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LA LUCHA POR LA TIERRA EN EL PARAGUAY

CARLOS PASTORE
INTERCONTINENTAL EDITORA S.A.

Caballero 270 / Mcal. Estigarribia


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Corrección: ARNALDO NUÑEZ
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La Editora y el autor no asumen responsabilidad alguna por eventuales daños o
pérdidas a personas o bienes, originados por el uso de esta publicación.
Hecho el depósito que marca la Ley N° 1328198
ISBN: 978-99953-34-51-2
Asunción – Paraguay
2008 (507 páginas)
 
 
 
ÍNDICE
 
Dedicatoria
Prefacio
Introducción
 
CAPÍTULO PRIMERO
ÉPOCA COLONIAL
TITULO I
1.         Política colonizadora de España en América
2.                Descubrimiento y colonización del Paraguay. Españoles, portugueses y
jesuitas    luchan por la posesión de las riquezas
3.         Los guaraníes antes de la conquista
4.         La Bula de Alejandro VI y la Orden Real de 1519
5.         Influencia de Bartolomé de las Casas en la colonización del Paraguay        
6.         La Capitulación a Mendoza y la Orden Real de 1537
7.                Análisis de las Leyes de Indias sobre tierras, vigentes al iniciarse la
colonización en Asunción. Solares, peonías y caballerías
8.         Reparto de tierra entre mitayos y yanaconas
9.         Interpretación de las Leyes de Indias sobre distribución de tierras
TÍTULO II
l.                  Disposiciones de las Leyes de Indias sobre elección de tierras
colonizables
2.         Iniciación de la colonización en el Paraguay. Resistencia de los guaraníes
3.         Creación de Encomiendas en 1556. Intervención de las mujeres nativas en
la  colonización
4.                Reparto de tierras y de indios de 1556. Requerimiento del Factor Pedro
Dorantes y respuesta de Irala. Querella entre los conquistadores: Domingo
Martínez de    Irala y el Procurador Real Juan de Camargo. Muerte de Camargo y
de Miguel de Rutia
5.         Ordenanzas de Irala del 14 de mayo de 1556
TÍTULO III
1.         Capitulación a Juan Ortiz de Zárate 
2.         Ordenanzas de Juan Ramírez de Velasco
3.         Ordenanzas de Hernando Arias de Saavedra de 1598 y 1603.
4.         Estado social del Paraguay a fines del siglo XVI
5.         Ordenanzas de Alfaro: análisis e interpretación histórica
6.         Los yanaconas y la Orden Real de 1679: su aplicación y sus efectos
TÍTULO IV
1.         Misiones Jesuíticas. Población y régimen de tierras
2.                El Tupambaé y el Abambaé. Riqueza y producción de las Misiones
Jesuíticas
3.         Lucha entre jesuitas y conquistadores ponla posesión de las riquezas y de
los indios del Paraguay
4.         La Revolución de los Comuneros y la expulsión de los jesuitas
5.                Estado de las Misiones Jesuíticas después de la expulsión de los
religiosos
6.         Distribución de tierras orientada por el Marqués de Avilés. Cédula Real de
1803
7.         Reglamento de Tacuarí dictado por Manuel Belgrano
TÍTULO V
1.         Prohibición de crear nuevas Encomiendas
2.         Incorporación a la Corona de las Encomiendas vacantes. Leyes de 1696 y
1720. Abolición del servicio personal en las Encomiendas. Incorporación de las
Encomiendas a la Corona ordenada por Lázaro Rivera y Espinosa de los Monteros
en 1802
3.         Liberación de las poblaciones de origen guaraní ordenada por la Corona
en 1803
4.         Cédula Real de 1803. Valor político y social de la misma. Incorporación a
la   Corona de las Encomiendas del Paraguay. Reparto de tierras y de ganados
entre los nativos de acuerdo con las leyes que regían para españoles y criollos. 
Organización de los pueblos. Tierras comunales. Prohibición de vender a los
            hispanoamericanos las tierras vecinas a las comunas de origen indio
5.                Creación del bien familiar, prohibición a los propietarios nativos de
enajenar sus tierras
TÍTULO VI
1.                Estado social y político del Paraguay al producirse la Revolución de la
Independencia en 1811
2.         Población: clasificación y ubicación territorial de las villas y pueblos
3.                Partidos y pueblos de origen español: organización y distribución de
tierras y gobierno
4.         Pueblos y partidos de origen indio: organización y distribución de tierras
5.         Las Encomiendas: su organización y desarrollo
6.         Los yanaconas: su régimen social y político
7.         Pueblos y partidos de origen negro
8.         Comunidad de bosques, aguas y frutas en la legislación de Indias
TÍTULO VII
1.                Concentración de la propiedad territorial al producirse la independencia
del Paraguay. Situación de las poblaciones de origen guaraní. Cita de Juan
Francisco Aguirre. Informes de los gobernadores Agustín Fernando de Pinedo,
Joaquín     Alos y Bru y Lázaro de Rivera
2.                Defecto formal de la organización de la propiedad territorial en el
Paraguay antes de la independencia
 
CAPÍTULO SEGUNDO
ÉPOCA DE LA INDEPENDENCIA
PRIMER PERÍODO
Del gobierno de José Gaspar Rodríguez de Francia 1814-1840
1.         Gobierno de José Gaspar Rodríguez de Francia. Vigencia de las Leyes de
Indias.   Efectos de la política de aislamiento en el comercio y en la industria,
especialmente en las industrias ganadera, yerbatera y forestal
2.         Ley de reforma de regulares de 1824
3.                Distribución de la propiedad territorial. Los yerbatales vuelven a formar
parte del patrimonio de los guaraníes. Estancias del Estado
4.                Efectos sociales del aislamiento internacional. Sentido político del
aislamiento. Situación del Paraguay a la muerte de José Gaspar Rodríguez de
Francia. Opinión de Carlos Antonio López
5.         Juicio sobre la política agraria de Francia
SEGUNDO PERÍODO
De la organización del Estado mercantilista. 1840-1870
TÍTULO I
1.         El Consulado
2.                Mensaje al Congreso Nacional de 1842 sobre el reparto de tierras y de
ganados entre los nativos "capaces y de servicios". Resolución del Congreso.
Decreto del 22 de marzo de 1843
3.         Clasificación de la población de origen indio. Expulsión de los guaraníes
de Itapúa y fundación de Villa Encarnación. Decreto del 8 de abril de 1846.
Fundación de Carmen del Paraná     
4.         Efectos de la resolución del Congreso de 1842 sobre reparto de tierras y
de  ganados
TÍTULO II
1.         El impuesto de la "media anata" en el coloniaje
2.                Decreto del 19 de julio de 1843. Sus efectos en la concentración de la
propiedad territorial por el Estado y en la agrupación de la población en los
centros urbanos
3.         Colonización de los territorios en litigio con Argentina y Brasil. Decreto del
9 de diciembre de 1843
4.         Enajenación de tierras del Estado a particulares
5.         Decreto del 2 de enero de 1846. Nacionalización de las plantas de yerba
mate y de las maderas de construcción naval. Su alcance económico, político,
militar e  internacional
TÍTULO III
1.         Organización definitiva del Estado mercantilista. Apropiación por el Estado
de   las tierras y ganados de los nativos y de las comunas de origen indio. Decreto
del 7 de octubre de 1848: su sentido social y político; obligaciones y derechos
acordados a los habitantes afectados por este decreto. División de la población 
de origen indio
TÍTULO IV
1.                Misión a España del general Francisco Solano López. Causas que
impidieron la contratación de colonos españoles. Contratación de colonos
franceses
2.         Decreto del 15 de mayo de 1855
3.         Fracaso de la colonización francesa. Causas internacionales
4.         Efectos del fracaso de la colonización francesa
TÍTULO V    
l.                  Fin del Estado mercantilista. Empréstito externo de 1865. Ley del 8 de
marzo de 1865
2.                Escrituración de tierras del Estado a nombre de la señora Elisa Alicia
Linch:   tierras y yerbatales en la Región Oriental y campos y yerbales en el
territorio comprendido entre los ríos Pilcomayo y Bermejo y al Norte del río Apa. 
Reclamaciones de la señora Linch. Sentencia de la justicia argentina. Resolución
de la justicia paraguaya. Sentencia de la justicia brasileña           
TÍTULO VI
1.         Interpretación de la política social y económica de los gobiernos de Carlos
 Antonio y Francisco Solano López
 
CAPÍTULO TERCERO
ÉPOCA CONSTITUCIONAL
PRIMER PERÍODO
De la organización del Estado democrático. 1870-1883
TÍTULO I
1.         El nuevo Estado
2.         Disposiciones de la-Constitución Nacional
3.                Situación de la población del Paraguay al finalizar la guerra de la Triple
Alianza
4.                  Ley del 28 de mayo de 1872. Cesión gratuita de predios urbanos.
Concentración de la población en los centros urbanos
5.         Inventario, venta y cesión gratuita de bienes inmuebles del Estado
TITULO II
l.                  Adopción del Código Civil argentino. Disposiciones referentes a la
propiedad territorial. Efectos mediatos e inmediatos de su aplicación. Código
Rural de 1877. Ley del 4 de diciembre de 1878
TÍTULO III
1.         Sociedad Agrícola y de Aclimatación del Paraguay: sus objetivos
2.         José Segundo Decoud y sus ideas económicas y sociales
3.         Resurgimiento de la industria ganadera. Ley de arrendamiento de pastos
del 13   de abril de 1880
4.         Su reglamentación del 28 de abril de 1880. Derechos del primer ocupante.
Defensa de los pequeños productores de ganado
TÍTULO IV
1.         Colonización e inmigración. Ley del 7 de junio de 1881. Cesión gratuita de
lotes agrícolas. Régimen sucesorio especial para los inmigrantes. Gobierno
municipal  y administración de justicia en las colonias. Creación del Departamento
de Inmigración. Colonización privada con inmigrantes y con nacionales. Régimen
establecido para los inmigrantes ubicados fuera de las colonias. Las colonias
cerradas
2.         Colonias Villa Hayes y San Bernardino
TÍTULO V
1.         Explotación de la industria de la yerba mate
2.         Reglamento de 1874. Administración comunal
3.         Explotación de la industria forestal. Ley del 1 de junio de 1880. Reserva de
bosques comunales. Reglamentación del 4 de enero de 1881
TÍTULO VI
-                    Sustitución del Estado mercantilista por el Estado creado por la
Constitución Nacional de 1870. Interpretación del período comprendido entre los
años 1870 y 1883
SEGUNDO PERÍODO
De la instalación del capital internacional en el Paraguay. 1883-1904
TÍTULO I
1.                Enajenación del patrimonio territorial del Paraguay. Ley del 2 de octubre
de 1883. Influencia del capital internacional en la sanción de esta ley
2.                Nuevo triunfo del régimen feudal de la encomienda. Coincidencias del
capitalismo imperialista con el régimen económico de la encomienda
3.                Mensaje del Presidente de la República al Congreso Nacional del año
1884
4.         Efectos inmediatos de la aplicación de la ley de venta de tierras. Protesta
campesina. Decreto del 31 de enero de 1885
TÍTULO II
1.         Triunfo del capital internacional. Sanción de la ley del 16 de julio de 1885.
Reglamentación del 20 de agosto de 1885
2.         Comparación con la ley de venta de tierras de 1883. Venta de los bosques
3.         Enajenación de los yerbatales
TÍTULO III
1.                Resultados inmediatos de la aplicación de las leyes de venta de tierras.
Ley del   15 de julio de 1885. Decreto del 27 de octubre de 1885
2.                Las monedas extranjeras adquieren valor legal en el territorio de la
República
3.         Derogación de las facilidades acordadas a los inmigrantes. Fundación de
un Banco Hipotecario. Venta del Ferrocarril Central del Paraguay
TÍTULO IV
De los efectos de la venta de las fuentes de la riqueza nacional al capital
internacional
1.         Efectos económicos; efectos sociales; efectos políticos: división de la élite
 gobernante     
2.         Organización de los partidos políticos tradicionales. Bases populares de
los partidos Liberal y Colorado
3.         Balance de las enajenaciones de las fuentes de la riqueza nacional a fines
del siglo XIX
4.         Situación social, económica y financiera del país
TÍTULO V
1.         Nuevas bases para la recepción de inmigrantes. Ley del 6 de octubre de
1903. Trabas a la inmigración: exigencia de capital mínimo; supresión del derecho
a la cesión gratuita de un lote agrícola. Las nuevas bases corresponden a la
situación    creada por la venta de las fuentes de riquezas al capital internacional
2.         Consolidación de la conquista del capital internacional. Ley del 25 de junio
de 1904. Revolución popular de 1904. Concentración de la propiedad de lotes
agrícolas.
            Ley del 30 de diciembre de 1920. Efectos políticos de la ley de junio de
1904. Imprescriptibilidad de las tierras del Estado
3.                Inventario de la existencia de tierras de propiedad fiscal realizado en
1907          
TERCER PERÍODO
De la imposición de consignas populares. 1904-1938
TÍTULO I
1.                Triunfo del radicalismo en la dirección del Partido Liberal. Nuevo ideario
del Partido. Renacimiento de los ideales que dieron nacimiento al Partido
2.         Ley de Homestead. Entrega gratuita de lotes agrícolas. Régimen especial
para la sociedad conyugal. Formación de centros rurales de producción.
Influencia de la Ley de Homestead en la economía, en la política y en la
legislación
TÍTULO II
1.         Distribución de la propiedad territorial al finalizar el primer cuarto del siglo
XX. Situación internacional del país.
            Informe de la Comisión Agraria Especial del Partido Liberal.
2.                Ley que crea la "pequeña propiedad agropecuaria". Estudio de sus
disposiciones
3.         Creación del Departamento de Tierras y Colonias
4.         Colonización mennonita
5.         Fundación del Partido Comunista Paraguayo. Ocupación de Encarnación
6.         Fundación de la Liga Nacional Independiente
7.         Resultados prácticos de la aplicación de las leyes progresistas
TÍTULO III
1.                La Guerra del Chaco. Influencia social de la reconquista de extensos
territorios. Proyecto de ley de entrega de tierras a los combatientes
2.         Ley de Colonización
3.                Posición del Partido Colorado ante las consignas populares sobre
distribución de tierras
4.         Revolución del 17 de febrero de 1936. Sanción del Decreto-Ley N° 1060.
Análisis de sus disposiciones.
                      Su sentido y ubicación en la legislación agraria. Partido Revolucionario
Febrerista: Ideario y declaración de principios
5.                Declaración de principios de la Confederación de Trabajadores del
Paraguay
6.         La inmigración japonesa en el Paraguay
CUARTO PERÍODO
De la consolidación de los derechos del pueblo y de la codificación de la
legislación agraria. 1938-1940.
1.         Política exterior del Paraguay. Coincidencia de los intereses del Paraguay
con los del capital internacional antes de la firma del Tratado de Paz con Bolivia. 
Efectos del Tratado de Paz con Bolivia en la revisión de la política internacional del
Paraguay
2.                Sanción del Estatuto Agrario. Análisis de sus disposiciones. Nuevas
conquistas   sancionadas en el Estatuto Agrario. Organización del Departamento
de Tierras y Colonización. Solución de problemas individuales de tierras.
Organización de  las colonias existentes           
3.         Disposiciones de la Constitución de 1940 sobre el régimen de la tenencia
de la    tierra
4.         Organización de nuevos centros de producción rural. Intervención de las
masas   campesinas, clases sociales e instituciones públicas
QUINTO PERÍODO
Del movimiento de contrarreforma agraria
TÍTULO I
De la era de Higinio Morínigo
1.                El movimiento de contrarreforma agraria en el Paraguay durante el
gobierno de   Higinio Morínigo. Las ideas económicas y sociales de José
Segundo Decoud, J. Natalicio González y J. Manuel Frutos
2.         Desmantelamiento del Departamento de Tierras y Colonización. Creación y
supresión del Consejo Superior de Reforma Agraria
3.                Aplicación del artículo 28 del Estatuto Agrario que declara de utilidad
pública la explotación de las tierras de Producción agrícola
4.         Derogación de las disposiciones de las leyes de 1918, 1926 y 1940 sobre
régimen legal de agricultores en tierras de propiedad privada
5.         Modificación del régimen para la organización de las colonias ganaderas y
venta  de tierras del dominio del Estado
6.         El petróleo del Chaco. Concesiones otorgadas por Bolivia. Su influencia en
el conflicto chaqueño entre Paraguay y Bolivia. Tesis de Eusebio Ayala, monseñor
Juan Sinforiano Bogarín, Alfonso Baldrich, Enrique de Gandía y del senador Huey
Long
7.                Decreto-Ley N° 1755 sobre prospección, investigación y explotación de 
yacimientos de petróleo
8.         Concesión exclusiva a la Oil Co. of California del 4 de octubre de 1944
9.         Estado de la distribución de tierras entre los agricultores en 1944
10.            Ley N° 55 del 26 de noviembre de 1948 que declara zonas de
colonización ciertas tierras que se hallan a lo largo de la Ruta 1 de Asunción a
Encarnación y del ramal de Acahay a Ybycuí
11.       El Censo Agrícola del Paraguay de 1944
12.       La Era de Higinio Morínigo
TÍTULO II
Del paréntesis reformista
1.         La Administración del Sector Democrático del Partido Colorado. Roberto L.
Petit toma la bandera de la Reforma Agraria. Restablecimiento de la autonomía
del Departamento de Tierras y Colonización
2.                El Departamento de Tierras y Colonización es denominado Instituto de
Reforma Agraria
3.         Aplicación del artículo 30 del Estatuto Agrario de 1940
TÍTULO III
De la reforma agraria a la colonización
1.          El Censo Agropecuario de 1956. Análisis de sus resultados
2.                Primer Seminario Nacional de Reforma Agraria y Bienestar Rural. a)
Programa     del Seminario. b) Participantes del Seminario. Son excluidos los
agricultores, sus cooperativas agrícolas y representantes legales. c) Pensamiento
oficial sobre Reforma Agraria. Intervención del Ministro de Agricultura y
Ganadería. Opinión    del doctor Juan Manuel Frutos (h) y del representante de la
FAO en Asunción, L. J. French, sobre el pueblo paraguayo. d) Términos del
problema de la tenencia de la tierra en el Paraguay analizados por el Seminario. e)
Ideas del representante de la FAO, L. J. French. f) Planteamientos de Edgar F.
Taboada. Opiniones de Eduardo Lavigne, Emiliano Caballero, Augusto Urbieta
Fleitas y Juan Manuel Frutos (h) sobre el campesino paraguayo. g) Soluciones al
problema de la tenencia de la tierra en el Paraguay. Solución del Presidente del
Instituto de Reforma Agraria, Teodosio Zayas. h) Análisis del Estatuto Agrario.
Opiniones de Zayas, Caballero, Taboada, French y Frutos (h). i) Emiliano
Caballero y sus ideas sobre el campesino paraguayo. El "pynandi" y el campesino.
Los defensores del campesino y Caballero. j) González Alsina: apoyo a los
latifundistas. k) Nuevas intervenciones del Presidente del Instituto de Reforma
Agraria. Opinión de Domingo Fassardi sobre el Estatuto Agrario. l) Guillermo Tell
Bertoni y el apoyo a los latifundistas para colonizar sus dominios. ll) Intervención
de La Industrial Paraguaya S. A. m) Riad El Ghonemy y la defensa del Paraguay y
su pueblo. n) Alegato de Eduardo Lavigne para la derogación del Estatuto
Agrario. ñ) Intervención de Guillermo Tell Bertoni y su crítica al Estatuto Agrario. o)
Reforma Agraria y Bienestar Rural. p) Ocupantes precarios de tierras ajenas.
Solución propuesta: traslado de poblaciones. Resistencia campesina.
Conclusiones del Seminario
3.         Concesiones para la explotación del petróleo del Chaco. Caducidad de la
concesión a la Unión Oil Company. Vigencia de la ley de 1940. Concesiones a
Elizardo Aquino, Ramón Centurión y "Carlos Casado Ltda.". Concesiones a las
compañías "Pure Oil Guarany S.A.", "International Products Corporation" y "Petróleo
Guarany S.A."   al margen de la ley de 1940. Derechos y obligaciones de las
compañías       concesionarias. Regalías del Estado
4.                Leyes de "Colonización y Urbanización de Hecho" y de "Parcelación
Proporcional de Propiedades Mayores", de agosto de 1960
5.                Acta Fundacional y Declaración de principios del Movimiento Social
Demócrata Cristiano del Paraguay
6.         Acuerdo para la Libertad de la Unión Nacional Paraguaya
7.                Análisis de la década de 1950. Efectos de la aplicación de la ley que
establece el régimen para la incorporación de capitales privados procedentes del
extranjero, de febrero de 1955
TÍTULO IV
De la década del sesenta
1.         John F. Kennedy y la Alianza para el Progreso. Ideas del Presidente Wilson
sobre la Reforma Agraria en México
2.         Carta de Punta del Este y Declaración a los Pueblos de América
3.         Creación del Instituto de Bienestar Rural
4.                Sanción del Estatuto Agrario de 1963. Análisis de sus principales
disposiciones
5.         Manifiesto del Movimiento Social Demócrata Cristiano del Paraguay del 30
de   junio de 1965. Referencia a la Reforma Agraria en el Paraguay
6.                Convención Nacional Constituyente de 1967. a) Análisis de las
exposiciones de motivos de los proyectos de Constitución presentados,
relacionados con la Reforma Agraria.
                      b) Análisis de los proyectos presentados por la ANR, el PL, PLR y PRF 
relacionados con la Reforma Agraria.
                      c) Análisis de las disposiciones de la Constitución de la República del
Paraguay de 1967 relacionadas con la Reforma Agraria
7.                Ley de hidrocarburos del 9 de noviembre de 1960. Análisis de sus
principales disposiciones
8.                Concesión a las compañías Penzoil del Paraguay S.A. y Pierre
Schlumberger para la explotación de hidrocarburos en el Chaco
9.         Administración de las fuentes de energía hidráulica
10.       Análisis interpretativo de la década de 1960
 
CONCLUSIÓN
1.         El Paraguay bajo el dominio del capital internacional
2.         Camino de la redención paraguaya: organización de un Estado Moderno
 
ÍNDICE DE NOMBRES
 
 
 
PREFACIO
 
            El presente volumen constituye un "clásico" de la historia social y política
del Paraguay. En opinión de Domingo Rivarola, esta obra  -"hito importante en el
desarrollo de los estudios sociales en el Paraguay"- representó durante más de
treinta años, hasta bien entrada la década de los 80 del pasado siglo,
prácticamente la única referencia sobre la realidad agraria paraguaya. Según este
autor, fue escrita con una concepción esencialmente dialéctica del desarrollo
histórico paraguayo; en este marco interpretativo es posible reconocer, por un
lado, la incidencia de fuerzas conservadoras que obstaculizan y limitan el avance
hacia una sociedad más moderna, frente a corrientes que impulsan el cambio y la
renovación pero que no alcanzan la intensidad suficiente como para quebrar ese
estado de estancación en que -en aquellos años y particularmente en lo político-
estaba sumido el país.(*)
            ¿Qué motivos justifican hoy una nueva edición de esta obra, pasados más
de 35 años de publicada su segunda edición? ¿Qué vigencia tiene hoy este
trabajo de lectura ardua y difícil clasificación? En efecto, esta obra ha sido
calificada bien como un "análisis sociológico" riguroso con profusión de datos y
escasos elementos interpretativos de la estructura agraria paraguaya, o bien
como "literatura interpretativa" de la historia paraguaya; pero tuvo también una
intencionalidad política práctica evidente, creada por un "conspirador nato", tal
como su autor fue descrito y por consiguiente tratado por el régimen dictatorial de
la época. ¿Qué interés actual tiene para los jóvenes estudiosos en los inicios del
tercer milenio, además obviamente del historiográfico, cuando nuestro país y el
conjunto de las naciones de la Tierra se enfrentan a desafíos muy diferentes y
aparentemente más relevantes que los temas relacionados a la tenencia de la
tierra en el Paraguay analizados en esta obra?
            Las consecuencias de la destrucción sistemática e irracional de nuestros
bosques está apenas esbozada en los capítulos finales del libro; pero en 1972, la
dramática irrupción del cambio climático como realidad científica palmaria, era
aún inimaginable. Nadie sospechaba la gravedad que alcanzaría la crisis
energética mundial actual, ni que podría establecerse en nuestro entorno, como
respuesta a esta crisis, una agricultura altamente intensiva promotora de aún
mayores latifundios y de una radical deforestación, dirigida a la producción de
biocombustibles. Términos como "agrotóxico" o "sabanización" eran prácticamente
desconocidos. A comienzo de los años 70, faltaban aún casi dos décadas para
que el denominado "consenso de Washington" estableciera la doctrina de la
bondad intrínseca del mercado y de las políticas económicas neoliberales para
conseguir la estabilidad macroeconómica en los países subdesarrollados, como
condición necesaria para lograr el crecimiento económico y para ser efectivos en
la lucha contra la pobreza. En aquel consenso seguramente no habrían tenido una
favorable acogida afirmaciones tales como "las relaciones coloniales internas
entonces establecidas (por la colonización española) vigentes todavía, excluyen
de los beneficios de la riqueza del país y del progreso de la cultura, la ciencia y la
técnica, a la gran mayoría de la población, manteniéndola sumergida en el sub-
desarrollo y al margen de los derechos humanos fundamentales" (Prólogo de la 2ª.
Edición). Menos aún, la radical descripción de "El Paraguay bajo el dominio del
capital internacional"... donde "los capitalistas internacionales se llevan el jugo y la
esencia de los frutos, dejando a los paraguayos la cáscara y el bagazo" o la
afirmación "El Paraguay debe superar la humillante e injusta situación de puesto
colonial a que es sometido, creando condiciones políticas que le permitan
recuperar la administración de las fuentes de la riqueza colectiva, con la
movilización general del sector dirigente disperso dentro y fuera del territorio
nacional dejando vacíos en las posiciones claves del conducción del Estado
ocupadas hoy por agentes del capital internacional" (Conclusión de la 2a Edición).
Hace 35 años, internet era sólo un sueño de visionarios creadores de redes de
comunicación entre primitivos ordenadores; la idea del planeta como "aldea
global" impulsada por estos avances en la comunicación y la solidaridad entre los
humanos, aún no se manifestaba en contraposición al binomio "globalización +
neoliberalismo económico", que puede frenar o por el contrario favorecer, como se
ha comprobado, el incremento de las desigualdades en el mundo.
                      A pesar de la brecha teórica y práctica evidente, que abren en nuestro
país 35 años de dramáticos acontecimientos, creemos que hay suficientes
argumentos que justifican una nueva edición de esta obra.
-                    En primer lugar motivos emocionales, personales y familiares nos han
impulsado a emprender esta tarea. En mayo de 2007 se cumplieron 100 años del
nacimiento de nuestro padre; en recuerdo de su figura, como una reafirmación de
los valores que mantuvo durante toda su vida y para intentar transmitirlos a las
nuevas generaciones, consideramos oportuno poner nuevamente a disposición
de eventuales lectores su principal obra, hace años agotada en las librerías.
-                    La existencia de numerosas correcciones, notas agregadas y
modificaciones de estilo realizadas por el autor, hasta que se lo permitió su
precaria salud (primeros años de la década de los 90).
-                    La opinión, prácticamente unánime entre los expertos, de que para
eliminar los elevadísimos índices de pobreza y de extrema pobreza que continúa
sufriendo nuestra nación, así como las humillantes desigualdades entre su
población, es de máxima prioridad dar solución a los problemas de la posesión y
distribución de la tierra en el Paraguay: la pobreza es, aún hoy, mayoritariamente
rural. El sueño de pioneros como Jesús de la Cruz Ayala de "dar a cada familia
tierra para fecundar con su trabajo y donde pueda erigir su hogar", está por
cumplirse. En este sentido, la lectura de esta obra, imprescindible para una
adecuada interpretación de los fundamentos históricos de la actual distribución
de la tierra en el Paraguay, seguramente seguirá marcando un camino para
encontrar las soluciones, en el marco de un mejor entendimiento entre los
paraguayos, con el objetivo común de crear un "Estado Moderno".
            En la preparación de esta 3a edición hemos respetado rigurosamente las
notas (muchas de ellas escritas de su puño y letra, hasta que se lo permitió su
progresiva afección ocular) realizadas por el autor sobre tomos de la segunda
edición de 1972 y en documentos dictados durante años a sus colaboradores y
asistentes. Los tomos con las correcciones y los documentos anexos pueden
consultarse en la Colección Carlos Pastore en la Academia Paraguaya de la
Historia, donde quedan depositados.
            Agradecemos todas las sugerencias, comentarios y apoyos solidarios que
recibimos de familiares y amigos desde que iniciamos este proyecto editorial. Es
nuestro ferviente deseo que nuevas ediciones de esta obra tengan en el futuro
motivaciones exclusivamente académicas, al haberse logrado finalmente
soluciones efectivas y permanentes a los problemas analizados en "La lucha por
la tierra en el Paraguay".
 
CARLOS PASTORE OLMEDO
Enero de 2008
 
 
(*) Domingo Rivarola. Presentación En “Carlos Pastore. El Gran Chaco en la
formación territorial del Paraguay”. Asunción, 1988. Págs. 11-17.
 
 
 
 
 
INTRODUCCIÓN
 
            Nuestro propósito inicial de publicar una historia social del Paraguay fue
abandonado momentáneamente ante la imposibilidad de completar la
investigación con el análisis de la documentación inédita existente en los archivos
de Asunción; pero el pedido de amigos de dar a conocer en esta oportunidad
parte de las conclusiones de nuestro trabajo sobre el tema, nos indujo a
incorporarlo parcialmente al libro impreso en 1949 con este mismo título.
                      No eran tiempos propicios para la publicación de trabajos sobre temas
estrictamente sociales cuando resolvimos editar "La lucha por la tierra en el
Paraguay". La curiosidad de la opinión pública paraguaya se concentraba
entonces en la historia política y militar del país, circunstancia que limitó el trabajo
al planteamiento general del tema. En esta ocasión presentamos el análisis de los
hechos sociales en las condiciones en que se produjeron, y publicamos parte de
la documentación que confirma nuestra tesis. Las apreciaciones del autor no
están por tanto dirigidas a justificar o censurar determinada posición filosófica,
histórica, política o partidaria. Nos hemos ajustado al análisis de los hechos tal
como a nuestro juicio se produjeron y lo prueba la documentación existente, sin
consultar la posición de los protagonistas históricos o actuales, comprometidos sí
con la suerte del pueblo del Paraguay, exclusivo destinatario de este trabajo. Si
estas páginas resultaren contrarias o favorables a ciertos intereses sociales o
políticos nacionales o extranjeros, impútese a los hechos y a sus protagonistas y
no al propósito del autor; empeñado en el esclarecimiento del "caso paraguayo";
disimulado por leyendas dirigidas a mantener a este país en situación de
dependencia colonial mediante la ocultación de los verdaderos términos de las
relaciones sociales existentes entre los sectores de su población y del carácter y
los efectos de la participación del capital internacional en su economía, que
detienen su progreso económico y su desarrollo social. No damos por terminado
con este trabajo el estudio del tema, y esperamos, por el contrario, poder
continuar la labor cuando podamos consultar todo el material histórico y actual
inédito existente en Asunción. Más de cuatro siglos de vida de un pueblo de
dramática existencia como el del Paraguay, es una mina inagotable de
investigación sociológica.
                      La actual situación paraguaya tiene profundas raíces históricas en
acontecimientos cuyos efectos negativos no fueron superados hasta el día de hoy,
entre éstos, las relaciones coloniales internas entre guaraníes y europeos
impuestas a los nativos por la colonización española, la destrucción y dispersión
en cuatro oportunidades sucesivas del sector gobernante de su población, y la
conquista por el capital internacional de las fuentes de su riqueza colectiva. Las
relaciones coloniales internas entonces establecidas y vigentes todavía, excluyen
de los beneficios de la riqueza del país y del progreso de la cultura, la ciencia y la
técnica, a la gran mayoría de la población, manteniéndola sumergida en el
subdesarrollo y al margen de los derechos humanos fundamentales. Favorecen la
vigencia de estas relaciones sociales la dispersión y destrucción de la clase
dirigente, que a su vez permitió la ocupación por el capital internacional de las
fuentes de la riqueza de su territorio y de posiciones claves en la conducción del
Estado. En las condiciones creadas por los factores citados, el Paraguay corre el
riesgo de sufrir la pérdida del carácter nacional por la dispersión de su población.
La extranjerización de su economía y el Estado tradicional que administra el país,
favorecen la explotación colonial de su riqueza y el éxodo de su población por
falta de fuentes de trabajo y seguridad jurídica. A estos factores que impulsan a
los paraguayos a emigrar deben agregarse los factores de atracción de los países
limítrofes, especialmente de la Argentina, donde no rigen las relaciones coloniales
internas entre sus habitantes.
                      Este volumen trata de la implantación y desarrollo de las relaciones
coloniales internas en el Paraguay, y de los términos de las relaciones entre los
sectores de su población en el tiempo de la declaración de la independencia del
poder español; de la conquista por el capital internacional de las fuentes de la
riqueza del país producida con la derrota en la guerra de la Triple Alianza; y de los
efectos y el estado actual del dominio extranjero en el Paraguay. En las
condiciones actuales, este país deberá cancelar las relaciones coloniales internas
y recuperar la administración de sus riquezas como paso previo e ineludible para
el éxito de cualquier programa de progreso económico y desarrollo social. Sin
estas conquistas previas, los beneficios del progreso universal serán reservados
al sector privilegiado de su población, manteniéndose el sector sumergido
integrado por la gran mayoría de sus habitantes, en los niveles del subdesarrollo
actual.
            Deseamos expresar con estas líneas nuestro profundo reconocimiento a
las amigas y amigos que, con instancias, consejos, copia del manuscrito, lectura
de los originales, corrección de pruebas, hicieron posible la publicación de este
trabajo. A todos ellos nuestro emocionado agradecimiento.
 
CARLOS PASTORE
Montevideo, marzo de 1972
 
 
 
QUINTO PERÍODO
 
DEL MOVIMIENTO DE CONTRARREFORMA AGRARIA
 
TÍTULO I
DE LA ERA DE HIGINIO MORÍNIGO
 
            "Paraguay se conduce como una nación loca. Existe una causa profunda
que explica esta locura... y hasta un método". (WALDO FRANK, 1944)
            "Ningún pueblo ha dejado de existir porque ha defendido su libertad, sino
porque no la ha defendido o no ha sabido defenderla". (ELIGIO AYALA, 1915).
 
1. EL MOVIMIENTO DE CONTRARREFORMA AGRARIA EN EL PARAGUAY
DURANTE EL GOBIERNO DE HIGINIO MORÍNIGO. LAS IDEAS ECONÓMICAS Y
SOCIALES DE JOSÉ SEGUNDO DECOUD, J. NATALICIO GONZÁLEZ Y J.
MANUEL FRUTOS. - 2. DESMANTELAMIENTO DEL DEPARTAMENTO DE
TIERRAS Y COLONIZACIÓN. CREACIÓN Y SUPRESIÓN DEL CONSEJO
SUPERIOR DE REFORMA AGRARIA. - 3. APLICACIÓN DEL ARTÍCULO 28 DEL
ESTATUTO AGRARIO QUE DECLARA DE UTILIDAD PÚBLICA LA EXPLOTACIÓN
DE LAS TIERRAS DE PRODUCCIÓN AGRÍCOLA. - 4. DEROGACIÓN DE LAS
DISPOSICIONES DE LAS LEYES DE 1918, 1926 Y 1940 SOBRE RÉGIMEN LEGAL
DE AGRICULTORES EN TIERRAS DE PROPIEDAD PRIVADA. - 5. MODIFICACIÓN
DEL RÉGIMEN PARA LA ORGANIZACIÓN DE LAS COLONIAS GANADERAS Y
VENTA DE TIERRAS DEL DOMINIO DEL ESTADO. - 6. EL PETRÓLEO DEL
CHACO. CONCESIONES OTORGADAS POR BOLIVIA. SU INFLUENCIA EN EL
CONFLICTO CHAQUEÑO ENTRE PARAGUAY Y BOLIVIA. TESIS DE EUSEBIO
AYALA, MONSEÑOR JUAN SINFORIANO BOGARÍN, ALFONSO BALDRICH,
ENRIQUE DE GANDÍA Y DEL SENADOR HUEY LONG. - 7. DECRETO-LEY N°
1755 SOBRE PROSPECCIÓN, INVESTIGACIÓN Y EXPLOTACIÓN DE
YACIMIENTOS DE PETRÓLEO. - 8. CONCESIÓN EXCLUSIVA A LA OIL CO. OF
CALIFORNIA DEL 4 DE OCTUBRE DE 1944. - 9. ESTADO DE LA DISTRIBUCIÓN
DE TIERRAS ENTRE LOS AGRICULTORES EN 1944. -10. LEY N° 55 DEL 26 DE
NOVIEMBRE DE 1948 QUE DECLARA ZONAS DE COLONIZACIÓN CIERTAS
TIERRAS QUE SE HALLAN A LO LARGO DE LA RUTA 1 DE ASUNCIÓN A
ENCARNACIÓN Y DEL RAMAL DE ACAHAY E YBYCUÍ. -11. EL CENSO
AGRÍCOLA DEL PARAGUAY DE 1944. - 12. LA ERA DE HIGINIO MORÍNIGO.
 
            1. El movimiento de contrarreforma agraria se mantuvo latente desde las
primeras manifestaciones de resistencia de los campesinos ocupantes de tierras
de propiedad fiscal enajenadas por el Estado por las leyes de 1883-1885,
expresándose en forma activa en los casos de conflictos. En aquellas
oportunidades los latifundistas invocaban el derecho absoluto de propiedad sobre
la tierra, para exigir la máxima participación en los beneficios de la producción,
frente a la presión ejercida por los trabajadores agrarios y la opinión pública,
tendiente a modificar las condiciones impuestas por las relaciones coloniales
internas vigentes.
            La sanción de la ley agraria de 1918 que declaró de utilidad pública las
tierras de propiedad privada de menos de 7.500 hectáreas ocupadas por cien o
más pobladores adultos, movilizó a los intereses afectados por sus disposiciones,
manifestándose desde entonces una corriente definida y permanente de defensa
del latifundio. Pero la declaración de arrendatarios a los ocupantes irregulares de
tierras privadas, dictada por la ley de 1926, que liberó a los campesinos de la
dependencia y voluntad despótica de los propietarios cuyas tierras ocupaban y la
conciencia de su poderío adquirida por el pueblo en la guerra del Chaco, que
permitió la sanción de la ley de 1935, del Decreto-Ley N° 1060 y del Estatuto
Agrario de 1940, hizo enmudecer a los partidarios de la contrarreforma agraria
hasta la instalación en el poder público, a fines de 1940, del régimen de gobierno
de Higinio Morínigo, que apoyó sus reclamaciones y la conquista de sus objetivos,
mediante la desorganización de la institución que tenía a su cargo la realización
de la reforma, y la aplicación demagógica de las disposiciones del Estatuto
Agrario. Estas medidas administrativas fueron acompañadas por una prédica
sistemática sobre las condiciones negativas del campesino paraguayo para la
ejecución de un plan de reforma agraria, dando vigencia a las ideas de José
Segundo Decoud que en el pasado abrieron el camino para la enajenación al
capital internacional de las fuentes de la riqueza del país. Decía Decoud a este
respecto que "debe rechazarse la creencia generalizada de que el extranjero que
se enriquece en el país para volver a su patria, es perjudicial a la prosperidad y
riqueza del pueblo que le garantiza sus actividades económicas"1.
            J. Natalicio González fue el moderno expositor de estas ideas, y su más
eficaz defensor, con la enunciación y el desarrollo de una nueva doctrina sobre la
libertad del hombre, particularmente del hombre paraguayo. Las relaciones
coloniales internas dieron a González las bases para afirmar que "la igualdad
nunca fue considerada en el Paraguay como un principio natural sino como una
conquista del hombre"2, y para negar la doctrina cristiana sobre la libertad del
hombre creado a imagen y semejanza de Dios. "El coloradismo -dice- no acepta
el mito de la libertad natural", y agrega que "el dogma del liberalismo, la
afirmación mística de que el hombre nace libre, se convierte en una pobre cosa
arbitraria"3. La teoría que "el hombre nace esclavo" condujo a González a justificar
la venta de la riqueza colectiva del país al capital internacional y el abandono a su
suerte de la masa campesina paraguaya. Aquella operación, afirma, había dado
beneficios al Estado con el pago del impuesto inmobiliario, tal como lo habrían
previsto sus promotores, y descapitalizado a los latifundistas con la
desvalorización de la moneda paraguaya, asegurándose el Estado una importante
renta vitalicia que crecía de año en año, mientras los acaparadores de las tierras
sólo cosechaban pérdidas. Y en apoyo de esta curiosa tesis sobre los beneficios
económicos que aportaba al Paraguay la explotación colonial de sus riquezas y
los perjuicios sufridos por las empresas extranjeras latifundistas, González cita el
monto de los impuestos abonados por "Carlos Casado Ltda.", "Campos y
Quebrachales Puerto Sastre S.A.", "Sociedad Forestal Puerto Guaraní S.A.", y da la
sorprendente información sobre pérdidas adicionales crecientes soportada por
estas firmas por conceptos de desgaste del material de explotación y
desvalorización de la propiedad inmobiliaria del Paraguay, que en los últimos años
habría alcanzado al 80% (sic)4, sin contabilizar las amortizaciones del capital
invertido.
            Estas ideas se mantuvieron en vigencia (con el corto intervalo de tres años
entre 1950 y 1953) en las administraciones que sucedieron al régimen de Higinio
Morínigo en la conducción del Estado, inspirando últimamente a J. Manuel Frutos,
la afirmación de que la venta de tierras fiscales ordenada por las leyes de
1883-1885 crearon las condiciones para el establecimiento de un mecanismo de
percepción de impuestos para organizar la administración del Estado y financiar
el orden, la educación y la salud públicas; política gubernativa que no significó,
según Frutos, "una actitud antipatriótica, ni el despilfarro irracional de los recursos
del país; se trataba por el contrario -agrega- de utilizar las reservas que
constituían ese patrimonio, asignándoles una función social, conforme las
posibilidades del momento histórico", sin perjuicio de haber asegurado en
páginas anteriores del mismo trabajo, que antes de 1870 el Paraguay tenía una
posición ejemplar por su "ordenamiento económico", manteniendo, precisamente,
bajo el dominio del Estado, las fuentes de la riqueza nacional5.
                      Los hechos, antecedentes y estadísticas oficiales no confirman las
afirmaciones de González y Frutos sobre el valor que dieron los promotores de
venta de tierras del fisco al impuesto territorial y la importancia del monto
percibido de este impuesto en los recursos del Estado. El propio Presidente de la
República en el tiempo de la venta de las tierras fiscales, Bernardino Caballero, en
su mensaje al Congreso Nacional, reunido en 1887, daba el pensamiento de los
promotores de la enajenación de la riqueza pública al capital extranjero sobre los
efectos financieros de la operación, informando al Parlamento que la situación
financiera del Estado era satisfactoria gracias a las entradas provenientes de la
venta de tierras y yerbales del fisco, preguntándose, al mismo tiempo, de qué
arbitrio se dispondría en el futuro para continuar el desarrollo del país, cuando se
agotase esa fuente de recursos. El presidente Caballero no pensaba
evidentemente en el impuesto inmobiliario, en ese "mecanismo de percepción de
impuestos" a que se refiere Frutos, para hacer frente a las necesidades del Estado
después de liquidada la operación de venta de tierras. Transcurrieron, en efecto,
diez años para la sanción definitiva de la ley de impuesto territorial, aplicada
recién desde enero de 1897. La primitiva ley de diciembre de 1890, que crea el
impuesto territorial y que debía ser aplicada desde enero de 1892, fue dejada sin
efecto en mayo de este último año, sancionándose finalmente la ley de octubre de
1896, que ordena el cobro del impuesto territorial desde el 1 de enero de 1897
durante 10 años6. En 1898, el impuesto territorial recaudado llegó a $ 134.194.10,
menos del 2,5% de lo cobrado por el Estado por concepto de impuesto aduanero
de importación, que en aquel año fue de $ 5.686.136.197; y medio siglo después,
en los años 1949, 1950, 1951, el porcentaje del monto del impuesto territorial
sobre el total de los ingresos del Estado era del 7,5%, 5,2% y 4,3%,
respectivamente8.
No tiene por tanto fundamento científico la tesis defendida por González y Frutos
sobre la importancia financiera para el Estado de los efectos de la enajenación
del patrimonio territorial del fisco al capital extranjero.
           
