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La simbología matemática.

La simbología matemática nos permite expresar en forma


concisa y clara los conceptos matemáticos, de tal manera que un texto matemático que
utilice el lenguaje matemático, puede ser leído por cualquier persona sin importar la lengua
que hable; i.e. para un hispanoamericano, para un anglosajón, para un chino, para un
japonés y para un ruso, entre otros, la expresión

El Conjunto de los Números Racionales se define como el conjunto de los números de la


forma a sobre b, tales que a y b son números enteros, con la restricción de que b es
diferente de cero."

El símbolo matemático es por ejemplo:


El símbolo de la división. Representa la cantidad total repartida en partes iguales.

Ejemplo: 24 ÷ 6. Se reparten 24 unidades en 6 partes iguales.

Para la división, también se pueden escribir los símbolos:

Dos puntos 24: 6

Barra de fracción: 24 / 6

Las simbología matemática está repleta de signos o caracteres gráficos, que son
como

Las “palabras” de un idioma. Éstas deben ser conocidas con el objeto de pod er

Interpretar lo que se quiere decir con ellas, al tiempo que se deben utilizar para decir
lo que se quiera. Cada uno de estos símbolos utilizados en matemática, son
necesarios.
Vida cotidiana: La vida cotidiana, comprende los procesos habituales que realizan
los humanos civilizados en su ciclo diario y semanal. La vida cotidiana se
caracteriza por patrones repetitivos de trabajo y rutinas, consumo, ocio, higiene
personal, actividades sociales y culturales, visitas al médico, sueño, etc.
A veces suceden cosas que, aunque no alcanzan el nivel de una catástrofe
global, suceden con tanta frecuencia que logran molestar a la mitad
de la población del planeta. No nos sorprendería si en el mundo hay una
comunidad secreta de personas que fracasaron tratando de abrir una lata,
no pudieron broncearse uniformemente y perdieron un lugar de estacionamiento
genial debido a otro conductor.

Vida cotidiana, por lo tanto, se refiere a las acciones que una persona
desarrolla diariamente. Algunas son comunes a todos los individuos
(despertarse, comer, irse a dormir), mientras que otras dependen de la realidad de
cada sujeto.
Tomemos el caso de un niño de 10 años. Su vida cotidiana puede incluir
despertarse, desayunar con sus padres, ir a la escuela, jugar con amigos, ver
televisión, cenar en su casa y dormir. Si la rutina varía, incluirá situaciones que no
pertenecen a la vida cotidiana: eso es lo que ocurrirá si, un día, el niño debe ir al
médico ya que le duele el estómago. Dicha actividad (ir al médico) no es cotidiana
para el pequeño.
Dejar atrás lo cotidiano es difícil, ya que cada segundo de la nueva vida nos
recuerda que somos «recién llegados», seres que pertenecen a otra realidad y que
deben esforzarse mucho por encajar y encontrarse a gusto. Sin embargo, a pesar de
que la vida cotidiana parezca el espacio en el que nos sentimos seguros, muchas
veces está en el riesgo nuestra verdadera felicidad.

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