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Honrando a Cristo siendo fiel a Sus Escrituras - pensando, viviendo y sirviendo bíblicamente para
adquirir madurez en la iglesia y alcanzar a los perdidos para la gloria de Dios
Pero estoy seguro de vosotros, hermanos míos, de que vosotros mismos estáis
llenos de bondad, llenos de todo conocimiento, de tal manera que podéis
amonestaros los unos a los otros. Romanos 15:14
Módulo I
ADVERTENCIA
Información sin Transformación produce hipocresía y fariseísmo.
El propósito de este manual es ayudar al siervo del Señor a entender fielmente la Biblia en
su estudio de ella. Este manual explica el uso práctico de lo que llamamos la “hermenéutica”.
La claridad de la Escritura
La Reforma comenzó porque un hombre se dedicó a volver al estudio de la Biblia, y Dios
lo llevó a entender y fundamentar su vida sobre la verdad revelada, en un contexto donde
todo el mundo vivía en base a la tradición, el pragmatismo y el temor a la persecución
religiosa.
“En el siglo XVI, los reformadores declararon su entera confianza en lo que denominaron
la “perspicuidad” de la Escritura. A lo que se referían con este término técnico era a la
“claridad” de las Escrituras. Afirmaban que la Biblia era clara, lúcida y es lo suficientemente
sencilla para que cualquier cristiano pueda entender su mensaje básico…. Lutero estaba
convencido de que si algo era difícil de entender en una parte de la Escritura, se afirmaba con
claridad y sencillez en otras partes de la Escritura.” (3) ¡Normalmente nuestro problema no
está tanto en entender lo que dice, sino en obedecer lo que dice, poniéndola en práctica!
Podemos estar seguros que el Dios que nos creó con tanto amor, que envió a Su Hijo
para redimirnos con tanto cuidado, para que seamos parte de Su Familia, que oye los
gemidos de toda su gente, desde el más humilde hasta el filósofo, desde el lerdo al docto más
refinado, Él quiere que lo conozcamos íntimamente y que conozcamos Su mente y Su
voluntad. Su mensaje es lo suficientemente sencillo y claro como para que la más simple de
sus criaturas que ha sido redimida, lo entienda.
Una de las cosas más importantes que la Reforma logró, fue devolver la Biblia al pueblo,
animando a que todo creyente lea y estudie personalmente la Biblia. En muchos países de
Europa hicieron un gran esfuerzo por traducir la Biblia del griego y el latín, a la lengua
vernácula o del pueblo. Incluso muchas personas murieron perseguidas por hacer esto. Uno
de los mayores logros de Lutero fue la traducción de la Biblia al alemán con el fin de que
cualquier persona pudiera leerla por sí mismo.
En los siglos antes de la Reforma solo los sacerdotes y eruditos estaban autorizados para
leer e interpretar la Biblia. Pero los reformadores entendieron, por las Escrituras, que cada
creyente es un sacerdote, tiene el privilegio y la responsabilidad de ir directamente a Dios, y
esto nos da derecho a Su Palabra. La base bíblica para creer esto es 1ª Pedro 2:5-9 que dice,
“También vosotros, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual para un sacerdocio
santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo…. Pero
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vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de
Dios, a fin de que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz
admirable.” En estos versos, el Apóstol Pedro explica que cada creyente es un sacerdote, que
somos un reino de sacerdotes, no para mediar el perdón de los pecados como en el Antiguo
Testamento, sino para ir directamente a Dios por medio de Jesucristo, sin la necesidad de otra
agencia o intermediario. No existe la necesidad de ir a un sacerdote humano cuando tenemos
el Sacerdote divino, Jesús, a quien podemos acudir en cualquier momento puesto que Él ha
hecho el sacrificio perfecto y completo una vez y para siempre. Solo Cristo es el Mediador
entre nosotros y Dios; no hay otro (1ª Timoteo 2:5). Por medio de Cristo tenemos acceso
directamente a Dios.
Una de las más importantes implicaciones de la verdad bíblica del sacerdocio de cada
creyente es el privilegio que tenemos, de poder interpretar de la Biblia, lo que llamamos la
“interpretación privada”. Este término no significa que podemos interpretar la Biblia con
nuestro propio capricho y cómo nos dé la gana, sino que estudiándola correctamente, cada
creyente tiene el derecho y la responsabilidad de entender lo que Dios dice en Su Palabra.
