'nta a K épler hacia esta m eta: la a verigu ación d e la de pen-
con respecto a él 11 . 1 ébil al a umentar la d t/l"nd a matemática qu e existe entre las dista ncias y las velocida-
. ' egue a a conclusión de qu e esta
qu e ser necesan am eme algo corporal " CtIt le' de los distintos pla ne tas es el factor decisivo para llegar a la
La concepción de su ob de t • o clusión d e q ue la ca usa motriz debe conside ra rse como un ser
al""" planeta rias se d bil¡ ra e Juventud de qu e la acción 11 loo. No es que debamos concebir la como un cuerpo en el sen-
. ~ l l taa med;d 1 1
jandose del centro com ún . ' a q ue os P ane tas VII tklo estricto d e la pa lab ra, como ma teria , pero sí como algo q ue
pie K épler expo ne deta lJadacoml ene ya :n ~e.rmen, como I l ~ l r todo su ser y toda su significación se refi2re al mundo de los
tarde hab rán de (unda rse Jasme~e, el ~nnclplO sobre el qu uerpos y se rige por las m ismas 1~t'S que ésteS-o Sólo forman
mrentos del 1 . o ervaoones en torno a lo.
diferencia d: =~:t:I~::;t t~ la~sica : e1este. Co n In IH l "Sol, .• omnibus su ¡ corpcns p. n ibus Iaeul rst em haoc QClillOllJl el cner-
' lkam pc sside t a ttra hen df. •• planetam", " Vi. seu energia", VI, 3H.
sus titu ido, aho ra por el e op ,a, a al/¡ emp leado del sr " Scopus me us h lc est, UI eeelesee m mach inam dica m non e5$C instar
' ~' ro ue ue,,-a
los conceptos de fuerza 1 ... . H ~¡n l animalis, sed ins tar hor ologii (qui horologium credír animatum, it 110-
nim y a ma, em pleados antes como u.m lln ificis n ibuil o pe1"i) ut in qua pene omnes motuum va rieras ab una
.os'l,e~ cua nt o de no m ina ciones y modalidades de I . tllnl'li cissima vi magne tica coepc ralí, m i in hcr clcgío mcru a omnu a aimpl¡"
iac~~sm,:~~seqUen(rent3.n a hora Como conceptos ant~:l: l~ .l m o pondere", Can. de 10 febrero 1605. Op l!ra, 11, 84.
e se exp resa con palab ras disr¡ GI ..Adeoque er Ipeam hane cemprehensionem ¡ensitivam Solil ~I fixaron\,
acct ón " esPln . .tu a1" d ebe d ¡ t¡ . , . rsnntas al decir
,¡Ulm mcUilll!T ..go <lCcipio raeneíque pla~la e ir:J wlgeo ; nescíc an Hlfficien rcr
som",,'nd'

IS rnguirse n ltldam ente de la "nm
ose esta a un prin . . . I. lll ri philo$opho co mprcb ave rim'T Asuonomia nova, Ope,,,, 11I, 397.
d epend iente. cipto propi o y a una iurísdlcc r., No tas al M1'8terjum Cosmoera phícum (1621), Opera. 1, 176) . "Si pro
". t lInima vocem "im .u~i tuas, ha bC<! ipsissim um principium, ex q uo Phy~
El concepto d e la Uf "
gurosam ente circ u . uerza natural adq uie re su significa 1 I coc.lesris in Cc mmenr, Mutis CSt constirura el lib. IV Epilomes Aslf . ex-

tesis. El n uevo gi:c~~~, al encu.ad rarse den tro de esta doble "ha. O lim e n irn causarn mover. le m plane tas a~l ute a"ima m esse credebam,
" l ll p~ imbutus dcg rnanbus. l. C. Scaligerl de mc rricibus imelligentiis, A l cum
en el conce pto funda me:t:7s~:I ~nto co~ra su máxi ma clDr J.tl pcndere m halle cause m motricem debilita d c urn dislanti. aSole: h inc co n-
apa rece aquí desglosad d a en ergía, q ue por primtf' /w<l "';ra hanc e ue corp<oTL'1.im ll!w..id, si nos peeprie, Slllt em eeq cívcce, e tc....
co n la forma sustancial. e su entro nque Con la "entelequl /'I ff. la explicación de las U1 tim.1s pa labna citadas, cfr. Asn-onomia nova , pa ra
' .
ftcaclónse. . , para transmutar." .•
.., en su rnouernn I
I 11I. cal'. 33. Oper., III, p. 303: "Q u. mvis virrus momx non .it maredale
'11111>('Í¡lm , quia tlr... en m areria e, hoc eSI corpori planet. e vehendc, destinatur
"'11 hberam esse 1I letibus ll'eDf'"A¿'tTicis, sah em oh hanc ;.crionem ma leriale m
".nw cctionil".
El NACIMIENTO DE LA C1ENCIA EXACfA 325
EL CONCEPTO DE L\ NATURALEZA

parte de la "naturaleza" -<:0 el nu evo sentido de la poi No se indaga la causa motriz interior del movimi ento, sino que
aquellos procesos entrelazados e interdependientes por med 1concepto mismo de la causa se reduce a un conjunto de co~¡"
una regla ñla, que es la d e la re/.ación de magnitu.des que lt'fI,es ma temática s. Ya veremos cómo esta acusada Iormulad ón
sí guardan: el contenido d el concepto del cu erpo, lo mism I problema d eterm ina paso a paso la trayectoria de la temía
el d e la naturaleza, se d eslinda V determina por- el C01'I.«p ped al de la. graviwc ión en K épler. Pero, antes, debemos dere-
función. Ir nos un momento en las consecuencias especulativas genera les
Este criterio general aparece confirmado hasta en sus úl ~ Intentes en la idea fundamental. .
detalles por medio d e la argumentación con que, en el ell La acción en el proceso de la natura leza de factores ínmare-
sobre los movimientos d el planeta Marte, se derivan las d les, suprasen..<:ibles, ha qued ado definitivamente descarta da, pues
meras leyes keplerianas. Los d istintos eslabones d e la caden criterios fijos de rned¡d.a sólo pueden darse en el campo d~ la
cu rsiva van engarzándose d e un modo riguroso y exacto, tensión corporal, lo cual quier e decir que solamente en est~
un silogismo escolástico . Ilhe aplicar y d esarrollar el nu evo concept o exacto de ~a causalí-
Se sienta ante todo el "axioma" general de que d05 fenó tI~J Para que el espíritu pueda actua r sobre la marena -en la
que se corresponden en toda s sus fases y coinciden mut ua lrl'l~sibilidad de que pueda llegar a gobernarla y dom~narl~ por
en cuanto a sus "dimensiones" y magnitudes deben ser COI YIl simple "guiño"-, necesariam ent e tienen qu e med iar Ciertos

redes dire ctam ente como causa y efecto o son ambos efec rpws y "ehículos materiales de su .actividad, ;.on 10 cual" cae-
un a y la misma causa m ás remota. Y. como las relaciones mus de nu evo bajo las leyes de magmtud de la natural~ , las
la velocidad d el planeta Marte y su distan cia del sol se ajus¡ unlcs formando como forma n una cohesión u nitaria y unívoca,
este supuesto, sólo resta una tercera posibilidad lógica: 11 JIIdu;en o hacen superfluo cualqui er otro fundamen to di~~into de
ocurrir qu e la mayor distancia con respecto al centro sea la _plicación. Si adm itimos la posibilidad d e que esta coheslOn.total
de la mayor lentitud del movimien to o que la mayor lent itu rompa por un solo sitio, es decir, la ~-ibi1id~d de ~ue . mter-
movimiento sea, por el contrario causa de la lejanía, o bien ('11¡.;a, aunque sólo sea a tít ulo de ayuda, una 1~.~anCl.~ ajena ~
por último, ambos fen ómenos tengan su explicación en un a l OS factores, se creará por este solo h echo una. I~;ertl?~mbre
comú n. IIrmuétrica contradictoria con la verdadera organu acron divina del
Descartadas por cons ideraciones de índole lógica y físicu unlvcrso según la cual cada elemen to debe derivarse del ot ro
J • 61
dos últimas hipó tesis, sólo qu eda abierto ante K épler el pr mediante pruebas convmcentes . .
de los tres caminos: trátese d e encont rar una mediaci ón ir Esta concepci ón d estierra de la físi~a, al ~i~~ tiempo, .l~ COT\o'
a la cual pod amos expon er y deriva r la fuerza d e un planeta I~Jt'ración de fin, en su antiguo sent ido anstotehco. La Iísica d e
funci ón de otras magnitudes conocidas, es decir, como det
' tU "Prirnum enim ",en$ ip$>I nihit potest in COTPV$ . Oponet igi.tur mentí
nada por los "element os" numéricos dados de su órbita. Un
.,hul1!lere fa, ultatem exseq uendi sua murria in corpa re plenetae Ilbrando·
lisis minucioso revela la existencia de tres gru pos d e elcme , I (h ) -'gnerka fa,ultll" hoc C'S t rltlC1l1a1i$ '01l-!eJ lJ1U lnter ccrpc ra P '"
I••
de éstos: la medida d e la fuerza que correspo nde a un plane I f aec "... .... b ·d · "S'
"... e e l Solia. h l q u e men$ n<:ll l/.nlm et magne1t$ in $1/. sJ ,1/.':' .vocal_.. .'
una determinada parte de su órbita es determinada por la " lO per sese offíciu m faeiunt virones ma gnelica e, quid .opua ilhs est. menta
nirud de los redíovecrores con respecto a los distintos pum III"'toriol • • • Ac cedtt el hoc, quod in ips;lI etiam mod's, quoe menn peaes-
la órbita, por la longitud d el arco recorrido V por el tiempo " I",imus o m nium, q ui po¡;sunt esse, p roba tissimoa. .implicari ~idct.. , ~am
"I! r rritlld o geo metr iClI; quae nescic en non . D eo IpSO rep~dl~;u r, qtn ha'l~
se tarda en recorrer el trec ho del camino considerados", 1O 1l' sem per demon strarive vis progres sus esse d epr ehendllur . Astronornla

ea Amonomia nova, pan; III, CI P. 33, Op,e.a, 111, pp. 300 $1. Cfr. Epi " 57 O perA 1II pp. 396 J. Cfr. Epítome Amon. Copem..
''''VI. p. IV, .... , ... '
Astronomia e CopemKlnle (1618), lib. V, p" r>l l. O~a. VI, 402 $ . 1I'....a, VI, 342" ss. r ft4J$
326 EL CONCEPTO DE lA NATURALEZA EL NACIMIENI'O DE LA CIENCIA EXACTA 327

Aristóteles descansa sobre la fundamental antítesis entr e cu l'sin pene trar en la aritmética de las fuerzas funda menta les
pesados y ligeros: mientr as qu e los primeros tienden hacia el ¡ lo plasman. Pero lo qu e anteriorme nte se destacaba clara-
tro del universo como 6U "sitio natural", los segundos se mu 1111.' ante nosotros en las relaciones entre K épler y Galil eo en-
por . el impulso Opuesto, el d el movimiento ascensiona l all mra su confirmación aquí, si nos fijamos en las relacion es de
ha cia la periferia. Una relación COmo la que aquí se supone. lJ~ 1 con Newton: las ideas metod ológicas q ue Newron convierte
el motor y Jo movido contradice a la nueva concepción , un hecho científico son elevadas ya por K épler a claridad y
m~~1 acerca de la "homogeneidad " lógica y mare m ánca qU I cisión, en la manera enérgica con que este pensa dor persigue
exisnr entr~ la causa y el efecto, pu esto qu e intervie nen, d principios lógicos funda ment ales.
par te, un simple pu nto Y. d e la otra, un cuerpo tridimension
un lado una forma qu e, como el supuesto cen tro del universo
su existencia exclusivament e a nuestra fantasía subjetiva y'
otro una masa física con todas sus determina bilidades real La explicación empírica d e la graved ad por K épler, en la que
El n uevo concepto de Iueraa, en vez de basarse en una concepto gene ral de la fuerza se acredi ta y se llena de con-
analogía con la apetencia de los sentidos, tiene su raí: en In ,,¡J o concre to aparece históricament e enlazada a la recria del
~J de con.ocim~ento deL numero: el propio K épler dice que IlIlletismo de Gilbert. La obra de Gilbert "Sobre los magne ros",
t~tuye .la teologta y la metafísica celestes de Aristóteles por 111" VIÓ la luz en el año 16CX), constit uye uno de los más antiguos
fdosof¡a y una física d el cielo, que entraña al mismo ti umcoios del método ind uctiv o moderno y, como tal, lo renian
una nueva aritmética d e las fuerzas.033 1 pIta estima 10 mismo K épler que Ga lileo. Ambos tien en en
U n rasgo caract erístico d e la situación histórica d el pr uema 105 result ados de esta obra, que d esarrollan por su cue nta
es el h echo de que Képler, pa ra demostrar la posibilidad d. u ntan de razonar parti endo de puntos d e vista teóricos gene-
nueva ciencia, invoq ue ante todo el ejemplo de la estátin I rlj'~ pero lo que sobre tod o les interesa en este estud io, por la
leyes .de la palan¡;a son el ejemplo prorctfpico ep qu e se Q ~ 1 'lIi dad interior que con él sienten - al paso qu e Bacon lo des-
para. IJ'lstrar la ley de la d isminución del despliegue de Iue N ia- es el pensam iento metodológico en q ue la obra se inspira.
medida que aumente el alejam iento del cenrro.e Y no cabe En el prólce o a este libro, su autor proclama " un nuevo modo
de que la .~~ática. en la forma científica Que le diera Arqufm J filosofar", y no cabe dud a de que, para él como para cua l-
en la antigüedad, y en los tiempos modernos el mismo S ¡1I;cr pensador un poco profundo de comíenaos de la época mo-
brinda el único punto d e apoyo seguro para la nueva iden 11'" nn, la luch a contra el predominio del sistema de los concepros
s~gnificación y fecundida d trascienden, sin embargo, muy ~ r "Ilw!óg'cos constituye el punto de partida decisivo.
CIma de sus fronteras. Aristóteles hacía descan sar la diferenci a d e movimiento entre
. Képler esboza y traza por anticipado, aquí, el ideal de In f' 1", diversos elementos, sobre la que se basa toda su física, en la
~lca moderna. Cie rto es qu e él, persona lment e, no acierta n .onr raposícíón interna absoluta entre las d os tendencias de lo que
liaar el POstulado que señala: sus leyes tr azan el Contorno acn . d e "1iacta
¡'ll¡¡na "h acia arri ba" y 10 que tren . a bato" 11 h ki
a jo" : con e~,
d e la pura intuición y d e la organización geométricas del untve l o-tnsía falsamente como una pugna real de fuerzas una SImp le
«nurnoosicíó n lógica. ml Y esta prim era confusión d e prin cipio de-
u Cfr. Opna, 11, 87 J . (Cart1l de 28 mano 1605) y lIt, 151
tro no novam) . termina todo el carácter de su concepción de la narur alean.
6S Opera, 1lI, 31. (Cart1l de 4 Octubre 1607). M Ki pler, Opera, n, 591; III, 37 y 307; VI, 375~ . Gnlile<ll D i~ I ()y,o inte rn o
1I~ Eplrorne Astr. Copem., lib. IV, p. lIt, Opera, VI, 373. ~ I due massimi sistemi, [omnde T ercera, Opc-c, 1, 4:19.
17 ". M "l oc"" 1<l( 0 n ull u " ccnrraeius. Di s.<imil i,.u¡ " r <t p,,-,ilifln u m e..... !lOrurn
329
EL NAaMIENTO DE LA CIENCIA EXAc..'TA
J21l EL CONCEl'TO DE LA NATU RALEZA
U.k a ni. ocupa, en fisiCft, una posición especial y aparte, cual-
La realidad sef tom
daderas . a ahora en a bst racta fan tasmagoría; ID 'Iuiera que ella sea. La relativid ad d el orde n d el espacio, elevada
m', causas le retentes son sustituidas y desplazadas por • larída d y a certeza por el sistema cósmico copern icano, excluye
conceptú a es. En astr . 1 , .
los círculos y ep iciclos se co~~~~la, as flcC1~n.es mat emátic l. posibilidad d e atribuir determinadas fuerzas y actividades a
tal ines fiias P; od rt en y materializan en esfem 11I \U ¡;ituación cualquiera que en nada se d istingue de todas las
arbitrari J • or t as parte s son las defin iciones y los térr
os. son, por ta nto, en última instancia las " ~' ~l. .I" más. como quiera que éstas se determ inen.
" No es el lugar el que influye en la naturaleza de las cosas. lo
t oda su tornasolada multiform idad d . ' ............T(l,f,
en el lugar de las verd ad e sentidos, las que se de '11lC decid e acerca d e la quietud o el movimiento de los cuerpos.
las sean captadas oh' . eras cosas natu rales, impidiendo qr (1 lugar no es de por sí ni un ser ni una causa eficiente; lo que
d I ' jen vamente: en vez de los objetos a .Iclermina la posición y la situación mu tu as de los cuerpos son, a
emos so
ginación.(l1 amente las sombras proyectadas por nues tra propia ' pr
In inversa, las fuerzas que en ellos residen. El lugar no es nada;
1,.1 existe n i d esarrolla fuerza alguna, sino q ue todo el poder na-
des"No otra C0S3.h son Ias ..cua I «ra
' ~ d es sustanciales" y las "al
rural contiene y posee su base en los cuer pos mismos".(I'
con q ue asta ahora se v ni .
e la .I~tentando en unciar y rc~
I
el problema de I l .. Por donde se llega a la conclusió n de que los efectOS de la
' . ,c~anto mas general
a a raccron magnencar ' lavedad no son inh erentes a un d eterminado punto del espacio,
rece esta explicación, más va a
comprender los fen ómen os g y ~1" "',tenl result a para raaon .100 que emanan por igual de todas las masas de la mat eria: unen
" .. ...., espeoa es. ~ Vmantienen en cohes ión, no sólo a la materia terr enal, sino tam-
Es Gíl berr quien primero sustiru e o • d
la teoría empírica de la f
. .
~ .este tipo e explicación[
uerza magnetlca y "eléctrica"
blén al sol y a todos los de más planetas, y sin ellos se d isolverían
lo
noctrruento del magnetismo d e Ia tierr ' a. Y la ' y" por 6 1.. estru ctu ra Y el orden del universo.
Al encuadrarse entre las causas generales de la natural eza, se
este prob lema adqu iere tam bién ' l.nvestlgncI
ca cló n de tipo cósmi para el, en seguida , una siW' 1!Tcscribe a la gravitació n, al mismo tiempo, una determinabilidad
1CO, por cuanto que ' d bas tlja en cuanto a la magnitud y una órbita dada en lo tocant e a sus
concepto general de la atraec" ' M ' sirve e se a un n
ta ahora, venía explicándose IO~1 le~tras. que ~a gravedad , tectoss los cuerpos pesados no tienden h acia el centro por virtud
el cent ro fijo y absolutame nt; uia te~ ~nCl? de ros cuerpos h .lc su na turaleza " interior", sino por efecto de un a acción exterior
tra que ningún punto d I ~ ero d~ a tierra, Gilbert dem uuc d isminuye al aumentar la distancia, para desapa recer por ccm-
e universo isfrut a de una suprem pleto cua nto ésta es lo su ficientemente grande. En sUS de talles.
t jtlbeet concibe estos efectos como análogos a los fenómenos del
m rt'T'Um na hm l , non loC'oy.,m logica c '
Oraecor um oFfíein.. q u . re . on rrar lclllS. De promu ntu r lsta u mngnetismo Y d e la electricidad y los atribuye a la acción media-
d
~
, s .psas er e mnc m hil ph.
amL. _
e l Idicmaru rn logisticis regul 15 d e moretrar r e l OK>
e "la m" ver]bcrurn, q u dora de un flúido sutil q ue emana del centro Y va condensand06C ll
ver""rum vis, Idícrnata omnia vc! ad "11 on tme rt ve unto cu m 11 ("11 torno a este, en esferas concéntricas cada vez menos de nsas •
5u (f¡ciant. C red e mih i in" u 1 ust renda tanrum naturae opera mil!
" " " 'q e co mpa ralu m cum Ph"¡ Kepler ha ce suya, en sus rasgos esenciales y fund ament ales, la
rae a d d13C ,p lllW. m ~"crborum ohsel'Vl1tio na d " "_ uosc 'a. s\ pu ens ;11 I
ph . , ,

sem pelStr:~erent", Oilbert D M dLnltle nesque ulrerius natura", ,("orÍa de Gílbere, pero transformándola y ahondá ndola en dos
(obra póstuma) . Amseelcd. i 651e lib .,¡;t0nostr o s"b/.,nari P/¡ i1oSQp"i<l , puntos, prov.en ientes ambos de un origen comú n.
6 7 Oilbcrt De ' J: , Clp. V, p. 241.
• m:l"ncle m~e,idsque c ........ib -
T e!!"re Ph)lsiqogi<l no"<I Lo d 1 orl"". tU el de m4~O JJ1lf" 6ll Ph.ilosophUl n~ l. 21, p. 61; U. 8, p. 144,
p hia nova", 11I. 5. pp, 2J9 s n res 600, lib. VI, cap. J. p. 217. CFr. "I'M. 10 De magncte, VI. 3, p, 2l9; VI, 4, pp. 227 ss. y palS"
"D ' 50: "S ubstanríae ro - 11 Ph¡l~op"ia nove, 1, 20. p. 50. r ara ma! d etalles sobre la leoría del
~nellllese n,mis,
m agn eU". II, 2, p .
nec la men d es¡ p pne ta res aut familiatitllle! eu ,,,all'oetis y d e la I lllvedad en Gilbert; v. Lu sw il%, Ge schic"te tiC>'" AlOm;'
verae CSlll'n ara e causa mo
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quaeu am se na nt re ¡...,. n"h'] . "
. 0"_ ' 1 In
e. atque Ut ira d ícam :
spec ..e osle nd um".
"ti ,tll . t . l. pp. 315 ss.
EL CONCEPTO DE IA NA1URALEZA EL NAaMlENTO DE LA ClENCIA EXACTA 3JI

En primer lugar, la atracción, que según Gilbert sólo I h\n de las leyes inmanentes de la matemática y de la "natu-
d uda entre la masa total de un det enninado planeta y sus 1 n" " .
ses partes, es ampliada por K épler en cuanto a su acción y (!lto encierra, al mismo tiempo, un nuevo elemento y un nue-
significación. al presenta rla como una fuerza fund amental criterio, El concepto de la función, qu e nos sirve de prototipo
trascendiendo por sobre la esfera de los cuerpos concretes I pauta lógicos, postula solamente una mu tua cond icionalidad
erure las diversas lTU1,KI,S' cónnicw. K épler derriba con d io magnitudes, sin entrar a decidir de por si cuál de los dos ele-
barr~ra ~ue se levantaba. incluso ante los más audaces y rel ntos debe concebirse como independiente Y cuál como depen-
partidarios de la nueva concepción astronómica del mundo: nte y variable. La relación qu e ese concepto expresa es una
vía Giordano Bruno interpreta la gravedad como la tenden ledón reversible: por tan to. la gravedad -si aplicamos la idea
las diversas partes de la masa hacia el todo del que se han srem átice general al problema concreto y la trasladamos al len-
prend ido. sin Que inCluya pan. nada en la posici ón y la im ' le de la física- debe concebirse y definirse como una rigurosa
pend encia de los planetas entre si72• K épler, al ap licar su n ll,"rdcpcnden.cia. La tierra atrae a la piedra, pero, a su vez, la
concepto de la gravitación, en especial, a las relaciones entr [m atrae a la tierra; ambas tienden a acercarse la una a la otra,
tierra y la luna, logra dar una explicación al fenómeno de la. 'l! velocidad inversamente proporcional a su masa10 . Y una si-
reas, adelantándose con ello a la idea fundamenta l y decíeiv uec'ón análoga a ésta se da en las relaciones entre los planetas:
la teoria de Newron acerca de estos hechos. 1 ley de la gravitación postula y determina, por ejemplo, t~ntO
y a esta extensión, en cuanto al radio de acción empírico. 1111 movimiento de la tierra hacia la luna como de la luna hacia la
concepto, corresponde, al mismo tiempo, un cambio inrrinser r rraT1
lo tocante al contenid o. Gilbert, por mucho Que rechace laa Elite 'criterio de la relatividad viene a desplazar y desarraigar
lidades y afinidades oscuras, no descartaba todavía toralrnen .ldin itivnmente la idea del animismo. Desaparecen las Iueraas
por principio las potencias psíquicas de la explicación de la n "Interiores" de la metafísica: ningun a fuerza corresponde ya a un
raleza. Sigue atribuyendo el orden y la constan cia de los m Illl ll "sujeto" de por si, sino que todas ellas contienen ya, por de.
mientes planetarios a la .animación de los d istintos cuerpos c nnlclón, la relación necesaria con un segundo elemento "exter-
~ y.'" en ,la. constanci~ de los. polos magnéticos la prueba 110". El concepto de relación obliga al concepto de fuerza, por
pnncrprc amrmco que gura a la nerra en sus rotaciones" ,Irodrl o así a salir de sí mismo y a engendrarse en una proporción
A Képl er, en cambio, quien discute frecuente y seriam tIl,Hemárl;a pura. Esto hace qu e el problema y el interés se des--
:st~ co~cepdó.n, los fenómen os del magnetismo son los que, pilleen del concept o de fu erza a la ley de fuen;a.; se pl~~tea aCl,ul
última mstancra, le llevan a romper con la vieja concepción de por vez primera el problema de encontra r la regla numenca segun
natural eza, los qu e --como él mismo lo dice con palabras ,. cual varia la gravedad con la distancia del centro. Y se fonnula
características- le mueven "a pasar del lado del espíritu al l. u presamente a este propésiro, el pensamiento de qu e la rnagni-
de la naturaleza" 14. y en apoyo de ello invoca la misma rOl urd de la atracción, es inversamente proporcional al cuadrado de
episr~ lógica: el cuerpo qu e produce el efecto magnético y l. distancia; si, en último resultado, se rechaza este criteri.o es
medio por conducto del cual se extiende éste se ha llan deté n .lmplemente porque a juicio de K épler, la gravedad no se difun -
nados ambos como cantidade.' fijas, hallándose por tanto bajo 1 de, como la luz, por 'igual en todas las direcciones del espaci?, sino
solamente dent ro del plano de las órbitas planetarias, razón por
,. :2 . Gior~ano Bruno, La ce na de le cenen, Opere italiane,
l m/ mlto IInltlN".< o e mo nd i, pp. 365 ,5., 3705 ., 391 y pass. 7ftCa rta de 30 noviembre 1607. Op era, ll, 589 S.
14 G ilbert, De magnetl', V, 12, pp, 208 JI.·' VI, 'T,
'f.lI .. p . 221. C. rtII. a Febricius de Il octubre 160S¡ Opera, Ill , 459.
'1(1

V. Kepler, Astronorni a nov a, 1fI, 39; 0pl"'fa, II1, p. 319. -n Astr l;lnomia nova, Imrodnceio, Opera, m, 151.
lJl EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA

(a cual parece qu e d ebe disminui r en relación directa a la di~


EL NACIMIENTO DE LA CiENCIA EXACfA
'"
En la ley de la at racción. tal como la formu la Képler, las
cía. Esto hace qu e K épler n o llegue a remontarse, en fin de e "masas" de los planetas son presentada s, en pri mer tér mino, como
ras, a la ley fundamental de Newton. valores numéricos puros, como factor es entrelazados e n el factor
" No obstante, la simple conside ració n de las razones por contra rio d e la fuerza de at racción, para llegar a un resul tado ñ-
rud ~e ~~ cuales I,a acción del sol sobre los planetas no es, 't'( nRl cuantitativo un ívoco. Si los pla netas no presentaran una es-
I~ objeci ón q ue K épler se ha ce a sí mismo, inversamente pro te cle de " resistencia natural", si no llevara n consigo " una especie
c íonal al cuad rado de la distancia, debe considerarse como la ,te peso", no sería necesaria la acción de ninguna fuerza para mo-
gest ión más genia l y la primeTa m anifestación h istórica de la k verlos del sitio y bastaría con la más insignificante causa exte rna
frmdcm cnt.al som la que d c:scansa la le, de la gnwitaeión. ¡>11m impri mirles u na velocidad infinita. Pero habiéndose compro-
ella, se pone realmente a debate la tesis según la cual los cuer le do qu e la rot ación de los planetas se efectúa en per íodos fijos
e~ercen un a acció n propor ciona l a la masa e Inverea me me pro y determinados, que en los unos es más lent a y en los ot ros más
cional al cuadrado de la d istancia. El hecho de que K éplee r6.pida, nos vemos obligados a introd ucir en la ope ración el fact or
tara por otr a ley no ent orpeció el desarro llo d e aquella en la ¡le la "resistencia" de la mat eria, por medio del cual cabe reducir
ma pro porción en qu e im pulsó la marcha de la idea misma ron aquellas diferencia s a un cálculo exacto'".
con ju nto, tan to más cuanto que la más clara formulación de Es característico de la novedad del pensam iento el hech o de
co.n ceptos mec~nicos tenia nec ttariamente que conducir por que K épler tenga que lu ch ar constantemente con las expresiones,
misma a cor regir las {alias de que aún ad olecían las ideas de de que, para fijam os en el ejemplo más evide nte, t rate un as
pler" ( Lasswitt)'U. veces de acla ra r el conce pto de ma sa por ana logía con el del
T al .e8 el. juicio emitido po r la historia de la física. Por su p "peso", mientras que e n otros sitios procure mantener en pie una
te, la h istoria del pro!Jl€ma del conoc im iento d ebe remi tirse u determi nada d iferencia entre estos dos elemenrosw. También el
, otra vez al hecho de que el result ad o de las investigaciones término de "resistencia" va defi niéndose poco a poco, ha sta con-
píricas de K épler fu é alcanzado mediante un a tra yectoria en ( vcrtirse de una imagen sensib le en un princip io ma tem át ico d e-
el pensador sigue exactame nte y en línea recta el camino qu e terminado y fijo, en una nota conceptual que nos permite disnn-
trazaba su prin cipio filosófico fund a mental. guir unos cuer pos de otros con arreglo a su d ifere nte modo de
.• El concepto de fuerza, al encuad ra rse en el concepto de f
.
Cla n y, por .tanto, bajo la ley fundamental d e la ma tem ática arre
tra . ne: c: an ::t mente a su concepto cor relarívo a la m isma t ray
reaccionar a la misma causa motriz, afirmándose así como unida•
des ind ividualme nt e delimitadas dentro d el sistema tot al.
Es extraord inari amente instructivo ver cómo la nueva ide a va
tOtl.a log:ca. El concepto de materia cobra así por vez primera rom piendo las envolturas de la vieja antítesis m etafísica. Kéoler
la epoca moderna form a y fijeza científicas. Ya veía mos cómo In t ropieza contraponiendo el concepto de la "mat eria ", en sentido
cluso en T elesio, a pesar de ha ber llegado a expresa r la idea fu
dame~tal d.e .l~ cOllSer:¡.'ación de la materia, no llegaba a operar 19 Epitome Astron. Corern., lib. IV, p. lI, O pera, VI, 342.
110 De Stc Ua 1'101'(l in pede Ser pe1'1 tllrii (16C6) , ca p. X"l : "Mobilía quíerer»
todavía d efinitivnmenre la abstracción que lleva al concepto ri/fU qunle m loe¡ se u a mbíentis corporis affectan t renitentia ee q uod em 4"asi pon-
roso de la mareria, lo que qu iere d ecir q ue el prob lema no habf ,¡.-re (tf1'id ridetis coelestfum i1'1 e,..peni philosophll.'l tri, rt'rum ima¡rinaria n.m
que dado a ún precisa do y deslindado en toda su pu reza (v. SU fJrIl, (,,/,ia locupicecs, ve rarum ege1'1ti~5imi?) , ex q uo singulis suae obveniune períc d¡
p. 253). El cam ino qu e cond uce al nu evo concepto de la nultt'r{, remporu m", etc. Op era, I1, 674; cf r. especialmente Epíto me , lib. IV, p. IJl
(Opera, VI, 374) : "Pondus ergo tribuís planetae! Dictum esr in superioribus
pasa por el concepto de la masa y, por tanto, indirectamente, !'W
pro po n de re con side ran du m esse n arur ale m illam e e marerielem renltentiarn
el concepto de la magn itud.
seu in ertiam ad deserendum locum semel occllpatum", et c. ~ .,h re el concept o
7~ G o!<d,ich¡e d.'r Ar"'1'1 ,· ,¡ik, t . ti, p. 546, ,le la inerci a, cfr, .dl'm;Ís Of' C"!(\ U1 , 'I05. ~59: VI, 167, 174, 1~ 1 y pau .
1" EL CONCEPTO DE LA NA11JRALEZA EL NAQt-U ENTO DE LA CIENCIA EXACTA JJ5
aristotélico, al de la " forma" pura, ente ndiendo por forma todo punto una significación sistemático-general y pr ototípíce. la pugna
PTincipio motor Y. por tanto, en la (ase temprana de sus conside- q ue en él se nos muestra se mantiene hasta bien entrada la época
raciones. las inteligenc ias que gobiernan los planetas. Al descubrir moderna y revive consta ntem ent e bajo nuevas formas. El dualis--
ahora un (act or qu e cont rarresta y opone resistencia al impu lso mo de f~ , materia, qu e toda vía hoy sigue en pie, con fuerza
motor, este factor cae necesariament e dentro de l campo de la ma- no atenuada, en los intentos de la lógica por encon trar los fun-
teria, concibiéndose ésta total mente como una cu alidad y una "na- damenros d e la ciencia de la natur aleza, tiene sus úl timas raíces.
tu raleza" metafísica propia: como un obstáculo de que tiene Que corno necesariament e hay que reconocerlo, en la vieja ant ítesis
apode rarse y que tiene que vencer la forma pu ra. ,mto!ógioo de materia y forma. Y el conocimiento de esta traba-
Pero, al llegar aquí, comien za una trayectoria tota lmente nue- zón histórica en traña , al mismo tiempo, la exigencia objetiva de
va: las mismas causas creado ras del movimiento se convierten, llegar a sobreponerse a esta pugna, refiriend o estos dos factores
como hemos visto, de princip ios espirituales e n " fuerzas" Y. por al concept o uni tario de la "energ ía" Y haciendo que ambos se de-
tant o, en árganoa y miembros de la " naturaleza corpórea". La se. riven de él.
paración d e la materia y la Fuerza es sustitu ida, así, por su neceo
saria correspondencia y cohesión : ambas son simplement e dos la. e) Et ccnce pro de ley
d os distintos de la misma causalidad matemática unirarin'", El
La geometría, para K épler, ocupa el primer lugar en la meto-
concepto d e la ma teria sirve, lo mismo que el de la fuerza, para
dología d e las ciencias matemáticas. Es el modelo a la luz d el cual
hlU:er posible la aplia.lción de la geometría: ubi materia, ibi etiam
geome tria ~2. se orienta acerca del valor d e conocimiento de 10 ma temático, En
esta limitación se revela, al mismo tiempo, la maestría lógica de
Co mprende mos así, situánd onos en el punto de vista de una
este pensad or. Haciéndose fuerte aquí, K épler afianza y fortalece
nueva concatenación, el nu evo enjuiciamiento y la nu eva tAalOTa-
de nuevo la autoridad d e Eucl ides frent e a las objeciones de los
dón que ahora ad quiere, tal como los ve Képler, el mundo de los
modern os.
cuerpos y, por tanto, la " na turaleza". Képler aduce contra Patriui
A sí, Petr us Ramus h abía o puesto a Euclides el reproche de
la objeción de que, al igual q ue cuantos andan al acecho de (ar -
q ue negaba el verdadero orde n metódico al poner a la cabeza
mas y entida des abstractas, d esprecia, sintiéndose d emasiad o segu -
d e todo el sistema un conjunto de diversas definiciones, en vez de
ro d e sí mismo, la mat eria, " que es, d espués d e Dios, el objeto
dar a cada campo y a cada problema concretos su propia infra -
único y el más alto de todos", con lo que se enreda necesaríamen-
te en una madeja de sofísmasw. estructura lógica especial, a medida q ue el desa rrollo progresivo
del pensamiento fuese sacándo la a la luz.
La relación entre D ios y la naturaleza ha cambiado; Dios ya
no penetra desde fuera en la na turaleza como en un a materia
"La naturaleza, cuan do q uiere crea r un bosque, no empieza
hacien do brota r las ra íces de todos los árboles, ni el arq uitecto,
extraña e indigna, sino Que es la misma naturaleza la que, por
para construir un a ciuda d, comienza por echar Jos cimientos d e
virtud de su propia esencia, tiend e hacia lo d ivino como hacia las
leyes Geométricas que la rigen84• todos los ed i ficios"~.
Para salir al paso de un razonamient o y enjuiciamient o tan
l a trayectoria individual seguida por K épler encierra en este
superficiales, Képler recurr e de nue vo a su profunda visión acerca
81 Cfr. e~pecia l men te Opera, m, 303 (v, lupra, no ta 59). de lo que es una "hipótesis" cient ifica. El error fundamental d e
82 V . supra, nota 53. los adversarios, nos di ce, consiste en que no aciertan a captar el
83 Apo l o~ia Tvchonia contra Ursum, Op~ ra, I, 248.
ftt "T·b· D
I 1 eua .m natu ram venir, mlh¡ natu ra ad dlvínira rem nspirat", Ca r- M Petri Rami Sl:holaTum. Ma tn CTllillir l.lru n¡ Lil>ri 'XXXI, Francfcrr del M.
... r:'ahricius, Op era, I, 332. 1627, lib. 111, p. 98.
'J6 EL CONCEPTO DE L\ NAnJRAlEZA EL NAOMIENTO DE LA CIENCl A EXACfA m
verdadero
hed sentido de los " eltmentos»,. ennen . d
en por taJa mente el hecho de q ue todo su mod o de pensar y d e investigar
mu,' umbre multiforme e incoherente de conceptos teor rlgue teniendo sus raíces, íntegramente, en la geometría sintético
aplicables
. a toda
. , suerte
. de magnitudes y aptos para exphc
y • de los antigu os, mientras que Descart es, aunque coloqu e todavía
traranuentc científico de és tas. Esta concepdó d d en el lugar cent ral el problema del espacio, lo enf oca ya a través
recto del edificio de la geometría al papel de ~n :;:P,: al (1 de un camb io metodológico que hace de el simple men te un caso
cargado de acarrear los materiales" si acaso, d I bo I'CÓ n especifico y u n ejemplo del concepto genera l d e la magnitud.
E lid
uc 1 ~. por
I
t 1t e e a rarIos.
contrario. la verdader a significación del elem
~~ ~esl e en a m ~teria., sino en la forma: lo qu e atrae su I
El propio K épler se encarga de caracterizar con toda claridad
In fund amental diferencia entre estos dos puntos de vista, en su
~ es el OTOlXHOV smo la GTOlXr;(WJL¡;, es decir el mod obra sobre la Anno nía del Uni verso, al tratar d el polígono plano
necesidad de la articulecíónw, ,o regula r. Si nos plan teamos el problema -dice Képler- de dividir
La geor:netría es, por tanto, según K épler, el modelo y Ja pa en siete partes un círculo dad o, inscribiendo en él un polígono re-
de cual~U1er clase de deducción conceptual. El orden de rll gular, enseguida vemos que nos proponemos algo insoluble, que
establecido
Cosmo ph" ya en la primera obra d e Kep ' 1er, en su Mysm no existe ningún proced imiento geométrico que nos permita repre-
ulteri~1 /CU;::' Sigu e marcando la ruta en su creación demí sentar los lados del polígono que buscamos. Nos encontra mos aq uí
1 . pro em~ qu e aq uí se plantea, el problema de red de pronto ante un postulado al que se resiste la constrUcción geo-
a estructura del universo a la forma de 1 ' métrica, aunque en cuanto a su carácter puramente conceptual
Ido eh ond s os cmcc cuerpos re
res, h a t o ah ond andose y ampliándos
imperando la idea d e que en las fonneas~ ~ poco; pero &1
este problema no se distinga apr eciablemente de otros que son so.
, I d e rmagenes geomé tr! lubles, por ejemplo de la rep resentación de un cuadrilátero o d e
:~c,~ ca as, en.. e~ et píritu y que aparecen dadas con él se coruí un pentágono regulares. El análisis algebraico (doctrina analytic a
bi arqu e,tl~ e mund o exterior. De la geometría ema nb Arabe Gebri denominara Álgebra, Italico vocebulo cossa) pu e-
len, en ultimo resultado y originariamente toda la di ,~ad fO de, sin duda, defin ir satisfactoriamente el lado que necesitamos y
podamos atribuir al número puro' el n úme b 19n1 a (
guse de toda conexión con I ' ~o a srracto que re expresarlo en un a ecuación; puede, por tant o, considerarlo como
mediatamente en un sim le ac~e:;ma o la f:~ra, se conver tirlo 1 una magnitud fija, distinta de todas las demás. Pero este tipo de
en el len guaje d el nc m í Pj . cepto,, gc:nenco o, para expresar dcterminabilidad no nos dice todavía nada acerca d e su "existen-
ma rsmo escc asnco, en un " e cia"; lejos d e ello, qued a en pie el postulado de que sólo son " po-
cundae int entiorua", • once ptua
sibles" aqu ellos contenidos susceptibles de ser com probados por
Képler
, . . rechaza
l ' por tanto • expresamente, el int ento d e "1 medio de la intuición.
prregoncos Y, os platónicos" de construir el mundo de la
en .s~ contenido sustancial parti end o de las relaciones I s e
En relación con esta, K épler exhorta a los "metafísicos" par a
tertsd~~ pec l uliar es de los números puros: sólo de un Ym~ocam
que corrijan el viejo principio ontológico según el cual no cabe
dar criterios ni notas característicos d el no-ser, pues aquí tenernos
con rcona y con reservas . I pod '
de Képlee, según la h aca Iiñcadoaleu¡
l lcaoa gUlen na c calificarse
.. ' la teo' ya ante nosotros un contenido, que aunque no reviste de por si
empír¡co" 8. Lo disti ' amo, un pitagoris ser alguno, puede sin emba rgo del imitarse mediante ciertas condi-
. q ue rsnngue a K épler de Descart es es pree
ciones V al que pueden atribuirse, por lo menos hipotéticamente ,
80 Har mo nice mundi, lib. r· O , . " V "
S'TW 'd lb ' " .
Hay edic:~n e es:~~l?esvchjc.hte der P,hilosoPhie, Freiburg i, n. J892, p. J Iría. • , Non ením ideo numerabiln fi Ul1t an guli Iigurae, quia prae cel\Sit con-
,.-
(1621) , Opera r 1" ' ..0
. . n contra n nota al M
.
. e
ystenu m o.mographlr urTt
ceprua Ilbu s num eri, sed ideo seq uit ur conceptos numen, quía res geomcr ricae
" , m ms numeror um nob T habenr íllam mu ltipliciratem in se, existentes ipslle nu m eru s num erams". C fr.
tu r th eologia Pythal¡:Orica rebuscu ¿ . .. . 1 Itas, quam proeci pue edmn
..... e 'VlnJS COm parar, ese pr imirn8 Harmo nice mund i, O per<t, V, 29, 221, 329, 333 y passim.
EL NACIMIENTO DE LA CIENCIA EXACTA 339
l3B EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA

d eterm inad as cualidades


• • diciendo, po r eJem
"1 p o, que SI" ms~
" lecto se resiste y que serían indignas de la organización Y el orden
se~os en un circulo un h ept ágono regular, su lado tendría I perfectos del universo".
satla~ente que poseer ta les o cuales cualidades. A l pasar a la hip ótesis d e la órbíta elíptica, " obligado por la
.• S ierro e;. ~ña de. qu e sólo la fun damentación y la "de tuerta d e las observaciones", Képler, con este solo hech o, viene
~o~ geo~et ~ca ~u~~e garantizarnos el auténtico ser cíen t a d esarraigar, al mismo tiempo, una concepción metodol ógica fun-
essenna
di d scientialis
. . . d e un elemento'. "scíemiI",ea pass!ibil¡
1 11
damental: eleva a realidad científica , por vez primera. la idea del
prece .Ir escnpnorus possibilitas" . T amp oca un mte " 1cero in orden ':i la sujeción a ley de lo no dotad o de forma re¡UUl'r. Su
poseerla la . menor "idea" del lado d el pe" lIgono que buscamos correspondencia con Fabricius , quien fuera en Praga, bajo el ma>
no tener mogona intuición de él 88. Uno de los rasgos Iunder gieterio d e T ycho Brahe, su compañero de juventud Y su coIal»-
tales. del concepto
. aristotélico-escolástico de la " f orma sustan redor, y que. al igual que él, orientó sus investigaciones, sobre
c~ns lste. segun Apelt, en que en él se unen y entrelazan dos todo. h acia los movimientos del planeta Marte, d emuestra clara-
dlS~ar~ : la, forma de la síntesis intelectual y la forma de la mente y de un modo tangible que Képler sólo pudo lograr su des-
tesis f~~at,va . es decir, la ley y la forma. Pues bien esta tri cubrimiento porq ue no se de jó sujetar por las ata duras lógicdS de
~ . tambl~ln aplicable a la concepció n originaria de Képler' t
b
las que no sup o de sembarazarse aquél. Fabricius op one a los ra-
la " 'd zonamientos d e sus amigos la objeción de que la regla del moví-
len laen"Ce ap arece
con .. bso »da " ,a I pnncrpio,
' " plenamente entrere .
p orm a y a rol a por la condicionalidad de ésta. miento planetario no se encontrará mientras la curva 'COn que la
. , oco a ~, en el curso constante de las investigaciones represent amos condicione una distancia variable con respecto al sol
plrlcas d e K épler, va afloján dose este encadenamiento lógico f í, por tanto, un a velocidad variable: aunqu e la ex periencia de la
d~mental .de los primeros tiempos y este nexo de depe ndencia hipÓtesis de la elipse pareeca ser favorable, no h ay que cejar. por
mismo Kepler nos d ice repetidas veces con Qué díflcultadea tanto, hasta que aquella " irregularidad" se demuestre como una
ternas hubo"d e lu c~~ r ,~ ntes ~e d ecidirse a sacrificar la idee simple ilusión de los sentidos, reduciéndosela a movimientos círcu-
la ~bsoluta perfecclOr'I. geométrica d e las órbitas planetaria! lares consUlfUes.
cua -:' su modo de ver- sólo podía mantenerse en pie bale Para K épler, en cambio, como él mismo 10 hace ver en su clara
forma rigurosamente circular. Todavía en Copém iICO enccntram y nítida réplica, la constancia buscada no reside ya en la f0rnt4
en este punto, un razon am iento simplistamenre releológicor 1 de la órbita, sino en los principios de su mecánic a y de su física:
Icue rpos celest es, nos diice, tienen Que efectuar su rotación en ctrc . la acción de la fuerza d e atracción es constante, como 10 es la
o, para que en sus movimientos mismos puedan expresar y re r Iuerea "magnética " de l sol, aunque, con arreglo a su nat uraleza,
sentar
l' .de. un modo ad ecu ado su "ser" , es dect ecir, su f orma y P• presente un valor numérico distin to en cada punto de la rravec- IlO
l::rlte~ geo~/etri~. D entro de estas órbitas circulares purna, toda. La ley funcional unívoca qu e " engarza como en un hilo"
nb¡ e un¡ orm idad del movimien to sólo pod ía provenir de el conjunto de los infinitos cambios posibles, tr aza Y de termina el
cam 10 operado en la _fuerza mot riz o de una confor mación irr camino de los pla netas de un mod o más seguro de 10 que jamas
guIar d el cuerpo mov ido, hipót esis ambas a las que nuestro Inl habría n podid o ha cerlo los ficticios círculos celestes. Lo único qu e
verdaderamente nos es da do son las distancias variables, y no te-
"Cum N Hannoníce
ení " ' mund-h" ( 0 ' n'lI" V 103 sr, Cfr. especialmente V 1-
i, Iib '· nemos derecho a descartar ni d esplatar este fenómeno real y fun-
m Slt lmpossl ile eJWI fonnaliJ de _ , • U 'l
• mente humana cum scien w ' " JCT' PUO. neque i¡:itu r I(:ir¡ POl'"
bilitllJ. n eq ue sd~r 8 mente ~rn "po~$lbilIUlte;n p,r~cf.'dar deJCTiprioni J POIlI
111 Copemí cus, De rt"l-'ol" tion ilJlu orbi"m coden il'm. NurembeTs ISO, liit.
0lI[ insc"biI"bu E " n L8Cla ,ctu simpl¡c¡ ae rernor quía sua nltllt1 1, cap!. 1 J 4,
1 I ~ est, I (limen hUlUS non entis sc ienlial iJ JUnl 41· 110 ''Uno fuc: kulo collípre" : un a de Iu frases favorit.. de Képlff,
~J JdentialeJ, tan qu lm enria con.djrionAl'~"
't.
_ • etc, lqlflte " ropr l,l..
O~ U, 196; II1, 113 u .
JlO EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA EL NACI1UENTO DE LA d ENCIA EXAcrA 341

d ement a! rec~r riendo a h ipótesis auxiliares, sino que debe Frente a este d ualismo de los dos m undos físicos. hay que afir-
por el C?fitrano. reconocerlo y proclamarlo como unidad d 1 mar y destacar la unidad y el carácter inquebrantable d el nuevo
de su rnrsma variedad. el conceprc de la naturaleza. La idea de ley, aunque postu le la plu-
Sigue en pie la ten dencia a la "u niformidad " de la natural ralid ad, repugna toda "excepción": es una y la misma organiza-
pero ahora ya no la busca mos en formas geométricas fijas ción de l uni verso la que se ofreCe ante nosotros por igual en todos
en aquell a originaria " aritmética de las fuerzas" n ¡• y cada uno de sus puntos. Podemos, por tant o, partir de un Ieeó-
tad o m¡ . • aen e r
o ",llSffiO,. 5100 en sus componentes conceptuales. En este 1(' meno dado -por ejemplo, del fenómeno de la graveda d de la
di Kepl.er l~Voca contr a Fabricius la expresión platónica del tierra- y estar seguros, sin embargo, de poseer y retener en él un
:: :n:oUa: lCOIn? podría existir una verdadera unidad q ue no I ejemplo d e las relaciones cósmicas de validez gen eral.
se dentro d e SI y encerrara como origen fa pluralidadl ll1 El Si menta lmente suprimiéramos esta prem isa latent e, se caerían
ceptc del cambio nos revela el ser y la vida de la naturaleza: q por tierra con ello, como carentes de base, la inducción física y
re~ d esterrar .de I~ f enóm enos la falta d e uniformidad, eq~i I US aplicaciones. En el fondo, esta concepción no es sino una con-
dría a destruir la física como cíencia'", secuencia y un model o d e la idea de la completa relatividad, que
, Pero, es en su aparente inversión dialéctica donde l a nu gradualmente va imponiéndose y reconociénd ose a t ravés d el nue-
Id~a .fu ndame~ta~ se desarrolla hast.a cobrar su pr ecisión como] vo sistema astronómico del cosmos. Así como se nos enseña qu e
:~. , SI el conocrmrento moderno tiene que compr ender y justifl ningún punto del espacio tiene características exclusivas ni ocupa
ogicamente la falta de u niformidad, no puede tampoco por ni una posición privilegiada, siendo por tanto indiferente el lugar de
n~ d e, c,~mba tlrl0 y rechazarlo. La física antigua d escansa sol¡ que partamos para trazar y construir las leyes generales del uni-
la tn.tulclon de la antit~sis entre la esfera terrenal y la esfera verso, tam poco en el campo de la física puede establecerse en
leste. sobre la pugna exist ente ent re la inmutabilidad de los cu parte alguna u na línea divisoria fija e incond icional, sino que cada
~ celestes y el mundo subluna r, como el escenario de 106 ca una de las partes acusa y represent a aquí, del mismo modo, la
UIOS y de lo perecedero. regla fundament al d el todo.
En el Almage.sro, la obra fundamental de la astron omía ant i-
• 1 la correspond~ncia ~ntr~ Képler ., Fabricío fué pubi'ud . gua, h abía dicho T olomeo que no podemos buscar en los Ienóme-
por Apelr como a péndice • fU ob11l la Rel""""" d s' " pnm~flm./\
ahora en O ' on n um unde (l 5~ nos de la tierra la decisión acerca de lo que en el cielo deba
"H ' pera, .. 30i ss. ., m, 61 n . Cfr. especíalmenee III 108 s y I j
. a.ec esr ' l'TItlina simplíc itas, in ipsis JJI«laUI principils Ez h~ tl .
considerarse como lo simple y 10 natural, ya que no puede aplí-
j.lm multa sequunrur, aequ acioni. r>I ..1.' .'. m Ilfoucil, carse una y la misma medida de juicio a objetos y sustancias die..
cum tune ideo b ho:s 1 . l¡ Ilfo ... 'JSKa , opnca, d'st.ncia, jt~r ellllll
00.' .. o mu t1p ICes eventus n~bi5 principia esse .irn rll merralme nte opuestos . Rompiendo totalmente con este punto de
nut es ¡¡ltul P1alonici iIIius' d; Iv xal lió. C vista tra dicional, K épler insiste en que los " ejemplos" del princi-
cillmenl~, ~I fileoo de Platón is O 110 ( fr. aC~IU de este, ti
12 , ss.J. pio de los movimientos celestes están directa mente ante nuestros
mlWlbikR~gula
m I res esse
d moru
_s . plenerarum, " est or d·millos adque Ce'lo/lIm .., {'I
ojos por doquier, en los fenómenos usuales y conocidos de la vida
n ulla RStron:~::: :s:c;P~~~. P" . ~~~ ~xtn controversiam. Hoc enim nlsl ..q diaria. Sería exagerar la diferencia nacida del modo de ser propio
co ncessum eSI .
, 0" r e<:r ICI possenr motus coe!
. . .
A
elles... I ncndu
m de los objetos V matar en su raia la fuerza de la ciencia y de la
vera esse aequal: : O~7tu~n:~~uli~:~:a~i;:su~1~:u~·:~~~;i::r~:e n:;: m 1,
hipót eJis astronómica empeñ arse en creer qu e un principio que
cc rpera eunt 11m qu ae mo venrur na . rpso, qu •
mat eria con at1lnr $1U1 q uan liral , C] J' m q uae mcturn Infe run r el (lula 11 es para nosotros, para el juicio de la ratón y de la geometría, "sim-
, e, ' !la 19ura. , . er seCUlld um . I ple" y fu ndam ental, pierd e esta valid ez y este significado al npli-
ruras
. etia m potelltia nat urllli sun, p d'
roe Ita. qua e mm . qtl<llltltales el t
us ecteee t b·"
gmquum, quam in propinquum", E . lib r- m mo 1 e mI curse a los fenómenos có smlcos' "•
~Ipeclalmeme Oper" \'1 18. VI ' OO Pltome, I . IV, p. III. Opera, VI, 370. el(
ll3 EpilO me, lib. IV; Opera, VI. 337 SJ. Crr, elp~dalm~nte De SteUa Nova.
.., • • ," s.
EL CONCEFfO DE LA. NATUR.AI.EZA
EL NAClMlENTO DE LA CIENCIA EXACfA '"
'"plíaVernos,
con el conc~Ptom;e
pues có ~1 ~unto de vlista geométrico inicial se
que en Descartes V en Leibniz aparecen todavía entrecruzados en
muchos puntos. C omprenderemos con mayor claridad el progreso
mera con un sentido ter~;)' 1r;a.cura , eI~1Pleado aquí por ver ltll ico constantemente desarrollado por el pensamiento de Képler
reglas fundamentales de la ~co t:O pre:
lSO
para designar 1111 observando la participación positiva que toma también en este
cambio, pero sin d ejar de ret n a keplerien a' ". al asumir el fa proceso, a pesar de que parece hallarse en directa Y abierta con-
gencia general y necesaria ene~ por ello el elemento de l~ ll11dicción con los comienzos de su propia concepción.
fecun da la "idea" • por pn mera vez se descubre y se h Ya hemos visto cómo trata de representar científicamente de
con respecto al campo de I lid d un modo general, la relación de causa a efecto por un nexo de do-
concreta. Las líneas directrices del . a rea I a empl
tan cad a vez . el pensamiento de Képler ap Ilttldenci fu nci onnl entre magnitudes variables; pero todavía lle-
mas aramente hacia una '1 a
mente no llega a alcanzar oost 1 d meta que e. perso más alla, y de una manera explicita, en la restricción V la co-
, hesí ....osruran ca a ver con rna tTccción de sus posiciones an teriores. T oda una serie de problemas
u ce esron un itaria qu e h b ' d 1 yor apre
física de Galileo ' a ran e a canzar con la lógica de que habla planteado en el M)'sterium Cosmographicum son des-
cartados por él, con plena conciencia de lo que hace, en las glosas
T ambién el concepto de causa ..
evolución del concepto de 1 El Mpanl~lpa ahora en la nu A esta obra, separadas del texto original de ella por un paréntesis

propone todavía, de lleno ~'f ~stenum Cosmographicum de veinticinco años.


organización estática del u~ivers~~ar as causas del :'ser" y de "No soy" _ leemos aquí- " el primero a quien ha tortUrado
dero origen el número el d la trata de reducir a su verd el ocioso problema de saber por qué el reino animal se ha visto
lestes. No basta según' - 1 o~ e~ y a magnitud de los cuerpos confinado en un dct enn ina.d.o lugar del espacio, cuando podían
, " .. cnt enc que aq .
empíricamente todas esta, r..elaci . UI que
.
se sostiene, hnbérscle asignado tantí..~mos otros, Una pregunta parecida a ésta
acrones, SIOO . d con cepr
se. m ~ para e
In formula ya A rtst óreles! ¿por qué los planetas se mueven en un
centrar un fundamento "apriorístico"
un principio "metafísic "U que permita derivarlas { determinado sentido, V no en el contrario? . .. A lo que él mismo
ae contesta que la natUf'CII~a, entre diversas posibilicL:ul , elige
es
La n ,
es irrealizable, rechazando el au~onc ; s10n d.e que tal postulad
física moderna llega a I 1 " licmpye la mej()l', aunque no cabe duda de que habría sido mejor
plante.amientó del problema Ef
te e partida de Képler y • y más beneficio!O para los cuerpoS celestes moverse hacia adelan~
gación no es la existencia / r'~mpo .que acota para su investl le que no hacia atrás. Explicación, por cierto, bastante necia, pues
y a comprender a base d'..100 e f ndame lo que aspira a expllc.. antes de existir el movimiento V los cuerpos que se mueven no
tal d .. sus un amentos l '
~ el universo, sino simplemente red da es a exe renc existía diferencia alguna de sentidO o dirección, no existía moví-
bies que en él se producen con a 1 os y ca .a uno de los canw mientO hacia atrás o hacia adelante".
Pero habrá que recorre t rreg o a leyes mm anenres, T ampoco nOS h ace avanzar en 10 más mínimo la invocación
lleguen a deslíndarse y sep:~~sea~~recho histórico antes de que lle tales o cuales analogías del universo con un ser vivo, cuya es-
. mtr amente estos dos problemm uucrura obedece a razones de conservación orgánica: si nos fija-
. 68Jl c~~~t~···U P mos en la estrUctura del cuerpo humano, por ejemplo, tendríamos
1In 1'pcde Serpcntarii (Opera,II
lc~r atrkiu5 ma (o.>
'
.es la .non esse eírrulía his terresmbcsf Cu t i . ""
r . .llrut disputa r, tpse horno de Tcna que preguntarnos de nuevo por qué sus miembros h an adoptado
n uent mgrClS6um per eeneuum tcrrcstrlu~
In CUjUS mente nihil est quod no
p.:lrtas/" , una determinada ordenación, la que en realidad presentan, y no
'4 "Han e. (secundara Inaequalirare IRcontraria, la que vemos cuando nos miramos al espejo".
tllntispct trae. tn i, ur den íq ue eese ncr m ~ an~arum) ptninaciuimis labotib u.
1
atnnet, de n tronomia sine hy thes¡urae ell • j accomod er, traque quod hanc tia Kepler vuelve .. man ifcstarse aquí en ccnea de la filosofía italiana de
ma de 160S; Ope.-lI, 111, 37. po bus tonsttt uta gloriad possim", Car ta ,l. la natur. leUi: se reñere, aunque sin dtarlo, a un pasaje de FrauSloro. Cfr.
1i
r: De s:'I",p.:uh ia el an lipath ia, uro ) , "Situt el'liTll in .nim.a partet intcr &C
s Mf15teri um Co5mog¡-a phicurn, O p-- ~"" 1, 106, tIJ, 125.
EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA EL NACIMIE.NTO DE LA CIENCIA EXACT A 345
Estas p I
análogos di:~~~~~: e~ ~ecuerdan a duno. enseguida los probl vacíones nstronómicas que inm ediata ment e lo siguen. V emos cómo
y cuy o eco se p 'be ~ co.rrespon encra entre Leibniz y el r SIa5 observaciones, en las que el propio Ga lileo en cuentr a la con-
1. .1- 1 _ _ erc.'
' t av ra en el ensayo de Kant: Sobre Id: Itrmación em pírica definitiva d e la verd ad d el nuevo sistema cós-
ae W,f regwnes en el espae' P
l " lL"Tl.U a bi mico, son combat idas por todas part es y por todos los med ios,
K éplee les da revela q • ' "
gado a adquirir
cebir el univ
entonc~ ::00 t:
10. ues len, la respuesta
tan y ta~
e pensa or: es OC IOSO, nos dice,
madur a habí. cómo asoma la cabe za, incl uso, sin da rse jamas po r vencid a la
Ju da en cuanto a la veracidad subjet iva del descubridor. En este
I e ~ como una e nt re varias " posibilidades" y a" juicio reproba torio se unen, no ya los adv ersarios d e la teoría co-
e ~Unto de vista de la opción, ya q ue el universo vi pn r em tcana, sino incluso sus mis firmes y tem pra nos d efensores,
:~~~;'anp: r:epr.enC,"eamenre el ejemplar d e un conc:Pt~~n~n
nosotros como al .. 1
cerno aquel Meesrbn que 'fuera maestro de Képler en Tubinga. Al
su d erenninabilidad em . . . go umco, ta y como e 1 propio K épler se le quiere indu cir una Y otr a vez a que se d eclare
leyes' "comparaf I penca um voca y regido por sus pm¡ resueltament e en cont ra de los nu evos result ados; un ant iguo dis-
est" ¡r 10 oc um no n haber mundorum, ubi unus cípulo suyo, Martín Horkv, gana do por aquel amb iente general,
cree ga narse el aplauso d el maest ro con un panfleto difamatorio
Así, pues, la unid ad de la e perí .
la que él ro u • . ~ ~Ul Y de sus principios contr a G alileo. Pero K épler, contra lo que su d iscípul o esperaba,
P p gna en últim a insta ncia perm ite a K ' I rompe inmediata mente con él: nad a pued e serle más desagrada-
post re, encontr ar una acti tud certera d d f ep er, II
í
ble -cescrlbe en su primera carta- que los elogios de qu ien, en
blemas enrolé . , e e ensa rente a los
como Leibniz.<>gJcos que aun h abrán de conf undir a un pensil su ju icio sobre G alileo, acredit a tan palpableme nte su incapa cidad
para reconocer Y apreciar la verdadera grandeza d el espíritu.
Y, no con tento con estas man ifesracion es de afinidad persona l,
3. GA ULEO
!oC siente acuciado a senta r por escrito y públicam ente su testimo-
Pocos test imonios ta n nio en favor del carácter de G alileo y d e la verdad d e sus obser-
la h istoria del espíritu ~tTayentes y tan característicos habré
pler y G alileo Es m eme como .Ia correspondencia entre: vacícnes. lnmedia rarnenre empeña todo su prest igio científico al
. tas cartas d espliegan an r servicio de esta causa: sin haber examinado todavía por sus pro-
ejemplo insuperabl e la fu e nosotr os como en
fa repercusión moral qu e ~rza
pios ojos el nuevo instru mento, pero perfectamente convencido de
e
11
la nueva conciencia cientj(k a
su valor y pudiendo ap reciar, como fu ndador que es de la óptica
renne pa ra tod os I e e e a e~ana, Es algo memorable y
os rem pos ver como los d f d d moderna, los funda mentos teóricos del descubrimiento, se lanza
ciencia mate mática de la I os un a ores de: R defende rlo contra los "mezqu inos det ract ores de todo lo nuevo",
exteriores y las intrigas co~at1:;: eaa, a ~espec~o de. las influend
para quienes es algo inaudito e increible cuanto se sale de la es-
e.ntenderse enseguid a, sintié~doseseu~:~~ de d:stan~larlos. supíer trechez de horizontes del sistema aristotélico. Y llevad o de aquella
nva y en el mismo eros filos '/, f ,en a misma meta obl fran ca objetividad y veracidad que era el rasgo fun damenta l de
migenia d e que: manaron sus °d'~S:U~U~ ~e la fuente personal I"r su temperamento, tant o en lo personal como en 10 científico, se
La d nrru enros.
correspon encía entre los d d . . . pone a con fesar in med iatamente sus propios y viejos errores, ahora
descubrim iento del telescopio po ~\~ensa ores s.e nue ra con rectificados por las nuevas experiencias, Ni una somb ra d e d uda
r a 1 ea y con las nuevas obse
co nsensum et relati onem non par"'~m hah .
ensombrece la fe en éstas, pu es el solo estilo de Ga lileo le garan-
ira ee in univ erso qu od proind " enr et In ea cenos exposcurll _Itu tiza su cert idumbre. El estilo de G alileo: en esta expresión refleja
. ' e ac a n,ma quoddam est
\Ilcern come'lIientes ex poSlulant I¡ " . ' partes ejuf Silul m 11 sintetiza Képlcr el pe nsamiento met odológico que reconoce como
non een'' ' a IOqUtn unlvers um rpsum debíte constitUtlll \
el suyo propio".
t7NoralM"
• ystenum -, m (1621
Cosrnolrmphicu l, cap. XI, Opera, 1, 1J8. D8 V . Kepl eri Diss ertario cu m N untio Sid éreo nUf'e r ed m.mDles m is~o 11
'" EL CONCEPTO DE LA NATIJRALEZA
Esta comunidad de pe .
EL NAOMlENTO DE LA a ENd A EXACTA

ti hecho d e que Cbiaramonti, en una polémica sobre la natura-


3i 7

ríd ó nesan nsarmen to se afirma ante todo en u


sen 1 o negan vo: en la . .. lela de los cometas, crea dar d e lado a K épler al echarle en cara
adoptan ante el 'sistema ::~~~~~ic¿u~o:::n~épler com~ Galil que ha confundido el "method us arguendi" con el "metbodus res-
" o bse rvar •cómo
te, d esde el punro de vista 1"rterano, Es muy bosmterc8I
f ) pcodendi", Que aplica a la tópica el método de la matemática, Y
mutuamente y se pasan el uno al or 1 am oc por ah í adelante'?", A la luz de la situación histórica del proble-
baten a la tradición' tan pron to ro aS,armas con las que co ma, ta l como la ilustran estos ejemplos, result a fácil comprender
1I • vemos a uno recog d
ar un argument o certero encont rado por el otro comer y ~b~' cómo la lógica tenía Que sen tirse, cad a vez más, como la verd adera
resonando a lo largo d e los - I . o perci im eneíeesis Y el verd ad ero obstáculo que se alzaba ant e la Investiga-
L si anos en os escn eos de un d I d
e giro epigram ático que su herm ano de Iuch h o p1e os ción empírica. T rar ábase, an te todo, de desarraigar el ideal del
esros en tronques se revela ante noso as. a c,m eado. conocimient o de los escolásticos, un ideal cuyo expone nte Y cuya
na del estilo d J " t res, por aS I deci rlo, la hi. 1
e a cenera mcdernew. Se siente n un id oh expresión más simp lista y más palmaria era aquel ad versario pe-
todo, ~n la batalla contra In sil ogÍ$ rka y los tít ulos d 05" 5 ripatético de Galileo que se negó en redondo a mirar por el te.
que afirma en su favor. e vigenc lescopio, alegando Que ello "sólo serviría para embro llar su ca-
"Te
' agradeaco" ~crib e Galileo a K épler-c- "el qu beza" 101.
podla esperarse menos de la d e, como n A la vacua generalidad del concepto escolástico se opone ah o-
tu, hayas sido el primer a~ en, Y,la liberalida d de tu esp! ra la exigencia de la observación detallada Y exacta, frente a la
mis afirmad on sin a o y cas~ el. urnco en dar pleno crédito 10
" 5CClt abstracci ón" se alza la imagen sensible Y concreta del ser. !
pies ojos. ¿Qué~irías dgurrdar .sIQUlera. ~ convencerte por tus pr
ese I e es pri meros filósofos de esta nuestra ah la percepción Y el pensamiento, la realidad de la naturaleza Y los
ue a, Que, a pesar de haber sido requeridos un a '1 conceptos: en la d iscriminación Y la contraposición de estos mo-

;t:'::p:~~cá:rr~~~:~:i~~m~~rl: ::c:an~ta: ~ ~a~~n:e~o


mentos parece cifrarse ahora el problema de la nueva ciencia y
el destino del nuevo concepto basado en la experiencia.
Estos hombres creen Que la filoso!' Iíbe uz e la verdad] Y, sin embargo, en esta fórmu la preferida del Renacimiento
o la I1iada. algo Que no se d br la es un I o como la Eneidd le contiene tan sólo la expresión subjeti va de la an títesis. describe
o en la natural . es: u e y escruta en el mund o mismo
V retiene solamente, por así d ecirlo, el sentimien to que anima a
palab ras) medi:Z~;esl~lo'c~~e~oSO~~ ~:dt::t':ntra~ ( tales ~o~ 5U' la época mode rna al desprenderse de la Edad Med ia. Esta fórmul a
oyeses cómo el más ilustre de los ñlósof d 1Como te rem as
f b b os e nuestra escuela se e..
'1 no ilumina, sin embargo, las metas positivas e independien tes de
de:: ll:u:n "í".
Y, arrancar del cielo los nu evos planetas a fuern la investigación, no d elimita el sentido sistemático del nuevo plan-
L g d íscusf loglcos, como si se trat ara de fórm ulas mágicas!"
nos as Ilscusiones de K épler con los aristotélicos de su tiempo 100 V. Keple r, Of1e'Ta, VI I, 290-
101 Cfr. el relato, extraordinariamente significativo, que hace Paclo Gual.
reve an paso a paso cuá n fieles y tí ícos son 1
descripción Que aqu í hace Galileo. N;da tan si;i;i:~gt~~od:o~~ Jo en carta a Galileo de 6 de mayo de 1611, d e una conversación con Cre-
monino, el famoso ar íseotélicc de la un iversidad de Pl dua. V. O peTe di Gel-
Ul t i, Supplemeneo, Florencia; 1856, pp. 49 J, Acerca de Cre moninc y sus rela-
lileo, v. O pera, Il, i5i-H:
Galilaeo Galilaeo (1610) ' O IJ
pera, ,490. Corresponde ncía de Képler con O• . d ones con Galileo, v, Favaro, G. G. e lo $Iudio di PlId<WlI, Florencia, 1883,
90 A • . l. 1I, pp. 36 U.
• SI repitentanto Kepler co m o Galileo la f 102 V. po r ej. Otlbe rr, Philo$ophia nOWl, 1, 21, p , 55: "Heec feJuna reeum
-e-segun nos informa Rético- la di d " rase de Alcfno, que era
anlmadversic ab iIIa dlman avir schola, in qua paucissimia vlsis, sine rerum usu
ñi YVWJ.l.n tllv J.l.~nOVtCl" . lVlsa e Copérn ico ¡ /let H.euiJÉQLov d v tU
ed. Albcri, XII, 11) . Cf ~~ OO'~If~Lvb (Kepler: ~pera, 11, 485: Galllei Opere, et txperientia de te te absclu re decernunt Hegun tque verbos¡ scíclt, prlusquam
49 y 103. r, ernae, 80 re la cclncldencia de 103 motivos, nOlU partem aut membrum aliqucd veee cognoscant". Cfr. supra, e!pec ialmen te
nota 66.
'" El CON ct:PTO DI: LA NATl~RAlEZA EL NACIMIENTO DE LA CIENCIA E:<,ACT A '19
teamienro del problema. De una parte, no es posible deseen lila de qu e parte. El verdadero cometido d e la ind ucción física
roela la riqueza de contenido empírico que había ido conde¡ consiste -se dice- en acopiar y clasificar fielmente los datos con-
dese en el sistema aristotélico d e la naturaleza, ni tampoco la CTC to S: y no se les hace justicia si, en vez de observar la na.tu raleza
pcrtancia que al factor extxnencia se atribuye en la teoría • través de todas y cada una de sus manifestaciones particulares,
conocimiento de Aristóteles: Ga lileo y Képler se encargan de I le la quiere convertir en un sistema de relaciones matemáticas ge-
rayarlo, oponiéndoJo a los m odernos peripa t étícosws. En segin nerales y de abstracciones.
-y tal es la consideración d ecisiva, desde el punto de vista y no cabe du do. d e que semejan te objeción es perfecramen-
jetivo--, lcómo seria posible desterrar la "abstra cción" y exclul te comprensible, d esde el punto de vista d el sistema aristotélico,
de los fundament os de la ciencia ? lNo se tra ta m ás bien de nf Aristóteles, al hacer brota r las formas matemáticas del juego d e la
maria y uñaraerln, en un senti do nu evo y más fecund o? nbstracción, supera su origen en la propia y libre plenitud de poder
Es. ~l~amente instructivo, en efecto, observar cómo las objcc; del espíritu y coloca en prime r lugar las cosas físicas, de las que ,el
nes dmgldas en este p un to c ontra el sistema escolástico COCUt pensamient o va seleccionando sus criterios fundament ales. ~I mrs-
tran inmediatame nte una répliw peculiar por parte de éste. lCu mo se muestra aquí, por lo menos, afanoso por defender la "exac-
es, por ejemplo, el reproche q ue constanteme nte se le hace a O titud" y la admisibilidad lógica d e este método, procu ra":do de-
Iíleo! El de qu e, en su esfuerzo por llegar a comprender la nat mostra r que, si se omitieran las cualidades concretas y fortunas, no
r~le!a dentro del marco de leyes y principios generales, pierde d seria posible que se d eslizara ninguna falla, ningún error.
vista el caso concreto en aquello que lo distingue y lo dete rmin Sin embargo, el empirismo de los tiempos modernos, much o
,? ue igno~a o desean.oce la fuerza y las características de lo pu más resuelto, había llegado a sobreponerse también a es~a reser-
ricular quien, como el, aspira a condensa r en una fórmula únic va: Campa nella considera la restricción que el pensamient o se
haciéndolos en cierto modo desap arecer en ella, todos los ClIJI impone al clasificar y analizar los conte nidos sensibles desd~ de-
imaginables del mOt'im ienw d e los cuerpos, Jo mismo el vuelo e termin ados pun tos de vista conceptuales como un a prueba dir ecta
las aves que la n atación de los peces, el despl azamien to de J. de su en deblez y de su incapacidad (v. supra, pp- 265 ss.) .
cuerpos "simples" y el de los cu erpos "comp uestos". No en van Vista así la exigencia con que se presenta la ciencia moder-
lo que distingue y 'carac teriza al punte de vista físico es preciM na cobra y; un a forma distinta. Mientras que el sistem a bioló-
ment e -alegan los aristotélicos en contra de Galileo- el no gido de A ristóteles descubría ante nosotr os la cohesió~ y la grada.
de r prescindir de estas diferencias, el sentirse obligado a señalarla ción de las formas orgánicas, ahora sólo queda en pie la escueta
y reconocerlas por la fuerza m isma d el plan teamiento del probl y " mecán ica" sujeción a leyes; mientras que allí se d espl e~aba ante
nuestros ojos la na tu raleza en su plen itud individual de Vida, ~h().
10:1 "na mih¡ rcJivivum AnstO lelem; na míh¡ succeda r laoo r estronorn ra se alza an te nosotros solamente en la vaciedad y la generalidad
cus, ut ~o ip~i penua"'ne speraverfm, Ita ¡¡en sole r, gyp!'O, du m recen. tll
fusa. Q ~id l ibet impresser¡,; eadem, u bí induroir, omne m ll'pu m respuir, Si de la fórmula mat emática.
eente nnae, du m u o re Iluum philosophc ru m, ' I eillime corríg¡ POSSUnt : IIbf Véase, pues, cómo h an ido trocá ndose insensiblemente los pa-
rec.ep lac fued m a díscipulis quovis lap ide magis ind ur escunt ... Ergo si qull' peles en el transcurso de la polémica : cómo, hab iendo c~men:ado
An slo tdem doceae ru eeedem ibus ~ eul15 compluscula nova in 001'10 enlma d. por oponer a la silogística una nueva visión de la realida d co~.
ve~, libentiss;m e d eceder JI' senren lia: Ir hod ie d iscipuli A risl(\!elis non Id creta Galileo acaba convirtiéndose, precisamente por ello y oblí-
fltJ onem, sed ~ d nud llm sentent iom resplcteme s, ex d ogmare philosophi, quo,¡
gad o por la fuerza de la necesidad, en defensor y cam peón de la
IS ab ~xperwn ua p"/ebar, auden r oblc qu ¡ expene ntlae", ele. (K epler, Oc S!eUa
ntlv.a In ped c Serp ent ar i!, 1606, Opera, Il, 693 s. Co incide lit era lm ent e con estO abstracción científica. Esta inversión nos da la clave para descu-
Gnilleo, en t et le re inter no alle maceh ie solan, Opere, III, i22 (1612 ) y Opm' brir el dobl e sentido inherente a la vieja an títesis de los conceptos
VII, 340 s. (C arla de 15 ~eprie m b re 1640) , ' de 10 "general" y 10 "particular". Tal parece como si viniera a Te.
}50 EL NAOMIENTO DE LA CIENCIA EXACTA 351
EL CONCEPTO DE LA NAT1JRAI..EZA

novarse aqu~, e~ una fase h istórica más alta. aqu el duele .cría equivocado empeñarse en exigir que la " materia sensible y
val d el nornlOalismo y el rea lismo, el viejo pleito de la " U'ica" se ajustase a ellas de un modo pr eciso y exacto. La verd ad
que correspond e a nuestras ideas y a nuestros pri ., r de que una esfera sólo toca a un plano en un punto puede ser
sales Y e Ik! d nnClplOl axiomática en teoría, pero no lo es en el mundo de la realidad
. , n rea a, nos vemos rerrotrald d
centro sistemático de este prob lema' fS
,e nu~vo, 11. empírica,
surgir, situá ndonos en él los nuevc'spero, a ml;~o tiempo, En su análi sis d e este axioma, Ga lileo tiend e ante todo a eli-
para siempre el litigio. ' conceptos amados a minar este pretendido dualismo entre la verdad y la realidad. La
el Hay
. algo, sin embarco...~, qu e debe mos tener presente equt esfera y el plano no poseen más existencia que la verdad y la do-
primer momento, y es q ue Galil . rerminabilidad que emanan de sus conceptos; sería ocioso e Indu -
un n.uevo método de conocimiento, : ; ~:~u~st~an~J~ y li ciría a eITOr tratar de opone r a este ser de la definición pura una
I~fla y de la epistemologia. C ree a pie juntillas porunade forma de existen cia diferente y concreta. El que una forma em-
Clo~ prof:nda mente subjetiva, anterior a toda re'f1 exión m pirica existente "sea " una dere rminada figura, no pu ede significar
~: ;:er .ecta consonancia ent re la matemática y la natural otra cosa sino que se ajusta a todas las cond iciones y relaciones
, onUl total ent re el pensamiento y la realidad Ya v .intetizadas en el concepto de esta forma matemát ica. la ciencia

;;:~:~t::~f~~~:sj~Onn:~~~ny ~:~:':~:'::e t~al : ' ma~ti:' consiste en un sistema de condiciones pu ras, cuya validez nad a
tiene que ver con el problema d e si en el mundo de nuestras pero
t;~. Pero au nque se acuse cad a vez con mayor ~u~~: ye ;u eepcíones existen o no sujetos en los qu e se den esas cond iciones.
~=~o:: ~:d::odo c?ntinuo y progresivo, jam ás se detJ; Podemos negar la existencia d e tales sujetos, sin que ello afecte
d . , .ga~ c~ales sean el fundamento y la iuJti/i en 10 más mínimo a la concepción del carácter y el valor de cono-
e esta •conv icoon . mum ...... de 51" mIsmo con r
a suya. la certeza cimiento d e las cond iciones puras d e que se trata. T ampoco en
pe nsa mienro c 'íeneíííco
,
~e sien te d - d ' . este caso se admire, ni mucho menos, la existencia de un abismo
pía seguridad . ueno e SI y se afirma en . u
de aarl S' ~ precisament e lo caracrerístico de la investiR entre lo " abstracto" y lo "co ncrete", sino qu e lo que re hace es
1 I ec•. 1, e una part e, ello le cierra todos Jos caminot formular el posrulad o de que los princ ipios abstraeros debe n d es--
os qu e pudiera remontarse d e nuevo a los p 001 • arrollarse y completarse mediant e la adición de nuevos y nuevos
tales de la crítica del conocímí 1 r emas mee 11 momentos conceptu ales, de tal modo que abarque n el caso em-
la tentación de querer explicare~t~ede ~ardl a, ~or otra parte, píricamente da do que al principio parece escapar a la determina-
científica . d ucrr e origen de la ver
La • . d o1 de un principio me r.af:~
parnen I,.,"
... ... 0
' ..
supenor-, ción de sus leyes. l a falta de conson ancia, allí dond e se dé, "no
más sbadae, e pensamiento escolástico cobra su expoel se de be a lo abstracto ni a lo concreto, a la geometría ni a la fí·
• ace a a en un, pasaje d e Jos Diálogos sobre 10$ sistemas slce, sino que d ebe cargársele en cu enta al autor del cálculo, qu e
urnt>erso, en el que se trata d e la posibil:.I_J d pi ' 1 no acierta a hacerlo debid amente" 104.
d,05 Y los pn.nClplOS
. . <uuu e a icar os m
geomérricos a los obieroe d i ' , Sería negar la misión más genuin a de la razón científica crea-
síble y d irecta. J e a expen encía dora tratar d e poner coto a la facultad de exten der a zonas cada
Para el interlocuto r a qu ien d I vez más amplias del ser empírico efectivo sus conceptos puros y
que personifica la Iilosoñ •se. a e nombre d e Simplieln
abstractos. Ningú n contenido material concreto de cuantos nos son
menor dificultad: encue~:r;;~I~~t:ca, ~ste pr~btema no ofrece dados puede poner una barrera a este progreso incesante: los pun-
desde los días del propio Ga lil e ~ mls~a cómoda solución (IU tos finales que limit an el pensam ient o científico a una fase dada
una receta el "sano sentido ca:'. tl~neLslempr~ preparada ~orñ de su d esarrollo, son siempre puramente relativos y eventuales.
pueden ser . un . as sutilezas ma tematl
ciertas y acertad as, si se las toma en abstracto, pe t Ot Dialogo de; mu simi ,islcm!, Oiornala sccooda, Opera, 1, 224 u .
352 EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA JSJ
EL NACIMIENTO DE LA CIENCIA EXACTA

E.:; fácil reconocer ahora q ue aquella pugna entre la ve , ' , pe l ermca


é de estas líneas expli ca
La mrencion d ¡la bru sca sepa-
1",
la realidad en que tanto hincapié hacen los adversarios ríen '00: Que equi se establece entre el contenido e concepto¡ y
raíces, si se la examina d e cerca y se llega al fondo de ell•• racron que a d ' b go qu e o qu e
,1111 OS de la observación. Se com pren . e, 510 em ar , sino entre.
su concepción m eta física de lo real, en su concepto de la ex
primordi almente se busca no es,desgajar. I~ ~:e~::~pciones, 10
cia absoluta. C uando no nos de jamos ya engañar ni desvu s
Ilmrlos más ínt imamente con a ma~ena si ~os 'con ceptos son des-
el empeño de dar a los conte nidos cient íficos una existencl o ha go sólo puede consegu irse
mediata, cuando desechamos ese afán de una vez por too que, Sin em r .' . d u n modo independien te hasta ex.
arrollados por 51 mismos ! e d . pedales. G alileo se
nu estros P1'iru:ipios y de nu estros fundamentos, sólo en tone
caneamos en la plasmación de los conceptos esa libertad ideal traer de ellos ~ns~uencl:~~:t:) v;;
: as : cia hasta en las in-
ci
meta y cuyo resultado último vuelven a reencarn ar ahora g .lie~e ~ este Cr1t~~aod::~~
la astronom ía : también en este punto
sam enre en aquella existe ncia. Yenlgaoo~es : eta K ' P1er, qu e la observecí én concreta vaya pre-
Galileo desarrolla e ilustra con magistral claridad esta d exige, al igua quboe ' d . . por un problema del pen samien.
parada por un es zo iscursrvo, _ bo
1OO
relación. El concepto de la aceleración un iforme, de que parte¡
es tampoco para él, por el momento, más que un "supuesto h que le prepa re
1(1, e1dterrf~~:d~:ese;~:ae~t:njunt~
de las pro-
Paso a paso, va esp a eso deben guiarnos
rético", que no puede referirse directamente a los "hechos" d posicion es hipotéticas que, en constant:. pr ogr . ' ibl y física"
naturale za ni med irse por ellos, sino que necesita, antes, ser I d las C05as La materA sensi e
llaad o y desarrollado en sus "cualidades" y consecuencias mil
hacia el ser concret o e h ' el obstáculo para que la
• íderé dose hasta a ora como •.
máticas conc retas. Sólo desp ués de ha ber dado cima a esta PI yema COOSl
. '
er an . . , .
pudi era lmpnmlf su se
Uo a la realidad emp lnca.
.
deductiva del problema y cuando ella nos ha llevado al ~tl mntemanc a pur a
Se ma nifiesta, por tant o, como u na pe
renda metafísica propia,
ción a la que riene
cimiento de rela cion es numéricas fijas, ha bremos sentado las opuesta al pensam iento pu ro, como un a coac I
ses para pod er com par ar la ley pura con el con tenido de la obt
vací ón, habremos obte nido la pauta y la norma restrictiva e Que somet~~,e el conce pr.o: .
aristotélica : en cuanto a su conre-
Es la Vieja contTapos1~o~ ~ d ra nrizado por la
qu e podrem os abo rdar la vari edad de la materia de nuestra s ld y origen todo conocsmtento es crea o y ga •
cepctones. 111 o ' " " al aso q ue la mat eria d e po r SI repte-
" Si la experiencia demuestra ah ora qu e esas cual idades
generalid ad d e la f0m:'a, ~ ~hl En esta antítesis met afísica.
sen ta lo simpleme nte ¡ncognoe:;cl'-'I " "d y el fenómeno ent re la
nosotros de ducidas encue nt ra n su confirmación en la libre cnl d '[ . etodolózlca entre a 1 ea • di
de los cuer pos naturales, pod remos afirma r sin exponernos a err In I erenc a ro . . o Ira hasta convertirse en un a contra le..
eccmetrfa y la fleíce, se ebx¡" 'L las¡ i ón de esta pugna segú n los
qu e el movimiento con cret o de la caída de los cuerpos es id ént¡ " b ¡ t irreducti e a so U CIO ,
CIOO a so u a e
a aquel que hemas definido :i dado por supuesto; en otro en, ' .. ales de qu e . port e G allilec, sólo pu ede busca rse en
prinCIpIOS gener , . 1 quí por h ipóstasis en un ser
nu estras pru ebas no perderán tampoco nada de su fuerza ni de ' Y IHUI. dirección: la matena'dwbovertlC a ' o- e" su vez dentro de la
virtualidad, puesto que sólo pretenden valer única y exclus¡v d di nt e e e enc ua d ro.' ~ .. .
propio e I~ . epen I,e 'de los princi pios y desarr ollar se partiend o
• <

mente para el supuesto de qu e partimos, del mismo modo que 1111 c()nca tennclon continu a 1 ba a en un t'(J,~l1tlado del
postulados de Arquímedes sobre la espiral no result an menoaca de ella; debe tran ~formar~e le una rrer
bados por el hecho de que no se enc uentre en la naturaleza nln
concepto puro. , deberl a por ahondar en esta idea,
gún cue rpo que desarrolle un movimiento en espir al" 105. Ya K épler, como vetamos, se
,le I'ortu, (j~li¡cil Bel!,riff el..,. W ¡_I ~''nschaft, tesis doctoral, M ~rl-urll:o, 1904, pr ,
1M Opere, VII, 156 " Cfr. cspecialmente Drscoes¡ c dimostruionl mu.
manch e ineorno 11 due nueve sctenee, Gloma ta lerz,~, Opere, XIII, 1541, eh ]11 .0, 1M Cfr , r:~1ile,~ a LO ' I
" er cr: "V' erler , O,ern 11, 464.
355
El. NAC1MlENfO DE LA a ENClA F:XACf!"
'54 EL CONCEPTO DE LA NATIJRALEZA
. Tleo de Demó-
al conjunto del sistema erenn
en la que veía lo qu e le separaba de los filósofos de la nat terno, 5Upe rp ues o
'
la evolución hacia la que se orientaba Képler se lleve rito. . brotó histó ricamente como
claramente y sin esfuerzo. con Galileo: desde el momento Tampoco el, materialism~~e~~~~n física, sino de los proble-
la misma naturaleza corpórea forma de por sí un todo I un resultado d¡rec~o ? e. la Fué la antítesis eleática de 10 uno y
neceSttl"io, todos sus fenómenos tienen que someterse tambi~ mas y requisitos díalécncos- .. de los <eoridos, 10 que
terno y la pe rcepclon •
rones probatorias generales y obligatorias. Sólo cuando h_ lo vario, d e1 pensarnl li ' te los antiguos, la concep-
logrado esta reducción de los fenómenos a cQl1.OCimientOJ 11 • 1 . mo tiem po pu 10 , en . d
agudizo y a mIS d 1 ncepto puro la exigenCia e
r íos, podremos decir que hemos captado y dominado la re cl6n materialista. El po6t~1ado. b'l ro d ban est;blecid05: se tra-
• d_ J ' rosa e mvan a e. que a . . d 1,
y por tanto la mat.eria, en su verdadero concepto. una identlUUU ngu 11 ser posible una cIenc Ia e
En esta operación se prescinde de todas las particular! raba ahora. si es que habí.a de .e~:~p~etar éstos de tal modo que
y propiedades sensibles de la materia. para retener en ella '1 los fen6menos, de det errmnar e m destacase un algo eterno e in-
en ellos mismos se representase Y
aquellos criterios en los que concuerda con las condicíonea
requisitos lógicos de la ciencia. El postulado de que la VD mutable. (Cfr. sup-ra, pp, 42 ss.), nfocado con una fuena y
de los cuerpos y de los cambios perceptibles debe concebirte: De este mismo problema, aunqu eo:es arranca también el pen-
plernen te como el resultado de las modificaciones de una ro
, " . mparablemente
una prec1Ston lOCO ,
may'1 se ,mantiene en p ie . eI I'dOO!
primigenia, unitaria y originaria. representa para Galileo. {n samíento de Galileo. T am bién par~ e l é ras ideal que él formula
simplemente. la tendencia a referir la caótica pluralidad d del conocimiento proclam~do por os , beea ~na ciencia de aquello
' icos: solo pu ede ha r
fenómenos a un elemento inmutable y último, enconrramh con los giros pI at oru ' ld d ios Pero mientras que
, permanente um a . od
éste la clave para su conocimiento. El "materialismo" que su, que se mantiene en . realimba sobre t o, en
ver sarios eclesiásticos le reprochan no es, por tanto, otra coel para Platón este ideal se acredItaba y serul ado de un modo más
la afirmación de los derechos universales y absolutos de la r In matemática. Galileo PL~yeletaobS~ ,POS os físicos. Tiene que desapa-
• . roso soure os je 1
científica: el concepto de la materia es. para Galileo, el tén directo y mas ngu h d "divorcio" entre la idea y as cosas
correlativo e inexcusable del concepto de la rtea!sidad 101. recer, ahora. toda soepec a .e d¡ d éstas de sus cambios y sus
Es aquí donde podemos apreciar con toda precisión el en! sensibles: no podemos presclO Ir e"", de' ia constancia de la ley.
. . . eremos asegurarn....., d 1
que de Galileo con la filosofía de los antiguos. Tienen r movimientos, Si qu podria considerarse. por parte e
105 que señalan la afinidad entre el pensamiento de Galileo '1 Pod ría parecer sorprendent~ 1 como una recaída en el
de Demócrit0108; pero, contra lo que muchas veces se cree. """cuhridor
d....., del método experl
., dmenta
e este. me', odo...._1 hecho de que,
afinidad no se revela tanto en su atom ísricu como en los fu apriorismo y una exagereccn bi tOS Ylos problemas Hsícos el en-
mentos lógicos de su fís ica, ya qu e aquélla, siendo como ea M\ transfiera directamente a los o j e PI ' xpusiera e hiciera valer
, . ' ncia" que aton e d be
interesante y rica en problemas. no pasa de ser un aditamento rerio de la • rermntSce • • Para comprender esto. no e
sobre el ejemplo de la odgeometna. eenet ra Galileo en su concepto
t01 Discorsi, I¡ OpeT~, XIII, 7: " E perche io suppongo la materia tI perderse de vista el m o como
inalteo-abile, ciM sernpre t'imssa, ~ manifesto che di leí, come di "1f"i de la naturaleza.
euma e necenana, si pcnsono prooNr d imosfT/!tiani non meno deU'lIltre lclll er~ l• ..,97 : "QucSIO e qu an to io po$&O
re e P'ire mcllema.riche", Cfr, acerca d e esto, de PO!"N, L e.. Po 47, ,ot Dialogo, Jornada Cuarta. DI' , b coml"'~ndcui so(lO Il ftd
. 10 per I vv entutl pu J' l~
108 Sobre la actitud de Oalileo ante Dernócrtto, v, Natorp, "Oalil.l .1 Jirv l in qu est_ matena, e qu en non 5i pub <!.Ver se non 1 que
PhilO5OPh", en Philosophische MOfllluhe/te, 1882, y lOwen heim, "Der lillll1u no1tfd. cognkiont. 14 ql4a1e. ,"onu (,en, snpelt, tUi c~ ¡Upt>ndono da cause
<. I_ ~ e COSI4ntl • •• ~ qu
Demokrlts auf O.lile!", en O. Ardai" fw" Oe$Chichre deo- Phi!os/)phie", t. VII concbasionf. c_ ron. C" , , -
(1894) . inUlriabiU. ul\-t' el! elerne"
J56
EL CONCEPTO DE LA NA TURALEZA
EL NACIMIENTO DE LA CIENCIA EXACTA 357
Este concepto no aglut ina en un idad desd
externo, un conjunto de hechos obs ' . e el PUnto do . d, pues, si nos imaginamos una multitud de cuerpos que, par-
reunidos, sino q ue esrebl Y. er vacrone, capricho:m uendo d e un punto común, rued an en tod as d irecciones sobre u na
ece una rigurosa d l' . .,
nación de la ma teria '. d e Irna aClon y d tl muched umbre infin ita d e planos inclinados d e d iferente grado d e
SUm lnln r a a por la '.
a IOS criterio$ de la geometr¡ Sólo " expenencla, con n Inclinació n y observarnos las d iferentes posicion es que estos cu er-
serias, qu e seria imp osible ue o las cosas verd aderas y n pos ocupan al cabo d e determinad o tiem po, veremos que el con-
man parte de 1 ] q ~ se com pOrtasen de otro modo" junt o de puntos que las señala n represent a siempre una part e d e
a na tu ra eza en I d d
la palabra, y con res........to a' 1I e ~er a ero St"nti do ciem íficl la periferia d e una esfera. Simp licio, el persona je d el diálogo, co-
ten diJmlcm
. o de cada ,.--..
eu I . e as rige el prinnClplO
" d e que el menta esta afirm ación diciend o que se tr a ta, evide ntemente, de
conocerlas, tiene Que ex~: sIempre y cu~n~o que pueda HeRll. un gran misterio, d e uno d e aquellos fu nda mentos ocultos que
per se) HO. aer es te conocmíenr¿ "de por sr" han presidid o la cre ación del universo: esta alusión va d ir igida I
Se reconoce• po r t anto, resuelcamen claramente a K épler, q uien repetid as veces había jugado con el
.
que toda investigacio'n d b . te y sin la menor rese pensamiento d e que la creación del mundo d ebía concebirse por
e e Ir precedid analogía y con arreglo al símbolo d e la forma geométrica de la
general d e la cea lo'dad a por un concepto ideal
• • aunque es e'
y solo ella la llamada a d 'do , ' lerta mcnte, la obse r vacl~ ~f/ero.tl l Esto h ace que sea todavía más cara cterística y más signi-
fbl
sensr e q ue nos rodea h
ecr Irl SI en· el mund o de Ia percepcl ficetiva, d esde el punto de vista h istórico, la répli ca d e Galileo: no
da n a aquel pri~er postu;:dore~done] nte ,contenidos que COTl"esPM qu iere contradecir, nos d ice, a tan profund as consideracio nes, pero
"
CIenCIa exacta la e-pe,' , l eayslpotta
• ' '
nto, es posible un sl debe adv ertir que ellas conducen a teorías a cuya altura no as-
J ' .... rencra gura y 00' pira a remontarse. "Debe basta rnos con sa ber" - añade- "qu e
os pasos Concre tos que se d a g .erna todos y cada uno ¡J
, 1 n por este carn¡ somos los mod estos ar tesanos encargados de sacar de la ca ntera
era a q ue se mar chn y la f ión d lO O, pero la met a hll
de antema no e iluminadas unción el co "
el márm ol en el que el genio y el trabajo del artista mod elará
1 nOClmlento SOn trnzad.
La relación enrre lo abst por os conceptos puros. luego las form as maravillosas ocult as bajo su tosca e inf orme en-
d e un mod o más dnro y ~~Cto y I? concre to se determina ahorll voltura" 112. La orgullosa mod estia que nos habla en estas pala-
eSte empeñáb~ too ' as sencillo que en el propio Képler bras viene a deslindar para siempre el campo d e la investigación
avra en en contrar b .
profunda sobre la que fu nda, Ia t d~~a ase m ctafisk a md. científica y el de la fantasía estética, tr ansmutando el concepto
a
,m
ros campos : la comunidad del ¡
a mee n rcíonal d .•
a ecuacron entre teleológico de la armo nía proc lamado por K épler en el concep-
ntu d ivino, como creado, f de mtelecto humano con el espl. to de ley d e la época mod erna.
. y un amento ' . .
es, segun él el ~ I a bón pn mlgenlo de los obleros, En las anteriores conside raciones se perciben tan sólo los p ri-
1a 1'd ea y la 'realidad. que establece y 1
asegura e engarce en tre meros atisbos conceptuales del nu evo pla nteamiento del prob lema
Pues bilen, Galileo renu ncia d f ' . asociado al nombre de G alileo; pero en ellos se contie nen ya, en
plicaciones, que pert enecen següenl~ltva~enre a esta clase de cx- germen, ciertos resultados e mpíricos fun damentales. Así, por eje m-
clarnmenre, a un campo y , J rmsmn reconoce y exprcsa plo, los concep tos anteri ores llevan ya di rectamente implícita la
nada tienen q ue ver con la a ,un ~ anteamienro del problema que teoría d e la sub jetitridad de las cual idade s sensibles; a esta teoría
E crencía.
no se llega como a un resultado de rivado, sino q ue emana de la
l .n la" obra fund amental d e G3lCO 1'] sobre • .
e pnncrpío de que un cu 1 mecar uce se razona misma 'delimita ción origina ria, de la d efinid ón misma d el campo
d i ' , erpo, a caer desde I •
e a periferia de un círculo b e pun to mas alt o de investigación que se acota ,
das de la circunferencia q ue 'd a ~ rca en su caíd a todas las cuero Las notas sensibles d el color y del sonido , por ejem plo, que
11(> rn../<>cm, Jorn ada ~ndll, r. ~4 ~ aquel PUnto pueda n lTazarse: ItI V. Ktplcr, O pera, 1, 122; d r. V, 260. 351 J .
IUI DiI;con i, 111, 0tont, XIII, 186.
358
EL coxceero DE LA NA11JRAlEZA
EL NAaMlENTO DB LA OENCIA EXACTA 359
parecen cambiar hasta lo infinito según la naturaleza d el ór
que las asimila. no pueden Pertenecer al campo del ser "ver . , . ación Hemos visto cómo la cien-
al punto de partida de la mvesng • míríéndose a la fuente origi.-
clero", que d ebe concebirse como un conjun to de cuaIidade d i ' moderna comenzo re I --:A..
ela e a epoca . . d los sentido:J frente a una ronce.............
lia da de la experienaa ~
cara cterísticas "etern as y necesarias", Su "re alidad" es una re
•ces en simp les antítesis y dis-
dad tomada de prestado e inventada, que necesariamente Se fl ica de l mund o que tenia sus rar . 1 colección
d uce a la nada bajo el agudo análisis d el .Peruarniento, si este an 8 •• red uciendo con ello a una srmp e
lisis es llevado a fondo. unc iones on rológícae, enía considerándose como
d "nombres" 10 que hasta entonces v 291 y
Galil eo, por tanto, hace suyo también este prin dpio ajwt' e xh . d conceptos (v. JUpnt, pp,
un sistema fijo y e ausn vo e. cuanto más claro y nítido
dese totalmente al sent ido en que lo había formulado Demócr i
J27) , Pero el mundo de las Il se cífraba fué llevando de nu evo al
La materia o la SUstancia corpórea no puede comprenderse al le veía el problema que en e . ~. o ~o en el que el con.
pensar Con ella y en ella las notas caracte rísticas d e la limitac' • 'tu al postu lado del an álisis , '00
d e la [orma en el espacio y d e la I1U.lgnitud, y sin concebirla, espm evo ser y una nueva encarnec .
cepro encontraba ahora un nUhond 'nd cada vez más, este n ue-
qu eremos enfoca rla en su determinab ilidad ind ividua l, como d
Al surgir y desa rrollars · , · l ' . mOS: tiempo una tota l in.ver..
terminad a en cuanto a su situación en el espado y en el tiem d ' ta se pr oduce a rms • 1
vo pun to e ViS , .
,
te ior pues
ah ora son , como veremos, , as
Y en cua nro a su estado d e movimiento. T odos estos puntos de
Jión. de la annresis en n , I lugar d e los sim..
vista , que podemos compendiar en las categorías fundamen ta/el I u pasan a ocupar e
pcrocpc ionef concr etas as q e podamos redu cirlas a
del número, el tiempo y el espacio, forman parte, por tamo, ne- .. . bosos a menos que
pies "nombres capnc , . . y de nuevo se proclama
ces:uiamente, del concep to de la materia, del que no pod remos una dererminabilidad matem~tlc.a pU~lo puede reconocer como l'
desglosarlas por medio de ninguna clase de esfuerzos de nuestra
el principio de qu e el ente;lml:;;end er por sí mismo y por sus
se ve claro que sus CO~
"imaginación" subjetiva. No tenemos por qué de cidir, en cambio,
ser objetivo lo que es ca,paz. e cO ' .
si es roja o blanca, amarga o dulce, SOnora o muda, perfumada o . edíos Pero a mis m h mpo
o. .,
prOpIOS mi . , . hí ulo ni otro campo de aceren que
h ediond a, pues todas estas cualid ades designan simplemente ('J. ceptos no pued en ten er ~~s. ve e d 1 experiencia. Quien se 1,
tados cambiantes, nu nca condiciones a que se halle supeditad a l. lo que nos revela el an álisis e~acto de .·quell a necesaria relación
realización disCUrsiva d el concepto . El intelecto y Ia capacidad de - d 1 el pensamiento e , •
representación (H discorso o l'imaginazione) jamás pod rán cond u, empene en esg osar d do de apariencias vacuas, m mas
se ha llará prisionero e un mu n I ivamenre a las sensac iones,
cir por sí solos a esta segunda clase de elementos característicos, ni menos qu e qui en se aten ga e~c USl UI
qu e sólo la percepción d irecta de los sentidos es capaz de reve,
viendo en ellas el ún ico t:st~mom~ val :e:: n;turaleza si sabemos 1,
[arnos, Lo Que vale tanto Como demostrar qu e estas cualidadeJ
d eben descarta rse de la imagen objetiva de la realidad, que no Sólo llegaremos al au~en;c~o~~~; de validez general, por en-
son otra Cosa qu e simples "n ombres", CUya base no debe buscarse captar las reglas éos vmud d nu estras percepciones.
cima de los cambios y mu ansas e
nu nca fuera del cuerpo sensible de qu e se trata. Suprimamos men-
1 rora deglí altissimi coeeem, che seno
talmente los cuer pos vivos y sus órganos, y d esaparecerá instan. 114 MN~ ¡ ill chí crede che la, .et 1 1 eder lo spl endor del Scle e
(d 1 ' 1 ) fmlsea ne 1100 v
tán eamente el mu ndo de las cualidades sensibleslU• acrinl in qu elle (Irte e ere o ders¡ (he e il termine sin dcve pene-
delle Stelle ed u lor neecere ed asc)on en. , e dentro míster¡ tanti profondl
Para tener plena conciencia de todo fo que representa esta 'b . d I vulgo mil v. ron
trano gJi occh¡ de run e e ' ".' "che e gll srcd¡ di cenrc e eenee
conclusión, d e su agudeza radical, hay que Situa rse de nuevo en e conecl'ti eenee sublima". che le v.g¡he, le. fl t:' m: :',a nelrati con I'investlga-
lIeutissi":!i ingegní non ~ 1 " .and'
• 1" h no . n<:ora
. m!e,a
Cosl quello ~ iI puro 5etl5O d en11
~ ,,~ che
Jl a l! SlIggiltorej Opere, IV, 333 SJ. Sobre la teor ía de la 5ubjetividod de
I. a cualidades sensibles en Galileo y sus re laciones con Desc. rtes, cfr. Nlltorp, Jioni continuare per mlgl,alll II nm. ,. " def¡ . Ite maraviglie, che, meece
Dt sau teJ' &kcmtniJrhtorie, cap. VI. . 11. "o propornon .. 1
vista rappreaenta, e come nu . , , ¡' "ngegno degl' jnreligff\ti ¡corge ne
delle lunghe ed ICCUI'Ille csse rvencm, 1
Cielo", Opere, Il, 45 l .
36 1
u. N ACI MIENTO UE. LA Ci ENCIA EXAC.:TA
'60 EL CONC EI'TO DE LA NA TURAlEZA
be llu via y en eorm entesl N egar
Es muy característico el h echo de que Ga lileo, en la c~m. \undensa de nU,evo en n~ s¿, etnuir los principios mismos de ta
hec hos evide ntes serta es r ., 11!\i
ción científica d e la mat eria, ren uncie expresamente no 6611 estos lbilid d d e toda argum entaClOO .
color y al sonido, sino también a las sensaciones d el tacto y icncia Y. con ello, la ~I 1 .1 a con cibe la suerte de los axi()'l1\tU
la restseence, lo que quiere d ecir qu e la gravedad, por muy C omo vemos, el anstotehsm~ . to o al d esconocimiento de
Ifi Inculada al reconoclmlen .. "
cial e indispensable que sea como cualidad empírica, no ent re, cícnu reos VIOC " . " ' kas. Para un " emptrlsmo
l OO
, d "xpenencl3S met ereo '
emba rgo, como nota cara cterística, e n el con cepto m ismo d el e J etermlT~a as e Galileo com prensión ni toleran CIa.
po, Más aú n. parece como si, med iante la reducción a los e de este Jaez no encue ntra ya 1 esto testimonio de la observa-
Pu
dos de magnitud y d e forma, G alileo el iminase tam bién como 'No tod o lo qu e se apoya en.e su u n " hecho" en el sen-
.. di de ser considera do como ' . ' \'
tarde lo har á Descartes, el punto de vista físico de la "mil Clan írecta pue ¡ b Es el entr onqu e sistemat1CO y "
Esta del imitación se comprende, sin embargo, por el interés 16 II'do ctenn ' '¡'IC o~ la pa. a dr ad. los fenómenos 10 que d ecí'd e acer-
que en este pasaje de su obra prevalece, el cual no es otro t coincid<:ncia con la t?~~~:" c: n crcto y d eterminado, Pues bie~,
el de d ejar bien senta do cómo la realidad d el cuerpo s610 pu ca del valor de un . , ' no h a más qu e un carrn-
dete rminarse a base d e la matemática, que aquí coincide tods para joder contrastar es~a ~om~lden~~a "e trat~ con los principios
esencialmente con la geome tría. El concepto físico del cuerpo no: cotejar el caso parncu ar e q bre tales criterios. por elem-
ido desarroll ándose en Galil eo gradu almente y a medida que. ~istemátiCOS generales. Al proycet~~ $Od e la mat eria, procesos que
matemática va aband ona nd o en él su forma antigua par a revc plo sobre la ley d e la COllsbervaclon tos de'absolut a creación o
.. epresenta a como ac V " •
la moderna forma del análisis. la percePClon se r . . " como simples desplazamIentos
El progreso c¡ue esto trae en el ca mino ha cia la de rermínact destrucción aparecen ante del '1IIl CW Hdnd homogén ea de la mate-
Icos d dentro e a ta ta 1 •
del con tenid o concr eto se acredita e n una consecue ncia di rec relativos e p a~ tes Iíl d ice que la orientación del pensa-
ment e derivada de las premisas anteriores: el concepto de IR ria. y el propio Ga 1 eo n OS también para llegar al d eseo-
teria q ue G alileo toma cern o base lleva consigo, a la par, I miento aquí señalada! ' e mant~~odc Sil ciencia : a] descu brimiento
idea d e la cO'l'\SCn'tlCw n de la materia . Al descartar rn en talm en brimiento d el hecho u ndamen .
l I d la .....,vitaci ónll ~ . l '
del objeto "real" d e la natura leza los cambios V la murabilid de as eyes e _ (> ": I eómo el concepto de nlQVI-
inseparables de los conte nidos subjetivos de la percepción, hcm Ve mos. en rermmos gener~~, dese en punto d e mira d el in-
dida que va convlruen ~ d d
fijado aqu el concep to como una uni dad. idént ica y persistente . lJ m¡c".w , a me 1 d ' clarament e como el ver a ero
absoluto na cer y perecer im plicaría u na contradicción directa Cl' I~rés Y d¡estac~~o~ef~~caa ;i~zU~~~ desarrollo análogo al que he-
aquel concep to de l universo q ue el entendim iento descubre y e np o de a rea 1 a , d 1 at eria,
mOS podido observa r en el concepto e a m derriba r la
bota por sí mismo. U na " transmutación" verdad eram ent e " Sl . ue se h ace en lino y en ot ro caso, es
tanc¡al" en la qu e la materia se tr ansforme h asta el pu nt o d e qu lo primer o q " det , ción abstr acta y la concreta,
deba consíderársela com o totalment e d estru ida par a conventn barrera dlwisor ia entre la "COOSI . . pa ra Galileo el mOVlm¡en· , ,
• 1 r
entre Ie reon a y a e p IC _ .
acion practica . '
plena ment e válido V leglu mo
,.
en otra distinta. constituye una idea irrepresentable.
Es característico q ue, en 108 d iálogos sobre los dos sistemas ~l ro es un concepto mate~:u~~ ta~o trae al campo de los objetos
concepción del universo, el ad versario aristotélico de Gali leo ~ como el triángulo o la plt aml e. Ilos111 A lo largo d e to-
,. d tañoo externoa e '
remi ta, para refutar esta tesis. a las apariencias d irectas de 1Cll' matematlCOS na a ex r . Ibi os la lucha contra quienes se
sentidos, pues [acaso no vemos todos los días - nos d ice- c6mIJ dos los escr itoS de G ahl eo pete tm
nacen y mu eren anre nuest ros o jos h ierbas, plantas y an imales, no 11& Dtelos c, 1; D pere, 1, 46. " . ' d ' A" . o .•co O ''-~, 11, 315 J.
"11 11 Estrc lta ZlOnl I .. . ....,.. , 0""'
vemos cómo lucha constantemente entre si lo antagónico, cómo 111 aro por ej. Postl e - e""" ( ITa V il'Kenro d i O ru i.) .
la tierra se con vierte en agua y el agua en aire y cómo el aire It tl T Clr. por ej. O pere, XII,;JV7 con
)62 EL CONCEPTO DE LA NAWRAlEZA EL NACIMIENTO DE LA CIENCIA EXACfA 3.,
empeñan en exigir para la peculiaridad de los objetos Físicos un realidad sino suplan tar la derermínabilidad científica por una in-
"método físico" peculiar opuesto al "matemático" o distinto de él finita y confusa multivocidad de posibles explicaciones.tw
por alguna nota esencial, cualquiera qu e ella sea. Negar la post- A la luz del ejemplo de la hidrostática, expone Galileo cómo,
bilidad de aplicar d irectamente las conclusiones geométricas a los mientras él toma por base una ley sencillamente universal, deri-
cambios empíricos es algo tan ridículo como lo sería sostener qu e vando de ella progresivamente todas y cada una de las particulari-
las leyes de la aritmética fallan cuando se trata de contar una dad es del caso concreto, sus adversarios no saben más que apoyar
cantidad concreta. 6U principio de explicación mediante distinciones y reservas cada

