Sie sind auf Seite 1von 189

,

Osear de la Borbolla

La rebeldía
de pensar

NUEVA IMAGEN
Para establecer comunicación
con nosotros puede hacerlo por:

correo:
Renacimiento 180, Col. San Juan
Tllhuaca, Azcapotzalco,
02400, México, D.F.

fax pedidos:
(01 55) 5354 9109

e-mail:
info@patriacultural.com.mx
A Ulises, porque siempre me sorprende
home page: y me obliga a repensarlo todo
www.patriacultural.com.mx

Dirección editorial: Raúl Godfnez Cortés


Coordinación editorial: José Luis E. Bueno y Tomé

Diseño de portada:Perla Alejandra López Romo


Tipografía y formación: Karina Elizabeth Sánchez Aguilar
Fotografía de portada: Pascual Borcelli Iglesias

la rebeldía de pensar
Derechos reservados
© 2006, Óscar de la Borbolla
© 2006, GRUPO PATRIA CULTURAL, S.A. DE C.V.
Bajo el sello de NUEVA IMAGEN
Renacimiento 180, colonia San Juan Tlihuaca
Delegación A.zcapot1..alco, C.P. 02400, México, D.F.

Miembro de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana


Registro núm. 43

ISBN: 970-24-0937-3

Queda prohibida la reproducción o transmisión total o parcial del


contenido de Ja presente obra en cualesquiera formas, sean electrónicas
o mecánicas, sin el consentimiento previo y por escrito del editor.

Impreso en México
Printed in Mexico

Primera edición: 2006


�---.---

¿QUÉ ES PENSAR?
¿QUÉ ES PENSAR?

Debido a la buena fe, a la inercia que cam


los prejuicios o al hecho simple de que muy po<
veces sometemos a revisión nuestras creenci
tenemos la costumbre de admitir la tranquilizad<
idea de que toda la gente piensa, de que cualqu
persona, por el solo hecho de haber nací
como miembro de la especie humana, recibió
Prometeo o de unas bondadosas hadas madrinas
chispa que posibilita el pensamiento. A causa
esta idea suponemos que la condición humana
un regalo que ya tenemos y que para mantenerla 1
hace falta esforzarse. Sin embargo, pensar, sab
pensar, no es algo que se pueda dar por descontad
Ojalá que fuese un atributo innato que forma
parte de la herencia con la que cualquiera llega
mundo; pero no es así: pensar es una capacidad q1
se conquista, que exige de nosotros empeño pa
desarrollarse y, sobre todo, que requiere de prácti<

11
12 • Óscar de la Borbo!!a La rebeldía de pensar • 13

y del dominio de ciertas reglas para desenvolverse piensa: el alegato, en efecto, sí está bien extendido;
de forma correcta. el pensar, por desgracia, no .
"No todos piensan." He aquí una afirmación Cualquiera puede aprender a pensar, pero 7
que suena agresiva y ajena a esa actitud democráti­ no cualquiera piensa. Lo que los seres humano �
ca que tanto gusta en nuestro tiempo, que parece tenemos en común no es el pensar, sino la posibili­
dicha desde un montículo de superioridad y que dad de conquistar el pensamiento . Poder aprender
muy pocas veces estaríamos dispuestos a suscribir a pensar no depende de la raza ni del sexo ni de la
en público . En cambio, la frase "no todos saben situación económica, ni siquiera del nivel de es­
pensar" suena bien, no ofende a nadie y, ya sea colaridad, aunque esto último pueda facilitarlo. La
en privado o en público, podemos sostenerla sin escuela ayuda a pensar no por los contenidos que
sentirnos incómodos. Sin embargo, no existe dife­ ofrece, sino por los análisis que suelen hacerse en
rencia entre decir "no todos piensan" y "no todos las aulas . Hay muchos individuos que en la carrera
saben pensar", ya que pensar al igual que pintar, académica han llegado a la cúspide, se han gradua­
leer o andar en bicicleta, pertenece a ese tipo de do de doctores y han ido más allá y a quienes, no
acciones que si no se saben no pueden hacerse. ''No obstante, les vendría como anillo al dedo la frase
todos piensan" y "no todos saben pensar" son per­ irónica de André Bretón: "Lo saben todo, pero
fectamente equivalentes: ocurre con ellas lo mismo nada más" . Y también hay muchas personas que
que cuando se dice: "no todos pintan" y "no todos sin haber asistido, siquiera, a la educación primaria,
saben pintar" . "Pensar" cuando no se sabe cómo son capaces de deslumbramos por su buen juicio y
hacerlo no es pensar y, de igual manera "pintar", claridad. Saber mucho acerca de un tema, o saber
cuando no se sabe, tampoco es pintar. Embadurnar mucho acerca de muchos temas, no guarda relación
un lienzo no es pintar; amontonar enunciados, tam­ con el pensar: se puede ser erudito, experto, docto
poco es pensar. La gente alega, discute, alza la voz y no haber sacado nunca ninguna conclusión, no
y, normalmente, conforme más se acalora, menos
14 • Óscar de la Borbolla La rebeldía depensar • 1.

haber hilado nunca dos ideas para obtener una ter­ pensar? Ésta es, precisamente, la pregunta que
cera. hacen los que no piensan, los que forman parte de 12
Pensar, saber pensar, tampoco guarda una masa de seres humanos que se mueven por inercia y
relación directa con el éxito: hay sujetos lerdos, que, más que moverse, corren agitados tras el éxito:
auténticos campeones en imbecilidad, que amasan convencidos de que el éxito, y lo que conduzca a
fortunas incomnensurables, que se encumbran hasta él, es lo único que vale la pena. Preguntémonos:
la cima en el escalafón del poder, o que gozan de ¿por qué para la masa actual sólo importa aquello
enorme popularidad y que nunca han pensado. El que sirve para el éxito? ¿Qué tiene la masa en la
éxito no es garantía de pensamiento. El pensamiento, cabeza cuando desdeña lo que aparentemente no
por supuesto, puede ayudar a conseguir el éxito; habrá de reportarle poder, fama o dinero? Tiene la
pero una cosa no se sigue de la otra, porque el éxito inmemoriaJ creencia que dejó consignada en
no siempre depende de factores que se pueden uno de sus versos Francisco de Quevedo: "Poderoso
discernir. Las razones del éxito, con desesperante caballero es don Dinero"; tiene la idea que late en
frecuencia, no son juiciosas y se da el caso de que el el fondo de ese refrán que dice: "Tanto tienes, tanto
éxito escape al hombre que piensa. vales" y, sobre todo, lo que la masa actual tiene
Ni todo aquel que tiene éxito piensa, ni todo en la conciencia es un letrero luminoso de gas neón
aquel que piensa tiene éxito. Ésta es la trágica que, todos los días, los medios de comunicación se
ecuación que, una y otra vez, se desprende de las encargan de mantener encendido, el pueril mensaje
evidencias de la historia y, desafortunadamente, con el que sin cesar se martillan los cerebros: la
quien vaya por la vida creyendo lo contrario estará felicidad es idéntica al éxito .
incapacitado para entender el mundo y entenderse No es indeseable que las personas persigan el
a sí mismo. éxito, lo absurdo es que, por no pensar, vivan con­
Pero, si saber pensar no es garantía para vencidas de que el éxito es lo único que posee valor
alcanzar el éxito, ¿qué sentido tiene aprender a y que, por esta ceguera, empobrezcan la dimensión
1 1
16 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • _

de su existencia. Cuando toda la gente marcha en y, por ello, el que piensa relativiza, duda, y el q1
una misma dirección, cuando las palabras y los ac­ no piensa se vuelve dogmático. Pensar no es tra:
tos de la mayoría parecen apuntar hacia una misma quilizador: provoca �as, incertidumbre y a vece
meta, se produce una inercia social, una ideología inclusive, zozobra. Pensar hace que uno mire a le
que muy pocos revisan y de la que muy pocos se lados y que no halle fácilmente un compañero; pe:
apartan, pues, para ponerse a salvo de la corriente, sar produce una sensación de �oledad, pues el q1
hace falta pensar y, en el caso que nos ocupa, la piensa no puede confundirse considerando con
creencia de que sólo el éxito vale, hace falta pensar compañía la mera presencia de los demás. Pens
-nada menos- en uno de los más graves asuntos: nos aparta de la masa pues nos vuelve individuos
en el sentido de la vida. el individuo necesita de otros individuos para se:
Es más fácil plegarse a la corriente, buscar lo tirse acompañado: no de otros que "piensen" con
que busca la mayoría, pues el disparate que se canta él, sino de otros que también piensen.
en un coro no parece locura: el respaldo que le ¿Qué ventajas tiene entonces pensar frente
dan los demás lo acredita. Quien se subsume en no pensar?, volverá a preguntarse el que no piens
la corriente, quien imita, no sólo no _piensa, sino e incluso dirá de modo enfático columpiándose d
que no quiere pensar: le basta con ver a los lados sentido común: "Si pensar causa dudas y soleda
para descubrir a otros como él y para convencerse y no pensar da tranquilidad y muchos compañen
de que eso que lo rodea es lo normal y lo correcto. de viaje, pues prefiero mantenerme sin pensar
Para quienes no piensan sólo existe un camino y un resto de mi vida". A quienes así opinan habría q1
único sentido: por donde vaya la mayoría. contestarles que no se fíen de las apariencias, pw
Pensar, en cambio, es descubrir en cada nunca podrá ser mejor la certeza ciega -que m;
camino una multitud de sentidos y en cada sentido que certeza es inercia- que la duda que descub
una multitud de caminos. Para quien piensa hay pros y contras, que permite advertir los matices, 11
muchas metas y muchas maneras de alcanzarlas � y los medios tonos de la vida; ni tampoc

,..
-----· __._ -------
-
- --
[�
1
18 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 1 9

podrá compararse la aborregada compañía de los se paga: el no haberse entrenado en la revisión de


inconscientes con el humano encuentro de dos que las metas, en el repaso de las posibilidades, en la
sí piensan. Pero, como quienes no piensan no son comparación de los distintos sentidos de la vida, en
capaces de captar dicha diferencia, preguntemos la ampliación de los horizontes, provoca ese dolor
nuevamente: típico de los miopes absolutos, de aquellos que por
¿Por qué es preferible detenerse a pensar si el no pensar no han aprendido a distanciarse de su do­
éxito es o no lo único que vale en la vida, en vez de lor; de aquellos que son uno con el dolor: provoca
sentir que es la máxima meta y lanzarse de cabeza a un sufrimiento rotundo como el de los animales .
lograrla? El éxito es esa situación excepcional a la El que piensa duda, nunca está seguro; pero
que sólo unos cuantos llegan; es más, se desea pre­ se asegura de tener a su alcance otras opciones.
cisamente en la medida en que supone dejar atrás El que no piensa tiene el triste privilegio de la
a todos los otros. Gráficamente, el éxito se repre­ seguridad, lo ha obtenido al renunciar a la infinita
senta con la cima de una montaña, o con el vértice pluralidad de sentidos y de caminos que brinda el
superior de un triángulo. El éxito por definición mundo .
implica que no todos puedan alcanzarlo. Ahora ¿Cuál es el sentido de la vida? es una pregunta
bien, ¿qué pasa con la mayoría de quienes adoptan que no admite una única respuesta, pues cualquier
el éxito como sentido exclusivo de la vida? Pasa sentido puede darle sentido a la vida y, por ello,
que al no conquistarlo sufren como animales lo que nadie, más que uno mismo, puede responderla en
no relativizaron como hombres; pasa que por haber cada caso. No es el conocimiento, ni la santidad, ni
puesto todas sus esperanzas en una misma canasta el placer, ni el dinero, ni el arte, ni el éxito, es eso
experimentan el fracaso y su vida como una ban­ y más. Cada quien debe ponerle, luego de pensar,
caiTota . La frustración es el demonio con el que se uno o varios o sucesivos sentidos a su vida.
encuentran quienes no piensan. No pensar sólo es Para acceder al espectáculo de la diversidad
tranquilizador al principio; a la larga, en cambio, de sentidos es indispensable pensar, y claro que no
20 • áscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 21

es fácil. Séneca ya lo había advertido cuando dijo: pensar, deducir es derivar de una idea general ideas
"A la mayoría le gusta más creer que juzgar". No particulares, aplicar principio a casos concretos .
un
es fácil separarse de la corriente, del coro de los La deducción es mecánica, hasta las computadoras
convencidos; no es fácil volverse un individuo, deducen .
'ser uno mismo; no es fácil pensar, pues a todos se
En los ámbitos en los que se da la regularidad
nos han inculcadO fo�prefabricadas de pensar basta con la deducción para saber a qué atenerse;
y, cuando queremos pensar, nuestro discurrir no pero en la vida, donde las cosas no ocurren de forma
inaugura caminos, sino que avanza por autopistas regular, atenerse exclusivamente a la deducción no
viejas y transitadas que, obviamente, desembocan es recomendable: ¿qué persona se comporta siem­
en unas determinadas conclusiones: las que aplaude pre de la misma manera?, ¿qué reacción puntual
el sentido común, las que todos corean. podemos, incluso, esperar de nosotros mismos?
Ponerse a pensar es atreverse a pensar, e Para entender a los demás y para entendernos hace
incluso, es arriesgarse a pensar: es un aventurarse, falta pensar y no sólo deducir. Cuando se llega
pues el pensamiento que se lanza a su propio vuelo autónomamente a la misma idea que ha pensado
nunca sabe adónde llegará. Pensar es una aventura, otro es porque se ha repensado, cuando se parte de
no un viaje en tren con itinerario marcado. De ahí una idea ajena no se piensa, sólo se deduce .
que pensar amplíe las posibilidades de la existencia, La deducción implica, por supuesto, algunos
pues el que piensa no sólo revisa el elenco de lo de los elementos del pensar: quien deduce relaciona
que está delante, sino que convierte lo que está y compara, relaciona lo general con lo particular a
delante en un balcón para mirar más lejos. partir de lo que tienen en común . El ejemplo clási­
Uno puede llegar a pensamientos parecidos a co es aquel silogismo que dice: "Todos los hom­
los que suscriben los demás; pero una cosa es llegar bres son mortales, Sócrates es hombre, Sócrates
y otra parti�: quien
- parte de un pensamiento ajeno es mortal". La deducción, en efecto, implica dos
iopiensa, a lo más, deduce. Deducir es distinto de de las características fundamentales del pensar: la
22 • áscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 2.

relación y la comparación; pero no basta con estos mente, aquel que no entiende lo que cada situaciór
elementos para pensar, y la prueba es que nadie, a particular le exige y, para asegurarse -según él- um
partir de dicho silogismo, ha sentido nunca el más buena actuación, adopta de la forma más fiel po·
leve estremecimiento, pues nadie comprende su sible lo que dicta la norma general, el axioma o e:
muerte por 1nera deducción. Para pensar no es sufi­ principio . El pedante provoca risa porque es une
ciente con establecer una o muchas relaciones, hay máquina disfrazada de ser humano, una mera má­
que entender el sentido de estas relaciones y, por quina deductiva que nunca pierde el tono doctoral:
ello, las computadoras podrán aventajamos en ve­ que nunca pierde el aliño ni el buen porte: es capa2
locidad y complejidad al tejer un abigarrado enjam­ de nadar con esmoquin o de disertar acerca del a1ie
bre de relaciones; pero mientras las computadoras histriónico cuando está en una carpa y todas las
no descubran el sentido de sus entramados lógicos, demás personas ríen a mandíbula batiente .
mientras no se dé en ellas la apercepción: el darse El pedante no piensa, sólo deduce y no lo hace
cuenta de que se da uno cuenta, sus conexiones no mal: no es que relacione incorrectamente lo general
serán superiores a las de los tapetes de Temoaya, es con lo particular; lo que sucede es que no ha pen­
decir. urdimbres de cientos o miles o millones de sado lo suficiente la norma para relativizarla, ni ha
hilos anudados sin una sola pizca de conciencia. pensado lo suficiente la situación particular hasta
¿Qué ocurre con las personas que se basan descubrir lo que la vuelve irreductible: el pedante
única y exclusivamente en la deducción, es decir, qué relaciona y compara, pero no relativiza ni distingue,
pasa con aquellos que sin entender el significado de o sea, no entiende lo que singulariza cada situación,
los principios los aplican acríticamente a los casos vive en el mundo de los principios generales, las ex­
particulares? Pues ocurre que se vuelven pedantes: periencias no le dan carne a sus esquemas.
carecen de la capacidad para entender el sentido de La pedantería es, literalmente, falta de inteli­
una situación determinada y, en consecuencia, se gencia: el pedante no es capaz de inteligir y, por
comportan como autómatas. El pedante es, precisa- desgracia, esta modalidad de los no pensantes está
24 • Ó.scar de la Borbolla La rebeldía de pensar• 25

más extendida y es más peligrosa de lo que cabría El pedante del que hablamos aquí no necesita
suponer. Porque el pedante al que nos referimos no siempre de una posición encumbrada para llevar a
es simplemente ese sujeto antipático, de ademanes cabo la tiranía maquinal de "lo que debe ser por
afectados que siempre está fuera de lugar, sino �ncima de todos y a cualquier costo", está en
el sujeto que cree tener las claves correctas para cualquier parte, en mayor o menor grado; está
comportarse ante cualquier situación, el que ac­ inclusive en cualquiera de nosotros, cuando sin
túa única y exclusivamente de acuerdo con prin­ pensar juzgamos, es decir, cuando prejuzgamos:
cipios que jamás, ante ninguna situación, revisa; es cuando a un caso concreto -rico en diversidad,
el dogmático vital, aquel para quien la ley es la ley como son todos los casos concretos- aplicamos de
sin que le importe si es justa y equitativa. Este tipo manera mecánica una norma.
de pedante ama las formas, las reglas; para él, lo Y, aunque es cierto que en ocasiones resulta
que no cabe en el esquema no existe y, peor aún, no sólo necesario, sino preferible atenemos a una
no tiene derecho a existir: es el fanático. La cien­ norma: cuando la urgencia de actuar no nos deja
cia ficción ha creído descubrir mundos nuevos al tiempo para pensar, habría que tener en cuenta que
imaginar sociedades regidas por computadoras, cada que actuamos de ese modo, contribuimos a la
por máquinas que aplican sin piedad y sin criterio edificación de un mundo que sólo permite la exis­
un conj unto de normas; la verdad, estos infiernos tencia de los seres humanos promedio, no de los
son tan viej os como la historia, pues s iempre ha individuos y, también, que los llamados "seres hu­
habido hombres que sólo deducen, o sea, que manos promedio" no existen más que en Ja imagi­
sólo son capaces de pensar a medias: de establecer nación de los pedantes, nunca aquí en la Tierra
relaciones y de comparar para aplanar, pero no ca­ donde todo es diverso. Así, actuar sin pensar, ba­
paces de distinguir y mucho menos de compren­ sados en la mera deducción, termina construyendo
der. un mundo para nadie.

--
-.
26 • áscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 27

/Es muy dificil contener al pedante que en cada huta a cualquier asunto su suficiencia y a cualquier

-

uno de nosotros lucha por apoderarse de nuestros l'Onclusión su definitividad.


juicios, pues no sólo es más cómodo obrar ciega­ Cuando se establece la inducción, cuando los
mente ateniéndonos a las reglas generales que hay ·asos concretos parecen haberse disuelto al revelar
en la sociedad, sino que -aun en el caso de que lo que tenían en común, cuando se cree haber ter­
sintamos viva curiosidad por las determinaciones minado con la nebulosa de los detalles por haber
concretas que hacen de cada exp�riencia un caso descifrado las claves de un asunto, reaparece el
único- conforme pasa el tiempo, mientras más ex­ pedante, un pedante ciertamente moderado, me­
periencias vamos acumulando, se solidifican en nos dogmático que el pedante cerril que usa la de­
nosotros ciertas ce1tezas que nos impulsan a vivir ducción como un mazo para imponer la tiranía de
de manera mecánica, que comienzan a operar como los principios; menos pedante, pero pedante al fin.
prejuicios. Una, dos, tres, cuatro experiencias en El trabajo que se tomó en analizar los casos concre­
una misma dirección nos llevan a dar un salto in­ tos, lo ha vuelto más comprensivo, más tolerante,
ductivo -a pasar de lo particular a lo general- y más apto para admitir lo individual, lo irreductible;
a que decline nuestro interés por el análisis ca­ pero cuando alguien se cree dueño de los frutos
suístico. Esta esclerosis ocurre cuando creemos ya del análisis, cuando ha desarrollado una inducción
saber y creemos que ya no es necesario seguir pen-
- -
y se cree el poseedor de la verdad, considera que
sando: cuando creemos que ya hemos pensado lo puede -al menos para esos casos en los que según
suficiente, porque ya hemos logrado establecer las él ya "pensó lo suficiente"- dejar su vida en manos
características comunes de un asunto, su comporta­ del piloto automático . La fe en la verdad, sea la del
miento regular, su definición, su ley inductiva . Sin que deduce o la de quien cree haber alcanzado una
embargo, y esto lo enseña la historia del pensamiento, ley gracias a la inducción, provoca automatismo,
nunca se piensa lo suficiente, porque pensar arre- abona el no pensar.

1 1
! 11

28 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 29

Y una vez más, aquí podría arrojársenos una l'ntender, sino para mantenerse siendo hombre. El
pregunta: "Si pensando, analizando casos particula­ que no piensa, como bien dijo Nietzsche, es un dios
res, se llega a establecer una ley que comprende esos o una bestia.
casos, ¿por qué no basarse en esa ley y aplicarla sin Hay automatismo en quienes obran por im­
más cuestionamientos?, ¿por qué seguir pensando? pulso, hay automatisn10 en quienes obran por de­
Esta pregunta es demasiado aguda para que nos la ducción, y el anhelo de quienes se toman el trabajo
arroje una persona que no ha pensado; más bien, de llevar a cabo una inducción es también el au-
' '

parece provenir de quienes han pensado mucho, de tomatismo. Parecería que el pensar, o mejor aún, el
quienes consideran incluso haber pensado ya lo su­ mantenerse pensando, es una hazaña. Y es cierto,
ficiente, de quienes creen haber alcanzado la� en el esfuerzo por vencer esta dificultad radica la
del pensar: el entender. Supongamos que, en efecto, posibilidad de ser hombre. Lo fácil es ser un autó­
alguien lo haya logrado; que ha alcanzado el límite mata, un pedante.
extremo que en un momento histórico se puede con­ ¿Por qué la duda y el cuestionamiento ce­
seguir; que considere, como Hegel, haber conquis­ san cuando se arriba a una conclusión? ¿Por qué
tado el saber absoluto. ¿Habría que dejar de pensar el pensar desemboca en el no pensar? Revisemos
por ello? dos de los procedimientos que rec01Te el pensar en
No . Porque pensar es como caminar: se estas ocasiones: e1 análisis y la síntesis .
camina para llegar a una meta y se camina, también, En el análisis, un objeto o un problema se
1 para estar saludable: en el caminar hay un fin y un
propósito como los hay en el pensar. Elfin del pen­
desmenuza para encontrar los elementos simples
que lo componen, se asume que es más fácil en­
1 sar puede ser, ciertamente, entender, y esto tal vez tender lo sim12!_e que lo compuesto y, por ello, se
se logre; pero el prop_ósito de pensar es humanizarse
- -
desagrega el problema !?ara avanzar en su �
y esto no se completa nunca. Lo más propio de los prensión. Al descubrir lo que está implicado: las
seres humanos es pensar y no se piensa sólo para partes, los supuestos, los aspectos, el problema, al
30 • Óscar de la Borbol!a La rebeldía de pensar • 31

menos como tal, se vuelve diáfano, pues sabemos di· l 11crcas y la cuerda; pero sobre todo, el registro
qué lo compone, qué complejidad de elementos lo di· la relación entre las tuercas y la comprens ión
integran: lo que en apariencia era uno, gracias al 1h•I sentido de la cuerda. La destrucción busca la
análisis se vuelve múltiple. El análisis es, precisa­ tlll'l'a desarticulación; el análisis busca descubrir el
mente, un viaj e hacia lo singular; de hecho, se dis­ 111 cien que guardan entre sí los elementos y el sen­
grega para distinguir. Es en el análisis cuando más l 1do general que ese orden da a los elementos . El

hondamente calamos en lo particular. .imílisis se realiza, siempre, con vistas a la síntesis, a


¿Cómo se analiza un objeto, por ejemplo, un 111 reintegración de la unidad. Cuando el reloj es re­
reloj? El reloj como tal desaparece: sobre la mesa l'onsttuido en la síntesis el saldo que nos deja es la

yacen desarticuladas sus partes. Ahí, esparcidas, es­ l'nmprensión de su funcionamiento: la síntesis es
tán la carátula, las manecillas, montones de tuercas la prueba de que hemos efectuado correctamente
y l a cuerda. ¿Bastará con romper para analizar? el análisis y, por ello, la síntesis viene a ser la con­
Obviamente, no: un martillazo no analiza, destruye. clusión del pensar. El objeto analizado y, luego, sin­
Una de las diferencias entre analizar y romper es tetizado es, por fin, entendido: descifrado su cómo.
-aunque en ambas acciones se deshaga la unidad­ Si se considera que entender es todo lo que puede
que en el análisis se lleva una bitácora del orden: aportarnos el pensar, pues entonces suspendemos el
se aíslan los elementos, pero sin perder la noción pensar, porque creemos, a la luz de la síntesis, que
del lugar y de la función que ocupaban en el todo. ya hemos pensado lo suficiente. He aquí el porqué
La desagregación analítica ha de ir formando este de que el pensar, tomado como análisis y síntesis,
registro, pues si cuando se desciende al nivel de conduzca también al no pensar.
las partes no se entienden las relaciones que ri­ Por lo visto, aunque la deducción , la in- )
gen entre ellas, su fisiología, se estará rompiendo ducción, el análisis y la síntesis impliquen mamen- )
pero no analizando. Sobre la mesa del analista de­ tos en los que el pensar se ejercita, sucede que de
berán quedar la carátula y las manecillas, el montón una forma u otra conducen al automatism o, � l no 1

1
1
32 • Óscar de la Borbolla
La rebeldía de pensar • 33

pensar que se da cuando se cree que ya se entiende 'l' cumple? ¿Qué pasa si un triángulo no tiene tres
porque se aplica a lo particular una verdad general . 1 11gulos; qué, si en el mar no hay agua; qué, si un ki­
(deducción), o porque a partir de varios particulares logramo no pesa mil gramos? Pues ocurre, simple
se ha alcanzado una verdad general que sirve para y sencillamente, que no serán ni triángulo, ni mar, ni
todos los particulares que puedan presentarse en el 1 ilo y, de igual manera, si un hombre no piensa,
futuro (inducción), o porque tras dividir y subdi­ pues, no será hombre.
vidir un caso concreto se le ha podido reconstruir
¿Podremos admitir, sin más, la anterior
y, por lo tanto, entender cómo funciona (análisis y
uonclusión o estamos obligados a repensarla, dada
síntesis). Si entender y saber son cuanto esperamos
su gravedad?
del pensar resulta lógico que, cuando se cree haber­
los alcanzado, se tomen vacaciones.
Hemos dicho que no todos los hombres piensan,
Sin embargo, como ya hemos dicho, el pen­
lo que equivale a afirmar que no todos son seres
sar tiene, además del.fin de entender, un propósito
humanos, y hemos caracterizado esta afirmación
que no se logra nunca de manera cabal: humanizar­
como grave. Añadamos, ahora, que la gravedad es,
nos, y aquí podríamos introducir otro símil: pen­
precisamente, la que hace que un asunto no pueda
sar es como respirar, pues, aunque ciertamente dejar de pensarse, pues "lo grave -como dice Hei­
mantenemos pensando nos humaniza, nos da más
degger- es lo que da qué pensar". ¿Qué es lo grave?
holgura existencial, pues nos permite entender y
Lo que suena a barbaridad; pero hay barbaridades
relativizar, también con el pensar ocurre algo que
que se desechan de inmediato y no se piensan
es más simple y más definitivo: si pensar es como
más; lo grave es, entonces, la barbaridad de la que
respirar, entonces el que no piensa no sólo no se hu­
no podemos despedirnos porque tiene visos de ver­
maniza, sino que simple y llanamente no es un ser
dad, porque parece lógica o real de algún modo. Si
humano. Sé que esta afirmación suena grave, pero
decir que hay ho1nbres que no piensan y, por lo tan­
¿qué pasa si una nota que se da como definitoria no
to, que no son hombres fuese una mera barbaridad
34 • Óscar de la BorboLla La rebeldía de pensar• 3

podríamos ignorarla y seguir adelante; pero no es L'Se rasgo en los seres humanos para descubrir si s
una mera barbaridad, porque, al menos, uno de sus da o no en todos. No podemos, con lo dicho hast
aspectos resulta evidente: aquel que dice que "no aquí, suponer que ya sabemos qué sea pensar; pe
todos los hombres piensan". Es la segunda parte lo tanto, el camino obligado es el segundo: propone
del enunciado la que nos suena inadmisible: la que que no hemos pensado suficientemente en qué con
afirma que "no todos los seres humanos sean seres siste pensar como para decidir si tal característic
humanos". ¿Por qué no admitir el primer enuncia­ es común al hombre.
do y desechar el otro? Porque entre una afirmación ¿En qué consiste pensar según lo que lleva
y otra hay un nexo que parece imposible de desa­ mos dicho? Recapitulemos: hemos partido de la evi
tar. Este nexo es el que da qué pensar, ya que es dencia de que no todos los seres humanos piensan
grave que se diga que no todos los seres humanos hemos revisado algunos procedimientos en los qu
son seres humanos. se ejercita el pensar (deducción, inducción, análisis :
¿Cómo podemos desatar dicha relación, es síntesis) y hemos concluido que estos procedimien
decir, repensarla? Existen dos maneras: negar que tos desembocan en el no pensar, o sea en el �
el pensar sea la nota definitoria de los seres huma­ tomatismo: la aplicación mecánica tle lo genera
nos, o proponer que aún no hemos identificado sobre lo particular o el mero actuar por prejuicio
correctamente en qué consista pensar y, por ello, Necesitamos un procedimiento en el que el pensa
es que no hemos encontrado presente este rasgo en se ejercite sin descanso y, además, que se present•
todos los seres humanos. La primera posibilidad, en todos los seres humanos. ¿Cuál puede ser éste'
aunque se ofrece interesantísima -pues de poder La crítica.
avanzarse en ella caería cuanto la filosofía ha dicho En la crítica, igual que en los otros pro
a propósito del ser del hombre- no es viable como cedimientos del pensar, entran en juego la relación
primera instancia, pues supondría que ya sabemos la comparación, la distinción, etcétera, pero no pan
qué es pensar y, simplemente, se trataría de buscar encontrar lo común, sino lo diferente: se comparat
.
36 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar •

dos objetos o un objeto con una idea con la mira y L:I no querer. Y, por este motivo, aquello que e
l 111 i tivamente no queremos es lanzado por nues
puesta en lo que los diferencia: en aquello en que
110 a la lejanía, pues, para los efectos prácticos, el
un objeto aventaja a otro, o en aquello que falta al
objeto para ajustarse a la idea que nos hemos hecho upara igual que la distancia: cancela por compl1
la posibilidad o, al menos, eso quisiéramos.
acerca de él. La crítica es esa forma del pensar en
la que se compara no con el propósito de hallar lo Es por la crític.a.. que los seres human
común, sino lo diferente: ese aspecto por el que una hemos traído al mundo nuestra más genuina�
cosa nos parece mejor o peor que otra y, por ello, la tación: los valores, esa caprichosa red de relac:
--- --

crítica�siempre enjuiciamiento. En cualquiera nes o jerarquías que establecemos al querer y


de sus modalidades, la crítica es esa deliberación querer. Porque el mundo humano, más allá de 1
que nos permite pronunciarnos a favor o en contra lar compuesto por los elementos consignados en
de algo, que nos induce a preferir una cosa y no otra. tabla periódica de Mendcleyev, está integrado f
Por la crítica somos capaces de negar, es decir, de objetos que odiamos o deseamos, que repudiamrn
apartamos de lo que se encuentra ante nosotros. Lo preferimos: son la antipatía y el amor los extrem
inmediato se hunde en el horizonte gracias al no. Por del metro con el que medimos lo que efectivamer
la crítica se suspende la comunión inconsciente con compone nuestro mundo. Desde esta perspectiva,
lo que nos rodea. Lo negado se aleja, no importa que peso atómico de cada elemento importa un bleci
siga siendo lo que tenemos más a la mano: nuestro lo que realmente importa es el peso que cada er
repudio lo aparta de nosotros y, de igual manera, lo tiene en el universo valorativo.
más remoto, pese a su lejanía, puede casi rozamos La crítica es esa modalidad de pensar por
si lo deseamos. Lo inmediato y lo mediato intercam­ que los valores llegan al mundo y, gracias a ell
bian sus sitios, el mundo se reordena: los objetos ya éste se hace discernible: se presenta como un ord1
no se distribuyen en ese espacio neutro del aquí y donde los seres se jerarquizan de lo mejor a lo pee
del acullá, sino en el espacio valorativo del querer de lo bueno a lo malo, de lo bello a lo horrendo, •
38 • Óscar de la Borbolla f 11Jrfi1•/,/¡,¡,/1 /111/\tl/ • IJ

lo odiado a lo amado. Es por la crítica que las cosas 1 · x istcn, embargo, distintos niveles de la
sin
se distinguen. 111111':1: el más elemental -sin ser por ello desde-

Sin crítica no habría valores y sin éstos no 111lill' es la �eliberación que inclina la preferencia

habría distinción, y sin distinción no habría manera 111110 u otro lado . En este nivel básico, aunque la
de elegir: ¿entre qué elegiríamos si todo nos pare­ • 1111rn carezca de método o el individuo no pueda brin­
ciera lo mismo? La crítica es también condición de d.11 las razones en que funda su preferencia, se lleva
posibilidad de la libertad, pues sin elección no hay l :iho una comparación con vistas a la distinción .
1

libertad que valga . Es la pluralidad, no la mera mis­ \q11í, no importa si el individuo se enfrenta ante 12
celánea de objetos sino las cosas ordenadas según opción de ir al cine o al teatro o ante la disyuntiv<
valores, lo que hace posible la libertad: cuando una 1 lt· decidir entre Newton y Leibnitz a propósito de
cosa nos parece mejor que otra estamos ya ante la ':'i lculo infinitesimal, pues es irrelevante la com
posibilidad de ser libres. Otro asunto es que podamos plejidad de las opciones; lo que cuenta es lo qu
alcanzar o hacer lo que nos parece mejor: el ejerci­ "upone la acción de elegir: haber distinguido entJ
cio efectivo de la libertad supone otras condiciones una cosa y otra e inclinarse por una de ellas, pue
y otros pasos . distinguir es comparar para encontrar la diferenci
Poder decir "esto no y esto sí" es la carac­ y la diferencia nunca se halla de manera automá
terística efectivamente común de todo ser huma­ ca: no hay regla general para inferir la diferenc
no y, además, una acción que todos practicamos para encontrarla es preciso, en cada caso, pensa1
permanentemente. La crítica es aquello por lo que Cuando el hombre critica, cuando convie
puede establecerse que el pensar es la nota defini­ lo que está ante él en objeto de su consideración,,
toria de los seres humanos . Este primer momento que está ante él deja de parecer natural, necesario
de la crítica, el negar, no admite excepciones ni hombre descubre, por virtud de la crítica, que
vacaciones, todos los seres humanos lo cumpli­ tiene por qué contentarse con lo que está a la m
mos todo el tiempo. sólo porque está ahí. Levantar la mira, apunti;
40 • áscar de la Borbolla La rebeldía depensar • 4J

lejos, descubrir las posibilidades enmarcadas por '<, de la crítica: mantenerse ahistórico; todo se ha
el horizonte e, incluso descubrir, en el ejercicio del 11.1-,f'ormado por la actividad crítica del hombre.
pensar, que los horizontes se vienen encima como 1 Esto no significa que la crítica se presente

olas y que uno puede ir siempre más allá sin que < 1111 el mismo no en todos. Hay un no inconforme y
nada lo colme, son los efectos humanizantes de la 1 1 1 1 no al no de los inconformes. La doble negación
crítica. Y, claro, también con ella nace la inconfor­ 1 ll' aquellos para quienes lo que existe, tal y como

midad que es el motor de la historia. Pensar y ser l'Stá, es lo mejor que podría existir. Podría creerse
UñTriConforme son sólo dos maneras de nombrar lo que los conformes no critican, que no se oponen,
mismo. que no piensan; pero no es así: la intolerancia de
Lo que está ante uno, aquello con lo que uno los conformes es la manera como expresan su no,
se tropieza, es lo establecido: las costumbres, los su preferencia: también ellos critican, aunque en su
modos acreditados de pensar, los valores que gozan apreciación, lo que está a la mano, lo establecido,
de inmemorial prestigio, las normas que regulan las es preferible a lo que está más allá rodeado de in­
conductas del hombre, las técnicas ya instituidas. oertidumbres. Los conformes se oponen al cambio;
Todo aquello que nos rodea y con lo que muchos vi­ los inconformes a la permanencia, porque ser hom­
ven satisfechos, conformes, no soporta la crítica: ni bre es oponerse, usar el no en un sentido u otro.
la resiste ni la tolera. Porque criticar es, literalmente, "Pero -dirá el conforme- no es lo mismo
poner en crisis; es descubrir las fisuras, las fallas de distinguir defectos reales para proponer una so­
lo que intenta hacerse pasar por monolítico; es poner lución que señalar falsas ventajas y desventajas
en duda la definitividad de lo que está delante, es en las cosas con el único fin de oponerse." A este
atreverse a imaginarlo de otra forma; es subvertirlo conforme inconformado habría que preguntarle:
con el no de la inconformidad, del pensar. Ningún ¿Quién puede tener el primado de la realidad para
producto humano ha conseguido mantenerse a sal- saber a ciencia cierta cuáles son sus defectos reales?
La realidad, ese conjunto indiferenciado de cosas,
42 • áscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 43

está ahí tal y como es, no le falta nada, es plena en 1ll· �xcentricidad o disparate y quienes la suscriban
su ser. Somos nosotros los que "descubrimos" qué l�l'im considerados como locos.
le falta, porque no nos parece, porque no aparece El que los defectos que advertimos no sean de-
como quisiéramos que fuera, porque, cuando com­ 1 lK'tos de las cosas, sino mero resultado de nuestros
paramos con la mira dirigida a la diferencia, la reali­ valores proyectados sobre el mundo es una con­
dad no se ajusta a nuestro juicio: la falta siempre es "ideración de la más alta importancia, pues los
subjetiva, el defecto sólo está en los ojos del que hombres se matan, precisamente, porque creen
mira, no en el mundo real. que los defectos que ellos miran pertenecen a las
J

Las cosas son mejores o peores no en función
e sí mismas, sino de lo que esperamos de ellas; son
rosas y son igualmente visibles para todos. No es
así, cada persona compara el mundo con la idea de
mejores o peores de acuerdo con nuestros fines, de lo que debe ser y "descubre" ciertas faltas, siem­
acuerdo con nuestras expectativas, de acuerdo con pre subjetivas, que sólo son advertidas por quienes
los modelos con los que las contrastamos. La falta comparten el mismo punto de vista; para los demás
que creemos descubrir en las cosas es resultado de esas faltas no existen y nada justifica que alguien
la jerarquía que proyectamos sobre ellas, es la con­ quiera enmendarlas.
secuencia directa de haber inventado los valores. Es necesario efectuar una crítica de la crítica,
Y, por ello, "proponer ventajas o desventajas sub­ porque la crítica que no vuelve sobre sí misma,
jetivas con el fin de oponemos" es lo que hacemos que no entiende que los defectos "descubiertos"
todos, pues la apariencia de sensatez o de insen­ son más bien proyectados, se hace feroz. Para
satez de una pa1iicular crítica no se debe a que se los críticos simples los defectos que "descubren"
apoye en/altas reales, en defectos en-sí, sino que son defectos reales y, en cambio, las faltas que
depende del número de militantes que compartan "encuentran" los demás son defectos irreales,
ese punto de vista crítico: si son muchos, la crítica falsas faltas, meras objeciones sin justificación,
pasará por incuestionable; si son pocos, será tildada "críticas fáciles" cuya causa no logran entender. Lo
44 •
La rebeldía de pensar • 45
áscar de la Borbolla

preocupante de los críticos simples -y casi todos que intentan vulnerar nuestra verdad. Rara vez
lo son- es su semejanza con los locos, pues, igual pensamos para ir más allá de nuestra crítica, para
que ellos, actúan y reaccionan a partir de lo que 1' bremarla, para pasar al n _Q_denuestro no.
creen que es la realidad. Tal vez resultarían menos Y es que hay faltas tan evidentes para nosotros
furiosos, menos cruentos, menos despiadados y q¡ uie casi es imposible admitir que sean el mero resul-
1 ado de nuestro punto de vista o simples proyeccio­
aguerridos si, en lugar de creer que las faltas están
presentes en la realidad, se percataran de que las nes. ¿Cómo aceptar, por ejemplo, que la injusticia
faltas son diferencias que nacen del cotejo entre el sea una falta subjetiva, cuando nuestro ser entero
mundo y los valores. clama indignado que la injusticia es rotundamente
Se ha dicho que la razón engendra monstruos objetiva, que es una falta que está ahí con la misma
y habría que añadir que pensar a medias produce inequívoca presencia que una montaña? ¿Có1no
fanatismos, porque también la crítica cuando no aceptar que el acto criminal no es malo, sino que
avanza contra sí misma, cuando no se critica, con­ simplemente nos parece malo? Hay muchas faltas
duce a estaciones desde las que lo hallado, nues­ que se nos imponen como reales: todas aquellas que
tra verdad, lucha por imponerse. Es una paradoja se relacionan con nuestra vida. En lo que personal­
que la crítica engendre el fanatismo, aunque sea mente nos atañe es casi imposible criticar nuestra
el fanatismo del no; que con gran frecuencia nos crítica: el punto de vista propio no puede considerarse
lleve a posiciones que se endurecen, que se escle­ como un punto de vista más; para nosotros es el
rosan, pues, en cuanto creemos haber descubierto enfoque, sentimos que es el único correcto.
un defecto en las cosas, ya no vamos más lejos "Y sin embargo se mueve", habría que repe­
con nuestro no y, al estacionarnos, nuestro pensar tir con Galileo, porque las faltas no son en-sí. No
se dedica a tejer argumentos que zurcen los pun­ están en el terreno del ser, sino en el del deber ser.
tos flacos de nuestro enfoque, y si acaso seguimos ¿Comprender esta distinción significará que debe
haciendo crítica, ésta es dirigida contra los juicios renunciarse a todo plan de corrección del mundo?
46 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 47

No. Simplemente se trata de que entendamos que 1 1 punsar puede conducir al automatismo: a esa
las fallas que nos instan a la polémica o a la lucha .1 1 1 1ación estacionaria en la que -por creernos
no son fallas reales, sino desajustes de la realidad dt 1l'ños de la verdad- se produce la certeza,
con nuestros sueños: no es la realidad la que nos 1" e estado en el que uno ya no quiere seguir

da la razón, sino el amor que le tenemos a nuestra pl' llsando, porque lo alcanzado se considera lo más
utopía, a nuestra irrealidad. Esta reubicación de la 1 onveniente, o uno ya no puede seguir más allá

falta no tiene por qué restar validez a la crítica; al porque la propia conclusión resulta insuperable.
contrario: la pone en su verdadera dimensión hu­ ,, Para qué pensar más si ya está claro? ¿Para qué
mana, en ese mundo que no tiene que ver con el .,�guir dando de vueltas a un asunto si ya sabemos
peso atómico de los objetos, sino con las coorde­ la respuesta? Quien llega a esta estación, esté o no
nadas de lo que queremos y no queremos. ¿Quién l'll lo correcto (eso es lo de menos), suspende el
ha dicho que no vale la pena pelear por un sueño? pensar. Así, paradójicamente, dejar de pensar no es
Lo que he dicho es que la vida propiamente hu­ la consecuencia del fracaso de pensar, sino de su
mana es aquella en que se vive arrebatado por los presunto éxito: creer que ya se ha encontrado la
sueños. Criticar la crítica, extremarla, lleva a com­ solución o que la triste respuesta que se ha obtenido
prender que los anhelos de libertad y de justicia, el es irunejorable.
deseo de que las cosas marchen de otra forma, la La verdad -o su apariencia- es enemiga del
certeza de un futuro mejor no son sino sueños; pero pensar; la duda, en cambio, es el medio del pen­
los sueños más altos de unos seres para quienes la sar, su hábitat. Nos referimos, por supuesto, a la
ÜTealidad es su verdadero territorio. duda que es mucho más que un mero no saber: a
la duda que incluye la intensa preocupación por ne
Hemos revisado algunos mecanismos del pensar: saber. Esta es la duda que nos mantiene pensando:
la deducción, la inducción, el análisis, la síntesis que hace del ejercicio de pensar exactamente eso:
y la crítica, y hemos visto cómo, en todos ellos, un ejercicio: una caminata sin meta, un fin en si
48 • áscar de la Borbolla La rebeldía de pensar •

mismo. La duda a la que nos referimos no es de Con todo, hay de dudas a dudas. Hay w
la que se puede salir, sino aquella en la que, como i l 1 1 1 l ns graves, aunque pobres, que despeja
dice Cioran, hemos caído . Esta duda no es resul­ 1 11·1 1 1 p o; hay otras que las resuelve la simple <
tado de la elección; más bien, es la que se apodera 1•1 ación; otras más que no se nos aclaran nun
de nosotros y no nos da tregua; la que convierte 1 11 u que quienes podrían libramos de ellas mue:
nuestras soluciones en un castillo de naipes, la que , 1 1 1 1 el secreto, y unas dudas especiales que �

t
no nos deja más remedio que seguir pensando. 1 1 1� barrancos más hondos conquistados por la 1
La duda, incluso, propicia el pensar mejor 1 1 1nn idad: las dudas insolubles: ¿por qué hay se
que la crítica, porque gu_ ien duda posee un lubri­ v t:¡Jara qué existo? El intento por aclarar estas e

cante que vuelve escurridiza cualquier verdad a la dudas ha dado origen a la filosofía, por más e
que uno podría aferrarse. La duda nos despierta 1 1 1uchos actualmente crean que la filosofía tic
una sensación de inconformidad hacia las solucio- 1111os propósitos más modestos y unos temas r
nes que encontramos, introduce la sospecha de que 11os abismales. La filosofía, sin embargo, es y s

1
somos incapaces de alcanzar cualquier respuesta 0se proceso del pensar que, desde los sótanos de
valedera y nos arroja al pensar puro, al ejercicio, en historia, ha venido buscando la solución de es
ocasiones angustiante, de dar vueltas y más vueltas dos preguntas cuya sola comprensión es más e
alrededor de un asunto. La duda de que aquí habla­ bastante para humanizarnos.
mos tiene la fuerza hipnótica de la serpiente de los La duda es ciertamente un no saber: un
celos, pero no nos sujeta como los celos a la dolo­ saber qué hacer, un no saber a qué atenerse,
rosa contemplación de una escena que se repite sin no saber de qué se trata; pero también es un e�
cesar, sino que nos ata al movimiento, al ir y venir hondamente preocupado por ese no saber. Quier
de los pros y los contras, y al ir y venir de las hipó­ despreocupa se quita de dudas, igual que quien c
tesis con sus nuevos pros y sus nuevos contras. haber encontrado la verdad y, por ello, la verda
la despreocupación son hermanas gemelas; es rr.
50 • Óscar de la Borbolla

la verdad podría ser simplemente la coartada de la


despreocupación.
Quien duda podrá no discurrir con rigor, no
usar un método para ordenar y clasificar sus pensa­
mientos, pero esa agitación en que se encuentra es,
ni más ni menos, el meollo del pensar, porque pen­
sar no es tanto analizar o criticar, sino dudar de los
análisis y de las críticas o, dicho de la manera más
compacta posible: pensar es dudar. PENSAR LO INSOLUBLE
PENSAR LO INSOLUBLE

l I
• ser humano vive ocupado: la brega por la s
•1istencia o por la existencia lo mantiene ocupe:
1 10110 de sentido, tenso por el afán que proyecta e:
s í , en pos de lo que diariamente le dictan sus rn
sidades o sus sueños. La índole de las ocupa.
nes carece de importancia, porque cualquier ast

basta para colmarnos: corremos con la misma e


v icción detrás del pan que nos llevamos a la bt
que detrás del poema más excelso del mundo,
detrás del conocimiento que revolucionará la hi
ria, que detrás del poder o de la santidad o del d
ro o de la justicia: cualquier afán nos llena, J
chico o grande, ruin o sublime, espiritual o p
mático, egoísta o altruista, sólo requiere que
entreguemos a él para que nuestra vida se llene
retaque de sentido. Y, sin embargo, a veces di
mos de lo que nos llena, del sentido de aquel
lo que entregamos nuestra vida: es como si s'

53
54 • áscar de la Borbolla La rebeldía de pensar

el continuo de la existencia apareciera un bache, , •,las puedan ser, sino la duda que corroe cualqt
un hoyo de sentido y cayéramos en él. Porque, posible afán, cualquier modo de ser y que se c
precisamente, la duda es ese abismo por el que se 1 ll�n.sa en una simple expresión de desconcie
escapa la certeza que nos 1nantenía ocupados y es ,, ,¡ué hago aquí?, ¿por qué soy? En esos momer
también ese vacío que, más que ocupamos, nos suspendida nuestra habitual relación con el m
l
pre-ocupa. NOslenamos de dudas o de abismo o, 1 l o- qué pobre nos parece aquello que nos daba s
si se prefiere, extraviamos el sentido que llenaba 1 ido, qué débiles las riendas que con tan frené·
nuestra vida. ntusiasmo tiraban de nosotros.
Para caer en la duda no es necesario que exista "¿Por qué soy?" es la pregunta de la autén
una causa: que la muerte suelte su manotazo a un pre-ocupación, pues se trata de una duda insolu
lado de nosotros privándonos de alguien, ni que I nsoluble no porque no pueda encontrarse
nos ocurra un accidente, nos sobrevenga una enfer­ respuesta: de hecho hay miles, infinidadderespue
medad o fracasemos; a veces, sin ninguna razón, que habitualmente nos parecen convincentes, �
en mitad de la salud o del éxito, nos preguntamos: porque cuando nos encontramos en la duda toda�
¿para qué? ¿Para qué el afán, a dónde conduce, respuestas naufragan, carecen de sentido, ning
qué sentido tienen el esfuerzo y la meta con los i1os parece al nivel de nuestra duda.
que nos hemos mantenido ocupados? En esos mo­ "¿Por qué soy?" tiene una dosis de asom
mentos, ante el precipicio de la duda, o ya girando lo habitual de pronto nos maravilla; pero, taml:
en su abismo, pensamos. tiene una dosis de reclamo, de inconformidad
Pero cuidado: la duda que propiamente nos disgusto: dejamos de conformamos con el
hace pensar no es aquella que nace del mero temor hecho de estar; el estar deja de parece1nos ot
a la equivocación, la duda de no haber elegido ati­ pierde la pátina que nos lo mostraba famifü
nadamente nuestro modo de vida: no, no es la duda nuestro beneplácito pierde también su pertinet
vocacional o la duda amorosa, por más graves que Preguntamos ¿por qué soy? no sólo asombradm
56 Óscar de la Borbolla
57

La rebeldía de pensar •

nuestra existencia, sino también disgustados ante Las preguntas ¿por qué soy? y ¿por qué hay
una existencia que no nos muestra su razón de ser, , 1 '', cuando son formuladas auténticamente, cuan-
que desde ningún ángulo resulta clara, pues para 1 1 1 1 e sienten, son los respiraderos de la duda, de la
responder cabalmente esta pregunta habría que 11 1'{uncia de sentido que nos inconforma, del vacío
contestar no sólo al porqué del ser que soy, sino q1 1L' nos preocupa, de la nada que nos hace pensar.
al porqué del ser en general. Habría que aclarar, Esta preocupación -el vacío de sentido, no
también, ¿porqué hay ser? Jamás podremos entender l.1 ansiedad o la angustia que son meras consecuen-
por qué somos, si no dilucidainos también por qué, 1·1a::;- es lo que verdaderamente desencadena el pensa-
en general, es lo que es. Nuestra duda existencial 111ionto. Se trata de una experiencia ocasionada, las
se toma problema metafísico, nada menos que el más de las veces, por la entrevista con alguno de los
problema central de la metafísica. 1 ostros con los que se manifiesta la nada: la muerte,
¿Por qué hay ser?, o ¿por qué existe lo que el fracaso, la enfermedad, la traición, el abandono;
existe? es la pregunta que muestra que la capa aunque -como hemos apuntado- puede surgir sin
de sentido con· la que normalmente se cubren las una causa visible: asaltarnos de pronto en mitad de
cosas y por la que podemos vivir afanándonos la dicha, porque, como dice Heidegger: "la nada
por alcanzar cualquier meta ha sido arrancada. acecha de continuo a la existencia".
¿Por qué hay ser? es la pregunta que delata que el He utilizado una palabra impopular que
habitual estar ahí de las cosas ha sido fulminado produce un automático rechazo, que acciona las
junto con aquella actitud que nos permitía dar las sirenas ululantes de los prejuicios y de la lógica:
cosas por descontadas. ¿Por qué hay ser?, cuando se la palabra "nada". ¿Por qué introducir aquí este
comprende su radical sentido, es la manifestación término? Por una necesidad ineludible, porque la
más simple de que la realidad no nos parece clara, nada, el vacío de sentido, es lo que en general nos
en modo alguno obvia, ni pertinente su presencia . hace pensar y porque es aquello que fundamenta
las preguntas ¿por qué soy? y ¿por qué hay ser? Sin

'
58
La rebeldía de pensar •
• Óscar de la Borbolla

la nada estas preguntas se vuelven ociosas, dejan • 1 1 1 1icnto, del reconocimiento, del poder, del din
de ser realmente preocupantes: ¿qué implicaría la , , 1 lc la justicia. Otra vez,
cualquier cosa sirve p
pregunta "¿por qué hay ser?" si no fuese planteada 1 11·11 parnos y ya no tenemos el humor de dar
desde la nada? Una obviedad que se respondería con , 11dtas a aquello cuy a preocupación hemos dej:
i ll' sentir. Cuando la nada se disipa o, mej
or die
un sencillo: "hay ser porque no puede haber más que
ser, porque la alternativa, la nada, es imposible". , 11ando volvemos a llenarnos de sentido ya no
¿Qué implicaría la pregunta "¿por qué soy?" si 1.11nos dispuestos a pensar.
no fuese planteada desde la nada? Otra obviedad: La propia repelencia de la nada es la
"porque me engendraron mis padres". Por qué hay 11os hace abrazar con festivo entusiasmo cualq1
ser y por qué soy no se pueden, siquiera, entender sin respuesta, buena o mala, pues con la más insigi
la nada. Sólo porque en la duda nos parece posible, cante certeza somos capaces de recuperar el sent
viable y, más aún, pertinente la nada, es por lo que pues lo que nos urge es echamos, cuanto antes,
formulamos estas preguntas haciéndonos cargo de su vida sin pensar. Demoremos ese regreso a la púl:
auténtica dimensión, y es también, precisamente superficie de la existencia, no rechacemos de in
por la nada, por lo que tales preguntas se mantienen diato la nada: démosles de vueltas a las dos pre!
insolubles y nos mantienen pensando. tas insolubles: hagamos el intento de mantene1
Cuando la nada es ocupada por el sentido, pensando.
cuando recuperamos nuestro afán, cuando amanece
en nosotros nuevamente el apremio que nos hace vi­
vir ocupados, las dos preguntas insolubles se vuel­
ven irrelevantes, son desplazadas por la demandante
urgencia de nuestras necesidades y deseos y, otra
vez, corremos al encuentro del pan que debemos
llevamos a la boca, o detrás del poema, del cono-
1 DIF ICU LTADES DE LA PRE GUN TA
.

