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“Año del Diálogo y Reconciliación Nacional”

UNIVERSIDAD NACIONAL DE TUMBES


FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIA POLÍTICA
ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

DELITOS CONTRA EL PATRIMONIO

ASIGNATURA:
Derecho Penal II

DOCENTE:
Abg. Raúl Chiroque Guerrero

ALUMNA:
Fajardo Flores, Adriana

CICLO:
IV

Ciudad de Tumbes, 2018


DEDICATORIA:
Dedico este trabajo informativo al docente, que,
con su arduo esfuerzo laboral, contribuye en los
alumnos una buena enseñanza para que logremos
una excelente formación académica como futuros
profesionales, tomando en cuenta como mayores
impulsores a nuestros padres por la confianza que
nos brinda.

EL AUTOR
INTRODUCCION

El Título V del Libro II del Código Penal se refiere a los delitos contra el
patrimonio. En otros códigos penales, estos delitos se agrupan en un mismo
capítulo bajo la rúbrica de “Delitos contra la propiedad”. Nuestro legislador, en el
código penal actual, manteniendo la misma rúbrica de 1924, ha sido consciente
de todas las dificultades que conlleva el empleo del término “Propiedad”, en la
medida en que tal concepto no abarca todos los comportamientos típicos
acogidos bajo el Título V, de ahí que, en la actualidad, tanto en el ámbito penal
como en el civil, se utilice en cuanto termino más apropiado el de “patrimonio”.

No obstante, el concepto de patrimonio tampoco presenta un contenido claro


capaz de resolver todos los problemas que plantean estos delitos; es por esto
que se han mantenido diferentes posiciones que tratan de esclarecer su
significado. Sin embargo, no constituye objetivo de esta obra el realizar una
exposición exhaustiva de las distintas tesis doctrinales mantenidas al respecto,
puesto que nos saldríamos de los límites fijados para ésta. De ahí que se
expliquen brevemente, y sin perjuicio posteriormente de tomar una posición
sobre la que se considera más apropiada. Fundamentalmente, son cuatro las
tesis planteadas en torno al concepto de “patrimonio”:

 . Concepción Jurídica de Patrimonio:


Según esta teoría, sólo son derechos patrimoniales aquellos reconocidos
como derechos patrimoniales subjetivos por el Derecho privado o público.
En la actualidad, esta posición ha caído en desuso.
Entre las muchas críticas que se le objetan a esta posición, destaca
aquélla que afirma la dificultad de definir qué se entiende por derechos
patrimoniales subjetivos, puesto que este concepto, según el punto de
vista desde el que se analice, puede ser amplio o restringido. Así, sí se
interpreta ampliamente, supondrá que la lesión de un derecho sin valor
económico o mediando alguna contraprestación de valor económico
puede considerarse como un daño patrimonial. Si se acoge desde un
punto de vista restrictivo, se excluirán como posibles lesiones al
patrimonio aquéllas que recaigan sobre bienes con un valor económico
pero que no estén jurídicamente concretados en derechos subjetivos, lo
cual origina evidentes lagunas de punibilidad.
 Concepción Económica de Patrimonio:
El patrimonio está constituido por la suma de valores económicos
pertenecientes a una persona, sin importar que éstos gocen de
reconocimiento jurídico.
En un primer análisis, pueden ya apreciarse los inconvenientes de esta
posición: en un primer lugar, por su visión puramente objetiva, no da
importancia a las circunstancias de cada caso individual, como por
ejemplo las necesidades y fines que tiene el “bien” para la persona
afectada por su lesión; en segundo lugar, por ser tan amplia, la
concepción de patrimonio abarcaría incluso aquellos bienes poseídos
antijurídicamente, lo cual contradice uno de los principios rectores del
Derecho, esto es, el Derecho sólo protege aquellos bienes jurídicamente
reconocidos por él.
 Concepción Patrimonial Personal Posición mantenida por Otto
Harry:
Según esta tesis, el concepto de patrimonio depende de la opinión del
sujeto pasivo de la infracción. Para Otto Harry lo que se pretende es
asegurar y posibilitar el desarrollo de la personalidad del individuo. El
patrimonio es una garantía objetiva para el desarrollo subjetivo,
destacando principalmente el valor de uso de las cosas sobre el valor
económico.
En esta posición se concede una sobrevaloración al momento subjetivo
de la infracción, lo cual puede llevar a soluciones injustas, puesto que no
existe ningún parámetro objetivo de valoración.
 Posición «mixta» de patrimonio
Es ésta la posición que actualmente asume la doctrina con carácter
mayoritario. Desde esta concepción, el patrimonio está constituido por la
suma de los valores económicos puesto a disposición de una persona,
bajo la protección del ordenamiento jurídico.
Un aspecto digno de ser resaltado es el grado de reconocimiento jurídico
requerido en los bienes de contenido económico para constituir el
patrimonio. En base a esto, los bienes ilícitos forman también parte del
concepto de patrimonio, dado que, al adquirirse un bien ilícito, éste pase
a formar parte del patrimonio de su adquiriente; esto, se daría una relación
fáctica que entraña un valor económico, siempre y cuando no sea frente
al propietario.
En conclusión, el bien jurídico protegido en este Título es el patrimonio,
interpretado según una concepción mixta o jurídico-económica del
patrimonio.
En el análisis y desarrollo de los diferentes tipos penales comprendidos
dentro de los distintos delitos contra el patrimonio, puede observarse la
frecuente utilización por parte del legislador penal de términos jurídicos,
especialmente en el Derecho Civil. Esto ha suscitado la necesidad de
optar entre mantener el mismo contenido que tales términos tiene en otras
ramas, o concederles un significado propio a los efectos del Derecho
Penal.
A este respecto, se han sostenido distintas posiciones, entre las que
destacan:
 Concepción privatista dependiente del Derecho Penal o
Teoría sancionatoria del Derecho Penal: Es la posición
tradicional según la cual el Derecho Penal sería accesorio del
Derecho Civil a la hora de definir y atribuir un significado a los
términos jurídicos recogidos en la descripción legal de los
diferentes tipos penales, cuando éstos procedan de esta rama del
ordenamiento jurídico.
Admitir esta posición implicaría afirmar que existe una
convergencia de conceptos, hecho que no concuerda con la
realidad. Por otro lado, no toma en consideración las exigencias
particulares del Derecho Penal.
 Concepción autonomista pura o teoría autónoma del Derecho
Penal: Se parte del carácter constitutivo y no meramente
sancionador del Derecho Penal, considerando que los conceptos
utilizados por el Derecho Penal poseen una significación y
contenidos propios e independientes de otros sectores del
Derecho.
El punto de partida de esta tesis es el hecho de la existencia de
una divergencia terminológica, en donde, posiblemente, haya
también una plena concordancia; sin embargo, no puede
rechazarse a priori que los conceptos elaborados en otras ramas
del Derecho carezcan de validez en el Derecho Penal.
 Concepción de la interposición teleológica: Actualmente se
defiende una tercera corriente que busca el significado de los
términos empleados por el Derecho Penal en base a una
interpretación fundamentalmente teleológica de los concretos
tipos penales. Se afirma que es un problema de interpretación que
debe resolverse en cada caso particular. Se parte, por
consiguiente, de la aceptación de los conceptos elaborados en
otras ramas del ordenamiento jurídico; pero éstos han de ser
examinados a la luz de las normas jurídico-penales a fin de
verificar si ese significado se adapta o no a los fines perseguidos
por el Derecho Penal. De esta manera, no se transgreden áreas
de otras ramas del ordenamiento jurídico, evitando las confusiones
terminológicas que dificultan las soluciones de problemas
jurídicos.
1. Clasificación de los delitos contra el Patrimonio
Según la doctrina, los delitos patrimoniales pueden clasificarse en función
de dos criterios:
a) Según se obtenga un determinado enriquecimiento, se distinguen en:
 Delitos de enriquecimiento: Son aquellos en que el sujeto
activo busca una determinada ventaja patrimonial hurto,
estafa, apropiación ilícita, pudiendo llevar a cabo la obtención
de tal ventaja a través de diferentes modalidades que,
fundamentalmente, son de apoderamiento (hurto, robo) o de
defraudación, donde se pone el acento en una determinada
relación entre sujeto activo y pasivo (engaño, confianza, etc.).
Lo distintivo es el ánimo de lucro indefinido con el
enriquecimiento, aunque haya casos en los que ese
enriquecimiento no se obtiene de manera efectiva, como por
ejemplo si el sujeto se apodera de un ganado enfermo que,
además de morirse, destruye su propio ganado.
 Delitos sin enriquecimiento: Son aquellos en el que el sujeto
activo sólo persigue un perjuicio del sujeto pasivo -daños. En
esta clasificación se parte de la consideración económica del
patrimonio, que es la más sencilla desde un punto de vista
sistemático.

b) Según el objeto material sobre el que recae el comportamiento


típico, pueden clasificarse en:

 Delitos que recaen solo sobre bienes muebles: Hurto,


robo, apropiación ilícita, receptación.
 Delitos que recaen solo sobre bienes inmuebles:
Usurpación.
 Delitos que recaen sobre bienes muebles e inmuebles:
Estafa, extorsión, daños.
2. CAPITULO I – HURTO
2.1 Hurto Simple
Art. 185.- “El que, para obtener provecho, se apodera ilegítimamente
de un bien mueble, total o parcialmente ajeno, sustrayéndolo del lugar
donde se encuentra, será reprimido con pena privativa de libertad no
menor de uno ni mayor de tres años. Se equiparán a bien mueble la
energía eléctrica, el gas, los hidrocarburos o sus productos derivados,
el agua y cualquier otra energía o elemento que tenga valor
económico, así como el espectro electromagnético y también los
recursos pesqueros objeto de un mecanismo de asignación de Límites
Máximos de Captura por Embarcación”.
2.2 Bien Jurídico y anotaciones preliminares.
El bien jurídico objeto de tutela en el marco del tipo penal previsto en
el artículo 185 del C.P., no abona en una postura en real coincidente,
producto de las diversas perspectivas que se han alzado al respecto;
pues en un principio, se diría que es la “propiedad”, el objeto de tutela
penal, en tanto, la redacción normativa acoge en su seno el término
“ajenidad”, lo que da a entender de forma primera, que el propietario
de un bien mueble nunca podrá ser sujeto activo de esta infracción
legal. Sin embargo, el tema amerita una mayor profundización, más
aún cuando el legislador nacional no decidió incluir en el catálogo
delictivo una tipificación penal específica, cuando el autor del hecho
punible es quien se apodera de la cosa mueble, tal como lo hizo el
legislador español en el C.P. de 1995, cuando incrimino el
denominado “Futurm possesionis”, en el artículo 236.
Para Donna, en el hurto se protege el poder, el dominio, la relación de
hecho entre la persona y la cosa, como poder autónomo sobre el
objeto. De tal suerte, carece de significado para apreciar la conducta
del ladrón el título en virtud del cual se tiene la cosa.
En el Capítulo sobre Apropiación Ilícita, lo cual es a todas luces
“asistemático”, en la medida que el bien lo obtiene mediando una
modalidad típica de apoderamiento privativa d los delitos de hurto. Se
hubiese preferido en todo caso que la tipificación autónoma se
hubiese incluido en las figuras comprendidas en el capítulo de Hurto.
Siendo así, el dueño de la cosa, de todas formas, no puede ser sujeto
activo del delito de Hurto, lo que no obsta a considerar que la posesión
también es objeto de tutela por parte de esta figura delictiva. Otro
aspecto importante es el referido a la valuación del bien mueble que
es objeto de sustracción y/o apoderamiento; cuestión importante a
saber, en merito a la distinción esencialmente cuantitativa que ha
efectuado el legislador, a fin de delimitar los delitos con las faltas
contra el patrimonio. Mientras que el delito puede ser definido como
aquella acción u omisión típica, permanente antijurídica, culpable y
punible merecedora y necesitada de pena; la falta es también una
conducta humana que importa una contradicción a la antijuricidad y al
carácter típico que la norma, pero que, por su menor contenido de
reprobación jurídica y social, desencadena la imposición de una
sanción de menor repercusión lesiva para con el autor. Entonces, se
produce una infracción a la norma, por un sujeto culpable o reacción
punitiva mitigada, pues como se señala en los apartados legales en
cuestión, no resulta aplicable la pena privativa de libertad, sino la
imposición de penas limitativas de derecho, que responden, a qué
duda cabe, a factores en realidad preventivos y, no retributivos, como
alcanza a inferirse en el caso de la pena efectiva de privación de
libertad. Dicha perspectiva preventiva y racional de la respuesta
punitiva, que se condice perfectamente con el principio de mínima
intervención, implica dejar de lado una pena de por si aflictiva y
altamente perniciosa para el penado, para dar lugar a una sanción
que, puede concretarse, sin tener que desarraigar al sujeto infractor
de su círculo social y familiar. Sin embargo, como se advierte de las
ultimas formulaciones político-criminales, que recogen aspiraciones
en puridad criminilizadoras de la sociedad, ha incidido en una
tendencia punitivita, de reducir de forma significativa la frontera
determinadora, en lo que a las faltas contra el patrimonio se refiere,
puesto que por efectos de la sanción de la Ley N28726 del 09 de mayo
de 2006, se ha reducido de 4 RMV a 1RMV, a fin de criminalizar un
mayor número de conductas que atentan contra el patrimonio de los
ciudadanos. Se cree, ilusamente, que con medidas de esta naturaleza
se va a poder disminuir la tasa creciente de criminalidad, lo que a la
postre significa que un mayor número de personas, podrán ser
albergadas en una prisión, con el consiguiente riesgo del contagio
criminal; cabiendo destacar, que por su mayoría, los que se dedican
a sustraer celulares u otros bienes de baja estimación dineraria son
jóvenes, los cuales después de un ingreso cancelario no cometerán
hurtos, sino robos.
2.3 Tipicidad objetiva
2.3.1 Sujeto activo
En principio, puede ser cualquier persona, pero de acuerdo a lo antes
expresado, debe ser necesariamente una persona ajena al propietario
de la cosa, al menos que se trate de un copropietario; eso sí solo
puede serlo una persona psíquico -física considerada. El propietario
que sustrae el bien de quien la posea legítimamente no comete hurto;
su adecuación corresponde al delito de apropiación ilícita de descrito
en el artículo 191 del Código penal. Si el poseedor no propietario se
niega a entregar el bien mueble, que le fue entregado en virtud de un
título no cometerá la infracción delictiva en análisis, sino estará incluso
en el tipo penal de apropiación ilícita.