            2. Los primeros actos del gobierno de Higinio Morínigo contra la Reforma
Agraria se orientaron hacia la desorganización y desmantelamiento de la
institución encargada de realizarla. La destitución de sus funcionarios y la
sustitución de éstos por otros que no reunían las condiciones exigidas por la
naturaleza de las funciones que desempeñaban, fueron la tarea inicial del
régimen, proclamando al finalizar esta labor su Ministro de Economía que el
instituto había sido "desliberalizado"9. En el año 1942 fue creado el Consejo
Superior de Reforma Agraria con las funciones del Directorio del Departamento de
Tierras y Colonización, al que sustituyó10. Este decreto fue posteriormente
derogado, restableciéndose el régimen anterior, después de que su corta vigencia
había producido los efectos buscados por los promotores de la contrarreforma
agraria. El Consejo Superior de Reforma Agraria, integrado por funcionarios de
distintos organismos, no pudo, en efecto, conducir las complejas funciones de un
instituto de Reforma Agraria. Posteriormente, fue cancelado el carácter de ente
autónomo del Departamento de Tierras y Colonización, suprimido su Directorio,
privado de sus bienes y elementos de trabajo, y transformado finalmente en una
oficina burocrática. Completado el desmantelamiento de la institución encargada
de la ejecución del programa de reforma agraria implícito en el Estatuto Agrario,
se procedió a la derogación de las disposiciones de este cuerpo de leyes que
consagraban conquistas sociales y económicas de la población del país.
           
                      3. En su artículo 28, el Estatuto Agrario declara de utilidad pública la
explotación de las tierras de labor y faculta al Instituto de Reforma Agraria a
disponer temporalmente de ellas abonando al propietario un arrendamiento de
acuerdo con el valor de la propiedad, en el caso en que la mantuviera
improductiva o se negara a explotarla.
            Esta disposición del Estatuto consulta la circunstancia de que en la zona
central del país con una elevada densidad de población por kilómetro cuadrado,
grandes extensiones de tierras de labor permanecen incultas, mientras la
juventud del lugar, sin fuentes de trabajo, se ve obligada a emigrar a los países
limítrofes. Invocando este artículo, que sólo faculta a hacer producir las tierras
aptas para la agricultura y no a ordenar su ocupación por los campesinos con
carácter de arrendatarios por anualidades, se autorizó a los delegados regionales
del Departamento de Tierras y Colonización o en su defecto a los delegados
agrícolas del Ministerio de Economía, acompañados de la autoridad policial del
lugar, a disponer durante todo el año 1942 la ocupación, sin más trámite, de
dichas tierras por los agricultores, con carácter de arrendatarios por anualidades.
Ciertamente que las arbitrariedades se multiplicaron en la aplicación de esta
medida, al dejar tan extrema decisión privativa de la alta conducción del Estado a
cargo de funcionarios inferiores sometidos a la influencia de los efectos
dramáticos de los problemas locales relacionados con la tenencia de la tierra11.
                      Una errónea interpretación del propósito perseguido por el P.E. con la
sanción de un decreto anterior había inducido al Directorio del Departamento de
Tierras y Colonización a dictar la orden de ocupación por los campesinos de las
tierras de labor12. Por este decreto, se negaron los beneficios del artículo 128 del
Estatuto Agrario a los que hubieren ocupado tierras del dominio privado sin
autorización del Instituto de Reforma Agraria, no con el objeto de que se ordenara
la ocupación de tierras por la autoridad competente, sino con el ánimo, como se
verá más adelante, de evitarlo y de negar a los agricultores ocupantes de tierras
de propiedad privada los beneficios de la ley. El artículo 128 del Estatuto Agrario,
inspirado en una disposición similar de la ley de 192613, se refiere a los ocupantes
de tierras del dominio privado existentes a la fecha de su sanción, con el
propósito de regularizar la situación de los productores agrícolas y de facilitar la
solución de los problemas de tierras pendientes, pero no autoriza la ocupación
posterior de los predios rurales privados o públicos, ni ampara la ocupación
clandestina producida después de aquella fecha, con el objeto fundamental de
encauzar dentro del orden jurídico el desarrollo de la reforma agraria. Pero el
decreto que comentamos perseguía objetivos opuestos. Preparaba las
condiciones para la sanción de nuevas disposiciones legales, que afectarían,
tanto a los ocupantes irregulares de tierras posteriores a la fecha de la sanción del
Estatuto Agrario, como a los anteriores, amparados estos últimos por la ley desde
1926, que no pudieran probar la ocupación regular de las tierras que cultivaban y
habitaban y en las que antes que ellos vivieron sus remotos antepasados.
           
                      4. El latifundio y la economía de tipo feudal crearon en el Paraguay al
"intruso", al paraguayo sin tierras, ubicado en fundos privados con su chacra y su
rancho. El "intruso" es la expresión del régimen económico y del carácter colonial
del dominio del capital extranjero en nuestro territorio. Desde 1926, el "intruso"
había perdido su condición de tal y adquirido los derechos de ocupante de tierras
privadas y las obligaciones de un arrendatario. El régimen de Morínigo hizo
retroceder la historia de la república, y el 16 de marzo de 1944 firmó el decreto N°
2.947, que niega al "intruso" los derechos sancionados en las leyes agrarias
desde 1918 y lo coloca al margen de los beneficios de la reforma agraria 14. Dos
meses después de la sanción de este decreto, Morínigo firmó otro que lleva el N°
3.790 y por el cual se deja sin efecto la obligación impuesta al Departamento de
Tierras y Colonización por el artículo 129 del Estatuto Agrario de dar ubicación a
los campesinos desalojados de predios privados, antes del lanzamiento,
sustituyendo esta obligación del instituto por la facultad de hacerlo o no15. Así
volvió a aparecer en nuestra legislación agraria el "intruso", que constituía no
menos del 50% de la población campesina del país, abandonado a su suerte por
expresa disposición legal, sin derechos y al margen de la ley civil, sin amparo en
las instituciones, juguete de las condiciones creadas a la república por el capital
extranjero, castigado en su carne y en sus derechos, paria en su tierra, sin otro
porvenir que la miseria o el destierro voluntario u obligado y con el destino
próximo de que hordas armadas por el imperialismo y agrupadas por el tirano,
incendiarían sus hogares, arrasarían sus sembrados, marchitarían el honor de sus
mujeres, flagelarían a sus hermanos, asesinarían a sus padres y cubrirían de
vergüenza, de horror y de llanto el territorio de la nación. El Arzobispo de
Asunción, Juan Sinforiano Bogarín, denunciaba estos hechos en Pastoral del 8 de
setiembre de 1947, expresando que "lo que al principio supimos de varias fuentes
y lo considerábamos como de propaganda interesada resulta ahora un hecho
público y notorio acerca de la muy triste y deplorable situación de nuestra
sociedad, a raíz de la contienda civil que acaba de terminar. Nadie, en efecto,
duda ya más ahora que todos los pueblos de la República, unos más que otros,
han sido víctimas de maleantes organizados y armados que se entregaban o que
se entregan al robo, al saqueo e incendio de casas comerciales, a violaciones,
asesinatos y a todos los excesos de un salvajismo inexplicable en un país
civilizado y tan cristiano como el nuestro"... "Se está presenciando una
devastación condenable como la que más, por lo que la Iglesia no puede callar,
porque en lo que está sucediendo va también incluida la violación flagrante de las
leyes de la moral cristiana. En los ya largos años de vida que el Señor nos
concede -agrega- nunca hemos presenciado hechos semejantes, los que de
todas veras condenamos". Y termina: "Y no se diga que tales actos se ejercen sólo
contra los enemigos políticos, porque entre las víctimas figuran quienes en política
nunca han actuado".
                      5. En la organización de las Colonias Ganaderas, el Estatuto Agrario
consulta el estado de la industria ganadera del país caracterizada por la
producción extensiva; el propósito de promover su desarrolló mediante el
arrendamiento de las tierras del Estado y la incorporación de nuevos productores
de ganado reclutados entre los empleados superiores de las estancias existentes
(mayordomos, capataces, etc.) sujetos de la reforma agraria; la conveniencia de
ocupar el territorio del Chaco que ofrece óptimas condiciones naturales para el
desarrollo de la industria ganadera; la experiencia recogida en el territorio
argentino de Formosa, con condiciones climáticas y topográficas idénticas al
territorio del Chaco paraguayo, donde se desarrolla una próspera industria
ganadera bajo el régimen del arrendamiento de las tierras del Estado y con el
aporte de productores y mano de obra de origen paraguayo; la política de
mantener bajo el dominio del Estado las tierras fiscales del Chaco, estimadas en
más de 80.000 kilómetros cuadrados, recuperadas con el sacrificio de todo el
pueblo; y de dar oportunidad al mayor número de expertos en la cría de ganados,
que no posean capital para la compra de tierras y para organizar sus propios
establecimientos de producción; y la necesidad de que todas las tierras del
Estado de la Región Oriental sean afectadas a la producción agraria y que las
estancias de ganado de la misma región cedan tierras a la población agrícola, sin
afectar al desarrollo de la industria ganadera ni al programa de la reforma agraria.
Con estas miras, el Estatuto Agrario de 1940 legisló la organización de colonias
ganaderas en el Chaco, bajo el régimen del arrendamiento de las tierras del
Estado, por períodos de 10 años y con derecho a prórrogas sucesivas por igual
plazo, de lotes de una superficie mínima de 1.000 hectáreas, con la facultad dada
al organismo oficial respectivo de determinar la superficie máxima.
            Higinio Morínigo sustituyó este régimen para la organización de colonias
ganaderas por otro que permitió la enajenación de tierras fiscales del Chaco y la
formación de nuevos latifundios, limitando así los beneficios de la producción
ganadera a un sector de la población, tal como ocurriera en ocasión de la venta
de tierras públicas en la década de 1880. Los lotes ganaderos serían en lo
sucesivo de 1.500 a 8.500 hectáreas en el Chaco y de 250 a 1.000 hectáreas en
la Región Oriental, debiendo estos últimos tener menos del 30% de tierras aptas
para la producción agrícola, y serían enajenados en las condiciones establecidas
para los lotes agrícolas a los sujetos de la reforma agraria o a los que no fueran
propietarios de 8.500 o más hectáreas de tierra en el Chaco y 1.000 hectáreas en
la Región Oriental. También los propietarios colindantes con lotes ganaderos
podían adquirirlos hasta 8.500 hectáreas. Las fracciones de tierras de propiedad
del Instituto de Reforma Agraria de menos de 1.500 hectáreas, aptas para la
producción ganadera, serían vendidas en licitación pública y al mejor postor a los
sujetos o no deja Reforma al máximo plazo de cinco años. En lo sucesivo los
colonos ganaderos serían reclutados preferentemente entre los que se
encontraren en condiciones de realizar inversiones de capital en la adquisición de
los lotes, la organización de las estancias y la compra de ganados para poblarlas,
excluyendo a los expertos en la producción ganadera que requerían el apoyo del
Estado y que constituían los elementos humanos necesarios para el desarrollo de
esta industria; los latifundistas de la Región Oriental podían adquirir del Estado
hasta 8.500 hectáreas en el Chaco; y todas las fracciones menores de 1.500
hectáreas pertenecientes al Estado aptas para la producción ganadera serían
enajenadas al mejor postor. Quedaban así abiertas las puertas para proseguir la
liquidación total del patrimonio inmobiliario del Estado, iniciado, como se ha dicho,
en 188316.
           
            6. Con la concesión petrolífera de tres millones de hectáreas otorgada por
el gobierno boliviano en 1920 a la Standard Oil en los Departamentos de Santa
Cruz, Chuquisaca y Tarija, lindante este último con el Gran Chaco, intervino un
nuevo factor en la solución del antiguo litigio que mantenían Paraguay y Bolivia
por el dominio del territorio del Chaco Boreal, que fortaleció la tesis boliviana de la
"salida sobre el río Paraguay". Con el propósito de asegurar su preeminencia en la
región, la Standard Oil planteó, en efecto, la salida del petróleo de sus
concesiones por las aguas de aquel río17. Esta nueva circunstancia impuso al
Gobierno de Asunción la obligación de realizar el estudio de los problemas
relacionados con la explotación de las fuentes petrolíferas de los territorios de los
países sudamericanos, encomendando esta labor al Embajador en Washington,
Eusebio Ayala, cuyos resultados pudieron apreciarse durante el desarrollo de la
guerra del Chaco, como se verá más adelante18.
            El estallido de las operaciones militares dio lugar a una intensa publicidad
sobre la intervención de la Standard Oil en el conflicto bélico. La "causa invisible
de la guerra", se afirmaba, debía buscarse en el petróleo, en la posesión de uno
de los más ricos territorios de América en yacimientos petrolíferos. Las "causas
visibles", "las falsas", serían la necesidad de la salida de Bolivia al río Paraguay19.
El propulsor de la guerra sería la Standard Oil, que imperaba en Bolivia con cuatro
millones de hectáreas concedidas para cateo, dos millones quinientas mil
hectáreas para explotar, y un millón de hectáreas en sociedad con el Estado. El
valor de estas concesiones ascendía entonces a 15.000 millones de dólares y
exigía un puerto de salida por el río Paraguay para conquistar los mercados del
Río de la Plata y del Atlántico Sur. El senador americano Huey Long afirmó, por su
parte, que la Standard Oil había provocado la guerra del Chaco20.
                      En Memorándum del 12 de setiembre de 1934 del Presidente del
Paraguay, Eusebio Ayala, al Embajador paraguayo en Buenos Aires, Vicente
Rivarola, se afirma: "El petróleo en la cuestión del Chaco. Es un factor importante.
Existe la más fundada sospecha de que la guerra del Chaco fue causada por la
necesidad de dar salida a los productos por un oleoducto exclusivamente
controlado por la Standard Oil. El discurso del general Justo produjo cierta buena
impresión en los círculos del Comando boliviano, pero pronto el gobierno influyó
para que no se hable más de un oleoducto por territorio argentino, pues la
Standard Oil mostró los serios inconvenientes. Hemos tenido ocasión de leer un
rapport diplomático del Agente de una gran potencia sobre este asunto, muy
ilustrativo. La Standard Oil muy discretamente y por medios indirectos trató de
influenciar a algunos gobiernos que podrían intervenir en la solución del conflicto.
Algunos trabajos han sido realizados en el Brasil, en Chile y en el Uruguay. En
este último país, a causa de la simpatía de que goza el Paraguay, se cifra una
gran esperanza. La Standard Oil cree que el gobierno de Terra se esforzará
porque Bolivia tenga un puerto conveniente sobre el río, a satisfacción de ella. Al
Brasil se le trata de convencer de que el petróleo boliviano sacado por Bahía
Negra servirá para desarrollar el Estado de Mato Grosso y para proveerle de
abundante combustible en caso de cualquier dificultad internacional. El Gobierno
de Río no se deja, al parecer, impresionar por los argumentos basados en un
peligro de conflicto con la Argentina, al menos hasta ahora. Chile, según los
informes, se inclina fuertemente a favor de la Standard Oil. Se atribuye esta
inclinación parte a los trabajos de la Compañía y parte a la idea de derivar las
actividades e intrigas de Bolivia hacia otro punto cardinal que el de su frontera".
            "Se piensa que para el Paraguay y para otros países vecinos la instalación
de la Standard Oil en territorio propio en el mediterráneo sería una fuente de
graves riesgos. Se sabe lo que ha hecho en otros países: corromper, explotar
despiadadamente, no realizar más obras de progreso que las requeridas por su
industria, crear problemas sociales prematuros y luego ir con los trastos a otra
parte. El puerto de Bahía Negra no es de ningún modo el que conviene. El objeto
parece ser Puerto Pinasco. Hay, pues, la convicción más absoluta de que a
menos de ceder la mayor parte del Chaco a Bolivia, la paz no será una realidad.
Tal vez el medio de resolver el problema sea convencer a la Standard Oil que la
Argentina no opondrá obstáculos a un oleoducto que pase por su territorio. En los
consejos de la Compañía predomina, sin embargo, una prevención muy fuerte
contra la Argentina. Se prevé que sólo después de algunos años de explotación
infructuosa ese país comprenderá su error de querer excluir las grandes
empresas privadas y entonces otorgará concesiones. La salida por el Alto
Paraguay del petróleo boliviano cree pondrá en malas condiciones de
competencia a los Yacimientos Petrolíferos Fiscales"21.
            Y en carta de la misma fecha adjunto al memorándum transcripto, agrega
Ayala a Rivarola: "Petróleo. La Standard Oil ayuda a Bolivia, pero sin ánimo de
mezclarse en la política. Bolivia posee alrededor de ocho millones de hectáreas
de los más ricos terrenos petrolíferos. Se trata de una fortuna fabulosa que haría
de la zona uno de los más grandes centros de producción del mundo. La
Standard Oil no ha revelado al Gobierno boliviano toda la inmensidad de la
riqueza del subsuelo. De los ocho millones de hectáreas, la Standard Oil tiene
concesión antes de la guerra más o menos sobre 600 mil (algunas concesiones
caducaron). Durante el conflicto adquirió la casi totalidad de los yacimientos,
pagando fuertes sumas que Salamanca invirtió en armamentos".
                      "Entre el Gobierno boliviano y la Standard Oil no existe un perfecto
entendimiento respecto a la explotación. Aquél desea que se explote cuanto antes
y a máximo rendimiento, con objeto de cobrar las regalías contratadas y vigorizar
así las finanzas. En cambio la Standard Oil no tiene el menor interés en una pronta
explotación, siendo su propósito mantener los yacimientos bolivianos como una
reserva del porvenir. A las exigencias de Bolivia, la Standard Oil responde con la
exposición de las dificultades insalvables para la comercialización del petróleo.
Las dificultades se refieren al transporte. Todo lo que se ha conseguido es que
produzca combustible para el Ejército. Según informe de la Standard Oil al
gobierno boliviano las vías de transporte posibles son: a) oleoducto al río Paraná,
de preferencia Santa Fe; b) ídem al río Paraguay; transporte por superficie se
excluye. Se considera preferible el oleoducto al río Paraná, a puerto de aguas
profundas. Pero el gobierno boliviano piensa que el oleoducto debe salir por
territorio boliviano y de aquí el empeño en obtener el puerto. Las razones que
determinan a Bolivia nos impelen a nosotros a negarle en absoluto puerto del
litoral. Nuestro país no puede vivir tranquilo con un emporio petrolífero en sus
puertas, dirigido por la tornadiza e inescrupulosa política boliviana. Esto, además
de razones de otro orden que son obvias".   
                      "A la Argentina no le conviene que se desvíe el torrente de actividades
derivadas de la industria petrolífera de su territorio. Si Bolivia no tiene litoral
apropiado, tendrá volens noles que pasar por territorio argentino, que, es desde
luego, según los peritos, la vía mejor"22.
                      Con motivo de la publicación del trabajo del general Alfonso Baldrich,
titulado "El Problema del Petróleo y la Guerra del Chaco", el Arzobispo del
Paraguay, Monseñor Juan Sinforiano Bogarín, dio a conocer sus ideas sobre el
tema en carta dirigida al ex presidente de la República José P. Guggiari en fecha
3 de enero de 1935, en los términos siguientes: "Por si no haya recibido aún le
envío el folleto "El Problema del Petróleo y la Guerra del Chaco" que contiene una
conferencia por demás interesante del General argentino Alfonso Baldrich sobre
esa materia y que me lo envió el Dr. Juan Francisco Pérez".
                      "Más que conveniente, es necesario que se generalice entre nuestros
hombres de pensar del país -y muy particularmente entre los políticos- el
conocimiento del grave y delicado problema petrolífero, tan ilustradamente tratado
en el adjunto folleto".
            "Creemos que alguna vez terminará esta inicua guerra y que se empezará
el trabajo de la reconstrucción del país para recubrir las grandes grietas abiertas
en la economía nacional. Ahora bien, como se afirma que en el Chaco -regado
hoy con tanta sangre paraguaya- existen yacimientos petrolíferos, posiblemente
se pensará en su explotación ya que ese líquido constituirá una importante arteria
de nuestra riqueza".
                      "Por eso, es necesario meditar, a tiempo, en la forma en que será más
conveniente encarar el magno problema de la explotación del petróleo a fin de no
incurrir en los engaños y errores en que han caído otros países, y evitar para el
nuestro los graves como irremediables males que pueden ocasionarnos la
imprevisión y la ligereza con que se proceda en esta cuestión".
            "Y para que esto no suceda, la conferencia del General Baldrich nos abre
los ojos, nos da por adelantado sabias lecciones las que, bien aprovechadas, nos
librarán de la desgracia de permitir que esa riqueza natural con que Dios ha
dotado nuestra tierra, antes que beneficiarnos, sirva de grave perjuicio".
                      "A todo esto me dirá que Ud. no forma parte del Gobierno, a quien
incumbe el deber de adoptar las medidas pertinentes al caso. No ignoro lo uno ni
lo otro, pero, así y todo, dentro o fuera de aquél, Ud. -como todos los paraguayos
capacitados- no debe mirar indiferente esta cuestión, sino preocuparse de ella
sea como tribuno, representante del pueblo, periodista o sea como simple
ciudadano, para evitar que el capital extranjero venga a ponernos la soga al
cuello después de tantos sacrificios hechos para conservar nuestra heredad del
Chaco".
            "He llegado a una edad avanzada y se acerca el día en que el Señor me
llame a rendir cuenta de mis actos -como lo hará con todos los hombres- pero,
aun después de mi desaparición de esta tierra que tanto amo, no quisiera que sus
hijos viniesen a ser esclavos, juguetes del capital extranjero".
                      "Más no le digo, estimado amigo, pues con lo dicho adivinará ya mis
deseos. Lo que le pido es que Ud., entre los problemas que se presentarán en la
post-guerra, tenga muy presente el del petróleo; no lo olvide un momento y haga
valer toda su capacidad, toda su influencia, su todo a fin de evitar que ese
codiciado líquido venga a incendiar todo el país cuya zona occidental tan
valientemente están defendiendo nuestros heroicos soldados".
            "Rogándole considere esta carta como mi testamento hológrafo -para eso
va escrita de mi puño y letra- saludo a Ud. con mi estima de siempre"23.
           
            7. Las ideas expresadas en la carta y el memorándum de Eusebio Ayala
del 12 de setiembre de 1934 y en el Testamento de Monseñor Juan Sinforiano
Bogarín orientan la doctrina nacional sobre petróleo, e inspiraron la sanción del
Decreto-Ley N° 1.755, del 8 de junio de 1940 que dicta normas para la
prospección, investigación y explotación de yacimientos de petróleo, redactado
sobre la base de un anteproyecto preparado por expertos nacionales, y de las
legislaciones americanas y europeas de la época, que reservan para el país los
mayores beneficios posibles en aquel tiempo.
                      Esta ley declara, en primer término, propiedad de la nación paraguaya,
inalienables, inembargables e imprescriptibles los yacimientos petrolíferos de su
territorio; reserva su investigación y explotación a las personas físicas o jurídicas
paraguayas, aunque permite que estas últimas integren sus capitales con
capitales extranjeros; exige el seguro del personal paraguayo empleado en la
industria; ordena la formación de técnicos paraguayos en el extranjero mediante
el otorgamiento de becas a estudiantes compatriotas; establece que las
concesiones para investigación sean otorgadas en superficies de 10.000
hectáreas, pudiendo un concesionario solicitar hasta 30 parcelas y acumular una
superficie de hasta 300.000 hectáreas como máximo, que todo permiso de
investigación sea de dos años, prorrogables por otros dos años más, que las
concesiones para la explotación sean otorgadas en superficies cuadradas o
rectangulares de dos mil hectáreas, pudiendo cada concesionario obtener hasta
dos fracciones, y que el término de explotación no exceda de 50 años; fija en 12
al 15% la regalía para el Estado, pagada en efectivo o en especie a indicación de
los poderes públicos y un impuesto anual de 0,60 oro sellado por hectárea
durante el período de investigación; y reserva, por último, para el Estado zonas de
investigación.
                      Las disposiciones del Decreto-Ley de 1940 correspondían a las
condiciones dictadas en la época por el mercado mundial del petróleo, y las
regalías e impuestos establecidos en el mismo eran similares a las vigentes
entonces en Venezuela, Rumania, Asia Menor y Bolivia.
           
                      8. Cinco meses después de cancelados los beneficios de la Reforma
Agraria para los "intrusos", fue sancionado el Decreto-Ley Nº 5.449 del 6 de
octubre de 1944 por el que se aprueba el convenio suscrito por el Ministro de
Obras Públicas, Ramón E. Martino, y el representante de la Oil Co. of California el
4 del mismo mes y año, sobre prospección, investigación y explotación exclusiva
del petróleo existente en el Chaco; y se dejan sin efecto las disposiciones de la
ley de petróleo del 8 de junio de 1940 que se opongan a lo estipulado en el
convenio, firmado bajo la vigencia de la ley derogada en parte y al margen de la
misma24.
            En el convenio del 4 de octubre de 1944 se establecen las normas para la
prospección, investigación y explotación del petróleo de todo el territorio del
Chaco sobre la base de la exclusividad y de concesiones extraordinarias a la
compañía petrolera, por el término de 60 años. El contrato establece tres etapas
sucesivas en la explotación del petróleo: de prospección, por el término de 10
años, fijándose la superficie del Chaco en 23.000.000 hectáreas a los efectos del
pago del impuesto superficial de prospección, que se fija a razón de un céntimo
la hectárea, el primer año, 1,1 el segundo año, y así sucesivamente hasta 1,9 el
décimo año, con la facultad otorgada a la compañía de liberar determinada
superficie del Chaco del pago del impuesto; de investigación en zonas de 10.000
hectáreas, por el término de cuatro años, prorrogables por otros cuatro años más,
debiendo abonar la compañía al Estado, por concepto de impuesto superficial de
investigación petrolífera, 25 céntimos por hectárea
y por año por las zonas sometidas a la investigación; de explotación, por el
término mínimo de 35 años y máximo de 60 años, contado desde la fecha del
descubrimiento de cada unidad de explotación, fijándose por concepto de
impuesto superficial de explotación un guaraní por hectárea, por año, por cada
unidad de explotación, y por concepto de regalía de explotación el 12% mínimo y
el 15% máximo de todo el petróleo bruto extraído. Al vencimiento del término de la
concesión, el Estado podrá adquirir las instalaciones de la compañía que
estuvieren en estado de funcionamiento.
                      Además de la concesión exclusiva de prospección, investigación y
explotación del petróleo del Chaco, a favor de la compañía concesionaria, ésta
queda facultada a construir oleoductos, refinerías, depósitos, vías férreas, canales
navegables, caminos y muelles, y a instalar medios de comunicación alámbricas e
inalámbricas, y se le acuerda, al mismo tiempo, el derecho a la introducción libre
de derechos aduaneros de maquinarias para la industria petrolífera, la
exoneración de los impuestos fiscales y municipales y la excepcional concesión
consistente en la exportación libre de impuestos, por el término de 35 años, de
toda la producción, en todas sus formas, inclusive la cruda.
                      La obtención de fondos por el procedimiento del cobro del impuesto
superficial, para cubrir los gastos perentorios del Estado en momentos en que la
política económica y financiera del gobierno había agotado la capacidad
contributiva de la población, fue el fin inmediato perseguido en la enajenación por
60 años del petróleo del Chaco. Se habían reproducido, en parte, las condiciones
que sirvieron de pretexto en 1883 y 1885 para la enajenación al capitalismo
extranjero de las fuentes de riqueza entonces conocidas. También en esta
oportunidad, como en aquélla, no fueron consultados los intereses permanentes
del país; entonces, para dejar sin tierras a los campesinos, sin praderas a los
pequeños y medianos productores de ganados y sin bosques y sin yerbatales a
los industriales nacionales; y, ahora, para conceder en exclusividad a una
compañía extranjera, por el término de 60 años, la explotación del petróleo del
Chaco y para permitir la exportación libre de impuestos de todo lo producido en la
explotación de la riqueza petrolífera del territorio citado. Quedó así establecida la
autorización legal para el drenaje de esta riqueza sin más beneficio que el
porcentaje de la producción bruta reservado para el Estado y que no podía ser
superior al 15%. Las ideas económicas de José Segundo Decoud, sostenidas
ahora por J. Natalicio González, predominaron nuevamente en la conducción del
Estado. Fue rechazada, en efecto, como quería Decoud, "la creencia generalizada
de que el extranjero que se enriquece en el país para volver a su patria es
perjudicial a la prosperidad y riqueza del pueblo que le garantiza sus actividades
económicas"25 y olvidadas las ideas de Eusebio Ayala y Juan Sinforiano Bogarín
en defensa de los intereses del país y de la suerte de su población expuesta a la
explotación del capital extranjero.
                      En el período comprendido entre los años 1944 y 1949 la compañía
concesionaria realizó trabajos geofísicos y perforó cinco pozos con resultados
desconocidos por el Estado paraguayo.
           
            9. En 1944 el problema de la distribución de la propiedad territorial entre
los agricultores arrojaba las cifras siguientes: el 48% de la población total de la
República se dedicaba a la producción agrícola; el 16% de los agricultores eran
propietarios de las parcelas de tierra que cultivaban, el 6,5% arrendatarios, el
63% "intrusos", y el resto comprendía a los aparceros y otros ocupantes. Estos
porcentajes correspondían a un total de 3.500 kilómetros cuadrados de superficie
cultivada, en un territorio de más de 400.000 kilómetros cuadrados y una
población estimada en 1.200.000 almas27.
           
                      10. El régimen de gobierno de Higinio Morínigo se prolonga en la
administración de J. Natalicio González, quien el 26 de noviembre de 1948
sanciona una ley, al margen de las disposiciones del Estatuto Agrario, "que
declara zonas de colonización las tierras que se hallan a lo largo de la Ruta N° 1
(Asunción-Misiones-Encarnación) entre los kilómetros 200 y 300, en el tramo
comprendido entre las poblaciones de San Juan Bautista, San Ignacio, Santa
Rosa, San Patricio y San Ramón" y "las que se hallan a lo largo del ramal caminero
Acahay-Ybycui", en la extensión y profundidad que serán determinados en cada
caso de acuerdo con las condiciones de la tierra declarada colonizable, de
utilidad pública y sujeta a expropiación. La ley ordena al Banco de la República a
ocupar las tierras en la extensión que juzgase adecuada, mensurarlas y
parcelarlas para la colonización agropecuaria. El Banco es facultado a
reglamentar las condiciones generales de la colonización proyectada, el régimen
de venta de los lotes adjudicados, la selección de colonos, etc., y a abonar el
precio de las tierras expropiadas al contado, que no podrá ser inferior al de la
avaluación fiscal para el pago del impuesto inmobiliario ni mayor de 40 guaraníes
por hectárea. Los lotes agrícolas serían inembargables por terceros por el término
de diez años y estarían exentos del pago de los impuestos territorial y vial desde
la fecha de la adquisición por el Banco hasta cinco años después de realizada la
subdivisión en parcelas. Por su parte, los colonos beneficiados no podrían
enajenarlos ni subdividirlos por diez años salvo para integrarlos a una parcela
contigua. Finalmente, dispone la ley que las tierras ocupadas por el Banco que en
el plazo de dos años contados desde la sanción de la misma no se hubieran
iniciado los trámites de su adquisición, quedaban restituidas al dominio de sus
propietarios y excluidas de la colonización28.
            Los efectos de la aplicación de la ley fueron finalmente negativos, tanto en
los resultados económicos obtenidos como en el asentamiento de nuevos centros
de producción agrícola. El plan no respondía a la experiencia del país ni al
conocimiento adecuado del problema general de la Reforma y de los problemas
económico-sociales de las zonas afectadas por la nueva disposición
administrativa.
            Fue, en cambio, expresión de la improvisación y del error en la solución
por el Estado del problema de la tenencia de la tierra. El Banco de la República
no era la institución indicada, por sus fines y organización, para ejecutar un plan
de Reforma Agraria, aunque ella fuera únicamente el de producción, ni los
objetivos del plan respondían a la concepción social de la Reforma. Las
propiedades afectadas por la ley, que se encontraban en su gran mayoría en
plena producción ganadera en el momento de su sanción, no rindieron después
los beneficios económicos que hasta entonces habían aportado al país y el caso
sirvió de ejemplo de los efectos negativos de cualquier intento de cambio en la
tenencia de la tierra en el Paraguay. Es que la ley de referencia había sido
inspirada por el movimiento de contrarreforma agraria, que busca demostrar los
efectos negativos de la Reforma con la aplicación anárquica de sus principios,
que conduce fatalmente al fracaso, cualquiera fuese el sistema de organización
política y social vigente. Entre tanto, los "intrusos", que constituían en 1944, como
se ha visto, el 63% de los agricultores, continuaron sin el amparo legal del que
gozaron desde 1926 hasta 1944. El régimen de Higinio Morínigo se proyectó así
en la administración de J. Natalicio González, con sus conocidos efectos políticos,
económicos y sociales.
           
            11. El Servicio Técnico Interamericano de Cooperación Agrícola (STICA)
levantó en 1944 el censo agrícola del Paraguay con datos obtenidos en los años
1942-1943 y 1943-1944, que confirma en términos generales las informaciones
hasta entonces consultadas sobre la tenencia de la tierra en el país y su influencia
en el desarrollo cultural y económico de la nación. Es el censo agrícola más
completo realizado hasta aquel año, y sus resultados fueron elaborados y
presentados con método científico y técnica moderna. Quedaron así a la vista y al
alcance del conocimiento de todos, en cifras claras y terminantes, los términos del
problema de la distribución y de la propiedad de la tierra en el Paraguay
presentados por una institución gubernamental interamericana exenta de tacha
por motivos políticos o ideológicos. Su publicación constituyó, por eso, un
acontecimiento de excepcional importancia en el estudio de la historia social del
Paraguay, disimulado e ignorado sistemáticamente por los líderes del movimiento
de contrarreforma agraria29.
            STICA censó 94.498 chacras, de las cuales 2.748 en las jurisdicciones de
los pueblos, 63.713 en las compañías, y 27.547 en las colonias oficiales y
privadas30. El total de chacras censadas corresponde a igual número de lotes
agrícolas existentes entonces en todo el país, que cubrían una superficie de
1.549.785,9 hectáreas, de una a más de mil hectáreas cada lote. El 48,1% de los
lotes censados tenían menos de 5 hectáreas; el 49,22% de 5 a 50 hectáreas; el
1,2% de 50 a 100 hectáreas; el 1,3% de 100 a 1.000 hectáreas; y el 0,2% de
1.000 y más hectáreas que cubrían estas últimas, el 35,3% (546.925,9 hectáreas)
del total de la superficie de tierras destinadas a la producción agrícola de
1.549.785,9 hectáreas. Estas eran empleadas el 21,5% (333.979,4 hectáreas) con
cultivos generales y frutales; con campos el 43,7% (677.767,2 hectáreas); con
montes el 23,3% (360.723,2 hectáreas); con alquerías el 1% (15.509,2 hectáreas).
Vivían en ellas 540.873 campesinos, 5,7 por chacra (más del 45% de la población
total del país que en los años del censo (1943) era estimada en 1.191.000
habitantes), en 174.201 casas, de las que 10.266 eran de material y el resto
ranchos construidos con paredes de armazón de postes y estacas atadas con
alambres o cordeles, revocados con barro y algunas lechadas de cal; las
aberturas con puertas y pequeñas ventanas de madera; el piso de tierra y en
mínimo porcentaje de ladrillo; el techo, unos de paja atada a un armazón de palos
y varillas, y otros pegada al armazón con barro. Tablas, clavos y alambres para las
puertas y ventanas completan los materiales empleados. La vivienda rural
paraguaya es la impuesta por las condiciones de la tenencia de la tierra, en el
país. El latifundio, afirmaba Eligio Ayala, evita la construcción de habitaciones
confortables en el medio rural. En estas casas vivían 94.497 familias de
agricultores, de las que el 10,2% (9.619) eran conducidas por mujeres31.
                      Esta población rural era alfabeta el 75% de los varones y el 25% de las
mujeres. Destacase la diferencia entre los agricultores alfabetos masculinos y
femeninos, explicable por la supresión de 801 escuelas rurales ordenada por la
administración de Higinio Morínigo entre los años 1940-1945, que hacía imposible
la asistencia de las niñas a las escuelas de los pueblos alejados de las chacras32.
El 40% hablaba solamente el guaraní, el 54% el guaraní y el español y el 6%
solamente el español u otros idiomas en las colonias cerradas de inmigrantes,
como las mennonitas. Pero no todos los que hablaban el guaraní y el español
podían expresar correctamente sus ideas en cualquier de los dos idiomas. La
gran mayoría de éstos sólo podían expresar ideas simples en uno de ellos o con
dificultad o violencia intelectual en ambos idiomas33.
                      Los instrumentos de producción agrícola al alcance del campesino de
mejor posición económica eran en 1944 el arado de hierro, el arado de madera, la
carreta, los bueyes y otros elementos menores. En aquel año existían en las
chacras censadas 31.372 arados de hierro, 33.256 arados de madera, 27.062
carretas, y 32.520 otros elementos (machetes, azadas, rastrillos, etc.). Pero en el
71,8% de las chacras no había arado de hierro, el 54,7% no tenía ninguna clase
de arado, y el 48,6% no disponía de arado y carreta34. En estas condiciones
técnicas, la lucha contra la naturaleza para la producción agrícola era
excepcionalmente difícil.
                      Con los precarios medios técnicos de producción a su alcance, el
campesino paraguayo cifra sus posibilidades de desarrollo económico y cultural
en el "rozado" que, aunque inicialmente le imponga un duro trabajo, le ofrece en
compensación la esperanza de cosechas abundantes en muchos años por la
fertilidad de las tierras vírgenes de los bosques y el hecho cierto de que por largo
tiempo puede vencer a la maleza, la enemiga sin cuartel de sus sembrados.
Cuando a estas condiciones deficitarias de orden técnico se agregan las
provenientes de la tenencia de la tierra, de las relaciones coloniales internas y de
la inseguridad jurídica, el campesino paraguayo toma el camino del éxodo y
busca en otras naciones lo que el Estado de su país le niega. Y, sin embargo, el
Paraguay puede ofrecer a sus hijos las condiciones de progreso que éstos
buscan en el extranjero, con un territorio de 40.675.200 hectáreas, el 39,6%
cubierto de praderas (16.125.414 hectáreas) destinadas a la ganadería, el 54,1%
(22.000.000 hectáreas) cubierto de bosques, el 2,5% (1.000.000 hectáreas) de
ríos, arroyos, pantanos, lagos, etc., y sólo el 3,8% (1.549.786 hectáreas) destinado
a la agricultura, que alimenta y sirve de morada a su población y constituye la
principal fuente económica y financiera del país.
                      De   94.498 productores agrícolas censados en todo el país, eran
propietarios: 15.080; arrendatarios: 6.130; ocupantes en diversas situaciones:
70.247; y el resto de 3.038 productores tenían otras formas de relación con los
propietarios de las tierras que ocupaban35. Los productores agrícolas ocupaban
37.050 lotes fiscales dentro y fuera de las colonias, con título provisorio, en
arrendamiento, con permiso y sin él. Con título provisorio eran ocupados 2.810, en
arrendamiento 366, con permiso de ocupación 10.433, sin permiso 22.917 lotes
agrícolas. En otras condiciones distintas estaban ocupados 524 lotes36. La cifra
sobre ocupación, sin permiso, por los agricultores de lotes fiscales corresponde a
declaraciones de los mismos, que invocan comúnmente la calidad fiscal de sus
parcelas recogiendo informaciones familiares transmitidas de generación a
generación, con el propósito de disimular la existencia de propietarios privados; y
a tierras expropiadas de propiedad privada, ocupadas por campesinos, en
proceso administrativo de distribución en parcelas, que al término de la
administración del Mariscal José Félix Estigarribia sumaban, como se ha visto, 23
centros agrícolas con superficie total de 80.876 hectáreas.
            El censo de STICA dio 105 colonias oficiales y 28 particulares, con 21.667
y 5.880 lotes, respectivamente. En la misma fecha, la administración de Morínigo
daba la existencia de 133 colonias nacionales y 39 privadas. Algunas colonias
citadas en la lista oficial no existían en el terreno, o eran simples compañías, o
estaban en proceso administrativo para el establecimiento de colonias. Otras, en
cambio -las menos-, dos oficiales y cinco particulares identificadas en el censo,
no aparecen en la lista oficial de referencia. En la lista de colonias ubicadas en el
censo de STICA se repiten los nombres de las colonias "Carlos Antonio López" en
Caballero y Sapucai; "Pancha Garmendia" en Ybycuí y Acahay; "1 de Marzo" en
Caraguatay y Arroyos y Esteros; "José Berges" en Concepción, Belén y Loreto. No
fueron, por tanto 105 sino 100 colonias oficiales las ubicadas por el censo. La
diferencia con la lista oficial es por tanto de 33 colonias nacionales y 11
particulares". La lista oficial con colonias inexistentes o dando nombre de tales a
antiguas compañías o a tierras expropiadas en proceso administrativo primario de
organización de colonias, responde tanto al caos administrativo como a la política
de simulación de realizaciones positivas del movimiento de contrarreforma agraria
observada invariablemente en los últimos treinta años, en diversas formas, pero
con el permanente propósito de conservar la situación existente y de promover,
mantener y acrecentar la concentración de la propiedad territorial en manos de
pocos con la enajenación de las tierras del Estado ubicadas en el Chaco, en
grandes extensiones, a latifundistas nacionales o extranjeros, integrantes del
sector gobernante de la población del país.
            En octubre de 1940 se registraron 19.887 lotes en las colonias oficiales.
Esta cantidad se elevó en 1944 a 21.667 según el censo de STICA. La diferencia
de 1.780 lotes corresponde a los lotes de las antiguas compañías equiparadas a
colonias por la administración Morínigo y de algunos de los 23 centros agrícolas
en proceso administrativo de organización en colonias, existentes al término de la
administración Estigarribia.
 
            12. La década de 1940 es en el Paraguay la Era de Higinio Morínigo. Entre
los acontecimientos de esta década deben citarse la reforma monetaria, la
creación de las corporaciones de carne y alcohol, la derogación de las
disposiciones legales que amparaban a la masa de agricultores, la sanción de la
ley que ordena la venta de tierras fiscales del Chaco, la disolución del Partido
Liberal, la dispersión del cuadro de jefes y oficiales del Ejército del Chaco, el
éxodo de la población campesina a la capital y al exterior, la revolución armada
de Concepción, el cierre de escuelas y colegios de enseñanza primaria y la
concesión exclusiva de la explotación del petróleo del Chaco. Al término de esta
década el Paraguay ofrecía la imagen de un país que, según la expresión de
Waldo Frank, se conducía como una nación loca38. El anticipo de Eusebio Ayala
de 1935 sobre los logros posibles de la nación en 1945, no se cumplieron. El
viajero imaginario de la línea aérea Buenos Aires-Nueva York tomaría en 1950 en
su cuaderno de apuntes notas distintas a las anticipadas por aquel estadista39.
Una parte importante de la población nativa del país –escribiría- había emigrado a
la Argentina y al Brasil con sus cuadros de dirigentes, científicos, técnicos,
profesionales, universitarios, agricultores, ganaderos, industriales, campesinos y
obreros especializados con sus familias y bienes. La población en aquel año era
de 1.328.452 almas, cuando en 1940 se estimaban 1.111.000, y con el solo
crecimiento vegetativo hubiera alcanzado a más de 1.500.000. La densidad de la
población en todo el territorio nacional era de 3,3 por kilómetro cuadrado y de
22,2 en la Región Central, donde se produce la mayor concentración de la
población campesina. El 4,1% del territorio era destinado a la agricultura y el 39%
a la ganadería, pero solamente 481.902 hectáreas de las tierras destinadas a la
agricultura, divididas en parcelas de menos de 20 hectáreas, estaban ocupadas y
cultivadas por 85.681 productores agrícolas, encontrándose el resto en poder de
propietarios de hasta más de mil hectáreas. Con el éxodo, muchas chacras
quedaron sin agricultores y sus ranchos sin habitantes. Las 16.125.414 hectáreas
destinadas a la ganadería las explotaban 34.172 productores con 3.767.448
cabezas de ganado vacuno distribuidas en proporción a la tenencia de la tierra.
Así, el 92% de los productores (de uno a cien cabezas de ganado vacuno) poseía
el 17,3% del ganado existente; el 6,5% (de 101 a 1.000 cabezas), el 17,9%; el
1,4% (de 1.001 a 10.000 cabezas), el 37,3%; y el 0,1% (de más de 10.000
cabezas), el 27,5%. El 64,8% de la riqueza ganadera del país y de las tierras con
praderas naturales era en 1950 de propiedad de 540 ganaderos. Pero solamente
el 35% de las praderas naturales que cubría el 38,4% de la superficie total de la
Región Oriental de 161.000 kilómetros cuadrados de superficie, era utilizado en la
cría de ganado. Por otra parte, en los 7.800.000 hectáreas de bosques de la
misma región se registraron en aquel año 16 aserraderos mecánicos y
aproximadamente 550 a tracción humana40. Las Corporaciones de Carnes y de
Alcoholes crearon las condiciones para la concentración de la propiedad de las
estancias de ganado y de las fábricas de azúcar y destilerías de alcoholes41. En
1950 disminuyó en más del 24% el número de productores de ganado con
relación al año 1945 y aumentó la población ganadera. Los 45.060 productores de
ganado de 1945 quedaron reducidos a 34.172 en 1950, mientras el número de
ganado vacuno aumentaba de 3.258.739 a 3.767.448. Los latifundistas
acrecentaron sus dominios con el éxodo a la capital y al exterior de la población
campesina. La persecución política completó las condiciones creadas en el
pasado por el alambrado. Una parte de la población no adicta al gobernante de
turno fue obligada a abandonar sus tierras y ganados, que fueron ocupadas y
consumidos por los agentes del gobierno, en provecho propio, con la consigna de
J. Natalicio González de "no habrá colorado (partidario) pobre".
                      También disminuyó el número de escuelas y colegios de enseñanza
primaria. De 2.077 escuelas y colegios en 1940, quedaron en funcionamiento
1.545 en 1950. Las escuelas públicas primarias de 1.979 a 1.421 y las privadas
de 73 a 56. El 39,6% de la población infantil de 7 a 14 años no concurrió a la
escuela en 1950. Este elevado porcentaje de la población infantil no asistente
correspondía al número de escuelas que de 186 por 100.000 habitantes en 1940
bajó a 113 por igual número de habitantes. En 1950, 103.452 hombres y 187.498
mujeres eran analfabetas, de los cuales 5.854 hombres y 15.000 mujeres en
Asunción.
            La población del país, de 1.328.452 habitantes, vivía en 1950 en 244.742
viviendas, de las que 39.098 estaban ubicadas en la capital. El 66,6% del total de
las viviendas tenían paredes de estaqueo y el 21,1% de ladrillos, siendo en
Asunción el 34,4% y el 59,4% y en el interior el 72,7% y el 13,8%,
respectivamente. El 32,5% de los pisos de la capital y el 80,7% del interior eran de
tierra, y el 77,5% y 19,3%, respectivamente, eran de ladrillo. El 34,1% de los
techos de Asunción y el 79,4% del interior eran de paja, el 34% y el 11,4% de teja,
y el 27% y 3,4% de zinc42.
                      La Era de Higinio Morínigo creó condiciones de anarquía política y de
destrucción de los valores fundamentales del país, que hasta la fecha no fueron
superadas. El recuerdo de una frustración nacional y el dolor colectivo producido
por el éxodo y la dispersión del pueblo constituyen factores paralizantes del
desarrollo del Paraguay43.
 