Lutero escribió mucho sobre este tema, cuando las autoridades de la Iglesia Católica Romana
se le pidió que se retractara de sus escritos al final en la Dieta de Worms, Lutero contestó:
“A no ser que yo esté convencido por la Sagrada Escritura o por razón evidente, no
puedo retractarme, pues mi conciencia es cautiva de la Palabra de Dios, y el actuar
contra la conciencia no es correcto ni seguro. Esta es mi posición, ¡no puedo tomar
ninguna otra! Dios me ayude”.
Cuando Lutero dijo: “A no ser que yo esté convencido…” estaba afirmando este principio
de la interpretación privada para el creyente.
“En debates anteriores en Leipzig y Augsburgo, Lutero se había atrevido a interpretar la
Escritura en forma contraria a las interpretaciones rendidas por los papas y por los concilios
de la iglesia. El hecho de que fuese tan atrevido le ganó la repetida acusación de arrogante
por los miembros del clero. Lutero no tomó esos cargos a la ligera sino que agonizaba sobre
ellos. El creía que podía estar equivocado pero insistía en que el papa y los concilios también
podían errar. Para él solamente una fuente de verdad estaría libre de error. Dijo: “Las
Escrituras jamás se equivocan”, por tanto, a menos que las figuras de la iglesia pudieran
convencerlo de su error, él se sentía moralmente obligado a seguir adelante con lo que su
conciencia sabía que la Escritura enseñaba. Con esta controversia nació, bautizado con fuego,
el principio de la “interpretación privada”.
“Tras la valiente declaración de Lutero y su subsiguiente trabajo de traducir la Biblia al
alemán, la Iglesia Católica Romana no permaneció inactiva. Movilizó sus fuerzas en una
contraofensiva de tres puntas conocida como la Contrarreforma. Una de las púas más afiladas
del contraataque fueron las acusaciones contra el protestantismo formuladas por el Concilio
de Trento. El concilio discutió y se opuso a muchas de las cuestiones suscitadas, promovidas
por Lutero y otros reformadores. Entre ellas se encontraba la de la interpretación privada.
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Dijo el Concilio: “Para controlar los espíritus desenfrenados [el Concilio] decreta que nadie,
basándose en su propio juicio, podrá en asuntos de fe y moral referentes a la edificación de la
doctrina cristiana, trastornando las Sagradas Escrituras de acuerdo con sus propios conceptos,
presumir de interpretarlas contrariamente al sentido que la Santa Madre Iglesia, a quien
pertenece el derecho de juzgar por su sentido e interpretación verdaderos, ha mantenido o
mantiene, o incluso en contra de la enseñanza unánime de los Padres, a pesar de que tales
interpretaciones en ningún momento deberán ser publicados”.
“¿Capta usted el sabor de esta proclama? La declaración dice, entre otras cosas, que es la
responsabilidad del departamento de enseñanza de la Iglesia Católica Romana el interpretar
las Escrituras y declarar su significado. Este no deberá ser un asunto de juicio u opinión
privada. Esta declaración de Trento fue claramente concebida para responder al principio de
la Reforma de la interpretación privada. Sin embargo, si examinamos detenidamente esta
declaración, podemos ver que contiene un malentendido muy serio en cuanto al principio
reformador. ¿Promovieron los reformadores la noción de desenfreno? ¿Significa la
interpretación privada de la Biblia que un individuo tiene el derecho de interpretar la
Escritura en una forma antojadiza, caprichosa sin ninguna restricción? ¿Debe el individuo
tomar en serio las interpretaciones de otros, tales como los que se especializan en enseñar las
Escrituras? Las respuestas a estos interrogantes son obvias. Los reformadores también se
preocupaban por las formas y los medios de controlar la anarquía mental. Esta es una de las
razones por las que trabajaron tan arduamente para delinear los principios sólidos de la
interpretación bíblica como un dique, una barrera a la interpretación extravagante. Pero la
forma en que ellos buscaban el control del pensamiento anárquico no era la de declarar que
las enseñanzas de los maestros de la iglesia eran infalibles.
“Quizás el término más crucial que aparece en la declaración de Trento sea la palabra
„trastornar‟. Trento dice que nadie tiene el derecho particular de „trastornar las Escrituras‟.