2.3.2 Sujeto pasivo

Se dice en la doctrina que puede ser cualquier persona, más de forma


precisa debe ser siempre el propietario del bien mueble; en este caso,
no solo la persona natural sino también la persona jurídica. De todos
modos, cabe advertir una doble cualidad, cuando la posesión la tiene
una persona ajena al dueño; pues sujeto pasivo de la acción será el
tenedor, y sujeto pasivo del delito, lo será siempre quien ejerce el título
dominal. Si se trata de un bien que responde a varios copropietarios,
cada uno de ellos será considerado como ofendido.
2.3.3 Objeto material del delito

La redacción normativa propuesta en el artículo 185, define a los


bienes muebles, se según la postura mixta, debe tratarse de un bien
susceptible de ser cuantificado de forma dineraria en el mercado, cuyo
valor debe ser superior a una RMV, pues si el valor está por debajo, el
hecho será constitutivo de una falta.

Bien, será todo elemento integrante del patrimonio, de naturaleza


corpórea (material), cuya titularidad corresponde a una individua, que
para efectos penales debe ser susceptible de ser valorado
económicamente y ser posible su sustracción, en consecuencia, los
derechos inmateriales, como los autorales, son objeto de incriminación
en una titulación especial. Sin embargo, los títulos valores, al recoger
un contenido patrimonial cambiario, si pueden ser objeto de este
injusto penal.

La noción de bien para los efectos del delito de hurto debe construirse
partiendo naturalmente del concepto privado, pero fijando los
contornos y limites propios del Derecho penal.

Si hemos de mencionar que el hurto, supone en su modalidad típica,


las nociones básicas de apoderamiento o de sustracción, debe
tratarse de un objeto que pueda ser desplazado de un lugar a otro, sea
o no fungible; vgr., las frutas que son apoderadas ilegítimamente por
el campesino del huerto ajeno, constituyen hurto a pesar de que luego
puedan ser efectivamente consumidas.

En la legislación penal española se hace alusión a la cosa. Suele


afirmarse que el carácter material o corporal de la cosa excluye como
objetos idóneos de los delitos de apoderamiento todos aquellos que,
impropiamente, se entiende que carecen de masa o sustancia, así las
energías, gases, y líquidos, mientras no se encuentren envasados. A
decir, de GONZALES RUS, cosa es todo objeto con un valor
económico determinado o determinable que puede ser objeto de
derechos patrimoniales, lo que obliga a excluir del concepto a la luz
natural o el aire, respecto de los que no puede establecerse relación
patrimonial alguna. Debe, por tanto, ser un objeto valuable
económicamente, debidamente individualizado y susceptible de ser
removido, mejor dicho, de ser desplazado de un lugar a otro. Lo dicho
con independencia de los bienes que se hacen alusión en el segundo
párrafo del articulado en cuestión, pues puede que estos si sean objeto
de sustracción así en el caso de la sustracción de las líneas telefónicas
o de los cableados de energía eléctrica, será en agravio del Estado o
de los particulares.