¿POR QUÉ SOY ?

al­
N 111guna pregunta puede ser comprendida cab
o un
ll lL'llte si se formula de manera retórica, com
en de
1 1 1xo ejercicio intelectual. Las preguntas nac
y por
l.1 ignorancia reconocida y de la duda sentida,
descu­
l'llo , para de veras entenderlas, es necesario
ita;
b 1iir la ignorancia y sentir la duda que las susc
de otro modo su significado ni siqu
iera nos roza.
1 ;a pregunta ¿por qué soy? requiere
-tal vez como
condi­
ninguna otra- del cumplimiento de estas
o los
ciones, pues si uno cree saber u oculta, com
ta se
tahúres, una certeza bajo la manga, la pregun
pre­
ahueca. Esto ocurre, porque las más hondas
a de
guntas no son sino la manifestación verbalizad
resión
la duda auténtica; son, antes que nada, la exp
del vivísimo deseo de salir de dudas.
No por capricho, el primer paso de Sócrates
no­
consistía en conducir a sus interlocutores al reco
ón la
cimiento de su ignorancia: sin esta condici

61
62 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensm

'¡ búsqueda no puede siquiera comenzar. Hacer de


las preguntas palillos de dientes, frases hechas que
l 1 11•inpo libre, el ocio; pero como ya para ento
1 11 1 , hemos acostumbrado a las correlaciones ob

1 1111 1ns -a que todas las cosas tengan algún sen


se traen en la boca, es perder el tiempo.
Así, las preguntas ¿por qué soy? o ¿por qué 1 q 1 10 estén relacionadas unas con otras para p

existo?, aunque claras en su enunciado, rara vez se 1 1lwcvivir- llenamos ese tiempo vacío con nu
entienden, pues uno cree tener ya la respuesta: existir l l'laciones, con sentidos no obligatorios; así
equivale, normalmente, a luchar por la superviven­ ' l ntamos el juego, el juego que nos permite ll
cia; su sentido no parece ser otro que sobrevivir. La 1 1 111 sentidos artificiales las horas huecas.

{pregunta por el sentido pierde sentido cuando se ex-


perimenta la demanda de las necesidades: no hay
tiempo para pre-ocuparse cuando se está ocupado.
El � es la prueba de que "el sentido d
1 1 0 nos colma, y es el modo como resolve

1111ofundo sin-sentido de la existencia, pues, cu


m1

El hambre, el frío, la sed se nos imponen con su 1 10 estamos esclavizados por las relaciones ob
urgencia avasallante y nos hacen creer que la super­ lorias, por la necesidad de sobrevivir, establect
vivencia es el sentido, que la correlación entre las 11claciones arbitrarias, nos damos un nuevo sen
necesidades y Jos satisfactores forman una tupida jugamos. Cualquier actividad que no respon
red donde cada cosa tiene un sentido de por sí, y por la lucha por la supervivencia, al "sentido de:
ello -tanto histórica como individualmente- sólo es juego: el arte es juego, la filosofía y la 1
somos capaces de ir más allá, más allá del senti­ cia son juego. El juego es la resignificació1
do que impone la subsistencia, cuando, de alguna mundo, el invento de unas nuevas reglas sobt
manera, logramos superar las necesidades. Sólo reglas que la biología impone; es el modo e
entonces descubrimos el tiempo y lo descubrimos el hombre llena de sentido el tiempo libre al
vacío, o sea, sin ese sentido obligatorio que ata a blecer nuevas correlaciones: sentidos que no
nuestra existencia. Descubrimos ese tiempo que no dictados por los instintos. El juego es la libert:
está lleno con la lucha por la supervivencia, o sea, ocuparnos para no preocuparnos. Y, sin emb

'
fi · I 65
• ( Jsrnr de Ja Borboiia La rebeldía de pensar •

hay un juego que precisamente consiste en ocupar Qué resonancia pued e tener .la pregunta T
¿, .
·

nos con la preocupación, en mantene1nos preocu � ";,por qué soy?" para quienes estan m1::1erso� en
'

pados, es el juego de pensar. 1 1 11mundo retacado de sentido, sea obhgatono o


Así, cuando no estamos ocupados con la lúdico? ¿Qué le dice esta pregunta a aquel que viv�
supervivencia -sometidos por el sentido obligato­ ¡.¡\)sorto en su mundo laboral donde todo es arch1
rio- nos ocupamos con el juego, con los sentidos significativo: la sonrisa, el saludo o la indif�ren­
que nos inventamos: nos proponemos metas, lu­ cia del jefe; la fecha de entrega de un trabajo; la
chamos por alcanzarlas, lo intentamos una y otra pequeña intriga? ¿Qué importancia. pued� tener l.a
vez, nos esforzamos sin que importe en lo más pregunta sobre el sentido de la ex1stenc1� �n mi­
mínimo la índole de la meta (ya he dicho que so­ tad del mundo doméstico con sus entretemm1entos
mos capaces de enamorarnos de cualquier cosa), Y desasosiegos cotidianos, con sus redes de afee­
pues, con tal de no quedamos en el sinsentido, so­ tos con sus problemas grandes y pequenos.?. ¿Que
- '

'
mos capaces de jugar cualquier juego. De ahí que valor, en el mundo amoroso con sus entusiasmos
la vida siempre se nos presente con algún sentido y esa fuerza rejuvenecedora que hace que tod� se
y, de ahí tambié n, que resulte tan difícil entender reacomode en una nueva jerarquía? ¿Qué somdo,
· las preguntas ¿por qué soy? o ¿qué sentido tiene qué sabor puede tener nuestra pregunta .en el �un-
mi existencia? Estas interrogantes suenan falsas a do de la política, en ese mundo con su mte�s:dad,
quienes se encuentran ocupados . "¿Por qué soy?" sus alianzas para alcanzar la cima, sus traic10nes_f_
sólo da qué pensar, sólo preocupa, a aquellos para y sus crímenes?
quienes la existencia se ha vaciado de sentido, Todos vivimos ocupados, inmersos en algu-
para quienes sienten la ignorancia, el no saber na situación llena, pletórica, de sentido y, por ello,
cuál es el sentido de su existencia: para quienes la pregunta ¿por qué soy? resulta generalmente in�
descubren su propia existencia llena de duda, es comprensible. ¿Cuál es el caso de ese "por qué" s1
decir, de abismo . no se experünenta su pertinencia, si no nos haya-
66 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensa.

mos, ya de por sí, en el sins entido para que sí


enten derlo? encaramos con el absurdo: surgen por
Parece que no h ay modo de comprender
dich a p re­ � �
vez, porque la gasa de sentido on l que
forrz
gunta por más que su enunciado resulte s ente
las porciones de lo real para distmgmr uno .
��
diáfano.
.A ve e , sin emb argo, el sentido m1te \
obligatorio y otros, de pronto, se transparenta y nos per .
el senti do lud1co des aparecen y nuestra
existencia se amorfa, la anodina, la asignificativa presen �
c ad
toma prob lemática: lo que nos resulta s1 m
. más fami liar ' continuo ind iferente que es la realidad en
nuestro prop10 ser, dejam os de "entender yecté
al margen de los significados que pro
/ ?
lo", de
darlo por cons abido. La red de senti Y lo
dos a que sobre ella : cuando la realidad no es est
nos fuerza la subs isten cia y la red de or o :
sent idos buena o mala, grande o pequeña, meJ .
artificiales de nuestros juegos dejan de o es uno Y lo m1
sujetar sino una nebulosa donde tod .
unas cosas con otras, dejan de corre lacio ligir, de disc errn.
�� narlas y, y donde no hay mo do de inte
enton e s1,. preguntamos: ¿Por qué existo separal
si pude entender nada, porque las fronteras que
no ex1stir? ¿Por qué soy, si soy el res sobre .
ultado de una unos entes de otros se han cancelado y,
serie infin ita de cruces azaro sos que bien
habrían porque los reflectores con los que bañam ��s e.
podido no darse? ¿Po r qué soy si haga s cond1c10n
lo que haga las cosas se han apa. gado. En esta ,
algún día, necesariamente, dejaré de existir ? e
posible entender la pregunta ¿por �ue soy ·

'
y todo
lo ue me h a importado se perderá igual y la p
surge cuando desaparece todo sentido
m_
ab1s o? ¿Qu é sentido puede tener un ser
que yo en el
como yo, existencia se toma asignificativa.
cons ciente e indi vidu al, cuyo origen es
resultado Pero, ¿a qué se debe que las razone�
del azar y cuyo fin está marcado por la na po
necesidad? nos mantenían tranqui los, asidos a algu
¿Para qué estoy aquí? ¿Cuál es el caso? sucum
respuesta, nos abandonen? ¿Por qué .
Hay ocas iones en que estas preguntas
nos sentido y podemos experimentamos arro
jad ?
asaltan; no las buscamos, no nacen de la lta m
reflexión, mundo sin horizontes donde todo resu
no son el fnito de ninguna filo sofía que em
busque rente? ¿Será la consecuencia de un estado
,.

La rebeldía de pensar 6
68

• Óscar de la Borbolla

Entender la pregunta ¿por qué e�i �to? s1


pone no la subjetividad de un estado de ª��!11º q�l.
nal, de "un temple", como lo llama Heidegger, de
un mero cambio en la perspectiva subjetiva desde
la que nos asomamos al mundo? No, no es el cam­ desdibuje el sentido dado, "el valor en-si de
sas sino un estado de obj etividad total en el q1
bio de un estado subjetivo por otro, de uno positivo

� s c�sas y la vida se muestr an completamen
desvestidas de la importancia �ue les damos.m�
""" por otro negativo: es más bien por la cancelación
de nuestra subjetividad. Las cosas siguen ahí tal
y como son; lo que falta es nuestra valoración: el no lo niego, un estado excepcional: resulta to
sentido que le atribuimos a las cosas . Lo que pasa, difícil quitamos las gafas que nos hacen ve.r e._
más bien, es que las cosas en sí mismas aparecen de acuerdo con el cristal de los valores y, smn-:
sin el maquillaj e del valor, sin pizca de subjetivi- bargo' es tan claro decir: los valores no son �
dad, tal y como son al margen de nuestros afanes. Para obtener una comprensión aproxime
de lo que representa la extrema objetividad
. los En esos momentos de objetividad extrema,
reclamos de la vida nos parecen ya per la que hablamos, imaginemos el fu�ro; no el
de mañana, ni los próximos años, smo un fut
m

torios, porque finalmente caemos en la cuentaen­


que ni lo que se ha llamado "el sentido dado" está de lo suficientemente hondo, cuando nada de loa •

realmente dado. Suele avasallamos, sí; pero porque ahora nos importa exista ya. Preguntar, frente t
subjetivamente reconocemos a la vida un valor más futuro, qué sentido tienen los afectos, los afar
allá de toda duda, porque atendemos servilmente a los proyectos: mi vida, revela �e manera figu
lo que la vida nos impone; pero el imperativo de la la obj etividad que intento explicar. Es ese fu1
vida es -para decirlo en términos kantianos- no un del que ya no formaremos �arte �l que revd
imperativo categórico, sino un imperativo hipoté­ radical despropósito de la existencia, pues por,
tico, ya que la vida, por mucho que nos guste o la que haya un cercano ?espué� de la muerte que 1
i apreciemos, no es necesaria. En la pura obj etividad sin nosotros, sigue importandonos, hay tam
} no hay valor ni sentido . un lejano después, cuando sucede la muerte e
"
70 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 71

manifieste
muerte, cuando hasta la muerte se extingue porque que adopta uno u otro disfraz, que se
nuestra cas<
ya no perdura nada de aquello que nos importó: a través de unos entes u otros. En
as que no
a ese futuro me refiero: al tiempo posterior a la
. . están las formas familiares, las person .
histona; cuando la vida -no mi vida, sino la vida . aqu í cad a cos a imp ort a, o sea , ti en'
acompañan '
, las fo� a
de la humanidad- acabe; cuando la odisea de sentido. En el futuro hondo, en cambio
r, nada t�en
lo� seres humanos llegue a su final. Frente a ese son ajenas, nada nos resulta fa�ilia
esa extr�nez
abismo es que se aclara la pregunta por el sentido sentido. Es precisamente en medio de
su obv1eda
de la existencia, se aclara porque, paradójicamente, donde el sentido de la existencia pierde
r hacia dónd
la entendemos como un problema insoluble. y gracias a ello, podemos comprende
Imaginemos la escenografía que nos brinda �
a unta la pregunta " ¿por qué soy?" Par

a e�t�n er�
.

ese lejano �o: nada de lo que en él aparece nos plenamente es preciso apa1tamos de la
subJet1v1da1
resulta fam1har, nada de lo que nos importó y que, de los sentidos proyectados. .
e? su ?1°mento, consiguió darle sentido a nuestra Pero no sól o la luc ha hab itua l por la sub s1
vida s �gue vivo. Lo que llamamos nuestro mundo, tencia el juego o la importancia qu
e concedem1
el tapiz con el que hemos cubierto la realidad �
al pre ente, a nuestra casa, dificultan
la c?mpre
la ex1stenc:
objetiva para volverla nuestra casa no está más. sión de la pregunta por el sentido de
celan su �
¿Qué sentido tiene nuestra existencia ahí? La Tambié n la teología y la filosofía can
ndo ordenac
respuesta es obvia: ninguno. Imaginarnos en ese teligibilidad al presentatnos un mu
a, contunder
contexto totalmente ajeno hace evidente que los
. al responder de forma, en aparienci
sent�dos que le damos a nuestra existencia sólo son a dicha pregunta. .
sentidos aquí, en lo que hemos llamado nuestra . Qué sentido tiene mi existencia? ¿Para q
casa; pero ese ahí y este aquí son objetivamente
.
la misma cosa: el mismo ser convulsionado del

existo recisamente yo? ¿Qué sentido
de los ind ivid uos ?
tiene la ex
¿Pa ra que, e
tencia de cada uno
que formamos parte, la misma materia caprichosa humanidad emplazada a la muerte?
73
72 • áscar de la Borbolla La rebeldía de pensar •

En Platón, y más detalladamente en Leibnitz, Leibnitz. Para ellos, basta cons1· mp que este mundo
encontramos un intento de responder a estas treme­ exista para creer que ' por
esa le razón' es el
un nous ' une
bundas preguntas con lo que se ha llamado el prin­ mejor. Pl ato, n 1 o eree porque supordneo con lo mejor
cipio de razón suficiente: todo lo que existe, lo que mente, que todo l o ordena de acueun Dios que eligt
permanece o muere -dice Platón en el Fedón- existe, y Leibnitz lo cree porque supone l eza perfecta. Et
permanece y muere, porque es lo mejor que podía todo de acuerdo con su natura marse Hegel cm
ocurrir y no hay mejor respuesta que ésta, porque no ambo� casos -a ,�os que podría suracional y todo 11
puede haber mejor respuesta que apelar a lo mejor. su tesis de que todo lo real es . nc1·a, el hecho d
Y Leibnitz, por su parte, propone en su Discurso racional es real" la mera ex1stetía
-

sóló de qu
de metafisica y en su Monadología que éste, pre­ que este mund? sea, es l garan donos los sentidc
cisamente este mundo, es el mejor de los mundos hay sentido, smo el mejor � de to
posibles. Lo que significa, en pocas palabras, que la posibles .
pregunta por el sentido de mi existencia se respon­ .
Como puede apreciarse ' quienre es apelan
de, desde el principio de razón suficiente, con un princ1p1 , suficiente, lejos de sponder
. . 0 de razon e

. que interrog:
sencillo y contundente: "Existes, porque es lo mejor manera satisfactona ª las pregunatas de que todo tiei
que te pudo ocurrir; morirás, porque es lo mejor que por el. sentido, parten del dogm 1ve
·
·

te podrá ocurrir, y eres lo que eres, porque es lo me­ sentido y, por e11o, más que resoquer de el problema
pr ob lem ,
a
jor que te podría ocurrir" . cancelan y oscu re c �n, pu es , lo
"principie
Es verdad que formalmente lo mejor es lo co tiene la existencia es conve,rtidounen razo'n de s
s� asienta qu� tod t' ne no solodas, ala m ejor y,
mejor; sin embargo, faltaría probar que este mundo
es el mejor efectivamente: la facilidad con la que :
smo una razon q��. ,: ' entre to r existencia no se
t

es posible imaginar otro mundo, no perfecto, sino tonces, Por defin1c10n, cu. alquie todo cuanto ex1·
simplemente un poco mejor, echa por tierra el tiene una razon , de s�r, sm� que
los sentid
engaño al que nos invita el contubernio Platón- es necesario, todo tiene e mejor de
74 • Óscar de la Borbolla
La rebeldía de pensar

A�entado el principio de razón suficiente . Quién quiere pensar, dar de vueltas a


mm a a priori el sentido mediante un sen se deter­
dedu��ivo: si todo tiene sentido, ergo, mi cillo truco proble�a insoluble, cuyo saldo e.s . la angu:
tambien lo tiene. existencia cuando es más tranquilizador admitir un . dog
No valdría Ja pena detenerse en la "solución abrazarse a él, asirse a un madero c�alqmera
Platón-Leibnitz -que se desecha con " éste sea? El principio de razón suficiente ale�
petic�ón de principio- si no fuese por una mera su versión popular en la resignación. .
dencia que tuvo en la historia y, sobrela trascen­ / La resignación es de muchos tipo s: dese
lo que esa trascendencia dej a ver de la todo, por resignación religiosa que invita al consuelo, po:
�el hombre por no pensar, por no demorarvosecaenciólon induce a creer que todo lo que ocurre es pe
i�s ?luble. Porque, en efecto, si se adop voluntad de Dios y, entonces, cuanto pase -am
cip10 de razón su fic iente el pensar se ta el prin­ literalmente nos mortifique y no alcancem1
e? un mecánico acto de deducir: el po convierte entenderlo- tiene una justificación y, � ás
c�ante, el por qué tremebundo, se respo r qué acu­ es necesariamente bueno, hasta la resigna
sim ple "por�ue es lo mejor" o "porque nde con un que se pretende científica por basarse en un2
ha� �na razon para todo y esa razón es siempre observación estadística: "Todos los seres '
� l exito de esta pseudo solución se entiendla mejor" . tienen que morir, ¿qué hay de extraño, entonce
mclinación que generalmente muestran e por la que mueras tú o en que muera yo? . Tod�� m�
humanos a no pens ar, pues, el pensar, ya los seres es la ley natural" . En esta clase de �e�1gnac1on, s1
apuntado, es fuente de toda clase de inclo hemos no se consigue el consuelo rehg10so, �e ale
bres y, en este caso, de la incertidumbre ertidum­ un sucedáneo: la indiferencia que prov1e��
trema: la duda existencial acerca del sen más ex­ aceptación de la fatalidad universal: tamb1er
propia vida. tido de la previene contra la incertidumbre Y la duda. �1
punto los extremos se tocan, pue.s cuando se d1:
pasan las cosas -igual si se atnbuye a la
vol
76 • Óscar de la Borb
olla

La rebeldía de pensar • 77

de Dios o a las leyes nat


que la muerte tiene una ura, les- se esta, aceptando
muerte hay sentido. razon de ser' que pese a El mismo Voltaire -a pesar de que en su
la
�entada a Cándido ridiculiza magníficamente la filosofia de
sea su tipo se levantala1 res . ignaci--!!! , !, cualqme. ra que Leibnitz al reducir al absurdo el principio de razón
es de varias '- a mconformI� d d, que tamb1en ., suficiente- adopta ante la muerte una peculiar con­
. ral: clas es·
· .d.esd- .
e e1 mmed'1ato rechaz
visce el no pn.m1 tIVO y .
v10
o formidad; en su Diccionario dice que el hombre es el
reaccionan por instinto 1 ento de quienes único ser que sabe que debe morir; que la muerte se
con tra la s1tu . ac10n
que los lastima, hasta el . · partic· ular explica cmno el sacrificio del individuo para el bien
n o de quie
'

desacuerdo de orden
met afís .co c nes plantean un de la especie y el de la especie para que se renueven
inconforme radical no se � on el cosmos. 1 El las formas de la vida. Esta conciencia moral ante
ante las atrocidades que resigna an. te su. suerte, ni la muerte distingue, dice Voltaire, al hombre de los
reconcilia. J.Offi1an la hIstona, ni. pue demás seres, pues no sólo sabemos que vamos a
rse con las gr ves fall de
.¡:-_

el inconforme' el que asz� as del cosmos. Para morir, como lo sabe el animal herido que se tumba a
. pasen fas cosas no es razón
suficie. nte' pues' precisa esperar su fin, sino que sabemos que debemos morir.
porque pasan así . Por qme,nte' su. mco · nJ.O
tan fácil imagina; ue p � � e �
prec isa men
.J:'. filll•dad es
te, así, si es
Somos los únicos seres que podemos entender la
funcionalidad de la muerte y, de ahí, nuestro deber
otra manera un poco � ? r 1a ser de otra manera, de moral; pero, aun entendiéndolo, los inconformes, a
me1or. diferencia de ·voltaire, no nos resignamos, pues el
La resignación ante la
que no sólo enturbia la mu:�e es una actitud que así ocurra y deba ocurrir en todos los casos no
co m
por el sentido de la exis p�ens�on de la p regunta resuelve la última pregunta: ¿por qué tiene que ser
imp. lanteable, pues, tns. tencia, smo que la vuelve precisamente así?
resignados la muerte e tes o contentos, para los La muerte no es, siquiera, una probabilidad:
e11os no cabe el por s e1 asz son las cosas: para
,

que. , no ocurre a uno de cada mil, ni a uno de cada cien,


ni a uno de cada dos; sucede a todos: a cien de cada
Filoso
':!'ª .
lf para inco cien. La muerte es lo necesario, lo irremediable,
nformes' Edi'tona1
'V' .
ease mi

Nueva
.
Imagen , Me·
xico, 1996.
78 Óscar de la Bor
boll a

La rebeldía de pensar • 79

el destin o com ún de 1
esa universalidad de tod a
os 1 os seres. Sin emba
rgo asirse a una certeza, estar en paz, resignado, sobre
r�presentar la respues mu ert e e s l a que .
, �e1os de
'

ta de:fi nif 1va, el piso seguro de un dogma: ¿para qué cortar la


p1e la pregunta p or e1 . mantien e en rama sobre la que tan cómodamente ensayamos
es lo que obliga a p se ntid o d e 1 a existenci a
y
·

nuestras piruetas? Sin embargo, así como no es


I en efecto todo muere . ens ar lo in so 1 ubl e, porq
' ¿cu a
, 1 es el cas o
ue, si voluntaria la caída en la duda, tampoco lo es en el
¿para qué ? de existir?, pensar.
La no resign ón la Pensar es a lo que nos condena nuestra na­
lafinca sobre la queaci ' incon¡¡orm1d. ad, revela
1nos �rgu n. � turaleza. Somos los únicos seres capaces de pensar
os: el mo sobre
.msoque está fundada a existencia Es teabis
el
es el asunto
por más que prefiramos no hacerlo, por más que
luble que da q ue pens ·

generalmente sólo nos mantengamos un momento


esta sima es pensar Po ar. Des barrancars e por
,

pensando: el tiempo suficiente para llegar a una es­


es pensar. Disolve1· 1 ner en duda el fundamento
·

tación, a una respuesta que nos saque de dudas. En


? q ue nos sostuvieran e as certezas q ue qu1·s1er
s pensar.
Pens ar no cons tituye
. , amos
cuanto un pensamiento nos parece verdadero, en
cuanto atamos dos cabos, defendemos nuestra ver­
dab le: ful min. a los sab una exp ene. ncia. agra-
dad hasta convencernos, la convertimos en certeza
seguridad, nos preoc eres y las creencias que dan
·

upa al 1 1enarno para ya no pensar, para poder entregamos al au­


alimenta la desesperanz s de dudas tomatismo apacible de la vida que embota pese a
nadie, quiere pensar a y1, por e11 �'
nadie,. '

o cas i
. Par a � ayo na sus zozobras, o a la repetición de nuestra idea. Nos
creer: si el pensar no ª e�referible
encontrar una verda gar ant iza qu �
. e abremos de
ocupamos con tal de no preocupamos.
d fi rme, s1 pen Como se ha visto, es difícil entender la pre­
disuelve el fun dament sar angustia, gunta por el sentido de la existencia. Sin embargo:
caída en el abism o, ent o y p rov oca 1a sensación de
o nc es es me1 or -s1 en lo dicho aparecen algunas pistas que hacen pre­
se busca es la tranqu
ilidad- creer, convenclo q ue
·
.

sumible que pueda formularse realmente: Eandc


erse
' la pregunta nace del desconcierto, cuando adquien
ar • 81
La rebeldía de pens
80 • Óscar de la Borbolla

? tono de protesta, de indignación contenida· cuan­


do va acompañada de la sospecha de que e� inútil
está ahí, sin más
sí que re-fl exio
,
na,
sino
que
qu
pi
e se
ensa
sep
,
des
ara y vuelve sobre
aunque no llegue a
garrarse. El vuelo
n�da: bast ante hac e ya con
pensar: esa dol�rosa sospecha que, sin embargo, no orta por la altu ra de la copa del á�bol
_ llega a ser s�? 1ente para arrojamos decepcionados del ave n o imp o por que consigue
remon tars e, sin
al ad.ormec1m1ento que brinda la vida con sus ur­ a la que puede El pen sar no vale por sus
rse de la tierra.
gen�1�s, sus placeres, sus desgracias y sus momen­ lev anta
por que des garr a el ser, porque eng�n­
tos tib10s. frutos, sino que no está ocupado , smo
dra un extraño : un ser
¿Por qué existo? es la pregunta originaria del tido de su ser.
homb�e, en el sentido de que es la pregunta que pre-ocupado por el sencl2.!1 extr�ars� , este
nos ongma; . ?º es la más antigua cronológicamente Esta pre-ocupa , este pue de repre��ntarse
o del ser
r� angus­
descubrirse ext ranj �
hablando, la más universal de las dudas · pero "ho rror " o con la � alab
basta con que un miembro de una especie la for­ Coñ la palabra
m

cas o, una vive n cia terrible de la' ',


mule �ealmente para hacer que esa especie, en ple­ tia" ·' es en todo don nir tran quil os
que qu�remos curamos "par
a .
no, de un sa�t� ontológico . Así, puede ser que las y por ello , un a cre en cia
aves hayan v1v1do antes de que ninguna comenzara como decía Nietzsche,cien tífic a; per o también un
religiosa, una verd ad
a volar; pero la p�imera que se lanzó al aire y se o el insensato anhelol
el trabaj � ruin Y m �
ena mor ami ento de arra bal
�antuv? �n el, abno, esa posibilidad para todas, las s ric os, o incl uso
hizo existir como a�es . ¿Por qué es tan especial la de volv erno repr oducir -cada dta
sólo sirv e par a
. 1.:11tª por e! sentido de la existencia? Porque es
pieg pagado , qu e
as- nue stra s fuer zas , pueden damos
.
la senal meqmvoca de que un ser se ha extrañado más menguad , cual quie r c osa es bue­
tido
una certeza o un vértigo de la extr�njería de _
sen
de su ser al grado de que se pregunta por él. Es la
- de que en el ser ha aparecido un extraño: una
senal n a para no sentir el de pensar: �ualqu1er cos� es
parte del ser que se ha em·arecido pues pregunta por nuestro ser, para dejar el sentido de nuestra vida.(
. de su existencia; una parte del ser que no
el sentido susceptible de volverse
sar •
La rebeldía de pen
82 • Óscar de la Borbolla

la vi . d llen amos con eso. ¿Por q


s?. i· Por qué
Y
Cualquier cosa con tal de no encaramos con lo que sentido de ,
ª
de nos o tr o
nos lanzamos ma s allá
somos. nern os enca ra dos a lo que somc
podemos mante . , que se hace patente igual

·
Pero, ¿qué somos?, ¿qué tiene de espantable
nuestro ser que nos repele al grado de estar dispues­ . qué esa evas1on
iPor o mis. mo en
e l don Jua n ' 1
tos a colgar delante de nuestra vida cualquier za­ el. filatelista que en ogad'icto, gual en el indole
c1entífico que en el dr a contemplar la television ,
i

nahoria que nos libre de ese nosotros? Somos, se .


<

ha dicho desde la antigüedad, animales racionales; que se echa en el sof:'a miz . a el alma para infur
en el a ctor que se sodo
seres sociales, históricos, políticos; somos, inclu­ ' e ?
. i· De que , tenemos que distn
so, bípedos implumes -como se le ocurrió a Platón .
vida a un . , per son aJ , hu1m . os cuando esca.
nos o, meJo r aun , de que
para mofa de Diógenes-; también podría decirse s m1s . mos en cual quie r direcc1
que somos los únicos seres capaces de rezar, de mos de nosotro e noso tr os ' da lo mismo. b
Por que, p ara des erta r d pie
pagar impuestos; los únicos que compran a plazos . ado rm eci . m1e . nto pasivo que nos .
dirse en u n , d
o los únicos que han inventado o descubierto los
q�e i �ola ;
� os e n l fren étic a con secuc10n <

I gua; una bot


números primos. Si lo que se busca es una definición
, o a a n. ella de licor qu�
v1v1 s1m que nos vamp11
de esta clase, el repertorio resulta tan vasto como
soso . Destacar un rasgo o un conjunto de rasgos, embrut. ezca
c
q
o
u e
nta
� : ��::: .
:ramos con lo qut
identificar una cualidad exclusiva, o una cuali­ Todo sirve
dad que el hombre posea por antonomasia, no es �os. . ,
0
Que som os -
?. Sueno , lo dijeron Shakespd1
l'l a
el camino más indicado para descubrir lo que de y Schopenhauer.
u 1

Calderón de la Bar ca ne
nuestro ser nos repele. Porque, en verdad, que algo el, H ei· d � g ger y Sartre. Lo ha
han dicho Heg a no haberl
!
nos repele: la constante humana -que no tropieza des ues , per o odrí
con fronteras geográficas o cronológicas- es esa muchos antes y � aqu1, tos nombres es
conducta universal que consiste en ocuparnos con cho nadie. Si m ono rezca tan sola, tan aben
enci
cualquier cosa, en convertir cualquier cosa en el que la afirmación no apa
84 • Óscar de la Bor
La rebeldía de pensar • 85
bolla

porque, m ás
allá de literatu
ras o de filos
lo que des cub ofías, eso es aquello que imprime nuestra identidad en lo que
rim os cuando
n os e cara
con n osotros � mos a fondo hacemos .
mismos . s o
� sue no, som os n ada z Pero qué significa "haber sido alguna vez"
E ste e s el
melancólica c
sen i ien o
que �� :
retum ba en
.
la cuando no se trata del pasado de un vivo, sino del
opla de Jo g
e Man . que
hizo el rey
don Juan ? · / n ; : "¿Qué se de un muerto: ¿dónde está su vida, dónde, su me­
¿ qué s e hizier ? I
on ' ¿ q �
os n nte s
l fa �é
J.Ue de tan to
·
de Aragón, I moria?, ¿dónde quedó él, cuando ya todo él es pasa­
galán ?· /, ¿ qué
·

fue de tan ta inv do? A lo mucho, del muerto se mantiene su huella


en ción/ com .
lo que de nue o trax1eron " en el mundo, su influencia en los demás. Puede
. Esto es
stro ser n os
esp anta la cer
m ante de que : teza abi s - bien ser una huella identificable, cuando deja una
s obrenadam
os en 1 a nad
por más que
hilo estas pal
ahora en s t
abras e a
; �
e momen to,
a, porque,
mientras
obra; o una huella difusa, cuando es simplemente
uno más de los autores anónimos del mundo. Cada
y por más
que tú, ec i
a sen saci n
�� de que soy, � muerto, en una medida u otra, es responsable, es
, e tu pro �
leyéndolas y pio ahora est coautor del mundo . Lo que fue se mantiene en la
ten gas tamb . és
1en la s ens aci
eres, ¿qué es e se ón de que memoria de la humanidad, como una influencia
cri bí, tú ya lo
so
leíste ·· m o ��
ue, e s eres ?

s fuzmos, ¿qu
Yo ya lo es ­ definible, o presente e invisible en las condiciones
haber sido? é signifi ca generales del mundo que nos ha tocado .
Pero, qué significa "haber sido alguna vez"
Mientras sigam os
vivo s, el p
que está c on asado es algo cuando la humanidad desaparezca, cuando llegue
nos otro s .. esta,
se m anti ene · presente en la
memoria' por fin ese futuro, remoto pero seguro, en el que
' aun que nuestra
� em ona lo deform
·

lo adapte lo . e' deje de haber recuerdos porque no habrá memo­


' m antenga VIV
. O ·' VIVO y
por tan to cam-
b1ante . Pero ria y dej e de haber mundo, porque, incluso lo que
nuestro pas a
do está n o s o' l
m oría, tambi o en la me- llamamos "ser" no será ya atestiguado por ningún
én s e m antIen ' e en nue
h ace presen stro haber y se hombre. ¿Qué es el ser al margen del hombre? ¿Po­
te en cada
uno de nue stro
s actos: es drá decirse que el ser estará ahí, cuando ya no esté
i Shakespeare:
abarca nuestra
Formados somo
s��: � .
m1 ma n turale�
����� � triste vida Sebo
.
� H�;�¡ �
za de los sueñ
ª vida es un
os y tm sueñ

.
e os pequ
ivo. muerte.
eños por la noc
Sartre: El hom
e. . o
.
largo sueño
mos esa pote
intercalad
ncia portentos

existente sobr bre es un para . a de lo
enada en la nad -si que es nada
· J.Ie1
·degger: E
a. ·I
86
..

• Óscar de la Bor
bolla
La rebeldía de pensar • 87

el hombre ant
e qui en el
ser se hac e pre
drá, siquiera sente? ¿Po­
hab lars e de m . , ¿. Qué significará "habe
humamdad se represento. �
relaciones , cua
un do, de ese marco
ndo no esté m á de . ificado m
sido alguna vez" cuando no haya ya szgnz
¿ Podrá hab s el ser que rela
larse de mat ciona?
eria, cuando haber ni ser? ¿Que, sera
. , haber sido alguna vez en la
h ombre, ese ya no exis ta el
punto de refe �
eternidad del univ rso?
ren cia para el
El par�ntes1 � en
se manifiesta cual ésta
c om o sóli da, nsistió nuestro trán-
líquida o gaseo
drá hablars e
inc lus o, de
de m acro cosm
os o de mic
roc
sa? ¿Po ­
osmos o,
sito por la exi stencia, nu ��� :�
.
ida y la historia de la
col ore s cuando humamda. d, as1, como lo conoc1'do será pura fantas-
no exis tan
registren? ¿Qu ojos que los
é es el ser al . 1vi· o'' ni más ni menos
, un sueño que se diso
magona,
d�� n�: horroriza de nuestra
m argen de la
cia? ¿Podrá concien­
decirs e que que Esto es lo
Pero enti énda
exis te si no está el h o
nad�.
s e, no estoy mbre?
propon ien do existencia; esto, el fo q nos da qué pensar y
verso se hu que el uni ­
ndirá si falta lo que, simultáneamente, h ac e que la mayoría huya
mos nos otro s,
que llam am sino que eso
os "un iverso del pensar
", nuestra rep .
se hundirá resentación,
si faltam o s Aunq e � sent1' do estricto nadie huye,
en
nos otros: ¿qu
¿qué de los é será de ella .
concepto s ?, porque la caida en el pensar no es voluntana como
que hem os inv
referirnos a la entado p ara
realidad: "ex tampoco l o es e1 mantenerse en e1 no pensar. Ambas
istencia ", "tie
p acio ", "or mpo ", "es ­
den "? ¿ Tend .
ocurren y no hay m tlvos � ara creer que una con-
rán algún sen
tido al margen
de la concie
ncia humana?
¿Q ué p uede

ducta sea más auténtica qu la otra ' por más que la
.
signifi car "ant humanidad se div1. d a, p or esta razon,
, en dos bandos
p unto de ref es" si no hay .
erencia? ¿Qu .
. bl es. aquellos que caen en el pensar y los
é significa " irreconc1lrn
"ayer" si no mañana " o .
hay p unto de que se mantienen en el no pensar. Unos y otros se
referen cia ? ¿
"ex istir" o Qué signific a
"estar p rese -
desprecian: uno s a otros se grunen,
·

cada bloque por


nte " si no hay
ser presente? ante quien
La extinción sus propias razones ' cuando 1o que debieran senttr
· ·

de la humani
consigo el nau dad traerá
fragio abs olu los unos por los otros es co de compasión
;�t�iven en el infierno:
to de to do aqu
ell o que la
o

de piedad. Pues unos y o


88 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • &

nte
aunque sea en distintos departamen donde no tenemos prese
tos del infierno. sar y al no p ns a , ah 1'
� �
.
o, es donde l a vida es v:
el sentido m l sm sen�1 d ,
Porque la vida no es más p lacentera
por no pen sar, � mos cuent:
al contrario, los que forman este grup
o suelen sufrir v1b· 1 e, pues vlVl. ffiOS dl Straldos ' sin da
r el]
hasta el agotamiento o el suicidio por ce de l a felicidad y po
cualquier mi­ En eso s m omentos su
e11
nucia. ta de que estamos en
nunca nos damos cuen
<
La verdad es que ambos bandos . e cuando nos distraem
sufren, l a fel 1c1' dad só lo ocurr
pues, como para unos nada tiene nsar. La ci1eli cidad so n es:
sentido y para del p nsar y de1 no pe
� n
otros todo tiene muchísimo sentido, de lo otro. Aunque , co
unos y otros vacac10nes de lo uno y
ar,
viven agobiados, aunque en un caso nera de co nc iliar el pens
e l agobio lo veremos, h ay una ma .
. y, J
produzca e l absurdo y en el otro, la cia de lo que somos
exagerada im­ tener profunda concien
portancia que se atribuye a cualqui da d.
er baratija . Así, obstante, hallar la fel ici
la ausencia de sentido que se descubre
pensando: la
preocupación, y el ser prisionero del sentido -de
esa
máxima importancia que, por no pen
sar, se atribuye
a cualquier cosa-, la ocupación, nos
conducen al
mismo desenlace: al agobio
.
Por fortuna, el ser n umano no es coherente :
se distrae, se pierde, anda por el mun
do sin preo­
cuparse ni ocuparse y, por ello , con relativa
fre­
cuencia puede vivir libre del agobio
que producen
el sen�ido y el sinsentido. Unos jueg
an a que las
cosas importan un poc o (a que sí tien
en sentido)
y otros, a que no importan demasia
do (a que no
tienen sentido del todo) En esa zon
. a, ajena al pen-
,,

¡;¡

1
11
I•
,,
111

2. ¿EL SER ES?


1
,,
,, Cualquier pregunta que se formula realmente es,
en principio, la reacción intelectual que suscita lo
'I
1
1 incierto. Con el preguntar emplazamos lo descono­
1 1 cido y, de algún modo, aunque sea provisional, lo
1
delimitamos. La sola pregunta es, por tanto, una
definición de lo incierto, literalmente nos permite
acotarlo. Con la pregunta indagamos por algo: por
algo que nombramos: ese nombre, esa palabra que
figura en la pregunta constituye la primera pista:
si ya contamos con esa palabra esto implica que,
�1
1
al menos, ya lo hemos identificado: tenemos una
pista que nos pone en el camino. El que no pregunta
no sabe siquiera que hay caminos. Para preguntar es
preciso ya saber algo, de otro modo la incertidum­
bre no se delimita, no se pone uno en el camino.
La pregunta es el comienzo de la solución del
problema.

91
11
92 La rebeldía de pensar

• Óscar de la Borbolla

11
i
del ser es ar
La pregunta "¿por qué hay ser?", sin em­ La cuestión del significadoóteles como
11 bargo, no nos pone sobre ningún camino, sino so­ . a·, fue calificada por Arist
qu1, sim ..
t

razón : el es fu erzo roed ie


bre el abismo, pues el término que aparece en ella: gigantomaquia y tenía esen una e�tens;
"ser", no define nada, no delimita nada: ser es lo por encontrar palabras que tuvi ér �no ser dio c01
1
que tienen en común todos los entes, lo que los equi vale nte a la que posee el � �
'¡ trasciende, lo que continúa más allá de la frontera ltado una colec ción de smo nirnos: los llar
resu roe�te, no �esolv
de cada ente, más allá de su particular entidad, o dos "trascendentales" que, finall de mdefimbles
para decirlo más claro: el término "ser" posee un n ada' pues eran términosstra igua <

1 .1 pasaporte plenipotenciario que lo hace atravesar E sta dific ultad mue de entrada que la r
las fronteras de todos los entes, esas fronteras que
ser.
. qué hay ser?" es no so 1 o una pregu
unta i " por ,

,,
son el límite que permite distinguir un ente de otro. '
más insoluble de to
?inso1Ub le, si·no quizás' lapara pensar, pues en '.
Los entes se definen: están encerrados dentro de y por eso, la que más da con las pregu ta� ord
lo que son; el ser no está encerrado, se extiende, ;.o se cumple lo que' pero pasa � ino c�
_ un term
se propala a todo. En la pregunta "¿por qué hay nas; se 11cormula sí al incl uir
pone en e1 ca11'
'

ser?", aunque se formule, no se cuenta con una definición se nos escap a no nos desbarran�a.
pista definida. de su solución, más bien nosen Ser y tiempo '
Antes de poder preguntar "¿por qué hay Heidegger advierte
toda pregunta
ser?" parece necesario averiguar primero ¿qué problema cuando explica quepreguntar y prop
significa ser? El problema del significado del ser sentido d�be tener un de qué arrancar de ese
se antoja como un trabajo preliminar, pues parece partir del preconcepto de ser:einente elocuente,
imposible buscar el porqué de algo cuyo significado ni'ficado vago ' pero suficient quie . r enuncia . do, y pa­�
no tenemos: ¿cómo preguntar, en efecto, acerca tiene el término ser en cual
del porqué de aquello que ni siquiera logramos un buen punto de partida, "est pues todo s entend�.
casa es espacie
identificar? "algo" cuando se nos dice: a

\
.

