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Introducción……………………………………………………………………………… 4
Capítulo 1
Construyendo un objeto de estudio…………………………………………………… 9
Capítulo 2
Capítulo 3
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Soy maestra y formadora por tradición, vocación y compromiso …………………… 75
Capítulo 4
Capítulo 5
3"
Introducción
El presente estudio tuvo como propósito central analizar las prácticas y procesos
de asesoría que realizan los formadores de docentes en los dos últimos semestres
de la formación inicial en la escuela normal. Nos centramos en develar la manera
en que los saberes, experiencia, conocimientos y conjunto de disposiciones se
entretejen y se convierten en un referente básico para el acompañamiento que
éstos realizan con los estudiantes que le son asignados.
De este modo, reconocimos que la asesoría, en la práctica, se convierte en
un trabajo de tutoría que atiende en varias direcciones, momentos, niveles y
etapas el proceso de formación. Ya sea como gestor para el ingreso a las
escuelas de práctica, como negociador de espacios con los docentes titulares de
las escuelas de educación básica, como consejero, como instructor, como mentor,
o bien como colega experimentado, el formador, en esta última etapa, desarrolla
una función que trasciende en mucho la responsabilidad que la propuesta
curricular le asigna. De ahí que lo que este estudio va mostrando son las
diferentes fases y momentos del acompañamiento y pone de relieve lo que los
formadores usan de su “caja de herramientas” (experiencias, conocimientos,
valores, actitudes, diposiciones, creencias, etc.) para dar respuesta a las
exigencias del trabajo que realizan.
Al inicio nos preguntamos:
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¿De qué manera los cambios de orientación en los enfoques curriculares,
tanto de la educación básica como de la escuela normal, están re-
orientando la formación de los formadores y de los estudiantes normalistas?
De acuerdo con estas preguntas, los objetivos centrales de este proceso de
investigación fueron:
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sea reformar. Lo que nos muestra la literatura y la propia experiencia de
investigación es que no existe una correspondencia directa entre reformar y
mejorar los niveles de desempeño académico de los profesores y el rendimiento
de los estudiantes.
Los hallazgos y particularmente los ejercicios de análisis e interpratación
realizados nos han permito ir sosteniendo algunas de las ideas hasta ahora
expuestas. Cada una de ellas se detalla en el contenido de los cinco capítulos que
componen el informe de investigación.
El capítulo 1 centra su atención en la construcción del objeto de estudio,
problematiza las prácticas y procesos de formación inicial y coloca al sujeto de
nuestra investigación: El asesor/tutor de 7º y 8º semestres. Arribamos a la
construcción de preguntas y detallamos el tipo de acercamiento metodológico,
aspecto que nos parece fundamental porque nos inscribimos en una línea de
investigación etnográfica que no es descriptiva, sino simbólica-interpretativa. Ello
nos permitió reconocer que en los procesos de interacción entre formadores y
estudiantes, formadores y formadores, formadores e instituciones se pone en
juego algo más que la simple acción, son interacciones subjetivas cargadas de
sentido y significado. Por tanto, no es lo que se hace y dice, sino lo que esa acción
y ese discurso significan y representan para los involucrados en la trama de
significados. Tratamos de construir descripciones densas a la manera de Geertz y
Bertely y realizamos un ejercicio interpretativo de segundo orden o de manera
profunda tal y como lo señala Thompson.
El capítulo 2 tomamos como eje de discusión y articulación, la formación de
docentes en el contexto de Reforma Educativa, se hizo un ejercicio de análisis e
interpretación que recupera tanto la política educativa, la teoría sobre las reformas
educativos y sobre todo, las experiencias y exigencias que se derivan para la
formación de los futuros docentes. Pusimos en el centro las tensiones, los
problemas y las condiciones que vive el formador para dar respuesta a una
exigencia que, la mayoría de las veces, llega del exterior. Nos preguntamos si esta
tipo de formación y práctica docente responde o no a las demandas del sistema
educativo. Lo que pudimos evidenciar es el punto de conflicto entre aquello que se
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quiere mejorar porque así lo determina la política educativa y aquello que en las
instituciones se alcanza a concretar en la práctica de los docentes.
El capítulo 3 docuementa los saberes, conocimientos y experiencias de los
formadores de docentes, a partir de la premisa de que éstos son los responsables
del acompañamento en el cierre de una propuesta institucional de formación para
la docencia, develamos qué tipo de “caja de herramientas” posee el formador y
cómo las pone a disposición del estudiante para reflexionar, analizar, comprender
e interpretar su práctica y formación para la docencia. Este apartado va mostrando
además la manera en que estos conocimientos, saberes, experiencias, valores,
tradiciones, se articulan y conforman un tipo de discurso acerca de la docencia,
uno, que requiere ser pensado desde diferentes lugares y que requiere de un
herramental metodológico para desestructurarlo. Así dimos cabida aquí a la
sistematización de experiencias docentes como una vía para documentar el propio
hacer del docente, exponemos que es una vía importante si lo que se requiere es
re-pensar lo que el maestro sabe, conoce, experimenta, valora y cree de la
docencia.
El capitulo 4 aborda los problemas, retos y posibilidades del
acompañamiento de los formadores en la escuela normal. Resaltamos los
problemas de orden general y los específicos. En los primeros se va dando cuenta
de cómo es que aparecen a partir de las recomendaciones que tanto el titular
como el formador realizan a los estudiantes, de la misma manera llevamos esos
probelmas a la propia docencia del formador y el maestro titular toda vez que
hemos encontrado que éstos se extienen hacia ellos y que no son privativos de los
docentes noveles. Destacamos en este punto el discurso prescriptivo y normativo
de la docencia. Reconocemos que los problemas se hacen presentes en la
medida en que quien observa la práctica los considera probelmas. De ahí que lo
que para uno es indisciplina, para otro no lo es. En los específicos abordamos los
procesos de relación insterinstitucional, de negociación entre el formador y el
profesor titular, mostramos las múltiples tareas que el formador realiza para dar
solución a problemas que van desde el orden de concepciones básicas acerca de
los enfoques, diseño de planificaciones, hasta aquellos que tienen que ver con las
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relaciones interpersonales subjetivas. Cerramos con los retos y posibilidades.
Partimos de la idea de que cada problema que se presenta se convierte en un reto
y en una posibilidad distinta de acompañamiento, en ella vuelven a estar
presentes las experiencias, saberes, valores y conocimientos de los formadores,
con esa “caja de herramientas” asumen su tarea y dan orientación a su trabajo y al
de sus estudiantes.
El capítulo 5 hace una apuesta a voltear la mirada hacia la docencia
reflexiva y a la investigación de la práctica en tanto la consideramos como una
posibilidad diferente de acompañamiento en los procesos de formación inicial.
Reconocemos que esta propuesta requiera de un plus en la formación del
formador, en tanto que no se trata sólo de tener experiencia y un cierto tipo de
saber disciplinario, se requiere de un tipo de formación en investigación que
permita convertir a la práctica docente en un objeto de estudio. Esta idea se funda
además en el hecho de que en el proceso de acompañamiento, una de las fases
implica la asesoría puntual en la elaboración del documento recepcional. Enseñar
a reflexionar, a sistematizar la experiencia, a analizar, a argumentar teóricamente,
a diseñar propuestas de intervención, a interpertar sus resultados e incluso
generar un tipo de conocimiento de la práctica docente, nos parece una tarea
necesaria y fundamental, si es que consideramos que los docentes formadores y
en general las escuelas normales pueden responder a la exigencia de ser
instituciones de educación superior, si esto es así, la investigación y generación de
conocimientos, así como su difusión, tendrán que ocupar un lugar central al igual
que la docencia.
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Capítulo 1
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de ellos se debaten entre lo que deberían estar logrando y lo que logran realmente
con sus estudiantes.
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estudiantes durante sus prácticas docentes. En este sentido, la inmersión que
realiza el estudiante normalista para “ensayar”, “recrear”, “proponer” y “operar”
formas diferentes de ejercer la docencia, bajo la tutela del maestro titular de las
escuelas de práctica y de los maestros de las escuelas normales -quienes fungen
como asesores-, pone de relieve la necesidad de considerar a la práctica en
condiciones reales, como un espacio de formación y de reflexión acerca de la
docencia; de la misma manera da la pauta para reconocer los límites y los
alcances de las actividades planificadas desde la escuela normal.
El ejercicio sistemático de análisis y reflexión de la docencia, se convierte
en el punto de enlace entre lo que se prescribe desde la escuela Normal y las
experiencias que los estudiantes acumulan en las escuelas de educación básica,
de ahí se desprende el proceso de acompañamiento que los maestros de estas
instituciones (como asesores) desarrollan en el transcurso de los dos últimos
semestres de la licenciatura. Entendemos que el trabajo que realizan estos
profesores se multiplica y se diversifica, pues como lo ha mostrado Mercado
(2007), el asesor tiene que atender desde los asuntos técnico-administrativos,
pasando por los técnico-pedagógicos, hasta los que están centrados en el dominio
de la disciplina, de los contenidos escolares, el apoyo en la detección de un
problema educativo vinculado a la práctica del estudiante, así como la elaboración
del documento recepcional.
En cierto modo, la tarea parece sencilla, acompañar y asesorar a los
estudiantes no implicaría más que estar al pendiente de los requerimientos que
surjan en el transcurso de esta última etapa de la formación. Sin embargo, así
como se diversifican y multiplican las actividades, en ese mismo orden se
incrementan los problemas para los implicados en el proceso. Al detenerse a
considerar las finalidades de cada una de estas actividades podemos darnos
cuenta de las implicaciones que, en el ámbito de la formación, la docencia y la
producción de conocimiento tienen cada una de ellas.
Una formación centrada en el saber hacer conduce a reconsiderar los
planteamientos que sostienen los rasgos del perfil de egreso para las diferentes
licenciaturas, particularmente los que se vinculan con habilidades intelectuales
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específicas, dominio de los propósitos y contenidos de la educación y
competencias didácticas. En este sentido, tal y como se expone en los planes y
programas cada egresado deberá, en el caso de las habilidades intelectuales
específicas:
Poseer alta capacidad de comprensión del material escrito, tener el hábito
de la lectura, valorando críticamente lo que lee al relacionarlo con la
realidad, en especial su práctica educativa. Es capaz de expresar sus ideas
con claridad, sencillez y corrección en forma escrita y oral; en especial, ha
desarrollado las capacidades de describir, narrar, explicar y argumentar.
Plantea, analiza y resuelve problemas, enfrenta desafíos intelectuales
generando respuestas propias a partir de sus conocimientos y experiencias.
Es capaz de orientar a sus alumnos para que éstos adquieran la capacidad
de analizar situaciones y resolver problemas. Tiene disposición y
capacidades propias para la investigación científica: curiosidad, capacidad
de observación, método para plantear preguntas y para poner a prueba
respuestas, y reflexión crítica. Aplica esas capacidades para mejorar los
resultados de su labor educativa. Localiza, selecciona y utiliza información
de diverso tipo, tanto de fuentes escritas como de material audiovisual, en
especial la que necesita para su actividad profesional. (SEP, 1999:10)
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Uno de los primeros puntos a considerar a partir de la idea anterior es que,
la práctica no es algo que exista por sí mismo, no es independiente del sujeto y no
está al margen de su realidad social. Lo anterior permite considerar, tal y como lo
ha planteado Kemmis (1990) que la práctica es social, histórica y políticamente
construida y por tanto ésta no puede entenderse más que interpretativa y
críticamente. De acuerdo con esta afirmación entendemos que las acciones, así
como las actividades que conforman prácticas, se realizan de acuerdo con la
intencionalidad del sujeto, del sistema escolar, social, cultural y político, así como
de los diferentes actores que coinciden en tiempo y espacio.
De este modo, a pesar de que existe una propuesta de formación inicial
racionalmente pensada, regulada y normada académicamente a través de los
planes y programas de estudio, lo que se conoce, sabe y aprende de la práctica
docente es más el resultado de la interpretación que hace el sujeto de la realidad y
exigencia educativa que vive, que la normalización de tal actividad.
En este proceso la relación teoría-práctica se define no sólo por la
diferencia conceptual de una y otra, sino más bien por las diferentes formas en
que se materializa su relación, en virtud de lo anterior, coincidimos en el
argumento de Carr (1990), de que ambas no pueden separarse, pues es siendo
teorizadas que las prácticas tienen sentido (como prácticas de cierta clase), y es
siendo practicadas que las teorías tienen importancia histórica, social y material.
La teoría no consiste solamente en palabras y la práctica no es sólo mudo
comportamiento; la teoría y la práctica son mutuamente aspectos constitutivos uno
del otro (pág. 31).
Se entiende que este proceso no es sencillo y sin conflicto, lo que se ha
escrito respecto a transformar la propia práctica y aprender de ella misma ha
llevado a reconocer que no se puede cambiar por obligación o por simple deseo
(Crahay 1998, Czarny 2003, Arnaut 2004, Mercado, 2007); que llevar al docente a
reflexionar sobre su propia práctica, ya sea antes, durante y posterior a su
realización (Schön 1996, Zeichner 1999, Perrenoud 2000, Paquay 2005) se
traduce en una aspiración que se configura como un discurso cuyo alcance sólo
opera, en la mayoría de los casos, como demagogia institucional.
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De este modo, la intención de trascender el saber hacer, como saber
técnico-instrumental, nos ha llevado a revisar y documentar las prácticas de
asesoría y acompañamiento que desarrollan los maestros formadores en la
escuela normal, consideramos al igual que Jiménez y Perales (2007), que los
aprendices de maestros, y los maestros en ejercicio, se enfrentan a una serie de
prácticas, saberes, culturas, conocimientos y experiencias que operan como una
camisa de fuerza que limita el conocimiento profundo de su práctica y de sí mismo
como profesional de la enseñanza.
Este es el argumento central que nos permitió pensar en la viabilidad de la
investigación y en el aporte para el campo/objeto de conocimiento. Mucho se ha
escrito acerca de la práctica docente, de las reformas educativas, de los
resultados de las evaluaciones estandarizadas, de la lectura y escritura, etc.
cuando se arriba a las conclusiones, particularmente las que derivan en
propuestas de intervención, se llega al punto de que una buena parte de los
resultados educativos se modificarían sustantivamente si los maestros realizaran
de otra manera su docencia, si tuvieran más herramientas de análisis e
investigación, si no los invadiera la rutina escolar, si no desviaran su objetivo que
es educar.
Lo que se puede aprender de esto que se requiere tener además de una
sólida formación académica, una serie de disposiciones y estructuras de
pensamiento (a la manera de habitus) que nos conduzcan a ser más reflexivos en
la docencia, para pensarla siempre en contexto; sin embargo eso no se logra con
buenas intenciones, se requiere de un formador de docentes que en lugar de
prescribir lo que debería pasar en la práctica, la analice, la reflexione, la investigue
y dialogue críticamente con ella en compañía de sus estudiantes. Retomando un
planteamiento de Turner con respecto al ritual, podemos decir que las normales
pueden ser, en esta perspectiva, un buen semillero para el cambio.
De manera concreta, los formadores de docentes en las escuelas normales,
particularmente los de séptimo y octavo semestres tienen ante sí el reto de
acompañar y asesorar a los futuros profesores en el conocimiento, reflexión y
transformación de la práctica docente. Las evidencias derivadas de los
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acercamientos sistemáticos a las escuelas normales ha permitido reconocer que
existe, en este proceso de acompañamiento, una serie de problemas que se
concretizan en las distintas dimensiones de la formación. En la dimensión teórico-
metodológica, son variados los problemas que los maestros formadores enfrentan,
particularmente porque se concentran en tres tareas específicas: la de organizar
las jornadas de práctica en condiciones reales de trabajo (la planificación,
elaboración de materiales, orientaciones didácticas, realizar observaciones, etc.),
la de discusión específica de textos y los ejercicios de análisis del trabajo docente
(que ayuden a seguir comprendiendo o resolviendo los “problemas” de la práctica
docente de los estudiantes) y la asesoría en temas elegidos por los estudiantes
para la elaboración del documento recepcional.
Es entendible que esta dimensión abarca una buena parte del trabajo que
realiza el asesor durante el séptimo y octavo semestre de la formación inicial, de
ahí que algunas interrogantes se desprendan al respecto ¿en qué condiciones y
con qué referentes los asesores realizan los procesos de acompañamiento con los
futuros maestros?
A través de distintos momentos del acercamiento al campo de investigación
de formación docente, han sido reiterativos, además, los comentarios de
formadores y de estudiantes respecto a las condiciones laborales, profesionales y
trayectoria académica que poseen los docentes de la escuela normal, ya sea si se
trate de un docente de tiempo completo, si se conoce el nivel educativo para el
cual se está formando o si se dominan los contenidos teórico-metodológicos y
didácticos de la enseñanza y del área de conocimiento. El punto es que el trabajo
de asesoría está reclamando un conjunto de competencias académicas, de
habilidades intelectuales y científicas, así como disposiciones y actitudes
reflexivas que le sirvan de soporte para un acompañamiento más apegado a la
docencia reflexiva que dé respuesta a un sistema educativo que se encuentra en
constante cambio y ahora en proceso de reforma.
Nadie puede dar lo que no tiene, sin embargo, aun a pesar de que esta
aseveración existe, los maestros formadores tratan de responder a los diferentes
retos que la práctica docente les plantea en los procesos de formación en los que
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están insertos ¿cómo es que viven los maestros formadores este proceso?,
¿cómo es que estos ejercicios de acompañamiento y asesoría le permiten poner
en juego los conocimientos y saberes acumulados a lo largo de su trayectoria
profesional?
En la práctica, es al maestro formador a quien se responsabiliza de la
formación de los futuros maestros, lo que éstos conozcan, aprendan, valoren y re-
construyan respecto a la profesión es también el resultado del trabajo que realizan
los primeros con los segundos y viceversa. El reto de hoy es que el futuro maestro
desarrolle habilidades, competencias y destrezas, que fortalezcan su identidad
profesional y su sensibilidad frente a los diferentes contextos en donde se
desarrolle la práctica docente. De la misma forma se impone, con tiempos
administrativos, la elaboración de un documento en el que se sinteticen tales
habilidades, conocimientos, saberes y destrezas de los futuros maestros, dicho
documento habrá de servir además, como una evidencia concreta de la manera en
que el estudiante pudo mejorar y transformar su propia práctica docente.
Es evidente que durante los dos últimos semestres de la licenciatura en
educación las actividades que realizan los estudiantes y los maestros asesores se
diversifican, en la medida en que se aproxima la estancia prolongada de los
futuros maestros a las escuelas de educación básica, habrán de organizar y
planificar las acciones y estrategias para recabar información de la práctica,
diseñar actividades específicas para el desarrollo de contenidos escolares
determinados por los maestros titulares así como elaborar propuestas concretas,
en el orden de lo didáctico-pedagógico, para alcanzar los objetivos en cada una
de sus intervenciones pedagógicas. Es aquí donde las preguntas planteadas con
anterioridad cobran importancia, si el trabajo que realizan en vinculación maestros-
asesores y estudiantes, tiene que llevarlos a producir un cierto nivel de explicación
y comprensión de la práctica, vale la pena exponer la pregunta central y las
subsidiarias que han guiado este proceso de investigación:
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en los planes y programas de estudio de la educación normal, particularmente los
que se vinculan con la reflexión, el análisis, la intervención e interpretación de la
práctica docente?
