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ABSOLUTISMO

El absolutismo es un sistema de gobierno absoluto, en el cual el poder reside en una


única persona que manda sin rendir cuentas a un parlamento o la sociedad en general. El
absolutismo fue muy usual desde el siglo XVI hasta la primera mitad del XIX, cuando diversas
revoluciones lo derrocaron.

Si bien cualquier gobierno con total dominio de poder podría considerarse absolutista, en el sentido
claro del concepto se hace referencia a las monarquías absolutas que gobernaron Europa entre
los siglos XVI al XVIII.

Los orígenes del absolutismo tienen lugar en Francia, donde se desarrolló la teoría del derecho
divino del poder real. Esta postura supone que ciertas personas han sido elegidas por Dios para
ejercer el gobierno. Incluso, en las versiones más radicalizadas, se considera al monarca como el
propio Dios.

Bajo esta forma de gobierno, el rey es la ley, ya que es quien decide qué cosas y cómo pueden
hacerse. Las leyes son dictadas de acuerdo a sus intereses y a los de la nobleza, que aconseja al
rey aunque éste siempre tome la última decisión.

Por lo general, el rey absolutista mantiene un trato paternal con el pueblo, aunque muestra
su despotismocada vez que es necesario.

El rey absolutista ocupa su trono de manera vitalicia. El poder es hereditario: cuando muere el rey,
su hijo ocupa su lugar.

El rey también maneja la iglesia, en especial su parte administrativa y lo relacionado a las riquezas.
Las cuestiones vinculadas a la fe y las creencias quedan a cargo del clero.

Más allá de que el poder se centralice en una única persona, el régimen absolutista cuenta
con burócratas y funcionarios públicos que se encargan del correcto funcionamiento
del sistema, embajadores y delegados que firman tratados comerciales y de guerra con otras
regiones y un ejército que mantiene el orden.

Existe una frase que se ha hecho sumamente famosa y que define claramente este concepto. Dice
“El Estado soy yo” y se le ha adjudicado a Luis XIV de Francia quien estaba tranquilo en su trono
pues sabía que no existían límites jurídicos ni de ninguna otra índole que se interpusieran entre sus
ideas y la práctica de las mismas.

El nacionalismo y las reformas institucionales

Es importante por tanto aclarar que en el siglo XVI hubo una fuerte reivindicación del concepto
de nacional, lo cual fue fundamental para la fundación de las monarquías absolutas, donde el
mandatario pertenecía a ese territorio y gobernaba sobre todo él. Además, el rey se comprometía a
levantar una Iglesia Nacional que reuniera a todos los habitantes del territorio y velara por sus
intereses morales. De todas formas, este último punto nunca pudo llevarse completamente a la
práctica, dado que muchos soberanos se mantuvieron fieles a los mandatos de Roma. De todas
formas, hubo otros que no lo hicieron y de este modo surgieron ciertas reformas en la iglesia que
llevarían al nacimiento de las Iglesias Nacionales.

Quienes encabezaron este movimiento nacionalista fueron los soberanos Lutero y Calvino, quienes
en su teoría sobre el origen divino del poder real consiguieron separarse de lo establecido por la
iglesia romana. Con el poder absoluto en su jurisdicción, los monarcas podían anular los derechos
de pueblos enteros y, de este modo, ejercían su absolutismo. Este concepto que había surgido como
la negación del feudalismo, no difiere en gran medida de éste: con una ley divina y una ley natural
controlaban el accionar de todo el pueblo.

Como el absolutismo no representaba los intereses del pueblo y se había dividido profundamente la
clase gobernante de quienes eran gobernados por ella, fueron necesarias
diversas revoluciones que llevarían a la formación de los diversos Estados, integrados por personas
surgidas de la comunidad, que representaran sus intereses y que no se separaran de ésta.

Lamentablemente, el ansia de poder y el abuso que el ser humano hace sistemáticamente de él


siempre se hacen presente, por eso pese a que las monarquías absolutas han sido desintegradas,
continúan surgiendo gobiernos absolutistas, las dictaduras son un ejemplo de ello.
El despotismo ilustrado
Se conoce como despotismo ilustrado a una variante del Absolutismo monárquico que
caracterizó la segunda mitad del siglo XVIII. Fue el intento de las monarquías de conseguir el
progreso de su nación aplicando algunas fórmulas de la teoría política de la Ilustración, y
generalmente dejando la dirección de la administración a un primer ministro o ministerio ilustrado.
Aunque eran críticos y combativos, los filósofos ilustrados no proponían abiertamente cambios
revolucionarios políticos ni sociales. Creían más bien en cambios pacíficos orientados desde las
élites gobernantes sin transmitir el poder a las masas; inclusive Voltaire opinaba que un Despotismo
Ilustrado era lo correcto para aplicar las reformas ilustradas.
Hacia mediados del siglo XVIII, varios monarcas encontraron atractivos puntos de vista en la
Ilustración e intentaron reformas que en apariencia encajaban en esa filosofía, ya que
si bien quería liberar e instruir al hombre, admitía el poder fuerte en los grandes Estados
precisamente al servicio de la libertad. Los reyes sabían que algunos aspectos de la filosofía podían
ser útiles a su sistema y rechazaban el resto.
Los reyes déspotas aprovecharon el progreso de la idea de Estado, ya que ampliaba sus fronteras
al extender la enseñanza para imponer como un deber la obediencia y fidelidad a este Estado.
Continuaron la lucha contra la aristocracia y los cuerpos constituidos, por ejemplo, los jesuitas;
liberaron al hombre para someterlo al Estado y promulgaron la tolerancia religiosa quitándose el
obstáculo papal y de corporaciones religiosas.
Un pensador y economista, Francisco Quesnay, planteó los principios de la escuela
económica fisiócrata en La Enciclopedia, con argumentaciones que apoyaban al Despotismo
Ilustrado, mostrando que no se debía impedir el control y las constantes intervenciones del Estado
en la economía, ya que gracias a eso se propagaban nuevos cultivos, la agricultura enriquecía a la
nación a partir de la producción y el consumo en ciclos anuales. Con la agricultura y sin clases
ociosas, se ampliarían las explotaciones mineras y manufacturas estatales y se protegería
arancelariamente a la producción nacional, orientada en parte por las necesidades del ejército al
servicio de la nación.
Es importante destacar que las reformas emprendidas por los déspotas ilustrados estaban
subordinadas a una “razón de Estado”, es decir, aquella que permitiera hacer más eficiente la
administración sin tomar en cuenta las ideas políticas de los ilustrados que pusieran en riesgo los
fundamentos del orden aristocrático-cortesano.
Por lo tanto, la opinión de los súbditos era lo que menos importaba, esto se resumía en la frase “El
soberano debe ver, pensar y actuar por toda la comunidad” que emitida por Federico II, rey de Prusia
se conoce más como “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”. Los representantes del Despotismo
Ilustrado más destacados fueron Federico II de Prusia, Catalina la Grande de Rusia, José II de
Austria y Carlos III de España.
Las ideas ilustradas plasmadas en la Enciclopedia minaron el Estado absolutista y el sistema en
evolución que lo sustituía, mejor conocido como Despotismo Ilustrado, al plantear el regreso al pacto
social: la democracia.
Los pensadores de la Ilustración aplicaron y popularizaron a partir de la Enciclopedia una
forma racional, seglar y reformista del pensamiento que socavó las bases intelectuales del
Antiguo régimen Absolutista-Despótico. Estos pensadores ilustrados sentaron las bases
intelectuales de las revoluciones que se desataron en Europa y América desde el último cuarto del
siglo XVIII hasta el siglo XIX. Además, su forma de pensar y las ideas que formularon constituyen el
núcleo intelectual de la ideología de la clase media liberal que ascendió en el siglo XIX y que es muy
activa desde el siglo XX.
El Mercantilismo
El mercantilismo confiere un momento de transición de la Edad Media a lo que era llamado pecado
pasó a llamarse espíritu de empresa.

En esta etapa, las restricciones de los escolásticos al comercio y al lucro fueron prácticamente
puestas al margen, y los comerciantes obtuvieron el reconocimiento de la comunidad y el Estado.

Se desarrollan sentimientos nacionalistas, se registraron grandes transformaciones políticas y


sociales. Los Estados trataron de acumular metales preciosos, símbolos y bases de la potencia
económica, así como de la riqueza nacional. Algunos Estados expandieron sus dominios coloniales,
y en las nuevas tierras conquistadas buscaron los metales preciosos indispensables para la
subsistencia y el fortalecimiento de la soberanía.

El comercio internacional transformó en ese periodo en uno de los más poderosos instrumentos de
política económica. Los Estados ambicionaban el poder y cuando no poseían metales preciosos; a
estas prácticas se les ha denominado mercantilismo.

Su Evolución y contribución de algunos autores

Bobino, un autor en que tuvo gran influencia en las ideas políticas, ya desde el siglo XVI explica la
revolución de los precios en su “Réponse aux Paradoxes de Malestroit” publicada en 1569. En la
obra se atribuye el alza de los precios; de los cuales cita algunos ejemplos.

o La abundancia de oro y plata.


o La práctica de los monopolios.
o La escasez causada en parte por la exportación.
o El fausto del rey y de los grandes señores.
o La adulteración de la moneda.
De todas ellas la primera es la más importante, esto debido a que asevera (Bodino), que la principal
causa de la subida de los precios, en cualquier país que sea; es la abundancia de lo que regula la
estimación y del precio de aquellas. Es la primera exposición clara de una teoría cuantitativa de la
moneda. Basada a su vez en la expansión de la moneda por causa del comercio.

Aunque Bodino fue capaz de formular doctrinas monetarias de gran calidad y penetración, los
avances más importantes de dicha doctrina se debieron a los directores de la actividad económica;
a los comerciantes.

Lo que ha hecho posible hablar de mercantilismo es la aparición, en diferentes países, de una serie
de teorías que explicaron durante mucho tiempo la conducta de los estadistas, o los sirvieron de
fundamentos. Algunos escritores han afirmado que ciertas teorías mercantilistas, empiezan a
aparecer en forma rudimentaria hacia fines del siglo XIV y principios del siglo XV. Otros autores, sin
embargo, como Cannan sostienen que hay que establecer una distinción entre “Metalismo”
(bullionism), que existió durante gran parte de la Edad Media, y el mercantilismo que no aparece
hasta el siglo XVII, con la influencia creciente del capitalismo industrial incipiente, interesado en el
comercio de exportación.

Heckscher por su parte, sugiere que el mercantilismo debe ser tomado como “una fase de la historia
de la política económica”, que contiene diversas medidas económicas encaminadas a conseguir la
unificación política y el poderío nacional. Se destaca en el primer plano la erección de estados-
naciones, y el sistema monetario, el proteccionismo y otros expedientes económicos se consideran
medios para ese fin.
La intervención del Estado era una parte esencial de la doctrina mercantilista. Los que tenían a su
cargo las funciones del gobierno aceptaban las nociones mercantilistas y ajustaban su política a
ellas, porque en ellas veían medios para fortalecer a los estados absolutistas tanto contra los rivales
extranjeros como contra los restos del particularismo medieval en el interior.

