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http://revistas.udistrital.edu.co/ojs/index.php/enunc
DOI: http://doi.org/10.14483/22486798.11930
Artículo de reflexión
Gloria Rojas*
Resumen
Aunque la escucha arroja valiosas posibilidades de investigación desde varios campos, disciplinas y perspectivas, sigue siendo el
menos explorado en una jerarquía donde la escritura y la lectura han ocupado los primeros lugares. En el presente artículo se re-
flexiona sobre las filiaciones y diferenciaciones entre la conversación y el diálogo desde una pesquisa que toma como foco la escu-
cha, a partir de varios planos de análisis, entre los que se destaca la conversación por lo enfática que es en el reconocimiento del
otro. Además de observar que gran parte de autores y perspectivas privilegian el diálogo sobre la conversación, se abre un camino
que invita a la exploración de la escucha desde la conversación en la escuela.
* Profesora asociada de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Magíster en Educación de la Universidad Pedagógica Nacional. Estudiante del Doctorado en
Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata. Correo electrónico: grojasa@udistrital.edu.co, glorjamar@gmail.com
Cómo citar este artículo: Rojas G. Entre la conversación y el diálogo: algunos aspectos para la escucha. Enunciación, 22(2), 189-201. DOI: http://doi.
org/10.14483/22486798.11930
Artículo recibido: 29 de abril de 2017; 06 de noviembre de 2017.
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el que se establecería a partir de lo que se recibe, un mínimo de buena voluntad y confianza mutua
se entiende y se interpreta desde la voz del otro, entre los participantes” (Calderón, 2005, p. 116).
generándose la inevitable retroalimentación que A partir de otra perspectiva, Gadamer (1998)
conduce al intercambio de voces. Lo contrario de asume el diálogo en consonancia con la conver-
esto sería voz única, defensa a ultranza, estructu- sación, estableciendo que existen tres ámbitos de
ra monologal (Bajtín, 1999). Estos planteamientos, diálogo auténticos, el de los negocios, el diálo-
de alguna manera, van a ayudar a las miradas que go terapéutico y la conversación familiar, desde
tienden a la correspondencia entre el diálogo y la los que es percibida la escucha. En cuanto a la
conversación como formas afines del discurso, así conversación de negocio, el autor en mención
como a la asociación común y constante que se argumenta que esta “confirma la nota general del
hace entre ellos como términos similares. diálogo”, ya que “para saber conversar, hay que
De otro lado (y en menor medida que el diá- saber escuchar [porque el] encuentro con el otro
logo), la conversación también ha sido un tópi- se produce sobre la base de saber autolimitarse,
co de estudio desde varias disciplinas. Teniendo incluso cuando se trata de dólares o de intereses
en cuenta el análisis del discurso, Calsamiglia y de poder” (p. 208).
Tuson (2002) definen la conversación espontánea La escucha, desde esta mirada, establece el
“como la forma primera, primaria y universal de proceso dialogal como el “modelo básico de cual-
realización de la oralidad [...] como la forma más quier consenso”, en el que, si hay algún indicio
característica en que las personas se relacionan de superioridad, se plantearía una incoherencia:
y llevan a cabo sus actividades cotidianas como “El consenso dialogal es imposible en principio si
seres sociales” (p. 32). La conversación coloquial uno de los interlocutores no se libera realmente
opera desde la dialogicidad para las autoras en para la conversación” (Gadamer, 1998, p. 117), lo
mención, quienes también se basan en Bajtín para que involucra afectos y sentimientos:
hablar sobre este concepto.
Así mismo, Kerbrat Orechionni (citada por Cal- La conversación posee una fuerza transformado-
samiglia y Tuson, 2002), destaca en la conversa- ra. Cuando una conversación se logra, nos queda
ción que los roles no estén predeterminados, la algo y algo queda en nosotros que nos transforma.
Por eso la conversación ofrece una afinidad pecu-
interacción sea simétrica o igualitaria, que tenga liar con la amistad. Solo en la conversación (y en la
como única finalidad el placer de conversar, que risa común, que es como un consenso desbordante
muchas veces responda a un carácter familiar e sin palabras) pueden encontrarse los amigos y crear
improvisado, que los temas, la duración y el orden ese género de comunidad en la que cada cual es
de los turnos se den de forma relativamente libre, él mismo para el otro porque ambos encuentran al
otro y se encuentran a sí mismos en el otro. (Gada-
aunque siempre hay ciertas reglas implícitas para mer, 1998, pp. 206, 207)
que pueda haber conversación.