Preguntas subsidiarias
¿Cuáles son los problemas más comunes que enfrentan los formadores de
docentes en el proceso de acompañamiento y asesoría con sus estudiantes
normalistas y cómo es que los resuelven?
¿De qué manera los cambios de orientación en los enfoques curriculares, tanto de
la educación básica como de la escuela normal, están re-orientando la formación
de los formadores y de los estudiantes normalistas?
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En primer lugar vale la pena mencionar que este proyecto de investigación
se inserta, siguiendo el planteamiento de Mardones y Ursúa, en la tradición
Aristotélica, ello significa que nos interesan las acciones, el sentido y el significado
que sostiene el actuar de los sujetos; entendemos que la explicación y
comprensión del mundo ha de ser producto de la interpretación que en lo
individual y lo colectivo hacemos tomando como referente el contexto histórico,
social, económico e ideológico en que vivimos.
Realizar investigación desde esta postura, nos conduce a entender y
comprender la trama de relaciones que construyen los sujetos al relacionarse
entre ellos mismos, para sí y con su mundo. Esto se tradude en lo siguiente, los
formadores de la escuela normal elaboran explicaciones de la práctica y de su
docencia a partir de los referentes que poseen a partir de su historia personal y
profesional. Dicho de otro modo, reconocemos que los formadores tienen y son
portadores de una biografía incanjeable, como sostiene Giménez (2005), su
historia personal, escolar, profesional, de grupos de pertenencia le ha permitido
conformar con conjunto de conocimientos con los cuales respaldan sus decisiones
y sus modos de actuar.
De esta manera, resulta pertinente recuperar el planteamiento de Weber
con relación a la acción y sentido; entendemos, al igual que este autor, que cada
una de estas acciones siempre se da con arreglo a determinados fines
(considerando los tipos ideales), de ahí que haya resultado necesario comprender
qué es lo que le da sentido a la acción y cómo es que desde el lugar que ocupan
los sujetos, es posible encontrar algunos elementos que nos permitan evidenciar
los diferentes modos en que los sujetos se relacionan e insertan en el mundo
social.
Es inevitable señalar que esta posición y perspectiva de hacer investigación
generó algunos retos en el orden de lo metodológico, en primer lugar porque
seguimos una línea de investigación de corte cualitativo/interpretativa con
un enfoque etnográfico, mismo que descansa en los aportes de la
antropología simbólica de Geertz, recurrimos a ella y a sus principios teóricos
para realizar descripciones densas. Con este principio nos acercarmos a los
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escenarios para descifrar y trazar las redes de interacción social y cultural de los
sujetos -los formadores de docentes-.
En tanto se trata de develar la forma en que se estructura la cultura de los
diferentes grupos, resultó necesario establecer genealogías, encontrar las redes
que sostienen y regulan la construcción simbólica de los entramados culturales a
partir de los cuales se constituye el ethos y la cosmovisión individual/colectiva, en
este caso particular de los formadores de docentes. Así, consideramos posible dar
cuenta de la manera en que éstos interpretan, dan sentido y significado a sus
acciones individuales y colectivas como acompañantes, como asesores, como
formadores.
Nos situamos, además, como intérpretes de segundo orden. Desde los
planteamientos de Geertz, Thompson y Bertely, se expone que son los seres
humanos en su vida cotidiana quienes interpretan de primera mano el mundo en
que viven, se lo explican y lo comprenden a través del conjunto de conocimientos,
experiencas, saberes, valores, tradiciones, rituales, formas de vida, etc. que le son
dadas tanto por los grupos de pertenencia o las que se ha procurado por sí
mismo. Así, cada uno de ellos aprende las pautas de comportamiento aceptadas y
toleradas, las formas de organización, los valores, las maneras de interactuar;
Berger y Luckman se refieren a ella como la socialización primaria y secundaria.
Justo de este modo, quienes vivimos y habitamos este mundo nos vamos
apropiando de los códigos, los gestos, los discursos, las frases, los ritmos y de
más aspectos que son necesarios para crear y reproducirnos social, económica,
cultural, bilológica y emocionalmente.
En este sentido, como intérprete de segundo orden, nos propusimos
reconstruir esas tramas de relación entre sentido y significado de la acción.
Acercarse para comprender y posteriormente explicar permite trascender el plano
deductivo en que se mueve regularmente la ciencia y la investigación. En tanto las
personas no son objetos y sus acciones y conductas no son variables hipotéticas
que se modifiquen o cambien según la aplicación de un factor externo, quien
realiza un acercamiento con esta postura, se obliga a usar los discursos y las
acciones en forma de datos.
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Si partimos de esta idea, reconoceremos que los formadores de docentes
tienen percepciones y opiniones iguales y difrentes de la misma cosa o del mismo
aspecto, eso nos ha permitido mirar lo complejo del discurso y las acciones así
como las permanentes contradicciones y conflictos que éstas generan.
Como se puede observar, la afiliación hacia una postura cualitativa-
interpretativa requiere entender que lo que se trata es de hurgar y escudriñar
sobre y acerca del sentido de las acciones, de las palabras y los gestos
simbólicos.
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preferencias que nos permiten seleccionar, jerarquizar y orientar nuestra relación
con el mundo y con los seres que habitan en él. Consideramos también que ésta
constituye la base que permite conformar la identidad de los pueblos y de las
personas, debido a que se arraiga y en la gramática profunda de nuestro modo de
ser. En este sentido si la cultura se interpreta y se significa, si regula y orienta los
diferentes modos de actuar y de pensar, entonces, develar su contenido, plantea
al investigador, el reto de comprender cómo es que opera, se significa y se
configura esta cultura y, cómo es que se materializa en formas de organización y
estructuración social.
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contraer el ojo con una finalidad es hacer una guiñada en la cual están presentes
una pizca de cultura y una pizca de conducta. El gesto que se produce emite un
mensaje que es recibido e interpretado por quien lo recibe. De esta manera, el
etnógrafo habrá de comprender el sentido de la acción; es decir, los diferentes
niveles de significación que tiene la conducta y la cultura del hombre, si es que su
pretensión es develar la manera en que se estructura la cultura que observa.
Por esa razón Geertz define que el objeto de la etnografía es realizar una
jerarquía estratificada de las estructuras significativas atendiendo a las cuales se
producen, se perciben y se interpretan los tics, los guiños, los guiños fingidos, las
parodias, los ensayos de las parodias (Geertz, 1987:22). Visto de ese modo,
podemos afirmar, en coincidencia con el autor que, los datos que describe el
etnógrafo son realmente interpretaciones de interpretaciones de otras personas
sobre lo que ellas y sus compatriotas piensan y sienten.
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Retomando el concepto de inscripción de Ricoeur, Geertz se pregunta
acerca de lo que fija la escritura; es decir, lo que el etnógrafo documenta y registra
cuando observa, y acota lo siguiente:
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A nuestro modo de ver, lo que Geertz hace es colocar sobre la mesa la
reflexión y el análisis del tipo de producción escrita que produce el antropólogo,
Geertz insiste que “los etnógrafos necesitan convencernos no sólo de que
verdaderamente han <<estado ahí>>, sino de que, de haber estado nosotros allí,
hubiéramos visto lo que ellos vieron, sentido lo que sintieron, concluido lo que
concluyeron” (Geertz, 1997:26)
24"
dialogar con los conceptos que nos sirvieron como fundamento teórico en esta
investigación.
25"
un tema recurrente en contenidos de éstos. recepcionales se llegó a
el documento la conclusión de que es
recepcional. posible atenderlo a partir
de estrategias
Conocimientos de los
diversificadas. A partir
recursos que el
de la observación que
Para nosotros maestro tiene para
realizan en el aula de
disciplina es estar interesar al alumno y
clase los estudiantes
callado, sentado. desarrolle habilidades.
tratan de conocer a los
alumnos. Al reconocer
esto los alumnos tienen
Lo que nos preocupa Se recurre al material que tratar de adaptar las
ahorita son: los de Dewey acerca del estrategias. Algunas
materiales, la voz, la rol del maestro, “el ocasiones los alumnos
ropa, etc. Los niño se comporta mal pueden enfrentar
alumnos no conocen a cuando no sabe qué problemas con los
los niños con base en hacer” indicaciones titulares, quienes
alguna teoría precisas, poner en consideran que proponer
psicológica, práctica lasestrategias implica
pedagógica o sugerencias. Cómo alterar el “orden
sociológica. aprende el niño, cómo preestablecido del titular
se enseña. Las del grupo”
actividades tienen que
reconocer las Los alumnos no se han
Trabajar la noción de
necesidades e interés apropiado de los
disciplina en el grupo referentes teóricos y eso
de los niños.
es complicado porque ha vuelto complejo el
no se conoce la proceso de formación y
historia del estudiante. práctica docente.
El problema es cómo Regresa a los
poder integrar a este alumnos a la antología Qué hacemos cuando se
tipo de alumnos a las de psocología del nos presenta este
actividades desarrollo infantil. problema. Le pido a que
programadas. Los aprenda a conocer al
alumnos y a nosotros niño y para hacerlo
se nos dificulta cómo requiere de teoría.
sugerir para no caer
en el “cállate”, Se Se le pide al estudiante
le ofrecen
“siéntate”. que conozca el plan de
documentos de
estudios aunque muchos
dinámicas y
de nosotros no lo
estrategias.
conocemos. Qué tipo de
El problema de la observaciones hacemos
indisciplina se da a los estudiantes, nos
también por el tiempo, Generar condiciones faltan elementos para
lograr un tema, un para que los hacer los señalamientos
propósito implica no estudiantes sepan específicos.
poner atención al niño establecer las
para atenderlo de condiciones y reglas Un problema es que los
manera profesores somos
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individualizada. de trabajo. Establecer reproductores del
el contrato didáctico currículum.
para que los
estudiantes sepan lo El acompañamiento se
La disciplina es un da desde el primer
que les toca hacer.
problema semestre. Se parte de
Los temas curriculares
multufactorial, no una práctica
sirven para generar
relacionamos teoría y socializadora empírica,
otro tipo de vínculos
práctica. la cual habrá de pasar a
de trabajo.
la revisión teórica y
tratamiento de
La disciplina desde el conceptos, para de ahí
punto de vista desprender las
cualitativo implica estrategias de trabajo. El
convencer a los niños tercer punto sería la
para que cada quien discusión colectiva, el
sepa lo que le toca trabajo académico en
hacer. colegiado para romper
con la socialización
A pesar de tener adaptativa. La disciplina
conocimientos también tiene que ver
teóricos y didácticos con el contexto.
puede prevalecer el
hecho de que dos o El acompañamiento no
tres alumnos persistan es fácil porque supone
en su problema de trabajar de manera
disciplina. puntual los conceptos y
las categorías. Hacer
análisis de prácticas
supone poner en
contexto estos
problemas de la práctica.
Importante considerar
las diferentes maneras
de entender un concepto
o categoría desde
diferentes posturas.
La generación de
conocimiento, su
producción y uso obliga
al docente a pensarlo en
contexto.
27"
saber hacia dónde se
puede ir. Lo que queda
pendiente es cómo
transitar de un lugar a
otro.
Identificar si el
estudiante se queda con
lo superficial o analiza
de manera profunda su
práctica. Es necesario
triangular la información
empírica.
El formador observa
todo, aunque hay
momentos en que tiene
que puntualizar.
Utilizar artefactos
tecnológicos para el
análisis de la práctica
docente. Para revisar lo
que se logró o no y
porqué.
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enseñar.
Así mismo, se ha
sugerido que al
momento de planear
las actividades,
valoren en qué
momento se requiere
ser presentado el
material de apoyo
para reforzar la
enseñanza.
29"
participativos.
Dominio de las Contenidos mal Recurrir al libro del Existe un mejor proceso
materias enseñados, por no maestro, de los de enseñanza –
existir, previo a la alumnos, las guías de aprendizaje.
práctica, un trabajo, biblioteca, con
conocimiento la finalidad de
profundo de lo que se preparar la
quiere que aprendan enseñanza.
los niños.
Con base en esta matriz de datos identificamos las categorías sociales, las de los
autores y las del intérprete, con ellas elaboramos, como se apreciará
posteriormente, el contenido de los capítulos de este trabajo. A continuación
colocamos también, a manera de ejemplo, cómo se procedió con la propuesta de
Bertely.
30"
Uno de los problemas comunes de la práctica: La disciplina en el aula
31"
Capítulo 2
En las últimas dos décadas, las Escuelas Normales han pasado por una serie de
modificaciones curriculares y administrativas que condujeron a replantear los
procesos de formación inicial de los futuros profesores, así como la docencia de
quienes se encargan de acompañar a estos profesionistas durante su tránsito por
la institución. A partir del Programa para la Transformación y Fortalecimiento
Académico de las Escuelas Normales en 1997 (PTFAEN), se hizo una
reestructuración curricular, académica, de evaluación y de gestión, con el
propósito central de formar a un maestro con una sólida solvencia académica para
el ejercicio de la docencia que respondiera a las demandas y exigencias del
sistema de educación básica.
32"
de clase”, para que los futuros profesores se acerquen de manera gradual y
programada a la “realidad del trabajo docente”. A poco más de diez años de
iniciada esta reforma, algunos datos permiten sostener que la encomienda de
formación de docentes atribuida a las escuelas normales sigue siendo limitada en
cuanto a las amplias expectativas sociales y educativas que se tienen de los
maestros. Entendemos que si bien los datos son un referente importante pues nos
permiten hacer valoraciones con respecto a los niveles de avance y consolidación
de la propuesta de transformación y mejoramiento profesional de los futuros
docentes, consideramos que es necesario mirarlos en contextos específicos, toda
vez que muchos de ellos pueden ayudarnos a comprender y explicar, con otro tipo
de lente, lo que acontece en la formación inicial.
33"
Del dicho al hecho: Política educativa, reforma, formación docente y cambio.
34"
en la investigación; así se señala que este plan de estudios privilegió la formación
de docentes investigadores en detrimento de una formación para la docencia.
35"
culturales. En este sentido, existía una escasa vinculación entre los
contenidos de las asignaturas pedagógicas y didácticas, y su aplicación en el
desempeño del maestro. La línea pedagógica, donde se concentró la
formación para la enseñanza, tenía como propósito integrar los
conocimientos teóricos con la práctica y desarrollar la investigación. Sin
embargo, gran parte de sus contenidos se orientaron al estudio y manejo de
técnicas de observación asociadas sobre todo con la investigación-acción, lo
que implicó que el estudiante se acercara a la escuela no como un maestro
en formación, sino como un futuro investigador y obtuviera pocos elementos
para la docencia.
36"
b) La mayoría de los planteles carecía de acervos bibliográficos actualizados
y de los materiales básicos para apoyar los programas: no contaban con los
recursos técnicos, materiales y financieros suficientes, lo que se tradujo en la
imposibilidad de realizar actividades propuestas en los planes de estudio y en
el abandono y deterioro paulatinos de muchas instituciones. (SEP, 1997:17-
19. El subrayado es mío)
Los resultados de las evaluaciones hechas al plan de estudios 84, ofrecieron
evidencias importantes acerca del subsistema de formación de docentes a nivel
nacional, entre ellos destaca que no todos los programas para la formación de
docentes eran homogéneos, los niveles de profundidad teórica y didáctica
variaban según la licenciatura y especialidad, los procesos de actualización para
los formadores de docentes se desarrollaron en cascada y con poca posibilidad de
divulgación, los programas de las asignaturas no se encontraban disponibles y
algunos de ellos no habían sido elaborados (particularmente los de las
licenciaturas en educación secundaria). Es, hasta cierto punto comprensible que,
una reforma de esta naturaleza trajera consigo una serie de deficiencias no sólo
de operación, sino incluso de diseño y capacitación de los formadores.
37"
subsistema de educación básica. Los cambios generados en este nivel
emprendidos a partir de la reforma del 1993 y los planteamientos del Sindicato
Nacional de Trabajadores de la Educación obligaron a re-definir y reorganizar el
subsistema de formación de maestros con el fin de superar la indefinición y
desarticulación entre las instituciones formadoras (Czarny, 2003). De la misma
forma los resultados de investigaciones y análisis elaborados por especialistas
(Mercado, 1997, Reyes y Zúñiga 1994) exponían los riesgos y problemas
derivados de la “universitación” de los estudios para la formación de los futuros
maestros y su consecuente desvinculación con la docencia que se realiza en las
escuelas de educación básica.
38"
descansaba en una premisa fundamental: la educación tendría que contribuir para
que los seres humanos pudieran generar mejores condiciones de vida.
De ahí que el informe que Delors, dejó sentado que para mejorar la calidad
de la educación:
39"
Este punto de tensión entre lo que se debería de hacer y lo que se hace,
según recomiendan los especialistas, diseñadores de las currícula, los
administradores y los inversionistas, da como consecuencia una apropiación
parcial y siempre en conflicto entre los modelos diseñados y las prácticas
realizadas, entre los discursos emitidos y los discursos producidos por los
docentes desde su lugar de trabajo.
Varios son los ejemplos que ponen en evidencia esta tensión y falta de
correspondencia entre lo que se requiere y lo que el sistema educativo ofrece. De
manera particular y, en concordancia con lo expuesto anteriormente es pertinente
exponer el modelo de formación docente que, según el Banco Mundial (BM) no ha
funcionado; así como la crítica y análisis que elabora Rosa María Torres (1997) al
respecto de las apreciaciones que sobre los docentes y la educación tiene este
organismo.
40"
En este sentido, desde la perspectiva del BM, se apuesta por un saber
disciplinario para la docencia que podrá complementarse con el pedagógico
durante el servicio:
La cuestión es que todo está asociado y cada uno de los aspectos habrá de
tener una influencia tanto en el modelo de formación como en su realización. La
crítica frontal que se le puede hacer al BM, es su mirada económica y eficientista
que desconoce y desestima los esfuerzos locales. Sin embargo, las
recomendaciones no dejan de hacerse presentes y coinciden como las que
recientemente señaló la OCDE (2009) para mejorar la calidad del sistema
educativo, de las cuales 8, están estrechamente relacionadas con la formación,
profesionalización, contratación, permanencia, evaluación y certificación de los
profesionales de la educación, de ahí que poco a poco, muchos de estas
recomendaciones van ganando legitimidad social y se convierten en referentes
para exigir cambios profundos en la educación.
