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ESPARTA
Esparta fue durante la época arcaica y clásica una de las ciudades más poderosas del mundo griego. Cabe destacar que coincidían con
las demás polis griegas en varios aspectos, tales como la religión politeísta, sociedad patriarcal, mano de obra servil y la agricultura
como base de la economía, la ley era respetada y el valor del guerrero premiado. El estado espartano se entrometía en la vida cotidiana
de sus ciudadanos.
Los ilotas y la jerarquía social
Para asegurar el dominio de la llanura de Laconia, sus habitantes fueron reducidos a la condición de ilotas (esclavos), sometidos con
carácter hereditario al estado espartano. El resto de los habitantes de Laconia, que ocupaba la zona situada alrededor de la ciudad de
Esparta, se convirtieron en periecos (los que viven alrededor de Esparta), a diferencia de los ilotas, los periecos eran libres, aunque
estaban obligados a servir en el ejército. Estos no tenían derecho a participar en el gobierno; y muchos trabajaban como agricultores,
artesanos y mercaderes. Esparta conquistó a Laconia y Mesenia, pasando a ser la mayoría población, ilotas del estado espartano.
El sistema espartano
El sistema espartano podría ser calificado de totalitario, pues afectaba a casi todos los aspectos de la vida del individuo, incluso hasta,
cómo llevar el pelo, la decisión de contraer matrimonio y con quién, la decisión de tener hijos o no.
Educación y crianza
El ideal espartano de hombre era comportarse con valor y destreza en el combate, no darse a la fuga ni rendirse, sino aguantar a pie
firme y dar la vida por la ciudad. El espartano tenía la obligación de prestar servicio militar hasta los sesenta años y para ello debía
mantenerse en buenas condiciones físicas. El proceso de formación de guerreros invencibles comenzaba desde el momento mismo de
nacer, pues el estado arrogaba el derecho de determinar si un recién nacido podía vivir o no. Todos los niños recibían la misma educación
bajo la supervisión del estado. A partir de los siete años, los niños abandonaban el domicilio familiar para ser educados en grupos
llamados rebaños, con el fin de aumentar la conformidad, la obediencia, la solidaridad del grupo, y la destreza militar. En Esparta
antigua, se alentaba también a la competitividad a través de certámenes atléticos y otras manifestaciones de excelencia, aunque también
se consideraba fundamental el espíritu de cooperación, que inspiraba en el individuo.
Cómo ser buena espartana
Del modo que los niños eran adiestrados para convertirse en guerreros valientes, las niñas eran educadas para parir futuros soldados
robustos. Las espartanas eran las únicas griegas cuya crianza estaba prevista por el estado y que efectivamente eran educadas a expensa
del estado. Las espartanas hacían ejercicio al aire libre y estaban bien alimentadas. Su única obligación social era parir hijos. Aunque,
cualquier otra griega, sabían tejer, estaban eximidas, lo mismo que los espartanos, de la obligación de realizar cualquier trabajo
doméstico o crematístico.
Sexo y matrimonio
La imposición vigente, de que los hombres casados siguieran viviendo en cabañas hasta los treinta años significaba que las parejas no
vivían juntas ni siquiera en tiempos de paz. No obstante, las relaciones sexuales en el marco del matrimonio eran fundamentales para la
procreación de ciudadanos guerreros. El único fin del matrimonio es la procreación.
Homosexualidad y pederastia
Las relaciones eróticas entre personas del mismo sexo eran consideradas potencialmente positivas desde el punto de vista pedagógico
tanto entre hombres como entre mujeres, siempre y cuando la atracción física no fuera lo primordial. En el mundo griego, la norma era
la educación por sexo separado, y los hombres y las mujeres de edad adulta realizaban a menudo la función de “maestros” o guía
informales de los miembros más jóvenes de la comunidad.
Demografía y Economía Espartana
A diferencia de otros estados griegos, la ausencia del comercio y la colonización limitaron el crecimiento de la población, pues no tenían
colonias a las que en un momento dado pudieran exportar la población a la estuviera en condiciones de sostener en el suelo patrio. La
xenofobia limitó el número de la población espartana, además, este pueblo no contraía matrimonio con extranjeros, ni admitieron a
muchos ciudadanos de origen no espartano.
Disminución de la Población Espartana
Esparta era el único estado griego en el que el infanticidio de los varones recién nacidos estaba institucionalizado. El problema se agravó
debido a la falta de las prácticas matrimoniales, las mujeres se casaban al llegar la pubertad y la oportunidad de mantener relaciones
conyugales era escasa, ya que sus esposas dormían en los escuadrones. A esto se le debe sumar que las mujeres conocían el control de
natalidad, lo que supuso un elevado rango social. Sumado a esto, muchos soldados morían en batalla; y los únicos considerados dignos
de inscribir sus nombres en las lapidas eran los soldados caídos en el campo de batalla y las mujeres que morían de parto. El problema
de despoblación se vio también acelerado por las catástrofes naturales, los problemas económicos y la emigración de los hombres.
Los Ilotas y el Sistema Espartano
El sistema económico espartano permitía a sus ciudadanos que dedicaran todo el tiempo y sus energías a la defensa y prosperidad de la
polis. Los espartanos se llamaban así mismos Homoi (iguales, del mismo estatus), la igualdad económica era un ideal ilusorio.
Aunque los ilotas no eran libres, no eran como los esclavos de las otras ciudades griegas, ya que pertenecían al estado y no a los
individuos particulares. Vivian en familias estables en la parcela que les asignaba el estado, y no podían ser vendidos fuera de Esparta;
además de proporcionar sustento al propietario debía servir en las tropas auxiliares. Los ilotas no tenían ninguna obligación con sus
amos, se les permitía vender excedentes en el mercado y acumular para sí. Estaban obligados a vestir un vestido primitivo que los
identificaba.
El gobierno Espartano: El sistema espartano estaba compuesto por elementos monárquicos, oligárquicos y democráticos.
La monarquía dual
El poder estaba repartido por dos hombres, a la cabeza de gobierno estaba dos reyes. Cada uno pertenecía a una de las dos grandes
familias, la de los Agíadas y la de los Euripóntidas. La sucesión era hereditaria y recaía sobre el primer hijo varón nacido después de
subir al trono. Los reyes rivalizaron y colaboraban entre sí, era un modo de control del poder y de esta manera Esparta no estaría sin
líder, uno de los reyes actuaba como jefe supremo de las fuerzas armadas y el otro supervisaba los asuntos internos y asumía en mando
militar en caso de que su colega muriera. Los reyes se consideraban descendientes de Zeus por su hijo Heracles. Ejercían la función de
sumos sacerdotes y presidian los sacrificios públicos en nombre de Esparta.
Gerousia (consejo de ancianos)
Los reyes compartían sus funciones judiciales con los demás miembros de la gerucia, consejo de Gerontes (ancianos) compuesto por 28
varones de sesenta años (cuando finalizaban el servicio militar) que ejercían este cargo vitalicio; este cargo era elegible, pero sus
miembros eran personas ricas e influyentes (elementos aristocrático y oligárquico). La elección se llevaba adelante mediante la
aclamación en la asamblea. Este grupo de hombres tenía la particularidad de aprobar o no las propuestas, podían decretar el
aplazamiento; también hacían de tribunal en casos de homicidios, traición y otros delitos.
Los Eferos (supervisores)
Eran ciudadanos varones mayores de treinta años, este grupo estaba formado por 5 integrantes, vigilaban a los reyes y representaban el
principio de legalidad. Como los espartanos no poseían leyes escritas era necesario disponer de funcionarios que cumplan esa tarea.
Juraban cada mes fidelidad a los reyes, siempre y cuando se comportaban conformes a las leyes. Tenían la facultad de procesarlos y de
deportarlos. Los Eferos ejercían un control absoluto sobre la educación de los jóvenes. Estaban a cargo de la krypteía (policía secreta),
una fuerza reclutada entre los jóvenes y encargada de controlar a los ilotas. Presidian además la gerucia y la asamblea, y se encargaban
de tratar con las legiones extranjeras. Tenían también poderes judiciales en materia de derecho civil y en los casos relacionaos con los
periecos.
