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Goethe tenía 25 años en 1774, cuando publicó por vez primera el Werther.

Lo escribo así, el Werther, como


se suele decir en Alemania, lo mismo que entre nosotros decimos el Quijote o la Celestina. El libro adquirió
con rapidez esa pátina de óxido que, según algunos, menoscaba, anula, pone bajo sospecha la calidad
literaria. Me refiero al éxito. Se cuenta que los lectores entusiastas se arracimaban ante la casa de Goethe,
algunos venidos desde el extranjero.
No deja de ser curioso el que un hombre de orden, con una entraña tan legalista y conservadora, figure en
las historias de la literatura como adelantado del romanticismo. Poco se asemejaba su idiosincrasia a la de
su ardiente personaje, un auténtico absolutista del corazón.
Averiguamos los sucesivos lances de la historia por las cartas confesionales que Werther envía a un amigo
de confianza, cuyas posibles respuestas no han sido incorporadas a la novela. El monólogo epistolar deja
huecos en la serie episódica que el lector debe completar. En uno de ellos, de 17 días, Werther se prenda de
Charlotte. El hecho de que no se nos cuente cómo ha ocurrido tal cosa nos invita al placer de imaginarla. La
hermosa Lotte, mujer de encantos físicos e intelectuales, comprometida con otro, admite a Werther en su
cercanía y él va ganando méritos por la senda de entretener a los ocho hermanos pequeños de ella,
huérfanos de madre. La obsecuencia de Lotte estimula los avances del enamorado e induce a este a concebir
ilusiones imposibles que al fin desatarán su tragedia.
Juan José Saer (El concepto de ficción) afirma que el epistolar no es tanto un género como un procedimiento.
Las limitaciones del mismo, cuando se trata de narrar la propia vida, saltan a la vista. Bastante antes del
desenlace de la novela, el lector comprende sin sombra de duda que a Werther lo espera una muerte
violenta. El propio personaje se encarga de anunciarla en repetidas ocasiones de forma cada vez más
explícita.
La vida del amante rechazado, que ya no encuentra sentido ni gusto a la existencia, se va a acabar y, con ella,
su historia novelada. A Goethe se le plantea un problema de tipo técnico. Es imposible que el narrador
cumpla su cometido en el tramo final de la novela. Que a última hora, con las armas cargadas sobre la mesa,
Werther redacte una carta de despedida a Lotte añade una coda epistolar interesante, pero no aporta
ninguna solución. El texto no ha generado una coherencia interna que permita a los lectores aceptar que
Werther nos relate en un capítulo póstumo su suicidio y su posterior inhumación. Goethe recurre a un editor
más omnisciente de lo debido para tomar el relevo de la narración y ultimar la historia.
El suicidio de Werther no consiste, a mi juicio, en una simple despedida brusca, fruto de un arrebato. Pienso
también que es interpretable más allá de su posible efecto punitivo sobre la mujer que rechazó los deseos
fervientes del enamorado. Lo cierto es que Werther se descerraja un tiro con una de las pistolas prestadas
por el marido de Lotte. Se las pidió con un pretexto, por medio de un criado; el cual le contará a su vuelta
que las armas se las entregó Lotte después de haberles quitado ella misma el polvo. A ojos de Werther, el
gesto implica una instigación. Aún más, una condena, como si le dijeran: vamos, mátate de una vez y déjanos
tranquilos. Lo enterrarán sin ceremonia religiosa, fuera del camposanto, como correspondía a los suicidas,
sin más honor que el de recibir sepultura en el lugar que él había elegido.

