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LA SOBERANÍA DE DIOS COMO ATRIBUTO

DANNY J. LÓPEZ O.

PROFESOR: DON KISTLER


SEMINARIO REFORMADO LATINOAMERICANO
TEOLOÍA PROPIA

Cabimas, Zulia, Venezuela – 2018


ÍNDICE

INTRODUCCIÓN
I. La soberanía
A. Definición
B. Atributo de Dios
II. Tipos de soberanía
A. Soberanía transcendental
B. Soberanía inmanente
C. El peligro de sobre-enfatizar uno más que otro
III. La soberanía de Dios sobre sus criaturas
A. La soberanía de Dios en la salvación
B. La soberanía de Dios en la oración
C. La soberanía de Dios y la responsabilidad de la criatura
CONCLUSIÓN
INTRODUCCIÓN

La soberanía de Dios es uno de sus atributos, una de sus perfecciones, en las cuales podemos
descansar fielmente, pues sabemos que por su soberanía, andamos, vivimos, respiramos, entre otras cosas.
En cuanto a este ensayo, se pretende poder abordar varias de las áreas más controversiales en la actualidad
respecto a la soberanía de Dios. Tales controversias se deben a un pensamiento sacado del mismo infierno,
el cual tiene como propósito colocar al hombre en el centro de toda la creación, como si fuera el objeto de
la adoración. De manera que cuando esta idea se ve atacada, su defensa es contraria a la Palabra de Dios,
pero irónicamente sacada de la biblia (Entendiendo que no es más que la torsión de las verdades bíblicas).

Se procura, entonces, dar la definición de la soberanía, sus diferentes tipos, y así mismo una
aplicación práctica de tales verdades, es decir, se pretende mostrar el atributo de Dios a la luz de la misma
biblia en la acción sobre su creación. Así mismo, poder abordar como esta soberanía se muestra en la vida
normal del creyente y del no creyente, en aspectos que tienen que ver con la oración, la salvación y la
responsabilidad del hombre.

Te mando delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Jesucristo, que dio
testimonio de la buena profesión delante de Poncio Pilato, que guardes el
mandamiento sin mácula ni reprensión, hasta la aparición de nuestro Señor
Jesucristo, la cual a su tiempo mostrará el bienaventurado y solo Soberano, Rey de
reyes, y Señor de señores, el único que tiene inmortalidad, que habita en luz
inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la
honra y el imperio sempiterno. Amén. (1 Timoteo 6:13-16)
DESARROLLO

I. La Soberanía
A. Definición
El término “soberanía” se ha utilizado en el ámbito secular o en el día a día con mucha frecuencia
como un adjetivo aplicado a cosas y personas que no lo merecen, a veces, sin una comprensión correcta
de ella, de manera que no es bien aplicada, y por ello, utilizada con propósitos incorrectos y, en
oportunidades, blasfemos. Lamentablemente, en estos días es menos conocido por el círculo que debería
está más familiarizado con el mismo: Los cristianos. Bien ha comentado acerca de esto un famoso erudito
bíblico: “Si anunciáramos desde el púlpito típico de hoy que el tema de nuestro mensaje iba a ser la
soberanía de Dios, nuestro anuncio sonaría como algo totalmente ininteligible, como si hubiésemos sacado
la frase de una de las lenguas muertas” (Pink A., 1995 p. 20).

Puede considerarse en definición como la cualidad de ser soberano. “La palabra “soberano”,…
comunica el muy a menudo repetido pensamiento escritural de la suprema autoridad de Dios. Su soberanía
es la consecuencia lógica de la doctrina de que él es Dios, creador y gobernante del universo” (J. D., y
Tenney M., 2003).

I. Atributo de Dios
Cuando este término es aplicado a la deidad, es decir, a Dios, realmente alcanza su significado
completo, pues al aplicarse a cualquier otra persona o cosa, los cuales carecen de otros atributos necesarios
para realmente ejercer suprema autoridad sobre todas las cosas o gobernar sobre el universo, no es
soberanía. Entendemos de Dios que tiene las perfecciones y atributos necesarios por medio de las cuales
puede entonces gobernar todo lo que existe.