La asamblea
Era el órgano más democrático del gobierno espartano, pertenecía a todos los ciudadanos varones mayores de 30 años, se reunían una
vez al mes coincidiendo con la luna llena y lo hacían al aire libre. Aquí los ciudadanos escuchaban propuestas y no debatían, rechazaban
o aceptaban las propuestas.
Constitución de Esparta
Esparta tenía reyes y la firme ideología de igualdad económica entre los ciudadanos varones, fomentaba el espíritu de igualdad. El poder
estaba en manos de la gerucia, los 5 Eferos fueron teniendo más poder sobre los reyes y asumieron la política y la dirección. El gobierno
se limitaba a un grupo de personas ricas.
La liga del Peloponeso
Excepto con Mesenia, Esparta procuró establecer con los demás estados del Peloponeso unas relaciones de alianza y no de conquista.
Hacia el 510-500, se creó la organización de Esparta y sus aliados o la “liga del Peloponeso”, encabezada por Esparta. Formaban parte
de la liga todos los estados del Peloponeso excepto Argos y Acaya. Semejante alianza protegía a los lacedemonios de los invasores
extranjeros. El objetivo de la liga era protección mutua. Cada estado debía contribuir con tropas en caso de guerra y juraba “tener los
mismos amigos y enemigos y seguir a los lacedemonios donde los llevasen”. No se pagaba tributo alguno, excepto en tiempos de guerras.
Además, Esparta no dictaba la política de organización, ni podía obligar a sus miembros a ir a la guerra si éstos se oponían a ella. El
gobierno de la liga era bicameral (parlamentario), y estaba formado por la asamblea de los espartanos y el congreso de los aliados, en el
que cada estado tenía un voto. Sólo los lacedemonios podían convocar una reunión de la liga y sólo ellos ejercían como generales de
sus fuerzas armadas. La liga siguió existiendo hasta el 360, cuando Corinto y otros estados miembros se vieron obligados a abandonarla
tras la derrota de Esparta por los tebanos.
El Reinado de Filipo II
Filipo asumió el poder en 360, Macedonia se hallaba rodeada de enemigos por todas partes. Como los tracios y los atenienses deseaban
que otros subieran al trono, Filipo convenció a estos que abandonaran a los pretendientes al trono macedónico. En esta rápida sucesión,
se apoderó de las ciudades griegas del golfo de Terma y del sudoeste de Tracia, así como la del monte Pangeo y sus minas de oro.
Las reformas de Filipo II
De la mano de Filipo II (accedió al trono en el año 359) las políticas unificadoras son consumadas mediante una serie de reformas
básicamente militares que hacen al ejército macedonio un ejército renovado mediante la introducción de avances técnicos (una serie de
máquinas de asedio) y tácticos, otorgando gran importancia a la caballería. Filipo II con estas reformas, convirtió al país en la principal
potencia militar del sudeste de Europa. Una gran importancia tuvo las catapultas de torsión, mucho más potentes y la creación de un
cuerpo escogido de ingenieros militares. Pero la reforma más importante, fue la reorganización de la infantería macedónica. Filipo II
creó una nueva falange provista de armamentos uniformes, cada soldado de la falange llevaba un casco de metal, un pequeño escudo y
una espada corta, su principal arma era una lanza larga. En el 366 a.C Filipo había ya consolidado la unificación y estaba en condicione
de intervenir en los asuntos interno de las ciudades griegas, y con estas nuevas tácticas y armamentos Filipo venció a los griegos.
Filipo, Atenas, y la paz de Filócrates
Debido a los intereses que los atenienses tenían en la Calcídica, la tensión de sus relaciones con Filipo de los primeros años del reinado
de éste. En el 359, Filipo convenció a Atenas de que retirara el apoyo que prestaba a su rival, Argeo, con la de promesa devolverle
Anfípolis. Dos años más tarde, en el 357, el propio Filipo ocuparía Anfípolis tras un breve asedio. Las relaciones empeoraron un año
más tarde, cuando Filipo conquistó también a las demás ciudades aliadas que le quedaban a Atenas en Macedonia, Pidna y Metone, así
como Potidea. De ese modo, eliminó los principales centros de influencia ateniense en la Calcídica y en la costa del golfo de Terma. La
política exterior de Atenas se vio constreñida por una importante innovación política introducida durante la decada de 350. Hasta esta
época, el excedente de los presupuestos anuales de estado había sido canalizado hacia un fondo dedicado habitualmente a los gastos
militares. Pero Eubulo (405-335), el político ateniense más destacado de esta época, convenció a sus conciudadanos de que aprobaran
una ley en virtud de la cual todos los excedentes pasaban a formar parte del tesoro Teórico. Pate de esos fondos debía emplearse en
proyectos tales como la reparación de las calzadas y de las fortificaciones. El resto del dinero se repartía entre los ciudadanos atenienses.
Durante la administración de Eubulo, los ingresos del estado aumentaron considerablemente, circunstancia que permitió a los atenienses
construir nuevas trirremes y mejorar el estado de los muelles de los puertos y de las fortificaciones.
Aparece un gran orador, Demóstenes. En su famosa primera filípica expone sus nuevas tesis atacando vigorosamente a Filipo; al mismo
tiempo, insta a sus ciudadanos a votar a favor de la creación y el mantenimiento de una poderosa fuerza naval. Durante el verano 346,
el político Filócrates se encargó de negociar la paz con Filipo. Pero este al poco tiempo fracasó. Entonces, los atenienses aceptaron la
paz planteada por Filipo, donde Atenas renunciaba públicamente a sus pretensiones sobre Anfípolis, admitía que sus aliados focenses y
tracios quedaban excluidos de la protección del tratado, y acordaba que tanto ella como lo que quedaba de la Segunda Confederación
Ateniense se convertirían en aliados perpetuos de Filipo y sus descendientes.
Consecuencias de la paz de Filócrates
Al firmar la paz de Filócrates, los atenienses reconocían la primacía de Filipo en la Grecia septentrional y central. A finales del verano
de 338 se libró la batalla de Queronea, en Beocia, sólo estaban allí para enfrentarse a Filipo las tropas de Atenas, Tebas y la Liga Beocia;
y unas cuantas unidades procedentes del Peloponeso. Poco es lo que se sabe de la batalla aparte de estos dos hechos: las bajas de los
griegos fueron numerosas, y el golpe definitivo lo asestó la caballería de los compañeros del rey, al mando del heredero de Filipo,
Alejandro. Murieron mil atenienses y otros dos mil fueron capturados; el famoso Batallón Sagrado de los Tebanos fue aniquilado. La
victoria de Filipo sobre sus adversarios griegos fue total.
La Dominación de Grecia por los Macedonios
Los cautivos tebanos y beocios en general no fueron liberados sino tras un pago de rescate muy alto; los líderes políticos tebanos fueron
ejecutados o desterrados (esto se debió a que Tebas fue siempre una aliada de Persia, lugar en vista para atacar por parte de Macedonia),
se estableció una guarnición macedonia en la Cadmea, la acrópolis de la ciudad; y, por último, se arrebató a Tebas la posición que había
venido ocupando como presidente de la Liga Beocia. En cambio, los cautivos atenienses fueron liberados sin rescate, y los cuerpos de
los caídos fueron escoltados hasta la ciudad por una guardia de honor capitaneada por Alejandro y Antípatro, el general más fiel de
Filipo. A Antípatro y Alejandro les fue concedida la ciudadanía ateniense, y se estableció un culto en honor de Filipo en uno de los
gimnasios de la ciudad.
La Liga de Corinto
Excepto los espartanos, que se negaron a asistir, todos los grandes estados griegos enviaron delegados a Corinto para conocer de primera
mano los planes de Filipo. La pieza clave del nuevo orden era el establecimiento de una alianza, llamada tradicionalmente Liga de
Corinto, pero a la que Filipo denominaba simplemente “los griegos”. La finalidad de esa alianza era doble: el mantenimiento de una paz
común en Grecia y la venganza de la invasión de 480 y otras agresiones contra los griegos perpetradas por los persas. Además, se
impulsaba a emprender una campaña conjunta contra los persas, cuyo primer objetivo residía en la liberación de las ciudades griegas
asentadas en la costa del Asia Menor. Esto fue llevado a cabo por el hijo y sucesor de Filipo, Alejandro III (Alejandro Magno), ya que
éste fue asesinado (336) en Egas por un miembro de su guardia personal llamado Pausanias.