Texto
Una vez más ha ocurrido otro trágico tiroteo en Estados Unidos y una vez más los videojuegos han sido
culpados por figuras políticas del país. Sin titubear y sin dudar, a vista de Trump y otros políticos, han sido
los videojuegos el único culpable de “fomentar la glorificación de la violencia” en la sociedad
estadounidense.
Para algunas personas es fácil culpar a los videojuegos y señalar sus defectos, pero se les hace difícil ver el
lado bueno que estos tienen y todos los beneficios que traen. Desde crear lazos de amistad y trabajo en
equipo, hasta crear un medio y plataforma donde personas pueden crear historias y experiencias únicas para
el disfrute de otros.
Los videojuegos son un mundo maravilloso que no debe ser estigmatizado por actos de violencia sin relación
alguna.
Texto
Alguna vez, Lope de Vega y Miguel de Cervantes fueron amigos. Incluso se admiraron mutuamente. Pero
solo al principio. Antes de la peor traición que un escritor puede cometer contra otro. Cervantes tenía un
carácter muy diferente al de su amigo. Lope arrollaba con su personalidad; Cervantes, aunque 15 años
mayor, se mostraba más bien reservado. Lope brillaba en los salones de los nobles; Cervantes pasaba
penurias económicas. Lope era la gran estrella del teatro popular, se lucía en todos los géneros literarios y
escribía decenas de piezas simultáneamente, incluso apócrifas. Cervantes, obligado por la necesidad de
trabajo, pasaba largas temporadas sin escribir una línea, y se daba por satisfecho con colocar alguna de sus
comedias en la cartelera de su anfitrión.
En el fondo, ambos escritores encarnan el gran conflicto esencial del arte moderno: romanticismo o
mercado, expresar el mundo interior o satisfacer al público. A pesar de todo, esos personajes tan dispares
hicieron amistad. Vivieron mucho tiempo en el mismo barrio y se cruzaban con frecuencia. Intercambiaron
públicas manifestaciones de aprecio: Cervantes en La Galatea, Lope en La Arcadia.
Contra lo que cabría esperar, no se interpuso entre los dos amigos una mujer. Ni un poderoso rey. Ni sus
diferentes concepciones del arte. Quien acabó con su conexión fue un personaje mucho más temible,
invencible y feroz: un tal Don Quijote de la Mancha.
El Quijote convirtió a su autor, casi a sus 60 años, en un escritor famoso. Se sucedieron ediciones y
traducciones. Sin embargo, las penurias de Cervantes no acabarían. Ninguna de sus siguientes obras
alcanzaría el triunfo de su gran libro. Cansado de intentarlo, decidió volver a lo seguro: en 1615, publicó
la Segunda parte del ingenioso caballero Don Quijote de la Mancha. Para su desgracia, meses antes, un
plagiario bajo el seudónimo de Alonso Fernández de Avellaneda publicó su propio segundo tomo del Quijote,
una novela con los mismos personajes, cruelmente diseñada para robarse por la mano todo el éxito
comercial de la nueva entrega.
En su edición del Quijote apócrifo, Luis Gómez Canseco apunta varios indicios que señalan a Lope como autor
de la traición. Por ejemplo, el prólogo, donde Avellaneda se deshacía en referencias al dramaturgo, y se
presentaba a sí mismo con sus características: ministro del Santo Oficio y autor de comedias. De paso,
manifestaba contra Cervantes el más absoluto desprecio. Lo llamaba viejo y manco. Lo acusaba de hallarse
“tan falto de amigos” que nadie quería prologar sus libros. Y recomendaba al lector solo un título
cervantino: La Galatea, donde se halla el elogio a… Lope de Vega. Sospechosamente, además, no existían
muchos autores capaces de escribir a la velocidad suficiente para adelantar la edición de un libro ajeno. Ni
con experiencia en escribir imitando a otros.
Como era de esperar, aunque no pudo identificar a su autor, Cervantes reaccionó al plagio con furia. Y tuvo
tiempo de volcar su ira en la verdadera segunda parte. Lo fascinante es que no se ocupó de defenderse
personalmente. Para hacerlo, mandó al mismísimo Quijote.
En la trama, el loco de Cervantes habla del libro impostor, que circula entre los personajes a la par que el
original. Una y otra vez se esmera en reivindicarse a sí mismo como el “verdadero”, y critica el estilo del
apócrifo. Sancho protesta porque el plagiario lo ha retratado como un bobalicón. Y los dos, como su enemigo
ha ido a Zaragoza, desprecian en su viaje esa ciudad y continúan directamente a Barcelona.
Casi sin quererlo, por venganza y no por voluntad literaria, este escritor acababa de romper los límites entre
realidad y ficción. El manco atravesaba los umbrales de la realidad, inventando la novela moderna. Fuese
quien fuese Avellaneda, al final su envidia solo sirvió para convertir a Cervantes en un autor universal.

