Sie sind auf Seite 1von 8

Entre la Teoría y los Hechos.

Un balance entre las propuestas marxistas-leninistas y la historia de la Unión


Soviética.
por Pedro Pablo Calvo Navarrete

1. Preámbulo. La Gran Guerra y la Revolución de Octubre.


A principios del S. XX el derrumbamiento y la catástrofe se hicieron presentes a partir de la
declaración de guerra por parte de Austria a Serbia el 28 de julio de 1914. Antes de ese año
no se había registrado una guerra de tal magnitud en la que participaran numerosas potencias
mundiales tales como: Gran Bretaña, Francia, Rusia, Austria-Hungría, Prusia-Alemania,
Italia, Estados Unidos y Japón. De ahí que Hobsbawn mencione que ““Paz” significaba [para
aquellos que vivieron en carne propia dicha situación] “antes de 1914” y cuanto venía
después de esa fecha no merecía ese nombre”1. En pocas palabras, anterior a 1914 no había
tenido lugar una guerra mundial, una guerra a la que de manera muy adecuada denominaron
los franceses y británicos: “la Gran Guerra”.
En medio de este conflicto internacional, en Noviembre (según el calendario gregoriano) u
Octubre (según el calendario juliano, vigente aún en Rusia) de 1917, estalló la revolución
rusa de manos de los bolcheviques y liderada por Vladimir Lenin. Cabe mencionar que ya
desde 1914 (y aún antes, recuérdese la revolución de 1905, posterior a la derrota de Rusia
frente a los nipones) en la Rusia aún zarista, había comenzado a gestarse el crecimiento de
diversos movimientos políticos no sólo socialistas, sino también liberales y conservadores los
cuales exigían, en términos generales, reformas políticas; ello se debe a que la Rusia
prerrevolucionaria a pesar de estar experimentado un incremento en su desarrollo industrial
ello no derivaba en una modernización política. Ciertamente el zar Nicolás II no estaba
dispuesto a cambiar el anticuado régimen político-administrativo que tantas ventajas y
privilegios le había redituado a él y a toda la nobleza. “Este desfase entre modernización
económica [e industrial] e inmovilismo político, junto a otras características de la Rusia
zarista, convirtieron al gran imperio en caldo de cultivo para movimiento revolucionarios no
necesariamente marxistas”2.
De esta manera, en marzo de 1917, las constantes revueltas y huelgas de los trabajadores
de Petrogrado y el amotinamiento del ejército obligaron a Nicolás II a abdicar del trono,
dando lugar al establecimiento de un gobierno provisional de corte burgués, el cual pretendía
establecer un régimen democrático liberal liderado por Aleksandr Kérenski. Sin embargo, los
Soviets, un grupo popular conformado por soldados, obreros y campesinos, comenzaron a
manifestar cierto descontento frente a las propuestas del nuevo gobierno. Eventualmente el
partido bolchevique liderado por Lenin se convirtió en el portavoz oficial de los Soviets.
Finalmente en octubre (noviembre del calendario gregoriano) de 1917, el partido bolchevique