Hay que conceder que, en gran parte de los escritos mercantilistas, desde los de Mun, hasta los de
Hornick; se pretende hablar en nombre del engrandecimiento nacional. Recordemos por tal, que el
hundimiento de la economía feudal y el crecimiento del comercio fueron esenciales para nacimiento
del estado-nación tan defendido por el mercantilismo.

Thomas Mun (uno de los más destacados mercantilistas) da por cosa sabida, que el fin de la política
es aumentar el tesoro metálico del reino. Una postura altamente defendida por los mercantilistas
como una manera de obtener riqueza. Así pues, la alta estimación del dinero fue común.

La Balanza Comercial fue uno de los mayores aportes teóricos de los mercantilistas.

El objetivo de una Balanza Comercial con Superávit era importante pero también se veía la
conveniencia de importar mercancías de Asia por medio de oro para revender luego esos Bienes en
el Mercado europeo con importantes Ganancia.

La expansión del comercio trajo consigo una divergencia de los intereses comerciales individuales.
La mayoría de ellos buscaban una autoridad central poderosa que les protegiese contra las
pretensiones de sus rivales.

Así pues, la relación entre la organización económica y las instituciones políticas y entre las ideas
económicas y las políticas debe considerarse como una relación de interacción. [Se acepta en
general, que el capitalismo mercantil precedió y preparó el terreno al capitalismo industrial moderno,
el cual vio en la intervención del Estado un serio obstáculo en el desarrollo y así entro en oposición
con la estructura política que su antecesor había considerado necesario crear].

Los mercantilistas creían que el dinero era productivo, pero, como estaban ansiosos de obtener
capital-dinero, sus intereses chocaron con los de quienes podían proveerles de el. Es aquí donde se
crea una distinción de interés y usura, está última muy criticada por ser un mal para el comercio.

Metalismo y Mercantilismo

Lo que distingue a los mercantilistas que han sido llamados metalistas de todos los demás, es la
diferencia de opinión acerca del mejor medio de alcanzar el fin que todos ellos deseaban, o sea el
enriquecimiento del país por el aumento de su tesoro.

Se dio el nombre de metalistas a quienes proponían la restauración de las antiguas prohibiciones de


exportación, el restablecimiento del cargo de Cambista real y una reglamentación creciente de las
operaciones de cambio exterior. El representante más destacado de esta escuela es Gerald Malynes
(teorico del par pro pari). Al igual que Hales, sostenía que, puesto que el comercio se inspiraba en
el interés personal de los comerciantes, los gobiernos debían reglamentarlo a fin de asegurar el
bienestar general.

Las críticas a las posturas de Malynes, principalmente por Mun y Misselden dan origen al periodo
conocido como el mercantilismo, así mismo se hace un uso extensivo de la balanza comercial como
medio generador de información relevante que coadyuven con las políticas que tiendan a la
obtención de un superávit comercial.
Thomas Mun

Mun escribió en 1630 su libro “England’s Treasure by Foreign Trade” y lo público su hijo en 1664. En
esta obra encuentran la expresión más plena las ideas del capitalismo comercial, y al comerciante
se le asigna un lugar muy elevado en la comunidad. Se dan preceptos para perfeccionar al
comerciante, y se señala el comercio exterior como el medio para enriquecer a un país.

Distingue con claridad una porción de riqueza, que generalmente toma la forma de dinero que debe
emplearse como “capital”, es decir, de forma que rinda un excedente. El capital dice Mun, se emplea
atinadamente en el comercio exterior cuando logra una balanza comercial favorable, este es el único
modo de traer tesoro a Inglaterra que no cuenta con minas propias.

Englan’s Treasure es una síntesis clara y un progreso de las teorías mercantilistas más avanzadas,
aunque muchas de las ideas que contiene siguen siendo oscuras. Además, Mun parece dado cuenta
vagamente de que los precios altos creados por la abundancia de dinero pueden tener un efecto
adverso en la balanza comercial. Evidentemente, deseoso todavía de defender el comercio con las
Indias Orientales, sostenía que el retener el metálico en el país en vez de usarlo en el comercio
exterior; era perjudicial.

Lo que en realidad desea Mun, como otros mercantilistas avanzados, es la libertad de comercio,
pero limitada a las compañías reglamentadas.

Child

Como todos los mercantilistas de la época, Child temía mucho la pérdida de población, palabra que
llevaba consigo la idea de la ocupasión. En los tiempos que precedieron a la introducción de
maquinaria a gran escala, una fuerza de trabajo escasa significaba una producción baja; y esto, en
una época donde el comercio exterior iba dependiendo cada vez más de las manufacturas
nacionales, equivalía a reducir las exportaciones.

Sin embargo, creía Child que los males de la colonización podían ser mitigados obligando a las
colonias a limitar su comercio a la madre patria. Hecho esto, la emigración, después de todo podía
traer alguna ventaja, pues crearía más trabajos en el país.
Renacimiento
El Renacimiento es un movimiento cultural caracterizado por un retorno a las ideas e ideales
culturales de la Grecia y Roma antiguas. Al margen, el significado original de la palabra, refiere al
acto de volver a nacer.

El Renacimiento es considerado un importante movimiento cultural propio de Europa occidental que


transcurrió en los siglos XV y XVI y marcó en la historia universal la transición entre la edad media y
la edad moderna.

Este complejo paso de una edad a otra trajo consigo numerosos avances en el campo de las ciencias
humanas y naturales. Se habla frecuentemente de este momento histórico como tiempos de
esplendor cultural.

Los dogmas son abandonados por la clase productora de capitales culturales y esto abre el camino
al avance científico. La naturaleza cobra importancia y la observación es el método más común.

El enfoque de la cultura pasa de ser teocéntrico a ser antropocéntrico, tomando el nombre de


movimiento Humanismo. El hombre en primer plano de las ciencias humanas fomenta un
individualismo nunca antes experimentado. Este nuevo enfoque dispersa en el mundo un optimismo
que, en las ciencias, promueve una curiosidad por el descubrimiento y la belleza, el avance.

El Renacimiento incluye renovaciones culturales y científicas, y retoma premisas grecolatinas. Se


fecha usualmente su comienzo con la caída de Constantinopla en el año 1453 y aunque no todos
los historiadores están de acuerdo con esta fecha, se toma en consideración ese punto histórico
tradicionalmente. El término Renacimiento comienza a utilizarse para definir el período en el siglo
XVI, pero fue utilizado por primera vez por el literato Petrarca.

El período renacentista será descrito como una ruptura deliberada con las estructuras anteriores.
Los cambios estéticos son los más sencillos de apreciar y fueron los que se dispersaron con más
facilidad en la Europa renacentista. Sin embargo, los cambios más radicales en cuanto a mentalidad,
llevaron más cantidad tiempo, pero fueron definitivos.

Arquitectura

El principal objetivo de la arquitectura de la época fue solucionar el caos urbano de las ciudades de
la Edad Media, en las cuales las calles estaban increíblemente desordenadas y la gente vivía
amontonada.

Las decoraciones más utilizadas fueron, a grandes rasgos, los arcos y bóvedas, los pórticos y los
candelabros. Cabe destacar que las construcciones se caracterizaron por ser grandiosas y
monumentales. Su base más sólida puede hallarse al norte de Italia, más precisamente en a la
ciudad de Florencia, un sitio en donde el movimiento gótico no pudo ingresar.
Pintura

Si bien las obras principales continúan siendo religiosas, los artistas de la época se interiorizaron en
las técnicas de retrato y la perspectiva. Además, en las pinturas se comenzó a plasmar la naturaleza,
característica del humanismo. Algunos de los exponentes más importantes fueron Miguel Ángel,
Leonardo Da Vinci y Rafael Sanzio, entre otros.

Escultura

Siguiendo los conceptos del Renacimiento, la escultura se volcó a expresar la naturaleza humana,
buscando cuerpos ideales y perfectos y aunque las principales obras son religiosas, en ellas también
se incorporó el desnudo.

Música

En contrapartida con las expresiones artísticas anteriores, la música de esta época no retornó a las
formas clásicas, sino que fue la culminación de los estilos anteriores.
Ilustración
La Ilustración es un movimiento cultural y político conocido por traer ideas luminosas a la sociedad
oscura del pasado. Las ideas estarían enmarcadas en la razón, el estandarte de las mentalidades
del siglo XVIII. La Ilustración como movimiento necesitó de un apoyo para poder subsistir, y este
apoyo fue concedido por los gobiernos absolutistas, las clases altas y los intelectuales.

El deseo de conocimiento característico de este período llevó a los estados a realizar obras
recopilatorias del conocimiento humano alcanzado hasta el momento, de las ciencias naturales y
las ciencias sociales. Pero antes de incluir el conocimiento anterior en las enciclopedias, los
ilustrados lo sometían a críticas racionales. La sociedad entera se iba tiñendo de a poco de
racionalismo y una ilusión de progreso ilimitado.

Los intelectuales proponían reformas políticas y sociales para beneficio del pueblo, pero sin la
participación directa del mismo. En sus propuestas siempre se planteaba como única opción a la
monarquía absolutista, pero fueron las ideas de los filósofos y demás ilustrados las que engendraron
la revolución que terminaría por derrocar esa forma de gobierno.

La expresión artística y estética del siglo de las luces será conocida como neoclasicismo. En las
ciencias sociales podemos ver cómo la sociología, la historia y la geografía cobran fuerza. La
cartografía alcanza grandes logros dejando al planeta casi sin espacios desconocidos. Los círculos
polares y algunas regiones en el África quedan aún sin poder ser cartografiadas del todo.

Personajes destacados

Algunos de los personajes históricos más renombrados de la Ilustración fueron: Voltaire en Francia,
Montesquieu, Rousseau, Buffon y Diderot, entre otros. Mientras que en España algunos de los
destacados fueron Cabarrús, Capmany y Feijoo.

Sin embargo, no todo se limitó al territorio europeo, ya que para esa época América ya había sido
descubierta y por lo tanto, las ideas de la Ilustración lograron embarcarse rumbo al nuevo continente
de la mano de José R. Campoy, Francisco Clavijero y Eugenio Espejo.

Filosofía, Naturaleza y Razón

Durante la denominada “Era de la Razón” las guerras por la religión eran moneda corriente. Al
finalizar los enfrentamientos, las ideas comenzaron a cambiar, estableciendo que la Naturaleza y
que Dios eran dos conceptos que iban de la mano, es decir, que eran uno solo. Estas ideas fueron
apoyadas por físicos, astrónomos y matemáticos de la época, es decir por los científicos y
pensadores más estudiosos.