Desde la filosofía del lenguaje, Grice (1991) in- Así, la falta de escucha incide en que haya in-
troduce la lógica, la pragmática, el contexto y el capacidad para la interacción dialógica, porque
principio de cooperación para hablar de la con- no hay una disposición para esta o porque no se
versación, que, como forma del discurso, ha te- logra entrar en ella. Esta es una incapacidad de
nido mucha importancia desde los años 1960, en uno mismo en la que se desoye o se escucha mal:
asocio con estudios sobre la interacción discursi- “¿Y no es una de nuestras experiencias humanas
va relacionados con la sociolingüística, lo etno- fundamentales el no saber percibir a tiempo lo
gráfico, el análisis del discurso y la pragmática. que sucede en el otro, el no tener el oído lo bas-
Siendo la conversación una actividad humana, se tante fino para ‘oír’ su silencio y su endurecimien-
“presupone un contrato básico de cooperación y to?” (p. 209).
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Otra postura como la de Richard Sennett (2012) ha dicho. Así, en el arte de la conversación, se re-
muestra lo conversacional a tono con lo dialógi- quiere la característica primordial de ejercer, ante
co, pero también desde los requerimientos de la todo, como un buen oyente, o sea, aquel que tiene
escucha: habilidades de detective para prestar atención a lo
declarado y a lo que no se dice (Sennett, 2012, p.
[...] cuando hablamos de habilidades de comu- 44)5.
nicación nos centramos en la manera de realizar Esta mirada hace alusión a la conversación dia-
una exposición clara, de presentar lo que pensamos lógica y a la conversación dialéctica, en analogía
o sentimos. Es cierto que para ello se requieren ha-
bilidades, pero son de naturaleza declarativa. Saber con los ensayos musicales. Aunque estos no se ma-
escuchar requiere otro conjunto de habilidades, las nifiestan en enunciados, sí se van a corresponder
de prestar cuidadosa atención a lo que dicen los de- con gestos no verbales (arqueos de cejas, gruñi-
más e interpretarlo antes de responder, apreciando dos, miradas fugaces...), que van a manifestar una
el sentido de los gestos y los silencios, tanto como el conversación musical dada, muchas veces, entre
de los enunciados. Aunque para observar bien ten-
gamos que contenernos, la conversación que de ello extraños (Sennett, 2012). Lo dialéctico, allí, se sig-
resulte será un intercambio más rico, de naturaleza naría por el juego verbal de opuestos que va cons-
más cooperativa, más dialógica. (p. 30) truyendo poco a poco una síntesis, con el objetivo
de llegar a una comprensión común y esto, en la
En esta mirada también se hace una analogía conversación musical, está sostenido en encontrar
entre la conversación y la música, porque ambas a través de la escucha, el fundamento común (Sen-
están determinadas por la escucha: “[...] los músi- nett, 2012).
cos tocan con extraños, tienen conversación entre Más allá de las analogías con la música, la
extraños” (Sennett, 2012, p. 31) y, cuando se ensa- dialógica mencionada, vuelve a tomar a Bajtín
ya la música, los músicos tienen que aprender el (1999), como punto de referencia, planteando que
arte de escuchar, ya que necesitan prestar suficien- una discusión no se resuelve en el hallazgo de un
te atención, más allá de aprenderse de memoria fundamento común, sino que va más allá, en la
su parte, para luego proyectarse hacia el exterior y toma de conciencia de los interlocutores y en el
reducir su propio ego4. aumento de la comprensión mutua. Lo dialógico
El aprender a escuchar los distintos instrumen- tendría diferenciación con el “acuerdo convergen-
tos en la música, es como oír diferentes voces que te de la dialéctica” (Sennett, 2012, p. 38).
a veces, pueden entrar en conflicto, porque son En estos aspectos del escuchar y del conver-
como pequeños dramas de concesión y afirma- sar en asociación con el diálogo, también surge la
ción, que también ayudan a que se produzca una contraparte de la aserción feroz (Sennett, 2012, p.
conversación interesante. En este panorama las di- 387), que elimina directamente al oyente y se da
ferencias producen riqueza, porque la conversa- ligada a la polémica, al debate, a la discusión y a
ción “está entremezclada de desacuerdos que, sin la violencia, ya que quien es polemista solo pide
embargo, no impiden que la gente siga hablando” asentimiento, demostrando una autoridad imposi-
(Sennett, 2012, pp. 31, 33). tiva que se pone en cuestionamiento porque elimi-
En la conversación y el diálogo, semejantes a na directamente a quien escucha.
los ensayos musicales, la capacidad de escuchar Lo anterior se relaciona con lo que afirma Plan-
ocupa el primer plano, porque saber escuchar tin (2003), quien hace ver la excesiva importancia
es una actividad cooperativa e interpretativa que
opera mejor si se centra en los detalles que uno 5 Sennett (2012, p. 387) destaca a Montaigne en dicho “arte” de la
conversación como el mejor ejemplo de ser “un buen oyente”,
oye para buscar comprender a partir de ellos lo y tener las mencionadas habilidades de “detective” que presta
que otra persona ha dado por supuesto, pero no atención a lo que se declara y a lo que se supone.