De aquí que Galileo repute interiorment e incomprensible la vez más embrolladas: el entronque entre lo general y lo particu-
afirmación aristotélica de que en las cosas de la naturaleza no de- lar. que resalta con certeza inmediata en las ecuaciones matemé-
ben buscarse ni exigirse pruebas rigurosamente matemáticas: sabe ricas, sólo acierta a mantenerse en pie, aquí, a fue rza de nuevas
y proclama que ello valdría tanto como convert ir en qu imera el y nuevas distinciones lógicas, contra poniendo lo que vale "de por
concepto y el campo todo de su investigación. lQué es la natura - si" y "per accídens", en el sentido propio y en el sentido impropio
lea sino un conjunto de consecuencias que se derivan las unas de la palabra, de un modo absoluto o en términ os relativos, etc.1.21
de las otras d e un modo rigurosamente necesenc ., unitx:lCOl D e Para el peripatérico, la "causa" material de un suceso no es más
otro modo. lcómo podríamos d istinguirla de un mundo fabuloso que un momento parcial aislado cuyo resultad o y cuya eficacia
e inventado? 1t 8 dependen de la estruct ura interior del "sujeto" hacia el que va
El postulado y el ideal de la física repugnan, por tanto, todo d irigida. Gali leo, en cambio, ve en ella la suma y el compend io
lo qu e sean conclusiones basadas en la mera probabilidad, como de todas las condiciones y de todas las relaciones, así interna s
las que pueden tener su lugar en la retórica o en la jurisprud en- como externas, QUe, al establecerse, entrañan necesariamente un
cia: la meta qu e .allí se le traza desde el primer momento a la determinado efecto.12t
inducción es la de preparar y facilitar la inferencia deductiva y Del concepto matemático puro del movimiento se deriva más
demostrativa de los resultados contenidos en el su puesto U o• tard e -en consonancia con la evolución qu e sigue el concepto
Para qu ien como Aristóteles veía en la sustancia concreta lo de la materia- la idea y el postulado de su inmutable ronsenu.
verdaderam ente real, podía qu edar relegada a segundo plano la pre - ción. El descubrimiento de la ley de la inercill va íntima e inne-
ocupación por las relaciones y los nexos en que aquéUa pudiera gablemente unido a lo Que es el punto de partida y el pensamiento
entrar a posteriori; para Galileo, en cambio, si desapareciera la fund amental de las investigaciones de Galileo. Bastaría con tener
necesidad de estos nexos Fe vendría a tierra con ella el funda . esto en cuenta para desechar toda duda acerca de si Galileo llegÓ
mento y el verdadero nQÓft:(?ov TÜ qnJat:l. El método "especíñ- a tener una conciencia clara y plena en cuanto a la generalidad
cemente físico" de que se jactan los peripa téricos, la deducción y al alcance de su nuevo principio.
de los fenómenos partiendo de antítesis cualitativas, no hace en Los argumentos Que últimamente he ad ucido en contra de esto
no hacen más que iluminar las dificultades históricas con que
1U Cfr. Il Saggiator e, Ope re, IV , 114, 25B; D;nlogo, 1, Opere, 1, 61 s, r
¡'>4Is im. tropezaba el logro del nuevo conocimiento, limiranse a poner de
119 Cfr. O pere, n, 329: "Oiudicare, sigo Roccc, q ua] de¡ due modi diñlo - manifiesto los múltip les nexos psicológicos y las diversas fases pre-
sofare eammini piu a s~gno, o il .'ostro lisico pl'ro e scm plice bene, o ¡¡ mio liminares qu e era necesario dominar y recorrer para qu e aquella
condiro con q llalch e , p rllttO di matel1llltica ; e nell'Istesso rempo considérate,
che piu giuditiosnmcme discc rreve, o PlGtone nel dir che aenaa la matem atlca 120 Cfr, por ej. XII, 298, 382 (contra Lcdcvico delle Colombe).
non si pe teva app rende r In filosofin, e Ari stotile nel toccare iI medeslmo Pla- 121 Opere, XII, 105 y 387.
tone per trcppo studíoso dellll geometría", V. además Dialogo, I, Opere, 1, 18: 122 Saggialore (Opert, IV, 216): "QueIla e n on altt. si d ebba propria-
Plilln"o, m, 0 pt rt , 1, 430; Díscorsi, XIII, 134. VII, 283 y p<usim mente &timar causa, la qual posta eegue sempre I'e[{etto, e rimo$U si rimucve."
EL NACl~UENfO DE LA CIENCIA EXACTA '61
EL CONCEl'TO DE LA NATURALEZA
da fase desarrolla éste su velocidad máxima y, por
idea pudiera d eserurafiarse en toda su pureza. Pero, por mIJ fII la segun , di ndo impulso grad ualment e, a me-
int erés h istórico que tenga el indagar este curso constante último, en la terc era, va per . le. comuni cado a las partículas
descubrimiento a que nos referimos, ello no empaña en lo dida que se d ebilita el movtmtento
mínimo la clarid ad y la seguridad del resultado, tal y como del aireP. l i . .endo d e manifiesto el vicio lógico funda-
Han, sobre todo, en los DisrorsU 23 Y la dedu cción que aqu Galileo empIeza poru lícaci ón al presupone r
nos ofrece puede ser considerada, a su vez, como un ejemplo d dol esta su puesta exp t • ,
mental e que a ece \ d d conservar y rete ner durante cierro
delo de las relaciones ent re el pensami ento y la sensación. I . e posee la facu ta e .
que e an . U' d el momento inicial, las ímpresíones qu e
investigación parte de un a preparación, de un atisbo del pe ucm po, h asta mas a a I medio aquella misma cua-
miento: la pregunta va dirigida a la pu ra " conce pci ón d el 'b 1 ec uívale a reconocer a
rect e, o que ...... . ¡ d Con ello en vez de resolver
píritu ".u4 , di al objeto aoza o. ,
lida que se n ega h .. d la retr oceder solamente en un
La d isputa en torno al origen "e mpírico" o "apriorístico" In dificultad, se la aplaza, íbela 0 ción de causa a efecto corno
la ley d e la inercia constituye, por tanto. en el fondo, una d isp 00 Si ad emás se cono e a reta 1 t . d I
IIr 0.. • d ' . bilidad cuantitativa Y se ennen e que ~
ociosa, pues si no h ace Isl ta perde r muchas palabras para dem un a .ngurosa etermm~a conservación y tra splanta ción d el mOVI'
trar qu e esta ley sólo podía llegar a descubrirse a la luz de 1 medio es la cau~n ~e d la velocidad tendría necesariamente qu e
hechos de la experien cia, no es menos claro, por otra parte, qu miento, la magOlt~ e te a la densidad de l med io, cuando la
los tales hechos no se revelaron ni podía n revelarse por sí mis m aument ar proporclonalmen d [mente todo 10 contr ario.
a la percepción directa, sino que tenían que ser desentrañados y , ' d str a que suce e rea
expen encla emue K' 1 r es la idea de la d epen -
obtenidos por el pensamiento, mediante el "método resolutivo' Paro Galileo, lo mismo qUe para ePI: 'V restringe la aplícacióo
Este arte del an álisis lo m uestra magistralmente Galileo en , de ncia fun cional exacta Ia que regu
UG
crítica de la concepción aristo télica d el movimiento de un cuerp del concepto causal. ., d¡ . ' to "natural",
arrojad izo. Aristóteles, como es sabido, recurre al medio para ex
edt 1 nservaclon e mOVlmlen
Aristóteles cen e la a co . ' "violento" también en IJ;
bi la del mOVImien to .
plicar la prosecución del movimien to: cuando lamamos un cuer negando en c~m 10 unto de vista se revela lo que ha~'
P' ~ pesado, se produ ce en la zona de aire próxima a nosotros un actitud asumida ant e este p od d pensar La naturaleza, tal
rápido movimie nto circul ar q ue, poco n poco, va comunic ándose . . el nuevo m o e · . '
de car acter¡stlCO en h 11 locada 00"0 la prtmaClll
ib A ' eóteles se a a co
a capas más y más extensas, impr imiendo con ello, indi rectamente' como la conCI e· ns \' 'm Ia concepción aristotelica.
d f . na tura es, segun
V en cada momento, un nu evo impulso al cuerpo lanzado. En este del conce~t~ e m . do a la naturaleza interi or d el sujeto y
proceso se distinguen, conceptualmente, tres fases diferentes, con todo mOVimientO adecua d 1 f rrna Para la ciencia modeme.
. . . . anent e e a o .
arreglo a las cuales se explican las experiencias del fenómeno del B su pn ncipro mm . d 1 'dad el qu e de termina el sen-
bi l criteno e a m cesl ,.
lanzamiento. al principio, cuando a ún el movimient o no s e hll en cam la, es e . d l ance to de naturaleza. Esta concepcoo
com u nicad o a la masa to ral d e aire, el cuerpo a vanza lentamente; rido V el contcOIdo e IC P\'d d 1, naturaleza de una forma
t to de a cu a la y .
no parte, por a~ '. deducir de ellas su perma nenaa y
l23 Sobre la formulad6n d e la 1", de la inercill, v. Diálogo, 11 ( Opere. 1, de mOVlrnlento para .• 1
concre l i d. 1, conservación a que, se-
194) Y Díscorsi, 111 (Ol'en~, XIII, 200). (Cfr. el juicio de Mach, Mech:mik, " Inuidad 'oque es a ey.. .
$U contmut a , SIO • lld d en el sentido del conoc-
4' ed, apé ndice, contra Wohlwiil, " Die Ent deckung des Beharru nnesefl~". , 11 h ue adquiera rea l a . d
en Zei.tschrifr Jii, VéilkerpS)chologíe, 15. XIV 1J.).
gun e a, ece Q " 'dad" e~tabl e Y determina a.
miento, que se convierta en una enn -
1.24 Discorsi, IV; Opere. XlII, 221: " Mobile quoddern super p!anum hon -
....chi... el "lItlpat hia. ca p, 4.
eontale pr ojectum mente concipio om n¡ seclusc im ped imento; jam constar,., t2~ Cf r. Frac; sl<:ITo. O e 5) m,.._ '"- . f I Sermones de fII" t\I Ifrll viu rn.
¡lIiu$ morum aequabilem el perperurn super ipso plano fmururn, esse, .i UB V. Diál~, 11, O pere 1. l' p. 1"", , .. e r. es -
pbnum in infinil urn exrenderue", ere. O p<TOl', XI, 18 u . V pau .
EL CONCEPTO DE LA NATIlRALEZA EL NACIMIENTO DE LA CIENCIA EXACfA J67
la velocidad, en la que una interpretación d irecta Vsimplista sólo otra paree con la región del aire, con la que comparte la cualidad
ve un contenido que caprichosamente aparece V desaparece. del calor. De modo análogo. el aire ocupa una posición ínter-
Es necesario detenerse en este punto, pues estamos realmente media entre el fuego y el calor, la más adecuada para él, ya que
ante una de las encrucijadas en que se bifurcan das épocas. Para tiene de común con ambos elementos la propiedad del calor y la
hacernos plenament e cargo de cuál era el estado del problema de la humedad, respectivamente. En general, donde quiera que
tal como lo encontró Galileo, debemos partir, no tanto de la mis- nos encontramos con una reunión de materias o con un divorcio
ma concepción aristotélica como de su desarrollo y exposición en entr e ellas, debemos atribuirlo a las relaciones puramente internas
la filosofía moderna de la naturaleza. Un ejemplo típico de ella de la "simpatía": si vemos, por ejemplo. que el aire contenido en
nos lo ofrece, principalmente, la teoría del movimiento de Fra- un odre es expulsado de él por el agua, al llenarse de ésta, no de-
caetoro, el cual resume de un modo muy característico la doc- bemos concebir y explicar este proceso como algo puramente me-
trina tradicional, a la par que se esfuerza, como médico y natu-- cánico, sino como un resultado de la desarmonía reinante entre
ralista, por acomodarla a las experiencias y observaciones concretas ambos elementos.
de su tiempo. Nada ilustra mejor las dificultades internas con "Así como las partes de un organismo vivo revelan entre sí
que tropezaba el nuevo planteamiento del problema que el ejem- múltiples coincidencias y relaciones y tienen necesariamente que
plo de un pensador para quien la lucha contra las "oscuras cuali- agruparse y ordenarse d e un determinado modo, así también se
dad es" y la investigación de las causas intermedias auténticas y determinan mutu amente en cuanto a su posición las diversas par-
reales constituye ya, según él mismo proclama, el objetivo funda- res del universo, el cual no puede ser concebido tampoco m és
mental de la investigación. que como un organismo vivo." 128
Para Precesroro, sigue siendo el concepto de la afinidad cualj... El carácter absoluto del sujeto decide acerca de las relaciones
tatiw y de la antiresis de cualidades el que sirve de vehiculo para de que entra a formar parte: las cosas, en cambio, son ordenadas
la explicación del orden en el espacio. La situación y la posición y clasificadas para poder sacar de esta clasificación el principio
relativa de los distintos elementos corresponden al grado de su que preside la distinción entre los diversos movimienlos.l 2t
cohesión interior, El instinto de la propia conservación, innato a Es Galileo quien echa por tierra la vieja sentencia de "operan
ecdo cuerpo natural, trae como consecuencia, ante todo, la ex- sequirur esse", que la escolástica había tomado de la simplista
clwión del vado. Todos los elementos tienden al contacte mutuo, concepción del mundo como conjunto de cosas. Su pensamiento
ya que solamente en él pueden mantener y asegurar su perpetua- parte de las leyes gene-ra!es de la acción, que reivindican para si
ción, pues el vado, como la antítesis lógica más acusada que es una valide: general y necesaria, independientemente de todas las
del concepto del cuerpo, representa al mismo tiempo una amenaza
constante a su existencia fís ica.12T 'bid..
U'IJ c.ps. lIf y IX (v. supra. nota 96) . No es ecertadc, por hnto, el
juicio de L"bfi y ~it:z, qu ienes ven en Fr. c.n oro un antecesor de las mo-
El mismo punto d e vista general explica, además, la ordena- dema s fl."OI'Í lu cOI'PMscularn; aunque sefl.te l••trllcción y la lt'po tSibn entre
ción de los cuerpos en el espacio: cada elemento ocupa, "confor- 1.. pert lcul.. insensiblement e pequelllls, se mantiene too.vi. de lleno -como
me su natu raleza", el lugar en que más a salvo y a cubierto se -e desprende de los pIIa.jn dt.dos- bajo l. infiuencill de 1. explic. d on cua-
halla de influencias extrañas y nocivas. Así, el fuego tiene su sitio litativa y teleolÓgic. de la naruraleaa.
entre la bóveda cóncava situada encima de la esfera lunar y el 129 Vinceneo di Grasia contr a Oaltlec ¡ " D.wend<)si dimosrra re gli a.ceiJenli
JeL proprio 1." nllotllTale SQggetto, nel q uale eglino natu ral men te si ritrovan c,
límite extremo de la atmósfera terrestre, donde linda de une parte fa di meederc, vclendc asseguar la ceuíone del moviment o al ,entro e . 11.
con la región de la luz, a la que es afín por la "sequedad" y de circ onferenaa. . • i1 ccnsiderarl¡ prirnieramente negl¡ elementi, dove naturalmente
si nccveno, 1." non ¡ns i~.",e in qlIcltl t ee'c cmpcm. Altri menti non ai Ierebbe
tU Fracuroro, DI." J)'mpa:h ia el 4nripalhia. cap. Il. 1. dill'LO.'l tr. d one uníversale, ed erreremmc", etc. (OP~I.", XII, 184) .
EL CONCEPTO D E LA ¡":A T1JRALEZA EL NACIMIENTO DE lA CIENCIA EXACfA ,.,
car acterísticas particulares de Jos ohier . . .
de esta prem isa ca be di sting uir I d!f os empl~lcos; :;010 patrien 'Iqu iera con respecto a los cuerpos y fenómenos naturales m áe
ser. Bs la m isma idea fundameos 1 crem es ~eneros y especies d alejados de nosotros." 130
1

yaba a Képler a desrerra I d n;~ que, segun recordaremos, I De este modo, la ley natu ral, gracias a su generalidad, se so-
el m un do celeste (v su":' e pp.ua3 4"Omo) entre el m undo te rrena l brcpo nc a las dife rencias geográficas d e la cercanía y la lejanía;
En Iaa hh¡istoria del Y '''',
.
bl d J
S• • pero, para ello, tiene qu e renu nciar a la pretensión d e captar en
pone decisivamente ahoe ema e conocimiento se destaca e irt\ I U ser absoluto ni siquiera los efectos más próximos, aquellos que
a segundo plano la' vie ~ra, Un a nueva ant ítesis fundamen tal. Pe aparentemente nos ron conocidos de un modo inmediato. Pero
n J" " ra pugna entre el "empirismo" y el" , no se crea que est-a confesión en tr aña, para Galileo, nada pare-
,a ismc • pugna que p ierde su sent id raer
sistemas como Jos de Galll K ' I Ú y su fuerza creadora en cido ni esce pt icism o, pues la renu ncia a la metafísica es, segú n
in terdependencia de l. ex ro. y .ep er,' totalment e basados en J~
l
él lo ve, el precio q ue ha y qu e pagar pa ra adquirir la seguridad
penencta y a ca ' S 1 del conocim iento empírico. Des de el punto de vista de la cien-
un problema d istin to y más profundo' el de ss e ~ a ntea ah o¡
menear por las C05C1S o por las 1 . ' e saber ~I hay que co cia de la exper iencia, la relat iv idad no es, como cree el empi rismo
o po r las formas que los n re acll~nes, es decir, por la existencln dogmático, el lí mite extremo del conocimiento; es, por el contra-
nmancial del universo exos revisten. Frente a la concepción rio, su fuerza y su garantía. Sólo cuand o da mos de lado al pro-
><>v, Surge un a conc ."
el concepto de f uncron.
.. epcron nueva, besada en blema de la esen cia de la graveda d, se revela ant e nosotros la ley
En este puma, vemos Con ~ . l Iari • general de la gravita ción. El método de la ontología, por el con-
la filosofía mod erna no pu d esp ecia e andad como la historia de trario, llevado de su tendencia a captar la "natu raleza" interior
focá ndola al mareen d ie . e c? mp rendersc ni d~snrrollarse en. de las cesas, cae bajo el poder y el imperio d e las simp les palabras.
. ... e a crencra exacta El ¡l ' d' " Ejemp los bien palpables de esto lo ten emos en la polémica
q ue aq tn se plantea hab . d .' con reto ¡aIectlcn
ra e con
rundamental de los sistemas fut u . verti rse en I f desatada contra el propio Galileo. Así, el jesuita Sche iner, en su
a .uerza propulsorn
como el Ieíbninano no son ' efa tan to el Sistema cartesiano empeño por man tener en pie el dogma de la inmutabilidad del
en aquel proceso general dma~ q ue ~t~s con creta s y d eterminada 8 cielo, niega que las manchas solares pu edan tener su asiento y su
a la fun ción. e esarro o que lleva de la sustancia origen en el sol mismo, ya que éste es, por su "nat ura leza". el
Ahora bien, Ga lileo no sólo n . f más lumin oso de los cuerpos, incapaz, por tant o, de engendrar d e I
como implícito en el m étod ,os o ~ce e,l nuevo PUnto de vista su propio seno 10 antitético a la luz, como es la oscuridad. Como I
sin o que lo formula f ? y a te encsa d e su investig:¡ción, si las cosas y las entidades -replica G alileo- existieran en gra-
cisión. ' m emes, con sorpre ndent e claridad y pr e- i I
cia a los nombres, y no éstos en gracia a las coses.v" Es caracte-
I
" O bien pr ocvramo, penetrar po r J • d rístico del conocimiento h umano qu e no pued a proc ed er nu nca
la verd adera esen~ia interior de la a vm .e la especulación en I
nos COntema mos con '1_ s ' ,ustanclas mu urnJcs, o bien
ega r a conoce r a guna d •
más que de un fenómeno a otro, que no pueda partir sen cilla-
mente de la naturaleza incondicional de las CNa :-, sin e\ sie mp re
y cualidades peculiar es (n!! .; i) e '. s e sus caracrt'T:sticas de las " afeccion es" en las qu e éstas se revelan ~. manificsrnn, Aho-
. ' e...on l . ..on ~ lderam · l '
Intent o constitul'e un ,,¡ ~. , m que e nnmcr ra bien, estas " afecciones" c-entre las qu e d estaca Galileo las de
, . uereo van o V estéril • I
Iiere a las sustancias terrenas . , . ' aSI en o qu e se re- lugar y movimiento, magn itud y forma- forman sie mpre en sí
toca nte a las m ás r~m"t.,s su sra ncíascele as 11 nosotros Como en Jo mismas un todo necesario, en el que cada miembro 0:-:' condicio-
'" , ~ as ce estes S·
em!:largo, de tenernos en In contem 1 .• ' ' " 1 ~uere rnos, sin
tcrísticas, no debernos .,. . d P ación d e deterrnll1ndas car ee- 130 Lerrere inte rne a\le macchie solari, Of>eT~, IU, 1-62,
. l .. scspera r e consegu¡ 1
tr;l t~ d(' 1" que ler.em 1$ d ' . tr o, no ya cuan do se 13 1 Leuere intorno a!le macchie solari, Oper~, III, 3S.l. C fr. l 'r•• •-, 111.
. l Iro:ct<:nwntt" an te n ues tros ojC'S, pero ni 374 ,. VI, 181.
)70
EL CONCEPTO DE LA NA TURALEZA
EL NAQ MIENTO DE LA CIENCIA EXACTA 371
nado por otro anterior y en el que, por tanto, cada solución apu
retroactivamenre h acia un nuevo problema. les como ahora se concibe n, son más bien aqu ;.llo~ qu e,
cos, ea f . de sus tentación como pnmeros
La obra d e la ciencia, po r ta m o, no es n unca definitiva, y constituyendo un pu nto . ~JO i) 1 línea de las aplicaciones
ello se contiene- una nota caracte rística y necesaria de la OU O .. (p ime supposmom , en a I
supuestos r i l and o a consecuencias em-
concepción fu ndamental que estamos examinando: H emos vis conc retas se desa rrolla n sin cesar, ev is f If as 13 3 Hasta
cómo el emp irismo, que Se d esarr olló bajo ~I imperio de la co piricas const.a n~e~en~~ nueva~: la natural eza plant ea al conocí-
' cada vez mas ructr er .
cepción Sustancial d el unive rso, llevaba en sí d esde el prim la pa rte mas insignificante . bl 13t
mom ento el germen del escepticismo: si el. conocimiento versa (;1 ( do un problema magot e e.
miento , en 7'te. sen I . ' . I sent ido de la ind ucción en la
bre las cosas concretas como su me ta última, pron to tiene qu Por consiguient e, SI C1lram~ e . en una con tradicción
.. d lo con creto incurriremos d
convencerse de su incapacidad para ab arcar y dom ina r la rotalidnl.l. enumeracron e d ..
. así concebida seria una e
d e la materia del saber. Para restit uir a éste sus derechos y lIU metodo lógica intern~1 La ,l O. ~~cl~~POSible si el ~úmero de los
vigencia, no ha y otro medio qu e tr ansformar d e arri ba abajo 01
dos cosas: o imposi e o arede en ume rar' es in finit o; inút il, si
ideal del conocimiento, convirtiendo la pauta exteruiw en pa mo casos concretos que se trat a . • pod ría mos da r cima a
intensitu .
fuese limitado.. En el prime~ calslo, Jaí~~sos a un result ado ya In-
G alileo d a ahora este paso con la m isma seguridad Con que nuestro esfuerzo; en el segun o, egar I s premisas de que par ti-
había sentado su punto científico general d e part ida. Juzgado en tegrame nte contenido de antema ~o en auna vacua t autología. l a
un sentido exten sivo, es d ecir, med ido por la canlidad de objeto. • por tanto mas que
mas y qu e no ~rla, .. o a rede nunca equipa rarse en rango a
que se trata de a barcar, el int electo hu man o es igual a cero, pues ma yor de una inducci ón n. p . ue debe estar por enci ma
por mucho que ava nce en la descripc ión de lo conc reto, lo Que la observación concreta.~ 81~lada'l .~~o g~neral y mate má t icamente
consiga será siempre a 10 que le resta por conseguir como la mago de ella, como .una relaciónd edV~ I :oncr etos jamás justificará la
níeud finita a lo infinit o. En cam bio, si consideramos el conoci. lundada ; la Sim ple suma e a ,os e los casos posíbles.r"
miento d esde el p unto d e Vista interuivo, es decir, fijándonos en aplicación de l resultadoda I~ t~.;all~ad j~zga con ra zón Prantl - " re-
el grado d e vigencia y de pe rfección a q ue es capaz de rema n. "Esta sola respu~~ta e , a ~ocf:nda de lo que es la indu cción
tarse, tendrem os en la mat emát ica pura el ejemplo modelo de un vela una comprensroo ~as fp l óeí e n los que el su per ficia l
conoce r d e cer teza absoluta y objetiva, d e un a certeza q ue eneje, od ellos pasajes raseo Ogi COS •
que t os aq u d
y gra nd ilocuente Bacon e er~ am,l, 136 V 1 ' 0 nos habla de inverrtio, ex-
rra en sí misma SU$ raíces y su plena garantía, sin que pu eda verse
men oscabada en este su valor pro pio y peculiar por la necesidad . t cosas parecidas.
pen mentum
s, I y o ras
ep to valorarivo. d e io " a bsoluto" se a plica ahora . , ex-
d e comp arecer ante una instan cia Superior, ni siq uiera a nte la del
' 1 e conc I '
) ca rácter y a a vigencia e . d nuestros ccn ocimrentos,
• .
supr ema e infin ito entendimiento d ivino . lo "a bsolu to" nos es- clusivamcnte a b pro correl a tivo y a ntagomco
capa cuando nos empeñamos en considerarlo e investigarl o como si n taro ién su conce '.
y no fa su dexre sd n d10istinto
,
punto d ee vrsta:
vi • el concepto de la r e/actoR .
el rojeto exterior d el conocimie nto; pero lo recupera mos de nuevo
se en oca e e obsraculo y una resistencia, sm o
cuando sabemos busca rlo sola mente en las lu ndamentales ver. no de be interpretarse ya como ~n d 1 uevo sent ido d e lo abso-
d ades del espíritu. No existe conOCimie nto de lo absoluto, pero como el compleme nt o necesario e n
sí existen conocimientos absolu ta mente ciert os.tea
D Ha 5Cieoza meccanica, Oper/!o XI, 59.
l a exigencia del sistema, en el viejo sentido d e una cima de- 133 Cfr. acerca d e esto, e L
114 Contra Lcdovico delle Cclombe, pere,
O XII, 465, Cfr, acerca de este,
linitiva e incondiciona' , ha d esaparecido: los prin cipios slstcm én- especialmente. de Pen e, l.. e" p~. 2. $1. XII 513.
in Diálogo 1, OP<re, 1, 116 J. IU Contra Vincenso di Grana, °t;"/!:k ..' ( n Sirzllngsberlchtt der Ba;yriJ-
116 Pranrl, "Galilei und Kepler als g l er h '; I K/a$se 1875 Po 399).
",hcm A kademie des Wiueruch/ tem. Ph iloJ.-p 1 0 . , ,
37J
EL NAC(},UENTO DE LA CIENCIA EXACTA
m EL CONCEPTO DE LA N AT URALEZA
" e la "natU~a" común qu e h ay
luto. El principio lógico de la relariWiad d e! movimiento cor» mntiza Y rep resenta d~r,ectdamelon,' diversos contenid os.1ll8 La grave-
.. ra la fu sión e . "
tuve, en realidad, la premisa necesaria para pod er descubrir que exigir pa .. ' " omo " propensione Intrínseca ,
form ula r las leyes galileanas del movimiento. Mientras el mo dad como " tendenCIa tntenor • e I movimient o "violen-
• .1" modo alguno con e
mient o se con cebía como cualidad inh erente a u n sujeto concret no puede concl rarse en . ara pod er entrar como
y d eterm inado, forzosament e tenía que considera rse como una COI ro" que se realiza al lanzar un cuerpor pq ue determinarlo antes '1
od ucto total tenemos . ud
rradicci ón interior la fusión de dos di ferent es movimie ntos en factor en e1 pr 00.. '1 por tant o como una magrot
mismo cuerpo, como lo postulaba la teoría copemícana. como aceleración y jenvar o, '
Las propiedades cualitativas fund amen tales en que desemboce \1Ura.1.1O no plan tea visto así, un proble-
Le combinación de las f~
"

el aná lisis aristotélico guardan ent re sí una relación excluyente v . 1 id 'a de la pura "aritmé-
roa más d ificil qu e la de los nu ":,,,¡· a,~ ~ivorcia d e la filosofía
m
contradictoria. Desde el punto d e vista de lo antagónico, es evt- .. con la que K ep er .
d ente qu e la mera posibilidad d e "mezcla" y de grad ación encle- rica d e las f ue reas , f1 d El movimiento ascensio-
rra una dificultad int erior y una paradoja. de la naturaleza, h a qu edado pcr 1 ; 1a·como el de su caída. siern-
"lA qu ién no h a de rnarav illa rle" -dice también Fra castoro, nal de una piedra es ahora tan senCl bo los ambos bajo u na regla
podamos conce ir Ii id d
pre y cu an d o que
con pal abras bien significarivas- " que las cualidades-hostiles y ano _. ' n' es la un idad d e1 t", _ "n.dpio Y no la simp ici a
l
tag ónicas de )0 caliente y )0 fria, 10 húmedo y lo seco, que se nie- roatem auca comum . el criterio decisivo.
gan la una a la otra, pueda n con ciliarse sin embargo en el mismo del su jeto 10 que nos ~l~da L ti en el fondo, qu e exigir que
sujeto y coexistir y ayunta rse en ciertos y determinados grados?" 181 La concepción tradlcl"o~a tiene, cias concretas se termine y
Este problema ya no existe, para la nueva concepci ón del mun . el conocimiento d e las <hstlOtas s~stan u eda abo rdarse el pro-
e
do. Cómo puedan combinarse e ntre sí y fundirse en uni dad cu a- se cierre d~~initivament~, ant: : e~tre ellas. De aquí que
ist: n
Iidades interiormente ant agónicas consti tuye evid ent emente, en blema d e fijar las relaCiones I d por Galileo tropiecen cons-
. " t formu a as
última insta ncia, un problema metafísico insoluble, Pero lo que las l eyes del movlml~n ~. ue los sujetos sobre que versan no
no ofrece la menor dificultad es el entronq ue de diversas rela.. ranteme nte con la ob¡eclOn d e.q f rmas purame nte ficticias; con-
cenes, pues las relaciones son -según la frase de K épler-c- "pro- l>QO objetos de la naturaleza, 5100 o . de Gali leo la exigencia de
1, por ad versanos
du ctos del espíritu", las cuales, por tanto, no tien en por Qué tinua ment e se f ormu od d comportarse, se tomen
. . esr ígar su ro o e (
fundirse en unidad como si fuesen cosas, sino qu e se lim itan a qu e, si se qUIere lOV od os atributos Y cualid ades con
determinarse mutuamente, para llegar a una conclusión armónica, como base los cuerpos con r I ~ ~ de Képler con Roberto Fludd
. i) HO La po erruca id 1
a una unidad de juicio. TUne le sue passlonl . 316 .J h asta qu é punto este ea em-
De ello te_nemos claro ejemplo metodológico en la solución nOS hizo ver (v. supora. pp- s te tan sobrio y tan sano, raya
pirico del conocimiento, aparent emen
del problema del lanzamiento de un cuer po, en el an álisis de la
velocidad en los dos elemen tos componentes de la dirección ver- con la mística. bl d 1 movimiento de un cuerpo lama-
rical y la horizontal y en su síntesis para formar la purabcla del De nue vo es el pro erna e I G IU..... el qu e viene a trazar
l { loresueve a ....... . . ' N
lanzamient o. Se parte para ello, en prim er lugar, del postulado d o• tal como o en oca Y . Irída línea dlV1son a. o
d 1 'nciplos una n " .
de en contrar y d efinir una m edida com ún par a los dos elementos aqu í, en el terreno e os pn . '(non si puo dar ferma scren-
es posible establecer una reona segura
qu e se ofrecen a nu estra consideración. para el movimient o uní
forme en la ho rizontal y para la caída uniform ement e acelerada Opere,
I.M D¡scorsi, IV , xm.
24(). J d como "propen5lone inttin8eca", y.
en la perpendicular: esta medida común, una vez encontrada . WI- 13t Contra la definid~n ~e la g;y~, 65 (cfr. Opere. xr, 29 u . y pan.) .
[)iscOrsi ;ntorno i gaUeggulllll, Opet" ,
117 Fraeasrerc, De s,mPGlhi.t:. I!I 4flt;parh ia, cap. VI" uo aro Opere, XII. lOS, 263. 313.
m
El NAClMIENTO DE LA CIENOA EXACfA
J74 EL CONCEPTO DE LA NATU RALEZA
n concepto corr elativo del principio d e la relari-
za] acerca de todos los dat os fortuitos, de l caso concreto de qu cornp1ernen to Y U
se trata, acerca d e las infinitas diferencias q ue se acusan en I vklad del movio~~ent~. , las cosas concretas Y con ellas su
gravec:lad, la vel ocidad y la forma de los d istint os cue rpos. Para un a vrsion Simplista" a cua lidad inherent e a
d i espacio como un
tod o esto hay que prescindir, si se qui ere tr atar el asunto ciendfl verda dero or en e,n, ~ , reestabt ecido, la nu eva concep-
cemente. El resulta do debe d educirse, ant e todo, de un moda elles, son algo de hmtwamndente ,P a har por t ierra este últ imo
. ' d l mu oVlene ~
puramente abstracto, con respec to a la caída de un cu erpo qu ción astronomtca e , d , .. una ilusión de nue:stros
d que no pasa es .
no tropieza con ningún obstáculo exterior, para aplica rlo lu ego en ~upues to, dernosrra n o .. b.• n indirectamente, la corres-
. 1 al recti fica ram le ,
el te rreno prá ctico y con todas aquella s restricciones que la expu. senddos, con o cuo, eral d e a rcaHd
1 d
l a,
rienda nos índíca.v'" (Xlndiente concepoon gen '1 10 qu e es por la situ ación
El " método compos itivo", q ue nos cond uce a lo concreto. l e Un objeto emp írico conc reto ~ o es r su posición en el con-
verá hu érfano de guía y de pauta, si no lo precede el an álisis que ·f·· ocupa en el espaCIO Y po 1
espec i ica que . d dido así que su lugar rea
. hablen o com pren
nos lleva a descubrir las relaciones generales. A la luz de la di.. junto del Universo; y, d · arse nun ca por obra
. . I o pue den ete rm lO ,
cusión de la ley de la inercia, G alileo expone con gran fuerzo y su moVimien t o rea n , 1 1 a base d e una scne de
. , di t 5100 so ame n e
hasta Qué pu nto la vigencia d e estas relaciones es independient e de la percepoon Ir.ec a, damos cuenta de que ta mpoco es
de la natu raleza de los sujetos em píricos. Simp licio se aviene a la te. com plicad as conclu~'ones, nos 1 d ad ero ser d e los objetos por
sis de qu e la velocidad de un cu erpo con fiado a s¡ mismo se mano posible llegar a penetrar en e ver
tiene e n la horizontal, pero sólo en el sup uesto de q ue el cuerpo de otro camino. • I nuevo conocimiento va abrién-
que se tra ta esté formad o por u na materia duradera e indestr ucti- Es int eresante observar como ' d d s de la ciencia moderna.
t e losun
l a ot e ,.
ble. Pero con ello d emuestra , como su contrinca nte le objeta, su dese paso poco ,a poco en r 1 d claramente la idea de la relatlvJoo
desconocimiento d el verdad ero carácter del prob lema planteada. Copérnico comi enza formu an o
u
ed explicarse de uno de
ya que la destr ucción del cuerpo en cuestión sería sim plemente, en dad: todo camb io visible de. l~gar Pd l' ob,'etos por el movl-
1 movlm' ento e os ,
su caso, uno de aquellos obstá cu los fortui tos y externo s de los que estos tre s m odos: por e l ' por ambas cosas a la vez. La
hay qu e ha cer caso omiso en In solución teórica de l prob lema.w miento de quien los contem~ a 1° coordenadas es, por tan to, un
La pureza y la independencia de la relación cobren, aquí, un a indicación del punto ce ntral ~ , as iuicio clar o y determ inado
expres ión todavía más alt a: en la formulación de la ley, podernos . pod er ermnr un ) d .
dato necesartO para d ·miento.tU Pu e e, sm
f ' meno concreto e mo," , . o
hacer abstracción no ya solame nte de la natu raleza, sino tambi én acerca d e un ene 1 Ii íón al caso concre to ese }UICIO
. e en a ap IcaCI
de La ex istencia misma de las cosas conc retas. En esta hipérbole, embargo, ocur r,lr qu los cuales pueden provenir d que se
7
alca nza su plena claridad la primacía del concepto de función so- ado lezca roda via d e e rrores, . , para esta blecer las órbitas pla-
bre el concepto de cosa. tom e como punto d e or~7nta~~: los centros en tom o a los cual es
La nu eva concepción de la ciencia se revela ta mbién de un oeta rias, bien los astros fijos, le 1 por t anto falt a de claridad
11 1 tas y que reve an, '
mod o di recta me nte cla ro en la distint a man era de interpretar el giran aqu e os p ane . o. 'me ro por él d escubi erto.H.4
concepto físico de l espacio. El con cepto mod ern o del espa cio ha del espíritu ace~co~ de l pr~:~:~::~el sistema, pero tampoco para
sido creado y hecho posible por la id ea de la relat ividad; incluso K épler carrlglO estClS I r el centro absoluto como de negar,
quienes afirm an más ta rde un espacio absoluto no conside ran esta
hi pótesis como u na contradicción , sino por el contrario, como un
él se tra ta ra nto ~e d~sP
en genera l, su extste ncta- a
a;; por demostradas, si no por razones

1 o oh 1 5
141 Discorsi, IV, Opaco XlII, 229. 143 Copemicus, Dt ,~"O .. fIO" ' ~J,s : ,~orwmiJcht Wdron'ichf, P. 12.
142 Diil ogo, 11, OpeTc, 1. 164. 1"-4 Mis den.lk s, en Apelr, Kt p er
111
EL NACIMIENTO DE LA CIENCIA EXACTA
176 EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA
" "a ue Galileo d eclara la guerra no
astronómicas, al menos en virt ud de fun dament os metañsio Sin embargo, lo absol~~o d d~d3 fija y cerrada, d e las cosas;
delimitación y la forma esférica del universo.H~ " \{IMica solamente la real! a • I mu ndo de los objetos ex-
. se encuentra en e .
\ 11 verd ad era rae no <l.. " Dentro del sistema 3n5-
Galileo es el primero que d erriba también esta barrera. del ecer mt erlor. .
aun que, ad opt ando una actit ud de retraimiento critico, rehuya Irrinres, sino en e1 e aca 1 nos d escubre la ley tnma-
pronunciarse positivament e acerca del principio de la infin!t hllélico, es el conc epto de fi~\ e 1q~~tidad de la s "Iorrnes". Tam'
de los mundos, formul ado po r Giord ano Bruno, ya que este pr ncntc de de:;arrolJo del devemr y . ~ ustanciel del mundo lo qu e
1 concercron s .,
btema rebasa los límites d el conocim iento. si conside ra como ni biéll en este punto es a 'a' sólo podemos compren-
· ·u latente y nccesan . . .. d
fijo e inmuta ble, en todos y cada uno de. los puntos, el cank ! nll1stituye 1a pre rms t "se ,,'u~ta a su {m cu an o
. aecer conere o .
siempre provisiona l y superable de la experiencia . der y dec ir qu e un ae d f . . y com pleta, y sabemos ver-
los e uuova d
Ya no existe ningún punto concreto privilegiado en el UI IcnemOS ante nu estros OJ , .u,·c;o se proyecta. Compara o
[·daJ bre 13 qu e este J • • d
verso: tampoco el sol revela ninguna caract erística especial, nin .. 1 nuevo me',odo
la así, la rota I . so
con esta concepclon, e I
de investigación, qu e t ren e
nos ant oja a primera vista
.
RUna "condición" preferente qu e nos aut orice a asignarle un IUH d \ creta a 10 tat a . se
aparte de la legión Ile las demás estrellas fijas.14 '1 n ascender e o con oh ¡" ,men taria, pues lncaso no es
do y una m . -, n
Se ve ya daro, de un modo general, qu e el verdadero orde n un mero cong Ior nera . su amp 1·la vlge . ricia y de termmaclO .,
en el espacio no se presenta ante nosotros desde el pr imer rol' negar el concepto mlsm~ Y d agluti nación y referenCIa
. 1 n simple pu nto e
mento como algo pre establecido, sino q ue es más bien, a su vez, un
prod ucto de la experiencia cien tífica y d e-su progreso y qu e, por
tratar de convertlt o e
ele nuestras divcn:aS exp~rtel G rt
tencías observa ciones?
a quien sus adversarios re-
Vern os, en efecto, como . al nnl ad ~ .. afena a las va cuas
rento, al igual que ésta, no ll ega a plasmar nu nca de un modo á od porel emp e o se d
definitivo. El espacio d e nuest ra in tuición se conviene, así, en el prochan que el raer o . '1 or lo mnro, par a llegar a e-
espacio d e nuestra construcción cient ífica; el ord en que h asta aho- abstracciones y qu~ resulta cster~ 'f Pnde rse tamb ién contra la eco-
ra parecía circundarnos como un cinturón, dado y fijo, va d ibu- erminar 10 concreto, t ien e que e e dadera "universalidad".
'sación de que su rnetoc - i carece d e ver d
jándose y d esarrollán dose ahora poco a poco, como resu ltado del o 1 --dice Simp licio, form ulan o
proceso d el conocimiento. Só lo son

verd aderam ente gene ra es
. erios lógicos y anta ~ ...
\ñ<:ticos fun damentales
Ci erto es qu e el pensamien to no puede sustra erse a la fun ción este reproche- los .crlt odas las clases y especies de las cosas.
de fijar la constitución una, verd adera y unívoca del espacio y del Que se refieren peor igual a t . .
universo, situán dose para ello en el punto d e vista determinado ., d.,tnOStTl re che tal¡ ipotesl U\
I'.p..."ren;e. e \
·.·,.,:, del IlOle SI. sa, vano.... .• vero che se con " • lrrc
a que h aya logrado remon tarse en su progreso; pero, a la par con e atab1.1... e ben altre tantc ~ plU ,
natura sien realm ente vere, ma . ' " rend e:lC: regione di rali apparcntt
esto, fe reconoce qu e la "verdad" de semejantes intentos no pue- ricc:vutO non SI P h . ""moda
~istem' commu nem cnte . e me e chiro che QUC$tO e e SI • •
de significar ni atestiguar otra cosa sino que encuadran la roto-
qu e o
e ind ubitabilmente: lalso, &ICC . ,. , . h (, e si deve ricen;4T In
¿ Iml mllgglor \'("1"\W n .... " l"l De-
fidad. d e los fenómenos -00 sólo los astron ómicos, sino también beniss" irno pub esser vero. n a 1 pard colllti apparenzi (G;I l eo a .
loo físicos- en la unid ad de una regla y d e una conexión de una posi;ione che il rispondel 11 UHle le "iande del SÜltm4 copernic4nO In
Beetl
t Copem' CO e l ' IDO con-
pensamient o. ~:':~o~:5i8;;' l;O). ?~IiIeC> J:sa:~I~a:~~í ::a~lea~~:;e~ei~~:
p, "Ni hil
" En ningún principio científico pued e ni d ebe buscarse unn cepro d e la realidad (emp lnea) .q u USo aut desiderarc debc:mus' . QU~~
verd ad más alta que la de q ue ese princi pio corresponda a redes , . d "'"c rebus sensibilibus aur scsre ~u ~ .,DU, ~nnsent iant. . . Ah", lI\ ilbs
a lU .... . d b't9_IlS ratlorn ....... . d I
los fenó menos especiales." 14T ut tern ¡nter se, qu arn cum In u I am ..(le hcc pr<lCSW!, nec ah u ve
veriUlf (lU l "f"IÜfllJ I~$lfa ... xpcul1.lr. ~". riiceri" (Phll os<>phische Sch' il lo.'f\.
145 Cfr. especialrnenre Kepler, De S Ic:11a nova, cap. XXI, O~e. Il , 68111. debene Sceptici, vel clogmatlC I po
141 Oper.... II. 83-85; dr. VII, 352 s. postUIare 356)
eds, por O erh.rdt, t. 1V, P . .
In "9 vero ch e non e illtesso n mostr1lre: che: con la mobihll delle terr.
379
EL NACIMIENTO DE LA QEN CIA EX,ACTA
EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA
, Ccré míc or esta teoría pertenece, dice Cre-
El descubrimiento de estos g éneros supremos constit uye el verde, moderna" la reon a d e ~ ~"del que el filósofo no tie ne
dero problema de la filosofía, problema que A ristóteles resolvió moníno, " a otro campo e sa r,
de un a vez pa ra siemp re con respecto al movimiento, al fijar SUI por qué preocup~.rse_14U do d e justificar este, que la concepción
cualidades esenciales, su división en movimient o simple y como · y ~~ se nos Ig~, tra:a;e1este descansaba sobre las ~xrw:~encias
piejo, na tural y violento. Todo tratamiento matemático ulteri or nrlstotellca de la bóved b t sujeta a rectif\CllClOn a la
- principalmente, el encami nado a averiguar la ley d e la acelera- de su tiempo Y se ha lla a, por . tan 0 , uca Aristóteles no formuló
· I oc Iones poste riores, P ;>
ción- versa solamente sobre sutilezas y "c ontingencias" (acci- vista de as servacr íerenci lo conocido y a lo deseo-
. . mente con re erencra a I
denrt) accesorias, que pode mos dejar tr anqu ilamen te a la solución su reona precisa Sl In na tu raleza general de as
. ' d de exp resar en e ,
del mecánico o de cua lquier otro artesano de rango inferior. 14~ nocido, S100 tr atan o 1" aparece reconocida Y estable-
Las anteriores palabras recogen , indudablemente, un rasgo ca- c~asPo Esta "naturaleza gene~a de vi lecl ódco: la
· od s a través del punto e vista te .
racterístico de la concepción peripatérica, Pa ra ella, la ma temática cíd a de una vez por t a . 1 oda y la forma de sus rnovi-
no tiene, en el conjunto del sistema, ningún valor filosófico ori- perfección del cielo deterrnlOa e sídad interior a la que ninguna
. I f de una u eccsi
gina rio, sino un valor simpleme nte técnico; no determina V define mientas por a u erza . . d afectar I5 t Una vez que la
el ser, la sustan cia en cuan to tal, sino que, en el mejor de los clase de experiencia dlstdlO ta pue ee" d e a~temano la verda dera
casos, sólo puede revestirla a posteriuri de determinados "acci- . . d¡ 'dual nos a a cono ' I
sustanCia m IVI '. de elle r vía puramente deductiv a, as
dentes". Según la concepción de Galileo, la generalidad ha pa- base, bast a con detlvar e l ' po 'd'ntc~' si el fin inmanente
.' etas Y 0S accl ;>.
sado de los "concept os" a las leyes, de la extensión al contenido. determmaClones concr 1 esencia es claro qu e a ello
la e ararnente su .... ,
Pero las rel aci ones fundamentales son, para él, a un tiempo u ni- de una cosa nos reve
nos para recn ícar
'C ' rodee los signos opuestos
versales e individuales, es deci r, d eterminad as en concreto, a la tendremos que atener I . ro y la observación, sean
manera como la ecuación gener al de la función encierra directa- a que pued an ind ucimos e expe nmen
ment e t odos los posibles valo res concretos de x V, al mismo tiem- cuales fue ren . •n la experi encia, entre el a ,morí
po, determina con vistas a ell a el valor de las var iables d epen- Las relaciones entre la raro y d insistir en esto- no
. . -Galileo no se cama e
dien tes. Por tanto, si tam bién aquí pre cede lo general, esto no V el a posrcnon ' o claridad d e pr incipio. En vez de re-
tiene más valor qu e el de una h ipótesis o el de una pregunta diri- aparecen resuelt as aqur ce id d en su propia peeuliari-
te en su necee a Y ... .
gida a la naturaleza; no tiene. como en el conce pto de fin, una conocerse rnut uamen . . esclerse de un modo externo
realidad metafísica inmediata en el 1"0 r l { IV ErVa t. dad, estos dos factores se !Imltan a indose de un urdverso sensible
La d iferencia vuelve a acusa rse con su mayor fuerza y pene-
. d emp ieza apartan ~
y casuat.I La mrra a "ideal" para descu-
· .' hacia un universo pu ramente I ,
tración, cuan do consideramos la reorla pcripa tética bajo aqu ella par a d m grrse
forma determ inada de desarrol lo que había llegado II ad quirir . . . d metu q ucd m anee terra . No bis aute m
149 "Sic de sien, quod In m.edlo, . e , Aristol elis dicta, NOt>¡ IYuu
en tiem po de Ga lileo. En 16 13 -c-después de haberse publica do ~t fu it pro nostta con rem p .
Jauone SIC eereurrere
.1m f <l.. ...ullm eW lllillm scienriam per-
la obra de K épler sobre los movimient os del plan eta Marte y . . I . tU rec...... U Ot .. m , ~ 'i'" $ '... . J C<>d
",momale ' aslro, ag'c _ Cil-e sa r ;~ C remon ini.. . DisplctallO e • o.
cua ndo ya Galileo hab ía d escubiert o los satélites de Júpiter- di ó dJlentiblt5 dcblllmlH <l¡,wncr~i 284 Q ue esa "otra ciencia" a q ue eq u t se
R las prensas C remo nino, el más prestigioso de los aristotélicos Venec ia, 1613. Sec', I.Il. cap.d ' p. de 'de ot:ro~ pa, a}cs: v. pp. 262 V 286. "El
italianos de la época, un comentario sobre el escrito De coelc, en . lu de es la marema nc..... 5e esp ren l . uae secum aHe" mulla Matbe-
. . hac conremp anone, q "'1 I
nos. . • non u Irertus 10 d osrram sulficientef habe mu$, m I U·
el que se cita y se desech a como una " curiosidad astronómica d ~ tqua m a rem nu.
matica, pr oce ente s, po. e .• , 1, . snpra... no ta 101.
148 Diálogo, 11, Op ere, 1, 181. Cfr. acerca de esto las obeclcnes de Vin- tra con tén d ·lm us" . Sobre re mon 1Jl..., 276.
censo d i Graria (Opere, XII, 150 y 1841 y la obra de Cremon ino, a la que 1 ~ Op. ci r~ sec o 11, car'. XVI, P. V 160 u.
tU V . por ej. Disp" w.rio de codo, seco 1, cap. • pp.
ma nifie.tamen te le refie re aquí Oa lil("('. (V . las nc>tu silUl ientes) .
EL CONCEPTO DE LA NA TURALEzA
EL NACIMIENTO DE LA U ENCJA EXACfA 361
brir en e'1 eI modelo arquitectóni d 1
sentidos. Se destace e'
concep to e
cod e a experiencia de n UC8l
' .
Es rechazado el postulado d e penetrar en el interior absoluto
esencial del cene......to de n t , m OVimi en to como comení, de las cosas, de valorarlas en el sentido y el significado que par a
, -.... aUra eza' se d .
as clases de movimien to. P • etermlOan y distingu nosotros encierr an, pues por muy elevado y pu ro qu e sea el crí-
, . ero ya en esra d" . .•
e propós íeo de la investigación en . rsnncion, que, segil rerio que para ello adoptemos, estará siempre, en últim a instancia,
desde PUntos d e Vista p ,~u . totalId ad, debiera enfocn condicionado por los deseos fortuitos y las necesidades emp íricas
• uram en te DgIcQS d I¡
emplfico. Desde el mo , se es Iza un eIernen! del ind ivid uo.
. mento en que la el T .• "Es una arrogancia exigir que el simple cuidado de velaT por
rmenro se pliega a la clasificad ' d 1 aSJ rcacron del mcv,
al fuego un movimiento ascens~n ,e bso OS
,elemen tos, etnb ur éndoe nosotros sea la expresión adecuada y el límite d e los actos de
' . lona a uto , . Dios. Y a quien me dijere Que un espacio inmenso vacío de es-
vmuemo absoluto desee d . y a a tierra un m
de ] n ente. se Introd ucen 1 . trellas entre las órbitas planetarias}' la esfera de los astros sería
e ~ pnn~pi~ JO!; conceptos de " alto" " ~~, a teor~a ge.ner.r
sentIdo y significado en 1 d Y. bajo", qu e solo tienen inútil 'Y ocioso, y superfl ua una extensión d estinada a encuad rar las
"Se nos cambian las C:rt:U; °d r:~erJaI. tal como ya exi5t~. estrellas fijas y que por su inmensidad rebasaría toda nu estra ca-
desarrollar la construcción . f , e JO de la mesa, y en vez de' pacidad de comprensión, le replicaré que es d emasiado temerario
plrlca erigir a nu estro endeble entendimiento ( il riostro debolissimo d is-
Jos preceptos del plano id ,em d el universo ajustándose A
ea , se acomoda el pl .
nos d en10S cuenta de ello al edíñ ' an mismo, sin que corso) en juez de las obras de Dios, considerando como vano J
Como vem [ ' l iCIO ya construido." 162 superfluo en el universo todo lo que no sirve a nu estra propia
os, e concepto de [in I o'
la naturaIc2a se compo". t t [ , en a concepClOn teórica de u.tilidad." 1M
de una parte,' eleva al p l o ad emen I
te como u"
o

n u Ot"€(lov 1t{lOu (IOV: El criter io de la utilidad : he aquí el falso postulado del enten-
ano e os aXIomas I
tomad as del mu ndo concrer d genera es relacione. dimiento, que conviene rechazar, y al que se opone la invocación
vez de las leyes objetivas p~ e Ias ¡ parte, toma como pauta, en del uni versal " entendimiento de la naturaleza", el cual sólo se
, b ras, as tepr esen rac¡ b¡ . revela a qu ien sepa penetrar en las leyes puras de la mate mática.
e uen parecer Subjetivo de' . d..d Iones su Jenvas y
A 10 IVI uo,
La pregunta formulada en torno a la utilidad sólo descubre,
o

pn mera vista, parece Como si Oalil


sus ante riores razonamiem . , 00, comparando esto con sin embargo, la forma externa y más tosca de la teleología: el
id os, InCu rriese en una d· ·. encanto más profundo y la más peligrosa seducción de la idea d e
COllSI erar Como una tem id d , _ COnt ra iccron al
, en a e empeno d _..Jo
rmenro y la acción de la natural eza e m ecnr el enten d í, fin no residen aquí, sino en el entronque con los conceptos y loe.
nu estro propio intelecto P I por los estrechos moldes de problemas est éticos. En este pun to, ya veíamos qu e tampoco Co-
.
otros rmernos'' y de l I
, uesd acaso no p'oced en tam bilen é "de nos- pérnico había modificado la actitud tradicional: la "perfección"
. , a ey e nu estra Compre Ión I .
l1ltllematJCos, que nos señalan 1 nsron os pnncipioe de la forma geométrica seguía siendo para él la causa última V el
cleros límites de la realidad ? ~. verd~dero camino y Jos verde- argumento supremo d e la organización del universo. El concepto
figuran esta afirmación y otras d I~ e~n argo, el COntexto en que del cosmos reclama como complemento y como pauta absoluta el
rar en seguida su senn·d . , e mismo tenor COntribuye a acle- concepto de la armonía. U~
o.e autor no q· fer¡
esto, al "a priori" de 1 idea urere re enrse, al decir El últ imo paso y tal vez el más difícil de todos, desde el puno
del fin.u , a matemática, sino simplemente al ro de vista histórico, que di ó Galileo fué dirigido a d estruir tamo
152 D o"
o la ose 1, O~ e. 1, 111 u, CE, , 1M Di.itlogo, m, Opere, 1, 355 s.
•gll ha m ira di carnb¡ . 1 o ' e><p.ecullmem e p , 20: "Tut ti ' dle¡ , U~ C fr. su pra, p. 300. V. ad emás Co pernicus, De rtWollltion¡bu" 1, lO.
odl4 J a r~ 1 e ca rt e In m an o do In IZI, e le
/abbri,;a e non COsttll ire la ' '''''''', , e J votere accomo:>dar I'archit.m ura "Invemrous igitur su b hac o rd ina tione ad miran d am mu ndi srmrne eriam ac
' " V • O[>era. VI, 165 s Cf D ··Ien coro/arme ai ... ' d ' ~twm hl1nT\ omae n.t Xllm mcrus ee ma gni ludin is, orbiurn, qu alis alíe modo
o , la ego, 1I. I, lBS. y,ecrtn dI architetrur, "
fe peri ri non pceese'',
382 EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA EL NACIMIENTO DE LA CIENCIA EXACTA 383
bién, críticament e, esta concepción La d ' desarrollarlos partiend o d e postulados relativos y progresivos, y su
de su estilo polémico brilla .": " agu era d,e su Ingenio
deea y a la peculi aridad d I aqu í c~n gran fuerza, JUnto a la na mecánica es la primera en que el trecho finito de un camino
N h e pe nsam iento nuevo. ee presenta como integ ral de la velocidad , derívéndosela por tan to
boles ~en~a~~~~d; l:n~I:=cdec~~t~t~~do Sa~si-:- a 10 5 d
de su elemento. y la solución de l problema d el lanzamient o de
un cue rpo nos ha revelado cómo la trayector ia curva descrita por
puedo, por tanto decir '1 g as geomet n cas y ti
Y más alta elcum ía M ás bier de ellas ostentan mayor ant igüeda¡{
éste es el result ado de los componentes rectos que la determinan.
. as len creo, añ d
cual a su manera son igual
. ,
r a e, qu e tod asbl ellas, cede
mente per ectas y '
Por todas partes apunta. pues, la sup eración del divorcio con..
ceptual, en el que el propio Ga lileo ve la piedra angular y el Iue-
dicho, q ue no son de por sí ni nobles n í obv,enern. es o, mejor damento d e toda la física arístotélíce.t' " La con tinuidad entre las
impe rf t ' I IDn es, DI perfectas nI
<e, "r' ya que SI se trata d e levantar un muro no cabe dud formas geométricas concretas, por virt ud de la cua l es posible com-
de qu e a arm a cuadrada , . pararlas ent re sí y ver Que existe entre ellas un a serie de transicio-
ca, de l mismo modo qu e pPOS~ mayor perfección que la esfé rt-
nes, pon e fin, además, a la incondicional ¡n-efermcia «1lonuiut d e
mej;-, induda~lemente, c~~:nf:~:~~=~e e~~ri:;o~lre5tl
la a las unas sobre las otras. "Perfección" Quiere decir, ahora, pura y
arando rment es en estas pala bras ' . simplem ente, la sujeción unánime a leyes de todas V cada una de
su valor h istórico y en la é en ' examl~adas en cuanto •
ellas: este término alude, por tanto, al carác ter genérico d el mé-
t~tados a aplicar a Galileo ~uicio ~i ~rg¡eron, n~ sentirnos IOdo geomét rico d e conocimiento como tal, y no a la diferencia o
n o y con tendencia o puesta-e- Que A ristót en en sen?do contra- cualidad específica de la forma concreta qu e brota de 1!1.
Anaxágoras cuando d o' • eles formulo acerca de
IJO Que se movra com o u h b T endamos, d espu és de haber llegado aquí , una mira da hacia
cabeza d espejad a ent re borrachos B . n om re con la
aquí se presenta la idea de la ~laatJ,ov'"d'aadenvohura ~tírica en Que
atr ás V veremos, en una ojead a d e conjunto, cómo los div ersos
' , , se contie ne al m " criterios han ido desarrollándose clarament e del principio funda.
ti empo un Importante criteri o [Ógico. ismo mental Si es cierto que Galileo no llega a exponer una teoría del
En la matemática an tigua las f .. conocimien to apa rte y al ma rgen de sus apo rtaciones cíentiñcas,
se enfrenta n las unas a las otra armas mat~matJcas con creta!
d l' ,.. s como conten idos ri no es menos cierto Que en éstas re contiene una nueva concepción
m~nl::::i:ci~~Ja~:; vneOmeosXist~ entredell~s
" com o to aVI3 Képl
~;:mn~n;:
tránsito
"
fundame nta l y unitar ia del problema del conocer, que nuestro
pensador aplica de un modo constante y consecuent e. Un eslabó n
sar d e ser uno de los fund adores de l m ' . ~r :-<!Ulen a pe. se encade na con el otro, con rigurosa consecuencia interior.
part e en su conju nto la vieja co nc . • etodo infinitesimal, com -
aferrado al absoluto antdgon ' epcK)~ _d~ la geometr ía-e, sigue Ga lileo pa rte de la expeyienda, de l experime nto y la observa-
Es . tsmo erure «1 linea recta )l la curva. ción. Pero la experiencia en que Galileo se basa no es ya. como
de ::~~it~~e l~ qCuOemq PaU""eaciónd e~tre ambas acusa una d iferencia la de la filosofía de la nat u raleza, la simple acumulación incohe-
, re ecrr que ti ,1 rent e d e la materia de las percepcion es, " experimentoru m mul-
un concepto de igualdad e lene q ue un.u as tamb ién
indefinible para la ciencia 'h~n~~nae.st':'l1concePto es m~Sequible e rorurn coacervatio", sino un todo rigurosamente estruct urado y
horninis¡ nam infinit¡ nulla scienti~".11'1 ud aeq uale fuglt scient iam
una necesarw. cohesión. Este punto de vista de la necesidad de-
termina, para G alileo, la concepción y la definición de la mateYia
Ante Galil eo en cambl fl . ,
geométricos. Su ;í~ica nos ~~::~a aa
formación de I
oja
la t1gbi~e:z de los conceptos
no conce Ir el orden y la con-
y del movimiento. Se ve claro, además, qu e el carácte r de la ne-
cesid ad no se basa en las cosas, sino en las condiciones de la rna-
tG " os cuerpos en el espacio como algo dado sino a tem ática; que no debe fijarse, por tanto, en los últimos y supremos
6 II Sagglarore, Opere, IV, 295. '
U1 Kepler, O pera, VlII, 174. 158 Diálogo 1; O pere, I, 23
EL CONCEI~fO DE LA NATURALEZA
c~"'CPt vs genérico~ esquem áticos EL NAC IMIENTO DE LA CJ ENClA EXACT A 381
uni versa les. • sino en las Telac~.s y ley
dern o concepto de la naturaleza. Su obra , en la med ida en que
La nueva concepción Surge . b . .
la id ea de rel ación CUYoexp ..".:. .~ue,.;, • 3JO, el Impcrio y la guía d I'OCHan determinarla los desarrollos precedentes) red uc lase a la po-
d •
cep ro e f uncion No es s '1 I
.... ~lO n masc aray. cusada es el con rki ón de q ue son clar o y clásico exponent e las conoci das palabra s
lados; es tambié~ la nu o o e nue.~ o material de hechos acumu de Ga lileo. El lib ro d e la filoso fía -dice este pe nsa miento- es
( eva concepclon de . '. el de la nat uraleza, libro q ue aparece consta ntemente ab ierto ante
en oca, Jo qu e viene a trazar la l¡ div¡ P~IOCIPIO con que se I
y la época moderna . mea IV/sana ent re la escolástk ft nuestros ojos, pe ro q ue pocos sab en descifra r y leer, porque está
escrito en signos que d ifiere n de los de nu estro alfabeto, en tri án-
Gali leo ha d escubierto _ ara d . J
pano.: lln_ un nuevo ciel P eor o con una (rase de Cam. gules y cua drados, en círculos y esferas, en conos y pirámi des. 1M:
o y una nu eva rier ' '1 Palabras estas muy características, sin d uda, pero que no ex-
ca r esta hazafia grac ias al n u 'd 1 d ra, pe ro so o pudo ree-
muIó
" para la ciene'.150 1 ~ ,evo ,1 ¡ea. e conoómiento q ue (or. presan, sin embargo, con suficie nte claridad lo que en conjunto
'. UJgro asr o '1 ' fué la obra de Ga lileo y el pr ogreso científico que representó. El
teoría :-iIClCÍstica : 140 fa 1" J " que e m ismo negaba a lIt
. . ogtca se con v rerre con '1 ¡, lenguaje de la naturaleza, tal como aquí se d etermin a, es el de
ro r osmvo y fecundo d I " ' e , en e mstr ume e,
" órgllnO" d e Jos de scubrin . conocimiento de la na turaleza, en el la geometría antigua, el de la geome tría sinté tica. S u gramá tica
"N ~ Im lentO$. se cont iene, com o pa tr imo nio fijo, en los elem ent os de Euclides
o ten go en men os al ' .
dice- "po . primer Inventor d e la lira " y. m ás desarrollada, en la teoría de A poloni o sobre los segmentos
• rq ue su mstrum ento (u ese .todav! - nO'! esféricos. Pod ía basta r, tal vez, par a llegar a comprender las leyes
y aspe ro en sus sonidos: antes bi , ra tosco en su s linea~
cie' • len, o pongo po . d de las ó rbitas pla ne ta rias form ulad as por K épler, pero no para
n er nseas que vinie ron tras él a ( ' r .encuna e los
gar a grandes d escub rim' , per ecconar su mvencíén. Lle. explica r las leyes de la gravedad y la concepción dinámica funda-
Ientos pa rtIendo de . " . ment al q ue sobre ell as descansa.
tes, a l can sar a percibir en lo ' b pnncrpios msignifican.
d s prImeros alb uce . f il La m isión d e Galileo no se limitó a aborda r la interp retación
mcn e un art e maravilloso, es al o ' os In en n es el se r-
adocenad as, sino que requi g que no esta a l alcance de cabeza, de los fen óm enos con los inst rumentos científicos disponibles¡ para
d '. ere un gran pen sem í ex presar la nueva con cepc ión de la naturaleza, e ra necesario des-
e espmru que d escuella po . d lento y un a fuerza
P lb ' r encima e Jo normal " Ift l cubrir un nuevo lenguaje) trazar sus ca racteres, reducir a reglas
a a ras estas perfectamente a 1" bl •
inst ru mento disc ursivo del e . p.l ca es a l pr opi o G alileo: el fijas su sintaxis. Es tan estrecha la int erdepe ndencia q ue aho ra se
'1 h ' onOClmlemo de la 1 manif iesta en las relaciones en tre la ma rem árica y la física, que
por e abna de ser afinado erfecc t n atura eea cread o
toria de la ciencia pero SI y jb ecclOnado a lo largo de la hi.. .. a veces pa recía como inve rt ida la jerar quía lógica ent re a mbas.
, ' ... ~ 1 nom re quedará . Los concep tos m atemáticos se desa rr ollan, en progresión sustanti-
en esta como el de su genia d b id para SIem pre inscrito
.. escu n al'. va inma nente, h ast a llega r a los orígenes m ismos d e la m ecánic a:
per o, a su vez, el sistem a de los con ceptos físicos fundamentales
repercute sobre la form a d e la matemática. La nu eva meta tra-
4. Lo. M I\TE MÁTICA
zada a la investigación enge ndra de su pro pio seno los nuevos
Hasta aq uí, la matemática se n h med ios.
13 significación que posee com ~. ~. mostrado solam ente bajo
u. o con icion y prem isa para el rno- La aportación filosófica esencial de la cienci a de Galileo re-
La frase de Ca mpane Ua figura en side, para nosotros, en el hech o de que ha ce surgir una nu eva
Favaro, G. Galilei e lo sru<lio di Pad una (arIa • Galileo, reoogida en concepción de l problema d el conocim iento. Y ahora podemos ob-
lOO Diálogo 1, O"ere J . 1 ()\'4, t. 1, pp. f04 $J .
"'Ojá!~ lIJ, OP~e.
1'.,
J, "'0.
J. servar, siguiendo su trayectori a ulterior, cómo esta transformación
l ft~ Ca rla de ~l'~ r,' \M l , O pere, VII. 355. Ademá s, 11 S~Il 11ia IOre, O pere.
IV, 171.
386 EL CO NCEPTO DE lA NATURAlEZA EL NAQM.lENTO DE LA OENOA EXACTA 387
sistemática de l planteamiento del problema influye también di- cantos de la armonía geométrica. ''Quae lgirur finita circumscrípee
rectamente sobre el desarrollo d e loo diferentes conceptos y rné- et figurara sunt, illa etiam mente cornprehe ndi possunrt infinita e r
todos matem áticos y cómo es aquí, en el campo d e la investigación indetenninata, q uatenus tafia, nullis scientiae, quoe definirimúbw
concreta, donde por primera vez cobra su plena eficacia el ideal ..·omJx1Mt",r, nuUis dento1U tratiol"Lum repaguUs coartan possunl'·.1t1l
abstracto. Sin embargo, al orientarse la consideración -en una trayecto-
No int entaremos exponer aquí en sus sucesivas fases la evo- ria q ue hemos podido seguir en d etalle- de la consta ncia geo-
lución que a partir de ah ora se inicia y qu e desemb oca en el des- métrica hacia el problema de los cam bios, van transformándose
cubrimiento de la geometría an alítica y d el análisis superior. No también gradualmente el valor y la función del infinito. En la
cabe d uda de qu e cada uno de estos pasos, cada un a de estas ASl Tonomia nova, la obra en que por vez primera se expone el con-
¡nnovacione:> ~écnicas. inmane ntes, encierra también un significa- cepto kepleriano de fuerza, se indaga cuál es la medkla de la ac-
do .meecdológíco, no obstante, hay q ue dejar a cargo d e un a bis- ción que el sol y su atracción magnética ejercen sobre un planeta
tona de la matem ática filosóficament e orient ad a el describir estos dado, en un determinado espacio de tiempo de su rotación. Y como
mú ltiples giros y progresos, poniéndo los en relación con la idea esta acción depende de la d istancia a qu e se halla el planeta y,
general, ~e la cultura científica. Para nosotros, aqu í, los conceptos por tanto, varía d e un punto a otro, para poder fijar su intensidad
mateman cos no son sino el para digma que nos permite ver con se hace necesario encontrar un medio que reduzca a unidad, a una
claridad el camino seguido y los cambios experimentados por el magnitud conjunta, los diferentes e infinitos impulsos que rigen
problema general del conocimiento. Las nuevas creaciones que para todos y cada uno de los momentos concretos.
~hora brotan en los campos más d iversos y en apariencia más ale- Acaba destacándose clar amente aquí, en la solución de este
lados, el d escubrimiento d el cálculo algebraico y los comienzos d e problema, el concepto de la d etermin ada integral: como la inte-
la moderna g:ometría pro~ectiva, la int rod ucción de los logarit- eracl én, en cuanto a la función d e qu e se trata, se lleva a cabo
mos y ,la teona d e las senes: todas apuntan ha d a un motivo y matemáticament e, queda claramente d elineado también el punto
una r~~ comunes, en los que se enlazan las un as con las otras. de vista lógico de u n " agregado" infinito, que abarca e incluye la
DI~Jamos la a~ención hacia el problema del infinito, y vere- total idad de las magnitudes variables.le.
rnos co~ est~ .umdad se esboza aquí ante nosotros en un primer Más ta rd e, en la Stel'eometria doliorum de 1615, vemos cómo
bosqu~J? provision al. Es cierto que, para asignar a este problema este punto de vista se hace extensivo del tiempo al espacio. Las
la JX)SIClOn que debe ocupa r dentro del conjunto de la concepción mismas formas geométricas fijas se disuelven ah ora en agrupacjo..
~~e~.a de la naturaleza, tene mos Que establecer ante todo una nes de puntos. Para calcula r, por ejemplo, el contenido de un
dlStmclon:. el tratamiento lógico y dia léctico del infinito por K é- círculo, d ebemos imagina rnos su circun ferencia fonnada por una
~le~ y Gal ileo no d ebe confund irse con la eficacia y la fecundidad serie infinita d e punt os, cada uno d e los cuales sirve d e base a
indirecta s que este concepto ejerce en el sistema científico de am- un triángulo isósceles cuya pun ta se halla en el centro de la cir-
bos. p.e~adores. Es el segundo aspecto el que decide de un modo cunferencia: la suma de estos triángulos arroja la superficie total
. . ntrívo. acerca de la verdadera significación o bjet¡va d e i pnn
deñ ' - del círculo . Y el mismo método se aplica a la esfera, descompo-
CI ?, rrnenrras que su formulación explícita aparece todavía su-
Pl niéndola mentalmente en una serie infinita de conos cuyos vérti-
pedirada e? .much05 respectos a determinadas cond iciones histó-
ncas y cohibida por ellas. 163 Harmonkes mundi, bb. l. Proern., Op..-,<!. V, 81.