El Dr. Don Kistler explicó la soberanía de Dios de la siguiente manera: “Se refiere a su capacidad
para hacer las cosas que Él quiere hacer. No hay nadie que limité el decreto de Dios. Disfruta de una
soberanía completa, es decir, tiene poder completo sobre toda la creación”.

La biblia está llena del reconocimiento de la soberanía de Dios por parte de su pueblo, por lo que
no era una cualidad desconocida para ellos. Tal reconocimiento se da en el libro de Hechos, siendo evidente
que la Iglesia conocía tal cualidad de Dios cuando oraron: “Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el
cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay;” y “Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad
contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel,
para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera” (Hechos 4:24, 27 y 28).

También este reconocimiento se da entre personas que no son del pueblo de Dios, por ejemplo,
cuando en la historia del exilio del reino de Judá, el rey Nabucodonosor, un rey que no conocía a Dios, es
decir, un hombre de creencias paganas, reconoció la Soberanía de Dios a través de las siguientes palabras:
“Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército
del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?” (Daniel
4:35).

II. Tipos de soberanía


A. Soberanía trascendente
La soberanía ya fue definida párrafos atrás, por lo que solo queda mostrar el significado de
trascendencia y aplicarlo a la soberanía de Dios. Trascendencia transmite la idea de algo que no tiene
límites, sino que traspasa todo lo que pudiera considerarse como tal, por ejemplo, el tiempo. Los cristianos
consideramos que la biblia es en esencia trascendental, porque ella afirma que es para siempre, y porque
viene de un ser que no está limitado al tiempo.

Cuando hablamos de la “soberanía”, y le añadimos el adjetivo “trascendente” se entiende que es la


capacidad de Dios para hacer lo que quiere y sin límites para ello, de manera que su dominio es sobre todo
lo que existe y sin límites para lograr lo que desea. De esto da testimonio el profeta Daniel (Daniel 4:35).

B. Soberanía inmanente
Es necesario también hablar de la inmanencia antes de unir los términos. Ella se describe como las
acciones de Dios para relacionarse con su creación (Hablando de todo lo creado a nivel general). Esto
provee la idea de un Dios que se relaciona con su creación a través de su participación en ella, lo que se
conoce también como la providencia Divina. Según el Dr. Richard Pratt, la inmanencia resalta la
providencia de Dios sobre las cosas creadas y cómo se involucra con la misma creación y sus límites.

Como resultado de estas palabras, puede entenderse de la soberanía inmanente como la cualidad
de un Dios presente en su creación y activo en los asuntos humanos como Creador, Sustentador, Juez, y
Redentor, pero elevado, y director del universo.
La biblia ilustra esta verdad de Dios a través de muchos ejemplos. A continuación, se mostrarán
dos episodios donde se ve reflejada la soberanía inmanente de Dios, y además, a través de un tipo de Jesús
y el antitipo, es decir, Jesús mismo. Con esto se señala el carácter redentor de Dios en su soberanía para
salvar.

La primera es la historia de José y sus hermanos. Ellos lo vendieron, motivados por su propio
pecado y por propia decisión (voluntad libre). Aun a pesar de eso, Dios se valió de tales acciones para
hacer su voluntad. Como prueba, el mismo José declara: "Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo
encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo" (Génesis 50:20).
La segunda es la historia de Jesús, sucede prácticamente lo mismo. Aquellos que le recibieron como “el
que viene en el nombre del Señor” (Mateo 21:9) fueron los mismos que le entregaron y crucificaron,
motivados por su propio pecado y por propia decisión (Voluntad libre). Pero Dios se valió de sus acciones
para hacer su voluntad. Como prueba, el mismo Pedro se levanta y declara a los judíos: “a éste, entregado
por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de
inicuos, crucificándole; al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte” (Hechos 2:23-24). La
salvación de mucho pueblo es accesible con lo declarado por Pedro más adelante: “…Arrepentíos, y
bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados” (Hechos 2:38).