41"
De esta manera, lo que nos muestra Torres es que existe un tipo o modelo
de formación que no ha funcionado y que ha dejado de lado la historia y la
participación directa de las escuelas normales, así como la experiencia y
conocimiento generado por más de un siglo en estas instituciones. Usando sus
palabras podemos mencionar que:
Con todo esto, lo que se puede señalar es que las políticas, planes y
reformas que parten de cero ignoran y desestiman los antecedentes, los
conocimientos y la experiencia acumulada. Piensan a la formación como
una necesidad mayoritaria y principalmente de los docentes en vez de
considerar los recursos humanos vinculados al sistema educativo:
directores, supervisores, personal central, etc. Se ve a la formación aislada
de otras dimensiones de la práctica docente y se obvian el salario,
condiciones laborales, aspectos organizativos, etc. Se ignoran las
condiciones reales del magisterio al no reconocer las motivaciones,
inquietudes, conocimiento, tiempo y recursos disponibles. Ven a los
maestros en un rol pasivo y no se consulta ni busca al profesorado para la
definición y diseño del plan y las reformas. Apela a incentivos y
motivaciones externas como puntajes, concursos, ascensos, escalafón,
antes que al objetivo mismo del aprendizaje y la profesionalización. Se
dirige a profesores individuales y no a grupos o equipos de trabajo o a la
escuela como institución. Se capacita fuera del cetro de trabajo y no está
inserta en un esquema de formación y actualización continuas del
magisterio (…) Disocia gestión administrativa y pedagógica. Disocia
contenidos y métodos e ignora la necesaria complementariedad de ambos
saberes. Se centra en el punto de vista de la enseñanza y no en el del
aprendizaje… (Torres, 1997:132-133)
En esta síntesis y crítica del modelo de formación que expresa Torres, es posible
apreciar lo que los maestros formadores –y quizá muchos de los de educación
básica- viven acerca de los cambios en las currícula, en la gestión, en los
enfoques de las asignaturas y/o áreas disciplinarias; lo que no puede prever la
política, la reforma e incluso la normatividad, es el movimiento y trabajo local que
los profesores, en este caso formadores de docentes, generan al interior de las
instituciones.
42"
Era importante que los estudiantes supieran qué hacer, que no se valía ir a
entretener a los niños, particularmente los de educación especial, que los
padres tienen muchas expectativas y que era importante tanto el
conocimiento como la negociación con los demás colegas para el buen
logro del trabajo.
Ma1. A mí me parece que los problemas son de todo tipo, para nosotras la
capacitación de este nuevo plan de estudios no fue suficiente, algunos
participamos e incluso generamos otra propuesta previa a la reforma, pues
ya habíamos considerado que era necesario hacer ajustes pues nos
estábamos desfasando.
Ma2. Efectivamente, incluso se diseñó y operó una propuesta curricular
distinta que nos dio buenos resultados, eso hizo que nos pusiéramos a
trabajar de manera distinta y que nuestras representantes en el D.F. para
esta reforma, participaran y expusiéramos lo que habíamos logrado.
Ma3. En nuestro caso, creo que ha habido trabajo, aunque poco de lo que
habíamos logrado se recuperó a nivel nacional, de hecho nos sentimos
decepcionadas porque aún creemos que el plan que habíamos diseñado
estaba mucho mejor que el que ahora tenemos…(Sesión de discusión
colectiva, septiembre 2010)
Al realizar un comparación y análisis entre el modelo de formación que expone
Torres y lo que realizan los profesores formadores, podemos señalar que mientras
la política educativa y los diseñadores de las propuestas curriculares, desconocen
sistemáticamente el contexto en donde se habrá de implementar, los docentes de
“carne y hueso”, siempre tienen algo qué decir, hacer y proyectar con aquello que
les llega del exterior. De esta manera lo que se pone en evidencia es posibilidad
que tiene el sujeto de movilizar su saber y su experiencia para atender los retos y
problemas que, de manera inmediata, observan en su realidad.
En este sentido, resulta necesario entender cómo es que eso que llamamos
reforma va cobrando vida en las instituciones y cómo el cambio que ésta sugiere
no necesariamente es consecuente con el conjunto de prescripciones hechas en
los planes y programas de estudio. De ahí que resulte necesario en este trabajo
“desdoblar” analíticamente, algunas afirmaciones hechas por los propios
formadores cuando se expresan acerca de las reformas en educación normal –
que incluso pueden extenderse a otros niveles educativos-, entre ellas están:
43"
Las reformas siempre son lo mismo, sólo les cambian el nombre, mantienen
la misma esencia .
Llevo 20 años trabajando en la normal y los contenidos son los mismos,
sólo varían un poco.
Aunque tengamos los programas, muchas veces no los revisamos, de
hecho pocos conocemos los contenidos concretos de nuestras asignaturas.
Aquí lo importante es que el alumno maneje el contenido de la asignatura,
ese no cambia.
Cuando se reforma algo, todo se revuelve, no se capacita y con tres días de
curso creen que se resuelve la reforma.
A los nuevos nunca se les capacita, se les dan los programas cuando los
hay, pues la efervescencia de la reforma se da más cuando inicia, no
cuando ya pasaron algunos años
En la reforma cada quien se las arregla como puede, lo único que a veces
cambia son los formatos para planear y evaluar. (Síntesis de
pronunciamientos de los formadores con respecto a las reformas en
educación normal, sesión de discusión colectiva, oct. 2010).
Este punto de tensión entre lo que hacen directamente los formadores en las
escuelas normales y lo que piensan de las reformas permite considerar dos cosas:
En primer lugar si bien puede haber escuelas a prueba de reformas y en
consecuencia expresiones de este tipo nos adelantan un desenlace poco
favorable, por otro lado, existen propuestas y proyectos locales que materializan la
reforma, la contextualizan, la adaptan a sus condiciones y necesidades locales. De
hecho, si bien hay pronunciamientos que ponen en duda los contenidos, alcances
y propósitos de la reforma, también existen los que están de acuerdo, se
involucran y lo ven como un reto importante. A decir de los formadores estos
pronunciamientos son:
"""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""
2
La nomeclatura que hemos seguido para clasificar los discursos de las formadores tanto individuales como
colectivas es la siguiente: En. para entrevista. Ma. /Mo. para Maestra/o. El mes del año Sep. Oct. y el año de
realización 10, que se refiere a 2010. Ciando son entrevistas colectivas o sesiones de trabajo, así como los
44"
Cada reforma es un oportunidad, hay quien la toma en sentido positivo, hay
quien no la toma así, yo creo que a los formadores nos pone en una nueva
posibilidad. (En. Ma. Nov. 2010)
Los nuevos contenidos de la asignatura me obligan a leer, a estar
actualizada, más aún cuando me ha tocado dar diferentes asignaturas, eso
me pone a trabajar más, a preguntar, a estar al día, a tratar de preguntar y
conseguir los programas para estudiarlos, si queremos estar a la par de lo
que pasa en primaria o secundaria, tenemos que conocer y entender la
reforma. (En. Ma. Oct. 2010)
Cierto es que no pretendemos sostener que existen únicamente esos dos planos,
sin embargo, con sus matices, son dos de las formas principales en las que la
reforma cobra vida y es apreciada por los formadores.
"""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""
relatos de vida elaborados por las formadoras, aparecerá la modalidad a la que se refiere y la fecha de
realización. Para el caso de las Observaciones aparecerá Obs. para identificar el registro, Esc. para la escuela
“A” o “B” según sea, fecha, particularmente el mes y año.
45"
De la misma manera, este tipo de programas, ha contribuido a favorecer los
seguimientos y evaluaciones impulsadas tanto por la SEP, como por los proyectos
internos de las propias escuelas. Por ejemplo, recientemente se han puesto en
marcha estrategias de evaluación para dar cuenta de las prácticas docentes en las
escuelas normales; de igual modo se han realizado evaluaciones a nivel nacional
para medir los logros de los perfiles de egreso de los futuros maestros, los
resultados obtenidos nos muestran diferentes niveles de apropiación y desarrollo
de las competencias profesionales deseables y destacan la necesidad de trabajar
el aspecto referido a la identidad y ética profesional.
46"
maestros es promover en los estudiantes la adquisición de habilidades, destrezas,
competencias y conocimientos.
47"
manera en que los nuevos discursos promovidos modifican los suyos, sus
prácticas, sus modos de ser y hacer.
48"
se ha entendido del todo la importancia que tienen ambos espacios en el proceso
de formación del estudiante normalista.
49"
como suele suceder, muchas veces esto se encuentre en contraposición a lo que
plantean las reformas.
50"
humanos, centre su atención en el cambio. De ahí que, podemos entender, a la
manera de Popkewitz, las reformas tienen como uno de sus objetivos explícitos:
Poco hemos pensado en la manera en que las reformas conducen a mejorar los
procesos educativos, de hecho asumimos de manera indicativa lo que nos llega
del exterior, suponemos en cierta medida que todo lo que pronostique cambio es
bueno; de esta manera, asumimos que si somos fieles a los principios que la
rigen, en esa medida estamos contribuyendo a mejorar la calidad de la educación;
sin embargo cuándo nos hemos detenido a preguntar a quién beneficia una
reforma.
51"
irremediablemente al docente, a su práctica, sus creencias, sus formas de ser y de
pensar.
Del mismo modo, si pensamos que las reformas por sí solas han de generar
cambios, en esa medida olvidamos que existen innovaciones que los maestros
producen de manera local, por lo que muchas veces los componentes innovadores
que contienen las reformas afectan los procesos de enseñanza aprendizaje que
los maestros han consolidado, así como también los contenidos curriculares que
éstos transmiten a sus estudiantes.
52"
en teoría, dos conceptos extremadamente relacionados… A muchos les
parece que la innovación está mucho más vinculada al ejercicio profesional
de lo que está la reforma y, por consiguiente, les interpela mucho más. En
cambio, las reformas educativas a menudo parecen estar sólo en el círculo
de intereses políticos y de los sindicatos. (Francesc & Puig, 1998:39-40)
53"
La retórica de la reforma, ha llevado a suponer que es por esta vía por la
que se han de resolver los problemas sociales, si hoy en día se requiere de un
educador que asuma su función con base en una serie de principios pedagógicos,
metodológicos, didácticos y técnicos, que se justifican en el desarrollo de
competencias para la inserción futura a la sociedad y al empleo, entonces, a
través de una propuesta curricular se ha de buscar que los estudiantes que
transiten por estas instituciones se desarrollen con base en esos principios.
54"
educativas pertenecen al reino de las políticas educativas, las cuales se
caracterizan por generar cambios de naturaleza incremental y no súbita. En
efecto, la mayoría de las políticas educativas conducen a cambios
progresivos, a lo largo de un periodo dilatado de tiempo, y son difícilmente
cuantificables, hasta el punto que durante años puede ser difícil ver –en el
sentido más genuino de la palabra- que se haya producido algún cambio.
(Francesc y Puig, 43-44)
Con esta premisa lo que podemos anticipar es que el cambio y, en cierto sentido
la transformación de las prácticas docentes, son el resultado de procesos
complejos e incluso contradictorios. De ahí que cuando se pregunta a los
formadores qué implica, en tiempos de reforma, acompañar en la formación de los
futuros docentes suelen comentar: es un fuerte compromiso, una gran
responsabilidad, es un trabajo que tiene consecuencias más allá de la escuela
normal. Es evidente que para los formadores/as, participar de la formación de los
futuros docentes tiene implicaciones importantes en las que ponen en juego no
sólo la experiencia y el saber acumulado, sino también, su capacidad de
comunicar, dialogar, confrontar, proponer, conocer e incluso su propio prestigio
como docentes y como formadores.
55"
proceso de formación inicial, por tanto no es la figura tradicional del centro de
saber que posee todas las respuestas, cuya función es la de transmitir el
conocimiento. Contrario a esto, el tutor comparte con el estudiante una vía de
relación con la realidad e incluye al sujeto en esa vía –que es una forma de
praxis– como en una cadena de filiación. Desde esta perspectiva al docente
se le llama “tutor”, no porque ejerza la tutela del desvalido, sino [porque]
sostiene la función de referente destituible. El tutor sostiene la función de
referencia porque se constituye en el punto a partir del cual el educando
puede construir un saber y enlazarse con él, es el lugar a donde se remite al
estudiante y a partir del cual puede redescubrir, inventar, crear y recrear.
Acompaña al estudiante en el proceso de recuperar y reconstruir su práctica,
su saber, su experiencia; avanza o retrocede con él. Es a veces fiel a la
balanza, a veces cómplice de la transgresión del estudiante, de sus rupturas
con los dogmas o cuasidogmas, de sus desobediencias con respecto a
normas metodológicas o supuestos inamovibles, a veces es dirección que
pone por delante saberes ya construidos que abren el apetito del saber y a
veces retaguardia que protege vigilante el encuentro del estudiante con lo
nuevo, con lo inédito (Yurén, 1999:57-58).
Resulta de viltal importancia considerar esta idea porque en cierto modo sintetiza
lo que los formadores de docentes consideran es su trabajo en la escuela normal.
Contrario a la visión restringida que regularmente tenemos del trabajo del
formador, hemos considerado que los docentes formadores tienen una función
que sobrepasa y trasciende de muchas maneras y diversas formas el trabajo
tradicional de transmisor del saber y reproductor del currículum formal. Lo que nos
ha mostrado el trabajo de campo es que los formadores, ya sea que estén
contratados por horas clase, que sean docentes de asignatura, de tiempo
completo y responsables del eje de acercamiento a la práctica docente,
desarrollan un nivel de implicación importante con sus estudiantes, implicación
que trasciende el mero plano pedagógico y didáctico de la formación en la escuela
normal.
Este planteamiento es trascendente porque la manera en que hemos
pensado a la formación inicial y en particular el aporte de los formadores, no ha
reconocido formalmente, los vínculos e implicaciones que se ponen en juego en
este tipo de relaciones interpersonales, que dicho sea de paso, se convierten en
relaciones intersubjetivas en las que emociones, sentimientos, percepciones,
56"
valores etc. que portan formador y estudiante normalista se comparten
inevitablemente.
Como lo exponíamos anteriormente, de acuerdo con los discursos de los
formadores, formar es una gran responsabilidad y compromiso, cuando
solicitamos que nos ampliaran qué implicaban esas frases en su práctica como
formadores contestaron lo siguiente:
Es mucha responsabilidad porque en sus manos van a estar los niños o los
jóvenes, los van a estar observando los otros colegas, los padres y los
alumnos, si no llevan lo necesario cómo van a enfrentar esa realidad. (Ent.
Ma. Oct.10)
57"
la enseñanza, para compartir una anécdota o consejo que sirva como referente o
bien para impulsar y estimular el compromiso del estudiante con la profesión y de
manera particular con los niños que atiende, el formador utiliza los saberes,
experiencias, conocimientos, valores y juicios y los pone, como señalaban ellos
mismos, “a disposición de sus estudiantes” para afianzar un vínculo en el que no
sólo dirige, avala, sanciona, tiene la experiencia, sino también tiene la cualidad de
mirar y entender al estudiante, como señalaba una formadora, “poniéndose en los
zapatos de su alumno”.
58"
Capítulo 3
59"
A partir de esta premisa, en este capítulo proponemos discutir y analizar los
saberes y conocimientos de los formadores de docentes. Entendemos que esta
discusión tiene que plentearse en dos planos que, aunque distintos, tienden a
cruzarse de manera permanente. El primero de ellos se asocia a su trabajo en la
escuela normal. Se trata de un conocimiento especializado en la disciplina o en la
asignatura que imparte, de esta manera, hacerse cargo de alguna de las
asignaturas del eje de acercamiento a la práctica docente o bien a las áreas de
conocimiento y su enseñanza (español y su enseñanza o química y su enseñanza
por ejemplo), requieren de un tipo de conocimiento especializado del área o
disciplina que se imparte. El otro es un saber pedagógico, un saber que se
inscribe en el plano de la metodología didáctica. No sólo se trata de poseer un
cierto bagaje de conocimientos o de tener a la mano un espectro amplio de
información, sino de tener, desarrollar y usar las estrategias y recursos más ad
hoc a las características y condiciones de aprendizaje de los alumnos.
60"
mediador de su saber y su enseñanza?, ¿de qué manera conocimiento y saber se
convierte en un insumo para analizar la experiencia y teorizar acerca de ella?
61"
En este sentido, el saber es una forma de conocimiento, particular y parcial,
que atiende por lo menos a dos situaciones. La primera de ellas es que el saber
está ligado a cierto conocimiento justificado en razones que van desde el sentido
común hasta el científico, un saber proposicional dice Villoro (1989:127); es decir,
sabemos que para enseñar a leer y escribir es necesario seguir un método X;
aunque también sabemos, porque nos lo ha mostrado la experiencia, que
podemos enseñar a leer y escribir sin seguir un método X. Sabemos que existe un
procedimiento para enseñar la división, ya sea con algoritmo o sin él y que cada
uno de los elementos que componen la división tiene un nombre y que diez
unidades conforman una decena. De hecho, en nuestra función como maestros lo
que sabemos lo transmitimos como un conocimiento legítimo de enseñanza.
Como se puede apreciar, este tipo de saber se construye por dos vías que,
aunque articuladas, tienen un referente diferente. Una tiene como base la
aproximación a un conjunto de principios, juicios y argumentos de carácter teórico-
científico. La otra tiene su base en las experiencias cotidianas que conforman
nuestra vida de “diario”. Podemos decir, retomando el planteamiento de Geertz
que lo que se sabe acerca de las cosas, de los objetos y de las prácticas es el
resultado del conocimiento local acumulado mismo que nos es útil en la medida en
que nos permite actuar con sentido común. En palabras de este autor podemos
decir que “Cuando alguien tiene sentido común no sólo queremos sugerir el hecho
de que utiliza sus ojos y sus oídos, sino que, como decimos, los mantiene –o así lo
intenta- abiertos, utilizándolos juiciosa, inteligente, perceptiva y reflexivamente, y
que es capaz de enfrentarse a los problemas cotidianos de una manera cotidiana
y con cierta eficiencia” (Geertz, 1994:96)
62"
nos conduce a una actividad, a algo que sabemos porque la experiencia y el
conocimiento acumulado nos ha provisto de herramientas y competencias para
operar con cierta eficiencia en el ámbito de la acción. En este sentido, los
maestros sabemos qué hacer con ciertos estudiantes “problemáticos”, sabemos
cómo tratar a los padres, qué hacer cuando se distrae la atención del grupo
durante la clase, etc. aquí el saber no se cuestiona, no es falso ni verdadero
simplemente es.
63"
saber académico. Un saber que ellos denominan tradicional, enciclopédico cuyo
rasgo característico es un reduccionismo epistemológico academicista según el
cual el único saber relevante para la enseñanza es el saber disciplinar (Porlan y
Rivero, 1998:30).
64"
Los saberes informales por su parte se realizan, recrean, reproducen y se
aprenden en el mismo contexto de la actividad práctica, esto se da a través del
contacto o la imitación, en compañía de un colega y a través de la interiorización
de un saber, del saber hacer y del saber comportamental (Ibid, 1998:15). Este tipo
de saberes privilegian la experiencia, la valoran en la medida en que permite
resolver los problemas de “la realidad de la práctica docente”. Los saberes
informales se vuelven un referente no sólo necesario sino indispensable en el
proceso de llegar a ser maestro.
65"
Este conocimiento profesional, acumulado a lo largo décadas y siglos,
saturado de sentido común, se encuentra inevitablemente impregnado de
los vicios y obstáculos epistemológicos del saber de opinión, inducidos y
conformados por las presiones explícitas o tácitas de la cultura e ideología
dominante. Nace subordinado a los intereses socioeconómicos de cada
época y sociedad y aparece saturado de mitos, prejuicios y lugares
comunes no fácilmente cuestionados (Ibid, 1998:34)
En este sentido, los saberes informales privilegian uno modo de ver y percibir la
práctica profesional, anticipan una relación con la teoría y con la enseñanza, se
aprende por ensayo y error, se actúa por inmediatez como sostiene Jackson
(2001). En virtud de lo anterior, los saberes informales pueden constituirse en un
obstáculo en tanto la mayoría de las veces se sustentan en las experiencias
cotidianas y de sentido común; sin embargo, es posible reconocer la valoración
positiva que éstos tienen particularmente porque desde la experiencia de los
maestros e incluso de los estudiantes de la escuela normal, el vivir determinadas
situaciones y resolverlas a partir de las recomendaciones de los maestros o de sus
propios compañeros les da la confianza de que “sí van a poder cuando sean
maestros”.