CAP XI: ALEJANDRO MAGNO
Fuentes para el reinado de Alejandro Magno
Aparte de Alejandro contar con ingenieros y técnicos varios, es su sequito había un historiador oficial (sobrino de Aristóteles:
Calístenes), así como poetas y eruditos encargados de celebrar sus conquistas y describir sus descubrimientos realizados a lo largo de
sus campañas. Escritos de personajes que participaron en sus expediciones, como: El almirante Nearco, el filósofo cínico Onesícrito, y
el futuro rey de Egipto, Ptolomeo I. Los historiadores modernos reconstruyen la vida de Alejandro a partir de las cinco biografías suyas,
a saber, las historias universales de Diodoro (S. I a.C) y Pompeyo Trogo (S. I a.C), la segunda de las cuales sólo se ha conservado en
una versión resumida realizada en el S. II d.C. por un autor llamado Justino; La Historia de Alejandro de Quinto Curcio Rufo (S. I d.C),
La Vida de Alejandro Magno de Arriano (S. II d.C).
Consolidación del Poder
Alejandro fue confirmado en el puesto de árchon de Tesalia y de hegemón de la Liga de Corinto que había ocupado su padre, y se
ratificó el apoyo de los griegos a la guerra contra Persia. La primera gran campaña de Alejandro por el norte lo llevó hasta las orillas del
Danubio. Derrotó a los tribalos; incursionó la orilla opuesta del Danubio contra el territorio de los getas, sometiendo el resto de las tribus
tracias. Concluyó además un tratado de amistad con un grupo de galos. Después de asegurar la frontera norte, Alejandro se dirigió al
sudoeste, Iliria, con el fin de enfrentarse a un viejo enemigo de Filipo II, el rey Clito. Infligió una contundente derrota a Clito que acabó
por fin con la amenaza que los ilirios habían constituido para la frontera occidental de macedonia durante el reinado de sus antecesores.
En Grecia los tebanos se revelaron (porque pensaban que Alejandro había muerto en el norte), entonces la ciudad fue arrasada y sus
habitantes fueron vendidos como esclavos. Alejandro se abstuvo de destruir los templos y la casa del poeta tebano más ilustre, Píndaro,
a cuyos descendientes perdonó la vida. Por segunda vez, la Liga de Corinto reconoció a Alejandro como caudillo y ratificó su apoyo a
su política.
La Invasión de Asia
Durante la primavera de 334, una vez asegurada su posición en Macedonia, Alejandro cruzó el Helesponto y pasó a Asia al frete de sus
tropas. Además de las tropas macedonias, en el ejército había unidades especiales de infantería ligera procedentes de Iliria y Tracia, y
aliados griegos entre soldados de infantería y de caballería. También contaba con casi doscientas naves griegas. Para mantener su
Autoridad en Macedonia y Grecia, Alejandro se había visto obligado a dejar en Europa con Antípatro a casi la mitad de sus tropas
macedonias.
La batalla de Gránico
Los persas se enfrentaron se enfrentaron a Alejandro junto al rio Gránico, en el noroeste de Anatolia. Alejandro ordenó atacar
inmediatamente. Los persas casi lograron matar Alejandro, pero Clito, hermano de su nodriza, lo salvó. La infantería persa, que no había
participado en el combate, huyó y abandonó a los mercenarios griegos que formaban el núcleo central de su ejército. Alejandro mandó
matar a todos, excepto unos dos mil, que fueron enviados de cadenas a trabaja en macedonia. Mientras tanto, las tropas de Alejandro
avanzaban rápidamente hacia el sur bordeando la costa occidental de Anatolia. En la rápida sucesión fueron cayendo en manos de
Alejandro las satrapías de Lidia, Caria y Licia. En 333, Alejandro había llegado a Gordio, la capital del antiguo reino de Frigia, en el
centro de Anatolia.
Reacción de los Griegos
Alejandro, dijo a los representantes de las ciudades griegas y bárbaras que se le habían rendido que debían obedecer al nuevo sátrapa
macedonio y pagarle a él el mismo tributo que habían venido pagando a los persas. También, mantuvo en vigor el sistema de satrapías
existentes en otros lugares de Anatolia. La grave fiebre que contrajo Alejandro y que lo pusieron al borde de la muerte retrasó la partida
del ejército macedonio de Anatolia hasta el verano del 333.
La batalla de Iso (333)
Tras recuperarse de su enfermedad, Alejandro dirigió sus tropas hacia la región costera de Siria, Palestina, y Egipto. Alejandro esperaba
poner fin a las operaciones navales de los persas en el Egeo privando a la flota persa de sus bases en Siria y Fenicia. Alejandro decidió
enfrentase a los persas en Iso, al norte de Siria, en una estrecha llanura costera limitada por el Amanus hacia el este y por el mar hacia
el oeste. Al impedir a Darío desplegar completamente sus fuerzas, la elección de este campo de batalla neutralizó la importante
superioridad numérica que tenían los persas sobre los macedonios. El ataque directo de Alejandro y su caballería contra el centro de las
líneas de Darío obligó a éste a abandonar a sus hombres y a emprender la huida. De esta manera Alejandro obtuvo la victoria de Iso.
De Iso a Egipto: La Conquista del Mediterráneo Oriental (332-331)
Mientras Darío huía hacia el este, Alejandro reanudó la marcha hacia el sur bordeando la costa de Siria. La mayoría de las ciudades de
la costa Siria y Fenicia se rindieron. Sólo Tiro y Gaza opusieron resistencia. Percatándose de que la actitud de los tiros suponía un
rechazo a su autoridad, el macedonio prolongó el asedio casi ocho meses. En el 332 cayó la misma suerte Tebas. La caída de Gaza
supuso la eliminación de último obstáculo entre Alejandro y el mayor premio alcanzando durante esta primera fase: Egipto.
Alejandro en Egipto
En Egipto, el último sátrapa (Mazaces) se rindió sin presentar combate. A diferencia de la mayoría de los pueblos del antiguo Oriente
Próximo, los egipcios nunca aceptaron la dominación persa. Los egipcios acogieron de buena gana a Alejandro y a sus macedonios
cuando recorrieron el Delta camino a la antigua capital del país, Menfis, donde el soberano celebró su victoria con juegos al estilo griego
y un sacrificio a Zeus. Al mismo tiempo, Alejandro intentó ganarse la simpatía de la población del país horrando públicamente al buey
Apis, la encarnación viva de Ptah, el principal dios de Menfis, y otras divinidades egipcias. En Egipto, consultó al famoso oráculo de
Zeus-Amón y fundó Alejandría, la primera y la más importante de las ciudades que estableció. (Permaneció seis meses en Egipto). En
el momento culminante de la visita el sumo sacerdote del oráculo lo saludó llamándolo hijo de Amón, los griegos identificaban a Amón
con Zeus. Los historiadores han supuesto que los egipcios vieron en él a su libertador de la tiranía Persa y que él actuó en consecuencia.
Fue coronado faraón en Egipto. Alejandría fue fundada como polis griega, cuya ciudadanía se hallaba limitada a los griegos y a los
macedonios. En Egipto, Alejandro, mantuvo el cobro de tributo persa. Los naturales del país y los griegos sólo ejercían la autoridad
civil. El poder militar siguió en manos de oficiales macedonios.
De Alejandría a Persépolis: el Rey de Asia
A las pocas semanas de la fundación de Alejandría, el monarca macedonio abandonó Egipto decidido a buscar un enfrentamiento
definitivo con Darío III. Entonces, Darío, decidió evitar la confrontación, ofreciendo la mano de su hija mayor, la cesión de todos los
territorios situados al oeste de Éufrates, y un enorme rescate por su familia. Pero Alejandro no aceptó la oferta de Darío. Finalmente el
331 de octubre se enfrentaron los dos ejércitos en Gaugamela, al sur de Mosul.
