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Jesús Es Dios1

Juan Luis Segundo S. J.


Parroquia San Juan Bautista – 1981

Los creyentes que viven de forma verdaderamente humana son un argumento a favor de la fe en
Dios. Pero también lo contrario se da: los creyentes que no viven de forma verdaderamente humana son
un argumento en contra de la fe en Dios.
El problema de Dios y el problema de la Iglesia, la noción de Dios y la reforma de la Iglesia, la teología
y la eclesiología, son por tanto, interdependientes.
Nuevamente el teólogo Juan Luis Segundo nos manifiesta la plenitud de la divinidad de Cristo, dentro
de lo que él quiso ser para nosotros: también un hombre pleno.
Junto con el agradecimiento de la comunidad de San Juan Bautista de Pocitos en Montevideo, va
nuestro deseo de que estas reflexiones pudieran ser leídas y meditadas con fruto por todos aquellos
hombres y mujeres de "buena fe" que buscan aquí y ahora el "verdadero rostro del dios viviente".
Pocitos, noviembre 1981.
Ismael Rivas
Cura párroco.

JESÚS, ¿ES DIOS?


I. INTRODUCCIÓN

Vamos a empezar viendo un poco el porqué de esta pregunta que tiene una respuesta
aparentemente tan fácil, para nosotros los cristianos, y que sin embargo parece ofrecer ciertas dificultades.
Una cristología desde arriba significa comenzar reconociendo la divinidad de Jesús y de ahí pasar a la
encarnación y a cómo actuó, a cómo fue su muerte y su resurrección. Es lo que vemos, por ejemplo, en el
evangelio de San Juan que empieza con Jesús al lado de Dios, Dios Él mismo y luego la encarnación y lo que
Jesús hace.
Nosotros tratamos de hacer una cristología desde abajo empezando por lo que podemos conocer de
la historia real de Jesús y eso tenía una cierta ventaja porque era lo que correspondía a la realidad.
Sabemos que Jesús no se presentó en Palestina diciendo: Yo soy Dios, y uno de los puntos más interesantes
es preguntarnos, cómo Jesús, que era un laico, que no tenía ninguna autoridad religiosa, que no poseía
absolutamente nada para atraer muchedumbres, etc., cómo comenzó a interesar en su época, en Israel,
cómo logra entusiasmar y ocasionar un conflicto que lo lleva a la muerte.
Creo que es fundamental no dar vuelta el orden de las cosas, no por miedo a que esa vuelta del
orden vaya necesariamente a distorsionar a Jesús, pero vamos a ver que ciertas imágenes de Jesús-Dios
hacen perder interés o desequilibran la imagen real de Jesús tal como existió, pasando por alto cosas
fundamentales de su vida como el grito de Jesús en la cruz: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?

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Digitalizado a partir de una copia mimeografiada de la síntesis de las charlas.
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En esta introducción quisiera indicarles, en primer lugar, cuál podría ser y cuál ha sido históricamente
el inconveniente de comenzar a hablar de Jesús empezando por su divinidad, ya teniéndolo como el Hijo de
Dios, como Dios mismo.
Entonces, esa pregunta que parece que se contesta tan fácil diciendo: "Sí, es Dios", vamos a ver que
ha tenido ciertos inconvenientes.
En primer lugar con respecto a un ateo. El ateísmo es una realidad nueva, no del tiempo de Jesús en
que por lo menos no era sociológicamente importante, pero sí lo es en el momento actual.
Entonces, el contestar simplemente SÍ, y el presentar a Jesús de entrada unido a la divinidad, hace
que también de entrada surja una objeción importante para conocerlo realmente, para acceder a Él.
El ateo es por definición aquel que niega la existencia de Dios, por lo tanto, si así lo presentamos, el
ateo, sin detenerse a pensar demasiado pierde el interés en Jesús, por principio, por todas las razones que
lo han llevado a su ateísmo.
Jesús se ve privado injustamente de interesar a un hombre que es ateo porque su historia nos
muestra que comenzó precisamente interesando a sus contemporáneos por los valores que presentaba,
por los seres a los cuales defendía, por el conflicto concreto histórico que provocó en Israel, y todo eso
podría interesar al ateo.
Nosotros no hemos reflexionado mucho, pero es interesante el hecho de que todos los hombres
tienen una cierta fe. Los hombres no tienen la posibilidad de conocer la vida entera y qué es lo más
satisfactorio para hacer en ella, tienen que hacer de su vida una cierta apuesta a la felicidad, es decir, por
dónde se obtiene más felicidad, por qué camino. ¿Por qué? Porque nadie lo puede saber de antemano, por
experiencia. Nadie puede terminar su vida, hacer varias experiencias de felicidad y después volver a
comenzar por la que considera más satisfactoria, porque la vida se acaba con una sola experiencia.
Ahora, esa apuesta nadie la hace por sí mismo, con los datos que él tiene de su propia vida, sino que
en general apostamos a un camino que consideramos el mejor para nosotros para obtener la mayor
felicidad, basados en el testimonio de otras personas. Por eso decimos que todos los hombres tienen una
cierta fe (no religiosa) en otros hombres que les presentan ejemplos de lo que sería un camino humano
hacia la felicidad.
¿Cómo elegimos una carrera profesional? Simplemente porque conocemos a una persona que nos
sugiere las satisfacciones que tiene el haber elegido esa carrera, es decir, si yo me decido por ser médico,
no es que yo sepa ya lo que es la medicina, ni qué tiene de bueno o de feliz ser médico, ni puedo hacer la
experiencia y elegir después. Entonces, ¿qué pasa? Que he sido influenciado, he tenido fe en el testimonio
de un médico que me sugirió una vida muy feliz, o por lo menos lo más posible que puede vivir un hombre,
haciendo lo que él hace.
Normalmente, todos, ateos y cristianos, tenemos una fe de personas humanas, basado en otras a las
cuales conocemos.
Cuando nosotros presentamos a Jesús como Dios de entrada (no la historia de Jesús, no el hombre
Jesús) la gente inmediatamente le coloca propiedades y característicos que no son las de un hombre. Es
decir suponemos que Dios es el que lo sabe todo, que es aquel que no se sorprende por nada, que no se
angustia por nada... Entonces, ¿qué ocurre? que si no nos damos cuenta del peligro, le quitamos a Jesús
gran parte de su humanidad, de su capacidad de ser testigo de nuestra fe.
De acuerdo con eso, Jesús sería una persona que habría ido a la muerte ya sabiendo que iba a
resucitar al tercer día, diciendo: "Bueno, se trata de esperar apenas unas poquitas horas, no es para
alarmarse mucho porque de todas maneras vamos a resucitar el domingo de madrugada y estamos a
viernes por la tarde".
Para nosotros, hombres, el hecho de que Jesús sea Dios, en lugar de ser por lo común una
característica que acrecienta su valor de testigo de felicidad, se lo quita, porque yo busco testigos que sean
caminos humanos hacia la felicidad y si yo soy una persona madura no voy a elegir nunca por ejemplo a
Súperman. ¿Por qué? Porque sé que ningún hombre puede tener sus capacidades, nunca puede ser un
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testigo de felicidad para mí.
Para el hombre contemporáneo, cuando comenzamos por Jesús-Dios, disminuimos la fuerza de Jesús
como testigo de por dónde va el hombre hacia la felicidad. Si pienso que Jesús lo sabía todo, y sé que no lo
voy a saber todo nunca, no me voy a poner a seguir el camino de alguien que no es humano, que sabe el
futuro que el hombre no sabe, porque precisamente tenemos que ir hacia la felicidad ignorando el futuro;
voy a buscar un testigo que sea como yo.
Por eso es que nosotros comenzamos nuestra búsqueda en charlas anteriores por "Ese Hombre
Jesús", es decir, la historia de un hombre como fue en la realidad, que apareció en la historia y fue
manifestando sus características muy humanas de enojo, cansancio, desesperación, angustia, de sentirse
solo en la cruz, sentirse fracasado, etc. es decir, un hombre exactamente como nosotros pero siguiendo
unos valores que son para nosotros ejemplares, que son testimonio de un camino que cada uno de
nosotros puede seguir hacia la felicidad.
Por eso yo creo que el llegar demasiado rápido a la divinidad de Jesús tiene el inconveniente de
deshumanizarlo y privarlo así de su gran capacidad de ser testigo de fe humana que es precisamente lo que
va a llevar después a la fe religiosa en Jesús.
En segundo lugar, a un cristiano también le puede hacer mal llegar demasiado rápido a la divinidad
de Jesús si no ha pasado antes por el reconocimiento, por el estudio sobro el hombre Jesús tal como fue,
porque se lo puede desfigurar.
Creo que es importante ver la historia de este problema ya dentro del Nuevo Testamento.

DIVINIDAD DE JESÚS EN EL NUEVO TESTAMENTO

En el Nuevo Testamento vamos o ver cómo aparece relativamente pronto la idea de la posibilidad,
después la certidumbre, de que Jesús es Dios. Con esto no hacemos más que una introducción porque el
problema se va a plantear bastante después, en el siglo V sobre todo, pero aquí ya tenemos muchos rasgos
de ese progresivo descubrimiento de que Jesús sin dejar de ser hombre era también Dios, que vamos a ver
cómo puede ir haciendo palidecer ciertos rasgos fundamentales de Jesús histórico.
Vamos a ver algunos elementos que aparecen en el Nuevo Testamento con respecto a esto y qué
efectos tienen. A través de eso vamos a ir viendo cómo se trata de mantener un equilibrio que no siempre
se logra (no olvidemos que el Nuevo Testamento es una historia de vida donde hay altos y bajos) en ese
descubrimiento de la divinidad de Jesús con respecto a su humanidad.
El primer elemento que tenemos es el de la predicación de Pedro y de la primitiva Iglesia
inmediatamente después de Pentecostés, cincuenta días a lo más después de Pascua. Lo que vamos a decir
de Pedro, fíjense que no nos viene de ningún documento suyo sino de Lucas que es quien escribió los
Hechos de los Apóstoles, además del Tercer Evangelio, y que tiene su manera de pensar, su interpretación
de Jesús, y que a veces no nos comunica con toda exactitud las palabras de Jesús, como en las
bienaventuranzas por ejemplo, tal vez puede ser cierto que tampoco lo haga con las de Pedro, pero
ciertamente nos da su contenido, tal como él lo entendió.

Diferencias de la predicación de Pedro con la predicación histórica de Jesús.


Predicación de Jesús.
Es interesante que Jesús predica el Reino que viene para los pobres, los marginados de Israel, los
llamados pecadores, todos los que sufren, etc., y precisamente el tomar partido por ellos contra las
autoridades que los oprimen política o ideológicamente (ha hecho toda una ideología religiosa para
justificar el que existan), genera un conflicto tal que deciden matarlo. Es un asesinato político porque Jesús
hace peligrar las autoridades al mismo tiempo religiosas y políticas de Israel en su defensa del Reino que

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viene para humanizar la vida de los pobres, y que sólo tiene que ver con las autoridades romanas en la
última etapa, porque como las autoridades judías no lo podían matar, hacen que lo maten los romanos,
cuando, en realidad, el conflicto a muerte es con las autoridades judías que son las que tienen la verdadera
responsabilidad.
Entonces, Jesús predica el Reino para los pobres en forma tan conflictiva que lo lleva a la muerte.
Eso, según Jesús, debe reproducirse en sus discípulos, en lo que después de va a llamar su Iglesia. Tanto es
así, que después de las tres bienaventuranzas fundamentales (a los pobres, a los que lloran y a los que
tienen hambre) viene una cuarta bienaventuranza (tanto en Mateo como en Lucas, aunque no sea en el
mismo orden) a los discípulos de Jesús que van a ser perseguidos por la misma causa porque lo han
perseguido a Él. Los discípulos, al igual que Jesús, son profetas y como a la gente no lo gusta oír ese
mensaje conflictivo que pone en peligro lo que han adquirido, los beneficios y privilegios que poseen, etc.,
van a ser perseguidos.
Es importante tener estos puntos centrales de la predicación de Jesús que acabamos de ver y que sus
discípulos los deben seguir teniendo como centrales y por lo mismo se va a reproducir el mismo conflicto y
"los van a tratar a ustedes como trataron sus padres a los profetas", es decir, "los van a tratar como a Mí"
Un segundo elemento de diferencia entre la predicación de Pedro y la de Jesús está en no acentuar
nada con respecto a su persona, Jesús no predica nada sobre sí mismo, es muy claro eso en los evangelios,
más aún, Marcos (que es fuente de los otros) insiste en lo que se llama el secreto mesiánico, es decir, Jesús
no quiere que lo identifiquen con el Mesías.
Fíjense que la identificación con el Mesías ya está en cierto sentido ligada con la divinidad de alguna
manera, no porque fuera Dios, sino porque Mesías significa "enviado", "ungido por Dios” para hacer el
trabajo o la obra que Dios quiere hacer, o sea una persona muy cercana a la divinidad. Si Jesús hubiera
dicho: “Yo soy el Mesías", hubiera predicado, si no su divinidad, su cercanía con ella.
Sin embargo en los evangelios, sobre todo en Marcos que es el más simple, el más primitivo, el más
confiable y lo dice claramente, Jesús no quiere que lo identifiquen con el Mesías, manda callar a todos los
que le dicen Hijo de Dios (que es lo mismo que Mesías). Hijo de Dios no significa que sea Dios Él mismo sino
una persona en quien Dios tiene su predilección y lo envía para hacer sus obras a la tierra.
Jesús predica el Reino, pero sobre sí mismo deja que los hombres piensen lo que quieran. Él quiere
que tanto sus amigos, los que reciben beneficios de Él, como sus enemigos, se decidan por el Reino, y no
por Él. Lo importante en su predicación es el Reino y Él quiere evitar que sus amigos o las demás personas
lo usen tomándolo como Mesías, para sus necesidades, olvidándose de que lo que Él tiene que hacer es el
Reino.
Pero, para las personas que recibían beneficios era fácil identificarlo como Mesías, y entonces usarlo
como taumaturgo, con lo cual ni pensaban siquiera en la predicación de Jesús sobre el Reino. Jesús quiere
que sus milagros, que son signos del Reino, sean entendidos como tales y para eso que las personas no los
reciban de una manera automática sino que piensen en lo que está pasando y lo que está ocurriendo en
Israel: está entrando el Reino.
Jesús no quiere que se fijen en Él demasiado para que se fijen en el Reino. Todavía es más claro con
sus enemigos. Recuerden las controversias de Jesús con sus adversarios, los fariseos, que antes de saber si
lo que Jesús estaba haciendo era bueno o malo, tenían que saber qué relación tenía con Dios, entonces,
ante un milagro se preguntaban: ¿eso lo estará haciendo con la virtud de Dios o con la del demonio? Frente
a cualquier cosa que Jesús hacía, inmediatamente iban a ver si Dios lo mandaba o no. La pregunta que ellos
se hacían era sobre la persona de Jesús: esta persona, ¿será confiable (en el sentido de estar unida con
Dios) o no tiene nada que ver y es un poder distinto?
Jesús les dice: fíjense en el Reino, si están de acuerdo con él, Yo no tengo importancia, lo importante
para ustedes es estar de acuerdo con lo que Dios quiere, que es la humanización del hombre. Si ustedes
están de acuerdo con eso me van a reconocer, si no lo están, por más que digan que yo soy el mesías, no
entenderán nada.
¿Recuerdan la pregunta de Juan el Bautista? ¿Eres tú el que ha de venir (la pregunta es sobre la
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persona de Jesús) o hemos de esperar a otro? Después los fariseos a su modo la repiten veinte veces y le
preguntan: "¿Qué relación tienes tú con Dios?” Y Jesús no les responde directamente, sino que les
contesta: Fíjense lo que está pasando: los ciegos ven, los sordos oyen, los cojos caminan, los muertos
resucitan y a los pobres se les anuncia la buena noticia. Ese es Reino que viene.
Jesús desvía la pregunta porque dice que está mal hecha, si empiezan por preguntarle a Dios qué
relación tiene con Jesús. Primero tienen que preguntarse si están de acuerdo con los valores que Jesús
representa en su acción, que es el Reino.
Nosotros, muchas veces, sin darnos cuenta, con la noción de que Jesús es Dios, estamos volviendo a
la pregunta de los fariseos, primero queremos saber si es Dios y después qué dijo, y eso para Jesús es como
poner la carreta delante de los bueyes.

Predicación de Pedro.
¿Qué pasa con la predicación de Pedro? Lo notable es que, después de Pentecostés, es toda sobre la
persona de Jesús (o sea lo opuesto a lo que había hecho Jesús) y omite toda referencia al Reino de Dios y a
los pobres que serían sus beneficiarios.
Así tenemos en Hch 2, vers. 22 al 24: (Después de haber citado versículos de la Escritura, San Pedro
resume y dice:) Israelitas, escuchad estas palabras: a Jesús Nazareno, hombre a quien Dios acreditó entre
vosotros con milagros, prodigios y señales que Dios hizo por su medio (fíjense que está hablando de Jesús
y haciendo precisamente lo que Él nunca quiso hacer: que los milagros llevaran a Él en vez de al Reino. En
cambio aquí son una prueba de que Dios está con Jesús) entre vosotros, como vosotros mismos sabéis. A
este que fue entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios, vosotros le
matasteis clavándole en la cruz por mano de los impíos; a este, pues, Dios le resucitó librándole de los
dolores del Hades (El Hades es el dominio de los muertos, lo que llamamos Infierno, pero no en el sentido
peyorativo de la palabra, sino el sepulcro, la muerte) pues no era posible que quedase bajo su dominio;
porque dice de él David: Veía constantemente al Señor delante de mí... etc.
Es como si un fariseo se hubiera dado vuelta y hubiera dicho: yo encuentro pruebas de que Jesús es
Dios independientemente del Reino y sus valores, que no merecen una sola mención.
Más adelante en el vers. 32 dice: A este Jesús, Dios le resucitó; de lo cual todos somos testigos, y
exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido y ha derramado lo que
vosotros veis y oís.
Y en el vers. 36 resume todo diciendo: Sepa pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha
constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado. Así termina el primer discurso
de Pedro, después de Pentecostés.
Señor, en un título de adoración o de veneración que usaban los emperadores y tenía una vaga
relación con la divinidad; y Cristo es lo mismo que Mesías. Esto, que veíamos que Jesús no quería que
apareciera en su predicación, ahora es lo más central en la predicación de Pedro. No estoy diciendo que
Pedro esté equivocado o que digo disparates, sólo quiero hacer notar que es curiosa la diferencia.
Otro elemento lo tenemos en el cap. 4 vers. 12 cuando Pedro y Juan están ante el Sanedrín y dicen lo
siguiente: Entonces Pedro lleno del Espíritu Santo, les dijo: Jefes del pueblo y ancianos (ellos han hecho un
milagro y él les dice que es en virtud de Jesús que lo hicieron. Es interesante que Jesús nunca dice en virtud
de quién hace el milagro, recuerden aquello de "no se trata de saber si es de Dios o del Príncipe de los
demonios... tengan en cuenta lo que se ha hecho y sobre todo vean si están o no de acuerdo.") sabed todos
vosotros y todo el pueblo de Israel que ha sido en virtud de Jesús de Nazaret (o sea, que cambia el orden y
es más importante saber en virtud de quién se hizo la obra buena que el valor que tiene en sí misma) a
quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre y no por ningún
otro se presenta este aquí sano delante de vosotros. Porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los
hombres por quien nosotros debamos salvarnos.
La obra de Dios ya no es el Reino que viene sobre la tierra, sino lo que Dios hace: constituye a Jesús
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en factor de salvación religiosa. En el nombre de Jesús los hombres se salvan. Es esa unión con Dios lo que
le da a Jesús el poder de salvar, independientemente del Reino, que no se rechaza pero tampoco se
menciona.
Estos son los elementos fundamentales que vemos en la predicación de Pedro después de
Pentecostés.
El resultado es interesante porque hay también una enorme diferencia en las consecuencias que se
siguen de esa predicación distinta,
Jesús les prometía a sus discípulos la misma suerte que iba a tener Él, la misma conflictividad, las
mismas persecuciones, la misma muerte, precisamente porque el Reino de Dios era conflictivo y les traía
eso. En cambio, ¿qué pasa con la predicación de Pedro? Es evidente que lo que les ofrece no es conflictivo,
no menciona ninguna dificultad para los creyentes en Jesús por el hecho de serlo, al revés, van a ser
salvados.
Entonces, ¿qué pasa? (Hch 2, 37): Al oír esto dijeron con el corazón compungido (arrepentido por
haber dado muerte a Jesús o por haber colaborado en ella) a Pedro y a los demás apóstoles: ¿Qué hemos
de hacer hermanos? (Los que oían la primera predicación de Pedro) Pedro les contestó: Convertíos (hay
una conversión que hacer lógicamente para tener fe en Jesús) y que cada uno de vosotros se haga bautizar
en el nombre de Jesucristo para remisión de vuestros pecados. Bautizarse, penetrar en la comunidad de
Jesús, no para construir el Reino sino para que se les perdonen los pecados; la fuerza religiosa que tiene el
bautismo que viene de Dios verticalmente les va a dar ese efecto de salvación que es el perdón de los
pecados.
Ante eso dice: Los que acogieron su palabra fueron bautizados y aquel día se les unieron más de
tres mil almas. Jesús que en tres años de ministerio no había formado más que doce apóstoles, y 72
discípulos (dice Lucas) que no había sobrepasado el número de cien personas que formaron parte de una
especie de comunidad, es superado por Pedro que en un solo día consigue tres mil adictos.
¿Por qué los consigue? Porque no pone el más mínimo elemento conflictivo, es decir, el único
elemento conflictivo es de tipo religioso, quizás las autoridades los vieran como herejes, pero aquí no hay
ninguna profecía de la cual haya que dar testimonio, no hay ningún conflicto humano en el cual haya que
entrar, no hay ninguna cosa difícil que haya que construir y que pueda ser causa de muerte o de
persecución (puedo ser que las haya, pero no se las menciona). Entonces, lógicamente, hay una cantidad de
gente que acepta entrar en eso. Aunque la cifra haya sido muy agrandada por Lucas, ya es significativa de
que no les ha avisado de la dificultad y la conflictividad que tiene ese hecho.
Otra cosa importante, los primeros mártires en la Iglesia mueren por causas muy diferentes a las de
Jesús. Esteban, el primer mártir (Hch 7,51) muere por un conflicto puramente religioso, es decir, por la ira
de una fracción del judaísmo contra lo que es considerada una herejía. No muere como Jesús por haber
defendido los pobres de tal manera que desacreditó a las autoridades religiosas de Israel como opresoras,
que se estaban quedando con Israel en el bolsillo, que trataban de sacarle partido a Israel y para eso hacían
toda una doctrina que hacía de los pobres pecadores, marginados, etc. No es eso, sino una simple lucha
entre dos fracciones religiosas: están furiosos porque Esteban pone en cuestión la ortodoxia religiosa que
antes era reconocida, precisamente porque defiende la persona de Jesús, entonces muere porque es un
hereje que se aparta de la religión auténtica de los antepasados. Los mártires, de aquí en adelante, van a
serlo por esa razón.

Cartas de Pablo.
Si bien los Hechos fueron escritos en los años 60 aproximadamente, recogen memorias o recuerdos
(anteriores a Pablo) de la primera Iglesia inmediatamente después de Pascua. Pero, desde el punto de vista
de los documentos que tenemos ahora, Pablo es anterior a los Hechos, aunque su contenido sea posterior.
Pablo escribo sus cartas principales, más o menos, en el año 57, la Carta a los Romanos, la Carta a los
Gálatas, las Cartas a los Corintios...
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Lo que hemos visto hasta aquí es una cierta unión entre Jesús y Dios, Jesús es igual a Mesías (enviado
divino), es igual a Salvador (significa que tiene un poder divino) pero todavía no se llega nunca a decir: Jesús
es Dios.
En los evangelios sinópticos que recogen los recuerdos de la vida real de Jesús, nunca aparece la
expresión o la idea de que Jesús es Dios. Pero Jesús se va como acercando a Dios precisamente por la
función que hace, la gente va descubriendo en Él características cada vez más cercanas a Dios, por ejemplo:
tiene el poder de perdonar pecados que se le atribuía sólo a Dios.
La comunidad cristiana se va acercando, poco a poco, a percibir la cercanía que hay entre Jesús y la
noción que se tiene de Dios, pero hasta Pablo, van apareciendo muy tímidamente expresiones que
identifiquen a Jesús con Dios. Al final del Nuevo Testamento vamos a encontrar sí esas expresiones.
Pablo, en el año 57, introduce una interpretación diferente de la historia de Jesús, es decir, no la
suprime como parece un poco en la predicación de Pedro, Pablo, a pesar de que no cita a Jesús, es más
consciente de lo que significa la historia concreta de Jesús, pero en algunas partes de su obra, le añade a
esa historia como otra historia, como si Jesús fuera un habitante de otro planeta que entrara en éste para
cumplir un plan de Dios que es diferente del que Jesús vivió históricamente, como si esto fuera nada más
que la fachada de una cosa más importante que Dios hace con Jesús. La historia de Jesús es como una
ocasión para que sucedan cosas que Dios planea con Él. Es lo que muchas veces hemos llamado
"cristologías desde arriba", es decir: Jesús viene de Dios, o de otro planeta, con una misión que no es la
misma que Él históricamente dijo que tenía,
Pablo como que divide la historia real de Jesús de otra historia que sería un plan de Dios que se
realiza en Jesús mientras vive. Es el primero en juntar las dos cosas, es decir, mostrar cómo Jesús puede ser
mirado desde arriba y mirado desde abajo.
Mirado desde abajo: es el que predicó el Reino, ocasionó un conflicto y fue muerto, etc.
Mirado desde arriba: Jesús es el que realiza un plan que Dios tiene, como ya lo había predicado
Pedro (Hch 2,23).

