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de la palabra leída, un objeto verbal tácito
que aparece restringido
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solo a la ausencia fonética,


una forma parcial de la ausencia sonora; l.
se designa así, específicamente,
el silencio de la lectura,
la suspensi6n de la voz
por una palabra que no se articula,
que no se dice pero que,
por la rt!serva del lector, sigue presente.'' 11 1
De Lisa Block de Behar,
Siglo veintiuno editores también
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ha publicado más de una edición de •• •
El lenguaje de la publicidad ( 197:l),
Al m01gen de Borges (1987) ,
Dos medios entre dos medios. ••• 11
Sobre la representación
y sus dualidades (1990).
La primera ediciém de 1
Urw retóriw del silencio
fue distin.~uida e n México
1 con el "Primer Xavie r Villaurrutia"
al e nsayo litt:!rariu.

1
l. 1• • ••• ! '

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lingüística
y
teoría literaria
UNA RETORICA
DEL SILENCIO
Funciones del lector
y procedimientos
de la lectura literaria

por
LISA BLOCK DE BEHAR

)J((J
siglo
veiltiuno
editores
siglo veintiuno editores, s.a. de c.v.
CERRO DEL AGUA 24B. DELEGACIÓN COYOACÁN. 04310 Mt:XICO. D.F.

siglo veintiuno de españa editores, s.a.


CALLE PLAZA 5, 28043 MADRID, ESPAfiiA

Ami padre
A Paloma, mi hermana

diseño de tapa: fernando alvorez cozzi


reproducción autorizada de JOB LOT CHEAP, óleo de william m. harnett,
reynolda house, museum of americen art, winston-salem, north carolina,
estados unidos de américa.

primera edición, abril de 1984


segunda edición corregida, mayo 1994

© siglo xxi editores, s.a de c.v.

ISBN 968-23-1267-1

queda hecho el depósito que marca \a ley 11.723


impreso en la argentina
printed in argentina
INDICE

PRIMERAS DELIMITACIONES: CONTRA LOS RIESGOS


DEL PRINCIPIO 11

EL SILENCIO EN CUESTION: ALGUNAS EXCLUSIONES


NECESARIAS PARA SU DEFINICION 13
l. El silencio previsto, 13; JI. Contra la trivialidad, 14; III. La
protesta silenciosa, 16; IV. El silencio de los otros, 21; V. La
representación del silencio, 22; VI. El silencio presente, 24;
VII. El silencio final, 25

ACTUALIDAD DE LA RETORICA 27

ELOGIO DE LA LECTURA 33

EL SILENCIO Y SU DOBLE: ¿HISTORIA DE LA LITE-


RATURA O HISTORIA DE LA LECTURA? 43
Definiciones: el riesgo de los límites, 46; Términos en vigcn~
cia, 54

EL LECTOR E-LECTOR 61
Los altibajos de la lectura, 65; Pertinencia de algunos
antcccdcnics: Pi erre Menard "lector" del Quijote, .71

LA PROBLEMATICA DEL DISCURSO REPETIDO 85


Otros palimpscstos. La (di)solución repetitiva, 88; Tradición
y ruptura: un ''leitmotiv", 93; La técnica como repetición, 96;
Una estética de la imitación, 97; La lcxicaJización de la frase,
104; La repetición como reflexión: el encuentro posible entre
Eco y Narciso, 107
LA (DI)VISION DEL HOMBRE y LA CRISIS DE LA 111
COHERENCIA
Lectura del texto: literatura y fragmentos, 118 Ahora quiero acordarme del porvenir y no del pasa-
do. Ya se practica la lectura en silencio, síntoma
- EZA LA REPETICION-FRAG-
FAMILIARIDAD y EXTRAN DE .FELISBERTO HERNAN-
venturoso. Ya hay lector callado de versos. De esta
MENTACION. NARRATIVA 129 capacidad sigilosa a una escritura puramente
DEZ . . ideográfica -directa cmnunicación de experiencias,
. . atográfica es una imagen parcial, 135 no de sonidos- hay una distancia incansable, pero
La 1magcn cmem
143 siempre menos dilatada que el porvenir.
LA EPOCA DEL LECTOR Releo estas negaciones y pienso: ignoro si la
145 música sabe desesperar de la música y si el már-
LA AVIDEZ CRITICA mol del mármol, pero la literatura es un arte que
151 sabe profetizar aquel tiempo en que habrá enmude-
"LE STYLE, C'EST, AU MOINS, DEUX HOMMES" cido y encarnizarse con la propia virtud y enamo-
157 rarse de la propia disolución y cortejar su fin.
TODO LECTOR LEE
161 La superstición ética del lector, Jorge Luis Borges
UN LECTOR LEIDO
175
LOS DERECHOS DEL LECTOR
181
SOLIDEZ y PRECARIEDAD DEL TEXTO

LECTURA E INTERDICCION: ENTRE PALABRA y PALA- 189


BRA EL SILENCIO
205
ESCRITURA E INTERDICCION
209
RETICENCIAS DEL TEXTO
219
BIBLIOGRAFIA
227
INDICE DE NOMBRES
PRIMERAS DELIMITACIONES: CONTRA LOS
RIESGOS DEL PRINCIPIO

A fin de evitar dispersiones que podrían complicar y exten-


der desmesuradamente los límites de este trabajo, conviene
prever desde un principio las derivaciones conjeturales que
arriesga un tema propuesto antitéticamente, y controlarlas.
Es cierto que el título formulado afirma una contradicción y
es necesario hacer constar, desde ya, que debe interpretarse
como tal, así como se anticipa: una retórica del silencio. La
retórica, una disciplina que desde la antigüedad se ha enten-
dido ambivalentemente, vale aquí en sus dos sentidos, c.omo
estudio de las especulaciones dialécticas de la mente tanto
como arte del decir y de la elocuencia. Es esa disciplina la
que en este caso se trata de aplicar al silencio verbal, un
objeto tácito considerado también en su sentido propio
porque aparece restringido sólo a la ausencia fonética, una
forma parcial de la ausencia sonora; se designa así específi-
camente el silencio de la lectura, la suspensión de la voz por
una palabra que no se articula, que no se dice pero que está
presente.
Estas precisiones se anticipan sobre todo para no atenuar
una contradicción que, establecida por el título, no tiene por
qué extrañar ya que no hace más que inscribirse en una pro-
longada tradición titular. Con regularidad y frecuencia se
observa la fórmula antitética como uno de los modelos más
Una versión anterior, en francés, de este tr~bajo, ·fue p~esentada ei: aptos para esta redacción paratextual, inscripciones que, sin
la École des Hautes Études en Sciences Sociales.de Pans como tes i constituir el texto mismo, lo introducen sinópticamente.
de doctorado al profesor Gérard Genette -a ~me? expreso ~;o ~ Entre tantos otros, los títulos de Moliere parecen proponer
. . t El profesor Genette convoco un JUrado cons 1 Ul o
reconoClmlen o--. · ., los ejemplos más característicos de este "principio de con-
por los profesores Louis Marin y Jean-Yves Tadle. tradicción".
12 UNA RETORICA DEL SILENCIO

Un inventario poco pretencioso de sus títulos más conoci- EL SILENCIO EN CUES'PION: ALGUNAS
dos cifra la clave de la obra de Moliere en una figura, pre- EXCLUSIONES NECESARIAS PARA SU DEFINICION
cisamente la antítesis, que, más o menos explícita, muestra
el recurso-recurrencia a términos que su teatro desarrolla
como sólo provisionalmente contradictorios: El burgués gen-
tilhombre, Médico a su pesar, Las preciosas ridículas, El
enfermo imaginario, El misdntropo ("el verdadero misán-
tropo es un monstruo" había dicho Rousseau). Un crítico
observaba hace poco: "Cada vez que Moliere dice una pala-
bra, la esconde con otra".
La contradicción que formulan a menudo tantos títulos, y Le langage n'a qu'un contraire qui est le silence.
propuestos para tan diversos géneros, no se explica sola- Erice Parain
mente por la mera observación del.modelo antitético ni por la
atracción que ejerce una figura particularmente llamativa; l. EL SILENCIO PREVISTO
tal vez la (di-)solución antitética que aparece en los títulos
pueda entenderse también como índice de una confusión Queda descartado, por todo lo que antecede el silencio
incoativa, previa y catafórica, inherente a las tentativas elocuente: este oxímoron, o sus formas equivalentes, formula
anticipatorias a toda elaboración, algo así como el chaosmos la conciliación prevista que podría haber resuelto la necesi-
de J oyce, designación de la unidad (polisemia original de dad de superar una colisión lógica. La colisión debe per-
uno que vale tanto como unidad, propiamente singular, tanto manecer como tal, ya se dijo.
como iniciación, el origen), a partir de la cual se intentan las Sin embargo, y aún para descartarlo, conviene reservar a
primeras distinciones, un orden, los pasos iniciales hacia la este silencio un lugar preliminar, especialmente ahora cuan-
creación y el conocimiento. . . do la cultura contemporánea acusa (porque posee y también
La abundancia excesiva de estas aclaraciones denommatl- porque se culpa) todos los excesos de la palabra; inconsisten-
vas procuran básicamente prevenir contra la tentación cias de discursos logorreicos, vacíos ruidosos que pretenden
paradoja[ ya que no corresponde aquí establecer l'étonnar:t por todos los medios ocurrir en competencia contra el tiempo,
accord que, según Pierre Fontanier, remata toda paradoJa con el tiempo, como el tiempo; acontece una verbalización su-
conciliando la adversidad entre términos que se han cesiva, rigurosa, permanente: el aturdimiento programado.
consignado como contrarios. Se insiste: los términos del títu- Carencia y encarecimiento, esta civilización de medios ma-
lo cuentan en su significado propio y corresponde mantener sivos ha prestigiado, a su pesar, la eficiencia persuasiva y la
una oposición que no debe resolverse. Sobre todo, y es nece- fuerza de convicción del silencio.
sario advertirlo explícitamente, el silencio no se entiende C?mo en pocas otras épocas, la palabra oral, la palabra
como "ese silencio-que-vale-más-que-las-palabras" (asumo la escnta, se usa tanto y al mismo tiempo se desconfía tanto de
trivialidad del estereotipo y de sus eventuales versiones posi- su uso. Constituye uno de los rasgos característicos de la cul-
bles). tura contemporánea y, según Gérard Genette, quien atiende
el fenómeno desde un punto de vista estrictamente literario
es P?sibl~ datar mucho antes la iniciación de este aprecio po;
el sllenc10; aparece como la tendencia más marcada de la
14 UXA RETORICA DEL SU.E:-:/ClO EL SILENCIO E:-{ CUES1'lü~¡ ALdU;..'AS BXCLUSIONI<~S ..
15

preocupación literaria actual, pero ya contaba con la decisión más bien la estupefacción ante alguien que pudiera disentir
de Flaubert quien "ahogaba las cosas que había que decir: con uha verdad tan trivial antes que la búsqueda de una
entusiasmos, rencores, amores, odios, desprecios, sueños, respuesta que se sabe negativa de antemano, porque no pue-
recuerdos [. .. ] Pero un día dio forma, como por añadidura, a de ser de otra manera. ·
ese proyecto de no decir nada, ese rechazo de la expresión En la misma Oportunidad, y a propósito del "combate per-
que inaugura la experiencia literaria moderna".' petuo" que hacía Flaubert contra la imposición intolerable de
La modernidad que radica Genette en Flaubert no se res- un lenguaje siempre ajeno, la asociación de palabras conven-
tringe solamente a una a11steridad emotiva, más bien consti- cionales, preexistente, decía Francoise Gaillard: "Lo que él
tuye una propiedad inherente al texto, y es en ese sentido que designaba tontería era esa voz del otro en sí mismo, él como
nos interesa: una sobriedad que anticipa otras abstinencias otro, extraño a sí mismo, por esa desapropiación de su pa-
textuales, el refugio del blanco y negro contra la obsesión de labra. Algún otro habla por mi boca".'
la opule11cia, un horror pleni que supera el horror vacui de La vigencia del problema tolera una digresión. En el cuen-
otras épocas. "Ese regreso que remite el discurso a su revés to ''Utopía de un hombre que está cansado", Borges imagina
silencioso, que es hoy para nosotros la literatura misma, evi- el siguiente diálogo:
dentemente ha sido Flaubert el primero en emprenderlo."' ~Dueño el hombre de su vida, lo es también de su muerte.
-¿Se trata de una cita? -le pregunté.
-Seguramente. Ya no nos quedan más que citas. La
II. CONTRA LA TRIVIALIDAD lengua es un sistema de citas.'
Teoría y demostración: las pruebas están ahí mismo; sin
Es una voluntad de austeridad la suya que se conecta ninguna indicación tipográfica ni discursiva, sin hacer ningu-
directamente, por tratarse del autor de Bouvard et Pécuchet, na marca distintiva, Borges acaba de citar a Leopoldo Lu-
con la creciente aversión hacia los estereotipos del lenguaje, gones quien, en el tercero de sus cuatro Estudios helénicos
esa manía de consagrar las prácticas idiomáticas y literarias decía: "Dueño de su vida, el hombre, lo ~s también de st~
anteriores y, al mismo tiempo, renegar contra la inevitabili- muerte".
dad de pe11sar (no pensar) por su intermedio. Pero es sólo gracias al azar de la lectura y de la memoria
Una actitud muy características de los autores del siglo es que el lector se encuentra al corriente de que había sido
el reconocimiento consecuente y COllCOmitante de que sólo el Lugones quien escribiera previamente esa sentencia. Aunque
silencio ofrece la posibilidad de evitar los automatismos del se descuenta que cualquier enunciado actual es una transfor-
lenguaje. ¿Cree Ud. realmente que se puede hablar con otra mación de discursos poéticos anteriores, no hace falta recu-
cosa que con estereotipos?", se cuestionaba Alain Robbe-Gri- rrir a la pragmática del texto para saber que el sentido de la
llet en un Coloquio de Cerisy,' y la interrogación manifiesta afirmación cambia si me entero de que se trata de un enun-
ciado de "discurso repetido".'
1
"Étouffait des choses a dire: enthousiasmcs, rancoeurs, amours, haines,
rpépris, róvcs, souvenirs ... Mais il a formé un jour, comme par surcrort, ce projet
de ne rien dire, ce refus de l'expression qui inaugure l'expericnce littéraire mo~ 4
"Ce qui'il nommait b&tise était cette voix de l'autre en lui lui comme autre
deme" (Figures, París, 1966, p. 242). rendu étranger a lui-méme, par cette désappropriation de sa'parole. Quelqu'u~
2
"C,e retournement, ce renvoi du discours a son envers silencieux, qui est pour d'autre parle par ma bouche" (ibid., p. 183).
nqus aujourdbui, la littérature milme, Flaubert a óté bien évidcmment, le pre- ! Jorge Luis Borges, El libro de arena, Buenos Aires, Emecé, 1975, p. 129.
injer a l'entreprendre" (loe. t;it.). 6
Eugenio Coseriu, Problemas de semántica estructural, Madrid, 1977, pp. 113
a COlloque de Cerisy, Prétexte: Roland Barthes, París, 1978, p. 268. SS.
16 UNA RETORICA Dl~L SILENCIO EL SILENCIO ¡.;N CUES'l'ION; ALGUNAS :¡.;xcLUSIONES ...
17

El sentimiento de abuso proviene de un lenguaje que obli- una desconfianza sistemática hacia la inflación natural del
ga a decir lo que dicen otros. Ya es un hecho tan incontrover- discurso una actitud de rebelión contra el abuso 0 la inge-
tible que Borges ni cree necesario indicar la procedencia de nui~ad de creer que la verdad está en las palabras, sin pre-
su frase porque él la inscribe netamente en un lenguaje que, vemrse coptra la gran trampa de la mención-mentira. El
entiende, no es más que un sistema de citas. Si todos los recelo es doble y se justifica: recelo hacia la inutilidad del
enunciados no son más que repeticiones, ¿para qué y cómo decir pero un igual recelo hacia su contrapartida semejante,
marcarlas? ¿Cómo determinar los enunciados nunca dichos? hacia los riesgos que corre quien renuncia a hablar.
Si ya el Coheleth no sabía más que de repeticiones, ¿cómo La desconfianza no puede suspenderse sobre todo frente a
pretender, ahora, la novedad más que el olvido? un lenguaje que habilita sin reparos la articulación de afir-
A pesar de que "la cita es una práctica literaria definida", maciones como: "Yo miento", la inevitable paradoja atribuida
según afirma Genette,' forma parte ineludible de una activi- algunas veces a Epiménides, algunas más a Eubúlides de
dad ((palimsestuosa" necesaria, la misma que participa en la Megara o cualquiera de las variantes posteriores que siguen
"utopía borgiana de una literatura en transfusión perpetua renovando esta formulación; la paradoja consigna aforística-
(o perfusión transtextual)".' Por eso hace falta dispensar una mente esa traba lógica de donde podría partir la contradicto-
atención más cuidadosa al tema del discurso repetido y dis- ria especie artística y verbal. Acción o dicción es, además, la
tinguir los dos aspectos de un mismo fenómeno literario y falsa alternativa que aflige a toda interrogante fáustica: una
lingüístico. Más tarde se atenderá la repetición textual ya no disyuntiva cerrada entre hacer y decir que se manifiesta en
como uno de los blancos preferidos atacados por el silencio, la la deserción arquetípica de Rimbaud, por un lado, o en la
resistencia a hablar, el escrúpulo reiterativo, sino como parte solución más optimista de Sartre: "[ ... ] callarse no es que-
decisiva y específica constitutiva y esencial de la mecánica de darse mudo, es resistirse a hablar y, por eso, hablar to-
la lectura: esa acción literaria que apenas se mantiene en davía".9
una difícil posición de equilibrio, suspendida entre la cita y la Para Sartre, silencio y palabra pueden ser acción eri la
reticencia, la repetición y el silencio. misma medida; ya se sabe: "El escritor 'comprometido' cree
que la palabra es acción". Sin embargo, una prestigiosa tradi-
ción cuestiona la certeza de esta convicción. En consecuencia,
III. LA PHOTESTA SILENCIOSA
si la palabra puede ser como acción bastante dudosa
(dejamos de lado por el momento el problema de los verbos
On no peut que parler autour du silencc et rares sont
ceux qui pcuvcnt tenir la gageure de parler du silencc performativos, el How to do things with words de Austin, o
dans le silence. su expresiva Traducción Quand dire c'est {aire, y también
Pierre Boudot todo el expediente lingüístico-teológico de la "verbocreación")
el silencio puede ser más dudoso todavía. '
Con1o variación de esa misma aversión hacia los estereoti- La renuncia a hablar, el silencio como único pronuncia-
pos y la insuperable impotencia para eludirlos se observa miento, son formas de resistencia que limitan peligrosa-
también la desconfianza hacia todo tipo de pronunciamiento, mente con la abstención, la indiferencia, la desaparición, un
1
"La citation est une pratique 1ittéraire définie" (Palimpsestes, París, 1982, p.
dejar de decir que puede entenderse como un dejar (de)
15).
8 uutopie borgésicnne d'une littérature en transfusión perpétuelle (ou perfu- 9
J.P. Sartre, Qu'est-ce que la littérature?, París, 1948, p. 32: "Se taire c'est
sion transtextuelle)" Cibid., p. 453). n'est pas étre muet, c'est refuser de parler, done parler encare".
U:\' A RlnORICA DEL SILI~i\'ClO ·EI. SILE:-¡'ClO EN CUESTION; ALGUNAS EXCLUSIONES . .,
18 19

hacer. Sólo es posible suponer o presumir, sin verificar, un cimiento. a fin de. entrev~r algún horizonte, a fin de que ocu-
gesto heroico pero que, por no verbalizado, pasa ignorado o, rra la comc1denc1a o fus1ón indispensable a la recepción. No
más bien, no pasa. Es cierto que la palabra no alcanza, pero ha~ ninguna. seguridad de que se conjeture una interpre-
el silencio menos. ¿Cómo hacer para superar la vigencia del tación a part1r de un d1scurso que no se dice de una inten-
conflicto? ción que no se conoce, sobre todo porque tam~oco se sabe si
En todo caso se aceptaría la confianza en la eficacia de existe.
callar, esa que acredita Sartre, siempre que fuera posib~e Por algo el narrador de Cervantes toma partido por las
reconocer en ese silencio un "sintagma-cero", una especie armas y no por la literatura, pero esa defensa la asume pre-
combinada de signos cero, de esos signos de los que hablaba cisamente Don Quijote en el capítulo XXXVIII de la novela
Saussure: "No es necesario un signo material para expresar "que trata del curioso discurso que hizo Don Quijote de las
una idea; la lengua puede contentarse con la oposición de armas y las letras". Por algo también es justamente ese capí-
algo con nada". Más tarde Ch. Bally, Roman Jakobson Y tulo el que prefiere· Pierre Menard para escribir su propio
otros, retoman la misma noción. Recientemente Tadeus Quijote.
Kowzan también observa el valor de esa unidad estructural Es sabido que Cervantes, o su narrador (como Quevedo en
aplicada al análisis del fenómeno teatral." , . . el pasaje análogo y posterior de La hora de todos) falla el
De la misma manera, el silencio de Sartre sería Slgmficah- 'pleito contra las letras y en favor de las armas "C~rvantes
vo, en tanto que ausencia de un pronunciamiento, de un era ~a viejo militar: su fallo se explica. ¡Pero que el Quijote
gesto, de un discurso, pero sólo allí donde estos hechos estu- de P1erre Menard -hombre contemporáneo de La trahison
vieran previstos; efectivamente, el silencio presentaría en- des clercs Y de Bertrand Russell- reincida en esas nebulosas
tonces "un alto valor significativo", pero la previsibilidad de sofisterías! Madame Bachelier ha visto en ellas una admi-
una manifestación es su condición indispensable. Si el dis- rable Y típica subordinación del autor a la psicología del hé-
curso no estaba previsto, se pierde la relación de contraste, el roe [. . .]" comenta el narrador de Borges. u
silencio se pierde para la significación, escapa a las nece- Interesa examinar esta inversión en forma particular. Del
sarias oposiciones del sistema, m1smo modo que Roland Barthes proponía orientar la in ves-
Pero es otro el problema que se plantea. En el mejor de tigación de la imaginación de Proust a partir de un régimen
los casos, aun como signo-cero, por oposlción a un discurso de ~ontrarios, la "enantiología" (del griego enantion: con-
previsto pero que no ocurre, y por el hecho mismo de que ya trarw, enantiosis: oposición), 12 o un discurso de inversiones
desde la previsión se inicia la experiencia estética -de se reconoce también aquí que entre la oposición de término~
recepción teatral o de cualquier otro tipo- el silencio queda se encuentra el origen de toda cosa.
sometido a las interpretaciones del receptor, a quien ese Las imágenes de Borges, de Quevedo, de Cervantes, co-
silencio va dirigido como mensaje. ¿Acaso se entera el recep- rresponden -con mayor nitidez todavía que en Proust- a
tor de la naturaleza comunicativa de ese silencio? ¿Cómo una estética especular, le monde renversé una constante
provocar la interpretación del receptor si no sabe de la exis- im.agin~tiva ~e la revelación por el espejo qu'e compromete la
tencia de un objeto a interpretar? Cada uno interpreta de ev;denc1a art1sbca ya que va más allá del puro artificio o del
acuerdo con su horizonte de expectativa; es así, pero para ac1erto eficaz de un procedimiento. Determina una cosmo-
eso, es necesario que el silencio se presente como un aconte-
11 • "Pierre Mcnard, autor del Quijote", en Ficciones, Obras completas, Buenos
Aires, Emecé, 1974-.
12
10 En la revista Degrés, Nº 31, verano de 1982: "Signe zóro de la parole". "Une idée de rccherche", en Recherche de Proust, París, 1980, p. 34.
EL SILEKCIO EN CUESTION; ALGUNAS EXCLUSIONES ... 21
UNA RE'rORIGA DEL SILENCIO
20
como equivalencia, ya no da altemat·
visión estética pero escapa a los riesgos narcisistas, el viejo da. !'fo es tampoco la desesperad'
aqm se plantea. on
1V:ealguna. No hay sali-
ese Sllencw el que
peligro de sucumbir (a)negado por la seducción de la propia
imagen. (Narciso vivirá sino persigue su imagen, había adi-
vinado Tiresias.)
Esta estética deviene asimismo un instrumento cognosciti- IV. EL SILENCIO DE LOS OTHOS
vo, una "catoptromancia" que, como otras "mancias", ejerce la
adivinación, una suerte de conocimiento también, pero por Like murderous Cordelia, children k .
destroy another human being. Or lik:~w that sllencc can
medio del esp~jo. En el universo borgiano, de la misma ma- ber that severa} have su . d aika they remem-
nera que en el Siglo de Oro español, no se ve sólo per specu- but none their silence. rviVe t..he songs of the Sirens,
lum in aenigmate sino que es el espejo mismo el revelador de
George Steincr
los enigmas.
Pero aún está el espejo. La verdad que aparece por refle-
Ese silencio voluntario doblem
xión aparece invertida. A pesar de eso, la imagen revela. sospecha de la palabra ' b' ente sospechoso -ya que
. pero es o aeto de sos h
"Ahora, parcial es mi cienci.a, pero conoceré como hoy soy co-
t lene .por contrapartida e1 Sl'1 enc10. d e los otro
pec a a su'1vez-
nocido", también dice Pablo con la esperanza de ver la verdad conspiratorio, eso que los al . s, un SI encio
"cara a cara". Como ésa, la revelación por la imagen es antes de la segunda décademdanl e~ supieron llamar todavía.
. . t . a e siglo -pero con . .•
bilateraL Fascinado por el texto, el lector lo examina, pero al ant 1c1pa ona- la Totschwe ''g en ta k 1!'k mucho m · prec1s10n ·
mismo tiempo el texto examina al lector. La reflexión, como mente, e1 equivalente español , e l"ninguneo"
. ' as recwnte-
el axolotl de Cortázar, es una larva que fascina, otra máscara s e t rat a de una concesión ·
de los muertos, un fantasma que se identifica con quien lo ignora; la falta de come t . ' pero alevosa: alguien sabe pero
. n anos con que se pret di. . .
piensa. 1os escntos de Freud en un . . . en o amqmlar
Por reflexión, el espejo y la lámpara inician un proceso de prolongadamente o todos lopndn_Clp10, los de Karl Kraus, más
' s 1scursos que no ·
identificación y extrañamiento a la vez, la distancia como amenazado establishment . . se aJustaran
distinción, ce moi-la que se empieza a reconocer a partir de
al
discusión tácitamente vie:ne~ eran "consentidos" sin
una semejanza que habilita, precisamente, la advertencia de El 'l ' . ' para supnmlrlos
lo diferente: es el fenómeno de la identificación, tan ambiva-
lente como la palabra que lo designa, ya que se identifica
Sl encw suele ser un procedimi t.
y, sobre todo, no deja rastros e
creta, que no se manifiesta d
t':n ..
o de anulac10n eficaz
t~ns 1 uye una a~eptación dis-
tanto porque se diferencia tanto porque se asimila. vertencia dialéctica el d' ' esdmlada a neutrahzar por inad-
'1
~pasivamente,
1scurso e otro· acced .
La clave está en la imagen: por medio del espejo es posible en Sl encio, con la certeza de ue '
orientarse en le monde renuersé y descubrir la verdad que allí más todavía, ni empieza a ex~tirun texto deJa de existir o,
se encuentra pero invertida. Conforma así la lógica paradoja! cuya recepción sea ca az de d por carencia de un lector
que articula el pensamiento borgiano y activa su imagi- textuales" -el adJ' etf'v d esGencadenar los seguros "trans-
d' 0 es e enette- q t' .
nación, generando estructuras abismales, especulares, figu- me lO de una lectura-escritura (aun u~ con muen por
ras antitéticas, los aciertos contradictorios del oxímoron, los ca) la existencia del texto. refutahva, aun paródi-
opuestos, por simétricos, identificados.
Pqro la identificación de los contrarios acción 1dicción
acentúa todavía más la clausura de la disyuntiva inicial que
se proponía sólo aparentemente opcional porque, observada
U~A RgTORICA DEL SlLp;;\ClO EL SILEXCIO EN ClJES1'lOX; ALGGNAS EXCLUSIONES .. 23
22

V. LA RI:<3PRESENTACION DEL SILENCIO tracciones comerciales, distribuido en discos donde sólo se ha


grabado el silencio y que ofrecen como otra opción más, algu-
Puissancc du langagc: avec mon 1angagc je puis tout
nas discotecas en sus juke boxes, esos equipos que se encuen-
fairc: méme et surlout ne rien di re.
Roland Barlhcs tran con tanta frecuencia en Estados Unidos y en ciudades
de otros países. Los discos de silencio pueden ser oídos me-
Los ejemplos que siguen, proporcionados abu~dantemente diante el mismo procedimiento que se aplica al funciona-
por la literatura y el arte del siglo, pr~sentan. d1ferentes ~or­ miento de cualquier otro disco."
mas de un silencio elaborado por med1o del d1scurso, o b1en, Por otra parte la literatura proporciona innumerables
más frecuentemente, del silencio que aparece c?;no su refe- ejemplos de silencio referido pero, salvo algunas modalidades
rente. Entre los más claros bastaría la mencwn de J o~n artísticas que se observarán más adelante, se trata de una
Cage, un músico precursor y singularmente representativo referencia más, la forma verbal, apenas contradictoria, de un
de la "estética del silencio", y su 4'33", el famoso conc1~rto (o silencio que se menciona. El silencio nombrado, descrito, na-
des-concierto; más bien) de silencios sup~rpu~stos: sllenc10 rrado, que ocupa su lugar y tiempo en el discurso: la deno-
del compositor silencio del intérprete, s1lenc•o del oyente, tación de un objeto discreto más.
que se extiend~ simultáneamente: sin interrupción, durante Por ejemplo, el narrador uruguayo Felisberto Hernández
ese lapso de cuatro minutos y tremta y tres segundos anun- se ocupa con frecuencia de describir ese silencio en sus cuen-
tos. En El acomodador, un personaje que trabaja en el cine y
ciado por el título de la obra. .
El primer concierto ocurrió en 1952 y compartieron esta que, en la oscuridad, prescinde de linterna para acomodar a
no-ejecución Merce Cunningham, Dav1d Tudor y Robert los espectadores en sus asientos porgue sus ojos "poseen luz
Rauschenberg. Años más tarde, en 1962, Cage crea un n':'evo propia", describe así el extraño protocolo con que se iniciaban
concierto a partir de su mismo architexto: 0'00". Esos silen- las cenas a las cuales, caritativamente, era invitado:
cios orquestados por Cage pueden ser interpretados como la
"Primero se entraba a un hall casi tan grande como el de un
representación de ñada, de una especie de. cao.s; de mundo no
teatro; y después se pasaba al lujoso silencio del comedor.
organizado 0 más bien, previo a la orgamzacwn. Algo seme-
Pertenecía a un hombre que ofrecería aquellas cenas hasta el fin
. t a la luz blanca de Newton: una con-fusión de todos los
Jan e . 1 · d' de sus días. Era una promesa hecha por haberse salvado su hija
colores y, al mismo tiempo, la propiedad natu~": e m •"~~n- de las abl"'lias del rio. Los comensales eran extranjeros abrumados
sable para apreciarlos: la iluminación que hab1hta su VlSlOn; de recuerdos. Cada uno tenía derecho a llevar a un amigo dos
algo así como una condición de la que depende toda percep- veces por semana; y el dueño de casa comía en esa mesa una vez
ción, la hace posible, pero que, al m1smo tiempo, es su conse- por mes. Llegaba como un director de orquesta después que los
cuencia. Si vale la comparación más allá de .estas presun- músicos estaban prontos. Pero lo único que él dirigía era el sílen~
ciones, el silencio que se interpreta en los c?nc1~;tos de Joh_n cio. A las ocho, la gran portada blanca del fondo abría una hoja y
Cage representaría -como imag~n y reahzacwn- por v1a aparecía el vacío en penumbra de una habitación contigua; y de
estética "an-estésica", ese s1lenclo que perm1te llegar a lo esta oscuridad salía el frac negro de una figura alta con la cabeza
esencial del sonido y al que dedicaremos más adelante inclinada hacia la derecha. Venía levantando una mano para indi-
carnos que no debíamos pararnos; todas las caras se dirigían
-superados los reparos de la metodología negativa de esta
introducción- la mayor atención. ..
Un silencio similar -aunque registrado- tamb1~n 13
Gérard Genette anota esta información en Figures, al pie de la pQ.gina 236, y
aparece en el marco de esparcimientos más populares, de d1s- es de allí que se obtiene.
24 UNA RI~1'0RICA DEL SILENCIO
EL SILENCIO EN CUES'riON; ALGUNAS EXCLUSIONES."
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hacia él; pero no los ojos: ellos pertenecían a los pensamientos


que en aquel momento habitaban las cabezas. El director hacia
siones y alusiones con que el discurso sabe prevenir la pro-
hibición y el castigo.
un saludo al sentarse, todos dirigían las cabezas hacia los platos
y pulsaban sus instrumentos. Entonces cada profesor de silencio · Si bien se tomará en cuenta -porque no puede ser de otra
tocaba para sí. Al principio se oía picotear los cubiertos; pero a m~nera- la irrecusable verdad con que Ludwig Wittgens-
los pocos instantes aquel ruido volaba y quedaba olvidadoY tem .concluye tautológicamente el Tractatus logico-philo-
sophwus:
Las correspondencias plásticas de esta versión literaria "Wovon man nicht sprechen kann, darüber muss man
anticipan -a~ant la musique- los conciertos de J ohn schweigen" [Donde no se puede hablar, se debe callar], se
Cage, multiplican formas de una ausencia similar a esos hac~ constar que no se intenta reducir los aspectos episte-
silencios: desde el cuadrado negro de Kazimir Malevitch, mologicos de esta sentencia a las eventuales adecuaciones
las exposiciones en blanco o monocromáticas de Yves Klein, políticas (o policiales) a las que podrían aplicarse taxativa-
las telas negras de Frank Stella o el más reciente Untitled mente, aunque sin duda trascienden. Pero ese sile~cio existe
del norteamericano Robert Ryman, donde el acceso a una Está presente. ·
sensibilidad inmaterial se hace más clara y más evidente la
correspondencia con el silencio: la tela blanca, en blanco, no
se explica por el horror místico de Mallarmé sino como una VIL EL SILENCIO FINAL

exasperación postergada, la expectativa pura, que vale


como una propuesta o una provocación: el contemplador Es necesario extender más todavía la cautela anterior
enfrentado a una experiencia estética suspendida: "Puede marcando otra limitación (la última exclusión de esta instan-
ser aburrido y vacío. Puede colmar con sensaciones e ideas. cia inicial): Tampoco se abordará -aunque se asuma en
Puede ser usted"." Es el comentario que se reproduce en el forma más que solidaria- el silencio fraternal y culpable
catálogo. que, recurrentemente, nos aflige desde las predicaciones
bíblicas. "El hombre que oye, que es testigo, que ve y que
sabe Y que no habla, es culpable." Abe! calla. Desde entonces
VI. EL SILENCIO PRESENTE hasta la lapida;,ia negación de Th.W. Adorno: "No poetr;
after Auschw1tz , son numerosos los silencios que hay que
Dadas las circunstancias en las que se elabora este estudio negar y definir.
(Montevideo, 1981-1982), es necesario advertir también, Aun abstrayéndolos, estos silencios abruman cualquier
desde el principio, que no se intenta examinar las variantes consideración preliminar sobre el tema, y si bien no se exa-
que in'lponen, compulsivamente, históricamente, sin ape- minarán P?rque no forman parte de nuestro objeto de estu-
lación, el silencio obligatorio o las consiguientes coartadas dw, no qu1ere decir que estén ausentes. Al contrario son
estéticas o semióticas que suelen provocar ciertas formas de nuestro paisaje, en el cual también se inscribe la concl~sión
censura oficial. Por eso tampoco cuentan en este caso las elu- con que Paul Verlaine clausura su Art poétique: "Et tout le
reste est littérature" que se inscribe como necesaria transfor-
14
Felisberto Hcrnández, "El acomodador" en Nadie encend{a las lámparas mación hipertextual, sobre el más famoso: "And the rest is
incluido en Obras completas, vol. 2, Móxico, Siglo XXI, 1983. silence", renovando el juego dialéctico entre decir y no decir
15
"It can be du1l and blank. It can brim with sensations and ideas. It is you" que todavía no ha agotado sus ecos y resonancias. '
(Edward Lucie~Smith, Art int he Seuenties, Nueva York, 1980).
El procedimiento apofático no pretende agotar las nega-
U:-.;A RETORICA DEL SILENCIO
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ciones. Por ahora, el silencio de la lectura aparece elusiva- ACTUALIDAD DE LA RETORICA


mente sólo por eliminación o contraste. Se sabe que son
numer~sas las variaciones de silencio a las que se opone este
silencio particular. Toda afirmación es, antes que nada, :ma
vasta· serie de negaciones pero, sabiendo que no es posible
atenderlas por la misma vastedad de la exclusión, más allá
de los ya excesivos procedimientos preliminares, perm~~ece:'
-no puede ser de otra manera- como margen, tambien SI-
lencioso, de este trabajo.
La obra literaria tiende a constituirse en un momento de
reticencia y de ambigüedad, pero ese objeto silencioso lo
fabrica, por así decirlo, con palabras, y ese trabajo de anu-
lación es un proceso típicamente semiológico, pasible
como tal de un análisis del mismo orden: la literatura es
una retórica del silencio.
Gérard Genettc

Un proceso semiológico de anulación, de reticencia y de


ambigüedad similar al que atribuye Genette a la constitución
de la obra literaria se toma también aquí como punto de par-
tida para estudiar el silencio de la lectura. Para ello se inten-
ta elaborar una retórica, una retórica del silencio -según
dice Genette- pero partiendo de las reivindicaciones con que
se actualiza esta disciplina en las últimas décadas, es decir
como un estudio de las especulaciones dialécticas que la
mente es capaz de concebir y el discurso de representar, más
que esas técnicas y prácticas de un arte oratoria que regis-
traba Quintiliano.
A manera de prólogo a una publicación dedicada a Recher-
ches rhétoriques, decía hace algunos años Claude Bremond:
"Ocuparse de retórica ya no puede pasar en Francia ni por
un anacronismo ni por un desafío de vanguardia [. .. ] Sa-
bemos que la retórica no es un adorno del discurso sino una
dimensión esencial de todo acto de signi.ficación"."

16
"S'occupcr de rhétoriquc nc pcut déj8. plus passer en France ni pour un
anachronismc, ni pour un déli d'avant-garde [ ... ] Nous apprenons que la rhéto-
rique n'est pas un orncmcnt du discours mais une dimension essentielle a tout
acte de signifi.cation. Claudc Bremond, Communications, núm. 16, París, 1970.
UNA RETORICA DF:L SILENCIO ACTUALIDAD DE LA.RETORICA 29
28

A fin de conocer algunos aspectos particulares de esa di- tiene inconveniente en afirmar: ''Escribo -o reescribo- el
mensión esencial, se tratará de aplicar aquí la retórica al estu- texto que leo, más y mejor de lo que su autor lo ha hecho". 20
dio de algunos mecanismos de la lectura, en tanto que ac- Sobre todo -y la cuestión es bastante complicada-, porque
tividad literaria productiva. De ahí que se atienda, en el mismo su función crea una entidad ambigua, intermedia e interme-
sentido, a lo que dice Michel Charles con respecto a que "esta diadora, una intermediación que sigue siendo objeto de tan-
retórica no puede constituirse sino a partir de la poética. N o es tas discusiones, de enfrentamientos, de resentimientos (el
de un orden diferente al de la poética. En todos los casos, no malentendido, origen del lugar común que simplifica como
existe poética sin retórica y lo contrario es verdad". 17 "frustración" la fecunda relación del crítico con la literatura).
La inversió;., del punto de vista es sólo .aparentemente Se verifican equívocos de diverso género pero que pueden ser
copernicana ya que de la misma manera que la retórica explicados en forma general por la necesidad de mantener un
tradicional describe y prescribe los principios de la composi- equilibrio difícil, entre dos aguas, de quien lee y escribe a la
ción desde el punto de vista del autor, se intentará hacer otro vez, quien cumple en una sola instancia dos funciones rivales
tanto desde el punto de vista del lector. Por lo tanto no hay por competitivas pero, sobre todo, por limítrofes, solitarias
inversión sino -provisional y operacionalmente- una indis- solidarias, independientes pero complementarias.
tinción de funciones válida si se toma en cuenta que ambos, Contraria a la indistinción autor-lector que acabamos de
autor y lector, están comprometidos por la existencia de la señalar como necesaria a nuestro objeto retórico, la relación
misma obra: "[ ... ] La retórica no ha sido nunca la elocuencia del crítico con la literatura implica la reunión, en una misma
sino una teoría del discurso", decía también Michel Charles." función, de actividad y producto, de recepción y realización.
Sin embargo, y siempre a título de precaución delimitati- "[ ... ] el crítico no puede sustituir al lector en nada", decía R.
va, se deja constancia de que las funciones del crítico no se- Barthes hace algunos años, por tratarse precisamente el
rán abordadas más que subsidiariamente aunque se reconoz- crítico de un lector "que encuentra en su camino un mediador
ca asimisn1o -con1o ya lo había expresado Genette- que '{no sospechoso: la escritura".
hay ningún inconveniente en admitir que la crítica tal como La lectura-escritura crítica supone una relación de la
la concebimos sería, parcialmente al menos, algo así corno misma índole que la que se verifica en la consecutividad
una nueva retórica". 19 intertextual, tomando como referencia básicamente el trá-
Esta discriminación provisional 'contra la lectura crítica mite translingüístico que reconociera Julia Kristeva en sus
debe atribuirse exclusivamente -menos que a una condición famosos estudios incluidos en Séméiotike, ya que también en
de lector profesional, que hace de la lectura su profesión, lo esa lectura-escritura el autor, el crítico, desarrolla un texto
que configura un estatuto bastante atípico- al hecho de que precedente, un texto ajeno del cual deriva y al cual-por vía
se trata de un lector que escribe, de un lector escritor que no hermenéutica- transforma: "[ ... ] todo texto se construye
como un mosaico de citas, todo texto es absorción y transfor-
17 "C'cst pourquoi ccllc rhétorique ne pcut se constituer qu'a partir de la poó- mación de otro texto~'. 21
tiquc. Elle n'cst pas d'un autre ordrc que la poétiquc. Dans tous les cas, i1 n'est
de poéiique sans rhétoriquc -et l'invorse est vrai-" (Michel Charles, op. cit., p. 20
62).
"J'écris ----ou je réécris-le texte queje lis mieux et plus loin que son auteur
Ja "[ ... ] la rhótorique n'a jamais été l'éloquence, mais une théorie du discours" ne l'a fait" (R. Barthcs, Le grain de la voix, París, 1981, p. 180) [El grano de la
(M. Charles, Rhétorique de la lecture, París, 1977). voz, México, Siglo XXI, 1983, p. 197].
"[ ... J tout texte se construit comme un mosalque de citations, tout texte est
21
19 [ ••• ] aucun inconvénient a admcttre que la critique telle que nous la con~

cevons scrait, partiellcment du moins, quelque chose comrne une nouvelle rhé~ absorption et transformation d'un autre texte" (J. Kristeva, Séméiotiké,
torique" (G. Genette, Figures II, París, 1969, p. 16). Recherches pour une sémanalyse, París, 1969, p. 146).
30 U:-\A RBTORICA DEL SILE:-\CJO AC1'UALIDAD DE LA RETORICA 31

La derivación intertextual de la escritura crítica resulta función regular. Por su parte el discurso crítico cumple un
más clara y expone más su dependencia que otros textos lite- desarrollo metatextual y, por tanto, hace explícitas referen-
rarios, presentando además características que le son especí- cias que el texto literario comprende implícitamente aunque
ficas. De ahí que sea más adecuado aplicar a la derivación también suele referir de manera explícita lo que ya es explí-
crítica una de las necesarias variantes que ha establecido Ge- cito en el texto. Se tr:;¡ta de una metatextualidad compleja
nette a partir del mismo paradigma -tan transitado por las porque atiende a un referente por lo menos doble: por vía de
contribuciones teóricas de Jos últimos años- precisando las citas y paráfmsis refiere lo que el texto dice, refiere lo que el
características que diferencian las diversas modalidades del texto no dice y, &demás, de acuerdo con las doctrinas teóricas
fenómeno general de transformación textual: "El tercer tipo que aplica y el vigor de sus convicciones, formula considera-
de trascendencia textual, que denomino metatextualidad, es ciones relativas :;¡l sistema de la obra -y no es lo mismo-, al
la relación designada corrientemente como 'comentario', que sistema al cual la obra se remite. Exterioriza así los datos
une un texto a otro texto del cual habla sin necesidad de conjeturales de una lectura subyacente, la suya, un modelo
citarlo[. .. ] Se trata, por excelencia, de la relación crítica"." textual a partir del cual el crítico se pronuncia, decide,
Sí se soslaya la lectura-escritura crítica de estas aproxima- porque ésa es su función. Se aparta de la función silenciosa
ciones a la retórica del silencio, se debe en gran parte a esa del lector. Decía Barthes al final del pasaje que ya he citado:
razón metatextual; la labor hermenéutica ocurre de manera "Así anda la palabra alrededor del libro: leer, escribir: de un
similar al discurso metalingüístico que intervienen en la deseo al otro va toda literatura".
comunicación verbal haciendo explícitos elementos pertene- No se trata de describir las etapas de una consecutividad
cientes al código -el lingüístico- que existe necesariamente mecánica, dos instancias sucesivas de la diacronía literaria
como el primer implícito, indispensable, a partir del cual se (se escribe porque se lee) sino, sin descartarlas, de observar
da el acontecimiento social por la palabra. Se sabe que la un fenómeno pqr el cual esas etapas consecutivas -como
comunicación es posible gracias a la existencia de un código consecuencia n1ás que como continuidad- son asimismo las
que utiliza el hablante, que también utiliza el oyente y, sobre dos caras constitutivas que se encuentran en el núcleo de
todo, porque implícitamente es el que comparten ambos. toda generación, gestación literaria, resolviendo acrónica-
Roman Jakobson advertía sobre el carácter diferencial de la mente su temporalidad, espacializándola en una dimensión
función metalíngüística pero sin ignorar su asimilación a la diferente, una a-dimensión tal vez, un lugar sin lugar y sin
función referencial, colocándolas ambas en lugares opuestos tiempo de la obra.
simétricos de su famoso esquema. No es difícil comprender Tal como aparece en Les mots; Leer y Escribir son efectiva-
que por medio de la función metalingüística se está cum- mente los episodios de un itinerario biográfico, la historia li-
pliendo una función propiamente referencial, aunque espe- teraria del autor (la particular de Sartre) o las épocas de
cial por la naturaleza de su referente. cualquiera otra biografía literaria, pero, al mismo tiempo,
En efecto, la función metalingüística "transgrede" circuns- constituyen las dos partes contrarias, recíprocas y necesarias
tancialmente el principio silencioso del código, traspasa la que dan origen a la obra. Son los dos ejes que se cruzan ge-
presencia implícita que es su naturaleza. Pero ésa es una nerando en su acción la obra literaria.
La transtextualidad literaria se cumple según una me-·
~ 2 Le troisiómc typc de trasccndancc tcxtucllc, que jc nommc métaiextualité, cánica de imitación y transformación: la presencia positiva o
cst la relation, on dit plus couramment de 'eommcntairc', que unit un texie a un
autre tcxte dont it parle sans nccóssairemcnt le citcr [ ... ]. C'cst par cxccllonce, negativa de un modelo que se respete o se refute está ahí.
la rclation critique" (G. Gcnctte, Palimpsestés, op. cit., p. 10). Ahora bien, la metatextua.lidad, en tanto que consecutividad
UNA RETORICA DEL SILENCIO
32