El concepto de la unidad entre Dios y la Naturaleza se basó, principalmente, en la búsqueda que


llevaron a cabo estos filósofos de las verdades que regían al mundo y al universo todo, tratando así
de comprender los pensamientos de Dios.
Características de la Ilustración

Todos los rasgos de la Ilustración pueden resumirse a la búsqueda de las verdades concretas y
al ímpetu marcado de la ciencia, especialmente de la física.

Debido a la gran analfabetización de las personas de ese siglo, una de las metas de los pensadores
de la época era poder transmitir lo aprendido a los demás. Esto queda evidenciado en el movimiento
enciclopedista, el cual, como su mismo nombre lo sugiere, reunía todo tipo de conocimientos en
tomos y escritos.

La confianza de los ilustrados estaba depositada en el progreso que los hombres y mujeres podían
alcanzar a través de la razón, defendiendo algunos derechos como la libertad y repudiando o
cuestionando fuertemente la interpretación de un Dios vengativo por parte de las religiones, así como
también la intolerancia y la violencia.

Es menester aclarar que estas ideas surgieron dentro de una clase social determinada:
La burguesía ascendente, pero que el movimiento se extendió a otras clases sociales, haciendo
mella en ellas, colocando los cimientos hacia lo que se conoce como la Revolución Francesa.
Revolución industrial

Orígenes de la Revolución Industrial en Inglaterra


Después de siglos de estancamiento en Europa, el crecimiento económico volvió a encontrar
perspectivas muy favorables. La Revolución Industrial iniciada en Inglaterra a mediados del siglo
XVIII, al cambiar las condiciones de producción, indujo un enriquecimiento espectacular que se fue
generalizando con el correr de los años.
Un buen índice de este crecimiento fue su producción de hierro: 60.000 ton. en 1780; 300.000 ton.
en 1800 y 700.000 ton. en 1830.
Es el mayor cambio que ha conocido la producción de bienes desde 1800 en Inglaterra. La aparición
de las máquinas, instrumentos hábiles que utilizan energía natural en vez de humana, constituye la
línea divisoria entre dos formas de producción. La producción maquinista creó las condiciones para
la producción y el consumo en masa, característicos de época actual, hizo surgir las fábricas y dio
origen al proletariado.
La revolución industrial es el cambio en la producción y consumo de bienes por la utilización de
instrumentos hábiles, cuyo movimiento exige la aplicación de la energía de la naturaleza. Hasta
finales del siglo XVIII el hombre sólo había utilizado herramientas, instrumentos inertes cuya eficacia
depende por completo de la fuerza y la habilidad del sujeto que los maneja. El motor aparece cuando
se consigue transformar la energía de la naturaleza en movimiento. La unión de un instrumento hábil
y un motor señala la aparición de la máquina, el agente que ha causado el mayor cambio en las
condiciones de vida de la humanidad.
La aplicación de la máquina de vapor a los transportes, tanto terrestres como marítimos, tuvo una
inmediata repercusión no sólo en procesos de comercialización, sino también en la calidad de la
vida, al permitir el desplazamiento rápido y cómodo de personas a gran distancia.
La construcción de los ferrocarriles fue la gran empresa del siglo XIX.

La tecnología
A comienzos del siglo XVIII las telas que se fabricaban en Europa tenían como materia prima la seda
(un artículo de lujo, debido a su precio), la lana o el lino. Ninguna de ellas podía competir con los
tejidos de algodón procedentes de la India y conocidos por ello como indianas o muselinas. Para
entonces, la producción de tejidos de algodón en Inglaterra era insignificante y su importación desde
la India constituía una importante partida de su balanza mercantil. Para competir con la producción
oriental se necesitaba un hilo fino y fuerte que los hiladores británicos no producían.
La primera innovación en la hilandería se produjo al margen de estas preocupaciones: Hargreaves,
un hilador, construyó el primer instrumento hábil, la spinning-jenny (1763), que reproducía
mecánicamente los movimientos del hilador cuando utiliza una rueca y al mismo tiempo podía
trabajar con varios husos. El hilo fino pero frágil que con ella se obtenía limitó su aplicación a la trama
de tejidos cuya urdimbre seguía siendo el lino. Continuó por tanto la fabricación de tejidos de lino y
la productividad recibió nuevo impulso debido a las limitadas exigencias de la jenny en espacio y
energía.
Pocos años después surgía la primera máquina, con la aparición de la estructura de
agua de Arkwright (1870) , que recibe su nombre porque necesitaba la energía de una rueda
hidráulica para ponerse en movimiento.
Para entonces, Samuel Crompton había construido una máquina nueva, inspirada en las
anteriores, conocida como la mula, y que producía un hilo a la vez fino y resistente. El grueso de un
hilo se mide por el número de madejas de 768,1 metros (840 yardas) que se puede obtener con 453
gramos de algodón (una libra). Un buen hilandero podía fabricar 20 madejas y la mula comenzó
duplicando esta cifra para pasar a 80 y poco después a 350, más de 268 km. El número de husos,
que no pasaba de 150 en la primera versión, alcanzó los dos mil al cabo de unos años y todo ello se
conseguía con el solo trabajo de un oficial y dos ayudantes. La exportación de tejidos británica se
multiplicó por cien en los cincuenta años que siguieron a 1780.
A partir de la renovación de la hilandería se puso en marcha un proceso que condujo a la
mecanización de todas las etapas de la producción de tejidos, desde la desmontadora de algodón,
fabricada en América por Eli Whitney, hasta las máquinas que en Inglaterra limpiaban de cualquier
impureza el algodón en rama (trabajo especialmente penoso por el polvo que levantaba),
elcardado y la elaboración mecánica de los husos para la fabricación de hilo. Una vez fabricado
éste, los telares mecánicos, desarrollados en Francia por Jacquard, sustituían ventajosamente a
los manuales tanto por la rapidez como por la calidad.
El blanqueado de la tela, que llevaba varias semanas, se redujo a un par de días cuando al cambiar
el siglo se descubrió un procedimiento químico a base de clorina. El estampado, que concluye el
proceso, se hacía utilizando tacos de madera, que se aplicaban manualmente, hasta que en 1785
se encontró un rodillo que multiplicó la producción.
La demanda de energía que las máquinas textiles requieren fue satisfecha inicialmente recurriendo
al método tradicional de las ruedas hidráulicas y las primeras fábricas se establecieron en las orillas
de los ríos, tomando el nombre de molinos. La irregularidad de la corriente aconsejaba buscar una
fuente independiente de energía. Las experiencias para conseguir un motor capaz de elevar el agua,
mediante el vacío producido por la condensación del vapor, habían llegado, a mediados del siglo
XVII, a una primera formulación, desarrollada por Savery en una máquina eficaz, aunque de escasa
potencia y limitada aplicación.
Newcomen combinó la presión de vapor con la atmosférica para producir una máquina mucho más
eficaz, aunque muy costosa por la cantidad de combustible que requería el calentar y enfriar
sucesivamente el cilindro en el que se iniciaba el movimiento. En la universidad de Glasgow
enseñaba Black, quien había descubierto la existencia del calor latente de vaporización, principio
que venía a explicar la gran cantidad de agua que se necesitaba para conseguir la condensación del
vapor.
Pero el doctor Watt fue quien dirigió sus trabajos para independizar las dos etapas del proceso
(vaporización y condensación) de modo que no hubiera pérdida de energía. La construcción de un
condensador independiente, que permanecía constantemente frío, en tanto el cilindro estaba
siempre caliente, puso fin al despilfarro de carbón. La utilización de un cilindro de doble efecto
permitió prescindir de la presión atmosférica en tanto la aplicación de altas presiones, sin las cuales
no había posibilidad de aplicar el motor a un vehículo, se encuentra en el origen de la locomoción
mecánica.
De entrada, la máquina de vapor vino a resolver el problema planteado por el drenaje de las minas
y, junto con la lámpara de seguridad de Davy (1815), permitió abrir pozos cada vez más profundos
y explotar aquellos que habían sido abandonados por las dificultades y riesgos que implicaba la
explotación.
En cuanto al hierro, su demanda estaba limitada por la dificultad de transformar el mineral. éste se
presentaba combinado con oxígeno cuya eliminación se realizaba mediante combustión en altos
hornos. La masa fluida que se obtenía en la parte inferior estaba llena de impurezas que eran
eliminadas mediante el afinado, que le quitaba el carbono sobrante, y el forjado, en el que los golpes
de un martillo hidráulico permitían homogeneizar su estructura.
La primera línea de mejora consistió en la sustitución del carbón por el coque, que se obtiene
mediante la combustión incompleta del carbón para separar el sulfuro y el alquitrán. La utilización de
coque en la producción de hierro se realizó con éxito a comienzos del siglo XVIII por Abraham Darby,
pero sólo se generalizó en la segunda mitad del siglo.
Una nueva técnica para mejorar la calidad del lingote fue el pudelado, en el que la fusión se realizaba
manteniendo separado el carbón del mineral. El acero es el hierro sin otra impureza que uno por
ciento de carbono; hasta entonces se había conseguido en pequeñas cantidades utilizando como
materia prima un mineral de excepcional pureza. La fundición del hierro en un crisol y a más altas
temperaturas permitió la producción masiva de acero y con ella la satisfacción de toda clase de
demandas procedentes de la propia industria.

Los cambios en la agricultura


El parlamento inglés, durante el transcurso del siglo XVIII, permitió cercar las fincas en el campo
abierto. El gasto que demandaba esta operación favoreció a los hacendados más ricos y permitió la
aplicación de nuevas técnicas para incrementar la productividad agrícola. Se empezó la rotación de
cultivos suprimiendo el sistema anterior de barbecho, se mejoraron las especies ganaderas gracias
al cruce de ejemplares seleccionados, se generalizó el cultivo de nuevas especies, se mecanizaron
las labores del campo, se aumentaron las superficies cultivables desecando pantanos, y se logró un
rendimiento mayor con la utilización de abonos.
El ejemplo de Inglaterra fue seguido por los países europeos cuya producción agrícola se duplicó
entre 1840 y 1914. Durante la misma época, en los extensos territorios de los Estados Unidos,
Canadá, Australia y Argentina se generalizó el cultivo de cereales o la crianza de ganado,
convirtiéndose estos países en los abastecedores de Europa y del mundo entero. En los países
tropicales se intensificaron las plantaciones de caña de azúcar, café y otros productos alimenticios,
de algodón y de otras materias primas que abastecieron las industrias europeas.

