Sie sind auf Seite 1von 10

NARRACIÓN MEDIÁTICA

Una de las afirmaciones más incontrovertibles es aquella que dice que somos los relatos
que producimos de nosotros mismos como sujetos y como culturas. Habitamos la cultura
de la narración como estrategia para sobrevivir, resistir e imaginar la vida. En el mundo de
la vida, aunque no tengamos nada, tenemos relatos para explicarnos e imaginarnos.

El relato no tiene ninguna explicación psicológica, es puro relato. Es un canje continuo de lo


oral a lo escrito, de lo escrito a lo oral. No se conoce el autor. Lo que cuenta es el relato y el
transmisor. Es una cadena de transmisores, adaptadores, oyentes, narradores [ ... ] Es una
mezcla de enseñanzas, de ejemplos morales y fantasías. Este libro excluye toda conclusión,
es un libro inacabado e inacabable.

Algo queda evidente, en todo caso: narrar es una estrategia de seducción, una táctica
dilatoria, un asunto de paciencia, una estrategia para mantenerse vivo. He ahí la
importancia cultural y comunicativa de la narración. El mundo deviene narración; un
minimalismo encantador, ya que la vida de un sujeto resume el destino de todos los
hombres; el todo social adquiere sentido en una historia particular.

Para ser y comprendernos, contamos. Los seres humanos, las culturas y las sociedades son
experiencia; frente a ella podemos intentar comprensiones y explicaciones teóricas y
conceptuales, pero sólo podemos comunicar lo que vivimos o deseamos si convertimos
nuestras experiencias en historias. Siempre que buscamos explicarnos, nos convertimos en
una historia. ¡Narramos!

Narramos en cuanto buscamos conocernos. Tal vez por eso es que nos educamos a través
de historias, amamos seduciendo con historias, vivimos para tener experiencias que se
puedan convertir en historias. Vivir es poder contar nuestro paso por el mundo, ya que es
‘a través de la narración como damos significado y legitimidad a la realidad cultural’.

«La narración puede ir del registro de un cambio (por lo general, existencial) a la exploración
de sus causas (por qué se produjo el cambio o la situación) o a las consecuencias (qué
produjo, qué nuevo orden instauró o no modificó)>> (Ford, 2001: 264). La narración es una
forma de pensar, comprender y explicar a través de estructuras dramáticas; cuentos
contados que tienen comienzo, nudo y desenlace; historias de sujeto que, con base en
motivos, busca una meta pero encuentra diversos conflictos que le impiden llegar al
objetivo, al final se supera el obstáculo y la suerte cambia. Somos el relato que contamos
de nosotros mismos.

Narramos inscritos en una tradición y narramos como colectivo, o mejor ún, para
conectarnos con los otros y crear comunidades de sentido. No hay narrativa sin cultura, es
decir, sin leyes, sin convenciones; estén éstas establecidas o no en un código formal, lo que
debe ser narrado se define. No sólo somos los hijos de estas tradiciones, sino que la misma
identidad es narrativa, pues la narrativa actúa, configura memoria, anticipa futuro, provee
dentidad (Chilun, 2000). Así, la narración es ese articulador entre nuestro pasado y nuestro
futuro: «Nuestras relaciones perceptivas funcionan porque damos confianza a un relato
previo. Vivimos según un relato histórico.

En el fondo, nosotros buscamos, en el transcurso de nuestra existencia, una historia


originaría que nos diga por qué hemos nacido y hemos vívído» (Eco, 1996: 144 y 152).
Narramos porque queremos encontrarle sentido a nuestro estar en el mundo.

«La narrativa nos ofrece la posibilidad de ejercer sin límites esa facultad que nosotros
usamos tanto para percibir el mundo como para reconstruir el pasado. [ ... ] A través de la
narrativa adiestramos nuestra capacidad de dar orden tanto a la experiencia del presente
como a la del pasado»

El narrar cumple diversas funciones: para impactar o sorprender, ironizar, mostrar lo


incomprensible, lo imprevisto y paradójico de la naturaleza humana. Para explicar el origen
y los hábitos de los hombres y las características de las cosas. Para transmitir enseñanzas
sobre éste o «el otro» mundo. Para jugar y entretenerse. Para explorar con la imaginación
los mundos posibles, los misterios del universo o los fantasmas del inconsciente. Para
alabar, para criticar, para burlarse de los demás. Y también para explorarse a sí mismos.
Otras veces es para mostrar estados o acciones elementales, emotivas o éticas,
ejemplificadoras de la maldad o la bondad, la solidaridad o el egoísmo, el heroísmo o la
cobardía, la mentira o el engaño, la franqueza y la verdad, la astucia. Y también situaciones
arquetípicas (símbolos recurrentes, estructuras rituales o míticas): pasajes, aprendizajes,
pruebas, conquistas.

