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HISTORIA DE LA ARGUMENTACIÓN
En otra vía de ejemplo, los jueces de las zonas alejadas de la Costa, en donde las
poblaciones –léase Comunidades Nativas– conservan valores distintos a los de las zonas
urbanas en temas de represión de conductas antijurídicas, podrían asumir que constituya
una conducta permitida que ciertos sectores de la población nativa puedan comprometerse
y procrear familia desde temprana edad, en tanto que un juez de la Costa, más ceñido a
valores de protección vertical de la indemnidad sexual de menores, sí consideraría la
apertura de un proceso penal por cuestiones vinculadas a la protección estatal en caso de
la unión marital con una persona menor de edad.
Es en ese sentido cuando cobra una dimensión jurídico garantista la decisión del juez que
debe sustentar una posición y las implicancias constitucionales son de suyos relevantes.
Bajo los alcances del contexto de descubrimiento, no se le requerirá al juez por qué adoptó
una decisión, o de qué manera se expresó ese fuero interno propio del mismo para
entender que en un caso determinado, verbigracia, no adoptó una posición de tutela o de
improcedencia.
Tampoco sería viable, bajo las reglas del contexto de descubrimiento, por qué el juez
partió de determinados supuestos para señalar que la pretensión constitucional sí debía
declararse fundada. Sin embargo, en el contexto de justificación el juez se ve impelido
para expresar, una a una, las razones, normativas, fácticas o de principios, que le conceden
fuerza a su decisión y que propiamente satisfacen la exigencia de una justificación.
Anteponer el contexto de descubrimiento como sustento de una decisión, en
consecuencia, equivaldría a adoptar una posición subjetiva, en propiedad arbitraria o
irracional. Sería asumir la posición de Luis XIV en la Francia del siglo XVII, al afirmar:
“El Estado soy yo”, cuya equivalencia a un contexto de actualidad se acercaría a justificar
que una sentencia ha sido expedida en la forma que lo fue, porque ése es simplemente el
parecer del juez.
2. QUÉ ES ARGUMENTAR
Miranda Alfonso señala que por argumentar se entiende “el acto de habla mediante el
cual se pretende justificar ante los demás o ante uno mismo una opinión, una creencia o
una acción”. A través de la argumentación se busca acuerdos comunicativos óptimos,
basados en razones que poseen validez intersubjetiva, pero que no cierra a la crítica. En
líneas generales, el termino argumentación alude a dar “razones”; equivale a
razonamiento.
Por razonamiento se entiende “al mismo tiempo, una actividad mental y el resultado de
esa actividad”. como “actividad mental” puede ser objeto de estudios psicológicos o
sociales, es decir, apunta a descubrir las intenciones o los móviles que condujeron al autor
a sostener de determinada tesis; mientras que como “resultado de una actividad mental
“se estudia con independencia de sus condiciones de elaboración, lo cual forma parte de
la lógica. En el derecho esta diferencia ha dado origen a diferenciar entre lo que se
denomina contexto de descubrimiento y contexto de justificación, una categoría que
proviene de la filosofía de la ciencia.
Por otro lado, Neil MacCormick asume que la argumentación es la actividad de formular
argumentos a favor o en contra de algo. Esto se puede hacer en contextos especulativos o
prácticos. En cuestiones puramente especulativas, se aducen argumentos a favor o en
contra de una creencia sobre lo que se considera verdadero. En contextos prácticos, se
aducen argumentos que pueden ser, o razones en contra o favor de hacer algo, o razones
para sostener una opinión sobre lo que se debe, podría o puede hacerse. En el presente
artículo me ocupo de la argumentación práctica y los argumentos prácticos.
3. CONCEPTO DE ARGUMENTAR
Hay tres formas características de interpretar esos elementos comunes que definen el
concepto de argumentación y por ello cabe hablar también de tres concepciones o tres
aproximaciones básicas a la argumentación: La formal, la material y la pragmática.
Lo esencial no es la forma de los enunciados, sino aquello que hace a los mismo
verdaderos o correctos: los hechos naturales o institucionales a que se refieren esos
enunciados responde al problema de en qué debemos creer o que debemos hacer, o sea;
no problemas formales, sino materiales: explicar, descubrir o predecir un acontecimiento,
recomendar o justificar un curso de acción, etc.
4. ¿QUÉ ES DECIDIR?
En cada una de las instancias jurídicas (legislativa, judicial, etc.), se producen decisiones
que, en los derechos contemporáneos, tienen que estar sustentadas en razones, tienen que
estar argumentadas. ¿Pero qué significar argumentar? ¿ y qué relación hay entre
argumentar y decidir?.
En principio, parecería que los dos fenómenos – argumentar y decidir – van
indisolublemente ligados: el legislador, el juez, al abogado, el jurista… tiene que
argumentar porque tiene decidir, el o que proponer a otro a otro en algún sentido: la
argumentación sigue – o procede- a la decisión como la sombra al cuerpo, pero, sin
embargo, esta apreciación no es del todo exacta, por un lado es perfectamente posible,
que se decida sin argumentar las razones del porqué se decide de determinada manera.
De hecho, la práctica de la argumentación (motivación judicial) es relativamente reciente
en los sistemas jurídicos de tipo continental (en los del common law como ha sido así
puesto que sin una mínima explicitación de las rationes decidendi de los casos, esos
sistemas no podrían funcionar); y hay muchas decisiones de órganos administrativos y
también de órganos judiciales – las de menor importancia – que no se motivan, pues en
otro caso se haría imposible el funcionamiento de las instituciones.
Por otro lado, las argumentaciones no tienen lugar únicamente en contextos prácticos (en
relación con decisiones y acciones), sino también en contextos teóricos (a propósito de
creencias y opiniones). La argumentación judicial en materia de hechos, por ejemplo, es
de esa segunda naturaleza, si bien es cierto que, en última instancia (como ocurre con
todo el razonamiento jurídico), tiene un carácter práctico: si se da por acreditado un hecho
el hecho H es porque ello es una condición para la adopción (justificación) de una
determinada decisión para escapar de las anteriores dificultades podríamos decir que lo
que hace que surja una argumentación son problemas , cuestiones, que pueden tener una
naturaleza practica o teórica (según que tengamos que formarnos una creencia o que
decidir) y que, además, pueden ser de carácter abstracto o concreto, real o hipotético, etc.
Conforme a una concepción positivista, “(…) la parte dispositiva de una sentencia, para
estar justificada, debe poder inferirse formalmente a partir de las premisas invocadas por
el propio juez.” Es decir, la justificación de la resolución final del juez está asociada a la
realización de un argumento práctico, en sentido lógico, en el que las disposiciones
jurídicas aplicables constituyen premisas normativas suficientes para justificar la
conclusión. Esta propuesta positivista ha dado lugar a dos fuertes críticas.
La primera de ellas, señala la inaplicabilidad de un argumento práctico, en sentido lógico.
La segunda, señala la necesidad de recurrir a normas morales para que la justificación sea
válida. Conforme a la segunda de las críticas aludidas, un correcto análisis de la decisión
judicial muestra la implausíbilidad de la tesis positivista sobre la separación entre derecho
y moral La idea central de esta crítica puede resumirse presentando el problema tal como
lo propone Carlos Nino: “(…) para justificar la imposición de un deber es preciso
apoyarse en normas. En una concepción positivista, las disposiciones jurídicas deben
identificarse recurriendo a fuentes empíricas, es decir, hechos: A partir de hechos no
podemos obtener normas, porque ello es un paso vedado por el denominado principio de
Hume.” Consecuentemente, las disposiciones jurídicas, cuando se identifican siguiendo
criterios positivistas, son entidades empíricas y no auténticamente normativas.
Manuel Atienza nos señala que se puede evaluar los argumentos desde las tres
concepciones o perspectivas señaladas como: válidos o inválidos (desde el punto de vista
formal), o como más o menos sólidos (desde el punto de vista material), o persuasivos
(desde el punto de vista pragmático). Pero esas calificaciones dejan fuera una categoría
intermedia entre los buenos y los malos argumentos. Y concluye la premisa para señalar
la existencia de argumentos que tienen la apariencia de ser buenos, pero que en realidad
no lo son, los cuales son denominados “falacias”.
El término falacia proviene del latín “fallacia” que significa engaño, según la Real
Academia Española (RAE), este término significa engaño, fraude o mentira con que se
intenta dañar a alguien, y el autor antes mencionado incluso cita a Aristóteles, quien
también abordó el tema de las falacias en su obra “Refutaciones Sofísticas” y se refería
a las falacias como los metales que parecían preciosos sin serlo.
Resultando claro, que las falacias son engaños, cómo se presentan estos en los
argumentos. Manuel Atienza identifica dos formas de cómo se puede presentar. Primero
nos habla del que usa una falacia a sabiendas de que es un mal argumento y con el
propósito de engañar, y señala esta figura como un “sofisma”.
Y segundo habla del que lo use, lo haga de buena fe, sin ser consiente del engaño que
supone y en este caso estaríamos hablando de un “paralogismo”. Al cual se le define como
razonamiento falso o incorrecto. Como ya se dijo en párrafos anteriores se distingues tres
tipos de falacias: Formales, materiales y pragmáticas.
Consiste en defender una conclusión simplemente porque alguien a que se concediera una
autoridad ha dicho lo mismo. Por ejemplo: la Tierra no se mueve por que lo ha dicho
Aristóteles.
Para concluir con el tema Atienza sostiene que en realidad, podría decirse que el concepto
de falacia es eminentemente contextual. En abstracto no puede decirse que un
determinado tipo de argumento sea falaz. De manera que lo importante no es tanto una
clasificación o una tipología de las falacias, sino un método para poder detectarlas.
6. TIPOS DE ARGUMENTACIÓN
La argumentación es importante en la actividad jurídica, pues a través de esta se aportan
razones que justifiquen las decisiones o posturas jurídicas adoptadas para ello existen
ciertos tipos de argumentos que veremos a continuación.
La analogía es definida por la RAE como “Relación de semejanza entre cosas distintas.”
Pues este argumento busca la justificación de “trasladar la solución legalmente
prevista para un caso, a otro caso distinto, no regulado por el ordenamiento jurídico,
pero que es semejante al primero” así pues en este caso existirán cuatro elementos
básicos para la argumentación por analogía:
En virtud de todo ello, y por medio del argumento analógico, se justifica la aplicación
de la consecuencia C también al supuesto S2. Entendiendo entonces que esta
concepción de argumentación debe intervenir cuando se detecte alguna Laguna en el
ordenamiento y sólo en esos casos así pues la analogía es un concepto que permite
resolver uno de los problemas básicos de cualquier ordenamiento jurídico la
innovación del sistema conservando su estructura o mejor dicho de otra manera la
reducción de la complejidad del medio social “La relación de semejanza es el nervio
del razonamiento jurídico por analogía, es una relación reflexiva y simétrica (…)”.
El autor pone el siguiente ejemplo: Lope de Vega es un poeta, tanto más cuanto que
en los pasajes de su obra en los que no pretendía expresarse poéticamente empleó un
lenguaje predominantemente lírico.
Este argumento exige el silencio del legislador sobre la hipótesis dudosa y es que
cuando se aplica hay que contar con dos hipótesis: la prevista expresamente por el
legislador en el precepto que él mismo ha elaborado y a la que se quiere dar una
respuesta por medio del argumento a fortiori. Así, el legislador ha guardado silencio
sobre una de las dos hipótesis. Se trata de un método de integración que sirve para
llenar lagunas legales, en definitiva, es un instrumento de la interpretación extensiva.