El crecimiento demográfico y su interrelación con el desarrollo


urbano
La mejor alimentación, resultante de la diversificación y de los mejores rendimientos de la agricultura,
permitió disminuir la mortalidad infantil y alargar la vida de los europeos. A ello también contribuyeron
los progresos de la medicina, especialmente el descubrimiento y la aplicación de la Vacuna para
atajar las epidemias periódicas que diezmaban la población.
Los europeos casi se triplicaron en el transcurso del s. XIX, siendo su crecimiento más notorio en los
países industrializados. Este aumento demográfico estuvo estrechamente unido al despegue
industrial, pues al elevarse la población se contó con abundante mano de obra y un amplio mercado
de compra que garantizaron las ganancias indispensables para nuevas inversiones. El mejoramiento
tecnológico de la actividad agrícola liberó mano de obra y se produjo el éxodo rural hacia los centros
industriales. Las antiguas ciudades fueron adquiriendo una nueva fisonomía, pues la aparición de
las fábricas y la aglomeración demográfica impusieron cambios urbanísticos por las urgentes
exigencias de distribución de agua, servicios de alcantarillado, transportes, parques y lugares de
esparcimiento.

La organización del trabajo y los problemas sociales


Las transformaciones económicas que originó la Revolución Industrial alteraron las estructuras
sociales vigentes desde la Edad Media. En las zonas rurales, el campesino se desvinculó del señorío
feudal y se convirtió en un jornalero cuyo trabajo se retribuyó con un salario. En las ciudades, el
artesano que trabajaba su propio taller se trasladó a las fábricas en calidad de obrero asalariado y
pasó a depender del propietario de las máquinas. Esta nueva situación constituyó el germen de las
alteraciones campesinas y de las revoluciones obreras que acontecieron durante la segunda mitad
del s. XIX en Europa.

Segunda revolución industrial


Entre los años 1880 y 1914, el desarrollo industrial se extendió a nuevos países y adquirió un ritmo
acelerado. Este fue de tal magnitud que muchos historiadores han denominado este período como
el de "la segunda revolución industrial".
El progreso científico y la aplicación tecnológica
Como vimos, las industrias textiles y siderúrgicas fueron las primeras en desarrollarse. Los ingleses
contaban con abundante algodón proveniente de la India a bajo precio, por lo que crearon
grandes manufacturas textiles que terminaron por desplazar al lino y a la lana en la confección del
atuendo entre los europeos. Para ello, desde mediados del s. XVIII, contaron con la progresiva
aparición de nuevos inventos que facilitaron una rápida y abundante producción.
Se comenzó con el descubrimiento de la lanzadera volante, siguieron los diversos tornos de hilar
que permitieron a un obrero trabajar varios husos a la vez, continuaron con el telar mecánico y se
combinaron de tal forma estos diversos inventos que la cantidad de productos fabricados superó
ampliamente la demanda tradicional. Esta situación convirtió a Inglaterra en un país exportador y en
el verdadero taller del mundo en la primera mitad del s. XIX.
El invento y la aplicación de la máquina a vapor abrió enormes posibilidades al desarrollo tecnológico
que no dejó de progresar durante todo el s. XIX. A fines del siglo, el alemán Daimler inventó el motor
de combustión interna; entre 1900 y 1914, el automóvil y el avión se perfeccionaron gracias al
motor Diesel. Al mismo tiempo, la electricidad empezó a utilizarse con fines industriales. Los
estudios científicos, estimulados por los gobiernos en las universidades y financiados por las
empresas, lograron obtener algunas materias con procedimientos químicos realizados en los
laboratorios. Estos nuevos productos, como el caucho y el salitre sintético, abrieron un campo
ilimitado al desarrollo científico y tecnológico.

El avance de los medios de comunicación


Uno de los acontecimientos más destacados durante la segunda mitad del s. XIX, fue la población y
colonización de nuevas tierras. Trece millones de europeos se desplazaron a los Estados Unidos,
otros se dirigieron a Australia y algún país de Sudamérica. California y Australia ejercieron especial
atractivo sobre los buscadores de oro. Este sorprendente movimiento migratorio se pudo realizar
porque los transportes se abarataron y facilitaron a los campesinos, que no encontraban trabajo en
las ciudades europeas, el traslado a tierras donde existían mejores expectativas laborales. En 1869,
se abrió el Canal de Suez que acercó Europa al Lejano Oriente; más tarde, se construyó el ferrocarril
en el Istmo de Panamá y, finalmente, se construyó en 1914 el canal que une el Atlántico con el
Pacífico.
La aplicación de la fuerza del vapor a la navegación que iniciara Fulton en 1807 y la generalización
de la hélice desde 1885 aumentaron las posibilidades de carga y de velocidad en el tráfico marítimo.
Los meses que se tardaban para viajar entre dos puntos se redujeron a semanas. El ferrocarril, de
invención más tardía, trajo similares consecuencias y se erigió en el símbolo del progreso. Puso en
contacto las zonas rurales interiores con las ciudades costeras y permitió unir las regiones más
distantes de los extensos estados que surgieron en la segunda mitad del s. XIX. Los ferrocarriles
que unieron Moscú con Vladivostock en el imperio ruso, y el transoceánico que unió Nueva York con
San Francisco, dieron vida a inmensos y productivos territorios continentales.
La información se vio también favorecida por nuevos sistemas: el telégrafo eléctrico, iniciado en 1844
y el teléfono en 1876, se unieron al sistema de franqueo postal introducido desde 1840. Todos estos
adelantos contribuyeron al acortamiento de las distancias y al mejor aprovechamiento del tiempo,
acercaron a los hombres y cambiaron las relaciones económicas entre los pueblos y las empresas.

El apogeo del capitalismo


El nuevo sistema industrial exigió un cambio en el mundo de las finanzas. Las antiguas sociedades
integradas con capitales familiares fueron cediendo ante la aparición de las grandes sociedades
anónimas, indispensables para costear los gastos que demandaban la fabricación de las máquinas
y la construcción de los ferrocarriles. Gracias a esta concentración del capital, se formaron los
grandes bancos internacionales y el crédito permitió emprender obras cada vez más costosas y más
rentables. Así se fue afirmando progresivamente a lo largo del s. XIX un sistema económico en el
que la dirección de las empresas pertenecía exclusivamente a los poseedores del K:
el capitalismo. A ello colaboraron diversos factores: la libertad de enriquecimiento que benefició a
quienes poseían la capacidad empresarial, la economía de mercado basada en el libre juego de la
oferta y la demanda en la fijación de precios y salarios, así como la formación de las nuevas
sociedades anónimas capaces de concentrar el capital indispensable para financiar los elevados
costos del maquinismo.

Las trasformaciones sociales


La revolución industrial tuvo hondas repercusiones en la sociedad. La burguesía desplazó
definitivamente a la nobleza como clase rectora en los países occidentales. Los Lores ingleses, sin
abandonar su carácter y conservando algunos de sus privilegios, se mezclaron con los burgueses y
compartieron con éstos las ventajas del auge económico. En Francia y los Países Bajos la nobleza
desapareció como grupo privilegiado. En Alemania, los nobles tuvieron que conformarse con hacer
carrera en el ejército y en la diplomacia. Solamente en Rusia, escasamente industrializada,
mantuvieron sus privilegios hasta el s. XX. En cambio, la burguesía —integrada por los empresarios
industriales y los banqueros (alta burguesía), por profesionales como médicos, ingenieros o
abogados, y por los comerciantes y pequeños empresarios (mediana y pequeña burguesía)—
impuso su concepción de la vida, sus costumbres y valores. Estos giraron en torno a la riqueza y
exaltaron las virtudes del ahorro metódico, de la constancia en el trabajo y del respeto del orden
establecido.
El campesinado, arrojado del campo por la creciente mecanización de las actividades agrícolas,
emigró a las ciudades y, junto al artesano empobrecido por el nuevo sistema fabril, dio origen a la
nueva clase social: el proletariado obrero.

El proletariado y la cuestión social


La concentración fabril agrupó a los trabajadores, les hizo sentirse solidarios de sus problemas y
tomar conciencia de los mismos para buscarles solución. El proletariado se encontró sometido a
duras condiciones que empezaron a conocerse gracias a los informes de médicos y sociólogos a
partir de 1830. El trabajo se realizaba en jornadas superiores a las 15 horas diarias en fábricas
inhóspitas. Algunos empresarios preferían, por razones de economía, contratar a mujeres y niños.
El salario se regía por la ley de la oferta y la demanda, era bajo e inseguro. Tampoco existían leyes
de previsión social ni sobre accidentes del trabajo. En ciertos casos, las condiciones de las viviendas
obreras eran insalubres y favorecían las enfermedades.
El estado burgués, imbuido de la ideología liberal, consideraba que toda intervención para solucionar
los problemas surgidos entre el capital y el trabajo era inútil, perjudicial e injusta, porque en toda
actividad debían respetarse las leyes naturales y no limitar la libertad de los individuos. Aunque en
Inglaterra, en 1802, se prohibieron los horarios que excedieran las 12 horas, y en 1819 el trabajo de
niños menores de 10 años, solamente a mediados del siglo los gobiernos publicaron las primeras
leyes sociales favorables a los obreros. Estas disposiciones fueron resultado de la presión de
algunos intelectuales cuyos escritos despertaron un sentimiento humanitario, y de los movimientos
organizados de los trabajadores. Las primeras fueron las diversas corrientes del "socialismo utópico".
Entre sus exponentes se destacaron: Saint-Simon, Fourier, Proudhon, Owen.

La ideología marxista
En cambio, el socialismo "científico" , como lo denominó Karl Marx (1818-1883), se decidió
abiertamente por la acción política. En 1848, este ideólogo alemán de origen israelita publicó, con la
colaboración de Federico Engels , el Manifiesto del Partido Comunista . En él aparecen los
principios de la ideología marxista y los fundamentos de su acción: materialismo histórico, lucha de
clases, organización internacional de los obreros y opción deliberada por la revolución como
instrumento para conquistar el poder e implantar el régimen comunista. En obras posteriores, Marx
completó la exposición de su programa socio-político, pero el "Manifiesto" , por su estilo apasionado
y su vibrante espíritu revolucionario, es el escrito que mayor repercusión ha tenido entre los sectores
obreros de la época.
En 1864, se organizó la "Primera Internacional Obrera" para impulsar la lucha revolucionaria en
todos los países. Esta asociación no pudo mantener su unidad por la escisión que se produjo en
1872 debido a la corriente anarquista que dirigía el ruso Bakunin . El anarquismo deseaba suprimir
el estado burgués liberal y capitalista; pero se oponía también a la instalación de un estado socialista.
Propiciaba la máxima libertad de acción, por lo cual propugnaba la abstención política y la huelga
para combatir al capitalismo. La Segunda Internacional, creada en 1889, no pudo superar el
nacionalismo de los partidos socialistas que la integraban e hizo crisis al estallar la guerra de 1914.

