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Fundación
“Jorge Bonino”
Trabajo integrador final de la Licenciatura en Psicología
Año 2018
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
RESUMEN
Título: Usos del objeto como modo de tratamiento del Otro en la psicosis
Autor: Ermoli, Maximiliano
Filiación institucional: Facultad de Psicología – Universidad Nacional de Córdoba. Argentina
Supervisores: Lic. Valentini, Aurora; Lic. Spangenberg, Florencio.
Año: 2018
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“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
ABSTRACT
Abstract: This integral final paper is developed within the supervised practice of the Psychology
Faculty of the National University of Córdoba, which took place in the therapeutic and
educative center “Jorge Bonino.” This center proposes the scan of different uses of the object
as a way of treatment of the Other in psychosis. For this purpose, the starting point is the
Lacanian basis in relation to psychosis and to the object, and the work methodology of the
institution, pratique à plusieurs” and the institutional psychotherapy was taken into account.
The study carried out was qualitative, with a descriptive design. Due to the characteristics of
the population, a single case study was chosen through several clinical vignettes of the
experience befallen during the practice and its later systematization. It was concluded that the
different uses of the objects favored a more entertaining encounter with the Other and made
possible in the subject a form of regulation of jouir, of location in these objects.
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AGRADECIMIENTOS
A mis padres por el apoyo y la confianza, por estar ahí siempre que los necesité.
A mis compañeros del Bonino por el acompañamiento en este recorrido por “el Bonino”
siempre enseñante y por darme el lugar para trabajar juntos.
A mis amigos y amigas que siempre estuvieron, que escucharon y vivieron conmigo
este proceso.
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ÍNDICE
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INTRODUCCIÓN Y FUNDAMENTACIÓN
El punto de fuga que guía este trabajo reside en esa sorpresa e interrogantes que
aparecieron frente a la psicosis, con sus modos particulares de tratamiento del gran Otro, en sus
verbalizaciones, alaridos, creaciones y diferentes fenómenos que en la formación académica
aparecen en diferentes escritos. También partió de la presentación, por parte de los sujetos que
asisten a la fundación, de determinados objetos singulares que, con gran insistencia, abren paso
a poder pensar dicho tratamiento del Otro. En tanto que la observación de éstos, daban cuenta
de un efecto apaciguante, a veces aplastante o mediatizador de un lazo social en dichos sujetos.
También, la presencia de respuestas del todo agresivas ante la usurpación de estos objetos o su
pérdida, como si se tratara de una parte de sí mismos.
Es ahí donde, ante esa insistencia y acciones de estos pacientes en relación con sus
objetos singulares, que se hizo presente el interrogante: “¿Para qué?”, en el sentido de ¿Qué
lugar tienen estos objetos para estos sujetos? ¿Por qué ante su presencia parecen apaciguar “eso”
infernal que los domina? ¿Por qué hay una posibilidad de que con él hagan un intento de lazo
con otro y sin ellos los invade la desesperación?
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Entonces, es con este trabajo que se pretende indagar sobre la psicosis y el modo en que
estos objetos permiten realizar un tratamiento del Otro desde el psicoanálisis de orientación
lacaniana.
El trabajo con lo singular es para quien escribe de suma importancia, remarcando que
ahí donde lo singular aparece, el sujeto es quien hace el intento de hablar, de encontrarse con el
otro. Supone este trabajo escuchar cuando “Eso” habla, (Lacan, 1958), retomando el juego de
palabras que Lacan trae en referencia del Ello (Es) pulsional. Al mismo tiempo, el campo de la
psicosis, es algo impactante, que en momentos me dejó perplejo y que me obligó a inventar
maniobras diferentes para las situaciones que acontecen
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de lo más singular del sujeto. Obliga, en ese encuentro diferente con el otro, a inventarse el
espacio de encuentro posible en lo que hace a la realidad del psicótico. Además, se dirige a un
abordaje ético conforme a la ética del psicoanálisis, respetando al sujeto que habla, su “buen
decir” (Lacan, 1960), y encaminando el hacer propio de la práctica profesional para evitar
estancamientos y fomentar la libre circulación, tanto del espacio y de la mente (Oury, 1998)
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Me interioricé en la institución tanto por la propuesta formal que la misma dispone como
también por medio de otros alumnos que han egresado, los cuales he contactado para poder
saber más sobre la forma de trabajo y cuestiones formales de la práctica.
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Este trabajo supuso despojarse de nociones preconcebidas, desde una ignorancia docta,
permitiendo la emergencia de espacios de formación con el otro, en la emergencia de lo
contingente y lo sorpresivo. Una constante actividad creativa para dar respuesta a “eso” que nos
habla del sujeto, generando e inventando estrategias de intervención en los diferentes espacios
desplegados en la cotidianeidad de la institución.