a) Bienes Muebles. - Si bien podemos partir de una acepción


propiamente del Derecho Civil, de lo que debemos entender
por “bien mueble” no es menor cierto, que resulta
indispensable construir un concepto que nos sirva en Derecho Penal,
a fin de acoger la ratio de la norma, con arreglo a la función tutelar de
la ius puniendi estatal.
Para el derecho civil, según se desprende del artículo 886, son todos
aquellos que pueden ser objeto de apropiación, sean en derechos
materiales y/o inmateriales; dejando una cláusula abierta, tal como se
expone en el inc. 10) del articulado; complementándose ese
dispositivo con los partes integrantes y accesorios, de conformidad
con los artículos 887 y 889 (in fine). De este modo, el concepto penal
de cosa mueble es más amplio y más estricto que el civil.
De la lista que se glosa en el artículo 886 del CC, podemos rescatar
los siguientes; los vehículos terrestres de cualquier clase, los títulos
valores de cualquier clase o instrumento donde conste la adquisición
de créditos o derechos personales, los demás bienes que puedan
llevarse de un lugar a otro.
Son varios los objetos en cierta forma, que pueden traer a lugar cierta
discusión; primero, los objetos extra comertium, en este caso las
drogas, alucinógenos, etc., siempre que su comercio se encuentre
prohibido por las normas legales, no pueden recaer bajo la tutela del
hurto, no se puede hablar en de dueños o dígase de verdaderos
titulares dominantes. Ni bien se produce una incautación de alijo de
droga, por ejemplo, clorhidrato de cocaína, a una persona ajena al
dueño, el burrier, por ejemplo, su verdadero “propietario”, no
puede reclamar en ningún caso su devolución, en tanto, son
sustancias de licito comercio; cuestión distinta resulta del consumidor,
del drogo-dependiente. Por su parte, los órganos humanos, como el
riñón, el vaso, etc., importan partes del cuerpo humano, que no son
considerados como bienes “muebles” y, si ello sucede y el tipo penal
aplicable es el de lesiones, según lo previsto en el artículo 121 del
C.P. Sin embargo, más allá de las calificaciones formales de los
objetos, hay que acudir a la realidad practica para decidir si
efectivamente son objeto de mercado y se les atribuye valor
económico. Existe un mercado legal de venta de sangre, y en algunos
casos los cadáveres pueden ser objetos de comercio, por ejemplo,
para las universidades, academias, etc. A diferencia de esta figura, la
del articulo 318 incisos 1 y3 (profanación y sustracción de cadáveres),
es que el cadáver se encuentra dentro del comercio.
En cuanto a los animales, si bien no se puede decir de forma rigurosa
que se tratan de bienes muebles, resulta más que evidente que
aquellos se encuentran valorados en el mercado, pues su venta es
algo legal, canes que pueden llegar a precios superiores a quinientos
dólares, que decir de los caballos de carrera, cuyo valor asciende
fácilmente al precio de un vehículo del año. Son susceptibles de
individualización, de desplazamiento y de valoraciones dineraria, pero
su particular naturaleza determino que el legislador construya una
tipificación penal autónoma, que se contrae de los injustos que se
contemplan bajo el rubro de abigeato, siempre y cuando se cumpla
con las condiciones que hacen de aquellos su denominación como
ganado.
Finalmente en cuanto a los títulos valores, debe considerarse que lo
que es objeto de tutela no es el documento en sí, sino el valor
cambiario, los derechos patrimoniales que se encuentra incorporados
al mismo, siempre y cuando se reúnan los requisitos esenciales,
según su naturaleza, para su circulación, en sujeción a la
normatividad aplicable; su mera posesión permite hacer efectivo el
valor a él incorporado por cualquier poseedor, hay unanimidad en
cuanto a que el valor a tener en cuenta es el que el titulo representa,
siempre y cuando haya medado un acto de apoderamiento y/o de
sustracción y el agente este en posibilidad de obtener un provecho
para ti o para un tercero, pues si se alteran intencionalmente los datos
del mismo, sería un acto de estafa (abuso de firma en blanco) y, no
de hurto.
Hoy en día, se pone de relieve una nueva criminalidad en el ámbito
de los delitos patrimoniales, haciendo uso de las bondades de la
evolución incesante de la ciencia y la tecnología. El internet, permite
a los usuarios realizar una serie de adquisiciones, pagos de toda
índole, compras, colocando el código de la tarjeta de crédito del
cuenta corriente; lo que es aprovechado por personas inescrupulosas
para hacerse pasar por los titulares de las cuentas-en algunos casos-
y, en otros, simulan ser proveedores de ciertos servicios, asumiendo
la denominación de marcas y/o empresas de prestigio en el mercado
para engañar impunemente a los consumidores; lo que pone en
discusión, si se trata de un acto típico de apoderamiento y/o
sustracción que puede ser cobijado bajo la fórmula normativa del
artículo 185, o siguiendo el ultimo inciso 3) del artículo 186 del C.P. Si
la empresa que recibe los datos, realiza las transacciones con quien
se piensa el titular de la tarjeta, ella no es la perjudicada, pues recibe
a cambio la contraprestación, sin el titular de la cuenta que se ve
despojado de su dinero, pero hacia él no se ha incidido en forma
alguna, con engaño, por lo que la conducta será constitutiva de hurto,
el autor logra el apoderamiento mediante cierto ardid, que no es el
que contempla la figura en análisis; empero, cuando el usuario
compra un bien, girando la compra con su tarjeta de crédito y no recibe
nada a cambio, dará lugar al tipo penal de estafa, pues el ardid, con
el cual es engañado, es lo que permite el desplazamiento del dinero
a la esfera de custodia del sujeto activo.
b) Bien total o parcialmente ajeno. - Primer punto a saber es que el
elemento ajenidad como elemento normativo de la construcción
típica, despliega repercusiones en realidad significativas, tanto desde
un aspecto objetivo como subjetivo.
La redacción normativa, menciona que el bien mueble que es objeto
de sustracción y /o de apoderamiento debe ser “ajeno”, quiere decir
esto, que el agente no debe detentar ningún título dominal que lo
ampare, de acuerdo a lo estimado en el punto sobre el sujeto activo
del delito.
Ajeno, en principio serán todos aquellos objetos que no se encuentran
reconocidos como propiedad de un individuo por parte del
ordenamiento jurídico, quien no es propietario de una cosa.
Por otro lado, para que se puede configurar el hurto, el bien mueble
tiene que tener un propietario reconocido, sin que sea necesario que
el autor, deba saber quién es el dueño. Ello trae consigo la siguiente
consecuencia: cuando el agente toma de facto la apropiación de un
objeto que no tiene dueño, no comete el delito de hurto; pero si se
trata de una cosa perdida responderá según el tipo penal previsto en
el artículo 192 inc.1) del C.P. Se excluyen, también, por tanto, las
cosas de nadie (res nullius) y las cosas abandonadas (res
derelicatae), porque ambos tipos de objetos carecen por definición del
titular, lista a la cual se agregan, las cosas extra-comercio (drogas,
armas, etc.), pues no cuentan con los elementos necesarios para ser
objeto material del delito.
La ajenidad del bien hay que valorarla conforme al estado jurídico
actual del objeto, quien tiene solo una expectativa no puede decirse
dueño de la misma, como son los derechos hereditarios y hasta que
no muera el causante, los bienes, derechos y activos no ingresan al
acervo patrimonial del heredero. En el caso de la adquisición de
bienes muebles, como automóviles, mediante los denominados
credios lesaing, se dice que la propiedad no será reconocida, mientras
no pague el total de las letras convenidas, por lo que si el poseedor,
es despojado de forma ilegítima por un tercero, el sujeto pasivo será
el Banco y, no el tenedor, al margen que se le deba reconocer las
cuotas ya canceladas. Ahora bien, dice el tipo penal que la cosa
sustraída, pueden tener lugar en el marco de una copropiedad. Dicho
en otras palabras, cosa ajena es toda aquella que pertenece a un
patrimonio que no sea el de agente, y, en cambio, resulta
parcialmente ajena cuando el agente tiene algún derecho sobre la
cosa, es decir, que resulta condómino o comunero hereditario sobre
algún bien.
¿Cuándo estamos antes la figura de la copropiedad? Hay
copropiedad cuando un bien pertenece por cuotas ideales a dos o
más personas, según se desprende del artículo 969 del CC; en este
caso las cuotas de los copropietarios se presumen iguales, salvo
prueba en contrario, así lo dice el artículo 970 (in fine). En este caso
al identificarse cuotas indivisas, siendo cuotas ideales, no es factible
hablar de apoderamiento de un bien parcialmente ajeno; pues
mientras no se produzca la división de ella (si es divisible) no se puede
hablar de ajenidad de la cosa (podrá haber abuso en el ejercicio del
derecho, ilegitimidad, etc., pero no hurto).
Por consiguiente, para que se pueda configurar el hurto en este
supuesto, previamente deberá haber un proceso de partición y
división del bien común; de conformidad con el inc. 1) del artículo 992
del CC, en virtud del cual es ex copropietario, se apodere de una
porción del bien que le pertenece al otro. Así, sucederá, por ejemplo,
en el caso del fenecimiento de la sociedad de gananciales, luego de
haberse disuelto el vínculo conyugal, puesto que dicho patrimonio
mientras está vigente determina un patrimonio común, de cuotas
indivisas, con arreglo a los artículos 301 y 318 del CC. El artículo 315
del CC, establece que para disponer de los bienes sociales o
gravarlos, se requiere de la intervención de marido y la mujer.
Empero, cualquiera de ellos puede ejercitar tal facultad, si tiene poder
especial para ello, aunque renglón seguido se dispone que ello no rige
para la adquisición de bienes muebles.
c) Modalidad típica.- El verbo rector que se pone de relieve en esta
tipificación penal, es el apoderamiento, como medio por el cual el
agente logra una nueva posesión (ilegitima), sobre el bien mueble
privando del ejercicio de los derechos reales a su titular (sujeto
pasivo).
Como se ha sostenido con corrección, el bien objeto material del
delito, debe ser desplazado a lugar distinto al cual se encontraba
originariamente, a fin de poder crearse la nueva esfera de custodia
por parte del sujeto activo; importa un acto de desplazamiento, que
torna lugar mediante el apoderamiento fáctica de la cosa; a diferencia
de la estafa donde el desplazamiento del bien, es efectuado por el
propio sujeto pasivo, mediando engaño. Siguiendo a SOLER, diremos
que la acción típica de apoderarse para el hurto debe consistir en la
acción de poner bajo su dominio y acción inmediata una cosa que
antes de ello se encontraba en poder de otro. La acción de
apoderarse, debemos fijarla conceptualmente conforme la
estructuración típica del delito de hurto, tomando en cuenta los
móviles que persigue el autor, en correspondencia con su estado
consumativo.
Se decía según el derecho romano, que la determinación de la
perfección delictiva del tipo penal del hurto, identifica cuatro
momentos:
a) La Contrectatio, la acción de tener contacto factico de la cosa,
poner la mano sobre el objeto.
b) La Amotio, supone la acción de remover el objeto.
c) La Ablatio, implica sustraer el objeto de la esfera de custodia de su
anterior tenedor.
d) La Iliato, importa la acción de colocar el objeto en lugar seguro,
fuera del alcance de su tenedor precedente.
Las teorías esbozadas de cierta forma, vendrían a manifestar los
actos concretos del iter criminis del delito de hurto de forma secuencial
y concatenada; de todos modos, lo que interesa para fijar el estado
consumativo con arreglo al principio de legalidad, es el momento en
el cual el agente tiene la mínima posibilidad de aprovecharse del
objeto material del delito (teoría de la disponibilidad); identificándose
una consumación formal, cuando se produce el apoderamiento sobre
la cosa, en el instante que el objeto sale de la esfera de custodia de
su tenedor legítimo, que ha sido interpretado como delito tentado por
parte de las Salas Penales de la Corte Suprema, en lo que respecta
al injusto de robo agravado de símil configuración típica, via
precedente vinculante (Sentencia Plenaria N 1-2005/DJ-301- A, en
virtud de la cual resuelven en el acápite de la Decisión, que “(…)
respecto a los delitos de robo agravado, que el momento consumativo
requiere la disponibilidad de la cosa sustraída por el agente.
Disponibilidad que, más que real y momento consumativo requiere la
disponibilidad de la cosa sustraída por el agente. Disponibilidad que,
más que real y efectiva debe ser potencial, esto es, entendida como
posibilidad material de disposición o realización de cualquier
acto de dominio de la cosa sustraída”.
De conformidad con lo antes expuesto, adquiere particular significado
la circunstancia de que el ladrón haya adquirido el poder sobre la
cosa, que haya tenido la posibilidad de disponer de ella, aunque sea
por un corto espacio de tiempo, porque en ello se revela si ha llegado
a completarse o no la acción de apoderamiento. Si por consecuencias
ajenas a la voluntad del autor, este pierde la custodia sobre el bien,
cuando es aprehendido por los custodios del orden, a pocos metros
donde se cometió el apoderamiento, será calificado como un delito
tentado, pues no tuvo oportunidad suficiente para obtener un
provecho del bien.
El delito de hurto, por tanto, es de naturaleza instantánea, de ningún
modo permanente, lo que interesa a efectos consumativos es que
haya tenido oportunidad de ejercer actos de disposición del bien, que
le hayan de reportar un provecho. Cuestión importante a saber es que
no necesariamente el apoderamiento debe significar un acto típico de
desposesión, de que sustraiga el bien que se encuentra bajo la
tenencia efectiva del sujeto pasivo, pues basta que el objeto se
encuentre en cualquier lugar, fuera del alcance de su titular, pero en
un lugar que indica plenamente su ajenidad; v.gr., la domestica que
trabaja en la casa de sus patrones, al vivir en la casa, tiene contacto
físico con una serie de bienes muebles y, aprovechando la ausencia
de los dueños o, la enfermedad grave que aqueja a uno de ellos, saca
del inmueble un vehículo, será constitutivo del delito de hurto y, de
ningún modo la figura de la apropiación ilícita, pues es de verse que
el bien no ingreso a su esfera de custodia bajo título alguno de
custodia o de administración. Si se trata de un televisor, por ejemplo,
basta que uso de el en su dormitorio, sin necesidad de que lo saque
de la vivienda; empero, si la sustracción del bien mueble se realiza
solo para su uso momentáneo, con la finalidad de luego devolverlo,
se dará un Hurto de Uso. El problema en este caso, residirá en si es
posible un dominio autónomo del autor.
No siempre al despojo sucede el apoderamiento inmediato del ladrón,
como en el ejemplo conocido del sujeto que ahuyenta al faldero que
acompaña a su dueño, como el designio de apoderárselo o aquel que
con la misma finalidad arroja de un vehículo en marcha los objetos de
los que pretende apoderarse; en la hipótesis de que se arrojan los
objetos con el fin de que se destruyan, debe reputarse dicho acto
como daños y, no hurto.
En otros casos, el agente puede haber escondido el bien, en cierto
lugar, para que no sea encontrado por su dueño, para que se logre
consumar del delito, se requiere que tenga el agente un poder factico
sobre la cosa, que le permita aprovecharse del mismo, ante lo cual,
será solo tentativa.
El apoderamiento perfectamente puede tomar lugar mediante la
acción de un intermediario, bajo la figura de la autoría mediata,
cuando el hombre de atrás determina al hombre de adelante, que
actúa con error de tipo o en un estado de inimputabilidad
(instrumento), para que le entregue un bien ajeno; siendo que el
hombre de adelante es el que realiza la acción típica del
apoderamiento.
d) Los medios. -Cuestión importante, a saber, que el hurto a diferencia
del robo, supone violencia y fuerza sobre las cosas, mientras que el
segundo, violencia y/o amenaza sobre las personas. De todos modos,
el agente del delito de hurto revela ciertas técnicas de apoderamiento,
que a veces hace de difícil su distinción con el robo.
Es de verse que ciertos apoderamientos, que sin estar dirigidos a
ejercer violencia, coacción o amenaza sobre las personas, pueda
llevar incito un cierto pues de violencia; las calles del centro de Lima,
puede observarse a diario, como ciertos cogoteros arranchan de sus
tenedoras, collares hasta aretes, con una destreza encomiable, que a
veces puede producir cierta afectación en la esfera somática de la
víctima, no por ello, constitutivo del delito de hurto. Respecto de la
violencia o la intimidación, porque, (…) el robo requiere de cierta
intensidad en la coacción física o moral y que esta se utilice para
conseguir o asegurar el apoderamiento, de modo que seguirán en el
ámbito del hurto los apoderamientos violentos que no alcancen la
entidad que requiere el art. 242 o que no guarden relación con la
sustracción de la cosa, medio que requiere mayor destreza y, de cierta
forma, revela una mayor peligrosidad al ingresar al campo del hurto
agraviado. En el supuesto en que el agente aprovecha que la víctima
está liándose a golpes con otro individuo, y se cae su billetera al piso,
para apoderarse de ella, será también un caso típico de hurto; no se
puede de ninguna forma unir ambas secuencias, para poder construir
una imputación delictiva a título de robo, pues para ser coautores se
requiere de una codecisión del plan criminal, y una división de las
tareas, que no se advierte en dicho ejemplo.

2.4 Ilegitimidad del Hecho Antes de analizar el tema en cuestión,


resulta importante referirnos primero sobre los efectos del
consentimiento del titular, en el marco del delito de hurto; hemos de
decir primero que el patrimonio es un bien jurídico de plena
disponibilidad por su dueño, siempre y cuando cuente con la
legitimidad que lo ampara el ordenamiento jurídico; por lo que la
modalidad típica, en cuanto al apoderamiento seguido por la
sustracción, que realiza el agente, para hacerse de la nueva custodia
del bien mueble, supone un atentado contra la voluntad de la víctima,
quien se ve injustamente despojado de sus bienes. Por lo antes dicho,
si es que el titular del bien, le regala el objeto a un tercero, le concede
su libre disponibilidad, no tratándose de una compraventa, ha de
señalarse que no se puede hablar en este caso de un comportamiento
de relevancia jurídico-penal, puesto que no se puede hablar de
lesividad, cuando se trata de un interés jurídico, plenamente
disponible por el individuo. Siendo así ante la presencia del
consentimiento del titular, la conducta es atípica; pero su validez está
sometida a ciertas condiciones; de que sea prestada antes de
realizarse el acto, exteriorizado por su titular, quien tiene que tener
cierta capacidad de goce y de ejercicio; v.gr., carece de todo efecto
legal, el asentamiento que otorga una niña para que un tercero se
lleve el automóvil del padre así como el consentimiento de la
domestica del hogar, en cuanto el vecino tome apropiación del
televisor de la casa. Cuestión distinta es que el agente ingrese a un
estado de equivoco, en cuanto a la calidad de dueño de la cosa, lo
que puede dar lugar a un error de tipo en todo caso, sobre la misma
caracterización ilícita de la conducta, de acuerdo a la inclusión de la
“ilegitimidad” en la construcción típica. En el caso de un bien sujeto a
copropiedad se requiere el consentimiento de todos los
copropietarios. Como expresa PEÑA CABRERA, el consentimiento
del dueño es en todo caso restringido, ya que el sujeto perjudicado
del hurto puede ser cualquier persona que tenga relación
jurídicamente protegida con el bien, por tanto, tampoco el dueño, si el
bien está en poder de otro puede suplir o prescindir de la voluntad del
poseedor; y si esta la presta para que un tercero tome posesión de la
cosa, sin consentimiento del poseedor, será una sustracción de bien
propio, siempre y cuando el agente no conozca de que la tenencia la
detentaba otra persona. El consentimiento, de todos modos, debe ser
prestado libremente, sin que medie vicio alguno que lo pueda
contaminar, que no pueda dar lugar a una voluntad viciada. Si el autor
influye mediante actos en si fraudulentos, engaños suficientes, como
por ejemplo, ofrecerle una contraprestación a corto plazo, siempre y
cuando sean usos vigentes en el mercado, no será un hurto, sino un
típico caso de estafa, cumpliendo para ello la conducta con desbordar
la esfera del riesgo permitido.