1) Dos historias.
Son como dos historias de Jesús, una contada desde el cielo mirando para abajo y otra desde la tierra
mirando para arriba.
¿Cómo se juntan? Es el problema de Pablo, que al mismo tiempo que respeta los datos históricos de
Jesús, atiende a una intención que Dios tiene. Aunque todavía no se ha identificado a Jesús con Dios, Jesús
viene para realizar un plan que Dios tiene y lo realiza en una forma que no se ve claro qué tiene que ver con
lo que pasó en realidad en Palestina.
Por ejemplo, "el designio de Dios es que Jesús muriera por los hombres". Fíjense que eso no aparece
nunca en los evangelios. Por de pronto Jesús no tiene esa idea, de ahí el grito que lanza en la cruz: Dios
mío, Dios mío, ¿por qué me abandonaste?
Ciertamente que en el momento en que va a morir no le encuentra razón a su muerte, cree que es
un abandono de Dios, no el cumplimiento de su designio.
Pero ya San Pablo (y otros escritores del Nuevo Testamento) empieza a pensar a Jesús desde arriba,
es decir, desde Dios. Entonces, Dios tiene un plan en el que Jesús debe morir por los hombres para
reconciliarlos con Dios, para que sus pecados sean perdonados, etc. Fíjense que históricamente Jesús
muere a causa de su defensa de los pobres.
Nosotros hoy día recibimos casi normalmente esto, sin embargo son cosas un poco extraordinarias
desde el punto de vista de que no corresponden a la historia de Jesús como nos la cuentan los sinópticos.
Por ejemplo en el cap. 4 de la Carta a los Romanos vers. 24 y 25: Nosotros creemos en Aquel que
resucitó de entre los muertos (que es Dios, nosotros creemos en Dios, no se dice que Jesús sea Dios, Dios el

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Padre resucitó a Jesús) Jesús Señor nuestro quien fue entregado por nuestros pecados y fue resucitado
para nuestra justificación.
Nosotros pasamos fácilmente por encima de esto porque estamos tan acostumbrados a decir que
Jesús nos redimió de nuestros pecados que no nos damos cuenta de que la historia de Jesús no dice nada
de eso, Jesús no pensó morir por nuestros pecados, murió por el conflicto que había levantado en Israel a
causa de la opresión que los poderosos hacían de los más pobres llamándoles pecadores, etc., etc.
Mirado desde arriba, Jesús es enviado para morir por nuestros pecados, es decir, alude a un
sacrificio, que en el culto de Israel era ofrecer una víctima a Dios, en lugar del pecador, para que se le
perdonaran los pecados. Entonces, parece que el plan de Dios era ofrecerse a sí mismo una víctima para
poder perdonar los pecados a los hombres, entonces, manda del cielo a Jesús para que sea esa víctima.
Fíjense que es otra historia, que no dice que Jesús sea Dios pero dice que viene de arriba, de lo alto,
para ser entregado como víctima por nuestros pecados. Estamos tan acostumbrados a decir "Jesús
Redentor" que al leer la carta no tropezamos con esto, que no sale de la vida histórica de Jesús y que si le
preguntáramos diría que Él vino a instaurar el Reino de Dios que llega para hacer felices a los pobres, para
perdonar a los "llamados" pecadores, etc.
Esto mismo aparece también en el cap. 3 vers. 24: Jesús, a quien Dios exhibió como instrumento de
propiciación por su propia sangre (propiciación es volver clemente al otro, hacer que esté en disposición
de perdonar, es también una alusión a los sacrificios que eran propiciatorios, que volvían a Dios propicio
para perdonar los pecados de los hombres. Dios lo mostró como instrumento para poner a los hombres en
paz con Él) La muerte de Cristo es el sacrificio, como la sangre de la víctima en el altar que los hombres
ofrecían en lugar de sí mismos para que se le perdonaran los pecados cometidos anteriormente.
En el cap. 5 vers. 6-8 dice: En efecto, cuando todavía estábamos sin fuerzas, "en el tiempo señalado,
Cristo murió por los impíos". También aquí se le da a la muerte de Cristo una significación distinta de la
histórica. Por los impíos significa en beneficio, no por causa de. O sea, los que son pecadores, los que
necesitan perdón, es decir, todos nosotros. Mirado desde arriba, desde Dios, Jesús es ofrecido como
víctima para perdón de los pecados humanos.
Mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo todavía pecadores, murió por nosotros.
Uno dice: lo más lógico, siempre hemos oído eso: Murió por nosotros. Jesús histórico no tenía ni idea de
nosotros, los uruguayos, esto tiene que ser un plan do Dios que con la aparente historia de Jesús, hace otra
cosa. Ya vamos a ver que eso tiene muchísimo relación con el poder inmenso que Jesús tiene. ¿Por qué no
lo ha hecho con otro hombre? Porque los otros hombres eran sólo hombres y aquí viene un poco la idea de
que sólo Jesús podía hacer ese sacrificio. Sólo un ser de otro planeta, sólo alguien que viene del cielo puede
hacer un sacrificio tal que se perdonen los pecados de todos los hombres. Es hombre, por lo tanto, los
hombres ofrecen ese sacrificio, pero al mismo tiempo esa víctima está tan relacionada con Dios que al ser
sacrificada, Dios perdona los pecados de todos los hombres, porque aun siendo pecadores aceptó ese
sacrificio. Y por lo tanto, ya no tenemos que temer que nuestros pecados vayan a impedir nada, porque en
el momento en que todos estábamos en pecado, Jesús murió por nuestros pecados y con eso se perdonó el
pecado en el mundo.
Esto aparece por supuesto también en otros lugares de San Pablo. Hay como dos historias: una la
construcción del Reino de Dios en la tierra, por Jesús, que Pablo no niega aunque no emplea mucho el
término "Reino de Dios" y "pobres" (ya vamos a ver que lo tiene presente) y otra mirada desde arriba,
desde Dios, en donde Jesús muere por nosotros, por nuestros pecados, en beneficio de todos los
pecadores.

2) Atribuciones divinas.
Además, Pablo, ya comienza a atribuirle a Jesús funciones que normalmente se consideran propias
de la divinidad. Es notable que Pablo, que hace eso, nunca diga: Jesús es Dios, no se anima a poner la frase,
pero en cambio le atribuyo a Jesús funciones que son propias de la divinidad.

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Una de esas funciones es la que aparece por ejemplo en la Primera Carta a los Corintios, en el cap. 8
vers. 6, en la que Jesús es en realidad creador, es como Dios en ese sentido: Tenemos un solo Señor
Jesucristo, por quien son (o existen) todas las cosas. Uno dice: ¿por qué en lugar de poner eso no dijo:
Jesús es Dios? Es como si la expresión le molestara un poco, porque Jesús no es el Padre, entonces está la
pregunta: ¿son dos dioses? Por lo tanto, llamar a Jesús Dios no, pero sí darle atribuciones y poderes divinos
muy claramente.
En la misma frase aparece otra expresión: "Señor" que también se emplea para alguien a quien se
tributa adoración, es decir, servicio incondicional.
Los emperadores se hacían adorar como señores y en la Iglesia primitiva se iba a la muerte
proclamando que no se admitía a otro Señor sino Jesús. No se admitía la fórmula que proponían los jueces
del Imperio Romano de que el César es Señor, y morían por esa diferencia, no decir del emperador que es
Kirios (que era una palabra que significaba reverencia religiosa) y con eso ellos querían decir que el
emperador no tenía derecho a exigir ninguna reverencia religiosa porque no es Dios. Kirios es Cristo, sin
embargo no dicen todavía que es Dios.
En el cap. 10, 9 de Romanos dice: Porque si confiesas con tu boca que Jesús es Señor (es una fórmula
de la Iglesia primitiva, en caso de persecución religiosa, no por construir el Reino) y crees en tu corazón que
Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo. También aquí hoy una especie de pre confesión de la
divinidad de Jesús expuesta en una forma suave, diríamos.

3) El Reino.
En tercer lugar, Pablo no se olvida de la historia concreta de Jesús, aunque la traspone a otra clave:
no habla del Reino sino de la humanización del hombre en términos antropológicos. Todo lo que
obstaculiza la humanización del hombre, Pablo lo combate. No en términos políticos, luchando por los
pobres, sino contra todo aquello que limita la madurez del hombre.
San Pablo nos habla de que somos colaboradores en la construcción del Reino, sólo que él no utiliza
la palabra Reino sino la "construcción de Dios" que son los hombres, que es el hermano. Lo que tenemos
que hacer -dice- es construir al hermano, el servicio mutuo... O sea, San Pablo no se olvida de la historia.
Cuando miramos a Jesús desde arriba, desde Dios, parecería que la historia no importa, es decir, que
Dios encuentra a Jesús defendiendo a los pobres en Israel, pero lo mismo lo podría haber encontrado mil
años después haciendo cualquier otra cosa, o mil años antes en otra circunstancia, porque lo que
importaba era que Jesús, que tiene atributos divinos, muriera por los pecados de los hombres. O sea, que
hasta cierto punto las autoridades judías no tienen importancia, la época en que vivió y la historia concreta
de Jesús no tienen importancia, lo importante es que ese ser con atributos divinos muera para cumplir el
designio de Dios de tener una víctima que le permita perdonar los pecados de los hombres.
Pero Pablo es mucho más equilibrado que eso, entonces, la historia de Jesús tiene importancia para
él, de ahí toda su insistencia en que con Jesús el hombre madure para la libertad, y la libertad consiste en
edificar, en construir la vida del hermano. Es decir, es prácticamente el Reino puesto en otras palabras, con
todo lo que eso significa de conflicto, de sacrificio, de dar la vida por el otro, o sea, que al mismo tiempo
San Pablo toma expresiones que están muy relacionadas ya con la divinidad de Jesús o Jesús visto desde
arriba, pero equilibra eso con la importancia que le da al mensaje de Jesús sobre el Reino.

Himnos a Jesús.
En primer lugar, en las últimas cartas de Pablo o de algún discípulo suyo, no se sabe exactamente
bien, encontramos himnos a Jesús, que ya lo tratan como Dios, o sea, que al final de la vida de Pablo, lo que
él antes dijo de una manera suave se dice de una manera mucho más directa, pero siempre sin usar la
frase: Jesús es Dios, sino usando imágenes que indican eso.
Todos los intérpretes están de acuerdo en reconocer himnos en algunos pasajes de cartas atribuidas

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a San Pablo o a alguno de los discípulos de él. Por ejemplo Flp 2, 6-11, Cristo es la imagen de Dios invisible:
Jesús que siendo de condición divina no quiso aferrarse a la divinidad, sino que se anonadó a sí mismo y
tomó forma de siervo. Todos esos himnos son los que vamos a citar ahora, donde con un lenguaje figurado
se habla muy claramente de Jesús como perteneciendo a la divinidad.
Flp 2, 6-11; Col 1, 15-20; Efesios 1, 3-14, son himnos que se distinguen de la prosa ordinaria, parecen
estar en forma poética, donde aparece Jesús como Dios.
También el prólogo del evangelio de Juan (1, 1-18) probablemente sea un himno (como existían en la
región de Asia Menor himnos a Jesús como Dios) de estos y tiene la misma estructura, y aparece Jesús
como el Verbo de Dios que luego se encarna. Más adelante, un gobernador enviado por el emperador
romano, Plinio el joven, le va a escribir al emperador que en su región los cristianos cantan himnos a Jesús
como a Dios, es decir, identifican con Dios a ese Jesús que murió bajo el poder de Poncio Pilato.
Entonces, lo que encontremos en esa parte más avanzada del Nuevo Testamento es una serie de
imágenes divinas atribuidas a Jesús. Más que decir: Jesús es Dios, cosa que no les gustaba decir, dicen por
ejemplo: Jesús es el Mesías (enviado de Dios), Jesús es Señor (adorable, que hay que adorar); Jesús es
imagen visible del Dios invisible, Jesús es figura, Jesús es Palabra o Verbo de Dios... Fíjense todas las
imágenes que se usan con respecto a Jesús y que, de una manera u otra, afirman bastante claramente su
divinidad. El Verbo de Dios es Dios (de acuerdo con el evangelio de Juan) Mediador, Sumo Pontífice, (carta
a los hebreos) Primogénito, Alfa y Omega, etc. Son todos títulos que le correspondan de alguna manera a
Dios, metáforas usadas para describir a Jesús, Dios encarnado.
En el cuarto evangelio no se usa "Jesús es Dios encarnado”, sino que Jesús es ese Verbo de Dios que
se encarna.
Hay dos obras donde se elabora todavía más este concepto de la divinidad de Jesús que son: la Carta
a los Hebreos y el cuarto evangelio.

Carta a los Hebreos.


En la Carta a los Hebreos se elabora sobre todo esa clave (que ya hemos visto en Pablo) de que Jesús
es la víctima de un sacrificio que Dios procura que la humanidad haga para poderle perdonar sus pecados,
de acuerdo con esa clave de culto en que es necesario que alguien presente una víctima para que los
pecados sean perdonados. Es decir, el arrepentimiento del hombre supone una víctima que haga propicio a
Dios, pero no puede ser un hombre cualquiera el que lo haga por todos los pecados que los hombres han
cometido, tiene que tener cualidades divinas y también humanas porque tiene que ser un representante de
la humanidad.
Fíjense como aquí se van uniendo ya las dos cosas que luego van a aparecer: Jesús, perfecto Dios y
perfecto hombre.
En Hebreos 1, aparece cómo Jesús está por encima de los ángeles y por encima de los ángeles no hay
nada en el cielo, por lo tanto se lo declara prácticamente el Hijo en el sentido propio de la palabra, no en el
sentido figurado, no un mesías que Dios manda, sino alguien perteneciente a la divinidad.
Además por encima de Moisés, Hebreos 3,6, está en los cielos, es decir en la morada de Dios, (Hb 4,
14-15) y de ahí el valor de su sacrificio (Hb 7, 26-28). Por eso un sólo sacrificio de Jesús basta para perdonar
de una vez para siempre todos los pecados de los hombres y esa es la diferencia entre el culto antiguo y el
nuevo culto de la Iglesia, porque en la Iglesia con el sacrificio de Jesús quedaron perdonados para siempre
los pecados de los hombres, porque ese sumo sacerdote y esa víctima eran al mismo tiempo Dios y
hombre.
Es otra manera de hablar de Jesús perfecto hombre, porque dice que es compasivo (el sumo
sacerdote puedo compadecerse de nuestras necesidades) y al mismo tiempo perfecto Dios,

Evangelio de San Juan.


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Finalmente en la clave filosófica, de San Juan, Jesús aparece como siendo Dios, no solamente porque
lo dice el prólogo sino porque él emplea varias veces la expresión extraña con que Yahvé se define a sí
mismo: Yo soy, por ejemplo: para que sepáis que Yo soy, y no dice Yo soy quién.
¿Qué significa eso? Prácticamente "para que sepáis que Yo soy Yahvé".
La causa de la muerte de Jesús aparece otra vez que no es la real sino que es por blasfemia, porque
se hace igual a Dios. Si os he mostrado cosas buenas, ¿por qué me queréis matar? Vosotros me queréis
matar... “Te queremos matar no porque hayas hecho una cosa buena, le contestan los adversarios, sino
porque siendo hombre te haces igual a Dios”.
Fíjense que aunque lo pone en boca de los adversarios, el cuarto evangelio afirma que Jesús se tomó
a sí mismo como Dios. El cuarto evangelio no es histórico, es teológico, o sea que muestra que en la época
en que se escribió ya Jesús era admitido como Dios.

II JESÚS ES DIOS

Vimos cómo se iba planteando dentro del Nuevo Testamento la pregunta sobre la divinidad de Jesús,
sobre todo a partir de la resurrección. Aunque Jesús no se había referido a ella, sino que había centrado su
predicación en el Reino, y había vivido todo ese conflicto y la angustia de su muerte, etc., el hecho de la
resurrección unido a toda su vida hacía que las personas finalmente no pudieran dejarse de plantear el
problema: ¿Bueno, pero quién es esta persona? ¿Qué es esta persona? ¿Qué relación tiene con Dios?
Lo vimos en Pedro, tal como aparece en los Hechos de los Apóstoles, lo vimos en Pablo, sobre todo
en los grandes cartas, y en otras fuentes del Nuevo Testamento y tratamos de mostrar que evidentemente
al cabo del Nuevo Testamento aunque de una forma discreta y más bien con imágenes poéticas que de una
manera directa se dice que Jesús es Dios, es decir, se une a Jesús cada vez más con Dios a través de la
noción de mesías, y también de una manera más directa: Él mismo tiene condiciones divinas, tiene
funciones y poderes divinos, etc.
En esta progresión del planteo Jesús es Dios y de la respuesta afirmativa a lo pregunta, se presentan
y asoman inmediatamente ciertos peligros. El peligro de olvidar la historia concreta de Jesús, es decir, la
divinidad de Jesús cubre hasta cierto punto la historia concreta, entonces se hace una cristología desde
arriba que tendría que coincidir con la que sale de la historia de Jesús, pero hemos visto, por ejemplo en la
predicación de Pedro, que la historia queda un poco olvidada y no se habla del Reino. Jesús es el fundador
si no de una religión, por lo menos de la interpretación verdadera de la religión judía, y por lo tanto es un
poder de salvación que actúa de una manera que tiene poco que ver con la historia real de Jesús, es decir,
actúa a través del bautismo, de penetrar en la Iglesia de Jesús, pero no tiene relación con la función
aquella, difícil, trágica, que asumió Jesús de traer el Reino por los conflictos de valores que presentaba y la
misión profética siempre difícil y trágica que culminaba generalmente en el martirio o en la muerte. Ahora
ya no se ve eso, se ve simplemente el entrar dentro de la comunidad de Jesús para salvarse porque Jesús es
Dios, y, por lo tanto, tiene todo el poder de salvación. O sea, que el conflicto concreto por el que muere
Jesús, en San Juan pasa de su defensa de los pobres a un conflicto de blasfemia, los adversarios le dicen a
Jesús que siendo hombre se quiere hacer Dios. Es la divinidad de Jesús la que provoca el conflicto y no su
lucha histórica.
En Pablo veíamos un cierto equilibrio en mantener las dos cosas juntas.
En la introducción vimos la dificultad que tiene esa respuesta que nosotros damos afirmativa
demasiado espontáneamente: ¿Jesús, es Dios? -Sí.
La introducción era como para llamarnos la atención: ¡cuidado! al decir sí, ¿no estaremos despojando
a Jesús de características que fueron fundamentales en su vida? ¿En su mensaje? ¡Cuidado! Porque esa
tendencia ya aparece de una manera latente desde el Nuevo Testamento.
Entonces, el problema va a ser preguntarnos, en estas charlas: ¿Jesús, es Dios? y qué significa esa

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respuesta afirmativa: Jesús es Dios.
Desde que quedó fijado el tema, yo me sentí un poco incómodo porque creo que es más difícil de lo
que hemos visto en años pasados, que hasta cierto punto eran temas bíblicos, es decir, de Jesús, sacados
del Evangelio, de San Pablo, etc. y que nos eran familiares.
Esta pregunta va a tener que ser contestada sobre todo estudiando los concilios de la Iglesia, que
siglos después de Jesús estudiaron el problema y le dieron una solución, por lo tanto nos va a obligar a
entrar por muchos vericuetos y por muchas preguntas que pueden resultar difíciles.
Yo trataré de exponer el tema por niveles, de tal manera que si un nivel resulta inaccesible para
alguien, que por lo menos haya niveles básicos que sean accesibles para todos y que puedan significar un
aporte.

III. TRES NIVELES


El primer nivel es el histórico. A partir del Nuevo Testamento, y pasando por alto los concilios que
trataron el tema, entramos en la historia, es decir, qué pasa en la historia posterior y nos vamos a ir
rápidamente hacia una historia que ya conocemos porque muchos elementos de espiritualidad están
presentes hasta hoy en día, por ejemplo espiritualidades de la Edad Media, del Renacimiento, etc. y vamos
a ver qué efecto tiene en esa época que nos es conocida de vuelta a través de libros como la Imitación de
Cristo o los Ejercicios Espirituales, y que muestran los resultados de la respuesta positiva a esa pregunta.
Eso nos va a llevar al nivel lingüístico y vamos a estudiar los tres concilios que son decisivos para que
podamos decir qué es lo que significa realmente esa frase: Jesús es Dios.
Esos tres concilios ocurren entre tres y cuatro siglos después de Jesús. Durante tres siglos el
problema estuvo funcionando en la cabeza de la gente, es decir, cómo afirmar de una manera equilibrada
que Jesús poseía la divinidad, sin dejar cosas por el camino, ni mutilar a Jesús o decir cosas indignas de Dios.
Entre el año 350 y 451 tenemos tres concilios que van a ser fundamentales para definir este
problema, que son tres de los primeros concilios ecuménicos: el de Nicea, el de Éfeso y el de Calcedonia.
Eran sedes importantes de obispados donde se tenían concilios en aquel entonces, en el borde del
Mediterráneo siempre, y aquí encontramos precisamente la definición de lo que un cristiano debe
entender por esa frase Jesús es Dios.
Finalmente, vamos a examinar a la luz del nivel lingüístico, otro nivel, el poético, con que los himnos
a Jesús en el Nuevo Testamento presentan su divinidad.

A. NIVEL HISTÓRICO
Entramos entonces en ese primer nivel: históricamente, ¿a qué dio lugar?, ¿cuáles fueron los
resultados?, después de siglos de los concilios evidentemente (pero es un proceso relativamente continuo)
a que dio lugar la comprensión de Jesús como Dios.
Hay ciertas cosas que de alguna manera nos sorprenden y que el Vaticano II ha corregido o ha
intentado corregir en la concepción de Jesús, por lo tanto, en cierto sentido el Vaticano II en lo que toca al
tema de Jesús es una vuelta hacia el equilibrio que se logró en los primeros concilios ecuménicos de la
Iglesia.
Vamos a estudiar una parte negativa (después el Concilio Vaticano será la parte positiva) que es
mostrar un poco cómo en la historia de la Iglesia no se fue tan equilibrado como los concilios querían en el
estudio o en la concepción de la divinidad de Jesús, cómo en algunos momentos se deforma la figura de
Jesús, precisamente por la atención puesta casi exclusivamente en su divinidad.
Se dan como exageraciones de tendencias que ya observábamos un poquito en la introducción, o sea
que no nos van a llamar la atención porque ya las hemos insinuado.
Ya dijimos que el Nuevo Testamento está demasiado cerca de Jesús como para olvidar esa historia
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concreta y sus conflictos... o sea que el Nuevo Testamento es mucho más equilibrado.
En cambio, después, más lejos de Jesús y de su historia, no sabiendo bien qué cosas eran históricas
de Jesús y cuáles no, por ejemplo confundiendo obras más históricas de Jesús (como son los sinópticos) con
una obra más teológica (como es el cuarto evangelio donde la divinidad de Jesús ya está presente desde el
prólogo y entra dentro de toda la obra) muchas cosas que aparecen sobre la divinidad se pasan de San Juan
a los sinópticos y se les da un género distinto. No deberían pasar porque San Juan está hablando en un
lenguaje teológico y los sinópticos quieren por lo menos mantener una fidelidad histórica mucho más
cercana a lo que Jesús hizo. Eso para que entendamos un poco lo que vamos a ver en la historia ahora.

Dos tendencias en la concepción de Jesús como Dios.


Vamos a estudiar dos tendencias que llevan a ciertas exageraciones que proceden de la concepción
de Jesús como Dios. Una de esas tendencias es la que yo llamaría la tendencia eclesial o eclesiástica, es
decir, la que tiene la Iglesia como estructura, como institución.
Y otra, una tendencia que yo diría más espiritual, es decir la que tiene la espiritualidad del cristiano,
de cómo acercarse a Dios, es decir, lo que es la vida espiritual, diríamos, las tendencias de las
espiritualidades o escuelas de vida espiritual con que los cristianos tratan de aproximarse a Dios.

1) Tendencia eclesial.
La primera ya la hemos visto en la predicación de Pedro, según está en los Hechos de los Apóstoles, la
tendencia de la Iglesia a sacar la consecuencia si Jesús es Dios, Jesús es salvador. La comunidad de Jesús es
la única comunidad religiosa que salva.
La historia de Jesús es menos importante que el formar parte de la comunidad de Jesús para
salvarse. Entonces, bautizarse para recibir, gracias a Jesús, el perdón de los pecados y permanecer en la
Iglesia para obtener la salvación. Esta va a ser una tendencia de la Iglesia sacada directamente de la idea de
que Jesús es Dios y por lo tanto es el poder salvador.
Jesús en cierto sentido fue mucho menos religioso en su actitud, Jesús habló siempre de Dios, claro
está, pero de Dios actuando históricamente en la sociedad de Israel a favor de los pobres, de los
marginados, de los que necesitaban cosas materiales como pan para comer, bebida para beber, compañía
para su enfermedad o para su prisión, etc.
Vemos que eso pasa a segundo plano frente al hecho de que Jesús es el fundador de una religión,
porque siendo Dios, presentándose en la tierra, les da a los hombres el poder que tiene la religión para
salvarlos.
Entonces, el estar en la religión de Jesús comienza a ser más importante que el tener los valores que
determinan la vida histórica de Jesús, la gente va allí no porque se le diga: mire que hay que luchar por tal
causa o cosa por el estilo, sino porque se le dice: allí está Jesús que es Dios, que tiene todo el poder de
salvación en sus manos como verdadero Dios y por lo tanto se la va a dar a todos los que crean en Él, a
todos los que reconocen que es Dios y entran en su comunidad.
Hay como una especie de suposición general crítica pero que nosotros vamos a adoptar aquí y que la
formuló un teólogo contemporáneo español, José Ramón Guerrero, en un libro relativamente reciente que
escribió sobre Jesús [El otro Jesús, Sígueme, 1976] y en un momento dado pone esta frase que es un poco
lo que quisiera mostrar en esta primera parte de nuestra charla: Se han gastado demasiadas fuerzas
(como que hay un desequilibrio) en comunicar la fe en Jesús en lugar de comunicar la fe de Jesús. Vamos a
ver qué es lo que quiere decir con esta frase, pero ustedes sin duda ninguna se lo pueden imaginar. O sea,
lo que está opuesto aquí es fe en Jesús y fe de Jesús.

La fe en Jesús.

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¿Qué significa la fe en Jesús? Llevar a la gente inmediatamente a decir: Jesús es Dios. De esta
manera querían proceder los fariseos: antes de fijarse en lo que Jesús hacía y en los valores que
representaba, ellos querían saber si venía de Dios o si era Dios. O sea, es una especie de teología de los
fariseos moderna en que Jesús no importa tanto por los valores que muestra, por cómo entra en el
conflicto entre los hombres en defensa de los que más necesitan de Dios, por cómo muestra que Dios está
con ellos hasta la muerte si es necesario. Eso pasa a segundo plano, lo que interesa es que la gente
realmente confiese que Jesús es Dios. La Iglesia como que se contenta con eso, o por lo menos, busca en
primer lugar que la gente realmente pronuncie esa frase, y por lo tanto la comunidad de Jesús participa de
ellos: Jesús es Dios.
Qué dijo Jesús, con qué se comprometió, etc., es secundario, lo que viene a ser fundamental es
ponerse debajo de esa persona divina. Saber qué es lo que dijo, cuál es su mensaje... bueno, lo gente lo
sabrá más o menos, se adherirá más o menos a los valores de Jesús, etc., importa menos, lo que importa es
la fe en Jesús, es decir, que Jesús es igual a Dios.

La fe de Jesús.
¿Qué es lo que llama Guerrero y qué es lo que llamamos aquí la fe de Jesús? Aquello a lo cual Jesús
apostó históricamente toda su existencia, toda su vida. Esa es la fe de Jesús, es decir, los valores y el
proyecto que Jesús atribuía a Dios y en los cuales Él se metió hasta morir.
Esa es la fe de Jesús, no tanto lo que pensaba sobre Dios, no estamos hablando de eso. La fe histórica
de Jesús fue el proyecto del Reino, un proyecto histórico y conflictivo que debe continuarse hoy.
Comunicar la fe de Jesús sería entonces, comunicarle a la gente el entusiasmo por los mismos valores
de Jesús que, hoy como ayer, están siempre en la historia en peligro y tienen que ser empujados por los
hombres con muchos sacrificios, con muchos conflictos, con muchas luchas hasta la muerte, como en el
caso de Jesús.
Pero, al hacerlo Dios, al reconocer la divinidad de Jesús, el acento pasó a ver quiénes eran los que
reconocían a Jesús como Dios, entonces sobre todo se buscaron pruebas, ajenas a las que dio Jesús, señales
de que era Dios, siendo así que Jesús dijo: No voy a dar ninguna señal del Cielo, sino que ustedes solo van
a ver señales de la tierra, es decir, el Reino, y si a ustedes les gusta el Reino van a creer en mí, me van a
seguir a mí, van a hacer lo mismo que yo hago, se van a entusiasmar por los mismos valores por los que
yo me entusiasmo y van a dar la vida por los mismos valores por los que yo la doy.
En cierto sentido pasó a dominar la fe en Jesús sobre la fe de Jesús, a pesar de lo que Jesús mismo
quiso, como vimos muy claro hablando del Reino y de los controversias con los fariseos, a los cuales les
interesaba principalmente saber qué relación tenía Jesús con Dios, para saber si independientemente de
los valores que Jesús defendía, ellos tenían que decir sí o no a Jesús.
Esta es la fórmula general que da este teólogo Guerrero para entender un poco la historia de la
Iglesia.
La Iglesia se preocupó más en tener gente que dijera: "creo que Jesús es Dios" que tener gente
entusiasmada con los mismos valores que Jesús mostró en su vida histórica.
En cierto sentido, la divinidad de Jesús le quitó importancia al conflicto concreto de Jesús en su vida y
a las causas concretas por las cuales vivió, sufrió, y murió. Entonces, Jesús se vuelve así, más que aquel
hombre que luchó por el Reino en Galilea, el fundador de una de las grandes religiones de la humanidad.
No sólo el fundador, sino el objeto mismo de la religión cristiana. Mahoma por ejemplo nunca se pretendió
objeto la religión mahometana que tiene como objeto a Alá, pero en cambio Jesús es Dios.
De ahí ese cambio histórico que veíamos: Jesús es un mártir de una causa histórica en Israel, aun de
una causa política como la defensa de los pobres, pedida por Dios, evidentemente.

