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G. 660. XXXIII.

RECURSO DE HECHO
Giardelli, Martín Alejandro c/ Estado
Nacional - Secretaría de Inteligencia del
Estado.

Procuración General de la Nación

Suprema Corte:

-I-

El señor Martín Alejandro Giardelli inicio demanda


contra el Estado Nacional - Secretaría de Inteligencia- a fin
de que se declare la nulidad de la resolución 440/90 de dicho
organismo, del decreto del Poder Ejecutivo 229/91, de todos
aquellos actos dictados a partir de la resolución SIDE 157/89
y del procedimiento sumarial instruido que culminó con su
cesantía. Asimismo, reclamó su reincorporación, salarios caí-
dos e indemnización.
Expresó que, desde noviembre de 1985 prestó servi-
cios como "agente civil de inteligencia C-2, In. 12" y que,
durante la campaña presidencial de 1989 -cuando se encontraba
adscripto al Senado de la Nación-, participó en una encuesta
televisiva en la calle, en la cual, al requerírsele su opi nión
acerca de la diferencia entre los candidatos de los dos
principales partidos políticos, efectuó un comentario a favor
del candidato de la Unión Cívica Radical y se refirió a una
declaración de Carlos Menem sobre las Islas Malvinas, encues ta
que fue difundida luego en diversos medios de comunica ción.
Agregó que, aun cuando su participación en el video fue
accidental -pues no sabía que se trataba de un corto
publicitario-, se instruyo un sumario administrativo y se le
impuso la sanción de cesantía, medida que consideró despro-
porcionada.
Alegó que los actos que impugna contienen vicios
graves que los tornan nulos -en particular, señaló una serie
de defectos en el procedimiento sumarial por ser secreto y por
la valoración de las pruebas producidas- y que se vulne raron
derechos, garantías y principios constitucionales y legales.

-1-
-II-

La titular del Juzgado Nacional de Primera Instan cia

en lo Contencioso Administrativo Federal N ? 5 rechazó la


demanda, con remisión a los fundamentos expuestos en la causa
"Genovesi, Luis Mariano c/ Estado Nacional (SIDE) s/ conoci-

miento" -Expte. N ? 2735/91- que había sido fallada, por la


misma magistrada, el mes anterior.

-III-

Recurrido el pronunciamiento, la Cámara Nacional de


Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal -Sala I-
consideró que era descalificable por haberse remitido a la
sentencia dictada en otra causa, cuando era menester que se
expidiera en forma concreta y detallada sobre los hechos con-
ducentes de la causa y el valor de los argumentos articulados
por las partes. Sin embargo, conforme a doctrina de la misma
sala, estimó de aplicación al caso los arts. 253 y 278 del
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación y, consideran do
que la irregularidad afectaba a la sentencia "en sí misma"
pero que el procedimiento se había ajustado a derecho, resol-
vió sobre el fondo del litigio y rechazó la demanda.
Para así decidir, desestimó, en primer término, la
alegada inconstitucionalidad de los decretos S. 4639/73 y S.
3946/77 por el carácter secreto que revisten, ya que el actor
le había planteado sólo en forma subsidiaria, sin pretender el
debate de "la cuestión constitucional genérica acerca de la
mera posibilidad de normas >secretas= dentro de un régimen
constitucional de derecho" sino sólo por impedirle ejercer
acabadamente su defensa y que no la reiteró posteriormente,

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durante el trámite de la causa, luego de que se le otorgó la


