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Emmanuel Kant nació en Konisgsberg, Prusia del Este, el 22 de Abril de 1724 y murió el 12 de
Febrero de 1804. Desde los dieciséis hasta los veinticinco años estudió en la Universidad de su
ciudad natal donde tuvo como profesor a Martín Knutzen quien lo inició en el conocimiento de la
filosofía de Wolf y de la física de Newton. Después de la muerte de su padre, acaecida en 1746, se
dedicó durante nueve años a trabajar como tutor en varias familias. En 1755 regresó a Konisgberg
dónde permaneció el resto de su vida. De 1755 a 1770 fue Privatdozent (profesor no asalariado) de
la Universidad de Konisgberg. En 1770 fue nombrado profesor titular de filosofía, posición que
ejerció hasta 1797.
Es usual distinguir dos períodos en la actividad literaria de Kant. El primero, el periodo precrítico,
que va desde 1747 hasta 1781, época en la cual escribió "Kritik der reinen Vernunft"; el segundo, el
periodo crítico, que va desde 1781 hasta 1794.
PERIODO PRECRITICO
El primer libro de Kant, publicado en 1747, fue "Gedanken von der wahren Schatzung der
lebendigen Krafte" (Consideraciones sobre la verdadera estimación de las fuerzas de la vida). En
1775 publicó su disertación doctoral "On Fire" (Sobre el Fuego) y el trabajo "Principiorum Primorum
Cognitionis Metaphysicae Nova Dilucidatio" (Una Nueva Explicación de los Primeros Principios del
Conocimiento Metafísico) con el que calificó para la posición de Privatdozent. Además de estos
trabajos, en los cuales expone y defiende la corriente filosófica de Wolf, publicó otros tratados en
los que aplica tal filosofía a los problemas de las matemáticas y de la física. En 1770 aparece el
trabajo "De Mundi Sensibilis Atque Intelligibilis Formis et Principiis" (Sobre las Formas y Principios
de los Mundos Sensible e Inteligible) en el que presenta por primera vez los rasgos de un sistema
de filosofía independiente. Los años de 1770 hasta 1780 fueron empleados, como Kant mismo lo
dijo, en la preparación de la "Crítica de la Razón Pura".
PERIODO CRÍTICO
El primer trabajo de Kant en el que aparece como exponente del Criticismo Trascendental es la
"Crítica de la Razón Pura" (Kritik der reinen Vernunft) publicado en 1781. Una segunda edición fue
publicada en 1787. En 1785 apareció "Fundamentos para una Metafísica de las Costumbres"
(Grundlegung zur Metaphysik der Sitten). Luego vinieron una serie de trabajos críticos, los más
importantes de los cuales fueron "La Crítica de la Razón Práctica" (Kritik der praktischen Vernunft),
la "Crítica del Juicio" (Kritik der Urtheilskraft, 1790), y "La Religión dentro de los límites de la Razón
Pura (Religion innerhalb der Grenzen der blossen Vernunft, 1793).
Las mejores ediciones de las Obras Completas de Kant son la segunda edición de Hartenstein (8
Vols., Leipzig, 1867-69), la de Rosenkranz y Schubert (12 Vols., Leipzig, 1834-42) y, la publicada
por la Academia de Ciencias de Berlín (Kants gesammelte Schriften, herausg. von der königlich
preussischen Akademie der Wissenschaften, Berlin, 1902).