 
NOTAS
 
1.         José Segundo Decoud. "Cuestiones Políticas y Económicas", obra citada.
2.                J. Natalicio González. "Bases y tendencia de la cultura paraguaya".
Guarania N° 1, julio de 1942. Buenos Aires, pág. 7.
3.                J. Natalicio González. "Teoría y Fundamento de la Libertad". Guarania,
noviembre-diciembre, 1947, págs. 13, 14.
4.         J. Natalicio González. "La Venta de Tierras Públicas y las Rentas Fiscales".
Guarania, Tomo II, setiembre 1943. Buenos Aires, pág. 324.
5.         J. Manuel Frutos. "Demanda ocupacional y Reforma Agraria". Conferencia
pronunciada en julio de 1969 en el Primer Seminario de Alto Nivel Sindical,
Asunción, 1970, págs. 9-11.
6.                Colección Legislativa. Años 1870-1923. Índice por materia de leyes,
acuerdos     del Congreso y de cada Cámara Legislativa. Asunción, 1925.
7.                Emilio Aceval. "Mensaje del Presidente de la República al Congreso
Nacional de abril de 1899". Asunción, Escuela Tipográfica Salesiana, pág. 18. 8.
Manual Estadístico del Paraguay. Preparado por STICA, Boletín N° 193. 
Asunción, Paraguay, 1955.
9.                Francisco Esculies. Discurso pronunciado en ocasión de la apertura de
cursos de la Escuela Agropecuaria "Mariscal Estigarribia" en marzo de 1941. El
gobierno de Morínigo usó en esta tarea al "Comando Revolucionario" integrado
por Carlos Jorge Freitas, Gerónimo Echagüe Vera y Luis Sosa Caballero.
10.       Decreto del Poder Ejecutivo de mayo de 1942, N° 12.668.
11.            Resolución del Presidente del D.T.C. del 16 de diciembre de 1941.
"Compilación de Leyes y Disposiciones Reglamentarias Relativas al Régimen de la
Tierra en el Paraguay". Instituto de Reforma Agraria. Departamento Jurídico.
Publicación Oficial. Asunción, agosto, 1954, pág. 127.
12.            Decreto del Poder Ejecutivo del 23 de junio de 1941, N° 7.476.
"Compilación de Leyes y Disposiciones Reglamentarias Relativas al Régimen de la
Tierra en el Paraguay", ob. cit., pág. 60.
13. Ley de Creación, Fomento y Conservación de la Pequeña Propiedad
Agropecuaria, del 15 de junio de 1926. Artículo 12. (Carlos Rolón. "Compilación
de Leyes y Decretos", ob. cit., pág. 46).
14.            "Compilación de Leyes y Disposiciones Reglamentarias Relativas al
Régimen de la Tierra en el Paraguay", ob. cit., pág. 74.
15.            "Compilación de Leyes y Disposiciones Reglamentarias Relativas al
Régimen de la Tierra en el Paraguay", ob., cit., pág. 78.
16.       Decreto-Ley Nº 1 1.612 del 14 de enero de 1946, que modifica los artículos
39, 53 y 82 y concordantes del Estatuto Agrario.
17.            Arturo Frondizi. "Petróleo y Política". Buenos Aires, 1956, página 389. 18.
Eusebio Ayala a Eligio Ayala. Carta del 2 de mayo de 1925. Original en la
colección documental del autor.
19.       Enrique de Gandía. Introducción al trabajo del general Alfonso Baldrich. "El
problema del Petróleo y la Guerra del Chaco". Buenos Aires, 1934, pág. 13. 20.
General Ing. Alfonso Baldrich: "El Problema del Petróleo y la Guerra del Chaco",
Buenos Aires, 1934, págs. 12, 27, 35.
21.            Vicente Rivarola. "Memorias Diplomáticas". Tomo III, Buenos Aires, 1957,
pág. 182.
22.       Vicente Rivarola. Obra citada, pág. 180.
23.            El Paraguayo Independiente. Segunda Época. Año I, Nº 2. Montevideo,
mayo,   1958. Copia fotográfica del original en el archivo documental del autor. 24.
Revista del Instituto Sudamericano del Petróleo. Volumen 1, Nº 5, pág. 492, 
febrero de 1945.
25.       José Segundo Decoud. "Cuestiones Políticas y Económicas", obra citada.
26. Luis M. Banks. "Recursos de Hidrocarburos del Paraguay". Buenos Aires,
1970.
27.       La Tribuna de Asunción, julio 1 de 1946. Editorial titulado "Los problemas
de la Agricultura", según datos extraídos del Censo Agropecuario practicado por
STICA.
28.       Decreto-Ley N° 55 del 26 de noviembre de 1948. Compilación de leyes y
disposiciones vigentes, ob. cit., pág. 92 y siguientes.
29.            "Censo de Agricultura del Paraguay". Levantado por el Servicio Técnico
Interamericano de Cooperación Agrícola. Asunción, 1944.
30.            "Censo de Agricultura del Paraguay", ob. cit., pág. 15. El saldo de 490
chacras    corresponde a parajes, estancias, etc.
31.       "Censo de Agricultura del Paraguay", ob. cit., págs. 49, 50, 51, 77.
32.            "Censo de Agricultura del Paraguay", ob. cit., pág. 123 y "Anuario
Estadístico    de la República del Paraguay", 1948-1953. Asunción.
33.       Anuario Estadístico de la República del Paraguay. 1948-1953. Asunción.
34.       "Censo de Agricultura del Paraguay", ob. cit., pág. 80.
35.       "Censo de Agricultura del Paraguay", ob. cit., págs. 72 y 75.
36.       "Censo de Agricultura del Paraguay", ob. cit., pág. 59.
37.       "Censo de Agricultura del Paraguay", ob. cit., págs. 17, 48, 269 y 270.
38.            Waldo Frank. "Viajes por Suramérica". Ediciones Cuadernos Americanos.
 México, 1944, pág. 407
39.            Eusebio Ayala. "Patria y Libertad". Selección de Discursos, Artículos y
Documentos. Buenos Aires, 1952, pág. 213. Dice Ayala: "A manera de epílogo voy
a parodiar a Wells y hacer una anticipación: "Acaba de iniciarse el año 1945. Un
extranjero, después de una estada breve, se embarca en cierta ciudad   capital
en el avión-correo Buenos Aires-Nueva York. En el cómodo pullman abre un
cuaderno que contiene sus apuntes sobre el país que acaba de visitar. De ese
cuaderno extraemos algunos datos. Población: la población de la República,   de
cuatro millones de almas, está formada por razas diferentes amalgamadas bajo
un régimen de libertad y tolerancia. La historia heroica del pueblo aborigen   ha
servido de núcleo a la composición étnica, base de un vigoroso espíritu
nacionalista. El índice de incremento vegetativo e inmigratorio es elevado. La
mortalidad es la más reducida que se conoce. No existen endemias. El clima y las
condiciones sanitarias son propicios para la vida de los hombres en todas las
latitudes. Comercio: la exportación del último año ha excedido por primera vez la
cifra de 200.000.000 de dólares, representando un excedente de 30.000.000
sobre las importaciones. Los artículos principales de exportación son: algodón de
un tipo especial que tiene fácil mercado, frutas cítricas y de otra clase, apreciadas
por su calidad y buena presentación en los centros consumidores, cigarros,
cigarrillos y tabacos muy estimados en Europa y América, maderas preparadas
para obras de ebanistería, yerba mate de calidad extra, aceites vegetales, carne y
subproductos, artículos variados de industrias domésticas. Las importaciones son
manufacturadas, figurando como una pequeña fracción de los artículos
alimenticios, pues el país produce casi todo lo que consume en este ramo.
Comunicaciones: además de las líneas aéreas interiores e internacionales, el país
utiliza las vías fluviales surcadas por navíos de distinto calado admitiendo barcos
de carga de ultramar de 4.000 toneladas en todo tiempo y de mayor porte en la
época de creciente. Mediante un convenio con los Estados vecinos se han
dragado los ríos de modo de mantener una profundidad mínima de tres metros. La
capital ha sido declarada puerto de mar hace un año. Líneas de ferrocarril unen al
país con los Estados vecinos y a través de éstos con el gran sistema troncal
panamericano. Los ríos interiores son paulatinamente canalizados. Una red de
caminos de macadán y asfalto cubre el territorio. Costo de vida: la producción
abundante de materias alimenticias, la baja tasa de impuestos, el género de vida
de las gentes que se sienten más inclinadas al confort y a las distracciones al aire
libre que al lujo y al fatuo urbano, libre de la burocracia que no atrae, desde luego
a los ciudadanos, todo concurre a mantener un alto standard de comodidad a
bajo costo. Finanzas: la deuda pública interna y externa se mantiene a un nivel
razonable. El sistema de crédito bancario es favorable al trabajo. El presupuesto
es estrictamente equilibrado. Ejército: todos los hombres de 18 a 28 años
pertenecen a una especie de milicia y se sujetan a un entrenamiento físico a base
de gimnasia con nociones de índole militar. La oficialidad está formada en
institutos excelentes y goza de reputación y de eficacia. Educación superior: las
viejas facultades se han convertido en verdaderos centros de investigación
científica, abandonando las líneas puramente profesionales. Las nuevas
facultades de agronomía, industrias, etc., están montadas con los últimos
adelantos de la materia. Capital y ciudades principales: es notable el hecho de
que la capital absorba un mínimo de la población total. Cuenta con 250.000
habitantes. El resto se distribuye en pequeñas poblaciones agrícolas dotadas de
medios de transporte rápidos, de energía eléctrica y de todos los menesteres de
la vida moderna. La capital contiene un barrio sobre el río que es de construcción
antigua con calles angostas y edificios de estructura abigarrada. Hoy se ha
convertido en el centro de los negocios. En los alrededores se extienden las
residencias formando verdaderas ciudades jardines. Cada casa es una pequeña
granja y los habitantes se recrean con el cultivo de huertas. Las avenidas son muy
anchas y están bordeadas de árboles y jardines. Se observa un gran número de
piscinas públicas y privadas. Parecen ser los lugares de recreo favoritos en el
estío. Se nota la sobriedad de los monumentos. El más notable es un cenotafio
elevado en una colina dominante. Está dedicado al recuerdo de una guerra con
un país vecino. Se lee en el monumento esta inscripción: "La patria a los que
murieron por hacerla más grande".
"Habéis adivinado hace tiempo el país de mi anticipación. No me digáis que se
trata de un sueño. No. Esa imagen esbozada a grandes trazos es lo que puede
ser este país, nuestro país, si ponemos la voluntad necesaria. Seguramente será
un espejismo de la fantasía si esperamos que todo eso nos venga del cielo. Pero
será una realidad si ponemos nuestro orgullo de paraguayos y de hombres en
hacer del Paraguay una tierra, no solamente de heroísmo, sino también una tierra
en que se viva libre, tranquilo y feliz".
40.       Anuario Estadístico de la República del Paraguay, 1948-1953, pág. 11.
41.       La Corporación Paraguaya de Carnes fue creada por Decreto-Ley N° 2810
del 6 de marzo de 1944.
42.            Anuario Estadístico de la República del Paraguay. 1948-1953. Manual 
Estadístico del Paraguay. Preparado en la Sección Económica Agrícola
delServicio Técnico Interamericano de Cooperación Agrícola. Boletín N° 193. 
Asunción, Paraguay. Noviembre, 1955.
43.       Los desterrados paraguayos cantaban una canción llamada "Renacerá el 
Paraguay", de Herminio Giménez y Néstor Romero Valdovinos, que dice: "Se    han
quedado en silencio los valles floridos / Y los ranchos humildes en ruinas están /
ya la aurora no encuentra por esos caminos / A la hermosa morena camino al
ycuá. / Los sembrados sollozan la ausencia de espigas / Y las nubes que pasan
parecen llorar / Al fuerte labriego de heroicas hazañas / Y desterrado   que añora
muy lejos su hogar. / Para qué los jazmines y la noche estrellada / Si la patria
enlutada a sus hijos perdió? / Si hoy en otros confines, lejos, ya           desterrada /
La valiente, abnegada juventud se quedó? /
            Renacerá el Paraguay bajo el beso de Dios / Alborada triunfal que nuestra
sangre regó / Bendecida en dolor / Y en surco feliz / Otra vez cantará el labrador /
Renacerá el Paraguay bajo el beso de Dios / Alborada triunfal que nuestra sangre
    regó / Bendecida en dolor / Y la patria será / Una sola promesa de amor". (RCA
            VICTOR. AGE - 131, lado 1).
                      -Transcribir "Versículos a la Patria doliente". J. Natalicio González, en
"Motivos de la Tierra Escarlata", pág. 161-. Editorial Guarania. México, 1952.
            -En un local de exiliados paraguayos en Montevideo se leía escrita en la
pared       principal del salón de actos esta frase: "La patria está donde se
encuentra su pueblo".
 
 
 
TÍTULO II
 
DEL PARÉNTESIS REFORMISTA
 
1. LA ADMINISTRACIÓN DEL SECTOR DEMOCRÁTICO DEL PARTIDO
COLORADO. ROBERTO L. PETIT TOMA LA BANDERA DE LA REFORMA
AGRARIA. RESTABLECIMIENTO DE LA AUTONOMÍA DEL DEPARTAMENTO DE
TIERRAS Y COLONIZACIÓN. - 2. EL DEPARTAMENTO DE TIERRAS Y
COLONIZACIÓN ES DENOMINADO INSTITUTO DE REFORMA AGRARIA. - 3.
APLICACIÓN DEL ARTÍCULO 30 DEL ESTATUTO AGRARIO DE 1940.
 
                      1. Un corto período reformista transcurre durante el gobierno del sector
democrático del Partido Colorado, encabezado por Federico Chaves, que dio
término al tiempo caótico que siguió a la destitución de Higinio Morínigo, en el que
se turnaron en la Presidencia de la República cinco primeros magistrados,
superando el récord hasta entonces registrado en el país en su turbulenta vida
cívica. El joven hombre público Roberto L. Petit, apoyado por la dirección política
del grupo gobernante, toma la bandera de la Reforma Agraria arriada durante la
era de Morínigo y se esfuerza en restablecer las bases de la Institución encargada
de su ejecución y en dar cumplimiento a las disposiciones del Estatuto Agrario.
                      Basado en la dolorosa experiencia recogida en la última década, Petit
obtiene la sanción de un decreto del Poder Ejecutivo que restablece la autonomía
del Departamento de Tierras y Colonización, quedando habilitado nuevamente
para la administración de su patrimonio de acuerdo con las disposiciones del
Estatuto Agrario que recuperara su plena vigencia desde diciembre de 1950. No
pudo, sin embargo, evitar que el decreto derogara, al mismo tiempo, las
disposiciones del Estatuto relativas a la formación técnica de los colonos y sus
hijos, la creación de colonias escuelas, el estudio y aprobación de planes de
riego, energía hidráulica y eléctrica en los trabajos rurales en las colonias, de
seguros de producción agrícola en todas sus formas en las mismas, el
mejoramiento de la alimentación y la salud de la población de las colonias, la
mestización del ganado de los colonos, y al fortalecimiento del patrimonio de la
Institución con el impuesto progresivo a las propiedades rurales incultas para el
cumplimiento de sus objetivos, aunque posteriormente la Cámara de
Representantes, al aprobar el decreto del Poder Ejecutivo de referencia, mantuvo
la vigencia de dichas disposiciones1.
 
            2. La Cámara de Representantes sancionó en 1951 la ley que sustituye la
denominación de Departamento de Tierras y Colonización por el de Instituto de
Reforma Agraria, disponiendo que las referencias en las leyes, decretos,
resoluciones y demás documentos públicos y privados hechos al Departamento
de Tierras y Colonización se entenderán hechas al Instituto de Reforma Agraria.
Este simple cambio de nombre de la institución, que por el artículo 2° del Estatuto
Agrario tenía, expresamente, el "carácter de Instituto Superior de Reforma
Agraria", "encargado de realizar la reforma agraria", fue erróneamente interpretado
por J. Manuel Frutos como un acto de creación de una nueva institución,
afirmando que con aquel acto legislativo se había creado el Instituto de Reforma
Agraria.          
 
                      3. La ocupación clandestina por ciudadanos de los países limítrofes de
tierras de las zonas fronterizas, particularmente en el Chaco, en los lugares de los
fortines Horqueta, General Díaz y Sorpresa, decidió a Petit a reglamentar el
artículo 30 del Estatuto Agrario que establece que las tierras situadas en las
fronteras del país, cuyos límites no sean ríos navegables, se destinarán a la
formación de colonias de ciudadanos nativos, declarando al mismo tiempo de
utilidad pública y sujetas a expropiación aquéllas que sean del dominio privado.
La reglamentación dictada en octubre de 1950 fija con una franja de tierra de
veinte leguas desde la línea demarcatoria de la frontera nacional, la zona que, de
acuerdo con el artículo 30 del Estatuto Agrario, debe ser ocupada por ciudadanos
nativos con exclusividad, y ordena la presentación a las oficinas del DTC de los
ocupantes de dichas tierras que sean extranjeros no propietarios, en el plazo de
180 días, a partir de la fecha de la reglamentación, con el objeto de regularizar su
situación3. Inspirado en los mismos propósitos que determinaron la sanción del
citado artículo del Estatuto Agrario y su reglamentación posterior, y de conservar
las tierras fronterizas en el patrimonio del Estado, el Instituto Geográfico Militar
obtuvo la sanción de un decreto del Poder Ejecutivo que excluye de los beneficios
acordados a los denunciantes de tierras fiscales, las comprendidas dentro de las
zonas fronterizas del territorio nacional determinadas por este Instituto4. El
incumplimiento del artículo 30 del Estatuto Agrario, su derogación posterior y el
olvido de la vigencia del decreto de referencia permitieron la infiltración en nuestro
territorio de la frontera noreste de ciudadanos brasileños, que se posesionaron de
las reservas de tierras de la Cuenca del Plata aptas para el cultivo del café y
abrieron el camino para la ocupación del territorio nacional de la zona del Salto
del Guairá, por el gobierno del Brasil. Este menoscabo de los intereses
paraguayos producido por errores cometidos en la conducción del Estado
acrecienta el sentimiento de frustración nacional que detiene el progreso del país
y alimenta la desintegración de su pueblo con el éxodo masivo al exterior,
provocado por falta de seguridad jurídica y fuentes de trabajo en el territorio
nacional5.
 
NOTAS
 
1.                Compilación de Leyes y Disposiciones Reglamentarias Relativas al
Régimen de la Tierra en el Paraguay, ob. cit., pág. 95. Decreto N° 1679, 18-
XII-1950. Ley    N° 86, 4-VI-1951, pág. 96 y 97.
2.         J. Manuel Frutos. "Demanda ocupacional y Reforma Agraria", ob. cit., pág.
13.   "Habíamos dicho -afirma- que en 1950 fue creado el Instituto de Reforma 
Agraria".
3.                Resolución del Presidente del Directorio del Departamento de Tierras y 
Colonización N° 1757 del 24 de octubre de 1950. Compilación... ob. cit., pág.
         149.
4.         Decreto-Ley N° 8511 del 21 de noviembre de 1949. Compilación... ob. cit.,
pág.  94.
5.                La Industrial Paraguaya S.A. vendió a Casimiro Brodziack, filho, 236.364
hectáreas de tierras aptas para plantaciones de café en el Departamento de
Pedro  Juan Caballero y a Geremías Lunardelli y Casimiro Brodziack filho, 200.000
hectáreas de tierras para plantaciones de café en el Departamento
de  Hernandarias. (Tomás Genes, Subgerente General de La Industrial Paraguaya
S.A. en "Documentación del Primer Seminario Nacional sobre Reforma Agraria en
el Paraguay. 24 de junio - 24 de julio, 1958". Documento N° 9).
 
 
 
TITULO III
 
DE LA REFORMA AGRARIA A LA COLONIZACIÓN
 
1. EL CENSO AGROPECUARIO DE 1956. ANÁLISIS DE SUS RESULTADOS. - 2.
PRIMER SEMINARIO NACIONAL DE REFORMA AGRARIA Y BIENESTAR RURAL.
A) PROGRAMA DEL SEMINARIO. B) PARTICIPANTES DEL SEMINARIO. SON
EXCLUIDOS LOS AGRICULTORES, SUS COOPERATIVAS AGRÍCOLAS Y
REPRESENTANTES LEGALES. C) PENSAMIENTO OFICIAL SOBRE REFORMA
AGRARIA. INTERVENCIÓN DEL MINISTRO DE AGRICULTURA Y GANADERÍA.
OPINIÓN DEL DOCTOR JUAN MANUEL FRUTOS (H) Y DEL REPRESENTANTE DE
LA FAO EN ASUNCIÓN, L. J. FRENCH, SOBRE EL PUEBLO PARAGUAYO. D)
TÉRMINOS DEL PROBLEMA DE LA TENENCIA DE LA TIERRA EN EL PARAGUAY
ANALIZADOS POR EL SEMINARIO. E) IDEAS DEL REPRESENTANTE DE LA FAO,
L. J. FRENCH. F) PLANTEAMIENTOS DE EDGAR F. TABOADA. OPINIONES DE
EDUARDO LAVIGNE, EMILIANO CABALLERO, AUGUSTO URBIETA FLEITAS Y
JUAN MANUEL FRUTOS (H) SOBRE EL CAMPESINO PARAGUAYO. G)
SOLUCIONES AL PROBLEMA DE LA TENENCIA DE LA TIERRA EN EL
PARAGUAY. SOLUCIÓN DEL PRESIDENTE DEL INSTITUTO DE REFORMA
AGRARIA, TEODOSIO ZAYAS. H) ANÁLISIS DEL ESTATUTO AGRARIO.
OPINIONES DE ZAYAS, CABALLERO, TABOADA, FRENCH Y FRUTOS (H). I)
EMILIANO CABALLERO Y SUS IDEAS SOBRE EL CAMPESINO PARAGUAYO. EL
"PYNANDI" Y EL CAMPESINO. LOS DEFENSORES DEL CAMPESINO Y
CABALLERO. J) GONZÁLEZ ALSINA: APOYO A LOS LATIFUNDISTAS. K)
NUEVAS INTERVENCIONES DEL PRESIDENTE DEL INSTITUTO DE REFORMA
AGRARIA. OPINIÓN DE DOMINGO FASSARDI SOBRE EL ESTATUTO AGRARIO. l)
GUILLERMO TELL BERTONI Y EL APOYO A LOS LATIFUNDISTAS PARA
COLONIZAR SUS DOMINIOS. ll) INTERVENCIÓN DE LA INDUSTRIAL
PARAGUAYA S. A. M) RIAD EL GHONEMY Y LA DEFENSA DEL PARAGUAY Y SU
PUEBLO. N) ALEGATO DE EDUARDO LAVIGNE PARA LA DEROGACIÓN DEL
ESTATUTO AGRARIO. Ñ) INTERVENCIÓN DE GUILLERMO TELL BERTONI Y SU
CRÍTICA AL ESTATUTO AGRARIO. O) REFORMA AGRARIA Y BIENESTAR RURAL.
P) OCUPANTES PRECARIOS DE TIERRAS AJENAS. SOLUCIÓN PROPUESTA:
TRASLADO DE POBLACIONES. RESISTENCIA CAMPESINA. CONCLUSIONES
DEL SEMINARIO. - 3. CONCESIONES PARA LA EXPLOTACIÓN DEL PETRÓLEO
DEL CHACO. CADUCIDAD DE LA CONCESIÓN A LA UNIÓN OIL COMPANY.
VIGENCIA DE LA LEY DE 1940. CONCESIONES A ELIZARDO AQUINO, RAMÓN
CENTURIÓN Y "CARLOS CASADO LTDA.". CONCESIONES A LAS COMPAÑÍAS
"PURE OIL COMPANY", "INTERNATIONAL PRODUCTS CORPORATION" Y
"PETRÓLEO GUARANY S.A.", AL MARGEN DE LA LEY DE 1940. DERECHOS Y
OBLIGACIONES DE LAS COMPAÑÍAS CONCESIONARIAS. REGALÍAS DEL
ESTADO. - 4. LEYES DE "COLONIZACIÓN Y URBANIZACIÓN DE HECHO" Y DE
"PARCELACIÓN PROPORCIONAL DE PROPIEDADES MAYORES", DE AGOSTO
DE 1960.- 5. ACTA FUNDACIONAL Y DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS DEL
MOVIMIENTO SOCIAL DEMÓCRATA CRISTIANO DEL PARAGUAY. - 6. ACUERDO
PARA LA LIBERTAD DE LA UNIÓN NACIONAL PARAGUAYA. - 7. ANÁLISIS DE LA
DÉCADA DE 1950. EFECTOS DE LA APLICACIÓN DE LA LEY QUE ESTABLECE
EL RÉGIMEN PARA LA INCORPORACIÓN DE CAPITALES PRIVADOS
PROCEDENTES DEL EXTRANJERO, DE FEBRERO DE 1955.
 
            1. El censo agrícola levantado por STICA en 1944 es completado en 1956
con el Censo Agropecuario realizado con el asesoramiento técnico de la
Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO),
siendo censadas 149.614 explotaciones agrícolas y ganaderas con una superficie
total de 16.816.618.8 hectáreas. Propietarios de sus explotaciones eran 48.650
productores con 12.460.607.6 hectáreas y simples ocupantes 65.863, con
1.545.372.6 hectáreas, superficie esta última coincidente con la destinada a la
agricultura en 1944 que, según el censo de STICA, era de 1.549.785.9 hectáreas.
Entre los propietarios censados aparecen 9.232 con títulos provisorios con una
superficie total de 455.034.8 hectáreas, y 39.418 con títulos definitivos y superficie
total de 12.005.572.8 hectáreas, pertenecientes estos últimos a los productores de
ganado, en su mayoría. En 1944 se censaron, en efecto, 94.498 productores
agrícolas, entre ellos 15.080 propietarios. Incluidos éstos entre los productores
agropecuarios, propietarios de 1956, serían propietarios 24.330 ganaderos. Los
simples ocupantes de tierras fiscales, que en 1944 eran 22.917, totalizaron en
1956, 33.783, en 65.863 productores. La superficie del área territorial destinada a
la agricultura, después de 12 años, se mantuvo prácticamente estacionaria,
mientras la población aumentó en el 36%. El 85% de la superficie total de las
explotaciones censadas (14.604.819.9 hás.) pertenecía a 1.549 productores de
más de 1.000 hectáreas; las explotaciones de 100 a 1.000 hectáreas pertenecían
a 3.391 productores; y las explotaciones de menos de 100 hectáreas (de los
cuales 68.215 de menos de 5 hectáreas, 6.618 de menos de 0.5 hás. y 3.463 sin
cultivo) pertenecen a 144.674 productores. Las explotaciones de 100 a 5
hectáreas eran 139.543.
                      En 103.308 explotaciones existían 96.339 hectáreas de cultivos
permanentes (frutales, etc.); en 146.133 explotaciones, 613.675 hectáreas de
cultivos temporales; en 37.624 explotaciones con 8.952.956.8 hectáreas,
praderas; en 58.876 fracciones con 5.280.844.7 hectáreas, montes y bosques; y
1.872.808.4 hectáreas, otras tierras. Pero sólo 956 productores con más de 1.000
hectáreas poseían 11.172.553.2 hectáreas de tierra. El problema de la tenencia
de la tierra en el Paraguay se había agravado en los doce años comprendidos
entre los censos de 1944 y 1956, con el aumento de la población del país, que de
1.191.000 en 1943 llegó a 1.530.000 en 1954 (36%), aumentando en el mismo
lapso sólo el 4,1% la superficie de tierra destinada a la agricultura,
permaneciendo estacionaria la superficie destinada a la ganadería. Con relación
al aumento de la población, el déficit de superficie de tierra destinada a la
producción agrícola era del 31,9%.
                      La existencia de ganado vacuno era en 1956 de 4.513.343 cabezas,
repartidas entre pequeños, medianos y grandes ganaderos. No tenían ganado
47.439 explotaciones censadas; poseían de 1 a 50 cabezas 96.435
explotaciones; de 51 a 100 cabezas, 2.944; de 101 a 250 cabezas, 1.228; de 251
a 500 cabezas, 548; de 501 a 1.000 cabezas; 405; de 1.001 a 2.000 cabezas,
263; de 2.001 a 5.000 cabezas, 207; de 5.001 a 10.000 cabezas, 94; de 10.001 a
20.000 cabezas, 37; y de más de 20.000 cabezas, 14 explotaciones. El total de
las explotaciones de más de 1.000 cabezas estaba en 1956 en manos de 352
productores de ganado, cuando en 1950 eran 540. En este lapso, la
concentración de la propiedad de la riqueza ganadera fue del 31,6%, habiendo
aumentado en un 20% el número de ganado vacuno. La Compañía "Liebig's
Extract of Meat Company Limited", que en 1918 tenía 228.887 hectáreas de
campos, llegó a concentrar la propiedad de 451.287 hectáreas con 144.991
cabezas de ganado vacuno.
            En las explotaciones censadas en 1956 trabajaban 415.034 campesinos
de más de 14 años, siendo la población campesina total de 880.856 almas. En
587 explotaciones se empleaba energía mecánica; en 90.665 energía animal; en
3.268 energía animal y mecánica; y únicamente energía humana en 55.094
explotaciones. Usaban 33.249 arados de madera, 60.412 arados de hierro, 419
tractores, 408.510 azadas, 203.727 hachas, 384.038 machetes y 129.258 palas.
Tenían 598 camiones de carga, 312 camionetas, 86 jeeps y 42.454 carros y
carretas1.
 