Texto
El consenso que despierta la calidad literaria de Ribeyro, el hecho de ser permanentemente referido como
un autor imprescindible de la literatura hispanoamericana, y el haberse convertido, al menos en nuestro
país, en autor de culto –además de recurrente motivo de tesis, relecturas y celebraciones–, justifica la
pregunta: ¿por qué Ribeyro no llegó a ser impactado por el estallido del boom latinoamericano?
La respuesta está en su apuesta literaria personal, muy contraria a la tendencia de aquel momento. El boom
fue básicamente un movimiento de novelistas y Ribeyro fue sobre todo autor de cuentos. Es verdad, escribió
tres novelas –Crónica de San Gabriel, Los geniecillos dominicales y Cambio de guardia (1976)– pero ninguna
persiguió o alcanzó la épica ni la monumentalidad totalizante que caracterizó a las obras más destacadas de
ese periodo; además, recién fueron publicadas en 1983, de modo que su visibilidad editorial fue tardía.
Por otra parte, el talante de Ribeyro no calzaba con la personalidad, en muchos casos arrolladora, de los
autores más renombrados de aquel movimiento. Ribeyro era discreto, tímido, de perfil bajo, le costaba la
idea de integrar colectivos, interactuar en festines editoriales, conceder entrevistas en demasía. Lo suyo eran
las excursiones, las pascanas, la afición a ciertos deportes, el tiempo compartido con la familia, los amigos
del barrio, el vino y el cigarro.
Al igual que otros escritores del boom, Ribeyro viajó a Europa muy joven, a los 23 años. Antes de llegar a
París, su verdadero horizonte intelectual, recaló en España. Como consta en sus diarios, de la capital
española le llama la atención que “no haya casas para vivir, solo edificios como los de la avenida Wilson”.
Más tarde, en 1955, vuelve a España. Esa segunda estancia, sin embargo, no será todo lo gratificante que
esperaba: sus viejos camaradas han partido, los trabajos que creía poder conseguir no se concretan y apenas
logra hospedarse en una pensión de la calle Santa Clara (“una covacha miserable”). Las miserias pasadas
aquel verano quedaron plasmadas en ese espléndido cuento que es “Los españoles”.
Ningún lector mínimamente sensible debería perderse la maravillosa experiencia de convivir unos días con
la prosa de Ribeyro, es decir, con su mirada del mundo. La solvencia y la verdad asoman en cada página, y
uno sale de esa lectura modificado, enriquecido, con el entusiasmo ansioso de quien no sabe que acaba de
adquirir un nuevo vicio. Uno incurable.
CISNEROS, Renato: ¿Por qué Julio Ramón Ribeyro es el mayor cuentista peruano del siglo XX?
Adaptado de https://elcomercio.pe