La rebeldía de pensar • 95
94 • áscar de la Borbolla

xactitud for­
o "nosotros somos habitantes del siglo XXI". Sin pasado), "2 + 2 5 es falso" (unaleine
=

del preconcep :
e�ba_rgo, el arranque heideggeriano sólo en apa­ mal) . . . ¿Cuál es el contenido asib man era: ¿en que
nencia es bueno, pues el preconcepto o definición to heideggeriano?, o dicho de otra pto si su significado
cami no nos pone ese prec once
preontológica de ser entraña una infinidad de difi­ oncepto heidegge­
cul:ades si se intenta precisar el significado, ya que es distinto en cada caso? El prec ta en todas
vana en cada enunciado. Piénsese simplemente en riano nos invita a una diáspora,ino:apun representa un
el valor que ser tiene en las siguientes frases: "El direcciones: no ofrece un cam preconcepto, la
Popocatépetl es un volcán" y "los fantasmas no son haz infinito de caminos. Con dicho absolutamente
reales". En estos enunciados el significado de ser pregunta "¿por qué hay ser?" , sigue
se aproxima al de realidad material; en cambio, en indefinida.
Y sin embargo, cua
ndo "¿por qué hay ser?"
frases como: "El coronel Aureliano Buendía es un
pregu nta cuan do es una pregu�:a
personaje de ficción" y "Gabriel García Márquez se realm ente,
cta formulac1on
es un escritor latinoamericano" el significado de sentida cuando más que una correverba hza la mas
,

lógica es la manera en que se anas no se presta


.
'

ser está relacionado con distintos planos de reali­


dad. El preconcepto heideggeriano parece un buen honda de las incertidumbres hum intui tivo hacia qué Y
a duda s: sabemos de un modo
punto de partida, pero sólo si no se avanza, pues do la pregunta
ser es un término que entendemos si no lo pensa­ hacia dónde apunta el reclamo. Cuan por el asom?ro
mos Y que se nos escapa si lo pensamos. El valor "¿por qué hay ser?" es dictada e lo que existe
de ser está en función del tipo de ente del que se auténtico equivale a ¿por qué exist r la expresó
afirma o se niega. Obsérvese cómo el sentido de ser en lugar de no existir? Quien mejo hay ser Y no
varía en los siguientes enunciados: "la justicia es fue Leibnitz al preguntar : "¿Por qué la nada, también
un valor" (una entelequia ideal), "el mar es verde" nada?" Sólo frente a su opuesto,e en algún camino .
(una cuali�ad objetiva), "la batalla de las Termopi­ indefinible, la pregunta nos pon
las es un ejemplo de heroísmo" (un acontecimiento
96 • áscar de la Borbolla La rebeldía de pensar •

Es en el asombro radical donde "¿por qué ticas de dudar de la realidad de lo real diseñá
hay ser?" da qué pensar y donde lo hace de un modo
. <lose una moral provisional:3 "No puedo, die
permanente. Es en este nivel donde el pensar muestra permanecer irresuelto en mis acciones mientr
su principal sentido, pues no sirve tanto para llegar la razón me obliga a mantenerme irresuelto en l·
a una solución, como para mantenerse caminando, juicios". De aquí se sigue, ciertamente, que DE
para girar y girar en tomo a lo insoluble. cartes admite que lo real es real pero sólo como u:

Giremos, démosle una vuelta al asombro, graciosa concesión, pues racionalmente, al men
una vuelta más para que la multicitada pregunta en ese momento de su pensamiento, no encuen1
se radicalice hasta adquirir su tono más acuciante: una razón para aceptarlo. En otras palabras, DE
¿habrá ser o todo será una mera fantasmagoría? cartes juega a que lo real es real y, aunque sea 1

En esta formulación la pregunta suena demencial, juego muy serio: el juego práctico de conservar
pues resulta claro que proviene de la insostenible vida, eso no lo aleja de la impresión racional
sospecha de que nada existe, de la impresión de que el mundo pueda ser una mera fantasmagorü
que todos los entes reales no son sino sueño o alu­ ¿Por qué a Descartes no le resulta racion:
cinación. Pero, dicha formulación ¿será tan de­ mente evidente la realidad de lo real? Esta pregur
mencial, tan insostenible? Cuando Descartes, en la abre un indispensable paréntesis didáctico, pues
primera de sus Meditaciones metafísicas, la enun­ se puede andar por el mundo diciendo que lo q
cia, comprende que puede ser tachado de loco y se es no es sin arriesgarse a que la psiquiatría tor
adelanta a detener el juicio de sus lectores diciendo cartas en el asunto. Descartes duda de la suficienc
que él no es como esas personas que en los manico­ que arroja el sentido común para zanjar la front(
mios imaginan ser lo que no son, sino que, simple­ entre la vigilia y el sueño porque la intensidad
mente, no encuentra un argumento válido para dis­ la vivencia onírica puede a veces superar la intE
tinguir la vigilia del sueño. También en El discurso sidad de la experiencia vigil: uno puede soñarse
del método se precave de las consecuencias prác- generalmente ocurre en las llamadas pesadillas-
3 Que en resumidas cuentas aconseja: cree en ti, pasa inadvertido y domína
98 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar •

medio de un mundo que no es más que sueño y ese tiempo y del espacio psicológicos, pues en e
que uno cree ser tampoco pasa de mero sueño. Du­ mundo, de acuerdo con la percepción, las horas •

rante una pesadilla uno cree que lo que ocurre es y, aburrimiento son más largas que las del place1
sin embargo, los entes oníricos no tienen correlato
un los metros tampoco miden siempre lo mismo: �

real. Y ocurre otro tanto, podríamos añadir, en el más cortos los caminos familiares que los camii
viaje que se emprende a través de los narcóticos y, que recorremos por primera vez, aunque el rr

a veces, durante la lectura de una novela o frente al cador del kilometraje diga que miden lo mismo
televisor o ante una pantalla de cine. En todos estos respecto de la ilogicidad de este mundo más v

casos accedemos a una dimensión que nos envuelve ni insistir: quien no se haya fijado, lleve la bitác
con una fuerza persuasiva como la que parece tener de un día cualquiera de su vida para que comp1u
la realidad y en esas ocasiones, al menos transi­ cómo se rompe el hilo sin ton ni son: exactame
toriamente, nos hundimos en la confianza de que igual que como ocurre en un sueño, y otro ta
nos encontramos en un mundo de veras. ¿En qué se cabe respecto de las consecuencias, pues en '
distinguen ese mundo y éste? ¿Cuál es la diferencia mundo todo es tan caprichoso como en los sueí
entre una alucinación duradera y unafugaz? y tal vez más.
Se ha dicho que en el mundo de las qui­ Los alegatos de quienes abogan por la t

meras el tiempo y el espacio son elásticos, que dez de la frontera entre el sueño y la vigila se <
en ese mundo las relaciones son ilógicas, que en baratan: no resisten los argumentos de Descartef
ese mundo las consecuencias no son necesarias; final de la "Primera meditación", Descartes es1
mientras que en este mundo ocurre lo contrario. convencido de que todo era sueño; entre la prin
Sin embargo, si se piensa un momento, en éste, meditación y la segunda medió la noche del
también pasa lo mismo: en este mundo no estamos nosticismo total. Mantengámonos un momentc
siempre sometidos al tiempo y al espacio rígidos esa noche, tomemos de manera literal el arti1
de la física, sino que vivimos en la elasticidad del narrativo de las Meditaciones metafisicas, asu
1
100 • áscar de la Borbolla La rebeldía de pensar •

mos que, de veras, cada una de las seis meditacio­ es concluyente para conurbar la vigilia y el sueñ
nes tomó a Descartes un día de trabajo, tras el cual echemos mano de los hallazgos contemporáneos 1
vino una noche. No nos interesa la "Segunda medi­ la ciencia, de la bioquímica del sueño; opongam1
tación", no nos interesa la verdad apodíctica que a Descartes el sueño profundo (el sueño RAM)
ahí se esboza y, menos lo que sigue: el trabajo de las tablas de equivalencia para la interpretacié
recuperación del mundo; operación que Descartes de los sueños. Porque sí hay referentes de las im
realiza literalmente gracias a Dios. Quedémonos genes oníricas, aunque no sean exactamente l<
un momento en la noche que siguió a su "Primera que vemos en los sueños: una gotera puede ser tr.
meditación". <lucida como un chubasco por nuestro inconscien
En esas horas nocturnas del agnosticismo y un sueño en el que volamos muy bajo puede ten1
cartesiano, la gran verdad es que no se distingue lo como correlato un temor de impotencia, porque j
soñado de lo experimentado en la vigilia, o sea que nalmente sí hay algo tras los sueños: deseos latent<
la realidad no es real: que lo que es no es. En esa que danzan disfrazados de una u otra forma an
noche no se trata tan sólo de una sospecha, sino de nosotros cuando dormimos; pero, al margen e

una verdad obtenida de la duda metódica, de una las conversiones que fabrique el inconsciente, ha
verdad tan rotunda y abismal como la expresada por algo en el plano de lo real, aunque no sea sino u

Sheakespeare en La tempestad: "Estamos tejidos goteo, un temor o una corriente eléctrica que cru2
de idéntica tela que los sueños, y nuestra corta vida el cerebro o, si se prefiere, señales que viajan m(
se cierra en un sueño". <liante los neurotransmisores.
Pero dejemos la verdad para los convenci­ Sin embargo, el planteamiento cartesiano sa]
dos; a los inconformes nos cuadra mejor la sospe­ ileso ante estos nuevos argumentos, pues desment
cha: retrocedamos a la sospecha; desconfiemos de zar la compleja razón que explica los sueños, n
la contundencia de Descartes, supongamos, simple­ invalida que pudiéramos, también, estar soñand
mente supongamos, que la estrategia cartesiana no esas explicaciones por más complicadas que fm
102 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar •

sen. ¿Qué hay realmente en el fondo de la duda de la relación con el sujeto? ¿La famosa cosa­
cartesiana? ¿Qué encierra la imposibilidad de dis­ sí kantiana, el noúmeno, es? ¿No si es com<
tinguir entre sueño y vigilia, aunque nos llenemos captamos, sino si es? Esta pregunta canceló r
la boca con "sueños RAM", "interpretación de los muchos a la metafísica, pues si, como mue:
sueños" o "neurotransmisores"? Kant, no podemos salirnos del sujeto que sor
Descartes, con su educación jesuítica, conocía para captar el noúmeno tal como es y, por tar
perfectamente la distinción medieval entre "ser real" resulta necesaria y absolutamente desconocí
y "ser pensado" y cuando hablaba de los sueños ya que si lo conociéramos se transformaría
sabía que, aunque pudieran no tener un referente, fenómeno, es decir, en representación en
sin embargo, sí eran. Los sueños tienen un tipo de conciencia, entonces no se puede saber siqui
existencia: son como cualquier otro ente pensado: si es. Que no podamos saber nada del noúme1
la sirena, el hipogrifo, los números y todos los seres del ser-en-sí ¿lo vuelve nada? No necesariamen
de esta especie. ¿Por qué, entonces, Descartes in­ pero el que no podamos saber nada del ser-t
siste en borrar la frontera entre la vigilia y el sueño sí, ¿lo vuelve algo? Tampoco necesariamen
si consideraba que los sueños eran? Por una razón ¿El ser-en-sí es? La respuesta rigurosa es: no
muy sencilla: los seres pensados no eran los que es­ sabe.
taban en jaque en su planteamiento, sino los seres Es frente a este no se sabe que la falta
reales; no eran los sueños los que estaban en duda, frontera entre sueño y vigilia advertida por D{
sino la realidad. La certeza de que también la reali­ cartes resulta valiosísima, pues inclina la balan
dad depende del pensamiento, que no es al margen de la indeterminación hacia el lado que afirma q
de éste, eso es lo que se agita en el fondo de la duda lo que es no es. Porque, en efecto, bien pudie
cartesiana. suceder que todo aquello que nos representam•
Giremos una vez más: preguntemos ¿el ser cuando estamos despiertos fuese de la misma nat
es al margen de la conciencia?, ¿es algo más allá raleza de lo que nos representamos en sueños. p,
1 1

I 04 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 1

ello es forzoso preguntar: ¿qué garantía nos brinda escribir estas palabras es una realidad común q
de su existencia el ser real más allá de nosotros? está presente para varias personas. ¿Será suficie
Hay muchas propuestas, pero son tres los te este argumento? De ningún modo, pues es
argumentos que nos parecen primordiales: se dice "varias personas" que certifican que la mesa e�
que la realidad no es una alucinación, porque es aquí bien pudieran ser parte de mi sueño como
transubjetiva, es decir, porque es captada en común propia mesa; también ellas podrían ser marione1
por varios sujetos. Se dice que la realidad no es oníricas inventadas por mí.
mera quimera porque en la práctica tropezamos Pero alejémonos de la argumentación de Dt
con su estructura y si no conociéramos esa estruc­ cartes y echemos a volar la imaginación un po
tura nuestro proyecto fracasaría. Se dice que la para ofrecer otros argumentos contra la garantía
estructura de la realidad está escrita en caracteres la transubjetividad: si esas "varias personas" c1
matemáticos y que esta falta de misterio es lo real­ cieran tanto que adquirieran la talla de Microrr.
mente misterioso. gas, el gigante inventado por Voltaire, ¿verían
Revisemos estas tres garantías, o sea, siga­ mesa?, ¿habría mesa para esas "varias personas"
mos girando: ¿qué aportan a la existencia del ser su tamaño aumentara al grado de apoyar no un r
la alucinación colectiva, qué el yerro como clave en la Tierra y el otro en la Luna, como Micromeg;
y qué la ductilidad matemática de nuestro sueño? sino si el talón estuviera en el Sol y la punta del I

)
Pongamos al ser bajo sospecha, que pruebe que en Plutón?, ¿qué experiencia de la mesa tendrían
realmente es. su tamaño fuese cósmico? ¿Qué pasaría, en camb:
� Garantía l. La transubjetividad de una ex­ si en lugar de crecer disminuyeran y alcanzaran
periencia garantiza que esa experiencia cuenta magnitud de un virus?
co.n un ser más allá de �a subj �tividad indivi�ual: En el primer caso, si crecieran, no captarí
mis sueños son una realidad pnvada, en camb10 la la mesa, porque para ellas sería tan imposible cor
mesa sobre la que en este momento me apoyo para para nosotros lo es un átomo; y en el segundo,
1 06 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • l 1

disminuyeran, tampoco captarían la mesa, pues ser humano que la atestigüe? ¿Qué es el ser que r

pasarían de forma holgada entre sus moléculas. se presenta ante el hombre? ¿Qué es el noúmenc
Pero alejémonos también de este contra argumento ¿Será? No se sabe, pero lo que sí podemos conclu
y echemos ahora a volar el tiempo: ¿qué será de es que si el ser es lo que se presenta, entonces,
esta mesa y qué de las "varias personas" que hoy la margen del hombre no hay ser, pues la presenc
atestiguamos si transcurriesen cien años? Supon­ es presencia ante alguien. Sin una conciencia ql
gamos un buen futuro para todos: concedamos que lo atestigüe el ser pierde su nota más destacada:
la mesa ha sido puesta en un museo y que las "varias flagrancia.
personas" que hoy atestiguamos la presencia de la Garantía 2. La prueba de que el ser es
1 mesa estamos en la historia junto con nuestro tes­ margen de la conciencia la da el hecho de que
1 timonio acerca de la mesa. Dl�ntro de cien años mundo se resiste a rendir sus frutos si no se tie1
el argumento de la realidad de la mesa apoyado una idea atinada de su estructura. En la práctic
'

en la transubjetividad seguiría siendo válido, con­ se ha dicho, se descubre la racionalidad de lo re<:


cedámoslo; pero dejemos que pase más tiempo : literalmente, la verdadera ontología, pues si no :
un millón de millones de años, por ejemplo . Este conoce adecuadamente cómo es lo que es, no 1

tiempo es un plazo razonable para entender que no posible extraer al mundo ningún provecho, y sue
sólo el museo que conservaba a la mesa, sino la ponerse a la aviación como ejemplo de esta garantí
historia que conservaba a los testigos de la mesa y los seres humanos, se dice, quisieron volar dese
también todas la personas que hayan compuesto la siempre y sólo lo consiguieron cuando lograre
humanidad, las que pasaron y las que no pasaron conciliar la ley de la gravedad con las leyes de
a la historia, ya no estarán en ningún lado, pues aerodinámica. Estas leyes representan cómo es
para ese entonces ya ni siquiera habrá rastro del que es.
sistema solar. La historia no tiene historia a la cual Los ejemplos podrían multiplicarse ca
pasar. ¿Qué es la mesa cuando ya no exista ningún al infinito, pues la hegemonía del hombre en
1 08 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar •

planeta prueba que los conocimientos científicos y el artefacto se apoya o no en un conocimiento ri.
tecnológicos dan cuenta fiel de cómo es lo que es rosamente establecido, es decir, si el conocimi
y, por ende, si lo que es tiene una estructura, una to que el artefacto supone forma parte o no de
racionalidad que conocemos, esto confirma que el sistema de conocimientos que se sostenga en
ser es al margen de la conciencia humana. fundamento incontrovertible; no importa si ha
Esta garantía parece concluyente, pues resul­ no algún fundamento; lo decisivo es que los
ta tan aparatosa la avalancha de los descubrimientos
a:

factos funcionan . El criterio pragmático se imp1


actuales, su impacto, su efectividad, que poner en como un dogma y los asuntos del sistema del co
duda el buen tino de los conocimientos en los que cimiento y del fundamento del conocimiento s
la tecnología se basa sería arriesgarse a ser tachado cillamente se ignoran. Los conocimientos exito
de loco: ¿cómo dudar de Newton, si gracias a sus actuales a veces se apoyan en hipótesis, en hip<
ecuaciones diferenciales se puede enviar una nave sis operativas y sobre eso se avanza y, a veces
hasta Saturno y no errar el blanco por millones de siquiera sobre eso: se investiga por ataque, pue
kilómetros? ¿Cómo dudar del conocimiento gené­ que mueve la investigación no es aclarar qué e�
tico si en el supermercado se expenden frutas que siquiera cómo es, sino cómo se resuelve, es dE
proceden no directamente de la naturaleza, sino de cómo se logra una meta de manera más fácil.
la manipulación genética? ¿Cómo dudar de la elec­ medio del frenesí que provoca la efectividad
trónica, de la cibernética, del conocimiento en que nológica, el fundamento es un asunto olvid�
se apoyan las telecomunicaciones, si desde la com­ Los artefactos funcionan, eso es todo. No se t
putadora uno puede entrar en contacto con cualquier de más. A ningún tecnólogo se le ha ocurrido
otra persona sin que importe el lugar del mundo en lo que funciona se apoye en lo que es; ningunc
el que se halle? ha detenido a pensar que detrás de la efectividac
La tecnología funciona. Esta parece ser la su artefacto pueda encontrarse un fragmento d
certeza más firme en nuestros días. No importa si estructura de lo real.
11 O • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • l l 1

Pero, así como más arriba veíamos que la so­ y nos ha parecido obvio que así ocmra; sin embargo,
fisticada bioquímica de los sueños no zanja la fron­ de ninguna manera es un asunto obvio. La primera
tera entre el sueño y la vigilia, así tampoco la mul­ vez que algo se descubrió como esencialmente
tiplicidad de inventos de hoy prueba la existencia matemático, hizo que su descubridor se postrara ante
del ser al margen de la conciencia: el que el mundo los números y comenzara a adorarlos. Esto ocurrió
actual sea una pesadilla de tecnólogos no le quita cuando Pitágoras descifró la armonía: esa agradable
que bien pueda ser un sueño, un sueño escenificado combinación que se da entre los sonidos y que no
en un enorme supermercado de productos. Ya en es otra cosa que la relación de una cantidad con sus
la época de Descartes había tecnología suficiente: múltiplos y sólo con ellos. Así, el sonido que pro­
molinos de vapor, armas de fuego, etc., como para duce una cuerda completa al ser pulsada es armónico
oponer la efectividad de esos inventos a la duda con los sonidos que emiten algunas secciones de esa
cartesiana. Sin embargo, hoy como entonces, la cuerda. ¿Con cuáles? Únicamente con las seccio­
duda cartesiana sigue siendo válida, pues el que nes de la cuerda que se encuentran marcadas por los
algo funcione ante nosotros lo único que muestra múltiplos de la longitud total . Si la cuerda es pulsada


es que es ante nosotros, es decir, que es fenómeno en un punto que no sea un múltiplo de la longitud
y no noúmeno: representación en la conciencia. total el sonido que surge es inarmónico. ¿Qué es un
Garantía 3. La ductilidad matemática del múltiplo? La cantidad que contiene a otra exacta­
mundo se presenta como otra garantía de la realidad mente: 5 es múltiplo de 1 O porque cabe exactamente
de lo real, de que el ser es al margen del hombre. Re­ dos veces; 7 no es múltiplo de 1 O porque cabe una
-visemos este planteamiento: todos hemos oído que vez y sobran 3 . Los múltiplos son aquellos divisores
el conocimiento de la naturaleza alcanza su plenitud que dan por resultado un número entero : ¿por qué
cuando se matematiza, cuando la realidad sobre la los sonidos son armónicos sólo cuando entre ellos
que versa el conocimiento puede ser representada existe la relación que hay entre los números de una
por símbolos matemáticos y cifrarse en una ecuación,
112 • Óscar de fa Borbolla La rebeldía de pensc

división exacta? Pues, porque la realidad es número, o sea, una proporción muy cercana al
3 . 1 4,
decidió Pitágoras. cidísimo número Pi.
Son incontables los esqueletos matemáticos La cantidad y diversidad de estos esqu
que están detrás de las cosas: otro muy conocido matemáticos presentes en la naturaleza llev<
es la famosísima sucesión de Fibonacci: una nu­ Einstein a una pregunta crucial: "¿Cómo es p
meración que se obtiene con el sencillo truco de que las matemáticas, siendo después de to
partir de dos unos y generar el siguiente núme­ producto del pensamiento humano, indepen
ro sumando las dos cantidad�s anteriores: 1 , 1 , 2, de la existencia, estén tan admirablemente
3, 5, 8, 1 3 , 2 1 , 34, 55, 89, 144, etc. Una sucesión tadas a los objetos de la realidad?" Y es tai
arbitraria que se va generando a partir de dicha Einstein quien afirma que lo verdaderament1
convención y que, sin embargo, aparece en muchos terioso de la naturaleza es que no sea misteric
lugares de la naturaleza, pues, las hojas crecen en las decir, que sea un libro, como decía Galileo, �

ramas separadas por una distancia que corresponde en caracteres matemáticos. En igual sentido
con la sucesión de Fibonacci, y no sólo, también D. Barrow, uno de los más destacados cos
está en el número de pétalos que muchas flores pre­ gos actuales, formula desde la misma mara'
sentan: 3 los lirios, 5 los geranios, 1 3 las caléndulas, perspectiva de Einstein la asombrosa coinci<
2 1 los ásteres y 34, 55 u 89 las margaritas. Y tam­ entre la realidad y los números: "Más de m

bién aparece una sorprendente relación matemática hemos podido ver cómo alguna abstrusa fé
entre la distancia lineal que tienen los ríos desde su matemática, inventada hace cientos de añ<
nacimiento hasta su desembocadura en el mar y la puro placer intelectual, resulta describir e
distancia que esos mismos ríos recorren realmente mente los más recientes descubrimientos ,
al seguir las anfractuosidades que el terreno les fronteras de nuestra investigación de la estr
impone: esta proporción es en promedio de 1 a del espacio interno de las partículas elementi:
la naturaleza o del espacio exterior de las es

L
114 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • l

y de las galaxias".4 Y lo mismo apunta el Premio sólo declaran su asombro) sí hay una relación e1
Nobel Eugen Wigner cuando dice: "La irrazonable ure esas reglas rigurosísimas y la estructura del s�
eficacia de las matemáticas en la descripción de la La división entre unos y otros la da la actitud e

realidad". 5 repulsa o simpatía frente a la afi rmación platón


Sin embargo, hay también muchos matemáti­ ca de que "Dios es un geómetra". La postura e

cos que abiertamente se apartan de la idea que está quienes comulgan con Platón, con todo y los di
implícita en dicho asombro: la idea de que la es­ tintos matices que puedan presentar, es la que aq
tructura de lo real es matemática: el colectivo Bour­ nos interesa: la postura de aquellos para quien'
baki y antes que ellos, el padre del Formalismo, las matemáticas sí son significativas, sí describt
David Hilbert, argumentan que 1as matemáticas la estructura de lo real, porque, entonces, lo re
no son significativas, y que por tanto las relacio­ es real o, mejor aún, el ser es al margen de la co
nes entre la realidad y las matemáticas no son sino ciencia y las matemáticas son el instrumento '
una mera coincidencia de dos órdenes totalmente conocimiento más potente: Las matemáticas se
ajenos. Esta diferencia entre los matemáticos es ontografía.
digna de mención, porque escinde abismalmente El divorcio de los matemáticos está ml
la concepción de las matemáticas: para unos, el lejos de poder allanarse, pues hay continent
pensamiento matemático es un juego formal de enteros de esta ciencia que ciertamente no tiem
rigurosísimas reglas, pero tan ajeno a la realidad ningún correlato con la realidad (con la conocid
como lo pueden ser otros juegos igual de riguro­ al menos) o, para decirlo de un modo más clar
sos: el ajedrez, el póquer o el black-jack. Mientras hay muchas flores cuyos pétalos no guardan ni
que para el grupo que nos interesa (así no se atre­ guna relación con la numeración de Fibonac'
van a declarar abiertamente que las matemáticas No es del todo inválida, por tanto, la impresi<
son la racionalidad de lo real y prefieran colar esta que tienen los del colectivo Bourbaki acerca •

convicción a través de formulaciones en las que los matemáticos no formalistas, a quienes tach;
4 13arrow, John D., ¿Por qué el mundo es matemático?, Grijalbo Mondadori,
Barcelona, p. 12.
s Paulos, John Alleo, Más allá de los números, Tusquets, Barcelona, 1998,
p. 104.
JJ 6 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar •

de numerólogos; pero, a su vez, no es inválida claración de asombro: "Es misterioso que no h


tampoco la impresión que tienen los no formalis­ misterio"... Pero, sea con palabras de prepoter
tas respecto de los formalistas, a quienes acusan o de humildad, la declaración no varía: en el fo:
de avestruces por meter la cabeza en un hoyo for­ está la seguridad de que se conoce lo que es, y
mal con tal de no encontrarse con el Teorema de to que es es real.
Godel que rompió las esperanzas de encontrar la De hecho esta convicción no es privativE
consistencia de los sistemas axiomáticos que tan­ los matemáticos, sino, en general de los científic
to ilusionaba a Hilbert, pues, si se hubiese logrado de todos aquellos que creen conocer. En el cono
demostrar dicha consistencia, las matemáticas se está la clave, pues, en todo conocimiento se d:
habrían podido independizar completament� del presunción de que hay algo que se conoce,
mundo y ningún matemático podría presumir de
·

conocemos algo de algo.


ontógrafo. . ¿Cuándo creemos conocer? Cuando her
A nosotros, de esta discusión, que obvia- encontrado una regularidad, cuando algo vueh
mente hemos simplificado, nos interesa la postura suceder del mismo modo. Lo que se da siempre:
que sugiere Einstein: que la naturaleza no se� �is­ la misma manera es lo necesario, mientras qm
teriosa pues está escrita en caracteres matematicos, eventual es mero accidente. Este requisito era
pues ello implica, sin la petulancia de Hegel, que indiscutible para Aristóteles que proscribió a la 1
las matemáticas son la racionalidad de lo real y, por toria del campo del conocimiento con aquella
tanto, que lo real es más allá del hombre. Hegel lo mosa afirmación: "del accidente no puede ha
decía de la dialéctica en su Ciencia de la lógica con ciencia". El conocimiento es conocimiento de
una megalomanía apabullante: "He descubierto l�s constantes, de la regularidad, de lo que se manti
leyes desde las cuales Dios piensa, desde su ete1n1- idéntico o se da del mismo modo. O dicho de
dad inmutable, el devenir de las cosas"; Einstein Y
e
manera: lo que buscamos al conocer es lo esta!
compañía, en cambio, sólo lo sugieren con su de- lo que permanece, lo que es. Y no importa si
1J8 • Óscar de la Borbolla La rebeldfa de pensar • 119

que es está completamente quieto o si se trata de quarks (partículas cuya dimensión anda alrededor
un proceso, pues los procesos que el conocimiento de una trillonésima de metro) y, más aún, cómo
busca son también los regulares: los estables. El ár­ puede hablarse de supercuerdas ("bucles unidi­
bol frondoso de la naturaleza, como decía Goethe, mensionales vibrantes que poseen un filamento
es disecado para poder representarse como cono­ infinitamente delgado")?6 ¿Qué representan los
cimiento científico. Se abstraen detalles, se sinteti­ dos pilares de la física actual: la relatividad general
za la diversidad hasta obtenerse conceptos, leyes, de Einstein y la mecánica cuántica, y también qué
ecuaciones o esqueletos matemáticos que repre­ representa la reciente Teoría de Cuerdas que busca
sentan lo real. La vibrante y versátil diversidad del hacer compatibles la relatividad y la cuántica en una
mundo es decantada hasta que se obtienen sus pau­ Teoría del Todo? Pues representan, sencillamente,
tas: el esqueleto matemático que rige las cosas del
metafísica matemática, ontografía, apoyada en el
mundo. axioma: lo real es número. Aclaro que al llamar
La convicción de que lo real es matemáti­ "metafísica matemática" a estas teorías no preten­
co es la que permite a los físicos ir más allá de la do, de ninguna manera, invalidar sus portentosos
frontera de la experimentación directa, pues hay un descubrimientos ni su validez, sino tan sólo ubi­
límite en la región de lo pequeño que no podemos carlas: mostrar el axioma en que se asientan, pues,
trasponer, aquel que impone el tamaño de los fo­ aunque pudieran ser, lo concedo, completamente
tones: no podemos observar lo que sea más pequeño verdaderas y constituir la más acabada explicación
que un fotón, porque al iluminarlo lo modificamos de cómo es el universo, están, sin embargo, dando
con la tosquedad del fotón . Y hay también un límite un brinco al suponer que la realidad no sólo es así,
en temporalidad: el tiempo que rebasa los límites sino que es más allá de la conciencia.
de la existencia humana: más allá del hombre, an­ Ya es hora de que el asombro de Einstein se
tes y después, todo es cálculo. ¿Cómo puede, sin transforme en pregunta: ¿Por qué es posible que
embargo, irse más allá? ¿Cómo puede hablarse de las matemáticas, siendo después de todo un pro-
6 Greene, Brian, El universo elegante, Crítica, Barcelona, 2002, p. 28.
La rebeldía de pensar • 12
1 :JO • Óscar de la Borbol
la

, independiente de das nuestras representaciones exactas del universc


dueto del pensamiento humano cuando no exista el hombre? Mera fantasmagoría
lemente adaptadas
la existencia, estén tan admirab un sueño coherente, sistemático, matemático qm
a los objetos de la realidad? se desvaneció. Y ¿qué habrá tras este sueño? No S{
jetos de la
Porque, finalmente, tanto los ob sabe: jamás habremos sabido nada del ser.
en la conciencia:
realidad como las matemáticas son
� � -- -:
an=- eno, pueden ir
:: .:
:: .:.:.=
::.: .
.::. :: .=.
.. ::. :. .: .:. ..:. �
.
úm
las ma=:tem áti cas no alc zan
----
al no
Por lo visto, las tres garantías que ofrece el se1
acio
haSta los confines del universo, modelizar el esp
n o representar el para probar que es al margen de la conciencia ne
cósmico con la geometría de Rima resultan concluyentes. ¿Qué hay ajitera, más an¿
a frenética que se
espacio cuántico como una espum del hombre? No se sabe. ¿Estaremos en un callejór
uede ir más allá
retuerce sobre sí misma; ero no
los físicos tienen sin salida, condenados a dar de vueltas en torno e
del fenómeno._ Los mate1náticos y una aporía? Si así fuese valdría la pena, no obstante:
Garfias
clmismo derecho que tenía el poeta Peeñdro seguir girando; pero los giros no pueden darse sobre
mi su o./ Donde
cuando decía: "Dejadme saber los mismos pasos, ya que pensar no es repensar;
. Estos científicos
yo pongo los ojos/ Todo es cielo" sin embargo, ¿hacia donde seguir?, ¿cómo afinar
ómeno, de cómo
saben mucho del sueño, del fen la pregunta "¿por qué hay ser?" cuando el ser está
ros; pero respecto
son las cosas ante y para nosot bajo sospecha, cuando se duda de si realmente es?
ue invicta la frase:
del ser al margen del hombre, sig Hay un camino que fue el que recorrió Des­
no se sabe. cartes, precisamente, en la "Segunda meditación":
hay más que
Todavía podría decirse: si no si el ser es representación, sueño o idea, hay, por
fenómeno, si efectivamente
las matemáticas en­
eno, entonces can­ lo menos, un ser que sí es: que no es mero pensa­
cuentran la estructura de lfenóm miento sino una realidad en � gue se hacen p�­
celemos el noúmeno. Sí, cancel
émoslo, podríamos
é será de toda esta sentes los p��ntos: el yo, e �
responder; pero, entonces, ¿qu Este yo no es un pensamiento más, sino un ser
nocimiento, de to-
aventura que hemos llamado co
122 • áscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 123

que es el fundamento de los pensamientos, de las rio que mi ser me haya sido dado por otro, que mi
representaciones, de los sueños. Descartes no se ser venga de un ser que sí sea suficiente. Así, la
cansa de llamar claro y distinto al conocimiento existencia de Dios se deduce de la insuficiencia
del yo que, para él, en ese momento de sus Medi­ del soy cartesiano. Si soy, entonces Dios también
taciones, es el único ser que realmente es. Una es, y no sólo es, sino que, por necesidad lógica, es
certeza que no es el resultado de una deducción, fuerza que sea el ser por antonomasia.
de una inferencia, sino de una intuición inmediata: El ser de Dios y luego el ser del mundo
Descartes se da cuenta, se apercibe, que es, que es son resultado de la lógica: Dios es porque el yo
mientras piensa y que él, su pensamiento, es el cartesiano es insuficiente y el mundo es porque en
único ser que realmente existe . Así, en el contexto la suficiencia de Dios está implícita la bondad, y
de la "Segunda meditación", la pregunta ¿por qué si es bueno no engaña: el mundo, por la nota de
hay ser? equivale estrictamente a ¿por qué soy?, bondad que figura en la definición de Dios, no es
ya que no hay ningún otro ser por el cual pregun­ mero sueño, sino que también es, ya que en el caso
tar, pues el resto es sueño, representación. contrario Dios sería un burlador: Él me hizo con
¿Por qué soy? es una pregunta que Des­ todo lo que poseo y como poseo sentidos no puede
cartes "resuelve" en la "Tercera meditación", y no haber un mundo real que captar, si no lo hubiera,
ahí, como es sabido, la respuesta conduce a Dios . Dios sería un burlador, o sea, imperfecto.
¿Por qué a Dios? Porque en el análisis que hace Resulta interesante el planteamiento carte­
Descartes del ser que le consta: su propio ser pen­ siano porque en él hay, por lo menos, un ser que sí
sante, no encuentra una razón suficiente para que se ha encontrado, que sí existe: el yo; los demás,
exista: no halla una razón que le permita concebirse Dios y el mundo, son resultado de la deducción
como un ser capaz de autoproducirse y, como sí lógica, de una lógica que está muy lejos de ga­
es, concluye que alguien, Dios, lo produjo: como rantizar la realidad, pues, como bien explicó Kant
soy un ser sin razón suficiente para ser, es necesa- en su Crítica de la razón pura: "el ser no es un
1 24 • Óscar de la Borbolla

predicado": no basta con const�i� �n razonamien­


to correcto, alcanzar una defimc1on, para que se
pueda (no lógica, sino realmente) derivar el ser de 3 . ¿POR QUÉ SOY?
algo.
En suma, la única realidad encontrada real-
mente es la del yo. El resto de los seres pue
den ser Aquí no se trata ya del sentido de la existencia, del
sólo representaciones en la conciencia: fenómenos deambular inquieto que busca a qué entregar la vida,
o sueños, da igual. ¿El ser es? No se sabe. sino de esclarecer en qué consiste ese ser que, tanto
para Descartes como para nosotros, es el único que
posee una realidad indiscutible: ¿qué es ese yo en
el que se presentan los sueños? ¿Qué es ese alguien
ante el que el ser parece ser? ¿Qué es ese alguien?
¿Por qué hay alguien?
/ Descartes desmenuza este ser, su yo, y des­
cubre que no es poco lo que como ser pensante
contiene: es, nos dice, una realidad que quiere y no
quiere, que siente, que recuerda, que sueña, que en­
juicia, en suma, una realidad que piensa y que está
llena de representaciones, de ideas. Luego revisa
las ideas que se presentan en su conciencia y las
clasifica en dos grandes grupos: aquellas que pueden
ser resultado de él mismo, es decir, sueños, y las
que no pudo haber generado por sí mismo, o sea,

125
126 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar •

representaciones que han de venir de otro ser que pmnunciada entre el pensar y lo pensado, pl
es más allá de su conciencia. Esta segunda clasifi­ 111icntras que el pensar es real, lo pensado es 1
cación, de hecho, sólo incluye a Dios, pues Dios es "lólo idea, representación, sueño. Cuando Desear
el único que posee la perfección y como no es po­ �e desvía -y lo hace inmediatamente- hacia
sible, nos dice, que haya más realidad objetiva en el asLmto de la clasificación de las ideas que contie
efecto que en la causa, entonces la idea de Dios no su pensar abandona el esclarecimiento del pens
pudo formarla el propio Descartes, pues es un ser el esclarecimiento del soy; ciertamente lo bauti
imperfecto. Así, siendo Dios un ser perfecto tiene oomo el conocimiento más claro y más distin1
más realidad objetiva que él. Luego, si posee la idea o sea como una intuición inmediata; pero no di
de Dios es necesario que Dios se la haya dado y, por más. Está más preocupado por analizar lo pensa(
tanto que exista más allá de su conciencia: que Dios que el pensar. El soy no es más una sustancia q1
sea una realidad de veras. Con estos argumentos, piensa, que se representa en ideas, ¿pero en q1
evidentemente resumidos, Descartes resuelve las consiste esa realidad? Ese asunto, que es el asunt
preguntas ¿qué soy? y ¿por qué soy? Soy un ser que se queda hasta ahí, o sea, la grave pregunta ¿qué
piensa y soy porque fui creado por Dios. Veamos de el soy? no se resuelve, se soslaya.
cerca estas respuestas: Respuesta 2. ¿Qué significa que soy porq1
Respuesta 1 . ¿Qué significa que el soy sea fui creado por Dios? En esta respuesta en aparie1
un ser que piensa? Que ser y pensar son lo mismo, cia se ofrece un segundo rasgo del soy: el soy es ü
pero no porque el pensar se ajuste al ser y se suficiente, no se basta a sí mismo y, por lo tanto, �

corresponda con él de acuerdo con la concepción de trata de tipo de ser que requiere que la existenc:
un

verdad que sostenían los medievales: la adecuación le sea dada por otro. Este rasgo, Descartes lo extn
del intelecto con la cosa, sino porque no hay más aparentemente del soy, pues dice que si él, la únic
ser que el pensar: el pensar es la única realidad realidad que le consta, se hubiese dado la exister
y, además, significa que hay una diferencia muy cia, si tuviese ese extraordinario poder, se habrj
128 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 129

dado un ser colmado de conocimientos y no un ser .1sí, raquítico?, o incluso, ¿si a ciencia cierta sólo
que sólo posee dudas . Luego entonces, si su ser se 4nbe que es, por qué no es posibl.e que sea desde
identifica más con la duda que con el conocimien­ siempre? En Descartes se sabe poco del soy: sólo
to, no pudo darse el ser a sí mismo, sino que se lo que es idéntico a pensar, y se sabe poco de ese pen­
dio otro. Si yo existo, entonces Dios existe y fue él sar; en cambio, se sabe mucho de lo pensado: de
quien me creó. Decimos que Descartes sólo en apa­ las apariencias, de los sueños. En suma, tampoco
riencia extrae la nota de insuficiencia del soy, del se responde a la pregm:1ta ¿por qué soy? ya que, en
pensar, pues lo que ocurre es que la saca del análi­ sentido estricto, la insuficiencia no surge del análi­
sis de lo pensado : sufic iencia e insuficiencia son sis del soy, del pensar, sino de lo pensado, o sea, de
términos interdependientes que resultan de la com­ aquello que bien pudiera ser mero sueño.
paración. Pero, ¿con qué se purde comparar el soy Ensayemos otro camino, aunque nuestro
si es la única realidad efectiva? Con una "realidad" punto de arranque sea también el soy, ya que, en
aparente, con "algo" que aparece entre lo pensado. efecto, es la única realidad indudable. ¿Qué más
El rasgo de la insuficiencia, Descartes no lo obtiene puede saberse del soy?, ¿es ante él o en él que se
del análisis del pensar, sino del análisis de lo pen­ presentan las ideas? El sentido común indica que es
sado. Es por descubrir entre sus pensamientos la ante, pues tenemos la impresión de que las repre­
idea de Dios por lo que puede compararla con el soy sentaciones, los fenómenos son ajenos a nosotros y
y derivar que éste es insuficiente. Pero, en sentido que están ante nosotros; sin embargo, por lo que
estricto, Descaiies le achaca al soy un rasgo que hemos visto, más bien aparecen en nosotros. ¿Cómo
no necesariamente le pertenece, la insuficiencia, designamos ese "escenario" -por llamarlo de algún
pues, si en verdad sólo sabe que es, ¿de dónde se modo- donde aparecen las representaciones? �<?.!?-­
saca esa generosidad para consigo mismo?: "Si me ciencia es su nombre. Ese es el en donde danzan los
hubiera dado el ser me lo habría dado colmado de f�ómenos, donde se distribuyen de acuerdo con la
conocimientos". ¿Por qué no pudo habérselo dado perspectiva hasta cubrirlo todo: la conciencia está
130 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 131

completamente poblada de representaciones; en­ L'S el problema,pues ese mundo está muy lejos de
carada a las apariencias y éstas se presentan hacia rrcsultar indudable.
donde quiera que la conciencia se dirija: el soy es La llamada realidad virtual está soportada
un centro, un centro, que hace las veces de punto por pixeles; mientras que el mundo, el conjunto
de fuga no de una esfera, sino de un esferoide que de representaciones ordenadas y significativas, de
se deforma según los intereses de cada quien; el soy fenómenos, está soportado por la conciencia. ¿Qué
es el centro de una sala de cine cuya pantalla nos es el soy que da fundamento a las representaciones,
envuelve; pero, a diferencia de lo que ocurre en el aJ mundo? La respuesta es que el soy es lo único que
cine, aquí tenemos la impresión de que entramos es. Se trata de una respuesta exacta y, sin embargo,
en la película, de que nos movemos en ella, de que no pasa de ser más que una mera tautología.
actuamos en ella, de que estamos en ella y de que es Demos otro giro para seguir: si del soy, del
ella el fundamento del soy; pero ocurre a la inversa, pensar, de la conciencia, sólo sabemos que es y
pues todos esos fenómenos que danzan suceden es desde que nos consta, entonces mejor debería­
en la conciencia y es ésta la que los funda: el soy mos decir que está siendo. El estar siendo implica
es lo que le da ser a las representaciones. La me­ no sólo que el soy se mantiene, que es, sino que
jor analogía no es, por tanto la de una sala de cine, transcurre. El transcurrir parece implicar que ha
sino la de la realidad virtual y por ello, ¿por qué sido desde algún momento y será hasta algún mo­
no decirlo?, resultan más reveladoras las películas mento, o sea que tiene una duración determinada;
Matrix que la obra Ser y tiempo, donde Heidegger pero ¿será forzoso que el transcurrir implique
da por sentada la realidad del mundo al decir que límites? No necesariamente: los límites tempora­
el Dasein es un ser-en-el-mundo: ¿en qué mundo, les de nuestra conciencia los inferimos siempre
en qué realidad: la nouménica o la fenoménica? El desde la conciencia, o sea, cuando estamos siendo:
que para Heidegger esta distinción no sea problema la experiencia propia de la conciencia es más bien
de un presente eterno. Para ella, ella siempre está
132 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar

porque no se encuentra con sus límites: cuando somos. En nada afecta, pues, ni a los vivos ni
se imagina el antes (antes de su nacimiento) o el muertos, porque para aquéllos no está y éstos �
después (después de su muerte) ambos límites son
son . La muerte no se encuentra con la concic
concebidos desde la conciencia: siempre desde el
"7

porque, precisamente, en eso consiste la muert


soy. Hasta en aquellas ocasiones en que nos repre­
la supresión de la conciencia. Aquí, no nos int1
sentamos nuestro entierro, como ocurre precisa- discutir dicha definición ni la "deshumaniza<
1nente en el poema "Límites" de Borges: "Creo en de la muerte, o sea, que se la conciba com
el alba oír un atareado/ rumor de multitudes que se acontecimiento ajeno al ser del hombre, nos
alejan;/ son los que me han querido y olvidado;/ resa, tan sólo, la idea implícita en dicho argum·
espacio y tiempo y Borges ya me dejan", uno se que la conciencia no se encuentra con su lím
sitúa como el testigo intruso que falsifica la reali­ que, por tanto, la experiencia que tiene de sí m
dad de esa muerte, pues es uno el que está tendido es de eterno presente.
y uno también el que, desde una perspectiva aérea En Sartre el planteamiento es semej
-o subterránea, como en el caso de Borges- asiste aunque, por supuesto, la terminología se enra
a su funeral y contempla la conducta de sus deu­ mi muerte, dice, es un "irrealizable de reali2
dos. La conciencia, el soy que está siendo se ex­ ¿Qué significa esto? Significa que todo lo qm
perimenta siempre como presente, como presente atañe es forzoso que se dé en nuestra situc
eterno. Esta idea puede encontrarse en la epístola y que como la muerte es el límite externo dt
que Epi curo envió a Meneceo y en El ser y la nada situación no puede darse en ella más que de
de Sartre. Revisemos esos planteamientos: forma fingida: como algo que se interioriza sir
"Así -decía Epicuro-, el más terrible de los pierda su ajenidad. El "irrealizable de realiza
males, la muerte, nada es para nosotros, porque ese límite de mi situación que debo interio
cuando nosotros somos, la muerte no está presente para poder comprenderlo, pero al introducirlo
y, cuando la muerte está presente, entonces ya no
e

con el significado de irrealizable. Nuevament1


7 Epicuro, Epístola a Meneceo, frag. l25.
8 Sartre, El ser y la nada, cfr., p. 649.
134 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 13

nos interesan aquí las diferencias entre Sartre y l'l�rno presente, la pregunta que más se antoja e:
Epicuro: es evidente que en Sartre la muerte no es ,,110 seré Dios?
ajena al ser del hombre, no es lo inhumano . Lo que Oigo en mi imaginación las sirenas de le
de aquí nos importa, una vez más, es la experiencia ambulancias psiquiátricas y recuerdo al Husserl e
que el hombre tiene de su límite c01no algo que se las Meditaciones cartesianas que cambia el plur;
le escapa: ¿cómo experimenta Sartre su situación mayestático de la primera persona, el "nosotros:
si la muerte es un irrealizable? "Somos eternos por el solitario "yo"; me lo imagino forcejeand
en tanto que no morimos", responde, o sea que la dentro del solipsismo sin poder salir y sin atreven
experiencia es también de eterno presente. a plantear la demencial y, sin embargo, consecuern
El límite al que se refieren estos filósofos pregunta que acabamos de hacer: ¿no seré Dim
es el del final: la muerte. Pero otro tanto podría ¿Un Dios estúpido que, ciertamente, sólo sabe ql
decirse del límite inicial: el nacimiento, pues para es?
la conciencia estos límites sólo se dan desde ella: la ¿Por qué no? ¿Cuáles son los impedimentc
experiencia más genuina de la conciencia es, pues, más allá del qué dirán? No hemos tenido la precm
un estar siendo que no conoce límites. El soy se ción de confeccionainos una "moral provisional
experimenta como ete1no . unas reglas mínimas que observar por si acaso,
Hemos tomado un camino distinto del carte­ ahora, ante la desmesura de dicha pregunta, se1
siano: no nos hemos encontrado con la insuficien­ timos su falta. A Descartes esa moral lo protegi1
cia del soy, sino con la experiencia de que el soy sobre todo la segunda regla: la que en resumid<
se experimenta eterno . Nuestro camino nos lleva cuentas aconseja pasar inadvertido. Era una reg
a una peligrosísima conclusión, pues si desde que decisiva en su época: Giordano Bruno había hecl:
soy siempre soy. Si estoy siendo, si el soy es el sos­ evidente su utilidad. Hoy todo es más laxo, al mi
tén de las representaciones; si mi experiencia es de nos en la superficie. No creo que la hoguera rr

esté esperando al final de este párrafo y, sin emba


136 • áscar de la Borbolla La rebeldia de pensar • 1 .

go, hoy hay otras hogueras: la hoguera del desdén, pueda saber, porque soy lo único que existe y n

la hoguera fría de la indiferencia, la hoguera silen­ existencia es todo cuanto puedo saber, entonct
ciosa que forman los demás cuando en la calle pre­ mi raquítico saber es la omnisapiencia. Si todo '
fieren cruzar a la acera de enfrente para no toparse poder se reduce a poder saber que soy, entone(
con nosotros. soy omnipotente. ¿Qué otro poder, qué otro sabe
¿Seré Dios?, ¿cuáles son los impedimentos? qué otra presencia puede haber para quien sólo sat
Pensemos esto en serio: yo sólo sé que soy y que que él es el único que es?
el resto es incierto. Entre esas incertidumbres u Sin embargo, si esto es así ¿para qué tendr:
"opiniones recibidas", como las llamaba Descartes, que demostrar que soy Dios si no hay a quien
figuran muchos rasgos de Dios que 1ne parece que ¿para qué mostrar que soy Dios de acuerdo co
no encuentro en mí, o sea, las notas que implica las notas que se siguen de lo incierto, es decir, é
la perfección, esa larga retahíla de virtudes a las "las opiniones recibidas"? ¿Qué valor pueden tern
que se antepone el prefijo "omni": omnipresente, esas notas si son los atributos de un ser que no m

omnisapiente, omnipotente . . . ¿Será verdad que en consta porque yo soy el único cuyo ser me consta
ningún sentido poseo esas notas? .Hay un modo en ¿No seré, pues, Dios? Como no puedo salir de m
que sí . Un modo estrictamente congruente con el a regañadientes, admito ser Dios .
hecho de que sólo yo soy: que sólo yo sea y yo La desmesura de esta conclusión incluso
sea cuanto es. Porque, si sólo yo soy y soy cuanto mí me espanta, pero comprendo que es más de�
existe, entonces soy omnipresente aunque sólo mesurado aún, pues carezco de razones para cor
esté presente en mí: soy omnipresente porque, al cluir desde el soy que hay otro que sea. Esta con
no haber otro, yo basto y sobro para llenar cuanto clusión resulta escandalosamente inquietante, e
hay. decir, da motivos de sobra no sólo para pensar, sin
Y otro tanto ocurre con las demás notas: Si para repensarlo todo: para repensar el pensamient·
todo cuanto sé es que soy, y no hay nada más que se que nos ha conducido hasta aquí y para repensar la
138 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 139

palabras de las que se ha valido ese pensamiento ,1 significado del concepto "Dios" he aceptado la
que me ha conducido sonrojado a mi deificación . \ . i l idez del principio de no contradicc ión, pues,
Aquí surge otra pregunta, pues la pregunta límite 1· 1 1 efecto, sería contradictorio partir del axioma:
no es ya ¿seré Dios?, sino una pregunta irónica, so­ \o soy cuanto es y, sin embargo, negar la omni­
carrona que consta de una sola palabra: "¿será. . . ?" pr�sencia; sería tanto como decir que 1 no alcanza
Revisemos el planteamiento: el único ser pura l .
cuya realidad nos consta es el propio: a mí me No hay falla en el razonamiento que me con-
consta que yo soy; y no sé con el mismo grado de cluoe a propone1me como Dios y, sin embargo, suena
seguridad si el resto, aparte de su representación en ¡usta la pregunta "¿será .. . ?" ¿Por qué suena justa?
mí, tiene ser afuera de mí. Sé que soy y esta certeza Por un motivo muy simple: es una afirmación que
es la única que goza de la más amplia garantía; el se­ resulta de la combinac ión de ciertos supuestos
gundo saber: que yo soy Dios, ya es una conclusión y de ciertas reglas; no se trata de una evidencia
a la que me llevan ciertas reglas y supuestos que inmediata como el yo soy, sino de una eviden­
empleo al pensar. Analicemos cómo se han com­ cia lógica o, más exactamente, de una evidencia
binado esas reglas y esos supuestos para hacerme de una lógica bivalente: ésa en la que se fundan los
afirmar soy Dios. Primero exhibamos los supues­ juicios apofánticos: "si es de día, entonces no es
tos: he aceptado que el concepto "Dios" incluye de noche", "si es de noche, entonces no es de día";
las características: omnipresencia, omnisapiencia pero, qué pasa si nos distanciamos de esta lógica
y omnipotencia; centrémonos tan sólo en una para y decimos: "si es de día, entonces es probable que
simplificar el análisis: la omnipresencia. Este con­ no sea de noche", o mejor aún, si decimos: "si es
cepto se refiere a la ubicuidad: estar en todo lo que de día, entonces es probable que no sea de tarde ni de
es. Si este es el significado y no hay más ser que yo, noche" o, incluso qué pasa si decimos: "si es de
entonces soy omnipresente porque estoy en todo día, entonces es probable que no sea de tarde pero
lo que es. Lo que muestra que además de aceptar sí de noche". La lógica, o mejor dicho, las lógicas
140 • Óscar de la Borbolla

no garantizan nada y, por ello, suena justa la pre­


gunta "¿será... ?"
¿Qué se sigue de lo dicho? Una hermosa
p�radoja: soy Dios de acuerdo con la lógica tradi­ 4. ¿POR QUÉ HAY SER?
c10nal� pero, quién sabe si sea Dios o, de plano, no
soy D10s de acuerdo con las otras lógicas . Vuelvo
por tanto al punto de partida: sé que soy, pero nada < icneralmente se vive al margen de esta pregunt
n:ás : de lo d�más no se sabe. Sólo sé que soy y ni l J no, sin demasiados cuestionamientos metafísicc
s1qmera se, s1 soy Dio s. o, más bien, sin ninguno, se va ocupando con le
¿Estaremos en condiciones de responder a asuntos que la vida tiende, y no hay día que no trai�
la pregunta central de este apartado, a la acuciante los suyos. Cuando no es una pena ocasionada p<
cuestión por qué soy? De ninguna manera. Hemos la nostalgia de un amor mal curado, son las ansíe
dicho q?� se trataba de pensar lo insoluble y que de correr a un encuentro que promete dejamc
el proposito de hacerlo más que resolver es dar de una huella de miel en la memoria o, si no, es
vueltas para entender. Creo que ya hemos dado simple rutina del procurar diario: el trabajo qt
suficientes. se lleva las horas y jamás termina, los rituales d
traslado con sus ires y venires urbanos, la pláti<
con sus acuerdos y desavenencias, la enfennedc:
que pasa, la aflicción latente por el futuro de le
que uno quiere. . . la vida es un pasársela ocupad
Y hasta cuando algo sobra, eso que llamam<
"tiempo libre", buscamos denodadamente córr
llenarlo. Vida y ocupación son sinónimos. ¿Quü
en mitad del tráfico, de la refriega diaria o del plac

141
142 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 143

esporádico levanta la vista para mirar las nubes, las 1111ude presentarse a cualquiera y no hace falta que
estrellas y más alto hasta verlo todo y preguntar por 1 1 formulación alcance el rango que le otorga la
qué hay ser? p:i labra ser; un simple ¿por qué? basta, ya que,
Si algo está normalmente reñido, como el l 111almente, el que hayan sido los filósofos quienes
agua y el aceite, es la vida y la pregunta fundamen­ L' han encargado de plantearla y de precisarla, no
tal de la metafísica. Y sin embargo, como la vida IL' quita su carácter popular. Todos hemos sentido
alcanza para todo, y a veces hasta sobra, aquí y allá alguna vez su pertinencia, la necesidad de decirla:
hay momentos en los que esta pregunta prende; ;,por qué esto, por qué aquello, por qué todo?
edades más propensas, como la adolescencia y la En el fondo, ni siquiera hace falta la palabra
vejez, o episodios, regularmente traumáticos, en sor para que ese por qué, surgido del desacuerdo
los que dejan de ser obvias las cosas, en los que uon la urdimbre del mundo y de la experiencia de
el mundo pierde su disfraz de naturalidad y sor­ divorcio con la naturalidad de lo real, emplace a Ja
prende, disgusta, hiere. Ahí, surge la pregunta del totalidad y la fulmine.
porqué. Esta pregunta origina a los inconformes El nivel existencial de la pregunta ¿por qué
metafísicos. hay ser? lo marca la propia existencia: las situa­
Se puede presentar al adolescente, para ciones donde surge. Poco importan aquí, por lo
quien la neblina del futuro es más impenetrable, o tanto, las dificultades con que tropiezan los filó­
al viejo para quien el pasado es ya tan ancho que sofos al hacerse un galimatías con el término ser.
tira de toda su atención como un potente imán. Lo que importa, lo que está claro es esa extrañeza
También, puede salirle al paso a quien se libra de la que todos alguna vez hemos sentido, cuando lo
muerte o a quien tropieza con la saña del fracaso y que está no nos convence, cuando lo que se da
contempla cómo se licuan sus esperanzas y cómo resulta inadmisible, cuando, ante lo que sucede,
se evaporan bajo el sol del mediodía de su vida. no hay modo de quedar indiferentes. Son la im- /
Realmente, la pregunta fundamental de la metafísica potencia, el asombro y la inconformidad los que \
144 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 145

J llevan a pregu.ntar ¿por �ué? Y, precisamente ese 111soluble. La historia humana es la odisea del ¿po
r
?-asombro, esa mconform1dad, esa impotencia son
Analicemos las tres situaciones enunciadalas
'/
11e'?
los que nos brindan la certeza de que el mundo
. .

existe con independencia de nosotros, completa­ L'l1 las que surge esa pregunta: el asombro,
mente al margen de nosotros. ¿Por qué las cosas ini,potencia y el rechaz o: ' asombrado?. ,-
son y son precisamente así? es la pregunta que l . ¿En qué consiste el por que
arrojamos desde la impotencia; es la pregunta en <·�qué ocurre cuando la familiaridsab ad se ausenta?,
que se verbaliza nuestro más visceral rechazo; es cuándo lo consabido dej a de ser ido Y seaqu mues­
la pregunta donde se condensa nuestro asombro . �ra con la desconcertante orivezgin? alid ad de ello
Ese por qué es asombro puro, rechazo puro, impo­ que aparece por primera Son las mismas
tencia pura y, también, la prueba vital de que el ser cosas, pero nuevas; es el mismo pequeño �1� �undo
-
existe más allá de nuestra conciencia. En estas vi­ donde siempre estamos, nuestra e�tancia y,patmaemde.....
vencias se enraíza la certeza de que el mundo es . A bargo no es el mismo. ¿Se ha qmtado la ángulo ,

i la cos�mbre?, ¿lo hemos enfocado desde un ervado


nivel existencial no hay duda: ¿qué nos asombra?, /

¿qué reprobam os?, ¿qué nos reduce a la impoten- inédito hasta entonces?, ¿no lo habíamos obssenci�lo.
cia? La colosal realidad del mundo. Podrá ser una bien todavía? Sí y no: el asombro no es tanne obvio?
pesadilla, pero no somos sus autores; somos sus · Cómo poder decir lo obvio sin que sue es el que
víctimas . �orque el asombro al que nos, comreferimo�
Aquí la pregunta no es tanto por qué es, sino suscita lo obvio: el ser que o decrn Eduardo
por qué es así. ¿Por qué? es la pregunta que recorre Nícol, está a la vista. Siempre estamos en él,o. sie m�
la historia; llevamos milenios formulándola en to­ pre somos en él y, de pronto, se toma rar ¿Q�e
dos los tonos y con todas sus aristas; llevamos mi­ es lo que apreciamos cuando desaparece laocu obv1e­
lenios pensando, dándole de vueltas a un problema dad? ¿Qué le ocurre a la estancia o �ué nos mbrrera .

nosotros cuando la simple presencia nos aso
146 • Óscar de la Borbolla
La rebeldía de pensar • 147

¿Cuándo desc ubri


mos que la presencia en modo
alguno es simp le? que lo más viejo es novísimo y lo más corriente.