66"
Usando la clasificación de Tardif, podemos señalar que los saberes pueden
agruparse en disciplinarios, curriculares y experienciales. Los primeros
corresponden al ámbito de la formación, capacitación y profesionalización, se
adquieren en las universidades y provienen de distintios campos del conocimiento,
surgen de la tradición cultural y de los grupos que legitiman esos saberes en tanto
se constituyen en comunidades espistémicas. Los segundos se asocian a los
objetivos, contenidos y métodos seleccionados y jerarquizados para cada uno de
los niveles del sistema educativo. En contraposición con los primeros, podemos
señalar que no todo lo que aprende o se apropia un docente durante su formación
inicial, será “usado o requerido” en el desarrollo de su docencia en el aula de
clase. Los últimos se van construyendo en el ejercicio profesional, se realizan de
manera específica al inscribirse en contextos particulares. Estos saberes se
validan por la experiencia individual y colectiva que los genera, se van convirtiendo
en hábitos y habilidades, se transforman en modos de hacer y de ser, hablan de la
práctica en sí misma y de lo que ésta ofrece para “sobrevivir en la cultura de la
profesión docente”.
67"
Saberes procedentes de los La utilización de las Por la utilización de las
programas y libros didácticos “herramientas” de los docentes, “herramientas” de trabajo, su
utilizados en el trabajo. programas, libros didácticos, adaptación a las tareas.
cuadernos de ejercicios, fichas,
etc.
Saberes procedentes de su La práctica del oficio en la Por la práctica del trabajo y por
propia experiencia en la escuela y en el aula, la la socialización profesional.
profesión, en el aula y en la experiencia con los compañeros,
escuela. etc.
Tal y como se ha expuesto hasta ahora, entre saberes y conocimientos existe una
vinculación estrecha que conduce a pensarlos, en el caso de la profesión docente,
como sinómimos; reconocemos que se trata evidentemente de cosas distintas
pero no contrapuestas, si el conocimiento se asocia a lo que producen las
comunidades académicas, las cuales son legitimadas por su propios grupos
epistémicos, entonces tenemos que entender y reconocer que, ese conocimiento
producido, se convierte inicialmente también en un tipo de información que es
puesta a disposición para ser interpretada, representada y decodificada según el
contexto, la condición social, de género, ideológica, económica y cultural de cada
uno de nosotros.
Se dice que vivimos en una sociedad del conocimiento, pero para muchos
es más bien una sociedad de la información, ya quien no puede acceder a
las múltiples formas culturales de representación simbólica (numéricas,
artísticas, científicas, gráficas, etc.) está social, económica y culturalmente
empobrecido, además de vivir confundido, agobiado y desconcertado ante
una avalancha de información que no puede traducir en conocimiento. Y es
el acceso a ese conocimiento culturalmente generado, acumulado y en
parte distribuido no es fácil, como muestran las continuas crisis de nuestros
sistemas educativos, enfrentados a crecientes demandas de alfabetización
–es decir de universalización de sistemas culturales de representación y
conocimiento- ya no sólo literaria y numérica, sino también científica,
artística y económica… (Pozo, 2006:15)
68"
Resulta de vital importancia comprender las implicaciones que tienen los
saberes y conocimientos en los profesores particularmente en los Formadores de
docentes, en tanto en ellos recae y se produce un doble efecto como
mencionábamos al inicio de este capítulo. Se trata de sus propios conocimientos y
saberes para su docencia como responsable de su asignatura o materia y la
manera en que los utilizan para la formación de un profesor que tendrá que poner
también en juego los suyos.
69"
Estos datos nos muestran inicialmente que, en las escuelas normales, los
formadores de docentes provienen de disciplinas científicas y académicas
cursadas en universidades o institutos ajenos a las propias instituciones
normalistas. Estos datos coinciden con lo que recientemente ha publicado
Sandoval. Al referirse a los formadores de docentes, particularmente del D.F.
70"
formadores ejercen tomando como referencia lo que percibieron o les agradó de
sus maestros cuando eran estudiantes, una maestra señalaba:
Con base en lo anterior prevalece otra inquietud, si una buena parte de los
formadores de docentes que hoy en día se encuentran en las escuelas normales,
provienen de campos disciplinarios diversos y su experiencia en la docencia y en
la formación de profesores se da a partir de la incorporación a la escuela normal,
entonces de qué manera los conocimientos, saberes y experiencias que poseen
se convierten en un insumo para acompañar los procesos de formación inicial de
los futuros maestros.
Lo mismo sucede con los docentes formadores que tienen una formación
normalista o mixta, muchos de ellos pasaron de las aulas de la educación básica
hacia la formación de docentes en la escuela normal. Dejaron el trabajo con niños
y adolescente y se incorporaron a una institución que forma docentes. De este
71"
punto se desprenden algunas consideraciones que también se convierten en
motivo de análisis y de reflexión en este capítulo. El primero de ellos es que con o
sin formación epecífica para la docencia, los formadores todavía tienen el reto de
re-entender y comprender qué significa formar docentes y cómo considerar la
formación para la práctica docente.
72"
De ahí que, la experiencia previa y el ejercicio de análisis permanente se
han convertido en una fuerte herramienta para el acompañamiento y reflexión de
sus propios saberes y conocimientos, es a través de ellos que los formadores
conocen lo que sucede en las aulas de educación básica, en cierto modo es un
“punto de referencia” desde y a partir del cual los maestros formadores establecen
formas de trabajo específicas respondiendo a las demandas y exigencias del nivel
para el que forman.
Por otro lado, uno de los aspectos centrales en este proceso de acompañamiento
es la vinculación entre la experiencia y la teoría en la que se sustenta la docencia
en términos generales (aquí incluimos los aspectos filosóficos, metodológicos,
didácticos, legales, técnicos, instrumentales, etc. que se requieren para el ejercicio
de la docencia). Encontrar el “equilibrio” entre la teoría y la práctica, como dicen
los formadores de docentes, es “sumamente complicado, pues sabemos que no
existen recetas y que la realidad es diferente a lo que se lee en los libros”.
73"
“Soy maestra y formadora por tradición, vocación y compromiso”
Una de ellas era contundente al señalar que desde que tenía uso de razón
siempre estuvo ligada a la escuela normal debido a que sus padres trabajaban allí,
prácticamente vivía en la institución, reconoce todos los espacios de la escuela
normal y sus instituciones anexas, en ellas transitó como estudiante y ahora como
formadora de docentes.
74"
Me formé profesionalmente en la Licenciatura en Educación Preescolar, aunque no
tengo antecedentes de familiares maestros, mi mamá repetía constantemente que
la labor de las educadoras le gustaba mucho para que mi hermana la estudiara.
Ella no pudo hacerlo, pero yo sí. Presenté examen también en la Universidad
Veracruzana y fui aceptada en la Licenciatura en Administración de Empresas, no
me inscribí, ya que finalmente consideré mejor entrar a la Normal. Egresé en 1990,
convencida de que el trabajo de maestra me gustaba (relato de vida Ma.08:2010)
El ingreso a la docencia para estas maestras las coloca una condición partricular,
si bien hay vocación y tradición, eso mismo las conduce a generar un compromiso
con los otros, sus estudiantes normalistas y con los alumnos con los que ellos
practican en las escuelas de educación básica. Esta valoración un tanto
nostálgica, está cargada de una buena dosis de responsabilidad, particularmente
porque en sus discursos coinciden que es necesaria una “solida formación y
mucha apertura para trabajar con los que requieren atención especial”. Dado que
todas ellas participan en una licenciatura en educación especial, constantemente
están recalcando la trascendendia de la función que cumplen y el compromiso que
adquieren, pues como señalaba una de ellas, “aquí no se trata de ir a entretener
niños, los padres esperan algo y los niños más, ahí o trabajas y das resultados o
no”.
El compromiso es consigo mismo y con el otro, para el caso de las
formadoras, éste implica organización, acuerdos, reuniones de academia,
acompañamiento cercano con los estudiantes, horas de trabajo extra, en la casa y
en la escuela normal, diálogos constantes con las autoridades educativas para la
organización, distribución y apertura de las escuelas de práctica, con los docentes
de educación básica y los del área de educación especial para que compartan el
75"
proceso de formación de los futuros maestros, revisión de planificaciones,
materiales, observaciones directas en aula, asesorías para problemas específicos,
etc.
En una entrevista colectiva, las docentes expresaban que habían tenido el
ciclo escolar pasado más de 40 reuniones de academia, que en ellas se habían
tomado acuerdos importantes acerca de la organización de las prácticas docentes,
de la evaluación y seguimiento de los estudiantes normalistas. También se señaló,
que a partir de esas reuniones se generaron documentos específicos, avalados
por la institución en donde se establecían los derechos y obligaciones de
estudiantes y formadores de docentes en las actividades académicas internas y en
las de práctica docente. (ver anexo 1)
En conjunto señalaban la importancia de tomar acuerdos, por lo menos en
la academia y darles seguimiento, también reconocían que eso acuerdos tenían
implicaciones importantes en su trabajo, pues las obligaba, como ellas mismas
decían “a hacer y a cumplir, primero, ellas mismas los acuerdos”.
Es importante señalar que si bien hasta el momento, lo que se ha expuesto
está asociado más a su función como docentes en la escuela normal y a los
compromisos que por tradición y vocación ellas mismas han adquirido, eso no deja
de lado que todas dieron el salto de la educación básica y especial a la escuela
normal. Dicho de otro modo, se convirtieron en formadoras de docentes y han ido
aprendiendo en el camino a formar a los futuros docentes.
Este punto si bien puede ser una debilidad, en el caso de estas docentes
también se ha convertido en una fortaleza, el conocer e incluso, en algunos casos
todavía trabajar en educación especial, les ha dado la oportunidad de repensar lo
que se enseña en la escuela normal y lo que se requiera en educación básica. Un
ejemplo de ello fue la propuesta curricular de adecuación, que en conjunto
elaboraron como modelo de transición, entre el plan de estudios de 1985 y el de
2004 para la licenciatura en educación especial. (Ver anexo 2).
Por otro lado, es indispensable señalar que el conocimiento de la disciplina
es un referente importante si se combina, como señalan ellas, “con la experiencia
de la práctica”. Este es un plus que han sabido capitalizar en su trabajo como
76"
formadoras, de hecho señalan que cuando van a observar las prácticas, por
ejemplo, no sólo hacen recomendaciones y sugrencias prescriptivas generales,
como el cuidado de la disciplina en el grupo, la atención individual y colectiva, o el
uso del tiempo y los materiales. También participan en las estrategias de trabajo,
apoyan a sus estudiantes y comparten sus propias experiencias y dudas acerca
de los problemas que ven en los alumnos.
En este sentido, y en coincidencia con lo que inicialmente recuperamos en
torno la noción de saber, conocimiento y asesoría/tutoría, tenemos una primera vía
de explicación con respecto a cómo es que éste se va construyendo y re-
significando en las formadoras de docentes. Se sabe y se conoce por la vía de la
observación, la confrontación, el debate, la historia y trayectoria personal y
profesional. En alguna ocasión una estudiante preguntaba cómo sabemos que los
maestros conocen o saben y qué es lo que conocen y saben. En concordancia con
esa pregunta podemos señalar, siguiendo a Pozo y Tardif, que este saber como
construcción, amalgama y condensa no sólo lo que se adquiere por la vía de la
capacitación racional técnica, la academia o la literatura, también lo hace en
relación con las vivencias, las experiencias que han resultado significativas y han
permitido crear, a partir de una necesidad, crisis o conflicto, una nueva manera de
comprender y explicar lo que hacemos, pensamos y vivimos como docentes.
De ahí que ser maestra por tradición o vocación no sea sólo un aspecto
romántico o nostálgico, en el que prevalece el entusiasmo y el servicio como
condición única de trabajo, lo cual nos lleva a reconocer, que cuando se vincula
con responsabilidad y compromiso, da pauta a un proceso más complejo de
intarección e implicación.
En este sentido, de acuerdo con la idea que hemos estado sosteniendo, ser
asesor/tutor en la la escuela normal implica un tipo de acompañamiento que
trasciende el plano curricular formal. Si reconocemos que se ponen en juego
conocimientos, experiencias, saberes, modos de ver y hacer, valores, empatías,
relaciones de poder, intereses, etc. en esa relación, entonces estamos en
condiciones de señalar que el formador contribuye de distintos modos y maneras a
un proceso de adquisición de contenidos y herramientas teórico-metodológicas y
77"
didácticas para el ejercicio docente, al tiempo que va ofreciendo y aportando
conocimientos básicos para la insersión en lo que Mercado (2007), ha
denominado la cultura del magisterio.
Dicha cultura se convierte en un tipo de episteme, en una forma de hacer,
pensar y estar que condensa de manera compleja las prácticas ritualizadas,
arraigadas en el tiempo así como las que se van recreando y constituyendo por las
exigencias que se le imponen a la institución y a los docentes. De acuerdo con
esta idea, el formador no sólo ofrece información precisa, racional y técnica,
también socializa y comparte los saberes que se requieren para la supervivencia
en la escuela.
78"
la misma rutina con la comenzamos a ejercer la docencia en nuestro primer año
de servicio. De este modo mientras la rutina trivializa la docencia, la va llenando
de sin sentido; la experiencia, como proceso de reflexión, meditación, análisis e
intervención de la docencia, la retroalimenta, la nutre y nos va mostrando que eso
que sucede todos los días, aunque tiene sus patrones, siempre es diferente.
Torres, en el prólogo que hace de la obra de Jackson señala lo siguiente:
Entender que el aula de clase es, como señala McLaren (1995) una arena
simbólica donde intervienen y se ponen en juego diferentes intereses y finalidades,
donde las ideologías luchan y se contraponen y las diferencias de clase, género,
cultura, se hacen evidentes, nos permite reconocer que, eso que vivimos todos los
días está más plagado de incertidumbre e imprevisibilidad que de certeza. Para el
caso de los formadores la experiencia puede convertirse en una materia prima
relevante para la formación de los futuros docentes si es que ésta no se ocupa
para prescribir lo que tendría que acontecer en la docencia.
A partir de los discursos de las formadoras de docentes, hemos podido
identificar la importancia de la experiencia en el trabajo que realizan. Los ejemplos
que han utilizado nos ha permitdo envidenciar por lo menos dos dimensiones
distintas del uso que, para la formación y el acompañamiento que realizan con los
futuros maestros le dan a ésta.
El primero de ellos es cuando sirve como ejemplo, como argumento para
explicar situaciones, procesos y desenlaces. Las formadoras recurren a lo que han
vivido como docentes para que sus estudiantes “tomen nota” y consideren lo
expuesto para mejorar en su práctica. Una maestra señalaba:
79"
Mis alumnos practican en CAM (Centro de Atención Múltiple), algunos de
ellos, atienden a niños autistas, hemos platicado de cómo trabajar con ellos,
les he compartido mi experiencia, desde cómo hablarles, indicarles, usar los
materiales, hasta cómo darle seguimiento al trabajo para que se vean los
resultados. Les comparto lo que sé hacer y también los acompaño, cuando
los voy a observar, incluso participo, yo sé lo difícil que es trabajar con ese
tipo de niños… (En. Ma. nov:10)
No es fácil descifrar lo que está detrás de cada una de estas indicaciones, las
vivencias y experiencias que los profesores formadores han acumulado a lo largo
de su trayectoria profesional, ahora se convierten en una herramienta para el
desarrollo de su propio trabajo. De esta manera, cabe de nueva cuenta
preguntarse, recordando a Rivero y Porlán, si esos saberes y conocimientos que
poseemos y transmitimos a nuestros estudiantes, al igual que llevan una buena
parte de virtudes, también van cargados de una buena parte de nuestros vicios.
En este punto es donde, a nuestro juicio aparece otra problema, la de
convertir a la experiencia en un insumo para la reflexión, análisis, investigación e
interpretación de la docencia. Con base en el trabajo de campo, particularmente
las observaciones y entrevistas, hemos podido comprender cómo la experiencia
de los/las formadores/as de docentes es un aspecto clave para transmitir por la vía
de la socialización las vivencias, los sucesos, los acontecimientos que pueden
servir como referente para que el futuro docente no cometa, como dicen ellos, “los
80"
mismos errores”, o bien logre “salir adelante de los problemas que se le presentan
en el aula”.
Si bien entendemos que este es un aspecto fundamental del
acompañamiento, también consideramos que entra en conflicto cuando el
formador tiene que enseñar al futuro profesor a distanciarse (espistemológica,
teórica y metodológicamente) de su práctica docente, para hacer de ella un objeto
de estudio, de análisis, de reflexión e intervención. En una de las sesiones de
observación la formadora lo trabajaba de la siguiente manera.
Ma. A ver qué encuentran en su diario, qué escribieron, por qué le llamó la
atención eso que escribieron.
Ao. Pues yo puse lo que me pareció más importante, lo que viví en la
jornada de clase, lo que me salió bien y lo que no.
Ma. (dirigiéndose al grupo de asesorados) cómo pueden pensar ahora eso
que escribieron, cómo lo van analizar, tenemos que tener claro que lo que
nos pasó lo podemos explicar y analizar, para eso va a servir la teoría.
Ao. ¿Cómo es que vamos a usar la teoría, tengo que buscar un concepto
para ver si con él puedo explicar lo que pasa?
Ma. Sí tenemos que usar los conceptos, tenemos que ver qué de ellos está
en la realidad de su práctica. A ver vamos a escuchar a alguien más,
recuerden que tenemos que ir pensando en el tema del documento
recepcional… (Obs. noviembre 2010)
81"
• Saberes y conocimientos de la disciplina académica que se imparte.
• Saberes y conocimientos de teoría educativa, pedagogía y didáctica.
• Saberes y conocimientos del nivel educativo para el cual se está formando a
los futuros docentes (preescolar, primaria, secundaria, educación especial,
educación física, etc.)
• Saberes y conocimientos de psicología individual y social, relaciones
interpersonales, asunción de roles, etc.
• Saberes y conocimientos de metodología e investigación en y para la
educación.
• Saberes y conocimientos de las demás disciplinas científicas que han
contribuido a explicar lo educativo en su sentido más amplio (por ejemplo:
sociología y antropología de la educación, historia y filosofía de la educación,
pedagogía, etc.)
82"
El otro aspecto es la disociación entre la formación inicial y las exigencias
sociales y las realidades locales, algunos maestros siguen sosteniendo que “el
trabajo que realizan, aunque se esfuercen, no siempre está en consonancia con la
escuela de educación básica”. En una de las sesiones de observación un alumno
exponía esta situación:
Ao. Maestra en la escuela nos están pidiendo que elaboremos de otro modo
la planeación porque así como la llevamos, ellos no la llevan, nos preguntan
si estamos al día de los cambios que hay y de lo que los directivos y
supervisores están pidiendo…
Ma. A ver, qué es lo que te están pidendo..
Ao. Que lleve este formato, porque ese es el que les piden para trabajar,
que está basado (sic) en el nuevo enfoque que es por competencias.