En la actualidad, la vida, la ciencia, el conocimiento, se relatan en una diversidad de


formatos que prometen realidad pero en forma de ficción; son encantadoras maneras de
fabular el mundo de la vida; la ciencia se ha convertido, también, en un asunto de narración.

Así, la clasificación de los pensadores no se realiza desde las ciencias (filosofía, psicología,
antropología ... ), sino desde su estilo narrativo. Asistimos a nuevos modos de presentar las
investigaciones, como lo son las historias literarias, los ensayos artísticos, las fantasías
barrocas, los testimonios.

l. ¿Qué es la narración?

La narrativa se ha constituido en «saber, oficio y práctica» que comparten los productores


y las audiencias; saber que posibilita la inteligibilidad de lo comunicado, experiencia que
permite generar comunidad de sentido sobre la comunicación. La narrativa es una
perspectiva paca captar el significado o el funcionamiento de los fenómenos comunicativos;
es una matriz de comprensión y explicación de las obras de la comunicación.

Se quiere encontrar el modo propio de comunicabilidad de la obra mediática. En este


sentido, se asume que la narrativa (Vladimir Propp en García Jiménez, 1996: 16-17) es la
forma del contenido (acontecimiento, acción, personajes, espacio y tiempo) y la forma de
la expresión (sistema semiótico de mediación del narrar: radio. tele, teatro). Busca hacer
legible los mensajes a través de las estrategias de organización del discurso mediático; como
formas del relato que comparten procedimientos comunes y referencias arquetípicas
vinculantes a partir de los referentes morales, estéticos y dramatúrgicos conocidos (Chilun,
2000). La narrativa se refiere, aquí, a los mecanismos mediante los cuales se establece el
intercambio simbólico y dramatúrgico entre quien produce y quien asiste al mensaje
mediático.

El poder de interpelación (comunicar, llamar la atención, tener impacto) que tiene la


narración se encuentra en que propone una relación emocional y comprensible desde y en
el hecho de contar historias. Podemos no saber qué significa, pero sabemos cómo disfrutar
su historia. La narrativa no es un aspecto del lenguaje, aunque todo el mundo lo ve como
un producto del mismo (¡la dominación de la escritural!). La narrativa es una forma de
pensar desde el contar, su fuerza se encuentra en que es un dispositivo de fabulación, de
encantamiento, una estrategia de buscar la forma de la experiencia de la vida. «Los textos
narrativos son aquellos cuyo significado está en las historias (en el cuento contado)>>
(García Jiménez, 1996: 17). No hay narración que no esté mediatizada por signos, símbolos
y textos.

• Mediación a través de los signos: con ello se afirma la condición originariamente


lingüística de toda experiencia humana. El camino más corto entre mí y yo mismo es la
palabra del otro, que me hace recorrer el espacio abierto de los signos.

• Mediación a través de los simbolos: expresiones con doble sentido, que produce un
conflicto de interpretaciones.

• Mediación a través de los textos. Gracias a la escritura, el discurso adquiere una


triple autonomía semántica: respecto a la intención del locutor, respecto a la recepción del
auditorio primitivo y respecto a las circunstancias económicas, sociales y culturales de su
producción. Lo escrito obtiene la condición de devenir-texto del discurso.

La narración opera en estos tres niveles: signos, símbolos y textos que marcan el acto de
narrar pero se diluyen en historias.

Estas instrucciones se refieren a esquemas de contar establecidos en la sociedad (géneros


y formatos), esquemas de referencia (historias canónicas), esquemas procedimentales
(dramaturgia) y esquemas estilísticos (marcas de significación que construyen
comunalidades y diferencias) (Casserti, 1994). Esto significa que la narrativa se concreta en
su «adentro>, como una serie de formas efectivas de conexión de los acontecimientos
(relaciones de causalidad O contradicción), construcción de la temporalidad (orden,
frecuencia, duración), relato desde el espacio (relaciones de elementos, ambientación y
montaje) y constitución del estilo (procedimientos técnicos, lingüísticos y estéticos). Así, la
narración es el acto de interpelar (llamar a relación) a partir de la actuación de diversas
estrategias de comunicabilidad que presentan tres ejes de acción: la unidad de personaje o
sujeto, la unidad de espacio o universo del relato, y la unidad de tiempo. Ricoeur (2000:
190) afirma que el tiempo es el elemento fundamental para la narración: La trama es el
resultado, pero, a su vez, el acto de producción de la narración.

