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ÉTICA

UNIDAD I
Introducción

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SEMANA 1

Introducción
La actual situación en la que se encuentra nuestro país y el mundo ha puesto en
boca de todos el concepto de Ética. Ya sea en referencia a una supuesta crisis en la
imagen política y el repudio generado hacia sus representantes, o las radicales
posturas hacia fenómenos como la inmigración a nivel global, el concepto de ética ha
sido traído a colación en innumerables oportunidades e instancias en los últimos
tiempos. Este proceso alerta en torno a la necesidad de reflexionar en materia de ética
y en las implicancias morales presentes en todo ámbito. El presente documento es
parte y busca contribuir precisamente en esa discusión

Como se estipula en el programa de la asignatura, el curso de Ética Profesional


se propone entregar al estudiante conocimientos teóricos y prácticos en las áreas de la
moralidad aplicadas al ámbito laboral, en pos del establecimiento de criterios éticos que
rijan la actuación de los individuos en las diversas dimensiones en que se desenvuelve.
Junto con ello, el curso busca la generación de instancias reflexivas donde se
identifiquen las principales problemáticas morales existentes y los procesos históricos
que las han gatillado y entregado su actual fisonomía, todo esto mediante la revisión de
modelos de razonamiento moral y dilemas éticos.

Es precisamente una de esas problemáticas morales el tema central de nuestra


primera semana de aprendizaje: la relativa a la profesión y sus distintos fines, tanto
internos como externos, construidos históricamente y en directa concordancia con la
dinámica social en la actualidad, es decir, tensionada por el carácter del sistema y las
problemáticas éticas salidas a la luz en los últimos tiempos. Son estos acontecimientos
una de las principales razones que justifican la revisión y reflexión en torno a la ética
profesional.
En esta primera semana de trabajo, correspondiente a la unidad introductoria, se
abordarán dos de los objetivos centrales de la asignatura:

 Comprender la ética profesional como el estudio teórico sobre la moral, y a esta


como el conjunto de principios, valores, normas y costumbres que determinan
que hay de correcto o incorrecto en cada acción, de acuerdo al contexto en que
el ser humano se desenvuelve.

 Analizar críticamente la evolución del concepto de trabajo a través del tiempo,


los procesos que le han entregado su actual fisonomía y las principales
problemáticas y tensiones desde un punto de vista moral.
En cuanto a otros objetivos, de carácter específico, se espera:

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 Distinguir a nivel conceptual las diferencias existentes entre los conceptos de
Ética como una reflexión sistemática sobre códigos concretos y moral en su
carácter normativo.

 Conocer la evolución histórica de la moralidad en Occidente, dando cuenta de su


carácter cultural y la relevancia que tiene la justificación de opiniones y creencias
generales.

 Analizar críticamente las formas actuales de ejercer la profesión, en relación a la


escisión producida entre la dimensión económica y los aspectos social y
personal

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Ideas Fuerza

 Las distinciones a nivel conceptual entre la ética, la moral y la deontología,


además de las dimensiones donde convergen

 Los tipos de leyes –naturales y culturales-, sus características y las


respectivas sanciones que las norman, tanto exteriores como interiores

 El carácter cultural de la moral y sus implicancias en el plano valórico y


prescriptivo

 Los orígenes históricos de la profesión, sus principales definiciones y los


fines que la componen, tanto internos como externos.

 Los aspectos social, económico y personal de la profesión y sus implicancias


en la dimensión moral

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Desarrollo
Distinciones conceptuales: ética, moral y deontología

El término ética deriva del griego êthos, que significaba, originalmente, estancia
o lugar donde se habita. Aristóteles, con posterioridad, desarrolló este sentido
y, desde ahí, pasó a significar “manera de ser o carácter”.
El término moral, por su parte, proviene de la expresión latina moralis, que, a
su vez, derivaba del término mos, -o mores en plural- y significa costumbre.

Generalmente, los conceptos Ética y Moral son utilizados como sinónimos.