Ma. Bien podemos llevar ese, si con ese, no tienen problemas, tenemos que
ajustarlo, así que vamos a trabajar en ello. (Obs. Septiembre, 2010)
La importancia de articulación, o como señalan los formadores de “consonancia”
entre lo que la escuela normal ofrece y lo que la práctica requiere, nos ha llevado
a considerar la manera en que el formador y el estudiante aprenden (por la vía de
la reflexión, el análisis y la investigación) de la práctica docente. Entendemos que
la discrepancia y la falta de consonancia no es algo que se pueda resolver de
facto, particularmente porque las experiencias que viven los estudiantes son
diversas, diferentes e incluso contradictorias, así mientras en unas zonas
escolares los formatos para planificar son totalmente distintos a los que se
trabajan en la escuela normal, en otros no lo son tanto. Eso nos habla de
realidades que requieren ser tratadas en la particularidad, para encontrar ese
“punto medio”, como señalaban las formadoras, entre lo que el nivel y el área de
formación exige tanto en la teoría como en la práctica.
83"
Hace algunos años llegó a mis manos un texto que me hizo pensar con mayor
detalle qué significa teorizar la práctica, sin que esto se convierta propiamente en
un ejercicio de investigación estricto, sino más bien en un proceso de
sistematización de la experiencia educativa. Oscar Jara, en un su libro “Para
sistematizar experiencias” (1994), señala que una de las vías para mejorar y
transformar la realidad en la que nos encontramos es a través del ejercicio de
analísis de nuestra propia experiencia, utiliza una fórmula que se sintetiza de la
siguiente manera R-T-R (realidad, teoría, realidad).
La propuesta parte de la idea que planteó Marx, de que el hombre, en tanto
toma consciencia de su mundo puede transformar la realidad en la vive, para ello
ha de partir de reconocer en dónde está situado, cómo es que se ha explicado las
cosas y los fenómenos hasta el momento, cómo y de qué manera ha resuelto sus
necesidades, hacia dónde quiere llegar y con qué fin. Cuando trasladamos eso a
la formación y a la práctica docente, entonces encontramos una vía que hace
posible incidir de manera diferente en los procesos y prácticas que como formador
se tienen.
En cierto modo, una parte del acercamiento que hemos tenido con los
formadores nos ha mostrado que, muchas/os de ellos, constantemente buscan
transformar su propia realidad, tratan de explicarla y argumentarla a partir de lo
que leen, de los cursos de posgrado que toman, de lo que comparten en
academias, es espacios formales e informales de discusión. Esto nos permite
señalar que cuando los docentes hacen referencia a que “hay que bajar los
conceptos para entender la realidad” , están buscando la manera de comprender y
explicar con otro tipo de lente eso que se vive cotidianamente. Cierto es que las
evidencias hasta ahora no son muchas, pues prevalece más la idea de que “la
teoría es una cosa y la realidad otra”, como dicen ellos, sin embargo, nos parece
que éste es el comienzo de un proceso que tendrá que conducir al formador a
tomar una cierta posición con respecto su función como acompañante, pues como
señalábamos al inicio de este capítulo, será necesario tener más o menos claro
cómo es que todos los conocimientos/saberes y experiencias, se amalgaman en la
formación y la práctica docente.
84"
A lo largo del proceso de formación inicial y particularmente en la etapa de
cierre que corresponde al 7º y 8º semestres de la licenciatura, los estudiantes y
formadores confrontan con mayor intensidad su formación con la práctica docente.
Las estancias prolongadas en las escuelas de educación básica, el contacto
directo con los tutores, los estudiantes y los padres de familia, ofrece, a los futuros
docentes, otra perspectiva de su función, las exigencias del nivel, las formas de
interacción, etc. Una buena parte de estas vivencias se documenta por la vía de la
observación, las entrevistas, los videos, las grabaciones, los portafolios de
evidencias que éstos realizan a petición de los formadores de docentes. De este
modo, el estudiante normalista almacena una buena cantidad de información
derivada su propia experiencia en la escuela.
Dicha información se complementa, en la mayoría de los casos con la
valoración que hacen sus tutores al momento de realizar la evaluación de su
práctica, ya sea a partir de formatos estandarizados que contemplan los aspectos
básicos asociados al logro de los rasgos del perfil de egreso de la licenciatura que
cursan o bien, a partir de cuadernos o diarios en los que los tutores colocan, de
manera abierta una valoración con respecto al desempeño de éstos en el aula de
clase.
Con esta información y con la que el formador recaba por la vía de la
observación directa (yendo a las escuelas a presenciar el trabajo de los
estudiantes normalistas) se documentan una variedad importante de experiencias
docentes que sirven, potencialmente, como materia prima para re-pensar la
propuesta de formación y contribuyen, a nuestro juicio, de manera importante a
comprender y explicar desde otro lugar la práctica docente.
Como se puede apreciar, lo que se tiene simplemente es información
acerca de la práctica, el trabajo del formador de docentes es convertirla en un
insumo para hacer de ella un objeto de reflexión, análisis e investigación. Pero
¿qué implicaciones tiene para los formadores de docentes hacer de la práctica un
objeto de reflexión, análisis e investigación?, ¿qué tipo de retos les plantea?,
¿cómo desde ese lugar se puede confrontar el saber y el conocimiento acumulado
85"
y al mismo tiempo se pueden replantear las nociones de formación y práctica
docente?
De acuerdo con la información recabada, hemos comenzado a comprender
con mayor detalle, que realizar ejercicios de distanciamieto para hacer de la
práctica un objeto de estudio, es para los formadores, un proceso altamente
complejo. Ellos mencionan que piden a los estudiantes que levanten evidencias de
la práctica (en tanto que es indispensable para valorar su desempeño en el aula,
los aciertos, errores, fortalezas, debilidades, los retos, las demandas y para
identificar un problema que conduzca a la elaboración del documento recepcional),
para ello recurren a una miscelánea importante de técnicas de acopio de
información, sin embargo, al momento de analizarla y profundizar en cuanto a lo
que ofrece, ya sea para mejorar la práctica, para evaluarla o bien para identificar
un tema de estudio, mucha de esta información resulta, hasta cierto punto, poco
importante y analizable.
Ante este aspecto algunas de las formadoras suelen decir:
86"
creo que no tenemos muchos elementos, si no los tenemos entonces no
podemos desarrollarlos del todo en nuestros alumnos verdad… (En. Ma.
nov. 2010).
Ma. yo lo que veo es que sí, pedimos muchas cosas a los estudiantes, sin
embargo por tiempo, por condiciones, por lo que sea no hacemos una
revisión profunda del material que traen, por ejemplo el diario, lo llevan, casi
es universal, en muchas escuelas, todos lo hacemos diferente porque lo
entendemos diferente, las alumnos lo llenan, pero ese diario, únicamente
refleja la percepción de mi estudiante, es su apreciación, aunque les hemos
pedido que lo amplíen, por ejemplo, para que identifiquen ahí qué
problemas hay con el contenido de la asignatura, con el trabajo con
adolescentes, etc. termina siendo una valoración, importante sí porque es
su experiencia, es lo que ellos vivieron pero no sé si lo hemos trabajado a
profundidad en lo que respecta a la investigación por ejemplo… (En. Ma.
feb. 2011).
87"
Este punto es el que nos lleva a recuperar el planteamiento de Ferry (1990),
en tanto que formarse no puede ser más que un trabajo sobre sí mismo,
libremente imaginado, deseado y perseguido, realizado a través de los medios que
se ofrecen o que uno mismo se procura. A diferencia de cómo hemos entendido la
formación como un proceso de escolarización o bien como la obtención de un
diploma o certificado que tampoco dice mucho acerca de lo que hemos
interiorizado y exteriorizado como señala Honoré (1980), Ferry reconoce que ésta,
la del proceso de formarse, es la escuela a perpetuidad, que uno se forma en
todos los ámbitos de nuestra vida y en las múltiples actividades que en ella se
desarrollan.
Como se puede observar, esta idea trastoca y rompe con la concepción de
que la formación tiene un tiempo y un espacio preciso que regularmente se
restringe a la escolarización, arribamos a la idea de una formación permanente en
la que las experiencias y las actividades que desarrollamos día a día nos ofrecen
la oportunidad de seguirnos formando.
En virtud de lo anterior, el horizonte de la formación se diversifica y se
amplía de manera tal, que cada acción que emprendemos, cada decisión que
tomamos, no hacen más que recordarnos que nos formamos a nosotros mismos
siempre en relación con el Otro. Así, la práctica docente se revela ante nuestros
ojos como un escenario que da cabida a múltiples y heterogéneas formas de
aprender, conocer y ver el mundo en el que está inserta nuestra docencia.
Entendemos, junto con Yurén (1999), que la práctica docente es una praxis
social, significativa e intencional, que se realiza en un ámbito laboral delimitado,
que requiere determinados conocimientos y habilidades y que se ejerce
públicamente; se trata de una práctica que se configura y significa en un contexto
histórico y social específico en el que están insertos el conjunto de actos que
conforman la docencia, cuyo objeto central es transformar al ser humano.
88"
Trasciende la concepción técnica de quien sólo se ocupa de aplicar
técnicas de enseñanza en el salón de clase, ya que el trabajo del maestro
está situado en el punto en el que se encuentran el sistema escolar –con
una oferta curricular y organizativa determinada- y los grupos sociales
particulares. En este sentido, su función es mediar el encuentro entre el
proyecto político educativo, estructurado como oferta educativa, y sus
destinatarios, en una labor que se realiza cara a cara. Por tanto podemos
entender la práctica docente como una praxis social, objetiva e intencional
en la que intervienen los significados, las percepciones y las acciones de
los agentes implicados en el proceso –maestros, alumnos, autoridades
educativas, padres de familia-, así como los aspectos político
institucionales, administrativos y normativos que, según el proyecto
educativo de este país, delimitan la función del maestro (1999: 20,24)
89"
documento recepcional, se convierten en el semillero que conduce, a nuestro
jucio, al maestro a reencontrarse con su propia práctica.
90"
La sistematización tiende un puente entre la teoría y la práctica; en tanto se trata
de reflexionar y analizar lo que se vive de manera cotidiana. Es en este punto
donde el proceso de sistematización se vincula con el planteamiento que sostiene
la reforma a la educación normal pues se trata de develar y desestructurar la
manera en que opera la práctica docente.
91"
señalar que este esfuerzo por cerrar el ciclo de formación inicial conduzca a
valorar lo que es útil (en tanto es importante saber hacer). De manera recurrente
los formadores insisten en que el estudiante tiene que salir preparado y debe
saber hacer las cosas; sin embargo esa es sólo una de las diferentes caras que
tiene la docencia, una que nos habla de un tipo de saber específico como lo refiere
Yurén, de ahí que nos sea de utilidad la distinción que ella elabora en cuanto a los
saberes estructurales y disposicionales. En particular porque nos permite
evidenciar los comportamientos que promueven, las formas de adquisición, la
pretención de validez y la forma disposicional que modifica.
Con base en esta idea y el listado de saberes que conferimos a los formadores de
docentes podemos recalcar que cualquier tipo de saber habrá de considerar su
uso y finalidad para poder ubicarlo en los momentos y etapas de la formación, de
este modo, si bien es importante ese saber hacer, como señalábamos
anteriormente, también lo es el saber teórico y reflexivo, la conjunción de ambos
permitiría arribar a una comprensión más profunda de la docencia y de la
formación profesional.
92"
Capítulo 4
93"
docentes en la escuela normal y las posibiliades que tienen de dar una (o varias)
orientaciones para atender las exigencias de esa docencia que cambia, transforma
y se complejiza de manera cotidiana en las escuelas. Sobra decir, que este
ejercicio de análisis acerca de problemas, retos y tentativas de solución reconoce
los saberes y conocimientos de los formadores, el contexto en el que se desarrolla
la práctica docente así como los referentes teóricos de los que hemos dispuesto
para profundizar e interpretar las posibilidades de acompañamiento del formador.
Dice Carbonell (2002) que la educación está en crisis y que en realidad siempre lo
ha estado. Mientras la sociedad cambia, se transforma y abre otros horizontes
para el aprendizaje, la convivencia y el desarrollo científico-tecnológico, la escuela
se mantiene arraigada –junto con sus maestros- al conservadurismo y
funcionalismo institucional. En este sentido, los maestros fieles a la tradición,
preservan la idea de que la escuela es insustituible, que es la única instancia que
habrá de conducir a los estudiantes a desarrollarse personal y profesionalmente;
presumimos que la tarea que realizamos es importante en sí misma, dado que nos
hacemos responsables tanto de la transmisión de contenidos escolares, como del
desarrollo valoral y cultural de los educandos.
94"
Entendemos que el saber hacer no es instrumental ni técnico, crear
situaciones nuevas, enseñar a pensar, a reflexionar y mantener una actitud crítica
frente a las cosas que vivimos, requiere mucho más que el uso de un artefacto
tecnológico, la aplicación de una técnica o la elaboración de un instrumento. Si los
conocimientos progresan rápidamente, dice Delval, entonces es necesario
introducir cambios constantes en la actividad que desarrollamos.
Ello implica modificar las creencias y saberes de los profesores; sabemos
que la tarea del maestro puede llegar a ser extremadamente rutinaria, que los
incentivos que se otorgan por mejorar la docencia difícilmente logran su cometido
y que si bien, en algún momento la tarea de enseñar resulta fascinante, con el
tiempo, la rutina y la falta de valoración terminan por convertirla en una práctica
llena de desencantos.
Es claro que el profesor se enfrenta todos los días diversas problemáticas,
desde aquellas que atienden a la disciplina en el aula, hasta la organización y
gestión institucional. Ante cada nueva situación el maestro tiene que tomar
decisiones que le permitan salir “airoso” del problema que enfrenta. La mayoría de
las veces, atendemos a resolver los problemas tomando como referencia la
experiencia acumulada, la intuición que desarrollamos y la valoración que
hacemos de la situación. De hecho, poco nos detenemos a pensar por qué
hicimos las cosas de esa manera, qué referentes teóricos, didácticos,
metodológicos, epistemológicos y técnicos usamos para dar solución, qué
resultados e implicaciones tendrá el/los tipos de respuesta en nuestro trabajo, en
la relación con los estudiantes, en su aprendizaje, etc. Es común que se dé por
entendido todo este proceso y que las situaciones que vivimos en el aula de clase
se reduzcan, la mayoría de las veces, a un tipo de trabajo racional instrumental y
técnico que atiende al problema en sí mismo sin considerar las implicaciones que
tiene con el estudiante, el contexto y la finalidad de la educación.
Autores como Follari (2008), Sacristán (2006), Delval (2001), Marchant
(2010), Santos Guerra (2006), Bailovsky (2008) y Ander-Egg (2005), Coinciden de
manera genenal en señalar que la escuela tal y como la conocemos, al igual que
el sistema educativo (que incluye a las reformas educativas como una estrategia
95"
político-estuctural para reorganizar los fines y funciones sociales de la escuela),
requiere de un nuevo proceso de reconstrucción, uno que permita, como señala
Marchant, “refundarla”, y con ello volver a pensar entre la finalidad y la función de
la escuela. Este punto se torna complejo, porque estos autores, reconocen que la
escuela tendría que tener presente que esta era, la de la sociedad de la
información y el conocimiento, requiere del despliegue de nuevos mecanismos
para el aprendizaje y la enseñanza.
Por esa razón Delval (2001) sostiene que la enseñanza, que se realiza por
medio de la educación (escolarizada y no escolarizada), se ha constituido en uno
de los pilares de la supervivencia de los seres humanos en general, al responder a
la pregunta ¿cómo aprendemos? Reconce distintos tipos y condiciones que se
modifican según la época y la sociedad. Estabece 4 tipos de aprendizaje: En la
práctica, La vida social, El significado de la vida y Teorías científicas. A cada una
de ellas le atribuye ciertas características y ciertos vehículos (medios) por los
cuales se adquiere. (ver siguiente tabla)
96"
situación que se puede equiparar a la noción de formación a la cual aludimos en el
capítulo anterior. Lo que aprendemos a partir del contacto con la realidad que nos
es inmediata, nos ha dotado de cierto conocimiento que nos permite sobrevivir y
actuar en la realidad. En contraposición, sostiene que la escuela enseña cosas
que no necesariamente se relacionan con los problemas previos que los
estudiantes tengan planteados. De esta manera se proporcionan soluciones para
problemas que no existen, por ello el conocimiento está desconectado del
contexto y lo que se enseña, remata este autor, no sirve para la acción porque no
se relaciona con ella.
De este modo, la función, finalidad de la escuela y la formación de docentes
reitera la pregunta: ¿para qué sirve educar y qué tipo de formación profesional se
requiere para ello? Follari, al igual que Jaím Etcheverry, consideran que la
educación constituye un mecanismo decisivo para la “configuración identitaria de
lo social, al implicar el legado del mundo simbólico de generaciones anteriores a
las que suceden y con las cuales aquellas conviven” (Follari, 2008:13-14). Por esa
razón Jaim Etcheverry, citando a Postman sostiene que “la escuela es la única
institución en la cultura capaz de presentar una visión diferente del mundo: una
forma alternativa de conocer, de evaluar” (J. Etcheverry, 2001:217).
Se trata, según nuestra interpretación, de una educación que nos permita
pensar en las grandes transformaciones sociales que hemos estado viviendo y los
cambios generados socialmente, que han conducido, tal y como lo señalan Lang
(2006) y Tenti Fanfani (2006), a la reconfiguración de las familias, en el desarrollo
de las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (NTIC), en las
relaciones de autoridad y de poder entre las generaciones adultas-jóvenes y de
género, en las identidades colectivas, segregadas, grupales, nacionales, étnicas,
en las modelos económicos, en el adelgazamiento del estado benefactor social, en
las formas de organización gremial, en el trabajo, y en el consumo, etc.
Fanfani enfatiza esta compleja relación entre una escuela que sigue
sedimentada en una serie de principios y discursos de la modernidad, en la que
prevalece el orden, el progreso, el desarrollo, el bienestar apegado al esfuerzo y la
disciplina social e individual, con una sociedad posmoderna en donde los grandes
97"
metarrelatos y promesas sociales se han diluido (Lyotard, 1986), dando paso a la
incertidimbre e inestabilidad en todos los ámbitos y espacios de la vida individual y
colectiva.
La idea de que la educación y escuela se encuentran en crisis resulta
atractiva en cierta medida, porque estamos en un punto de quiebre o rompimento
o decisión, según se establece en la etimología de la palabra. Sin embargo, es
preciso reconocer que no siempre es fácil comprender qué es lo que se ha roto y
qué tipo decisiones tomar para reorientar lo que en este momento se presenta
como un quiebre.