La trama es la mediadora entre el acontecimiento y la historia. Toda trama es una forma de


un tomar conjuntamente, que integra acontecimientos en una historia y que compone,
conjuntamente, factores tan heterogéneos como las circunstancias, los personajes con sus
proyectos y motivos, interacciones que implican cooperación u hostilidad, ayuda o
impedimento y, por último, casualidades. La narrativa, entonces, puede ser comprendida
como «el acto de hacer-relato», como la acción de «elaboración de la trama» que se expresa
en cuatro intervenciones:

1.- Selección disposición de los acontecimientos y de las acciones narradas, que hacen de
la fábula una historia completa y entera, que consta de principio, medio y fin.

2.- Acciones que provocan un cambio de suerte, un “nudo” por deshacer, una peripecia
sorprendente, una sucesión de incidentes lamentables u horrorosos.

3.- Producción de historias, en la medida en que compensa la peripecia mediante el


reconocimiento, que sella el destino del héroe mediante un último acontecimiento que
aclara toda la acción.

4.- Toda historia debe producir en el espectador la catarsis de la compasión y el terror.

2. Narración y cultura mediática

La narración o su efecto, llamado trama o historia, produce dispositivos de comprensión


social. El potencial de conexión e identificación que generan los relatos mediáticos, no es
evadirse de la realidad, sino ir al encuentro de las experiencias de la vida. “La asociación de
imágenes, ambientes, razones, sentimientos y sensaciones con la contextualización de
detalles de la vida privada (…) forma lazos dialógicos que implican a la audiencia en la
recreación de significados o realidades (…), significa interactuar imaginativamente la
relación entre la experiencia personal y aquellos códigos y convenciones con cuyas
imágenes se identifica por razones de uso, gusto y popularidad.
La especificidad de la comunicación se encuentra en la narración; que comunicar es la
búsqueda de las formas antes que la de los contenidos que se despliegan; que el
comunicador es un experto en la narración, antes que un productor de teoría social; que
comunicar es producir conocimiento desde el acto de narrar. Así, las narrativas mediáticas
son simultáneamente dispositivos de producción y dispositivos de análisis de la actuación
de los medios de comunicación.

¿Qué se estudia para la producción/análisis de las narrativas mediáticas? El canear, el


narrar, el conflicto, las competencias, las intervenciones, el estilo, la memoria, la
significación.

El contar: En el acto comunicativo, el habla situada en la acción social constituye sus


significaciones en la práctica de los participantes:

• el contar: quién lo dice, a quién, cómo, cuándo, respecto a qué.

• el contexto: los estilos, los canales, el contexto en el cual actúa.

• los propósitos, los intereses y las metas (las intenciones).

El narrar: El acto y el acontecimiento de narrar construyen modelos comunicativos en los


que interactúan todos los actores, para generar así << un flujo de transferencias y
reacciones interpersonales >> (Buxó y De Miguel, 1999: 14). Los elementos narrativos que
participan en él son:

• Los sujetos: el productor, el actor y el espectador o la audiencia.

• Lo dramatúrgico: el argumento, la caracterización de los personajes, las acciones.

• Las intenciones: los contextos y las finalidades.

El conflicto: La narración tiene como fundamento una situación del conflicto producida por
una carencia inicial. Así, nos podemos imaginar cinco tipos clásicos de conflicto como origen
del relato:

1.- ser humano frente a hombre

2.- ser humano frente a sociedad

3.- ser humano frente a él mismo

4.- ser humano frente a naturaleza


5.- ser humano frente a destino. Y una más, Productores vs. Audiencias.

Para que haya conflicto es necesario que haya cooperación para que éste pueda realizarse.
Pero cooperación no significa consenso. No hay duelo sin acuerdo previo entre las partes,
sin una necesaria seducción por el otro que le lleva a buscado para encontrarlo en el terreno
de la lucha. No hay lucha o resistencia sin terrenos comunes, de entendimiento sobre
algunas reglas. ¿En qué consiste esa cooperación? Precisamente en la aceptación del
conflicto como base de la comunicación, en la evidencia de que sin conflicto no hay
comunicación.