1
Hobsbawn, p. 30.
2
Velarde, J., p. 89.
se impuso sobre el resto de los movimientos políticos, desembocando en la famosa
Revolución de Octubre.
Cabe destacar que entre los factores que más influyeron en el triunfo de los bolcheviques
podemos encontrar el cansancio y la hostilidad común frente a la Gran Guerra, la cual no se
mostraba sino como “una matanza aparentemente interminable e inútil a la que nadie parecía
estar dispuesto a poner fin”3. De esta manera, los socialistas quienes se caracterizaban por
promulgar un sentimiento antibelicista comenzaron a influir sobre las masas de proletarios
quienes también se promulgaban en contra de la guerra. Así, “la oposición contra la guerra
adquirió una expresión concreta y encontró protagonistas dispuestos a manifestarla”4. La
Revolución de Octubre representó para muchos no solo la esperanza de poner fin a la Gran
Guerra, sino que, incluso para los mismos marxistas incluyendo a Lenin, dicha revolución
marcaba el inicio de una serie de revoluciones proletarias a nivel mundial. Y ciertamente no
estaban tan equivocados, pues las consecuencias prácticas de la Revolución de Octubre, del
Partido Comunista y del modelo gubernamental propuesto por Lenin tuvieron tal impacto a
nivel internacional que para la década de 1960 un tercio de la humanidad aún vivía bajo
regímenes cuyo modelo se derivaba directamente o indirectamente de las propuestas
leninistas.
A lo largo del presente ensayo se pretende hacer un balance entre una revisión muy
general y panorámica de la historia de la Unión Soviética y las propuestas teóricas de Lenin
respecto a la noción marxista de Estado. Dichas propuestas pueden encontrar su fundamento
teórico en Hegel e incluso en Hobbes, por ello se pretende comenzar con A) un breve y muy
somero retrato de la dialéctica del Amo y del Siervo propuesta por Hegel; en segundo lugar
B) se vinculará la exposición que hace Lenin de la doctrina marxista y engelista acerca del
Estado en su libro ​El Estado y la Revolución.​ Cabe resaltar que esta exposición que hace
Lenin encuentra su génesis en ciertas elucubraciones que él mismo lleva a cabo durante su
exilio en Zurich, entre otoño de 1916 y principios de 1917 y posteriormente entre agosto y
septiembre del mismo año, mientras se ocultaba de las persecuciones del régimen provisional
burgués posteriores a la Revolución de Febrero y justo en medio de los horrores suscitados
por la Gran Guerra, a la cual se refiere Lenin como “guerra imperialista”. A partir de lo
anterior, será posible vislumbrar que la afirmación de Lenin respecto a la importancia
práctica y política de la actitud del proletariado frente al Estado está perfectamente
justificada, pues la toma de conciencia de las masas de proletarios respecto a la función del
Estado tendría que derivar, según él, en una revolución de proporciones internacionales cuya
génesis reside en la misma Revolución de Febrero de 1917 la cual, según Lenin, debía
“comprenderse como un eslabón de la cadena de revoluciones proletarias socialistas
suscitadas por la guerra imperialista”5; en este sentido Lenin se nos manifiesta como poco
menos que un profeta, pues al considerar todas las consecuencias derivadas de las

3
Hobsbawn, p. 66.
4
Hobsbawn, p. 67.
5
Lenin, p. 26.
revoluciones de 1917 (la de Febrero y la de Octubre), es posible afirmar junto con Velarde
que: “después de 1917, el mundo nunca volvería a ser el mismo”6.

2. Las Teorias, las Hipotesis.


2.1. La Dialectica del Amo y del Siervo en Hegel.
Para Hegel, el hombre es Autoconciencia. Aquello que llamamos realidad humana no es otra
cosa que la Autoconciencia; sólo el ser humano, en cuanto tal, tiene la capacidad de ser
autoconsciente; sólo el ser humano en cuanto tal tiene la capacidad de decir “Yo” y así tomar
conciencia de sí mismo.
Ahora bien, para que el hombre tome conciencia de sí, es decir, para que “vuelva hacia sí
mismo” necesita del Deseo, el mismo Hegel asume que “la autoconciencia es deseo sin más”7
. De esta manera, en virtud de su Deseo el ser humano se constituye como tal y se revela a sí
mismo y a los otros como un Yo, “como el Yo esencialmente diferente del no-Yo y
radicalmente opuesto a éste”8. Pero ¿qué quiere decir esto? Vayamos por partes. En términos
generales el Deseo siempre es “deseo-de-algo-otro”, es decir, el Yo siempre desea un no-Yo;
de esta manera, el deseo siempre es un impulso activo hacia algo-otro, es una acción que
tiende a satisfacer el deseo mismo. Cabe precisar, que según Hegel, esta acción, este impulso
activo, solo puede alcanzar su satisfacción mediante la “negación” de aquello que se desea;
por ejemplo, el deseo de comer, tiende a satisfacer el hambre, pero para satisfacer el hambre
es necesario transformar un determinado objeto en alimento. Aquel objeto debe ser
transformado, asimilado o en términos más abstractos: debe ser “negado”, para poder
satisfacer el deseo de comer, al ser transformado en alimento. El Deseo, sin embargo, no es
pura negación, pues también presenta un aspecto “afirmativo”, tal como menciona Kojève:
“si la acción que nace del deseo destruye una realidad objetiva para satisfacerlo, crea en su
lugar, en y por esta destrucción misma, una realidad subjetiva”. Siguiendo con el ejemplo
anterior, si bien la satisfacción del hambre implica la negación del objeto que funge como
alimento, ello no obsta a que mediante esa negación se afirme el ser de aquel que come o en
otras palabras, el animal que se alimenta, mantiene y afirma su propio ser mediante la
negación de aquello que le sirve de alimento. Finalmente cabe precisar que el Yo afirmado,
mediante la satisfacción del deseo (mediante la negación de aquello que se desea), no es otra
cosa que un Yo cuya naturaleza es la misma de aquel objeto hacia el cual está dirigido el
deseo o en otras palabras: “el contenido positivo del Yo, constituido por la negación, es una
función del contenido positivo del no-Yo negado. Si en consecuencia, el Deseo conduce
sobre un no-Yo “natural”, el Yo será “natural” también.”
Una vez concedido lo anterior, podemos afirmar que un Yo constituido y afirmado mediante
la satisfacción de un Deseo orientado a una determinada cosa tendrá la misma naturaleza que
la cosa deseada y posteriormente negada, de tal manera que un Yo asi afirmado no será otra
cosa que un Yo “cosificado”, un “Yo meramente animal”, el cual aun no llega a ser un Yo