Con ello los reformadores estaban completamente de acuerdo. La interpretación privada
jamás significó que los individuos tenían el derecho a trastornar las Escrituras. Con el derecho
a la interpretación privada viene la sobria responsabilidad de la interpretación exacta. La
interpretación privada da la licencia para interpretar, pero no para trastornar. Cuando
volvemos la vista al periodo de la Reforma y vemos la respuesta brutal de la Inquisición y la
persecución de aquellos que tradujeron las Escrituras a la lengua vernácula para hacerlas
accesibles a los laicos, nos horrorizamos. Nos preguntamos cómo los príncipes de la Iglesia
Católica Romana podrían ser tan perversos como para torturar a las personas por leer la
Biblia. Nos deja perplejos inclusive el hecho de leer tales cosas. Sin embargo, lo que con
frecuencia pasamos por alto en ese reflejo histórico es que había muchas personas bien
intencionadas que se hallaban involucradas en aquello. Roma estaba convencida de que, si se
ponía la Biblia en las manos de un creyente indocto, sin preparación, y se le permitía
interpretar la Biblia, surgirían distorsiones grotescas que llevarían a las ovejas a la deriva,
probablemente al tormento eterno. Por tanto, para proteger a las ovejas de embarcarse en un
Partiendo desde el compromiso de entender la Biblia fielmente usando las 3 reglas básicas
que los reformadores utilizaron (la analogía de la fe, el sentido literal y el método gramático-
histórico), estas 10 reglas ayudan en la práctica de interpretar sanamente la Biblia:
Regla 1: La centralidad de CRISTO. Ponemos esta regla primero porque es la más
importante. Si deseamos entender cualquier parte de la Biblia, la debemos estudiar a la luz del
mensaje central de la Biblia: Cristo y Su Obra de Redención. El apóstol Pablo dice en 1ª
Corintios 3:11-13 que: “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el
cual es Jesucristo. Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas,
madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará,
pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará.” Hay un
solo Fundamento, este es Cristo, quien es Dios soberano, santo, amoroso y la solución para
nuestro pecado que nos separa de Dios. Jesús es el único Mediador, quien nos salva por
medio de su muerte en la cruz. La salvación es por la gracia de Dios, la cual recibimos por
medio de la fe. Solo sabemos esta verdad por la Biblia que es la Revelación de Dios y nuestra
autoridad. Puesto que Cristo y Su Obra son el mensaje central, entendemos el significado de
cada parte de la Biblia interpretándola a la luz de este gran plan de Salvación.
Esto significa que reconocemos que hay una diferencia entre los asuntos fundamentales y
centrales de la Biblia y las expresiones secundarias en la Biblia. Los Fundamentos de la Biblia
son las verdades centrales acerca de la salvación y el evangelio (el mensaje central de la
Biblia). Uno de los más grandes errores que cometemos como Evangélicos es hacer que
asuntos secundarios se vuelvan asuntos céntrales. Por ejemplo: La Segunda Venida de Cristo es
Fundamental; pero, cómo entendemos los detalles de la Segunda Venida de Cristo, es una
expresión secundaria. Es central que Cristo es la Cabeza de Su Iglesia; pero, la manera en la
cual diferentes grupos entienden la expresión del gobierno de la iglesia es un asunto
secundario. El hecho de que el Espíritu Santo en nosotros nos usa para Su servicio es
Fundamental; pero cómo expresamos los dones espirituales es secundaria.
Regla 2: La Biblia debe leerse usando las reglas que usamos con cualquier otra
literatura. No malentendamos esta regla. La Biblia sí es la Palabra de Dios inspirada e
infalible, y este hecho la ubica en una categoría especial por sí misma. Pero para leer y
entenderla, tenemos que afirmar que un verbo sigue siendo un verbo y un nombre común
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sigue siendo un nombre común, igual que en cualquier otro libro. La Biblia ha de ser
interpretada con las mismas reglas de otro libro.