            2. Las comprobaciones del censo agropecuario de 1956 sobre la tenencia
de la tierra en el país produjeron un estado de ánimo colectivo tal que obligó a los
interesados en mantener la situación existente a tomar medidas tendientes a
neutralizar sus previsibles efectos. Se debían encontrar causas aparentes a los
términos del problema denunciado por el censo, ocultando las verdaderas, y
como en los tiempos en que fuera ordenada la liquidación del rico patrimonio
territorial del Estado, se atribuyó a causas relacionadas con supuestas cualidades
negativas del pueblo paraguayo y con el régimen legal vigente. Las ideas de José
Segundo Decoud fueron nuevamente actualizadas en la administración pública,
en la cátedra y en las oficinas de las instituciones internacionales establecidas en
Asunción, concretándose la agitación de defensa del latifundio con la
organización del "Primer Seminario Nacional sobre Reforma Agraria en el
Paraguay", realizado en la capital del 24 de junio al 24 de julio de 1958, con la
asistencia técnica de la "Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura
y la Alimentación" (FAO).
            a) El Seminario se propuso "promover un ambiente de investigación de los
programas y problemas resultantes de la Reforma Agraria, colonización, inversión
de capital extranjero en colonias particulares, utilización de la tierra, crédito
agrícola y del desarrollo de comunidades rurales en el Paraguay", "aclarar el
concepto de Reforma Agraria", "formar criterios sobre latifundio y minifundio en el
Paraguay", "promover una colaboración más estrecha y más efectiva entre los
representantes de los organismos encargados de la Reforma Agraria" y estudiar la
relación del campesino con la tierra en el planteamiento de las soluciones del
problema agrario. Pero el objetivo final, como quedó evidenciado en el análisis de
los trabajos presentados, fue la incorporación de la idea del Bienestar Rural a la
legislación del país en oposición a la idea de la Reforma Agraria, derogando a
este efecto el Estatuto Agrario de 19402.
            b) Participaron en el Seminario representantes administrativos, judiciales y
parlamentarios del Estado y personeros de las organizaciones económicas y
colonias privadas, y de las principales firmas latifundistas de la Región Oriental
del territorio nacional. Se desarrolló en dos semanas, en dos sesiones por semana
de dos horas cada una, y fue inaugurado el 24 de junio de 1958 con la asistencia
de altas autoridades nacionales, de los representantes de la FAO, del Crédito
Agrícola de Habilitación, del Servicio Técnico Interamericano de Cooperación
Agrícola (STICA), del Banco del Paraguay, de la Asociación Rural del Paraguay,
de Fassardi Ltda. Forestal y Agropecuaria, de la Federación de la Producción, la
Industria y el Comercio, de la Industrial Paraguaya S.A. y de la Colonización
Japonesa en el Paraguay, y de invitados especiales. No participaron, ni fueron
invitados, las cooperativas y organizaciones campesinas, ni sus representantes
legales -abogados y procuradores- censurados estos últimos con severos juicios,
durante el desarrollo de las deliberaciones, por la defensa realizada de los
derechos de los agricultores.
            c) El Ministro de Agricultura y Ganadería expuso, en el discurso inaugural
del Seminario y en intervenciones posteriores, el pensamiento oficial sobre
Reforma Agraria, sus problemas y soluciones, coincidente con el pensamiento de
la contrarreforma. Hasta la fecha, afirmó, se habían soslayado "los objetivos de
una auténtica política agraria", dando equivocadamente carácter político a los
problemas de la Reforma e intentando solucionarlos con la distribución de la
tierra, cuando no se trata únicamente de tierra, sino "de la tierra y el hombre". "La
tierra -aseguró- necesita de hombres comprensivos de sus propios problemas",
"que superen su primitivismo" y que tengan "un programa de sanas inversiones". Y
por razones que fueron analizadas en el Seminario, ese hombre, a juicio de los
representantes de la administración del Estado, no es el campesino paraguayo.
La tierra, agregó el Ministro, no resuelve por sí sola el problema agrario, sin cierto
grado de cultura del campesino, aunque constituya el elemento físico de partida,
porque no da al productor el aval que necesita para obtener crédito cuando se
trata del pequeño propietario. Las explotaciones agrícolas en parcelas de tierra
de menos de cinco hectáreas, que en 1956 eran 68.215, en las que trabajaban
144.676 campesinos, estarían implícitamente, según el análisis del Ministro, fuera
de toda posibilidad de asistencia financiera. Ésta sería reservada con preferencia
a los 1.549 grandes productores, propietarios de más de 1.000 hectáreas de
tierras y que concentraban en su poder el 85% de la superficie total de las
explotaciones agropecuarias, y a los 3.391 medianos productores de 100 a 1.000
hectáreas de tierra. Los productores de 100 a 5 hectáreas tendrían parecida
suerte a los que poseían menos de cinco hectáreas.
                      El Seminario buscaría los medios adecuados para que la tierra del
productor agrícola adquiera valor económico y constituya garantía suficiente de la
asistencia financiera que necesita. El Ministro planteó finalmente la necesidad de
promover las migraciones internas con habitantes de las zonas rurales de alta
concentración de población, que, según el planteamiento oficial, debían ser
dispersados en los lugares donde abundaren tierras, cuyos propietarios desearan
colonizarlas, con el objeto de aliviar la presión que ejercían sobre los latifundistas
de las zonas densamente pobladas, para lo cual debía disponerse medios
financieros indispensables para el pago del precio de la tierra y de los gastos de
los servicios públicos3. El aumento de las poblaciones campesinas constituía una
amenaza creciente para los latifundios, y los grandes propietarios de las zonas
menos pobladas deseaban valorizar sus posesiones con las migraciones internas,
ofreciéndolas para la colonización con apoyo financiero y concesiones especiales
del Estado, y sin contralor del precio de venta de las parcelas agrícolas.
            Las ideas y planteamientos iniciales del Ministro no fueron compartidos por
los representantes en el Seminario del Poder Legislativo y la FAO, quienes
exaltaron la capacidad creadora del pueblo paraguayo y defendieron el derecho
que asiste a los campesinos a permanecer en sus actuales posesiones, y
analizaron las causas verdaderas de la resistencia opuesta por los mismos a ser
trasladados a zonas distantes y aisladas. Un gran número de campesinos,
afectados por el proyecto oficial, optaron por el éxodo a los territorios de los
países limítrofes, antes que poblar tierras alejadas de los centros urbanos, sin
seguridad jurídica, asistencia financiera y técnica y servicios públicos, y
sometidos al poder despótico del latifundio. Las ideas de Artemio Mereles,
expresadas en la Cámara de Diputados, en ocasión del estudio por el Parlamento
del proyecto del Estatuto Agrario de 1940, permanecían vigentes. No se trata,
decía Mereles, de ofrecer a los agricultores tierras de zonas inaccesibles a las
vías de comunicación y a los mercados de consumo, sino de darles las que
ocupan para evitar que emigren a los territorios de las naciones limítrofes4.
            d) Los siguientes términos del problema de la tenencia de la tierra en el
Paraguay y sus evidentes manifestaciones económicas y sociales, fueron
presentados al análisis del Seminario. El territorio de este país, de 40.675.200
hectáreas de superficie, dividido en dos regiones, correspondiendo el 60% al
Chaco y el 40% a la Región Oriental, estaba destinado en 1957 el 4,1% a la
producción agrícola, principal fuente de riqueza, el 29% a la ganadería, el 18,4%
a la explotación forestal y el 48,1 sin ocupación. La Zona Central de la Región
Oriental, de 360.870 hectáreas de superficie, eran cultivadas 143.357 hectáreas,
divididas en 41.823 chacras, de los cuales el 75% (38.917 chacras) tenía menos
de 7,5 hectáreas, constituía morada y fuente de trabajo de 211.440 campesinos,
el 18,4% de éstos como propietarios de sus parcelas, el 52,3% como simples
ocupantes y el 8,4% como arrendatarios. El resto del territorio de la Zona Central
(217.513 hectáreas) formaba parte del patrimonio de terratenientes y estaba
cubierto de montes y praderas. Zona de tierras lavadas por el uso de siglos,
divididas en 48 distritos con 437 compañías, ubicadas a 100 kilómetros de
Asunción, y que para satisfacer las necesidades de una persona requería la
producción de cuatro hectáreas, disponiéndose de menos de una hectárea por
habitante. El problema económico y social de la Zona Central, que constituye un
desafío a la capacidad de la conducción nacional y que afecta al presente y al
porvenir del país, debía encontrar su solución con un régimen de abonos y la
práctica de conservación del suelo, excluyendo la expropiación de tierras del
dominio privado.
            En la Región Oriental, once propietarios de latifundios de más de 100.000
hectáreas poseen el 34% de su territorio; 1.199 propietarios de 100.000 a 2.000
hectáreas, el 60%; y 109.970 agricultores de menos de 100 hectáreas, el 4,3%. Y
en el Chaco, 14 propietarios de más de 1.877 hectáreas poseen 13.212.000
hectáreas. La reserva de tierras fiscales del Chaco con la determinación de los
límites con Bolivia era de 8.720.715 hectáreas5.
            El 70% de la población activa trabajaba entonces en las faenas rurales,
concentrada en la Zona Central con una densidad de 63,3 habitantes por
kilómetro cuadrado y 0,6 hectárea por persona, mientras en el Chaco la densidad
era de 0,23 por kilómetro cuadrado. Con este régimen de distribución de tierra y
el cultivo de pequeñas parcelas sin el empleo de la ciencia y de las técnicas
modernas, la producción agrícola de subsistencia limita el desarrollo de la riqueza
del país y el ingreso y nivel de vida de sus habitantes. Y sin embargo la naturaleza
ofrece condiciones de excepción para una producción agropecuaria de gran
volumen comercial. En los últimos 14 años, entre los años 1943 y 1957, mientras el
área cultivada había aumentado en el 0,8%, la población creció en el 38 por
ciento6. Por otra parte, el censo industrial de 1955 verificó la existencia de 2.480
establecimientos industriales con 25.505 trabajadores7.
                      e) Esta distribución de la tierra no permite, según opinión del
representante de la FAO, establecer una política forestal, perjudica a la política
ganadera, incide en mayor grado en la política agraria y obstaculiza el desarrollo
del país. El censo de 1956 había comprobado que el 56% de los productores
agrícolas son simples ocupantes de las parcelas que cultivan, situación que hace
imposible plantear un programa de Reforma Agraria; pero, aunque se
regularizare, agregaba, la condición jurídica de éstos con el otorgamiento de
títulos de propiedad, no se podría ejecutar un plan de reforma sin una adecuada
asistencia técnica. Los campesinos paraguayos, que integran el 80% de la
población, necesitan, afirmaba, un mínimo de asistencia técnica y cultural para
participar como ciudadanos activos en su comunidad, sin las limitaciones
impuestas por las diferencias de clases8.
                      f) La estructura agraria del país denuncia, según el Secretario del
Ministerio de Agricultura y Ganadería, un mal aprovechamiento de la tierra, la
necesidad de aumentar el área cultivada mediante el empleo de maquinarias
agrícolas y nuevas prácticas de producción, y de, comprender que cada zona del
territorio nacional requiere un plan de reforma agraria9. Por su parte, Eduardo
Lavigne opinó que la situación del campesino está condicionada por la
coexistencia del latifundio y del minifundio, la concentración del 60% de la
población en un radio de 180 kilómetros de Asunción y el "elemento humano" que
determina el rendimiento de la tierra. El bajo rendimiento paraguayo se debe
principalmente, decía, a su cultura y a su preparación profesional, no solamente a
la falta de créditos, obras de riego, abonos, mecanización y otros estímulos. "Vive
-agregó- en un ambiente de indiferencia sin desarrollar sus inquietudes
espirituales". "Está predispuesto -afirmó- en especial a vicios como el
alcoholismo". "El campesino es el de menor jerarquía en la escala social", termina.
"La Reforma Agraria exige -según Lavigne- el concurso de tres factores
coincidentes: tierra, medios y técnica" y "debe ser legislada en un código agrario
de fondo y forma"10. Emiliano Caballero compartió las ideas de Lavigne sobre el
campesino paraguayo. "La producción agrícola-decía Caballero- se relaciona con
la psicología del "pynandi". "El agricultor paraguayo -afirmó- es una entidad
humana que se ha desviado, que no se ha podido encauzar por su verdadera
orientación". Y agregó que "el hombre paraguayo es individualista y como
agricultor hace lo que su capricho y arbitrio le ordena". "El agricultor rural, al final
de cuentas no es agricultor ni nada". "El paraguayo fuera de Asunción tiene una
vida simple, desesperante"11.
                      Caballero y Lavigne no tenían buena opinión de sus compatriotas
campesinos y sus ideas sobre las cualidades negativas del agricultor paraguayo
conducen a la implícita afirmación de la imposibilidad de ejecutar un plan de
reforma agraria con la participación de la población nativa. No comprendían que
de ser ciertas -que no las son- sus afirmaciones sobre las condiciones negativas
del campesino para la producción agrícola, esa misma circunstancia indicaba la
imperiosa necesidad de ejecutar un plan de Reforma Agraria que hiciese posible
el desarrollo cultural y económico de la población del país. Urbieta Fleitas, que
comprendió mejor las causas del drama del campesino paraguayo, afirmó que
800.000 habitantes del campo reclaman solución al bajo ingreso, que puede ser
resuelto con la Reforma Agraria12. Y Juan Manuel Frutos (h), miembro de la
Cámara de Representantes, expresó que "el agricultor paraguayo, cuando tiene
posibilidad de progresar y de usufructuar el beneficio de sus esfuerzos, de
aprovechar su trabajo, es laborioso"13. "El paraguayo -agregó- prospera, progresa
y es de lo mejor cuando trabaja en su tierra, que quiere aprovecharla a través de
los años para que sus próximas generaciones tengan la posesión de esas tierras,
y entonces introduce mejoras de carácter definitivo, si es que no se le da en
carácter de arrendamiento"14.
            g) Determinados los términos de los problemas de todo orden, planteados
por el estado de distribución y tenencia de la tierra, el Seminario analizó las
posibles soluciones. El Presidente del Directorio del Instituto de Reforma Agraria
presentó al Seminario los problemas creados por los campesinos sin tierra,
ocupantes de fundos privados, y planteó la solución de los mismos. En la Zona
Central, donde la renta de las tierras de cultivo pagada por los ocupantes es del
20 al 50% de la producción, y la lucha por su posesión adquiere caracteres
dramáticos por la elevada densidad de la población y la escasez de tierras, los
campesinos piden la expropiación de las tierras ocupadas para obtener la mínima
seguridad jurídica que exige el trabajo agrícola y que habían perdido con la
derogación, en la Era de Morínigo, de la disposición legal que desde 1926 les
daba el carácter de arrendatarios, reclamando los propietarios el pago de la
indemnización correspondiente. Ante la falta de medios financieros para el pago
del precio de los inmuebles cuya expropiación solicitan sus ocupantes, Teodosio
Zayas propuso el traslado de éstos a las fracciones de tierra de propiedad del
Instituto de Reforma Agraria, ubicadas en el Alto Paraná y en las regiones del
Amambay y del Mbaracayú o en las colonias oficiales. Pensaba Zayas que el
Estado se encontraba en la obligación de solucionar el problema planteado por la
ocupación irregular de tierras pertenecientes al dominio privado por los
campesinos, con el traslado de éstos a las tierras de propiedad del Instituto de
Reforma Agraria, invirtiendo las sumas que serían abonadas por concepto de
expropiación, en los gastos de mudanzas de poblaciones enteras15. Esta solución
no consultaba los aspectos humanos, sociales y económicos de toda migración
impuesta por el poder del Estado y que ya habían sido conjugados en las
Ordenanzas de Hernando Arias de Saavedra, tres siglos y medio antes. La idea
del bienestar rural sustituyó en la solución propuesta a la idea de la Reforma
Agraria. La financiación de la operación de migración sería realizada con un
impuesto que grave los latifundios cubiertos de bosques, con lo que se obtendría
la distribución de la renta nacional manteniendo la estructura actual de la tenencia
de la tierra y el centro de gravedad del poder político, realizando al mismo tiempo
la distribución de las tierras del Estado.
                      h) Con el planteamiento del Presidente del Instituto de Reforma Agraria
para la solución del problema de la tenencia de la tierra en la Zona Central, el
Seminario inició el estudio de la derogación del Estatuto Agrario de 1940. La falta
de medios financieros para el pago de expropiaciones fue imputado a este
cuerpo de leyes. A este respecto afirmó Edgar Taboada que es responsabilidad
histórica del Seminario "emitir juicio sobre si la actual ley de Reforma Agraria
dispone de los medios financieros para llevar a cabo o no la Reforma Agraria". "Si
es adecuada o no la enunciación o la fórmula que se ha planteado en la Reforma
Agraria por nuestra ley misma"16. Y, por su parte, Emiliano Caballero expresó que
"nuestra ley es inadaptable por el concepto que actualmente se tiene de la
Reforma Agraria", "adolece de defectos superados por la experiencia y el
conocimiento de todos los factores que podrían determinar la normal aplicación
de los estatutos de la Reforma Agraria" y no previó el aspecto financiero de la
reforma, anunciando finalmente que el Directorio del Instituto de Reforma Agraria
tiene el propósito de estudiar un moderno Estatuto Agrario que recoja la
experiencia acumulada en la aplicación del Estatuto vigente". El representante de
la FAO agregó al respecto que es propósito del Ministerio de Agricultura y
Ganadería, del Instituto de Reforma Agraria y sobre todo de la FAO unificar en
este Seminario ideas y criterios concretos y positivos para la modificación de la
ley de Reforma Agraria actual que no armoniza con la política agraria del
bienestar rural. "Yo concuerdo –afirmó- con los señores Taboada y Caballero que
esa es la idea que tenemos nosotros que estamos aquí". Hemos constituido -
agregó- grupos de trabajo para este efecto, considerando las dificultades
existentes para realizar estos estudios en un Seminario y el tiempo requerido para
publicar sus conclusiones por las obligadas demoras en la corrección de los
textos y en la sanción de normas técnicas para la ejecución de una política de
reforma agraria18.
            La vigencia del Estatuto Agrario de 1940 constituía un obstáculo legal para
el traslado de campesinos de la Zona Central a las distantes regiones del Alto
Paraná, Mbaracayú y Amambay, y para la política de renuncia a las
expropiaciones en beneficio de los latifundios y del régimen de arrendamientos
rurales al 50% de la producción. No se trataba, en efecto, de falta de financiación
de la ley, pues si tal fuera el motivo que aconsejaba su derogación, nada más fácil
que reforzar el rubro que resultare insuficiente. En realidad, la nueva política
agraria de conservar el bienestar rural de los poderosos exigía la vigencia de
normas jurídicas distintas a las establecidas en el Estatuto Agrario de 1940.
            Juan Manuel Frutos (h) no compartió todas las ideas y planteamientos de
Taboada, Caballero, Zayas, French y González Alsina. El tema de los ocupantes
de tierras privadas y su solución, afirmó, es muy amplio y requiere semanas y
meses para analizarlo convenientemente. Aceptó la idea de unificar principios y
criterios sobre los diversos problemas de la reforma agraria, que en los últimos
tiempos, dijo, los gobiernos demagógicos la han identificado con ciertos aspectos
de la tenencia de la tierra. El solo traslado de campesinos, agregó, de la Zona
Central a las regiones boscosas del Caaguazú no resolverá el problema agrario,
porque quedarán pendientes de solución las cuestiones relacionadas con la
ayuda inicial a los colonos para subsistir en los nuevos lugares de residencia,
para la producción, el mercadeo, la salud y la seguridad, etc. "El Paraguay -dijo-
es un país de hombres sin tierras y de tierras sin hombres, según la expresión de
un escritor". Frutos no aprobó el planteamiento de Zayas para la solución del
problema de los ocupantes irregulares mediante el uso de las tierras fiscales, y
afirmó que la expropiación es un instrumento de bienestar económico y de
solución extrema de los problemas sociales y económicos de poblaciones
enteras, circunstancias previstas por el Estatuto Agrario. El inconveniente que
debía superar el Instituto de Reforma Agraria no era, según Frutos, la
expropiación, sino la indemnización al propietario de la tierra expropiada, y
terminó instando al Seminario a estudiar la posibilidad de aumentar el número de
propietarios en el país19.
            i) La exhortación de Frutos fue recogida por Emiliano Caballero insistiendo
sobre las supuestas condiciones negativas de sus compatriotas campesinos para
participar en un plan de reforma agraria. Existen, afirmó, 64.000 agricultores
ubicados en otras tantas parcelas coloniales que pueden obtener de inmediato el
título definitivo de propiedad siempre que abonen el precio. En la colonia
"Federico Chaves"-agregó- los agricultores se resisten a pagar el precio de los
lotes que ocupan, y en la colonia "Pancha Garmendia" de 500 lotes agrícolas,
solamente el 10% de los colonos tienen título definitivo. El "pynandi" -dijo- se
resiste a dar cumplimiento a la obligación que le impone la ley de abonar el precio
del lote que ocupa, no obstante las gestiones realizadas por el Instituto de
Reforma Agraria. Se debe comenzar, aconsejó Caballero, si se desea aumentar el
número de propietarios, creando conciencia entre los campesinos sobre la
obligación de los ocupantes de tierras coloniales de abonar el precio de las
mismas.
                      La insistencia de Caballero en atribuir a los campesinos vicios y
limitaciones jamás observados por historiador o investigador social alguno,
denuncia la confusión que padece en el conocimiento de sus compatriotas, la
influencia de las ideas de José Segundo Decoud en su formación intelectual y
política y el error que sufre en la elección del hombre representativo de su país.
No es en efecto el "pynandi", creación del sectarismo y de la crisis política, la
expresión del campesino paraguayo que da carácter a la nación y elabora las
condiciones sociológicas de su civilización y cultura. El "pynandi" que aparece en
la Era de Morínigo y es exaltado como prototipo del combatiente sectario de la
Revolución de 1947, se expresa en las guardias urbanas y en las bandas
armadas que desolaron la república después de la guerra civil; con la
complicidad de los agentes del Estado, denunciados por el Arzobispo de
Asunción, Juan Sinforiano Bogarín, en la pastoral del 8 de setiembre de 1947. El
"pynandí" ocupaba por la fuerza los lotes coloniales de los agricultores que eran
obligados a trasladarse al pueblo, a la ciudad o al exterior. Ese "pynandí" es el
campesino "arribeño" que no quiere cumplir con sus obligaciones, que no trabaja,
el que padece de los defectos y vicios denunciados en el Seminario por
Caballero, Taboada y otros.
            Abogados y procuradores que defendían los derechos de los campesinos,
merecieron, como sus mandantes, duras críticas de Caballero. Con incompleto
conocimiento de la legislación agraria, manifestado en la ignorancia del espíritu y
hasta de la letra del Estatuto Agrario, éstos oponían, según afirmaba Caballero,
recursos contra las resoluciones del Directorio del Instituto de Reforma Agraria,
que entorpecían su buena administración. Finalmente; Caballero propuso, con
aparente inocencia, crear conciencia entre los latifundistas para que organicen en
sus tierras núcleos de población rural, con el apoyo del Instituto de Reforma
Agraria y el compromiso de éste de no intervenir en la fijación del precio de venta
a los colonos de las parcelas de tierra 20.
            j) El Ministro González Alsina propuso, en apoyo de la tesis de Caballero,
acordar a los latifundistas "libertad absoluta" para el parcelamiento y venta de sus
tierras; buscar los medios para que los adjudicatarios de los lotes coloniales
cumplan con el compromiso de pagar el precio pactado; acordar reducción o
exoneración de impuestos a los latifundistas que realizaren el parcelamiento,
distribución y venta de sus tierras21.
            k) En nuevas intervenciones, el Presidente del Instituto de Reforma Agraria
insistió sobre el propósito de derogar el Estatuto Agrario y de dictar una nueva
legislación que responda al planteamiento sobre Reforma Agraria de la
Administración Central del Estado. El programa consistía en inducir a los
terratenientes a parcelar sus tierras mediante el otorgamiento de concesiones
especiales y de exoneración impositiva. Entre tanto, aumentaba el número de
campesinos que concurrían a las oficinas del Instituto de Reforma Agraria en
demanda de tierras y esta institución, por falta de medios, no podía hacer parcelar
las tierras fiscales y privadas; y mientras el Estado tiene la obligación de repartir
tierras, los campesinos se negaban a ser trasladados de sus posesiones sin el
apoyo debido22.
                      Zayas olvidó el inmenso potencial económico y social que atesoran los
campesinos interesados en el reparto de tierras, manifestado en los años 1938,
1939, 1940 con la organización de Comisiones Agrarias para el pago de los
gastos de mensura y loteamiento de tierras. Antes que los defectos de la
legislación vigente, fueron las deficiencias de la administración las que
determinaron la ineficacia del Instituto de Reforma Agraria en la solución de los
problemas de reparto de tierras. Así lo comprendió uno de los latifundistas que
participaron en las deliberaciones del Seminario, quien no consideraba necesaria
la derogación de la legislación vigente para la ejecución de un plan de Reforma
Agraria. Domingo Fassardi expresó a este respecto que debe reconocerse que la
ley sobre Reforma Agraria y el régimen forestal no fueron debidamente aplicados
y que de haberlo hecho otra sería en estos momentos la situación del agro
paraguayo. La manifestación de Fassardi, que no puede ser tachada de
tendenciosa por tratarse de un propietario de latifundio de más de 150 mil
hectáreas en la Región Oriental, invalidó la tesis de la inaplicabilidad del Estatuto
Agrario en la ejecución de un plan de reforma y puso al descubierto los
propósitos verdaderos de los promotores de la derogación de la legislación
vigente23. Zayas presentó al Seminario un proyecto de declaración que
recomendaba la revisión de todas las leyes sobre reforma agrada e inmigración
como paso previo al cumplimiento del programa del Instituto de Reforma
Agraria24. El propósito de derogar el Estatuto Agrario que, según afirma Frutos,
prevé la expropiación como instrumento de solución extrema de problemas
económicos y sociales, se oponía al fementido programa de ejecutar un plan
verdadero de Reforma Agraria, de repartir tierras y de inducir a los latifundistas a
colonizar sus dominios25.
            l) Con respecto al plan especial de promover la colonización privada, el
representante de la Federación de la Producción, la Industria y el Comercio
(FEPRINCO) consideró insuficientes las facilidades otorgadas en la legislación
vigente a los latifundistas que deseaban colonizar sus tierras y planteó            un
apoyo especial del Estado a aquéllos que parcelaren sus dominios e incorporasen
inmigrantes al países.
            ll) La exposición del subgerente general de La Industrial Paraguaya S.A.
aclaró la posición de los terratenientes sobre el plan oficial de promover la reforma
agraria mediante concesiones especiales a los latifundistas. Esta firma había
vendido a dos compañías cafeteras brasileñas 436.364 hectáreas de tierra en los
departamentos de Pedro Juan Caballero y Hernandarias, y en grandes lotes y a
plazo a los ocupantes de sus tierras en el departamento de San Estanislao, y
organizado con capitales de origen paraguayo una compañía para el cultivo de
café en 10.000 hectáreas de tierra ubicadas en la región de Mbaracayú. En la
zona del Puente Internacional con el Brasil, La Industrial Paraguaya S.A. tenía
reservadas de 4 a 5 mil hectáreas para el desarrollo de la futura población del
lugar, con indisimulado propósito de especular con el mayor valor del inmueble
acumulado con el esfuerzo colectivo.
            El plan colonizador de La Industrial Paraguaya S.A. no se proponía, como
se ve, aliviar la situación de los agricultores paraguayos sin tierras. Contra éstos,
al contrario, reclamó una ley de protección de sus dominios ocupados por los
campesinos que se limitan a la producción agrícola de sustento y explotan los
bosques y yerbales del lugar. La posición de La Industrial Paraguaya S.A.,
principal terrateniente de la Región Oriental, expresada en el Seminario constituyó
la respuesta al plan oficial de realizar la reforma agraria mediante una labor de
docencia entre los latifundistas para colonizar con inmigrantes sus tierras
mediante las concesiones especiales reclamadas por Guillermo Tell Bertoni y
negadas a los agricultores nativos y la derogación del Estatuto Agrario, que, tal
como expresara Juan Manuel Frutos (h), prevé la expropiación de tierras como
instrumento de solución de graves problemas económicos y sociales27.
            m) Riard El Ghonemy, delegado de la FAO, tomó la defensa del Paraguay
y su pueblo frente a los representantes del Estado que los denigraron y difamaron
para justificar la conservación del poder despótico del latifundio y negar al
campesino su derecho a la redención económica y social.
            Cuando grandes extensiones de tierra están en manos de pocas personas
que explotan a los trabajadores y corrompen a la autoridad, el Estado, expresó El
Ghonemy, tiene el derecho de expropiarlas. Así habían procedido México, Italia,
Bolivia, Japón, Corea, India y Egipto, unos expropiando y otros confiscando los
latifundios. El Paraguay, agregó, tiene tierras fértiles, abundantes recursos y "el
mejor elemento humano de América Latina", y hasta tanto pueda explotar el
petróleo del Chaco, su principal fuente de riqueza será la agricultura. Las leyes
vigentes, dijo, establecen que todo paraguayo tiene derecho a poseer y cultivar
su propia tierra; y para dar cumplimiento a esta disposición legal, el Estado
dispone de tierras y cuenta con el ofrecimiento de los particulares para colonizar
sus dominios, pero en lugares donde, por las distancias que los separan de los
centros poblados, es difícil organizar los servicios públicos y las comunicaciones
con los mercados de consumo, mientras el 70% de los agricultores son simples
ocupantes de su chacra. A este respecto recordó, con el evidente propósito de
avivar el adormecido sentimiento patriótico de los representantes del Estado en el
Seminario, que durante la Segunda Guerra Mundial, en ocasión del avance de las
tropas alemanas hacia Egipto, su patria, preguntados los campesinos de la zona
del teatro de operaciones, si temían al ejército del General Rommel, contestaron
que les tenía sin cuidado, porque eran simples ocupantes de las tierras que
habitaban28.
                      n) El alegato contra el Estatuto Agrario fue presentado por Eduardo
Lavigne. Aprobado por Decreto N° 120 del 29 de febrero de 1940 y convalidado
por ley N° 9 del 22 de julio de 1948, Lavigne negó al Estatuto Agrario validez legal
por defectos de fondo y forma y aconsejó su modificación en partes sustanciales
o su sustitución por otro nuevo, en consideración a los inconvenientes que ofrecía
su aplicación, al otorgar al Instituto de Reforma Agraria atribuciones de otros
organismos del Estado (artículo 13); limitar el número de sujetos de la reforma
agraria dando tal carácter a ciertas personas y negando a otras que tendrían
derecho a serlo (artículos 20, 21); facultar a 20 individuos (sujetos de la reforma
agraria) a pedir la expropiación de las tierras que ocupen, sin indicación de
tiempo de ocupación, condiciones y extensión, lo que constituía un abuso
(artículo 22, inc. d y artículo 27); no especificar con exactitud qué debe
entenderse por tierras no explotadas racionalmente, baldías, incultas o
abandonadas (artículo 22, inc. f); no establecer una forma práctica de avalúo de
tierras expropiadas (artículo 32); no establecer una mejor financiación; no otorgar
dominio perfecto; cancelar con facilidad títulos otorgados por la misma institución
(artículo 85); y haber sido derogado en parte por 21 decretos sucesivos.
                      Las atribuciones otorgadas al Directorio del Departamento de Tierras y
Colonización por el artículo 13 del Estatuto Agrario se refieren a la administración
normal de su patrimonio y de las colonias. Como Lavigne no dice cuál o cuáles
atribuciones corresponden a otras instituciones, es imposible determinar su
discrepancia sobre el particular. Tampoco precisa los sujetos de la reforma agraria
que sobran y los que faltan, los que deben ser excluidos y quiénes incorporados.
Los artículos 22, inc. d) y 27, sobre tierras ocupadas por 20 o más sujetos de la
reforma repiten disposiciones similares de las leyes agrarias de 1918 y 1935,
diferenciándose de éstas en que los ocupantes deben ser por nuestra ley sujetos
de la reforma agraria, mientras que por las anteriores bastaban con ser simples
ocupantes de las mismas. En cuanto a la superficie de las tierras que pueden ser
expropiadas, según determina el artículo 22, inc. f), debe ser la necesaria para
distribuirla entre los ocupantes de las mismas, debiendo entenderse en el tiempo
de la sanción del Estatuto Agrario, ley que no podía amparar las ocupaciones
clandestinas posteriores a su vigencia desde el momento que imponía al Instituto
la obligación de dar tierras a los campesinos que no tuvieran y de ubicar a
aquéllos que fueran desalojados de inmuebles de propiedad privada. Las leyes
de 1918 y 1935 facultaban al Poder Ejecutivo a expropiar tierras de hasta 7.500
hectáreas ocupadas por 100 pobladores adultos fueran o no agricultores en la
primera, y de un mínimo de 1.000 hectáreas sin determinación del número de
ocupantes, en la última. Los decretos sancionados en la Era de Morínigo, que
facultaban la ocupación de tierras de propiedad privada con la simple
autorización de las autoridades del lugar, y derogaban la obligación impuesta al
Instituto de dar tierras a los campesinos y de ubicar a los que fueran desalojados
de propiedades privadas, no corresponden al espíritu y a la política que inspiraron
la redacción original del Estatuto sancionado por decreto del 29 de febrero de
1940. La especificación exacta de lo que debe entenderse por tierras explotadas
racionalmente, baldías, incultas o abandonadas, no corresponde a una ley de
fondo como el Estatuto Agrario, sino que ella debe ser objeto de reglamentación
posterior, prevista expresamente en la última parte del inc. g) del artículo 22 y en
el artículo 200 del Estatuto. El artículo 32 establece que el precio del inmueble
expropiado será fijado de acuerdo con el precio medio de las compra-ventas de
tierras en la región y la avaluación fiscal para el pago del impuesto inmobiliario,
pudiendo recurrir el propietario, tal como se establecía en la Ley Agraria de 1935,
ante el Superior Tribunal de Justicia, el que decidirá en última instancia sobre el
monto de la indemnización. Lavigne se limita a afirmar que esta forma de avaluar
el precio de las tierras expropiadas no es práctica, sin ilustrarnos con su mejor
idea o proyecto sobre el particular. Idéntica posición toma cuando reclama al
Estatuto Agrario una mejor financiación, sin proponer una sustitutiva a la existente,
ni recordar que las fuentes financieras previstas son nacionales, a las que se
podía recurrir en aquel tiempo, y que las penurias financieras del Instituto se
debían tanto a la supresión de alguno de sus recursos (como el impuesto al
ganado ya previsto en la ley N° 1060 de 1936), como a la deficiente
administración del mismo. A esta última causa, como a la falta de reglamentación,
deben también imputarse las imperfecciones de dominio de las parcelas de tierra
otorgadas por el Estatuto y no a sus disposiciones. En cuanto a la cancelación de
títulos, se refiere a los otorgados sobre la base de informaciones y datos falsos.
En estos casos, como ocurre en casos similares resueltos por otras ramas del
derecho, el artículo 85 del Estatuto Agrario declara que pueden ser anulados
aquellos títulos otorgados indebidamente por error en las informaciones o por
datos falsos. Finalmente, las modificaciones de algunas de las disposiciones del
Estatuto Agrario y que, a juicio de Lavigne, constituyen, entre otros, motivos
suficientes para aconsejar su derogación, deben ser imputados los que las
ordenaron y sancionaron.
            Este alegato, que aconsejó la derogación del Estatuto Agrario, inspirado
en los planteamientos del movimiento de la contrarreforma agraria, padece de
falta de seriedad científica y corresponde a la opinión que merece a su autor el
campesino paraguayo, al que considera, como ya se ha visto, "el de menor
jerarquía en la escala social", "predispuesto en especial a vicios como el
alcoholismo", "viviendo en un ambiente de indiferencia sin desarrollar sus
inquietudes espirituales" (Anexo al Documento N° 5). No obstante, se vio obligado
a reconocer que la acción desarrollada por el Instituto de acuerdo con las
disposiciones del Estatuto Agrario, que lo organizó, "ha sido altamente
provechosa para el campesino y tiene un honroso historial". Podría haber hecho
más, decía, con adecuada financiación y sin las superposiciones de sus
funciones con las de otros organismos del Estado. Vive de aportes de bancos y
del presupuesto nacional. No ha podido pagar la totalidad de las deudas que ha
heredado por expropiaciones impagas del pasado, pero la pudo reducir a la
mitad. Es duramente censurada por los antirreformistas y latifundistas, pero ha
quedado grabada en el corazón del campesino como una de las más
beneméritas instituciones. Su existencia, terminaba, es una necesidad nacional
para realizar la reforma agraria en coordinación con otras instituciones.
            El homenaje rendido por el autor del alegato al Instituto organizado por el
Estatuto Agrario constituye una implícita rectificación de sus críticas a algunas
disposiciones de este cuerpo de leyes; la censura que merece el Instituto de
parte de los antirreformistas y latifundistas, es su mejor gloria; y el pago de la
mitad de las deudas heredadas por concepto de expropiaciones realizadas por
administraciones anteriores, prueba la adecuada financiación prevista por la ley,
aunque Lavigne no comprenda que esta institución debe ser financiada, entre
otras fuentes, por los bancos oficiales y el presupuesto nacional, para acrecentar
la principal fuente de riqueza del país y promover el desarrollo económico y
cultural del campesino mediante la aplicación de los postulados básicos de la
reforma agraria, entre éstos y en primer término, la redistribución de la propiedad
inmobiliaria rural, para anular el poder económico y político del latifundio.
            En las conclusiones, el alegato aconsejó, en primer término, la sustitución
del Estatuto Agrario por otras leyes, con la idea del retroceso legislativo de la
codificación a la dispersión de la legislación en la materia; y, en segundo lugar, la
concentración en el Ministerio de Agricultura y Ganadería del mando para la
planificación y acción agraria del Estado, a cargo de un Consejo de Coordinación
presidido por el Ministro. Se volvería así a la Era de Morínigo. La experiencia
recogida entonces no había sido comprendida por el autor del alegato29.
            ñ) Con marcado acento sectario, Guillermo Tell Bertoni se refirió a la ley
agraria N° 1060 de 1936 y a los esfuerzos realizados por la administración
instaurada en febrero de aquel año en la ejecución de un plan de reforma agraria,
calificando duramente al Estatuto Agrario y a su autor por haber unificado la
legislación agraria vigente hasta 1940, y derogado en consecuencia las leyes
anteriores, entre éstas, la citada ley 1060. Cegado por la pasión partidista, olvidó
que no se encontraba habilitado por su formación intelectual para dar un
dictamen serio de carácter jurídico, y que el tema analizado por el Seminario
exige en su consideración el empleo del método científico. Olvidó, también, las
enseñanzas de su padre, el sabio Moisés Bertoni, sobre las sobresalientes
condiciones del campesino para la conquista del progreso, al supeditar la
ejecución de un plan de reforma agraria a la previa educación e ilustración
técnica y cívica de la masa campesina ("atado -decía- a la tradicional rutina, hija
de la ignorancia") y a la inmigración. Y para dar valor a su tesis, afirmaba que en
Europa la reforma agraria se reduce a la solución del problema de la tierra,
mientras en el Paraguay comprendía otros aspectos de la vida campesina.
            El principal problema agrario del país es, a juicio de Bertoni, el minifundio,
con sus tierras empobrecidas y desoladas por las plagas, donde se asientan las
comunidades rurales queridas y defendidas por el campesino. En cambio, el
latifundio sería un problema de fácil solución siempre que las condiciones
establecidas por el Estado para la colonización privada fueran suficientemente
atractivas para el terrateniente, aunque recuerda que los inconvenientes para la
estabilidad del gobierno surgido de la revolución de 1936 se hicieron evidentes
cuando éste anunció su Plan de Reforma Agraria integral en todo el territorio del
país. La tesis defendida por Bertoni conduce al planteamiento de una reforma
agraria en que la distribución de la tierra entre los campesinos estaría supeditada
a la formación técnica y cultural previa del agricultor nativo, a la voluntad de los
terratenientes y/o a la instalación de colonias de inmigrantes30.
                      o) El Seminario opuso a la idea de la Reforma Agraria, la idea del
Bienestar Rural, que conjuga, la primera, los factores del régimen de la tenencia
de la tierra y del poder político y económico de la gran propiedad inmobiliaria
rural, y que plantea la última, la distribución de la renta nacional mediante
impuestos a los latifundios, la transferencia de una parte de la renta del rico al
pobre, manteniendo la estructura económica y política basada en la propiedad de
la tierra en manos de pocos, con el supuesto, no discutido, de que no es
suficiente dar tierras a los agricultores, sin darles al mismo tiempo ilustración,
técnica, créditos y mercados.
                      p) El problema de los simples ocupantes de tierras ajenas concentró la
atención del Seminario, a la vista de la denuncia del Censo Agropecuario de 1956
en el sentido de que el 60% del total de las explotaciones agropecuarias
pertenecen a ocupantes precarios de tierras, lo que significa que igual porcentaje
de agricultores padece bajo nivel de vida y no tiene estímulos, capital y seguridad
jurídica, creando al país un estado de permanente inseguridad social. Apenas el
20% de los 64.000 lotes agrícolas existentes en, aproximadamente, 120 colonias
fueron transferidos en propiedad con títulos definitivos a sus actuales ocupantes,
por causas imputadas, en las deliberaciones del Seminario, a supuestas
cualidades negativas del campesino paraguayo identificado con el
"pynandi" (expresión del activista partidario, el "arribeño", azote del productor
rural), ocupante de lotes por imposición de la fuerza policial y el favoritismo, al
amparo de la irregular administración de las colonias.
            El Seminario planteó la solución del problema de los ocupantes precarios
de la Zona Central con un plan de migraciones internas a regiones aisladas, sin
reparar en las consideraciones expresadas en el mismo Seminario sobre la
resistencia del agricultor a producir no habiendo mercados, y a trasladarse a
regiones aisladas de los centros poblados, sin caminos, escuelas y servicios
públicos, aunque le ofrezcan grandes parcelas de tierras, cuando puede subsistir
en la Zona Central, aunque en forma precaria, con servicios públicos y
comunicación con los centros de consumo, con el pensamiento puesto en el
porvenir de sus hijos para quienes desea mejores condiciones de vida que la
suya.
                      De 1944 a 1956 las tierras destinadas a la agricultura aumentaron en el
4,1%, mientras en el mismo tiempo la población había crecido en el 36%. Según
las conclusiones del Seminario, la superficie de tierras de cultivo podía ser
aumentada por los grandes propietarios y empresas privadas latifundistas con
colonos extranjeros ubicados en colonias particulares organizadas mediante la
promoción de la inmigración con concesiones especiales otorgadas por el
Estado; y por el Estado, con colonias oficiales organizadas en sus propias tierras
o en tierras de propiedad privada expropiadas por el Instituto de Reforma Agraria.
La inmigración no había conquistado hasta la fecha éxitos en el país por causas
relacionadas con factores adversos al progreso de las colonias, como ser los
impuestos, la falta de servicios públicos y de seguridad jurídica. En el aumento de
la superficie del área para cultivo deben ser conjugados, según las conclusiones
del Seminario, la política forestal, el régimen de expropiaciones, el minifundio y un
plan de migración de campesinos de la Zona Central a regiones de tierras
fecundas del territorio nacional. Pero el Estado, agregaba, no debía expropiar
tierras para colonias cuando posee tierras propias donde organizarlas, cualquiera
fuese su ubicación. Para qué recurrir a expropiaciones -expresó el Presidente del
Instituto de Reforma Agraria- si el Estado debe y va pagando expropiaciones
anteriores. Por el contrario, continuaba, debe completar los pagos de sus deudas
antes que ordenar expropiaciones que estimulan nuevas ocupaciones de tierras
privadas por los campesinos, quebrantando la vida jurídica del país. El Estado,
afirmó finalmente Zayas, debe organizar colonias de tierras fiscales, a las que
deberán ser trasladadas las poblaciones rurales de la Zona Central.
                      Fue comprobado en el Seminario el aumento del minifundio con el
crecimiento de la población, y se dejó constancia de la incompleta información
disponible, limitada a la superficie de las parcelas de tierras de la Zona Central,
desconociéndose su productividad. Pero se sabía que dos hectáreas de verduras
en San Lorenzo, población cercana a la capital, dan más rendimiento al productor
que veinte hectáreas de mandioca producida en los fértiles "rozados" del Alto
Paraná. La solución del problema del minifundio con el simple traslado de
agricultores de un lugar a otro no era de fácil realización sin conjugar y resolver, al
mismo tiempo, los problemas de traslado, instalación, servicios públicos,
producción y mercado de las cosechas de una población, previstos en los casos
de colonización con inmigrantes, pero comúnmente olvidados cuando se trata de
colonos nativos. En tales condiciones, la mayor parte de los campesinos de la
Zona Central eligen el camino del éxodo a los territorios limítrofes de la Argentina
y el Brasil donde encuentran trabajo, igualdad de oportunidades sin
discriminación social, servicio público, mejor pago por su trabajo y mayor
seguridad social y jurídica, antes que permanecer en su patria y aceptar el
ofrecimiento de poblar colonias perdidas en los bosques, organizadas con miras
a disminuir la presión de la población sobre los latifundios mejor ubicados y de
mayor valor unitario, y a valorizar las tierras de los terratenientes para aumentar
sus beneficios económicos y mantener su poder político.
            La solución del problema de la tenencia de la tierra en el Paraguay, cuyos
dramáticos términos fueron analizados, requería, según las conclusiones finales
del Primer Seminario Nacional sobre Reforma Agraria y Bienestar Rural, la revisión
de las leyes y disposiciones administrativas vigentes, particularmente del Estatuto
Agrario cuyas sucesivas modificaciones de algunas de sus disposiciones lo
habrían convertido en un instrumento legal inconveniente e ineficaz. En realidad,
el Estatuto Agrario era el obstáculo legal para el traslado de los campesinos de la
Zona Central de 360.870 hectáreas, de las que solamente son cultivadas 143.357
hectáreas divididas en 41.823 chacras habitadas por 211.440 campesinos, el
52,3% de éstos con carácter de simples ocupantes. Las 217.513 hectáreas
restantes de la Zona Central forman parte del patrimonio de terratenientes y se
encuentran cubiertas de bosques y praderas. En esta zona la tierra en poder de
los especuladores tiene el valor económico de los metales preciosos31.
                      Las ideas que orientaron la labor del Seminario y sus conclusiones lo
ubican en la línea de la contrarreforma agraria. Antes que aconsejar se dejen sin
efecto las modificaciones del Estatuto Agrario (realizadas como se ha visto en la
Era de Morínigo), que lo habría convertido en un instrumento legal ineficaz,
planteó su derogación. Es que el objetivo de la política del Estado que había
organizado el Seminario era negar a los campesinos los beneficios de la reforma
agraria y aprobar un plan de colonización que mantenga intacto el poder del
latifundio. Cinco años después, era sustituido, en efecto, el Estatuto Agrario de
1940 por el Estatuto Agrario de 1963, y el Instituto de Reforma Agraria por el
Instituto de Bienestar Rural. Con este texto legislativo se pasó de la reforma
agraria a la colonización, afirmándose el poder económico y político del latifundio
perteneciente al capital extranjero.
 
                      3. Tres días antes de iniciadas las deliberaciones del Primer Seminario
Nacional sobre Reforma Agraria, se daba un informe oficial sobre las concesiones
otorgadas para la explotación del petróleo del territorio del Chaco paraguayo. La
concesión sobre 23.000.000 hectáreas, de febrero de 1944, a la "Unión Oil
Company of California" había sido declarada caduca en 1955, recuperando plena
vigencia las normas establecidas en la Ley N° 1755 del 8 de junio de 1940. Bajo
el régimen dictado por esta ley, fueron otorgadas 300.000 hectáreas en los límites
con Bolivia a Elizardo Aquino; 300.000 hectáreas sobre el río Pilcomayo a Ramón
Centurión; y 300.000 hectáreas en la zona de Santa Rosa a "Carlos Casado Ltda.".
            Posteriormente, la "Pure Oil Company" solicitó y obtuvo al margen de la ley
de 1940 citada, 6.000.000 hectáreas al Norte del paralelo 21 y Oeste del
meridiano 59, siendo aprobado el contrato respectivo, suscrito por el Poder
Ejecutivo, por Ley N° 475. En la misma época, la "International Products
Corporation" y la "Pegasa-Petróleo Guarany S.A.", esta última subsidiaria de la
compañía brasileña "Fiduciaria Fluminense S.A.", obtuvieron concesiones similares
a la otorgada a la "Pure Oil Company", de tres y cuatro millones de hectáreas,
respectivamente. En aquel año, el costo anual del consumo de petróleo del país
era aproximadamente de 5.000.000 dólares32.
                      Los términos de las concesiones otorgadas a estas tres compañías
extranjeras contenían derechos y obligaciones similares, como ser: exclusividad,
dentro de los límites del territorio adjudicado, de prospección, exploración y
explotación de hidrocarburos, con la facultad de transferir en participación la
concesión a otras firmas, previa aprobación del Poder Ejecutivo paraguayo;
regalía del Estado del 11% de la producción de petróleo crudo, gas natural y
demás sustancias extraídas y aprovechadas por la compañía concesionaria,
pagadera en especie o en dinero, a elección de la administración pública, más el
30% de las ganancias líquidas. El 30% del personal del servicio superior y el 85%
de los obreros serían reclutados entre los paraguayos nativos.
                      Dentro del área concedida las compañías podían efectuar todas las
operaciones necesarias para el desarrollo de la industria petrolera, tanto en la
superficie como en el subsuelo. Y fuera de sus límites, podían levantar edificios,
campamentos, depósitos, instalaciones de almacenamiento; establecer
comunicaciones, sistemas de transportes terrestres, marítimos, fluviales y aéreos,
oleoductos y otras vías de transportes; construir muelles, puertos, etc., y todo lo
que estimasen necesario para sus actividades industriales y comerciales.
                      A este efecto, se les concede el derecho de ocupar gratuitamente en
cualquier región y lugar del territorio nacional los terrenos fiscales necesarios para
sus obras y trabajos; utilizar agua, madera, leña y materiales de construcción que
se encontraren dentro o fuera del área cedida, negociando con los propietarios
privados o ajustándose a las normas vigentes sobre la materia, si fueran del
Estado. Podrán también ocupar, adquirir, arrendar o afectar con servidumbre, los
terrenos de propiedad particular, pagando la indemnización correspondiente, y
usar gratuitamente una faja de 50 metros de ancho de terrenos fiscales como
zona de seguridad para las vías, oleoductos y canales. Para la ocupación, uso,
servidumbre de tránsito y otros derechos concedidos, de las tierras de propiedad
privada, las compañías concesionarias negociarían con sus dueños, y en caso de
desacuerdos entre las partes, el Estado se comprometía a cooperar hasta la
expropiación en apoyo de los propósitos de las compañías.
                      Se otorgaron a las compañías concesionarias liberación de derechos
aduaneros y consulares para la importación de maquinarias, útiles, herramientas,
vehículos, etc., necesarios para la explotación del petróleo la liberación de
impuestos de todo orden sobre las construcciones, instalaciones y edificios, etc.,
extensivas a las compañías subcontratistas y el beneficio de libre exportación del
petróleo extraído, gas natural y derivados y los productos obtenidos en la
refinación. Las divisas obtenidas con estas exportaciones serían de propiedad de
las compañías, que las podían usar libremente o retenerlas en el exterior. Podrán
también convertir libremente en moneda extranjera la moneda nacional que
posean, al mejor cambio vigente en la fecha de la operación, aunque no sea
autorizado en ese momento el mercado libre de cambios. Por último, las
compañías concesionarias quedan autorizadas a sustituir total o parcialmente las
áreas adjudicadas. Y si las concesionarias vendieran los equipos, útiles,
herramientas, vehículos, etc., introducidos al país libre de impuestos, la obligación
de abonar los impuestos correspondientes serían a cargo del comprador.
            En caso de nulidad, caducidad o extinción de la concesión, los pozos o
instalaciones permanentes establecidos en el área adjudicada pasan a formar
parte del patrimonio del Estado, excepto los oleoductos, troncales y laterales,
refinerías, plantas de gasolina y equipos móviles. No obstante, los bienes
incorporados por este medio al Estado podrán ser usados por la Compañía de
común acuerdo con el Gobierno. Los edificios y hospitales construidos fuera del
área podrán ser adquiridos por el Estado mediante el pago del precio estipulado.
También podrá adquirir el Estado mediante pago de su precio, los oleoductos,
plantas de gasolina, refinerías y equipos móviles.
                      Las controversias en la ejecución de la concesión serán resueltas de
común acuerdo entre las partes y a falta de advenimiento, por la autoridad judicial
competente. Si las controversias versaren sobre cuestiones técnicas y no hubiere
acuerdo de partes, serán resueltas por peritos nombrados por cada parte, y en
último término, por perito designado por la Corte Suprema de Justicia. Finalmente,
el convenio establece que las leyes sancionadas posteriormente no modificarán
los términos de la concesión, salvo acuerdo de ambas partes.
            Los decretos que aprobaron las concesiones derogaron expresamente las
disposiciones de la Ley N° 1.755 del 8 de junio de 1940 contrarias a las cláusulas
contenidas en los contratos de concesión. Las condiciones a que nos referimos se
encuentran estipuladas en la concesión otorgada a "Pegasa-Petróleo Guarany
S.A.", aprobada por Decreto-Ley N° 164 del 29 de febrero de 1958, firmada por
Alfredo Stroessner y Mario Goscia33.
                      Las disposiciones de la ley de 1940, modificadas por los decretos de
concesión, se refieren a la mayor área otorgada, de seis, cuatro y tres millones de
hectáreas en vez de trescientos mil; al pago de 0,03 centavos de dólares anual
por hectárea durante cuatro años en vez de 0,15 oro sellado por hectárea; a la
concesión para la explotación de 750.000 hectáreas en vez de 4.000 hectáreas; a
la ampliación del término de la concesión por más de 55 años; y a la regalía para
el Estado de 11% en vez del 12% al 15%, cuando otros Estados americanos,
como el boliviano, cobraban entonces el 50%. La obligación adicional, a cargo de
las compañías concesionarias, de pago del 30% de las utilidades líquidas, era
considerada de difícil aplicación, por el funcionamiento y el carácter de las firmas
petroleras. La "Pure Oil Company of Paraguay", por ejemplo, había sido fundada
en Washington el 30 de agosto de 1957, un mes antes de obtenida la concesión
de seis millones de hectáreas en el Chaco Paraguayo, con un capital de diez mil
dólares, exonerando a los fundadores de la obligación de responder
personalmente de las deudas de la compañía, pudiendo guardar los libros de la
firma en el Estado de Delaware, y fijando la ciudad de Chicago como sede de las
Asambleas de accionistas para la designación de sus directores. Obtenida la
concesión, Henry Holland renunció a su cargo de subsecretario para los Asuntos
Interamericanos del Departamento de Estado de los Estados Unidos de América y
se puso a la cabeza de la compañía concesionaria 34.
            El derecho de ocupación y uso de tierras fiscales y privadas de dentro y
fuera de las áreas otorgadas en concesión, necesarias para la explotación de la
industria petrolera, en forma gratuita siendo fiscal, y con pago de indemnización
pactada en condiciones disímiles entre las partes, si fueran del dominio privado,
afectó al interés de los concesionarios todo el territorio nacional. Los inmuebles de
todo el país, cualquiera fuese su ubicación, podían, en efecto, ser ocupados y
usados por los concesionarios hasta donde le permitiera su poderío político y
económico. Y más, el derecho de libre exportación de los productos del petróleo y
de disposición en propiedad de la divisa producida y de libertad para realizar
operaciones de cambio de monedas al mejor precio, aunque no estuviera
permitido a la población realizar estas operaciones de cambio, daban a las
compañías petroleras extranjeras poderes de un Estado dentro del Estado
nacional.
            Estos privilegios a la industria petrolera eran concedidos en el tiempo en
que los campesinos, que producían la mayor parte de la riqueza del país,
obtenían implementos agrícolas con elevados gravámenes de importación, se
limitaba el precio de sus productos por los impuestos y cambios de exportación y
la expropiación por el Estado de una parte de las divisas producidas, padecían la
carga de todos los impuestos nacionales y municipales, soportaban tasas de
arriendos de sus chacras del 50% de la producción, se les negaban tierras en los
lugares de sus residencias donde existían latifundios improductivos y se les
amenazaba con ser trasladados por la fuerza a zonas aisladas para valorizar con
su trabajo los latifundios de la selva y asegurar el bienestar de los terratenientes
de la zona central.
            Los impuestos a las importaciones de tractores, cosechadoras y arados
de discos y de rejas eran del 39,5% sobre valores CIF Asunción, y los impuestos a
las exportaciones de algodón, tabaco, esencia de petit-grain y aceites de coco y
tung eran del 7,5% sobre valores mínimos fijados por el Banco Central, el más alto
porcentaje cobrado por el Estado35. Estos productos constituían los rubros de
exportación tradicional de la producción agrícola e integraban entonces el 25%
aproximadamente del valor de la exportación total del país.
                      La afectación de la totalidad de las tierras del país a los intereses de la
industria petrolera no produjo-que nosotros sepamos-protesta alguna de los
latifundistas por la limitación sorpresiva al derecho clásico de propiedad
inmobiliaria. La alegría producida por la posibilidad de explotar el petróleo del
Chaco hizo adormecer al instinto defensivo del derecho afectado. Se incorporaba,
por otra parte, al país un poderoso aliado de los intereses de los terratenientes
que daría ocupación, fuera de las chacras, a una parte de la población
campesina y crearía condiciones económicas de valorización de los latifundios.
 