Dos direcciones.
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Históricamente esto tomó dos direcciones que yo creo que es interesante examinar, por razones que
ustedes conocen y que basta conocer un poco de historia para recordarlas.
Esas direcciones dependen de si la Iglesia tiene poder o no. La Iglesia tuvo poder cuando el mundo
de occidente y de Europa era completamente cristiano; luego después del Renacimiento aparece un mundo
ya cada vez más secularizado, en que lo público no tiene religión definida, sino que cada persona practica la
religión que desea, la Iglesia ya no tiene poder público, entonces toma otra actitud, pero siempre en la
dirección que acabamos de ver.
Vamos a recordar algunas cosas, que todos nosotros sabemos por la historia y que han perdido el
poder de impresionarnos o de sorprendernos y creo que una de las cosas más importantes que podríamos
hacer en este primer nivel es readaptar nuestra capacidad de sorpresa frente a la distancia que existe entre
actitudes de la Iglesia y las actitudes de Jesús en la historia y ver el porqué, porque no se trata simplemente
de ser negativos o de hacer una crítica sino de ver porqué y en dónde está el remedio para eso.

a) Iglesia con poder.


Entonces, mientras la Iglesia tuvo poder, lógicamente, se preocupó de darle a todos los hombres la
salvación mediante la fe en Jesús, es decir, de incorporar a todos los hombres en la Iglesia, porque aquel
que no lo hacía no gozaba del poder salvador de Jesús.
Para introducir o para mantener a todos los hombres dentro de la Iglesia, en occidente, cuando la
Iglesia tuvo poder, usó los medios más inhumanos que se pueden haber usado, es decir, los más contrarios
a los que Jesús (aparentemente, tal como los conocemos) hubiera usado.
Recordemos nada más que una de las obras literarias, que sin duda alguna todos conocen donde
aparece esto con respecto a las cruzadas, contra los enemigos de la fe, la defensa de la Iglesia contra los
que llamaban paganos por tener otra religión y otra Iglesia, etc.
Recuerden las "Coplas a la muerte de su padre" de Jorge Manrique donde después de muchas cosas
se dice que al final de la vida del caballero (que es el padre de Jorge Manrique, en el siglo XV) la muerte
vino a llamar a su puerta y le dice cómo se gana el vivir la vida eterna y se gana de dos maneras en esa
época:
El vivir que es perdurable (dice la copla)
No se gana con estados mundanales (con lo que, llamaríamos status hoy)
ni con vida deleitable
En que moran los pecados infernales. (¿Pero, cómo se gana?)
Mas los buenos religiosos
Gánanlo con oraciones y con lloros (es decir lo vida contemplativa)
los caballeros famosos (es decir la vida activa)
Con trabajos y aflicciones contra moros.
Los pobres moros, que no tienen arte ni parte en esto, nada más que el no haber sido evangelizados, el no
pertenecer a la religión católica, son precisamente el objeto de la vida activa de los cristianos, es decir, que
la vida activo de los cristianas era contra moros, como lo dice inmediatamente la muerte al caballero:
Y pues vos, claro varón
Tanta sangre derramasteis de paganos
Esperad el galardón
Que en este mundo ganasteis por las manos. (El galardón eterno).
Fíjense que uno no se imagina a Jesús diciendo tamaña cosa, una cosa que es tan normal para su
época que Manrique no duda en decirla. "Tanta sangre derramasteis de paganos", en proporción con la
sangre derramada de paganos en un esfuerzo guerrero está la salud eterna. ¿Por qué? Porque Jesucristo es
Dios.
Tomados desde cualquier otro punto de vista, estos paganos que asolaban las fronteras del

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occidente cristiano y que eran tenidos como malditos, como enemigos de Dios, etc., se parecían
enormemente a los pobres que Jesús viene a defender en Israel y a los cuales también se los consideraba
malditos, marginados y se los mantiene fuera.
En ese sentido, si Jesús hubiera podido traspasar a la Iglesia su actitud hubiera habido una especie de
evangelio, de buena noticia para los que estaban marginados de la sociedad occidental, para los que se
consideraban paganos.
Recuerdan que los fariseos consideraban paganos a los galileos, a los samaritanos, a ese pueblo de la
tierra que no practicaba la ley, uno se imagina que si se hubiera de alguna manera reproducido dentro de la
cristiandad una predicación como la de Jesús, hubieron salido profetas a decir que Dios estaba con los
pobres moros, no porque tuvieran cualidades mejores que nadie sino simplemente porque eran los
rechazados, los marginados, los mantenidos en las fronteras del mundo cristiano donde querían entrar.
Es interesante ver como en cierto sentido la cristiandad hizo lo contrario de lo que Jesús histórico
hizo y explicarnos el porqué. ¿Por qué? Porque Jesús era Dios y entonces había que defender sobre todo la
comunidad de aquellos que creían en Él, por todos los medios posibles, para que los que creían en Jesús se
salvaran y para que el mundo fuera cada vez más poblado de personas que creyeran en Jesús y no fuera
invadido por personas que no creían en Él.
Fíjense que la divinidad de Jesús en la medida en que oculta la historia real de Jesús provoca cosas
que uno tiene que mirar con cierta sorpresa: ¿cómo fue que se hizo una cosa tan contraria aparentemente
a lo que Jesús decía? No estoy hablando solamente de la violencia.
Jesús usó cierta violencia contra los enemigos de los pobres, pero aquí se usaba la violencia como la
hubieran usado los fariseos o los jefes del pueblo contra los que, desde su situación maldita, desde fuera de
la ley hubieron presentado reivindicaciones contra los autoridades. ¿Cómo pudo ser eso? Porque de alguna
manera desproporcionada el poder salvador de Jesús como Dios pasó a ocupar el lugar del proyecto de
Jesús, de la fe de Jesús: el Reino, para los pobres, para los que necesitando más son los privilegiados en el
corazón de Dios.
Tenemos mucho más cerca de nosotros otro ejemplo que es la colonización de América Latina. Nos
detenemos, muy pocas veces a pensar lo inhumano que se hizo en nombre de Cristo en América Latina con
todas las poblaciones aborígenes y cuando se cansaron los conquistadores de atacar a los aborígenes y para
no atacarlos trajeron esclavos africanos. No sé si fue peor el remedio que la enfermedad...
Si ustedes ven la vida de los santos de esa época como San Pedro Claver, el esclavo, inmediatamente
que desembarcaba, tenía por la fuerza que convertirse a la religión cristiana, en condiciones de vida sin
libertad, sin dignidad para su persona humana, etc., en condiciones de vida sumamente difíciles.
La conquista y la posterior evangelización fueron tan duras que recién ahora nos damos cuenta que
esos pueblos, para defenderse, siguieron adorando a sus dioses con nombres cristianos. Por ejemplo, todo
la religión umbanda en el Brasil sigue con nombres y con imágenes cristianas (ustedes pueden ver las
estampas de San Jorge o de la Virgen, etc.) adorando dioses del África. Esa fue la única posibilidad que les
quedó de disfrazar su religión frente a la violencia con que se les imponía otra. Y eso se hace en nombre de
Jesucristo, no del hombre Jesús, sino del Dios Jesús, es decir, de la salvación que Jesús otorga y que por lo
tanto es más importante que el hombre, que el dolor del hombre.
De ahí, por ejemplo, la Inquisición que torturaba al hombre hasta que volviera a la fe ortodoxa, para
que no saliera de la salvación que está en la Iglesia y no hiciera salir a otros.
¿Cómo pudo llegar la Iglesia a eso? Precisamente porque la divinidad de Jesús entendido de esa
manera borraba su historia real o lo hacía insignificante, lo mismo que su mensaje, mientras hacía
relevante sobre todo la pertenencia a la Iglesia.
Llevaba a la Iglesia a usar su poder para obligar a los hombres en todo lo posible a entrar en el único
lugar donde los esperaba el poder divino de Jesús de salvarlos.
Es importante ver cómo lo que era una pequeña exageración en el Nuevo Testamento, Jesús es el
nombre que se nos ha dado para salvarnos a todos, se vuelve una cosa enorme en la historia cuando la
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Iglesia tiene poder.

b) Mundo secularizado: Iglesia sin poder.


Decíamos que en un mundo secularizado la Iglesia ya no tiene el poder que tuvo en el pasado para
usar ciertos medios a nivel de muchedumbres, a nivel de medios represivos, etc. Entonces sucede una
situación que es más sutil pero que a mi modo de ver representa lo mismo: la Iglesia por encima de los
conflictos de los hombres.
La Iglesia, para poder sobrevivir en regímenes políticos muchas veces muy duros, muy injustos, que
dan lugar a muchos conflictos, etc., acude a su neutralidad frente a temas que no le atañen sino en cuanto
aparecen ciertos abusos que flotan en la superficie y aún ahí, habla poco.
Creo que en este sentido no tengo que decirles nada a ustedes, porque si de algo sufrimos en esto
país es de eso neutralidad incomprensible frente a cosas que atañen al hombre fundamentalmente (sea
para bien o para mal) y en las cuales lógicamente la Iglesia si no habla a través de sus autoridades oficiales
debería por lo menos apoyar con todas sus fuerzas el que los cristianos, los laicos, tengan la capacidad de
poner el punto de visto cristiano y profético. Ese no es sólo un problema de audacia o no audacia de
personas sino que se vuelve un problema teológico o ideológico, es decir, se justifica a través de la
divinidad de Jesús una especie de Iglesia que planea por encima de los conflictos de los hombres,
ofreciéndoles a todos una salvación que consiste en ciertas observancias religiosas mínimas que todos
tienen que cumplir para salvarse, pero tratando de evitar los conflictos y la opción dentro de los conflictos.
Lo que antes podía dividir a la Iglesia: un hereje o un pagano, actualmente puede dividirla lo que la Iglesia
llama una ideología, es decir, una manera de pensar lo que lo conviene al hombre, y dejar fuera de la
salvación, fuera de la fe en Jesús, a una parte de los cristianos.
Voy a poner un ejemplo de uno de esos teólogos que, como siempre sucede, son temidos por los
más y suscitan una cantidad de persecuciones y milagrosamente no es por lo avanzados (a mi modo de ver)
sino por lo conservadores y atrasados que son en su manera de ser y de escribir. Por ejemplo Hans Küng.
Voy a leerlos dos párrafos de su libro "Ser cristiano" porque son muy sugerentes.
Hablando de la historia de Jesús que él más o menos la describe, o la narra brevemente en su libro, él
admite lo siguiente:
No caben más discusiones (fíjense que es muy claro) Jesús estuvo de parte de los pobres. Es decir,
no hay que hacer líos y sutilezas y cosas por el estilo. Los que lloran, los que pasan hambre, los que no
tienen éxito, los impotentes, los insignificantes. No era simplemente imperdonable que Jesús se ocupase
de los enfermos, de los tullidos, de los leprosos y posesos, que tolerase junto a sí a las mujeres y a los
niños, ni siquiera que estuviese de parte de los pobres sin límites. Lo imperdonable era que se mezclase
con los pecadores (es decir, todo el mundo sabe que Jesús fue amigo de publicanos y de pecadores) lo
imperdonable era que se mezclase con los moralmente fracasados, con los descreídos e inmorales
públicos. Con gente de moral y política reprobable, con existencias dudosas, equívocas, perdidas,
desahuciadas, que anidan al margen de la sociedad cual plaga inevitable e inextirpable. Este fue el
verdadero escándalo.
Fíjense que Hans Küng no dice que esto esté mal, al revés, dice que Jesús hizo bien en esto y esto fue
lo que escandalizó. Entonces, uno esperaría que asumiese esto para el futuro de los cristianos, y de la
Iglesia, que asumiera que la Iglesia debe hacer la misma opción por unos o por otros, pero precisamente
más adelante continúa: Jesús claramente no se deja encuadrar en ninguna categoría. (Ya aquí empiezo a
sentir alergia yo) Ni entre los poderosos, ni entre los rebeldes (si causa tal escándalo no sé cómo no entra
más en una categoría que en otra...) ni entre los moralizantes, ni entre los silenciosos del campo. Se
muestra provocador hacia la derecha y hacia la izquierda (si derecha o izquierda tienen significado político
no sé cómo se puede hacer ese equilibrio) no respaldado por ningún partido, desafiante en todas
direcciones. El hombre que rompe todos los esquemas. ¿Todos? ¿Entonces, en dónde está? ¿En la Luna?
Está en el mundo... si es el hombre que (como ha dicho antes) no cabe duda alguna que estuvo de parte
de... y hace toda la lista, después aparece Jesús flotando por encima de todas las oposiciones que se
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puedan hacer.
Y continúa: No está ni en la derecha ni en la izquierda, mas tampoco es simplemente un mediador
entre ambas. O sea que ni siquiera tiene ese lugar. Exactamente Él está más allá. Verdaderamente más
allá, fíjense que es la divinidad lo que está trabajando en la mente del teólogo, más allá, cómo la divinidad
está más allá de todas los peleas, líos, y conflictos que pueda haber entre los hombres, de toda nuestra
historia con sus intereses parciales, etc., etc. Dios más allá de todo eso. Ese no es el Dios de que hablaba
Jesús, que tenía preferencias, que asumía la causa de unos contra la de otros, etc., pero la divinidad ha
tomado en cierto sentido a Jesús y lo ha descarnado de toda su historia que fue conflictiva, que tuvo
amigos y enemigos acérrimos que lo llevaron a la muerte.
Verdaderamente Él está más allá de todas las alternativas (por ejemplo entre pobres y ricos, entre
oprimidos y opresores, etc.) ¿Es cierto que está más allá de todas las alternativas el Jesús histórico que
aparece en los evangelios?
Él mismo elimina la raíz. Esta es su radicalidad, la radicalidad del amor. Fíjense la sutileza con que
el Jesús histórico desaparece, la radicalidad del amor no fue un eliminar los alternativas sino un
preferenciar a aquellos que necesitaban más amor sobre aquellos que no lo necesitaban, inmediatamente
por lo menos.
Radicalidad sobria, realista, básicamente diferente de todos los radicalismos ideologizados, de
todas los ideologías, es decir, de todos las formas parciales de actuar en la historia. Esto le da a la Iglesia la
razón para estar por encima de todas las alternativas, de todas las radicalizaciones, para quedarse más allá
de todas las cosas que dividen a los hombres.
Entonces, al silencio de la Iglesia, que muchas veces nos amarga y nos angustia, hay que buscarlo
precisamente en una deformación de la idea de la divinidad de Jesús que al absorber su historia le quita lo
mordaz que era, la manera en que mordía en los conflictos de los hombres y asumía las alternativas y
optaba entre ellas de la manera que le parecía más eficaz para llevar a cabo el Reino.
Creo que es importante ver cómo la Iglesia cuando queda sin poder tiende a buscar este tipo de
justificaciones que siempre se las brinda una cierta idea exagerada de la divinidad de Jesús que hasta cierto
punto anula lo que la historia dice, porque fíjense que un hombre como Küng admite lo que la historia dice,
pero luego desde otro plano superior niega esa historia. Es decir, Jesús estaba en un plano superior al que
mostró en su historia real, es el Dios que mira a los hombres desde la altura.
Esto se presta enormemente para ideologías, precisamente aquello contra lo cual luchó Jesús.
Por ejemplo: cuando el papa visitó Brasil, uno de los carteles que se veía por todas partes era: Jesús
es igual para todos. Si ustedes pueden colocar esa frase dentro del evangelio real de Jesús, no sé cómo lo
pueden hacer. Él fue amigo de unos (publicanos y pecadores) en contra de otros... ¿Cómo es igual para
todos?
Es igual para todos en cuanto Dios, salvador, que ofrece a todos los hombres las mismas
posibilidades de salvación, etc., es decir, es un subirse a la divinidad para olvidar que la historia de Jesús fue
una historia conflictiva, que Él no fue de la misma manera para todos los hombres sino que a unos les exigió
una cosa, a otros otra, y a otros (los pobres) no les exigió nada sino que los bendijo, los ayudó, los sostuvo,
etc.
Creo que es importante esto porque de lo contrario la Iglesia se vuelve ideológica, se vuelve una gran
fuerza que justificó las cosas, aunque sólo sea por su silencio frente a la realidad.

2) Segunda tendencia: vida espiritual.


La divinidad de Jesús a través de la vida espiritual de los personas puede haber sido exagerada
ofreciéndose por medio de libros, ejercicios, etc., escuelas de espiritualidad, de tal manera que la
humanidad de Jesús, su historia, no aparece como criterio para nuestras acciones.

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- Ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola.
Un ejemplo, son los ejercicios espirituales (que desde el siglo XVI hasta ahora se siguen dando) de
San Ignacio de Loyola y que han tenido una influencia muy grande en la espiritualidad cristiana en
Occidente.
Yo quisiera mostrarlos nada más ciertos rasgos donde, en cierto sentido, el Jesús real desaparece
detrás del Jesús Dios, por decirlo así. Es decir, siempre estamos en que lo que los concilios dijeron en el
siglo IV, o en el siglo V, no fue tal vez comprendido o mantenido de una manera suficientemente fiel y
entonces originó exageraciones que luego la Iglesia va lógicamente corrigiendo de muchas maneras.
Los ejercicios espirituales de San Ignacio comienzan con lo que se llamó Principio y fundamento que
es el fin del hombre y el destino de todas las creaturas, entonces, después de hablar del fin del hombre, (no
una colaboración con Dios, fíjense cómo el Reino ha desaparecido del horizonte) lo que importa es la
salvación del alma, de ahí la relación con el que salva al alma, es decir, la divinidad de Jesús.
Entonces, San Ignacio, en los ejercicios, saca la consecuencia: Por lo cual es menester hacernos
indiferentes a todas las cosas creadas. "Cosas" significa todo, también personas, todas las creaturas. Según
San Ignacio no es posible amar de tal manera a las personas que éstas nos aparten del fin para el que
somos creados que es precisamente la salvación. Es decir, no tenemos que apegarnos a las personas ni a las
cosas.
De tal manera que no queramos de nuestra parte más salud que enfermedad... Uno dice: bueno,
esto alguien lo podría decir de sí mismo, pero si uno se vuelve indiferente a la salud o a la enfermedad,
también se vuelve indiferente a la salud o enfermedad de los demás, tanto puede ser desordenado para el
fin de la salvación aficionarse por la propia salud como por la salud de la madre de uno, o del hijo o del
amigo, como por la salud de un sanatorio entero para el médico que está a su cargo. Es decir que salud o
enfermedad se vuelven equiparables.
Fíjense ustedes: ¿El Jesús histórico, fue indiferente a la salud o a la enfermedad? Y uno piensa: ¡Qué
raro! ¿No está presente el recuerda ése? Y sin embargo tres de las cuatro semanas de los ejercicios se
pasan en la contemplación de Jesús tal como aparece en los evangelios, los milagros que hace
precisamente en beneficio de la salud, etc.
Entonces es extraño que desde el principio ya haya una indiferencia hacia aquello hacia lo cual Jesús
no es indiferente de manera alguna, porque pasa su vida haciendo el bien precisamente a los que están
enfermos, a los marginados, etc.
Riqueza que pobreza. Fíjense la lucha de Jesús contra la pobreza, ¿será aquí otra cosa la pobreza? No
se sabe... Honor que deshonor, vida larga que corta, (o sea todo debe sernos indiferente) solamente
deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el fin que somos creados, es decir: la salvación del
alma.
Más adelante es interesante que en plenas meditaciones sobre Jesús, para terminar, se habla de tres
maneras en las que el hombre se somete al criterio que Jesús le enseña. Las dos primeras no nos interesan
porque se trata simplemente de cumplir con la ley de Dios, pero nos interesa la tercera, es decir, cuando
una cosa no está ni mandada ni prohibida, ¿qué es lo que hay que apreciar? Aquí precisamente la
indiferencia termina en la imitación de Jesús, pero se absolutiza, se saca de la historia concreta lo que Él
prefirió.
Dice: Siendo igual alabanza y gloria de la divina majestad, por imitar y parecer más actualmente a
Cristo Nuestro Señor, por imitar y parecer más realmente, más eficazmente, quiero y elijo la pobreza con
Cristo pobre que riqueza, oprobios con Cristo lleno de ellos, que honores y desear más de ser estimado
por vano y loco por Cristo que primero fue tenido por tal, que por sabio y prudente en este mundo.
Aquí habría que hacer varias observaciones. En primer lugar, frente a la pobreza de la época, Jesús no
optó por una pobreza radical, no fue un mendigo, los mendigos eran multitudes en Israel, no fue un
esclavo, también eran multitudes en Israel, Jesús fue un artesano. Después, ciertamente no fueron
oprobios los que pasó Jesús, la mayor parte de su vida la pasó siendo admirado, siendo seguido con la
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simpatía del pueblo, solamente en los días de su pasión tuvo que soportar oprobios.
Y ser estimado por vano y loco como Cristo lo fue, ciertamente que tampoco lo fue, a lo más lo fue
por su familia que pensó que estaba loco, pero los demás le dieron bastante importancia.
Pero dejando de lado esa parte histórica, ¿por qué el dolor se ha vuelto imitación de Jesús? Fíjense
que el dolor de Jesús, fue el dolor que Él sufrió por su causa histórica, por causa del Reino. Jesús no
manifiesta nunca aprecio por el dolor, más aún en la cruz muere diciendo a Dios: Dios mío, Dios mío, ¿por
qué me has abandonado? No hay ningún aprecio del dolor, hay aprecio del Reino, de un proyecto histórico,
que como todos los proyectos históricos exige todas las fuerzas del hombre y por lo tanto exige también su
dolor. Pero no se imita a Jesús en el dolor, se lo imita en el Reino.
¿Pero qué pasó? Cuando se lo ve desde lo divinidad, Jesús es alguien enviado a padecer y a morir por
los pecados de los hombres. No interesa la historia concreta y real de Jesús que sufrió y murió por un
proyecto que quería realizar al cual se oponían los hombres. Mirado desde la divinidad, Jesús es la gran
víctima de un designio divino para perdonarnos los pecados, entonces, es el dolor como tal lo que hace
nuestra imitación con respecto a Jesús,
No sé si ustedes perciben cómo el aplicar a Jesús la divinidad inmediatamente fuera de los valores
que Él buscó, hace que nosotros absoluticemos cosas que Jesús no absolutizó jamás.
La imitación de Jesús no es el dolor, son los valores, que por ser conflictivos nos van a llevar al dolor y
al sufrimiento y a la muerte. Tenemos que estar preparados al dolor que exige el profetismo.
Existe una especie de dolorismo en el cristianismo, que viene precisamente de una exageración de la
noción de divinidad que cubre la historia concreta de Jesús tal como fue, vivió, proyectó, actuó, y también
sufrió como todas las personas que adoptan una causa. Aquí la causa histórica en cambio no parece
importante.
Es interesante ver cómo la divinidad de Jesús desvía la espiritualidad si no es tomada
equilibradamente junto con su historia concreta.

- San Juan de la Cruz: espiritualidad carmelita.


Otro ejemplo que me parece interesante, Jesús es Dios significa para muchos que Jesús es el medio
para llegar a Dios, y llegar a Dios significa dejar las creaturas, dejar el mundo, todo lo que es temporal, todo
lo que es perecedero.
Vamos a ver otra espiritualidad, por ejemplo, la carmelita, lo que dice San Juan de la Cruz en la
Subida al Monte Carmelo, que así como lo que dice San Ignacio, no corresponde mucho con su vida, así
tampoco lo que dice San Juan de la Cruz corresponde con la suya, porque muchas veces estas expresiones
tienen un poco de la teología de la época más que de la experiencia propia del santo o del místico, que
cuando escriben tienen que adaptarse a lo que se pensaba en esa época, entonces, muchas veces estas
cosas no expresan lo que la persona en realidad era.
En la Subida al Monte Carmelo nos encontramos con frases como éstas: De manera que todo el ser
de las creaturas, comparado con el infinito ser de Dios nada es. Uno dice: pero cómo, Jesús el de la alegría,
el conocido como comilón y borracho porque era amigo de publicanos y de pecadores, Jesús el que amó
tanto a los pobres que hizo todo el proyecto del Reino para ellos, etc., ¿se apegó a algo que no era nada?
¿O para Jesús eso era todo?
Y por tanto el alma que en él (en el ser de las creaturas) pone su afición delante de Dios también es
nada, y menos que nada. Es decir, no hay que poner afición ninguna en todo lo que se presenta en el
mundo porque delante de Dios como creaturas que son no son nada.
Fíjense hasta qué punto puede ser verdadera aquella imagen del juicio final de Mateo 25,31 donde
Dios dice a aquel que hizo una cosa por el más pequeño de los hermanos: la hiciste conmigo... ¿Cómo se ha
perdido eso?

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Todo el mundo es creatura y por lo tanto nada es, que el hombre coma o no, no tiene importancia,
que el hombre tenga sed no tiene importancia, parecería que la persona que está unida a Dios tiene que
despreciar todo lo que no es Dios.
En la XXIX canción, San Juan de la Cruz escribo así: Allí es de notar que mientras el alma no llega a
este estado de unión de amor (unitivo) con Dios, conviene ejercitar el amor, así en la vida activa como en
la contemplativa, el amor a los demás, el amor del prójimo, ayudándolo, etc. pero cuando ya llegase a ese
amor de contemplación no es conveniente ocuparse en otras obras y ejercicios anteriores que le puedan
impedir un punto de aquella existencia de amor en Dios aunque sean de gran servicio de Dios.
Fíjense hasta qué punto esto es extraño al Evangelio, ¿cómo puede ser dicha una cosa así? La razón
es indudable: en Jesús lo que prima es la idea de su divinidad como en oposición a todos las creaturas.
Entonces, Jesús es deformado, yo no es aquel que ama a todas las creaturas, que ama a sus
hermanos, que vive y muere por ellos, sino Jesús es Dios y el estar unido con ese Dios significa finalmente
dejar todas las demás cosas como no importantes.
Un teólogo que comenta este párrafo dice: El cristianismo tiene dificultad en preservar la
concepción bíblica del amor de tendencias místicas y racionalistas que llevan a interpretar el amor de tal
manera que se vuelve puramente un amor a Dios y ya no se relaciona con la hermandad y la comunidad
en la historia, es decir con Jesús que vivió la hermandad y la comunidad en la historia. Jesús se convierte en
sólo Dios, entonces su parte histórica como que desaparece.
Creo que es interesante percibir esto porque a un nivel histórico, (que es un poco superficial lo que
estamos viendo) en cada uno de los ejemplos, se percibe cómo en cierto sentido la divinidad de Jesús
engulle, se traga su humanidad, su historia concreta.
Esta es lo que quisieron prevenir los Concilios que vamos a ver después, pero ya desde ahora,
echando una ojeado a la historia lo podemos ver. Es interesante que todas estas espiritualidades son
actuales.