Esto es ~plicable sobre todo a Képler, para qu ien lo infinito


Ul~ V. Képle r a FlIbrici0 (8 díc. 1602) : "Coll«crjone igih' T olnni wm distan-
lItlrwm, q.. ae Sllnt in! inlrac, hnbetu r vlrtutis eñusae certo tempere surnma",
~ee todavía el sentido ant iguo del wmQov: es lo ilimitado y 10 ere. O pera, m, 77; cfr. edemés M. Ca nto r, Vor!em ngen iiber Ge.lchich te do."!"
Informe, lo que escapa a toda posibñlded d e medida y a los en- \.{a.thematik. 2~ eJ., t. 11, L ei~ i g 1900. pp. 829 ,.
388 EL CONCEPTO DE l A NATURALEZA EL NACIMIENTO DE LA CIENCIA EXACTA 389

ces convergen todos en el centro. Como se ve, es el criterio d e la reminiscencia d el "prototipo" de la igualdad que llevamos en nos-
división y la integración el que preside V domina las investigacio- otros mismos; jamás podríamos llamar ni reconocer iguales a los
nes de K épler. Lo infin itamente pequeño, tal como él lo concibe, objetos concretos si no pudiéramos refer irlos a este concepto pur o
es el elemento final en la desin tegración y el análisis de las formas que nos sirve de modelo,
constantes d entro del espacío.t'" Sin embargo, frente a los objetos inmediatos d e la percep ción
Es el mismo punto de vista que empieza guiando también las cabe poner constantemente en tela de juicio el criterio platónico;
investigaciones de Galileo. La para doja geométrica que figura a en este punto, tropezamos a cada paso con la apariencia de que
la cabeza de ella podría, concibiéndosela en un sentido puramente las relaciones puras se dan d irectamente en las cosas mismas, d e
abstrac to, resumirse así: una línea de determinada longitud pue- que la iguald ad y la magnitud, por ejemplo, se hallan adheridas
de acomodarse sucesivamente y punto por punto a un trecho más a las cosas concretas, como propiedades suyas.
corto o más largo, media nte diferentes mét odos de comparación, Es la evolución de la matemática la que viene a despejar de-
apareciendo por tanto, si queremos expresar esto en el lenguaje finitivamente este error, En ella vemos surgir constantemente nae-
usual , una s veces como "mayor" y otr as como "menor'U'" Pero vas clases de contenidos con respecto a las cuales resulta dudosa
la idea aparece todavía más clara en el ejemplo aritmético¡ si co- y .discutible la aplicación de los concep tos tra dicionales, planteá n-
tejamos las dos series infinitas de los números positivos enteros y dose el problema de descubrir en cada caso el punto de vista
de sus cuadrados, veremos qu e a cada elemento de la primera ideal para el enjuiciamiento. El ejemplo más claro de ello lo te-
serie corresponde uno y solamente uno de la segunda . Y, sin em- nemas en las series infinitas. T ambién con respecto a ellas --como
bargo, de los dos conjuntos que desde este punto de vista y en nos lo dem uestra la ciencia mod erna , al desarrollar y llevar ade-
esta ordenación se nos aparecen como "igua les" el uno es " parte" lante el criterio de Ga lileo- podemos hablar de "igua ldad", pero
del otro, ya que los números cuadrados van incluídos en el con- siempre a base de una nueva definición y de una nu eva "hipó-
junto de los nú meros positivos enreros.wt tesis" de la igualdad y dando a los conceptos de lo "mayor" y lo
Galileo resuelve la cont radicción diciendo que los atributos de "m enor" una versión d istinta, Se nos revela muy claramente aquí
la igualdad, de lo mayor o d e lo menor, sólo han sido definidos el carácter ideal de las relaciones concep tuales, puesto que estas
por nosotros con vistas a sumas finitas, siendo inaplicables, por relaciones y estas pautas no aparecen dir ectament e an te nosotros
tanto, a cant idad es infinitas . T oca con ello, en realidad, un pro- como algo dado, sino que tene mos que crearlas nosotros mismos.
blema lógico general, que encierra al propio tiempo un a significa. La matemática moderna ha descubierto, con el concepto de las
ción y un interés hist órico. Platón, en el Fedón, había trazado su distintas " potencias", el punto d e vista necesario para poder "coro-
característica general de la idea a la luz del concepto de la igual· parar" las series infinitas, 10 qu e le permite fijar y retener también
d.a.d: tiene su inicio y su pu nto psicológico de partida , nos d ice, en éstas, en un sen tido que ella misma precisa y traza de ante-
en los contenidos sensibles, pero sin que esto quiera decir que se mano, una especie de "determinabilidad de magn itud",
contenga en ellos, en lo que se refiere a su sent ido y a su valor. Claro está que, mien tras se mantie ne dentro de la considera.
Las mismas piedras y maderas evocan en el espíritu solamente la ción y el an álisis de la continuidad en e! espacio, Ga lileo sigue
tropezando con una dificultad dialéc tica interior, Se atiene en un
165 Stereornetria doliorum , pers 1, T heorema IT y XI: Op~ra, IV, 557 J v
todo at rigor y a la verdad del principio de la divisibilidad infinita
553.
166 Galilei, Díscorsi, 1; Opere, XIII, 25 ss. Una exposición detallada de la y rechaza todo intento encaminado a debilitar este pr incipio y a
paradoja geométr ica, de la llamada "rueda de Arísróeeles'', v. por ej. en Las- coartar su vigencia incondicional por medio de distinciones lógicas
swltr, t . H, pp. 48 S . e-ntre la infinitud "potencia l" y la infinitud " actual". La línea
HIT Discorsl, I, Opere, XIJI, 36 _.'. finita contiene realme nte la cantidad infinita de partes que la ín-
390 EL CONCEPTO DE LA NATIJRALEZA EL NACIMIENTO DE LA CIENa A EXACTA 391
tegran; lo que ocu rre es que esta realidad debe concebirse como espacio al del movimienco. l7O Esto hace q ue el problema cambie
una realidad qu e h a d e ser demos trada mediante un proceso in- de d irección, pues ahor a no se trata ya d e d esinte grar en sus partes
directo de razonamiento conceptua l, y no d irecta mente por medio a posterior;" un todo existente, sino de crear una base partiendo
de la percepc ión y la intuición de los sentidos.w de la cual podamos llegar a cap tar y determin ar el movimiento de
Pero no menos evidente que el carácter infinito de la d ivisión un lugar a otro como un proceso uniMrio y rigurosamente Ol"de~
es, según este pu nto d e vista, la necesidad de recurrir a ciert os nado M d esarroll o. El movimiento se red uce a un constante nacer
elementos- últimos e indiv isibles d e los que se forma la magnitud y perecer; no le es d ado gozar de un a "existen cia", ya que ésta
constant e, la cual queda ría necesariamente reducida a la nad a si exigiría una d uración y un a agrup ación de sus d iferen tes elemen-
no pu diera referirse a este fundamento primario de su ser. tos. Si, a pesar d e esto, qu eremos concebirlo y rete nerlo como
y estas dos tesis, la d e que Jo cont inuo no pued e red ucirse por una un idad, si no qu eremos qu e se desintegre en una incoherente
vía de división y la de qu e está formado de partes indivisibles, le- sucesión de estados sucesivos aislados, necesariamente tiene que
jos de con tradecirse ent re sí, se condiciona n mutuamente. La neo cont enerse en cad a uno de sus momentos concretos la ,.elación
cesidad de encontrar el fundamento de la magni tud en elementos con el proceso total y con la regla conforme a la cua l se d esarroll a.
sencillamente indivisibles obedece precisamente a qu e la continua la ley que entre laza el espacio y el tiempo es anterior, y sólo par-
d esint egración de un a magnitud dada nos lleva siempre a nue - tiendo de ella deja de ser el movimiento un cont enido psicológico
vas líneas finitas y compuestas, es decir, al hecho precisamente de qu e ap~rece fugazmente y vuelve a d esap arecer enseguida, para
que, por este camino, n o llegamos jamás a los "primeros compo- convert irse en un verdadero objeto científico.
nentes".Il\9 Pero no basta con exp resar en términos generales el nexo d e
No cabe du da de qu e este argu men to se basa en un paralogis- d~pendencia funcion al qu e va imp lícito en esta ley e ilu strarl a, por
mo, pues lquién nos garan tiza que existan en realidad tales " pri- ejemp lo, a base d e la relación que med ia entre un trech o finito
meros componentes" de la magn itud continua? JAcaso tend remos del espacio ca prichosa mente escogido y la duración en el tiempo
que renunciar al "ser" de la línea, que no repr esenta de por sí qu e a ella corresponde. la ley d ebe regir sin limitación algu na
más qu e un a pu ra relación, si no conseguimos redu cirl a a sus úl- para cualquier parte de la tr ayectoria, por
muy peque ña Que ella
timos elementos sencillamente sim ples y absoluto:s? sea, pa ra todos y cada uno d e los estados en cuya sucesión COI).-
Como vem os, Galileo sigue pugnando aquí todaví a con aque- sisee el movimiento. Su Contenido y su gene ralidad, por tanto,
lla det erminación d el concepto de l ser que él mismo critica y di- sólo .se manifestarán de un modo completo siempre y cuando que
suelve a lo largo d e toda su investigación. Mientras el elemento concibamos la ley en esta su punttUll eficacia y determinabilidad-
ind ivisible es conc ebido --como ocurre especialmente en la ato- ~ decir, siempre y cuando que consideremos como ya existente;
mística d e G alileo-e como u n ser concreto y existente de por si vigente en cada momento indivisible del tiempo la conex ión que
que, al unirse y combinarse ext ernamente con ceros, lleva como en ella se exp resa entre el tiempo y el espacio.
resultado a las formas finit as, no es posible descartar la contra- Es la historia de la matemática y la mecánica la llamada a in-
dicción ent re este tipo de "discreción" y la magni tud conti nua. vestigar cómo de esta id ea nace el concepto del "momento " y con
De aq uí qu e el prop io Galileo, siempre que trata de aclarar él e! ejemplo primero y típico d e lo "infinitamen te pequefio".m
su conce pción del infi nito, se pase, sin qu ererl o del problema del Lo Importante para nosotros es, sobre todo, el hecho de que el
concep to de lo infin ito, qu e, referido solame nte a la continuidad
188 Discorsi, 1, Opere, xm, 50. Crr. especialmente Cohen , Das Prinv t'
der lrl/initeJimal-MethoJe ,,,, <1 seine G eJchichle, Berlín 1883, pp, 45 ss., 39 J.<. J1(l Discor sl, 1, Opere, XIII, 51; v, s.demás Opere, JI, 333.
l a V. Opere, ti , 330L (confTa Anton io Roc CO) 1 Discof5i, I, O pne. xm,
m cer. Dühr¡ · ·JC he Ge5Chich(e <1.... A1IR. Princ . deT Mechonik, 3' ed.,
11 rlng. K1111
p p. 25 J J.
38 , pasJ.
19l EL CO NCEl'TO DE LA NA TURALEZA EL NACJMlENTO DE LA CJENCIA EXACTA

en el espacio, seguía envolviend o un a serie de dificult ades ínter- leo, combina el principio de la "composición" con la idea d el mo-
nas y de equ ívocos, no en cuentra su esclarecimiento y su fijación vimiento uniforme. El concepto del "fluir con tinuo" viene siendo
sino en el concepto de la t!clocidad. Ni la diferencial d el espacio considerado d esde Newron como la expresión y el término corre-
ni siquiera la del tiempo pod ía, por sí sola, señalar el cam ino, ya lativo d el COfl..Cepto d el tiem po. Sin embar go, aquí, en la Investí-
que el punto d e partida histórico y lógico lo ofreció el concep to gación purament e geométrica, debemos en todo caso prescind ir
de los cocien tes diferenc iales, La ecuación func ional -redu cida a del tiempo OO'ItCTcto, para destacar solamente el principio gen e--
su expresión más pura y más acusada- brinda al mismo tiempo ral del cambio cont inuo y un ifO'f'l71.C. la forma es concebida y de-
la base más segura y más "sustancial" que el pensamient o ciem i- terminada en su proceso d e nacimiento: la diversidad en cuanto
fico podía sumin istrar para llegar a construir la magnitud. al modo y a la ley de l crecimient o explica y condiciona las dífe-
En la Gecmeeríc de los in divisibles de Cavalleri se plasma la ren cias de magnitud de las figuras ya acabadas. Pero, de por sí,
repercusión indirecta qu e los principios y Jos criterios mecánicos aqu ella diversidad no pu ede represent arse sin establecer de ante--
de Ga lileo ejercen sobre la concepción del espacio geom étr ico. Sa- ma no una variable fun da mental común, a cuyo fluir uniforme
bemos por una carta de Cavallerí qu e el problema enunciado en podamos referir tácitament e todos los cambios. Incluso cuando
el títul o d e la obra había sido planteado y abordado por el propio parece q ue sólo manejamos un a magnitud concreta aislada y nos
Galileo, y ha y hu ellas y testimonios que ap untan a la Srerecme- atenem os exclusivamente al principie de su desarr ollo, da mos por
tria do liorum de Képl er como a la fuente y sugestión comú n.m supuesto en realidad, y no tenemos más remedio que hacerlo así,
l a continuida d objetiva de los ca mpos se acusa directamente, corno un segund o pu nto de reftreneia latent e.
se ve, en las relaciones personales ent re los diversos pensadores. Tal es, por tanto, el criterio lógico central que pugna constan-
El métod o emplea do por Ca valícr¡ consiste, como es sabido, en temente por expresar Cavalieri: el de qu e el infinito geométrico
Que concibe, ant e todo, cada figura plana como d elimitad a por no significa de por sí nada, ningún ser dotado de existencia pro-
líneas o "reglas" paralel as. Si con sideramos como móvil una de pia, sino que pretende represent ar tan sólo el instrument o y la
estas reglas, la qu e pone fin a la forma de que se tta ta, y nos la expresión condensada de las proporciones de lo finito; es decir,
representamos, desplazada paralelament e a sí misma, de tal modo que no se trata, según la terminología escolástica a que Cavalier¡
qu e coincida al final con la línea opuesta a ella que delimita la recurre, de un infinitum simplicirer, sino de un infinitum secun-
figura, tendremos qu e la totalid4d d e los grados paralelos qu e de dum quid.
este modo se producen llenan y reprod ucen íntegrame nte la figura Por eso, para no cae r en una hipóstasis meta física, se lo com-
plan a d ada: todas las relaciones y todos los datos q ue podamos para ---como habrá de hacer más tarde Leibniz- con los concep-
demostrar con respecto a esta totalidad serán, así, directa mente tos metodológicos y operati vos del álgebra: con la x de la ecua-
tra nsferibles a la figura misma. ción, cuyo "sen tido" se red uce también a servir de pu nto de apoyo
" Las figuras plan as guard an entre sí la misma relación que la y sujeto ideal para expresar las relaciones de magnitud .m:
tota lidad de sus rectas tra zadas confo rme a un a y la misma regla; Sin embargo, es precisamente en relación con la metafísica
las formas corporales la misma relación qu e la totalidad de sus donde no logra Cevalí ert def initiva claridad : así, para escapar a
plan os ajustados a una determinada regla' '.lu las objeciones " filosóficas", se ve obligado por últi mo a conceder
C avalieri, al concebir la figura como realizada y medida por el qu e jamás ha pretendido equ iparar la continuidad misma a la t o-
"fluir" d e la regla, concilia los pumas de vista de K épler y Gall - talidad de sus elementos, sino qu e afirma simplemente que exis--
111 V. Cantor, G esctuchee del' Ma rhernatik , t. 11, pp. 832, 848 s' ten las mismas proporciones numéricas entre las formas cont inuas
n s Cavalieri, Geotru' fria ¡ndi"isib¡libus conlinuOfum no.'ll quadam rancne l'rt Cav alieri, Exercira rion.cs geom erricae sexo Bonon. 1647. Exerc. 111, CIp.
prom ora. Banoniac 1635, lib. 1, prob!o u, propoe, U. VIII, P. 20~.
EL CONCEPTO DE LA NATIJRALEZA

ya acabadas y las totalid ades de sus líneas.I n Pero es evidente


EL NACiMIENTO DE LA CIENCIA EXACTA

rección misma, de cuyos continuos cambios se concibe que brota


'"
que si, en toda comparación numérica y, por tanto, en todo juicio la curva, no es tampoco algo sencillamente simple; también lo
matemá tico, lo continuo puede expresarse y sustituirse por la to- aparentement e "elemental" se desintegra, cuando se lo sigue ana -
talidad de sus elementos constitutivos, es que, desde el punto de lizando, en una pluralidad de de terminaciones.
vista del conocimiento científico coincide el SeT ccncepaed de amo Con esta idea nos acercamos ya a los comienzos de la geO'l"l'U'-
bos. y el empe ño por encontrar, a pesar d e ello, un criterio inte- tria anal ít ica, tal y como los establece el francés Fermat ant es d e
rior, una "entidad interior" cualquiera qu e distinga a 10 uno d e k, que Descartes llegara propiament e a desarrollarl os en el terreno
otro responde, evidentemente, a la aplicación de una pauta falsa. de los prin cipios, Mientras que para la intu ición directa , a la que
El método de Cavalieri es proseguido y desarrollado por Ro- se aferraba la geometría antigua, toda forma concreta constituye
berval, cuyo m étodo de las tangentes viene, al mismo tiempo, a un todo dado d e por sí y qu e descansa sobre si mismo, se descubre
ampliar el horizonte lógico, Ca va lieri reconocía el concepto d el aho ra por vez primera lo que podríamos llamar el ccncepec gene-
movimiento, pero limitándolo al nacimiento de una form a con- ral de la fig ura. Las d istint as formas concretas empiezan reduci én-
creta a base de sus elementos; Roberva l va más allá, al determi- dose de n uevo a una variedad infinita de puntos, cuya unidad y
nar y reconocer la tangente como resultado de la combinación .,. cohesión aparecen garant izadas, sin embargo, por la regla común
la interdepen dencia de d istintos m ovimientos. Las diferentes con- que todos ellos comparten: por la forma de la relación qu e me-
diciones a que según su concepto debe ajustarse la curva, apare- dia entre cada uno d e los elementos del conju nto y los d os ejes
cen como otras tantas fuerzas que. al combinarse, trazan conjunta- de las coordenadas fijadas a voluntad.
mente la di rección del movimiento en un sentid o ún ico y en cada Este concepto fundamental y u niversal hace saltar los llmires
momento deter minado. Roberval estable ce certeramente el princí- fijo." de los d istintos objetos geométricos concretos. Ah ora, bas-
pie del parale lágramo de las velocid ades como base y esquema d e ta frecuentemente con recurrir a una simple operación algebraica
esta combmecíón.v" para pasar de la expresión analítica de una forma a la de atta,
Vemos, pues, cómo se agrupan bajo un pun to de vista común pudiendo así reconocerlas ambas en su afinidad; la simple varía-
la geometría y la mecánica, combina ción que si no representa nin- ción de un parámetro identifica como nacidas las unas d e lee
gún salto violento. es, sencillamente, porque el ser íisico d el mo- otr as formas que de otro modo se atribuy en a diferentes géneros.
vimiento y d e la fuerza ha perdido previamente su carácter abso- y esta tendencia se ve confirmada después por aquella concep-
luto, para dejarlo reducido a un simple conju nto de relaciones. ción y aquel punto de vista geométricos que, considerados en otr o
Ya en Galileo veíamos cómo, al construir la línea del lanza- sentido, se nos presentan, por el contr arío, como la antít esis y el
miento d e un cuerpo, al llegar en ello a una fórmula conciliaroria reverso del método algebraico: tampoco la geometría peoyecríva,
entre el movimiento "natural" V el movimiento "violento", supe- tal como ahora la formula y desarrolla Desargues, se orienta de
raba el divorcio cualitativo entre lo recto y lo curvo. Pues bien. nuevo hacia la concepción de la geometría ant igua, sino que, por
ahora resalta con mayor claridad aún que lo curvo no represen ta el contrario, asimila y elabora el moderno concepto fundamental
un contenido primario indisoluble, sino, por decirlo así. un ent re- de lo infinito y del cambio. Aq uí se toma como base, por ejemplo,
lazamiento y una síntesis de varios " movimientos" simples. La di - una definición general del segmento esférico, de la que se parte
para desarrollar las diferente s especies concretas y derivar las d is-
In L. c-, Exerc. 111, cap. VII, p. 200. tintas formas especiales posibles, mediante la gradación de una
116 Sobre el método tangenc ial de Robervlll, v. Gerhard r, Die Entdccklln¡:
deT hi.ih cren Anal)'s is, Halle 1855, p p, 39 ss. Cohen, 1. c. pp. 33 55. determinada caracrerisríca.t"
li1 Más detalles acerca de esto e n mi obra Ú' ilm iz' S)'.<rcm in !ci nc" La nu eva dirección del pensamiento se reafirma en .el hecho
wisen!chafd ichen Onmdlflgen. de que lo que antes aparecía como un divorcio conceptual se atri-
J96 EL CONCEPTO DE LA NAruRALEZA EL NACIMIENTO DE lA a ENefA EXACfA J97

buve ahora a una simpl e dife rencia cuan tita tiva; de que, según constructiva de las magnitudes del espacio. Los símbolos emplea.
la frase de K épler , la apar ente antítesis contradictoria se reduce dos para el cálculo son, simplemente , los signos d e de terminadas
a una diferencia "de más o de menos" (v. su pra. pp. 317 s.) . El formas fun damentales del espacio: el an álisis "figurativo" se dis-
método de la proyección es el m edio que nos permite considerar tingue d el análisis corriente en qu e, en ve: de opera r con núme-
y enjuiciar la misma determinabilidad cualitativa bajo el ángulo, ros ope ra con Uu formas y figuras de Uu cosas.119 Al principio,
por de cirlo así, de d iferentes formas y variant es cuantitati vas. parece como si esto viniera a someter la aritmética a una condición
Hasta qu é pu nto se prestaba este nuevo giro de la matemática restrictiva, condición que, en efecto, emp ieza exp resán dose en la
abstracta para socavar los fundamentos sobre los que descansaba ley de la homogeneidad de Vieta. 1 8<l
el ed ificio aristotélico del universo nos lo revela una objeción ed u- La comparación numérica entre diversos cont eni dos presupone
cicla contra A ristóteles por Benedetti, el más desta cado entre los su originaria homogene idad conceptual: antes de pode r conside-
predecesores de Galileo. Arist óteles había afirmado que sobre una rar y tratar los element os como términ os de una relación algebrai-
recta finita no podía llegar a desarrollarse ningún movimiento in- ca, lo primero qu e ten emos que ha cer es red ucirlos a una un idad
interr umpido, ya qu e el cuerpo, al llegar al final de la trayectoria, cua litativa común. Hay qu e partir d e la fijación conceptual de la
ten ía necesariamente q ue deten erse, antes de empe zar a marchar "dimensión", establ ecer d e an temano el punto de vista gener al de
en sentido con trario. Pues bien, Benedetti, para refutar esta afir- la medida. antes de proceder a compa rar los da tos de hecho.
ma ci ón parte de la consideración d e que el movimiento del cue r- Ahora bien, aunque la geom etría nos ofrezca el más daro
po se desarrolla en una línea circular cerrada, transfiriendo luego ejem plo y la ilustr ación d irecta de este criterio, es evidente que
a la línea recta el resultado a q ue así llega, para 10 cua l proyecta su contenido y su apl icación trascienden con mu cho por encima
sobre ésta todos y cada un o de los puntos de la circunferencia. La de sus límites. La verdadera encarnación y la delimitación defini-
correspond encia y la rela ción de dependencia geomét ricas perfec- tiva del concepto de la d imensión no residen precisamen te en la
tas que en esta operación se acusa n es, según él, la prueba de que extensión: remont ándose por encima de la intu ición del espa cio.
tampoco el movimiento d esarrollado en ambas trayectorias pued e Viera procede a establecer, a su volun tad , toda u na serie de po-
acusar diferenc ia esencial algun a y de qu e, por tanto, tiene que rend as y a representa rlas y calcularlas.
discurrir de un modo cont inuo en ambos cesoe.t" De este modo, Nos encont ramos, pues, aquí con un ent relazamiento d ialécti-
el crit erio de la subordinación perf ecta que el método de la pro- co de tenden cias op uestas: si las abstracciones del álgebra apa re-
sección nos permite descubrir, d estruye el aparente antagonismo cían condicionadas y limitadas por la referencia a la intuici ón geo-
qu e se advierte en el concepto y en el com portamiento físicos. métrica, ah ora vemos cómo el concepto geomét rico de la medi da
Si ah ora pasamos de la geometría al álgebra, vemos que tam- adquiere nu eva amplitu d y generalidad , al ent rar en contacto con
bién aquí ocupa el centro de las consideracio nes la relación lógica un nu evo campo de prob lemas.
ent re la cantidad y la ctUllidad.. La introdu cción del cálcu lo alge- En ambos sentidos viene a constituir la geometría analítica de
braico, que alberga ya en germen tod o el desarrollo futuro de esta Descartes la cont inua ción filosófica y en línea recta del pensa-
rama de la matemática, part e d e una nu eva relación en tre el nú- mient o fun dam ental de Víeta."! Vemos ahora, de un mod o ge-
mero y el espacio, entre la cantidad abstracta y la magn itud enun-
ciada . Las operaciones aritmét icas puras no siguen man teniéndose 179 "Logi stice numerosa ese q uae per n u me re s, Speciosa q uae per specie.
seu re ru m formas exhib etur, ur pot e per A lpha bclica ele me r ua". Viela, ha gog~
aisladas; revisten una denominación y una forma d e expresión que
in Iftem a nalyricam, cap. IV (O per,¡ ml1therll.<l,i,·,I. ed. a Schooren, Lugd
les perm iten reproducir d irectam ente los nexos y la combinación 'Ba lay. 1646, p. 4).
118 Denedetti. Dit'eO"J<1...m sp« ulationlolm rnad, emafica'Iol:r¡ t:f ph, fica... m 1811 Vi~ta, 1. e.. ca p, m, pp. 2 S.
libe. T lIurin i lSSS. V. u sswiu, 01'. cit., t . 11, pp- IS J. 18 1 Cfr . acerca d e ~tC'. i,, (~4, libro IJI. ClI P. 1.
"oJ EL CONCEPTO DE LA N ATURALEZA EL NAOMlENTO DE lA CIENCIA EXACTA 399

nenl, cómo el nuevo aná lisis se convierte precisamente en medio sí como los logaritmos con respec to a los números a qu e pene-
para entrelazar y medir 106 unos por los otros cont enidos qu e an- necen. w .
tes apa recía n como heterogéneos entre sí. C uando, por ejemplo, Képler, que es también el primero en com prender la gran im-
Galileo, en su ded ucción de la parábola del lanzamiento de un porta ncia que encierra el criterio de Néper, asimilándoselo y es-
cuerpo, compara entre si factores que parecen tan distintos como forzándose por d esarr ollarl o y da rle carta de naturaleza en la cien-
las d istancias, los tiempos y los impulsos, tomando por base una cia matemática, expresa con rasgos muy ca racterísticos lo que esta
sola recta limit ada y viendo en ella la unid ad simbólica común idea aporta d e nu evo al álgebra. Nos dice cómo la mayoría de los
de todas estas magnitud es het er ogéneas, aplica con ello el verda- ma temáticos h uían cuidadosamente d el conce pto auxiliar del mo-
dero método de la característica "figura tiva".I 82 Y este ejemp lo t'im.ien.to, por entender qu e este concepto, ta o resbaladizo y muda-
nos perm ite com prender h asta Qué punto el nuevo método, a la ble. no pod ía ofrecer un fu nd am ento seguro para el "estilo" exac-
par que de una part e parece reconocer las d iferencias genéricas ro de la argum entación mat em ática. [ 1 mismo intenta salir al paso
de magnitud, parece ta mbién, d e ot ra part e, conciliarl as y supe- de esta objeción, prescindiendo en sus de ducciones de tod o lo que
rarl as. Se exige qu e las magnitudes comparadas sean homogéneas sea "cantidad sensibLe" y movimiento sensible y consider ando íos
entre sí, pero no es la intuición d irect a de loo sentidos, sino el logaritmos exclusivamente " bajo el concepto genérico de la rela-
punto de vista matemático d el conce pto y su definición, qui en tie- ción y d e la magnit ud int electual pura" (sub genere relationum
ne qu e d ecidir cuáles contenidos d eben considerarse como horn o- quantitatisque mentalis}. El logaritmo es para él, así considerado,
céneos y cuales no. El espacio. el tiem po y la velocidad, aunque una simp le medida numérica d e relacion es, el ú(lt{)I-l0¡; t"oiJ Myov,
parezcan incom parables ent re sí si se los considera como cosas, se qu e sirve para ofrecer una lTIedida común a todas las clases d e
hacen homogéneos a parti r del momento en que el mate mático magnitudes. 1St
descubre un mé todo que le permite referir la medida numérica No cabe duda d e qu e K épler contrib uye con ello a deslinda r
de un a de estas magnitudes a la de las ot ras dos. más cla ramente los límit es de l problema concreto que aquí se
Entre los progresos alcan zados por la aritmét ica especial, ocu- plantea y a seña la r con mayo r nit idez el lugar lógico qu e le corres-
pa el primer lugar la int roduc ción de los logaritmos. T al vez no ponde. Sin qu e por ello deba perd erse d e vista, sin em bargo, el
haya <:0 toda la h istoria de la ciencia ot ro ejemplo ta n claro como fecundo gennen discursivo que se contiene en el criterio general
éste d e cómo una innovación técnica importante puede revestir, fonnu lado por N éper. Con él se llevaba a cabo ya en el campo
..1 mismo tiempo, un int erés sistemático abstracto y genera l. de la ma rem árica pura 10 q ue K épler h abría d e alcanzar en el
En la primera formulación del concepto del logari tmo, Néper campo d e la astronomía : volvía a reconocerse y ad mitirse como
parte de la comparación de dos series de núm eros, una de las cua- una pu ra relación mental el factor cambio, que d esde los tiempos
les ava nza en progresi ón aritm ética y la, otra en progresión geo- del id ealismo griego parecía relegado por comp leto a la zona d e
métrica. Para expresar esta regla de la progresión, se recu rre a lo ind eterminad o-sensible. Q uedaban senta das las bases de l "nú-
una analogía m ecánica. Se part e d el supuesto de m ovimientos que mero va riable" : la característica exp resión del "fluir" continuo,
se desarr ollan simul t áneamente, pero en d os grados distintos y un o acuñada por Néper, habrá de in fluir sobre la geometr ía de C ava-
de los cuales recorre en un idades iguales d e t iem po d istancias igua- Iieri, y su definición del movimiento uniform e y desigual sobre la
les, mientras qu e el otro cubre longitudes que van disminu yendo mecánica d e Galileo.
prop orcionalm ente. Las tray ect orias desc ritas en un det erm inado El con cepto del nú mero recibe enseguida un nuevo impulso
inte rvalo de tiempo bajo este .doble supuesto, se comportan ent re tea N epee, Mirifici Logarilhmorum Ca noniJ deJCTiplio ( 1614). Cfr. Can .
IN , op. ctr., n, pp. 730 y 740.
1~2 Gehlef, Diswrsi, Ill, Opere. XIII, 241 ." 1st Keplee. O pera, VII, 309 51.
EL CONCEPTO DE LA NAruRALEZA EL NACIMIElITQ DE LA Q ENCIA EXAcrA <O,
para su renovación y tr ansform ación por obra de la teoría de In .• Por donde . también el número se convie rte en cifra y expre-
ecuación., en la que por vez prime ra se acusa cla ramente la signi- sron de un m étodo puro, de un a ope ración d el pensamiento ' su
ficación de lo negativo y lo imaginati vo. "se r" se asegura simplemente con qu e se logre enco nt ra r una' ex-
C ieno qu e precisamente en es te pun to nos es dado observa r plicación rigurosa y general y ñl ar la ley que aba rque tod as sus
cómo la com prensión filosófica no aciert a a ma ntenerse al compás man~estaciones especiales y concretas. El ejem plo de lo imaginario
de los progresos conseguidos en el campo del conocimiento ma- ensena claramente qu e no es posible llegar a com prender el con-
temático específico. A l pri nci pio. los nú meros negativos son con- ten ido de la ma temática si en sus conce ptos se ve solame n te la
side rados sencilla mente como " nú me ros absur dos" y 10 imaginario descripc ión d irecta o ind irecta de las cualidades de 10 real en vez
se eq uipara en un todo a lo "imposible". Es e-corno lo expresa de partir de la característica genera l de su función de ' conoci.
Cardano, su verdadero descubridor- una "magnitud sofística ", miento, ganando a través de esto el acceso a los mé todos especi ales.
una forma qu e descansa exclusivamen te sobre la lógica formal,
"ya que no pueden eplicársele, como a las demás magnitu des, las
operaciones del cálc ulo, ni podemos tam poco preguntarnos qu é
es y en qué consíste' t.t '"
Si hu biera que dar por de sca rtad a la posibilidad de ap licar a
lo imagina rio el método algebraico general y su punto de vista,
no cabe dud a d e qu e h abría que considerar obligado el juicio re-
probatorio qu e aquí se pronuncia. Por eso el con cepto del número.
Al seguirse desarrollando, viene a introducir la más clara d e las
ru pturas con el ideal tradicional del conocimiento.
Si hemos de partir de los individu os y "sustancias" concretos
para copia r sus características en nu estros conceptos, no cabe duda
de que tendremos que exigir que todo conc epto, por m uy genera l
qu e sea, encuentr e tarde o temprano u na corre spond encia con-
creta en la realidad, desechand o por inservible cualquier pensa-
miento que no pueda acred itarse así como un trasu nt o indirecto
de los objetos existentes.
El nu evo método nos enseña, sin em bargo, a prescindir de esta
exigencia: el concepto, según él, no nace por vía de la " abstrac-
ción " de lo conc reto, sino como un producto d e la definición y
solame nte así. Podremos sent ar loo fund amentos necesarios, pode-
mos desarrollar la vigencia y el valor propio y específico d e nu es-
rras relaciones conceptuales, sin preocuparnos para n ada d e sabe¡"
si en el m und o de la realidad de las cosas existen o no imágenes
qu e correspondan di rectamente a ellas.

1 ~1I Cemo e, 01'. c¡r~ 11, p . 506. So bre el ca lificativo d e "mirneros .bMir-
dos" e[ado a 1(' ~ nú m~r'" negat ivos, v. 11. 442.
COPf:RNICO Y LA METAFISICA-G. BRUNO . 01
Hast a en un observador t an exa cto y t an sereno como G ilbert
vemos como palpita un cierto pathos moral cua ndo refuta 101
Capítulo I1I objecion es tradicionales contra la nu eva con cepción : llama espío
ritus miedosos y pusilánimes a cuantos temen que el movimiento
EL SIST EMA CO PERNICANO DEL UN IVERSO Y LA de la tierr a ponga en peligro su base firme y su posición segura en
METAASICA. GIORDANO BRUNO el uníverso.s
Goe the expresa con gran fuerza, en su juicio sobre el sistema
....... N UEVA concepción astronó mica d el mun do, pa ra qu e su con- coperrncano, esta repercu sión ética que necesariamente debía ejer•
tenido pu diera llegar a comprende rse, exponerse y desarrollarse cer sobre los espíritus. "T al vez no haya conocido la h umanid ad
debida mente, necesitaba crea r ante todo sus med ios discursivos una sacud ida tan gran de. tCuánta s cosas se esfumaban y conv er-
propios y orient arse asi, en primer lugar, ha cia la transformación rían en humo, ante este reconocimientol Un segundo paraíso, un
del contenido reérico d el conocimiento, pero ello no quiere decir, mund o d e inocencia, la poesía y la devoción , los testimonios d e
ni mu cho menos, que su valor filosófico re reduzca a esto. los sentidos, la convicción que infund ía al hombr e una fe poético-
La fuerza y el entusiasmo con que la t eoría coremícana Iu é religiosa: no era ext rañ e que las gent es se aferrasen a todo esto,
abrazada y de fend ida por sus prime ros partidarios no pueden ex- q ue no qu isieran verlo derrumbarse, que se opusieran por todos
plicarse solamente por la d iferente concepción lógica que en ella Jos medios a semejante teoría, Que autorizaba e in citaba a Quien la
be manifiesta, ni tampoco po r la renovación genera l de l C011Ce~l)
profesase a un a liberrad d e pensami ento y a una grandeea de in-
de la naturaleta. tenciones hasta ento nces inaud itas e Insospech adas,"
Al cambiar la imagen de la realidad objetiva, cambian tam- Con la nueva teoría, el individuo, d espu és de haber em pezado
bién di rectamente el cont enid o y la fisonomía d e las ciencias del viéndose, al parecer, constreñido por la int uición y la imagen del
espíricu. Se abre paso por doq uier, a part ir de aho ra, la expresión universo, se siente en verdad realzado y fort alecido en la con.
de una nueva conce pción ética d e la vid a, d e una nueva manera d e' ciencia mora l d e sí mismo. Si el sujeto cognoscente, pese a la
considera r el mundo y los va lores. Y el entrelazamiento de es- limitación y a la relatividad de la posición que' ocupa , es capaz
tos d os motivos fun damen tales no se revela solamente en los filó- d e llegar a comprender y a retener el ord en d el universo, ello ga-
sofos, sino ta mbién entre los representa ntes de la ciencia exacta. rantiza la unidad total de la naturaleza y de la Ie'Y del conocí-
A la íue de las vicisit udes sufridas por la teoría del movimiento miento. Por el contrario, el escolasticismo, a pesar de qu e en él
de la tierra, de sus primeros atisbos en la ant igüeda d, de l escure- la nat ura leza aparece referida siem pre' al indi vidu o y sólo parece
cimien to posterior de esta id ea y de su renacimiento moderno, va encontrar su cent ro en éste, conduce por tod as partes a la con-
formándose en K épler u na visión general d e lo que es la historia traposición dualista de naturaleza y espíritu. Su modo de apreciar
v, apoyánd ose en todo esto, co ncibe este pensador, por vez primera, los valores tropieza con un a contrad icción q ue Galileo seña la ni-
la ide a d e una constante H(".Jucación del géT4'1"O hu manO" en el rida y cert era mente: la tierra, considerad a como el centro del
conocimiento d e la natu raleza y de sí mismo.' universo y la meta ha cia la qu e tiende cuanto acaece, viene a
ser, en contraste con la inmu table perfección de las esferas celes.
1 Kepl er, Dissertaric curn Nun rio Sid ereor "Co gite t, an quidq uam fru slrA tes, algo así como la "hez del mundo" y la morada de todo lo vil
permittat gentie h umanae s up remu s e r p rovidus ilJe cu stos, e e quonarn i1l e
consilio, vel uti prudens promua, hcc potlssimum tempere nobis istha ec cpernm pidat, quo llsqu e progressum sir in cogn it ione nat urae , quanturn rester et quid
suo rttm penet ralia pand ar, , . .au r si. •• Delts con d.ror tm i.,ersitare m hominltm porro exspectandum sir hommíbus", Opem, 11, 502. Cfr. además Opera, Ill,
.,c!ltti qlt enJam sltccrescentem cr p<1ulatim rnctaresccnrcm puerltlltm SltcceJsiv e ~ 62,
ab Ill¡is ad alia w ¡¡:n<ncettd<1 dl< c' r... ; perpendat igitur et qu odammodo res- :t G ilbert, De f1UIgnete, VI, 3, pp. 216 $J.
402
EL CONCEPTO DE LA NA11JRAl.EZA coraaxrco y LA M ETAFISICA-G. BRUNO

f reprobable.' Sólo a través del concepto in termedio de la reden - los medi os para captar claram ente la realidad, tra te de adoc tri-
ción, y por tanto del pecado, puede afirmarse y justif icarse la namos al mismo tiempo por otro camino, es de cir, mediante la
posición privil egiada de l hombre como sujeto de fin es; solamente revelación di recta de la Sagrada Escritura, acerca del verdadero
aquí adquiere la persona lidad humana su idealidad religiosa, la ser d e las cosas naturales.
cua l se halla en pugna, sin embargo, con su libertad V con su libre T odos los predicados y ju icios en torno a la existenc ia de los
a rbitr io. objetos deben basa rse única y excl usiva men te en el testimonio de
Son, por tan to, razones objetivas y d e orden interior las que la ex periencia ciemífica y forma rse por el procedi miento orden ado
expl ican por qu é la lucha en torno al sistema cósmico se ampli a qu e sus mé todos nos prescr iben . La necesidad que esto nos im-
en seguida hasta convert irse en el problema general de las fron- pone representa u n criterio firme e inconmovible, contra el qu e
teras entre la religión y la ciencia, entre la fe y la razón . Leyend o no pu ed e a pelarse ante ninguna instancia su perior. Si la Escri-
las actas del proceso de Ga lileo, se asombra uno al ver la claridad tura expresa la volu ntad y la esencia de la divinid ad bajo una
y la nit idez con que ambas p artes afron tan y mantienen este forma en consona ncia con la intel igencia y la capacidad de com-
pla nteamiento de l problem a. El pu ma inicial de partida va que- prensión del pue blo Vsusceptib le, por tanto, de una interpretació n
dando relegado a segundo plano ante el nu evo problema, más variable y dive rsa, a nte la naturaleza misma, en la que la dívíní-
profundo y más amplio.' dad se re vela a sí misma de un modo inequívoco e inm utable,
Mu cho antes, en su conocida carta a la gran du qu esa madre desaparece tod a d uda y tod o equívoco. Los cara cte res matem árl-
Cristina de Lorena , el prop io G alileo tr azaba la nítida línea di vi- cos en que apa rece escrita excluyen tod a interpreta ción capri-
soria ent re la significación teóri ca y la significación práctica de IR chosa y ajustada a los deseos }' a los fines contingentes d eJ
religión , a la qu e más tarde se at end r ía fielmente en su defensa. individ uo.
La na tu raleza y la Sagrada Escritura son invocad as y reconocidas ':¡Por qu é, para conocer el universo y sus partes, hemos de
por igual como testimonios de la revelación d ivin a, pero sin que partir d e la in vestigación de las palabras de Dios antes que de la
pueda existir ni asomo de du da en cuanto a la re lación de rango de sus obras? ¿Es acaso la obra menos noble y excelente que
entr e estas dos fuent es fundamentales. Las seguras experiencias la pala bra!" G
de los sentidos y las con clusiones demostr ativ as basadas en ellas T odavía en Cam panella vemos cómo la filosofía de la natu-
con stitu yen para nosotr os, forzosamente, el fund ament o primero raleza ha blaba de la "doble revelación", queriendo asegurarse así
e incont rovertible del q ue tenemos que part ir pa ra inter pretar Jos la posibilidad de su objeto y de su punto de vista; pero al llegar
libros bíblicos V descubrir su verdadero y profundo sentido. G a- aquí, se descarta incl uso este paralelismo. De la coordinación se
lileo descarta cla ra e inequivocame nte la idea de una "doble ver- ha pa sado a la subordinació n, V de ésta a la total disociación de
dad" ; es imposible, nos dice, que el mismo D ios que nos ha dotad" los dos campos. La verdad de los h ech os cae d e lleno bajo la ju#
de senti dos, de inteli gencia y de razón, entregándonos con ellos risd icci ón del con cepto científico, mient ras qu e la misión de la
J Galilei, Letrere eulle ' ppa reo¡~ lunarl, O~~. m. 130. Cfr. 115 caracte- religión y de sus Escrituras se cifra ún ica y exclusivame nte en ser-
rísticas observaciones de Am onio Rocco (Galile; Op. 11. 221) J la replica de vir de vehículo a las " verdades morales de la sa lvación del alma".
Galileo fop. cit.• 11. 293). V. ademá s Dialogo 1, Op. l. +1: "Quan to alla lena. Sólo este deslinde de camp os esta blece una armonía int erior
no¡ cerchíamo di nobUitarl. e perfezionaria, merme procuriamo di farla simile
ent re las diversas t end encias y potencias de la conciencia bu -
ai cor pí celesn, e in cerIO rncdo mener/a qw.así in Cielo, dí do ve 1 V0 51IÍ filo-
sof; I'hanno bendita". V. ademá s Dialogo I, Opere, 1, 68 y Dial. ll, O pere. man a V gerantiaa la unidad y la necesidad indestructible de l int e-
1, 291 i, li Galileo n Diodati, 15 enero 1633, O pere, Vll, 16 u . A Cristina de Lo-
4 Cfr. acerca de esto las referenc ias y pruebas docum ental es en Bent, Co- rena (1615), O pere, 11, 26 ss., especialmente U, 3+. A Castell¡ (21 dic. 1613),
p~rn ico e le vicende del . i lr~mlt Copernicano in I tal ia, Roma 1876. Opere. 11, 6 n .
.,. EL CONCEPTO DE LA NATURAlEZA COrf:RNICO y LA MET AFISICA-G . BRUNO 407
lecto mismo," Para Galileo, la afinnación del sistema cósmico elementos del ser separados en el espad o tomando como base la
copemicano es sinónimo de la afirma ción de 10 razón por sí misma. un idad de un espíritu común originario que informa todo el uni-
verso y cobra expresión más clara o más confusa en los d iferentes
géneros e individu os, segú n las cond iciones especiales de la orga-
nización d e cada uno de ellos.
Esta repercusión de la nueva concepción del mundo sobre la Este "se ntido inte rior", por- medio del cua l cad a ser finito y
conciencia q ue de si mismo tiene el individ uo cobra su máxima limitado toma parte en la vida infinita del todo, tendiendo al
claridad en la personalidad y en las obras de Gíordenc Bruno. mismo tiempo a afirmarse en su propia indiv idualidad, no co-
lo que hace de Giordano Brun o el predecesor de K épler r rresponde solamente a los organismos superiores, sino a cada ser
Galileo no es, como generalmente se cree, el concepto general de concreto en cuanto tal.
la naturaleta y de su conocimiento por el m étodo de la ciencia " Hasta las gotas de agua, para llegar a ad quirir la forma esfél
exacta. No cabe d uda de que las ideas de este pensador cont ri- rica, la más ad ecuada a su propia conservación, necesitan apoyarse
buyeron por modo decisivo a la reforma de la cosmología, pero lo en una especie d e sentido o d e candencia, aunque la ñlosoña su-
que estas ideas nos ofrecen es ta n sólo una serie de nu evos he- perficia l no la perciba." 1
chos fun dam entales, no una orientación totalment e nueva del Simpatía y ant ipatía, tenden cia y resistencia forman, por tan-
pensa miento y de la investigación. to, el tipo fun dament al de tod o acaecer natural. C onside rado
Gíordano Bruno no llegó a penetr ar en el modern o concepto como simple materia, ningún cuerpo puede influir sobre otro: toda
de la oousalidad matemática. C omo hemos visto, este concepto, verdadera activ idad ha de tener necesariamente su origen en la
y con él la posibilidad d e una m ecánica científica, surge gracias a forma, en la " cua lidad " interior de los elementos y, por tanto, en
la rigurosa separación que K épler introduce ent re causas "e spiri- fin de cuent as, en el alma," Sobre esta conexión, sobre la conti-
tu ales" y "nat ur ales", ent re el concepto d e alma y el concepto de nuid ad y la comunida d estab lecidas entre el sujeto ind ividual, en
fuerza ( v, supra, pp. 322 ss.} , Para Bruno, en cambio, la indife- cuanto part e de l universo, y los dem ás miem bros de éste en su
rencia de estos dos factores forma el punto de partida característico conjunto, descansa también la posibilidad d el conocfmíemo.e
y la premisa de qu e jamás se aparta, ni aun en las conclusione s Como vemos, la concepción general del mundo a que esto nos
más avanzadas de su doctrin a. conduce no d ifiere sustancialment e de la d e un Fracasroro, ni
En este pun to, sus ideas aparecen entroncadas de lleno con siquiera de la de un Agr ipa de Nerresheím.w T ambié n en el cam-
el pensamiento fundamenta l d e la filosofía alemana e italiana: J"
1 G iordan o Bruno, Summa Term inorum Melaphysico rum (Jard<Ul i Bruni
que hace posible la acción entre los diferent es componentes de l
Nol4ni O peN lat ine conKTipr<l. Recens, Fiorent ino, Imbriani, TaJlar igo, T occo,
universo es, exclusivamente, la virtualidad y la mediación de un V itelli, 3 vals. N ápoles, 1879·90, vol. 1, pars i , pp. 103 •.
prin cipio aní mico comú n de q ue tod os ellos participan por igual. s V. De Magia (h acia 1590) ; Op era Lu. IJI, 413~ cfr. u pecia lmente , 1lI,
El concepto d el alma del universo es el concepto correlativo y iJ6.
, De ~;a, 11I, i09 J.
necesario de la idea de la conexión causal. Sólo podemos llegar
10 Don de mas clarament e se mani fiesta esta conexió n es eh la obra Dc
a comprender la relación d e dependencia que media entre 10f>
Magia, .pero a parece con firmad a lamhi¿ n por el examen d e las ovr¡u; prind-
6 " Prima (che comandar Igli professor¡ di l uronom ia che procunne. . . Ji pales de Giordan o Bru no escr itas en italian o. Cf r. especialrnenre De la causa,
ca ute1a r~icontro alle prop rie osservario ni e dimosrruio ni) bisognerebbe "he pr inc ipio et un o (158'1), pp. 23i ss. ( le opere ;fa/"me ri"lampa/ e da rool o de
fuese la r mostra to ;¡ modo d i (u ch e le poeerue dell' anima si (Ornmandu5em La;¡arde, Gor inga, 1888) . De l'infinuo un iverso e mon d i, p. 342. D~ irnrnenso
l'una an'alm.. . . skchc l' immagi nuiva e la volcneá poeessero e vclesse ee ere- ee innume rahilibus, Iih. V, cap, 12 (O pera uu., t. 1, 2, p. 154) . El propio Bruno
de re ;1 contrario di q ue! che I'intd lell o ineende". O~e, JI, 4 2 ~ . llegó a extrac tar la obra de Agripa de Neu esheim De occulta phiJosoph ia y
408 EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA COP J;RNICO y LA ~1ET AFISICA-G. BRUNO

po de la astronornia S ~ aferra Giordano Bruno ti la concepcro n rnirido s por 10 3 sentidos, del mismo modo qu e no C~ posible captar
per ipar ético d e la animació n de los cuerpos celestes, en la lucha y llegar a compren der lo infinito como la suma de Jo finit o. Lo
cont ra la cual h'abía logrado remontarse Kepler a su original vi- qu e nos da a conocer y nos garantiza la infinitud del ser uno es
sión científ ica: Bruno vu elve a revestir la teoría de Jos "bien- la concepción fundamental de n uestra propia razón, la cual se ve,
aventurados motores" de los astros de todo s los encantos con que sin duda, estim ulada por la observac ión y la experiencia concreta,
la fantasía del artista puede adornar este cuadro. tI pero sin que encuent re nunca en ella, y solamente en ella, su fun-
Sin embargo, y a pesar de tO d 0S estos rasgos comunes que damento y su plena garantía.
G iord ano Brun o com par te con la filosofía anterior de la natu ra- "Quien aspir a a llegar a conoce r lo inf inito por medio de Jos
leza, su punto de vista difiere esencia lme nte del de esta, si nos sentidos es como el que se empeña en ver con los ojos la susta ncia
fijamos en su modo d e razonarlo y en los fu nd ame n tes eprseem o- y la esencia de las cosas; qui en se obstinara en negar todo lo qu e
lógicos sobre que des can sa. Nos sale :11 paso en seguida una con- no puede perc ibir por los sent idos, tendría que llegar necesaria-
traposición car act erística, que justifica por sí sola el qu e, en la mente a la conclu sión de negar también su pmpio ser y sa mis-
historia de nu estro prob lema, desglosemos la doctrina de Gior - ma esencia.. . Es solame nte el intel ecto quien puede emiti r un
dano Bruno de la de sus ante cesores y contemporáneos, para estu- juicio y un fallo acerca de todo lo qu e no nos es dado dir ect a-
diarla d espués de exponer la ciencia matemática de la naturaleza. mente, y de cuanto no está presente, sino separado de nosotros en
La filosofía de la na turaleza - lo mismo In de Para celso que la el espado y en el t iempo. Es cierto que la verdad encuentra en los
de T elesio o C arnpanella-c- bes ébcse en la prem isa de que son sentidos su primer y tenue punto de partid a, pero no tiene en
los sen tnl os y la percepción los que nos revelan directamente el ellos su morada; apa rece en los objetos sensibles como en la ima-
ser de las cosas. Son, nos dic en, el punto de conv ergencia en gen reflejada en el espejo, pero donde rea lmente reside es en la
que se encuentran y confluyen el yo y la realidad exterior, la más forma del pensamiento discursivo; se encuentra en el int electo
alta garantía y la realización directa de la fusión armónica del como principio y como conclusión; su forma viva y prim igenia se
"sujeto" y el "obj eto". La cosa conc reta, en su plena determina- contíene en el espíritu." 12
bilidad, const ituy e el más alt o problema qu e al saber se le plantea: El principio d e lo infinito se entrelaza aquí, como vemos, con
es la simple re¡,etición del proceso que sirve de ca uce al conoci- el problema de la co n cien cia d.e si mismo: Copérníco es, para
miento de lo concreto la que tiene que llevarnos al conocimient o Giordano Bru no, el liberador espiritual de la humanidad, porque
de las reglas del univ erso (v, supra, pp. 264 ss.).
viene a rom per las esferas crista linas a que nos ataba la coacción
Bru no part e, por el contrario, d e la idea de la infinitud de los
de los sentidos y un error secul ar, abriendo con ello hasta lo in,
mundos, lo que hace que aquel modo de pensar carezca de base
finito los horizontes de l )'0 y de su capacidad de conocimiento . Es
para él, desde el primer momento. El un iverso, tal como él lo con-
el car ácter ilim itado de los nuevos problemas objetivos lo que
cibe, no puede construirse a base de hechos concretos sueltos tras-
lleva al pensamiento a la conciencia de su pureza y de su índ c-
Otra, obras sob re ma ll:ia : v. la obra De nUlg-ia rruuh ,.nuHi ca (1589.90) . Sobre e l
problem a del alm a d e! universo, v. especia lmen re Op",a ¡atina, Ul, 497. (Cfr. 12 De l'infin ito universo e mondi, 1; Ope re iral., 307 s.: v. e~ r e ci a l me nt e

supra, pp . 2 29~ .) . e
p. 308: "La veriü come da un debíle principio da gli se m i in p icciola parte,
11 La cen a de 1 ~ cenen (1584), "Crede te . ch~ sii sensitiva <] ue, ra ani _ rna non e nelli sensi. .. (e) ne !'oggett o ~ells ibi1e come in un specchio, nelln
ma] Non 8010 ~ensiTiva . rispoae u Nolaoo, rna anc ho Intellcuiva¡ non solo in- raggione p er modo di argu mentation e, ele di""orso, nell'ínteletto per modo
relle tríva come la riostra, ma fOTSe anc ho piu''. (Opera itaL, p . 163). C fr. De d i prin cipio, ¡, di condusion e, nella mente in propria e viva forma" . C fr. e8'
!'infinito universo e monJi. pr. 319 ¡. , 342, 344; D~ írnmenso, lib. IV, cap. XV. pecíalme nt e D~ mpl¡c¡ mínimo e t mensura ( 1591), 1, 1. Op era laúna, 1, 3,
Ope ra la tina , 1, 280 ss. y pass. 137.
CO PIlRNICO y LA METAFISICA-G. BRUNO
.10 EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA

pen de ncia." Si la percepción, para pod er ejercer sus funci ones, No puede perderse de vista, sin embargo, qu e el modo como
ne cesita de un incentivo exterior y tiene que orientarse ha cia el G iordano Bruno d etermina y defin e el intelecto es ya una conse-
ser ext erno, el int electo se car acteriza, al contrario, por extraer su cuencia de su metafís ica, y no, por el contrario, su punto de
contenido objetivo de sí mismo; por ser, al mismo tiem po, la luz partida y su fundam ento. El car ácter y la vigencia del pensamiento
que ilumin a todos los objetos y el ojo que los contempla." Est a se determinan por el tipo del ser absoluto, y no éste por aquéllos.
lu z está presente en nosotros de un mod o más interior y es más Por eso, para poder interpretar certeram ente la teoría del cono -
clara y más asequ ible para nues tra conciencia de lo qu e pueda cimiento de G iordano Bruno y asignarle el lugar que le corres-
serlo para nu est ra vista todo el brillo de los objetos exteriores, ponde en el conjunto del sistema, tenem os que rem ontarnos por
pues mientras que éste nace y d esaparece a la par con la fuente doquier a los rasgos fundamentales de su panteísmo.
de lu z de que emana, aqu él perman ece en la un idad y la identidad La susta ncia infinita y una no pu ede re velarse a sí misma sino
inmutables qu e corr esponden al propio YO. 15 en una in finitud de efec tos. No es, en efecto, un a ex istencia des-
La verd adera comp ren sión es siem pre, por tanto , una lectura glosada y concreta qu e viva aparte, fuera de la naturaleza, sino
y una asimilación interior: "inrell ecrio" es "interna lecrio". Este que posee su realidad úni ca y exclusiva en su acción inmanen te :
giro, que procede de la teo ría d el conocimiento de Tomás d e pot encia y acto, capacidad y existen cia forman una unidad en
Aquino, 10 hemos encontrado ya en C ampaneJla; pero aqu í nos ella. No podemos, por tanto, poner ninguna clase de límites a las
sale al paso en una conexión que hace resalta r clara mente la bi- m",ni fest-aciQn.es de la fuerza fundamental una sin limitarla, ya
furcación del pensa miento. La fu nción del int elect o se redu ce, que todo su ser se halla cifrado y contenido en su accwn.'7 El ser
según esto, a asimilar en el propio ser la materia recibida de fuera : espiritual y el ser corporal se convierten, así, por igual en símbolo
"í nrellccru s nil in tus legir, nisi d eforis acceperit per sensurn". " de la ilimitada activ idad cread ora di vin a; contie nen, despl egado
1Tl Cfr . el ju icio sobre C c pémico en La ce ne de le ce n eri. O pere ital. en pluralid ad, lo que en ella misma es unidad origina ria. El int e-
IH s. l' 12i, v. especial men te la int roducción a la obra De !mme n8o et inn u- lecto mismo, con todos sus de ter min acion es, es, por tanto, una
me rabilibus, Opem latina, 1, 1, 201 s . y De Imme nsc , lib. 1lI, ca p. IX, (1, 1, repr esentación y como una imitación simbólica del mismo prin cipio
380 ss.) . originario de cuyo fundamento brota la naturaleza. El modo como
H De composition e imag in u m (1591), cap. XII!: "Ani mae pot em ia illa
crea sus contenid os, suje tando y articuland o en unid ad es con-
int erior e t quoda mmod o spi ritua lior . .. in d ivid u u rn quidda m esse cense nda est
d e genere lucís, ita ut eade rn sir lux, Illumina tum e r actus reí sensibilis atque ceptu ales la variedad de la ma teria de las perce pciones y el
fo rmae, differe ns ab extern o visu , qui per alien am l ucera info rm alllr, quía procedimiento por med io del cual, ret roactivam ente, disuelve de
simul ípsa lux esr atq ue vídens .. . Ta ndem d iHe rt oculi visus a visu intern i nu evo esta unidad en una plurali dad de momentos: todo esto, no
spi ritus, qu ema d mo dum apeculu m vid en:; a spec u lo n on vid ent e, sed lan tum es más qu e una repeti ción del proceso por el que la nat uraleza
repraesem an te spec ulum se ipso illumi n alllm er info rma tu m, quodq ue sim ul
proc ede de "lo más pequ eño " a "lo más grande", de una Fuer-
lux ese et specu lum, el in qwo o hjee tum sen nbtic eum su bjeelO s<.'nsibili SUn!
¡¿num ", Opera la rina , Il, 3, 119.
ra fundam ental que existe YA indivisa en el primer germ en v en
15 "Haee tora lux ma grs esr praeeens, clara el expósita nostra e intelligenl iae , la for ma desa rrollada.t "
qu a rn ext ern is lux solis exp ósita possi t esse ocu lis; h aec eni m or itur e t oecid il,
nequ e quories ad eern ccnvertimur adest, al tera ve ra non min U5 rwbis prae.<<.'m ,10m illlltiw recrp¡r e t hab er. . . el dicitur tnrellecno quas ¡ intern a leeli" Dl qll~
est, quam ipsi n.obis, tzrm preesen s es t nostrae men ti, ut ee ipsa sir me ns ", si spe culum vivum qu odd am ~i l, netn " i,J<'n,' , rllm in .<<' i!)so habCIl" ~i.<ibil¡".
1. e" Praetat., Op. ia r" 11, 3, 90. qníbus objicitu r vel quae uu objic íun tur".
1(1 Campanella, Meta física, I, p. 55, cfr. pp, 8 ss. V. en cont ra de esto , 11 De la Ca U5a, prin cipio, e l un o, Ofl ~rc itlll., 229; cfr . especialmen te, De
Gioruano Bruno, Su m ma ter minor u m melap hysicorum rOpeTa lat" 1, 4, 32): imme nso, O pera ¡a tina, J, 1, 241.<" 307 .,.
"Subind e sequ itur ínt elle ctu s, q u¡ ea. qu ae ratio dis cur rend o e r argument an do IR Cfr. De la caus a, principio er un o: "L'inrclleuo un íver>ale. . : ilIum )l;>,
e t, ut pro prie dica m, rarícctna n do el dec urre nuo eonc ipit, ip.' e ,i mplid qu a- l'unive rsc e ind ri. :a la nnturw a pro dnrc le sue spec ¡e co me ~i co n" iene , H
EL CONCEPTO DE LA NATURAl.EZA COPttNIco y LA METAFISlCA-G. BRUNO

Así como la unidad intel igible suprema se despliega por vía La metafísica de G íorda no Bruno, al princ ipio -c-sobre todo
de "concreción" y desciende a nu estro mu ndo, así ta mbién de be- en su primera obra sistem ática, la qu e lleva por t itulo De umbri.l:
mos rem ontarnos a ella, a la in versa, por vía de abstracción, limi- idearttm-, marcha de lleno por el camino neoplat ónico. La tras-
tando la cant idad infinita de individuo s a una serie de categorías cendencia de lo "uno" ocupa el lu gar cent ral de sus consid eracio-
y tipos conc eptuales fijos y rem ontá ndonos por sobre éstas hasta nes: cualq uiera qu e sea el modo como el intelect o aspire a re-
llegar, en una grada ción contin ua, hasra el género más alto y uni- montarse de lo particular a lo gene ral, se abrirá siem pre entre sus
versal.w Lo que las cosas ron a sus modelos en el espíritu divino. idea s más alta s y el supremo fu ndam ento de todo saber un abis-
eso son también el intelecto humano y su capacidad conceptual mo qu e jamás podr á llen ar. La esencia primi genia misma se halla
con respecto a ellos: una cop ia te nue de su entida d origina ria. El situada más allá de todo ser y de todo conoc er: ninguno de los
mundo de los conceptos es sim pleme nte el reflejo del reino d e las predicados que de ella pod am os seña lar nos la muestra n en su
ideas irrealiaadas y ete mas.w Y ta mpoco la falt a de límit es del propia forma y verdad, ya qu e todos ellos sólo pueden expresar
int electo en el proceso de sus operacion es es ot ra cosa que una de un modo negativo la distan cia y la dife rencia que la separan de
vari ante y un reflejo de la in finita actividad creadora del rodo.s' todo crit erio del saber finito.22 La ma teri a, como fu nd am ento so-
Por tanto, para q ue pued a existir un a correspondenc ia rer- bre q ue descansa la pluralidad del mundo de los fenómenos cae
Iecta entre el intelecto y la realidad, no hay Que suponerla como dentro del campo del no ser; no es más que el reflejo carent e
creada y estat uida por el conoc imiento mismo, sino como producto de esencia y la "escoria" del auténtico y suprem o fundam~nto
y expresión de la constitu ción metafiJica originaria del universo. primigeni..."l. La concepción de los seneídos q ue se pierde en la
D e aqu í qu e las rela ciones epistemológicas entre el l>ensamierv varied ad y en los cambios de los fenómenos debe considera rse
ro y los sentidos sigan, para Gio rdano Brun o, vinculadas a 1M también, por ello, una apa riencia engañ osa más, qu e hay qu e ol-
premisas de su met afísica. En el proceso dialéctico que se d es- vidar y superar. El pensamiento discu rsivo, qu e presupo ne como
arrolla partiendo de este punto, vuelve a repetirse la fundame nt al materia la mu ltiplicidnd d e las especies perc eptibles y qu e sólo
contr ad icción que domina la filosofía de Nicolás de C usa; con la acierta a manifestarse en la elabora ción y la a rticulac ión de hu
diferencia de Que el lugar de la matemá tica, que en ella guiaba ".Impres .iones, .
" no es, a su vez, mas qu e una " sombra" de l ver-
el pensamient o, es sustituid o ahora por otro motivo de conci- dad ero ser; no son solamente los sentidos: es también la actividad
liación. raciona l mediadora que en ellos se apoya, la qu e se ma nti ene e n
ccssl ha ri~ petlO 11l1 a produttione d i cose narurali, com e ji ncstro íntelletrc .11. una contraposici ón necesaria e inevítab le con el m un do de la idea.
congrua prod ut ñcn e d i specie rat io nali", O pere ítal ., 231. Sin emb argo, esta brusca disociación no agota ni siquiera en
lO "Sígillus sigdlc rum", 0J, <.'r<l lat ina, I1, 2, 213 s.; cfr. e ~pecial m enre, 11, Plotin o la totalidad de su concepción fun dam ental. Ya en este
2. 164 s, mismo pensador vemos cómo se im pone en seguida un contra-
20 "ld..se sunr causae rer um a m e res. id..aru m ~'esdgia su nt lpsae ~5 RU
quae in rebu s, idearu m umbrae su n r ab i psis rebu s seu post res, q uae tant c motivo latente : a unque la mater ia se h alle separada por un abis-
minori ration.. esse dicumu r, quam res ípsae, quae a natural' gr em io profici&- mo de 10 origina riamente u no, sigue oste nt ando, a pesar de todo,
cu nru r, q uanto res ipu: e quam rnens, idn arque principium effect ivurn, super- aunque borrosos, los rasgos de su modelo y no se ha extinguido en
na turale, substanti ficum, su per"St: nt~ Ie". De eomposteíone im~i num, Iib. t ella, por lo menos, la "nostalgia" que la hace volverse hacia el
rapo 1; Opem ¡.¡[ína. n, J, 9'1 s. C fr. 11, 3, pp. 97, 98, 101. ser puro.
21 "Camoeracense A crorismus seu ra tlones a mc ulo rum r hysicoru rn ad-
versu s r erip a t..ne os Parisiis pro poatrc rum' (1588 ), Ar t. XXI : "Non ..niro plus Cuanto más ava nza G iordano Bruno en el desarrollo propio y
deber habere imaginat io naturalis, vel nalllraliter posse debe r, quam natura: origina l de su metafís ica, más va predominando en él, al mismo
q uinirno quid aliud cred iderim esse irn.!:in ativam rorentiam, practet q uam na_ 22 V, por e]. Summa ter minorum Metllphysicorum ropo w, l, '1 , 85):
wra e umbrs m ;¡emulalricernr" Op. lat., 1, l . 117. Ca moe raceM is Acroebrn us, ar to XXI y pas~.
EL coscsrro DE LA NA'nIRALEZA COpeRNICO y LA METAFISICA-O. BRUNO tJl

ne mpo , esta segunda tendenci a del pensamiento. El m~smo -en ce. No son las formas o los colores en cua nto tales los que hacen
una de sus obras posteriores -hace h incapié en este giro de sus que un objeto nos parezca bello, sino la consonancia y la "armo-
reflexiones: la materia, aunque demu estre ostensiblemente el. de- nía" que guarda n entre sí todos sus miembros; pero esta armonfn
fecto interior d e que adolece por su tendencia incansable hacia lo no reside nu nca en el mismo objeto mat erial, sino que es u na ca.
bello ~. lo bueno, no por ello debe ser considerada en si misma racreristica y un mérito que emanan exclusivament e del alma ,
como mal a y reprobable, pues si realm ente 10 fuese no cabe duda para tra nsferirse de ella a lo sensible. Lo Que vemos en la per-
de q ue esta misma tendencia se hall aría en contradicción con su fección de las forma s corporales no es el tr azo especial, perceptible,
propio ser. Una profunda consideración filosófica .nos enseña , sino su model o " intelectu al". Por eso no podemos ca pta r tam poco
pues, a buscar en la materia misma el punto de part~da y el ger- la auténtica belleza de las cosas natu rales entregándo nos a la con-
men de su fu tu ra con formación y a reconocer pr ecisamen te en templación de su variedad, viéndolas en su aislamiento, sino vol-
ésta su interior tend encia a la forma. su afinidad y su comuni da d viendo la mirada hacil nosotros m ismos, para encontrar aquí el
con los arqu etipos ídeeles." verdadero punto de un idad y convergencia. La ascensión al mun-
Para G iordano Bruno, lo mismo que par a Platón y Plotino, Jo de la idea 0 0 arranca de la contemplación de los astros y de la
lo bello es lo que sirve de elemento mediador entre el mundo sen- bóved a celeste, sino, por el contrario, de l ade ntramiento en las
sible y el mundo int eligible. Es en la forma perfecta para los profundida des del propio YO. 25
sent idos donde primero se enciende el eros filosófico, donde el Por tant o, aunque tambi én aq ui se conside re insuficient e d e
alma cobra conciencia de su o rigen y d e su meta más alt a. La an- por si la pe rcepción de los sentidos, se reconoce en ella, sin em-
titcsis en tre lo sensible y lo inteligible no existe para el artista. bargo, un estímulo y un incentivo que la lleva a remont arse por
"Así romo la verd adera filosofía es, al mismo tiempo, música y encima de sus propios límites. En el diá logo D egli Croici fu 'l"l'Yri
poesía y pintu ra, así también la auténtica pintura es también rnú- vemos cómo se enfrentan y cont iende n, en form a coloqu ial y
sica y filosofía y la auténtica poesía expresa y simboliza al mismo viva, las dos fuerzas fundamental es, los sentidos y el intele cto.
tiempo Ia saUl biduri
una diIVma." 2' . . . . afirmando cada un a sus prop ios derechos y prerensíon es.w
En el d iálogo de Giordano Bruno titul ado D egh erosct f uran, El entronque entre amb as potencias apa rece todav ía más claro
consagrado a desa rrollar este pensamiento, se ma~ifi~sta .tod~ .la al int rod ucirse, bajo el nombre de "imaginación", un importante
fuerza de la influencia int erior que sobre la conciencia cienrifica concepto intermedio. Con ocemos ya la significación histórica de •
V artística del Renacimient o ejerció la idea central del Simposio y este concepto y el pap el tan importa nte que reiteradament e se le
dd Fedro. En el Stmposio, principalmente, había expu esto ya Pla- atribu ye en la filosofía d el Rena cimient o (v. supra, pp, 299 s.A.
tón en toda su pureza, el criterio d e la inmanencia de la idea en Sirve aquí de nexo de unión ent re la recepc ión pasiva de la rna-
ienómeno:
el de aquí que la nue va época. pudi~::a ver ref1~jad~ reria sensible ~. la acción pu ra d e la razón.
en él aq uella unidad entre la intu ición de lo espiritua l V la mrm- Si las sensaciones ~ refieren tan sólo a la impresión extern a y
ción de la na ruraleta. que ella aspiraba a lograr. en cierto modo se pierd en en ella, potenci adas como "imagi na-
los sonetos de Miguel Ángel rep resentan el testimonio m~s ción" ad qu ieren el conocimiento de sí mismas y se elevan con
refund o y más acaba do de esta interior revivificación de la reona ello al plano de actos con conciencia propia. De otro lado, el
de las ideas. Como para Mi guel Ángel, para Giordan o Bruno la conocimiento h umano conserva corno nota característica la d e
sensación de la belleza de una forma corporal na ce d el d estello
de una cierta "espiritualidad" (spiritua lita ) que en ella resplende- 2li "De glhercict furoti" (1585), O". iral., 700 s. Sobre el conjun te del
~3 " De vinculis in genere" (1591) , O p. lat" m, 693 w, prnblema, v. " Heroicí furor¡", Op. ila/ ., 643, 646, 655 S$ ., 612, 695 v pan .
2ll L. e, 1'1'. 659 u .
~ 4 De compositlo ne imaginllm, O". 1M. ti, 3, 198.
. 16 EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA coreasaco y LA METAIlSICA-G. BRUNO

que hasta en sus desarrollos conclusiones racionales ha de ate- prende e interpreta debídamenre-; no reclaman nu nca para 6f
nerse al material Que le suministr a la "imeginacíón"," más que u na verd ad puram ent e relativa, y 6US testimon ios, por
La razón oscila y se mueve constante mente bajo la doble ten- tanto, no preten den referirse nunca a los objetos mismos, sino sím-
dencia del pensamiento puro y de la imaginación . esto hace que, plemenre a sus relaciones con el sujeto sen sible.
siendo inn ato a ella el impulso de una unidad y una identi dad A sí como sólo la vista puede ju zgar de los colores y el oído de
inmutables, se vea consta ntemente envuelta en la variedad y en Jos sonidos, nuestra s fuerzas empíricas de conocimiento, pese a los
los cambios de los íen órnenos.s" La imaginación acredi ta su posi- límites qu e se les tr azan, son el ún ico medio plen ament e válido
ción intermedia y doble, sobre t000, en el concep to de lo infinito, d e Que d isponemos pa ra pode r familiari zarnos con el mundo de
como funda mento y exp resión de l ser metafísico: mientras que nuestra expe riencia inmediata. Sería necio empeña rse en medi r
los "sent .dos" acucian siempre y por todas partes a la delimita. las cosas de los sentidos por una pauta creada para el ser eterno
ción, al encuadramiento de la im agen del mun do por un h orizonte e inmut able y Que sólo vale para ella.
perceptible cerra do, la imaginación, por su pa rte, tiende a re- Existen, por tant o, dos condiciones tota lmente distintas de l
montares por sobre estos límites voluntariamente aceptados, reve- conocer, valed eras cada una de ellas para cada uno de los dos cam-
lándose en este afín al intel ecto, cuyo carácter y cuya esencia pos: "stupidi est dtscursus velle sensibilia ad tUTLtlem c.orulitionem
residen precisamente en la infinitud de sus operaciones." cognitionis rev ocare, in qua ratiocinabil la et intelligibilia cer-
Gíord ano Bruno enc uent ra aq uí, como se ve, un punto de tran - nun tu r".
sición y de con ciliación, pero el desarrollo ult erior de su conce pto " Los objetos de la sensación son verdaderos, no con arreg lo a
de la nat uraleza tiende cada vez mas
a con ocer y expon er en rela- una pa uta gen eral y abstracta, sino conforme a la pauta especial
tiva sustan tividad cada uno de estos dos factores fundament ales. v peculiar análoga a ellos, qu e es tamb ién, como loo objetos mis-
El remate de este proceso 10 en contramos en la últ ima obra fun- mos a qu e se ap lica, contingent e y muda ble. Por tanto, empeñarse
damental de Giordano Bruno sobre problemas de meta física, la en dar un a definició n y una determinación gener al de cualquier
Que lleva por títul o De triplici minimo et mensura (1591) . El contenido sensible es, a la Inversa, exactam ente lo mismo Que si
autor recusa bruscament e tod o intento enca minado a interp retar nos empeñ áram os en juzgar lo int eligible desde el punto de vista
los d atos de la percepción par tiendo de puntos de vista concep- de los sentidos." au"
tuales. Cada uno d e los dos campos posee, según él, sus derechos C uando establecemos la separación entre las dos potencias, re-
propios y se rige por criterios propios d e enjuiciamiento, extraídos conocemos con ello, por consíguíem e, la peculiaridad y la función
de él mismo. Los sent idos no se engaña n, ya que - si se los como propia y específica de cada u na de ellas. Con ello, Giordano Bru-
no parece adoptar casi la misma posición sosreníd a por Kan t en
27 "Sigil/us sigillo rum", O". lar., TI, 2, 176: "S e nsus in se &e nt ;t tan rutn, su tesis académica De mundi sensibUis asque imelligibilis forma el
in imagi nari one pcrseniit enam se se ntiré; Stnsus q uoqce, qui jam quaedam
fJTincipiis: lo sensible y lo inte ligible represent an dos remos estríe-
ima ginatio nt, imagin:atu r in H, in ra rione imaginlfi se pe rcipit, aenslU, qu¡
;- m ratio en, in 5e argumenta tu r, in te eelleeru a nírna d ve rtit se argu me ntan: tamenre diferent es del ser, cada uno de los cua les debe ser con-
sensus, q ui est ja rn im elleCN s, in se inrell igit, in d ivina aueem me n te Intellj-
lJentiam sua m int uetu r.• ." 110 Sob re el conju n to d el p roblema, v. De minimo, Op. Ier., I, 3, 191 u .•
28 V. "Hercíc¡ fu ror¡", O". ilal., 650. especi almen ee p. 19-J , "S",pidi rS l d isn..,,,_. ,-elle sl"nsibilia ad t"lll'ldem ,"Im _
2t) "Quod igim r Irnaginatio quidhbee infini lam ad mo lcm p<::tscquirur, non ,1'lion..", co",njl i"nis rct'OC<lre. in q"a ra riodnabilic el int d l igib ilia " CT"uMur.
fallitur: sed ahius notu rarn imitaeu r et ad veritatem ep pellir, qua tn eeoscs, I d Sensibil¡a quipr e vera sun r n on jUllra comrn unem a liqun m er univ ersnle m
verttarem inq ua m primi inte11eclUs, qui non potes! ínt ellíg ere , nisi un um , neo. rn c~\slltnm , sed jultra homog ene aen, partic ula re m, p rop rinm , mutabilem a rque
que potest in telllge re, nisi in ñnirum", Camoerecensie Ae rc tism us, art. XXI. \'nrml" rcm mensuram. D e u nsibili bws ergo, qua urujbilia sunr, wnilJt'rsalira
01'. 1M., 1, t , 11 9. . -,olle ,l ef ini r... jn aeq ..o eu IUqll e dI' inldlill ibilibu. "ice ''C1"Ja sCt\.•ibi/iI...." .
. 18 EL CO NCEPTO DE LA N ATIJRAlEZA COrERNlCO y LA METAFISICA-G. BRUNO .1 9
cebídc y enjuiciado con arreglo a sus principi os propios y específicos das del alma y hasta, en última instan cia, su absoluta indiferencia :
de conocimiento. Con la d iferencia de q ue para G lordano Bruno no en va no es una y la misma conciencia la que preside todas las
no existe ningún camino, ningún medi o para poder destaca r OOf# formas de la naturaleza, manifestándose en las fases bajas como
mas y relaciones do tadas d e validez general en el mun do mismo la sensación sorda y confusa y en las fases alt as y suprem as como la
de los fenómenos; es d ecir, q ue la ún ica pauta qu e según él pu ede actividad pu ra de la razón.M Pero el postu lado psicológico que
existir en este campo son la s cualidad es individua k s de cada SU~ aquí se establece no logra ser justificad o por la t eoría del conoci-
jeto de por s í.~ l miento de Gícrdano Bru no. Su estudio en deta lle nos permite
No hay, en rigor, nada que garantice la posibilidad de una eren- ver cómo, al ren unciar al auténtico eslabón intermedio d e la me-
cia de los jenóm en.os exacta y necesaria, hacia la que se orienta, temática, t ien e necesariam ente qu e fracasar en la conciliación ent re
propia mente, la tendencia de Gíordano Bruno, pues aunq ue ahora la intuición y el pensamien to.
se enj uicie con arr eglo a sus (u ncion es características cada una de T ambién en la d octrina de este pen sador pod emos d escubrir,
las dos potencias del conocimiento , tom ada por separado, no es sin emba rgo, los at isbos qu e apuntan hacia esta me ta final, Se
posible llegar a comp render, partiend o de las premisas anterior es nos d ice que lo peculia r de los sentidos reside en su ilimitada reUv
su coopeyación en uno 'Y el mismo contenido. Gio rda nc Brun o no lit' Edad, pero lo cierto es qu e tam bién el pensam ient o y la com-
acierta a razonar d efinitivam ente d esde el punto de vista de su teo- prensión cient ífica aparecen ahora orientados hacia la definición
ría de l conocimiento la correlac ión ent re el pensamiento y los y com probación de relaciones, No se tr at a de ir ascendi endo, me-
sentid os, entre la razón y la experiencia, tal como científicame nte diante la superación d e determinadas not as características, a géne-
la expone G alileo: únicamente consigue ad elantarse a ella en su ros cada ve: más alt os, pero ta mbién cad a vez más pobres d e con-
intuición estética unitar ia. tenido, haciendo que de este modo se esfume lo part icular en
Lo característico d e la teoría de Giordano Bruno y la razón que abstr acciones lógicas generales.
nos permite explicarnos todas las con tradicciones qu e se han en- El cam ino d el pens amiento es más bien el del análisis: se tien-
centr ado siem pre en las relaciones ent re la inm anencia y la tr as- de a escind ir un todo que empieza concibiéndose d e un modo
cendencia, ta l como él las d etermina , está en qu e su teoría del confuso en los elementos fundam e ntales determ inantes de su con-
conce pto no desarrolla de un modo consecuente y puro el pen- tenido, para lu ego reunir d e nuevo en unidad todos estos miembros
samiento de la inmanencia, tal como su intuición de la natura leza dispersos, com prend iéndolos y exponiéndolos así clarament e en
lo postul a." Su met afísica reclama la unidad d e tod as las pot en- MIS reícctones mutuas, Así como un mi embro del cuerpo adquiere
.s1 Cfr. las manifestaci on es acer ca d e la "relativi dad" d el conocim iento mayor clari dad y "cognoscibilidad" cuand o lo consideramos den-
K nsible, 1. c-, pp. 192 l. rro d el organismo en su conjun to que cua ndo lo contempl am os
32 Esta co ntrad icción, qu e sa lta a la vista. sobre todo , si, e n vez de lim i-
urnas a consultar las conocidas ob ras p rmc rpales de G iorda no Brun o escritas U "Sicut eni m n ull us co lor en aclU sin" luce, lícee alius magil, alius
en italiano, examinamo.s la IOralid ad de sus escri tos, ha sido subraJ'ada prin- minus ex plicet sese, ira nihil sine ímellec tus panicipat ione qu oq uo pa cto cog-
cfpalmen te por Tccco, "O ,.u p rof und a y minuciosa investig».d ón de las obra , n<>sc it; ma m en im p ro rerum díversita ee er m uhuu díne srecserum in omnla
lati na, fu o pe'U Últi ne d i G . B.. eJpoJte e co nfro n ta re con le iralia ne, R or en- q uadam ll.n ll. logica progressione descender é d icimus, sensum yero asce nderé,
ei. 1889, esJ"'Cialmeme pp, 337 IS., 352, 357 SI., 373 SI.). Debe señala rse. s in imaginario n" m q uoq ue h inCo ra rionem a ute m md e desce nder é parirer e l aseen-
embargo, q ue T ccc o no da la d e bida Im porta ncia a los n u me roeoe rasgos co n- ,I..re, ila .. e ead en¡ " iceus er cognoleen di princip i.. n¡ ídem a d i1l1.·u il funerio--
cilia dores que. a pesar de todo, se m anif¡"st an e n G iord ano BfI.l no. co nnionel nun¡ et m edit)rum d¡J/ere neiiJ d ¡"er JaJ ceci piar nomenc!alltr/ll ... Ex q uibus
qu e ya se percibían en el nec platouísmo, pe ro que en Gío rd ano Bru no y en d.. mons n a ríve con clud í poeest, quoJ si i n sensu sít: p llrlic ipario intcl lectu s, le n-
la Hlosofia de la natu rale za cob ra n mayor fuerza e im port ancia, por la reno- ' u' crie intdleCNu ipJe" . "Sigillua aiglllorum'', Op. 1M., Il, 2, 175 r. Cte. 11, 2,
vada tendencia a la investigación y la obse rvación emp íricas (cfr. Ju pra. pp. 177 1.; 179J.; cfr. especialm"m " Su m ma terminoru m m etephvsíc orum , Op. Últ.
225 s.). 1, 4. J06 u .; Lam pas ttigirtta stat uorum , Op . lae., Ill , 52 1. y 58 s.
420 EL CONCEPTO DE LA NATURAlEZA
C OPERNICO y LA METAFlSICA-G. BRUN O
por separ ado y por sí solo, así también, en lo que se refiere al
universo, sólo pode mos decir que conocemos plenamente cad a palman unas sensaciones a otras hasta lo indeterminado, por as¡
una d e sus partes cuando hemos sabi do comprende r sus relaciones decirlo, a la línea recta, equ iparando en cambio al círculo el inte-
con t odos los demás elementos y con el orden con junto, originario locro, que, al mismo tiempo, ret rotrae reflexivam ent e a su propio
y perfecto, del tOOo.84 centro toda la d iversidad de su contenido. Por el cont rario la
Esta función, qu e consiste en concebir la variedad de las de- " razon
' " humana, que 11eva en SI' las hu ellas y las condiciones• de
term inacion es en una unida d de reglas, se revela ahora como el ambas cap acidades funda ment ales, d e la inteligencia y los sentidos,
verd adero carácter del entendimiento, por oposición a la "sub- puede ser rep resentada en este sentido como la resultante d e am-
sunción" lógica tradicional. Así, por ejemplo, por la simple per- has y concebirse bajo la imagen de una "linea oblicua".M
cepción jamás podría mos llegar al concepto del verdadero circu lo Pero tampoco bajo esta exp resión simbólica logran llegar a
m atemát ico; más aún, ni siqui era llega r a reconocer como ta l una conciliarse plena e interiorm ent e los dos criterios fun dament ales.
circunfer encia exacta, si se no s ofreciese empíricamente, disnn, La variedad, lógicamente car acterizada por el pensamiento, sigue
guiéndola de los dem ás contenidos confusos de los sentidos. En nparcciendo como un mom ent o, en cierto modo extraño y subor-
efecto, la idea del círculo presupone, en primer lugar, la concep- dinado, qu e se elimina y supera en el concepto ideal del cono-
ción de un punto concreto y, en segundo lugar, la sucesión de cimiento.
una pluralidad ilimitada d e puntos, relacion ado todo ello mental- A sí como la pluralidad d e las cosas sólo existe para la mirad a
ment e con la ley que preside y domina los nexos de estas dife- superficial, tam poco en el carácter de la concknda representa
ren tes situaciones en tre si y con el centro com ún." Pues bien, la rnriedad un elemento positivo y esencial. En cua nto que nues-
este postulado sólo puede ser cu mplido por el entend imiento, cuya tro espíritu no acierta a captarse a sí mismo en su unid ad pu ra
peculiaridad distintiva consiste precisamente en abarcar en una e indiferenciade, sino qu e solamente capt a su propia esencia en
sola mirada la indeterminada varied ad qu e ant e nosotros d esplíe- relación con los objetos y con sus d iferencias, vive separado por
gan las sensaciones e incluso el pensamient o "discursivo" co- ello mismo de la sup rema razón, en la cua l se extinguen y d es-
rriente.!' aparecen tod as las d iferencias, convirtiéndose la unidad en lo
El concepto d e unUUul d esigna tanto la fun ción como el objeto n~l u ta mente "simple". La relación con lo múltiple aparece,
d el conocer : con la unid ad desapar ecería por tanto, al mismo aSI , no como una condición, sino como una barrera y un obstáculo

tiem po, todo objeto del pensamie nro.s" Por eso Giorda no Bruno, de la pura conciencia d e sí mismo."
emplean do un símil neoplatónico, compara los sentidos, que em- Con esto, hemos llegado al límite d e la troría del conocimiento
de 'Giord ano Brun o: de aquí en adelante , el desarrollo y la tr ans-
lI4 D e umb ris ldearu rn (1582), Op. lat .. 11, 1, 47: "TaJem q uidem pro- formació n d e la an títesis no pertenecen ya a la lógica, sino a la
gre ssum tune te veril' facere comper ies ee exper ieris, cum a co n fuJ4 pi urll/it<lte
aJ d iSlincI4m .. nil 4fem per te fia r 4Cccnio: id e nim no n el ' univer~alin logiCII U "S igill us sigilloru m" , o e. !<u., 11, 2, 172 l.
ro nJLn e , qwle ex diJtin.clis ¡"/imis .pt'cieblu co n/u.as m edi.u ex qoo e iis con- 3ll V. acerc a de este, De co mposi rione imasi nu m, Op. Lit.. Il, 3, 90 s.:
, ... iores s..pre= c"plant; sed quasi ex informit>us partiNS et pluri bus Im- " lI1 i subhm¡ raticni aimiles essemus, si nosrrae sp«iei subeeanuam cerneré ros-
marum lotum et unu m a peare s¡bi". C fr. "Libe¡ rh)"'5 ícoru m AriMOIelis exple- le mus: ut nosrer oculus 5(' ipsum cernere r, mens ncetra se ee mplC'Cteret ur
nar¡", Opem, 111, 269 (con refere ncia a la Fh ic4 de A ristó teles, 1, 1). tpsarn... A rqui co m pcsitcru rn cc rpc reoru mque hcc no n penru r materia, ejus
35 Oc m ínimo, I1, 2. Op. 141. 1, 3, 189 $J. "n im 1~la ntia in motu er q uant ílale versatur, ena ms¡ per se neque mobíhs
36 "Summa termincrum m elap hy.ico rum", Op. lar., 1, 4, 32 r,upra. f\(I t~ neqUe q ua nta sit... l-Ioe est, qu od non in simpliclrate qua dam, sraru et uní-
16). tate, sed in composiríone, collat ione, term inorum plu rsl its te, media nte discur su
111 Cfr. "Sigillus sigillorum" , Op. 11. 2, 216: "Qui inlellillit, au r unum aut arque reflexione compreh endimus". C fr. D e la causa ro po ítal .• 282): "E
nihil intelligir". Cf r. D e l. causa, principio et un o, Op. itcl., PJ'. 2~. ~. quello che fa la molrirudin e ne Jle cose, no n e lo ente, non e la cesa : ma que l
che a ppe re, che sij rappr ese nra al senso ed e nella superficie della cesa".
EL CONCEPTO DE LA NAT URALEZA CO Pl':RNICO y LA METAFISlCA- G. BRUNO

filosofía de Id nat ura.!qa, d esde la cual repercuten indirectame nte, vida de la naturaleza en su totalidad tiene que hallarse presente
a su vez, sobre la orientació n de l problema del conocer. de un modo completo e indi viso en cada una de sus partes. Del
mismo modo q ue la luz, irradiand o d e un punto, se proyecta por
igual en todas y cada una de las direcciones, la actividad creado ra
1I
del un iverso puede iluminar la pluralidad de las cosas concretas,
El concepto de naturaleza de la época moderna se enlaza, como sin embrollarse ni desintegrarse en ellas.w
en detalle podemos observar, a la antítesis aristotélica de mareri.a El pensamiento que sirve de base a estas fórmulas simbólicas
y fortTUl. Por doquier vemos cómo el ser se presupone siempre, cobra clarida d y nitidez conceptua les cu and o el pensador coloca
ante todo, en este doble sent ido: como un substrato yacente y en el centro de sus consideraciones, en vez de la simple existencia
como el principio de la conformación que recae sobre esta base el devenir, y en vez del espacio el tiem po. En el plano de la exis--
y la determina activamen te. tencia sensible concreta, jamás puede el indi viduo coincidir real-
Pero vemos ta mbién, al mismo tiempo, cómo esta absoluta se- ment e con el universo: la conexión ent re ambos momentos fun-
paración lógica de lo activo y lo pasivo se muestra incapa z de dament ales se revela solame nte en la aspiración de lo finito hacia
expon er y dominar conceptualmente el contenido y la materia lo infinito, en el progreso y la ren.denck¡ hacia formaciones cons-
suministrados por la nu eva / úica. tante ment e nuevas. Su unidad no se da ni puede ponerse de me-
El concep ec de fuerta, q ue aparece ahora colocado en el cen- nifiesto nu nca en un momento determinado, sino que va estable.
tro mismo d e la investigación, entraña ya en sus mismos cornlen- ciénd ose de nu evo constantemente denrro de l proceso de la
zos la crítica del dual ismo aristotélico. Este concep to se sustrae naturaleza, sin llegar a rematarse nunca de un modo completo y
ya al esquema antitético t radicional, pues mientras que, d e una definitivo. Ningú n ser limirado es nunca, al m ismo tiempo. todo
part e, en cuanto princip io activo y transformad or, guarda cierta lo que puede ser con arreglo a su natu raleza y a su entid ad; pero
an alogía con la "fo rma", de otra parte es también algo qu e per- encierra en cada un a d e las fases concreras de su ser la fuerza y el
tenece a la "materia", ya q ue se lo concibe como una energía que germen necesarios para llegar a cobrar todas sus formas futuras,
rad ica en la mat eria misma y que no necesita infundirse a ésta siendo esos elementos los que le garantizan su inñnitud."
desde fuera. 10 que ahora pretende significar el concepto de la El concepto que confiere a la ma teria nu evo sent ido y nuevo
"potencia" no es ya la "posibilidad" pura ment e indeterminada e contenid o es, por tan to, el concepto de desarrollo. Es cierto que,
ind iferente, sino la tendencia y, en cierto modo, la tensión inte- ni principio, la misma concepción del desarrollo parece hallarse
rior que impulsa a la transform ación (v. supra, pp. 234 s.L dominada, incluso en G iordano Bruno, JXl" el prejuicio dualista :
Este concepto d inámico del ser, que Giordano Bruno asume, roda transform ación es concebida por analogía con la creación ar-
es el que le suministra la condición previa que le permite llegar ristica, la cual se en cuentra siempre con una mat eria d ad a, que
a desarrolla r con intuitiva cla ridad el problema funda mental de elabora. Co n una frase qu e predominaba ya en Paracelso, Gíor-
su metafísica, el problema de las relaciones entre Lo fini to y lo dnno Bru no nos dice que el artista d ivino talla la forma del rnun-
infinito. Mientra s se remitía para ello a las anal ogías del espacio, do a base de la materia prima en bruro.w Sin embargo, en la
sólo acertaba a expr esar por medio de vagas metáforas la "partí- exposición posterior, principalmente en el diá logo De la causa,
cipación" del individuo en el tocio, la "interpenetración" de lo
~o De la causa, Op. ital., 24Z; Lampas triginra etatuarum, Op. lat., 111, 57;
par ticul ar y lo general.
l lr Magia, Op. lat. I1I, 410s. y pass.
Así como una misma voz puede ser percibida y capt ada por un 41 V. especialmente, D e la CaU8l1., Op. lud ., 257 s,
nú mero ilimitado de sujetos sensibles, sin que por ello se desinte- ~ 2 De la caU8a, Op. ital., 232; sobre la analogía con las acti vidade s ar tis-
gre ni se debilite en cuanto a su prop ia esen cia, así tam bién la l ¡' n ~, cfr. especia lmen te l. e.• pp, 248 s.
,,, EL CO NCEPT O DE LA NATURALEZA COrtRNICO y LA METAFISfCA-G. BRU NO

principio e' uno, este símil va pasando cada vez más a segund o sólo 10 permanente pu ede considerarse como el " verdad ero ser",
plano. Aquí la mat eria no recibe su forma y modelado desde por que sólo eso satisface el anhelo qu e el pensa mien to siente de
fuera, sino que los emana y d espliega d esd e su propio int erior. que sus objetos posean un a identid ad inq uebrantable, habrá que
Es de su propio seno, eternamente fecundo, de donde brotan pro- llegar a la conclusión de q ue sólo pu ede tener vigencia real la rna-
gresivamente las múltiples formaciones. No es la forma, ahora, la reria fundame nta l una e inmutable, y no cua lq uiera de sus mod a-
que se apodera de la materi a y la domina, sino la materia misma lidad es determinadas y especiales.
la que tiende a plasmarse y con fonnarse, revist iendo sucesiva- Es m uy significati vo el hecho de que G iorda no Bruno, en 8U
mente d iferentes formas camb ian tes. e mpeño por afirma r los derech os y la dignid ad de la rnareria, no
De este mod o, trasciend e d e la "pote ncia " escueta, despo jada invoque d irectam ente a los a tom istas amigues, sino que , remen-
de t od a capaci dad activa y de toda perfección, par a con vertirse rándose más allá, recurra a sus predecesores dia1écri~. a un [e-
en (a "simiente " viva de todas las cosas. Sólo la concepción d e nófanes y a un Parm éníd es." Las enteleq uias vienen y van en
los sentidos exige que los objetos se des plieguen ante sus ojos en una serie de abigarrados cambios; lo único que perma nece y pre-
forma acabada y d efinitiva: el ojo de la razón, por el contra rio, sent a el rasgo ca racrerisrico de la pennan.en.cia es el substra to que
pu ede reconocer ya la entidad de las cosas en su forma funda- les sirve de base. Por tanto, a él y solament e a él le correspon -
mental implícita, puede captar la "sustancia" que encie rra en sí de la primacía de lo que puede "ser ccncebído desde el punto de
la condición d e tod os los camb ios futuros ya antes de que se des-- \ 'lSUl de la sustancia, como 10 qu e es y permanece","
pliegue y d esarrolle en la pluraHdad d e las formas conc retas," Lo que vale tanto como afirmar expresament e que esta uni-
La verd adera y auténtica realidad no pued e ser atribuída a nin- dad y esta permanencia " sustanciales" de la materia no pueden
guna cosa en particular , sino solamente a la enti dad que reúne captarse y demostrarse por med io de los sentidos, es deci r, que
en sí la ilimitada plu ralidad de todas las medi das, de tod as las solarnenrc se evide ncian a los ojos del iruckc to.4&
figur as y dlmensíones.w El motivo lógico que contribuye a la transfor mación del con-
Esta cr ítica d el concepto d el ser vie ne a privar de su fu nd a- cepto del ser en Giordano Bruno se ma nifiesta clara e ineq uívoca-
mento al conce pto a risto télico de la "sustancia individu al". T oda mente en la s tesis por él formul ada contra los per ipat éricos pa ri..
ind ividua lida d, así concebida, se hall a sujeta a límites d e espacio sinos. En ellas, nuestro pensador tiende a nte todo a poner de
y tiempo, a u n "aquí" y a un "ah ora": no puede, por ta nto, re- manifiesto la contradicción existente entre el ideal aristotélico del
presenta r la verda de ra unidad q ue contenga y signifique, por conocimiento, que sólo a tribuye verdadera vigencia científica a lo
encim a de todos los límites concre tos, la tooolidad de sus posibles "eeneral", y su concepto fu ndamental de la entelequia, en el que
conscc uencles." una existencia singular se eleva al rango de realidad sup rema,
Esto viene a confirma r y escla recer el nexo históric o entre el
46 Sob re Parménides y Jen6fanes, v. De la (Rusa, I' p. 207, 261 , 281; A cro-
probl ema d e la sustancia y el probl ema del ccnccrmierco, tal como
lismu ~, O p. la t., 1., u , 96 s.; Si"illus sigillorum, Op . un. 11, 2, 180 Y paH.
se nos presen taba, con especial clarid ad, en Ga lileo, La crítica de 4f "La maTeria Ja qual se mpre rimane m edesim a e fecon da, deve aver la
las " entelequ ias" aristotélicas por G iordano Bruno se halla inlor- /Jrin<;ipal prerogati t'l:i d'en er co noscilHa 30! p r incipIO subHa nriale e qucllo
meda -siem pre , en part e, por criterios lógicos. Si se entiende que rhe e, e che sem pre rimane". De la causa, p. 253. Sobre el conjun to del pr o.
l-lem a, pp. 238, 251, 2i4 y pass.
4! L 1:., pp . 271 n.; cf r. espec ialmente 273. 48 L. c., pp . 250 r.: "C om e alch un e cose no n posso no essete evid en ti se
H L 1:., p, Uf}. llnn con le manl e Il toccare, alrr e se no n con l'u d iro, alrre non, eccet rc
4:1 Con tra Ja eeparac lón purame nte "lógica" de la materia y la for m a en ,-he cun il gusto, altre non ecce tto che con gli ccc hi: <;osi questa mawria di
A ristóteles (clr, 3upra, pp . 232 S!.), v. " Ac rol is mu.~ Ca moerace nsis", Op . lat., ,.",1' na tur ali non pu" ersere evidenw se non con l'ititdle rlo. Cfr. especial.
1, 1, 102 y 105; De Imm enso, lib. V IrI, cap . 9, O p. lat., 1, 2, 311 ss. mente , 24-9, lino 16 y 250, lí o. 15. 17.
EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA COP¡;;RNICO y LA METAFlSICA-G . BRUNO
'26
También T elesio y su escue la, como hem os visto, end erezaban Vemos, pues, cómo O íordano Bruno emp rende aquí el impar..
su crítica, principalment e, contra esta ant inomia, fatal sin d ud a rante y significativo int ento de asignar a posreriori un funda mento
alguna para todo el sistema. Sin embargo, la solución que elI06 episr.emowgico a su pan teísmo. el cual respondía, evidentemente ,
daban al problema sigue la d irección inversa a la de Giordano a otr os motivos y premisas. En este p unt o. se destaca con especia l
Brun o, ya que para salva r la particularidad del objeto del cono- claridad , así en lo positivo como en lo negat ivo, su relación con la
cim iento, atacaba n y destru ían la gene ralidad de la f uncién del ciencia mode rna, con la que com parte la luch a con tra el con cepto
conocer. El papel del ente ndimiento limit ábase, según ellos, a aristotélico de la sustancia. La afirmación de que sólo lo " general"
resum ir y reprod ucir abreviadamente 105 juicios cuya última y del puede ser verdade ro objet o d e conocimiento exa cto podría ser
finiriva garantía resid ía, según ellos, sola y exclusivamente en la suscrita también por Ga lileo, q uien no se cansa de insistir en que
percepción concreta (dr. $UP'f'6. pp, 253 u .) . lo conc reto, en su plena con creción. no pu ede llegar nunca a cap ..
Gíord ano Bruno, por el contrario, se atiene al criterio plató- terse por medio del concepto puro.
nico fundamental, qu e habí a segu ido pesando sobre Aristóteles: la Pero la generalidad hacia la que apunta Gi ord ano Bruno es
verdadera denda sólo puede recaer sobre un objeto inmutable y la de la .sustancia unitaria presente en tod o, mientras que para
eterno. La existencia limit ada en el espacio y en el tiempo es ob- Gali leo es la de las supremas leyes mat emáticas. Para aqué l, se
jeto de la sensación. pero nunca d el saber. Por tanto, para que la trata siempre de descubrir la entidad interior de las cosas, qu e
na turaleza pu eda llegar a ser contenido del conocimiento, no de.. éste renuncia expresamente a conocer, par a volver la ate nción ha ..
hem os entenderla corno un simple conglomerado de sustancias cia el orden pur o d e los fenómenos (cf r. p. 310) . De aquí que la
especial es y perec ederas, sino que tenemos que concebirla como categoría de la su.staneia constituya también para Gi ordano Bruno
un ser primigenio, un o y constante, que perm anece en tod as par.. el punto d e vista deci sivo y predomi nante; lo que acun e es que su
tes idéntico a si mismo. Manteniéndonos d entro de Jos límites de aplicació n y su funció n meta física son ahora otras de las qu e eran
los seres concretos, jamás lograremos salir de la zona de las op i.. en el siste ma ari stotélico.
niones engañosas y las apariencias de los sentid os. No puede En este sentid o, podemos decir que G iordano Bru no prepara
haber un conocim ient o racional acerca d e los hombres, considera .. en la ontoWgK1 el mismo resultado a que Galileo llegara en la ló.-
dos como una suma de indi vid uos, acerca de Sócrates o de Platón, gica. El concepto de relación sigue apareciendo relegado en él de..
sino solamente acerca de la esencia común y amplia del hombre, rrás del concepto de cosa; pero, al volver la atención d e la ciencia
conside rado como algo general y permanente: lo individu al, lo del objeto concreto a la nat uraleza en su conjunto. sienta la eran-
concreto, es objeto de la informaci ón h istórica, pero nu nca de sición hacia el nu evo pu nto de vista, pa ra el qu e la " nat uraleza"
u n con ocimiento cien tífico au téntico. es sinónima de la ley general. :el mismo se encarga de determinar
y esta antítesis, que es fu ndamental, no pu ede hacerse des- alguna q ue ot ra vez, exactamente en el sentido q ue indica mos,
apar ecer por medio de ningún in tento sofístico de conciliación : lo este concepto fundamental. "La nat uraleza" -escribe- " no es
qu e se nos revela como algo sensible y mudable, jamás pu ede Ile.. sino la fuen;a inculcada a las cosas y la ley con arreglo a la cual
gar a convertirse en objeto para el' intelecto puro, ni dir ecta ni sigue su pro pio curso't.w
indirectament e, ni en sí y de por sí ni "per accidens" . Por consí..
guiente, las cosas de la nat uraleza no son nu nca cognoscibles en Ice., 1, 1, 83 ss. C fr. espe cialmen te 88 : "l ntellig íbile ni mirum non eer netu rale
ullum , imo natur ale int elligibilc nih il aliud esse constar, qua m ipsam natu -
el senti do estricto de la pal abra , sino que lo es solamente la natu.. mm, ipsaq ue ese quo d t ándem ex naturalibus inteJligibile resulrat".
-raleza misma, considerada corno el fundam ento un itario y la regla r,o "Natu ra estque nihil, nisi VittIJ 5 ínsita rebus.
universal sobre que descansan todos los fenómenos par tlculares.t" Er lex, qua petagunt propriu m cune ta t ntia cuesum''.
49 Acrcrísmus Cam otr a 'tnsi~ , Ar t, 1: D e sobjec ec scie ntia e na tu ralis, Op . De Immenso, lib. VIII, cap. IX, Op. lar. 1, 2, 310,
EL CONCEPTO DE LA NATIJRALEZA COP~R NICO y LA META FISJCA-G. BRUNO .l9
Giord ano Bruno comparte tambié n con Képl er la tendencia ge~e ral y lo particu lar, como antes entre los sentidos y el penan-
fundamenta l a infundir nueva fuer za V nueva validez al concepto mien to: no se muestra ni ngún cam ino qu e ponga en relación lo
de la materia, a afirmar la ma teria, que hasta ah ora venía contra- sensible con lo "inteligible" y pueda conducir a esto.M Lo particu-
poniéndose a la forma pura y al ser puro, corno un ser originario lar pued e, indudablemente, seguir siendo la ocasión y el acicate
V " divino". pa ra el conocimiento idea l puro, pero ha desaparecid o la esperan-
Pero también en este punto se destaca con tr azos carac terísti- za d e. llegar a compre~derlo en sí mism o, de pode r en tende rlo bajo
cos la d iferencia ent re ambos pensadores en cu an to a la orien ta- relaclOn~s ~ reglas uni versales, pero sin dejar de mantener en pie
ción fundament al, pues mientras que Giordano Bruno atribuye a su peculiaridad . El con ocimient o de los he chos es siempre condi-
la materia una fuerza creado ra pro pia e interior, y por tanto u na cion ado y fort uito : sólo existe una historia, no una ciencia exacta
actividad anímica propia, K épler sigue d etermin ándola exclusiva- de la n atu raleza empírica.M '
mente como caru-idM, para de rivar d e ella el entronque con la , ~, sin embargo, Giordano Bruno parte de la experiencia astro-
geometría y con el conocimien to exacto y sujeto a ley. 1100lICa modern a, y el arque tipo a la vista de l cual desa rrolla su
concepci ón metafísica de l un iverso es precisament e este cielo y
este sistema solar.
III Ve mos, pues, cómo se enfrent an }' pugnan aquí dos motivos
Pese a la consecuencia con Que la teoría d el conocimiento d e fundamemales, de cad a uno de los cua les parecen depender la
G iorda no Brun o va d esarrollándose a base de los principios de su peculiaridad y la suerte del sistema. Estamos ante una d ialéctica
filosofía d e la naturaleza, si nos fijamos de cerca en ell a y la ana- inte rior, que empuja a ir más allá de las conclusiones qu e hasta
lizamos con cuid ado, vemos que encierra una antinomia interior. ahora se han venido estableciendo, qu e cond uce acuciosamente
Las cosas que las percepciones nos suministran y a las que, por a una nue va valoración y a un restablecimiento lógico nuevo del
tanto, pa rece que d ebe atenerse toda consid eración y tod a inves- ser indiv idua l.
tigación cient íficas se revelan incognoscibles para un aná lisis ló- Par tiendo de estas reflexiones, pode mos llegar a com prender
gico profundo. El ser comple jo y variable del cuerpo concreto se el cambio que se advierte en la filosofía de Giordan o Bruno al
mantiene permanent emente ajeno e inasequ ible al concepto puro ar~i~ar a su ultima fase: la qu e se expone en su obra De rriplici
y a su inm utable unidad. T an pronto como enfocamos la invest i- mmrmo et mens um.
gación sobre este determ inado cielo y estos dete rminados astr os' El concepto d e! minrmum no significa, de momento, otra cosa
que tenemos delante de los ojos, aba ndo namos ya por este solo que un nuevo punto de sustentación y apoyo a q ue Giorda no
hecho el campo del au ténti co conocimiento deductivo.al Los ob- Brun o recurre en el problema de las relaciones entre lo general
jetos concretos, por mucho que an te nosotros revistan la apari en- y lo partic ular, Se tra ta de poner d e manifiesto cómo el rodó-uno
cia de u na natu raleza propia y sustant iva, no tienen en sí ser ni se d iferencia y desdobla en los géneros y especies de termina dos
I . •
'>erdad . ~2 { e asegurar a estos un ser fijo y una invariab le peculiaridad .
Esta ultima conclusión reduce la física a la metafísica V, en Exigimos una un idad que, lejos d e d isolver y destrui r la vcrie-
realidad, acaba con la primera. Se abre ahora un abismo entre lo d ad , la conserve y expliqu e. Dond e qu iera que la sensaci ón nos
revele una particularidad sensible, tenemos que encontrar tamo
51 "Cen e ipsa ulliversa nat u ra. seu IUbslanr ia scienr irícae... objicitu r
cc nremplarior ri . " non hoc eoelum , non haee astm, non "Iiquid cene tate, . ~1 "Quod es r per se sen sr·b1I e, ne pe r ace¡J ens qlli Je m pctese eSSe in tclli¡::i_
quod IU lId q uidem scibilis, sed sensibilis o pinabilisve sibi vind icar ration em", h ile, ¡¡¡"-;Id es! per se panic ula re e t mobi le, nec per aeciden._ r Ne ,t eSle uni_
Acrotismlu . 1, J, 84. versale e t immo bile". L e., p. 86.
lit L e.• p . 84.
U L. e.. p. 88.
4J() EL CONCEPTO DE LA NA11JRALEZA corssxrco y LA METAF1SrCA-G. BRUN O

hilo, necesariamente, un concepto que nos ayude a comprenderla. cómo la linea se presenta ante nosot ros como una sucesión de
Sólo podemos comprender en su estructura el mundo de las per- puntos, qu e, aunque no suscept ibles de ulterior división, poseen ,
cepciones reduciéndolo a un sistema de unidades cualitativamen te sin embargo, una d ete rmi nada extensión, que les perm ite constí-
det enninadas "j diferencUlb les. Todo campo concreto reclama par a tuir una magnitud finita.
esto, para que realmente pueda llegar a ser comprendido en su En gene ral, es el punto de vista d e la com posición el qu e crea
pec uliaridad, un elemento fundamen tal propio, un "mínimum " y hace posible el con cepto d e la magnitud. Sólo llegaremos a co-
propi o. nocer el rodo y a penet rar en cierto modo en su estructura interior
Es un postul ado lógico genera l el que aquí se establece : toda cuando seamos capa ces de poner de ma nifiesto y de alinear una
plu ralidad, tal y como se nos ofrece en la intuición, de be conce- un idad tras ot ra. Lo " irracion al" no puede ser objeto d e la geo-
birse como algo intermed io, q ue es necesario d erivar de un origen metría ni del pensam iento bajo n inguna de sus form as, ya qu e,
"si m ple" pa ra pod er llegar a su conocimiento exacto. por el contrario, se halla en cont radicción con la ley fun da menta l
En este punto, Gio rda no Bruno no se apoya solamen te en la y primera d e éste. El concepto de lo " incon mensurable" nos re.
operación consistent e en pesa r y en med ir, sino en la func ión del vela más claramente que ningún otro la impotencia en que, ha sta
pensamiento en general. Todo pensamiento debe partir d e postu- este momento, se d ebatía el geómetra, el cual ca recía en realidad,
lados primari os y originarios e intenta r, a base de ellos, crear sin- no sólo del con cepto del mí nimum, sino, en gene ral, de toda au-
r éticamenre el con tenido complejo. Por t anto, el auténtico con- rénrica m edida: "ametrae sunr vulgares geom etrae, quod minimo
cepto de la un idad no se obtiene en el análisis y la d esin tegración ca re nt".~ ~
de un algo mú ltiple dado, sino que con stituye el primer comienzo La palabra AÓyOo; indica a un tiempo la razón y la relaci ón, lo
ind ispensable y la primera fund amentación creadora qu e el pen- cual quiere decir que roda magnitud que no posea una prop orción
samie nto lleva a cabo. Nuestros con ceptos se construyen a base d e de termi nada y numérica con respecto a ot ra, es por este solo he,
deJinu:Wnes originarias; de aq uí que las cosas, para qu e podamos cho ina prehensible en sí misma e inconcebible. Por donde desapa-
conocerlas, deban redu cirse sie mpre a un idad es funda men tales. Se rece, evidentemente, la matemática en su form a ante rior; pe ro, en
ha ce valer aq uí la d oble acepción gramatic al de la palabra "prin- vez de lam entarn os de que se hunda lo inmensurable y lo irracio-
cipio": el fun damento y el origen de un contenido debe ser consí- nal, de bemos, por el contrario, alegrarnos de ver cómo renacen la
derad c, al mismo tiempo, como el comien.to mismo del que erran- medida ., la ratÓn. M
ca, como su pu nto de pa rt ida . Antes de pasa r a examinar las conclusiones parad ójicas y con-
Co mienzos de éstos existe n, por consiguiente, tantos como cla- trad ictorias a qu e llega G iordan o Brun o, conviene detenerse en
ses de objetos y has ta, vista la cosa más exactamente, tantos como este pun to, para adquirir una concien cia clara de cuál es el mo-
distint os grupos de problemas. El míni mum último e indivisible tivo fundament al a qu e responde su doctrin a. No hace falta de-
es para el físico el átomo, para el geómetra el punto, para el gra- ten erse a demostrar que, ya con esta s primeras afirm acion es ini-
mático la letr a. Siem pre que se afirma una d ivisión hast a el infi- ciales, se cierra este pensador, de un mod o permanente, el acceso
nito, es qu e la aparie ncia supe rficial de los sentidos se sobrepone al carácter científico de la matemática.
al verdadero y auténtico postu lado de la razón. En particular, la
geometria no necesita recur rir nunca a la hipótesis de un a c.ontj.. ~~ "Articuli cent u rn e t sexaginra advnsus huj us temp estatis Mathematicos
arq ue Pbtl osopbos" (l588). A,t. 115; 0r. lar., J, 3, 66. C fr. 1, .3, 21: "Igno-
nuidad en el espacio, para construir y demostrar sus normas. Ma-
rnntia minim i faei t geometras huiu s saccul¡ use geam elr as et philo sophcs esse
neja ndo como maneja forma s de contornos y límites fijos, requiere phila sophos''. P. 22; "Gecmcrm el ph vsicus iIle, q lli min imu m dad non in-
t ambién medidas fijas y estructuradas d e por sí, que sólo puede telhgír.. . cu rn sine me nsura mo!¡íarur semper, ncccessarío m...ntí!ur u biqu e".
obrener en unidades discretas y últi mas. As í, por ejemp lo, vemos 56 D e rriplic ¡ mínimo et me nsura. 11I, 2. Op. Ice., 1, 3, liO.
m EL CONCEPTO DE LA NAruRALEZA COPI:RNlCO y U. METAFlSICA-G. BRUNO