Escuchamos hablar, por ejemplo, de falta de ética o falta de moral. Sin embargo,
ambos conceptos difieren en su significado, pese a la comunión que deberían poseer.

En cuanto a la Ética –concepto que da nombre a esta asignatura- refiere al


estudio filosófico sobre la moral. Su principal tarea es analizar y evaluar las normas y
los códigos morales, precisamente aquellos que, impuestos por convenciones, nos
obligan a realizar ciertas conductas o a evitar otras; es decir, se mueve en el nivel
teórico, instando a responder a la pregunta ¿Por qué debo obedecer las normas
morales?

En cuanto a sus principales temáticas de estudio se agrupan en tres grupos:

1. Las acciones contrarias al deber o, también llamadas, acciones inmorales.

2. Las acciones conforme al deber, es decir, aquellas acciones que,


aparentemente, son buenas, pero que no pueden ser consideradas morales en
sí mismas, porque han sido realizadas buscando una finalidad ajena a la propia
moral, como el interés personal, el deseo de aparentar , etc.

3. Las acciones por el deber, o las estrictamente morales, es decir, aquellas que
han sido realizadas, libre y voluntariamente, sin que en ellas haya influido
ninguna otra consideración de tipo personal o social.

La moral, en cambio, corresponde al conjunto de principios, criterios, normas y


valores que dirigen nuestro comportamiento, y que obliga a actuar de una determinada
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manera -la ética es la encargada de discutir y fundamentar reflexivamente ese
conjunto. La moral tiene que ver con el nivel práctico de la acción y trata de responder
a la pregunta ¿qué debo hacer?

Para comprender mejor sus diferencias, puedes revisar el siguiente cuadro:

ÉTICA MORAL

TIENE QUE VER CON EL NIVEL TIENE QUE VER CON EL NIVEL
TEÓRICO O DE LA REFLEXION PRÁCTICO O DE LA ACCIÓN.

ES LA REFLEXION TEORICA SOBRE NOS HACE ACTUAR DE UNA


LA MORAL MANERA DETERMINADA

ES LA ENCARGADA DE DISCUTIR Y NOS PERMITE SABER QUÉ


FUNDAMENTAR REFLEXIVAMENTE DEBEMOS HACER EN UNA
ESE CONJUNTO DE PRINCIPIOS O SITUACIÓN CONCRETA
NORMAS QUE CONSTITUYEN
NUESTRA MORAL DIRIGE NUESTRAS ACCIONES EN
UNA DETERMINADA DIRECCIÓN

LA ÉTICA ESTUDIA ACTOS LA MORAL ABARCA LA CONCIENCIA


VOLUNTARIOS, QUE EL HOMBRE INDIVIDUAL
CONTROLA CONSCIENTE Y
DELIBERADAMENTE Y DE LOS QUE LA MORAL TIENDE A SER
ES FUNDAMENTALMENTE PARTICULAR, POR LA CONCRECIÓN
RESPONSABLE, Y LOS ACTOS DE SUS OBJETOS
INVOLUNTARIOS SON LOS QUE
LAS NORMAS CUYO ORIGEN ES
EJECUTA INCONSCIENTE O
EXTERNO TIENEN UNA ACCIÓN
INVOLUNTARIAMENTE Y NO
IMPOSITIVA EN LA MENTALIDAD
POSEEN SIGNIFICADO ÉTICO
DEL SUJETO

LA ÉTICA TIENDE A SER LA MORAL TIENE UNA BASE


UNIVERSAL, POR LA SOCIAL. ES UN CONJUNTO DE
ABSTRACCIÓNDE SUS PRINCIPIOS NORMAS ESTABLECIDAS EN EL
SENO DE UNA SOCIEDAD

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COMPETE A LOS ACTOS HUMANOS EJERCE UNA INFLUENCIA MUY
EXCLUSIVAMENTE, Y LOS CALIFICA PODEROSA EN LA CONDUCTA DE
COMO BUENOS O MALOS CADA UNO DE LOS INTEGRANTES
DEL GRUPO O SOCIEDAD