La batalla de Gaugamela (331)
Darío nuevamente escapa del campo de batalla. Pero por lo demás, el corazón del imperio persa estaba ya al alcance de Alejandro. Las
tres capitales más occidentales del imperio persa (Babilonia, Susa y Persépolis) cayeron en manos de Alejandro, mientras que Darío y
su séquito más fiel buscaban refugio en el este de Irán. Durante su estancia en la ciudad (Babilonia), Alejandro ofreció sacrificios al
principal dios local, Marduk, y ordenó la reconstrucción de su gran zigurat, el Esagila, que los persas habían destruido como castigo de
la sublevación del viejo reino.
La destrucción de Persépolis
Persépolis, era el lugar de actos y ceremonias del reino, entre ellos la fiesta de año nuevo y la presentación ritual del tributo ante el gran
rey por parte de los súbditos del imperio. El mensaje que Alejandro decidió enviar era el de la venganza por la destrucción sufrida hacia
siglo y medio por los templos de Atenas en el curso de las guerras Médicas. Un día antes que Alejandro abandonara Persépolis (abril de
330) los macedonios prendieron fuego a los palacios de la ciudad.
El Camino Allanado hacia la India: Alejandro en Asia Central
Una vez asegurado el dominio de Persia y Media, Alejandro acabó con los últimos vestigios de la cruzada helénica despidiendo a las
tropas griegas que aún quedaban. Todo lo que necesitaba era capturar a Darío y poner fin al linaje aqueménida.
La muerte de Darío (330)
Darío fue asesinado, por un grupo de sátrapas orientales capitaneado por Beso, el sátrapa de Bactria. El asesinato de Darío dio a
Alejandro la oportunidad de asumir inmediatamente el papel de su sucesor y el de defensor de la legitimidad aqueménida frente a los
regicidas. Alejandro, conquistó además, Bactria y Sogdiana.
Descontento entre los macedonios
Cansados, los soldados ya se mostraban recios a seguir adelante a medida que se internaban en Asia. Alejandro empezó a tomarse en
serio la posibilidad de que se organizara conspiraciones contra él y actuó en consecuencia. Asesinó a todos los sospechosos que pudieran
causar una posible rebelión.
La India y el final del Sueño
Alejandro llegó a la india. Taxiles, rey de Taxila, solicitó ayuda a Alejandro contra sus vecinos del este, Abisares, rey de Kashmir, y
sobre todo Poro, cuyo reino comprendía todas las tierras situadas entre los ríos Jhelum Chenab. Cuando Abisares se sometió, Alejandro
se dirigió contra Poro a comienzos del 326.
La batalla del Hidaspes (326)
Los dos ejércitos se enfrentaron junto al rio Hidaspes. Como resultado, Alejandro aniquiló todas las tropas enemigas. Después de la
batalla, a medida que el ejército avanzaba hacia el este por el Punjab, la moral de las tropas iba cayendo en picada. La crisis estalló
cuando Alejandro llegó al río Hífasis, el actual Beas. Agotados por los constantes combates y la inacabable temporada de lluvia
monzónicas, aterrorizados por rumores que empezaron a circular acerca de otro gran valle fluvial ocupado por grandes reinos que
poseían miles y miles de elefantes de guerra, e incapaces de creer que algún día lograran regresar a su patria, los soldados de amotinaron.
Al final Alejandro se rindió, derrotado por su propio ejército, y se avino a regresar al Indo, donde ya había ordenado la construcción de
una gran flota.
El final de la campaña
El avance de Alejandro por Oriente llega a su fin y empezaron los preparativos para el regreso a su patria. Tres sátrapas macedonios
gobernaron el valle del Indo desde sus estribaciones más septentrionales hasta la desembocadura del río con el respaldo de fuertes
destacamentos de tropas mercenarias.
Regreso a Occidente
Alejandro abandonó la India con destino a Persia a finales de agosto de 325.
Reorganización del imperio
El regreso de Alejandro de la India desencadenó una serie de sublevaciones en todo su vasto imperio. Las fuentes antiguas sostienen
que el alboroto se debió al destierro del carácter del rey.
La muerte en Babilonia
El 29 de mayo, Alejandro cayó enfermo en el transcurso de una fiesta en casa de uno de sus oficiales, y murió el 10 de junio de 323, a
los 33 años de edad.
CAP XII: LOS SUCESORES DE ALEJANDRO Y LA COSMÓPOLIS
ÉPOCA HELENÍSTICA (323-30 A.C)
La época helenística ocupa los tres siglos que van desde la muerte de Alejandro Magno en 323 a.C. a la muerte de Cleopatra VII de
Egipto en 30 a.C. La prematura muerte de Alejandro supuso que sus herederos directos no tuviesen edad necesaria como para afrontar
la tarea de gobernar el imperio.
Lucha por la Sucesión
La supervivencia del imperio exigía que se eligiera rápidamente un nuevo monarca, pero no existía ningún heredero indiscutible.
Alejandro en su le lecho de muerte había entregado su sello de sucesión a su principal ministro, Perdicas. Este último propuso que no
se tomara ninguna decisión hasta que naciera el hijo de Roxana (esposa de Alejandro). La guardia personal de Alejandro y la caballería
apoyaron la propuesta de Perdicas, pero la infantería macedonia no. Entonces se amotinaron y exigieron que Arrideo (deficiente mental.
Hermanastro de Alejandro) fuera nombrado rey. Cuando al poco tiempo Roxana dio a luz a su hijo, el recién nacido y Arrideo fueron
proclamados reyes con los nombres de Alejandro IV y Filipo III. Los repetidos intentos de los “sucesores” de mantener unido el imperio
fracasaron debido a las coaliciones que fueron haciendo sus rivales. Cuando por fin en el 280 murió el murió el último de ellos, el
imperio se desvaneció. En su lugar se veía los primeros atisbos (previsiones) de un nuevo sistema político que sería dominado por tres
reinos gobernados por sendas dinásticas macedonias: la de los Ptolomeos, cuyo reino comprendía Egipto, Palestina, Libia y Chipre; la
de los Seleúcida, cuyo territorio abarcaba la mayor parte del Oriente Próximo y Medio; y la de los Antigónidas, que reinaban en
Macedonia y en el norte de Grecia.
La Regencia de Perdicas
Después de abandonar los planes de conquista (porque los soldados se sentían agotados) de Alejandro, Perdicas actuó con rapidez para
dar forma a su regencia. El primer punto del orden del día era nombrar nuevos titulares de las satrapías del imperio: Capadocia fue
asignada a Éumenes; Egipto a Ptolomeo; Tracia a Lisímaco; y la mayor parte de Anatolia occidental a Antígono Monoftalmo. Otra
actitud de Perdicas, fue que el imperio debía ser gobernado en nombre de los reyes por tres hombres: Antípatro, el estratego de Alejandro
en Europa; Crátero, mariscal de campo en el reinado de Alejandro; y Perdicas. Apenas comenzó la regencia cuando la posición de
Perdicas comenzó a derrumbarse. Estallaron varias revueltas en el extremo occidental y oriental del imperio. Los colonos y las
guarniciones helénicas de Asia central fueron los primeros en sublevarse. En el 323, los colonos y soldados griegos de las guarniciones
dejadas (en Bactria) por Alejandro, al tener noticia de su muerte se amotinaron y emprendieron el regreso a la patria. Pitón, miembro de
la guardia real, cortó el paso a los rebeldes y aplastó la revuelta, obligando a los supervivientes a regresar a sus puestos en Bactria. Al
mismo tiempo que se produce la sublevación de los griegos de Bactria, se produce también con los griegos Europeos. Los cabecillas de
la rebelión fueron Atenas y Etolia. Una decada de reformas económicas diseñadas y ejecutadas por el aristócrata Licurgo, había
restaurado la potencia fiscal y naval de Atenas. Con los nuevos recursos financieros de los que disponía, Atenas contrató un ejército de
mercenarios y movilizó la fuerza naval más poderosa organizada por la ciudad desde la época de la guerra del Peloponeso. La victoria
ya casi estaba en la mano de los griegos, Antípatro escapó de Lamia y aplastó los rebeldes griegos en Cranón, Tesalia, en 322 (Guerra
Lamíaca 323-322). Entonces, Antípatro que no hubiera más sublevaciones. La Liga de Corinto fue disuelta y con ella fue eliminado
cualquier vestigio de la ficción de que los griegos eran aliados y no súbditos. El castigo más severo cayó sobre Atenas, los grandes
pilares de la democracia ateniense fueron abolidos. Más de la mitad del conjunto de los ciudadanos, no cumplía con los requisitos
económicos necesarios para obtener el derecho de ciudadanía y los perdieron.