6
Velarde, p. 89.
7
Hegel, p. 247.
8
​ Kojève, p. 1.
propiamente humano, pero entonces cabría preguntar: si no es el Deseo hacia una cosa ¿qué
es lo que, efectivamente, hace a un Yo ser propiamente humano?
Para que haya Autoconciencia, y se consolide un Yo propiamente humano, es necesario que
el Deseo no esté dirigido hacia un mero objeto o cosa sino que más bien, se fije sobre el
Deseo mismo, es decir, que tome al Deseo en tanto que Deseo, previo a la satisfacción, como
su objeto. En palabras de Kojève: el Deseo debe fijarse en algo “que supere la realidad dada.
Más la única cosa que supera eso real dado es el Deseo mismo” (p. 2). Así pues, el Deseo
dirigido a otro Deseo necesariamente constituirá, mediante la acción negadora, un Yo que no
será un mero Yo “animal” o “cosificado”, sino un Yo propiamente humano, pero entonces
¿cuáles son las características de ese “Yo humano”?.
Queda claro, a partir del párrafo anterior, que una condición necesaria para que haya Deseo
humano es un multiplicidad de Deseos, pues solo así un Deseo puede estar dirigido a otro
Deseo, de ahí que “la realidad humana sólo pueda ser social”. Cabe precisar que una sociedad
no se constituye a partir de la mera multiplicidad de Deseos, sino que resulta necesario
también que el Deseo de los miembros de esa multiplicidad pueda orientarse hacia el Deseo
de otros miembros de esa misma multiplicidad. de esta manera se puede afirmar que, si la
realidad humana se constituye a partir de desear lo que otros desean, entonces “la historia
humana es la historia de los Deseos deseados.”
Ahora bien, el Deseo humano, tal como lo hemos venido explicando, difiere y supera al
Deseo meramente “animal”, es decir, al Deseo orientado a una cosa u objeto determinado; en
última instancia el Deseo “animal” tiene por valor supremo la autoconservación, esto es, la
conservación biológica. Pero si el Deseo propiamente humano supera al Deseo animal
entonces el Deseo humano puede y debe, para consolidarse como tal, superar el mero deseo
por la autoconservación, en palabras de Kojève: “el hombre no se considera humano si no
arriesga su vida, en función de su Deseo humano [...] por eso hablar del origen de la
Autoconciencia es necesariamente hablar del riesgo de la vida (con miras a un fin
esencialmente no vital)”. Asimismo ya se ha mencionado que el Deseo humano está
orientado necesariamente a otro Deseo; ahora bien, el Deseo que se dirige a otro Deseo, no es
otra cosa que desear un Deseo, o más específicamente, desear el Deseo de otro. Desear el
Deseo de otro es, en última instancia, “desear que el valor que yo soy [...] sea el valor
deseado por ese otro, quiero que él reconozca mi valor como su valor, quiero que él me
reconozca como un valor autónomo”. Este reconocimiento del otro como valor supremo solo
puede llegar a consolidarse mediante una lucha a muerte, pues como ya se ha aclarado, el
Deseo humano (el desear el Deseo del otro) supera al Deseo meramente animal cuyo valor
supremo es la autoconservación. Así pues, el origen de la Autoconciencia nos remite a la
lucha a muerte por el reconocimiento. Quizas aqui comiencen a tomar sentido las primeras
líneas de la sección A, del capítulo IV de la ​Fenomenología del Espíritu​, según las cuales:
“La autoconciencia es en y para sí en tanto que, y por el hecho de que sea en y para sí para
otro; es decir, solo es en cuanto algo reconocido”. Así pues, la Autoconciencia, la realidad
propiamente humana, se revela en la lucha a muerte por el reconocimiento del otro, es decir,
por sustituir el valor del Deseo del otro por el valor que yo mismo represento (que no es otra