ELOGIO DE LA LECTURA
crítica, se basa -según las diversas categorías que había ti-
pificado Genette- en una acción diferente. El comentario
transtextual deriva de un texto antecedente, su modelo, pero
en el recorrido transtextual que describe la lectura-escritura
crítica se produce una especie de décalage según el cual la
consecutividad se registra pero en otro plano: el metatexto
vale como una explicación conceptual, la indispensable
Auslegung por la que Friedrich Schleiermacher reconoce el
talento y la co;,dición específica de una actividad hermenéu- Que otros se jacten de las páginas que han escrito a mí
tica que no tiene por qué ser exhibida. me enorgullecen las que he leído. '
Se observa así, metatextualmente, en forma explícita, un Jorge Luis Borges
aspecto del deslizamiento natural previsible (y reversible) de
lo estético a lo teórico, de la imagen a la idea, de lo especular , Desde el pun~o.de vista de lalectura, la retórica atiende la
a lo especulativo, de la reflexión a lo reflexivo, deslizamiento mdole
1 .. d' problematlca
1, · de la apelación literaria , de la es pecu-
que es fatalidad de toda teoría porque ya (en griego) theoria acwn m ectlca que imagina el lector frente a esa "lit t
d 1 t'd . era ura
reunia contemplación y conocimiento, ambas a la vez; una e sen I o suspendido: un arte que provoca respuestas pero
ambigüedad original. que no las d~", como decía Barthes. Constituye también la
La interpretación -y justo esa palabra- también acumula postura de MIChel .charles, quien define a su vez la retórica
polisémicamente esas dos tendencias transtextuales: in- como un procedimiento indagatorio: "ni un conjunto de pre-
terpretación es realización y análisis. Por un lado, una recrea- c~ptos (o de recetas), ni un catálogo de curiosidades sino un
ción que lleva a cabo un intérprete, un intermediario (J.L. Ba- Sistema de preguntas posibles"."
rrault interpreta, Glenn Gould interpreta) porque sin esa in- . La perspectiva. s~ .~omplica todavía más porque se en-
terpretación la obra no existe como tal, permanece como pura tle~,de que la ~nq_m~ICIOn esencial de la retórica se desarrolla
virtualidad. Se trata de una interpretación artística y por lo en ese espaciO 1ntlmo", "l'espace a nulle dimension" por el
tanto el término designa el aspecto estético de la significación. que Gastan Bachelard recuerda a Joe Bousquet" y q
t b" 1 · ' ue es
Por otro, interpretación es lo que se entiende, una opera- am Ien e, espaciO de la lectura, un espacio multiplicado y a
ción receptiva y analítica, que hace al texto o a la obra, a su 1~ vez utopico, u~a imposibilidad verosímil que continúa
voz o a su verdad inteligibles, la "traducción" de los oráculos sH;~do tema Y O~J~to de las elaboraciones contemporáneas
de la pythia que, sin dejar de ser estética (o "estésica" por cnticas o no, le dehre delire. '
marcar la distinción requerida por Paul Valéry), es también Ape~ar de que no corresponde analizar el acto de comuni-
explicativa, intelectual. Ya en griego érmenéia se entendía cacwn hterana en términos de equilibrio y compensacio'
así, y el pensamiento occidental, a pesar de las precisiones est, d , - l n, no
a e mas sena ar que la posición prevaleciente adquirida
rigurosas de la ciencia y de su lenguaje, y del arte y del suyo, por ellect?r en los estudios y teorías más recientes y también
heredó esa ambigüedad, esa confusión etimológica que afecta en las vahosas ocurrencias narrativas (¿ilustración?, ¿conse-
las diferentes expresiones de decir y pensar, identificación y
dualidad a la que difícilmente se sustrae el hablante que :'Ni un ensemble de précepts (ou de recettes), ni un catalo e de e · ·
~ais un systeme d? questions possibles." Michel Charles, opt. e~, p. ll~nosttés,
23

siente, que padece, la unidad original indisociable del lagos,


G. Bachelard, Lwr et les songes, París, 1943, p. 17. ·
su condición simbólica.
34 UNA RETORICA DEL SILENCIO ELOGIO DE LA LECTURA
35

cuencia?, ¿casualidad?: Il no me della rosa de Umberto Eco . a!ternat~vamente las doctrinas consecutivas, el juego de ten-
-un lector víctima de la lectura se va destruyendo poco a siOnes s:e~pre presentes en la elaboración del conocimiento,
poco-, Se una notte d'inverno un viaggiatore de Italo el recogimiento y apartamiento de los estudios humanísticos
Calvino -un lector protagonista, un lector previsto, previsi- ~reced~ntes asignados por modelos formalistas, estructura-
ble, pasa a personaje-), coincide con la atenuación,,de la listas, mmanentes operocéntricos. Esta reivindicación his-
figura del autor, el cuestionamiento contra el narrador, la toricist~ implica ?tra vuelta de la historia: cada etapa del
desconfianza contra un deus absconditus, le dieu caché y su pensamiento contmúa contrariando, sin desconocer, la etapa
omnipote)lcia. anterior, acercándose más a la anterior a la anterior mo-
· Esta idea que James Joyce formulara irónicamente en su vimientos culturales que describen una i;,agen más prÓxima
Portrait of the Artistas a Young Man en 1916 es sintomática a Antígena que a Edipo: Antígena no destruye a su padre
de la concepción estética del siglo, derivaciones literarias de -padre Y abuelo a la vez- ni lo que él representa: al con-
la provocadora ausencia nietzscheana de eternidad: Sei per- trario, Antígona adopta a Edipo, y piadosamente, sin aban-
sonnaggi in cerca d'autore, un Pirandello de 1920, la deso- donarlo, continúa su propia lucha.
lación-soledad -la destrucción- de los personajes de Las nuevas tesis intentan recuperar, una vez más las
Kafka, "la impotencia de Robert Musil para integrar sus relaciones críticas entabladas entre literatura y socied~d a
temas en la trama novelesca"," coherente con la descomposi- partir de procesos de interacción que tienen a los términos
ción de la concepción antropomórfica, "las cualidades sin obra/ lector como polos de atracción. De tal manera que en
hombre, el relato imposible del hombre sin cualidades", las esta oportunidad la incidencia histórica se comprueba por vía
figuras de Beckett que esperan por si acaso, las obras de del lector, doblemente: es él quien introduce la historia, por
Ca mus y su toma de conciencia del absurdo, "el mal del siglo un lado, Y por otro, es el lector quien se vuelve objeto de la
Y..X". historia. · ·
La relevancia creciente del lector junto al soslayamiento Según la Rezeptionsaesthetik, la historia de la literatura y
del autor -que el estructuralismo ya había iniciado- y la del arte en general han sido demasiado tiempo sólo la histo-
concomitante decadencia del narrador, la división cognosciti- na de autores y obras. Considera que ninguna teoría prece-
va y la desintegración de su imagen como derivación del der:te atendió su~cientemente el hecho de la recepción, es
abrumador abandono de Dios, constituyen aspectos de un deCJr la Importancia que presentan las condiciones históricas
núcleo temático sobre el que volveremos detenidamente al e~. que se produce la lectura o cualquier otra forma de recep-
estudiar dentro de la retórica de la lectura el fenómeno de la cwn artística. Por lo tanto, el interés se dirige especialmente
fragmentación. hacia el lector o el contemplador de la obra de arte. Reconoce
Los fundamentos neohistoricistas que formulan los que si b~en_ <;l fenómeno de la recepción no pudo ser ignorado,
autores y partidarios de esas teorías no son nuevos sin la apreciacwn del lector se había verificado apenas por medio
embargo, sus representantes procuran sistematizar una vez de observ~cio~es discontinuas en las que el lector aparecía
más un abordaje extrínseco que procede además de convic- como un termmo de menor entidad en el circuito de la comu-
ciones filosóficas muy atendibles, de una evolución episte- nicación estética y por eso había sido regularmente disminuí~
mológica muy natural: el movinriento pendular que adoptan do o, simplemente, se onritía ese "tercer estado", el lector, el.
:~~ "L'impuissance de Musil pour intégrer .Ses thémes dans la trame contemplador, siempre "el tercero excluido" "el contra-héroe
romanesque." Elizabcth Castex, "Autour d'une oeuvre posthU:mc", en Critique, existe", decía Barthes para re habilitarlo. '
núms. 339-340, París, 1975, p. 865. En verdad es superfluo hacer constar que no es la primera
UNA RETORICA DEL SILENCIO ELOGIO DE LA LECTURA 37
36

vez que se toma en cuenta al destinatario de la obra. Desde autor al lector; el problema, como ya se ha dicho, es un pro-
la consabida catarsis aristotélica, la misericordia de San blema de cambio de objeto, de cambio de nivel de la percep-
Agustín, y posteriormente las nociones afines o derivadas: ción: la escritura y la lectura deben concebirse, trabajarse,
sinfronismos, lneinandersein, Einfühlung, Nachfühlung, em- definirse, redefinir se ambas juntas"."
patía, simpatía, todas las formas de identificación (fascina- La riqueza cuasi-onomasiológica con que se ha designado
ción, absorción, hipnosis, seducción) y las di versas modali- en la lista precedente la participación del receptor en la
dades que ha adoptado "el placer del texto" en las teorías comunicación estética, aunque vasta no agota el inventario:
más actuales. Por otra parte, pero dentro de la misma serie, sólo comprende algunas de las apenas diferentes formas con-
también se anota la Verfremdung de Bertoldt Brecht, por jeturales de acceso, por parte del destinatario -experiencia
contraria, semejante. estética mediante- a una anterioridad o a una interioridad
Son algunos de los reconocimientos teóricos que han toma- que es más bien una alteridad. Son denominaciones dife-
do debida cuenta del acogimiento estético. Por igualmente rentes que aluden al silencio específico con que el público
consabidos, tampoco deben pasarse por alto las funciones del atiende a la obra pero que no deben confundirse con pasivi-
receptor que, a partir de formas estéticas particulares, for- dad o inercia. Más que reacción es una coacción, en tanto que
mula, pero con carácter general, Umberto Eco en La poética participación compartida, más compulsión que colaboración,
de la obra abierta, aperturas que incluyen la actuación lúci- una (in)acción obligatoria: se manifiesta como el silencio
da, recreativa, competitiva y real de un receptor que crea inherente, necesario a la condición de lector, de espectador,
efectivamente a partir de una obra que ha sido propuesta for- de oyente. La suspensión o la menor interrupción de ese si-
malmente para ejercer ese requerimiento. lencio provoca diferentes grados de violencia: desde la de-
También derivan de una estética similar las aperturas saprobación como forma de sanción social hasta la pérdida
entendidas como virtualidad interpr.etativa, interpretaciones del estatus material del receptor ya que cualquier pronun-
condicionadas por "lecturas" diferentes cuya diferencia se ciamiento, fuera de los gestos convencionales de acogimiento,
especifica por modalidad individual o por estadios biográficos transgrede y arriesga la condición receptora.
diferentes: "Toda mi vida modifica el libro que estoy leyendo", La severidad de esta sumisión se advierte con mayor evi-
decía Borges en una conferencia sobre la cábala (Montevideo, dencia en las artes del espectáculo, donde el fenómeno del
14 de diciembre de 1981), sintetizando mediante esta afirma- silencio se exterioriza, donde la teoría se hace exhibición. El
ción una convergencia literaria e histórica entrañable. espectador debe permanecer en silencio: prohibido hablar,
Destaca la susceptibilidad del texto que se ve necesaria- prohibido moverse, prohibido -o por lo menos objetable-
mente involucrado en los recortes anecdóticos de la afición toser. Es el silencio unánime de un público con-vencido. No
(inédita) del lector como en las parcialidades inherentes a la está de más recordar el happening como aventura especta-
razón-ración de toda teoría. cular frustrada; todavía vale, aunque como mención de una
Previendo riesgos o beneficios similares, decía Barthes en
~ 6 "[ ••• ] ce que j'ai essayé d'amorcer dans S /Z c'est une identification des
1971, en una entrevista que le hiciera Stephen Heath "[. . .] lo notions d'écriture et de lecture: les 'écraser' l'une daos l'autre. Je ne suis pas le
que traté de iniciar en S/Z es una identificación de las seul, c'est un theme qui circule dans toute l'avant-garde actuelle. Encare une
nociones de escritura y lectura: quise 'aplastarlas' una contra fois, le probleme n'est pas de passer de l'écriture a la lecture, ou de la littérature
a la lecture, ou de l'auteur au lecteur; le probleme est un probleme, comme on l'a
la otra. No soy el único, es un tema que circula en toda la dit de changement d'objet, de changement de niveau de perception: l'écriture et
vanguardia actual. Una vez más, el problema no es pasar de la lecture doivent se concevoir, se travailler, se définir, se redéfmir toutes les
la escritura a la lectura, o de la literatura a la lectura, o del deux ensembles" (R. Barthes, Le grain de la uoix, cit., pp. 133-134, p. 147).
UNA RETORICA Dfo~L SILENCIO ELOGIO DE _LA LECTU~ 39
38

experiencia anecdótica, mediante la cual se ~r<>Vocó de dife- Allegories of Reading de Paul de Man, J:he Reader in the
rentes formas también la participación exterwr del especta- Text editado por Sus.an R. Suleiman .e lnge Crossman, De
dor pero que, contradictoriamente, demostró más o J'l'_enos [ecteur et la lecture dans l'oeuvre publicado por Alain
claramente que su participación espectativa ~que con~w~te Montandon (Actes du Colloque International de Clermont-
expectativa y espectación- la atenta espera del publico Ferran(¡) y tantos otros.
tradicional. En pocas oportunidades se inflige al espectador Cada uno, de acuerdo ,con sus doctrinas, formula diversos
- a un hombre- una obligacíón: la coacción del silencio tan rescates teóricos de una presencia ambivalente, la presencia-
violenta como voluntaria. ausencia de una ,naturaleza evasiva y fugaz pero de la que
Aunque las teorías de la recepción estética no lo haya:' depende, sin embargo, la existe.ncia y permanencia de la obra
planteado así, conviene relacionar la multiplicación y coinci- literaria.
dencia de sus estudios con el incremento desbordante que En esta civili.zación de masas y ]11ed\os, también el lector,
han adquirido en las últimas décadas las comunicaciones de por su parte, de Ia misma ]11anera queJa .obra de arte, pierde
masas y las derivaciones de su serialización tecnológica: las si no su "awa" ~porque nunca la había :tenido- su perfil de
altisonancias estereofónicas, el aturdimiento mecámco, q.ue individualidad.
se sobreponen por perfección estrepitosa a la modulada sm- Se podría considerar que las ambiciones desmesurada-
gularidad de la voz humana. . . . mente excéntricas de .un Luis II de Baviera .constituyen uno
En esta "era de la reproductibilidad técnica" sobre la quE_\ de Jos síntomas escandalosamente anticipat()rios de la singu-
reflexionara Walter Benjamín, cuando la obra de creación laridad (humanidad) definitivamente amenazada. Sólo para
arriesga su "aura" y sacrifica la valiosa unicidad que la pa:- él, y en los reci.ntos privados de sus propios castillos -entre
ticulariza (la indefectible "insularidad" de la que hab1a kitsch y feéricos--, todos los excesos y la grandiosidad de la
hablado también Benedetto Croce como el valor inherente a Gesamtkunst~erk wagneri;ana, puestos en escena, inter-
la obra de arte) el receptor desaparece, disimulado por la puestos a la realidad: ópera versus historia.
multitud que integra clausurado más que rnmca en el silen- · Esta, su manía de exclusividad, derroche y desvarío, lo
cio, y paradójicamente, o como reacción cOmpensatoria, ocu- acosa tanto como el aprensivo rechazo a empresas de gobier-
rre que las teorías se dedican también, más que nunca, a ob- no y a proezas del progreso: un rey solo que no lucha pero se
servarlos. _ de.bate desesperadamente contra la violenta mecanización y
Además, la reciente aparición, más que contemporanea, contaminación derivadas de la revolución industrial y tec-
inmediata, de una serie de obras relativas al tema de la lec- nológica.
tura y del lector, es reveladora de la actitud teórica señalada El unive.rso de medios masivos y la .c.onsecuente desapari-
Rezeptionsaesthetik de Hans Robert Jauss y sus numerosos ción del individuo en la multitud coincide llamativamente
artículos sobre el mismo tema, The Act of Readmg Y The con el aniqu.i.lamiento concentracionario en una misma
Implied Reader de Wolfgang Iser, Lector .in fabulq de época. La historia del siglo da su propia versión de la ópera
Umberto Eco, Rhétorique de la lecture de Mtchel Charles, como ob~a totqlitaria más que total. No por casualidad
Microlectures de Jean-Pierre Richard, Lectures et lecteurs ct.e Volker Schliindorff apunta en una misma acción la sustitu-
l'écrit moderne (obra colectiva de la Universidad de Carleton, ción del retrato de Beethoven por el de Hitler y la colocación
Canadá) La production du texto de Michael Riffaterre, de la radio sobre el piano, tod¡¡s esas .sustituciones y super-
Reader's Response de J.P. Tomkins, En Lisant, en écriva~t de posiciones ,en una mis,ma escena del film El tambor de
Julien Gracq, On the Act of Reading de George Stemer, hojalata. Los ca]11bios quedan fijados, los valores prece-
ELOGIO DE LA LECTURA 41
UNA RETORICA DEL SIUiNCIO
40
tivamente, al tratarse del lector se agudiza la índole pro-
dentes, sometidos: los gritos de Hitler, desde la radi?, dejan blemática de la literatura y se configura un sistema de pre-
en silencio al instrumento; la individualidad del gema desa- guntas posibles. ¿Cómo evitar desdoblar al lector del autor o
parece, desplazada por los avances.uniformados. de la imagen -otro doble- modesta o extremadamente pre-
De los distintos objetos de estudio de los que se h~ ocup~­ suntuosa del teórico que se autoobserva?
do sucesivamente las doctrinas que analizan el fenomeno li- En definitiva, ¿cómo llegar hasta él? La lectura impone un
terario: el autor, la obra, el lector, es este último -sin lugar a retiro similar al apartamiento místico, y ese retiro literario
dudas- el más difícil de estudiar por su pluralidad, por su vale tanto por abstinencia como por jubilación, una privación
misma c.ondición anónima, él sí literalmente inapelable. Más y un goce a la vez; una especie de ascesis por la que el lector
se marca esa 'discreta condición de "confrere muet et pauvre" se ausenta de su medio tratando de suspender todas sus sen-
por oponerse a la resonante denominación -nombre y re- saciones, salvo las visuales, y también éstas notablemente
nombre- que es la propia del autor. disminuidas: a]lenas si ve el blanco y negro de la página
Es inconcebible que el abordaje biográfico, que llega a pre- impresa; no es más que un paisaje alfa,bético el suyo.
sentar características de interés excepcional, como las La consideración vale en primer término para los es-
exhaustivas reconstrucciones modelo George Painter sobre critores. Con prioridad son los que comparten esa decisión
Maree! Proust, pueda dedicarse a un lector. La docu- común pero algo extraña. Es tan típico ese retiro que podría
mentación comparada, la relevancia del detalle, la pesqUISa haberse concebido un mito, el mito del escritor ciego: es
minuciosa de un pasado que, también y a su manera, recu- Homero, es Borges, en las puntas del tiempo (Orfeo -su lábil
pera la investigación biográfica o histórica por medio de la deontología- no estaría demasiado lejos tampoco).
información no siempre igualmente ponderada ("¿Pushkm Si con respecto a los autores es necesario recurrir a la
fumaba?".\ ~ por una museificación, menos interesante, a ejemplaridad antonomástica, no se duda, en cambio, en con-
cargo de '\coleccionista de reliquias", por la que la casa del jeturar otro mito: el lector como un hombre casi ciego: los ojos
escritor, sb.s muebles, sus libros, su pluma, sus fac~uras, se semicerrados, sin ver de su alrededor sino algunos pocos cen-
convierten, en un fetiche lustrado y pulido por el ~mo mu- tímetros cuadrados, un dróle de voyeztr que espía a través del
nicipal y Ías sociedades de amigos; devotos y adm1radore.s libro (un agujero), el ojo por el que descubre intimidades
son quienes confunden la ''atopía" literar~a c?n las pr,.ec~­ -propias y ajenas- sin lamentarse de ignorar lo que ocurre
siones geográfiCas, que terminan en peregrmac~ones tunsü- en torno y afuera.
co-hagiográficas, arriesgando, por el homenaJe, la Imagi- Son pocos los testimonios que den cuenta de la con-
nación. Pero aun sin llegar a tanto. frontación de oposiciones entre el autor y los lectores empíri-
Contra la anonimia del lector, la hipernomia del autor. cos, los lectores reales (no previstos por el texto ni invocados
Miles de lectores con nombre pero anónimos se adscriben a por él, ni ideales). Borges, paradójicamente, se complace en
un solo nombre, el del autor, o a su seudóni':"o. comprobar con humildad que no siempre se cumple la con-
El planteo es conflictivo. ¿Cómo estudmr al lector? Los sabida desproporción numérica entre la individualidad del
estudios de Wolfgang Iser, por ejemplo, h~blan perman~nt;- autor y la necesaria pluralidad de lectores.
m ente del lector' pero u; de qué lector?, ¿cuál es su l'arqueüpo.,
. ?
·su tipología? ¿Cuál es su entelequia?, ¿sus rea 1zacwnes., Y yo recuerdo la sorpresa que tuve, la incredulidad con la cual
~sus fines? ·Cómo llegar a sus objetivos? ¿Cómo sustraerlos a recibí la noticia de que un libro mío titulado ambiciosa y
fa privacid~d de la lectura? ¿Có~o comprobar!~?. ¿Qui;n lee? paradójicamente Historia de la eternidad había vendido crf'!o que
¿Cómo lee? ¿Cómo evitar verswnes o suposiCwnes. Efec-
UNA RETORICA DEL SILENCIO
42

treinta y siete ejemplares· en un· año. Yo tenía ~anas ~e buscar a EL SILENCIO Y SU DOBLE: ¿HISTORIA DE LA
esas treinta y siete pel'sonas, agradecerles, pedirles d1~culp~~ por LI'l'ERATURA O HISTORIA DE LA LECTURA?
lo maló que era el libro [ ... }uno pue~e más o- ~enos 1magmarse
treinta y siete personaS. No es demasiado todaVla.

En el mejor de los casos, aun alcanzando conjeturalmente


a ese lector escaso y poco representativo pero que basta para
sorprender y complacer a Borges, tampoco se logra superar
la inaccesibilidad de una lectura propiamente dic~a: Para
conocerla es inevitable recurrir una vez más a los tram1tes de
una intermediación verbal y, en consecuencia, so':'eters: a hl On dirait que pour Bachelard les écrivains n'ont jamais
intercesión-intércepción de las palabras, consentir los ~ervl­ écrit: par une coupurc bizarre, ils sont seulement lus.
cios del discurso contra los que se quejaba Sehille,;;,"Ay, c~~r;­ · Roland Barthes
do el alma habla, ya no· es el alma la que habla . Es d1Üc1l
sortear la trampa: la emoción, el sueño, la lectura -no s~n La incertidumbre interrogativa da cuenta de una disyunti-
los únicos estados- aparecen verbalizados o no aparecen, sm va. La pregunta formula tanto una opción, una alternativa,
alternativa Una vez referidos, solo vale el discurso. Su pro- como una equivalencia. ¿Qué se entiende por historia de la
pia entidad no cuenta; necesariarr;~nte sometida al expe: literatura? ¿Es legítimo asimilar la historia de la lectura y la
diente verbal, la verdad es una vers10n. Como s1 fuer.a 1mp~ historia de la literatura? ¿Es posible distinguirlas?
sible a la poesía, a las dencias humanas, a las ciencias, evi- Se vuelve a plantear así uno de los problemas que todavía
tar la dudosa utilidad del instrumento. ahora está comprometiendo las preocupaciones de los estu-
diosos de la literatura. Ya señalaba Genette la necesidad de
delimitar la noción misma de historia de la literatura a fin de
evitqr atender a las diversas modalidades que han presenta-
do y ~iguen presentando estos estudios. Rechaza así la ade-
cuación didáctica de manuales que comprenden "series de
monografías dispuestas en orden cronológico" 28 tanto como la
historia literaria concebida como "una historia de circunstan-
cias, de las condiciones y repercusiones sociales del hecho li-
terario". Tampoco incluye la historia de la literatura entendi-
da como el estudio de "obras consideradas como documentos
históricos", reflejando o expresando la ideología y sen§ibili-
dad particulares de una época "porque este tipo de historia
permanecerá necesariamente exterior a la literatura misma".
Por eso Genette es partidario de concebir una historia que
se haga cargo del estudio de las formas literarias, más' que de
n "Warum kann der lebendige Geist dem Geist nicht er~cheinen.! Spricht d~e
Seele, so spricht ach! schon die Seele nicht mer" (F. Schiller, Votwtafeln, Dte
Sprache). ~a Gérard Genette, Poétique et histoire, en Figures [[[, París, 1972.
44 UNA RETORICA DEL SILENCIO EL SILENCIO Y SU DOBLE: ¿HISTORIA...
45

las obras propiamente dichas, superando las singularidades Por ~o tanto no resulta temerario afirmar que la historia
que complican el abordaje histórico. Es necesario admitir que de la hteratura constituye la obra de los lectores y no la de
la historia literaria estuvo demasiado tiempo a disposición de sus autores. Más arriba se había prevenido sobre una aten-
los arbitrajes críticos, dependiendo siempre de una metodo- ción que este estudio dispensaría al crítico sólo en forma sub-
logía que tampoco pretendió ser histórica. La relación crítica sidi~a. ~hora ~e da una instancia tal en la que su partici-
no se entabla con la aspiración de aplicar un análisis dia- pac•~n es mel~d1ble ya que, como recuerda Philippe Lejeune,
crónico riguroso, tal como se exige de los estudios históricos, 'Valery ya dec1a que no era el autor sino el lector su forma-
sino se sabe supeditada a las inclinaciones -y no digo velei- ción Y s.us fluctuaciones las que constituían el' verdadero
dades- de Una interpretación, sin calificativos o, mejor aún, tema de la historia literaria. Esta lectura naturalmente no
de una interpretación óptima, pero que aun así no deja de ser puede observarse sino indirectamente, en el discurso crítico,
una atribución ambivalente y refutable, resultado de una con las esperas que manifiesta, las clasificaciones que utiliza
relación dialéctica entre la interpretación (la concesión de y los juicios de valor que emite"."
sentido dada por el lector) y una lectura heurística (la Pero tanto al lector como al crítico les cuesta sustraerse a
captación del sentido que procede del texto). las particularidades y parcialidades de su referencia-prefe-
El problema se complica todavía más cuando se siente rencza.
activa la homonimia de historia, un término que significa La i':'posib~lid~d material de abarcar la totalidad explica
tanto lo que pertenece al pasado en sí como el estudio que se -en pnmer termmo- las severas limitaciones inherentes a
ocupa de ese pasado. (Al nombre de la disciplina le falta la ~ectura crítica. El lector y sus convicciones, el lector y los
alguna forma de "logos" para su mejor composición.) Se da rehculados de su visión del mundo, sus intereses, están pre-
allí una ambigüedad semántica entre el objeto y su estudio, sentes en toda advertencia contemporánea pero también
ambos quedan confundidos en una equivalencia que se suma condiciona, sin excepción, aun los más estrictos relevamien-
además a la que ya formula el tema: historia de la literatura tos de la historia donde la implicación atenuada por la dis-
o historia de la lectura. tancia, presumiblemente, podría salvar la diferencia. Sin
Si se entiende por literatura el conjunto de obras literarias embargo, la perspectiva diacrónica que pudiera eventual-
conservadas, se advertirá también la sinonimia de ambos ':'ente ado~tar, m~nos sometida a las previsibles contingen-
términos ya que el texto literario se conserva y permanece Cias y preswnes crrcunstanc1ales, no deja de ser a su vez la
siempre que exista como objeto de lectura. Esa extraña suma de parcialidades pasadas.
vuelta filológica de la que hablaban Bachelard y Barthes. La aspiración de objetividad, cuando existe, es sólo eso
Aunque el tema se haya propuesto con apariencias de una aspiración, un deseo; la tentación es válida pero la tenta~
opción, articula en realidad una equivalencia. La posibilidad ti va es inútil; si bien el historiador intenta prescindir de las
de una opción entre dos términos queda absorbida por esa ponderaciones per_s?nales, de las de su época, por ejemplo, y
equivalencia: "O vencemos, o vencemos", decía una canción esto ya es muy dificil, menos fácil será todavía eludir las pon-
de protesta y la consigna apuntaba a suprimir la eventuali-
dad, la posibilidad de admitir cualquier otra alternativa. 6
~ "Valéry dis~ii déja que c'était non l'auteur mais le lecteur, dont la formation
La historia de la literatura no puede diferenciarse de la et les Ouctuat10ns constitueraient le vrai sujet de l'histoire littéraire. Cette lec~
historia de la lectura: pasado o estudio de ese pasado; obras o t?re ne peut naturellcment s'observer qu'indirectement, dans le discours cri·
tique, avec les attentes que'il manifcste, les classements qu'il utilise et les juge-
lecturas de esas obras; los términos establecen una ecuación ments d~ valeur qu'il émet" (Philipe Lejeune, Le pacte autobiographique, París,
que, en este caso, por igualdad, dirime el pleito. 1976, p. 336), .
46 UNA RETORlCA DEL SILENCIO EL SILEXCIO Y SU DOBLE: ¿HISTORIA ...
47

deraciones, sobre todo las implícitas, correspondientes a aden~ás de poner en evidencia la vanidad de la tentativa
otras épocas; en este caso la intermediación histórico-crítica defimtona, da cuenta de la natural resistencia de la obra a
resulta insuperable. Con respecto a la imposibilidad de los esquematismos de definiciones y clasificaciones que tras-
superar la parcialidad crítica, decía Northrop Frye que, en ciendan la valoración histórica, circimstancial y extrínseca
·cierto sentido, la crítica es una forma de autobiografía. Es al arbitrio y la decisión crítica. ''La música de jazz es cual~
verdad que la crítica revela aspectos de la obra -cumple así quier tipo de música interp~etada por músicos de jazz",
su función específica-, pero más verdad es que revela aspec- define a su vez la Encyclopaedw Britannica (y a pesar de que
tos del propio crítico, de su personalidad, de su vida. ya no pueden ser olvidados los juegos surrealistas más vale
La elaboración de la historia literaria, por basarse nece- no desplazar las intenciones humorísticas o sarcásÚcas hasta
sariamente en observaciones ajenas, no da mayores garan- autoridades enciclopédicas tan indiscutibles). Para Jonathan
tías; al contrario, no puede evitar la dependencia, salvo que Culler ser~ literario el texto leído como un texto literario.
se considere -pero no sería demasiado sensato- que las Las vanaciOnes no disimulan la coincidencia de una con-
apreciaciones de los demás puedan estar menos sometidas cepción que se viene multiplicando con frecuencia creciente
que las propias. El argumento no es irrefutable. en los últimos tiempos: la extensión no se explica sólo por los
A pesar de las precisiones filológicas y, mejor todavía, aun ben_eficws de un razonamiento tautológico que, aunque pre-
cuando se entienda que "art is the history of seeing", acep- canos, ase~ur~n su. validez al no comprometer el principio de
tando esa "visión" optimista de Wolfflin, siempre es poco lo no contrad1ccwn, smo más bien habría que atribuir la san-
que se llega a ver y es ese poco el que pasa a la historia: qui- ción generalizada de la definición al hecho de que en todas
zá sea esa misma escasez la validez del arte. esas fórmulas aparece la recepción e interpretación como el
categorizador artístico decisivo: ni el autor ni sus aciertos ni
la obra ni sus atributos, definen la condición estética ta~to
DEFINICIONES: EL RIESGO DE WS LIMITES como la recepción. La transferencia de responsabilidades es
notable. La especificidad literaria no es cuestión del autor
Ya no llama la atención que en los últimos años las críticas tampoco es una propiedad que distinga la obra literaria d~
-compatriotas, internacionales- objeten vehementemente otras obras o de otros escritos sino que la literaturnost la
la exclusión (o aclamen la inclusión) de artistas mujeres en transitada literariedad, radica desde este punto de vista' en
las exposiciones de arte porque saben que la existencia de las condiciones de la lectura, en la convicción-convención del
esas obras depende de la admisión o no a la exposición más lector.
que de sus calidades intrínsecas; de esta recepción oficial, en Dice Genette en L'utopie littéraire: "Para Borges como
primera instancia dependerá -y valga el truismo- que las p~ra _Valéry,. el ~utor de una obra no detenta y no ejerce
obras sean vistas. De ahí que la "exposición" no sea el mayor nmgun pnvllegw sobre ella, ya que pertenece desde su
de los riesgos: mucho más arriesgan las obras no expuestas. nacimient~ (y puede ser que desde antes) al dominio público,
El problema se agrava al involucrar el arte contemporá- Y no Vl ve smo de sus numerosas relaciones con otras obras en
neo, cuando el ser mismo del arte se impugna como noción en el espacio sin fronteras de la lectura [... ). Cada libro renace
sí, cuando se advierte que no constituye una noción autóno- en cada lectura, y la historia literaria es por lo menos tanto
ma sino dependiente: "El arte es lo que una sociedad dada la h.istoria de l~s maneras de escribir o de los objetos de
considera como tal", decía Maree! Mauss, y la fórmula supera escntura: una hteratura difiere de otra menos por ,.¡ texto
las simplificaciones de soluciones tautológicas porque que por la forma en que es leída; si me fuera dado leer
EL SILENCIO Y SU DOBLE: ¿HISTORIA... 49
UNA RETORICA DEL SILENCIO
48
s~r al_llbiguo: al.mismo tiempo que intenta impugnar la exce-
cualquier página de hoy -ésta, por ejemplo- como será siva Importancia de la obra -asimilándola a la cond' "
leída en el año 2000, conocería la literatura del año 2000". Es t')'t · d lCIOn
u I I ana e c':'alq~e.r fabricación- este ejercicio antiartísti-
a Borges a quien Genette evoca." . . co realza el obJeto Irrisorio pero sin dejar de estetizarlo.
No es la única vez que Borges realiza puntuahzac10nes de ~os provocadores objetos de Duchamp, las latas de sopa,
esta índole. Extiende la fundamentación de la definición de.Jugos de tomates, las cajas de jabón de Andy Warhol, son
receptiva también a la definición de los géneros literarios. obJetos pohvalentes: obras de arte en el museo y víveres 0
Cuando examina las características específicas del cuento productos de consumo y de poco aprecio en el supermercado.
policial, por ejemplo, transfiere igualmente la co~cepci.ón También por vía de la "recepción" es que estos objetos se
hacia la responsabilidad del lector: "Los géneros literariOS consagran: el museo los ha admitido y este reconocimiento
dependen, quizás, menos de los textos que del modo en q":e obedece a un desplazamiento que vale un emplazamiento: el
éstos son leídos", dice en una conferencia sobre el cuento poh- lugar destacado, relevante, un lugar privilegiado el espacio
cial.31 de la erección art~stica. Una estatua, un icono, ~a pintura,
Está convencido, en consecuencia, de que es la lectura la son lo. que son no Importa donde: el ready-made, para existir,
que rescata la obra de los límites que su materialidad Y for- necesita del museo. El objeto es el mismo aquí 0 allá pero,
malidad le imponen y, por lo tanto, es la actitud del lector la por g;~cia de_l desplazamiento, se transforma. Se comprueba
que en definitiva condiciona la naturaleza del texto. Hi~o­ tamb'_en aqm la necesidad de "transporte" de la que hablaba
tetiza sobre la eventualidad de que a una persona se le d1ga Andr~ Malr~ux ~omo el requisito de la creación y de la con-
que Don Quijote es una novela policial: secutiva activación de las fundamentales relaciones obra-
Entonces, ¿qué lee? co'?templador que ese transporte genera. Transportado, el
En un lugar de la Mancha ... , desde luego supone que obJeto es VIsto de manera diferente; esa metamorfosis de la
aquello no sucedió en la Mancha. Luego: .. .de cuyo nombre mirada se venfica por el desplazamiento del objeto: "Los grie-
no quiero acordarme ... ¿por qué no quiso acordarse Cer- ~os a~oraban la estatua de Afrodita" y esta adoración les
vantes? Porque sin duda Cervantes era el asesino, el culpa- Im~e.dia contemplarla artísticamente. En el museo, el tributo
ble. Luego .. .no hace mucho tiempo ... posiblemente lo que su- rehg¡oso ya no se produce.
cedió no será tan aterrador como el futuro. D~- artículos. de consumo doméstico a objetos de con-tem-
En efecto según estas suposiciones, las definiciones placlOn, de obJeto sagrado a objeto de arte, de la musa al
parten del re~eptor y la vigencia de este punto de vista qu~ le muse~; nada se puede sustraer a la magia de ese lugar
atribuye la capacidad de decisión -de crítica, etimológiCa- e:ctrano, de extr.~ñamíento, un no-lugar, un no-lugar-sin-
mente- no resulta extraña a los fundamentos y prácticas de tiempo, la negacwn del espacio o, mejor, ese lugar "atópico" ·
la estéti~a del ready-made y de las propuestas vanguardistas que define la condición de la obra.
del siglo. De la misma manera que el lector dispone de una Transporte, ~etamorfosis,. extrañamiento (la famosa stra-
obra para definirla, el artista adopta un objeto común y sólo noeme que esta en la base de la poética de Schklowski de ]a
depende de un gesto para que lo utilice, le encuentre una Y_erf~~mdu':g de Brecht), transformación, descontextua-
aplicación, comprobando la trivialidad de su finalidad. pre- hzaclOn; aci~rtan ... -por vía filológica- en la metáfora (y su
visible, o que le invente un sentido. El expediente no dep de la~ga histona desde la concepción aristotélica), en el blanco
mismo del fenómeno artístico.
30 Gérard Genette, Figures, cit., p. 130. La participación del receptor es imprescindible no sólo
31 Jorge Luis Borges, Borges oral, Buenos Aires, 1980, p. 72.
UNA RETORICA DEL SILENCIO EL SILENCIO Y SU DOBLE: ¿HISToRIA... 51
50

como agente de registro, el relevamiento inevitable del histo- propia instancia histórica a la vez que se contrae a· las cir-
riador, sino por una razón intrínseca: la obr~ de arte no cunstancias particulares de otras instancias históricas. Se
existe sin ]a experiencia estética. Ya se ha d1cho, ~uchas trata de una historicidad muy discutible la suya porque por
veces y de muchas maneras; "pas de lecture, pas d ecnture, un lado parece prescindir de la historia y, por el contrario,
pas d'expression", negaba consecutiva~ente Emmanuel parece atenderla excesivamente.
Lévinas adhiriendo así a las aprens10nes de Maunce Las obras se renuevan a partir de las tensiones que se
Blanchot quien preveía la decadencia de la literatura una crean constantemente entre el presente de la recepción y el
vez que ]as diversiones de la exégesis comenzaran a cansar a pasado del texto, entre un horizonte propio y horizontes
los hombres de Europa. ajenos, eso que Jauss -citando a Hans Georg Gadamer- de-
La obra en sí no existe como entidad ~rtístíca po~~ue su signara como "fusión de horizontes (Horizontverschmelzun¡; .
existencia está supeditada a un acto de mterpretacwn qu.e Tal vez habría que preguntarse si la obra dura por su
sólo se cumple si el lector cierra el trámite de la comun;,; valor o si su valor procede del hecho de durar. Le basta con
cación literaria. "Who can tell the dancer from. the dance. permanecer para ser, P,orque del resto se ocupa el receptor.
't de WB Yeats que repetidamente se mvoca. desde No se plantea ningún problema nuevo. Fonnula preguntas y
era 1a c1 a · · · Td d d
hace algún tiempo para insistir sobre la imp?s1b1 1 a e prolongadas respuestas, muy discutidas, muy discutibles,
concebir 0 describir una danza sin contar con q':'1en la dan~~· que involucran otros aspectos de la teoría de la obra, Jos que
En este caso la obra es indiscernible de su mterpretac1?n se hacen especialmente patentes -desde que Platón y Aris-
ichel Charles señala también "la imposibilidad de a1s- tóteles propusieran la célebre oposición y sus variantes cir-
pero M _ , p d ·
Jar una entidad libro y una entidad lector . o na pre- cunstanciales posteriores- siempre que se comparan anta-
sumirse que la verificación de la participación del lect?r es gónicamente Historia y Poesía y se estudian estas fonnas de
más difícil si la comunicación debe establecerse a part1r de conocimiento-creación. La vigencia contradictoria del bino-
obras del pasado. . , mio no se ha interrumpido todavía, aunque se advierten los
Sin embargo, aunque la obra procede del p~sado solo síntomas de una crisis.
ocurre en el presente. La única aproximación pos1ble s:'cede A lo largo de los últimos siglos se han sucedido alternati-
desde la perspectiva actual, y así, el senhd? que se ~,nte~­ vamente las doctrinas que destacan ya sea uno ya sea el otro
prete depende necesariamente de las varmcwnes del horl- de los términos. Figuran en primer lugar los extremos his-
zont~ de espera", tal como denomina H.R. J::'~~s a.~o de los toricistas del siglo XIX, representados especialmente por la
principios básicos de su RezeptionsaestheUk uhhzando .la atención desmesurada a la historia personal del autor; "la
noción de "triple horizonte de Jo vivido" formulada previa- historia natural literaria" que concibe Sainte-Beuve y el
mente por E. Husserl. . . estudio de las minucias biográficas -biológicas y sociales-
Por eso mismo la obra no existe s1 no ex1ste en cada ~r~­ no se diferencian demasiado de los rastreos en la historia
sente; como hacia ver Picasso, "si una obra no puede v1v~; colectiva, familiar, social, racial, nacional, con que indaga
siempre en el presente, no puede ser considerada como arte , Hypolite Taine sobre el pasado y el presente del escritor.
pero esa supervivencia por tiem~~ r~cu.rrentemente. act~a­ De esa explosión histórica era previsible que se pasara a
lizado se da en virtud de una relae1on mc1erta con la h1stor1a. una actitud de prescindencia. La obra había desaparecido
La obra se sustrae a las circunstancias particulares de su entre las gestiones civiles, entre documentos, crónicas y
chismes. La escritura poética se desvanecía obliterada por la
3~ H.R. Jauss, Pour une esthétique de la réception, París, 1978. historia.
UNA RETORICA DEL SILENCIO EL SILENCIO Y SU DOBLE-. ¿IIISTORIA... 53
52

Quedaba a mitad de camino, entre la recuperación históri- que designa la tendencia a prescindir de toda información
ca del hombre y la de la sociedad, por un lado y, por otro, "exterior" a la obra. Esta conciliación evita así los peligros de
debiendo soportar una finalidad histórica más: la obra cualquier exceso historicista (los abusos de la interpretación
misma aparece depredada por la avidez histórica, documento incidental) tanto como las exageraciones estetizantes y sus
a su vez del hombre y de la sociedad. Se suprime en ella, de prescindencias.
esa manera, Jo que realmente tiene de particular rescatando, La historia de la literatura tiende a circunstanciar un
a su pesar, los dos determinismos contra los cuales se hecho que, precisamente, ha tratado, con bastante éxito, de
defiende. escapar a las circunstancias y a su mera fugacidad. His-
Exageración y saturación, los planteos teóricos siguientes torizar la obra de arte es por eso ir en contra "du dur désir de
suspenden drásticamente la historia -el compartido y ge- durer": encontrar en la comunicación diferida su forma de
neralizado ''prejuicio diacrónico" de Saussure- y aparecen, eternidad, la evasión del presente, la actualización del pasa-
casi contemporáneamente, con pocas diferencias cronológi- do, su reserva de futuro, su último fin. Quizá pueda conce-
cas, en distintos lugares de Europa y América, las corrientes derse al lector de Kant el derecho de reivindicar la famosa
operocéntricas (formalismos, estructuralismos, "practicar' y fórmula "Zweckmassigkeit ohne Zweck" e interpretar aquí el
"new criticisms") que dieron prioridad excluyente al otro tér- reconocimiento de la propiedad estética específica como una
mino del binomio: la obra, su forma, la observación del códi- distinta "finalidad sin fin". El juego de palabras -inevi-
go, sus elementos constitutivos, las reglas, las propiedades table- vale en todos sus sentidos.
intrínsecas de la escritura, el sistema, la referencia sus- El camino está cerrado: no hay otra posibilidad que dele-
pendida, la historia al margen. Lo demás es historia re- gar atribuciones en los demás, en sus sistemas de referencias
ciente. y en sus decisiones, en la arbitrariedad de otros códigos, las
En más de una oportunidad Benedetto Croce afirma que la convenciones por las cuales se atenúa pero no desaparece lo
poesía es un hecho histórico que tiene su calidad propia, que Pierre Schneider denominaba como "le scandale du líen
diferente de la de otros hechos históricos y "si como los otros, personnel". (Art press 48, París, num. 980). Resignarse;
la poesía también procede de la realidad existente, su su- guardar la fe en y de los "críticos fervorosos" de los que
peración creadora consiste en la conjunción intuitiva y la fu- hablaba T.S. Eliot en The Use of Poetry and the Use of
sión de lo particular con lo universal, del individuo con el cos- Criticism y confiar a los rescates de sus indagaciones arqueo-
mos (y, como Goethe lo había dicho una vez del arte en gene- lógicas la reparación de las omisiones.
ral), su punto de partida es lo 'característico' pero su resulta- Como dice Paul Zumthor a propósito de la lectura moder-
do es la 'belleza' ". 33 na de textos medievales: "¿Qué es, en efecto, una lectura ver-
Croce resuelve así las divergencias primarias entre la dadera sino un trabajo en el cual se sienten implicados el lec-
interpretación histórica y la interpretación estética, sin neu- tor y la cultura en la cual participa? El trabajo correspon-
tralizarlas, sin agobiarlas de "historicismo", que comporta diente a ,quien produjo el texto y en el que fueron implicados
una nota despectiva (esa interpretación histórica que soslaya el autor y su propio universo. Con respecto a un texto medie-
el hecho estético, y por eso defectuosa) ni de la contrapartida val, la correspondencia ya no se produce en forma tan espon-
"estetizante" ("con una designación también estigmatizada") tánea. La propia percepción de la forma se vuelve equívoca.
Las metáforas se oscurecen, lo comparado se aparta de la
Benedetto Croce, "Introduction a la (.Titique et a l'histoire de la poésie et de comparación. El lector permanece comprometido con su tiem-
33

la littérature", en La poésie, París, 1950, p. 77. po; el texto, por un efecto inherente a la acumulación de
EL SILENCIO Y SU DOBLE: ¿HIS1'0RlA... 55
UNA RETOR~CA DEL SILENCIO
54
poder contar. El narrador bíblico rescata siempre a un testigo
duraciones intermedias, aparece como fuera del tiempo, en -que sufre pero da testimonio- porque la única forma de
34
una situación contradictoria". que el sacrificio no haya sido inútil es darlo a conocer, referir-
lo. Pero, ¿y si otras veces no ocurrió así? ¿Si el único testigo
tampoco pudo sobrevivir?
TERM!NOS EN VIGENCIA ¿La historia no es siempre la verdad de los vencedores?
¿No temía Walter Benjamín la victoria del enemigo? "Si
L'habitude de ne lire des siCcles passés que les ouvrages
qui ont mérité de survivre, nous laisse rrial connaltre, le
vence el enemigo, ni para los muertos habrá seguridad. Y
plus souvent, par quoi les autrcs ont péri. ese enemigo no ha cesado de vencer." ¿Acaso vencen los más
André Gide justos? ¿Cabe aplicar a la literatura el principio de super-
vivencia de los más aptos? Ocurre con frecuencia que el cri-
Es cierto que las virtudes se conocen por los vicios y la per- terio de valor adoptado por el historiador se encuentra con-
manencia por la caducidad. Sin embargo, no existe siempre dicionado por la duración y la permanencia de la obra: es el
la misma certeza: con respecto a las obras del pasado la caso de Croce, por ejemplo, pero esta duración quizá deba
relación de contraste y reconocimiento se conjetura o se atribuirse a la simple inclusión de la obra en la historia de
pierde. la literatura.
La prueba del tiempo no merece tanta confianza ya que Sin embargo, más recientemente, Vladimir Jankélevitch
bien pudo haberse venerado con excesivo respeto la obra entendía que no es fortuita la sobrevida artística ya que la
antigua sólo por su remota anterioridad, confundiendo obra existe como permanente desafío al tiempo: "Todo des-
muchas veces en una misma atribución posteridad, fama, conocido no es necesariamente un misterioso incógnito; toda
gloria, con posterioridad, lo que viene o está desp~és. En 1~ obra desconocida no es obligatoriamente una obra maestra
que concierne a la antigüedad, el riesgo de confuswn es cast desconocida [ ... ] La historia confirma, en término medio, las
inevitable: del documento al monumento (la oposición es de grandes evidencias del consentimiento universal';. 35
Michel Foucault), sólo hace falta un mal paso filológico. Con A pesar de tanta confianza, recurrentemente se insinúa la
frecuencia se aprecia la reliquia, lo que queda, por el solo sospecha: Si Max Brod hubiera cumplido las instrucciones de
hecho de quedar. Kafka ...
Significativamente, después de cada desgracía con que Parece legítimo preguntarse si la obra se registra en la
Satán asola la casa de J oh, éste se entera del desastre porque historia porque constituye una obra de arte o si es obra de
cada vez se presenta un mensajero, sólo uno, para informarle arte porque se registra en la historia. La ex ce si va confianza
del daño y la devastación; siempre es el único sobreviviente en "el veredicto de los siglos" impide advertir que "este vere-
"y sólo yo pude escapar para contarte a ti". Sólo se salva para dicto no es más que el veredicto de otros críticos y lectores, e
incluso de otros profesores". 35
St "Qu'est-ce que en effet qu'une lecture vraie, sinon. un tr~v.ail oU se tr.ouvent A
la fois irnpliqués le lecteur et la culture a laqu~lle ~~ part!c1pe? Travall corres-
pondant a celui qui produisit le texte oli furent 1mphqués l auteur e~ son propre
30
"Tout inconnu n'est pas nécessairement un mystérieux incognito, toute oeu-
univers. A l'égard d'un texte mediéval, la correspondanc.e no se ~rodmt plus vre inconnue n'cst pas obligatoirement un chef-d'oeuvre méconnue [ ... ] L'his-
spontanément. La perceptión méme de la forme devtent équtvoque. Les toire confirme, en moyenne, les grandes évidences du consentement universel"
métaphores s'obscurcisscnt le comparant s'écarte du comparé. Le lecteur reste (V. Jankélevitch, LeJe-ne·sais-quoi et le presque-rien, París, 2980, p. 153).
engagé dans son temps; le Íexte par u_n effet tenant_il l'a~cumulatio~ de~ durées
36
Norman Foerster, citado por Wellek y Warren en Teorta literaria, Madrid,
intermédiaires apparatt comme ~ors du.temps; c'est qm.~st,une sttuatton con· 1959, p. 55.
tradictoire" (P~ul·Zunithor, EsSai de poétique ~é~i~v~lf?~ :P~n"s, 1~7~~-:- , ~
UNA RETORICA DEL SILENCIO
56
EL SILENCIO Y SU DOBLE: ¡,HISTORIA. .. 57

Los riesgos de selección son inevitables en tod_a acción las acoge y las ordena, una conciencia y una historia del
humana; ya se sabe: el hombre está obligado a eleg¡r, ésa es arte".:l7
su extraña forma de libertad. . • Esta especie de solipsismo que acecha a la obra de arte, no
Las compulsiones de la elección se hacen todav1a mas es extraña sin embargo a otros hechos históricos. Ya se veía
imperativas cuando se trata de referir _un dato, de re~resen­ que plantea un gran problema, uno de los mayores entre los
tar un acontecimiento o una cosa. Med1ante elle:'~~a¡e -ya que plantean los estudios de cualquier revisión histórica. Es
lo había analizado J akobson- no existe otra pos1b1hda~ .que otra de las alarmas que estimulan la imaginación de Borges
la de proceder por medio de la~ operac~ones de seleccw_n Y y que pone en juego el Tema del traidor y del héroe, otra de
combinación; se elige y se combma, se diCe (cuando se _ehg~) sus vertiginosas dicotomías reversibles. Desde la perturbado-
y se dice (cuando se combina): "C'est tout ce que tu sa1s fal- ra perspectiva de la ruinas circulares, las relaciones se
re", repetía Laverdure, el loro de la novela de Raymond Que- invierten, las imágenes se estratifican, los datos se alteran,
los hechos se identifican: la historia es la historia del histo-
neau. • · · h rente
Borges ironiza sobre esa parcializacion suces1v~ 1n e riador. El historiador, colega cómplice del narrador, ofrece su
la índole del narrador, a la ineludible referencla-preferen- propia versión, una verdad distinta. Autor y personaje de su
~ia de la condición simbólica, una parcialización que es la historia, descubre en ese cuento que Julio César, la tragedia
más obvia la menos sutil -porque ineludible- de las par- de Shakespeare, es el modelo del crimen político que está
cialidades' estéticas y que aparece cuestionada recur~e'.'te­ investigando y, amparando a su vez por el aval del presti-
mente en su literatura (constituye uno, otro, de
que conforman su visión): "La página era extrana. No era
:os
top1cos gioso hipotexto -y sus razones de estado-, resuelve limitar
(que es definir) la verdad: "Al cabo de tenaces cavilaciones
una descripción de la batalla, era la batalla", dice en "El resuelve silenciar el descubrimiento"; entiende que si un
espejo y la máscara". hecho no pasa a la historia, no pasa.
Tampoco la historia de la literatura l?gra esc~par a la En Valéry: L'histoire, écriture d'une fiction (poétique 49),
constante selectiva procediendo por un mventar:o que no dice Michel Jarrety que la historia no se escribe a partir de
aspira a ser exhaustivo porque resulta de los aJustes d~ una realidad sino a partir de las representaciones que las
una discriminación. No se trata de señalar un abuso a_r:n- épocas sucesivas pudieron hacerse de esa realidad.
trario: con la mejor intención y mayor fu~damentac1~n, No hay duda de que el estudioso (que investiga, que lee,
no es posible proceder de otra forma. De ah1 que todo his- que escribe) asume una actitud diferente hacia las obras
toriador posea -y no siempre a su pesar- algo de cen- artísticas que hacia los acontecimientos históricos; sin em-
sor. . . t · bargo, filtrados necesariamente por la transformación verbal
Una vez más se aplica el aforismo de W1ttgens e1_n ~on y las insoslayables gestiones de la simbolización, obras y
particular validez: "Los límites de mi lengJ.IaJe son los hm1tes hechos quedan en gran parte asimilados en la índole repre-
de mi mundo". . ~ . sentativa de la referencia. Jenofonte escribía suAnabasis en
Diferente a otros objetos o hechos naturales o h1stonc~s, el tercera persona, aun cuando su relato hiciera referencia a sí
objeto 0 hecho estético es "historizable" solamente a part1r de mismo; César no duda en segJ.Iir el modelo en la Guerra de
una posición tomada, de un juicio personal, de_~ preconce~­
to. Decía Gaetan Picon: "Las estrellas, para ex1stn:, no necesi-
37
"Les étoiles, pour exister, n'ont besoin ni du regard humain ni de la cosmo~
graphie. Mal$ les oeuvres d'art n'existent que paree qu'existe un esprit qui les
tan ni de ]a mirada humana ni de la cosmografla.•P.ero las accueille et les ordonne -une conscience et une histoire de l'art" (Gaetan Pican,
obras de arte no existen sino porque existe un esp1ntu que L'écrivain et son ombre, París, 1953, p. 30).
58 UNA RETORICA DEL SILEKCIO EL SILgNCIO Y SU D-OBLE: ¿HISTORIA. ..
59

las Galias. "La historia, es decir, ese margen de oscuridad aspec~o del sile~ICio de la recepción, que constituye el ob'eto
que permitía a la humanidad contarse historias", decía J.M. especifico. Es Cierto que un acontecimiento hi' t " ~
Dorrienach. ¿Por qué la historia habría de suspender las leyes t 1 '1 s onco existe
com? a so o cuando se refiere, su verdad depende de la
del discurso, su condición verbal? e.scritura, de la palabra que lo acredite: un hecho no verba
Se entiende de esta manera que la historia, que nace liga- hzado no ~s suficiente; no hay verdad sin versión ya se d" -
da a la escritura, permanece sometida, literalmente, por ese El hecho literario, en cambio, empieza por ser pal~bra y co~~
"pecado original", a las vicisitudes de un imaginario verbal no procura. una certificación.m~s allá de la escritura, por ser
menos sospechado, más peligroso. La asimilación de los tér- palab:a, discurso, para existir necesita de la 1 t
minos tradicionalmente antagónicos que se propone, ni liqui- silencio. ec ura, su
da las diferencias entre historia y poesía; al contrario,
a\nnenta más su complejidad; si existe -y eso no es seguro-
una historia de la poesía, no se debería descartar la concep-
ción de una poética de la historia.
Dada la interferencia de las palabras, la verdad literaria
no se opondría radicalmente a la verdad histórica, entonces,
sólo será posible presumirla, procurar la verdad en el silencio
de la lectura. S.T. Coleridge decía que la ficción dependía de
"the willing suspension of disbelief'; con el mismo argumento
se puede hacer depender la verdad histórica del lector y de
su voluntaria disposición a creer en la confianza que le
inspire el texto.
Por eso es ingeniosamente ambivalente la confesión de
Luciano de Samosáta cuando afirma ser más honesto que los
demás narradores de historias ya que él comienza por adver-
tir en su Historia verdadera: "Una sola verdad diré: que digo
mentiras. Así creo escapar al reproche de mis lectores, al
reconocer yo mismo que no digo lo verdad". (Me propongo
observar en otro trabajo las interesantes variantes que la li-
teratura narrativa ha formulado, a manera de discurso
incoativo y, posiblemente sin conocerla, de la famosa parado-
ja de Eubúlides. Aunque se encuentre en el otro extremo, no
se deja de lado el igualmente dudoso: "Ah! Sachez-le: ce
drame n'est ni une fiction, ni un roman. All is true", ... de Le
pe re Gotiot ). ·
El propósito de las anotaciones precedentes era observar
las conflictuales relaciones qu;> se entablan entre términos
asimilados, (literatura, lectura) o diferenciados (historia,
poesía) por el trámite verbal a fin de introducir un primer
EL LECTOR E-LECTOR