La muerte de Perdicas
A la muerte de Perdicas, Antípatro lo sustituyó como regente de los reyes, y volvieron a dividirse las satrapías. Ptolomeo y Lisímaco
estaban muy firmes para destituirlos. No obstante, los parientes y aliados de Perdicas fueron sustituidos por individuos carentes de lazos
que los unieran con el anterior regente.
La Supremacía de Antígono Monoftalmo
Antígono alcanzó la supremacía en Asia rápidamente. En poco menos de un año logró acabar con los aliados de Perdicas que aún
quedaban en Anatolia, expulsó a Éumenes de su satrapía de Capadocia. Con la muerte de Antípatro, precipitó el comienzo de un nuevo
raund del combate librado por los sucesores de Alejandro. El hijo de Antípatro, Casandro, se negó a aceptar el nuevo regente de los
reyes elegido por su padre, Poliperconte, y huyó a reunirse con Antígono. Antígono, Casandro, Ptolomeo y Lisímaco formaron
inmediatamente una alianza contra el nuevo regente. La lucha duraría tres años y acabaría con el hundimiento completo de la causa de
la monarquía tanto en Europa como en Asia. Casandro pasó a ser el nuevo dueño de Macedonia y no tardó en consolidar su poder. El
rey niño y su madre, Roxana, fueron confinados en Anfípolis, para no aparecer nunca más en público. Casandro intentó legitimar su
poder casándose con la hermanastra de Alejandro, Tesalonice.
La libertad de los griegos
Los griegos querían la independencia de sus polis, y los monarcas macedonios no habían encontrado la manera de resolver el problema
de conciliar de independencia de los griegos con el mantenimiento del control de las ciudades situadas en sus territorios. Antígono
declaró el apoyo a la libertad de los griegos cuando llevara a cabo la invasión de macedonia que tenía proyectada. Pero la invasión
nunca se materializó. Antes de que pudiera pasar a Europa para enfrentarse con Casandro, Ptolomeo infligió (ocasionó) una derrota total
en Gasa (312) a su hijo Demetrio, que se había quedado guardando el flanco sur de su padre. Ptolomeo ayudó a Seleuco a regresar a
Babilonia, desde donde empezó a incitar a los demás sátrapas orientales a que hicieran la defección. Entonces, Antígono no tuvo otra
opción que firmar la paz con sus antiguos aliados, y así lo hizo en el 311. En tratado figuraba que Casandro debía permanecer como
estratego en Europa hasta la mayoría de edad de Alejandro IV, Antígono seguiría como estratego en Asia, Ptolomeo y Lisímaco
conservaban sus satrapías y las ciudades griegas recuperaban su libertad.
La última jugada de Antígono
La paz de 311 no fue una verdadera paz, sino una manera de tregua en la lucha entre Antígono y sus amigos, que ambos bandos utilizaron
para rehacer sus fuerzas. Tras un intento fallido de expulsar de Babilonia a Seleuco (que no estaba incluido en la tregua), Antígono se
vio obligado a firmar la paz con él en el 308. En el 307, Demetrio, intervino en Grecia al frente de una importante fuerza expedicionaria
con el mandato de “liberar a las ciudades griegas”. El éxito fue inmediato. Demetrio expulsó de Atenas a Demetrio de Fálero, nombrado
gobernador por Casandro en 317, que tuvo que huir a Egipto, y restauró el gobierno democrático de la ciudad. Contando con una base
segura en Grecia, Demetrio pasó a Chipre en 306, donde no tardó en socavar el poder que tenía Ptolomeo en la isla, concentrando la
mayor parte de sus esfuerzos en la ciudad de Salamina. Cuando la victoria llegó a oídos de Antígono y de sus soldados en Siria, las
tropas proclamaron a Demetrio y a Antígono reyes de Macedonia. Las pretensiones de Antígono y Demetrio de ostentar el título de rey
y su actitud agresiva dieron lugar a la alianza de sus enemigos (alianzas contra Antígono) y marcaron la reanudación de la lucha por el
control del legado de Alejandro que se había interrumpido con la paz de 311.
El Doloroso Parto del Nuevo Orden (301-276)
Tras la muerte de Antígono, se produjo la división de sus territorios asiáticos entre sus enemigos. Asia fue dividida entre Lisímaco y
Seleuco.
El Lugar de la Polis en la Cosmópolis
La polis siguió constituyendo el marco básico de la vida de la mayor parte de los griegos. Antiguas polis como Atenas, Siracusa y Éfeso
experimentaron un crecimiento y una prosperidad notable. Al mismo tiempo, la incidencia de la guerra entre las polis desapareció casi
por completo, y la solución pacifica de los conflictos internacionales a través del arbitraje se convirtió en algo rutinario. Se creó las ligas
Etolia y Aquea, que a diferencia de las ligas enfrentadas de Atenas y Esparta de la época Clásica, las ligas federales del periodo
helenístico sería evocadas como modelo por defensores del federalismo de la época posterior. La democracia perdió gran parte de su
cometido, pasando a significar poco más que la ausencia de tiranía. El papel del ciudadano medio en el gobierno se fue diluyendo
progresivamente, y los asuntos eran manejados entre bastidores por oligarquías aristocráticas.
Atenas y Esparta
En cuanto a Atenas, siguió siendo el centro cultural de Grecia. Con respecto a las grandes tragedias y la mordacidad de las comedias
políticas de la época clásica fueron sustituidas por un género literario más ligero conocido como “comedia nueva”. Un gran exponente
de este género fue Menandro, que trata de reflejar el nuevo ordenamiento político y los intereses de su público de clase alta. En lo
concerniente a la filosofía, hay grandes diferencia entre la clásica y la helenística, ya que la filosofía clásica iba dirigida a varones ricos
que disponían de tiempo libre y estaban interesados en perfeccionar su actividad política en el marco de las polis autónomas. La filosofía
helenística, en cambio, pretendía ayudar a la gente a enfrentarse a un mundo sobre el que ejercían un control muy escaso. En Atenas
florecieron dos de las escuelas más importantes del pensamiento helenístico, el “escepticismo” y el “epicureísmo”. Mientras Grecia
siguió actuando como una especie de imán para los intelectuales, conviene subrayar que el centro de la especulación filosófica se trasladó
durante la época helenística no sólo fuera de Grecia, sino fuera de Grecia general.
En Esparta, se cancelaron las deudas, se realizaron nuevos repartos de tierras, y se restableció el sistema educativo tradicional espartano,
la agoge.
Los Reinos Macedónicos
Los reinos helenísticos eran estado de conquista cuya organización se basaba en dos principios fundamentales: en primer lugar, que,
como país conquistado por la fuerza de las armas, el reino y su población pertenecían al rey; y en segundo lugar, que la administración
de los asuntos del rey y la ejecución de sus obras estaba por delante de cualquier otra consideración. El reino en el que se puede ver esta
aplicación, es en el Ptolemaico (Egipto).
Economía de Egipto
La base de la riqueza de Egipto era la agricultura, y las actividades económicas más importantes eran, el sector textil, la producción de
papiro y aceite, que eran monopolios estatales, cuya finalidad era generar para el rey la mayor cantidad posible de ingresos a través de
tasas e impuestos. La competencia extranjera a los beneficios del comercio egipcio quedó minimizada por el establecimiento de estrictos
controles monetarios y por la limitación de las importaciones. Para garantizar que el labor del rey se llevara a cabo como era debido,
que se pagaran los impuestos, y que el importantísimo sistema de regadío funcionara con eficacia, toda la población adulta, desde el
labrador al soldado emigrante, eran registrados haciéndose constar el lugar de residencia y la función económica de cada uno. Por último,
a la cabeza del sistema estaba el rey. Los monarcas fomentaron la creencia en su carácter divino como medio de legitimar el uso que
hacían del poder absoluto.