La respuesta de la Iglesia
La Iglesia, conforme al mandato de Cristo, siempre ha mantenido obras asistenciales para ayudar a
los pobres y menesterosos. Desde su fundación ha contado con numerosas congregaciones
destinadas a la ayuda caritativa del prójimo más necesitado. Por esta tendencia tradicional, en el
seno del cristianismo, no faltaron desde comienzos del s. XIX las denuncias de algunos católicos
contra las injusticias del sistema capitalista y la condena al escándalo de los salarios ínfimos y a la
duración excesiva de las jornadas de trabajo. Entre 1835 y 1848 varios obispos franceses e italianos
invocaron la intervención legislativa en defensa del bien común y en favor de los más débiles. Incluso
en 1831, y posteriormente en 1848, algunos pensadores como Lacordaire y Ozanamtrazaron un
programa de legislación en defensa de los niños, de los enfermos y de los ancianos, propusieron la
formación de comités mixtos para dirimir los pleitos entre el capital y el trabajo y, finalmente, exigieron
el reconocimiento del derecho al trabajo.
En el plano práctico, el mismo Federico Ozanam organizó en 1833 "Las Conferencias de San Vicente
de Paul" para socorrer a los pobres y a los enfermos. En 1840 surgió la "Sociedad de San Francisco
Javier" que creó escuelas para los obreros y una oficina de colocación para los cesantes. Don
Bosco, entre 1841 y 1854, echó las bases de los oratorios y de las escuelas profesionales y, pocos
años más tarde, el beato Luis Orione creó la heroica fundación de Cottolengo .
Monseñor Emmanuel von Ketteler , obispo de Maguncia, dio un paso adelante con sus sermones
en la catedral durante el año 1848, y con la publicación en 1864 sobre "La cuestión social y el
cristianismo" . En ambas ocasiones planteó la acción social como una exigencia de justicia y no
solamente como caridad asistencial.
No todos los sectores católicos coincidieron con estos planteamientos, se realizaron numerosos
estudios sobre el tema y se suscitaron acaloradas polémicas. Sin embargo, unos 40 años después,
las corrientes del catolicismo social representadas por Ketteler fueron confirmadas oficialmente en
1891 por el Papa León XIII en su encíclica Rerum Novarum . Este documento pontificio ratificó: el
derecho a la propiedad privada y la función social de ella, la obligación, aunque limitada que le
incumbe al Estado de promover la prosperidad pública y privada, los deberes de los obreros para
con sus patrones y sus derechos a un salario suficiente para vivir con dignidad. Consagró así el
aspecto humano y personalista del trabajo y la condenación de la lucha de clases, aunque invitó a
los obreros a organizarse en asociaciones para defender sus derechos e intereses.
REVOLUCION INGLESA

La Revolución Inglesa del siglo XVII representa la primera manifestación de una crisis del sistema
de la época moderna, identificado con el absolutismo. El poder monárquico se vio severamente
limitado, cedió la mayor parte de sus prerrogativas al Parlamento e instauró el régimen
parlamentarista que permanece hasta hoy. El proceso comenzó con la Revolución Puritana de 1640
y terminó con la Revolución Gloriosa de 1688. Ambas revoluciones son parte de un mismo proceso
revolucionario, de ahí el nombre de la Revolución Inglesa del siglo XVII y no Revoluciones Británicas.
Este movimiento revolucionario creó las condiciones necesarias para la Revolución Industrial del
siglo XVIII, allanando el camino para el avance del capitalismo británico. Debe ser considerada como
la primera revolución burguesa en la historia europea que se anticipó en 150 años de la Revolución
Francesa. La vida social antes de la Revolución Inglesa Con la dinastía de los Tudor, Inglaterra tuvo
muchos logros, los cuales sirvieron de base para el desarrollo económico del país. Los gobiernos de
Enrique VIII y su hija Isabel I, llevaron a la unificación del país, el apartamiento del Papa además de
confiscar los bienes de la Iglesia Católico, y al mismo tiempo permitieron crear el anglicanismo, y
entrar en la disputa por colonias con los españoles. Fue con esos monarcas que se observó también
la formación de monopolios comerciales, como la Compañía de las Indias Orientales y los
Comerciantes Aventureros. Esto sirvió para impedir la libre competencia, aunque esta acción se
deterioró en algunos sectores de la burguesía. Por lo tanto, resultó en la división de la burguesía en
dos: por un lado, los grandes comerciantes que disfrutaban del monopolio político; de otro, la
burguesía pequeña que pretendía la libre competencia. Un problema grave fue la detención de los
privilegios en manos de los gremios. Otra situación problemática era en las zonas rurales con la
revaloración de las tierras debido a altos productos agrícolas. Esto empujó a que los propietarios
rurales quisieran aumentar sus tierras expropiando las tierras colectivas, convirtiéndose en
particulares. El resultado fue la expulsión de los campesinos del campo y la creación de grandes
granjas para la cría de ovejas y la producción de lana, condiciones previas para la Revolución
Industrial. Para evitar la intensificación de conflictos entre campesinos y grandes terratenientes, el
gobierno intentó evitar los cercamientos. Por supuesto, con esta acción la nobleza rural y la
burguesía mercantil fueron fuertes oponentes. Casa de Estuardo Para comprender mejor la
Revolución Inglesa debemos conocer la dinastía Stuart o Casa Estuardo. Esta dinastía se inició
después de la muerte de la reina Isabel I en 1603 que, al morir sin dejar herederos, promovió el
comienzo de su reinado. Jaime I, rey de Escocia (1603-1625). Disolvió el Parlamento en varias
ocasiones y quería establecer una monarquía absoluta de derecho divino. Persiguió a los católicos
y sectas menores, con el pretexto de que estaban organizando la Conspiración de la Pólvora (1605)
consistente en la eliminación del rey. Muchos quedaron descontentos y marcharon a América del
Norte. La fricción entre Rey y Parlamento se hizo más fuerte, sobre todo después de 1610. En 1625,
se produjo la muerte de Jaime I y su hijo, Carlos I, le sucedió en el poder. Carlos I de Inglaterra,
sucesor de Jaime I (1625-1648). Trató de seguir una política absolutista, y establecer nuevos
impuestos en cuyo proceso fue impedido por el Parlamento. En 1628, con tantas guerras, el rey se
vio obligado a convocar al Parlamento, el cual sometió al rey a firmar el juramento de la «Petición de
los Derechos» (Segunda Carta Magna inglesa) como garantía al pueblo en contra de los tributos y
detenciones ilegales. El Parlamento pretendía el control de la política financiera y del ejército,
además de regularizar la convocatoria del Parlamento. La respuesta real fue clara, la disolución del
Parlamento que volvería a ser convocado de nuevo en 1640. El rey Carlos I gobernó sin un
Parlamento, pero buscó el apoyo una especie de un tribunal adscrito al Consejo Privado del Rey.
También trató de imponer la religión anglicana a los calvinistas escoceses (presbiterianos). Eso
generó rebeliones por parte de los escoceses que invadieron el norte de Inglaterra. Con eso, el rey
se vio obligado a reabrir el Parlamento en abril de 1640 para obtener ayuda de la burguesía y de la
nobleza rural. Pero el Parlamento tenía entre sus objetivos combatir el absolutismo. Por ello, fue
suspendido nuevamente. En noviembre del mismo año volvía a ser convocado y, en esta ocasión,
se mantuvo hasta 1653. La Guerra Civil (1641-1649) La Guerra Civil inglesa se extendía desde 1641
hasta 1649; dividió al país y fue un hito importante en la Revolución Inglesa. Por un lado, estaban
los caballeros, el ejército leal al rey, y el apoyo de los señores feudales. De otro, los «cabezas
redondas» adheridos a las fuerzas de la nobleza rural que apoyaban al parlamento. En 1641,
comenzaba la guerra civil y el rey contaba con el apoyo de los aristócratas del oeste y del norte, junto
con una parte de los ricos burgueses, que estaban preocupados con las agitaciones sociales. En
contrapartida, el ejército del parlamento fue dirigido por Oliver Cromwell, formado por campesinos,
burgueses y la clase media de Londres. Los «cabezas redondas» derrotaron a los caballeros en la
batalla de Naseby en 1645. Carlos I perdió la guerra y huyó a Escocia, que fue detenido y vendido
al Parlamento, quien autorizó la ejecución del rey. Al tomar esta decisión, la sociedad representada
por el Parlamento rompía con la idea del origen divino del rey y de su autoridad indiscutible. Por lo
tanto, la guerra civil fomentó nuevas ideas sentando las bases políticas del mundo contemporáneo.
La Revolución Puritana (1649-1658) El gobierno de Oliver Cromwell sirvió a los intereses burgueses.
Las rebeliones levantadas en Escocia e Irlanda fueron brutalmente reprimidas. Oliver Cromwell trató
de eliminar la reacción monárquica. Él realizó una limpieza monárquica. Durante su poder, ejecutó a
trabajadores agrícolas que pretendían apropiarse de las tierras del Estado, la nobleza y el clero. Con
tantas muertes, los menos favorecidos quedaron a «merced del destino» y acabaron por entrar en
movimientos religiosos radicales. Una medida para luchar contra los holandeses y fortalecer el
intercambio comercial fue los «Actos de Navegación». Esta ley pretendía que el comercio con
Inglaterra sólo pudiera realizarse por barcos ingleses o aquellos países que mantienen acuerdos
comerciales con Inglaterra. En 1653, Oliver Cromwell se designó a sí mismo como Lord Protector de
la República, sus poderes eran tan absolutos como los de un rey. Sin embargo, se negó a llevar una
corona, aunque en la práctica sus actos eran propios de un soberano. Con el apoyo de los militares
y la burguesía, impuso la dictadura puritana, gobernando con rigidez e intolerancia, y con ideas
puritanas. Murió en 1658 y su hijo Richard Cromwell asumió el poder. Pero éste fue depuesto en
1659. El regreso de los Estuardo y la Revolución Gloriosa Carlos II (1660 – 1685) de la Casa
Estuardo. Es proclamado rey de Inglaterra, con poderes limitados. Tan pronto como alcanzó su
soberanía, estrechó relaciones con el rey francés Luis XIV, dejando empañada su reputación con el
Parlamento. Carlos II redujo nuevos «Actos de Navegación» favorables para el comercio británico.
Él se involucró en la guerra contra Holanda. En 1673, el Parlamento aprobó la Ley de Prueba: todo
funcionario público debería profesar el anticatolicismo. Con estas actitudes el Parlamento se dividió
en dos grupos: los «whigs», que estaban en contra del rey y a favor de los cambios revolucionarios,
además de estar vinculados a la burguesía, y los conservadores que estaban unidos a los defensores
de la vieja aristocracia feudal. Jacobo II (1685 – 1688). Con la muerte de Carlos II, su hermano
Jacobo II asumió el gobierno. Este tomó medidas drásticas: quería restaurar el absolutismo, reactivar
el catolicismo, castigar a los rebeldes con la negación del hábeas corpus y la protección para detener
sin razón legal. El Parlamento no toleró este comportamiento y llamó a María Estuardo, hija de
Jacobo II y la esposa de Guillermo de Orange para ser la reina, por lo que el rey termina huyendo a
Francia y María Estuardo y su esposo se vuelven los nuevos monarcas ingleses. Desde el poder,
firmaron la Declaración de Derechos, que entre otras responsabilidades se promulgaban los
siguientes derechos: el rey no podía cancelar las leyes parlamentarias; el reino podría ser entregado
a quien deseara el Parlamento; después de la muerte del rey, los inspectores controlarían las cuentas
reales; y el rey no podía tener un ejército en tiempos de paz. La Declaración de Derechos que
otorgaba amplios poderes al Parlamento. Esta fue la Revolución Gloriosa (1660-1688).
Revolución Francesa
La Revolución Francesa (1789-1799) significó el derribo del Antiguo Régimen dominado por la
monarquía absoluta y la aristocracia feudal de la edad media y la implantación del liberalismo
dominado por la burguesía.