- La Imitación de Cristo.
Otro ejemplo, el último que vamos a ver aquí, es el de la Imitación de Cristo, en el sentido propio de
la palabra, que ha sido uno de los libros más fundamentales en la espiritualidad cristiana, cuyo autor es
Tomás de Kempis. Es un libro que constantemente se lee aunque no tenga la influencia que ha tenido
anteriormente y precisamente los ejercicios de San Ignacio de Loyola dependen mucho de él.
Ya el título de la obra es sumamente extraño, porque fíjense que es "Imitación de Cristo" y uno dice:
¿será el proyecto del Reino? pero el subtítulo dice: "Imitación de Cristo y desprecio del mundo". Ya estamos
en cierto sentido en las antípodas de Jesús, del cual dice San Juan: Dios amó tanto al mundo que le mandó
Su Hijo unigénito. Jesús que dice: Yo no juzgo al mundo sino que salvo al mundo, quiero al mundo, etc.
Por supuesto que la palabra mundo es una palabra compleja en San Juan pero cuando se trata del mundo
como morada de los hombres, siempre tiene un sentido positivo, menos cuando el mundo significa
mecanismos humanos de resistencia,
Pero aquí desprecio del mundo, significa desprecio de todo lo que no es Dios. Vamos a ver algunas
frases para que ustedes puedan ver si suenan a frases evangélicas o no, cosa que los cristianos durante
siglos no han percibido, eso es lo extraño y me parecía importante suscitar, o volver a suscitar, nuestra
capacidad de sorprendernos.
Por ejemplo, vamos a leer esta frase: Pues diferente, muy diferente es el gusto del Creador y de la
creatura, de la eternidad y del tiempo.
Según lo que yo sé por el Evangelio, el gusto del Creador y de la creatura es el mismo: el bien del
hermano, es salir al encuentro del hermano para sacarlo de su necesidad. Lo que a Dios le interesa, lo que a
Dios le gusta es precisamente que el hombre actuando espontáneamente desde el fondo de su ser socorra
al hermano. ¿Entonces, por qué suponer que el gusto de Dios y el de la creatura van cada uno por su lado?

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Otra frase: Así los santos de Dios no tuvieron cuenta de lo que agradaba a la carne ni de lo que
florecía en esta vida temporal sino que toda su esperanza e intención anhelaba los bienes eternos. Fíjense
la diferencia entre lo temporal y lo eterno, como si visitar al enfermo o al preso, etc., no fuera una cosa
temporal, es decir, todo lo que significa el Reino, ¿recuerdan? Que se haga tu voluntad en la tierra, es
decir en el tiempo, como se hace en el cielo, cómo no se puedo separar lo eterno de lo temporal en la
noción del Reino que Jesús tiene. Reino eterno y temporal a la vez porque tiene que hacerse en el tiempo,
porque no es un Reino al cual se va simplemente después de la muerte, sino que es un Reino en donde en
la tierra y en lo temporal tiene que hacerse realidad la voluntad de Dios.
Todos sus deseos (el deseo de los santos) se elevaba a lo permanente e invisible (¿y el hermano? es
visible...) Y precisamente San Juan dice: El que no ama al hermano visible y dice que ama al Dios invisible
es un mentiroso.
Hemos leído el Evangelio, lo sabemos de memoria, y por otra parte, por lo menos yo, doy testimonio
de mí, leí durante años sin dificultad el Kempis sin encontrar la más mínima contradicción con el Evangelio.
Actualmente me horrorizo de mí mismo, pero así fue mi experiencia.
Otra frase: De cuánta paz y sosiego disfrutaría el que apartado de sí todo vano cuidado pensase
únicamente en las cosas de la salvación y de Dios. Jesús no pensó en las cosas de salvación, sino que las
cosas de Dios eran las cosas que también necesitaban los pobres, etc., las personas deshumanizadas.
El alma que ama a Dios desprecia todas las cosas que no son Dios. Imitación de Cristo y desprecio
del mundo, ¿relación con el Evangelio? Ustedes verán...
Huye cuanto puedas del bullicio de los hombres pues mucho estorba.
El tratar de las cosas del siglo (de las cosas temporales) aun cuando se haga con pureza de
intención, es decir, para servir a Dios.
Quisiera haber callado muchas veces y no haber estado entre los hombres, es decir, haber estado
sólo con Dios. También aquí hay algo para pensar.
Dios atiende más a la intención del que obra que a la obra misma, como si a Dios no le interesara
que el enfermo se curara, que realmente el pobre fuera sacado de su pobreza, que realmente el
hambriento fuera saciado etc. El Dios del Evangelio se interesa a muerte por eso.
Otra frase: Qué cosa más quieta que la intención pura, quién más libre que el que nada desea en la
tierra. ¿Jesús fue alguien que no deseó nada en la tierra? Después de leer el Evangelio me pregunto cómo
pude leer esto y no subrayarlo con rojo inmediatamente.
Otra frase: Dónde estás cuando no estás contigo mismo, es decir, en soledad, y después de haber
discurrido por todas las cosas que has adelantado si te olvidaste de ti si has de tener paz y unión
verdadera conviene que todo lo pospongas y tengas a ti solo ante tus ojos.
Es Dios que se dirige verticalmente al alma y desplaza todo lo que es historia como algo que estorba
para la unión vertical entre el hombre y Dios, y Cristo es nada más que el medio para que el hombre pueda
contemplar a Dios, ya que en Jesús se ve a Dios, pero en un Jesús que no es el que se interesa por todas las
cosas de la tierra, por los pobres, los deshumanizados, los marginados y actúa yendo de un lado para el
otro procurando aliviar, curar, sanar, defender, concientizar, etc.
Tú no necesitas responder por los demás, tendrás que dar cuenta solo por ti mismo. Otra cosa
increíble, saber si tiene fe en Jesús como Dios en lugar de la fe de Jesús que se interesa fundamentalmente
en los demás. ¿Y el criterio del juicio final en Mt. 25,31? Aquí la fe de Jesús es una actitud mía solo con
respecto a Dios, es declarar que Jesús es Dios.
Finalmente: Tu amado es de tal condición que no quiere admitir a otro (que no admite que tú ames
a otro) pues él solo quiere poseer tu corazón. Cuanto pusieres en los hombres fuera de Jesús tanto
perderás. También aquí, cuando uno piensa en el Reino, pienso que no es así.
No sé si este nivel histórico ha quedado claro, para terminarlo tendríamos que decir cómo el Concilio
Vaticano II da un giro a todo esto, no solamente porque insiste en que Jesús se vuelve el hermano de cada
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uno de los hombres porque vivió la vida de los hombres, trabajó con manos de hombre etc., sino el mayor
servicio que puede hacer la comunidad de Jesús es ayudar a los hombres a resolver con la fe los problemas
que tienen en el tiempo y en la historia.

- El Concilio Vaticano II.


El Concilio Vaticano vuelve a poner las cosas en su equilibrio propio, devuelve su historia a Jesús, su
divinidad no debe ocultar su historia, sino mostrarnos cómo se llega a Dios verdaderamente por Jesús, pero
por un Jesús que es histórico, que se une a todos los hombres y que nos espera en cada uno de ellos,
precisamente porque allí está Él esperando nuestra ayuda, nuestro amor. La ayuda de tratar, con la Iglesia,
de resolver mejor sus problemas, y eso significa meternos en los conflictos de los hombres, introducirnos
en lo temporal sabiendo que es temporal, sabiendo que es una cosa que cambia, sabiendo que no es
directamente lo eterno, pero que allí nos espera Jesús que es al mismo tiempo Dios, pero hombre
verdadero. La parte de hombre verdadero siempre se admitió teóricamente, porque los concilios lo dicen
muy claramente, pero fíjense hasta qué punto concuerda o no con las cosas que hemos citado. Les dejo el
juicio a ustedes...
Para que tengan ustedes una idea de los puntos principales que saltan sobre todo en la Constitución
sobre la Iglesia y el mundo actual (Gaudium et Spes) en el Concilio Vaticano en esta corrección sobre la
divinidad de Jesús, encontramos en el párrafo 22: El misterio del hombre solo se esclarece en el misterio
del Verbo Encarnado, es decir que es el misterio del hombre que se aclara, el Hijo de Dios con su
encarnación se ha unido en cierto modo con todo hombre porque entra en el mundo y se hace solidario de
todos los hombres, trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre... Fíjense en estas
cosas que generalmente se han perdido de vista, como si Jesús hubiera pensado con una inteligencia de
Dios y no se hubiera preocupado de las cosas que tenía que entender como hombre. Obró con voluntad de
hombre, limitada como toda voluntad de hombre en el contexto en que le tocó vivir. Amó con corazón de
hombre, nacido de la Virgen María se hizo verdaderamente uno de nosotros, semejante en todo a
nosotros excepto en el pecado.
Este párrafo tiene mucha importancia porque vuelve la atención a lo que dijeron los concilios, y
corrige las exageraciones según las cuales hay en mirar o poner la atención solamente en Jesús en el
aspecto divino dejando de lado su historia que precisamente aquí se pone de manifiesto.
En el párrafo 11 de la Gaudium et Spes, saca una consecuencia sobre la fe. Habíamos visto cómo para
la Iglesia y para la persona espiritual la idea de la divinidad aludida es casi como una huida del mundo,
como un irse para Dios, despreciando todo lo que no era Dios, todo lo que era temporal, etc., la pretensión
de la Iglesia de encarnar precisamente lo eterno en oposición a todos los otros problemas.
Dice: La fe todo lo ilumina con nueva luz y manifiesta el plan divino sobre la entera vocación del
hombre. Al poner la palabra entera significa la vocación del hombre en la tierra y no una parte de la
vocación que sería espiritual, trascendente que no tiene que ver con la tierra. Significa todo lo que el
hombre hace: su vida terrena y su vida ultraterrena.
Por ello orienta la mente del hombre... y aquí es precisamente donde el Concilio saca una
importante conclusión de la cristología, hacia soluciones plenamente humanas, de los problemas
humanos. Lo que decía la Imitación de Cristo es corregido claramente por el Vaticano II.
La fe está dada para que podamos vivir una vida plenamente humana, colaborando con Dios en el
plan que Él tiene, que atañe a todo el hombre, no sólo a una parte, a la salvación de su alma, a la parte
espiritual o eterna del hombre, sino a todo lo que el hombre hace.
La fe no genera desprecio del mundo, sino por el contrario, genera compromiso con el mundo y
soluciones humanas en el mundo.
El hombre no es tonto, si todos no se ponen de acuerdo en una solución más humana es porque hay
conflicto, porque las soluciones humanas no van a gustar a unos y van a gustar a otros, etc. El camino hacia
soluciones más humanas es siempre conflictivo, de modo que los que representan a Jesús tienen que estar
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dispuestos a asumir ese conflicto que viene precisamente de llevar con la fe soluciones más humanas a los
problemas del hombre.
Lo mismo la comunidad de Jesús, la Iglesia no puede suponerse fuera de los conflictos humanos si su
único contenido propio que es la fe está dado precisamente para encontrar soluciones más humanas, no
puede quedarse fuera de la historia y fuera de los conflictos, si la función de la fe es ésa que acabamos de
ver.
Por eso precisamente en los párrafos 3º y 4º de la Gaudium et Spes se habla de qué es lo que el
Concilio (que es como uno Iglesia pequeña reunida a través de sus representantes) puede hacer de mejor,
de más fiel a la voluntad de Dios.
El concilio, testigo y expositor de la fe de todo el pueblo de Dios congregado por Cristo, no puede
dar prueba mayor de solidaridad, respeto y amor a toda la familia humana que la de dialogar con ella
acerca de todos estos problemas aclarándolos a la luz del Evangelio.
Dialogar con toda la familia humana acerca de todos los problemas que se plantean al hombre y lo
dividen. Por lo tanto ese diálogo tiene que entrar dentro de la conflictividad humana y no puede ser un
diálogo desde fuera de los problemas.
Fíjense cómo se invierte aquí la función de la Iglesia y se hace muchísimo más histórica, entra en la
historia, porque la Iglesia no tiene como fin reunir gente que crea en Jesús, sino reproducir lo que hizo
Jesús, es decir: buscar el Reino de Dios en la historia con todos los medios que le da precisamente esa
historia, mediante el diálogo con todos los hombres, con las soluciones propuestas por los hombres,
tratando de darle a todas esas solucionas algo más humano todavía que venga del Evangelio.
Es muy importante históricamente el Concilio Vaticano II en la correcta comprensión de la divinidad
de Jesús y en corregir las desviaciones que venía tomando la Iglesia, o personas individuales, en el pasado.
En el párrafo 4 de la Gaudium et Spes dice: Para cumplir esta misión es deber permanente de la
Iglesia escrutar a fondo los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio, de modo que
acomodándose a cada generación pueda la Iglesia responder a los perennes interrogantes de la
humanidad sobre el sentido de la vida presente y futura, (fíjense que es la entera vocación del hombre) y
sobre la mutua relación de ambas. Es necesario por ello conocer y comprender el mundo en que vivimos,
sus esperanzas, sus aspiraciones y el sesgo dramático que con frecuencia lo caracteriza. Es exactamente lo
que veíamos que faltaba en ciertas expresiones históricas del cristianismo en siglos pasados, y esto indica
lógicamente también el entrar dentro de una conflictividad humana porque es allí donde se viven
precisamente los interrogantes, las esperanzas, los temores, y eso es lo que hay que iluminar.
Indicaba estos párrafos nada más para que ustedes tuvieran en cuenta lo mucho que significa el
Concilio Vaticano II desde el punto de vista que estamos viendo. En la medida en que una concepción
desequilibrada de la divinidad de Jesús podía llevar a los defectos que señalábamos: al desprecio del
mundo, a la soledad del hombre, a la neutralidad de la Iglesia frente a todo, etc., todas esas cosas que
pretenden apoyarse en una supuesta divinidad de Jesús que planea por encima de todas las cosas que al
hombre le caen en carne viva porque tocan sus conflictos, etc.

Nivel lingüístico
Vamos a pasar ahora al planteo de la divinidad de Jesús en un segundo nivel, y vamos a tratar de ver
qué sentido puede tener y qué problemas hay con esta frase: Jesús es Dios.
Esta es la frase que vamos a analizar desde el punto de visto lingüístico, es decir, cómo hay que tratar
esa frase, cuál es el mecanismo de esa frase, cómo se puede decir eso y cómo hay que entenderlo y qué
problemas especiales tiene esa frase que parece tan simple, pero que vamos a ver que durante los
primeros tres siglos, la Iglesia no supo ponerse de acuerdo en lo que significaba. Todos la pronunciaban
pero cada uno la entendía a su manera, como ya lo vamos a ver al analizar los primeros concilios.
Esta frase puso a la Iglesia en un estado de búsqueda, en un estado de crisis, hubo separaciones muy

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dolorosas, herejías, etc. Entonces tenemos que plantearnos de dónde procedía esta dificultad, tratar de
resolverla y ver cómo la resolvieron esos concilios.
Esto es el segundo nivel del que hablábamos, es decir, la frase misma. ¿Qué tiene la frase que sea
difícil? ¿Qué queremos decir con ella? Es una frase como las que usamos comúnmente, como cuando
decimos: "Pedro es un hombre" ¿o es una frase muy especial? ¿Es una de esas frases comunes que decimos
como Fido es un perro, o Donald es un pato, o es diferente? ¿"Uruguay es un país", es una frase semejante?
¿Hay que entenderla de la misma manera? ¿O tiene alguna cosa que hace que sea más difícil que las frases
comunes que usamos para definir las cosas que vemos?
El verbo ser en general significa una cierta igualdad: cuando decimos: esto es esto otro, significamos
una igualdad. La primara palabra gramaticalmente se llama sujeto, la segundo es el predicado, es decir, lo
que se dice del sujeto. Entonces, entendemos que Jesús es el sujeto de la frase y Dios es el predicado y que
entre esos dos términos hay una cierta igualdad, no es una igualdad completa, pero hay una cierta
igualdad.
Con respecto al predicado, es decir, con respecto a Dios, el que dice esa frase, ¿tendrá que aceptar
previamente la existencia de Dios? Y empiezan entonces los problemas: esa frase ¿no la puede decir
alguien que no acepte la existencia de Dios?
¿La puede decir cualquier persona aunque acepte una idea de Dios muy distinta de otra? Porque una
persona con la palabra DIOS puede indicar muchas cosas diferentes. ¿Será que todas las personas que usan
la palabra entienden la misma cosa y por lo tanto le atribuyen a Jesús lo mismo? ¿O es distinto?
¿Solamente algunos que entienden por Dios una cosa son los que entienden esta frase?
A Jesús no le gustó esa frase. Si la pensó, no la usó. Ni siquiera usó una frase hasta cierto punto
previa a ésta que sería: Jesús es el Mesías o Yo soy el Mesías. ¿Por qué no usó esta frase? ¿Qué hay en la
frase que la haga un poco especial?

Dos fuentes de equivocación.


Hay como dos fuentes de equivocaciones posibles en la frase que son las que vamos a tratar de
pensar, hay como dos trampitas que son difíciles y que pueden dar origen a un error.
En primer lugar una diferencia de nivel lógico entre Jesús y Dios, o sea, no están en el mismo nivel.
Cuando yo digo: "Uruguay es un país", país y Uruguay están al mismo nivel, si digo: Jesús es Dios puede
haber una diferencia de nivel lógico. Esa es una de las dificultades que vamos a ver.
La otra dificultad es: de estas dos palabras, el sujeto y el predicado ¿Cuál ilumina a la otra? Es decir,
¿cuál se supone conocida? Cuando yo anuncio a otro: "Fido es un perro", se supone que la otra persona no
sabe qué es Fido, entonces yo le digo una palabra que ella conoce: "perro", para que sepa qué es Fido.
Pero de pronto, a un niño chiquito, que conoce a Fido, hay que explicarle lo contrario. Es decir, Fido
es conocido, pero si el niño no conoce qué es perro, entonces hay que decirle la misma frase, pero lo que es
conocido es el sujeto y lo no conocido el predicado.
En cambio, normalmente, cuando nosotros usamos esa frase sabemos lo que es lo categoría perro y
decimos: ¿Usted no sabe lo que es Fido? Bueno, Fido es un perro. Con eso la persona saca del concepto
perro la información que necesita para la parte que no sabe de Fido.
Pero como hay igualdad aquí, de pronto yo cambio lo que es conocido. Si una persona no sabe qué es
un reloj, pero conoce o está familiarizado con el objeto porque ha visto el uso que le doy, que mide el
tiempo, etc., cuando le digo: esto es un reloj, va a saber qué es, para qué sirve, etc.
Estos son los dos problemas que hay en la frase y vamos a mostrarlo con algunos ejemplos: la
diferencia de nivel lógico y la prioridad, es decir, cuál de los dos términos es el primero, o sea, cuál de los
dos términos es el que hace conocer al otro.

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1) Diferencia de nivel lógico.
Para saber la diferencia entre niveles lógicos, yo puedo decir dos frases, por ejemplo el nombre de un
perro: Fido. Entonces, Fido es el sujeto, y yo digo: Fido es un perro, Fido y perro están al mismo nivel lógico.
Yo puedo usar una frase que aparentemente es un poco rara: Fido es un ser humano. Entonces alguien
dice: esa frase es incorrecta, no tiene sentido, es falsa, porque Fido no es un ser humano, es un perro.
Sin embargo muchas veces decimos: este perro es humano. No es una frase falsa, nosotros
queremos decir algo con esa frase, querernos decir: sabemos que Fido es un perro y no lo negamos, pero
añadimos otro nivel lógico. Cuando yo digo, por ejemplo, que un animal es un ser humano, o como un ser
humano (cualquiera de las dos cosas) yo me estoy refiriendo a esta misma frase pero diciendo cómo hay
que entenderla, es decir, es una comunicación sobre otra comunicación. Yo estoy diciendo que ese perro
me es particularmente querido, que ese perro tiene relaciones conmigo de amistad que se parecen a las
relaciones que hay con la persona humana.
¿Cómo hay que entender esa frase: "Fido es un hombre"? Hay que entenderla de una manera
especial, de otra manera. Yo estoy dando una comunicación sobre la comunicación primera de que era un
perro, es decir, la comunicación primero sigue siendo cierta y la comunicación segunda lo que dice es cómo
hay que entender la primera, o sea, que aunque sea un perro yo estoy usando una metáfora para indicar
cuáles son mis relaciones personales con ese animal.
Entonces esta segunda frase viene por arriba de la primera para indicar cómo hay que entender la
frase: Fido es un perro, es un perro, pero especialísimo para mí.
O sea, hay diferencia de nivel lógico cuando hay una comunicación en un primer nivel y cuando hay
luego un segundo nivel, lo que podríamos llamar una meta-comunicación, es decir, una comunicación sobre
la comunicación. Una comunicación acerca de la anterior que pertenece a otro nivel,
Por ejemplo, un niño puede hacer frases... cualquiera... "Amo a mamá". Sin saber gramática.
¿Porque, qué es la gramática? La gramática es una frase sobre cómo hacer frases, es una comunicación
sobre cómo hacer frases correctamente. La gramática es una meta-comunicación con respecto a la frase
que las personas hacen espontáneamente. La gramática es un meta-lenguaje, es decir, un lenguaje sobre el
lenguaje. Este es un ejemplo nada más para que ustedes tengan una idea de lo que estamos explicando
acá.
Ahora, si ustedes no saben lo que significa la primera frase: Fido es un perro, no van a poder conocer
la meta-comunicación porque van a decir: Fido es un ser humano, y lo van a tomar mal, como si fuera una
frase de primer nivel, siendo que es de segundo nivel.
Tienen primero que conocer que Fido es un perro para que la segunda frase tenga sentido, para que
la segunda frase los haga pensar que yo estoy aludiendo a lo que ese perro es para mí, que esa frase no
significa solamente una cualidad de perro. ¿Si yo pongo a las dos frases como estando en el mismo nivel,
qué es lo que yo hago? Yo digo: "Ah, Fido tiene inteligencia humana", y es falsa.
Esto es un poco la dificultad en la frase Jesús es Dios, ¿será una frase como "Jesús es hombre"?
¿Estarán en el mismo plano las dos? Si están en el mismo plano es como cuando yo tengo que mezclar las
cualidades de un perro con un ser humano, porque yo he dicho que es un perro y he dicho que es un ser
humano, entonces será un perro con inteligencia de hombre, es una especie de ratón Mickey o de pato
Donald. Yo digo que es un pato pero es un hombre: habla, tiene tíos, sobrinos, etc., yo hago un personaje
de fantasía porque mezclo las cualidades de ser humano con las del ratón o del pato.
¿Entonces, cuando digo Jesús es Hombre, es un ser humano y cuando digo: Jesús es Dios, tengo que
mezclar los cualidades de los dos o no? Pregunta muy importante que va a ser discutida más adelante.
¿Ven lo que significa la dificultad del nivel lógico? Cuando yo digo: Jesús es Dios, ¿estoy diciendo lo
mismo que cuando yo digo: Jesús es Hombre o estoy en otro nivel lógico diferente? Estoy haciendo una
meta-comunicación, es decir, ¿cómo hay que entender el ser hombre en Jesús, o estoy diciendo que Jesús
tiene mezcladas características humanas y divinas?
"En cierta medida es un hombre, pero también en cierta medida es un Dios porque sabe el interior
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de los personas que le hablan", por ejemplo. Eso ningún hombre puede saberlo. "Él sabe todo el futuro que
vendrá". Entonces, yo al final de cuentas termino por poner estas dos cosas y digo: No, son incompatibles.
O Fido es perro, o Fido es un ser humano, pero las dos cosas juntas no.
Algo así puede pasar con Jesús cuando yo digo: Jesús es un ser humano y Jesús es un ser divino en el
mismo nivel, hay una contradicción porque una persona está sufriendo y otra está en el cielo (Dios está en
el cielo y nunca sale de ahí).
¿Están en el mismo plano lógico de comunicación o están en distinto plano? ¿Hay una comunicación
y una meta-comunicación con respecto a Jesús cuando se le atribuye características divinas? Esa es una
cosa que no se suele pensar y que sin embargo es muy importante para saber qué significa la frase: Jesús es
Dios.

Tres ejemplos
a) Vamos a tomar un ejemplo bíblico de dos niveles lógicos en la profecía de Jeremías. En el cap. 28 tienen
algo interesante sobre los niveles lógicos para que vean que no es muy misterioso y que es muy fácil de
entender.
Resulta que hay dos profetas que están profetizando cosas distintas Jananías y Jeremías. Jananías
está profetizando que Dios va a destruir al rey de Babilonia que está asediando Jerusalén y Jeremías por el
contrario dice que el rey de Babilonia va a entrar en Jerusalén y se va a llevar exilados a los judíos. O sea,
dos profecías distintas, al mismo nivel, como ustedes ven. Jananías dice una cosa y Jeremías otra.
Lógicamente cada uno tendría sus partidarios.
Entonces Jeremías se va y Yahvé le habla otra vez para que vaya y dé otra profecía que es
precisamente sobre cómo distinguir entre verdaderos y falsos profetas, para que se puede distinguir entre
Jananías y Jeremías.
Ahora Jeremías está enseñando a distinguir entre una profecía y otra, es decir, está haciendo una
profecía sobre profecías. Lo que podríamos llamar una meta-profecía. Está en un nivel más alto. Está
haciendo una meta-comunicación acerca de profecías, o de comunicaciones proféticas.
Aparentemente se parece, como una frase se parece a otra, es decir, Jeremías está hablando como
hablaba antes, pero el contenido de lo que está diciendo está en un nivel más alto que el anterior.
Es interesante esto porque nos vamos a encontrar con la divinidad en un segundo nivel en muchas
cosas. Ya lo hemos encontrado en el Evangelio y lo vamos a ver ahora. Con dos ejemplos más, va a quedar
más claro lo que estamos diciendo sobre los niveles antes de aplicárselo a Jesús.

b) El Cantar de los Cantares.


Hay un libro que ha dado mucho que hablar y que es muy difícil saber por qué está en la Biblia, por
qué se dice de él Palabra de Dios, y es El Cantar de los Cantares que es un poema de amor, nada más.
Una de las cosas interesantes que tiene es que Dios no aparece ninguna vez. No se trata de que sea
un poco erótico y no sea tan legible hoy en día, y que está a punto de ser censurado, si no por las
autorizados eclesiásticas, por las civiles, pero en fin, de todos modos, el problema fundamental es que
aparece dentro de la Biblia un libro que aparentemente no se refiere para nada a Dios. Es un libro que
canta simplemente el amor entre un hombre y una mujer. Por lo tanto estamos frente a un problema.
En la introducción que trae la Biblia de Jerusalén al libro El Cantar de los Cantares, se dice lo
siguiente: "Este libro que no habla de Dios, y que usa un lenguaje de amor apasionado, (todavía es prudente
la introducción) ha resultado chocante. No hay libro del Antiguo Testamento que haya recibido
interpretaciones más diversas" tratando de averiguar por qué está ahí, por qué le han atribuido el ser
Palabra de Dios a algo tan humano, que tiene una gran belleza, etc., pero que Dios ni siquiera está
mencionado.