Si se analiza la forma del funcionamiento del argumento se ve que la duda está
referida a la posibilidad de extender la consecuencia legal a una hipótesis no
expresamente prevista. Nuestro argumento permite realizar o justificar esa operación
de paso.
Una argumentación a fortiori involucra una norma y un supuesto de hecho diferente
del previsto por el legislador para la aplicación de esa norma. Se pretende sin
embargo que la norma es aplicable al nuevo supuesto con mayor razón que a los casos
expresamente previstos por el legislador.
Sería aquél por el que se atribuye a un enunciado el significado que se corresponda con
la voluntad del emisor o autor del mismo, es decir, del concreto legislador que
históricamente la redactó. A pesar de que esa voluntad puede estar exteriorizada en varias
fuentes, como las exposiciones de motivos y preámbulos de las leyes, no cabe duda que
los documentos que por excelencia se consideran expresión de la voluntad del legislador
son los trabajos preparatorios. Quienes defienden la utilización interpretativa de los
debates parlamentarios y de los trabajos preparatorios en general lo hacen porque
presumen que traducen la voluntad del legislador, que en el curso de la discusión de la
ley ha podido expresarse de una forma más libre y amplia que en el texto aprobado.
Sirve para justificar atribuir a un enunciado un significado que sea acorde con la forma
en que los distintos legisladores a lo largo de la historia han regulado la institución jurídica
que el enunciado actual regula.
Del argumento pueden realizarse dos usos, que llamo estático y dinámico. El uso estático
es la forma tradicional de entender su funcionamiento: se presume que el legislador es
conservador y aunque elabore normas nuevas, su intención es no apartarse del espíritu
que tradicionalmente ha formado la naturaleza de la institución jurídica que actualmente
ha regulado; por ello, ante una duda acerca del significado de un enunciado, el juez
justifica su solución alegando que ésta es la forma en que tradicionalmente se ha
entendido la regulación sobre esa materia.
El uso dinámico consiste en tomar la historia de las instituciones jurídicas como una
tendencia hacia el futuro, “(…) como un proceso de cambio continuo, o como un proceso
irregular, con rupturas y cambios en las circunstancias que impiden entender las reglas
actuales con los criterios proporcionados por regulaciones ya derogadas”, pues al igual
que el tiempo y la historia, la argumentación también cambia y evoluciona y ante muchos
vacíos o incongruencias lo recomendable es retornar a sus raíces.
Para poder entender la capacidad justificativa del argumento histórico, en sus dos
vertientes, es imprescindible referirse al legislador racional. Es decir, no a una asamblea
colectiva e históricamente mutable, sino a una persona que se mantiene a lo largo del
tiempo, que es la imagen que resume a todos los que han participado en el proceso de
elaboración de todas las reglas que en algún período histórico han estado en vigor en un
ordenamiento jurídico. La ficción de la existencia de un legislador personificado,
permanente y con una voluntad única, que hace abstracción del hecho de que toda ley es
fruto del compromiso entre varias voluntades o de la pugna entre fuerzas sociales
opuestas, justifica, tanto que las legislaciones derogadas puedan ser alegadas como medio
de interpretación de reglas actuales, como que se cambie la interpretación en relación a
regulaciones anteriores, ya que al utilizar el argumento histórico en este caso no se tiene
en cuenta el hecho de que el legislador ha cambiado sino, en todo caso, que han variado
sus criterios.
Por eso Neil MacCormick sostiene que no hay ninguna razón para suponer que
argumentos de diferentes tipos dentro de la misma categoría deben señalar todos en la
misma dirección; claro que no, ya que pueden existir conflictos (o en algunos caso
controversia) entre argumentos de diferentes categorías.
Es por ello que el antes mencionado sugiere que cuando exista conflicto entre los
argumentos, se debe de iniciar a resolver el conflicto mediante: argumentos lingüísticos,
luego continuar con los argumentos sistemáticos, y solo recurrir excepcionalmente aun
cuando persistan problemas entre los argumentos a la argumentación
teleológico/deontológica.
Del mismo modo tenemos una apreciación más reciente, el cual consiste en:
“Se deben de aplicar las palabras y frases de la ley de acuerdo con su significado
natural sin adición o substracción, a menos que el significado produzca injusticia,
un absurdo, una anomalía, una contradicción; en tal caso, se puede modificar el
significado, natural y ordinario de tal forma que se obvie, las injusticia, etc., pero
sin ir más allá (hoy por hoy debemos añadir a “significado natural y ordinario” las
palabras “en su contexto y de acuerdo al registro lingüístico adecuado”).
Por muy interesante y sugestiva que sea la regla de oro, la misma no es, sin embargo, una
«regla». Se debe considerar como una máxima de sabiduría práctica interpretativa que
indica cómo pueden manejarse los diversos tipos de argumentos en aquellos casos en los
que surgen dificultades interpretativas derivadas de conflictos entre los argumentos
relevantes.
Tradicionalmente los debates de teoría y filosofía del derecho identifican aquellos que
sostienen que la ‘ciencia del derecho tiene un carácter exclusivamente descriptivo, los
cuales se ubican en una posición genéricamente positivista y aquellos que afirman la
posibilidad de incluir en la ciencia del derecho o dogmática jurídica una dimensión
normativa, posición que podemos denominar genéricamente como no-positivista.
Uno de los autores más importantes en la historia del pensamiento jurídico ha sido H.
Kelsen, quien ha sostenido que el saber jurídico es exclusivamente descriptivo y que
gracias a esta característica es que puede lograrse la fundamentación de su cientificidad.
Gracias a la distinción entre las normas jurídicas (Rechtsnorm), como enunciados
pertenecientes al DPV, y los enunciados normativos, como los juicios constatativos
pertenecientes al saber científico de los juristas, puede afirmarse que el discurso jurídico,
a pesar de tener un objeto normativo, puede verificar sus enunciados particulares por la
existencia o no de los enunciados de derecho positivo (normas) que se contienen en los
enunciados normativos.
Una pregunta clave se nos presenta cuando revisamos la posición teórica de la dogmática
como saber eminentemente descriptivo: ¿En qué consiste, entonces, para que tenga algún
mérito, el saber jurídico dogmático? Porque, si bien la distinción propuesta cumple con
el propósito de estructurar el discurso jurídico con proposiciones que serían susceptibles
de verdad o falsedad, queda la pregunta del contenido de este saber que podría
considerarse una mera réplica o reiteración del derecho positivo vigente. Ante la cuestión
vale la pena mirar con cierto detenimiento la respuesta que ofrece Kelsen ante la eventual
objeción:
“Es también verdad que, en el sentido de la teoría del conocimiento kantiana, la ciencia
jurídica como conocimiento del derecho y al igual que todo conocimiento, posee un
carácter constitutivo y, en consecuencia, ‘produce’ su objeto al concebirlo como una
totalidad significativa. Así como el caos de las percepciones sensoriales sólo se convierte
en un cosmos, es decir, en naturaleza como un sistema unitario, mediante el conocimiento
ordenador de la ciencia, también la multiplicidad de normas jurídicas generales e
individuales producidas por los órganos jurídicos, que constituyen el material dado a la
ciencia del derecho, sólo se convierte en un sistema unitario y consistente, en un orden
jurídico, mediante el conocimiento de la ciencia jurídica”.
Precisar los alcances del carácter ‘normativo’, de su relevancia para la solución de casos
especialmente problemáticos, su utilización como pauta de transformación y
modificación del derecho vigente, así como la pregunta por su eventual carácter de
ciencia, etc., son problemas que pueden ahora dejarse de lado. Resulta por el momento
central que a diferencia del enfoque descriptivo, según el cual los argumentos
estrictamente jurídicos sólo serían descriptivos, el enfoque prescriptivo admitirá,
adicionalmente, argumentos normativos. Dos consecuencias importantes se siguen de
aceptar la tesis del carácter prescriptivo de la dogmática. La primera, es que el universo
de potenciales argumentos jurídicos en sentido estricto será más amplio que el
conformado por aquellos que pueden derivarse de la dogmática descriptiva, ya que los
incluye; la segunda, consiste en que los argumentos normativos, a diferencia de los legales
(descriptivos), los cuales se verificaban de manera empírica, sólo pueden realizar su
comprobación en términos de fundamentación o justificación normativa y, por tanto,
implica mayores cargas de sustentación y de consistencia teórica. Este segundo aspecto,
muestra la conexión conceptual que existe entre una concepción normativa de la
jurisprudencia y los desarrollos de una teoría de la argumentación jurídica racional.
PREGUNTAR ES ARGUMENTAR
¿Cómo podemos mejor lidiar con los problemas económicos más básicos
y significantes de la nación hoy día?
¿Qué se puede hacer para reducir significativamente la cantidad de
personas que se vuelven adictas a drogas ilegales?
¿Cómo podemos tener un balance entre los intereses comerciales y la
preservación del ambiente?
¿Se justifica el aborto?
¿Cuán progresivo debe ser el sistema de contribuciones?
¿Se debe abolir la pena de muerte?
¿Cuál es el mejor sistema económico?
CAPÍTULO II
INTERROGATORIO
I.ASPECTOS GENERALES
Trabajados la teoría del caso y los alegatos de apertura, el juicio se concentra
en el debate probatorio, donde la prueba testimonial vertida a través del
interrogatorio deberá probar los elementos de la teoría del caso.
II.DEFINICIONES
El interrogatorio es una destreza del litigante, que consiste en extraer
proposiciones fácticas o hechos, mediante la herramienta de formulación de
preguntas, materializadas en palabras en este caso de los imputados, con el
objetivo de obtener de estos, respuestas en forma de relato, sobre lo que percibió
por medio de sus sentidos, con el fin de que abonen a su teoría del caso, viene
a ser: La serie o catálogo de preguntas que hace a las partes y a los testigos
para probar o averiguar de los hechos. Los códigos procesales regulan la forma
de proceder a los interrogatorios, que varían mucho en las diversas legislaciones.
Estas preguntas sable e importante de una manera sencilla y llana que facilite el
rol del juzgador.
Logar un ritmo adecuado también implica escuchar las respuestas del testigo.
Ello es clave en todas las etapas de la práctica forense.
Es decir, seleccionar un ritmo que logre que todas las partes del interrogatorio
directo sean escuchadas, pero que a aquellas partes importantes se les preste
mayor atención.
f) Sexto mandamiento: “no hacer preguntas sugestivas”
I. ASPECTOS GENERALES
Agotado el interrogatorio de un testigo presentado por un sujeto procesal,
corresponde al otro decidir si ejerce el derecho a contrainterrogar.
Lo primero que tenemos que tener presente al momento de plantearnos si
habremos o no de contrainterrogar a un testigo, es qué tanto daño nos hizo en
el examen directo y qué pretendemos obtener de aquél. Básicamente no
podemos lanzarnos a un contra examen sin el manejo de la teoría de nuestro
caso, tal como ocurría en los sistemas inquisitivos donde un litigante
contrainterrogaba a un testigo sin una hoja de ruta y sin saber qué podía obtener
en esa actividad. En el sistema adversarial para saber si corresponde contra
examinar a un testigo, el litigante debe guiarse según su propia teoría del caso,
que no es otra cosa que su explicación sobre cómo ocurrieron los hechos.
II. DEFINICIÓN
Enfrentar a los testigos contrarios es una de las habilidades más difíciles de
desarrollar en el litigio. Tradicionalmente quien contrainterroga repite el
contenido y la secuencia del interrogatorio, buscando que el testigo dé algún
traspié, que voluntariamente confiese su error o mentira o peor aún, que explique
la razón de sus contradicciones.