On dit que notrc langage découpe arbitrairement des


objets dans la réalité mouvante. On le dit comme si nous
étions coupables.
Erice Parain

En la misma conferencia sobre la cábala, Borges se con-


vence de que en la memoria queda sólo lo esencial de una lec-
tliTa. De las extensas novelas ("las novelas no pueden evitar
la abundancia de ripios"), el lector sólo guarda el recuerdo de
las situaciones o frases memorables; de los poemas, algunos
versos. Este acopio no es reductivo; al contrario: cada lector
encuentra así su propia lectura; el mismo lector, otra lectura,
cada vez.
Por eso subestima las novedades que pretenden ciertas
obras ya que para él "escribir es mucho menos importante
que leer, que es la operación fundamental". Reconocía que el
·poeta debía escribir catorce versos porque ésa es la medida
del soneto: no podía hacer menos, estaba obligado por una
forma establecida. Por otra parte, cree que sería exagerado
pensar que una obligación pueda ser esencial: los catare~ ver-
sos del soneto no pueden ser esenciales. Una medida sólo es
una imposición convencional. Corresponde al lector encon-
trar entre todos ésos los versos necesarios, los que (le) impor-
tan, uno o apenas pocos más.
El reconocimiento de la parcialidad como condición y
necesidad del arte no sólo da cuenta de una razón literaria
reciente. Los escritores siempre han sentido la aflicción ante
una escritura incompleta que no accede a representar más
que parcializando. Borges la acepta y comparte: parte del
U!'>'A RETORICA DEL SILENCIO EL LEGrOR E-LECTOR 63
62

autor, parte del lector. Su Museo (El hacedor) es ~1 mejor Autor y lector comparter¡ esas restriccior¡es. Valéry justifi-
ejemplo de la inútil pretensión de exactitud (la exacbtud car- caba de la siguiente manera el nombre marino Rumbos con
tográfica en este caso) cuyas precisiones tan minuciosas des- que titula las primeras partes de su Tel Quel JI:
truyen, por perfección, la representación. La misma limita-
Como la aguja del compás permanece bastante constante aunque
ción una y otra vez: o se representa o se desaparece. Se ehge
la ruta varíe, así pueden ser considerados los caprichos o las
bien el tiempo -el cronológico, el meteorológico- se hacen
0 direcciones sucesivas de nuestro pensamiento, las variaciones de
cargo y no hay resto. nuestra atención, los incidentes de l$ vida mental, las diver-
Son diversas las parcialidades bibliográficas a las que se siones de nqestra memoria, 1~ diversid~d de nuestros deseos de
enfrenta el lector. nuestras emociones y de nuestros impulsos, como desviacio~es
Entre W. Benjamín y M. McLuhan fue A. Malraux, sin definidas por contraSte con no se qué constancia en la intención
duda quien atendió prioritariamente las consecuencias de la prof\lnda y esencial del espíritu, especie de presencia en sí
repr~ducción de las obras de arte por medio de imágenes misma que la opone a cada uno de sus instantes: las observa-
mentales, materiales, reunidas en un "museo imaginario", ciones y los juicios que componen este libro fueron como sendas
del recuerdo o de la fotografía. De manera similar a la orga- desviaciones de cierta dirección privilegiada de mi espíritu: de
nización de ese -museo, se podría también reconocer la exis- ahí Rumbos. 36
tencia de una "biblioteca imaginaria" en el acervo del lector,
en su mente, un lugar -otro no lugar- en el cual se encuen- Desde uno y otro extremo de la obra, autor y lector proce-
tran y relacionan los libros que el lector llegó a conocer den de manera muy afín. Los procedimientos se aproximan, _
(primera inclusión), los que. pudo hojear o leer (segunda), los los resultados no son diferentes, las responsabilidades se
diferentes modos de lectura según los cuales encara esos comparten. Por eso no está de más recuperar una etimología
libros el lector (desde la aplicación ortodoxa de las cuatro lec- bastante atenuada y reconocer que todo lector es un e-lector,
turas de Dante hasta los tres tipos de tratamiento que en tanto que lee, que elige, más todavía, es un se-lector por
especifica Barthes y que distinguen a diferentes textos o a los que elige por sí mismo y para sí. Por lo tanto la lectura es
mismos textos en diferentes oportunidades) (tercera); lo que una acción que define también la condición humana: el hom-
bre no puede no elegir. Entre la obligación y la opción
de todos esos registros va quedando.
A fin de realizar su lectura, un lector depende de las opcio- -deber y poder- se juega su tragedia. Es necesario recordar
nes que le proporciona la historia general de la literatura, todavía una vez esa contradictoria .compatibilidad de libertad
pero cada lector, a su vez condiciona esa historia a su histo- y necesidad que es su clave y la del texto.
ria personal. Permaneciendo, la obra logra sustraerse a las El pensamiento se basa en una mecánica de selecciones·
contingencias históricas de las que parte y se aparta, pero la conocer quiere decir reconocer y desconocer a la vez. Es de ]~
autonomía de su "heterocosrnos" no excluye que cada vez el
~'Co~m? l'aiguille du compas demeure assez constante, tandis que la routc
lector intente remitirla a su historia: la de la obra Y la suya ¡g

vane, amst peut-on regarder les caprices ou bien les applications successives de
propia. Prescinde de la historia por una parte, aunque por notre pensée, les variationes de notre attention, les incidents de la vie mentale
otra la historización es, por lo menos, doble. El lector se en- les divertissements de notre mémoriem, la diversiié de nos désirs de nos éma:
cuentra en la encrucijada de tantas circunstancias, fortuitas tio_ns et de nos impulsions - comme des écarts définis par contra~tc avec je ne
sats quellc constance dans l'intention profonde et essentielle de !'esprit- sorte
o arbitrarias, aleatorias o previsibles y, sin embargo, sucede de ~resence a soi:mªme qui l'oppose a chacun de ses instants: les r_emarques et
que es en función de esas coordenadas problemáticas, sus les Jngements qUI composent ce livre me furent autant d'écarts d'une certaine
tendencias e intereses, que trazará los rumbos de su lectura. direction privilégiée de mon esprit: d'oU Rhumbs."
64 UNA RETOlUCA DEL SILENCIO EL LECTOR E-LECTOR 65

relación dialéctica entre ambas acciones que resulta el co- de latín "para la buena inteligencia del texto original". Con
nocimiento. Para conocer, para pensar, es necesario separar, eso le basta porque en el vasto relevamiento taxonómico de
cortar, abstraer; parte se toma, parte se omite. El tránsito ló- la descripción científica, Plinio rivaliza con la naturaleza
gico y mental despoja a cada experiencia particular de su conocida; de la misma manera que en el diccionario figuran
compleja composición sensible; el pensamiento fija y olvida: todas las palabras, pero sin discriminación, ya que el criterio
"Como un geómetra que despojando las cosas de sus calida- alfabético es el menos intelectual, el menos crítico y parcial
des sensibles, no ve más que su sustrato lineal, lo que conta- de los criterios.
ban las personas se me escapaba", decía Proust con respecto Un escritor, un lector, no padecen esa percepción fantásti-
a un personaje que había en él, un personaje que sabía mirar ca de Ireneo y saben atender por medio de la obra a sus pre-
más o menos bien, "sin recuperar el ánimo sino cuando se ferencias, sus opciones. Sin embargo, tampoco en su caso se
manifestaba alguna esencia general, común a varias cosas". trata de una decisión deliberada: semejantes a (/de) Ireneo,
En cambio, Ireneo Funes, el memorioso, el hiperestético no pueden hacer otra cosa. Según Jauss "la tradición litera-
personaje de Borges, ve todo, todo lo recuerda. Por eso no pue- ria, vista desde el punto de vista de la teoría de la recepción,
de tolerar ni siquiera la pobre realidad de la campaña, monó- no sabría ser un objeto de investigación que a condición de
tona y desprovista, y para aliviarse permanece en la oscuri- reconocer la parcialidad del punto de vista y la opción conti-
dad, en un rincón de su rancho, postrado en un catre: Ireneo, nua como condición de toda comunicación literaria". 39
un gaucho sencillo y soberbio como tantos, sufrió una caída
del caballo y desde entonces "había perdido el conocimiento".
Lo había perdido porque accidentalmente se había desvaneci- LOS ALTillAJOS DE LA LECTURA
do, en efecto, pero, sobre todo, porque por esa causa siente y
recuerda tanto, todo, que ya no conoce ni razona. [ ... ] une mesure de la Sonate me frappa, mesure queje
Borges, ladinamente, hace una referencia ambivalente con connaissais bien pourtant, mais parfois l'attention éclaire
différement des choses connues pourtant depuis
respecto a las consecuencias del accidente que había dejado longtemps et nous remarquions ce que nous n'y avions
inválido a Funes, ''sufriendo" una memoria constante y una jamais vu.
percepción notable, tan perfecta que le impedían conocer: Marcel Proust

Diecinueve años había vivido como quien sueña: miraba sin ver, Se advertía que una recepción nunca comprende la exten-
oía sin oír, se olvidaba de todo, de casi todo.
sión completa del texto; cada lectura exige una operación
Al caer perdió el conocimiento; cuan.do lo recobró, el presente era
casi intolerable de tan rico y tan nítido, y también las memorias
antológica, personal, selectiva. El texto no es uniforme, com-
más antiguas y más triviales. porta diferencias que orientan, en parte, la discriminación
Poco después averiguó que estaba tullido. El hecho apenas le del lector, pero esas tendencias no permanecen ni determi-
interesó. Razonó (sintió) que la inmovilidad era un precio míni- nantes ni definitivas, pueden variar desde el momento en
mo. Ahora su percepción y su memoria eran infalibles. que el texto aparece únicamente sometido a la "actualiza-
ción" de la lectura.
Funes oye, ve, siente todo y es la minuciosa totalidad de su
"L~ tradition littéraire, vue du point de vue de la théorie de la réception, ne
39
percepción infalible la que le impide entender o querer
sauratt étrc un objet de recherche que sous condition de reconnattre la partialité
entender. De ahí que sólo haya requerido del narrador el du point de vue et le choix continu comme condition de toute communication
préstamo de la Naturalis Historia de Plinio y un diccionario lttéraire" (H.R. Jauss, op. cit., p. 198).
U:-tA RETORICA DEL SILEXCIO EL I.ECTOR E-LECTOR
66 67

Las luces y sombras que destacan o descartan los dife- muertas (sánscrito, latín, hebreo antiguo) durante siglos,
rentes pasajes de la lectura son tan circunstanci.,:1les corno más que significar representaron y consolidaron el misterio y
constrictivas. El relieve ocurrirá en forma diferente pero no la fe. Lo más importante no es comprender sino compartir el
dejará de hacerse. De ahí que nunca llegue a registrarse lo misterio. Es la resistencia a la comprensión la que lo cifra.
que podría denominarse una lectura pantológica. "The true prayer at last, the one that asks for nothing" decía
No existe una lectura pantológica, total, donde no se pro- Beckett. De la misma manera que los verbos performativos
duzcan selecciones y parcializaciones circunstanciales. Sin de J.L. A{,stin, la validez de las palabras mágicas depende de
embargo, es necesario reconocer la .irnport,:1ncia del.fe.nómen.o su perfecta realización, de las condiciones de "felicidad" en
recitativo, la· repetición del texto aJttstado al prmctpw de h- que se pronuncian, de la asimilación a un ritual y de la
teralidad que observan sentenciosamente las palabras de inflexibilidad de su literalidad totalitaria.
Valéry: "La dignité du vers: un seul rnot qui manque A pesar de su infatuación, Ión, el dotado rapsoda de Platón,
ernpeche tout". sabe conceder que no es gracias a su talento ni a las técnicas
Con respecto a la poesía, la certeza parece inquebrantable. que pudo haber aprendido sino a la "fuerza divina" que le trans-
También para Coleridge "sería apenas más difícil sacar una mite la musa que llega a convertirse en el mejor intérprete de
piedra de las pirámides con las manos desnudas que alterar Homero. Argumenta que, sin proponérselo, sólo por repetición
una palabra, o la posición de una palabra, en Mtlton o. en Sha- rapsódica, de la misma manera que recibe esa fuerza, la
kespeare (en sus obras más importantes al menos) sm hacer transmite. Del mismo modo que es escogido por la musa, Ión
decir al autor algo diferente o algo peor que eso que ha dicho". escoge los fragmentos que más le placen, adelantándose a los
Semejantes al texto absoluto de los cabalistas, la tirada intereses y necesidades de sus oyentes. Una cadena de elec-
teatral, la lectura profesional, la poesía declamada, la ple- ciones dinámicas asegura la fortuna de su realización.
garia, son algo más y algo menos que la lectura. so.n forl\las Cuando Sartre recuerda en Les mots las lecturas en voz
que tienen que ver con el espectáculo, la fiesta y el ntual, con alta que Anne-Marie le hacía con "son air d'aveugle extra-
la renovación de un espacio y un tiempo sagrados donde el lucide", revive las impresiones provocadas por esa especie de
hombre se siente "contemporáneo de los dioses", más que con anulación personal que la fidelidad recitativa concita, aun
las modestas discreciones de la lectura, las segmentaciones cuando se manifieste por un óptimo interpretativo:
selectivas que ocurren en la intimidad y el recogimiento. Anne-Marie me hizo sentar frente a ella, sobre mi sillita;
Hay una notable afinidad entre la observación de la lite- se inclinó, bajó los párpados, se durmió. De ese rostro de
ralidad y lo que, en conjunto, cabe llamar palabras mágicas, estatua salió una voz de yeso. Yo perdí la cabeza: ¿quién con-
un fenómeno menos léxico que litúrgico. No importa descono- taba?, ¿qué y a quién? Mi madre se había ausentado: ni una
cer el significado de "abracadabra" porque seguramente no lo sonrisa, ni un signo de connivencia, yo estaba en el exilio. Y
tiene. Basta con escribir o pronunciar la palabra, tal cual, sin además, no reconocía su lenguaje. ¿De dónde obtenía ella esa
introducir modificaciones y esperar sus convocaciones seguridad? Al cabo de un instante yo había comprendido: era
mágicas; desde la articulación sagrada del sánscrito om que el libro el que hablaba."
describe y prescribe ortodoxamente Panini, hasta el célebre
"sésamo ábrete" que invoca fielmente AJí Babá, la consigna 40 "Anno-Marie me fit asseoir en face d'elle, sur ma petite- chaise; elle se pen-

dirime el significado, se invoca como el salvoconducto absur- cha, baissa les paupiCres, s'endormit. De ce visage de statuc sortit une voix do
p1Atre. Je perdis la téte: qui racontait? quoi? et a qui? Me mere s'était absentée:
do, una clave de nonsense. pas une sourire, pas un signe de connivence, j'étais en exil. Et puis je ne recon~
Las oraciones pronunciadas en lenguas extranjeras o naissais pas son langage. Oü prenait-elle cctte assurance?"
68 UNA RETORICA DEL SILENCIO
EL LECTOR E-LECTOR 69

En cambio, cuando Marcel evoca en A la recherche du Ambrosio de Milán (el dato es de Borges), quedó estupefacto
temps perdu una situación filial similar, las impresiones que de su silencio. Porque quien lee en voz alta, poco o nada se-
describe el narrador son bien distintas: las infidelidades de lector, practica una lectura pantológica, recitativa, incantato-
la lectura producidas tanto por la censura que ejercía su ria (el término vale también en el sentido de charme que le
madre sobre el texto salteándose los pasajes de amor, tanto atribuye Tzvetan Todorov en Le discours de la magie," cuan-
por las lagunas que iban formando su distracción en el desa- do aplica la noción para distinguir entre "plegaria" e "in-
rrollo del cuento, le hacían disfrutar, contradictoriamente, de cantación~~).
las frases oídas colmadas del aprecio por su madre, como si A pesar de la simétrica esquematización del signo,
esa lectura discontinua donde el equilibrio lector-e-lector no simetría ideal concebida por Saussure a partir de una afian-
estaba ausente, encareciera al lector -a los ojos del oyente- zada distinción semántica, en cada caso hay un sector que
en lugar de suprimirlo: predomina. Por la lectura en voz alta el significante abar-
caría la mayor porción: el incremento del significante va en
Para atacarlas ella encontraba en el tono que hace falta, el acen-
detrimento del significado. Si el lector-locutor es interrumpi-
to cordial que preexiste a ellas y que las dictara pero que las pa-
labras no indican; gracias a eso amortiguaba toda crudeza en los
do para averiguar qué ha captado de lo que él mismo acaba
tiempos de los verbos del pasaje, daba al"imperfecto y al pretérito de leer, queda desconcertado, es el primero en sorprenderse
indefinido la dulzura que hay en la bondad, la melancolía que de no haber entendido ni atendido a su lectura, bien entona-
hay en la ternura, dirigía la frase que terminaba hacia aquella da, perfectamente modulada, en voz alta, musical. Una
que iba a empezar, tanto apurando tanto enlenteciendo la mar- extraña "ventrilocuencia" la suya donde es el muñeco quien
cha de las st1abas para hacerlas entrar, aunque las cantidades presta su voz a un hablante que no piensa.
fueran diferentes, en un ritmo uniforme, insuflando a esa prosa La verdadera lectura es diferente de cualquier versión
tan común una especie de vida sentimental y continua. 41 recitativa. En Le plaisir du texte Barthes observaba uno de
los principios fundamentales que todavía deberían seguir
Pero también esa lectlira discontinua, por persona inter- elaborando las teorías que se ocupan de la lectura: la lección,
puesta, constituye una relación muy atípica. En este sentido, la jerarquización del texto como una suerte de tmesis, esa
y sin impugnar los modelos precedentes, no resulta redun- disyunción lingüística en virtud de la cual no leemos todo el
dante observar un fenómeno ya nada llamativo: ese lector texto ni con la misma intensidad ni con el mismo interés: "Es
que lee en voz alta, ese lector-locutor, cuando lee para otros, el ritmo de lo que se lee y de lo que no se lee aquello que cons-
no lee para sí. No se trata de un truismo; una lectura no es truye el placer de los grandes relatos: ¿se ha leído alguna vez
necesariamente silenciosa: San Agustín, en otras circunstan- a Proust, Balzac o La guerra y la paz palabra por palabra?
cias, mirando -no oyendo- la lectura silenciosa de (Felicidad de Proust: de una lectura a otra no se saltean los
mismos pasajes)". 43
41
"Ell retrouvait pour les attaquer dans le ton qu'il faut, l'acccnt cordial qui
leur préexiste ct les dicta, mais que les mots n'indiquent pas; griice a luir elle
El texto presenta una escritura compacta que el lector
amortissait au passagc toute crudité dans les temps des verbes, donnait a
l'imparfail et au passé défini la douceur qu'il y a dans la bonté, la mólancolie 42
París, 1978, p. 255.
qu'il y a dans la tendresse, dirigeait la phrase_qui finissait vers celle qui allait 43
"C'est le rythme mªme de ce qu'on lit et de ce qu'on ne lit paS qui fait le
commencer, tantót pressant, tantót relantissant la marche des syllabes pour les
plaisir des grands Fócits: a-t-on jamais lu Proust, Balzac, Guerre et paix, mot a
faire entrer, quioque leur quantités fussent différentes, dans un rythme uni~
mot? (Bonheur de Proust: d'une lecturc a l'autre, on ne saute jamais les m&mes
forme, elle insuflait' a cette prose si commune une sorte de vie sentimentale et
passages)" (Roland Barthes, París, 1973, p. 21 [El placer del texto, México, Siglo
continue" (Du cóté de ehez Swann, París, t. I, p. 43). XXI, 1974, p. 21]).
EL LECTOR E-LECTOR 71
70 UNA RETORiCA DEL SILENCIO

prolongada "cuestión Cervantes", si es que exist'e, de la


descompone; los altibajos de su atención controlados por sus
misma manera que se ha formulado el problema de una
intereses, deseos, conocimientos, ignorancias, van desarman- cuestión homérica. La entidad del problema y la calidad del
do el texto original "ou tout se tient" según nuevas articula- alegato toleran los inconvenientes de la digresión.
ciones que conforman parte a parte su recreación. Así el lec-
tor actualiza el texto: lo vuelve actual, Jo trae a un presente
y, por la misma acción, lo sustrae a la virtualidad en la que PERTINENCIA DE ALGUNOS ANTECEDENTES:
permanece, realizándolo vez por vez. PIERRE MENAHD, LECTOR DEL QUIJO'l'E
Cada lectura realiza y revisa el sistema.
Por eso el lector repite, en cualquier lectura, la experiencia De hecho, la primera desautorización, una auto-des-auto-
poética que propone ing-eniosamente Raymond Queneau en rización más bien, la propone el propio Cervantes cuando
su Mille milliards de poémes, estimando humorísticamente responsabiliza a Cide Hamete Benengeli de la redacción de
las múltiples (di)uersiones de la lectura. Queneau pone en los manuscritos que cuentan las aventuras y desaventuras
evidencia poética las reglas del juego. de Don Quijote.
En cambio, resultan algo ociosas o forzadas las precisas Otro problema de autor se plantea poco tiempo después: es
instrucciones que le da Julio Cortázar al lector de Rayuela en el problema. que comenta Ernst Bloch" cuando recuerda que
"Tablero de direcciones", al principio de la novela, donde le la escasa diferencia de fechas entre la publicación de Don
dice que "queda invitado a elegir una de las dos posibili- Quijote en España y la notable traducción que de esta célebre
dades" que él propone detalladamente, indicando el número novela .ap~reciera en Inglaterra llamó tanto la atención (por
de las páginas, incluso, para ordenar las posibles lecturas de la proximidad de las publicaciones, por las. excelencias en sí)
la novela. Esa elección y ordenamiento que propone y sub- que la gente no dudó en atribuir a Francis Bacon -a quien
raya el autor mismo constituyen los fueros naturales del lec- por otra parte ya se le habían atribuido asimismo las come-
tor, y por eso no hace falta invitarlo a ejercerlos y, menos dias y tragedias de Shakespeare- la redacción de Don
todavía, a limitarlo con indicaciones exactas. Son extralimi- Quijote. El problema de la adopción tardía (1752) del calen-
taciones "paratextuales" de un autor abusivo que intenta dario gregoriano por los británicos -problema de iglesias- y
actuar también desde "uno de los Jugares privilegiados de la sobre todo la suposición soberbia de que la primera "versión"
dimensión pragmática de la obra"," pero que gracias a la es?~ñola no era sino la traducción realizada por un pequeño
inevitable conversión textual no puede sustraerse a las oficial llamado Cervantes más el prestigio singular de
atribuciones naturales que un e-lector reivindica a la larga. Francis Bacon contribuyeron a dar verosimilitud a esa
En efecto, "la paratextualidad, se sabe, es sobre todo una trasposición de traducción "autorizada".
mina de preguntas sin respuestas", como dice Genette. Posteriormente Miguel de Unamuno en Vida de Don
Aunque autor, y en tanto que autor, una vez más Borges Quijote y Sancho ha contribuido a aumentar y actualizar los
contribuye a aclarar esta "cuestión de fueros". Quizá sea su desconciertos atribuyendo -pirandélicamente- a Don
"Pierre Menard, autor del Quijote", uno de los mejores ale- Quijote mismo la creación de la novela que lleva su nombre.
gatos en defensa de la causa del lector, aunque seguramente Otra vez el creador creado: el personaje, autor de sí mis-
no es ni el primero ni el último argumento probatorio de una mo. Más que una situación paródica, la sustitución plantea

4t "Un des lieux priviMgíés de la dimension pragrnatique de )'ocuvn/' (Gérard 45


Ernst Bloch, La philosphie de la Renaissance, París, 1974, p. 97.
Gt:mette; PaUmpsestes, cit., p. 9},
UNA RETORICA DEL SILENCIO El. LECTOR E-LECTOR 73
72

toda una problemática estética, teológica más bien, que daría de Borges (la imagen del espejo que muestra una verdad in-
para discutir largamente en otra oportunidad; por ahora y a vertida). En este cuento la inversión es reverso y contra-
fin de enunciarla solamente: Dios crea al hombre para que lo riedad también, pero sobre todo es "inversión" en tanto que
cree y crea en él. (Creer y crear como dos acciones que, más beneficio: establecida entre los polos autor/lector revela dos
allá de sus diferencias semánticas se asimilan poéticamente.) de las funciones esenciales del acontecimiento literario y es
Otra variante de la cita de Dante: "Vergine madre figlia del también en esta oposición que se juega la literatura; una ver-
tuo figlio", presumible hipotexto de las más enigmáticas dad puesta en juego.
madres de Apollinaire que son como "les colchiques [la Ya decía Barthes en el pasaje de Le plaisir du texte que se
Urpflanz de Goethe, quizás], filles de leurs filles". (Mucho citaba parcialmente, "la avidez misma del conocimiento nos
antes todavía, dos esculturas denominadas Ilíada y Odisea arrastra a sobrevolar o encabalgar ciertos pasajes [. .. ] La
reivindican para sí la gloria de haber creado a Homero, tmesis [ ... ] opone aquello que es útil al conocimiento del
todavía ahora, la reclaman, apostadas a la entrada del secreto y aquello que no lo es; es una fisura producida por un
Museo del Agora en Atenas.) simple principio de funcionalidad [... ]; el autor no puede pre-
La autoridad, tanto por realización (el nombre del autor) verlo: no puede querer escribir lo que no se leerá"." Todo lec-
como por poder (el renombre, su gloria) se desplaza del crea- tor comparte con el autor la condición de censor. Por esa
dor a la creación. En otro plano, Heidegger, procurando defi- condición Pierre Menard practica también la inevitable par-
nir la esencia de la obra, prolonga a su vez la lista de recipro- cialidad de la escritura; en su anhelo de reescribir Don
cidades: "El artista es el origen de la obra, la obra es el ori- Quijote, elige el capítulo IX, un fragmento del capítulo XXII y
gen del artista", la filiación teológica no se termina todavía. el capítulo XXXVIII. Por efecto de la comunicación estética,
Se consigna solamente que para Don Quijote no es difícil lectura y escritura se identifican:
encontrar varios tipos de autores: un moro, un inglés, un Mi recuerdo general del Quijote, simplificado por el olvido
oscuro oficial español, un narrador, un personaje -la lista no y la indiferencia, puede muy bien equivaler a la imprecisa
puede concluir ahí-, por eso tampoco puede sorprendernos imagen anterior de un libro no escrito. Postulada esa imagen
que ahora, por ahora, sea un lector su autor. Por ejemplo, (que nadie en buena ley me puede negar) es indiscutible que
Pierre Menard; Pi erre Menard por paradigma. mi problema es harto más difícil que el de Cervantes.
Borges una vez más resuelve por inversión, por paradoja, Esta identificación autor-lector constituye uno de los ejes
este problema de fueros tan actual, siempre vidrioso, con una generadores más sólidos de la estética de Borges" e invalida
significativa ocurrencia. Esta vez es un erudito, amigo y ad- para el presente caso las lúcidas reflexiones de Maurice
mirador de Pierre Menard, el narrador que dedica una nota a Blanchot" o las recientes de George Steiner,'' quienes con-
fin de corregir los errores de catálogo que los apresuramien-
tos necrológicos y los homenajes póstumos dedicados al 4
a "L'avidité memo de la connaissance nous entraine pour survoler ou a enjam-
escritor de Nimes, habían precipitado: la alarmante omisión ber certains passages [ ... ]La tmese [ ... ] oppose ce qui est utile a la connaissance
du secret et ce qui lui est inutile; c'est une faille issue d'un simple principe de
de Don Quijote, su obra maestra. fonctionnalité; [ ... ] l'auteur no peut le prévoir: il ne peut vouloir écrire ce qu'on
Este cuento de Borges podría ser incluido dentro de una ne lira pas" (R. Barthes, Le plaisir du texte, cit., p. 21 [pp. 20-21]).
categoría que comienza a ser cada vez más abundante: la ~1 Cuando le dije que para mí Pi erre Menard era, más que el autor, un lector de
"lectura-ficción" o "críticaficción" que contribuye a extender Don Quijote, me repond.ió sin vacilar "Lector o autor, es lo mismo, ¿no es cierto?"
(Montevideo, noviembre de 1981).
la lista de otras clases de ficciones igualmente inesperadas .. ~a M. Blanchot, Le livre a venir, París, 1959.
Ya se había hablado anteriormente de la catoptromancia 4
g G. Steincr, After Babel Aspects o{ Language and Translation, Nueva York, 1973.
~L LECI'OR E-LECTOR 75
74 UNA Rf<:TORICA DEL SII.ENCIO

tanto no distingue la escritura de la lectura, ambas aparecen


tribuyen a revelar con sus apreciaciones más lecturas de lec-
simplificadas en un mismo discurso disimulando la rivalidad
turas. necesaria a dos funciones literarias que son simétricas tanto
Ambos, en forma notable pero desacertada, coinciden en por similitud como por contrariedad.
ver a Menard como un traductor, e! traductor ideal, pero
Más allá de las alternativas históricas es posible identi-
desvían a pesar de la ponderación, por un desplazamiento ficar escritor y lector en una misma entidad realizando· dos
sobreinterpretativo, la oposición autor/lector, más legítima, funciones textuales opuestas. Asimilada a la escritura que la
que nos interesa examinar ahora. "En una traducción -dice
incorpora al texto, la lectura del traductor no defiende el
Blanchot- tenemos la misma obra en un lenguaje doble." Y
silencio que es su condición natural y se vuelve explícita. La
seguramente se da esa dualidad. Pero con la obra de Menard
contingencia de esas explicitaciones constituye uno de los
ocurre justamente lo contrario: se duplica la obra, pero el
riesgos mayores de la traducción.
lenguaje permanece exactamente el mismo, el español de La sobreinterpretación de dos críticos tan prestigiosos
Cervantes no aparece modificado en ningún detalle. tiene su justificación. Una vez más pudo ocurrir que el
El narrador afirma: "El texto de Cervantes y de Pierre
"avant-texte" (esa noción que Genette se complace en adoptar
Menard son verbalmente idénticos". Si la aspiración de toda
de Jean-Bellemin Noei), en este caso Don Quijote de laMan-
traducción es lograr una equivalencia, ésta debe cumplirse
cha, no sea totalmente inocente de una orientación interpre-
como una operación sinonímica, onomasiológica (si pudiera
tativa que desvía o despista la lectura y los hipertextos con-
aplicarse el término interidiomáticamente porque la opera-
secutivos.
ción se cumple entre dos lenguas), y proporcionar un mismo
Se recuerda que el narrador de Don Quijote se introduce
contenido (uo se trata de significados) por medio de expre-
en la novela de Cervantes procedente de una exterioridad
siones diferentes. que le interesa destacar, por medio de un juego de cordones"
Mientras que la operación semántica llevada a cabo por
muy borgiano.
Menard es la operación contraria: homonímica, semasiológi-
ca (pero en un sentido extensivo también ya que no se trata 51
En ·la c?mu~cación que presenté en el Coloquio sobre semiótica del espec-
de significados sino de contenidos semánticos)," su atención táculo (Umverstdad de Bruselas, 25 al 28 de abril de 1981) denominaba cordo-
poética parte de los mismos signos a fin de acceder a nuevos n_es a lo~ pro~cdimientos de intcrmediación ql,le limitan y distinguen las condi-
cwne~ dtaléchcas. de autonomía y dependencia recíproca que se establecen entre
sentidos, los suyos. el unwe~so arUstwo -en tanto que artificial y sobre todo virtual~ y el universo
Como toda lectura, la de Menard representa la puesta en espcctatwo ~del espectador, de su expectativa-la situación histórica en la que
práctica de una especie de homonimia pragmática: un mismo esta comunicación se produce.
La palabr_a "cordón" designa una circunstancia muy corriente y contradictoria a
texto se presta a tantas interpretaciones como lecturas. En la v_cz: el hecho_ de unir y separar al mismo tiempo. Por medio de este nombre se
efecto, el traductor dobla un textopero, en tanto que doblaje, de~tgna un objeto q~e une do? cosas diferentes (aunque designa también la
es otra cosa, otro texto: no coincide con el original y, todavía u~Ió~ y la dependencia más íntrma entre dos seres: ser-nacer), pero que asegura
a.stmtsmo la marca ~e separación, _la e_scisión neta, severa -sanitaria 0 poli·
más, lo sustituye; no lo borra pero lo desfigura, lo transfigu- cml~ ya sea neccsana, ya_ sea arbitran~. El cordón define la producción de la
ra, en el mejor de los casos. ficción, Y provo~a s~ recepción en la reahdad de la misma manera que las "me-
La traducción es, en efecto, un trabajo doble, pero no tal~psls narrativas de_ las que hablaba Genette (Figures III, pp. 243·245) que
des1g~an las transgrestortes del narratario extradiegético en el universo diegéti-
porque repita la obra dos veces, no la duplica, es doble en co o, mversamentc_, de" pers??ajes diegéticos en el universo metadiegético, Jos
cordon~s son t~mb1én frontieres. ~ouvantes", marca de límites que comparten
d~s ~m-:ersos rwales (por competitivos pero también por vecinos).
50 Recurro a las teorías semánticas de E. Coseriu, problemas de semántica Ltmitac¡ón que es extensión más que restricción, los cordones aparecen encabal-
estructural, Madrid, 1977.
76 UNA RETORICA DEL SILENCIO EL LECI'OR E-LECTOR 77

El narrador se encuentra el margen de la narración. En el la ficción, los cordones se entrecruzan, la realidad se intro-
capítulo IX (precisamente es ese capítulo el que elige Menard duce y todo eso por broma poética. Pero la exterioridad del
para crear su Quijote, es necesario sumar este hecho a la narrador se marca todavía un grado más cuando, descono-
misma cuenta crítica), consecutivo a la escena del combate ciendo el árabe, ese narrador debe recurrir a la asistencia de
entre Don Quijote y el gallardo Vizcaíno, el cuento se inte- un moro "aljamiado", letrado, capaz de traducirle el texto y
rrumpe, en el mejor momento, y el narrador es el primero en poder continuar así su relato.
sentirse decepcionado por el impedimento que le obliga a Borges especula, sin duda, con estas limitaciones e igno-
desconocer el desenlace; se queja apesadumbrado de que el rancias del narrador de Cervantes y las gestiones de un tra-
autor no le diera más noticias sobre dónde se podría hallar lo ductor implicado. Cuenta con la "gran memoria" de la lite-
que faltaba. Sobre todo se queja contra la injusticia de que ratura, la transtextualidad o "trascendencia textual del
semejantes hazañas nunca vistas como eran ésas, no con- texto", como señala Genette a fin de velar las funciones lite-
taran con un sabio que tomara a su cargo el describirlas. Si rarias específicas de Pierre Menard. Por eso puede ser que
no fuera por "el cielo, el caso y la fortuna", como dice Cer- este juego de escondidas con que se deleita el narrador de
vantes, más el trabajo y la diligencia que puso el narrador en Cervantes (el autor y los lectores también) haya sido trans-
buscar el final de esta historia, no se habría enterado de que textualizado de tal manera entre el cuento y sus lectores que
un muchacho había ofrecido, por poco dinero, a un sedero el haya inducido a Blanchot y a Steiner a transformar en tra-
cartapacio de manuscritos en caracteres arábigos; es tanto el ducción la obra de Pierre Menard. Por deslizamiento, el fenó-
interés del narrador de Cervantes que se tienta a hacerle meno de autoridad desplazada que se encuentra en la matriz
una contraoferta para poder continuar la historia. Se trata de esta obra y del acontecimiento narrativo en general -{de
indudablemente de un narrador muy moderno: distingue sus Cervantes a Cide Hamete primero, del narrador al traductor
fueros de los del autor, permanece ajeno a la diégesis pero después)-- todas esas complicaciones entre los estatutos li-
peligrosamente en sus límites; casi fuera de la narración, terarios, ya aparecen establecidas dentro del "repertorio", la
ignora la continuación de los acontecimientos en condiciones "enciclopedia" y reciben un nuevo aval hermenéutico cada
semejantes a las de un lector que se encontrara a esa misma vez.
altura de la novela, pero sin embargo disponiendo de atribu- Por otra parte, Menard había realizado algunas traduc-
ciones como para intervenir en su desarrollo. ciones. Pero justamente esos trabajos formaban parte de su
El narrador se sabe ajeno, nulisciente; es poco más que un "obra visible", la menos importante, la que fácilmente puede
portavoz fortuito de las aventuras que cuenta. La fractura ser revisada y lo que quiere el narrador de Borges es recti-
narrativa de Cervantes es notable. Por esa fractura se escapa ficar, hacer justicia recordando no esa obra visible sino "la
otra: la subterránea, la interminablemente heroica, la
gados, uniendo-oponiendo realidad y ficción, igual que el bufón de Tiepolo, a impar". Es a su Don Quijote que hacía alusión.
mitad de camino entre el fresco y la pared del Museo J acquemart-André de No corresponde confundir su fidelidad excepcional al texto
París,* que rompe el mármol para abarcarlos. Semejantes a los elementos gra-
maticales ("shifters", "embrayeurs", indicadores) que articulan e imbrican dos con los esmeros de un traductor; tampoco debería consi-
experiencias distintas en un mismo espacio de comunicación, los cordones se derársela un plagio. El narrador es bastante explícito: "Inútil
tienden amhivalentemente definiendo y confundiendo la situación dada y la agregar que no encaró nunca una transcripción mecánica del
situación creada.
* Henri III recibido por Federigo Contarini a la entrada de la Villa de Mira, es original; no se proponía copiarlo". Agrega además "que una
el titulo del fresco. (Un artículo sobre el tema de Los cordones en la comuni- versión literal de la versión literal que hizo Quevedo de la
cación cinematográfica apareció en Degrés, núm. 31, Bruselas, verano de 1982.) Introducción a la vida devota de San Francisco de Sales y
78 UNA HETORICA DEL SILENCIO
EL LECTOR E-LECTOR 79

que Mme. Henri Bachelier atribuye a Menard debería ser explícitamente en tantos textos. Según Borges, todo escritor
"una broma de nuestro amigo mal escuchada", aun para Me- escribe algo que ya existía. No se trata de verificar una dis-
nard tan partidario de la fidelidad al texto. Una versión lite- minución de valor en las obras recientes -la suya incluida-
ral de una versión literal es una redundancia literaria que se aun cuando quepa sospechar cierta subestimación, ni de un
excluye por tautológica, ociosa y sobre todo humorística. encarecimiento de las más antiguas por el solo hecho de serlo
En el cuento no faltan las precisiones sobre el género de sino de un cuestionamiento de toda forma de producción y la
trabajo que realiza Menard. Se dice que tampoco se consagra apreciación, sobre todo de ese recibir-escribir que es la lite-
a esas recurrentes adaptaciones de obras clásicas que trivia- ratura. .
lizan con vérsi0nes circunstanciales la permanencia artística El lector es un autor en tanto ejerce esa apropiación activa
que supera precisamente los accidentes históricos. Pierre de la que hablaba H.R. Jauss con respecto a la recepción de
Menard subestima esas obras. Los Don Quijotes de dife- obras en las que cada renovación de "horizontes de espera"
rentes orígenes y diferentes épocas han multiplicado y dis- renueva y modifica el valor y sentido. Por su parte, tanto el
minuido a la vez, por contingencias inútiles y fugaces, la escritor como el crítico "que juzga una publicación nueva, el
validez atemporal del personaje mítico. escritor que concibe su obra en función del modelo -positivo
Genette insinúa el buen camino: "El Don Quijote de Pierre o negativo- de una obra anterior, el historiador de la lite-
Menard, se sabe, no es una copia sino más bien una transfor- ratura que repone una obra en el tiempo y la tradición de la
mación rrúnima, o imitación máxima, de Cervantes, produci- que ella procede y la interpreta históricamente: todos son
da por la vía canónica del pastiche: la adquisición de una también, antes que nada, lectores, antes de establecer con la
competencia perfecta por identificación absoluta ('ser Miguel literatura una relación de reflexividad que a su vez se vuelve
de Cervantes'). Pero la debilidad de esta realización es la de productiva". 53
ser imaginaria y, como lo dice el propio Borges, imposible. El La actualidad del planteo no impide ignorar su similitud
pastiche mínimo, por el contrario, colma nuestras bibliotecas con las entusiastas expresiones de Ión en el diálogo ya citado.
reales, basta con decretarlo. Borges, deseoso de poblar 'de También para Platón -y el argumento vale para atenuar el
aventura los libros más calmosos', proponía atribuir la Imi- recurrido descrédito que padece Platón por la forma en que
tación de Cristo a Céline o a Joyce"." califica la actividad artística (la imitación en tercer grado, la
Ni transcripción, ni traducción, ni plagio, ni adaptación. Si expulsión de los poetas de la República)- el furor creador, la
se le dedica a Menard una nota necrológica como autor de fuerza de la divinidad, alcanzan al intérprete y, por su inter-
Don Quijote, eso ocurre porque una vez más Borges no puede medio, también al público con la misma intensidad con que
dejar de confundir, en una misma entidad, lector y autor. Ya se propaga la fuerza magnética entre los anillos de la cadena.
se había explicado en primer lugar esta confusión por el prin- Además de ilustrar sobre el origen y efectos de la creación
cipio más general de su estética de "ruinas circulares", de rapsódica, la comparación acierta en su modernidad: el entu-
mise en abyme, que se encuentra ilustrada a cada paso en siasmo poético procede del artista,_ quien lo obtiene de la
sus obras por la citada mecánica de inversiones-inclusiones,
atenuando la tan controvertida dicotomía realidad/ficción.
~ 3 "Qui juge une publication nouvelle, l'écrivain qui conc~it son o~uvre. en fonc~
Por su parte, la inversión específica lector/autor aparece tion du modele -positif ou negatif- d'une oeuvre anténeure, rtnstorten de la
legitimada por la fundamentación que formula Borges littórature qui réplace une oeuvre dans le temps et la tradit..ion dont elle est
issue et !'interprete historiquement: tous sont aussi et d'abord des lecteurs,
avant d'établir avec la littérature un rapport de réflexivité qui devient a son
~~ G. Genette, Palimpsestes, cit., p. 447 (La traducción es mía). tour productif' (H.R. Jauss, op. cit., p. 44).
UNA RETORICA DEL SILENCIO EL LECTOR E-LECTOR 81
80

musa, y ha de llegar al público, quien lo obtiene del rapsoda, ca, para él, no es lo que sucedió; es lo que juzgamos que sucedió.
con pareja intensidad. Las cláusulas finales --ejemplo y aviso de lo presente, adverten-
Es así que la intervención del receptor da entrada a la cia de lo porvenir- son descaradamente pragmáticas.
obra "en la continuidad en movimiento de la experiencia li- También es vívido el contraste de los estilos."
teraria, donde el horizonte no cesa de cambiar, donde se ope-
ra en permanencia el pasaje de la recepción pasiva a la re- Y el narrador (y el lector) de Borges continúa contrastando
cepción activa, de la simple lectura a la comprensión crítica, los dos textos, un único texto, pero atribuido a dos épocas
de la norma estética admitida a su superación por una pro- diferentes; la comparación resulta "inútil" ya que es imposi-
ducción nueva"; son también las precisiones de H.R. Jauss. ble establecer una oposición entre entidades idénticas y,
De tal manera que, en la práctica, la intervención produc- sobre todo, porque esa comparación-oposición que representa
tiva -activa o receptiva- se cumple en forma más bien el ejercicio intelectual por excelencia es también inútil como
imperfecta: es la continuidad en movimiento de la experien- "todo ejercicio intelectual", tal cual el narrador -ya muy pe-
cia literaria. Una imperfección que es índice de la salud de la simista- reconoce en ese mismo pasaje.
literatura; multiplicarse no es una falla, una falta, sino su Borges decía en Montevideo, en oportunidad de la confe-
fatalidad, una suerte. rencia que se citaba, pero en diálogo aparte, que Pi erre
Una obra se actualiza sin modificarse. Por una parte Menard no podía no ser francés, y pienso que la referencia
Menard lleva a cabo su tarea literaria tan perfectamente, nacional (cualquier referencia nacional, a la que es tan céle-
(lee) tan activamente Don Quijote que su interpretación bremente adverso) se explica en este caso por su probable
histórica -como no puede ser de otro modo- a pesar de los conocimiento de algunos autores franceses a los que habrá
intereses filológicos que se anotan en el catálogo de su obra querido aludir por medio de este personaje, pero, como siem-
visible, queda a salvo de cualquier reconstrucción arqueológi- pre, según su régimen de inversiones; la misma situación li-
ca: su interpretación difiere netamente de la de un lector teraria pero al revés.
contemporáneo de Cervantes. Tal corno se menciona en primer lugar en el catálogo de
Pero, por otra parte, su Don Quijote transtextualiza su sus obras visibles, importa hacer constar que Pierre Menard
hipotexto a partir de una lectura tan perfecta, tan literal, publicó dos veces un mismo soneto ("con variaciones") en la
que el hipertexto ya no se distingue del original: revista La Conque. Supongo que Borges no ignoraba que ésa
era la revista de Pierre Louys, el autor del controvertido libro
[ ... ] la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, Les chansons de Bilitis. Esta obra que reúne apócrifamente
depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de las "traducciones" al francés que Pierre Louys hiciera a par-
lo presente, advertencia de lo por venir. tir de poemas sáficos escritos en la antigüedad por la poetisa
Redactada en el siglo diecisiete, redactada por el "ingenio lego"
griega nombrada en el título y que, en su momento, supo
Cervantes, esa enumeración es un mero elogio retórico de la his-
despistar a los críticos más expertos; esta traducción, sin
toria. Menard, en cambio, escribe:
"[ .. ,] la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, texto de partida, constituye una práctica literaria muy seme-
depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de jante a las que se propuso Menard, ya que Pierre Louys hace
lo presente, advertencia de lo porvenir. justo lo contrario: presenta como obra ajena la suya propia.
La historia, madre de la verdad; la idea es asombrosa. Menard, Similar a este ejemplo pero obviamente más emparentado
contemporáneo de William James, no define la historia como una con Pierre Menard por la coincidencia patronímica, recuerda
indagación de la realidad sino como su origen. La verdad históri- Emir Rodríguez Monegal a Louis-Nicolas Ménard, otro estu-
EJ.. LEm'OR E-LECTOR
82 UNA RE'l'ORICA DJo;L SILENCIO 83

diosa francés que, atraído por Jos estudios clásicos, no pudo .. no dejan de ser extravagantes, Sin embargo, si.se dan
resistir la tentación de escribir su propio Prometeo encade- algunos precedentes atendibles de imitaciones propias pre-
nado, pero produciendo una escritura tan perfectamente sentadas como originales ajenos, los precedentes de Pierre
esqui lean a que los críticos contemporáneos .especializados no Menard tanto como sus epígonos son mucho menos extrava-
tuvieron dudas en reconocerlo como traducción de una obra gantes que lo que la situación narrativa parece ilustrar.
del célebre trágico griego. En la biografía dé Borges que Pero como sucede con los acontecimientos reales extraños
Rodríguez Monegal publicara hace poco en los Estados tampoco su frecuencia en la realidad acredita la verosimili:
Unidos, lo presenta como el modelo más válido para Pierre tud: para la estimación literaria poco importa si esos aconte-
Menard: "Los 1\ábitos literarios de Louis Ménard (la reescri- cimientos ha~ ocurrido o no. Desde Aristóteles hasta el pre-
tura de obras perdidas o no existentes, su lectura anacrónica sente se ha d1cho numerosas veces que la ocurrencia históri-
de la literatura) anticipa los de su tocayo Pierre Menard (sin ca verificada no es índice suficiente de verosimilitud, apenas
acento en la e), el extraño poeta simbolista francés que de verdad. En el reconocimiento de esa diferencia radica una
Borges inventó en 1939 para burlarse de las convenciones de de las propiedades que opone el fenómeno real al de ficción
la crítica literaria"." '?ruth is str~~ger than fiction", se dice desde hace tiempo, ;
Posiblemente a Borges le interésaban estos autores para ~sa es tamb1en una verdad tan paradoja! como universal:
darle verosimilitud a su personaje, por la semejanza que Nada es extraño en Praga; cualquier cosa puede ocurrir".
guarda la originalidad renunciada de sus quehaceres -ya Asegurando la familiaridad de una cotidianeidad que por
registrados por la historia literaria- con la utopía literaria frecuente, no es menos increíble. '
de la que Menard es admirable protagonista.
La di versión y riqueza imaginativa del acierto no se
atenúan por la existencia de un fenómeno extraño pero que
aparece normalizado, por frecuencia histórica, pasible de ser
incluido en la categoría de esas realizaciones apócrifas que
Genette distingue como forgerie. "El estado mimético más
simple, o más puro, o más neutro, es sin duda el de forgerie.
Puede definirse como el de un texto parecido, lo más posible
al de un corpus imitado, sin nada que atraiga, de una u otra
manera, la atención sobre la operación mimética en sí o sobre
el texto mimético cuya semejanza debe ser .lo más transpa-
rente posible sin señalarse a sí misma como semejanza, es
decir como imitación.
La situación pragmática ejemplar es aquí evidentemente
la del apócrifo serio[ ... ]""
Disimuladas o fraguadas, las variaciones de la imitación

54
Emir Rodríguez Monegal, Jorge Luis Borges: a Literary Biography, Nueva
York, 1978, p. 123 (La traducción es mía).
65
G. Genette, Palimpsestes, cit., p. 93 (La traducción es mía).
LA PROBLEMATICA DEL "DISCURSO REPETIDO"

[ .. .] el abogado, de todos modos solamente respondería


con el silencio o con una frase hecha, y K ... jamás podría
saber.
FranzKafka

La empresa de Pierre Menard era de antemano imposible,


como dice el narrador, pero era imposible en realidad porque
constituye una imitación perfecta y, como toda perfección,
esa imitación se sustrae si no a la existencia por lo menos a
la advertencia.
Es interesante observar ese tipo de incompatibilidad entre
perfección e imitación dentro de un fenómeno más general, ése
que los lingüistas han tipificado como "discurso repetido", una
forma de discurso que puede incluirse dentro del tema general
de la citación" y que ya había sido iniciado anteriormente a
propósito de la necesidad recitativa y de las características
que la distinguían en los ejercicios de lectura en voz alta.
Si una repetición es perfecta ya no se advierte y, por lo
tanto, deja de existir como repetición; la citación, la imi-
tación, la dualidad desaparece; realizada, se anula.
Por ejemplo, una de las invocaciones (evocaciones) más
turbadoras de las que puedan oírse: Eli, Eli, lama sabach-
tani es también una cita, pero eso no se advierte jamás. Al
escucharla sólo se piensa en Jesús como si no se tratara de
una repetición. Sin embargo, importa que en su circunstan-
cia más conmovedora, la más íntima, Jesús evoque las pa-
labras de tribulación con las que David se queja en su aflic-
ción (Salmo 22, vers.l).
~a Eugenio Coseriu, op. cit., p. 113.
86 u;..;A RETORICA DI<~J. Sll.E~CJO ~DISCURSO
LA PROBLEMATlCA DEL REPETIDO" 87