vista de las actuaciones y amplió su demanda.
Asimismo, señaló que, a partir del momento en que el
actor fue incorporado a la secretaría, había tomado cono-
cimiento de las disposiciones que rigen al personal civil de
inteligencia de la SIDE, situación que le impide, con poste-
rioridad, negar tal circunstancia con fundamento en que esas
normas son secretas, pues revisten tal carácter sólo para los
restantes ciudadanos y no para aquellos que forman parte del
organismo, quienes deben ajustar su comportamiento a lo que
ellas establecen.
Por otra parte, desestimó los agravios referidos a
la imposibilidad de nombrar un defensor ajeno a la Secretaría
de Inteligencia y a supuestas violaciones al derecho de de-
fensa, puesto que se le había conferido vista de todo lo ac-
tuado tanto en sede administrativa como judicial, sin perjui-
cio de lo cual, no introdujo elementos de defensa distintos de
los ya articulados ante el organismo administrativo ni puso de
manifiesto las pruebas y defensas que se vio privado de
oponer.
Afirmó que la sanción impuesta al actor se fundó en
que su participación en un corto publicitario de carácter
político, es contraria al deber que le impone el art. 13, inc.

6? de la ley S. 21.705/77, norma que se reitera en el decreto


reglamentario S. 4639/73, lo que constituye una falta grave,
en los términos del art. 164, inc. a, ap. 2 de este último, a
la que corresponde la sanción de exoneración. Asi mismo, la
cámara consideró errónea la interpretación que efectúa el
actor del citado art. 13 -que prohíbe afiliarse a partidos
políticos y participar en actividades de esa índole- pues,
dada la inserción de la palabra "ni", prevé diferentes
prohibiciones para el personal del organismo. La alusión a la

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inconstitucionalidad de tales previsiones no puede ser admi-
tida como articulación de la misma, porque la parte que alega
la tacha, además de aseverar que la norma le causa agravio,
debe demostrarlo, circunstancia que -según los integrantes de
la cámara- no puede reputarse cumplida en el sub lite.
Tampoco hizo lugar a la supuesta fraudulencia de la
intervención del Consejo de Disciplina, por entender que la
falta de redargución de falsedad del acta 01/90 impide tal
examen y porque es insustancial el argumento en torno a la
rapidez con que aquel órgano se había pronunciado. Otra cues-
tión desestimada fue la referida a que, por cumplir funciones
en otro órgano del Estado, estaba relevado de observar los
deberes que el estatuto de la secretaría le imponía. Al res-
pecto, la cámara señaló que, según surge de la resolución S.
413/88, la designación en el senado fue efectuada "en comi-
sión", lo cual -entre otras constancias- demuestra que el
vínculo laboral con la demandada no se interrumpió.
En cuanto a la participación del actor en el corto
publicitario, indicó que, como surge de su contenido, su ac-
tuación no se corresponde con las circunstancias que alegó
-toma efectuada a una persona que en forma ocasional se en-
cuentra en una rueda de gente y responde al interrogatorio del
periodista-, lo que pone en evidencia su conocimiento del uso
que se le daría a las opiniones que voluntariamente emi tió. De
su propia versión -continuó el a quo- se desprende que el
actor incurrió en la inobservancia del deber que se le imputa,
ya que "se prestó a ser filmado por un periodista en una
encuesta callejera emitiendo opiniones políticas a sa biendas
de que su imagen se encontraba destinada a hacerse pública",
cuando debió abstenerse en razón de su vínculo la boral,
circunstancia que demuestra que la sanción le fue im puesta por
la inconducta señalada y no por su simpatía parti daria "como

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consecuencia de una persecución política".


Por último, el a quo se refirió a la confusión del
señor Giardelli acerca de las cuestiones esenciales que die ron
origen al sumario, al esgrimir que su verdadero objeto era
investigar la supuesta malversación de fondos públicos por la
participación de la secretaría en la campaña presiden cial y no
la intervención del actor en la publicidad mencio nada.
Concluyó, al respecto, que, aun cuando los hechos invo cados
guardan cierta vinculación con su conducta, según surge de la
resolución 157/90, el objeto perseguido por el sumario que se
le instruyera fue investigar su participación en uno de ellos
-aparición en el corto televisivo- por haber compro metido la
actuación oficial y privada de los miembros del organismo de
inteligencia del Estado y para determinar las
responsabilidades que pudieran emerger.