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se preocupa por alcanzar los objetivos programa- tiempos, desde su presencia, desde su voz, desde
dos por el currículo (Mercer, 1997). el respeto a su propia y única corporalidad, sigue
En otras investigaciones, como la de Calderón quedando al margen.
(2005), se muestra la necesidad de la conversación
en un grupo de estudiantes que evidencia sus pro- Conversación o diálogo
cesos de argumentación en matemáticas. Necesi-
dad de conversar más que argumentar, ya que se La conversación es un encuentro de mentes con re-
plantean incertidumbres y vacíos que las deman- cuerdos y costumbres diferentes. Cuando las mentes se en-
das de explicación, verificación, conjeturación y cuentran, no solo intercambian hechos: se transforman, se
justificación, no pueden responder de antemano. remodelan, extraen de ellas implicaciones diferentes y em-
Desde allí, la conversación tendría unos objetivos prenden nuevas sendas del pensamiento. La conversación no
a alcanzar, lo que le da una filiación directa con solo vuelve a crear las cartas, sino que crea cartas nuevas.
lo dialogal. Theodore Zeldin (2014).
Desde otra postura, Gadamer (1998) plantea
los términos diálogo y conversación más en rela- Si se tiene en cuenta la etimología de los térmi-
ción de igualdad y semejanza, que en oposición nos diálogo y conversación8, por un lado, se aten-
para la relación de quien enseña y aprende, ya que dería al logos que atraviesa o que es atravesado,
habla sobre la conversación pedagógica (p. 207)6, y por otro, se acudiría al dar vueltas o giros en
y cuestiona que usualmente, quien enseña posee conjunto, o con otro. Esto instaura una diferencia
dificultades para mantener el diálogo, no solo por radical entre el diálogo y la conversación, porque
su rol de mayor autoridad, sino porque el diálo- en el uno está implicado, ante todo, la razón, el
go debiera emerger en la situación de un docente discurso, la palabra; y en el otro, desempeña un
con sus estudiantes, en la intimidad de un peque- papel preponderante, el sujeto.
ño círculo: “Ya Platón sabía de esto: el diálogo no Las diferencias entre la conversación y el diá-
es posible con muchos a la vez, ni en presencia logo son fundamentales para estudiosos como
de muchos. Los denominados debates en el podio Mignolo (1987), quien hace un análisis teniendo
o conversaciones en una mesa semirredonda son en cuenta la base generada por Bajtín sobre los
siempre diálogos a medias” (Gadamp. 208)7. géneros discursivos, y aunque plantea algunas se-
El diálogo –más que la conversación– se repor- mejanzas, encuentra muchas diferencias entre los
ta como una salida en términos pedagógicos, más términos, mostrando que el análisis sobre la con-
cuando se habla de convivencia y de resolución versación es relativamente reciente comparado
de conflictos (Pérez Fragoso y Bazdresch, 2010). con el del diálogo, que sí tiene siglos de antigüe-
Sin embargo, la pesquisa sobre la conversación dad. Así, el autor en mención señala que el diá-
en los entornos escolares, desde una postura en logo es reconocido por Aristóteles y en él es de
la que esta tenga una identidad propia, que per- gran importancia la pregunta, especialmente, en
mita una escucha para acceder al otro desde sus los diálogos dialécticos, en los que se expresan jui-
cios, opiniones, que pueden llevar a la discusión,
6 Desde una postura más didáctica, Cárdenas et al. (2017) al debate, a la disputa.
proponen la conversación académica, teniendo en cuenta su
filiación con lo dialógico.