Desde que me entero de la referencia al Antiguo Testa- tensión semántica tal entre crimen y perfección que la serie
mento, algo cambia. De no conocerla, David y la repetición suprime el referente. La mera menc.ión del objeto, lo deroga;
desaparecen a la vez. Pero no sólo ellos desaparecen. el conocimiento, lo destruye. Algunas teorías o doctrinas sue-
Otro ejemplo: En algunos diálogos de Alphauille, el filme len atender al procedimiento poético, divino, de la verbo-
de J.L. Godard, hay varias citas de esta especie -alguna de creación -en el génesis, el más recUrrido-; no parece menos
Borges también-; aproximadamente dicen así: acertado aceptar el correspondiente a una verbodestrucción:
Hace tiempo que la lingüística ha descartado, por ingenua,
-¿Qué es Jo que le da miedo? la creencia en la representación del objeto por el signo; lo
-El silencio de los espacios infinitos me espanta. suspende pero no lo sustituye. Como si se reprodujera en
cada mención el mismo círculo vicioso que, más allá de los
También aquí quien no tenga presente Jos Pensées no refinamientos de la formulación solipsista, pero sin excluir-
advierte la cita. En ese filme se encuentra un personaje la, se renueva desde los mitos bíblicos y occidentales ame-
extraño que no es más que la voz de un cerebro electrónico nazando toda forma de conocimiento: el conocimiento como
que habla en un planeta distinto. Todas las frases que dice amenaza.
son repeticiones de frases, famosas algunas, menos conocidas La .asociación es inevitable: conocimiento y pecado com-
otras. Pero eso se advierte sólo si se sabe; no se trata de una parten un mismo origen, la culpa edénica, el lastre de la
evidencia ni de una referencia señalada sino de un conoci- felix culpa, el fruto y el castigo, desmentidos o avalados eti-
miento recurrido. Ni el cerebró electrónico ni ningún otro mológicamente por el ladaat del hebreo arquetípico; yacer y
personaje o hablante explica que esos enunciados consti- conocer ya definitivamente asociados; el goce y el conocimien-
tuyen fragmentos repetidos de otros discursos o de discursos to, placer y padecer como una de las antítesis más viejas y
de otros. El efecto estético de esa voz electrónica y de sus más vigentes de la ideología: Adán y la caída, Edipo y la
frases que suenan como ecos de nuestra cultura más erudita, inexorabilidad de los oráculos (o de sus interpretaciones),
parodiadas por la monotonía mecánica, es particularmente Prometeo y su condena, el (re)conocinúento de Orfeo sacrifica
estremecedor, pero es necesario saber para sentir. Aun para a Eurídice, Jesús en la cruz, y la lista no termina. Desde los
ridiculizar ese saber -y no es el caso- hace falta disponerlo. mitos más antiguos hasta las· inquisiciones del torturador
Si no se conoce de antemano el texto citado y si el emisor policial, saber y sufrir siguen unidos.
no realiza ninguna aclaración explícita (entonación, comillas, Escritura y lectura, repetición y originalidad, descubri-
contexto) sería difícil considerarlo texto citado. Cuando la miento e invención: a pesar de la contradicción que manifies-
imitación es perfec"ta o cuando el hecho de imitar no se desta- tan los términos de esos binomios, la oposición ya no se
ca la imitación se desvanece. Parece acceder a un lugar advierte con tanta certeza.
co~ún decir que un crimen perfecto no existe y, en efecto, es Los numerosos y bien fundamentados estudios que se mul-
una trivialidad, pero aquí la aseveración vale aunque no en tiplican en los últimos años sobre el tema de la repetición
el sentido habitual. La imposibilidad es de otro orden. Si parecen tender a atenuar las diferencias, conciliar los con-
tengo referencias de un crimen -aun del mejor cometido- trarios, encontrar una explicación y reconocer -como
ya es suficiente: anunciarlo lo denuncia. Es inconcebible, Heráclito-- .que en esa conciliación radica el conocimiento y
entonces, porque o es perfecto o es crimen; la contradicción el principio de todo. "[. .. ) la hipertextualidad se asigna ese
rige los términos de un sintagma de referente imposible ya mérito específico de presentar constantemente las obras
que ambos términos se excluyen recíprocamente: se crea una antiguas en un nuevo circuito de sentido. La memoria, se
88 UNA RETOIUCA DEI, SILENCIO LA PROBLEMATICA DEL uDISCtm.SO REPETIDO~
89

dice, es 'revolucionaria' bajo la condición sin duda de que se las lagunas, los trous de obras y teorías, los couplings de S.
la fecunde, y que no se contente con conmemorar. 'La lite- Levin, la función poética de Jakobson defmida con anteriori-
ratura es inagotable por la razón suficiente de que un solo dad, la parodia, la copia, la intertextualidad literaria y sus
libro lo es' (Borges). Este libro no alcanza sólo con releerlo numerosas variantes, son algunos de los temas afines y recu-
sino es necesario reescribirlo, ya sea como Menard, literal- rrentes de esas disciplinas, y si la enumeración es fatigosa
mente. Así se lleva a cabo la utopía borgiana de una literatu- -aunque no exhaustiva- resulta representativa de una
ra en transformación perpetua (o perfusión transtextual), dirección muy definida de los intereses temáticos, pro-
constantemente presentándose a sí misma en su totalidad y gramáticos y bibliográficos de los estudios contemporáneos.
como totalidad, en la que todos los autores fueran como uno, Indudablemente que el reconocimiento de ambos fenó-
y todos los libros un vasto Libro, un solo Libro infinito."" menos tiene como origen y lugar común la íniciación y pro-
greso de la lingüística del texto, la translingüística el análi-
sis del discurso, la pragmática o las diferentes denomina-
OTROS PALIMPSESTOS LA (DI)SOLUCION REPETI1'NA ciones con que se dan a conocer en las últimas décadas las
diferentes teorías del texto.
Todo el fenómeno de la aliteración [ ... ] es sólo una parte La preferencia por el texto como unidad de discurso más
insignificante de un fenómeno más general o más bien
absolutamente total. extensa, superior a la oración y, sobre todo, la atención al
Saussure discurso artístico y su entorno, prestada por los iniciadores
de esas teorías, apartaron los estudios lingüísticos de la
No puede pasarse por alto el hecho de que en los últimos clausura sistemática que exigían las elaboraciones teóricas
años, y quizá como reflejo de acontecimientos que se regis- desde los planteas de Saussure y la consiguiente expansión
tran en otras áreas de estudio, la lingüística, la semiología, de la lingüística estructural: sin renegar de ello, al contrario
la teoría literaria, entre otras ciencias humanas, se hayan -tout contre-, entendieron como excesivamente limitativos
ocupado con insistencia de dos fenómenos, la repetición y ·la los principios que vedaban las indagaciones sintagmáticas
coherencia, que regularmente son consideradas en forma más allá de la oración, superando por esa misma actitud
independiente pero que, con toda seguridad, guardan entre sí también las bases que había propuesto el generativismo pos-
vínculos más estrechos que evidentes. terior.
Los estudios relativos al discurso repetido, las citaciones, La lingüística estructural se seculariza. Incorpora las ten-
la iteratividad, la coherencia, la isotopía, las anáforas, las d~ncias teóricas de la época y, sin desdeñar los avances pre-
redundancias, el fragmentarismo, las omisiones, los hiatos, vws, reconoce que la interpretación del texto no depende sólo
de las propiedades semánticas generales sino de las condi-
57
"[ ... ] l'hypertextualité a pour elle ce mérite spécifique de relancer constam- ciones en las que el discurso se produce. La lingüística dirige
ment les ocuvres anciennes dans un nouveau circuit de sens. La mémoire, di-on, su mejor atención al estudio de las circunstancias del discur-
est 'révolutionaire' a condition sans doutc qu'on la féconde, et qu'elle ne se con-
tente pas de commémorer. 'La littérature est inépuisable pour la raison suf- so: de la situación y de su incidencia en el texto y, por la
fisante qu'un seullivre l'est'. (Borges) Ce livre i1 ne faut pas soulement le relire, m1sma parte, a las asociaciones contextuales y transtex-
mais la réécrire, fut-ce comme Menard, littéralement. Ainsi s'accomplit l'utopie tuales.
borgésienne d'une littérature en transfusion pepétuelle (ou perfusion trans-
textuelle), constamment préscntc ¡a elle-m&me dans sa totalité et comme tata- Pero es necesario observar, además, estos grandes temas:
lité, dont tous les auteurs ne font qu'un, et dont tous les livres sont un vaste repetición y fragmentarismo (por acomodar en dos términos
Livre, un seul Livre infini" (G. Genette, Palimpsestes,~cit., p. 453). de carácter general a las variantes enumeradas más arriba y
90 UNA RETORICA DI<:L SfLENCIO
l.A PROBLEMATICJ\. PEL "!HSCURSO RT~PETliJ.O~ 91

ahí también sólo parcialmente), desde la perspectiva de la el pasado, una tensión hacia atrás para ganar la fuerza y
identificación lector-e-lector, que era uno de los temas que se precisión necesarias y, al mismo tiempo, se alivia el esfuerzo
había propuesto, sin dejar de lado las consideráciones relati- disminuyendo la tensión. Si se busca una Imagen para com-
vas al reconocimiento de la necesidad recitativa. prender esta idea de tensión/distensión de la repetición de
Por el procedimiento de la citación, la vocación es múlti- regrese y progreso, aparece el arco y la lira: "La armonía ten-
ple: invoca (apela), convoca (hace presente), evoca (recuerda) dida hacia atrás", de la que hablaba Heráclito y que se reen-
y revoca (suspende o anula), todo al mismo tiempo. cuentra como título en el libro de Octavio Paz, el ensayo que
Una lista interminable de bromas, eslóganes publicitarios dedica a la consideración del lenguaje y la poesía y de las
pero, especialtnente, lo que nos interesa más: toda clase de relaciones que entablan.
títulos (literarios, científicos, periodísticos, etc.) dan cuenta Se comprueba también en este empleo repetitivo un recur-
sobrada de esa triple función de la vocación repetitiva, de la so de autoridad. Una de las razones por las cuales se encuen-
citación que pasa a frase hecha, a proverbio, a má~ima. tra con frecuencia epígrafes citacionales al principio de las
Porque la cita presenta una curiosa tendencia a la repetición: obras con la intención de atraer sobre sí la autoridad de tex-
sigue siendo repetida. tos consagrados. ·
Una repetición va más allá de las facilidades que dispensa Se realiza un gesto ambiguo que reverencia la mención de
la imitación, de lo ya dicho por otros; se trata más bien de otro pero, al mismo tiempo, la recontextualiza, extendiendo
satisfacer esa necesidad recitativa: por medio de la citación, el prestigio de la mención a la propia obra, una suerte de pro-
el hablante se siente en medio de una encrucijada, entre el tección requerida, un respeto y resguardo. Se trata de una
ser personal y la tradición, el individuo y la cultura. Repite cita y la aplicación literaria activa el uso social del término;
literalmente con la misma fidelidad con la que condiciona las además de repetir parte de un discurso anterior significa, si
in vocaciones mágicas o religiosas. no un acuerdo, el encuentro entre dos personas.
Cada vez que se citan las palabras de otros es posible El título de un libro suele ser el primer indicio de una
observar un movimiento doble y casi contradictorio: de un "alusión transtextual". Numerosos títulos de obras poco o
lado se da una inercia por la que las palabras del otro ofrecen muy conocidas transcriben el título o los fragmentos elegidos
una solución, ya hecha, al propio problema expresivo, pero de un texto anterior. Por este medio se establece anafórica-
también se da otro rnovin,-iento, una reverencia, un gesto de mente un precedente temático sobre la situación literaria
respeto, cierto temor, una convención también, con que el que empieza a desarrollarse pero, precisamente, como si ya
pensamiento propio se adecua al ajeno. hubiera empezado antes: empieza como continuación. John
La evolución semántica del latín respectus -derivado de Steinbeck titula su novela East of Eden; la cita del Génesis
respicere~ ilustra el caso: "mirar hacia atrás" da por un lado anticipa las desgracias derivadas de una maldición que se
1a noción del fr. respect, esp. respeto, "consideración, apre- cierne sobre dos hermanos y que persigue a sus descen-
ciación, n1iramiento, reverencia" y, por otro, fr. répit (en dientes.
español respiro, aunque de etimología diferente), "tiempo de La mención del versículo, conocida o presumida, se repite
reposo, distensión"; y la ilustración vale por partida doble ya también para evocar una tradición, un universo, o atribuir
que pasa por el fr. respit, que en el francés medieval signifi- una causa pretextual a acontecimientos que no .se ven aisla-
caba "proverbio", "sentencia"j la frase que se repite. dos sino engranados en una continuidad casi natural.
La repetición realiza una síntesis que recupera el núcleo Walter Pater decía: "Para desarrollar una repetición que
semántico de la voz latina, un movimiento significativo hacia es parte de una cadena infinita de asimilación ( .. .} es nece-
92 UNA RETOIUCA DEL SILENCIO LA PROBLEMATICA DEL "DISCURSO REPETIDO" 93

sario que Pascal en sus Pensées haga eco a las frases de recuerdo), diferenciada apenas una transcripción de otra, por
Montaigne, más tarde Sainte-Beuve haga eco de Pascal" y algunos juegos de diagrama: una distribución espacial irre-
después W. Pater de Sainte-Beuve, y así sigue. gular que ni siquiera intenta ser la representación gráfica de
Sólo algunos títulos para ilustrar el mecanismo: las variaciones de un mismo fenómeno.
T.S. Eliot: Waste Land de La terre gaste (Chrétien de Tro- La imagen se ensaña a varias puntas contra los abusos del
yes). escritor, de cualquier escritor, contra sus debilidades y el
A. Huxley: Brave New World de The Tempest (Shakes- esfuerzo de perseguir una originalidad por medio de una
peare). tarea inevitablemente repetitiva. Balzac, igualmente irónico
W. Faulkner: The Sound and the Fury de Macbeth (Sha- que Kubrick, aunque menos violento, había previsto todavía
kespeare). una vuelta más: "D'Arthez, estupefacto e incapaz de sospe-
Dos escritores uruguayos: J.C. Onetti Para una tumba sin char que Diane d'Uxelles repetía de noche lo que había leído
nombre (Debussy-Pierre Louys) y M. Benedetti: El recurso de mañana, como lo hacen muchos escritores".
del supremo patriarca. Hace aquí un título "telescopio" con Por su parte el lenguaje periodístico ha concebido a su
los títulos de tres novelas muy conocidas publicadas en los modo una verdadera gramática denominativa por la que los
últimos años en América Latina que tratan cada uno de ellos títulos que designan los artículos (los que designan y no
sobre diferentes dictaduras en América o, mejor dicho, puede aquellos que los resumen y que responden a otra gramática),
ser su intención sobre una misma dictadura: El recurso del adoptan o adaptan infinitamente títulos y textos ya conoci-
método (de Alejo Carpentier), Yo, el supremo (de Augusto Roa dos, muy conocidos. El propósito ya se ha señalado reiterada-
Bastos), El otoño del patriarca (de Gabriel García Márquez). mente: hacer señas a una referencia conocida, subrayando lo
Todavía uno más: Remembrance of Things Past es el título conocido a fin de destacar lo que haya de diferente. El título
de la traducción inglesa de A la recherche du temps perdu, concebido así ejerce una función cultural y proselitista: reto-
pero también una cita del soneto xxx de Shakespeare. Toda ma y activa lo tradicional a fin de introducir una novedad.
una avalancha de presupuestos se precipita y se suspende No es posible desconocer que el complejo fenómeno cultu-
por la misma vía. ral se juega como una dialéctica de la repetición. En ese
En The Shining (El Resplandor), un film de Stanley Ku- juego le corresponde al lenguaje la participación más respon-
brick bastante reciente, se rescata una situación exagerada- sable.
mente caricaturesca de esta tendencia repetitiva del lenguaje
que no es sólo manía literaria.
J ack Nicholson hace el papel de un escritor que se retira a TRADICION Y RUPTURA: UN "LEITMOTIV"
un enorme hotel de montaña totalmente desierto a fin de
obtener en su aislamiento las condiciones óptimas de silencio A la protección y autoridad apeladas se suma la intención
y soledad indispensables para escribir su novela. deliberada o no, de inscribirse en una serie mítica, T. S. Eliot
Pasa días y días atemorizando a su familia, exigiendo con comenta que Ulises de Joyce es una manipulación propia del
toda clase de violencias, la tranquilidad necesaria para su mito que establece un paralelismo entre contemporaneidad y
concentración; su mujer descubrirá horrorizada que en su antigüedad: la continuidad con respecto a creaciones prece-
apartamiento delirante habí8 logrado escribir un montón de dentes pero, por otra parte, se evoca el mito a fin de poner de
hojas en las que únicamente se leía la repetición mecánica de relieve lo irrepetible, la novedad, que sólo se advierte como
una sola frase hecha (que, por insignificante, ahora no tal por contratipo de lo ya conocido.
LA PROBLEMATICA DEL "DISCURSO REPETIDO~ 95
UNA RETORICA DEL SILENCIO
04
está inextricablemente ligada al discurso literario. En la obra
Dice Wolfgang Iser, otro de los teóricos de la Escuela de de Proust, por ejemplo, se sabe que la repetición de los acon-
Konstanz: "La revelación de las diferencias irreductibles es lo tecimientos ocupa un lugar privilegiado; en efecto, por medio
que constituye la función real de los modelos míticos a través de la repetición de la experiencia, es posible aproximarse a
de los cuales debemos contemplar el mundo moderno"." una forma de atemporalidad de supresión del tiempo que
La importancia de la repetición es decisiva en la concep- sería una forma de eternidad donde el pasado y el presente
ción del mito. Es célebre el texto de Mircea Eliade donde pre-
se confunden:
senta al hombre religioso como aquel que vive en otro tiem- Por el solo placer de recopiar la cita, se lee:
po: "El illo tempore mítico". Reconoce en la repetición de la
fiesta (porque· toda celebración es repetición) el retorno al Jusque'R faire empiéter sur le présent, a me faire hésiter a savoir
tiempo del origen. "Se 'sale' de la duración profana para ir al dans legue] des deux je me trouvais; [ ... ] par une de ces identités
encuentro de un Tiempo 'inmóvil', la 'eternidad'. El eterno entre le présent et le passé, i1 pouvait se trouver dans 'le seul
retorno salva la existencia humana de la nada y de la muerte mili e u oú il put vivre, jouir de l'essence des eh oses, e'est-a di re en
y este eterno retorno es la repetición de los gestos ejem- dehors du temps, 59
plares."
Se repiten fechas, gestos, palabras, celebraciones: la Según Genette, en la narración se dan varios tipos de rela-
repetición y recitación de las mismas formas crean la ilusión ciones de frecuencia; es posible contar varias veces un acon-
de un "acontecimiento primordial", de un tiempo pasado tecimiento que se repitió él mismo· varias veces: "Contar n
recuperado o, mejor todavía, de un tiempo que no ha trans- veces lo que ocurrió n veces (nR/nH)" según la fórmula
currido, próximo a la esencia de las cosas, por medio de la establecida en Figures III (p. 146). O bien es posible "contar
"abolición de lo patético del tiempo", como decía Barthes a n veces lo que ocurrió una vez (nR/lH)"; el relato repetitivo
propósito de las repeticiones que manipula el pop art. da lugar a un "cuento ritual", similar a ese fenómeno que
La fiesta, el teatro, el ritual, el juego, presentan coinci- Kierkegaard considera tan intrigante ya que es capaz de
dencias esenciales. No es posible precisarlas aquí pero, como cuestionar la causalidad y la corriente del tiempo.
dice Hans Georg Gadamer en Vérité et méthode, con respecto El tiempo, la originalidad, la tradición, el mito, el lengua-
al juego, todas esas manifestaciones a las que el culto y la je. Sin repetición no hay cultura. Toda forma cultural com-
ceremonia no son ajenas, muestran la tendencia a la repeti- porta así una síntesis temporal: la transgresión del pasado
ción. -un tiempo que va. más allá de sus límites- al actualizarse.
El teatro es precisamente la "institución" (como dice Gilles Son formas que revelan la extraña ocurrencia del tiempo que
Deleuze) donde la repetición adquiere forma y sentido. Es el se recupera cuando no pasa. Como dice Jean M. Domenach:
lugar -el espacio, un local- destinado a la repetición pero, "Realiza el sueño del tiempo recuperado, tiempo más que
por otra parte, él mismo existe a partir de repetici,ones, de recuperado, suprimido"~
"répetitions" de ensayos que se dirigen a realizar el doble
juego de la repetición y creación.
Desde la antigüedad hasta nuestros días, la repetición
~~ "Hasta q~e-cl pasado tope con el presente, hasta hacerme vacilar acerca de
en cuál. de los dos me he encontrado; ( ... ] merced a una de estas identidades
18 "The rev~lation of the irreducible differences is what canstit.utes the real entre presente y pasado, conseguía encontrarse en el único medio donde pudiera
funct.ion ofthe mythical patterns through which we are to loók u pon the modern vivir, disfrutar de la esencia de las cosas, es decir fuera del tiempo."
world" (W. lser. The Acto{ ReCJ.ding-, Londres, 1978).
96 UNA REI'ORICA DEL SILENCIO LA PROBLEMA'riCA DEL "DISCURSO REPETIDO" 97

LA 'l'ECNICA COMO REPETICION no se advierte. Concurre al sistema, el inapreciable lugar


común donde se encuentran todos los hablantes que com-
Je me rendais compte de tout ce qu'a de réell'ocuvre de
parten un. código, y como tal no se manifiesta sino por refe-
~a.gner, en re-voyant ces themes insístants ct fugaces que
v1sltent un acte, ne s'éloignant que pour revenir. rencia antónimas, eventualmente diferentes pero que no mo-
Marcel Proust difican los arquetipos de construcción, de procedimientos y
de materiales.
En el lenguaje sólo hay repeticiones. Aun dentro del marco Volóshinov-Bajtín va más lejos. Afirma que "no hay nada
de la sincronía, lo que Eugenio Coseriu llama "técnicas del de individual en lo que expresa un individuo"" y continúa
discurso", y· que comportan "los elementos y procedimientos más adelante con una oposición que da fundamento a las
de una lengua libremente disponibles", se implican lexemas, concepciones lingüísticas más modernas: "Todo enunciado
categoremas, morfemas, dispuestos por el sistema que son posee dos aspectos: el que le viene de la lengua y que es rei-
combi~ados y modificados de acuerdo con reglas,' también terable, por un lado; lo que le viene del contexto de la enun-
ellas dispuestas por el sistema. ciación, que es único, por otro".
La estructuración por medio de técnicas del discurso Para Coseriu también las tradiciones lingüísticas compor-
~upone un conocimiento aprendido y aplicado. El hablante no tan no "sólo técnicas del discurso sino también "discurso
m venta. En todo caso, toda su invención consiste en encon- repetido", es decir, "un lenguaje ya hablado", "fragmentos de
trc:r (en el sentido etimológico del primer término es la discurso ya hecho y que se pueden emplear de nuevo, en
:;11sma cosa) lo que ya se encuentra en el sistema. El ba- diferentes niveles de estructuración concreta del habla".
lante adqmere y emplea un saber hacer, su competencia un
sabe_r decir ya existente y que él adquiere de otros, d~ su
medw: Toda técnica es inevitablemente reproducida, "es pro- UNA ESTETICA DE IMITACION
cedimiento Y vale en la medida de su eficacia es decir en la
medida en que es un procedimiento susceptibÍe de apli~ación Si el arte contemporáneo tiene como punto de partida
repetida". 60 ideas según las cuales la originalidad 1 la inimitabilidad 1
lo que es propiamente individual pertenece a los valores
Es de esa eficacia que depende la aplicación del instru- de la obra de arte 1 la estética medieval consideraba todo
mento, la diferencia que opone el útil a la obra. Ya lo había lo que es individual como culpable 1 como manifestación de
destacado Martín Heidegger y vale también en la fórmula de orgullo y exigía la fidelidad a los tipos tradicionales
Octavio Paz: "El fusil remplaza al arco. La Eneida no susti- "inspirados por Dios". La repetición hábil de las condi-
ciones complejas del ritual artístico, y no la intervención
tuye a La Odisea". Como decía Proust también "cada indi- personal--eso era lo que se exigía al artista.
viduo recomienza, por su cuenta, la tentativa artística o lite- Iouri Lotman
raria; Y la~ obras de sus predecesores no constituyen, como
e_n l~ Ciencia, una verdad adquirida, de la que se aprovecha el La diferencia entre discurso repetido y técnicas del discur-
Sigmente. Un escritor de genio hoy tiene todo para hacer. No so se basa sobre todo en el hecho de que el primero es sentido
se encuentra más adelantado que Homero" (La méthode de como tal por el hablante-oyente. Se había señalado anterior-
Sainte-Beuve).
mente que a veces se encuentra, en enunciados formulados
La técnica es una repetición consabida e implícita. Por eso
00
61
T. Todorov, Michail Bakhtine: le principe dialogique suivi des écrits du cercle
Octavio Paz, El arco y la lira, México, 1956, p. 17. de Bakhtine, París, 1981, p. 70.
98
UNA RETORICA DEL SILENCIO
LA PROSLEMA'l'ICA DEL "DJSCURSO ltltPE'l'IJJO ...

según las técnicas del discurso, una expresión repetida pero,


en el caso en que esta repetición sea observada y comproba- Cuando la repetición es observada fue:a d~l texto poét~~ o
da, la observación y comprobación se deberían al azar del de la mecánica cotidiana, el receptor se mqu1e~, se fastldm,
conocimiento y no a la intención de citar fragmentos de un se violenta. La puesta en evidencia de repe~ICtones que se
discurso previamente enunciado (ya se han visto algunos sobreentienden inevitables, si se hace explícitamente en_ la
ejemplos en las páginas precedentes). obra resulta más que un descubrimiento una comprobac16n
Por otra parte, cuando la intención no es voluntaria y penosa. El tiempo transcurre, y si no puede ser de otra ma·
explícitamente repetitiva, toda repetición es mal vista. Las nera por lo menos que su fugacidad deje rastros, marcas,
repeticiones que ocurren en el interior de un discurso espon- difer~ncias. Además de eñmero, inútil. El tiempo ~ranscurre,
táneo y aun elaborado son consideradas como viciosas. La y la repetición muestra por vía artística la va':ndad de un
mayor perturbación se produce cuando la repetición se com- movimiento progresivo sólo aparente, una contmmd.ad que
prueba en un mismo texto: es allí donde se espera la no implica la certeza de la variación si no, al contrano, sub-
variación permanente. raya su falta. . .
En la misma entrevista que se citaba, Barthes verifica la La repetición de elementos verbales, de cualqmer_ n_tvel, no
generalización de una actitud similar, una indiferencia repro- se admite sino como ejercicio específico del hacer poetJco pero
batoria hacia la repetición, un rechazo a la expresión que su función debe ponerse suficientemente de relie~e. para no
permanece, viscosamente, impidiendo la."fluidez" del discur- pasar por viciosa. El lenguaje no es más que re?etic10nes, ya
so, una adherencia que se trata de eliminar: "Por otra parte se dijo; entonces ¿por qué precisamente el d1scurso de la
es sumamente paradoja! que nuestra civilización endoxal, ci- prosa debe disimularlas? . . .. ,
vilización de masas, que vive pegada a un modo de estereoti- Esa misma incomodidad, cierta mcompatlbthdad·necesl-
pos y de repeticiones, se declare con mucha grandilocuencia dad, entre discurrir y repetir se observa también ~n. ~a repre-
absolutamente alérgica a cualquier texto que parezca repe- sentación visual. El tiempo es necesario a la repetlcw': y, a la
tirse, que parezca contener repeticiones. Tenemos un ejemplo vez, es así que el tiempo aparece impug~ado. Por ~J~mf!lo,
muy reciente en el libro de Guyotat, Edén, edén, edén, que hi- una misma imagen se multiplica en verswnes pubhcttartas
pócritamente ha sido decretado ilegible por la casi totalidad innumerables. Si bien la encontramos a cada p.aso, pesa pero
de la crítica porque ese libro parece repetirse". ni se advierte, como si la extensión en el espaciO tolerara con
Es curioso que el individuo se resista a la frecuencia repe- más naturalidad la recurrencia de la imagen.
titiva sólo cuando ésta se hace patente en una obra literaria. En la í magen cinematográfica, en cambio, donde el tiempo
Sin embargo se aprueba y se defiende la legitimidad de la cuenta la repetición es comprobada como un fenómeno
repetición dentro del discurso poético. Llama la atención esa inapro;iado, ajeno, interferente: o se interpret~ o se rechaza,
resistencia porque por otra parte la multiplicación ubicua de 0 se interpreta y se rechaza. Un avión a~err1~a y vuelv? a
repeticiones de todo tipo (propias y ajenas, personales y aterrizar varias veces, pero no son referencms dtferentes smo
masivas) debería haber habituado a cualquier receptor a to- una sola referencia repetida por la misma imagen, repetida,
lerar repeticiones de su experiencia cotidiana que ya ni ad- yuxtapuesta. Así empieza Fata Morgana de Werner Herzog.
vierte, entre otras razones porque la trampa, el "trompe Desde la reacción humorística hasta la protesta, el especta-
l'oeil" del devenir le impiden hacer cuentas claras de una dor se impacienta frente a un recurso que detiene el progr~so
reiteración que afecta sus gestos, sus acciones, sus ideas y narrativo, que controvierte el "discurso" fílmico, el recorndo
emociones. en movimiento obligado. · ·
En consecuencia, aun si la repetición hubiel-.a respondido a
100 UNA RETORICA DEL SILENCIO LA PROBLEMATICA DEL "DISCURSO REPETIDO• 101

una intención de autor, descartando las eventuales de "po- se encuentran palabras repetidas, y al tratar de corregirlas
breza" o de negligencia por parte de un hablante poco cuida- se las encuentra tan adecuadas que se estropearía el discur-
doso, la insistencia arriesga ser censurada, excluida. so, es necesario dejarlas" (Pensées VII, 2). ·
Hay un ejemplo muy sintomático de esta actitud anti-ite- Se hacía alusión a las traducciones realizadas por traduc-
rativa bastante sorprendente, sobre todo porque involucra la tores profesionales del lenguaje, de las lenguas al menos, y
práctica profesional de lectores "connaisseurs": en La prisio- aun ellos censuran la repetición en un caso como el de la obra
nera Proust repite en el corto espacio de dos páginas consecu- de Proust donde esta repetición no pudo ser sino una insis-
tivas (pp. 186 y 187 del segundo tomo en la edición de La tencia deliberada del autor. Hace falta insistir: si el texto en
Pléiade de Gallimard) ocho veces la expresión "petit pan de cuestión hubiera sido poético, no cabe ninguna duda, los tra-
mur jaune". Se recordará que en ese pasaje Proust describe ductores habrían respetado las repeticiones porque se tra-
un pedacito de pared amarilla de Bergotte reconoce en el taría de un hecho comprendido por las expectativas del gé-
cuadro de Vermeer Vue de Delft poco antes de morir y sobre nero. Las expectativas cambian para la prosa donde las re-
el que habían llamado la atención las críticas que se publi- peticiones, aun intencionales, son consideradas como fallas.
caron a propósito de la exposición. El reconocimiento que Porque en otras ocasiones, no proustianas, no literarias, en
hace Bergotte en su agonía es tan importante que, a pesar de la comunicación corriente, son y no son fallas. La iteración
que nunca antes lo había advertido, llega a darse cuenta de indolente las convierte en pesos muertos, apoyos, son tam-
que en ese pedacito de pared amarilla radicaba todo el senti- bién ('inercias del discurso", esas expresiones que según
do de la.creación artística. Barthes "rellenan los agujeros del pensamiento por una faci-
Es necesario señalar que, en la traducción española, el tra- lidad de dejarse ir con las palabras y los pensamientos de
ductor buscó cinco sinónimos en lugar de conservar la repeti- otros", y aunque no sean ajenas, sólo por repetidas ya partici·
ción original a fin de "corregir" esa particularidad de la pan en esa forma de descontrol o inercia.
Recherche que tal vez, atribuyó a cinco descuidos de Proust. En lo que concieme a la repetición abusiva de locuciones
En la traducción inglesa sólo se encuentran tres sinónimos, convencionales, se podría tipificar una mentalidad sanches-
pero aun así la repetición aparece corregida. En la traducción ca, es decir la constante puesta en evidencia del sentido co-
alemana, en cambio, se mantiene siete veces "diese kleine mún, de la acrítica sensatez popular contra los heteróclitos
gelbe Mauerecke" y sólo una vez se la sustituyó por desmanes de una iniciativa desaforada, quijotesca, que
"Mauerstück". procura en la aventura insensata el repudio a la regularidad
Otro ejemplo: Felisberto Hernández repite hacia el final de cotidiana. Similares a los wellerismos, los interminables
su cuento Por los tiempos de Clemente Colling quince veces la proverbios de Sancho dan cuenta de un realismo mucho más
palabra misterio en la misma página." No corresponde corre- llano que el de su semejante Sam Weller* pero que, de la
girlo naturalmente, sin embargo el fenómeno llama tanto la misma manera, sirven para atemperar las excentricidades de
atención que parece necesario intentar la revelación de ese un amo por medio de sentencias que resumen el sentido
misterio pero sin alterarlo, mantenerlo." Todavía es oportuno común, la sensatez como consenso.
recordar la recomendación de Pascal: "Cuando en un discurso El discurso que se repite expresa una verdad establecida,
las bien llamadas máximas, sentencias o normas de compor-
ou El cuento es de 1942, pero cito por la edición de las Obras completas,
Montevideo, 1981, p. 67.
63
En "Los limites del narrador", en Studii di letteratura ispano·americana * Personaje de The Posthumous Papers of the Pickwick Club de Charles
(Milán, 1983, dirigida por Hugo Verani), me ocupo de ese problema. Dickens [E.].
LA PROBLEMATICA DEL uDISCURSO REPETIDO"" 103

proverbios y la certeza de sus verdadea controvertib!és, se


M.miento, acertadas por aceptadas; aceptadas por la mayoría convierte-, por un cambio -denominativo~ en una represen~
porque son aceptadas por la mayoría, y evoc.adas a. cau~a de tacíón más, .otra "du monde r~nversé" 1 tm tópico·. La diferen-
~.l!a validez. Se trata de "operadores de _un,~ersah~ad , u~ cia no es demasiado importante pero, por obxa del desplaza-
rect>rso que dispone de fórmulas de aphcac:ón umv;:sal, miento, el absurdo d" los proverbios, lo grotesco de las cos·
q1.'e tienden a sustraerse a las marcas del discurso, •lJadas, tumbres ·y actitudes humanas que ellos perpetúan y que
í.nmntables, fonuuladas con un estilo gn6miéo de manera que. interesaba al pintor p¡;trodiar en un principio, queda disimu-
su verdad supere ias circunstancias, continger~tes, de la lado. También esta vez la evidencia plástica concieme sólo al
.~mu;ciación. Expresan una verdad si no absoluta mdu~ble· mundo y sus .locuras .dejando indemne los desvaríos de su
'!!lente "acredítada", general, totalitaria .. Son máximas cordura.
porque represer¡tan la verdad para la mayoría, una verdad En la actualidad una observación sociolingüística muy
heredada y por eso cómoda, evidente por re~urrente: antes, superficial basta para reconocer las máximas y proverbios
ahora, después, en tiempo presente detemdo, un t1empo como "lenguaje de abuelos", Desde el mismo punto de vista es
ngustiniano siempre actual, definitivo o definícionai; . fácil observa1: ahora que .todavía son frecuentes en labios de
Cualquier modificación que las altere es neutrahza?a por campesinos y en zonas rnás bien apartadas de la provincia
la persist,mcía y rigidez del este reotipo como :'necdotlc~ o donde s.e mantiene sin dificultad una inclinación hacia la
rec~>rrente; de ahi no pasa; al contrario, esa m1sma modtfi· .tradición regional y .las costumbres conservadoras. En lugm·
-'tcación} ünpugnando la sentencia, la pone a prueba; tal es· f?U de refutar las sentencias y. sus verdades máximas, ya la ge-
resistencia. .. neración anterior a la de los adultos de ahora, qne todávía
Por ejemplo, '"" 1559. Pieter Bn1egel da a conocer su Dte las oyó, prefirió suspenderlos. La actual, ignorarlos.
n},.,1 derltt-nder Sprü:hu;Orter; el tema contaba con una popula- Sólo pueden ser refutados por el silencio o por una q<úebra
-ridad plástica n1lJ_y afiai!zada que retrocedía, por lo n1eno_s, en los propios proyerbios, una voluntad explícita de alterar lo
hasta el siglo anterior. Bruegel, en su cuadro, desarrolla el establecido. De ahí que en lugar de una conmutación por
conocido tema de los proverbios presentando una muchedum· medio de términos semánticamente próxin1os, se conlpnteba
bre de figurás absurdas que ilustran los proverbios _más la tendencia a introducir ¡¡ntónimos de manera que el efecto
repetidos pero visiblemente criticados. Años de~pues el de ruptura sea más eficaz. Como se trata noxmalmente de
cuadro fue presentado con el título cambwdo, onentando ataques a.l sentido -el sin sentido como una privación doble,
daram<mte la interpretación en otro sentido, diferente del por ina<;lvertencia, por inconsistencia, porque ya se sabe y
ol'iginal. En lugar del título propuesto por BrueJ!'el~ que n~ es porque no se piensa- la ruptura se justifica siempre que el
más que un comentario verbal, redundante en CJer~o sentido, sentido se modifique. J..,a morfología y la sintaxis se conset-
con respecto al motivo del cuadro; Los proverbws de los van, queda el modelo pero para ser cuestionado, Para que el
Países Bajos, el Bruegel apareció primero con el título Le cambio tenga una razón de ser es necesario que sea adver-
monde-renversé y, posteriormente, como de De Blauwe tido, y la n:tejor manera es la de poner en evidencia contrasti-
IIuyck (El saco azul), esa expresión que tiene ql).e ver con la va la identidad y el cambio: el discurso anterior siempre está
decepción y la locura, .. ahí. Conserva la forma precedente para que su afirmación
La impugnación cambia de objeto: en lugar de cnt1car a los quede suspendida, derogada y pendiente. · ·
La impresión de contraste semántico entre las dos expre-
~"' Anrtc H:ori,chb~rg..Pícrrot, ~blémattque·du eliché»l en PodtiqUe 41: Parls, siones es más importante que la propuesta de un nuevo eon·
1iJ80,;p. 341..
104 UNA RETORICA DEL SILENCIO LA PROBLEMATICA DEL "DISCURSO REPETIDO• 105

tenido. El propósito de la alteración no es decir un segundo Coseriu afirma que "los elementos de las expresiones fijas
enunciado sino hacer ver que no se dice el primero. Del mis- no son estructurables porque no son 'conmutables' [. .. ] Nadie
mo modo que para Bachelard la imagen literaria constituye pretenderá, ciertamente, analizar en francés (como hech.os
un explosivo porque "hace estallar repentinamente las frases del francés) frases latinas o inglesas. Pero aun en los casos
hechas, quiebra los proverbios que ruedan de época en época, en que los elementos del 'discurso repetido' parecen perfecta-
nos hace oír los sustantivos después de su explosión, cuando mente identificables con elementos de la 'técnica del discur-
han dejado la gehena de su raíz"," la modificación que el so', la gramática y la lexicología estructurales no pueden
hablante ocurrente introduce, realiza un ejercicio de imagi- tomarlos en cuenta a causa de su no conmutabilidad"."
nación capaz de recuperar las palabras del desgaste que la Corrientemente se dice en francés "elle parle fran~ais
combinación repetida en bloque les produce. Provoca irrup- comme une vache espagnole". La expresión puede adaptarse
ciones humorísticas muy próximas a las ambigüedades y perfectamente a necesidades de otro origen y atribuciones
rupturas sintácticas de la poesía. Semejantes a la conden- diferentes, y si el hablante lo necesita no dudará en afirmar
sación poética, la condensación humorística no ignora los "je parle fran~ais comme une vache uruguayenne". O si el
clichés, la eficacia de los estereotipos subvertidos, los hábitos latinismo ha repetido "dura !ex sed !ex", ya se encuentra
idiomáticos observados, mantenidos -distanciados- a fin de también "la loi de la pesanteur est dure mais c'est la loi". La
establecer la connivencia adecuada a los sobreentendidos de modificación poética aparece aplicada a una "Venus ca-
la alusión y la sugestión. Todo cambio a cuenta con un llipyge" configurando una adaptación múltiple: el latinismo
hablante imaginativo capaz de conocer y desconocer. En ese se menciona traducido no sólo a fin de adaptarlo a un contex-
juego de conocimiento/ignorancia ocurre la poesía. El ha- to francés que escapa a la rigidez del código legislativo para
blante repite y modifica; cita adaptando a sus necesidades el cual fue formulado sino para implicar la más inexorable
discursivas las obras de la tradición, de otros hablantes y constancia de las leyes fisicas, aunque tampoco esta alusión
supera las resistencias de la pura conservación. a la física es demasiado rigurosa.
Esta "imposibilidad" de la que habla Coseriu debe ser
analizada según di versos aspectos: las citas en lenguas
LA LEXICALIZACION DE LA FRASE extranjeras suponen, generalmente, por parte de quien las
emplea un conocimiento relativo de estas lenguas de modo
Además, las frases hechas, los proverbios, los versos cita- que le sea posible realizar un análisis mínimo.
dos y recitados, tienden a hipostasiarse, por unión y despla- En el caso en que el hablante ignore la lengua en cuestión,
zamiento de categoría, más fácilmente que el discurso no es posible que dé por cuenta de su propia lengua la expresión
rep~tido; por eso se sienten como bloques, y con frecuencia extranjera, utilizándola en bloque, adaptándola a los esque-
autores despreocupados de las normas académicas, por dis- mas fonológicos o morfológicos, idiomatizándola (es lo que
plicencia más que por indiferencia, suprimen los blancos que ocurre con préstamos que no se sienten como tales porque se
separan los elementos constitutivos. desconoce su condición de expresión extranjera. Ejemplo: el
La unidad se consolida por repetición -tendencia o latín curriculum en español, en plural, currículos).
reconocimiento crítico- y no por ignorancia (incompetencia) Puede darse un conocimiento escaso y así, que la frase
o imposibilidad de conmutación. hecha aparezca deformada ya no por adaptación idiomática
66
G. Bachelard, L'air et les songes, París, 1943, p. 285 (La traducción es mía). 00
E. Coseriu, Principios de semántica estructural, cit., p. 114.
106 UNA RETORICA DEL SILENCIO LA PltoBI$MATICA D&J, "DISCURSO RBPI<)l'IllO"
~

sino por causa de una interpretación equivocaqa. Pero bia, al menos a causa de h propia repetición. Otra vez más:
entonces no es cuestión de un problema que concierna exclu- Pierre Menard, autor del Quijote, para probarlo.
sivamente al discurso tepetido: tratándose de una lengua Sin forzar literalmente las precísíones lingüísticas relati·
extranjera, cualquier enunciado sufrirá igualmente la inca- vas al "discurso repetido" ni a la eventual castústica que su
pacidad analítica del hablante .. Frente a una combinación observación requiera, interesa extender las apreCiaciones
recién estructurada tampoco podría actuar según las técnicas precedente,s a la actividad de la lectura y de la transtextuali-
del discurso; no podría hacerlo ni fonética, ni' gramatical, ni dad en general. En cada instancia el discurso cambia y el dis-
semántícamente. Todos los "malapropisn¡os" (al tipo de curso permanece; la recepción repite y calla. El cambio se
baby-.<ister que se repite tanto) dan cuentá del problema de advierte en la continuidad, siempre cuando un lector imagi-
conoce¡· menos que a medías otra lengua. nativo se enfrenta al texto, un modelo que sigue o récusa;
Es necesario considerar. que el problema que plantea necesita contestar a su vez -por poesía, por parodia-- su
Coseriu no atañe. a la naturaleza del discurso repetido, a la versión es subversión del modelo. El cambio no es sólo posi ..
imposibilidad de estructurar las frases hechas, ni es conse- ble sino inevitable porque aun aquella repetición del lector
cuencia de la inmutabilidad o inanalizabilidad del discurso que se conforma al texto, sólo por leerlo lo actualiza; lo modi·
tepetido, sínó a la ignorancia, a la incompetencia del hablan- fica,.no puede hacer más que repetición y en silencio.
te o a su interés de repetir, simplemente, sin más.
Ademá13, cuando Coseriu descarta la posibilidad de
analizar "en francés (como hechos del francés) frases latinas LA REPETICION COMO ltEFLEXION,
o inglesas" es evidente que esas frases no son analizadas EL ENCUENTRO POSIBLE EN1Wl: ECO Y NARCISO
porque se trata de locuciones. empleadas en lenguas extran-
jeras, sentidas como tales (aunque. no constituyan discurso El discurso repetido si tiene a sí mismo como primer retl;t•
repetido); en efecto, ro són .analizadas porque no pueden r<!nte. Toda repetidón supone un reconocimiento dual, la
someterse a otra gramática que· a l¡:r suya propia. apreciación simultánea de' dos expresiones entre las que se
En resumen, el discurso repetido no existe como objeto verifica una relación de identidad: la expresión presente se
lingüístico estructural porque no existe ningún elemento entiende en función de· una expresión anterior, que forma
formal que lo distinga y lo oponga al que no lo es, aparte de parte del mismo discurso o de otro discurso eón el que se con·
.la convicción evocadora o irónica del hablante. De la. misma textualiza. Esta primera referencia intra o extratextual
manera, todo· en la lengua puede ser discursQ repetido pero restringe la referencia a los límites del discurso; más bien
que inadvertimos como tal, y por esa inadvertencia sólo deja desplaza la significación ya que aparta provisionalmente la
de serlo. Si no hay nada formal que lo distinga, en definiti- mención de su referencia extraverbal circunstancial. y ¡;¡¡
vo.,lo que cuenta primordialmente es la apreciación, la con- constituye así en autorreferencia. Pero, a pesar del desplaza-
·v\cdón del hablante-oyente que lo considere discurso repeti- miento, esa segunda referencia no se suprime, aunque pos·
do o no. tergada, la significación no se pierde.
Se había· dicho antes que la· repetición es el fenómeno Por eso, a partir de !a repetición, podría concebirse la
cultural más importante, pero hace falta agregar que .e·sta reunión de dos mitos en una misma acción. Por lo mertos, y
importancia procede del hecho, contradictorio, de que una de alguna manera, al ím Eco y Narciso lograrían un encuen·
'dadera·repetición no existe. Bien puede ser que las frases tro que fue prohibido. Por la repetición, una misma expre¡¡i§n
repitan, que los textos se répitan, pero siempre algo cam- se oye dos veces, se. significa a. sí misX,Ua, como las voooa d'"'
UNA RETORICA DEL SILENCIO LA PROBLEMATICA DEL "DISCURSO REPETIDO~ 109
lOS

Eco y la imagen de Narciso, ambos se vuelven sobre sí mis- atendiendo a un aspecto más, la necesidad de espacia/izarse
mos. La ninfa castigada, doblemente fijada "al cuasi silencio que es propia de toda "literalización", la "transcodificación" el
de la repetición"", aliviaría así su condena, una pena contra pasaje de lo oral a la escritura que no es simplemente la
ambos. transustanciación de voz en letra sino de tiempo en espacio,
Por la cita, los dos se encuentran: Eco se repite, Narciso se esa confusión de dimensiones que es fundamento del texto, la
refleja; en fragmentos o por entero una y otro doblan su ima, que marca su diferencia. Por atenerse a la letra, por el
gen en la lectura que es una repetición parcial como el eco, truchement literario, el tiempo tiene lugar. En el texto lite-
silenciosa como la reflexión del texto. rario, el carácter temporal de Jos enunciados -su naturaleza
Toda repetición constituye primero· una retroversión, el sonora- reclama un procedimiento sucesivo también, pero
discurso progresa pero desarrollando un recorrido hacia es al silencio de lo visual que se da paso.
atrás. De ahí que la repetición participe de la mecánica La anáfora da coherencia y a la vez clausura el texto por
anafórica: cuando la repetición se comprueba en el interior medio de una introversión que posterga la referencia extra-
del propio discurso se ajusta a la figura retórica tradicional, textual, generando un cordón de palabras, un gesto ambiva-
es la anáfora, la ascensión, el salto hacia atrás, ese movi- lente ya que cierra el discurso, por una parte y, por otra, por
miento verbal que se observa como un retroceso, que le sirve allí mismo se entreabre. Realiza una articulación muy espe-
para tomar impulso y proseguir el discurrir (el correr de aquí cial sobre la que se volverá más adelante.
y allá) apoyado en estribos textuales más firmes. El regreso- Estas propiedades no son exclusivas de la anáfora retórica.
progreso anafórico consolida la coherencia del discurso de la También la anáfora lingüística, tal como la había concebido
misma manera que la deixis --en el discurso oral- asegura Karl Bühler," cumple funciones de coherencia y espacia-
las trabas que ligan el enunciado a la enunciación; la anáfora lización. Por eso, además de una retroversión que se opera
aprieta los nudos de la trama como los deícticos comprome- por el discurso repetido, se había observado también una i n-
ten la situación en el discurso. troversión: es decir una vuelta hacia atrás que es una vuelta
Pero además de esa función sintáctica y pragmática pro- sobre sí mismo. De ahí el caso de autorreferencia, la propia
duce, aun en la prosa, una incidencia de índole poética. La mención que, en primer lugar, denota el discurso repetido.
anáfora es más frecuente en el lenguaje escrito donde la Si bien la anáfora comparte con la deixis funciones en el
frase se elabora con mayor complejidad que en el discurso campo de la mostración, de la indicación, el gesto verbal que
oral, asumiendo una de las características de la función acompaña al gesto real, comparte también como cualquier
poética: la proyección de semejanzas en virtud. de la cual el otra expresión de lenguaje, el campo representativo, señal y
discurso no progresa, se detiene como buscando su propia signo (signo y símbolo en la terminología de Suzanne Lan-
imagen, reflejándose sobre sí misma. ger), indica de esa manera una porción del discurso al mismo
La poesía procura la repetición por todos los medios y en tiempo que la significa.
todos Jos niveles (aliteraciones, rimas, repetición de palabras, Cuando la repetición se entabla con un discurso ajeno, con
de frases, de versos, de estrofas, etc.); intenta así una el discurso colectivo, la indicación no se suspende. Ya no se
refutación del tiempo (mitos, ceremonias, tiempos suspendi- dirige a la anterioridad-interioridad del texto pero cumple
dos, aspiración de esencias), todo eso que ya se ha dicho pero igualmente una función anafórica porque repite lo dicho por
otros pero, sobre todo, indica una unidad que trasciende el
t11 Christiane Mackward, "Structures du silence/du délire"'l en POOUque BS,
Parfs, 1978, p. 315. · 63
K. Bühler, Teor{a del lenguaje, Madrid.,~967, pp.l37 ss.
UNA RSl'ORlCA DEL SfLENCIO
110

texto como parte del sistema subyacente implicado por él. La LA (DI)VISION D:EL HOMBRE
repetición crea una forma intermediaria, ambigua, similar a Y LA CRISIS DE LA COHERENCIA
otros casos de. la función metalingüística que no hace
abstracción completa de la referencia extraverbal pero, de
todos modos, sigue haciendo referencia al sistema. Quizá sea
una de las razones por las cuales las frases hechas tanto
como las citas comparten un mismo signo tipográfico Y or-
tográfico, las comillas que distinguen la mención meta-
lingüística de la que corresponde al lenguaje primario.
Se señala además que las frases hechas constituyen en su
mayoría expresiones en sentido figurado. Pero, a diferencia Yo no sabía cómo caminaba yo.
de otras expresiones figuradas que no pueden ser interpre- Felisberto Hernártdez
tadas sino dentro de los límites del discurso, la figura de las
frases hechas aparece independientemente del contexto; es Las frases hechas, las citas, las máximas, las sentencias
decir son a la vez signo y contexto, están en dos niveles a la en general, son fragmentos de discurso que se descontextuali-
vez. zan y recontextualizan con la flexibilidad propia de las pala-
El hecho de que el discurso repetido manifieste tma mar- bras; se articulan como cualquiera de las unidades básicas
capa labilidad hacia el sentido figurado no debería sorpren- del sistema, sólo que, formuladas solidariamente, se conser-
der: no sólo se rep\te porque es figurado sino que es figurado van en conjunto. Asimiladas al resto de las unidades combi-
porque se repite. nadas, pasan a formar parte de un discurso inédito, pero el
Las expresiones figuradas producen una fractura imagina- hablante-oyente advierte en ellas cualidades particulares por
tiva en la continuidad del discurso, condicionado por los las que las escinde fácilmente del contexto poniendo de re-
determinismos de la lógica, siempre menos flexible que la lieve aspectos que no se descubrían entre otras partes ab-
retórica y la poética. En la misma medida en que estas sorbidas por la totalidad del texto. Son como los ready-made
expresiones se adaptan, a pesar de la fractura -por vía del discurso que ponen en evidencia la agilidad y destreza del
imaginativa- a la situación original, pueden apartarse de desplazamiento que los consagra; esa es sti suerte: su fortuna
ella y, por esos deslizamientos de la figura, adaptarse igu~l­ y fatalidad. ·
mente a situaciones nuevas. Fácilmente descontextuahz- Hace poco Serge DoubroV1lky escribía: "El estilo del frag-
ables, se recontextualizan con la misma facilidad. mento" -(de la repetición}- "tiende ·invenciblemente hacia
· La misma fisura (la imagen literaria que Bachelard des- la máxima". Evocando el sentido de historia de Emile Ben ve-
cribe como explosión y quiebra) que le permitió salir de un niste, afirma: "Nadie habla aquí, los acontecimientos parecen
texto, le habilita la entrada a otro. La frase hecha se repite contarse a sí mismos. En la máxima, la verdad habla sola; se
como un fragmento de discurso, como un discurso en frag- enuncia por sí misma. Semejantes a los proverbios, la escri-
mentos, pero gracias a su figurabilidad (las posibi:idades de tura (fragmentaria, repetitiva, aforística) define y decreta: el
un uso imaginativo ft1era de un contexto dado) stempre es detenimiento del sentido toma la forma de un decreto"."
previsible su reintegración.
00
S. Doubrovski, "Une écriture tragique"., -en Poétique 47, Parfs_, 1981, p. 348:
"L'arr!!t du sens prend la forme d'un arrét".
112 UNA RETORICA DEL SILENCIO LA (DI)VISION DEL HOMBRJ<; Y LA CRISIS DE LA COHERENCIA 113