-IV-

Disconforme con este pronunciamiento, el actor in-


terpuso el recurso extraordinario de fs. 1053/1070, que fue
denegado a fs. 1077 y dio origen a la presente queja.
Sostiene que la cámara habría efectuado una inter-

pretación errónea del art. 13, inc. 6 ? de la ley S. 19.373,


cuyo texto es sustancialmente análogo al art. 26.1, inc. p,
del decreto 4639/73 y aduce que, al haberse prescindido de la
exégesis que propugna -que permite a los agentes de la Secre-
taría de Inteligencia afiliarse y participar libremente en los
partidos políticos democráticos del país-, la sentencia "optó
por la más restrictiva y violatoria de la Constitución
Nacional".
En cuanto a la tacha de inconstitucionalidad de
dicha norma, introducida subsidiariamente para el caso de que

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fuera interpretada del modo en que lo hizo el a quo, sostiene
que resulta "insólito" que un tribunal considere menester
probar que una norma que vulnera la libertad de expresión es
írrita, pues se trata de una cuestión de puro derecho. Enume ra
diversas normas constitucionales y de tratados internacio nales
de igual jerarquía, que aseguran la libertad de expre sar las
ideas y destaca la manifiesta contradicción que exis tiría
entre éstas y la prohibición cuestionada, motivo por el cual
considera que, si el Alto Tribunal compartiera la inter-
pretación de la cámara, debe declarar su invalidez.
Aduce la arbitrariedad de la sentencia por haber
omitido la ponderación de un elemento de prueba que considera
decisivo para la correcta solución del litigio, cual es la
declaración de quien fuera la máxima autoridad de la secreta-
ría al tiempo en que ocurrieron los hechos investigados.
Expresa que, con "referencias absolutamente irrele-
vantes", se desestimó su planteo acerca de la afectación de la
garantía de defensa en juicio (art. 18 de la Constitución
Nacional) al no haber podido nombrar un defensor particular,
en virtud de lo dispuesto por el art. 12 del Anexo VI del
decreto reglamentario y que el defensor asignado, al ser per-
sonal de la secretaría, no podía impugnar el régimen jurídico
en función del cual se lo enjuició.
Otra prueba esencial que no fue valorada -continúa-
es la declaración testimonial de fs. 188 vta./190, donde
consta que el sumario que impugna no estaba incluido en el
orden del día del Consejo de Disciplina, sino que llegó el día
anterior a la reunión, razón por la cual los miembros de dicho
órgano carecían de información sobre el sumario y que se
dispuso la cesantía sin debate, puesto que, quienes parti-
ciparon en ella, actuaron por órdenes expresamente impartidas
por la cuñada del entonces presidente de la Nación. Tales

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circunstancias demostrarían que su defensor, por el cargo y la


posición que tenía en el organismo, no tenía "entera li bertad
de conciencia y acción" para cumplir la función que le era
inherente y cuestionar aquellas decisiones que lo perju-
dicaran.
En cuanto a la falta de redargución de falsedad del
acta 01/90, aduce que ello no resultaba necesario, puesto que
la tacha no estaba referida a la falsedad de lo que el acta
decía, sino a que no se cumplieron los recaudos legales acer ca
de la forma y tiempo en que debe producirse la interven ción
del Consejo de Disciplina, es decir, que lo que contro vierte
es la habilidad del acto dictado para tener por cum plida la
exigencia de los arts. 71, 72 y 73 del Reglamento de Sumarios.
Por otra parte, sostiene que no es responsable de
que su condición de agente haya tomado estado público, pues
tal carácter no fue revelado por su aparición en el corto
televisivo, sino a través de manifestaciones efectuadas por un
"avezado abogado y político", quien habría reconocido que tuvo
"una infidencia interna, sin revelar la fuente". Agrega que la
cámara soslayó la circunstancia de que fue víctima de una
persecución política por tener ideas diferentes a las del
entonces partido gobernante; que aunque el objeto principal
del sumario era investigar la eventual desviación de fondos
públicos ello no se investigó; que hubo violación del princi-
pio non bis in idem porque el sumario fue reabierto para per-
seguirlo y sancionarlo cuando la finalidad del fiscal de in-
vestigaciones administrativas -al oponerse al pedido de
clausura- se limitaba a investigar si Giardelli había perci-
bido retribución con fondos oficiales; y que, al momento de
los hechos, cumplía tareas en el Senado de la Nación y no en
la secretaría, por lo cual, al ser imposible la sujeción a dos
reglamentaciones diferentes, no podía considerarse que

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estuviera sujeto al reglamento interno de esta última.