Ahora bien, la inclusión del término “ilegitimidad” en la redacción

normativa del artículo 185, puede dar lugar a ciertos reparos. Las
conductas que el legislador describe en los tipos legales, son
descripciones que de por si llevan ínsitos una reprobación jurídico-
penal, en el sentido de manifestar estados de lesión y/o aptitud de
lesión, para con los bienes jurídicos que se han sistematizado en las
titulaciones del texto punitivo. Dando con ello a la formulación de una
construcción típica, por lo que en ella se comprende los elementos
descriptivos y normativos, que forman parte del juicio de tipicidad; la
confrontación de la conducta atribuida a la esfera de organización del
agente con el modelo descriptivo que se hace alusión en un articulado,
tiene como resultado un juicio positivo, solo con respecto a dicho nivel
dogmático, sin incluir a la antijuricidad y a la culpabilidad. Por
consiguiente, basta con dicha verificación para dar por concluido
dicho análisis en esencia formalista, sin necesidad de reforzar
normativamente el juicio de disvalor; cuestión distinta es la
apreciación de justificación, cuando el autor cuenta con un derecho
autoritativo para lesionar un bien jurídico, dejando la tipicidad penal
intacta. En el caso del hurto la acción típica lleva implícita la
legitimidad, que queda enervada únicamente cuando concurre el
consentimiento del titular del bien, bajo los presupuestos antes
anotados, sin necesidad que ello debe resaltarse de forma expresa en
el marco legal. Simplemente con la concurrencia del asentamiento se
impide el nacimiento propiamente dicho del delito, pues el hurto reside

precisamente en el apoderamiento de un bien ajeno realizado “invito


domine”

Pasando a otro plano de valoración dogmática, nos trasladamos al


campo de la antijuricidad penal, esto es, ante que supuestos puede
permitirse el apoderamiento de un bien mueble, en contra de la
voluntad de la víctima. Existen en el marco del proceso penal y civil,
medidas de aseguramiento, quiere decir esto, instrumentos cautelares
que se dirigen a proteger la efectividad ejecutiva de la resolución penal
proceden las denominaciones medidas cautelares de orden real
(embargo), dirigidas a cautelar la pretensión indemnizatoria de la
víctima; que en algunos casos puede significar el despojo del bien
(secuestro conservativo), lo que también toma lugar en un proceso
civil (medidas cautelares sobre el fondo). Afectándose a la libre
disponibilidad de los bienes, que priva definitivamente de la propiedad
al afectado (imputado, tercer civil responsable) cuando se expide la
resolución definitiva, ordenándose la ejecución del bien en un acto de
remate público. La conducta que plasma el juzgador es en definitiva
típica, pero no es reprimible penalmente, al estar visada legalmente
por una causa de justificación (ejercicio de un deber, oficio o cargo).
Si el despojo lo comete el demandante en el transcurso del proceso
por vías de hecho, titular de una medida cautelar de embargo, solo
con anotación en el registro respectivo, no estará amparado en causa
de justificación alguna, por lo que su conducta constituye un injusto
típico. Situación esta última que no cabe apreciar en un proceso de
ejecución de garantía prendaria, pues el poseedor del bien, es un
tenedor que aún no cuenta con la propiedad del objeto, señoría sobre
la cosa; por lo que no se atenta contra la propiedad, requisito
indispensable para la configuración del delito de hurto. No podemos
dejar de lado, la posible aparición de un estado de necesidad, cuando
el agente sustrae alimentos de una tienda, para poder alimentar a sus
menores hijos, se advierte aquí, una preeminencia inobjetable, de la
vida y la salud de los impúberes; empero su procedencia no toma
lugar de forma automática, pues el autor ha de probar que no contaba
con otros medios (lícitos), para poder hacerse de un dinero, lo
suficiente para poder cubrir las necesidades elementales de sus
menos hijos. No lo será el caso del desempleado, que en plenas
capacidades físicas para desarrollar empleos menores, sin agotar
dichas alternativas, se dedica al hurto, para satisfacer las cargas
familiares; situación distinta ha de verse en el mismo desempleado,
que aun trabajando en oficios menores, no le alcanza para comprar
las medicinas que requiere su hijo para poder sobrellevar una
enfermedad grave que lo aqueja.

2.5 Tipo Subjetivo del Injusto

La figura delictiva que se comprende en el artículo 185 del C.P., es


esencialmente doloso, pues la esfera subjetiva del agente viene
precedida por el dolo, conciencia y voluntad de realización típica; el
autor debe dirigir su conducta a fin de hacerse un patrimonio ajeno,
sabiendo de antemano que el bien es total o parcialmente ajeno, por
tanto, la esfera cognitiva de cubrir todos los elementos constitutivos
de tipicidad penal, incluida la ilegitimidad, que como se dijo antes, es
un elemento innecesario; de tal forma que el agente deliberadamente
se apodera de un bien, pretendiendo ejercer una nueva esfera de
custodia. Según la descripción típica en cuestión, no encontramos
objeción, a que se admita el dolo eventual; bastando pues, con la
conciencia del riesgo de lesión del bien objeto de tutela. Dicho así, el
dolo, importa que el autor conduzca su comportamiento mediante un
acto de apoderamiento, que, habiendo desplazamiento, pues el bien
es susceptible de aprehensión, pueda tener de él una nueva esfera
de custodia, que le permita actos de disponibilidad sobre el mismo.

Sin duda, en la esfera del tipo subjetivo del injusto, el agente puede
estar incurso en un error acerca de la propiedad del bien; primer caso,
cuando la maleta que se apodera es idéntica a la suya propia,
segundo caso, cuando se cree propietario de la totalidad de un bien,
que ha sido objeto de partición y división. Cada caso concreto deberá
ser analizado por el juzgador a fin de establecer, si se trata de un error
vencible o invencible, todo dependerá de los elementos con que
contaba el autor al momento del hecho para salir del error. De la
redacción normativa se desprende que no es suficiente para acreditar
el tipo subjetivo del injusto el dolo, pues se requiere sumar un
elemento ajeno a él, de naturaleza trascendente, se habla pues que
el agente se debe apoderar del bien para “obtener provecho”, quiere
decir esto, que quiere para si el objeto, para que le reporte una
determinada utilidad. Si bien el tipo legal no lo señala expresamente,
considero que el provecho no necesariamente para si, sino también
para un tercero; vgr., seria político criminalmente insatisfactorio
sustraer del ámbito de protección de la norma, la sustracción que hace
el agente de unas joyas de cuantioso valor, y que las entrega a su
bella dama como obsequio; asimismo, en cuanto a la novia, si su
participación es posterior al apoderamiento efectivo del bien, cuando
este ha quedado totalmente fuera de la esfera de custodia del sujeto
pasivo, no podrá ser pasible de alguna forma de participación por el
delito de hurto, más si como autora de receptación, si es que su esfera
anímica así lo exterioriza. Máxime, la inclusión de este elemento
subjetivo de naturaleza trascendente, permite delimitar la zona de
aplicación del hurto simple con el hurto de uso; precisamente en este
último el autor, no tiene la intención de ejercer un nuevo dominus
sobre el bien, solo pretende ejecutar un uso momentáneo del mismo.
Tampoco comete hurto quien lanza el bien que sustraído de su titular,
a fin de destruirlo, habrá cometido el delito de daños.

El aprovechamiento puede ser de cualquier índole, no solo de carácter


patrimonial, el propio uso, según las propiedades del bien, importa ya
una ventaja; v.gr., en el caso de los ladrones que hurtan un vehículo
para ingresar a robar un banco y luego lo dejan abandonado, estarán
incursos en un concurso delictivo de hurto de uso con robo agravado.
Luego, en la hipótesis, que el autor primero cometa lesiones contra
una persona, pues tenían una rencilla y, luego de ello, recién decide
apropiarse de un dinero que se le cayera a su víctima, sin ejercer
violencia; sería un concurso delictivo de lesiones con hurto. No es
propiamente un ánimo de lucro, pues en este el agente persigue
siempre la obtención de un enriquecimiento, como es el caso del
asesinato por lucro, que toma lugar en el artículo 108 del C.P.
Elemento que de forma específica es recogida en el artículo 234 del
C.P. Español. En resumidas cuentas, la posición adoptada, de incluir
el propósito delictivo, del aprovechamiento, permite sujetar la
interpretación normativa según la teoría de la disponibilidad. Eso sí, a
efectos probatorios no es necesario, que se acredite que el agente
efectivamente obtuvo un provecho (utilidad), del bien, solo que esa
era su intención y que contó con tiempo suficiente para lograrlo.

2.6 Extensión del Objeto Material

El segundo párrafo del artículo en análisis dispone que se equiparan


a bien mueble la energía eléctrica, el gas, el agua y cualquier otra
energía o elemento que tenga valor económico, asi como el espectro
electromagnético; lo que significa que el concepto de bien mueble
toma una extensión conceptual más allá de una definición propia del
Derecho civil, lo cual resulta plausible, pues el Derecho penal ha de
intervenir, mediando sus propias concepciones terminológicas, amén
de cautelar su función tutelar de los bienes jurídicos fundamentales.
Al acogerse la energía eléctrica, el agua y el espectro
electromagnético, se deja de lado una visión corpórea del bien, para
adentrarnos en un plano inmaterial, que se condice con el estado
actual de las cosas, es que la realidad criminológica nos revela que la
apropiación de estos elementos, importa un aprovechamiento
económico indudable por quien hurta la energía eléctrica por ejemplo
y, una afectación económica también inobjetable, que puede ser al
dueño de un inmueble a la concesionaria que brinda el servicio de
energía eléctrica.

Lo que caracteriza a los distintos objetos materiales del delito a que


se refiere este párrafo, no es tanto el valor energético del mismo, sino
el hecho de tratarse en todo caso de fluidos en que se suministran con
la intermediación de aparatos contadores, que sirven para medir el
consumo o utilización de fluidos. En efecto, el agua en si no es lo que
interesa al Derecho penal, sino se preguntaría uno, porque su
apropiación en los ríos y mares no resulta prohibido, sino el servicio
público que se ha establecido de el, que se ejecuta a partir de las
empresas que prestan este servicio; que tienen un costo para el
usuario dependiendo del grado de consumo, es por decirlo a título
oneroso; de igual forma sucede en el caso de la energía eléctrica.

Como se dijo, se advierte en muchos casos, que ciertas personas que


habitan en viviendas precarias, conforman instalaciones clandestinas,
jalando a la energía eléctrica de los postes de alumbrado público, acá
el sujeto pasivo es la empresa concesionaria del servicio y sujeto
activo el particular; si el cableado se cuelga a la instalación de una
vivienda, el sujeto pasivo será el morador, pues a él se está cargando
dicho consumo, igual sucede con las líneas telefónicas. Sin embargo,
si la empresa concesionaria pretende cobrar un servicio que nunca
realizó o, sobrefactura más allá del consumo realmente efectuado,
será un delito de estafa, siempre y cuando se haya obrado con dolo
y, mediando engaño.
El gas, el agua u otro fluido que venga envasado y no es pasado por
medidores y tenga un valor económico en el mercado también es
susceptible del delito de hurto, ej., el tanque (balón) de gas. Mas no
es hurto, el caso del usuario que se hace surtir gasolina en un grifo
por el grifero, y se va sin pagar, para nosotros delito de estafa, pues
no hay acto de apoderamiento.

Hoy toman lugar, apoderamientos de otros elementos, en este caso


el servicio de cable por televisión y el Internet; ambos son servicios
que prestan ciertas empresas a cambio de una tarifa, por lo que su
creciente criminalidad, ha provocado hasta campañas publicitarias por
radio y televisión. Nos parece correcto que el legislador haya
contemplado una cláusula abierta, a fin de acoger otros elementos y/o
energía, susceptible de ser aprehendido y de contenido valuable, lo
que se condice con el ritmo incesante de la ciencia y la tecnología,
que mueve al mundo moderno a una gran velocidad.

3. Hurto Agravado

Art. 186.- “El agente será reprimido con pena privativa de libertad no menor
de tres ni mayor de seis años, si el hurto es cometido:

1. En casa habitada.

2. Durante la noche,

3. Mediante destreza, escalamiento, destrucción o rotura de obstáculos.

4. Con ocasión de incendio, inundación, naufragio, calamidad pública o


desgracia particular del agraviado.

5. Sobre los bienes muebles que forman el equipaje de viajero.

6. Mediante el concurso de dos o más personas.

La pena será no menor de cuatro ni mayor de ocho años si el hurto es


cometido:

1. Por un agente que actúa en calidad de integrante de una organización


destinada a perpetrar estos delitos.
2. Sobre bienes de valor científico o que integren el patrimonio cultural de la
Nación.

3. Mediante la utilización de sistemas de transferencia electrónica de fondos,


de la telemática en general, o la violación del empleo de claves secretas.

4. Colocando a la víctima o a su familia en grave situación económica.

5. Con empleo de materiales o artefactos explosivos para la destrucción


rotura de obstáculos.

6. Utilizando el espectro radioeléctrico para la transmisión de señales de


telecomunicaciones ilegales.