En el transcurso de diez años de revolución, Francia experimentó profundas transformaciones a


todos los niveles.

A nivel político, la monarquía absoluta dejó paso a una monarquía constitucional, y ésta a una
república liberal de tipo moderado, salvo el paréntesis radical del gobierno jacobino. A nivel
socioeconómico, e impulsado por el cambio político, Francia inició el camino hacia la industrialización
moderna y el establecimiento de la sociedad burguesa.
Causas de la revolución Francesa

En 1789, Francia se encontraba en una profunda crisis económica y social. Las causas fueron
las siguientes:

 Desde 1760 había malas cosechas que provocaron el alza del precio de los alimentos y el
descontento popular.
 burguesía se mostraba descontenta ante su marginación política porque sólo los
privilegiados podían ostentar cargos y disfrutar de reconocimiento social.
 Además, la monarquía estaba sumida en una crisis financiera profunda, provocada por los
gastos elevadas del Estado y de la corte.
 El movimiento de Ilustración.

La Ilustración

La Ilustración, también conocido como "siglo de las luces" fue un movimiento intelectual
europeo surgió en Francia en el siglo XVII.

La principal característica de esta corriente de pensamiento fue defender el uso de la razón sobre el
de la fe para entender y solucionar los problemas de la sociedad.

A través de la unión de escuelas de pensamiento filosóficas, sociales y políticas, los iluministas


buscaron extender la crítica racional en todos los campos del saber humano.

Por lo tanto, hicieron hincapié en la defensa de conocimiento racional para deconstruir los prejuicios
y las ideologías religiosas. Por su parte, éstas serían superadas por las ideas de progreso y
perfectibilidad humana.

En su crítica, pensadores de la Ilustración argumentaron en contra de los mercantilistas y


determinaciones religiosas.
También fueron reacios al absolutismo ya los privilegios dados a la nobleza y al clero. Esto sacudía
los cimientos de la estructura política y social absolutista, esto dio inicio a la revolución francesa.

¿Cuáles Fueron las Etapas?

La Monarquía constitucional (etapa 1)


Se dio entre 1789-1792. Al separarse de los Estados Generales los representantes del Tercer Estado
y algunos de los representantes de los otros dos, se constituyó la Asamblea Nacional que transformó
Francia en una monarquía constitucional, con soberanía nacional, división de poderes y sufragio
censitario.

Se suprimieron todos los vestigios del sistema feudal que se creó en la edad media, y se promulgó
la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (agosto de 1789). Paralelamente a sus
inicios se produjo una revuelta popular en el campo y en París (toma de la Bastilla). La Asamblea
Constituyente aprobó la primera constitución de la revolución francesa en 1791.

La Convención Republicana (etapa 2)

Se dio entre 1792 hasta 1794. La persistencia de los problemas económicos y sociales, junto con la
oposición de la nobleza y del rey, motivaron una nueva ola revolucionaria que desembocó en la
instauración de una República, la asamblea de la que era la Convención.

El rey Luis XVI fue juzgado, condenado y ejecutado. En un primer período la República estuvo en
manos de los girondinos (Convención Girondins). Después accedieron al poder los jacobinos, grupo
radical que instauró una dictadura de carácter popular, presidida por Robespierre.

El Directorio (etapa 3)

Se dio entre 1795 a 1799. Aunque mantenerse la República, una nueva Constitución (la tercera)
venía a consolidar una reacción moderada contra el terror implantado al final de la anterior etapa y
volvía el poder a la burguesía. Tuvo que mantenerse frente a las tendencias monárquicas y la
izquierda jacobina. Precisamente el miedo a un nuevo triunfo de estos últimos promueve un golpe
de Estado (1799) que lleva Napoleón al poder y pone fin al proceso revolucionario.

Desde 1799 y hasta 1815, Napoleón regirá los destinos de Francia, primero como cónsul y
luego como emperador, al conseguir hacerse dueño de buena parte de Europa.

Resumen de la Revolución francesa

Esta Revolución, que ocurrió en el año 1789, es el evento que, según algunos autores, inaugura la
llamada Edad Contemporánea. Los historiadores del siglo XIX, que hicieron la línea divisoria de la
historia, imputaron a este acontecimiento el carácter de marco divisor entre la Edad Moderna y la
Contemporánea, por la radicalización política que lo caracterizó, hay que recordar que en la edad
Contemporánea se dio también la revolución industrial. Para entender la Revolución de Francia es
necesario conocer un poco de la situación económica y social de la Francia del siglo XVIII.

Hasta el siglo XVIII, Francia era un estado en el que mandaba el modelo del absolutismo monárquico.
El entonces rey francés, Luis XVI, personificaba al Estado, reuniendo en su persona los poderes
legislativo, ejecutivo y judicial.

Los franceses entonces no eran ciudadanos de un Estado Democrático Constitucional, como hoy es
común en todo el mundo occidental, pero eran súbditos del rey, El rey personificaba al Estado.

Crisis Política

Dentro de la estructura del Estado Absolutista, había tres diferentes estados en los cuales la
población se enmarca: el primer estado era representado por los obispos del Alto Clero.

El segundo estado tenía como representantes la nobleza, o la aristocracia francesa que


desempeñaba funciones militares (nobleza de espada) o funciones jurídicas (nobleza de toga);
El tercer estado, por su parte, era representado por la burguesía, que se dividía entre miembros del
Bajo Clero, comerciantes, banqueros, empresarios, los sans-cullotes ("sin pantalones"), trabajadores
urbanos, y los campesinos, totalizando cerca de 97 % de la población.

Crisis Económica

Durante los años previos a la revolución Francesa estaba en una situación de crisis profunda, a nivel
social, política y económica.

Francia había participado en una guerra contra Inglaterra que había terminado sin ningún ganador.
La aristocracia estaba fuertemente endeudada y los abusos que habían realizado durante años,
habían hecho que la opinión pública sobre ellos fuera nefasta. Francia había intervenido en el
conflicto Norte América, lo que aún había generado más deudas.

La situación de Francia, sin embargo, era ahora crítica en el plano político-económico.

La etapa preliminar de la revolución de Francia, fue la revuelta de los privilegiados (1787-1789), que
tuvo lugar Cuando los Ministros de la monarquía intenten resolver la crisis económica suprimiendo
los privilegios fiscales de estos, nadie quería que le fuera quitado sus privilegios, luego….

Los miembros del tercer estado (muchos de ellos influenciados por el pensamiento iluminista y los
folletos que propagaban las ideas de libertad e igualdad, diseminados entre la población) pasaron a
ser los más afectados por la crisis. A finales de la década de 1780, la burguesía, los trabajadores
urbanos y los campesinos comenzaron a exigir una respuesta del rey y de la Corte a la crisis que los
afectaba, así como pasaron a reivindicar derechos más amplios y una mayor representación dentro
de la estructura política francesa.

En julio de 1788, hubo la convocatoria de los Estados Generales, es decir, una reunión para
deliberación sobre asuntos relacionados con la situación política de Francia. En esa convocatoria, el
conflicto entre los intereses del tercer estado y los de la nobleza y del Alto Clero, que apoyaban al
rey, se agudizaron.

El rey entonces estableció la Asamblea de los Estados Generales el 5 de mayo de 1789, con el
objetivo de decidir por el voto los rumbos del país. Sin embargo, los votos eran por representación
de estado. Siendo así, siempre el resultado sería dos votos contra uno, es decir: primero y segundo
estados contra el tercero. Hecho que despertó la indignación de burgueses y trabajadores.

En esta serie de reuniones, cada estado tuvo un voto en cada tema discutido. Como sus intereses
eran bastante similares, el clero y la nobleza tendían a votar juntos, ganando consistentemente todos
los votos. Sin embargo, el día de la apertura de los Estados Generales de 1789, el tercer Estado
pidió estar en igualdad de condiciones a la hora de votar.

La burguesía, que lideraba el tercer estado, propuso el 10 de junio una Asamblea Nacional, es decir,
una asamblea para formular una nueva constitución para Francia. Esta propuesta no obtuvo
respuesta por parte del rey, de la nobleza y del Alto Clero. El 17 de junio, burgueses, trabajadores y
demás miembros del tercer estado se declararon en una reunión para la formulación de una
constitución, incluso sin la respuesta del primero y del segundo estado. Al mismo tiempo, comenzaba
un levantamiento popular en París y otro entre los campesinos. La revolución de Francia se inició.

Inicio de la Revolución francesa

El 14 de julio de 1789, la burguesía tomó la Bastilla, la prisión que era símbolo del Antiguo Régimen y
el 4 de agosto, la Asamblea Nacional declaro una serie de decretos que, entre otras cosas, cortaba
los privilegios de la nobleza, como la exención de impuestos y el monopolio sobre tierras cultivables.
La Asamblea se establece la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.

En septiembre de 1791 se promulgó la nueva constitución francesa, asegurando la ciudadanía para


todos y presionando al monarca Luis XVI a aceptar sus criterios. Esta constitución preveía la igualdad
de todos ante la ley, el voto censal, la confiscación de las tierras eclesiásticas, el fin del diezmo, la
constitución civil del clero, entre otros puntos. A partir de este momento, la Francia revolucionaria
esbozó su primer tipo de nuevo gobierno, la Monarquía Constitucional, que duró de 1791 a 1792.

El ala más radical de la Revolución francesa, los jacobinos (que habían participado de la Asamblea
Constituyente, sentándose a la izquierda del plenario y oponiéndose a los girondinos que se
posicionaban a la derecha), defendían una ampliación de la perspectiva revolucionaria, cuya
propuesta era no someterse a las decisiones de la alta burguesía, que se articulaba con la nobleza
y el monarca. Los jacobinos querían radicalizar la presión contra los nobles y el clero, e instituir una
República Revolucionaria, sin ningún resquicio de la Monarquía.