-V-

Desde mi punto de vista, los agravios referidos al


modo en que el tribunal efectuó la valoración de las circuns-
tancias fácticas probadas en el sub lite, no pueden ser aten-
didos en esta instancia extraordinaria, toda vez que, en ra zón
del carácter excepcional de la doctrina de la arbitrarie dad,
las discrepancias del apelante con el criterio de selec ción y
apreciación de las pruebas no autorizan a la Corte a sustituir
a los jueces de la causa en la decisión de cuestio nes que, por
su naturaleza, le son privativas (Fallos: 303:436). En efecto,
según conocida jurisprudencia, los ma gistrados no están
obligados a seguir a las partes en todas sus argumentaciones
ni a ponderar una por una y exhaustiva mente todas las pruebas
incorporadas a la causa, sino sólo aquéllas estimadas
conducentes para fundar sus conclusiones (Fallos: 312:950 y
sus citas). A ello cabe agregar que, en la especie, el
recurrente no demuestra la atingencia de los ele mentos que
destaca con la sustancia del debate, toda vez que ni las
pruebas testimoniales que considera relevantes, ni los
agravios referidos a las motivaciones con las que actuó el
consejo, ni lo atinente a la desviación del objeto del suma rio
parecen circunstancias susceptibles de alterar la solu ción
alcanzada por el a quo.

-VI-

Por el contrario, considero que procede el recurso


interpuesto en tanto se halla en juego la interpretación y
aplicación de normas de carácter federal y la sentencia defi-

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nitiva del superior tribunal de la causa resulta adversa a las


pretensiones que el recurrente fundó en ellas.
En cuanto a la cuestión interpretativa en torno del

art. 13, inc. 6? de la ley S 19.373, estimo que la tesis del


recurrente carece de solidez. En efecto, cabe recordar que
V.E. tiene dicho que la primera regla de interpretación de las
leyes es dar pleno efecto a la intención del legislador y la
primera fuente para determinar esa voluntad es la letra de la
ley (Fallos: 322:752); que, al realizar dicha exégesis, se
requiere la máxima prudencia, cuidando que la interpretación
que se le asigne no pueda llevar a la pérdida de un derecho;
o que el excesivo rigor de los razonamientos no desnaturalice
el espíritu que ha inspirado su sanción (Fallos: 312:1484).
Entre las obligaciones que impone el art. 13 de la
ley S. 19.373 -modificada por la ley S. 21.705- al personal de
los organismos de inteligencia del Estado se encuentra la
restricción vinculada a la actividad política, en función de
las especiales características de las tareas que cumplen los

integrantes de los diferentes cuadros. Así, el inc. 6 ? del ya


citado art. 13, contempla tres deberes diferentes aunque re-
lacionados entre sí: no estar afiliado a partido político, no
participar en actividades políticas y, por último, no profe sar
o vincularse a organizaciones, sectas, movimientos, lo gias o
agrupaciones que sustenten o propugnen principios con tarios a
los de libertad y democracia, de acuerdo al régimen
establecido por la Constitución Nacional y el respeto a las
instituciones fundamentales de la Nación Argentina.
Sobre la base de lo expuesto, resulta evidente, a mi
modo de ver, que la claridad de la norma bajo examen no
permite una interpretación distinta de la formulada por la
cámara, máxime si se tiene presente que no parece razonable