cosa que desear el Deseo del otro). En última instancia, la realidad humana (es decir, la
Autoconciencia), se manifiesta en el hecho de arriesgar la propia vida con el objeto de
hacerse reconocer por otro, por imponerse al otro como valor supremo y autónomo.
Es necesario dejar en claro que la lucha a muerte por el reconocimiento, paradójicamente, no
puede concluir en la muerte de uno de los adversarios puesto que, en tal caso, no se podría
consolidar la realidad humana como Autoconciencia ya que ésta requiere del reconocimiento
del otro para ser efectiva. Esto quiere decir, que si uno de los dos adversarios muere, no sería
posible que uno reconociera al otro en vez de hacerse reconocer por él, en última instancia, el
Deseo de uno no podría ya encontrar satisfacción en el Deseo del otro, ya no haría posibilidad
de desear el Deseo del otro. De esta manera, resulta evidente que, para que la Autoconciencia
y la realidad humana puedan consolidarse es necesario que ambos adversarios sobrevivan
considerando que necesariamente uno habrá de ser reconocido como autónomo y el otro
habrá de limitarse solo a reconocer, pero no ser reconocido. Ambos adversarios habrán de
adoptar, entonces, comportamientos opuestos dentro de su relación, dentro de la sociedad.
Uno habrá de ceder, habrá de rendirse ante el miedo de perder la vida y, por tanto,
abandonará su deseo para satisfacer el deseo del otro. El otro habrá de ser reconocido como
autónomo y su Deseo será asumido por el Deseo del otro. De esta manera surgen ante
nosotros los arquetipos del Amo y del Siervo. Afirmamos, pues, que todo ser humano, en
cuanto tal, habrá de ser o Amo o Siervo. Así pues, “si la realidad humana, no puede
engendrarse sino en tanto que socialmente, la sociedad, por lo menos en su origen, no es
humana sino a condición de implicar un elemento de Dominio y un elemento de
Servidumbre, existencias “autónomas” y existencias “dependientes”.
Ya se ha venido mencionando, en párrafos anteriores, que el Deseo es acción que se realiza o
que se satisface mediante la negación de aquello que se Desea; ahora bien si el Deseo está
dirigido a otro Deseo, esa relación constituye un Yo que es pura acción, pura negatividad,
“ese Yo será devenir [ser lo que no es y no ser lo que es] intencional, evolucion querida,
progreso conciente y voluntario”. Esto quiere decir que, en tanto que el ser humano se erige
como puro devenir, el desarrollo de la Autoconciencia, es decir, de la realidad humana, no es
otra cosa que la historia de la humanidad misma. Ahora bien, tomando en consideración que
el desarrollo de la Autoconciencia implica que el Deseo este dirigido a otro Deseo, es decir,
implica desear el Deseo del otro; y que el hecho de desear el Deseo del otro desemboca,
necesariamente, en la relación entre un Amo y un Siervo, podemos, entonces, colegir que la
historia universal, entendida como el desarrollo de la Autoconciencia, no es otra cosa que la
historia de la interacción entre Tiranía y Servidumbre o como menciona Kojève: “la
dialéctica histórica es la dialéctica del Amo y del Siervo”. Finalmente cabe dejar en claro que
la dialéctica hegeliana se desarrolla, en términos generales, a través de tres momentos, a
saber: “tesis”, “antítesis” y “síntesis”. Entonces, es posible afirmar que la dialéctica entre el
Amo y el Siervo está supeditada, o al menos debería estar supeditada, a una ulterior
“supresión dialéctica”; esto en tanto que la oposición de la “tesis” y de la “antítesis” no tiene
sentido sino en virtud de su conciliación y culminación en una “síntesis”.
2.2. La lucha de clases y el Manifiesto Comunista.