El con cepto de lo irraciona l, e n su versión m ás nít ida y m ás una ilusión engañosa, no porq ue se sustraiga a la posibilidad d e la
pura, es, para el an álisis moderno en pa rticular, el punto de par- percepción, sino porque escapa a l med io discursiw del ruímeTO
tida y la pa lanca de los progresos más importantes de l cooocímíen- discreto , que es el que sirve d e pauta para la lógica de G iordano
ro: en él logra ab rirse paso po r vez prime ra hacia la cla ridad ló- Brun o."
gica el conce pto de Jímite, y con é l el princi pio funda me nt al del No hay para q ué seguir aq uí en detalle los ext ravíos a qu e
cálculo infin itesimal. cond uce la ma te má tica de Gi ordano Bruno::l9 baste co n señalar
Co n su e nemiga contra lo " inme nsura ble", Giordano Brun o cuales son los ra sgos pri ncipal es q ue deter m inan y ca racteriza n el
no está solo, cierta mente, en la hist oria d e la filosofía moderna: conc epto genera l del mínimu m.
ta mbién Hobbcs y Berkeley combaten este concepto, y con él teo- El pensamiento no pu ede hacer otra cosa que copiar y repetir
remas como el d e Piragoras . P ero lo peculiar y lo característico d e las forma ciones y las síntesis d e la naturaleza, ra zón por la cual las
la posición mant enida por Giordano Bruno reside en q ue recurre, formas d e la ma tem ática se conciben en absoluto como cuerpos
para librar esta batalla, a mot ivos e ideas tom ados del radO'tUll is ~ físicos, cuya peculiarida d se deriva de la suma y la ordenación
ruo, en q ue opone a la razón de la matem ática la razón de la ló-- relativa d e sus átomos fu ndame nta les. La form a fun damental qu e
gica y de la ontología. 1o5 llamados a fallar acerca de la verda d corres ponde a l mín imum sim ple, ent re las figuras planas, es la
y las leyes de la mag nitud no son los sentidos, sino los postulados circunferencia. de la Que lu ego surgen el tri ángul o, el cuadrado
puros del intelecto. Si, en la práct ica, tod a form a pu ede conver- y las dem ás figura s compuestas cuando dife rentes mínimos se su-
tirse en otra cualquiera, si el m ismo trozo de plomo, por ejemplo, perpo nen y fund en en un todo co nform e a una determ in ada re-
puede mold ea rse ora com o un cu bo, ora como una pirámide o una ele . Así, por ejemplo, pa ra q ue nazca un triángul o tienen q ue dar-
esfera, semejan tes tra nsformaciones no poseen ninguna fuerza de se, por lo menos, t res mí nimos, para q ue se forme un cuad rado
obligar par a el juicio ni para el razona mient o exacto. Más aún, cuatro, y así sucesiva mente. Pa ra llegar luego a un círcu lo com -
aunq ue el geómetra nos enseñe a convertir un t riángul o en un puesto, form ado por más de un mínimo, tenemos qu e imaginarnos
'rect ángulo y éste, a su vez, en un para lelogramo y en un cuad ra- el elemento en el centro rodeado por otros eleme ntos y en con-
do, tam poco estas operaciones son nun ca más qu e cómodos recur- tacto con ellos; y como este contacto sólo pu ede d arse en seis pun-
sos auxi liares y adaptaciones a la conce pción m.atem áti ca de los tos distintos, tenem os qu e para llegar a rep resentar la forma ex í-
sentidos, y no principios racionales pu ros, lo~ únicos qu e podría n gida se necesitan, en total, siete m ínimos.
decid ir acerca de la esencia V la conexión de las fo rmas físicas T ambién el crecim iento de las d istintas form as se ha lla sujeto
reales .st ' a determ inadas reglas ari nnéricas: así, por ejem plo, un tri ángu lo
La crítica de G iordano Bruno coincide con la de Berkeley en sólo puede llegar a convertirse en ot ro tri ángulo m ayor, sucesiva-
un requisito importa nte: ambas exigen la reducción de todo lo me nte, me diante la ad ición de 3, 4 o 5 mínimos; un cuadrado
dado a elemen tos parciales úl timos y discret os, a base d e los cuales mediante la adició n d e 5, 7, 9 cte. elementos, puesto que la serie
debernos llegar a com prenderlo. Pero mientras q ue para Berkelev diferencial d e los números cuad rados se form a por la serie de los
lo " simple" nos lo suminist ra n las "i mp resion es", en Giordano números im pares, y así sucesivame nte.
Bru no se establece por medio de un acto del pen samie nt o; d icho 58 En este sen ndo ha y q ue rec: l¡(¡ca r la exposici ón de T occo (op. cit ., p.
de otro modo, el primero afir ma contra los derechos de la "inrui- 377), según la cu al l. obr a De m inimo contie ne los raSll03 funda ment ales de
una reoría ,,·mlla!isro. del conocimiento. La u paració n entre el int electo y los
ció n" ma tem áti ca el áto mo psicológico, el segundo, por el contr ario , sentidos, q ue aquí se esrablece, deja e n pie la tesis de q ue el ser absoluto
el aromo meta físico. Lo "inconm ensurable" debe re ch azarse como _ólo se re vela al pen sami ento puro (v. su pra, p.417) .
r,7 D e m inim o, 11, 8, PI". 219 , . "Ea o mnia rtl<l rhema rice ar,¡ue p"rcommo- MI Nos rem itimos en este punto a la excele nte y profun da exposició n de
de aJ .c nsum Iier¡ concedimus, ad rationt m ve'" nAturae m;nime " " quam". Lasswit.. Alomilt ik, t. 1, pp, 359 u.
434 EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA COPERNICO y LA METAFISlCA-G. BRUNO
D e este modo, los dis tintos géneros difieren en cua nto a la ley tando d e un solo punto sólo pueden enco nt rarse en éste y tienen,
d e su estr uc tu ra y perma ne cen ta mbién rigur osamente separados por t anto, que coincidir necesariamente los unos con los ot ros, pero
loo unos de 105 ot ros, en lo q ue a su ser se refiere; como los diíe- esta objeción, nos dic e Bru no, nace de confu ndir e l significado que
rentes tipos de figu ras se ha llan formad os siem pre por un número el punto tiene como límit-e y el q ue le cabe en cua nto parte d e la
d esigual de elementos, resulta im posible q ue Jos un os se convier- extensió n. El minim um, aunque no sea divisible, forma, sin em-
tan en los otros con toda exactitud . Más aún, dentro de cada gé- bargo, una parte sustantiva y el primer fondo funda mental del
nero concreto y d eterm inado, todo individ uo rep resenta una enri- rodo compuesto a base d e el; e l limite, en cam bio, no posee pa rtes
d ad sencillame nte concreta e incom para ble, ya q ue la na tura leza ni es por sí mismo una de éstas, sino q ue significa y representa
no se repite jam ás en sus creaciones. es deci r, no co mbina nunca solame nte la form a por medio de la cual entra n en contacto mu -
los mismos m íni mos de idéntico modo en una y la misma forma. tuo dos panes o dos todos.62 No le correspon de, por consigu iente,
Es la limitación de nuest ros sentidos la q ue nos lleva a creer en en realidad, ningu na extensión, ni se le puede a tr ibuir por ello,
la existencia de formas absolutam ente iguales. Por tanto, toda la consiguient emente, la verdade ra crea ción d e la magnitud: una
m atem ática, en cua nto que descansa sobre la premisa de form as pluralid ad de puntos lim inares o d e líneas no puede llegar nunca
exactas, no responde en r ealid ad a los datos d el pensam iento , sino a fundirse en una linea mínima o en una supe rficie mínima re al.61
a una concepció n confusa e imp recisa d e los objetos exteriores.'» Ahora bien, en estas afirmacion es, por muy necesarias Que sea n
En esta crítica, se destaca como d eterminante un punto d e vis- pa ra aclarar el modo peculiar de ser de la matemáti ca de Gior-
ta: los con tenidos de la in tuición geométrica se conciben como dano Bruno, va im plícit a al mismo tiempo la confesió n indirect a
rosas que brotan, 11. través d e un proceso físico, de una d etermi- de la falla interior de q ue adolece todo este modo de pensar. Es
n ada m ateria fundam ental, pata retornar de n uevo a ella en el ahora , en efecto, cuando vem os que cabe ir más allá del concepto
juego mutuo de los átomos. Jamás se admite la posibilidad de Que, del mínimum; q ue existen relaciones y determ inaciones qu e no se
antes ya de pode r hablar d e tales objetos de la naturaleza y de su agotan por m edio de l punto d e vista d e la comprnic ión y que éste
transform a ción, puedan exist ir leyes y relaciones puramente idea- no nos permi te llegar a captar las en lo que verdaderam ent e son
les, cuya vigencia no depe nda para nada de lo existente y de lo y significan. Los míni mos, al entra r m utua mente en contacto, crean
corpóreo. un a nueva forma Que no es del m ismo t ipo qu e ellos, sino que
Y, sin embargo, cabe se ñalar exactam en te en la doctrina de entra , por el contra rio, bajo un concep to prop io y se rige por sus
Giordano Bruno el punto e n Que este problem a tiene Que llegar propias leyes. Y estas leyes son, en rigor, las q ue presiden la geo-
a pla ntearse con una necesidad objetiva interior. La concepción merrla científica y las Que ésta reivind ica para s í.
m atem ática d e este pensado r descansa sobre la nítida sepa ració n Los a taq ues críticos de G iorda no Brun o podrían desvirtua rse y
Que establece entre el con cepto d el "minimll-m" y el conce pto d el descarta rse d iciendo sim plem ent e q ue, d e atene rnos al sent ido de
"límite" (t ermln us) , Según él, todos los errores lógicos qu e se dan la d istinción por é l estab lecida, la m at em ática q ued aría reducid a
en la teoría usua l de los principios ma temáticos se d eben al h e- re una teoría d e los térm inos, de la pecu liaridad y las relaciones
cho de no haber penetrado en esta di stinción fundamental o al de éstos, sin poder ser ni q uerer ser otra cosa, ra zón por la cual no
de no haber sabido enfocarla con la necesa ria claridad.s! pod ría ser enjuiciada , consecuent eme nte, por la paut a ni d esde el
H ay qui en es objeta n q ue elementos indivisibles como son los
m ínimos no puede n llegar a crear m agnitudes finitas, ya q ue, cons- (12 Op. cu., P. 161: "[ raq ue d efinias m ínimum, <lu od ila es! pan, u r ejus
nulla sir pars vel simplic iter, ve! secu nd um genus. D efinias term inu m, cu-
00 De míni mo , 11, 5, p. 205; m, 12, p. 267. Cfr . De immenac, nr, 7. Op. jlls ita non esr aliq us p aro,
lit neq ue sir Ipse aliqua PQrS, sed est, q u<' ex tre-
lat., 1, 1, 371; Aníeul¡ ad versos Mat hematic os, Op. wt., 1, 3, 60 y pllSJ. mu m nb extremo aningitu r, vd qu o par a pa rtem, vcl rotu m attingit tot u m".
61 D e mírc imQ, 1, 7, p. 160. 63 De min" 1, 10, p. 173.
436 EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA COr [RNICO y LA METAFISlCA-G. BRUNO

punto de vista del "mínimum", Si, como nos d ice el propio Gioe- cío", e nt re el objeto de la física y el de la geometría, como entre
d ano Bruno, el mínimu m y el límite "no pued en ser considerados '" o qu e es " y " ' o que no es " ; pero se atreve a hacer ace r Ia au daz y
como si se tratase de canríd adesv.w necesariamente tendrá qu e h a- decisiva afirm ación de que los mismos d erech os y la misma pre-
ber un concepec superior de la magnitud en general, una categoría tensión lógica qu e al ser, correspond en t ambién al no ser, de qu e
general y pura d e la canti dad, de la qu e pued an d erivarse los con.. ambos representan, por tanto, fact ores igualmente independientes
ceptos a nt itéticos d e parte y todo, elemento y suma; sin que, por e igualmente inexcusables para el conocimiento. El espacio geomé-
el contra rio, esta s ant ítesis especiales pued an convertirse en pie.. trico constante es equiparado a la existe ncia sustancial, exac ta-
dra de toque para contrastar las definicion es y relaciones genera .. mente con los mismos d erechos, en cuanto fuente d e posibles t e-
les qu e esboza el pensamiento ma temático puro. [aciones (v. supra, pp. 42 s.). En cambio, para G iordan o Bru no
Por d ond e el d esarro llo y la d eter min ación ult eriores experi.. el mín imum no sólo es la susta ncia de las cosas, sino que es la sus-
mentados por el concepto d e "llmue" em pujan cada vez más da.. ta ncia de todo cont enido de l pen samiento en general. Por donde,
ramenre a la necesidad de restri ngir y corregir el punto lógico de no existiendo objeto s iguales, se ve obligado a negar y a suprimir
partida. El límite ent re dos m ínimos no es parte integrante de nin- el concepto exacto de la iguakiad, lo que le lleva necesariamente
gun o d e los dos, sino qu e consti tuye un ser propio: el mínimum a presenta r las form as concep tuales superiores como d erivadas, no
y el termino se enfre nta n el uno al otro como la "plenitud" y el por la vía de la defin ición y de la síntesis discurs iva, sino por me-
" vacío" de la atomística anrigua.w No existe un contacto di rec to dio de la combinación y la fusión de las cosas misma s, partiendo
de dos forma s reales, sino que hay qu e ad mitir siempre un espa- siempre de lo más simp le.
cio inte rmedio vacío entre ambos." l os átomos no form an nun ca A hora bien, los prop ios criterios fu ndamentales de que arran -
una continuidad constante, sino que se ha lla n separados los un os ca Giordano Bruno nos hacen ver claramente ta mbién qu e PJr
de los otros por determinada s distanc ias, que, por ejem plo, ent re este camino no es posible llegar a la verd adera meta lógica que se
los distintos elementos d e la diagonal del cuadrado deben consí- tra za la teoría del mínimum. Esta teoría tendía, como hemo s vis-
dera rse mayoyes qu e las que medi an entre las part es de cada uno to, a construir y der ivar el contenido complejo part iendo de sus
de sus lados.s" Por tanto, para com prende r y d etermi nar las diíe- componentes conc eptuales simp les. Pues bien, a hora nos encontra-
rencias de magnitud entre las distintas formas, nos vem os obliga- mos con qu e los mismos ele mentos, n i más ni menos que las cosas
dos a remiti mos al concep to d e "i ntervalo" y, con el lo, indirec ta- físicas, represent an una in mensa var iedad: hay tantos minimus
mente, al concepto del espacio puro, antes de llegar a concebirlo cualirat il~ tc distinms como diferentes especies y ha sta como

toda vía como una suma estructurada de un idades. d iferent es ind ividtfos.~ l as fornuts de los d iferent es elem entos con-
Si en este pu nto comparamos el pensamiento de Gio rd ano cretos se en frentan entre sí en rigurosa difere nciació n y sin que
Bruno con el d e los atomi st as antiguos, vemos cómo se destacan h aya la posibilidad de que se conviertan las unas en las otras. Con
clarament e los aspectos funda mentales y los límites de su man era lo que se postula una necesa ria e ind.estruetible f'LuralidM, de la
de pensar. También De mócrito disti ngue entre lo " lleno", lo "va- que es imposible d ecir ni saber cómo h a pod ido brota r de lo ori-
ginarie menre un o.
1H " Mín im um el rerrrunus n on SUn! in ecde m genere quan ta", DI! mio .. Ni basta tampoco, par a llegar a com prender esto, con dec ir
l. 13, p. 180. que roda s estas diferencias desapare cen y se red ucen con arreglo
ee. De min., 1, 11, p. 176. al princip io de la "coincid en cia de los cont rarios ", ya qu e lo que
66 De mi no Il, 10, p. 123: cfr. Articuli adveesus Marherr urícos, O p. {at .,
indagamos es el medio para llegar a su concepto y a su deducción
1, 3, 23: "Mínima invic em pen etr are eum nequean t ' '<1c..« m esse mm p h:¡Jíce,
¡j,(.·n rro de nu estro conocimiento finiro m ismo ,
r.. m qeome mce indicab"nt".
117 De m in., 11, 13, p. 227. 8~ De mi" . I. 11 , p. 176: 11, S, p. 2OS,
4" EL CONCEPTO DE LA NATIJRALEZA CO~RN ICO y LA METAFISlCA-G. BRUNO lJ9
También en este punto como en todos los demás, se adv ierte Los dos punt os d e vista d e la "cantidad" y la "calidad" siguen
cóm o Gíordano Bruno no llega a superar definitivament e la anei- convirtié ndose directament e el uno en el otro: la unidad de la
norma ent re la trascendencia y la inmanencia. C uando intenta regla que mentalmente creernos poder retener, por ejemplo, en
deducir las formas fund amentales, tales como el tri ángulo y el cad a punto d e una determinada curva y por medio d e la cual el
cuad rado , considerando en cierto modo como un átomo qu ímico pu nto concreto sigue representando conceptua lment e la peculiarí-
el mínimum circular concreto, el cual hace brotar las diferentes dad de la forma especial a la que pertenece, se nos explica a la
formas por med io d e la d iversid ad de sus estratificaciones, da ya postr e como la unid ad d e una parte y de un fragmento.
por supuesto con ello el concep to de de terminadas orde naciones Pero, desde el punto d e vista d e la cant idad discreta, aquello
y configuraciones geométricas. Se nos d ice que el mínimum debe que Giordano Bruno se ve obligado a afirmar permanenteme nte
constituir la med ida universal de las cosas, pero, para ponerlo en con arreglo al principio metafísico fun da mental d e q ue parte, si-
condiciones de poder cum plir esta función, G iordano Bruno se ve gue siendo un enigma y una cont rad icción: no es posible llegar a
obligado a concebirlo bajo una conformación y c()f'l(:Te'ción fijas comprender cómo la part e puede "conte ner" y representar sin li-
Y, con ello, por tanto, a aplicar y a d ar ya por existentes, implícita- mitación el todo.
ment e, las relaciones de la matemática pura . Se acusa clara mente en este punto la aruítesÍ5 d e principio que
Por do nde, nat uralmente, tampoco aquí puede encontrar su med ia entre el mínim um y el concepto leibniaiano d e la móna da.
solución definitiva el prob lema de las relaciones entre 10 abstracto Sólo quie n conciba la historia de la filosofía como una historia d e
y lo concre to, que era, como veíamos, el motivo propulsor de to- fórmulas y de palabras puede perder de vista, ofuscado por la uni...
da s las anteriores investigaciones. La un idad d el elemento, tal d ad d el nombre, la gran d iferencia que en cuanto a la cosa media
como originariament e la con cebía Giordano Bru no, adquiría su entre la d octrina de Giorda no Bruno y la de Leibn iz. El "mini-
sent ido y su significación de la unidad del intele cto: " mensura" y mum", aunque sustraído al campo de la percepción, lleva adherí-
" rnens" son para él, como para Nicolás d e C use, concep tos ínter- do en última instan cia el criterio sensible fundamental de la ex-
dependient es. El pensamiento nos ofrece el ejemp lo perfecto de tensión , ya qu e tien e que entrar en consocio con otros elementos
un a unid ad que no se obtien e med iante el an álisis d e la plu rali- afines y fund irse con ellos en un todo . La extensión forma, por
dad, sino q ue precede a ésta como punto de part ida y se despliega tant o, un pred icado absoluto, que expresa la entidad metafísica
en elJa. El concep to del mín imum se encuadra, aqui, en reali- de las cosas.
d ad, en la tra bazón d iscursiva de la que habrán de brotar los fun- La razón de ser d el concep to leibniziano de la susta ncia radica
da mentos del cálculo infinitesimal: aunq ue prescindamos de' su precisame nte en combati r ese pensamiento. La món ada no es con-
e xtensión, pode mos llegar a .concebir una de terminada figura en cebida nunca como elemento parr iaJ. de III con tinuidad, la cual,
cuanto concepto, en sus cuali dades y relaciones (cfr. m pn:1, pp, según el prin cipio de la d ivisibilidad infini ta, inseparable d e la
ZSl,.J. filosofía leibniziana, excluye la posibilid ad d e los átomos "simples".
Pero la nueva concepció n q ueda necesariamente limitada por Su unidad es la d e la conciencia de sí misma, q ue en cierra y des-
el hech o de que Giord ano Bru no, para d esarrollarla , se atiene ex- arrolla pa rtiendo de sí misma la rep-rt!sentación de la extensión
clu slvameme al med io y a la an alogía del n ú mero dis cretO; al he- múlti ple. La teoría de la ükalidad del c"spocio se convierte, par a
cho de que, por tanto, todo pensamiento se mantiene, según el,
Leibni; , en medio para retener los rigurosos postulados de la con-
en el sentido ultimo y sup remo, como algo "co mple jo't.w
tinuidad matemática, limitándola al mismo tiempo al campo de
"Nunc ergo indisc rere dlc un r mnp:nitlld ine m non compó n¡ ex mini.
fIll
mi ~,.. quod tum narU Tac componcrtt l r>ra ejlld ieat , tanq\la rn non illi sir aliq \lid imnKinati " isi quadam pri ma par le 5uppo sita mensuran tern". De min., I, 7, pp,
pri mu m, ex que magui rudines C()<l!Clca nr, rum arti, qu am nihil pcssirnus vel 1581.
"O EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA CO PERNICO y LA METAFISICA-G. BRUNO

los fenómenos, En Giordano Brun o, por el contrario, los " át omos", hdad interior el conce pto del intelecto mismo y de sus relaciones
aunque a posleTiori les a tribuya una especie de sentid o y d e con- con la naturaleza.
ciencia, sigue n sien do formas espaciales de configuración derer- G iordano Bru no había captado su idea fundamental de la tota l
minada. consona ncia y armenia entre la fuerza d el pensamiento y la de la
La mate ria y el pensamiento llegan aqu í, es cierto, a una es- naturaleza a la luz; de l problem a d e lo infinitamente grande.
pecie d e fusión e indiferen cia metafísica, pero sin que se llegue a La teoría de la infinitud de los m un dos a poy ábase en la infinitud
superar lógicamente su dualismo,TO En este punto, cobra u na dua- de la imaginaci ón, a la Que la realidad absolu ta no podía írle a la
zaga, ya Que la capa cid ad de la fantasía no es sino u n producto
ro En a poyo d e su lesi5 de qu e G ia rdino Brun o tra zó el cam ino d e le,b-
parcial de esta realidad misma (v. su pra. pp, 4 11 s.) .
nu, se t('m i", Brun nh ol er. sob re todo, • la o:oincidenci a que se adv iene ent re
las form ulas me rafisicas de a mbos si' le mas. "El ccruemdo de las ideas ñlesé-
Por el cont ra rio, aquí, en la desin tegración y el análisis de lo
fin a &e maOI;" ne, en lo fu ndam e nta l, invar iable d esde T ales hasta H egel; lo continuo, se rompe esta conexión : la ndlun:tlettt exige y establece
ú n ico q ue va ría exeraordm anarn eme en cu en to a los tnal ices son l. fonna o límit es fijos, mientras que la Tepresentaeión tiende a saltar por en-
In jónnul<lS co n q ue se expone n. Y e stas /órmul<ll son. p recüamerlle l<ll quc, cima de estas barre ras. Las operaciones de l pens amiento maremá-
en su sucesió n. him5rica , forman la I'i'rdad..,.a h istoria de la filo sof ía" (Giar_ rico apar ecen, ahora, como un ad itamento subjetivo y engañoso. Se
dan os Brun os Leh re 1' 0 '" Klcinst<.'n als di e Q ue!!e de- praeJta!>ilie rtcn Har monie
I'on Lei!>n i::, Leip: ig 1890, p. 9). I.bsolu to, no hace más q ue repet ir la conoc ida concepción fundam enta l de!
Se com prende qu e Brunnhofer, situá ndose en este pu nt o de vista, renun- neo pla ronlsm o.
cie, co mo lo hace, a penetrar e n el sent id o ob jetivo de los di fe rent es conce ptos Al ad ucir esta tesis como prueba de qu e Leibniz to mó d e Giorda no Bru no
fundamentales establecid os por Leibniz y Il estudiar su trabazón Sil u rn4tica . la teori a de la fenom.enalidad det mundo sens¡!>I e, d esco noce to talm e nte el
Por lo d emás, es cieno qu e tam bié n las investigaciones sobr e el dese-rollo del n uevo y o rigina l sen tido que Leibniz da a l concepro de " fenómeno", al con-
lenglUlje en filosofia pued en te ne r su valor y cier ta im port an cia re lat iva, a vertirlo e n ob;e1O del conocim ienlO necesario ) domdc de \,,,L¡det gm ..,.al.
co nd ició n de que no pre te nd an sustituir al conoc imie nto ob jetivo. Per o, para (I' ara mis d etalles acerca d e esto, cfr. mi estud io ti tu lado Le;bni~' S,uem,
ello, es nece sario q ue no ~ lim ite n a destaca r y a contra pone r ent re si d os rp. 361 ss.).
fa$Ctl aisladu, s ino qu e procuren seguir la marcha con tinua d el desa rrollo h ,~ Igualmente fallida es la pru eb. d e Que u ibniz to mó de O iordano Bruno
tórico, o rient ánd ose hacia el descubr im ient o d e las muhiples elapAS h Íitó ricas la e"presión y la idea de la armon ía del u n iwTso, pu cs c uando Bruno "com-
inlenned ias. para. 11$ leyes de l u niverso a las de u na sinfo n ia cu yas drsonanctae apare nte -
Y ' este es precisamen te lo qu e se echa d e me nos en la e l<po'l ición de Brurm- me nt e tonll1ldlc!orias. . _ ~ agrupa n en la más aira armon ía m usical" y cuan-
ho fer; I ello se de be, en efecto, el q ue atribu ya a G iordano Bruno, co mo cb ra do, más adelante, ve en 10'5 ma les del mundo solam ente somb ras ne.:esariu
excl usiva su y. , giros q ue son en tealid ad patrimo nio lin güislico y ",pirima l rara real:a t la im presió n d el cuadro en su eonju nlO, em plea imáge nes y. ce-
común . toda la epoca d el Ren aci mie nt o. Por e;cm plo, cuando Giordanc Brun o nac idas d e los antig uos, especialm en te, por la tecd k ea neoplatónica. (C fr. po r
d ice Que el u niverso es la imalJe n y el "símbolo" de la divi n idad V, p<:> r ta nto, ej. Plo ri nc, EnnMd. m, 2 s.) .
la fue n te de l verdade ro conocim iento de D i05, expresa u n pensam ie nt o q ue En gene ral, el conce pt o d e la " . rmo n ía d el un iverso" , tal com o se d e$-
aparece y re apa r« e constan te me n te, por lo menos, desd e Raimond de Saben- arrolla , por ej., en la obra de K épler, "Ha rrnon ke m un d i", tiene una rica y
de , eombet ido por pensador ", esc épt icos co mo Sán che z y Mon taigne y afir_ variad a h istoria.
mad o y eesee md o, bajo las mis d iversas moda lidad es. por me lafis icos como T od os CSI 0'5 ejemplos, Que pod ría n fácil me n te multiplicar se. ind ican cuá n
Marsilio Ficino y Cam pan ella ( v . ~u prll, 200 J . C fr. espec ial menre el co me n ta- expuesto a er ro r y cuá n peligroso es el convenir crfrerios pura me n te exeem cs
rio d e Ma rsilio Ficino al D e tr in ital e, d e Dio nisia A eropagtra, O pera, 11, p. 7) . en palit a válida para en juic iar las co nelliones int eriot es de! pensam ien to. Las
Y cuand o Bruno llama al ind ividu o u n "e speje del un iveroo"', ta mpoc o esta wi ncidenciu en tre Oiordano Bruno y Leibnit se ex plican cas i siempre por
expresión, con la que nos encont ramos, entre otros, en Bovilo y Pa racelsc, hace las relacio nes comu nes entre ambo s pen sadore s y los pensamientos Iundameo-
otra cosa que re flejar la con cepción general de la cpoc a acer ca de lu relacio- tales d e la filosof ía itali a na de la nat u raleza, los cuales se rem ontan , a su vez,
nes en tre e! microcosmo y el m acrocos mo. (C fr. supra, p p. 105 $., 237 s.) La a Nicolás de C USll. El mism o concepto d el "mínimo " no es, ni mu ch o menos,
misma tesis de G iordano Bruno de q ue lu cosas mudabl es son s imples sorn- pnrrim oruc exclusive de G io rdano Bruno, sino q ue es em pleado ta mbié n po r
beas ca ren tes de esencia y d e verd ad, Que jamás pueden llegar al ser susta ncial I'atr i: %i com o uno de los funda men tos de la mat emática (v. w.pra, pp. 282 u.) .
." EL CONCEPTO DE LA NAruRAlEZA COrffiNICO y LA METAFISICA~. BRUNO

mamfiesra inn egablemente la contr adicción en tre las condiciones intermedia e idéntica funci ón mediadora para la 1lUJ€ia. Ambos
d el espíritu y las d el ser: "al ia secu ndum natunte. alia secundum campos, el de la magia y el de la ma temática, apar ecen tod avía en
ncseee meruis cond itiO'nem princ ipia".ll ~ I insensiblemente con fu ndidos : coincid iend o en esto con Agripa
Es cierto qu e Bruno sigue ateniéndose firm emente al valor ge- de Neeeesheím , conoce una forma especial de la " magia maremá-
neral de la matemática y a la significación d e ésta como a:rquetipo rica", que expo ne y razona en algunos estud ios especiales."
d e todo conoc imiento cient ífico. D e esto part e, y su teor ía d el mi- Este rasgo es carac terístico para traza r la im agen histórica tot al
nimum pretende seña lar un nuevo "cam ino real por el qu e d ebe de Giord ano Bru no. N ingún otro pen sador se siente tan dominado
marchar la geomet ría"."12 A boga, en este sentido, en pro de Platón como él por el afán d e captar la verdad y la realidad empíricas
y de Pu ágoras e insiste en que A ristóteles, aunque m uestra su hos- de las cosas: el " verificars e con la nat ura" es, para él, la condici ón
tilidad h acia la matemática en cuanto lógico y d ialéctico, no tiene restrictiva con qu e tropieza toda teo ría racíonal.w
más remedio que recurrir a esta ciencia por él repudi ada tan pron- La lu ch a por los de rechos y la independe ncia del pensamiento
ro como intenta penetrar en los problemas profundos de la natu; pur o forma, por otra parte, el motivo fundamental en qu e se ins-
raleta.7S T ambién para Giordano Bruno es lo "matemático" lo "in - pira n tod a su doctri na y tod a su personalidad . Pero como no
termedio" en tre los objetos de la percepc ión y las ideas pur as. acierta a ca ptar e n su mutua in terd epen dencia estos dos momen-
Pero es muy característic o el hech o d e que, en el mismo con- tos fun da mentales, cada uno de los cu ales representa una condí-
texto en que expone estas ideas, se reivindique idéntica posición ción previa in excusable de la ciencia mod ern a, no puede ta mpoco
retene rlos por separado a bsolutamente con la mism a claridad.
11 De minima. 11, 8, p. 221. C lr. Arriculi a d..ersu s Marhemalioos, O &>. Lar., Por mu cho que luche por enfrentarse a la naturaleza de un
1, 3, 22 s.: "Errar ra tio cu m in in fini tu m r..solve ndo abit. C ene en im naturam modo independ iente y sin ninguna mediación extraña, no logra
non Pl'r~equirur, n ec Ideo credae naturam nninger e, exaequ are VI,'I pra erergred t
apartar a la magia de su camino, como no lo logra t ampoco nin -
divid end o, sed, si fa lli no lit, sciat se extr a naturern ph antasríce evagari ". (Co-
téjen se co n ésta 115 tesis en u ncia d l5 en las c itas d e las notar¡ 21 y 29 ). euno de los pensadores d e la filosofía de la naturaleza.
72 De mínimo (f inal del lib ro pr ime ro) , ro- 186. C te. es pecialmente la s La metodología de Giorde no Brun o, condenada a no poder
man ifestac iones de Patri;:zj (s uJora, p. 285). la coincid en cia con Pafri u i, cuya rem ontar librement e la mirada a los horizontes d e una teoría 'TJU1-'
NO'lJtI. philo.-ophia vió la luz en el m ismo a ño q ue el ensayo De m in imo, pe- temática de la ex periencia, cae necesaria me nte en los secos e in-
dril. expl icarse por la h ipótesi s d e qu e Parri;:zj co noc iO y u tiliro los A rricwli
fecundos d errot eros d el art e m nem otécn ico de Raimu ndo Lulio,
M 'OCS" S Marhem,u icos, de G iorda no Bru no ; sin em bargo, pese a la similitud
qu e se a dvie n e e n tre la tend encia lÓl¡ica fu n da me nt al d e ambos escrilq,s, h ay reincid iendo con ello en el ideal med ieval del conocim iento.
en cada u no de ellos, 1,'11 lo tocante al d esarro llo lógico especial, tantos ra sgos
pr op ios y peculi ar es, qu e no po,.1ríamos con fo rmarno s con se mejan te exp lica-
ción. Deb emos llegar, p ues, a la co nclu sión d e que ambos p ensado res se limi-
tar o n • des a rrollar y transformar, cada uno po r su cu enta y co n un a relati va
o riginali da d , los pensarmemos de l C usano. Po r lo d emás, las relaci ones entre:
Gjo rdano Bru no y r al riui so n ba sta nt e especiales y co mplejas, y cree mos q ue
merece rían im· nti¡;:acwn h istÓlin espe cial : así, Fltriui ha demos trad o q ue
G iordano Bru no, a pesa r d e t mi tir un juicio ran d especeivc acerca d e las
D isGu siotICS peo-iPGrClic4e de P.urizzi, co inc ide con est a obra ..." P'ln lo» muy
import ant es, Sin e mh.rgo, ta mpo co e" est e aSpe<to) ex iste n r:u o nes su ficien tes
pa ra pensar qu ... tom ó sus pen sam ien t05 de aquél, sino que es perf ectamente
posible ..-xplicarse la co in cide ncia co mo resultado de pre misas co mu nes, cu ya 14 V. los escritos De ma~i R, Th eses de ma¡:¡ia y D e ma~ia mat h ernatica,
fuenle d ebe buscarse e n la Iílcsoña de la nat uraleza. e n el vol. I11 de las O bra s !alinas. Cfr. esp ecialme nte , m, 400s.; 455 s.
a Sillillus s;gilloru m, O &> . lat ., 11, Z, 197. u C fr. La ce na delle cen ...t i, Op. irill ~ 184,
LIBRO TERCERO

LOS FUNDAMENTOS DEL IDEALISMO


Capítulo 1

DESCARTES

SI INTE NTAMOS descubrir y señala r el rasgo fundamental comú n


que se acusa en las mú ltiples corrientes y tendencias del pensa-
miento que contribuyen a la formación de la filosofía moderna,
lo prime ro qu e se 0 00 ofrece como nota ca racterística es la actitud
que tod as ellas adoptan ante el concepto d e la lógica profesado
por la Edad Media. En la repudiación de la d ialéctica, en la re.
cusación d el silogismo como mét odo fundamental d el conocimien -
to, se da n la ma no el escepticismo y la ciencia d e la experiencia, el
ideal histórico del humanismo y la nu eva filosofía d e la naturaleza.
Durante algún tiempo, par ece como si esta negación represen-
tase la última palabra, el Callo inapelable, como si la observación
direc ta de las cosas viniese a desplazar y a sustituir def inirivamen-
le a la reflexión en tomo a la esencia y a las leyes de entronque
de los concepros. El espíritu no necesita seguir siendo educado y
guiado por la dialécti ca: se en fren ta directament e a la exJ>4!"riencio.
exterior e interior, q ue abre ante él una fuente más copiosa y más
segura de conocimiento.
Sin embargo, estudiando la historia de los orígenes y el des-
Arrollo d e la ciencia moderna, hemos visto que se caracteriza pre-
cisamente por el hecho d e q ue, en su en trega pura a la materia
del saber, va d ibujándose ante ella, al mismo tiempo y sin que-
rerlo, una nueva lógica de la investigación. Y, poco a JX>CO, esta
conciencia se expresa cada vez más clara ment e: la idea de un
" nuevo O rganon" pasa a ocupar de un modo cada vez más defl-
nido, el centro de las preocupaciones. No es Bacon el único que
I'Cl51iene esta exigencia: también en la filosofía especulativa de la
natura leza, que, por la idea central en qu e se inspira, sólo puede
n -mprende r el espíritu como u n objeto entre otros, se acusa poco
II poco un nuevo punto de vista.

En Campanella, cuya filosofía no hace más qu e continuar y


desarrollar la do ctrina de T elesio, apunta ya, sin embargo, el plan
dt' un a ciencia propia y peculiar que habrá de tener como objeto,
441
4" EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA DESCARTES 44'
no la natur aleza d e las cosas, sino nuestro modo de conocerlas: que ligura a la cabeza de sus d escubrimient os y q ue sient a como
" recum nat ur as cognoscere d ifficile qui dem est, at mod um cognos- la premisa permane nte d e todos ellos, no es para él otra cosa que
cendi longe d íñíci líus",' y en Gíordano Bruno, si abarcamos con "el Fruto espontáneo de los principios innatos de l m érodov.s
la mirad a la totalidad de su carrera literaria, vemos cómo el con- Sin comp render esta relación y seguirla hasta en sus desa rro-
jun to d e sus obras "metodol ógicas" represent a ya un volumen ma- 1105 concretos en la fundamentación de la mecánica y de la física
yor que el de sus estudios sobre la reforma d e la cosmología y espec ial, jamás pod ríamos llegar a comprender histór ica e in rrfn -
sob re la concepción de la n atu raleza. secamente el si:;tema de la filosofin. de Descanes.s
C laro está que es cabalmente este ejemplo el que viene a de-
mostrarnos claram en te qu e el sentido del problema no es cap tado r. LA UNIDAD DEL CONOCI MIEm-o
ni definido un ánimement e en todos y cada uno d e estos in tentos.
En Bacon, vemos cómo el método, aunque en apariencia no se le La temprana obra metodológica de Descartes, llamada a ser y
plantee otra función que la d e reunir y clasificar el material era- n permanecer como su obra principal en mareria d e método, co-
pírico, tiende en último resultado a descubrir las " formas" de las mienza con una imagen característica, en la qu e se refleja la pecu-
cosas en el sentido escolást ico d e la palabra, mientr as Que para liaridad histórica del nu evo modo de pensar. Todas las ciencias
Gtordano Bruno constituye, por el contrario, el medio d el arte eu su conjun to, dice Descartes, no son otra cosa que la sabiduría
luliano, encaminado a aprisiona r y a retener para la memoria, en hum ana una, idénti ca e invariable, por muy distintos q ue sean los
la red de determinadas fórmulas simbólicas, el contenido infinito objetos sobre Que se proyecte, ya que éstos no la hacen cambiar
del saber. interiorme nte, del mismo modo Que La. lut del sol no cambia por
En real idad, el método no es, en esta eta pa del pensamiento, efecto de la diversidad de las cosas que ilumina,
más que un tópico qu e enc ubre los más diversos cont enidos y qu e Este símil, Que Descartes toma d e Plotino, tiene su historia
de por sí no representa ni garantiza todavía una renovación sus- propia en la filosofía moderna. Los fil ósofos de la natural eza, es-
tancial del id eal de conocimient o. Incluso allí d ond e aparece con- peclalmenre Giordano Brun o, lo emplean genera lmente para ex-
cebido y empleado en su mayor pureza, no rep resent a el principio presar la "participación" del individ uo en lo absoluto, para ilustr ar
fund ament al, sino una inst ancia paralela, que apoya, refuerza y c ómo el todo- uno conserva su ide ntidad continua e inmutable, pese
fiscaliza la adq uisición de l saber. Nos encamina a las fuent es de las • las múl tiples formas en que se refleja (v, supn::., pp, 422 ss.).
que fluye el conocimiento, pero no es todavía, por si mism,o, la :r Descar tes, Regul a.. ad dire crícnern ingen ii, IV (Opuscw!a Posth"TNl
causa primera y el fundamento de éste. " h)l ica er Marho:matica, Amstelodam i 1701), p. 9.
D escartes no es, por tanto, el verdadero fund ador de la filo- .3 U tili:amO$ e n ti tex to, I comi n u:lción, 10$ result ados <k n ue stro ..¡ rudio

sofía mode rna por que coloq ue a la cabeza de su especulación la titulado D""41t..s' K. irik deT m<ll"....wtilch..n ., nat.. rwinen5c1ul/rlichrm Er.
~rnnln iJ, publicado en 1899 corno resís doctoral e inCOl'pOnldo más la rde co mo
idea del método; lo es porque asigna a éste un a función nueva.
nuroducc j ón I nu estra aDra Leilmit ' S)'Sr..m. In tentam os, sin eml.1Tgo, selnlir
Según él, no es simplemente la estruct uración formal, sino el con- , n" la mayor e xactitud pos ible y has ta en sus a plicacion es e5pt'ciales d pe n-
tenido rotal del conocimiento " puro" lo que ha de obten erse del ..mi..ntc uni ta rio merodologico de Desca rtes, deslin dándolo da ra y n itida.
principio metodológico originar io, derivánd ose de él en una con- tur-nte del m l>l ivo mrraf isico fund ament al que preside [a form ación de su si,..
tinu idad completa, exenta de toda laguna, 1' lIla filosófico. Al mismo tiempo, y CNno correspo nde al plan de la presel't~
El propio Descartes concibe y designa sus múltiples realizacio- ,,1,"" entramos a estudia r, sobre lodo, In relaciones h ist6 ricas q ue une n a
r 1u ( nrtes con sus ante ceso res filos óficos y con la cien cia de su tiempo, Ir d ifc.
nes científicas solamente como otros tantos desarrollos y rami íi- • • "da de nuestros estudie s am eno res, en lOS cua les nos limitábamos princi-
racion es de este gran tron co fundam enta l. La geometría analítica, . ...lm..IHe a exa rnlna r aq ueHos probl emas en los q ue mas se des taca la eon tti.
1 Ca mpa nella , Merafí sica, pa rte 1, p. 331. 1'11< i,'lI\ de Leibnil al desarrollo fu turo de la (ilosofia.
. 50 EL CONCEPTO DE LA NATIJRALEZA DESCARTES
Frente a la concreción y a la dispersión en que el un iverso se pre- Todavía en G iorde no Brun o y a pesar d e recono cer al pensa-
senta ante los sentid os, se afirm a aquí la idea de una fueqa Iun- miento la fuerza necesaria para captar y aba rcar lo infini to, ve-
damentW única y común, que se le revela d irectamente a la mes cómo sale tr iunfante a la postre el escepticismo, en lo que
concepción pu'JYl de la ra:::ón. se refiere cabalm ente a este problema fundamental: de l mismo
La tradicional imagen expresa ya, pues, en esta forma , el pro- modo Que el ojo ve todas las cosas sin pode r verse a sí mismo, el
greso hacia una síntesis superior del pensa miento, h acia una n ue- intelecto humano no pu ede llegar nunca a aclara rse a sí mismo
va concepc ión "inteligible" d el todo. Y, sin embargo, este giro d el de un modo pleno y sarisfacrorio.s
pensamiento se ha lla tod avía a pesar de eUo, completamente Fue- Es la misma objeción .Que presentan a Descart es sus adversa-
ra d el horizonte visual en qu e Descartes, desde sus primeros escri- ríos y a la que aqué l opone su nueva concepció n de la conciencia
tos, encuad ra y circunscribe el prob lema. Par a él, no se trata ya de sí mismo.e No podemos llegar a conocer na da acerca de las
d el mundo d e 106 objetos. sino del mundo de los conocimie ntos, cosas sin percatarnos al mismo tiem po de la esencia de nuestro
no d e las fuerzas que gob ierna n el acaecer natural, sino de las propio pensamient o. El intelecto pu ro constituye el primer objeto
reglas que presiden la estr uctu ra d e la ciencia. que nos sale al paso en la serie d e las verdades,"
E! problema de las relaciones en tre la unidad y l.a pluralidad La filosofía de la naturaleza tendía, como veíamos, a conce-
cobra ahora un sentido distinto y se desplaza a u n nuevo terreno. bir los fenómen os como un ord en in.manenre, gobernado por fue r-
C uando Descartes expresa qu e sería necio pararse a cavilar acerca zas propias e independient es. Pero, al considerar como algo ex-
de los misterios de la nat u raleza y de la influencia de las esferas rraño a ella el problema de la conciencia, lo que le impedía, al
celestes sobre el mundo terrenal , acerca de las fuerzas de las plan- mismo tiempo, situarse en lo qu e constituye el verdadero centro
tas, el movimiento de los astros y la mutación d e los metal es, sin de la inmanencia, no podía mant enerse fiel a su tenden cia ori-
haberse detenido a medi tar nu nca en torno al modo acertado de ginaria ni siquiera en el mundo de la realidad extern a, como lo
conducirse el espírit u y al concepto universal del sdYer m inno, ya de muestra el hecho de Que la magia y la astrología vuelvan a pre-
Que todo lo demás no debe valorarse tanto por sí mismo como domina r, a la postre. sobre los primeros conatos de explicación
en función a este fin, parece como si Quisiera aludir con ello a empírica. Pues bien, el método cartesiano viene a descubri r u n
esta determinada situación h istórica por él ad opt ada ante la filo- nuevo centro y un nu evo pu nto de panida: pero su justíficación
sofía de la naturaleza. ha y Que buscarla también en su fecundidad, en su ut ilidad pa ra
Sólo cuando referimos la investigación a esta Iun cíón últim a ofrecern os un conocimiento objetivo d e la naturaleza, para sentar
y unitaria, llegamos a comprender la posibilida d interior de l cono- los verdaderos fundamentos de la física científica.
cimiento. La varieda d de las cosas es infinita e inapreh ensible¡
sería vano empeño tratar de abarcarlas y compe ndia rlas en el me mis noer rn enmin i eubjecrae síne, .¡rnosc.mua: n ih il enim ta m mulriplex
use pote sr e¡ d ispersu m, q uod per íllaen, de qu. eg:imus, en ume tat ion em cero
concepto. En cambio, nadie podría considerar d escabellado el in-
lia lim itioo. ctrcumsc rib¡ :lItque in aliquo r ca pit. d ispon i non Jt06Sit".
tent o de señalar los límites del espíritu , ya Que se tra ta de algo 11 Cfr. u. p.a, p. 421. V. Libro 11, cap. 111, 1'1 01. 39.
Que existe en nosotros mismos, ni el de d eterminar exbuast íva- t V. la ca r.ue rislica objeción de Oassend i: "Cu m sd I1(Ili tiam alicujus re¡
ment e todos los cont en idos encua drados dentro d e esta roralíded.s ehcie nd arn necesse sir rem agere in facuh ale m eO¡¡'lOlC enlem , imminc,t nempe
'" il!am $.. i spcciem , sive su¡ s pecie illem in form are: perspic uu m vid etur ipsarn
... Regulae ad dinxc ion em Ingenii, 1 y VI II. V . es pecialmen te Reg. VI II, p. Ieculra te m, cu rn extra seipsam non eit, non posee iIlam sui speciern in setpsam
24: " N eq ue res ard ua au t dífftcilis viderí deber eius quod in nobi . ipsi, senn- trMllsmitre re n equ e su¡ noti tiam co nseq ue n te r elicer e, sive, q uod íde m est,
mu s in¡¡:enii !imires definire, cu m saepe d e illis etiam, quae extra nos ec ne e r perclpe re se ipsa m" (M edi¡alion es de prima philosophill : O bjecnones quin tae,
vald e alie na, non dubltemu s judicare. N eque imm¡'1\sum ese opus res omnes Amstelod. 1670, pp . 23 s.J. Cfr. la rép lica de Descartes, Respon siones, V. p. 66.
in hac anfver sirere conte ntas eogila lione velle ccmple cn, Ul, q uom od o ain¡tulae 'i Reg. VIII, p. 23; Meditariones, II ss'
EL CONCEPTO DE LA NATIJR AU:ZA DESCARrn;

En la est ructura y en la fundamen tación d e la filosofía cart eo La d iferenciación entre el facto r metodológico y el factor me..
sian a pueden d istin guirse cl ar amente d os tendencias del pensa- tafísico, en la formación del sistema cartesiano, corresponde, pues,
miento. De una parte, se desarrolla y expone la "unidad del a la historia in terna del nacimiento d e la filosofía de Descartes.
intelecto" en prirtdPios cada vez más determinados y concret os, Pero es qu e, ad emás, este modo de proceder es el único que nos
derivánd ose de ella en una lin ea de con tinuidad el contenido de permite llegar a tener claridad plena y com pleta en cuanto a la
la matemática y de la cienc ia de la nat ura leza; de otra pa rte, nos misma metafísica cartesiana, más aún, en lo tocan te al carácter de
encontramos con el intento de reducir todo el con junto d el saber su pro pio creador: ello nos a yud ará a ver, e n efecto, si el pro-
que de este modo nace a u n ser met.a/úico supremo, tr atando de ceso de la metafísica se inspira solame nte --como ha sosten ido
encontra r en éste su base última d e sustentación, la roca para su F. A. Lange- en motivos externos y fortuitos o influyeron tam-
cim iento. bién en ella los problemas necesarios e interiores na cidos del
En nuestra reconstrucción del sistema d e D escart es, nos aten- mismo método.
dremos, de momento, única y exclusivamente al priJTWr{l de estos T res grup os de condiciones previas objet ivas se destacan como
dos procesos. Y lo haremos así, guiad os por un d oble inte rés bís- dete rminantes en la exposición que acerca de los orígenes del cri-
rórico, En primer lu gar, porque la verd adera fuerza h istórica y terio fundamental encontramos en el D e coers de la mét hode.
la virt ud imperecedera d e la filosofía cart esiana residen precisa- Pasando revista a la ma teria tradicional de l conocimiento y des-
mente en lo que el "métod o" ha apor tado a la ciencia y a sus pués de de jar a un lado tod o lo que es aditamento retó rico y
principios, al paso Que la metafísica de D escartes se desint egra todo ornato exte rno d el saber, encontramos tres pun tos rela tiva-
en una variedad de siste mas con tra dictorios ya en sus más próxi- men te fijos, qu e pu eden servir como base y punto de partida para
mos discípulos y contin uad ores. Y, en segundo lu gar, porqu e en toda construcción ul terior : son la lógica., la geometría y el álgebra,
el propio desarrollo individual del pensamiento cartesiano se dis- en las que, pese a todos los defectos d e qu e adolece su tr atamiento
tingu en clara mente el uno del otro aquellos d os motivos. tradicional, no podría llegar a extinguirse totalm ente el ca rácte r
Desde el descubrimie nto d el criterio metodológico fun dam e ntal del a uténtico saber.
~ue un a not icia del d iari o d e D escar te; nos pe rmi te situa r en Cierto es que la lógica escolástica, con sus definiciones y silo-
el l O d e noviembre de 1619- ' transcurren nueve años, los cuales gismos, nos enseña más bien a exp licar lo conocido que a descu-
apa recen tot almente ocupados - así :0 atestigua el Duccers tÚ la brir lo desconocido. Es ciert o, asimismo, qu e el an álisis geométri co
méthode- con estudios físicos y marem áricos, Durante estqs años de los a ntiguos y la ar itmét ica moderna, con su consta nte supedi-
van definiénd ose y afianzándose, según cabe demostra r hasta en tac ión a la intuición directa de los sentidos y su inapropiada ter-
sus últimos detall es, los rasgos fund amentales del sistema d el co- minología simbólica constitu ye más bien una técni ca embrollada
nocimiento, antes de qu e ningún problema metafísico ap arezca hecha más par a con fundi r el espíritu que un conocimi ento tr ans-
en los horizontes d e la espec ulacíón,s La metafísica no ayuda a parente y diáfano a pto pa ra esclarecerlo y ed uca rlo.
descubrir, sino simplemente a con firmar y acredita r los principios
de la ciencia. l O puede fundamentar los prin d pioa de su fisiea sin remitirse a los rasgos fun-
dam entales de su metafisica, pero esto no se refiere a la determinación inttin-
8 V. Cartesi i Cogilatio nes pr ivatl e ( Ocu.".es ¡nid ites de Desc/fl'us, pu bl.
J«a de -tales pnnclplos, ni, por ta neo, a la lesis de q ue lodos 105 fenómenOll
por Fcucher de Car~ il, París, 1859, p. 8). Para la det erm inación de la fecha, nalurales se red ucen a los cri te rios de magnhud, forma y movimiem ll. Para
v. Kun o Fischer, Geschichu deT ne"ere n Ph¡!osophie, 4i ed., t. 1, p p, 1H s. lo que nec esita de la me tafísica es pa ra asegurar a esto s conce ptos, p reve-
9 L. prueba minuciosa de est o, la encontramos en Líard, Descaru s, Par ís, nlen tes de la matem ática pura , SU aplicación a la existen cia, es decir, ¡a.ca
1882, pp. 92 ss. ,Ie mostra r la "armonía" ent re las idea s claras y niridas del intel ecto y la reali-
ded absolu ta. (V•. ¡nlra, 11.)
U Es cie rto qu e Desca rte s .rirm a reiterada mente en sus cart as qu e no
'54 LOS FUNDAMENTOS DEL IDEAUSMO DESCARleS m
Se tr ata , por tanto, d e bu scar ot ro método qu e, reuniendo las Parte ésta del concepto de la sustancit, que desde la "Mera-
ventajas d e estas rres ciencias fundamenta les, no caiga en sus de- lllicn" conocemos como la forma y el fun d am ento pri mero d e
Iecros. la lógica y la teoría de las magnitudes d eben com binarse ludo ser. La afirm ación d e qu e todos los predicados tienen que
y un irse. para crea r el n uevo concepto d e la matemática universal . referirse necesariame nte a 005l!:1S fijas y acabada s, de que la sus-
Esta nu eva ciencia tom a de la lógica el ideal de la construcción uncia es 10 primero, 00 sólo con respecto a la existencia, sino
rigurosament e dedwctiw. y el postulado d e: los primeros funda- también con respecto al conocimiento, tiene para A ristóteles el
mentos "evid entes" de la argumentación, al paso que dete rmina cerácrer de un axioma . n ávtún' i¡ 000 (<< X{lÜrfOY xaL Nly<p xal
el ccoeerodo que a estos fundamentos debe da rse tomando como Y~l, xa\ XQÓvq¡. Las demás ca rac terísticas qu e podamos encon-
modelo la geometría y el álgebra. Si nos preguntamos qué clase tr Ar se añaden luego, todas, al ser así d eterminado.
de contenido es éste V por qu é ha y qu e incl uir en la " mat em á- " La sustancia creadora (irn:oxd!1EVOV) es el verd adero sujeto
tica", junto a la teoría d e los números, ciencias y art es como la del juicio; todo lo de más constituye algo puramente accesorio; y
astro nom ía, la música, la óptica y la mecá nica, vem os qu e lo co- r el predic ado el encargado d e d ecirnos cómo la cosa o la cuali-
mún a su objeto y a su método radica en el conce pto de la orde- ,II1J de que se trata han nacido realm ente." 12
Mción. )' la me dida, sobre el que todas ellas d escansan . Ya bus- C ua ndo hablamos d e las relaciones d e la canti da d y la cuali-
qu em os y det erminemos es ta ord enación en las for mas o en los dnd , necesariamente tenem os que pensarla s como " inherentes"
núme ros, en las estr ella s o en los sonidos, es siempre el criterio eiernpre a d eterminadas cosas, y cuando partimos de conce ptos
genera l de la relación y la proporción el que sirve de punto de de relació n como los de "10 grande y lo pequeño", no debem os
partida y de criterio de unid ad. Por tanto, una ciencia pura de las creer, con Pla tón, que hem os captado en ellos elementos de lo real.
" relaciones" y " proporciones" - independientement e d e la propia El ideal científico que correspond e a este modo de ver es,
peculiaridad de los objetos en qu e se expresen y tomen cue rpo-- en el fondo, el de la cla.l"if ioación sistemática d e los objetos: se tra-
constituye la exigencia primordial y la meta prime ra a qu e tiend e 111 de deslind ar entre sí las d iferentes " forma s" de la naturale za
el m étodo." y de dar a sus cual idades una determ inada ord enación ( v. su pra,
Para medi r en todo su valor lo qu e significa este pensami ento pp. SS s.).
en a pariencia t an sencillo y tan simp le, hay que analizar un Co nocido es el peligro qu e esta concepción envuelve para la
poco en d et alle , siguiendo las indicacion es de D escartes, la situa- fúia1. G eno es qu e se le pu ede asignar ta mbién como misión
ción histórica d e las ciencias fundamentales de que él mismo parte. ,,1 investigar la sustancia, ya que su meta no es ot ra que la de de-
Por 10 que a la lógioo. se refiere , no necesitamos fijam os-pare term ina r y retener 10 qu e hay de permanente a rravés de los cam-
ello en su forma e.l"coLil-tica, que pod ríamos considerar ya sup e- bios de los fenómenos. Pero el error fund amental aparece cua nd o
rada graci as a la crítica llevad a a cabo por el hu manismo y la tratamos de buscar este al go perma nente en la fO't'l'l'Ul M la cosa
filosofía d e la naturaleza, sino que debemos ir a buscarl a y a en- y no en la Tegla del acaecer, cuando, para decirlo de ot ro modo,
juicia rla en las cond iciones fun damentales que preside n el nací- eobstiru ímos a las leyes por las "cualidades" y las " entidades"
miento de esta ciencia en la mente d e su fundador. La lógica y como causas real es.
la teoría ar istoté lica de las cat egorías presupon en necesari amen-- Hemos estu diado e n d etall e cómo, para que pud ieran abrirse
te su meta física y su teoría del "ente en cuanto tal ". paso la física y la astro nom ía moderna s, fu é necesario sobre po-
nerse por doquier a esta conce pción: hemos visto, en especia l,
11 Dlsco urs de la méthode, 11, Oeawer, t. VI, p p- 17 ss. (Nueatras citas de
las obras de D escartes se refieren a l. magnifica edición de Charles Adam y
cómo K éple r explicó y tra nsformó el concepto de fuen;a mediante
Paul T ann erv, París, 1897 15., en la parte Que hasta ahora - 1904- va publicada
de esta ediclón.) C fr. Reg"la.t, IV, pp. 111. 12 V. Trendelenburg, Geschichre do!'T Kategoriefltehre, Berlín, 1846.
.56 LOS FUNDAMENTOS DEL IDEAUSMO DESCARTES <51

el concepto d e funci ón y como Galileo, ha ciend o caso omiso de la ples, plena mente determinada s en cuanto a su cont enido y que
ese ncia de los fenómenos, fijó la ley como el contenido único vamos desa rroUando y estru ctur and o progresivam ente ha sta ob-
y el ún ico punto problemá tico de la ciencia de la naturaleza. tener relacion es cad a vez más comp leias.t"
Por ta nto, al exigir una lógica general de /.as relaciones q ue Partien do de aquí, se explica y d etermin a, al mismo tiem po,
an teceda a tod a consid eraci ón de los objews particulares, Des- la act it ud adoptad a a nte la silogística.. No se trata, ni much o me-
ca rtes no hace más que extr aer el resultado filosófico, el balance nos, de descartar o despreciar el silogismo, que no en vano cons-
de todo este largo proceso científico. Desde su primera form ula- rituye el verdadero argumento form al de qu e se vale la ma temática
ción del problema, cumple ya el postulado que a sí mismo se y, en especial, la geometría euclidiana. Sin emba rgo, la forma sin#
traza: ofrecer u na lógica, no de la d escripción y la exposición de tet ica de la prueba, ta l como ap arece materializad a aqu í en un
los h echos, sino d el d escubrimiento y la im 'cuigación .13 El mismo ejemplo clásico, no d ebe seguir siendo la única ni la originaria.
d estaca como lo ca racterístico d e su tcoría de las c4lC'gorias el Que Este procedimiento, aplicable de un mod o general cu and o se tr ata
no d ivide y clasifica los co ntenidos del saber desde el punto de de proceder de premisas dadas a concl usiones d esconocidas, Calla
vista del sCT. sino desde el punto de vista del conocer. los objetos en tod os aquellos casos en que el problema consist e en indagar y
no d eben ordenarse , en ella , tal y como son "en sí", sino t al y descubrir las premisas misma s, Dondequier a que se trata de d es-
como d ependen y brotan los unos de los otros en el orden en que cubrir y poner de manifiesto los mismos primeros conce ptos fun--
los conocemos y ra zonarnos. da menta les ---d onde, por ta nto, como ocu rre en filosofía, los "prin-
N o constitu ye, por tanto, ni nguna cont radicció n el hecho de cipios" no constituyen el punto de partida, sino la meta d e la
qu e los elem ent os "simpl es" qu e se d esprenden en este modo investigación-, el método sint étlco-silogistico sólo puede ser con-
de consid erar el problema -por ejem plo, el concepto d e "causa" siderado como la inversión de un análisis precedente y origina rio.
o el d e lo "igua'''- representen en rea lidad simples relaciones, ya El silogismo obliga. pero no convence, mientras qu e el análi sis
q ue sólo la meta física, y no la ciencia, podría te ner interés en re- pone al descub ierto la estructura interior del problema y evidencia
monta rse por detrás d e estos conc eptos de relación y de estas ver- el origen y la trayecto ria d el de scubrimiento.u
d ades a fund amentos "absolu tos" úlrimos.t- A mbos métodos descansan, como vemos, sobre la aceptación
Mientras qu e la lógica y la física escolásticas de las "enrida- de determinad as premisas; pero, mientras qu e el "dialéctico" exi-
des" part ía del concepto abst racto del " género", vacío de todo gc que las premisas establecidas sea n previamente conocidas como
contenido, para segu irlo a través d e la escala de los "grados me- la " mat e ria" de la conclusión, el método an alític o se limita a exi-
tafisicos" hast a el escalón d e la especie inferior, aq uí nos enco n- gir, más mod estame nte, que el problema de que se tra ta a par ezca
tra mos desde el primer momento con relaciones elem entales sim- fijamente deslindad o y sea plenam ente comprend ido . Esta derer-
m inabilidad inicial envu elve ya un contenid o de conocimiento
la C h , ad e mas, a cerca de este, R<'g¡¿Úl<', X, 1'- JO.
que facilit a la solución fu tu ra,
H Reg,. V . pp, 1+ J,: "Ma ne t (haec regula) res o mnes per qu asdam ser ¡"s
poS«' disponi, mm q" i.l cm in. qt.I<lnt llm ad <l /Ú¡lIoJ gcnll' cmis refenmtllr, l icllt
Lo pri mero que h ace el geómetra, como es sabido, cuando se
illas Philosoph¡ in t <ltegorias 1l«lJ' Ji\,isl'T.. nr, sed in q ..<lnt.. m un.ae e:re aliis propone constru ir un a figura que responda a determinadas con-
cagncsc¡ po n"nt.. , h em. " \lt mehus intellinatur no, hic reru m cog nosce n- diciones, es consid era r esta s condiciones como ya cu mplidas, re-
d aru m se ries, non un iu'lC uju"q'l e natut am 'rec tare , d e ind ustria ca usa m et presentarse la figura ya acabada en su in tuició n, como las cunlida-
aeq nale in eer ablO1"ra n u mcmvirn us, quarnvis corum natura , ir vere re~pe(!iva:
nam apud Ph ilosophos CB lI~a er effcc rus su nt correla tiva. J-1 ic vero ~ i quaera· l~ Co ntra las definic ion es por m edio J e los "degr ée mére phvsiques", v. es-
mu s, qu alis slt e ffect u ~, oponer prtus causa m e"."no.,ce'-e el n on co ntra; aequa lia peciRlme nt e el escrito Recherehe de la " hité par la ¡..mitre naturelle,
etio.m Invicem &ibi correspondrnt, sed qlla e i na ~q u a l i a sunr, non agnoscímus 16 V, Respons iones ad secundas D bjecrion es (M editationes, Ams eelcd. 1670,
nisi per com parannnern BJ Bequa lia, et non contra", ere. I'P, az 5,).
. 58 LOS FUNDAM ENTOS DEL IDEALISMO DESCAR1ES 459

d es exigidas. Partiendo d e aquí e investigando la conexión ent re este punto, las premisas históricas de que part e el problema cer -
las diferen tes caracterí sticas concretas de la figura d e que se trata, resiae o.
descubre el nexo entre los predica dos que busca y otras determi- En el M eMO, do nd e Plató n expone y razona filos óficam ent e
naciones "más simples", hast a que logra por último d escubrir una el métod o d el " análisis" geométrico por él desc ubierto, vernos
relación por medio d e la cual se encuent ra con 10 "buscado" que otro problema más gene ral ocupa, al mismo tiempo, el cen-
como función univoca d e ciertos element os conocidos y "dad os"}' tro de la investigación . Platón part e de la pregunta sofística y
Las características propias de este métod o se destacan todavía capciosa de si la ind agación ciennfica recae sobre objetos conocí-
con mayor claridad en los p roblemas algebraicos. Si en álgebra se dos o sobre objetos desconocidos. En el pr imer caso, dice el sofista,
busca un número qu e se ajuste a determinada s relaciones, basta perderemos el tiemp o con la inve stigación; en el segund o caso, no
con expresar por medio de una ecuación la relación indagad a para dispond remos de ningún ind icio que marque la ruta a nuestro
q ue con ello qued e señalado también , desde el primer momento, conocimiento, de nin gun a ind icación q ue nos permita distingu ir
el camino qu e hay que segu ir para encontrar la solución. la x de ot ros el objeto indagado, suponiendo qu e se nos presentase ca-
de la ecu ación sólo es u na " incógnita" para nosotros en cuanto sualmente, reconociéndolo precisamente como aq uello que bu s-
qu e no aparece aún d esarr ollada y exp licada; pero rep resenta , al carnes.
mismo tiempo, un factor conocido, ya que se halla claramente A esta pregunta con qu e se tr ata d e embrolla r al pensamiento
determinado, y así, por ejemplo, de cada uno d e los núm eros q ue y qu e, indu dablement e, entraña un a cierta dificultad int erior pa ra
nos sean da dos pod remos d ecir si es o no el qu e buscamos. Dicho quien conciba el conocimient o de un mod o ingenuo, opone Pla-
en otras pa labras, el punto de partidd de la ecuación es ya, l ógi- tón su prin cipio d e la "reminiscencia" , según el cua l el auténtico
camente, lo decisivo, ante lo cual el desa rrollo y el aislamiento saber no le es incu lcado nunca al al ma desde fuera, sino que
de la incógnita viene a repr esentar solamente, por así d ecirlo, u na brota de ella misma y es creado directamente por ella , aunque las
dificultad d e orden técnico-mat em árico, impresiones recibidas del exterior le brinden la ocasión y el asidero.
Q ueda claramente esbozado, así, el camino y el modo del pro- Pu es bien, esta con cepción filosófica. reap arece y revive don -
greso discur sivo qu e va a op erarse: sabemos, a pa rtir de aho ra, dequiera que la época moderna vu elve d e nu evo los ojos al pro--
qu e para llegar a la solución no necesitamos salirnos d e las con- blema de la geome tría. En Nicolás de C usa, esta idea platónica
d iciones mismas del probl ema, ni tenemos porqué echa m os a cobraba ya, como veíamos, con tornos daros y definidos. Las pre-
buscar recursos extraños y fort uitos fuera de ellas. misas con ceptuales, el planteamiento del problema, d ice el C u-
De este modo, se revela inmediatamen te ant e nosotras el valor sano, irr adian ya de por sí, al mismo tiem po, la luz que nos alum-
general que el an álisis matemático pu ed e llegar a ad qu irir, como bra el camino para llegar a la solución : qu od in omni inquisicione
modelo y arquetipo para la filosofía. La idea cent ral sobre la que praesu pponitur, ese ipsum lumen, quod et iam duci t ad quaesitum
d escansa el "método" consi ste precisamente en sostener qu e el (v, supro, pp. 92 s.l, D esde entonces, el criterio de la "reminis-
conocimiento represent a una unidad sustantiva y autárquica; es cencia" se presenta constantemente en los clásicos de la ciencia
decir, qu e encierra en sí misma las premisas generales y suficientes mod erna, en K éple r y en Galileo, y el propio Descartes lo invoca
pa ra llegar a resolver los problema s qu e con razón se plantea, sin expresamente para ilu str ar el nacimiento d e los conceptos mate-
necesidad d e invocar ninguna instancia externa y trascendente. rnárícos.w Y un enemigo ta n d eclarado de la tradición y d e la
Es int eresante deten erse a examinar de n uevo, a la vista de cultura puramente histórica como él, se conv ierte, a este propósito,
en pan egirista de los pensador es antiguos, de qui enes nos dice
17 Regl<l lae. XIII, p. H . Sobre lo que sigue, v. Desca-res' KTirik ¡;jeT marhe- 18 Cfr. .... pra, pp. 254 s. y 299; v. Descartes, Epi.<rola ad Voeriwm, ·parte VIII
mafisch.-n. .. nd nar..RlJi' e....d wfrlichen ETke'ln fni... pp. 5 ..... [ed. Amslelod. 1670, p. 75) .
LOS FUNDAMENTOS DEL IDEAliSMO DESCARTES '61
que, en su man era ' candorosa de ver las cosas, alejados d e tod o Sabemos ya que para llegar a un result ado cla ro y seguro, no
preju icio, poseían todavía en su pureza, sin el menor falseam iento, necesita mos salirnos d el marco que nos t raza un análisis preciso
"l a simiente innata" de la verda d, latente en cad a uno de nos- y n ítido del problema.. Son el orden y la medida los ~ue for~a n
otros. A hora bien, si la geometría era rea lmente , pa ra los antiguos, el contenid o d e la matem ática y a ellos se reduce el ooieio de esta,
la única puerta de ent rada a la filosofía, necesariamente tenían en su tota lidad. H ay que descartar, por tanto, d esde el primer
que concebirla como algo más que como una simple acumulación momento, cualquier otro element o q ue no enca je en este criterio
d e dogm as y problemas especiales: por fuerza tuvieron que intuir fun da mental y no entre íntegramente en él.
en ella un a un idad y unas leyes susceptibles d e servir de arquetipo Ahora bien la m edida no debe concebirs e como un algo ma-
para. tod o métod o científico en gene ral.w teria l que nos venga impuesto dir ectamen te por las cosas mismas,
Es éste, exa ctament e, el punto del que arranca el nuevo con- sino como el resultado de u n procedimient o discursivo de deter-
cepeo de la geometría int rod ucido por Descartes. Se tiende, ante minación y selección. El "medir" no es, por tanto, más qu e una
todo, a sacar a los problemas matemáticos d el aislamienro y la forma pu ra d e referencia o "relación", la cua l, según el criterio
disociación caracter ísticos d e sus formas tr adicionales. Mientr as funda mental d e la lógica cartesiana, puede por ello mismo ser
no se reconozca el nex o de u nidad de todos los problemas que el objeto de investigación independient emente de t 00o ."SUjeto · ,, pa r~
pensami ento geométrico puede establ ecer, seguirán imperando en rícular. La "dimensión" designa la regla d el pensarmento (mod us
la d esintegración de los pro blemas sueltos, plantea dos cad a uno et ratio) conforme a la cua l consideramos a un objeto mensura-
por su lad o, el arar y la arbitra riedad; la consideración de las fi - ble; por tanto, este concepto no incluye solamente la longitud, la
guras y de sus relaciones seguirá ten iendo, mientras eso ocurra, anchura y la profundid ad , sino también la gravedad, o sea la pau-
m ás de juego d e imaginación qu e de ejercicio y fortalecimiento ta por la qu e se ap recia y determina el peso d e los cuerpos, y la
de la ínreltgencia." Los problemas no deben plantearse y eseu- velocidad, qu e tiene idént ica fu nción en Jo que se refiere a la ~ag~
diarse sin ord en ni con cierto, sino qu e d ebe estable cerse un a regla nitud del mo vimiento; más aún, tod os los elementos determinan-
fu-n.dam.ental qu e agrupe tod os los casos, ordenándolos en un idad tes que ayudan a definir un ívocam ente una magnitud y a d i fer~ ~~
y haciendo que los unos se d eriven de los otros en un orden rigu- d a rla con ello d e tod as las demás, de ben ser consideradas también
rosamen te establecido. como "dimens iones" de esta magnitud.
El propio Descartes afirma, en este sentido, que la aritmética Vem os. pues, q ue la "dimensión" no añade n ada a las cosas
y la geometría usuales son solamente "ejemp los" de una ciencia mismas, no establece en modo algu no un nuevo "géne ro d el ser",
universal, que más bien ocultan que pone n de manifiesto'. Y cu an- sino qu e es una categoría pura del espíritu con la que abordamos
d o trata de añadir al Discours de la méthode ciertas aplicaciones los objetos, para dominarlos por medio de conceptos." Est e co-
concretas d e su nuevo métod o, ve en la "dióptr ica" y en el ensayo nocimiento de su origen nos asegura, al mismo tiempo, tod a la
sobre los " meteoros" un a pru eba puramente subjet iva de la íe- libert ad de l pensamiento con que pode mos man ejar el concepto
cund idad de aquel cri terio, ya q ue la prueba demostrati va e im- de " dimensión" y adaptarlo a las exigenc ias de nuestro entendí-
perativa d e su verdad reside, según él, en la "geome tria"," miento y a las carac terísticas especiales de cada problema.
Por tanto, au nque objetiva mente la magnitu d continua y la
UI R~(. rv,
pp. 10 s.
d iscreta, la magnitud del espacio y el nú mero se enfrenten como
20 L ~ .• 10. Sobre 10 qu e s igue, cfr. DC$Can n ' Kri rik. p p. 9 ss. V ••de-
p.
m ás O ibson. "La ' gé<'ométti,,' d e D escar tes ,II U poi n t de v ue d e Sil méth ode" formas heterogéneas, esta diferencia no debe considerarse como sus-
(en número jubilar d e la Revlle <le Méwph'Jiqllc et de Monde d ed icad o al tanci almente insuperable para el m étodo, ya que, con ayuda de
te rcer cen ten a rio del nacimiento d e D escart es) , julio 1896.
21 Ca rta a Mersen ne (16J7?) . COl're~pon da"c e. ed. T annery, t. 1, p. 478. 22 V. Reg. XIV, p p. 54 ,J.
<6' LOS FUNDAMENTO S DEL IDEAUSMO DESCARTES 463
una unidad determinada como mejor nos parezca podemos siem- geomemces, antes d e que poda mos pensa rlas como susceptibles
pre reducir lo contin uo, mentalment e, a una pluralidad de pa rtes, de ser medidas exactamente, son reducidas a "órd enes" de pun-
haciéndolo con ello asequible a la numeración." En concepto de tOS que se suceden los unos a los otros con sujeción a una derer-
tal unidad, de esa maHda común d e tod as las cant idades que minada regla.
apa recen en un determinado problema, pod emos elegir tant o una El punto, como elemento "absoluto" se concibe aquí exacta-
longitud extensiva como el elementO indi visible, que, al repetirse mente en el sentido en q ue el métod o fija y razona este concepto.
continuamente, crea -tal como nosotros nos lo representamos- Se le debe consider ar, desde el pun to de vista del conocimiento,
las distintas form as finitas y concretas. como lo último a qu e podemos reducir todas las formas comp le-
En el campo de la extensión, este elemento último y ya Indíví- jas; pero ello no imp ide qu e exp resemos y reprod uzcamos su propia
sible nos lo da el concepto del pu nto, qu e envuelve solamente el determín abilídad por medio de una ye1.a.ción.
pensamiento de la simple fijación en el espacio. El propio Desear- Lo "absoluto" no es ya, como veíamos, la antí tesis excluyente
tes se remite aqu í a la repr esent ación y a la fórmula usual entre entre dos relaciones, sino Que expresa los co nceptos fund amentales
los geómerras, según la cual la línea nace del punto y la supe rficie de la relación misma. T ampoco el elemento espacio puede con-
de la linea, al ponerse am bos en movim iento,24 idea qu e ya en siderarse como un concepto sencillamente desglosado y aislado de
Nicolás de Cusa cobraba su generalización y profund ización filo-- todos los d emás, como una " natura solitaria",2~ sino que la posi-
SÓficas. Este pensador comprendía, sin embargo, que no basta ción simple en el espacio debe expresarse por medi o de un a re-
con enfocar d e un mod o general y con d escribir por medio de lación aritmética.
símiles e imágenes la relación entre un tod o finito y el " momento" T od a investigación desarrollad a de un modo rigurosamente
carente d e extensión del que brota. 10 más que por este pr oce- metódico tiene como cond ición, en general, el q ue en cada una
dim ient o pued e lograrse es, en efecto, un simple recu rso auxiliar de sus (ases se circu nscriba y determine exactamente lo que se
ilustr ativo, nunca la captación concept ua l exacta de la relación busca por medio de su relación con ciertos elementos dados. T ocio
que se investiga. conocimiento que no brota de un acto simp le e intuitivo del espi-
Para esto, el aná lisis tiene qu e aho nd ar más: no basta con rit u se obt iene por la vía de la com paración entre dos o más conte-
llevar a cabo de un modo general la reducción de los conceptos, nidos. Para que este cotejo sea posible, es necesario empezar por
sino qu e hay que demos tr ar, al mismo tiempo, cómo una derer- referir conjuntamente los elementos conocid os y los desconocidos
minad a forma ind ividu al n ace y se construye a base de estos ele- a una " naturaleza comú n" y por conocerlos ta mbién, indirecta-
mentos de un modo rigu rosame nte unívoco y sujeto •a leyes. mente, en su interde pende ncia, por la relación q ue tod os ellos
Sw..stituímos. aJí, la diveT'5idad de las fonnas por la diversidad de guard an, cada uno de por si, con este sistema de refeundas común.
I 0 1 movimientos de puTUOS. Decíamos que el orde n y la medida T odo el trabajo metódic o d e la razón consiste en ir pre parando
son los dos medi os fundamentales del pensamiento matemático; esta operación de cisiva y concl uyente.
pues bien, aho ra vemos cómo ent re estos factores media, a su vez, Ah ora bien, pa ra qu e pueda establecerse una comparación en
una relación lógica de subordinación y dependencia. Las formas el sentido exacto de la palab ra, hace falt a q ue los dos términos
que se compa ran ad mitan u n más o un menos. es decir, qu e en-
23 L. c., p. 56. : "S cíe ndu m e ua m m1lllnitudi nes continuas beneficio unitatis tren ambos en el concep to general ,le la magnitud. Y aquí, volve-
assumptiriae posee to ta~ inter du m ad mul tirudi nem red uci er ae mper salre m
ex parte, a rque multitud ine m unir at um po ese po st ea taH oedine d isponi, ut :!~ "Notand um " st primo res o mnes ec sensu, q ue ad nosrru m pro positum
díffic ultas , q uae ad menscr ee cognttlonem pertinea t, tándem a sohus o rdinis m iles esse possunt , ubi non illar um nat uras solitarÍllS specmmes, sed illas imer
inspe ctione depende ar maxim urn que in !lOC progressu esse an is adjurne ntum." . .. com pa ramus , ur u nae e:c a1 iis cognO$Can IUr, di d posse vd absolutas vel
2~ V. "Le Monde", Oeuw es (ed. V. Cc usin ) , t , IV, p. 255. r"spcc tivll5." Reg. VI, p. 1+.
LOS FUNDAMENTOS DEL IDEALISMO DESCARTES <O,
mas a encontrarnos con que sólo la ma,gnitud del espacio puede entre las dos magnitudes de qu e se t rata se mantenga constante-
ofrecernos el fundamento útil y el "su jeto". haci a el qu e volvemos mente una rela ción fija e inmut able, susceptible de ser expresada
la atención. Cie rt o es qu e también con respecto a las cualidades num éricamente en forma de ecuación.
sensibles de las cosas pod emos hablar de d iferen cias de grado, de Las ante riores consideraciones, tomadas rodas ellas de las Re,
lo má s débil o lo mas fu erte; pero, si queremos penetrar en una J,( ll la.e a.d. direc tioncm ingenií, nos han llevado directamente hasta
de terminación y una objetivación matemáticas exa ctas, no rene- ('1 umbral mismo de la "geometría" cartesiana; nos ayudan a com-
mos más remedi o qu e trasladar estas diferencias a una escala en el prender no sólo su estructura formal, sino también sus premisas
espacio (lo mismo que, por ejemp lo, referimos al termómetro las Intrínsecas, objetivas.
diferen cias relativas a las sensaciones de calor o d e frío). Más aún: nos encontra mos ya, aquí, en el centro lógico del
La extensión forma, por tanto, el substrato común d e todo que irradian los lin eamiento s fund amentales y las directrices de
criterio de relación en general; es - puesto que aho ra podemos ya lu física cartesiana. En ningún punto respla ndece con la claridad
empl ear este concepto- el funda ment al sistema. de coordenadas que en éste la unidad de las ciencias y la cohesión total qu e entre
al que hay que referir todos los problemas relacionados con la t ilos existe. No hay tr ansiciones bruscas de unas a otras, sino que
comparación entr e varias magnitudes." La curva geométrica ha- ruda campo de prob lemas lleva por sí mismo, insensiblemente, al
bía sido red ucida al punto qu e la engend ra, pero la situación que lempo siguiente de problemas afines a aqu éllos. En efecto, cuando
en cada caso ocupa este p unto la marca su distancia con respecto decimos qu e tod as las cualidades sensibles sólo interesan al cono"
a dos rectas fijas, trazad as a nue stra voluntad. Siempre y cuando rimlenro en cuanto representan un mas o un menos, pero de tal
que la línea que se inda ga presente determ ina das características, modo que, según h emos visto, esta determinación numérica sólo
éstas tienen qu e exp resarse necesariamente en el hech o de que _r- manifiesta como posible con referencia al espacio, esto significa,
26 "Omnie omnino cognl tio , q uae non h abetur per símpl ícern et purum ...ncillamente, que las caracte rísticas concretas del objeto em pírico
unius re i solítaríae in tu itum, hab etur per comparalionem du orum aur plurium _illo puede n exponerse y rep roducirse cien tíficamente en formo
meer se. Et quídern ro ra fere ralioni s humanae indu stria in hac operarionc de relacione s de espacio.
praeparanda co m inir. . . No randumque est, co mpa rano nes díc¡ t ántum simpli-
El objeto de la física no ofrece al análisis min ucioso y des-
ces, q uoti es q ua esirum e r darum aequatirer parricípant qtuln dam naluram...
no ta ndurn ese dei nde, ni h il ed istam aequalítarem reduci posse, nisi qu od
arrollado otro asidero ni otro pu nto de vista d esde el cua l podamos
recipit m aiu s et miau s, arqu e iIlud omne per ma gnitudi ni s vocabu lum como considerarlo qu e las tr es dimensiones de longitud, anchura y pro-
preh en d¡.. . Ut vero aliquíd etiam tun e imagin emu r, n ec intellectu "puro uta- fund id ad. Esto y solamente esto significa el que ah ora digamos
mur. .. notan d um es! d eni qu c, nihil die¡ de ma gn ltud in ibu s in genere, qu od que el cuerpo físico no es otra cosa que el conjunto dc estas mis-
non et iam ad qua ml iber in specie possir referri. Ex quibus [acile con clu di-
mus determinaciones.
tu., noo parurn prof u turu m, si tr ans fera mus illa, quae d e m agnitudinibus in
gen ere die¡ in telli gemus, ad illam ma gnítudinís spec iem, quae omn ium Iacíllíme Las Reglas vuelven a subrayar expresament e qu e no se tr ata
er dísrínc nssim e in imaginaeione nosrra p ingetu r. H a nc vera esse exten slon em d.. cavilar e introducir una n.ueva. exist'encia, sino solament e de
corp orís abstracra rn ah om n¡a a lío , que m qu od sit figura ra. . • per se est evidens, "tene rse al criterio d e que todas las propo rciones, d e cualquier
cum in nu110 alio subjecro dís tinctiu s om nes proportionum díflerendae exhi. rluse que sean y en cualquier sujeto qu e se presenten, necesaria,
beantur: q ua mvis enirn una re s díc¡ pcs sir ma gnis vel minus alba, qu am alt era ...
non ramen exacre d efinir!! possumus, urru m tal¡s ex cessu s co nsista t in pr opcr-
mente tiene n qu e encontrar su trasu nto y su correspond encia exac-
lion e du p la vel tli p la, nisi per analogíam qu andam aJ extensianem corp orts ll ~ cn una relación entre dos exeensíones.w Las múltiples rela-
fi~urati . Mane ar ergo ratum e e fixum, quaesriónes p erfec te dercrmin aras. . .
facile posse et deberé ab omni al ío m bjec ro separa.n , o-c deínde rransferd ad 27 "Cu m enim híc nullíus no vi entis cog nirio nem cxpcctem us, sed velimus
ex rensian em et figuras, de quibus solis idcirco detncep s-. .. omissa omni alia dUIl\1axat propor tiones quanturncumq u e involu ras eo reducere, ut illu d, quod
cogirarione tracrabimu s." Reg. XIV, pp . 49 s. " 1 iKtlotum , aequ nle c uid a rn cogn ito reperlamr, cer rum csr omncs proparrionu m,
466 LOS FUNDAMENTOS DEL IDEALISMO DESCARTES 467
ciones de lo real, por m uy int ensas que parezcan a primera vista, se t entran en sí todo su conten ido: "non res ipsae sensibus exrernís
agrupan e n unidad siem pre y cuando que todas ellas admitan una erunt proponend ae, sed potius compendwsa.e ilIarum qua.edam
"reproducción" exacta en las relaciones del espacio. Peto este ¡lgurne".211
concepto mismo de la " reproducción " acusa aq uí un d esplaza- Sea lo que fuere, por ejemplo, el color en sí mismo y en cu an,
miento caracte rístico. to a su naturaleza. nada nos impide rep resenta r y expo ner las
D escart es opo ne, alguna Que otr a vez, su propio métod o a la diferencias y gradaciones existe ntes entre los d iversos colores por
"compa raciones" q ue prevalecen en la física escolástica : mientras medio de diferencias de form a, debiendo cu idarnos tan sólo -e-cosa
qu e éstas se efectúan ent re géneros dife rentes y d ispares, Desca rtes que D escartes no se cansa de subrayar-e- de no at ribu ir sub ~e pti,
coteja siemp re un as form as con otras. unos movimien tos con otros, d ame nte una nueva entidad sustantiva y prop ia a las creaciones
procurando, en gene ral, referir los elementos y los resultados que uue son obra de nuestro prop io pensami eneow La exte nsión no
escapan por su peq ue ñe z a la observación direct a, a procesos sus-- .ilUlifica nunca aq uí, como más tarde en la met afísica, una subs,
ceptibles d e una construcción geométrica intuitiva. Este tipo de Ilmcia que se desgaja de l pensamiento, sino un substrato qu e
relación y comparación es, además, tan necesario e inex cusable, desliramcs por debajo de los fenómenos em píricos d e la nat uraleza
que d e antem an o pod emos reputar como falsa cua lquier afirma, l'Ara ha cerl os mensurables v, por tanto, " com prensibles".
c íón, cua lquier hipót esis q ue por principio se sustraiga a él.2& Por La coincidencia interior que en este pu nto existe entre Des-
tanto, la d escr ipción d e tod os los procesos físicos en relacione. rertes y los clásicos de la ciencia, ta les como G ilbert V Galileo, la
proyectadas en el espacio, aún siendo como evid entement e es, una revela sobre todo la discusión sobre el magn et ismo qu e figura en
imagen, es de tal naturaleza, que no puede trazarla la fam asía de las Regl4s cartesi anas, La mayorí a d e qui enes se ponen a realizar
106 sen tidos, sino solamente el entendimiento matem áti co puro. Investigacion es físicas suelen extraviarse ya d esde los prim eros pa-
La "analogía" tiene aq uí, exa ctamente, el mism o sentido en que , por no saber hacia qué clase de pensamientos debe orien~arse
e mplean el término 106 matem át icos: no es ni más ni me nos que la su espíritu y cree r que se trata de descubrir un ser tot almente rgno-
"proporción". redo y extraño. C uando se proponen, por ejem plo, investigar la
En tod as estas conside raciones -punto éste de fu nda me ntal naturaleza del imá n apartan en seguida la mirada de los fenó-
importan cia- , la extensión act úa como un medio de conoc imiento, •
menos e vide ntes y seguros pa ra d irigirla hacia 106 problemas mas

como u n signo con ayuda del cual colocamos ante el espíritu las difíciles, los que giran en torno a la estruct ura y cualidades inte-
cualidades de la ma teria perceptible. As í como el concepto de la riores de los cuerpos magnéticos, d ejándose llevar de la vaga y
"mer hesis universalis" se sale d e los ma rcos d e la geomerr ía, así rn~añosa esperanza de que, a fuerza de vagar al buen tunt ún por
ta mbién la totalidad d el mu ndo de nu estra conciencia llega más rl campo infinito d e las ca usas posibles, acabará n tal vez encon-
allá qu e la concie ncia del espacio; pero, del mismo modo q ue 3111 1rando alguna causa nueva, hasta ahora d esconocida .
tiene que proyectarse sobre la extensión todo 10 referente a la mago Sin embargo, qu ien se percate de que tod o lo que pod em os He-
nitud , tam bién aquí tenemos que llevar a cabo una rrans!annación gnr a sabe,. acerca d e este objeto tiene que descansar necesaria,
análoga , antes de pod er abordar el tratamiento cien tífico. mente sobre fun damentos y hec hos conocidos de por sí y asequibles
No son las cosas mism as las que d eben ser exam inadas, sino
cier tos símbolos y "abrevi aturas" de ellas en el espacio, que con- 29 Reg. XII, p. 36-
:lO "Quid igitur seq ue tu r incommod i, si cat'enteJ, nc aliq..od novtlTn ens
diffcren li<lS. qua..cumq ue in al i i~ S!lbjeCfi~ exiHun t, enam inte r dotas t,el pl.. rer hu, tiliteT adm itta m... el remet e fin¡¡amus, non ne gernus q uidem de colo re
exteruloneJ posse inwniri", etc. Rl'g. XIV, p. 54.
'l" kqu id altís plac uerie, sed tanturn abst raha mu J ab omn i , ali~, quam q~od
28 Ca rta de Descarte s a Morin , 12 septiembre 1638 (CorrC5pond,mce, t. 11, /,al"'ar figurae ruttura m, .. . cum figurar.. m infinitam mul w .. d mem omn,b"s
pp- 367 s.l,
" 'm m ser\$ibili.. m diffeTem ii5 ex primendis ",¡¡icere si: cernen." Reg. XII, p. 34.
DESCARTES '69
'68 LOS FUNDAMENTOS DEL IDEAliSMO
1'11,.,0 .:1.3 Llevamos "en nosotros mismos los conceptos fundamcn-
a nosotros, se preocupará, antes de nad a, de reunir y cotejar cuí- Iltles puros que deben ser considerados como los originales que nos
dad osamente todos los experimentos que se hayan h echo o puedan . lrven d e modelo para formar todos nuestros otros conocimientos".
hacerse acerca del imán, tratand o luego de indaga r, por medio Estos conocimientos fundamentales difieren según las distin tas
del análisis y la deducció n, qué combinación de "naturalezas sim- rlases y los distin tos problemas que pue den ser objeto de nuestra
ples" pueden llegar a produ cir los fenómenos y los efectos dados. lnvcstigación: mientras que unos, como los de ser, número y du.-
"H ech o esto, podrá el investigador que así proceda afirmar fflCián, valen para todos los contenidos por igual, otros, tales como
tranquilamente que ha llegad o a captar la verdadero natU'raletlt 10H de espacio, figura y m ov imien to, se refieren específicamente
de l imán, por lo me nos en la medida en que ello es posible pa ra el 1I los cuerpos y otros, finalmente, como la id ea de l pensamiento,
conocimiento humano y con los datos que la experiencia, en su dicen relación solamente al alma."
estado act ual, nos ofrece. " 81 Podemos, de momento, prescindir de este último punto de
No es posible definir con mayor claridad y nitidez el nuevo vista, para fijarnos solame nte en aquellos principios a los que se
ided de la comprensión de los fenómertos señalado por Galileo recurre para construir la estructura del ser físico. Comprendere-
ni deslindarlo con mayor rigor de l postulado escolástico, ende re- mos en seguida, procediendo así, que aquel concep to de naturaleza
zado h acia el descubrimiento de las entidades de las cosas, que que la investigación científica toma como base, sólo surge al en,
como lo hace Descar tes en estas breves líneas. Ioc ar el ma terial empírico suministrado por las percepcio nes con
y esta tendencia no se circunscribe, ni much o menos, a la nuestros conceptos ideales puros, lógicos y matemáticos, rransfor-
reoría de l m étodo, sino que repercute hasta en la metafísica, sin m ándolo con arreglo a éstos: criterio fundamental form ulado pr i-
que llegue a desterrarse de ésta ni siquiera en sus consecuencias mcrarnenee por Nicolás de Cusa en su concepto de la "asimila-
más remotas. rión" y que desde él he mos venido siguiendo constantemente, en
La extensión es, en el lenguaje de esta metafísica , una "idea un d esarrollo cada vez más puro.
innata"; es decir, un contenido que no le es inculcado al espíritu Enfocad a así la cosa, ya no tiene por qué seguir preocupá n-
desde fuera, sino que brota susrant ivamenre de l espíritu mismo donos y extraviándonos el problema de saber cuál sea y de qué
y de su prop ia actividad, tan sólo estimulada por las impresiones clase el ser absoruto de la materia. Desde el punto de vista a
recibidas del exterior. T odos los t7WVÍmientos que actúan desde que hemos llegado a lo largo de roda la trayec toria anterior -el
fuera sobre los órganos d e nuestros sentidos tienen una naturaleza único en que podríamos situarnos, si nos ma ntenemos fieles a los
individual y particular, fijamente delimitada : no ea-posible, por postulados del mérodo-c-, el objeto de l conocimiento de la naru-
tanto, que de ellos surjan ni los principios lógicos y cienrfficos mleaa no puede consistir sino en relaciones y fundones, las cuales
universa les ni los conceptos matemáticos puros, a menos que atril deben ser expuestas intuitivamente por 'nosot ros por medio de
buvamos al pensamiento la capacidad originaria de condensa r en tns proporciones entre las trayectorias. La ciencia debe sust raerse
unidad lo múlt iple y lo d isperso; dicho en otros térm inos, a me- celosamente a la cuestión de qué pueda ser, además de eso, aque l
nos que pongamos por delante de 10 sensible, como norma de ello, objeto, si quiere encontrar un punto de partida seguro para su
los criterios generales de extensión, forma y movímiento." investigación.
y así puede afirmar Descartes que el mismo mundo de los Podemos afirmar que la tendencia estético-cientffica de Képler,
ceerpcs, en su verd ad er a y rigurosa significación, no es conocido dirigida a reducir el concepto del universo al ccncepeo d.e la ar-
por los sent idos y por la imaginación, sino por el entendim iento
83 V. e! final de la segunda Meditación,
Reg. XII, p. 42.
:SI .'4 Carta de Descartes a la condesa [sabe! (21 mayo 1643) , COfTespondance,
S2 "Notae in programma quoddam", etc. (Meditationes, Amseelcd. 167{\ l. m, p. 665.
p. 165) .
470 LOS FUNDAMENTOS DEL IDEALISMO DESCARTES