                      4. En agosto de 1960 el Parlamento dictó las leyes de "Colonización y
Urbanización de Hecho" N° 622, y de "Parcelación Proporcional de Propiedades
Mayores" N° 662, inspirado en las ideas predominantes en el Primer Seminario
Nacional de Reforma Agraria de 195836.
            La Ley N° 622 declara a las poblaciones urbanas y rurales asentadas en
tierras del dominio privado antes del 19 de agosto de 1940, excepto aquellos
asentamientos originados en planes o actividades de sus propietarios,
"colonizaciones o urbanizaciones de hecho", quedando obligados sus propietarios
a subdividirlas y ofrecer en venta a sus ocupantes en fracciones de superficie
media de 10 hectáreas o de 450 metros cuadrados, según se tratase de lotes
agrícolas o urbanos, determinadas de acuerdo con la superficie total de la tierra.
            A pedido de los pobladores estables, el Instituto de Reforma Agraria o la
Municipalidad local, según el caso, convocará al propietario del inmueble
afectado para levantar el censo de la población y determinar su carácter urbano o
rural y su superficie. Se entenderá por poblador estable todo jefe de familia u
ocupante principal que tenga su casa habitación en el lugar y que sus actividades
se relacionen con la población. Éste tendrá derecho a adquirir un solo lote rural o
urbano, al precio fijado de acuerdo con el valor fiscal medio en los últimos 15
años, más los gastos de mensura y loteamiento, pagadero en la forma establecida
en el Estatuto Agrario para el pago de las parcelas de las colonias oficiales,
debiendo realizarse la transferencia de la propiedad del lote al pago de la primera
cuota, con garantía hipotecaria por el saldo del precio.
                      Cuando los propietarios demoraren en dar cumplimiento a esta ley,
cualquiera fuese la causa invocada, el Instituto de Reforma Agraria o la
Municipalidad respectiva, "realizará bajo su sola responsabilidad y de manera
inapelable las operaciones dispuestas" en la misma, emplazándolos por 30 días, a
cuyo término, si no se presentaren, se proseguirán los trámites de subdivisión,
cargando los gastos realizados a este efecto al precio de venta de los lotes.
Terminada la operación de parcelamiento sin la intervención del propietario, será
dictada la ley de expropiación correspondiente por causa de utilidad social, por la
cual será facultado el Instituto de Reforma Agraria o la Municipalidad, a realizar la
venta de los lotes y a otorgar las escrituras traslativas de dominio al precio, y
condiciones establecidos, depositando el importe líquido en un Banco del Estado
con pacto de pago de interés a nombre del propietario, que si en el término de
cinco años no lo retirara, pasará a formar parte del patrimonio de la institución que
hubiere realizado el depósito, quedando afectado al cumplimiento de sus fines,
previa autorización del Poder Ejecutivo en cada caso, prescribiéndose todo
derecho del propietario sobre los mismos.
                      Quedan exceptuadas de las disposiciones de esta ley las tierras
ocupadas por los campesinos no aptas para la producción agrícola, las
inundables y las tierras altas que complementen un campo ganadero en la
medida en que sirvan de refugio al ganado, así como los promontorios,
elevaciones e islas enclavadas en dichos campos. Finalmente dispone la ley que
se aplicarán en las colonizaciones y urbanizaciones de hecho las disposiciones
del Estatuto Agrario que no se opongan a las establecidas en ella 37.
            Con la sanción de esta ley quedaron derogados los artículos 22, inc. d) y
27 del Estatuto Agrario que facultan la expropiación de tierras ocupadas por 20 o
más individuos sujetos de la Reforma Agraria cuyos antecedentes se remontan a
las leyes agrarias de 1918 y 1935. En lo sucesivo, ya no será necesario un mínimo
de 20 sujetos de la reforma agraria ocupantes de tierras del dominio privado para
que éstas sean expropiadas, y sus propietarios ya no tendrían la posibilidad de
negociar su permuta por otras tierras del Estado. A solicitud de los ocupantes,
cualquiera fuere su número y condición, siempre que se encuentren en el lugar
antes del 19 de agosto de 1940, el Estado podrá ordenar el loteamiento de las
tierras, expropiarlas y venderlas en parcelas. Quedaban así excluidas de los
beneficios de la ley las poblaciones asentadas durante la administración Morínigo
con la aplicación demagógica de las disposiciones del Estatuto Agrario, y
aquéllas que se encontraren en campos ganaderos, o que se hayan originado en
planes o actividades de sus propietarios, como las plantas urbanas de los
obrajes, yerbales, fábricas de tanino, ingenios de azúcar, etc., etc. Con estas
excepciones, la ley no tendría aplicación práctica y los efectos de su sanción no
serían positivos para los campesinos. Fueron, en efecto, excluidas de sus
beneficios las poblaciones asentadas después del 19 de agosto de 1940 y
amparadas las asentadas con anterioridad a aquella fecha cualquiera fuesen su
número y situación, anulando en la práctica la garantía que podría dar al
propietario el trámite de la expropiación en cada caso, desde que era solicitada
después de haberse procedido al loteamiento de la tierra, que podía ser
dispuesta por las municipalidades del interior. Bajo apariencia de ley de
aplicación radical, constituyó un instrumento legal para la conservación de la
situación existente en la distribución de la tenencia de la tierra en el país, y del
poder económico y político de los grandes latifundios, particularmente de las
empresas extranjeras que mantendrían bajo su dominio las poblaciones urbanas y
rurales asentadas sobre la base de los obreros y empleados de las mismas,
excluidas de la aplicación de la ley de "Colonización y Urbanización de Hecho".
            La ley de "Parcelación Proporcional de Propiedades mayores" obliga a los
propietarios de 10.000 y más hectáreas de tierras aptas para la agricultura,
determinadas y declaradas parcelables por el Instituto de Reforma Agraria, a
reservar un área no menor del 10% de la superficie total del inmueble para su
loteamiento y venta en fracciones de 20 a 200 hectáreas a los sujetos de la
Reforma Agraria que no tuviesen tierras o que fueren propietarios de fracciones
de menos de 10 hectáreas. El Instituto de Reforma Agraria aprobará el plan de
mensura y loteamiento de las fracciones reservadas, cuyo costo será agregado al
precio de venta a los agricultores, que será el fijado para la venta de tierras
fiscales, pagadero en cuotas anuales. Cuando las superficies reservadas fueran
de más de 5.000 hectáreas las parcelas serán de 20 a 500 hectáreas, pero los
terratenientes podrán fraccionar sucesivamente superficies menores de 5.000
hectáreas, en cuyo caso la superficie de los lotes será de 20 a 200 hectáreas.
Agricultores y terratenientes son eximidos por la ley del impuesto inmobiliario
sobre la parcela durante el tiempo de pago del precio, y sobre las tierras
reservadas para el loteamiento.
                      A pedido de los terratenientes, el Poder Ejecutivo podrá ordenar la
suspensión total o parcial de la aplicación de esta ley, cuando se tratase de
latifundios ubicados en lugares aislados de los centros poblados, sin vías de
comunicación, y fuera evidente la imposibilidad de que se presentaran
agricultores interesados en la adquisición de los lotes. La falta de cumplimiento
por los propietarios de las disposiciones de esta ley es penada con una multa
igual al 30% del valor fiscal de las tierras afectadas al loteamiento, multa que
podrá elevarse al 50%. Quedan excluidas de la aplicación de la ley las tierras
aptas para la agricultura de las estancias de ganado, en la superficie y proporción
necesaria para su explotación, y las superficies de los promotorios, elevaciones e
islas de los campos ganaderos que correspondan a una sola propiedad 38.
            Las tierras exceptuadas de la colonización proporcional de latifundios y la
autorización acordada al Poder Ejecutivo para excluir aquéllas que se
encontrasen aisladas de los centros poblados, anularon la posible aplicación
práctica de esta ley. Su sanción ampara especialmente de la amenaza de
expropiación a los latifundios de la Zona Central de menos de 10.000 hectáreas,
afectados a los planes de la Reforma por el Estatuto Agrario, con el programa
implícito en sus disposiciones de crear centros de producción agrícola en
diversas regiones y apartados lugares para favorecer las migraciones internas
aconsejadas en el Seminario como solución al problema de la concentración de la
población agrícola; y que nosotros sepamos, nunca tuvo aplicación práctica,
aunque sirvió para mantener sin solución la dramática situación de los habitantes
de las zonas rurales densamente pobladas, y para ser invocada en la derogación
posterior del Estatuto Agrario por plantear soluciones al margen de las
disposiciones de este cuerpo de leyes. Los terratenientes, en efecto, no aceptaron
el contralor oficial para la subdivisión de sus dominios y se resistieron a organizar
empresas colonizadoras sin la previa concesión de los privilegios especiales
prometidos por los agentes del Estado en las deliberaciones del Seminario sobre
reforma agraria de 1958.
 
                      5. En mayo de 1960 fue suscrita el Acta Fundacional y Declaración de
Principios del Movimiento Social Demócrata Cristiano del Paraguay, que sirvió de
base para la organización posterior de un nuevo Partido Político en el país. Los
demócratas cristianos afirman en este documento que la propiedad es un
derecho común a todos los hombres y que todos deben tener acceso a ella para
salvaguardia de la personalidad y libertad individual, y base de la familia,
condicionando su ejercicio al bien colectivo; y se proponen eliminar el régimen de
servidumbre de los trabajadores agrarios mediante la distribución de la propiedad
de la tierra, el desarrollo de la cultura y el ejercicio de los derechos y deberes que
les permitan intervenir en la conducción económica y política de la república. A
este efecto, plantean "una urgente y decisiva reforma agraria", tarea fundamental
que, al mismo tiempo de constituir un imperativo de la justicia social, incorporará a
los campesinos al progreso, superando el concepto semifeudal y colonialista
vigente sobre el problema agrario, asegurando la posesión y el dominio de la
tierra al trabajador rural y transformando el minifundio y el latifundio en
instrumentos verdaderos de producción39.
 
                      6. En el "Acuerdo para la Libertad" suscrito en el exilio por los partidos
Liberal y Revolucionario Febrerista el 21 de noviembre de 1959, se establece
como uno de los objetivos de la Unión Nacional Paraguaya desarrollar una política
de redención y dignificación del trabajador campesino40.
 
                      7. Al finalizar la década de 1950, predominaban en la conducción del
Estado las ideas económicas y sociales que habían orientado la política de
enajenación de las fuentes de la riqueza del país al capital extranjero en los
últimos veinte años del siglo XIX. Como en aquel tiempo, fue subestimada en los
medios oficiales la capacidad de la población nativa para la conquista de
objetivos superiores de desarrollo cultural y económico, conjugándose en
consecuencia en forma preferente los factores internacionales en la solución de
los problemas locales, sin reparar, que al no consultar en primer término el interés
de la comunidad nacional, se promovía una situación de mayor dependencia y
limitación económica del país antes que su verdadero progreso. La tesis de que
no debe considerarse contrario al interés nacional el drenaje al exterior de la
riqueza del territorio patrio, defendida por José Segundo Decoud en el siglo
pasado, fue oficializada con la sanción de la Ley N° 246 de 1955 que establece
un régimen de privilegios al capital internacional, negados al capital paraguayo41.
Esta política económica de privilegios al capital extranjero completó las
condiciones que mantiene al país en situación de dependencia colonial,
favorecida por las relaciones coloniales internas entre sectores de su población,
heredadas de la conquista y colonización españolas, vigentes hasta la fecha.
                      La ley N° 246 de 1955, el Primer Seminario Nacional sobre Reforma
Agraria, las concesiones otorgadas para la explotación del petróleo del Chaco, y
el régimen de gobierno despótico, que constituyen los hechos resaltantes de la
década del cincuenta, proyectaron sus efectos en los años siguientes
consolidando la posición dominante del capital extranjero en el Paraguay. El
capital y la industria paraguayos fueron, en efecto, absorbidos por el capital y la
industria foráneos, la idea de la Reforma Agraria sustituida por la idea del
Bienestar Rural para conservar el poder político y económico del latifundio bajo el
dominio del capital internacional; el territorio del Paraguay usado como puente
para el tráfico ilegal de mercaderías, procedentes de otras latitudes, a los Estados
limítrofes; las concesiones petroleras conservadas como reserva colonial; los
cuadros científicos y técnicos paraguayos sustituidos o sometidos por expertos
de las instituciones internacionales que dan soluciones a los problemas
económicos, sociales y políticos del país con puntos de vista y objetivos no
siempre coincidentes con el interés paraguayo; y el Estado organizado con fines
preferentemente policiales, para conservar la estructura económica y social
existente y negar al pueblo su derecho a la libertad y al gobierno democrático. A
este respecto afirmó el Presidente de la República que la democracia en el
Paraguay "es un artículo de lujo" y que no se puede hablar de libertad cuando
faltan caminos y alimentos, es bajo el nivel de vida y elevado el porcentaje de
analfabetos42. Las causas verdaderas de la falta de libertad individual y de un
régimen de gobierno democrático en el Paraguay no son las indicadas por Alfredo
Stroessner. Éstas se encuentran en la forma en que fue integrada en el pasado su
población actual, en el reclutamiento y la formación intelectual de su clase
dirigente y en el dominio del capital extranjero en su territorio. Los planteamientos
y conclusiones del Primer Seminario Nacional sobre Reforma Agraria y las
expresiones del Primer Magistrado responden por igual a estas causas, y no a la
falta de caminos, la mayor o menor escasez de alimentos y el porcentaje de
analfabetos. El paraguayo no necesitó en el pasado de más de cuatro siglos, de
caminos asfaltados, financiados por organismos internacionales, elevada
alfabetización y abundantes alimentos para conquistar su independencia,
defender con las armas en la mano sin "préstamos y arriendos" la soberanía del
pueblo, pagar los gastos del Estado, alimentar y costear la instrucción de su
familia, y expresar su voluntad y preferencia políticas con el voto. Las causas
invocadas para mantener la estructura del Estado policial son por tanto falsas y no
resisten un análisis científico elemental.
            Restablecida la autonomía del Instituto de Reforma Agraria por decreto-ley
de noviembre de 1950 confirmada por ley de junio de 1951, éste reinició su labor
al servicio de la población campesina de acuerdo con las disposiciones del
Estatuto Agrario con el impulso que le imprimiera Roberto L. Petit.
                      En 1950 fueron declarados arrendatarios por anualidades grupos de
agricultores de los departamentos de Paso de Patria, Quyquyó, Hyaty, Yaguarón,
Pirayú y Altos. Los lisiados de guerra quedaron exonerados de las obligaciones
impuestas a los ocupantes de parcelas de tierras del Estado para mantener sus
derechos de posesión, en consideración al estado físico y en mérito a la condición
de defensores de la patria como combatientes del Chaco.
                      Los efectos de la administración de Higinio Morínigo no habían
desaparecido en 1955. En aquel año, de las 123 colonias anotadas en la lista del
Instituto, algunas tenían existencia nominal y otras eran antiguas compañías
asimiladas a colonias sin las condiciones exigidas por la ley para ser
consideradas como tales, y al solo objeto de facilitar la solución de conflictos de
tierra entre sus pobladores. La falta de información sobre el estado de las colonias
impedía la solución de problemas de ubicación de los campesinos que a diario
reclamaban tierras de cultivo. "En muchos de los casos no sabemos ni siquiera el
nombre de las colonias", decía el Presidente del Directorio del Instituto de
Reforma Agraria en su informe sobre la labor realizada por la institución en el año
1955; y se preguntaba: "¿Qué organización efectiva se puede intentar en estas
condiciones?". Las fichas individuales de las colonias, sus parcelas y colonos
preparadas por la administración Estigarribia habían desaparecido en "auto de fe"
de la Era de Morínigo43.
            La política agraria del Estado después de Petit hasta 1960 restringió las
expropiaciones de tierras en beneficio de los agricultores, concentrando sus
esfuerzos en el pago de las realizadas hasta entonces y en la escrituración de las
parcelas de tierras adjudicadas anteriormente. En los años 1957, 1958, 1959 y
1960, algunos ocupantes con títulos provisorios existentes fueron convertidos en
propietarios a título defmitivo44. La suspensión de las expropiaciones respondía a
las conclusiones del Primer Seminario Nacional sobre Reforma Agraria y
consultaba el propósito de obtener empréstitos de las instituciones internacionales
de crédito para la compra de tierras y su distribución entre los campesinos, con el
objeto de repetir el hecho denunciado por Manuel Domínguez en 1904 sobre la
compra por el Estado, a elevado costo, de tierras vendidas a vil precio en el
pasado. Pero estas gestiones de crédito ante los organismos internacionales para
ejecutar planes de reforma agraria no tuvieron éxito, a causa del planteamiento de
los agentes del Estado paraguayo que negaban capacidad al productor nativo y
cifraban el éxito de los planes de reforma agraria en la inmigración. En tales
condiciones, los fondos obtenidas irían a aumentar las cuentas de los latifundistas
extranjeros sin participar en el desarrollo del Paraguay, cuya situación no es
atractiva para las corrientes inmigratorias y obliga, en cambio, a sus habitantes a
emigrar a los territorios de los países limítrofes. La solicitud de financiación
presentada a la OEA en 1960 no fue atendida, no obstante la promesa de no
expropiar las tierras de los terratenientes y el acento puesto en la voluntad de
trabajar, en la existencia de programas y en la necesidad de "capital y mucho
capital que provenga de un empréstito de organismos extranjeros en una suma
considerable que podría ser de 4 a 5.000.000 de dólares"45.
            Entre 1915 y 1960 se habrían otorgado 13.755 títulos definitivos, excluidos
los que fueron dados en los años 1938, 1939 y 1940 correspondientes a la
administración Estigarribia que curiosamente no son mencionados en las
estadísticas posteriores, y los títulos provisorios otorgados de acuerdo con la ley,
con una superficie total de 489.736 hectáreas en las que se incluyen los lotes de
hasta 20.000 hectáreas de las colonias ganaderas ubicadas en tierras con
praderas naturales y también en los bosques del Alto Paraná46.
            La población total del país en 1960 era de 1.768.448 habitantes, 610.462
urbana y 1.157.986 rural, registrándose un crecimiento del 26,5% con relación al
año 1950 y del 59,1% con relación al año 1940. Una población de mestizos en el
70%, con predominio nativo en el 67,8% y totalmente nativo en el 32,2%,
integrada en el 42,4% por niños de uno a doce años de edad.
            En 1960 había 2.271 escuelas primarias, apenas el 2% más que en 1940
en que fueron registradas 2.052, cuando la población había aumentado en estos
últimos veinte años en el 59,1%. La proporción registrada era de 126 escuelas por
cada cien mil habitantes, más que en 1950 en que los niños disponían de 113,6
escuelas por cien mil habitantes, pero menos que en 1940 en que la proporción
era de 186,3 escuelas por igual número de habitantes. Después de 20 años, el
país contaba con 60 escuelas primarias menos por cada cien mil habitantes y
solamente con el 33% de los maestros de enseñanza primaria titulados.
            En el censo agropecuario de 1956 fueron registradas 48.650 propiedades
inmobiliarias privadas rurales, de las cuales 24.230 estaban afectadas a la
producción ganadera. En 1927, el número de propiedades inmobiliarias rurales
era de 44.807 en un total de 76.980 con 16.789 y 15.384 urbanas de Asunción y
los municipios del interior, respectivamente. En el año 1946, el número total de
fracciones de tierras privadas urbanas y rurales era de 125.082, muchas de ellas
pertenecientes a una sola persona. De 1956 a 1960 aumentó el número de
propiedades privadas rurales con las 8.628 fracciones de tierras escrituradas por
el Instituto de Reforma Agraria en este lapso. La concentración de la propiedad
privada de la tierra rural denunciaba cifras sorprendentes. En la Región Oriental
once propiedades concentraban 5.548.444 hectáreas de los más ricos bosques y
yerbatales y las mejores praderas, 1.199 concentraban 9.961.875 hectáreas,
integrando el resto de las propiedades privadas 529.931 hectáreas, y la
propiedad del Estado 591.904 hectáreas aproximadamente. En el Chaco, 14
propiedades concentraban 7.567.387 hectáreas, 327 propiedades 5.644.819
hectáreas, siendo de propiedad fiscal al terminar la guerra con Bolivia 8.720.715
hectáreas. La explotación extensiva de la industria ganadera concentró en 8.055
estancias; 14.333.025 hectáreas, de las cuales 6.848 estancias con 5.770.130
hectáreas en la Región Oriental y 1.207 estancias con 8.562.895 hectáreas en el
Chaco. Este régimen de concentración de la propiedad territorial en manos de un
limitado número de latifundistas, elevó la tasa de arrendamiento de la tierra para la
producción agrícola al 50% de la producción en la Zona Central, donde 21.003
familias trabajaban fracciones de tierra de 1 a 10 hectáreas.
            El ingreso "per cápita" anual que en 1950 fue de 94 dólares, alcanzó a 103
dólares en 1960 en todo el país; y en la población rural, de 75 dólares en 1950
sólo llegó a 76 dólares en 1960; pero el producto interno bruto decreció de 44,5%
en 1950 a 37,7% en 1961 (mientras aumentó la población en el 3,6% anual),
correspondiendo a la agricultura el 19% en 1950 y 19,3% en 1961, y a la
ganadería el 16,5% ocupando aproximadamente el 40% de la superficie del
territorio del país. La producción agrícola se mantuvo estacionaria en los últimos
15 años anteriores a 1960, igual que la producción ganadera que conservó su
existencia de 5.500.000 a 6.000.000 cabezas de ganados. La producción agrícola
no acompañó al crecimiento de la población por causas imputables a la mala
distribución de la propiedad de la tierra rural, la falta de créditos al productor
agrícola, los impuestos a la importación de artículos necesarios para la
producción agrícola y a la exportación de productos agrícolas, el alto costo del
transporte y de la comercialización de la producción, el deficiente empleo de la
técnica, la falta de seguridad jurídica y la estructura y objetivos del Estado
tradicional paraguayo. En 1960 se cultivaron 433.153 hectáreas, el impuesto a la
importación de tractores, cosechadoras y arados era del 39,5% sobre valor CIF, el
impuesto a la exportación de productos agrícolas y cueros el 7,5%, mientras la
exportación de la yerba mate y de la madera en rollo se gravaba con el 5%, y la
carne enlatada con el 2,5%. En tales condiciones, el valor de la exportación de
35.077.000 dólares en 1955 bajó a 26.978.000 dólares en 196047. Esta situación
de subdesarrollo y de retroceso no corresponde a las condiciones ofrecidas por el
país, su población inteligente y laboriosa y sus buenas y abundantes tierras para
la conquista de un futuro feliz, sino a la formación de su clase alta gobernante,
que administra un Estado tradicional con objetivos y planteamientos que no
conjugan los intereses nacionales. En la década del cincuenta la idea de la
"Reforma Agraria" fue sustituida por la idea del "Bienestar Rural" en la solución de
los problemas relacionados con la producción agropecuaria, el desarrollo y el
poder económico y político. El resultado de la nueva política agraria fue la
afirmación del estado de dependencia colonial del país y de las relaciones
coloniales internas entre sus habitantes, y el éxodo ininterrumpido de los
paraguayos a los territorios de la Argentina y del Brasil.
 
NOTAS
1.         Censo Agropecuario. 1956. Asunción, Paraguay, 1961.
                      -Manual Estadístico del Paraguay. Preparado en la Sección Economía
Agrícola    del Servicio Técnico Interamericano de Cooperación Agrícola. Boletín N
° 193. Asunción, Paraguay, 1955.
                      - "Liebig's en el Paraguay". Libro de Homenaje en el centenario de la
Fundación de la Liebig's Extract of Meat Company Limited. 1865-1965. Zeballos-
cué. Paraguay. 1965, págs. 71, 72, 73 y 227.
                      -En 1954 había 36.909 ganaderos y 4.336.147 cabezas de ganado
vacuno, de los cuales 35.270 (95,6%) en la región Oriental y 1.639 (4,4%) en el
Chaco, con 2.478.516 (57,2%) y 1.857.631 (42,8%) cabezas de ganado vacuno,
respectivamente. En la Zona Central había 4.282 (11,5%) ganaderos y 93.493
cabezas de ganado vacuno (2,1%). (Boletín Agropecuario. Publicación de la 
Asociación Rural del Paraguay. Asunción, enero, febrero, 1955. Fuente:
COPACAR).
2.                "Documentación del Primer Seminario Nacional sobre Reforma Agraria y
  Bienestar Rural en el Paraguay". Asunción, 24 de junio - 24 de julio 1958.
  "Proyecto y Programa del Seminario" por el Dr. Riad El Ghonemy. Experto en
Reforma Agraria. FAO. Documento N° 1.
3.                Ezequiel González Alsina. "El rol de la Reforma Agraria en el desarrollo
agropecuario del Paraguay". "Documentación del Primer Seminario Nacional sobre
Reforma Agraria en el Paraguay", ob. cit. Documentos N°s. 3, 5, 6, 7 y 20.
4.                Versión taquigráfica de la Cámara de Diputados del Paraguay del 7 de
agosto de 1937. Orden del día: Estudio en particular del proyecto de ley de
Reforma Agraria. Borrador original en la colección del autor.
5.         Distribución de latifundios en el año 1946. En el Chaco: l. Carlos Casado y
Cía. S.A.: 2.467.277 hectáreas. 2. Sociedad P.I.A. Company: 1.580.653 has. 3.
International Products Corporation: 620.825 has. 4. Sociedad de Tierra y Madera:
468.750. 5. The A. Quebracho Company: 446.250. 6. Puertos y Quebrachales
Puerto Sastre: 371.078 has. 7. Marcelino Escalada: 292.198 has. 8. Roberto Cairo:
262.500 has. 9. Pablo Frangenhein: 253.321 has. 10. Paraguay       Castle Farm.
Ltda.: 202.106 hás.11. Jorge Dikinson:185.625 has. 12. Quebrachales fusionados:
168.750 hás.13. Banco Inglés de Río de Janeiro: 131.250 has. 14. Nicolás
Mihanovich:116.874 has. Total: 7.567.387 has.; 327      propietarios con latifundios
de 1.877 hectáreas a 100.000 hectáreas: 5.644.819     has. Total: 13.212.205 has.
En la Región Oriental: 1. La Industrial Paraguaya S.A.: 2.647.727 has. 2. S. A.
Sucesión Domingo Barthe I y C.: 881.442 has. 3. S.A. Argentina-Paraguaya de
Madera: 496.945 has. 4. S.A. Montes, Yerbales y Estancias: 425.568 has. 5.
Comercial e Inmobiliaria Paraguaya-Argentina (ex S.A. "Fonciere Du Paraguay"):
419.760 has. 6. Joaquín y Cía.: 288.730 has. 7 Fassardi y Cía.: 153.214 hás. 8. B.
Quevedo y Cía.: 144.480 hás. 9. Compañía  Industrial de Maderas: 136.609 hás.
10. Benjamín Fontao:136.029 hás. 11. Montes y Compañía: 177.947 hás. Total:
5.548.444 hás.; 1.199 propietarios con   latifundios desde 1877 hás. a 100.001:
9.961.875. total: 15.510.319 hás. Se estima que en la Región Oriental el Estado
tiene de 324.000 a 343.000 hás. En todo el país se estima, en 20.906.000 hás. los
montes; en 1.549.800 hás. tierras de cultivo; en 15.484.800 hás., tierras de
pastoreo; en 374.300 hás., tierras inútiles; y en 1.90.200 hás., tierras de ríos, lagos
y pantanos. Fuera de los latifundios de más de 1.877 hectáreas, la población
ocupa en la Región Oriental 529.931 hás. En la misma región, los campos de
pastoreo tienen: 3.545.510 hás.   (Ing. Ernesto Merlo. "Latifundio y Minifundio en el
Paraguay" en Documentación del Primer Seminario Nacional de Reforma Agraria).
6.                Dr. E. N. Hooker. "Aspectos de los problemas de Reforma Agraria en la
producción Agrícola". Documentación del Primer Seminario Nacional sobre
Reforma Agraria. Ob. cit. Documento Nº 7.
7.                Edgar F. Taboada. "Medidas necesarias en el Programa de Reforma
Agraria para            el Desarrollo Económico del Paraguay". Documento del Primer
Seminario Nacional sobre Reforma Agraria. Ob. cit. Documento N° 5.
3.         L. J. French: "Reforma Agraria en el Paraguay". Documentación del Primer
Seminario Nacional sobre Reforma Agraria. Ob. cit. Documento N' 4. 9. Edgar F.
Taboada. "Medidas necesarias en el programa de Reforma Agraria para el 
desarrollo económico del Paraguay". Ob. cit.
10.            Eduardo Lavigne. Anexo al documento Nº 5. Documentación del Primer
Seminario Nacional sobre Reforma Agraria. Ob, cit.
11.       Emiliano Caballero. Anexo al documento Nº 5. Documentación del Primer
Seminario Nacional sobre Reforma Agraria. Ob. cit.
12.            Augusto Urbieta Fleitas. Anexo al documento Nº 5. Documentación del
Primer Seminario Nacional sobre Reforma Agraria. Ob. cit.
13.            Dr. Juan Manuel Frutos (h). Documento Nº 6. Documentación del Primer
Seminario Nacional sobre Reforma Agraria. Ob. cit.
14.       Dr. Juan Manuel Frutos (h). Anexo al documento N' 8. Documentación del
Primer Seminario Nacional sobre Reforma Agraria. Ob. cit.
15.            Teodosio Zayas. "Los problemas de los ocupantes y cómo se puede
resolverlos". Documentación del Primer Seminario Nacional sobre Reforma Agraria
en el     Paraguay. Ob. cit. Documento Nº 6.
16.            Edgar Taboada. "Anexo al Documento Nº 6". Documentación del Primer
Seminario Nacional sobre Reforma Agraria. Ob. cit.
17.            Emiliano Caballero. Anexo al documento Nº 6. Documentación del
Seminario Nacional sobre Reforma Agraria en el Paraguay. Ob. cit.
18.            L. J. French. Anexo al documento Nº 6. Documentación del Seminario
Nacional sobre Reforma Agraria en el Paraguay. Ob. cit.
19.            Dr. Juan Manuel Frutos (h) Miembro de la Cámara de Representantes.
Anexo al documento N° 6. Documentación del Primer Seminario Nacional sobre
Reforma      Agraria. Ob. cit.
20.       Emiliano Caballero. Documento N° 6. Ob. cit.
21.       Ezequiel González Alsina. Documento N° 6. Ob. cit.
22.       Teodosio Zayas. Anexo al documento Nº 7. Ob. cit.
23.       Domingo Fassardi. Documento N° 9. Ob. cit.
24.       Teodosio Zayas. Anexo al documento N° 8. Ob. cit.
25.       Juan Manuel Frutos (h). Anexo al documento N° S. Ob. cit.
26.       Guillermo Tell Bertoni. Anexo al documento N° 8. Ob. cit.
27.       Tomás Genes. Documento Nº 9. Ob. cit.
28.       Riad El Ghonemy. Documento Nº 9. Ob. cit.
29.            Eduardo Lavigne: "Medidas necesarias para coordinar leyes y
legislaciones de Reforma Agraria". Documento N° 12. Ob. cit.
30.       Guillermo Tell Bertoni. Documento N° 18. Ob. cit.
31.       Dr. Riad El Ghonemy: "Evaluación y Análisis de los resultados obtenidos en
el Seminario y de sus posibles efectos en el Paraguay". Documento N° 19. Ob. cit.
32,            Enrique Barrail. "El petróleo en el Paraguay". Conferencia dada el 21 de
junio de 1958. Revista M.O.P.C. órgano Oficial del Ministerio de Obras Públicas y 
Comunicación. Año 2, Nº 4. Abril, mayo y junio de 1958. Asunción, Paraguay.
            -La "Pure Oil Company of Paraguay" realizó trabajos geofísicos y perforó 4
pozos con resultados negativos de 1957 a 1959. (Luis M. Banks: "Recursos de 
Hidrocarburos del Paraguay". Buenos Aires, 1970, pág. 4).
33.       Revista M.O.P.C., citada.
34.       El Paraguayo Independiente. Segunda Época, N°s. 1 y 2. Montevideo, abril
y mayo de 1958.
                      -Patria, de Asunción, del 17 de enero de 1958. "Estatutos de la Pure Oil 
Company of Paraguay".
35.            "Desarrollo Agrícola del Paraguay". Informe del Grupo de Especialistas 
integrado por representantes del Departamento de Agricultura de los EE.UU. de
     América, de la Asociación de Facultades de Agronomía de los Estados Unidos
y       de la AID. Febrero 17, 1964. Cuadros 7 y 8.
36.            Solicitud de Préstamo del Banco Nacional de Fomento del Paraguay
presentada a la Agencia para el Desarrollo Internacional (AID) de los Estados
Unidos de   América. Copia en español. Asunción, diciembre de 1963, leyes del
19 y 27 de   agosto de 1960.
37.            Solicitud de Préstamo del Banco Nacional de Fomento del Paraguay...,
citada.
38.            Solicitud de Préstamo del Banco Nacional de Fomento del Paraguay...,
citada. 39. Movimiento Social Demócrata Cristiano. Acta Fundacional y
Declaración de   Principios. Aprobado el 15 de mayo de 1960. Asunción,
Paraguay, 1960.
40.            "Un pueblo en Lucha por la Libertad". Unión Nacional Paraguaya. Junta
Central Coordinadora del Exilio. Tomo I. 1960.
41.            Hacienda Pública. Revista Mensual Informativa y Doctrinaria. Órgano
Oficial     del Ministerio de Hacienda. Año IX, N° 120. Asunción, 1966, pág. 14. Ley
N° 246 de Incorporación de Capitales.
            -Por Ley Nº 216 de "Inversiones para el Desarrollo Económico y Social", los
capitalistas extranjeros efectúan remesas bancarias al exterior por concepto de
      utilidades, dividendos, intereses, etc., de tal manera que en 10 años, por cada
  dólar invertido retiran 3,45 dólares, y después de este plazo, aunque su inversión
  haya sido totalmente retirada del país, seguirán remitiendo dividendos e
intereses. (Dr. Henry D. Ceuppens: "Paraguay año 2000". Asunción, 1971, pág.
193).
42.            James B. Brian. "Me han elegido Presidente y gobierno como tal".
Reportaje al    Presidente del Paraguay Alfredo Stroessner. "Leoplan". Año XXV, Nº
607, 18 de noviembre de 1954, págs. 4 y 5. Buenos Aires, Argentina.
43.       "Un año de realizaciones al servicio de la Reforma Agraria en el Paraguay".
Informe del Directorio del Instituto de Reforma Agraria presidido por César 
Urbieta López. Enero 1956. Asunción.
44.       Síntesis de las labores del Instituto de Reforma Agraria hasta el año 1960,
dada a conocer a la opinión pública en la conferencia de prensa realizada en el
Instituto de Reforma Agraria el 20 de diciembre de 1960. Asunción.
45.            Contestación del Paraguay al Cuestionario de la Comisión Especial de
Expertos para el Estudio de las Necesidades Financieras que plantea la Ejecución
de  Planes de Reforma Agraria. Washington, D.C., 6 de abril de 1960.
46.       Síntesis de las labores del Instituto de Reforma Agraria hasta el año 1960.
Ob.    cit.
47.            Estudio Económico y Social de América Latina, 1961. Segunda parte.
Aspectos Sociales. Volumen 1 y II. Preparado por la Secretaría General de la
Organización de los Estados Americanos. Unión Panamericana. Washington 
D.C., 1963.
                      -Consejo Interamericano Económico y Social. Washington, 1960. Abril. 
"Contestación del Paraguay al cuestionario de la Comisión Especial de Expertos 
para el estudio de las necesidades financieras que plantea la ejecución de planes
   de Reforma Agraria", citado.
                      -Solicitud de Préstamo del Banco Nacional de Fomento del Paraguay
presentada a la Agencia para el Desarrollo Internacional (AID) de los Estados
Unidos de   América. Diciembre de 1963, citada.
            -Boletín Estadístico del Paraguay. Año 5, diciembre de 1961. Nos. 13-15.
 
 
 
TÍTULO IV
 
DE LA DÉCADA DEL SESENTA
 
1. JOHN F. KENNEDY Y LA ALIANZA PARA EL PROGRESO. IDEAS DEL
PRESIDENTE WILSON SOBRE LA REFORMA AGRARIA EN MÉXICO. - 2. CARTA
DE PUNTA DEL ESTE Y DECLARACIÓN A LOS PUEBLOS DE AMÉRICA. - 3.
CREACIÓN DEL INSTITUTO DE BIENESTAR RURAL. - 4. SANCIÓN DEL
ESTATUTO AGRARIO DE 1963. ANÁLISIS DE SUS PRINCIPALES
DISPOSICIONES. - 5. MANIFIESTO DEL MOVIMIENTO SOCIAL DEMÓCRATA
CRISTIANO DEL PARAGUAY DEL 30 DE JUNIO DE 1965. REFERENCIA A LA
REFORMA AGRARIA EN EL PARAGUAY. - 6. CONVENCIÓN NACIONAL
CONSTITUYENTE DE 1967. a) ANÁLISIS DE LAS EXPOSICIONES DE MOTIVOS
DE LOS PROYECTOS DE CONSTITUCIÓN PRESENTADOS, RELACIONADOS
CON LA REFORMA AGRARIA. b) ANÁLISIS DE LOS PROYECTOS PRESENTADOS
POR LA ANR, EL PL, PLR Y PRF RELACIONADOS CON LA REFORMA AGRARIA.
c) ANÁLISIS DE LAS DISPOSICIONES DE LA CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA
DEL PARAGUAY DE 1967 RELACIONADAS CON LA REFORMA AGRARIA. - 7.
LEY DE HIDROCARBUROS DEL 9 DE NOVIEMBRE DE 1960. ANÁLISIS DE SUS
PRINCIPALES DISPOSICIONES. - 8. CONCESIÓN A LAS COMPAÑÍAS PENZOIL
DEL PARAGUAY S.A. Y PIERRE SCHLUMBERGER PARA LA EXPLOTACIÓN DE
HIDROCARBUROS EN EL CHACO. - 9. ADMINISTRACIÓN DE LAS FUENTES DE
ENERGÍA HIDRÁULICA. -10. ANÁLISIS INTERPRETATIVO DE LA DÉCADA DE
1960.
 
                      1. Con la presencia del espíritu y de las ideas de John F. Kennedy,
irradiados desde la Presidencia de los Estados Unidos de América, se inicia en
América Latina la década del sesenta. En su primer discurso presidencial,
Kennedy proclama que los derechos del hombre provienen de Dios y no del
Estado, y anuncia su decisión de ayudar a quienes viven en chozas y aldeas a
liberarse de la miseria, con la idea de que "si una sociedad no puede ayudar a los
muchos que son pobres, tampoco puede salvar a los pocos que son ricos"1.
            El alcance de esta idea en las relaciones interamericanas fue expuesto en
su discurso sobre la Alianza para el Progreso del 13 de marzo de 1961, en el que
afirma que los países americanos son productos de la común lucha contra el
régimen colonial, iniciada en los tiempos de la Revolución de la Independencia,
que continúa todavía. El progreso económico y la justicia social son los objetivos
actuales de esta lucha, para que los hombres y mujeres de América Latina no
padezcan en el futuro, como sufren en los tiempos presentes, hambre y pobreza.
Kennedy propuso, a este efecto, realizar en Latinoamérica la revolución que
permita a los pueblos una vida digna, en que la libertad política sea acompañada
por el cambio social, mediante la reforma tributaria y la reforma agraria. Cambio
social con libertad política, fue la fórmula planteada para proseguir la Revolución
Americana iniciada con la declaración de la independencia de sus pueblos2.
                      La Alianza para el Progreso ofrecida por el Presidente de los Estados
Unidos de América, tuvo un profundo eco en el hemisferio occidental. Un rayo de
luz de esperanza iluminó fugazmente el obligado camino de tránsito futuro de sus
pueblos. En Costa Rica, dirigentes políticos democráticos latinoamericanos
suscribieron el 28 de marzo de 1961 un mensaje dirigido a Kennedy, conocido
con el nombre de Declaración de San José, de adhesión a la Alianza propuesta3.
            Kennedy solicitó fondos al Congreso de su país para el Programa del Acta
de Bogotá de setiembre de 1960, que serían empleados en el desarrollo del
progreso social, para que el crecimiento económico no mantenga en la pobreza a
la gran mayoría del pueblo mientras pocos privilegiados cosechan los beneficios
del aumento de riquezas. La distribución desigual de la tenencia y uso de la tierra
constituía para Kennedy uno de los más graves problemas sociales de América
Latina, beneficiando la concentración de la propiedad inmobiliaria a un pequeño
porcentaje de su población4.
            Antes de Kennedy el Gobierno de los Estados Unidos de América había
tomado también partido por los desheredados de tierras durante el proceso de la
Revolución Mexicana. En aquel tiempo, el Presidente T. Woodrow Wilson dio su
apoyo al pueblo mexicano que luchaba contra el orden y la paz de los intereses
creados responsables del desorden social existente. "Nadie –decía Wilson- pide el
orden porque el orden habrá de ayudar a las masas del pueblo a obtener una
parte de sus derechos y de su tierra; sino que todos lo reclamaban de tal manera
que los grandes señores de la propiedad, los grandes amos, los hidalgos, los
hombres que han explotado a ese rico país, estén en condiciones de proseguir
ese proceso sin verse perturbados por las protestas del pueblo del que han
obtenido su riqueza y su poder"5. Wilson propiciaba, en las negociaciones para la
paz interna en México, el establecimiento de un gobierno provisional que
realizase una reforma agraria arrolladora y llamase posteriormente a elecciones
para la organización de un gobierno nacional permanente6.
 
            2. Los representantes de las Repúblicas Americanas reunidos en agosto
de 1961 en Punta del Este (Uruguay) dictaron los términos finales de la Alianza
para el Progreso propuesta por Kennedy, y proclamaron la decisión de "alcanzar
un progreso económico acelerado y una más amplia justicia social". Con estos
propósitos, convinieron, entre otros objetivos, "impulsar programas de reforma
agraria integral orientada a la efectiva transformación de las estructuras e injustos
sistemas de tenencia y explotación de la tierra, donde así se requieran, con miras
a sustituir el régimen de latifundio y minifundio por un sistema justo de
propiedad" 7 . La resistencia opuesta por las oligarquías terratenientes
latinoamericanas demoró indefinidamente la realización de tales programas de
reforma agraria, y con la muerte de Kennedy a fines de 1963, los campesinos
perdieron al ardiente propulsor, desde los Estados Unidos, de los cambios
sociales en América Latina. La reforma agraria dejó de ser en los medios oficiales
el instrumento necesario para el desarrollo económico y el cambio social, para
convertirse en el "grito de guerra" contra el "orden" al que se refería el Presidente
Wilson, responsable de la injusticia social y de la miseria económica que padecen
los campesinos. En el Paraguay la contrarreforma fue particularmente eficaz,
obteniendo éxitos que significaron un retroceso legislativo con relación a las
propias conquistas sociales y políticas. Las normas legales sancionadas en la Era
de Morínigo y década posterior, y las ideas y criterios predominantes en el Primer
Seminario Nacional sobre Reforma Agraria, tuvieron confirmación legislativa con la
sanción de la ley de creación del Instituto de Bienestar Rural y de la que
establece el nuevo Estatuto Agrario, en cuyas disposiciones no aparece la
expresión "Reforma Agraria". Se repitió así la experiencia de 1904, cuando fuera
sancionada la fementida ley de Colonización y Hogar, estudiada en capítulo
anterior. Como entonces, con argumentos de carácter técnico, y eludiendo la
solución de los problemas sociales y políticos que constituyen los objetivos
esenciales de la Reforma, el Estatuto Agrario de 1963, no planteó en sus términos
verdaderos el problema social y conversión en latifundios privados de más de
9.000.000 hectáreas de tierras, conservadas por el Estatuto anterior en el
patrimonio del Estado y afectadas a la producción agropecuaria privada bajo el
régimen de arrendamientos.
 
                      3. La ley que crea el Instituto de Bienestar Rural legisla en 30 artículos
sobre los temas tratados en las 18 primeras disposiciones del Estatuto Agrario de
1940 (artículos 2 al 19) y en el capítulo del mismo referente al Registro Agrario
(artículos 187 a 194), reagrupados, modificados algunos y suprimidos otros8.
                      El Instituto de Bienestar Rural sustituye al Instituto de Reforma Agraria,
pero mientras éste tenía la función de realizar la reforma agraria, aquél, como su
nombre lo indica, deberá desarrollar la política de bienestar rural. La nueva
Institución no tiene ya la atribución de redistribuir la propiedad inmobiliaria rural
pero, en cambio, es facultada a "fomentar la redistribución de la población
conforme a las necesidades económicas y sociales del país"9. Tampoco le fueron
acordadas otras facultades dadas a su predecesora, como el fomento y la
defensa de la riqueza forestal, el fomento de las industrias transformadoras de la
producción de las colonias, el estudio y aprobación de planes de riego y empleo
de energía eléctrica e hidráulica en las colonias, de seguros agrícolas en todas
sus formas, de mejoramiento de las condiciones sanitarias y alimenticias de los
colonos, y del mejoramiento del ganado criado en las colonias. Sus fuentes de
recursos financieros disminuyeron con la supresión del producido del impuesto
progresivo a las propiedades rurales incultas y del impuesto anual por cabeza de
ganado vacuno, sin que le fueran otorgadas otras fuentes sustitutivas de ingreso,
quedando así al descubierto la falacia de la crítica de falta de financiación
atribuida al Estatuto Agrario de 1940 para justificar su derogación.
 