Competencias Narrativas

La potencia de las culturas mediáticas se halla en el hecho de que productores y audiencias


comparten las competencias narrativas: lo que se produce se sabe comprender. ¿Desde qué
competencias? Desde las competencias de producción, dramatúrgicas, referenciales,
estéticas y de modo.

• Competencias de producción: Los modos, como las lógicas de producción y


consumo, determinan la producción del relato.

• Competencias dramatúrgicas: Las estrategias y las tácticas de construcción y


resolución del conflicto, de construcción de personajes y de manejo temporal.

• Competencias de referentes narrativos: Los modelos narrativos que intervienen en


el relato (géneros y formatos) como mecanismos expresivos en los cuales se negocia entre
tecnologías, oralidades y matrices culturales.

• Competencias estéticas: Las marcas culturales, de estilo y de modo de contar que se


establecen en la expresión mediática, que actualizan valores y juicios acerca de lo bello o lo
aceptado como institución del gusto validado.

• Competencias de tono: Los puntos de vista que toma el relato según la intención de
expresión y representación desde la que se producen los mensajes.

Intervenciones narrativas

Las narrativas mediáticas, en cuanto estrategias de contar (no sólo de representación) y


modos de interpelación comunicativa (no de difusión de contenidos), se caracterizan por
tres aspectos:
• Actualizar rituales, ya que la narración lleva a los medios de comunicación a
convertirse en experiencias de ceremonia, celebración y juego mediante las cuales se
inscribe en la vida cotidiana.

• Prometer expresión social a través de prácticas narrativas inscritas en una diversidad


de estrategias: informativas (periodismo), prácticas de seducción (publicidad y moda),
prácticas de compañía y ambiente (radio), prácticas de encantamiento (tele y cine),
prácticas de memoria y experimentación (vídeo), prácticas de conexión (Internet).

• Producir el significado desde las intencionalidades de producción y las comunidades


interpretativas.

El estilo

«Cabe destacar el argumento, los estilos y retóricas que hacen uso, por ejemplo, del humor,
la seriedad, la ironía, la convencionalidad y la espectacularidad según convenga destacar los
efectos exóticos, históricos, subversivos, de denuncia, de horror o de violencia»

Memoria Narrativa

Potencial para generar referentes de sentido común entre productores y audiencias,


referentes que se convierten en marcas de la memoria y la identidad.
Intervenimos/producimos el mundo de la vida desde los relatos. Los medios de
comunicación funcionan como soportes culturales uniendo memoria, representación, ritual
y narración.

Significación

Proliferación de significantes vacíos que deben ser llenados en cada intervención


comunicativa. Los mensajes mediáticos en formato de telenovelas, realities o historias de
Hollywood llevan a producir una práctica cotidiana de imaginación/comprensión común:
todos tenemos los mismos espejos desde donde mirarnos, todos tenemos la posibilidad de
ver nuestras vidas en las historias transmitidas por los medios. En este sentido, las historias
mediáticas constituyen un repertorio desde donde producir significación en la vida
cotidiana.

3. Modos de la Narración

La narración sólo existe como «imaginación reglada», como modos de creación que se
someten «a reglas». La productividad mediática se encuentra en el hecho de que establece
una comunidad de productores y audiencias que comparten las mismas reglas narrativas
para comprender e imaginar historias. ¿Cómo lo hace? Uno, a partir de su presencia
cotidiana y rutinaria en la vida; dos, retomando modelos de referencia canónicos a partir
de los cuales se construye el imaginario narrativo. «Para Jorge Luis Borges todas las historias
del mundo se pueden reunir en dos esquemas fundamentales: el de la Odisea, donde un
exiliado trata de volver a su patria y se encuentra con todo tipo de obstáculos para lograrlo,
y el del Nuevo Testamento, que cuenta cómo un hombre trata de salvar a sus semejantes y
perece en el intento.

Así, la narración es «un laboratorio de formas en el que ensayamos las configuraciones


posibles de la acción para comprobar su coherencia y su verosimilitud~~ (Ricoeur, 2000:
194). La imaginación reglada a la que se alude tiene un marco potente de comprensión
desde la categoría de género. El género es definido como la forma del contenido, la forma
que toma el relato, según Bajtin. El género es un conjunto de reglas compartidas que
permite al autor utilizar formas comunicativas reconocidas que generan un sistema propio
de expectativas para las audiencias (figuras recurrentes, personajes, ambientes, referencias
históricas, temas, referencias a la literatura y a las otras artes, estilo...). Los géneros son
matrices culturales, universales, populares y tradicionales; por lo tanto, asignan una
comprensión (casi) universal a las historias.