Junto con ambos conceptos, asoma un tercer término necesario de conocer: el


de deontología. La Deontología es aquella parte de la ética que trata de los deberes y
principios que afectan a una profesión, es decir, el estudio de las obligaciones morales.
Cabe señalar, que la deontología se encuentra vinculada al aspecto normativo, en el
sentido en que hace mención a criterios extrínsecos al sujeto, establecidos desde
planos institucionales –por ejemplo, los distintos gremios de profesionales al estipular
códigos de ética para su colegio- y respaldados por un poder sancionador, en caso que
se cometa algún tipo de incumplimiento.

Etimológicamente, el concepto Deontología se construye del griego deon, es


decir, "lo debido", y de logía, que, por su parte, viene a significar "conocimiento"
o "estudio". El término fue acuñado por Jeremy Bentham en 1832

Es posible de rastrear códigos deontológicos de profesiones tan variadas como


la ingeniería, psicología, periodismo o en el ámbito de las leyes y la medicina. Estos
códigos han emergido ante la necesidad de consensuar con el conjunto de la sociedad
cuáles son los límites que no deben ser traspasados, estableciendo de antemano
pautas éticas de comportamiento que legitime al grupo ante ese conjunto de
ciudadanos.

En estos códigos se incluyen normas de conducta que también se encuentran en


los textos legales y que, por lo tanto, obligan jurídicamente, por lo que existe una doble
sumisión a la norma por parte del individuo: como miembro de un colectivo profesional
debe regirse por una conducta ética prescrita por la agrupación, cumpliendo con su
código deontológico respectivo; y en tanto que ciudadano debe prestar atención a las
leyes, que obligan jurídicamente.

El ejemplo más emblemático de código deontológico lo encontramos en el


ámbito de la salud con el célebre Juramento Hipocrático, el primer documento histórico
que señala el compromiso con una profesión y que ha tenido diversas versiones a
través de los siglos. En él se pueden rescatar elementos tan relevantes como el
compromiso personal y vital con el ejercicio de la profesión, el sentido de solidaridad

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con los otros profesionales, el secreto profesional o las prohibiciones éticas en el
ejercicio de la profesión, entre otros importantes tópicos.

Versión bizantina del Juramento Hipocrático, ejemplo clásico de código deontológico,


redactado, según la tradición, por Hipócrates, al cual debe su denominación.

Tipos de leyes y sus sanciones

Anteriormente, se revisaron las distinciones entre ética y moral. Ahora es tiempo


de ver sus similitudes. La principal de ellas es que ambas son producciones humanas,
creadas para mejorar las condiciones de existencia y regular la convivencia. Esta
regulación humaniza y establece la diferencia entre el ser humano y el resto de la
naturaleza. Al decir esto, habrá que recordar la tradicional distinción entre las leyes
físicas y las leyes culturales, tradicional en el sentido en que la discusión remonta hasta
la antigüedad clásica, cuando diversos pensadores griegos distinguieron entre aquello
que era natural (physis) de aquello que existe por convención (Nómos).

El término ley tendrá entonces sentidos diferentes según se interprete con


relación a la naturaleza o a la cultura. Hablamos, por ejemplo, de la ley de la
gravitación universal o de la ley de la selva y, sin embargo, existe una diferencia
fundamental que radica en que la ley moral se puede transgredir, lo que resulta el
origen de toda regulación: la omnipresencia de la trasgresión. La ley moral debe
cumplirse porque mi conciencia me dicta que ese es mi deber, lo que la diferencia de la
ley jurídica porque esta última es de cumplimiento obligatorio.