Predicando la amenaza que venía de los rumbos que la Revolución tomaba, el rey Luis XVI articuló
un levantamiento contrarrevolucionario con el apoyo de la monarquía austriaca y prusiana. En 1792,
Austria invadió Francia y ésta declaró la guerra a aquella. La población de París, después de
enterarse de los planes del rey, invadió el palacio real de Tulleries y detuvo al rey y su familia. El Rey
y su esposa, María Antonieta, tuvieron sus cabezas rotas por la guillotina en 1793 y la Monarquía
Constitucional llegó a su fin el mismo año.

Con el fin de la Monarquía Constitucional, hubo también la disolución de la Asamblea Constituyente


y la Convención Nacional de un nuevo parlamento. El período de la convención se caracterizó por la
fuerte presencia del radicalismo jacobino comandando la Revolución, momento que se volvió
conocido como la fase del Terror (sobre todo por el uso indiscriminado de la guillotina como máquina
de la muerte). Nombres como Robespierre, Saint-Just y Danton figuran entre los principales líderes
jacobinos.
En este período también Austria y Prusia prosiguieron su guerra contra Francia, temiendo que la
Revolución se extendiera por sus territorios. En el proceso de confrontación contra estas dos
monarquías, nació el ejército nacional francés, es decir: un ejército que, por primera vez, no estaba
compuesto de mercenarios y aristócratas, sino del pueblo de una nación que se veía como nación.

En 1795, la burguesía logró retomar el poder y, a través de una nueva constitución, instituir
una nueva fase a la Revolución francesa llamada el Directorio, órgano compuesto por cinco
miembros indicados por los diputados. Pero a partir de este mismo año la crisis social se volvió muy
amplia en Francia, lo que exigió un entorno político más eficaz.

Uno de los más jóvenes y destacados generales de la Revolución, Napoleón Bonaparte, era el
nombre esperado por la burguesía para dar orden a la situación política francesa. En 1799, al
regresar de Egipto a Francia, Napoleón encontró un escenario conspiratorio contra el gobierno del
Directorio.

Fue en este escenario que pasó a figurar como dictador, inicialmente, dando el golpe de estado para
convertirse en emperador de Francia. El Período Napoleónico duró de 1800 a 1815 y cambió el
escenario político del continente europeo, mientras que expandió el ideal nacionalista para varias
regiones del mundo.

¿Cuáles fueron las Consecuencias?

En diez años, de 1789 a 1799, Francia pasó por profundas modificaciones políticas, sociales y
económicas.

La aristocracia del Antiguo Régimen perdió sus privilegios, liberando a los campesinos de los
antiguos lazos que los prendían a los nobles y al clero.
La Revolución de Francia fue la palanca que llevó a Francia del estadio feudal al capitalista.
instaló la separación de poderes y la Constitución, una herencia dejada para varias naciones del
mundo.

En 1799, la alta burguesía se alió al general Napoleón Bonaparte, que fue invitado a formar parte
del gobierno. Su misión era recuperar el orden y la estabilidad del país, proteger la riqueza de la
burguesía y salvarlos de las manifestaciones populares. En torno a 1803 comienzan las Guerras
Napoleónicas, conflictos revolucionarios imbuidos de los ideales de la Revolución que tuvo como
protagonista a Napoleón Bonaparte. Fue una de las guerras más importantes de la historia.
Independencia de los Estados Unidos
La hoy poderosa nación de los estados unidos de Norteamérica, tuvo su origen en los territorios que
los ingleses colonizaron en la costa atlántica de América del norte (desde comienzos del siglo XVII),
donde habían logrado establecer trece colonias, las mismas que fueron incorporadas a los dominios
del imperio británico. A fines del siglo XVIII (1776), dichas colonias, por medio de sucesivas
guerras contra Inglaterra, consiguieron emanciparse del dominio anglosajón. La
independencia de los Estados Unidos de Norteamérica, es uno de los acontecimientos más
importantes de la Historia moderna, no solo porque sirvió ella de ejemplo a las colonias
hispanoamericanas que aspiraban también su liberación, su emancipación, sino, fundamentalmente,
por el preponderante rol que el país de Washington desempeña en los destinos del mundo en los
tiempos contemporáneos.

LAS TRECE COLONIAS


De 1637 a 1733, se establecieron en la costa atlántica de América del norte trece colonias inglesas,
a saber: Virginia, Massachussets, Maryland, Rhode Island, New York, New Jersey, Connecticut, New
Hampshire, Delawre, Carolina del Norte, Carolina del Sur, Pensilvania y Georgia, cuyos habitantes
profesaban el credo protestante, a excepción de Maryland donde había libertad de cultos, con una
población en total de 2000000 de habitantes; no todos ellos ingleses sino también: franceses,
irlandeses, escoceses y alemanes.

Características
Estas colonias formadas, mayormente, por gente culta de credo protestante, gracias a su espíritu
eminentemente laborioso como a las inmensas riquezas del territorio, consiguieron en pocos años
progresar grandemente, a la vez que su población experimentó también considerablemente
crecimiento.
Disfrutaban de autonomía política, es decir, que eran, prácticamente libres e independientes. Hacían
uso de sus libertades y derechos y, asimismo, cada colonia elegía a sus propias autoridades, a la
vez que resolvía sus propios problemas, aunque en nombre se hallaban bajo el dominio de Inglaterra,
la misma que se hacía representar por un gobernador en cada una de ellas. Tenían, pues, por
supremo anhelo vivir en un ambiente de paz y de libertad para, así, poder desarrollarse y practicar
libremente sus creencias políticas y religiosas. En busca de ello, justamente, fueron los primeros
inmigrantes (“Los padres peregrinos” – 1620) quienes abandonaron Inglaterra al implantarse en esta
nación la persecución religiosa y el despotismo real, y, después de cruzar el Atlántico, se
establecieron en la costa este de América del Norte.

Guerra de la independencia
La prosperidad de las trece colonias se vio alterada cuando Inglaterra, escasa de recursos,
impuso tres gravámenes económicos a dichas colonias, a saber:
1. Dispuso que las propias colonias deberían pagar los gastos que ocasionaron el ejército ingles
destacado en ellas.
2. Creo, asimismo, el papel timbrado (papel sellado) para el uso en los contratos.
3. Estableció finalmente el impuesto del té.
Tales medidas no solo originaron la protesta unánime de parte de los habitantes de las trece colonias,
sino que decidieron estas romper definitivamente todo nexo que los ligaba a la Madre Patria. Fue en
el primer congreso de Filadelfia (1774), al que asistieron, en condición de delegados, patriotas
eminentísimos como Jorge Washington y John Adams, que solicitaron la abolición de todas aquellas
leyes que imponían contribuciones a las colonias sin el consentimiento previo de estas, fieles a la
inviolable tradición inglesa: “que no existe impuestos sin la aprobación de los que deben pagarlos”.
Reclamando para sí las mismas libertades y derechos de que disfrutaban los ingleses del Viejo
Mundo. El gobierno respondió con medidas de fuerza y con el envío de más efectivos militares,
originando encuentros como el de Lexignton, favorable a los colonos.

Un Segundo Congreso de Filadelfia (1775)

Llamado Segundo Congreso Continental, con la participación de todas las colonias y la


participación de otros egregios patriotas, además de Washington y Adams, como Thomas jefferson,
Benjamín Franklin, Roberto Morris, partidarios de la independencia, decidieron formar un ejército de
milicias coloniales para enfrentarse a Inglaterra, siendo designado Comandante Supremo de tales
tropas Jorge Washington. Dicho Congreso, asimismo, suscribió (4 de Julio de 1776) el acta de
proclamación de la independencia de las Trece Colonias, redactada por una comisión en la que
figuraban Washington, Jefferson y John Adams.

Las Acciones Militares


Las principales acciones militares libradas en la guerra de la Independencia Norteamericana, fueron:

1. Las que tuvieron lugar en BOSTON y en la frontera con CANADA (1776), favorables a los colonos.
2. La batalla de SARATOGA (1777) que constituyo el primer triunfo importante sobre los ingleses.
3. La batalla de YORKTOWN (1781), librada con la ayuda de Francia. Significó otra victoria para los
insurrectos coloniales y selló la independencia norteamericana.

GEORGE WASHINGTON
Este insigne patriota nacido en Virginia, se distinguió por su acendrado liberalismo, la nobleza de
sus sentimientos, así como por su espíritu eminentemente laborioso; además de sus dotes de político
atinado y prudente. Dueño de grandes riquezas, abandonó sus actividades agrícolas para ponerse
al frente de los ejércitos insurrectos. Con la ayuda de los franceses La Fayette y Rochambeau
consiguió derrotar a los ingleses en Trenton y Yorktown. Después de liberar a su país lo organizo
eficientemente, a la vez que hizo aprobar la constitución Federal. Fue el primer presidente de los
Estados Unidos elegido en 1789 y, nuevamente, por segunda vez, en 1793. Está
considerado como el fundador de la independencia norteamericana.

AYUDA DE FRANCIA
Francia, rival y enemiga de Inglaterra a causa de que ésta le había arrebatado sus colonias de
Canadá y la India, ayudó a la Independencia Norteamericana en forma franca y decidida, para lo
cual envió no solo dinero, soldados y armas, sino también poderosas fuerzas navales y generales
de gran figuración. Finalmente, ambos países firmaron la ALIANZA FRANCOAMERICANA con la
finalidad de defender aquella independencia proclamada. Y entre las acciones militares realizadas
con la ayuda de tropas francesas, se destaca la BATALLA DE YORKTOWN (1781), librada por
Washington y los generales franceses Rochambeau y La Fayette, que antes hemos ya señalado,
este ultimo de destacadísima actuación en toda dicha guerra separatista.

EL ESTADO REPUBLICANO

Una convención Constitucional, reunida en Filadelfia en 1787, redactó la Constitución de 1787, que
es la misma que, con algunas modificaciones, rige actualmente en los Estados Unidos de
Norteamérica. Dicha Convención, asimismo, eligió como Presidente a Jorge Washington.
La Constitución de 1787 creó la REPUBLICA FEDERAL Y DEMOCRACIA, con un gobierno central
de tres poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judicial. De estos poderes, es el Legislativo (Congreso), el
que propiamente dirige la política de la Nación.
Reforma y Contrarreforma

El desprestigio creciente de la iglesia de occidente, más atenta a su propio enriquecimiento material


que a la dirección espiritual de sus fieles, a lo largo de los siglos XIV y XV; la progresiva
secularización de la vida social impuesta por el humanismo renacentista; y la ignorancia y relajación
de costumbres del bajo clero, fueron los factores principales que desencadenaron la Reforma y
la contrarreforma.