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La Biblia de Jerusalén dice una cosa que es obvia: que en general las interpretaciones se distinguen (a
pesar de que son infinitas) en dos categorías. Unas lo toman en su sentido alegórico y otras lo toman en su
sentido real.
En el sentido alegórico, ese amor entre el hombre y la mujer que aparece en El Cantar de los
Cantares sería una figura poética del amor que existe entre Yahvé e Israel (como aparece muy claro en
Oseas, en el que Israel es la esposa y Dios el esposo).
Se podría explicar entonces que El Cantar de los Cantares se refiriera a Yahvé como imagen del
hombre que ama a su esposa y en la imagen de la esposa estaría Israel.
En cambio -dice la Biblia de Jerusalén- las interpretaciones más modernas toman el cantar en su
sentido natural porque, en general, cuando hay una alegoría en la Biblia, siempre hay una indicación de que
lo es.
Pero nunca aparece una alegoría sola y que se mantiene por sí misma. Por ejemplo la parábola del
sembrador, donde hay una serie de alusiones, Jesús la explica y la aplica: el sembrador es Fulano, cuando
siembra en las piedras significa esto, etc., etc.
Después, las alegorías, como van a provocar la atención sobre ciertas cosas, suelen ser descarnadas,
es decir, no realistas. Por ejemplo, en la alegoría del sembrador quedaría mal que Jesús hablara del sudor
del sembrador y de todas las cosas que le pasaron esa mañana porque sería interrumpir la alegoría.
En cambio El Cantar de los Cantares es precisamente eso: realista en todos los detalles, y si fuera una
alegoría sería una cosa mucho más esquemática, mucho más descarnada, menos realista de lo que es un
canto de amor verdaderamente entre el hombre y la mujer.
Las interpretaciones modernas tienen en cuenta esto, saben un poco más sobre los géneros literarios
que se usaban en la antigüedad y deducen que El Cantar de los Cantares está puesto en la Biblia en su
sentido natural, es decir: el amor entre un hombre y una mujer.
Entonces, añade la Biblia de Jerusalén, para justificar el que esté este canto en la Biblia: “su tema
sería religioso ya que Dios ha bendecido el matrimonio”. Esta razón no vale absolutamente nada. En primer
lugar, porque no están casados y en segundo lugar porque Dios bendijo toda la creación. Si eso bastara
para hacer una cosa religiosa, cualquier cosa humana lo sería. De manera que no tenemos aquí una razón
especial para que entre en la Biblia.
El problema queda, y hasta cierto punto tenemos que explicarnos por qué está en la Biblia.
Lo que nos interesa es el segundo nivel: por qué se lo llama Palabra de Dios.
Conocemos el primer nivel, es un poema de amor simplemente, como podrían ser las rimas de
Bécquer o cualquier otra cosa. Lo que es difícil es ver el segundo nivel: ¿por qué se lo llama "palabra de
Dios" si no habla de Dios?
Estamos acostumbrados a pensar que la Biblia es "palabra de Dios" porque habla de Dios, o sea que
la meta-comunicación generalmente la daría Dios al decir: miren, esto es palabra mía, y la palabra de Dios
se supone que tiene que ser sobre Dios, pero, la única posibilidad para esta meta-comunicación que hace
de El Cantar de los Cantares un libro inspirado por Dios y colocado en la Biblia, es que ciertamente es una
cosa tan profunda y ricamente humana que Dios tiene que inspirarla.
Es decir, la comunicación sobre la comunicación es que lo que ha ido a formar parte de la Biblia es lo
que ha enriquecido al hombre, porque, el hombre nunca ha tenido otra comunicación para saber qué
cosas poner en la Biblia o no. La introducción de la Biblia de Jerusalén supone en primer lugar que están en
ella cosas sobre Dios, pero hay infinitas cosas sobre Dios que no están en la Biblia; entonces es no es
criterio, y ésta no trata sobre Dios y está.
Lo único que puede haber sido criterio para poner El Cantar de los Cantares en la Biblia es que es
profundamente verdadero y profundamente humano, y que si es profundamente verdadero y
profundamente humano tiene que venir de Dios, tiene que venir de la verdad absoluta y de la bondad
absoluta que es Dios.
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c) Las señales de los tiempos.
Fíjense la importancia de esto para el tercer ejemplo, porque Jesús tiene el mismo problema, quieren
averiguar sus relaciones con Dios para pedir una meta-comunicación sobre la comunicación de Jesús.
Lo que Jesús dice y lo que Jesús hace: ¿vendrá de Dios o no vendrá de Dios?
¿Entonces, qué es lo que piden los fariseos como meta-comunicación? Una señal del cielo que haga
de Jesús un representante divino y por lo tanto haya que oírlo y respetarlo.
Pero Jesús dice: ¿Cuál es la única meta-comunicación de que yo hablo de Dios? Las señales de los
tiempos.
Si ustedes ven que un mudo habla, Dios gana porque está de parte de los valores humanos, o sea que
llega al segundo nivel aquel que está de acuerdo con los mismos valores que yo tengo y que los supone en
Dios.
Si Dios quiere humanizar al hombre y lo que yo digo es humanizador, debe ser tenido por Palabra de
Dios sin preguntarle a Dios. Así se llega al segundo nivel en el Evangelio.
Fíjense que aquí tenemos exactamente lo mismo que en la segunda profecía de Jeremías sobre la
profecía de Jananías. Tenemos un dicho de Jesús sobre cómo distinguir los criterios que usan sobre Dios los
fariseos y Él mismo.
Y la respuesta es que el cielo no habla sobre Jesús, la señal de que Jesús es Palabra de Dios tienen
que buscarlo en la identidad con sus propios valores, con los valores que Jesús está mostrando. Si creen
que esos valores son absolutos, que también Dios los tiene que tener, pues entonces crean que Jesús está
hablando en nombre de Dios,
Aquí tenemos la diferencia de niveles lógicos: Jesús ha hablado pero todavía queda un nivel lógico
superior para decir: bueno, ha hablado, pero, ¿es palabra de Dios o no?
Poco importa que Jesús haya hablado sobre Dios o no, lo importante es saber si es o no "palabra de
Dios". Y eso se sabe porque las personas se dan cuenta de que una cosa enriquece tanto al hombre
(suponiendo que Dios es el valor humanizador por excelencia) que tiene que venir de Dios.
A través de los concilios vamos a ver más claramente si la frase Jesús es Dios hay que entenderla
como Fido es perro, es decir, sujeto y predicado en el mismo nivel, o se trata de una frase que sube de
nivel, en donde Dios es precisamente el criterio para oír a Jesús, para tener fe en Él.
¿O sea que la frase Jesús es Dios, alude a que Jesús tiene poderes divinos? ¿O alude al criterio que
hay que reconocer en lo que hace Jesús como hombre? ¿Sería distinto entonces Jesús es Hombre y Jesús es
Dios? ¿Estarían en un mismo nivel? ¿O Jesús es Dios sería un nivel lógico superior a Jesús es Hombre, o
sea, una meta-comunicación sobre Jesús hombre?
Si están en el mismo nivel hombre y Dios, tienen que mezclar sus características, Jesús tiene que
tener una mezcla de características divinas y humanas, (por lo mismo no se admitiría El Cantar de los
Cantares, como palabra de Dios, sino como una cosa puramente humana. Si están a distinto nivel, una cosa
puede ser declarada Palabra de Dios por los valores que representa, que se suponen los valores que Dios
tiene en sí mismo)
Esto sería una declaración sobre lo que es Jesús hombre desde un nivel más alto.
Este es el primer problema, lo único que hemos hecho es plantearlo, todavía no lo resolvemos. Es
importante tener presente los ejemplos que dimos para eso.

¿Qué término ilumina al otro?


El segundo problema era saber cuál de los dos términos nos servía para iluminar al otro. Existe la
posibilidad de que conozcamos los dos, o uno más que otro, entonces, el otro, mediante la igualdad, nos
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informa sobre lo que nos falta conocer (sujeto = predicado).
En el caso de Jesús es Dios creemos conocer los dos términos: conocemos a Jesús, sabemos lo que es
Dios, entonces es muy importante saber cuál es el que influye más para que conozcamos al otro.
Vamos a ver otra frase: Dios es amor (Primera Carta de San Juan). La teología conoce los dos
términos. El amor lo conoce por la experiencia común que los hombres tienen de distintas maneras de
amar, etc., y a Dios lo conoce a través de la filosofía, a través de la Biblia, etc.
¿Entonces, qué pasa? ¿Cómo se ha entendido esta frase? El elemento fundamental, que ha
iluminado el otro, en lugar de ser el amor que ha iluminado a Dios, es Dios que ha iluminado al amor,
Entonces, la teología ha sacado de esta frase qué tipo de amor nos puede tener Dios. No cómo es
Dios a través de la experiencia de amor que nosotros los hombres tenemos, sino cómo es el amor que Dios
nos tiene, el único amor que es compatible con la naturaleza de Dios.
Por ejemplo, "Dios es un ser infinito, perfecto y por lo tanto feliz en sí mismo, sin necesidad de otra
creatura alguna", por lo tanto, una de las cosas que en el amor son más claras, la dependencia que tenemos
del ser amado en cuanto a la felicidad, Dios no la puede tener, porque es feliz en sí mismo sin necesidad de
nadie y nadie puede hacer que sea menos feliz de lo que es.
Se nos ha enseñado eso en el catecismo durante siglos. Por lo tanto, la misma pérdida definitiva y
eterna de los seres humanos no le quita un átomo de felicidad a Dios.
Ustedes dicen: ¿Pero, y eso es amor? ¿Entonces, qué pasa? Pasa que se cree saber el orden opuesto
al que en San Juan es muy claro: "El que no ama no conoce a Dios". Es decir, el amor tiene que ser el que
ilumina lo que es Dios. Pero en general, la teología ha hecho el camino contrario.
Dios nunca se pone en peligro de sufrir. Dios no sufre nunca con su amor y es propio del amor
precisamente el hacer común el dolor, de la persona amada pasa al que la ama, y en Dios no. Dios no se
arriesga nunca, (se supone en la teología) porque siendo infinitamente feliz y perfecto nadie le puede
quitar esa perfección, es inaccesible, es inmutable, etc.
Entonces, con eso yo supongo que el amor que Dios siente por mí no puede cambiar, sea cualquiera
mi respuesta a su amor. O sea, si yo respondo al amor con odio, Dios no cambia y se queda completamente
indiferente.
Hasta hubo una condenación teológica de algunos que decían que el pecado no era ofender a Dios,
sino que era un desarreglo del hombre, un desorden del hombre porque a Dios no se lo puede ofender, de
acuerdo con esto.
Ofender es causar dolor a otra persona, si yo no le causo dolor no la ofendo, simplemente la otra
persona se queda igual. Entonces se dice: bueno, no hay ofensa a Dios porque Dios es inmutable e
inaccesible, perfectamente feliz, luego el pecado lo único que causa es la destrucción de la persona que lo
hace, pero en Dios no destruye nada.
Esa exageración se condenó teológicamente pero no la causa, que es creer que ya se sabe lo que
significa Dios. Es muy importante tener en cuenta esto cuando nos encontramos con la frase Jesús es Dios.
Es decir: ¿cuál es el término que ilumina al otro?
Y precisamente aquí, entonces, es donde tenemos que tomar en cuenta como comienzo del planteo
en la época en que se piensa esta frase y qué significa, y es importante ver los dos orígenes de ese
contenido que hay en el tiempo en que esto se discute.

Dos fuentes de conocimiento de Dios.


Existían como dos tendencias bastante convergentes de pensamiento con respecto a Dios, a lo que
Dios era, antes de Jesús y eso va a influir después para decidir a dónde va la balanza, si va para el lado que
Jesús ilumina a Dios, o si Dios ilumina a Jesús. Es decir, si lo que yo sé sobre Dios me va a decir algo sobre
cómo era Jesús aunque la apariencia de Jesús fuera otra.
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Yo sé que Dios está en el cielo, Jesús nunca dijo: "Yo estoy en el cielo", pero, si yo sé que Dios está en
el cielo y aplico eso a Jesús le impongo los conocimientos que yo tengo ya sobre Dios y voy a decir: "Jesús
mientras estuvo en la tierra siempre estuvo en el cielo. Y cuando estaba en la cruz estaba en el cielo".
Entonces, lógicamente, muchas cosas de la historia de Jesús cambian porque Él nunca se presentó
así. La figura de Jesús cambia, y de una manera irreverente yo podría decir que hacía teatro, porque estaba
en la plenitud del cielo cuando parecía sufrir.
Es muy importante entonces ver hasta qué punto pudo el predicado influir en el sujeto o el sujeto en
el predicado que es uno de los problemas más importantes que hay con respecto a la frase Jesús es Dios.
Es importante tener conocimiento aunque sea vago y general, de las dos fuentes del conocimiento
de Dios en la época en que se discute esto, que es en el Imperio Romano.
Una de las fuentes es la filosofía griega, que se había desarrollado mucho en Grecia con Platón y
Aristóteles y había llegado a una concepción considerada sumamente pura y elevada de Dios, muy distinta
de los dioses paganos: Júpiter, etc., que eran hombres apenas, con pasiones más grandes que las de los
hombres, etc.
La segunda fuente era el pensamiento hebreo sobre Dios en la Biblia. O sea que había como dos
corrientes, que podrían tener sus diferencias pero que también podían tener su convergencia para que las
personas que oyeran esa frase supusieran ya conocido el término Dios.

a) La filosofía griega
En la filosofía griega tenemos una idea de Dios como el ser infinito, que tiene el ser sin límites de
ninguna especie. Como se suponía que cuando uno cambia es porque le falta algo, se suponía que Dios no
podía moverse o cambiar, porque aquel que lo tiene todo no se mueve, no va a buscar nada, no hace nada,
etc., de tal manera que se llamaba a Dios en la filosofía de Aristóteles "el motor inmóvil". Motor en el
sentido de que había hecho la creación, pero inmóvil porque se suponía que Él no cambiaba para nada, o
sea, se sacaba esa comparación de lo que se observa: uno cambia para obtener una cosa, Dios tiene todo,
por lo tanto no cambia. Se le llamaba motor en el sentido de que se le suponía el origen de los demás seres,
que les daba vida, existencia y todas las cualidades, pero sin que Él cambiara lo más mínimo, inmóvil en su
perfección absoluta.
Junto con esa perfección absoluta estaba la felicidad absoluta también, el que tiene todo el ser, el
que tiene todo, es feliz, porque la infelicidad viene de no poseer cosas que nosotros quisiéramos tener y
que no podemos. Por lo tonto, feliz en sí mismo, y como es inmóvil, incapaz de ser cambiado por las
creaturas ni afectado por ellas, inaccesible e inmutable, ninguna creatura puede causarle ninguna molestia,
ni llegar hasta Él.
En esa concepción tan pura de Dios, uno sospecha que hay también algo muy humano, es decir, algo
que el hombre saca de su propia experiencia: el hombre no puede vivir feliz si tiene que estar sufriendo la
infelicidad de los demás.
Por lo tanto, esta filosofía trata de decir: Dios es el hombre más rico del mundo separado por un
muro que le impide ver toda la infelicidad que puedan tener o sufrir todas sus creaturas, por lo tanto es
feliz solo, su amor consiste en que le ha dado el ser a las creaturas, pero Él se ha quedado con todo el ser
igual. Él no se da a sí mismo, nunca se pone a merced de lo que las creaturas hacen o dejan de hacer.
Eso que parece una cosa tan extraña, es la filosofía que nosotros estudiábamos: teníamos que
aprender todas esas tesis de que Dios es inmutable, de que Dios es infinito, de que Dios es feliz en sí
mismo. En Santo Tomás ustedes pueden encontrar que Dios no tiene relación real con sus creaturas, que
las creaturas se relacionan con Él pero que Dios está separado porque es simple e independiente, cosa que
por otra parte no se compagina con la piedad de Santo Tomás que era un hombre que concebía a Dios
personalmente de otro modo, pero cuando tenía que escribir cómo era Dios, echaba mano de una filosofía
en donde aparecía por ejemplo la inmutabilidad de Dios. Si es inmutable, ¿Dios se encarnó? ¿O la palabra
encarnación no significa nada? Significa que Dios adopta la existencia humana, pero eso cambia a Dios,
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porque si no, no pasó nada, no hubo encarnación, Dios quedó exactamente el mismo que era antes...
Hay toda una mezcla aún en el cristianismo de hoy, de esa filosofía que no es una cosa tan extraña.
No digo que esté en lo cierto ni que esa sea la idea que debemos tener de Dios, digo que influyó porque
una de las tendencias era precisamente llevar a Jesús todo lo que se creía ser el conocimiento de Dios,
obtenido por la filosofía.

b) El Antiguo Testamento.
Es interesante que en el Antiguo Testamento hay etapas, sobre todo las dos primeras que duran
hasta el exilio y cubren unos 500 años (de los 1000 en que está escrita la Biblia). Durante esos primeros 500
años, Yahvé, el Dios de Israel aparece de una manera muy diferente a la de la filosofía griega, como un Dios
compasivo, un Dios que se compromete con su pueblo, un Dios que precisamente sufre muchísimo de la
dureza de cabeza de ese pueblo, tanto que le dice a Moisés: "Yo no voy a ir (durante la travesía del desierto
desde Egipto) de Egipto a la tierra prometida con ustedes". Y cuando Moisés le pregunta por qué no va a ir
le dice: "Porque ustedes son un pueblo de cabezas tan duras que yo sé que me voy a enojar y los voy a
destruir", es decir, es un Dios en cierto sentido muy humano, no se parece a ese Dios de la filosofía griega.
Pero alrededor del año 500, a la vuelta del destierro, encontramos que el Dios Yahvé, sin dejar de ser
ese Dios bueno y misericordioso etc., del que habla la Biblia, aparece también siendo un Dios con ciertos
caracteres propios o parecidos a los de la cultura griega. Dios es el Dios trascendente. Está por encima de
todo lo que le ocurre al hombre.
Por ejemplo, el libro de Job: Dios parece no sufrir con lo que sufre Job. Satanás pide probarlo y Dios
le da permiso, para ver cómo reacciona Job. Es decir: Dios ya es alguien que desde su misterio (no se sabe
cómo gobierna Dios el universo) no aparece en su providencia, como el Dios misericordioso y fiel que
aparecía antes. Se supone que lo sigue siendo, pero la gente no entiende cómo lo es.
Entonces Job en su respuesta dice: "Realmente yo hablé sobre cosas que me sobrepasaban, sin
ninguna duda que Tú eres misericordioso y fiel, pero no sé cómo, y como quise meterme en cosas que me
superaban completamente, dije disparates. Por lo tonto, te pido que me perdones”.
Dios lo perdona pero queda en una especie de misterio ese Dios bueno y misericordioso, es más bien
el Dios misterioso que está por encima del hombre y que lo único que hace es probarlo mediante la ley, lo
que aparece precisamente en el libro de la Sabiduría y en los últimos libros influidos también por la filosofía
griega. Dios le ofrece al hombre una posibilidad de felicidad si cumple la ley, en una vida eterna, pero Él
como que queda fuera del partido,
En el momento en que se presenta la frase Jesús es Dios tenemos entonces dos tendencias que son
difíciles de compaginar con lo que Jesús nos muestra.
Durante la Edad Media, en el concilio Lateranense IV, en 1200, se dice: "Entre el Creador y la creatura
no puede haber cualquier similitud (no puedo haber similitud ninguna)... que haya que notar una disimilitud
aún mayor". Es decir, que todos los conceptos que yo saco de la creatura, cuando se los aplico a Dios, la
desemejanza es mucho mayor que la semejanza,
Entonces, si yo digo: "Dios es bueno", es decir, pongo una igualdad, en realidad la desigualdad es
todavía más grande porque lo que yo entiendo por bondad, lo saco de las creaturas, de lo que yo veo, de mi
padre, mi madre, o en mi amigo, y como entre el Creador y la creatura siempre hay más disimilitud que
similitud prácticamente no puedo decir: Dios es bueno, porque Dios es más no bueno que bueno. No se
trata de que Dios sea malo, sino de que las palabras no sirven, porque están sacadas del mundo de las
creaturas que es el único que yo conozco y todo lo que se saca de los creaturas tiene más disimilitud que
similitud con Dios.
Así como si yo dijera: yo soy un elefante, claro está que yo tengo cierta similitud con un elefante
porque al final de cuentas tiene dos ojos, una boca, una nariz, etc., hay una similitud, pero tengo más
disimilitud. Entonces, si yo digo: yo soy un elefante, digo una cosa falsa. Entonces no puedo decir: Dios es
bueno.
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Hasta tal punto llega esto que la Iglesia tiene que intervenir para condenar un error. "Dios es
existente", existente yo también lo saco de las creaturas, un perro, una piedra, una cosa. Resultó entonces
que a alguien se le ocurrió decir: Ah, entonces Dios es no existente. ¿Por qué? Porque Dios tiene más
disimilitud con una cosa que existe que con una que no existe. Entonces la Iglesia tuvo que condenar, en un
concilio posterior, al que sacó esa conclusión que era la consecuencia lógica.
Fíjense hasta qué punto influye la filosofía griega en suponer que ya se sabe lo que es Dios. Hay toda
una filosofía llamado negativa que es la que se supone que se aplica mejor a Dios. De Dios se pueden decir
cosas negativamente, por ejemplo: Dios no es un hombre, Dios no es limitado, Dios no es accesible, Dios no
es... Sabemos más lo que Dios no es que lo que Dios es, porque si decimos Dios es, todo lo que vamos a
poner después lo sacamos de nuestra experiencia.
Y por otro lado en la Biblia encontramos a un Dios que es muy distinto de Jesús en muchos casos, un
Dios terrible, un Dios vengativo.
Un novelista, Stendahl, francés, dice: "Yo siempre tengo miedo de ofender a ese ser terrible que es
Dios. Veo en la Biblia que ese ser todopoderoso es despiadado en sus venganzas" (y está en la Biblia. Dios
venga los pecados de los hombres hasta la cuarta generación).
O sea, si se toma la Biblia como un todo y no se ve cómo se fue poco a poco elaborando el concepto
de Dios, resulta que tenemos en la Biblia un Dios que no es compatible con el Dios de Jesús.
Y es interesante lo que dice en este punto con mucho acierto, aunque no saca la consecuencia, Hans
Küng: "Toda la predicación y el comportamiento de Jesús no son otra cosa que una interpretación de Dios,
(Jesús muestra lo que es para Él Dios en su manera de actuar). Todo aquel que se adhería a Jesús con
decidida confianza tenía que constatar a la vez una transformación inesperada, y liberadora de lo que hasta
entonces se entendía por Dios".
Es decir: Jesús presentaba a un Dios distinto del que los mismos judíos creían saber por la revelación
bíblica, de ahí que no lo reconocieran inmediatamente. Ellos tenían una idea de Dios y Jesús no llenaba esa
idea, porque Jesús representa a Dios de una manera todavía más pura, más original, etc.
Entonces, el problema es que se cree tener ya una idea, ya sea por la filosofía, ya sea por la Biblia, de
lo que es Dios y esa idea va a influir para tratar de pensar cómo es Jesús, en lugar de Jesús influir para que
nosotros comprendamos lo que es Dios.
¿Cuál es el término que influyó más en el otro? ¿Y, cuál es el que debió influir? Sobre eso vamos a ver
qué dicen los concilios.

Resumen
Vamos a tratar de ver la respuesta que dieron los concilios fundamentales sobre la divinidad de Jesús
al problema lingüístico que estamos viendo.

1) ¿Un nivel o dos niveles?


Es importante saber si cuando ponemos una al lado de la otra la frase Jesús es hombre, y la frase
Jesús es Dios, estamos en el mismo nivel o estamos en un nivel diferente. Vamos a hacer una pequeña
sugerencia sobre lo que puede ser una solución,
Si digo: "Pedro es hombre" y "Pedro es uruguayo", mezclo las condiciones de hombre con las de
uruguayo, esas condiciones se suman, es decir, tiene condiciones de hombre nacido en tal territorio. Estoy
en el mismo nivel.
Si yo sumo hombre y Dios me da una cosa, que no es ni hombre ni Dios, es una especie de semidiós
que no es hombre porque conoce el futuro, sabe lo que lo va a suceder después de la muerte, y una
cantidad de cosas que no son propias de un hombre.
Si no es así, si estamos en otro plano, ¿qué podemos sugerir con ese plano?
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Ustedes recuerdan precisamente un caso en que se usa esa frase en el evangelio de San Juan, cuando
Santo Tomás reconoce a Jesús resucitado porque pone los dedos en sus llagas y entonces dice: Señor mío y
Dios mío. ¿Qué podría estar indicando? Vamos a suponer que no es tanto que Jesús sabe todo, o que tiene
cualquiera de esas características que nosotros atribuíamos a Dios, sino que está diciendo que es un
hombre con una importancia absoluta para él. Como cuando digo Fido es una persona humana y quiero
indicar que le doy una importancia enorme, que tengo relación con él de amistad, que no es un animal
cualquiera para mí.
Aquí Dios mío, sería indicar un valor absoluto que yo le doy a ese ser humano. Si ustedes quieren, la
confianza absoluta que yo tengo en ese hombre, de que en Él voy a encontrar todo lo que necesito, que en
Él voy a encontrar todo la verdad, que Él nunca me va a fallar. ¿Ven? Esa es una meta-comunicación, no
está en el mismo plano.
Yo no digo: Ah, yo creía que era un hombre y ahora resulta que tiene tales y cuales condicionas, sino
que "Tú constituyes para mí el valor absoluto, tus valoras son mis valores para siempre, yo tengo confianza
en que esos valores son los máximos que puede tener el hombre, que corresponden a la realidad de todo el
universo, por lo tanto tengo confianza absoluta en que esos valores que representas son los más altos, los
más elevados, los que dominan la realidad total".
En este sentido va un poco la sugerencia que estamos haciendo. ¿Si estamos en otro nivel, qué
puede significar decirle Dios a alguien? Si estamos en el mismo nivel vamos a tener que ver cómo se
mezclan las propiedades de un hombre y un uruguayo, pero si estamos en otro nivel, vamos a ver que ésa
es una forma que tenemos de anunciar otro nivel, que nos referimos a otra cosa, que no es a las cualidades
o poderes de esa persona, o sea es un sobre-lenguaje, hay contenida allí una meta-comunicación.
Eso en primer lugar, es decir, tenemos que saber si Jesús es Dios está en el mismo nivel que Jesús es
Hombre y de no estar, significaría entonces la importancia total, absoluta de los valores de Jesús impuestos
a la realidad total. Eso es lo que significa decir Dios de Jesús, sin quitarle ninguna de sus propiedades de
hombre.

2) ¿Qué término ilumina al otro?