Gen ralm ente nos
asombra lo que se
· · to tan perturbador
i a risimo. Este descub nm1en
de una sene : son escap a que conmociona tan profundamente nuestra form�
asombros os los
eclip ses de sol
porque rara vez
oscurece en pleno �
de pensar y de sentir se disuelve, no obst nte, dt
día: hasta los
pájaros se perturba i n mediato: el asombroso estar ahí, se convierte et
n y graznan y
adop tan vuelo s
enáticos. Son aso el mero estar ahí. ¿Qué tiene de maravilloso qm
mbros os los garb anzo
Y los vers os dond s de a libra
e el soni do y el osté?, preguntamos cayendo ya en la familiaridac
significado dicen
lo mismo, com o PI.les precisamente eso: el que esté, respondemo
suce de en esa líne
a de san Juan
de l a Cruz que habl haciendo un último esfuerzo por mantener 1
a del balbuceo y
nos hac e oír el
balbuceo : "Un no se maravilla.
qué, que queda balbu
Son asom bros os los cean do" . En medio del asombro, fmm ulada o no, est
atletas que rompen
con enorme vent una marca
aja y las agujas la pregunta ¿por qué?, de hecho el ¿por qué? no e
que al caer se
manti enen vertic ales más que ese asombro.
y las man chas , .
Pic as so. Nos asom taurinas de
bra todo lo que 2. ¿En qué consiste el Eºr que 1mpoten1f
se sale de la � .
serie : lo que es Para poner esta pregunta en un camino esclarec1
raro , lo que es
extraordinari o ·
cuando, e n verdad, dor conviene recordar dos de las más grandes obn
!º �
c rrien te: el hech
lo abs olutamente
o de que haya
asombroso e � de la historia del arte: el Lauconte, esa escultu:
serie s, de que la
rnfirnta diversidad que funde la narrativa y la plástica, Y el pasaj e de
de ente s se agru .
pen form ando
?1
fa ilias uyos � miem bros parecen Odisea en el que Agamenón, ya hendo de muert
. cortados por l a

m1 ma tlJera y,
más asom bros o aún no p uede defender a Casandra. En la escultura ap
e s que esas
sene s sean . Lo asom rece un hombre rodeado de serpientes que lo atac:
?
bros o es que hay
ser.
¿Qué advertimos cua y él sostiene en lo alto a quien Presumi Iemente
ndo el ser nos aso .
Nada. Nad a raro
ni nuevo más que
mbra? � �
su hijo. La escena está suspendida ' s1 embarf
el hech o de
dej a ver lo inminente: la impotencia cmcelada
148
149
• Óscar de la Borbolla
La rebeldía de pensar •

mármol: sabemos que un segundo desp


bre caerá abatido por el veneno y que ués el hom­ verdades es tan inevitable como la propia y ocurrirá
habrá sido en vano pues también su hijsu esfuerzo más temprano o más tarde. El esquema es lo fijo;
vorado. En la postura corporal del ho o será de­ lo nuestro, en cambio, es lo eventual y todo lo que
expresión ?e su rostro, en la tensión dembre en la podemos hacer, nuestra vida, se reduce a unos
en la ferocidad de las serpientes, en la blasu c�erpo, ouantos toques personales que tienen un efecto
la carne del niño y hasta en los yerbajo ndura de escenográfico. Este esquema es la estructura que
del piso está plasmada la impotencia. s inútiles sostiene nuestro ser trágico y el humus donde nace
cena dolorosa donde no sólo se ve el tráEs una es­ el ¿por qué? impotente.

de un hombre, sino el esquema que rig gic o final La impotencia de la que hablamos aquí no es
todos. Lauconte representa el destino dee el final de tanto la que cotidianamente nos revela el cociente
ser humano, pues, así como a él, a todos cualquier de adversidad con el que siempre tropiezan nuestros
ese mome�to en el que nada podremos hanos llegará planes y que, sin duda, es grave, sino la imp�te�cia
nosotros por lo que amamos. cer ni por extrema que consiste en no poder ya s1qmera
intentarlo. ¿Por qué? es la pregunta que lanza al
m

Por ello, Lauconte y Agamenón so


mismo personaj e: poco importa que en n el cielo el Lauconte al levantar los brazos. ¿· Por que'?.
hijo sea una amante a la que no se pued vez de un es la pregunta con la que Agamenón entra derrotado
que en un caso el peligro lo encamen las e salvar, y en el Hades.
Y en el otro Cl itemnestra.
serpientes Pero, ojalá, la impotencia sólo fuera la del fi­
EJ esquema es invariable: nal, la constitutiva, la ontológica. Ojalá no proyec­
j morimos Y no podemos evitar que también muera
¡ lo que amamos. tara su tara a toda la vida. Pero ni siquiera es así:
antes del desenlace conocemos de sobra la impo­
,
·
Tampoco es relevante si nuestro fin y el
de lo que amamos quedan próximos o fin tencia circunstancial y cotidianamente pregunta­
muerte de un hijo, una mujer, unos ide distantes: la mos: ¿por qué? Las oportunidades sobran, pues,
ales, unas como decía Schopenhauer: "somos los animales
151
la rebeldía de pensar •
150 • Óscar de la Borbolla

del deseo" Y ello nos condena permanentemente co nt ra el en em igo , sin o contr a un capote que
haberlo al-
desbarata en el aire cuando creemos
110
a correr detrás de algún afán y a terminar desen­ �e

cantados, una y otra vez, frente al barranco de la üanzado . gico al


imposibilidad. El ser humano, sin embargo, eses. Eltrá�limpo
Es necia nuestra naturaleza y bien nos haría margen de que existan o no los dias os
las , m01�as, Y
asumir esa regla de la moral provisional de Des­ puede estar despoblado y jubiladcada d1a la impo­
cartes que recomienda cambiamos a nosotros en eso no nos libra de experimentarotros seres huma­
lugar de querer cambiar el mundo, o la moral budista sibilidad . Basta con que existan ganic� su infierno
que pr�pone s chopen�auer con su contención y su nos para que a cada uno se le lta or
,
renuncia. Hanamos bien . . . pero, habría que pre­ personal. No hace ninguna fa es un d10s yerverso
sufic1en�e �on
guntar de una vez por todas: ¿por qué deseamos si para que nuestros actos yerren;s y con la md1fe­
somos i�potentes? ¿por qué por naturaleza que­ nuestras propias equivocacione lo s demás. Cada
remos s1 no nos está dado alcanzar?, ¿de qué se rencia o la m ilitante crueldad deacto mal parido la
trata?, ¿por qué la existencia se parece al castigo momento es fatídico y con cada ad que una y m il
de Tántalo? vida se tuerce y, aunque es verd rumbo, de todos
Frente al destino se vuelve coherente conce­ veces procuramos enderezar el vida es chueca Y
bir un dios canalla que se solaza con la frustración modos se termina desviando: la
de los seres humanos; Schopenhauer cedió a esta cada minuto es para siempre . en que se expresa
tentación y, paranoicamente, propuso la existencia ¿Por qué? es la pregunta
ra verbal de
de un dios maldito, la Suerte, que se ensaña más nuestra impotencia; es , de hecho, la ca
con quien más ganas tiene de vivir; un dios que esa impotencia. é del rechazo? --
en la plaza de toros de 'la vida hace las veces del 3 . ¿En qué consiste el por qu
picador que con su lanza nos resta fuerza para que ¿qué es lo que rechazan lo s incon formes?9 Esta­
mos en contra1º de lo que he llamado
las graves
sangrando, furiosos y atontados, nos arrojemos
cit., passim. .
Filosofia para inconformes,
op. .
9
en Instrucciones par a destruir la reabdad,
10 Véase mi "Manifiesto ucrónico"

, México, 2003.
Editorial Nueva Imagen

- --
-

.
.
• 15 3
La rebeldía de pensar
152 • Óscar de la Borbolla

é "n ad a du ra aq uí en la Ti er ra"? Porque no


fallas del cosmos; en contra del orden entrópico, 1 0 por qu s hu m an os qu ie ne s pa decen. Aquí
de . la muerte como misión última de todo lo que ólo so n lo s se re
e, hasta los animales
ex1st�. Estamos en contra de la injusticia que rige hasta el alambre se enmohyecel alarido del que cae
al universo, pues el pez grande se come al chico devorados por otros, sp ec to del dolor cor
i.;on

desped az ad o no de ja du da s re
porque existen peces grandes y chicos . Estamos en
contra de la ley del más fuerte asentada en el hecho d que muere. ¿Por
qué? . 0, por el ll . S·
. lJU
o, es
No estoy preguntand te condena al ham· ob v1
de que existen débiles y fuertes . Estamos en contra en
de la. e�ist�ncia del dolor, de la enfermedad y del to orden social que actualesmde la hu manidad, ni a
bre a la s do s te rc er as pa rt
envejec1m1ento. No nos entran en la cabeza "las
co nt ub er ni o hu m an o qu e pr o�ueve :
razones" por las cuales el universo entero sea un sempiterno pu la del poder dotandolo
manifiesto de sadismo y crueldad y no el mejor de lo s m ás ru in es ha st a la cú
cano nj ía s y pr iv ile gi os . Es to y preguntando �e
los mundos posibles . ¿En aras de qué el mundo es con de la fí si ca, por la rac1�
un valle de lágrimas? ¿Por qué? las regl as de la bi ol og ía y
y este ser y no otro
Este ¿por qué? ha suscitado respuestas an­ nalidad de lo real: ¿por qué ha
,.
.tiqms1mas como la del pecado original y la caída ¿por qué es así?
E n cada desgracia se escupe cha esta pregunt:
Y con ellas se ha instaurado la culpa como expli � ro, como sorne
ca sa y en ca da es qu in a;
cación. Pero, aun aceptando que esas razones míti­ en cada nula, nuestra prote�·
cas pudieran ser ciertas, o mejor todavía: cuando impotentes, nuestra rebeliónelesto animales melanco�
se aceptan como completamente ciertas el ¿por muda. E l pensar nos ha vuefiera no pens�r, Y de a.
qué? se endereza más justificado aún p �es ¿por cos y de allí que la gente pr nos quede mas remed
que a los inconformes no
' '

que a nosotros a tantas generaciones de distancia?


,

¿por qué a los animales y las plantas? ¿por qué � que pensar. co, . o
hc
vu el ta s m el an
Pensar es un dar de
é

todo? O, como decía Nezahualcoyotl: ¿Por qué "en un ta in so lu bl e. Pero es un d


este mundo hasta la pluma de quetzal se rompe"? rededo r de un a pr eg
154 • Óscar de la Borbolla

de vueltas obligado, pues el ser nos asombra, nos


reduce y es tremendamente reprobable. ¿Por qué
hay ser? es una pregunta cuya respuesta también en
el nivel existencial es: no se sabe.

EL PENSAR y LA ACCIÓN
EL PENSAR Y LA ACCIÓN

Cuando uno observa el tránsito de las hormigas por


el pavimento de una calle durante un rato largo,
descubre que la idea de uniformidad que pesa sobre
ellas no es tan exacta: hay muchas que, en efecto,
fluyen y refluyen por el canal de una grieta para
ponerse a salvo de los pisotones mortales; pero hay
otras que súbitamente cambian de rumbo, aunque
luego retomen su dirección inicial, y otras más
que parecen errar desconcertadas por media ban­
queta, pues alej atlas del sendero van de un lado a
otro sin que resulte claro el aporte de esa vagancia
para el beneficio del hormiguero. Sólo el promedio
y la mirada esquemática hacen que las hormigas
vayan y vengan a través de una imaginaria línea,
pues la verdad corren formando una trenza de
caminos, una trenza que incluso podría calificarse
de relativamente despeinada. De cualquier mane­
ra, el hormiguero está por encima de lo que haga

157
158 • Óscar de la Borbolia La rebeldía de pensar • 159

cada hormiga: la participación individual no com­ ..,¡ficación; esa masificación que en nuestro tiempo
promete el funcionamiento del todo . Las hormigas llega al paroxismo cuando millones de gargantas
forman "sociedades" ahistóricas o, al menos, su or­ desgarradas gritan al unísono: "¡Goool!"
ganización es más o menos la misma en cualquier Un porcentaje enorme de los seres huma­
lugar y desde hace muchísimo tiempo . nos, hoy como siempre, no compromete el funciona­
Cuando uno observa el tránsito de los seres miento social; una cantidad inmensa de individuos
humanos por una call e populosa nota que no es tan no alteran nada: cumplen con su función y reprodu­
diametralmente distinto del que ofrecen las hor­ cen el estado de cosas : producen, consumen y se
migas: los seres humanos desfilamos uniformados reproducen, en una palabra, viven. En medio de
por el atuendo y los modales de época; vamos y ellos -de entre ellos- surgen algunos individuos
venimos encauzados por ese uno del que habla que se destacan; son los que tropiezan y se en­
Heidegger: por el así se hace, el así se piensa, el zarzan contra el así se hace, el así se piensa Y el
así se juzga que constituyen el tono dominante: así se juzga; son quienes quieren hacer otra cosa,
los usos y costumbres, las leyes, las creencias que quienes se atreven a pensar por su cuenta y a juzgar
damos por sentadas y que nos hacen parecer tan oon criterios propios. Son los que aportan, los que
semejantes unos a otros, tan en pos de lo mismo, cuestionan, los que inventan, los que reprueban,
como si todos estuviésemos enrumbados en una los que no están de acuerdo; son quienes con sus
misma dirección . Frente a este espectáculo, la idea actos rompen el estatismo del funcionamiento
de libertad y, por consiguiente, de diversidad que social y desencadenan la historia. En suma, son
pesa sobre nosotros tampoco parece tan exacta. aquellos gracias a los cuales la sociedad humana
Sólo hay que ver las filas que se forman en los se distingue de los hormigueros.
cines, en las paradas de autobuses, en las cajas La contribución de estos individuos puede
registradoras de los supermercados, en cualquier ser de grano de arena o de alto impacto; puede con­
lugar donde la gente se reúne, para advertir la ma- tribuir a un proceso que lentamente construya un
1 60 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 1 61

cambio º de golpe partir en dos la historia. Pa 1 ido estricto sólo para nosotros y sólo en un sentido
. al: graduales
cas? �s igu ra e l
o ins tantán eo s laxo convengan para las honnigas: las hormigas no
posibilit. an que la organizaci·o'n humanasonsequienes actúan; hacen, y aunque hagan frenéticamente su
de los hormigu. aparte
eros Y de las colmenas. hacer no es propiamente una "acción". ¿Qué dis­
. Si �: cons�dera este hecho se produce una tingue la acción humana del hervidero hormigueante
mod�fic�c10n radical de la impresión que se de las hormigas? Hegel dio la gran clave cuando, en
del md1vi.duo actualmente, pues, contra lo tiene sus Lecciones defilosofia de la historia, propuso que
�ue!e . creerse, en la sociedad humana sí cuentanqulose lo característico de la acción humana es la negación
mdiv1duos que deambulan extraviados, quien del impulso espontáneo, la negación de la reacción
aven�an en el desconcierto y traen al mundes se inmediata que ordena el instinto. ¿Qué es lo que
nota disonante. Los demás son !os que no cue o su impide que salgamos disparados en la dirección
pesan: y su peso es esa inercia de fuerza colosantan que ordenan los instintos ?, ¿qué es lo que media,
l �s m�s de las veces surge victoriosa, como surl qu� lo que retarda a la reacción para volverla acción
victonosos los huracanes o los terremotos; po gen propiamente dicha?, o en pocas palabras: ¿qué es
rque
ellos, los hombres hormiga, encam
an la lo que nos da nuestra diferencia con las hormigas
la na�aleza que tiende a perseverar en sífuemirza de y nos convierte en seres humanos ? La posibilid
ad
a repetirse un� y otra vez como si su propósma, de sustraernos al impulso inmediato al que están
fuese la conquista de la perpetuidad y, sin embarsito encadenados todos los demás seres, la posibilidad
aunque pes�n �ucho, no han conseguido sof go, de escapar de esa fuerza que tira sin excusa a la
hasta la extmción al individuo. Seguimos sie ocar piedra hacia el centro de la tierra, a la hormiga ha­
como lo demuestra la historia, seres históricos ndo, cia el hormiguero y al tigre contra su presa. La base,
Esta diferencia entre las hormigas y los �eres el fundamento de esa posibilidad es para Hegel la
�um�?�� �s la que determina que términos como negatividad, pero podría llamarse también libertad,
acc10n ' conducta", "praxis" se empleen en sen historicidad, o como se quisiera, el nombre es lo de
-

-- -
J 63
de pensar •
La re beldía
1 62 • Óscar de La Borbolla

.tldas de sentido: nuestro mundo esndo un


menos; lo importante es descifrar: ¿qué es lo que lores, reves _ . cado . Para la hormigas el mu
retarda la reacción para que se vuelva acción?, o mund. o con s1gmfi par te de lo mismo.
. y to do son
mejor aún, ¿qué es la acción? no s1 gmfica, e nas en ent a qu e 1e mundo pa
ra 1os
La acción es la reacción retardada por el Si se tiene cu apareee en el pensamiento ,
Ll-fensamiento. Pero, entonces, ¿qué es el pensamien­ seres hum anos es eldic
que
. otom ia , entr e actuar y pensar,
to que permite este cambio ontológico por el que resulta ab surda la . , n propiamente dicha y no m era
surge lo humano? El pensamiento es la represen­ pues sól o hay accio s co m o los cirujano.s que
. que actua mo
tación del mundo en la conciencia, o sea, la du­ reacc1o, n, por . ant e e os n o al pa ciente, smo l a
operan teru��do . ua1 del paciente en la pantal1 a.
11
plicación del mundo; porque un mundo es el que
está afuera (si es que está), y otro, ese mundo por­ representac10� ,v1rt mana �or muy espontánea que
Por ello la acc1on hue con a guna idea' con alguna
'

tátil que sólo existe en nuestra conciencia, la lla­


mada manifestación fenoménica o el mundo que sea' cuenta siempro del pensar.
emerge inteligible gracias al lenguaje: actuamos representac1. on , frut
.idea pueda y deba afinarse, pen-
porque lo hacemos no en el mundo donde están Que esa uar es ab so lutamente re-
de act
las hormigas, sino en el inundo de nuestro pensa­ sarse mu cho antes nc1. on , d e l as co ns ecuencias del
miento; no como las hormigas siendo uno con el comendable en fu o o poco que s e piense no afe.cta
mundo, sino en nuestro mundo que es otro respec­ acto , pero l o muchsea una accw. , n, pues si es acc1 on ,


to del mundo de afuera. La negatividad es posible el. hecho de que reacc1. on , ret ard ada por el pensar.
porque el mundo que aparece con nuestro pensar siempre es ya una as o P cas vueltas al asunto,
es de hecho la negación de ese mundo de afuera. Se le puede dar muc1s1 �� ? ya dada·. no actua m os ·
va esta .
Actuamos porque lo hacemos desde la holgura de pero la "vuelta" de sin . o de acuerdo con una 1dea o
espontáneam ente,
nuestro mundo. Y ¿por qué es diferente nuestro
pensa
.
m1e nt o por vagos que sean.
mundo del mundo de las hormigas? Porque en el un
nuestro las cosas aparecen bajo la luz de los va-
J 65
La rebeldía
de pens ar •

1 64 • Óscar de la Borbolla

valores sobre el 7
rlos ; pero)
ar .
sig nifi cad o s y
l ,ibres de p �
ro ect
m
Así, mientras que la hormiga es una con e l o po r . tent ar alca nza
mundo y ante ella no aparece ninguna opción, n i mundo, libres inclus 0 sea , som o s , c om o ha dicho
es responsable de lo que "hace", pues en su caso no libres de l ograrlos' ,mas no necesariamente libres
se trata de una mera reacción, nosotros, en cambio, Sartre , libres de ser
por movemos en un mundo de representaciones, e.le hacer. . . o ser' no es garan
tía
to l og
' i ca '
La hbertad on anzar el éxito ' ni siquie
de
ra
de significados, de valores, no reaccionamos, más
de que habremos raq de alc . ,
la refiex10n Y
bien elegimos algún curso de acción y por ello sí so­ uiti, . ca en la que
mos responsables de los resultados. Somos respon­ en esa mod. al.idad mneran y nos inducen a desear
sables, es decir, culpables, pues sólo por nuestros la prudencia nos atesólo r
o tra s pues nosotros
muy particulares actos aparecen en el mundo de lo que depende tan d e
d e
es
nos
e m un do que regular-
afuera esos determinados resultados. Ésta es la in­ mi. smos somos parteSer libre ontológicamente es
dividualidad de que no gozan las hormigas: cada mente no col abora.e solo , sig
. ni 'fica poder desearlo
algo tan exig· uo qu ista o schope. n-
miembro del hormiguero es intercambiable por . so po d e mo s, bud
otro, ninguna hormiga cuenta, todas pesan. todo, ya que include sea r no des ear y ni siquiera ·

La culpabilidad, la responsabilidad, la indi­ hauen. anamente ' ece ser de nuestra competencia
vidualidad, la libertad son sólo términos distintos este deseo, que par rza alcanzable.
. , es por fue
excluswa factores que
para referimos a la misma cosa, a sus distintos án­
gulos, esa cosa es el pensar, porque el pensar es Y por otro lad � �
do
o,
e
��
l
e
.
o
rob
e s
r e
tan
de
c om plej o ��e
lo que nos permite distinguimos del mundo, distin­ Provocan. el res·ulta
, es e c omi . enzo de realizacion
,
nuestra intenc10� ui. mos, se vuelve tan débil en la
guir el mundo: proyectar en él significados, valores,
caminos: opciones; no reaccionar sino accionar, con el que contribres que muy rara vez alcanzamm
hacer. urdimbre de .facto
, suc ed e es ca . se guro que ne
si
Decir que somos seres pensantes equivale a el éxito y s1 este otr os y ' sin e mbargo , somo:
dependió de nos .
decir que somos libres; pero ¿libres en qué sentido?
pensar • J 67
La rebe ldía de
166 • Óscar de la Borbolla

o por la
d 0 quedarí
a compactad
sar to
to s·' sin el pen
� El des eo es

)
responsables, pues la libertad que sólo nos sirve . nsc .
ien t del no deseo .
mco
para desear nos condena a ser culpables de todo ; es indiferencia
po r ello así c m; o no hay
un mal negocio ser libre, pero las reglas son claras: la otra cara
- .,
del pe�:
ente dich a a]e l
_ na a pensar, tampoco
no somos uno con el mundo como las hormigas, accion prop iam
hay deseo que
no n �
azc del pensamien
to. ?on l os .
nodinas del
pues entre el mundo y nosotros se da una holgura
ado s so re las cos as a
valores proyect tecibles
producto del pensar y, en consecuencia, lo que pase
que u nas s e vuelvan ape
hace

.
mundo lo que ho de barniza
rlas de
es obra de nosotros.
antes; es eh
l ec
y otras rep ugn na a que­
Podría argüirse que no somos responsables . ca dos lo que nos conde
1 es, porque el c.:..-
· fi
porque, por naturaleza, somos animales que padecen distintos sigm nensar es
re h uir
•º
· las a
rer conseguir que lo
0
el deseo, que el deseo es una parte de la cuota fatal ·

inv ent a 1 deseable ' el



me�te ' �
de nuestro ser y, entonces, salir libres de culpa, el que, htera1 a conciencia . P
ensar
a nue s
alizado
hace venir ide .
aligerados por la irresponsabilidad; pero no es po­
pra , c fica m ente lo mismo .
sible, porque el deseo no es natural. El deseo tam- Y des ear son deseamo s? · Dese amos lo
que
7 bién es resultado del pensar. El deseo no es anterior e, es lo
Pero, ¿qu s e de sde
sta qu e suele dar
/_a la variedad, sólo hay deseo cuando hay diversidad;
ue

.
es la resp
que nos falta eve la necesid
ad de
·
' . al age nte l o m u .
p ero , &de
S anto Tomas . veras siempr
e
el deseo aparece porque nos movemos en un mundo ncia .
s? ' &. será una
care
de valores proyectados, de sentidos proyectados: si sufragar una mera
ue no ten emo
des eamos l o
q hab er?.
todo fuera indiferente, nosotros, como las hormigas, . ner ' un 'fi
d e ci't e·n nuestro
e te
aus encia en l gran frecuencia
lo
seríamos también indiferentes; pero al movemos en
la representación del mundo que produce el pensar,
S í , en muchos cas
,
os,
� d
ha
p es
er
c on
l mundo y sólo
s e trata


e n el
des eado ya esta , también
al movemos en el mundo con sentido que produce stro pr o hab er. P ero
��
nue
el pensar, todo resurge diferenciado y es esa diver­ de incluirlo en no forma par
te de lo
lo des e le
cas o s
sidad la que despierta el deseo. Somos nosotros en m uchos a do tanto ' lo
hemos
nos d ese
lo he1
quienes, por pensar, volvemos deseables los obje- que hay, pues
168 • Óscar de la Borbolla
La rebeldía de pensar • 169

pensado tanto, lo hem


os idealizado tanto
forma parte del habe que no el éxito es un despojo, en el otro, es un arrancar a
r del mundo, sino del
no es una mera falta, no ser: la naturaleza lo que se mantenía sin dueño por estar
sino unafalla. Este dese
referente en el haber o sin oculto. Este deseo es comprensible para todos los
es deseo puro, pen
puro : idealización . samiento seres humanos. El querer tener resulta obvio porque

i
.
Cuando deseamos lo todos quieren lo mismo y, aunque nos convierta en
que todavía no existe
se hace patente nues rivales, hay por debajo de la rivalidad un acuerdo
tra inconformidad con
hay. Entonc es no nos lo que que nos hermana, que nos integra en una lucha
_ mueve una falta en nue
haber, sino una falla stro fratricida.
en el ser. La secu
acciones con la que se encia de El deseo de inventar tropieza con otra suerte
intenta reparar la fall
las más propiamente a ·son de estorbos, pues como no puede saberse bien a
humanas, pues no se .
mero intercambio entr busca un bien qué es lo que se desea, puesto que el obJ et�

e lo que hay : del habe .
mundo hacia el haber
personal, sino de un
r del del deseo no existe todavía, el quer�r n tiene �i
siquiera una brújula que lo ?riente : Es msatisfacci�n...{
venir, de un inventar lo hacer .
que no existe. En el ..
la historia el acto más sur de sin causa, inconformidad sm motivo que los <lemas
propiamente humano
recolección, sino la no es la no ven ni entienden. Es un querer que para los otros_
agricultura y, desde
la acci ó� que más entonces

nove dad resulta aberrante y más que integrar, aunque sea en
, enri traiga al mundo, la qu
mas quezca o altere el hor una lucha fratricida, exilia, aísla. ¿Quién va a querer
Ja que nos sirve de em migu ero humano es
blema. lo que por no existir a nadie hace falta?, ¿quién va ª
El deseo de tener
tropieza con infinidad apreciar lo que llega al mundo, en el c � so de que se
de estorbos, pues lo
que está en el habe logre, sino aquel que sintió su ausencia c �mo una
mundo generalmente r del grave falla del ser? Después, el desprecio puede
forma parte del haber
Y obtenerl o nos ajeno cambiar y ocurrir lo que pasó a Cervantes: que lo
enzarza en una lucha;
contra los otros o cont una lucha que alguna vez no fue se convierta en elemento
ra Ja naturaleza; en
un caso,
1 70 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 1 7 l

esencial de la cultura, en un factor sin el cual sino la peligrosidad de ese mundo al grado de que
seríamos lo que somos.
no

ignorarlo es no un lujo, sino un suicidio.


Es el deseo puro, no el que sufraga faltas
sino el que repara fallas, el que nos ha hecho Hemos explicado cómo la acción incluye esenci.�1-
históricos; es el deseo puro el que hace contar 1 mente al pensar, ya que sólo es acción y no reaccion
individuo que no pesa; es este deseo el que muestra espontánea cuando el pensar la retarda, cuando se
a

el verdadero poder humano: no el que avasalla, no actúa de acuerdo con una idea por vaga que sea;
el que vence con la fuerza de todo lo pesado, sino el sin embargo, hay un prejuicio muy arraigado que
poder de la creación, aquel que en cualquier campo hace creer que el hombre de acción no piensa Y
de la actividad humana consigue traer lo nuevo que hay un inomento en el que la deliberación
aumentando así el haber del mundo. debe de suspenderse para pasar a la acción. Este
Pero, ¿de qué mundo habl�mos?, ¿cuál es prejuicio parecería derivar de la segu�da regla
el que aumenta su repertorio, el mundo que es de la moral cartesiana donde se recomienda que
representación en la conciencia o el mundo en-sí? una vez que se haya tomado una decisión, c.on­
Curiosamente, pensar la acción hace obligatorio viene seguirla firmemente, pues, aunque pudiera
partir del supuesto de que el n1undo de afuera es. estar equivocada, mantener la constancia nos haría,
No es posible analizar la acción sin este supuesto, al menos, llegar a alguna parte. Sin embargo, el
pues la acción sólo tiene sentido como un remitirse propio Descartes en la primera de �u� reglas de­
al mundo donde se actúa. El común denominador saconseja hacer promesas o suscnbir contratos
de la moral provisional cartesiana lo confirma: el que enajenen permanentemente la libertad, pues lo
fondo de cada una de esas reglas deja ver dicho que en un inomento puede parecernos bueno -nos
supuesto y no sólo, pues en ellas no se admite dice- más tarde dejamos de estimarlo.
únicamente la existencia del mundo de afuera Hay un doloroso hecho histórico en el que l.a
deliberación ahogó en sangre a quienes por seguir
'
1 73
La rebeldía de pensar •
1 72 • Óscar de la Borbolla

ar al pie de la letra la segunda regla


, f1co tom
prac
pensando no pasaron a la acción: la última asamblea
a; el u, . pensar que no puede acompa­
mco
de la Comuna de París. En esa ocasión, se discutían cart esian d' 1 de la duda el
ar
los pros y los contras de defenderse y la consecuencia
fue el triste aprendizaje de que hay veces en las que � !�: �
ñ ª
q e s �a :
i
c: � : :�:�
. 0n,
� :m n �� toda� las o�as
cnt1_ ca deben
comp arac1 , el anál isis ' la
las acciones de la vida no admiten demoras. Esa formas: la acto r que ha de man-
aco �p añar a la acci ón. Ese
asamblea era una variante del modo como Platón
firm e ' como aco nseja Des cartes, representa
concibió el pensar: "el diálogo silencioso del alma tenerse s er un autó mata que no
un error, pue s no se � uede
consigo misma"; sólo que en esa asamblea más ltados de la de-
r�ctifi que ' que sea ciego a l os resu
que diálogo silencioso era un estruendo de gritos y .1on
, y se va y a hasta el final sin reconsiderar: ho�,
argumentos y, más que solitario, era una acalorada c1s . mos cibernéticos se autocorn­
discusión de todos contra todos; no obstante, se hasta los mec anis
deliberaba, se ofrecían razones, se pensaba y por gen.
hacerlo la Comuna llegó a su fin.
Es verdad, pues, que hay ocasiones extremas
en las que no conviene seguir pensando, pues se
impone tomar una decisión con los elementos de
juicio que estén a la mano y pasar de inmediato a
encarar los hechos. Sin embargo, no todas las situa­
ciones son igualmente urgentes ni los reclamos tan
perentorios; regularmente no sólo hay tiempo, sino
que la acción tiene sus treguas y han de aprovecharse
para repensar el plan. Se puede y se debe pensar
durante el curso de la acción para calibrarla y, de
hecho, así ocurre las más de las veces, pues no es
EL PENSAR Y LA FELICIDAD
EL PENSAR Y LA FELICIDAD

La felicidad es un término que actualmente produc


en las personas dos reacciones: un gesto de fastidi
al que sigue un chasquido de boca o una cara e
ensoñación con un dejo de nostalgia. En ambas e:
presiones puede apreciarse lo obvio: las person;
no son felices. En un caso el desencanto impli1
la opinión de que la felicidad es un embuste, y 1
el otro, de que tal vez es probable pero no se ·

tenido la suerte de tropezar con ella. Vivimos


un siglo cuyo clima emocional no alcanza un ni�
saludable en el termómetro del optimismo, prue
de ello es la insistencia propagandística dedicc
al encomio de la puerilidad color de rosa. Ahc
a los tradicionales jinetes apocalípticos, que die
al paso lucen una parafernalia más amenazante.
suman el poderío supranacional del narcotráfi
el colapso ecológico del mundo y la corrupc
posmodema, esa permisividad del "todo está l

1 77
1 78 ar 1 79
Óscar de la Borbolla La rebeldía de pens

esión
miti. do" que ya no es tan
� emos nuestra impr
f¡ to 1 consecuencia de la Pero no desahogu
nietzscheana acta de de unc . . ad, pues
10n de "D 10 h a muer­ ju ic io su m ar io acerca de la felicid
,, . � oon un
uí es otro:
to ' smo de un deterioro com emos de ventilar aq
p 1etamente mmanentc el asunto que habr
que se asoma en la um. versal sible el binomio qu
e integra el
creencia · de que todos preguntar si es po
1 los seres humanos somos . . ana el arribo
igual de mmundos, y si ns ar y la fe lic id ad: ¿si el pensar all
pe
1 , camino
no, de todos modos nadie
p odra hacer nada para id ad o, m ás bi en, introduce en el
; a la fe lic
rables? Po r
! os obstáculos insupe
enderezar ni castiga nada
· ya no � e trata, pu es, de de su búsqueda un
la supres ión del aval ul trat � �:r no, s mo de una mera, lo dicho, parecería
seguirse un a exclu
sión más que
haber califi­
pero total, impun idad te es
rr ce sa ria , pu es es ta mos muy lej os de
ne
ntrario, lo
,
¿Quién puede, ahora ser fle
liz
' en el mundo? el pe ns ar co m o una panacea: al co
.
.
cado
de las más
¿Qme
ll
n puede sal ir a la ca e y con
servar el ánimo hemos incriminado
como el causante
con el ·que de·JO su casa?. l· Qu ,
, miento que
etafísicas y del aisla
i en puede mantener el álgidas zozobras m
ánimo en su casa sI. 1 as cas es por pe ns ar, por
individuali­
as son c orno 1 as cal les : ex pe rim en ta n qu ien
s seres
po r las ventanas entran los
el axonazos del mundo sc ub re n qu e lo que abunda son lo
zarse, de
� o alguno lo s
.,
convertidos en i·n.c or
: mac10n y es , por n dos, pero en mod
human os arrebaña
.i1
de los detonantes propios de ,
.,
i ? ? ablar
amb1to domestico: la pares: aquellos co
n quienes pueda co
mpartirs e el
sino sim­
fiustración, la insatis.c: .iacc10n, las reyertas que . in o no po rq ue co ncuerden con un o,
mcu- cam
si a esto se
ban las nuevas regJ as de
1 mbién piensan. Y
.
a conviv
.,
· encia,· pues los plemente porque ta
nuestro tiem­
antiguos diques : la ab negac10 ., intelectualismo de
n y la sum 1· s 10 n, han añade el burdo anti
. de vueltas, si
desaparec ido , y s1· n esas a erra
c10nes ya m. quienes "¿ Para qué le das
,
b po, cuya divisa es :
de todo y
ocupaban el trono despo .
ti � o de la cabecera a la ar só lo te po ne tri ste; mej or olvídate
pe ns
con la mejor
mesa logran hoy aquel l a mi rque las personas,
serabJ e dosi· s de fel ici- pásatela bien?" Po
. . s unas a las
dad sangrienta que los VIe mente se invitan la
JOS patriarcas conquista- intención, continua
número po-
ban a go lpe s. vivir con el menor
otras a no pe ns ar, a
de pensar • J 8 1
La reb eldía
180 • Óscar de la Borbolla

los incon for m es? ¿Estaremos


s�ble de elementos en la conciencia. .
. . "No te fiJeS, no ¿Qué pasa con tregua, a despotricar hasta
sin
pienses; distráete' haz otra cosa" . y es que en esta condenados a rabiarzcan las mandíbulas, nos duren
,
epoca materialmente n0 se puede ar consciente
·
que se nos endure callen? Si lo que hace que los
·sm que se incendie 1ª m . y,estconste,
. d'1gnac1ón que no las fuerzas o nos vuelvan inconformes es p ensar,
me refiero a quienes poseen una profunda conc1en- . seres humanos se tara?
cia. moral políti·ca, smo . a quienes tan solo están ¿será el pensar unao es un No tan fácil. Es un No que
No. Pero n
0
.
despiertos .
y med1·anamente mform ados . Ante todo felic ida d y pe nsa miento . Volver a
esto, parecería que la felicidad y el pensar se ex- tiene que anudar el vínculo que fundamenta la fe­
cluyen como el agua Y e1 fuego . trabar entre ellosnte humana, ese nudo que empezó
.
Qmen aspire a ser feliz debe descerebrarse y licidad propiame el Eclesiastés, con la siniestra
aceptar la impotencia como fat�hdad, . recomienda a romperse desde se ha vuelto el lugar común de
la gente que, como los to os; solo d:�ea encontrar afirmación que hoy cos" , de los odiadores del pen­
un hoyo para "pasársela :ie "' para estar conten- "lo s hombres prácti la sabiduría abunda el disgusto
ta" . Pero para ser i·nqm· 1·mo de ese ho�o hay que sar: "donde abunda cia añade dolor" (l . 18) , pues,
renunciar al pensar a 1 :�t�d�termmación. La y quien añade cienda a la ancestral sabiduría del
condición de esa felrcida� em1ca es no darle a aunque nadie alu actitud -pero sin la sabiduría
los problemas demasta . das vueltas y deJarse
. llevar pesimismo, hoy esa encuentra más viva que nunca:
,
por la corriente, que sea esta la que nos haga dar correspondiente- se s del hombre y la de las bestias
de vueltas: ser du'ct'l1 como el agu. a, ma1eable como "la suerte de los hijoambos (.. .) No existe ventaja del
el agua y' como ella, no tener nmgun , co1or. Así se es una misma para stia, puesto que todo es vanidad''
alcanza esa felicidad de la que gozan los fantas- hombre sobre la bede restituir la liga entre felicidad
(3 1 9) Si hem
os los estribillos
mas. ¿Enfantasmarse sera, 1a clave? ¿p · 1egarse será .
.

re cup erados no
y pensar han de sercantaleta manoseada de que todo
· ,

1 a clave? ¿Hacerse el muerto para poder vivir?


del Eclesiastés: la
1 RJ
de pensar
La rebeldía

182 • Óscar de la Borbolla

ulta
o n unc a? La conclusión res
. sid
aún es no haber
.

.
vivir es malestar
r

es vanidad, sino la causa de e sa 1mpres1on que n o m al y que


. . . obvia: ser es es la misma
logró curar ni la abund ancia de conoc1miento ' 1 1 1 imp r esió n
. De hecho , esta poetas y pens
adores :
1a abundanc1·a de placer m 1a nqueza, · pues quic1 1 in nu mer abl es el
:
se queja en el Eclesiastes no es un ser hurnano qull se encuentra en pr opi a pa ráfrasis: "F eliz
hace su
se h aya quedado ª 1as puertas de1 b anquete de Ja Rubén Darlo siti v o/ y m ás la piedra dura,
enas s en hay dolor más
·
vida, sino quien disfrutó de �odos sus excesos y' árbol que es ap .! Que no
no siente dum­
pese a ello' fue capaz de dec1r.· "Y proclamé más porque ésta ya ser viv o/ ni mayor p esa
de
� dol or Antonio
felices a los muertos que ya fi nec1eron · que a los grande que el ent e" . Y otro tanto
con sci un
.
vivos que viven todavía' � meJor que entre ambos bre que la vida vid a es una c omedi a sobre
en "La pasado azteca,
.
a los que aún no han SldO ' (4 . 2) . porque esta es la
, Plaza, para qui ant es, en el
mbas". Y uí en
.
sabiduría que ahí se halla y que resulta de haber tablado de tu alc oy otl: ''Nada dura aq
N ez ahu la
.
pensado a fondo 1a esencia de 1ª vi· da Y del ser. Una lo había dicho l que y ace en el fondo de
es el ma
sabiduría idéntica tr, �
a 1a �e recuerda Nietzsche en la tierra" . Este
vida y en el fon
do del ser : el re matado sin�e
ntido

su Nacimiento de la cuan�o refiere la leyenda a cu alq uie r sentido qUe in­


e abism
. �!� �i
del rey Midas y el Sil · o meJor para ti, ya no es
. de la muerte qu
tentemos y lo
vu elv e p ura van idad: vanidad
la his­
ríe
posible: es no haber s1. do nunca·' lo meJor ya que
.
hu m an os, y futilidad y desva
os
existes es mor1·r cuanto antes" . <,· A donde
. , conduce toria: los esfuerz es des cub rir que habrem
o•
Pen sar
'
el pensar cuando toma 1a v1 da como asunto, cuando el hecho de ser. do qu era m os, no unos sí :
no cuan
se endereza hacia el h echo de ser y se extrema? de morir; p ero mp ora da, no parcialm
ent<
r una te
. , otros no, no po todos .
0
. Q ue descubre el autor del Ecleszast para siempre y
�s para procla­
r

eta m ent e y t1
mar mejor a los muertos que a los vivos y por en- sino compl
r esp ues ta parezca eviden
. Así, aunque la qué la conciencia d
cima de ambos a qmenes no h an s1'do? ¿Por qué, untarnos: ¿po r
.
según el Sileno' lo meJ or es estar muerto y meJOr
. hemos de preg mu ert e tiene que privar
n1
te de la
triunfo aplastan
sar • 1 H�
La rebe ldía de pen
J 84 • Óscar de la Borbolla

que la mue rte puede servir para


de la felicidad?. ¿. Cua'l es e1 puente logico ¿No será ces y
' . o emo
tod o aqu ello que nos impide ser feli
cional que une " .iorzosamente"
.c. 1a desventura y h' relativizar arrojamos al barran
co
a ella , en vez de
,
muerte?. Atrevamonos a dudar de la obvia necc que, gracias eramos , al grado
de
pod e m os alig
sidad de este vínculº � preguntemos tanto con lu de la desgracia Tod o está mal, per
o
felic ida d?
cabeza como con el vientre·. ¿· por q�e, no una car­ hacer p osible la ura un
. r que la mu erte nad a puede ser p eor. D
caj ada gigantesca ante nuestro destmo?. ' ¿po ,
gracias a ues bien, justo por
que
�� ezah ualc oyo tl; p
tornamos tan en serio? . Si 1a muerte es el mayor de rato, dice N ; todo es vanidad, dic
e
pu ede ser feliz
los males, qué otros es �ueden afectarnos? ¿No no dura más, se risa da todo: ¡cuánto
onc es: qué
será que Ham1 et no entendió 1a sima · de la vida y el Eclesiastés, ent ontrario : dar a cual
quier
grav e ser ía lo c
por ello le duelen los males m�nores? Porque, final- alivio\ Lo
may úscula, sufrir por
todo,
orta ncia
mente, Hamlet cree -aunque sm certeza que puede -
cosa una imp hac emos cuando no
pr ecis am ent e
haber algo despue's de 1a muerte ( . . .esa ignorada
·
"
que es lo que men tan , como a Hamlet,
., nos ator
reg10n cuyos confines no vuelve a traspasar viajero
· ·

pensamos: cuan do

alguno, temor que confu de nu stra voluntad y nos los males menore
s.
todo de manera retr
ospec-

obliga a soportar aquell s ma es que nos afligen, La m uert e rec
cula
ualifi
s nue
ca
stra s pre tensiones, nuestras
antes que lanzarnos a otros que desconocemos.. .") ' tiva y vuelve ridí con ducen a la infeli­
. fact ore s qu e
cuitas, todos los enta y
y en esto radica su infortun·10, pues no cuenta con el
nte a la mu erte , todo se transpar
·

gran antídoto para arrancar su efi cacia a los males cidad. Fre d. La muerte arr
asa
. abs olu ta nim ieda
menores ·. "los ultrajes Y desdenes del mund o, 1a m­ ·
.
deja ver su elve las simpatías y
los triu nfo s, disu
· · del opresor, la afrenta de1 soberb10, las congo-
JUna }os fracasos y ceg uer a de la fortuna,
t cómi ca la
.
jas del amor desairado las t rdanzas de la J usticia, las envidias; hace injusticia. Ante ella
, la
� vers ali dad de la
las insolencias del pod r"' " os sudores de una vida sosa la uni éntesis insignifican
te
vie 1te en un par
agotadora". vida se con rastro, en una pom
pa
que car ece de
de conciencia
pensar J 87
La rebeldía de

186 • Óscar de la Borbolla

. . nto al que se han sumado tantos


de jabón que revienta sin dejar huella: la vida Sl do? ¿El abatimie peso sufici·ente para inclina .
r

pensadores no h emos los supuestos que implica
desnuda hasta mostrarse como un sueño estúpidn
la balanz a? Revis . Cuándo nos lle. va
0

que se desvanece en la nada. Es cierto: "todo es
. "todo es van o " ·
concluir que dora conclusion.
,
vanidad" y, precisamente, por eso, no merece, c 1 1 · esta en tn . stece
?

a
el pensamie�to todos nuestros esfuerzos a con-
estricta congruencia, más que una carcajada. Es h 1
misma causa, pero con un efecto totalmente dis­ Cuando dedicamosésta n o resulta, experimentamos
tinto: no es el llanto en el abismo, sino la risa en el quistar una meta Y cubn. mos que un obj eto por ,el
abismo. La tristeza y la alegría tienen igual funda­ tristeza; cuando desno t . e el valor que suponia-
mento, quiero decir, la misma falta de fundamento, que nos a�anamo� teza,� �:ando el res.ultado nos
pues la muerte más que sostener lo hunde todo . mos ' sentimos trisla se nos vie . ne encima la infe-
Es verdad, el ser es mal, entonces, alegrémonos: trai ciona o nos bur en comu, n esto s casos? En to-
'

no durará para siempre . Cada quien sólo tiene su licidad. ¿Que, fienenmos ma, s de lo que había: esp e-
dos ellos espera' ba as fuerz fueran mayores de lo
raquítica oportunidad y no hay más para nadie, luego
entonces, los inconformes podemos renacer, con �
ráb ainos que nuestr , espera� amos que el obj eto de
igual sinrazón, a la alegría, pues la desventura y que dem ostraron sevier �
a e l va lor que le atribuíam os,
la risa están a la misma distancia de la vanidad. La nuestros deseos tu conducta m e3o . r de la que ' final-
,
esperabamos una Es la esperanza la que engendra,
moneda no tiene por qué caer hacia el lado de la
cara ceñuda: idéntico fundamento, o mejor aún, la mente, se revel o.' mie . ntras mayor sea m ayor sera
misma falta de razón justifica el total abatimiento o la pesa.du·mbre, y · que, engendra la esperanza? U no
el mayor de los júbilos . Llevamos milenios langui­ el abatim1ento. y 0 m erecer,. uno espera cuando se.
deciendo y a la muerte no le importa encontrarnos espera cua. ndo creendo sob reesti'ma y se sobreest1-
en mitad de una tragedia o de una fiesta. cree eleg1do, cuasurge de 1 soberbia ¿Cuáles erar
Si ambas reacciones carecen de razón, ¿será m a: la esp eranza autor
las esperanzas del
¿l Eclesiastés a juz
ga�
alguna, no obstante, más coherente con el absur-
pensar 189
La rebeldía de

188 • áscar de fa Borbolla

.iQué esperanzas. podemos albergar �osotr��


por su desencanto mayúsculo? Tuvieron que st·1
, . 1era, que el ser exista ma
s1qu
las mayores esperanzas: sólo un gran soberbio Sl' que n o creemos
? No esp eram os nada' y por ello
allá de nos otro s .
desencanta tanto. Imaginar que el ser que uno ticrn: n egala la vida pueden
�:
ace s de nada u
nos fue dado por otro ser: el ser más extraordinario los disfr .
hacemos feli ces. Ant � a s� luta carencia de es­
de todos, el máximo de los seres y que É l, precisa­
la con . . on
1c , de que todo es vano:
mente, se ocupa de nosotros, puesto que nos crea, peranzas, ante : �� e impone la muerte
qu
es de una soberbia sublime . Una soberbia que no des esperanza y � �cc1soonberb 1· a' con la obj etivi-
onv
resiste la evidencia de la muerte: pues si somos tan cuando se 1 m1ra sin de que todos los muerto s
ª.

infinitamente importantes, puesto que el ser más dad que . arroj a el hech opara s1e . mpre ' pues aunque
'

se mantienen mu erto s
importante nos dio el ser, ¿cómo es posible que
s d ,
ias, 1 0 s mes es o l os s1·g1os , nunca vuel-
tengamos que morir, y que aquello que nos pro­ pasen lo . mm . encia . de la definitividad de
ponemos no resulte? "Todo es vanidad" no es sino ven; ante . la m tera a la que
prop ia muer te ' de esa fron
el lamento del desesperado, del desesperanzado, de nuestra . acer cam os y de la que no
aquel que por su soberbia lo esperaba todo. irrem1s1"bleme nte nos . on11�ormes no nos pa-
os regr esa r ' a lo s mc
¿Habría, entonces, que esperarpoco, confor­ podrem poc a cosa' no nos parece
rece que ins tant e sea
mamos con lo que nos toque? No: ésta es la re­ este
gra opo rt un1 . dad sea escasa'· es todo, y,
ligión de quienes garantizan su anémica felicidad que esta ma mis . erable comparado con 1. a

todo
;�
ea ta una ganancia
no pensando: la mezquina fe de "los hombres prác­
ticos" . Los inconformes no nos conformamos con
a
� ��
e . a ' � p� a no so tro s rep res en
bamos nada.
poco ni con mucho: la rebeldía de pensar nos hace infimta porque no esperá . , que al aban donar toda es-
10
Dante . no ente n d . mo, y que
inconformamos de todo, pero esta rebeldía no es la me nte se fu lm ina el mfie
rebeldía ciega del toro de lidia que embiste un ca­ peranza prec1sa sar.
pote vacío; nuestra rebeldía es contra algo o contra la entrada maldita es el pen
alguien y no tiene sentido cuando no hay nadie .
,

Indice

9
SAR?
¿QU É ES PEN
51
OLUBLE
PEN SAR LO INS

1 Dificultades
de la pregunta
61
¿Por qué soy?
91
2 ¿El ser es?
125
3 ¿Por qué soy?
141
4 ¿Por qué hay
ser?

155
EL P EN S AR Y
L A ACCIÓN

175
EL P ENSAR Y
LA FELICIDAD
Esta obra se terminó de imprimir en mayo del 2006
en los talleres de Grupo GEO Impresores S . A. de C. V.
Nautla 161-8 Col. San Juan Jalpa
C.P. 09850, México, D.F.
Para establecer comunicación
con nosotros puede hacerlo por:

correo:
Ronaclmlento 180, Col. San Juan
Tllhuaca, Azcapotzalco,
02400, México, D.F.

fax pedidos:
(01 55) 5354 9109

e-mail:
lnfo@patrlacultural.com.mx
A Ulises, porque siempre me sorprende
home page: y me obliga a repensarlo todo
www.patrlacultural.com.mx

1 l l 1 l'Co1611 editorial: Raúl Godínez Cortés


< '11111d11111ción editorial: José Luis E. Bueno y Tomé

I J1�cllo de portada:Perla Alejandra López Romo


l 1po¡¡rnfí11 y formación: Karina Elizabeth Sánchez Aguilar
l 11to�•111l í11 de portada: Pascual Borcelli Iglesias

¡ ,, 1 1•/J1•/dfa de pe11sar

t:i 200(>, Óscur de la Borbolla


1 >t•1 l•t•ho\ reservados
t) 2006. GRUPO PATRIA CULTURAL, S.A. DE C.V.
llll)n L'I �ello de NUEVA IMAGEN
i(L11111cimiento 180, colonia San Juan Tlihuaca
l >t• lt:¡¡ución Azcapotzalco, C.P. 02400, México, D.F.