La pena será no menor de ocho ni menor de quince años cuando el agente


actúa en calidad de jefe, cabecilla o dirigente de una organización destinada
a perpetrar estos delitos”

3.1 Fundamento de la Incriminación y Bien Jurídico


Hemos sostenido con uniformidad de criterio que lo que se tutela en
esta titulación es el patrimonio, entendido como una unidad
(elementos integrantes), del acervo patrimonial de una persona, que
se puede ver afectado, ante atentados ilegítimos que se manifiestan
mediante actos típicos de desapoderamiento; quiere decir esto, que
se ejerce un acto de sustracción destinado a ejercer un nuevo
dominus sobre el bien mueble, lesionándose el derecho de propiedad,
así como sus facultades inherentes (posesión), disvalor del injusto
típico que se determina conforme a la legitimidad de la acción que
arrebate de su legítimo titular, un bien que le pertenece. No obstante,
pueden aparecer ciertas circunstancias, que hagan de la conducta,
una desvaloración más injusta, sea por la forma de su comisión, por
las circunstancias particulares que rodean el hecho, por la destreza
del autor, por el número de agentes; que supone da lugar a un juicio
de mayor desvaloración. Por tales motivos, toma sustantividad propia
la figura del“Hurto agravado”, cuya legitimidad es por cierto discutida
en la doctrina. De todas formas, se dice que el hurto agravado tiene
una mayor proximidad con el robo, en tal medida se hace necesaria
una distinción penológica, pero aún no adquiere ese plus de
sustantividad que se manifiesta en la violencia y/o la amenaza que
recae sobre las personas. Es de verse del presente artículo que el
legislador ha empleado la técnica casuística para construir las
diversas circunstancias agravantes que se glosan en el artículo 187,
que de hecho el listado ha crecido enormemente, producto de las
incesantes reformas penales que han acontecido en los últimos años,
a partir de la Ley N 26319 de junio de 1994, hasta la Ley N 28848 de
julio de 2006. A decir de PEÑA CABRERA, la formula casuística del
Código vigente describía taxativamente todas las fórmulas agravadas
de hurto en seis incisos; posteriormente mediante Ley N 26319 se
incluyen cinco supuestos típicos más, teniendo en cuenta la calidad
del agente, cualidad de los bienes y peligrosidad de los medios
comisivos. Finalmente, con la dación de la Ley N 28848, suman en
total doce las circunstancias agravantes, contando al final con un
último párrafo, que da lugar a una mayor pena, cuando el agente es
miembro de una organización delictiva destinada a perpetrar el delito
de hurto agravado.
Estilo casuístico que a la postre, conlleva una contravención al
principio de legalidad, en su variante de lex stricta, puesto que el
juzgador estará cada vez mas confundido, al momento de elegir el
supuesto delictivo, cuando entre varios de ellos existe una similitud en
su construcción normativa.

Por otro lado, las continuas reformas, conducen también a un


incuestionable punitivismo, de una pena más severa, acercando la
norma de sanción a la que se corresponde en los delitos de robo. La
legitimidad de las circunstancias agravantes reposa en el mayor
disvalor del injusto, sea porque los medios empleados revelan una
mayor peligrosidad, sea porque se provoca una mayor afectación a
los intereses de la víctima, sea porque el resultado refleja una mayor
lesión al bien jurídico.

En el caso del C.P. Español, en el artículo 235, se han glosado las


modalidades agravadas, entre estas: cuando se sustraiga cosas de
valor artístico, histórico, cultural o científico, cuando se trata de cosas
de primera necesidad o destinadas a un servicio público, cuando
revista especial gravedad, atendiendo al valor de los bienes
sustraídos, o se produjeron perjuicios de especial consideración y
cuando se ponga a la víctima o a su familia en grave situación
económica o se haya realizado abusando de las circunstancias
personales de la víctima.

Mientras que en el C.P. Argentino, el hurto agravado toma lugar en el


artículo 163, comprendiendo el abigeato calificado y el hurto
campestre, el hurto calamitoso, el hurto con ganzúa o llave falsa, el
hurto con escalamiento, el hurto de cosas muebles durante sus
transporte y el hurto de vehículos en la via publica o en lugares de
acceso público.

En lo que respecta al bien jurídico tutelado por el artículo 186, en


líneas generales será el mismo que toma lugar en el caso del hurto
simple, es decir, la propiedad de los bienes muebles, susceptibles de
ser cuantificado económicamente y desplazado de un lugar a otro,
mermando en sus facultades inherentes de posesión, disposición uso
y disfrute. A lo cual se podría agregar una no tan lejana lesión a la
seguridad de las personas, cuando el objeto sustraído los puede
colocar en un real estado de necesidad.