En Egipto y en Asia de la época helenística, los templos siguieron desempeñando un papel fundamental en la vida social y económica
de la gente. En Egipto, los sacerdotes utilizaron los nombres de los dioses griegos, equipararon los meses de los calendarios macedonio
y egipcio, y tradujeron al griego la nomenclatura oficial de los soberanos. En cuanto a la organización, el Egipto ptolemaico y el Asia
Seléucida eran autocracias personales. El gobierno estaba formado por el “rey”, y sus camaradas (el sequito personal del rey), y el
ejército.
Alejandría y la Cultura Helenística
Alejandría fue la fundación más famosa y duradera de Alejandro Magno, pero los responsables del embellecimiento fueron los primeros
tres Ptolomeos. Una política liberal de emigración dio lugar a una población multiétnica en la que había macedonios, griegos, egipcios,
y una floreciente comunidad judía. Un monumento emblemático de esta época es el faro (primer rascacielos de la historia).
Nuevos caminos de la Literatura
Con respecto a la literatura, los poetas efectuaron importantes innovaciones. Teócrito introdujo el género “pastoril” en la literatura
occidental. Calímaco inauguró la tradición de la poesía “erudita”. Apolonio de Rodas, revitalizó el viejo género épico con sus agudos
retratos psicológicos de Jasón y Medea en las Argonáuticas. Evémero, propuso una importante teoría nueva acerca de los orígenes de la
mitología: inventó la novela utópica de viajes para exponer en su escritura sagrada la idea de que los dioses eran grandes reyes venerados
después de su muerte por los hombres en agradecimiento por los favores realizados a la humanidad.
Las Artes Plásticas
Con relación a las artes plásticas, en la escultura (grande y pequeña) hay un creciente interés por el individuo como sujeto espacial y
único, no ya como un miembro igual que los demás de una polis democrática. Las figurillas representaban a personajes de todas las
edades, de todas las categorías sociales, e incluso de diversas razas. Hubo un creciente desarrollo del retrato en las monedas y en la
escultura, que fueron frutos del interés individual y de personalidad. El retrato no solo pretendía reproducir los rasgos físicos reales de
un individuo, sino que también era un intento de influir en la percepción del personaje que pudiera tener el espectador.
Los Ptolomeos, fueron muy amigos de utilizar la ingeniería visual como propaganda para ganar apoyo para su monarquía. Y para ello,
autodivinizarse, servía también para legitimar el uso que hacían de su poder absoluto. Los miembros de las dinastías reinantes fueron
representados a menudo en monedas y en esculturas con los atributos epítetos de los dioses y los héroes. Uno de los ejemplos es el
“faro”, que transmite una impresión de la riqueza y el poder de los monarcas y las ciudades que la construyeron
Relaciones Sociales
La demografía helenística llevaba implícito un alto grado de segregación social y cultural. Como la colonización griega fue
fundamentalmente urbana, las zonas rurales se vieron privadas de la influencia griega. Los griegos carecían de derecho de ciudadanía y
en las ciudades de oriente helenístico vivían en barrios separados. En Egipto coexistieron diferentes sistemas jurídicos para griegos,
egipcios y judíos. Había una división entre las sociedades, una griega y la otra no griega. Esto generó graves conflictos, ya que la
población nativa impidió la aparición de cualquier resistencia unificada de ésta a la dominación macedónica. Aunque a comienzos del
periodo helenístico, los matrimonios mixtos entre griegos y no griegos fuero relativamente frecuentes. Otra de las cuestiones importantes
es que hubo oportunidades de progreso tanto para los sacerdotes, como para los magistrados rurales. Éstos últimos podían enriquecerse
mediante de la explotación de su papel de intermediarios entre el gobierno central de lengua griega y sus súbditos egipcios.
Religión Helenística
El paganismo y el politeísmo eran sistemas religiosos flexibles y nada dogmáticos, abiertos a la introducción de nuevas divinidades y a
la remodelación de las antiguas. En Egipto se realizó una variedad helenizada de la religión autóctona. Uno de los ejemplos es la creación
de un nuevo dios (con el fin de convertirlo en el nuevo patrón de la ciudad). Ese nuevo dios, Serapis, era una síntesis de elementos
egipcios y griegos, que combinaba a dioses griegos con dioses egipcios. Las prácticas religiosas autóctonas, como la veneración a
animales y la momificación fueron eliminadas de los nuevos cultos helenizados, mientras que los dioses egipcios adoptaron la identidad
de los homólogos griegos.
También aparece el culto al rey, esto consistía en que los reyes helenísticos y sus nobles fueron elegidos por el propio rey pero para
llevar a cabo con éxito y ante el pueblo tal sistema, insistieron en la idea de la divinidad, es decir, el rey tenía derecho a gobernar y a
elegir la nobleza porque su poder lo había obtenido a través de su linaje divino y porque el mismo era en cierto modo un dios. El culto
al rey había empezado en la figura de Alejandro Magno que fue reconocido como un mortal realizador de grandes hazañas y descendiente
de Heracles (confirmado por el oráculo de Siwa como hijo del propio Zeus-Amón). La divinización de Alejandro en vida le sirvió en
muchas ocasiones como aprobación y reconocimiento legal de su poder. Después de su muerte, las ciudades helenísticas siguieron ese
proceso. Fue necesario crear esta ideología que justificara la dominación de las dinastías de origen macedonio y de cultura griega sobre
toda la población.
Epílogo
El reino Seléucida fue el más vulnerable. Ya antes de que concluyera el s. IV, Seleuco I (311-281) había abandonado sus pretensiones
dinásticas sobre las conquistas de Alejandro en la India a favor de Chandra Gupta (324-300) que había conquistado el norte de la India
y había fundado la dinastía Mauria. Durante el s. III se produjeron nuevas pérdidas territoriales. Mientras los sucesores de Seleuco
luchaban entre sí por el trono, sus enemigos atacaron las fronteras por el este y por el oeste. En occidente, los Atálidas de Pérgamo se
apoderaron de gran parte de Anatolia; en Oriente, los partos (pueblo nómada de lengua irania) y los colonos griegos rebeldes crearon
sus propios reinos en el este de Irán y en Bactria. Los Ptolomeos disfrutaron de mayor seguridad en sus fortalezas. Sin embargo, la
autoridad de Ptolomeo en este país también sufrió debilitamiento significativo durante el s. III. En el sur de Egipto se restauró el gobierno
autóctono durante las últimas décadas del siglo. En el 200 los Ptolomeos dominaban sólo Egipto Bajo y medio. Pero cuando los Seleúcida
y los Ptolomeos quisieron recuperase y consolidar plenamente su autoridad en sus reinos, el desastre volvió a abrirse sobre ellos, esta
vez a traves de los romanos. Aunque las relaciones de Roma con los reinos helenísticos datan de la decada del 270 a.C, los romanos
intervinieron decisivamente en la vida política del Mediterráneo oriental durante los primeros años del s. I a.C. infligiendo severas
derrotas a Filipo V de Macedonia y a Antíoco III. A mediados del s. II, el reino de Macedonia había desaparecido y se había convertido
en una provincia romana. La anexión del reino Seleúcida por los romanos se dio en el 63 a.C. Los Ptolomeos sobrevivieron una
generación más. El debate quedó zanjado en 31 a.C, cuando Octaviano derrotó a Marco Antonio y Cleopatra VII en Accio, al noroeste
de Grecia. Con el suicidio de ambos en 30 a.C, acabó definitivamente la larga serie de sucesores de Alejandro.
El final de Helenismo
A finales del siglo III a.C., la Magna Grecia cayó finalmente bajo la dominación romana tras un siglo de enfrentamientos, ya fuera contra
Pirro de Epiro, o en el ámbito de las guerras Púnicas. Pero fue a principios del S. II a.C. cuando Roma intervino realmente en Oriente.