morúa encue ntra aquí su primera explicación filosófica y su pri- «óu que en este punto trata de deslizar en ellas, subrepticiamente,
mera fundament ación general. una falsa metafísica. Su "ser" -lo único a qu e aspiran- es, par a
y el hecho d e que Descartes siga calificando la exreruión como ellas, idéntico a su verdad: "a nosse ad esse valer conseq uenda'V"
substancia, no d ebe ser co nsiderado tam poco, sin m lÍs, como una
desviaci ón d el camino que ven imos siguiendo. El conocimiento El d esarrollo d e la física especial se ciñe mu y de cerca, en to-
no d ispone d e otro material que las magnit ud es del espacio y sus dos y cada uno de su s aspectos, al esquema fundament al que la
rel aciones y proporciones, lo que quiere dec ir que en ellas se ha lla teo r ía d el método le traza. Ante cada género de problemas qu e
suficientemente d eterm ina do el ser del objeto, ya qu e los conceptos I UloS sale al paso se trata, ante todo, de someterlos a una lwnsJO'r~
d e verdad y ser son eq uivalentes (l a vérité éta nt une m éme chose II W~ men tal Que destaque en ellos, fundamentalmente, aquellos
avec l 'étre) .3 ~ moment os ajustados a la exigencia d el conocimient o exacto. No
Descartes afirma este sent ido de la "s useancíalidad" de la ex- debernos perder de vista nunca, sobre todo, e! postulado d e no to-
tensión, oponiéndolo especialmente a las objeciones sensualistas de lerar ni da r ent rada en la investigación a ningún elem ento cuyo
Ga ssendi, Y considera co mo la "objeció n de las objeciones" el ra- ron renído no pued a expresarse pu ramente por med io de un " más"
zonamiento de qu ienes tratan d e rebat irle di ciendo qu e su concep- el un "menos", es decir, mediante una relación exacta de mag-
to d el espacio represent a algo pertenecient e al mundo d el pensa- uitudes.
mient o puramente mate mático, incurriendo, por tanto, en una falsa la fecundidad de este pensa miento se acredita, ante todo, en
hipóstasis cuando lo intr oduce d irectam ente en la naturaleza. los problemas d e la estátiro. En tiempo de D escart es, la ciencia
"Si le diésemos oídas, tendríamos, consecuente mente. que re- ttl{Uia tratando casi siempre como probl emas por separado las dis-
cha zar para representarnos la realidad tod o aquello que verd ade- unt as "máquinas", tales como la palanca, el pla no inclinado, la
ramen te ente ndemos y comp rendemos, por la sencilla razón de oolea, erc., dedicando a cada una de ellas estudios y prue bas es-
que es obra de nucstra pe netración y de nuestro entendim iento. re ctales. Descart es, en cambio, se fija inmediatament e en el aspec-
Con lo cual se nos cerra rían todos los caminos hacia el ser, a me- ro lifosóf'oo d e! problema y post ula la necesid ad de un concepeo
nos Que, en vez de tomar como guía al concepto claro y distin- IlItltL'TioT común, que per mita explicar y deducir todas estas reali-
to nos dejásemos llevar por los caprichos de la fan tasía o por las rnciones. Este concepto es, según él, el concepto del "trabajo",
sensaciones, siem pre contradictorias y confusas". principie virtual qu e este pensado r es uno de los primeros en
Q uien establezca y reconozca una antítesis entre la matemática Iormula r con toda claridad y d e un modo gene ral.
y la natura leza, renu nciará con ello a tod a paut a y a toda- posibi- " La invención d e tod as las máqu inas, respond e al principio
lidad de juicios racionales. Es posible que nuestros concept os y único de que la misma fuer za capaz de levantar un peso d e 100
principios exactos no representen la norma del ser absoluto, pero
hbms a un a altura de dos pies pu ede levantar a una altura de un
no ten emos más remedio Que ver en ellos, en todo caso, lo que
l,it' un peso de 200 libras. Principio qu e d eberá concede r Quien
para el conocim iento viene a ser 10 mismo, e! criterio obligatorio
l em pre nda que entre una p;Jt't"nCia {act io] y el rC'sultado que es
de tod os nuestros juicios ac erca de la existenc ia. ¿C abe acaso nada
" l/ll\ ~ de corueguir tiene que exis tir siempre, necesariamente, una
más absurd o, menos reflexivo, que el que rer juzgar acerca de co-
, r'/lk'iÓt1- fija Y clara eLe magnitud , Y que es lo mismo levant ar 100
sas de las Que nosotros mismos empezamos por confesar que esca-
hbrus a u n pie de altura y repetir luego esta op eración Que le-
pan a la " percepción" de nuestro espíritu?
No; la filosofía y la cienci a no pueden comprender esa d isrin-
1I41 Carta a C lerse[ier, Meditat., pp, H 5, 147; Responsiones, V. p. 73; car"
. 1 1'. Gibieuf ( 19 enero 1642), Correspondan ce, t. 1II, pp. <476 sr., carta a Henrv
1I~ Mediten . V. Apéndice a la ed. fran cesa. M", e (5 febre ro 1649) , Ccr respcndcnce, t. V, p. 274; Respons. VII, p. 119.
LOS FUNDAMENTOS DEL IDEAUSMO DESCARTES

ven ta r de: una vez 200 libras a un pie de alt ura o 100 libras a meneo en que no vemos en él otra cosa que el cambio de luga r
2 pics":'11 dd cue rpo e n el espacio, se llega necesariamente a la conclusión
En esta deducción se mu estra , como se ve, el prece pto de em- de que perd ería en realidad todo contenido sin la indicación de
pezar reduciendo los fenómenos complejos a los elementos sim- un sistema fijo de referencias. Visto así el problema, es indife-
pies que los integran, para ha cerlos así exac tamente comparables rent e, cuando contemp lamos solamente el cambio de situa ción de
entre sí y poder refe rirlos a u na pauta com ún. El concepto de tra- {los cuerpos entre si, cuál de los dos sea consid erado por nosotr os
bajo es un conce pto peculi ar y pur o de la "matemá tica un iversal". corno fijo y cuál en movimiento, o el modo como repartamos en-
Descart es le opone expresa mente la concepc ión usu al, vulgar, que tre ellos, en general, su relativa velocidad. La relación de qu e se
consiste en at ribuir a la "fuerza" d e un se r animado un acopio in- trata es absolutamente intercambi able, ya que no pod ría conce-
d etermin ado de energía, la capa cidad no fijada cuant ita tivam en te hirse, sin inc urrir en contradicción, como inherente exclusi vamen-
que le perm ite prod ucir nue vos eCectOS. 38 te a u no de los dos sujetos. "Quieto " y "fijo" es, po r tanto, tod o
Esta nueva con cepción fundamental se determina tod avía con d eme nto al que nuestro pensamiento atri buye este pred icad o y
mayor exactitud al pasar a los problem as de la di nám ica. En este este valor, pues lo qu e de cide acerca de esto no es la coacción
pu nto , D escartes, 10 mismo que G alileo, coloca histórica mente a exte rior de las cosas, sino los postulados d el pensam iento.
la cabeza d e sus investigaciones la cuida libre de los cuerpos. Tan Ya hemos visto más arriba (Su.pra., p. 395) cómo esta concep-
pronto como -c-respondie n do a la sugestión de una pregunta de ción funda me nt al lleva imp lícito, al mismo t iem po, el criterio de
Bceckmenn-c- enfoca su ate nción sobre este problema, tiende ante In composición del movimiento y d el par alelogramo de las fuerzas.
todo a d arle una rep resen tación geométrica, par a lo cual repre- La conciencia d el car ácter condicional y rela tivo de todo pos-
sent a por medio de líneas rectas las d istintas velocid ad es edquiri- rulado referente al espacio encierra para Descartes, de un mod o
da.s d e nuevo en cad a momento, esforzándose por suma rlas con general, un significado y una repercusión d irectamente filosóficos.
ar reglo a un procedimiento que recuerda el método de los indivi- l.e precave contra la 'mas peligrosa forma de malerial itación del
sibles introducido m ucho más tarde por Cavahe ri. espacio, cont ra el peligro de eleva rlo a hi póstasis, conv irt iéndolo
V olvem os a encontra rn os aquí con el valor de la extensión, en una realidad espiritual inma ter ial. En este sent ido, es m uy sig -
considerada como un recurso simb ólico par a reproducir las rela - nifica tiva e importante, principalmente, su polém ica con H enrv
ciones d e lo físicamente real, sin qu e disminu ya el valor teórico More, el precursor meta físico de la teoría ncwtonia na del "espa-
genera l de este pen samiento el hecho d e que D escart es, ofuscado cío absoluto","
por un err or matem ático muy peculiar, no acierte a llegar en este Ya veíamos cómo la filosofia de la natu.ralel::a. cuando inten-
punro has ta la solución ef ectiva de su problema.w taba reten er la pureza y la independencia de las t 'CT'd aJes mere-
La concepción _y la representación geométricas de la velocid ad máticas, no encon traba otra solución que ofrecerles una base fija
encierran tam bién, d irect amente, la idea de la total relatividad del V existencial de sustent ació n y una coneraima gen real en la hipó-
motIimle'nto, pues d esde el momen to en que éste no representa tesis de un espacio incorpóreo (v. supra, pp , 274 s.). Este pensa-
ya una cualid ad int erior, absoluta, d e u n cuerpo, desde el mn- miento, renov ado en su tiem po por Roverbal, es expresamente
rechazado y refut ado por D escartes." En esta rec usación se rna-
11 T ractat us de Mechanica ( Op,HC. po.,/"m"', Am~telod. 1701), p. U ; cfr.
Corre.ponaance , t. I, pp. 435 SJ. ~n V. b. cone~ponde nc i a entre Desc ar t e~ y Henry More, en el vol. V de
38 Carta a Mersenne (15 no vie mbre 163B) , Co rresponda nce, t. [J, pp. 4JZ s. I~ C<llTt.pond anc ... Sobr e la teoria espiritualista del espa cio sostenid a por
all V. Cartesii Cogitat ;rme. pritla(ae (Fo uch er de C areil, pp. 16 n.). Cart a Ilenrv More, v. vo l. 1I de la p resente obra.
11 Mersenne de 13 novi embre 1629, COlTespond ance. t. 1, pp, 71 u. C fr. las 41 V. carla d e Mersenn es a Desca rtes de 28 abr il 1638 y la respuesta de
obse rvacio nes de T a nnery, Co rrcsponde ncc, t . I, p. 75. [le ",·Ht e.~ (27 mayo 1638), en Correspondence, t . 11, pp. 117 y 1.38.
LOS FUNDA MENTOS DEL IDEALISMO DESCARTES

niíiesra d e nu evo ante nosotros su convicción fundamental: la cer- Est ablecida como pri mera premisa esta idenrk.lad ma temática,
teza de la mat em ática no d ebe cifrarse en la existencia del "va- 11" nos permite penetr ar ya de lleno en el mecanismo lógico de
cío", sino qu e, por el contra rio, toda existencia y toda realida d 111 cnusalidad, ya que sólo hemos descubierto con ello el hecho
física d ebe concebirse y de terminarse desde el prime r momento de dr qu e una determinada veloc id ad desa parece en una d e las rna-
un modo qu e sa tisfaga las exigencias de la geometría punt. .IIM para reaparecer e n otra , redistribuyéndose por tanto la canti-
En el análi sis d e la acción, este pensamiento cobra tod avía m a- dlld fun da mental de "movimiento". Pero las d iferencias entre las
yor fuerza que en la de te rmi nació n del concepto del ser. Se acusa Ilut llfLS pueden e xpresarse, desde el punto d e vista científico, p u-
aq uí con roda clar idad la d istan cia q ue separ a a Descart es de la ramente por med io d e la d iferencia de los números que ac usan
concepción ingen ua de la realidad y d e su captación d irecta por l. magnitud y la d irección de las tTayectoria.s espaciales, lo que
medio de la fantas ía. Mientras que para ésta, según he mos pod ido quie re decir que el aná lisis no de ja subsistentes en el concepto de
seguir históricamente en d etalle, el acaecer causa l sólo tien e un ", ansa", a la post re, otros elementos int egrantes que los de la arit-
sentido cuando se parte d el supuesto de la tot al ani mación de las mérica y la geomet ría." Es sabido, y no neces itamos det enernos a
cosas, Descartes, por el contrario, concibe la vida solamente como ".lIminarlo, cómo esta concepción fund amental infl uyó hasta en
un caso especial de las leyes matemático-mecánicas; mient ras qu e 1, problemas más concretos de la física y cómo fué conq u istando
allí hay que dota r al universo de sensación para h acerlo int erior- pn 'l(resivamente el campo de la biología, y muy especialmente el
mente com prensible, aquí se llega a la misma finalid ad por la vía ,Ir In fisiología.
contraria : d escartando en tod as partes la sensación y negándosela Recordando las aseveraciones con que comi enzan las Reglas y
incluso a los animales. 11 las qu e Descartes nos dice que el int electo es una unid ad in-
Tal vez no pueda cara cterizarse la transformació n sufrida por drvisible y que la variedad. de los prob lemas sobre los que se pro-
el mod o d e pen sar en su con junto con mayor fuerza que com pa- vecm no le hace cambiar interiormente en lo más mínimo, lo mis-
ra ndo desd e este punto de vista dos figuras como las de Desca rtes ruo que la luz del sol no cambia para nada por la acción de los
y Gíordano Bruno. Entre la concepción del m un do de un o y ot ro "hjetos qu e ilumin a, vemos cómo aquellas ideas han ido cobran-
exisre todavía basta nte se mejanza, en lo exterior. En ambos ve- rln, entre tan to, cuerpo y for ma.
mos cómo la acción de una pa rte conc reta del uni verso sobre otra " Las ciencias" -c-esc ribia en su dia rio Desca rte s, a la edad de
se hace posible med iante la existencia d e un continuo "éter uni- veint itrés años- "aparecen ah ora cub iertas por una máscara, y
versal" y cómo, por ta mo, todos los cambios físicos y químicos ..~ I \l cuand o ha yamos a rra nca do ésta brillarán ante nosot ros en

ema na n, en últi mo result ad o, del contacto y del im pul so ' ent re luda su belleza. A quien aba rqu e con la mirada la cadena de las
partes materiales inm edia tam ente cerca nas las u nas a las otras. , Ij·'l.Cias no le será más difícil dominarla s todas en el espíritu que
Sin embargo, los mot ivos q ue en D escartes apoyan y razon an esta retener la serie de los números"."
concepción de conj unto so n ya totalme nte nuevos. T odo antropo- T oda la trayecto ria filosófica de D escar tes viene a ser como
morf ismo ha qu edado eliminado; no se trata ya d e penet ra r en el 111 realización de esta promesa. La máscar a que nos impide ver la
acaece r interior y de revivir, en cierto modo, sus sensaciones, sino verdad era faz de las ciencias es el objeto t"$ pccial al que se cens a-
simp leme nte de descubrir la ley qu e regul a el trá nsito de la ca usa " ran o Pues bien, el arte d el método consiste en redescubri r por
al efec to. D el mismo modo qu e en la geometría d et erminába mos la d¡'''njo de esa superficie el carácter fund ame ntal común d el so-
variedad d e las formas refi riénd olas a un sistema fijo de coorde- 1,,'1'. Es la !un..ción unitaria del cono cimiento la que ha ce que cada
nadas, aquí creamos la misma unidad sistemá tica con respecto a u Sobre el prob lema en su con junto, v. Descart es' Kririk, pp. 28 J . Sobre
los camb ios al concebir como conservada invariablemente, en tod o . 1 "concepto de m asa" en Descart es, cfr. pp. 53 !s .
cambio, una determinada " cantidad de movimi ento". 4.1 Cartes ii Cogirarione s privarae. Fo ucher de Careil, p. 4.
LOS FUNDAMENTOS DEL IDEAUSMO
DESCARTES m
sa ~: lo sea. Lo mismo que tod os los nú meros brotan de una ope-
rccjcn exactam ente determi nada, que es la de la numeración to- concebido, C uand o escribió las R egku te nía ya clar amente ante
d os los conocimientos especiales se obt ienen y sólo pueden obre- ' ll .~ ojos, por lo menos en sus lineamient os fundam entales, su geo-
nerse por medio del "mét od o"; y así como aquí el camino conduce metria; en cambio, su física no pasaba de ser un proyecto pen-
a lo ilimitado, au nq ue la dirección del progreso aparece trazada diente de ejecución. H asta el año 1629 - animado por una pregun-
de antemano d e un mod o preciso e inequívoco, así también, sin l A acerca del problema d e los "soles secundarios"- no se vue lve
cerrarnos a la plenitud infinita de la experiencia, debemos aspirar hacia la observación de los fenómenos físicos, que ha ce extensiva
a ~omina rla por medio de un plan y un bosqu ejo fijo y predeter- enseguida, en general, a los campos más importantes de los he chos
minado d el pensamien to. nnturales, hasta llegar en su obra Le Mande, a u na explicación
Nos enco nt ramos aquí ante un nu evo probl ema: [qu é valor mecánica com pleta y u niversal d el cosmos,t.' Los estudios que
d ebe a tribu irse a la experiencia y qué significación puede ésta re- poco a poco van desarroll ánd ose y desgajándose de esta obra fun-
clama r pa ra sí, dentro de la totalida d del método? damental - principa lmente la D ióp trica y los Me reoros-c- le brin--
De la respuesta qu e se dé a esta pregunta de pend e el juicio dan enseguida ocasión para exponer y cor roborar su teoría de la
h istórico y objetivo q ue haya de recaer acerca de la teoría carte- expe riencia a la luz de un ejemplo concre to. Y es muy posible que
siana de la ciencia. Si esta teoría no demuestra que sirve para estos estud ios le llevaran a la concl usión de que no necesitab a ya
abordar los pro blemas empíricos, si no ofrece un punto de apoyo reanudar el hilo de sus invest igaciones abstr actas allí donde lo he-
y un asidero por med io de los cuales pu eda tomar contacto con bia abandonado e n las R eglas. A estos ensa yos d ebemos, pu es,
los. hechos de. la obse~vación, no pasará de ser un castillo especu- atenernos para llegar a for ma rnos un a idea de la teoría especial
lativo ~n el a~re y sera, en el mejor de los casos, una form a pu ra- del método, en Descartes, con respecto a la física; en efecto, si
ment e Ideal SIn contenido n i aplicación materiales. los cotejamos con las alusiones contenidas en la pri mera parte
A~nque Descart es no quiera partir de la variedad y la parti- de las Reglas, las q ue su autor llega a redactar, vemos cómo un os
cularida.d d e las cosas, no cabe d uda de que todo el conocimiento y otras se corroboran y complementan m utu amente.
tiend e, en última instancia, hacia ellas. De aquí que el pla n ge- Intuición y deducción son los dos medios fundam entales del
neral d e las Reglas ad mita, junto a la lógica de la mat emática espírit u que la obra, desde sus primeras páginas, presenta como los
una e~~ial lógica de 14 experiencia, es decir, junto a Jos proble- requisitos primeros e inexcusables de todo a uténtico saber. C ual-
mas flSICO mat emáticos, " perfect ament e de termina dos", ot ra serie quier Otro camino tiene por fuerza que antojársenos sospechoso
de problemas par a cuya so lución no tenemos más remed io ' que y falaz. Donde no podamos llegar a la misma evidencia incondi-
recu rrir al experimento y a los resultados de éste.u ciona l qu e encont ramos en los objetos de la matem ática pu ra, pre-
Sin em bargo, D escar tes no llegó a escribir la tercera parte d e ferible es d esistir de seguir investigando que exponerse al peligro
la obra, qu e habría d e consagrarse, según el plan a desarr oll ar esta de caer constanteme nte en el error. Más vale, en efecto, renunciar
idea; el manuscr ito se interru mpe al llegar precisamente a este im- n encontrar la verdad que empeñarse en llegar a ella sin un mé-
portante punto. Es posible que fuesen razones d e orde n inter ior las todo seguro: el espíritu acostumbrado a mover se en las tinieblas
que impidieron a D escartes Continuar la obra tal como la había no se forta lece, sino que, por el contrario, se debilita y ext ravía
hasta qu e acaba por perder totalmente la capacidad visua l de la
U C fr. acerca de ..sto, Bert h" l, "La mélhooe de Descarte s avant le Dís-
c:ours" (cuaderno e~pec ial de la Rev,¡e de M éuophY5ique et d e MOt'a1e), pp. razón y la " luz natural". Por eso no debemos dirigir la mirada ha-
399 u. Noso tros no podemos, sin embar¡¡o, como seña lamo s en el texto ad mi_ cia nin gún objeto cuya lu z no ema ne direc rarnenrc de esta fuente
tir la cont raposición qu e Bert her estab lece entre Ja teoría de la experienc ia
co nt enida en las Reglas y la expu esta en los esenios posteriores. 45 C fr. acerca de esto la co rrespondencia de De scerres de los a¡¡os 1629 y
16}(); especi almente, CorTespondance, t. 1, pp. 22 5., 70 y p.155i m.
<1, LOS FUNDAMENTOS DEL IDEALISMO DESCARTES

de todo conocim iento, q ue no pueda llegar a comp rende rse por Vemos, pues, cómo se de terminan y explican aq uí, de un medo
medio del vehículo racional y necesario d e los primeros funda - preciso, las relaciones entre la experiencia y el pensamiento. En
ment os evid entes. T od o saber tiene qu e proceder necesariamente 1111 Hegl4s, Desca rtes se burl a d e la op inión d e aq uellos " ñlóso-
d e lo simple a lo complejo, d e las causas a los efectos.4& La ex- lt "que d an de lado al experimento y creen que la verda d puede
periencia no puede llegar a esclarecemos nunca por comp leto l. IAlir directamente de su cerebro, como Mine rva de la cabeza de
na turaleza d e u n proceso com plicado y complejo, puesto que Júpiter.4tl Es empeño vano el de querer sustrae rse a la observa.
la respuesta q ue está en condiciones d e darnos es siempre, de por ción, cuando se trata d e averigu ar las causas naturales d e las COo
sí, necesariament e mul tivoca, ten iendo que recurr ir al concepto un ¡ pero claro está qu e no se trata tampoco simplemente de re.
puro pa ra q ue éste la interpret e y la aclare. ~ llKer y seleccion ar los result ados del material que nos ofrecen los
Y, sin embargo, Descartes no contrapone a la observa ción sen- sent idos,
sible. ni mucho menos. el viejo idea l e5colástico de l saber "aprio- Nuestra investigación tien e que ir d irigida a obte ner deducri-
rístico". Ya hemos visto por el ejemp lo d el imán, cómo tod a l. Vilmente de los componentes simples combinados por nosotros
investigación se encauzaba aquí única y exclusivamente ha cia la in- tu ístnos, d e las condiciones por nosotros cread as, un resultado que
terpretación y la deducción de los fenómenos. Es la verdad del corresponda totalment e a los fenóm enos. No recogemos indisrin-
fen.ómeno y sólo ella la q ue se trata de determinar; la explicación mmen te todos y cada uno de los hech os qu e la observación nos
"a base d e las causas" no es otra cosa que la deducción partiendo "frece, sino que nos esforzamos por ad elantarnos a las síntesis de
de una ley universal. Quien pretenda ir más allá, confiando poder l. naturaleza con la síntesis de los elem ent os discuníws simples,
penetrar en el " interi or" de los acaecimientos. es como si confíe- siendo la coincidencia con los fenómenos precisamente lo único
se, en realidad, en llegar a estar do rado algún día d e un nuevo que puede asegurarnos la verdad de una determinada hipótesis.
sentido o en recibir la inspiración o la revelación d ivina. La "experiencia" se conv ierte así, por sí misma, en la comproba-
"Debemos considerar como logrado lo que al espíritu humano rlón y la documentación de la (1CtwitL:U del espíritu : es el aná-
le es dable alcanzar cuando h ayamos llegado a descubrir y a dis- liJis el que le señala el camino.
tinguir y conocer claramente una combinación de element os y na. Este pensamiento se destaca con roda claridad en la conocida
turalezas conocidas capaz de producir de por sí los mismos e/ee- investigación met odológica que Desca rtes lleva a cabo en uno d e
/lOS qu e se TfldTti/iestan en el imán".f7 1,1S problemas fund amentales de su ópt ica. Se tr ata del problema
tic establecer en términos generales las relaciones entre el ángu-
La idea expresada en términos general es aquí ap arece desa rro-
llad a y con firmada mu y d etelladamenre y con tod a precisión en lo de inciden cia y el ángulo de refracción, ante el cual no puede
llevarnos a la meta ni el método "a priorístico" de la filosofía es.
la Dióptric4. No tenemos porqué preguntarnos qué es la luz y
colás rica ni la experiencia d irecta. Empezamos por no saber, en
si en realid ad consiste solamente en el movimien to, o no; nos
efecto, desde q ué punto de vista determinado d ebemos conside-
basta con saber que esta hipót esis es suficiente pa ra poder dedu-
rar el caso complejo y qu é momento concreto debe d estacar e in-
cír d e un m odo sat isfactorio tod as las cualidad es de hecho de
vestigar la observación. Se tr ata, po r tanto, de establecer ante todo
este fenómeno y tod as sus características, tal como nos la ofrece
la observacíón.w una condició n simple de la qu e pued a d epender la relación in-
vcsrigada; para ello, hay que fijar hipotéticamen te la circunstan-
4' Regulae, 11, 111, IV, especialmente pp, 8 s. d a especial que acompaña como consecuencia a la refracción.
47 Reg. XIV, p. +9. Planteado así el problema, dirigimos enseguid a la atención a
fS Dióptrica, 1 (O eut.-Tes, t . VI, p. 83); Correspondance, t. IV, pp. 689 y
pauim. . " R<!g. V, p. 13.
. 80 LOS FUNDAMENTOS DEL IDEAlISMO
DESCARTES

de un modo general en la fund amen tación conceptual de la fí·


'"
la diferente densk:faJ de los m edios. como al ún ico fund am ento
de la distinción . El modo como debam os explicar, luego, los cam-
bies sufridos por la velocidad de un rayo de luz al pasar a un
_icn.LI
.
En realida d toda aut ént ica indu cción científ ica presupone
.
"modelo" de esta clase y, en cierto modo, un experimento rnen-
un

medio más d enso, depen derán de la id ea que nos formemos de tul anterior. Puede da rse, ciertamente, el caso d e que fallen rodee
la naturaleza d e la lut misma, idea que se hall ará condicionada, h ~ medios de l análisis y la observación, de que el problema sea
a su vez, por nuestro modo de concebir la acción de una fuen:a Insoluble para nosotros, a base de los med ios de investigac ión ~e
natural en general. Por donde el problema que apa renteme nte que h asta el presente se d ispone, Pero tampoco esta conciencia
formaba un a unidad acaba red uciéndose para nosotros a una tra- deber á ser interpretada por nosotros, allí donde se dé, simplemen-
ma de dife rentes hilos, rnúlriplerneme entrelazados. Sólo cuando le como una muestra de la impot encia del espíritu, sino al mismo
h emos ido separándolos y examiná ndolos uno por uno, es decir, ncrnpo como un sign o de su vigor origina rio, como la pru eba d e
cuando hem os penetrado de lleno en la estru ctu ra lógica interna que es capaz, aho ra, de penetrar plenamen te en l ~s ra.~ones qu~
de l problema, podemos abordar la experiencia, para consultarla. entorpecen su desarrollo ulterior, lo que le perm ite flJ~rs.e a. ,SI
En efecto, sólo puede haber una experiencia segura y univoca rra- mismo los límites de su actuación. La conciencia de la hmlMCIOI'L
ránd ose de relaciones totalment e "simples" y " absolu tas", que no ,l.' nuestro entendimiento forma también parte de la ciencia, en
pueden ya contener ni oc ultar ninguna circu nstancia concomi tan-- n,l menor grado Que el conocimiento que nos revela el ser posí-
te que sea, por principio, ajena a nosotros." El análisis discursivo neo de las coses."
de las condiciones parciales d ecide cuál es el punto d e la inves-- Junto a los dos métod os originarios de la intuic~ : la dcJ1K"~
tigación en qu e puede intervenir con razón y con resultado posi- •ián, Que, según las aseveraciones iniciales d eben delimitar y abar-
tivo el experimento. rnr la totalid ad d el saber, aparece en el transcurso de las ~~glas
Así, por ejemplo -para destacar solamente uno caracteds ti- 1111 tercer método, que Descartes llam a el de la enerneracscn o
co-, para exp licar el fen ómeno del ercolrís, Descartes parte del lrI.l ucc:ión. Cuando no podamos d escubrir d irectamente un nexo
hecho de que las rondidones de este fenómeno no se d an rola- deducti vo en tre dos términos cu ya relación investigamos, lo pri-
men te en el cielo, sino en todos aquellos casos en los que, como mero que tenemos qu e h acer es med ir y agorar la extens ión de
ocurre por ejemplo en los surtidores, podem os observar una com- un concepto d ividiéndoto total men te en sus varieda des, Si trata-
binación de rayos de luz y gotas de agua. T omando en considera. 1Il 0 S de de mostrar, por ejempl o, que el "alma racional" carece d.e
ción, además, que estas gotas son redondas y que su ,,14gnitud rorpo rcid ad, bastará con qu e d ividamos los cuerpos en derermi-
absoluta no influye para nada en el fenómeno de que se trata, se liadas ckces, llevando a cabo la pru eba exigida con rcspcct ~ a
da cuenta de qu e su observación no d ebe proyectarse dir ectamente rnda una de ellas; si nos proponemos de mostra r que el contenido
sobre el mismo arcoiris, sino crea r prev iamente un modele sobre de l círculo representa un máximum entre rodas las figuras d e la
el que puedan estudiarse todas las condiciones y las diversas fases tnisrna extensión, no necesitamos exam inar por separado todos y
del problema, para lo cua l llena de agua una bola de cristal per- cada uno de los casos concretos y rodas las formas posibles, sino
fectamente translúcida y estudia en ella los fenóm enos que se que podemos limitarnos a considerar det:rmin~?os c~ ,~~ más
producen al traspasarla los rayos de luz. Los resultados así obre- unporrantes, generalizando el resto por vra de inducci ón".
nidos se trasladan luego al fenómeno real. Se trata de un a nu eva r>l "les M ~ t ~ o r e '" Di[;¡;OUfS, VIII (O<.'u ...es, t . VI, p p. J25ss .). Cfr. Llerd,
aplicación del método " analógico", cuya acción podem os seguir IJII!JcarrcJ, p. JO, y la; observaciones de I'oi~son, citadas allí.
r,~ Re!:. V IlI, p. 21 y 25.
so Reg. vm, pp- Zl s. (C fr. acerca de esto y de lo qu e sigue Desee-res ' :';1 R'·I:. VII, pp. 18 J.
Krili"-. w. 7Q.7S).
16' LOS FUNDAMENTOS DEL IDEALISMO DESCARTES

En este ejemplo, el nuevo método es referido a un campo qu ".1 tra ernos por breve t iempo de la realid ad in mediata qu e nos
vale de por si como el modelo de los nexos puramente dedw:~ r"tlr a" y volver la at en ción hacia otra, qu e hacernos brotaT pro-
\.05'. La "enumeraci ón" no es, en rea lidad, otra cosa q ue la fas , tvomente a nte nuestro propio espmt u. No es qu e se tr ate de
previa de la deducción, el medio de que nos valemos para sorne- f produci r así el modo como han sido efectiva mente creada s las
ter y hacer accesibles al método ded uctivo problemas que por e " lIdf : lo impo rtante y lo suf iciente pa ra los fines perseguidos es
momento no conocemos en cua nto a sus cone xiones necesa rias. 'I Ut' nuestr o tnoelecrc no disponga de ningún medio mejor para
No se trata de recorrer tod4s las variedades y especies de un con- II ~ r a com prenderlas y a dominarlas."
cepto, sino de d estaca r los casos típicos, es decir, todos aquelI laro está que, por mu y evidentes y necesarias qu e sean tod as
que esta mos seguros d e que contienen los elementos decisivos, ver. 1.. conclusiones q ue obtengamos por est e camino, no pod ernos
daderamenre determinant es en cuanto al resultado. Y el llamado , uer ninguna garantía de qu e encue ntren un a ap/iccd Ó'n exacta
a decidir qué casos deben ser considerados. en este sentido, como '11 los fenómenos de la realidad, de que las condiciones que hi-
típicos es, según h emos visto, el análisis discursivo precedent e. De I ~ 'l t: t ica menle tomam os como base aparezcan nu nca re unidas en
aquí que el valor de conocimiento at ribuído a un determinad tu Y determ inen de este modo el resultado previsto. Para poder
experimento no d epend e t anto de la frecuencia. con qu e podam rnr seguros de esto, t enemos que salir del mundo ideal del con-
re pet irlo con idéntico resu ltado, sino de que estemos seguros de ' ~J1 t () que hasta ahora hemos h echo surgir ante nosotros y vol-
haber descartado en él todas las circunstancias accesorias que le ver n la existencia empírica, para buscar en ell a el entronque
son extrañas, para retener tan sólo y d estacar de un modo sustan necesario,
rivc las condiciones fundamentales y esenciales que lo deeermí- La percepción, aunque no se cuente entre 1os " f un dame ntos "
nano En la auténtica "experiencia" se entrelazan y com binan, así, II la física, form ula sin embargo el problema último qu e se le
el factor ded uctivo y el inductivo : ambos son, simp lem en te, dce pluntca al con ocimiento d e la realidad y es la encargada de rea-
aspect os distintos de un mismo "m étodo", que forma de por si lunr un a selección entre la multitud de las conclusion es deduce-
una un id ad . ~n n, tod as ellas de por si igualmente posibles y "ver daderas". La
En general, el pensamiento, antes de abordar lo particular y pllrte teórica de la física -como Descartes lo expone, sobre todo,
lo concreto, empieza cons truyéndose un "mundo posible ", q ue él • la luz de l ejem plo d e la astro nomía- debe complementarse,
mismo se crea a base d e los materiales pu ros de la mat em ática. "1I" gÚn el método bacon iano", med iante una exposición puramente
Al principio, prescinde d e la realidad determ inada y concrete, descript iva d el ma teria l dado.w T od a vez que los prin cipios que
para fijarse solame nte en aquellas leyes generales que ema na n de colocam os a la cabeza son ta n fecun dos y tan universales qu e se
las ideas innatas d e nuestro espíritu y a las qu e necesariam ente .1'·JIJrcnde de ellos mucho más que los fenómenos contem plados
atribuimos una vigencia tan universal, que esper amos y no pode-- ¡'I1r nosotros en este mundo visible, es necesario come nzar por un a
mos por menos de espera r encontrarlas confirm adas ·"en cualquíe- lueve descripción de estos mism os fenómenos, no para emplearl os
ca de los m undos que pudiera crea r Dios", 1 omo medios d e tn-ueba. sino para seleccionar los innumer ables
Este carác ter t iene n, entre otros, el pri nci pio de la conserva. electos qu e pueden deriva rse de las mismas causas, t razando a
ción de la cantidad d e movimiento o el principio de la penna.- nuest ro espírit u y a nues tr as investigaciones una determinada di-
nencia de la velocid ad e n cuanto a magnitud y a dirección. Para rrcción. n
cerciorarse d e tod a la sigmficación de estos principios, d ebemos M Le monde , cape. VI y VII; Dtscoure de la Mérhode, parte V, Oeuv res,
u V. acerca de esto y, en general, sobre el concepto de l. e lCpe~iencl. I VI, pp. 41 S$ ., 45.
en Descart es, Natorp, D esceeees' Erkenntnistheorie, Marburgo, 1882, pp. 8 SS., ~(1 Cllrla a Mersenne (l O mayo 1632), en Carrespondance, t. I, p. 251.
110 sr., Y Liard, 1. c., libro 1, cap. 4. n Principia philQsophiae. m, 4.
.., l OS FUNDAMENTOS DEL IDEAllS MO D ESCARTES

El ideal formulado por Descartes cua ndo d ice que, en f¡si lrnnl, d escribe su método casi con las mismas pala bras que D es-
no le basta nin guna prueba qu e no encierr e una necesidad LQgi enes. Las pruebas por ella desarrolladas poseen - nos dice el
con excepción de las simp les verdades de hecho que sólo la ex I jllllin H uyghens-, si no la misma certeza, por lo menos un a
riencía pu ede suministra r, como por ejemplo, la de q ue nu es I , ~r,¡¡¡' il idad que c:n nada d esmerece de las rigurosas demostrado-
tierra sólo posee un sol y una luna, ~8 no excluye el reconocimien de la geome tr ía:
del experimento metódico. Est a necesidad a que Descartes se "Tal ocu rre, sobre todo, cua nd o las conclusiones a que se llega
fiere no man a -e-como expresamente hace resalra r en otro siti «lende de las prem isas de estos principios se hallan en perfecta
de con ceptos generales y vacuos, sino de los principi os determi .nsonancía con los fenómenos que conocemos de la experiencia;
dos de la ma.t~"mát¡ca. y cuando añade que estos princip ios puncipalm ente, cuando su número es grande y, sobre todo, cuan-
nos en señan tan sólo cómo son, posiblem ente, las cosas, sino q '1 nos representam os y prevemos nuevos fenómenos deducidos de

nos permiten, ademá s, demos trar q ue no podrían comportarse l~ hipótesis establecida, encomr ándonos con q ue el resultado co-
otro modo,~' esta afirmación corresponde exacta mente a las t 11 ronde a nuestras previsiones. Pue s bien, si tod as est as pruebas
con Que Galil eo ha bía for mu la do la misión d e la ciencia (v. I probabilidad coinc ide n, no cabe duda de qu e esta circunstancia
I"a, pp. 356, 362). nene que con firmar en alto grado el resulta do de nu estra invest í-
Los fenómenos son "demost rad os" y com prendidos por me ",ción, siendo casi imposible que las cosas no se comporten, sobre
de las hipótesis ma tem áticas, pero su exp licación y su pero 1" 11 '0 más o menos, como nosotr os las expcnemos't.vt

ción d e la fut ura experiencia deb en ser d emostrada s precisarneri Iluyghens, quien rech aza y combate ené rgicamente la física
por sus resu ltados efectivos. Los ad versa rios escolásticos de re ctal de los cartesianos, aprueba y confirma con estas pa labra s
cart ea veían en esta eondicionalida d m utua entre los princip 1, postulados que Desc ar tes formula con respecto al método de
y las consecuencias un circulo vicioro, pero él, en cam bio, la e l. ciencia empírica. También los Principios de D escartes afirm a-
sider a como la esencia y el progreso de la ciencia misma. En et l . n, exactamente en los mismos térmi nos, que no debemos espera r
precisam ente estriba el problema : en d erivar los resultados co tille nuest ras hipótesis matemát icas se realicen nunca em pírica-
piejos de las hipótesis fundamentales y, a la inversa, en medir mente de un modo absolut amente riguroso, pero que de ellas va
contrasta r los primeros conceptos a la lu z: de aquellas últimas d ,l,. prendiéndose, en cambio, progresivamente, una "c ert eza moral"
vaciones suyas.60 IRIIl O más alta , q ue nos permite apoy arn os con fiada me nte en ellas

Para darse cuenta de cuán fructífera había de demostrarse e f fa inte rpretar y "descifrar" los Ien émeoos."
con cepción filosófica fundamenta l en cuanto al desar rollo de I Es cierto que. a pesar d e ello. el concepto de la experienda
ciencias empíricas, basta con abrir un a de las obras funda ment ol UI'VR inherente todavía, en el con jun to de la fil osofía cartesiana.
de la física mod erna , el "Traíré de la Lu míere", de C hristian Hu dlversas dific ultades, pero estas -ahora ya pod emos de cirlo- no
ghen s. Esta obra, en la que por primer a vez se d esarrol la la teor III refieren ta nto a los fundamentos como al desaTTOllo especial d e

ond ulatoria de le luz, es decir, una "hipót esis" de im portancia c l. física, D e aquí toma pie la cr ítica de Newton, quien empieza
« Iurand o ciertas y detenninada s hipótesis fundamentales de los
SS Carta R H enr y More (S febre ro 1&49), en Connponda nce, t. V, Po 1 I artesianos, para dejarse arrastrar, a la post re, a la recusación ló-
:>, "Pou r la Phy:;iqu ... ;.. em irois n'y n en savoir, si ;.. ne N"Ois q ue d IIlCR del conce pto de hipótesis en general.
eo mme ne les choses peuvent e rre, san s d émomr ..r q u'..lIes he P"Uvenr f Sin em ba rgo, la falla decisiva d e D escart es no d ebe buscarse
a u trem..nr, ear ¡'a,.cIn' red uir.. "ux loü d.. m4chbnatique, e'ese ckcs e pou ibl
C arla a Mersenn e ( 11 ma rro 1640) , CorTespondanee, t. m, p. 39, ~I Huyghens, Abhal1dlung übl'1' das Lichc, trad. y ed. por E. Lcmmel,
60 Discou-s de la Mülmd e, VI (Ocut...es, t . V I, rop. i 6 u .); carta . MM 1. II" ig 1B9O, p. <4.
( IJ julio 1636), en C one spondan.ce, r, 11, pp, 197 u . 12 l'Tincipia philosophÍtl<!', IV, §§ 204 y lOS.
. 86 LOS FUNDAMENTOS DEL IDEAI.ISMO
DESCARTES
en su apreciación de la "hipót esis" Como tal, sino en el hecho
hIn del movimiento como un factor qu e puede alterarse sin in-
Que ~bandone e~ curso constante y el paciente desarrollo de
premisas dedu ctlvo~matemá ticas, pa ra sa ltar bru 1 I Ión alguna de energía.6t
li " d scamen re a a Los fundamentos sobre que d escansa la física cartesian a son
P rcacrcn e una serie d e fenómenos especiales embrollados
concretos. • IIlU Y sólidos. Si, a pesar de ell o, el edi ficio vacila , hay que atri-
hulrlo a que sus materiales no aparecen siem pre trabados con
Es~o que d ecim os se ad vierte con tod a cla ridad en las 1 .urglo al esqu em a y al plan d e construcción ori ginariamente rra-
car tesianas d el . p 1 1 reg
.. rm U so, en as que se condensa el contenido ••dos por Desca rtes.
;~t s~ flslca~ ,ya q ue formula n las leyes espe ciales del mo vimie nr Una nueva y d ecisiva prueba de ello la tenemos en el juic io
1 n educción proced iera aquí con sujeción a las exigencias
lt.. Descart es sobre Gaiileo, sobre el que con tinuamente tenernos
gurosas ~e1 mét odo, d ebe ría tomar como base el princi pio de I ¡lile volver para señalar la s verdaderas fallas de su propia física,
consta ncia de la cantidad de movimiento, ya prob ad o en rérrmn r ti que Desc artes reprocha a Galileo no es qu e se entregue a la
g.en erales, desar~ollando luego sucesivament e a base d e él los di oleervecíón em pírica , sino el uso qu e ha ce de la " abstracción" y
nn tos casos posibles. H abría sido necesario, procediendo así al llc la h ipótesis. Le objeta, por ejem plo, que su ley de la gravedad
nerse a '.a ecuación unitaria fundamental , para observar ta~ sé c srece de fu nd amento porque sólo rige para el vacío, que no se
I~ ca mbios que expe rimen ta en la variación de determinados p , t~ nunca en la realidad, o le d ice que antes de abordar la ínves-
rametr~ ' . ~ues .bien, en vez de hacerlo así, Descartes enume ra c: ' ¡Il0ción d el movimiento uniformemente acelerado, debió pararse
los PnnclplOs siete casos dist intos sin relación :a lguna entre 5 • deter mina r "qué es la gravedad", objeciones con las qu e Des-
form~lando una ley espe cial para cada uno de ell os. Si intent am ¡ erres atenta, en realidad, contra su propia conc epción Iundamen-

combina r y entrelazar estos d iferentes criterios, vernos que med i 111 acerca de lo que son y d e lo que significan las premisas en
en;re .ellos una ~Iara y n otoria contradicción. El resul tado varío nmrcmáríca.
po eJe.mp1o , segu n que d eterm inem os d irectam ente el ch oque d Partie ndo d e los propios principios ca rtesianos, se ve obligado a
masas ~ualt"s conforme a la prim era regla o que, pa rtiendo de m reconocer qu e n ues tros conceptos no se corresponden ni pueden
'has desIguales, y redu ciendo grad ualmente su diferencia lIeguem nunca corr esponderse exacta me nte con la rea lidad, ni pueden,
as ta el límite mismo de la igualda d ' por ta nto, ofr ecer una representación " ad ecu ada" y perfecta de
Se . . Iros fenó menos concretos d e ésta. El mismo D escartes, en su ré-
d demu est ra aq ut, por t anto, como irrealbable aquel postula
o que se establecía en las Reg/a.s, según el cual d ebe 'n... d plica a las objeciones de Gassend í, expresa con pal abras que en
un problem " ......sarse punto a fu erza no se qu edan por d ebajo de las d e G alileo. el cri-
ro" a a otro en un m ovimiento continuo del petlsamien.o
.' ~~tulado en el qu e precisame nte se apoyará Leibniz, con s
rcrio d e que jamás podremos llegar a obte ner un conocimiento per-
~mclplo de la con tin uid ad, para criticar las reglas cartesianas del fecto y exhaustivo, no ya de lo in finito, pero ni siquiera de un
impul so.w fragmento concreto de la realid ad, por circunscri to y diminuto que
le a (d. supra, pp, 368 u.) .
de Asi mis~? se .mantiene D escart es infiel a su prop io principio
Sin embargo, no le fué dad o a Descartes perseverar en esta
. no ad~.ltIr mas. que aquellos fact ores susceptibles de ser derer-
minados fiJa y um vocamente como nur uaes, cuand o no reco-
;.· · .J _
. ··-o\o ~ Mi s detalles acer e. de esto, en DescarteS' Kriril , pp. 58 ss. Sobre lo
noce y pr~lama en toda su gene ra Hd ad la ley de la conservación 'l"e sigUe, v. pp. 72 u .
de la energta, como lo de m uest ra el hecho de que con ciba la dírec- (I~ "Non di slinguis inlelleclion em modulo ingen ii nofllri con rorme m. ., •
conceptu rerurn adaequato, qual ern neme hebet, non modo de infinito, SN
a Reg. VII, pp. 18 55.; cfr. u ibnit ' S::mem, pp. 236 $$ . tire lor le eti/lm de ulL1 ali4 re q..an llnnvi, pIl.nJl1." Res". V, p. 65; cfr. J.
I1UI nifest. cion de Galileo acere" de esre punto, ,,,pra, Po 310.
,.. LOS FU!'.'DAMENTOS DEL IDEAUSMO DESCARTES

renuncia, en la que se cifra ban al mismo tiempo, para Ga lileo, plcro en ningu na de las fases d adas de la experien cia. La fuerza
'"
el sentimiento y la conciencia de la riqueza propia y peculiar del del criterio fundamental en que se inspira el idealismo se acred ita
espírit u científi co. En Desca rtes revive una vez más el postu lado precisamente en el hecho de q ue esta distancia necesaria a qu e
metafísico de llegar o aba rcar y agotar con el pensamiento, de una nos referimos le impide caer en con fusión en cuan to a la vigencia
vez pa ra siem pre, tod a la extensión del ser. Y como toda fórm ula de los concep tos que forman las premisas pu ras.
mat emática representa tan sólo, necesaria me nte, una apro ximación En cambio, cua nd o se afirma la tota l identidad ent re el con -
a la realidad , vemos cómo renuncia frecuentemente, desde el pri- cepto y el ser, el pensa miento se ha lla, quiéralo o no, bajo el
mer mom ento, a represent arse y a exponer los hechos por med io conjuro de la meta/ísica, la cual se adelant a siempre a resolver por
de expresiones cuant itativas exactas. . u cuenta los problemas pla ntea dos a tod o saber.
Un conocedor t ao excelente d e la filosofia cartesian a como de C laro está que, ah ora, podemos percata rnos ya, interiormente,
la historia d e la física. Paul T annery, ha dich o qu e Descart es es- de por qué Desca rtes se vi é, en última inst ancia, acuciado a recu-
taba casi siemp re, objet ivamente, en lo cierto al sostene r que las rrir a este plant eamiento metafísico del problema. Para él no se
teorias Ifsíco-merem áncas d e su tiempo no refl ejaban con incondi- tr ata ba sobre tocio, como pa ra G alileo y para K épler, de la ínves-
cion al exact itud la realidad empírica concreta, aunque hace a este ugnción exacta de un campo espe cífico de la realid ad : lo Que a
propósito la par ad ójica observación de qu e el error resultó ser, Descart es le preocupa , por considerar que es lo que decide acerca
en este caso, más fecundo para el progreso de la ciencia que de de la suerte de la ciencia., es el conce pto de la realidad misma.
la verd ad.w lAcaso las leyes físicas y mat emát icas pu ras a que nos lleva la
Desde el punto de vista de la me tod olagia, el verd adero er ror ded ucción habí an de seguir siendo, pese a toda su "necesidad",
consiste, por el contrario, en rech azar y abandonar las verdades simples re!.aciones, de las que nunca podemos afirmar con seguri-
abstra ctas por el hecho d e que las cond iciones bajo las q ue estas liad si a ellas corresponde o no un ser en el mundo de los hechos!
verdades abstractas rigen no lleguen a darse cu enta totalmente en lNo hará esto que toda la obra de l pensa miento resulte, a la pos-
la realidad em pírica. Descartes, en este punto, reincide d irecta- tre, estéril y caren te de fundamental
mente en el erro r fundamental d e los ad versarios aristotélicos de La lógica y la metód ica de las leyes - necesariamente tenemos
G alileo (v. supra, pp. 347, 373). Si se ve embrollado en el juego que comprenderlo ast- no nos garantiza n nunca la existenc ia de
caPrichaso de las hipótesis, ello se debe exclusivamente al hech o lns cosas. No hay, pu es, más remed io que abrazar otro derrotero,
de que, a pesar de sus fecundos conatos por el buen camino , no seguir otro camino, u n camino nu evo que nos lleve a la solución d e
supo afirmar y defend er d e un mod o per manente y con toda con, este proble ma.
secuencia la razón de ser y la necesidad inexcusable de las autén- El tránsito vuelve a operarse imperceptiblemente, impuesto
ticas h ipótesis. El falso "a priorismo" es solamente aqu el que afir- por la necesidad d el pensam iento. Y es un rasgo muy singular y
ma y preten de en contrar una correspondencia directa entre los característ ico de la metafísica cartesiana -en cuyo estud io entra-
fu ndamentos raciona les V la experiencia real, tal como nos es mos ahora- el que en sus primeros pasos siga man teniéndose per-
revelada por los sent idos. fectamente fiel al "método" a que responde y que le da vida.
Para la concepción idealista au téntica, media siempr e una dis-
tancia insalvable -por extraño que ello pueda pareccr- entre la II . L... M ETA FÍSICA
l a d" . D"rstancra que va red ucren
" verd ad" y ¡a " rca lid .. d ose cons-
tantemente, es verdad, pero que no llega a desaparecer por com- Si de las primeras aseveracion es de las Reglas pasamos a la fun-
06 Tann ery, "Desearles Phvsicie n" (en cuaderno especial sobre D escartes
dnrnenmcíó n d e la me tafísica qu e Descar tes desarrolla en las Me,
de la Rell. de Mi,., pp. 478 ss) . ¡litacion.es, inmediatamente se manifiest a ante nosotros, en una
490 LOS FUNDAMENTOS DEL IDEAUSMO DESCARTES

serie de rasgos concretos muy significativos, la íntima afinid ad que conocimie n to llega la razón humana, encontraremos que nada
media entre ambos puntos de vista. Desde el primer momento puede llegar a conocerse antes que el entendimiento mismo, ya
vemos desarrollarse ante nosotros , aunque formulado de distinto que de él depende el conocimiento de todo lo demás, y no a la
modo, el mismo pensamiento fundamental; hasta podríamos decir inversa."
que este pensamiento adquiere aquí mayores vu elos, como si al Este criterio, qu e forma para Descartes el punto de partida
desprenderse de todo con tenido científico determinado y espe- de su matemática y de su ciencia de la experiencia, señala al
cífico se hubi ese desembarazado d e las ataduras que coartaban su mismo tiempo el origen rigurosamente delimitado y de terminado
libertad y su amplitud. de su metafísica. Nos indica que, antes de poder em prender cual-
El análisis matemático nos enseñaba que, para resolver una quier investigación objet iva, lo primero es conocer y examinar
determinada dificultad, debíamos partir del análisis preciso y a en un a revisión precisa y exacta los " instrumentos del conocer";
fondo del problema, ad en trarnos en él, no recurriendo a ninguna y, dando un paso más, sienta el postulado de qu e no podemos de-
ayuda extraña o externa, sino buscando la solución donde úní- tenernos en esta consideració n puramente pasiva, sino que debe-
camen te pod emos confiar en encontrarla: en el problema mismo, mos crear por nuest ra cuenta los medios y las condiciones del
desintegrado en las condiciones parciales que lo forman (v. supra, saber. Como el operario que careciendo de toda herramienta
p. 451). tiene qu e trabajar un material reacio, debe comenzar por pro-
Pues bien, no tenemos m ás que proye ctar este pensamiento de veerse de los inst rument os necesarios para su obra, del martillo
un modo general, y veremos apa recer ante nosotr os, inmediata- y el yunque por ejemplo, así ta mbién el intelecto, no debe entre-
mente, el tan conocido com ienzo de la metafísica cartesiana. La g-arse inmedi at amente a las disputas entre los filósofos, ni siquiera
primera verdad fundamental brota siempre de la duda; poni én- a los problemas de la matemática, sino ante todo cerciorarse de su
dose a sí mismo en tela de juido, es como el conoc imiento ad- propia verd ad y de su propia capacidad. La razón no puede co-
quiere la primera e inquebrantable certeza de si mismo. Lo pro- menzar por otro objeto ni por otro proyecto que la razón misma."
claman ya las R eglas, con referencia al problema socrático Ni puede existir ta mpoco la menor duda, par tiendo de los
fundamental de toda filosofía: la conciencia de la ignorancia en- primeros fundamentos del método, en cuanto al modo como se
cierra ya y garantiza la convicción ind ud able de la diferencia ent re obtiene y afianza, por parte d el pen samiento, esta certeza funda-
lo verdadero y lo falso.5 1 En este sentido emplean también las mental de sí mismo. Para Descartes, es claro y evidente, por los
Meducccnes, al comenzar, y así de bemos comprenderlo¡ el mul- principios mismos de su teoría de la ciencia, que el silogismo no
tivcco concepto de l pens am iento. Lo que aquí se trata de com- puede llegar a crear nunca conocimientos nuevos en cu anto al
prender y razonar no es el s er d el sujeto pensante, sino el ser del contenido, sino simplemen¡e desarrollar y esclarecer los cornien-
pensamiento; no se t iende a probar una existencia., sino a crear un zas ya dados (v. supra, pp, 454 ss.) ,
criterio y una pau ta de valores. Cualesquiera que sean los med ios De aquí que considere como un sín toma de confusión el pun-
de que podamos dispo ner para cerciorarnos de las cosas externas, te de vista de qu ienes sostienen que aq uella primera fundamen-
se acreditarán siempre, a la postre, en cuanto que aspira n a pro- tación, que la afirmación contenida en las palabras "Yo pienso",
cura rnos un saber en torno a los objetos, como medios de la presupone ya una determinación abstracta del con cepto de pen-
conciencia. samiento en general. Este comienzo ontológico esta da, si se
"Si nos proponemos, como todo el mundo tiene qu e hac er por admit iese como válido, en contradicción directa con el método
fuerza alguna vez en la vida, examinar todas las verdades a cuyo que se nos ha revelado en el ejemplo de la matemática. No se tr ap
ra de deducir de un concepto general y abstracto la certeza de lo
61 Regulae, XII, p. 39. 68 V. Reg. VIII, pp. 22 ss.
l OS F1.Jl',,"OAMENTOS DEL IDEAUSMO DESGARro;

concreto : por el con tra rio, podemos y de bemos partir de un a re- ante nosotros, en su afirmación fundamental. Y D esca rtes puede
lación plenamente d eterminada, que captamos intuitivamente, afirmar con ,razón como el verdade ro mérito d e su teoría en con-
para emplearla como medio y elemento en la constru cción d e las t raste con la de los escolást icos. el que no eleva ya las disti ntas
relaciones comp lejas. " pot encias" del espíritu, med iante un a h ipóstasis, a otr as ta n tas
T omand o como pauta el esquema medieval de los antagc nis- "pequeñas enti da des" qu e tienen su asiento y su existencia inde-
mos que se manifiesta en la d ispu ta de los uni versales, diríam os pendiente y sustantiva en nu estra alm a." Los comienzos de su
que D escartes, por m ucho qu e recalqu e la pura función de l con-- psiculogia se guian y se gobierna n, como volvem os a ver clara-
cept o y su gener alidad, es un " nominalista" rigu roso y conse cuen- mente aquí, por el mismo ideal de conocim iento del que brota la
te.G~ El camino psicológico de form ación de los conceptos procede nueva fisica.
de lo particular a lo genera l; sólo en los ejem plos concretos pode-- y así como en la metod ología se planteaba el problema de en-
mos cobra r di rectamente conciencia de las relaciones dot adas de contrar la transición continu a y segura h acia la dete rm inación del
valid ez general, qu e luego, una vez conocidas, pod em os desligar cuerpo físico, partiendo de las id eas mat emát icas, que no tienen
de este n exo d e d epe ndencia, para sentarlas sobre sus pro pias por qué preocup ar se para nad a d e la existenc ia d e su contenido,
bases.10 así tambié n aqui debe la reflexión volverse e n seguida de la Fun-
T am poco el "pensamiento", así concebido el problema, es ca p- ción y las acti vidades del pensa miento hacia su objeto. Sin un de-
tado por nosotros como un concepto universal superior que encie-- te rminado objeto sobre el que se proyecte, el mismo pens am iento
rre y resu ma e n si loo m últi ples y diferentes "modos" y categorías ca recería d e punto de apoyo y de term inabilidad interior.
de la conciencia, sino como una " naturaleza especial", como un Pero, en este PUntO, debemos comenzar tam bién, antes de po-
acto individual y concreto." El "pensamiento " no es, visto así, der seguir adelante, con un análisis preciso del problema y de su
un produ cto de la "abstracción", sino un resultado de la síntesis. cont enido. D ebemos preguntarnos qué entiende el pensamiento
Si int entásemos d efinir la conciencia a la man era de un con- mis mo por el objeto que le es da do: a qué cua lida d y a qué n n-
cep ro lógico genérico, tendría mos qu e selecc ionar y agru pa r. para ru raleza atribuye el pensamiento el nombre de "exis tencia", Es
lograr nues tro pro pósito, determ inadas caracteTÍ.stiau genéricas Que evide nte q ue no pod emos entender por el "ser" de un deterrni-
se repiten en tod as y cada u na d e sus d et erm inacion es. Pero lo nado cue rpo, por el de un trozo de cera, supongamos, qu e vemos
propio y peculiar de ella consiste precisamente en Que no puede a nte nosotros, el con junto de las cULtlidades sensibles que en él se
ser concebida nunca como u n conjunto d e euaIidal:ks quiet as y reúnen. Estas cualidade s pueden varia r, tod as y cada una de ellas,
consta ntes de esa clase, sino que sólo pode mos com prenderla y re- puede ca mbiar el color, desapa recer la du reza, esfuma rse el olor,
tenerla en su función dire ct a, en aq uell o que nos aporta.. Es la etc" sin qu e por ello dejemos de hablar de la existencia d e la m is-
act ividad de l pensamiento y no su "ser" genérico lo que se revela ma. cosa, sin que dejemos de llam ar cera al objeto que tenemos
Gil V .. acerca de esta, especialmer ae, Princ ipia, l. § 59. En ce ntra de la
dela nte. ¡Sobre qué desca nsa, ent on ces, esta identidad, que rete-
deri vación silogística del "Cogito e rgo su m", .... especialmen te Re. p. VI, p. 155. nemes y presu ponem os insistentemente, a tr a vés y a pesar de
10 V . una :a Cl erselier sobre las objecio n u de Guscndi : Med ir ~ pp. 14] s. todos los cambios que pu ed en opera rse en cuanto a las caracte-
u "Per cog;Iat ion em no n int eUiRo .. niu ·nale Cl"id o mnes cogítand¡ modos risricas perceptibles del objeto?
co mpre hendens, sed ",u.. ram pau icu1arem, q use recipi t oron es Illos mod os", Para pisa r terreno firme, nos vemos obligados a referir rnen-
etc. Calla a Am auld, 29 julio 16'18, en Correspondance, t. V, p. 221. Cfr., ta lmente las determ inaciones cam biantes y variables que los sen-
a cerca de la comp rensión "inruitl...a" del "Cogitc", Corre. pondance, t. V, p. 138
( 1648) : "C ene ccn nolssa nce n'est poin r un ou vrage d e ncrre ra ison nemen t, tidos nos tr asmiten a ciertos elementos fijos e inm ut ables, buscando
n i u ne instructio n q ue vos m altees vous alent don née¡ votre esprit la t'Oit, la en éstos el fu ndamento y la razón de su ser. Por debajo de las
sen!, d 14 manil", . ." n D rla a Men enne. 16 octubre 16] 9, en Cctrre'l'<>nd4..ce, l. !l, p. 598.
49' LOS FUNDAMENTOS DEL IDEALISMO DESCA RTES 49S
cualidades sensibles "subjetivas" d escubrimos, así, sirviéndoles de Sola mente aho ra, después de haber descubierro y en contrado
base, las cualidades "primarias" de la extensión, la forma y el de nuevo el concepto del peyuam.iento sobre la base del concep-
movimiento. '" de la cosa, con sidera Descartes probada a satisfacción la tesis
Pero aunque la física pu ed a contentarse con la constancia qu e senta da en las Reglas de un mod o general, a saber: que el cono-
aquí se le ofrece, aunqu e l os fund amentos sobre los qu e el propio cimien te de nuestro espírit u es más originario y más cierto que
Desca rtes hace descansar la ciencia empírica no condujesen más cualquier otro, ya que no podemos llegar a concebir ningún objeto
allá de estos factores fun damentales, el aná lisis filosófico -que .in confirmar con ello nuestro propio ser pensante y cerciora rnos
da al pens a miento, de este modo, un sesgo nuevo y d ecisivo- no indirecta mente d e su existencia.
pu ede darse po r sa tisfecho con este resultado. Despu és d e ha ber y son también las obras científ icas princi pales las que ilustran
red ucido el tfOZO de cera al concepto de "algo extenso, d úctil y y precisan el result ad o a que en este pu nto nos ha con ducido el
móvil", no puede dar por resuelto el problema, sino qu e éste se análisis filosófico. La t eoría cartesiana d e la perce pción , tal como
le plantea de nu evo al filósofo, con mayor alcan ce. No cabe duda, le contiene en la Dióptrica, toma como punto d e partida la d es-
e n efec to, que la cera , sin d ejar de ser lo que es, pu ede adoptar rru cción d el prejuicio de que el conocimiento de las cosas ext erio-
innumerables formas y magnitud es distintas, lo qu e qui ere decir, res le es suministrado al espíritu por medio de imágen es que se
evidentem ente, que no es en estas formas, en ninguna de ellas (L~cmeian en todas sus partes a los objetos de que proceden. lo
por separado ni en todas juntas, donde reside lo que hoce de la que tiene que media r entre la sensación y el objeto no es esta
cera, bajo cualquiera de ell as y bajo rodas, uno y el mismo objeto. coin cide n cia material , sino una int erdependencia funcional por vir-
El postulado según el cua l deben recorrerse, una tras otr a, tud d e la cual a todo cambio del cont enido objetivo corr espond e
aqu ella s diversas fases conc ret as d el cambio, compendi ándolas en una diferencia en cuanto a la percepción . Así como el método
un todo, encierra ya una contradicción intern a, pu esto que la redu cía lodos los cuerpos físicos al criterio único de la extensión,
varied ad que aquí se nos ofrece es, por definición, in fin ita e in. 110 para negar toda s sus demás peculia rida des cualita tivas, sino
agotable. No es, por tanto, la fantasía de los sentidos la que pu ede para pode r representárselas simbólicame nte por medio de diferen-
su ministrarnos y h acer qu e nos representem os la unidad buscada, d as puras d e magnitudes, así ahora no nos preguntam os ante
sino que ésta t iene qu e se r, necesar iam ente, obra del "enrend i- todo, tod avía, cómo se combina en nosot ros el ser real de los cuer-
miento puyo". Sin la acción de éste, que es el enc argado de ref erir pos con el ser de las sensaciones, sino que no s content amos con
a un centro común las múltiples, variadas y sucesivas repr esen; descubrir las mutuas relaciones armó nicas y la cOTTespo ndencia
raciones concr etas, manteniéndola s así en coh esión consigo mis; unív oca entre ambos momentos.
mas, se vendría también por tierr a el concepto d el objeto. No Del mismo mod o q ue un dibujo de perspect iva reproduce con
pod emos habla r d el "ser" d e la cera sin dar con ello Por supuesta, mayor fidelidad y exactitud las ca racter ísticas del objeto díb u-
como post ulado esencial , aquella "mirada del espírit u". lado, precisamente por el hecho d e renu nciar a presentar el ori-
un Iaur d emeurer d'accord que ie ne saurois pas méme com- einal en tod as y cad a un a de sus cualidades y dimensiones con-
prendre par l'imagination ce que c'esr que ce morceau de cire et cretas, así también el lenguaje simbólico de las percepciones será
qu 'iL n', a que mora. enecndemene seul qu i le ccmpre nne . . . Ma tanto más cla ro y perfecto si no se em peñ a en imitar las cosas
pcrcepti on n'est point une vision, ni un atrou chemenr, ni une en todo su conten ido mat erial, sino que se limita a expresar ana-
imagination et ne l'a jamais éeé, quoiqu'il le semblát ainsi aupara; lógicam ent e sus relaciones."
vanr, maís seuleme nr une il1$pection d e ¡'esprit, laquelle peut ét re Co n ello , queda superada en princi pio la teorí a escolástica de
imp arfa ite et confuse, comme elle éroir aupa ra vnnt, ou bien clnirc 111 percep ción, q ue, bajo los más diversos ropajes y modalidades,
a
et distincte, comme elle est préeenr.' 13 D ioptrique, I y IV; Ocu vr/"s, t . VI, pp . 85 ss.• 112 r., 130 y p.:lss;m .
LOS FUNDA MENTOS DEL lDEAUSMO D ESCARTES

sigue imperando tod a vía por doquier en los comienzos de la ñl lIadu todos los " funda mentos" raciona les alegados por las per-
se ña moderna. Basta fijarse en un pensador tan mod erno co pelones contradictorias. f :¡
G assendi pa ra darse c uenta d e lo fuerte y lo profund a que la i " l.a vista d e por sí no nos da más qu e imágenes, el oído no nos
fiu encia de esa teorí a seguía siend o en t iempo de D escartes . G Illtninistra otra cosa que sonidos; por eso, cua nto concibamos, jun-
sendi aduce cont ra el pu nto de parti da cartesiano de la conciern' IO A estos sonidos y aquellas imágenes, como el cOl'l.lnUdo a que
de jí mu nw la significa tiva objeción de que no poseemos un e tu rem iten, no pued e estar representado sino por las ideas, las
nocimien to verdadero d e nuestro prop io ser, ya que la ccodícíé .ue les sólo pueden proven ir de nuestra misma capacidad de pei-
de t odo conocimiento es que una cosa actúe desde fuera sobr ,,,,uit'nto y a las que podemos d enomina r, po r tan to. ideas inna tas,
nu estro espírit u, evocando y dejando en el un a determinada irmi decir, pote ncialmente conten idas en 11000tr06." 76
gen, una "spcctes'' de sí misma.t- Q ueda clarame nte señalado, así, el cxrmirw del análisis pstco-
La gran fa lla de esta concepción consiste en em pezar sentand MSiro "epistemológico del conoepeo de la cosa. qu e más tarde se,
d ogrnáticarncnte un a hipótesis metafísica, una interdependend Nu iní , sobre tocio, Berkelev. Es cier to que este pens ador, en vez de
real ent re el espíritu y las cosas, pa ra explica r, part iendo de ell IIl...eca r la actividad d el espíritu en la síntesis de las percepciones,
el acto del conoci miento. En cont raste con esto, la tenden cia fun • remite a la fun ción d e la memoria, pero ta mpoco esta concep-
d amental de Descar t es es, por el contrario, la de part ir de I 116n parece haber escapado a la perspicacia d e D escartes. quien,
"idea" clara y d istinta, que es par a el lo inmedia tamente cien "11 ciert o mod o, pare ce ad elantarse a ella y cerra rle el paso d e
para proced er a base d e ella ha cia los predicad os acerca de las r antemano,
laciones de lo real. Señ ala, en efecto, exp resamente, q ue la (unción d e la mem o-
Es el juicio ck l entendimiento el que con vierte en objetos IlIt presupone ya d e por sí la cooperación d el "entend imiento
interpreta y acl ara corno tales las sensaciones inmed iata ment e da puro". No basta, nos d ice, que el cerebro conserve y retenga d e,
das, las cuales no representan de por sí más qu e simples "signos", termin ad as "huellas " de im presiones pasadas; ha ce falt a qu e estos
También la distribución y la agrupación de los datos de las sen 1ecuerdos se pongan en relación con rodos los demás contenidos
snciones en el espac io, la "l ocalización", qu e nos permite ha bla Vsean com parados con ellos e n cuanto a su posición y ordena-
de la situación de los objetos y las dis tancias ent re ellos, es siem "Ión en el tiempo. Además d e conservar en el recuerdo el con,
pre ---como expone asimismo la Diópt rica- obra de l intelecto y tenido mat erial de una representación, es necesario deter minar y
de la deducción raciona l. retener tambi én e! momento e n q ue se produjo, pa ra qu e podamos
Los senti dos en c uanto tales no nos dicen nunca nada, ni en hablar de! " recuerdo" de imágenes y representacion es anteriores,
lo positivo ni en 10 n egativo, acerca del ser: no puede n err ar nI In cual presupone qu e sepamos dist inguir entre los contenidos
rect ificar el err or, ya q ue carecen d e toda pretensi ón que tra scien..- nuevos y los procedentes d el pasado, distinción que sólo puede ser
da de las "impresiones" d irectas y momen t áneas. La " .... erdad" y libra del intelecto."
la "falsedad" son pred icados y puntos de vista q ue crea y aplic n C lara mente se perfila aquí el método seguido consecuent e,
solamente el intelecto, H asta en los casos en que nos pa rece que mente por Desca rtes frente a las objeciones d el sensualismo y
corregimos y rea justamos los da tos su minist rados por un sentido qu e es, realm ente, el único m étodo rad ical y d ecisivo: como antes
guiándonos por Jos de otro, como cuando nos percatamos por el tac- en las sensaciones directas d e los senti dos, se desta ca y pone al
to de que sigue estand o de recho el bastón que según la imp resión desnudo a hora en la capacida d de la " me moria" un factor que
del ojo se qui ebra al in trod ucirse en el agua, es en realid ad el en-
"I~Rt sp0n$lor¡el. VI, p. 164.
tendi miento y sólo él q uien emite el fallo, después de habe r escu- 76 Notae in Program ma quod dam , e tc., p. 186.
14 Oh¡"ct, V. N'. 23 s.; v. "'P r<' , n. 6. "11 Carta a Amauld (29 julio 1648), en CorresponJance, t . V, pp, 2101 .
.., LOS FUNDAMENTOS DEL IDEALISMO

d escans a sobre la relación pura de uni dad del pensam iento. Nf


DE SCARTES

1'1 q ue nos conduce al concepto de D jos, el ún ico qu e sa tisface


'"
nuestr a imaginación ni nuestros sentid os pu eden permitirnos jo equellas exigen cias. La id ea d e " la más perfecta de las esencias"
más -como dice el D ecours de la mérhode-- cerciorarnos de unn lleva en si n ecesariamente el ser de esta esencia, ya que el ser no
cosa, si nu estro entend im iento no coopera con ellos. Solarnent rl d e suyo otra cosa qu e una variedad de la perfección . Y as í
el juicio crea y gara ntiza la existencia objetiva que la concepd6 rumo el concepto de l triángulo nos su min istra la inquebrantable
ingenua V cotid iana cree conte nida d irecta mente en las mera certeza d e que sus ángulos equivalen a d os rectos, así tambi én la
senseciooes." existe ncia de Dios puede d educirse d irectamente de su pura re-
presentación : la negación de uno de estos d os juicios dejaría en
Este resultado fluye d e un modo necesario de las primeras pre- nosotros. lo mismo q ue la d e otro, la conciencia inevitable d e un a
misas metodológicas se ntadas por Desc artes Y. sin e mbargo, encie- r ml.tT'ad Lcción, lógiaJ; íneerior."
rra una peculiar paradoja, si lo cote jamos con el punto de pa rtid. Las an teriores af irma ciones nos retrotraen de lleno al cam po
de nuestro problema. de la escolástica . Si nos fijamos solame nte en la exp resión y la
Q ueriamos cerciorarnos d e nuestra e xistencia independi ente fl\ rrnula de la pru eba de Dios, en su contenido material d irecto, no
pero la respu esta que obtenemos parece burlarse d e nuest ra pre encontrare mos, en realidad, ni nguna di fer encia apreciable entre
gunte. Lo que llamamos la realidad objetiva d e un complejo d lu afirm aciones de D escar tes y la forma tradicional que el argu-
sensaciones se revela al profund o aná lisis como un act o del espl mento ontológico viene adoptando desde A nselmo d e Canter-
ritu. No hay escape al círculo en que el "cogito" nos encierra : tI hury,80 la fuerza objetiv a d e cu yo razonamiento no neces itamos
camino que parecía que ha bría de permitirnos con ma yor segu detenernos a rebatir después d e la Critica de la n'll:Ót1. pura.
ridad salt ar por enci ma de las barreras del yo, vu elve a llevarn Y, sin embargo, son un nuevo interl s y un nuevo pkJnteamienro
en realid ad al centro m ismo de la conciencia. Por donde too ,Id problema los Que hacen retorn ar a D escart es al con cepto de
«.'Tdad que el pensamiento pueda alcanzar por sus propios rn ed i I lioso Pa ra los escolásticos, la prueba on tológica era, simplem en te,
parece derrumbarse, conve rtida e n una mera ilu sión sujeta a ley el punto d e partida y el medio para alla nar el camino al d ogma
en la afirmación de un con cepto, d espojado de tod a realidad
u Med irat. V, p. 33; R~poru. I, p p. 61 '1 p4ssim.
exte rna.
T enemos que ad entrarnos int eriorm ente en esta dificult ad 80 Creo, por tImo, n ecesari o afir ma r, au nq ue con ello discre pe d e Natorp
(f)C"sa:Il"t~' Erken ntnisrh.ewie. ca p. 111), q ue son abso lut amente cene ras las
bucear e n ella, si. qu eremos comprender el cami no qu e de aquí e "I.jeciones opuestas por Kan t a la for ma d e fin itiva '1 co nc re ta de la pru e ba
ad elante habrá d e seguir Descartes. Para que nuestro saber no fl 'Ulesiana de Dios. Na torp se remire, co n raeón, a la id ea d e la "tota lidad de
disuelva en un tropel de relaci ones vacuas sin que se apoye en u l. real idad" co mo un pu nto de co incid encia ent re Kan t '1 De sea rles, pero e n
fundam ento originario rea l, hay que buscar y deScubri r en él, po '"te no nos en con tra mos, stn embargo, con el pu n to d e vis,a "c rí tico " d ecí-
Ilvo de que csta "totalida d " d ebe interp retarse siempre simplemen te com o la
lo men os, un punto en e l que se unan y se armonicen entre sí la
"..lea regu lativa" qu e d irige y orienta los progresos de la expe riencia. T ambién
corrient es antagónicas que aquí se enfre nta n. Hay que t1escubri . 1 "Ccgito'' podría co m para rse, en cu anto a su siRllificad Ll origina rio, a la
d entro del mu nd o d e la conciencia una idea que lleve en sí, di "aperce pción ttan s.cen d en tal" : $in e mbargo, en la prueba d e D ios sign ifica 'la
rect amente, la gara ntía d e la existencia objetiva d e su conte nido: , Iarame n te el 'lo emp írico "fi nit o" del "$enti do in reriLl r". I'cr do nde D ios es
hay qu e encontrar un con cepto en el que se funda n inseparab le runcebldo si em pre, y en último result ad o, como la causa rran sccn d ente n o
mente la entidad y la realid ad, la esencia y la existencia. "',1" de In cosas, sin o también de los conocrmrcnec s, 1Ll q ue equivale a ab an-
,I" nnr defin itivam ente el pu n to d e vista cri tico. C fr., acerca de esto, y como
'Es, pue s, un problema fundamental del conocimiento mismo ,nln plemen to de su anterior exposición, el estu d io d el pro p io N ntorp, "Díe
111 Díscour e d e la M éthod e, (V, Oeuvres, t. VI, p. 37; I'ntwid d ung Descartes' von d en Regeln bis ¡U d en Meditntion en ", en Archiv
§121 y 22. ¡,Ir GeJch ich te JCT Ph i!050phie, 1897).
500 LOS FUNDAMENTOS DEL IDEAUSMO DESCARTES 501

y a las verdades religiosas de la salvación del alma; para Descar- Las Reg/.as prescriben, en efecto, que la indagación debe in-
tes, en cambio, el centro de la investigación lo ocupan la rea lidad terrum pirse, ahorrando esfuerzos inútiles, cuando en el proceso
d el mundo corporec y sus leyes inmanentes: lo que en última ine- de nuestras ded ucciones lleguem os a un problema que nuestro
tancia se trata de "probar" no es Dios, sino la " natu raleza" entendimiento no pueda penetrar hasta el fond o; y añaden que
¿Qué camino le quedaba a Descartes, para cerciorarse d e la también en este caso, si procedemos así, adquirimos un conocí-
realidad absoluta de la na turaleza? ¿Podía tomar las sensaciones mterco seguro, si no de l objeto, por 10 menos d e la Mturaleza hu~
como punto de apoyo y fiadoras de la realid ad; podía deducir mana, de su condiciona lidad y limitación.tt
directamente de ellas la existencia de las causas trascendentes de Descartes dis ta mucho, a hora, de mostrar la misma prudencia
las cosas? En este caso, se vendría por tierra toda la crítica ejer- crítica. Sin embargo, el camino por él recorrido para llegar aquí
cida sobre ellas por la d uda metódica, se derrumbaría la fun da.. no fué vano para el desarrollo de la filosofía y de la ciencia. Ya
rnen tación de la ciencia ; reincidiríamos en el "error fun dament al" nada ni nadie podrá revocar el resultado d e la duda metódica,
de encontrar una semejanza y una correspondencia directas entre según el cua l todo nuestro conocimiento, siempre y cuando se
las cosas y les percepciones. atenga a los límites marcados por la experiencia y por la ciencia,
La característica y el mérito de las ideas nuwemáticas consiste no puede revelarnos otra cosa que la sujec ión de los jenémcncs a
precisamente en que no tienen por qué preocuparse de la ex istencia leyes. La ra zón de que Desc artes , por su parte, no pud iera dere..
de los contenidos que representan, en que a su verdad le tiene nerse ante él, la hemos encontrado en su propia teoría de la cien..
sin cuidado el problema de si existen o no cuerpos que correspon- cia. Se ve empujado hacia la búsqueda d e nuevos fundamentos
da n a sus condiciones. A l pasar a la físiat. no cambia más qu e en metafísicos, porque las hipótesis y las "abstracciones" matemáticas
apariencia este punto de vista del pensamiento. Los pri ncipios d el no agotan todo el contenido de la realidad, porque de su aplioa--
conocimiento de la natura leza son, como los de la geometría, a los ción no se desprende nunca más que una certeza aproximada. El
que continuamente los equipara Descartes, productos y cria turas absolutismo de su concepto de la verdad le conduce al absolutis-
d el "método", el cual, en su flui r constante, no tolera nunca en mo del concepto de[ ser: por donde hasta en el pu nto en que falla
modo alguno una f1E"t~a(JlO; etc óJJ.o yÉvoo;, u n salto de la esencia la consecuencia idealista de su pensamiento, sigue brillando, claro
a la existencia. y diáfano, el m otivo idealista de l sistema.
No ha y, pues, más re medio que ir a buscar fuera del campo Sin embargo, la argumentación onoo[ógica de Descartes sólo
acotado por la experiencia humana y por los pri ncipios de l cono-- encuentra su confirmación y su complemento en otra reflexión,
cimiento científico un concepto claro y d istiruo cid espíritu en el que parte de l concepto de io infinito. Al encontrar en mí la idea
que se realice aquel postulado. de Di05, como la de una sustancia infinita, omnisciente e ilimi..
La fuerza y la seguridad de l análisis filosófico cartesiano se tuda, conozco al mismo tiempo que yo mismo, como ser finito e
confirman incluso al llegar a este punto crítico, más. all á del cual imperfecto que soy, no puedo ser su creador y arquetipo. El ver"
nos abandona el hilo conductor del método. Los pasos concretos dadero "origina}", que contiene y abarca en el ser real todos y
que nos encaminan hacia el concepto de Dios se desprende n los
cada uno de los rasgos conc retos que se dan en esa representa-
unos de los otros con un rigor perfecto. Frente al con junto de es-
ción, ha d e buscarse más allá de la conciencia.
tos razonam ientos no puede ca ber más que un reparo: el de si
-conforme al postul ado que las Reglas colocan al fren te- puede 81 Reg. VIII, p . 21: "Tune cerro cognoscet se scíemíam qua esitarn n ulla
llegar a "comprenderse plenamente" el pro blema que aquí se prorsus industria posee in venir e, ldque non ingenii culpa, sed quia obstat ipo.
plantea, el de si es posible seguir y analizar e n sus condiciones el JiUJ difficulttlliJ natura, vei humana condirio : quae cognitio non minor Jcientia
concepto de la "existencia absoluta" est, qwam iila quae rei ipsius naturam exhibet."
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502 LOS FUNDAMENTOS DEL rDEAUSMO DESCARTES 503

Nos encontramos aquí, ante todo, bajo un nu evo sesgo y una rece la menor posibilidad de semejante conexión. Es cierto qu e
nueva significación, el concepto de la conciencia d e sí m ismo. tambi én en este punto intenta D escartes, de modo muy significa-
Por " pensamiento" podíamos en tender, según los desarrollos I¡VO, atribuir vigencia, al menos ana lógicamente, al concepto de
anteriores, un conjunto de puras formas de conexión, un sistema mngnitudr la "realidad formal" d e la causa exterior, nos dice, no
de princi pios y operaciones, mediante las cuales t ransforma mos debe ser, en todo caso, menor que el efecto que a ella corresponde
los datos de las sensaciones para determinarlos de este modo como en el modo de la representación. T rátase, sin embargo, como ve-
el verdadero "ser". La unidad del " intelecto", de la que parten las mos, de una simp le y vaga comparación, que no admite una corn-
Reglas, era sinánima de la unidad de la ciencia. Sólo ahora ad- probación exacta ni puede ser reducida a u na medida de unidad.
quiere el "cogit o" aqu el sentido específico que Jo en laza con el La id ea y su causa trascendente se contraponen expresamen te
ser de la sustancia indiv idual, limitada y finita. A que l "yo" qu e In una a la otra, como dos ciases distintas del ser, sin que en parte
no es cap az de comp rend er el pen samiento de lo in finito como su alguna encon tremos, por t anto, aquella " naturaleza común" y
producto propio, qu e sólo alcanza a ver en él el eco y la huella nquella unidad fundamen tal a las que -c-segú n uno de los postu-
de un poder sup erior, es el yo empírico del individuo. Indos de las Reglas- es necesario pod er reducir los dos términos
La funcKm general d el pen sam iento se halla por si misma al de una relación, para que puedan ser considerados como de la
ma rgen de la antítesis de lo "f inito" y lo "infinito": tiene que misma clase, en el riguroso sentid o de la palabra, y cQgrwscibles
em pezar por crear y ha cer brotar de sí misma esta antítesis, al el uno por el otr o.
igual que los demás conceptos fundamentales. Para poder pensar La causalidad, manteniendo aquí la pretensión de conducir a
el yo como una entidad concreta, limitada en su esfera de po- una existencia absoluta en el más allá, no pasa de ser una afinntt-
der, tengo que em pezar por objet ivar el acto mismo de la relación ciVIl puramente dogm ática, un prejuicio que la duda metódica
y por consider arlo como una cosa entre las cosas. Hecho esto, el no ha podido desarraigar. Y también las leyes supremas de la
paso siguiente se com prend e por sí mismo : a cada contenido y mecán ica, qu e habían empezado afirmándose como reglas puras
a cada acto de la representación de be busc ársele ahora una causa de la exp eriencia y de la matemática univ ersal, se ven obligadas
y una correspondencia real, toda "realidad objetiva" de la con- más tarde, para poder estar seguras de su vigencia, a empalmarse
cien cia debe referirse ---como reza la fórmula escolástica, que n la causa metafísica del ser y a buscar su fu ndamento en ella. 82
Des cart es hace suya, sin modi ficarl a- a una "realidad forma l" Pero aún es más importante y preñada d e consecuencias la po...
del ser. sici ón que Descartes atribuye al concepto de lo inftniro, al recu rrir
D escart es se remite para justificar esta transición al "axioma" II él para la prueba de Dios. A l asumir una función puramente
de la causalidad, viendo en ella la fue nte y el fund amento exclu- met afísica, este conc epto se coloca fue ra del sistema de los C'O'!W-'
sivo de todo nuestro conocimiento, así sensible como su prasensfble, cim ientos puros.
y ta l parece como si, en efecto, el de sarrollo de su método abonase De scarte s afirma rotundamente que los conc eptos de sustanda,
el derecho d e este pro ceder. El mé todo de sarrollaba el conc epto duración, número y otras categorías comparables a ellos no entr a-
de causa con rigurosa con secuencia, deduciéndol o, al igual que el Iian la necesidad interior de indagar en busca de una causa exte-
conce pto de materia, como una forma de la ma temática universal. rior qu e los inculqu e en nu estro espíritu, ya qu e la idea qu e yo
Pero en este origen va implícita, al mismo tiempo, una limitación : me Formo por mí mismo es una razón suficiente para exp licarlos.
la fu nción d e aqu el concept o consiste en rela cionar entre sí con T odos ellos son d ete rm inaciones d e la conciencia, trasladadas y
ar reglo a ley ciertos estad os y acaecimientos determinados y com- aplicad as d espués a las cosas de fue ra.
parabks en cuanto magnitudes,
Sin embargo, tal y como se plantea el princip io causal, no apa- 82 Más d eta ll es acerca d e este p un to en De scartes' Krj ¡ik, pp. 6i SS., 93 u .
LOS FUNDAMENTOS DEL IDEAU SMO DESCARTES sos
Esta clase de d ed ucción falla sola me nte en lo que se refiere a l geomenia un procedimiento q ue cor responde a los "indivisibles"
concepto de lo infinito, q ue nos obliga a rem ontarnos por e ncim a de Cavalieri y Galileo y parte en física d el pri ncipio de la ocupa-
d e los límites del yo.83 La ca pacidad de engarzar unas unidades ción conti nua del espacio y de la d ivisibilidad. infi nita. Sin em -
a otras en la numeración o de ampliar hast a el infinito una linea bargo, rehuye celosamente e n todo mom ento el estudio y la
finita, m ediante sucesivas adici ones, seria inconcebible, ya como profundización de estos pensam ien tos en el terreno filosófico, d i-
ta l capacidad, si no encontrase un pu nto d e apoyo y una cor res- ciendo q ue el espíritu limitado del hombre no debe obs tina rse en
pendencia en una existencia infinita actu al. pene trar en 105 secretos d e lo infinito. Por donde el misteri o se
Pero aquí nos sale al paso un a nu eva dificultad interna. C a- adentra aho ra en los mism os concep tos fundamentales de la cien--
bria co mprend er, desde lu ego, qu e se buscase un a ca usa rea l, e n cia. q ue, como los prototipos q ue son d e todo conocimiento, de-
las cosas m ismas, para explicar cada una de las imágenes consta n- biera n aparecer más q ue cu alesquier a ot ros perfectamente daros
tes de la representación y sus elementos, pero zc érno entende r y translúcid os para e l es píritu .~
esta misma exigencia referida, no a la m ater ia, sin o a las formas La contradicción con los com ien zos d el sistem a que aquí se m a-
puras d e conexión del pensamiento? La infinitud inherente a es- nifiesta cobra su reliev e más cla ro en el problema cosmológico, qu e
tas formas no es algo q ue se les incorpore desde fuera y que venga desde los tiempos de Copémico pued e ser considerad o en general
a añadirse a su m odo d e comportarse, sino algo que se ha lla direc - como la pied ra d e toque d e la concepció n filosófica de la na-
ta ment e implícito en su misma fu nción. Al (arma rnos el con- turaleza.
cepeo puro del número, qu e, segú n concede el propio D escartes, Desca rtes m antiene una ac titud ind ecisa y eq uívoca ante el
debe concebirse como emanado del propio yo, nos cercioramos con problema de la infin itud del universo, aun prescindiendo d e los
ello del carácter ilim itad o, infinito, del proceso d e la numer ación: reparos d e or de n teológico qu e imp edían una respu esta clara a esta
desd e e l momento en qu e comprend emos el tránsito de n a n. +
1, pregunta . D esde el punto de vista de un a "percepción clara y
adq uiriendo además la conciencia d e q ue es independ iente de la di stinta", nos d ice, jamás podría proba rse una lim itación del un i-
d eterminabil idad d el elemento concreto, tenemos ya claramente verso en el espaci o; más aún, esta co ncepción sería rontradi.ctoria
ante nuestros ojos todo el co njunto infinito d e la serie de 106 cons igo misma. Y, sin embargo, no quiere rechazar expresa y po-
números. sitivame nte esta misma contrad icción , por entender que la abso-
Desca rtes di ce, a veces, que la su.srancia, cuando la pensamos lu ta omnipot encia divina pu ede llegar a realizar incluso lo con-
en sí misma y sin añad irle ninguna determ ina ción restrictiva, es rradictorío."
postul ada con ello, d irect amente, como un ser in fini to .'4 Pod r ía- T e nem os a nte nosotros, aq uí, u na tot al inversión de las rela-
mos restituir esta afirmación d el lenguaje d e la metafísica al del ciones e ntre e]. pensamiento y el ser. Las " verdades ererrias" de la
m étod o, del lengua je del ser al del conoce r y decir q ue las otero- geom et ría y d e la lógica sólo son valederas porq ue D ios les ha
eones puras del esp íritu encierran ya en su m isma definición la conferido este valo r y esta sanció n; son el producto de su libre
fu ente d e su infinitud. D escart es, por el contra rio, a l busca r por albed río, no lim itado por nada. El mismo principio de la idenri.-
doquier en la infini tud un ser sit uado en el más allá, a l ver en dad es u na necesidad inculcada a nuestro esp íritu desde fuera
ella solamente el cam ino llamado a ret rot rae rnos al origen abso- como un ~ tulado fijo, y no una norma incondicio nalmente obli-
luto d e nu estra existencia, desglosa del sistema de los con cept os y ga toria para el ser. Sería aventurado afirmar, por ejemplo, que
principios in.manentes q ue rigen para la construcción del mundo
de la experiencia un ele mento indispen sabl e. gl mismo, aplica en ~~ Para más detalles, v. Descsrres' Kririk, pp. 82 ss.
u Carta a Chanut (6 junio 1647), en C crr espc nda nce, t, V, pp . 51 f. Ca e-
Medirat. IlI, pp, 10 s.
fI8
ta a Morus (15 abril 1649) , COl'TesponJanc e, t . V, pp. 344 s. Oelw res in t!di rcs
M Cam a Clerselier (13 abril 1649) , en Correspondance, t . V, p . 355. (Foucher de Care;1), p. 66.
506 LOS FUNDAMENTOS DEL IDEALISMO DESCARTES lO1
Dios no habría pod ido ha cer que existieran montañas sin valles o metafísica, la duda atrae también a su círculo los principios for-
que 1 + 2 no fuesen 3i tenemos que contentarnos con la compro- males del pensamiento, pero cortándose con ello toda posible ret i-
bación de que h a disp uesto y organizado nuestro entendimliento de rada. Ya veíamos cómo Descartes, en la físíca, se veía empujado
tal modo que no pu eda llegar a comprender semejante posi- n hipótesis precipitadas por no d arse por satisfecho con el sencillo
billdad." contenid o de las premisas matemáticas; ahora nos enco ntramos
Se sacrifica con ello el princip io fundamental del racionalismo¡ con que, al buscar un fundamento ontológico para las leyes del co-
las leyes del conocimiento se rebajan a simples " instituciones" y nocimiento, sólo consigue verse conducido a arbitrarias hipótesis
convenciones fortuitas. Ahora bien, con esta conclusión, eviden- meta físi.ca.s. Dondequiera que el pensam ien to abandona su propio
temente necesaria si había de tomarse verdaderamente en serio el centro y su propia y autárquica rendición de cuentas, cae en ma-
concepto de la existencia incondicionada, Descartes desarraiga no nos de poderes externos, extraños a su propia esencia , ya se les
solamente su teoría del conocimiento, sino también su metafísica. llame "divinos" o "demoníacos".
Si todas nuestras pautas lógicas y éticas no valen para Dios, si El barómetro int erior de este cambio 10 tenemos en el nuevo
" las leyes de la ver dad y del bien no coartan la omnipotencia significado que poco a poco van adquiriendo las "id eas innatas",
divina", la qué queda reducido aq uel conocido argumento de que Al principio eran, pura y simplemente, las premisas fundamenta-
no tenemos más remedio que aceptar la realidad del m undo de les del método: Descartes, lo mismo que más tard e Leibniz, con -
los cuerpos, para no convertir a Dios en un "estafador"? /lidera como "innato" todo el contenido del álgebra y de la geome-
También las Meditaciones partían, en su argumentación, de la tria, ya que brota como un "fruto espontáneo" de los principios
premisa de que todo lo que comprendemos de un modo claro y del mérodo.w Jamás, por tanto, habría debido atribuírsele a Des-
disti nto posee al mismo tiempo una "existencia posible"; deseen- cnrtes el contrasentido de que lo innato significaba para él un
saban, por tanto, en todos sus d esarrollos ulteriores, de una res- contenid o definitivo y actual, presente en el alma desde el pri-
tricción del concepto de Id posibilidad, que ahora se abandona. mer momento. El mismo insiste constantemente en que sólo se
Mientras que antes se afirmaba la seguridad de la idea, como lo u nta de la "capacidad" de l espíritu para engendrar y fundam en-
único que podía conducirnos a cualquier clase del ser, ahora se mr determinados conceptos en el proceso del pensamiento y de la
nos dice que no debemos confiar en esta seguridad, ni siqu iera conclusión racio nal,
en las más claras y evidentes conclusiones de la m atem ática, míen- Tiene razón, por tanto, cuando, saliendo al paso de objeciones
tras no hayamos adquirido plena certeza en cuanto al " creador de manifestadas ya en su tiempo, hace notar que nadie ha desem -
nuestra existencia".88 El conocimiento no es ya su propio origen barazado la ciencia tan concienzudamente y tan enérgicamente
valido y auténtico; neces ita verse confirmado y sostenido por un corno él de tod a esa mor ralla superflua de las "ent id ad es escolás-
fundamento meta.físico de la existencia. licas".99 Hobbes niega al conc epto de Dios la calificación de " idea
El círculo vicioso que inevitablemente se contiene aqu í hu bo Innata", ya que no se da directamente en la representación, sino
de ser ya advertido y destacado por los contemporáneos de Des- que sólo puede obtenerse por medio de un complicado proce d í-
cartes. Al principio, la d uda se refiere solamente a la existencia mient o deductivo. Descartes, por el contrario, considera como la
de los objetos trascendentes, no al ser de las verdades mismas, cnracrcr ísríca mas sa liente de las auténticas "ideas"el hec ho pre-
como se destaca especialmente en la clara y ejemplar exposición risamente de que sólo pueda cobrarse conciencia de ellas por este
de sus distintas fases que nos ofrece la Recherch,e de la w rité par r nmino.w
Id lumierc ooturelle. Sólo a: posveriori y valiéndose de una ficción ea Reg. IV, p . 8.
81 Curte a Arnauld (29 julio 1648), CorresponJar,ce, t. V, p . 214. 00 Notae in programma quoddam, p. 189.
AA Principio., 1, 13 y passim. 111 Respons. 1lI, p. 99.
508 LOS FUNDAMENTOS DEL IDEALISMO DESCARTES ".
Lo fund ament al y lo decisivo en estas ideas, es, como se ve, "El conocimiento intuitivo es la iluminación del espíritu que
la actividad del pensamie nto, pero la psicología metafísica de D pe rmite a éste ver a la lut de Dios las cosas que éste qu iere revc-
cartes no pu ed e ma nten erse ñe l a este punto d e vista durant IlIr1e: se adquiere por medio d e la acción directa d e la claridad
m ucho tiem po. Ahara, se señala com o la nota característica común divina sobre nuestro ente ndimiento, el cual no debe con cebirse, en
a las "ideas" el q ue tod as ellas son --en contraste con los actos ".. ta función, como una fuerza activa, ya que se limita a recibir
volitivos, entre tos q ue p uede n incluirse tambi én los juicios- de 1115 rayos qu e sobre él vierte la divinidad".u
terminabilid ad es pasivas de la conciencia. Así com o la capacidad El raciona lismo científico de Descartes viene a desembocar así,
d e la cera de asumir d iferentes formas no puede considerarse com en este punto, directamente en la mística. Los conce ptos inn atos
una actividad, sino más bien como una actitud pasiva, así tam vuelven a verse envueltos y embrollados en tod as las vaguedades
bí én debemos rep utar como una cual idad pasiva e indiferent '1 confusiones del espiritualismo, y así vemos cómo Descartes, con-
d el alma su capacidad para recibi r y asimilarse estas o las ot ra restando a ciertas objeciones d e Gassendi, declar a qu e el niño, al
ideas.9~ verse libre de las atad uras del cu erpo, descubriría inmediatamente
Cierto es que tampoco en esta sepa ración y en este deslínd dentro de sí los conceptos d e Dios y de todas las verdades."
se abandona el criterio de que nuestras representaciones de una Ahstraerse así del "cuerpo" equivale a prescindi r de las condí-
realidad objetiva se h allan condicionadas por la propia ac ti . clones de la experiencit y de la ciencia.
del espíritu, pues no en vano son precisamente los juicios, es d En el desarrollo de un solo concepto fundamental, pode mos
cir, los elementos activos de la conciencia, los que, segÚn la con- leKuir, dentro de l planteamiento del problema epistemológico, el
cepción cartesiana fundamental , pueden convertir en "objetos" la divorcio d ualista entre la susta ncia pensante y la sustancia exte nsa,
impr esiones dadas d e los sent idos (v. supra, pp. 487 s.) . Sin em qu e ahora se inicia . Nos referimos al concepto d e la imaginación,
ba rgo, cua ndo ahora vemos cómo Descartes ha bla cons tan te ment • la luz d el cual cabe observar clara mente tanto el entronque
d e "id eas inn atas", y no de operaciones y actos inn atos d el espi. con la matem ática gen eral como la nueva tenden cia funda mental
ritu , se ad vierte que en aquel concepto aparecen mezclad os }' con. metafísica.
fund idos dos momentos contrad ictorios. Recorde mos lo que la "imaginación" significaba dentro d el
Ello explica por qu é la critica sensualista encue ntra en est método mismo : a ella d ebían referirse, como sabemos, tod os los
concepto, realment e, un nu evo punto de apoyo y de ataque. Al predicados y todas las detenninaciones abst ractas de la relación,
concebirse los principios "inn atos" como formas fijas y definitivaJ, que encontr aban en ella y solamente en ella su represent ación
que se encuentra n ya acabad os, de un modo o d e otro, allá en el exacta. La figura intuitiva ---tal y corno aqu í se la empleaba-
fond o OSCUrOde la conciencia y que la actividad d el pensamiento era, por ta nto, de por sí, un medK> ele conoc imien to pu ro e indis-
no hace más que sacar a la superficie e ilu minar, las puras fuerzal pensable. La extensión es, expresado en el lenguaje d e las Reglcu,
fun dament ales del espírit u vuelven a rebaja rse al plano de "p o- una "dimensión": un punto de vista y un procedimiento de que
ten cias", en el sentido aristotélico de la palabra. Lo mismo qu e e I\(~ valemos para relacionar y comp arar ent re si conte nidos apa-
conce pto de lo infinito, los demás fundamentos "apriorísricos' apa- rentemente di stintos (v. suP'Ta. pp. 380 ss.) .
recen aho ra más bien com o productos reales, como cosas: como Las Medtecctcnes, en sus de sarrollos iniciales, siguen atenién-
cuños que el creador de nues tra existencia. ha impreso en nos. dose completamente a esta concepci ón : parten del supuesto de
otros, que los sent idos y la imaginación serian imposibles sin la coopera-
ción de l " intelecto puro", lo que vale tanto como afirma r, y así
112 Carta a Mealand (2 mayo 1644), Ccrrespcndcnce, 93 Cormpondance, t. V, p. 136 (1648).
a R<:gills (mayo, 1641), Correspondance, t. m, p. 372. U C Ol'Tl'spon dan ce, t . m, p. 4H¡ Resp ons. V, p. 70.
510 LOS FUNDA MENTOS DEL LDEAUSMO DESCARTES su
Jo expresan las M edi taciones con palabras claras, que el mundo 11 "unirse" nunca conceptu almente, en la verd ad era significación
de los cuerpos no es un objeto absoluto que pued a d esligarse de ele la palabra.
toda relación con el pensamiento. Es cierto qu e, en ocasiones, Descartes intenta establecer esta
"Q uand ie d istingue la cire d 'avec ses formes extérieures et unión, al decir qu e poseemos diferentes clases d e eategorias espi-
q ue, tou r de m érne que si Ie luis avais óté ses vétemenrs, je la rituales, destinadas unas a represent ar e! mund o de los cuerpos y
conside re roe te n ue, iI est certain qu e, bien qu' il se puisse encere otras los contenidos puros del pensamiento, mientras q ue una ter-
rencontrer quelque erre ur d aos mon jugement, je ne la puis néan-- cera clase de "conceptos originarios" sirve para que nos represen-
m oins concecoe de cene scree sans un esprit hu main." ternos y com prenda mos la conexión de l espíritu y el cuerpo (cfr.
No cabe, pues, la menor d uda acerca de que la contraposición supra, p. 468). No cabe d ud a de que podemos llegar a com-
misma por medio de la cua l sepa ramos el "ser" verda dero y per- prende r cómo el alma enc uen tra "en sí misma" los arquetipos con
manen te de la cera de sus CIUlIidades fortuitas, tien e su base y arreglo a los cu ales aba rca y enjuicia el pensa miento y sus de ter-
su significación ún ica y excl usivamente en la conciencia. Nos en- minaciones, d el mismo modo que podemos compre nde r, asimismo,
contramos aq uí, form ulado y razonado d e un modo nuevo, con un cómo somete a su ley el ser inmanente de los fenóme nos mate-
pen samiento fund amental de la filosofía modern a introducido por riales por medi o de las ideas de la extensión, la form a y el mo--
Nicolás de Cúes: la intuición y las sensaciones de los sent idos son vimiento, ya perfilad os d e antemano como productos puros del
medios propios y genuinos de! espíritu , de que éste se val e para pensa r. lo que necesariamente permanece en el misterio es por
penetrar, po r medio d e un aparente rodeo, en el conocimiento pro- qu é se dan por supuestos en el espíritu mismo conceptos inna-
fundo de su esencia (v. supra, pp. 74 s.) . tos que no se refieren a la aetivK:l.ad o al conte nido de la conciencia,
Esro hace que sea todavía más brusco el salto que más tarde l ino que expresan una relación con una sustancia extraña y hete-
se da cuando, para d emost rar la "distinción real" entre la sus- rogénea con la que aquél no se halla "en conexión" d e una
tancia pensante y el cuerpo, se recu rre de n uevo a la capacidad manera esencial, sino fortuitamente y ti: posteriori. Para aclarar
d e la " imaginación". Si ana lizamos esta capacidad, no encontr é- esta conexión, el propio Descartes se ve obligado a recurrir a una
remos en ella otra cosa que " una cierta inclinación d e la activida d conce pd ón escolástica: así como la "cualidad" de la graveda d,
del conocer al cuerpo ínti mamente presente en ella y que, por qu e de por si sólo representa un ser ind ivisible e inmaterial, atrae
tant o, existe" ( une cerraíne application de la faculté qu¡ connoit la materia pesada h acia la tierra, así también el alma - n05 dice
au corps qui lui ese intimemenr présent er partanr qui existe). Descartes- debe poder mover al cuerpo sin confund irse ni llegar
No sería posible expresar con mayor claridad d e la que ex- n forma r una homogeneidad con él.u
presan estas palabras que el simp le aeto d e la relación con res- Ve mos claramente aquí cómo no acierta a sustraerse, en la in-
pecto a un objeto exterior se tran smuta aq uí en una e xistenc ia terpre tación de las relaciones JnerafísiaJ.s entre el cuerpo y el
ind epend iente : sesgo d el pensamiento que sólo pod ía producirse nlma, a aquellos antropomorfismos qu e había des terrado para
despu és de haber nivelad o y superado en el concepto d e D ios la siempre d e los fun dament os de la física.
d iferencia entr e ambos momentos. Por d onde -por mu y paradójico que esto pued a parecer a pri-
Ahora bien, ent re las d os "mitades" del ser qu e ahora se en- mera vista- la filosofía cartesiana, la filosofía del "cogito", se
frent an, cada una con su propia sustantivid ad , no cabe ya ninguna estrella en última instancia contra el problema psicológico. El co-
mediación lógica. C uerpo y alma aparecen ahora "e ntrelazados" nocimiento de la naturaleza exterior sigue, imp ert urbable, su cami-
con arreglo al fall o de los sentidos y de la experiencia diaria, que TI" metó dico y seguro. Sólo aparent emente es la sustancia extensa
De scartes recon oce en est e pun to con la misma decisión con se Correspcmdance, t. 1II, re. 42+ s., 434, 667; t. V, pp. 2225. Carta a
que en un prin cipio 10 h ab ía rech azado, aunque no pueden llegar Oa"sendi, Medifa:., pp. 147 5.
512 LOS FUNDAMENTOS DEL IDEALISMO DESCARTES

su verdadero objete; el objeto sobre el que preferentemente se pr Ga lileo apa rece de masiado tarde para que pueda ser valorada en
yecta es el motJimi.ento y sus leyes. su significación por quien como él marchaba ya por otros d crro-
Es el probl ema d el alma el que vuelve a guiar loo pasos d teros en su propia carr era cientí fica.
la especu lación por Jos de rroter os de la vieja metafísica. La con,¡ Y, sin embargo, si contemplamos la teo ría cartesiana d esde un
cienc ia. c:k sí mismo se capta en su pureza e independencia: pe j-unto de vista históri co supe rior, te nemos que reconocer que
todavía no pued e darse por sa tisfecha con pensarse como premi en ella confluyen tod as las te ndencias y corrientes de In ciencia
necesaria de toda objetividad, sino Que pretende obierivarse di- modern a, qu e a parece recogida en ella de un modo gene ral y plas-
rect amente a sí misma. mada en su propia trayectoria la pugna d e mentalidades y ma neras
H em os podido sintet izar la tendencia general d e la nu eva cien de pensa r que aquellas cor rientes d el pensamiento sólo ventilan
da en la fórmula d e que en ella el concepto de sustancia es susrí- n la lu z d e algun os problemas aislados.
ruido y superado por el conce pto de función. Este pen sernienr Llegamos, así, a la conclusión de que la teoría de Desca rtes
fundamental es el que D escartes ca pta y expone por vez primera reúne en sí el contenido filosófico de toda la investiga ción anterior
con tod a claridad en su lógica y en su teoría d e la ciencia, aunq ue It ella, convirti éndos e en el cent ro d el cu al irrad iarán con lo suce..