Partir de esta idea nos permite colocar un aspecto que a nuestro juicio
resulta relevante, si la educación está en crisis, si los modelos de formación no
han respondido a las exigencias que nos plantea la sociedad en su conjunto, si la
realidad (o realidades) se nos revelan de manera diferente y no siempre en
armonía, sino de forma conflictiva, entonces tenemos que pensar en lo que Morin
ha planteado con respecto al pensamiento complejo, particularmente porque la
realidad y los modos de explicación son producto de la representación mental
derivada de nuestra percepción acerca de las cosas. Eso significa, que la manera
en que hemos entendido y relacionado con el mundo e incluso lo hemos
explicado, siempre es parcial y está en función del tipo de referentes teóricos y de
experiencia de vida. De esta manera, dice Morin,
todo conocimiento conlleva el riesgo del error y de la ilusión (…) por lo tanto,
la educación debe mostrar que no existe conocimiento que no esté, en
alguna medida, amenazado por el error y la ilusión. El riesgo de error existe
ya en la percepción y está presente en el pensamiento, en el lenguaje, en
toda actividad intelectual y en la proyección de nuestros deseos (…)
Nuestros sistemas de ideas (teorías, doctrinas, ideologías) no sólo están
sujetos al error sino que también protegen los errores e ilusiones que están
inscritos en ellos (…) Las posibilidades de error y de ilusión son múltiples y
permanentes; las que proceden del exterior cultural y social inhiben la
autonomía de pensamiento y prohíben la búsqueda de verdad; las que
proceden del interior, agazapadas en ocasiones en el seno de nuestros
mejores medios de conocimiento, hacen que la mente se equivoque por sí
misma y sobre sí misma. (Morin, E. 2001: 26-42)
98"
Las evidencias del trabajo de campo que tenemos al respecto nos han llevado a
considerar que si bien hay algunos aspectos que no concuerdan entre la
formación y la práctica docente, hay otros que prevalecen porque se han
considerado hasta cierto punto inamovibles en el ámbito de la formación inicial en
tanto son parte de la tradición, la historia y la cultura del magisterio que se ha
arraigado en las escuelas normales.
Al hacer la analogía entre lo que esta institución promueve y lo que los
futuros docentes requieren, pudimos construir dos tipos distintos de explicación,
mismos que se asocian a dos niveles de realidad diferentes. El primero de ellos se
circunscribe a un tipo de discurso prescriptivo que anticipa y mira a la práctica
docente y a la formación como la adquisición de conocimientos que tendrán que
ser aplicados a una realidad que se conoce parcialmente y a la cual se le atribuye
un cierto tipo de predictibilidad. El segundo, está en un discurso más complejo y
contradictorio en el cual la realidad sobrepasa la prescripción y se vuelve en un
referente implacable que pone en duda constante lo que el estudiante y el
formador discuten, acuerdan y proponen desde la escuela normal.
De acuerdo con lo que han señalado los formadores, son dos los niveles en
los que estas explicaciones cobran importancia. La primera es que existe una
propuesta curricular que se desarrolla en el seno de la escuela normal, en ella, los
futuros docentes se aproximan a las discusiones teóricas, didácticas,
metodológicas, conextuales, legales y normativas que estructuran y dan sentido al
discurso profesional de la formación. Ésta se adquiere de manera directa a partir
del trabajo que realizan los formadores de docentes.
El segundo nivel de explicación es que en la medida que los formadores
involucran y dan más herramientas de análisis y de reflexión para pensar la
práctica en términos generales y específicos, es inevitable que el estudiante
normalista establezca una comparación entre lo que dice la teoría, lo que hace y
dice el maestro formador, lo que les indican que deben hacer en la escuela (que
no siempre está asociado a referentes teóricos concretos), lo que hacen en la
escuela y lo que ven que hacen y dicen en la práctica su maestros tutores.
99"
De acuerdo con algunos hallazgos de investigación de Hernández (2003),
García Gómez (2010) y Estada Solis (2011), los estudiantes normalistas
identifican claramente el tipo de docente en la escuela normal y su estilo,
reconocen con base en la interacción cotidiana, qué formador se prepara, vincula
los contenidos de su materia con las exigencias de la práctica docente de las
escuelas de educación básica y quiénes no lo hacen. Lo que nos parece relevante
de estos trabajos es que muestran los difrentes rostros que toma la docencia en la
escuela normal y en consecuencia el o los tipos de mensajes explícitos e
implícitos que envían a sus estudiantes durante el proceso de formación.
Estos aspectos permiten potenciar de manera diferente los conocimientos,
saberes y experiencias acumuladas. De ahí que los retos y posibilidades de
acompañamiento también se diversifiquen y operen de maneras complejas. En
nuestro análisis hemos podido sintetizar en una tabla esta doble relación. (ver
siguiente tabla)
Con base en esta aproximación entendemos que los retos, los problemas y las
posibilidades de acompañamiento por parte de los formadores de docentes no se
ubican en la misma dimensión y nivel de realidad, de ahí que sea necesario
desestructurar y analizar de manera profunda lo que el trabajo de campo nos ha
100"
brindado para mostrar cómo aparecen cada uno de estos aspectos en el contexto
de la formación inicial.
Para los formadores, existen por lo menos dos tipos de problemas, los generales,
que atañen a todos sus estudiantes porque se hacen presentes en las
observaciones y recomendaciones que externan los profesores titulares en las
escuelas de práctica, incluso, ellos mismos los identifican como carencias cuando
realizan las observaciones de sus estudiantes en las instituciones de educación
básica y los específicos, que se relacionan con demandas concretas del tutor, la
escuela, los alumnos con los que se trabaja y el contexto.
En el primer caso, hemos sintetizado lo que los formadores consideran
problemas generales, éstos se presentan en orden de importancia por la
recurrencia con la cual son enunciados, así como las estrategias de atención que
ellos mismos han propuesto para subsanarlas (ver la siguiente tabla)
Problemas*Observados*en*la*Práctica*de*sus* Estrategias*de*atención*a*los*problemas*
estudiantes*
Control"de"grupo,"que"los"niños"estén"trabajando," La" manera" en" cómo" se" diseñen" las" estrategias" es"
interesados," seguridad" en" el" tema" que" está" como" se" va" a" motivar" e" interesar" a" los" niños."
dando." Conocer"el"enfoque"de"los"planes"de"estudio."Las"
teorías" están" implícitas" en" los" enfoques" " y"
Control" de" grupo" y" disciplina" en" el" aula" de" clase" contenidos"de"éstos.""
como"vehículo"para"el"logro"de"aprendizaje."
Evaluación,"establecimiento"de"criterios"e" Remitía"a"las"sugerencias"de"evaluación"que"
instrumentos"de"acuerdo"a"lo"que"se"enseña"y"el" proponía"el"programa"de"la"asignatura"a"enseñar."
tipo"de"estudiante."
Comunicación" con" los" padres" de" familia" y" Los" he" orientado" para" ubicarse" con" seguridad" en"
credibilidad"del"trabajo"que"se"realiza." cada"una"de"las"acciones"cometidas"en"el"trabajo"
con" los" niños," tratando" que" la" información"
" brindada" a" los" padres" de" familia," sea" en" común"
acuerdo" con" el" tutor" de" grupo," para" que" no"
demeritar" su" autoridad" y" profesionalismo" como"
101"
docente"en"proceso"de"formación."
Planificación" de" las" actividades" de" enseñanza" y" La" revisión" de" planes" y" programas" de" edicación"
aprendizaje" de" acuerdo" con" los" enfoques" de" los" básica" para" organizar" actividades," distribuir"
programas"de"estudio"vigentes" tiempos"y"recursos"para"lograr"aprendizajes."
Poca"comunicación"con"docentes"de"otros"grados" En"las"reuniones"convocadas"por"la"dirección"de"la"
de"la"escuela." escuela"(de"consejo"técnico)"ser"participativos."
"
102"
casi de manera inmediata, cuando se habla acerca de los problemas que los
formadores observan en la práctica de sus estudiantes. Le siguen la dimensión
interpersonal, institucional y valoral, particularmente porque desde la perspectiva
de los formadores, existe el reconocimiento explícito que se trabaja con seres
humanos que tienen diferentes condiciones, trayectorias, edades, culturas,
género, etc. Así, en la dinámica institucional están presentes las normas de
comportamiento y de comunicación entre colegas y autoridades que cada escuela
construye como su cultura escolar.
103"
paulatino y gradual de la relación pedagógica que estudiante habrá de desarrollar
y afianzar bajo su tutela.
Este autor aplica una encuesta a los docentes noveles británicos con la
intención de ubicar, por orden de importancia los “grandes problemas” que viven
estos docentes, en tanto que considera que los muchos de estos problemas
contribuyen o producen los que él llamó “schok de la realidad o schock de la
transición”. En su listado aparece en orden de importancia:
104"
1. La disciplina en el aula.
2. La motivación de los alumnos.
3. Adaptación de la enseñanza a las diferencias individuales.
4. Evaluación de los alumnos.
5. Relación con los padres.
6. La organización del trabajo en clase.
7. Insuficiencia de material.
8. Problemas con los alumnos en concreto.
9. Sobrecarga de trabajo.
10. Relaciones con los profesores.
11. Falta de tiempo para preparar las clases. La programación diaria.
12. El dominio de los diferentes métodos de enseñanza.
13. Vigilancia de las normas de la escuela.
14. Determinar el nivel de aprendizaje de los alumnos.
15. Dominio de las materias.
16. El trabajo burocrático.
17. Relaciones con los directivos.
18. Materiales didácticos inadecuados.
19. Tratamiento de alumnos de aprendizaje lento.
20. Tratamiento de la interculturalidad.
21. Dominio de los libros de texto y las guías curriculares.
22. Falta de tiempo libre.
23. Falta de apoyo y orientación.
24. El número de alumnos por aula.
Ao. Maestra mi tutor me pide control de grupo, dice que es la base para el
trabajo con los estudiantes de secundaria, que ellos requieren mucha
disciplina porque si no, no vamos a poder trabajar, me hace ese
señalamiento, yo he tratado de hacer algo para responder a lo que me
dice…
Ma. qué es lo que has hecho, cómo organizas el trabajo, qué haces para
mantener el control, la disciplina, el interés en la asignatura.
105"
Ao. Bueno llevo algunas técnicas, trabajo algunos juegos, acertijos, lluvia de
ideas, la verdad algunas me funcionan y otras no pero el grupo es difícil, yo
trato de hacer mi mejor esfuerzo (…) lo que no me gusta es que mi titular,
cuando da la clase tampoco controla al grupo, no le hacen caso, se la pasa
regañando y dictando, a veces tampoco prepara su clase, entonces ¿por
qué me pide lo que él no hace?... (Obs. enero 2011)
En correspondencia con estos señalamientos, Mercado (2007a y 2007b) ha
documentado, en el caso de los formadores de docentes, cómo ellos solicitan a los
estudiantes aspectos o situaciones que no cumplen, de esta manera se genera un
rompimiento entre el hacer, el pensar y el decir, por tanto se aplica la sentencia de
“hacer lo que digo, más no lo que hago”.
Esta idea nos propone un tipo de análisis más. Siguiendo las ideas de
Ander-Egg, prevalece un enfoque normativo en los procesos de formación docente
que:
106"
A propósito de esta idea, en un proyecto de investigación anterior Mercado
2007-2009, centramos nuestra atención en la producción de conocimiento a través
de los documentos recepcionales que elaboran los estudiantes de las escuelas
normales. En una de las etapas se realizó un Diplomado con profesores de
distintas escuelas normales del Estado de México y del D.F., el propósito era
ofrecer algunas herramientas teórico-metodológicas para la reflexión, el análisis y
la interpertación de la práctica docente. Además de los aspectos teóricos,
solicitamos las evidencias que sus estudiantes normalistas iban recolectando
durante su práctica docente. Los formadores de docentes llevaron, diarios,
fotografías, videos, registros de observación, bitácoras, portafolios, etc. Al
momento de realizar ejercicios prácticos recurrimos a algunos de los videos
grabados de la clase del estudiante y a los diarios. En el trabajo grupal, depués de
observar el video por ejemplo, todos los maestros se centraron en señalar los
errores y lo que había hecho falta a la estudiante, en consecuencia las
sugerencias iban en torno lo que debería haber hecho y dicho. En otras palabras,
la valoración incial que hace el formador con relación a la práctica del estudiante,
lo coloca en la posición del sensor, del vigilante de un discurso institucional
prescriptivo y normativo.
107"
… que si los estudiantes no sabían y dominaban el contenido, entonces
podrían fracasar, que si no llevaban una buena planeación didáctica con
actividades bien diseñadas podrían perder el control del grupo y de la clase,
que si no recuperaban los conocimientos previos de los estudiantes, lo que
enseñaran no iba a resultar de interés para ellos y no iba a ser significativo,
que si no conocían a los niños ni el contexto, entonces estarían propensos
a desconocer la forma en que aprenden y se relacionan con su entorno
(Sesión de trabajo Febrero 2010)
Las indicaciones, así como las prescripciones no faltan, de hecho los formadores
son firmes al recalcar lo que debería ser y lo que debería pasar en el aula de
clase; así cuando van a observar a sus estudiantes en las escuelas donde
practican, la fijación está en que las cosas sucedan tal y como se planificaron
independientemente de las condiciones y contextos en donde se desarrolla la
práctica.
¿Qué es lo que se puede hacer ante una situación así? Fue la pregunta que en
colectivo se externó, las opiniones variaron y condujeron a recordar un par de
cosas que se habían discutido con anterioridad. La primera de ellas es que uno de
de los problemas más frecuentes en la escuela normal es la reiterada insistencia
de prescribir. Se piensa que en la medida en que se planifica y se imaginan los
108"
escenarios posibles, se tendrá mayor control de la situación. Prescripción y
control dos aspectos básicos que, en muchos de los casos, están condenados al
fracaso cuando se desconoce el contexto.
109"
Carlos A. Carrillo, como director de la escuela anexa a la escuela normal
realizaba.
110"
satisfecho, para darles a ustedes consejo, para hablarles a ustedes como maestro
y como amigo…. (118-129, el subrayado es nuestro)
Aludir a este pasaje y reconocer en él, una posición distinta de la docencia permite
confrontar una serie de ideas que prevalecen el el discurso de los formadores y
que además se vincula con los problemas generales de la docencia que
enunciamos en este apartado.
El primero de ellos es el asunto de la planificación y el diseño de
actividades y materiales de enseñanza, varios docentes refieren a la “gran
cantidad de tiempo invertido para su elaboración y revisión”, incluso algunos
exponen cómo es que esta situación los obliga a atender en horarios “vespertinos
y nocturnos a sus estudiantes e incluso los fines de semana”. El afan con que se
realiza esa actividad conduce a sostener la idea de que el docente formador no
sólo es el sensor o el aval de la práctica, también es un guía que legitima una
propuesta prediseñada cuyo desarrollo y eficacia depende de un sinnúmero de
cicunstancias ajenas, la mayoría de las ocasiones, a las decisiones y deseos del
profesor.
De ahí que aunque se solicite a los estudiantes normalistas “planear de
acuerdo a los intereses y necesidades de los alumnos y también al contexto” como
sugieren algunos formadores, en la exigencia justamente lo que se desconoce es
al alumno con el que se va a trabajar, en tanto lo que se privilegia es la “correcta
forma de hacer el plan para que sea avalado tanto por el tutor como por el
formador que lo revisa” según la opinión de algunos de los estudiantes
normalistas. De este modo el tema, el diseño y el contenido se sobreponen al
alumno, su contexto e intereses, justo esta paradoja es la que genera tensión y se
convierte en un elemento que los formadores consideran debe ser tratado por la
vía de la motivación y el diseño de estrategias.
En este sentido los formadores valoran en el diseño de los planes de clase
estos dos elementos: motivación y estrategias. Constantemente preguntan “cómo
vas a empezar la clase”, “cómo vas a recuperar los conocimientos de los alumnos”
y “cómo vas a generar el interés”. Presumen que la motivación, como una acción
extrínseca al estudiante es la clave para captar la atención de éste, por esa razón
111"
entra en conflicto con el interés. Si seguimos la idea de Antelo y Abramowski
(2000), podemos señalar que entre motivación e interés hay una brecha
importante en cuanto a la acción pedagógica. En el primer caso porque si bien se
puede incitar, condicionar o detonar el interés a partir de una serie de acciones
extrínsecas al sujeto, como por ejemplo, los premios, los castigos, el juego, etc.
eso nos lleva a una docencia tradicional conductual que funda su relación
pedagógica en el estímulo y respuesta.
La manera de evaluar lo aprendido es otro de los problemas generales que,
en vínculo con el dominio del contenido y las condiciones de aprendizaje de los
alumnos (situación social, cultural, económica, etc.) nos permite reconsiderar la
relación que establece el formador con el estudiante normalista. Regularmente,
cuando se habla de evaluación en la práctica de los estudiantes normalistas, los
formadores se remiten a considerar los logros de aprendizaje que tuvieron con los
alunmnos en el desarrollo de la misma. Vinculan la estrategia y las actividades con
sus resultados y constantemente preguntan “qué fue lo que lograron tus alumnos,
se apropiaron de los contenidos, les quedó claro el tema, pudieron resolver los
ejercicios, se recuperaron los saberes previos y construyeron otros nuevos,
desarrollaron la competencia”.
Este ejercicio de reflexión colectiva, que se realiza en el seminario de
análisis de trabajo docente I y II, coloca en el centro un planteamiento que
requiere analizarse. Si la evaluación es un proceso, como señalan algunas
formadoras y el logro del aprendizajes se va dando poco a poco así como las
competencias, entonces por qué esperar observarlos de manera factual a través
de un trabajo, la resolución de ejercicios o una conducta observable.
Una docente comentaba que las competencias que se quieren promover en
educación básica:
No se pueden lograr de la noche a la mañana, son paulatinas, se requiere
trabajar en varios frentes para lograr que un niño de preescolar por ejemplo
logre comunicarse de manera eficaz, más aún cuando este niño tiene
alguna necesidad educativa especial, eso requiere de tiempo y de la
articulación de muchas cosas (En. Ma. Marzo 2011).
112"
En este sentido, los mismos estudiantes normalistas se ven atrapados en este tipo
de situaciones, sobre todo cuando tienen que mostrar los resultados de la práctica
a los formadores.
Ma. A ver, cómo les fue en la práctica, tú Miguel qué resultados obtuviste
con lo que llevabas programado, ¿te dio tiempo, pudiste evaluar, recuperar
las conocimientos previos?
Mo. Más o menos, en secundaria no siempre alcanza el tiempo y los
alumnos se tardan mucho en resolver los ejercicios, de hecho ya me di
cuenta de que algunos no saben cosas básicas y que al realizar los
ejercicios no saben qué hacer.
Ma. Pero te dio tiempo de realizar el ejercicio y evaluarlo…
Ao. Sí, de hecho tuve que ayudarles a varios (sic), finalmente sí lo hicieron y
se logró el propósito de la clase… (Obs. febrero 2011)
La pregunta que se desprende de esto es qué fue lo que se logró, cumplir con el
objetivo de la clase, con el diseño de planificación, con la resolución del ejercicio,
con el aprendizaje del alumno. No es fácil reponder a este cuestionamiento, lo que
nos queda claro es que prevalece la idea de cumplir racional y objetivamente con
el plan de clase, sin que esto necesariamente contribuya a el logro de un
aprendizaje.
113"
distintos, contribuyen al cierre del proceso de formación incial: El seminario de
análisis de trabajo docente, el acompañamiento en la realización, diseño,
orientación, viculación, supervisión de las prácticas que realizan sus estudiantes y
la elaboración del documento recepcional. Con base en esta triple función los
formadores canalizan gran parte de su tiempo en cuestiones de organización,
gestión, asesoría, diseño, evaluación, diálogo, orientación y revisión de escritos.
Esta función incluso inicia desde el 6º semestre de la licenciatura, tal y como lo
refieren las formadoras de una escuela normal.