Durante el período de su carrera académica que va desde 1747 hasta 1781, Kant, como ya se dijo,
enseñó la filosofía entonces en boga en Alemania que era una forma del racionalismo dogmático
modificado por Wolf. Este había hecho de la experiencia sicológica la base de la verdad metafísica
y, rechazando el escepticismo, había sometido todo conocimiento al juicio de la razón. Hacia el
final de este periodo, sin embargo, comenzó a interrogarse acerca de la solidez de las bases
sicológicas de la metafísica y terminó por descartar tanto la validez como el valor del razonamiento
metafísico. Las aparentes contradicciones que encontró en las ciencias físicas y las conclusiones a
las que Hume había llegado en sus análisis del principio de causalidad "despertaron a Kant de su
sueño dogmático" y lo condujeron sin ninguna hesitación a ver la necesidad de revisar o criticar
toda la experiencia humana con la finalidad de reedificar las ciencias físicas sobre principios con un
alto grado de certidumbre y, también, con la finalidad de poner un claro fundamento a las verdades
metafísicas a las que el fenomenismo humeano había sembrado de escepticismo. El antiguo
dogmatismo racionalista, ahora de nuevo retomado, enfatizó ahora mucho más los elementos a
priori del conocimiento; por otra parte, como ahora por la primera vez se dio cuenta, la filosofía
empírica de Hume había ido demasiado lejos al reducir toda la verdad a los solos elementos
empíricos o a posteriori. Kant, entonces, se propuso revisar todos los conocimientos para
determinar cuáles de ellos eran a priori y cuáles a posteriori. Como él mismo se dio cuenta su
propósito era "deducir" las a priori o trascendentales formas del pensamiento. Por ello, su filosofía
es esencialmente un "criticismo" porque es un examen del conocimiento y es "trascendental"
porque su propósito, al examinar el conocimiento, es determinar las formas a priori o
trascendentales que lo constituyen. Kant mismo solía decir que el negocio de la filosofía era
responder tres preguntas: �Qué puedo conocer? �Qué debo hacer? �Qué puedo esperar? Él,
sin embargo, consideró que la respuesta a la segunda y a al tercera preguntas dependía de la
dada a la primera; nuestros deberes y nuestro destino sólo pueden ser determinados después de
haber estudiado el conocimiento humano.
Se podría encontrar más conveniente dividir el estudio de la filosofía crítica de Kant en tres
capítulos correspondientes a las doctrinas comprendidas en las tres "Críticas". Emprenderemos
sucesivamente (1) las doctrinas de la "Crítica de la Razón Pura"; (2) las doctrinas de la "Crítica de
la Razón Práctica"; y (3) las doctrinas de la "Crítica del Juicio".
De acuerdo con su propósito de examinar todo el conocimiento a fin de encontrar qué es y qué no
es a priori o trascendental, esto es, anterior a la experiencia, o independiente de la experiencia,
Kant comienza en la "Crítica de la Razón Pura" por investigar las formas a priori (a) de la
sensación, (b) del juicio y (c) de la razón.
A. La sensación.
La primera cosa que Kant hace en su estudio del conocimiento es distinguir entre la
materia o contenido y la forma de la sensación. La materia de nuestro conocimiento
sensible procede de la experiencia. La forma, sin embargo, no se deriva de los sentidos
sino que le es impuesta a la material o contenido por la mente para hacer la materia o
contenido, universal y necesaria. La forma es, entonces, a priori; es independiente de la
experiencia. Las más importantes formas del conocimiento sensible, las condiciones, de
hecho, de toda sensación, son el espacio y el tiempo. No solo son, entonces, el espacio y
el tiempo entidades mentales en el sentido de que son elaborados por la mente sin los
datos de la experiencia; ellas son estrictamente subjetivas, puramente mentales, y no
tienen realidad objetiva, excepto en el sentido en que ellas son aplicadas al mundo externo
por la mente.
Tomando ahora el conocimiento que adquirimos por medio del entendimiento (Verstand),
Kant encuentra que, pensar, en sentido estricto, es juzgar. Como en el caso del
conocimiento sensible, distingue ahora entre contenido y forma. El contenido del juicio o,
en otras palabras, aquello que se da junto en el acto del juicio, no puede ser sino el
conjunto de intuiciones sensibles, que se construyen, como ya se dijo, por la imposición de
las formas del espacio y del tiempo a los datos de la sensación. Algunas veces las
intuiciones sensibles (sujeto y predicado) son puestas juntas en una manera que
evidentemente implica contingencia y particularidad. Un ejemplo puede ser el juicio "La
mesa es redonda". Con juicios de este tipo no tiene mucho que ver el filósofo. El se
interesa mas bien por juicios tales como "Todos los lados de un cuadrado son iguales", en
los que la relación que se afirma que existe entre el sujeto y el predicado es necesaria y
universal. Con respecto a estos, la primera afirmación de Kant es que su necesidad y
universalidad puede ser a priori. Que nada que sea universal y necesario pueda provenir
de la experiencia es axiomático para él. Deben haber, entonces, formas del juicio, como las
hay de la sensación, las cuales son impuestas por el entendimiento, que no provienen de
ninguna manera de la experiencia, sino que son a priori. Estas formas del juicio son las
categorías. Apenas es necesario llamar la atención sobre el contraste entre las categorías
kantianas y las aristotélicas. La diferencia es fundamental, se diferencian por su
naturaleza, propósito, función y efecto. Un importante punto en el estudio de Kant es
determinar la función de las categorías. Ellas sirven para conferir necesidad y universalidad
a nuestros juicios. Ellas sirven, además, para poner diversas intuiciones sensibles bajo
algún grado de unidad. Pero no para extender nuestro conocimiento. Las representaciones
(o intuiciones) sin categorías serían ciegas, y las categorías sin las representaciones, o
intuiciones, estarían vacías. Permanecemos todavía en el pequeño círculo del
conocimiento correspondiente a nuestra experiencia sensible. El espacio y el tiempo no
amplían el círculo, tampoco las categorías. El conocimiento, entonces, que adquirimos por
el entendimiento se limita a la apariencia de las cosas, y no extiende a la realidad
noumenal, al Ding-an-Sich.