3.2 Análisis de los supuestos agravantes


Cuestión muy importante, antes de ingresar al análisis de las
agravantes en particular, es lo referido a si el Hurto Agravado de igual
manera con el Hurto Simple, debe significar el apoderamiento de un
bien mueble, cuya cuantificación económica sea mayor a una RMV,
en cuanto a su delimitación con las faltas.
La doctrina no se ha esmerado mucho, en esclarecer esta
interrogante, que en sede judicial ha incidido en respuestas
jurisdiccionales diversificadas, unas que sostienen que el valor del
bien mueble no interesa, pues lo importante, mejor dicho el mayor
disvalor se sostiene en las formas, medios u otras circunstancias, que
rodean al hecho punible; mientras que la segunda postura, entiende
que si se trata de una forma agravada, debe cumplir previamente con
los elementos que toman lugar en la construcción base (genérica) de
la figura en cuestión. En la sentencia recaída en el Exp. N 912-06,
expedidas por la Cuarta Sala Especializada en lo Penal para Procesos
con Reos Libres de fecha 09 de abril de 2007, se argumenta en el
Considerando Tercero, lo siguiente: “Que para la materialización del
delito de hurto agravado, se requiere en poner término, que la
conducta atribuida al agente se encuadre en el tipo base del delito de
hurto, contenido en el numeral 185 del Código Penal, necesariamente
concordante con el numeral 444 del mismo cuerpo legal, esto es, que
se trate del “apoderamiento ilegitimo de un bien mueble, total o
parcialmente ajeno, cuyo valor sobrepase las cuatro remuneraciones
mínimas vitales (cuantía que corresponde al texto del precitado
numeral 444 del Código Penal, vigente a la fecha de los hechos que
se incriminan),sustrayéndolo del lugar donde se encuentran, con la
finalidad de obtener provecho del mismo”, y adicionalmente que
concurra cualquiera de las causales previstas en el numeral 186 del
citado cuerpo legal”; por lo que en el Considerando Quinto, se
concluye que: “(…) el valor de las especies sustraídas no supera las
cuatro remuneraciones mínimas vitales; apreciación que no resulta
ápice la ausencia de pericia valorizada dado que basta recurrir al
conocimiento que dan la experiencia y el sentido común, para concluir
que el valor de tales especies, cuyas características se detallan en el
acta obrante a fojas ocho, es muy inferior al monto requerido; por lo
que tal latrocinio o no constituye delito de hurto y por ende no puede
sostener la incriminación por delito de hurto agravado; tratándose
propiamente de una infracción penal en el rango de falta contra el
patrimonio, respecto de la cual la acción penal a la fecha se habrá
extinguido por prescripción”.
De los fundamentos que se exponen a la vista, en la resolución
citada, ha de verse que el Superior Colegiado, parte de una premisa
valedera, de que si se trata el Hurto Agravado de una forma
circunstanciada del Hurto simple, se deben revelar los mimos
elementos de tipicidad penal que se contienen en el artículo 185 del
C.P., incluido el monto del valor del bien sustraído, con arreglo al
artículo 444 (in fine), a lo cual se deben sumar cualesquiera de los
supuestos que el legislador ha comprendido de forma taxativa y
enunciativa en el artículo 186; lo que por otra parte es adecuado
desde una política criminal despenalizadora, de sustraer del ámbito
de punición, conductas que no manifiestan un grado de lesividad
significativo al bien jurídico tutelado (principio de mínima
intervención). Correspondiendo en todo caso, la calificación de dichas
“bagatelas” como “faltas”, por lo que dichas conductas no podrán ser
objeto de una pena privativa de libertad, sino de medidas limitativas
de derecho, que no suponen limitación alguna a la libertad personal
del condenado.
En contrapartida, ha de mencionarse que algunas de las
circunstancias que se detallan en el artículo 186, de forma autónoma
reflejan un plus de disvalor del injusto, sin necesidad de acudir al
monto del bien sustraído. Nos referimos a la casa habitada o cuando
se coloca a la víctima y a su familia en grave situación económica,
que toman lugar en la tipificación penal en cuestión. Habría que
preguntarse, entonces, si es que no resulta suficiente para calificar
como hurto agravado, el hecho de que el agente ingrese a una casa
habitada, dada la peligrosidad que ello entraña o, que se coloque a la
víctima en un estado de necesidad, es que cien soles, para ciertas
personas puede importar la manutención alimenticia de sus hijos por
una semana.
De todos modos cabe advertir, que lo argumentado en el párrafo
anterior no se puede dar en todos los supuestos del articulado, v.gr.,
sobre los bienes muebles del viajero o mediante la utilización de
sistemas de transferencia electrónica de fondos, de la telemática
engeneral, etc.; por consiguiente, asumimos la posición que se
engarza en la sentencia antes comentada, de que en el Hurto
Agravado se debe acreditar la concurrencia de todos los elementos
de sustantividad normativa que se desprenden del articulo 185; de ser
el bien, menor a una RMV, será constitutivo de falta y no de un delito.
Máxime al haberse reducido de forma significativa la cuantía del bien
como consecuencia de la dación de la Ley N 28726 de mayo de 2006.
a) En casa habitada. - Cuando se hace alusión a “casa habitada”,
no solo ha de comprender el domicilio como tal, sino que también
la morada, casa de negocios ajena, dependencia o recinto
habitado por otro; esto es, cualquier espacio y/o lugar geográfico
(perimétrico) que delimitado arquitectónicamente, da lugar a la
configuración de un ámbito separado del exterior, donde se
desarrolla la intimidad personal y/o familiar, Casa o morada
habitada, significa que el recinto debe mantener vigente una
residencia, por parte de una o mas personas, que no
necesariamente deben estar presentes al momento en que
ingresan los ladrones, con la intención de sustraer los bienes
muebles que se encuentran allí. Como se dijo, lo que da el plus de
disvalor del injusto, es el peligro que corren los moradores.
Para BAJO FERNÁNDEZ, la razón de esta agravación se
encuentra en el riesgo que se genera para las personas al cometer
el hecho en casa habitada. Y también el peligro de que se ponga
en riesgo la incolumidad de la intimidad de los residentes, quienes
pueden ser objeto de una invasión de la privacidad, con ello el
desarrollo de su personalidad.
En el caso de que se ingrese efectivamente al domicilio y se
produzca el apoderamiento, deberán salir los objetos de dicho
planto espacial, para que se pueda dar la consumación y, si esto
es así, será reputado como un hurto agravado; desplazando a la
figura de violación de domicilio, por consunción, pues el acto
mismo de ingresar al domicilio de forma ilegal, ya está contenido
en el supuesto delictivo en análisis. Lo que no sucedería en el caso
del tipo penal de violación a la intimidad, si el agenteademás de
ingresar a la casa y llevarse consigo una serie de objetos, graba
y/o registra una conversación familiar, dará lugar a un concurso
ideal de delitos, con el artículo 154.
Si uno de los involucrados es residente de la casa, donde se
produce el hurto, es decir, este es quien entregado las llaves para
que pueden ingresar los hurtadores, no será penado a título de
autor, pues no realiza la acción de describirse el tipo penal, sino
como cómplice por el mismo delito.
Cuestión importante a saber, y que debe verificarse en todas estas
circunstancias agravantes, es que el agente debe actuar
(típicamente) conociendo de los elementos que la convierten en
un hurto agravado; si en este caso, el autor estaba convencido de
que la casa estaba abandonada, podrá ser incriminado solo por un
hurto simple.
b) Durante la noche. - Bajo esta hipótesis el legislador nos hace
alusión a un factor “natural”, que tiene que ver con el momento en
que se realiza el hecho punible; la noche aparece cuando el sol se
oculta por completo, y a la faz del cielo queda cubierto por las
estrellas, oscureciéndose, por tanto, la claridad propia del día. La
caída del sol en verano o, el anochecer en día invernal, no siempre
se configure al mismo tiempo en todos los lugares, inclusive de un
espacio geográfico próximo.
Considero que este factor, propio de la naturaleza, fue tomado por
el legislador de acuerdo a concepciones de antaño, donde la
criminalidad hacia furor, sobre todo en las noches; donde los más
avezados delincuentes salían a cometer sus fechorías con toda
impunidad, amparándose en la oscuridad que cubren las calles y
avenidas de las ciudades; colocándose en grave peligro la vida y
salud de los individuos. Situación que ha cambiado hoy en día,
pues los actos delictivos, sobre todo, los cometidos por la
criminalidad convencional, se ejecutan a plena luz del día, a vista
y paciencia de los ciudadanos; v.gr. lesiones, asesinatos, robos,
hurtos, secuestros, extorsiones, etc. Aquello que se decía que en
el día uno estaba más seguro, ya no cobra vigencia en la
actualidad, en virtud de la criminalidad que acomete sus latrocinios
a cualquier hora del día. Se ha perdido todo temor a ser
descubiertos, la prevención general negativa se encuentra
significativamente debilitada, máxime ahora cuando las calles
tienen una mayor iluminación, existe un mayor resguardo policial,
claro está, no es de recibo de que igual forma se producen los
hechos más violentos, puesto que nadie interviene cuando una
persona se está viendo agraviada por una conducta criminal.
Parece que aún resulta conveniente mantener esta agravante,
pues de todos modos la criminalidad más feroz, puede aparecer
con mayor envergadura durante la noche, pero no nos olvidemos
que en este caso se trata de hurtos y, no de robos. En los casos
que las casas o edificios sean oficinas, comercios o industrias y no
se encuentren habitadas y solo están durante el día,
encontrándose en las noches sin custodia alguna, los hacen más
vulnerables, circunstancias de la que se aprovechan los sujetos
activos para la realización del delito de hurto.
c) Mediante destreza, escalamiento, destrucción o rotura de
obstáculos.-Se dijo que en el delito de hurto se manifiesta una
cierta destreza del sujeto activo, a fin de apoderarse del bien
mueble, a fin de que no sea descubierto por el sujeto pasivo. En
este primer supuesto, no encontramos en realidad fundamento
suficiente para una mayor incriminación, puesto que la destreza es
la misma habilidad que el agente pone en acción, para hacerse de
la cosa de forma ilegítima y, así lograr su propósito criminal.
La fuerza en las cosas requiere que estas sean forzadas, vale
decir, que haya producido sus efectos propios, rompiéndolas,
torciéndolas, sacándola de su sitio, cavándola o modificando su
estado o situación de cualquier otra manera. Es decir, la propia
conducta del apoderamiento requiere a veces un plus de fuerza, a
fin de poder sacarla de su lugar de origen.
El escalamiento, por su parte presupone de forma gramatical subir
de un piso a otro, por vías de hecho. Hay escalamiento cuando el
ladrón perpetra su hecho superando corporalmente los obstáculos
dispuestos como defensa pre constituidas de cercamiento,
mediante el empleo de un esfuerzo considerable o de gran
agilidad. El articulo o la agilidad del ladrón vence el recinto
defensivo de la cosa, demostrando más voluntad criminal,
despierta mayor alarma pública. El espíritu de esta agravante
emana del principio común de la inutilidad de la mayor defensa
privada. El fundamento de esta agravante radica en que el
delincuente, al burlar la defensa que ha sido predispuesta,
superándola mediante esfuerzo, agilidad, artificios y habilidad,
demuestra una mayor peligrosidad, surgida del ataque más abierto
y malicioso contra la propiedad.
Por nuestra parte diremos que hay escalamiento, cuando el
agente, a fin de evadir ciertos impedimentos, propios del cerco de
un lugar o, de la misma pared que debe saltar, requiere de ciertos
movimientos físicos, que le permiten ingresar al lugar donde
pretende sustraer los bienes muebles; no los referidos a su huida
y/o salida del lugar, pues tiene que ver con la forma de comisión
del hecho punible.
Es (…) indiferente que se usen o no escalas o cualquier otro
instrumento para salvar los obstáculos, en tanto estos sean
únicamente la ayuda para logar la actividad corporal de penetrar,
apunta FONTAN BALESTRA. Se cae en error cuando, por influjo
de la idea de subir o ascender, se identifica la exigencia de cierto
esfuerzo o actividad corporal en el autor con la de sobrepasar o
pasar por encima de un obstáculo. Lo importante a todo esto es
que el agente sortee ciertos obstáculos, a fin de allanar el camino,
para ingresar al lugar en el cual se encuentran los bienes, que
pretende apoderarse, sin interesar los medios por los cuales se
haya valido para ello; por supuesto que no se dará la agravante
cuando el agente sube normalmente por unas escaleras que lo
conducen al piso del departamento que pretende ingresar, pero si
por la circunstancia primera.
Si entra por ventana abierta, encontrándose está a una altura poco
distante del suelo, de modo que no se haya necesitado mayor
esfuerzo o destreza, y sin haber superado obstáculos anteriores,
la conducta no constituye escalamiento. Por su parte, la
destrucción o rotura de obstáculos, debe ser entendido como la
fuerza que ejerce el agente, para poder ingresar a un determinado
lugar, por ejemplo, la destrucción de la chapa, de un candado; la
fuerza que se ejerce sobre un objeto que permite al agente tener
la posibilidad de acceder al lugar donde se encuentra el objeto
material del delito.
Destruir implica eliminar por completo la estructura material de un
objeto, sobre ciertos mecanismos de seguridad, que se convierten
en un obstáculo para que el autor pueda tener acceso a los bienes
que pretende sustraer. No solo se puede romper puertas y
ventanas, sino cerraduras o sus elementos como cerrojos,
picaportes y cualquier mecanismo o dispositivo de seguridad, que
sea mecánicos, eléctricos o electrónicos, así también como rotura
de techos, suelos, paredes; es decir, toda estructura que delimita
un espacio exterior con la finalidad de obstaculizar el
apoderamiento del bien. No puede ser reputada una conducta
ajustable a este supuesto, la destreza técnica que vuelva al autor
para identificar la clave de un dispositivo de seguridad, el ingreso
de ciertos instrumentos no puede ser considerada como
destrucción ni como rotura; tal vez susceptible de ser encajado en
el inc.3) de la última clasificación agravatoria. La rotura de
obstáculos supone el quebrantamiento en dos o más partes de un
determinado objeto, que para el agente se torna en un
impedimento, para poder acceder al espacio donde se encuentran
los bienes; v.gr., romper una ventana, una puerta, una chapa, etc.
Empero, si la conducta se dirige únicamente a dañar el objeto, será
constitutivo del artículo 205, cuestión distinta se dará en la
tentativa de hurto agravado, cuando el ladrón es atrapado in situ
luego de haber roto la ventana e ingresado al lugar, pues su
conducta estaba encaminada a la apropiación de un bien mueble.
Habría que ver si los daños causados a objetos que superen una
RMV, puede dar lugar a un concurso delictivo, o es que la
agravante in examine absorbe dicha conducta. La fractura debe
ser para entrar y no para salir. La fractura que no tiene por objeto
entrar, sino apoderarse del obstáculo de la entrada tampoco es
robo, sino hurto (llevarse la ventana, el cristal delantero de un
coche, etcétera).
d) Con ocasión de incendio, inundación, naufragio, calamidad
pública o desgracia particular del agraviado. - En este caso se
hace alusión a una seria de fenómenos de la naturaleza u otros
eventos lesivos, que por lo general colocan en un estado de real
necesidad a quienes sufren los embates directos de dichos
eventos; donde el mayor disvalor del injusto radica en la mayor
afectación que puede producirse en la victima, al ser despojado de
ciertos bienes que requiere con mayor urgencia para enfrentar las
consecuencias nocivas del fenómeno natural, y en el mayor
reproche culpable, de quien realiza esta clase de conductas,
sabiendo que su perpetración puede causar mayores estragos, a
quienes están afectados por la calamidad pública y/o situación de
desgracia, quien se aprovecha del mal ajeno, lo que a su vez
provoca una mayor alarma en la sociedad, que el legislador ha
tomado como fundamento para hacer más severa la reacción
punitiva. Por tales motivos, se dice que la agravante tiene un
fundamento objetivo y otro subjetivo.
Se dice, que no se trata de una mayor peligrosidad, (…), que es
difícil de medir, sino que el elemento subjetivo del injusto, más la
circunstancia objetiva, revela un mayor injusto, que debe
traducirse en la mayor pena. Sin embargo, para Soler, el hecho
cometido en tales circunstancias muestra, sin duda una particular
perversidad en el sujeto, pues supone que mientras los demás,
humanamente conmovidos o espantados, dejan los bienes, el
sujeto mantiene suficiente espíritu de cálculo para entregarse al
pillaje con más facilidad.
Se denomina Hurto calamitoso, tal como se deduce de la
redacción normativa de la ley penal argentina, con respecto al inc.
2) del artículo 136 de su C.P. De la ley positiva nacional se
desprenden dos hipótesis, la primera referida al hurto que se
comete con ocasión de un incendio, inundación, naufragio o
calamidad pública. Como se dijo el mayor reproche se basa en
quien se aprovecha de dichas circunstancias para dar rienda
suelta a sus instintos criminales, de apoderarse de los bienes de
los damnificados. Se sigue estrictamente el listado de eventos
naturales o, aquellos causados por acción propia del ser humano,
sea de forma fortuita, imprudente o intencional, como una
inundación puede ser resultado también de un tsunami o un
diluvio, y el incendio, provocado por la salida de gas de una
estación de gasolina o el corto circuito por el mal funcionamiento
de un aparato eléctrico; pero lo relevante es que dicho evento haya
ocasionado un real estado de peligro para los habitantes de la
localidad, una llamarada de incendio que puede ser sofocado sin
mayor esfuerzo, no dará lugar la circunstancia que se enuncia en
este supuesto de agravación.
La calamidad pública es una desgracia lamentable de grandes
proporciones, producida por cualquier causa o factor que afecte a
un gran sector de la población o a toda una localidad, provincia,
departamento, región, etc. Una calamidad pública supone un
estado de penumbra, de extrema necesidad, por cuando una
población puede estar en peligro de verse afectada, en cuanto a la
vida y salud de sus individuos, una epidemia producto de una
grave enfermedad, puede cobijarse en esta hipótesis, así como los
huaycos o inundaciones que azotan ciertas circunscripciones
territoriales de nuestro país; configurando una clausula abierta,
que el juzgador deberá llenar de valoración de conformidad con
los elementos antes sostenidos. En este caso, todas las fuerzas
públicas y sanitarias, se dedican a salvaguardar a la población
damnificada, estado de inseguridad pública, que precisamente es
aprovechado por el agente, para hacerse ilegítimamente de bienes
muebles que no le pertenecen.
En la doctrina argentina, en cuanto a conmoción pública, se dice
que es cualquier alboroto, desorden o confusión producida por el
acumulamiento de personas, no necesariamente en forma
violenta, y que produce una perturbación en el lugar del
acontecimiento, como por ejemplo una manifestación.
Resulta exigible, que el autor al momento de proceder a la
sustracción de los bienes, conozca del estado calamitoso, o de
aquellos que se describan en la norma, caso contrario no podrá
aplicarse esta agravante a, menos que concurran otras de las
causales previstas en el artículo 186. La segunda hipótesis refiere
a una desgracia particular del agraviado con ello se distingue con
la variante anterior, en cuanto la primera requiere que la calamidad
sea “publica”, esto es, que los estragos generen efectos
perjudiciales a un número indeterminado de personas, en cambio
la segunda, basta que se trate de una sola persona.
Situación de un infortunio particular es limitada por algunos o
aquellos casos en los cuales una persona experimenta un mal
improviso, en sus bienes o en su persona, como ser alguna
enfermedad aguda, alguna lesión, algún ataque. Con ello se
excluyen los padecimientos crónicos, de los cuales sería un
ejemplo típico la ceguera y algunas otras formas de padecimiento
moral. Para NUÑEZ será cuando el damnificado físicamente se
encuentre en un estado desgraciado o lo aflige un hecho o
acontecimiento de la misma índole.
La desgracia particular no se puede circunscribir al padecimiento
de una determinada enfermedad, pues debemos incluir también
aquellas tragedias personales, que propicia un dolor moral y
espiritual significativo; el padre de familia en un accidente, y
completamente conmocionado, se vuelve en una persona
vulnerable. El que roba en la casa donde alguien ha muerto,
aprovechando la tribulación y la costumbre de permitir la entrada
de gente, comete un hurto agravado. No será una desgracia
particular perder el empleo de forma súbita, pero si la familia
dependía por entero de dicho sueldo, que servía para comprar la
medicina del paciente que sufre de diabetes, si podría configurarlo.
Nada importa el origen del infortunio ni su naturaleza, pudiendo
tratarse de una enfermedad, una lesión, un desmayo, la ebriedad,
como bien dice FONTAN BALESTRA, lo importante es que el autor
haya aprovechado de la situación del damnificado.
e) Sobre los bienes muebles que forman el equipaje del viajero.-
Primero: ¿Qué ha de entenderse por viajero? Será todo aquel que
de forma frecuente y/o circunstancial, se desplaza de un lugar a
otro, sea en el interior de un país, o cuando cruza una frontera y,
se interna en el ámbito territorial de una Nación extranjera. No
interesa el medio de viaje, sea vía aérea, marítima, fluvial o
terrestre, pudiendo haber tomado el servicio de un medio de
transporte privado o empleado su propio vehículo, ni que sea un
turista extranjero o nacional; no se puede supeditar dicha
condición a elementos temporales o con respecto al destino, so
pena de sustraer de la protección a una serie de personas que día
a día se desplazan a una serie de destinos, sea por razones de
turismo, trabajo, negocios y otros, ir a las playas del sur con el auto
particular configura dicha concepción. El fundamento de la
agravación, reside en que el viajero lleva consigo una serie de
documentación muy importante, como pasaportes, que contienen
las visas, de identificación, aquellos referidos a la labor que se
pretende prestar en el destino, encomiendas, y por supuesto,
dinero para poder solventar la estadía o comprar ciertos enseres
para el hogar y así como encargos familiares. El apoderamiento
de dichos objetos puede poner en grandes apremios al viajero, así
como a sus familiares. El apoderamiento de dichos objetos puede
poner en grandes apremios al viajero, así como a sus familiares,
como destinatarios de los fondos económicos que transporta en
sus maletas; pero vale decir, que, en la actualidad, ya no se usa
mucho el dinero en efectivo, pues el empleo de tarjetas de crédito
o de los denominados travel cheks, se han convertido en un medio
común de pago por parte de los que habitualmente se transportan
a varias ciudades del mundo.
La condición de viajero, dice PEÑA CABRERA, ocasiona
preocupaciones, ansiedad, distracción etc., influyendo sobre el
normal poder de atención de las personas produciéndose una
aminoración de la defensa privada, pese a las dirigencias
adoptadas, no le falta razón a este autor pues es sabido, que el
viaje, sobre todo cuando es al exterior, genera una suerte de
preocupación al viajero, un estado psicológico que lo puede llevar
a aminorar sus mecanismos de defensa, aunque en puridad de la
verdad, considero que dada la criminalidad en este rubro, los
pasajeros cada vez adoptan mayores mecanismo de seguridad,
para no verse sorprendidos por estos hurtadores.
No podemos dejar de señalar, que tal vez esta agravante, guarda
también otra finalidad de proteger al turista nacional o extranjero,
sobre todo a este último, cuyo paso por el país significa la
irrogación de grandes ingresos económicos, así como la
generación de fuentes del empleo. Máxime, si día a día se observa
como los turistas son despojados de sus pertenencias, en las
calles más peligrosas de las ciudades del Perú.
Se debe destacar también, que los objetos de valor y de
importancia que transporta el viajero, requieren de una protección
extensiva, por lo que este es protegido también antes y después
de emprender el recorrido, tanto en las estaciones de los
diferentes medios de transporte, así como también durante las
escalas que realice u hoteles en los que se aloje para continuar su
travesía; no habría motivo para considerar no viajero al que
maneja su propio coche y en el viaje más allá de los limites
urbanos. En la hipótesis de que el viajero, toma el taxi que lo
transportará al aeropuerto, y en dicho trayecto sufre el despojo
ilegitimo de sus valijas, se dará esta circunstancia agravante, pero
el agente para ello debe saber que se trata de un viajero, lo que
dependerá de las maletas que use, pues ciertos bolsos son
utilizados también para ir al gimnasio, se exige el tipo subjetivo del
injusto, en cuanto al dolo, que abarque dicha condición, de todos
modos, si el apoderamiento se produjo con rotura de la luna del
carro, se desplaza la conducta al inc. c).
f) Mediante el concurso de dos o más personas.- Siempre se ha
visto que la concurrencia de dos o más personas en el evento
delictivo, general una mayor peligrosidad objetiva, pues el
agraviado se encuentra expuesto a una mayor afectación; el
número de participantes otorga una mayor facilidad para la
perpetración del injusto, al reducir con menos inconvenientes los
mecanismo de la defensa de la víctima.
Cuestión a saber es que no debe tratarse de una banda u
organización delictiva, es decir, debe tratarse de autores que de
forma circunstancial y/u ocasional deciden cometer un hurto; de no
ser así, la descripción normativa del último párrafo sería el
supuesto aplicable. Segundo, no es necesario que todos los
agentes, actúen a título de autor, sea como coautores, pues es
suficiente, que el segundo haya actuado como cómplice primario
o secundario. Así también, en el caso del instigador, que determina
psicológicamente al autor material, para que se apodere
ilegítimamente del bien mueble de la víctima; en la autoría
mediata, también participan dos personas, el hombre de atrás que
domina la voluntad del hombre de adelante, el instrumentó quien
ejecuta materialmente la acción típica, por lo que no habrá
problema para admitir la agravante en cuestión.
No es exigible el acuerdo previo, ya que solo es necesario
participar en la comisión del delito cualquier forma: coautoría,
complicidad, etc. No podremos apreciar la agravante cuando quien
se apodera del bien mueble, se aprovecha que la víctima está
liándose a golpes con un tercero que no tiene la intención de
apropiarse de sus pertenencias