7 En esa misma medida, bien vale recordar a Montaigne, quien
asume que la conversación únicamente, puede darse entre con- 8 Conversar viene del latín conversatio que significa “vivir, dar
tadas personas: “Me gusta contestar y discurrir, pero es con pocos vueltas en compañía”. Con, "reunión", y el verbo versare "girar,
hombres y en privado” (1953, p. 299). Este número restringido cambiar, dar muchas vueltas". (http://etimologias.dechile.net/?-
entre quienes participan en una conversación es también plan- dia.logo). Con respecto al diálogo, la palabra latina viene del
teado por Kerbrat Orechionni (citada por Calsamiglia y Tuson, griego: dialogus, prefijo “dia” (a través) y la raíz “logos” que re-
2002). presenta “palabra”, “tratado”, “estudio” (Corominas, 1987).
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que no necesariamente deba preexistir de antema- origen de palabra y de sentido” (Blanco y Sierra,
no la comprensión, los objetivos de aprendizaje o 2015, p. 7).
la evaluación. La conversación tiene una enorme Este escuchar desde la conversación requiere
distancia con la palabra diálogo, porque este se un ejercicio de suspender lo que ya se cree saber y
ha tecnificado altamente y desde él se han hecho pausar la pretensión de interpretar, de comprender
laboratorios, controles, evaluaciones y ha surgido o por lo menos, de hacerlo demasiado rápido. Para
una especie de moral del diálogo como lo plantea dejarse decir hay que estar abiertos a escuchar lo
Skliar (2017). Esto conlleva a que el diálogo ten- que no se sabe, lo que no se conoce, en esa pecu-
ga una posición menos genuina y auténtica con liar relación entre el saber y no-saber que provoca
respecto a aquello que necesita el estar presen- incertidumbre y que marca el territorio del sujeto,
tes, atentos y escuchar abiertos a la conversación alguien con quien se conversa y no de quien o so-
(Skliar y Barcena, 2015, p. 20). bre quien se habla (Blanco y Sierra, 2015).
Peter Handke (citado por Larrosa, 2008) tam- La conversación así planteada no solo remite
bién muestra una posición en la que se cuestiona a la libertad, a la amistad, a la solidaridad, al res-
el diálogo: peto, a lo fraterno, a la igualdad desde la diferen-
cia; sino también, a la posibilidad de equivocarse.
Es un tiempo en el que en el espacio, en el “éter”, Por ello, la conversación construye, atrapa y ge-
solo se oye el zumbido, el silbido, el atronar de los nera escucha, ya que ella se adentra en territorios
diálogos. En todos los canales se oye continuamen- donde no todo es proximidad, en asuntos donde
te el estampido de la palabra “diálogo”. Según las
últimas pesquisas de la investigación dialogal, una se juega, incluso, cierta estabilidad estructural, ya
disciplina que acaba de tomar carta de naturaleza y que al decir de Skliar (2017), lo político debería
que se vanagloria de haber adquirido con gran rapi- interrogarse sobre cómo el arte de la distancia per-
dez una multitud de seguidores, [...] y no solo en los mite conversar, que es la forma opuesta a la ene-
medios de comunicación, los sínodos interconfesio- mistad, a la guerra o a la muerte.
nales y las síntesis filosóficas. (pp. 90-91)
Desde esta mirada, la conversación está de otro
lado y no puede ser lo mismo que el diálogo, ya
Así, Larrosa (2008, p. 91) plantea que “el zum- que aquella implica encontrar tiempo, porque allí
bido atronador y mentiroso del diálogo todavía no el tiempo no corre tan de prisa, sino que fluye y
ha conseguido acabar con el murmullo vivo y ver- se da tomando un carácter más pronominal, más
dadero de la conversación”, posición que remite personal, más de sujeto (Skliar, 2017). Atender al
también a Miguel Morey (2002), para quien ni el otro, reclama también, una ética de la escucha,
debate ni el diálogo sirven de nada, porque qui- tan necesaria en los entornos escolares.
zás, solo resta volver a aprender a hablar, el pensa-
miento y la conversación. A manera de colofón: la conversación como
En esa medida, la más auténtica escucha de sí y arte de escuchar en la escuela
de los otros se da siempre en el seno de una con-
versación, ya que conversar tiene que ver con vivir La conversación y el diálogo han sido pensados y
juntos, con compañía, y la experiencia que ello abordados en la investigación escolar; sin embar-
representa de pensar presencialmente. La escucha go, el diálogo tiene un lugar privilegiado que deja
desde la conversación plantea una conexión y una de lado la naturaleza de la conversación marcada
relación con el otro, quien se deja decir y a “quien por inevitables interrupciones, comienzos y finales
se reconoce como quien es (y no como pensamos en cualquier lugar, así como temas no finalizados,
o necesitamos que sea); alguien a quien se auto- pero también llena de una riqueza narrativa y de
riza, a quien se reconoce como autor(a), como
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ámbitos reales que propician más autenticidad en qué se escucha, así como sus consecuencias, que
la escucha y en el reconocimiento del otro. involucran un más allá del oído y la palabra: todos
El diálogo aparece en la escuela de una ma- los sentidos y sentimientos (Blanco y Sierra, 2015).
