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Naturalismo

26 de enero de 2014 Publicado por Esteban Galisteo Gámez

El naturalismo es la doctrina general según la cual todo es natural. Y como todo es


natural, todo puede ser comprendido, investigado y estudiado según los métodos utilizados
para investigar este mundo. Como es habitual en filosofía, los naturalismos particulares
tienen sus propias características. A continuación vamos a ver el naturalismo ético,
metafísico, el epistemológico y el estético.

Naturalismo ético

Es el punto de vista en ética que se compromete con alguna o con más de las
siguientes tesis:
(1) Los términos éticos («bueno», «malo», etc.) se pueden definir haciendo solo uso de
términos naturales.

(2) Las conclusiones éticas se pueden deducir a partir de premisas no éticas.

(3) Las propiedades éticas son naturales.

Todas estas tesis han recibido sus críticas correspondientes. (1) fue criticada por G. E.
Moore, así como por los prescriptivistas y los emotivistas. Para el primero, quien sostiene
(1) cae en la falacia naturalista. Desde el punto de vista de los segundos, el contenido de
los términos éticos es irreductible a términos naturales. Es contenido disposicional. (2)
puede objetarse a partir de la distinción humeana entre hechos y valores, de modo que
para cualquier conclusión válida que contenga un «debe», debe haber alguna premisa que
también lo contenga. Por último, David Wiggins encuentra que (3) es rechazable por
prejuiciosa. En efecto, el prejuicio en el que cae se llama ciencismo y consiste en
considerar como propiedades genuinas únicamente las que pueden ser abordadas desde
un punto de vista científico.

Naturalismo metafísico
Tengo que confesar que mi concepción global, mi posicionamiento metafísico, es
naturalista. Según este punto de vista, en el mundo natural no hay lugar para cosas
raras, esto es, entidades espirituales o de otro tipo, pertenecientes a una esfera
diferente del mundo natural. La idea no es tanto rechazar entidades como tener una
concepción unificada del mundo, la cual permita un estudio unificado del mismo.
Ser naturalista en este sentido no es sinónimo de ser materialista. No es que se rechacen
entidades y explicaciones porque sí, sino porque no pueden ser integradas con el resto de
la naturaleza. Desde un punto de vista naturalista son admisibles, por ejemplo, las
entidades teóricas como el eje de la Tierra, el cual postulamos para explicar el movimiento
de este planeta, aunque sabemos que únicamente es una construcción lógica.
Naturalismo epistemológico
El naturalismo en epistemología fue tachado de «psicologismo» durante el siglo XIX y
buena parte del XX. Los epistemólogos naturalistas eran perseguidos y quemados en la
hoguera, tras horrendas torturas. No, es broma. La cosa no llegó a tanto. Lo cierto es que
mientras que el antinaturalismo en epistemología duró, nadie se atrevía a ser naturalista
no porque lo fueran a torturar y quemar, sino porque no lo iban a tomar en serio. Fue a
partir de los trabajos de Quine y del segundo Wittgenstein que el miedo al naturalismo en
epistemología se fue disipando.

El panorama antinaturalista era este: entre las cosas que hacen los epistemólogos, está
buscar reglas que nos permitan tener creencias justificadas. La epistemología es, en este
sentido, normativa. Por otra parte, las explicaciones naturalistas suelen llevar a la
conclusión de que, en última instancia, difícilmente podemos obtener una justificación de
nuestras creencias. En los casos más extremos, no se pueden justificar las creencias, así
que desde el punto de vista naturalista solo se puede contar la historia de como
alguien llegó a tener determinada creencia. Los naturalistas menos extremistas
sostienen que las creencias pueden ser justificadas, aunque su justificación tiene
una cierta dependencia (o mucha) de la historia de cómo alguien llegó a tener las
creencias que tiene. La idea sobre la que se apoya este naturalismo epistemológico más
moderado es que las creencias (y las teorías, cosmovisiones, etc.) no pueden ser aisladas
del contexto (en un sentido amplio de contexto) en el que surgen.
Naturalismo estético
El naturalismo estético no es tanto una doctrina estética como la asociación de la estética
con el naturalismo en el arte, una corriente artística que se puso en muy en boga en el
siglo XIX. Según este punto de vista, el arte, en un sentido amplio (incluyendo la
literatura, por ejemplo) debe representar el mundo tal y como es, atrayendo nuestra
atención y nuestra sensibilidad estética hacia caras del mundo que nos pasan
desapercibidas por las razones que sea. Técnicas como el cubismo o la poesía simbolista
serían rechazados por los naturalistas estéticos.
Filosofía Medieval Cristiana

