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142 La expresión "teoría del conocimiento" la introdujo por primera vez Ernest
Reinhold en 1832, y fue recogida por Edward Zeller en 1862, utilizándose
desde entonces de forma habitual. Utilizaremos como equivalentes “teoría del
conocimiento” y “gnoseología”.
143 Del griego "gnosis" (conocimiento) y "logos" (discurso), el término
pp. 25-118; KELLER, A., Teoría general del conocimiento, Herder, Barcelona, 1988;
LLANO, A., Gnoseología, Eunsa, Pamplona, 1984; QUESADA, D. (coord.),
Cuestiones de teoría del conocimiento, Tecnos, Madrid, 2009; RÁBADE, S., Teoría del
conocimiento, Akal, Madrid, 1995; VERNEAUX, R., Epistemología general o crítica del
conocimiento, Herder, Barcelona, 1994 (9ª ed.).
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150 Las respuestas radicales no son las más frecuentes en la historia de la teoría
del conocimiento. Lo más común es adoptar variantes del escepticismo o del
dogmatismo: por ejemplo, un escepticismo moderado o un dogmatismo
moderado, que muchas veces coinciden. En las formas moderadas de
escepticismo o de dogmatismo se suele afirmar que el conocimiento es posible,
pero no de un modo absoluto, sino sólo relativamente. Los escépticos
moderados suelen mantener que hay límites en el conocimiento. Los
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experiencia (a priori).
b. Empirismo: Para el empirismo, el origen del conocimiento es la
experiencia, entendiendo por ella la percepción de los objetos sensibles
externos (las cosas) y las operaciones internas de la mente (emociones,
sensaciones, etc.). Esta afirmación no tiene la misma significación en todos los
empiristas. Si para Locke estas ideas (percepciones) son objetivas, es decir, son
producidas por las cosas mismas o substancias, para Berkeley y Hume no se
puede admitir que nuestras ideas sean causadas por las cosas materiales.
Berkeley negará la existencia de la substancia material: la causa de nuestras ideas
es Dios y nuestra propia mente. "Ser" consiste únicamente en ser percibido (esse
est percipi). Hume extenderá su crítica empirista a la existencia de toda
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154 Hume, consecuente con los postulados del empirismo, criticará y negará la
posibilidad de la metafísica, al no tener base empírica y traspasar los límites de
la experiencia. Las ideas de la metafísica son absurdas e ininteligibles, porque no
provienen de ninguna impresión sensorial de la cual sea copia la idea. Tampoco
aceptará que la física pueda proporcionar un conocimiento verdadero y
necesario sobre los fenómenos (cuestiones de hecho) por basarse en el principio
metafísico de la causalidad. Sobre los fenómenos naturales no cabe más que un
conocimiento probable basado en la creencia. Únicamente la matemática, que
no se fundamenta en la experiencia, sino en nuestras propias ideas y en las
relaciones que mantienen estas entre sí, puede considerarse una ciencia en el
sentido estricto de la palabra: un conocimiento absolutamente verdadero y
necesario sobre las cosas.
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las cosas? Por ejemplo, ante un extraño fenómeno que aparezca en el cielo no se
satisface a un hombre asegurándole "que está muy lejos" o que "es inofensivo",
sino que será necesario explicarle que se trata de un eclipse o de una aurora boreal,
y si sabe qué es eso sólo entonces se dará por satisfecho.
Así pues, el hombre posee una curiosidad natural que le lleva a
preguntarse ¿qué son las cosas?, ¿cómo son? y ¿por qué son así? Y esto lo
advertimos ya en los primeros años de la infancia, en los que los niños preguntan
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de la libertad, ya que no puede haber libertad donde no se sabe qué son las cosas.
Así pues, verdad y libertad son realidades y categorías distintas, pero íntimamente
relacionadas, ya que la verdad es la fuente de la libertad.
Llegados a este punto de la exposición, cabe preguntarse qué es
propiamente la verdad158. Aunque, al hilo de la introducción, ya nos hemos
aproximado digamos que, intuitivamente, a lo que es la verdad, ahora vamos a
intentar precisar un poco más los términos:
mismo, falla. Por el contrario, se habla de error, cuando afirmo de una manera
segura una declaración que no es correcta. Si no estoy seguro de si es verdadera y,
sin embargo, la afirmo, es una toma de posición desleal desde fuera, y si estuviera
cierto de su falsedad, sería una mentira; pero un error, propiamente dicho, sólo
existe cuando falsamente la doy por verdadera con certeza. También debemos
distinguir entre nesciencia, ignorancia y error. Llamamos "nesciencia" a la simple
ausencia de saber. La "ignorancia", por su parte, añade un nuevo matiz a la mera
carencia de conocimiento: es la privación de un conocimiento para el que se posee
naturalmente aptitud. Finalmente, el "error" consiste en afirmar lo falso como
verdadero. Por lo tanto, el error añade -con respecto a la ignorancia- un nuevo
acto: se puede ser ignorante sin formar ninguna sentencia acerca de lo ignorado y,
en tal caso, no se yerra; mientras que el error consiste en hacer un juicio falso
acerca de lo que objetivamente se ignora.
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