2.3. La nocion del Estado. Lenin, Engels y Marx.


Según Lenin la guerra imperialista, a través de la cual la grandes potencias someten,
esclavizan y explotan a la pequeñas nacionalidades en vías de desarrollo, ha hecho que las
asociaciones capitalistas y su tendencia a oprimir a las masas trabajadoras se fusionen con el
Estado, dando lugar al llamado “capitalismo monopolista de Estado”9. Esto ha derivado en el
hecho de que los burgueses y los oportunistas socialchovinistas han tergiversado el contenido
propiamente revolucionario de la doctrina marxista; de esta manera, el aspecto revolucionario
de dicha doctrina ha quedado relegado a un segundo plano para dar un lugar preeminente a
los intereses de la burguesía y del Estado.
Entonces, resulta necesario hacer explícitas las ideas fundamentales del socialismo
científico y de la cuestión acerca del Estado desarrolladas por Marx y Engels. Esto puede ser
justificado al considerar que, para Lenin, la Revolución de Febrero de 1917 representaba la
primera fase de una serie de revoluciones proletarias a nivel internacional10, de ahí que la
actitud del proletariado respecto al Estado fuera de vital “importancia práctica y política”.11
Asi pues, al restaurar la doctrina marxista y engelista acerca del Estado, el falseamiento y la
manipulación de dicha doctrina por parte de burgueses y socialchovinistas quedaría puesta de
manifiesto frente a los proletarios de todas las naciones imperialistas. ¿En que consiste, pues,
la doctrina marxista respecto del Estado?
Siguiendo a Engels, Lenin afirma que, en primera instancia, el Estado no es otra cosa que
“el producto y manifestación del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase. [De
esta manera], la existencia del Estado [únicamente] demuestra que las contradicciones de
clase son irreconciliables”.12 En el Estado puede vislumbrarse el hecho ineludible de que las
contradicciones de clase son irreconciliables. Sin embargo, no es así como piensa la clase
burguesa, pues si bien es necesario para la burguesía reconocer que el Estado sólo surge ahí
donde hay una contradicción entre los intereses económicos de clases sociales distintas, no
por ello se abstienen de afirmar que el Estado mismo no es sino un órgano de conciliación
entre las clases sociales. Pero cabría preguntar si realmente es asi como lo concibió Marx,
pues según Lenin, “el Estado no podría surgir, ni mantenerse si fuese posible la conciliación
de las clases”13, en todo caso, para Marx el Estado funge como órgano de dominación y
opresión, es decir, el Estado permite la legalización de la opresión y el dominio de una de las

9
Lenin, p. 25.
10
Según Hobsbawn (Historia del Siglo XX, p. 66), Lenin y todos los demás marxistas, “veían [...] que
en Rusia no se daban las condiciones [necesarias] para la revolución [propiamente] socialista”,ello se
debe a que en ese entonces Rusia se caracterizaba por ser un país esencialmente agrario y
atrasado, donde las mayorías eran campesinos ignorantes y solo las minorías, el proletariado
industrial, gozaba de una “posición estratégica”. Estas condiciones llevaron a que Lenin se
comprometiera con la transformación socialista de la república rusa, liderada por Aleksandr Kérenski,
(la cual se había instalado posteriormente a las revueltas de marzo de 1917 y a la abdicación del
trono por parte del Zar Nicolás II) suponiendo que dicha revolución desembocaria en un revolución a
nivel internacional.
11
Lenin, p. 25.
12
Lenin, p. 29.
13
Lenin, p. 29.
clases. En efecto, el Estado mantiene el orden y mantener el orden no reside en la
conciliación de las clases sociales, sino en el afianzamiento de la opresión y dominio de una
clase sobre otra, o en otras palabras: mantener el orden consiste en “privar a las clases
oprimidas de ciertos medios y procedimientos de lucha por el derrocamiento de los
opresores”14. En suma, podríamos afirmar, siguiendo la exposición de Lenin, que para Marx,
en tanto que el Estado no puede surgir ni subsistir sin la permanente contradicción entre los
intereses de las clases sociales, la función del Estado no consiste en conciliar los intereses
económicos de las clases sociales, sino más bien en mantener la contradicción entre ellos, y si
la contradicción se fundamenta en la divergencia entre los intereses económicos, por una
parte, de una clase opresora y, por otra, de una clase oprimida; se sigue que la función última
del Estado es mantener y legalizar la dominación de la clase oprimida y los privilegios de la
clase opresora.
en palabras de Lenin: “si el Estado es una fuerza que esta por encima de la sociedad [...]
resulta claro que la liberacion de la clase oprimida es imposible” a no ser que dicha liberacion
se alcance mediante una revolucion violenta o mediante la destruccion del aparato de poder
estatal creado por la clase dominante.
Asi mismo el Estado se caracteriza por el establecimiento de Fuerzas Publicas conformadas
por destacamentos hombres armados y aditamentos materiales, como carceles o instituciones
coercitivas., estas fuerzas publicas se hacen ​necesarias en la medida en que la sociedad queda
dividida en diversas clases con intereses contradictorios​. ​Asi pues el ejercito permanente y la
policia son los instrumentos fundamentales de la fuerza del poder estatal​, en virtud de los
cuales el poder estatal puede mantener el orden establecido, por la case dominante. Segun
Lenin, para el hombre de finales del S. XIX, a quien se dirigia Engels, era imposible concebir
otra forma de Estado (quizas como la organizacion gentilicia la cual prescindia de fuerzas
publicas situadas mas alla del ambito social y “divorciadas” de él)
Lenin afirma que una “organizacion armada espontanea de la poblacion” seria posible de no
existir una division irreconciliable entre los intereses de las diversas clases sociales. Por tanto
una organizacion armada espontanea resulta imposible, en la medida en que la poblacion
misma se haya dividida en clases enemigas cuyos intereses son irreconciliables. De tal modo
que un armamento espontaneo derivaria en un enfrentamiento entre ellas. manifestacion dde
esta hipotesis son las revoluciones, en las cuales se pone de relieve la tendencia de la clase
dominante por fortalecer las fuerzas publicas a su servicio y en contra de una nueva
organizacion a favor de la clase oprimida. Segun Engels, dice Lenin, en las revoluciones se
pone de manifiesto “el problema de la relacion entre los destacamentos “especiales” de
hombres armados y la “organizacion armada espontanea de la poblacion”. Asi mismo se
plantea la cuestion acerca del fortalecimiento de las fuerzas publicas estatales en la medida en
que los antagonismos de clases se exacerban dentro del Estado y en la medida en que la
rivalidad de las conquistas se vuelve mas evidente gracias a la guerra imperialista. “Ya en
1891, Engels supo señalar la “rivalidad en las conquistas” como uno de los mas importantes
rasgos distintivos de la politica exterior de las grandes potencias” (p. 32) A favor de esta