C. El peligro de sobre-enfatizar uno más que otro


El error más común que se comete por parte de muchos predicadores es sobre-enfatizar una verdad
bíblica, por lo que en oportunidades, esto lleva a un extremo peligroso, aunque se trate de una doctrina
bíblica. Dios no nos llamó a sobre-enfatizar para defender lo que dice la biblia, sino a predicar su Palabra
tal cual es. De manera que si ella presenta una verdad, la misma debe ser expuesta alineado a tal realidad.

El peligro que se encuentra al sobre-enfatizar la soberanía trascendental de Dios es el de llegar al


extremo de matar cualquier libertad que Dios da para poder acercarnos a Él y ser quienes somos, por
ejemplo, si fuera tal el extremo, alguien pensaría que no es necesario orar, pues Dios es el que gobierna
todo, por inferencia, seríamos unos robots. Tal pensamiento es equivocado, puesto que Dios demanda que
oremos.
Así mismo, sobre-enfatizar la soberanía inmanente de Dios puede llevar a un extremo peligroso y
hereje, al pensar que puesto que Dios dirige nuestras vidas, todo lo que sucede viene de Él, pues controla
nuestras vidas. Esto puede llevar a la persona a una posición llamada “fatalismo”, lo cual señala que Dios
es quien promueve el pecado en nuestra vida, o que Él es el autor del pecado.
III. La soberanía de Dios sobre sus criaturas
A. La soberanía de Dios en la salvación
Cuan necesario es afirmar junto con el Profeta Jonás: “La salvación es de Jehová” (Jonás 2:9). En
el tema de la soberanía de Dios en la salvación se puede resaltar la iniciativa de Dios, la provisión de Dios,
como también la decisión de salvar.

En propicio poder aclarar respecto a este punto que Dios es quien siempre tiene la iniciativa en el
tema de la salvación. Para empezar, podemos mirar antes de Génesis, cuando todo estaba en el pensamiento
de Dios, cuando solo Él (Padre-Hijo-Espíritu Santo) existía. Antes de empezar las dispensaciones, en su
soberana voluntad, ya había ordenado el envío del Mesías el Mesías (1 Pedro 1:20), así como también la
salvación de un pueblo, conociéndoles de antemano (1 Pedro 1:2), es decir, según el previo conocimiento
de Dios que está supeditado al determinado decreto de Dios, enmarcado en los textos de Hechos 2:23 y
Romanos 8:29, 30. Su preconocimiento de la persona se basa en su decreto y no en las acciones de la
persona, así, porque estuvo en el plan de Dios y por ello, el previo conocimiento (Amor y elección) Dios
elige a las personas para que crean y sean conforme a Cristo (Pink A., 1997, p 34). En ningún momento el
hombre tiene la iniciativa de la salvación, sino todo lo contrario, de él parte la iniciativa de pecar, es decir,
el deseo desobedecer y después de ello, seguir desobedeciendo.

En la soberanía salvífica de Dios, vemos presente que Dios es quien provee, tal como se afirmó
anteriormente, desde antes del mundo (1 Pedro 1:20). Una vez que el hombre peca, Dios soberanamente
provee el primer rastro hacia Jesús, es decir, hacia la salvación (Génesis 3:15). Después, Dios siguió
manifestando su soberanía salvífica a través de una promesa, la cual se extendía no solamente a una nación,
sino a todas las naciones (Génesis 22:18). Algo característico de la soberanía salvífica de Dios es que Él
es quien da vida al hombre (Ezequiel 36:26, 37:9; Efesios 2:1). En toda la biblia se podrá ver como siempre
hay una clara afirmación de la salvación: es de Jehová, y Él la da.

Es preciso afirmar también, que no solamente la da, sino que la da a quien Él quiere. Este ha sido
un tema de mucha discusión, pues en la actualidad abunda un pensamiento que empezó a multiplicarse
hace pocos siglos, pero existentes desde el tiempo en que se redactó las Escrituras, el cual procuraba poner
toda la atención en el hombre, haciendo creer que Dios tiene que salvar a las personas porque es su “deber”
o porque está “obligado” a hacerlo. Este pensamiento se intensificó con el movimiento liberal, del cual no
solamente gozan las personas que no son creyentes, sino también muchos que están dentro de las Iglesias.
De manera anticipada, Pablo responde por inspiración de Dios lo siguiente: “Así que no depende del que
quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia” (Romanos 9:16).
B. La soberanía de Dios en la oración
Cuán grande bendición es saber que Dios gobierna todo y hace su voluntad, y que ha abierto las
puertas para que por medio de la oración, Él se relacione con su pueblo, y a través de cada elemento de la
oración su pueblo se relacione con Él. Hemos de iniciar afirmando que Dios ha decretado soberanamente
la oración como un medio para hacer su voluntad: “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos
alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye” (1 Juan 5:14). También que permaneciendo en Él y su
Palabra en nosotros pidamos (Juan 15:7).

