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Un buen masaje es una experiencia integral que beneficia a todos los aspectos del ser, sobre
todo cuando se combina la manipulación experta con fragancias aromáticas naturales y
música que relaja el cuerpo y la mente.
Existen distintos tipos de masaje, y tal vez el más placentero y conocido, sea el masaje
relajante que nos ayuda a resolver distintos trastornos ya sean pasajeros o crónicos.
La salud de nuestro cuerpo depende de la salud de nuestras células. Las células a su vez
dependen de un flujo abundante de sangre y linfa, y si el masaje mejora la circulación de la
sangre y el flujo de la linfa, ayudará a llevar nutrientes a las células y a eliminar impurezas
y sustancias tóxicas.
El masaje también aumenta la capacidad de la sangre para transportar oxígeno. De hecho se
sabe que el masaje ayuda a aumentar los glóbulos rojos y blancos de la sangre, ayuda a
liberar esas sustancias llamadas endorfinas que nos dan una sensación de bienestar y
ayudan a combatir el dolor.
Cuando se combina con una dieta equilibrada y con ejercicio, el masaje ayuda a restaurar el
contorno del cuerpo y a disminuir los depósitos de grasa. Un buen masaje relajante y
terapéutico, contribuye a que los músculos mantengan su flexibilidad, reduce el estrés y si
recordamos que más de dos terceras partes de las enfermedades están relacionadas con el
estrés nos daremos cuenta de por qué el masaje es tan beneficioso para la salud.
Para aliviar dolores musculares y trastornos menores, se recomienda recibir tres masajes
terapéuticos con intervalos de una semana entre cada uno.
- Mejora la autoestima: Al contacto tus células lo interpretan con la química del amor.
- Tonifica los músculos: Los mantiene nutridos y con buena irrigación sanguínea.
El masaje antiestrés comienza con una serie de balanceos, que le recuerdan al cuerpo los
acunamientos de su edad temprana, envolviéndolo y llevándolo a la evasión de la tensión
mental, dejándolo en un estado de semiinconsciencia y somnolencia, de paz y de descarga,
que permite que el terapeuta prosiga con unos movimientos más profundos a nivel
muscular, descargando toda la musculatura afectada por el estrés. Por último, unos pases y
presiones en los pies (donde se refleja cada parte de nuestro organismo), terminarán de
sedar y recuperar cada zona de su cuerpo. Tras el masaje, la persona queda completamente
en armonía, descansada pero dispuesta a afrontar su actividad diaria.
Aunque cualquier masaje correctamente dado por manos expertas alivia las tensiones
musculares, favorece la circulación sanguínea y ayuda a relajarse, no todos ejercen su
influencia del mismo modo ni actúan en el mismo foco de dolor sobre nuestro cuerpo y
mente. Existen técnicas específicas de masaje que buscan estimular ciertas zonas corporales
en particular o estabilizar ciertos malestares vitales en particular y que son aplicadas según
las necesidades de cada cliente. Algunos favorecen la relajación mediante el uso de aceites
aromáticos, otros ayudan a liberar tensiones con estratégicas aplicaciones de calor mientras
otros tipos de masajes se valen de las manos para ejercer presiones en puntos concretos del
cuerpo con el objetivo de restablecer su energía vital, etc.
Tipos de masajes
Masaje con aromaterapia: Se trata de un masaje con aceites esenciales que son aplicados
en función del estado del paciente a todos los niveles para aportarle beneficios a nivel físico
y mental a través de masajes aromatizados.
Masaje con piedras calientes: Este tipo de masaje se realiza mediante aplicación de
piedras calientes en zonas determinadas del cuerpo para equilibrar la energía de las distintas
partes del organismo.
Masaje tonificante: Este tipo de masaje es recomendable en personas con baja vitalidad o
apatía pues tonifica sus músculos devolviendo al paciente fuerza y energía.
En definitiva podemos decir que hay tantos masajes como tipos de personas y que cualquier
paciente puede encontrar aquel que mejor le sienta.