luego no sepa ma nte ne rlo consec uente mente frente a los proble- stvo todos los múltiples caminos y t endencias qu e ha de abraza r el
mas d e la psicología. problem a de la crítia.r. der oot\oómiento.
El haber sabido abordar estos problemas y el haber contrastado
y hech o valer a la luz de ellos, como el prim ero de todos, la nueva
concepción, es precisamente lo qu e hace de Descartes el verde..
dero fundador d e la filosofía modern a.
Para qu e la c~ empirica misma en contrase una base se.
gura, era necesa rio qu e la s " formas sustanciales " fuesen desarral-
gedas en su campo más genuino, en el campo d el que procedían
y del que extra ían cons tanteme nte nu evas fuerzas. El mérito his-
tórico incomparable de Descartes está en haber llevado por ve:
prim era a este campo la lucha qu e él mismo no habría de ver co-
ronada por la victoria.
He mos pod ido seguir en detall e cómo también en él conservó
el "rn éeod o" la di rección y el predominio de l pen sam ien to, du o
re nte un largo tr echo del camino. Importantes problemas de fono
do ante los que ha bían pod ido pasa r de la rgo los grandes invesr¡..
gadores empíricos, como K épler y Galileo, son arr an cados ah ora
por vez prim era al dominio de la ontología y de la metafísica es..
col ástica, pa ra incor porarlos al campo de la mentalida d científica
moderna.
Si consideramos a D escartes en sus relacion es persoredes con
las figuras científicas de su época, vemos qu e se mu eve en el más
completo aislamiento. Ferrnar, el má s geni al d e los matemát icos
d e su tiem po, no es pa ra él más que el rival, y la obra maestra de
DESARROLLO DE LA FlLOSOFtA CARTESIANA 515

de fue ra, d el testimonio d e los sent idos, n i de ninguna clase de


Capí,ulo II revela ción emanada del más allá y cuyo fundame nto se sust raiga
a nuestr a conciencia. La conciencia d escubre en las "i deas inna-
EL CRIT ERIO DE LA PERCEPCION CLARA y DI STINTA tas" su propia natu raleza y su propia entidad , y en este prime r
conoc imie nto se le revela di rectamente, al mism o tiem po, la reali-
Y EL DESARROLLO DE LA FlLO SOFlA CARTESIANA
dad objetiva. Por tant o, así enfocad o el problema, no cabe hablar
1...A F II..O SOFiA de D esca rtes comienza con el problema de la vigen- de una "separación" y un d ivorcio del mun do de los cuerpos. ni
cia y los límites de nuestro conocimiento y te rmina con los prc ble- tam poco, por tanto, d e una med iación llamada a conciliar y redu-
mas d el alma y de Dios. Este antagonismo ent re los dos tipos de cir a unidad los dos reinos dis tintos del ser.
especulación impri me tam bién su sello ca racter ístico al desa rrollo Sm embargo, a medida que iba dest acándose e impo niéndose
~ e la filosofía cartesiana e nt re sus más cercanos discípulos y con- este problema e n el transcu rso de la especulación, a medida que
nnuadores. la esencia de Dios se revelaba más y más como el verdadero fun--
El dualismo de la susumeia espirit ual y cor poral se revela al da men to de la existencia y d e las relaciones de las cosas, más tení a
exterio r como el problema que en primer t érmino se plantea an te que ir refiriénd ose ta mbién a este centro exclusivo y origina rio el
los continuad ores d el sistema : pero d et rás de este du alismo me. origen del conoc im ien to. El conocimiento de las id eas se mani-
eaflsíco se recat a una pugn a metodológica que se remonta hasta fiesta aho ra como la acción directa de la " claridad divi na " sobre
m uch o más atrás y qu e tiene un alcance m ucho más profun do. La nuestro entend imiento, que no crea la verdad, sino que se limit a
reflexión se ve constantem ent e obligad a a volverse, desde el pr o- a recibirla pasivamente: la "intuición", medi o fund amenta l de la
b,lema en torno a la existencia y natu raleza d el alma y a sus reía- ma te má tica, am enaza con dil uirse en la " luz interior" de la mis-
clo,nes con el _mundo de Jos cuerpos y con la sustancia d ivina y rica (v. su f.m1, p. 508) .
uni versal, hacia la invest igación renovada del criterio / uruúunenMl Con este giro d el pensamiento, pierde su peculiar y mod erna
del corwcimiento. significación el principio del "cogi to", V olvemos a enco nt rar nos
~n todos los conoc!dos giros y variantes del concepto de sus- frente a la ve rsión agust ifliana del criterio idealista fu ndamen ta l.
tancta -desde la teon a d e las causas ocasionales h asta la de la En realidad, son rasgos comunes a Descart es y San A gustín, no
ar~oní.a .pr~stablecida- se refleja, al mismo tiempo, una rravec- sólo el punto de partida de la conc kncia de si m ismo, sino tam-
torta loglCa inmanente. Y si nos remontamos d e los resultados a bién la orientación h acia la me rnfisica y ha cia sus primeras pre-
los fundamentos y moti vos filosóficos, vemos cómo el desarrollo misas. La d iferencia decisi va y origina ria que sepa ra a estos dos
~ nter ior del ca rtesianismo en sus diversas fases se ha lla todo él pensado res reside e n la aplicación y el empleo filosófico que un o
informad o por el concepto del conocim ~o d aro y dun nro. y Otro da n al conocimie nto ma temático: pa ra el uno, este cono-
Ya en el examen d e la filosofía de Desc artes se h an puesto de cimient o es el med io q ue conduce al descub rimiento y a la com-
rel ieve los dos límites ext re mos ent re los que este concepto gira prensión d e la realidad empíriM; pa ra el ot ro, sim plemente el
y se d esarrolla . El predicad o valcrativo de " cla ro y d istint o" co- " trampolín" en el qu e pisa pa ra salta r a lo sup rasensible y el se.
r~e~ponde origina~i~mente y a nte todo a aquellos conce ptos y prin- guro patrimonio por medio del cual se acomoda en el reino de lo
ClP IOS qu e el ~SP 1t1tu d esar rolla por su cu enta, de su propio seno "in teligible";'
y por su propia capacidad . Lo que condiciona la veordac:l de cual-
quier conocimiento es el h echo de que el material de q ue lo for- 1 Sobre las relaciones entre Descartes y San Agu st ín, v. Leder, Unrersu-
mamos, así como los medios em pleados par a ello, no provengan ehu ngen uber A ugustins Erkennmi srhecnc in ihT.cn De<:ichu" gen ,U T cnnken
Skep.is, tu PI",ri n .. na", Descarres; M,arbur go. 1901.
514
'16 l OS RJNOAMENTOS DEL IDEAUSMO DESARROLLO DE LA FlLOSOFtA .CARTESIANA l17

Sólo hay un camino para fund amenta r y aho ndar el criterio Ya el prop io Descartes, en la última fase de su tr ayectoria, se
de la "percepción clara y d istinta" a tono con la d irección moder- había acercado bastante a este giro del pensamient o, q ue ahora
na del pr oblema: en vea d e interpr etar los prin cipios refiri éndolos va destacándose cada vez con mayor fuerza en sus"cont inuad ores.
a un origen. metafísico remoto, d ebernos desarrollarlos en sus COJI,r los cua les no adoptan ya ante los problemas teológicos y d ogmá-
secuencias científicas, haciendo que se acrediten y se justifiqu en ticos la misma libertad interior con qu e Descartes 106 había
en ellas. El flmdamento de su va lidez, por el que debemos, cier- afrontado.
ta me nte, preguntar, se revela rá ante nosotros cuando loo haya mos Uno d e 106 rasgos más característicos y más relevantes en la
conocido y compren dido como ' as condiciones n ecesarias de la tesitura espiritu al y religiosa de la época es la conjunción del OOT-
experiencia cien tífica Y, por tanto, de nuestr o concepto d e la fea. txesianisn10 , el agustinismo. En él coinciden y se dan la mano
Iidad. las diversas corrientes que luch an en conadamenre ent re sí dent ro
En cambio, cuan do la mirada no se proyecta had a adelante , de la escuela: vemos cómo el jansenismo y sobre todo A ma uld
hacia el d espliegue d e los principios en la experiend a, sino que, concuerdan en este punto con Ma lebranche, su antípoda filo-
por el contrario, se vuelve h acia atrás, tratando d e d escubrir su sófico.
origen metuJisu::o, no se habrán superado en el terreno de los prin- La pugna ent re los indi viduos V su actitud espiritu al se revela
cipios los límites d e la concepción med ieval d el univ erso. Por solamente en la d iferente ma nera de abordar el prob lema común,
investigar el origen, se perderá d e vista y se abandonará la verde- en el modo como cada uno de ellos tr ata de conciliar y com pa-
dera meta del conocimiento. ginar entre sí las distintas y encont radas corrientes d el pensam ien-
y así, vemos cómo pa ra San Agustín la matemátic a es la prue- to. Mientras que Amauld recoge por igual en su teología 106 pen-
ba o el testimonio de que el esp íritu huma no " no es su propia samíentos de Descartes y San Agustín, empalrná ndolos casi
luz", de que no es, en su ser mudable y per ecedero, capaz de fun- cando rosamente los unos a los otros, Maleb ranch e trata de llegar
da mentar la etern a esencia de las ideas puras, sino qu e lo más a a una síntesis filosófica sup erior de ambos sistemas media nte la
que puede llegar es a recibir su conocimiento, pasivamente, como tr ansformación crítica de la teoría cartesiana d e las id eas.
un don de la omniscencia divina. En u n prin cipio, San Agustín Perc el pensador qu e llega a captar plen ament e esta pugna
habíase remitido, en apoyo d e la fu ndamentación del saber racio- filosófica fundamental y la n eva a sus posibilidades más alt as es
nal, al criterio pla.tóniro de la ,.eminiscertcid, pero más tarde re-- Pascal, quien, llevado d e su doble natu raleza espiritual, vive en
voca expresa mente esta explicaci ón, par a deci r que el hecho de sí mismo, recoge y expresa con gran claridad los antagonismos
que podamos elevarnos a conocimientos int eligibles puros inde- que aquí se d ebaten. Mientras qu e, de una parte, toda su tr avcc-
pendientemente de los sentid os y d e la experiencia se d ebe a que, roria religiosa se hall a informada por la teoría agustiniana del
en el moment o en que nos volvemos hacia ellos, está directa- pecad o original y d e la predestinaci ón, tal como la interpreta la
ment e presente en nuestro espíritu y se d errama sobre nosotros obra de Jansenio, d e otr a part e vemos cómo es el prototipo del nue-
la luz de la razón u na, universal y ereme.a El verbo d ivino es el vo m étodo Vla expresión qu e cobra en la geometría 10 que condi..
"sol oculto" que revela las eterna s verd ades a la mirad a int erior ciona la determinación del concepto del "pensamiento" en Pascal.
del espíritu: el maestro único e infalible d e tod a la ciencia hu- San Agustín le ofrece el contenido d e su filosofía, pero la escuela
mana." d e la. lógica cartesiana le suministra las h erra mienta s V las armas
2 V. Au gust ínue, Soliloqu i<l, lib. I!: Retra craríon e¡, lib. 1, cap. IV. con q ue lo afirma y lo defiende.
~ Augu snnus, Retracr ati ones, 1, 11; De ¡¡beTO a rbitrio, lib. 11, CllI"S. 10 y 12.
Las referencias textua les 8 esta re'(lria de San Agu " in a parece n reunidas de un V. Recueil de tooues les ri potues du P. Malebranche. . . a Mr. Amauld, Par ís,
modo completo e n los esc ritos polémicos de MaJebranche contra A rn auld. 1m, t. l. pp. 9] $S . 237 n .. ] ] 4 s.. 386 s. y pan im.
518 LOS FUNDAMENTOS DEL IDEALISMO DESARROllO DE LA FlLOSOFt A CARTESIANA 519

Pero cuanto d e un modo más vivo y más personal se a brazan nido ma ter ial d el sistema, sino por la orientación intelectua l Que
y confun den en Pascal estos dos rasgos característicos, más cla ra- lo inspi ra.
mente se acusa la incom pat ibilidad objetiva que entre ellos me.. U n testimonio d e esto lo tenemos e n la única obra sobre la filo-
dia en la fuerza inexorable d e su d ialéctica, la cual, . Iejos de sofía de la nat uraleza que poseem os de Pascal: el fra gmento de u n
rehui r la contradicción, la busca y la ahon da. El forcejeo discur- Ensayo s~ el \ .:xcio. V em os clar am ent e trazada aquí la diviso-
sivo de este pensador no tiene simpleme nte una significació n psi.. ria entre la investigación teológica e histórica, obligada a apoyarse
cológica individual : se convierte en el símbolo de alcance general en la tr adición y, por tanto, en la au toridad , y el método de la
que ilustra con gran fuerza plástica la bifurcación de d os épocas ciencia teórica de la natura leza, que no reconoce ot ro juez qu e
y el distinto valor que atribuye n al problema del conoci mien to la la razón y la experiencia. Mientras Que aquella proyect a su mi-
concepción medieval y la nueva concepción del mundo. rada necesariamente h acia atrás, lo que quier e decir q ue, en ella ,
la perfección es sinónima de conserva ción y de qu ietud, la m~ta
de la investigación empírica sólo puede residir, por el contrano,
A) P ASCAL
en la perspectiva de un progreso ilimitado.
T odo el arte d el aut éntico mé todo reside, por tanto, en saber
1
distribui r en sus justas proporcione s Y en su lugar ade cuado la
Jamás fué Pascal un verdad ero cartesiano, en el sentid o d e que credulid ad y la desconfianza. El respeto que nos inspira el pasa do
llegara a adoptar los resultad os decisivos de la filosofía de Des - filosófico y científico debe apoy ar se en la ra zón y encon trar en
cartes. Percibió y exp resó en tod o momento la contradi cción exís- ésta, al mismo tiempo, su medida y sus límites. El progreso cons-
ten t é entre la con cepción filosófica mod erna y el contenido de tan te e in interrump ido, que no se detiene ante ningún result ado
los dogmas a los que se aferr a. fijo para el Que no hay nad a consagrado y definitivo, es el privi-
Pascal red uce, además, a sus justas proporciones, desde el prí- legio decid ido y característico d e la n:q:ÓI1. d entí/ica: él es el qu e
mer momento en que le sale al paso este problema, la coincide n- disti ngue al espíritu d el h ombre d e los ciegos instintos na~rales,
cia en tre Desca rtes y San Agu stín. El criterio d el "cogito, ergo cuy as obras, por excelentes que pueda n ser, permanece n siem pre
sum'' no es el mismo inte rpre tado en el espíritu d e Descar tes, en el mismo punte, sin d ar un paso ha cia ad elante.
como base firme de toda una física y fu nd amento sobre QUC' des- "La s celdillas d e las abejas tenían ha ce mil años exactam ente
cansa n una serie admirable de conclusiones, Que visto a través las mismas med idas y la misma forma qu e hoy; todas ellas, desd e la
del espíritu de San Agustín, para quien este princ ipio no pasa de primera hasta la últ ima, forman un h exágono regular de la misma
ser un ligero "bosquejo"; media entr e ellos, en este punto, la di fe- e incond icional exactitud."
ren cia qu e hay entre un hombre lleno de vida y d e fuerza y un Lo mismo pod emos dec ir de las dem ás mani festacio nes .a ~ i m a ­
hombre muerto! les insti nt ivas, sin excepción : la perfección con que se ma nifiestan
En este sím il -c-romado de una de las pri meras obras de Pas- desde el primer momento es, al mismo tiempo, la que acusan al
cal, d e su estudio sobre el Espíritu de la Geometría- toda la luz final. De h istoria, en el verdad ero sent ido de la palabra, sólo
se proyecta de l lado de la teoría carte siana , pero ello no qui ere pued e h ablarse con referencia a la h uman idad, Que es como un
decir que Pascal profese precisamente las conc lusione s que d e solo indi viduo , que persiste continu amente y se desarrolla y su-
ella se despr end en: lo Que a él le gana y entusiasma es el nu evo per a sin cesar. .
ideal de la investigación. Pascal es cartesiano, no por el conte- "A quellos a quienes nosotros llam am os los antiguos era n ver-
" Pascal, De l'E$prit géométriq ue, Second Iragmenr (ed, Havet, 11, pp. d aderamente nu evos en toda s las cosas y represen taban la infancia
304 1.). de la humanidad; y, por el contrari o, nosotros, que h emos aña-
520 LOS FUNDAMENTOS DEL IDEAliSMO DESARROLLO DE LA FILOSOf1A CARTESIANA 521

dido a sus cono cimientos la exper iencia de los siguientes siglos, El auténtico método no puede tolerar, por tanto, ni ngú n con-
poseemos verd aderamente aquella edad proyect a que venera mos cepto qu e no haya definido previam ente por su cuenta, ningún
en los otros. La primacía corresponde siem pre a la verdad , aun, principio que no se d erive de estas d efin iciones origina rias y no se
q ue se acabe d e d escubrir, pu es la verdad es siempre más vieja d emuestre a base d e ellas.
que todas las op iniones q ue ha yan podido formarse nunca en Sin embargo, si este postulado representa el arquet ipo oosohv
tom o al m ismo objeto. Sería desconoce r lo que es la verdad pensar ro del saber, no cabe d ud a d e qu e. en lo toca nte al conocim iento
que su ser d at a sola mente d el momen to en que se la recon oce y h umano relativo, nos sale al paso inm edi ata ment e un a restr icción.
se la expresa." Los primeros principios qu e establecemos como base de: la rna-
El excele me y erudito editor de las obras de Pascal, Emest tem ática y de la física ma tem át ica no pueden ser redu cidos a
Iaver, cita múltiples e interesantes pasajes tomados de la literatura elementos más simp les: la claridad y la eviden cia con qu e los
filosófica de l siglo XVII e n 106 que apa recen sustentadas iguales o ca ptamos representa n, a la par, una barrera levantada a nte: la po-
parecidas id eas que en esta! (rases de Pascal; en cambi o, se le h a sibilidad de analizarlos y demos trarlos en el plano de los concep-
escapado algo muy importante, que es la íntima afinidad entre t os. Esto supone. indud ablemente, una lim itación. cuyo funda-
sus pensa mientos y los de Descartes. En las obras polémicas de mento reside en la naturaleza misma de nuestro conocimiento, pero
este pens ador contra los teólogos holandeses, la idea de Pascal sin qu e ello afecte para nada al carácte r ni a la crntta inmanente
apa rece expuesta ya de un mod o completo y acabado, no 5610 en a
d e la matem ática: "I'ordre d e la géométrie est la vérité iní érieu r
cuanto a su contenido general, sino ta mbién en cuanto a su forma (a I'ordre absolument accompli) en ce qu 'il esr mo ins COl"\AAl1in-
pecu liar y característica, La física peripatérica -c-opone Descartes cant, mai s no n pas en ce qu'il est mo ins cntain" .
a sus ad versarios escolástK:os.-- no e ncierr a nada que no sea en Por t anto, cualquiera qu e sea la crítica que: d e la geometría
verd ad nue\IO, en c uanto que se opo ne a las experiencias conoci- poda mos h acer desde el punto de vista del saber absoluto, esta
d as d e .an tiguo, mien tras q ue la d e sus d etractores se Lasa, por el c rítica no menoscaba en lo más mínim o su valor propio y pecu liar
con rrano, en los más viejos prin cipios, a saber: en los conce ptos ni su seguridad int erior en sí misma. la ciencia puede avanzar y
de la extensión, la for ma y el mo vimiento, com unes a todos los d esarro llarse sostenid a po r la confianza en sus hipótesis origina-
filósofos e incu lcados a nu estro espíritu mismo desde: el prime r rias, puede asegurar y acotar el campo en qu e se m ueve, sin te..
momento.G mor a qu e ante ella se interponga el veto de ningu na instancia
Pasand o ahora d el ensayo d e Pascal sobre el vacío a su ver- e xtraña. la mat emát ica --cualquiera que sea el juicio que sobre
d adera obra metodológica fun da menta l, vemos cómo en ella se ella pued a emi tir un "entendimiento in fjniro"- es y seguirá sien-
afianza y cobra un a fun damen tación más nítid a el pu ro ideal f'a-o do la pauta y la realización d e naesrro intelecto: " ce qu ¡ passe la
cioru:d de l conoc imiento. la meta d el au téntico saber -nos dice géométrie nous surpasse". Ella y sólo ella es el objeto en qu e nues-
P~scal- s610 pu ede consist ir en no hacer uso d e n ingún conre- tra lógioo pued e eje rcitarse y el ú nico prototipo por el que pu e-
nid o qu e no hayamos com prend ido previamente en su estr uctura d en contrastarse sus reglas. Incu'rrirá en un a vacua ilu sión quien
y co~~ión l ógicas, deriv án dolo d e los prim eros fundam entos y piense que este orden jerárquico pu ede inv ertirse; qu ien consid ere
condiciones de l pensam iento. S6 10 así, at eniéndonos a este anál i_ las pruebas geométricas como casos especiales de los pr eceptos
sis acabado y perfecto, someteremos el objeto problemático de qu e l ógicos abst ractos, en vez de ver en ella s la orienta ción fija y
se trata al cam po d e acción del entendimiento y lo haremos rotal- segura.
me nte asequible a los medios propios de éste. Por tanto, en esta fase, es deci r, en los comienzos de la meto--
r¡ V. Descartes, Epinola <id PatTem Dinet; Epis:. <id cei. Viro D. Gisher_ dología pascaliana, no se sient e todavía, ni mu cho menos, como
tIIm Voc tium. una ¡a.!/.a interior el hecho de que los prime ros conceptos funda-
522 LOS FUNDA MENTOS DEL IDEALI SMO DESARROLLO DE LA FILOSOflA CART ESIANA 523

men tales, tales como los de espa cio, tiempo y movimiento, no sean precisamente esta coincidencia objetiva viene a arrojar una clara
susceptibles de una prueba d iscursiva ulterior. La "luz natura l" lu z sobre la pugna que existe entre la intención y la tón ica fu n-
nos ofrece una garantía más profunda de su verdad y d e su con, damenta les en el campo de la me todo logía, de u na pa rte , y de
sístencía que cualquier ot ra deducción de carácter abstracto." otra en el de la met afísica.
La confianza en la nat uraleza fundamental de nuestro enten- En los Pens ées, vemos cómo la convicción de la infinitud del
dimi ento permanece, aquí, en esta {ase del pens amiento de Pes- progreso , la conc iencia de que éste no puede acabar nunca, ni en
cal, ind emne; nada atenta contra ella todavía: siempre y cuando 10 tocante a su aumento ni en lo refe ren te a su división, condu-
que logremos mantenerla en su estado puro y libre d e tocios los ce al resultado d e que el pensamiento se niegue a sí mism o y nie-
prejuicios de los sentidos y de la fantasía, poseemos en ella la re- gue sus leyes fu ndamentales. El yo, habiendo perdido toda base
gla inconmovible y absoluta. Podemos renunciar, por ejemplo, a de sustentación y toda posición propia, no intenta ya descifrar el
una exp licación del movimiento como la definición aristotélica misterio de l ser: el in tel ecto se h a convertido ante sí mismo en
que nos lo presenta corno "la realización d e lo posible", ya que un a insolub le contradicción, en roda la exeensíón d e sus capaci-
podemos estar seguros de que cualquiera de nosotros asocia a la dad es y d e sus prob lemas .
palabra "movimiento", con toda certeza y uni vocida d, el mismo El ensayo sobre el método geométrico pa rece abrazar también,
contenido conceptual. exteriormente, esta misma dirección d el pensamiento. También en
Exactamente 10 mismo -y remitiéndose también al mismo él se considera como estab lecido el que lo infin ito, de cuya exis-
ejemplo d e Aristóte les- se había expresado Descartes. Polemí- rencia nos convence n una serie de ra zones necesarias e imperio-
zando contra el ensayo De veritate de Herbert de Cherbury, en sas, permanece incom prensible pa ra nosotros, conforme a su l'1lV
el que se trataba de explicar el concepto de la " verdad", había turt1.re~. Pero aquí es el entend imiento mismo el que -en pugna
afirmado que todos estos esfuerzos eran ociosos y vanos, ya que con las aparentes instancias en contrario de la observación y las
el concep to de la "verdad" encierra una claridad " rrascend en- representaciones de los sent idos- propugna y afirma el ser de 10
tal" ta n prístina, que cua lquier int ent o de aclararlo más sólo pue- infinito: aquí, son los principios d e la geomerrie, principios evi-
de servir para oscurecerlo," dentes e indiscutibles, los que corroboran la v erdad d e la exten-
Por consiguiente, ningún escrúpulo metafísico puede me nosca- sión y la divisibilidad ilimitad as de la materia. El pensamiento
bar el valor que posee el criterio de l conocimiento claro y dístín- matemático opone su "claridad natural" y su certeza fundemen-
to, desde el punto d e vista a que nos conduce la teoría pascali ana tal a las "quiméricas dificultades" que la imaginación se cre a.
de la ciencia. No encontramos todavía aquí el menor atisbo de Por ello, lo que de una parte, ante el foro de la representación
aq uel escepticismo contra nuestra " naturaleza" y sus revelaciones inmediat a, se revela como "incomprensible", posee de otra parte
inmediatas que más tarde se abrirá paso en los Pcnsées de Pasca l: el m ás alto grado de comprensi bilidad y necesidad, ya que no po-
"la nature, qui seule est bonne, ese toute familiere et commune''." demos dejar d e reconocerlo sin vernos envueltos en contradiccio-
Es cierto que, cuando Pasca l, para caracterizar el proceso del nes con los primeros principios de toda comprensión. Lo infin ito
conocimiento, proyecta su mirada, sobre todo , a los problemas de no es tod avía aquí, por tanto, el ejemplo de un contenido tras-
10 infinitamente peq ueño y Jo inf in itamente gran de, deja ya tras- cendente que venga a desarraigar y desv alorizar el sistema de nues -
lucir uno de los motivos que resonarán en su obra posterior. Pero tros "conceptos naturales", sino que es un postulado d el sistem a
mismo. La conciencia no puede recusar ningún contenido bajo el
6 V. De ¡'Esprit géomérriq1.le, Il, especia lm ente pp. 282, 283, 286.
7 Descarles, carta a Mersenn e d e 16 octubre 1639, en Co rrespondance,
pretexto de que es incomprensible par a ella antes de darse clara
t. Il, pp, 596 ss. cuenta de si esta inaprehensibilidad provi ene de una falla subie-
8 De ¡'Esprit géomerr ique, 11, p. 307. tiva de la capacidad d e representación o de una contradicción in-
LOS FUNDAMENTOS DEL IDEALISMO DESARROLLO DE LA FlLOSOFlA CARTESIANA 525

terna del objeto mismo. El prob lema que aquí se vent ila no se gado a negar y a reprimir, levantan constantemente cabeza, en
refiere, en el fondo, a la contradicción entre la conciencia y la contra de su voluntad. Y así como en las Pro·vinciaLes parte del la
existencia absoluta, sino que se extiende a las diferentes fun cion es interpretación y la defensa del dogma de la predestinación pa ra
del conocer mismo y a sus relac iones mu tuas. El pensa miento no acabar defendiendo los de rechos de la investigación contra la au-
admite sobre sí otro juez q ue el pensamiento mismo. toridad de la Iglesia y del Papa , en los Pensées nos encontramos
En los mismos Pensées, perdidas entre todo el escepticismo de vez en cuando, a veces bruscamente, con palabras que nos des-
mor al e inte lectual que tiñe esta obra, encontramos todavía pala- cubren al pensador lógico y metódico por debajo del apologista
bras qu e recuerdan aquel primer punto d e par tida de Pascal. de la fe en la revelación.
"El hombre no es más que una caña temblorosa y débil , pero "La raison nous cornmande bien plus impéríeusemenr qu' un
una caña que piensa. No es necesario que el universo se arme maítre; car en d ésobéissanr a 1'un, on est malheureux et en dee-
para destrozarla; un soplo, una gota de agua bast a para poner fin obéissant a l'aurre, on esr un sor" (VI, 2).
a su vida . Pero aunque el universo la aplastase, seguiría siendo No de ja de ser un destino trágico y paradójico el q ue el pen-
siempre algo más sublime que lo que le da m uerte, pues sabe que sador que escribió estas pa labras se creyera llamado a destruir el
muere y conoce el poder qu e sobre él ejerce el uni verso. El uni- principio racional de la filosofía y la investigación mod ernas.
verso ignora todo esto. Toda. nuestra dignidad reside, por Danta,
en el pensamiento. A él y solamente a él debemos consagrarnos, no
2
al espacio y el tiempo, que jam ás podemos realizar. Esforcémonos,
pues, en pensar certeramente: tal es eL principio de la mmul. Por El fragmento sobre el método de la geometría termin a ya ele-
medio de l espacio, me comprende y absorbe el universo como a vando la mirada hacia prob lemas que pert enec en a otro campo y
.un pun to; por medio d el pensamiento le comprendo yo a él"," respon den a otro interés. Quien haya llegado a comprender las ver-
"El mundo todo de los cu erpos, el finnamento, los astros, la dades geométricas sobre lo infinito, quien haya sabido penetrar en
tierra y sus reinos no valen lo que vale el más diminuto de los el pod er y la grandeza de la nat uraleza en la doble infinitud que
espíritus, pues éste conoce todo eso y se conoce a sí mismo, y nos circunda poseerá, al mismo tiempo, en la contemplación de es-
los cuerpos no tienen ni la más remota noción de ello" (Pensées, -tas maravillas la clave para comprend erse a sí mismo y la posición
ed. Hever, XVII, 1) . qu e ocupa su propio yo entre la infinitud y la nada d el espacio
Mientras que para Descartes el pensamiento era el único he- y el tiempo, del movimiento y el número : reflexiones éstas hart o
cho fun damental que poseía la certeza de sí mismo y que permi- más importantes y valiosas que tod o el resto de la geometría.
tía a aquél escapa r a la duda teórica uni versal, para Pascal se con- Por dond e, no los fundamentos mismos, pero sí la me ra. de las
vierte, ahora , en el centro 11lO'I'tll del ind ividuo, en el hecho que reflexiones en torno al infinito, nos hace remontarnos necesari a-
opone un barrera y una resistencia al pesimismo ético del hombre. mente por encima de los límites ant eriores. En el momento mis-
"L'homme connait qu 'il esr misérab le; il est done mísérab le, mo en que cobra vida para Pascal el prob lema éi íco, desapa rece
puisqu'Il l'esn mais il est bien grand, pl~isq u 'il le oonnait" (VIII, para él, simultáneamente, la significación de la ciencia teórica y
13). de sus intentos especulati vos de solución. De aqu í en adelante,
Por donde la ind ependencia y la autarquía de la l'tlitón, que nos movemos ya al conjuro del espirito de San Agustín: "Deum
Pascal, conforme a las premisas teológicas del sistema, se ve obli- et animarn scire cu pio. Nih ilne plus? Níhil ornnino".
9 Pensées, Article 1, núm. 6 (ed. Ernest Havet, 5' ed., revue er ccrrfg ée,
Tan pronto como nos volvemos hacia la consideración del
París. 1897, t. 1, p. 10). Las citas sísuíenres se refieren siemp re a la divisi6n, homb re, tan pron to como recon ocemos aquí la meta y, el cent ro
en capitules y párrafos, d e esta edi ción. de todo el saber, todo el saber "a bstracto" se revela ante nosotros
526 LOS FUNDAMENTOS DEL IDEALISMO DESARROLLO DE LA R LOSOFIA CARTESIANA 527

como inservible, como un fuego fatu o q ue constanteme nte nos cualq uiera d e estos dos extremos. Todo sentimiento espontáneo e
engaña acerca de Jo que somos y d el lugar qu e ocupamos en el inmediato de vida se ve enve nena do en nosotr os por la reflexión;
un iverso (Vl, 23) . toda reflexión, a su vez, fru strad a por las exigencias imperativas
" El conocimiento de las cosas exterio res ja más se consolará de del momento.
mi ignora ncia de la moral, en mome ntos d e a ngustia; en cam bio, "A petecem os la verdad y sólo encon tra mos en nosot ros la in-
e! conocimiento moral me consola rá siempre d e mi ignora ncia de cert idumbre. Buscamos la dicha y topamos solamente con la mi-
las cosas d e fuera" (VI, 74) . ser ia y la muerte. No acertamos a renu nciar a la verda d y a la
D e este modo, pierde toda su significación filosófica la física dic ha, ni sabemos ta mpoco en cont rar la certeza y la ventu ra".
especial, si sólo sirve pa ra apa rta rnos del int erés más ín timo y Y esta dolorosa contra dic ción que informa la vida toda del in-
central. El ideal empírico de investigación proclamado por Des- di viduo, se repite y se agudiza en la vida de la colectiv idad. T e m-
ca rtes, es rechazado- pode mos llegar a establecer, en general, que bién aquí vive en nosotr os el post ulado del D erecho, qu e nada
los fenómenos físicos nacen de la forma y el movim iento, pero ni nadi e puede reducir al silencio; pero toda la realidad empírica
sería ridículo querer ir más all á y tra ta r de descubri r su mecanis- y social que nos rodea se ha lla en flagrante e irreductible contr a-
mo en lo pan icul ar : "si hubiésem os d e reputar como verdad lo dicción con él. Toda transacción, todo entendimiento que nos es-
Que de este modo se descub re, habría Que llegar a la conclusión forza mos por encontrar sólo sirven para hundirnos todavía más
d e que tod a la filosofía no merece ni una hora de esfuerzo" (XXI V, en un falaz sofisma, y sólo sabemos paliar y encubrir la conrradic-
100). El conocimient o de la uni cidad del problema moral lleva ción interior modelando y aderezando la misma norma ideal a
consigo el d espr ecio espiritualista del mundo de los cuerpos y de ten a con los poderes reales existentes.
sus leyes especiales. El Derecho se halla a merced de los emb ates de las opinio-
Y, sin embargo, cosa muy curiosa y característica , Pascal no nes, el poder, por el contrario, a parece sustra ído a tod a d uda y
se vuelve en prime r tér mi no, pa ra resolver su problem a, a la hís- se d a a conocer fácilmente por signos m uy d a ros; y así -no pu-
roria y a la tradición teológica. Su método sigue siendo, e n este d iendo lograr que lo justo se halle, además, dota do del poder
punto, el del análisis psicológico. Se tra ta, a nte todo, d e desc ubri r necesario para imponerse-e, hemos o ptado por la solución ce nt ra-
y desta ca r en nosotros mismos los hechos funda mentales de los ria: por revest ir al poder con los atri butos de la just icia, zan jando
Que hay que pa rtir; los problemas que te nemos que resolve r no así felizmente toda la disp uta ( V I, 7 y 8). Por do nde la conven.-
nos aborda n desde fuera, sino que nos los pla ntean im periosam en- ción ca prichosa y voluble, por m uy sonoros que sea n los nombres
te las cont rad icciones de nuestro pro pio ser. con que la revistamos, se erige por lo general en norm a y fun da-
En el desarr ollo de estas cont radiccio nes, en la exposición que mento de tod a convivencia social.
hace de la grand eza y la miseria del hombre, brilla en todo su " El punto firme y fijo en que necesa riamente nos situamos
esplendor la maestr ía dialéct ica y estilíst ica de Pascal. T ambi én pa ra en juiciar y aquilatar los dist intos actos, no puede cons istir
aquí se manifiesta con una fuerza conmovedo ra la desesperación tampoc o, en este pun to, más que en la formación y en el deber.
im electual del pensador, la in certidumbre del h ombre acerca del La Tazón se ofrece como juez, pero pronto se revela simp lemente
origen y el d estino de l yo y del un iverso. corno un dócil instrumento que sirve por igual a todas las partes
A ella viene a uni rse el sentimiento de la doble nat ur aleza y se doblega y somete a todos los intereses" (VII, 4) .
humana, que nos h ace movernos y vegeta r const anteme nte en un En vez de afirm ar la unidad inm utable, ella misma se ve en-
medio insostenible: impotentes tanto par a recha zar la imperiosa vuelta en la confusa tr ama de los deseos y las pasiones, despojada
exigen cia que nos abruma como para realizarla; incapaces para d e su pro pio ser y d e su carácter. Y nos vemos obligados a reco-
obrar el bien y para h acer el mal, para afirmar resu elt amente nocer, de un modo general, que toda explicación racional falla
528 LOS FUNDA MENTOS DEL IDEALiSMO DESARROLLO DE LA FILOSOFtA CARTESIAN A 519
ante el pro blema que te nemos de lante. Tratar de de ducir la so- dos los rigores morales de la t eor ía d e la gracia. La obra de Iea-
luci ón de un principi o único y supremo, equivaldría a no resolver senio sobre san A gustín consti tuye el centro lat ente en t orno al
el prob lema, sino a negarl o y desca rta rlo, a desconocer el origina- cua l giran y encuentran su unidad última tod as las ideas pasea-
rio e irremed iable dual ismo del que cobramos conciencia en la lianas.
pu gna d e nuestra naturaleza consigo misma. El p-roblema de la liberwJ , tal como Pascal lo concibe y lo
Los antagonismos que se h an pu esto de man ifiesto ante nos- plantea, no puede llegar a resolverse , ni siquiera a form ula rse, si
otros serían imposibles en un sujeto "simple" : la contradicció n no se d istingue, a tono con dicha obra, un doble estado de la na-
psicológica fund am en tal sólo pue de explica rse conociendo la d ua- ruraleaa huma na. El hombre, en estado de in oce ncia, podía gober-
lidad que reside en la naturaleza meta{ísiaJ. y en el ~ meta- na rse y d irigir sus actos por sí y ante sí, en virtud de la capacidad
físico de nuestro yo (XII, 4 y 11). Por donde se llega a la con- a él inh erent e; la gracia divina intervenía, ciertam ente, en sus
clusión de que la solución úni ca y última al problema h ay que actos, pero estaba en manos del hombre mismo el aceptarla o re-
bu scarla en el dogma del pecado original, por cuanto que nos re- ch azarla, con arreglo a su libre arbitrio. Pues bien, la naturaleza
vela el desdoblamiento prístino, originario e insuperable de nues- hu mana, en su estado actual, ha quedado privada para siempre
tro propio ser. de esta capacidad para regirse por sí mismo. T oda reacción rno-
"Cerraine mem rien ne nous heurte plus rud ement que cene ral, toda ape lación a la sabiduría divina, se halla ah ora sustraída
d oct rine; et ce pmdane, sans ce mystere, le plus irto:Jl'nP1'éhauible a la acció n de la volunta d y la conducta del hombre; es, sim ple--
de rous, notU SOl'71.Tl1eS inoompréhensibles a noes-mémes. Le noe- mente, un regalo de la gracia di vina, un don qu e se com unica di-
ud de notre cond irion prend ses r eplis et ses tou rs daos cee abime; rectamente al indi vidu o sin mé rito alguno por.su pa rt e ni la me-
de sorre q ue l'homme ese plus iTJCOll("e«Ible saru ce mystere q ue ce nor contribu ción suya,
my srére n'esr inC'oncew.bk a l'h omme" (V III, 1) . Ante la om nipotencia y el im perio de esta acción de la gra-
La parad oja de la metódieu de Pascal, la contradicción entre cia, desapare cen tod a resistencia y toda opción por pa rte del in-
el relultado y el mitodo por el Que a él se llega, se manifiesta dividuo. El m ilagro de la redención. se repite en todos y cada uno
aquí e n tod a su cla ridad. Lo " incom prensible" se erige en la pre- de los momentos de la existen cia hu mana : las fuerzas nalumlcs
misa y condición última y necesaria d e toda comprensión; el mis- del espír itu, confiadas a sus propios medios, son incapaces para
t erio constituye la ún ica h ip6resis válida Que nos explica vaciar a alcanzar ni el más leve conocimiento de la verdad , como lo son
los fenómenos de nuestra vida in terior. también para ganar una convicción moral propia o pa ra obrar
Para comprende r est e giro d el pensam iento, debemos detene r- con a rreglo a ella. N uestro saber. 10 mismo que nu est ra cond ucta
nos ante todo en las premisas dogmáticas especiales de las qu e ét ica, no es el fr uto espontán eo de nu estra n aturaleza espiritual,
parte Pascal. Es ~ I , de todos los d iscípul os de Porr-Rcval, el que con sino que es obra de una influencia todopod erosa, a la qu e nos
mayo r energía defiende la doctrina jansen ista cont ra la auto rida d rendi mos. Ahora bien, est e mila gro se obra con a rreglo al libre
de la Iglesia. Esta doctrina in fluye, además, en toda su ñlosoña, arbitrio y a la libre opción, ante los que toda pregunta de la "[us-
inf ormándola hasta en sus últimas y más extremas consecuencias. ricia" na tural y hu ma na tiene que enmu decer: 10 qu e decide no
Pascal no sólo se asimila y vive en toda su plenitud y de un es la "di gnid ad " del individ uo, sino exclusivam ente la voluntad
modo in med iato los motiv os psicológicos fundame ntales de la d oc- divi na , no sujeta a ninguna lev."
trina agustini an a, sino que ahora se entrega también, sin la menor Pascal da al pensamiento de jansenio, qu e h ace suyo, la forma
resistencia y sin el menor int ento de paliadas o de interpretar- más tajant e: la justicia de Dios contra los "réprobos" es menos
las en distinto sentido, a las consecue ncias más extremas que de lO Sobre el "San A gusrln" de [ans enic, v. Saínte-Be uve, Pon Roya! (S¡ ed.,
ella s se derivan, in cluso a todas las contrad icciones lógicas y a to- ParÍs, 1888), libr. 11, cap.~. X y XI.
530 l OS FUNDA MENT OS DEL IDEALISMO DESARRO U O DE LA FlLOSOFIA CA RTESIANA 531

disonante q ue su compa sión para con los elegidos ( X, I) . Frente Mientras se le reconozca a la razón -en una zona cua lq uiera
a los pocos individ uos señalados por la gracia ap arece con stan te- de los fenómenos inmanentes- el de recho y la posibilida d de
mer ite V para siempre la gran "masa de los pe rdidos". T odas las emitir un fallo firme, el individuo espiritual no se sent iría toda .
obras de la d ivinid ad, toda s sus revelaciones en la Sagrada Escri- vía tot almente anulado y sacrificado a la omnipot encia divina. En
tura y en la historia presu ponen este ins uperable antagonismo, re las Provinc iales, Pascal, colocán dose al lado de Ga lileo, defendía
refieren a el y lo tienen en cuenta: "on n'enrend rien au x ou vra- todavía la fuerza probato ria de la expe-rit'ncia me tód ica, Invccán-
ges de Dieu, si 0/\ ne prend (llm T l' ri ncilJoC q ll' il a t'Oul u aveugler dala como un testimonio divino en cont ra de la au to r id ad de la
les IU 'LS et éclairer tes entres" (X X, 19) . curia;" a hora, por el contrario, conside ra como una aberració n
Esa tornasolada ec uivocida d qu e toda s las pro fecías, tocios los de pri ncipio todo lo que sea ahond ar en la nueva ciencia ernpl-
milagros llevan con sigo, responde también a una necesidad inte- rica.u Las verd ades fu nd am entales y evidentes de la matem ática ,
rior de l divino plan del uni verso: la revelación no podía exp re- ante las q ue se detenía respet uosamente la obra metodológica más
sa rse con mayor clar idad sin desc ubrir su sabia astu cia, consiste nte importa nte d e Pascal, caen ahora tambié n dent ro del círculo d el
en ilumina r a los unos media nte los mismos signos con que ciega escepticismo. Su verdad no es la del pensamiento, que sabe dar
y confund e a los ot ros. Basra con qu e "sea lo bastante oscura pa ra cuenta de si y de sus razones, sino la del sentimiento: " les pri nci-
en gañ ar a los réprobos y lo basta nte clara para hacer que su error pes se sen reru". Es el con:t<::ón quien nos garant iza la cer teza de
sea im perd onable , y cc ndenarlos" ( XV I, 9; XX, 1; XX IV, 18) . los conceptos fundame ntales de espacio y tiempo , mov imien to y
Pod emos ah ora comprender h asta qué punto es imposible lle- número; el corazón siente que el espacio tiene tr es d imensiones
gar a forma rse una convicci ón raciunal. en una religión cuya ín- y qu e los números son infinitos (V III, 6) .
rencíón más recónd ita y cuyo con tenido más ínt imo consisten pre- H 3 caíd o la barr era que se levantaba entre los problemas de
cisa mente en e mpujar 31 error ni entendimiento , cua ndo éste se la razón y los d e la reologia, entre la certe za "matemática" y la
halla desasistido d el auxilio sobre nat ura l. Si pudiera ser dem os· certeza "moral". El vered icto pronunciado acerca d e nu estr a "na-
croda, si pudiera ser compre ndid a mediante las fue rzas natllraLes turaleza" moral hace que se d err umbe también directament e, del
del espíritu, dejaría de ser Jo qu e es: "c'est en manquant de preu- mismo modo, el fundamento sobre el que descansaba todo el co-
ve, qu'elle ne manqu e pas d e sens" (X, 1) . nocimient o cient ífico.
Es la h istoria d e la filosofía de la religión la que tiene que " Humilles vous, raison im puissante; raisee-vous, nature irnbé-
ahonda r en estos problem as fu ndamentales de la dogmática pus- cile: appre nez que l'homme pasee infinime nt I'h omm e, et enten-
caliana. Pero tam poco nosotros podemos pasa r de la rgo por de- dea de votre rnairre vorre cond ition vérirable que vous ignores"
lante de estos prob lemas, de los que hay que parti r para explicar (V III, 1) .
la posición que la teoría del con ocim ient o ocupa en el sistema Vemos, pues, cómo el concepto de la "percepción clara y ~js..
pascaliano. C omprenderemos, a la luz d e estos problemas, que el tinta" se revela inca paz para oponer u n dique a la desvaloriza-
escep ticismo de Pascal, lejos de ser el reverso de la verdad rel i- ción y destrucción metafísicas de la ciencia. Y el com ienzo y la
giosa es, por el contrario, el complemento necesario y el eslabón raíz de la crisis inte rna por la qu e ahora atraviesa este concepto
ind ispensable pa ra llegar a cap ta r esa verda d. Si el esce pticismo deben buscar se en el mismo sistema d e D escart es. El principio
representa, en otros casos, una fase prelimina r que la fe en la
revelación supe ra y h ace innecesaria, en Pascal la fe lo afianza 12 Les P,ovin ciales, ed. Ernesr Havet , Ieure XVII[ (especialm ente, vol . 11,
todavía, lo exp lica y lo [u stifica. U pp. 267 s.).
13 Pensées. XXIV, 17: "le rrouve bon qu'o n n' ap r rofondisse r as l'opiníon
11 V., sobre Vícto r Cous¡n, I'O"¡Udel , ur P",ca!,
<': $10, l~ eJ ., I'aris, 18H, y de Co pern ic." XX IV, 100 : "rerire ce n tre ce ux q u¡ np profond;ssent trop les
la excelente exposición de Hav et, T. 1, p p. XVll H. scrences: Desearl es."
532 LOS FUNDAMENTOS DEL IDEALISMO DESARROLLO DE LA FILOSOflA CARTESIANA 5Jl

según el cual, a ntes d e poder emitir un ju icio acerca d e la certeza subsiste desde hace tan tos a ños el pu eblo judío y contemp larlo
de los axiomas d el conoc imiento, tenemos qu e investigar y des- su mido en const ante miseria; la razón de ello está en qu e am bas
cubrir el origen de nu estra ex istencia, se contiene ya allí, y tam- cosas, su persistencia y su miseria, son igualmente necesa rias pa ra
b!én la inversión del orden raci ona l, consistente en basarla vigen- probar la verdad de Cristo" (XIX, 4) .
cía d e las verdades necesar ias, sobre la existencia y la necesidad La me ta d e la ética pascaliana no es otra que el desa rraigar el
d e D ios (v. supra., p p, S04 s.) . senti mien to nat ural de la personalidad, la total d isolución y la en-
La ficción del "Dieu trom pe ur" se convierte ahora en verdad. trega del yo. " Le Moi est hatssable.. . car cheq ue Moi est I'e nnemi
la hipótesis qu e Descartes rec ha zaba como infund ada y absurda; et voudrait érre le tvran de rous les autres" (VI, 20). Y, sin em-
s~ ~econoce ahora como un element o n ecesario de nt ro del plan bargo, hasta en el éxtasis d ivino, en el que el yo se funde con el
divi no genera l de l universo. Descar tes podía jugar con esta fic- redentor, podemos enco nt rar las h uellas de aquel egoísmo que
ción, ya que la idea de la " veracida d de Dios" no era para él en Pascal cree h aber supe rado. En su holocau sto ante D ios y en la
últi ma instancia, más que otro mod o de expresar su fe en la r~ón certeza de la salvación, que de él emana , cobra el individuo, no
y en .!>US " ideas innatas", Pe ro en Pascal que dan cortados todos obstante, la conciencia de su posición excepcional. Para pod er
los cam inos de ret irad a: "el pirronismo es la verd ad ", pues antes gozar de su bien aventuranza tiene ante tod o que saberse fuera de
d el advenimiento de Crísro no existía ningún medio pa ra ilumi- la " massa pcrdinonis" y por encima de ella.
nar al hombre acerca de sí mi smo, ningún signo natural por el Por d onde esta doc trina, al conc entrar todo su interés en el
que pudi era distingu irse lo verdadero de lo falso" (XXIV, 1). ind ividuo y en sus relaciones con D ios, nos conduce inevitable.
Pero la pérdi da del saber casi resulta insignificante, ccrn pa- mente, a la postre , al aislamien to má s com pleto. U na pru eba
rada con las consecue ncias a q ue este sistema conduce en el terre- trágica de ello la tenemos en la pro pia vida de Pascal : cuanto
no de la moral. El concepto moral de la humanidad queda abo- más se esfuerza por vivir en conson ancia con su propia d ocrri-
lido; pasa a ocup ar su puesto otro conce pto m uy dist into: el de na, más violentamente divorciado se ve de tod os los sentimientos
la comunida d de los elegidos y de los santos. Los gran des ejem plos na tu rales y primarios de la comunidad.w
~e I~ . historia y de la antigüed ad nos dejan casi impa sibles - lqué "Nous sommes plaisa nts de nous reposer daos la socié t é de
sign ifican , en efecto, para nosorrost-c-; en cambio, nos conm ueve la nos semblablcs. Miserables comme nous, impu issants comme nous,
muerte de los mártil"es, q ue form an uno y el mismo cuerpo con il ne nous aideront pes, on mourra seul: il faut donc faire comme
nosotros. si on érair seul" (XlV, 1).
"Nous avo ns un lien com m un avec eux : leur résolu ríon peut N ada tien e, pu es, d e ext ra ño qu e tanto Bavle como Voltaire
form er la nótre, non sculcme nr par l'exernple, mais par ee qu'elle t omasen de esta d octrina sus argum ent os más poderosos par a re-
a peut-érre mé rité la nó rre. JI n'esr rien de cela aux exem plcs des chazar toda fundamentación pu ra mente teológica d e la moral y
paien s: n o" s n'atxJru POint de liaison avec CIlX" (XXIV, 22). de que tod avía el joven Goethe se u niese a ello s en esto.
Fuera de la persona lida d d e Cristo no e xiste ningún rtexo me- T ambi én desde el punto de vista h istórico es la doc trina d e
d iado r entre D ios y el hombre, razón por la cual es tamb ién ella Pascal un síntoma más de la falla gener al e int erior de que ad o-
la q ue establece roda la relación moral entre los d ife rentes ind io lece el sistema cartesiano. La rigurosa línea di visoria entre la
víduos. Toda moral que no de scanse sobre la convicción funda- rasón -v la autori dad se circuns cribe en este sistema al campo teó-
ment al del pecado original y la redención, será necesaria mente rico : la teorí a de Descartes carece de una fu nd amentación Ind e-
in fundada y quimérica (XXII, 2 y 7). La voz de la simpatía na- pendiente y peculiar de la ética. La moral provisional desarrollad a
tura l debe, por- tanto, enm udecer an te el heterod oxo. u V . 10 $ cara<: tf,'rlsticos USKOS d~ la bil'llrafí. de Pas<:al por su hermana,
"Es algo asombroso y digno de la mayor atención ver cómo Mme. Perie.; especíalrnen re, H.ver. Po LX)(;< 11l u .
LOS FUNDAMENTO S DEL IDEAUSMO DESARROllO DE LA FILOSo Fl!>. CARTESIANA

en el DuOJ'Urs de la m érhode y qu e postu la la sum isión incond i- guité dure, et non apres" (XXIV, 26). Lo que se ventila en la
cional del individuo a los usos y convenciones existent es. no llegó "apuesta" de Pascal lo manifiesta n con t oda claridad y con toda
a ser nu nca eliminada y sustitu ida. honradez los Pensées , donde se repite una vez y otra que tod a la
Más adelante, trata D escart es del prob lema de las pasiones, d ignidad y tod o el merito del hombre resid en en el pensamien.to.
pero tam bié n en es to habla más bien como fisiólogo qu e como Este riesgo es precisam en te el qu e hay que cor rer, este valor y esta
morali sta. Esto explica por qu é incluso en el concepto de la vo- cu alidad fundam ental del yo es lo que vale la pena sacrificar, para
luntad y en sus rela ciones con el intelecto subsiste n numerosas poder pa rticipar así de un orden superior.
d ificulta des de orden interno. Ya e n el propio Descart es 1'>e pre- Pa ra com prender y enjuiciar la me ta a que aquí cond uce el
senta la voluntad como la llam ada a corr oborar y sancionar lo escepticismo, tenemos que volver la vista a su comi enzo y punto
verda..l de la com prens ión clara y distin ta del ent endimiento, de partid a. El recuerdo de los EnsaYO$ de Monraigoe vive por
lo q ue nos a yuda a explicarnos todavía mejor por qu é Pascal re- doquier en la obra de Pascal; más aún, pese a la originalidad lite-
fie re las dos categorías fundamentales d e la verdad teórica y mo- rari a d e éste, influye hasta en la expresión estilística d e algun os
ral al origen común d e la sensació n interior, fundiéndolas y ent re- d e sus pens amie ntos.
lazándolas de este modo. Para Pascal -él mismo 10 expo ne en su conversación con M .
El verd adero peligro no resid e, sin embargo, en est a sub jeri.. d e Saci- , es en Montaigne donde se cifran el contenido y el re-
vac i ón, ya que sigue siendo la psicología, y por consiguiente la sultado de toda la filosofía profana. Y, sin embargo, la dlU!a tiene
oonciencia, la llam ada a decid ir. Pero en la teoria jansenista de en uno y otro un a signif ica ci ón diametr almente opuesta . Pa ra
la gracia, que abandona al pecad o la na tur aleza y el yo, d esaparece Mootaígne, es un m étodo intele ct ual, consta nteme nte a plicado; el
hasta este último asidero. mod o y el ejercicio incansable d e la investigación , que él mismo
T odo esto cond uce a Pascal, a la postre, por la fu erza de una d escribe con tr azo incompa rable.
necesidad interior, al principio de au toridad , qu e las Lenres Pro- "Nul esprit genereux ne s'a rrestc en soy: il preterid rousiou rs,
v inc iales h abían combatid o con tamo ardor y había n pu esto en et va oultrc ses íorccs, il a de s eslan s au de ja d e ses effects- s'il ne
evidencia para siem pre. En vez de la fe mística, que el yo aguarda s'a dv anc e, ct ne se presse, et ne s'ac culc, ct oc se cbocqu c er
pasivamente que le venga de fuera, la verdadera meta de su roum cvire, i l n' esr vif qu 'á de nw; ses poursuit es sont san s tcrme
con/ im1LlCión práctica son a hora las " obras" y las cere monias. et sans form e; son aliment, c'est admiration, chessc, arnbiguiré"
Pu esto que la graci a le es d ada al yo como en d on libre del cielo, ( 8;,"" 1lI, 13),
sin que en ella inter venga necesariame nte su propia cond uct a mo- El esce pticismo no es, según esto, otra cosa qu e el element o de
ral , lo ún ico qu e a ésta le queda es d irigir y somete r a sus Ci nes vida y la for ma y la práct ica constante del espíritu, y ello ex-
la "maquinaria " exterior, el automat ismo d el pensam iento. pli ca por qué en él se elabora y se descubre también, en últim a
"Su ivea la maniere par ou (l es Iidel es) on commencé : c'est instancia, un nuevo y ...válido coruerudo del espíritu (v. supra,
en íaisanr rout corn me s'ils crovaient, en pre nnnt d e l'e au bénire, en pp. 210 ss.] ,
Iaisanr d ire des messes crc.: na turellcme nt rnéme ceta t'Ous lera Para Pascal, en cam bio, la d ud a es algo más que un método
croire et cous abetira. - Mais c'esr ce que ie crains. - Et pou r_ a que se recurre para preguntar a las cosas. Las insta ncias escép-
"qnatJl'1:-1-utu
q u Ol. , a' ""
h_',ure.,,, ( "X 1) . ticas representan, para él, un resultado ya adquirido, del que
En vano se ha querido suaviza r la tala nte d ureza de estas pa- part e. Expresa n aquel hecho fundamental al que se enlaza su
lab ras. Es perfect amente aplicable a este caso, ta l vez más qu e a in vestigación filos ófica, al paso que busca en el dog'1ll1 el principio
ningú n otro , lo qu e el propio Pascal escribe en ot ra ocasión : " un para su explicación y fu ndame ntación.
mot de cet te nat ure dete rmine rou s les aut rcs. .. jusque la I'a mbi- A la luz de esta prime ra inversión fu nda me ntal, es fácil corn-
SJ6 LOS FUNDAMENTOS DEL IDEAUSMO DESARROUO DE lA F1LOSO FIA CARTESIANA

prender el antagonismo carecterísrsco que se advierte en todos los u na nueva fundament ación de la lógica. La física escolástica no
resultados finales. Del mismo modo que combate la nu eva con- puede considerarse seriamente super ada mientras no se d esplace,
cepción de la naturaleza y de la historia preconizada por Mon- sustituid a por una versión nu eva del problema lógico, su infra-
taigne, Pascal se aparta de éste - y con él de tod o el Renacimien- estructura tr adicional: la teoría lógica d e las categorías y la silo-
to-e- en cuanto a su modo de concebir y ap reciar la vida y la gisrica de Aristóteles.
realid ad empírica. Según él, la existencia finita sólo ad quiere ser El Dtscoa rs de la Méthod.e compara la pretensión de exponer
y coherencia al ent relazarse con u n orde n situ ado en el más all á; el nuevo contenido bajo las viejas formas a la actitud de l ciego
consider ada por sí misma, carece d e valor y d e significación. qu e retase a un hombr e dotado de visión a bajar con él a un só-
Por todas partes se traslucen aq uí, como se ve, los rasgos fun.. tano oscuro para pelear all í con él. Lo mismo que, en este caso,
dnmenrales de la concepción medi eval d el mundo, lo que no es pa ra d irimir la pelea en contra de l ciego, bastaría con abrir de
obst áculo para q ue la filosofía d e Pascal represent e, por lo menos par en par las venta nas y dejar qu e entrase en el recinto la luz
indirectamente, un paso importan te hacia la sepa ración entre lo del dí a, así también basta rá con d ejar que entre en la lógica la
viejo y lo nuevo. Se pone de manifiesto en ella, con toda brus- luz de la nu eva metodología para fu ndamentar y asegurar el con-
quedad, la contraposición entre la teología escolástica y la cien. tenido d e la teoría de la narureleea."
cia mod erna, que el sistema d e Descartes d eliberad ament e en - Hay que reconocer, sin embargo, que ni la época d e Descartes
cubría . Pascal, llevado por la franqu eza y la imp erturbable ni sus más cercanos discípulos y adeptos pudieron d ar sarisfac-
consecuencia d e su pensamiento, saca a luz por todas partes '1 ción al rad icalismo de este postulado. Los elementos de la cult ura
pon e constantement e de relieve esta contraposición. al paso que escolást ica se h allab an tod avía d emasiado arraigad os para ello y
sus compañeros de Port Royal, y sobre todo Arnauld, se afa- aú n se sentía cu alquier planteamient o del problema d emasiad o
nan tod avía en aderezar la doctrina de la fe a tono con el pun- atado al esquema lógico tradicional. Por eso vemos cómo, en la
to de vista d el cartesianismo y en d emostrar la compatibilidad de lógica d e la escuela cart esiana, prevalece ante todo el esfuerzo por
la nueva física con el dogma de la transubstanciación. revestir el mod erno conte nido con el viejo ropaje de la prueba y
Pascal proclama --estas palabras pue den considerarse como la de la conclusión.
clave de sus Pensées-c- que Dios no pu ede ser nu nca el fin de un a El titul o d e la obra de Cl aubcrg, Logica vetus et nova, expre-
filosofía si no es su princ ipio y su comienzo. (XXV, 78) . sa bastante bien la significación de toda la corrient e literaria que
Esta frase es tam bién aplicable, y en idéntico sentido, al nue- t iene en dicha obra su punto de part ida. El aut or señala expresa-
vo punto de part ida y al nuevo cen tro Que la filosofía mod erna ment e en el prólogo que su obra h abría pod ido alcanzar mayor
había enc on trado. También el conocimiento d ebiera ser cense- perfección si las exigencias de los tiempos no le hubiesen i mp ~-=sto
cuentemente negado y despoj ad o d e tod o su valor allí donde no la necesidad de combinar lo viejo y lo nuevo." y es lo cierto
figura a la cabeza. En ningún otro punto de la historia de la nue- que los nuevos motivos que en ella se contienen se orienta n más
va filosofía se revela con más clarid ad qu e en el sistema de Pascal bien hacia la psicología qu e h acia la verdadera lógica.
la pugna entr e estos dos caminos y direcciones del pensamiento El au tor examina minuciosamente las condiciones individuales
y la necesidad de opta r en tre ellas. y pa rt iculares del ac to del pen.<;llmiemo, por ejemplo, de cuál es
la edad más conveniente para que el individuo se consagre a la
investigación de la verd ad , entrando inclu so a inquirir el tiempo
B) LA LÓGICA Y LA T EORiA DE LAS CATEGORiAS
15 D i,o<'OUTS de [a M¿thm/e , Vl, p .71,
La nueva matemática y la nu eva física, cuyo concep to ideal 10 Claubenr, Logica ¡','I UO ei. nova (1658) , praefatio. En [oh. ClUlI bcrg ii
esboza Descart es, reclama a modo d e comp lemento y como base OpCT<1 ofin ia ph i!I)¡ophk a, Amstelod., 1691, p. 768.
538 LOS FUNDA MENTOS DEL IDEALISMO DESARROLLO DE LA FILOSOFIA CARTESIAN A 539

y h asta la hora más indicados, El interés de la obra se centra en cuanto a la realid.ad del contenido por ellos representado? La
el mecan ismo del pensa r y no en la estructura y la conexió n in- tr ayectoria de l sistem a no da, ni m ucho menos, una respuesta
trínseca de los pensamientos. Esto explica por qué la lógica se univoca a esta pregunta. D e una parte, se afirm a como el verde-
presenta aquí en estr echa rela ción con la gramá tica y la retórica d ero privilegio de las ideas ma temá ticas el que éstas no tiene n
m ás bien qu e C<lO la matemática y In flsíca.tt por qué preocuparse para nada de la realidad objetiva; pero, de
Este mismo rasgo se nos mu estra luego en la Logique de Pon otra par te, se busca, por 10 menos en un punto, un nexo directo
Roy al, obra qu e debe ser considerada como el verd adero manu al entre el conc epto y la existencia. El postu lado de qu e a todo con-
del ca rtesianismo. Aunque este lib ro va a buscar sus e jemplos, de tenido de la re presentación debe corresponder y servirle de base
preferencia, :1] campo de la m atem ática y de In moderna investí- una rea lidad "form al" igual, es elevado ahora al ra ngo de un
gaci ón em pírica, lo qu e d a a la exposici ón d e la materia mayor axioma de certeza inmediata. (v. supn1., p p. 499 s.) , Con lo cual
vida y liberta d, el prin cipio d e la ordenación y de la prueba sigue vuelve ~ ofr ecernos un asidero y un punto de apoyo a aquel rcn-
siendo el viejo principio aristotélico. Los puntos en que el autor lismo simplista que el sistema se proponía desde el prime r mo-
se aparta de él caen también, casi todos, en el campo de la psi.. mento combatir. Mientras que la verdadera meta consiste en
colocla. en el am plio espacio que se concede al estudio de los obte ner y hac er que vaya surgiendo gradualmente la rea lida d
factores que estim ulan y en torpecen el saber, en la exposición y como resultante última de la interdependencia entre los concep-
el análisis tan minu ciosos de los sofismas con que suele n em pa- tos fundamentales simpl es, a hora tal parec e como si cualquiera
ñar nu estro s ju icios el amo r propio y ln pasión. representación concreta de por sí llevara en sí misma , d irecta-
El espíritu qu e aquí pervive y sigue influyend o no es, por con. mente, la garantía de su significación y validez objetivas.
siguiente, ta nto la metodología de Descartes como la ideología de Esta concl usión se nos muestra con toda clari dad en el carte-
Bacon . El prop io Malebranchc, el qu e con mayor pureza conser- siano Regís, cuando for mula como un principio general el de qu e
va y desarrolla el prin cipio metod ológico fundamental, elige en a rod as las ideas "simples" debe necesariamente corre sponder un
cierto modo como d ivisa de todas sus investigaciones la frase de objeto exactamente conforme a ellas. T odo contenido d e con-
Bacon según la cua l todas nu estras " percepciones", así las inte- ciencia, siemp re y cuando que no represente u na tr abazón fortu ita
lectuales como las sensibles, nos presentan el objeto " por analogía de la activ idad enlazadora del espíritu, dep ende de un obj,~to ex.
con el hom bre, y no con el universo't.w Frase que más tard e ha. terior como de su "causa protot lpica " {cause exemp!aire). H asta
brá de ap ropiarse el más imp ortante y más or iginal entre los l ógt- aquellos conceptos qu e solem os llamar "innatos" y qu e ha cemos
cos de la escuela carte sia na, Ge ulincx, para extraer de ella un brotar d irectamente de l fondo del alma, son también, en rea li-
sent ido m ucho más profundo. dad, imágenes y "ret ratos" d e una absoluta reali dad: de otro modo ,
Si hacemos caso omiso de los problemas técnicos concre tos de se vend ría por tierra, con ellos, todo su contenid o interior de
la lógica, para refer ir todo el movimiento a su centro filosófico y conocimien to.
epistem ológico, nos vemo s retrotraídos de nu evo al crite rio de la El espírit u no podría llegar a formarse la id ea de un tr iángulo
percepción clara y distinta. Y vo lvemos a encontrarnos, dentro o de otra figura si, por 10 menos, el substrato general de estas
de un marco distinto, con qu e en él no se fija una meta y un formas concretas, la extensión en longitud, anchura y profundidad,
resultado definitivos, sino que se establece solamente el comi enzo no t uviese un a existencia material apart e, in dependiente de nues-
para nuevos pro blema s, tro pensamiento.
¿Qué garantía nos ofr ecen los conceptos claros y distintos en La creencia de que puede haber ideas sin un objeto que corres-
11 V. Clauberg, l o¡;: jclI ~ 'e ( ".< el n (wte, nrolczomena, § 112 'i pa rle 111.
ponda a ellas y les sirva de causa, no pasa de ser, por tanto, un
H Mnlchrnnc he , Rech..,rch e de la "én (,', lib. Il, cap. 2. prejuicio filosófico vulgar. Hasta los principios más abstractos y
540 LOS FUNDAM ENTOS DEL IDEALISMO

más gener ales de la geometría y la ar itmética tienen que encontrar


DESARROLLO DE LA F1LOSOFlA CARTESIANA

ley d e nu estro entendimiento, pod emos estar seguros, por ese solo
'"
su punto d e apoyo en el campo de la existe ncia física actual: S U~ h echo, de no pode r ya captar lo y comprend erlo en su esencia in-
prima mos mentalmente el conjunto d e las sus tancias creadas, y depend ient e e inm utable. T r átese, por tanto, de ahondar y des-
desapar ecerán con ellas, necesariamente, toda s las "verdades". arrollar la crldcc iniciada con D esca rtes. Del mismo modo qu e
No pueden existir, por tanto, " verdad es eternas" , como no hemos ap rendido a dist ingu ir la extensión y el movimiento d el
pued en existir tam poco cosas eternas; las qu e se denominan de color y el sonido; del mismo mod o que ---enfrentá ndonos con el
ese modo son, simp leme nte, principio s cuyos su.jetos gozan de una testimon io directo de los sentidos- desgajamos estas cu alid ad es
existenc ia perma nente e inmuta ble, gracias a los designios supe- "secundaria s" del objeto d e la percepción, para desplazarlas al ór-
riores de la Provid encia." Por d onde el tomar como punto de gano sensible. tenemos que saber d istinguir, en el objeto mat e-
partida el "claro y d istinto" postulado de la causa lida d sirve para mát ico puro. la participació n " ext erior" e " int erior" y desglosar
asegurar la dependencia y la falta de sustant ividad int erior al aquel los momentos cuyo origen reside única y excl usivamente en
campo total de las "ideas", nuestro intelecto. 10 que solemos llam ar el "ser" de las cosas
Ahora, apa rece claramente de manifiesto aquel circu lo vicioso de pende. más todavía que de las se nsacion es específicas de nues-
que se traslu cía ya en D escartes. La realidad exterior es demos- tros sentidos, d e los juicios y categoría s de nu estro pensam iento.
trada por medio de la inducción del efecto a la causa, lo que no El aná lisis de la s percepciones debe combinar se, por tanto, con
es obstác ulo para qu e este ser así descubiert o, producto de la in- la crítiax del entendimiento. La gran falla d e la filosofía aristo--
ducción, se arrogue un juicio in cond iciona l acerca de la vigencia télica consiste en haber descuid ado ambos problema s, en tomar,
de rodos nu estros conocimientos fu ndamentales. en su metafísica, los pu ntos de vista y los princip ios del intelecto
Representa, por tanto, un decidido progreso el hecho de qu e -e-ccmo , por ejempl o, la distinción entre el género y la especie,
G cul incx, en frentándose con tod os es tos giros del pensa miento , re- entre la parte y el todo-- como cu alidades di rectas d e las cosas,
torne a la id ea fund ament al y origin al de l sistema, al pa rt ir de del mismo modo que en su física orde na y considera los objetos,
una nítida separación entre el mundo de los conceptos intelectivo! ateniéndose a las d istinciones inspiradas por las sensaciones subie-
y el de la existencia absoluta. Sepa ración que llega a cobrar, a sus eívas, con arreglo a las contraposiciones de lo caliente y lo frío, 10
ojos, los contornos d e una contrapos ici ón lógica com pleta : a par- pesad o y lo ligero, etc. Error tan grande como el del niño que
tir del mom ento e n qu e imprimimos a un contenido el cuño y la cree que el bastón, al introd ucirse en el agua, se romp e verdade -
111 "Su ivan t cetee dé fin ilion les vé rilés nu mé riq uC$, gc;o métti q ucs el m é- ram ente, mezclando y confundiend o así el " fantasma" de los sen-
tAphysiq ue5 ne peuve nt e n e éte rne llCll, n i eelon leu r mal iere, n i se jon le ur tid os y el objeto. la impresión inm ed iata y el acto d el juicio. No
form e; elles ne le peu vene étre eeio n leu r ma liere, parcequ e leur matie re s610 tra slad amos a los objetos mismos las imágenes de los sentidos,
n'es r au ne chose qu e les subsrances qu e Die u a p nx lui tes, e r a a éré p rouvé, sino tam bién los modos y cualidades d el pensam iento, consid e-
q u e les subs tanc es que Díeu a prod uite s no: peuve nr ene éremelles, elles no: lo:
pcuvent é lre non plus selc n Ieur for me, ca e commo: la formo: do: c es verites
ran do las sustancias y los accidentes, el sujeto y el pred icado, la
n'ese aune ch ose qu e l'acnon , par luquelle l'éme co ns ide re les subs eances d'une relación, el t odo y la parte, no como formas del intelecto, sino
certain e facón, si le. substlnces ne so nt PDS é tern elle s, ee tte ac ríon de l'ame ne como cosas existe ntes, a las que de por sí son inherentes aquellas
sa uroit l'ér re aussi, Il reste do nc, 'lile (ces) v éritée no: so nt p h é tem d les, Yrnli.• "representaciones int electuales't." N o nos qu ed a, así, el recurso
s"ulement qu 'elles .<on t imm uables, en tllnt q u e les subs tanco:s peu vcn t én-e rou-
j o ur~ cornpar ées en se mble.,. se q ui faít voir qu e I' im mu tab ilité meme d es verit es 20 Dtcend um jom d e iis cogitationíbus, q uae de ~e índ ependenr es sun t D
qu 'on appelle érem elte s, n'e sr pas absolue, mais d e"endante." Reg ís, Cours en rier corpore et q uas non invenim us hic... sed quas n obiscum quu i huc detulim us,
de pl,ilosuph ie ou sylfem c ",lne'r(l! sd o" les principes d e M, De seaTtes, J vDl8., Non minu s enlm modos horum cog ttaticnum ad scnbirn us objectis, qua m spe-
A msterdam, 1691. Mcwph ysil¡UC, lib. 11, Parte 1, cap , 11. Cfr. esp ecia lmente, des n ostr orum eensu um, Ind e en im vocarn us qua ed am obje cta n ostra subs-
cap. 19; la Logiqu e, Par te IV , cap. 9, Métaph ys., lib. 1, Parte 1, cap. J. rantles, eccld enries, relanones, subjecta, pr aedic ete, tora, partes, etc., quae
'" LOS FUNDAMENTOS DEL lDEAU SMO

de remitirnos a las reglas del pensamiento para corregir los erro-


DESARROLLO DE LA FILOSOFfA CARTESIA N A

No cabria cap tar con mayor nitid ez ni desa rrollar de un modo


54'
res d e nues tros sentidos. más consec uente de lo que aqu í lo hace Geulincx el pensam iento
• Ja~ás podremos llegar a sabe r lo qu e sea n las cosas de por sobre qu e descansan las Reglas de Descart es. El propi o Geul incx ve
SI , desllg~das de tod as las ope raciones del intelecto; no nos q ueda e n estos plant eam ientos la verdadera linea divisoria entre el pen-
otro medio qu e com prender y reconocer como tal la oondicianal¡.. samient o d e A ristóteles y el pens ami ento mod ern o, Asi como la
dad, de la que jamás podemos despojarn os. La única manera d e concepción sim plista del mundo se revela al exame n crítico ncu -
remediar este defecto es penetrar e n él ha sta el fondo cobrar ciosc como un a ilu sión, así también la filosofía escolástica se des--
conciencia de él; rrát ase, por tanto, de em plea r con plena concie n- c ubre, toda ella, como un a sola y coherente ilm ión deL concep to.
cia de lo que son y en su prop io carácter las leyes d e! entendí- A sí lo atestigua ya el concepto más genera l del ser, de l que
miento, qu e hasra aquí hemos venido aplicando in conscientemente. parte esa filosofía y en el que a mbu ímos a las cosas una peculia-
La simple imagen v isual del bastón ro to es la misma para el hom- ridad qu, tiene su fundamento y su origen solame nte en el pen-
bre reflexivo Que pa ra el niño, pero am bos se dife rencian en sa miento. En vista de que menta lment e referimos todas las de-
c ~an to al j uicio que la impresión de s us sentidos les merece; pues terminaciones y cualidades a un "algo" cual quiera, de qu e
bien, la misión del conocimiento no consiste tanto, del mismo ca rac reriznrnos diversos pred icados en torno a su conexión y los
modo, en tran-ljorm.ar nues tra visión tot al del mu ndo como en consid era mos como in herentes a uno y el mismo "sujeto", acaba-
someterla n otro punto de visto y a otro criterio de enju iciarn ien- mas con fund iendo este sujeto pura mente form al de nuestro s pr e-
t o.>" 1 La anntesrs
" de Io bu eno y lo m alo no reside en las cosas dicado." este pu nto puramente imaginario d e las coordenadas, con
mismas, sino q ue es puesta po r nosot ros e n ella; pues bien, lo mis-- una l'xist<"ncia real. v
mo acontece con la cont raposición entre lo verdadero y lo falso, y otro tanto pod emos dec ir de los conceptos fundamentales
entre el ser y el no ser.w del todo y la parte , de la unid ad y la pluralidad. T ambién ellos
na cen exclus ivam ente de los postlllados de! espi ricu: Ilamarnos "
o mnW ~"" m ranl.. m d iomr moJus alk.¡uos f10SrTa e in r,'Uigcn tiae, solem ..s ramer¡ " un o" al contenido qu e nu est ro pensamie nto capta y se apropia
ea considNaTe ",.así Tes aliquru, qua e lPJa<: in se inf.'Crae n . nt ¡$lis p hanr4HrI<l' en un o y el mismo !1l;to indi visible. Esta denominación y este
lib ..s iflldlccr ..al ilnu . . . (Quod ) sar is magno argum ento e~t solere homin es
carácter no son, por tanto, aplicables a las cosas mismas, sino al
ill')$ m odos S" <IT" m CO¡,:iull iu ruu n in ' ...s ob¡"CI" S IT<lruf"fid...,: et ta nq uam ud
eas spectanr es consid erare, .:"m w m"n ni mo J i ad ¡p.•os ct no n ad res o/>jeClas modo de su a preh ensión:
peniflcanl" (G eulincx, Mewph ysica <1<1 M.:ntcm l' eripa l,'tica m (1691) , In . "Sicu r¡ manipulus unus man ipulus est, quía simul et serncl
tro d., secc. TI Op •.,a philosophica., rec. J. N. P. La nd, Hagae Cernir. 1891 SS., ruanu apprehendun rur aliqua, etiamsi m ulta sinr q uae ingrediun-
11, 204 5.;. Sobre el problema en su co nju nto , cfT. roda la InrroJ .. ccio n, sec- rur ; sic cnam qu icquid intellecrus a pprehensione sua simul e t
c rones I y 11.
semel corrase rit, et q ua.si in fasciculum coll<.'gerlt , ipsa illa appre~
. 2 1 Op. cir~ IntroJ.; ~c c. 111 (Oo-, 11, 209). C fT. 1," An nOlata aJ M... rOlp h,.
$'cam., 11, 300 5.; üN05 non d ebe mus res consi de ta r~, J'rour su n r ~ nsibil~5 (id
hcnsio ne el coll ecril"1ne u n um d icitllr" P
est sub Cen a spec je ilKutr um in 5ern;um ) ~q ue Ut sun r ime ll i¡,,¡ ibiles (id ese, Los concep tos fundam entales no 5On, pu es, en general, cua li-
sub ~ en o modo a ncbis cogiran tu r) . Sed , Ut sunr in se, non p:;>5SUmU5 eaa da des real es incorporadas a los objetos y q ue haya que tom ar d e
<:ons,de rare; un d e vide rnus ma gna m nc srram impe rl ecli one m. Hoc u n u m ¡gi- ellos, sino resultados de síntesis originarias de nuestro pensamien-
IUt r~5l al nob ls fac ie nJ um [quod e r po5SlJrnus e l J ebem us fa( er~) , ur judicio
men te, q uotieo;cu nq ue re m aliq ua m sub med o aliquc cogital ion is nosrrae a p- 23 O p. <'ir., Parte 1, § 1: De Eme in gene re, Op., 11, 211 H. : "Ens d ícrrur
p rchen Jl mu ~ (quoo ecuide rn scruper facim us, nec possumus aliter, d um he- q uod eL'! r" (¡uadam majo OlPPTchcnJend i intd!ectu. nmlri urripim us \juasi,
aun es su mus) eempe r ho c ren eamus, rem non esse ita in sc u t appr eh endlnn n ulla e¡ q uod a rte p tu m es! formal¡ rauone talis dc no minarion is com petent e,
a nobts.' ' sed ha".· formal i, fOl l io r..., i,I('1 in ;n wllcrr .. cl modo c"g ita nd i ncsz ro.'
~~ lntrod., secc. Il, O peTa, 11, 105 5. 2 1 Op . ,·ic., Parte I, § S, p. 227.
!, I,
l OS flJ1'.,"DAMENTOS DEl lDEAUSMO

too Para poder comprender el o rigen y e] alcance de las forma s


DESARRO l l O DE LA FILOSOFtA CARTESIANA

absolutos tal y como existen, indepe ndientem ente de las formas


'"
fijas, lo prime ro qu e tenemos q ue ha cer es reducirlas a las openr.- y ca tegor ías del pensamient o, son pa ra G eulincx la mera última y
ciones de las q ue han surgi do, rem ont arnos, por ejemp lo, del verd ade ra del conocim iento: el ver dadero, aunq ue in aseq uible
"Unum" a la " unio", del "Totu m" a la " roraríov." . ideal de todo saber me tafísico. Por ta nto, los conceptos im elec-
D onde con ma yor pureza y fec un did ad se acredita esta norma tivos sor. conside rados solamente e n su significació n negativa, como
es con respecto al co ncepto de sus rancia. En la defin ición aristo-- un a envoltu ra con q ue cubrimos las cosas y que oculta a nuestro
télica se present a a ésta como el "sujeto" últi mo al Que se refieren co nocimie nto la verda de ra esencia d e éstas." Es m uy significa.
todos los predicad os, sin que pueda, por ello, convert irse en pre- tiva, en este sentido , la com paraci ón que se establece entre las
dicado de otro predi cado, lo Que eq uivale, en realida d, a erigir un opera cion es del pensam iento y las sen saciones especi ficas de
pu nto de vista lingÜístico y gramatical en nor ma y fundam en to los sentidos.
ú ltim o de la ciencia empírica real. La antítesis fundamental sobre Ge ulíncx no se propone estudiar la funció n positiva de los
la que Arisr óreles h ace desc ansar su física y su m etafísica se re- principios en la ordenación y explicació n d e los fenómenos, des-
d uce, cuando se la examina y analiza a fondo, en la trivial d is- cribir el camino por el cual podemos llegar al "objeto" por medio
t inción entre el sustantivo y el adietívo." d e los métodos del pensa miento, partiendo de las im presiones di..
Geulincx descubre, así, un punto de vist a decisivo desde el rectas de los sentidos. Y esta falla int erior explica la escasa in-
cual puede lleva r a cabo, ahora, la críti ca de toda la teoría esco- f1u encia histórica que su pensa miento fu ndam enral llegó a ten er,
Jástica de las categorías. Es el lenguaje. sus características y sus a pesa r de su innegable im portancia objetiva y de su originalidad.
exigenci as, a cuya guía se encom ienda A ristót eles en el descub ri- El propio Geulincx se encarg a de señalar con toda cla rid ad
mi ento de los diversos conceptos fundam ent ales. La clasificación, el lím ite extre mo hasta el q ue pu ede llegar su planteamiento d el
el orden y el número de estos co nce ptos se explican to n pront o problem a. Su análisis par te, an t e todo, del concepto m ás genera l
como se conoce su origen gramatical, ta n pro nto se les id enrifi- del ser, y descubre a base del mismo concepto de la rosa, un m é-
ca como abstr accio nes d e reglas se nci llas y de sus elem entos Iun- todo int electu a l pu ro, derivado d e la na tu ra leza del propio espíritu.
d amenrales." Con lo cual cobra tod avía ma yor fuerza la ob jeción Los "ob jetos tra scendentes " q uedarían dem ostra dos, así, como
anterior, pues aq uí no sólo se tra nsmutan lo que son relaciones y una trabazón de conceptos contradictoria consigo misma.
postu lados del pensamiento en cualidades de cosas dot adas de Si la "cosa" o el "ser" -c-dice Ge u lincx, form ula ndo por sí
existencia propia, sino q ue, adem ás, no se capta el ser m ismo en m ismo la dificultad con q ue su método t ropieza- sólo indica n
sus ma nifesta ciones d irec tas, sino empañado por un m edio ext ra- un modo de nuestro pensam ient o y si, por tanto, debemos borrar-
ño. Prescindamos de estos ad itamentos exte rnos, provenientes de los a los dos de la consid eración y la relación de los objetos nbso-
representaciones vul gares, no controla das por ninguna ciencia, y lutos, [q u é derecho tenem os a seguir hablando de ellos, no obsta n-
tod a la m eta física penpa tét ica se vendrá necesariam ente por tierra . te, como " ennid a des" o como "cosas " 1.
Sin em bargo, en este punt o, e n qu e llega a su a pogeo el pen- Ahora bien, la respu esta dada por G eu lincx no se halla en
sam iento crítico de G eulincx, es necesario reconocer, al m ismo consonancia con el radicalismo de la preg unta. El mundo de la
tiempo, el límite interior y esencial con que tropieza. los objetos realidad --dice- se desdobla en dos clases de objetos dotadas
cada un a de ellas d e su ex isten cia propia e in de pe ndiente: la de
2:1 Par le 1, p. 2B: "Totat io"em e n im reba s ips is., q uae id eo rota voeanlllr,
los espiritlts y la de los cuevpos, que d e por sí no tienen nada '
. d scrihimlls, c um nobis ee mem¡ nos tt i de beatur." Cfr. l' arte 1, § 6, pp- 230 $.'.
26 Op . ci t., Parl e 1, § 2, pp, 215 $S. , espe6 almente p . 218.
de com ún; no import a qu e englobem os las do s en el concepto gc-
~7 Más de talles en T rendelenhurg, Ge$chichte der KaregOTienleh Te, pági-
nas 2J JS . ~~ V. ... pra, n. 21. Cfr. Innod. :1 h n e 1, p. 110.
I I