El segundo problema era saber en la frase Jesús es Dios (sujeto-predicado), cuál era de los dos el
concepto conocido, el que hace conocer al otro. Y en el caso de ser los dos hasta cierto punto conocidos,
cuál es el que determina la información, es decir, en dónde está lo que yo aprendo.
Siempre que hay una afirmación es porque se sabe algo más, pero como no siempre es el predicado
el que añade conocimiento, a veces es al revés, yo voy a ver cuál de los dos términos es el conocido.
La respuesta tal vez más corriente, es que el término conocido es Dios, es decir, la categoría
conocida, y yo de Jesús tengo una información pero no sé todavía en qué categoría ponerla. Tengo una
cierta información como cuando yo conozco un objeto pero no sé exactamente si debo ponerlo en la
categoría objeto de plástico o de otra cosa, entonces, al objeto lo conozco un poco, pero la categoría me da
mayor información sobre el sujeto,
Los fariseos precisamente hacían eso, lo conocían a Jesús perfectamente, pero se preguntaban: ¿qué
relaciones tiene este señor con la categoría Dios? ¿Está actuando porque Dios lo manda? y más adelante
podríamos decir más aún: no solamente si Dios lo manda sino si Él mismo entra dentro de la categoría Dios.
¿Él es uno de los dioses que existen? ¿O es el Dios que existe?
De lo contrario, tendríamos que decir al revés, que Jesús es lo que yo más conozco sobre Dios, que es
gracias a Él que yo sé lo que es Dios. Esa sería la sugerencia que vamos a hacer.
Generalmente, yo conozco las categorías porque conozco muchos ejemplares de la misma especie.
Por ejemplo, si yo digo: "Fido es perro", puede ser que la persona a que le digo esto no sepa qué es Fido,
pero esta categoría perro es relativamente fácil de conocer porque hay muchos perros, yo ya conozco un
bulldog, un foxterrier, un ovejero alemán, cualquier cantidad de perros, y sé lo que es un perro, entonces
cuando me dicen FIDO y me dicen que es un perro, yo le añado a mis conocimientos de este Fido los que
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vienen de la categoría perro.
La dificultad en nuestro caso es que tanto la filosofía griega como lo revelación bíblica que son las
fuentes para entender que podía significar la palabra Dios, no admiten más que un sólo Dios. Entonces, o
yo lo conozco o me equivoco, no conozco nada, conozco una cosa que yo creo que es Dios pero no es.
La filosofía griega ya había suprimido de la categoría Dios a personajes como Júpiter, Mercurio, etc.,
que podían ser conocidos pero que no eran Dios. Dios había uno sólo.
¿Entonces, cómo conocer a ese uno solo? Es muy difícil porque no tengo otros ejemplares.
Lo que ocurre, como ya hemos visto, es que a Dios se lo piensa en general con una categoría sí,
abstracta y universal, pero de hecho en base a un solo Dios, o un solo ser que me viene de la filosofía o de
la revelación bíblica con ciertas características.
Es importante que en la Biblia este conocimiento de Dios no se puede tener independientemente de
los valores que uno practica, lo cual ya es interesante y es precisamente la sugerencia que damos para
resolver esto.
El hombre que dice conocer a Dios pero que actúa de una manera contraria a lo que es Dios, en la
Biblia dice: No conoce a Dios. Por ejemplo en la primera carta de San Juan: El que no ama no conoce a
Dios. Es decir, hay una forma de actuar que supone que no se sabe cuál es la realidad suprema. Para la
Biblia no es un asunto de describir en abstracto qué es Dios, sino que ciertas conductas, lo defensa de
ciertos valores nos hacen afirmar: El que ama conoce a Dios, aunque no haya hecho mucho ejercicio
mental para saber qué significa la categoría. Es a partir de una realidad concreta, de una persona que ama,
de ese valor que practica como un valor absoluto, como yo sé cómo concibe a Dios.
Es uniéndonos a la forma de actuar de Jesús como conocemos a Dios y no al revés. No tenemos ya
conocida la categoría Dios que sirve para todos los casos con cualquier manera de actuar, y después les
decimos: Jesús es Dios o no es Dios según le encontremos poderes divinos. No, depende de los valores.
Dice un teólogo (Botterweck) en el libro "Conocer a Dios": En los escritos de los profetas anteriores
al exilio así como en ciertas partes de la literatura sapiencial el conocimiento de Dios significa una forma
religioso-moral de conducta del hombre (No es solamente una cuestión mental, es decir, llenar este
concepto mentalmente, tener en la cabeza lo que es Dios, pero después actuar de cualquier manera) con
relación a Yahvé.
Conocer a Dios significa renunciar al pecado y a la adoración de los ídolos. Volver a Yahvé y
buscarle, depender de él y temerlo. Significa practicar el amor, la justicia y el derecho. Quien conoce a
Dios camina en sus sendas. Conocer a Dios es piedad activa.
Un teólogo argentino, Míguez Bonino, dice a propósito de esta frase: Está bien, pero no es bastante.
La manera de hablar de Botterweck refleja aun la fórmula de "ambas cosas" (es decir, lo uno y lo otro,
como si fueran dos cosas distintas, pero una cosa lleva a la otra, conocer a Dios y también amar al prójimo y
practicar la justicia, son dos cosas muy relacionadas); es la manera de hablar cuando no sabemos cómo
integrar cosas que son una sola en la biblia. (En la Biblia no se trata de dos cosas sino que se habla de que
eso es conocer a Dios)
Por ejemplo, el profeta Jeremías, dirigiéndose al rey Yoyaquím que es hijo del rey Josías, le muestra
las diferentes conductas que tuvieron el rey Josías y él mismo.
Míguez Bonino continúa diciendo: Y entonces, después de haber dicho el profeta Jeremías: juzgo la
causa del pobre y del necesitado, entonces, en una sorprendente expresión, pregunta el profeta: ¿no es
esto (es decir, esta manera de conducirse, de juzgar al pobre) conocerme? No dice: ésta es la condición
para conocerme sino "Esto es conocerme", el que hace esto conoce a Yahvé, porque está en la misma
dirección que Yahvé y Yahvé es mucho más que un ser, es una dirección para nosotros, es el valor, lo
absoluto al cual nosotros seguimos si vamos por una senda, o no seguimos si vamos por otra, si
practicamos otros valores.
Entonces dice: Los exégetas sorprendidos comentan con frecuencia que esas acciones son la

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consecuencia o signo de conocer a Dios, pero en realidad para el profeta Jeremías son conocer a Dios.
El texto nos confronta simplemente con la pregunta cruda: ¿No es esto conocerme? O sea que la
categoría no se hace con pensamientos abstractos, diciendo: bueno, el que tenga tales características será
Dios, eso lo sabe tanto el impío como el bueno... Dios es una categoría única hecha en base a tomar ciertos
valores como absolutos y pensar que gracias a Dios esos son los valoras que dominan toda la realidad del
universo. Es poner los valores que uno practica en pequeño, en dirección a alguien que los practica
universalmente.
Es por la vía de los valores y no por la de decir: "Bueno, esta persona será infinita en su conocer, o
tendrá un ojo que ve como rayos X a través de tal cosa", como se forma la categoría.
Entonces la fe en Dios en el tiempo de Jesús la tienen los que están de acuerdo con los valores de
Jesús y no los que se preguntan: ¿Jesús, es Dios? y dicen: Sí, Jesús es Dios porque representa el saber
absoluto, porque tiene poderes divinos, porque ha hecho una señal del cielo que no la puede hacer nadie si
no es Dios etc. O sea, cuando preguntamos: ¿cuál es el concepto que le da luz al otro? Aunque la respuesta
corriente sea: "Dios es el concepto que ilumina a Jesús", la forma familiar en la Biblia es la contraria: Es la fe
de Jesús, los valores que Jesús practica los que llenan el concepto de Dios: Dios es ese valor absoluto
llevado a toda la realidad.
Esta sería una sugerencia nada más para el planteo de los dos niveles lógicos y para el planteo de
cuál es el término que ayuda a conocer al otro.
La sugerencia sería cambiar esto y decir: yo conozco a Dios precisamente, no porque conozco la
historia de Jesús, sino porque esa historia es mi fe, porque yo estoy de acuerdo con esos valores y los
absolutizo y en esa absolutización voy a encontrar a Dios.
¿Cómo podemos saber una cosa con seguridad? Precisamente ahí está lo opuesto: con nuestros
valores hacemos siempre una apuesta por o contra Dios, de ahí que el Concilio dice que muchas veces tiene
más razón un ateo que apuesta a valores reales que Dios tiene, que un cristiano que dice yo creo en Dios y
sin embargo está practicando cosas que son antivalores desde el punto de vista cristiano.
Es decir que el atinar o no con Dios no es un asunto intelectual sino es un asunto de apostar a los
valores más humanos.
Estamos planteando el problema y no se dejen llevar todavía por las sugerencias que yo hago de por
dónde podía ir la respuesta que parece hasta cierto punto más probable, pero, ¿por dónde va bien? Lo
vamos a ver cuando veamos que dicen los concilios sobre Jesús.
¿Entonces Dios es abstracto? ¿Es un conjunto de valores?
Todo término en una frase es abstracto, el asunto es cómo lleno yo el concepto de Dios. ¿Qué
contenido tenía en la mente Tomás cuando dijo: Señor mío y Dios mío? ¿Se refería a que Jesús era el
creador del universo? No lo puedo saber con certidumbre pero me imagino que más bien, se refería a
aquello que era el valor radical, absoluto de la persona y por lo tanto le merecía toda esa actitud de
veneración, sin que interviniera allí el creer que Él supiera qué pasaría en el futuro.
La palabra siempre es abstracta, pero cuando se afina, se supone que la persona sabe llenarla, pero,
como hay distintas maneras de hacerlo, por eso es que hay distintos planos. En el mismo plano yo tengo
que llenarla con características que sean propias de la naturaleza del sujeto, en el segundo plano yo puedo
llenarla con características que no son propias de la naturaleza del sujeto porque no me refiero a su
naturaleza sino a su valor. Eso es lo que estamos viendo con respecto a la frase JESÚS £5 DIOS. Si Dios es un
concepto vacío, si yo no tengo otro modo de llenarlo, lógicamente es Jesús el que va a llenar el concepto
este.
Durante siglos, hasta los concilios de Éfeso y de Calcedonia, los cristianos tuvieron que pensar,
porque tenían una dificultad enorme con el lenguaje en decir, Jesús es Dios, ellos no se tragaban tan fácil
esa frase. Nosotros estamos un poco acostumbrados a comulgar con ruedas de molino, nos tragamos la
frase y no nos parece nada extraño, y cuando vamos a ver qué puede significar, entonces nos agarramos la
cabeza, porque es una frase difícil que no es como las comunes que usamos generalmente.
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LOS TRES CONCILIOS
Nicea (325) Primer concilio ecuménico.
Éfeso (431) Tercer Concilio ecuménico (El segundo fue el de Constantinopla)
Calcedonia (451) Cuarto concilio ecuménico.

Concilio de Nicea.
Vamos a empezar por Nicea. Verbo de Dios = Jesús.
Siempre estas cosas van unidas aunque todavía el concilio de Nicea no dice cómo se unen pero es
una solo realidad: Jesucristo hijo de Dios, Verbo de Dios.
En este concilio se habla sobre todo de lo que podríamos llamar la naturaleza divina del Verbo de
Dios, es decir, cómo es la naturaleza divina del Verbo de Dios y por lo tanto los atributos o predicados que
le corresponden.
Se habla también de lo que podríamos llamar la historia humana de Jesús. No se emplea la palabra
historia, pero se narran hechos históricos sin sacar ningún tipo de atributo ni ninguna relación especial con
Dios.
El Concilio de Nicea. Ustedes dirán: ¿y eso qué es? El Credo largo de la Misa salió de Nicea, de modo
que repasándolo vamos a encontrar los elementos que aquí hemos visto.
Recuerden que después de decir: Creemos en un solo Dios padre todopoderoso creador de todo lo
visible y lo invisible dice: Creemos en un solo Señor Jesucristo, hijo único de Dios, el Concilio de Nicea,
emplea más la palabra Hijo de Dios que Verbo; es lo mismo, es la segundo persona de la Trinidad. Entre
Jesucristo e Hijo de Dios hay una coma, es decir, es una misma cosa.
Nacido del Padre antes de todos los siglos aquí está lo que precisamente es el objeto del concilio que
fue la naturaleza divina del Verbo de Dios.
Los arrianos decían que no era Dios en el mismo sentido que el Padre, el Padre sí era verdadero Dios.
Dios Hijo o el Verbo de Dios, era un Dios secundario, un Dios a medio camino entre el Creador y la
creatura, un Dios creado, Dios hasta cierto punto, no en el sentido pleno de la palabra porque había
sido creado, había comenzado a existir, entonces, se trataba de determinar la naturaleza divina del
Verbo de Dios en este concilio, o sea asegurar que es tan Dios como el Padre.
Nacido del Padre, y dice después engendrado no creado. Nacido del Padre, el Hijo tiene la misma
naturaleza que el Padre, no se trata de que tenga una naturaleza humana disminuida por ser hijo. Un
hijo corriente de cualquier familia es de la misma naturaleza que el padre, por eso el "nacimiento"
sustituye a la palabra "creación".
Si alguien es creado, siempre va a haber una diferencio fundamental con el creador, en cambio si es
engendrado por el padre, si es nacido del padre, es de la misma naturaleza.
Lo que se quería mostrar a los arrianos era que no tenían razón cuando decían que el Verbo de Dios
era un Dios solamente de segundo orden, sino que tenía la misma naturaleza divina que el Padre.
Antes de todos los siglos es decir, eterno, naturaleza divina eterna, no tiene tiempo, etc.
Dios de Dios: Dios salido de Dios, que viene de Dios.
Luz de luz: y aquí precisamente usa los términos que el evangelio de San Juan aplica al Verbo de Dios. Él
era la luz que iluminaba todo hombre, la luz venida a este mundo, etc.
Es decir, así como una luz que sale de otra luz no es inferior, ni de otra naturaleza, es lo mismo, son
todas imágenes para indicar que el Verbo de Dios tiene la misma naturaleza divina que el Padre.

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Dios verdadero de Dios verdadero, fíjense, naturaleza divina verdadera, no un Dios de segundo orden
que se lo dice Dios por misericordia.
Engendrado no creado, siempre el mismo tema.
De la misma naturaleza que el Padre, todas estas cosas que leemos determinan la naturaleza divina del
Verbo o indirectamente se refieren a Jesús porque a ese Verbo se le ha llamado Jesucristo, pero
como no sabemos exactamente aún qué relación tienen entre sí, sabemos que se lo llama de la
misma manera pero nada más, entonces, le atribuimos todo esto que es propio del verbo de Dios.
Por quien todo fue hecho, los atributos, por ejemplo, aquí contamos como atributo la creación.
Que por nosotros los hombres y aquí viene también la actuación divina en la tierra y aquí de alguna
manera empieza a hablar ya del Verbo pero en cuanto Jesús.
Y por nuestra salvación bajó del cielo, entre los atributos está la creación y vamos a poner la
encarnación. La encarnación es propia de Dios, no es Jesús el que se encarna sino Dios.
Y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la virgen, esto se une con la historia humana de
Jesús.
Y se hizo hombre y de aquí para adelante ya sigue hablando de Jesús.
Y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato, es decir, toda la parte histórica de
Jesús, pero ésta no es la parte fundamental que el concilio quiere definir contra los arrianos, la parte
fundamental es la naturaleza divina plena del Verbo de Dios. Ahora, que hay una unión entre el
Verbo de Dios y Jesús es evidente, Jesús, el Hijo o Verbo de Dios, del cual se dicen esas cosas.
Padeció y fue sepultado, resucitó al tercer día según las escrituras, subió al cielo y está sentado a la
diestra del Padre y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos y cuyo reino no tendrá
fin. Eso es lo que se dice de la historia humana de Jesús.
Lo que nos interesa señalar en el Credo de Nicea es en primer lugar que el Verbo, esa segunda
persona de la Santísima Trinidad, el hijo de Dios como dice más exactamente el concilio de Nicea, tiene
plena naturaleza divina, es Dios, diríamos. O sea, Dios verdadero y no una creatura, no un Dios de segundo
orden, no un Dios creado como decían los arrianos y por lo tanto inferior a Yahvé.
Entre los atributos, entonces, está el ser creador y el haberse encarnado.
El concilio de Nicea es la negación de una primara tendencia en que Jesús no estaba bien
identificado. Esto tiene relación con la frase Jesús es Dios. ¿En qué sentido? En que esta frase, según los
arrianos debe comprenderse como que Jesús es Dios de segundo orden, que no es eterno como el Padre,
que no tiene la misma naturaleza que el Padre, etc.
Por lo tanto, aunque no se trata exactamente de la fórmula Jesús es Dios tiene una cosa muy
importante y es que Dios es el predicado de la frase y hay que entenderlo propiamente como un Dios de
primer orden, que es verdaderamente Dios.
Este es el primer concilio que hasta cierto punto nos ayuda en la comprensión de la frase.

2º Concilio: Éfeso.
Vamos a pasar al segundo concilio que es interesante, porque entra ya en la parte del lenguaje, en el
problema de la frase. ¿Se puede construir cierta frase o no? Se entra en el problema de cómo hablar de
Jesús y de cómo hay que hablar de Dios después de Jesús.
El Concilio de Éfeso por supuesto, actualmente es figura muy respetada, pero como en todos los
concilios se mezclaba la política y una cantidad de cosas.
El concilio de Nicea por ejemplo, fue convocado por el emperador Constantino que declaró al
cristianismo religión del imperio. A Constantino le interesaba el arrianismo, le parecía que era mejor que el
cristianismo ortodoxo como religión del imperio, entonces pensaba que los obispos se declaraban por el
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arrianismo, lo cierto es que por primera vez los obispos eran considerados como funcionarios del imperio,
porque el cristianismo era la religión oficial, entonces sustituían a los antiguos sacerdotes de los ídolos por
los obispos que iban al Concilio. Tenemos todavía las listas de los carros con alimentos que seguían a los
obispos, como símbolo de su nuevo status de funcionarios imperiales. Es que el emperador tenía mucho
interés en que se consideraran funcionarios del imperio y que tuvieran en consideración los intereses del
imperio y se decidieran por el arrianismo, que veía a Jesús como un Dios de segundo orden, que intervenía
en los asuntos de la tierra.
El emperador quedaba así libre de que en nombre del Dios verdadero se le exigieran cosas, se le
exigían en nombre de un Dios creado y él podía siempre referirse a que el bien del imperio estaba
ordenado por ese Dios más alto.
Es interesante ver qué fue lo que dijo el Concilio de Éfeso con respecto a Jesús.
En primer lugar aparece también Verbo de Dios y Jesús y entre ellos un término que todavía no está
suficientemente explicado, pero que es importante: Persona. (No es exactamente lo que llamaríamos
persona, pero es sujeto de la frase). Jesús es el sujeto de la frase Jesús es Dios.
La unión entre el Verbo de Dios y Jesús es la unión de una persona que gramaticalmente actúa como
sujeto de frase.
Entonces, en el concilio de Éfeso se vuelve a hablar de la naturaleza divina de Jesús y que esa
naturaleza tiene atributos divinos, como yo hemos visto en el concilio de Nicea.
Lo importante es que la historia humana de Jesús ahora toma un lugar central en el concilio. Rasgos
de la historia humana de Jesús no son solamente atestiguados sino que se indica qué relación tienen con
los atributos de Dios, es decir, con las cosas que se dicen de Dios.
Esto es lo central del concilio de Éfeso: qué relación tienen con los atributos divinos las cosas que
ocurrieron en la historia humana de Jesús.
Vamos a leer dos de los decretos, los más importantes, aunque está el decreto que vamos a dejar
para lo último que afirma que María es Madre de Dios. Pero lo que tiene más importancia es lo siguiente:
Si alguien divide en dos personas las expresiones, es decir el lenguaje que se refiere a la naturaleza
divina y el lenguaje que se refiere a la historia humana pueden ser divididos de tal manera que el sujeto de
uno de los lenguajes sea Dios, y el sujeto del otro Jesús, de tal manera que se diga que el que nació en
Belén fue Jesús, no el Verbo de Dios (el Verbo de Dios nació del Padre en la eternidad pero no nació en la
historia) que se contienen en los escritos apostólicos y evangélicos (o sea todo el Nuevo Testamento) ya
sea las que los santos dicen de Cristo (por ejemplo Santo Tomás: Señor mío y Dios mío) ya sea las que Él
dice de sí mismo (en el evangelio de Juan: "Yo soy" o sea una alusión a que es Yahvé) y las entiende, unas
como debiendo ser comprendidas específicamente del hombre, con exclusión del Verbo de Dios, es decir,
el que nació en Belén fue el hombre Jesús y no el Verbo de Dios, y otras como dignas solo (fíjense que
alude a cosas propias de la divinidad) de Dios eso que tendemos nosotros muchas veces a hacer, sea
anatema (por las dudas que no lo sepan, están todos anatematizados si han hecho alguna vez eso...).
Es interesante ver que no se puede dividir el lenguaje en personas porque no hay más que una
persona, ése es el problema. Todo el lenguaje tiene que tener en cuenta que ya se hable de la naturaleza
divina, ya se hable de la historia humana, convergen los dos lenguajes porque tienen un solo sujeto. Los
atributos, lo que se dice del Verbo de Dios con naturaleza divina y lo que se dice de Jesús con la historia
humana, convergen en un solo sujeto, porque no hay más que un solo sujeto que es Jesús el Verbo de Dios.
Y un párrafo más adelante se pone un ejemplo de esto, que es interesante porque no va de arriba
para abajo, sino que va de abajo para arriba, porque lo que se dice de Jesús atañe a Dios y no tanto lo que
se dice de Dios atañe a Jesús.
Si alguien no confiesa que el Verbo de Dios padeció en la carne, ¿de dónde le viene este atributo?
¿De su naturaleza divina? Le viene de la historia de Jesús, el Verbo de Dios padeció cuando Jesús padeció.
¿Por qué? Porque es una misma persona, por lo tanto el sujeto de padecer es Jesús Verbo de Dios.

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Y si alguien no confiesa que el Verbo de Dios gustó la muerte, es decir Dios murió, padeció,
experimentó la muerte; de la historia humana de Jesús sale este atributo que es propio del Verbo de Dios,
Sea anatema, también.
Y otra de las cosas de la historia de Jesús es que nació y tuvo madre. No se puede decir que sea
madre de su naturaleza humana porque los madres no son madres de naturalezas, son madres de
personas. Y como no hay más que una persona, la madre de Jesús es la madre del Verbo de Dios, la madre
de Dios por lo tanto.
En el concilio de Éfeso se saca como consecuencia de todo lo que acabemos de ver que en el lenguaje
hay que atenerse a lo fundamental que es: la persona única es Jesús Verbo de Dios. Y que eso hace que
tanto lo que sea de naturaleza divina (que no se sabe qué es) de la que no pone ningún ejemplo, como la
que viene de la historia humana de Jesús, confluye en atributos que han de decirse de Dios.
Por lo tanto el lenguaje es así: lo que se dice de Jesús, lo que hemos visto en la historia de Jesús, llena
el concepto de lo que es Dios, de tal manera que Dios sufre, Dios ama en el sentido humano en el que amó
Jesús. Dios sufre, Dios muere... Es decir, el concepto de Dios, cuando decimos Jesús es Dios, es llenado por
lo que Jesús vivió en su experiencia de hombre.
Vamos a sacar brevemente algunas consideraciones del concilio de Éfeso.
En primer lugar, con los atributos que se acumulan de la historia humana de Jesús y de la naturaleza
divina del Verbo, se forman una sola cosa en el lenguaje, es lo que se llama (y es muy importante en la
teología cristiana) comunicación de lenguajes.
Hasta entonces el lenguaje referido a Dios y el lenguaje referido al hombre nunca coincidían, aquí
hay lo que se llama comunicación entre dos niveles, entre dos planos de ser distintos, es decir, que tanto la
historia de Jesús como sus atributos divinos forman un solo lenguaje, con un solo sujeto que se puede
poner Verbo de Dios o Jesús que es exactamente igual.
Hay dos lenguajes que de pronto se hacen uno, se comunican entre sí y lo que anatematiza el
concilio es precisamente dividir los dos lenguajes y atribuirle uno a un sujeto y otro a otro.
La razón que faltaba en Nicea, es lo que aquí aparece, aunque no directamente se dice: no hay dos
personas. Luego, hay un solo sujeto.
Esta comunicación de lenguajes es muy importante porque va contra otro tipo de herejes que se
llamaban los adopcionistas, es decir, contra aquellos herejes que pensaban que Dios se había encarnado
tomando a un hombre y entrando en él, así como el demonio entra, posee a uno persona, un poseso, un
endemoniado, así Dios había entrado en un hombre ya completo.
Esos herejes lógicamente dividían el lenguaje porque no había allí una persona sino que había dos: el
adoptado y el que adoptaba. Dios era la persona divina que adoptaba, y el hombre ese ser completo que
había sido adoptado paro que Dios se manifestara en él.
El Concilio de Éfeso va contra esa herejía afirmando que no hay tal cosa, sino que Dios se hizo
hombre verdaderamente, que hay una sola persona. Y quien dice una sola persona tiene que usar un
lenguaje correspondiente y por lo tanto hay que decir que Dios se cansa, que Dios nace en Belén, que Dios
tiene madre, que Dios es crucificado, que Dios padece, que Dios muere, etc.

Concilio de Calcedonia.
Vamos a ver ahora brevemente el tercer concilio que es el de Calcedonia, unos veinte años después
del de Éfeso. Es el cuarto concilio ecuménico.
En Nicea el punto estaba en la naturaleza divina de Jesús, en Éfeso en la comunicación de lenguajes,
la unidad de la persona, de modo que se puede decir, como dice Pablo: "Jesús por quien existen todas las
cosas", fíjense, Jesús creador, el Verbo es creador, pero el Verbo es Jesús, ¿ven? Un ejemplo que saca el
concilio y que es una expresión de San Pablo en la Primera Carta a los Corintios.
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En el tercer concilio encontramos también: Jesús Verbo de Dios, o sea, no existe más que una
persona y que es divina, y que es al mismo tiempo Verbo de Dios y Jesús, Dios encarnado.
Lo que es importante es que esa persona tiene dos naturalezas, lo que no aparecía explícito en los
concilios anteriores.

Una persona, dos naturalezas: divina y humana.


