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procedimientos autónomos, susceptibles cada uno de toda la gama recursiva
(recursos ordinarios, extraordinarios) correspondiente y que no se influyen uno
sobre otro. La referida substanciación “independiente” determina que, en
principio, en su interior el ejercicio del plexo de atribuciones judiciales resulte
pleno. Así, por ejemplo, nada impide que una vez abierta la instancia del
mandato preventivo, el tribunal interviniente se cerciore del actual estado de
cosas cuando las constancias del expediente marcan que el episodio
correspondiente ha ocurrido tiempo atrás. Obviamente, la susodicha
“independencia” de tramitación provoca que no pueda tildarse de incongruente a
una instancia en mérito de lo sucedido en la otra (5).
Es preciso poner de resalto que no obstante que ya existe un numeroso
ramillete de pronunciamientos judiciales favorables a la emisión de mandatos
preventivos de daños, destacan dos resoluciones de la Suprema Corte de
Justicia de la Provincia de Buenos Aires. Una de ellas es la relatada supra y la
restante se dictó dentro de la causa “L. R. H. c/Alejandro Argañara Birocco-
Medidas Cautelares” (6). En esta última y pese a haberse desestimado una
autosatisfactiva promovida por el jefe de una familia monoparental constituida
por dos hijos menores y el padre y víctima de un accidente de tránsito que lo
dejara cuadripléjico, el tribunal cimero bonaerense, invocando regímenes
legales superiores que le imponen tutelar la discapacidad y a los menores de
edad, adoptó diligencias oficiosas (dirigidas contra el Poder Ejecutivo
Provincial), tendientes a la protección del referido núcleo monoparental. Esta
última decisión ha dado origen a la categoría del “mandato preventivo
constitucional” que es aquel que tiende a que no se produzcan
desconocimientos de derechos constitucionales reconocidos; procurando
garantizar la efectividad de los derechos sociales prometidos por el texto
constitucional (7).
Corresponde puntualizar que la tutela que brinda el mandato preventivo
puede traducirse en la protección de posibles daños que sufrirían no sólo
terceros al proceso en cuestión, sino alguno de los protagonistas de éste. Es
más: no se advierten objeciones válidas para vedar que alguna de las partes
sugiera al órgano jurisdiccional el despacho de un mandato preventivo,
parecidamente a como también se puede sugerir el diligenciamiento de medidas
para mejor proveer (8). Eso sí: deben evitarse las confusiones. La adopción de
un mandato preventivo no equivale a una diligencia para mejor proveer dado
que ésta siempre debe encerrar alguna actividad de índole probatoria.
A las variantes hasta aquí reseñadas – denominadas “mandato
preventivo clásico” y “mandato preventivo constitucional”- se agrega otra que
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podría llamarse “mandato preventivo complementario” donde excepcionalmente,
se intenta no sólo prevenir el daño invocado por la posible víctima sino otro que
también, notoriamente, puede llegar a soportar según surge de las actuaciones
judiciales cumplidas. Ya no se trata de evitar daños posibles a terceros sino a la
propia y eventual víctima que nada ha reclamado sobre el punto. Así aconteció,
recientemente, en un juicio de amparo tendiente a obtener la provisión de por
vida de determinados medicamentos para el tratamiento de la artritis
reumatoidea deformante que padece la accionante. Sin perjuicio de hacer lugar
a la pretensión, la juez asume, con significativa certeza, el papel social al que
está llamado a desempeñar el Poder Judicial, al advertir el peligro que corre la
vida de la accionante -suicidio- y dispone, preventivamente y de oficio que la
obra social arbitre los medios para la atención psiquiátrica de aquélla, debiendo
presentar la jurisdicción un informe con las acciones llevadas a cabo en procura
de la preservación de la vida de la amparista bajo apercibimiento de que se
realice a su costa (9).
Cabe acotar que el artículo 1713 del Código Civil y Comercial admite que
en el marco de un proceso abierto por una acción preventiva se disponga de
oficio un “mandato preventivo complementario”.(10)
Finalmente, a lo ya inventariado debe sumarse el “mandato preventivo
facilitador” (11) que puede despacharse cuando hubieran existido otrora, desde
una mirada objetiva, entorpecimientos para el completo desarrollo de una
programación jurídica normativa (legal, estatutaria, etc) y la consiguiente
frustración de parte de ella (en la especie, la puja electoral estatutariamente
contemplada); entorpecimientos cuya repetición resulta factible. La
programación jurídica normativa (proclamación de lista única o puja electoral)
que guarda relación con lo más vital de una estructura asociativa civil cual es el
cambio de autoridades, debe ser asegurada; pudiendo el órgano jurisdiccional
llevar a cabo todo lo que fuera necesario para que pueda escogerse en plenitud
una de las alternativas posibles, de haberlas. Ya no se trata de conjurar
quiebres normativos, sino de asegurar (facilitando, las cosas) que una
programación jurídico normativo compleja (que contempla alternativas) pueda
ser motivo de pleno aprovechamiento.(12)
Tenemos, entonces, que el mandato preventivo posee variantes que
contribuyen a tornar más fácil y repetida su aplicación, aval constitucional
(artículo 43 CN) y también hoy legal en el Código Civil y Comercial. No puede
extrañar, pues, que dicho instituto haya crecido y siga creciendo cual apetecible
fruto del activismo procesal.
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- N O T A S-
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proceso preelectoral de renovación de autoridades de una entidad civil, que
culminara, largo tiempo atrás, con la “proclamación” de la lista oficialista por
haber considerado una también impugnada Comisión Electoral que no podía
homologarse la lita opositora. La programación jurídica estatutaria contemplaba
dos vías de renovación de autoridades: la puja electoral (que en el caso, no se
llevó a cabo) y la proclamación de una eventual “lista única” (que fue lo que
ocurriera). El tribunal integrado interviniente de cinco miembros entendió –
avizorando que se podía repetir la situación anterior y que ello nuevamente
podía llegar a dificultar que la programación jurídica estatutaria para la
renovación de autoridades conservara, sin inconvenientes, las alternativas
previstas (puja electoral o proclama de la lista “única” admitida) arbitró plurales
medidas en tal sentido: convocatoria, a la brevedad, a elecciones para la
designación de nuevas autoridades; disponiendo, además que el mencionado
acto eleccionario se efectivice bajo la fiscalización de la Dirección General de
Personas Jurídicas de la Provincia de Santa Fe, encomendando esta última la
supervisión del padrón de socios”