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Esta se trata de una institución abocada al trabajo con la patología mental, abordando
tareas de tratamiento, formación e investigación en el campo de la psicosis, autismo y debilidad
mental bajo la mirada del discurso psicoanalítico.
En tanto a los recursos humanos y materiales con los que cuenta la fundación, se trata
de un predio conformado por tres espacios, dos para adultos y uno de mayor tamaño para niños
en el medio. Además, dispone con un espacio para la dirección y oficinas administrativas. Cada
uno de los espacios para adultos cuenta con dos grupos de pacientes coordinados por un
profesional y varios colaboradores y auxiliares, a fin de lograr un mayor acercamiento a los
pacientes y una mejor dinámica de trabajo.
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TEMA
El tema que se abordó en este trabajo comprende los usos de determinados objetos
singulares como modo de tratamiento del Otro en la psicosis.
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ANTECEDENTES
Sin embargo, un estudio reciente realizado por Quinteros (2016) aborda la relación
existente entre los objetos singulares y la locura. En este se estudiaron tres casos, a través de
una sistematización de observaciones y cuadernos de campo, y análisis cualitativo, en donde la
forclusión del significante Nombre-del-padre invitó a los sujetos a modos de suplencia a través
de objetos singulares, considerando la elaboración de un “FortDa”, un modo de construcción
de un objeto autista y la elaboración de un objeto transicional. Es con estos objetos y su modo
particular de suplencia del significante faltante, como puede establecerse una distancia del
Sujeto y el Otro, y por ende un tratamiento de este. Así, la autora concluye que es por esta
suplencia como se posibilita suplir la significación fálica a estos sujetos, permitiendo así un
tratamiento de lo real del goce y disminuir la angustia, ya sea de manera defensiva o por
simbolización.
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Así mismo, los dos últimos escritos recuperan la noción de borde, que es posibilitado
por el objeto en la singularidad de la función que el sujeto le atribuye, formalizando un
enganche del sujeto para con el Otro del lenguaje.
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OBJETIVOS
Objetivo General
- Explorar los usos del objeto como un modo de tratamiento del Otro en la
psicosis en un estudio de caso único.
Objetivos Específicos
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MARCO TEÓRICO
Desde los inicios de sus desarrollos, en sus primero escritos y clases de su seminario,
Lacan (1953) establece la necesidad del pasaje alienante por el Otro de la palabra, y su
preexistencia, para que el infans advenga como sujeto, bajo el axioma del deseo. En este
aspecto, encontramos a un primer Lacan que se posiciona en una proporción mayor hacia el
registro que él llama “simbólico”, en comparación a los registros imaginario y real. Bajo este
umbral es donde la realidad es pensada, donde “el mundo de las palabras es el que crea el mundo
de las cosas” (Lacan, 1953, pp. 264).
La primera respuesta a la cuestión del sujeto, señala Lacan (1949), está vinculada con
la noción de “imago”, en tanto necesaria de asumir y que posibilita que dicha imagen adquiera
valor significante. Es en sus tempranos desarrollos del “Estadio del espejo” donde esta imagen,
que no es sino la del cuerpo propio, donde el sujeto se reconoce, pero pagando el precio de una
alienación.
La evolución de este desarrollo, por su parte, tiene lugar en escritos posteriores en donde
destaca el valor prevalente dado a la dimensión del símbolo por sobre el rasgo de lo imaginario.
Este gran avance, destacado en “Función y campo de la palabra en Psicoanálisis” (Lacan, 1953),
supone que es en su relación dialéctica con el Otro, de la palabra, no ya el otro semejante virtual,
donde el sujeto se constituye. Influido por los desarrollos estructuralistas, desde este escrito,
Lacan resalta el valor prevalente del signo en su acercamiento de sus desarrollos al campo del
lenguaje y, apoyado en la lingüística de Ferdinand de Saussure, dirá que el inconsciente está
estructurado como un lenguaje. Sin embargo, el significante en los trabajos de Lacan presenta
una divergencia ante la idea de Saussure, en tanto Lacan (1953) remarca la arbitrariedad del
mismo y la independencia entre el significante y el significado simbolizado por una barra. Del
mismo modo, en el estudio sobre “La instancia de la Letra” (1957), retomando las leyes que
Freud rescató en su trabajo sobre los sueños, adquiere sentido la inclusión de las operaciones
de la metáfora y la metonimia, ya que, al no haber correlación entre el significante y el
significado, en tanto la barra del signo lingüístico resiste, solo es posible obtener significado
por retroacción de la cadena y a partir de la relación de un significante a otro.