M10111bro de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana


lfogtMro núm. 43

ISUN: 970-24-0937-3

l)11t:d11 prohibida la reproducción o transmisión total o parcial del


rn111c111do de la presente obra en cualesquiera formas, sean electró1úcas
11 111cc�11ic11s. sin el consentimiento previo y por escrito del editor.

l111prc�o en México
P11 111t:d in Mexico

Primera edición:

¡1
2006
¿QUÉ ES PENSAR?
¿QUÉ ES PENSAR?

Debido a la buena fe, a la inercia que causan


los prejuicios o al hecho simple de que muy pocas
veces sometemos a revisión nuestras creencias,
tenemos la costumbre de admitir la tranquilizadora
idea de que toda la gente piensa, de que cualquier
persona, por el solo hecho de haber nacido
como miembro de la especie humana, recibió de
Prometeo o de unas bondadosas hadas madrinas la
chispa que posibilita el pensamiento . A causa de
esta idea suponemos que la condición humana es
un regalo que ya tenemos y que para mantenerla no
hace falta esforzarse . Sin embargo, pensar, saber
pensar, no es algo que se pueda dar por descontado .
Ojalá que fuese un atributo innato que formara
parte de la herencia con la que cualquiera llega al
mundo; pero no es así: pensar es una capacidad que
se conquista, que exige de nosotros empeño para
desarrollarse y, sobre todo, que requiere de práctica

11
12 • áscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 13

y del dominio de ciertas reglas para desenvolverse piensa: el alegato, en efecto, sí está bien extendido;
de forma correcta. el pensar, por desgracia, no .
"No todos piensan." He aquí una afirmación Cualquiera puede aprender a pensar, pero 7
que suena agresiva y ajena a esa actitud democráti­ no cualquiera piensa. Lo que los seres humano �
ca que tanto gusta en nuestro tiempo, que parece tenemos en común no es el pensar, sino la posibili­
dicha desde un montículo de superioridad y que dad de conquistar el pensamiento . Poder aprender
muy pocas veces estaríamos dispuestos a suscribir a pensar no depende de la raza ni del sexo ni de la
en público. En cambio, la frase "no todos saben situación económica, ni siquiera del nivel de es­
pensar" suena bien, no ofende a nadie y, ya sea colaridad, aunque esto último pueda facilitarlo. La
en privado o en público, podemos sostenerla sin escuela ayuda a pensar no por los contenidos que
sentirnos incómodos. Sin embargo, no existe dife­ ofrece, sino por los análisis que suelen hacerse en
rencia entre decir "no todos piensan" y "no todos las aulas. Hay muchos individuos que en la carrera
saben pensar", ya que pensar al igual que pintar, académica han llegado a la cúspide, se han gradua­
leer o andar en bicicleta, pertenece a ese tipo de do de doctores y han ido más allá y a quienes, no
acciones que si no se saben no pueden hacerse. "No obstante, les vendría como anillo al dedo la frase
todos piensan" y "no todos saben pensar" son per­ irónica de André Bretón: "Lo saben todo, pero
fectamente equivalentes: ocurre con ellas lo mismo nada más". Y también hay muchas personas que
que cuando se dice: "no todos pintan" y "n� todos sin haber asistido, siquiera, a la educación primaria,
saben pintar". "Pensar" cuando no se sabe cómo son capaces de deslumbramos por su buen juicio y
hacerlo no es pensar y, de igual manera "pintar", claridad . Saber mucho acerca de un tema, o saber
cuando no se sabe, tampoco es pintar. Embadurnar mucho acerca de muchos temas, no guarda relación
un lienzo no es pintar; amontonar enunciados, tam­ con el pensar: se puede ser erudito, experto, docto
poco es pensar. La gente alega, discute, alza la voz y no haber sacado nunca ninguna conclusión, no
y, normalmente, conforme más se acalora, menos
14 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 15

haber hilado nunca dos ideas para obtener una ter­ pensar? Ésta es, precisamente, la pregunta que
cera. hacen los que no piensan, los que forman parte de la
Pensar, saber pensar, tampoco guarda una masa de seres humanos que se mueven por inercia y
relación directa con el éxito: hay sujetos lerdos, que, más que moverse, corren agitados tras el éxito,
auténticos campeones en imbecilidad, que amasan oonvencidos de que el éxito, y lo que conduzca a
fortunas inconmensurables, que se encumbran hasta él, es lo único que vale la pena . Preguntémonos:
la cima en el escalafón del poder, o que gozan de ¿por qué para la masa actual sólo importa aquello
enorme popularidad y que nunca han pensado. El que sirve para el éxito? ¿Qué tiene la masa en la
éxito no es garantía de pensamiento. El pensamiento, cabeza cuando desdeña lo que aparentemente no
por supuesto, puede ayudar a conseguir el éxito; habrá de reportarle poder, fama o dinero? Tiene la
pero una cosa no se sigue de la otra, porque el éxito inmemorial creencia que dejó consignada en
no siempre depende de factores que se pueden uno de sus versos Francisco de Quevedo: "Poderoso
discernir. Las razones del éxito, con desesperante caballero es don Dinero"; tiene la idea que late en
frecuencia, no son juiciosas y se da el caso de que el el fondo de ese refrán que dice: "Tanto tienes, tanto
éxito escape al hombre que piensa. vales" y, sobre todo, lo que la masa actual tiene
Ni todo aquel que tiene éxito piensa, ni todo en la conciencia es un letrero luminoso de gas neón
aquel que piensa tiene éxito. Ésta es la trágica que, todos los días, los medios de comunicación se
ecuación que, una y otra vez, se desprende de las encargan de mantener encendido, el pueril mensaje
evidencias de la historia y, desafortunadamente, con el que sin cesar se martillan los cerebros: la
quien vaya por la vida creyendo lo contrario estará felicidad es idéntica al éxito .
incapacitado para entender el mundo y entenderse No es indeseable que las personas persigan el
a sí mismo. éxito, lo absurdo es que, por no pensar, vivan con­
Pero, si saber pensar no es garantía para vencidas de que el éxito es lo único que posee valor
alcanzar el éxito, ¿qué sentido tiene aprender a y que, por esta ceguera, empobrezcan la dimensión
16 • áscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 17

de su existencia. Cuando toda la gente marcha en y, por ello, el que piensa relativiza, duda, y el que
una misma dirección, cuando las palabras y los ac­ n o piensa se vuelve dogmático . Pensar no es tran­
tos de la mayoría parecen apuntar hacia una misma quilizador: provoca dudas, incertidumbre y a veces,
...___

meta, se produce una inercia social, una ideología inclusive, zozobra . Pensar hace que uno mire a los
que muy pocos revisan y de la que muy pocos se lados y que no halle fácilmente un compañero; pen­
apartan, pues, para ponerse a salvo de la corriente, sar produce una sensación de soledad, pues el que
hace falta pensar y, en el caso que nos ocupa, la piensa no puede confundirse considerando como
creencia de que sólo el éxito vale, hace falta pensar compañía la mera presencia de los demás . Pensar
-nada menos- en uno de los más graves asuntos: nos aparta de la masa pues nos vuelve individuos y
en el sentido de la vida. el individuo necesita de otros individuos para sen­
Es más fácil plegarse a la corriente, buscar lo tirse acompañado: no de otros que "piensen" como
que busca la mayoría, pues el disparate que se canta él, sino de otros que también piensen.
en un coro no parece locura: el respaldo que le ¿Qué ventajas tiene entonces pensar frente a
dan los demás lo acredita. Quien se subsume en no pensar?, volverá a preguntarse el que no piensa,
la corriente, quien imita, no sólo no _piensa, sino e incluso dirá de modo enfático columpiándose del
que no quiere pensar: le basta con ver a los lados sentido común: "Si pensar causa dudas y soledad,
para descubrir a otros como él y para convencerse y no pensar da tranquilidad y muchos compañeros
de que eso que lo rodea es lo normal y lo correcto. de viaje, pues prefiero mantenerme sin pensar el
Para quienes no piensan sólo existe un camino y un resto de mi vida" . A quienes así opinan habría que
único sentido: por donde vaya la mayoría. contestarles que no se fíen de las apariencias, pues
Pensar, en cambio, es descubrir en cada nunca podrá ser mejor la certeza ciega -que más
camino una multitud de sentidos y en cada sentido que certeza es inercia- que la duda que descubre
una multitud de caminos . Para quien piensa hay pros y contras, que permite advertir los matices, los
muchas metas y muchas maneras de alcanzarlas
-
tonos y los medios tonos de la vida; ni tampoco
1 8 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 1 9

podrá compararse la aborregada compañía de los . c paga: el no haberse entrenado en la revisión de


inconscientes con el humano encuentro de dos que l n s metas, en el repaso de las posibilidades, en la
sí piensan. Pero, corno quienes no piensan no son uomparación de los distintos sentidos de la vida, en
capaces de captar dicha diferencia, preguntemos l a ampliación de los horizontes, provoca ese dolor
nuevamente: 1 í pico de los miopes absolutos, de aquellos que por
¿Por qué es preferible detenerse a pensar si el no pensar no han aprendido a distanciarse de su do­
éxito es o no lo único que vale en la vida, en vez de lor; de aquellos que son uno con el dolor: provoca
sentir que es la máxima meta y lanzarse de cabeza a un sufrimiento rotundo como el de los animales.
lograrla? El éxito es esa situación excepcional a la El que piensa duda, nunca está seguro; pero
que sólo unos cuantos llegan; es más, se desea pre­ se asegura de tener a su alcance otras opciones.
cisamente en la medida en que supone dejar atrás El que no piensa tiene el triste privilegio de la
a todos los otros. Gráficamente, el éxito se repre­ seguridad, lo ha obtenido al renunciar a la infinita
senta con la cima de una montaña, o con el vértice pluralidad de sentidos y de caminos que brinda el
superior de un triángulo. El éxito por definición mundo.
implica que no todos puedan alcanzarlo. Ahora ¿Cuál es el sentido de la vida? es una pregunta
bien, ¿qué pasa con la mayoría de quienes adoptan que no admite una única respuesta, pues cualquier
el éxito como sentido exclusivo de la vida? Pasa sentido puede darle sentido a la vida y, por ello,
que al no conquistarlo sufren como animales lo que nadie, más que uno mismo, puede responderla en
no relativizaron como hombres; pasa que por haber cada caso. No es el conocimiento, ni la santidad, ni
puesto todas sus esperanzas en una misma canasta el placer, ni el dinero, ni el arte, ni el éxito, es eso
experimentan el fracaso y su vida como una ban­ y más. Cada quien debe ponerle, luego de pensar,
carrota. La frustración es el demonio con el que se uno o varios o sucesivos sentidos a su vida.
encuentran quienes no piensan. No pensar sólo es Para acceder al espectáculo de la diversidad
tranquilizador al principio; a la larga, en cambio, de sentidos es indispensable pensar, y claro que no
20 • Óscar de la Borbolla La rebeldía depensar • 2 1

es fácil. Séneca ya lo había advertido cuando dijo: pl'nsar, deducir es derivar de una idea general ideas
"A la mayoría le gusta más creer que juzgar". No pn rticulares, aplicar un principio a casos concretos.
es fácil separarse de la corriente, del coro de los l ,a deducción es mecánica, hasta las computadoras
convencidos; no es fácil volverse un individuo, deducen.
ser uno mismo; no es fácil pensar, pues a todos se En los ámbitos en los que se da la regularidad
nos han inculcado formas prefabricadas de pensar basta con la deducción para saber a qué atenerse;
y, cuando queremos pensar, nuestro discurrir no pero en la vida, donde las cosas no ocurren de forma
inaugura caminos, sino que avanza por autopistas regular, atenerse exclusivamente a la deducción no
viejas y transitadas que, obviamente, desembocan es recomendable: ¿qué persona se comporta siem­
en unas determinadas conclusiones: las que aplaude pre de la misma manera?, ¿qué reacción puntual
el sentido común, las que todos corean. podemos, incluso, esperar de nosotros mismos?
Ponerse a pensar es atreverse a pensar, e Para entender a los demás y para entendemos hace
incluso, es arriesgarse a pensar: es un aventurarse, falta pensar y no sólo deducir. Cuando se llega
pues el pensamiento que se lanza a su propio vuelo autónomamente a la misma idea que ha pensado
nunca sabe adónde llegará. Pensar es una aventura, otro es porque se ha repensado, cuando se parte de
no un viaje en tren con itinerario marcado. De ahí una idea ajena no se piensa, sólo se deduce.
que pensar amplíe las posibilidades de la existencia, La deducción implica, por supuesto, algunos

1
pues el que piensa no sólo revisa el elenco de lo de los elementos del pensar: quien deduce relaciona
que está delante, sino que convierte lo que está y compara, relaciona lo general con lo particular a
delante en un balcón para mirar más lejos. partir de lo que tienen en común. El ejemplo clási­
Uno puede llegar a pensamientos parecidos a co es aquel silogismo que dice: "Todos los hom­
los que suscriben los demás; pero una cosa es llegar bres son mortales, Sócrates es hombre, Sócrates
y otra partir: quien parte de un pensamiento ajeno
r- _,
es mortal" . La deducción, en efecto, implica dos
no piensa, a lo más, deduce. Deducir es distinto de de las características fundamentales del pensar: la
22 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 23

relación y la comparación; pero no basta con estos 1 1 1untc, aquel que no entiende lo que cada situación
elementos para pensar, y la prueba es que nadie, a pm'Licular le exige y, para asegurarse -según él- una
partir de dicho silogismo, ha sentido nunca el más buena actuación, adopta de la forma más fiel po­
leve estremecimiento, pues nadie comprende su s i b le lo que dicta la norma general, el axioma o el
muerte por mera deducción. Para pensar no es sufi­ principio. El pedante provoca risa porque es una
ciente con establecer una o muchas relaciones, hay máquina disfrazada de ser humano, una mera má­
que entender el sentido de estas relaciones y, por quina deductiva que nunca pierde el tono doctoral,
ello, las computadoras podrán aventajamos en ve­ que nunca pierde el aliño ni el buen porte: es capaz
locidad y complejidad al tejer un abigarrado enjam­ de nadar con esmoquin o de disertar acerca del arte
bre de relaciones; pero mientras las computadoras histriónico cuando está en una carpa y todas las
no descubran el sentido de sus entramados lógicos, demás personas ríen a mandíbula batiente.
mientras no se dé en ellas la apercepción: el darse El pedante no piensa, sólo deduce y no lo hace
cuenta de que se da uno cuenta, sus conexiones no mal: no es que relacione incorrectamente lo general
serán superiores a las de los tapetes de Temoaya, es con lo particular; lo que sucede es que no ha pen­
decir. urdimbres de cientos o miles o millones de sado lo suficiente la norma para relativizarla, ni ha
hilos anudados sin una sola pizca de conciencia. pensado lo suficiente la situación particular hasta
¿Qué ocurre con las personas que se basan descubrir lo que la vuelve irreductible: el pedante
única y exclusivamente en la deducción, es decir, qué relaciona y compara, pero no relativiza ni distingue2•
pasa con aquellos que sin entender el significado de o sea, no entiende lo que singulariza cada situación,
los principios los aplican acríticamente a los casos vive en el mundo de los principios generales, las ex­
particulares? Pues ocurre que se vuelven pedantes: periencias no le dan carne a sus esquemas.
carecen de la capacidad para entender el sentido de La pedantería es, literalmente, falta de inteli­
una situación determinada y, en consecuencia, se gencia: el pedante no es capaz de inteligir y, por
comportan como autómatas. El pedante es, precisa- desgracia, esta modalidad de los no pensantes está
24 • ó_scar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 25

más extendida· y es más peligrosa de lo que cabría El pedante del que hablamos aquí no necesita
suponer. Porque el pedante al que nos referimos no dl'lllpre de una posición encumbrada para llevar a
es simplemente ese sujeto antipático, de ademanes 1 abo la tiranía maquinal de "lo que debe ser por

afectados que siempre está fuera de lugar, sino l'11cima de todos y a cualquier costo", está en
el sujeto que cree tener las claves correctas para cualquier parte, en mayor o menor grado; está
comportarse ante cualquier situación, el que ac­ 1 11clusive en cualquiera de nosotros, cuando sin
túa única y exclusivamente de acuerdo con prin­ pensar juzgamos, es decir, cuando prejuzgamos:
cipios que jamás, ante ninguna situación, revisa; es cuando a un caso concreto -rico en diversidad,
11 el dogmático vital, aquel para quien la ley es la ley oomo son todos los casos concretos- aplicamos de
sin que le importe si es justa y equitativa. Este tipo manera mecánica una norma.
de pedante ama las formas, las reglas; para él, lo Y, aunque es cierto que en ocasiones resulta
que no cabe en el esquema no existe y, peor aún, no sólo necesario, sino preferible atenernos a una
no tiene derecho a existir: es el fanático. La cien­ norma: cuando la urgencia de actuar no nos deja
cia ficción ha creído descubrir mundos nuevos al tiempo para pensar, habría que tener en cuenta que
imaginar sociedades regidas por computadoras, cada que actuamos de ese modo, contribuimos a la
por máquinas que aplican sin piedad y sin crite1io edificación de un mundo que sólo permite la exis­
un conjunto de normas; la verdad, estos infiernos tencia de los seres humanos promedio, no de los
son tan viej os como la historia, pues s iempre ha individuos y, también, que los llamados "seres hu­
habido hombres que sólo deducen, o sea, que manos promedio" no existen más que en la imagi­
sólo son capaces de pensar a medias: de establecer nación de los pedantes, nunca aquí en la Tierra
relaciones y de comparar para aplanar, pero no ca­ donde todo es diverso. Así, actuar sin pensar, ba­
paces de distinguir y mucho menos de compren­ sados en la mera deducción, termina construyendo
der. un mundo para nadie.
26 • áscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 27

,.. Es muy difícil contener al pedante que en cada huta a cualquier asunto su suficiencia y� cualquier
uno de nosotros lucha por apoderarse de nuestros l'on clusión su definitividad.
juicios, pues no sólo es más cómodo obrar ciega­ Cuando se establece la inducción, cuando los
mente ateniéndonos a las reglas generales que hay 1.:-asos concretos parecen haberse disuelto al revelar
en la sociedad, sino que -aun en el caso de que lo que tenían en común, cuando se cree haber ter­
sintamos viva curiosidad por las determinaciones minado con la nebulosa de los detalles por haber
concretas que hacen de cada exp�riencia un caso descifrado las claves de un asunto, reaparece el
único- confonne pasa el tiempo, mientras más ex­ pedante, un pedante ciertamente moderado, me­
periencias vamos acumulando, se solidifican en nos dogmático que el pedante cerril que usa la de­
nosotros ciertas certezas que nos impulsan a vivir ducción como un mazo para imponer la tiranía de
de manera mecánica, que comienzan a operar como lo� principios; menos pedante, pero pedante al fin .
prejuicios. Una, dos, tres, cuatro experiencias en El trabajo que se tomó en analizar los casos concre­
una misma dirección nos llevan a dar un salto in­ tos, lo ha vuelto más comprensivo, más tolerante,
ductivo -a pasar de lo particular a lo general- y más apto para admitir lo individual, lo irreductible;
a que decline nuestro interés por el análisis ca­ pero cuando alguien se cree dueño de los frutos
suístico . Esta esclerosis ocurre cuando creemos ya del análisis, cuando ha desarrollado una inducción
� y creemos que ya E.º es necesario seguir pen­ y se cree el poseedor de la verdad, considera que
sando: cuando creemos que ya hemos pensado lo puede -al menos para esos casos en los que según
suficiente, porque ya hemos logrado establecer las él ya "pensó lo suficiente"- dejar su vida en manos
características comunes de un asunto, su comporta­ del piloto automático. La fe en la verdad, sea la del
miento regular, su definición, su ley inductiva. Sin que deduce o la de quien cree haber alcanzado una
embargo, y esto lo enseña la historia del pensamiento, ley gracias a la inducción, provoca automatismo,
nunca se piensa lo suficiente, porque pensar arre- abona el no pensar.
28 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 29

Y una vez más, aquí podría arrojársenos una 1 1 1 1 nder, sino para mantenerse siendo hombre. El
pregunta: "Si pensando, analizando casos particula­ l j l ll' no piensa, como bien dijo Nietzsche, es un dios
res, se llega a establecer una ley que comprende esos 1 1 u11a bestia.

casos, ¿por qué no basarse en esa ley y aplicarla sin Hay automatismo en quienes obran por im­
más cuestionamientos?, ¿por qué seguir pensando? pu lso, hay automatismo en quienes obran por de­
Esta pregunta es demasiado aguda para que nos la ducción, y el anhelo de quienes se toman el trabaj o
arroje una persona que no ha pensado; más bien, de J levar a cabo una inducción es, también, el au­
parece provenir de quienes han pensado mucho, de tomatismo. Parecería que el pensar, o mejor aún, el
quienes consideran incluso haber pensado ya lo su­ mantenerse pensando, es una hazaña. Y es cierto,
ficiente, de quienes creen haber alcanzado la meta en el esfuerzo por vencer esta dificultad radica la
del pensar: el entender. Supongamos que, en efecto, posibilidad de ser hombre. Lo fácil es ser un autó­
alguien lo haya logrado; que ha alcanzado el límite mata, un pedante.
extremo que en un momento histórico se puede con­ ¿Por qué la duda y el cuestionamiento ce­
seguir; que considere, como Hegel, haber conquis­ san cuando se arriba a una conclusión? ¿Por qué
tado el saber absoluto. ¿Habría que dejar de pensar el pensar desemboca en el no pensar? Revisemos
por ello? dos de los procedimientos que recorre el pensar en
No. Porque pensar es como caminar: se estas ocasiones: el análisis y la síntesis.
camina para llegar a una meta y se camina, también, En el análisis, un objeto o un problema se
para estar saludable: en el caminar hay un fin y un desmenuza para encontrar los elementos simples
propósito como los hay en el pensar. Elfin del pen­ que lo componen, se asume que es más fácil en­
sar puede ser, ciertamente, entender, y esto tal vez tender lo sim12le que lo compuesto y, por ello, se
se logre; pero elEropósitq_ de pensar es humanizarse desagrega el problema para avanzar en su �
y esto no se completa nunca. Lo más propio de los prensión. Al descubrir lo que está implicado: las
seres humanos es pensar y no se piensa sólo para partes, los supuestos, los aspectos, el problema, al
30 • áscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 3 1

menos como tal, se vuelve diáfano, pues sabemos di· lucrcas y l a cuerda; pero sobre todo, el registro
qué lo compone, qué complej idad de elementos lo di· la relación entre las tuercas y la comprensión
integran: lo que en apariencia era uno, gracias al 1 k 1 sentido de la cuerda. La destrucción busca la
análisis se vuelve múltiple. El análisis es, precisa­ 1 1 1L'ra desarticulación; el análisis busca descubrir el
mente, un viaje hacia lo singular; de hecho, se dis­ 1 1 1 den que guardan entre sí los elementos y el sen-
grega para distinguir. Es en el análisis cuando más 1 1 do general que ese orden da a los elementos. El
hondamente calamos en lo particular. análisis se realiza, siempre, �n vistas a la síntesis, a
¿Cómo se analiza un objeto, por ejemplo, un lu reintegración de la unidad. Cuando el reloj es re­
reloj? El reloj como tal desaparece: sobre la mesa t onstruido en la síntesis el saldo que nos deja es la

yacen desarticuladas sus partes. Ahí, esparcidas, es­ oomprensión de su funcionamiento : la síntesis es
tán la carátula, las manecillas, montones de tuercas la prueba de que hemos efectuado correctamente
y la cuerda. ¿Bastará con romper para analizar? el análisis y, por ello, la síntesis viene a ser la con­
Obviamente, no: un martillazo no analiza, destruye. clusión del pensar. El objeto analizado y, luego, sin­
Una de las diferencias entre analizar y romper es tetizado es, por fin, entendido: descifrado su cómo .
-aunque en ambas acciones se deshaga la unidad­ Si se considera que entender es todo lo que puede
que en el análisis se lleva una bitácora del orden: aportamos el pensar, pues entonces suspendemos el
se aíslan los elementos, pero sin perder la noción pensar, porque creemos, a la luz de la síntesis, que
del lugar y de la función que ocupaban en el todo. ya hemos pensado lo suficiente. He aquí el porqué
La desagregación analítica ha de i r formando este de que el pensar, tomado como análisis y síntesis,
registro, pues si cuando se desciende al nivel de conduzca también al no pensar.
las partes no se entienden las relaciones que ri­ Por lo visto, aunque la deducción, la in- j
gen entre ellas, su fisiología, se estará rompiendo ducción, el análisis y la síntesis impliquen momen- )
pero no analizando. Sobre la mesa del analista de­ tos en los que el pensar se ejercita, sucede que de
berán quedar la carátula y las manecillas, el montón una forma u otra conducen al automatismo, al no 1
32 • Óscar de La Borbolla La rebeldía de pensar • 33

•l'
pensar que se da cuando se cree que ya se entiende cumple? ¿Qué pasa si un triángulo no tiene tres
porque se aplica a lo particular una verdad general .i1 1gulos; qué, si en el mar no hay agua; qué, si un ki­
(deducción), o porque a partir de varios particulares logramo no pesa mil gramos? Pues ocurre, simple
se ha alcanzado una verdad general que sirve para y soncillamente, que no serán ni triángulo, ni mar, ni
todos los particulares que puedan presentarse en el 1 ilo y, de igual manera, si un hombre no piensa,
futuro (inducción), o porque tras dividir y subdi­ pues, no será hombre.
vidir un caso concreto se le ha podido reconstruir ¿Podremos admitir, sin más, la anterior
y, por lo tanto, entender cómo funciona (análisis y oonclusión o estamos obligados a repensarla, dada
síntesis). Si entender y saber son cuanto esperamos su gravedad?
� del pensar resulta lógico que, cuando se cree haber-

los alcanzado, se tomen vacaciones. 1Iemos dicho que no todos los hombres piensan,
Sin einbargo, como ya hemos dicho, el pen­ lo que equivale a afirmar que no todos son seres
sar tiene, además del fin de entender, un propósito humanos, y hemos caracterizado esta afirmación
que no se logra nunca de manera cabal: humanizar­ c01no grave. Añadamos, ahora, que la gravedad es,
nos, y aquí podríamos introducir otro símil : pen­ precisamente, la que hace que un asunto no pueda
sar es como respirar, pues, aunque ciertamente dejar de pensarse, pues "lo grave -como dice Hei­
mantenemos pensando nos humaniza, nos da más degger- es lo que da qué pensar". ¿Qué es lo grave?
holgura existencial, pues nos permite entender y Lo que suena a barbaridad; pero hay barbaridades
relativizar, también con el pensar ocurre algo que que se desechan de inmediato y no se piensan
1. es más simple y más definitivo: si pensar es como más; lo grave es, entonces, la barbaridad de la que
1 respirar, entonces el que no piensa no sólo no se hu­
maniza, sino que simple y llanamente no es un ser
no podemos despedirnos porque tiene visos de ver­
dad, porque parece lógica o real de algún modo. Si
humano. Sé que esta afirmación suena grave, pero decir que hay hombres que no piensan y, por lo tan­
¿qué pasa si una nota que se da como definitoria no to, que no son hombres fuese una mera barbaridad
34 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 35

podríamos ignorarla y seguir adelante; pero no es l'SL: rasgo en los seres humanos para descubrir si se
una mera barbaridad, porque, al menos, uno de sus di! o no en todos. No podemos, con lo dicho hasta
aspectos resulta evidente: aquel que dice que "no nquí, suponer que ya sabemos qué sea pensar; por
todos los hombres piensan". Es la segunda parte lo tanto, el camino obligado es el segundo: proponer
del enunciado la que nos suena inadmisible: la que q¡ue no hemos pensado suficientemente en qué con­
afirma que "no todos los seres humanos sean seres siste pensar como para decidir si tal característica
humanos". ¿Por qué no admitir el primer enuncia­ es común al hombre.
do y desechar el otro? Porque entre una afirmación ¿En qué consiste pensar según lo que lleva­
y otra hay un nexo que parece imposible de desa­ mos diclio? Recapitulemos: hemos partido de la evi­
tar. Este nexo es el que da qué pensar, ya que es dencia de que no todos los seres humanos piensan;
grave que se diga que no todos los seres humanos hemos revisado algunos procedimientos en los que
son seres humanos. se ejercita el pensar (deducción, inducción, análisis y
¿Cómo podemos desatar dicha relación, es sÚltesis) y hemos concluido que estos procedimien­
decir, repensarla? Existen dos maneras : negar que tos desembocan en el no pensar, o sea en el �­
el pensar sea la nota definitoria de los seres huma­ tomatismo: la aplicación mecánica de lo general
nos, o proponer que aún no hemos identificado sobre lo particular o el mero actuar por prejuicio.
correctamente en qué consista pensar y, por ello, Necesitamos un procedimiento en el que el pensar
es que no hemos encontrado presente este rasgo en se ej ercite sin descanso y, además, que se presente
todos los seres humanos. La primera posibilidad, en todos los seres humanos. ¿Cuál puede ser éste?
aunque se ofrece interesantísima -pues de poder La crítica.
avanzarse en ella caería cuanto la filosofía ha dicho En la crítica, igual que en los otros pro­
a propósito del ser del hombre- no es viable como cedimientos del pensar, entran en juego la relación,
primera instancia, pues supondría que ya sabemos la comparación, la distinción, etcétera, pero no para
qué es pensar y, simplemente, se trataría de buscar encontrar lo común, sino lo diferente: se comparan
36 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 3 7

dos objetos o un objeto con una idea con la mira v d no querer. Y, por este motivo, aquello que de-
puesta en lo que los diferencia: en aquello en que 1 in i Livamente no queremos es lanzado por nuestro
un objeto aventaja a otro, o en aquello que falta al 110 a la lejanía, pues, para los efectos prácticos, el no

objeto para ajustarse a la idea que nos hemos hecho sopara igual que la distancia: cancela por completo
acerca de él. La crítica es esa forma del pensar en la posibilidad o, al menos, eso quisiéramos.
la que se compara no con el propósito de hallar lo Es por la crítica. que los seres humanos
común, sino lo diferente: ese aspecto por el que una hornos traído al mundo nuestra más genuina apo_I­
cosa nos parece mejor o peor que otra y, por ello, la tación: los valores, esa caprichosa red de relacio-
- -

crítica �siempre enjuiciamiento. En cualquiera nes o jerarquías que establecemos al querer y no


de sus modalidades, la crítica es esa deliberación querer. Porque el mundo humano, más allá de es­
que nos permite pronunciamos a favor o en contra tar compuesto por los elementos consignados en la
de algo, que nos induce a preferir una cosa y no otra. tabla periódica de Mendeleyev, está integrado por
Por la crítica somos capaces de negar, es decir, de objetos que odiamos o deseamos, que repudiamos o
apartamos de lo que se encuentra ante nosotros. Lo preferimo s: son la antipatía y el amor los extremos
inmediato se hunde en el horizonte gracias al no. Por del metro con el que medimos lo que efectivamente
la crítica se suspende la comunión inconsciente con compone nuestro mundo. Desde esta perspectiva, el
lo que nos rodea. Lo negado se aleja, no importa que peso atómico de cada elemento importa un bledo;
siga siendo lo que tenemos más a la mano: nuestro lo que realmente importa es el peso que cada ente
repudio lo aparta de nosotros y, de igual manera, lo tiene en el universo valorativo.
más remoto, pese a su lejanía, puede casi rozamos La crítica es esa modalidad de pensar por la
si lo deseamos. Lo inmediato y lo mediato intercam­ que los valores llegan al mundo y, gracias a ello,
bian sus sitios, el mundo se reordena: los objetos ya éste se hace discernible: se presenta como un orden
no se distribuyen en ese espacio neutro del aquí y donde los seres se jerarquizan de lo mejor a lo peor,
del acullá, sino en el espacio valorativo del querer de lo bueno a lo malo, de lo bello a lo horrendo, de
38 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 39

lo odiado a lo amado. Es por la crítica que las cosas Existen, sin embargo, distintos niveles de la
se distinguen. 1 1 1 t ic a : el más elemental -sin ser por ello desde­

Sin crítica no habría valores y sin éstos no ll.thlc- es la deliberación que inclina la preferencia
habría distinción, y sin distinción no habría manera ,, uno u otro lado. En este nivel básico, aunque la
de elegir: ¿entre qué elegiríamos si todo nos pare­ t 1 11 ica carezca de método o el individuo no pueda brin­

ciera lo mismo? La crítica es también condición de dar las razones en que funda su preferencia, se lleva
posibilidad de la libertad, pues sin elección no hay a cabo una comparación con vistas a la distinción.

libertad que valga. Es la pluralidad, no la mera mis­ Aquí, no importa si el individuo se enfrenta ante la
celánea de objetos sino las cosas ordenadas según opción de ir al cine o al teatro o ante la disyuntiva
valores, lo que hace posible la libertad: cuando una de decidir entre Newton y Leibnitz a propósito del
cosa nos parece mejor que otra estamos ya ante la cálculo infinitesimal, pues es iITelevante la com­
posibilidad de ser libres. Otro asunto es que podamos plejidad de las opciones; lo que cuenta es lo que
alcanzar o hacer lo que nos parece mejor: el ejerci­ supone la acción de elegir: haber distinguido entre.
cio efectivo de la libertad supone otras condiciones una cosa y otra e inclinarse por una de ellas, pues,
y otros pasos. distinguir es comparar para encontrar la diferencia,
Poder decir "esto no y esto sí" es la carac­ y la diferencia nunca se halla de manera automáti­
terística efectivamente común de todo ser huma­ ca: no hay regla general para inferir la diferencia,
no y, además, una acción que todos practicamos para encontrarla es preciso, en cada caso, pensar.
permanentemente. La crítica es aquello por lo que Cuando el hombre critica, cuando convierte
puede establecerse que el pensar es la nota defini­ lo que está ante él en objeto de su consideración, eso
toria de los seres humanos. Este primer momento que está ante él deja de parecer natural, necesario; el
de la crítica, el negar, no admite excepciones ni hombre descubre, por virtud de la crítica, que g_o
vacaciones, todos los seres humanos lo cumpli­ tiene por qué contentarse con lo q�s�á a la_El.§l-122
mos todo el tiempo. sólo porque está ahí. Levantar la mira, apuntar más
40 • áscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 4 l

lejos, descubrir las posib ilidades enmarcadas por \u de la crítica: mantenerse ahistórico; todo se ha
el horizonte e, incluso descubrir, en el ejercicio del 1 1 .11'\ fOrmado por la actividad crítica del hombre.
pensar, que los horizontes se vienen encima como 1 Esto no significa que la crítica se presente
olas y que uno puede ir siempre más allá sin que l'On el mismo no en todos. Hay un no inconforme y
nada lo colme, son los efectos humanizantes de la 1 1 1 1 no al no de los inconformes. La doble negación
crítica. Y, claro, también con ella nace la inconfor­ dG aquellos para quienes lo que existe, tal y como
midad que es el motor de la historia. Pensar y ser vstá, es lo mejor que podría existir. Podría creerse
üñlnConforme son sólo dos maner
as de nombrar lo �¡ue los conformes no critican, que no se oponen,
mismo. que no piensan; pero no es así: la intolerancia de
Lo que está ante uno, aquello con lo que uno los conformes es la manera como expresan su no,
se tropieza, es lo establecido: las costumbres, los su preferencia: también ellos critican, aunque en su
modos acreditados de pensar, los valores que gozan apreciación, lo que está a la mano, lo establecido,
de inmemorial prestigio, las normas que regulan las es preferible a lo que está más allá rodeado de in­
conductas del hombre, las técnicas ya instituidas. certidumbres. Los conformes se oponen al cambio;
Todo aquello que nos rodea y con lo que muchos vi­ los inconformes a la permanencia, porque ser hom­
ven satisfechos, conformes, no soporta la crítica: ni bre es oponerse, usar el no en un sentido u otro.
la resiste ni la tolera. Porque criticar es, literalmente, "Pero -dirá el conforme- no es lo mis1no
poner en crisis; es descubrir las fisuras, las fallas de distinguir defectos reales para proponer una so­
lo que intenta hacerse pasar por monolítico; es poner lución que señalar falsas ventajas y desventajas
en duda la de:finitividad de lo que está delante, es en las cosas con el único fin de oponerse." A este
atreverse a imaginarlo de otra fo1ma; es subvertirlo conforme inconformado habría que preguntarle:
con el no de la inconformidad, del pensar. Ningún ¿Quién puede tener el primado de la realidad para
producto humano ha conseguido mantenerse a sal- saber a ciencia cierta cuáles son sus defectos reales?
La realidad, ese conj unto indiferenciado de cosas,
42 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 43

está ahí tal y como es, no le falta nada, es plena en ch· l'Xcentricidad o disparate y quienes la suscriban
su ser. Somos nosotros los que "descubrimos" qué 1•rftn considerados como locos.
le falta, porque no nos parece, porque no aparece El que los defectos que advertimos no sean de-
como quisiéramos que fuera, porque, cuando com­ 1 l•ctos de las cosas, sino mero resultado de nuestros
paramos con la mira dirigida a la diferencia, la reali­ , a lores proyectados sobre el mundo es una con­

dad no se ajusta a nuestro juicio: la falta siempre es ... ideración de la más alta importancia, pues los
subjetiva, el defecto sólo está en los ojos del que hombres se matan, precisamente, porque creen
mira, no en el mundo real. que los de�ectos que ellos miran pertenecen a las
J

Las cosas son mejores o peores no en función
e sí mismas, sino de lo que esperamos de ellas; son
oosas y son igualmente visibles para todos. No es
así, cada persona compara el mundo con la idea de
mejores o peores de acuerdo con nuestros fines, de lo que debe ser y "descubre" ciertas faltas, siem­
acuerdo con nuestras expectativas, de acuerdo con pre subjetivas, que sólo son advertidas por quienes
los modelos con los que las contrastam os. La falta comparten el mismo punto de vista; para los demás
que creemos descubrir en las cosas es resultado de esas faltas no existen y nada justifica que alguien
la jerarquía que proyectamos sobre ellas, es la con­ quiera enmendarlas.
secuencia directa de haber inventado los valores. Es necesario efectuar una crítica de la crítica?
Y, por ello, "proponer ventajas o desventajas sub­ porque la crítica que no vuelve sobre sí misma,
jetivas con el fin de oponemos" es lo que hacemos que no entiende que los defectos "descubiertos"
todos, pues la apariencia de sensatez o de insen­ son más bien proyectados, se hace feroz. Para
satez de una particular crítica no se debe a que se los críticos simples los defectos que "descubren"
apoye enfaltas reales, en defectos en-sí, sino que son defectos reales y, en cambio, las faltas que
depende del número de militantes que compartan "encuentran" los demás son defectos irreales,
ese punto de vista crítico: si son muchos, la crítica falsas faltas, meras objeciones sin justificació n,
pasará por incuestionable; si son pocos, será tildada "críticas fáciles" cuya causa no logran entender. Lo
44 •
La rebeldía de pensar • 45
Óscar de la Borbolla

preocupante de los críticos simples -y casi todos q 11(.; intentan vulnerar nuestra verdad. Rara vez
lo son- es su semejanza con los locos, pues, igual pl'llsamos para ir más allá de nuestra crítica, para
que ellos, actúan y reaccionan a partir de lo que 1·x1rcmarla, para pasar al '!Q_denuestro no.
creen que es la realidad. Tal vez resultarían menos Y es que hay faltas tan evidentes para nosotros
furiosos, menos cruentos, menos despiadados y
1 11c casi es imposible admitir que sean el mero resul-
aguerridos si, en lugar de creer que las faltas están 1 ad.o de nuestro punto de vista o simples proyeccio-
presentes en la realidad, se percataran de que las 11cs. ¿Cómo aceptar, por ejemplo, que la injusticia
faltas son diferencias que nacen del cotej o entre el sea una falta subjetiva, cuando nuestro ser entero
mundo y los valores. clama indignado que la injusticia es rotundamente
Se ha dicho que la razón engendra monstruos objetiva, que es una falta que está ahí con la misma
y habría que añadir que pensar a medias produce inequívoca presencia que una montaña? ¿Cómo
fanatismos, porque también la crítica cuando no aceptar que el acto criminal no es malo, sino que
avanza contra sí misma, cuando no se critica, con­ simplemente nos parece malo? Hay muchas faltas
duce a estaciones desde las que lo hallado, nues­ que se nos imponen como reales: todas aquellas que
tra verdad, lucha por imponerse. Es una paradoja se relacionan con nuestra vida. En lo que personal­
que la crítica engendre el fanatismo, aunque sea mente nos atañe es casi imposible criticar nuestra
el fanatismo del no; que con gran frecuencia nos crítica: el punto de vista propio no puede considerarse
lleve a posiciones que se endurecen, que se escle­ como un punto de vista más; para nosotros es el
rosan, pues, en cuanto creemos haber descubierto enfoque, sentimos que es el único correcto.
un defecto en las cosas, ya no vamos más lejos "Y sin embargo se mueve", habría que repe­
con nuestro no y, al estacionamos, nuestro pensar tir con Galileo, porque las faltas no son en-sí. No
se dedica a tejer argumentos que zurcen los pun­ están en el terreno del ser, sino en el del deber ser.
tos flacos de nuestro enfoque, y si acaso seguimos ¿Comprender esta distinción significará que debe
haciendo crítica, ésta es dirigida contra los juicios renunciarse a todo plan de corrección del mundo?
46 • áscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 4 7

No. Simplemente se trata de que entendamos que l'I pensar puede conducir al automatismo: a esa
las fallas que nos instan a la polémica o a la lucha 'lituación estacionaria en la que -por creernos
no son fallas reales, sino desajustes de la realidad dueños de la verdad- se produce la certeza,
con nuestros sueños: no es la realidad la que nos L'SC estado en el que uno ya no quiere seguir

da la razón, sino el amor que le tenemos a nuestra pensando, porque lo alcanzado se considera lo más
utopía, a nuestra irrealidad. Esta reubicación de la oonveniente, o µno ya no puede seguir más allá
falta no tiene por qué restar validez a la crítica; al porque la propia conclusión resulta insuperable.
contrario: la pone en su verdadera dimensión hu­ ¿Para qué pensar más si ya está claro? ¿Para qué
mana, en ese mundo que no tiene que ver con el seguir dando de vueltas a un asunto si ya sabemos
peso atómico de los objetos, sino con las coorde­ la respuesta? Quien llega a esta estación, esté o no
nadas de lo que queremos y no queremos. ¿Quién en lo correcto (eso es lo de menos), suspende el
ha dicho que no vale la pena pelear por un sueño? pensar. Así, paradójicamente, dejar de pensar no es
Lo que he dicho es que la vida propiamente hu­ la consecuencia del fracaso de pensar, sino de su
mana es aquella en que se vive arrebatado por los presunto éxito: creer que ya se ha encontrado la
sueños. Criticar la crítica, extremarla, lleva a com­ solución o que la triste respuesta que se ha obtenido
prender que los anhelos de libertad y de justicia, el es inmejorable.
deseo de que las cosas marchen de otra forma, la La verdad -o su apariencia- es enemiga del
certeza de un futuro mejor no son sino sueños; pero pensar; la duda, en cambio, es el medio del pen­
los sueños más altos de unos seres para quienes la sar, su hábitat. Nos referimos, por supuesto, a la
irrealidad es su verdadero territorio. duda que es mucho más que un mero no saber: a
la duda que incluye la intensa preocupación por no
Hemos revisado algunos mecanismos del pensar: saber. Esta es la duda que nos mantiene pensando,
la deducción, la inducción, el análisis, la síntesis que hace del ejercicio de pensar exactamente eso:
y la crítica, y hemos visto cómo, en todos ellos, un ejercicio: una caminata sin meta, un fin en sí
48 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 49

mismo. La duda a la que nos referimos no es de Con todo, hay de dudas a dudas. Hay unas
la que se puede salir, sino aquella en la que, como dudas graves, aunque pobres, que despeja el
dice Cioran, hemos caído . Esta duda no es resul­ tiempo; hay otras que las resuelve la simple ob­
tado de la elección; más bien, es la que se apodera servación; ob·as más que no se nos aclaran nunca,
de nosotros y no nos da tregua; la que convierte porque quienes podrían librarnos de ellas mueren
nuestras soluciones en un castillo de naipes, la que con el secreto, y unas dudas especiales que son

t
no nos deja más remedio que seguir pensando. los barrancos más hondos conquistados por la hu­
La duda, incluso, propicia el pensar mejor manidad: las dudas insolubles: ¿por qué hay ser?
que la crítica, porque gu,. ien duda posee un lubri­ y ¿para qué existo? El intento por aclarar estas dos
cante que vuelve escurridiza cualquier verdad a la dudas ha dado origen a la filosofía, por más que
que uno podría aferrarse. La duda nos despierta muchos actualmente crean que la filosofía tiene
una sensación de inconformidad hacia las solucio- unos propósitos más modestos y unos temas me­
nes que encontramos, introduce la sospecha de que nos abismales. La filosofía, sin embargo, es y será
somos incapaces de alcanzar cualquier respuesta ese proceso del pensar que, desde los sótanos de la
valedera y nos arroja al pensar puro, al ejercicio, en historia, ha venido buscando la solución de estas
ocasiones angustiante, de dar vueltas y más vueltas dos preguntas cuya sola comprensión es más que
alrededor de un asunto. La duda de que aquí habla­ bastante para humanizarnos.
mos tiene la fuerza hipnótica de la serpiente de los La duda es ciertamente un no saber: un no
celos, pero no nos sujeta como los celos a la dolo­ saber qué hacer, un no saber a qué atenerse, un
rosa contemplación de una escena que se repite sin no saber de qué se trata; pero también es un estar
cesar, sino que nos ata al movimiento, al ir y venir hondamente preocupado por ese no saber. Quien se
de los pros y los contras, y al ir y venir de las hipó­ despreocupa se quita de dudas, igual que quien cree
tesis con sus nuevos pros y sus nuevos contras. haber encontrado la verdad y, por ello, la verdad y
la despreocupación son hern1anas gemelas; es más,
50 • Óscar de la Borbolla

la verdad podría ser simplemente la coartada de la


despreocupación.
Quien duda podrá no discurrir con rigor, no
usar un método para ordenar y clasificar sus pensa­
mientos, pero esa agitación en que se encuentra es,
ni más ni menos, el meollo del pensar, porque pen­
sar no es tanto analizar o criticar, sino dudar de los
análisis y de las críticas o, dicho de la manera más
compacta posible: pensar es dudar. PENSAR LO INSOLUBLE
PENSAR LO INSOLUBLE

El ser humano vive ocupado: la brega por la sub­


sistencia o por la existencia lo mantiene ocupado:
lleno de sentido, tenso por el afán que proyecta ante
sí, en pos de lo que diariamente le dictan sus nece­
sidades o sus sueños. La índole de las ocupacio­
nes carece de importancia, porque cualquier asunto
basta para colmamos: corremos con la misma con­
vicción detrás del pan que nos llevamos a la boca,
que detrás del poema más excelso del mundo, que
detrás del conocimiento que revolucionará la histo­
ria, que detrás del poder o de la santidad o del dine­
ro o de la justicia: cualquier afán nos llena, pues
chico o grande, ruin o sublime, espiritual o prag­
mático, egoísta o altruista, sólo requiere que nos
entreguemos a él para que nuestra vida se llene, se
retaque de sentido. Y, sin embargo, a veces duda­
mos de lo que nos llena, del sentido de aquello a
lo que entregamos nuestra vida: es como si sobre

53
54 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 55

el continuo de la existencia apareciera un bache, éstas puedan ser, sino la duda que corroe cualquier
un hoyo de sentido y cayéramos en él. Porque, posible afán, cualquier modo de ser y que se con­
precisamente, la duda es ese abismo por el que se .
densa en una simple expresión de desconcierto:
escapa la certeza que nos mantenía ocupados y es ¿qué hago aquí?, ¿por qué soy? En esos momentos
también ese � que, más que ocuparnos, nos -suspendida nuestra habitual relación con el mun­
pre-ocupa. Nos llenamos de dudas o de abismoo
'
do- qué pobre nos parece aquello que nos daba s�n­
si se prefiere, extraviamos el sentido que llenaba ,
tido, qué débiles las riendas que con tan frenettco
nuestra vida. entusiasmo tiraban de nosotros.
Para caer en la duda no es necesario que exista "¿Por qué soy?" es la pregunta de la auténtica
una causa: que la muerte suelte su manotazo a un pre-ocupación, pues se trata de una duda insoluble.
lado de nosotros privándonos de alguien, ni que Insoluble no porque no pueda encontrarse una
nos ocurra un accidente, nos sobrevenga una enfer­ respuesta: de hecho hay miles, infinidad de respuestas
medad o fracasemos; a veces, sin ninguna razón, que habitualmente nos parecen convincentes, sino
en mitad de la salud o del éxito, nos preguntamos: porque cuando nos encontramos en la duda todas las
¿para qué? ¿Para qué el afán, a dónde conduce, respuestas naufragan, carecen de sentido, ninguna
qué sentido tienen el esfuerzo y la meta con los nos parece al nivel de nuestra duda.
que nos hemos mantenido ocupados? En esos mo­ "¿Por qué soy?" tiene una dosis de asombro:
mentos, ante el precipicio de la duda, o ya girando lo habitual de pronto nos maravilla; pero, también,
en su abismo, pensamos. tiene una dosis de reclamo, de inconformidad, de
Pero cuidado: la duda que propiamente nos disgusto: dejamos de conformamos con el s� lo
hace pensar no es aquella que nace del mero temor hecho de estar; el estar deja de parecernos obv10 :
a la equivocación, l a duda de no haber elegido ati­ pierde la pátina que nos lo mostraba fan:iliar, Y
nadamente nuestro modo de vida: no, no es la duda nuestro beneplácito pierde también su pertmencrn. .
vocacional o la duda amorosa, por más graves que Preguntamos ¿por qué soy? no sólo asombrados por
56 • áscar de la Borbolla
La rebeldía de pensar • 5 7

nuestra existencia, sino tam


bién disgustados ante
una existencia que no no s mu Las preguntas ¿por qué soy? y ¿por qué hay
estra su razón de ser ser?, cuando son formuladas auténticamente, cuan­
que desde ningún ángulo res '

ulta clara, pues para


responder cabalmente esta do se sienten, son los respiraderos de l a duda, de l a
pregunta habría que
contestar no só lo al porqué ausencia de sentido que nos inconforma, del vacío
del ser que soy, sino
al porqué del ser en general que nos preocupa, de l a nada que nos hace �ensar.
. Habría que aclarar
Esta preocupación -el vacío de sentido, no
también, ¿por qué hay ser? Jam
por qué somos, si no dilucida
ás podremos entende ; la ansiedad o la angustia que son meras consecuen­
mos también por qué,
en general, es lo que es. Nu cias- es lo que verdaderamente desencadena el pensa­
estra duda existencia l
se toma problema metafísi co miento. Se trata de una experiencia ocasionada, las
, nada menos que el
problema central de la metaf más de las veces, por la entrevista con alguno de los
ísi ca .
¿Por qu é hay ser ?, o ¿p or qu rostros con los que se manifiesta la nada: l a muerte,
é ex ist e lo qu e el fracaso, la enfermedad, la traición, el abandono;
existe? es la pregunta que
muestra que la capa
de sentido con· la que norm aunque -como hemos apuntado- puede sur�ir sin
almente se cubren las
cosas y por la que podemo una causa visible: asaltamos de pronto en mitad de
s vivir afanándonos la dicha, porque, como dice Heidegger: "la nada
por alcanzar cualquier me
ta ha sido arrancada.
¿Por qué hay ser? es la pregu acecha de continuo a la existencia".
nta que delata que el He utilizado una palabra impopular que
habitual estar ah í de las cosas
ha sido fulminado produce un automático rechazo, que acciona las
junto con aquella actitud qu
e nos permitía dar las
cosas por descontadas. ¿Por qu sirenas ululantes de los prejuicios y de la lógica:
é hay ser?, cuando se la palabra "nada". ¿Por qué introducir aquí este
comprende su radical sentid
o, es la manifestación
más simple de que la realidad término? Por una necesidad ineludible, porque l a
no nos parece clara, nada, e l vacío de sentido, e s l o que en general nos
en modo alguno obvia, ni pe
rtinente su presencia.
hace pensar y porque es aquello que fundamen�a
l as preguntas ¿por qué soy? y ¿por qué hay ser? Sm
La rebeldía de pensar • 59
58 • Óscar de la Borbolla

ro
iento, de l po der, de l dine
l a nada estas preguntas se vuelven ociosas, dejan cimiento, de l reconocim ra
ju sti cia . Otra ve z, cualquier cosa sirve pa
el humor de da: de
de ser realmente preocupantes: ¿qué implicaría la 0 de la
os y ya no tene mos
pregunta "¿por qué hay ser?" si no fuese planteada ocupam jado
preocupación hemos de
desde la nada? Una obviedad que se respondería con vueltas a aquello cuya cho,
da se di sip a o, mej or di
un sencillo: "hay ser porque no puede haber más que de sentir. Cuando la na
do volv ernos a llena rnos de sentido ya no es-
sor, porque la alternativa, la nada, es imposible". cuan
ar.
tamos dispuestos a pens
¿Qué implicaría la pregunta "¿por qué soy?" si de la nada es la q�e
no fuese planteada desde la nada? Otra obviedad: La propia repelencia mer
stivo entusiasmo cualq
"porque me engendraron mis padres". Por qué hay nos hace abrazar con fe fi­
ue sta , bu en a o m ala , pues con la más insigni
ser Y por qué soy no se pueden, siquiera, entender sin resp o,
ces de recuperar el sentid
I� nada. Sólo porque en la duda nos parece posible cante certeza somos capa
echamos, cuanto ante�,
ª. la
viable y, más aún, pertinente la nada, es por lo qu � pues lo que nos urge es
os ese regreso a la p�bh
ca
formulamos estas preguntas haciéndonos cargo de su vida sin pensar. Demorem e­
rficie de la ex ist en cia , no rechacemos de mm
auténtica dimensión, y es también, precisamente supe un­
de vueltas a la s dos preg
por la nada, por lo que tales preguntas se mantienen diato la nada: démosles os
el intento de mantenern
i nsolubles y nos mantienen pensando. tas insolubl es : hagamos
Cuando la nada es ocupada por el sentido, pensando.
cuando recuperamos nuestro afán, cuando amanece
e1 nosotros nuevamente el apremio que nos hace vi­
vir� ocupados, las dos preguntas insolubles se vuel­
ven irrelevantes, son desplazadas por la demandante
trrgencia de nuestras necesidades y deseos y, otra
vez, corremos al encuentro del pan que debemos
llevamos a la boca, o detrás del poema, del cono-
1 . DIFICULTADES DE LA PREGUNTA
¿POR QUÉ SOY?

