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Leyes de la productividad: 15 teorías

que impiden que cumplas tus


objetivos

Unas leyes que se cumplen casi tan a menudo como la gravedad pero que
tienen el principal objetivo de impedir a toda costa que completes tus
tareas y seas esa persona eficiente y productiva que en tu cabeza estás
seguro de ser.

Hoy recopilamos todas las leyes y principios de la productividad.


Conoce a sus enemigos como a ti mismo para luchar con ellos. En este
caso, conócete. Al fin y al cabo, eres tú el mayor enemigo que se interpone
entre tú y tus objetivos.

Ley de Illich: “Superado cierto punto, que varía de una


persona a otra, la productividad tiende a decrecer hasta que
se vuelve negativa”.
Tenemos una capacidad de trabajo, o concentración, de duración
determinada, a partir de esta, debemos descansar o cambiar de tarea.
No podemos, según esta ley, pasar en estado de máxima
concentración demasiado tiempo. Por ejemplo, Francesco Cirillo, el
inventor de la técnica Pomodoro, defendía que lo máximo que
podemos pasar enfocados en una tarea es aproximadamente 25
minutos. A partir de este umbral, nuestro rendimiento cae hasta que
resulta contraproducente seguir trabajando.

La ley de Parkinson: “El trabajo se expande hasta llenar el


tiempo disponible para que se termine”.
Enunciada por el británico Cyril Northcote Parkinson en 1957,
sostiene que si tenemos poco tiempo para finalizar una tarea,
acostumbramos a hacerla en menos tiempo que si tenemos mucho. Si
tenemos mucho simplemente no haremos nada (proclives a
procrastinar) hasta que nos quede poco tiempo. Luego, ante la
urgencia, se activará nuestro instinto de supervivencia y nos
volveremos 'ultraproductivos' porque tenemos la soga al cuello.

Ley de Conway: “Las organizaciones que diseñan sistemas


están limitadas a producir diseños que son copias de las
estructuras de comunicación de estas organizaciones”.
Tiene un formato extraño porque su enunciador fue un programador,
Melvin Conway, pero viene a ser una observación sociológica válida
sobre el comportamiento humano, sus relaciones interpersonales y
sus consecuencias en el trabajo en equipo y la creación. Es decir, que
los equipos que logren una buena comunicación en el mundo real
tendrán más probabilidades de crear cosas de mejor calidad, por otro
lado, los equipos que tengan problemas de comunicación
interpersonal construirán productos que reflejarán estas dificultades.

Ley del criterio ABC: “Una pequeña parte del tiempo de


trabajo lo destinamos a las tareas ‘tipo A’, que son las que
proporcionan la mayor parte de los resultados, y el resto a
tareas que aportan menos valor, que denominamos tareas
tipo B o C”.
La verdad es que se parece bastante al Principio de Pareto: “el 20 % de
las acciones conllevan el 80 % de los resultados”. En ambos casos la
idea es optimizarán nuestro rendimiento, esforzándonos en las cosas
que generan más resultados e ignorando las demás.

Ley de los dos minutos: “Si es rápido, hazlo ahora”.


Es una regla muy simple enunciada por David Allen en su obra Get
Things Done que nos permite evaluar una tarea surgida de una
interrupción rápidamente para calibrar su impacto en lo que estamos
haciendo en ese momento. Si puedes hacer una tarea en menos de dos
minutos, hazla ahora mismo. Si la tarea tomará más de dos
minutos de tu tiempo, apúntala.
El razonamiento que existe detrás de esta regla es el corazón mismo
del sistema GTD: sacar de nuestra cabeza todo lo que podamos para
emplear nuestra energía sólo en almacenar, procesar y ejecutar.

Efecto Dunning-Kruger: “Los incompetentes tienden a creer


que son mejores de lo que son y son incapaces de reconocer
su extrema insuficiencia”.
Se basa en un estudio realizado en los años noventa por la universidad
de Cornell. Sus autores, David Dunning y Justin Kruger, incluso
ganaron el premio Ig Nobel del 2000 por su trabajo. La conclusión no
tiene más vuelta de hoja, concluyeron que: "La sobrevaloración del
incompetente nace de la mala interpretación de la capacidad de uno
mismo. La infravaloración del competente nace de la mala
interpretación de la capacidad de los demás".

Ley de Heider o Teoría de la atribución de Heider: “Tal vez


estar desmotivado sea culpa tuya”.
Es una teoría de la psicología social desarrollada en su obra de 1958
The Psychology of Interpersonal Relations (La psicología de las
relaciones interpersonales). Heider la definió como un método para
evaluar cómo la gente percibe su propio comportamiento y el de los
demás. Según Heider, el comportamiento de los seres humanos
dependen de una serie de factores que podemos evaluar y
atribuir en función de unos parámetros. Esto quiere decir que
podemos creer que el cómo nos sentimos proviene de dentro, de fuera
o que es incontrolable. Esto se ha extrapolado a la productividad
personal y se ha empezado a analizar la capacidad que tiene el sujeto
para influir de forma directa en la raíz de los factores que detecta
como desmotivadores. Según esta teoría, cuando buscamos la causa
por la que no nos sentimos motivados, la atribuimos a algún factor en
alguna de estas tres categorías. Así, si no nos sentimos motivados,
podemos y debemos evaluar si las causas son internas o externas, que
nivel de estabilidad o volatilidad tienen y si podemos o no hacer algo
para cambiarlas.