Fragmentos de discurso, fragmentos de la literatura, elegi- Multiplicadas y desplazadas, sus series -también objeto
dos alguna vez y posteriormente impuestos; de acuerdo con de la reproducción técnica- si no defienden, por lo menos
sus tendencias, el lector segmenta porciones que se segregan previenen desde su propuesta contra los riesgos y favores de
del texto desarrollando una vida propia, a expensas de todas la repetición mecánica. Esos ejemplos pueden ser bastante
las invocaciones de que son objeto. representativos de una estética contemporánea que guarda
Están aquí concentrados los aspectos más importantes del conexiones muy íntimas, corno siempre, con doctrinas que es-
tema: el deslindamiento, la fragmentación, la autonomía, la tudian estos temas. Si existen relaciones de influencia o con-
tendencia totalitaria de la repetición. Es necesario recordar taminación entre la ciencia y el arte, o si se trata de coinci-
que esta observación relativamente pormenorizada del dis- dencias -no en el sentido de casualidad, de causalidad co-
curso repetido resultó consecutiva de El lector elector. Con- mún, en todo caso, en tanto resultan la consecuencia de una
viene establecer más explícitamente sus conexiones. misma causa- o ambos hechos a la vez, eso va por cuenta de
otros análisis.
Il s'agira de reconnattre et de rassembler les syllabcs
De todos modos, la conclusión es la misma; un gran interés
directrices, commc Isis réunissait le corps dépécé d'Osiris. por el fenómeno de la repetición y sus diferentes modalidades
Jean Starobinski extendido a diversos quehaceres.
En relación a la literatura y el lenguaje, ese interés bien
Ya han sido mencionadas algunas de las razones disci- puede explicarse por una razón similar: la saturación del
plinarias que justifican, en parte, la atención dedicada a es- recurso o, por eso mismo, su crítica; se comprueba la apari-
tos temas relativos a la repetición y coherenci;. por parte de ción de un sentimiento adverso al fenómeno en sí, una mani-
iniciativas teóricas diferentes aunque asimiladas predomi- festación defensiva y hostil contra el saber tradicional, su
nantemente por la actividad lingüística y semiótica. El in- impugnación, un ataque contra la imperturbabilidad o indi-
terés dirigido hacia la repetición no es sólo de orden teórico. ferencia con que las verdades sociales se imponen para con-
Si la lingüística del texto, la· semiótica poética y otras disci- vencer.
plinas se ocupan de la repetición y variantes, eso se debe Sin embargo, también puede ser observado desde otro
-entre otras razones menos extrínsecas- a que la frecuen- punto de vista que no excluye el anterior pero que atiende a
cia e importancia del recurso ha obligado la dirección de su la fragmentación, sus resultados. Las partes del naufragio,
atención. los restos que se rescatan de esa (di)solución repetitiva. Para
En los museos de arte moderno no faltan ejemplos de lo Horst Geckeler, las repeticiones no son estructuras de la
que Gérard Genette denomina también una "estética de la lengua sino fragmentos del habla, de un habla transcrita
repetición". Los Che Guevara, Mao, Marylin, Jacqueline, la- como fragmentos del pasado "pero que está siempre en vigen-
tas de conserva amontonadas y todas las obras que derivan cia para el presente". 70
de la exposición de los objetos de consumo masivo, industrial, Los fragmentos son trozos de otros textos; la reconstruc-
aparecen recuperadas a su vez por medio de la (re)produc- ción es inútil pero, por vía poética, el hombre intenta hacer
ción masiva con que Andy Warhol pone en evidencia la vio- algo nuevo sólo a partir de (des)trozos.
lencia de una seducción que se ejerce por redundancia, la El problema es el mismo aunque, enfrentado a los frag-
aceptación forzada por multiplicación y uniformidad de una
ideología que introduce sus modelos valiéndose de la imposi- 70
Horst Geckeler, Semánticq.estructural y estructura del campo léxico, Madrid,
ción ubicua de los medios masivos. 1976, p. 224.
LA (DI)VISION DEJ. HOMBRE Y LA CRISIS PE LA COHERENCL\ 115
114 UXA RETORICA DEL SILE:-l"ClO

mehtos, el observador llega a reconocer los atributos, las en !_os fragmentos de ese espejo roto que es la representación
propiedades intrínsecas que convierten a esas parcialidades cub1sta o en la descomposición narrativa que incorpora a su
en entidades si no independientes por lo menos independi- manera las técnicas del punto de vista y la plurivocidad del
zables. Especialmente toma en cuenta la actitud receptiva discurso. La fragmentación se hacía evidente por la exhibi-
que, a partir de la selección -la lectura-elección-, aplica el ción de miembros y rasgos dispersos, objeto de la violencia
principio estético del collage-bricolage, un principio que que marcaba la iniciación del siglo y la consolidación conse-
actúa en forma similar para la reláción entre sincronía y cutiva de una perspectiva de desagregación.
diacronía; ya hace algunos años Lévi-Strauss la apreciaba La descomposición se explica por motivos similares a los
como propia del pensamiento mítico, esto es, el procedimien- que imp~den a Joyc_e, Kafka, Musil, Beckett, Robbe-Grillet(y
to del bricoleur que elabora estructuras actualizando acon- la tenswn e mtens1dad del caso impiden la prolongación de
tecimientos pasados o residuos de acontecimientos. alistamientos siempre viciados de las faltas, las fallas taxo-
Una vez más se comprueba que la atención teórica es- nó~ic~s) la real_ización de la novela según una integración
pecializada nunca es totalmente indiferente a los hechos que umtana de los d1ferentes elementos narrativos· la crisis de la
ocurren en otras áreas del conocimiento y del hacer humano u.nid~n:ensionali~ad, la escisión (dual) del h~mbre por los
y que, si en los últimos años se destaca la especial adverten- eJerclClOS compehbvos de su conciencia (otra dualidad: dos
cia de la repetición y la coherencia como objetos de estudio, duelos, por rivalidad y por dolor), sintomáticos, más allá de
se debe en parte a la conexión con fenómenos similares pro- la narrativa, de toda la literatura contemporánea; son la li-
cedentes de otros campos y, en mayor parte, seguramente al teratura contemporánea.
hecho de que se verifica alguna crisis, entendida tanto en su "El discurso del sujeto era la narración. El sujeto ha esta-
sentido etimológico de cambio, de decisión o, como el más llado: se ha desfigurado, decía J.F. Peyret a propósito de la
alarmante -el que prevaleciera-, de perturbación, dificul- narrativa de Roberto Musí!, pero la observación, más allá de
tad o carencia. las consideraciones críticas específicas, es válida para la ge-
La elaboración de residuos -el collage y sus variantes- nerahdad de los hombres quienes, después de la muerte de
superó en el siglo XX el modesto campo de la acci6n artesa- Dios, sienten el acecho de la libertad (tanto la libertad ace-
nal y del oficio, recuperando, una vez más, la identificación chada como el hombre acechado por la libertad) que también
verbal original, la matriz semántica de techné, del quehacer acosa al Superhombre. El hombre del siglo XX siente que el
inicial ambiguo que in diferenciaba técnica y creación. mundo se desintegra y, en lugar de mantenerse bien firme
El collage no se entendió como un fenómeno aislado repre- c?mo le había advertido Nietzsche, se sienta a esperar por si
sentativo del cubismo, característico de las parcializaciones v1ene Godot. Pero es el Führer quien sobreviene (el anacro-
de una sola corriente artística, sino consecutivo a varias cir- nismo vale), aunque no es él el único en interpretar abusiva-
cunstancias de las que la historia, en su sentido colectivo, la mente las recomendaciones del filósofo.
filosofía y sus doctrinas, la política y sus guerras, la ciencia y Hac_e poco, en un filme sorpr~ndente, decía H.J. Syberberg
la investigación de las unidades indivisibles, la industria y que H1tler era el hombre del siglo, y quizás sea necesario ad-
las series, la contemporaneidad y sucesión de otras formas mitir que las exageraciones totalitarias de sus desmanes no
artísticas, no eran ajenas. fueron nada ajenas a la mayor persecución, al confinamiento
El "rompecabezas" de la figura, la multiplicidad de los Y a la expulsión, a que sea "el extranjero" más que Hitler el
puntos de vista, la admisión de una visión plural, muestra en verdadero hombre del siglo,
las primeras etapas del siglo la imagen del hombre reflejada El e:xt~anjero, un hombre exiliado con la nostalgia de Dios
116 UNA RE'fORICA DEL SILENCIO LA (DI)VISION DEL HOMBRE Y LA CRISIS DE LA COHERENCIA 117

y de su medio -asilado aislado- queda desprovisto de un medio del lagos de descubrir "la armonía invisible, pero que
orden de valores propio, desprovisto y expuesto a la carencia es más intensa que otra visible" entre las cosas, tomándolas
de sentido (con motivo y como dirección) que pudiera dar co- en su conjunto y así conciliar los contrarios; "Dios no puede
herencia y justificación a la repetición absurda de la acción distinguirse esencialmente dellogos", decía Heráclito, porque
1
cotidiana y atenuar el (des)propósito de la muerte, llegar por "para Dios no existe la separación entre los opuestos" ,' y
el sentido a una fmalidad más tolerable que el fin. esta convicción no fue cuestionada por la literatura contem-
La sintaxis abrupta o ausente como muestra de la suspen- poránea.
sión lógica, la resistencia a los escamoteos de la consecutivi- El pensamiento griego posterior hereda la concepción
dad narrativa (el "parece que" de Balzac sustituido por el arcaica de la belleza, advirtiéndola en el orden, la simetría
"sin embargo" que articula adversamente las narraciones de del cosmos, la armonía en el "entusiasmo" (entheos, inspirado
Kafka según una "lógica" distinta -¿el "!ajen" bíblico?"-), por un dios), "el transporte divino", la graciosa posesión por
los disjecta membra, crujidos de la desarticulación orgánica, una divinidad, "la iluruinación del espíritu por una luz inte-
de los huesos quebrados en el "cadavre exquis", juegos de pa- ligible" que aparece como la adaptación neoplatónica, cris·
labras y honras cadavéricas "A chaque etre son Nom (a tiana, de esa confianza en el resplandor de una "Inteligencia
chaque bien son mal)", los (a)saltos léxicos de Queneau y los Suprema": belleza y conocimiento, la armonía como lagos.
ejercicios surrealistas, descubren por "diversión" o "diver- Aunque la Edad Media tiende a expresarse por medio de
tissement" la macabra vibración entre sentido y sonido, la una dispersión -una fragmentación también- que repite
amenaza el nombre (nom y non), la negación del ser por la temáticamente y en objetos multiplicados pero conectados, la
palabra. gran parte de sus composiciones (la invención de los vitrales
Advertido del carácter irreductiblemente extraño de los vale como antonomasia de esa técnica y concepción), la frag-
objetos, que permanecen exteriores a él, el agrimensor, el mentación medieval sólo se presenta así a las limitaciones de
extranjero, el hombre K., los desaliñados antihéroes de un punto de vista siempre amenazado por los riesgos de la
Beckett, los personajes de Joyce, ausentes de sí ruismos, se descomposición en la contemplación y de discontinuidad en la
enfrentan a solas a una interioridad, la suya, tan ajena y sucesión, en oposición y desventaja a la apreciación divina a la
desconocida como el mundo exterior, igualmente descom- que en definitiva, venerablemente se dirige y dedica la obra.
puesta, cuyos retazos sin conexiones lógicas no son demasia- La apreciación de esa totalidad se hace accesible por medio
do diferentes a las angustiosas discontinuidades de la pe- de la perspectiva renacentista. Se recupera así la confianza
sadilla. El hombre moderno es siempre alguien que está en en la concepción humana, en la contemplación y sus posibili-
otro lado intentando volver. dades, asistida por la técnica, sin excluir la piedad profesada
N o es la primera vez que la búsqueda de sentido coincide anteriormente, porque el hombre es confiable en tanto que
con la búsqueda de la unidad; El conocimiento de la ciencia, obra de Dios y es ese mismo aval el que asiste también a la
el mte,la religión, el amor, quizá cifre en esa búsqueda la razón y pasión de sus obras. Desde entonces, hasta el que-
clave y el sentido. Los presocráticos conciben el cosmos -a branto moderno, el hombre no desistió de su aspiración a
diferencia del caos- a partir de la constitución de un orden encontrar la unidad.
general. La disparidad de las cosas sería insoportable si no En pleno Siglo de las Luces la confianza en Dios es tal que
poseyeran una coherencia en su heterogeneidad que, según ni Dios mismo, ni las desgracias que le inflige, persuadirán
Heráclito, sólo podia ser comprendida por medio del lagos.
Orden,. coherencia, comprensión; el hombre es capaz por " Klrk y Raven, Los filósofos presocráticos, Madrid, 1978, pp. 266 y ss.
Jl8 UNA RETOR1CA DEL SJLIL'IICIO LA (DI)VISION DEJ~ HOMBRE 'y LA CRISIS DE LA COHERENCIA 119

al maestro hasídico de que Dios no existe. Tan grande es su Aun escribiendo, Barthes tampoco puede dejar de manifes-
fe que no renegará de él ni aun cuando sea Dios quien le dé tarse como lector. Más que cualquier confesión ~spontánea o
las pruebas de su inexistencia. explícita, la índole 'fragmentaria de su escritura pone en evi-
Es el hombre moderno quien no se encuentra en ningún dencia su naturaleza de se-lector, describe el itinerario dis-
lugar, desorientado en ese universo-diverso. "El origen es el continuo de sus lecturas. En más. de una oportunidad insistió
fin", había dicho Karl Kraus citando a Schiller, pero Maurl~e en que se sentía partidario de una estética de la brevedad,
Blanchot -analizando la obra de Bermann Broch- hab1a una natural inclinaciÓn por escribir fragmentos, "pedazos de
sabido encontrar una simetría más optimista: la "esperanza discursos muy discontinuos". Se sabe fuertemente atraído
de alcanzar el·punto de cierre del círculo", la revelación del por los hai'kal',.esos minúsculos y fascinantes poemas japone-
"vértigo de la infinitud", la necesidad de convertir el fin en ses de diecisiete sílabas, y eso se explica también porque son
comienzo y de esa manera negarlo. Creer en la alternativa de la expresión másperfecta de esa-misma estética de composi-
la circularidad: "My end is my beginning". Si al final algo ciones intensas, muy cortas, independientes, que obligan a
empieza, entonces no todo está terminado. Una esperanz~ una atención· concentrada. · ·
mística cifrada en la unidad circular, la "cifr<>" del conoci- Por med.io de la brevedad fragmentaria practica una forma
miento, el símbolo "cifra" de los números y del vacío, el cero de resistencia a· los deslizamíentos discursivos de-Ja· lógica
donde la serie comienza y donde se agota. La cifra es tam- establecida:, a la autoridad del razonamiento, a las imposi-
bién el conocimiento secreto, la convención que comparten ciones de u'Jla sintaxi.s correcta, poco dúctil, siempre ajena.
misteriosamente algunos iniciados pero, sobre todo, la forma Practica la br'evedad como ejercicio de discontinuidad:
de un misterio más grande, el "black hole" como postulado de alteración de las cadenc;as P,el discurso; intetTupción del con-
un conocimiento previsible, presumido, desconocido. glomerado de la-frase (trnesis, anacoluto, aposiopesis), que se
ordena imitando ÚUá coherencia co•nvencional, formulada por
reglas; intQI.~rancia hacia las cónclusiones -.escolares- de la
LECTUllA DE!, TEXTO o UTERATURA Y FRAGMENTOS disertación. . · . ·
La prefer.,ncia:por la (des)compósíción fragmentaria ope-
Pour composer ce sujet amoureux. on a "montó" des rada por la brevedad se entien>;Ie tal vez como un resarci-
morceaux d'origine diverse. n y n ce qui vient d'Une lee~
tute réguliCrc, ecHe du Werther de Goothe. ll y a ce quí
miento compensatorio i:ontra otros impedimentos ·(es tam-
vlcnt de lectures insistantes (le Banquet de Platon, le bién "la pénurie qui crée la véri-table vertu", había dicho
Zen, la ps,Ychanalyse, certains Mystiques, Nietzsche, lelS Jakobson) la imposibilidad-de realizar una obra de desarrollo
Heder allemands). 1l y a ce qui vient de lectures oceasion.. mayor donde la árticulación imaginativa organizara ]as par-
ncJles. Il y a ce qui vient de convcrsations d'am.is. Il Y a ce tes subsanando Jos abusos lógicos por medio de una coheren-
qui vient de ma proprQ vic. *
Roland Barthcs cia distinta, personal ·y, sobre todo, imprevisible. e impres-
criptible por el rigor de normas y reglas ..Similar a la resig-
"' "Para ~omponer este sujeto amoroso se han 'montado' trozos de origen diver·
nación con que renunciaba Borges J)ltimamente: "Al cabo de
so. Está aquello que proviene de una lectura singular, la del Wert.her de Goethc. largos años, he comprendido que me está vedado ensayar la
Aquello que proviene de lecturas insistentes (El Banquete de Platón. el Zen, ol cadencia mágica [ ... ] la obra sabiamente gobernada o de
psicoanálisis, algunos místicos, Nietzsche, los Heder alemanes). Aquello que ,largo aliento"," Barthes rechaza, como muchos otros escri-
proviene do lecturas ocasionales. O lo que proviene de lecturas de anugos. Está,
en fin, lo que surge ·de mi propia vida {Fragmentos de un dWcurso .anwro$0, cit.,
México, Siglo XX!, )982, pp. 17-18). · 7
~ J .L. Borges, "Prólogo" en La cifra, Buenos Aires, 1981.
120 UNA RETORICA DEL SILENCIO LA (IJI)V1Sl0N DEL HOMBRE Y LA CRISIS DE LA COHERENCIA 121

tores del siglo, las concesiones de la facilidad lógica o la ten- direcciones diferentes, o aun opuestas. Por eso el texto lite-
tación y la comodidad de los modelos regulares, pero deses- rario no termina nunca de hablar, no consigna una verdad
pera de encontrar otras formas aun confiando en los pri- última". 73
vilegios de una imaginación apta para resolver los apremios La institucionalización de una lectura abierta, la validez
teóricos de crear. de los recorridos discontinuos del lector y sus procedimientos
La predominancia de textos teóricos, con hallazgos origi- !acunares, el reconocimiento de la imposibilidad de lecturas
nales de una "poesía intelectual", a mitad de ·camino entre un pantológicas, autorizan atracciones, distracciones, abstrac-
lenguaje expresivo y un lenguaje crítico, dan cuenta de su ciones; legitiman los derechos de la lectura literaria por
disposición al' análisis: avaA.um~ (los fragmentos de un todo), medio de teorías que observan los itinerarios del lector, las
la vocación por un ejercicio explorador que procede por des- afmidades electivas que organizan el texto ajeno como suyo
composición, una forma de creación en segunda instancia que porque es dentro de los límites textuales que ejerce su juris-
resume el examen de elementos constitutivos a partir de un dicción.
discurso: su imaginación aísla y separa, observa y descubre. Entonces no debería asombrarse H.R. Jauss de que "cá-
Entre estudio y ficción, análisis y poesía, La chambre claire bala", en hebreo quiera decir precisamente lo que receptio
tiene por tema la fotografía. Anteriormente había manifesta- quiere decir en latín, y que todavía ahora, en hebreo moder-
do un interés más bien sistemático por la fotografía. Esta no, acumule ese significado con el otro sentido práctico de la
obra se justifica, además de su interés semiótico general, por acción de recibir, de acoger. Se ha adoctrinado y extendido
razones de otra pertinencia porque hay pocas realizaciones tanto respecto de esas atribuciones del lector sobre el texto
tan válidas de una estética de la brevedad -inseparable del que no sería exagerado hablar de una tendencia neocabalista
principio de disociación: brevedad por fragmentación que no en las corrientes teóricas y realizaciones estéticas de los últi-
es síntesis ni sentencia- como esas imágenes sueltas, elec- mos años. Según estas concepciones la obra parece como una
ciones personales pero realizadas mecánicamente, paradóji- versión del texto absoluto, es decir, de esa escritura primor-
camente, parciales y objetivas, que se observan en la contra- dial y perfecta donde todo sentido es posible porque ya ha
dictoria unión del álbum. sido previsto por el texto. Nada escapa a la fatalidad de la
Escribe textos-fragmentos imitando los gestos de la es- Escritura, un determinismo literal que adoptan otras reli-
trategia selectiva del lector que organiza cada lectura, siem- giones: "Estaba escrito" es la verdad suprema de la sentencia
pre otra, de acuerdo con las tendencias circunstanciales, una islámica. En español el sino-signo (destino-escritura), ambos
dirección diferente que orienta singularmente, cada vez en el términos, resultan asimilados por una etimología que tam-
mismo texto otro sentido. poco distingura netamente profecía de provocación. La pala-
"El que lee mis palabra:; está inventándolas", y ese descu- bra está antes o después del acontecimiento: si se anticipa,
brimiento es la dicha final del poeta. La convergencia teóri- ¿lo anuncia o lo provoca? Basta decir. La ciencia no ha agota-
ca es bastante clara. Cesa,re Segre estima que la caracterís- do la magia del lenguaje. El texto sagrado, hierático, con-
tica principal del texto literario, a los efectos de la lingüísti- tiene todas las respuestas. Es necesario saber interrogarlo, y
ca textual, es la multiplicidad de interpretaciones de que es encontrar la clave. El secreto de todo aprendizaje, de toda
objeto: "El texto literario es pasible de un número altísimo iniciación, está en la búsqueda-descubrimiento. "No me bus-
(quizás infinito) de segmentaciones: puede ser descompuesto carías si no me poseyeras. No te inquietes entonces." Con-
en bloques diversos de unidades sígnicas, según diversos
'recorridos del sentido' [ ... ] con frecuencia se dirige hacia 7
J Cesare Segre, Semiótica filológica, Turín, 1979, p. 35.
122
LA {DJ}\flSION DEt. HOMliUlC 'Y U ClUSlS :OE J..A COHl!!liENOlA 223
suela a medias la propuesta de Pascal en .el Myst~re de
Jésus, que Jankélevitch anota más de una vez.'~ Parece c(¡n-· introdujeron una atmósfera de vacíos fantásticos y miste-
formarse. El hombre ya conoce, le alcanza con reconocer. riosos, una indefinición que era menos vaguedad que apertu-
Un texto contiene todas las letras del alfabeto Oas anec- ra. El final, más que optativo es eventual. Porque la ambi-
dóticas iniciativas lipogramáticas no hacen más que dar. güedad del desenlace no es un invento de John Fowles ni de
prueba de un artificio que avala. esa integrídad alfabética) Y Karel Reizs The French Lieutenant's woman, novela y filme,
depende de los procedimientos cabalísticos, los aciertos de la ni puede considerarse la original ocurrencia con que Niet-
recepción, de la novedad en la tradición. La segmentación Y zsche, paradójicamente, propone un triple final para dejar
combinación ·el texto como el lenguaje es obra de todos: de inconclusa su composición musical. Ningún final, varios fi-
memoria y olvido, de lo "ya dicho" y lo "no dicho", de lo literal nales. Se establece una relación cuantitativa bastante curio-
y lo literario. Una vez rnás es imposible ignorar la sabiduría ·sa: si la falta de un final da lugar a varios, varios finales
a_rmlan el final.
del Coheleth, de quien toma la palabra en nombre de todos.
Como decía Borges al final de suEptlogo: Corresponde reconocer como inherente a la supervi vencía
y flexibilidad de la leyenda mítica, admitir soluciones dife-
Quizá no huelgue recordar que los libroS inás perso~ales -la rentes y habilitar así una refracción interpretativa válida
Anatomía de la melancoUa de Burton Y- los Ensayos de Mon- para superar las circunstancias propias por adecuación a cir-
taigne- son, de hecho, centones. Somos todo el pasado,· somos cunstancias otras.
nuestra sangre, sotnos la gente que her:nos visto morir, somos los Próximos a las circunstancias de la enunciación, los enun-
libros que nos han mejorado, somos gratamente los otros. 75 ciados del final se encuentran allí en la frontera: menos final
de narración que el último episodio de una diégesis, ocupan
El rapsoda fue originalmente el intérprete. que recit~ba los un lugar límite donde nuevamente, como al principio, los cor-
poemas homéricos en !á antigua Grecia, de Ciudad en cmdad. dones se tienden o distienden cumpliendo esa función doble
Elegía los fragmentos que más convenúm a su gus;oo o a su de borde, una función de unión y separación, de aproxí-
arte: los mejores, los más representativos, los mas conve- tnación y distancia
nientes para el público local en cada caso. (También para el Como otras veces, también en Les secrets de la Princesse
género musical homónimo valen esas caractjlrísticas, ya qu_e de Cadignan, el narrador de Balzac llega al final alejando su
la rapsodia ha tomado el carácter episódico de otras compo.st- discurso de la historia de los personajesy de sus vicisitudes
ciones que representan el gusto nacional o pop1.1lar.) novelescas para aproximarlo a la problemática, más teórica,
Ramón Menéndez Pida! ya había reconocido hace años que del discurso literario en general. Se comprueba un décalage,
la nobleza heroicá de los romances españoles se debía tanto a un desajuste de planos, por el que el autor-lector recupera de
sú índole épica original, nacional, como a la depuración ~e la a poco las circunstancias personales de las que el texto lo
memoria popular que había aplicado "el saber callar a tiem- había apartado:
po" como un principio estético especialmente refinado.
La austeridad de la expresión, la sencillez de recursos y,
sobre todo, el corte brusco, final por final y no por desenlace, Desde aquel día, ya no se hace más cuestión ni de la princesa de
Cadignan ní de d' Arthez. La princesa heredó de su madre alguna
fortuna, pasa todos los veranos en Ginebra en una villa con el
V, Jankólevi~ch¡ Le je-ne-sais:qu~i e,~"'i ?i~., ~P· 24 Y,.l57. wru neme
11

chcrcherais pas si tu neme possédats. N e t mqutetcs ctonc pas. gran escritor y vuelve por algunos meses de invierno a París.
1; J .L. Borges, Obras completas en colabOración, Buenos Aires, 1979~ p. 977 · D'Arthez sólo se deja ver en la Cámara. Al final, sus publica-
ciones se han vuelto excesivamente raras. ¿Se trata de un desen-
UNA RETORICA DEL SILENCIO
LA (DI)VISION DEL HOMBRE Y LA CRISIS DE LA COHERENCIA 125
124

lace? Sí, para la gente de ingenio; no, para aquellos que quieren allÍ exactamente empieza la historia contante, la historia li-
saberlo todo. 76 teraria". 77
Señalaba Menéndez Pida! a propósito del Infante Amal-
Hasta allí llega el texto, y el narrador comenta la con- dos, la inconclusión -que es el fmal (no hay contradicción)-
clusión que, como tal, parece "forzada"; la novela termina que hasta ahora se mantiene, se debe a la intervención de di-
sólo porque en algún lugar tiene que terminar, pero ese tér- ferentes tentativas populares, ensayos y pruebas, hasta que
mino no supone ninguna definición narrativa, un final lite- prevaleció la acertada interrupción final que continúa dando
rario "verdadero". El desenlace queda a criterio del lector. Da lugar a renovadas interpretaciones.
a entender que allí donde termina, algo empieza: no todo Siempre se espera un final, de ahí que la inconclusión sea
tiene porqué ser objeto de enunciado. Son ejemplos de las origen de versiones extraordinarias: de lo épico a lo místico,
estrategias del discurso, recursos de sinceridad que practica de la aventura a la contemplación. Los elementos del paisaje
ambivalentemente un narrador para disimular los límites, se vuelven emblemáticos, las actitudes y palabras, enigmáti-
otro juego de cordones por los que la ficción penetra en la cas. La fragmentación transforma el texto: introduce el mis-
realidad o -y no es lo contrario- por los que la realidad se terio, consolida el mito.
introduce en la ficción. Propone otra versión de las inter- Los procedimientoS de selección y combinación propios de
minables variaciones del ''Yo miento", la citada paradoja de los mecanismos verbales afectan la índole verbal del texto li-
Eubúlides, que, ya se decía, consigna aforísticamente la tra- terario que se reescribe en cada lectura; las dos operaciones
ba lógica de donde podría partir la contradictoria especie poé- se revelan como una predisposición anagramática que va
tica y verbal. más allá de un fenómeno de probabilidad a partir de la mera
En Die Bleierne Zeit, un filme reciente de Margarethe von literalidad. No vale entenderla reductivamente: todas las
Trotta, por ejemplo, un niño que necesita conocer su origen: palabras están en el texto por la sencilla razón de que allí
sus padres, la reciente historia de Alemania, exige de una de están todas las letras. Un lingüista decía hace poco que no
las protagonistas -la que observa- que le cuente lo que sa- debería maravillarnos la presencia de homofonías y parono-
be, una explicación que justifique esa edad de plomo y aflic- masias, más bien debería maravillarnos que no aparezcan
ción. Sus palabras finales, que son las palabras finales del con mayor frecuencia. En un sentido amplio, la índole ana-
filme, reclaman "Fang an, fang an" (Empieza, empieza). gramática es inherente a la relación que se establece entre el
Como señala T. Todorov a propósito de Les liaisons dan- texto y el lector, el "misterio" se encuentra en cada uno de
gereuses, de Choderlos de Lacios, y de la obra de Proust, "la nosotros, la elección secreta, la combinación imprevista.
novela tiende a llevarnos hacia sí misma; y podemos decir Cuando Saussure examina el hipograma, un género de
que comienza de hecho allí donde termina; porque la propia anagramas, cuyo sistema se propone reconocer en las litera-
existencia de la novela es el último eslabón de su intriga, y turas antiguas, observa la relación entre esa especie de mot-
ahí donde termina la historia contada, la historia de la vida, theme y el texto poético entero. Esa repetición no se daría
sólo como repetición de las mismas sílabas o elementos según
16 "Depuis ce jour, il n'a plus été question de la princesse de Cadignan ni de
n "Le roman tend a nous amener a luiMméme; et nous pouvons dire qu'il comM
d'Arthez. La princesse a hérité de sa mere quelque fortune, elle passe tous les
étés a GenCve dans une villa avec le grand écrivain, et revient pour quelques menee en fait la oU i1 se termine; car l'existence méme du roman est le dernier
mois d'hiver a Paris. D'Arthez ne se montre qu'a la Chambre. Enfin, ses publica- chatnon de son intrigue, et la oU finit l'histoire racontée, lbistoire de la vie, la
tions sont devcnues excesivement rares. Est ce un dénouement? Oui, pour les exactement commence l'histoire racontante l'histoire littéraire" (T. Todorov.
Littérature et signi{ication, París, 1969, p. 49). '
gens d'esprit; non, pour ceux qui veulent tout savoir."
LA {Dl)VISION' DEL HOMBRE Y LA CRISIS DE LA COHERENCIA 127
UNA RETORICA DEl. SILENCIO
!25
un lado al proponer la novela supone las maniobras ana-
las leyes de versificación, ni como un hecho trivial de carác· gramáticas de toda lectura y facilita los medios para cumplir-
ter estadístico, que no se menciona ?orque se ~a por segw:o Y las. El escritor prevé y cuenta con los movimientos perso-
sobrentendido, sino como un comet1do o funcwn Y se arrHlS- nales del lector aunque no pueda precisarlos de antemano.
garía una eq\Üvocación si tratamos de limitarlo a toda ~osta, Por otro, reacciona en contra de ese supuesto del contrato
precisándolo. Starobinski comenta la extrema prudenc~a de literario que alterará su obra: el autor no accede ni admite
Saussure de esta manera: "Si los hechos le parecen evJden- que lo que escribe no será de interés igualmente válido para
tes su porque permanece inaccesible, como si se tratara de todos. Es dificil encontrar un escritor que, como el narrador
un 'fenómeno natural y no de una intención humana"." de Tristram Shandy, tolere -en el texto- que su lector pase
Cada lector se enfrenta a la vastedad pantológica del texto por alto algunos pasajes sobre detalles biográficos del perso-
con una curiosidad casi detectivesca similar a las táctica~ del naje, comprendiendo que su interés no se dirige en ese senti-
lector de la novela policial, sabe que debe descubnr las p1stas do. Pero se trata de un narrador muy especial -y no del
que el texto propone a la vez que se e_ncarga de di~it?ularlas. autor, aunque pase por él- y aun así, este mismo narrador,
Según Mircea Marcescu, el lector aphca una mecamca alter- se irrita cuando presume, en la iniciación del capítulo XX,
nativa de aceptación y rechazo, avanzando en el texto por una inadvertencia de lectura que le parece imperdonable;
medio de un itinerario que tantea en el discurso, que se va alterado, abandona la diégesis de la narración principal y, en
complicando o modificando sucesivamente." . un aflojamiento de cordones bastante excéntrico, inicia un
De ahí que la expectativa "policial" de cualqmer. novela se diálogo con su lector(a) -otro personaje a mitad de camino-
deba en gran parte más a la imposición consecutiva que al de características insólitas.
ingenio con que se formula el e~igma, la int~iga co,:no una La ocurrencia del recurso justifica la transcripción:
condición narrativa inherente mas que mtencwnal. ... y en-
tonces ... y entonces ... " interminables en l~s ?uentos de l.os -¿Córtto pudo Ud., señora, leer con tan poca atención el capítulo
niños, articulan elementalmente una conviCCIÓn c~~vencl?­ precedente? Ahí le decía que mi madre no era una papista.
nal: la consecutividad doble, lo que sigue (por suceswn), mas ~Papista, Ud., señor, no me dijo nada de eso.

que yuxtaposición, es efecto de lo precedente (por consecuen- -Concédame, señora, la libertad de repetir que yo se lo dije tan
claramente, al menos tanto como pueden hacerlo las palabras.
cia~ lúlt· .,-Entonces, señor, me salteé una página.
Con toda seguridad que Borges no desconoce e 1rn0 ca-
-No, señora, usted no se ha salteado una palabra.
rácter policial-detectivesco de la narración y presenta em- -Entonces, señor, seña que me habré dormido.
blemáticamente, en La muerte y la brújula, la actitud de un -Mi orgullo, señora, no le permite a usted esé refugio.
detective "letrado" que orienta la averiguación de los críme- -Confieso, ~ntonces, no eniender nada.
nes de acuerdo con trámites cabalísticos y la lech';"a del Te- -----Justamente, señora, es eso de lo que la acuso; y a manera de
tragramaton, ·la revelación por las cuatro letras d!Vmas. castigo va a volver hacia atrás enseguida (quiero decir cuando yo
La estrategia narrativa del escritor se da a dos puntas: por haya tenninado mi frase), para leer ese capítulo.$o
1~ J. St.arohi nski, Les anagramm~s de Ferdinand de Saussu~e, Parí~, 1964,, PP·
243-262.; "si les faits lui paraissent évidcnts, leur P?urq~m re~te macc~stb~e,
commc s'il s'agissait d'un phénomCné nnturel et no-n .d une mtentton humaxn;.
1~ M Marccscu El concepto de literariedad, Madrid, 1979, p. 47. [Véase Los
anag;amas de :Ferdinand de Saussure, en Ferdin-and de Saw;~ure, ,fuentes, (!ll Laurence Stcrnc, 1ristram Shandy; París, 1946, p. 79 (Traduzco de la versión
manuscritos y estudios crüicos, a cargO de Ana María Nethol, MéxH.'O, S1glo XXI, francesa).
1977, p. 242.1
FAMILIARIDAD Y EXTRAÑEZA
LA REPETICION-FRAGMENTACION.
NARRATIVA DE FELISBERTO HERNANDEZ

Cuando me despedí de esa rueda me sentí como un cuar-


to vacto, dentro de él ni siquiera estaba yo. Un momento
antes la recitadora había pretendido cambiar mis ideas y
acomodar a su manera las cosas de mi cuarto [ ... ]; yo
jamás toleraría que ella me acomodara el cuarto" [ ... ]
ahora mi cuarto no estaba acomodado ni por mí ni por
ella. Andaba con el cuarto revuelto sin ganas de aco-
modarlo.*
Felisberto Hernández

El recurso es bastante interesante. En numerosos pasajes,


los más representativos de la narrativa de Felisberto Her-
nández, las tensiones que producen el texto resultan de dos
tendencias imaginativas contrapuestaf: por una parte, una
fuerza centrífuga introduce comparaciones o atribuciones
extravagantes ("me sentí como un cuarto que no estaba aco-
modado") que no sorprenden, a pesar ü.e la disipación del
sentido, amparadas por la protección lógica del "como" que
salva momentáneamente la rareza, naturalizadas por la
comprensión interpretativa que las asimila al resto de un
contexto verosímil, o sometidas a una insistencia que, por
frecuencia, familiariza la extrañeza inicial.
Por otra parte, la repetición de esas extravagancias deslin-
da segmentos del discurso (forma fragmentos) que parecen
adherirse unos a otros, configurando un texto aparte, otro

* Felisberto Hernández, Tierras de la memoria en Obras completas, México,


Siglo XXI Editores, 1983, Tomo 3, pp. 62-63 (Los contrastes tipográficos son
míoS).
130 UNA RETORICA m;L SILE!\'CIO FAM:ILIARIDAD Y EXTRAÑEZA 131

texto, organizado por la propia repetición, pero que no llega a Al no configurar motivos fónicos, tampoco pueden expli-
descontextualizarse: los segmentos contraen 1,1na continuidad carse por la función poética a la que Jakobson reconociera
parcial y al consolidarse entre sí precipitan la incoherencia tan celebrada atribución: en el texto de Felisberto el mensaje
con el resto. Ese es un primer aspecto de l¡t naturaleza con- no se vuelve sobre sí mismo a fin de proyectar el eje de equi-
tradictoria de sus repeticiones. valencia sobre el eje de la contigüidad de manera de llamar
La definición de Fontanier, que recoge la noción más cono- la atención sobre la sonoridad del significante y relevar así
cida, dice que la repetición consiste en emplear varias veces su materialidad normalmente obliterada por la función refe-
los mismos términos o el mismo giro, sea por simple orna- rencial.
mento del discurso, sea por una expresión más fuerte y más De la misma manera que se destacaba en Proust la repeti-
enérgica de la pasión. ción del "petit pan de mur jaune", se entiende que si Felis-
Pero si se atiende a esta definición, la repetición de Fe- berto no ha recurrido al "tesoro" onomasiológico de la lengua
lisberto es bastante atípica: una mera repetición, ni ornamento y repite un mismo signo o sintagma (como si se resistiera de-
ni pasión; como no se ajusta a ninguno de esos propósitos que liberadamente a la compulsión sinonímica rechazando la na-
anota Fontanier para el caso, habría que interpretarla según tural matización de la idea, sin importarle los fastidios de
un principio retórico diferente. Desde un punto de vista lin- una eventual fatiga verbal), bien puede ser que repita sólo
güístico, tampoco se ajusta a los requisitos de coherencia que por la testaruda convicción de que a la misma idea le corres-
integran la frase al contexto; las repeticiones de Felisberto ponde el mismo nombre· y, sin conocer la recomendación de
articulan una formación textual diferente -dentro del texto- Pascal, seguirla.
creando una especie de ad-texto, una lateralidad narrativa que Es probable que la insistencia repetitiva se encuentre liga-
no se conecta claramente con el desarrollo principal. da a esa aspiración de propiedad, entendida tanto como
A propósito de la noción de "frecuencia", es decir'de las pertenencia tanto como adecuación semántica. Como si
relaciones que entablan el discurso y la diégesis a partir de pudiera rehabilitar, por medio de la mera repetición, la
los acontecimientos idénticos que se repiten o no en el texto. instrumentalidad de una verbalización, si no primitiva, segu-
Genette habla -en un estudio que ya citamos- de "l'ivresse ramente primaria.
de l'itération" en Proust. 81 Pero la aspiración a la propiedad no alcanza.
Genette considera una modalidad diferente pero que vale Más bien parece renunciar por, vía de la repetición ca-
para el caso de Felisberto ya que se trata también de una cofónica a la dimensión estética o, mejor, adoptar una forma
"inflation itérative", aunque conviene analizarla según sus diferente a las que caracterizan a esta función, según las
características particulares. El discurso no avanza; queda cuales -ya se dijo- las palabras se repiten sólo para ha-
como enviscado por una insistencia que no responde a inten- cerse oír. Si hubiera que clasificarla convendría incluirla den-
ciones de énfasis, de expresividad emotiva o aliterativa; no tro de las aplicaciones intelectuales de la anadiplosis -que
constituye una figura onomatopéyica ni rítmica. es menos retórica que otras repeticiones- porque la insis-
Las iteraciones tampoco aparecen distribuidas según una tencia procede predomi'nantemente de una vía reflexiva,
táctica determinada; desprovistas del movimiento sentimen- mostrando, además, un aspecto diferente de la actividad per-
tal que le asigna la retórica tradicional, no cabe considerar- formativa del lenguaje.
las ni como anáforas ni como epiforas. · Felisberto trata de designar, por obstinación o monotonía,
una entidad imaginada (pero no fantástica: no son sirenas, ni
61
G. Genette,Figures lll, cit., p.l53. pegasos, ni centauros, ni seres extraplanetarios), sino refe-
. 132 UNA RETORICA DEL SILENCIO
FAMILIARIDAD Y EXTRAf'l'EZA 133

rentes inefables: el recurrente misterio, su obsesivo "lo que [ ... ] entonces, empecé a ser otro, a cambiar el presente y el
no sé", presentes a cada paso; comienzan a existir y sobrevi- camino del futuro, a ser el prestamista que ya no pesaba [. .. ] 83
ven gracias a la designación repetitiva. A pesar de que con-
tribuyen a formar esa impresión de "borrador", de texto "in La repetición de la figura "el prestamista de los recuerdos"
progress", no se puede considerar el fenómeno sólo como un adquiere una función narrativa paralela tan importante que
desaliño léxico ni como la dudosa "pobreza de vocabulario" pasa a competir, discontinuamente, como personaje del na-
sino como voces de una desconfianza elemental hacia el rrador, con el narrador mismo: ya no es el narrador quien re-
lenguaje y sus posibilidades de expresar fielmente la id-enti- cuerda sino un prestamista que pondera y aprecia o no los re-
dad que imagina. Evita el uso de sinónimos porque esa iden- cuerdos.
tidad -aunque imaginada, fantasmal- debe manifestarse El discurso ha recorrido un itinerario poco corriente: pmte
como tal en el discurso. de una imagen, y en lugar de volver a la literalidad de su con-
Son palabras o expresiones recurrentes que se aproxi- texto, prosigue por la vía de la figura, escindida -por repeti-
marían a la noción de isotopías que define Greimas, esos ción y desarrollo autónomo- del referente que la produjo.
apoyos del discurso de los que el lector se vale a fin de captar En otro cuento, una competencia similar -por paralelismo
su coherencia. ''Por ese movimiento espontáneo de la loca- y rivalidad- se origina en "los tropezones", que son tanto los
lización de las isotopías, todo lector de poemas modernos traspiés del ciego (que son tropezones, literalmente) como las
hace semiótica sin saberlo". 82 distracciones del vidente, de su atención (que son otros trope-
Sin embargo, si estas repeticiones se reconocían como zones). La narración continúa en zigzag entre la primera
atípicas, su reconocimiento se debía a que son expresiones dirección y la segunda: de la literalidad a la figura, o reteni-
que ponen en marcha un movimiento semiótico similar pero da en el plano de la figuración, y sólo después de agotada,
inverso, ya que el lector de Felisberto se siente abrumado por vuelve a la literalidad del principio. El narrador va creando
la evidencia de una repetición de palabras que se encuentran imágenes de ficción secundaria, varias veces verbalizadas, en
en colisión consigo mismas; la coherencia se suspende, decae las que él mismo cree.
por lo menos, o se reorganiza a su manera. El procedimiento se asimila a una forma de continuidad
La "inflación iterativa" da lugar a una dispersión temática desarticulada en paralelismos que el cinematógrafo había
que desagrega la unidad narrativa en la interioridad del pro- aprovechado años atrás, y también Felisberto, sin duda, que
pio cuento: era, además de escritor, el espectador más implicado. Con los
cambios que naturalmente impone la diferencia de medios,
Al tipo que yo ·seria se le empezaba a insinuar una sonrisa de
convierte en especie literaria lo que Krakauer (citando a C.
prestamista, ante la valoración que hace de los recuerdos quien
los lleva a empeñar. Las manos del prestamista de los recuerdos Mayer) designa como "surface approach", la sorprendente
pesaban otra cualidad de ellos [ ... ] la sonrisa se amargaba y el analogía entre piernas humanas que caminan sobre el pavi-
prestam-ista de los recuerdos ya no pesaba nada en sus manos: mento y piernas vacunas con el mismo movimiento; 1.m hom-
[... ] el prestamista había robado recuerdos y tiempos sin valor. bre que duerme sobre un banco asociado a un elefante,
porque también duerme."
Cinco páginas más adelante: Pudo verse en películas de Hans Richter, por ejemplo, una
ll3 Felisberto Hernández, El caballo perdido en Obras completas, cit., t. 2, pp. 38
y43.
82
A. Hénault, L'enjeu du discours, París, 1979.
1\.j Sigfried Krakauer, From Caligari to Hitler, Princeton, 1974, p. 184.
FAMILIARIDAD Y EXTRAÑ'EZA 135
134 UNA RETORICA DEL SILENCIO

mano que acariCia un espléndido caballo continuando ese La ilusión, la imagen repetida, desplazada la mención ini-
gesto cariñosa sobre la espalda desnuda de una atractiva cial que le dio entrada pero sin anularla porque no la susti-
figura femenina descotada. La caricia queda como una bi- tuyen, queda a su lado. A diferencia de los mecanismos de
sagra entre los dos objetos que articula: aparecen asociados sustitución tropológica que explicitan el término figurado
por afinidades (por semejanza y contigüidad), comprendidos implicando en forma latente la noción literal -convergencia
en una coherencia narrativa basada sólo en la yuxtaposición que es origen de la ambigüedad que prestigia su síntesis
de gestos similares: las dos historias son distintas pero semántica-, decir sin decir, signo por signo, parte se dice
quedan unidas. parte se calla, presencia-ausencia, el hueco verbal donde
Decía J akobsi:m: "En poesía, donde la semejanza se proyec- juega la figura: "La aérea ligereza del símbolo", como dice
ta sobre la contigüidad, toda metonimia es ligeramente Benedetto Croce -el recurso de Felisberto mantiene explíci-
metafórica, toda metáfora tiene un· tinte metonímico". Ge- tas las dos referencias. Los pensamientos coexisten con los
nette a su vez desarrolla la convergencia de estas dos dimen- náufragos, que es la figura con que designa a los pensamien-
siones imaginativas básicas; a partir de ellas se concibe todo tos, pero no se integran en esa fusión-fricción circunstancial
apartamiento de la lógica por la imagen, toda figuración de que da fuerza a la imagen; salen del texto y se encuentran
la realidad, el deslizamiento de la realidad en la ficción, de la más allá, en el universo intertextual común que descubre
imaginación en el pensamiento, de una verdad y otra verdad. anagramáticamente, en toda la obra, el lector de Felisberto.
Un prójimo próximo: se descubre la semejanza tanto por
parecido como por proximidad.
LA IMAGEN CINE:vtATOGRAFICA ES UNA IMAG~N PARCIAL
Las imágenes de Felisberto son entidades mentales pero,
por repetición y extensión, adquieren una consistencia, más
que objetiva ("l'imagination est ce qui tend a devenir réali- Slight actions, such as the incidental play of the fingers,
thc opcning or clcnching of a ha.nd, dropping a handker-
tée"), personal, y de feliz ocurrencia momentánea pasan a chief, playing with sorne apparently irrelevant object,
constituirse en una categoría casi estable, extraña: "La idea stumbling, falling, seeking and not finding and thc like,
parecía estar sentada [. .. ]", "La idea se sentaría tres meses beca me the visible hieroglyphs of the unseen dinamics of
r... J", todas esas menciones en un mismo párrafo de Tierras human relations.
de la memoria. H.M. Kallen
Por un lado se había visto la inflación iterativa producien- · [ ... ] por fin la mano se metió en el bolsillo y sacó el reloj
do la desagregación narrativa del cuento; por otro, observa- [... ] tanteó la aguja sobre los puntos en relieve y después
mos a partir de esa misma repetición, figurada, una conver- cerró la tapa y lo volvió a guardar. La otra mano -todo
gencia temática mayor, una macroisotopía que da unidad y esto sin él levantarse-- fue al cajón de la mesa de luz
-de la misma madera blanca que el ropcrito tuerto-- y
coherencia a toda su obra por encima de los límites de cada sacó los cigarrillos y los fósforos.*
cuento y más allá de las autonomías temáticas y narrativas. Felisbcrto Hernándcz
Pensamientos descalzos o náufragos, recuerdos forasteros
o prestamistas, intenciones, ideas sedentarias, habitaciones Se decía más arriba que la fragmentación y la repetición
sentimentales, desencadenan una escalada figurativa que se encuentran en el texto en relación de reciprocidad e inter-
consolida una sub-objetividad muy precisa -subjetiva-objeti-
va- la emergencia de la imaginación, el "dedans dehors" del * Fclisberto Hernández, Por los tiempos de Clemente Colling en Obras comple-
tas, México, Siglo ~1, 1983, t. I, p. 180.
que también hablaba Blanchot.
136 UNA RETORICA DEL SILENCIO FAMILIARIDAD Y EX'TRAÑI<:.ZA 137

dependencia: la repetición fragmenta, el fragmento repite. nada pasa si no pasa por la visión, natural o mecánica: el ojo
Por otra parte, se hacía notar además la llamativa conver- y la cámara.
gencia teórica y estética de ambos fenómenos. Todavía hace Esta civilización del ojo todavía no ha superado la sospe-
falta destacar un aspecto más que,. hasta ahora, sin estar chosa eficacia de uno de los inventos más hábiles del realis-
ausente, no había aparecido en forma explícita: la relación de mo: el progresivo perfeccionamiento de la reproducción
contemporaneidad entre la repetición y la fragmentación y el fotográfica y la "fe" documentarista, la adhesión a la fidelidad
hecho fílmico. Si Malraux había advertido y teorizado sobre de una imagen considerada auténtica por evidente, avalada
la importancia decisiva de la aparición y multiplicación de por la objetividad mecánica de cámaras, cada vez más perfec-
reproducciones· fotográficas para la habilitación de un museo tas, aptas hasta para ocultar la presencia o incidencia de
imaginario, determinante de la mentalidad del siglo XX, quien las manipula, como si la verdad se mostrara sola o -y
habría que agregar que la cinematografía constituye de por no es una alternativa- sólo fuera ésa la verdad.
sí un imaginario hecho museo, un arte que exhibe copias sin Fascinación mágica o perfección técnica: la imagen foto-
un original que se diferencie de ellas. gráfica mantiene su crédito de realidad muy afianzado en la
El tema del "imaginario" cinematográfico ya constituye un minuciosidad imitativa y, sobre todo, en la acción accesoria del
lugar común en la crítica de Felisberto Hernández; las cone- hombre, como si se tratara de dos ocurrencias concomitantes.
xiones del autor con el tema del espectáculo en general, la Los registros mecánicos aparecen, como nunca antes, como la
famosa relación que se ha establecido con "l'école du regard", representación menos marcada por la presencia individual; la
la observación de la cinematografización de la vida psíquica fotografía vale sobre todo como "algo opuesto a la cultura, a la
-especialmente la comparación con Alain Robbe-Grillet-, el ideología, a la poesía, a todo lo que procede de la interpreta-
condicionamiento de su figuración de procedencia cine- ción; 'se siente como la vida misma en su realidad y auten-
matográfica, presentan el hecho fílmico como una constante ticidad"." El observador desprevenido no se inquieta por las
de su narrativa, el cine como tópico, local y temático, donde maquinaciones de la cámara y de quien la manipula. Sin
la imaginación se proyecta. embargo, de manera más especiosa que la palabra -porque el
El análisis que realiza Edgar Morin cuando examina la principio de arbitrariedad viene preocupando al pensamiento
realidad "semimaginaria del cine", la imitación doble que de Occidente desde las primeras reflexiones-, la fotografía, la
según él se produce en el "espejo cinematográfico", reflejo- representación mecánica, es útil y obstáculo, otro instrumen-
espejo de dos caras: reflejo del mundo exterior y reflejo del to intercesor-interceptor que asiste y limita a la vez.
mundo interior, es especialmente válido para exarninar la Con razón el narrador de Felisberto duda de la validez de
estética narrativa de Felisberto. su conocimiento, que no es la realidad (porque es suyo), que
Su literatura también forma parte de la "civilización del tampoco es imagen (porque es su evocación de la imagen), el
ojo" ss que en su caso literario llama la atención, por mar- registro en tercera instancia que pudo, eventualmente, haber
cación exagerada, una hipertrofia de la mirada que deforma guardado. Le consta que sólo puede seguir esa pista vidriosa:
el objeto aproximándolo por medio de una atención desme- lo que sabe, lo que recuerda, a fin de llegar a "lo otro". Dispo-
surada. El tiempo no cuenta. Cuestionando, el desarrollo na- ne de un registro (''mi recuerdo") y un misterio ("lo otro", "lo
rrativo se amortigua. Felisberto dispensa uha confianza ex- que no sé"): las conexiones debe conjeturadas la imaginación
cesiva a la función óptica. Parece que no ocurriera nada; porque el hueco queda.
85 86
Edgar Morin, Le cméma ou l'homme imaginaire, París, 1956, p. 215. louri Lotman, Esthétigue et sémiotique du cinéma, París, 1977.
138 t;NA RETORICA DEL SILENCIO FAMILIARIDAD Y EXTRAÑEZA 139