Existen tres técnicas básicas que se deben utilizar en el contra examen con la
finalidad alcanzar los objetivos y son los siguientes:
A. Usar preguntas sugestivas:
Consiste en preguntar un solo hecho por pregunta de tal forma que, si existe más
de un concepto o más de un hecho, hay que dividir en dos o más preguntas.
Sólo si se tiene la claridad sobre los fines que se persigue con él y si ha sido
planeado cuidadosamente.
Elaborar una lista de los hechos relevantes sobre los cuales el testigo ha
declarado y será contrainterrogado; al mismo tiempo se debe tener en
cuenta muy claras las fortalezas y debilidades del testigo; así como cuál
será el resultado que se persigue con el contrainterrogatorio.
Esté atento a las evidencias que van a ser exhibidas en el interrogatorio.
Evite las preguntas riesgosas.
Examine cuáles son las debilidades del testigo y del testimonio y trate de
poner en evidencia esas debilidades a través de las preguntas.
Durante el interrogatorio tome nota de aquellos pasajes del testimonio
sobre los cuales va a contrainterrogar.
Redacte muy bien las preguntas, de suerte que no sea posible “adivinar”
una secuencia lógica y prácticamente el testigo se anticipe en sus
respuestas a la próxima pregunta.
Determine los aspectos de su teoría del caso que el testigo
contrainterrogado deba tocar. Si guardó silencio sobre aquellos que le
favorecen, haga énfasis en ello.
VII. DESARROLLO DEL CONTRAINTERROGATORIO
Tiene el siguiente esquema:
7.1. Organización lógica.
Si lograos obtener suficiente información para apoyar su teoría del caso, es mejor
no desacreditar al testigo ni a su testimonio, por cuanto resulta algo extraño que
ese testigo sea creíble para unas cosas y no lo sea para otras.
7.2. Identificación de temas claves
Las preguntas dirigidas a desacreditar al testigo son las que apuntan al interés
del testigo, sus convicciones, su predisposición, etc.
7.3. Contradicciones.
Sirven para ubicar a las personas en el espacio con relación al lugar de los
hechos y visualizar qué pudo haber sucedido.
Se utilizan para ayudar a los jueces a visualizar el incidente, o para precisar
áreas problemas en el testimonio del testigo.
Permite que los movimientos de los letrados sean más notorios para los
asistentes de las audiencias, marquen la pausa del contra examen, destaquen
los momentos dramáticos del contra examen, permite el control físico del testigo
a través de todo su cuerpo y por ende permite que el abogado sea el centro de
atención en el tribunal.
Sin embargo, en algunos países no se permiten que el contra examen se haga
de pie, debido a problemas que tienen que ver con la grabación de audio y los
micrófonos generalmente están fijos y no pueden mover.
Mantener el contacto visual con el testigo:
Ello nos va permitir a las respuestas y en base a ello puedo formular una
repregunta, y esto a su vez nos permite tener un control del testigo.
10.2. Técnicas específicas de control
Preguntar y repetir
Se comienza repitiendo la pregunta por segunda vez con las mismas palabras y
más lento, y si al testigo insiste en evadir la respuesta se replantea la pregunta.
Detenerse a fijar la pregunta y repetirla
Consiste en detenerse, fijar la pregunta y luego repetirla.
Uso de la mano
Consiste en interrumpir a través del uso del cuerpo y que manifiesta sentándose
durante la respuesta del testigo o mirara al vacío. Se usa en casos extremos.
Dejarlo hablar
Consiste en dejar hablar al testigo y luego que termine, y decirle ahora deseo
que me responda a la siguiente pregunta.
Escribir la pregunta
Consiste en escribir la pregunta en una pizarra, en un papel blanco, etc. Luego
enseñar al testigo el papel que contiene la pregunta escrita. Es una técnica
extrema y se recomienda usarla cuando estamos seguros que el juez o tribunal
nos lo permitirán.
Eso no contestó mi pregunta.
En algunos casos se opta por abandonar las preguntas sugestivas. Por ejemplo,
cuando:
Hay veces el tribunal simpatiza con el testigo y la solución pasa por suspender
el contraexamen. Consideramos que esta, no es la mejor salida sino se debe
identificar la emoción que provoca el llanto, y luego lograr que el testigo deje de
sentirla y que vuelva a su estado normal lo antes posible.
13.1. Lo que no debemos hacer
El abogado no deberá ofrecer un receso, un pañuelo, un vaso de agua o alguna
otra actitud que denote lástima hacia el testigo, ya que éste pasara a controlar el
contraexamen, lo que siempre es negativo. Si el receso es ofrecido por el
tribunal, entonces se trate de una situación diferente y se puede consentir.
Las primeras técnicas de control para esta clase de testigos son las tres técnicas
básicas del contraexamen y las técnicas generales de control ya analizadas.
Identificar la emoción
Quien contraexamina debe identificar la emoción que hacer llorar al testigo; una
vez identificada la emoción, debemos evitar revivirla. Lo que debe intentarse
durante el contraexamen es no generar la atmósfera del lugar que trae aparejada
la emoción. En estos casos debemos modificar el sentido de la regla básica del
contraexamen, de lo general a lo específico. Será preferible intercalar preguntas
que eviten la emoción. Asimismo, el contraexamen no debe dirigirse a aspectos
que denoten la relación personal con los demás testigos, ya que normalmente
estas traen aparejadas emociones.
Concentrarse en detalles
Luego de identificar la emoción que hacer llorar al testigo, cada pregunta que
realiza el contraexaminador debe ser orientada en los detalles sobre la situación
que está siendo objeto del contraexamen. Como se dijo, las tres técnicas básicas
del contraexamen cobrar especial importancia para controlar al testigo que llora.
Uso de evidencia
CAPITULO IV
REDIRECTO- EL RECONTRAINTERROGATORIO
1. REDIRECTO
Es la tercera etapa del interrogatorio, pero se le conoce como un segundo
interrogatorio directo al testigo por quien lo propuso. Se realiza después de que
concluya el contrainterrogador, si este no realiza preguntas, entonces no hay
acceso al redirecto, es opcional realizarla, no es obligatoria.
El redirecto tiene por finalidad rehabilitarla credibilidad del testigo que fue
impugnado en el contrainterrogatorio.
Sobre este punto, pareciera que tampoco se requiriese extrema atención, no por
ser menos importante o carente de técnica, que no es así, sino porque el
interrogatorio redirecto y recontradirecto, son los derechos que les asisten a las
partes de interrogar luego del contrainterrogatorio (redirecto) y luego del
redirecto, cada uno con el fin de aclarar los puntos sensibles que han sido
atacados en cada intervención de parte.
Quien hubiere intervenido en el interrogatorio directo podrá agotar un turno de
preguntas dirigidas a la aclaración de los puntos debatidos en el
contrainterrogatorio, el cual se denomina redirecto. En estos eventos deberán
seguirse las mismas reglas del directo.
Finalmente, el declarante podrá ser nuevamente preguntado por la otra parte, si
considera necesario hacer claridad sobre las respuestas dadas en el redirecto y
sujeto a las pautas del contrainterrogatorio.
“Así, básicamente, la finalidad del interrogatorio redirecto es la de rehabilitar la
imagen del testigo que ha sido desacreditado a través del ejercicio del
contrainterrogatorio, convirtiéndose entonces en un dialogo entre las teorías de
defensa y fiscalía, por intermedio del testigo. Contrariamente pues, el
recontradirecto, es el ejercicio de quien, habiendo hecho uso del
contrainterrogatorio, cree que su contra parte ha logrado rehabilitar la imagen del
testigo, mediante el redirecto y emprende la tarea de volver a desacreditarlo”. Ha
de hacerse la claridad que sobre los mismos versan las reglas antes
mencionados para interrogatorio y contrainterrogatorio, de manera que
solamente pueden hacerse preguntas relacionadas con los temas que fueron
materia en el contrainterrogatorio y en redirecto, como antes se dijera.
El inciso primero del art. 348 CPP, regula este tipo de interrogatorio al plasmar
“(...) La parte lo que sometió al primer interrogatorio, podrá interrogatorio, podrá
interrogarlo nuevamente, después del contrainterrogatorio;(...)”.
1.2 EL OBJETIVO DEL INTERROGATORIO REDIRECTO
Es contrarrestar el efecto jurídico y fáctico de la impugnación del testigo logrado
a través del contrainterrogatorio, siendo una oportunidad que provee el sistema
adversativo, de aportar prueba de apoyo para rescatar o fortalecer la credibilidad
del testigo. En el interrogatorio redirecto se busca pues, rehabilitar el dicho del
testigo y su credibilidad, buscando prueba orientada a restarle eficacia a aquellos
aspectos impugnatorios que surgieron en el examen del contrainterrogatorio. La
respuesta en el redirecto puede tomar la forma de explicación o calificación de
los hechos, o aspectos sustantivos solicitados en el contrainterrogatorio.
Se recuerda que este interrogatorio redirecto, como señala la parte final de art.
348 CPP, debe limitarse a preguntar sobre materias nuevas procedentes del
interrogatorio inmediatamente anterior.
Como medios de rehabilitación tanto del testimonio como del testigo, tenemos:
b) Refrescar la memoria del testigo mediante una nota o escrito; así, el inciso
cuarto del citado art. 348 CPP, señala “El presidente del tribunal podrá autorizar
al perito o testigo que consulte documentos, notas escritas o publicaciones,
cuando por la naturaleza de la pregunta tal fuere necesaria, sin que por este solo
hecho, tales documentos puedan incorporarse como prueba a la vista pública.”;
Obviamente, tal consulta operará por ofrecimiento de tal documento al testigo o
perito, y como se señala, debe ser autorizada por el tribunal.
CAPÍTULO V
LAS OBJECIONES
I. DEFINICIÓN
Podemos definir a las objeciones como los mecanismos que tienen las partes en
un juicio de manifestar su disconformidad con respecto a cualquier actividad de
la parte contraria y que pueda afectar sus derechos.
III. FUNDAMENTO
El fundamento de las Objeciones está en el Debido Proceso, toda vez que se
evita una determinada información, evidencia o prueba pueda ser ingresada en
el juicio o prueba persuadir o influir en la convicción del sentenciador.
Para el caso de las preguntas, las objeciones deben ser realizadas antes de que
el testigo conteste, ya que de producirse la respuesta de la objeción será
rechazada por extemporánea. La objeción siempre está dirigida al juez, y no al
testigo, ni al abogado que está examinado o contrainterrogado.
En el caso que a uno le planteen una objeción o una pregunta, hay que guardar
silencio, esperar que el magistrado resuelva. Teniendo autocontrol para
contestar rápidamente la objeción o reformular la pregunta, sin perder la
secuencia de la examinación, ni dejarse intimidar por la objeción. Las objeciones
solo operan a pedido de parte, y nunca de oficio por el Juez.
La objeción debe hacerse tan pronto surja la situación que da lugar a la misma.
De no hacerse así debe considerarse tardía, y por ende renunciada. Las partes
tienen que solicitar la aplicación de las normas probatorias reclamando así los
derechos que estas le confieren, como norma general, el juez no puede de oficio,
es decir, sin que alguna de las partes se lo haya solicitado, impedir la
introducción de alguna pregunta.
El propósito de hacer esto es que conste la objeción en las actas del proceso
para efectos de una futura impugnación de la prueba en los recursos posteriores
de casación o apelación, sin necesidad de tener que estar objetando en la
audiencia cada incidente similar.