Texto
Cada vez que los chicos mayores del colegio le gritaban al ‘Negro’ Zurita “¡vamos pa’Chincha, familia!”, las
carcajadas se multiplicaban de inmediato. Teníamos 12 años. No entendíamos el significado de aquellas
palabras (ni siquiera sabíamos dónde quedaba Chincha), pero nos resultaba evidente que la frase, por el
tono con que se pronunciaba, buscaba herir a Zurita. Advertíamos el dolor, pero nos burlábamos igual. Por
esos años nadie cuestionaba, al menos no directamente, la ridiculización de la piel del otro. Ocurría todo el
tiempo, no solo en el colegio, también en el barrio, el club, la televisión, en cualquier parte, y se manifestaba
a través de prejuicios, comparaciones, apodos o esos humillantes “chistes de negros” que se oían en
programas cómicos.
Crecimos normalizando el racismo hacia la gente morena y hemos tardado demasiado tiempo en reconocer
lo vergonzante de aquellas prácticas; prácticas que por cierto persisten, pero que felizmente ya no se
reproducen con semejante impunidad, o al menos no pasan tan desapercibidas. Hoy contamos con mayor
vigilancia social a través de asociaciones privadas y observatorios estatales dedicados a detectar actos
racistas, pero además se hacen esfuerzos por sancionar el racismo y la discriminación. Por ejemplo, desde
enero de este año se encuentra en mesa de partes del Congreso un proyecto de ley elaborado por el
Ministerio de Cultura que pretende incorporar al Código Penal el delito de “incitación al odio racial”.
Se ha tenido que llegar al extremo de buscar sanciones, pues el racismo, puntualmente el ejercido contra
afrodescendientes, persiste a pesar de las muchas, encomiables iniciativas para reivindicar a ese grupo y
denunciar su vulnerabilidad. No olvidemos que desde el 2006 cada 4 de junio se celebra el Día de la Cultura
Afroperuana (de hecho, todo el mes de junio está dedicado a reivindicar los derechos de esa minoría); y
desde el 2016, a través de un decreto supremo, se puso en marcha el primer plan de desarrollo para la
comunidad afroperuana (hablamos del 3,6% de la población, según el Censo Nacional 2017). A eso se suman
las constantes campañas de sensibilización donde se nos habla de personajes –Susana Baca, Jefferson Farfán,
etcétera– que han logrado conquistar el imaginario popular.
CISNEROS, Renato: ¿Qué tan propia sentimos la cultura afroperuana?
Adaptado de https://elcomercio.pe

Texto
Rüdiger Safranski dice que “Nietzsche es el filósofo más leído del mundo”. Su importancia no cesa. Tampoco
en España, donde ahora coinciden en las librerías tres biografías, además de un ambicioso estudio sobre su
pensamiento.
Justamente sobre este ultimo podemos decir que es distinto de cualquier biografía. Es el denso libro del
filósofo, musicólogo y germanista francés Dorian Astor. Es un agudo y complejo texto, intrincado y paradójico
a menudo, apto sólo para lectores que conozcan el ideario de Nietzsche. Sus ideas constituyen la base en la
que se sustenta Astor para reflexionar y discutir sobre la actualidad intelectual e ideológica en Occidente.
Como acérrimo degustador y defensor del polémico filósofo, Astor quiere pensar desde este las “zozobras”
o “indigencias”, las “angustias” en las que —según él— se debate nuestro presente. Sostiene, por ejemplo,
que con Nietzsche es posible repensar la educación, tan tambaleante y cuestionada en Europa. El autor de
Ecce Homo tuvo como modelos a imitar de por vida a los grandes filósofos “preplatónicos”; Heráclito o
Empédocles — entre otros— fueron para él ejemplos humanos admirables —“hombres tallados en un solo
bloque de piedra”, los llamó—. Y tuvo como “educador” a Schopenhauer, a quien consideraba “un maestro
de Alemania”. Educar en el sentido nietzscheano, afirma Astor, sería proponer como modelos para la
juventud los ejemplos de los grandes hombres del pasado, sus acciones poderosas y sus pensamientos; y
enseñar a los jóvenes virtudes como la valentía y la responsabilidad de los propios actos en tanto en cuanto
las más altas y dignas de elección.
Entre otros muchos asuntos, Astor trata de política. A Nietzsche se le ha usado para jalear a fascistas y
anarquistas; con sentencias fuera de contexto es fácil cortar un traje nietz-scheano a la medida de cada
ideología. Pero con sus luces y sombras, muchas de las ideas “políticas” que defendió o esbozó serían hoy
practicables y deseables: véase su teoría del “buen europeo” o su antinacionalismo. Astor lo explica con
pasión en este libro tan osado sobre un filósofo de lo más intempestivo.