Procede como el fotógrafo, el personaje de Blow up, el film Elie Wiesel, porque tampoco es posible. no saber eso que se
de Antonioni, quien intenta descubrir y cree revelar un enig- sabe.
ma entre las fotos, entre porciones registradas de una totali- "El hombre imaginario" se encuentra frente a la imagen
dad que desconoce y deduce, arriesgando en la pesquisa caer fotográfica o cinematográfica en una situación semejante a la
víctima de esa investigación, de su propia interpretación: la del hombre del Renacimiento quien, una vez que conoció la
pasión de conocer, el sacrificio de la revelación. perspectiva, ya no pudo desconocerla: su percepción quedó
Algo muy parecido ocurre con el protagonista de La con- irreversiblemente determinada por la invención de esta téc-
versación, el filme de Francis Ford Coppola; ejecutor y mártir nica representativa. Sacó buen partido de la utilización de un
de una trampa 'similar: la minuciosidad y perfección del re- recurso, pero ese recurso modificó sustancialmente su visión:
gistro técnico que organiza para captar (copiar) la realidad la visión del mundo a partir de la nueva técnica ya no fue la
crean una realidad distinta, una sobrerrealidad que empieza misma. Lejos de un trazado convencional por el que aprendió
ahí y de la que ya no se libra. Creyendo descubrir la verdad, a representar objetos en profundidad sobre planos bidimen-
la inventa. Difícil conciliar la antinomia entre técnica, y co- sionales, pasó a otro plano: de método a concepción, de
nocimiento, documentación e interpretación, máquina y hom- instrumento a ideología, de técnica a convicción.
bre, verdad y tragedia. Decía I. Lotman: "Así, el filme, que Ya no sorprenden las posibilidades imitativas del cine,
con ayuda de la cámara y la película, fija el tiempo presente cada vez más perfectas, cada vez menos notables. Sin embar-
y la acción real, se convierte en la narración cinematográfica go, la precisión realista de la representación cinematográfica
de lo que se puede ver, de lo que se esconde en el fondo de la no limitá su parte de arbitrariedad. A esta altura ya es difícil
memoria y de la conciencia". La imaginación cinematográfi- proponerse recuperar el "innocent eye". Las reglas del juego
c~, sin embargo, continúa planteando y guardando sus incóg-. no son las que formula Ruskin sino The "eye" in the text." Tal
mtas: hace suyos el desajuste entre la evidencia que desa- vez el ojo, tal vez, yo: los dos. Ver y saber son indiscernibles.
rrolla una técnica de representación, de conservación, y la La preponderancia icónica de la visión y los consecutivos
obligación de resolver un enigma que, en única instancia, re- desarrollos mecánicos que la perfeccionan no aseguran una
vela al hombre. Tampoco se salva del conocimiento quien lo fidelidad que disimule el artificio. Ceci n'est pas une pipe,
persigue: cuando Hamlet quiere averiguar la verdad, prepara aunque la representa, porque la representa. Esa es la
la representación de una comedia: "[. .. ] the play's the thing 1 primera razón.
Where in i'll catch the conscience of the King", pero sólo No hay duda de que de todas las representaciones, la ima-
accede a una verdad trágica, in ventada. gen fotográfica es la que presenta una fidelidad mayor. Ya se
En la imitación está la clave. El conflicto es tan remoto dijo. Pero esa precisión minuciosa no descarta la figuración
como el movimiento mismo del pensamiento: proviene de la tropológica: tanto la imagen fotográfica como la cinematográ-
consabida oposición entre representación y realidad ("de la fica constituyen formas metonímicas, visiones fragmentarias
ley inevitable que requiere que no se pueda imaginar sino lo de una totalidad que queda excluida: "He visto gente destro-
que está ausente"), contradicción insalvable que explica de zada en pedazos: la cabeza aquí, los pies allá, las manos en
alguna manera la imperdonable mirada, la mirada que no cualquier parte", describe así su experiencia la campesina
puede reprimir, el gesto del poeta que desvanece el objeto del koljós que va al cine en Moscú por primera vez y que,
mirado y a quien sólo le queda el canto, la queja, la imagen, según comenta Béla Balázs, queda horrorizada por el des-
porque esa fue su opción.
"No puedo imaginarlo porque lo sé", decía un personaje de
87
Mary Ann Caws, The "eye" in the text, Princeton, 1981.
!40 UNA RETORICA DEL SILENCIO FAMILIARIDAD Y EXTRAÑEZA 141

cuartizamiento, la metonimia indispensable de cuadro y Esos escapes de la fantasía compensan la obligada par-
enfoque. La misma reacción de pavor se comprueba también cialización de los referentes con desarrollos de una imagi-
en Occidente cuando Griffith muestra por primera vez la nación que recorta y combina, detalla y agranda, compara y
imagen de una enorme cabeza "cortada" sonriendo al público. desborda. ·
La mecánica cinematográfica encuadra, segmenta y Una representación visual es doblemente parcial: partes
anima. La descripción literaria no deja de advertir las de realidad, partes de ficción, partes que se relacionan por
nuevas imágenes recortadas aunque la parcialización en una continuidad -la del montaje, la de la sintaxis- que
materia verbal no constituya novedad, ya que -salvo la reproduce con artificios lógicos el bric-a-brac de la memoria,
irónica totalización descomunal de Museo de Borges- es una parcialidad objetiva y una parcialidad subjetiva. La con-
imposible concebir un texto que se ocupe punto por punto de tinuidad narrativa no siempre se verifica aunque el solo
su referente. Pero la parcialización literaria tradicional es hecho de la yuxtaposición la aparente.
una parcialización selectiva (se menciona algún rasgo, algún El arte del siglo XX se ve a través de este Faux miroir, el
elemento, se omiten todos los demás), mientras que la par- ojo gigantesco de Magritte ~ojo y cielo, porque lo mira-
cialización fotográfica es segmentaría: representa una parte semejante a la mirilla que describe el narrador de La belle
del todo pero esa parte es abarcada en todos sus detalles o, captive y que seduce a Robbe-Grillet: "Hay un judas cuadra-
mejor dicho, en casi todos: la parte es total, si cabe la con- do, que mide veinte centímetros de lado aproximadamente,
tradicción. perforado en la puerta de mi celda"."
Las palabras con que describe Felisberto sus objetos no Fragmentos dispersos en un cuadrado contra la concen-
pueden imitar el registro minucioso de los relevamientos tración codificada que integra y normaliza. La coherencia y
visuales pero, siguiendo el modelo reticular de la imagen unidad de la realidad está por hacerse a partir de partes
fotográfica, encuadra y detalla las partes. Felisberto repre- sueltas y límites forzados. Es lo que se propone cada visión
senta en la medida de la palabra, pero de tal modo. que esas artística: encontrar el sentido del mundo o descubrir su sin-
partes se desprenden y se vuelven autónomas con respecto a sentido, revelarlo: observar fisuras y hiatos (que son también
los objetos que supuestamente integran, y así se animan. los de su conciencia), los rellenos ideológicos de la ilusión to,
La metonimia es la figura clave. Se representa una parte: talitaria.
la que se ve, la que se debe ver, la que interesa. Pero la na- El narrador y los personajes de Felisberto observan parte
rración no se limita a disponer las piezas del rompecabezas y, de la realidad como enmarcadas dentro de un cuadrado: la
como todo no se puede ver, el narrador se vale, como El aco- foto y la pantalla, ambigua y contradictoria: que impide ver,
modador en el cuento de Felisberto, de su "luz propia"; con que permite ver: "Como el personaje de Truffaut en La noche
esa luz diferente logra ver lo que los demás con la luz co- americana, ellos se distancian de su círculo, recortan del
rriente no advierten. Se apoya en la visión parcial de las mundo sólo lo que quieren ver, pero realizan así un gesto que
cosas para hacer explícito un entretejido de asociaciones, también los oculta a lós demás. El ojo de vidrio ("la mirada
divagaciones -el segundo espejo del que hablaba E. Morirr- de vidrio" de la que hablaba J. Epstein) contempla el creci-
porque "toda p<orcepción es también pensamiento, todo razo- miento monstruoso de un detalle, de un rasgo y el resto
namiento es también intuición, toda observación es también arriesga el vacío, el olvido. La contemplación atónita de los
invención". 88 primeros espectadores. contrasta con la familiar estupefac-
88
Rudolf Arnheim, Art and Vrsual Perception, Bcrkeley, 1969. 89
A. Robbe-Grillet, La belle captive, París 1975, p. 62.
142 UNA RETORICA DEL SILENCIO

ción ~pero desprovista de sorpresa- del espectador cine- LA EPOCA DEL LECTOR
matográfico de hoy que ya no advierte las figuras segmen-
tadas, las mutilaciones, que necesariamente opera la rigidez
del cuadrado, el mundo· de oscuridad y silencio en que se
sumen. Ingenuo o avezado, su experiencia se pierde en la cos-
tumbre.
Los desplazamientos predominantemente metonímicos, la
relevancia de las fracciones, el registro minucioso de los obje-
tos comprendidos, una enumeración que dispersa la lectura
en detalles, un'a lógica narrativa apuntalada por yuxtaposi- Lire-
ción más que por coherencia, son algunas de las formas que Cc~te pratiquo-
configuran parte de la estética cinematográfica en la narrati- Mallarmé
va del siglo, de Felisberto Hernández, un ejemplo entre otros. En páginas anteriores se había intentado consignar el
La validez del paradigma se explica porque es necesario gran interés que, durante los últimos años se ha dedicado a
elegir, pero, además, porque especialmente es notable la las prácticas de la lectura y a las funciones del lector en la
fragmentación de su historia. Es cierto que para Felisberto el producción del texto y, consecutivamente, a partir de este
cine constituye -más que para cualquier otro escritor- un interés a la habilitación de una apertura teórica según la
topos ideaL El, un pianista del cine mudo, también se en- cual los procedimientos de la recepción literaria han dado
cuentra como narrador de sus cuentos entre el silencio y el lugar a un objeto de estudio tan recurrente como elusivo.
artificio (es él quien los marca); en una situación marginal, A diferencia de los otros objetos literarios estudiados hasta
entre la pantalla y el público, su presencia subraya los ahora, la observación de la recepción literaria resulta parti-
límites: tiene delante suyo una imagen; sólo sabe, supone, cularmente problemática no tanto por su complejidad como
que a sus espaldas está el mundo.
por su inconsistencia: real pero inasible, productora del texto
pero que no deja marcas de su productividad, fácilmente
susceptible de confundirse con otras funciones afines o de
constreñirse a las experiencias necesariamente restringidas
del propio observador.
En la procesión triádica autor-obra-lector atendida sucesi-
vamente por los estudios y teorías literarias, aparecía en pri-
mer lugar el autor, más que reconocido, consagrado: "el ha~e­
dor" el creador, la autoridad o cualquiera de las otras dif-
nid;des espirituales o temporales que se le han atribuido; en
segundo lugar, y reconocida con distinciones similares, apa-
recía también la obra, jerarquizada por el reconocimiento de
su verbalización autosuficiente, autorreferencial, autorrefle-
xiva una escritura intransitiva) absoluta, casi una nueva
'
sacralización de la escritura.
En cambio, en la instancia de la lectura, se atiende a un
144 UNA RETORICA DEL SILENCIO

objeto difuso, el lector anommo, múltiple, necesariamente LA AVIDEZ CRITICA


disperso, inidentificable, que se aparta expresamente de la
observación, recluyéndose en un rincón, solitario, oscurecido
por las sombras de una luz que sólo enfoca las páginas delli- ·
bro que tiene entre sus manos. El lector se protege en una
' privacidad que reclama el silencio imperturbable para la lec-
tura, de la lectura, un silendo que es su calidad inherente,
requisito y recompensa a la vez, necesidad y placer; como
dice Mallarmé, "¡mtre les feuilles et le regard regne un si-
lence encore, condition et délice de la lecture", y no es la pri- Cuando se encara el estudio de la lectura, el primer des-
mera vez que el hombre convierte en goce sus urgencias. borde que se verifica es la tendencia a ocuparse de la activi-
Hace poco tiempo, uno de los principales integrantes de la dad crítica. El lector desaparece fácilmente asimilado,
Escuela de Konstanz, Hans Ulrich Gumbrecht, reconocía que absorbido por el crítico, que es un lector pero que necesaria-
la historia del Proyecto para una historia literaria del lector". mente es algo más. Ya se dijo anteriormente que para el críti-
constituía la historia de una frustración, descripción y enu- co el principio y el fm de toda lectura es la escritura. Por eso
meración de los fracasos de un proyecto. se había excluido de este planteo desde el principio. En tal
Probablemente esos fracasos no hayan sido circunstan- sentido es oportuno recordar las formas del discurso que
ciales sino que podrían haberse explicado -entre otras "coronan" la obra según Barthes.
razones- por una razón tan simple como intrínseca: no es Reconoce la multiplicidad de sentidos que "la obra detenta
posible formular una historia del lector porque éste se por estructura", de allí que haya considerado necesario dis-
encuentra al borde de la prehistoria, una forma parcial de la tinguir los discursos netamente diferentes a que la obra da
prehistoria, porque si bien la escritura está ahí, sólo está lugar. Así propone llamar "ciencia de la literatura (o de la
como escritura, puede disponer de ella sólo como lectura, no escritura). a ese discurso general que tiene por objeto, no tal
vale como documento del lector. El lector la (re)produce pero sentido, sino la pluralidad misma de sentidos de la obra, y
es precisamente lector porque no escribe, sólo porque lee, y es crítica literaria, a ese otro discurso que asume abiertamente,
ésa su única manera de producir. En su caso la producción del y a sus propios riesgos, la intención de dar un sentido parti-
texto es más "agir" que "faire", un actuar más que un hacer. cular a la obra". Considera todavía que esa distinción no es
Se ha insistido en que las orientaciones teóricas y siste- suficiente: "Como la atribución de sentido puede ser escrita o
máticas que presentan los quehaceres literarios durante las silenciosa habrá que separar la lectura de la obra de su crfti-
últimas décadas coinciden, en efecto, en ese interés conver- ca: la primera es inmediata; la segunda está mediatizada por
gente hacia la instancia de la recepción pero, a pesar de eso, un lenguaje intermedio que es la escritura del crítico"."
y no es una contradicción, se comprueba una tendencia a sos- No parece exagerado afirmar que la problemática plantea-
layarla, a prestar la mayor atención, en su lugar, a formas da por las relaciones entre el hacer literario y el hacer crítico
anexas, semejantes y próximas, pero diferentes de· la lectura concentran el gran tema y el discurso de la literatura del
propiamente dicha. siglo. No es aquí el lugar adecuado para examinar una pro-

00
H.U. Gumbrecht, conferencia dictada en el Instituto Nacional de Docencia, ~ 1 Roland Barthes, Critique et uérité, París, 1966, p. 56 [Crttica y verdad,
Montevideo, 14 de agosto de 1982. México, Siglo XXI, 1971, p. 58].
UXA Rl•:'J~ORICA DEL SJLEXCIO LA AVIDEZ CRITICA 147
146

blemática demasiado transitada, pero, sólo para dejarla de una desaventura más bien en tanto constituye una ausencia
lado, importa explicar que las causas de ese consenso son nu- de. aventuras y de miserias, una desaventura doble; ocurre
merosas, heterogéneas y han sido abundantemente ana- una búsqueda y fascinación porque va al encuentro de la
lizadas. propia imagen, comprometiendo, si no la obra, su imagina-
Desde la aparición y multiplicación de páginas especia- ción puesta en reflexión, en los vértigos de la mise en abyme.
lizadas en periódicos y secciones de otros medios de comuni- Cuando Maurice Blanchot se preguntaba: "¿adónde va la
cación -que exponen la causa económica y más material de literatura?", se respondía: "va a su esencia que es su desa-
la frecuencia- hasta la especialización universitaria o la parición". Barthes confirmaba el mismo final.
universalización· de la especialización (que, aunque aparente- Hasta hace poco, el artista, el escritor, continuaba actuando
mente contraria, no es diferente), se multiplican los presti- como un voyeur, alguien que espiaba a los otros: la sociedad,
gios de una crítica-críptica pero cada vez más exotérica que, los individuos, sus costumbres, sus pensamientos secretos, sus
si bien intermediaria, no deja de ser a su vez ella misma emociones íntimas, el comportamiento en soledad y en com-
objeto de intermediación. El expediente constituye ya un pañía. Ahora los uoyeurs son los otros que lo espían, lo ven, lo
lugar común en el que se encuentran y del que parten las ven ver, lo ven verse. Como si al actuar así los autores con-
mayores ocupaciones y preocupaciones literarias actuales. temporáneos dieran por fin la razón a Platón ya que si-
Coincide -pero otra vez la coincidencia no es casualidad sino guiendo sus observaciones, se limitan a "imitar" sólo el m~ndo
superposición- con el hecho de que se registra una literatu- que conocen, el que conocen mejor y no se aventuran más allá:
ra que, procurando conocer su esencia, accede a la proble-
mática crítica y ésta, por su parte, atenta a la mediatización No exijamos, pues, a Homero, ni a ningún otro poeta, que nos
de la escritura, accede a la realización literaria. rindan cuenta de las muchas cosas que nos contaron, preguntán-
Entre escritores Que son críticos y críticos que son escri- doles si alguno de ellos era un hábil médico, y no un simple imi-
tador del lenguaje de los médicos. 92
tores, el discurso literario y el discurso metaliterario se apro-
ximan uno al otro presentando afinidades que concurren bi-
lateralmente a una misma condición textual y que los induce, Entonces en verdad, el escritor limita su referente descri-
biendo (sólo) el mundo que conoce: su mundo; el mundo de la
paradójicamente, tanto a definirse como a identificarse.
El movimiento de identificación es doble y las atracciones literatura, de las obras, limita el referente y así imagina
menos. Como si el campo de la aventura hubiera sido conce-
proceden tanto de las corrientes teóricas como de las realiza-
ciones estéticas. De acuerdo con las prácticas inmanentistas, dido a y ocupado por los westerns, las novelas policiales, de
espionaje, ciencia-ficción, de seres extraterrestres, de best
el crítico prescinde de las circunstancias exteriores a la obra
y contrae con ella relaciones más íntimas; menos documenta-
sellers, todas esas novelas "estandarizadas" disminuidas por
adjetivos que las clasifican indicando sus limitaciones. "Los
rista, menos prontuarial, menos administrativa, la labor crí-
tica se interioriza más con el aconteéimiento escritura] puro, mitos son productos de tiempos fuertes" había dicho Mircea
se integra necesariamente a la sustancia literaria misma con Eliade y bien puede ser que este tiempo no sea de los más
fuertes o bien que haya que buscar los mitos en otro lado
la que estrecha relaciones de incorporación y asimilación.
Por otro lado---{) quizás por el mismo- la literatura aban- fuera de la literatura; tal vez en el cine, en la televisión, cad~
vez más domésticos.
dona la exterioridad del referente histórico o las extravagan-
cias y fugas de la fantasía para dedicarse a la observación de
su propio ser, de su propio hacer, una aventura introvertida, 112
Platón, La República, x, III, 599 b. c.
148 UNA RETORICA DEL SILENCIO
LA AVIDEZ CRITICA 149

Las obras que nos hablan de sí mismas son obras de tiem- una biblioteca y Borges, su director, un hombre, el bibliote-
pos críticos: se desmistifican y desmitifican a la vez; al tratar cario torpe, ciego, que en la oscuridad busca a tientas y para
de revelar la ficción la suprimen o -al menos- la despla- saber (ver) la verdad se vale, confía, en una escritura la del
zan. alfabeto: un ordenamiento de conocimientos, el más ;uperfi-
Ese es uno de los deslizamientos más previsibles: cada vez cial, conve1•.cional y arbitrario. Por medio de la escritura no
que se indaga sobre la naturaleza de la ficción, todo se con- encuentra más que enigmas, los mismos enigmas con solu-
tamina; se arriesga así un nuevo solipsismo no menos "egoís- ciones siempre diferentes, in validándose unas a otras: son
ta" (solus ipse: sólo él mismo), más pesimista. Si bien sólo por sólo soluciones a corto plazo porque lo que es episteme hoy es
ponerla en evidencia ya se atenúa la ficción literaria, esta doxa mañana y lo que es originalidad, parodia. Apenas "el
misma atenuación específica extiende tanto la escrit 1ra que, hombre:· es la respuesta trivial, vacía, la más antigua, con la
desbordando sus márgenes, la ficción se introduce en una que Edipo creyó resolver el enigma y sólo logra postergarlo.
realidad que no está más allá porque precisamente está limi- La revelación no resulta menos enigmática que el misterio.
tada sólo por el propio lenguaje:

Dass die Welt meine Welt ist, das zeigt sich darin, dass die
Grenzen der Sprache (der Sprache die allein ich verstehe) die
Grenzen meiner Welt bedeuten.93 [El mundo es mi mundo: eso se
manifiesta en el hecho de que los límites del lenguaje (de ese
lenguaje que sólo yo entiendo) significan los límites de mi
mundo.]

Al adoptar la actitud crítica como propia, la literatura se


enfrenta a su propia imagen y descubre la dualidad
inevitable de su condición: la invención también es una con-
vención, que responde o discute modelos, símbolos, figuras,
imágenes, ideas. Es imposible sustraerse a la fatalidad de la
interposición cognoscitiva, de los "obstáculos epistemológi-
cos", de una realidad que no se diferencia del conocimiento y
por eso, en vez de avalarse, realidad y conocimiento se cues-
tionan recíprocamente, una reflexión de espejos enfrentados,
infinitos. "La mirada que se dirige a la razón cae en las pro-
fundidades de un abismo", decía Heidegger a propósito del
lagos, pero la caída no es menos vertiginosa si la razón se
dirige a la mirada.
Por esa visión in(tro)vertida, que se cierra sobre (contra) sí
misma, el escritor advierte, y ya no olvida, que el universo es

ro Ludwig Wittgenstein, 'J}actatus Logico-Philosophicus, Londres 5.62.


"LE STYLE, C'EST, AU MOINS, DEUX HOMMES"

Un hecho cultural no es tal sino en cuanto remite a otra


cosa.
Benvenistc citando a Saussurc

Otro de los temas anexos con que se ha tendido recurren-


temente a identificar el estudio de la lectura propiamente
dicha con la escritura que la hace explícita es el relativo al
fenómeno de la intertextualidad o, tomando en cuenta las fe-
cundas expansiones más recientes, la transtextualidad.
tas relaciones de vecindad entre operaciones literarias de
lectura y transtextualidad y sus límites fluctuantes no son
demasiado diferentes a las relaciones que se observaban
anteriormente.
Propuesto el tema, nuevamente aparece la lectura pero
asimilada con y por la escritura, y es en esa dualidad esen-
cial que guarda un enunciado con otros enunciados donde se
comprueba la dimensión universal del procedimiento. "No
existe ningún enunciado que esté desprovisto de la dimen-
sión intertextual", ·como decía Todorov a propósito de las pre-
cisiones decisivas formuladas por Bajtín con respecto a la
orientación dialógica ("el principio dialógico") inherente a
todo discurso, la relación inevitable de cada enunciado con
los otros enunciados. "El discurso encuentra el discurso de
otro en todos los caminos que conducen hacia su objeto y no
puede sino iniciar con él una interacción viva e intensa." 94
La literatura concibe así como "un espacio homogéneo en
94 T. Todorov, Bakhtine, le príncipe dialogique, cit., pp. 95-99: "Le discours ren-
contre le discours d'autrui sur tous les chemins qui mCnent vers son objet et il
ne peut ne pas entrer avec lui en interaction vive et intense".
152 UNA RETORICA Dl~L SILENCIO
"LE STYLE, C'EST, AU MOINS, DEUX HOMMES~ 153

cuyo interior las obras se tocan y se penetran unas a otras". méjor dicho, que inevitablemente lo aluden y así, en el diálogo, yo
La impresión marcadamente corporal de esta visión de Va- he dicho una cosa cualquiera y los adeptos han sonreído o se han
léry se asimila también a una de las concepciones más co- puesto incómodos, porque sintieron que yo había tocado el Se-
nocidas de Borges pero que aparece modificada por un aspec- creto.
to diferente.
Borges entiende toda producción literaria como un repro- Entonces, para Borges, la reproducción textual y la repro-
ducción infinita pero, además, extiende la producción (reproc ducción sexual comparten algunos aspectos comunes: el
ducción del texto en otros textos) a toda forma de reproduc- pacto y el Secreto, La escritura y el silencio. De ahí que tam-
ción física o biológica. Así compara la reproducción textual bién la reproducción textual generada por la lectura sea la
con la reproducción en el espejo (su obsesión siempre presen- mejor prueba de la identidad final entre autor y lector, la
te) tanto como la compara con la reproducción sexual (siem- identidad que más le importa a Borges, a cualquier autor, o a
pre obsesivamente ausente): "Entonces Bioy Casares recordó cualquier lector: ver(se) en el otro. Por eso los espejos son
que uno de los heresiarcas de Uqbar había declarado que los infinitos y elementales:
espejos y la cópula son abominables, porque multiplican el
número de los hombres", dice en Tlon, Uzbar, Orbis Tertius. Ejecutores de un antiguo pacto,
Según Emir Rodríguez Monegal esta reproducción repre- Multiplican el mundo como el acto
senta "la identidad de todos los que realizan una misma Generativo, insomnes y fatales.
acción básica y ritual"". La reproducción de la imagen por el
espejo y del hombre por el acto generativo se verifica tam- El misterio de los espejos no es menor que el misterio de la
bién textualmente en la lectura o la interpretación literaria. reflexión. La revelación puede estar en la imagen o en la idea
pero no es posible ir más allá.
Todos los hombres, en el vertiginoso instante del coito, son el Decía M. Charles que "el libro está hecho de tal manera
mismo hombre. Todos los hombres que repiten una línea de Sha- que al lector le es posible reescribirlo, igual y otro. Ahí está el
kespeare, son William Shakespeare. verdadero problema: es necesario interrogarse sobre esta cu-
riosa 'disponibilidad' del libro que le permite, por una parte,
Rodríguez Monegal vincula esa comunión, de la reproduc- ser reescritura de todos los otros; por otra, proponerse a sí
ción biológica, especular, literaria, con la revelación del mismo a la reescritura". 96
"Secreto" que une a la gente que integra La secta del Fénix, Tratándose de una labor transtextual, de la lectura ma-
ya que el conocimiento de ese secreto ritual asegura la chacada y asimilada por la escritura, o de la resonancia de
eternidad a quienes ejecuten el rito: varias voces en un texto, voces que son ecos de otras voces,
voces escondidas por demasiado conocidas, alusiones que se
El rito constituye el Secreto. Este, como ya indiqué, se transmite disimulan con recato, por temor a la redundancia, por re-
de generación en generación [... ] El Secreto es sagrado pero no beldía, aparece inevitablemente la figura de Leutréamont.
deja de ser un poco ridículo, su ejercicio es furtivo y aun clandes- "Le style, c'est, au moins, deux hommes", asegura Bajtill y
tino y los adeptos no hablan de él. No hay palabras decentes para quien oye sabe de que se está hablando, reconoce y festeja
nombrarlo pero se entiende que todas las palabras lo nombran o,
disimuladamente esas voces porque hay verdades que ya no
se pueden citar.
05
Emir Rodriguez Monegal, Borges: uma poética de leitura, San Pablo, 1980, p.
102. 116
M. Charles, op. cit., p. 84.
154 Ul\'A RETORICA DEL SILENCIO
~LE STYLE, C'EST, AU MOINS, DEUX HOMMEs~
155
lsidore Ducasse vale como prototipo de la dualidad gene-
radora y misteriosa que se establece transtextualmente por trucciones intertextuales: secuencias que tienen sentido en
una lectura-escritura, profanación literal del texto ajeno que relación con otros textos que adoptan, citan, parodian, im-
es una reverencia al propio: "La vénération engéndre la con- pugnan o transforman ~n general"."
traire", decía y practicaba constantemente Lautréamont
porque su reverencia ambivalente era un plagio doblemente
depredador ya que no usurpa las glorias ajenas para jactarse
con ellas (el plagio es -a pesar del fraude- una especie de
reconocimiento admirativo a las cualidades de otro), como si
fueran propias, sino para escarnio y devastación: contrefaire
pour contredire, podría afirmarse; un detractor siempre, que
dice las verdades más célebres para desdecidas, para decir-
las mal o maldecirlas.
Así imitadas, ·las verdades de Pascal, Vauvenargues, La
Rochefoucault, se precipitan desde sus cumbres tan altivas
como resbaladizas, tan sentenciosas como refutables.
La dualidad literaria afecta profundamente toda su obra,
determinada por la presencia del Otro, el extranjero, L'au-
treaMont(euideo), que canta el Mal para que Isidore Ducasse
cante el Bien; quizá sea esta dualidad -la posibilidad de
decir y desmentir, una ambigüedad, también- otra expli-
cación válida para entender las imágenes en el texto poético,
ambivalentes e inciertas, dichas y desdichas:

Oui, ce sont des démons. L'un descend, l'autre monte,


--chaque nuit son jour, achaque mont son val,
--chaque jour sa nui t, a chaque arbre son ombre,
--chaque étre son Nom, Á chaque bien son mal.

L'explication des métaphores, el poema de Raymond


Queneau, donde la sombra, el nombre del poeta, de otro hom-
bre, quizá se escribe sólo para ser conjeturado, criptanalítica-
mente, porque la mención basta para suspenderlo, articula
como figura de contradicción, una estructura en quiasmo, un
lugar donde escritura y lectura se cruzan, superponiéndose.
Jonathan Culler, _1'he Pursuit o{ Signs, Nueva York, 1981, p. 38: "Literary
El texto literario sólo existe en función de otros textos ya que f1l

:works are to be constdered notas autonomous entities, 1organic wholes', but as


"las obras literarias no deben ser consideradas como enti- Int~rtextual constructs.: sequences which ha ve meaning in relation to other texts
dades autónomas, 'totalidades orgánicas', sino como cons- whtc~ they ~akc up, cite, parody, refute or generally transfoi'm. A text can be
rcad m relation to other texts [ ... ]" ·
TODO LECTOR LEE

Similar a las consideraciones anteriores, el abundante


estudio dedicado al lector y a la tipificación de .sus diversas
modalidades, contribuye también a extender las aproxima-
ciones teóricas a la lectura pero, nuevamente, condicionada
por la escritura, por la participación explícita del lector en el
texto.
A pesar de que se podría hacer referencia a algunos traba-
jos anteriores, resulta práctico marcar como punto de partida
el breve trabajo donde Walker Gibson establece la oposición
entre "dos lectores que se distinguen en toda experiencia li-
teraria. Primero, está el individuo 'real' sobre cuyas rodillas
cruzadas descansa el volumen abierto [. .. ] En segundo lugar,
está el lector ficticio. Lo llamaré el mock-reader [ .. .], un arte-
facto, controlado, simplificado, abstraído del caos de la sen-
sación diaria". 98
Dentro de una poética de la lectura, Michael Riffaterre
también se había preocupado por tipificar un lector, un
archilector, que se sustrajera a la particularidad y subjetivi-
dad de un lector individual empírico, indispensable para cap-
tar el hecho estilístico.
Desde entonces se han sucedido valiosos estudios dedica-
dos a analizar a ese lector ficticio. Inconfundible con el lector
real, tampoco forma parte de la ficción propiamente dicha ya
que no ocupa un lugar concretamente discernible en el texto.
En efecto, no es la verificación textual la que los diferencia.
Si valen las definiciones por semejanza, conviene aproximar-

98 '
Walker Gibson, "Authors, speakers, readers and mockreaders" en Reader's
Response, Editado por Jane P. Tomkins, Maryland, 1980.
158 UNA RI<;TORICA DEL SlLEKCIO TODO LECTOR l,EE
159

lo más al "lector virtual", ese lector que el autor prevé como sino a un nivel más profundo, como una condición de existen-
dotado de "calidades, capacidades, gusto", tal como lo des- cia del acto de enrmciación''. 102
cribe Gerald Prince," pero cuya existencia no es posible com- El "implied reader" que justifica el acto de enunciación en
probar. sí -que no puede ser sino un acto de comunicación- existe
De la misma manera que el lector real, es exterior al texto, junto con el hablante y el código, desde el principio. Más allá
pero -y no hace falta decirlo- existe apenas como una del código, la lengua vale como un lugar de encuentro habili-
abstracción, una aspiración del discurso; ni personaje ni per- ta la interacción verbal entre individuos que se enc~entran
sona se encuentra también próximo al "lector ideal" (que en una situación particular, un hablante que se dirige a un
fuer~ vagamente concebido por G. Prince), un lector in verifi- interlocutor, a otro individuo que no es un accidente del dis-
cable y que reúne con perfección arquetípica todos los atribu- curso sino su primera condición.
tos necesarios para la interpretación del texto. A esta altura no es necesario redundar en el viejo tópico
Semejante al "lector modelo" que concibe Umberto Eco, del requerimiento de alteridad y diferencia inherentes a
"capaz de cooperar en la actualización textual", se entiende cualquier discurso -el lenguaje como provocación y convo-
que puede actuar interpretativamente con la misma compe- cación dialógica- ni al desdoblamiento que el discurso lite.-
tencia con que el autor organiza por su parte, generativa- rario supone.
mente, la estrategia textual.'" Inseparable del hecho literario, la presencia del otro se
Es válido todavía dejar constancia de otra semejanza pone de manifiesto en grados diferentes, según la "sinceri-
más esta vez con el "implied reader", como denomina Wolf- ~ad" pu~sta en literatura por cada autor, y si Proust afirmó
gan~ Iser a su lector-tipo a partir de la fórmula "implied en reabdad, cada lector es, cuando lee, el propio lector de sí
author" creada por Wayne Booth en su Rhetoric of Fiction. · mismo", eso dice porque seguramente ya había dado por des-
Iser designa tanto la significación virtual prevista por el contada la relación de lectura, de distancia y aproximación,
texto como la actividad representativa e histórica que inter- que se establece primero y más previsiblemente con el autor
viene en el proceso de la lectura. "Este término ('implied y por el propio autor.
reader') incorpora tanto el sentido potencial preestructurado El reconocimiento del otro como el mismo coroo él mismo
por el textO' como la actualización del lector de ese potencial es ineludiblemente una matriz borgiana que' se encuentra e~
por medio del procedimiento de la lectura."'" el origen de la creación literaria, que va más allá de la cono-
Similar al lector real, no interesa (o no es posible) determi- cida convicción del Doppelganger, el socio secreto infaltable
nar este "irnplied reader" pero, a diferencia del primero, en tantos folclores y leyendas, alcanzando los límites de la
aparece con mayor o menor claridad como un implícito más definición antropológica.
del texto, un ''no dicho", una especie de presuposición similar Para Borges, la dualidad y ambivalencia, la necesidad de
a la que Oswald Ducrot entiende por "presuposición lingüís- ser otro, no sólo es privativa del escritor que vive vicaria-
tica" formas de expresión implícitas, un implícito inmediato mente a través de sus person'\ies, confiándolos a la lectura
del discurso que no debe ser buscado al nivel del enunciado de un desconocido que les asegurará su sobrevida, sino que
"como una prolongación o un complemento del nivel explícito se desprenden como un fenómeno natural de la índole hu-
mana, natural, dado el extraño fenómeno de pensar, y sobre
00
Gerald Prince, "Introduction a l"ótude du narrative" en Poétique, núm. 14,
París, 1973, p. 180. todo de recordar, porque "la memoria hace al hombre espec-
100
Umberto Eco, Lector in fabula, Milán, 1979, p. 55.
102
1ot Wolfgang !ser, The Implied Reader, Baltimore, 1975, p. Xll. Oswald Ducrot, Dire et ne pas dire, París, 1972, p. 9.
160 UNA RETORICA DEL SILENCIO

UN LECTOR LEIDO
tador y actor de sí mismo, los dos a la vez". Por eso confiesa y
acepta resignadamente la inevitabilidad del conflicto:

Si esta mañana y este encuentro son sueños, cada uno de los dos
tiene que pensar que el soñador es él.
Tal vez dejemos de soñar, tal vez no. Nuestra evidente obligación,
mientras tanto, es aceptar el sueño, como hemos aceptado el uni-
verso y haber sido engendrados y mirar con los ojos y respirar. 103

Es también la historia de los dos que soñaron: uno en El Ya se había anticipado que las dificultades para el estudio
Cairo, otro en Persia. Esa historia de Borges repite otra, más del lector procedían, en gran parte, de la dualidad de su
antigua, compartida por varias tradiciones: por creer en el condición: indispensable para la vigencia textual pero con-
sueño de un escéptico guardia de palacio en Praga -de esos comitantemente indiscernible, es una presencia espectral y
que todavía aparecen amenazando con leyes desconocidas a necesaria, una figura poco visible que mira (su función es
los personajes de Kafka- un pobre rabino desafortunado que spectare, mirar), ve, lee, y así, lector y texto, am.bos, existen.
viene desde el gueto de Cracovia, logra entender su propio Diferente a las definiciones anteriores que intentaban pre-
sueño y descubrir su fortuna. Un encuentro con otro le per- cisar su función literaria, se pasa ahora a atender un aspecto
mite encontrar la clave de su propio sueño y la superación de bastante menos problemático, menos especulativo: la clase
su adversidad. que constituye un lector que aparece inscrito, escrito y leído,
Cualquier lector experimenta en la duplicidad de la lec- una propiedad explícita del texto y del "universo espacio-tem-
tura esa paradoja que ya forma parte de la sabiduría popu- poral designado por el cuento", según la definición de diége-
lar: por medio de la interpretación se encuentra la verdad sis que actualiza Genette en Palimpsestes, cuando también
propia, en la ficción ajena, '~[ ... ] ese hecho extraño y cons- necesita ocuparse de este lector leído.
tante [. .. ] saber que quien nos revela el sentido de nuestro Con anterioridad, Genette ya había definido el narratario
misterioso viaje interior debe ser él mismo un extranjero (un como a un personaje perteneciente a la instancia narrativa
extraño), de otra creencia y de otra raza". 104 similar simétrico de narrador "se encuentran necesarirunent~
en el mismo nivel diegético; es decir que no se confunde a
priori con el lector (aun virtual) como no se confunde tam-
poco el narrador con el autor". 105
El narratario hace pareja con el narrador; actúa también
en esa zona incierta compartida por la situación narrativa,
marcando metalépticamente otro cordón, ambivalente, una
frontera "indiscreta", indiscernible, que fluctúa entre la dié-
gesis y la extradiégesis.

wG G. Gcnette, Figures III, cit., p. 265: "Il se place nécessairement au méme


103 J.L. Borges, "El otro" en El libro de arena, Buenos Aires, 1975, p.l2. niveau d!égétique c'est-8.-dire qu'il ne se confond pas plus a priori avec le lectcur
10 ~ Mircea Eliade, L'Epreuve du Labyrinthe. Entretiens auec Claude-Herni (méme v1rtucl) que le narrateur ne se confond nécessairement avec l'auteur".
Roquet, París, 1978.
162 UXA Rl<:'I'ORJCA DEL SILENCIO
U~ LECTOR LEIDO 163
Desde la sencilla apelación al "lector" o "lectora" por su
función específica, formulada como una captatio benevolenti- El personaje-lector de este cuento se emparenta sospe-
ae aunque frecuentemente más hostil que solidaria (ya sea el chosamente con el lector arquetípico de Balzac arrellanado
Hypocrite lecteur o el vilipendiado lector que lee las desven- en el sillón más cómodo, las manos suaves, el libro entre
turas de le pere Goriot), hasta soluciones menos comprometi- ellas, sustraído por las tribulaciones de la novela -ajenas-
das: es el caso de los recurrentes vous et nous del narrador a las suyas propias.
de Balzac, por ejemplo, que provocan con la vaguedad/deter- El narrador observa desde el interior del discurso la pres-
minación pronominal una participación dirigida, las apela- cindencia egoísta del apartamiento en que se refugia el lector
ciones al lector a través de un narratario circunstancial a y lo describe introduciéndolo por una taimada tercera per-
quien se exhorta (a la lectura), pregunta (por otras lecturas), sona, convencionalmente narrativa. Cortázar se vale del sub-
se supone (leyendo): "Vous y auriez lu la tranquilité lucide terfugio pronominal, identificando lector-personaje y perso-
d'un Dieu", "Figurez vous ... ", "OU trouverez-vous, dans 1'o- naje lefdo, ya que la tercera persona es "sólo gramatical, una
céan des littératures, un livre surnageant ... ", siempre confir- no persona".
mándolo en su papel de lector, excluyéndolo de otros papeles. En él, el pronombre, convergen ambiguamente ambos per-
Otros narratarios pueden aparecer en el texto con mayor l'onajes y de ese pronombre parten en simetría, hacia las dos
nitidez. Es el arquetípico caso del califa del Libro de las mil )direcciones del contexto, hacia los dos planos del cuento, sin
y una noches, el tan citado personaje narratario a quien se 'distinguirse con nitidez uno del otro. Por indistinción idiomá-
dirigen los cuentos y quien, además de simbolizar por tica se confunden referencialmente el-lector-personaje-del-
exageración la severa "autoridad" de cualquier receptor, re- cuento-que-lee-una-novela con el-personaje-de-la-novela-que-
, presenta la estricta interdependencia de los elementos que es-leído-por-el-lector-personaje-del-cuento. "C'est la faute des
intervienen en el acontecimiento textual. El texto depende pronoms", dice el innombrable personaje de Beckett.
más de la condescendencia del narratario que de la iniciativa En el cuento de Cortázar un lector cambia de ni ve1 diegéti-
o ingenio del narrador, de la misma manera que todo cuento co. La tercera persona es el dispositivo-clave. De la misma
existe con tal que haya un receptor que le preste atención: la manera que cualquier otra persona narrativa -tradicional 0
vida del narrador depende del narratario como el cuento no- representa al testigo de lo que ocurre en el cuento en
depende del narrador. este caso recupera además la responsabilidad específica; un
En páginas anteriores habíamos anotado sucintamente la lector que muere a fin de dar testimonio de su "willing sus-
"textualización" del lector en las recientes novelas de !talo pension of disbelief'. Es otro mártir que da prueba de su fun-
Calvino y de Umberto Eco, donde se da cuenta de conflic- ción, que es su fe literaria. Desde el momento en que partici-
tuales lectores-personajes, lectores que ambivalentemente (pa en la producción del texto ya no puede quedar al margen.
leen y son leídos, una ambivalencia que ya había sido puesta La metamorfosis narrativa sólo se produce por la interme-
de relieve, hace años también, por Julio Cortázar en su breve diación de la palabra. El switch de personajes pone en evi-
cuento La continuidad de los parques y a la que Genette dencia -por vía pronominal, con sus características referen-
prestara atención en Métalepses, el estudio ya citado que se ciales particulares- una propiedad que es inherente no sólo
ocupa de esas intrusiones "del narrador o del narratario a los pronombres y sus limitaciones semánticas sino a toda
extradiegético en el universo diegético o inversamente".'" verbalización: la incapacidad para distinguir -lejos de la
situación concreta- a los individuos, una incapacidad ínsita
106
G. Genette, Figures Ill; cit., p. 243. al lenguaje, al signo. Es la única vía de asegurar la comuni-
cación.
164 UNA RETORICA DEL SILENCIO UN LECTOR LEIDO 165