114"
dudas con respecto a un tema, tiene que haber investigado previamente
algo sobre él, pues no se atiende a ningún alumno que no haya leído
previamente, así no tenemos el problema de que el asesor tenga que dar
una respuesta y el estudiante sólo la esté esperando. Cosas como esas se
exponen previamente y el estudiante lo sabe (En. Ma. nov. 2010)
El acercamiento previo es una oportunidad de relacionarse e interactuar sobre la
base de un “conocimiento mutuo”, sin embargo eso no garantiza relaciones
empáticas entre el formador y el estudiante, como veremos más adelante, muchos
de estos aspectos aparecerán cuando entre a formar parte de esta interacción el
tutor.
115"
alejados de la capital de Jalapa, para tener mayores oportunidades aunque
eso también tiene sus consecuencias pues ahora tenemos que
desplazarnos más lejos para ir a observar y en algunos lugares donde no
hay señal de teléfono, si se modifica la organización que tenía el estudiante
con el tutor y vamos y resulta que no están, entonces eso también nos
altera el trabajo. (Entrevista Colectiva octubre 2010)
Para nosotros como asesores es complicada la asignación, por lo menos en
la licenciatura de química, pues en las escuelas secundarias no hay
muchos maestros, así que institucionalmente se tienen que distribuir en un
número mayor de escuelas, tanto del turno matutino como del vespertino,
eso complica, decía porque hay que trasladarse a varias escuelas cuando
se tiene que observar al estudiante, nosotros no definimos propiamente las
escuelas, sí se tiene más o menos claro cuántas participan y cuántos
maestros tutores se necesitan en función del número de alumnos pero la
gestión sí depende de la institución, del directivo, del subdirector académico
y del responsable de la academia de 7º y 8º (En. Mo. sep. 2010)
Los planes y programas de estudio establecen que los futuros docentes tendrán
un acercamiento a la práctica en condiciones reales, lo cual implica que estarán
por periodos prolongados en las instituciones de educación básica en compañía
de un docente “experimentado”, participarán en actividades desde el inicio del
ciclo escolar, por ejemplo, reuniones de consejo técnico, colaborarán si es
necesario en algunas de ellas, incluyendo procesos de inscripción para después
involucrarse en el trabajo directo en el aula de clase; primero a través de la
observación de la clase que desarrolla el tutor, posteriormente compartiendo con
él diferentes actividades en la conducción de temas específicos hasta llegar a la
conducción completa de la jornada escolar. Si consideramos este conjunto de
estrategias y de procedimientos, entonces es importante reconocer que la
negociación de espacios para la realización de las prácticas no está únicamente
en función del número de estudiantes, de escuelas y de profesores tutores
disponibles, lo que se aprecia en un tipo de trabajo compartido en el que la
institución en su conjunto, directivos, tutores, asesores y estudiantes, participen y
compartan el proceso de fromación, pues tal y como se recalca en los planes y
programas, cada uno de los involucrados tiene responsabilidades específicas:
116"
actividades de organización que se realizan en cada escuela previamente al inicio
de clases. Mediante estas actividades y las que realicen durante los periodos de
trabajo docente los estudiantes conocerán a los niños del grupo que atenderán y
adquirirán una visión real de la escuela, del significado que tiene el trabajo
colectivo en su organización y de los efectos que ésta tiene en las actividades
cotidianas en que participan. Además, estos referentes les permitirán identificar la
importancia de su desempeño en el grupo para contribuir al aprendizaje de los
niños (SEP, 1997:15)
De esta manera, lo que hemos podido analizar, con base en el trabajo de campo,
es que en la gestión interinstitucional existe un componente que va más allá de la
simple ubicación de los estudiantes en las escuelas, se trata de una propuesta de
obliga a tener presente que la escuela de práctica se convierte en un escenario
para la formación de los futuros docentes, de ahí que resulte de vital importancia
el tutor. En este sentido, si bien los problemas particulares tienen que ver con las
escuelas, los subsistemas, los modos de organización institucional, en lo general
estos problemas se resuelven y terminan al distribuir y ubicar a los estudiantes en
los espacios institucionales, pero abren otro tipo de cuestiones que van a
replantear el tipo de relación, particularmente con el trabajo que realiza el tutor.
Una buena parte de los formadores considera que el trabajo del tutor es
fundamental en la última etapa de formación de los estudiantes, la virtud de la
propuesta curricular al incorporar esta figura está en el tipo de acompañamiento
que cumple de acuerdo con la función asignada. Desde los planes y programas de
estudio se establece que para ser considerado como tutor habrán de seguirse las
siguientes recomendaciones y considerar estas características:
117"
mejoramiento del trabajo docente y de los resultados educativos. Adicionalmente, se
tomará en cuenta su participación en programas de fortalecimiento de la educación.
c) Contar con un mínimo de tres años de servicio frente a grupo y con un
conocimiento suficiente de los programas de estudio y materiales educativos
vigentes. (SEP, 1997:13)
El tipo de acompañamiento que se espera del tutor está en función del diálogo,
reflexión, generación de propuestas, involucramiento en actividades docentes, en
las socialización y análisis de las experiencias compartidas de ahí que se señale
que éste:
le orientará en la preparación y la realización del trabajo en cada periodo y hará las
recomendaciones y sugerencias que considere convenientes para contribuir al
mejoramiento de su desempeño docente y al logro de los propósitos educativos del
grado escolar que ambos atienden.
La enseñanza de contenidos de todas las asignaturas, y en periodos de mayor
duración, exige organizar el trabajo didáctico tomando en cuenta la secuencia y
articulación de los contenidos de una misma asignatura o de varias, las estrategias
de enseñanza y de evaluación, así como los recursos didácticos apropiados. (SEP
1997:14)
118"
práctica. El segundo es comprender que la práctica y la formación, como objeto de
reflexión, análisis, investigación e interpretación, va más allá de la simple
ejecución y realización de lo diseñado, para que esto suceda se requiere, de
ciertos conocimientos teórico metodológocios vinculados con la investigación que
permitan al tutor y al estudiante mirar de forma distinta las acciones realizadas.
Así, aprender a hacer y enseñar a analizar prácticas, como señala Altet (2005), es
algo más que mirar el simple desempeño en el aula de clase, pues implica
ejercicios de articulación entre la acción, la formación e investigación.
119"
Tenemos tutores que son buenos o nos han dicho que son buenos, pero
poco nos hemos puesto a pensar qué tan buenos son, es posible que desde
la lógica y organización de la escuela lo sean, pero hemos tenido
experiencias de que esos que son buenos no contribuyen mucho a la
formación de nuestros estudiante. (En.Ma. octubre 2010)
La forma en que miramos los asesores y tutores el trabajo de los docentes
en formación, no siempre es la misma ni se da en el mismo sentido, hay
profesores que se dan cuenta de que el estudiante normalista tiene fallas en
el control de grupo, en establecer clima de trabajo incluso de dominio de
contenido y no le dicen casi nada, incluso los califican con diez o nueve.
(En. Ma. noviembre 2010)
Con relación al trabajo del tutor, a mi me parece que espera que el docente
en formación se apegue e incluso copie lo que hace él, hemos tenido casos
en que nuestros estudiantes terminan hablando como él, vistiéndose como
él, incluso utilizan los mismos chistes, modos y estrategias de trabajo con
los alumnos de la secundaria, no sé si eso sea lo correcto, pero está
sucediendo. Así que entre más se parezca mejor librado sale el estudiante
porque también hemos tenido casos en los que el estudiante va con nuevas
propuestas, hace otras cosas distintas que el tutor no aprueba y eso
repercute en su relación, al final, el estudiante termina haciendo lo que le
dice el tutor y así también se ve beneficiado con la calificación de su
práctica. (En. Ma. oct. 2010)
Los formadores tienen claro que el acompañamiento que realizan y comparten con
el tutor no siempre es armónico, en estos casos lo que ellos enfatizan es el
respeto hacia el tutor y a su trabajo, esto no implica necesariamente aceptación,
es más bien, como señalan ellos, un “gesto de condesendencia política para no
alterar las relaciones interinstitucionales”. Este aspecto, aunque adquiere un rango
más general, tiene implicaciones más precisas en el el ámbito particular, por
ejemplo en la formación de docentes para la escuela secundaria el dominio de la
disciplina académica que se enseña y la apropiación de los contenidos resulta de
vital importancia, particularmente si el tutor es “especialista en un área de
concimiento”, de ahí que diálogos como el que siguiente aparezcan
frecuentemente en la escuela normal
Ao. Maestra, mi tutor me dice que tengo que dominar más el contenido, me
dice que la parte didáctica está bien, pero que eso no resuelve la
enseñanza, también me dice que como somos normalistas nos fijamos más
en el aspecto pedagógico y poco en la teoría y en los contenidos de la
materia…
120"
Ma. bueno, seguramente así sea, claro que es importante el dominio de los
contenidos, pero también la forma de enseñarlos, seguro que con su
formación universitaria, él dé más importancia al contenido pero tenemos
que buscar el equilibrio.
Ao. Entonces maestra qué me sugiere…
Ma. Tienes que trabajar con mayor detalle los contenidos, si eso es lo que
te pide seguro te lo dice por algo, aunque no se te ovide el aspecto
pedagógico y didáctico. (Obs. marzo 2011)
Desde nuestra perspectiva nos queda claro que “quien enseña (o pretende
hacerlo) tiene que saber lo que va a enseñar. Tiene que saber los contenidos de la
disciplina pues ésta es primordial” (Aullid y Antelo, 2008:31) la pregunta inmediata
que salta a la vista es ¿saber los contenidos resuelve en automático la enseñanza
y no digamos el aprendizaje de los alumnos?
121"
No dudamos de la capacidad y mucho menos del compromiso que muchos
docentes formadores han mostrado para realizar su trabajo, así como del que
realizan los que se encuentran en las escuelas secundarias, lo que sostenemos es
que muchas veces, la “experiencia acumulada” como estudiante o como docente
no es suficiente para formar ni para ejercer la docencia.
La cuestión es, que en la escuela normal, los formadores no sólo tienen que
afrontar ese problema, sino que están obligados a tomar decisiones pues las
prácticas que realizan sus estudiantes en las escuelas secundarias, los obliga a
actuar de manera inmediata.
122"
práctica intensiva, ellas tienen que establecer contacto con varios docentes a la
vez, con el director de la USAER y del CAM, con el director de la escuela de
práctica, con el profesor tutor, con el profesor de la escuela de práctica. De este
modo con cada uno de ellos establecen un cierto tipo de acuerdos para que su
estudiante pueda realizar su práctica.
Es obvio que una negociación de esta naturaleza no está excenta de
contradicción y conflicto, ya sea porque sus estudiantes no tienen una buena
recepción en las escuelas de práctica, porque no les permiten desarrollar sus
propuestas de trabajo, porque no se ajustan a los tiempos y las rutinas que tienen
ya programadas los tutores (particularmente los que son itinerantes y atienden a
más de una escuela) o bien porque mucho de lo que organizan también depende
de los profesores, directivos, padres de familia y alumnos de educación especial.
A ello habrá que agregar el enfoque que hoy está presente en la educación regular
con relación a la inclusión e integración educativa.
En una síntesis de las sesiones de observación y discusión colectiva estas
formadoras señalaban lo siguiente:
Hemos tenido casos de profesores tutores que no tienen la experiencia que
se requiere para apoyar la formación, algunos son muy buenos pero otros
no, unos comparten el trabajo con los estudiantes, los involucran en los
casos en los que se va a atender, les dan materiales, discuten con ellos los
casos, se dedican y ofrecen espacios para poder trabajar; sin embargo es
lamentable que no sean todos. Incluso algunos que nos han parecido muy
buenos resulta que no vuelven a participar porque ya no están, debido a
que hay mucha movilidad en educación especial del personal docente, pues
no siempre podemos conservar a esos buenos tutores. En el caso contrario,
hay tutores que nos parece que no están apoyando pero el directivo o el
supervisor nos dicen que son ellos con los que vamos a trabajar. El
problema es que dado el servicio se ofrece en diversos contextos y
subistemas genera problemas, los estudiantes lo remiten y se preocupan
porque en algunas escuelas los profesores de educación regular no
permiten que se observe y se trabaje de manera conjunta. De hecho en hay
profesores de educación primaria que no permite el trabajo conjunto, nos
dicen “tenemos muchos casos que atender así que necesitamos que
trabajen por separado” de este modo el alumno no ve a su tutor, no lo
puede observar y viceversa. (sesiones de observación y discusión, octubre
2010 y febrero 2011)
123"
La negociación se traduce además en formas de trabajo colectivo y
corresponsable, para las formadoras, tomar acuerdos con el tutor y las estudiante
se ha convertido en una posibilidad de mejora de la práctica por parte del
estudiante, apoya en la medida en que involucra al tutor en la propuesta de
formación y el fortalecimiento de la práctica docente.
Por otro lado, en estas sesiones de discusión quedó sentada la idea de que
compartir y colaborar genera conflicto, ello se debe a que en muchas de las
ocasiones la opinión de los tutores prevalece por encima de la de las formadoras.
Esto confronta en cierta medida el trabajo del formador y lo coloca en una posición
en la que tiene que reconocer lo que la escuela normal, la propuesta de formación
y el trabajo que realiza con los estudiantes logra.
124"
necesidades. El punto es que si pensamos en prácticas situadas y
contextualizadas entonces el reto no está únicamente en reconcer que son
diferentes “realidades” y “lógicas de trabajo” como suelen decir, sino más bien, de
qué manera esto permite y contribuye a promover un tipo de conocimiento con sus
estudiantes acerca de la práctica docente. Dicho de otro modo, reconocer el
contexto y situar en él la docencia permite trabajar con la complejidad, la
incertidumbre, la inestabilidad, al mismo tiempo nos va mostrando los límites y las
posibilidades la planificación, del diseño de estrategias, de los aprendizajes, de la
evualuación. Desde muestro punto de vista eso salva potencialmente la visión
prescriptiva y normativa de la docencia.
El modo en que estos autores nos proponen entender el contexto permite ratificar
la idea de que la docencia y la formación son prácticas eminentemente situadas,
esto resulta trascendente porque regularmente los docentes formadores y los
estudiantes al momento de ir a practicar dan por sentado que se trata de una
escuela más y, en tanto lo más importante es ir bien preparado, en cuanto al
125"
contenido, la planificación y la didáctica, entonces lo que menos importa es con
quién y en dónde se desarrolla la docencia.
126"
formadores que an participado en el proceso de instrucción del estudiante y por
supuesto el mismo alumno de la escuela normal. En un sentido positivo,
apreciamos que este señalamiento va abriendo una puerta importante de
interacción y diálogo entre diferentes profesionales, un diálogo que, como
señalaba una de las formadoras “nos llevaría a salir de la escuela normal para
vincularnos con otros profesionales, incluso de las propias universidades”.
127"
Capítulo 5
128"
sino que requiere de los fundamentos básicos de la investigación para trascender
el nivel prescriptivo de ésta.
129"
Como se puede observar, la apuesta está en el formador, en la escuela
normal y en el desarrollo y apropiación de una perspectiva que conduce a articular
a la docencia reflexiva con la investigación de la práctica docente. Tenemos claro
que esta propuesta tiene varias limitaciones, en particular porque requiere un
acompañamiento distinto por parte del formador, uno en el que si bien la formación
para la docencia es la parte medular del proceso de instrucción en la escuela
normal, ésta no se puede dar al margen del conocimiento profundo de las
realidades educativas para las cuales forma parte, de la habilidad para utilizar los
métodos, las técnicas, instrumentos para diseñarla y analizarla, así como los
hallazgos derivados de la investigación y la producción teórica que en otras
disciplinas y campos de conocimiento se estén generando. Finalmente se requiere
de la apertura para mirar con otro tipo de lente para mostrar la complejidad del
acto educativo para que éste pueda ser apreciado y discutido por los futuros
docentes.
130"
profesores. De ahí que sigamos sosteniendo, junto con Contreras (1998), que en
la medida en la que el profesor no tenga clara la función, así como la finalidad de
la educación y su profesión al tiempo que no considere su autonomía profesional,
será constantemente controlado y dominado por una serie de propuestas que le
llegan del exterior cuya pretención es la homogeneización y, que al ser repetidas y
asumidas sin reflexión y análisis riguroso, pasarán a formar parte de su propio
discurso, nada más paradójico, pues el docente termina convencido de un
discurso del cual, en pocas ocasiones o nunca, formó parte de sus necesidades y
problemas en el aula de clase. De ahí la pregunta ¿realmente al profesor de
educación básica, incluso al formador de docentes, le es necesario que haya una
reforma educativa?
131"
El dispositivo de formación inicial.
Con base en esta idea entendemos que la escuela normal opera como una
institución que regula, a partir del principio y modelo de formación de adquisición
de saberes y conocimientos (Ferry 1990), los mecanismos, objetivos, intenciones y
finalidades de la formación incial de los docentes en nuestro país. De este modo,
se puede entender cómo es que desde la Ley General de Educación, la escuela
normal, como institución de nivel superior, es la única que está regulada por el
estado, de tal modo que los fines, las orientaciones de este subsistema, así como
los planes y programas de estudios son responsabilidad directa de la Secretaría
de Educación Pública.
132"
Una madeja, un conjunto compuesto por líneas de diferente naturaleza que
forman procesos siempre en desequilibrio pero relacionados (se acercan y
se alejan entre sí). Cada línea está sometida a variaciones de dirección y a
derivaciones; puede ser línea de sedimentación o de actualidad, de fractura
o de fisura (Deleuze: 1995:155)
De este modo, si bien hay aspectos que comparten y que forman parte de
los problemas generales de la docencia, tambien construyen modos de explicación
y comprensión distintos de acuerdo con los intereses, fines y necesidades de la
formación y de los sujetos concretos que participan de este proceso. Esto resulta
relevente por varias razones, una de ellas nos permite colocar al formador como
un docente propositivo cuya finalidad es ofrecer su conocimiento y experiencia
para orientar y sugerir estrategias de solución a los problemas que enfrentan sus
estudiantes en el aula de clase. En este sentido, una parte de su intervención se
vuelve prescriptiva y normativa, pero también aquiere un tono reflexivo y crítico a
partir del tipo de docencia que observa en su estudiante, esto se pone de
manifiesto cuando los cuestionan de manera idividual y colectiva en el espacio de
análisis de trabajo docente, bien el el transcurso del diseño de sus propuestas
didácticas para la realización de las prácticas o cuando están elaborando su
documento recepcional.
133"
permite poner en cuestionamiento lo prescrito y lo realizado en el dispositivo de
formación.
De este modo, nos parece que no se trata de una simple relación entre lo
dicho y lo hecho por el formador y el estudiante de la escuela normal, tampoco se
concreta en una verificación entre lo que se planifica y se logra en el aula de clase.
Atender a la noción de fractura y fisura en el marco del dipositivo institucional, nos
permite reconocer los diferentes intereses, necesidades, expectativas,
encomiendas, normas y regulaciones que se ponen en juego durante la práctica
docente. De igual forma nos conduce a desestructurar una serie de discursos que
134"
hoy en día requieren analizarse con mayor profundidad en tanto se han
convertido, en el lenguaje cotidiano de los formadores, docentes titulares y futuros
profesores, un saber de sentido común cuyo respaldo principal es la experiencia
(presentada más como anécdota) y la opinión que se deriva de ella.