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Entonces, si el inconsciente tiene una estructura como la del lenguaje, posibilita alojar
tanto una dimensión simbólica, en las relaciones del sujeto con el gran Otro de la palabra, como
también la dimensión imaginaria, en función de los efectos de significado fruto del
deslizamiento y retroacción en la cadena significante (Paz, 2003).
Esta dependencia del sujeto a lo que sucede en el campo del Otro es graficada por
Lacan (1957) en el esquema L, donde señala que la condición de sujeto en su inefable y estúpida
existencia (S) depende de lo que pase en el lugar del Otro (A), en tanto es en ese lugar donde
está estructurado como el discurso del Otro, y desde el cual puede recibir ciertos significantes
para poder responder a la pregunta de su existencia. Este cuestionamiento, dirá, tiene una
“estructura combinatoria” (pp. 528) que para dar cuenta de ella despliega una topología
cuaternaria. Los primeros tres significantes que Lacan ubica son los identificados al Otro en el
complejo de Edipo (el ideal del Yo, el objeto primordial y el Otro del significante del Nombre-
del-Padre). El significante restante, Lacan, lo ubica como el sujeto en su realidad, en una
posición de exclusión interna al registro simbólico, pues no tiene significante, y que por
consiguiente en su “modo muerto” entra en el juego de los significantes.
La idea que plantea Lacan (1955) es que el advenimiento del sujeto se realiza a medida
que los demás significantes lo hacen significar, dentro de una realidad que está atravesada por
una estructura simbólica que lo pre- existe. El sujeto entra como muerto, pero es en cuanto a
vivo como va a jugar, utilizando un “set de figuras imaginarias”, seleccionadas de entre formas
innumerables de relaciones anímicas.
Entonces el abrochamiento necesario de esta relación con la función imaginaria del falo
y su significación con lo que sucede en el lugar del Otro del Nombre-del-padre, tiene su
fundamento en la operación de la metáfora paterna. Esta articula el simbólico al imaginario,
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una vez que este último deja de estar ligado a la percepción para pasar a ser un efecto de sentido
producido por la combinatoria significante (Paz, 2003).
Entonces, en relación a las elaboraciones de Lacan (1957), las primeras relaciones del
infans con el mundo parten de la incorporación de los significantes presentes en el lugar del
Otro, significantes en su determinación objetiva. En esta operación metafórica será donde Lacan
en su primera enseñanza ubicará el advenimiento del sujeto, en tanto permite el ingreso del
Nombre-del-padre como significante ordenador de la estructura, que produce un anudamiento
del significado y el significante al cual el sujeto responderá. La operación también le posibilita
ser representado en el registro del Otro como sujeto y adquirir una identificación con el
significado fálico que posibilita inscribirse con un nombre dentro de un lazo social, con un ser
y con un sexo.
Los desarrollos de Lacan se complejizan y van más allá a partir del desarrollo de sus
escritos de los años sesenta. Es puntualmente en el Seminario del año 64’ que aborda los
fundamentos del psicoanálisis donde dedica varias clases hacia el estudio de las operaciones de
Alienación y Separación para dar cuenta de la fundación del sujeto. En este sentido, se sirve de
la teoría de los conjuntos para poder articular lo simbólico con el axioma de lo real del goce
(Paz, 2003).
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Esta situación mítica consiste, según Lacan (1964), en un conjunto del sujeto y otro
conjunto del Otro. En esto, la primera operación que señala el autor es la de Alienación, la cual
implica volverse esclavo del significante, tomando un significante (S1) del campo del Otro e
identificándose con este para representarse. En este representarse, se trata de advenir al sentido
que el Otro tiene para el sujeto. En este sentido al hacerse representar por este S1, implica una
unión con el Otro, “un vel de la primera operación que funda al sujeto” (pp. 218), pero remarca
al mismo tiempo que condena al sujeto a sólo aparecer en esa división, es decir a aparecer como
el sentido otorgado por el significante del campo del Otro, pagando como precio su desaparición
(afánisis). Al mismo tiempo, se trata de un vel (un sentido inclusivo de una disyunción) que
implica una elección con una pérdida ineliminable. Esta reunión entre el campo del Otro y el
del Sujeto es tal que, según Lacan (1960), el “vel que llamamos de alienación sólo impone una
elección entre sus términos eliminando uno de ellos, siempre el mismo, sea cual sea esa
elección. Su apuesta se limita pues aparentemente a la conservación o no del otro término”
(pp.800). Se ejemplifica en el trabajo de Lacan esta disyunción “alienante” con el ejemplo de
elegir “la bolsa o la vida”, donde si se elige la primera, se perderá todo, pero si se elige la
segunda, la subsistencia quedará connotada por la pérdida (Eidelsztein, 2009).