Y aquí viene la expresión que ustedes conocen: el Verbo de Dios, Jesús, tiene una persona, dos
naturalezas. Eso es lo que se dijo en el concilio de Calcedonia.
Pero la naturaleza divina en los otros concilios y también en éste, tiene lo que podríamos llamar
atributos, es decir, lo que se dice de Dios por su naturaleza divina. La naturaleza humana tiene historia. Ya
hemos visto que los atributos que pertenecen a la naturaleza divina y los que vienen de la historia humana
de Jesús, forman un solo lenguaje.
Pero vamos a ver que uno puede decir: pero lo naturaleza divina, ¿cómo la conozco yo? Porque ésa
es un poco la pregunta: Jesús tiene dos naturalezas, una divina y una humana. La naturaleza humana la
conozco por la historia, es decir, actuó como hombre, vivió como hombre, como dice el Concilio Vaticano II.
La lógica del concilio de Calcedonia es que son esos mismos atributos los que nos permiten conocer
la naturaleza divina y no al revés. ¿Es decir, cómo es Dios? Lo sabemos siguiendo esta historia de la
naturaleza humana de Jesús. No es que nosotros tengamos dos caminos para conocer la naturaleza divina:
uno, conociéndola directamente y otro conociéndola a través de Jesús. No, no tenemos más que uno: a
través de Jesús conocemos lo que es Dios.
Entonces este concilio agrega a lo que dice Éfeso que La historia humana de Jesús se vuelve el
lenguaje sobre Dios, todas las cosas que hizo Jesús, son atributos de Dios.
Alguien puede pensar que para conocer la naturaleza divina tenemos dos caminos, o sea: el
conocimiento a través de la filosofía o de la revelación de la naturaleza divina misma, es través de la
historia de Jesús. Pero aquí viene el problema: ante cualquier contradicción que puedo haber, (por ejemplo
si llegamos con la filosofía a la consideración de que Dios es impasible, y tenemos que decir por la historia
de Jesús que Dios padeció), ¿quién gana en el lenguaje? La que viene de la historia de Jesús (es decir: Dios
padeció).
Por lo tanto es falso que existan dos caminos, él único que funciona es el que va por la historia de
Jesús hacia la naturaleza divina.
Conocemos cómo es la naturaleza divina porque hasta quiso padecer por nosotros, fíjense, contra
todos las filosofías o imágenes del Antiguo Testamento que se iban aproximando pero eran imperfectas, yo
conozco la naturaleza divina por cómo actuó Jesús en la historia.
Creo que es importante leer lo principal de las declaraciones del Concilio de Calcedonia para luego
sacar más claramente las consecuencias.
El Concilio de Calcedonia tiene sobre Jesús-Dios una fórmula que es una sola frase que llena toda una
página, esas frases largas que les gustaban a los antiguos. De modo que vamos a tomar una parte, que es la
fundamental, y aun a esa parte vamos a tener que ponerle paréntesis para que quede bien claro qué es lo
que se dice.
...confesamos (es una manera de hablar también, como creemos) a uno y al mismo Cristo Hijo Señor
Unigénito (se refiere a Jesús de Nazaret, confesamos a Uno que es todo eso: el Verbo de Dios y Jesús al
mismo tiempo) al que hay que reconocer en dos naturalezas (como ustedes pueden ver, la primera parte
afirma las dos naturalezas y dice cosas importantes) sin confusión (o sea sin mezcla) sin división (a pesar de
todo, no están divididas porque hay una sola persona) sin mutación (siempre es el mismo, no es que en
unos momentos tenga naturaleza humana y que en otros tenga naturaleza divina) ni separación. (Y
entonces pone un paréntesis después de todo esto) (sin quitar nunca la diferencia de naturalezas, es decir,
siempre hay que admitir que las dos naturalezas son diferentes y no es lo mismo decir que Jesús es hombre
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que decir que Jesús es Dios, a causa de la unión, a causa de que estén unidas en Jesús no por eso las
naturalezas son lo mismo. Sino salvando más bien la propiedad de cada una de las dos naturalezas que
concurren de esta manera a formar una sola persona o sujeto). La palabra sujeto en griego también puede
significar sustancia, pero es evidente que aquí significa sujeto en el sentido de persona.
Y entonces, aquí termina el paréntesis. No partido y dividido en dos personas sino uno y el mismo
Hijo Unigénito Verbo de Dios Nuestro Señor Jesucristo. O sea, vuelve a cómo empezó. Tenemos aquí, lo
central.
En otro momento (es importante también porque de ahí viene la fórmula muy conocida) ha dicho,
que ese Jesús, esa única persona, es perfecto Dios y perfecto hombre.
Perfecto hombre no significa que sea "hombre perfecto" sino que se acomoda perfectamente a lo
que significa el concepto hombre, hombre en todo el sentido de la palabra, así como Dios en todo el
sentido de la palabra. O sea que también en la fórmula interviene esta expresión que se ha hecho muy
corriente en la teología, en el catecismo, etc., "Jesús es perfecto hombre, y perfecto Dios".
En cuanto al contenido de la fórmula, entonces, es muy interesante que lo que decía el Concilio de
Éfeso de que hay que atribuirle a Dios las cosas que se dicen de Jesús, aquí se explican aludiendo a una sola
persona o sujeto,
O sea, primero es una persona o sujeto, es decir, alguien que dice Yo a todo lo que es de Dios y a
todo lo que es del hombre indiferentemente: Yo soy Dios, y yo sufrí y padecí, etc. El yo es el mismo para
todo lo que Jesús dice de sí mismo. El yo es lo propio de la persona, por lo tanto es lo que dirige todo el
lenguaje sobre Jesús, la unidad de la persona. Todo el lenguaje sobro Jesús tiene que estar dominado por
esa unidad de la persona o del sujeto del lenguaje que es siempre el mismo y esa persona es una persona
divina. Esa persona es Dios, es el Verbo de Dios, el que se llamó en la tierra Jesús, pero que existía antes en
el cielo, junto a Dios, como dice el prólogo de San Juan: El que desde la eternidad era el Verbo.

La naturaleza humana.
Ahora vamos a ver en particular lo que toca a la naturaleza humana. Es importante que nosotros la
percibimos a través de la experiencia visible que tenemos de la historia de Jesús, es decir, la conocemos por
experiencia. Esa naturaleza humana de Jesús procede de la experiencia histórica, en cambio la naturaleza
divina no la vemos nunca en una experiencia histórica.
La naturaleza humana de Jesús la percibimos a través de la historia: lo que Él habla, lo que dice, lo
que hace, todo eso lo conocemos.
Es la única naturaleza que conocemos. ¿Por qué? Porque sabemos como dice el Concilio de
Calcedonia que las dos naturalezas no se mezclan, entonces lo que vemos es sólo la humanidad de Jesús.
Es importante la definición del concilio de Calcedonia: nunca se mezclan las naturalezas. (Podemos
entonces suponer que la trasfiguración fue una cosa que sucedió después de la resurrección y que fue
contada antes).
Entonces, la única experiencia que podemos tener de Jesús es siempre a través de su historia. Nunca
apareció Dios mezclado allí deshaciendo la historia y haciéndola una mezcla de cosas divinas y humanas,
sino que tenemos aquí un perfecto hombre en toda la vida histórica de Jesús de Nazaret.
Todo esto concuerda con el concepto de hombre que nosotros tenemos y no podemos decir que
nada en la vida histórica de Jesús sale de ese concepto. Esto es fundamental.

La naturaleza divina.
En cuanto a la naturaleza divina el concilio dejaría dos posibles aperturas, el conocimiento podría
llegar a la naturaleza divina de Jesús por dos lados o caminos de conocimiento.
Esos caminos serían: el previo, es decir, el que viene de antes (o abstracto) el de la filosofía o el que
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de la revelación bíblica, y el inferido de los atributos de Jesús.
En realidad, de acuerdo con el concilio, la naturaleza divina está abierta a nuestro conocimiento por
un sólo camino, es decir, por el segundo que indicamos.
Ya hemos visto en el concilio de Calcedonia que las dos naturalezas no están separadas, de tal
manera que yo puedo experimentar solo una, pero como no están separados sino que están unidas en la
misma persona, yo puedo inferir cómo es la otra a partir de la primera.
Si estuvieran separadas yo no podría saber nada de la primera, no podría inferir cómo es la segunda,
pero como están unidas, yo puedo inferir de la primera cómo es la segunda.
Ya hemos visto en el concilio de Éfeso que es muy importante que no podemos separar los atributos
que decimos de Jesús de los que son dignos o indignos de la divinidad, y que "el que divide en dos personas
o sujetos aquellas expresiones que se contienen en los escritos apostólicos sobre Jesús y las entiende, unas
como debiendo ser comprendidas específicamente del hombre y otras como dignas sólo de Dios, sea
anatema”. Las dos están unidas, por lo tanto no se pueden separar. No estar separadas significa que hay un
solo camino, porque si alguna que viene de arriba parece contradictoria con los atributos de Jesús, tiene
que predominar la que viene de la historia concreta de Jesús.
Por eso decía Hans Küng que aquellos que adherían a Jesús tenían que cambiar su idea de Dios,
porque la idea anterior de Dios no les bastaba para decir Jesús es Dios, yo que Jesús lea manifestaba un
Dios diferente al que ellos tenían antes en la cabeza.
Con eso tenemos que no podemos, en base a una ideo previa de la divinidad, decir: NO a un atributo
que se le podía atribuir a Dios a través de la historia de Jesús.
Por lo tanto hay un solo camino y no es de arriba para abajo sino de abajo para arriba: de Jesús hacia
la naturaleza divina. Es un camino de una sola mano, está flechado.
Este es el contenido principal del Concilio de Calcedonia, testigo de una Iglesia que ha estado
pensando durante tres siglos cómo hablar de Jesús como Dios y que ha llegado a esta fórmula que es difícil,
pero al mismo tiempo de una riqueza y de una novedad, de una creatividad extraordinaria, que si se
hubiera entendido bien y se hubiera seguido nos hubiera evitado todos los malentendidos que veíamos en
la parte histórica a propósito de la divinidad de Jesús que dejaba de lado su historia para hacernos una idea
de un Dios que despreciaba al mundo, que apreciaba al dolor en sí mismo, que planeaba por encima de los
conflictos de los hombres sin entrar en ellos, etc.

La palabra "naturaleza".
Con todo debemos hacer una crítica: el concilio utilizó los instrumentos de su época en que todas las
cosas se definían por su naturaleza fija, por su naturaleza estática.
La filosofía que prevaleció en Grecia era la que proveía de conceptos aún a los concilios. ¿Entonces,
qué ocurre con el concepto naturaleza? Que era un concepto de una cosa fija, quieta, inmóvil, que siempre
era la misma, idéntica a sí misma.
La filosofía está sobre todo sacada de las cosas, de las ciencias de la naturaleza y no tanto de las
personas. Se tardó mucho tiempo en llegar a una filosofía de la persona basada en lo que la persona es y
aún en la Edad Media se hablaba de una filosofía en gran parte de cosas. Temas como la libertad, como
algo fundamental al hombre, aparece bien explicado en filosofías muy recientes como el existencialismo,
etc.
¿Entonces, qué pasa? Que las cosas tienen una naturaleza siempre igual. Por ejemplo, la naturaleza
del agua es H2O y no hay vuelta de que seo H2½O o cosa así. La naturaleza de aquello que nosotros
llamamos agua es siempre idéntica, son los límites fuera de los cuales ya no tenemos agua, tenemos otra
cosa: agua pesada, agua oxigenada o cualquier cosa, pero no agua.
No obstante, si nosotros pensamos un poquito en el hombre que es un ser superior a las cosas, que

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en la misma escala de la filosofía griega está por encima de las cosas, vemos que ya no es simplemente una
naturaleza puramente estática y eso es lo más interesante.
El hombre en la medida en que es superior a las cosas, superior a los animales, modifica en gran
parte su naturaleza, el hombre es libre. ¿Qué significa eso? Que sigue siendo hombre a través de las
distintas orientaciones que le da a su naturaleza. Puede saber más en un punto, puede saber más en otro
punto, puede cultivar más ciertos valores, puede cultivar menos otros, siempre está dentro de su
naturaleza, pero ésta es mucho más fluida que la de las cosas.
La libertad lo lleva al hombre a desarrollar ciertos valores (valor = debe ser). El hombre dice: las cosas
deben ser así y va hacia eso y en cierto sentido modifica su naturaleza, sólo que la modifica hasta cierto
punto porque es limitada. Por ejemplo, yo en mi naturaleza no tengo alas, pero puedo modificar esa
situación de mi naturaleza tomando un jet. Mi naturaleza es el límite de lo que yo puedo, y dentro de ese
límite es que yo puedo decidir lo que quiero ser. Por lo tanto, la naturaleza ya no es un concepto fijo,
estático.
Hay ciertas características que el hombre no puede cambiar, pero dentro de ellas, puede decidir a
través de los valores, ser de una manera o de otra. Llevar a la realidad tales realizaciones o tales otras.
Actuar de una manera o de otra. El hombre tiene ya una enorme amplitud, de tal manera que yo
conociendo su naturaleza conozco muy poco sobre su historia.
(Aquí empieza algo que es fundamental para entender lo que vamos a decir sobre Calcedonia)
Conociendo lo que es el agua, yo conozco prácticamente ya todas las formas que puede tener,
conozco mucho, conozco todo. Conociendo la naturaleza de un ser animal yo conozco prácticamente las
cosas que puede o no hacer. Conociendo a un hombre yo conozco muy poco de él, tengo que preguntarle
por su historia o sea que, el hombre es naturaleza más historia, y en la medida en que el hombre es más
libre, es más hombre, es más historia y yo sé menos sobre él (a través de su naturaleza).
El hombre que se deja cosificar, que se deja llevar por la propaganda de televisión y va a comprar el
primer televisor que le dicen que es bueno, yo ya sé lo que va a comprar; pero el hombre que es más libre,
yo tengo que saber por su historia concreta qué televisor ha comprado y si ha comprado uno, y si es a color
o en blanco y negro.
A medida que el hombre es más hombre yo tengo que conocer más su historia porque está
determinado más por su historia que por su naturaleza. A medida que los seres aumentan en perfección, la
naturaleza es más flexible y para conocerla yo tengo que conocer más lo que quiso ser que lo que ya es por
necesidad.
¿Si nosotros llegamos a Dios, qué tenemos? Que Dios dispone con absoluta libertad de todo el ser. Es
decir que no tiene límites fijos, que su naturaleza hace lo que Él quiere.
Eso es lo que los griegos no concebían; le daban a Dios algo parecido a la naturaleza de una piedra,
era un "motor inmóvil", pero Dios es en cierto sentido una historia, es decir, lo que Él quiere ser. Dios es un
valor realizado. Su libertad es infinita y por lo tanto Dios es un valor impuesto a toda la realidad.
Nosotros podemos imponer un valor por nuestra historia a una parte de la realidad y otra parte se
nos escapa. En la medida en que somos más libres e imponemos más valores a las cosas, tenemos más
historia. En la medida en que somos menos libres tenemos más naturaleza, estamos más determinados por
ella. Dios que es infinitamente libre no está determinado por la naturaleza sino que al revés: determina su
naturaleza.
Entonces, lógicamente tenemos que conocerlo por su historia, por lo que Él ha querido ser.
Si no conocemos de Él nada más que su infinitud, nada más que Él dispone de toda la realidad, lo más
importante de Él no lo sabemos, porque no conocemos su historia.
La naturaleza de Dios se reduce al mínimo, es decir, sabemos que dispone de toda la realidad, que no
tiene límites para su querer.
A medida que queremos conocer a Dios la historia es más importante que la naturaleza.
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¿Qué tenemos para conocer a Dios? La historia de Jesús y una naturaleza concebida en abstracto.
Con la naturaleza sólo sabemos que Dios es infinito, pero con qué valores rige la historia lo sabemos a
través de cómo Dios quiso ser. Ahí es lo principal, donde importa la historia de Jesús de Nazaret.
Una historia en dimensión humana de lo que Dios quiso ser. Es decir, del valor que Dios le dio a su
propio ser y a toda la creación.
Esto es en cierto sentido lo que el concilio dice con la palabra naturaleza, divina y humana. En
realidad la naturaleza humana es naturaleza más historia, y la naturaleza divina es historia pura.
O sea, la palabra naturaleza con respecto a Dios es una palabra casi vacía, sólo sabemos que dispone
de todo el ser nada más. ¿Pero cómo? Tendríamos que conocer la libertad divina, qué es lo que Dios ha
querido libremente ser y eso lo podemos saber conociendo su historia.
Con saber la naturaleza de Artigas yo no conozco casi nada de Artigas, lo conozco porque me cuentan
su historia. Con saber que es un ser humano, me quedo en ayunas con respecto a su importancia y a los
valores que él impuso a la realidad, etc. Es decir lo conozco a través de su historia mucho más que de su
naturaleza. Y es un hombre.
En Dios, que domina todo, la naturaleza no me da sino un conocimiento mínimo, el conocimiento
verdadero y profundo tengo que sacarlo de la historia de lo que quiso ser, o sea a través de alguien que es
una persona con Dios aunque yo solo pueda ver su actividad humana.
Fíjense que la palabra naturaleza divina tiene su sentido porque son los valores de Jesús llevados a
lo infinito sin los límites de la naturaleza humana que Jesús tuvo. Si le quitamos esos límites, encontramos
la naturaleza divina, es decir, lo que Dios quiso ser. Conocemos la naturaleza de Dios en la manera de ser
hombre de Jesús.
Y la gente que estuvo de acuerdo con la manera de ser hombre de Jesús conoció a Dios. El que ama
conoce a Dios (San Juan). El que estuvo de acuerdo con ese amor que Jesús manifestó en su vida conoce a
Dios aunque no sepa que eso corresponde a un ser infinito.
Por eso les decía que el camino está flechado.
Entonces, la palabra naturaleza no significa lo mismo cuando se refiere al hombre que cuando se
refiere a Dios.

— Prioridad entre sujeto y predicado,


Vamos a tratar de responder al planteo que nos hacíamos sobre cuál es la prioridad entre sujeto o
predicado siempre con respecto a la frase Jesús es Dios, cuál es el término que ilumina al otro.
Tenemos la tendencia a decir: "conocemos a Jesús pero no sabemos si meterlo o no en la categoría
de Dios". Dios es el que ilumina a Jesús, entonces, y le añade conocimiento. Lo que hemos visto aquí es
exactamente lo contrario: Jesús es el que ilumina lo que Dios es. El concepto de Dios es un concepto
relativamente vacío que se llena con la historia de Jesús, con los valores que como hombre defendió, con lo
que Él nos mostró, sobre qué era una existencia humana lo más perfecta posible.
Esto es muy importante porque, además, se parece a todas las respuestas que da Dios en el Antiguo
Testamento cuando no quiere decir cuál es su naturaleza, cuál es su esencia, cuando dice: Yo soy, con lo
cual prácticamente dice: Yo soy como ustedes lo van a ver en la historia.
Por lo tanto podríamos decir que la prioridad la tiene el sujeto para saber cómo es el predicado.

— Diferencia de nivel.
Ya vimos que las dos naturalezas no se mezclaban; por lo tanto cuando digo: Jesús es Hombre y Jesús
es Dios no están en el mismo plano las dos frases.
Si están en un plano distinto y tenemos que llenar el predicado con el contenido del sujeto, si ese
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predicado no significa nada por sí mismo, el significado quedaría: Jesús es Jesús.
O sea, aunque llenemos el concepto de Dios con la historia de Jesús, DIOS tiene que añadirle algo, y
por lo tanto está en otro nivel de significación. Es una metacomunicación, es decir, una comunicación sobre
la comunicación Jesús es Hombre.
¿En qué sentido? En que Jesús manifiesta lo que son las posibilidades del hombre dentro de los
límites de una existencia humana. Entonces, al decir Jesús es Dios, estoy haciendo una metacomunicación,
estoy comunicando que lo que Jesús es como hombre es el valor absoluto que se realiza en toda la
realidad. Eso es Dios.
Dios no es lo mismo que decir hombre, o Dios no es lo mismo que decir Jesús, hay dos naturalezas
que permanecen distintas. Entonces, lo que yo digo de la naturaleza humana tengo que subirlo a otro plano
para inferir lo que es el valor absoluto y a ese valor absoluto yo apuesto toda mi existencia, en él pongo
toda mi fe.
O sea, la fe de Jesús, en mí, se convierte en mi fe en Jesús precisamente cuando paso de este nivel al
otro, de Jesús es perfecto hombre al nivel de Dios. Eso es mi fe religiosa en Jesús.

Quienes pueden aceptar la frase: Jesús es Dios.


De acuerdo con lo que hemos visto pueden aceptar esa frase fundamentalmente aquellos que tienen
confianza absoluta en los valores históricos que Jesús mostró, (de lo contrario ellos no van a decir lo mismo
que la frase quiere decir) porque ponen en ellos toda la apuesta de su vida y tienen confianza en que esos
valores dominan la realidad.
¿Quiénes son los que no podrían decir esa frase, de acuerdo con lo que los concilios le dan como
contenido?
1) En quienes primero pensamos es en los ateos, porque precisamente son por definición personas
que han llenado previamente el concepto Dios y después lo niegan diciendo: no existe.
¿Pero cómo han llenado ese concepto Dios? Hay muchos llamados dioses que no existen, Júpiter no
existe, Marte no existe. ¿Qué han puesto en el concepto Dios?
(Y aquí viene otra vez la respuesta que ya veíamos). Ponen lo que la filosofía les dice sobre Dios. Es
decir, una naturaleza independientemente de la vida histórica de Jesús. Ya hemos visto que eso no es lo
que significa la frase Jesús es Dios, no es que Jesús tenga esa naturaleza, no es que Jesús sea ese ser
absolutamente indiferente, por encima de todas las creaturas, satisfecho en sí mismo, inaccesible, etc. etc.,
o sea la fuente de filosofía o la fuente de lo que han entendido de la Biblia, independientemente de Jesús
por ejemplo. Es el Dios que se venga, que manda matar a todos los de los pueblos vecinos que no adoran a
Yahvé, etc.
Si han llenado el concepto de Dios con lo que se dio en la Biblia anteriormente y no han llegado al
concepto al que se llegó con la historia real de Jesús, puede ser que por obligación moral nieguen ese
concepto de Dios. Aunque no tengan por qué negar que Jesús es Dios, ya tienen este concepto falsificado
por lo que han puesto en él.
Y, en tercer lugar, muchas veces la gente no se fija en fuentes tan lejanas sino que se fija en los
valores que tienen aquellos que dicen Jesús es Dios. ¿Qué es lo que esas personas tienen como absoluto?
"Y si ven que los cristianos, en su actitud, (estoy repitiendo las palabras del Concilio Vaticano II en su
párrafo 19 de la Gaudium et Spes que trata sobre el ateísmo) ponen en sus vidas valores diferentes a los de
Jesús, o indiferencia en lugar del compromiso de Jesús, lógicamente ese Dios que ellos van a negar no es el
Dios que aparece aquí.
Por lo tanto es muy difícil saber de antemano qué está negando el ateo. Suponemos que todos los
ateos dirán: "Jesús es Dios es falso", pero es por una especie de malentendido que hay en la cultura. En
realidad aquellos que le han dado a Dios los valores que Jesús tiene y que le dan un valor absoluto a eso,
creen que eso tiene un valor sobre toda la realidad, aunque se expresen en otra forma están diciendo lo
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mismo que la frase Jesús es Dios. Aunque no admitan esta frase por el malentendido ya mencionado.
Alguno vez hemos hablado de Machovec, el filósofo comunista ateo de Checoslovaquia que era
profesor en la universidad durante la primavera de Praga, después fue destituido, y tiene ese libro Jesús
para ateos. Es interesante que en ese libro aparecen los valores de Jesús como los necesarios a una
sociedad socialista. Jesús es necesario para devolverle los valores de solidaridad, de amor, de sacrificio,
etc., que esa sociedad debería tener en lugar de tener miedo, oportunismo, violencia, etc.
Más aún, aparece aquella frase que tal vez ustedes recordarán cuando él dice: "Cuando Pedro, frente
al sepulcro vacío, creyó que Jesús era todavía el vencedor sobre la muerte por sus valores, fue uno de los
más importantes, sino el más importante momento de la historia de la humanidad".
Quien dice eso está diciendo que los valores de Jesús tienen un valor absoluto y se imponen a toda la
realidad. Ahora él cree deber decir que no cree en Dios, ¿por qué? Porque siendo marxista se considera que
debe ser ateo por el malentendido que existe, que supone que Dios es el Dios de la filosofía o el de la Biblia
anterior, o es el Dios sacado de lo que uno ve a través de las actitudes de los cristianos.
Por lo tanto, no es tanto el ateísmo el que cierra el camino a que se pueda decir Jesús es Dios en el
verdadero sentido de la palabra.
2) Yo creo que la imposibilidad de decir Jesús es Dios en el verdadero sentido de la palabra lo tienen
precisamente los que no creen en nada "positivo" en la vida, esos sí, los que no creen en ningún valor
fundamental. Por ejemplo, si hay alguien que dice como en el tango: "No esperes nunca una ayuda, ni una
mano, ni un favor..." lógicamente no espera que la realidad realice los valores de Jesús. Aunque para él ese
valor fundamental fuera el ayudar a otro, no cree que la realidad sea así.
Es el agnóstico, el que no se anima a afirmar una esperanza muy grande, el que piensa que la
realidad no da para tanto, que no sigue esos valores de Jesús y que se acomoda a "la realidad".
3) Y después, evidentemente, los que no tienen los valores de Jesús, los que han dicho esa frase
pero sin relación con los valores de Jesús, es decir, poniendo también en el concepto de Dios otra cosa que
no es lo que Jesús muestra. Y esos serían los cristianos, los que aceptan la fórmula y la repiten pero le dan a
Dios otro contenido diferente que el que según el concilio tiene que tener.
Por ejemplo, Hans Küng, que dice que "Dios estuvo por encima de todos los conflictos y las
alternativas de los hombres". Él también dice: Jesús es Dios, pero no es el mismo Dios de que yo hablo aquí.
Ustedes pueden creer en el de él o en el mío, pero son distintos, si existe uno, no existe otro.
Infinidad de gente admite la fórmula, pero según el contenido que le dan los concilios que hemos
estado viendo.
Y eso no se da solamente en personas muy instruidas, se da por ejemplo en formas de religión
llamadas cristianas, cuando una persona dice: ¿Cómo Dios permitió que muriera ese niño inocente? ¿Cómo
Dios permitió que aquel bandido sacara la lotería?
No están hablando del mismo Dios, el Dios de Jesús no permite que muera nadie, nos pide por favor
que le ayudemos a que no muera nadie, Dios no hace morir a ninguno ni hace sufrir a ninguno, ni mantiene
a nadie en la pobreza o en el sufrimiento, ése es el Dios que nos mostró Jesús, pero muchas veces,
personas que normalmente dicen Jesús es Dios y que todo el mundo tiene como cristianos, en realidad
están diciendo de Dios cosas que no pertenecen para nada al Dios de Jesús.
Vendrán de concepciones culturales, o vendrán de la filosofía, o del Antiguo Testamento, o de lo
conducta de los cristianos, no lo sé, pero no vienen de lo que Jesús puso en el concepto de Dios: su amor
por los que sufrían, su proyecto para que no sufran más, y su deseo de unir a todos los hombres para que
luchen igualmente con Él para que los pobres no sean pobres, para que los que lloran no lloren, etc., ése es
el Dios de que se habla aquí.
Fíjense que entonces, más que dirigirse esta frase contra el ateísmo, aunque lo parezca, se dirige
contra la idolatría, es decir, contra los falsos dioses que nosotros asimilamos con Jesús a través de la
palabra Dios.

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La palabra Dios nos sirve para poner una etiqueta muy ambigua...
¿Qué hay dentro de esa etiqueta? Deberíamos preguntar siempre y no bastarnos con que se diga la
fórmula y con que se tomen actitudes externas correspondientes a la fórmula como ir a la Iglesia, o recibir
sacramentos, etc.
Eso es lo que me parece importante sacar como consecuencia de lo que hemos visto, nada más que
como una pequeña consecuencia de tantas que tiene la frase.
Si nosotros hemos seguido todo el recorrido que los concilios nos hacen hacer sobre el lenguaje,
cuando encontramos la frase Jesús es Dios tenemos que preguntarnos siempre: la persona que lo está
diciendo ¿qué pone en el concepto Dios? ¿Pone la historia de Jesús? ¿La historia de Jesús vuelta realidad
universal, valor absoluto? ¿O pone otra cosa?
Por eso esa frase, Jesús no la puede decir antes de la resurrección: Yo soy Dios, porque precisamente
Él no entiende qué es lo que Dios quiere hacer, por eso muere diciendo: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me
has abandonado?
Dios no lo había abandonado y sólo cuando Jesús lo ve así, puede identificarse con Él, con el Dios que
conoce a través de la vida que ha llevado.
Jesús es perfecto hombre, vive como hombre, muere como hombre, no entendiendo lo que le
ocurre, no entendiendo su propia historia pero decidido a permanecer fiel a los valores por los cuales Él ha
vivido, ha luchado, y va a morir. Y eso llevado al absoluto es precisamente lo que lleva después a decir a los
cristianos como ya hemos dicho, por ese camino que hemos seguido: Jesús es Dios.