Las leyes en el ámbito de lo humano se expresan con normas. No hay sociedad


sin normas, ni normas sin sociedad. Las normas y los códigos responden a finalidades

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fundamentales: son prescripciones a través de las cuales cada sociedad o grupo
plasma aquellos valores en los que se reconoce y en los que fundamenta su propia
cultura. Por esto, a nuestro conjunto de elementos que definen la moral, podríamos
sumar preceptos, mandatos, prohibiciones, permisos o patrones de conducta, propio de
un colectivo concreto en una determinada época histórica y forma de vida. Es
precisamente el momento en que esas “moralidades” se encuentran y chocan cuando
la reflexión y la tolerancia toman mayor importancia, como ha quedado evidenciado en
instancias de diversa naturaleza, desde mítines políticos hasta encuentros deportivos.
En conclusión, podemos sostener que la moral no solo resulta cultural, sino también
múltiple, de acuerdo a cada grupo humano

Dos culturas. Dos morales encontradas. Doaa Elghobashy, jugadora egipcia de vóley playa en los Juegos Olímpicos
de Brasil 2016. Fuente: Reuters

Si hablamos de leyes, no podemos dejar de lado las diversas sanciones en caso de


incumplimiento. Esto dependerá directamente de la naturaleza de la ley transgredida.
En general, tenemos dos tipos de sanciones:

1. Exteriores: Son aquellas que se dan en el ámbito jurídico-penal, o la que se da


en el terreno social.

2. Interiores: Son aquellas que se dan en el ámbito de la moral y de la conciencia


individual, constituyendo por lo general una autosanción que se expresa en
forma de remordimiento.

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Las sanciones exteriores se producen, por ejemplo, al transgredir leyes del Estado
quien reprime a través de sus instituciones –policía, tribunales, gendarmería, etc.- a
quien cruce el límite de lo permitido. Pero también, las sanciones exteriores pueden ser
resultado del incumplimiento de leyes sociales, como normas de cortesía, higiene,
modales, etc., propias de una correcta convivencia.

En la administración de las sanciones interiores, por su parte, ni el Estado ni la


sociedad poseen mayor injerencia: La sanción se origina en la conciencia moral del
individuo, definida como la capacidad que poseemos de emitir juicios o apreciaciones
morales acerca de lo que debe considerarse justo o injusto, debido o indebido. Si no
se hace caso a la conciencia moral la sanción se impone en forma de culpa moral

Ética profesional: la profesión y sus orígenes

Los conceptos como profesión y vocación tienen origen religioso. Profesión hace
mención a profesar un tipo de vida, consagrar, dedicar y comprometerse con una labor;
vocación, por su parte, alude al carácter de elección, que en los primeros tiempos
provenía del sacerdote, del profeta o del rey -pues deriva del latín vocāre que significa
llamar, lo que explica el por qué se habla de sentir un llamado a la hora de dedicarse,
ya sea a una carrera o labor.

Pero estos conceptos son además testimonio de la conformación histórica de las


profesiones desde un seno eclesiástico. Originalmente, el sacerdote –o el shamán en el
caso de comunidades primigenias- acumulaba, junto a sus funciones religiosas, otro
tipo de responsabilidades -desde tareas curativas a judiciales- que con el tiempo fue
perdiendo o delegando, producto naturalmente de la masificación de las demandas. A
quienes se encargaron de las tareas delegadas los conocemos como los pioneros de
las diversas especializaciones hoy existentes, pues fueron ellos quienes al momento de
asumir sus actividades prometieron, a partir de juramentos, obedecer las reglas propias
de su “gremio”.

La edad moderna vino a consolidar las distintas profesiones. Debido al proceso


de secularización, la vida mundana y sus actividades se valorizan y conciben como otra
forma válida de salvación y vivir la vocación. Nuevas actividades humanas pasan a ser
profesionales; de ahí surgen ingenieros, economistas o contadores. Todo este proceso
dará inicio al “espíritu del capitalismo” a formalizarse desde mediados del siglo XVIII. La
profesión había sido amoldada y ameritaba una definición.