Un signo -aun actualizado en el discurso- no puede sus- es el lector-personaje a quien se involucra en la acción y que
traerse a la universalidad que necesariamente invoca: signi- se convierte en su propia víctima, es el lector (no personaje:
fica al mismo tiempo que designa. Esta dualidad semántica nosotros) que se siente implicado: lee pero aún no puede
que involucra concepto y objeto a la vez, es causa de la con- dejar de volver la cabeza y atisbar detrás suyo. "¿Qué dios
fusión que se observa y de la que la literatura saca partido: detrás de Dios la trama empieza?", la estética de las "ruinas
la confusión es necesidad del signo. Así se explica también circulares" nos hace inclinarnos otra vez sobre el abismo: el
por qué sufría tanto Ireneo Funes, para quien era intolerable riesgo vertiginoso de la propia imagen en la imagen de otro
que "el símbolo genérico perro abarcara tantos individuos que nos mira.
dispares de diversos tamaños y diversa forma; le molestaba Nuevamente los personajes que se encuentran en el borde,
que el perro de las tres y catorce (visto de perfil) tuviera el en el marco, distienden los cordones, aflojan la trama, for-
mismo nombre que el perro de las tres y cuarto (visto de man los huecos. Ficción y realidad controvertidas, indistin-
frente)" (de Funes, el memorioso, en Ficciones de J.L. tas, se aproximan por una mecánica metaliteraria: la ope-
Borges). ración de l~er puesta en escritura. Los .elementos del código
Esta indistinción se extrema todavía más cuando los re- aparecen traspuestos: el usuario utilizado, el que mira, mira-
querimientos del discurso dan paso al uso de pronombres que do; como el axolotl. Un lector -aunque crea lo contrario- no
hacen referencia directa -sin intermediación conceptual- puede, así no más; permanecer fuera de la con-fabulación
al referente situacional o contextua!, y por esa inmediatez narrativa.
pueden prescindir de la universalización del signo. Doppelsicht, una obra reciente del norteamericano Eric
Claros indicadores en el discurso coloquial, inscrito en una Orr, consiste sólo en la construcción de paredes que funcio-
situación real, determinada, son las vías por las que accede nan como un marco, creando un ambiente en el interior del
la confusión -siempre intencional- del discurso literario, museo. Desde el espacio que crea ese marco los visitantes de
autónomo, desconectado de cualquier otra situación que la de la exposición observan a otros visitantes de la exposición que
su propia coherencia. contemplan otras obras. El contemplador contemplado: sólo
No se concibe fácilmente prestidigitaciones similares en un marco, un espacio limitado, otro cordón sirve para esteti-
otras formas representativas, no verbales: ni la pintura zar cualquier objeto; crea una situación artística doble, de
tradicional, ni el cine, por ejemplo, podrían resolver un des- dos caras, que ilustra sobre el interés dirigido hacia el recep-
lizamiento similar sin recurrir a trucos de disfraces y artifi- tor, la confusión de límites de la experiencia estética, el cues-
ciosos escamoteos: la particularización insalvable de la ima- tionamiento de la exterioridad/interioridad, la necesidad de
gen no facilita la ambigüedad natural del procedimiento na- los cordones. 107
rrativo verbal. La actualidad inventiva del recurso no atenúa la perma-
En el cuento de Cortázar, el principio y el fin coinciden nencia de una preocupación remota. Por algo es La condi-
porque en el texto literario la trama nunca es fortuita: ción humana el título de la obra de Magritte: un paisaje, el
"Écrire, c'est prévoir", dijo Valéry. La lectura transita sobre cuadro de un paisaje en el cuadro, que se continúa impercep-
un texto escrupulosamente prescrito: "Los perros no debían tiblemente, perfectamente, más allá de la tela, en la tela
ladrar y no ladraron. El mayordomo no estaría a esa hora y siempre: ¿dónde termina el cuadro?, ¿dónde empieza el pai-
no estaba", dice el narrador de Cortázar. saje?
Con rigor borgiano, la transgresión -ya en los límites de
la narración- contamina de irrealidad el hors-texte; esta vez 101
Documenta Kassel, 1982.
UN LECTOR LEIDO 167
UNA RETORICA DEL SILENCIO
166
función puede aparecer representada; su silencio, verbaliza-
El recurso penetra el discurso y configura la historia. La do. Pero es ahí precisamente cuando se arriesga a desapare-
continuidad de los parques es un cuento muy corto, casi un cer; hipostasiada por la escritura, la lectura decae, el lector
largo epígrafe por sus dimensiones, su ubicación introducto- pierde la especificidad de su función, una y otra no se dis-
ria, y sobre todo porque anticipa y evidencia el sentido del tinguen más. Es tarea del filólogo descub1ir esta conversión
cuento, del libro: Final de juego, el fin del juego, de cualc(uier en ]as escrituras antiguas, reconoce.r las intercalaciones fre-
juego, de cualquier libro. cuentemente imperceptibles de copistas, ilru,tradores, comen-
La confusión deja perplejo al lector, la transgresión de tadores e intérpretes.
planos lo pone en guardia. El lector de Balzac, que se dis- La actividad del lector depende d.e la escritura de la
ponía a la lectura protegido por la marginalidad, se estre- misma manera que la escritura depende de la lectura, pero
mece en este otro cuento porque más perturbadora que la esta interdependencia implica una .coincidencia de otra
verosimilitud, una verdad posible, es la fluctuación efectiva, índole diferente a la asimilación.
las flexibilidades de una frontera lábil aun cuando está mar- Por su parte el narrador puede simular la habilitación del
cada; porque todo juego defiende la autonomía de su campo lector, pero es impostura la ingenuidad dialógica con que el
por medio de sus propias reglas, pero el juego tiene su final. narrador aparenta entablar relaciones con el lector a través
Se desea creer que un lector permanece fuera de la obra; la del narratario; presume y apela, recurre por un disposith·o
opinión corriente confía en la rigurosa vigencia del pacto li- de cortesía sospechoso, ala atenta s.olicitud del lector que se
terario: un lector no interviene, no puede intervenir en Ia sabe, en definitiva, el verdadero destinatario de la obra, un
escritura porque su actuación textual debe ajustarse a un có- responsable del texto.
digo que comprende la escritura pero que es implícito y silen- El narrador atiende así a un lector supuesto con quien
cioso; callado se siente a salvo. Cuando Elías Canetti enume- cuenta desde el principio, pero su interpelación, por más efi-
ra las diferentes lenguas que un hombre debe poseer -entre caz que sea, nunca será tan terminante como para que el lec-
otras- dice que es necesaria "'una (lengua) exclusivamente tor olvide su función, al contrario: cada apóstrofe la reafirma
para leer y en la cual no se atreve a escribir". Códigos difec más.
rentes que distinguen diferentes jurisdicciones. Sólo por la pasión de la Iedoura y los desvaríos que provo-
Un ejemplo como el de Cortázar perturba la tranquilidad can en el lector !os desbordes imaginativos de la narración se
que también el lector no leído, el que sostiene realmente el concibe un Don Quijote arrebatado de su medio, que aban-
libro entre sus manos, procura en el silencioso retiro de la dona la bibliote.ca no por renegar de los libros sino por su
lectura: su posición ya no es invulnerable porque "la lectura exceso de fe en ellos, o, a la inversa y en otras dimensiones,
es una relación: no se puede aislar artificialmente el libro y el lector de Madame Bouqry, el personaje del cuento de
el lector. La intervención del lector no es un epifenómeno". 1" Woody Allen Seduje a Mme. Bouary por veinte dólares,
El lector ya no es la figura prescindente o advenediza que desplazado de una facultad norteamericana y los desarreglos
se agrega accidentalmente, desde afuera, a la obra, que no se de su atribulada existencia, al interior de la novela.
compromete, a salvo tanto de la situación cotidiana como de Kugelmass, profesor de letras en el City College, fascinado
la situación literaria. por la heroína de Flaubert, aparece súbitamente transporta-
N o quiere decir que su existencia deba depender de su fi- do literaturizado, como un lector epífano que no se resigna a
guración en el texto. Esa es otra historia. En algún caso su la 'incompatibilidad que él cree ver entre una participación
textu.al y la exclusión diegética. Consulta a 11.11. mago para
1 8
') Michel Charles, op. cit., p. 9.
168 UNA RETORICA DEL SILENCIO UN LECTOR LEIDO 169

introducirse por medio de un dispositivo imaginario, por arte la intersección de los aspectos más importantes de una
de magia y de mecánica fantástica, en el universo diegético estética notable: 1] da forma a una variante de la estructura
donde s.e encuentra Mme. Bovary, intercalado repentina- en abismo -su estética de las ruinas circulares; 2] es otra
mente en la novela: "En ese mismo instante, aparecía en el verificación de la revelación de enigmas por medio del espejo,
dormitorio de Carlos yEma Bovary en Yonville". la catoptromancia: es posible descubrir la verdad por medio
Superpuestas las ficciones, los límites se desdibujan y así de la visión invertida porque es la repetición puntualmente
como el personaje del cuento se introduce en la novela, contraria de su objeto, el sueño de-i.mo, la vigilia del otro; 3]
arrebatado por la potencia del texto, "c'est espace séducteur" como síntesis, además de esos dos aspectos, da cuenta de la
decía Barthes, así la heroína, nuevamente seducida, nueva- responsabilidad vicaria, o lo que es lo mismo, de una culpa-
mente hastiada por la monotonía de su rústica existencia bilidad solidaria, la convicción que se encuentra subyacente-
campesina, prefiere abandonarlo: mente en su obra, en lo que piensa y dice: lo que hace un
hombre es como si lo hicieran todos los hombres. Por el peca-
No puedo creer lo que veo, dice un profesor de Stanford. Primero do de Adán, el castigo de todos. Por el sacrificio de un cris-
ese extraño personaje llamado Kugelmass ... ¡y ahora es ella la tiano, de un judío, la redención. No es cuestión de religión
que desaparece de la novela! ¡Y bueno! Pienso que es lo propio de sino de creencia: la Ley es para Judío y Gentil. "El mundo de
las grandes obras clásicas; uno puede leerlas mil veces y siempre la ficción no permanece como un mundo en sí sino que se con-
descubrir algo nuevo. vierte en lo que la ficción fue siempre en la experiencia
estética y comunicativa del arte, antes de declararse autóno-
El ingenio de la ocurrencia de Woddy Allen y el carácter ma: un horizonte que nos revela el sentido del mundo a
grotesco, en el sentido renacentista de "algo alegremente
través de los ojos del otro."'"
juguetón y descuidadamente fantástico","' ilustran humorís- Ya se sabe que la presencia de un narrador es de por sí
ticamente sobre el nuevo estatuto estético y teórico con que problemática. No se trata de replantear el consabido lugar
se promueve al lector en nuestro días: "Quien no espera lo común del narrador omnisciente y su capacidad ambivalente
inesperado, no llegará a encontrarlo", decía Heráclito, y el
de ubicuidad inadvertida en la historia y patente en el dis-
lector es alguien que, más que nadie, se encuentra siempre
curso.
en esa expectativa. Sobre los problemas de su ambigüedad ya se ha escrito
Ubicadas en el mismo nivel diegético, las funciones del
bastante. No puede sorprender su perfil bifásico dirigido ha-
narrador y del narratario mantienen un especial equilibrio, y
cia el universo diegético, observando personajes, acciones, ac-
por eso no sorprende que otras veces intercambien esos roles.
titudes lugares y tiempos, por un lado, y dirigido también ha-
Para el caso el ejemplo más prestigioso lo brinda el Deca·
cia el universo expectativo, extradiegético, refiriendo al lector
merón de Boccaccio, donde los personajes actúan alternativa-
lo que hacen, dicen y piensan los personajes.
mente como narrador o narratario. Otro ejemplo particular-
Se le ubica en un lugar de conflicto, la encrucijada donde
mente interesante de este intercambio se observa también en
se desorienta y define -alternativamente- el confundido
el cuento de Borges: La forma de la espada (también de
personaje-narrador de Beckett, atropellado e inmóvil en ese
Ficciones). espacio que lo engendra: "[ ... ] c'est peut-etre ~a que je sens,
El cuento de Borges interesa aquí porque se encuentra en
10~ Wolfang Kayser, The Grotesque in Art and Literature, Nueva York, 1981, p. 110
H.R. J auss, "Esthétique de la réception et communication littéraire en
2L Critique, núm. 413, París, 1981, p. 1128.
170 U01A RETORICA DEL SILENCIO UN LECTOR LEIDO 171

qu'il y a un dehors et un dedans et moi au milieu, c'est peut-


1
"mentira" está tan cerca de la "mente' mentir y mentar, de
:

etre
, ra que je suis, la chosé Que divise le monde en deux , la imaginación ''songe" y "mensonge"; de su intelecto, "con-
d ~me part le dehors, de l'autre le dedands, ra peut-étre cept is too close de conceit".
n11nce· comrne une lame, je ne suis ni d'un cóté ni de l'autre Entonces, en cualquier cuento, un narrador miente. En
je suis au milieu~'.m ' La forma de la espada, dos narradores mienten más: el na-
En este sentido el narrador comparte su emplazamiento rrador Borges nos miente sobre la identidad del sub-narra-
con el bufón del teatro isabelino que no termina de aceptar la dor, el narrador que presenta en el segundo nivel diegético.
autonomía de la ficción y se inmiscuye entre ambas aguas Por su parte, el personaje --J ohn Vincent Moon, quien se
mitigando la tensión centrípeta de la ficción por medio de transforma en ese subnarrador, parece mentir a Borges
explicaciones, comentarios y bromas que la extravierten. -transformado en narratario- y nos miente. Honestamente
Dispuestos sólo para ser oídos por el público, a veces por los confiesa al final el sentido de todas estas mentiras: el pro-
actores, sus monólogos desarrollan los implícitos del drama: pósito de no conmover a su narratario -previsiblemente soli-
sospechas, intenciones, actitudes y acciones que no se dario del narrador- a fin de que pueda escuchar y juzgar la
exhiben pero que hace falta conocer. La posición dramatical historia de su traición sin interrupción, sin atenuar por com-
es fronteriza, casi al borde de la escena, del escenario, cayén- plicidad discursiva la condenación del oprobio.
dose de la obra corno el bufón que se excede en el fresco de Desde hace mucho tiempo se confía ·en la eficacia de los
Tiepolo. desplazamientos literarios y el procedimiento lo merece:
En este cuento, el narrador de Borges se llama Borges Borges se desplaza de autor a narrador, de narrador a na-
como él, piensa como él, habla como él y hace observaciones rratario. Su personaje, J. V. Moon, hace lo propio: tanto inter-
semejantes a las. suyas en las recorridas por el Uruguay, viene como personaje hostilmente lacónico, reticente, en el
como la que descnbe el cuento, como las que él solía hacer. primer nivel diegético, tanto como el narrador, necesaria-
Disimula así, bajo una máscara de identidad biográfica, su mente más elocuente en un nivel diegético más interior; pero
naturaleza literaria, la función (ficción) de narrar, de hablar, se observa todavía. otro desplazamiento más: el narrador
de mentir, porque sólo por el lenguaje puede existir "el coincide -en realidad- con su personaje, quien se esconde
cuchillo sin hoja al que le falta el mango"* detrás de una tercera persona narrativa muy estratégica. Por
El narrador representa mejor que nadie el genio verbal por medio de este subterfugio discursivo, el traidor se convierte
el cual se hace presente lo ausente. en héroe; el más cobarde, en el más valiente. Toda una técni-
La verbalización es su misión primera: lo que pasa, pasa ca de deslizamientos que entrecruza los planos y las fun-
por el lenguaje, y por eso se interpone a la realidad la trans- ciones narrativas.
f'orma. Pero como dice George Steiner, la mentir~ no es el Esta inversión en el discurso corresponde puntualmente a
vicio del lenguaje sino el fenómeno mismo en virtud del cual una inversión en la historia: no es la primera vez que la vícti-
"el lenguaje es el instrumento más importante de la resisten- ma y el verdugo se confunden en una misma entidad: el
cia del hombre para aceptar el mundo tal cual es". "2 Es la fic- Heautontimoroumenos es uno mismo, "la víctima y el ver-
ción, la narración, la history-story, la profecía la que rescata dugo". Una serie de engaños incluye en una misma categoría
al hombre de la fugacidad del presente. Por eso el término a ambos; identificados en un solo personaje, la reciprocidad
de estos opuestos se vuelve indisociable: uno ya no existe sin
:lt S. Bcck.ett, L'innommable, París, 1971, n. 160.
* Dice apr6ximadamente el aforismo de Georg Christoph Lichtenberg. el otro. "Todo ocurre como si en una misma persona hubiera
m Ccorgc Steiner,After Babel, cit., p. 217. una conciencia de testigo, inmanente al discurso, y una con-
172 UNA RETORICA DEL SILENCIO UN LECTOR I,EJDO 173

ciencia de asesino, inmanente al referente", 113 observa Emma Zunz, verdadero el pudor, verdadero el odio. Verdadero
Barthes a propósito de un truco semejante en una novela era también el ultraje que había padecido; sólo eran falsas las
policial de Agatha Christie. La imagen en el espejo sólo se circunstancias, la hora y uno o dos nombres propios-.
produce si alguien se le para delante. Así, ambas, imagen y
realidad, aparecen condícionad1l.s por una misma acción. La cita es de Emma Zunz, de El Aleph.
En resumen, hay dos narradores: uno que se denomina En efecto, toda ficción requiere una elaborada retórica de
Borges, que se encuentra en un primer espacio narrativo (Ta- disimulación, como dice \V. Booth,"' pero si bien es cierto que
cuarembó) y un segundo narrador que se ubica en un espacio la convención básica de la ficción tradicional en primera per-
narrativo diferente (Irlanda, 1922): "Su nombre verdadero no sona era la confianza en el narrador, esta convención ya no
importa, todos en Tacuarembó le decían el Inglés de la se aplica. De la misma manera que el narrador de Balzac
Colorada". El comentario sobre la identidad del narrador se afirma descaradamente que "Al! is true", la presencia bilate-
tramita aparentemente como un comentario expletivo, como ral narrador/narratario, autor/lector, aparenta abandonar
si se tratara de una omisión cómplice, por discreción. una exterioridad dudosa y participar en el texto para refor-
Barthes decía, con respecto a este tipo de comentarios, que zar la validez del discurso pero, desde que se desconfía del
cumplen una función discursiva notable, "acelera, retarda, alter ego del autor, no se puede desconfiar menos del alter
relanza el discurso [... ], resume, anticipa y a veces aun deso- ego del lector. Si W. Booth había propuesto un "unreliable
rienta". 114 narrator", 116 sería necesario tipificar ahora un "unreliable
Un narrador afirma que prefiere no revelar el nombre de narrate e'', un narratario de quien se hace necesario desean-
su personaje porque no importa mencionarlo o -según un fiar y que extendería esa tipología ya conocida.
implícito correspondiente al "prevailing system"- mantiene
a salvo, por discreción, la veracidad de la historia sin com-
prometer a nadie. El lector capta (comparte) el implícito; si
no fuera verdad no habría necesidad de ocultar nada. Se
estaría protegido por el derecho de ficción. Es el caso que fre-
cuentaba la narrativa más tradicional cuando utilizaba una
inicial seguida por puntos suspensivos para eludir el compro-
miso de la identificación, o el sentido tan diferente que al
mismo recurso le asigna Kafka. Si usara cualquier nombre
introduciría la ficción; en cambio así parece que la reserv~
avalara paradójicamente la versión fidedigna.
El narrador, que conoce bien su oficio, declara abierta-
mente en otro cuento:

La historia era increíble, en efecto, pero se impuso a todos,


porque sustancialmente era cierta. Verdadero era el tpno de
116
W. Booth, Rhetoric o{ Fiction, cit., p. 44.
113
R. Barthes, "Introduction a l'analyse structurale des récits" en Commu- 116
"He denominado confiable a un narrador cuando habla o actúa de acuerdo
nication, núm. 8, p. 20. con las normas de la obra (es decir, las normas del autor implícito), no confiable
cuando no lo es" (W. Booth, op. cit., P. 158).
114
R. Barthes, op. cit., p. 10.
LOS DERECHOS DEL LECTOR

Ici tout est clair. Non, tout n'est pas clair. Mais il faut que
le discours se fasse. Alors on invente des obscurités. C'est
de la rhétoriqi.Ie,
Beckctt

El texto se establece como un trabajo de interpretación, la


operación de actualización a partir de la cual el discurso li-
terario se produce; el acontecimiento textual ocurre por una
realización de reciprocidad, de dependencia mutua, entre el
lector (que supone una realidad) y la obra (que propone una
realidad). Lo que sucede no es el encuentro (descubrimiento,
invención, ocurrencia) de un sentido circunstancial sino la
circunstancialización misma del sentido, la instancia donde
el sentido se realiza.
El texto constituye ese lugar de productividad que Barthes
reconociera como un espacio polisémico donde se entrecruzan
varios sentidos posibles (porque si las palabras no tuvieran
más que un sentido, el del diccionario, si una segunda lengua
no viniera a turbar y liberar 'las certidumbres del lenguaje',
no habría literatura". 117
Ya había dicho Fontanier que es el espíritu el que forma o
encuentra el sentido espiritual con ayuda del sentido literal:
"No existe para quien. toma todo al pie de la letra, para quien
no sabe que la letra mata y que el espíritu vivifica". También
Barthes habrá recordado que la interpretación del lector, esa
segunda lengua que el lector aprende o aplica a partir de la
exploración literaria, la "exploración del nombre", que es la
manera de "glorificar" la literatura, de "manifestar su esen-
117
R. Barthes, Critique et uérité, cit., p. 52 [p. 54].
176 UNA RETORICA DEL SILENCIO LOS DERECHOS DEL LECTOR 177

cia", es una verdad que ya había desbordado el mensaje Jo contrario: los mismos motivos de rechazo configurarán Jos
evangélico. motivos de interés; allí mismo encuentro en ellos el "hueco",
El lector es un intérprete del texto: lo entiende, Jo realiza, la abertura, la fisura, el enigma, un puesto para desarrollar
lo "realiza" porque Jo entiende. Aun cuando en el texto se las mejores estrategias interpretativas. Cuanto más her-
trame un sentido suficientemente claro y llano, el lector mética la obra; tanto mayor la actividad hermenéutica.
sospecha de la claridad y simpleza (su función es interpre- (También Hermes, protector de las artes musicales e inven-
tar), de ahí que aborde el texto con la misma actitud inquisi- tor de la lira, es el heredero griego de Toth, dos veces grande,
tiva de quien se <).ispone a resolver un enigma, a descubrir un Hermes Trismegisto, tres veces muy grande, autor de libros
sentido secreto, una relación disimulada, la ambigüedad elu- mágicos, el misterioso escriba, dios de los egipcios que posee
siva. Le consta que una rebuscada intención de ocultamiento la plenitud del conocimiento, inventor de la escritura,
suele proponer la transparencia como un subterfugio más. creador de las lenguas, consejero y divino intérprete.)
Es necesario indagar, justificar, porque en el texto nada es Esta confianza (una sospecha también) en la rigurosa
gratuito. La validez de la actividad textual, de la producción intencionalidad textual por la que todo es necesario y nada es
de la lectura, está fundada en la convicción de que, en el aleatorio, aparece consolidada por la estrecha relación de la
texto literario, la intención suspende la contingencia, el texto escritura con las instituciones tradicionalmente más presti-
aparece como ese proceso mismo de producción de sentido, de giosas: el derecho, la religión, la enseñanza, donde la letra es
"refus de hasard": "lo que el hombre roza se tiñe de inten- norma, el ser un deber ser: "El enigma no bloquea la inteli-
cionalidad: es un ir hacia [ ... ] El mundo del hombre es el gencia sino que la provoca; hay algo a desarrollar, a desim-
mundo del sentido", decía Octavio Paz. plicar en el símbolo; es precisamente el doble sentido"."'
Concebido como un designio -el "estaba escrito", el "sino- Desde el momento en que en la escritura todo se debe a
signo" sugiere, sin necesidad de transitadas reivindicaciones una intención, parece legítimo que en la lectura todo pase por
etimológicas, la identificación de la escritura con la fatali- una interpretación, una por Jo menos. De uno y otro lado
dad- el discurso literario es un espacio de determinación queda descartado el azar, y el enigma, cada vez propuesto y
donde todo está previsto, donde ni el accidente puede ser for- aceptado: "Il doit y avoir toujours énigme en poésie, et c'est le
tuito. but de la littérature, -il n'y en a pas d'autres", y afirmado
La ambigüedad, en tanto que virtualidad de sentidos posi- por Mallarmé vale más como definición que como norma.
bles, no invalida la determinación, al contrario, legitima su Por eso se hace indispensable descifrar. También egiptólo-
vigencia. Excluye cualquier fijación de sentido ya que la go, el poeta padece -es su pasión- la inflexibilidad de esa
determinación no implica la propuesta de un sentido deter- exigencia hierática. Balanceado entre dos tensiones, el texto
minado sino la certeza de que siempre en el texto se encuen- poético suspende su clausura: la intención lo cierra, la inter-
tran sentidos. Esa determinación es tan inherente al aconte- pretación Jo abre, y a la inversa.
cimiento interpretativo que no puede mantenerse ajena al Ya se había anticipado que contradictoriamente hueco y
principio de literariedad, más bien lo constituye; si no con- pleno, el texto configura un cero, la cifra, la convención secre-
sidero literario un discurso, cualquier falla (torpeza, redun- ta que no es la nada sino el vacío, una inminencia de pleni-
dancia, ambigüedad, incoherencia, oscuridad) será suficiente tud. Si se cree en la verdad de las palabras, etimológicamen-
para que lo rechace sin someterlo a ninguna de las tres te "cifra" viene del árabe sifr (cero, vacío), que procede a su
instancias hermenéuticas: ni trato de entenderlo, ni Jo inter-
preto, ni lo aplico. Frente al texto literario, en cambio, ocurré 118
Paul Ricocur, De l'interprétation, París, 1965, p. 27.
LOS DERECHOS DEL LECTOR 179
178 (J:\'A RKI'ORICA DH;L sn.EXCIO

vez del sánscrito suaya, derivado de la raíz svi: hinchar, en la trampa de un crimen que pudo prever pero que no supo
inflar. Según decía Edward Conze -célebre especialista en ev~t~r; cae víctima de una interpretación preestablecida, dog-
budismo- a propósito de esta contradictoria ambigüedad del matJca, de una lectura literal.
término, nuestros ancestros, con un fino instinto por la natu- Ya no se admite que un lector comprometa su gestión
raleza dialéctica de la realidad, usaban frecuentemente la específica sometiéndola a prescripciones autoritarias aun las
misma raíz verbal para denotar los dos aspectos opuestos de más calificadas. Hace tiempo, en la Edad Media, la 'doctrina
una situación. · escolástica establecía dogmáticamente cuatro lecturas nece-
"La obra no es lo que estoy escribiendo sino lo que no sarias para la interpretación de las Sagradas Escrituras. En
acabo de escribir,' lo que no llego a decir. Si me detengo y leo su Epístola a Can Grande (cap. VII). Dante había avalado así
lo que he escrito, aparece de nuevo el hueco: bajo lo dicho el sis~ema regular de las lecturas: literal, alegórica, moral,
está siempre lo no dicho. La escritura reposa en una ausen- anagog1ca.
cia, las palabras recubren un agujero." Son las palabras con . Más tarde, iniciando la modernidad, Lautréamont pedía al
que Octavio Paz se acerca a la conclusión de In/ mediacio- c1elo que el lector "enhardi et devenu momentanément
nes. 119 féroce, comme ce qui'il lit [ ... )", parecido a un tiburón desee
Quizás en la La Muerte y la brújula Borges atiende, en como él "les délices de la cruauté": ''Lecteur, c'est peut-etre la
versión narrativa, a las alternativas con que se presenta esta haine que tu veux que j'invoque dans le commencement de
constante literaria, una necesidad textual que genera las cet ouvrage".
atribuciones y jurisdicciones de cada instancia literaria: el . Hoy, Terry Eagleton publica un manifiesto, cuya vehemen-,
enigma se formula en las letras, la escritura, una escritura· c1a revolucionaria implica una burla -una autoburla tam-
cifrada; por eso a cada lector le incumbe descifrar, encontrar bién- de cualquiera de los desarrollos teóricos recientes
una solución, parcial, en la lectura. sobre el tema que se presta a tentaciones fácilmente dema-
La ficción hermenéutica del cuento se presta a nuevas gógicas, tomando partido irónico por una mayoría literal-
recurrencias. Más que peligroso, puede ser fatal para el lec- mente silenciosa, en The revolt of the reader;'" proclama la
tor atenerse obsecuentemente a las pistas que le propone el organización del RLM (Readers Liberation Movement) y su
autor. Según M. Charles, la escritura exige del lector cali- lucha a favor de los lectores oprimidos de todo el mundo bru-
dades particulares: intrepidez, ferocidad, lógica, tensión de talmente proletari zados desde siempre por la clase autora! y
espíritu, desconfianza, odio. Desde el principio de sus Can- cuya acción ha ganado la calle y empezado a afirmar su
tos Lautréamont invoca estas virtudes para que el lector no poder.
se. sienta mortalmente desorientado por un genio que se dedi-
ca a pintar las delicias de la crueldad.
En el cuento de Borges, el detective debe descifrar el enig-
n1a pero sucumbe por aplicarse a una investigación, una lec-
tura orientada por simetrías evidentes y repeticiones perver-
sas, dispuestas intencionalmente por quien combina la es-
tratagema: las cuatro letras sagra_¡:las, el tetragrámaton, el
nombre secreto. Procurando indagar la verdad, se precipita
120
Terry Eaglcton, "The revolt of the reader" en New Literary History XIII
9 Spring, 1982, núm. 441. ' '
ll Octavio Paz, In/mediaciones, Barcelona, 1980, p. 285.
SOLIDEZ Y PRECARIEDAD DEL TEXTO

Cuando los Jugadores se hayan ido,


Cuando el tiempo los haya consumido,
Ciertamente no habrá cesado el rito.
En el Oriente se encendió esta guerra
Cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra.
Como el otro, este juego es infinito.
Jorge Luis Borges

Gracias a la operación poética, la materia reconquista su


naturaleza: el color es más color, el sonido es plenamente
sonido. En la creación poética no hay victoria sobre la
materia o sobre los instrumentos, como quiere una vana
estética de artesanos, sino un poner en libertad la mate-
ria.
Octavio Paz

Las tensiones que se comprueban entre enigma y solución,


secreto y revelación, intención e interpretación, lectura y
escritura, proceden -aunque no exclusivamente- de la re-
lación dialéctica fundamental que se establece entre una
_ operación, la escritura que, por definición, permanece y otra
operación, la lectura que, por efímera, se opone a la escritu-
ra. La permanencia de una condiciona la evanescencia de la
otra: "El tiempo interrumpe la eternidad, la eternidad pene-
tra al tiempo". 121
Por el solo hecho de permanecer, el texto ocurre, se trans-
forma sometido a todas las variaciones que no registra pero
que potencialmente genera. Conservación y cambio existen
como dos aspectos de una misma entidad textual que se

tu J .F. de Raymond, L'improvisation, París, 1980, p. 119.


182 UNA RETORICA DEL SIL'jl:NCIO 183
SOLIDEZ Y PRECARIEDAD DEL TEXTO

requieren interactivamente; es inconcebible la existencia del Bachelard prefiere denominar "imaginaire" esa facultad de
uno sin el otro. la imaginación que transforma las imágenes, capaz d~ cam-
Por tratarse de una expresión verbal, es necesario no con- biar las formas habituales. Gracias a esa facultad la 1magi-
fundir esta doble cÓndición dialéctica con la naturaleza bi- nación es esencialmente abierta, evasiva. "Es en el psiquismo
fásica del signo, ni extrapolar las características anotadas humano la experiencia misma de la apertura, la experiencia
por los lingüistas a fin de definir esa dualidad significant~­ misma de la novedad." 123
significado. Aunque aparente asimilarse a otra ver~ión de la consa~ida
El texto permanece a través de los siglos y es competencia oposición presencia-ausencia, la ocurrencia textual s~ entien-
del filólogo -¡;¡ quien Cesare Segre atribuye más que a otros de, en este caso, como una dualidad diferente. Tamb1én com-
estudiosos el sentimiento de la duración de los textos, de la porta una oposición pero, entre la escritura y l.a lectura, 1~
transformación de los códigos, de su "essere-nella-storia" oposición enfrenta una presencia y otra presencia. Mallarme
-establecer las referencias correspondientes al sistema invo- decía que el Libro es a la vez "el mismo y el otro" ("le méme
lucrado. El significante puede permanecer o cambiar, tanto et l'autre").
como el significado puede permanecer o cambiar. Cambio Parece casi ocioso señalar la "literalidad" del texto, que el
fonético o cambio semántico es asunto de la diacronía lin- texto sea "el mismo"· no es difícil tampoco imaginar que sea
güística y no es en este plano que nos interesa la dualidad "el otro". Umberto Eco señala que el texto, a diferencia del
del texto. Más pertinente resulta la distinción de Coseriu menSaje provoca "la sensación de que, en cada ocurrencia, la
' »1U
sobre los tres tipos fundamentales de contenido lingüístico: palabra signifique siempre alguna otra cosa . . .
"el significado que es el contenido dado en cada caso por una La coincidencia inextricable de ambos (el m1smo, el otro)
lengua determinada [ ... ], la designación que es la referencia que reúne identidad y diferencia, es lo que hace de la obra un
a la realidad entendida como extralingüística, o bien esta objeto sorprendente, singular y ambiguo, la misma cosa Y
realidad misma (en cuanto 'representación', 'hecho', 'estado otra cosa: un objeto simbólico. Precisamente "reunir", "jun-
de cosas') independientemente de su estructuración por tar" se dice en griego cru~~aA.f.nev porque la obra es ale-
medio de tal o cual lengua [. .. ]" Por último, "el sentido es el gorí~ (aA.f.oayopet). "La obra hace conocer abiertamente lo
contenido particular de un texto o de una unidad textual [... ], otro", decía Heidegger: "revelEL lo otro".
precisamente aquel contenido que no coincide simplemente Ya se ha dicho muchas veces que la obra es otra cosa, que
con el significado y la designación"."' es alegoría; ahora sería necesario agregar que una obra, por
Desde un punto de vista lingüístico, la advertencia de este ser alegoría, no deja de ser "isogoría", la. misma co~a, que
tercer factor semántico explica la legitimación de una ince- una cosa repetida es su esencia: la cosa m1sma. A Hmdegger
sante mutabilidad del texto, la lectura como una operación sólo le interesaba marcar el carácter alegórico de la obra
productiva, renovadora del sentido textual ya que ella está como el rasgo distintivo esencial, la verdad que la diferencia-
determinada por las premisas culturales, sociales, biográfi- ba de los útiles y de las meras cosas: "las obras de arte son
cas y, sobre todo, por la tendencia a desprenderse de todas conocidas por todos. Se encuentran en las plazas públicas, en
esas formas de realidad por medio de una prodigalidad ima- las iglesias, en las casas [ ... ] El cuadro cuelga en la pared
ginativa que las toma en cuenta para transformarlas. como un fusil de caza o un sombrero [ ... ] Las obras son trans-

122
Eugenio Coseriu, Gramática, semántica, universales, Madrid, 1977, pp. 206. 1~3 Gastan Bachelard, L'air et les songes, cit., Introducción.
207. 124 Umberto Eco, Trattato di semiotica, Milán, 1975, p. 337.
184 SOLIDEZ Y PRECARIEDAD DEL 'l'F..X'l'O 185
UNA RETORICA DEL SILENCIO

portadas como el carbón del Ruhr o como los troncos de árbol tiempo, el texto queda pero sólo gracias a la lectura que lo
de la Selva Negra. Los himnos de Hiilderlin se empacaban introduce en la historia. Es verdad que la lectura cambia
~urante la guerra en la mochila, como los instrumentos de porque los lectores, cada lector cambia cada vez, pero el texto
lrmpieza. Los cuartetos de Beethoven yacen en los anaqueles es lo que es porque permanece y cambia: es la suya una
de las editoriales como las papas en la bodega. Todas las extraña forma de aparecer históricamente, sin desaparecer.
obras tienen ese carácter de cosa. Pero la obra de arte enci- Adaptando para el caso una fónnula que Barthes acertara
ma de lo 'cósico' es además algo otro. últimamente ("l'entement du référent" decía en La chambre
Esto otro que hay en ella constituye lo artístico"."' claire), se podría argumentar un "entí!tement du texte" [una
.No se trata ahora de recuperar el carácter "cósico" (die testarudez del texto], la propiedad de "estar siempre ahí. Esa
Dznghaft), tan denigrado por Heidegger, sino de tener pre- imperturbabilidad que Barthes descubría a propósito de la
s~~te. que esa condición material que desprecia como sub- obstinada permanencia del referente fotográfico sería válida
sldiana y deleznable (como un fusil, como un sombrero, como para entender la permanencia del texto, que no es su apa-
el carbón del Ruhr, como troncos de árbol, como las papas en riencia más trivial sino su identidad, su esencia: "no sabía
la bodega) es la condición de permanencia de la obra. La todavía que de esa testarudez del Referente de estar siempre
condición material no impide que en esto que llamamos iso- allí iba a surgir la esencia que buscaba"."'
goría también radique el ser de verdad de la obra. No se duda: el texto es alegoría porque admite o requiere
Como decía V. J ankélévitch "Gracián, apologista de la más bien la intervención de otro: un lector que interprete ese
'manera' nos explicaría eso, sin duda: lo que no es no parece. texto produciendo un sentido que lo promueva histórica-
N_o h~y humo sin fuego ni apariencias sin esencia. La apa- mente; la implicación de la historia es la alteración nece-
nencm es entonces relativamente verdadera [ ... ] Todo no es saria, su condición de alteridad. Pero seguramente también
viciado ni de mala calidad en la apariencia; la naturaleza es isogoría que quiere decir de manera ambivalente que el
me~clada ~el complejo sensible se presenta a todo lo que sea texto no se altera pero que es soporte de alteridad. Así es que
dos1flcacwn, posología, separación crítica: ya que el buen existe como soporte de diferentes lecturas y sólo existe
grano y la cizaña son separables. Ese es el abe de la herme- porque soporta esas diferencias.
néutica [ ... ] la lectura en claro de la ilusión sensible puede La isogoría permanece como el modelo común, inasible
ser en estas condiciones una lectura a la vista una lectura pero concreto, esencial pero aparente, original -porque pro-
directa". 126 ' cede directamente de su autor- pero reproducido por las
Aunque sea reiterativo siempre es válido citar a Heráclito versiones individuales y circunstanciales de cada lector. Esa
para quien el hombre nunca se baña dos veces en el mism¿ especial "comunidad" (su ser único a través de los otros) lo
río porque el río nunca es dos veces el mismo y el hombre instaura como sistema y uso, código y mensaje a la vez.
tampoco lo es. Toda repetición parece imposible desde este De la misma manera que los arquetipos de Platón, en cada
P\'nto d~ vista porque la misma repetición supone, por ocu- instancia, en cada alegoría, sólo nos es posible vislumbrar
rnr, el tiempo, la modificación. algo de su verdad, de la esencia, que es el modelo. Tampoco
Sin emb":rgo, el discurrir, el transcurrir del texto parece, es posible alcanzarla totalmente ya que por la lectura -una
en parte, d1ferente: contra la imposibilidad de soslayar el
121
R. Barthes, La chambre claire, París, 1980, p. 17: "Je ne savais pas encare
m M. Heidegger, Arte y poesta, México, 1958, p. 59. que de cet entétement du Réferent a étre toujours 18., allait surgir l'essence que
126
V. Jankélévitch, op. cit., pp. 34-35. je recherchais".
186 UNA RETORICA DEL SILENCIO
SOLIDEZ Y PRECARiEDAD DEL TEXTO 187

realizacíón entre las tantas posibles- accedemos a una


reliquia, apenas los restos, los vestigios de la isogoría en concreto, es la "superficie, una estructura significada" que no
cada interpretación. va más allá del texto impreso y por eso, Barthes lo considera
Aun la utópica suma de todas las lecturas posibles sólo apto para el análisis estructural, el objeto privilegiado de la
realizaría parte de las propiedades isogóricas del texto. Son semiología.
sus variaciones históricas: "El fenómeno pasa. Busco las Este aspecto del texto se opone así al "genotexto", que es
leyes", sigue siendo la máldma aspiración del sabio; preocupa "estructuración, no estructura" "productividad significante":
7

al poeta pero no al lector. "El geno-texto no es 'L'autre-sci!ne' en relación al presente


De ahí que. también se recuerde la distinción formulada formulario y axial, sino el conjunto de las otras escenas en
por Jürgen Trabant acerca de la existencia de una "lengua" y cuya multiplicidad falta un índice descartado -recortado-
un "h~bla" en la actividad textual porque la interpretación (y por la sobre determinación que define, desde el- interior, lo
tamb1en la suma de todas las interpretaciones) puede actua- infinito".tao
lizar sólo una parte de las posibilidades latentes en el texto. Desde las reflexiones estéticas más antiguas, la mayor
Así como el sistema no se realizará nunca íntegro en el pre .. ocupación sigue siendo atender debidamente a la natu-
habla, de Igual manera la interpretación jamás actualiza raleza dialéctica de la obra, resolver la oposición entre duali-
exhaustivamente el sistema de posibles unidades de con- dad y unidad que contradictoriamente y armoniosamente
tenido del texto."' comporta: ser siempre la misma y ser siempre otra, la depen-
La comparación de Trabant coincide con la concepción que dencia interactiva entre la propiedad y la imaginación, entre
otros estudiosos habían formulado en este sentido. En Das la permanencia y el cambio, entre su arraigo y desprendi-
literarische Kunstwek, Roman Ingarden había expresado que miento.
el texto es una estructura "esquemática'), ideal, que nos brin- La isogoría resiste doblemente. Su resistencia comporta
da la posibilidad de realizaciones. tolerancia y oposición. Cuando se señala esa resistencia plu-
Más recientemente Mircea Marcescu realizaba una com- ral de la isogoría no se quiere destacar su permanencia mate-
paración de orden similar afirmando que "el texto-en-sí" es rial sino su fuerza -por vigor y vigencia, por dureza y
. '] 1 (( ,, 1
Simi ara a cosa-en-s1 , a noumen que, como tal, permane_ce resi!iencia- del estatuto textual que concilia las recupera-
fuera de nuestro alcance y sólo se revela en las construc- ciones filológicas con las eventualidades hermenéuticas, la
ciones fenoménicas. 129 retórica, la teoría del discurso: un arte de la elocuencia pero,
Esta afirmación de cosa-en-sí, de constitución textual sobre todo, un arte de leer; el reconocimiento de la literali-
esencial que se verifica en la isogoría la distancia de la dad y de la literariedad como principios recíprocos y necesa-
noción de phéno-texte que adopta Julia Kristeva, más concre- rios que evocan, una vez más, que la verdad textual siempre
ta, más próxima a la aparición material del texto, ese ser es su versión.
cosa (y no cosa-en-sí) que Heidegger consideraba sólo como la
materialidad corriente y el aspecto menos prestigioso de la
obra de arte. Para Julia Kristeva el feno,texto es el fenómeno
verbal tal como se presenta en la estructura del enunciado

m Jü.rgen Trabant, Semiologta de la. obra literaria, Madrid, {975, p. 331.


m Mtrcea Marcescu, op. cit., p. 53. 130
Julia KristCva, Séméiotike. Recherohes pour une sémanalyse, París, 1969, p.
283.
LECTURA E INTERDICCION:
ENTRE PALABRA Y PALABRA EL SILENCIO

Lire: ne pas écrire; écrire dans l'interdiction delire.


Maurice Blanchot

Si empiezo a tirar del ovillo iba a salir una hebra de lana,


metros de lana, lanada, }anagnórisis, lana túrner, lanapu-
ra, !anatomía, lanata, lanatalidad, lanaturalidad, la lana
hasta la náusea pero nunca el ovillo.
Julio Cortázar

La vigencia del texto resulta de las tendencias dialécticas


que se establecen entre la isogoría y la alegoría, lo que per-
manece y lo que se interpreta, entre lo que se dice y lo que se
calla o, mejor dicho, entre lo que se dice y lo que se quiere
decir, pero que no se dice.
Afirman los lingüistas que todo lo que se quiere decir se
puede decir. Esta afirmación se basa en "el principio de la
expresabilidad" formulado por John Searle: "todo lo que se
puede querer significar puede ser dicho":"' cualquier inten-
ción, por "inconfesable" que sea, puede hacerse explícita den-
tro de los marcos de una lengua dada pero, a pesar de eso,
ninguna explicitez llega a agotar lo que se quiere decir, por el
contrario, ella misma formula una nueva intención.
Apenas una intención se hace explícita, allí mismo ya se
está implicando otra, y así sucesivamente. Es inútil intentar
alcanzar una "decibilidad" última, pero la inutilidad del inten-
to no quiere decir que lo derogue ni que se esté frente a un mis-
terio inefable, extraordinario, ni que la verdad oculta sea tan

131
John Soarle, Les actes de langage, París, 1972, p. 55.
LECTC'RA E I:\'TJ<:RDICCIO:-.í: EXTRE PALABRA Y PALABRA EL SILE!\CIO 191
190 UNA Rl<~TORICA DEL SILENCIO
El acierto poético no alcanza a disimular la inutilidad del
secreta que no pueda ser expresada con palabras; sólo cierta gesto ya que no es posible evitar que se asocie una nueva
impresión de contrariedad por no poder llegar hasta el fin. constelación de voces no dichas a partir de cada mención; el
Siempre cabe una verbalización más; por eso mismo, la aura vibrante de alusiones e implícitos no podrá ser rescata-
intención no se suprime, queda en suspenso. Una nueva ex- da de su presencia-ausencia, de su silencio necesario. Existe
presión desencadena un nuevo ocultamiento, un nuevo si- una "irradiación" del discurso y, además de ocioso, sería
lencio y, como ocurre con la "semiosis ilimitada" de Charles insensato tratar de exteriorizar ese concurso coral de voces
S. Peirce, el proceso no se termina: en la dinámica del silen- que no se articulan, que no se dicen ni .se oyen y que escapan
cio también se afirma la semiosis ilimitada del texto. Nadie por una dimensión de interioridad a la incontrovertible li-
es duei"io de la última palabra, tampoco del último silencio. nealidad del significante verbal. Apenas se intente -por la
Tanto el ejemplo de Cortázar en el epígrafe como el de poesía, por la teoría- se conseguirá una postergación, nunca
Octavio Paz -que se transcribe más abajo- sirven como un rescate. Es imposible liberar al texto de esa zona de "no
muestra de una mecánica de exhibición: el revés del discurso, dicho". Es un secreto. En el mejor de los casos será posible
la vana tentativa de querer decir todo. separarlo; es lo que insinúa la historia de la palabra (secre-
tus, de secernere: separar, segregar), un discernimiento (que
Ronda, se insinúa, se acerca, se aleja, vuelve de punti11as y si tiene la misma etimología), esa operación que realizan el lec-
alargo la mano, desaparece, una Palabra. tor o el crítico cuando descubren o producen un secreto, una
Sólo distingo su cresta orgullosa: Cri, secreción del texto. Cada lector lo apartará a su manera pero,
cristal, crimen, Crimea, critica, Cristina, critel;o? en definitiva, el secreto del texto quedará en reserva.
Por esa reserva ocurre el acontecimiento literario: el libro
Son trabajos del poeta (de La centena). Ambos dan cuenta con1o reserva de misterio; no es inaccesible ni incomprensible,
de una experiencia expresiva similar: "la lana hasta la náu- es misterio porque algo en el texto permanece, guardado y en
sea", dice Cortázar. Entienden que la ('averiguación" que rea- silencio. La reserva de misterio provoca inquisitivamente al
liza el poeta es un abuso visceral: la pretensión violenta de lector, dispensándole su (a)parte de placer. Decía Mallarmé
exteriorizar, de sacar de adentro; la expresión como desecho: que ((en nommant un objet, on en1evait aux trois quarts le
plaisir donné par le poéme qui est fait du bonheur de devinier
Vómito de palabras, purgación del idioma infecto, comido y reco-
pe u a peu", B arthes agrega una precisión más; considera
mido por unos dientes cariados, basca donde nadan trozos de
necesario discriminar entre las dos formas de satisfacción que
todos los alimentos que nos dieron en la escuela y de todos los
que, solos o en compañía, hemos masticado desde hace siglos. 1a2 proporciona el texto: "[. .. ] le plaisir est dicible, la jouissance
ne l'est pas. Une jouissance est in-dicible, inter-dite". 133
En estos textos se intenta ·hacer explícito, por medio de la Por eso sería injusto restringir el mutismo hierático y el
puesta en escritura de las "series asociativas", 1o que normal- oscurecimiento de la expresión sólo a la literatura hermética.
mente forma parte del implícito, más elemental. Una vez En el "tempo oscuro ch'e l'eta degli dei", "la lingua fu quasi
más hacen (auto)escarnio de las oscilaciones constantes del tutta muta, pocchissima articolata" y esta condición de la
poeta que se debate entre la aspiración y la frustración: su lengua mitológica -jeroglífica y sagrada-, que describe Vico,
anhelo de descubrimiento esencial, de revelación verbal y al
final sólo la decepción, la repetición y el vacío. 133 R. Barthes, Le plaisir du texte, cit., p. 36 ("el placer es decible, el goce no lo
es. El goce es in-decible, interdicto": El placer del texto, cit., p. 35).
m Octavio Paz, "Trabajos del poeta" en La centena, Barcelona, 1969.
192 UNA RETORICA DEL SILENCIO U:CTURA E INTERDICCION: Er>."TRE PALABRA Y PALABRA EL SILENCIO 193

es otro fundamento de la escritura poética. Obra hermética u El diálogo trata de un libro que recibe, cíclicamente, un
obra abierta, la literalidad es razón de la literariedad. título que es el título del cuento y en el que el tiempo no se
Si bien la posibilidad de descifrar no es suficiente para for- menciona; no aparece ni la noción ni la palabra, porque el
mular valoraciones estéticas, bien puede admitirse una con- tiempo es lo que más importa, es la razón de ese libro, y ni la
trapartida: en cualquier texto literario se urde un enigma y elocuencia del enunciado ni sus reticencias dejan de impli-
se cuenta con las atribuciones inherentes al lector para des- carlo.
cifrarlo. La lectura -su competencia- consiste; en parte, en Como en El jardín -el libro del cuento-, en cualquier
encontrar en cada caso una solución al enigma: se enfrenta al texto el tiempo es una omisión deliberada pero, más que
misterio pero no lo agota. nada, es inevitable.
Derecho-deber del lector, las atribuciones que le otorga la Ya se había esbozado la naturaleza particular de la· obra
indecibilidad textual, comportan una prohibición: la lectura literaria, de la obra de arte en general, que se sustrae al
es un discurso en interdicción. ' tiempo que existe como rechazo a la historia, "desafío a la
Forma parte del pacto literario: las tensiones del texto se muerte", afirmación de eternidad y, por esa resistencia múlti-
establecen entre un discurso autorizado, pero que se reserva pie, sólo ocurre en presente: "Siglos de siglos y sólo en el pre-
el misterio, y un discurso prohibido: la lectura, el descubri- sente ocurren los hechos", podría haber dicho también San
miento, la revelación que no llega a verbalizarse. Entre un Agustín.
discurso y un silencio ocurre la literatura. La escritura permanece como virtualidad, está ahí a la
En El jardín de senderos que se bifurcan, Borges -una vez espera de una lectura que la actualice, la interpretación que
más- hace ver la compatibilidad textual (una necesidad la realice en un presente determinado. En cada lectura el
recíproca más bien) entre discurso y omisión: lo que ver- texto interpreta un ragtime, un jirón de tiempo; es un retazo
daderamente importa, no figura. El libro siempre formula de tejido viejo el texto.
una "enorme adivinanza o parábola" y las soluciones son Paralelamente a la auctoritas de la: escritura, la inflexibili-
todas insuficientes, infinitas. dad de su naturaleza prescriptiva y legible ---€Sa palabra que
está antes y se lee como ley- se insinúa la interdicción.
Sé que de todos los problemas, ninguno lo inquietó y trabajó Entre dicción y dicción se produce la ocurrencia del lector,
como el abismal problema del tiempo. Ahora bien, ese es el único original, eventual; no autorizada, no puede aparecer; un
problema que no figura en las páginas del Jardín. Ni siquiera espacio entre palabras, dentro de la continuidad isogórica,
usa la palabra que quiere decir tiempo. ¿Cómo se explica usted una fractura de silencio por donde se introducen sigilosa-
esa involuntaria omisión?
mente las circunstancias de la lectura: los acontecimientos y
Propuse varias soluciones; todas insuficientes. Las discutimos: al
el lector, una doble contingencia, la presencia tácita de la his-
fin Stephen Albert me dijo:
-En una adivinanza cuyo tema es el ajedrez ¿cuá] es la -única toria.
palabra prohibida? -Reflexioné un momento y repuse: En esa contingencia se forma la alegoría, una construcción
·~La palabra ajedrez. silenciosa que supera la escritura, la alteridad que se desa-
-Precisamente -dijo Albert-, El jardín de senderos que se rrolla a partir del texto pero que no lo altera.
bifurcan es una enorme adivinanza, o parábola, cuyo tema es el Sólo se supone una modificación: efímera, porque al no
tiempo; esa causa recóndita le prohibe la mención de su nombre. registrarse tampoco permanece; libre, si se piensa en la
Omitir siempre una palabra, recurrir a metáforas ineptas y a fijación de la escritura; doblemente arbitraria, porque pone
perifrasis evidentes, es quizá el modo más enfático de indicarla. en juego el conjunto de convenciones que implica el texto: su
!94 Ul'\A RETOR!CA DEL SILENCIO
LECTURA E-lh'"TERDICCION: E!\"TRE PALABRA Y PALABRA EL SILENCIO 195

verosimilitud, la conformidad a determinadas normas estéti-


Contra ambos, el texto dice. El silencio de esos códigos es .
cas procedentes de obras apteriores, normas históricas y
condición de lectura (como la luz·blanca compuesta de los co-
sociales, la codificación de la realidad extratextual (como
lores que ilumina), constituye el marco material necesario a
decía J. Mukarovski), que no aparecen expresadas pero de la
su realización pero, sobre todo, el margen de comprensión y
que la comunicación literaria dispone.
participación social donde se inscribe el texto.
Al oponer "los movimientos emocionales" que desbordan la
Sin modificarlo, tácitamente, la concurrencia de silencios
cosa significada contra las inevitables limitaciones del dis-
los normaliza: la necesidad del "non dit", lo que no se dice,
curso, dice Jankélévitch: "la finitud espacial del discurso obli-
vale como un "on dit", lo que se dice, ese discurso colectivo,
ga al escritor a sugerir más allá de las palabras y al lector a
que conocen todos pero por eso mismo tampoco se dice. No
comprender entre líneas; se crea así entre esta bocá y esa
hay más:
oreja una zona no concertada de arbitrariedad, de alusión y
de libre interpretación, una región crepuscular y contenciosa Lo que se dice no dice
que es como la penumbra de jurisprudencia alrededor de las Lo que dice: ¿cómo se dice
leyes, a partir de ahí todas las fantasías de la hermenéutica Lo que no dice?
están permitidas". 134
Las fantasías hermenéuticas van parejas con las alusiones El juego de Octavio Paz no oculta el laberinto.
que sugiere el escritor obligado por eso que Jankélévitch Decía Genette que la relación entre el cuento verosímil y el
denomina "la finitud espacial del discurso". Ambas son con- sistema de verosimilitud al cual queda contraído es esencial-
vencionales por igual, aun cuando no se comprueben de la mente mudo: las convenciones de género funcionan como un
misma manera. sistema de fuerzas y de limitaciones naturales, a las cuales el
A diferencia de la historia, la filosofía o cualquier ciencia, cuento obedece como sin advertirlas y a fortiori, sin nombrar-
la literatura no hace explícitas las normas sociales y estéti- las. En los westerns clásicos, por ejemplo, las reglas de con-
cas a partir de las cuales se hace presente. Esas normas con- ducta (entre otras), las más estrictas, se aplican sin que se
forman un código y, como todo código, se encuentra siempre las explique jamás, porque son reglas que se descuentan en
presente aunque sólo se mantenga implícito, salvo cuando el contrato tácito entre la obra y su público."'
algún desajuste requiera aclaraciones o puntualizaciones Tal como se viene observando, la interdicción aparece
metarreferenciales. como un fenómeno implícito. La única forma de analizarla es
La presencia-ausencia de ese código habilita la incidencia procurando encontrar una exteriorización de esa implicación.
de otros códigos que observan la misma dualidad. La inter- Por eso, y a pesar de las diferencias inherentes a la especifi-
pretación se establece como un acuerdo entre el imaginario cidad cinematográfica, no hay otra salida que recurrir a la
de la escritura "escrita y promulgada" como la ley y. un ima- exhibición, por ejemplo Mon ancle d'Amérique, el film de
ginario de la lectura semejante a "la costumbre que resulta Alain Resnais, donde es posible disfrutar de una variante de
de una aceptación tácita"; como decía Barthes, "en cada esta forma de participación textual que es la interdicción.
enunciado se diría, en efecto, que se oyen voces en off: los Sin duda el film proporciona una situación bastante dife-
códigos". El texto, se produce entonces contra dos códigos, rente a la recepción literaria que interesa describir: cine-
por Jo menos. matográfica y evidente, en lugar de literaria e interior, pre-
¡a~ V. Jankélévitch, op. cit., p. 204.
m G. Genctte, Figures Il, cit., p. 76.
196 U~A RETORICA DEL SILENCIO LECTURA E 11\"TERDICCION: El\'TRE PALABRA Y PALABRA EL SILENCIO 197

senta, desde el punto de vista de un autor, esas intercala- donde penetra la imaginación evocativa de cada persona:
ciones privadas, tácitas, del lector. Sin embargo las coinci- otra situación, otros personajes, otros códigos y los estereoti-
dencias notables con la interdicción facilitan una correspon- pos correspondientes. De ahí que la fractura no llegue a in-
dencia -por vía visual, a manera de ilustración cine- sinuar ningún vacío; las partes continúan unidas, como se
matográfica- de lo que es un mismo fenómeno a pesar de las quedan en las grietas. En lugar de una separación,· el corte
diferencias señaladas. marca un relieve, como si la quiebra en lugar de dispersar
Durante el desarrollo del film aparecen intercaladas esce- las partes abultara los bordes, estratificara las figuras,
nas que se diferencian dentro de las secuencias que les sir- reforzara las emociones.
ven de contexto·. Sin diálogos, en blanco y negro, con actores A pesar del desplazamiento, no se llega a producir un cam-
y personajes ajenos que actúan en circunstancias narrativas bio de nivel diegético porque la continuidad de la historia se
diferentes; son breves citas de otras películas que contrastan interrumpe pero no se pierde, al contrario, se consolida por
con el discurso del film de Resnais y a la vez lo integran. medio de una dimensión de "interioridad", una figura de
Similares a las interdicciones del lector en el texto, estas tmesis que no desvía el discurso, más bien lo asienta con sol-
inserciones aparecen a escondidas incorporando asociaciones vencia, en profundidad, afirmado sobre la memoria de otros.
pertenecientes a otros códigos que no se indican explícita- El cine ya había proporcionado ejemplos similares, pero el
mente pero que contribuyen a la producción del texto cine- fenómeno correspondiente a la interdicción no aparecía
matográfico. En tanto que referencia de otros códigos, son expuesto con características tan netas.
representaciones que proceden de un conocimiento colectivo, Por ejemplo, el procedimiento de "hipertextualidad cine-
normas de comportamiento (o muestras de conductas nor- matográfica" guarda muchas analogías con Play it again,
malizadas) aceptadas, conocidas por todos, constituyen una Sam, el film de Woody Allen, y lo que le ocurre a su perso-
"perspectiva de citas", como decía Barthes en S 1Z. naje espectador. También en Mon oncle· d'Amérique se puede
Cada vez que los diferentes personajes del film se sienten reconocer un "hiperfilm" (tomando en cuenta la clasificación
desesperados en una encrucijada personal problemática, des- de Genette), pero en el film de W. Allen, además de la
orientados por un conflicto que los atribula profundamente, citación fílmica literal de su "hipofilm" (Casablanca de M.
aparecen sin ninguna advertencia, con 1~ rapidez de una in- Curtiz), se desarrolla [un travestimiento -el texto incambia-
terposición fugaz, por medio de un montaje sorpresivo, ins- do sólo travestido por el cambio de intérpretes".'"
tantáneo y discontinuo, escenas ajenas. Son fragmentos de En un caso y en el otro se exhiben las asociaciones de la
otras pelíéulas, filmes del pasado que guardan una vaga imaginación, muestras de la memoria, escenas de ,"le petit
conexión, más que temática emotiva, con la situación que se cinéma" de los personajes, un recurso conocido pero que A.
muestra. Resnais aplica con características particulares que lo hacen
Esas imágenes se distribuyen según una correspondencia especialmente significativo.
estricta: al personaje que representa Gérard Depardieu se De la misma manera que los blancos en el texto, esas esce-
asocian escenas de filmes con J ean Gabin; al de Nicole nas diferentes no interrumpen la continuidad de la historia
García, con Jean Marais; al de Roger-Pierre, con Danielle aunque la alteran. Se decía que las diferencias notables de
Darrieux. contexto marcan el acceso a una dimensión interior diferen-
La continuidad de la narración cinematográfica parece te. Por tratarse de un film, sin pasar por la intermediación
interrumpirse cada vez por una fractura; el discurso se quie-
bra apenas; la sacudida emocional forma una fisura por 136
G. Genette, Palimpsestes, cit., p. 117.