,.. LOS FUNDAMEtrrOS DEL IDEAUSMO DESARROllO DE LA AtOSOFlA CARTESIANA 547

nérico d e "cosa": se tra ta d e un nombre purame nte externo em- en la que cabe reconoce r cla ra me nte, no cabe duda, la interven-
picado en gracia a la brevedad y qu e nad a añade a su contenido, ción de un criterio epistemológico fundamental. Si el concepto
ind icando tan sólo Que ambas clases de cosas pueden figurar igual- de causa figura ent re las ca tegor ías de l pensamiento, si es un pro-
mente como "s ujetos" de tales o cuales pred icados. ducto prop io e independ iente del espíritu, se com prende y esta
Desde este pun to de vista, volvemos a comprobar que nuestro justificada la exigencia de pen etra r en tod as sus partes la relación
con ocimiento no pu ede abandona r ni puede tam poco llegar nu n- Que ese concepto expresa. A hora bien, la conciencia de esta rela -
ca verdaderamente a realizar e n un punto cualquiera al postulado ción no pocha significar, en este caso, otra cosa Que la comprensión
con sistente en captar la realid ad en su ser independiente y sin de la ley que regula la trabazón em pírica de los jcndrncnos.
ningún adi tamento subjeti vo. Pero, en vez de esto, 10 que ha ce O eulíncx es precisam ente lo
" lraque res in se non sunt res seu non habent modum illum contra rio: rechazar la sucesión y la dependencia constantes y re-
íntelleceus nostr i, quo constiru unrur in ration e rerum; nos raree n gulares de dos grupos de fenómenos como insufici ente para llegar
cu ro de illis etiam Uf sic, seu de illis ut su nt in se IOQu i volumus, a formarse el a uten tico conce pto de la causalid ad. No se trata
neoessum est Uf ¡Uis tTiblUDTlW mOOum subjecri aur cnns, seu po- simplemente, nos dice, de explicarse esta mutua cand icionalidad,
tiw, ut apprehendam.us illtu: nam in ea ipsa locu tione, in qua de sino d e comprende r la PODenCia int erior capaz de producir un d e-
ii! loqu imur, ut sunt in se, non sinimus illas, ut sunt in se, sed terminado acaecimie nto y de aca rrea r un d eterminado cambio.
damus eís rationem subjecti.":ll N uestra expe riencia mrcnor no nos la revela nunca, 10 qu e indica
Esta con cepción nos condenaría, consec uentemente, a un es- que el "yo" no tiene realment e el carácte r de una verdad era causa
cepticismo incondicional , si no se estableciera n como prem isas an- sustantiva y autónoma: "ego non Iacio id, quod quomod o fíat
redores a toda crítica ciertas afirmaciones dogmár icas, qu e Geu- nescio".::lU
lincx toma de l sistema de Desca rtes. El crítico del conce pto El yo dd hombre se en fren ta al m und o ext erior, cuyo acaecer
a ristotélico d e sustan cia se detiene, respetuoso, ante el d ualismo se rige por leyes mecánicas fijas, como un simple espectador pasi-
carte siano d el espíritu y el cuerpo, donde más indicada habría VD, De aquí que, para explicar cualqui er cambio rea l - ya se trate
estado la apli cación de su método, d onde con mayor razón he- de un acaecer físico o espir itual, de la transmisión d el movimic n-
bría pod ido afirmarse que la dif erencia entre la extens ión y el t O o de la génesis de los pensa mientos y de los actos de la vo-
pensamiento no afecta a las cosas en cua nto tales, sino a nue stra luntad- , tengamos que recurrir siem pre, ne cesariamente, a la
experiencia y a su objeto inman ente. acción d irecta de la divinidad. Claro está que 103 nexos que me-
Claro está q ue ello hab ría servido también para privar de base d ian ent re la voluntad divi na y sus resultados son igualmente in-
a la metafísica, ta l como Geu lin cx la razona y desarroll a ames a prehensibles e inexpresables para nuestro conocimien to: basta
d e entra r en sus invest igaciones lógicas dec isivas. En ella vemos con que esos nexos se ha llen presentes en el entend imiento su-
que el plan teamiento d el probl e ma d escansa sobre el supuesto premo y absoluto y sean comprensibles para éLSl
de qu e esta mos en condiciones d e llegar a conocer la esencia ab- Como vemos, la trayectoria de l pensamient o sigue aquí el de-
soluta de las sustancias y de juzgar con arreglo a ella acerca de la Hat ero opu esto al que er a d e esperar, a juzgar por sus primeros
d iversid ad y el carácter antitético d e éstas. pasos: el concepto metafísico, absol uto, de la causalida d sirve par a
G eulíncx parte del pri nci pio d e qu e sólo existe verdadera acti~ medir y corregir nu estros juicios acerc a d e las conexio nes emp i-
tlidad, verdadera acción , cuand o el suje to activo comprende ple- ricas. Y el result ado fina l con el que aquí nos encontramos es
na ment e la trabazón int erna entre la causa y el efec to, fórm ula 30 V. G eulin cx, Elhica (1665) , trBet. 1, cap. 11, secc. I!, § 2, O p. 1Il, JJ ss.
C fr. especialmente las Anno tata ed Erhícsm, O p. 111, 205 ss.
2t Metaph., Peripa tetica, Par te 1, § 1, p. 215. 31 V., por ej., Elh ica, l. C., O pera, Ill , 36 ss.
' +8 LOS FUNDAMENTOS DEL IDEALISMO DESARROLLO DE LA R LOSOFtA CARTESIANA '49
tam bién significativo en cuanto a la posición q ue a la postre se le que viese la luz; la primera ed ición d e su Essay con h uman under~
asigna al problema d el cooocenzenrc. el espíritu, al que se le niega stlaMing. en un estudio ant erior de Bunhogge, que lleva por ti-
toda verdadera autod eterm ina ción, no pu ede tampoco conformar tu lo O rganum venc ee l10VUS y que se publi có en el año 1677.tJ:I
por sí mismo la imagen d e la realidad emp írica n i hacer qu e las El Essay upon Recscn, de l mismo a utor, se apoya en las anteriores
leyes de ésta broten de su prop io seno. investigaci ones, estableciendo al prin cipio un doble uso y un a do--
ble acepción del término "concept o" (norion } .
La teor ía de l conocim iento de Geulincx no constituye un fe- Si, entendido en un sent ido amp lio, el "con cepto" designa un
nómeno h istórico aislado y ap ar te, ni por lo que tiene de aporta. contenid o cualqu iera, acabad o y delimitado, del pensamiento,
ción positiva y decisiva ni en cu anto a los límites que se le ponen en u n sentido más preciso y más acu sad o significa u n d eterminado
desde el pr imer momento. Es el sínto ma de un extenso moví- "modus conci piend i": un procedimiento y un pU'nto d e \lista dis-
miento histórico y de un crite r io básico y general, que comienza ~u rsivo desde el que el espírit u capta y ordena los objetos some tí-
ahora a desplegarse e imponerse de un medo cada vez; más claro. dos a su e njuiciam iento. Y si es ocioso habla r de "conce ptos in-
Para darse cuent a de esto, basta con esta blecer un cotejo ent re natos" en la prim era de estas acepciones, como complejos fijos y
la metafísica d e Geulincx y una obra q ue, aun que respond a a dados de representaciones, debemos, por ot ra parte, reconocer al
premisas h istóricas y filosóficas tota lmente distintas vien e a ser espíritu ciertas fuerzas origina rias y peculia res, que brotan de su
sin embargo, objetivamen te con siderada y e n todas sus par tes, la pro pia entrañ a.
h ermana gemela de aqué lla. N os referimos al Essay upon Rcescn Así como el ojo sólo percibe las cosas bajo la manifestación de
and che Nacure 01 spirirs de Richa rd Burtb ogge, escrito en 1694, la luz y del color, cualidades am bas que no tien en su asiento en
tres años antes que la obra de Geulincx y que, h asta ha ce muy las cosas, sino en el ojo mism o, así el ente ndimiento comprende las
poco, apenas si figura ba en las historias de la filosofía. Hasta que cosas, sus relaci ones y sus cualid ades, solamen.te bajo derennina.-
Georges Lyon, en su pro fund o estudio sobre el idealismo en Ingla- dos concepros. Estos conceptos, a los qu e no podemos a tribuir nin-
ter ra en el siglo XVlIl llamó la atención hacia esta nota ble y original guna existencia real aparte , sino qu e se limitan a reflejar ante nos;
obra, en la qu e él ve un antecedente im portante de l criticismo otros las cu alida des de nuestr o pro pio ser pensante, son el ser, la
kam iano.:ll 2 No cabe duda de qu e este ju icio sustrae tota lmente sustancia y el acciden te, la pa rt e y el todo, la causa y el efecto.
a la obra de Bur thogge d el marco y d e los horizontes de la época No tien en razón de ser alguna las d iferencias que los lógicos
en que fué escrita . N osotros, por nuestra parte, procuraremos con. establecen entre conceptos prima rios y secundarios, incluyendo en-
siderar su contenido desde el pun te de vista de la evolución ge- tre los segundos simples postulados de relaciones, tales como la
neral del problema del conoci mien to, en juician do de un modo más correlación entre la pa rte y el todo, la causa y el efecto, a rribu-
preciso y delimitando con mayor exactitud su valor y su cond icio- yendo en cambio a las categorías d e la cantidad, la cua lida d y la
nali dad histórica. sust ancia una posición excepcional y una especial significación
La obra d e Durrhogge nos sitúa, ante todo, exterj ormeñ re de n. o ntológica, ya q ue ambas clases de conce ptos no se refieren a las
rro del círculo especulativo d e la l ilOtSofía empírica ingle~a: el cosas en cuanto ta les, sino que son manifestaciones y activi da des
autor d edica su trabajo a Locke, a q uien ensalza como " uno de especificas del pen samiento.
los más gra ndes maestros de la razón". Sin embargo, los result ados "No cabe du da de que para nosotros, los hombres, los objetos
pri ncipa les y decisivos de la obra han sido obten idos y expuestos sólo existe n en cuanto se ha lla n en determinada yel.ación con nos--
al mar gen d e la influencia de Locke y m ucho tiem po antes de otros y que no son nada para nosotros cuando no los conocem os.
32 V. O«>rge5 Lycn, l..'id éalin ne m Ang leterre al' lw iii' siecle París 1888 33 C fr., acerca de esta obra, que no hemos podido consultar: Lvon, op. ctr.,
pp. 72 ss. ' , , pp. 74 ss.
DESARROllO DE LA A LOSOA A CARTESIANA 551
"0 LOS FUNDAMENTOS DEL IDEALISMO

Ahora bien, sólo podernos conocerlos, sólo pueden ent rar e n re- mismo tiempo, un nuevo medio entre: c;:1 espíritu y la entid ad ab-
lación con nosotros, siem pre y cuando nos sean dados por nuestro soluta del objeto, As í, por ejem plo, el ccoceptó Itrnd arncnta l de la
patrimonio espiritual, por nu estr os sentidos. nu estra imagin ación cosa misma, aunque represent e el punto de vista m ás genera! bajo
o nuestro ent end imiento". el que podemos ca ptar y orde nar los contenidos d e las represen-
T od a capacid ad d e la con ciencia es, si no la úni ca, por 10 rne- tacion es, se revela al mismo tiem po, en su misma gener alidad, tan -
nos un a de las ca usas dete rminantes de los fenómenos objetivos to mas claramente, como un simple med io de nu estra com pren-
qu e ante ella se presenta n : así como la vista es una cont ribución sión: "r hing inde ed is rhe rnosr genero! noríco, but th en it is bur
a la formación de los colores y el oido a la formación de los so- a no ríon, because it is general; and ha s the rnosr of a notion, ~ e.
nidos, así también la naturale za prop ia y peculiar de la imagina- cause ir is rhc most general". En este caso, como en todos, solo
ción participa de modo decisivo en las imágenes de la fant asía y captamos la " esen cia" " bajo el disfraz y la máscar a de los con-
la del entendimiento en la forma ci.ón del objeto, al crear los con- cepeos''.
ceptos pri mitivos bajo los cuales recibe los objetos y se los asimila "Fijémonos, enseguida, en la susta ncia y el accidente, esta s pri-
(in framing the Primirive No nons, under which ir takes in aOO me ras fases y estos primer os escalones pa ra poder llegar a una
receíves O biects) . comp rensión y un conocim iento d istin to de las cosas: lqué son
"Los objetos inmedi atos del pensamie nto son, por tanto, "e r ina sino moJ i conc ip icnJi, productos de la razón o concep tos, qu e
cogitario nis", es d ecir, son todos ellos, simples fenómenos , que-no aunqu e no carezcan, ciertame nte, de fundamen to, no poseen, sin
existen ni pued en exist ir al m argen de nuestr a capacidad espiri- embargo, más verd ad form al que la que rienen en el espíritu qu e
tua l, en las cosas mismas, del mismo mod o que las imágenes que los crea? En el mundo d e los objetos no existe nada pa recido a la
conte mplamos reflejadas en el agua o e n el espe jo no se halla n sust an cia o al accidente, como no exist en tam poco sujetos y cua-
realmente en el lu gar en que las vemos". lídades d e éstos. Y, sin embargo, no ha y nin gun a cosa qu e no
Es en vano concede r esta limitación en cuan to al campo de comprendamos como pertenecien te a una de est as d os clases, la
los sent idos y em peñars e en n egarl a, por el contrario, par a el en- de la sustan cia o la del accid ente, lo que vale ta nto como decir
t endimiento. A mbas capacidades fun dame nt ales aparecen indiso- qu e no com prendemos nunca los objetos t al y como son, en su
lu blemente unidas y entrelazadas; el entendimie nto se encuent ra pro pia enti da d, sino siempre para el ropaje d e los conceptos en
sujeto a la misma condicional ídad que las sensaciones y les repre- que nu estro espíritu los envu elve"."
sentaciones de los se ntidos, ya que no d ispone de ot ro mat erial 3~ T eniend o en cuenla que la obra de Bun hogge es poco menos que des-
q ue ést e para pod er ejerce r su (u nción. Pe rece, incluso, como si co nocida , tran scribiremos te xtualmente, en su versión o riginal. las cilas m35
cu anto más se orie nta ha cia lo gener al, más fuera perdiendo de impona n!<'s: "As ihe Eye has no Perceivance oí Ihings bu t under Colours,
mar are not in the m bnd m e same, wirh du e alterarion. mus t be said oí Ihe
vista la realid ad concreta de las cosas, que cons iste en una serie
ot her Senses) , 10 me Undenundin¡ apprehends not things., 0 1 Iny H abitu d.,s
d e det erm inaciones concretas y se reduce a ellas: la obra de escla- ()f' Aspe ets oí ehem, bcr undee Cer-l4in NociOtU, rha e neíehe r have rhat being

recimient o y depuración que el em endimiento lleva a cabo en las in Objects., cr th u being of O bjecn, that me y eeem ro h ave; bur Ire, in 111
impresiones dada s por los sent idos le aleja al mismo tiem po de la respects, thc v~ ry same 10 the mind o r U ade rstandin g, tha t Col ours ate 10 rhe
for ma or iginaria y prim itiva de éstas, en la que la realid ad d e Eye, 1M Soo nd 10 the Ear, Te be mo re partic ular, rhe U ndersta ndi ng ronces-
ves not, I ny th inlt bur unde r rhe N Olion c f an Erlt iry. an d mi s eíther a Sub,·
las cosas parece reflejarse de un mod o más di recto e inm ed iato.
tence or Rn Acci den t; U nder thar oí a wholt' or I parto oe of a Cense, or of
La luz que irradia d e los objetos experimenta, al penetra r en an El/en, or the li1; e; and ver all rhe se a nd rhe ltke a re only Ent ieics 01 Reason
nu estro intelecto, una especie de n ueva refracción y desviación: conceív ed with in th e mind, that have no moTe of Bny rl'lll l' " '' F...ia·,.....e w i.
la capacid ad del pensamiento se revela como u n sentido propio, rho ue it, than C O[OUTS heve without the Eye or Sounds without the Ear.. •
qu e, aunque refinado y ennoblecid o, in terpone sin embargo, al Ir ís certa in thar ehin gs re us Men are nothi ng but . s they do stand in OUt
LOS FUNDAMENTOS DEL IDEALISMO DESARROLLO DE LA FILOSOFlA CARTESIANA 553

Hasta aq uí, Burrhogge no hace mas que exp resar, en la más Debemos tener en cuenta , unte todo, que , au n cuand o sigamos
clara y libre d e las formas, el pen samie nto gener al con que nos h ablando del conocimiento de la " esencia" de una d eterminada
encontrá bamos ya en Oeu lincx; el progreso que el pensador inglés cosa, la idea adquiere aqu í un a significación estrictament e limita-
aporta se revela ante nosotros cua ndo aplica el principio de su da, Por "esencia" se entiende, ahora, el conjun to de las caracte-
teoría del conocimiento al probl ema filosófico fund amental de rísticas y cua lidades que una potenc ia espiritual cua lquiera, inte-
la ép oca: la distinción ent re la sustancia espirit ual y física. lectu al o sens ible, nos transmite.
Mientras que Geulincx seguía aferrá ndose en este punto, como Llegamos, de este mod o, si no a un conocimiento absoluto, sí
veíamos, a las premisas metafísicas del dualismo, Burrhogge so- a un conocim iento relativo, comparat¡t-'O; por ejemplo, aunque no
mete también esta hipótesis a la crít ica del métod o fundamental: logremos saber nada acerca de la "naturaleza" interior de la m.a.-
la distinción, ah ora, no se refiere ya sencillamente a las cosas, sino teria, conseguimos d istinguir y d iferenciar así, separándo las las
a nuestros conceptos, los cua les, conte niendo como contiene n el unas d e las otras, a base de sus car acterísticas purament e cmpt-
origen d e la categor ía d e la sustancia, son también los que tienen ricas, las d iferent es materias que la experienci a nos ofrece. Así
que darn os la regla y la orientación para apl icarlos. como el ojo sólo percibe di'l't'c tanunte la luz y los colores, pero
llega por medio de estas sensacion es originarias, a d istinguir los
AMloo , mar i5, in plain terma, Ihe) "te norhing to 1<5 h l ro ¡he, I1U Ir.no.un
lry us . .• In sum, the im rn.ediafe Obje cu oí Cogiration, as ir is f n rcised by múlt iples objetos, su form a y su magnitud, las distancias de unos
men, are enlia cogitl1(ionis, aH Ph~omena; A ppe.....ancc s tMI do no more con respecto a otros y su movimient o, así también nu estro en-
n ü t wirhow.l 0I<l. ' <1Cl<Ir¡eJ In rhe Ihin ( J th.emselWJ. lhan me l mageJ IMc ate tendimient o distingue infinitas realidad es y rela ciones, que no
J<'tT\ in waler O't l>e hind a gla.u do •..wl,. exist in [hose ptues, wh ere rhe, u em capta, sin emba rgo, dire ctamente, sino sólo d e un modo indirecto,
10 be. . •
a base d e los da tos que le ofrecen los sent idos o qu e le sum inis-
Le! us rh en inq u ire Iírsr ¡me the rl, ing. whae ís u..ing bul ...oous conc ;'
p ieruW a nc ncn o r 5t:nti me nr Ih lt me m ind has, o f wha t$<.lc:ver a ny wise is,
tran sus pro pios conceptos, tales como los d e sustancia y cua lid ad,
because il isr Thing indeed is the most general ncncn, bur rhen ir Is be r a causa y elec to."
not ion, beca use ir Í5 ge nera l 100 h as Ihe most o f a notion , beca use ir Í5 the T eniendo conciencia d e esta limitación, comp rendiendo, por
most gene ral. .. By Ih is ir pla in ly appe a rs, rha r the mea n ing of Ih" word tanto, que sólo pued e t ratarse d e conocer los /enórncflDS y sus re-
"I hing" is bur en inad equ l le coocepdcn, ar ising in the mind upo n its convers- laciones, ya no puede ofrecer ningu na dificultad el problema de
in¡ wilh Objecn ( = coruenídcs d e la co nc iencia. d e la repr esenl aó ón ) and
so doro s peak a ce rra m part icular Je nfimen¡ which the mind h as of th em ¡ la d istinci ón entre el ser pensa nt e y el ser físico. Lo único q ue
a senriment. .• rhlU Joes no! en ter us inlO th e Imowledge 01 the R~..dit:Y íu elf verd ad erament e se nos da aquí son las cualidades y los " acciden-
(ml Y 1 &O ellpsess il ) 01 Ihaz which is. w hich we unl, /lpp.ehend inaJeqlllflel, tes" externos, qu e se d ividen de por sí en d os grupos rigurosa-
lolnd er rh e D i' .llu iJe "nd Mlfsqu~ 01 NOlions . ment e sepa rados: los contenidos que caen dentro d e la intuición
Ano:! a, fOT SlIb' Mnce a nd A ccident. which yel er e rhe f i" l Sleps we m ake del espacio, y son, por tan to, susceptibles de revestir múlt iples
eowaed a u iscinc r perce ivan ee and kn cw ledge of thinga; whar are rhe" but /i.
kewise Modi co ncip icn d i! Entines o f Reasc n, or not ions, thar, ir is rrue, a re
form as y de adoptar diferentes movimien tos, y los que , quedando
no t wi rhour /lTound s, bUf ,el have rhe msclveJ no Fo.l7lIl1 be¡ng but onlJ in rhe al marge n de esta d etermin ación, se refieren solament e al ' "yo"
Mind, lhar I.ames chem: there b eing no such Ihin g in the W od d as a Subs- pensant e, como estados y cualidades suyos. En este sentido, pode-
tance, or an A cctdene anv more rhlO such a rhin g as an Sub ject, 0 1 an Au jun<: t; mos hablar de una ant ítesis fundamenta l en lo que se refiere a
and yet we e pprehe nd no! any rhing but as ene of Ihese, lo wit as a Subs tance los fenómenos mism os, "pues [qué relación guarda un p.ensamien-
or as an Accid ent e so Ihar wc app.ehclld nce an, a t all, ju ,1 as rhe, a. e, in
¡heiT own .ealiries, but onl~ unde. ¡he Top-knou and D rerses 01 Notians whic h M " So the und erstanding dtscems Infinír e R"a lities, in finite habitudes of
OUT minds do pul o n rh...m," Ihinl{5 : not ind eed Immedie relv, bur eirh er under Ihe senTimenlS of sense , or
Burrhogge, An Essa~ upon Rcason and the NatuTe o/ Spi.its, Londres, by mea ns of its own , whi ch I caH norion s: as of Substanee, Qualily, Ca use.
1694. Cap. m, secc. 1, pp. 57 ss. Eífecr, W ho le, Part, ele ." (p. 68) .
LOS FUNDA MENTOS DEL IDEALISMO DESARROllO DE LA FllOSOFlA CARTESIANA
'"con un cubo o un t riángul o, por ejemp lo, o con la longitud, la
io propio Burt hogge designa su método, para ca racterizar la doble
anchura y la profund idad?" 35 dirección y t end encia qu e sigue, como " rhe real-norional way ",
Sin embargo, si int entamos ver lo que hay detrás de este he- contraponién dolo en vigorosos r érminos al método de la m eta/ísi-
cha fundament al, si nos esforzamos por reducir esta antítesis a u na ca.3i Los "sujetos" de la extens ión y d el pens amiento tienen ne-
u nidad superior o por explicarl a a base d e razones metafísicas, cesaria mente que pert enecer, por-lo menos para. noSOtTOS, a géneros
nos vemos env ueltos enseguida en insolubles dificult ad es. tot almen te di stint os, ya qu e toda la variedad que pod emos capta r
"Tan pron to como da mos un paso más allá y pu gnamos por e n las sustancias no proviene ni puede proven ir d e otro factor
penetrar en la verdadera na turaleza de la TnaEeria o en la del es- que de los accidentes, siend o éstos, por tanto, los ún icos caracte-
píritu y el m ovim ien to, caemos en perplejidad, ya qu e, en este res y notas d istintivas por medio d e los cuales conocemos las sus-
terreno , no disponemos de ningún senti do que pueda guiarnos. tan cias y podemos, así, distinguirl as 18s unas d e las otras .
Nuestras indagaciones acerca de estas cosas, cuando se trat a de "T hus it is in OUT Refrl1Ctcd, lnaJeq1UltC', Real.. -N orional way
d escubri r su verdadera esencia, tropieza enseguida con una mu ra- of conceiolliflgj a nd for an Adequ are nnd just one, as ir ís above
lIa, como en todos los demás problem as que se salen total mente OUT . fa.cul tles, 1 d o not ñnd rha t Sp moaa or Malebranche after aH

de nuestra órbita visual ". their Ambitious Resea rche s in th at high er way, have edi ñed the
"Es difícil llegar a com prende r qu e sea la materia, que sea el World th crebv tO any great D egree","
espíritu y hasta qué sea el movimiento, en cua nto a su propia y Y, sin embargo, tamb ién en Burthogge, lo mism o que en Geu-
positiva realidad. No puede proba rse ni que haya -c-como algun os lincx, tropieza la crítica, a la postre, con un conc epto ante el
pretenden- sola me nte una sustan cia en el universo y qu e la rna- cual tien e que en mudecer y en cuya presencia el pens am ient o da
ter ia y el pensamiento sea n sim pleme nte cua lid ades distint as de media vuelta para retornar a los caminos metafísicos h abitu ales.
ella , ni tampoco que la materia sea, en cua nto a su nat uraleza Entre los datos d e la conciencia a los que Burehogge atrib uía un
in terior, un algo vivo y dot ado d e fu erza y qu e los d istint os gra- " ser" puramente " pensad o" figura han, adem ás d e los colores y los
dos de vida que observamos en los d ifer entes animales proveng an sonidos , junto al 'espacio y el ncrnpo, la sustanc ia y el accidente,
tan sólo de las múltiples modificaci ones d e la materia y d e un a las categorías de causa y efecto. T ambién elles tienen -c-expresán-
vida un iversal de la nat ural eza, f uente de toda la conciencia. . . Yo d olo en el lenguaje de la escolá stica , directam ent e op uesto en este
no me atrevo a constru ir sobre t ales hi póresis, qu e, al no pod er punto como es sabido, a la rerrnin ologia moderna- solame nte
probar por si mismas su evidencia, son necesariame nte dudosas e , ' ohjecrívu
un "esse . rn" o un " csse cogrutum
. ", un ser "s ubjetivo"
incier tas, cua ndo no falsas. U na filosofía sa na y sólida debe pro- dentro del mundo de la conci encia."
curar afianza r bien sus bases y sus fundamentos; no tiene d erec ho
11 L e.• 1'('. 105 u. C fr. C'spedai m.,m., p. 106: "A Philo»Ophy IhDr shall
a descamar sobre otros principi os que aquell os que se asienten
be solíd, aod sou nd, m u. r have ir. G ro und- ....·(lrir ano Fo uod u ions firmly b id,
sobre la evidencia, es decir, sobre el testimonio infalible de nues- .....h ieh nene (I n hay." bu t thar wh ich i5 bono m.,J., t:li, 'd 100 butle upon
tr as d ot es y capacid ad es espirituales. A h ora bien, como éstas, apo- .,.,,¡dC'nee; I moed>l I< /)on rn., (eH"i... Tem mony 01 o.... ¡""I<!ties. A nd rherefore
yándos e más bien, ciertamente, en los conceptos qu e en la rec- , ince OI<T lacl</rie $ do T41ner go I<pon N oti on $, ¡han on Real i¡i n • • 00 do pla inly
l idad, distinguen clar amente entr e la materia y el espí ritu y ha sta dis, io~ ish berween Mind and Mat rer anJ do. . . cont radtstinguis h rhem, I h....ld
establece n una contraposición ent re ellos, ta mbién yo me creo my~1f C'l>l ij¡ed ro 1n:4r 01 rhese di,r inerly, ""1 , riU in ¡he Real Noliona! .. >ay,"
JI~ L c., p . 109.
obligado a considerarl o por separado". :19 "AlI rhe Senrirnenrs of S.,ns." rh....se of rhe Miod, and even mere Objec-
La "realidad" en la cual rige 'esta separación no es, por tan. tiv., Noríons, are Thiol!s, no t thin gs of Mun dan e and Exrcmal Exi5lehc ." but of
to, sino aquella qu e el conce pto nos transmite y nos garantiza. El Co gitation ao d Notio n; lnrcnlional, ncr Real rhings. For such are COJOUTS,
lIG Cap. V, secc. T, p. 107. Sounds, Sapors, T ime, Pl.ace, Submln ce, A cciden l, Ceuse, Effece, .,tc.; they are
556 l OS FUNDAMENTOS DEL IDEAU5MO DESARROUO DE L\ ALOSO FlA CARTESIANA

Sin embargo , Burthogge no puede detenerse a nte esta acepción mueve totalmente den tro de los límites de la teorfa metafísic a
y esta limitación d el principio ca usal.Es. una ve... más, el preten- de la ani mación un iversal. Se da por supuest a la existe ncia d e una
dido peligro de l escepticismo absoluto el que en este punto coart a ma teria sutil y unitaria que anima todo el universo y qu e sirve de
y entorpe ce el libre progreso d iscursivo del idealismo. Si no he-- media dora de t odas las relaciones de interdepen dencia entre los
mos de perm a necer su jetos pa ra siempre al conjuro de nu estras cuerpos y de portadora d e tod os los fenóme nos de la vida . Las al-
" representaciones", si la realidad no ha de esfumarse en una va- mas indi vid uales no son sino las proyecciones concret as de este
cua apariencia, tiene que haber necesariamente un ca mino que "espíritu común", según la d iferent e estructura materia l del cue r-
nos haga remontarnos por sobre los límit es de l pensa miento h asta po animad o.
el ser íncondícíor tal. C omo vemos, esta teoría - sin dejarse influir en lo más míni-
Par a Bur thogge, lo mismo que pa ra Des cartes, el conce pto y mo por toda la tr ayectoria de la mecánica cientí fica- se orient a
el axioma de la causalidad se con vierte en el medio que nos ase- de nue vo haci a la concepción funda me ntal de la filosofía de la
gura de un modo general la existencia de una realidad [ raseen.. na turaleza (v. supya. pp. 227 ss.], Present a - pese a tod as sus di-
dente. A ntes de cualquier act ivida d de la conciencia, existen co- vergencias de de ta lle- los rasgos d e la reac ción genera l cont ra el
sas reale s, ad ecuada s por su na turaleza para engendrar por su método mate má tico de investigación iniciad a en Inglaterr a, sobre
cuenta las re presentaciones q ue a ellas corresponden. o para dar todo , por el espiritu alismo de H enry More.
pie a nu estr as fuerzas espirit uales par a que éstas las cree n. Los La teoría de l conocimiento de G euli ncx y la de Burthogge se
objetos existentes fuera d e nosotros son las verdaderas causas y comp lementan y se esclarecen m utu amente. La coincidencia que
Jos fundam entos qu e prov ocan en nosotros determ inados conc eptos se adv ierte en cuant o a la conce pción fundame ntal de ambos pen-
e imágenes. SOldares, que en conjunto no ha cen más qu e recoger y desarrollar
A quí, al llegar a este punto cri tico decisivo, se hace valer la las sugestiones con que se encuent ran, así como la meta común
influencia de la teoría d el conocimiento de Locke.w Con lo cual a que un o y otro llegan cada uno por su cuent a, d emuestra n hasta
pierde toda su fuerza y se viene a tierr a todo el resultad o de la qué grad o de clarida d y de niti dez había ido desarrollándose, des,
investigación me todológica anterio r. Despu és d e abierta una bre- de la fundamentación de la filosofía mod ern a el postulado de una
cha en la muralla , el pensam iento pu ede atre verse d e nu evo a crít ica del ent endimiento ind ependiente de la crítica de los senti-
trazar una imagen general de conj unto de la realidad abw lula. dos y paral ela a ella, .
La obra de Burthogge, considerada como un todo, presenta, Quien considere que la fisonomía propia y peculiar de la teona
pue s, u na rara form a h íbrida: enla za a la teoría del conocimiento kantiana reside en el pri ncipio de que sólo pode mos conocer las
un a filosofía di nám ica de la naturaleza que red uce todo el acae- cosas, no en sí, sino en las formas y bajo el ro pa je de nuestro pen-
cer, en última insta ncia, a la acción de ciertas causas "espiritua- samiento, necesariamente tendr á qu e verse inducido a error, en
les". En este respecto, se m ueve t odavía de ntro d e los mar cos y este punto, en cua nto a la originalidad de la crítica d e la ra.zón.
el orden jerárqu ico de la teoría d e las categorías, al presentar el No falta n, en efecto, quienes presenten a Bu nhogze y a G eulincx
conc ep to de la sustancia como sustitu ido y desplazado por el de como precursores directos, más aún, como coí undador es de la fi~
la fuC11;a, al reducir tod o el acaecer físico, en úl timo resultado, lcsofla crítka. 4 1 y , sin embargo, la cOfUra posicion con respecto a
a un princip io "energético" único.
.¡t Sobre Ge ulincx , cfr. E. G rim m. A rn. G .." lincx' f rk" ntltn i, rh,,01'''' ,,,,J
Pero el modo como se concibe la acción d e este principio se
O ccasionati, mu s, tesis docto ral, je na, 1B75. N uestra exposición en el rexro parle
Intentional thíngs, rhin gs, rhar, as such hav e onlv an Esse objectivum , en Esse del supuesto de '-1 \1 e Burrbogge cons truy e su teoría sin de jarse guiar 'por Ge u-
ccgnitum, as the Schoolmen phrase ir." (C ap. IV, secc, 1, p. 79.) lincx, ya que el no mbre de éste no apar ece citado ni uu a sola ,'e: e n sus obras.
40 Lvon, l. c., pp, SS , . ; Sin e m b ar~o. de.,pués de escrito 10 q ue an tece de, alguien me advier te q ue es
558 LOS FUNDAMENTOS DEL IDEAlISMO DESARROLLO DE LA FllOsoFIA CARTESIANA 559

ésta se acu sa en ellos casi con may or relieve tod avía qu e los rasgos En Burthogge, sobre tod o, hem os visto cómo el entendimiento
comunes y med ia una gran di ferencia entre la afirmació n pura- va alejándose tanto más claramente del verd ad ero ser de las cosas
me nte negativa de la in cognoscibilidad de 10 absoluto y la concien- cuanto más elabora y "su blima" la materia dir ecta de la experien-
cia positiva de qu e el entendimiento es el " creado r de la natura- cia. D el mismo modo qu e no podemos at ribuir una realidad csen-
leza", por ser el cread or de las leyes qu e fund amentan y gobiern an cial a la imagen proyectada en el espejo, aunque la contem plemos
la ex periencia . ante nosotros de u n modo e vid ente e inequívoc o, no podemos ram-
Esta relación de todos los conceptos al su premo prin cipio de poco, por la misma razón, toma r el fenómelUJ y sus ca racterísticas
la " posibilidad de la exper iencia" y su limitación al orden y a la individuales como pauta de la verdcd."
int erpretación empíricos de los fenó me nos es lo ún ico que nos Para dejar expedito el camino a un nu evo planteamiento del
brinda el eslabó n y el punto de apoyo fijo para el a n álisis de las problema, habrí a que empezar por superar esta anriresis ent re el
funciones del entendimien to, fenómeno y la v erdad, por adqu irir la conciencia clara de que es
Pod emos observa r históricamente cómo esta conciencia ha te. el conjunto d e los fenó me nos el que nos revela a la "naturaleza
nido qu e irse conquistand o y afian zando pa ra cad a categoría por por dentro". Ya D escar tes ap untaba haci a este res ult ado: en las
separado y, de un modo especial, en lo que se refiere a las de la Reglas, se ve obligado a declarar constantemente, para justificar
sustan cia y la cau salidad, tra yectori a ésta qu e han venid o a faci- cada uno de los pasos de su teorí a d el conocimient o, que los pos-
litar y a enca uzar las investigac iones matemá ticas y las de la cien- tulados conceptuales por él establecidos no se proponen designar
cia de la nat uraleza. Sin embargo, aquí, ante pensadores que se ni conceptuar nuevas entidad es, sino qu e son simplemente otr os
mantienen en su conjunto al margen de esta tray ecto ria, no pod e- t antos medios discursivos para llegar a domin ar los fenómenos (v.
mas ha cer otra cosa que tr azar u n bosq uejo general, en el qu e no supra , pp, 461 y 465 ss.}.
es posible que se destaquen ni la fuerza ni la aplicación y el de s- Sin embargo, su filosofía no logra, en su conjunto, at enerse a
a rrollo concr etos del crite rio señ alado. este límite por él señalado , sino que se ve obligada, a la postr e, a
Tanto Geulincx como Bur thogge siguen el camino car tesiano, atribuir a cier tos conceptos com un es y a ciert as premisas de la
pero am bos se convierten, precisamente por seguirlo, en críticos escolástica el rango y la intangi bilidad de axiomas. Ahora bien,
de la "percepción clara y dis tinta ". C onoce n y miden la distancia al admitir la posibil idad de aplicar me tafísicamente los conceptos
que media en tre las leyes del entendimiento y la realidad absolu ta; fundam entales, abre tam bién las puertas al problema de su origen
pero sólo aciertan a expr esar est e conocimient o me noscabando y metafísico, y ya hemos visto cómo el sim ple enunciado de este
degrada nd o el valor d e los mismos conceptos fundamentales. problem a equivale a que el conocim iento "claro y distinto" que
Des carres pro pugna se destruya a sí mismo.
muy probable la ex ist~n cia de una inf luenci a dir ect a de G eu1incx sc,h re Bur-
thogge, ya qu e el segund o asistió en los a ños de 1658 a 1662 a la universidad
de Levden, en cuyas au las enseñó como d ocen te privado Deulincx desde el C) LA TEORíA DE LAS lDEAS. -M ALEBRANCHE
16 de mar", de 1659. (C fr., acerca de esto, ]. N. P. Lan d, Arn old O ClIl incx
IInd ,l c'in c Philosophi<:-, La Hay a, 1895.) N ad a ten d ría, en efecto, de par rícu- 1
la r, que el concep to espirituclisra de fue rza man tenido por Burthogge estuviese
in fluido por las ideas de Ge ulincx : una de las tesis fU nd am e ~ ' .les de la meta- La crític a y el desarr ollo inmanentes de la doctrina car tesiana
fiskn gnd incx iana consiste, efectivame nte, en af irma r q ue el conc epto de la se hall an, por debajo de tod a la disparidad de corrient es e intere-
"cn usa mecán ica" es cont radicto rio consi go mi5mo y qu e sólo a [as pote ncia s
espíriru <ll ~." se les pue de at ribu ir verd ad era eficacia. Si esta relación h istórica
ses, orientados hac ia una meta fund amental com ún , Los pens a...
se con firma :;e, tendríarn os en ella un a n ueva pr ueba de la influencia int ensiva dor es más profundos de esta escuela destaca n consta ntemente y
<..¡lle el cnrtesia ni, mo lIeKó a ejercer también en Inglat erra. 12 Burthogge, Or .'(<Inutll W! IIS ~¡ tl O' 1Im , § 69 (cit. por Lyon, 1. c., p. 79) .
560 LOS FUNDAMENTOS DEL IDEALISMO DESARROLLO DE LA ALOSOf1A CARTESIANA 56'
sacan a lu z el motivo idealisM del sistema . T al es el cami no que sin intervenir creadoramente y por propia cuenta en su descubri--
sigue Geulincx cuando, desafiando todos los obstáculos de su me... miento. Es característico, no obstante, el que los mismos proble-
tafísica, inicia su teoría del cono cimient o con una crítica de los mas que Descartes pone a la cabeza de toda la filosofía. figuren y
con ceptos del entendi miento, y est e camino es el qu e siguen, in... sean discutidos solamente al final de la obra fundamental de Me-
cluso, los primeros fundadores del ocasionalismo cuando, haciendo lebranche, mientras que toda la primera parte de la obra se dedica
caso omiso de la causalid ad direct a entre las sustancias absolutas. a resumir y analizar las ilusiones de los sentidos y las fantasma..
tratan de fun dar los "nexos" en tre el alma y el cuerp o única y ex... gorlas de la imaginación. Para poder comprender lo que es el sa-
clusivame nre en la ade cuación de ros "fenómenos" a su legalidad. ber, en cuanto a su contenido y a sus condiciones previas objetivas,
Sin embargo, en todos ell os ha adquirido ya el idealis mo un hay que descubrir y eliminar las ca usas psicológicas del error.
nu evo sent ido y una nueva orien tación. Sus relaciones con la ma.- Malebranche se apropia, en este sentido, la frase de Charron : de
temática y la física no son tan estrechas; ahora, ocupan el lugar todas las ciencias que existen, la más digna del hombre es la
central y los problemas de la psicol ogía. El desarr ollo de la lógica ciencia del hombre."
nos ha mostrado ya esta linea in terna de transformación, que hace Abara bien, si todo el contenido d el saber se halla, según esto,
que el in terés se de splace de los pr inci pios gener al es de la ciencia dirigido y referido al conocimiento del 'JO, esta función última de
a las con diciones ind ividuales del proceso del pensam iento. toda investigación debe determ inarse de un modo más exacto, para
T ambién la filosofía de Mnlebranche se ve, desde el primer que pu eda ser acertadamente interpretada. No se trata, ni puede
momento, ca utivada por este planteamiento del problem a. Es bien tratarse en rigor, de escrutar y d e comp rende r como algo separado
característico, en este sentid o, el conocido relaro en que se nos la esencia int erior del alma. Los cartesianos, por haber entendido
cuenta que fu é la lectura d el Traité de l'homm e de D escartes la en este sentido el principio y el punto d e partida de la conciencia
que descubr ió en él su vocación filosófica, imp rimiendo a sus de sí mismo, por haber creído que se les abría, con ella, la pers--
investigacione s la orie nt ación defin itiva. pectiva de un ser sustantivo, in condicional e independiente del
Mal ebranche parte, sobre todo, de la ciencia d escripti~u de conocimiento d e todos los demás objetos, cayeron en una ilusión
la ttatUluleza, principal men te de la fisiología y, como rama de la que invierte el verdadero orden de rango y la verdadera diferen-
ciencia indi solu blemente unida a ell a, de la psicología fisiológica. ciación d e los valores, en el campo del conocer.
Es aquí donde radican la significación y la verdadera originalidad El testimonio interior de la "conciencia" no puede erigirse
histórica d e este pensador. en pauta y garantía del saber. Lo único que nos asegura del ser
Mal ebranche redescubre diversas partes de la fisiología, sobre d e nuestra alma es un a primera sensación vaga y confusa, que se
tod o la óptica fisiológica, desarrollá ndolas hasta convertirlas en resiste a ser expr esada en el lenguaje claro de la ciencia, a encua-
un sistema consecuente a base d e los conatos y los eleme nto s suel- drarse en las relaciones y en las leyes puras del pensamiento.
tos con que se encuentra en Descar tes y en Hobb es. El cono cimiento auténtico se da solame nte allí donde todo el
El aná lisis del problema ele la lJcrcepción conduce ya, en M a- contenido derivado se extrae deductivamente de determinadas
lebranch e, a resulta dos que se anticip an en ciertos puntos dccí- definiciones por medio de un pensamiento rigurosamente deduc-
sivos y fu ndame ntales a la doctrin a de Berkeley y la h acen posible. tivo. Pu es bien, este camino nos está vedado en el campo de los
El primer verd adero psicólogo en la hi storia de la filosofía moderna fenómenos psíquicos, ya que no poseemos de nuestro propio "yo"
no es ninguno de los ingleses, sino Ma lcbra nch e. Cie rto es que su ninguna "idea" general qu e podamos tomar como base y de la
mi rada se orienta ta mbién consta ntemente ha cia los problemas de que podamos deducir las características propias y especiales de
la ma te mática y la física mod ernas, habiendo sido uno de los pri- f3 Malebr anche, De la recherche de la V érité {septieme edítion, revue et
meros que puso a contribución el nuevo anális is del infini to, aun corrig ée, 2 vols., París, 1721). Prefaci o.
562 LOS FUNDAMENTOS DEL IDEAUSMO DESARROLLO DE LA AtOSOFtA CARTESIANA 563

aquél." lo único que aquí encontramos son una serie de estados terminología mod erna, podemos llama r el probl ema d e la psico-
y d eterminaciones particulares, que la conciencia resume en la física. Es un error creer que las sensaciones, conside radas como
unidad del "yo", pero que nosotros con ocemos simplemente como procesos su bjet ivos, puedan medirse directa mente las unas por las
esta cohesión misma, y no como u n contenido propio y d elimitado. otras de ningún modo. T od a com pa ración entre ellas presupone
Así, pu es, aunque posea mos la cert eza de la existencia del alma más bien una previa reducción discurs iva de los contenidos com-
antes y de un modo más inmediato que en lo tocante a la del parados, presupone su reducción a las ca usas y los estímulos oo·
cue rpo, con el conocim iento d e su l'Wu role ~ ocur re caba lme nte 10 jen oos, sujetos a la experienc ia en el espacio y en el tiempo y
con trario . Los cuerpos 10 5 compre ndemos en cua nto a su estruc- susceptible, por tanto, d e ser fijados rnarernáticarnentc. !"
rura emp írica, por cuanto que los reducimos a relaciones marem á- Pa ra est ablecer enrre los nexos psicológicos ciert os nexos su¡e-
ricas y a propo rciones n uméricas. T odas las peculiaridades del tos a leyes, no Se dispone, por consiguiente, de otro medio que el
mu nd o de los cuerpos a parece n perfectamente claras y tran slú cidas de buscar en la realidad física un tér mino cO'rT'elat itlo al que po-
an te nosotros t an pronto como n os cercioramos de sus leyes fu n-- da mos referirlos. V emos, así, cómo debe postularse la más estricta
da me nta les cuanti tativas, tan pro nto como logramos expresa r y re- y completa adec uación ent re ambas series de fenó menos: e n cuan-
tener las múltiples dererrmnabilidades de las sensaciones en pu ras to un con tenido cualq uiera de conciencia se sal ga de este marco
difeTencias de magnitud. Pero esta posibilidad de obietiw.ción se consrant e d e ordenac ión, caed. con ell o fuera de la cognoscibilidad
refiere solamente al coruenido de la conciencia, y no al mod o ni al objetiva y d e la " na turaleza" objetiva.
proceso por medio del cual lo pensamos. En este postulado reside el rasgo verdaderamente original y pe.
"C uando comprende que 2 X 2 = 4, capto esta verdad con culiar d el "ocasionalismo" de Mal ebranche. La teo ría d e las " cau-
una clar idad plena, pero no por ello conozco clara ment e en mí sas ocasiona les", desde el punto de vista metafísico, habla sido
aq uel algo qu e comp rendo." ya totalmente de sarrollada a ntes de él. Sin emba rgo, esta teoría
Por m ucho qu e separemos y d eslind em os un os de otros los d is- concib e siempre el cuerpo y el alma como ent id ad es susta ntivas e
t intos actos de la conciencia, por much o que, en este sentido, los independientes, que se entrelazan y confunden entre sí solament e
comparem os y los redu zcamos a números, siem pre aplicaremos, en por los d esignios fortuitos de la provid encia divina. .
estas operaciones, u n conce pto vago e ind etermina do, el de la Cleuber g un o de los primeros fundadores de esta teoría, d e-
pl ural idad, y no el concepto exacto d e la cmnded. No d ispone- cla ra expresamente que, en este punto, es legítimo, d esde el punto
IDOS aquí de est a un idad fu nda mental cuya repetición puede h acer de vista lógico, y const ituye la ún ica solución posible. el remitirse
su rgir de s í las d iferentes formas. d irec ta mente a la omnipotencia de D ios, lo que en cualquier otro
T od as las "i dea s cla ras" -es éste un pensam iento Iu ndamen- caso sería absurdo.t" T am poco Malebra nche rehuye, en modo
t al d e la metodología cartes iana al que se atiene firmemente Male- algun o, la inv ocación d e los d esignios divinos; sin embargo, el pro-
bran che- versan sim plemente sobre relaciones y se reducen a blerna apar ece e n él, desde el primer momento, planteado en un
ellas. Pero en el campo d e lo psíq uico, por m uy vivo que apa rezca terreno completa mente distint o. Para él, el " paralelismo" entre
a nte nosot ros el cont enido d iferenciado y concreto, por mucho que ~ :'> V. R<'Ch!.'rcht', ~I ::a irci~ m~ m XI; t. 11, pp, 176 s~ y Rt r-u t il d e Imues
llene nu estra conciencia , nu nca pod remos establece r un a relaci ón les réponles ,1.. r. Mald>ranch<: a M•. A'lUlldJ. París, 1709, vol. IV, pp. 34s.
nu mérica mente determ inada entre este y ot ro contenido, red ucl én- 46 "Quamvis au tem in elñs q u a ~ s ri"n ibu s absu rd um m erite ccnsca lUr, sta-
do los ambos a un a medida com ún. t im ad volcneae m D~i 8e conferre. ne c aliarn responsione rn dHe, qu am qu ou
Deo sic placuerir, túmen in hac de qua nllitur qua esti one non al iam put o
Malebran che rechaza desde el primer mome nto, ateniénd ose
responslonem esse q uac rend nm OU t posse Inve niri." (Claub erg, Excr cuanc nes
a ciertas conside raciones lógicas gen erales lo q ue, empleando la ce n t urn ol e cogn il jo>!!.' Dei cr n O~ f1 i, Exeec. XC!, Opera, Il, p. 753.) Clauber g,
4<1 Rech I.'Tche de la Virir". libro I1I, pa rte 1, Cli p. YH, r. I, p p, 223 u , Corporis el ¡mima... CQrlj" nc tio, ca p, X IY.
,.. LOS FUNDAMENTOS DEL IDEAliSMO DESARROUO DE LA FILOSOFtA CARTESIANA 5<,

los fenómen..., ~ del alma y los d el cuerpo no constit uyen precise- y rodos los campos del saber. También la física, para pod er con-
mente un hech o ma terial, exte rno, sino que se convierte en un vertirse en ciencia, tiene qu e apre nde r, an te todo, a pr escindi r de
postulado d iscursivo y en un princip~ necesario del cenocimienro. las ca usas desconocidas de los procesos operados en el mu ndo
El antagonismo entre ambas sustancias es superado mediante la d e los cuerpos. La física empieza d etenninando la ma ter ia por
fórmula conciliator ia d e qu e sólo existe una clase de "experiencia" , medio de la única ca rac terística cla ra y nirida que en ella pode-
una clase d e conocim iento científico plenamente válido. Es la mas capta r, por med io d e! concepto de la extensión. Pero rech aza
rela ción de los procesos espir itua les con la 'TnauYia la que los desde el primer momento e! problema d el "sujeto" de esta exten-
con vierte en objeto d e la ~ia exac ta. Sólo al encuad rarlos en sión , el problema d e un " algo" que se representa en ella y q ue de--
un d eterminado proceso fisiológico los enma rcamos dentro de la trás de ella se esconde. El "ser " de la materia coin cide, para ella,
imagen del ser, cuyos rasgos fundamentales aparecen delineados con aquella cualidad fundamental de la que pueden d erivarse to-
de antemano media nte las ideas claras y distintas de la rnare- d as sus posibles d iferencias y caracte rísticas. T000 crite rio que
rná tica. trasciend e po r encima de esto es, por lo menos, perfectamen te
La mtka de l concepeo de sustancia, de la que ha brotad o la estéril y no puede significar otr a cosa qu e un ju ego vacuo de la
filosofía cart esiana, da con esto un importa nte paso de avance. ímaginacíón."
Hemos visto cómo el concepto d e la " forma susta ncial" fu é a re- El prop io Desca rtes se había debatido toda vía consta ntemente
fugiarse a la psi cología despu és de haber sido expu lsado de la con la pretensión de asegurar al cuerpo físico una especie d e ser
física y cómo buscó all í un nu evo pun to d e apoyo en el concepto y de fxisteneia ind ependie nte, que de bía d istinguirlo de las for-
de la conciencia de .sí m i.smo (supra, pp- 5 10s.) . Pues bien, aho ra ma s del pensamiento matemático. Malebrnnche, por su parte,
se le ret ira también este últi mo asider o. Malebranch e se sitúa con proclama aho ra con toda energía y toda precisión que semeja nte
t~da cl ar~dad y decisión en el punto de vista de los fenómenos y planteamie nto d el problema no pod ría afecta r, en todo caso, a la
cl r~u n.scnbe a ellos la misión de la ciencia. Es cier to que puede seguri dad del conocimiento . La coincidencia que el físico tiene
atri buirse a nu est ra alma, en sí, u n ser absoluto, q ue puede desee- que buscar es la coincidencia entre sus corcepox, de una parte,
bri rse en la inte ligencia d ivina u na regla y un a rqu eti po con a rre- y de ot ra la experiencia y el conjunto d e las percepciones. En cam-
glo a los cuales se esboza y modela el alma, pero nu estra invesri- bio, las "cosas" qu e puedan con jeturarse "d etr ás" d e las percep-
gaci ón nada tiene qu e ver con es te protot ipo ideal, sino solamente cion es escap an a su hori zon te visual y a sus ju icios; pue den des-
con los fenómenos em píricos, con su sucesión y enrrelazarnienro.tt aparecer por enter o sin qu e por ello d isminuya en lo más mínimo
Este conocimiento viene a afianzar el monimw del método y el valor de su ciencia.
a asegurar la unidad y la tot al coincidencia entre todas las pa rtes "On d ira peu t-étr e qu e Z'enence de la rnatiere n'est point
J'érendue, ma is qu'impo rte l 11 suffit que le mon de que nous con-
n Cfr., por ~j., Malebranche, Réponse 11. Regís (Rec heTche II, 171 $.) Y a
cevrons étre formé d' érend ue, paroisse semblable celu i que no us
passim . Por lo demás, la c ritica feno me n ali ~ta del conc epto de sustancia no vovons, qu oi.qu'il ne soir POint matériel de cett e matiere, qui n 'est
se manifiesta con la m isma clarid ad e n todo s los pasajes, ya que no pocas
vec~s . apa le.::e osc ure.::ida por Ja ad aptació n a la lermino logía imperan te y
a
bonn.e cien, dont on ne connoi t rien., et de laquelle cependant
coh ibida por repal'05 de orde n teolÓgico. Esto últi mo K ve, principalmente, on fait MtU de bruit." 4$
en el hecho d e q ue Malebranche, au nque el pun to de vista por 111 ado ptado le En los razonami entos qu e hem os venido siguiendo hasta ahora
obligue a comba tir la " psico logía racio nal", se a tiene, sin embargo, al postula- h emos visto cómo al punto de vista rigurosa mente fenomenal se
do de una pr ueba racional de la inmOTra.lidad , pru eba ésta qu e, ~i n embargo enfrentaban , sobre todo , la vigencia y la aplicación del concep eo
--cosa tan sign ificativa como par ad ójic a-c-, no puede der iva rse en él de la
idea de l alm a, sino solamenre de la d el c uerpo. ( V. Recherck, libr. 111, par- 4B Recherche, lib. 111, parte 2, cap s. 8 V 9, t. 1, pp. 230 sr., 235 s,
re 2, t ap. 7, t. 1, p. 255, Y RecMeil de lQNleJ U J ripomeJ, ere, t . 1, p p. 271 u .). Ul Rech erch e. lib. V I, parte 11, cap. 6, l. 11, p. 76.
566 LOS FUNDAM ENTOS DEL IDEALISMO DESARROLLO DE LA FlLOSOFfA CARTESIANA 561

de causa, pero ahora tambi én esto se descar ta. Si nos det enemos En esta última conclusión, se limita Malebran che a extrae r la
en la observación d e los cambios emp íricos, no encontraremos en consecuencia de una concepción fundamental int rod ucida y nece-
ellos ni un solo factor q ue d el ate o represente directamente la sariame nte postula da por la mod ern a ciencia matem át ica de la
acción. de un elemento sobre ot ro. El concepto de la (ueyta física na tur aleza. En K épler, sobre todo, hemos pod ido observar cómo
se revela, cuando se lo a naliza a fondo, como un ídolo vacuo de el concepto de fuerza de la filosofía natural y d e la conce pción
nu estra imaginación. sim plista iba esfumá ndose, para dar paso al conce pto mode rno de
" Por m ucho que me esfuerzo por llegar a com prenderlo, no f unc ión, a med ida Que el pensamiento iba penetra ndo más a fond o
descubro en mí ninguna idea que me represente aquello que se en los principios de su propia in vestigación.
lla ma la fuerza o el pod~r d e los seres creados." Esta tra nsformación forma ya la premisa segura d e la que parte
Q uienes creen qu e semejant e idea , ya que no en la experiencia Ga lileo para combatir las formas susta nciales de la filosofía c.."C0-
externa, puede enco nt ra rse, po r 10 menos, en la experiencia "i n- l ásrica. La concepción fund am ental, Que d aba vida y rumbo a su
t erior", se de jan lleva r ta mbién de una ilusión, que se esfuma in- ciencia, cobra ahora la form a más clara: la verdade ra ca usalidad
media ta ment e ante un a nálisis un poco profund o. Entre el acto no reside nu nca en las cosas, sino en las leyes, y encuent ra eñ ellas
de w luntad que en mi percibo y un cambio mater ial del mundo u na gara ntía segura.
exterior no media ninguna conexión necesa ria, n i siquie ra una co- Se ha com parado a Malebra nche con H ume, pero perdiendo
nexión conceptual e intelectiva. Sólo el prejuicio de una consí- de vista la div ergencia esencial en cuanto al resul tado positivo a
dera ción superficial puede inducirnos por enga ño a encontrar un que llegan estos dos pensad ores, para destacar tan sólo los rasgos
nexo lógico en un proceso que no presenta, en rigor, sino una su- negat ivos com unes a amboe." La realidad es que M alebr anch e, y
cesión y yuxtaposición de fenómenos. por ta nto el tan de nostado "racionalismo ", sum inistró a H ume las
Pod emos recorrer y escruta r de arriba abajo todo el ca mpo d e armas par a combatir la conce pción popular de la ca usalidad . Sin
la conciencia. qu e representa pa ra nosotros, necesa riam ente, la em bargo, mientras Que H um e engloba también a la ciencia empírica
única regla del juicio; jamás en cont ra remos en él una ca pacid ad e n el juicio formulado contra el antropomorfismo de la concepción
en la Que se refleje la relación causal, interior, ent re dos miembros simp lista, Malebra nche ma ntiene en pie la rigurosa línea d ivisoria
d el ser . A esta exigencia se sus t raen por igual el intelecto y la y la con traposición entre los dos campos. "C om prendem os" , si no
voluntad, la razón y las represen tac iones de los sentidos. Siemp re la na tu raleza int erior del tr ánsito, por lo men os la regularidad de
Que la experiencia, como ocurre con la colisión de dos cu~pos, las relaciones que medi an entre la causa y el efecto, cua nd o pode-
parece poner directa me nte ante nuestros ojos el trá nsito de una
f ueft(1 de uno a Otro cuerpo, se t rat a solamente, en realidad, d e q ue la v érhable cll U~ de cer eltee Ieu r ooit inco nnué. C'eJf PO"T cd a que rout
tma re/ación consemrc y sujeta a ley ent re d os o va rios procesos le m onde conelu t, q u'une boul e llgirée qu í cn ren conrre Iol ne a loll,e, en la véri-
raMe et la pr incit>a!e cause de I'agiralion qll'cllt! lu¡ com mllniqut! ; " ue la ,'Olon rt
d e movimiento, de una regla po r la que se determin a y traza d e d.. l'am e t!.•r la v¿rira blc e t 1a principale call5t! d ll mouvemmr elu brlU el d'alltTe$
an tem ano la d istribución de las velocidad es ent re d istinta s partes pd ¡..gés semb1able" paree qu'il arrive touiours qu'u ne boule esr agit ée, qua nd
del espacio. Es a las leyes, no a los cuerpos. a las que ha y que elle esr rencon tr ée par une aurre q ui la choque, que nos bras 5001 rem u és
ref erir, en un sent ido a uté ntico , lógico, toda acción: " pa ree que ces presq ue toures les Iois que nous le vc ulons er que nene ne voyons p3S sen-
loix sont et ñcaces, elles agissen r er les corps ne peuvent agir".!" siblernent, qu ell e autr e chose pour roit érre la cause de ces mo uvemente,"
~ I L,;\s t elacion es ent re Male branche y Hu me han sido puestas de maní-
W Rech eTche: De lB méth ode, parle ¡r, cap. J ( t. JI, p. 39) . (C fr. e' pe- fiesto, con todo detalle, pri mer o por Lvon ( 1. c., p. 124) Y luego por Novare
cialmenr e lib. Ul, parte ll, cap. J (r. 1, pp. 208 ss.) , "Maís la cause de lellr (Die Phílosophie de' N . Ma!ebranch c, Berl ín, 1893), aunq ue mnto uno com o
err eur esr, que les homrn es ne ma nquen r jama is de j\l~ cr qu'unc chose est " tro outor hacen caso o m iso de la contraposicIón lógica y m.emf{sica q ue m edia
cause de quelque eft er, qu an d l' un e t l'a urre sonr joints ensemble, su ppos é entre ambos sistemas.
(
/
568 LOS FUNDAMENTOS DEL IDEAUSMO DESARROLLO DE LA FILOSOFIA CARTESIANA 569

mes traducirlas al lengua je de las claras y distintas ideas de la o, por el contrario, se atenúa, necesariamente tendrá que modifi-
magnitud y afianzarlas en ellas. C uand o renunciamos a penetrar carse, con ello, nuestro juicio acerca de todo el acaecer externo y 1
en los nexos metafísicos de la esenc ia de las cosas, no destr uimos, d e la velocidad con que se desarrolla.
sino que, por el contrario, aseguramos la "necesidad " matemática Por donde todas las decisiones de nuestro pensamiento acer ca
de la conexión. de la realidad parecen caer d entro de la órbita de las meras sen,
En este sentido, trabaja constante ment e -el propio Malebran- sadones y someterse a la misma condicionalidad qu e éstas. La
che por descubri r y fijar la ley fund amental unitaria y cuantita- misión asignada a nuestros sentidos es simple men te la de conser-
tiva de la que puedan d erivarse con rigor deductivo todos y cada var la vid a, no la de conocer la verdad: por eso no pu eden reve-
uno d e los fenóm enos especiales d el movimiento. Es, d entro de la larnos nunca el ser independiente y concreto de u na cosa, sino I
escuela cartesiana, el primero que da el paso de las reglas d el que sólo ponen de manifiesto ante nosotros sus reacciones y sus
choque de Descartes al principio leibnizian o de la conservación distinciones con respecto a otras cosas, ya que ambos element os
de la energía viva.62 bastan para gobernar nuestra conducta práctica en relación con la
En general, el relativismo, que constituye el rasgo fundamen.. variedad de los objetos.w
tal d e la teoría ma lebranchiana d el conocimiento, presenta por La relati vidad así concebida aparece, pues, como una caracte-
donde quiera que se le enfoque un doble aspecto, sin convert irse, rlsdca que señala y deslinda el mundo lim itado y acotado de
por ello, en lo que a su verdadera intención se refiere, en algo nuestras sensaciones: busca su derivación y su fundamento en un
vacilante y de doble sent ido. motivo biológico, no en un motivo lógico.
En primer lugar, se apoya en hechos y consideraciones d e tipo Nuestra concepción d el problema y nu estro juicio se ahondan,
psicológico: es la relatividad de las percepciones la que debe Ilu- sin embargo, cuando Malebranche entra a exponer su metodoLogía.
minar y confirmar la vigencia puramente relativa de todos los co- En este punto, revive en él el cont enid o fund ament al de las Re;
nocimientos puros. Este planteamiento del problema explica por glas de Descartes, que este pensador capta y desarrolla con mayor
qué Ma lebranch e se rem ite reiteradamente a Bacon, cuya teoría firmeza y claridad que los de más discípulo s y cont inuadores del
d e los ídolos suministra, en realidad, el esquema fundamental par a fundador del método.
los análisis psicológicos que llenan la pr imera parte de la Recher- También Malebranche parte del postulado d e una ciencia. ge-
che de Ma lebranche (v. supra., p. 537) . Los d atos que nos trans- neral , de la q ue son simplemente aplicaciones concretas todos los
miten los sent idos no nos dan a conocer el ser real de los cuerpos, conocim ientos especiales; también él refiere, especialmente, las
sino solamente las relaciones que guardan ent re si y con nuestro ciencias de la naturaleza que llegan a resu ltados exactos , como la
propio cuerpo. No disponemos d e una pauta absoluta ni en cuanto mecánica y la astronom ía, a la "geom etría univ ersal" como a su
al ser de los cuerpos ni en cuanto a su cambios. El estado de condición suficiente y necesari a. Todas las "verdades especulati-
nuestros órganos y las circunstancias concomitantes externas de or- vas" versan simplemente sobre las retcctones entre las cosas y, en
den psicológico referentes a las percepcione s, nos ind ican qu é rnag- un plano superior, sobre las " relaciones entre las relacione s". De
nitud debemos atribuir a un determinado trayecto en el espacio o aq uí que todo su contenido y su objeto encuentren su expresión
a una duración dada en el tiempo. Si nos imaginamos que de simbólica exacta y su exposición objet iva y exhaustiva en las rela-
pronto la marcha general de nuestras representaciones se acelera ciones entre las linees." (Cf. supra., pp. 463 ss.)
M Cfr. 111s "Loix gén érales de la ccmmunicarion des rncu vem enta" (Rech., ro Recher che, libr. l. cap. 6 (t. I, pp , 23 ss.); cap. 8 (t. I, pp. 35 5.J; cap. 10
t . JI, p. 125), que empiezan parti endo del prin cipio cartesiano , pero Que (1, 50), y cap. 20 (1, 78). Sobre Bacon, v. lib. n, parte n, capa. Z y 8
mas tarde, en posteriores ed iciones de la Reche.-che, sufren numerosas mo- (t. 1, pp, 117 Y 147).
dificaciones. ti4 De la. Mi¡ hode, parte 1, cap. IV, especialmente n ce, 17 ss.
570 LO S FUNDAMENT O S DEL IDEALISMO DESARRO LLO DE LA FILOSOflA CARTES IANA m
Sin e mba rgo, a hor a esta conexión, en la qu e Desea rles cifraba que antes par ecía señalar la d i5taneia qu e necesar ia men te existe
el valor de conocimiento d e su geometría an alítica, no se basa ya entre nu estro saber y su objeto, ahora expresa la fuerza y la pcrfec-
en observaciones aisladas, ni en un análisis psicológico de n uestras ción " inteligible" del saber. V isto así el problema, comprende mos
capacidades y "potencias", sino que se desprend e con una necesi- ahora cuál es el propósito fu ndc-nen ral qu e mueve a Maleb ran che
dad objetiva del concepto mismo de la. t-oeroad. La "verdad " ex. al alejar de la psicología empírica la susta ncia absoluta de l alma
presa pu ra y simplemente la " relación real" existente en tre dos y de la física empírica la materia absoluta . La imagen de la rea-
ideas, la com pan1Ción que nos revela su identidad o su disparidad. lid ad se conform a y se traza , ah ora, con arr eglo al esquema y al
Pa ra los efectos del valor y la vigencia de esta relació n de por si. plano del método. Ningún m uro divisorio sepa ra ya los d iferen tes
es perfectamen te indiferente el q ue los contenidos concre tos entre campos¡ el objeto de la ciencia em pírica est á forma do por un con-
los que -se esta blece la compa ración posea n o no existen cia real: junto de relacione s, cuya pauta y cuyo a rquetipo racional nos lo
en cambi o, no pod rían existir o predica rse ninguna clase de rela- ~. u minist ra la elaboración d e las relaciones ma temáti cas fu nda-
ciones entre las cosas, si no las p recediese la cert eza de nexos pu- mentales.
rament e ideales entre ellas. Estos nexos, y sólo ellos, se hallan Ahora bien, lograd a d e este modo, en lo tocant e a la reali dad
sust raídos al campo de la existcnd a lo mismo qu e a las contingen- em pírica, la reducción post ulada por las condi ciones del conoci-
cias del deve nir; son, por tanto, e ternos e inmutables, razón po r la miento, queda todavía en pie --<amo hemos pod ido ap reciar en
cua l forman [a regla inconmovible de lodos los de más conoc imien- lo que llevamos dicho-e- un campo de problem as al que no lle-
tos. C uanto más nos alejamos de estos primeros conocimientos ga el merodo que hemos venido a plicando con fruto.
genera les para volve rnos hacia l a realidad concreta, menor es la El concepto de fu. er;;;a, principalment e, ha sido desterr ado d e
gara ntía qu e tenemos en cuanto a la certeza de nu est ras ideas. La la conside raci ón de los fenómenos, pa ra reservarlo exclusivame nte
meta última del conocimient o sólo puede alcanzarse, por t anto , a otra esfera del pensam iento , en la q ue pu ede afirm ar su vigencia
e n aq uellas ciencias en las qu e -como ocurre, princi palmente, con única y exclusiva. Como hem os visto, se sustraía toda la acción
el análisis matem ático-e- el objeto se cons truye totalment e sobre las al m undo de las cosas, pa ra desplazarla al m un do d e las leyes.
relaciones pu ras y se redu ce a ell as. Ahora bien, Zde dónde prov iene la acción de éstas? La pregunta
"L es v érirés ne sont que d es rapp oru el la con noissance des su rge inmediata mente, y Malebranche no puede esquivarla. Si no
vérir és la con noíssence des rappcrr s. II y a des ra pporrs ou des descu brimos un punto últi mo y firme al que poda mos anudar la vi·
v éríeés d e rrois sones. n y en a entre les íd ées, entre les cboses cr gencia d e estas leyes, rodo el ser y el acaecer qu edarán de nu evo
leurs id ées, er ent re les ch cses seulemenr•. . De ces trois sorres de a me rced d el azar y la arbitrarieda d.
v érir és celles qu i sont entre les idees sont éternelles er immu ables C ambia, con ello, la dirección d el pensamient o : las reglas d el
et a cause de leur irnmurabilir é elLes sont aussi les regles ee les acaece r son fijas e inconmovibles, porque no son sino d iferen tes
m esures de toutes les cutres: ca r roure regle ou tome mes ure doir exp resiones de 13 w lllnuul divil1iL, de por sí unitari a V constante.
érre invariable. Et c'esr pour cela que I'on ne consider e dans Ca ptamos y comp rendemos aquí directa me nte la " necesaria cone-
l'Arirhm étique. T'Al gebre er la G éomét rie que ces sortes de véntés, xión q ue los ne xos ent re los fenómenos no podían jamas su min is-
pa ree qu e ces sciences générales reglent et renfermenr routes les tramos. Se nos revela, asf un a rel ación propia y peculiar: la
sciences particulicres." r,~ metafísica nos ofrece lo que nos ha negado la cx[X'riencia, así
Como se ve, el principio de l a relativid.a.d de todo nuestro co- 13 interior como la exte rior. Solamente entre la voluntad divina
nocimiento enc ierr a, aqu í, un sen tido totalmente nue vo: mie nt ras y sus obras med ia el "tr án sito' pu ramente intelec tivo necesario
r, ~, Op. cir., cap. 5, r . 24. Cfr. e, r e<," ialmente De 1<, Mhho<lc, parte 11, cnp. 6
para llegar a estab lecer las relaciones causales de la re;lidad .
(JI, 75) . C au sa y efecto no son, vistos así, dos estados separados e in-
S7l LOS FUNDAMENTOS DEL IDEAUSMO DESARROLLO DE LA FILOsoFtA CARTESIANA 573

con exos del ser; la d ecisión y la ejecució n forman, por el contra- presentan una contradicción irreductible con el conc epto moderno
rio, un solo acto ktéruico, que el pensamiento se enc arga lu ego de de natur aleza, vemos que en el siste ma de Malebra.nch e se acusa
desdoblar y analizar en d os momen tos dísdntos." aho ra, de un modo general, una tensión m uy peculiar y una con-
Por dond e, aunque se descarte esa coacción inte rior que, según traposición entr e el con cepto d e Di os y el de naturaleza,.•que a~e~
el modo popular d e ver, ejerce n las cosas un as sobre otras. no se naza con llevarnos de nuevo, bru scamente, a la concepco n medie-
logra, sin embargo, redu cir la rel ación causal a una simple orde- val de l m un do. Para Mal ebranche, el reconocer la acción de causas
nac ión d e conceptos. La uniformidad del acaecer presu pone la naturales aisla das e independient es equiva le a limi tar y a negar
con stancia del poder y d e la vo lun tad de DiOS; las "fuerzas" se el pod er ilimitado de Di os. "
descar tan del movim iento simp lemente para condensarlas en la Lo qu e llamamos la causa eficiente de un Ienó rnenc solo es, en
gran fuerza fundamental de la creación. El constante desplaza- verdad como Mel ebranche nos d ice, el signo y el símbo lo que nos
miento de lu gar de un cuerpo no obed ece a la pe rsiste'nda del permit; recon ocer y predecir la apa rición del fenómen o, pero no
im pu lso or igina rio que este cuerpo ha recibido, sino que se com- la fuerza creado ra Que lo ha ce nacer. De aquí Que no sea ta m~
pre nde y se explica solament e vie ndo en él el resultad o de l acto más que una frase vacua eso d e h ablar de los ~ipios .sustantlvos
perma nente, inint errumpido, de un Creador, JX1r medi o del cual d e las cosas, de positados en ellas desde el comle~o m.lSmo y .~u e
el cuerpo apa rece suc esivamente en d iferentes lugares, como si en , solos hac en posible su existencia y su pe rsrstenc ra. La na-
por SI . . . d con.-
cada uno de ellos fuese recreado de nuevo.s" t uraleza", con cebida en este sentido, corno un pnncrpro e
MI
1.0 cua l equivale, como se ve. a fru str ar met afísicamente la id ea servación, no pasa de ser una quimera. . • ., •
de la evnri nuklad del movimiento: son los sentidos los que nos D etengámonos aqu í un mome nto para examinar la po51C1On ~I.S~
inducen a la ilusión de un proceso consta nte del mismo objeto tOricG peculiar Que ocu pa el concepto de la na turaleza ma nt enido
móvil, cua ndo en realidad se tra ta d el na cimiento d iscret o de una por Malebra ncb e. . ,
serie de sujetos homogéneos en diferentes puntos d el espa cio. El rasgo fundam ental característico d e la rd06Of~a .modern a
La metafísica de Malebranch e - y lo mismo ocu rre, como ve- de la nat uraleza Y el verd adero exponente de su renacI.mlentO ha y
remos, con su teoría del conocimi ento-e no posee nin gún medio que bu scarlo en la idea d e que la na tu ral eza debe explicarse como
que le permit a explicar y compre nder el continuo devenir, el "j uxt a propria principia", es decir, de qu.e nace y se desarrol~a pa r-
t ránsito de un esta do a otro. Pata explicar el nuevo estado, se ve tiend o de dotes propias y originarias, SIO que sobre ella Siga ac-
obligada a recurrir consta ntemente de nuevo al supremo ser. Y ruando ningún mot or e xterno.
es tam bién aquí, en la comunicaci ón y en la transferencia d el mo- Malebranch e se vuelve conscientement e de . ~paldas a esta
vimiento, do nd e ha de buscarse la verd adera causa del com por- íd par a retornar a la concepción anterior: sacri fica la conserve-
tam iento de los cue rpos más allá de la experiencia : es la omnipo- clón a la creación, la inmanencia a la trascendencia. H ay que llegar
tencia di vina la que, al estratificarse y configur arse las masas, d es- a Leibniz pa ra ver cómo -e-por oposición a Malebra nch e- se res-
truy e en unas una determinad a cantidad de movimiento, para ta ura el valor propio y sustantivo de las cosas de la naturaleza,
crearla, en camb io, en otras.
Ahora bien, como los conceptos de creación y destrucción re- MI I!da irc. XV (Rechache 11, pp. 297 y 322); cfr. especialmente ~nlT~ie~S
sur Ic. M¿raph, siqu e, VII, § 13: "je ne ríens ríen de ma natu.re, n en , e a
GIl D.. k1 Méthod.., parle ll, cap. 13 (H. 38 ss.) . C fr. especia lm ent e, lib. 1II, nature Imaginaire des philosophes; lout de Die u er de ses decret.s., D¡.leu, '
par te Il, cap. 3 [h acia el final). 'l ' l ' eux des entlt es wn ej.
!¡,! ensem ble touS seJ ouvra¡:-es, non qu. I a le pro, Ul t en . • .
~1 Eclaircissernea e XV (11, 301). V. especialme nt e los Entretiene su r la n les a subordonné s les uns aux nutr es, sans les rev érir d~ q ualll es,.efflcaces.
Méraphyslque (1687), Entret. VII, § 10 (Oeuvre s de Malebranch e, pu b!. par Va ines peétentions de 1'orgueil humain; productions c hl m~ flques de }lgnorance
Iulee Simon , París, 1846, t. 1, PI'- 156 rs.J. des pni\o sophe s."
DESARROUO DE LA FllOSOf1A CARTESIANA 575
,7< LOS FUNDAMENTOS DEL IDEALISMO

reanudándose con ello el nexo d e conti nuidad con la concepción modo más agudo y más apre miante, en la der ivación d e la teO'lÍa

fu nd amental del Renacimiento ( v, supm, pp, 232 s.) , de !.as ideas,


En estas mu taciones del conce pto de la natltral e~ se reflejan
las vicisitudes y los cambios operad os en el concepec del conocí- 2
miento. La necesid ad histórica de las ideas de Ma lebranche no El idea lismo de Malebran che bajo la. forma y sobre los fu nda,
puede cc ulrá rseoos. no tenia, como hem os visto, m ás rem edio que m entes que generalmente presenta, acusa. también claramente los
desc art a r de la realidad em pírica las sustanc ias y las fuerzas abso- rasgos característicos del interés cientifico predomin a me. En su
Jutas, pa ra. poner aque lla al alcan ce de una concepción cientí fica formación y en su elaboración int erviene una marcada tend encia
aca bada y completa. Pero sólo pod ía dar este paso de svalorizando psicológico.; son h echos y consid eraciones de tipo psicológico los
el concepto mismo de la e nergía, pa ra rebajarlo al plano de u n que Malebra nche invoca princip almente en a poyo de su doc tr ina.
" ídolo", El yo, tan pronto como despierta a la cla ra conc iencia d e si mis--
Es característico que la teoría de fas idew- de Malebranch e, en mo se ve encerrado en el círculo de sus sensaciones y represen-
que se contiene el conjunto de las verdades y las prem isas de la taciones. La realidad se reduce, par a él, a una plur alidad, a un
cie ncia, sólo con ozca, al lado d e los princi pios morales, los prin- com plejo d e " ideas" , que se suceden las u nas a las otras con arre-
cipios de la ma temátic a pura, la figura, el núme ro y el infinito. glo a determinadas leyes de conexión. C ualquiera que sea el con-
Son ajen os a ella, en cambio, todos los pr incipios físicos y di ná- cepto que nos formemos d e la existe ncia real de las cosas fuera
micos, pri ncipalment e los conce ptos de susta ncia y ca usa. de la conciencia, u na cosa es segura, a sa ber: qu e esas cosas no nos
Este rasgo característico se ex plica, evident eme nt e, por la pe' son nunca d ada s, que no pueden ser nunca confirmadas o demos--
c uliaridad de la física car tesian a, en la que la materia se confunde tradas por ningún d ato de nuestra experiencia interior.
con la extensión y el ser d el cue r po con el ser de la geometr ía, Si admitiesemos mentalment e el caso d e que esta realid ad tras-
pe ro revela, al mismo tiem po, la verdadera limitación de qu e ad o- cendente se destruyera sin que se oper ase, sin e mbargo, conju n-
lece la teo ría de los principios d e M alebran cbe. Leibniz supera tam ente con ello, nin gún cambi o en nues tra s repr esen taciones,
est a limitación, al converti r de n uevo el concep to d e fueraa en el nuestra imagen d el un iverso no exp erimentaría la men or alrera-
centro lógico de la. física, au nque ta mbién en él se advierten cla ra- cíón, perm anecería n en vigor tod as nu estras ex p~riencia s d irec.t~s
mente las huellas de la critica malebranchiana de este concepto, y tod as las conclus iones basad as en ellas. La mas leve refle xión
D onde ahora hay que en con trar el funda men to y la justificación psicológica basta para indicarn os que no son los obí.etos ~C1"iales
d el concepto de fuerza es e n la d edu cción y en la explicación de los que forman el conte nido directo de las percepciones, srno que
los feniim eno s mismos con a rreglo a ley, en el proceso del conoci miento se revela an te nosotros un orden
PocIemos ahora enfocar y resu mir, cont emplánd olos des de un in tel igible y una belleza in teligible.I'''
solo punto, la significación y Jos d efectos de la concepci ón d e Ma- " El mu ndo es mi representación" : tal es el tema del que parte
lebranche. Esre de struye 1:1 absol uta entidad de los objetos de la Ma lebra nche y qu e desarrolla a lo largo de una serie de va ne cio-
ex periencia, pero lo ha ce solamente para encadenar con tanta ma-
,~ 9 Cfr. upr...:ial mente En tT~l i ....u , 1, § 5: "L es bUU I¿s qu e n ous voyo~ ne
yor fuerza a su origen met afísico su perior, el conjunto global de la
j,
sc n e potoe des beau tés m ater ietles.. mats de bca u t¿s int ell iglbl~s: . p~~~ e
experiencia y del mundo de los cu er pos. Cuando asume las cosas l'a n éantlsse rnem su ppos é de la ma licre n'emporte poln e avec Ul a nc-ant LS-
en el conocim ien to, no hace más q ue prepara rse para asumirlas en sem ent d e ces bC-RUttl S Que t"' US vcyons en les rega rdam ." "To utC"s c es cou-
el ser d ivino. leurs qui m e réjouis senr par leur varié ré el rRr lene ...ivacilé, t ~\l te~ ces. beau-
Esta doble d irección del pens amiento seña la ya un prob lema t Ü q ui m e cba rmen t, IO f"lUe ie tou rne les veu x sur ce qut m enVITOnn e,
m 'ap P'U1ien ne nt ¡, m" i", e le. (E nl rcl . IV, § 3 y p,u , im ) .
fundamental con el que hemos de e ncontrarnos, plant ead o de un
516 l OS FUNDAMENTOS DEL IDEAUSMO DESARROLLO DE LA FILOSOFIA CARTESIANA m
nes. Este pensador dedica gran espacio y at ribuye un a significa- Malebra nche esta blece, en este punto, una clara y nítida líne a
ción más general a las instancias d el sueño y de las ilusiones de los divisoria ent re su doctrina y el spinotismo, con el q ue la h abían
sent idos, a las que Descartes sólo se refiere de pasada y breve- comparado ya las gentes de la epoca, En la importante e inte re-
mente. 80 Y mientras que Descart es pugnaba por remontarse en sant e corresponde ncia con Mairan, celoso partidari o d e $p inoza
seguida por sobre el campo d e la conciencia inmed iata, Male- que establece por vea primera esta com paración, manteniéndol a en
branche se d a por satisfecho y se siente a gusto en él. Consid era pie a pesar d e todas las objeciones. seña la Ma lebran ch e como el
un vano esfuerzo todo in tento de dl'mQl:CTa,. la existen cia de 106 funda men tal defecto de la teoría spincsisra la conf usión de la ide a
cue rpos Y. a pesar de qu e ado pta, en general, una actitud d e res- d e la extensión int eligible con la existencia de una materia fun-
pe to ante el maestro, recha za resuel tament e en este pu nt o toc os damental existent e e infinita. Entre ellas no existe, según Mal e-
y cada uno d e los argumentos cartesianos. branche, ninguna cohesión conceptual, ningún nexo necesario in-
Descartes insistía en que nuestra creencia en la existen cia de terior. Querer d edu cir de la vigencia de la id ea el ser del con tc-
las cosas exteriores es algo inevitable, razón por la cua l el oponer- nido es una vacua ilusión metafísica a la que nos ar rastra el doble
nos a ella equivaldría a negar la evidencia de todos nuestros co- sentido del criterio lógico fundam en tal del cartesianismo,
nocimientos fundamentales. Malebranche, por su parte, ve en esta El prin cipio de que las carac terísticas que cap ta mos "clara y
supuesta nec esidad lógica la obra de h ábitos y preju icios, que un d isrim arnenre" en el concepto de un a cosa pueden ser predicadas
an ál isis un poco profund o nos ayu da a esclarecer y desterr ar. de la cosa misma, sólo tiene razón d e ser cuando, a base de otros
El mismo funda mental impulso q ue nos em puja de las "ide as" signos, estamos ya ciertos d e que existe el "sujeto" d e nuestro
a los objetos o a los objetos situ ados más allá de ella s, nos ind uce juicio, pero no puede emplearse para S¡¡,planear y fund amentar de
tam bién a dotar a las cosas mismas de las cualidades que pertene- por sí esta existe ncia. N uestros conocimientos fun damentales no
cen solamente a nuestros sentidos y a nu estr a imaginación; pero la nos aseguran nunca d irectamente de las rosas, sino solamente
misma crítica que nos revela la subjetividad de los colores y los de una determ inada cohesión de condidones. Ci erto es qu e, al
sonidos basta, cua ndo se la afronta y desarrolla con 1<:1 fuerza ne- postular el concepto de la materia, debemos predicar también sus
cesaria, para reducir a la nada cu alqui er conclusión con respecto cualidades y características, tales como, por ejemplo, s u extensión
a un ser mat erial ind epen dien re.w y divisibilidad; pero la existencia actual d e la mat eria misma no es
Nos encontramos pues, aqu í, con una instru ctiva y al ecciona- una cualid ad ni un a característica lógica, y jam ás podremos llegar
dora sucesión histórica, Se deja a un lad o la misión que habla a ella part iendo de su "idea". Por mucho que nos esforcemos en
llevado a Descartes a avanzar h asta la meM/i.sioa: el primer paso determinarla y aclar arl a, au nqu e la tomemos como punto de par-
en el desarrollo d e esta misma metafísica nos lleva, cabalmente, a tid a de la física y como fuente de nuevos y nu evos conocimientos,
la conclusión d e que su comien zo es superfluo y debe, por ta nto jamás descubriremos en ella la referencia necesaria a un objeto
d isolverse en sí mismo. ' independient e y sust ant ivo que corresponda a tal idea." C ua ndo
La posición especial que Malebranch e ocupa aquí, dentro de 82 " L'ia;.. d e l'é ten due <"SI inf in ie, ma i, 50n iaearlOm ne I'ese pe ur-étre paso
la tr ayectoria de las ideas cartesianas fundamentales, se acusa de Pe ut-é rre n 'y a. r· il ac tu elleme n r auc u m i¿ ..etum, le (le vois imm¿diaremellt q ue
un mod o espec ialmente claro en la libert ad que este pensador r id ée e 1 non l'ideat u mr e l je su is pers uade q ue I'id ée a éré u ne éternité sans
ad opta ante lo que constituye la piedra angular y el fundamento iJ ealu m. . . je ne vera poin t imm édiarem ene J'id eatu m ; k ne ,ai, qu e fJ'lr ,m e
$pece de rév¿lari on ,'il y en a. . . Si l'aur eur éro tr prése n t, il me di to it appa .
de la filosofía d e su tiempo: ante el argumento on tológico.
remment : 11 fau e a ffirme r d 'un e ehose ce que I'on concoíe e rre renfe rrn é daIl8
'80 V., por ej., EntTetinu, r. § 7 y pa,ui m . son id ée. Or l'Id ée de l'étendue esr in fin ie, don e au ssi son id entum. je lu¡ ré-
61 t::c1 aircisse me nr VI (Recherche Il, 206 $J.) ; Entret ien VI, § i ( Simon , pondro is: le p rinci pe est vea;; rnais c'esr su ppo sé qu e l'id entu m existe el il
t. 1, p. 135) y p4s$im. n'e n pr ou ve poin r l'existen ce. 11 e$! l 'l'a¡ par raJ' port au x 1'w priérh '¡'é!t<,;
578 LOS FUNDAMENTOS DEL IDEAUSMO DESARROLLO DE LA FfLOSOFIA CARTESIANA 519

creamos en la existencia de sem ejante objeto, cuando encuadremos esta respuest a, que no puede ser más breve y escue ta: "Se esíu-
d en tro de la id ea un algo " ideado", no lo ha rem os nun ca en vir- man. " ("They vani sh". )
tu d d e las conv icciones lógicas y de las exigencias inma nent es d e T al es, en efecto, la conclusión hacia la que parece emp ujar
nu estr o conocimiento, sino que d aremos un paso qu e sólo puede inconreni blem ente al espíritu el idea lismo psicológico, q ue servía
inspirar }' justificar la revelacíón.w también de punto de pa rt ida a Male branc be. Lo qu e tenemos ante
Este sesgo insospechado del razona miento viene, ciert amente, a nosot ros es el juego abigarrado y cambia nte de nuestras sensacio--
d esvirtu ar el resultado d e su precedente aná lisis, pero el contraste nes y represe ntaciones. ¿Cómo podríamos contener e n ningún
hace, al mismo t iempo, que su concepción fundamenta l cobre a ho- punt o este inca nsable devenir. d esentrañar de él ningu na clase de
ra mayor y más claro rel ieve. No cabe cond enación filosófica más criterios y contenidos unívocos e inmutables? Lo único q ue cono-
rot unda de l concepto d e la "mat eria absoluta" que la que se con. cernes es el proceso mismo, un acoecer d iscu rsivo sin cesar reno-
tiene e n este parad ójico argumento tJt!ológioo. Con ra zón se h a vado; por fuerza tenem os que considera r como una falsa ab.strae~
d icho qu e no e ra tanto la au toridad de la Biblia como la de la dón cualquier intento de disti nguir en él fonnas fijas del pensa -
Iglesia la que, e n este pu nto, ret enía a Male bra nche d e da r el miento y conc eptos fijos.
u' 1nm
. o paso posinvo,
. . 6 t cuan do Ios mot ivos in feriores y objetivos Y, aun 'su poniendo que lográsem os est ablecer esta d istinción,
de su pensam ien to, en lo tocante al problema de la existencia del l quién nos garantiza que los resultad os así obtenidos tienen, o
m un do de los cuerpos, em pujaban con la fuerza de la necesid ad pu eden llegar a adquirir, valor general7 ¿Con qué derecho pod e-
a los cla ros y univocos resultados d e Berkelev. mos atr ibuir un valor uni versal a un conte nid o qu e se nos mani..
Sin e mbargo, eliminadas las coses, y con ell as lo que consti - fiesta , ún ica y exclusivamente, bajo la forma de la conciencia in-
tuy e la base fija y habitual de sustentación y el asilo acostu mbra do dividual y exigir que tod o sujeto pensa nte lo acat e y reconozca?
de la "objet ividad" d el saber, se plantea y tiene necesar iamente Preguntas como éstas empiezan a alzarse aho ra ante el espíritu
que abrir se paso, con fuerza y cla ridad cada vez mayores, otro pro- de Malebranche e imp rimen a su idea lismo una nu eva y decisiva
blcm a. En un diario filosófico de los a ños juve niles se preguntaba orie ntación. Pod emos prescindi r tranquilam ente de las " cosas",
Berkelev: " lQué ocurre con las verd ades eter nas?" Y él mismo da pero no tenemos más remedio que encontra r el funda ment o sobre
qu e descansen la ce rteza y la constancia d e los conocimientos cien-
mail il n 'est fXU ....ai f><lr roppor! a leur ....,¡slence. le pe.." cond u. e qu e 14 tificos y que nos gara ntice la firmeza d e éstos. No exigimos ya un
malill're ese divisible, parce qu e I'iJ ¿e q ue j'en ai me 14 .el"iseruc tclle; ma is
;e ne "u is pa5 C1'5urCf qu 'elle e>risre, qu oiqu e je n e puisse d OU1Cf de I'ex ü rence
ttrq u.ttipo objetivo de nu estra s represen taciones, existente en algún
de wn idie." (Ca ltas de Malebr. neh e a Maíean de 6 de sepliembre y 12 de lu gar del espacio e imitado por nu est ras ideas; pero sí d ebemos
junio de 1714.) V. Victo r Co usin, F.a.¡¡menu de r hilo50phie Ca. thie nne. r~­ exigir la existencia d e una regla perma nente e intangible, a la que
rls, 1845, pp . 343 5. Y J08. podam os referir los fenómenos va riables. La conciencia de nos-
63 "Le s hom mes ont bescin d'u ne autorité qu i leur cpp re n ne les ve rites
otr os mismos no nos ofrece otra cosa que u n consta nte ir y veni r
necessaires, celles qu¡ do ivene les condu ile 11 leur fin; el c'e st rqnv erscr la
Proviuence q ue de reje ter l'a UlMite de !'J'1l1ise. . . O, la foi m 'appre nd que
de nu evas y nu evas percepciones, que emergen sin que nadie las
D ieu n crée le ciel el la tetr e; elle m 'apprcnd que l'J'criture esr un livr e d ivin, llame corno de la nada y que parec en esfumarse de nuevo en ésta .
et ce livre o u son a pparenc e me dtr nett emeor Cf positive rne nr qu'il v a mílle Si qu eremos llegar a com prenderlas y dominarla s, debemos esfor-
et mille créatures. Dollc voila tol.!tes me s npparences chn ngées en rblitt\s. 11 zarnos por ap rehenderlas, no como objetos rígidos, pero sí como
ya des corp s: cela ese d émonrr é en to ut e r;gueur, la foi s upposée " (En.trer. VI, "pensamientos perdurables". Un ser in teligible y sust antivo, in-
§ 8, S imon , t. r, p. 140). C fr. especialmem e l?da irc. VI.
de pendiente del hecho y d el acto de nu estra percepción y que
M V., acerca de esto, Lyon (l, C., p p. 172 s.) y la minuc iosa inv estigación
d e P. Ptllon, "L'évclutio n de !'id':a lisme a u XV II! ' siecle : Malebranche et ses incl uso ha ce posible este hecho, es la premisa prim era y necesaria
critiques" , en L'A nnJII l'hilosophique, IV, 1893. q ue debemos postular para el concepto del conocimiento.
'80 LOS FUNDAMENTOS DEL lDEAU SMO DESARROU.O DE LA FlLOSOflA CARTESIAN A 581