Primero se enfrentó con Antíoco III (último rey Seléucida) obteniendo la victoria, y después a su victoria, Roma Promovió un lento y
complejo proceso de desgaste sobre todos los reinos helenísticos, con la complicidad de varias ciudades griegas y del reino de Pérgamo,
asegurándose tras dos siglos el completo dominio del Mediterráneo Oriental. El acto final de esta conquista fue la lucha que enfrentó
Octavio (César Augusto) contra Marco Antonio y su aliada, la última soberana de Egipto, Cleopatra VII. Tras ser derrotada en Accio,
ambos se suicidaron ante la inmanente victoria de Octavio (en el año 30 a.C.
Cap. 2: Las Sociedades Romanas desde el inicio de la expansión hasta la segunda Guerra Púnica.
La disolución del Orden social arcaico: la nivelación de las órdenes y la expansión
Desde la caída de la monarquía y el comienzo de la lucha de órdenes, el pueblo comienza a tomar conciencia de identidad y a unirse a
un estamento independiente, logrando una serie de beneficios políticos. Comienzan a haber diferenciación social en cuanto a la propiedad
de la tierra, pero con la conquista de Fidenas (426 a.C) y el sometimiento de Veyes (396) se consiguió aumentar el territorio, pero estas
conquistas no aplacaron el descontento de los pobres, ya que las tierras anexionadas por Roma como botín de guerra no fueron repartida
entre los indigentes, sino entre los hacendados ricos.
Ya en el 387, con la invasión de los galos, muchas familias perdieron sus haciendas, y como consecuencia se vieron reducidos a la
esclavitud por deudas. Pero esto no afectó solamente a los que perdieron sus tierras, sino que también sufrió conmociones el
ordenamiento estatal patricio. A raíz de todo esto, se puso en evidencia la necesidad de reformas, una de ellas es la del 367, denominada
Linicio Sextio, la cual establecía la cancelación de la esclavitud por deudas, y también se acordó que nadie podría ocupar el suelo del
estado una superficie superior a las 500 yugadas. Como consecuencia, los ricos hacendados tuvieron que ceder una parte de sus tierras
para que sean repartidas entre los pobres.
La mayoría de los esfuerzos reformadores estaban encaminados a la plena igualación política de los plebeyos1. El tribuno de la plebe
hizo públicas las formas procesales que garantizaban normas uniformes de procedimiento ante un tribunal. La Lex Valeria de
Provocatione del 300 a.C fortalecía la seguridad del ciudadano ante los magistrados, en virtud de dicha ley, el ciudadano que era
condenado por un magistrado a la pena máxima tenía el derecho de apelar a la asamblea popular, que había de decidir sobre el asunto.
Las principales miras de la cúspide plebeya estuvieron puestas en su admisión en los más elevados cargos del estado, en la paridad con
los patricios también en el senado.
En virtud de la lex Ogulnia del 300 a.C, quedaron abiertos para los representantes de la plebe los altos puestos sacerdotales de pontífice
y augures; quedó estipulado que el senado podía ser renovado con plebeyos acaudalados e influyentes. Al mismo tiempo, los senadores
plebeyos se vieron igualados por esta ley a los patricios, y el pleno derecho a voto. Por otra parte, los derechos del senado sufrieron un
recorte en favor de la asamblea popular, fuertemente influenciada por los plebeyos ricos. A partir de la lex Publilia del 339, las objeciones
que el alto órgano tuviese contra cualquier decisión de los comicios, tenía que expresarse de ante mano en la asamblea popular.
Las lex Hortensia del 287, es considerada como el cierre entre la luchas de órdenes. Esto quiere decir, que tanto patricios como plebeyos
pasaron por alto las tenciones del momento para llegar a un acuerdo general de ley sin el consentimiento del senado. Con esto, se puede
1
Primeros cargos civiles Plebeyos: Quaestor (409 a.C), ayudante de los funcionarios superiores, Pretor (377 a.C), Cónsul (366 a.C),
Dictador (356 a.C), Sensor (351 a.C)
considerar que el triunfo de los plebeyos estaba conseguido. Comportaba este, la superación de las barreras estamentales entre las
órdenes, pero sin dar paso a una sociedad igualitaria, sino se creó una nueva diferenciación social.
Las reformas del sistema social romano por vía legislativa no solo coincidieron cronológicamente con la extensión del dominio de Roma
por Italia, sino que además estuvo orgánicamente unida a ese proceso. Con la concesión de derecho de ciudadanía, Roma abrió a las
distintas tribus y pueblos de Italia la posibilidad de entrar a formar parte de su sistema socio-político.
A merced de la legislación reformadora y como consecuencia de la extensión del dominio romano en Italia tuvo lugar un profundo
cambio en la estructura de la sociedad romana. Los vínculos gentilicios siguieron estando, pero dejaron de funcionar como principio
determínate de división de la sociedad. La posición de la nobleza de sangre patricia fue conservada institucionalmente en la titulación y
en la indumentaria. Surge un nuevo modelo social, la nueva capa alta se componía por los descendientes de la vieja nobleza y de las
familias plebeyas dirigentes, unidos entre sí por lasos familiares. Por debajo de esta capa alta, había diferentes capas de población
articulada en función de la cuantía y naturaleza de su patrimonio: habían campesinos ricos, pequeños artesanos y mercaderes,
agricultores modestos y jornaleros con mayor dependencia de grandes hacendados, libertos (realizaban profesiones urbanas), y esclavos.
El Orden Social Romano en el siglo III
Con las crecientes conquistas territoriales (Sicilia en el 241, Cerdeña y Córcega en el 237) roma activó de forma inevitable su expansión
económica. El signo más claro de ese cambio en la estructura de la economía romana fue la instrucción de la acuñación de moneda.
La sociedad fue dividida según criterios de valoración, en el que influían los privilegios de sangre, aunque también la capacidad personal,
la propiedad fundaría, etc. En correspondencia con este sistema de división había una serie de estratos sociales que iban desde la
aristocracia senatorial hasta los esclavos.
La nobleza senatorial comprendía una minúscula parte del cuerpo ciudadano, pero incluso en el senado había un grupo de cabeza aún
más reducido, la nobilita, que gozaba del máximo prestigio.
La forma establecida de revestir cargos públicos, se tradujo en la constitución en una carrera político-administrativa reglamentada desde
los puestos inferiores hasta la censura y el consulado, esto hizo que el acceso a las magistraturas se convirtiese en un privilegio de la
nobleza.
En las elecciones, los votos eran emitidos por centurias y por tribus, todas las posibilidades de manipulación que cabían en el
ordenamiento centuriado y tribal fueron utilizadas en adelante en perjuicio de las masas. Cada una de las tribus y centurias no estaban
representadas justa y proporcionalmente en el momento de las votaciones.
La nobleza senatorial con sus tradiciones imprimía su sello en la conciencia de identidad del pueblo romano, inculcando al menos a las
capas libres del cuerpo ciudadano la idea de que el estado era sostenido por la sociedad entera. La base espiritual de esta idea del estado
era la religión.
Con la expansión romana, el número de los comerciantes y artesanos, así como la importancia social de tales grupos se acrecentaron.
Las guerras contra Cartago aceleraron considerablemente la consolidación de un amplio estrato de artesanos y hombres de comercio,
roma por no poseer a los comienzos de las guerras púnicas de barcos de guerra, necesitó de grandes cantidades de artesanos para la
construcción naval. Se abrió así paso a un proceso de desarrollo que en el s. II condujo al nacimiento de una capa social muy importante
de empresarios acaudalados, hombres de comercio y buqueros, y que de esta forma contribuyo al nacimiento del orden ecuestre.
En los tiempos de las guerras púnicas, los más pobres agricultores y las masas proletarias de la ciudad pudieron ser provistas en su
mayor parte de campos de cultivo. Este desarrollo fortaleció más a las capas altas y medias del campesinado, fuertemente marcadas ya
por la primera colonización, estos garantizaban la dominación romana en las regiones conquistadas y jugaban el papel decisivo en el
ejército romano.
Tras la desintegración del orden social arcaico la posición más baja en la sociedad romana hasta el Alto Imperio correspondió a los
esclavos. Hubo un aumento de la importancia del comercio de esclavos con otros pueblos y estados, intercambio al que ya en el 348 a.