8.3. Estratégica
Es aquella que utilizan las partes con objeto de interrumpir y, por ende, darle
descanso a su testigo, cuando está siendo seriamente afectado por el
contrainterrogatorio de la parte adversa. También se utiliza para sacar de
balance o hacer perder el “hilo” de pensamiento a la parte que se está siendo
contrainterrogando a su testigo. Esta objeción se hace con conocimiento que la
misma no procede esgrimiendo un fundamento erróneo.
Son aquellas preguntas que infunden temor o son con un contenido amenazante.
Una pregunta que coacciona es aquella que trae una amenaza vedada o explicita
al testigo de carácter ilegitima.
Preguntas sugestivas
El numeral 4 del artículo 378 del Código Procesal Penal de 2004 señala que el
Juez moderara el interrogatorio y evitara que el declarante conteste preguntas
capciosas, sugestivas o impertinentes, y procura que el interrogatorio se
conduzca sin presiones indebidas y sin ofender la dignidad de la persona. Las
partes en ese mismo acto, podrán solicitar la reposición de las decisiones de
quien dirige el debate, cuando limiten el interrogatorio u objetar las preguntas
que formulen.
Preguntas engañosas o capciosas
Una pregunta es engañosa porque se utiliza el engaño o el artificio para sacar
provecho de un testimonio o testigo.
El articulo 376 numeral 2.d del Código Procesal Penal de 2004 establece que no
“son admisibles preguntas repetidas sobre aquello que el acusado ya hubiera
declarado, salvo la evidente necesidad de una persona aclaratoria, tampoco
están permitidas preguntas capciosas, impertinentes y las que contengan
respuestas sugeridas”
Pregunta confusa o ambigua
Son aquellas preguntas que contienen más de una pregunta, es decir, incorporan
en su contenido varias afirmaciones cada una de las cuales debe ser objeto de
una pregunta independiente.
Esta objeción se da cuando una parte objeta sin tener fundamento jurídico para
hacerlo.
Objeción al Tribunal
1. Generalidades
DWORKIN, Ronald sostiene que: “El derecho tiene normas como reglas, las primeras
serían los principios y las directrices, mientras que las reglas son aquellas órdenes que
mandan algo de manera concreta. Más precisamente las distingue de la siguiente
manera”:
PEÑA, Oscar citando a SANCHÍS, Prieto prescribe que: “Los principios generales del
derecho se denominan a los derechos fundamentales, generales e indeterminados que
están en la base del sistema y dotan del sentido a las normas jurídicas que lo componen.
Tienen valor jurídico propio y pueden ser aplicadas en casos concretos. Por eso tienen
valor normativo."
PEÑA, Oscar señala que: “Los principios son conceptos deontológicos, es decir, que
regula la conducta del sujeto mandando, prohibiendo o permitiendo. Estableciendo un
deber ser o normas de comportamiento; son mandatos de optimización, que se
caracteriza por el hecho de que puedan ser cumplidos en diferentes grados.” Los valores
son conceptos axiológicos. No regulan directamente el comportamiento, sino que se
refieren abstractamente a cosas que son buenas o valiosas; son normas de clausura del
sistema jurídico porque se encuentran en la posición más elevada: completan, guían y
limitan el resto de normas o de su interpretación.
4. Principio de Proporcionalidad
PEÑA, Oscar postula que: “La teoría del principio de proporcionalidad significa que
sus tres sub principios, es decir, los sub principios de idoneidad, necesidad y
proporcionalidad, en sentido estricto, se siguen lógicamente de ella, o sea, son deducibles
5. Principio de la Ponderación
Según ALEXY, Robert que: “La ponderación es la forma en que se aplican los
principios jurídicos, es decir, las normas que tiene estructura de mandatos de mandatos
de optimización. Estas normas ordenan que algo se ha realizado en la mayor medida
posible, dentro de las posibilidades jurídicas y reales existentes.”
CAPITULO III
LA ACTIVIDAD INTERPRETATIVA
CAPITULO II
OBJETOS DE LA INTERPRETACIÓN
1. Un Vocablo Multiuso
GUASTINI, Riccardo postula que: “(…) el vocablo interpretación se usa en los más
variados contextos para referirse a actividades que tienen poco o nada en común (…)
además, no es en absoluto verdadero que interpretar y atribuir sentido o significado sean
siempre sinónimos.”6 Es así, que podemos decir que un mismo vocablo o una misma
palabra puede denotar objetos distintos, por ejemplo, interpretar una canción no es lo
mismo que interpretar una obra teatral, ya que en el primer caso se refiere a interpretar
(tocar) y en el otro a interpretar (representar).
Con respecto al tema señalado, primero se debe hacer una distinción preliminar sobre
los significados que el sustantivo interpretación o las voces del verbo interpretar pueden
asumir en cada ocasión, ya que esto puede depender esencialmente, del tipo de objeto
sobre el que recaiga la actividad interpretativa. Por ello, el mismo autor asevera que el
término «interpretación» parece asumir principalmente uno u otro de los siguientes
significados:
b) Interpretar eventos. En este caso interpretar significa hacer conjeturas sobre una
relación causa – efecto entre un cierto hecho condicionante y un hecho
condicionado.
Interpretar textos. Interpretar significa atribuir significado a algún
4. La Interpretación de la Costumbre
’’12 Asimismo, PEÑA, Oscar sostiene en su libro que: existen tres concepciones
diferentes de la interpretación (cognoscitiva, no cognoscitiva e intermedia) debaten al
respecto:
clase o bien, incluir una clase dentro de una clase más amplia”19. Así, este mismo autor,
divide a la subsunción en dos:
KELSEN, Hans, manifiesta que: “Con el vocablo interpretación, nos referimos a veces
a un acto de conocimiento, otras veces a un acto de decisión, y otras a un acto de
creación normativa”. Así, este autor señala que, debemos por lo tanto distinguir entre:
CAPÍTULO IV
TIPOS DE INTERPRETACIÓN
1. Interpretación doctrinal
2. Interpretación Judicial
Se llama interpretación judicial, a aquella llevada a cabo por los jueces en el ejercicio de
la función jurisdiccional. Es necesariamente interpretación decisoria y es
necesariamente interpretación en concreto. En comparación con la interpretación
doctrinal, la interpretación judicial tiene efectos jurídicos, es eficaz, es decir, ninguna
decisión jurisdiccional puede producir efectos jurídicos sobre terceros extraños al
proceso. Pero también quiere decir que, en principio, ningún juez tiene la obligación de
conformarse con las elecciones interpretativas de algún otro juez, incluido el Supremo
de casación.
Sostiene PEÑA, Oscar que: ‘‘Es la que efectúan los órganos jurisdiccionales (Jueces y
tribunales) antes de poder aplicar el Derecho. Sabiendo que la interpretación tiene por
objeto los textos normativos y la aplicación, las normas en sentido estricto (el contenido
de los textos normativos), referida a los órganos jurisdiccionales. ’’
3. Interpretación Literal
Expresa GUASTINI, Riccardo que: “La Interpretación literal no tiene, en el uso
común, un significado univoco. Por interpretación literal se entiende tres cosas: Primer
sentido, interpretación prima facie y se contrapone obviamente la interpretación todo
considerado. Segundo sentido, interpretación no contextual o a – contextual. Tercer
sentido, interpretación no correctora y a veces declarativa.”
7. Interpretación Auténtica
GUATINI, Ricardo, citando a KELSEN, Hans, señala que: “Se llama interpretación
auténtica, a la interpretación de la ley llevada a cabo por el propio legislador mediante
una ley posterior, cuyo contenido consiste precisamente en determinar el significado de
derecho vigente.”32 Mientras que; “Hoy en día, nos preguntamos si no tendrá más bien
naturaleza decisoria e innovadora, creadora de derecho nuevo.”
vigente, introduciendo en estas normas nuevas)?”35 Los cuales solo son algunas que se
podrían mencionar puesto que en la realidad surgen otros tipos de incógnitas.
8. Interpretación Formal
Sostiene PEÑA, Oscar que: ‘‘(…) uso de silogismo jurídico y la lógica deductiva. Se
identifica como la llamada justificación interna, la coherencia en el razonamiento
jurídico requiere de una justificación que debe contar necesariamente con el auxilio de
9. Interpretación Material
Acota el mismo autor que: ‘‘La interpretación material está vinculada a la justificación
externa ‘‘dar razones’’ respecto de la validez, verdad o corrección de las premisas
(normativas fácticas). ’’
EL PRODUCTO DE LA INTERPRETACIÓN
2. Significado Objetivo/Subjetivo
Para GUASTINI, Riccardo. “Llamaremos Significado objetivo, al contenido de sentido
de un texto normativo considerado en sí mismo, haciendo abstracción de cualquier otra
posible consideración(…) llamaremos significado subjetivo, a aquel que se corresponde
con la intención subjetiva de la autoridad normativa, es decir – para decirlo de otra
reflexión ulterior.”45
a) Extensiva
Suele decirse que los argumentos que sirven únicamente p an en el se ntido que ellas
defienden. ’’
7. Interpretación Constitucional
Sostiene PEÑA, Oscar que: ‘‘Presenta características especiales que la hacen diferente
al resto de las interpretaciones, además la constitución tiene una estructura normativa
especial. ’’48
de ser intrínseca, la que puede extraerse de su propio texto, está razón de ser es distinta
de la intención del legislador y de la ratio juris”53 (razón legal: parte del derecho
positivo que se alega para reforzar lo que se propone, se pide o se impugna).
Ejemplo; el artículo 37° del código civil dice: “los incapaces tienen por
domicilio el de sus representantes legales.” La ratio legis se fundamenta en que
los incapaces no tienen la posibilidad de fijar su domicilio por sí mismos,
precisamente por su situación de incapacidad, este es el motivo por el que la ley
aplica a más casos que los que su tenor estricto parecería sugerir.”55 Es decir,
cuando el texto legal dice menos de lo que es la voluntad de la ley, e en su
exposición de motivos, preámbulos l intérprete amplía el significado del texto a
supuestos que, de este modo, resultan incluidos en este sentido, además el
sentido y alcance de la norma son más amplios que su formulación escrita.
No se puede comparar una norma penal con una civil, a menos que los
principios subyacentes sean iguales. Está bien que según el inciso 3 del artículo
461° del código civil, la patria potestad concluye Cuando el hijo cumple 18 años
de edad, porque, según el artículo 42° del mismo, la plena capacidad se adquiere a
esa edad y porque la patria potestad tiene por finalidad proteger a quien no
puede actuar por sí mismo, lo que ya no ocurre con quien es capaz.”
Una argumentación es un diálogo en el que un sujeto (el enunciador) presenta una serie
de argumentos con los que pretende modificar la conducta de otro sujeto (el
enunciatario), de forma que este último acepte la tesis propuesta por el primero. Es
fundamentar una idea o posición ideológica y en ella se utilizan diferentes recursos para
demostrar el porqué de la misma, generalmente se busca “convencer” a quien nos
escucha o lee, también explicar.
Esto último en modo alguno nos puede llevar a confundir la interpretación con la
aplicación. Tanto es así que interpretar no requiere necesariamente aplicar. Por el
contrario, aplicar requiere de la interpretación.
BETTY, Emilio fija que la interpretación puede caracterizarse como “la acción en la
cual el resultado o evento útil es entender y prepara el camino para la insustituible
integración de par sujeto- objeto en el proceso interpretativo”.