Ninguna pregunta puede ser comprendida cabal­


mente si se formula de manera retórica, como un
mero ejercicio intelectual. Las preguntas nacen de
l a ignorancia reconocida y de la duda sentida, y por
ello, para de veras entenderlas, es necesario descu­
brir la ignorancia y sentir la duda que las suscita;
de otro modo su significado ni siquiera nos roza.
La pregunta ¿por qué soy? requiere -tal vez como
ninguna otra- del cumplimiento de estas condi­
ciones, pues si uno cree saber u oculta, como los
tahúres, una certeza bajo la manga, la pregunta se
ahueca. Esto ocurre, porque las más hondas pre­
guntas no son sino la manifestación verbalizada de
la duda auténtica; son, antes que nada, la expresión
del vivísimo deseo de salir de dudas.
No por capricho, el primer paso de Sócrates
consistía en conducir a sus interlocutores al recono­
�imiento de su ignorancia: sin esta condición la

61
62 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 63

búsqueda no puede siquiera comenzar. Hacer de el tiempo libre, el ocio; pero como ya para entonces
las preguntas palillos de dientes, frases hechas que nos hemos acostumbrado a las correlaciones obliga­
se traen en la boca, es perder el tiempo. torias -a que todas las cosas tengan algún sentido,
Así, las preguntas ¿por qué soy? o ¿por qué a que estén relacionadas unas con otras para poder
.
existo?. , aunque claras en su enunciado, rara vez se sobrevivir- llenamos ese tiempo vacío con nuevas
entienden, pues uno cree tener ya la respuesta: existir relaciones, con sentidos no obligatorios; así, in­
equivale, normalmente, a luchar por la superviven­ ventamos el juego, el juego que nos permite llenar
cia; su sentido no parece ser otro que sobrevivir. La con sentidos artificiales las horas huecas.
pregunta por el sentido pierde sentido cuando se ex- Elj� es la prueba de que "el sentido dado"
/�erimenta la demanda de las necesidades: no hay no nos colm a, y es el modo como resolvemos el
Ltiempo para pre-ocuparse cuando se está ocupado. profundo sin-sentido de la existencia, pues , cuando
El hambre, el frío, la sed se nos imponen con su no estamos esclavizados por las relaciones obliga­

u�genc a avasallante y nos hacen creer que la super­ torias, por la necesidad de sobrevivir, establecemos
vivencia es el sentido, que la correlación entre las relaciones arbitrarias, nos damos un nuevo sentido:
necesidades y los satisfactores forman una tupida j ugamos. Cualquier actividad que no responda a
red donde cada cosa tiene un sentido de por sí, y por la luch a por la supervivencia, al "sentido dado",
ello -tanto histórica como individualmente- sólo es jueg o : el arte es jueg o, la filos ofía y la cien­
somos capaces de ir más allá, más allá del senti­ cia son j uego . El jueg o es la resig nific ación del
do que impone la subsistencia, cuando, de alguna mun do, el invento de unas nuevas reglas sobre las
manera, logramos superar las necesidades. Sólo reglas que la biolo gía impone; es el modo como
entonces descubrimos el tiempo y lo descubrimos el hombre llena de sentido el tiempo libre al esta­
vacío, o sea, sin ese sentido obligatorio que ata a blecer nuevas correlaciones: sentidos que no están
nuestra existencia. Descubrimos ese tiempo que no dictados por los instintos. El juego es la libertad de
,
está l leno con la lucha por la supervivencia o sea
' ' qcuparnos para no preocuparnos._ Y, sin embargo
64 • Óscar de la Borbolla 65
La rebeldía de pensar •

hay un jueg o que prec isamente consiste en ocupar­


" Qué
· resonancia puede tener .la pregunta T
'
nos con la preocupación, en mantenernos preocu­
"¿por qué soy?" para quienes estan m�erso en �
pados, es el juego de pensar.
un mundo retacado de sentido, sea obhgaton o �
Así, cuando no estamos ocupados con la
lúdico? ¿Qué le dice esta pregunta a aquel que v1v �
supervivencia -sometidos por el sentido obligato­
absorto en su mundo laboral donde todo es arch1
rio- nos ocupamos con el jueg o, con los sentidos �
signi ficat ivo: la sonrisa, el saludo o la indif ren­
que nos inve ntamos: nos proponemos metas, lu­
cia del jefe; la fecha de entrega de un trabajo; la
chamos por alcanzarlas, lo intentamos una y otra � �
pequeña intriga? ¿Qué importanci pued tener l.a
vez, nos esforzamos sin que importe en lo más
pregunta sobre el sentido de la ex1stenc1 n mi­��
mínimo la índole de la meta (ya he dicho que so­

1
tad del mundo doméstico con sus entretemm1entos
mos capaces de enamoramos de cualquier cosa ),
Y desa sosie gos cotid ianos , con sus redes de afee-
pues, con tal de no quedarnos en el sinsentido , so­ - ? '
tos, con sus problemas grandes y pequenos : ¿Q ue
mos capaces de jugar cualquier j uego . De ahí que
valor, en el mundo amoroso con sus entusiasmos
la vida siempre se nos presente con algún sentido
y esa fuerza rejuvenecedora que hace qu: tod se �
y, de ahí también, que resulte tan difíc il entender
reacomode en una nueva jerarquía? ¿Que somdo,
qué sabor p uede tener nuestra pregunta .en el i:iun­
· las preguntas ¿por qué soy? o ¿qué sentido tiene
mi exfat encia ? Estas interrogantes suenan falsas a �
do de la polít ica, en ese mundo con su mte s.1dad,
quienes se encuentran ocupados. "¿Po r qué soy? "
sus alianzas para alcanzar la cima , sus tra1c 10nes_t_
sólo da qué pensar, sólo preocupa, a aque llos para
y sus crímenes? .
'
quie nes la exist enci a se ha vaciado de sentido
Todos vivim os ocupados, mmersos en algu-
para quie nes s ienten la ignoranc ia, el no saber
na situación llena, pletórica, de sentido y, por el o,

cuál es el sentido de su exist enci a: para quie nes

la pregunta ¿por qué soy? resulta gene alment ' n� ��
- '
descubren su propi a exist encia llena de duda es � � ,
comprensible. ¿Cuál es el caso e e e por que s1
decir, de abism o.
no se experimenta su pertinencia, s1 no nos haya-
66 Óscar de la Borbolla 67

La rebeldía de pensar •

mos, ya de por sí, en el sinsentido para entenderlo?


encaramos con el absurdo: surgen porque sí. Tal
Parece que no hay modo de comprender dicha pre­
vez, porque la gasa de sentido con la que forramos
gunta por más que su enunciado resulte diáfano.
las porciones de lo real para distinguir unos entes de
A veces, sin embargo, el sentido obli gatorio y la
otros, de pronto, se transparenta y nos permi.te ver
el sentido lúdico desaparecen y nuestra existencia se
amorfa la anodina, la asignificativa presencia de ese
'
, 4

torna problemática: lo que nos resulta más familiar •

' continuo indiferente que es la realidad en s1 misma


nuestro propio ser, deja mos de "entenderlo" ,
de al margen de los significados que proyectamos
darlo por consabido. La red de sentidos a que ,
sobre ella: cuando la realidad no es esto y lo otro
nos fuerza la subsistencia y la red de sentidos ,
buena o mala, grande o pequeña, mejo r o peor
artifi ciale s de nuestros juegos dejan de sujetar
sino una nebulosa donde todo es uno y lo mismo,
unas cosas con otras, deja n de correlacionarlas y,
y donde no hay modo de inteligir, de disc ernir, de
entonces sí, preguntamos : ¿Por qué existo si pude
entender nada, porque las fronteras que separaban a
no existir? ¿Por qué soy, si soy el resultado de una ,
unos entes de otros se han cancelado y, sobre todo
serie infinita de cruces azarosos que bien habrían �
porque los reflectores con los que bañamo.s e valor
podido no darse? ¿Por qué soy si haga lo que haga
las cosas se han apagado. En estas cond1c10nes es
posible entender la pregunta ¿por qué soy?, o se�,
algún día, necesariamente, dejaré de existir y todo
lo que me ha importado se perderá igual que yo en el
surge cuando desaparece todo sentido y la propia
abismo? ¿Qué sentido puede tener un ser como yo,
existencia se torna asignificativa.
Pero, ¿a qué se debe que las razones �ue
consciente e individual, cuyo origen es resultado
del azar y cuyo fin está marcado por la necesidad?
nos mantenían tranquilo s, asidos a alguna posi ble
respuesta, nos abandonen? ¿Por qué s�cumbe el
¿Para qué estoy aquí? ¿Cuál es el caso?
sentido y podemos experimentamos arroJ ad�s � un
Hay ocasiones en que estas preguntas nos
asaltan; no las buscamos, no nacen de la reflexión
' mundo sin horizontes donde todo resulta md1fe­
no son el fruto de ninguna filosofía que busque
rente? ¿Será la consecuencia de un estado emocio-
La rebeldía de pensar • 69
68 • Óscar de la Borbolla

,
e ex . to?. su-
1s
Entender la pregun ta ¿p or qu
nal, de "un temple", como lo llama Heidegger, de pone no la subj etividad de �� esva tado de án!,!11º que
un mero cambio en la perspectiva subjetiva desde desdibuje el sentido dado, el idad lor en-s1 de las
total en el que
la que nos asomamos al mundo? No, no es el cam­ cosas, sino un estado de objetiv an completamente
bio de un estado subjetivo por otro, de uno positivo las cosas y la vida se muestrque les damos. Es ,
"" por otro negativo: es más bien por la cancelación desvestidas de la importancia ional : resulta muy
de nuestra subjetividad. Las cosas siguen ahí tal no lo niego, un estado excepcnos hacen v r todo
y como son; lo que falta es nuestra valoración: el dificil quitamos las gafas que valores y, sm �
en;­
sentido que le atribuimos a las cosas. Lo que pasa, de acuerdo con el cristal de loslores no son n-si.
más bien, es que las cosas en sí mismas aparecen bargo ' es tan claro decir: lo s vaensión aproxim ?
ada
Para obtener una compr
objetiv idad �e
sin el maquillaje del valor, sin pizca de subjetivi-
dad, tal y como son al margen de nuestros afanes . de lo que representa la extrema fuU:ro; no el dia
En esos momentos de objetividad extrema, la que hablamos, imaginemos elos, sino un futuro
ni los reclamos de la vida nos parecen ya peren­ de mañana, ni los próximos añdo nada de lo que
torios, porque finalmente caemos en la cuenta de lo suficientemente hondo, cuaneguntar, frente a ese
que ni lo que se ha llamado "el sentido dado" está ahora nos importa exista ya. Pr afectos, los afanes,
realmente dado. Suele avasallamos, sí; pero porque futuro, qué sentido tienen los
subjetivamente reconocemos a la vida un valor más s pr oy ec to s: mi vi da , re ve la �e m anera figurada
lo icar. Es ese futuro
allá de toda duda, porque atendemos servilmente a la obje tiv id ad qu e int en to ex pl
lo que la vida nos impone; pero el imperativo de la del que ya no formaremos �aren te �l que revela �l
, pues por m �s
vida es -para decirlo en términos kantianos- no un radical despropósito de la exist laciamuerte que, ��
imperativo categórico, sino un imperativo hipoté­ que haya un cercano después deonos, hay tambien
tico, ya que la vida, por mucho que nos guste o la sin nosotros, sigue importánd de la muerte de la
2 apreciemos, no es necesaria. En la pura objetividad un lejano después, cuando suce
} no hay valor ni sentido.
71
La rebeldía de pensar •
70 • Óscar de la Borbolla

esta
adop ta uno u otro disfraz, que se manifi
muerte, cuando hasta la muerte se extingue porque que casa
vés de unos entes u otros . En nuestra
ya no perdura nada de aquello que nos importó: a tra nos
iares , las personas que
a ese futuro me refiero: al tiempo posterior a la están las formas famil tiene
cosa importa, o sea,
historia; cuando la vida -no mi vida, sino la vida acompañan; aquí cada s
o, en cambio, las forma
de la humanidad- acabe; cuando la odisea de senti do. En
as,
el futur
nada
o
nos
hond
resul

ta familiar, nada t ene
son ajen
en medio de esa extr�
los seres humanos llegue a su final. Frente a ese neza
abismo es que se aclara la pregunta por el sentido sentido. Es preci samente edad
tenci a pierde su obv1
de la existencia, se aclara porque, paradójicamente, donde el sentido de la exis dónde
mos comprender hacia
la entendemos como un problema insoluble. y gracia s a ello, pode
qué soy?" P ara e�t�n � erla
Imaginemos la escenografía que nos brinda �
a unta la pregu nta " ¿po r
apartamos de la subJe
tlv1dad,
ese lejano futuro: nada de lo que en él aparece nos plenamente es preci so
os.
resulta familiar, nada de lo que nos importó y que, de los sentidos proyectad por la
.
subsis-
habi tual
Pero no sólo la lucha
en su momento, consiguió darle sentido a nuestra
jueg o o la imp orta ncia que concedemos
tencia, el e�­
casa, dificultan la c�mpr
vida sigue vivo. Lo que llamamos nuestro mundo
el tapiz con el que hemos cubierto la realida d al presente , a nuestra
el sentido de la ex1st
enc:a.
objetiva para volverla nuestra casa no está más. sión de la pregunta por m­
én la teolog ía y la filosofía cancelan su
Tambi
¿Qué sentido tiene nuestra existencia ahí? La
ad al pres enta mos un mundo ordenado,
respuesta es obvia: ninguno. Imaginamos en ese teligibilid nte
en apari encia, contunde
contexto totalmente ajeno hace evidente que los al responder de forma, ,

. a dicha pregunta. .
sentidos que le damos a nuestra existencia sólo son
do tiene mi existencia? ¿Para que
· Qué senti
sentidos aquí, en lo que hemos llamado nuestra
casa; pero ese ahí y este aquí son objetivamente existo � recis amen te yo? ¿Qu é sentido tiene la �xis­
individuos? ¿Para que
esta
la misma cosa: el mismo ser convulsionado del tencia de cada uno de los
la muerte?
que formamos parte, la misma materia caprichosa humanidad emplazada a
72 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 73

En Platón, y más detalladamente en Leibnitz do


' Leibnitz. Para ello s, basta con que este mun
encontramos un intento de responder a estas trem el
e- exista para creer que, por esa sim ple razón, es
bundas preguntas con lo que se ha llamado el prin
­ mej or. Platón lo cree porque supone un nous, una
cipio de razón suficiente: todo lo que existe, lo que or,
mente, que todo lo ordena de acuerdo con lo mej_
permanece o muere -di ce Platón en el Fedón- exis e
te y Leibnitz lo cree porque supone un Dio s que elig
perm�nece y muere, porque es lo mej or que
'
En
podía todo de acuerdo con su naturaleza perfecta.
ocurnr y no hay inej or respuesta que ésta, porque con
no ambos casos -a los que podría sumarse Hegel
pued� h�ber mejo r respuesta que apelar a lo me lo
jor. su tesis de que "todo lo real es racional y todo
Y Leibmtz, por su parte, propone en su de
racional es real"- la mera existencia, el hecho
� Discurso
e metafisica y en su Monadología que éste, pre­
que este mundo sea, es la garantía no sóló de _
que
cisamente este mundo, es el mejor de los mun
dos hay sentido, sino el mejo r de todos los sentidos
posibles. Lo que significa, en pocas palabras, que
la posi bles .
pregunta por el sentido de mi existencia se resp Com o puede apreciarse, quienes apelan al
on­
principio de razón suficiente, lejo s de res?onder
de, desde el principio de razón suficiente con de
. ' un
sencillo y contundente : "Existes, porque es lo mejo n
r manera satisfactoria a las preguntas que mterroga
que te pudo ocurrir; morirás, porque es lo mej or e
que por el sentido, parten del dogma de que todo tien
�e podrá ocurrir, y eres lo que eres, porque es lo me­ sentido y, por ello, más que resolver el problem�
l�
j Or que te podría ocurrir". tl­
cancelan y oscurecen, pues, lo que de problema
E � verdad que formalmente lo mejor es lo io":
. co tiene la existencia es convertido en "princip
mej or; sm embargo, faltaría probar que este mun ser,
do se asienta que todo tiene no sólo una razón de
es el n:iejo� efe�tivamente: la faci lidad con la que
sino una razón que es, entre todas, la mejo r y, en­
e� posible imagmar otro mundo, no perfecto s ólo
, sino tonces, por definición, cualquier existencia no _
simplemente un poco mejor, echa por tierr te
a el tiene una razón de ser, sino que todo cuanto exis
engaño al que nos invita el contubernio Plat .
ón- es necesario, todo tiene el mej or de los sentidos
75
La rebeldía de pensar •
74 • Óscar de la Borbolla

r de vueltas a �n
Asentado el principio de razón suficiente se deter­ ¿Quién quiere pensar, da
saldo es la angustia,
mina a priori el sentido mediante un sencillo truco problema insoluble, cuyo
dor admitir un dogma,
deductivo: si todo tiene sentido, ergo, mi existencia cuando es más tranquiliza
madero cualquiera que
también lo tiene. abrazarse a él, asirse a un
razón suficiente alcanza
No valdría la pena detenerse en la "solución" éste sea? El principio de
signación.
Platón-Leibnitz -que se desecha con una mera su versión popular en la re
chos tip os : desde la
petición de principio- si no fuese por la trascen­ /L a resignación es de mu
ita al consuelo, porque
dencia que tuvo en la historia y, sobre todo, por resignación religiosa que inv
lo que ocurre es por la
lo que esa trascendencia dej a ver de la vocación induce a creer que todo
ces, cuanto pase -aunque
del hombre por no pensar, por no demorarse en lo voluntad de Di os y, enton
ue y no alcancemos a
i� s� luble. Porque, en efecto, si se adopta el prin­ literalmente nos mortifiq
stificación y, más aún,
c1p10 de razón suficiente el pensar se convierte entenderlo- tiene una ju
nte bu en o, hasta la resignación
e� un mecánico acto de deducir: el por qué acu­ es ne ce sa ria me
por basarse en una . fría
c �ante, el por qué tremebundo, se responde con un que se pretende científica
"Todos los seres vivos
s1mple "porque es lo mejor" o "porque siempre observación estadística:
de extraño, entonces, en
tienen que morir, ¿qué hay
era yo? Tod�� m�er�n:
hay una razón para todo y esa razón es la mejor".
El éxito de esta pseudo solución se entiende por la que mueras tú o en que mu
se de resignac1on, s1 bien
inclinación que generalmente muestran los seres es la ley natural". En esta cla
lo religioso, se alcanza
humanos a no pensar, pues, el pensar, ya lo hemos no se consigue el consue
ncia que proviene de la l
apuntado, es fuente de toda clase de incertidum­ un sucedáneo: la indifere
universal: también ést �
bres y, en este caso, de la incertidumbre más ex­ aceptación de la fatalidad
umbre y la duda. En este
trema: la duda existencial acerca del sentido de la previene contra la incertid
n, pues cuando se dice así
propia vida. punto los extremos se toca
se atribuye a la voluntad
pasan las cosas -igual si
• 77
76 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar

de Dios o a las leyes naturales- se está aceptando sar de que en su


. El mismo Voltaire -a pe
que la muerte tiene una razón de ser, que pese a la camente la filosofía de
Cándido ridiculiza magnífi
muerte hay sentido. rdo el principio de razón
Leibnitz al reducir al absu

nfrentada a la �esignación, cualquiera que
sufic ien te- ad op ta an te la m uerte una peculiar con­
sea su tipo se levanta la mconformidad, que también io dice que el hombre es el
� formidad; en su Diccionar
e� de vanas clases: desde el inmediato rechazo be morir; que la muerte se

v1sce�al: el n � p mitivo y violento de quienes
único se r que sabe que de
explica como el sacrificio
del individuo para el bien

reacc10nan or mstmto contra la situación particular
y el de la es pe cie para que se renueven
que los lastima, hasta el no de quienes plantean un
de la es pe cie
ta conciencia moral ante
� esacuerdo de orden metafísico con el cosmos. 1 El
las formas de la vida. Es
la muerte distingue, dice
Voltaire, al hombre de los
a
mconforme radical no se resigna ante su suerte ni lo sabemos que vamos
demás seres, pues no só

ante la �trocidades que forman la historia, ni pu de � imal herido que se tumba
a
� mo rir, co m o lo sa be el an
ir.
re onc1harse con las graves fallas del cosmos. Para bemos que debemos mor
esperar su fin, sino que sa

el m onforme, el que asípasen las cosas no es razón
Somos los únicos seres
que podemos entender
la
r
suficiente, pues, precisamente, su inconformidad es rte y, de ahí, nuestro debe
funcionalidad de la mue
.

porq�e p san así. ¿Por qué, precisamente, así, si es
. mor al; pe ro , au n en ten dié nd ol o, los inconformes, a
tan fac1l IIDagmar que podría ser de otra manera' de nos resignamos, pues el
diferencia de Voltaire, no no
otra manera un poco mejor? urrir en todos los casos
que así ocurra y de ba oc r
La resignación ante la muerte es una actitud ta: ¿por qué tiene que se
resuelve la última pregun
que no sól� enturbia la comprensión de la pregunta
�or el sentido de la existencia, sino que la vuelve
precisamente así?
La muerte no es , siquier
a, una prob abilidad:

tm lanteable, pues, tristes o contentos, para los
no ocurre a uno de cada
mil, ni a uno de cada cie
n,
resignados la muerte es el así son las cosas: para
a un o de ca da do s; su ce de a todos: a cien de cada
ni
ellos no cabe el por qué.
La m ue rte es lo ne ce sario, lo irremediab le ,
cien.
ivéase mi Filosofla para inconformes, Editorial Nueva Imagen, México, 1996.
79
La rebeldía de pensar •
78 • áscar de la Borbolla

en paz, resignado, sobre



el dest no cor_nún de todos los seres . Sin embargo, as irs e a un a ce rte za , es tar
gma: ¿para qué cortar la
esa umversahdad de la muerte es la que, lejos de el pi so se guro de un do
modamente ensayamos
representar la respuesta definitiva mantiene en rama sobre l a que tan có es
. '
embargo, así como no
pie la pregunta por el sentido de la existencia y nuestras piruetas? Si n
duda, tampoco lo es en el
es lo que obliga a pensar lo insoluble, porque, si voluntaria la caída en la
en efecto todo muere, ¿cuál es el caso de existir?, pensar .
ndena nuestra na-
¿para qué? Pe ns ar es a lo que nos co
s seres capaces de pensar
La no resignación, la inconformidad, revela turaleza. Somos lo s único
r m ás qu e pr efi ra mo s no hacerlo, por más que
la.finca sobre la que nos erguimos: el abismo sobre po
antengamos un momento
el que está fundada la existencia. Este es el asunto generalmente sólo nos m
iente para l legar a una es­
insol�ble que da qué pensar. Desbarrancarse por pensando: el tiempo sufic
e nos saque de dudas. En
esta sima es pensar. Poner en duda el fundamento tación, a una respuesta qu
nos parece verdadero, en
7
es pensar. Dis?lver las certezas que quisiéramos cuanto un pensamiento
defendemos nuestra ver­
1
que nos sostuvieran es pensar. cuanto atamos dos cabos,
la convertimos en certeza
Pensar no constituye una experiencia agra­ dad hasta convencemos,
poder entregamos al au­
dable: fulmina los saberes y las creencias que dan para ya no pensar, para
vida que embota pese a
seguridad, nos preocupa al llenarnos de dudas tomatismo apacible de la
ión de nuestra idea. No s
alin�enta la desesperanza y, por ello, nadie, o casi sus zozobras, o a la repetic
eocuparn os .
nad1e, q uiere pensar. Para la mayoría � ocupamos co n tal de no pr
ícil entender la pre-
.
creer: s1 el pensar no garantiza que habremos de Como se ha visto, es dif
existencia. Si n embargo,
e�contrar una verdad firme, si pensar angustia, gunta por el sentido de la e­
unas pi sta s que hacen pr
disuelve el fundamento y provoca la sensación de en lo dicho aparecen alg
ularse realmente: cua�1do
/
caída en el abismo, entonces es mejor -si lo que sumible que pueda form
un ta na ce de l de sc on cierto, cuando adquiere
\
se busca es la tranquilidad- creer, convencerse, la pr eg
80 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 81

(.....,tono de protes:a, de indignación contenida; cuan­ está ahí, sin más, sino que se separa y vuelve sobre
do va acompanada de la sospecha de que es inútil sí, que re-flexiona, que piensa, aunque no llegue a
� pensar: esa dolorosa sospecha que, sin embargo, no nada: bastante hace ya con desgarrarse. El vuelo
llega a ser suficiente para arroj amos decepcionados del ave no importa por la altura de la copa del árbo l
al adormecimiento que brinda la vida con sus ur­ a la que puede remontarse, sino porque consigue
gencias, sus placeres, sus desgracias y sus momen­ levantarse de la tierra. El pensar no vale por sus
tos tibios. fruto s, sino porque desgarra el ser, porque engen­
¿Por qué existo? es la pregunta originaria del dra un extraño: un ser que no está ocupado, sino
homb�e, en el sentido de que es la pregunta que pre-ocupado por el sentido de su ser.
. a; no
nos ongm es la más antigua cronológicamente Esta pre-ocupaciQ!1, este extrañarse, este
hablando, ni la más universal de las dudas; pero descubrirse extranjgo del ser puede representarse
basta con que un miembro de una especie la for­ éOñ la palabra "horror" o con la palabra "angus­
mule �ealmente para hacer que esa especie, en ple­ tia"; es, en todo caso, una vivencia terrible de la'
no, de un salto ontológico . Así, puede ser que las que queremos curamos "para dormir tranquilos� ,
aves hayan vivido antes de que ninguna comenzara como decía Nietzsche, y por ello, una creencia
a volar; pero la primera que se lanzó al aire y se religiosa, una verdad científica; pero también un
mantuvo en él abrió esa posibilidad para todas las enamoramiento de arrabal o el insensato anhelo
hizo existir como aves. ¿Por qué es tan especi�l la de volvemos ricos, o incluso el trabajo ruin y mal
pregunta por el sentido de la existencia? Porque es pagado, que sólo sirve para reproducir -cada día
la señal inequívoca de que un ser se ha extrañado más menguadas- nuestras fuerzas, pueden damos
de su ser al grado de que se pregunta por él . Es la una certeza o un sentido, cualquier cosa es bue-
señal de que en el ser ha aparecido un extraño : una na para no sentir el véttigo de la extranjería de
parte �el ser que se ha enrarecido pues pregunta por nuestro ser, para dejar de pensar: cualquier cosa es/
el sentido de su existencia; una parte del ser que no susceptible de volverse el sentidode nuestra vida \
82 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 83

Cualquier cosa con tal de no encaramos con lo que sentido de la vida y llenamos con eso. ¿Por qué
somos. nos lanzamos más allá de nosotros? ¿Por qué no
Pero, ¿qué somos?, ¿qué tiene de espantable podemos mantenernos encarados a lo que .somos?
en
nuestro ser que nos repele al grado de estar dispues­ · Por qué esa evasión que se hace patente igual
tos a colgar delante de nuestra vida cualquier za­ � l filatelista que en el don Juan, lo mismo en el
nahoria que nos libre de ese nosotros? Somos, se científico que en el drogadicto, igual en el indolente

];
e
ha dicho desde la antigüedad, animales racionales; que se echa en el sofá a contemplar la televi ión qu.
seres sociales, históricos, políticos; somos, inclu­ en el actor que se sodomiza el alma para mfundir
so, bípedos implumes -como se le ocurrió a P latón vida a un personaj e? ¿De qué tenemos que distraer-
para mofa de D iógenes-; también podría decirse nos o, mejor aún, de qué huimos ct�and� ese�?ª
.
que somos los únicos seres capaces de rezar, de mos de nosotros inismos en cualquier d1recc1on
Porque, para desertar de nosotros, da lo mism� hun
pagar impuestos; los únicos que compran a plazos ­
o los únicos que han inventado o descubierto los dirse en un adormecimiento pasivo que nos pierda,
números primos. Si lo que se busca es una definición que inmolarnos en l a frenética consecución de un
de esta clase, el repertorio resulta tan vasto como vivísimo afán. Igual una bote lla de licor que nos
�oso . Destacar un rasgo o un conjunto de rasgos, embrutezca que una quimera que nos vampiric
e.
.
identificar una cualidad exclusiva, o una cuali­ Todo sirve con tal de no encararnos con lo que so-
dad que el hombre posea por antonomasia, no es mos.
el camino más indicado para descubrir lo que de · ¿Qué somos? Sueño, lo dijeron Shakespeare,
lo
nuestro ser nos repele. Porque, en verdad, que algo Calderón de la B arca y Schopenhauer. Nada,
nos repele: la constante humana -que no tropieza han dicho Hegel, Heidegger y Sartre. Lo han dich?
con fronteras geográficas o cronológicas- es esa muchos antes y después, pero podría no haberlo di­
conducta universal que consiste en ocupamos con cho nadie. Si menciono aquí estos nombres es para
,
cualquier cosa, en convertir cualquier cosa en el que la afirmación no aparezca tan sola, tan aberrante
85
La rebeldía de pensar

84 • Óscar de la Borbolla

imp rim e nue stra identidad en lo que


aquello que
porque, más allá de literaturas o de filosofías, eso es
hacemos. vez"
· "haber sido alguna
lo que descubnmos cuando nos encaramos a fondº Pero qué significa o del
con nosotros mismos: somos sueño, somos nada.2 se trata del pas ado de un vivo , sin
cuando no dónde, su me­
E ste es el sentimiento que retumba en la un mue rto: ¿dó nde está su vida,
de es pasa­
melancohca , . copla de Jorge Manrique·· "e,. Que, se moria ? , ¿dón de qu edó él, cuando ya todo él
huella
hizo el r�y don Juan?;/ los Infantes de Aragón / rto se mantiene su
i;; much o, del mue
do? A lo
.
. u e, se h1z1eron?,/ ¿qué fue de tanto galán?/, ¿q é � en el mun do, su influ enc ia en los demás. Pue
de
deja una
e de tanta mvención/ como traxieron". Esto es ser una huel la identificable, cuando
bie n lemente
lo que de nuestro ser nos espanta: la certeza abis­ o una huel la difus a, cuando es simp
obra; Cada
mante de que sobrenadamos en la nada, porque, de los aut ores anó nimos del mundo.
uno más , es
P?r mas , que ahora, en este momento mientras una med ida u otra, es responsable
muerto, en
hilo esta� palabr�s, tenga la sensación e que soy, d coautor del mun do. Lo que fue se mantiene en
la
influ encia
y p �r mas que tú, lector, en tu propio ahora estés oria de la hu manidad, como una
mem ones
leyendolas y tengas también la sensación de que o pres ente e inv isible en las condici
definible ,
eres e,· qu
, e, es ese soy, qué ese eres? Yo ya lo es-
generales del mundo
que nos ha tocado.
. :
cnb 1, tú.Yª
lo leíste: ambos fuimos, ¿qué significa P ero, qué sign ifica "habe r sido alguna vez"
llegue
haber szdo? la hu man idad desaparezca, cuando
cuan do el que
oto pero seguro, en
f
�ientras sigamos vivos, el pasado es al o ese futu ro, rem
por fin o­
qne esta con nosotros: está presente en la memor a r r ecue rdo s por que no hab rá mem
deje de habe
r _
mantiene; aunque nuestra memoria lo deforme : ria y deje de habe r mundo, porque, incl
uso lo que
ningún
� adapte, lo mantenga vivo: vivo y por tanto cam­ os "ser " no será ya atestiguado por
llamam ¿Po­
bian�e. Pero �uestro pasado está no sólo en la me­ ¿Qu é es el ser al margen del hombre?
hombre. esté
.
mona, tamb1en se mantiene en nuestro haber se que el ser esta rá ahí, cuando ya no
drá decirse
hace presente en cada uno de nuestros actos es �
2Shakespeare: Formados somos de Ja misma naturaleza de Jos sueños y un sueño
N •
abarca nuestra triste vida· Schopenhauer: La vida es un ¡argo sueno intercalado
con sueños pequeños por Ja noche H eJ·. Somos �sa potencia portentosa de lo
b
negativo: muerte. Sartre: El hom re :� un para-si que es nada. Heidegger: El
existente sobrenada en Ja nada.
..

pensar 87
La rebeldía de

86 • Óscar de la Borbolla

"habe1
¿Qué significará
? �
el 0�br ante quien el ser se hace presente? ¿Po­ humanidad se repr ese ntó.
hay a ya sign ificado ni
:

� cuando no
dra, 1qmera hablarse de mundo, de ese marco de sido alguna vez" sido alguna vez en la
er
� é será hab
elac1�nes, cuando no esté más el ser que relaciona? haber ni ser? ¿Qu
¿,Podra hablarse de materia, cuando ya no exista el eternidad del univers
o?
que con sisti ó n � estr ? ,
tran-

hombr , ese punto de referencia para el cual ésta El paréntesis en
tenci a, nue stra �
v da y la h1stona
de la
se mamfiesta como sólida, l íquida o gaseosa? ¿Po­ sito por la exis , pura fantas­
lo conocido sera
? ra, hablarse de macrocosmos o de microcosmos o, humani dad, así co mo
disol vió, ni más m menos
.

mc uso, de colores cuando no existan ojos que los magoría un sueño
d
que se
nos horroriza de n
uestra

r g1stren? ¿Qué es el ser al margen de la concien­ que na a. Esto
,
es
el
lo que
fond o qu e nos da qué p :nsar
Y
cia? ¿Podrá decirse que existe si no está el hombre? existencia; esto que la mayona huya
ce
� men te, ha
Pero entiéndase, no estoy proponiendo que el uni lo que, simultánea
verso se hundirá si faltamos nosotros, sino que eso � p��
do
.

estri cto
.

nad1 huye,
Aunque en senti mo
que llamamos "universo", nuestra representación no es voluntaria co
:
sar
� � en el pen
porque la caída Ambas
e h ndirá si faltamos nosotros: ¿qué será de ella? erse en el no pensar.
¿,que de los conc�ptos que hemos inventado para
.
tampoco lo
no
es el
hay
man
moti
ten
vos para creer que na � con­
refenrnos a la realidad: "existencia", "tiempo", "es ocurren y otra, por mas que
la
. ,,
-

a utén tica qu e la
ducta sea más dos
pacw ' "orden"? ¿Tendrán algún sentido al margen
divi da, por esta razón, en dos ban
de la conciencia humana? humanidad se pensar y los
s que caen en el

¿Qué pued significar "antes" si no hay irrecon ciliable s: aqu ello
pensar. Unos y otro
s se
punto de referencia? ¿Qué significa "mañana" o que se mant ien en en el no
gruñen, cada bloque

p r
� �� .
"ay r" no h ay punto de referencia? ¿Qué significa desprecian: unos a otro s se
que debieran ntir ��

. ones , cua ndo lo
sus propias raz asion o
"ex1st1f o "estar presente" si no hay ante quien
s por los otro s es un poco de com
los uno infierno,
ser presente? La extinción de la humanidad traerá
Pu es uno s y otros viven en el
consigo_ el naufragio absoluto de todo aquello que la de piedad.
pensar • 89
La rebeldía de
88 • Óscar de la Borbolla J

s
n o ten emos presente.
a�, ahí . don de
sar y al n o pens es donde la vid
a es v1-
aunque sea en distintos departamentos del infierno. s1n sen �1 d o '
Porque la vida no es más placentera por no pensar, el sentido ni el ra 1' dos, sin darnos cuenta.
·

1m
·

o s d1st
al contrario, los que forman este grupo suelen sufrir vible, pues viv d e la felicidad y por
ello
tos suc e
hasta el agotamiento o el suicidio por cualquier mi­ En esos mom en d e qu e estamos en ell
a:
o s cu ent a
nucia. nunca nos dam re cua ndo nos dis
traem os
, 1 o cur
l'elicidad
o
La verdad es que ambos bandos sufren, la felicidad so sa r. L a .c son esas
l n o pen
pues, como para unos nada tiene sentido y para del pensar y de de lo otr o. Aunque, c
omo
lo un o y
otros todo tiene muchísimo sentido, unos y otros vacaciones de d e con ciliar el pensar,
el
na man . era
viven agobiados, aunque en un caso el agobio lo vere1nos, h ay u 1a de lo que som
os y, no
con c1e nc
tener profunda
.

produzca el absurdo y en el otro, la exagerada im­ . . d.


hallar la fehc 1da
portancia que se atribuye a cualquier baratij a. Así, obstante,
la ausencia de sentido que se descubre pensando: la
preocupación, y el ser prisionero del sentido -de esa
máxima importancia que, por no pensar, se atribuye
a cualquier cosa-, la ocupación, nos conducen al
mismo desenlace: al agobio.
Por fortuna, el ser numano no es coherente:
se distrae, se p ierde, anda por el mundo sin preo­
cuparse ni ocuparse y, por ello, con relativa fre­
cuencia puede vivir libre del agobio que producen
el sent_ido y el sinsentido. Unos juegan a que las
cosas importan un poco (a que sí tienen sentido)
y otros, a que no importan demasiado (a que no
tienen sentido del todo). En esa zona, ajena al pen-
2 . ¿EL SER ES?

Cualquier pregunta que se formula realmente es,


en principio, la reacción intelectual que suscita lo
incierto. Con el preguntar emplazamos lo descono­
cido y, de algún modo, aunque sea provisional, lo
delimitamos. La sola pregunta es, por tanto, una
definición de lo incierto, literalmente nos permite
acotarlo. Con la pregunta indagamos por algo: por
algo que nombramos: ese nombre, esa palabra que
figura en la pregunta constituye la primera pista:
si ya contamos con esa palabra esto implica que,
al menos, ya lo hemos identificado: tenemos una
pista que nos pone en el camino. E l que no pregunta
no sabe siquiera que hay caminos. Para preguntar es
preciso ya saber algo, de otro modo la incertidum­
bre no se delimita, no se pone uno en el camino.
La pregunta es el comienzo de la solución del
problema.

91
93
92 • Óscar de la Borbolla La rebe ldía de pensar •

. ificado del ser es anti­


La pregunta "¿por qué hay ser?· " , s m em- La cuestión del sign una
n� nos pone sobre ningún camino ' sino so- por Aristóteles como
.
bargo, quísima; fue calificada
, ·
bre el abismo ' pues e1 termmo que aparece en ella · maq uia y tenía razó n: el esfuerzo medieval
giganto
"ser" ' no define nada, no delimita nada: ser es l
.
� por encontrar palabras
que tuviesen una exte
nsión
como
que �ienen en común todos los entes, lo que los ee el término ser dio
equivalente a la que pos ma­
trasciende, lo que continúa más allá de la frontera ltad o una cole cció n de sinónimos: los lla
resu
de cada ente, mas a11a' de su particular entidad o
'
sc ende ntal es" que, finalmente, no resolvían
.
'
dos "tra que
igual de indefinibles
para decirlo más claro ·· el término " ser" posee un
. nada , pues eran términos pre­
ra de entrada que la
pasaporte plempotenciario que lo hace atravesar ser. Esta dificultad muest unta
las fro�te�as de todos los entes, esas fronteras que "¿p or qué hay ser?" es no sólo una preg

gun ta
on el hmite que permite distinguir un ente de otro le, sino , quiz ás, la más insoluble de todas

insolub ella
da para pensar, pues en
os entes se definen: están encerrados dentro d y, por eso , la que más ina­
1o que son; el ser no está encerrado se extiende con las preguntas ord
' ' no se cumple lo que pasa
se propala a todo. En la pregunta "<.,· por que, hay
cuya
se for mula , sí, per o al incluir un término
rias;
ser?. " , aun �ue se formule, no se cuenta con una n s e n os escap a no nos pone en el camino
. definició
nos desb arranca.
pista defimda. de su solución , más bien
Antes de pode� preguntar "¿por qué hay Ser y tie mpo este
Heidegger advierte en con
. parece necesano averiguar primero . ué ca que toda pregunta
f�
ser?" pro blem a, cua ndo expli
. .
s1gnúic� ser? El problema del significado de er tene r un de qué preguntar y prop one
sentido debe sig­
�e ant?Jª como un trabajo preliminar, pues parece de ser: arrancar de ese
partir del prec oncepto que
imposible buscar el porqué de algo cuyo significado cado vago , per o sufic ientemente elocuente,
nifi
no tenemos·. <.,· cómo preguntar, en efecto, acerca
ece
,
el térm in o ser en cua lquier enunciado, y par
tiene s
de 1 Pºrque de aquello que ni siquiera logramos pun to de part ida, pues todos entendemo
. . un buen acio sa"
ident1fi car? dice: "esta casa es esp
"algo" cuando se nos
- -

95
La rebeldía de
pensar •

94 • Óscar de la Borbolla

5 es fal so" (un a ine xactitud for­


o "nosotros somos habltantes . del. siglo XXI" . Sm . pasado), "2 + 2 =

con teni do a sibl e del preconcep­


e."'bargo, el arranque heideggenano solo , en apa- mal) . . . ¿Cuál es el dicho de otra manera: ¿en qué
nencia es bueno, pues el preconc�pto o definición to heideggeriano?, ose preconcepto si su significado
camino nos pone e caso? El preconcepto heidegge­
_

preontológica de ser entr�na una infinidad de difi-


cultades si se intenta precisar el sign_i· ficado, ya que es distinto en cada una diáspora, apunta en todas
vana, en cada enunciado pien · , �es� simplemente en riano nos invita a ece un camino: representa un
el valor que ser tiene e� 1 as s1gmentes frases: "El direcciones: no ofr os. Con dicho preconcepto, la
haz infinito de caminhay ser?", sigue abs olutamente
,

Popocatépetl es un vo1 can" Y "l os f:antasmas no son


.
reales" . En estos enunciados el �1gmficado . . de. ser pregunta "¿por qué
·
se aproxima al de re 1 dad materzal"' en camb ' en indefinida. , cua ndo "¿p or qué hay ser?"
Y sin emb argo
10

es una pregunta
ª 1

frases como · "El coronel Aureliano B uend'ia es un te, cua ndo


personaje de ficción" Y "G. abnel . Garcia Marquez
, se pregunta real men
que una cor rec ta formul ación
'

sentida, cuando más baliza la más


es un escritor lat1·noamencano" e1 s1gmficado · . · de era en que s e ver
. .
ser está relacionado con d1stmtos planos de reah­
. lógica es la man dumbres humanas no se presta
dad . El preconcepto heidegge�iano . parece un buen honda de las incerti un modo intuitivo hacia qué y
punto de partida' pero so, lo s1 no se avanza, pues a dudas: sabemos deel reclamo. Cuando la pregunta
ser es un término que entendemos s1· no 1o pensa-
hacia dónde apunta " es dictada por el asombro
mos y que se nos escapa si 1 o pensamos. El valor "¿por qué hay ser? ¿por qué existe lo que existe
de ser está en funcwn · , de1 tipo . de en te del que se auténtico equivale astir? Quien mejor la expresó
afirma o se niega ,
Ob servese , e1 sentido
como . de ser en lugar de no exiguntar : "¿P or qué hay ser y no
. · .
varía en los s igmentes enunciad�s.. "la Justicia . . . es fue Leibnitz al pre su opuesto, la nada, también
n ada?" Sólo frentegun a
un valor" (una entele uia ideal) l el mar es verde" nos pon e en algún camino .
� indefinible , la pre ta
(una cualidad objetiv "l b�:a la de las Termopi-
las es ejemplo de he;oí:rno (un acontecimiento
un
------ -

96 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 9 7

Es en el asombro radical donde "¿por qué ticas de dudar de la realidad de lo real diseñán­
hay ser?" da qué pensar y donde lo hace de un modo dose una moral provisional:3 "No puedo, dice,
permanente. Es en este nivel donde el pensar muestra permanecer irresuelto en mis acciones mientras
su principal sentido, pues no sirve tanto para llegar la razón me obliga a mantenenne irresuelto en los
a una solución, como para mantenerse caminando, juicios". De aquí se sigue, ciertamente, que Des­
para girar y girar en tomo a lo insoluble. cartes admite que lo real es real pero sólo como una
Giremos, démosle una vuelta al asombro, graciosa concesión, pues racionalmente, al menos
una vuelta más para que la multicitada pregunta en ese momento de su pensamiento, no encuentra
se radicalice hasta adquirir su tono más acuciante: una razón para aceptarlo. En otras palabras, Des­
¿habrá ser o todo será una mera fantasmagoría? cartes juega a que lo real es real y, aunque sea un
En esta formulación la pregunta suena demencial, juego rnuy serio: _el juego práctico de conservar la
pues resulta claro que proviene de la insostenible vida, eso no lo aleja de la impresión racional de
sospecha de que nada existe, de la impresión de que el mundo pueda ser una rnera fantasmagoría.
que todos los entes reales no son sino sueño o alu­ ¿Por qué a Descartes no le resulta racional­
cinación. Pero, dicha formulación ¿será tan de­ mente evidente la realidad de lo real? Esta pregunta
mencial, tan insostenible? Cuando Descartes, en la abre un indispensable paréntesis didáctico, pues no
primera de sus Meditaciones metafisicas, la �nun­ se puede andar por el mundo diciendo que lo que
cia, comprende que puede ser tachado de loco y se es no es sin arriesgarse a que la psiquiatría tome
adelanta a detener el juicio de sus lectores diciendo cartas en el asunto. Descartes duda de la suficiencia
que él no es corno esas personas que en los manico­ que arroja el sentido común para zanjar la frontera
mios imaginan ser lo que no son, sino que, sirnple­ entre la vigilia y el sueño porque la intensidad de
rnente, no encuentra un argumento válido para dis­ la vivencia onírica puede a veces superar la inten­
tinguir la vigilia del sueño. También en El discurso sidad de la experiencia vigil: uno puede soñarse -y
del método se precave de las consecuencias prác- generalmente ocurre en las llamadas pesadillas- en