                      4. Al mismo tiempo que se creaba el Instituto de Bienestar Rural, era
sancionado el nuevo Estatuto Agrario para "estimular y garantizar la propiedad
inmobiliaria rural que cumpla una función social económica" mediante la
explotación eficiente de la tierra ajustada a las normas de conservación y
reposición de los recursos naturales con el fin de asegurar el bienestar rural que
sería conquistado con la transformación de la estructura agraria del país mediante
un sistema de distribución de tierras, asistencia técnica y social, organización de
la producción y colocación de las cosechas. Pero al mismo tiempo la ley
considera latifundios únicamente a los inmuebles de más de 10.000 hectáreas de
superficie ubicados en la Región Oriental y de más de 20.000 hectáreas en el
Chaco, que no sean racionalmente explotadas, quedando así excluidos del
objetivo de distribución de tierras los latifundios de menos de diez mil y veinte mil
hectáreas de la Región Oriental y Chaco, respectivamente, y todas aquéllas de
superficies mayores que sean eficientemente explotadas y racionalmente
aprovechadas. Las fracciones de tierras de más de diez mil hectáreas que se
encontraren en estas dos últimas condiciones serían gravadas con un impuesto
progresivo en la escala que establezca la ley de impuesto inmobiliario, teniendo
así confirmación legislativa la tesis del bienestar rural. En concordancia con la
Constitución Nacional dispone que por ley especial sería establecida la superficie
máxima de tierra que puede pertenecer a una persona natural o jurídica, según la
ubicación del inmueble y densidad de la población del lugar, fijando al mismo
tiempo el destino que tendrían los excedentes que resultaren.
                      Contrariamente a estas medidas de defensa del latifundio, el nuevo
Estatuto Agrario ordena medidas extremas contra el minifundio y limita el derecho
de propiedad sobre los mismos. A este efecto, faculta al Instituto de Bienestar
Rural a determinar el área mínima de la fracción de tierra rural, según lugar de
ubicación, densidad de la población de la zona, volumen de la producción por
hectárea y condiciones existentes para su explotación intensiva. Los lotes rurales
sin superficie mínima determinada por el Instituto no podrán ser objeto de
condominio. Las parcelas agrícolas tendrán un mínimo de seis hectáreas en las
zonas rurales y de dos en las suburbanas y las de menor superficie, que no
puedan ser racionalmente explotadas por sus condiciones particulares, podrán
ser unificadas por el Instituto promoviendo acuerdos entre sus propietarios o
recurriendo en último caso a la expropiación. Unificadas las fracciones por el
procedimiento de la expropiación, el Instituto vendería el nuevo lote así formado a
uno de los propietarios afectados; y el propietario que quedare sin tierra tendría
prioridad para adquirir otro lote, si existiere, en la colonia más próxima.
            Las extremas medidas legisladas por el Estatuto Agrario de 1963 contra el
derecho de propiedad sobre minifundios, pertenecientes en su totalidad a los
campesinos del sector popular de la población, no corresponden al sistema de
defensa establecido en la misma ley cuando este derecho recae sobre latifundios.
En el primer caso, el derecho es avasallado, mientras que en el último, respetado,
aunque el minifundio fuese hogar y fuente de trabajo y de producción de
alimentos de su propietario, y el latifundio instrumento de especulación y
explotación imperialista. Estas medidas son tanto menos justificadas por el mínimo
porcentaje del territorio nacional afectado por los minifundios y por las múltiples
soluciones de orden técnico y científico que pueden darse a los problemas
económicos y sociales creados por éstos sin afectar el derecho de propiedad
sobre los mismos y exponer a sus poseedores al drama del desalojo. La solución
dada a este problema por el Estatuto Agrario de 1963 responde a las relaciones
coloniales internas vigentes todavía hoy en el Paraguay. El Estado abandona a su
suerte a los débiles mientras asiste a los poderosos, sin consultar el interés
superior de la nación y la solución de los problemas económicos y sociales del
país.
                      Son beneficiarios de la política del bienestar rural, de acuerdo con el
nuevo Estatuto, los nacionales y extranjeros, varones y mujeres de 18 y más años
de edad, que habitualmente se dedicaren a la producción agropecuaria o se
propusieren dedicarse a esta actividad; las cooperativas rurales; los agrónomos y
veterinarios titulados; y los licenciados del servicio militar obligatorio que hayan
recibido en los cuarteles cursos intensivos de adiestramiento agropecuario. Por el
contrario, son expresamente excluidos de sus beneficios los propietarios de tierra
agrícola de más de cincuenta hectáreas, los comerciantes e industriales que
transformen productos agrícolas, ganaderos o forestales (excepción ésta que
favorece a los latifundistas ganaderos, yerbateros, obrajeros, etc.); las sociedades
anónimas e impersonales; y las personas mayores de 65 y 70 años según se
tratase de lotes agrícolas o ganaderos. Las parcialidades indígenas serán
asistidas por el Instituto y organizadas en colonias, a las que serían afectadas las
tierras necesarias para tal efecto.
            No fueron incluidos entre los beneficiarios por la ley, las madres solteras
de menos de 18 años de edad que tengan a su cargo la alimentación de sus
hijos; los núcleos de población rural de más de veinte sujetos de la reforma
agraria; las colonias, pueblos o villas de menos de cinco mil habitantes; los
propietarios de parcelas rurales de 50 a 200 hectáreas; todos éstos amparados
por el Estatuto Agrario de 1940. Carece por tanto de fundamento la crítica al
capítulo de este Estatuto sobre los sujetos de la reforma agraria, que afirma que
entre éstos faltaban y sobraban beneficiarios. En el Estatuto de 1963 se agregan a
los que aparecen en el anterior, los agrónomos y veterinarios titulados y los
licenciados del servicio militar obligatorio, que no están excluidos de aquél no
siendo terratenientes, y no incluye a los anteriormente nombrados, sin justificación
alguna de orden económico o social.
                      En el capítulo sobre las tierras destinadas al bienestar rural aparecen
aquéllas de propiedad del Instituto; las adquiridas por éste para ser colonizadas;
las del dominio privado destinadas a la colonización por sus propietarios; y
aquéllas del dominio privado adyacentes a los pueblos y colonias adquiridas por
el Instituto y que sean necesarias para su expansión y desarrollo. Quedaron así
excluidas otras tierras afectadas a la reforma agraria por el Estatuto anterior, entre
éstas las pertenecientes a las instituciones oficiales y que no tuvieran destino
especial y las necesarias para la solución de todo problema relacionado con la
redistribución de la propiedad territorial en el país. No tendrían por tanto solución,
con la sanción del nuevo Estatuto, aquellos problemas agrarios que exigieren la
expropiación de latifundios de menos de diez y veinte mil hectáreas ubicadas en
la Región Oriental y en el Chaco, respectivamente, y aquéllos de mayor superficie
que fueren racionalmente explotados.
            En diecisiete disposiciones agrupados en cinco títulos, el Estatuto legisla
sobre parques nacionales, viviendas rurales, asistencia directa e indirecta a los
agricultores, crédito agrícola y mercado interno de los productos agrícolas, la
mayor parte de cuyas disposiciones corresponde a la reglamentación de la ley
por el carácter transitorio y explicativo de las mismas. Es evidente el propósito del
legislador de plantear asuntos de administración de colonias para disimular la
omisión de disposiciones de fondo relacionadas con cuestiones fundamentales.
Son, en efecto, temas de buena administración de colonias agrícolas, que deben
ser objeto de reglamentación particular, las cuestiones relacionadas con viviendas
rurales, asistencia técnica y social, crédito agrícola y organización de mercado
interno para la colocación de la producción. Pero en este caso servirían para
justificar el cambio de política agraria, la sustitución de la idea de la reforma
agraria por la idea del bienestar rural, que mantendrían las condiciones actuales
de la tenencia de la tierra y su poder político y económico sin que el Estado
organice en la práctica los servicios públicos y sociales ofrecidos en
compensación del cambio realizado.
            El Instituto de Bienestar Rural tendrá a su cargo la realización de la política
colonizadora del Estado, basada en el programa de "lograr la mejor distribución
de la población rural", la "transformación de las tierras incultas en explotaciones
racionales" y el aumento de la producción agropecuaria, mediante la colonización
de sus propias tierras y la colonización privada.
            Las colonias serán en lo sucesivo agrícolas granjeras, agrícolas forestales,
y ganaderas, promoviendo en las zonas suburbanas la formación de quintas. Las
primeras tendrán lotes coloniales de un mínimo de veinte hectáreas, de cincuenta
hectáreas mínimas las agrícolas forestales, y las ganaderas del Chaco de 1.500 a
8.000 hectáreas, y las ubicadas en la Región Oriental de 300 a 1.500 hectáreas.
Las quintas no podrán ser de superficie mayor de dos hectáreas y menor de
media hectárea.
            Las colonias agrícolas granjeras y agrícolas forestales tendrán secciones
urbanas, suburbanas y coloniales. Las secciones urbanas serán divididas en
manzanas de una hectárea, separadas por calles, y las manzanas en cuatro
solares, debiendo reservarse hasta dos manzanas para el centro cívico. Las
secciones suburbanas serán divididas en lotes agrícolas de más de dos
hectáreas y en lotes quintas de media a dos hectáreas, donde serán reservadas
superficies adecuadas para parque y pista de aterrizaje (de avión). Finalmente,
los lotes coloniales tendrán veinte y cincuenta hectáreas, según sean colonias
agrícolas granjeras o agrícolas forestales, respectivamente.
            Cuando las tierras colonizadas estuviesen pobladas, las superficies de los
lotes serán las fijadas en esta ley. En el caso de que por la densidad de población
los lotes fueren de menor superficie a la fijada en la ley, se aplicarán las normas
establecidas para la unificación de minifundios. Y cuando hubiere sobrante de
tierra, se reservará una fracción de campo o monte para uso común de la
población, declarada inembargable, imprescriptible e indivisible, pero que podrá
ser arrendada por el Instituto por plazo máximo de cinco años renovable para
fines agrícolas o industriales, siempre que no sea afectado el interés de la
comunidad.
                      En las colonias agrícolas granjeras y forestales los interesados tendrán
derecho a tantos lotes hasta completar cien hectáreas de tierra, de acuerdo con el
número de hijos que tuviesen y su capacidad de trabajo y producción; mientras
que en las colonias ganaderas sólo podrán adquirir un lote. Tanto los
adjudicatarios de lotes agrícolas granjeros y forestales como ganaderos, podrán
adquirir un lote de quinta hasta completar cien y ocho mil hectáreas,
respectivamente.
            El adjudicatario adquiere la obligación de trabajar el lote personalmente o
los miembros de su familia, para lo cual deberá cercarlo, construir en el mismo
una vivienda dentro de los seis meses siguientes a la adjudicación y abonar el
precio en cuotas anuales, más una suma que no excederá del 4% anual,
calculado sobre el monto de la cuota, que será aplicada a un fondo de seguro
agrícola y de calamidad pública.
            Los adjudicatarios de lotes agrícolas deberán ser agricultores de buena
conducta, de menos de 65 años de edad y no han de ser propietarios de tierras
de más de cincuenta hectáreas de superficie. Los adjudicatarios de lotes
ganaderos deberán ser ganaderos con marca de ganado inscripta, tener buena
conducta y menos de setenta años de edad y no ser propietario en la Región
Oriental de más de trescientas hectáreas de tierra y de cuatro mil setecientas
cincuenta hectáreas de tierra en el Chaco. Los adjudicatarios de lotes agrícolas y
ganaderos podrán completar con las fracciones de tierra que ya posean las
superficies máximas de cien y ocho mil hectáreas, respectivamente. Podrá ser
adjudicatario de quinta toda persona beneficiaria o no de esta ley, siempre que no
sea propietaria de otra quinta y sea quintero de buena conducta, de menos de
setenta años de edad.
            Las adjudicaciones serán realizadas entre los ocupantes pacíficos de la
tierra colonizada, si los hubiere, y en ausencia de éstos entre los solicitantes
beneficiarios de la ley, seleccionados según los siguientes factores: número de
personas integrantes de la familia a su cargo; méritos en sus actividades
agropecuarias; calidad de excombatiente del Chaco; calidad de expatriado; y
grado de instrucción general. Cuando un lote estuviere ocupado por más de un
agricultor y no fuera posible fraccionarlo, será preferido el primer ocupante o el
que hubiere introducido más mejoras en el mismo cuando hubiesen dudas para
determinar con precisión al primer ocupante. El desplazado será indemnizado por
el adjudicatario y obtendrá plazo para abandonar el lote.
            Los solares urbanos serán adjudicados a título gratuito a los beneficiarios
de la ley poseedores de un lote colonial, siendo excluidos los que poseen lotes
agrícolas suburbanos y quintas; pero podrán ser vendidos a éstos como también
a cualquier interesado sea o no beneficiario de la ley.
                      El precio de los lotes coloniales será abonado en quince anualidades
iguales, que podrán ser aumentadas en los casos en que el inmueble adquiera
mayor valor originado en obras públicas, como ser caminos, vías férreas,
canalización de cursos de agua, electrificación, etc., o cuando hubiere atraso en
el pago de dos cuotas consecutivas. La mora en el pago de dos cuotas
consecutivas es también causal de ejecución judicial, y si además de la mora el
lote no fuera racionalmente explotado, el Instituto podrá hacer caducar el derecho
del adjudicatario, haciéndose cargo de la parcela cuando no se hubiese otorgado
el título de propiedad al adjudicatario sino que éste tuviere simplemente la
posesión del inmueble; pudiendo en este caso -el Instituto- otorgar a otro
interesado la parte no ocupada del lote. En el caso en que se hubiese otorgado
título de propiedad al adjudicatario mediante escritura pública, el Instituto
reclamará la transferencia del lote, recurriendo a la vía judicial cuando hubiere
negativa del propietario.
            El título de propiedad por escritura pública será otorgado al adjudicatario
una vez abonado por éste la totalidad del importe del lote, pero el Instituto queda
facultado a escriturar antes del pago total, en la oportunidad y condiciones que
estimare conveniente, exigiendo la garantía que corresponda por el saldo deudor.
El Instituto podrá también otorgar a título gratuito parcelas de tierra hasta cuarenta
hectáreas a los lisiados de la guerra del Chaco con el mínimo déficit del 30% de
su capacidad, y hasta veinte hectáreas a los padres de familias con siete o más
hijos menores de edad que se encuentren a su cuidado y manutención.
Igualmente podrá otorgar a título gratuito solares y fracciones de tierra necesarios
para asiento de locales de los servicios públicos oficiales. En cambio, en forma
imperativa ordena el nuevo Estatuto que los solares urbanos serán otorgados a los
beneficiarios de la ley a título gratuito, mientras que a los interesados que no
fueren beneficiarios serán transferidos a título oneroso.
            Las tierras de propiedad del Instituto que no formen parte del territorio de
una colonia podrán ser vendidas a los interesados no beneficiarios de esta ley
hasta la superficie máxima de los lotes coloniales; pero para la venta de
superficies mayores el Instituto requerirá autorización del Poder Ejecutivo.
También podrá vender con autorización del Poder Ejecutivo tierras de su
propiedad para ser colonizadas a las empresas privadas colonizadoras, estando
además facultado a solicitar la expropiación de inmuebles privados con el mismo
objeto.
                      El régimen de colonización oficial establecido en el Estatuto Agrario de
1963 rectifica el régimen sancionado en leyes agrarias anteriores, desde las
Ordenanzas de Domingo Martínez de Irala de 1556 hasta el Estatuto Agrario de
1940. La colonización oficial tendría en lo sucesivo la finalidad de "mejorar la
distribución de la población rural" para "transformar las tierras incultas en
explotaciones racionales", en vez de asegurar tierras a las comunidades
campesinas en los lugares en que se encontraren de acuerdo con la idea de la
reforma agraria. Los campesinos serían trasladados de los lugares en que se
encontraren a zonas lejanas de los centros poblados, para anular la presión que
ejercieran sobre los latifundios de la zona central del territorio del país y valorizar
con las nuevas poblaciones que se formaren los latifundios incultos. Fueron
suprimidas las Colonias Escuelas y de Comunidades de Guaraníes, y organizadas
las Colonias Agrícolas granjeras y forestales con lotes de superficie mínima de
veinte y cincuenta hectáreas respectivamente y máxima de cien hectáreas. En la
organización de las colonias ganaderas fue confirmada la modificación
introducida en el Estatuto Agrario de 1940 por la administración Morínigo,
permitiendo la instalación de Colonias Ganaderas tanto en el Chaco como en la
Región Oriental, con lotes de 1.500 a 8.000 hectáreas y de 300 a 1.500 hectáreas,
respectivamente; y sustituyendo el sistema de arrendamiento por el de venta de
los lotes, que permitiría la formación de nuevos latifundios en el Chaco con el
sobrante del patrimonio territorial privado del Estado que antes de Morínigo era
superior a las 9.000.000 hectáreas, de las cuales más de 8.000.000 hectáreas
fueron recuperadas con la guerra del Chaco. El Estatuto Agrario de 1940
ordenaba la organización de colonias ganaderas en el Chaco con lotes de 1.000
hectáreas de superficie mínima y máxima determinada por el Instituto, bajo el
sistema de arrendamiento por períodos de 10 años, prorrogables por otros
períodos sucesivos, conservando el Estado el dominio de la tierra.
            La superficie máxima de 100 hectáreas que cada solicitante podrá obtener
en las colonias agrícolas, en vez de 200 hectáreas establecidas en el Estatuto
Agrario anterior, y el régimen de lotes suburbanos de superficie no menor de dos
hectáreas y de quintas de media a dos hectáreas de superficie, desconocido en
la legislación agraria anterior, no corresponde a la función dada al Instituto de
Bienestar Rural de eliminar progresivamente el minifundio, ni al propósito de
desarrollar una agricultura comercial con el empleo de la técnica moderna de
producción agrícola que sustituya a la agricultura de sustento predominante en el
país, invocada en defensa de la tesis que supedita la entrega de tierras a los
campesinos y el aumento de la producción rural, al desarrollo cultural del
trabajador agrícola y a la eliminación de los minifundios. Al contrario, la limitación
a 100 hectáreas de la superficie total de tierra colonial agrícola a que tiene
derecho el agricultor beneficiario del nuevo Estatuto Agrario, limita la solución del
problema de la tierra a la generación del beneficiario; y las superficies de lotes
agrícolas suburbanos de dos y más hectáreas y de quintas de media a dos
hectáreas, contribuyen a la multiplicación de los minifundios por expreso mandato
de la ley. No conocemos ningún antecedente legislativo, ni razones valederas,
que justifiquen la disposición legal que ordena la división de tierras improductivas
alejadas de los centros poblados, en una sección suburbana, suprimiendo al
mismo tiempo la sección comunal, de vital importancia ésta en una población
rural. La creación de la Sección Suburbana y la supresión de la Sección Comunal
no corresponden,  por tanto, ni a antecedentes legislativos en la materia ni a
necesidades de orden social o económico en la colonización de tierras incultas
ubicadas en apartadas zonas del territorio del país. En cuanto a la organización
de quintas con tierras de propiedad del Instituto, bajo el régimen de colonización
establecido por el nuevo Estatuto, cuando al mismo tiempo ordena la fusión de
minifundios de menos de veinte hectáreas de propiedad de los agricultores, y el
desalojo de otros cuando sean colonizadas tierras ocupadas y en un mismo lote
se encontrasen establecidos más de uno, no tiene justificación valedera de orden
económico o social. Por el contrario, el análisis del tema conduce a la afirmación
de que el legislador, en el deseo de ajustarse a un erróneo planteamiento del
problema agrario del país, fue conducido a soluciones contrarias a sus propias
ideas.
                      El error padecido por el legislador en la redacción del nuevo Estatuto
Agrario queda especialmente de manifiesto en la norma dictada para el caso de
organización de colonias en tierras ocupadas. La legislación anterior permitía en
estos casos distribuir lotes de hasta un mínimo de superficie de seis hectáreas
con el fin de evitar en lo posible el efecto desgarrador del desalojo de un
agricultor. El Estatuto de 1963, en cambio, opta por mantener en estos casos la
superficie de veinte hectáreas, pero al mismo tiempo permite distribuir lotes de
hasta un mínimo de dos hectáreas en la sección suburbana. Las parcelas se
adjudicarían entre los "ocupantes pacíficos" de "buena conducta" y entre los
demás beneficiarios de la ley, elegidos entre los que obtengan la más alta
calificación de acuerdo con los factores establecidos. Esta nueva fórmula, sin
antecedentes legislativos en el país, desde 1870, y refuta el criterio de la Ley de
1848 sobre estatización de las tierras de los pueblos de origen guaraní, sería
fuente de arbitrariedades. La ley anterior establecía un orden estricto de
beneficiarios al que se debía ajustar el Instituto en la adjudicación de lotes,
eliminando así toda causa de error o preferencia de la autoridad. Las condiciones
de "ocupante pacífico" y "buena conducta", y la disminución a 65 años de 70 años
de edad exigidos en la ley anterior (entre otras condiciones de carácter general)
para ser adjudicatarios de lotes, anularían en muchos casos los derechos de los
ocupantes de tierras colonizadas. En la adjudicación de tierras a título gratuito se
elimina a la madre soltera de ocho o más hijos menores vivos y al repatriado con
más de seis hijos menores vivos, legislado en el Estatuto Agrario de 1940, y se
limita a los lisiados de guerra con un déficit mínimo de capacidad del 30%,
premiando así al grado de incapacidad y no al hecho de ser lisiado de la guerra
del Chaco.
            La disposición del nuevo Estatuto Agrario sobre pago del precio del lote
amplía en 15 años el plazo de 10 años establecido en el Estatuto de 1940. Esta
disposición favorable al campesino (del que participa también los no beneficiarios
de la ley) es anulada por la facultad otorgada al Instituto para aumentar el precio
del inmueble cuando se hubiese realizado en la zona una obra pública que
mejore el valor del bien, con lo que el precio pierde la condición de estabilidad,
sin reparar que la valorización se debería principalmente a la instalación del
campesino en el lote y desechando otras soluciones existentes para estos casos.
El incumplimiento en el pago de dos cuotas anuales sucesivas hace perder todo
derecho al adjudicatario, volviendo el bien al dominio del Instituto. Esta severa
medida tampoco tiene antecedente legislativo en el país. La solución dada al
caso por el Estatuto Agrario anterior convertía al adjudicatario en arrendatario,
pudiendo readquirir su derecho de adjudicatario dentro de los cinco años
siguientes si demostrase su capacidad de pagar el precio de la parcela.
                      La autorización para la venta de tierras de propiedad del Instituto en
superficies menores o mayores a las de los lotes coloniales a personas no
beneficiarias de la ley, abrió las puertas para la venta a los terratenientes de las
últimas reservas de tierras del Estado. Estas operaciones estaban expresamente
prohibidas por el Estatuto Agrario de 1940.
            Promover la colonización privada como medio de dar cumplimiento a los
fines de su creación, es el mandato del Estatuto Agrario de 1963 al Instituto de
Bienestar Rural. A este efecto, intervendrá en el estudio de las bases y
condiciones de todo proyecto de colonización privada que, por mandato de la ley,
obligatoriamente debe someterse a su aprobación, quedando los lotes coloniales
y urbanos bajo el régimen jurídico establecido para la colonización oficial.
                      Los lotes coloniales adjudicados gozarán de exención de impuesto
territorial por cinco años. Con el propósito de fomentar el interés de los
terratenientes, el Instituto de Bienestar Rural queda facultado a otorgar créditos a
las empresas colonizadoras y a cederles tierras para que éstas las colonicen
(operación esta última no autorizada por el Estatuto de 1940); y, a su vez, podrá
colonizar tierras del dominio privado que fueran entregadas al Instituto por sus
propietarios a este efecto, tal como disponía el anterior Estatuto. Finalmente, las
colonias organizadas por las empresas colonizadoras privadas quedan sujetas a
la inspección y vigilancia del Instituto de Bienestar Rural. Independientemente de
la voluntad manifestada por los terratenientes en el sentido de colonizar sus
tierras, el Instituto podrá declarar colonizables las tierras del dominio privado que
no se encontrasen racionalmente explotadas. Esas tierras deberán ser
colonizadas por sus propietarios, y en el caso en que no lo hicieran en el plazo
fijado en la ley, el Instituto podrá gestionar su permuta, compra o expropiación
para organizar en ellas una colonia oficial.
            El Estatuto de 1940 eximía del pago del impuesto territorial por el término
de cinco años toda la superficie de la tierra colonizada por su propietario (no
solamente las parcelas adjudicadas como establece el nuevo Estatuto) y de
impuesto aduanero la introducción de los elementos necesarios para la
colonización; y ordenaba la confección de un Registro de las tierras declaradas
colonizables, y la reserva de la sección comunal en todas las colonias privadas
suprimida en el Estatuto Agrario de 1963.
                      Quedan sometidos a las disposiciones de esta ley los contratos de
explotación de la tierra bajo el régimen de arrendamiento, aparcería y trabajo
societario. El precio del arrendamiento no podrá exceder del 12% del valor fiscal
de la tierra arrendada, pagadero por período de tiempo vencido; el porcentaje
correspondiente al propietario en los contratos de aparcería no podrá ser superior
al 20% de la producción; y en los casos de explotación bajo la forma de trabajo
societario, el propietario aportará, además de la tierra, implementos agrícolas,
semillas y otros elementos indispensables para la producción, no debiendo
exceder su participación en los beneficios obtenidos del 50%. El arrendatario,
aparcero y trabajador societario tendrán preferencia para adquirir la tierra que
trabaje en caso de ser ofrecida en venta o fuese colonizada por el propietario o
por el Instituto.
            El nuevo Estatuto confirmó la derogación de la norma legal que declara
arrendatarios por anualidades a los ocupantes de tierras rurales privadas,
sancionada en las leyes agrarias de 1926 a 1940, estableciendo que éstos serían
amparados como tales siendo "ocupantes pacíficos y de buena fe", condición ésta
que la inmensa mayoría de los campesinos sin tierras no podrían satisfacer,
recuperando así, por mandato de la nueva ley, el carácter de "intrusos"; y en
casos de desalojos ordenados por la justicia, el Instituto no tiene la obligación,
como se establecía en el Estatuto de 1940, de ubicar en otro lote al agricultor
lanzado de su chacra y de su hogar, sin recursos y sin amparo del Estado, siendo
obligado por la estructura social creada por el latifundio a encaminarse hacia la
ciudad o a cruzar la frontera patria en busca de trabajo.
                      En el Estatuto de 1963 las condiciones de los lotes agrícolas, de
inembargables e inenajenables a terceros que no fuesen beneficiarios de la ley,
quedaron limitadas al término de diez años, contados desde el pago por el
adjudicatario del precio del lote. En el régimen sancionado en el Estatuto de 1940
estas condiciones se mantenían por siempre, con el propósito de evitar la
concentración de parcelas de tierras en manos de pocos, como se había
producido bajo la vigencia de las leyes agrarias anteriores a 1940. Con esta
misma finalidad, fue establecida en aquellas leyes la imprescriptibilidad de las
tierras sometidas a sus disposiciones, que el nuevo Estatuto dejó sin efecto, así
como la prohibición de incorporarlas al patrimonio de sociedades anónimas y la
declaración de inembargabilidad de los elementos de trabajo de los agricultores.
                      Quedan sujetas a expropiación, de acuerdo con el Estatuto Agrario de
1963, las tierras del dominio privado que no sean racionalmente explotadas, aptas
para la producción agropecuaria y declaradas colonizables, las que sirvan de
asiento a poblaciones estables; las que se encontrasen ocupadas por los
agricultores en forma pacífica y de buena fe desde antes del 19 de agosto de
1940; las destinadas a parques nacionales y colonias indígenas; y los minifundios
que el Instituto de Bienestar Rural resolviese unificarlos para aumentar su
superficie. Tratándose de tierras destinadas a la colonización, vale decir de
latifundios, la expropiación sería siempre decretada por el Poder Ejecutivo; en
cambio, si se tratare de minifundios, podría ordenarlo el Instituto de Bienestar
Rural.
                      El precio de las tierras expropiadas libres de ocupantes sería fijado de
acuerdo con el promedio de precios de operaciones de compra venta del lugar
de los dos últimos años, libre de mejoras, y el valor fiscal para el pago del
impuesto inmobiliario. Si se tratare de tierras ocupadas en forma pacífica, el
precio será determinado por peritos nombrados por el propietario y el Instituto,
uno por parte. Éstos, en caso de desacuerdo, designarán un perito tercero,
debiendo recurrir al Juez de Primera Instancia en lo Civil de turno cuando no se
pusieran de acuerdo para designarlo. El precio así fijado sería el definitivo valor
del inmueble expropiado, que el Instituto abonaría en el plazo de diez años
contados desde la transferencia del bien al Instituto de Bienestar Rural. El
propietario podrá pedir ajuste del precio cuando no fueren abonadas dos
anualidades o cuando al término del plazo de diez años no se hubiere pagado la
totalidad del valor.
            Las tierras adquiridas por los beneficiarios de esta ley y de acuerdo con
sus disposiciones podrán ser expropiadas para la creación o ampliación de
centros urbanos, construcción de vías de comunicación, pistas de aterrizaje y
obras hidráulicas, y en casos previstos en leyes especiales.
                      Un inmueble es racionalmente explotado, según definición del Estatuto
Agrario de 1963, cuando las mejoras permanentes introducidas en el mismo
representen por lo menos el 50% del valor fiscal de la tierra, y sea asiento de un
establecimiento "que pueda ser indistintamente agrícola, ganadero, forestal,
industrial o mixto".
            Fueron derogadas las disposiciones del Estatuto Agrario de 1940 relativas
a la obligación del Instituto de gestionar la adquisición de tierras por compra o
permuta antes de solicitar su expropiación; la que dispone la expropiación de
tierras ocupadas por más de 20 sujetos de la reforma agraria (anteriormente
sustituida por ley 622 de 1960 sobre colonización de hecho); la que declara de
utilidad pública el cultivo de las tierras de labor; la que ordena la expropiación de
tierras ubicadas sobre ríos y lagos navegables, líneas férreas o caminos públicos,
necesarias para dotar de estaciones o puertos a ciudades, pueblos, villas o
colonias; la que ordena que las tierras situadas en las fronteras del país cuyos
límites no fuesen ríos navegables sean destinadas a colonias de paraguayos
nativos y declara de utilidad pública y sujetas a expropiación las que fueren del
dominio privado; la que dispone que el Superior Tribunal de Justicia (Corte
Suprema de Justicia) fije en definitiva el precio de la tierra expropiada, dando en
la nueva ley esta delicada facultad al Juez de Primera Instancia en lo Civil de
turno, sin apelación; la que dispone el pago del precio de la tierra expropiada en
el plazo máximo de cinco años, ampliándolo a diez años; la que ordena la
recuperación por el Estado, para formar parte del patrimonio del Instituto, de las
tierras que no sean racionalmente explotadas, adeuden impuesto inmobiliario por
cinco años y sus propietarios sean extranjeros que vivan fuera del país; y,
finalmente, la que faculta al Poder Ejecutivo a ordenar la ocupación y loteamiento
de las tierras declaradas de utilidad pública cuando fuese necesaria la adopción
de esta medida en defensa de intereses colectivos.
            También fueron derogadas las disposiciones del Estatuto de 1940 relativas
al arrendamiento de las tierras de propiedad del Instituto no colonizadas; a las
colonias escuelas, colonias de guaraníes y reducción de indios; a la conservación
y repoblación de los bosques naturales del país, a la explotación de los bosques
naturales del país, a la explotación de los bosques del patrimonio del Instituto; y a
las reservas de tierras. Esta última prohibía la venta de tierras de propiedad del
Instituto que contengan yerbales naturales, sal, salitre, nitro, hulla, petróleo, cal,
oro, piedras preciosas y piedras útiles, y limitaba el dominio privado a la tierra,
excluyendo las riquezas minerales que contengan, cuando el conocimiento de la
existencia de éstas sea posterior a la venta del inmueble; las tierras del Jardín
Botánico de Trinidad, las de Campo Grande (Ñu Guazú), bañado de Tacumbú,
Costa Pucú de Paraguarí, Rincón de Guarambaré, reservas de tierras de Villa
Oliva, y calera de Itapucumí; las islas de los ríos y lagos navegables y tierras de
los deltas; las tierras contiguas a las márgenes de los ríos y lagos navegables, y
las destinadas para servicios públicos. El artículo 175 del Estatuto Agrario de
1963 ordena la derogación de todas las leyes y decretos leyes opuestos a sus
disposiciones "y en particular el decreto N° 120 de fecha 29 de febrero de 1940"
que establece el Estatuto Agrario de aquel año10.
                      Con la sanción del Estatuto Agrario de 1963 la contrarreforma agraria
conquistó su más completo éxito de todos los tiempos. La idea de la reforma
agraria fue sustituida en la legislación del Paraguay por la idea del bienestar rural,
y suprimida de las disposiciones del nuevo Estatuto la expresión "reforma agraria".
Estimular y garantizar la propiedad privada inmobiliaria son el objetivo de la ley,
pero sus disposiciones amparan únicamente a la gran propiedad, particularmente
perteneciente al capital extranjero. Ésta tiene, en efecto, toda la garantía legal
para acrecentar sus privilegios económicos y conservar sus posiciones políticas.
No goza en cambio de igual tratamiento la pequeña propiedad, perteneciente a
modestos agricultores. La defensa del derecho de propiedad sobre minifundios
no tiene en el nuevo Estatuto el mismo amparo que cuando recae sobre
latifundios, especialmente cuando éstos pertenecen a capitalistas extranjeros. En
la solución de los problemas creados por los ocupantes precarios de tierras del
dominio privado, el nuevo Estatuto se aparta de la doctrina nacional afirmada a lo
largo de la historia del país, para recoger las conclusiones del Primer Seminario
Nacional sobre Reforma Agraria realizada en 1958. La tesis nacional planteada
inicialmente por Domingo Martínez de Irala en sus ordenanzas del 14 de mayo de
1556 cuando disponía que los guaraníes (remotos antecesores de los actuales
agricultores paraguayos) no debían ser molestados en sus posesiones de tierras,
montes, campos, casas, pesquerías y en las que servían de asiento de sus
poblados, afirmada en las leyes agrarias desde 1918 hasta 1940, fue sustituida
por las conclusiones del Seminario de 1958 que permiten el desalojo de
poblaciones rurales, provocando el éxodo masivo campesino. De acuerdo con las
disposiciones de la nueva ley, pueden ser colonizadas únicamente las tierras no
explotadas racionalmente aptas para la producción agrícola de más de 10.000
hectáreas, cuando ya por la ley agraria de 1935 eran declaradas de utilidad
pública aquellas tierras del dominio privado de más de 1.000 hectáreas que
fueran declaradas colonizables por el Poder Ejecutivo en cumplimiento de sus
disposiciones. Eusebio Ayala afirmaba al respecto, siendo Presidente de la
República en 1935, que la distribución de tierras entre los agricultores se debía
realizar, aunque se tuviese que vencer la resistencia que opusiesen los
terratenientes al desenvolvimiento nacional. Los legisladores de 1963 pensaron,
en cambio, que antes que vencer la resistencia de los latifundistas como quería
Ayala, se debía amparar sus privilegios amenazados por la presión de los
campesinos que reclaman tierras de cultivo, y promover, en cambio, el traslado de
éstos a tierras fiscales y privadas de más de 10.000 hectáreas, ubicadas en
lugares apartados de los centros poblados, dando así cumplimiento a la
declaración de principios y programa del partido político cuya representación
invocaban, que establece el compromiso de sancionar un nuevo Estatuto Agrario,
sin reparar que sus disposiciones dejarían en el desamparo a los campesinos11.
Los efectos de la derogación del Estatuto Agrario de 1940 tuvieron inmediata
manifestación en la defensa del territorio del país al facilitar la infiltración del
Estado brasileño en la zona del Salto del Guairá y la ocupación militar de las
tierras adyacentes al Salto en junio de 196512.
 
                      5. En 1950 era creado en el Paraguay el Movimiento Social Demócrata
Cristiano, organizado en partido político el 14 de junio de 1965.
            El Partido Demócrata Cristiano paraguayo publicó un manifiesto el 30 de
junio de 1965, afirmando que "el problema rural paraguayo es uno de los más
escandalosos de la América Latina" por su sistema de vida, los hábitos, la
estructura feudal de la población campesina con manifestación inicial de
explotación capitalista y la concentración de la tenencia de la tierra en un
reducido número de propietarios que generalmente viven fuera del país, mientras
la inmensa mayoría de los agricultores poseen una pequeña fracción del territorio
nacional, creando esta situación condiciones de desequilibrio social en beneficio
de una ínfima minoría que mantiene el mando despótico sobre la población y
atesora ganancias económicas, al mismo tiempo que centenares de miles de
trabajadores del campo viven en la miseria víctimas del despojo a que los
someten sus explotadores manteniéndolos en "una suerte de real esclavitud". El
Partido Demócrata Cristiano planteó la necesidad de acordar un programa
nacional para "incorporar a los beneficios de la civilización, de la cultura y del
progreso a las grandes masas rurales", mediante una "verdadera reforma agraria,
que sea radical, y al propio tiempo integrada en un plan general de
reestructuración de la vida rural"13.
 