La filosofía medieval cristiana1 fue utilizada para explicar y defender las


realidades afirmadas por el cristianismo, pero también para fomentar un
correcto entendimiento de las mismas.
En efecto: lo que se podría llamar “filosofía medieval cristiana” jugó una
función ancilar a lo largo de la Edad Media, fungiendo de sirvienta para el
desarrollo de la teología. De hecho, quizá el nombre más preciso
para distinguir el fenómeno intelectual de la cristiandad medieval
sea “teología filosófica”. Para llevar a cabo este proyecto, los teólogos
medievales desarrollaron todo un vocabulario mediante el acuño de nueva
terminología y dotando de significado teológico términos provenientes de otros
campos del saber. Muchos primeros escritores cristianos se dedicaron al
estudio de la filosofía antes de convertirse al cristianismo y desarrollar la
teología cristiana. Gracias al tiempo invertido al estudio de la filosofía, estos
pensadores se percataron de la pertinencia de la filosofía para formar un
cuerpo doctrinal. El caso paradigmático de este modelo de escritor cristiano
fue San Agustín.

San Agustín
Es de sobra conocido que fue San Agustín quien articuló las bases
teóricas para la filosofía medieval cristiana, acentuando la prioridad teórica de
las verdades reveladas, expresadas en la doctrina cristiana y en la Biblia. Con
respecto al contenido proveniente de la filosofía pagana, las verdades
reveladas sirvieron a San Agustín como una especie de medida para regular
tesis y argumentos filosóficos, de tal manera que se pudiera dirimir la verdad de
esas afirmaciones. El modus operandi de San Agustín es el modelo de todo
pensador (no sólo filósofo) cristiano: empezar creyendo la verdad revelada e
intentar adquirir entendimiento de lo anteriormente creído. Según San
Agustín, utilizar argumentos filosóficos para esclarecer y defender la doctrina
cristiana no sólo es legítimo, sino que es también un deber (digámoslo así:
epistémico) para el pensador cristiano, pues es gracias a la facultad racional
que los seres humanos nos asemejamos a Dios: despreciar la razón sería
despreciar la imagen de Dios en nosotros.
Al momento de articular un cuerpo doctrinal, San Agustín dotó de herramientas
filosóficas a los pensadores cristianos que les ayudarán a articular, exponer y
clarificar su mensaje teológico. En las obras de San Agustín se encuentran
reflexiones “teológico-filosóficas” que oscilan desde la naturaleza del
pecado hasta el misterio de la Trinidad. Esta clase de teología filosófica
informó el desarrollo teológico y filosófico de la Edad Media. Por mencionar
algunos ejemplos: Cur Deus Homo, De Casu Diaboli, y De Conceptu Virginali et
de Peccato Originali de San Anselmo; Theologia Summi Boni de Pedro
Abelardo; De Sacramentis de Hugo de San Víctor; y, De Trinitate de Ricardo de
San Víctor, son algunas de las obras que se inscriben en la tradición de la
teología filosófica inaugurada por San Agustín, en donde no hay una distinción
muy clara entre teología y filosofía.

Las Sentencias
Con la emergencia de las facultades de teología en las universidades
europeas, el estudio de la teología comenzó a presuponer estudios
rigorosos en filosofía, exégesis bíblica y familiaridad con los textos de los
Padres de la Iglesia y de los primeros teólogos cristianos. Las Sentencias
de Pedro Lombardoconstituyen un claro ejemplo de estos últimos. Las
Sentencias presentan sistemáticamente la doctrina cristiana,
consistiendo de cuatro libros dedicados al estudio de la Trinidad, la
creación, la Encarnación y los sacramentos. Dado que Las Sentencias de
Pedro Lombardo fue el libro de texto tradicional para los estudiantes de
teología, pensadores de la talla de San Alberto Magno, San Buenaventura,
Santo Tomás de Aquino, el Beato Duns Escoto y Guillermo de Occam, las
estudiaron e hicieron comentarios sobre ellas en su último estadio de
entrenamiento intelectual. Es así que un correcto entendimiento del armazón
de la teología filosófica de los siglos XIII y XIV implica un estudio de Las
Sentencias de Pedro Lombardo.
Véase: S. F. Brown (1996: 267-87) y S. MacDonald (2010: 91-8).
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