Hay un grave problema en la actualidad que ha generado muchas controversias, y en algunas


ocasiones, blasfemias contra Dios. Es la idea de creer que si yo pido a Dios cualquier cosa en oración, Él
está obligado a dármelo. Cuando no recibimos lo pedido, entonces, Dios es malo, no cumple su Palabra,
entre otras cosas, las cuales son consideradas como blasfemias. Según el Dr. Sproul, se ha llegado a creer
que la oración es como una “varita mágica, pensando que si oramos con el sonido correcto, en la manera
correcta, con las frases correctas, y la postura correcta, Dios está obligado a responder”. Un líder de la
Iglesia temprana (Santiago) afirmó “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites”
(Santiago 4:3).

Muchos de los argumentos usados hoy en día, respecto a la oración es que se está orando según los
establecimientos que el Señor Jesucristo enseñó que debían tomarse en cuenta, pero muchos de ellos son
literalmente sacados de sus contextos, y no toman en consideración lo que Jesús afirmó para que
disfrutáramos de la oración como debe ser. En oportunidades, aunque pidamos por cosas que son lícitas
pedir, encontraremos que no necesariamente Dios responderá “si”, pues vemos al Apóstol Pablo, quien
solicitó a Dios le fuera quitado el aguijón en la carne, pero el Señor le dijo que le bastara su gracia (2
Corintios 12:7-9).

Hemos de afirmar que Dios es soberano, pero que eso no elimina la responsabilidad que tiene el
creyente de orar, pues esto manifiesta su dependencia de Dios sobre todas las cosas. Por ejemplo, Sabiendo
que Dios es soberano en la salvación, Él ha decretado que su pueblo ore en los servicios públicos por la
salvación de los hombres, en especial por los gobernantes (1 Timoteo 2:1-3). ¿Cuánto celebraría el pueblo
de Dios y abundaría en acciones de gracias después de ver que Dios salve a algún pecador por el que se
estuvo orando?
En conclusión, podemos aferrarnos a una verdad que consuela, respecto a la soberanía de Dios en
la oración: “Él nos oye” (Salmos 34:17, 34:4; 1 Juan 5:14). Dios no es un ser impersonal, sino todo lo
contrario. A Él le ha placido relacionarse con su pueblo y ha dado este medio de gracia para que por ella,
crezcamos y descansemos en su soberanía.

D. La soberanía de Dios y la responsabilidad de la criatura


En cuanto a este tema, hemos de iniciar con una afirmación contundente: La soberanía de Dios es
la base para la responsabilidad del hombre. No debe dar temor hablar de ella, pues por su soberanía existen
todas las cosas, y es así porque Dios lo quiere así: “Por tu ordenación subsisten todas las cosas hasta hoy,
pues todas ellas te sirven” (Salmos 119:91, Colosenses 1:17, Hebreos 2:10).

Un tema que es necesario abordar dentro de la soberanía de Dios es la caída del hombre. Una de
las primeras preguntas que se formulan al hablar de esto es: “Si Dios es soberano, es decir, que decretó
todas las cosas y gobierna todo lo que existe, ¿puede decirse que Dios ordenó la caída del hombre?”, a lo
que responderemos sin deparo un rotundo “si”. Prueba de esto es lo encontramos en el plan eterno de
redención que estableció en la trinidad (1 Pedro 1:20; Hechos 2:23), es decir, si Dios no hubiera decretado
la caída del hombre, tampoco hubiera decretado el envío de Jesucristo para redimir el pecado.