nera más experimental, con mayor planificación, Lo anterior abre fronteras para que, teniendo en
con más secuencia, afincando muchos aportes en cuenta la escucha desde la conversación en la es-
términos de aprendizaje y convivencia; pero tam- cuela, haya un detenimiento también, en la voz
bién con muchas marcas de manipulación y de del maestro y en la voz del estudiante, como lo
conveniencia desde intereses en boga, como lo recuerda Mankovsky (2011, p. 12):
evidencian todas las investigaciones y propuestas
educativas alrededor de la palabra diálogo que sur- Mediante explicaciones, consignas, correccio-
gen en los últimos tiempos (cf. Gutiérrez, 2017). nes, órdenes, retos, felicitaciones, consejos, bromas,
Por esto, el plano que incluye la escucha en la ironías, comparaciones, expresiones de aliento y en-
tusiasmo, la palabra del maestro se despliega en el
interacción real de la conversación, plantea una interior de la clase constituyendo un discurso singu-
posibilidad para la crisis educativa, de la que se lar. Así, se configuran modos personales de hablar
viene hablando desde hace bastante tiempo, y la que aparecen entre silencios, gestos y expresiones
que se ha convertido en un lugar común para to- de enojo, alegría, placer, disgusto. De esta manera,
dos los que tienen algo que ver con la escuela: va tomando cuerpo un modo particular de dirigirse
a los alumnos que, a lo largo del tiempo, va consoli-
“¿No sería posible asumir, de una vez, que la crisis dando un estilo [...] por el cual, cada docente llega a
educativa es clara y contundentemente una cri- ser reconocido en la cultura institucional de una es-
sis de la convivencia [...]?” (Skliar, 2010, p. 107). cuela por los alumnos, sus colegas y también las fa-
Convivencia que implica transmisión, experien- milias: “el que explica bien”, “el que vive gritando”,
cia, herencia y conversación, como lo plantea “el que te alienta y te ayuda”, “el que te escucha”.
Skliar (2010).
El enclave de la conversación sostiene a la co- Las voces de los maestros son las que se colo-
munidad educativa (Skliar, 2017), más allá de los can por encima de las voces de los estudiantes,
avances y progresos tecnológicos, sobre los cuales lo que muchas veces ha imposibilitado el conver-
parece dirigirse la mayor parte de intereses y finan- sar. Pero, aunque la palabra del maestro ha teni-
ciamientos de los ámbitos escolares. La conversa- do el “poder de prohibir, obligar, limitar, retacear”,
ción debería florecer desde la misma manera de también ha tenido “el poder de aventurar, confiar,
ser del maestro: “Una conversación es lo más justo ceder, escuchar” (Mankovsky, 2011, pp. 12-13), y
que sea llamada la actitud del maestro” (Zambra- dentro de esto cabe la conversación como una po-
no, 2007, p. 4), lo que llevaría a poderla asociar sibilidad ineludible.
como gesto pedagógico, aquello que ayude a sa- Así, se abre el espacio en el que la pesquisa
ber hacer con el mundo y con la vida, y esto impli- sobre la escucha desde una perspectiva que dife-
cará que no se converse tanto sobre un texto, sino rencie la conversación del diálogo, emerja porque:
sobre los efectos en uno, ni sobre un saber, sino 1) la conversación está más cercana al sujeto y a
sobre sus resonancias en los sujetos, para que se su reconocimiento desde aspectos, temas y tiem-
mantengan tensas las dudas esenciales: el amor, la pos que van más allá de lo evaluativo, de objetivos
muerte, el destino, el tiempo... (Skliar, 2017). predeterminados y de resultados esperados en el
Este ámbito de lo conversacional evidenciará ámbito escolar; 2) el diálogo, como acto discursi-
que en la escuela se torna distinto el escuchar de vo y como posibilidad de investigación disciplinar,
los estudiantes y el escuchar de los maestros, ya didáctica y social, ha tenido un radio de acción
que van a estar implicados impulsos, motivacio- muchísimo más amplio que la conversación; 3) el
nes, intenciones, estímulos, orientaciones, el para diálogo se ha manejado más desde lo escolar (y lo
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