La pena será no menor de cuatro ni mayor de ocho años si el hurto es


cometido:

a) Por un agente que actúa en calidad de integrante de una


organización destinada a perpetrar estos delitos.- La configuración de
este supuesto requiere la presencia de dos elementos: primero que exista
una organización delictiva, destinada, es decir, creada especialmente
para cometer el delito de hurto y, segundo, que el agente sea miembro de
esta organización delictiva, en la calidad de integrante, no podrá serlo en
calidad de jefe, cabecilla o dirigente, pues en dicho caso la conducta se
traslada al último párrafo del articulado. Toda organización delictiva debe
contar con los siguientes elementos:
a. Debe estar conformada por una pluralidad de personas, individuos que
se reparten los roles mediante una estructura jerárquica de organización,
por lo general cuentan con mandos superiores, medios y ejecutores;

b. Deben operar por un tiempo significativo, la permanencia es un dato a


saber para diferenciar esta figura criminológica de la coautoría de
concomitante, y;

c. Deben contar con códigos internos, que regule su estructura


organizacional.

Sin embargo, el agente en el presente caso, basta que en el momento de


la acción típica, haya pertenecido a la asociación criminal por un corto
lapso de tiempo. Ahora bien, el precepto señala que el agente debe actuar
en calidad de integrante de una organización delictiva, quiere decir esto,
que puede haber actuado de forma individual al momento de la
perpetración del delito o en forma conjunta con otros miembros de la
organización.

La sanción penal de la agravante en comentario, por ende, no involucra


el hecho de pertenecer a la organización ilícita, solo la comisión de hurto.
Pero no podemos dejar de apuntar que se da un concurso real de delitos
con el de asociación ilícita (art. 317 del C.P.) En realidad, en el caso del
hurto, más se da en la realidad la figura de la “banda”, la organización
delictiva toma mayor auge en el caso de delito de robo.

b) Sobre bienes de valor científico o que integren el patrimonio


cultural de la Nación.- En este caso, el legislador a efectos de construir
la agravante, ha tomado en consideración la naturaleza del bien, esto es,
la valuación del objeto con respecto a una serie de artistas, es lo que
sustenta el mayor disvalor del injusto típico.

En primer lugar la norma en cuestión, refiere a los bienes de valor


científico, los cuales serán todos aquellos que revelen una determinada
propiedad funcional en el marco de una determinada actividad socio-
económica; que puedan incidir en beneficio de la salud pública, por lo que
dice, que no se tutela la propiedad que se reconoce a su titular, sino, de
que toda la ciudadanía pueda acceder a las bondades de estos bienes,
como sus legítimos accesorios; mas ello no puede significar que el dueño
quede desamparado, solo que la tutela penal adquiere un mayor interés
social. La explicación de la simultánea existencia sobre una misma cosa
de un interés general y del derecho de propiedad del dueño de la cosa,
limitado por aquel, se encuentra en la función social de la propiedad mas
que en la teoría de los bienes culturales. El asunto está en los que refiere
a las condiciones que debe cumplir el bien, para que se le pueda atribuir
“valor científico”, como elemento normativo de la tipicidad penal; bienes
que encuentran tutela en el marco de la normatividad sobre propiedad
industrial; ¿Se requerirá un reconocimiento de una autoridad
administrativa como el INDECOPI o a catálogos, sobre la materia, o es
que dicha propiedad queda sujeta a una potestad discrecional del
juzgador, de acuerdo a las pruebas que se presenten al respecto? A decir,
de QUINTERO OLIVARES si se quieren evitar exclusiones injustificadas
y lograr una autentica adaptación de la realidad y al interés que se quiere
tutelar, creemos, no obstante, que debiera bastar con la condición de ser
bien inventariable o registrable, a la vista del riesgo de equivocación que
entraña fiarse excesivamente de los catálogos reconocidos, pues no se
trata de catálogos ni cerrados ni completos.

Somos de la consideración que los bienes considerados de valor


científico, no requieren encontrarse debidamente registrados ante las
instancias administrativas competentes; pues basta en todo caso, que
sean susceptibles de ser inscritas ante dichos registros, cualidades que
ha de tomar en consideración por el juez en cada caso concreto, para lo
cual se remitirá a las valoraciones que de cuño tenga la sociedad al
respecto.

c). Mediante la utilización de sistemas de transferencia electrónica


de fondos, de la telemática en general o la violación del empleo de
claves secretas.- Podemos decir, que esta modalidad agravante apunta
el mayor disvalor, a los medios que emplea el agente, para hacerse
ilegítimamente de un bien mueble, en este caso mecanismo sofisticados,
propios de la ciencia y de la tecnología, que le permite apoderarse de una
suma ingente de dinero, de una forma muy sutil, con el menor riesgo de
ser detectado.

Las claves electrónicas, los dispositivos de seguridad pueden ser


burladas por personas especializadas en la materia de la informática, que
a través de ciertos sistemas de telemática (softwares) pueden ingresar a
ciertas redes privadas, banco de datos u otros y, así tener posibilidad de
disponer la transferencia de cuentas secretas, etc. No se trata de un caso
de estafa pues el autor, no induce de ninguna forma mediando engaño al
sujeto pasivo, para que le traslade su patrimonio, siendo en realidad una
vía sofisticada de apoderamiento. No podemos pasar por alto, que existe
hoy una criminalidad informática a nivel mundial, que pone al tapete una
nueva delictuosidad, no muy fácil de combatir en merito a las formas de
cómo se cubren estos agentes para no llegar a ser descubiertos.

Para la comisión del delito de hurto por medios informáticos el sujeto


activo puede utilizar diversas formas comisivas como la manipulación, y
puede ser durante la creación del programa, durante la ejecución de la
misma, durante la emisión de datos, o durante su trasmisión; el espionaje
para apropiarse de información de secretos comerciales, financieros, etc.,
(programa de datos) y divulgados o venderlos, introduciéndose a un
centro de información o durante la transmisión de esta, de una central a
otra o una terminal y también para descifrar claves de la misma manera o
de otra, pero para su utilización por medios temáticos.

d). Colocando a la víctima o a su familia en grave situación


económica. - El disvalor del injusto típico en el delito de hurto, reside en
la privación por parte de la víctima, de las facultades inherentes a la
propiedad, que recaen sobre los bienes muebles de que es titular, cuando
es despojado ilícitamente de su tenencia por parte del agente. Dichos
bienes, puede que, en algunas ocasiones, se trate de dinero, por lo que
su sustracción, puede repercutir en el presupuesto familiar, impidiendo
que se puedan solventar necesidades elementales de la familia.