1. ASPECTOS PRELIMINARES
Es así que, el Diccionario de la Real Academia Española, define interpretar del siguiente modo,
“interpretar es explicar o declarar el sentido de una cosa, y principalmente el de los textos faltos
de claridad”2.
aplicación a las relaciones sociales que han de ser reguladas”3. En esta misma línea, De Castro
la concibe como, “(…) la operación consistente en determinar por los signos externos el
mandato contenido en la norma”.
concreto”7.
Cada intérprete elabora su propio marco global de interpretación jurídica, asumiendo uno o más
criterios con ponderaciones distintas y, por lo tanto, cada intérprete se pone en un punto de
partida y se traza una dirección interpretativa que es distinta a la de cualquier otro intérprete. A
continuación, se detalla los criterios que se usan con mayor frecuencia
El criterio tecnicista: De acuerdo con este criterio, el intérprete asume que la tarea de
interpretación consiste en desentrañar el significado de una norma jurídica a partir del
Derecho mismo, sin intervención de elementos extraños a lo técnicamente legal.
El criterio axiológico: De acuerdo con este criterio, el intérprete asume que la tarea de
interpretación consiste en adecuar el resultado, en la medida de lo posible, a ciertos valores
que deben imperar en la aplicación del Derecho.
El criterio teleológico: Según este criterio, el intérprete asume que la interpretación debe
ser realizada de manera tal que, en la medida de lo posible, se obtenga una finalidad
predeterminada de la aplicación de la norma jurídica. Este criterio supone, naturalmente,
que el propio intérprete ha establecido previamente los objetivos a lograr mediante el
Derecho.
El criterio sociológico: Según este criterio, el intérprete asume que la interpretación debe
ser realizada de manera tal que, en la medida de lo posible, la aplicación de la norma
jurídica sea adecuada a las características sociales de la realidad normada.
Según el Dr. Marcial RUBIO CORREA, los métodos de interpretación, “(…) son
procedimientos metodológicos en base a los cuales podemos obtener conclusiones positivas
frente al que quiere decir la norma jurídica, desentrañando, al aplicarlos, diversos contenidos
provenientes de los criterios antes mencionados”.
Los métodos de interpretación son los siguientes: método literal, de la ratio legis, sistemático por
comparación con otras normas, sistemático por la ubicación de la norma, histórico y
sociológico.
El maestro Marcial RUBIO CORREA, refiere que, “(…) los apotegmas jurídicos pueden ser
descritos como proposiciones o argumentos tópicos, que tienen una antigua existencia en el
Derecho y que ayudan a resolver puntos concretos para los que los métodos de interpretación no
tienen respuesta. En este sentido, los apotegmas jurídicos no son métodos de interpretación, pero
se pueden utilizar y se usan conjuntamente con ellos en la resolución de los problemas
interpretativos”
Sobre el término “principios del derecho”, es menester precisar que en la práctica judicial y en la
ciencia, se tiene en cuenta también la forma en que se emplea en la lengua del derecho. Pues, el
análisis de la relación entre la práctica y el derecho rebasan los límites de los principios. Es por
ello, que esta limitación es necesaria, pues no es posible tratar un tema tan vasto y complicado
en la interpretación de los principios del derecho.
Sirve para tratar a algunas normas como más importantes que otras. Son calificados como
principios las normas que juegan un papel decisivo en la institución jurídica, o en el acto
normativo, o en el sistema jurídico entero.
Su importancia descansa en la estructura del conjunto de las normas o en las valoraciones a
cerca de su importancia desde el punto de vista de los valores no relativizados o relativizados.
Una regla que no es principio positivo ni principio implícito. Esta regla no está contenida en el
sistema de derecho, son empleados de vez en cuando en la lengua jurídica y son mejor
calificados como postulados del derecho. Provienen del derecho comparado (principio extra
sistémicos del derecho comparativo) o de reglas sociales aceptadas por la práctica judicial
(principios del derecho extra sistémicos simples).
Por otro lado, la teoría del derecho, presenta las actividades jurídicas, se ocupa de los problemas
filosóficos del derecho.
Otra tipología semiótica, tiene en cuenta la lengua en la que son formulados los principios del
derecho, distinguiendo entre los principios formulados en la lengua judicial y los formulados en
la lengua de la ciencia del derecho
El papel de los principios del derecho, desde el punto de vista teórico, depende del tipo de
principio y también de forma menos acentuada del tipo de interpretación.
El citado autor considera dos tipos de ideología en relación a los principios identificados
anteriormente: la ideología estática y la ideología dinámica.
Para la ideología estática, los valores estáticos de esta ideología exigen la cohesión del derecho
y su estabilidad, y las normas de derecho con sentido estable, sirven para mantener esos valores.
En ese sentido, las normas PJD y PSD, son las más útiles, especialmente cuando los criterios de
calificación de las normas como principios están determinados de la forma más controlable
posible. Estos principios en la interpretación lingüística sirven para unificar el concepto de
lengua del derecho en la práctica o en la ciencia, sirven para resolver los conflictos aparentes.
Para el caso de los principios PJI y PSI, la ideología estática resalta el carácter estrictamente
lógico de la construcción de estas normas, solo se diferencian de los PJD y PSD en el
procedimiento de formación más no en su validez jurídica.
Los principios PJE y PSE, no figuran en la ideología estática o solo son reflejos de los
principios nombre o de los principios construcción. Ya que introducir principios que son normas
en vigor resulta peligroso para los valores estáticos. Solo admite los demás porque no son
principios del derecho sino de la interpretación jurídica, estos deben estar vinculados al derecho
objetivo de una forma objetiva, y el papel de los principios debe salvaguardar los valores
estáticos. Es decir, los aceptados por esta ideología, son aquellos principios como
construcciones científicas que se ocupan del derecho que es.
La ideología dinámica de la interpretación jurídica, tiene en cuenta los valores que sirven para
la adaptación del derecho a las necesidades de la vida. Es por ello, que el papel de los principios
PJD y PSD es mínimo, de igual manera para los PJI y PSI. Esto, debido a que su papel se limita
a la interpretación lingüística y sistémica, no siendo esta la más importante y cede el paso a la
interpretación funcional.
En cambio, los principios PJE y PDE, son muy importantes en la interpretación funcional, ya
que esta interpretación es un factor decisivo para la realización de los valores dinámicos, dando
la libertad de elección necesaria para hacer al derecho más adecuado a la vida.
Los principios PJN, PSN, PJC y PSC juegan un papel determinado por su contenido, ya que en
ocasiones serán caracterizados por la ideología estática y en otras por la dinámica.
TORRES VÁSQUEZ, Aníbal establece que: “(…) la interpretación puede ser: doctrinal, judicial
y la determinada interpretación auténtica. Por sus resultados se clasifica en: declarativa,
TORRES VÁSQUEZ, Aníbal señala que: “La interpretación doctrinal, llamada también
científica, es la efectuada por los juristas con fines científicos, didácticos y prácticos, con el
propósito fundamental de encontrar la verdad en el campo jurídico. No tiene poder normativo,
pero ejerce gran influjo en la función legislativa y judicial (…).Este tipo de interpretación facilita
el trabajo de los jueces, jurisconsultos y tratadistas, al mostrar las posibles vías de soluciones a
los problemas de interpretación, pero los jueces someten a prueba los resultados del trabajo de
los juristas confrontándolos con la problemática del caso particular, por lo cual es indispensable
El profesor TORREZ VÁSQUEZ, Anìbal afirma que: “(…) la interpretación judicial es la que
efectúa el poder judicial, ejerciendo la función jurisdiccional que específicamente le
corresponde. Es obligatoria para las partes, puede constituir precedente judicial cuando proviene
de la sala plena especializada de la Corte Suprema, sirve de pauta de conducta de todos los
miembros de la comunidad (…)”.
4.3. INTERPRETACIÓN AUTÈNTICA
El doctrinario ALMANZA ALTAMIRANO, Frank establece que es: “La que lleva a cabo el
mismo autor del texto normativo objeto de interpretación. En un sentido más estricto, se habla
de interpretación auténtica en aquellos casos en los que el legislador que ha aprobado una ley
incluye en su interpretación en otra ley posterío. A esta última se le suele denominar “Ley
interpretativa”18. En esta misma línea TORREZ VÁSQUEZ, ANÌBAL señala que: “La
interpretación auténtica se cumple mediante una norma aclaratoria (norma interpretativa)
emanada del mismo órgano que creo la norma originaria (norma interpreta), (…). En tal virtud,
dos son los requisitos de la interpretación auténtica: a) que sea realizada por el mismo órgano
que creó la norma que se interpreta o por el órgano que le sucede, y b) que se haga con otra
Por otro lado, el Doctor RUBIO CORREA, Marcial, hace referencia a la interpretación
auténtica en relación al tiempo, quien señala que: “puede ser: preventiva y a posteriori. La
Interpretación auténtica preventiva viene ya incluida en el propio texto o cuerpo de normas del
precepto a interpretar. La Interpretación auténtica a posteriori se presenta luego de la entrada en
vigencia de la norma y constituye una nueva norma (…)”
Implica la definición de la norma en la propia norma y la lleva a cabo el legislador, la cual puede
ser de dos clases: contextuales, cuan se lleva a cabo en la misma norma o en la ley, y no
contextual, cuando se hace en la ley posterior.
en ella”22. Por último, se llega a la conclusión de que su sentido debe apreciarse con estricta
referencia al texto literal, sin ampliar ni restringir su alcance.
El Doctor TORRES VÁSQUEZ, Aníbal se manifiesta sobre el tema expresando que: “Las leyes
pueden revelar un significado claro y definido, pero puede suceder que el legislador se haya
expresado indebidamente, con demasiada estrechez o con amplitud excesiva, en cuyo caso
procede una interpretación rectificadora que amplié o restrinja las palabras de la ley para
obtener su verdadero sentido. La interpretación modificativa puede ser extensiva o restrictiva”
El profesor TORRES VASQUEZ, Aníbal menciona que: “El ordenamiento jurídico es un todo
El análisis textual aw consigue, en última instancia: por un lado, establecer prima facie qué
norma expresa la disposición; por otro lado, reconstruir de forma canónica la norma o las
normas en cuestión.
Con el vocablo interpretación nos referimos a veces a un acto de conocimiento, otras veces aun
acto de decisión, y otras a un acto de creación normativa. Debemos por lo tanto distinguir:
a) La interpretación cognitiva o interpretación-averiguación: Que consiste en identificar,
en un texto normativo, los distintos significados posibles (teniendo en cuenta las reglas de la
lengua, las diversas técnicas interpretativas en uso, las tesis dogmáticas existentes en la
doctrina, etc.) sin escoger ninguno.
La interpretación cognitiva, la disposición D puede ser interpretada en los sentidos S1, o S2,
o S3; consiste en enumerar los diversos significados que se pueden atribuir a un texto
normativo según que se emplee uno u otro método interpretativo, según que se adopte una u
otra tesis dogmática; o bien, desde otro punto de vista, en enumerar los distintos
significados que previsiblemente serán atribuidos a un texto normativo.
b) La interpretación decisoria o interpretación-decisión: Que consiste en escoger un
significado determinado, descartando los restantes.
La interpretación decisoria presupone, obviamente, la interpretación cognitiva. La
interpretación cognitiva resalta, si podemos decir así, la indeterminación del ordenamiento,
es decir, la equivocidad de los textos normativos; la interpretación decisoria la resuelve.