La segunda pregunta que viene en seguida después de hablar de esto es: “Si Dios decretó el pecado,
¿quiere decir que Dios es autor del pecado, y que por inferencia, hizo que el hombre pecara?” a lo que
responderemos un rotundo “no”. Si se hubiera dado tal caso, Dios se estaría negando a sí mismo, y dejaría
de ser Dios, porque la biblia dice: “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios;
porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie;” (Santiago 1:13) y también que “Dios es
luz, y no hay ningunas tinieblas en él” (1 Juan 1:5).

En su soberanía Dios también estableció al hombre como un ser condicional, es decir, responsable
de obedecer o no a la ley impuesta por Dios. Hay quienes sobre-enfatizan tanto la soberanía de Dios que
olvidan o dejan de lado la responsabilidad del hombre. “Hacer énfasis en la soberanía de Dios, sin sostener
al mismo tiempo la responsabilidad de sus criaturas, tiende al fatalismo” (1995, p 5). En pocas palabras,
el fatalismo es atribuir todo lo malo que hace el hombre y lo que le pase a Dios, motivado a su ejercicio
soberano. Esto implicaría que el hombre no tiene culpa de las cosas malas que hizo o le pasan, pues Dios
determino a como dé lugar que fuera así. Esto es contrario a la enseñanza bíblica, pues Dios mismo afirma
que la condenación viene como consecuencia de la libre decisión de la criatura de no obedecerle, es decir,
de pecar (Génesis 2:16-17; Juan 3:19).
Es necesario afirmar entonces que ciertamente hay armonía entre la soberanía de Dios y la
responsabilidad del hombre. Y es sencillo mostrar, entonces, donde comienza la responsabilidad de la
criatura: en el ordenamiento de Dios. También donde termina la soberanía: ella no termina, ni terminará.

“Más al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue
devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo
dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades. Todos los habitantes de la
tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del
cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga:
¿Qué haces?” (Daniel 4:34-45).

Hasta aquí han podido desarrollarse varias consideraciones de la soberanía de Dios, entre ellas, su
soberanía trascendental e inmanente de Dios y, unida a ello, la responsabilidad del hombre. Dios actúa de
manera tal que cumple con sus decretos u ordenanzas, de manera que los asuntos de la vida diaria, entran
en el campo de la soberanía de Dios. Un ejemplo de esto es su soberanía y el gobierno civil.

En las Escrituras puede señalarse como Dios actúa de manera soberana, tomando como en cuenta
la actividad de las criaturas. Podría decirse que Dios cumple su voluntad primaria, utilizando la voluntad
secundaria (La voluntad de la criatura). Un ejemplo de esto se ve presente cuando el pueblo de Israel quiso
abandonar el gobierno Teocrático para ir tras un gobierno monárquico, como el de otras naciones (1
Samuel 8:7). Esto no impidió que Dios hiciera su voluntad, por lo que Él mismo mostró a Samuel quien
era el rey que había elegido para su pueblo (1 Samuel 9:17). Después que Saúl es desechado por Dios
como rey, como consecuencia de su desobediencia, Dios elige a otro para ser rey (1 Samuel 16:1, 13).

Aun de las otras naciones (Fuera de la nación de Israel) Dios tiene control soberano, de manera que
da el reino y los reinos a quien Él desea (Esdras 1:2). Es lítico considerar que en tiempos antiguos, era
costumbre que el reino o el gobierno fuera tomado por el sucesor directo del rey, es decir, al ser monárquico
el gobierno, lo normal era que un hijo del rey le sucediera. El gobierno democrático es diferente, pues se
basa en la libre elección de los miembros de la nación, de manera que es el pueblo el que decide quién será
su gobernante. A pesar de ello, aun así Dios ya ha establecido de manera soberana quien será el gobernador
de tal nación. Un ejemplo implícito de un gobierno elegido democráticamente es el de Jefté, quien a pesar
de ser elegido por el pueblo, ya Dios había decretado que tal cosa sucediera (Jueces 11:5-6, 11).
Podemos concluir de manera certera, entonces, que toda autoridad que gobernó, gobierna y
gobernará ha sido establecida por Dios, independientemente si el gobierno es democrático o monárquico.
Tal como Pablo lo afirmó: “no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido
establecidas” (Romanos 13:1).