Ley de Fraisse: “El tiempo es una variable subjetiva en


función de nuestro interés hacia la actividad ejercida”.
El tiempo pasa muy rápido cuando estamos haciendo algo que nos
gusta, mientras que si tenemos que hacer algo que nos resulta
aburrido parece que las agujas del reloj se han congelado.
Por eso, si una tarea no tiene para ti el más mínimo interés, es
probable que la afrontes con desánimo y te parezca que todo va muy
lento.
Ley de Carlson: “Centrarse en una actividad de manera
ininterrumpida conlleva menos tiempo para ejecutarla que
hacerla de manera interrumpida”.
Es el principio sobre el que se sostiene la cultura del timeboxing, que
ha dado lugar a algunas de las técnicas más conocidas para mejorar la
productividad personal como puede ser la técnica Pomodoro
nombrada anteriormente. El trabajo interrumpido será menos
efectivo y tomará más tiempo que el que se ejecuta de manera
continua. Lo que no quiere decir sin pausas, quiere decir que la
multitarea (hacer muchas cosas a la vez), o hacer actividades
diferentes a cachitos saltando entre ellas, es la muerte de la
productividad personal. Siempre que sea posible, debemos empezar y
terminar antes de pasar a la siguiente cosa.

Ley de Hofstadter: “Hacer algo siempre te va a llevar más


tiempo del que piensas, incluso si tienes en cuenta la propia
ley de Hofstadter”.
Hay quien la llama la ‘falacia de la planificación’ ya que es como
engañarnos a sabiendas. Viene a decir que da lo mismo lo mucho que
planifiquemos una tarea y lo pesimistas que seamos en nuestras
estimaciones, la tarea siempre va a completarse fuera de fecha. Es
más, incluso si somos pesimistas sobre nuestra previsión pesimista, va
a venir Parkinson (léase arriba) y nos equivocaremos de todas formas
con nuestra estimación raspando siempre el plazo máximo.
Principio de Laborit: “No somos demasiado objetivos al
escoger tareas, tenemos tendencia natural hacia las que nos
conllevan menor esfuerzo, que son más rápidas, fáciles, que
nos gustan, urgentes o de materias que dominamos”.
No tiene más secreto, tendemos a hacer espontáneamente lo que nos
gusta antes de lo que no nos gusta siempre que no haya una fuerza
mayor tirando en dirección opuesta. Por tanto, y como debemos hacer
de todo, es bueno combinar tareas de todo tipo y tener en cuenta
nuestro nivel de energía a la hora de escoger. Aunque claro, hay un
pequeño truco, y es intentar que lo que tenemos que hacer nos guste, a
mi me gusta escribir y no sufro.

Ley de Eisenhower: “Lo que es importante pocas veces es


urgente, y lo que es urgente, pocas veces es importante”.
Dwight Eisenhower pasó a la historia por sus habilidades de gestión
pero se le recuerda porque fue el presidente de los Estados unidos que
ganó la Segunda Guerra Mundial. Su aportación al campo de la
gestión es básicamente un principio de establecimiento de
prioridades, que consiste en una matriz de colores que refleja en el
eje vertical la importancia de una tarea, y en el horizontal su urgencia.
La idea básica es que de un
vistazo podamos saber qué
hacer con cada elemento. Cada
vez que llega algo nuevo
debemos preguntarnos antes de
hacer la tarea: ¿para cuándo? y
¿para qué? Y así elegimos qué
hacer en función de su
importancia o urgencia.

El principio de Peter: “En una jerarquía, todo empleado


tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia: la nata
sube hasta cortarse”.
El principio de Peter o principio de incompetencia de Peter está
basado en el estudio de las jerarquías en las organizaciones
modernas y fue formulado por el catedrático de ciencias de la
educación de la Universidad del Sur de California, Raymond Hull, en
su libro The Peter Principle, en 1969. Supuestamente las personas que
realizan bien su trabajo son promocionadas a puestos de mayor
responsabilidad, a tal punto que llegan a un puesto en el que alcanzan
su máximo nivel de incompetencia. Y esto realmente puede
entenderse de dos formas, de manera empresarial, ascender a
veces significa que se aparta a un buen empleado de un trabajo en el
que es el mejor y le asignan otro en el que puede ser un desastre
(durante un tiempo). Pero de forma individual también puede seguir
esa premisa de: cuando eres el mejor de una habitación ya no estás
aprendiendo nada y deberías cambiar de habitación para progresar o
te estancarás.

Ley de ventanas rotas o teoría de las ventanas rotas: “El


estado de desorden o deterioro de las cosas fomenta un
empeoramiento en este estado de deterioro o desorden”.
En principio es una teoría de criminología que sostiene que
mantener los entornos urbanos en buenas condiciones puede
provocar una disminución del vandalismo y la reducción de las tasas
de criminalidad. Pero se ha aplicado, y con un éxito razonable, a la
productividad personal. En realidad, es mucho más sencillo dejarse
arrastrar por los acontecimientos sin tomar cartas en el asunto. Si
nos dejamos llevar, nuestros hábitos serán controlados por
las circunstancias y el caos atraerá más caos sucesivamente. Y al
revés, preocupa más encontrar un fallo en un trabajo perfecto, que en
uno que ya tiene decenas de fallos.

Dije quince y he puesto sólo catorce, es verdad. La decimoquinta es un


cliché llamado Murphy. La Ley de Murphy: Si algo puede salir mal,
probablemente saldrá mal. Y por esta misma razón, probablemente las
otras catorce hagan acto de presencia en tu próximo proyecto.

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