Han sido numerosos los esfuerzos por definir la profesión. Uno de los intentos
que mayor eco ha tenido ha sido el postulado por el célebre humanista alemán Max

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Weber, quien en su clásica obra La ética protestante y el espíritu del capitalismo,
definió la profesión como la actividad especializada y permanente de un hombre que,
normalmente, constituye para él una fuente de ingresos y, por tanto, un fundamento
económico seguro de su existencia

La profesión es la actividad especializada y permanente de un hombre


que, normalmente, constituye para él una fuente de ingresos y, por tanto,
un fundamento económico seguro de su existencia

Sin embargo, y pese a ser una de las definiciones mayormente utilizadas, ha


recibido cuantiosas críticas por el hecho de acentuar el carácter individual y económico
de la profesión, y reconocerla simplemente como un medio instrumental de
subsistencia de los individuos. Sin duda, este enfoque resulta muy limitado, porque
omite los fines y la actividad social de las profesiones.

La finalidad de la profesión no se limita a la fuente de ingresos, sino que la


profesión misma tiene finalidad, siendo el logro de dicha finalidad lo que da sentido a la
profesión. Como ha sostenido Ceballos (2014:164) la diferencia entre una mera
actividad o un medio de vida, y una profesión propiamente dicha radica en su función
de construcción, tanto de la subjetividad de quien la ejerce, como de la propia
sociedad, “por eso su repercusión ética desde la responsabilidad personal del
profesional, alcanza también la obligación de contribuir al bien común”

El mismo autor insiste en cuan necesario se hace considerar las profesiones, no


como meros instrumentos de enriquecimiento personal, sino principalmente como el
cauce a través del cual la sociedad es irrigada por los principios éticos, que es lo único
que puede garantizar una sociedad verdaderamente próspera. La profesión, además
de ser una actividad individual, es una actividad colectiva que realiza una cierta
comunidad profesional, que tiene los mismos fines, utiliza un lenguaje y métodos
comunes y con un ethos propio, es decir, con un modo de ser particular. Por lo anterior,
el ingreso en una actividad y en una comunidad profesional determinadas, dota al
profesional de una peculiar identidad y genera en él un sentido de “pertenencia”.

Debido a esta serie de cuestionamientos al postulado weberiano, nuevos


intentos por definir la profesión han asomado en la literatura contemporánea. Es
precisamente una de las autoridades en materia ética, Adela Cortina, quien aporta con
la siguiente definición

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Una actividad social cooperativa , cuya meta consiste en proporcionar a la sociedad un
bien específico e indispensable para su supervivencia como sociedad humana, para lo
cual se precisa la participación de la comunidad de profesionales que como tales se
identifican ante la sociedad

A pesar de que la palabra profesión tiene múltiples usos- porque sirve para
designar tanto a un médico, un profesor, un futbolista y hasta suele hablarse de un
delincuente profesional-, la definición propuesta puede ayudar a discernir cuándo
estamos en presencia de una profesión. En nuestra época se han difuminado los
límites entre profesiones y oficios. Podemos eliminar esta confusión atendiendo a dos
criterios: Por razón de la actividad y por los fines de cada profesión, siendo estos
últimos Internos y Externos.

Esta lógica tiene su origen en Aristóteles, para quien toda actividad tiene un fin,
lo cual constituye su bien. En cuanto a la primera categoría, la actividad profesional es
de carácter social y contiene fines internos. Esto ocurre cuando la actividad está
orientada hacia un fin noble: es decir, el servicio a los demás: el curar, enseñar,
informar, la convivencia justa, etc. Una ética profesional requiere reconocer el bien
interno que busca realizar determinada profesión; de lo contrario, la actividad no tendrá
sentido y legitimidad social. El logro de esos bienes internos produce excelencias o
virtudes en los individuos que las realizan.

En cuanto a los fines externos, estos, pese a ser legítimos, se obtienen de las
prácticas, como el dinero, el reconocimiento social o status, etc., pero no son el sentido
de la actividad. Lo que mayor repercusión acarrea esto, es que la corrupción de una
actividad se produce cuando se reemplazan los fines internos por los externos. Es
decir, los fines externos son legítimos -como ya mencionamos-, pero en tanto
subordinados a los bienes internos; de lo contrario, la actividad profesional deja de
tener sentido y legitimidad social.