Por otra parte, se pueden distinguir ulteriormente dos tipos de interpretación decisoria:
Interpretación decisoria estándar, la decisión interpretativa consiste en escoger un
significado en el ámbito de los significados identificados (o identificables) por medio de la
interpretación cognitiva.
Interpretación creadora, la decisión interpretativa consiste en atribuir a un texto un
significado “nuevo”, no comprendido entre aquellos identificables en el ámbito de la
interpretación cognitiva.
Supongamos que cierta disposición D es ambigua y puede por tanto entenderse que expresa la
norma N1 o la norma N2. Pues bien:
6.2.2. Cuarta Ambigüedad: Interpretación (en sentido estricto) vs. Construcción Jurídica
La elaboración de normas no expresadas o latentes (reglas o principios, según los casos) que
se pretende implícitas;
La creación de jerarquías axiológicas entre normas;
Consideramos explicita toda norma que pueda ser imputada a un preciso enunciado normativo
como uno de sus significados. Consideramos no expresada toda norma de la que no se pueda
decir razonablemente que constituye uno de los significados de un enunciado normativo
determinado.
En este sentido, debemos tener en consideración que, La interpretación, en cuanto actividad,
constituye una actividad mental, un fenómeno, mejor dicho, un proceso psicológico. Sin
embargo, en cuanto actividad mental, no es susceptible de análisis, puesto que no se ve como
pueda ser posible penetrar en la mente de los intérpretes.
Conviene por lo tanto considerar la interpretación no como actividad mental, sino como
actividad discursiva o, dicho de otra manera, someter a análisis no ya la interpretación en cuanto
tal (la interpretación en cuanto actividad), sino más bien su producto “literario”, es decir, el
discurso de los intérpretes. Pues bien, como producto de la actividad interpretativa pueden
considerarse:
a) Los enunciados interpretativos, es decir, las enunciadas mediante los cuales se atribuye
significado a un texto normativo.
b) El significado adscrito al texto mediante tales enunciados.
Es preciso que digamos aquí algo más sobre los enunciados interpretativos
Naturalmente, pueden darse tanto tipos de enunciados interpretativos como el numero existente
de diversas practicas interpretativas recogidas en este capítulo: por un lado, la interpretación en
abstracto e interpretación en concreto; por otro lado, interpretación cognitiva, decisoria y
creadora.
Como puede verse, el interpretar en el mundo del derecho es tan importante como el que los
seres vivos tengan que respirar, en función de que los operadores jurídicos que aplican la norma
a hechos o casos concretos, formulan una interpretación para determinar la aplicabilidad de la
misma, y más trascendencia tiene, cuando el operador jurídico, en este caso, abogados, litigantes,
pretenden descubrir si la norma referida en las sentencias o resoluciones es la correcta.
Por lo tanto, para RAZ46, el interpretar es tan importante, porque no sólo es desentrañar el sentido
de un texto, en este caso jurídico, ni describir un significado a éste. Es, además un acto de
comprensión y comunicación, por lo que, podemos interpretar no sólo las proposiciones
prescriptivas, sino los hechos, el ordenamiento jurídico, las consecuencias del derecho y el
contexto del fenómeno jurídico; dado que la interpretación no sólo está encaminada al
conocimiento sino a la resolución de casos.
Además, cabe resaltar que existen cuatro factores decisivos para la interpretación jurídica,
decisivos porque contribuyen a la definición de por qué y cómo interpretar el Derecho. Se trata
de:
La persistencia de su obligatoriedad.
Su aplicación equitativa.
“Autoridad y continuidad. Los dos factores que explican las razones de la importancia de la
interpretación están sistemáticamente relacionados, en la medida en que el derecho surge de
nuestro respeto por la autoridad legítima, el razonamiento jurídico tiene que establecer el
derecho como impuesto por la autoridad, esto es, debe descansar en una interpretación de las
decisiones de las autoridades jurídicas que se conforme con las intenciones de tales autoridades.
En la medida en que el derecho surge de la necesidad de asegurar la continuidad, las decisiones
jurídicas son necesarias aun cuando sus autores ya no tienen autoridad.
Es por esto que, de acuerdo a este extracto se puede decir que la interpretación del derecho es
necesaria para actualizar, de manera continua, el carácter autoritativo de las normas que lo
configuran.
La Teoría de la Interpretación Jurídica nos ayuda a determinar qué quiere decir la norma. La
interpretación nos lleva pues a desentrañar el sentido y significado último de la norma, así como
cuales son las condiciones que deben darse para su aplicación. Este conocimiento es necesario
para poder determinar con precisión los alcances y los límites de la norma y nos permiten
aplicar con justicia el derecho a la realidad.
Por otra parte, y en relación al tema el jurista español Manuel Atienza en su obra
“El Derecho como Argumentación” afirma que el concepto de argumentación es
un concepto complejo, como inevitablemente ocurre con las nociones más
básicas que se usan en cualquier disciplina, agregando:
Así pues, argumentar, es apoyarse en buenas razones, toda vez que existen
razones que tienen un sustento mucho más débil que otras; pero a menudo,
desconocemos cuál es cuál.
el ámbito judicial son iguales a los criterios que rigen los argumentos de los
abogados. “Donde sí cabe la distinción es respecto de la argumentación del
legislador, pues en ese ámbito sus argumentos no dependen de las opiniones
de los jueces al ser los propios legisladores autoridad en materia de
interpretación de leyes”.
Francisco Puy Muñoz, señala que, “(…) hacer esta distinción es importante,
pues, a pesar de que el ideal regulativo del estado de derecho es que una
decisión bien argumentada sea considerada una buena decisión, puede existir
una brecha entre ambas nociones en la medida en que las normas que se
apliquen no sean justas”.
El autor, Robert Alexy, manifiesta, “en el Derecho no pueden operar todas las
reglas de la racionalidad que operan en el razonamiento práctico. Por razones
obvias, la argumentación jurídica opera dentro de contextos altamente
institucionalizados, donde existen procesos de discusión con reglas específicas
que limitan el número de participantes, el tiempo y los temas; en cuanto al
contenido, imponen especialmente el deber de justificar con base en el
ordenamiento jurídico. Dentro de estos contextos, en "Cómo evaluar las
argumentaciones judiciales".
Pero aquí precisamente surge la necesidad de aclarar qué se entiende por una
buena y una mala argumentación (o decisión).
Robert Alexy, sostiene que, “(…) es obvio que se puede decidir sin argumentar,
sin ofrecer ningún tipo de razón, en cuyo caso, el juicio que se haga sobre la
decisión no tendrá que ver con ninguna argumentación previa (aunque sí
podría tener que ver con la falta de argumentación: si se trataba de una
decisión que tenía que ser fundamentada). Pero incluso cuando se decide
argumentativamente, ambos aspectos pueden separarse: hay buenas
decisiones mal argumentadas, y a la inversa, buenas argumentaciones en favor
de decisiones erróneas”.
EDUARDO PIACENZA, Daniel conviene con estos autores sobre la otra parte de
la primera etapa teórica de su investigación, como es, el contexto en el cual se
deben dar idealmen1 Eduardo Piacenza: “Las relaciones interargumentales en
la evaluación de las argumentaciones judiciales” donde las argumentaciones que
cumplen con las condiciones como actos argumentativos plenos. Tanto el
incumplimiento de las reglas que configuran el discurso crítico como de las
condiciones para la realización del acto argumentativo implican un tipo de
evaluación”. 11
Es importante darse cuenta de esa restricción que tiene que ver con algo que
ya anteriormente se ha puesto de manifiesto: los jueces tienen que dar
respuesta a los problemas que son una “simplificación”, en cuanto el Derecho
traduce el problema social suscita el conflicto a su característico código
bivalente: el acusado es culpable o no inocente; la ley-
.
Así, el mismo autor sostiene que, “las posiciones al respecto admiten muchos
matices, muchas graduaciones, de manera que es posible ordenarlas de
acuerdo con una escala que tomara en cuenta afirmaciones como la
siguiente:”16
a. Existe una única respuesta correcta, que cabe extraer a partir de los
principios del Derecho natural.
b. Existe una única respuesta correcta que deriva exclusivamente del Derecho
positivo y de las reglas del método jurídico.
c. Existe una única respuesta correcta, pues cuando el Derecho positivo y el
método jurídico no resultan suficientes, cabe acudir a la opinión de la
comunidad en general o de la comunidad de los juristas o de loas que
gozan de mayor autoridad.
d. Existe una única respuesta correcta, o es el Derecho no es solo un conjunto
de reglas: sino una práctica guiada por principios y valores. La respuesta
correcta es la que, respetando los materiales jurídicos, proporciona la mejor
interpretación posible de los fines y valores que definen la práctica.
e. Existe una única respuesta correcta, pero solo como una idea regulativa en
sentido kantiano.
f. La idea de la única respuesta correcta es posible una ficción que, sin
embargo, cumple una función útil en el razonamiento jurídico.
g. No siempre existe una única respuesta correcta de acuerdo con el derecho,
aunque eso no quiere decir que no existe otro tipo de criterio de objetivo o
cuasi-objetivos (morales, económicos, etc.) que, de alguna forma “guían” las
decisiones de los juristas (de los jueces).
h. Casi nunca existe una única respuesta correcta. El Derecho fija únicamente
unos márgenes para la decisión pero dentro de ellos, los juristas (los
jueces) deciden en forma subjetiva e impredecible.
i. La nación misma de una única respuesta correcta para cada caso es una
simple ideología que cumple la función de enmascarar el poder político de
los jueces.
Naturalmente, cualquiera podría objetar a lo anterior diciendo que las críticas en
cuestión sólo tienen sentido si la tesis de la única respuesta correcta es
verdadera. Si no lo fuera, uno podría lamentarse de que la condición humana y
el mundo natural y social en el que se desarrollan nuestras vidas sean como son.
En los Derechos del Estado constitucional, casi siempre hay una única respuesta
correcta. No la hay siempre, pero no porque exista más de una respuesta que
pueda considerarse correcta, sino más bien porque no hay ninguna que lo sea.
5. CRITERIOS DE EVALUACION
Los criterios para evaluar la eficacia o éxito y los que evalúan su corrección (en
un sentido amplio) tendrán que ser diferentes dado que parten de distintos
puntos de vista, pero es difícil pensar que no estén relacionados en una
empresa como el Derecho. La persuasión exitosa depende muchas veces de
una argumentación correcta, y precisamente ése es el ideal regulativo que vale
en un estado de derecho. Un buen argumento persuasivo, en los distintos
ámbitos del Derecho, tiende a coincidir al menos parcialmente con los criterios
de un argumento convincente.
a. Universalidad
5.1 Coherencia
Para Atienza, este criterio “no debería usarse para evaluar la argumentación
judicial, y si se hace uso de él habría que ser cautos y establecer dentro de qué
límites, porque las instituciones judiciales no son las adecuadas para hacer
cálculos a fin de predecir efectos. Pero esto es relativo, dependiendo de qué se
tenga que calcular y en qué circunstancias los jueces hagan tales cálculos, el
uso de argumentos consecuencialistas parece necesario a la hora de evaluar
conflictos entre derechos, entre derechos y directrices políticas, etc. Hay, pues,
ciertos pasos de lo que llamamos ponderación de valores, derechos o intereses
donde es legítimo (y necesario) introducir argumentos consecuencialistas”.