3 Que en resumidas cuentas aconseja: cree en ti, pasa inadvertido y domínate.


La rebeldía de pensar • 99
98 • Óscar de la Borbolla

tiempo Y del espacio psico lógic os, pues en este


medio de un mundo que no es más que sueño y ese
mundo, de acuerdo con la percepción las horas del
que uno cree ser tampoco pasa de mero sueño. Du­ '
aburrimiento son más largas que las de] placer, y
rante una pesadilla uno cree que lo que ocurre es y,
lo� metros tampoco miden siempre lo mism o: son
sin embargo, los entes onúicos no tienen lU1 correlato
mas cortos los caminos familiares que Jos caminos
real. Y ocurre otro tanto, podríamos añadir, en el
que recorr�mos por primera vez, aunque el mar­
viaje que se emprende a través de los narcóticos y,
cador del kilometraj e diga que miden Jo mism o. y
a veces, durante la lectura de una novela o frente al
r��pe�t� de la ilogicidad de este mundo más vale
televisor o ante una pantalla de cine . En todos estos
m ms1s tu: quie n no se haya fijado, lleve
casos accedemos a una dimensión que nos envuelve la bitácora
d� un día cualquiera de su vida para que compruebe
con una fuerza persuasiva como la que parece tener
�orno se rompe el hilo sin ton ni son: exactamente
la realidad y en esas ocasiones, al menos transi­
igual que como ocurre en un sueño, y otro tanto
toriamente, nos hundimos en la confi anza de que
cabe respecto de las consecuencias, pues en este
nos encontramos en un mundo de veras. ¿En qué se
mundo todo es tan caprichoso como en los sueños
distinguen ese mundo y éste? ¿Cuál es la diferencia '
y tal vez más.
entre una alucinación duradera y una fugaz?
Los alegatos de quienes abogan por la niti­
Se ha dich o que en el mundo de las qui­
dez de la frontera entre el sueño y la vigila se des­
meras el tiempo y el espacio son elást icos, que
baratan: no resisten los argumentos de Descartes. Al
en ese mundo las relaciones son ilógi cas, que en
final de la "Primera meditación", Descartes estaba
ese mundo las consecuencias no son necesarias;
mientras que en este inundo ocurre lo contrario.
?
con�en �i o de que todo era sueño; entre la primera
med� t�c10n Y la segunda medió la noche del ag­
Sin embargo, si se piensa un momento, en éste,
nosticismo total. Mantengámonos un momento en
también pasa lo mism o: en este mundo no estamos
esa noche, tomemos de manera literal el artificio
siempre sometidos al tiempo y al espacio rígidos
nanativo de las Meditaciones metafisicas, asuma-
de la física, sino que vivim os en la elasticidad del
1 00 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 101

mos que, de veras, cada una de las seis meditacio­ es concluyente para conurbar la vigilia y el sueño;
nes tomó a Descartes un día de trabajo, tras el cual echemos mano de los hallazgos contemporáneos de
vino una noche. No nos interesa la "Segunda medi­ la ciencia, de la bioquímica del sueño; opongamos
tación", no nos interesa la verdad apodíctica que a Descartes el sueño profundo (el sueño RAM) y
ahí se esboza y, menos lo que sigue: el trabajo de las tablas de equivalencia para la interpretación
recuperación del mundo; operación que Descartes de los sueños. Porque sí hay referentes de las imá­
realiza literalmente gracias a Dios. Quedémonos genes oníricas, aunque no sean exactamente los
un momento en la noche que siguió a su "Primera que vemos en los sueños: una gotera puede ser tra­
meditación". ducida como un chubasco por nuestro inconsciente
En esas horas nocturnas del agnosticismo y un sueño en el que volamos muy bajo puede tener
cartesiano, la gran verdad es que no se distingue lo como correlato un temor de impotencia, porque fi­
soñado de lo experimentado en la vigilia, o sea que nalmente sí hay algo tras los sueños: deseos latentes
la realidad no es real: que lo que es no es. En esa que danzan disfrazados de una u otra forma ante
noche no se trata tan sólo de una sospecha, sino de nosotros cuando dormimos; pero, al margen de
una verdad obtenida de la duda metódica, de una las conversiones que fabrique el inconsciente, hay
verdad tan rotunda y abismal como la expresada por algo en el plano de lo real, aunque no sea sino un
Sheakespeare en La tempestad: "Estamos tej idos goteo, un temor o una corriente eléctrica que cruza
de idéntica tela que los sueños, y nuestra corta vida el cerebro o, si se prefiere, señales que viajan me­
. ,..., ''
se cierra en un sueno . .
diante los neurotransmisores.
Pero dejemos la verdad para los convenci­ Sin embargo, el planteamiento cartesiano sale
dos; a los inconformes nos cuadra mejor la sospe­ ileso ante estos nuevos argumentos, pues desmenu­
cha: retrocedamos a la sospecha; desconfiemos de zar la compleja razón que explica los sueños, no
la contundencia de Descartes, supongamos, simple­ invalida que pudiéramos, también, estar soñando
mente supongamos, que la estrategia cartesiana no esas explicaciones por más complicadas que fue-
J 02 • Óscar de la Borbolla La rebeldia de pensar • J 03

sen. ¿Qué hay realmente en el fondo de la duda de la relación con el sujeto? ¿La famosa cosa-en­
cartesiana? ¿Qué encierra la imposibilidad de dis­ sí kantiana, el noúmeno, es? ¿No si es como la
tinguir entre sueño y vigilia, aunque nos llenemos captamos, sino si es? Esta pregunta canceló para
la boca con "sueños RAM", "interpretación de los muchos a la metafísica, pues si, como muestra
sueños" o "neurotransmisores"? Kant, no podemos salirnos del sujeto que somos
Descartes, con su educación jesuítica, conocía para captar el noúmeno tal como es y, por tanto,
perfectamente la distinción medieval entre "ser real" resulta necesaria y absolutamente desconocido
y "ser pensado" y cuando hablaba de los sueños ya que si lo conociéramos se transformaría e�
sabía que, aunque pudieran no tener un referente, fenómeno, es decir, en representación en la
sin embargo, sí eran. Los sueños tienen un tipo de c ?nciencia, entonces no se puede saber siquiera
existencia: son como cualquier otro ente pensado: s1 es. Que no podamos saber nada del noúmeno
la sirena, el hipogrifo, los números y todos los seres del ser-en-sí ¿lo vuelve nada? No necesariamente �
de esta especie . ¿Por qué, entonces, Descartes in­ pero el que no podamos saber nada del ser-en�
siste en borrar la frontera entre la vigilia y el sueño sí, ¿lo vuelve algo? Tampoco necesariamente.
si consideraba que los sueños eran? Por una razón ¿El ser-en-sí es? La respuesta rigurosa es: no se
muy sencilla: los seres pensados no eran los que es­ sabe.
taban en jaque en su planteamiento, sino los seres Es frente a este no se sabe que la falta de
reales; no eran los sueños los que estaban en duda, frontera entre sueño y vigilia advertida por Des­
sino la realidad. La certeza de que también la reali­ cartes resulta valiosísima, pues inclina la balanza
dad depende del pensamiento, que no es al margen de la indeterminación hacia el lado que afirma que
de éste, eso es lo que se agita en el fondo de la duda lo que es no es. Porque, en efecto, bien pudiera
cartesiana. suceder que todo aquello que nos representamos
Giremos una vez más: preguntemos ¿el ser cuando estamos despiertos fuese de la misma natu­
es al margen de la conciencia?, ¿es algo más allá raleza de lo que nos representamos en sueños . Por
I 04 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 105

ello es forzoso preguntar: ¿qué garantía nos brinda escribir estas palabras es una rea]idad común que
de su existencia el ser real más allá de nosotros? está presente para varias personas. ¿Será suficien­
Hay muchas propuestas, pero son tres los te este argumento? De ningún modo, pues esas
argumentos que nos parecen primordiales: se dice "varias personas" que certifican que la mesa está
que la realidad no es una alucinación, porque es aquí bien pudieran ser parte de mi sueño como la
transubj etiva, es decir, porque es captada en común propia mesa; también ellas podrían ser marionetas
por varios sujetos. Se dice que la realidad no es oníricas inventadas por mí.
mera quimera porque en la práctica tropezamos Pero alejémonos de la argumentación de Des­
con su estructura y si no conociéramos esa estruc­ cartes y echemos a volar la imaginación un poco
tura nuestro proyecto fracasaría. Se dice que la para ofrecer otros argumentos contra la garantía de
estructura de la realidad está escrita en caracteres la transubjetividad: si esas "varias personas" cre­
matemáticos y que esta falta de misterio es lo real­ cieran tanto que adquirieran la talla de Microme­
mente misterioso. gas, el gigante inventado por Voltaire, ¿verían la
Revisemos estas tres garantías, o sea, siga­ mesa?, ¿habría mesa para esas "varias personas" si
mos girando: ¿qué aportan a la existencia del ser su tamaño aumentara al grado de apoyar no un pie
la alucinación co]ectiva, qué el yerro como clave en la Tierra y el otro en la Luna, como Micromegas,
y qué la ductilidad matemática de nuestro sueño? sino si el talón estuviera en el Sol y la punta del pie

)
Pongamos al ser bajo sospecha, que pruebe que en Plutón?, ¿qué experiencia de la mesa tendrían si
realmente es. su tamaño fuese cósmico? ¿Qué pasaría, en cambio,
'f\ Garantía l . La transubj etividad de una ex­ si en lugar de crecer disminuyeran y alcanzaran la
periencia garantiza que esa experiencia cuenta magnitud de un virus?
� �
con un ser más allá de a subj �tividad indivi ual: En el primer caso, si crecieran, no captarían
mis sueños son una realidad pnvada, en cambio la la mesa, porque para ellas sería tan imposible como
mesa sobre la que en este momento me apoyo para para nosotros lo es un átomo; y en el segundo, si
106 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 107

disminuyeran, tampoco captarían la mesa, pues ser humano que la atestigüe? ¿Qué es el ser que no
pasarían de forma holgada entre sus moléculas. se presenta ante el hombre? ¿Qué es el noúmeno?
Pero alejémonos también de este contra argumento ¿Será? No se sabe, pero lo que sí podemos concluir
'1 y echemos ahora a volar el tiempo: ¿qué será de es que si el ser es lo que se presenta, entonces, al
esta mesa y qué de las "varias personas" que hoy la margen del hombre no hay ser, pues la presencia
atestiguamos si transcurriesen cien años? Supon­ es presencia ante alguien. Sin una conciencia que
gamos un buen futuro para todos: concedamos que lo atestigüe el ser pierde su nota más destacada: la
la mesa ha sido puesta en un museo y que las "varias flagrancia.
personas" que hoy atestiguamos la presencia de la Garantía 2. La prueba de que el ser es al
mesa estamos en la historia junto con nuestro tes­ margen de la conciencia la da el hecho de que el
timonio acerca de la mesa. D�mtro de cien años, mundo se resiste a rendir sus frutos si no se tiene
el argumento de la realidad de la mesa apoyado una idea atinada de su estructura. En la práctica
en la transubjetividad seguiría siendo válido, con­ se ha dicho, se descubre la racionalidad de lo real,
cedámoslo; pero dejemos que pase más tiempo: literalmente, la verdadera ontología, pues si no se
un millón de millones de años, por ejen1plo. Este conoce adecuadamente cómo es lo que es, no es
tiempo es un plazo razonable para entender que no posible extraer al mundo ningún provecho, y suele
sólo el museo que conservaba a la mesa, sino la ponerse a la aviación como ejemplo de esta garantía:
historia que conservaba a los testigos de la mesa y los seres humanos, se dice, quisieron volar desde
también todas la personas que hayan compuesto la siempre y sólo lo consiguieron cuando lograron
humanidad, las que pasaron y las que no pasaron conciliar la ley de la gravedad con las leyes de la
a la historia, ya no estarán en ningún lado, pues aerodinámica. Estas leyes representan cómo es lo
para ese entonces ya ni siquiera habrá rastro del que es.
sistema solar. La historia no tiene historia a la cual Los ejemplos podrían multiplicarse casi
pasar. ¿Qué es la mesa cuando ya no exista ningún al infinito, pues la hegemonía del hombre en el

- 1
J 08 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 109

planeta prueba que los conocimientos científicos Y el artefacto se apoya o no en un conocimiento rigu­
tecnológicos dan cuenta fiel de cómo es lo que es rosamente establecido, es decir, si el conocimien­
y, por ende, si lo que es tiene una estructura, una to que el artefacto supone forma parte o no de un
racionalidad que conocemos, esto confirma que el sistema de conocimientos que se sostenga en un
ser es al margen de la conciencia humana. fundamento incontrovertible; no importa si hay o
Esta garantía parece concluyente, pues resul­ no algún fundamento; lo decisivo es que los arte­
ta tan aparatosa la avalancha de los descubrimientos factos funcionan. El criterio pragmático se impone
actuales, su impacto, su efectividad, que poner en como un dogma y los asuntos del sistema del cono­
duda el buen tino de los conocimientos en los que cimiento y del fundamento del conocimiento sen­
la tecnología se basa sería arriesgarse a ser tachado cillamente se ignoran. Los conoc imientos exitosos
de loco: ¿cómo dudar de Newton, si gracias a sus actuales a veces se apoyan en hipótesis, en hipóte­
ecuaciones diferenciales se puede enviar una nave sis operativas y sobre eso se avanza y, a veces, ni
hasta Saturno y no errar el blanco por millones de siquiera sobre eso: se investiga por ataque, pues lo
kilómetros? ¿Cómo dudar del conocimiento gené­ que mueve la investigación no es aclarar qué es, ni
tico si en el supermercado se expenden frutas que siquiera cómo es, sino cómo se resuelve, es decir,
proceden no directamente de la naturaleza, sino de cómo se logra una meta de manera más fácil. En
la manipulación genética? ¿Cómo dudar de la elec­ medio del frenesí que provoca la efectividad tec­
trónica, de la cibernética, del conocimiento en que nológica, el fundamento es un asunto olvidado.
se apoyan las telecomunicaciones, si desde la co1:11- Los artefactos funcionan, eso es todo. No se trata
putadora uno puede entrar en contacto con cualquier de más. A ningún tecnólogo se le ha ocurrido que
otra persona sin que importe el lugar del mundo en lo que funciona se apoye en lo que es; ninguno se
el que se halle? ha detenido a pensar que detrás de la efectividad de
La tecnología funciona. Esta parece ser la su artefacto pueda encontrarse un fragmento de la
certeza más firme en nuestros días. No importa si estructura de lo real.
1 1O
La rebeldía de pensar • 111
• áscar de la Borbolla

Pero así como más arriba veíamos que la so-


' y nos ha parecido obvio que así ocurra; sin emb
argo,
fisticada bioquímica de los sueños no zanja la fron- de ninguna manera es un asunto obvio. La prim
era
tera entre el sueño y la vigilia, así tampoco la mul­ vez que algo se descubrió como esencial
mente
tiplicidad de inventos de hoy prueba la existencia matemático, hizo que su descubridor se postrar
a ante
del ser al margen de la conciencia: el que el mundo los números y comenzara a adorarlos. Esto
ocurrió
actual sea una pesadilla de tecnólogos no le quita cuando Pitágoras descifró la armonía: esa agra
dable
que bien pueda ser un sueño, un sueño escenificado combinación que se da entre los sonidos y
que no
en un enorme supermercado de productos. Ya en es otra cosa que la relación de una cantidad
con sus
la época de Descartes había tecnología suficiente: múltiplos y sólo con ellos. Así, el sonido
que pro­
molinos de vapor, armas de fuego, etc . , como para duce una cuerda completa al ser pulsada es arm
ónico
oponer la efectividad de esos inventos a la duda con los sonidos que emiten algunas seccione
s de esa
cartesiana. Sin embargo, hoy como entonces, la cuerda. ¿Con cuáles? Únicamente con las
seccio­
duda cartesiana sigue siendo válida, pues el que nes de la cuerda que se encuentran marcada
s por los
algo funcione ante nosotros lo único que muestra múltiplos de la longitud total. Si la cuerda es


pulsada
es que es ante nosotros, es decir, que es fenómeno en un punto que no sea un múltiplo de la
longitud
y no noúmeno: representación en la conciencia. total el sonido que surge es inarmónico. ¿Qu
é es un
Garantía 3. La ductilidad matemática del múltiplo? La cantidad que contiene a otra
exacta­
mundo se presenta como otra garantía de la realidad mente: 5 es múltiplo de 1 O porque cabe exa
ctamente
de lo real, de que el ser es al margen del hombre. Re­ dos veces; 7 no es múltiplo de 1 O porque
- cabe una
visemos este planteamiento: todos hemos oído que vez y sobran 3 . Los múltiplos son aquellos
divisores
el conocimiento de la naturaleza alcanza su plenitud que dan por resultado un número entero:
¿por qué
cuando se matematiza, cuando la realidad sobre la los sonidos son annónicos sólo cuando entr
e ellos
que versa el conocimiento puede ser representada existe la relación que hay entre los números
de una
por símbolos matemáticos y cifrarse en una ecuación,
112 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • JJ 3

división exacta? Pues, porque la realidad es número, 3 . 14, o sea, una proporción muy cercana al con

decidió Pitágoras. cidísimo número Pi.
Son incontables los esqueletos matemáticos La cantidad y diversidad de estos esqueletos
que están detrás de las cosas: otro muy conocido matemáticos presentes en la naturaleza llev
aron a
es la famosísima sucesión de Fibonacci: una nu­ Einstein a una pregunta crucial: "¿Cómo es
posible
meración que se obtiene con el sencillo truco de que las matemáticas, siendo después de
todo un
partir de dos unos y generar el siguiente núme­ producto del pensamiento humano, indepen
diente
ro sumando las dos cantidad�s anteriores: 1 , 1 , 2, de la existencia, estén tan admirablemente
adap­
3, 5, 8, 1 3 , 2 1 , 34, 55, 89, 1 44, etc. Una sucesión tadas a los objetos de la realidad?" Y es
también
arbitraria que se va generando a partir de dicha Einstein quien afirma que lo verdaderamente
mis ­
convención y que, sin embargo, aparece en muchos terioso de la naturaleza es que no sea misteri
osa es
lugares de la naturaleza, pues, las hojas crecen en las decir, que sea un libr o, como dec ía Galileo
en caracteres matemáticos. En igual sentido
;
, esc ito
ramas separadas por una distancia que corresponde , John
con la sucesión de Fibonacci, y no sólo, también D. Barrow, uno de los más destacados cos
mólo­
está en el número de pétalos que muchas flores pre­ gos actuales, formula desde la misma mar
avi llada
sentan: 3 los lirios, 5 los geranios, 1 3 las caléndulas, perspectiva de Einstein la asombrosa coin
cidencia
2 1 los ásteres y 34, 55 u 89 las margaritas. Y tam­ entre la realidad y los número s: "Más de
una vez
bién aparece una sorprendente relación matemática hemos podido ver cómo alguna abstrusa
fónnula
entre la distancia lineal que tienen los ríos desde su matemática, inventada hace cientos de
años por
nacimiento hasta su desembocadura en el mar y la puro placer intelectual, resulta describir
exacta­
distancia que esos mismos ríos recorren realmente mente los más recientes descubrimientos
en las
al seguir las anfractuosidades que el terreno les fronteras de nuestra investigación de la estr
uctura
impone: esta proporción es en promedio de 1 a del espacio interno de las partículas elementa
les de
la naturaleza o del espacio exterior de las estr
ellas
La rebeldía de pensar • 115

I 14 • áscar de
la Borbolla

ta el Premio sólo declaran su asombro) sí hay una relación en­


de las gala xias " .4 Y lo mismo apun tre esas reglas rigurosísimas y la estructura del ser.
y do dice: "La irrazonable
Nobel Eug en Wign er cuan La división entre unos y otros la da la actitud de
las mate 1náti cas en la desc ripción de la
eficacia de repulsa o simpatía frente a la afirmación platóni­
realidad". 5
os matemáti- ca de que "Dios es un geómetra". La postura de
Sin embargo, hay también much de la idea que está
.
quienes comulgan con Platón, con todo y los dis­
cos que abier tam ente se apar tan tinto� matices que puedan presentar, es la que aquí
en dich o aso mbr o: la idea de �ue la es­
implícita ca: el colectivo Bour­ nos mteresa: la postura de aquellos para quienes
tructura de lo real es matemáti padr e del Formal�s�o, las matemáticas sí son significativas, sí describen
baki y antes que ellos , el la estructura de lo real, porque, entonces, lo real
Hilb ert, argu ment an que las matemati �as
David por tanto las relac.10- e� re�l o, mejor aún, el ser es al margen de la con­
no son sign ificativas , y que máticas no son smo c1encia y las matemáticas son el instrumento de
nes entre la reali dad y las mate dos órdenes totalmente conocimiento más potente: Las matemáticas son
una m era coin cide ncia de ontografía.
Esta dife renci a entr e l ? s mat�máticos es
ajenos. esc mde ab1smalmente .
El divorcio de los matemáticos está muy
digna de mención, porque máti cas: para unos , el lejos de poder allanarse, pues hay continentes
la c oncep ción de las mate enteros de esta ciencia que ciertamente no tienen
sami ento mate mátic o es un . juego forma� de ningún correlato con la realidad (con la conocida
pen o a la re�hdad
al menos) o, para decirlo de un modo más claro ;
imas regl as, pero tan ajen
rigurosís os i�al de �1guro­
como lo pueden ser otros jueg el black-Jack. Mientras
hay muchas flores cuyos pétalos no guardan nin­
sos: el ajedrez, el póquer o inte resa (así no se , a�re­ guna relación con la numeración de Fibonacci.
que para el grup o que nos No e� del todo inválida, por tanto, la impresión
decl arar abie rtam ente que las matematicas
van a y prefieran colar esta que tienen los del colectivo Bourbaki acerca de
son la racionalidad de lo real ulaci ones en las que los matemáticos no formalistas, a quienes tachan
convicci ón a trav és de form
Mondadori,
?, Grijalb o
mundo es matemático
D ., ¿·Por qué el
4 Barr0w, J·ohn
Barcelona, p. 1 2 . ona, 1998,
ros, Tusquets, Barcel
allá de los núme
s
John Allen, Más
Paulos,
p. 104.
116 . áscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 1 J 7

de numerólo gos; pero, a su vez, no es invá li�a claración de asombro: "Es misterioso que no
haya
tamp oco la impr esión que tiene n los .no form alis­ misterio". . . Pero, sea con palabras de prepoten
cia
tas respecto de los formalist as, a quienes acusan o de humildad, la declaración no varía: en el fond
o
de avestruces por meter la cabeza en un hoyo for­ está la seguridad de que se conoce lo que es,
y que
mal con tal de no encontrarse con el Teorema de fo que es es real .

Godel que rompió las esperan�as e . encontrar la De hecho esta convicción no es privativa de
cons isten cia de los sistemas ax10maticos que tan­ los matemático s, sino , en general de los científic
os,
to ilusi onaba a H ilbert, pues , si se hubiese logrado de todos aquellos que creen conocer. En el cono
cer
demostrar dich a cons istencia, las matemáticas se está la clave, pues, en todo conocimiento se
da la
habrían podido independizar com pletament� del presunción de que hay algo que se conoce,
que
mundo y ningún matemático podría presumrr de conocemos algo de algo .
ontógrafo. . ¿Cuándo creemos conocer? Cuando hemos

11 A noso tros, de esta disc usió n, que obvi a­ encontrado una regularidad, cuando algo vue
lve a
mente hemos simplificado, nos interesa la pos�a suceder del mismo modo. Lo que se da siempre
de
1 que sugiere Einstein: que la naturaleza no se� �rus­ la misma manera es lo necesario, mientras que
lo
teriosa pues está escrita en caracteres matemat1 cos, eventual es mero accidente. Este requisito era
tan
pues ello impl ica, sin la � etul�ncia de Heg el, que indiscutible para Aristóteles que proscribió a
la his­
las matemáticas son la rac10nahdad de lo real y, por toria del campo del conocimiento con aquella
fa­
tanto, que lo real es más allá del hombre. H �gel lo mosa afirmació n: "del accidente no puede
haber
,
decía de la dialéctica en su Ciencia de la logzca con ciencia". E l conocimiento es conocimiento
de las
una megalomanía apabullante: "He descubierto l �
s constantes, de la regularidad, de lo que se man
tiene
leyes desde las cuales Dios piensa, desde s� ete�1- idéntico o se da del mismo modo. O dicho de
otra
dad inmutable, el devenir de las cosas"; Emstem Y manera: lo que buscamos al conocer es lo esta
ble '

compañía, en cambio, sólo lo sugieren con su de- lo que permanece, lo que es. Y no importa
si Jo
118 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 119

ra�a de
que es está completamente quieto o si se �
quarks (partículas cuya dimensión anda alre
dedor
1e�to de una trillonésima de metro) y, más aún
un proceso, pues los procesos que el conoc1m , cómo
E l ar­ puede hablarse de supercu erdas ("bucles
busca son también los regulares: los estables . uni di­
the, mensionales vibrantes que pos een un filam
bol frondoso de la naturaleza, como decía Goe ento
es disecado para poder representarse como
�on�­ infin itamente delgado")?6 ¿Qué represen
tan los
etl­ dos �ilares de la física actual: la relatividad
cimiento cien tífic o. Se abstraen detalles, se smt . general
leyes, de Emstem
za la diversidad hasta obtenerse conceptos, y la mecánica cuántica, y también qué

11 ecuaciones o esqueletos matemáticos que


sentan lo real. La vibrante y versátil diversid
repre­
ad del
pau­
representa la reciente Teoría de Cuerdas que
hacer compatibles la relatividad y la cuántic
Teoría del Todo? Pues representan, sencilla
busca
a en una
mundo es decantada hasta que se obtienen sus mente
tas: el esqueleto matemático que rige las cosa
s del m�tafísica matemática, ontografía, apoyad
ax10ma: lo real es número. Aclaro que
a en e l

mundo. al llamar
La convicción de que lo real es matemáti- "metafís ca matemática" a estas teorías no
preten­
de la do, de nmguna manera, invalidar sus por
co es la que permite a los físic os ir más allá tentosos
hay un descubrimientos ni su validez, sino tan sólo
frontera de la experimentación directa, pues ubi­
emos carlas: most�ar el axioma en que se asientan
límite en la región de lo pequeño que no pod , pues,
los f�­ aunque pudieran ser, lo concedo, complet
trasponer, aquel que ilnpone el tamaño de amente
, ueno verdaderas y constituir la más acabada exp
tones: no podemos observar lo que sea mas �eq licación
c�m?s de cór_no es el universo, están, sin embarg
que un fotón, porque al iluminarlo lo �odifi
con la tosquedad del fotó n. Y hay tamb1en un

i�ite un bnnco al suponer que la realidad no sólo
.
o, dando
es así '
tes smo que es más allá de la con cien cia.
en temporalidad: el tiempo que rebasa los limi
an­
de la existencia humana: más allá del hombre, Ya es hora de que el asombro de Ein stei n
se
sin transforme en pregunta: ¿Po r qué es pos
tes y después, todo es cálculo. ¿Cómo puede, ible que
e de las matemáticas, siendo después de tod
embargo, irse más allá? ¿Cómo puede hablars o un pro-

6 Greene, Brian, El universo elegante,


Crítica, Barcelona, 2002 , p. 28.
La rebe/dfo de pensar • 121
J 20 • áscar de la Borbolla

ependiente de das nuestras representaciones exactas del universo


dueto del pensamiento humano, inden adaptadas cuando no exista el hombre? Mera fantasmagoría,
la existencia, estén tan admirablem te un sueno_ coherente, sistemático, matemático que
a Jos objetos de la realidad? os. de la se desvaneció. Y ¿qué habrá tras este sueño? No se
Porque, finalmente, tanto los objetnc 1en . :
c1 sabe: jamás habremos sabido nada del ser.
realidad como las ma tem áti ca s so n en la co �
, pu ed en
las matemáticas no alcanzan al no�
.u

lizar el espac10 Por lo visto, las tres garantías que ofrece el ser
haSta los confines del universo, mode o representar el para probar que es al margen de la conciencia no
cósmico con la geometría de Rimaan fre ica ue s resultan concluyentes. ¿Qué hay afitera, más allá
espacio cuántico como un a espum uedené� ma�s all:a del hombre? No se sabe. ¿Estaremos en un callejón
retuerce sobre sí misma; ero no los físicos tienen
u
sin salida, condenados a dar de vueltas en tomo a
delfenómenQ,. Los matemáticos yeta Pedro Garfias una aporía? Si así fuese valdría la pena, no obstante
clmismo derecho que tenía el po sueño./ Donde . .
segmr girando ; pero los giros no pueden darse sobre
'

cuando decía: "Dejadm e saber mi�stos cientí�cos l �s mismos pasos, ya que pensar no es repensar;
yo pongo los ojos/ Todo es cielo". eno, de como sm embargo, ¿hacia donde seguir?, ¿cómo afinar
saben mucho del sueño, del fenoms; pero respecto la pregunta "¿por qué hay ser?" cuando el ser está
son las cosas ante y para nosotro invicta la frase: bajo sospecha, cuando se duda de si realmente es?
del ser al margen del hombre, sigue Hay un camino que fue el que recorrió Des­
no se sabe. s que c�rtes, precisamente, en la "Segunda meditación":
Todavía podría decirse: si no hayátimá s1 el ser es representación, sueño o idea, hay, por
fenómeno, si efectivamente
las matem cas en­
entonces can­ lo menos , un ser que sí es: que no es mero pensa­
cuentran la estructura delfenómeno,slo , podríamos
.
miento smo. una realidad �� � qu.e_se hacen pre­
celemos el noúmeno. Sí, cancelémo á �e toda esta sentes los 12�ientos: el �o, �
responder; pero, entonces, ¿qué sec1m �
to, de to- Este yo no es un pensamiento más, sino un ser
aventura que hemos llamado cono 1en
122 • áscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 123

de las rio que mi ser me haya sid o dado por


que es el fundamento de los pensamientos, otro, que mi
es �o se
representacion es, de los sue ños . Descart .
1ento
ser venga de un ser que sí sea sufic
. .
existencia de Dio s se deduce de la insu
'
iente. As í la
cansa de llamar claro y distinto al conoc1m fici enc ia
Medi­ del soy cartesiano. Si soy, entonces Dio
del yo que, para él, en ese momento de sus
taciones, es el único ser que realmente es. ,
"? na es, Y no sólo es, sino que, por necesidad
s también
lóg ica , es
ucc10n, f1.1erza que sea el ser por antonomasia.
certeza que no es el resultado de una ded .
ediata:
de una infe ren cia, sino de una intuició n inm El ser de Dios y luego el ser
del mundo
que es son r�sultado de la lóg ica : Dio s es por
Descartes se da cuenta, se apercibe, que es, . que el yo
o, es el cartesiano e� msuficiente y el mundo
mientras pien sa y que él, su pensamient es porque en
context� l � suficien
. cia
úni co ser que realmente exis te. Así , en el de Dio s está implícita la bondad, y
¿por que s1 es bueno no engaña: el mundo, por
de la "Segunda meditación", la pregunta la nota de
soy?, bondad que figura en la definición de
hay ser? equivale estrictamente a ¿por qué Dio s, no es
ya que no hay ningún otro ser por el ��al
pregun­ mero sueño, sino que también es, ya que
en el caso
contrario Dios sería un burlador: Él
tar, pues el resto es sueño, representac1 0n.
¿Po r qué soy ? es una pregunt� qu.� es­ 1?, todo lo que pos eo y com o pos eo sentido
me hizo con

cartes "resuelve" en la "Tercera meditac


1on Y
.
' n� haber un mundo real que captar, si no
s no puede
lo hubiera,
la resp ues ta con duc e a D10 s. D10s sería un burlador, o sea, imperfe
ahí como es sabido, cto.
¿
¿P r qué a Dio s? Por que en el análisi � que
hac e
ser pen­
Resulta interesante el planteamiento car
siano porque en él hay, por lo menos,
te­
Des cartes del ser que le con sta: su propio un ser que sí
para �ue se ha encontrado, que sí exi ste: el yo·
sante, no encuentra una razón suficiente los demás
exis ta: no halla una raz ón que le permita con
ceb1rs �
como s1
Dio s Y el mundo, son resultado de
lóg i�a , de una lóg ica que está muy

l deducció �
como un ser capaz de autoproduc irse y, . lejos de ga­
como rantizar la realida
es, concluye que alguien, Dio s, lo produj o: d, pues, como bien exp licó Kant
esa- en su Critica de la razón pura: "el
soy un ser sin razón suficiente para ser, es nec ser no es un
124 • áscar de la Borbolla

truir un razonamien-
predicado" : no basta con cons
defimc1on, para que se
· · '

to conecto, alcanzar una .


a (no lóg ica , sin o rea lm en te) denvar el ser de 3 . ¿POR QUÉ SOY?
pued
algo. .
encontrada rea/-
En suma, la ún ica realidad
de los seres pueden ser
1 mente es la del yo . El resto
sólo representaciones en la co nc
.
ien cia :
fi
· ,

enomeno s
Aquí no se trata ya del sentido de la existencia, del
deambular inquieto que busca a qué entregar la vida,
1 o sueños, da igual. ¿E l ser
es? No se sabe. sino de esclarecer en qué consiste ese ser que, tanto
para Descartes como para nosotros, es el único que
posee una realidad indiscutible: ¿qué es ese yo en
el que se presentan los sueños? ¿Qué es ese alguien
ante el que el ser parece ser? ¿Qué es ese alguien?
¿Por qué hay alguien?
/ Descartes desmenuza este ser, su yo, y des­

cubre que no es poco lo que como ser pensante


contiene: es, nos dice, una realidad que quiere y no
quiere, que siente, que recuerda, que sueña, que en­
juicia, en suma, una realidad que piensa y que está
llena de representaciones, de ideas. Luego revisa
las ideas que se presentan en su conciencia y las
clasifica en dos grandes grupos: aquellas que pueden
ser resultado de él mismo, es decir, sueños, y las
que no pudo haber generado por sí mismo, o sea,

1 25
126 • áscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 127

representaciones que han de venir de otro ser que pr·�rnunciada entre el pensar y lo pensado, pues
es más allá de su conciencia. Esta segunda clasifi­ 1 1 11ontras que el pensar es real, lo pensado es tan
cación, de hecho, sólo incluye a Dios, pues Dios es ú l o idea, representación, sueño. Cuando Descartes ·
el único que posee la perfección y como no es po­ '\ L' desvía -y lo hace inmed iatam
ente- hacia el
sible, nos dice, que haya más realidad objetiva en el :isunto de la clasificación de las ideas que contiene
efecto que en la causa, entonces la idea de Dios no s�r pensar abandona el esclar ecimi ento del pensa
r,
pudo formarla el propio Descartes, pues es un ser L' I esclarecimiento del soy; ciertamente lo
bautiza
imperfecto. Así, siendo Dios un ser perfecto tiene uomo el conocimiento más claro y más distinto,
más realidad objetiva que él. Luego, si posee la idea o sea como una intuición inmediata;
pero no dice
de Dios es necesario que Dios se la haya dado y, por más. Está más preocupado por analizar lo pensado
tanto que exista más allá de su conciencia: que Dios q �e el pensar. El soy no es más una sustancia que
sea una realidad de veras. Con estos argumentos, piensa, que se representa en ideas, ¿pero en qué
evidentemente resumidos, Descartes resuelve las consiste esa realidad? Ese asunto, que es el asunto,
preguntas ¿qué soy? y ¿por qué soy? Soy un ser que se queda hasta ahí, o sea, la grave pregunta ¿qué es
piensa y soy porque fui creado por Dios. Veamos de e l soy? no se resuelve, se soslaya.
cerca estas respuestas: Respuesta 2. ¿Qué significa que soy porque
Respuesta 1 . ¿Qué significa que el soy sea fui creado por Dios? En esta respuesta en aparien­
un ser que piensa? Que ser y pensar son lo mismo, cia se ofrece un segundo rasgo del soy: el soy es in­
pero no porque el pensar se aj uste al ser y se suficiente, no se basta a sí mismo y, por lo tanto, se
conesponda con él de acuerdo con la concepción de trata de un tipo de ser que requiere que la existencia
verdad que sostenían los medievales: la adecuación le sea dada por otro. Este rasgo, Descartes lo extrae
del intelecto con la cosa, sino porque no hay más aparentemente del soy, pues dice que si él, la única
ser que el pensar: el pensar es la única realidad realidad que le consta, se hubiese dado la existen­
y, además, significa que hay una diferencia muy cia, si tuviese ese extraordinario poder, se habría
\1
J 28 • áscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 1 2 9

dado un ser colmado de conoci1nientos y no un ser :isí, raquítico?, o incluso, ¿si a ciencia cierta sólo
que sólo posee dudas. Luego entonces, si su ser se sabe que es, por qué no es posibl.e que sea desde
identifica más con la duda que con el conocimien­ siempre? En Descartes se sabe poco del soy: sólo
to, no pudo darse el ser a sí mismo, sino que se lo que es idéntico a pensar, y se sabe poco de ese pen­
dio otro. Si yo existo, entonces Dios existe y fue él sar; en cambio, se sabe mucho de lo pensado: de
quien me creó. Decimos que Descartes sólo en apa­ las apariencias, de los sueños. En suma, tampoco
riencia extrae la nota de insuficiencia del soy, del se responde a la pregm;ita ¿por qué soy? ya que, en
pensar, pues lo que ocurre es que la saca del análi­ sentido estricto, la insuficiencia no surge del análi­
sis de lo pensado: suficiencia e insuficiencia son sis del soy, del pensar, sino de l o pensado, o sea, de
términos interdependientes que resultan de la com­ aquello que bien pudiera ser mero sueño.
paración. Pero, ¿con qué se pur.de comparar el soy Ensayemos otro camino, aunque nuestro
si es la única realidad efectiva? Con una "realidad" punto de arranque sea también el soy, ya que, en
aparente, con "algo" que aparece entre lo pensado. efecto, es la única realidad indudable. ¿Qué más
El rasgo de la insuficiencia, Descartes no lo obtiene puede saberse del soy?, ¿es ante él o en él que se
del análisis del pensar, sino del análisis de lo pen­ presentan las ideas? El sentido común indica que es
sado. Es por descubrir entre sus pensamientos la ante, pues tenemos la impresión de que las repre­
idea de Dios por lo que puede compararla con el soy sentaciones, los fenómenos son ajenos a nosotros y
y derivar que éste es insuficiente. Pero, en sentido que están ante nosotros; sin embargo, por lo que
estricto, Descartes le achaca al soy un rasgo que hemos visto, más bien aparecen en nosotros. ¿Cómo
no necesariamente le pertenece, la insuficiencia, designamos ese "escenario" -por llamarlo de algún
pues, si en verdad sólo sabe que es, ¿de dónde se modo- donde aparecen las representaciones? Con­
saca esa generosidad para consigo mismo?: "Si me ciencia es su nombre. Ese es el en donde danz�� l;s
hubiera dado el ser me lo habría dado colmado de fenóm enos, donde se distribuyen de acuerdo con la
conocimientos". ¿Por qué no pudo habérselo dado perspectiva hasta cubrirlo todo: la conciencia está
130 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 1 3 1

completamente poblada de representaciones; en­ es el problema, pues ese mundo está muy lejos de
carada a las apariencias y éstas se presentan hacia resultar indudable.
donde quiera que la conciencia se dirija: el soy es La llamada realidad virtual está soportada
un centro, un centro, que hace las veces de punto por pixeles; mientras que el mundo, el conjunto
de fuga no de una esfera, sino de un esferoide que ele representaciones ordenadas y significativas, de
se deforma según los intereses de cada quien; el soy fenómenos, está soportado por la conciencia. ¿Qué
es el centro de una sala de cine cuya pantalla nos es el soy que da fundamento a las representaciones,
envuelve; pero, a diferencia de lo que ocurre en el al mundo? La respuesta es que el soy es lo único que
cine, aquí tenemos la impresión de que entramos es. Se trata de una respuesta exacta y, sin embargo,
en la película, de que nos movemos en ella, de que no pasa de ser más que una mera tautología.
actuamos en ella, de que estamos en ella y de que es Demos otro giro para seguir: si del soy, del
ella el fundamento del soy; pero ocurre a la inversa, pensar, de la conciencia, sólo sabemos que es y
pues todos esos fenómenos que danzan suceden es desde que nos consta, entonces mejor debería­
en la conciencia y es ésta la que Jos funda: el soy mos decir que está siendo. El estar siendo implica
es lo que le da ser a las representaciones. La me­ no sólo que el soy se mantiene, que es, sino que
jor analogía no es, por tanto la de una sala de cine, transcurre. El transcurrir parece implicar que ha
sino la de la realidad virtual y por ello, ¿por qué sido desde algún momento y será hasta algún mo­
no decirlo?, resultan más reveladoras las películas mento, o sea que tiene una duración determinada;
Matrix que la obra Ser y tiempo, donde Heidegger pero ¿será forzoso que el transcurrir implique
da por sentada la realidad del mundo al decir que límites? No necesariamente: los límites tempora­
el Dasein es un ser-en-el-mundo: ¿en qué mundo, les de nuestra conciencia los inferimos siempre
en qué realidad: la nouménica o la fenoménica? El desde la conciencia, o sea, cuando estamos siendo:
que para Heidegger esta distinción no sea problema la experiencia propia de la conciencia es más bien
de un presente eterno. Para ella, ella siempre está
1 32 • áscar de la Borholla La rebeldía de pensar • 133

porque no se encuentra con sus límites: cuando .,omos. En nada afecta, pues, ni a los vivos ni a los
se imagina el antes (antes de su nacimiento) o el muertos, porque para aquéllos no está y éstos ya no
después (después de su muerte) ambos límites son :m n."7 La muerte no se encuentra con la conciencia
concebidos desde la conciencia: siempre desde el porque, precisamente, en eso consiste la muerte: en
soy. Hasta en aquellas ocasiones en que nos repre­ l a supresión de la conciencia. Aquí, no nos interesa
sentamos nuestro entierro, como ocurre precisa­ discutir dicha definición ni la "deshumanización"
mente en el poema "Límites" de Borges: "Creo en de la muerte, o sea, que se la conciba como un
el alba oír un atareado/ rumor de multitudes que se acontecimiento ajeno al ser del hombre, nos inte-
alejan;/ son los que me han querido y olvidado;/ 11esa, tan sólo, la idea implícita en dicho argumento:
espacio y tiempo y Borges ya me dejan", uno se que la conciencia no se encuentra con su límite y
sitúa como el testigo intruso que falsifica la reali­ que, por tanto, la experiencia que tiene de sí misma
dad de esa muerte, pues es uno el que está tendido es de eterno presente.
y uno también el que, desde una perspectiva aérea En Sartre el planteamiento es semejante,
-o subterránea, como en el caso de Borges- asiste aunque, por supuesto, la terminología se enrarece:
a su funeral y contempla la conducta de sus deu­ mi muerte, dice, es un "irrealizable de realizar"8.
dos. La conciencia, el soy que está siendo se ex­ ¿Qué significa esto? Significa que todo lo que nos
perimenta siempre como presente, como presente atañe es forzoso que se dé en nuestra situación
eterno. Esta idea puede encontrarse en la epístola y que como la muerte es el límite externo de esa
que Epicuro envió a Meneceo y en El ser y la nada situación no puede darse en ella más que de una
de Sartre. Revisemos esos planteamientos: forma fingida: como algo que se interioriza sin que
"Así -decía Epicuro-, el más terrible de los pierda su ajenidad. El "irrealizable de realizar" es
males, la muerte, nada es para nosotros, porque ese límite de mi situación que debo interiorizar
cuando nosotros somos, la muerte no está presente para poder comprenderlo, pero al introducirlo entra
y, cuando la muerte está presente, entonces ya no con el significado de irrealizable. Nuevamente, no

7 Epicuro, Epístola a Mencceo, frag. 125.


8 Sartre, El ser y la nada, cfr., p. 649.
134 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 135

nos interesan aquí las diferencias entre Sartre y l'lerno presente, la pregunta que más se antoj a es:
Epicuro: es evidente que en Sartre la muerte no es ,,no seré Dios?
ajena al ser del hombre, no es lo inhumano. Lo que Oigo en mi imaginación las sirenas de las
de aquí nos importa, una vez más, es la experiencia ambulancias psiquiátricas y recuerdo al Husserl de
que el hombre tiene de su límite como algo que se las Meditaciones cartesianas que cambia el plural
le escapa: ¿cómo experimenta Sartre su situación mayestático de la primera persona, el "nosotros ",
si la muerte es un irrealizable? "Somos eternos por el solitario "yo"; me lo imagino forcejeando
en tanto que no morimos", responde, o sea que la dentro del solipsismo sin poder salir y sin atreverse
experiencia es también de eterno presente. a plantear la demencial y, sin embargo, consecuente
El límite al que se refieren estos filósofos pregunta que acabamos de hacer: ¿no seré Dios?
es el del final: la muerte. Pero otro tanto podría ¿Un Dios estúpido que, ciertamente, sólo sabe que
decirse del límite inicial : el nacimiento, pues para es?
la conciencia estos límites sólo se dan desde ella: la ¿Por qué no? ¿Cuáles son los impedimentos
experiencia más genuina de la conciencia es, pues, más allá del qué dirán? No hemos tenido la precau­
un estar siendo que no conoce límites. El soy se ción de confeccionamos una "moral provisional",
experimenta como eterno. unas reglas mínimas que observar por si acaso, y
Hemos tomado un camino distinto del carte­ ahora, ante la desmesura de dicha pregunta, sen­
siano: no nos hemos encontrado con la insuficien­ timos su falta. A Descartes esa moral lo protegió,
cia del soy, sino con la experiencia de que el soy sobre todo la segunda regla: la que en resumidas
se experimenta eterno. Nuestro camino nos lleva cuentas aconsej a pasar inadvertido. Era una regla
a una peligrosísima conclusión, pues si desde que decisiva en su época: Giordano Bruno había hecho
soy siempre soy. Si estoy siendo, si el soy es el sos­ evidente su utilidad. Hoy todo es más laxo, al me­
tén de las representaciones; si mi experiencia es de nos en la superficie. No creo que la hoguera me
esté esperando al final de este párrafo y, sin embar-
136 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 13 7

go, hoy hay otras hogueras: la hoguera del desdén, pueda saber, porque soy lo único que existe y mi
la hoguera fría de la indiferencia, la hoguera silen­ l' I( is tencia es todo cuanto puedo saber, entonces

ciosa que forman los demás cuando en la calle pre­ m i raquítico saber es la omnisapiencia. Si todo el
fieren cruzar a la acera de enfrente para no toparse poder se reduce a poder saber que soy, entonces
con nosotros. soy omnipotente. ¿Qué otro poder, qué otro saber,
¿Seré Dios?, ¿cuáles son los impedimentos? qué otra presencia puede haber para quien sólo sabe
Pensemos esto en serio: yo sólo sé que soy y que �¡ue él es el único que es?
el resto es incierto. Entre esas incertidumbres u Sin embargo, si esto es así ¿para qué tendría
"opiniones recibidas", como las llamaba Descartes, que demostrar que soy Dios si no hay a quien?
figuran muchos rasgos de Dios que me parece que ¿para qué mostrar que soy Dios de acuerdo con
no encuentro en mí, o sea, las notas que implica las notas que se sigu�n de lo incierto, es decir, de
la perfección, esa larga retahíla de virtudes a las " las opiniones recibidas"? ¿Qué valor pueden tener
que se antepone el prefijo "omni": omnipresente, esas notas si son los atributos de un ser que no me
omnisapiente, omnipotente . . . ¿Será verdad que en consta porque yo soy el único cuyo ser me consta?
ningún sentido poseo esas notas? Hay un modo en ¿No seré, pues, Dios? Como no puedo salir de mí,
que sí. Un modo estrictamente congruente con el a regañadientes, admito ser Dios.
hecho de que sólo yo soy: que sólo yo sea y yo La desmesura de esta conclusión incluso a
sea cuanto es. Porque, si sólo yo soy y soy cuanto mí me espanta, pero comprendo que es más des­
existe, entonces soy omnipresente aunque sólo mesurado aún, pues carezco de razones para con­
esté presente en mí: soy omnipresente porque, al cluir desde el soy que hay otro que sea. Esta con­
no haber otro, yo basto y sobro para llenar cuanto clusión resulta escandalosamente inquietante, es
hay. decir, da motivos de sobra no sólo para pensar, sino
Y otro tanto ocurre con las demás notas: Si para repensarlo todo: para repensar el pensamiento
todo cuanto sé es que soy, y no hay nada más que se que nos ha conducido hasta aquí y para repensar las
138 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 1 39

palabras de las que se ha valido ese pensamiento 1·1 significado del concepto "Dios" he aceptado la
que me ha conducido sonrojado a mi deificación. \ H lidez del principio de no contradicción, pues,
Aquí surge otra pregunta, pues la pregunta límite l'l1 efecto, sería contradictorio partir del axioma:

no es ya ¿seré Dios?, sino una pregunta irónica, so­ yo soy cuanto es y, sin embargo, negar la omni­
carrona que consta de una sola palabra: "¿será. . . ?" pinesencia; sería tanto como decir que 1 no alcanza
Revisemos el planteamiento : el único ser para 1 .
cuya realidad nos consta es el propio: a mí me No hay falla en el razonamiento que me con­
consta que yo soy; y no sé con el mismo grado de duce a proponerme como Dios y, sin embargo, suena
seguridad si el resto, aparte de su representación en justa la pregunta "¿será. . . ?" ¿Por qué suena justa?
mí, tiene ser afuera de mí. Sé que soy y esta certeza Por un motivo muy simple: es una afümación que
es la única que goza de la más amplia garantía; el se­ resulta de la combinación de ciertos supuestos
gundo saber: que yo soy Dios, ya es una conclusión y de ciertas reglas; no se trata de una evidencia
a la que me llevan ciertas reglas y supuestos que inmediata como el yo soy, sino de una eviden­
empleo al pensar. Analicemos cómo se han com­ cia lógica o, más exactamente, de una evidencia
binado esas reglas y esos supuestos para hacerme de una lógica bivalente: ésa en la que se fundan los
afirmar soy Dios. Primero exhibamos los supues­ juicios apofánticos: "si es de día, entonces no es
tos: he aceptado que el concepto "Dios" incluye de noche", "si es de noche, entonces no es de día";
las características: omnipresencia, omnisapiencia pero, qué pasa si nos distanciamos de esta lógica
y omnipotencia; centrémonos tan sólo en una para y decimos: "si es de día, entonces es probable que
simplificar el análisis: la omnipresencia. Este con­ no sea de noche", o mejor aún, si decimos: "si es
cepto se refiere a la ubicuidad: estar en todo lo que de día, entonces es probable que no sea de tarde ni de
es. Si este es el significado y no hay más ser que yo, noche" o, incluso qué pasa si decimos: "si es de
entonces soy omnipresente porque estoy en todo día, entonces es probable que no sea de tarde pero
lo que es. Lo que muestra que además de aceptar sí de noche". La lógica, o mejor dicho, las lógicas

-- -

--- .... 1
140 • Óscar de la Borbolla

no garantizan nada y, por ello, suena justa la pre­


gunta "¿será. . . ?"
¿Qué se sigue de lo dicho? Una hermosa 4 . ¿POR QUÉ HAY SER?
paradoja: soy Dios de acuerdo con la lógic a tradi­
cional; pero, quién sabe si sea Dios o, de plano, no
soy Dios de acuerdo con las otras lógicas. Vuelvo Generalmente se vive al margen de esta
pregunta.
por tanto al punto de partida: sé que soy, pero nada Uno, sin demasiados cuestionamientos
metafísicos
más: de lo demás no se sabe. Sólo sé que soy y ni o, má s bien, sin ningun
o, se va ocupando con los
no traiga
siquiera sé si soy Dios . asuntos que la vida tiende, y no hay día que
¿Estaremos en condiciones de responder a los suyos. Cuando no es una pena ocasion
ada por
la pregunta central de este apartado, a l a acuciante la nostalgia de un amor mal curado, son
las ansias
cuestión por qué soy? De ninguna manera. Hem os de correr a un encuentro que promete
dejarnos
dicho que se trataba de pensar lo insoluble y que una huella de miel en la memoria o,
si no, es la
el propósito de hacerlo más que resolver es dar de simple rutina del procurar diario: el trab
ajo que
vueltas para entender. Creo que ya hemos dado se lleva las horas y jamás termina, los
rituales del
la plática
suficientes. traslado con sus ires y venires urbanos,
rmedad
con sus acuerdos y desavenencias, la enfe
ro de los
que pasa, la aflicción latente por el futu
ocupado.
que uno quiere . . . la vida es un pasársela
Y hasta cuando algo sobra, eso
que llamamos
cómo
"tiempo libre", buscamos denodadamente
os. ¿Quién
llenarlo. Vida y ocupación son sinónim
del placer
en mitad del tráfi co, de la refriega diaria o

141
lf
142 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 143

esporádico levanta la vista para mirar las nubes, las pL1ede presentarse a cualquiera y no hace falta que
estrellas y más alto hasta verlo todo y preguntar por su formulación alcance el rango que le otorga la
qué hay ser? palabra ser; un simple ¿por qué? basta, ya que,
Si algo está normalmente reñido, como el finalmente, el que hayan sido los filósofos quienes
agua y el aceite, es la vida y la pregunta fundamen­ se han encargado de plantearla y de precisarla, no
tal de l a metafísica. Y sin embargo, como la vida Le quita su carácter popular. Todos hemos sentido
alcanza para todo, y a veces hasta sobra, aquí y allá alguna vez su pertinencia, la necesidad de decirla:
hay momentos en los que esta pregunta prende; ¿por qué esto, por qué aquello, por qué todo?
edades más propensas, como la adolescencia y la En el fondo, ni siquiera hace falta la palabra
vej ez, o episodios, regularmente traumáticos, en ser para que ese por qué, surgido del desacuerdo
los que dejan de ser obvias las cosas, en los que con la urdimbre del mundo y de la experiencia de
el mundo pierde su disfraz de naturalidad y sor­ divorcio con la naturalidad de lo real, emplace a la
prende, disgusta, hiere. Ahí, surge la pregunta del totalidad y la fulmine.
porqué. Esta pregunta origina a los inconformes El nivel existencial de la pregunta ¿por qué
metafísicos. hay ser? lo marca l a propia existencia: las situa­
Se puede presentar al adolescente, para ciones donde surge. Poco importan aquí, por lo
quien la neblina del futuro es más impenetrable, o tanto, las dificultades con que tropiezan los filó­
al viejo para quien el pasado es ya tan ancho que sofos al hacerse un galimatías con el término ser.
tira de toda su atención como un potente imán. Lo que importa, lo que está claro es esa extrañeza
También, puede salirle al paso a quien se libra de la que todos alguna vez hemos sentido, Cüañdo lo
muerte o a quien tropieza con la saña del fracaso y que está no nos convence, cuando lo que se da
contempla cómo se licuan sus esperanzas y cómo resulta inadmisible, cuando, ante lo que sucede,
se evaporan bajo el sol del mediodía de su vida. no hay modo de quedar indiferentes. Son la im- )
Realmente, la pregunta fundamental de la metafísica potencia, el asombro y la inconformidad los que \