La diferencia de la Biblia con todos los otros libros es que el autor está presente. Esto es lo
que Dios explica a través de Pablo en 1ª Corintios capítulos 1 y 2. En 1ª Corintios 1:18-19 dice
que “Porque la Palabra de la cruz es necedad para los que se pierden, pero para nosotros los
salvos es poder de Dios. Porque está escrito: destruiré la sabiduría de los sabios y el
entendimiento de los inteligentes desechare.” Aquí vemos que la Biblia (la Palabra que fue
escrita) es la revelación que le pertenece a Dios; es inspirada por Él. Luego en 1 Corintios
2:11-12 Pablo dice: “Nadie conoce los pensamientos de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros
hemos recibido, no el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para que
conozcamos lo que Dios nos ha dado gratuitamente.” Esto habla de la necesidad de la
iluminación de Dios para que entendamos la Biblia. 1 Corintios 2:14 repite esta misma verdad,
“Pero el hombre natural no acepta las cosas del Espíritu de Dios, porque para él son necedad; y
no las puede entender, porque se discierne espiritualmente.” Esto dice que solo entendemos la
verdad espiritual de la Biblia con la ayuda del Espíritu Santo iluminando nuestra mente y
ayudándonos a entender la verdad espiritual. Entonces cuando leemos y estudiamos la Biblia,
debemos orar y pedir que el Señor abra nuestro entendimiento espiritual para comprender Su
verdad espiritual. Pero no olvidemos que cuando hacemos esto, tenemos que usar las reglas
establecidas para entender sanamente lo que dice.
Regla 3: Lea la Biblia vivencialmente. Cuando leemos la Biblia debemos encontrarnos
apasionada y personalmente envueltos en lo que leemos. Colocándonos en “el escenario” del
texto nos ayuda a entenderlo mejor. Imaginemos por ejemplo que estamos dentro del bote
en Marcos 4 – ¿vemos las grandes olas? ¿Saboreamos la sal en nuestra boca? ¿Sentimos el
miedo de morir ahogados? ¿Cuál es nuestra reacción al ver al Señor Jesús que con dos
palabras de mando, trae tranquilidad absoluta a una situación de absoluto caos? ¿Qué
aprendemos del Señor Jesús junto con los discípulos?
O cuando leemos Mateo 28:11-15, ¿podemos colocarnos en los zapatos de los soldados
que recibieron ese soborno para cambiar la historia? Les pagaron para negar lo que vieron en
la tumba la mañana de la resurrección de Jesús. Nuestro amigo viene y nos pregunta,
“Claudio, dicen que la tumba está vacía. ¡Cuéntame lo que pasó!” “Bueno… me da vergüenza
decirte, pero… nos dormimos… y vinieron los discípulos de Jesús, y robaron el cuerpo.”
Nuestro amigo responde, “¿Cuántos soldados eran - unos 60, no?” “Sí”. “Y ¿se durmieron…
todos?” “Sí, todos nos dormimos profundamente”. “¿Tan profundamente que lograron entrar
11 hombres, movieron una enorme piedra, desvistieron a Jesús, doblaron la ropa en perfecto
orden, sacaron el cuerpo por el jardín, y ninguno de ustedes despertó?” “Sí, esto es lo que
pasó”, pensando que esa mentira no es muy convincente. Nuestro amigo insiste y nos
pregunta: “Claudio, ¿tú también estabas durmiendo?” “Sí”. “Y ¿todos dormían?” “Sí”.
“Entonces… ¿Cómo saben que fueron los discípulos que robaron el cuerpo… Si todos
dormían? ¿De dónde sacan la evidencia que fueron los discípulos? ¿Quién les dijo que eran
ÍNDICE
1. Sproul p24
2. Sproul p11
3. 2b Stibbs. Alan, Entendiendo, Exponiendo y Obedeciendo la Palabra de Dios, Patermaoster,
Inglaterra, 1818 p 135
4. Sproul p11
5. Sproul p32
6. Sproul p37
7. Sproul p38
8. Grenz. Guretzki, Nordling, Términos Teológicos: Diccionario de Bolsillo (El Paso, Texas: Editorial
Mundo Hispano. 2006) p. 6-7.
9. Sproul p56
10. Sproul p 61
11. Sproul p70
12. Sproul p71
13. Sproul p73
14. Sproul p85
15. Sproul p88
Bibliografía General
Carson, D.A. “Interpretación Bíblica y la Iglesia”, Thomas Nelson 1984
Fee, Gordon. “Cómo leer la Biblia Profundamente”, Zondervan 2003
Kaiser, Walter. “Introducción a la Hermenéutica Bíblica”, Zondervan 1994
Sproul, R.C. “Cómo Estudiar E Interpretar La Biblia”, Intervarsity 1977
Wiersbe, Warren. “Los Deleites de Estudiar la Biblia”, Cook, 2018
La Biblia de Las Américas – las referencias bíblicas son tomadas de LBLA