MARIA DE HOSTOS, Eugenio menciona que “(…) la moral estudia aquel orden
fundado en leyes invariables que, aunque integrante del orden universal de la
naturaleza, afecta de una manera más directa a nuestra actividad psíquica y
como las ciencias sociales estudian el orden natural de las sociedades, el objeto
de la moral social no es otro que la aplicación de las leyes morales a la
producción y conservación del bien social. En otros términos: el objeto de la
moral social es aplicar al bien de las sociedades todas aquellas leyes naturales
que han producido el orden moral”.
El autor también señala que, “es el conjunto de normas y valores que deben
seguir las personas, La apelación a la moralidad social está incorporada en
ocasiones explícitamente en normas jurídicas; en tales casos, el uso de ese
criterio para evaluar las decisiones jurídicas no ofrece duda. Lo que podría
parecer más cuestionable es si ese criterio puede utilizarse cuando las normas
del derecho positivo no lo han previsto; cuando se trata de optar por una u otra
interpretación a propósito de un determinado concepto valorativo, los jueces
deben decidir de acuerdo con la opinión mayoritaria de la gente, deben seguir la
pauta marcada por la moral social y no la opinión que ellos, como individuos,
consideren preferible”.
Pues bien, parece indudable que los criterios de moralidad social tienen que
tener su peso en la argumentación judicial. El juez no puede ser indiferente a las
conversaciones sociales, como podría serlo. El juez ocupa una cierta posición
institucional y eso supone ciertos límites en cuanto al tipo de razones que pueda
usas y en cuanto al alcance de esas razones. Optar a favor de la moral social
facilita, entre otras cosas, que su decisión sea persuasiva y eso, como se ha
visto es un elemento importante de la motivación de sus decisiones.
5.4.1 La primera objeción se conecta con uno de los dogmas del positivismo: la
necesidad de mantener la separación conceptual entre el derecho y la moral. El
derecho debe identificarse sin recurrir a criterios morales.
La segunda objeción, y más importante es esta: ¿Cuál es la moral justificada, la
moral a la que debe acudir el juez?; ¿acaso existe alguna? Si no fuera así, como
piensan muchos positivistas y los defensores de las teorías críticas del derecho,
el único que cabría de reconocer que en la argumentación judicial hay un
componente (mayor o menor) de carácter irracional o irracional, el cual, por lo
tanto, no parece apto para ser usado como criterio de evaluación. Pero esa no
tiene por qué ser una conclusión inevitable. Por último, los principios de una
moral justificada serian aquellos a los que llegaría por consenso una serie de
agentes que discutieron respetando ciertas reglas más o menos idealizadas.
1. ANALIZAR, EVALUAR Y ARGUMENTAR
Es dar razonamientos que se sirvan para demostrar una proposición. Deducir, inferir
consecuencias o razones en apoyo de una cosa. Es un diálogo en el que un sujeto (el
enunciador) presenta una serie de argumentos con los que pretende modificar la
conducta de otro sujeto (el enunciatario), de forma que éste último acepte la tesis
propuesta por el primero.
Formal.
Se centra en los argumentos cuando se prescinde de lo que es su contenido y contexto.
Por ejemplo: Quien comete un asesinato debe ser castigado con la pena de reclusión
mayor.
Material.
Pragmática.
“De acuerdo con lo que hemos visto, lo que tendríamos que representar no es solo la
forma, la estructura, de la argumentación, sino las razones que se esgrimen en una
argumentación (indicando sus diversos tipos, el peso relativo de cada una, etc.) Y los
elementos pragmáticos de la misma. Quizás sea imposible dar cuenta completa de todos
esos elementos; o, si se quiere, para lograrlo habría que idear un método que
probablemente sería excesivamente complejo o engorroso como para que pudiera ser
manejable y, por tanto, de utilidad para el jurista. De manera que hay que pensar en
algún modelo razonablemente simple y que, sin embargo, sea también suficientemente
completo (…)”.
Los enunciados del sistema Jurídico son muy variados en las piezas del Derecho y
proponemos los siguientes: enunciados de carácter práctico, normativos (expresan
normas), deónticas y regulativas, principios (en sentido estricto, directrices, reglas, de
acción, de fin), no deónticas o constitutivas (reglas que confieren poder, reglas
puramente constitutivas), expresan el uso de poderes normativos: actos normativos,
valorativos, de carácter práctico (definiciones).
4. Empíricos: representan el hecho principal que pretende probar con los hechos
probatorios.
5. Valorativos: son los (enunciados que no forman parte del sistema jurídico) que
expresan aprobación o desaprobación hacia cualquier tipo de hecho, evento o estado de
cosa; o dicho de otra manera, los que incluyen términos valorativos.
2.1. Características:
Para poder desarrollar una argumentación hay que partir, en efecto, de lo que se admite
inicialmente, si bien el punto de partida mismo constituye ya un primer paso en su
actualización persuasiva. Los objetos de acuerdo pueden ser relativos a lo real (hechos
verdades o presunciones), o bien relativos a lo preferible (valores, jerarquías y lugares
de lo preferible).
3. PARTES DE LA ARGUMENTACIÓN
1. La narración, los hechos del caso. O sea, lo que ha sucedido en el mundo social e
institucional y cual ha llevado al planteamiento de un problema jurídico.
3. Las cuestiones y sub cuestiones de las que depende la solución del problema. En el
ejemplo ficticio: ¿cómo interpretar tal artículo de tal ley?; ¿se debe considerar
probado tal hecho?
5. Las razones en las que se basan las anteriores respuestas. Aquí es importante
distinguir entre las rationes decidendi y los obiter dicta, es decir, entre las razones
que el juez o el tribunal consideraron esenciales para conformar las premisas
(normativas y/o fácticas) de la justificación interna; y otra serie de razones, de
argumentos, que aparecen en la motivación, pero que no jugaron ese papel. Es una
tarea difícil y típicamente interpretativa: los jueces no señalan explícitamente (o no
lo hacen siempre) que enunciados de sus sentencias tienen esas características; y
aunque lo hicieran, las palabras utilizadas para ello podrían entenderse de más de
una forma.
6. La solución del problema. O sea, el cierre de la pregunta inicial; por ejemplo: debe
ratificarse la sentencia; el articulo A de la ley L debe declararse constitucional (o
debe declararse constitucional, pero entendida la expresión E en el sentido S).
MacCormick elaboro, a finales de los años setenta del siglo pasado (MacCormick 1978),
una tipología de casos difíciles que ha sido muy influyente, y que podríamos tomar
como un buen punto de partida. Arranca de la idea usual de que el esquema básico de la
justificación judicial (la justificación interna o de primer nivel) tiene una forma
silogística (de un modus ponens) con dos premisas: una normativa y una fáctica. Pues
bien, los problemas pueden surgir en relación con cada una de ellas. A propósito de la
premisa normativa, podrían plantearse dos tipos de dificultades:
2. Problemas de relevancia, cuando existe una duda en relación con si la hay o con
cuál es la norma aplicable. Y a propósito de la premisa fáctica, otras dos
dificultades:
Ahora bien, con esa tipología MacCormick parece estar pensando exclusivamente en
problemas sustantivos y pasa por alto, por lo tanto, las cuestiones procesales. Hay
también un tipo de problema normativo (que no es exactamente ni de relevancia ni de
interpretación) no considerado por MacCormick: si la norma aplicable es válida. Y
como la subsunción, el esquema clasificatorio, parte (como premisa mayor) de una
regla de acción, no considera tampoco los supuestos en los que el juez tiene que
aplicar, bien una regla de fin, o bien un principio. En consecuencia, cabría pacer una
tipología de casos difíciles, de cuestiones controvertidas, que duplicaría en número a la
propuesta por MacCormick: Cuestiones procesales, Cuestiones de prueba, Cuestiones
de calificación, Cuestiones de aplicabilidad, Cuestiones de validez, Cuestiones de
interpretación, Cuestiones de discrecionalidad y Cuestiones de ponderación.
La clasificación anterior permite, por lo tanto, incluir en uno u otro rubro la cuestión (o
las cuestiones) que se han identificado como cruciales para la argumentación. Pero debe
quedar claro que el punto que debatir es una cosa, y la clase o categoría a la que
pertenece, otra. Por lo demás, es perfectamente posible y usual, como ya se ha señalado
que el punto controvertido sea complejo y suscite una pluralidad de cuestiones,
pertenecientes a diversas categorías, y combinadas entre sí de muy distintas formas. Pero
identificar el punto (o los puntos) de la controversia tiene una importancia fundamental
para entender la argumentación que ha tenido lugar y, como luego se verá, para
argumentar.
6. MATERIALES
La ley española de reproducción humana asistida de 2006 no prohíbe exactamente la gestación por
sustitución, pero el artículo 10.1 establece que el contrato realizado con esa finalidad es nulo de
pleno derecho, y el apartado que la filiación de los hijos nacidos por gestación de sustitución será
determinada por el parto. Ello no ha impedido, sin embargo, que se haya recurrido a esa práctica que
es legal. En este caso primero se analiza, y luego se evalúa finalmente una argumentación alternativa
a la efectuada por la Dirección General der los Registros y el Notariado Resolución 18 de febrero de
2009, resolviendo un recurso que se había presentado contra un auto del encargado del registro
civil del consulado de España en los ángeles, California. El auto había denegado la solicitud de dos
ciudadanos españoles ambos varones de inscribir el nacimiento de sus hijos, nacidos mediante
gestación der sustitución. La
Dirección General aceptó el recurso de los interesados y ordenó la inscripción de los niños
en el registro.
Para ello parte de un esquema muy simple de inferencia (el Paso de una evidencia,
medio de prueba por ejemplo: el acusado escapo de la prisión, a la hipótesis de un
hecho, el acusado es penalmente culpable) que va enriqueciendo progresivamente:
puede haber diversos pasos inferenciales, o sea, la cadena inferencial puede ser muy
larga, que no forme una simple cadena lineal, etc. Una representación adecuada debe
tener en cuenta que la actividad inferencial de las personas es dinámica (tiene lugar en el
tiempo, aunque también al margen del tiempo), es cíclica (con frecuencia hay que
revisar el terreno inferencial anteriormente atravesado) y existen diversas estrategias
para organizar, aunque no haya ningún algoritmo o regla que especifique cómo
interactúan esas estrategias.
Los hechos del caso eran los siguientes. En julio de 1990, la ciudad de Bremen convoca
una plaza de jefe de departamento del servicio de espacios verdes. Concurren, entre
otros, el señor Kalanke y la señora Glissmann, quienes trabajaban ya en ese
departamento (el uno desde 1973 y la otra desde 1975), ambos en calidad de técnicos
clasificados con el grado III, de acuerdo con el correspondiente convenio colectivo.
Aunque la dirección del servicio propone al señor Kalanke, quien termina por obtener el
puesto, después de diversas vicisitudes (el comité de personal se opone a la propuesta a
favor de Kalanke y hay un intento de arbitraje que termina con una recomendación a
favor de este último; esa recomendación no es aceptada por el comité de personal,
el cual eleva consulta a la comisión de conciliación que se pronuncia a favor de la
candidata femenina), es la señora Glissmann, en base a una ley del estado (land) de
Bremen que establece que cuando existen dos candidatos con «igual calificación» para
acceder a un puesto vacante y las mujeres están sobre presentadas en ese sector (no
representan al menos la mitad de los efectivos), debe darse prioridad a la mujer.
Ratio decidendi
La Ratio decidendi es una expresión latina, que significa en español "razón para decidir"
o "razón suficiente". Ésta hace referencia a los argumentos que realiza el Juez o Tribunal
en la parte considerativa de una sentencia o resolución judicial que constituyen la base
de la decisión del tribunal acerca de la materia sometida a su conocimiento, en síntesis es
la razón para decidir, razón suficiente, motivación principal en la sentencia.