Es necesario en este momento explicar que entiende Kant por juicio "Sintético" o "A priori".
Los filósofos aristotélicos distinguieron dos tipos de juicios, llamados, juicios sintéticos, los
cuales son el resultado de "poner juntos" (sintetizar) los hechos, o datos de la experiencia,
y juicios analíticos, los cuales son el resultado de "tomar por separado" (analizar) al sujeto
y al predicado, sin una inmediata referencia a la experiencia. Entonces, "Esta mesa es
redonda" es un juicio sintético; "Todos los radios de un círculo son iguales" es un juicio
analítico. Ahora, según los aristotélicos, todo juicio sintético es a posteriori, porque
depende de la experiencia, y todo juicio analítico es a priori, porque el vínculo, o nexo, en
ellos es percibido sin apelar a la experiencia. Esta clasificación no satisfizo a Kant. Él
sostiene que los juicios analíticos en cierto modo no hacen avanzar el conocimiento dado
que siempre "permanece en el interior de los conceptos (sujeto y predicado) y no va más
allá de los datos de los conceptos". Al mismo tiempo él afirma que los juicios sintéticos de
los aristotélicos no tienen valor científico, puesto que, surgiendo de la experiencia, son
contingentes y particulares. Por ello propone introducir una tercera clase, llamada, juicios
sintéticos a priori, los cuales son sintéticos porque el contenido de ellos es suministrado
por una síntesis de los datos de experiencia, y a priori, porque la forma de universalidad y
necesidad es impuesta a ellos por el entendimiento con independencia de la experiencia.
Un ejemplo puede ser, de acuerdo con Kant, "Todo efecto tiene una causa". Nuestros
conceptos de "efecto" y "causa son suministrados por la experiencia; pero la universalidad
y la necesidad del principio se deriva de la a priori dotación de la mente. Los aristotélicos
responden, y correctamente, que los así llamados juicios sintéticos a priori son analíticos.
C. La Razón
En tercer lugar, la "Crítica de la Razón Pura" de Kant se ocupa de la facultad de razonar
(Vernunft. Aquí las "ideas" juegan un rol similar a aquel jugado por la sensación y el juicio
por el espacio y el tiempo y las categorías, respectivamente. Examinando la facultad de
razonar Kant encuentra que esta tiene tres distintas operaciones, a saber, categórica,
hipotética y disyuntiva de razonamiento. Estas, dice, corresponden a las tres "ideas", la
idea del alma como sujeto pensante (idea sicológica), la idea de la materia como totalidad
de los fenómenos (idea cosmológica) y la idea de Dios como suprema condición de toda la
realidad (idea teológica. Comienza considerando la idea del alma, y examinando el curso
del razonamiento de los sicologistas que enseñan la substancialidad, inamaterialidad e
inmortalidad del alma humana, y afirma que tal línea de pensamiento filosófico es falaz,
porque se inicia con la falsa suposición de que podemos tener un conocimiento intuitivo del
alma como el sujeto substancial de los estados de conciencia. Esto, dice, es una
suposición errónea porque, si bien tenemos y podemos conocer nuestros estados de
conciencia, no podemos conocer el sujeto de los mismos. La sicología racional, entonces,
parte de una equivocada suposición. Su camino está lleno de contradicciones; no puede
concluir estableciendo la inmortalidad del alma. Después, Kant somete la idea cosmológica
a un análisis similar. Él encuentra que tan pronto como comenzamos a decir algo con
relación a la última naturaleza de la material caemos en un conjunto de contradicciones,
que él llama "antinomias". Entonces, la proposición, "La materia tiene un comienzo", "El
mundo fue creado", son claramente no más verdaderas que sus contradictorias, "La
material es eterna", "El mundo no es creado". Para cada tesis relacionada con la
naturaleza última del universo material una igualmente plausible antítesis puede serle
opuesta. La conclusión es que por la pura razón nada podemos conocer de la naturaleza