--
...
_ -
144 • áscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 145

J llevan a preguntar ¿por qué? Y, precisamente ese insoluble. La historia humana es la odisea del ¿por
hsombro, esa inconformidad, esa impotencia son qué?
los que nos brindan la certeza de que el mundo Analicemos las tres situaciones enunciadas
existe con independencia de nosotros, completa­ en las que surge esa pregunta: el asombro, la
mente al margen de nosotros. ¿Por qué las cosas impotencia y el rechazo:
-!>
son y son precisamente así? es la pregunta que 1 . ¿En qué consiste el por qué asombrado?,
arrojamos desde la impotencia; es la pregunta en ¿qué ocurre cuando la familiaridad se ausenta?,
que se verbaliza nuestro más visceral rechazo; es ¿cuándo lo consabido deja de ser sabido y se mues-
la pregunta donde se condensa nuestro asombro. tra con la desconcertante originalidad de aquello
Ese por qué es asombro puro, rechazo puro, impo­ que aparece por primera vez? Son las mismas
tencia pura y, también, la prueba vital de que el ser cosas, pero nuevas; es el mismo pequeño mundo
existe más allá de nuestra conciencia. En estas vi­ donde siempre estamos, nuestra estancia y, sin em­
vencias se enraíza la certeza de que el mundo es. A bargo, no es el mismo. ¿Se ha quitado la pátina de{

i
nivel existencial no hay duda: ¿qué nos asombra?, la costumbre?, ¿lo hemos enfocado desde un ángulo 7
¿qué reprobamos?, ¿qué nos reduce a la impoten- inédito hasta entonc es?, ¿no lo habíamos observado
cia? L a colosal realidad del mundo. Podrá ser una bien todavía? Sí y no: el asombro no es tan sencillo.
pesadilla, pero no somos sus autores; somos sus ¿Cómo poder decir lo obvio sin que suene obvio?
víctimas. Porque el asombro al que nos referimos es el que
Aquí la pregunta no es tanto por qué es, sino suscita lo obvio: el ser que, como decía Eduardo
por qué es así. ¿Por qué? es la pregunta que recorre Nícol, está a la vista. Siempre estamos en él, siem­
la historia; llevamos milenios formulándola en to­ pre somos en él y, de pronto, se toma raro. ¿Qué
dos los tonos y con todas sus aristas; llevamos mi­ es lo que apreciamos cuando desaparece la obvie­
lenios pensando, dándole de vueltas a un problema dad? ¿Qué le ocurre a la estancia o qué nos ocurre a
nosotros cuando la simple presencia nos asombra?
146 • Óscar de la Borbolla La rebeldía de pensar • 14 7

¿Cuándo descubrimos que la presencia en modo que lo más viejo es novísimo y lo más corriente,
alguno es simple? rarísimo. Este descubrimiento tan perturbador,
Generalmente nos asombra lo que se escapa qute conmociona tan profundamente nuestra forma
de una serie: son asombrosos los eclipses de sol de pensar y de sentir se disuelve, no obstante, de
porque rara vez oscurece en pleno día: hasta los inmediato: el asombroso estar ahí, se convierte en
pájaros se perturban y graznan y adoptan vuelos el mero estar ahí. ¿Qué tiene de maravilloso que
erráticos. Son asombrosos los garbanzos de a libra esté?, preguntamos cayendo ya en la famil iaridad.
y los versos donde el sonido y el significado dicen Pues precisamente eso: el que esté, respondemos
lo mismo, como sucede en esa línea de san Juan haciendo un último esfuerzo por mantener la
de la Cruz que habla del balbuceo y nos hace oír el maravilla.
balbuceo: "Un no se qué, que queda balbuceando". En medio del asombro, formulada o no, está
Son asombrosos los atletas que rompen una marca la pregunta ¿por qué?, de hecho el ¿por qué? no es
con enonne ventaja y las agujas que al caer se más que ese asombro.
mantienen verticales y las manchas taurinas de 2 . ¿En qué consiste el gor qué impo tente? -'t>
Picasso. Nos asombra todo lo que se sale de la Para poner esta pregunta en un camino esclarece-
serie: lo que es raro, lo que es extraordinario; dor conviene recordar dos de las más grandes obras
cuando, en verdad, lo absolutamente asombroso es de )a historia del arte: el Lauconte, esa escultura
lo corriente: el hecho de que haya series, de que la que funde la narrativa y la plástica, y el pasaj e de la
infinita diversidad de entes se agrupen formando Odisea en el que Agamenón, ya herido de muerte,
familias cuyos miembros parecen cortados por la no puede defender a Casandra. En la escultura apa­
misma tijera y, más asombroso aún es que esas rece un hombre rodeado de serpientes que lo atacan
series sean. Lo asombroso es que hay ser. y él sostiene en lo alto a quien presumiblemente es
¿Qué advertimos cuando el ser nos asombra? su hijo. La escena está suspendida y, sin embargo,
Nada. Nada raro ni nuevo más que el hecho de deja ver lo inminente: la impotencia cincelada en
149
La rebeldía de pensar •
148 • Óscar de la Borbolla

ad es es tan ine vit ab le co mo l a propia y ocurrirá


verd
mármol: sabemos que un segundo después el hom­ . El esquema es lo fij o;
más temprano o más tarde
bre caerá abatido por el veneno y que su esfuerzo lo eventual y todo lo que
lo nuestro , en cambio, es
habrá sido en vano pues también su hijo será de­ vida, se reduce a unos
podemos hacer, nuestra
vorado . En la postura corporal del hombre, en la que tienen un efecto
cuantos toques personales
expresión de su rostro, en la tensión de su cuerpo, ma es la estructura que
escenográfico. Este esque
en la ferocidad de las serpientes, en la blandura de o y el humus donde nace
sostiene nuestro ser trágic
la carne del niño y hasta en los yerbajos inútiles
el ¿por qué? impotente.
del piso está plasmada la impotencia . Es una es­ blamos aquí no es
L a impotencia de la que ha
cena dolorosa donde no sólo se ve el trágico final te nos revela el co ciente
tanto la que cotidianamen
de un hombre, sino el esquema que rige el final de mpre tropiezan nuestros
de adversidad co n el que sie
todos. Lauconte representa el destino de cualquier grave, sino la impotencia
planes y que, sin duda, es
ser humano, pues, así como a él, a todos nos llegará no poder ya siquiera
extrema que consiste en
ese momento en el que nada podremos hacer ni por la pregunta que lanza al
intentarlo. ¿Por qué? es
nosotros ni por lo que amam os. tar los brazos . ¿Por qué?
cielo el L auconte al levan
Por ello, Lauconte y Agamenón son el amenón entra derrotado
es la pregunta con la que Ag
mismo personaje: poco importa que en vez de un
en el Hades.
hijo sea una amante a la que no se puede salvar, y sólo fuera la del fi-
Pero, ojalá, la impotencia
que en un caso el peligro lo encamen las serpientes lógica. Ojalá no proyec­
. El esquema es invariable: nal, la constitutiva, la onto
¡ y en el otro Clitemnestra . Pero ni siquiera es as í:
tara su tara a toda la vi da
Í morimos y no podemos evitar que también muera
antes del desenlace cono
cemos de sobra la impo­
') lo que amam os. tidianamente pregunta­
tencia circunstancial y co
Tampoco es relevante si nuestro fin y el fin tunidades sobran, pu es ,
m os : ¿por qué? Las opor
de lo que amamos quedan próximos o distantes: la er: "s om os lo s animales
co m o de cía Schopenhau
muerte de un hij o, una mujer, unos ideales, unas
151
La rebeldía de pensar •
150 • Óscar de la Borbolla

que
co nt ra el en em ig o, sino contra un capote
no
del deseo" y ello nos condena permanentemente cuando creemos haberlo
al-
se desbarata en el aire
a correr detrás de algún afán y a terminar desen­
canzado .
cantados, una y otra vez, frente al barranco de la rgo, es trágico al
El ser humano, sin emba o
imposibilidad.
en de que exist an o no los dios es. El O lilnp
marg
Es necia nuestra naturaleza y bien nos haría y jubiladas las moiras,
Y
puede estar despoblado
asumir esa regla de la moral provisional de Des­ rimentar cada día la im
po­
eso no nos libra de expe
cartes que recomienda cambiamos a nosotros en sta co n qu e existan otros seres hu
ma­
sib ili da d. Ba
lugar de querer cambiar el mundo, o la moral budista a ca da un o se le organice su infiern
o
nos pa ra qu e
que propone Schopenhauer con su contención y su una falta un dios perver
so
personal. No hace ning
renuncia. Haríamos bien . . . pero, habría que pre­ s yerren; es suficiente
con
para que nuestros acto
guntar de una vez por todas: ¿por qué deseamos si op ias eq ui vo caciones y con la indi
fe­
nu es tra s pr
somos impotentes? ¿por qué por naturaleza que­ m ili ta nt e cr ue ldad de lo s demás. Cada
renc ia o la
re1no s si no nos está dado alcanzar?, ¿de qué se con cada acto mal parid
o la
momento es fatídico y
trata?, ¿por qué la existencia se parece al castigo es verdad que una y m
il
vida se tuerce y, aunque dos
de Tántalo? rezar el iumbo, de to
veces procuramos ende
Frente al destino se vuelve coherente conce- in a de sv ian do: la vida es chueca Y
mod os se te rm
bir un dios canalla que se solaza con la frustración pre.
cada minuto es para siem
de los seres humanos; Schopenhauer cedió a esta en que se expresa
¿Por qué? es la pregunta
tentación y, paranoicamente, propuso la existencia te nc ia; es , de hecho, la cara verbal
de
nu es tra im po
de un dios maldito, la Suerte, que se ensaña más
esa impotencia.
con quien más ganas tiene de vivir; un dios que ns ist e el po r qué del rechazo? �
3. ¿E n qu é co
en la plaza de toros de la vida hace las veces del los inconformes?9 Esta
-
¿qué es lo que rechazan
picador que con su lanza nos resta fuerza para que nt ra 1º de lo que he llamado las grav
es
m os en co
sangrando, furiosos y atontados, nos arrojemos
cit., passim.
es, op . . .

9 Filosofia para inconform a destrwr la realidad,


10 Véase mi "Manifiesto ucrónico" en Instrucciones par
, México, 2003.
Editorial Nueva 1magen
15 3
La rebeldía de pensar •

152 • Óscar de la Borbolla

en la Tierra"? Porque no
¿por qué "nada dura aquí
fallas del cosmos; en contra del orden entrópico, os quienes padecen. Aquí
sólo son los seres human
de la muerte como misió n última de todo lo que oh ec e, hasta los animale
s
hasta el alambre se enm
existe. Estamos en contra de la injus ticia que rige s, y el alarido del que ca
e
son devorados po r ot ro
al universo, pues el pez grande se come al chico no de ja du das respecto del dolor co
n
de sp ed az ad o
porque existen peces grandes y chico s. Estamos en
el que muere. ¿Por qué?
contra de la ley del más fuerte asentada en el hecho obvio, por el injus-
No estoy preguntando, es
de que existen débiles y fuertes. Estamos en contra almente condena al ham
­
to orden social que actu
de la existencia del dolor, de la enfermedad y del ter ce ra s pa rtes de la humanidad, ni
al
br e a la s do s
envej ecimiento. No nos entran en la cabeza "las humano que promueve
a
sempiterno contubernio
razones" por las cuales el universo entero sea un pula del poder dotándolo
s
los más ruines hasta la cú
manifiesto de sadismo y crueldad y no el mejo r de os. Estoy preguntando po
r
con canonjí as y privilegi
los mundos posib les. ¿En aras de qué el mundo es la bi ol og ía y de la física, por la racio
­
las re gla s de
un valle de lágrimas? ¿Por qué? é hay este ser y no otro ?,
nalidad de lo real: ¿por qu
Este ¿por qué? ha suscitado respuestas an-
¿por qué es así?
tiquísimas como la del pecado original y la caída, cucha esta pregunta,

'� �·
En cada desgracia se es
y con ellas se ha instaurado la culpa como expli­ y en ca da es quina; pero, como somos
en ca da ca sa
cació n. Pero, aun aceptando que esas razones míti­ n es nula, nuestra protesta
impotentes, nuestra rebelió
cas pudieran ser ciertas, o mejo r todavía: cuando elto animales melancóli-
muda. El pensar nos ha vu
se aceptan como completamente ciertas, el ¿por efiera no pens�r, y de a lí
cos y de allí que la gente pr
qué? se endereza más justificado aún, pues, ¿por co nf or m es no nos quede m as remed10
qu e a lo s in
qué a nosotros a tantas generaciones de distancia?,
que pensar.
¿por qué a los animales y las plantas? ¿por qué a as melancólico al-
Pensar es un dar de vuelt
todo? O, como decía Nezahualcoyotl: ¿Por qué "en insoluble. Pero es un da
r
rededor de una pregunta
este mundo hasta la pluma de quetzal se rompe"?

-- -
� - �
154 • Óscar de la Borbolla

de vueltas obligado, pues el ser nos asombra, nos


reduce y es tremendamente reprobable. ¿Por qué
hay ser? es una pregunta cuya respuesta también en
el nivel existencial es: no se sabe.

EL PEN SAR Y LA ACCIÓN


EL PENSAR Y LA ACCIÓN

Cuando uno observa el tránsito de las hormigas por


el pavimento de una calle durante un rato largo,
descubre que la idea de uniformidad que pesa sobre
ellas no es tan exacta: hay muchas que, en efecto,
fluyen y refluyen por el canal de una grieta para
ponerse a salvo de los pisotones mortales; pero hay
otras que súbitamente cambian de rumbo, aunque
luego retomen su dirección inicial, y otras más
que parecen errar desconcertadas por media ban­
queta, pues alej adas del sendero van de un lado a
otro sin que resulte claro el aporte de esa vagancia
para el beneficio del hormiguero. Sólo el promedio
y la mirada esquemática hacen que las hormigas
vayan y vengan a través de una imaginaria línea,
pues la verdad corren farmando una trenza de
caminos, una trenza que incluso podría calificarse
de relativamente despeinada. De cualquier mane­
ra, el hormiguero está por encima de lo que haga

1 57
158 • Óscar de la Borbolla La rebeldia de pensar • 159

cada hormiga: la participación individual no com­ sificación; esa masificación que en nuestro tiempo
promete el funcionamiento del todo. Las hormigas llega al paroxismo cuando millones de gargantas
forman "sociedades" ahistóricas o, al menos, su or­ desgarradas gritan al unísono: " ¡ Goool! "
ganización es más o menos la misma en cualquier Un porcentaj e enorme de los seres huma­
lugar y desde hace muchísimo tiempo. nos, hoy como siempre, no compromete el funciona­
Cuando uno observa el tránsito de los seres miento social; una cantidad inmensa de individuos
humanos por una calle populosa nota que no es tan no alteran nada: cumplen con su función y reprodu­
diametralmente distinto del que ofrecen las hor­ cen e l estado de cosas: producen, consumen y se
migas: los seres humanos desfilamos uniformados reproducen, en una palabra, viven. En medio de
por el atuendo y los modales de época; vamos y ellos -de entre ellos- surgen algunos individuos
venimos encauzados por ese uno del que habla que se destacan; son los que tropiezan y se en­
Heidegger: por el así se hace, el así se piensa, el zarzan contra el así se hace, el así se piensa y el
así se juzga que constituyen el tono dominante: así se juzga; son quienes quieren hacer otra cosa,
los usos y costumbres, las leyes, las creencias que quienes se atreven a pensar por su cuenta y a juzgar
damos por sentadas y que nos hacen parecer tan con criterios propios. Son los que aportan, los que
semejantes unos a otros, tan en pos de lo mismo, cuestionan, los que inventan, los que reprueban,
como si todos estuviésemos enrumbados en una los que no están de acuerdo; son quienes con sus
misma dirección. Frente a este espectáculo, la idea actos rompen el estatismo del funcionamiento
de libertad y, por consiguiente, de diversidad que social y desencadenan la historia. En suma, son
pesa sobre nosotros tampoco parece tan exacta. aquellos gracias a los cuales la sociedad humana
Sólo hay que ver las filas que se forman en los se distingue de los hormigueros.
cines, en las paradas de autobuses, en las caj as La contribución de estos individuos puede
registradoras de los supermercados, en cualquier ser de grano de arena o de alto impacto; puede con­
lugar donde la gente se reúne, para advertir la ma- tribuir a un proceso que lentamente construya un
ar • 161
La reheldía de pens

1 60 • áscar de la Borbolla

un sentido
sólo para nos otros y sólo e n
uido estricto migas no
la historia. Para el para las hor migas: las hor
cambio o de golpe partir en dos laxo convengan étic amente su
son quienes que hagan fren
cas ��
s igual: graduale s o instantáneo s actúan; hac en, y aun
" . ¿Qué dis­
. ana se aparte ente una "acc ión
pos 1b1htan que la organización hum hacer no es prop iam
migueante
enas. man a del hervidero hor
de los hormigueros y de las colm tingue la acció n hu
do, en
Si �� �
cons dera este hecho se produc
e una
de las hormigas?
Heg el dio la gran clav e cuan
oria , propuso que
.
mod1ficac10n radical de la impresi
ón que se tiene
sus Leccion es de
.filosofia de la hist
la negació n
s, contra lo que de la acción hum ana es
del individuo actualmente, pue lo caracter ístic o
la reacción
� �
ue e creerse, en la sociedad hum
.
ana sí cuentan los
del impulso esp ontá neo, la negación de
in stinto . ¿Qué es
lo que
dos, quienes se ena el
md1v1duos que deambulan extravia inmediata que
ord n
en la dire cció
traen al mundo su amo s disp arados
aventuran en el desconcierto y impi de que salg
lo que medi a,
que no cuentan, inst intos?, ¿qué es
nota disonante. Los demás son los que orde nan los
acción
fuerza colosal que la rea cció n para volverla
pes an Y su peso es esa inercia de lo que reta rda a
¿qué es
� sa, como surgen en poc as palabras :
� �
l s m s de las vec es surge victorio propiamente dich a?, o
con las hormig
as
terremo tos; porque nue stra diferencia
v1ctonosos los huracanes o los lo que nos da
posibilidad
fuerza de sere s humano s? La
ellos, los hombres hormiga, encarnan la y nos conv iert e en
al que están
erar en sí misma' al ilnp ulso inmediato
la naturaleza que tiende a persev de sustraer nos
posibilidad
. demás sere s, la

a repetirse un y otra vez com
o si su propósito
encadenados todo s los
sin excusa a la
ad y, sin embargo, esa fuerza que tira
fuese la conqmsta de la perpetuid de esc apar de
hormiga ha­
conseguido sofocar cent ro de la tierra, a la
aunque pesan mucho, no han piedra haci a el
a. La base,
Seguimos siendo, ero y al tigre contra su pres
hasta la extinción al individuo. cia el hormigu Hegel la
seres históricos. de esa posi bilidad es para
como lo demuestra la historia, el fundamento también libertad
,
as y los seres podría llamarse
Esta diferencia entre las hormig negativi dad, pero
nombre es lo de
que términos como com o se quisiera, el
humanos es la que determina historicidad, o
se empleen en sen-
"acción", "conducta", "praxis"

--
1 63
162
La rebeldía de pensar •
• Óscar de la Borbolla

ido: nuestro mundo es un


menos; lo importante es descifrar: ¿qué es lo que lores revestidas de sent
retarda la reacción para que se vuelva acción?, 0 mu d
n o co n sig ni fic ad o. Pa ra la hormigas el mundo
son parte de lo m ism o.
mejor aún, ¿qué es la acción? no sig ni fic a, ell as y todo
el mundo para lo s
Si se tie ne en cuenta que
L},f La acción es la reacción retardada por el
ensamiento Pero, entonces, ¿qué es el pensamien­ seres humanos es el que ap
arece en el pensamiento,
: mía entre actuar y pensar,

to que permite este cambio ontológico por el que re su lta ab surd a la dic oto
iamente dic a � no mera
surge lo humano? El pensamiento es la represen­ pues sólo hay acción prop
os como lo s c1ruJa n� s qu
e
tación del mundo en la conciencia, o sea, la du­ reacción, porque actuam
os no al paciente, s1no la
plicación del mundo; porque un mundo es el que operan teniendo ante ell .
tac ión viltu al de l pa cie nte en la �antalla.
está afuera (si es que está), y otro, ese mundo por­ re pr es en e
a, por muy espontanea qu
tátil que sólo existe en nuestra conciencia, la lla­ Por ell o la acción human
alguna idea, con alguna
mada manifestación fenoménica o el mundo que sea, cuenta siempre con
nsar.
emerge inteligible gracias al lenguaje: actuamos representación fruto del pe
ba afinarse, pen-
porque lo hacemos no en el mundo donde están Que es a idea pueda y de ­
tuar, es absolutamente re
las hormigas, sino en el mundo de nuestro pensa­ sarse mucho antes de ac l
de las consecuencias de
miento; no como las hormigas siendo uno con el comendable en función
co que se piens� no afe� :
a
mundo, sino en nuestro mundo que es otro respec­ acto, pero lo mucho o po
acción, pues s1 es acc10n

)
el he ch o de qu e se a un a
to del mundo de afuera. La negatividad es posible
n retardada por el pensar.
porque el mundo que aparece con nuestro pensar siempre es ya una reacció ,
o po ca s vueltas al asunto
_

es de hecho la negación de ese mundo de afuera. Se le puede dar muchas


está ya dada: no ac�amos
Actuamos porque lo hacemos desde la holgura de pero la "vuelta" decisiva
ntán ea m en te, sin o de acuerdo con una 1dea o
nuestro mundo. Y ¿por qué es diferente nuestro es po
s que sean.
mundo del mundo de las hormigas? Porque en el un pensamiento por vago
nuestro las cosas aparecen baj o la luz de los va-
164 • Óscar de la Borbolla 1 65
La rebeldía de pensar •

As í, mientras que la hormiga es una


Libres de proyectar significados y valores sobr
e el 7
)
con el
mundo y ante ella no aparece ningun ; � ero
es responsable de lo que "hace",
a opción, n ¡ mundo, libres incluso por intentar alcanzarlos
�icho
pues en su caso no libres de lograrlo s, o sea, somos, como ha
se trata de una mera reacción, nosotr hbres
os, en cambio, Sartre, libres de ser, mas no necesariamente
por movemos en un mundo de rep
resentaciones de hacer.

de significados, de valores, no reaccio ,
namos má lógi ca, o de ser, no es gara ntrn

La libertad onto
bien elegimos algún curso de acción
mos responsables de los resultados.

y por ello í so­ de que habremos de alcanzar el éxito, ni siq
� era
ex1on y
Somos respon­ en esa modalidad raquítica en la que la refl
sables, es decir, culpables, pues sólo desear
por nuestros la prudencia nos atemperan y nos inducen a
muy particulares actos aparecen en otros
el mundo de lo que depende tan sólo de nosotros, pues nos
afuera esos determinados resultados É lar­
. sta es la in­ mismos somos parte de ese mundo que regu
di:idualidad de que no gozan las hor es
migas: cada mente no colabora. Ser libre ontológicamente
miembro del hormiguero es interca
algo tan exig uo que sólo sign ifica poder dese
mbiable por arlo
otro, ninguna hormiga cuenta, todas
pesan. todo, ya que incluso podemos, budista º . sc
�o�en­
hauerianamente, desear no desear y m s1qu
La culpabilidad, la responsabilidad
la indi­ 1e�a
vidualidad, la libertad son sólo tér
d
minos istintos
para referin1os a la mis ma cosa, a sus
este deseo, que parece ser de nuestra compete
ncia
distintos án­ exclusiva, es por fuerza alcanzab le.
y por otro lado, el enj ambre de factor�
gulos, esa cos a es el pen sar, porque s que
el pensar es
.
lo que nos permite distinguimos del
mundo distin- provocan el resultado efectiv? es tan compl�
JO ��e
.
'
gmr el mundo: proyectar en él signifi
cados valores
' ' nuestra intención, ese comienzo de re�l
�zac10n
cammos: opciones; no reaccionar en la
sino accionar
' con el que contribuimos, se vuelve tan debil
hacer. mos
urdimbre de factores que muy rara vez alcanza
Decir que somos seres pensantes equ no
. ivale a el éxito y si éste sucede, es casi seguro que
dectr que somos libres; pero ¿libres en somos
qué sentido? dependió de nosotros. Y, sin embargo,

,--==�===�----
de pen sar • J67
La rebe ldía
1 66 • Óscar de la Borbolla

sar tod o que darí a com pactado por la


responsables, pues la libertad que solo , nos sirve tos; sin el pen des eo. El deseo es

)
te del no
para desear nos conde a ser �ulpables de todo; es indiferencia in cons cien
por ello , así como no hay
un mal negocio ser lib�=' pero as reglas son claras : pen sar. Y
la otra cara del a aje na al pensar, tampoco
. acción
�..-.-
� ��
prop
��----
iam ente dich
no somos uno con e1 mundo com 1as horm1gas, 0
que no naz ca del pen samiento . �on los
pues entre el mundo Y nosotros se da una holgura hay deseo sobr e las cos as anodinas del
producto del pensar y. , en consecuencia, . lo que pase valores pro yec tado s apetecibles
e que una s se vue lvan
es obra de nosotros. mundo lo que hac el hech o de barnizarlas de
y otras rep ugna nte s; es
Podría argüirse que no s?mos responsables
ifica dos lo que nos condena a que­
porque' por naturaleza, somos aruma1es que padecen distintos sign por que el pen�r es
rlas o a rehu irle s,
el deseo, que el deseo es una parte de la cuota fatal rer consegui
el que, literalm ente , �!abj e, el que lo
de nuestro ser y' entonces, salir libres de culpa,
r ide aliz ad o a nue stra conciencia. P ensar
ali. gerados por la irresponsabilidad'· pero no es po- hace veni te lo mis1no.
s1ble ' porque el deseo no es natural El deseo tam- y desear son prácticamen que des eam os? Deseamos lo
. ,
·

. P ero, ¿qu é es lo
bien es resultado de1 pensar. El deseo no es antenor sue le darse desde
� la resp uest a que
a la variedad sólo hay deseo cuando hay diversidad; que nos falta es lo n1u eve la necesidad de
nte
el deseo apa;ece porque nos movemos en un mundo Santo To más : al age
. proyectados: si una care ncia. Per o, ¿ de veras siempre
de valores pro ectado s, de sentidos sufragar os? , ¿será una
mera
no
todo fuera indiierente, nosotros , como 1as horm1gas, que ten em
. deseainos lo un défi cit en nue stro haber?
, ausencia en el ten er,
senamos también m · c.
· d11erentes ' pero a1 inovemos en
·

much os cas os, pue s, con gran frecuencia lo


la representación del mundo que produce el pensar,
. que produce
Sí, en
está en el hab er del m und o y sólo se trata
al movernos en el mundo con sentido deseado ya prop io hab er. Pero, también
.c.
. . de incluirlo en nue stro parte de lo
el pensar, todo resurge d1· 1erencia d y es esa diver­
0
os lo des eab le n o for ma
s1· dªd la que despierta el deseo . Somos nosotros en muchos cas os des ead o tanto, lo hemos
. que hay, pue s lo he m
qmenes, por pensar' vo1vemos deseables los obje-
J 69
La rebeldía de pensar

1 68 Óscar de la Borbolla

o es un desp ojo, en el otro , es un arrancar a


pensado tanto, lo hemos idealizado tanto que no el éxit tení a sin du eño por estar
forma parte del haber del mundo, sino del no ser: la naturale za lo que se man
ible para todos los
no es una mera falta, sino unafalla . Este deseo sin oculto. Este deseo es comprens er res ulta obvio porque
referente en el haber es deseo puro, pensamiento sere s h uma nos. El que rer ten
quie ren lo mis mo y, aun que n os convierta en
puro: idealización . todos riv alida d un acuerdo
rivales, hay por deb ajo de la

l
Cuando deseamos lo que todavía no existe egra en una lucha
se hace patente nuestra inconformidad con lo que que nos hermana, que nos int
hay. Entonces no nos mueve una falta en nuestro fratricida. con otra s�erte
_haber, sino una falla en el ser. La secuencia de El deseo de inve"f]Jgr tropiezae saberse bie na
de estorbos ' pues com o no pued
acciones con la que se intenta reparar la falla · s on puesto que el . objet�
las más propiamente humanas, pues no se busca un bien qué es lo que se desea, el querer no tien e n1
insatisfacción 7
del des eo no exis te toda vía,
mero intercambio entre lo que hay: del haber del lo rien te : �s
mundo hacia el haber personal, sino de un hacer siquiera una brúj ula que � .
. o que los demas ,
sm m otiv
rer que para los otros: J
venir, de un inventar lo que no existe. En el sur de sin causa, inco nfor mida d
la historia el acto más propiamente humano no es la no ven ni entienden. Es un que inte grar, aunque sea en
recolección, sino la agricultura y, desde entonces res ulta aber rant e y más que
aísla. ¿ Quién va a querer
la �cció� que más novedad traiga al mundo, la qu� una luch a fra trici da, exil ia ,
lo que por no existir a nadie hac e falta?, ¿quién va a
mas enriquezca o altere el hormiguero humano es en el c�so de que se
la que nos sirve de emblema. apreciar lo que llega al mundo, su ausencia c?mo una
logr e, sino aqu el que sinti ó
El deseo de tener tropieza con infinidad D espu és, el desprecio puede
de estorbos, pues lo que está en el haber del grave fall a del ser?
cambiar y ocurrir lo fuque pascon ó a Cervantes: que lo
mundo generalmente forma parte del haber ajeno vierta en elemento
Y obtenerlo nos enzarza en una lucha; una lucha que alguna vez no e se
contra los otros o contra la naturaleza; en un caso,
1 70 • Óscar de la Borbolla La rebeldfa de pensar • 1 71

esencial de la cultura, en un factor sin el cual sino la peligrosidad de ese mundo al grado de que
no
seríamos lo que somos . ignorarlo es no un lujo, sino un suicidio.
Es el deseo puro, no el que sufraga faltas
.
smo el que repara falla s, el que nos ha hech Hemos explicado cómo la acción incluye esencial­
o
históricos; es el deseo puro el que hace contar mente al pensar, ya que sólo es acción y no reacción
al
individuo que no pesa ; es este deseo el que muestra espontánea cuando el pensar la retarda, cuando se
el verdadero poder humano: no el que avasalla, actúa de acuerdo con una idea por vaga que sea;
no
el que vence con la fuerza de todo lo pesado, sino sin embargo, hay un prejuicio muy aiTaigado que
el
poder de la creación, aquel que en cualquier campo hace creer que el hombre de acción no piensa Y
de la actividad humana consigue traer lo nuev que hay un momento en el que la deliberación
o
aumentando así el haber del mundo. debe de suspenderse para pasar a la acción. Este
Pero, ¿de qué mundo hablamos?, ¿cuál es prejuicio parecería derivar de la segu? da regla
el que aumenta su repertorio, el mundo que es de la moral cartesiana donde se recomienda que
representación en la conciencia o el mundo en-s una vez que se haya tomado una decisión, con­
í? .
Curiosamente, pensar la acción hace obligatorio viene seguirla firmemente, pues, aunque pudiera
partir del supuesto de que el mundo de afuera estar equivocada, mantener la constancia nos haría,
es.
No es posi ble analizar la acción sin este supuesto al menos, llegar a alguna parte. Sin embargo, el
,
pues la acción sólo tiene sentido como un remitirse propio Descartes en la primera de � u� reglas de­
al mundo donde se actúa. El común denominador saconseja hacer promesas o suscnblf contratos
de la moral provisional cartesiana lo confirma: que enajenen permanentemente la l ibertad, pues lo
el
fondo de cada una de esas reglas deja ver dicho que en un momento puede parecemos bueno -nos
supuesto y no sólo, pues en ellas no se admite dice- más tarde dej amos de estimarlo.
únicamente la existencia del mundo de afuera Hay un doloroso hecho histórico en el que l a
'
.
deliberación ahogó en sangre a quienes por segurr
r • J 73
La rebeldía de pensa
1 72 • Óscar de la Borbolla

al pie de la letr a la segu nda regla


, f1co tom
prac ar
pensando no pasaron a la acción : la última asamblcu
cartesiana; el um , . co pensar que no puede aco1npa­
de la Comuna de París. En esa ocasión, se discutían d. l de la duda el
los pros y los contras de defenderse y la consecuencia
fue el triste aprendizaje de que hay veces en las que
ñar a
que soca
la
�:¡�: � c :� � ��:i � :
ª
� n �� todas las o�as
. , el análisis ' la críti ca deben
formas: -la comp arac 10n,
las acciones de la vida no admiten demoras. Esa
mpa �a �: la acci ón. Ese actor que ha de man-
asamblea era una variante del modo como Platón aco seja Descartes, representa
tene rs e r ' com o acon
mata que no
concibió el pensar: "el diálogo silencioso del alma
consigo misma"; sólo que en esa asamblea más un error,
_
pues
e
no f:�:
se
c
ser
lo s
un
res
autó
ultados de la de-
que diálogo silencioso era un estruendo de gritos y
argumentos y, más que solitario, era una acalorada
r�c:�fi.que,
c1 s1on y se �: ::
y sta !1 final sin reconsiderar: ho�,
. mos cibernéticos se autocorn­
discusión de todos contra todos; no obstante, se hasta los mec ams
deliberaba, se ofrecían razones, se pensaba y por gen.
hacerlo la Comuna llegó a su fin.
Es verdad, pues, que hay ocasiones extremas
en las que no conviene seguir pensando, pues se
impone tomar una decisión con los ele1nentos de
juicio que estén a la mano y pasar de inmediato a
encarar los hechos. Sin embargo, no todas las situa­
ciones son igualmente urgentes ni los reclamos tan
perentorios; regularmente no sólo hay tiempo, sino
que la acción tiene sus treguas y han de aprovecharse
para repensar el plan. Se puede y se debe pensar
durante el curso de la acción para calibrarla y, de
hecho, así ocurre las más de las veces, pues no es
EL PENSAR Y LA FELICIDAD
EL PENSAR Y LA FELICIDAD

La felicidad es un término que actualmente produce


en las personas dos reacciones: un gesto de fastidio
al que sigue un chasquido de boca o una cara de
ensoñación con un dejo de nostalgia. En ambas ex­
presiones puede apreciarse lo obvio: las personas
no son felices. En un caso el desencanto implica
la opinión de que la felicidad es un embuste, y en
el otro, de que tal vez es probable pero no se ha
tenido la suerte de tropezar con ella. Vivimos en
un siglo cuyo clima emocional no alcanza un nivel
saludable en el termómetro del optimismo, prueba
de ello es la insistencia propagandística dedicada
al encomio de la puerilidad color de rosa: Ahora,
a los tradicionales j inetes apocalípticos, que dicho
al paso lucen una parafernalia más amenazante, se
suman el poderío supranacional del narcotráfico,
el colapso ecológico del mundo y la corrupción
posmoderna, esa permisividad del "todo está per-

1 77
9
de pensar • 1 7
La rebe ldía
1 78 • Óscar de la Borbolla

resión
des aho gu em os nuestra imp
miti.do" que ya no es tanto fu
.
la consecuencia de lu P ero no de la felicidad,
pues
ario acer ca
.
metzscheana acta de de nc10n . , de "D ws
· ha muer- con un juicio sum de ven tila r aquí es otro :
habrem os
.
to" ' sino de un detenoro compl etamente mmanentc
. el asunto que bin omio que int
egra el
po sib le el
.
que se asoma en la urnversal ereencrn de que todos
·
preguntar si es el pen sar allana el arri
bo
:��: � cid ad: ¿si
los seres humanos so . gual e irunundos, y s i pensar y la feli n, intr odu ce en el c amino
má s bie
no, de todos modos p odra hacer nada para a la felicidad o, stác ulos ins uperables? P or
; unos ob
enderezar ni castiga nada a no �e trata, pues, de
. de su búsqueda e una exclusión
más que
uirs
��
la supresión del aval ultrat eno, smo de una mera, lo dicho, parec
ería
s
seg
tarn os mu y lejos de hab er
califi­
pero total' impunidad terrestre . fi necesaria, pues e p ana ce a: al contrario ,
lo
como un a
. cado el pensar de las más
¿Quién puede ahor ser ehz en el mundo? o el causante
� �l min ado com
hemos incri to que
¿Quién puede salir la ca e y conservar el ánimo
m etaf ísic a s y del aislamien
con el ·que deJO, su casa? ¿· Quien álgi das zozobras
. duali­
.
· , puede mantener el
ene s p or pen sar, por indivi
qui es
1
ánimo en su casa s1· as casas son c orno 1as calles: experimentan que abu nda son los ser
qu e lo
1
por las ventanas entran. ? s c 1axonazos del mundo zarse, descubren o en modo alg
uno Jos
eb aña dos, per
, y es por no hablar humanos arr pueda c omparti
rse el
convertidos en in.c orro ac10n , ?' en es
;
i1
c on qui
pares: aquello s sim­
'

de los detonantes pro ios d l mbito domésti�o: la cue rden con uno , sino
fa : � que con
frustración, la insatis cció ' as r yert�s que mcu­ camino no por pie ns an. Y si a esto
se
tam bié n
ban las nuevas reglas de la �onv1vencrn, pues los plemente porque ctu alis mo de nuestro tiem­
anti int ele
.
antiguos diques · la abnegac1on y 1a sum1s10n, · ·

han
,
añade el b urdo qué le das de vu
eltas, si
·

es: "¿P ara


.
desaparecido ' y s1·n esas aberracwnes ya rn quienes
. po, cuya divisa m ejo r olvídate de tod
oy
tris te;
? on e
, . o de la ca ecera a la pensar sólo te p as, con la mej or
ocupaban el trono d toti
:� �
mesa logran hoy aqu ª. �iserable dosis de felici- pásatel a bien?"
Porq u e las
te se
per son
invi tan las unas a las
nuamen
dad sangrienta que lo s VleJ OS patriarcas · .
conqmsta- intención, conti con el menor nú
mero po-
sar , a vivi r
ban a golpes. otras a no pen
pensar • 181
La rebeldía de
180 • Óscar de la Borbolla

inc onf orm es? ¿ Est aremos


. no s
¿Qué pasa con lo tre gua, a despotricar hasta
s�ble de elementos en la conciencia. . . "No te fiJes, r sin
pienses; distráete' haz otra cosa" . y es que en esta condenados a rabiazca n las man díb ulas , nos duren
,
epoca materialmente no e pu�de estar consciente que se nos endure callen? Si lo que hace que los
sin que se incendie la m . d�1gnac1ón y, conste, que no las fuerzas o nos uelvan inconformes es pensar,
me refiero a quienes p oseen una profunda conc1en- . seres humanos se vtara?
cia. moral o polít1'ca' smo . a quienes tan solo están ¿será el pensar una s un No tan fácil. Es un No que
.
despiertos y med1' anamente mfo . rmados. Ante todo No. Pero no e y p ens amie nto . Volver a
cid ad
esto, parecería que la felicidad y el pensar se ex- tiene que anudar felivínculo que fundam enta la fe­
cluyen como el agua Y el fuego. trabar entre ellos elte human a, ese nudo que empezó
.
Qmen aspire a ser feliz deb descerebrarse y licidad propiamen el Eclesiastés , con la siniestra
a romperse desde se ha vuelto el lugar común de

aceptar la impotencia com� fat�hdad, recomienda


la gente que, como los to s� solo d:�ea encontrar afirmación que hoy os" , de los odiadores del pen­
un hoyo para "pasársela :ie "' para estar conten- "los hombres prácticla sabiduría abunda el disgu sto
. . . de ese ho�o hay que
ta". Pero para ser mqmlmo sar: "donde abunda cia afiade dolor" (l . 1 8), pues ,
y quien añade cieda n sabiduría del
renunciar al pensar a :ut�d�termmación . La an ces tral

condición de esa felrcid � nem1ca es no darle a
·
a la
aunque nadie alu actitud -pero sin la sabiduría
pesimismo, hoy esa encuentra más viva que nunca:
los problemas <lemasia · das vueltas y deJarse llevar se
,
por la corriente, que sea esta la que nos haga dar correspondiente-hijo s del ho mbr e y la de las bestias
de vueltas .· ser du'ct'l1 como el ag�a, ma1eable como "la suerte de los mbos ( . . .) No existe ventaja del
el agua y, como ella, no tener nmgun ' co1or. Así se es una misma para atia, puesto que todo es vanidad"
1
a canza esa felicidad de , la que gozan los fantas- hombre sobre la bes restituir la liga entre felicidad
(3 1 9) Si hemos
de lo s estribillos
mas . ¿Enfantasmarse sera 1a clave?. ' ¿,p . 1egarse será .
.

ser rec upe rad os n o


1a clave? ¿Hacerse e1 muerto para poder vivir? y pensar han de cantaleta manoseada de que todo
del Eclesias tés : la
sar 1 R3
ía de pen
L a rebeld

182 • áscar de la Borbolla

nca ? La c on clu sió n resulta


es v�nidad, sino la causa de esa impres10n . , que o nu
aún es no haber sidy vivir es malestar.
obvia: ser es mal, esta impresión es la misma qus:e
i1t1

logro curar ni la abundancia . de conoc1m1ento


. . 11
D e hecho pensadore
i
1 .
a abundancia de placer, la riqueza, pues qu1c11 ' . erabl es p o eta s y
num
se encuentra en ince su propia paráfrasi s: "Feliz ela,
m

se queja . en el Eclesiastes, no es un ser humano q w.:


se haya quedado a 1as puertas del banquete de Ja Rubén D aría hanas sensitivo/ y más la piedra dur s
. quien disfrutó de �odos sus excesos y
v1· da, smo árbol que es ape no siente ./ Que no hay dolor má ­
porque ésta ya or de ser vivo/ ni mayor pesadum
'
pese a ello' fue capaz de declf·. "Y proclamé más
grande que el dolconsciente". Y otro tanto Antonio
+'. •

iehces a los muertos que ya fi�nec1eron que a los


·

. que viven todavia,


vivos , y meJor 4 que enn:e ambos bre que la vida "La vida es una comedia sobre un,
a 1ºs que aún no han sido" ( .2) . Porque esta es la Plaza, para quien ". Y antes, en el pasado azteca
.
sabiduría que ahí se halla y que resulta de haber tablado de tumbaszahualcoyotl: "N ada dura aquí en
. de la v1. da y del ser Una lo había dicho Nes el mal que yace en el fondo deido la
pensado a fondo la es encia .
sabiduría idéntica tra 1a ��e recuerda Nietzsche en
. la tierra" . Este e do del ser: el rematado sinsent
su Nacimiento de la ��cuan�o refiere la leyenda vida y en el fon abi sma cualquier sentido qne in­­
del rey Midas y el Sil:!:· o meJor para ti, ya no es
. de la muerte queelve pura vanidad: vanidad la hisío
posible: es no haber s1. do nunca·' 1o mejor · ya que tentemos y lo vuos humanos, y futilidad y desvar
existes es morir cuanto antes". ¿,. A donde
·

, conduce toria: los esfuerzPensar es descubrir que habremos


1 .
el pensar cuando toma a v1da como asunto, cuando el hecho de ser.no cuando queramos, no unos sí Y,
�e;
se endereza hacia el h h d �er � se extrema? de morir; pero una temporada, no p arcialmente

¿Qué descubre el autor � l eszastes para procla- otros no, no porente y para siempre y todos.
sino completamque la respuesta parezca evidendel te ,
mar
.cimamejor a los m uertos que a 1 os �ivos y por en-
·

Así , aun onciencia


de ambos a quienes no han sido? ¿Por qué' rnos: ¡,po r qué la c
según el Sileno' lo meJor . es estar muerto y meJor . hemos de pregunta de l a m uer te tie ne que priv a
mos
triunfo aplastante
de J 85
La rebeldía
pensar •
184 • Óscar de la Borbolla

servir para
,
que la m uerte puede
¿N o sera ces y
de la felicidad? ¿Cuál es el puente lógico o emo qu e nos impide ser feli
do aque llo .
relativizar. to barranco
ci onal que une "forzosamente" la desventura y IH vez d e ar rOJ amos al
a e11a, en do de
muerte? Atrevámonos a dudar de la obvia nece­
sidad de este vínculo y preguntemos tanto con la
que , gracias
de la des g�
acia po :���:; ��
e
r
'">
.
i amos al gra
; á
do e t mal,
pero

cabeza como con el vientre: ¿por qué no una car­ hac er po sibl
gracias a la
e la
muerte na
l d ª: u ede ser peor.
.
Dura un
orque
cajada gigantesca ante nuestro destino?, ¿por qué ot 1 ' pu es bien ' Justo p
coy ·

rato, dic · e N ezahual vanidad, dic


e
tomarnos tan en serio? ¿Si la muerte es el mayor de iel·iz , todo es
·

, pu ede s er
. e ,
se anto
los males, qué otros males pueden afectarnos? ¿No no dur a mas , , n. sa da todo : ¡cu
ton c es· . que
·

el Eclesi aste
s, en
'

cualqui· er
será que IIamlet no entendió la sima de la vida y 'a lo con t ran· o ·. dar a
ve ser� todo,
alivio! Lo gra , s cula sufrir por
por ello le duelen los males menores? Porque, final­
mente, Hamlet cree -aunque sin certeza- que puede cos a un a im
portanc a � may
en
u
t e

hac m os cuando
no
e precis am a Hamlet ,
haber algo después de la muerte (" . . . esa ignorada que es l o qu entan , com o
n os ato nn
cuando
región cuyos confines no vuelve a traspasar viajero pensamo s:
nores . etrospec-
alguno, temor que confunde nuestra voluntad y nos los males me o de manera r
recua lifi ca tod
La muerte . ones, nuestras
obliga a soportar aquellos males que nos afligen, , culas n uest ras pretensi
ndí la infeli-
antes que lanzarnos a otros que desconocemos. . . "), tiva y vuelve conducen a
ctor es que
1os fa sparenta y
y en esto radica su infortunio, pues no cuenta con el cuitas, todos todo se tran
m u e t e
a la � � arrasa
gran antídoto para arrancar su eficacia a los males cidad. Frente a d . La muerte
. m mie d
b soluta , sy
menores: "los ultrajes y desdenes del mundo, la in­ dej a ver su a uel ve las simpat
ia
os, dis
y los tn. �n�. una,
los fracas.os a de la fort
juria del opresor, la afrenta del soberbio, las congo­ . hac e comic a l a ceguer
las envi. dias , e ella, l a
jas del amor desairado, las tardanzas de la justicia, . dad de la in· usticia. Ant
las insolencias del poder", "los sudores de una vida sos a la unive�
sah
vierte en un � ar nte sis insig
nificante

agotadora". vida se con


de c onciencia
qu e car �
ece e rastro '
en una po
mpa
ar • J 87
La rebeldía de pens
186 • Óscar de la Borbolla

do? ¿El aba timi ento al que se � an smnad� ta�tos


de jabón que revienta sin dejar huella: la vida sv
har á pes o sufic ient e par a �nch�ar
desnuda hasta mostrarse como un sueño estúpido pensadores no los supu estos que implica
la bala. n za? Rev ise mos
que se desvanece en la nada . Es cierto: "todo es van o" ¡ Cuándo nos lle, va?
van�dad" y, precisamente, por eso, no merece, 011 que "tod o es •

conclmr entr
· \J

iste ced ora conclusion.


es�ncta congruencia, más que una carcajada. Es la el pensam ient o a esta fuerzo s a con­
os todo s n uest ros es
1?isma causa, pero con un efecto totalmente dis­ Cuando dedicam resu lta, experi�entamos
quistar una meta y ésta no
tmto: no es el llanto en el abismo, sino la risa en el
cuan do desc ubri mos que un obj eto por ,el
abismo. La tristeza y la alegría tienen igual funda­ tristeza; tien e el valo r que supoma­
que nos afan a mos no
mento, quiero decir, la misma falta de fundamento cuan do el re �ultado . nos
pues la muerte más que sostener lo hunde todo � mos, sentimo s trist eza;
se nos viene encima la mfe­
esto s casos; En to­
Es verdad, el ser es mal, entonces, alegrémonos : traic ion a o nos burl a,
¿Qué tien en en c omú n
no durará para siempre. Cada quien sólo tiene su licidad. más de lo que habia: espe­
raquítica opo�dad y no hay más para nadie, luego dos ellos espe rába mos
s fuer zas fueran mayore� de lo
rábamos que nue stra
entonces, los mconformes podemos renacer con eráb amos que e1 .ºbJ,eto de
igu�l sinrazón, a la alegría, pues la desven�a y dem ostra ron ser, esp
que
des eos tuvi era el valo r que le atnbuiamos ,
la nsa están a la misma distancia de la vanidad. La nuestros cta mejo r de la que, final­
esperábamo s una cond u
moneda no tiene por qué caer hacia el lado de la a la que engendr�
mayor sea mayo� sera
ca�a ceñuda: idéntico fundamento, o mejor aún, la mente, se reveló . Es la espe ranz

la pes adu mbr e, y mien tras


misma falta de razón justifica el total abatimiento 0
nto. ¿qu é eng end ra la esperanza. Uno
el �ayor de los júbilos . Llevamos milenios langui­ el abatimie y
ecer ; u o espera cuando s.e
espera cuan do cree mer �
deciendo y a la muerte no le importa encontramos do sob reesti ma � se s�breestl­
erbia ¿�uale.s eran
en mitad de una tragedia o de una fiesta. cree elegido , cuan
espe ra nza sur ge de la sob
Si ambas reacciones carecen de razón, ¿será ma: la del Eclesiastes a Juzgar
las espe ran zas del aut or
alguna, no obstante, más coherente con el absur-
189
188
La rebeldía de pensar •
• Óscar de La Borbolla

ar nosotros
por su desencanto mayúsculo? Tuvieron que SL'I 0Qu é
· esperanzas podemos alberg . '

, que el ser exista mas


las mayores esperanzas: sólo un gran soberbio Sl' que no creemos, siquiera
ramos nada, y por ell o
desencanta tanto. Imaginar que el ser que uno tic1w allá de nosotros? No espe
nos regala la vi da pueden
nos fue dado por otro ser: el ser más extraordinario los disfraces de nada que
absoluta carencia de es­
de todos, el máximo de los seres y que É l, precisa­ ha ce m os fe lic es . Ante la
ión de que todo es va no :
peranzas, ante la convicc
qu e impone la �u �r�e
mente, se ocupa de nosotros, puesto que nos crea,
es de una soberbia sublime. Una soberbia que no desesperanza y convicción
berbia, con la objetivi­
resiste la evidencia de la muerte: pues si somos tan cuando se la mira sin so
que to do s lo s muertos
infinitamente importantes, puesto que el ser más dad que arroj a el hecho de
ra siempre, pues, aunque
importante nos dio el ser, ¿cómo es posible que se mantienen muertos pa
o lo s sig lo s, ��n�a vuel­
tengamos que morir, y que aquello que nos pro­ pa se n lo s días, lo s m es es
de la defimtiv1dad de
ponemos no resulte? "Todo es vanidad" no es sino ven; ante la inm ine nc ia
esa frontera a la que
el lamento del desesperado, del desesperanzado, de nuestra propia muerte, de
camos y de la que no
aquel que por su soberbia lo esperaba todo. irremisiblemente nos acer
dr em os reg res ar, a los inconformes no nos pa­
¿Habría, entonces, que esperarpoco, confor­ po
poca cosa, no nos parece
marnos con lo que nos toque? No: ésta es la re­ rece que este instante sea
ad sea es ca sa ; es todo, y,
ligión de quienes garantizan su anémica felicidad que esta magra oportunid
rable co m parado con a �
no pensando: la mezquina fe de "los hombres prác­ aunque sea un todo m ise
representa una ganancia
ticos". Los inconformes no nos conformamos con eternidad, para nosotros
bamos nada.
poco ni con mucho: la rebeldía de pensar nos hace infinita porque no es perá
abandonar toda es-
inconformarnos de todo, pero esta rebeldía no es la Dante no entendió que al
fulmina el infierno, Y que
rebeldía ciega del toro de lidia que embiste un ca­ peranza precisamente se
nsar.
pote vacío; nuestra rebeldía es contra algo o contra l a entrada maldita es el pe
alguien y no tiene sentido cuando no hay nadie.
,

Indice

¿QUÉ ES PENSAR? 9

PENSAR LO INSOLUBLE 51

1 Dificultades de la pregunta

¿Por qué soy? 61

2 ¿El ser es? 91

3 ¿Por qué soy? 1 25

4 ¿Por qué hay ser? 141

E L PENSAR Y LA ACCIÓN 1 55

EL PENSAR Y LA FELICIDAD 1 75
Esta obra se terminó de imprimir en mayo del 2006
en los talleres de Grupo GEO Impresores S. A. de C. V.
Nautla 161-8 Col. San Juan Jalpa
C.P. 09850, México, D.F.

Das könnte Ihnen auch gefallen