Una pregunta que pudiera surgir de todo lo que hemos considerado en el tema de la soberanía de
Dios es: “Entonces, el hombre tiene libre albedrío, ¿sí o no?”, a lo que responderemos que depende de lo
que se entienda por libre albedrío.

El libre albedrío puede definirse como “la teoría de que los seres humanos tienen la libertad de
elegir o auto-determinación; esto es, ante una situación, una persona pudo haber hecho algo diferente a lo
que hizo”. Dios ha dado la libertad de tomar decisiones o tener voluntad al hombre, de manera que
ciertamente el hombre puede decidir, pero esta voluntad no subyuga a la voluntad de Dios, pues ya hemos
dicho “Él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra” (Daniel 4:35).

Si por libre albedrío se considera que puedo decidir hacer lo que yo quiero, y la voluntad de Dios
puede ser quebrantada por la mía, entonces estaría negando la deidad y el gobierno de Dios sobre todas las
cosas. Alguien que haga esta declaración, estaría afirmando literalmente que Dios no es soberano. Si Dios
no es soberano, entonces no es Dios. Tal pensamiento está alineado con una posición filosófica llamada
“Ateísmo”.

Concluimos entonces, diciendo que sí, el hombre tiene libre albedrío, pero uno que está subyugado
a la voluntad de Dios. También decimos que no, el hombre no tiene una voluntad (Libre albedrío) superior
a la de Dios, la cual pueda quebrantar los decretos y establecimientos de Dios.
CONCLUSIÓN

El concepto de la soberanía de Dios ha sido abandonado, de manera que muy pocos son los que
pueden hablar acerca de este tema con una concepción correcta. Lamentablemente el mundo está
impregnado de un pensamiento antropocéntrico, el cual deja de lado cualquier posibilidad de creer que
Dios está en control de todo. Conocer este atributo de Dios nos permitirá practicar una vida más piadosa
delante de nuestro Dios.

La verdad acerca de su soberanía (En ambos campos, trascendente e inmanente) proporciona


consuelo a la vida del creyente, y no inseguridad, pues saber que Dios está en control de todas las cosas, y
que se relaciona con su creación es una verdad tan profunda y rica para quienes acudimos a Él. Es necesario
que esta verdad influencie nuestra vida de manera integral.

AL mismo tiempo, es preciso no dejar de lado la verdad de la responsabilidad del hombre frente a
la soberanía de Dios. Afirmamos junto con el Dr. Pink que la responsabilidad del hombre comienza en la
soberanía de Dios. Dios ha hecho responsable al hombre para que accione en función de los decretos que
ha establecido. Por ellos mismos será juzgado un día.

“Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el
buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma” (Jeremías 6:16).
REFERENCIA

Arthur Pink, (1997) Los atributos de Dios, Edinburgh: El Estandarte de la Verdad

Arthur Pink, (1995) La soberanía de Dios, Edinburgh: El Estandarte de la Verdad

J.D. Douglas, Merrill C. Tenney, (2003) Diccionario Bíblico Mundo Hispano, Editorial Mundo Hispano

Richard Pratt, Seminario Reformado Latinoamericano SRL, Teología propia


(Recuperado 8 de Octubre del 2018) https://www.youtube.com/watch?v=pmMf_Cevsr4

R. C. Sproul, Coalición por el evangelio TGC, Una advertencia a la oración


(Recuperado 8 de Octubre del 2018) https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/una-
advertencia-la-oracion-r-c-sproul/

Sugel Michelén, Coalición por el evangelio TGC, si Dios es soberano para que orar
(Recuperado 8 de Octubre del 2018) https://www.coalicionporelevangelio.org/entradas/sugel-
michelen/si-dios-es-soberano-para-que-orar/

“Anónimo”, Gotquestions, ¿Qué es el fatalismo? ¿Qué es el determinismo?


(Recuperado 8 de Octubre del 2018) https://www.gotquestions.org/Espanol/fatalismo-
determinismo.html

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