del universo material. Finalmente, Kant toma la idea teológica, la idea de Dios y, critica los
métodos y los argumentos de la teología racional. Las bases especulativas de nuestra
creencia en la existencia de Dios son defectuosas, dice, porque estas pruebas van más
allá de lo que permiten sustentar y no son conclusivas. El argumento ontológico de San
Anselmo trata de establecer una proposición existencial sin hacer referencia a la
experiencia; confunde el orden de las cosas con el orden de las ideas. El argumento
cosmológico lleva el principio de causalidad más allá del mundo de la experiencia sensible,
dónde solo es válido. Y el psicoteológico argumento del plan, si bien puede probar la
existencia de una inteligencia ordenadora, no puede establecer la existencia de un Ser
Supremo. Kant, por supuesto, no niega la existencia de Dios, como tampoco niega la
inmortalidad del alma o la realidad última de la material. Su propósito es presentar que las
tres ideas, o en otras palabras, los razonamientos especulativos sobre el alma, el universo
y Dios, no le añaden nada a nuestro conocimiento. Pero, si bien las ideas no extienden
nuestra experiencia, si la regulan. La mejor manera de pensar nuestros estados de
conciencia consiste en representárnoslos como inherentes a un sujeto substancial, del que,
de todas maneras, no sabemos nada. La mejor manera de pensar el mundo externo es
representárnoslo como una multiplicidad de apariencias, el conjunto de las cuales es una
desconocida cosa material; y la major manera de organizar y sistematizar todo nuestro
conocimiento de la realidad es representarnos cada cosa como surgiendo de una fuente,
gobernada por una ley, y tendiendo hacia un fin; ley, fuente, y fin que es un desconocido y
(especulativamente) incognoscible Dios. Es en verdad fácil ver como esta fase negativa de
la filosofía de Kant afectó el subsiguiente curso del pensamiento filosófico europeo. Las
conclusiones de la primera "Crítica" son las premisas del agnosticismo contemporáneo. No
podemos conocer nada, excepto las apariencias de las cosas; los sentidos nos entregan
sólo fenómenos; los juicios no pueden ir más allá de los sentidos en lo que concierne al
mundo; la ciencia y la filosofía fallan totalmente en el esfuerzo por alcanzar un
conocimiento de la sustancia (noúmeno), o esencia, y los esfuerzos metafísicos por
enseñarnos lo que es el alma, lo que es la materia y quién es Dios, han fallado y están
condenados inevitablemente a fallar. Estas son las conclusiones a las cuales Kant llega en
la "Crítica de la Razón Pura"; estas son las afirmaciones que los agnósticos y los
Neokantianos oponen a los escolásticos.
Conocemos la ley moral no por inferencia, sino por intuición inmediata. Esta intuición es, y lo será,
el primum philosophicum. Ella asume el lugar de la primera intuición cartesiana, la intuición del
propio pensamiento. De él serán deducidas las más importantes verdades filosóficas, la libertad de
la voluntad, la inmortalidad del alma y la existencia de Dios. La libertad de la voluntad se sigue de
la existencia de la ley moral, porque del hecho del "Yo quiero" se sigue el hecho del "yo puedo". Sé
que tengo la obligación de hacer ciertas cosas e infiero de ello lo puedo. En el orden de las cosas,
por tanto, la libertad precede a la obligación. Pero en el orden del conocimiento la libertad se infiere
del hecho de la obligación. De igual manera, la inmortalidad del alma está implicada en la ley
moral. En efecto la ley moral demanda el completo cumplimiento de sí mismo en una absoluta
perfección humana. Pero la más alta perfección que el hombre puede alcanzar en esta vida es sólo
parcial e incompleta, porque, en la medida en que el alma está unida al cuerpo, hay siempre en
nuestra naturaleza una mezcla de lo corporal y lo espiritual; el esfuerzo hacia la santidad está
acompañado por una inclinación hacia la impiedad, y la virtud implica lucha. Debe haber, entonces,
una vida más de la muerte en la cual el "progreso infinito" como Kant lo llama, continuará.