III NIVEL POÉTICO


En el Nuevo Testamento, Jesús aparece ya como Dios, sobre todo en los pasajes que son más
elaboradas poéticamente. Ya hemos indicado que esos dos pasajes son el prólogo del Evangelio de San Juan
sobre el Verbo de Dios y el himno que aparece en la Carta de Pablo a los Filipenses, en el cap. 2.
Yo quisiera mostrarles cómo el lenguaje poético que tal vez es mucho más simple, más fácil de
comprender, etc., sigue las líneas de ese lenguaje que quisieron establecer los concilios de Nicea, de Éfeso y
de Calcedonia.

Prólogo de San Juan


Ustedes recuerdan el prólogo de san Juan muy conocido que durante mucho tiempo formó parte de
la misa. Primer elemento que aparece allí: “el Verbo" que más adelante en el vers. 14 aparece como que se
"vuelve" carne.
El verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y ese mismo Verbo aparece desde el principio: en el
principio existía el Verbo y el Verbo estaba en (el) Dios y el Verbo era Dios, o sea que es importante que el
Verbo que se encarna es Jesús. No hay ninguna distinción nunca de ese Verbo y Jesús en el resto del
prólogo y del evangelio. El Verbo en el evangelio, más adelante se va a llamar Jesucristo; es el mismo
lenguaje que utilizan los concilios: Verbo de Dios.
El griego permite distinguir entre "El Dios" y "Dios". El Dios (con artículo) es el Padre, Yahvé, Dios sin
artículo es simplemente divinidad. Es decir lo que nosotros queremos decir cuando decimos Jesús es Dios.
Jesús tiene la divinidad, tiene plena naturaleza divina que es lo que dice el concilio de Calcedonia y
eso ya está en el primer versículo del prólogo. La divinidad del Verbo que luego en el prólogo se va a
identificar con Jesús de Nazaret.
1) Por lo tanto, primer elemento: el Verbo es Dios, como lo es El Dios, o sea el Padre. El Verbo estaba
junto al Dios (junto al Padre) y el Verbo era Dios.
2) En segundo lugar, hay una cosa que tampoco podemos ver en la traducción y que es muy
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importante, cuando leemos el prólogo sobre la naturaleza divina del Verbo, y es que el griego es un
lenguaje mucho más preciso que el castellano en muchas cosas, entonces, para el verbo "ser" usa una
palabra distinta cuando se trata del ser de Dios y cuando se trata del ser que comienza y acaba, como es el
ser de una creatura. Si tuviéramos que traducirlo en castellano diríamos que son dos verbos distintos: el
verbo ser en su sentido propio se dice de Dios, y un verbo similar de las creaturas es lo que nosotros
diríamos en castellano llegar a ser.
Dios es necesariamente, pertenece a su naturaleza el ser. En cambio, pertenece a la naturaleza de la
creatura el haber llegado a ser como el dejar de ser. Es un ser transitorio, es un ser que comienza, es un ser
contingente.
En griego son el verbo einai y el verbo gnenesai.
Y es notable entonces que la naturaleza divina del Verbo es tal que siempre aparece con el verbo ser.
En el principio existía el Verbo (en realidad dice: ERA el Verbo) y el Verbo estaba junto a Dios (ERA
junto a Dios), y el verbo ERA Dios, o sea que es tres veces el mismo verbo ser como corresponde a Dios.
Y más adelante también aparece lo mismo en otras muchas frases, por ejemplo en el vers. 2: El
Verbo ERA en el principio con Dios, en el vers. 4: cuando habla de que en el Verbo ERA la vida, la vida es
una cualidad propia de Dios; en el vers. 9 cuando dice: el Verbo ERA la luz verdadera; en el vers. 10
también ERA en el mundo. En griego siempre es el mismo verbo que tiene una relación directa con la
naturaleza divina.
En cambio, vemos que el prólogo cuando se refiere a las creaturas usa siempre el verbo llegar a ser.
Lo encontramos, por ejemplo, en el versículo 3º cuando dice: Todo se hizo por ella, la palabra "se hizo" no
está en el original: es el verbo llegar a ser. Todo lo que existe son creaturas, por lo tanto todo llegó a ser
por medio del Verbo.
En el vers. 3, en el 6 y en el 10: Todo lo que se hizo fue hecho por él, en realidad el griego dice: Todo
LLEGÓ A SER gracias a él.
¿Ven que a veces en la traducción castellana no se puede seguir la lógica estricta del griego?
Y después en el vers. 12: Les dio el poder de LLEGAR A SER hijos de Dios a los que creen en Él, a las
creaturas que creen en Él.
Y finalmente en el vers. 13: Sino que LLEGA A SER de Dios, o sea, nació de Dios, el nacer es llegar a
ser.
3) Ahora vamos a ver que la naturaleza humana de Jesús es creada, su humanidad es creada. Él nació
de la Virgen María, empezó a ser la naturaleza humana de Jesús con la Virgen María, pero ya hemos visto
que los atributos de Jesús entran en la naturaleza divina y entonces, de la persona divina que es el Verbo de
Dios, se dicen cosas que corresponden a la creatura, o sea al hombre Jesús.
Así tenemos en el célebre vers. 14: Y el Verbo se hizo carne (o mejor, según el griego, LLEGA A SER
carne). En realidad el Verbo es la misma persona o sujeto y precisamente un término que se usa para decir
creatura, pero en especial creatura humana.
Fíjense como el Verbo de Dios, o sea Dios, por primera vez es el sujeto de un verbo que se aplica
únicamente a la naturaleza de la creatura, y más aún, lo que llega a ser es una creatura humana, "carne". E
inmediatamente se explica eso: y habitó entre nosotros, como uno de nosotros.
También aquí los atributos que salen de la historia de Jesús entran en Dios y hay que decir entonces
del Verbo de Dios (porque es una persona o sujeto con Jesús) lo que se dice de Jesús. Así como se dice de
Jesús que tuvo madre, que padeció, y se dice llegó a ser, también debemos decirlo de Dios.
O sea, la naturaleza divina como que se coloca entre paréntesis para que a Dios le lleguen las cosas
que surgen de la historia humana de Jesús. Jesús llega a ser, comienza a ser, y eso hay que decirlo de Dios,
como vemos aquí.
Más aún, como para acentuar ese sorpresivo verbo llegar a ser, de entre todos los verbos que podía
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elegir San Juan en griego para decir "habitar", pone el más increíble para Dios, un verbo figurado que
significa "puso su carpa", como un nómade que pasa, que no está fijo en ningún lugar, que no tiene una
casa sólida y establecida sino que lleva su carpa a cuestas. Todas las creaturas somos nómades que
pasamos.
Él puso entre nuestras carpas la suya, como para acentuar hasta qué punto el Verbo de deja
penetrar por los atributos que surgen de la vida histórica de Jesús. Así como Jesús era un nómade, así
también hay que decirlo del Verbo.
Aparece siempre el mismo tipo de lenguaje que después de los concilios, con mucho trabajo, van a
describir lógicamente, y que ya en el lenguaje del prólogo aparecía poéticamente.
4) Pero hay más, en cuarto lugar, ¿cómo es que pasan los atributos históricos de Jesús a Dios?
¿Quién los hace pasar?
Son los hombres los que hacen pasar esos atributos del hombre Jesús al Verbo de Dios, porque
inmediatamente en el vers. 14 añade: Y nosotros (cambia de sujeto, ya no es el Verbo) vimos su gloria.
Gloria es como quien dice "divinidad manifiesta" es el atributo externo de la divinidad, aquello donde
se la reconoce: nosotros reconocimos su divinidad.
El Verbo se hizo carne, puso su carpa entre nosotros y nosotros reconocimos su divinidad. O sea,
que nosotros en la historia de Jesús hemos reconocido el Verbo de Dios. Es el acto de fe del hombre que
hace posible la frase Jesús es Dios, Jesús es el Verbo de Dios, Jesús es Dios como el Padre.
Pero lo que es interesante es por qué nosotros hemos podido reconocerlo. Nosotros vimos su gloria.
¿Qué es la gloria de Dios? Es importante que lo que Dios trae como gloria son poderes; ¿entonces, dónde
vimos su gloria? ¿En rayos o truenos o en milagros? Vimos su gloria a través de valores.
Gloria como la que pertenece al Hijo Único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Es decir, nosotros
hicimos el paso de la historia de Jesús a la divinidad porque vimos en Jesús a alguien lleno de gracia y de
verdad.
En el Antiguo Testamento, gracia y verdad es la definición de los valores que constituyen a Dios. Así
que Dios (que nunca quiere decir qué es Él, que nunca se define por su naturaleza, que les dice: Yo soy el
que soy, es decir: miren cómo actúo, vean a través de los valores que yo pongo en práctica qué soy) se
nombra, muchísimas veces en la Biblia como: el Dios lleno de amor y de fidelidad.
Gracia es lo mismo que amor, es decir gratuidad: no es un Dios que anda comerciando, es un Dios
que brinda su amor, que toma la iniciativa de amar, y que ama hasta el final.
Fidelidad significa fidelidad a lo que Él es. Él nunca deja de ser amor, ésa es su verdad.
Es decir, que a través de los valores que manifiesta la historia de Jesús, nosotros vimos su gloria,
identificamos su divinidad, y lo notable es que esto pasa antes de la resurrección, según el Evangelio de San
Juan.
Vamos a retroceder al Evangelio y vamos a encontrar que en el cap. 13 es donde aparece su gloria. Es
donde aparece la última cena, que tiene mucha importancia y que comienza precisamente cuando el
Verbo, después de haber bajado hasta la existencia humana vuelve a subir al Padre. Ese es el significado de
la despedida de Jesús. Jesús se despide de su vida terrena en la última cena.
Comienza el relato con una frase muy solemne que es postpascual en el sentido de que
evidentemente se comprendió después de Pascua la importancia de esa última cena, lo que corresponde a
lo que ellos vieron de Jesús. Postpascual no significa falso, sino comprendido más adelante.
Entonces, la introducción solemne del capítulo 13 es antes de la fiesta de Pascua: Sabiendo Jesús que
había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el
mundo, los amó hasta el final. Fíjense: amor y fidelidad, eso es amor hasta el final.
Y precisamente, según el Evangelio de Juan, la última cena es una especie como de pasión, pero
hablada. Como Jesús sabe que no va a poder explicarles después la pasión a los discípulos, se las simboliza y
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les habla sobre ello. (Los otros evangelios, más fieles a la historia simplemente hacen ver que Jesús cenó,
por última vez, y luego lo prenden y lo matan).
Y precisamente, después de haber dicho: Los amó hasta el fin, los amó hasta el extremo, hasta
donde más no se puede amar, continúa: durante la cena se levanta de la mesa, se quita el manto y les
lava los pies a los discípulos.
Fíjense que eso impresiona sobre todo después que ven lo que significa Jesús luego de las primeras
experiencias de la resurrección, y ven en esa actitud tan extraña de un amor que pasa todos los límites, el
amor del maestro que les lava los pies a sus discípulos, que está como el servidor, que está a su servicio. Al
terminar Jesús dice: Ahora ha sido glorificado el Hijo del Hombre (Vers. 31 del cap. 13).
Ha sido glorificado, tiene la gloria que le correspondo como Dios, que no está en truenos ni en
relámpagos sino precisamente en ser amante.
Y nosotros vimos su gloria como la que corresponde al Hijo del Padre lleno de gracia y de verdad.
¿Dónde la ven? En el lavatorio de los pies, que es como un símbolo de la muerte de Jesús. Es decir, aunque
lo comprendan más adelante, ellos ven en cosas que ocurrieron antes de la resurrección la gloria de Jesús,
su divinidad, en aquellas cosas que parecen más contrarias a lo que alguien diría "la gloria o la majestad de
Dios". La gloria de Dios está en lavar los pies a los que Él quiere, en esa actitud de entrega completa a los
que Él ama. Creo que esto es importante.
5) Y finalmente, en quinto lugar, en la última cena hay una frase que también nos ayuda a
comprender cómo vieron su gloria precisamente por lo que Jesús es dijo, o sea, que no hay nada más en la
naturaleza divina que lo que se puede inferir de Jesús, y hay que llenar el concepto de naturaleza divina
con lo que Jesús es y muestra en lo que hace.
¿Cómo sabemos eso? ¿Ustedes recuerdan aquella pretensión que tenía Felipe en el diálogo que
sigue a la última cena? Están desorientados, no saben de quién está hablando Jesús, entonces Felipe le
dice: "Bueno, nos muestras al Padre y te dejamos tranquilo", y entonces la respuesta de Jesús, que es
importante en la teología de San Juan: Felipe, quien me ve está viendo al Padre. Es decir, no podría ver
otra cosa en el Padre que lo que ve en Mí. Fíjense otra vez como lo que hemos visto con tanto trabajo en el
Concilio, ya está en la poesía del Nuevo Testamento.
No hay nada que ver en el Padre que no se vea ya en el Hijo Jesús, porque la gracia y el amor que
constituyen lo que el Padre es totalmente (Dios es amor) es lo que se ve en Jesús. Lo que se podrá ver
además de Jesús, son dimensiones más amplias, porque Jesús es un hombre, y muestra eso en dimensión
pequeña, pero todo lo que es el Padre está en lo que la historia de Jesús muestra.
Fíjense entonces cómo ya en el prólogo de Juan (que es uno de los pasajes más logrados, más
trabajados, en cuanto a la divinidad de Jesús) están los elementos que hemos visto, en el segundo nivel (en
el lingüístico) en un nivel poético, que nos lleva a las mismas conclusiones.

Carta a los Filipenses


El segundo texto que íbamos a analizar es el himno que aparece en la Carta a los Filipenses cap. 2.
Como es menos conocido vamos a leerlo. Comienza en prosa con la palabra Cristo, porque está escribiendo
y dice: Tened entre vosotros los mismos sentimientos que tuvo Cristo y a partir de esa palabra es que
parecería, según los exégetas, que Pablo recuerda un himno, porque lo que sigue está en un lenguaje
poético muy distinto del de la prosa que ha venido teniendo hasta aquí.
El cual, y aquí empieza el poema, o sea que el poema se refiere a Cristo y fíjense que Cristo es
siempre el lenguaje con respecto a Jesús. Es como si dijera: Jesús el cual, siendo de condición divina (siendo
de forma divina es la palabra que emplea el griego) no retuvo ávidamente el ser igual a Dios (o a la
divinidad) sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los
hombres y apareciendo en su porte como un hombre. Y se humilló a sí mismo obedeciendo hasta la
muerte y muerte de cruz. Por lo cual Dios lo exaltó y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre
para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos y toda lengua
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confiese que Cristo Jesús es Señor para gloria de Dios Padre.
Sobre todo la primera parte es muy importante desde el punto de vista del lenguaje que se usa que,
es más compacto que el del prólogo que está más desarrollado. Aquí a veces las cosas están dichas en una
sola palabra. Entonces, se opone la forma divina a la forma de siervo,
Ya en la carta a los colosenses (lo digo porque es la misma tendencia) se ha llamado a Jesús: Él es
imagen del Dios invisible, del Dios, del Padre, Él es imagen del Padre invisible. Imagen significa lo que se
puede ver de una cosa.
Bueno, aquí dice: Cristo, el cual siendo de forma divina no retuvo ávidamente el ser igual a la
divinidad, sino que se vació de sí mismo, se anonadó significa se vació a sí mismo en cuanto forma divina,
como ya vamos a ver, tomando la forma de siervo. Tuvo que vaciar su forma divina para tomar la forma de
siervo.
Llegando a ser semejante a los hombres y apareciendo en su porte como un hombre. En primer
lugar es importante que aquí también se distinguen las naturalezas, de la misma forma que el prólogo del
Evangelio de San Juan, en una forma que nosotros no podemos apreciar en castellano y que es la diferencia
entre el verbo ser y el llegar a ser. Se dice de Jesús que SIENDO de forma divina (verbo ser) LLEGANDO A
SER semejante a los hombres. ¿Ven? El mismo que era de forma divina llega a ser semejante a los
hombres.
Lo que interesa es que hay dos formas, una invisible y otra visible, la forma en que nosotros hemos
visto y que es precisamente la forma de un siervo, es decir, de alguien que está al servicio de, que es la
forma semejante a la de todos los hombres como dice también el prólogo del Evangelio de San Juan. Eso no
quita que Él sea de forma divina.
Hablando del Concilio de Calcedonia, nosotros decíamos, que tal vez uno de los defectos para que no
fuera tan bien comprendido era hablar de naturaleza divina como si fuera una cosa fija, inamovible.
Lo que opone San Pablo es que Jesús tiene forma divina y forma humana más que naturaleza divina y
naturaleza humana. "Forma" es algo que es mucho más fluido que naturaleza que parece algo definido de
lo cual no hoy manera de salir. En cambio la forma es algo que puede cambiar, sobre todo la forma divina
se puede vaciar como dice aquí, es decir, de alguna manera, la que correspondía a Dios antes de la
encarnación se vacía para dar lugar a la encarnación, para dar lugar a su forma visible. Y su forma visible no
es, otra vez, con rayos y truenos, o con poderes, sino que es la forma de un hombre, o sea que el que ve a
ese hombre ve a Dios, como dice el Evangelio de San Juan.
¿Ahora, cómo puede una forma, una naturaleza plenamente humana, llevarnos a conocer una
naturaleza o una forma plenamente divina?
Es importante que en este himno aparecen los valores, es decir, lo que pasa intacto de una forma a la
otra, lo que no se vacía de la forma de Dios. Lo que se vacía de la forma divina es lo que nosotros
concebimos, que es propio de Dios cuando no está encarnado, es decir, todo aquello que sería poder,
majestad, etc., todo eso el Verbo no lo retiene porque no le interesa, lo que queda son los valores, que
forman su naturaleza inamovible, o que nunca cambia en Dios.
¿Dónde está esa referencia a los valores? En la palabra siervo. Fíjense que la palabra siervo es la
misma utilizada en los evangelios cuando Jesús dice: Yo estoy a la mesa con ustedes como quien sirve y no
para ser servido. Es también una alusión a la forma de estar a la mesa Jesús en el lavatorio de los pies: es el
que sirve a los demás.
La forma de siervo no es simplemente una especie de humillación, el que toma la forma de esclavo o
lo que fuera: siervo indica los valores que pasan de la forma divina de Jesús a tomar una forma humana, a
aparecer en forma visible. Son los mismos valores de Dios los que aparecen en forma visible a través del
siervo Jesús semejante a todos los hombres, es decir, el amor y la fidelidad, la gracia y la verdad como dirá
más tarde Juan en el cuarto evangelio.
Entonces, vean ustedes como aquí también se habla de que los atributos de Jesús, desde la forma
humana, penetran (ese siervo que aparece en la forma humana es Dios) en lo que Dios tiene de más íntimo,
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es decir, el amor y la fidelidad y se traducen en ese servicio, en esa actitud de Jesús lavando los pies a los
discípulos, estando a la mesa para servirles, a pesar de que a uno podría parecerle que lo más importante
para un Dios sería ser servido, que es lo que vimos en el nivel histórico, como San Ignacio presenta a Dios
como aquel al cual hay que hacer alabanza y servir.
¿Cómo se perdió de vista esto? Precisamente porque se volvió a la concepción de divinidad
independiente de Jesús, a una especie de forma divina que le correspondería a Jesús por ser Dios y que es
precisamente de la que se despoja para aparecer ante los hombres como lo que es: Él es el que sirve, Él es
el que ama, Él es el que pone todo al servicio del amor.

Un ejemplo más actual.


Quisiera terminar indicándoles en un lenguaje poético más actual, si se puede llamar así, cómo
podríamos nosotros hoy (estos son lenguajes antiguos que hasta cierto punto no son los nuestros) así muy
brevemente, tener algunas imágenes poéticas para hablar de la encarnación del Verbo de Dios en Jesús.
Yo creo que una de las imágenes poéticas que nos podría llevar a eso sería algo así como el esfuerzo
que tiene que hacer un hombre para aculturarse, para entrar en otra cultura inferior a la suya.
Es decir, si se quiere, por ejemplo, entrar en una sociedad muy primitiva como la de los indígenas en
Australia. ¿Qué tendría que hacer un hombre para pasar, de su condición de hombre occidental más o
menos civilizado, culto, etc., a aculturarse dentro de una forma de ser hombre completamente distinta, con
otra manera de ser? El esfuerzo que hay que hacer, los límites que eso tiene, las condiciones que eso
tiene... sería tal vez una de las mejores imágenes para darnos a entender qué es lo que ocurre con la
encarnación.
Tal vez ustedes han oído hablar de los problemas que significa vivir verdaderamente con todo
nuestro bagaje de cultura occidental y al mismo tiempo entender y participar en una cultura que no tiene
nada de ese bagaje, que es una cultura instintiva.
Yo quisiera ponerles una imagen todavía más pueril si se quiere para empezar. Imagínense ustedes,
nada más, un hombre que quisiera hacer la experiencia, un poco en el sentido de la aculturación, pero
mucho más radical, de vivir la existencia de una hormiga, es decir, experimentar cómo la hormiga ve el
mundo, cómo ve, por ejemplo, un pie enorme que de pronto la va a aplastar, cómo ve el mundo donde hay
una serie de peligros, en donde se fumiga y se muere, etc. En fin, es una existencia que ciertamente se nos
escapa, que nosotros la podemos concebir como una existencia humana pero sabemos que no lo es.
Sabemos que la hormiga ve a las cosas de otra forma, que tiene otra manera de ser, etc., que no podemos
desde nuestra humanidad comprender cabalmente.
Imaginémonos entonces queriendo vivir verdaderamente la existencia de una hormiga y con poder,
eso sí, una especie de poder mágico (ponemos que Dios lo tiene) para cambiar nuestra forma humana en la
forma de una hormiga, cosa que no tenemos obviamente, porque nuestra naturaleza es demasiado fija. Lo
que pasa es que la naturaleza de Dios depende completamente de su libertad, en cambio la nuestra no, de
modo que no podemos pasar.
Vamos a suponer que por magia o por lo que sea, podemos darnos la forma que queremos para vivir
la vida de una hormiga. ¿Qué condiciones tendría esa experiencia para ser verdaderamente y al mismo
tiempo útil para la hormiga e importante para el hombre?
En primer lugar de nada serviría dejar de ser hombre para ser una hormiga más, es decir, dar el salto,
y convertirme en una hormiga completamente y no tener la más mínima relación con mi mundo anterior.
¿Por qué? Porque entonces sería una hormiga más y no cambiaría para nada la existencia de la hormiga, ni
yo podría transmitir a nadie mi experiencia de la existencia de la hormiga y no habría adelantado
absolutamente nada con el hecho de pasar yo a ser hormiga. Habría un hombre menos y una hormiga más
y la existencia de la hormiga seguiría exactamente lo que es.
Por otra parte, yo no podría llevar a la existencia de la hormiga aquellas cosas que deforman su
existencia. Como por ejemplo los cálculos que yo puedo hacer sobre los peligros gracias a mi inteligencia
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humana. Yo no podría llevar ninguno de los poderes de hombre que yo tengo, porque dejaría de ser una
hormiga y por lo tanto ya no sentiría las experiencias que tiene una hormiga, viviría realmente la existencia
que quiero descubrir, desde mi existencia humana. Sería una existencia nueva, que sería la de un hombre
limitado, y nada más, pero no descubriría lo que es la existencia de una hormiga.
En tercer lugar, lo único que yo puedo llevar a la existencia de la hormiga, son mis valores humanos,
eso no deformaría su existencia, es decir, experimentaría lo que una hormiga pero desde dentro de mi
compasión, mi amor, mi solidaridad. Todas esas cosas no deforman la imagen que yo voy a tener, ni la
experiencia.
Entonces, simplemente, desde dentro de la existencia de la hormiga yo voy a manifestar de alguna
manera la compasión que yo tengo, el amor que yo tengo por los seres que están viviendo esa existencia, o
sea, mi propio ser.
Fíjense que eso es prácticamente lo que sucede en toda aculturación pero lo vemos más claro en un
ejemplo hipotético, tal vez, infantil, pero que nos ayuda a ver qué ocurro con la encarnación, una cosa que
no es en cierto sentido tan difícil cuando nos damos cuenta del lenguaje poético empleado.
Lo que quiere decir San Juan en su prólogo y San Pablo en su carta, es precisamente una experiencia
como esta que acabamos de decir.
Yo paso de una forma a la otra sin dejar mi forma humana, es decir, no dejo de ser hombre porque si
no simplemente la experiencia no se haría, yo traigo a mi experiencia de hombre toda la riqueza de otra
experiencia nueva, pero hago esa experiencia vaciándome de mi forma de hombre y llevando solamente de
mi experiencia humana los valores que son independientes de que yo sea humano o no, es decir, el amor
por mis semejantes, el sacrificio por los demás, etc., y la transformaría sin duda ninguna porque esos
valores transforman cualquier cosa, pero lo haría desde dentro de la existencia de la hormiga y no desde
fuera, no usando ninguno de los poderes que yo tongo como hombre para transformar esa existencia.
Esto es solo que para dar un ejemplo más del lenguaje poético, del nivel poético en donde
encontramos también el planteo de la divinidad de Jesús.

Síntesis y conclusión final


Hemos visto el nivel histórico, es decir, lo que en la historia proviene de que el cristianismo no fue
siempre fiel a los concilios que hablaron sobre cómo expresar la divinidad de Jesús, las deformaciones que
hubo.
Después nos planteamos el problema lingüístico, qué significa la frase, Jesús es Dios y tratamos de
ver todo el trabajo que se hizo desde Jesús hasta los tres concilios para poder decir con exactitud qué
significaba esta frase, y a dónde iba, y contra quien. No contra el ateísmo, sino contra todos los tipos de
idolatría, es decir, de atribuirle a Jesús un Dios preconocido que no es el que Él nos manifiesta que es.
Ese es el error en la frase Jesús es Dios, llevar una preconcepción de Dios que no se compagina con lo
que Jesús nos dijo y nos mostró que Dios es.
Entonces pasamos a esta parte del lenguaje poético para mostrar cómo en realidad los concilios no
hicieron otra cosa que poner en términos lógicos lo que ya los textos más elaborados del Nuevo
Testamento habían puesto en forma poética.
En ese sentido sería lógico pero no posible aquí el volver al plano histórico y el preguntarnos por
nosotros mismos, por todo lo que eso significa para nosotros hoy, para la Iglesia.
Eso lo pueden hacer ustedes en los grupos de reflexión, etc., tienen los elementos para eso. Creo que
esto es muy rico y da para mucho más, pero a mí me importaba darlo al principio como una especie de
primer escalón para que se empezaran a ver las cosas un poco más difíciles en el otro escalón que era el
lingüístico.
Que todo esto no quede en una mera disquisición teológica allá en el limbo, como una inteligencia

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pura o de una cosa muy especializada: es algo que tiene relación con toda nuestra vida.
¿Qué significa para nosotros esa frase? ¿Hasta qué punto es central en nuestra vida? ¿Y qué sentido
tiene en nosotros? Es decir, hasta qué punto estructura toda nuestra existencia tal como debe hacerlo si
somos fieles a lo que los concilios nos han dicho y a lo que el mismo Nuevo Testamento nos dice en su
lenguaje poético.
Yo creo que teníamos que hacerlo y que es un paso distinto y complementario del que hicimos al
hablar de que Jesús es hombre. Como lo hemos visto aquí, al hablar de niveles, ver qué quiere decir una
frase como Jesús es Hombre y otra como Jesús es Dios.

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