Esto último se vincula directamente al concepto de Profesionalismo entendido


como una virtud pública en la medida en que sirve a los intereses comunes de la
sociedad, y como una virtud privada en la medida en que ayude al individuo a serlo
realmente , a ser autónomo y no esclavo de sus actividades. Se entiende que cuando
los fines y los medios los ponen la sociedad y su economía, no se permite una correcta
práctica de la profesión, como ocurre, por ejemplo, cuando al médico se le exige
productividad y eficiencia, pero se ve obligado a reducir el tiempo de diálogo con sus
pacientes, descuidando tanto un examen cuidadoso como el trato humano que
requieren los enfermos.
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Conclusión
En el presente documento se han expuesto inicialmente las distinciones entre los
conceptos de ética, entendida como la reflexión teórico o filosófica en torno a la moral,
y esta última entendida como el conjunto de principios, criterios, normas y valores que
dirigen el comportamiento humano, y que fuerza a actuar de una determinada manera.
Adicionalmente, se revisó el concepto de Deontología como aquella parte de la ética
que trata de los deberes y principios que afectan a una profesión, es decir, el estudio
de las obligaciones morales.

A continuación, junto con graficar brevemente su gestación, se entregaron las


definiciones más conocidas de profesión: la definición clásica de Max Weber y el aporte
más reciente de Adela Cortina. Junto con esto, se realizó la distinción entre fines
internos y externos de la profesión, resaltando la problemática emergente en el
momento en que estos últimos se posicionan por sobre los fines internos, generando la
corrupción de la actividad.

Queda finalmente concluir en torno a los tres aspectos presentes en la profesión,


fusionando las dimensiones rescatadas por cada definición revisada, siendo la primera
de esas conclusiones la existencia de un aspecto social de la profesión. Las
profesiones tienen por función satisfacer determinadas necesidades de los miembros
de una sociedad. Este servicio se hace de manera comunitaria, a través de
organismos colegiados que propenden a la actualización, al respeto de los códigos de
ética y actualización.

En segundo lugar, podemos afirmar la existencia de un aspecto económico de la


profesión. Pese a las críticas hacia la definición de Weber, resulta innegable que la
profesión tiene una dimensión marcadamente económica vinculada a las necesidades
humanas. Lo cuestionable apunta al sistema económico, quien ha convertido la
sociedad en una “sociedad de productores”, desvalorizando aquellas profesiones que
no producen lo que el sistema requiere, tal como ocurre en el caso de la filosofía, la
literatura, la teología o el arte, entre otras áreas. Este aspecto resta a las personas de
la concepción del trabajo que dé sentido a sus vidas, sino meramente como medio para
conseguir riqueza y poder.

Como antídoto a esta amenaza, se sostiene, finalmente, que la profesión posee


un aspecto personal. Las profesiones moldean todas las áreas de la vida de un
individuo. Debido a la profesión se explican hábitos, juicios, modos de ser y pensar,
tipos de familias, estilos de amistad, etc. El problema, sin embargo, es “la
profesionalización absoluta”, es decir, cuando la vida profesional ocupa toda la vida

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personal, fragmentándola y remitiéndola a un espacio reducido, lo que implica una
enorme pérdida de la autonomía.

Aspecto Social
Profesión

Aspecto
Económico

Aspecto Personal

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Referencias

Cortina, A. (2000). El sentido de las profesiones. En A. Cortina y J. Conill (Ed.) 10


palabras clave en ética de las profesiones (13-28) Navarra: Verbo Divino
Ceballos, J.A. (2014) Hacia el esbozo de una ética profesional. Revista de Ciencias
Humanas y Sociales Miscelánea Comillas, 72, (140-141), 159-167
Hortal, A. (2011) Ética general de las profesiones. Bilbao: Desclée de Brouwer
Weber, M. (2008) La ética protestante y el espíritu del capitalismo. México: Fondo de
Cultura Económica

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