Finalmente, la ley moral implica la existencia de Dios. Y esto de dos maneras. La "voz" imperativa
de la ley implica un legislador. Luego, la naturaleza de la ley moral exige que en alguna parte un
bien, que debe ser no sólo supremo, sino completo, y que incorpore en su perfecta santidad todas
las condiciones exigidas por la ley moral. Este supremo bien es Dios.
Kant, como es bien sabido, reduce la religión a un sistema de conducta. Él define la religión como "
el conocimiento de que nuestras tareas son mandadas por Dios". Describe la esencia de la religión
como consistiendo en la moralidad. El cristianismo es una religión y es verdadera sólo en cuanto
se conforma a esta definición. La Iglesia ideal podría ser una "república ética"; esto sería dejar a un
lado toda definición dogmática y aceptar la "fe racional" como la guía en todas las materias
intelectuales, y establecer el reino de Dios en la tierra por trayendo más o menos el reino de la
obligación. La ley cristiana de la caridad toma un segundo lugar ente las supremas exigencias del
deber. De hecho, debe ser remarcado que la idea kantiana de la religión, en cuanto al conjunto de
las escrituras, es inspirada más por el Antiguo que por el Nuevo Testamento. Afirma que todos los
dogmas que el Cristianismo tiene por sagrados, como el misterio de la Trinidad, se les puede dar
una interpretación ética, pueden, por así decirlo, ser tenidos como símbolos de conceptos morales
y de valores. Entonces, "la fe histórica", dice, es el "vehículo de la fe racional". Por la persona y el
carácter de Cristo profesa una gran admiración. Cristo, declara, fue la ejemplificación de la
perfección moral más alta.
EVALUACIÓN DE KANT
Críticos e historiadores no están de acuerdo en cuanto al puesto de Kant entre los filósofos.
Algunos evalúan sus contribuciones a la filosofía tan altamente que consideran sus doctrinas ser la
culminación de todo lo habido antes de él. Otros, por el contrario, consideran que él hizo un mal
punto de partida cuando asume en su criticismo de la razón especulativa que si hay algo universal
y necesario en nuestro conocimiento debe provenir de la mente misma, y no del mundo real
externo. Estos oponentes de Kant consideran, además, que mientras él puso el talento sintético
capacitándolo para construir un sistema de pensamiento, le faltó en la cualidad analítica por la cual
el filósofo es capaz de observar lo que actualmente sucede en la mente. Y en un pensador que
reduce toda la filosofía a una examen del conocimiento la carencia de la habilidad de observar lo
que actualmente ocurre en la mente es un defecto serio. Pero, sea lo que fuere puede ser nuestra
estimación de Kant como filósofo, no podemos devaluar su importancia. Entre los límites de la
filosofía de las ciencias mismas, su pensamiento fue el punto de partida par Fichte. Schelling,
Hegel, y Schopenhauer; y, en cuanto al pensamietno contemporáneo aleman, sea lo que fuere de
si no es kantiano toma por sus características propias su oposición contra muchos puntos de la
doctrina kantiana. En Inglaterra la escuela agnóstica desde Hamilton hasta Spencer tomó su
inspiración de la enseñanza negativa de la "Crítica de la Razón Pura". En Francia el Positivismo de
Comte y el neo-Criticismo de Renouvier tuvo un origen similar. La influencia de Kant alcanza más
allá de la filosofía en otros vario otros departamentos del pensamiento. En la historia de las
ciencias naturales su nombre es asociado con aquel del Laplace, en la teoría la cual da razón del
origen del universo por una evolución natural a partir de una primitiva nebulosa cósmica. En
teología su no dogmática noción de religión influyó en Ritschl, y en su método de transformar la
verdad dogmática en una inspiración moral que encontró eco, por decir lo mínimo, en los
experimentos exegéticos de Renán y sus seguidores.
Muchos filósofos y teólogos sostienen que el dato objetivo en el cual la religión Católica se basa es
incapaz de probar por la razón especulativa, pero son demostrables por la razón práctica, el
querer, el sentimiento, o la acción vital. Que esta posición es, de cualquier modo, peligrosa, es
probado por recientes eventos. El movimiento Inmanentista, el Vitalismo de Blondel, el
antiescolasticismo de los "Annales de philosophie chretienne", y otras tendencias recientes hacia
una apologética no intelectual de la Fe, tiene sus fuentes en el Kantismo, y la condenación que han
recibido de la autoridad eclesiástica presenta plenamente que ellos no tiene un claro título para ser
considerados como un sustituto de la apologética intelectualismos la cual se basa en el realismo de
los Escolásticos.