Estrategia de comunicabilidad

El género establece un contrato entre productores y audiencias al producir un conjunto de


convenciones compartidas.

Referente narrativo

El género establece los modos en que se articula la disrupción/restauración de la pérdida


del equilibrio inicia a causa de la aparición del conflicto. El modo de contar la búsqueda del
sujeto de la historia tiene un canon clásico aristotélico que establece «personajes que
realizan o sufren acciones en el transcurso de los acontecimientos, y cuyas acciones
transforman la situación de un personaje a partir de un estado inicial a un estado final [ ... ]
Los preceptos aristotélicos dicen que el personaje no sea ni peor ni mejor que nosotros, que
sufra rápidos cambios de fortuna, peripecias y anagnórisis, que la acción llegue a un punto
de catástrofe al que siga la catarsis.

Los géneros trabajan sobre arquetipo o referentes morales universales a los que siempre se
alude, pues todo género recupera mitos, temas y los problemas que encarnan intentos
instituidos como modos legítimos de leer el mundo y estructurar el sentido social. «La
narración se basa en el conflicto como función comunicativa. El mundo de la narrativa se
basa en especial en la emoción del conflicto, de la competición salvaje o de la lucha moral
entre seres irreconciliables»
Los géneros determinan el tono y los modos de resolver el conflicto, de asegurar el
movimiento de la historia. El personaje, según las motivaciones que lo hacen actuar y sus
formas de enfrentar el conflicto, se convierte en un tipo de héroe:

• Épico, que tiene todo su potencial narrativo en su fuerza física.

• Trágico, que para restaurar el orden inicial debe vencer a su conciencia.

• Cómico, que aparece cuando se narran las historias del absurdo, la ironía o la
imperfección humana.

• Dramático, o que es capaz de alcanzar su meta ejerciendo su libertad a partir de sus


atributos, su competencia, su lucha, su saber, o su sabiduría.

• Melodramático, pasivo, que espera que otros resuelvan su problema y alcanzar el


éxito sin hacer nada, pues todo se decide por el destino.

• Suspense, cuando intenta restaurar el orden a partir de la justicia o el hallazgo de la


verdad.

• Superheroico, el personaje del deseo: ser algo que no se es pero se quiere ser, como
volar.

• Antiheroico o el que no tiene nada de especial: es cotidiano y desde ahí transforma


su vida y la de su comunidad.

Modo de Organización

Los géneros actúan como formas ritualizadas que organizan los modos de la narración
mediática:

• Economía narrativa: Sigue leyes conocidas por todos y hace que las historias sean
contadas de manera más eficiente al controlar la polisemia de todo relato.

• Industrial; Permite la estandarización y la producción en serie de productos con


identidad de referencia narrativa. Así, los géneros regulan y activan la memoria de textos
similares y la expectativa hacia el nuevo texto.

• Cultural: Las audiencias y los productores comparten historias basadas en citas fijas
que permiten la significación colectiva.
• Placer: Los géneros producen modos de disfrutar, ya que traen inscritos los placeres
que deben esperarse de ellos.

• Comunidad: Los géneros permiten que todos (productores y audiencias) se


reconozcan como miembros de una comunidad de sentido.

Inscripción sociocultural

Cada sociedad tiene preferencia por los géneros que mejor dan cuenta de sus modos de
significar desde la narración; unos modos de enfrentar el acto de narrar que reflejan las
obsesiones y los deseos, las agresiones y los posibles puntos de equilibrio.

El acto de narrar tiene una lógica propia del contar audiovisual que sigue un procedimiento
establecido, independientemente del género en que se narre (García Jiménez, 1996:
24~26):

• Idea: unidad de contenido.


 Story-line: síntesis de la historia en pocas líneas.
 Sinopsis: esencia de la idea expresada concisamente de un modo narrativo. Describe
los caracteres de los personajes y las acciones y los acontecimientos fundamentales.
 Tratamiento: las situaciones narrativas, el tono de la historia, la perspectiva de los
personajes, el estilo de los elementos narrativos.
 Estructura: esqueleto de la historia articulado de manera coherente. Establece las
acciones clave y fija sus relaciones y las pautas de las transiciones.

Das könnte Ihnen auch gefallen