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que el legislador hubiese previsto la posibilidad de que se
reconozca y se admita el funcionamiento de un partido políti co
que sustente "principios contrarios a los de la libertad y
democracia".
Finalmente, en relación a la alegada inconstitucio-
nalidad de dicha norma, cabe señalar que el actor, desde el
momento de su ingreso al Organismo de Inteligencia tomó cono-
cimiento de las normas a las cuales estaba sujeto y adquirió
los derechos y responsabilidades que fijan el estatuto y su
reglamentación (v. art. 12 del decreto S. 4639/73), circuns-
tancia que torna aplicable conocida jurisprudencia que esta-
blece que el voluntario sometimiento a un régimen jurídico,
sin reservas expresas, comporta un inequívoco acatamiento que
determina la improcedencia de su impugnación ulterior, con
base constitucional, mediante el recurso extraordinario (Fa-
llos: 310:2117). Por lo demás, contra el argumento del sen-
tenciador acerca de la necesidad de probar que la norma que se
reputa inconstitucional contraría la Ley Fundamental y causa
un agravio, nada sustancial dijo el recurrente, quien se
limita a reiterar las cláusulas que protegen la libertad de
expresión y a esgrimir que resulta "insólito" que se pueda
"considerar menester probar que una norma que vulnera la li-
bertad de expresión es inconstitucional", cuando es precisa-
mente esta violación la que requiere ser demostrada en el sub
lite. Ello es así, en virtud de que una escueta y genérica
impugnación de inconstitucionalidad no basta para que la Cor te
Suprema ejerza la atribución que reiteradamente ha califi cado
como la más delicada de las funciones que pueden enco mendarse
a un tribunal de justicia y acto de suma gravedad que debe
considerarse como ultima ratio del orden jurídico (Fallos:
301:904, entre otros).

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Por todo lo expuesto, opino que corresponde decla rar


formalmente admisible el recurso extraordinario con los
alcances que se mencionan en el acápite anterior y confirmar
la sentencia apelada.
Buenos Aires, 2 de noviembre de 2001.
ES COPIA MARIA GRACIELA REIRIZ

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Buenos Aires, 8 de agosto de 2002.
Vistos los autos: "Recurso de hecho deducido por Martín
Alejandro Giardelli en la causa Giardelli, Martín Alejandro c/
Estado Nacional - Secretaría de Inteligencia del Estado", para
decidir sobre su procedencia.
Considerando:
Que, la recusación del señor vicepresidente de esta
Corte, formulada a fs. 73 vta./74 de esta queja, es tardía
pues -en los términos de los arts. 14 y 18 del Código Proce sal
Civil y Comercial de la Nación- la oportunidad para su
introducción respecto de los jueces de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación que deban intervenir en los recursos del
art. 14 de la ley 48, es el momento de la interposición de la
apelación extraordinaria -acto procesal susceptible de abrir
la competencia del Tribunal-, y no del recurso de hecho por su
denegación. Por lo demás, no se advierte que en el sub examine

se configure la causal prevista en el art. 17, inc. 1 ?, del


Código Procesal Civil y Comercial de la Nación toda vez que el
doctor Hugo Anzorreguy, firmante de la resolución que dispuso
la cesantía del actor, actuó en cumplimiento de sus deberes
(confr. art. 30, última parte, de dicho código).
Que, en cuanto al fondo de la cuestión, esta Corte
comparte los fundamentos y conclusiones del dictamen de la
señora Procuradora Fiscal, al que se remite en razón de bre-
vedad.
Por ello, se resuelve: a) Desestimar la recusación for-
mulada a fs. 73 vta./74 y, b) de conformidad con lo dictami-
nado por la señora Procuradora Fiscal, se hace lugar a la
queja y al recurso extraordinario interpuestos y se confirma
la sentencia apelada. Con costas. Notifíquese. Agréguese la
queja al principal y remítase. JULIO S. NAZARENO - CARLOS S.
FAYT - AUGUSTO CESAR BELLUSCIO - ANTONIO BOGGIANO - GUILLERMO

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Estado.

Corte Suprema de Justicia de la Nación

A. F. LOPEZ - ADOLFO ROBERTO VAZQUEZ.


ES COPIA

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