En este caso se pone de relieve no solo la propiedad misma, afectada


como consecuencia de la acción típica, sino también la situación
económica del núcleo familiar, en cuanto a la acusación de un verdadero
estado de necesidad (disvalor del resultado). Como se advierte en la
doctrina, victima puede ser tanto una persona natural como una persona
jurídica, si el gerente de una empresa en particular, es objeto de un hurto,
en virtud del cual es despojado del dinero con que se iba a pagar los
sueldos de los trabajadores de varios meses de adeudo, se habrá
configurado la agravante; como se desprende del tenor literal del
precepto, tiene que darse o una u otra alternativa, no de forma conjugada.

e) Con empleo de materiales o artefactos explosivos para la


destrucción o rotura de obstáculos.- Esta agravante debe ser
entendida con la circunstancia cualificante que se estudió en el
acápite 2,3, en cuanto a la destrucción o rotura de obstáculos, pues
es de verse que en este caso se agregan ciertos medios, para ejercer
la conducta que hace referencia dicho apartado.
Reviste especial gravedad que el agente, a fin de destruir o romper
los obstáculos, que le permitan ingresar al lugar donde se encuentran
localizados los bienes muebles, emplee materiales o artefactos
explosivos, en tanto pueden colocarse en un verdadero estado de
peligro los bienes jurídicos fundamentales de las personas que se
encuentran en las inmediaciones, esto es, la vida, el cuerpo y la salud,
Esta agravante implica fuerza en las cosas, considerándose lo que en
doctrina se conoce como hurto con fuerza en las cosas, que es una
figura intermedia entre el hurto simple y el robo. Ahora bien, si los
agentes, a fin de forzar la puerta de una vivienda familiar, para
romperla, utilizan una significativa carga de dinamita, sabiendo que
en su interior, cerca de ella, se encuentra un miembro de la familia; ya
no podemos hablar de hurto, sino de robo, en el sentido de que la
presencia de dicha victima esta abarcado por el dolo (eventual) del
agente, como un obstáculo para vencer la resistencia que separa al
autor del lugar donde se encuentran los bienes muebles, y si no ha de
advertirse dicho conocimiento, y como consecuencia de la detonación
se producen lesiones de los moradores, habrá pues un concurso
delictivo con lesiones culposas.
f) La pena será no menor de ocho ni mayor de quince años cuando
el agente actua en calidad de jefe, cabecilla o dirigente de una
organización destinada a perpetrar estos delitos.- A diferencia de
la agravante que se hizo mención en el numeral uno, es que el agente
no es un mero miembro de la organización delictiva, sino que en este
caso se trata de aquel que tiene un poder de mando, directriz de la
asociación criminal que le genera una mayor responsabilidad de los
actos delictivos que se cometen desde el marco de dicha
estructuración criminológica.
Punto importante a saber, es que no basta acreditar que el agente
ostenta el poder de mando en la organización (cabecilla), sino que
además debe participar en la comisión de delitos de hurto, sin
necesidad de que esté presente de forma fáctica, la especial posición
que asume en el marco de la asociación le permite detentar el dominio
del hecho, al estar en sus manos prácticamente, el éxito de los planes
criminales que se gestan en su interior. De no ser así, estaríamos
sosteniendo un Derecho penal de autor.

4. Hurto de Uso
Art. 187. “El que sustrae un bien mueble ajeno con el fin de hacer
uso momentáneo y lo devuelve será reprimido con pena privativa de
libertad no menor de un mayo”

4.1 . Fundamento de Incriminación, Bien Jurídico

En las primeras líneas de esta titulación se hizo un estudio sobre los


fundamentos de penalizar los actos que atentan contra el patrimonio
de una persona, quedando claro que con el despojo del bien, su titular
sufre una merma significativa de los derechos reales, que importan su
plena disponibilidad de conformidad con el título dominal que le
reconoce el ordenamiento jurídico.

Se dijo entonces, que, en el caso del Hurto, se tutela la propiedad del


bien y, así coincide parte de la doctrina, por el hecho conocido de que
el articulo 191 penaliza la conducta del dueño que arrebata un bien
mueble de su legítimo tenedor, que nada tiene que ver con la figura
típica en cuestión. No obstante, según nuestra posición argumental,
no se afecta la propiedad per se, sino de forma concreta los derechos
inherentes a ella, de forma esencial el ius possesionis.

La posesión es un derecho real de especial raigambre jurídico, pues


si bien dicho derecho subjetivo no le concede a su titular la potestad
de enajenar el objeto, importa el uso y disfrute del mismo, en tal
medida, la privación de dichos derechos puede también suponer una
afectación de suficiente desvalor, que el legislador tomo en cuenta
para criminalizar el denominado “Hurto de uso”, en el marco normativo
del artículo 187 del C.P. Figura delictiva que no estaba contemplada
en el C.P. de 1924, su inclusión entonces en el catálogo delictivo,
devenía en una necesidad político criminal impostergable.

En lo que al C.P. Español refiere, no se tipificado el delito de Hurto de


uso; por tanto la atipicidad es evidente si se tiene en cuenta que donde
falta la voluntad de apropiación, queriendo solo el uso, no se lesiona
la propiedad, sino la posesión, y en relación a los delitos de
apoderamiento los ataques a esta solo son punibles en los casos de
fortum possesionis y de robo y de hurto de uso de vehículos, escribe
GONZALES RUS.

¿Cuál es grosso modo la distinción típica entre el delito de hurto propio


con el delito de hurto de uso? Básicamente los derechos reales que
son objeto de afectación, en el hurto propio se lesiona la propiedad en
toda su contestación conceptual, mientras que en delito de hurto de
uso únicamente se afecta la posesión del bien; es decir, en el tipo
penal previsto en el artículo 187 el agente no tiene la intención de
ejercer un nuevo dominus sobre el bien, solo pretende ejercer actos
de uso momentáneo, para posteriormente devolverlo. Son los
móviles, así como la propia objetividad de la incriminación del tipo
penal in comento, que le confiere una sustantividad propia con
respecto al delito de hurto propio.

El hurto de uso puede importar una contrectatio rei; pero no una


ablatio, apunta Soler. El sujeto toma la cosa; no se apodera de ella,
sin embargo, no solo porque efectivamente no se la lleva, sino porque
efectivamente no quiere llevársela.

El bien jurídico que es objeto de tutela por parte del artículo 187 del
C.P., es también el patrimonio de una persona, pero no en cuanto a
la propiedad del bien, que se ve afectada cuando se advierte un caso
típico de apoderamiento, a fin de ejercer un nuevo dominus, sino más
bien, el ejercicio del derecho posesorio que se ve privado el sujeto
pasivo por un determinado lapso de tiempo.

Insistiendo, escribe PEÑA CABRERA, en el hurto de uso, el autor se


impone utilizar temporalmente el objeto, contrariando la voluntad de
su titular en sus aspectos de uso y disfrute en cuanto al propietario es
herido por la privación o alteración temporal del uso del bien. En suma,
el hurto de uso ataca la facultad dominal de uso y disfrute como una
de las facultades que corresponden al derecho de propiedad.

4.2. Tipicidad Objetiva

4.2.1. Sujeto activo


En principio, puede ser cualquier persona, inclusive podría serlo el
copropietario, pues como se dijo este injusto ataca la posesión y no la
propiedad, sin embargo, sujeto activo no puede ser el propietario del
bien, en tato en la estructuración típica se pone de relieve que el bien
mueble debe ser ajeno, tampoco podrá serlo quien goza de facultades
posesorias sobre el bien.

4.2.2. Sujeto pasivo

Será el titular del derecho de uso y disfrute del bien. Puede ser el
propietario, asimismo quien tiene su tenencia en base a un título
legítimo, quien posee el título dominal de uso y disfrute del bien
mueble. Eso si, lo será uno o el otro, pero no ambos a la vez; si la
posesión está reconocida a una persona ajena al propietario, solo
aquella podrá ser considerada sujeto pasivo.

4.2.3. Modalidad típica

El hurto de uso importa en su materialización típica, la sustracción del


bien mueble, es decir, el agente, se apodera del objeto, desplazándolo
de la esfera de custodia del sujeto pasivo, a fin de poder ejercer su
uso, pero esto es lo más importante: no pretende atribuirse un nuevo
dominus sobre el bien, pues la propia tipicidad del artículo en cuestión,
hace alusión a que el autor lo sustrae a fin de hacer un uso
momentáneo.

De igual forma que en el hurto propio, el agente quiebra la esfera de


custodia de su legítimo propietario, con respecto al bien,
sustrayéndolo del lugar, donde el sujeto pasivo asume ordinariamente
los actos posesorios del mismo, de esta forma, priva a su legítimo
propietario poseedor, de sus facultades de uso, goce y disfrute; por
tanto, debe existir un dueño, no en el caso de que el autor cuando se
encuentra la cosa perdida en una localización fuera de la esfera de
dominio de su dueño; si e agente recibe el bien de manos del
propietario para que lo use de forma momentánea, esto quiere decir,
con su consentimiento, no puede hablarse de Hurto de uso, al faltar el
apoderamiento, pero si este no l devuelve luego de su intimación y/o
requerimiento, se dará la tipicidad penal del articulo 190 (apropiación
ilícita).

Entonces, para que se pueda dar la tipicidad penal de Hurto de Uso,


deben concurrir los mismos presupuestos de tipicidad previstos en el
artículo 185 del C.P. en cuanto a lo que ha de entenderse por
apoderamiento y/o sustracción, a lo cual debemos agregar que se
debe tratar de la aprehensión de un bien susceptible de ser
trasladado, su valoración dineraria debe ser mayor a una RMV, a fin
de cautelar la sistematicidad de los injustos y, al tratarse de un bien-
total o parcialmente ajeno-, no sería congruente con la proyección
político criminal, que en el caso del hurto propio, pueda ser sujeto
activo del delito el copropietario y, no en el caso del artículo 187, de
no ser así, caería en una impunidad insostenible, a lo cual debemos
sumar al co-tenedor de la cosa. De conformidad con lo dicho, es que
el apoderamiento debe ser también legitima, por lo que al igual que
en el caso del hurto propio, cabe la concurrencia de una serie de
causas de justificación (estado de necesidad justificante, ejercicio
legítimo de un derecho, oficio y/o cargo). No sería hurto, la acción del
médico enfermo que encontrándose en el laboratorio radium de un
colega, a escondidas se hiciera aplicaciones del tubo de radium ajeno,
aunque económicamente la operación representara un gasto
importante. Así también, de vecino que toma el vehículo de su vecino
sin su consentimiento, para poder llevar a su esposa gravemente
enferma al hospital.

Punto en particular, es que la nueva esfera de custodia del bien solo


toma lugar a efectos de realizar actos de uso y/o empleo, no
olvidemos que este injusto solo ataca el derecho posesorio, mas no el
derecho de propiedad. No se advierte un ánimo de actuar como dueño
del bien, que se revela cuando devuelve el objeto a su legítimo
propietario.

Es menester entonces, el desplazamiento del bien hacia el ámbito


material que volitivamente el autor se propone. No es el “furtum
possesionis” pues aquí el apoderamiento es meramente provisional
del bien ajeno.

En resumidas cuentas, habrá Hurto de Uso, y no Hurto Común,


cuando el autor se apodera ilegítimamente del bien mueble,
sustrayéndolo de la esfera de custodia de la víctima, quien se ve
privada de sus facultades de uso, goce y disfrute, de forma
“momentánea”. La misma construcción típica ha determinado que la
configuración de esta figura delictiva, requiere que el agente haga uso
momentáneo y luego devuelva el bien.

4.3. Formas de Imperfecta Ejecución Según se desprende del tenor


del artículo 187, la perfección delictiva habrá de fijarla cuando el
agente logra apoderarse del bien, sustrayéndolo de la esfera de
custodia de su legítimo propietario y/o poseedor, a partir de dicho
momento ya está en la posibilidad de usarlo, conforme a los fines
perseguidos; vg,r., en el caso de un automóvil, su puesta en marcha
implica ya de por sí un uso. Si lo usa, pero aún no lo devuelve, y en
esas instancias el bien es capturado, incide en problemas de
tipificación penal, si se trata de un hurto de uso o de un hurto simple,
tema en cuestión que será objeto de debate en el proceso; pues
resulta admisible que el autor fuese aprehendido justo cuando se
disponía a entregar el bien, en pleno trayecto hacia el lugar donde la
victima realizaba sus facultades posesorias. Cabe admitir la tentativa,
cuando el autor no logra apoderarse del bien, en el sentido de que no
produce el desplazamiento, no alcanza a sustraerlo de la esfera de
custodia de su titular, antes de poder usarlo. La frustración delictiva
puede tomar lugar ora por ser descubierto por la víctima y/o la policía,
ora porque los medios empleados no resultan idóneos para poder
llevarse el objeto.

Se trata de un delito de resultado, de realización instantánea y, no de


efectos permanentes. Todos aquellos que participan cuando el agente
ya logro apoderarse del bien mueble, no podrán ser calificados a título
de participes, más aún si no conocen de su procedencia ilícita. Si los
terceros adquieren por ejemplo el vehículo del agente, quien lo
sustrajo ilegítimamente, este será autor de hurto simple y los terceros,
autores de receptación.

4. 4. Tipo Subjetivo del Injusto


Es de verse que el hurto de uso sólo es reprimible a título de dolo,
conciencia y voluntad de realización de un bien ajeno, a fin de hacer un
uso de aquel; basta para nosotros el dolo eventual, el efectivo
conocimiento del riesgo típico, de saber que se está sustrayendo un bien
total o parcialmente ajeno; en el caso de la “ajenidad” pueddarse el caso
de un error, cuando el sujeto activo cree ser el dueño del objeto. Para
Peña Cabrera, el tipo subjetivo estriba en el cumplimiento de lo siguiente:
a) La intención de hacer uso fugaz del bien y la de restituirlo una vez usado
y disfrutado b) Objetivamente que la restitución sea inmediata a
continuación del uso c) la restitución debe ser voluntaria Quienes apuntan
a la exigencia de un ánimo de transcendencia subjetiva aparte del dolo,
hace alusión al animus reddendi, el ánimo de trascendencia subjetiva,
elemento que no es necesario acreditar, pues basta que se verifique la
objetivación de la conducta, para descartar el animus rem sibi habendi,
del hurto simple.

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