0\1
UNA RETORICA DEL SILJ<;NCJO LECTURA E INTERDICCION: El'<'TRI.<: PALA~RA Y PALABRA-ELSILENCIO 199
198

discursiva -discutible- del narrador, el espectador "puede conocen los individuos e.n acción, el sentido consentido: la
ver" lo que pasa por la mente de los personajes. norma.
El efecto es ambivalente. La citación interviene jugando Se intercala;n metacinematográficamente partes de un
con los cordones; el espectador se interna así en el mundo código que suspende así s.u virtualidad y .se hace visible po1·
subjetivo del personaje pero, por la misma vía, ese personaje medio de imágenes furtivas, en blanco y negro; las escenas
se evade: ha sido a su vez espectador (como el espectador), ha pertenecen :a películas viej¡ls q11e nos llegan sin colores, como
visto los mismos filmes (que el espectador). Es también un las obras .del pasl;ldo, agiisadas por el tiempo, que observa..
personaje-espectador, aunque en el caso de Resnais esta mos en los .museos del mtu1dQ, o .como reproducciones de esas
condición no resulte, aparentemente, demasiado importante, obras (fotográficas, mentales) qu.e .coexisten en el "museo
forma parte de una instancia cultural en la que todos partici- imaginario" .donde se asimilan. Se asemejan entre sí como "la
pamos, él, director de cine, y su mundo, especialmente. fotografía en negro 'aproxima' los .objetos que representa por
Por esas quiebras imaginativas se introducen las asocia- P()cO que se parezcan", de.cía A. Malraux.""
ciones de evocación más personales: cada personaje en su La,s escen.as transcurren _e_n silen~io porque, a su manera,
propio univers.o de aflicción (lo que les ocurre) y de ficción (lo participan .en la interdicción: un espacio .espectral, entre es-
que se les ocurre), intenta superar el conflicto por medio de cena y escena, vn espacio de interpretación y normalización
fragmentos de experiencias artísticas -y como tal ajenas- independientes de Jas alter;nativas narrativas, igualmente
pero también estéticas, vividas como propias. intercaladl;ls en la narración. Dentro de su contexto cinema-
No es contradictorio entonces que sus problemas más ínti- tográfico se distinguen "j;ipográficamente" (como s.i estuvie-
mos sean vistos a través de situaciones cinematográficas ran entre paréntesis, entre comillas 9 representadas con otro
conocidas por ellos, por otros, por todos; escenas que perte- tipo de molde) porque cumplen una función referencial dife-
necen, más que a filmes correspondientes, a la historia y la rente; una referencia al código, metacinematográfica, que
n1itología del cine, un repertorio común. desajusta tanto el realismo científico de la situación narra-
La relación parece plantearse de manera inversamente .tiva que expone e) film como impide la eventual actualización
proporcional: cuanto má& privado el desarreglo, más pública de una .cita que supone y subraya el estereotipo; las citas per-
su regularización. manecen como tales sin apartarse O,el .campo virtual de la
Esas escenas representan fragmentos de la intertextuali- referencia .común, el molde cultural de la conformación-con-
dad cinematográfica de cada personaje pero compartida por formidad colectiva.
espectadores que ven los filmes de Resnais y que han visto Ausencia de colore¡;, de yoz, una recontextualización na-
los otros filmes (H. Calef: Les c!wuans, 1946, con Jean Ma• rrativa, desarticul~. sin interrumpir, la fluidez del discurso,
rais; J. Grémillon: Gueule d'amour,l937, con Jean Gabin; D. derivándola momentáneamente hacia otro plano, apretando
de la Pasteliere: Les grandes familles, 1964, con Jean Gabin; los episod.ios diferentes entre sí. La interdicción ocurre como
J. Duvivier: La beUe équipe, 1947, con Jean Gabin, etc.) o sus una cita del código -cinematográfico esta vez- que compro-
similares. Son fragmentos de filmes de otras épocas, más o mete el sistema social, convencional, .establecido, similar al
menos recientes, piezas de "la cineri1ateca imaginaria" actual "tesoro depositado en el cerebro de los individuos" que es la
de los personajes, del autor y su equipo, de su público. lengua para Saussure.
La normalización se verifica por esa proyección del conflic- Idel;l e imagen, ilusión particular y colectiva, esas repre-
to personal en un espacio colectivo: el conocimiento compar-
tido, un repertorio presumiblemente común, el código que Ja? A. M!ilraux, Les _uoíx du_si,lence, París, 1951, p. 19.
UNA RETORICA DEL SILENCIO LECTURA E 1NTERDICCION: ENTRE PALABRA Y PALABRA, EL SILENCIO 201
200

sentaciones revelan el ambiguo acuerdo entre interioridad Y No había más que amores, amados, amadas, damas perseguidas
que se desmayaban en pabellones solitarios postillones a quienes
exterioridad, de mundo repetido e intimidad comp~rtida, de
mataban en todas las postas, caballos que eran reventados en
pasión y de forma. De la misma manera que los m1tos, esas todas las páginas, selvas sombrías, agitaciones del corazón, jura-
extraversiones cumplen una función imaginativa controlada; mentos, sollozos, lágrimas, besos, barcas al claro de luna,
son fugas de una imaginación exasperada pero al mismo ruiseñores en los bosques, valientes señores como leones, dulces
tiempo "discurso repetido", citas, fragmentos de otros discur- como corderos, virtuosos como no se es, siempre bien vestidos y
sos que retrotraen la extravagancia imaginativa a una juris- que lloran a mares. 136
dicción ocupada por el imaginario colectivo: la fuerza cen-
trífuga arroja dialécticarnente la particularidad individual al Los suyos son sueños que terminan por tierra, no más allá
centro cultural del que forma parte, un lugar común, de en- de las chaturas del campo y de los previsibles intereses pro-
cuentro como sí fuera imposible escaparse del horizonte vincianos: la monotonía paisana, las rutinas del ganado y del
hístóríc~ que no deja de determinar y controlar las experien- cultivo, las nimiedades pueblerinas. Todo lo que Emma
cias más personales. Sucintas y lacónicas, son "imágenes- deplora.
clave" que, corno las "palabras clave" estrechan la complici- Irritada, triste, anticipándose a otros hastíos y hastíos de
dad entre personajes y espectadores; entre hablantes y oyen- otros: "J'ai tout lu" -decía. Bouvard et Pécuchet al principio y
tes, más allá de las palabras "hay entre ellos los mismos ca- al final del camino: Bovary, Bouuard, Pécuchet, sí no se en-
dáveres", había dicho Sartre, pero en su caso no se trataba cuentran en el mismo campo semántico y la tenacidad de "un
sólo de una metáfora. boeuf de labour","' bienes (y miserias) del campo y el ganado.
La interdicción cinematográfica que elabora Resnais A diferencia de otras secuencias fílrnicas que, responden a
reivindica antecedentes muy prestigiosos: sin suspender el necesidades narrativas similares, Resnais recurrió en M on
marco de filtración personal habilita un espacio por donde ancle d'Amérique a la cinemateca imaginaria para "nor-
penetra el modelo común: algunos vestigios de isogoría, malizar" los desvaríos de sus personajes. Podría haber recu-
reliquias de una verdad fragmentada que se parodia por la rrido a la evocación de episodios biográficos o históricos, acon-
repetición desplazada. De tal manera que tampoco en la de- tecimientos decisivos en sus vidas -una experiencia perso-
sesperación de las fugas imaginarías es posible ponerse a nal o intersubjetiva- pero prefiere resolver por medio de
salvo de los estereotipos. Más verdadera la ilusión cuando citas cinematográficas esas digresiones emotivas.
coincide con la ilusión de otros. La objetividad fraguada del discurso científico que hace de
El recurso recuerda las ilusiones evasivas de Emrna Bó- conjunción articulatoria entre las diferentes experiencias de
vary; esos ensueños de los personajes de Resnais acusan el cada uno de los tres personajes centrales, queda expuesta en
mismo rechazo contra la mediocridad hostil de una existen- el artificio de la hipótesis que no evita la peripecia común: los
cia sometida ' la tendencia a doblar la adversidad
.
por com-.
pensaciones imaginarias: "esos morosos estados de insatis-
138
Gustave Flaubert, Madame Bovary, París, 1972, p. 41: ''Ce n'était qu'amours,
amants, amantes, dames perséc'Utécs, s'évanouissant dans des pavillons soli-
facción, escapísrno y ansía ínformulada" (asisten también taires, postillons qu'on créve a tous les relais, chevaux qu on créve a toutes les
esta vez las abundancias de las precisiones lexicográficas). pages, foréts sombres, troubles de coeur, serments, sanglots, larmes et baisers,
Atiborrada de lecturas, Ernrna sueña con las maravillas nacelles au clair de lune, rossignols dans les bosquets, messieurs braves cornme
des lions, doux comme les agneaux, vertueux cornme on ne l'est pas, toujours
descritas en las novelas, aunque ni el narrador comparta su bien mis, et qui pleurent comme des urnes".
entusiasmo: Jag "Je me bouscule pour ne pas perdre une minute, je me sens las jusqu'aux
moelles."
202 UNA RETORICA DEL SILENCIO LECTURA E INTERDICCION; ENTRE PALABRA Y PALAB.RA EL SILENCIO 203

personajes terminan por reunirse (por separarse definitiva- Gracias a la Sonata de Vinteuil, el Narrador "par un flot
mente) porque ni por la imagínación ni por la ciencia es posi- sonore" se siente devuelto hasta los días de Combray. El
ble evitar los peligros de la encrucijada narrativa. parecido de un acorde de la Sonata con un pasaje de Tristán
No sorprende tanto que la me¡noria cinematográfica, de la le revela un fragmento que -por debilidades de la aten-
misma manera que la memoria literaria, se confunda por un ción- no había advertido: "y como se mira entonces una fo-
lado con la experiencia más personal y por otro con la memo- tografía que permite precisar la semejanza, por encima de la
ria universal. Sonata de Vinteuil, yo instalaba sobre el pupitre la partitura
Cada individuo descubre su propia intimidad a partir de de Tristán [ ... ]''l4'
una experiencia ·que no es la suya pero que pertenece. a su La obra invertida en la ficción -la Sonata de Vinteuil- se
memoria y a la memoria de todos: una extraterritorialídad hace patente gracias a sus correspondencias con la obra de
-una ficción también-, el espacio de una convención donde Wagner, otra invención. El juego de Proust es doble: también
todos se creen a salvo de la historia y, sin embargo, compar- la Sonata de Vinteuil, que sólo existe intradiegétjcamente
tiéndola. Es el lugar común de la memoria: Toute la mé- -y por lo tanto posee únicamente un estatuto de ficción-,
morie du monde, la Biblioteca Nacional que había documen~ da realidad a esa obra de Wagner cuya existencia extradie-
tado el propio Resnais. A propósito de la dimensión imagina- gética, aunque estética, ya la acredita. Nuevamente, como la
tiva en general, M. Eliade observa que la memoria no es· imagen en el espejo, es la ficción la que revela la verdad pero
menos que un lugar de la convergencia social, donde la recu- invertida: una obra existe por otra.
p~ración y el recuerdo colman la necesidad de ficción.*
La literatura ha proporcionado desde siempre esa corres-
pondencia entre la experiencia individual y la referencia es-
tética: "[. .. ] escritores como Dickens, Kafka y Proust son los
que superponen su mundo sobre parcelas o territorios de
nuestra experiencia". 140
No es diferente la preocupación. del narrador de !aRecher-
che·:

[ ... ] donde yo mismo había deseado ser un artistá. ¿Al abandonar


de hecho, esta ambición, había renunciado a algo real? ¿Podría la
vida consolarme del arte? ¿Había en el arte una realidad más
profunda donde nuestra verdadera persona1idad encuentre una
expresión que no le dan las acciones de la vida? ¡Cada grari
artista parece, en efecto, tan diferente de los otros, y nos da tanto
esa sensación de la individualidad que buscamos en vano en la
existencia cotidiana! 141

*' Si las ideologías son las ideas de los otros, como decía Raymond Aran, las
emociones tampoco pueden sustraerse a esa condición mutual.
1 0
' Wellek y Warren, Teorta literaria, cit., p. ~97.
t•l M. Proust, La prisonniere III, p. 158. · •'/ 1¡f. Proust, op. cit., p. 159.
ESCRITURA E INTERDICCION

[ ... } sauver un texte de son malheur de livre.


Ernmanuel Lcvinas

A diferencia de la continuidad musical o fílmica, la conti-


nuidad literaria no se interrumpe por la presencia de blan-
cos.
Entre las palabras impresas queda un espacio en blanco
que no corresponde ni a la voz del escritor ni a su silencio.
Sólo vale como una convención (tipo)gráfica pero, contextua-
lizada, no puede dejar de tener sentido. Marca, entre dicción
y dicción, el blanco que resulta especialmente adecuado para
representar la interdicción.
En ese espacio no escrito, que tampoco debe ser dicho, se
desarrolla la interpretación, la lectura que, sin obliterar el
texto, lo aparta de su literalidad. Los blancos deltexto repre-
sentan el silencio de la lectura, un silencio verificable y nece-
sario, necesario porque no puede dejar de ser. Por lo menos la
lectura no sabe acceder a la paradoja del escritor, a la fatali-
dad de su condición trágica: "Enamorado del silencio, el
poeta no tiene más remedio que hablar", se lamenta Octavio
Paz.
El parentesco etimológico entre ley (lex, legis) y leer (lege-
re) no es accidental; ambos aspectos de la ley se cumplen en
la operación de lectura: edicto y prohibición, lo dicho y la
interdicción, palabra y silencio. Se entabla así una relación
textual, particularmente tensa, entre la explicitez del texto y
el silencio de la lectura; "la angustia de leer" de la que habla
Blanchot.
Todavía, una vez más, Pierre Menard puede_ser el pro
206 UNA RF:TOIUCA DEL SILE:\'CIO l~SCRITURA E JNTERDICCION 207

totipo de la alternativa básica: leer=no escribir, escribir=no atribución doble y contrastada (Cervantes y Menard) es
leer. teoría e ilustración a la vez: la comparación entre dos textos
El narrador del cuento insiste sobre "la insignificancia de idénticos, interpretados según las coordenadas correspon-
la obr.a visible" (el adjetivo va destacado con cursivas en el dientes a épocas diferentes, marcan las lecturas dialécticas,
texto) de Pierre Menard. Esta comprende la obra menor por circunstanciales, históricas que abren una brecha en la
sus atributos y su brevedad. El narrador no duda en catalo- clausura de la obra por lá cual cada lector va introduciendo
garla prolijamente por medio de un orden literal, de a] a s] su propia historicidad, silenciosamente, sin modificar la lite-
que disminuye todavía más, las limitaciones inherentes a la ralidad del texto, anjmando su literalidad. "Un cambio de
lista alfabética, escasez de una serie que, desde el principio,
r
a
lector es comparable un cambio en el propio texto"' decía
no requiere las extensiones ilimitadas de la numeración. Las Valéry. El texto es transhistórico, su sentido no lo es.
precisiones taxonómicas trivializan también la indigencia del Hacer explícito lo que está implícito bien puede incumbir a
caso: las cuestionables virtudes de traducciones manuscritas, la lingüística, la poética, la retórica, la psicología, pero no es
la trasposición en alejandrinos del Cimetiere marin, una tarea para la literatura. Pierre Menard evita ese riesgo por
invectiva contra Valéry que era "el revés exacto de su ver- la producción del texto, la más segura, la más fiel:
dadera opinión sobre Valéry"; "versos que deben su eficacia a
la puntuación", y así sigue. La lista está llena de bromas, La sola diferencia es que los filósofos publican en agradables
ironías, alusiones. volúmenes ]as etapas intermediarias de su labor y que yo he
No sólo por divertido el catálogo no fatiga. Vale sobre todo resuelto perderlas. En efecto, no queda un solo borrador que
pol'que contrasta la obra visible con las imponderables vir- atestigüe ese trabajo. de años.
tudes de la otra: "la subterránea, la interminablemente he-
roica, la impar [ ... ]" "La obra posiblemente más significativa No faltan argumentos autorizados para defender la tarea
de nuestro tiempo." que Menard se reserva: "Cada lector es otro poeta; cada
A pesar de que la realización de Don Quijote de Cervantes · poema, otro poema", recapitula Octavio Paz. Valéry ya había
es una empresa imposible en el siglo XX, Menard se propone dicho: "Nunca olvides que una obra es cosa acabada, deteni"
producirla: da y material. La arbitrariedad viva del lector ataca la arbi-
trariedad muerta de la obra".
No se proponía copiarlo. Su admirable ambición era producir La interdicción crea un estatuto intermediario -tan efec-
unas pát,rinas que coincidieran -palabra por palabra y línea por tivo ·como in verificable- entre el autor y el lector, entre el
línea- con las de. Miguel de Cervantes. discurso y el silencio. "La existencia del poema está en algún
lugar entre el escritor y el lector: tiene una realidad que no
La intención supera .la ficción. La literalidad perfecta de es simplemente la realidad de lo que el escritor está tratando
su texto lo salva de riesgos tautológicos. Saca partido de la de 'expresar' o de su experiencia del lector, o del escritor
ventaja de su posterioridad y enriquece con concepci9nes más como lector." 113
modernas y apreciaciones personales "la pobre realidad El narrador -un adherente avant la lettre de la Rezep-
provincial" de Cervantes, sin incurrir siquiera en las superfi- tionsaesthetik- describe el método de Menard. A fin de lle-
. ciales concesiones al color local que tentaban con facilidades gar a componer el Quijote por medio de las experiencias
típicas las fantasías del siglo XIX.
El mismo fragmento que transcribe el narrador, con 143
T.S. Eliot, Use of Poetry and the Use of Criticism, Londres, s.f., p. 30 .
1

.J
208 U?\A RETORICA DEL SILE:N'CIO

propias de un escritor del siglo XX, el escritor había intenta- RETICENCIAS DEL TEXTO
do antes que nada reconstruir "el horizonte de espera" (en el
sentido que H.R. Jauss atribuye a la noción de Husserl) de
los primeros lectores del Quijote contemporáneos de
Cervantes. Reconoce que es imposible e inútil tratar de
aplicar ese procedimiento. Prefiere por eso reivindicar sus
propias perspectivas.
La comparación (y la explicitación de las intenciones y de
los sobreentendidos permite observar (y exponer) las diferen-
cias con los lectores posteriores. Según esa comparación que [ ... ] je ne suis pas dehors, de suiS dedans,
quelque chose, je suis enfermé, le silencc cst
realiza el narrador de Borges, el Horizontwandel [cambio de
dchors, dehors, dedans, il n'y a qu'ici, et le
horizonte] se pone en evidencia: cada texto supone una suma silence dehors, que cette voix, et le silence tout
infinita de lecturas e interpretaciones diferentes, siempre a u tour[ ... ]
parciales, algunas contradictorias, todos legítimas. Samuel Bcckctt
Para cada lector de Borges el horizonte se complica Garder le silencc, c'est ce que a notre insu
todavía más: el horizonte de Cervantes, el de Menard, el de vou1ons tous, écrivant.
Borges, su propio horizonte, una estratificación de interdic- Mauricc Blanchot
ciones consecutivamente in verificables. Sólo es posible imagi-
nar la multiplicación de "borradores" que -como los de Al personaje de Beckett no le ocurre nada; desprovisto de
Menard- ya no aparecerán, definitivamente, porque nunca miembros y de órganos permanece -como otros personajes-
aparecieron; entre palabra y palabra, apenas supuestas, las reducido a la contr-acción forzada "de una bestia nacida en
interdicciones se dan -como por añadidura- un crecimiento jaula de bestias nacidas en jaula de bestias nacidas en jaula
natural, necesario pero que no se manifiesta. De la misma [ ... 1"; ignora su identidad, tampoco conoce su nombre ni el
manera que aquel viejo juego "De negras noches y de blancos pronombre que le conviene pero no para de hablar; hecho de
días", el texto se entabla entre realidades diferentes, alterna- palabras -es un hecho de palabras- que no son suyas, ape-
tivas antagónicas de una actividad -con sus aciertos y fraca- nas los desechos dejados por otros, existe diciéndolas. No
sos- que no afectan la ficción (el juego es siempre el mismo sabe de donde vienen pero, aun así, no puede dejar de repe-
aunque las jugadas y Jos jugadores difieran), pero tampoco tirlas, porque es indispensable no olvidar -ni una sola vez-
son ociosas, no ocurren en vano. Prohibidas, silenciosas, se- que esa verbosidad continua es su única manera de existir ya
cretas, cuidan necesariamente, desde la eventualidad de sus que el en texto todo es una cuestión de voz: "son palabras eso
posiciones, ]a permanencia ininterrumpida del discurrir tex- que pasa", un discurso sin interrupción, palabras que se pro-
tual. nuncian sólo para evitar el silencio y, contradictoriamente,
llegar a alcanzarlo. Aparte de eso, no hay nada.
Beckett no duda en repetirlo con todas las palabras y,
aunque los demás escritores aparenten ignorarlo o no lo
manifiesten con tanta crudeza, se sabe que el texto no puede
ser otra cosa: palabras repetidas y silencio.
Al principio de este estudio, en el epígrafe que lo intro-
210 UXA RETORICA DEL SILE::-ICIO Rli:TICE!'\'Cú\S DEL TEXTO 211

duce, Borges, alarmado por el aprecio desmedido a los exce- Espacio de doble dimensión: condición de lectura y necesi-
sos de énfasis y las vanidades del estilo -"una superstición dad literaria, el silencio como tema y procedimiento ha hecho
del lector"~ anticipa, sin abatimiento, la próxima disolución recurrentemente su entrada en literatura, cifrando aspira-
de la literatura. Que esa inminencia no llegue a desesperarlo ciones y aprensiones, profecías y comprobaciones, rechazo de
se éntiende porque a pesar de tanta disipasión logra entrever hablar hablados.
los auspicios de una circunstancia austera: la realización de En el lenguaje escrito donde no existen más que palabras,
una lectura en silencio. éstas existen sólo por el silencio. La multiplicación de disci-
Cree advertir en esa actividad silenciosa un síntoma favo- plinas teóricas y realizaciones literarias que apelan en favor
rable. Si entre tantas palabras algo de silencio Y.a existe, ese de derechos y atribuciones del lector no siempre tienen pre-
fenómeno, aunque parcial, le revela o le permite prever otra · sente que el hecho determinante de una gestión de lectura es
cosa, otro silencio, mayor, total: el advenimiento de una guardar silencio. Aunque ese silencio es lo que quieren todos
directa comunicación de experiencias. -según confiesa Blanchot-, aun los escritores. Pero, ¿cómo
Frente a las redundancias imprudentes de críticos y lectores debe entenderse su relación ambivalente con el silencio?
que multiplican comentarios, que opinan sentenciosamente, ¿Quiere decir que es necesario guardar silencio para obser-
que dictaminan sobre las virtudes de la riqueza verbal y las varlo, para mantenerse en silencio, o lo guardan porque no
habilidades estilísticas del escritor, a Borges sólo le queda con- pueden hacer silencio y deben seguir hablando? Blanchot for-
fiar en la práctica secreta de la lectura y aspira, paradójica- mula la preterición desmesurada que abruma tantos discur-
mente, a que esa comunicación silenciosa se extienda a toda la sos contemporáneos.
literatura; una amenaza pero también su única salvación. Al mismo tiempo que una prioridad especulativa se hace
Como el personaje de Beckett, la literatura se encuentra cargo del silencio, la literatura por su parte rinde cuentas del
frente a los obstáculos de una alternativa incierta. El consue- mismo interés pero sin disimular una desconfianza sostenida
lo de Borges es ambivalénte. Su argumento, especioso. El hacia la palabra, hacia la facilidad de palabra; sospecha de la
silencio puede ser una solución aporética: tanto puede ser su manifestación discursiva, de la irresponsabilidad, de la evi-
finalidad, tanto, y definitivamente, su fin. dencia verbal; de manera que en todos los campos se observa
Borges, Beckett, Blanchot, no son los únicos escritores que cómo ha ido ganando terreno una tendencia esotérica, un
han sentido la tentación silenciosa como un umbral contra- movimiento hacia la profundidad, la fascinación del interior
dictorio de resonancias y vacío, un límite de incertidumbre y que encuentra una especie de complicidad, de secreto íntimo
acogimiento; el silencio es el espacio necesario para el -si no erróneo probablemente errático-, según el cual se
encuentro y la recepción pero es también el espacio de riesgo. arriesga confundir la búsqueda de la verdad con la averigua-
Blanchot no puede olvidar que "cuando todo está dicho lo ción de algo que se oculta, mientras que el solo hecho de ocul-
que queda por decir es el desastre" y que "el desastre se h~ce tarse no alcanza para asegurarla.
cargo de todo". Si tm consenso disciplinario y artístico se inclina a favor
Paralelamente a esta obsesiva persistencia estética, en los de diversas modalidades del silencio -el silencio de la escri-
últimos años las preocupaciones teóricas han seguido, o tura y el de la lectura- no debe desconocerse que el interés
anticipado o coincidido: es muy difícil observar sinóptica- deriva de esa desconfianza insuperable, pero sobre todo
mente los momentos correspondientes a una búsqueda y a porque indica que el texto literario sabe prescindir de fron-
otras búsquedas -este ambiguo acogimiento del silencio teras precisas entre el adentro y el afuera, la diégesis y la
bien de cerca. extradiégesis, la ficción y la realidad, y actuar en esa zona
212 UNA RETORICA DEL SILENCIO RE'riCENClAS DEL TEXTO 213

turbia de donde salen todas esas historias de aduanas (o de so y, consecutivamente, a las diferentes corrientes que se
divanes, ya que aduana y divdn eran casi la misma cosa al inscriben en las teorías del texto y la lingüística pragmática.
principio), esas historias de enigmas y oráculos, de culpabili- Aunque no siempre se reconoce, conviene hacer constar
dades secretas y controles que existen desde siempre y que asimismo la contribución conceptual y metodológica que, en
continúan condicionando la estética del siglo. esa dirección, proporcionó el recurrido estudio sobre
N o es el mismo silencio que da referencia de la soledad Lingüística y poética donde Roman Jakobson esquematiza la
mística ni los silencios que se describen en el texto; más concurrencia interactiva de los diferentes factores que inter-
próximo a los laconismos de un narrador modemo que pre- vienen básicamente, en la comunicación verbal y que com-
tende renuncia!' por esa vía a los afectados privilegios de la pensó, 'en parte, las inevitables reducciones con .que ~iei~l­
ficción, el silencio de la lectura se extiende a todos los inters- mente Saussure planteara, en su momento, el obJeto lmgms-
ticios del texto. tico.
En Silences de Flaubert, Genette había advertido que "el Lo que nos interesa del caso es que todos esos planteas
lenguaje no se hace literatura sino al precio de su propia coinciden en acreditar -paralelamente a la consabida efica-
muerte, porque le hace falta perder su sentido para acceder cia comunicativa de las palabras y del sistema de signos que
al silencio de la obra. Este retroceso, esta remisión del dis- intervienen en el "juego verbal"- la validez comunicativa de
curso a su revés silencioso que es hoy, para nosotros, la otros constituyentes de comunicación, constituyentes no
propia literatura". 144 Reconoce que en esa opción radical, la necesariamente verbales y, por tanto, más atentos al silencio
conversión del lenguaje al silencio y la disolución consecutiva que a la voz.
que semejante decisión acarrea, se inicia la experiencia lite- Desde hace varios años, el complejo fenómeno de la comu-
raria moderna. nicación ya no se estudia en base a un enunciado aislado que
Silencio de la lectura y silencio de la escritura. La promo- formula un hablante y oye un oyente y cuya comprensión se
ción estética del silencio sigue siendo una preocupación ge- realiza exclusivamente a partir de una sucesión de signos, de
neral. una combinación de diferentes unidades fonológicas, sintácti-
Además de la poética, la retórica, la teoría literaria y cas y semánticas, sino abordando un discurso que se produce
demás disciplinas afines, ha sido sobre todo la lingüística la en la intersección de nmnerosos factores tan decisivos para
disciplina que ha procurado sistematizar en mayor grado los la comunicación como las palabras mismas y las reglas que
diferentes aspectos que no aparecen verbalizados explícita- las ponen en relación.
mente pero que, igualmente comunicativos, concurren a Entre esos factores se conserva la prioridad del código que
constituir la actividad verbal. --establecida .por Saussure- no se verbaliza más que espo-
Las investigaciones se han desarrollado a partir de dife- rádicamente pero que subyace como su principio inherente.
rentes procedencias pero comparten el mismo interés. En ese Concomitantemente a esa presencia estrictamente lingüísti-
sentido, sus orígenes podrían radicarse en los análisis de la ca, se registra asimismo la concurrencia de códigos sociales,
Escuela de Oxford o, más precisamente, en las formulaciones morales, históricos; culturales, sistemas que tampoco se ver-
de J.L. Austin sobre los enunciados performativos. También balizan pero que se dan por descontados; presentes, igual-
es necesario remitirse a los estudios de E. Benveniste sobre mente implícitos, condicionan la índole y formalización del
la relevancia de los elementos de la subjetividad en el discur- discurso.
La actividad comuni~ativa se produce entre interlocutores
tH G. Genette, Figures, cit., p. 242. . que comparten ese conjunto de referencias comunes pero,
214 UNA RE'l'ORJCA DEL SILimClO RETICENCIAS DEL TEXTO 215

sobre todo, debido a que comparten una situación "dada": las lo define limitando el número infinito de aspectos que multi-
cosas, los acontecimientos, el conjunto de circunstancias plican la variedad imprevisible de sentidos de un enunciado.
extraverbales y que los interlocutores tienen presente bajo su Porque lo que se dice puede tener difícilmente un solo senti-
condición tácita, en las que se inscribe el discurso. No es do, pero, lo que no se dice, innumerables, y de ello depende.
necesario mencionarlas ni describirlas porque ya están ahí. Esta ilimitada abundancia polisémica es una de las
Inciden decisivamente en el discurso pero escapan a las vías propiedades más contradictorias del silencio. Si la palabra se
analíticas regulares ya que no suelen someterse obligatoria- presta ;;tl juego abierto de interpretaciones circunstanciales,
mente a los mecanismos lingüísticos de significación que con más razón en el silencio esas interpretaciones abundan
pudieran representarlas aunque, eventualmente, suelen ser infinitamente. No se alude a las riquezas de la elocuencia
aludidas o indicadas por los recursos de relación específicos. sino a las posibilidades interpretativas que descubre una
La situación no es un marco del discurso sino el espacio- limitación ausente.
tiempo que lo organiza con respecto a un sujeto. Al carecer de los contrafuertes reguladores que impone
De la misma manera, la presencia de un interlocutor, dis- una definición 'establecida, el silencio precipita la necesidad
continuamente silencioso, no se confunde con la presencia de de una explicación: suposiciOnes, conjeturas, deseos, sospe-
un mero testigo. El oyente no se limita a oír. Aun desde su chas, temores. Más que el desconsuelo de cualquier informa.
condición receptiva específica define -sin proponérselo ni ción adversa, la exigencia interpretativa de esa incertidum-
explícita ni intencionalmente- la concepción del enunciado bre es motivo de la gran angustia que padece Saint-Loup.
que varía tanto en función de las circunstancias como de su Interminablemente, en su "encierro sin límites" sufre el ago-
presencia. El discurso se conforma a quien lo recibe, es como bio siempre renovado de la indefinición:
es porque se dirige a alguien, un idiolecto que no deja de ser
una lengua y por lo tanto una función compartida, el sistema Además, más cruel que el de las prisiones, ese silencio era
de un hablante-oyente que a dos puntas, lo constituye. La prisión él mismo. Una clausura inmaterial, sin duda, pero
interlocución establece una dependencia doble por lo menos. impenetrable, esa tajada interpuesta de atmósfera ·vacía, pero
que los rayos visuales del abandonado no pueden atravesar.
De la escisión imposible en la comunicación verbal co-
¿Existe alguna iluminación más temible que el silencio, que no
rriente deriva la característica más notable -obvia y sobre- nos muestra una ausencia, sino mil, y cada una entregándose a
saliente a la vez- del lenguaje literario, del lenguaje escrito a1guna otra traición? 145
en parte, y que constituye un sólido fundamento de su lite-
rariedad: la falta de oyente en la escritura, la falta de Igual que la palabra, el silencio desencadena una especie
hablante en la lectura, determina el desdoblamiento funda- de semiosis ilimitada, porque si cada signo implica otros sig-
mental del texto, un primer desdoblamiento, un segundo, los nos, el silencio puede ocultar otros silencios.
otros. Por esa ausencia la situación queda suspendida, anu- Esa multiplicidad no es ajena al hecho que se venía seña-
lada o pospuesta. El texto, en expectativa. Esa es su diferen- lando: la ausencia del interlocutor involucra todas las demás
cia. Diferente y postergada, diferente por postergada, esa ausencias. La situación queda suspendida; y en efecto: diferi-
falta bastaría para especificar la condición literaria, la lite- da, difiere; no aparece, interceptada ya sea porque el texto se
rariedad del discurso, una forma de su isogoría, la interdic- aparta desconociéndola, ya sea porque la contextualiza, y ya
ción y el suspens·o. se ha dicho que la con-versión verbal es la vía más drástica
En tanto que concurso de circunstancias, la situación
forma parte del· intercambio verbal, lo integra pero taribié,., 145
M. Proust, Le cóté de Guermantes, II, p. 122.
216 UNA RETORICA DEL SILENCIO RETICENCIAS DEL TEXTO 217

para obliterar la realidad o para darle una entrada ilimitada bilidad: una potencia y una aspiración. Un texto es como La
lo que no es demasiado diferente. El tránsito de la experien-' peau de chagrín, como la piel de zapa: "le pouvoir et le
cia a la escritura coincide con la vocación literaria que es esa vouloir réunis".
con versión del silencio, de las cosas, a texto. La lectura rea, Para uno y para otro, la operación textual se desarrolla a
liza una acción textual similar: remite la escritura a un silen- partir de las palabras. Pero eso no es todo. Más que decir, el
cio empírico, nuevamente circunstancial e incoativo. texto exhibe un querer decir: algo más y algo menos que
Al mismo tiempo que las observaciones lingüísticas han decir, que está antes y después de la palabra. Existe también
descuidado la prioridad de la lengua como instrumento de como un silencio del que la lectura se hace cargt>'
comunicación y disminuido la validez excluyente del enuncia- El escritor es alguien que quiere decir (que n,~ <JS "sig-
do, de lo que se dice, esas observaciones han encarecido lo nificar") y su discurso expresa, antes que cualquier con-
que no se dice: las alusiones, insinuaciones, elipsis, sobren- tenido, una voluntad de decir que es una intención, una
tendidos, implícitos y presuposiciones, es decir las omisiones inminencia, pero sobre todo un poder y un deseo.
que proceden del ''componente retórico" com6 del "compo- El lector se somete a esa voluntad. Le consta que su fun-
nente lingüístico", según la distinción que realiza Oswald ción es tratar de aproximarse al advenimiento del deseo y
Ducrot. 146 compartir por el texto esa convergencia de desear y decir.
Por redundantes, hiperbólicas o vociferadoras que sean las Sabe que las palabras dicen y quieren decir: una expresión y
voces del texto, esos excesos no suspenden lo que también una aspiración. Además significan.
Ducrot tipifica como "la ley de lítote" que induce a interpre- Para llevar a cabo esa función, debe cumplir una actividad
tar un enunciado como si dijera más que lo que dice su sig- inoperante; ocurre en el texto, !u repite pero sin dejar marcas
nificación literal. de su repetición: la lectura se realiza en silencio; y sólo así,
Quedan pensamientos interiores, que no emergen, emo- por repetirla y en silencio, asegura su vigencia. De la misma
ciones en profundidad, sobrentendidos que forman el espesor manera que el discurso implica silencio, su silencio implica
de lo que Bachelard imaginaba como una "geología del silen- un discurso. En esa reciprocidad el texto permanece y con-
cio", que lo sustenta (el verbo ''underst8.nd" se aplica descrip- tinúa, queda y cambia:
tivamente -debido a la motivación que conserva para un
extranjero- a la operación de captar lo que se encuentra por [ ... ] ra va etre moi, 9a va etre le silence, la oU je suis, je ne sais
debajo). pas, je ne le saurai jamais, dans le silence on ne sait pas, 11 faut
Sólo por eso no es del todo justo, tanto en consideración a continuer, je ne peux pas continuer, je vais continuer.
Proust como a su lector, el comentario que hace Julien Gracq
como le parece que en la Recherche "la proliferación com- Son las palabras que finalizan -contradictoriamente-
pacta de lo explícito reduce al implícito abandonado al lector toda obra literaria, L'innommable de Beckett en este caso.
a una porción apenas suficiente". En todo caso no es la ver- Pero esa finalización es incierta; el discurso se repite y con-
tiginosa densidad del texto de Proust la que puede ahogar la tinúa. Algo termina pero empieza el silencio, de él depende.
producción imaginativa del lector.
Tanto para el autor como para el lector, la habilitación
textual se produce a partir de una escritura puesta en posi-
146
Oswald Ducrot, Dire et ne pas dire, cit., p. 137,
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INDICE DE NOMBRES

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Adán, 87-169 145-147-168-172-175-185-
Adorno, Theodor W., 25 187-191-196
Afrodita, 49 Beckett, Samuel, 34-67-115-
Agustín, San, 36-68-193 116-163-169-170-175-209-
Alí Baba, 66 210-217
Allen, Woody, 167-168-197 Beethoven, Ludwing van, 39
Ambrosio de Milán, 69 Benedetti, Mario, 92
André de París, 76 Benjamín, Walter, 38-55-62
Anne-Marie, 67 Benveniste, Emile, 111-151-
Antígena, 35 212
· Antonioni, Michelangelo, 138 B ergotte, 100
Apollinaire, Guillaume, 72 Bioy Casares, Adolfo, 152
Aristóteles, 51-83 Blanchot, Maurice, 50-73-
Arnheim, Rudolf, 140 7 4-77-118-134-14 7-189-205-
Auschwitz, 25 209-210-211
Austin, J.L, 17-67-212 Bloch, Ernest, 71
Boccaccio, Giovanni, 168
Bacon, Francis, 71 Booth, Wayne, 158-173
Bachelard, Gastan, 33-44- Borges, Jorge Luis, 9-15-16-
104-110-183-216 19-33-36-41-42-47-48-56-57-
Bajtín, Mijail, 97-151-153 61-64-69-70-72-73-77-78-81-
Balazs, Béla, 139 82-86-88-119-122-126-140-
Bally, Charles, 18 149-152-153-159-160-164-
Balzac, Honoré de, 69-93- 168-170-171-178-181-192-
.116-123-162-163-166 208-210
Barrault, Jean-Louis, 32 Boudot, P., 16
Barthes, Roland, 14-19-22- Bousquet, Joe, 33
2 9-31-33-35-3 6-37-43-44-62- Bouvard et Pécuchet, 201
229
228 UNA RETORICA DEL SILENCIO INDICE DE NOMBRES

Bovary, Carlos y Emma, 135 58-124 Gumbrecht, Hans Ulrich,


168-200-201 Crossman, Inge, 39 Eurídice, 87 144
Brecht, Bertoldt, 36-49 Culler, Jonathan, 47-155 Guyotat, 98
Bremond, Claude, 27 Cunningham, Merce, 22 Faulkner, William, 92
Broch, Hermann, 118 Curtiz, M., 197 Federigo Contarini, 76 Hamlet, 138
Brod, Max, 55 Flaubert, Gustave, 14-15- Heath, Stephen, 36
Bruegel, Pieter, 102 Dante, 62-72-179 167-201-212 Heidegger, Martín, 72-96-
Bühler, Karl, 109 D'Árthez, 93-123-124 Foerster, N arman, 55 148-183-184-186
Burton, Robert, 122 David, 85-86 Fontanier, Pierre, 12-130- Hénault, A., 132
Darrieux, Danie!le, 196 175 Henri Bachelier, Mme, 19-
Cage, John, 22-24 Debussy, C.A., 92 Ford Coppola, Francis, 138 78
Calef, H., 198 Deleuze, Gilles, 94 Foucault, Michel, 54 Heráclito, 87-116-117-168-
Calvino, Italo, 34-162 Depardieu, Gérard, 196 Fowles, John, 123 184
Camus, Albert, 34 Diane d'Uxelles, 93 Freud, Sigmund, 21 Hermes T¡-ismegisto, 177
Canetti, Elías, 166 Dickens, Charles, 101-202 Frye, Northrop, 46 Hernández, Felisberto, 23-
Carpentier, Alejo, 92 Dios, 34-72-115-117-118-164 24-100-111-12 9-13 0-131-
Castex, Elizabeth, 34 Domenach, Jean M., 58-95 Gabin, Jean, 196-198 133-134-135-136-137-140-
Caws, Mary Ann, 139 Don Quijote, 19-48-71-72- Gadamer, Hans Georg, 51-94 141-142
Céline, Louis Ferdinand, 78 73-75-76-77-78-80-107-167- Gaillard, Fran¡:oise, 15 Herschberg-Pierrgt, Anne,
César, Julio, 57 206c207 -208 García Márquez, Gabriel, 92 102
Cervantes, Miguel de, 19- Doubrovsky, Serge, 111 García, Nicole, 196 Herzog, Werner, 99 .
48-71-73-7 4-75-76-77-78-79- Ducasse, Isidore, 154 Geckeler, Horst, 113 Hitler, Adolfo, 39-4(H15
80-206-207-208 Duchamp, Marcel, 49 Genette, Gérard, 10,13-14- Hiilderlin, FriedriQh, 184
Charles, Michel, 28-33-38- Ducrot, Oswald, 158-216 21-23-27-28-30-32-43-4 7-48- Homero, 41-67-72-96-147
50-153-166-178 Duvivier, Jean, 197 70-75-77-82-88-95-112-130- Husserl, Edmund, 50-208
Chrétien de Troyes, 92 161-162-195-197-212 Huxley, Aldous, 92
Christie, Agatha, 172 Eagleton, Terry, 179 Gibson, Walker, 157
Cide Hamete Benengeli, 71- Eco, 107-108 Gide, André, 54 Infante Arnaldos, 125
77 Eco, Umberto, 34-36-38- Godard, J.L., 86 Ingarden, Roman, 186
Coheleth, el, 16-122 158-162-183 Goethe, J.W. van, ·52-72-118 Ion, 67-79
Coleridge, Samue!T., 58-66 Edipo, 35-87-149 Godot, 115 Ireneo Funes, 64-65-164
Conze, Edward, 178 Eliade, Mircea, 94-14 7-160- Gould, Glenn, 32 Iser, Wolfgang, 38-40-94-
Cordelia, 21 202 Gracián, Baltasar, 184 158
Cortázar, Julio, 20-70-162- Eliot, T.S., 53-92-93-207 Gracq, Julien, 38-216
163-164-166-189-190 Emma Zunz, 173 Greimas, A.J., 132 Jakobson, Roman, 18-30-
Coseriu, Eugenio, 15-74-85- Epiménides, 17 Grémillon, J., 198 56-89-119-131-134-213
96-97-105-106-182 Epstein, Jean, 141 Griffith, D.W., 140 James, William, 80
Croce, Benedetto, 38-52-55- Eubúlides de Megara, 17- Guevara, Ernesto, 112 J ankélévitch, Vladimir, 55-
230 UNA RE'rOitiCA DEL SILENCIO INDICE DE NOMDRES 231

122-184-194 Lotman, Iouri, 97-137-138 Mukarovski, J., 194 65-68-69-9 5-96-100-1 o1-
Jarrety, Michel, 57 Louys, Pierre, 81-92 Musil, Robert, 34-115 124-130-131-15 9-2 02-203-
Jauss, Hans Robert, 38-50- Luciano de Samosata, 58 215-216
51-65-79-80-121-169-208 Lucie-Smith, Edward, 24 Narciso, 20-107-108 Pushkin, Alejandro, 40
Jenofonte, 57 Lugones, Leopoldo, 15 Nethol, Ana María, 126
Jesús, 78-85-87-122 Luis II de Baviera, 39 Newton, Isaac, 22 Queneau, Raymond, 56-70-
Job, 54 Nicholson, J ack, 92 116-154
Joyce, James, 12-34-78-93- Mackward, Christiane, 108 Nietzsche, Federico, 115- Quevedo, Francisco de, 19-
115-116 Magritte, René, 141-165 118-123 77
Malevitch, Kazemir, 24 Noel, Jean-Bellemin, 75 Quintiliano, 27
Kafka, Franz, 21-34-55-85- Mallarmé, Stéphane, 24-
115-116-160-172-202 143-177-183-191 Onetti, Juan Carlos, 92 Rauschenberg, Robert, 22
Kallen, H.M., 134 Malraux, André, 49-62-136- Orfeo, 41-87 Raven, J.E., 117
Kant, Immanuel, 53 199 Orr, Eric, 165 Raymond, J.F. de, 181
Kayser, Wolfgang, 168 Man, Paul de, 39 Osiris, 112 Reizs, Karel, 123
Kennedy, J acqueline, 112 Mao Tse Tung, 112 Resnais, Alain, 195-196-
Eierkegaard,Soren,95 Marais, Jean, 196-198 Pablo, San, 20 197-198-200-201-202
Kirk, G.S., 117 Marcescu, Mircea, 126-186 Painter, George, 40 Richard, J ean Pierre, 38
Klein, Yves, 24 Marín, Luis, 10 Panini, 66 Richter, Hans, 133
Konstanz, Escuela de, 94 Mauss, Maree!, 46 Parain, Erice, 13-61 Riffaterre, Michael, 38-157
Kowzan, Tadeus, 18 Mayer, C., 133 Pascal, Blaise, 92-100-122- Ricoeur, Paul, 177
Krakauer, Sigfried, 133 McLuhan, Marsha\1, 67 131-154 Rimbaud, Arthur, 17
Kraus, Karl, 21-118 Menard, Pierre, 19-70-71- Pasteliere, D. de la, 198 Roa Bastos, Augusto, 92
Kristeva, Julia, 29-186-187 72-73-7 4-76-77-78-80-81-82- Pater, Walter, 91-92 Robbe-Grillet, Alain, 14-
Kubrick, Stanley, 92-93 8 3-85-88-107-205-206-207- Paz, Octavio, 91-96-176- 115-136-141
Kugelmass, 167-168 208 178-181-190-195-205-207 Rodríguez Monegal, Emir,
Ménard, Louis-Nicolas, 81- Peirce, Charles S., 190 81-82-152
La Rochefoucault, Fran¡:ois, 82 Peyret, J .F., 115 Roger-Pierre, 196
154 Menéndez Pida!, Ramón, Picasso, Pablo, 50 Rousseau, Jean Jacques, 12
Lacios, Choderlos de, 124 122-125 Pi con, Gaetan, 56-57 Russe\1, Bertrand, 19
Langer, Suzanne, 109 Milton, John, 66 Pirandello, Luigi, 34 Ruskin, John, 139
Lautréamont, 153-154-178 Moliere, 11-12 Platón, 51-67-79-118-147- Ryman, Robert, 24
Laverdure (loro), 56 Monroe, Marylin, 112 185
Lejeune, Philippe, 45 Montaigne, Michel de, 92- Plinio, 64-65 Sainte-Beuve, Ch.A., 51-92-
Lévi-Strauss, Claude, 114 122 Prince, Gerald, 158 96
Levin, Samuel, 89 Montaudon, Alain, 39 Princesa de Ca_<l.ignan, 124 Saint-Loup, 215
Lévinas, Emmanuel, 50-205 Moon, John Vincent, 171 Prometeo, 87 Sam Weller, 101
Lichtenberg, Georg Ch., 170 Morin, Edgard, 136-140 Proust, Maree!, 19-40-64- Sancho, 71
232 UNA RETORICA DEL SILENCIO

Sartre, Jean Paul, 17-18- Tudor, David, 22


31-67-200
Satán, 54 Unamuno, Miguel de, 71
Saussure, F. de, 52-69-88-
89-125-126-151-213 Valéry, Paul, 32-45-47-63-
Schiller, Federico, 42-118 66-152-164-206-207
Schklovski, V.B., 49 Vauvenargues, L. Clapiers,
Schleiermacher, Friedrich, 32 154
SchlOndorff, Volti~r, 39 Verani, Rugo, 100
Schneider, Pi erre, 53 Verlaine, Paul, 25
Searle, John, 189 Vermeer, Jan, 100
Segre, Cesare, 120-121-182 Vico, Gianbattista, 191
Shakespeare, William, 57- Vinteuil, 203 ·
66-71-92-152 Volochinov, V.N., 97
Starobinski, J ean, 112-126
Steinbeck, J ohn, 91 Wagner, R., 96-203
Steiner, George, 21-38-73- Warhol, Andy, 49-112
77-170 Wellek y Warren, 55-202
Stella, Frank, 24 Wiesel, Elie, 139
Stephen, Albert, 192 Wittgenstein, Ludwig, 25-
Sterne, Laurence, 127 56-148
Suleiman, Susan R., 39 Wolfflin, Henry, 46
Syberberg, H.J., 115
Yeats, William B., 50
Tadié, Jean-Yves, 10
Taine, Hypolite, 51 Zumthor, Paul, 53-54
Tiepolo, Giovanni B., 76-
170
Tiresias, 20
Todorov, Tzvetan, 69-97-
124-151
Tomkins, Jane P., 38-157
Toth, 177
Trabant,Jurgen, 186
Tristán, 203
Trotta, Margarethe van,
124
~ Truffaut, Franrois, 141

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