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Sugerencias prácticas para organizar un día de ayuno:

1. Es muy importante que el ayuno que decidas hacer no interfiera con las obligaciones a que debes
atender. Es fundamental la prudencia a la hora de determinar cuál puede ser el ayuno más
conveniente para ti, y que en tus ofrecimientos al Señor vayas atendiendo a tus alcances y
limitaciones (sabiendo que el ayuno siempre costará. Es decir, que nunca es algo fácil y placentero).

2. Esta podría ser una propuesta para un día de ayuno:

- Es bueno que sea un día en que no se tengan demasiadas ocupaciones para poder dedicar
más tiempo de lo corriente a la oración, así como para no estar demasiado débil al atender
las obligaciones.
- Por la mañana, comenzar con un rato de oración, ofreciendo el día de ayuno por alguna
intención en particular (si no se te ocurre una intención en concreto, es una práctica
piadosa muy bella ofrecer nuestro ayuno por las intenciones del Inmaculado Corazón de
María).
- Luego, participar de la Eucaristía, consciente de que sólo el alimento de vida que es el
Señor puede sostenernos y darnos vida eterna.
- Después de la Misa, tomar un desayuno normal, no abundante.
- Entre la hora del desayuno y la del almuerzo no comer nada, sólo tomar agua para
mantenerse bien hidratado.
- Cuando llegue el almuerzo comer algo de pan.
- Por la tarde, dedicar otro rato a la oración, en lo posible visitando el Santísimo y rezando el
rosario. Y a eso de las 7 de la noche, tomar una comida ligera con alguna proteína.
- Al día siguiente es muy importante hidratarse muy bien para no tener dolor de cabeza.

3. Buscar un acompañamiento espiritual que nos guíe en el camino.

4. Como decíamos, el ayuno puede ser a pan y agua. No obstante, puedes buscar (y es aconsejable
hacerlo) en medio de tu vida ordinaria ciertas cosas que te cueste ofrecer (alimentos, actividades en
bien de otros, alegría y cariño al tratar a los demás, etc.), para mantener con ello la atención de
todo tu ser a Nuestro Señor en cada momento; con gestos concretos en que tu cuerpo y tu alma se
despojen de sus placeres egoístas y atiendan al amor a los demás y a Nuestro Señor. En esto es
importante la libertad y el amor con que lo ofreces, así como el ser perseverante. Ponlo en oración
y con el Señor busca pequeñas cosas que puedas ofrecerle. No tiene que ser nada tremendo, lo que
importa es el amor y la generosidad que pongas en ello.

5. Conviene recordar por último, que nuestros ayunos también adquieren un particular sentido
cuando son acordes al tiempo litúrgico que estemos viviendo como Iglesia. Por ejemplo, el
Adviento y la Cuaresma son momentos de especial recogimiento y penitencia en que descubrimos
cómo todos los miembros de la Iglesia estamos necesitados de purificación.

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