Antes de entra r a exami nar las consecue ncias metafísicas qu e El cont raste se acusa tod avía más claro si tenem os en cuenta
para Malebranche se cifran y se encier ran d irectame nt e en este que el con ten ido d e los conceptos matemá ticos es siempre algo
pun to de partida, d ebemos escla recer una vez más la necesid ad y g~, que no se reduce a un número limitado de ejem plos, sino
la razón de ser de este plan teamiento del problema. Se bifurcan que engloba un a variedad sencillamente infinita de casos, mientras
ah ora cla ramente los caminos de la psicología y d e la lógica, la que nu estra percepción sólo nos revela, en cada caso, un esta do
teor ía d el proceso subjetivo del pensamiento y de sus leyes causa- momentáneo y aislado de la conci encia y sólo nos responde de
les, y el estudi o de los nexos fundam entales que med ian entr e los él.66 Si tuviésemos que atene rnos exclusivame nte al material que
contenidos del pensamiento, nos brind an los diferen tes estad os de nuestra conciencia, todo con-
Es. una vez más, la matemática la que viene a señalar, en este tenido conceptual, tod o pensa miento que pudiéramos ca ptar no
punto, el nuevo d errotero y a fortalecer la distinc ión filosófica pasaría de ser una acumula ción de representaciones concretas.
fundamental. C uando conci bo la idea de un cuadrado y ded uzco La idea del circulo no significaría, para nosot ros, sino esa ima--
de ella, en necesaria continuida d exenta de toda laguna, todas gen total borrosa y confu sa que se forma en nuestro espíritu como
y cada una de las cua lidades d e semejan te figura, el objeto h acia resultado de las reit eradas percepciones de circulos reales. Con lo
el que miro mentalmente y que guía tod os y cada uno de mis cual quedaría d espojad a de su verdadero meollo y de su contenido
pasos no es, indudablemente, el proceso espirit ual po r med io del científico. Lo que caracteriza a los conceptos matemáticos y les
cual me lo represento. Este proceso, su mod o de producirse y sus confiere su verdadero privilegio es, precisamente, el hecho de qu e
características propias, apa recen ante mi plen amente envueltos en no se form an e int egra n por inducción, sino qu e nos suministran
la sombra, mientras qu e el conce pto mismo se presenta claro y ni- una regla origina ria por medio d e la cual pod emos acotar de ente-
tidamente an te mis ojos, en todas sus part es y not as distinti vas ca- mano la fut ura exp erien cia y la totalidad de los casos posibles.
racterísticas. Los ejemplares concretos qu e vamos recorriendo y examinando nos
"Veo clara men te que, tirand o una línea recta qu e pa rta de un o sirven, simp lemente, d e punto psicológico de apoyo y d e base psi-
de los cuatro ángulos de un cuadrado y divida en dos pa rtes igua- cológica para cerciorarnos de esta tot alidad y generalidad de la
les la diagon al ent re los dos vértices cont rarios , cada uno de los regla; la u nid ad genérica que d eslinda el campo de todos los casos
d os triángul os resulta ntes re presenta la cuarta pa rle de la su per- posibles, no señala la suma , sino qu e es, por el contrario, la premisa
ficie total ; qu e el cu adrado tr azado sobre la diagonal es dob le que de los casos particula res d e que se trata.
la figura originaria, etc., et c. Pe ro la naturaleza de mi espí ritu y En ninguna parte cobra esta relación una expresión tan ilimi-
el modo como existe en mí la idea d el cuadrado son algo tan poco tada y tan imperativa como en la matemá tica mod erna. El princi-
conocido en mi, que no acierto a d escubrir nad a en ellos. T engo, pio fu ndamental de l infiniro es la protesta más clara y más enér-
cier tamente, la conciencia de que soy yo quien ca pta esta idea, pero gica contra la tradicional teorí a psicológica acerc a de la formación
mi experiencia interior no me dice d e qué modo debe ha llarse de- de los conce ptos; nos indica la imposib ilidad interior de llegar al
terminada mi alma par a que en mí se produzca la rep resentación remate qu e esta teoría postula y presupone." Jamás podremos ex-
conceptu al y sensible de lo blanco y pued a yo reconocer y pe rci- 68 "Toutes les mod alitis d'u n éere parric ulier, t~l q u'eet no rre i me , son e
bir con su ayuda u na de terminada figura. Entre nu estra s 'percep- néeessairemene particulieres. Or qu and on pe ll$e a un cercle en gene ral,
cion es' y nu estra s 'ideas' medi a, pu es, la misma diferencia que la l'jd ée 9U l' objet im mw iAr d e ¡'¡me n'es r rien d e parri<:ulie r. Done l' idee du
qu e med ia ent re nosot ros, como sujetos cognosce nrcs, y lo por nos-- cerele e n gén éral n'esr poin1 un e modalit é de l'ém e'," Rep. a M. Regia, núm. 21,
p.174. Cf r. Répon,e au lili'"e de Mr. Arnauld, "D es ......mes et des fauff es ld ées",
otros conocido." 6~
cap . VI, núm. 12 (Recuejl de rea res le, r/pm15e" etc., t. 1, p. 90) .
eT "L'íd ée d e ce ce rcle en gene ral, díree-vcus, n'e sr do ne que 1'Isse mblllge
tI3 Répc nse a M. Regillo nú ms. 12 y 13 (R~cherch e 11, pp. 165 ,f.) . con fus des eeectes, au xquell j'ai pensé. Certa inemenr ce n e consequence ese
DESARROLLO DE LA FlLOSOFlA CARTISIANA 58'
582 LOS FUNDAMENrOS DEL IDEAUSMO

plicar la relación que existe en tr e la h ipérbole y su asíntota exa- ruada en el mas all á la q ue a nosotros se com u nica. rransmitién-
min ando am bas lineas en sus d istintas pa rtes y comparando entr e dones su pr opia certeza y claridad. C uando pienso en las formas
de la geometría, lev arito en mi espíritu un ed ificio construyend o
sí las diferentes "percepciones" obtenidas de este modo: para ello,
necesitam os recurrir a la "idea" d e conjunto, a la fórmula mate- sobr e un terreno q ue no m e pertenece:
m ánca u nitaria de la hipérbole." Y est a ley, en la que se contiene " C ela ne vient poin t d e la mod alité q ui nou s esr propre et
la infinitud de los eleme ntos, p ued e representarse a mi espíritu particuliere, c' esr un éclar d e la subsrance lumine use d e norre
ind ependientemente de toda percepción concre ta antenor.w maitre comrnun." '1l
Lo q ue para esto nos sirve de modelo y de ejemplo pr orotipico, Se ha da rlo, con esto, el últim o y d ecisivo paso ; se h a op erado el
en general, es la relación entre el espacio uno y universal y sus tránsito de D escartes a San A gustí n ( v , su.pra. p p, 515 s.). Pero
di ferentes partes y formaciones. La id ea de la extensión una no es el pe nsamiento fundame ntal au gustin iano cobra aquí al combinarse
el producto y el resultado fina l d e la confluencia d e diferentes y fund irse co n los p rincipios d e la teor ía moderna del cono cirnien-
figuras concretas; es la condición general qu e permite y hace po- too significación y d esarro llo universales, Lo que vale pa ra las
sible la forma ción y d elimitación de lo con creto. verdades ete rnas y necesarias, va le tam bién. d e este mod o. pa ra
Estamos ante u na cu riosa con trad icción : el análisis d el C'OI"lOci-- los conoc im ientos espec iales, q ue tienen en ellas su modelo y su
m ient o y el análi sis d e la conciencia conducen a resul tados dírec- condición . Pero entre el campo d e los co noc imientos y el campo
tamente op uestos. Mientras que los estados d e la concienci a os- tot al de las cosas se han bor rad o todas las difer en cias y han d es-
tentan tod os el signo d e lo restr in gido y lim itado. prop io d e n ues- aparecido las barr eras : el principio metafísico d el sistema se ex-
tr o yo en cuan to ser finito. todo el aná lisis de nuest ros conocí- tie nde ahora, d irectamente, a tod o el saber ob iet iv o en genera l.
mientes fu ndamentales nos retrotrae al momento de la infi nit ud.'!'o Es ahora cu and o comp rendemos el va lor d e la precedente re-
Comp rendemos, ah ora. q ue la fuente d e este co nocimiento no se dlt cciÓ'l't, por med io d e la cual los objetos se con vierten para nos-
halla en nosotros mismos, sino que es una en tidad espiritual si- otros en fen ómenos (v. supra, p. 571) . Si no existen para nosotros
Iau sse ; car I'td ée du cercle en néné ra l represente des cercles infinis et leur m ás objetos qu e los inteligible s y todo 10 inteligible es algo fijo y
ccnvlent 11. rous, ee vous n'ev es pense qu'll un nombre fin¡ de cercles. C'eat permanente qu e no p uede ser cap ta d o ni puede ser crea do por
done plutó t que vous aver rrou vé le s ecret de fc rrn er l'Idé e de cercle en ge- nuestro yo mudable, tenemos que llegar com o n ecesaria conclu-
neral de cinq ou six que vous avez vu s., , Vous avee, pour ainsi dire , forme sión al principio de q ue " intuimos todas las cosas en Dios". En
I'idee de cercle en general en reparldant I'idi e de 111 géner4liti "" les id ées efecto, [qu é es el con tenido rea l de toda percepción objetiva sino
ron/u ~s des cerdes que \/OUs a'llet imtlginls. 'Maia je vous soutiens que vous
ne sauriet Ior mee des id':ea géné rales que parce que vou.s trOUW':l: daru I'idi e de una pa rte d elim itad a y d etet mi nad am ente ronformad a de la ex -
l'in /ini 4 Het de renliri />OUT donner de la gineraliti lJ. vos idi es" (En treriens, JI, ten sión. que, por virt ud de la peculia ridad d e su estruct ura pur a-
§ 9, Simon, t. 1, p. 35) . mente geométri ca y del movim iento d e sus d iversas partes, provoca
ss Repo~ au Livre dea vraiea et dea fl uSSC"S idees, CIP. VIII, núm. 6 en nosotr os de termi nad as sensaci ones subjetivas d e color. du-
(RC'C'VC';[, r. I, p. 101) .
a L c.• n p. XVII, núm. 8 ( Ree., 1, 200 .1.) . Cir., ~p<"cilll meme, Reponse reza, ete.?,!,1
l la je. lerrre de M. Arolu ld (Reooeil. IV. ros.). 11 [nrretiens. V, § 12 (Simon, 1, 124 s.). C fr. espec¡alm~n fe Enn'c¡iens 11,
'!'o "Afin que nous co ncevions un etre fini, il faur néce sroiremeot! retrlln-- § 10: "E nce re un co up, vous ne ~aU ri e~ tirer de voere fc nds cene td ée de
eh", qud que chl>se de cene nDfion. ginbal e de ['irre, laquelle par conséq u énr gené-ralite'. Elle 11 trc p de reali t¿; i! {lIur l/U I: ¡'infin; wus la {eJu rniH<' de ron
doit prééder. Ainsi l'esprit n'apperfl>ir a"""ne chose qwe dans l'id,le qu'¡¡ a abondanee" (1, 67). V., además, Rechcrche, lib. Ill, parte 11, cap. 6 (Recher-
de ¡'infini; et fant s'en Ieut que cet re ídée soit foem ée de l'a seemblage confus de che, 1, 216 .'5.), lib. vt, parte 11, eap. 3 (ll, 39, +2).
toures les idées des etres parrículie rs, ccm rne le pensen t les Phílosc phes, qu'au '!'2 "On voir cu l'on senr rel cor r~, lorsque son idee, c'es! ¡, dire, lorsque
con rraíre re cres ces id éee particulih es ne sont que des participatioos de l'idee telle figure d'erendue Inrellígíble et générale devient sensible er particuliere
g én érale de l'infini." Recherch e, lib. m, parte Ir, cap, 6 (1, 218).
58. LOS FUNDAMENTOS DEL IDEALISM O DESARRO LLO DE LA FILOSOFIA CARTESIANA 585
A hora bien, si la idea de la extensión, como infinito, no brot a con ello se acota y reconoce un campo pro pio de l conocimie nto
de l fond o d e nuestro yo, sino que para convertirse en contenido de inferior, que se enfrent a como algo propio e independ iente al
nu estra con cien cia tiene qu e tra nsferirse a nosotros d esde el ex- rein o de las verd ades eternas y necesarias. La concepción mo--
teno r, ve mos qu e tam poco en el acto emp írico más simp le de la de rna no puede seguir manteniendo en pie esta separación, qu e
percepción pod emos prescind ir de la coope ració n del m undo inte- cont radice a la unid ad de su método. De l mismo modo que , des--
Iigible d e las ideas. La suma de las diferentes s~iones -Male- d e Nic olás de Cosa, no cons idera como algo apa rte las ope racic-
branche toma esta tesis como premisa fund amenta l del análisis nes puras de l pe nsamiento, sino que observa sus efectos hasta en
cartesiano del proceso d e la perce pción-- no
nos sumin istra nunca las mismas im presion es de los sent idos, no ad mite ni reconoce ya
la cert eza de un objeto exterior; son los conceptos y Jos ju icios ninguna di visoria incondicion al entre el m un do inteligible y el
matern áncos los que lo det erminan y red ond ean. m undo de la exp eriencia : según ella, ambos aparecen y se cono-
San A gustín no pod ía med ir t odo el alcance de su propio pen- cen ent relazados y u nidos.
samiento, por que com partía, en 10 tocante a las sensaciones, el Con este pensa miento, señal a el mismo Malebranche el camino
pre juicio h abitual, porque pa ra H, que veía en las cualidades sub- que habrá d e seguir la c1Ítioo histórica y objetiva de su propia te o-
jeti vas cua lidades de las cosas misma s, el objet o concreto de la n a de las ideas. Su filosofía ccosüruve un intento d e con testar
experie ncia es $uminismrdo d irectamente por los sentidos.ts Pero con medi os d iscu rsivos pert enecientes al pasado de la filosofía Do
un problema nuevo, reconocido y desta cado por él con toda niti -
par la co u l~ur. ou P'lr qu ~l qu ~ autre percepri on, 5 ~nsibl~, d onr so n idé e af- d ez. El problema qu e la cautiva y hac ia el que se vu elven, In-
fecte ('am e et q ue ('ame y .ttach e ; ca r ¡'lime r épand p resq ue tou ;o u rs SI
c1uso, tod os sus pensamien tos metafísicos y teológicos, es el de
sen se ríon sur I'id~ qu¡ la frappe vive men t", etc, C fr. la exposic ión ma s prc-
ei5.a d e este pensamtemo, en EcI,irciS5ement X ( Recherc he n, pp. 267 n .) ,
la va!i~ 'J la necesidad de nuesmu tleTdades c~mí¡i.cas ¡urufa..
Riponse il Regis ( Il, l 60 s1.). mental es. La orientación perseverante y excl usiva hacia el interés
13 Cfr. espec ialme nte rre miere Lenre cc nee l', ccu5lltio n de Mr. A rna uld : central del conocrm ientO, lo define como un pensa dor mod erno.
" A pres y a voir re¡¡' rde de p re,. [e m "ppen¡ us qu e (Sr. AUgllSlin) ne parlo it C ree sustrae rse al prejuicio metafísico, a la escolástica, volviéndose
q ue d es , b itb e l des loi x it'>rneUes, d es objeets des sciences, uh que sone de espald as a sus "entidades" y sus potencias, para orien tarse por
t'A richmitiqu e, la G éomi tr ie, la Morale , el q u'il n 'assuroit poinr q ue l'on vir
en Di ~u les choses co rru pt ibles ou .wjenea a u ch.ngerne nt, com me sc n r toa..
doquier a las ideas y las verd ades, como los comie nzos origina-
les objets qtoi nOto l e nvimn nent... Ma is. .• la ratse n , po u r laq uelle il n'a rios de todo. Pero las ideas mism as no son pa ra él funciones y
poínt parlé, cernme f aí fl it et n 'a point essur é q u e l'on vit en Di eu lea objers actividades del espíritu, sino un reino de objetos espirituales si-
sensibles au sens q ue je l'eme nds, c'ese, si je ne me trom pe.. _, qu e de .son tuados en el más allá.
tcrnps O" " ''' ''') it poi" t J écmwNI 'l ile le, qual ici s sen,ibies n'iroie" r point La falla qu e caracte riza su metafísica domina también su teo-
ri pa" d..i , dans le s Clbje n d e flClS re ns. St, A uguslin m 'aya nt d one ou vere h eu-
ría del conocimiento: ésta se cree obligada a atribuir siem pre el
reusemen r I'esp rit sur le scjee qu e j'examinois et ayanr a pp ris d e M. Des-
cart es, q ue la coule u e, la cba leue, la dou leu r, ne sonl que d es modahrés d'á me. . . pro ceso creador , el acto d el conocim ien to a un ser fijo (v. supra,
[e pouvnís assu rer q u'on voyoit, 0 \1 qu 'o n co n noisso il ~ n Di~ u m~m ~ I ~ s oh- pp, 573 s.). La "verdad" no es el punto liminar ideal hacia el
¡eu m at érlel e et co rru ptib les, IlIWmt qu'o n en c" pablO! de les votr e t de les que tie nde la conciencia en nu evos y nu evos postulados, en·sinre-
con ncler e. Ca e e nfin, selo n S to A ugun in, e'es! im m¿d iD t ~ me n t d ans 111 Sa ge"e sts cada vez más com plejas; es un ser rígido e inmóvil que vive,
Eeernelle q u'on voir 1'¿ tenJue , j'e ntends l'érenJu e in tdligible, qu i est I'ab jc t
como algo definitivo y acuñad o, en el pensami ento d ivino y qu e
de 14 scrcn ce des Géomhr"" . . . Ains¡ j ~ puís d ire qu e j ~ vois en D íeu I ~ "
corp.~ : ear bien <11I 'ils $Oien t en ellx.mime.! , ,,¡el.! a.. c/lllnge me nt , je les vais desde él se derrama sobre nosotros.
ou eo n no is dan r ¡'ir.cn J lle in rel!igibl e, <¡uoiq u' im mllllble et érernelle: je les va is, El espíritu se ve, así, condenado a una plena pasividad: su co-
a
dis ·je, co mrn e Pll'Sentll actu cllcrne n t, ca use de la couie ur ~ t d es eu rres sen ti. men te Répmu e a Mr. A rMuld, c ap, VII; Recuei!, 1, 93 H ., Y eap IX, Rec., 1,
menta q u i s' excirc nt e n m oi io. 1em p resence" ( Reeuei!, 1, 334 ss.; cfr. e"p~cia l. 121).
586 LO S FUNDAMENTOS DEL IDEALISMO DESARROLLO DE LA F1LO SOFIA CARTE SIANA 587

nacimient o no pasa de ser un simple "apercibirse" de las relaciones cia de valor qu e debe admitirse entr e los contenidos d e n uestra
qu e de por sí med ian entre las ideas, consideradas como objetos conciencia, entre nu estr as " representacIOnes
. " . A b nase
' aquíLaa nte
int eligibles existe ntes. N uestros juicios, lo mismo qu e nu estr as él, e n realidad, el camino que pod ía conducirle por encima de su
con clusiones, desd e la más simp le a la más comp leja, ocu pan de punto psicológico de partida. Era necesar io dem ostra r como con-
este modo el mismo plano qu e las demás percepciones del espi- d ición gene ral a nrerior a tod a " teoría" y anterior también a toda
ritu ; no ron manifesta ciones cre adoras del pensamiento, sino siro. "explicación" psicológica, la significación que corresponde a de-
plemente una copia y un reflejo de las relaciones ideales exis- term inados conocimientos, como los mat emát icos, por enci ma de
te nres.t - cualesq uiera ot ros, la d istinción lógica y la grada ción entre las
y no rep resenta tampoco un argumen to de principio en con- mú lti ples dererminabilidades especiales de l espíritu, Si no admi-
tr a de esta concepci ón el hec ho d e que, para saca r a luz estas rela- timos la exist encia de ninguna clase de relaciones objetivamente
cion es. sea necesario ac ud ir a la atención subjetiva, ya que la válidas entre los contenidos del pensamiento, si no reconocemos
misma decisión de voluntad q ue esto requiere no constit uye ya ninguna ley, ninguna regularid ad en cuanto a los fenómenos de la
ninguna exteriorización de la libre actividad de nosotr os mismos . naturaleza no tendremos tam poco ninguna posibilid ad de hablar
Malebranche, con un giro reclógi cc, describe y define la atención d e un yo empírico permanente, como d el centro fijo y común ha -
como una "plegaria natural" del alma." Ahora bien, la oración cia el qu e converge todo el conocimiento de los objetos.
es --segÚ n la recria agustiniana que el pensador fran cés toma En Malebranche, por el contrari o, el hecho lógico Iund amen-
como base-e, al igual que la fe, un don libre de la gracia dívíne." tal de la diferencia de valor se convierte en una diferencia de set
Su concepro ck la concienc ia no suministra, por t anto, a Ma- y d e orignl. Pod emos observar cómo en él la "idea" asume cada
lebra nch e nin guna clase d e armas contra la crítica de Berkelev, vez más clar amente una vid a independiente, propia y susta ntiva,
q ue am ena za, sin embargo, con reducir a la nada el centro de su como la criat ura se con vierte en el creador. H acia ella revierte
filosofía, su concep to d el conoci miento . ah ora tod a la act ivida d Que Malebranche negara a las cosas y al
El hecho de que pa rte Malebran che es sim plemente la díferen- espíritu del hombre. No son los cuerpos mismos, sino que es la ide a
de la extensión in tel igible la Que, en tod as las percepciones, act úa
7t "La b w lr¿ de recevcrr diff¿ren tes sd ées ee dífféren tes modifical iom
sobre nosot ros y loca y transforma nuestra a1ma." Y es su ongen .
da ns l'espnr eSI e nneremen e paMive ee ne ren fn me au cu n e ecuo n e l j'appe lle
cene faculté o u cene capacile q u 'a I'i me ;, recevoir to utes ces ch oses, ente n-
d ivino lo Que infunde a la idea esta virtud, pues sólo posee ver-
demem•.. Qua nd e n a p perl;oil par ex",mple de u x fo is 2 o u '1 , ce n'est q u 'une dadera ca pacidad creadora lo q ue vive en D i06 y se h alla direc-
sim ple pereep tion. Quand on Iuz e que d eux fo is 2 som '1, ou q ue d eux fo is tam ente entrelazado por la esencia divina."
2 n e sont pes 5. I'e nt end e mem ne fail encor é qu 'a ppereevoir le rappo rt d 'tga-
lité Qui se trouve e n tre de ux fois 2 er '1, ou le rappo re d'inega lirc qu i se rrou ve 71 "Ce q u 'on s pp elle vo ir les cor ps, n 'cst a utr e cb ose qu 'avo ir aC1uclle me m
e n tre deux fois 2 et 5. Ai,ui lo! jU,ll'<"m cnt d e la parr d e !' enrendemenr, n'est pre sen te 11 l'esprit l' id ce de l'éren d ue, qui le rou ch lC ou le modi/ie d e d ivcn ea
q...e la pcrccp rion JI< rClppo-rt qu i se reo uve de ux ou plusíeurs eh~ s. Mais a
cculeurs", R ép on se Regis (JI, 162).
le raisonne ment es e la r ereept ion "luí se' rrcuve, non pas en rre d eux ou plusíers 'f8 "La. m éme ide e pe ur, p ar so n efflcaee, car tmu el! qu¡ est ICn D ie..
eh<Y.<es, car ce seroir u n jllRement, ma ís e' est la perception dI' rapport qui se en e fficaee , pe u t, di s-je, affec ter I'ame de diffé rentes perceprions." C arta a
rronve e ntre d eu>; ou plu sieu rs rapport$ de de ux 0 1' p!..sieu rs cho. es", N C. R e- Mairan, d e 12 de junio 171'1 (Co ustn, Fragmente, pp, 309 J.) . C fr. Entuticn
c herche , lib. 1, ca ps. 1 y 2 (1, p p. 3 J., 1, p. 7). Cfr. especia lme n tc lib. VI. d 'un Philom phe Chrétien a...ec un Philosoph e Chinoi. (ed. Simon, t . 1, p. 572),
p arte 1, ca p. 2 (II, p. '1 ). " C 'C5t d one pa r I'actio n des Id ées sur n c rre esp rit Que nOU8 voyona les obje ts;
7 5 Cfr. Eclaircissem en t, 11 ( R <.'ch ~'Tche, Il, 100) . c'esr a ussi par l'a ct fon d es ídée s qu e no us sen tons norre propre corps," V. , ad e-
76 Las cont radiccion es en q ue incu rre Mal ebranch e siemp re qu e tra ta de m lÍs, R<.' ch erch c, lib. m, parte 11, ca p. 6 : "U esr ce rea¡n que les .i,lées son t
manten er en p ie la lib re au ton om ía de la volu n tad, ha n sido ya señal a das por ICffi ca<:es puis q e'elles ¡l.gissen t daos ¡'esprit et q u'elles ¡'¿d llirlCn t, pule qu'elles
A rna uld, D es vraics et des fa usses id,;",s, ca p. 27. le rende nt h eureu x ou malheur eu x", etc. (R ech erche, 1, 218).
588 LOS FUNDA MENTOS DEL IDEALISMO DESARROLLO DE LA FILOSOFIA CARTESIANA 589

. Se ha querid o comparar el concepto malebranchia no de la ex- Malebranche se ve obligado a ahondar por todas partes en los
tensión inteligible al concepto kantiano de la intu ición pura. Y no motiv os fund amentales en que se inspira y a condensar en una
cabe duda de que existe ent re ambos una sorprendente coinciden- unidad esencial todo s sus pensamientos.
cia , si nos fijamos solame nte en las d etermi na ciones obje tivas No ca be du da de que la objeción que desde el prime r mome n-
acerca de las relaciones ent re el espacio infinito y uno y sus con- to le opo ne A rnauld descubre uno de los puntos vulnera bles del
form aciones y delim itaciones part ículares.w La teoría espiritu alista sistema. Toda Tepresentación -dice Amauld-, au nq ue sea de
del espacio rué, en esta versión como en otras proyecciones histó- por sí un todo unitar io, contiene, sin embargo, una do ble ,.e1ación,
ricas que ha encontra do, la precursora de la doctrina idea lista. puesto qu e se refier e, de una parte, al alma , mod ificad a por ella,
Sin embargo, no se pu ede descon ocer la a ntítesis que media entre y, d e otr a parte, al objeto, pensa do por nosotr os como el conte nido
Ma lebra nche y Kant en cuanto a la intención fund amental y a la objetivo d e la rep resentación . Si la distinción que Malebran che
orient ación general del pensamiento : lo que en Kant brota di- esrabl ecc ent re la percepción y la idea, entre el yo cognoscente y
rec tam ente del fun damento y de la ley de la conciencia de si lo conoc ido por él, no pretend e encerrar nin gún otro significado
mismo, en Mal ebran che hay que captarlo como un algo exterior qu e el de esta dob le rel ación y sólo se propone exp resar esta ne-
y dado. cesidad de l pensam iento, ha y que reconocer su plena razón de ser.
"Si nous n e pouvions voir les figures d es corps qu 'en nous-rné- Pero, en este caso, no debe perderse d e vista que no se t rata de
mes, elles nous seroient. " inintelligibles; car nous ne nous connoís- dos erniJddes distintas , sino de u na y la misma determinación
sons pas. N ous ne sommes que r énebres a
nous-mémes; il faut de la conciencia, aunque en ju i ciada en dos aspec tos dis tin tos.
que nous nous regardions bors d e no us pour nous voir," 80 Las dos consider aciones son igualmente origina rias y necesa rias;
El c riterio según el cual el alm a es "incomprensible" para sí referirrws siemp re nuestras imp resiones tan directa me nte a un
misma revela aquí el peligro interior y la dualid ad de sent ido de objeto exte rior como a un esrado de nu estro "yo".1l1
que adolece. T od o lo q ue tenía d e va lioso cua ndo se trataba de re- Es en va no preguntar por el " fundamento" de esta pecuhari-
cusar la ind agación met afísica e n torno a la esencia del yo, en dad de nu est ra conciencia, pues tod a explicación, tod a teoría, e n-
torno a la psicología racional, lo tiene de negativo cuando se en-- cerraría ya en si este fenómen o originario y sólo aparentement e
frenta con el auténtico y más profundo concepto cartesiano d e la lograr ía, por tanto , penetra r en él.s:! Es ocioso, sobre todo, tra ta r
"conciencia de sí mismo". Pues, Ia caso los métodos objetivos fu n- de averi gua r cómo las cosas situadas íwera de nosotros, en un de-
dament ales de la ciencia no nos d icen con toda claridad y origi- terminado lugar del espacio, com ienzan a pasa r a n uestro yo,
nar iedad 10 que es nuestro " yo'7 cómo se fu nde n con él y se hacen interiorm ente " presentes" a el.
Es instr uctivo y aleccionador ech ar d esde aquí un a mirada a En problemas de este tipo se a plican siem pre a la conciencia
la polémica filosófica mantenida entre Malebranche y Arnauld. y a la exper iencia puntos de vista que sólo tienen su sent ido y su
En ninguna parte se destacan con tanta claridad las ventajas y los 81 "]'a; dit qu e je pr enn ois pour la méme chose la pe eceptlc n et l'id ce. 11
defectos de la teoría de les ideas como en esta discusión, en la que fam n ¿a nmo ins rema rqu er, qu e cell e chose, qu oiq ue un ique, II deux rapporrs r
\'un ¡, ]'~ m e q o'e lle modifi e, l'au tre a la chose appe rcue, e n tan r qll 'elle es!
19 Cfr., a ce rca de esto, 11 ob ra de Arthu r Bu ch en au, Die ErkenntniJle hre objecuv emen r dnn s l'árne .. . Cene remarque ese trr . -im po rto nt e pou r ré"nudre
Malebranches. bea ucou p de dífñc ultés , qu¡ n e sont fond e es qu e sur ce q u'c n ne comp ren d
so ~dai rci5seme nt X ( Recher che, JI, 266); cfr. especialmen te Entre rtens, V pas a~se%, q" ~ ce ne son! po int d""x en tités diffhem es, mais une meme m"'"
núm. 3: " L'étendue que ie 1/OIs ,m que ¡e se ns nc m 'apparrienr pos A utre - dlfi eation <l e nutre "me, qu i enfer me esu midlt'men r ce.' ,l.." x rap{1flTU" (Ar .
ment je pourrais en me ccmemplonr ccnnairre les ,lUvrages de Dieu je serais nauld, " D e~ vraies et des faussc, idees", cap. 5. O""I"1 e$ de An raine Arnaul<i,
>na lumiere a moi-méme: ce que JI' n e puis pen seT ssns quelqu e espere d 'hOl'_ I'Rris, 1870, vol. XXXVlII, p. 198).
re...r " (Simon. 1, 115). 1I~ O p cir .• cap. 2, p. 185.
590 LOS FUNDAMENTO S DEL IDEALISMO DESARROLLO DE LA FlLOSOFIA CARTESIANA 591

razón de ser denrro de la ex perie ncia del espacio y el tiempo, OtrOS, pero esto sólo qu iere decir una cosa: q ue debe sernos cono--
se toma una rela ción Que sólo media entre las cosas acabadas como cido , que d ebe sern os dado como contenido de la conc ienc ia.
base de una teor ía q ue tra ta de explicar la aparición del co ncc i- Ahora bien, Ma lebranche y la escolástica convierte n esta afirm a-
miento objetivo. ción, q ue en el fondo encier ra una vacua tautología, en un hecho
Esta confusión de una relación conceptual originaria con re- met afísico do tado de existenc ia real : inte rpreta n la presen cia del
laciones efectivas dentro del espacio es precisamente, y sobre todo, o bjeto en el sujeto como una rela ción objet iva a nt er ior al hecho
la que A rnauld reprocha a Malebranch e. Su teoría de las ideas de la conciencia y q ue lo hace posible."
se halla, según él, ni m ás ni menos q ue la teor ía usua l y gene ral El valo r de estas observaciones críticas no d ebe conside rarse
d e la percepción, ca lcada sobre las circunstancias y los hechos ob- rebajado por el hecho de qu e Ameuld no consiguiera, partie ndo
serv ados por la percepción visual. Encontramos en ella qu e el ob- de ellas, llegar a construir una teor ía propia y conse cuent e del
jeto, para pod er -ser contem plad o por nosotros, tiene qu e presen- conocim iento. ~I mismo rein cide, cuando tr at a de des arro lla r sus
tarse ant e el ojo o, por Jo menos, manifesta rse ind irecta mente an te pu ntos de vista, en el prej uicio habitual : en su lu ch a cont ra la
él de algún modo, por ejem plo a tra vés de un espejo; por tanto, el conce pción segú n la cual el proceso del conoc imiento representa
verd adero contenido sobre q ue rec ae el acto de la visión no son, un " tr ánsito" en tr e dos clases distint as del ser absoluto, pasa por
al par ecer, los objetos mismos, sino simpleme nte las im ágenes que alt o al m ismo tiempo la distancia que desde el m i.rrno pcru o dt¡
proyectan sobre nuestra pupila. vista inmanente del conoctrnreruo existe entre las impresiones ori-
Si segu imos observando esta conexión, si llevamos adelante ginari as y tra nsformadas de los sentidos y el conc epto de l objeto.
consecu entemente hasta el fina l la analogía entre la "vi sión" físi- T ambién según él nos son d adas y asegur ad as d irecta men te las
ca y la espiritua l, llegaremos, po r tanto, nec esariamente al resul- cosas e n las primeras sensac iones. Se cree relevado tam bién del
tado de q ue las cosas d el m undo exterior tienen que situarse ant e o tro problem a, del qu e se ref iere al valor objetivo y al co nte nido
el alma en presen cia inmediata y necesitan fund irse con ella, para de los di fe rent es daros de la concienc ia, por el hecho de haber des--
qu e podamos conocerlas. Tampoco Malebranche se sustrae a este cubierto u na engañosa dualidad de sent ido a nt e el problema del
result ado, como no se sustra ía la escolástica. Esra presentaba a "origen" me tafísico de las percepciones obierlvas."
los cuerpos m ismos como transm igrando a nuestra conciencia por Las ob jeciones q ue desde este punto de visto presenta contra
med io de pa rtes suelt as q ue se desprendían de ellos pa ra ser t rans- el idealismo de Malebranch e no encierra n ni ngún inter és objet¡v o,
formadas por nu estro espíritu en especies inteligibles; el yo, para sino un int erés sim plem ente h istóric o; atest iguan un a vez más la
qu e llegue a ser capaz de saber, tiene qu e tomar cont acto con la incapacidad in superab le de la filosofía d el "sano sentido com ún"
ent idad d ivino, q ue es e l seno de las ideas. para situarse en el punto de vista del idealismo. S u ironía, en
Es el m ismo er.ror lógico fundame nta l con que nos encontra- este punt o, es tan burda como t ípica; recuerda, punto por punto,
mas en Malcb ranchc, au nque bajo una form a y un giro espiritua- hasta en los det alles, la crit ica q ue, a la vu elta del tiempo, habr á
les:'l., El sofisma que aquí se desliza salta a la vista en cuanto se de hacer Nik ola¡ cont ra Fich te.u
aclara el m ult ivoco concepto de la "presen cia" del objeto d el co-- M "Ce n'ese pos a in5i qu'ils o nt ptís ce rnot d e pr ése nce (com o préscncc
no cimient o. N o cabe d uda d e que el objeto al qu e se refieren ob jec!i",c, com o a lgo dado en la co nciencia), m ais ils l'onr enre nd u d'une pr é-
nu estros juicios y predicad os t iene q ue estar "presente" ante nos- eence pr éalable de l'obíer er qu' i!s onr jug ée n écessair e afin que'il fúr en éme
de pou voir e tre ap percu t , C' mme j]s avoienr trouv é, ;\ ce q u 'il leur ~emb la i t,
~ ~ Cfr. ace rca de este, por .,j., Re ,hnche, lib. m , parte II, cap, 6: "!l esr que cela eto ;t nec e ~" a ire dans la vue." A rn au ld, l. c., ca p. IV, pp, 192 ~.
cenain qu e tous les erres so nt /,Té., en ts 1> notre esprit er u semble que (0" $ les R.; Co inc id im os en este ju icio con las ce rteras man ifestacio ne s de Pille n,
e rres nc Pl<iH <"nt err e r rc."m r.' ,1 nu tre esp rir 'lile bcrce que Die" lui en rrEsent" l. e., pp. 155 ss.
(Recher ch <'", J, 218). M C fr. especialment e Des VI¡¡ je, er d e< ¡¡¡un cs i J ';~s, cap. Xl, pp. 231,.
sn l OS FUNDAMENTOS DEL IDEAUSMO DESARROLLO DE lJ\ A LOSOf1A CA RllOSlANA 591

En este punto, ac redi ta M alebranche sobre Arnauld toda la Ci erto es que también en este pun ro se hac e oste nsible in me-
superioridad que le asegura su planteam iento metód ico del pro- diaram en re la inversión carac ter ística d e la teoría d e las ideas d e
blema. Lo q ue él se propone es seguir y describir el camino que Malebranche. Mientras Que, desde el primer punto de vista en
conduce desde 106 primeros indicios sum inistrados por los sentí- que se sitúa, son las rel acion es geomé tricas pu ras las que suminis-
dos en cua nto al objeto "i nteligible" hasta el obje to del riguroso y tran la regla y el punto de orientación pa ra todos los conocimientos
unívoco conocimiento científico. La óptica es, segÚn él, la verde- es peciales, nos enco ntramos con q ue, después de recorr ido el ca-
d era y definitiva pru eba de la d iferencia existe nte ent re la per- mino, el pen sad or, med iant e un proceso d e hipóstasis, las convierte
ce pción y el objeto, ya qu e no s señ ala las concl usiones e int erpre- en una con dición objetiva previa. A ho ra, In idea d el espacio in-
tacio nes discursivas qu e d ebemos enlazar a los datos suministrados fin ito tiene que determin ar y "ulcera r" al alma, pa ra qu e su rja
por el sentido d e la vista para poder llegar a los conceptos de si- en ella In conc iencia de una plu ralidad de objet os.
tuación y d istan cia y, por ta nto, a una deter minad a ordenación El hecho de qu e, además, podamos referir las impresiones de
de los objetos en el espacio." d iferentes sentidos a u n objeto ún ico, de que, por ejemplo, pod a-
Malebranche sigue fielmente, aquí, el camino señal ado por mas at ribuir a la misma ma no un a determinada sensación visua l
Descart es. El objeto es, para él, el resultad o de una progresiva y y una de term inad a sensación térm ica, en vez d e achacarlas a obje-
cada vez más perfecta objetivación d e la " impresión" inicial, m é- tOS distintos, se explica ahora d icien do que es la misma parte de
todo que acaba llevándonos de nu evo ún ica y exclusivam ente a los la extensió n la que mi yo mod ifica unas veces con la sensación
criterios matemáticos resumidos en la ide a de la extensión (cfr. de la t em peratura y otras veces con la del color.
supra, pp. 493 s.]: El contenido in mediato de la percepción visual Por tan to, las "ideas" de las COSólS son anteriores a las d iversas
se redu ce por entero a un a seri e de cla ridad es y colores que se percepcion es que expe rime ntamos a tra vés d e ellas; " no son sim-
sucede n en m últiples grad aciones : para construir a base d e esta pies d eterminaciones d el espíritu, sino las causas ,caJes de estas
ma te ria prima el mu ndo de nuestr a experi encia sensible, el rnun- determinaciones" (ce ne sonr done point de simples modifications
do de los cuer pos, debemos ante todo atr ibuir las di ferencias de d e l'esprit, mais tes causes v éritaMes de ces m od if icat ions) .8U
la percepción d irecta a d iferencias en el espacio, asociar de tcrmi- Vu elve a plantea rse aq uí, como se ve, un auténti co problema
nada s sensaciones a d eterm inadas part es de la " extensión ideal" y epistemológico y la solu ción se orienta, una vez más, por los d e-
referirl as a ellas. rrot eros de la met af ísica. Malebran che recon oce y proclama que
El objeto que verdad erame nte int uímos en los di fer ent es datos la unidad del objeto no es asegurada nu nca por med io d e las sim-
sum inist rados por el sentido de la vist a no es, por tan to, ot ra cosa pies sensaciones, sino qu e es necesaria una fun ción propia y origi-
que esta misma ext ensión id eal, que se nos presenta revestida de naria del pensa miento para crearla y garan tizarla, Pero no acierta
d iferentes cualidades subjetivas según las d iferentes cond iciones a fund amentar la necesidad lógica de este acto del pe nsamie nto
fisiológicas en que la percibimos." más que refiriénd olo a un a necesidad real; sólo aciert a a deter-
D éfense de Mr. Arnauld con rre la R¿ ponse IU L vr" des vra ies ee des fIUS5e~
minar el valor que posee la idea en cua nto cOrkfición convirné n-
id ee~ (Oeu vres. xxxvm. pp. 40] ss.). dola en una causa real y d iciente.
111 " l'optiq ue fl it voir 1I d iUere n ce extr éme q ui est en tre les ide es e l les La relación entre el Silber y el ser vuelve a iluminarse y escla-
objels q u'e lles repre 5l'm e nt ~ I q u'il n 'y a q u' un e in telhge nce ¡nfi n je q ui p ursse recerse, por ú ltimo, a la vista d el problema general de la me rafl-
en u n elin d'ocil fair e u ne infini té de rQiso nncm"n ts irrtan tanés, roua reR:lés par síce d e su tiempo h acia el que Malcbra nché se vuel ve ahora : el
la g écm étrie ee les lois de l'u nicn de l'á me et du corps." Male bran ch e e n carta
a Mairan (12 d e jun io de 1714) . (C ousin, Fra¡:m..n.u , pp. 313 s.)
problema d e la supeditación de las "verdades eternas" a la esencia
Ra V. -,"pTa, 11. 72; cfr. es pe~ i a l m el1 te Enrrer¡ ...m , J, n úm . 8 (e d. Simon, y la voluntad divinas. En este punto, M alebrcnch e se despren de
t . J, pp. 51 n.), ss R éponse 11 Regís (R och. , 11. 165) .
LOS FUNDAMENTOS DEL IDEAUSMO DESARROllO DE LA FILOSOFIA CARTESIANA 5"
definitivamente d e la trad ición escolástica y abre nuevos caminos. desembarazarse d e los problemas y los giros teológicos, rompe en
La relación de rango y d e valor a que h abía conduci do al final la este punto el principio del catolicismo, cómo afirma y propugna,
metafísica cart esiana, sufre aquí una decisiva inversión (cfr. supra, por ejemplo, fre nt e a la confesión, la autonomía d el juicio moral
pp, 505 s.l, del individuo y su certeza en sí mismo. Se sobrepone d efinitiv a-
" Si las leyes y verdad es eternas dependiesen de Dios, si fue- mente a la frase de la "raison ccrrom pue"."
sen establecidas y fun dada s po r una libre d ecisión de la voluntad Es cierto que en la:a todo nuestro con ocimiento a Dios y lo
del creador, en una palabra, si la ~On, a la q ue consultamos, no redu ce a él, pero rarnbi én esta concepción apa rece ah ora bajo una
fuese necesaria e independiente, dejaría eviden temen te de existir luz nueva. La ide ntidad de Dios "j la !"tl:tón que de este modo se
una ""rdadera ciencia y podríamos equivoca rnos al afirmar, por alcanza no tiende ya a someter el pensamiento a una autoridad
ejemplo, que la aritmé tica o la geometr ía d e los chinos es la mis- ajen a. Lo qu e en última instancia pru eba Malebranche no es que
ma q ue la nuestra. En efecto, si no es incond icion almente nccesa- la voluntad divina sea incond icionalmente obligatoria y " racion al",
rio que 2 +
2 = 4 o que la sum a de los ángu los de un triángulo sino, por el contrario, que la razón está dotada d e vigencia gene-
sea igual a 2 rectos, Zqué prueba pod ríamos ad ucir para d emos-- ral yes "d ivina".
trar que estas verdades no son d e la misma clase qu e las propcsi- Las condiciones de la época y de la vida de Ma lebranche ex-
cion es reconocid as solamen te po r algunas escuelas y q ue sólo rigen plican por qué no pud o llegar a d esarrollar íntegra y consecuente-
para un determinad o período d e tiempo?" mente este pensam iento, por qu é la inda gación y el aseguramíen-
Supeditar la vigencia de l a verda d a un d ecreto, cualquier a ro de las ley es no les hace perder nu nca de vista el problema del
qu e éste sea y de dondequiera qu e prove nga, no pasa de ser un legislador.
juego vacuo e inf undado de la imaginación. Cuando pensamos " Q uel genre d'érre ese-ce qu e cette loi er certe regle? comme nt
en el orden, en las verdades y leyes eternas, no debemos pensar en subsisre-r-elle dans la rnariere? quel en est le législateurl Elle esr
sus ctUt.llaS, pues no tienen ninguna, sino reconocer que su inrnu- érernel le, dites vous. Conceve<:; done que le législareur esr élemel.
ecbíhd ad se fund a en su concepto y en su na.wra1eza. y no en cua l- Elle est n écessa irc et immuable, díres-vous encare; dees done au ssi
quicr clase de precept os o determinaci ones de carác ter externo. q ue le légisutt eu r est nécesswre, et qu'il ne lui est pas libre ni de
Postular aq uí un origen más profundo, eq uivale a pone r ya en form er, ni de suivre ou de ne suivre pas cette [ ci , Conceve e que
d uda la incon dicional segurid ad de las 'leyes d el pensamiento, cene loi n'e st imrnuable et éremelle q ue paree qu'elle est écnre,
equi vale a proclamar el escepticismo. pou r ains¡ dire, en caracteres éternel s da os l'ord re irnmuab le des
Malebranche, como se ve, ha aprendido en este pun to del
ejemplo que la filosofía de Pascal le brin daba. La ~On u ni versal 11 " 11 1'101' Ieue pila s'imaginer q ue la Raison q ue l'hom me consu lte soit
es, para él, más independ Wnte que el mismo D ios: la voluntad corrcm püe, ni q u'elle le trompe jamajs. lorsq u'il 1. consulte Ildele men r.•• C<=
n' est point la tai son de l'homme q u¡ le s éduir, c'eee son coeue: ce n'e srpoin r
divina tiene que someterse a ella, viéndose obligada a consulta rla
sa lum iere qui l'ernpéche de vcír: ce sone ses t énebree. A insi lorsq ue rent rane
para tomar todas sus decisiones y a obrar con arreglo a ' sus de- en oo us-memes noca eme ndo ns dans le eilence de nos s~115 el de nos pIIssiolU
term inaciones.w une pII role si claire er si ínrellígfble, q u'il ncus ese impossible d'en dool er¡
T odas las "revelaciones" especi ales -y esto se refiere, muy en iI faut nous y scu merrre sans nous soucier de ce Qu'en pe nsent les hommea. ..
part icular, a los conceptos éticos- pasan ahora a segundo plan o 11 n'es{ poin t nécessa ire que [n ous consult ions) petur cela de Díre cteu e, ca r
y se ha llan sujetas al juicio de las leyes gene rales e inta ngibles lon q..... D.-. ... "",1 e, il 1'"'1 qu e les hommes se wj¡.enr, er lonque nOU5 110m-
mes ebsolu menr cerratns que nos seos et nos passiona n'ont poin t d e p.rt llUl(
que se revelan por igual a todo ser pensant e. Podemos observa r r':'poosu q ue OOU8 entendons daos le plu s secret de notre ratson, 1'10115 devc ns
en d etalle cómo Malebranche, aunque por 10 demás no aciert e a tou jou rs écouter ces r':'p omea evec respeet el nOU5 y sou mettre." ~clairc., X,
1>() v. ~c1ai r.: i.sem~ nt X (R cch .. 11. 252 u .). Rech.• 11, 289 u.
596 LO S FUNDAMENTOS DEL IDEAUSMO DESARROLLO DE LA FILOSOFIA CARTESIANA 597
arrriburs ou des perceptions d u l égíslareur, de l'érre infinirnent pleados por Malebranche en cont ra de Arn aul d.v' Sin embargo,
parfait".92 este desarrollo se convierte enseguida en un a crítica general del
Aunqu e estas palabras sigan revelando una cierta inseguridad principio d e la percepción clara y distinta. Y 10 mismo qu e en la
int erior en cuant o a la vigencia singu lar V ce nt ra l de los principios lógica, tamb ién en los campos de la ética y la historia vemos cómo
del con ocim iento, señ ala n a pesa r de todo, a l mismo tiempo, un se perfila aquí un nuevo plantCdmim.t o d el problema, llamado a
nuevo camino: el camino qu e, d esde d irecciones d istin tas, habrán remontarse por encima de la órbita del cartesia nismo.
d e recorrer Leibniz y Bayle. Como más clara mente comprende remos el lugar que Bevle
ocu pa en la h istoria d el escep ticismo es compa rando su posición
con la d e Montaígne, La d iferencia fundamental que se advierte
D ) E L FINAL DE LA FILOSOFi,. CARTESIANA. B AYL E
ent re los dos au tores en cuanto a la form a, el contraste entre la
gracia del estilo aforístico de Moma igne y la prolija y erudita rni-
1
n uciosid ad con qu e Ba vle aborda los temas y va siguiéndolos y
Por muy a rriesgado q ue sea encuadrar dentro d e un género analizándolos a fuerza de nuevas y nuevas "d istinciones", d eja tr as--
histórico una figura tan origina l y tan paradójica como la de Bay~ lucir, al m ismo tiempo, una profunda diferencia sustancial.
le, no cabe duda de que este pensador perte nece, por las posicio- Para Montaigne, tod o el saber puramen te filológico e histórico
nes que le sirven de punto d e pa rtida y por sus mot ivos iniciales, es parte de aquella " pedantería" a la que tiene declarada la gue-
al campo de l caneJianísmo. rra , por considerarla como el peor de los ma les de la educación
No trazaríam os una imagen completa del movimiento discur - tradicional. El conocimiento impuesto de lo ajeno es, nos d ice, el
sivo puesto en marcha por Descartes, de su tr ayectoria y sus rne- qu e se interpone por tod as partes ante el d escubrimiento de lo pro-
tas y vicisitudes finales, si prescind iéramos d e este pensador, q ue pio; los libros levantan un valladar infranqueab le entre nuestro
por la context ura de su espíritu y por su m étodo parece pertene- esp íri tu y las cosas. Cada nuevo esclarecimiento qu e intentamos
cer a una d irección totalmente dist inta del pensam iento. Bayle, a a base de ellos se convierte para nosotros en una nueva oscuridad:
pesar de no haber añad ido ni u n solo rasgo nuevo a la est ruct ura los comenta rios se empalman a los comentarios, para mutilar la
total del sistema cartesian o, acusa sin embargo a tr avés de vivas verdad que es sólo una y conv ertirla en algo contrad ictorio con-
V variada s manifestaciones, la In fluen cia que la nueva doctrina ha sigo mismo.
ejercido sobre la cultura general d el espíritu. " Nous ouvro ns la matiere, el l'espandons en la destrempant:
Bevle engarza sus pensa mien tos teóricos fund amentales con los d'un subiecr nous en faisons mille, et retumbons, en multipliant
de Malebra nche, a q uien cita siempre con respet o y a qu ien co- et subd ivisant , a l'in finit é des atomes d 'Epicurus... L'h omme ne
loca por encima de todos sus conrempo ráneos.w T oma de él, sobre faiet qu e Iurerer et q uester, et va sans cesse rournovanr, basrls-
todo, la tra nsformación crítica d el concepto de las "verda des eter- sane, et s'e mpestrant en sa besognc, comme nos vers a sove et
nas" y las tesis principales y decisivas par a la fundam emectón del s'y estouffe; mus in píce" ( Essou, m, 13).
ideal ismo: él mismo proclam a expresamente qu e, su propia con- T al parece como si, en estas líneas, hu biese pintado Mo nta igne
cepción de la idea lidad del mundo <Le tos cuerpos no pretende de an tem ano el estilo lite rario del Dictionnairc de Bavle, con la
h acer otra cosa que completar y desarr ollar los argumentos em- maraña d e sus citas y referen cias, de sus réplicas y dúplicas.
Sin embargo, no d ebemos ver en esta forma y esta envoltura
02 Entrcticn d'un PhiloJophe C hr¿ ticn c vec un Phi!osophe C hillOiJ, ed.
Stmon, t. 1, p. 587 J.
csco-lástícas simplemente un signo de retroceso: en ellas se con-
113 Cfe., ace rca de esto, Doui1l ier, Hi sroirc de la. Philosophie Canésiennc, tiene, al mismo tiempo, la concien cia de un nueve problema d e
París, 1868, vol. II. M Darle, Dinion nairc historí,I'ce et cTÍ I;,luc (1695 n.J, a rto "Zennn", n. G .
598 LOS FUNDAMENTOS DEL IDEAUSMO DESARRO LLO DE LA A LOSO FIA CA RTESIANA 599

signo posit ivo. El sistema de Desca rtes, por muy dominado q ue y así lo encontr amos confirmado ta mbién en Ma lebra nch e, qu ien,
se hallara por la idea de afirmar la peculiarid ad d e lo "espiritual" a despecho del principio fu nda mental de su raciona lismo, recono-
frente a la realidad d e la natur aleza, conducía , sin em bargo, a ce exp resamente la trad ición como últ ima e inap elab le instan cia
un resultado Que seguía siendo insuficiente y problem át ico. sobre en tod os los ...-oble mas de la teología.M
todo si se lo valoraba partiendo de aquel propósi to fundamental. Esto circunscribía clarament e la misión que se abría ante Bev-
La natu raleza se subordinaba al pensamiento, se encuadraba le : la crítica del dogma tiene qu e empezar necesariamente por la
dentro de él y se convertía en un sistema fijo de conoc imiento; la crítica de la trad ición h istórica, por el examen preciso y la selec-
existencia exterior se supeditaba a las leyes de la conciencia . Pero ción exa cta de sus fuentes y testim onios. El doble título de su
sin Que, por ello, cobrasen propia susta nti vidad y se plasmasen, obra, Dictionnaire Itistvrique et critique, expresa en este sent ido
partiendo de un centro fijo, los proble mas más prop ios y peculia- una un idad interior; la lucha contra el sistema de la teología es.-
res, los más inmediatos, Que e ran los de la conciencia de sí mis- col ásríce se afron ta aho ra en 5 U propio te rreno y se lleva a cabo
mo: a la filosofía cartesiana le falta una segura fund amentación con sus prop ios medios y sus propias arm as.
d e las ciencias de l espíritu. N i la ética ni la historia apar ecen in-
d uídas en su plan ni en su estr uctu ra. Y en Malebranche, sobre U na crítica de los hechos y las verda des basadas en ellos sería
todo, vemos cómo todo e! saber hisrórico es simp lemente el telón inconcebible, sin embargo, si no existie ran pautas fijas y estab les,
de fondo para qu e sobre él se d estaque con mayor clar ida d e! va. si no pu dieran encont rarse reglas inconmovibles sustra ídas a los
la r de las auténticas e in temporales verdades de la matemática cambios y con tingencias d e los tiempos. La t radici ón pierd e toda
y la l ógica . En el concept o de! verdadero conocimiento s610 entr a, fuerza proba to ria si no se consigue enco nt ra r la piedra de toqu e
según él, el conce pto de aq uellos pr incip ios "que hubiese pod ido que nos permita establecer dentro d e su abigarra da y con rradic-
comp ren der y poseer el propio Adán".9~ T al parece como si se toria va rieda d un a clasificación y una selección ca paces de sepa-
tratase de revocar toda la tra yectoria recorrida por el tiem po y rar el sentid o y el con tenido a uténticos de la ma ter ia ext ra ña ad-
redescubrir todo el sabe r, part iend o del estado primitivo de la herida a ellos.
conc iencia. En cua nto a este pensam iento fu nda menta l, Bavle sigue sien,
Esta contraposición entre la razón y la historia es concebida do cartesiano: el mlor de verddd por él reco nocido a lo histórico
t ambién por los contempor áneos como uno d e los rasgos decisivos depe nd e también, tal como Bavle lo concibe, de caracte rísticas y
en la imagen del cartesian ismo. Los ad versarios de la nueva doc. consid er aciones pu ramente racional es. Esto determina ya la posi-
trina, como Huer, no se cansan de re petir, en son d e qu eja, que ción histórica peculi ar que ocupa este filósofo : el escepticis mo
con ella se d estru ye toda la erudi ci6n científica, para dejar de nu e- part e, en él. d e la afirmaci ón y la profu nd ización de las facult a-
\ ' 0 rienda suelta a la " barbarie" . des de la razón. La " luz na tu ral" o los " prirtJ:ipios generale s de
Pero el verdadero peligro que entra ñab a esta laguna abierta naesrro conocimiento" son la su prema instancia an te la que debe
e n el sistema lógico a pun taba realmente en otra dirección. Míe n- alegar sus t ítu los todo test imon io de la tradición Y. principalmen-
t ras la filosofía recusase d e su foro a la historia, la conce pción del te, tod a interpreta ción d e la Sagra da Escritu ra. La propia Iglesia
acaecer histórico qu eda ba necesariame nte a merced de la revefa.. católica se ve obligada a recono cerlo así, contra su volunt ad, por
cicin, dominada y avasall ada po r ésta . As i lo vemos, en efecto, en más qu e ello atente con tr a su incondicion al autor id ad. En efecto,
Pascal, para quien la historia de la hUl7\.ll.nidad, su sentido y su [qué otra cosa representa el inmen so y minucioso trabajo lógico
contenid o, queda n encerrados e n el circulo de los libros bíblicos; desplegado por la escolástica sobre los dogmas de la fe, para po-
M V. Malebranche, Recherche de ta ~érilé, Iibr. 11, parte 11, cap. 5
O~ V. el caracterlsticc relato de Fcntenelle , ~lo¡¡e de M<1!ebranch e. (1, 136).
LOS FUNDAMENTOS DEL IDEALISMO DESARROLLO DE LA FlLOSOFIA CA RTESIANA 601

nerlos en consonancia consigo m ismos, sino un tributo necesario de la moral d esde el punto de vista de la " expe rienc ia" histórica,
e involuntario q ue se rinde a la r~ónl Bavle penerra y expresa, llegando así a la conclusión de que deben rechazarse como con-
en este punto, con ad mirab le cl arid ad la más profunda d e las ceptos generales vacuos y arbitrarios; para Bavle, por el cont rario,
cont radicciones de que ad olece la filosofía medieval: el que se vea es precisamente esta "abstracción" med iante la cual desprendemos
ob ligada a reconocer en su método lo mismo que niega en sus la regla permane nte de las normas y las convenciones relativas, lo
rcsul, ados. qu e infu nde su verdade ra fuerza y da su refrendo a la razón . T o--
" Nadie d iga ya qu e la teolog ía es la reina y señora y la filoso- dos los sueños y vision es, tod os los milagros y fenómenos en q ue
fía su esclava: los propios teólogos atest igua n con los hechos lo se prete nd e apoyar la fe tienen que pasar por esta criba:
cont rario. que consideran y reverencian a la filosofía como la rei- " tCómo podríamos, no siendo así, estar seguros d e qu e pro--
na a la que deben pleitesía. Esto y sólo esto explica tod os los es- vienen d e un principio bu eno o de un principio malo?"
lucraos y con torsiones a que some te n su int electo con el ún ico " Cu and o alguien ose afirmar que Dios nos ha revelado u n
objeto de no expo nerse al reproch e d e pe car contra la sana filo- precepto en cont rad icción con los princip ios básicos de nu estr a
sofía. Cuando trat an d e alterar los principios de la filosofía, cuan. moral, hay q ue d ecirle y h acerl e ver que se deja llevar d e una
do d esvirt úan este o aquel principio filosófico, a la medida de sus falsa. interpretación, pu es es preferible rech azar el testimonio de
conveniencias, recon ocen con ello, siquiera sea a contrapelo, la su crítica y de su gTamática qu e no el de la razón".
supe riorida d de la filosofía y de muestran cuán inevitable es la ne- Sería da r riend a suelt a al má s espan toso caos, de jarse llevar
cesidad d e ha cerle la corte. No se im pondrían tant as fa tigas para d el más reprochable pirronismo tra ta r de ate nt ar contra estas re-
ganar sus Favores y mantenerse en conso na ncia con sus leyes, si • glas, empeñarse en negar que rodo principio d e fe necesita, ante
no reconociesen q ue todo dogma q ue no acred ita su legitimida d todo, ser contrastado y sancionado po r la conciencia individua l.
an te el foro sup remo de la razón , que no se halla sa ncionado y El escep ticismo vuelve a mostrarse, aq uí, afín a los motivos y a las
refrendado por ésta, posee una au torid ad precaria y es frágil como ideas fund amentales de la Reform e rel igiosa (cf r. supra, p. 219).
el vid rio". Sólo pa rt iendo d e aq uí, tom ando como base estas afirmacio-
Por tanto, sea cualquiera el nu evo conte nido qu e descub ra ante nes de Bavle, que figuran en un o de los escritos de su primera
nosot ros la ycvdadón, su verda dero título de legitimidad no pue- época.st comp renderemos en su justo alcance el sentido de la
de ser ningún misterio, sino qu e t iene q ue ponerse necesariarnen- d uda bavllana, que en e! D ict iormaire aparece limitado y oscure-
te de manifiesto cn nuestro propio yo: "en la luz refulgente y viva cido por toda un a serie de inte nciones secundarias.
que ilu mina por igual a todos los hombres y los convence irresis-
tiblemen te, tan pronto como vuel ven hacia ella los ojos del es~
piritu". 2
He aqu í el criterio con el qu e de be cont rastarse u na y ot ra El sentido y el alcance de! escep ticismo en Bavle, en aqu ello
vez, sobre tod o, cada u no de los postula dos morales que nos salen en que éste se refiere al conocimiento teórico doe la n.atllml eza,
al paso, por muy cla ra y firmemen te afianzados y acred itados que pued en concretarse y defin irse en la siguiente afirma ción: este es-
parezcan hallarse por un a au torid ad suprnsensible. cepticismo no va dirigido contra la verdad de los conceptos, sino
A nte la verd adera ét ica de sa par ecen , en cierto mod o, el pun - con tra la existenc ia absoluta de las cosas.
ro de vista del tiempo y de la tradición : lo qu e no pu eda dedu cir El en tronque histórico que Bavle elige para afirmar su crite rio
bajo la forma de 10 eterno de las leyes de la conciencia, no posee nos dice ya que tal es la orientación de su pensa miento: el cjem-
para ella ningu na fuerza de obligar. Los t eólogos de la escuela {j1 C omm en taire philo80phique sur ces par oJes de l't van¡¡ile : •• . contra ins
cartesiana y, prin cipalm en te, Arnauld, critican las "ideos innatas" les d'eutrer, etc.) Bayle, O env re.s di"'<'rses, La H aya, 1727. vol. 11, pp. 367 H .
602 l OS FUNDAMENTO S DEL IDEAUSMO DESARROLLO DE LA FILOSOFIA CA RTESIAN A 603
plo qu e d estaca es el idealismo de los eléeecs, que opone, con T od o lo que sus argumentos tienen de débiles y de inconsis-
toda la Fuerza penetrante y permanente de sus a rgumentos, a las tentes cuando se los consid era como objeciones opuestas a la rnc-
ideas de su época. temcírioo cient ífica, lo tiene n de valiosos en cuanto arma s endere-
El siglo XVII ha dado ya cima. en general, al ren acim iento de zad as contra el simp lista concepto de la realU:Wd. La hipótesis de
Jos grandes sistemas antiguos. la antítesis entre Platón y Aristó- un ser incon diciona l, sustraído a toda relación con los postulados
teles h a sido com pre nd ida y expuesta en cada uno de sus aspec- y las leyes del pensamiento, se revela aho ra, no sólo como un a
tos. La rec ria de De mócri ro h a sido di vulgada de un medo gene. afirmación vacua e imposible de ser demcsrrad a, sino como algo
Tal por Gesse nd ¡ y d esarr ollada h asta sus últ imas con secuencias más: como una absoluta con t't'ltdicción consigo misma.
lógicas y en toda su pur eza por Ga lileo. En las especulaciones de Se arranca de raíz, no sólo la existe ncia, sino hasta el concep-
la época en torno a la filosofía de la naturaleza repercuten inclu- to mismo de la materia absoluta. En efecto, de cu alq uier mod o
so, de diversos modos, las ideas de Emoéd ocles y A na xágoras. q ue conc ibamos el "ser" de la materia, ya nos lo imaginemos como
El ún ico sistema que hasta ahora a penas ap arece en el horl- formado por una serie d e pu nt os carent es de extensión o como in--
zonte visual de la época moderna es precisamente aq uel en el que tegrad o por átomos o elementos divisibles h asta el infinito, este
tienen sus verdade ras raíces todas estas teorías y al que constan- concepto caerá siem pre en con tra dicci ón con los claros e lnexnn-
temente h acen referencia, bien sen para desarrollarlo, bien para guibles fund amentos probatorios del ente nd imiento. C ada una d e
asumir ant e él un a actitud polémica. C uand o T elesio y su escuela est as tres opiniones sólo pu ede afirmarse, indir ectamente, proba n-
se remiten a Parménides, bu scan a poyo solamente en su física, en do como imposibles las otras dos afirma ciones contrarias: cada una
aquella s tesis que él mismo atr ibuía al campo de las opiniones , de ellas de por sí es invencible cua ndo se mantie ne a la ofensiva
engañosas y vacilantes. No llegó a com prende rse, en cambio, la y cae por tierra, red ucida a la nada , tan pronto cómo, def endién-
intención lógica de este pensador antiguo, la que servía d e base dose, intenta apoya r su tesis sobre fund amentos posirivos.w
a la idea del ser uno y a la crit ica de la pluralidad y la infinitud . El sofisma en que con esto se incurr e, salta a la vista. Si la
Era nat ural qu e esta idea pennaneciese ajena a u na época para
la que la verdad y el ser de lo in finito parecían ha llars e d irecta. q ued ó limitad a a la corr espo ndencia lilO5i>fica de esee ~nsa dor, razón por la
mente afianzados en su nu eva concepción cosmológica d e coni un- cual no llegó a te ner u na influe nc ia h istórica mayor . ( Aceru del desarrollo
ro y que, de otra parte, se h abía cread o un nuevo instrumento d e este pensamien to, cf r., p rinci palm en te, Collier, 01'. ci l ~ 1. 11.)
" "Chacu ne de ces rrois secres, quand elle ne fait qu 'ar teq uer, tr iomphe,
d iscu rsivo para dominar y encauzar exactamente los problemas del
rui ne, te~ ; mai s ¡, sen tour ell e ese rerrasée et abimé e, q ua nd elle le n ene
inf inito por los derroteros de la ciencia. su r la d éfensrve" (Diet;o nMire, arto " U non", 1\ . 01 . Cf r. con esto las afir_
En Bayle, por el contrario, aunque el proble ma sólo se man i- maclcnes de la teoría del mJtodo en la C rít ica d e la ra.::ÓI\ p..r<l, cap. 1,
ñesre, al principio, como un problema meta/ísico, no tarda en IC CS. 2 y J : " ¡ Po r q ue med io pre tend e n d irimir la pol~mica, c uando n ingu!Ul

acusa r su influencia y su repercusión sobre las cuestiones gene ra. de las dos part e, acierta • ha cer co mpre nsible y cierto lo q ue defien d e, sino
q u" se lim ita a a 'ac a r ,. refu ta r lo scs re nid c por su adv ersarioi Todas las
les de la teori::l de l conocim iento. Lo original y lo valioso de la
.firma cio nes de la razó n pur a. . • coincide n e n qu e dejan siempre un flan co
obra de este pensador consiste en haber sido el primero que en abie rto a l co ntrincante y en que pued en a provecharse m ut ua ment e de las fI.
la filosofía mod ern a supo comprender el valor de las ant inom ias llas d e su ad versario. . . Aho ra bie n, si en 105 problemas me ram ent e "" pec ula-
para la fundamentación d el idealismo . Cr eó con ello u n motivo nvos de la razón pura no val e est ablec er h ipótesis pa ra sent a r sobr e ella5 tesis,
y esta bleció una conexión que ya no habrían de volver a perderse sí es lícito for mularlas simplemen te par a d e fenderles, es d"ejr, no d e un modo
en la historia del problema d el conocimien ro.w dogrn ánc c, pero si para fines polé mic os. En tend iendo por d efend er, no e l mul-
ti plicar los argu me n tos probatorios de la propia afirmación, sino sim pl em ente el
fl8 Este m i. mo pens a mient o ha sido co nce hido al mismo tiem po, sólo qu e rebatir las opi n iones falsas del adversari(\ q ue pr etenden privar de valor a n ues-
de u n modo más p rofu ndo y m ás amp lio. por Leibniz, aunq ue su e nu nciació n u as p ropias afirmaciones."
LOS F1JNDAMENTOS DEL IDEAU SM() DESARROLLO DE LA HLOSO FIA CA RTESIANA

ext ensión es un algo real e independiente, es induda ble qu e sólo en cont ra del ser independien te de la extens ión. ( 1 mismo se re,
debe ad mitirse una de las tres citadas posibilida des: tiene qu e ser, mire en este punto a MaIebran che, cuyas d isquisicion es sobre la
en efecto, una suma de puntos matemáticos o físicos o estar Ior- re/.alividad de todas las proposiciones referent es al espacio ha ce
mad a por partes d ivisibles hasta el infinito . Pero, en vez d e con- suyas y d esarrolla am pliament e (cfr. su pra, pp. 568 s.},
cl uir con certeza d e la exclusión de dos de estos casos la verdad Pero el resulta do esencial a que llega Bavle no reside en estas
de l tercero, debiéramos sacar de la lucha y del desti no fina l co- conside raciones psicológicas, sino en el hecho de que viene a cor-
mún de las partes contendientes la conclus ión d ~ que la premisa tar de un tajo el último lazo qu e todavía u ne la percepció n clara
en torno a la cual gira el litigio es en si misma insostenible, de 'Y distin ta con la realidad absoluta. Hemos podido seguir paso a
qu e la dificultad de qu e se tra ta rad ica en el sujeto de la propo- paso, en las páginas anteriores, cómo tod a la tr ayectoria de la fi-
sición final, y no en los diversos pred icados. Debiéramos comp ren- losofía de l siglo XVII tiende a relajar este vínculo; per o es ahora
der que los cuerpos de la física no pertenecen a ot ra clase del cuando la separación se estab lece de un mod o riguroso e irrevo--
"ser" que las líneas y las superficies de la matemá tica; d ebiéramos cable. El principio mismo de la cQI"\rrad icdón, y con él la condí-
percatarn os de qu e si la longitud y la anch ura son cont enidos que ció n de tocios nuestros conceptos y conocimientos. sólo se man-
no existen fuera d el pensamien to, tampoco las figuras de tres di- tiene en vigor siempre y cuando que perma nezcamos dent ro de l
mensiones poseen más que una exi stencia puramente "ideal", '?" campo de los fenóme nos, pero falla y se embota tan pronto como
El mismo vered icto qu e vale par a el espacio vale tambi én para pre ten demos ap licarlo p ara ord en ar y distinguir las cosas existen-
el movimient o: también éste se presenta ante nosotros preña do de tes de por sí.
contr ad iccion es int ern as, si nos empeñamos en considerarlo como • Part iendo de este resultado teórico general a qu e llega el cu-
una entidad independiente y en d escifrar, por tanto, su "n atu ra- ter, pode mos comp rende r ah ora sin nin gún esfuerzo la crítica d e
leza" interior. Las d ificulta des de la composición constante de la la fe en la revelación que se hace en el Dicrionnaire. Se ha roto
ma teria y las de su tránsito con tinuo d e uno a otro punto del es- tod o nexo entre nuestros conceptos Meionales y las potencias y
pacio sólo desaparecen tomando verdaderament e en serio la abo- realidades d el más allá, de que nos habla esta fe. En el afianza-
lición de tod a tMSccndencia: solame nte en nuestro espíritu po- miento de esta idea reside la intención fundament al que pode mos
demos crear y comprender la "c onexión" inaprehe nsible siempre seguir a través de tod os los giros y por debajo d e tod as las vela-
para nosotros en los elementos reales y separados .t'" duras d e la dialéctica de Bayle.
A estas reflexiones añade Bevle las razones que se derivan de El CommE'Tltaire phi!.osophiqu.e, del que he mos partido, pare-
la consideración de la condici onalidad fisiológica de n uestra ex- cía tender al examen raciona l y a la ratificación de los dogmas,
periencia sensible, pues todos los "m edios de la epoca" a que se pero más tarde nuestr o pensador rechaza esra versión de su meta
recurr e para de mostra r la subjetivida d de las cualidades de las como cont radic toria consigo misma. La única relación unívoca y
sensacion es, son pa ra él, al mismo tiem po, otras tantas pruebas consecuen te qu e cabe establecer entre la filosofía y la doctrina
lOO " 11 faut recon na;tre a l '~ga rd d u corpe ce que le$ math émanciens re-
religiosa es la sumisión incondicional del pensamiento al cor ee-
connaissee t 11 1'¿ Rard des lignes e l d es s u perf icies. . . li s a vouenr d e bonne nido de la revelación.
Ic¡ q u'une lo ngeu r el largueur seas pro fondeu r sone de s choses qui ne peuve nr Esta última acti tud resignad a es ensalzada con un path os sin
ex ister hors d e nolr e ame. Disons e n au t ant des trois di mensio ns. Elles ne cesar ren ovado como la me ta definitiva y el verdadero resultado
Sílur llienr lrOllt'cr do! pl a<:e qu e dan.• nolre esprit; elles ne peut".nr exi. ter d e toda ciencia . Bayle vuel ve a resum ir todos los esfuerzos he chos
qu 'úléalcm enr. Are. "Z énon", n. O.
10\ L. C.: "Disons done que le con tacr des par tlcs de la ma rierc n'" , r qu'
por el espíritu humano para conciliar la fe y el saber, emitiendo
idcal, c'c.'1 J aru nQ tn~ esprit qu e se l''''<1'''rlr ré unir I<'s en rcm itb de plusieu rs un juicio que los abarca a tod os por igual. C uan tas med iaciones
(:orp s," puedan int entarse en este sent ido son ten tativas en qu e el pcnsa-
W6 LOS FUNDAMENTOS DEL IDEA LISMO DESARROLLO DE LA FILOSOFIA CARTESIANA 607

miento se queda a mit ad de camino; todo intento de la razón teó- lejos de atenuarse, se subrayan y cobran un senti do aún más ra-
rica por acotar, al menos, una zona inmanent e en que ella pueda dica l.
gobernar libremente y por su propia cuenta, no pasa de ser un a Si es cierto que el espíritu de l hombre no puede penetrar en
vacua ilusíón.tw El conocimiento es un sistema coherente y sin el ser de las cosas del más allá, no es menos cierto que tiene el
lagunas: abandona rlo en un punto cualquiera equivale a renun- derecho exclus ivo de determinar por sí y an te sí la ley de la cono-
ciar a él en su totalidad. Confiamos, por ejemplo, en el principio ducM y que posee, además, la fuerza autónoma necesaria para
de que dos cosas que no se distinguen de una tercera no se di fe- hace rlo, Toda deducción religiosa de la ley moral es rechazada
rencian entre sí, pero el misterio de la trinidad nos convencerá de incondicionalmente,
lo contrario. Aceptamos como verdad evidente el que un cue rpo Bayle no se cansa de afirmar y reafirmar una y otra vez este
no pu ede encontrarse en var ios sitios distintos al mismo tiempo, pensamiento, invocando en apoyo de él la fuerza y la pureza de l
pero el d ogma de la eucaristía viene a sacarnos de nuestro error. idea l terrenal de los antiguos. Opone a cuantos destacan la acción
"La doctrina de la fe nos lleva a perder todas las verdades específica del cristianismo, en este terreno, el ejemplo de otras
que h asta ahora hemos encontrado en los números; ya no sabe- religiones y, frente a cuantos afirman la acción sobrenatural de la
mos lo que son 'dos' y 'tres', lo que son la identidad y la dí- gracia divina, se acoge al testimonio que ofrece la acción viva de
versídad", la pu ra doctrina filosófica de la rnoral.
La lógica y la matemática se convierten así, en el mejor de los El Dictionnaire de Bayle es el arsenal de todos los ejemplos en
casos, en una colección de tesis de du ctivas, sujetas a revisión en que se apoya la filosofía francesa de la Ilustración para el trat a-
todo momento, pues en cua lquier instante puede surgir una nue- miento de este tema. Cuando Bevle establece un paralelo entre
va revelación que dé por tierra con los principios más evidentes el Islam y el cristianismo para comparar el contenido de sus rno-
de la razón. 1{lll tivaciones respec tivas y la influencia que ejercen sobre las inten-
Por do nde nos encontramos con u n raro contraste entre las ciones de sus adeptos, percibimos en sus palabras un tono satírico
trremisas positivas de que parte Bevle y la meta a que llega. Na - en el que nos parece estar leyendo directamente a Volraire.
die puede negarle el mérito de haber reconocido y proclamado la Nos dice, entre otras cosas, que la virtud de los dogmas posi-
unidad absoluta e inalienable de la razón teórica. Esta sólo puede tivos sólo se ha manifestado hasta ahora, por parte de todas las
significar algo y ser eficiente si se la concibe como un todo. Pero, rel igiones, en la fuerza de las persecuciones contra quienes pien-
al no poder afirmarla en este sentido global, Bavle acaba , en úl- san de otro modo, pero no en el gobierno de los propios actos.
timo resultado, rech~árulola, Hacer que la moral descanse sobre el prestigio de un individuo
No queremos entrar a indagar aq uí, de momento, la sinceri- o sobre la au toridad del fundador de un a religión equivale, afirma
dad subjetiva de esta conclusión final; llegarem os a una de cisión Bayle, a matarla en su raíz, pues la " idea" eterna del bien se
con respecto a ella fijándonos ahora en el reverso del escepticis- abandona desde el momento en que se erige en pa uta íncondícío-
mo bavlíano, tal como se manifiesta en el Dictionnaire mismo. nal para medir la personalidad histórica, y por tanto relativa, de
Con la misma energía con que combate y rechaza la razón de la un Indívíduo.w-
ciencia, considera como algo intangible el derecho de la razón rno- Como vemos, la pugna entre la razón y la fe se torn a, aquí,
rcl. Permanecen, en este sentido, inconmovibles la s afirmaciones más brusca y más irrecon ciliable que nunca, V la conclusión a que
iniciales del Comentario Filosófico, y hasta podríamos decir que, por este camino se llega se estrella directamente contra la que se
10 2 Cf r. especialmente Jos arts. "Pyrrhon", "Simcnides", "Maniché~ ns", 104 V, especialmente los arts. "Mahom et", "David". "Sara", en D ícnon-
"Paulície ns" y "Socin", en el Dic:tionnaire. naire. Sob re la concepción ética de Bayl~, cfr. Jo<1l, Geschichte de>' Echik,
10.'1 Ar, "Phyrrhon", n. B. t . r, pp . 280 ss.
LOS FUNDAMENTOS DEL IDEA USMO DESARROLLO DE LA F1LOSOFIA CARTESIANA

obt iene en el campo teórico. La ra zón, que en el terreno de la ló- La ética - tal es el puma firme en que radica-e- reside, pa ra
gica se mostr aba prisionera del dogma, se revela aq uí, en el terre- él, ínt egramente en la T~Ón: por tanto, todo lo que sea ahondar el
no de la moral, como capaz y suficiente para goberna r la totalid ad abismo entre la razón y el d ogma es, por tanto, poner COto a la in-
de la conducta. indi vidu al y crear las form as de la comunida d em- fluencia del dogma sobre los [uicics y la conducta morales. La
pirica, "Ie"
e en los mister¡ en eI "ser " d e lo supras ensrIblec
os rrustenos, e, es eel precio
y ambos resultados, por mu y incompatibles que a nosotros nos que este pensador pon e a lo qu e considera como la meta funda-
pa rezcan, no son, para Bevle, cosas sepa radas e inde pendient es la mental.
un a de la otra, sino qu e, por el contrario, forman una un idad dí- En ninguna otra obra nos habla con tanta fuerza, de un mod o
recta y personal. Sólo tendríamos de recho a acusar de insinceridad tan vivo e impresiona nt e, la personalidad de Bavle como en aq uel
a este pensador, si no se pu sieran de manifiesto las cond iciones escrito filosófico redactado por él en defe nsa de la libertad de la
históricas' y psicológicas que determinan y explican necesariam en- fe, con motivo del Ed icto de Nanres.t'" Sabe encontrar en él pa-
te esta d ualidad que se prod uce en él. labras verda derame nte inolvid ables, por la fuerza, la libertad y le
" La fe de Bayle" - tal es el ju icio formulado por Feuerhach- pu reza de sus intenciones, por su agudeza y su acritud polémicas.
"es un acto de negación d e sí mismo, el límite q ue su espíritu se En ellas, ap arece ante nosotros, desnudo y limpio de tocio adita-
tra za, limite, por tant o, de carácter volunta rio, la negación volun- mento extraño, el verda dero meollo de la misión h istórica de este
taria de su espíritu, del mismo modo que su espíritu era la nega- pensador. La meta final a que tiend e tod a su obra de esclarecí-
ción de su fe• .• De las objeciones de la rarón contra la fe, Bayle miento no es la penetración cientiñca, sino la tolerancia religiosa.
no concluye la nulidad de los d ogmas, sino por el contrario, la Su int erés c rítico langu idece en cu anto cree haber asegurado este

nulidad de la razón• • • Su fe es la abst inencia y la pen itencia vo- fin, y la trabazón paradójica de su sistema lleva consigo el que
luntarias de su razón. Lo cual no quiere deci r, ni much o men os, pudiera creer haberlo alcanzado d el modo más cierto y menos pe-
que Bevle sea un hipóc rita. Es un librepensador por necesidad. La ligroso mediante el abandono de la ciencia.
h ipocresía es la contr ad icción de lo qu e se piensa con lo que se Cierto es qu e, a la postre, no se sirve con ello n i a la rtt¡:Ó'fl,
dice o se hace, en la qu e lo interior represent a la negación de 10 qu e no posee ya ah ora la menor posibilidad de eña naar teórica-
exterior, y viceversa. Bevle, en ca mbio, es la contradicción. en sí mente su reino, ni a la fe. En efecto, [qu é valor pue de tener una
mismo. No finge creer; cree de verd ad, pero la fe, en él, se hall a religión qu e atormenta a nuestro entendimiento con oscuros enig-
en contrad icción consigo mismo, con su propia naturaleza, con su mas y a la que se obliga a renu nciar a tod a influe ncia sobre la
es pí ri r u ". I O~ .lOl untad moral de l hombre?
S in embargo, podría despejarse incluso esta cont radicción in... Sin embargo, el dualismo que se mantiene en pie aq uí tiene ,
eenor, teniendo constantemente a la vista - aunque hay que re- a su vez, un fun dam ento objetivo más profundo: se explica cuan-
conocer que la forma literaria de l DictionnaiTC no facilita esta do se para la atención sobre la fundamenta! conc epci én psicol. ~
tarea- la tornlidtkf de su inte nción filosófica funda men tal. Bayle giro del hombre de que part e Bavle,
consuma el sacrificium intcll.eetus, sacrifica la razón teórica, para Mont aigne había encontrado en el conce pto de l "hombre na,
dejar el campo libre y expedito a la razón moral. A medida que rural" la roca viva para sobreponerse a todas las d udas de su re-
nos pinta el dogma como algo su blime e incomprensible, provee- lativismo teórico y moral. El hombre de la natura leza, no falseado
rándclo d e este mod o en una lejanía más remota, pone con ello toda vía en su esenc ia por los vínculos y las convenciones exrerio-
la vida empírica inmediata a salvo d e sus ingerencias e interven-
d on es. 1M "c~ qu ~ c'est q ue la Franc ~ toute carhollq ue 801.18 le r 1:gn~ de Louis
IO~ F~nerba ch, Pi......", Da)'l", Ansb ac:h 1838, flP. 126 s. 1~ Grand", cfr. Oe"t'rcs diwH" 5, T. 11, p. 347.
610 l OS FlJ NOAMENTOS DEL IDEAl ISMO DESARROLLO DE LA FILOSOAA CARTESIANA 611

res creadas por los progresos de la civilización, es la segura estrella Bavle se sobrepo ne a la idea teórica de la corrupción origina l
pola r que guía todos su pasos. de la ratón, pero sigue af errado a la creencia en la "mald ad radi-
El escéptico se torna, aquí, creyente: no pone en te la de jui- cal" qu e se alberga en la naluraleta empírica de! h ombre. Y este
cio ninguno de los fant ásticos rela tos q ue llegan'! sus oídos acer- enjuiciamiento ético encuentra su cont rapart ida en el campa teó-
ca de la constitución de los pu eblos primitivos de A mérica; la rico. Cuando refuta el socinianismo y su pretensión de someter a
edad de oro sigue viviendo directamente, a sus ojos, e n la reali- un examen raciona l las verdades de la fe. le reproch a sobre todo,
dad del presente. C uanto los filósofos hayan podido cavilar nunca muy significativamente, su error psicolégko fu nd amental. Sólo un
acerca del esta do id eal d el hombre primitivo se queda muy por faná tico, nos d ice, puede pen sar que el hombre se vería libre d e
debajo de la pura y sencilla ingenu idad que aquí nos mu estra la un yugo opresor dejando subsistente en él el pensamiento de las
experiencia. Llamamos "salvajes " a est os hombr es, como lla mamos ver dad es abst ract as e incom prensibles. Es precisam ente en la con-
"silvest res" a las frutas que la naturaleza produ ce por si misma, tr ad icción int erior don de residen el encanto y la constante fuer za
sin la ma no del hom bre, cuando en realidad debiéramos lla mar de atr acción de la fe.
así, por el contrario, a las qu e nosot ros mism os hem os ido cam- "Qu ien desee fundar un a religión filosófica, procu re alejar de
biand o artificialmente, basrarde ándoles al ada pta rlas a nu estros ella toda tesis oscura o di fícil de compre nd er, pero no caiga ta m-
gustos corrompidos. Sería contrario a tod a razón concede r al arte poco en la vana quimera d e cr eer que le seguirá nunca la m ul-
la primacía sobre la gra nde y poderosa madre na tu raleza. T anto titud".I08
hemos recargado la belleza y la r iqueza de sus obras con nuestras El h om bre necesita, por n aturaleza, de dogmas positivos: la
prop ias invenciones, que nos asfixiamos bajo éstas: pero dond e indiférencia ante ellos será considerada siempre por él como algo
quier a qu e su pu reza resplandece, h ace palidecer d e un moclo más despreciable y reprobable que un a falsa religión. 109
asomb roso nu estr os vanos y frívolos esfuerzos" (Essais, 1, 30) . De este mod o, la d uda en cu anto a la roolidad d e la razón es
Bavle dista mu cho d e com pa rtir este espíritu rou sseau niano. siempre en Bayle el resultado y la expresión necesaria de la d es-
Para él, la "naturaleza" del ho mbre es ins eparable de su historia , • •
esperación d e qu e llegue a realírarse nunca en un terreno ernpr-

cada una de cuyas páginas desc arga un bofetón sobre aquella fe rico-histórico. Y se halla condiciona da también , de ot ra parte, por
simplista en la bondad originaria de la naturaleza huma na. el sentido limitado que en este pensador posee todavía el con-
" L'hom me ese méchant er ma lh eu reux; chacun le cor malr par cepto de la razón.
ce qui se passe a u deda ns de lu i et par le ccrnmerce qu'il esr Bavle se mantiene al ma rgen d e las manifestaciones de la ra-
obligé d'avoir avec son prochain. .• (Nous voyons} part ou t les mo- zón en la ciencia mocl.ern a : sus disquisiciones sobre el problema
numents d u malh eur er de la rn écha n cer é de l'homm e: pa rto ut del inf inito, por muy importante qu e sea su resultado metafísico
des prisons er de s h ópitau x; partour d es gibets et des mendianrs. •. final • revel an • sin embargo, cuán ausente se halla de él toda rela -•
L hisroire n 'est a pro prement parler qu' uo recueiljdes crimes et ción interior con la teoría de los principios mat em áticos. De aqut
des infort unes du gente humai n".101 que el pensam ient o de Bayle se limite en fin d e cuentas, a pesar
Este pesimism o constituye el fund am ento más profu ndo del de tod o, a la fu nción escolá stica de analizar díal écrícamenre las
escepticismo bavlíano. La razón mora l es, para él, el regalo de las proposicion es da das: es, como él mismo lo expresa, un principio
danaides: puede fijar la meta d e los actos y alumbrar el cam ino analítico y desint egrador, y no un principio con structivo.' !"
qu e cond uce a ella pero le ha sido negad a la fuerza na tura l nece- Ahora bien, la crítica de la teología positiva no pod ía 11,,\':lr1'('
saria para alcanzarla. Por muy pura y autónoma que sea su ley
1<l8 V oz "Socio" (Fausto), n. H.
interior, no pued e mover nada de l mu nd o d e fuera. 109 Voz "Acosre'', n. H.
10'1 DicrionnaiTe-, voz "Man ichéens", n. D. 110 V oz "M anichéens".
612 Las FUNDAMENTOS DEL IDEAUSMO

a término única y exclusivament e por los medios del análisis ló--


gico y filológico, sino qu e tenia que compleme nt arse mediante la
filosofía d e la cieru:ia natural. El hombre que podía, remitiéndose INDICE DE NO MBRES
siempre, como 10 hace, a los criterios d e Bevle, d esarroll arlos para
llegar, a base de ellos, a nuevas y más libres conclusiones, era A gripa de Ne ne sheém, 181, 195, 215, Brand es, G eorg, 210 n.
Volraire, ya que no se limita a criticar el dogma, sino qu e sirve, 216, 229, 130,231, 237. 240. 241 n, Brun i, Leonar do, 133
246, 315, 407, 443 Bru nn hofer, H On.
además, de nu ncio Vde vocero a la nueva concepción newtoniana Agustin , San, rz, 113, 114, 129. 130, Bruno, G torda no, 110, 200, 283, 321,
de l universo. zes, 515, 516, 517, 519, 525, 529, 330, 376, 41'2·0443, 448, 449, 451,
583, 584 47'
Alcino, 346 ft. Buc hena u, Anh ur, 588 JI .
Alejandro de Afrodisias, 139 Buena ventura, San, 61
A leja nd ro Magno, 288 BuoJlOU'gnio, JuaJl Bau tista, 190
A na d ¡roras, J 4, 382, 601 Burckhardr, Jacobo, 109, D I, 194
A nselmo de Ce nrorberv, San, 95, 499 BurthOfQl:e, Riclu.r d, 548, 549, 551 n.,
Apeh, 30+ n ., 338, 340 n ., 375 552, 555, 556, 557, 558, 559
Apolonio. 385
A rntóreles., 42, 52, 55, 56, 57, 58, Calipo, 311
59, 61, 97, 116, 118, 127, 133, 134, Ca mpa nella, 18, 20, 195, 231, 232 n.,
135, 137, 140, lil, 147, 15i, m, 233, 260-276, 278 '1 .. 286, 287, 288,
156, 151, 159, 162, 112, 173, 174, 300,349,384, 405, 400, 410, 0441 n..
154, 190, In , 235, 247, 25i, 261, 418
263, 264, 213, 300, 311, 317, 319, Caeeor, 387 'l ., 392 n., 399 n., iOO n .
326, 321, 3-43, 3-1S, 3-19, 362, 364, Ca rda no, 146, 226, 227, 236 n., 276,
365, 378, 379, 382, 3%, H4 n., 288, 400
426, 442, 4H, 455, 522, 537, 543, Ca rrieres, M., 123 n.
5+f, (02 Cas telli, 405 n.
Arqu ímedes, 326, 352 Cavalea nti, GioV1l nni , 119 n.
A rnau ld, 492 n., 497 n., 506 n., 516 n~ Cavalie ri, 392, 393, 394, 399, 472,
517, 536, 582 n., 584 " ., 586 " ., 588, 50'
589, 590, 59t , 592, 597, roo Cellin i, Benv en ut o, 211
Ave rroes., 137 Cicerón, Marco T ulio, 152, 153, 193,
3]8
Baco n de Verulamio, 20, 327, 37 1, C larlte, 344
H 6, H 8, 533, 568 C laube rg, 537, 538 n., 563 .
Bavle, 222, 533, 59Mi12 Clerselier, 471 n., 492 'l ., 504 n.
Beeckmann , 472 Co he n, 28 'l., 390 n., 394 n.
Belarmi no, 3 77 n. Colombe, Lod ovlco J elle, 363 n.,
Ben edent, 396 371 n.
Berkeley, 251, 256, 432, 497, 560, C oJlier, 603 n .
578, 586 Co nsta ntino, 151
Berrher, 476 n. Co pérnieo, 179, 314, 315, 338,339 n.,
Berl i, 377 n., 404 n . 346n., 375, 379, 381, 409, 410 n.,
lJes, a rión, 118, 119, 133, 179, 188 505, 5]1 n.
Bodin o, Ju nn, 218 Cousin, Víctor, 530 n., 578 n.
Ilouíllíe r, 596 n. Cremonino, 347 n. 378, 379
Bovilo [C arolus Bovlllus ], 97· 107, Crist ina de Loreos, 404, 405 n.
186, 187 lO., 441 n. Cusa, Nicolá s de [ Ntcolas de Cú es,
Bmhc, Tye ho, 339 el Cu:;ano], 65-107, 115, 116, 121,
613
614 lNDIC E DE NO MBRES INDICE DE NOMBRES 615

121, 124, 128, 172, 195, lOO, 218, Ficino, Marstlic, 116, 118-132, 145, Huer, 598 Miistlin, 315, 345
237,28+,288,309, 412,438, 441 n., 146, 168, 192, 269, 441 n . Hume, 33, 34, 567 Me r~enn e, 460 n., 472 n., 473 n.,
442 n., 459, 462, 469, 510, 585 Filolao, 36, 37 n., 41 H uvnhens, Christian, 484, 485 483 n.. 484 n., 493 n. 512 n.
Fiorentino, 95, 134 n., 139 n., 1+8 n., Mesland, 506 n.
C han ut , 505 TI. 236 n., 270, 268 Isabel, condesa, 469 Miguel Ángel , 123, 414
C harron, 216-219, 561 Fische r, Runo, 452 Mon taig ne, 196, 197_216, 218, 119,
Chiaromonti, 347 Flud d, Ro~rto, 316, 318, 319 n., 373 221, HOn., 535, 536, 597, 609
Jámblico, 119
Fontenelle, 598 Mon tesqui eu, 200
janse n¡o, 529
D'Alembert, 24 Fracas toro, Girola mo, 226, 246, 247~ More H enr y, 281, 286, 471 n., 473,
Jenófanes, 40, 46, 425
Dante, 140, 268, 322 253, 296,297 n ., 319, 343 n., 365 n., 484n ., 557
Juvenal, 179
Dem6<:rito, 42 n., 43, 190, 191, 288, 366, 367 n., 372, 407 MOTÍn, 466 n., 484 n.
354, 355, 358, 437, 602 Fortís, Juan, 153 M orus, 505 n .
Desargues, 395 Franck, Sebastián, 193, 286 Kant, 22, 23, 28, 34, 281, 344, 417. Mülle r, Max, 39, 40 n.
Descartes, 18, 20, 72, 86, 109, 124, Galil eo, 18, 20, 55, 72. 77, 115, 157, 499 n., 588
195, 221, 269, 287, 299, 336, 337, 165, 166, 203, 260, 267, 292, 298, Rep 1er, 20, 37, 55, 76, 77, 114, 115, Natorp, 49 n. 311, 354 n., 358 n.,
343, 358 n.,. 360, 395, 397, 447. 302, 313, 317, 320, 327, 342, 344- 128, 179, 180, 183, 226, 274, 300. 482 n., 499 n ,
513, 514, 515, 517, 518, 510, 522, 384, 385, 388, 389, 390, 392, 396, 301_344, 345, 346, 347, 348, 353. Ne per, 398, 399
526, 531, 532, 533, 534, 536, 537, 398, 403, 404, 406, 418, 424, 427, 354, 357, 365, 368, 372, 373, 375, Newron, la, 20, 22, 24, 26, 275, 281,
538, 540, 541, 543, 546, 556, 559, 456, 459, 467, 468, 472, 484, 487. 376 n., 378, 31U, 385, 386, 388, 392, 327, 330, 332. 393, 485
560, 561, 565, 568, 569, 570, 576, 488, 489, 50S, 512, 513, 531, 567, 396, 399, 402, 406, 408, 428, 441 n ., N ikolai, 591
583, 591. 596, 598 602 455, 459, 469, 489, 512, 567 Nlzol¡o, Mario, 150, 175-178
D eussen, 40 n. Gass, 117 n , No varo, 567 n .
D iels, 35n. , 371\ ., 39 n ., 42n., 'O n. Gassendi, 451 n., 470, 487, 492 n .• Labanca, 148 " ., 166 " .
D ilthey, 113 n., 193 n. 496, 509, 511 n., 602 La Mo the le Vaye r, 221_2 22 Occarn, Guiller mo de, 104 n., 251
D iodati, 405 n. Oe rha rd r, 394 n. La" d, j. N .P., 558 n.. O lden be rg 38
D ionisio Aero pagita, 132, 4+1 n. Geulincx, 538, 540, 542 n ., 543, 544. La ngc, F. A., 453
Dippel, 98 n., 99 n . 545, 546, 547, 546, 552, 555, 557, Lasswirs, 329 n., 332, 367 n ., 386 n ., Pablo, San, 193
D onio, Agostinc, 270 n. 558, 560 396 n. , 433 n . Paracelso, 20, 99, 180, 237-246, 286,
Düh ring, 391 Gibi euf, 471 n . Leder, 515 n. 408, 423, 441 n .
Gibson, 460 Leibn iz, 10, 20, 24, 34, 86, 119, 121, Parménides, 42, 43, 44, 46, 425, 602
Empédoc1es, 34, 602 Gilb ert, W illiam, 220, 327-335, 347 n., 146, 150, 177, 232, 233 n., 234, Pascal, 22, 517, 518-536, 594. 598
Epícuw, 190, 597 403, 467 343, 344, 377 n ., 393, 439, 440, Patriui, 226, 234, 257. 259, 260 n.,
Erasmc, 151, 193 Goet he , 28, 195. 219, 227, 231 n., 441 n., 486, 507, 573, 574, 596, 275, 279, 280, 281, 282, 285, 286,
Ermolao Barbaro, 149, 150 306, 403, 533 601 n. 310, 311, 334, 342 n., 441 n., 442 n.
Escallg ero, Julio C ésar, 276, 277, 322 Gomperz, 39 n., 43 n , Leucipo , 42 Perie r, Mme, 533 n.
Escoto Er igen a, Juan, 95 Graz ia, Vincenao di, 36 1 n. 367, Liard , 452 n., 481 n. I'et rarca, 113, 149, 211
Euc ken, 310 n., 319 n . 371 n., 378 n . Lib ri, 367 n. Peur bach, Jorge, 179, 312
Eucl ides, 35, 335, 336, 385 GTimm, 557 Locke, 33, 34, 548, 556 Pico dell a Miran dola, Giova nn í, 123,
Eud emo, 35 n. Gualdo, Peolo, 347 n. Lorenzo el Magnifico, 131 133, 149, 150n., 172, 173, 180, 182,
Eudoxo, 311 Gurson, cond esa de , 208 n. Lüwenheim, 354 183, 184, 185 n., 188, 241
Euler, Leonardo, 20, 24, 281 Lulio , Rairn undo, 443 Pico del1a Mirandola, France sco, 171·
H avet, Ernest, 520, 524, 530 n. Lvon, G eorgcs, 548, 549 ..., 556 n ., 175, 190, 191
Fabcr el Estapu1ensc, 97 Hegel, 27, 30, 166 n., 205, HO n. 567 n. 578 n. Pillon, F., 578 '1., 591 n.
Fabnc ¡o, 33 1 n. 334 n. 339, 340, He ráclito , 33, 37, 39 Pirkheimer, Wilibaldo, 179
387 n . H erberr de C herbu ry, 522 Mach, '364 n. I'Irágoras, 35, 188, 432, 442
Falk enb erg, 82, 97 n . H erde r, 210 Marr an, 577, 578 n., 587 n ., 591 n . Platón, 32, 34, 35, 45, 46, 47, 48 n.•
Pave ro, 347 n., 38+ n . Hobbes, 432, 507, 560 l\la\e branche, 130, 137, 138, 516 ..., 49,50,51,52,53,54, 55,57,58n.,
Fermat, 395, 512 H ome ro, 188 517, 538, 555, 559-596, 597, 598, 94, 103, 104 n., 115, H9, 124, 127,
Feuerbach, 214 n., 608 Hora cio, 179 599, 605 137, 154, 158, 188, 192, 193, 208,
Fichtc, 591 Hor kr , Martin , 345 Maqu iave\o, 189 289, 290, 291, 306, 308. 311, 3 17,
616 INDICE DE NOMBRES

340 n., 355, 388, 414, 426, H1, 455, Sócrates, i 5, 192, 200, 289, 290, 302.
+59, 001 317, 426
Pleeh on (Ge0'1lio Gemístc ], 116-118, S pinoza, 555, 577
119, 187, 188, 189 Sre;n, L., 190 n , INDl CE GENERAL
Plotino, t19, 123, 4!J, 414, 44l n., St evin , 326
449 Stra uss, D, F., 193 n.
rI UtII(CO, 205, 209 Srrun r, F., 242 n. PR ÓLOGO , , , . 7
Potsson, 481 n. Slldh off, 238 n .
Pom pona zzi, Pie trc, 136-147, 148, I NTRODUCCIÓN . 11
181 n. Tácito, 209
Por firio, 119 Tales, 440 n.
PONa, Oia mbattisI•• 2Jt Ta nck, joa chim, 316n.
Pottu, de, 353 n., 35. n, T ann erv, n , i72 n~ 488
Libro Primero
I'rar nl, 149, 195 n., 371 T elesi.:., 107, 203, 234, 235, H 6, 253...
Proclo, 35, 117, 119, 300 260, 261, 264, 269, 277, 278 n .. 279, El RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO
190, 3J1, 408, # 7. 602
Q uinliliano, 152 TIlo Livio, 151
Tocco, H 8 n., 433 n. .1. Nicolás de C usa , . 65
Ramus, Petrus, 158-162, 315, 335 Tolo meo, 179, 3'1t
Reciomouta no, 179, 312 Ca rclus Bovillus, 97
To mas de Aqu ino, San to, 173, 261,
R ('lli ll ~ , 508 n., 539 1\,. 540 n., 56+ n .,
168, 410
550 n., 581 n., 593 T rend e1enhur\l", 4.5.5, 544 n . JI. El hum anismoy la lucha entre la filosofía platónica y la
R",nan, 110, 134 n., 138 n., 139 n., T ris me¡:-isto, Mercurio, 188
ISO n. aristotélica 108
Ré tico, 346 n. La renovación d e la filosofía platónica 115
Reuch lin, 180, l BS Uebinger, 68, 72 n.
R¡u er, 11., 139n. Grorg io O ermsto Plethon, 116; Ma lSilio Ficin c, 118
Rc bee..al. 394, oH3 Valla, Lorenzo, 15l).152, 154, 162
Roceo, Ant onio, 390 n., 404 n. Vanin~ 237
Viela, 397 La reforma de la psicología aristotélica . .. lH
Rohde, 31 n .
Rousseau, J. j acobo, 207, 210 Vinci, Leonardo d a, 20, t 1'1. 179,
Pien o Po mponaui, 138; G iaco mo Zabard la, 147
Rulo, Mucia no, 192, 193 n, 192, 293-300. 309, 3 1i , 319
Vi rgilio, 179
Sabondc , Ralm ond de, 197, 200, 2IZ, V ives, Luis, 152-158, 162, 189, 190 n . La desintegración de la lógica escolástica 149
137, 440 n. Voiar, G eorg, 113 n.
Sad, M. de , 535 VolraiTe, 533, (fJ7, 612 Loremc V alla, ISO; Luis V ives, 152; Petru s Ramu s, 158; Gía cc mo z e-
Samre-Beu ve, 529 n. barella, 16]; Francesco Pico de tla Mira ndcl á, 171; Mario Nirolio, 17.5
S ánchea, Francisco, 201, 219-220, W ern er, Karl, 61 n,
W illman n. OTro, .58 n., 61 n.• 111 n. La renovación d e la concepción d e la naturaleza y de la
"" n,
~ rs; ,)82 W indelban d, W., 336 n.
Savonarob , In W o hlwill, 36i n. historia . 178
Schetn er, 369
La filosofia de la historia del Ren acim iento. 187
Sche ler , Max, 2i n., 26 n. Zabardla, Giaco mo, 144, 147, 149,
& hubl'rr, ZJ8 n . 163-l7t
Schulne , Friu, 117 Zeller, 27 n., 30, 33, 3i , 35, 57 n~ III. El escepticismo 195
Séneca, 193, 205 134 n.
Setfn, H. , 132 n. Zenón, 40, 41 Mcntaígne, 197; C herron, 216; Francisco S áncher, 219; La Motb e
Sexto Empírico, 196, 202, 221 Zoroasrro, 1Ml le Vayer, 221
Shakespeare , 210 Zwinglio, 180

• 617
618 INDICE GENE RAL INDlCE GENERAL . 619

Al Pascal 5 18
Libro Segun do B) La lógica y la teo ría d e las cat egorías 536
el La teoría de las ideas. Malebra nch e 559
EL DESCUBRIMIENTO DEL CONCEPTO DE LA D ) El final de la filosofía cartesiana. Bavle 596
NATURALEZA
I NDICE DE NOMBRES 613
I. La filosofía de la naturaleza 225
Al El concepto del organism o universal 227
Pa rJCd~. 237

fl ) la psicología de l conocimiento 246


Girclam o Fracasroro, 247; Telesic, 253; Campa nella, 260

e l Los conce ptos de espacio y tiempo. La matemá tica .... 276


Il. El nacimiento de la cíenc¡n exacta . 289
1. Leonardo da Vi nci 293
2. K épler 301
ti ) El concep to de la armon ia, JO) ; b) El conce pto de Iueraa, 310;
c.J El conce pto de ley, 335

3. Ga lileo 344
4. La ma tem át ica 384
m. El siste ma copernicano del uni verso y la meta física. Gio r-
d ano Bruno 402

Libro Ter cero


LOS FUNDAM ENTO S DEL lDEAUSMO

l. D escart es . 447
La un idad del conocimient o . 449
La metafí sica .. 489

n . El criterio de la perce pción cla ra y distinta y el desarrollo


de la filosofía cartesiana . 514
, ,
Este libro se te nnin 6 de impri mir y e ncu¡¡(kmar
en el mes de enero de 199 5 e n Imp«'sor.I
y En cuadernadora Progrno, S. A de C. V. (li PM),
CaIL de Sa n Loren w, 244 ; 09850 Méxko, D. F.
Se tiraron 3000 ejem plares .

.,
EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO I

Para Cassirer. la historia de la t eoría del c onoci m iento es la estructura


sobre la cu al el est udia nte serio de be orga nizar la totalidad de lo s pro -
ductos d e la actividad f ilosófica ; pues ésta sólo alcan za su m adurez
cua ndo aband o na la act itu d real ist a ingenua y se vu elve sob re sí mi sm a.
cuando t om a co ncienci a de la impo rtancia de uno de lo s t érm inos de la
relación esen ci al del con oci m ient o. el suj eto . y lo ve co mo un a ent id ad
dinám ica. que va hacia la realidad y le impone sus propias leves. que. en
una pa labra . h ace la realida d que bu sca. Este d escubrir el suje to va le
tanto co mo afir mar sin vacil ación la neces idad de comen zar la fi losofía
por u na rig urosa teoría del conocer. y a que si el f ilósofo pu ed e ap lazar el
prob lema de la m ora l y gu iarse pro visiona lm ente por la opi n ión. no
pu ede en ma nera alguna posponer la verifi cación d e la pru eba . la revi-
sión del método de l co no cimiento.
En este vol umen Ernst Cassi rer nos hace rec orrer el cami no que lleva
has ta la cima de l yo pen san t e, de l yo hace dor de pen sami entos y co n-
form ado r de la realid ad. En ella term ina este tomo - en el ge o m etr ism o
cartesiano , en el agó nico irracionaJismo de Pascal y el oca sional isrno d e
M etebr anche -r-. q ue comien za con el pr imer gran pen sador m odern o,
Nico lás de Cusa - sit u ad o t oda vía más al lá de la im p rec isa fr ontera de l
Renacim iento. en la cu li minac ión de l M edi evo -t . y sigue por lo s h um a -
n ist as, por los e scépt ico s co mo M ontaigne y Sán ch ez. por lo s gen iales
cread or es d e la f ísica mod ern a, Galileo y Kepler. y por los m ísticos de la
natu ral eza. Campan el1a y Giordano Brun o .

fOND O DE CULT URA ECO NO MICA

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