Esta operación implica entonces ubicarse en el campo del Otro, ya que es allí donde el
sujeto nace y se encuentra con los significantes con los que es nombrado desde antes que exista.
También, indica Lacan (1964), esta operación lógica conlleva una pérdida, ya que
implica una decisión del ser, en tanto el sujeto se hace representar por estos significantes del
Otro o no. En este registro de pérdida, Lacan, introduce la operación de Separación como una
intersección entre el sujeto alienado y el Otro. Esta enfrenta al sujeto con la falta existente en
el Otro y, por lo tanto, el deseo del Otro. En tanto hay falta en el Otro, ese significante que lo
representa al sujeto no lo dice todo, ya que hay algo más que se pierde en esto y que remite a
una falta estructural. Lo que trae Lacan en este espacio entre el campo del sujeto alienado ($) y
el campo del Otro (A), es el objeto a:
“en el intervalo entre estos dos significantes se aloja el deseo que se ofrece a la localización del
sujeto en la experiencia del discurso el Otro (…) El deseo del sujeto se constituye en la medida
en que el deseo de la madre esté allende de lo que dice (…) en la medida en que es desconocido”
(Lacan, 1964, p. 227).
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sencillamente de la falta, sino de cómo mediante una falta se hace algo frente a otra falta, cómo
se opera con la falta en el Otro mediante la propia falta y viceversa” (pp. 84).
Por otro lado, es de suma importancia para este escrito rescatar que, en relación al objeto
a y la operación de separación, se trata en este desarrollo de pensar al goce no como un
agregado, un extra, sino como un elemento estrechamente integrado al funcionamiento mismo
del significante. Así, señala Lacan en “posición del inconsciente” (1964), como la alienación
da relevancia al sujeto del significante, la separación, en cambio, como su respuesta, lo hace
con el sujeto del goce, un “efecto de goce”, que permite integrar al goce y al significante, en
una recuperación del objeto perdido libidinal. En este sentido, puntualiza Miller (1998),
respondiendo al vacío producido por la identificación presente en la alienación, la separación
permite localizar el objeto en la falta del otro, localizando el goce.
Si bien Freud no accedió al estudio del inconsciente por el estudio de la psicosis, sino
por sus histéricas, nunca dejó de rozarlo. En los primeros escritos puede vislumbrarse la
ubicación de fenómenos de la paranoia dentro del campo de las Neuropsicosis de Defensa
(1895) donde expone el desarrollo de un fenómeno de rechazo (abwer) de una idea insoportable
para el yo mediante una proyección en el mundo exterior, donde lo de adentro es transpuesto
hacia afuera.
Tal expresión es rectificada luego en la revisión del libro del presidente Schreber, en su
escrito “Sobre un caso de Paranoia descrito autobiográficamente” (Freud, 1911) donde plantea
que “lo interiormente cancelado (suprimido, abolido) adentro retorna desde afuera” (p.66). En
este sentido, desde la experiencia de “fin del mundo” de Schreber, Freud designa que no se trata
sólo de una proyección de una percepción interior, a saber, un deseo homosexual, sino que la
representación interna misma que es insoportable es cancelada y vuelve desde afuera como
construcción delirante. En este punto, hay una separación entre el campo de las neurosis y la
psicosis, en tanto que lo rechazado en la psicosis posee un rasgo esencial opuesto a lo reprimido
de la neurosis (Maleval, 2002).
En el desarrollo de su segunda tópica, posterior al giro del 20’, Freud (1924) pone en
acento aún más la separación estructural y dinámica entre la psicosis y neurosis. Señala que, en
la neurosis, el conflicto existente es entre el Yo y el Ello, mientras que, en la psicosis, el
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conflicto existe entre el yo y la realidad. Más adelante, Freud (1938) se adentra aún más
indicando que el delirante reconstruye el mundo para enmascarar una falla fundamental,
correlativa al conflicto en la psicosis. En este sentido, el delirio es formulado como un intento
de curación, de reconstrucción del vínculo con la realidad.
Desde ese momento, Lacan dispuso una estructura de la psicosis diferente de otras, en
tanto está relacionada con la Forclusión de un significante primordial, portador de la ley.
(Maleval, 2002). Sin embargo, tal desarrollo tendrá lugar en un trabajo post-sciptum, referido
anteriormente, “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis” de 1957,
en la misma época del desarrollo de su quinto seminario sobre las formaciones del inconsciente.