            6. En mayo de 1966 el Poder Ejecutivo convocó a la Asamblea Nacional
para que se pronuncie sobre la necesidad de la reforma de la Constitución
entonces vigente, y la Cámara de Representantes autorizó, posteriormente, al
Poder Ejecutivo a convocar a la elección de 120 convencionales titulares y 40
suplentes para integrar la Convención Nacional Constituyente que iniciaría sus
deliberaciones 20 días después de la elección de convencionales y dictaría la
nueva Constitución dentro del término de tres meses14.
                      Las condiciones institucionales existentes entonces en el país no
permitieron una elección normal para la libre designación de los convencionales,
imponiendo el poder policial dominante una mayoría en la Convención no
representativa de la voluntad de la nación, cuyas resoluciones deberán ser
confirmadas en la oportunidad debida por una verdadera Convención Nacional
Constituyente, libremente integrada por la soberana voluntad de toda la nación
paraguaya, que legitime la vigencia de una Constitución que sirva de instrumento
de paz, libertad, justicia y progreso del país.
                      La Constitución de 1967 contiene disposiciones relativas a la reforma
agraria, agrupadas en un capítulo especial, que da vigencia constitucional a la
expresión "Reforma Agraria", suprimida, como se sabe, de la legislación por el
Estatuto Agrario de 1963.
                      El material que disponemos para el estudio de las disposiciones
constitucionales relacionadas con la reforma agraria se reduce a los proyectos de
Constitución presentados a la Asamblea Nacional Constituyente por la Asociación
Nacional Republicana (ANR), el Partido Liberal (PL), el Partido Liberal Radical
(PLR) y el Partido Revolucionario Febrerista (PRF). No hemos consultado las actas
de las sesiones de la Convención, por no haberlas podido obtener no obstante las
intensas gestiones realizadas ante las instituciones oficiales pertinentes, donde
recogimos la información que las actas de la Convención Nacional Constituyente
de 1967 no fueron hasta la fecha preparadas para su conocimiento por el público
y su posterior publicación. Esta circunstancia limita el análisis del tema a la vista
de las posiciones oficiales de los partidos políticos representados en la
Convención, sin la valiosa fuente documental de las actas de sesiones donde
deben constar las intervenciones personales de los convencionales.
            a) En las exposiciones de motivos de los proyectos presentados por los
citados partidos políticos, al referirse a las disposiciones relacionadas con la
reforma agraria, son planteadas soluciones que, aunque formalmente similares,
difieren en el fondo, no correspondiendo, por tanto, a iguales o semejantes
disposiciones del texto de cada proyecto.
            Afirma la ANR que el derecho de propiedad es legislado en el proyecto
que presenta con "criterio democrático" conciliando el interés individual con el
interés social, pero sin anular el derecho de propiedad individual para convertirlo
en un derecho del Estado; que eleva a la "categoría de un dogma constitucional
todo cuando se refiere al bienestar del trabajador del campo, del agricultor o del
hacendado" y "consagra a la reforma agraria como uno de los factores necesarios
para lograr el bienestar rural que consiste en la incorporación efectiva de la
población campesina al desarrollo económico y social de la República". Pero esta
reforma agraria no consistirá simplemente en la distribución de parcelas de tierra,
"sino su filosofía gira alrededor del hombre, para salvarlo de la imposibilidad de
trabajar, de someterlo a la esclavitud o abandonado a la suerte del poderoso"; se
inspira en el programa partidario de "asegurar al trabajador un hogar asentado
sobre tierra propia y las condiciones necesarias de una existencia digna". Para
realizar esta reforma agraria el proyecto garantiza la propiedad privada cuyo
contenido y límite serán fijados por la ley, determinando la superficie de tierra que
puede pertenecer a una persona física o jurídica; reforma agraria que no debe
implantarse por la violencia o por procedimientos demagógicos, sino atendiendo
a las posiciones del trabajador agrícola y ganadero. "El latifundio improductivo es
contrario a la reforma agraria", se afirma en la exposición de motivos. Mediante la
reforma agraria propiciada en el proyecto de la ANR se daría al país "una nueva
estructura agraria para crear el bienestar rural".
            La exposición de motivos del proyecto de la ANR se refiere al derecho de
propiedad en general sin distinguir el derecho de propiedad sobre cosas muebles
o semovientes del derecho de propiedad sobre inmuebles, especialmente sobre
la tierra; y al garantizar el derecho de propiedad privada, también garantiza el
derecho de propiedad sobre latifundios, aunque declare que los latifundios
improductivos son contrarios a la reforma agraria, para cuya realización garantiza
la propiedad privada. En la fórmula de la tierra propia para el hogar no incluye a la
tierra propia para la producción de alimentos; la identificación del interés de la
agricultura en pequeña parcela con el interés de la ganadería extensiva, no
corresponde a los hechos económicos actuales ni a los antecedentes de la
tenencia de la tierra en el país; y el propósito de "incorporar en forma efectiva a la
población campesina al desarrollo económico y social de la República" para
conquistar el bienestar rural, denuncia también el déficit de información y la
confusión que padecían los autores de la exposición de motivos del proyecto de
Constitución de la ANR. La población campesina se encuentra, en efecto,
incorporada en forma efectiva al desarrollo económico y social del Paraguay
desde los años iniciales de la creación de esta nación, y constituyó desde
aquellos lejanos tiempos hasta nuestros días el cimiento de su existencia y
progreso. No se trata pues de incorporarla, porque lo está, al desarrollo del país,
sino de crearles las condiciones jurídicas, científicas, técnicas y financieras que
aceleren su progreso.
                      En la exposición de motivos del proyecto del PLR se anuncia que "la
reforma agraria es objeto de atención especial conforme a las circunstancias del
país, poniendo énfasis en las demás condiciones económicas, educativas,
técnicas, culturales sin las cuales aquélla sería ineficaz e ilusoria", distinguiendo el
problema de la tenencia de la tierra, que constituye el objetivo fundamental de la
reforma, de la necesidad de organizar la asistencia docente, técnica y financiera
al productor como condición indispensable para asegurar su éxito.
            Por su parte, el PL informa en la exposición de motivos de su proyecto de
Constitución "que en el Capítulo de la Reforma Agraria se consigna la obligación
del Estado de realizarla en forma integral", para la popularización de los medios
de producción y de la propiedad privada y para el desarrollo del medio rural. El
PL afirma que en el Paraguay, como en toda América Latina, no se podrá dar el
"salto hacia el desarrollo" sin una reforma agraria de fondo, activa y práctica.
            Finalmente, el PRF afirma en la exposición de motivos de su proyecto de
Constitución que la "reforma agraria es la base fundamental de la prosperidad
nacional paralelamente a la industrialización" y que constituye una política
nacional de largo alcance con un vasto programa de redistribución de tierras,
formación de cooperativas, colonización nacional y "transformación de la
mentalidad campesina"15.
                      b) El proyecto de Constitución de la ANR "consagra la reforma agraria
como uno de los factores para lograr el bienestar rural", realizada con la
incorporación efectiva de la población campesina al desarrollo económico y social
del país; a cuyo efecto el Estado intervendrá en la justa distribución, tenencia y
propiedad de la tierra, organizará la asistencia técnica, social y financiera al
productor, fomentará la creación de cooperativas y asociaciones similares,
promoverá el incremento de la producción y la racionalización del mercado con el
propósito de lograr el mayor rendimiento económico de la población, "como
garantía de su libertad y dignidad y como fundamento del bienestar nacional"16.
Inspirado en una disposición similar de la Constitución de 1940, dispone que la
ley determinará la superficie máxima de tierra que puede formar parte del
patrimonio de una persona física o jurídica, de acuerdo con la superficie del
territorio nacional, el número de sus habitantes, la aptitud natural de las tierras y
las necesarias previsiones para el desarrollo equilibrado de la producción
agrícola, ganadera, forestal e industrial. Las superficies sobrantes de tierras
incultas aptas para la producción agropecuaria, para la fundación o ampliación
de poblaciones estables, serán consideradas latifundios y vendidas en las
condiciones establecidas en la ley. El latifundio será objeto de un sistema
impositivo progresivo, al mismo tiempo que se garantiza la propiedad privada,
aunque es admitida la expropiación con justa indemnización por causa de utilidad
pública o interés social definido por la ley". El Estado preservará la riqueza forestal
y mantendrá bajo su dominio los metales, piedras preciosas y combustibles
minerales del territorio del país, así como las aguas jurisdiccionales de los ríos
internacionales, de los ríos interiores y sus afluentes, de los lagos naturales, y los
cauces y riberas de los mismos en la extensión determinada por la ley18. Cada
familia tiene derecho a asentar su hogar en tierra propia y el Estado favorecerá la
organización del patrimonio familiar inembargable19.
                      Consagra el proyecto la igualdad de derechos civiles y políticos del
hombre y la mujer; ampara la maternidad; el trabajo femenino será regulado en
función de la maternidad; y el niño obtendrá, sin discriminación, protección
integral; proscribe la explotación del hombre por el hombre y dispone que la ley
penal sancione como delito cualquier forma de esclavitud o dependencia
personal incompatible con la dignidad humana; y dispone un trato preferencial,
material y moral, a los que combatieron en guerra internacional en defensa del
Paraguay20.
                      Concede al Gobierno la facultad de fomentar la repatriación de los
paraguayos, "la migración interna por razones demográficas" y la inmigración de
agricultores, artesanos, técnicos y científicos. La custodia y defensa del orden
jurídico y de la soberanía, de la integridad territorial y del honor de la República
quedan confiadas a las Fuerzas Armadas de la Nación organizadas con carácter
permanente, y el orden público y seguridad de las personas y sus bienes a cargo
de la Policía21.
            En su proyecto de Constitución, el PL afirma en capítulo especial que "es
obligación fundamental del Estado realizar la reforma agraria" de manera integral,
para el desarrollo del medio rural, la popularización de los medios de producción
y de la propiedad privada de la tierra22. Declara inviolable el derecho de
propiedad, pero su uso y goce sujetos a la ley. La propiedad inmobiliaria podrá
ser expropiada por razones de utilidad pública o social calificadas en cada caso
por ley y con debida compensación abonada en el plazo de dos años; pero la
expropiación de tierras destinadas a la reforma agraria podrá ser abonada en diez
años con pagos periódicos semestrales o anuales23.
                      El "capitalismo del pueblo" será la base de la estructura económica y
social del país, y todos sus habitantes tendrán derecho al uso y goce de la
riqueza. La constitución, conservación, goce y transmisión del bien familiar será
objeto de una ley especial. Queda prohibida la explotación del hombre por el
Estado, un ente jurídico, y por el hombre, así como el trabajo personal como
compensación de pago de impuestos, tasas u otros gravámenes. Son
consagradas la igualdad de derechos del hombre y la mujer, y la preferente
atención a los veteranos, mutilados y lisiados de guerra o acción internacional,
sus viudas e hijos24.
                      El desarrollo económico merecerá atención preferente del Estado, que
fomentará el capital nacional y promoverá la radicación del capital extranjero, la
democratización de la riqueza, y las actividades agropecuarias, forestales e
industriales que creen fuentes de trabajo y estimulen la producción de materias
primas. A este efecto fomentará la inmigración seleccionada sin conceder a los
extranjeros franquicias ni trato preferencial alguno no dispensados a los
paraguayos nativos25.
            "Derecho primario, sustantivo y básico" del paraguayo es vivir en su tierra,
y el Estado es impuesto con la obligación esencial de favorecer su regreso a la
patria, de cuyo territorio puede salir y entrar libremente, quedando proscriptas la
pena de destierro y la pena de muerte por causas políticas26. Un ejército técnico-
profesional tendrá a su cargo la custodia y defensa de la integridad territorial de la
República y una policía civil velará por el orden público y la seguridad interior27.
                      El proyecto de Constitución presentado a la Convención Nacional
Constituyente de 1967 por el PLR afirma que el Estado debe ser impuesto con la
preocupación fundamental de realizar una reforma agraria integral, orientada a
transformar la estructura agraria del país, y a emancipar económica, espiritual y
culturalmente a su población campesina. Declara el derecho del agricultor a un
pedazo de suelo paraguayo; proscribe el latifundio; ordena que por ley se fije la
superficie máxima que pueda poseer un propietario, que el Estado apruebe
planes de redistribución de tierras fiscales y del dominio privado, que no sean
explotadas, y que dé solución al problema creado por la ocupación precaria de
tierras por los campesinos. El Estado deberá fomentar también la organización de
cooperativas agrícolas y protegerá la pequeña propiedad y la propiedad comunal.
A los fines de la reforma agraria, el Estado podrá ordenar la expropiación de
tierras del dominio privado con pago diferido o pago con bonos garantizados
suficientemente. Es protegido el derecho de propiedad en general con
limitaciones de su función social, permitiendo la expropiación de bienes mediante
sentencia judicial y el pago de una indemnización justa. El Estado conserva el
dominio eminente de la riqueza mineral del suelo y subsuelo28.
                      Se organizará el patrimonio familiar inembargable y se facilitará la
adquisición de la vivienda familiar propia. Se protegerá a la familia y se fomentará
el matrimonio. Es proclamada la igualdad jurídica del hombre y la mujer dentro y
fuera del matrimonio, y protegida la maternidad cualquiera fuese el estado civil de
la madre. El Estado asume la obligación de asegurar a los sobrevivientes de
guerras internacionales una existencia digna29. Será preocupación fundamental
del Estado la repatriación de los paraguayos y fomentará la inmigración de
extranjeros. Todos los habitantes del país podrán entrar y salir libremente del
territorio nacional sin más limitación que las establecidas en las leyes de
inmigración30.
            El Estado estimulará la formación del capital nacional y la incorporación
del capital extranjero como medio de producción e instrumento de bienestar y
progreso del pueblo. En ningún caso el capital extranjero obtendrá más
facilidades que las concedidas al capital nacional, debiendo establecerse por ley
el porcentaje de utilidades del capital foráneo que deberá ser reinvertido en el
país31.
            Es proscripta la explotación del hombre por el hombre, se afirma que el
trabajo y el trabajador constituyen una categoría humana y moral dignas,
protegidos por el Estado, y el servicio personal que se establezca por ley deberá
ser adecuadamente remunerado32.
            Las Fuerzas Armadas, con carácter permanente, profesional, nacional, no
partidaria, tendrán la custodia y defensa de la soberanía del pueblo y de la
integridad territorial del país; y la policía civil garantizará el orden interno y la
seguridad individual y colectiva33.
            En su proyecto de Constitución, el PRF, al igual que el PL, trata la reforma
agraria en capítulo especial, en el que establece que "el Estado promoverá la
reforma agraria integral y técnica", con el propósito de asentar a las poblaciones
campesinas en tierras propias y realizar la prosperidad nacional; racionalizar y
mecanizar la agricultura; asegurar precios y mercados a la producción, para
aumentar el ingreso del trabajador rural y su participación en los beneficios de la
civilización moderna. A este efecto, el Estado podrá redistribuir la propiedad
inmobiliaria rural, eliminar progresivamente los latifundios y suprimir los
minifundios, facilitar créditos de fomento agrícola, fomentar la organización de
cooperativas y de comunidades agrarias que induzcan a cambios sustanciales en
las costumbres, hábitos y aspiraciones de los campesinos, y simultáneamente
impulsar la industrialización del país. Los planes de colonización oficial y privada
y la inmigración serán ajustados a los fines de la reforma agraria34.
                      Rechaza el proyecto del PRF el imperialismo económico y político y el
totalitarismo, por contrarios a la independencia nacional y a la libertad y dignidad
del hombre. Afirma que la función pública está al servicio de la nación y no de
una fracción política; que los paraguayos tienen el derecho inviolable de vivir en
su propia tierra, aboliendo la pena de destierro y ordenando al Estado realizar un
plan de repatriación efectivo. Garantiza el derecho de propiedad privada con las
limitaciones de su función social establecida en ley y la participación de todos los
habitantes en los beneficios que aporta este derecho. Impone al Estado la
obligación de amparar a la maternidad, a la infancia y a la ancianidad; de
favorecer la formación del patrimonio familiar inembargable procurando que cada
hogar tenga vivienda propia; y de promover la participación de todos los
habitantes en la organización política, social y cultural del país sobre la base de la
igualdad sin distinción de sexo, raza, religión, opinión política o nacionalidad.
Proclama la igualdad jurídica y moral del hombre y la mujer en el matrimonio, de
los hijos nacidos dentro y fuera del matrimonio, la prohibición de calificar la
naturaleza de la filiación, y la obligación del Estado de crear fuentes de trabajo
para los habitantes del país35.
            Los principios de la solidaridad y la justicia social fundamentan el orden
económico creado por este proyecto de Constitución, basado en la protección al
capital y la iniciativa privada que promuevan el bienestar común y no constituyan
instrumentos de explotación del hombre por el hombre, debiendo el Estado
promover el desarrollo económico y social y la formación y consolidación del
capital nacional, admitiendo al mismo tiempo al capital extranjero como factor
complementaria del desarrollo económico, en igual trato que el capital local,
siempre que responda al interés del país. Consagra la expropiación de bienes por
razones de utilidad social decretada por ley con pago de justa indemnización,
pudiendo arbitrarse forma de pago diferido en casos de expropiaciones de
inmuebles para la realización de la reforma agraria o ensanche o mejoramiento de
poblaciones rurales o urbanas36.
                      Para asegurar la defensa nacional, la integridad territorial, la
independencia, la soberanía y la estabilidad de las instituciones democráticas,
serán organizadas, sobre la base del servicio militar obligatorio, las Fuerzas
Armadas de la Nación, apartidistas, subordinadas al poder civil, con
capacitación, disciplina y estricta sujeción a las leyes y observancia de las
normas morales, al servicio del país37.
            c) El sector dominante en la Convención Nacional Constituyente de 1967
impuso su criterio en la redacción final de la nueva Constitución de la República,
sancionada, no como resultado de un acuerdo nacional sino mediante la
violencia, para constitucionalizar el cesarismo político y la injusticia social,
mantenidos por la fuerza ejercida por un Estado policial al servicio de intereses
contrarios a los de la nacionalidad paraguaya.
            En las cuestiones formales y en las declaraciones que sólo significaban un
ideal de difícil y lejana realización anunciadas con carácter de aspiraciones que
no obligan al Estado, los convencionales opositores obtuvieron satisfacciones con
la consagración de algunas de sus proposiciones. Pero cuando se trataba de
disposiciones relacionadas con la estructura actual del Estado y de la
organización social y política del país, la mayoría obtenida por la violencia imponía
en forma sistemática e inflexible su criterio en la redacción final de la Constitución
aprobada el 15 de agosto de 1967.
                      En la sanción de las disposiciones relativas a la reforma agraria, esta
conducta fue rigurosamente observada. Las proposiciones del PRF y del PL de
legislar la reforma agraria en capítulo especial quedaron incorporadas al texto de
la nueva Carta Política pero los cinco artículos que integran su Capítulo IV fueron
textualmente copiados unos, y otros con sustitución, supresión o agregado de
palabras o frases, del proyecto de la ANR. Los artículos 128, 129, 130, 131 y 132
de la Constitución Nacional de 1967 corresponden a los artículos 66, 84, 36, 65
última parte, y 85 del proyecto presentado por dicho sector político.
            Consagra la nueva Constitución la expresión "reforma agraria", suprimida
del texto del Estatuto Agrario de 1936, pero al mismo tiempo concede categoría
de norma constitucional a la idea del "bienestar rural", con el programa de
incorporar a la "población campesina al desarrollo económico y social de la
Nación", y el mandato de fomentar las migraciones internas por razones
demográficas, económicas y sociales, preferentemente mediante la organización
de colonias privadas con la cooperación del Estado, negando a los campesinos el
derecho acordado al resto de la población de elegir libremente su domicilio o
residencia38. Quedó así incorporado a una disposición constitucional el plan de
traslado de las poblaciones campesinas planteado en el Primer Seminario
Nacional sobre Reforma Agraria de 1958 y legalizado en el Estatuto de 1963, para
conservar la estructura social existente basado en el poder económico y político
del latifundio y el dominio del capital extranjero.
                      Mantiene la norma establecida en la Constitución de 1940 sobre la
determinación legal de la superficie máxima de tierra que puede formar parte del
patrimonio de una persona física o legal, ley que no fue sancionada en los treinta
años transcurridos desde aquel año; pero las condiciones establecidas para la
determinación del área a que se refiere esta disposición permitirán la
conservación de los latifundios en su estado actual. La superficie que exceda del
área máxima que fuese fijada por ley, sería considerada latifundio legal, sometida
a un impuesto progresivo, y vendida, si se tratase de tierras incultas aptas para la
explotación agropecuaria o para la ampliación o fundación de poblaciones,
apartándose, en este último caso, de la solución dada al problema por la
Constitución anterior, que ordenaba el remate en subasta pública o la
expropiación por el Estado.
            Una disposición relacionada con la defensa de la riqueza forestal incluida
en el Estatuto de 1940 y suprimida en el de 1963, es incorporada al texto
constitucional en el capítulo sobre reforma agraria. En otros artículos del mismo
capítulo se autoriza al Estado a fomentar el interés de la juventud por las tareas
agropecuarias, especialmente entre la llamada a prestar servicio militar, con el
propósito de mantenerla en el sector rural de la población; la repatriación de
paraguayos y la inmigración de extranjeros40.
                      Fueron rechazados los planteamientos del PL, PLR y PRF sobre la
obligación impuesta al Estado de ocuparse en forma preferente de la reforma
agraria como medio de conquistar la emancipación política y económica de la
población campesina, la popularización de los medios de producción y de la
propiedad privada de la tierra; sobre la proscripción del latifundio y de la pena de
destierro de los paraguayos; y sobre la política de repatriación dictada con
carácter de preocupación fundamental del Estado.
            Las normas constitucionales sobre el bien de familia y el derecho a tierra
propia de los paraguayos, provenientes del proyecto de la ANR, consagran la
inembargabilidad de la vivienda familiar, sus muebles y demás elementos
imprescindibles para el trabajo, pero no amparan a la parcela de tierra de labor,
defendida por la legislación agraria desde 1918; y el derecho a la tierra propia se
limita al asiento del hogar (repitiendo la fórmula de la Constitución de 1940) sin la
amplitud legislada en el Estatuto Agrario de 1940 que afirma el derecho del
paraguayo a la posesión de un pedazo de tierra que le produzca lo necesario
para satisfacer las necesidades de la vida humana41. El proyecto del PL plantea a
este respecto que el régimen del bien familiar deberá ser objeto de una
legislación especial; y el proyecto del PLR, que la ley organizará el patrimonio
familiar inembargable y "el derecho del agricultor a un pedazo de suelo
paraguayo"42.
            Garantiza la nueva Constitución la propiedad privada en general, dentro
de los límites de su función económica y social, y afirma que nadie podrá ser
privado de su propiedad sino en virtud de sentencia judicial; pero permite la
expropiación por causa de utilidad pública o interés social definida en ley, con
justa indemnización. Esta disposición corresponde textualmente al proyecto de la
ANR, suprimida la última parte que se refiere al derecho de propiedad del autor,
inventor o investigador sobre su obra, invento o descubrimiento científico,
reproducido en otro artículo, repitiendo la fórmula consagrada en las
Constituciones de 1870 y 194043.
                      El Estado se reserva el dominio de los minerales sólidos, líquidos y
gaseosos que se encontraren en estado natural, con excepción de los minerales
pétreos, terrosos y calcáreos, y podrá otorgar concesiones para la prospección,
investigación, cateo o explotación de los yacimientos minerales, de acuerdo con
lo establecido en la ley respectiva. Esta declaración se aparta de los proyectos de
la ANR, PLR y PRF para consagrar una solución desfavorable al interés nacional.
Cuando sean publicadas las actas de sesiones de la Convención serán
conocidas las razones invocadas para la sanción definitiva de esta disposición
constitucional, que derogó los artículos pertinentes de la ley de Colonización y
Hogar de junio de 1904, que prohibieron inicialmente la venta de la calera de
Itapucumí y declaraban de propiedad del Estado e inenajenables, los depósitos
de sal, salitre, nitro, hulla y petróleo y los minerales de oro, plata, cobre,
manganeso, hierro, zinc, plomo o fuentes de agua medicinales, piedras preciosas
o útiles y las tierras de los yacimientos, confirmado en el Estatuto Agrario de 1940
que incluía los depósitos de cal44.
            La Constitución de 1967 concede al capital finalidad económica y social
en armonía con el trabajo y lo declara factor de desarrollo, debiendo el Estado
promover la formación y consolidación del capital nacional y favorecer la inversión
del capital extranjero en las actividades productivas. La primera parte de esta
declaración se inspira en el proyecto de la ANR. El proyecto del PLR da al capital
la función de instrumento de producción, condena su papel opresor, faculta al
Estado a estimular la formación del capital nacional y la incorporación del capital
extranjero, con trato equitativo pero sin privilegios especiales con relación al
capital nacional. El "capitalismo del pueblo" es la tesis del proyecto del PL, que
declara el derecho de los habitantes del país al bienestar y a la seguridad, y a la
obtención, uso y goce de la riqueza, e "injusto el progreso del patrón que no vaya
acompañado del progreso del trabajador", facultando al Estado a promover el
capital nacional y la radicación del capital extranjero45.
            Confirma la disposición de la Constitución de 1940 sobre la proscripción
de la explotación del hombre por el hombre y agrega, que "la ley penal sancionará
como delito cualquiera forma de servidumbre o dependencia personal
incompatible con la dignidad humana", copiado textualmente del proyecto de la
ANR. El proyecto del PLR también proscribe la explotación del hombre por el
hombre, da al trabajo y al trabajador categoría moral y humana y declara que el
trabajo no es mercancía sometida a la ley de la oferta y la demanda. Por su parte,
los proyectos del PL y del PRF proscriben, a su vez, la explotación del hombre por
otro hombre como por el Estado u otro ente jurídico de cualquier naturaleza46.
            Autoriza la prestación de servicio personal establecida en ley, inspirada en
el proyecto de la ANR. El PLR comparte la tesis de que la ley puede exigir servicio
personal, a condición de que la misma ley establezca una adecuada
remuneración. La Constitución de 1870 establecía que "ningún servicio personal
es exigible sino en virtud de ley o de sentencia fundada en ley"; y la de 1940 que
"ningún servicio personal es exigible sino en virtud de ley". El servicio personal
establecido inicialmente en 1556 en las Ordenanzas del Gobernador Domingo
Martínez de Irala, bajo la presión de los Oficiales Reales, mantenido en la
legislación actual en inequívoca manifestación de vigencia de las relaciones
coloniales internas, afecta profundamente al progreso social, a la integración de la
población y al perfeccionamiento de la civilización y cultura del país47.
            Es consagrada la igualdad de derechos civiles y políticos del hombre y la
mujer, amparada la maternidad y el niño y preservados sus derechos en las
condiciones de trabajo de la madre, en texto literal del proyecto de la ANR. El
proyecto del PLR consagra la igualdad jurídica del hombre y la mujer dentro y
fuera del matrimonio y protege la maternidad cualquiera fuese el estado civil de la
madre. El mismo principio de la igualdad de derechos civiles y políticos del
hombre y la mujer es consagrado en los proyectos del PL y del PRF48.
            No fueron incorporadas a la nueva Constitución las disposiciones de los
proyectos del PL, PRF y del PLR sobre el derecho del paraguayo a vivir en el
territorio de la patria y la obligación del Estado de favorecer su repatriación; la
proscripción de la pena del destierro; y la organización de las Fuerzas Armadas
de la Nación (FF.AA) con carácter permanente, técnico, profesional, apolítico, no
partidario, subordinadas al poder civil, encargadas de la custodia y defensa de la
soberanía, de la integridad territorial de la República y de la estabilidad de las
instituciones democráticas49.
            La disposición constitucional sobre organización y función de las FF.AA, no
corresponde totalmente al proyecto de la ANR. Este daba a las FF.AA. la función
de custodia y defensa del orden jurídico, de la soberanía, de la integridad y del
honor de la República. La Constitución de 1967 limita, en cambio, las funciones
de las FF.AA, a la custodia y defensa de la soberanía y la integridad territorial de
la República, relevándolas de la función de custodia y defensa del orden jurídico y
el honor del país que la Constitución de 1940, inspirada por el Mariscal José Félix
Estigarribia, también le habían confiado.
 
            7. Una nueva ley de hidrocarburos dictada en setiembre de 1960 sustituyó
a la sancionada en junio de 1940. Copia en gran parte del Código Boliviano del
Petróleo del 26 de octubre de 1955, redactado por la oficina jurídica de Nueva
York especializada en la materia de los abogados Shuster and Davenport50,
declara que los yacimientos de hidrocarburos en todas sus formas que se
encontrasen a cualquier profundidad del territorio del país, pertenecen al Estado,
y que es de utilidad pública el derecho de explotación directa por organismos
oficiales o por concesiones otorgadas a personas o entidades privadas
nacionales o extranjeras. En este último caso, no se otorgará la propiedad de los
yacimientos sino el derecho a explotarlos, asimilado a un derecho real que puede
ser objeto de hipoteca.
                      Las personas jurídicas extranjeras interesadas en la explotación de
yacimientos de petróleo del país deberán estar domiciliadas en la capital de la
República, haber ofrecido el 30% de sus acciones para ser suscrita con capital
nacional en la misma proporción y estar situados los yacimientos solicitados en
concesión a cincuenta kilómetros de la frontera, salvo caso de conveniencia
pública declarada por ley especial. No podrán obtener concesiones de
explotación de petróleo, directa o indirectamente, los Estados extranjeros y sus
instituciones, así como los agentes del Estado paraguayo, de los municipios y de
las entidades autárquicas, miembros del Poder Judicial, Consejo de Estado y
Fuerzas Armadas y Policía en actividad. No están incluidos en forma expresa en
esta prohibición los miembros del Poder Ejecutivo con sus ministros, del Poder
Legislativo, de la diplomacia y de la Iglesia Católica paraguaya.
                      Un año, prorrogable, durará toda concesión de prospección en áreas
reservadas, que podrá ser cancelada por la autoridad, y que no incluye la de
perforación de pozos con el objeto de descubrir o producir petróleo, ni realizar
trabajos en áreas de exploración o explotación de terceros, salvo acuerdo entre
los interesados en este último caso. En garantía de cumplimiento de la concesión
de prospección, el concesionario depositará en efectivo o en letra el importe de
1.000 jornales mínimos vigentes en la capital; y para obtener el privilegio de
prioridad en la selección del área de explotación dentro del área de concesión de
prospección, abonará 0,03 centavos de dólares americanos anuales por hectárea.
                      Faculta la ley al Poder Ejecutivo a otorgar, en acuerdo de ministros,
concesiones de prospección, exploración y explotación de petróleo en áreas
determinadas, incluidas las de refinación, transformación, transporte y
almacenamiento de los productos. Cuatro años, prorrogables hasta dos períodos
de dos años, es el término de toda concesión de exploración dentro de un área
máxima de 1.200.000 hectáreas, fraccionadas en lotes de 40.000 hectáreas
rectangulares o cuadradas, uno o más de los cuales serán seleccionados por el
concesionario para la explotación, que no podrá superar en superficie al 50% del
área del lote de exploración cuando hubiere encontrado petróleo, volviendo al
Estado, en calidad de reserva, las áreas de exploración no cubiertas por las de
explotación. Los concesionarios de exploración invertirán en los trabajos la suma
de 0,25 centavos de dólar americano anuales por hectáreas, no debiendo ser en
total menor de la suma de U$S 200.000 americanos, e indemnizarán a los
propietarios de las tierras en que fueren realizados los trabajos por los perjuicios
producidos en el fundo como consecuencia de sus actividades de exploración.
                      Lotes de dos a cinco mil hectáreas de forma rectangular con lados en
proporción de uno a cuatro de longitud, orientados de Norte a Sur, serán cedidos
en explotación por el término de hasta cuarenta años. Vencido el plazo de
exploración de cuatro años y sus prórrogas legales, el concesionario perforará
uno o más pozos de cinco mil metros de profundidad en total, en por lo menos
cada cien mil hectáreas durante los primeros siete años; y durante los ocho
siguientes años deberá tener en explotación la totalidad de los lotes
seleccionados, volviendo al Estado los lotes no explotados comercialmente
durante tres años consecutivos.
                      En los casos de concesión para manufactura, refinación, transporte y
almacenamiento, los plazos serán de cuarenta años cuando se tratasen de
concesiones autónomas, o en plazos iguales a la concesión principal si se
tratasen de derechos subsidiarios a la concesión de explotación. Quedan
facultados los concesionarios a construir oleoductos, estaciones de bombeo,
depósitos, edificios para almacenes, tanques, estaciones, hospitales, vías férreas,
caminos, etc.
                      Por concepto de canon de exploración, el concesionario abonará al
Estado anualmente 0,03 centavos de dólar por hectárea, aumentando a 0,06 en
caso de prórroga de la concesión. En caso de concesión de explotación, el
concesionario abonará inicialmente 0,30 centavos de dólar por hectárea; del 1° al
5° año, 0,10 centavos de dólar; del 6° al 10° año, 0,30 centavos; del 11º al 15°
año, 0,80 centavos; del 16° al 20° año, un dólar; del 21° al 30º año, 0,80 centavos;
del 31º a140° año, 0,50 centavos de dólar.
            Durante el término de la explotación, el Estado recibirá por concepto de
regalía sobre la producción bruta, el 10% sobre la producción de hasta 5.000
barriles diarios; el 12% sobre 5.000 a 10.000 barriles diarios; el 15% sobre más de
10.000 barriles diarios; y el 12% sobre el total de hidrocarburos gaseosos
producidos por la compañía concesionaria. Queda eximido el concesionario del
pago de patentes e impuestos por sus empresas y productos. El pago del
impuesto a la renta se hará de acuerdo con las normas utilizadas en la
contabilidad petrolera, deducidos los gastos de prospección y exploración en
todo el país, gastos intangibles de exploración y/o de perforación de pozos. Se
entenderá por utilidad líquida la obtenida por el concesionario por la venta de sus
productos, etc., menos los gastos de administración, los castigos por
depreciación del activo tangible y amortización del activo intangible, gastos y
costo, pérdidas de operaciones, daños, destrucción, extravíos o pérdidas de
bienes. Se deducirá también por concepto de agotamiento el 27% del valor bruto
de la producción de petróleo, gas natural, asfalto natural y demás sustancias
extraídas y comercializadas, hasta el 50% de las utilidades líquidas establecidas
en el respectivo balance anual. Otras disposiciones de la ley facultan al
concesionario a establecer planes de amortización de toda inversión o gasto
capitalizado, pérdidas o capitales incorporados.
            También faculta la ley al concesionario a ocupar gratuitamente las tierras
fiscales que se encontrasen dentro de las áreas de sus actividades, y a gravar
con servidumbre, de acuerdo con las disposiciones del Código Civil, las tierras
del dominio privado necesarias para la explotación de la industria petrolífera,
mediante acuerdos con los propietarios o la imposición del Ministro de Obras
Públicas, que determinará el objeto, alcance, plazo e indemnización que deberá
recibir el propietario del inmueble afectado por la servidumbre, aunque éste podrá
recurrir ante el Poder Judicial para la determinación final del monto de la
indemnización, recurso que no paralizará la inmediata vigencia de la servidumbre
reclamada por la compañía concesionaria. Podrá también el concesionario
gestionar la expropiación de tierras del dominio privado para el desarrollo de sus
actividades.
            Gozará, además, la compañía concesionaria de exención de derecho de
importación de maquinarias, útiles, implementos, materiales no producidos en el
país necesarios para la prospección, exploración, explotación, industrialización y
comercialización de petróleo; de todo impuesto fiscal y municipal sobre el
petróleo obtenido, sus derivados y transporte, y de todo impuesto de exportación
establecido bajo cualquier forma, durante 35 años de vigencia de la concesión51.
Por ley posterior fue limitada a dos años la prórroga de concesión de
exploración52.
            No obstante los excepcionales beneficios acordados en la nueva ley para
la explotación de hidrocarburos en el Paraguay, que significan poco menos que la
entrega gratuita del petróleo del Chaco, las compañías internacionales no
expresaron interés en acogerse a sus disposiciones. No fue suficiente para ello
que el Estado adoptara como propio el Código Boliviano del Petróleo, redactado
por peritos que conocían las preferencias de los petroleros internacionales y cuya
sanción había producido efectos positivos en el desarrollo de la industria de
hidrocarburos de aquel país, cuando en el caso paraguayo no habían sido
conjugados otros factores fundamentales para la sanción de la ley. Olvidaron sus
promotores la experiencia recogida en las sucesivas concesiones otorgadas
hasta entonces o no analizaron debidamente las causas que motivaron la
iniciación y suspensión de las actividades de las compañías concesionarias. No
recordaron que no fueron suficientes las generosas condiciones que la nueva ley
establecía como norma permanente, cuando los factores de mercado, transporte
y costos no eran favorables para la explotación del petróleo del Chaco, y que las
concesiones otorgadas en situaciones internacionales transitorias provenientes de
las políticas sobre petróleo de los países limítrofes, fueron abandonadas por sus
beneficiarios tan pronto como aquéllas recuperaban su estabilidad. Cambios de
política petrolera en la Argentina y Bolivia alentaron sucesivamente las esperanzas
de los gobernantes paraguayos en la explotación del petróleo del Chaco
mediante ofertas de concesiones que mellan la imagen del país. La última
concesión otorgada bajo la influencia de los mismos factores transitorios de orden
internacional, apenas dos meses después de nacionalizada la Bolivian Gulf Oil
Company, tendrá idéntico final53.
                      Hasta 1969 fueron otorgadas concesiones a la Unión Oil Company de
California (1944-1949), que perforó cinco pozos y confirmó que el Chaco
paraguayo es una zona prospectiva para hidrocarburos; a la Pure Oil Co.
(1957-1959), asociada con otras empresas como Gulf, Sinclair y Williams Bros,
que hizo cuatro perforaciones; a la Placid Oil Co. (1967-1968), (subsidiaria de la
Hunt) que a su vez hizo tres perforaciones. En 26 años de concesiones fueron
perforados y abandonados doce pozos, sin que el Estado paraguayo obtuviera
siquiera la información técnica y administrativa correspondiente a los trabajos
realizados, necesaria para la organización del Archivo Petrolero del país54. Este
fue el resultado, negativo por todos los conceptos, de una política desarrollada al
margen de normas técnicas elementales y sin conocimiento básico sobre la
verdadera situación de la industria internacional del petróleo, particularmente en
la zona del Atlántico Sur. Sin embargo, según fuentes autorizadas, el Paraguay
posee 80.000 kilómetros cuadrados de territorio de donde puede obtenerse
petróleo. Pero nada positivo para el país se podrá realizar en éste como en otros
planos de su vida mientras no sea organizado un Estado Moderno, que cree
Yacimientos Petrolíferos Paraguayos, sobre la base inicial de una compañía mixta,
para dar solución a los problemas de orden técnico y financiero de la empresa y
asegurar la independencia de la industria nacional del petróleo de la cambiante
política de los países limítrofes y del dominio de los petroleros internacionales.
 
            8. Desde 1969 operan en el Chaco la Phoenix Oil y Talent Oil de Canadá,
la REPSA y la Pennzoil del Paraguay S.A. y Pierre Schlumberger de los Estados
Unidos de Norte América55.
            Con el propósito de convalidar la concesión a las compañías Pennzoil del
Paraguay S.A. y Pierre Schlumberger, de los Estados Unidos, otorgada al margen
de la ley de hidrocarburos de 1960, el Poder Ejecutivo sometió a la aprobación del
Parlamento el contrato de concesión suscrito entre las citadas compañías y el
Estado paraguayo el 11 de diciembre de 1969, para la prospección, exploración y
explotación de petróleo en la zona del territorio del Chaco ubicada sobre su
frontera Nor-Oeste. El mismo día de la firma, el contrato era remitido al Poder
Legislativo con el correspondiente mensaje y proyecto de ley, al día siguiente
tenía entrada en la Cámara de Diputados y era aprobado en la misma sesión por
imposición de la mayoría oficialista. El proyecto de ley así aprobado por
Diputados pasó al Senado el 16 de diciembre, y tres días después era tratado y
aprobado en la misma sesión, también esta vez por imposición de la mayoría
oficialista, sin tiempo para su estudio por los miembros del Parlamento y de ser
conocido por la opinión pública. Así, en tiempo récord de ocho días, fue firmado
por las partes y aprobado por el Parlamento un nuevo contrato de explotación del
petróleo del Chaco, cuyo final será, como en casos anteriores, el desinterés de los
concesionarios, manifestado como consecuencia del derrocamiento en agosto de
1971 del régimen de gobierno de Bolivia que había derogado el Código Boliviano
del Petróleo y dejado sin efecto la concesión otorgada a la Bolivian Gulf Oil Co.
Como en casos anteriores y tal como afirmara Eusebio Ayala, las compañías,
después de corromper, irán con los trastos a otra parte56. La napa de petróleo del
Chaco mantendrá su misión de reserva colonial, mientras el consumo de
combustible del mercado paraguayo para 26.100 automotores en 1970, no
alcance un nivel que permita amortizar el costo de explotación de la industria
petrolera local57. Entre tanto, la explotación del petróleo de Santa Cruz de la Sierra
tendrá prioridad en los planes de las compañías internacionales. Pero éstas
mantendrían sus derechos sobre las áreas contratadas en Paraguay, mediante
mínimas inversiones, bloqueando su explotación. El territorio afectado al contrato
de concesión a la Pennzoil y asociado, de 5.000.000 hectáreas, integra la zona de
petróleo de Santa Cruz de la Sierra donde la Bolivian Gulf Oil Co, asentó sus
bases bajo la vigencia del Código Boliviano del Petróleo, modelo de la ley de
hidrocarburos paraguaya de 1960. Esta privilegiada ubicación del territorio
concedido constituye una permanente amenaza a los gobernantes bolivianos que
se propongan mantener los términos de la nacionalización ordenada por el
general Alfredo Ovando, al mismo tiempo que alimenta las esperanzas de los
complacientes dirigentes de Asunción para disponer en beneficio de capitalistas
internacionales los bienes de la patria. Desde el puesto colonial del Chaco, la
Pennzoil extraería petróleo de la misma zona que lo hizo la Gulf desde Santa Cruz
de la Sierra. Bolivia y Paraguay deben coordinar sus políticas de petróleo, para
que las compañías internacionales no especulen con la desunión y debilidad de
estos países y para asegurar a sus poblaciones los beneficios de sus fuentes de
riqueza.
            Doscientos mil dólares por concepto de canon de prospección superficial
por un año de 5.000.000 hectáreas y derecho de prioridad para la selección del
área de explotación en 1.200.000 hectáreas en lotes de 40.000; y 0,10 centavos
de dólar por año durante el plazo de exploración; y la garantía bancaria por un
millón de dólares por la obligación de perforación de un mínimo de 35.000 pies de
profundidad, distribuidos en diez o más pozos dentro de los tres primeros años
del período de exploración, constituyen el costo total durante siete años a cargo
de las compañías concesionarias para conservar sus derechos sobre las áreas de
explotación seleccionadas, costo que será cargado en la cuenta de cualquiera de
las compañías internacionales que operen a uno u otro lado de la frontera
boliviana-paraguaya.
            Cuarenta años es el término contractual del periodo de explotación, que
sumados a los plazos de prospección y exploración dan en total 52 años de
dominio de las compañías concesionarias sobre la zona del Chaco más rica en
hidrocarburos. En este largo tiempo las compañías abonarán el 10% de canon
inicial fijado en 0,30 centavos de dólar la hectárea del lote en explotación que no
podrá exceder de la mitad de la superficie dada en exploración y la regalía
establecida en el artículo 61 de la ley de hidrocarburos; y por concepto de
impuesto a la renta el equivalente al 40% de las utilidades líquidas estimadas de
acuerdo con las disposiciones de la ley de 1960. Pero la regalía sólo será pagada
sobre un máximo de 10.000 barriles diarios de crudo extraído, y la percepción del
impuesto a la renta sobre el porcentaje fijado de las utilidades brutas no pasará
de ser una remota esperanza por el mecanismo legal de su liquidación.
Finalmente, se establece que los derechos y obligaciones de las partes no
determinadas en el contrato de concesión serán regidos por las disposiciones de
la ley de hidrocarburos de 1960 y sus modificaciones de los años 1965 y 196658.
 
                      9. En la administración de las fuentes de energía hidráulica del país
también fueron conjugados intereses extranjeros no coincidentes con los
permanentes intereses nacionales. Tal es el caso del convenio con el Estado
brasileño para el aprovechamiento de la energía hidráulica de los ríos interiores
Acaray y Monday, firmado en Río de Janeiro el 20 de enero de 1956 por José
Carlos de Macedo Soares y Raúl Sapena Pastor en nombre y representación de
sus respectivos países, por el cual, a cambio de un estudio preliminar de
factibilidad y la colaboración para obtener financiación internacional de la obra
proyectada, el Estado brasileño se reservó por el término de 40 años, a contar
desde la entrada en servicio del primer generador eléctrico, el derecho de
consumir hasta el 20% de la potencia eléctrica producida, en las condiciones que
serían ajustadas oportunamente por los organismos administrativos de las
partes59. La sesión de derechos y bienes que hacía el Paraguay no correspondía
a una prestación equivalente de la otra parte, ni se trataba de un caso de
reciprocidad por iguales o parecidos actos anteriores del Brasil. Tenía el Paraguay
técnicos para realizar el estudio preliminar de factibilidad, aunque éstos se
encontraban alejados de la administración pública por la política observada por el
Poder Ejecutivo en el reclutamiento de los agentes del Estado, o podía contratar
expertos extranjeros a más bajo costo que el fijado en el Convenio, siguiendo el
criterio nacional aplicado por Carlos Antonio López y Eligio Ayala; y no
necesitaba, como fue comprobado posteriormente, la colaboración ofrecida por el
Brasil para obtener la financiación en los organismos gubernamentales
internacionales de la proyectada empresa. La firma del convenio fue un acto de
administración colonial del país, realizado con ánimo de obtener la buena
voluntad de un poder extranjero para los promotores de la gestión en momentos
de crisis política interna e internacional mediante generosas concesiones sobre
bienes públicos.
            Una Comisión Especial creada en 1961 por el Gobierno de Asunción para
el estudio y aprovechamiento del Salto del Acaray, negoció con el Fondo
Monetario Internacional y el Banco Interamericano de Desarrollo la financiación de
la empresa (que a la fecha se encuentra en funcionamiento), sin que fuera dado al
conocimiento público, que nosotros sepamos, la posición actual de las partes
para el cumplimiento del citado Convenio del 20 de enero de 195660; pero, según
noticias transmitidas últimamente por las agencias de informaciones y publicadas
en los periódicos del exterior, serían reservados al Brasil 23.000 kw, en el año
1972, a precio inferior que el vendido a la Argentina. Este beneficio acordado no
corresponde a una prestación de valor equivalente aportado por el Brasil en la
empresa y constituye un típico caso de explotación imperialista61.
                      Mientras las negociaciones para el aprovechamiento de la energía
hidráulica del Salto del Apipé se ajustan a las normas del derecho internacional
vigente sobre la materia mediante la correcta posición argentina que desoyó una
proposición que podía romper el equilibrio de derechos de las partes sobre el
Salto en perjuicio del Paraguay, en el caso de las negociaciones sobre el Salto del
Guairá, una larga y enojosa disputa conduce a nuestro país a dirimir la
controversia en los estrados de los organismos internacionales competentes, para
asegurar, al mismo tiempo que su derecho, el uso normal por los países de la
Cuenca del Plata de la energía eléctrica producida por la mayor fuerza hidráulica
del mundo62.
            El Salto del Guairá había sido incorporado al Paraguay por el tratado con
el Brasil de 1872, de liquidación territorial con este país de la Guerra de la Triple
Alianza, en compensación del retroceso argentino en el territorio del Chaco, en
vísperas de descubrimientos técnicos que lo convertiría en fabulosa fuente de
riqueza63. Desde entonces, la recuperación de la propiedad exclusiva del Salto
fue uno de los objetivos de Itamaratí. El límite de la pretensión territorial brasileña
fijado en el Tratado de 1872 por la línea Amambay, cumbres del Mbaracayú hasta
el lugar donde el río Paraná da su primer salto, debía ser rectificado, corriendo al
Sur hasta el quinto salto como primer objetivo, y posteriormente al séptimo como
solución final, con lo que todo el Salto del Guairá quedaría fuera de la jurisdicción
territorial paraguaya.
            A fines del siglo XIX, comisiones científicas paraguayas realizaron estudios
sobre la posible potencia hidráulica de los saltos, estimándola en 15.000.000
kilowatios, generada por una masa de agua que corre por un dique basáltico de
cinco kilómetros de longitud, precipitándose por estrechos canales de menos de
ciento cincuenta metros de ancho en siete saltos sucesivos. El derecho
paraguayo sobre estos saltos, basado en el Tratado de 1872, fue negado por el
Brasil en 1934, planteando su pretensión inicial de hacer retroceder, de la primera
a la quinta caída, la línea fronteriza; pero en el acta de la Comisión Mixta
demarcadora de límites del 30 de julio de 1935 fueron confirmados la línea fijada
en el Tratado y los derechos del Paraguay sobre las siete caídas, y el Senado de
este país, en sesión del 15 de junio de 1939, votó por aclamación una resolución
que afirmaba sus derechos sobre el Salto del Guairá. Trabajos posteriores de la
Comisión Mixta demarcadora de límites confirmaron en 1958 que la más alta
cumbre del Mbaracayú cruza el río Paraná más arriba de la primera caída; pero
los dirigentes de Itamaratí prosiguieron su labor de ablandamiento de la voluntad
de los gobernantes de Asunción, conjugando situaciones políticas y sociales de
crisis que les permitirían finalmente conquistar sus objetivos, y un "puente de la
amistad" cruzó el río Paraná en la ejecución del plan de ocupación de ambas
márgenes de los Saltos de las Siete Caídas.
                      El Primer Congreso de Energía Eléctrica del Brasil, de agosto de 1960,
analizó los trabajos técnicos realizados hasta esa fecha para el aprovechamiento
integral del Salto del Guairá; y en 1962 se dio a conocer un proyecto de
construcción de una usina principal en Puerto Mendes que produciría 10.000.000
kw mediante el desvío de las aguas del río Paraná por territorio brasileño por un
canal de 60 kilómetros de longitud prescindiendo de las siete caídas, que se
convertirían en esqueletos de rocas con profundos precipicios sin corrientes de
agua. El Brasil respondía con este proyecto a la exigencia de su creciente
industria de obtener energía eléctrica de fuentes no dependientes de la soberanía
de un Estado extranjero o de soberanía compartida. Pero el proyecto fue
prontamente archivado, y sustituido por el plan de ocupación militar del territorio
paraguayo adyacente a las siete caídas. La pérdida de energía hidráulica con el
proyecto Puerto Mendes era cuantiosa y justificaría el plan de ocupación militar; y
el inexperto régimen de Asunción en la defensa de los intereses del Paraguay,
reduciría los riesgos internacionales del enfrentamiento paraguayo al acto de
fuerza proyectado.
                      Una intervención del Embajador del gobierno de Asunción en Río de
Janeiro dio la oportunidad aguardada por Itamaratí para declarar oficialmente, en
setiembre de 1962, que el Salto Grande de las Siete Caídas se encuentra
íntegramente en territorio brasileño, y ofrecer negociaciones para el
aprovechamiento en común de la energía hidráulica que pudiera producir. Su
pretensión de 1934 era ampliada con la inclusión de los dos últimos saltos. El
gobierno de Asunción respondió a la declaración de Itamaratí de propiedad
exclusiva del Salto del Guairá, en junio de 1963, provocando la publicación de
ambos documentos un estado de profunda preocupación popular, presagio de la
próxima ocupación militar brasileña de una zona del territorio nacional, ocurrido
en junio de 1965, que produjo conmoción pública, apaciguada por los agentes
del gobierno de Asunción con la promesa de encontrar una solución favorable al
problema planteado al país por la invasión brasileña a su territorio, que hasta la
fecha no fue dada. Y sin embargo el Paraguay, en la defensa de sus derechos
sobre los Saltos del Guairá, puede aportar soluciones al problema creado con
este atropello a su soberanía (que agravia al derecho americano cuyas normas de
convivencia pacífica y civilizada fueron groseramente negadas en esta
oportunidad por el gobierno del Brasil), planteando la administración internacional
del aprovechamiento de la energía hidráulica de los Saltos del Guairá64.
 