C. el segundo tratado entre Roma y Cartago prohibía vender como esclavos a los aliados de ambas partes contratantes. A partir de la
época de la segunda guerra púnica aparecen noticias sobre el empleo en masa de esclavos en la economía.
CAP VIII: LA DECADENCI A Y LA CAIDA DEL IMPERIO ROMANO: UNA EXPLICACIÓN (CROIX)
Intensificación del sometimiento y explotación de las clases bajas durante los primeros tres siglos de la era Cristiana
A lo largo de un proceso comenzado en el s. I de la era Cristiana e institucionalizado con formulación legal explicita durante el s. II y
comienzo del III, los derechos jurídicos de las clases más pobres se vieron reducido cada vez más; tal lo es el derecho de ciudadanía
romana, que pasó a tener menos significado, a medida que fueron desarrollando una nueva serie de distinciones sociales y jurídicas. Ya
en el 212, se consideraba que la ciudadanía era una categoría innecesaria, por lo que se puede pensar en el 212 en su desaparición.
El colapso de gran parte del imperio Romano durante los s. V, VI y VII
Con el asesinato de Severo Alejandro en 235, le siguieron 50 años de desastre, ya que surgió: una serie de guerras civiles entre los
pretendientes rivales a la dignidad imperial, invasiones bárbaras, y una epidemia que estalló en 251. El imperio no logró un largo periodo
hasta el 324, con la victoria de Constantino sobre Licinio y su casa. Las guerras civiles del s. III y IV, como las del I y II, fueron
efectuadas siempre entre los diversos pretendientes y sus ejércitos, es decir, constituyeron primordialmente intentos de individuos y de
facciones de la clase gobernante por conseguir o mantener el control del poder supremo del imperio. Además de esto, se daban
innumerables guerras a lo largo de todas las fronteras y aún más allá de ellas, no sólo contra bárbaros como los germanos y los sármatas
del norte, y en el s. V también contra los huno, así como contra los nómadas del desierto que solían atacar a Egipto, Cirenaica y las
demás provincias del norte de África, también contra los persas, que se convirtieron en una amenaza grave durante el periodo sasánida
a partir de 224. Se gastaron grandes recursos para mantener el ejército en tiempos de guerras. Para abastecer al ejército, Diocleciano
empieza una reforma total del sistema de impuestos, que resultaba más eficaz a la hora de sacar de la población trabajadora los mayores
recursos que se necesitaran para que el gobierno pudiera sostener su máquina militar y administrativa. El funcionariado civil no sólo
extraía un excedente de la población trabajadora, sino que se apropiaba también de una cantidad mucho mayor de lo que podría parecer
dado su número relativamente pequeño. Estos, por muy necesarias que fueran para mantener incólume (salvo) el sistema, ayudaron a
hacer estallar el imperio, pues los aumentos del ejército y del funcionariado civil supusieron la extracción de un excedente aún mayor
de un campesinado que se hallaba ya sobrecargado. Constantino añadió dos impuestos nuevos: uno a los senadores, el follis o collatio
glebalis y el otro, la collatio lustralis o chrysargyron (sobre los negociadores).
Con la adopción del cristianismo como religión oficial del mundo grecorromano, realizada por Constantino y sus sucesores, la economía
tuvo que soportar un cuerpo cada vez más numeroso de clérigos, monjes y monjas. Los ingresos de la iglesia procedían en gran parte de
las dotaciones (servicios) hechas por benefactores, pero también de las contribuciones que hacía el estado y las ofrenda de los creyentes.
En este contexto, la existencia de distintas religiones creó disputas, no sólo dentro del imperio bizantino, sino entre Roma y
Constantinopla. Por más que el estado tratara de proteger al campesinado, por el hecho de que los funcionarios más importantes, en los
que se veía obligado a apoyarse para llevar a la práctica sus órdenes, hacían exacciones ilegales. Aunque los gobernante rara vez tenían
interés por los pobres, pero a veces se daban cuenta de que era necesario conceder a algunos de ellos cierta protección, ya fuera para
evitar que se arruinaran completamente y que se convirtieran así en unos impositores sin utilidad, o bien para conservarlos como reclutas
para el ejército. Sin embargo, los emperadores no tenían más opción que actuar a través de los funcionarios, los miembros de la clase
explotadora.
Según Croix, los hombres verdaderamente ricos, que habían credo deliberadamente ese sistema en su propio beneficio, exprimieron
hasta agotarla la savia de su mundo y destruyeron de ese modo la civilización grecorromana en una gran parte del imperio: en Britania,
Galia, Hispania y el norte de África durante el s. V; en gran parte de Italia y los Balcanes en el VI; y en VII, en Egipto, Siria y
Mesopotamia. Las causas de la decadencia fueron sobre todo económicas y sociales. Las cargas del mantenimiento de la maquinaria
militar y burocrática imperial, así como la iglesia, junto con la clase ociosa, recaían especialmente sobre el campesinado. Estos últimos,
rara vez fueron capaces de rebelarse, y nunca lo hicieron con éxito: la maquina militar velaba por ello. Esto ocasionó que muchos pasaran
al bando de los invasores bárbaros.
CAP XXIII: LAS TENDENCIAS RELIGIOSAS DEL IMPERIO DURANTE LOS TRES PRIMEROS SIGLOS
El judaísmo y el cristianismo, que apenas comenzaban a tomar forma regular y a conseguir prosélitos (seguidores) en los primeros
tiempos del imperio, se vieron favorecidas por las condiciones de vida propias de un estado mundial. Junto con los comerciantes y
artesanos de Oriente, esas creencias entraron en casi todos los centros comerciales, en especial en los puertos, y allí formaban sociedades
religiosas exclusivas. Los primeros emperadores prestaron poca atención a la religión, con tal de que no fuera hostil (opuesto) a su propia
supremacía. También con el reclutamiento del ejército de soldados de todas partes, traían consigo sus religiones.
En esos turbios momentos del s. III, el estado estaba lejos de ignorar los movimientos religiosos de la época. En su búsqueda de medios
para ligar al ejército a sus personas, los emperadores procuraban utilizar en beneficio propio las fuerzas ciegas del favor religioso y
encontrar un nexo sólido entre el ejército y el trono. Entre las muchas sociedades religiosas de origen oriental, hubo una que, poco a
poco, fue adquiriendo la supremacía. Era la Iglesia Cristina; que comenzó humildemente con un grupo de discípulos que habían conocido
y recordaban la vida terrenal de Cristo. El apóstol Pablo cambió esa agrupación en una liga de sociedades bien organizadas que se
hallaban dispersas por todo oriente y que logró penetrar incluso en Italia. A partir de las enseñanzas de Cristo, Pablo forjó todo lo que
era indispensable para una iglesia con una misión de alcance mundial; echó los cimientos de la teología, la moral y la escatología
cristiana y, lo que es más importante, asentó sobre sólidas bases la Iglesia universal católica. Las comunidades cristianas pronto
encontraron en conflicto con el poder civil, y entonces, se desencadenaron una serie de persecuciones religiosas. A medida que pasaba
el tiempo, la cristiandad se puso frente al gobierno a consecuencias de la actitud tomada por las autoridades. En el s. II y comienzos del
III presenciaron un lento desarrollo de la nueva religión. El estado no la reconocía, pero tampoco la persiguió en forma sistémica. El s.
III, época de convulsiones religiosas y políticas, señala una crisis en su evolución. Los emperadores Maximino, Decio y Valeriano
abandonaron la actitud de casi completa tolerancia y declararon la guerra abierta contra los cristianos. Continuamente, no sólo
persiguieron a los individuos en particular, sino a toda la sociedad cristiana en la persona de sus jefes y dirigentes. Muchos creyentes
cayeron mártires (victimas) de su fe durante esa persecución, pero la iglesia no quedó destruida.
Diocleciano trató de obligar a la iglesia cristiana, mediante una persecución sistémica, a someterse al estado, como lo habían hecho las
demás fuerzas sociales del imperio, y a confundir su identidad con la del estado. Los cristianos sufrieron grandes pérdidas, pero el estado
perdió la batalla.