14
Lenin, p. 29
rivalidad engendrada sobre los fundamentos de la guerra imperialista se encuentran los
socialchovinistas - 1914-1917 - quienes encubren los intereses de sus burguesias bajo los
postulados de “defensa de la patria, de la republica y de la revolucion”
El establecimiento de una fuerza publica coercitiva destacamentos de hombres armados
deriva en la asuncion de un grupo de funcionarios que al igual que las fuerzas publicas se
situan encima de la sociedad y gozan de ciertos privilegios, asimismo los funcionarios se
instituyen como dueños de la fueza publica y del derecho a recabar impuestos, pues estos
ultimos son necesarios para mantener el poder o fuerza publica en cuestion.
En virtud de que el Estado esta al servicio de la clase dominante, este se convierte en
fudamento del dominio no solo economico sino tambien POLITICO de la clase dominante.
LA REPUBLICA DEMOCRATICA COMO ENVOLTURA POLITICA DEL
CAPITALISMO, PUES PERMITE QUE SE EJERZA UN PODER INDIRECTO
MEDIANTE LAS RIQUEZAS.
La democracia de una republica permite que la riqueza ejerza un poder indirecto a traves de
la corrupcion de los funcionarios (dueños de la fuerza publica y de el derecho a recabar
impuesto para mantener dicha fuerza publica) y mediante la alianza entre el gobierno y la
bolsa (banco) IMPERIALISMO Y DOMINACION DE LOS BANCOS → omnipotencia de
la riqueza en la republica democratica. “la republica democratica es la mejor envoltura
politica de que puede revestirse el capitalismo; y por lo tanto, el capital. a dominar esta
envoltura [...] cimienta su poder de un modo tan seguro, tan firme que no lo conmueve
ningun cambio de personas, ni de instituciones, ni de partido dentro de la republica
democratica burguesa” (p. 36)
Asi pues, siguiendo a Engels, Lenin menciona que el sufragio universal, no es mas que un
instrumento de dominacion de la burguesia.

Asi los socialchovinistas, los mencheviques y los oportunistas (democratas


pequeñoburgueses) )engañan al pueblo con la “falsa idea de que el sufragio universal es en el
Estado actual un medio capaz de revelar realmente la voluntad de la mayoria de los
trabajadores y de garantizar su puesta en practica” (p. 39)

3. Los Hechos.

ACTUALIZADO SABADO 1 DE SEPTIEMBRE

Das könnte Ihnen auch gefallen