Se conoce como Reforma al movimiento radical producido en la iglesia occidental durante el siglo
XVI que, sobrepasando cuestiones disciplinares, planteó problemas doctrinales de enorme
trascendencia para el cristianismo, los cuales llevaron a la separación de algunas iglesias,
denominadas globalmente con el nombre de protestantes. La contrarreforma fue tanto la reacción
de la iglesia que permaneció fiel a la tradición del papado romano en oposición al emergente
protestantismo, como el movimiento de reforma producido dentro de la Iglesia Católica romana
durante los siglos XVI y XVII.

Antecedentes de la Reforma

A finales de la edad media (siglos XIV y XV), la iglesia occidental sufría un período de desconcierto
y decadencia que favoreció el desarrollo del gran cisma de occidente (1378-1417), provocado por el
traslado de la sede papal a Aviñón de 1305 a 1370 y por la elección simultánea de dos y aun tres
pontífices. La aparición del conciliarismo, doctrina surgida del cisma, que subordinaba la autoridad
del papa a la comunidad de fieles, representada por el concilio, así como el nepotismo y la
inmoralidad de algunos papas, pusieron de manifiesto la necesidad de llevar a cabo una reforma
radical en el mismo seno de la iglesia. En este sentido resulta simbólico el hecho de que el inicio de
la Reforma protestante, con la proclamación de las 95 tesis de Martín Lutero el 31 de octubre de
1517, se produjera por la llegada de los legados pontificios anunciando una indulgencia papal a
cambio de la donación de fondos para la construcción de la basílica de San Pedro en Roma.

Por otra parte, dentro de la iglesia habían surgido ya movimientos de reforma que abogaban por
una vida cristiana más conforme con el evangelio. En el siglo XIII surgieron las órdenes mendicantes
con la notable figura de san Francisco de Asís. En los siglos XIV y XV destacaron como predicadores
san Vicente Ferrer, san Bernardino de Siena y san Juan de Capistrano. Además, en el siglo XV se
produjo una renovación de la piedad popular con un acentuado sentimentalismo en torno a los
dolores de la pasión de Cristo.

Otros movimientos reformistas surgieron, asimismo, en abierta oposición a la jerarquía eclesiástica.


Los valdenses (siglo XII), conocidos como "los pobres de Lyon" o "los pobres de Cristo", cuestionaron
la autoridad eclesiástica, el purgatorio y las indulgencias. Los cátaros y albigenses (siglos XII y XIII)
defendieron un ascetismo extremo y cayeron en el maniqueísmo, al considerarse a sí mismos como
puros y perfectos. En el siglo XIV, en Inglaterra, John Wycliffe avanzó ideas que serían recogidas
por el movimiento protestante: pertenencia del mundo a Dios, secularización de los bienes
eclesiásticos, fortalecimiento del poder temporal del rey como vicario de Cristo y negación de la
presencia corpórea de Cristo en la eucaristía. Las ideas de Wycliffe influyeron en el reformador checo
Jan Hus y sus seguidores, los husitas y los taboritas (siglos XIV-XV) en el territorio de Bohemia.

En un término medio entre la fidelidad a la iglesia romana y la crítica se situó Erasmo de


Rotterdam. Su profundo humanismo, antiviolento y conciliatorio, aunque no exento de ambigüedad,
lo llevó a dar pasos importantes hacia la Reforma, como la traducción latina del Nuevo Testamento
(apartándose de la versión oficial de la Vulgata); o la sátira contra el papa Julio II (1513). Ante la
insistencia de Lutero para que definiera su posición con respecto a las tesis de los reformadores,
Erasmo defendió la libertad humana en su tratado sobre el libre albedrío (1524), al que aquél
contestó con su tratado sobre el albedrío esclavizado. Las ponderadas ideas reformistas de Erasmo
no prendieron en ningún movimiento popular ni político, ni tampoco fueron acogidas por los
intelectuales que podrían haber comprendido.

La Reforma protestante

Iniciada por Lutero con su desafío a los legados y a la excomunión papal, la Reforma protestante no
fluyó por un cauce único; fueron varios los grupos que discurrieron por caminos paralelos, pero
también irreconciliables, aunque unidos por su oposición a la doctrina y a la disciplina de la iglesia
romana y por su lucha política y militar contra el papa o el emperador.
Martín Lutero, monje agustino, sintió como experiencia personal, basada en un texto de la epístola
de san Pablo a los romanos, que la salvación de Dios se comunicaba mediante la fe, no mediante
las obras, que provienen de la naturaleza humana corrompida por el pecado original. De esta
concepción fundamental "sólo la fe"- fue deduciendo, según las controversias o las circunstancias
políticas, el conjunto de su pensamiento. La excomunión por parte de Roma y la protección que le
dispensaron algunos príncipes alemanes empujaron a Lutero a la ruptura. La descalificación de la
autoridad del papa quedó avalada por otro gran principio de la Reforma, "sólo la Escritura", que
proclamaba a la Biblia, interpretada individualmente a la luz del Espíritu Santo, como la única fuente
de autoridad en la comunidad cristiana. No obstante, pronto tuvo que defender Lutero la necesidad
de una ortodoxia, de una iglesia y de una disciplina, pues Thomas Münzer, reformista de ideas
revolucionarias y radicales que aspiraba a crear comunidades sin culto ni sacerdotes, instigó la
sublevación de los campesinos alemanes (1524-1525). Ante la amenaza de su expansión, la revuelta
fue sangrientamente reprimida con la aprobación de Lutero.

En 1525, el reformador suizo Huldrych Zwingli (o Ulrico Zwinglio) fundó en Zurich una teocracia
que se extendió a Berna, Basilea y Estrasburgo. Su doctrina teológica se radicalizó más que la de
Lutero, especialmente al negar la presencia de Cristo en la eucaristía. Su iglesia fue excluida de la
alianza evangélica de Gotha en 1526 y no fue admitida hasta después de su muerte en la concordia
de Wittenberg (1536). Vinculados a las doctrinas de Zwingli, aunque más revolucionarios que éste,
los anabaptistas, así llamados por preconizar un nuevo bautismo para los adultos, pues los niños no
podían recibir la gracia que sólo se comunicaba por medio de la fe, exigieron un cumplimiento más
radical de la Sagrada Escritura. En su actitud social rechazaron la violencia, proclamaron la
separación de la iglesia y del estado y crearon comunidades libres. Las repercusiones políticas de
estos nuevos grupos, que empezaron a prevalecer en algunas ciudades, provocaron la unión
coyuntural de los romanos y los reformados, quienes tomaron por asalto su centro en la ciudad de
Münster y castigaron severísimamente a sus dirigentes.

Juan Calvino, teólogo francés, se refugió en Basilea y luego en Ginebra por sus ideas reformistas,
y publicó sus Instituciones de la religión cristiana, que constituyó el primer catecismo de la Reforma.
Al tratar de unificar a los diversos grupos protestantes atrajo a importantes seguidores de Zwingli,
pero consumó la separación con los luteranos. Su doctrina sobre la doble predestinación (a la
salvación y a la condenación), la exigente disciplina impuesta en su concepción teocrática de la
ciudad-iglesia y el gobierno presbiterial de las iglesias constituyeron de hecho lo que se ha
denominado como una segunda Reforma.

En Inglaterra, la reforma de la iglesia tuvo un origen fundamentalmente político, que luego fue
aprovechado para una reforma religiosa. Enrique VIII, irritado por la negativa del papa Clemente
VII a concederle el divorcio, logró en 1531 que el Parlamento votara la subordinación de la iglesia a
la corona, política que continuó hasta culminar con el cisma anglicano en 1534. A la separación
política siguió una reforma doctrinal y litúrgica impuesta mediante la persecución y la pena de muerte.
Su obra más destacada fue el Libro común de oraciones.

En Escocia predominó el presbiterianismo introducido por John Knox, que había vivido
venturosamente la Reforma junto a Calvino en Ginebra.
La contrarreforma

La reacción oficial de la Iglesia Católica romana fue lenta y, en sus comienzos, desarticulada. Carlos
V, emperador de Alemania y rey de España y Nápoles, estuvo especialmente implicado en las
consecuencias políticas de la Reforma protestante. Su tradicional rivalidad con la corona francesa
impidió la alianza entre los reinos que se mantenían más cercanos a la iglesia romana. No obstante,
y a pesar de las presiones ejercidas por los principios de la iglesia y las enormes dificultades que
rodearon la celebración del Concilio de Trento, como refleja la cronología de sus tres etapas (1545-
1549,1551-1552,1562-1563), el tesón de los teólogos y de los papas logró, aunque tardíamente, el
resultado esperado de atajar la propagación de la Reforma protestante y encauzar, de una manera
orgánica y oficial, una reforma católica.

La primera convocatoria del concilio, hecha por el papa Paulo III (1534-1549), reunió grupos de
teólogos expertos, nombró cardenales dignos, impulsó las nuevas órdenes religiosas de los teatinos
(fundada en 1524 por Gian Pietro Carafa, futuro Paulo IV, y san Cayetano de Triana), las ursulinas
y la Compañía de Jesús (creada en 1534 por San Ignacio de Loyola), y restableció el tribunal de
la Inquisición (1542), que se convirtió en uno de los instrumentos más valiosos de la Reforma
católica. Julio III (1550-1555) prosiguió con prudencia la labor de su antecesor y logró reanudar, en
1551, el interrumpido concilio.

Paulo IV (1555-1559) fue un asceta que logró desterrar el espíritu mundano de la corte pontificia,
obligando a los obispos a renunciar a sus múltiples prebendas y a regresar a sus diócesis; no
obstante, su carácter lo llevó a una total intransigencia con los mismos príncipes que podrían
ayudarlo en la pacificación de la cristiandad y en la implantación de las reformas. Pío IV (1559-1565),
por el contrario, fue moderado y conciliador y logró poner paz entre las potencias cristianas y concluir
el Concilio de Trento.

El concilio se ocupó de los dos grandes problemas del momento, los doctrinales y los disciplinares.
Los primeros estuvieron marcados por la necesidad de dar respuesta a los planteamientos de
REFORMA Y CONTRARREFORMA

El desprestigio creciente de la iglesia de occidente, más atenta a su propio enriquecimiento material


que a la dirección espiritual de sus fieles, a lo largo de los siglos XIV y XV; la progresiva
secularización de la vida social impuesta por el humanismo renacentista; y la ignorancia y relajación
de costumbres del bajo clero, fueron los factores principales que desencadenaron la Reforma y la
contrarreforma.

Se conoce como Reforma al movimiento radical producido en la iglesia occidental durante el siglo
XVI que, sobrepasando cuestiones disciplinares, planteó problemas doctrinales de enorme
trascendencia para el cristianismo, los cuales llevaron a la separación de algunas iglesias,
denominadas globalmente con el nombre de protestantes. La contrarreforma fue tanto la reacción
de la iglesia que permaneció fiel a la tradición del papado romano en oposición al emergente
protestantismo, como el movimiento de reforma producido dentro de la Iglesia Católica romana
durante los siglos XVI y XVII.

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