135"
Mercado 2009), argumentaron que el distanciamiento del docente es posible
gracias al ejercicio de reflexión y elaboración de preguntas. Advirtieron además
que eso se va logrando en la medida en que se utilice la teoría, la investigación y
la sistematización de la experiencia no como una forma de corroborar o prescibir
lo que acontece, sino más bien como un tipo de herramienta que ayude a plantear
preguntas y a generar mecanismos consistentes para documentar (utilizando las
técnicas y los métodos más pertinentes de acuerdo al objeto de estudio y análisis)
las experiencias de la vida diaria en la docencia, eso obligaría a usar de una
manera distinta la teoría y los conceptos, permitiría un nivel de comprensión más
profundo y el diseño de propuestas de innovación mucho más coherentes con las
exigencias de la docencia y sus contextos.
136"
• Saber plantear preguntas que permitan profundizar.
Por esa razón nos parece muy pertinente pensar en una perspectiva que
recupere a la docencia reflexiva y la investigación, entendemos que esto no es
nada fácil, particularmente porque como lo ha documentado García Gómez
(2010), para ser un docente reflexivo, se tienen que cubrir una serie de cualidades,
disposiciones y atributos que obligan al formador a estar en movimiento, en
aprendizaje permanente, alerta a los cambios, abierto al diálogo en cuanto al
debate teórico y el que se produce por la vía de la experiencia en la docencia.
Como conjunto de disposiciones configuran un habitus, señala ella, siguiendo el
planteamiento de Bourdieu. De esta manera, el formador establece una relación
de ida y vuelta entre la teoría y conceptos que enseña y los que sus estudiantes
viven y experimentan en el aula de clase, promueve constantemente el debate y
confronta las ideas, ubica la docencia como una práctica en contexto, que se
realiza con seres humanos y que requiere considerar sus intereses y necesidades,
ofrece explicaciones parciales e incita a que los estudiantes busquen sus propias
respuestas, establece formas de comunicación abierta con sus estudiantes y
137"
asume la crítica como una posibilidad de aprendizaje compartido. Los hallazgos de
García Gómez, nos permiten sostener que sí es posible transitar hacia este tipo de
acompañamiento por parte del formador.
138"
análisis de lo que se hace, se dice, se piensa de manera rutinaria durante el acto
educativo.
139"
• La de responsabilidad. Que presupone una cuidadosa consideración
de las consecuencias a las que conduce la acción.
• La sinceridad, que implica la capacidad de autocrítica real.
140"
complejos procesos de subjetivación y objetivación, eso nos permite señalar que
cada uno toma posición en y con el mundo y establece los mecanismos y las
formas de interacción con él y con los Otros que lo habitan. De este modo
pensamos en una realidad que se puede ser pensada, analizada, reflexionada de
distintos modos. De ahí la apertura. El docente tiene un abanico importante de
opciones para pensarla.
141"
Los enmarcamientos de roles en los que sitúan sus tareas y a través de los
cuales delimitan su medio institucional (Schön en Liston y Zeichner, 1997:
101).
Desde la lógica de los planes y programas de estudio, una buena parte de los
rasgos del perfil de egreso están encaminados a que el futuro docente adquiera
esa capacidad de preguntar y reflexionar, antes, durante y después de la acción.
Lo que los formadores de docentes realizan con sus estudiantes, es un ejercicio
de diálogo para ubicar los problemas, las opciones, los obstáculos, todo ello se
concentra en los que se conoce en el lenguaje normalista como Fortalezas y
Debilidades. En cierto modo eso es un aspecto positivo de la propuesta. La
cuestión es que muchas veces lo que prevalece es una visión restringida de la
docencia, donde lo que preocupa es dar respuesta a “problemas inmediatos”.
Al igual que Dewey, Schön nos alerta con respecto a esa perspectiva
racional técnica que prevalece en la docencia, romper con ella significa trascender
142"
el plano de la inmediatez y reconocer que el rol que jugamos, los lenguajes y
discursos que utilizamos para explicar y, sobre todo, dar respuesta a las
demandas de la docencia. En el capítulo anterior planteábamos la necesidad de
reflexionar el sentido y la finalidad de la formación y la educación, sabemos que
somos parte de un sistema educativo que está en constante crisis, que mucho de
lo que la sociedad no resuelve se le deposita a la escuela, como señala
Popkewitz, sin ceremonia alguna. De ahí que el problema no sea atender el o los
“problemas inmediatos” sino perder de vista cuál es el origen de esos problemas,
cómo se hacen presentes en la práctica, de dónde vienen, por qué se convierten
en problema y cómo afecta esto el proceso de formación y de educación en
general.
Tal y como lo hemos ido mostrando, los docentes en general hemos ido
perdiendo poco a poco la autonomía y hemos caído en el juego del control que
establece la política educativa. En este punto los aportes que hace Philippe
Perrenoud en cuanto al oficio del enseñante nos parecen sugerentes por la
manera en que vuelve a situar la relación entre la experiencia y la práctica
reflexiva.
143"
Un elevado porcentaje de los problemas que trata un profesional no están
en los libros y no pueden resolverse únicamente con la ayuda de los
conocimientos teóricos y sobre posprocedimientos enseñados (…). La
referencia al practicante reflexivo se presenta así como una forma de
realismo y de humildad: en las profesiones, los conocimientos
establecidos por la investigación son necesarios, pero no suficientes.
(Perrenoud, 2004: 15)
144"
La reflexión sistemática sobre su propia práctica contribuirá, además, a
que (…) comprendan que la formación del profesor es un proceso
continuo que no concluye al egresar de la escuela normal y que se
alimenta de las experiencias concretas obtenidas durante el desempeño;
de este modo fortalecerán sus capacidades para tomar decisiones
fundamentadas respecto a las adecuaciones que requiere su trabajo en
función de las características de los niños, los resultados obtenidos o las
condiciones particulares del contexto en el que desarrollen su labor (SEP,
2000: 11).
Tiene como fin que el futuro docente Tiene como fin que el futuro docente
reconozca la complejidad histórica, ponga en juego sus habilidades,
145"
social y cultural en la que está inserta la destrezas y conocimientos adquiridos y
práctica docente, eso lo lleva a ser perfeccionados para la docencia, ello
sensible a contextos, escenarios, conduce a desarrollar una propuesta de
formas de interacción, modelos, estilos trabajo situada en contextos y
y trayectorias institucionales y escenarios específicos.
personales de los docentes de
educación básica.
146"
incorrecto, lo bien de lo mal, lo cierto de lo falso; sin embargo, reflexionar, según el
Diccionario de la Real Academia y el Etimológico de la lengua española, significa
pensar con profunda atención o meditar acerca de o sobre algo, por lo que ese
algo no es cualquier cosa; es decir, cada uno de nosotros reflexiona lo que es
importante o significativo; esa reflexión aparece siempre ligada a un momento, una
acción, un discurso o un suceso particular de los muchos que acontecen
cotidianamente en nuestras vidas.
147"
tanto si la pretensión es hacer de la docencia una actividad profesional que nos
permita formarnos de manera permanente, habrá que comenzar a mirarla con
otros ojos, lo cual supone tener otro tipo de herramientas teórico-metodológicas-
técnicas y desarrollar otro tipo de competencias que también están apegadas a
uno de los rasgos del perfil de egreso: Las habilidades intelectuales específicas.
En este sentido, Frederick Erickson (1989), señala que para que el maestro
investigue y transforme su propia práctica es necesario que se distancie de ella;
considera, usando la metáfora del pez, que el maestro, al igual que éste, es el
último en darse cuenta que está dentro del agua, en consecuencia, si el maestro
quiere reflexionar, analizar e investigar su práctica habrá de colocarle un signo de
interrogación a lo que cotidianamente hace y a las explicaciones parciales que
construye a partir de la experiencia docente.
De acuerdo a lo que hemos expuesto a lo largo de este informe, hay una apuesta
para que la investigación de la práctica y la reflexión de la docencia se conviertan
en el eje de acompañamiento que realizan los formadores en la última etapa de
los estudios en la escuela normal. Hemos mostrado que el dispositivo institucional
tal y como está planteado ofrece la posibilidad de generar estrategias y
mecanismos específicos para que los estudiantes desarrollen de una forma
148"
diferente los rasgos del perfil de egreso. Si hacemos un recuento de las acciones
que éstos realizan y de las actividades y tareas que constituyen su trabajo
cotidiano encontramos que: Existe un acercamiento paulatino, gradual y
sicronizado con relación a la práctica docente que lleva al estudiante a reconocer
desde los contextos culturales y sociales amplios de la (s) escuela (s), hasta los
aspectos más internos de la docencia, para ello se recurre a diferentes técnicas de
acopio de información, elaboran diferentes instrumentos. Sin duda alguna
información hay. ¿Cómo se puede traducir esta información en un insumo para
reflexionar, investigar y generar una explicación distinta de la docencia para
producir un conocimiento nuevo acerca de ella?
149"
en que acompaña, si bien está asociada a su historia académica, condición
laboral, su experiencia profesional, su actualización, capacitación y
profesionalización, también lo está a las demandas y exigencias que social,
cultural y económicamente se hacen para mejorar la formación de los docentes.
150"
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• Esta hoja es parte del informe final del proyecto:
Acompañar al Otro: procesos y prácticas de asesoría de los
Formadores de docentes en el contexto de la reforma a la
educación normal.
Avalado por:
__________________________________
Firma
Correo electrónico:__________________________________________
Lugar y fecha:________________________________________________
156"
Anexo 1
ACADEMIA DE IV
II. De la Asignatura Taller de análisis del Trabajo Docente y elaboración de propuestas didácticas
157"
registradas en el mismo sólo serán válidas si el asistenciario presenta la firma de visto bueno
del maestro Tutor y director (a), con el correspondiente sello (Dirección o Supervisión escolar).
3. Acudir con el uniforme escolar durante el periodo programado de observación y práctica
(Uniforme de gala el día lunes: falda o pantalón de vestir azul marino, camisa o blusa blanca.
Uniforme del diario: pantalón de vestir azul marino y chazarilla azul marino, roja o blanca o
pants (dado el tipo de actividades pedagógicas a desarrollar) de la BENV con chazarillas
oficiales; en el caso de requerir un uniforme distinto (vestimenta de blanco) debe ser con
acuerdo de la Coordinación de la Licenciatura. El calzado para el uniforme de gala y del diario
será zapato negro boleado y cómodo; en el caso de uniforme deportivo: tenis limpios y discretos
evitando formas y colores extravagantes. En el caso de no presentarse debidamente
uniformados no se permitirá el ingreso a la institución.
4. Presentarse con toda pulcritud a sus instituciones de práctica, lo cual implica:
Para varones: llevar cabello corto, bien peinado evitando el uso de colorantes extravagantes,
acudir con las uñas cortas y sin pintar, prescindir del uso de piercing y aretes. En caso de tener
tatuajes visibles cubrirlos.
Mujeres: cabello bien peinado evitando el uso de colorantes extravagantes; uñas cortas en el caso
de usarlas pintadas que sean colores discretos, prescindir del uso de piercing, el uso de aretes
debe ser discreto y en caso de tener tatuajes visibles cubrirlos.
Si se incide en alguno de los puntos antes mencionados será retirado de sus actividades de
observación y práctica. Por lo tanto se hará acreedor (a) a una falta.
158"
dirigido a la Academia de Cuarto Grado para tomar las medidas pertinentes, dependiendo de
cada situación. En caso de contemplar el uso de las TIC en alguna propuesta didáctica, es
necesario contar con una circular respaldada por la Academia de Cuarto, que informe a
directivos, tutor y padres de familia sobre las actividades, propósito, temporalidad y
participantes que impliquen el uso de las TIC.
12. Queda prohibido el uso de teléfonos celulares durante las jornadas diarias de trabajo docente
en los períodos de observación y práctica.
13. Entregar oportunamente a la Secretaría de la Escuela, maestra Asesora y maestro Tutor los
justificantes oficiales que avalen su ausencia dentro de los periodos de observación y práctica.
Todo justificante médico deberá ser avalado por el servicio médico de la BENV e
inmediatamente entregar una copia. Las maestras asesoras no podrán justificar ningún tipo de
faltas, dado que es un trámite administrativo responsabilidad de cada alumno normalista.
14. Solicitar a su maestro Tutor y a la maestra Asesora observaciones y recomendaciones de
manera oral y escrita para mejorar su desempeño docente durante el desarrollo de las jornadas
de observación y práctica.
15. Atender a las Normas de Control Escolar y Plan de Estudios 2004 de la Licenciatura.
II. El estudiante normalista, durante los períodos de Taller de Análisis del Trabajo Docente y
elaboración de propuestas didácticas, habrá de:
16. Asistir con puntualidad y permanecer en todas las sesiones y actividades generadas en el
Taller.
17. Presentarse con uniforme (pantalón de mezclilla azul y chazarilla oficial de la BENV).
18. Participar de manera activa, oral y por escrito en los diálogos, análisis y actividades en general.
19. Propiciar el trabajo colaborativo, el respeto y la confianza entre compañeros y maestra asesora.
20. Entregar en tiempo y forma los productos de clase y materiales solicitados. En el caso de omitir
entregas de tareas solicitadas vía internet, se suspenderá este canal de comunicación con el
alumno, requiriendo todo tipo de trabajo en versión impresa.
21. Hacer uso de la información generada en Taller con responsabilidad y respeto hacia el propio
trabajo intelectual y hacia el de los demás compañeros. Queda prohibido todo plagio de ideas
escritas por compañeros u autores sin la autorización o referencias del mismo.
22. Todo trabajo escrito deberá especificar las citas textuales y de referencia en el caso de
considerar ideas escritas por otros autores. El uso de citas y lista de referencias debe hacerse
según el Manual de Estilo de Publicaciones de la American Psychological Assocciation,
segunda Edición en Español.
23. Se restará un punto (en escala del uno al diez de calificación) por cada criterio siguiente no
atendido en cualquier trabajo de ambas asignaturas: faltas de ortografía, deficiente redacción y
presentación desorganizada o sucia, así como conductas que denoten una actitud negativa o de
irresponsabilidad hacia el trabajo. Este punto será aplicado a consideración de cada asesora y
estipulaciones en los planes semestrales.
24. Los trabajos entregados fuera del tiempo acordado no tienen puntaje para calificación. Aunque
resulta obligación del estudiante entregarlos para continuar sus actividades, tanto de Trabajo
docente como de taller de análisis.
25. Solicitar respetuosamente a la maestra Asesora la retroalimentación de trabajos y aplicación de
criterios de calificación elaborados en Academia.
26. Apoyar en lo necesario la realización de las Jornadas Académicas con Maestros Tutores a lo
largo del ciclo escolar.
27. Atender a las Normas de Control Escolar y Plan de Estudios 2004 de la Licenciatura.
III. Del trabajo en Red de Asesoría. Durante la elaboración del diseño de las Propuestas
didácticas los alumnos dispondrán de la Red de Asesoría (maestros catedráticos de la
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BENV que apoyen a la solicitud expresa de cada alumno). Para ello, los alumnos normalistas
deben:
28. Contactar a los catedráticos con una propuesta “en mano”, escrita. Con una idea lo más clara
posible de qué quieren trabajar y hacia quiénes impactar, así como la justificación o razones
que le llevan a interesarse en el tema.
29. Seleccionar las fuentes de información más pertinentes en cada uno de los temas, de tal
manera que se conforme una investigación seria y ordenada que fundamente la elaboración de
cada propuesta didáctica.
30. Identificar y compartir las dudas, cuestionamientos que les genera el diseño, y/o aplicación y/o
evaluación de la propuesta.
32. Respetar el día acordado por la Academia de IV, para contactar y solicitar apoyo formal del
maestro Coasesor.
33. La elección del maestro Coasesor se hará pensando en la retroalimentación que pueda recibir
según el tema de documento a desarrollar, no por afinidad o relación personal.
34. Requisitar cada sesión con maestro Coasesor en formato de seguimiento y entregarlo a la
maestra Asesora.
35. Mantener una comunicación asertiva, bajo principios éticos profesionales que promuevan el
respeto y la toma de acuerdos entre alumno, maestro Coasesor y maestra Asesora.
36. Asumir una postura crítica, de iniciativa ante su propio trabajo docente; se evitará toda postura
receptiva como “es que así me dijeron…”
37. Gestionar los tiempos y espacios de coasesoría. Es responsabilidad del alumno buscar y
encontrar al maestro Coasesor. Cualquier incidente o falta de contacto deberá comentarlo
oportunamente con la maestra Asesora a fin de tomar las medidas más pertinentes.
38. Dialogar, reflexionar junto con su maestro Coasesor y maestra Asesora acerca de los
aprendizajes generados en la intervención didáctica; no limitarse a escuchar “sugerencias” o
puntos de vista del maestro Coasesor.
39. Comprometerse en los aspectos de forma (redacción, ortografía, espacios, sangrías, captura en
general) del trabajo. Sobre estos aspectos no podrá centrarse ni ocuparse la participación del
maestro Coasesor.
160"
40. Respetar los tiempos de entrega acordados tanto por el maestro Coasesor como por la maestra
Asesora.
44. Tergiversar la comunicación entre personal del Servicio de Educación Especial, Educación
Regular y Escuela normal.
45. Utilizar información escrita y /o recursos del Servicio de Práctica sin autorización del
maestro Tutor y/o autoridad correspondiente.
46. El plagio o copia de documentos escritos producto intelectual de diferente autor y presentarlo
como trabajo intelectual propio.
47. Conducirse con actitudes que denoten falta de profesionalismo, compromiso y respeto hacia sí
mismo o cualquier persona dentro de los servicios de práctica, dentro de la BENV y fuera de la
Institución. Un docente debe conducirse bajo estos principios en todos los sentidos de vida.
48. No respetar cualquiera de los puntos manejados en el presente reglamento.
49. Las maestra asesoras harán cumplir la totalidad del presente reglamento, debiendo seguir las
sanciones expresadas en las reglas 1, 2, 3, 4, 5, 8,11, 20, 23 y 24.
50. En caso de deshonestidad académica la Academia de Cuarto citará al alumno y se levantará un
Acta de Hechos que se adjuntará al expediente escolar del alumno. Bajo esta circunstancia, la
Academia dictará la sanción, dependiendo de la problemática. Dicha sanción inapelable puede
ir desde restar 10% de calificación al 30% en ambas asignaturas, hasta la suspensión
completa del semestre cursado.
51. Cualquier situación que quede fuera de los previsto en el presente reglamento será analizado y
resuelto por la Academia de Cuarto año con el visto bueno de la Coordinación de la
Licenciatura.
* El reglamento emitido por la Subdirección de Docencia en Septiembre del 2008 fue adaptado en los puntos 1 al 5 y 8 al
13.
Responsables de la revisión y actualización: Academia de. Asesoría de 7º y 8º
Con Revisión y Vo.Bo. de la Academia de IV año y Coordinadora de la Licenciatura en Educación Especial.
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i
Según Geertz, “El ethos de un pueblo es el tono, el carácter y la cualidad de su vida, su estilo moral y
estético, la disposición de su ánimo; de trata de la actitud subyacente de un pueblo tiene ante sí mismo y ante
el mundo de vida que refleja. Su cosmovisión es su retrato de la manera en que son las cosas en su pura
efectividad, es su concepción de la naturaleza, de la persona, de la sociedad. La cosmovisión contiene las
ideas más generales de orden de ese pueblo” (Véase Geertz, Clifford, 2001:118).
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