BBC News Mundo 29.01.2019


Estados Unidos dio este lunes un paso osado para buscar la caída del presidente de Venezuela, Nicolás
Maduro: anunció sanciones a la petrolera estatal de ese país, PDVSA. La empresa proporciona ingresos
vitales a Venezuela, que según Washington son usados por Maduro y su gobierno con fines corruptos y para
mantener el control del país.
"La acción de hoy asegura que ya no puedan saquear los activos del pueblo venezolano", afirmó el consejero
de seguridad nacional de la Casa Blanca, John Bolton.
Venezuela envió el año pasado un promedio de unos 500.000 barriles de crudo por día a Estados Unidos,
prácticamente la mitad de lo que el país exporta a todo el mundo. Aunque esos envíos petroleros a Estados
Unidos han disminuido a menos de la mitad en los últimos años, todavía generan gran parte del flujo de caja
de la empresa petrolera estatal de Venezuela.
Bolton indicó que Estados Unidos espera que las medidas bloqueen US$7.000 millones en activos de PDVSA
y corte ganancias de US$11.000 millones por exportaciones en el próximo año.
Los analistas coinciden en que esto plantea otra prueba para el apoyo de la cúpula de las Fuerzas Armadas
venezolanas a Maduro, ya que los militares controlan la producción de petróleo en el país.
"El actor más importante ahora (en Venezuela) son los militares y en la medida en que puedas ahogar sus
recursos, podría haber un incentivo adicional para que ellos también cambien de bando", evaluó Feierstein,
que actualmente es asesor sénior del grupo Albright Stonebridge
Maduro, que acusa a Guaidó de intentar un golpe de Estado con el apoyo de Washington, reaccionó
rápidamente a las sanciones anunciadas contra PDVSA, calificándolas de "ilegales, unilaterales, inmorales y
criminales".
El mandatario aseguró que acudirá a la justicia para revertir la medida, pero evitó ofrecer detalles al
respecto. El Departamento del Tesoro de Estados Unidos indicó que los ingresos de la compra de petróleo
venezolano por empresas estadounidenses podrían ser retenidos del gobierno de Maduro y liberados si
PDVSA pasa a control de Guaidó. Citgo, la filial de la petrolera venezolana en Estados Unidos, podría seguir
con sus operaciones si sus ingresos son depositados en un fideicomiso, dijo el secretario del Tesoro, Steven
Mnuchin.
Por su parte, Guaidó anunció a través de Twitter el "traspaso" del control de las cuentas financieras de
Venezuela a su gobierno y el nombramiento de nuevas juntas directivas de PDVSA y Citgo.
Distintos expertos habían anticipado que, si PDVSA deja de recibir dinero por sus ventas a Estados Unidos,
Maduro buscaría cortar esas exportaciones mientras los militares que controlan la empresa sigan
respondiéndole a él. Una posibilidad para Maduro sería buscar mercados alternativos. De hecho, Venezuela
ya coloca otra parte de sus exportaciones de crudo en China e India, pero obtiene menos efectivo por eso
porque se usan para el repago de deudas asumidas por Caracas, señaló Francisco Monaldi, académico del
instituto Baker de la Universidad de Rice, en Houston.
"No es que no puedan exportar los 500.000 barriles a otro lado. Pero va a ser más difícil, más costoso y con
menores márgenes (de ganancia)". "Por lo tanto, va a ser un golpe adicional importante para el gobierno (de
Maduro) y lo más probable es que lleve a una caída adicional de producción", dijo Monaldi en declaraciones
a BBC Mundo la semana pasada.

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