El juez tiene que ser un árbitro imparcial de los asuntos que conozca, por lo que si tiene
parentesco, amistad o enemistad manifiesta con alguna de las partes, acusadora o
acusado, demandante o demandado, o tiene algún interés en el pleito, tiene que
abstenerse, y si no se abstiene puede ser recusado por alguna de las partes. Así pues,
la recusación es un rechazo para que actúe un juez en un caso concreto por falta de
imparcialidad para el supuesto de que voluntariamente no se hubiera abstenido. Por ello
la recusación es una grave imputación de parcialidad que se considera que ha sido
ocultada por el juez. Las causas de recusación están muy taxativamente determinadas
por la ley, de tal manera, que si el juez se abstiene indebidamente puede ser objeto de
una medida disciplinaria, y por el contrario si una parte recusa indebidamente puede ser
condenada al pago de las costas del incidente de recusación.
Por ello, para que un suceso sea considerado causa de un evento no basta con que sea
una de las condiciones que integran el contexto causal, sino que, además, debe ser una
condición en cierta manera calificada. En realidad, hay que distinguir dos fases en la
determinación de una relación causal entre dos eventos o suceso.
La primera fase es empírica, y consiste en mostrar que el evento forma parte del contexto
causal que, de acuerdo con ciertas regularidades conocidas, da lugar al evento. En otras
palabras, estamos asumiendo que tiene (junto con el resto de condiciones del contexto)
eficacia causal. La segunda fase tiene carácter atributivo o adscriptivo, es una
imputación, y consiste en señalar a frente al resto de condiciones con eficacia causal
como una condición especialmente relevante, lo suficiente como para individualizarla
como causa de. Sin embargo, relevante no quiere decir que tenga más eficacia causal o
que sea más directa; cuando decimos, por ejemplo, que la causa del incendio fue una
barbacoa mal apagada y descartamos como causa la presencia de oxígeno en el aire no es
porque la primera tenga algo así como más «fuerza causal», sino porque la segunda es
un suceso que, en algún sentido, no debería haber entrado en el contexto causal.
Las máximas de experiencia son definidas por el Diccionario de Derecho Procesal como
los juicios adquiridos por razón de la experiencia general de la vida o de conocimientos
técnicos especiales7. También se refieren al conjunto de conclusiones empíricas
fundadas sobre la observación de lo que ocurre comúnmente y susceptibles de adquirir
validez general para justipreciar las pruebas producidas en el proceso. O reglas que
contribuyen a formar el criterio del juzgador para la apreciación de los hechos y de las
pruebas, son verdades generales obvias, principios abstractos que informan el
entendimiento especulativo y el entendimiento práctico en orden a la comprensión de los
hechos y sus consecuencias.
Pues bien, cuando el Código Procesal Penal habla de las máximas de la experiencia, se
está refiriendo precisamente a estos conceptos en su sentido natural y obvio, esto es al
ordenamiento intelectual del Juez, que lo lleva a comparar, en un caso penal como éste,
a la descripción de un determinado tipo delictivo, a su descripción en la ciencia de la
criminología y al modo práctico cómo la experiencia del órgano jurisdiccional rellena y
conforma el tipo penal si éste precisamente obedece a la norma que lo describe, o
descarta su ocurrencia si faltan los elementos necesarios e indispensables para que pueda
atribuirse esa conducta delictiva a una persona determinada.
Una tercera regla es que una máxima de la experiencia no puede emplearse si esta
contradicha por los conocimientos científicos disponibles.
Una cuarta regla va en el sentido de indicar que no puede emplearse válidamente una
máxima de la experiencia si como sucede a menudo la contradice otra máxima de la
experiencia. Cuando esto sucede, ninguna de las máximas que entran en contradicción
puede constituir un criterio admisible de valoración.
Será necesario entonces buscar otra máxima si existe que tenga un fundamento más
sólido y menos incierto. No se deben emplear máximas que se refieren a generalizaciones
espurias, que carezcan de cualquier fundamento controlable y mucho menos debe
emplearse máximas que resulten carentes de alguna base cognoscitiva o que resulten
evidentemente fundada en perjuicios y lugares comunes no verificados.
Muchas veces se trata de inferencias a la que rara vez se les presta atención, lo cierto es
que son inevitables y que cada una de ellas puede ser un punto débil de la argumentación
en su conjunto (es más, incluso la aceptación del resultado de la prueba científica
requiere una inferencia). Las inferencias que concluyeron en alguno o varios de los
hechos probatorios se encadenan entre sí. Quizás puedan proponerse una regla según la
cual la habilidad de tales hechos probatorios es mayor cuanto menor es la cadena de
inferencias que llevan a ellos.
Al respecto GASCÓN, Marina señala que: “no deja de ser significativo que en un
ámbito como el de penal (se refiere al derecho español), donde la motivación de los
hechos adquiere una importancia máxima, el legislador haya previsto unos
“fundamentos de derecho” pero haya obviado cualquier referencia a la motivación de los
hechos. La técnica analítica entiende que la motivación ha de estructurarse en una
exposición pormenorizada de todas las pruebas practicadas, del valor probatoria que se
les ha asignado y de toda la cadena de inferencias que a coincido finalmente a la
decisión.”
Según la autora en la práctica judicial predomina la segunda técnica, que presenta dos
importantes deficiencias: “Provoca confusión al no dar una exposición bien narrada, o
ser una pantalla para ocultar una decisión no justificada. Motivar exige aportar razones
solidas o convincentes para descartar la arbitrariedad y, por eso, la técnica más acorde
con unos modelos cognitivista y con el sentido de la motivación es la analítica; es decir,
la exposición y valoración individual y ordenada de todas las pruebas practicadas.”
Creo que puede decirse claramente que el objetivo de la actividad clínica diagnostica es
la averiguación de la verdad a cerda de la salud del paciente: esto es, que aquello que se
declara probado coincida con la realidad del mundo, de modo que la verdad del
enunciado probatorio.13 También la decisión clínica diagnostica puede descomponerse
en tres momentos:
Los esquemas de las decisiones jurídicas sobre los hechos probados y clínicas sobre el
diagnostico coincide en gran medida. Si esto es así, la analogía entre esas dos actividades
debería permitir importar para el derecho de algunos de los instrumentos de control
racional de las decisiones clínicas.
Sucede a menudo en los tribunales que los hechos se hallan determinados, todas las
personas implicadas en el caso están de acuerdo acerca de ellos, y el problema ulterior
consiste en calificar esos hechos, en darles un nombre, en situarlos en una categoría.
A partir de ello surgen cinto tipos de vicios que pueden determinar la invalidez de una
norma.
La violación de una norma que regula el ejercicio de una competencia normativa da lugar
a un vicio extremo, que podemos convenir en llamar “incompetencia formal”: un
defecto de tal radicalidad que nace que una fuente creada por un sujeto privado de
cualquier competencia normativa para producir este tipo específico de fuente se considera
no solo invalida sino incluso inexistente.
Se dice, que una ley está afectada por un vicio de forma cuando su inconstitucionalidad
depende no ya de su contenido prescriptivo (es más, es totalmente independiente de
este), sino del hecho de que esta constitucionales que regulan la creación de la ley.
La violación de una norma que limita o delimita el objeto de una competencia normativa
da lugar a un vicio que podemos llamar “incompetencia material” y que hace referencia
a aquello que es regulado, y no a como se produce la regulación de ese objeto.
La violación, por parte de la propia ley, de una norma que le reserva la regulación de
una determinada materia provoca, en ella, un vicio que podemos denominar
“incompetencia material negativa”.
Para Ross la interpretación no puede limitarse a dar los significados posibles de una
norma, sino también predecir cuál será la interpretación dada por los tribunales. Además,
agrega que la actividad interpretativa del juez tiene elementos cognoscitivos y
valorativos. Por último, también se ocupa de distinguirlo en dos tipos: subjetivo y
objetivos; la primera se refiere a intención comunicativa del legislador, es decir, lo que
él dirige a dilucidar el significado que intentó plasmar el autor, mientras la segunda
busca establecer el significado comunicativo como tal, es decir desligar lo que el autor
quiso decir y basándose en lo que el receptor interpreta.
Ronald Dworkin realiza una metáfora según el cual, el desarrollo del Derecho se
asemejaría a la escritura en cadena realizada por varios autores; cada autor recibe obras
previas y de ellas lograr otra de mejor posible. Dworkin concibe el Derecho como
practica social que se compone de reglas y valores.
Nino postula que el discurso jurídico está vinculado con la moral y la política, por ello la
labor de interpretar consiste en asignar significado a las normas jurídicas con el fin de
aplicarlos a casos concretos e individuales.
Paso empírico, pues al recopilar material relevante, se debe buscar la intención del autor
o cuales son las convenciones lingüísticas pertinentes de la comunidad.
Esta etapa se infiere las consecuencias lógicas para los casos determinados. Es una
operación de índole lógica y por ello debe recurrirse a las reglas de inferencia
apropiadas como el modus ponens y modus tollens.
El paradigma propio del orden constitucional que rige el Estado Social de Derecho, nos
ayuda a comprender que el ejercicio del poder público debe ser practicado conforme a
los estrictos principios y normas derivadas del imperio de la Ley, no existiendo por
tanto, en las normativas respectivas, actividad pública o funcionario que tenga plena
libertad para ejercer sus funciones, las cuales se hallan debidamente regladas.
Jorge Luis Borges Frías y Gayoso Grethel Arias sostienen que la “discrecionalidad no
constituye un concepto opuesto a lo reglado, porque, aunque en principio parezca debe
observar ciertos elementos contradictorio, toda esenciales potestad discrecional para que se
considere como tal, dichos elementos son: la existencia misma de la potestad, su ejercicio
dentro de una determinada extensión; la competencia de un órgano determinado; y, el fin,
caracterizado porque toda potestad pública está conferida para la consecución de
finalidades públicas”.
Como sostiene Manuel Atienza, “La norma no determina de antemano cuál es la acción
(o acciones) a realizar, sino que dicha determinación ha de ser llevada a cabo por el
sujeto destinatario de la norma, quien, a la luz de las circunstancias del caso, deberá
adoptar la decisión que considere más eficiente a efectos de conseguir maximizar el fin
perseguido”26. Por lo tanto, estas normas no pueden interpretarse como las que facultan
a sus destinatarios de libertad, sino la responsabilidad recae sobre el destinatario de la
norma de la selección de los medios para lograr el fin.
Desde hace ya muchos años, la idea o el ideal de que el Derecho positivo resulta capaz
de ofrecer una única respuesta correcta a todo caso posible, ha ido perdiendo adeptos al
punto que en la actualidad solo parecen escucharse algunos ecos, no tan claros y
rotundos, de esa afirmación. Lo que se busca es iluminar el lugar y alcance de la
discreción de los jueces en la interpretación y aplicación del Derecho.
Habermas siempre ha rechazado con gran fuerza que en muchos casos lo decisivo sobre
el contenido definitivo de los derechos fundamentales es la ponderación. En facticidad y
validez ha contrapuesto al modelo de la ponderación, el modelo del discurso de
aplicación, ideado con Klaus Gunther, en el que el papel central lo juega la idea de
coherencia. Atienza y Habermas comparten la opinión de que en la interpretación del
Derecho la coherencia tiene una gran importancia. Pero Atienza difiere sosteniendo que
no puede haber coherencia sin ponderación.