                      10. La década de 1960 es el tiempo de la legalización y
constitucionalización del movimiento de contrarreforma agraria, y de la
reimplantación de la política de liquidación de tierras fiscales y de entrega al
capital internacional de la explotación de las fuentes de la riqueza colectiva,
aplicada en las dos últimas décadas del siglo XIX. Con la sanción del Estatuto
Agrario de 1963 y la autorización dada por la Constitución de 1967 para el
traslado de poblaciones campesinas, el país fue sometido a prácticas primitivas
de colonización, provocando el éxodo al exterior de la población rural, en
proporciones que amenazan con la desocupación del territorio nacional. Fue
suprimida de la legislación la expresión "reforma agraria", y su inclusión posterior
en la Constitución de 1967 constituyó una concesión formal a cambio de
incorporar a la misma la idea del "bienestar rural" para conservar el poder
económico y político del latifundio, y de autorizar el traslado de poblaciones
campesinas de los lugares donde se encuentran establecidas desde hace siglos
a regiones aisladas de los centros urbanos. "Se creó entre el Estado y los grandes
propietarios, una efectiva solidaridad en base a intereses comunes", según
informara el Presidente de la República Alfredo Stroessner al Poder Legislativo en
su mensaje del 1 de abril de 1963, agregando la increíble afirmación de que se
habría creado igual solidaridad entre terratenientes y labradores de la tierra, entre
los explotados y los explotadores, entre los privilegiados y los desamparados65. La
solidaridad de intereses proclamada oficialmente entre el Estado y los grandes
propietarios se expresaba con la identidad de objetivos del Instituto de Bienestar
Rural y la Asociación Rural del Paraguay que agrupa a los grandes ganaderos del
país y cuyos nuevos estatutos sociales fueron aprobados en junio de 1961.
Ambas instituciones tienen, en efecto, el objetivo común de descongestionar las
poblaciones rurales hacia zonas inexploradas para mantener los latifundios y
evitar las expropiaciones, que en la década fue reducida a 21.251 hectáreas,
mientras en el mismo tiempo fueron transferidos en propiedad 679 lotes
ganaderos de hasta 20.000 hectáreas de tierras de propiedad del Estado, con un
total de 1.323.404 hectáreas, de los cuales 392 lotes con 1.190.880 hectáreas en
el Chaco, y 287 lotes con 132.524 hectáreas en la Región Oriental en los
departamentos de Amambay, Caaguazú y Alto Paraná, con autorización de talar
los bosques con fines comerciales so pretexto de convertirlos en praderas,
contrariando expresa disposición constitucional que ordena al Estado preservar la
riqueza forestal del país. El IBR organizó colonias ganaderas en zonas selváticas
de la Región Oriental, en tierras pertenecientes al Estado, solicitadas por los
interesados en la comercialización de productos forestales, con el pretexto de
promover el cultivo de praderas para el engorde de animales vacunos. A los 679
lotes ganaderos otorgados en propiedad deben agregarse 539 más solicitados y
en trámite de concesión, que sumados dan 1.218 lotes ganaderos con 2.892.829
hectáreas de tierras del Estado, enajenados a precio de promoción (inferior al
precio corriente de venta de propiedades del dominio privado), escriturados con
el pago del 70% del precio sin hipoteca por el saldo, o con pago del 50% del
precio habiendo recomendación favorable de la Asociación Rural del Paraguay o
de sus asociados. Fueron habilitadas en el Chaco 18 colonias ganaderas con una
superficie total de 2.760.305 hectáreas, distribuidas en 931 lotes de hasta 20.000
hectáreas. No conocemos la nómina de los agraciados con lotes ganaderos
convertidos mediante el favor oficial en nuevos o acrecentados latifundistas,
beneficiarios del sacrificio de las generaciones paraguayas del Chaco y sus
30.000 muertos, pero es de público conocimiento que éstos fueron reclutados
entre los conductores principales del Estado y sus íntimos. Estas circunstancias
dieron importancia política a la Asociación Rural del Paraguay, cuya conducción
es conquistada por el grupo que controla el poder central del Estado recurriendo
a todos los medios, incluida la acción directa policial contra los ganaderos
nacionales que no participan del mismo66.
                      Fuentes oficiales del IBR afirmaron que se encuentran anotados en el
Registro Agrario con título definitivo, 63.500 unidades económicas, y que en la
década de 1960 fueron mensurados y amojonados 58.710 lotes, de los cuales
13.942 en colonias particulares y 44.759 en 258 colonias oficiales, entre estos
últimos 28.483 lotes en los Departamentos de Concepción, San Pedro, Caaguazú
y Caazapá, de baja densidad de población, ubicados en las zonas aisladas de
los centros urbanos. En el Chaco habrían sido adjudicados 1.048 lotes agrícolas
con una superficie total de 20.118 hectáreas, correspondiendo a cada agricultor
19 hectáreas, aproximadamente, mientras 1.190.000 hectáreas fueron distribuidas
entre 392 terrateniente67. Las mismas fuentes afirmaron la existencia de 258
colonias oficiales, 40 de las cuales son antiguas poblaciones rurales ubicadas en
tierras fiscales según el censo de STICA de 1944, y 20 más no identificadas a
causa del cambio de su tradicional nombre por el actual. En la lista de colonias
aparecen 6 antiguas poblaciones rurales de 2 a 87 hectáreas, con una superficie
total, todas ellas juntas, de 290 hectáreas, divididas en 165 lotes con promedio de
superficie de 1,7 hectárea por lote; y 30 nuevas colonias, también antiguas
poblaciones rurales, de menos de 500 hectáreas de superficie cada una, y con
una superficie total de 9.003 hectáreas, divididas en 2.208 lotes con un promedio
de 3,9 hectáreas de superficie por lote. Una de estas "nuevas colonias", ubicada
en Campo Grande (Luque), de 116 hectáreas de superficie, se encuentra dividida
en 731 lotes; y otra llamada "Bien Común", de 432 hectáreas, tiene 220 lotes. Un
alto porcentaje de las nuevas colonias fundadas según la información oficial son
antiguas poblaciones rurales, cuya inclusión en la lista de colonias no significa un
aporte a la solución del problema de la tenencia de la tierra, aunque constituya un
ordenamiento administrativo de sus poblaciones. El error está en atribuir a estas
gestiones un carácter que no tiene con el propósito de presentar una falsa imagen
de las mismas, y con el resultado final de hacer perder valor a toda información
oficial sobre el particular. El número de colonias fundadas verdaderamente en la
década del sesenta se tendrá cuando sean conocidos los nombres tradicionales
de las antiguas poblaciones ubicadas en tierras fiscales o privadas,
transformadas en colonias por simple disposición administrativa de cambio de
nombre de las mismas68.
            La población del país de 1.740.000 en 1960 llegó a 2.419.000 en 1970 (5,9
por km2), concentrándose el 19,2% en Asunción, 1,4% más que en 1960. El
éxodo campesino a la Capital y al exterior, impulsado por la política de bien estar
rural y por la falta de seguridad jurídica, aumentó año a año. "¿Cómo podemos
permanecer en silencio -decía a este último respecto monseñor Gerónimo
Pechillo- cuando vemos a ciertos hombres que, amparados por el poder que
usufructúan a nivel nacional o a nivel local, roban las pequeñas tierras y chacras
de los pobres?". "¿Cómo podemos permanecer en silencio -agregaba- cuando
vemos a estos mismos robar los pocos animales de los pobres?"69. Pechillo
denunciaba uno de los efectos de la administración del Estado policial, cuyos
agentes en el interior del país ajustan sus actos a las prácticas del poder central
inspiradas por el propósito de conservar el orden establecido para el goce de los
beneficios de la paz en los altos niveles de la pirámide social. El éxodo a la
Argentina registra desde el año 1955 un incremento sin precedente en la historia
del Paraguay. En 1958 la inmigración paraguaya a este país llegó a 32.400
personas, de 20.000 de los años anteriores a partir de 1955, elevándose en 1964
a 34.700. Desde aquel año al último de la década, el número de paraguayos que
emigra al exterior por causas socio-económicas está dado por la circunstancia de
que solamente 1.500 jóvenes incorporados anualmente a la población activa
pueden tener ocupación en el país, viéndose obligado el resto a vivir en el
extranjero70.
                      El comercio exterior de la década dio un saldo negativo de U$S
103.100.000 con una exportación anual media de U$S 40.690.000. Esta pérdida
en la balanza comercial fue aliviada por el incremento del turismo que, de 10.571
turistas entrados al país en 1960, se elevó a 110.000 en 1969, no obstante lo cual
la deuda externa era en 1968 de más de U$S 100.000.000 y del 20% del producto
nacional bruto a precio de mercado71, elevándose a fines de 1969 a U$S
297.700.000 la deuda pública y a U$S 24.000.000 la privada72.
                      El nivel de la enseñanza primaria oficial se mantuvo por debajo del
progreso conquistado hasta 1940. El número de escuelas primarias públicas en
1969 era de 2.592, el 14,1% más que en 1960, cuando la población había
aumentado con una tasa anual del 3,4%. Al final de la década, la instrucción
primaria oficial disponía de 112,7 escuelas por cada 100.000 habitantes, mientras
que en 1960 los niños paraguayos contaban con 126 escuelas y en 1940 con
186,3 escuelas por la misma cantidad de habitantes. El Estado policial no puede
dar solución al problema de la alfabetización de una población con alta tasa anual
de crecimiento, como es la paraguaya. El número de maestros aumentó en la
proporción de las escuelas. De 1963 a 1969 el aumento de maestros de
enseñanza primaria fue del 15%, manteniéndose su número por debajo de las
necesidades del país73. Los efectos negativos de la administración de Higinio
Morínigo en la enseñanza primaria se proyectan hasta nuestros días.
            Tampoco siguió el ritmo del crecimiento de la población el incremento de
la agricultura, que en la década fue del 7,6%, correspondiendo el 4,5% al período
1960-1965, el 0,6% al período 1965-1968, y el 2,5% al año 1969. El valor de
exportación de los productos ganaderos subió de U$S 8.624.000 a U$S
11.400.000, pero el volumen exportado bajó de 20.028 en 1960 a 18.252
toneladas en 196974.
                      Estos fueron los frutos de la política del "bienestar rural" aplicada en la
década de 1960 mediante la solidaridad existente entre el Estado policial y los
latifundistas extranjeros, que aseguró el capital internacional el orden y la paz a
que se refería el presidente norteamericano Wilson, que les permiten conservar
sus privilegios sin ser perturbados por las protestas del pueblo paraguayo al que
despojan de la riqueza de su territorio.
 
 
NOTAS
 
1.         John Fiztgerald Kennedy. "Cómo Piensa y Actúa el Presidente Kennedy".
Primer discurso presidencial del 20 de enero de 1961. México, junio de 1962, 
pág. 28.
2.                John Fitzgerald Kennedy. Ob. cit. Discurso sobre la Alianza para el
Progreso, marzo 13, 1961, pág. 100.
3.                Declaración de San José. Los partidos políticos democráticos
latinoamericanos celebramos la nueva actitud de los Estados Unidos hacia
América Latina, que coincide con la histórica revolución norteamericana y con
nuestras propias luchas políticas y sociales.
Si nuestras Repúblicas, con actitud pasiva, desaprovecharon la oportunidad de la
política del Buen Vecino preconizada por el Presidente Roosevelt para
lograr un cambio sustancial en las relaciones entre las Américas, deben
ahora tomar la palabra al Presidente Kennedy y asumir la iniciativa ante la
propuesta Alianza para el Progreso.
Tal alianza significa para nosotros un nuevo estilo y un nuevo espíritu en las
relaciones hemisféricas. Su efectividad dependerá de la medida en que
aplique la justicia social en el trato de pueblo a pueblo.
Necesitamos que se acaten los tratados interamericanos que garantizan los
derechos democráticos. Todavía tenemos miles de exiliados y presos
políticos víctimas de las viejas dictaduras dinásticas y de la nueva tiranía
totalitaria.
En el campo económico, todos nuestros productos de exportación están en crisis.
Necesitamos medidas de emergencias, además de los planes de largo
plazo.
Hemos luchado solos hasta ahora, y consideramos la ayuda exterior como un acto
justiciero. Pero la ayuda ha de venir a nuestra América sin imposiciones
políticas, sin ánimo de explotación y sin el proselitismo antidemocrático de
las potencias totalitarias.
Para nuestros partidos populares no es novedad, sino más bien reafirmación, la
sugerencia de que nuestros países adopten las necesarias reformas
sociales internas.
Los partidos firmantes hacemos un llamado a todos los latinoamericanos para
que, con espíritu dignamente constructivo, aceptemos la mano amistosa
que se nos tiende.
Sabemos que otras agrupaciones democráticas preparan pronunciamientos
separados, conforme a circunstancias locales. Nos solidarizamos con todos
los anhelos legítimos por la unidad, la justicia y el bienestar del Hemisferio
Americano.
Firman: Raúl Haya de la Torre, Partido Aprista peruano; Raúl Leoni, Partido Acción
Democrática de Venezuela; Rafael Caldera, Partido Social Cristiano (Copei)
de Venezuela; José Figueres, Partido Liberación Nacional de Costa Rica;
Carlos Lleras Restrepo, Partido Liberal de Colombia; Luis Batlle Berres,
Partido Colorado del Uruguay; Adelio Alvarado, Partido Popular
Democrático de Puerto Rico; Aureliano Sánchez Arango, Frente Nacional
Democrático A.A.A., Frente Unido Liberación Nacional, de Cuba; Mario
Méndez Montenegro, Partido Revolucionario de Guatemala; José Mejía
Arellano, Partido Liberal de Honduras; Juan Bosch, Ángel Miolan, Partido
Revolucionario Dominicano; Horacio Hornes, Vanguardia Revolucionaria
Dominicana; Enrique Lacayo Farfán, Partido Liberal Independiente de
Nicaragua; Fernando Agüero, Partido Conservador de Nicaragua; Elpido
Yegros, Partido Revolucionario Febrerista del Paraguay; Carlos Pastore,
Justo Prieto, Luis Adolfo Aponte, Partido Liberal Paraguayo; Américo
Ghioldi, Partido Socialista Democrático de la Argentina; Manuel Ordoñes,
Partido Demócrata Cristiano de la Argentina; Eduardo Frei, Partido Social
Cristiano de Chile; David Samudio, Partido Liberal Nacional de Panamá;
Alfredo García, Unión Cívica Radical Intransigente de la Argentina; Carlos
Lacerda, Unión Democrática Nacional de Brasil; Fernando Ferrari,
Movimiento Trabalhista Renovador de Brasil.
(Hoja impresa en San José de Costa Rica. Colección documental del autor).
4.         John F. Kennedy. Mensaje sobre Iberoamérica, marzo 14 de 1961, ob. cit.,
pág.   110.
5.                Arthur S. Link. "La Política de los Estados Unidos en la América Latina".
1913-1916. Fondo de Cultura Económica, México, 1960, págs. 90, 91. 6.    Arthur
S. Link, ob. cit., págs. 106, 108, 195.
7.                Alianza para el Progreso. "Carta de Punta del Este". "Declaración de los
pueblos de América". Unión Panamericana. Washington D.C., 1961, págs. 3, 11.
8.                Dr. J. Manuel Frutos. "El Instituto de Bienestar Rural y la Ganadería
Nacional". Asunción, Paraguay, 1970. Ley que crea el Instituto de Bienestar Rural
del 22 de marzo de 1963, pág. 137.
9.         Dr. J. Manuel Frutos. Ob. cit., inc. o) del artículo 10 de la ley N° 852 que
crea el  Instituto de Bienestar Rural, pág. 141.
                      -Compilación de Leyes y Disposiciones Reglamentarias Relativas al
Régimen de la Tierra en el Paraguay. Ob. cit., pág. 9.
10.            Dr. J. Manuel Frutos. "El Instituto de Bienestar Rural y la Ganadería
Nacional". Editado por la Asociación Rural del Paraguay. Asunción, Paraguay,
1970, pág. 150.
11.            Declaración de Principios y Programa de la Asociación Nacional
Republicana (Partido Colorado), aprobada el 25 de agosto de 1947. Publicación
oficial de la Asociación Nacional Republicana (Partido Colorado). Asunción, 1963.
12.       Nota D.P.I. Nº 712 del 14 de diciembre de 1965, dirigida por la Cancillería
del   Paraguay al Embajador de Brasil en Asunción. Ministerio de Relaciones
Exteriores. Demarcación de Límites en la Región del Salto del Guairá. Asunción,
1965.
13.            El Partido Demócrata Cristiano al Pueblo de la República. Manifiesto.
Asunción, 30 de junio de 1965. Hoja volante impresa. (Colección del autor).
14.            Convención Nacional Constituyente. Período Pre-Constituyente.
Convocatoria y Elecciones de Convencionales para el domingo 7 de mayo de
1967. Asunción, 1967. Publicación de la Asociación Nacional Republicana
(Partido Colorado).
15.            Exposición de Motivos del Proyecto de Constitución Nacional para la
República del Paraguay elaborado y aprobado por la Honorable Junta de
Gobierno del Partido Colorado y que será presentado a la Convención Nacional
Constituyente. Documento Nº 12. Convención Nacional Constituyente. Asunción,
Paraguay,        junio de 1967.
            -Exposición de Motivos del Proyecto de Constitución Nacional del Partido
Liberal. Convención Nacional Constituyente. Documento N° 14, Asunción, 
1967.
                      -Exposición de Motivos del Proyecto de Constitución del Partido
Revolucionario Febrerista. Convención Nacional Constituyente. Documento N° 15.
Asunción,  junio de 1967.
16.            Artículo 66 del Proyecto de Constitución de la Asociación Nacional
Republicana. Ob. cit.
17.       Artículos 83 y 84. Ob. cit.
18.       Artículo 87. Ob. cit.
19.       Artículo 65. Ob. cit.
20.       Artículos 28, 29, 40, 68, 74, 76. Ob. cit.
21.       Artículos 36, 39, 40. Ob. cit.
22.            Artículo 88 del Proyecto de Constitución Nacional del Partido Liberal.
Documento N° 14. Convención Nacional Constituyente. Asunción, 1967. 23.
 Artículo 36. Ob. cit.
24.       Artículos 11, 56, 77, 79, 80, 81. Ob. cit.
25.       Artículos 16 y 20. Ob. cit.
26.       Artículo 6. Ob. cit.
27.       Artículos 10 y 12. Ob. cit.
28.       Artículos 32, 31, 62, 28 del Proyecto de Constitución Nacional del Partido
 Liberal Radical. Documento N° 13. Convención Nacional Constituyente. Asunción,
1967.
29.       Artículos 81, 83 y 25. Ob. cit.
30.       Artículos 16, 47, 48. Ob. cit.
31.       Artículo 29. Ob. cit.
32.       Artículos 27 y 64. Ob. cit.
33.       Artículos 23 y 24. Ob. cit.
34.            Juan Carlos Mendouca. "Las Constituciones paraguayas y los proyectos
de constitución de los Partidos Políticos". Asunción, 1967, págs. 130 y 305.
Artículos 83 a 86.
35.       Ob. cit., artículos 5, 12, 26, 37, 58, 55, 24, 25, 56, 57, 62.
36.       Ob. cit., artículos 77, 78, 79, 80.
37.       Ob. cit., artículos 15, 16.
38.       Constitución de la República del Paraguay. Asunción, 1967, artículo 56.
39.            Constitución de la República del Paraguay, Asunción, 1940, pág. 26, art.
21.
40.       Constitución de la República del Paraguay, Asunción, 1967, pág. 131.
41.            Artículos 82 y 83 de la Constitución de 1967; 65 del proyecto de la
Asociación Nacional Republicana; 21 de la Constitución de 1940; y 1 del Estatuto
Agrario   de 1940.
42.            Artículos 81 y 31 de los proyectos del Partido Liberal y Partido Liberal
Radical,             respectivamente.
43.            Artículo 96 de la Constitución de 1967; artículo 83 del proyecto de la
Asociación Nacional Republicana.
44.            Artículo 100 de la Constitución de 1967, 87 y 88 del proyecto de la
Asociación Nacional Republicana, 28 del proyecto del Partido Liberal Radical; 64
inc. 2° y 65 de la ley de Colonización y Hogar de 1904; 195 inc. b) del Estatuto
Agrario   1940.
45.       Artículos 102 de la Constitución de 1967; 89 última parte del proyecto de
la Asociación Nacional Republicana; 29 del proyecto del Partido Liberal Radical;
20 y 79 del proyecto del Partido Liberal.
46.       Artículos 104 de la Constitución de 1967; 74 del proyecto de la Asociación
Nacional Republicana; 27 del proyecto del Partido Liberal Radical; 81 del 
proyecto del Partido Liberal.
            -Ver: Proyecto de Resolución presentado por Gondra a la V Conferencia
Panamericana de Chile de 1923.
47.       Artículos 57 de la Constitución de 1967; 57 del proyecto de la Asociación
Nacional Republicana; 64 del proyecto del Partido Liberal Radical; 19 de la 
Constitución de 1870; 24 de la Constitución de 1940.
48.       Artículos 51, 106 y 85 de la Constitución de 1967; 28, 76, 68 del proyecto
de la Asociación Nacional Republicana; 83 del proyecto del Partido Liberal
Radical; 56 del proyecto del Partido Liberal.
49.            Artículos 6 y 10 del proyecto del Partido Liberal; 16, 48, 23 del Partido
Liberal Radical.
50.            Efraím Cardozo y Carlos Saldívar. Diario de Sesiones de la Cámara de
Senadores del Paraguay Nº 46. Sesión Ordinaria del 19 de diciembre de 1969.
Asunción, 1969.
51.            Ley N° 675, del 9 de noviembre de 1960, publicada por la Secretaría
General de Asistencia Recíproca Estatal Latinoamericana. Documento N° 033. Ley
de Hidrocarburos de la República del Paraguay.
52.            Ley N° 1078 del 30 de agosto de 1965, publicada por la Secretaría
General..., citada.
53.            Carlos Díaz de Bedoya. Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores
del Paraguay N° 46. Sesión Ordinaria del 19 de diciembre de 1969. Asunción,
1969.
                      -Concesión a las compañías Pennzoil del Paraguay S.A. y Piere
Schlumberger,   del 19 de diciembre de 1969. El gobierno boliviano del general
Alfredo Ovando     nacionalizó la Bolivian Gulf Oil Company por decreto N° 8959
del 17 de                   octubre de 1969. El gobierno del general Juan José Torres fue
derrocado en               agosto de 1971. (Cuadernos de Marcha N° 30. Octubre de
1969. Montevideo).
54.       Luis M. Banks. "Recursos de Hidrocarburos del Paraguay". Buenos Aires,
julio   de 1970.
55.       Luis M. Banks. Obra citada.
56.            Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores del Paraguay del 19 de
diciembre de 1969, citado.
            -Eusebio Ayala. "Memorándum del 12 de setiembre de 1934". (En Vicente
Rivarola. Obra citada. Tomo III, pág. 182. Buenos Aires, 1957).
57.            Progreso. Revista de Desarrollo Latino Americano. Vol. 4, N° 8, pág. 47.
Noviembre, 1971.
58.            Efraím Cardozo, Rafael Eladio Velázquez, Carlos Levy Ruffinelli y Carlos
Díaz de Bedoya. Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores del Paraguay:
Ob. cit.
                      -Ley N° 185 del 19 de diciembre de 1969. Compilación de leyes
sancionadas y   promulgadas en el período legislativo 1969. II, Asunción, pág.
448. 59. Convenio de Cooperación entre las Repúblicas del Paraguay y de los
Estados       Unidos del Brasil para el estudio del aprovechamiento de la energía
hidráulica     de los ríos Acaray y Monday. "Patria", N° 507, Asunción, enero 26 de
1956.
60.       El País. Asunción, 28 de octubre de 1960.
            -La Tribuna. Asunción, 16 de marzo y 25 de abril de 1961.
61.       El Día. Montevideo, enero 20 de 1972, pág. 6.
62.       Efraím Cardozo. "20 Preguntas sin Respuestas sobre los Saltos del Guairá".
Asunción, 1971, pág. 87.
63.       Joaquín Nabuco. "La Guerra del Paraguay". París, 1901.
            -General Augusto Tasso Fragoso. "A Paz com o Paraguay". Río de Janeiro,
1941.
                      -Colección de Tratados Celebrados por la República del Paraguay.
Publicación Oficial, 1885.
64.       Efraím Cardozo. "Los Derechos del Paraguay sobre los Saltos del Guairá".
Asunción, 1965.
                      -Efraím Cardozo. "20 Preguntas sin Respuestas sobre los Saltos del
Guairá". Obra citada.
            -Eduardo Amarilla Fretes. "La Soberanía Paraguaya en el Salto del Guairá". 
Buenos Aires, 1964.
            -Marco Antonio Laconich. "La Cuestión de Límites en el Salto del Guairá".
 Asunción.
                      -Jesús J. Blanco Sánchez. "El Gran Salto del Guairá Kenedi-yú.
Fundamentos de los derechos paraguayos al mismo". Asunción, 1964.
            -Nota D.P.I. N° 712 del 14 de diciembre de 1965 dirigida por la Cancillería
del   Paraguay al Embajador del Brasil en Asunción. Demarcación de Límites en la
  Región del Salto del Guairá. Asunción, 1965.
65.       Dr. J. Manuel Frutos. Presidente del Directorio del Instituto de Bienestar
            Rural. "El Instituto de Bienestar Rural y la Ganadería Nacional". Asunción,
1971, pág. 27.
66.            Dr. J. Manuel Frutos. "El Instituto de Bienestar Rural y la Ganadería
Nacional". Ob. cit., págs. 11 y siguientes, 24, 25, 28, 34, 39, 40, 42, 43, 47, 48, 50,
51, 52, 55, 59, 80, 81; artículo 132 de la Constitución Nacional de 1967.
                      - "Por una Reforma Agraria Total hacia un bienestar rural permanente".
I.B.R.       Editada bajo la dirección de Sabino García, Jefe del Departamento de
Prensa del  I.B.R. Asunción, 1965, pág. 50.
67.            Dr. J. Manuel Frutos. "Democratización de la Propiedad de la Tierra".
Patria.  Asunción, febrero 2, 3 y 7 de 1971.
68.       Dr. J. Manuel Frutos. "Democratización de la Propiedad de la Tierra". Ob.
cit.
69.            Gerónimo Pechillo. "Carta Pastoral". Enero 1 de 1970. Boletín de
Informaciones. Órgano de la Comisión Nacional de Medios de Comunicación 
Social de la Conferencia Episcopal Paraguaya. N° 10. Asunción, Paraguay, 11   de
enero de 1970.
            -CEPAL. Notas sobre la economía y el desarrollo de América Latina. N° 85.
Octubre 1 de 1971.
70.            Andrés Flores Colombino: "Reseña Histórica de la Migración Paraguaya".
Revista Paraguaya de Sociología. N° 8-9. Octubre, 1967. Asunción. -Miguel 
Sanmartí. "Comunidad", Nº 605. Asunción, Paraguay.
71.            "Situación Económica del Paraguay". Estudios Económicos del Banco
Francés e  Italiano para la América del Sur. 1-1971.
72.            "Paraguay - Información básica" - 1970. Progreso. Revista de Desarrollo
Latinoamericano. Setiembre, 1971.
73.            Boletín Estadístico del Paraguay. Segundo Semestre, 1969. Asunción,
agosto, 1970, pág. 26.
74.       CEPAL. Notas sobre la economía y el desarrollo en América Latina. N" 21.
Junio, 1969.
                      -"Paraguay. Información Básica, 1970". Progreso. Revista de desarrollo 
Latinoamericano. Setiembre, 1971.
            -J. Manuel Frutos. "El Instituto de Bienestar Rural y la Ganadería Nacional".
Obra citada.
                      -Andrés Flores Colombino afirma en su importante trabajo titulado "La
Pérdida de Intelectuales - El caso del Paraguay" (Comunidad, abril - junio de
1969.  Cuadro N° 6, Asunción), que a partir de 1960 hasta 1968 egresaron de la
Facultad de Agronomía y Veterinaria de la Universidad Nacional de Asunción, 
235 médicos veterinarios e ingenieros agrónomos, agregando que las fuentes
consultadas no establecían el número correspondiente a cada carrera, ni los que
      ejercían en el país en aquella fecha. E. Lederman y A. Silveira señalan a este 
respecto, en 1969, que "en el sector agropecuario la existencia total de unos 100
ingenieros agrónomos es una de las más bajas de América Latina en relación a
los habitantes (50 por millón de habitantes); significa una relación de 0,28
profesionales de esta especialidad por cada 1.000 trabajadores ocupados en este
sector y no más de 0,0025 ingenieros agrónomos por 1.000 hectáreas, sin tener
en cuenta -acotan los mismos- la notable proporción de ingenieros agrónomos
que de hecho no trabajan en este campo". (Lederman E. y Silvera A. "La
planificación de los recursos humanos en el Paraguay", editado por D. M. Rivarola
y G. Heisecke. Centro Paraguayo de Estudios Sociológicos. Febrero de 1969,
pág. 132. Asunción).
 
 
 
 
CONCLUSIÓN
 
            "Aun después de mi desaparición de esta tierra que tanto amo, no quisiera
que sus hijos viniesen a ser esclavos, juguetes del capital extranjero". (Arzobispo
JUAN SINFORIANO BOGARÍN, 1935).
 
1. EL PARAGUAY BAJO EL DOMINIO DEL CAPITAL INTERNACIONAL. - 2.
CAMINO DE LA REDENCIÓN PARAGUAYA: ORGANIZACIÓN DE UN ESTADO
MODERNO.
 
                      1. Paraguay tiene un territorio de más de cuatrocientos mil kilómetros
cuadrados, el 59% cubierto de bosques, el 36% cubierto de praderas, el 4,9%
destinado a la agricultura, y el 0,1% a otros, habitado por una población es timada
en 2.500.000 almas, el 70% mestiza con el 67,8% de predominio guaraní y el
32,2% totalmente guaraní. El 30% restante de la población estaría integrada por
mestizos de predominio europeo y por extranjeros residentes en calidad de
inmigrantes. Estudios recientes estiman la población mestiza de origen guaraní-
europeo en el 95% de los habitantes del país. Dentro de las características
señaladas, la población paraguaya es una de las más homogéneas de América
Latina, con elevado índice de aculturación europea de la población de origen
guaraní y de manifiesta aculturación guaraní de la población extranjera o de
ascendencia extranjera. Por la composición de su población, Paraguay se
asemeja a Chile, según opinión de Darcy Ribeiro. Las diferencias culturales
provenientes de la composición original de los sectores de la población
mantienen a cada uno de ellos, en términos generales, dentro de la estructura
social creada por la conquista y la colonización españolas, dando lugar a las
relaciones coloniales internas vigentes. A esta estructura corresponde la
organización actual del Estado policial, que administra al país con objetivos
coloniales, extranjerizando su economía y negando al pueblo de origen americano
los derechos humanos que limitan los privilegios y el poder despótico del sector
dominante de la población.
                      La explotación extractiva de la riqueza forestal afecta a las condiciones
climáticas y ecológicas del territorio nacional. Los bosques de los departamentos
de Itapúa, Alto Paraná, Caaguazú e Ygatimí fueron expoliados en los últimos 25
años, y las medidas dictadas por el Estado sobre la exportación de maderas no
resuelven el problema de fondo de la industria forestal. No tiene el país una
legislación destinada a defender su patrimonio forestal, y la política del Estado
contempla con preferencia el interés de los terratenientes extranjeros propietarios
de la mayor parte de los bosques, al permitir la explotación irracional, no
corregida por la reglamentación que establece que, a partir de 1973, solamente
podrá exportarse madera aserrada. La industria forestal se encuentra controlada
por intereses extranjeros, dirigidos de fuera y dentro del territorio del país.
Argentina, que es el mercado del 85% de las exportaciones, fija el precio del
producto paraguayo, tanto por ser el principal mercado consumidor como por el
hecho de que los compradores de Buenos Aires son los vendedores de Asunción.
Entre las principales firmas que operan en estas condiciones se encuentran La
Industrial Paraguaya S.A. con más de 1.500.000 hectáreas de bosques; la
Financiera Picolo S.A. con 300.000 hectáreas de bosques; Salay S.A. controlada
por ADELA Compañía de Inversiones S.A.; Carlos Casado Limitada S.A. con más
de 2.000.000 hectáreas de quebrachales y campos, 60.000 cabezas de ganado
vacuno y el monopolio de la fabricación y exportación de 17.000 toneladas
anuales de tanino; y Quebrachales Puerto Colón S.A. con 400.000 hectáreas de
bosques de quebracho y 40.000 cabezas de ganado vacuno. Cinco de las
principales firmas extranjeras que operan en el Paraguay poseen el 20% de sus
bosques y son las principales exportadoras de productos forestales.
                      Controlan la industria de la carne, su exportación y el precio interno del
ganado para la exportación las compañías extranjeras Brook Bond Liebig's con
un frigorífico, 400.000 hectáreas de praderas y 150.000 cabezas de ganado
vacuno; International Products Co. con un frigorífico, 300.000 hectáreas de
campos y 90.000 cabezas de ganado vacuno; y la Industria Paraguaya de Carnes
S.A. (controlada por ADELA Compañía de Inversiones S.A.) con un frigorífico. La
tasa de crecimiento anual del ganado vacuno es de 2,75%, inferior a la tasa de
crecimiento de la población humana, estimándose su existencia en 5.000.000. En
1970 había por cada habitante dos cabezas de ganado vacuno, cuando en 1940
la relación era de cuatro cabezas por habitante. El consumo anual de carne per
cápita en 1970 era de 37 kilos en todo el país, registrándose 45 kilos en Asunción
y 20 kilos en el interior, cuando en 1940 el consumo era de 65,1 kilos, en 1950 de
58,8 kilos y en 1960 de 48,9 kilos. Con relación a 1940, el consumo anual de
carne per cápita disminuyó en 28,1 kilos. La pauperización de la población
provocada por la administración colonial del país disminuyó en el 44% el consumo
interno per cápita de la carne en 30 años, con efectos negativos en la
alimentación del pueblo. El plan ganadero de 1962 con financiación internacional
de U$S 19.700.000, apenas cumplió el 5% del programa inicial elaborado por
funcionarios extranjeros de instituciones internacionales sin conocimiento
adecuado de los términos del problema, que fijaron como primer objetivo del
programa el mejoramiento de las estancias, aumentando el activo fijo de las
explotaciones sin plantear y resolver el crecimiento de la producción. Con tal
programa, las situaciones creadas por las condiciones climáticas y sanitarias
sobrevinientes obligarán a muchos productores paraguayos que hicieron uso del
crédito para el mejoramiento de sus estancias, a liquidar sus establecimientos,
que serán incorporados a los bienes de las firmas extranjeras.
            El 4,9% de la superficie del territorio nacional destinado a la agricultura se
encuentra dividido en parcelas, el 87,3% de las cuales de 0 a 20 hectáreas de
superficie, y el 12,7% de más de 20 hectáreas. De 1942 a 1970 el número de
explotaciones agrícolas aumentó el 60%, por debajo del aumento de la población
cuya tasa fue superior al 3% anual. Estas parcelas son cultivadas por 400.000
campesinos aproximadamente, que representan el 50% del total de la población
activa del país, empleando métodos y procedimientos usados antes de la última
guerra mundial. La fuerza del hombre y la tracción a sangre son sus fuentes de
energía habituales. El parque de tractores no llega al millar y es poco conocido el
uso de fertilizantes e insecticidas. El empleo de los adelantos técnicos y
científicos incorporados a la producción agrícola en los demás países del, mundo
desde 1940, no fue generalizado entre los agricultores paraguayos. En tales
condiciones, el producto bruto interno per cápita del campesino se mantiene al
nivel de 1940, no alcanzando actualmente a 30 guaraníes mensuales, debiendo
pagar hasta el 20% de impuestos sobre su producción y cargar con el costo de la
industria en beneficio del capital extranjero invertido, que en todo el país da
trabajo a menos del 10% del número de los trabajadores agrícolas. Los
establecimientos industriales de 1 a 9 operarios dan trabajo al 48,5% del total de
las personas empleadas, y las empresas de más de 100 trabajadores al 22%.
Mientras tanto, el Paraguay no tiene una política de fomento de exportación de su
producción agrícola e industrial, creándose situaciones desventajosas en el trato
con las naciones de política comercial definida, particularmente con sus
poderosos vecinos, expresadas en forma inequívoca en los acuerdos y convenios
comerciales celebrados en los últimos tiempos.
            Todos los bancos privados que funcionan en el Paraguay son extranjeros,
además de los bancos del Brasil y de la Nación Argentina. Entre las 15 principales
empresas del país, 12 son de capital extranjero y 3 del Estado. Son propietarias
del 30% del territorio nacional (12.000.000 hectáreas) 20 empresas de capital
extranjero; y 15 empresas de capital extranjero productoras de ganado son
propietarias del 20% del ganado existente (1.000.000 de cabezas). Pertenecen a
capitalistas extranjeros o están controlados por éstos, el principal molino de trigo
(70% de la producción total de harina y subproductos), los frigoríficos de la
industria de la carne, la producción de cerveza, bebidas gaseosas e hielo, las
industrias de citrus, madera, tanino, aceites vegetales, productos químicos y
veterinarios, tejidos e hilados de algodón y lana y la refinería y comercialización
de productos de petróleo. Firmas de capital extranjero controlan el 80% del
comercio exterior. Normalmente las empresas extranjeras distribuyen 40% de
dividendos y algunas de ellas llegan hasta más del 80% anual.
                      Tiene el Paraguay una red vial de 6.500 kilómetros de caminos, de los
cuales 800 kilómetros asfaltados, 600 kilómetros enripiados y 5.100 kilómetros
terraplenados. Por estos caminos y las calles de Asunción circulaban 26.100
automotores en 1970, de los cuales 12.615 camiones y 13.485 automóviles, el
80% en la zona de la capital. Estas cifras denuncian el sentido de la política vial
del Estado, que no responde a una idea global nacional sino a una concepción
faraónica del poder público. Con tal política, el país no se encuentra en
condiciones económicas y financieras para hacer frente a los gastos de
mantenimiento de su red vial construida con empréstitos internacionales,
debiendo recurrir para su conservación a nuevos empréstitos externos. La red
ferroviaria de trocha ancha existente se mantiene en los límites de 1940, pero
disminuido el servicio por defectos de administración, habiendo desaparecido en
elevada proporción la red ferroviaria de explotación de trocha angosta existente
en aquel año. La vía fluvial es empleada en el transporte de mercaderías de
importación y exportación en volumen equivalente al 95% del intercambio total.
Con 30 unidades y 22.500 toneladas, la Flota Mercante del Estado transporta el
25% de las exportaciones y el 45% de las importaciones totales, limitada por las
características de sus barcos que no pueden navegar regularmente por los ríos
Paraguay y Paraná, quedando paralizados en los puertos el 50% del tiempo, y
permitiendo que las compañías de navegación extranjeras se hagan cargo de la
mayor parte del transporte de mercaderías para y del exterior. La exclusión de los
técnicos paraguayos conocedores de las condiciones de navegabilidad de los
ríos del país en el asesoramiento para la adquisición de la flota, es la causa del
fracaso de esta empresa estatal.
            El presupuesto anual del Estado paraguayo es de U$S 75.000.000, menor
del de las provincias argentinas Chaco y Formosa (poblada esta última por
paraguayos y descendientes de paraguayos en su gran mayoría), que no tienen
gastos diplomáticos y militares. El presupuesto anual de la Capital es de US$
3.000.000. El costo de las Fuerzas Armadas (mayor que el de instrucción pública)
equivale al 2,25% del producto bruto interno, tiene sobre las armas 6 hombres por
cada 1.000 habitantes, pero emplea el 30% de su presupuesto anual en obras
civiles. El valor oficial de la moneda de 3,12 guaraníes por dólar en 1943 bajó a
123,60 con una pérdida de 3.500% de su valor, mantenido oficialmente a este
nivel desde 1956 mediante la imposición a la población de sacrificios económicos
y financieros en beneficio de los inversionistas extranjeros. Por concepto de
derechos especiales de giro, el Fondo Monetario Internacional fijó al Paraguay por
el año 1972 la suma de US$ 2.014.000, igual que a Haití y más que a Barbados,
que en la lista de los países americanos, con US$ 1.178.000, ocupa el último
lugar.
                      La economía del Paraguay está estancada con alto índice de
desocupación, disimulada con la emigración ininterrumpida a los territorios
limítrofes de la Argentina y Brasil de la mayor parte de la juventud incorporada
anualmente a la población activa. Aumentan la deuda externa, los déficit de la
balanza de pagos con el exterior y del presupuesto del Estado, al mismo tiempo
que baja la tasa de crecimiento del producto bruto interno, que apenas llega al
1% anual. Estos índices corresponden a un país en vías de desarrollo, situación
que en el caso paraguayo se debe principalmente a la explotación colonial de su
territorio por el capital internacional, mediante la apropiación de las fuentes de la
riqueza colectiva y la organización de un Estado policial que defiende sus
privilegios y niega a los paraguayos los derechos humanos fundamentales. Es un
sistema económico destructivo, de liquidación, en que la vida humana vale menos
que el de las bestias y en que la ley no regula los actos de los gobernantes ni los
derechos de los gobernados. La dilapidación de la riqueza forestal y el
vaciamiento económico del país son las manifestaciones visibles de este sistema.
Los capitalistas internacionales se llevan el jugo y la esencia de los frutos,
dejando a los paraguayos la cáscara y el bagazo. Dentro de este sistema, la
mayor debilidad que padece el Paraguay se manifiesta en el sector dirigente de la
población, destruida en ocasiones sucesivas por liquidación física y dispersión,
con la derrota de la Revolución de los Comuneros en 1735, la dictadura de José
Gaspar Rodríguez de Francia de 1814 a 1840, la guerra de la Triple Alianza de
1865 a 1870, y el período de anarquía y despotismo de 1936 a 1972. La última
crisis de dispersión sufrida por el sector gobernante permitió la consolidación del
capital extranjero en nuestro territorio y dio libertad de acción a los técnicos y
expertos internacionales, que sustituyendo a los nacionales percibieron por sus
trabajos de auditoría y estudios de factibilidad no siempre correctos, realizados en
la última década, la suma de US$ 8.000.000. El Paraguay se convirtió así en el
dominio de la burocracia internacional y del capital extranjero1.
 
                      2. Paraguay debe superar la humillante e injusta situación de puesto
colonial a que es sometido, creando condiciones políticas que le permitan
recuperar la administración de las fuentes de la riqueza colectiva, con la
movilización general del sector dirigente de su población disperso dentro y fuera
del territorio nacional, dejando vacíos en las posiciones clave de conducción del
Estado ocupadas hoy por agentes del capital internacional. La dispersión de la
clase dirigente permitió la organización del Estado actual con objetivos
preferentemente policiales para defender privilegios y mantener injusticias. Y sin
embargo, con los cuadros de conducción que posee, el Paraguay puede crear un
Estado Moderno que promueva la felicidad de sus habitantes con el desarrollo
económico y cultural y el progreso social. Esos cuadros deberán ser incorporados
a un programa nacional aprobado por la ciudadanía en manifestación de voluntad
colectiva y de afirmación del nacionalismo democrático paraguayo, que defiende
lo suyo sin agraviar a lo ajeno, y brinda hospitalidad al extranjero sin renunciar a la
conducción y administración del país, con el objeto de asegurar a sus habitantes
los beneficios de la riqueza de su territorio y del progreso de la ciencia y de la
técnica. Tal programa puede y debe ser realizado sin demoras innecesarias, para
evitar que, como consecuencia de la extranjerización actual de la economía y del
éxodo de la población al exterior, sea eclipsado el carácter nacional. Los
paraguayos, hombres y mujeres, sin distinción de clase, ideología política y
religión, tienen hoy un puesto en esta lucha, como tuvieron ayer en la defensa del
Chaco, en que se puso a prueba una vez más en la historia del país la capacidad
del pueblo para las empresas nacionales.
                      Con un Estado Moderno, el Paraguay puede realizar el sueño de los
patriotas de asegurar la felicidad del hombre en una tierra en que gozan de la
alegría de vivir todos los seres creados por la naturaleza, menos el hombre
paraguayo, por causa de las privaciones e injusticias a que se encuentra
sometido. Con ese Estado serán canceladas por siempre las relaciones coloniales
internas y no habrá más distinción entre hombres y mujeres que las provenientes
de la virtud y la ilustración. El paraguayo nacerá y crecerá libre y desarrollará su
personalidad al amparo de los derechos humanos. Y un sistema de servicios
internacionales con todo el mundo convertirá a Asunción en uno de los centros de
América Latina del Atlántico Sur, que su posición geográfica en la Cuenca del
Plata y los excepcionales hábitos de hospitalidad de su pueblo le tienen
reservado.

NOTA
1.         Dr. Henry D. Ceuppens. "Paraguay Año 2000". Asunción, 1971.

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