Lacan (1957) establecerá en esta época que la psicosis está vinculada con la forclusión
del significante Nombre-del-padre:
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“es un accidente de ese registro y de lo que en él se cumple, a saber, la forclusión del Nombre-
del-Padre en el lugar del Otro, y en el fracaso de la metáfora paterna, donde designamos el efecto
que da a la psicosis su condición esencial, con la estructura que la separa de la neurosis” (p.556).
Para dar cuenta del ejercicio de este mecanismo, Lacan (1955-1956) aborda el estudio
de la “bejahung”, entendida en Freud como una afirmación primordial que remite a una
admisión en el sentido de lo simbólico, un proceso que, indica, “puede faltar”, para contraponer
el mecanismo represivo de la neurosis, el cual no implica tal falta, y el de la psicosis, como
quien funda el agujero en lo simbólico fruto de su ejercicio. En esta, indica el sujeto rehúsa el
acceso a su mundo simbólico la amenaza misma de castración, la cual implica el ejercicio
significante del Nombre-del-Padre. Sin embargo, señala que la misma no retorna como lo que
es del orden de lo reprimido, sino que “lo que cae bajo la acción de la forclusión tiene un destino
distinto” (p.24), ya que, en un segundo momento, aquello forcluído retorna en lo real.
“es la falta del Nombre-del-Padre en ese lugar la que, por el agujero que abre en el significado,
inicia la cascada de los retoques del significante de donde procede el desastre creciente de lo
imaginario, hasta que se alcance el nivel en el que el significante y el significado se estabilizan
en la metáfora delirante” (p.559).
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Sobre esto último, Miller (1998), señala que la presencia de la cadena rota entre el
significante y significado en la psicosis, debido al efecto de la forclusión, produce que aparezca
el significante de aquello que no puede ser dicho y de esto el psicótico lo escucha como dicho
por otro real, como si esta estructuración de lo dicho viniese desde afuera. Viene la acción
significante sin metáfora, sin equivoco, sin dialéctica y bajo un imperativo sin límite del cual el
sujeto no puede sustraerse.
b) Hacia la excomunión.
Desde los años 60’, los desarrollos Lacanianos presentan un giro epistémico y clínico,
hasta el punto de considerar que lo producido desde el Seminario de los conceptos
fundamentales del psicoanálisis del año 64’ inaugura la clínica propiamente lacaniana.
Por lo tanto, en cuanto a la constitución subjetiva, el psicótico sostiene una falla que
produce una formación particular de alienación que no pasa por la inscripción a partir de la falta
del Otro, lo que conllevaría según lo mencionado antes, hacia el atravesamiento de la castración,
sino que él, siendo un “hombre realmente libre” como menciona Lacan en su discurso a los
psiquiatras (1967), cambia de operación alientatoria y en lugar de tomar como soporte la falta,
toma directamente al cuerpo como fundamento de su yo.
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c) El Otro de la psicosis.
Retomando el estatuto del Otro del psicótico, que invade al sujeto con una voluntad de
goce sin límites que sólo se satisface cuando el sujeto en posición de objeto lo completa. Ante
la falta de anudamiento posible del pensamiento, el cuerpo y la realidad posibilitado por el
ejercicio del significante del Otro, el Psicótico queda a la deriva frente a la presencia real del
Otro tanto avasallante como enigmático, por la falta de localización del goce por el ejercicio
significante (Quinet, 2016). Esto se traduce en diversos fenómenos a lo que el psicótico queda
sometido.
“Un padecimiento que toma forma de angustia deslocalizada que invade a estos sujetos a la
manera de un padecimiento infinito en el cuerpo, en imágenes y en el pensamiento,
produciéndose una propagación difusa de los mismos, sin que ningún simbólico atenúe o filtre
tal tendencia”. (Lijtinstens, 2004, pp. 18)
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En esto, se produce una división entre la imagen del cuerpo y lo real del cuerpo, que en
la neurosis estaría anudado, el cual es vivido como ajeno y extraño. Sobre el cuerpo, Lacan
(1970) indica que es necesario para el viviente un recorte del cuerpo al pasar por los desfiladeros
del significante y por efecto de esto conseguir una expulsión del goce a su exterior, postulando
un efecto de negativización del significante que produce un vaciamiento del goce que ordena
por medio de la extracción. Sin embargo, este efecto, dirá, está regido por el efecto del lenguaje
y la significación fálica, quien aísla los órganos y les atribuye su función. El precio del
ordenamiento del goce, resulta de una desvitalización del cuerpo.
En el caso de la Psicosis, Lacan (1972) señala que tiene lugar para el sujeto una
dificultad al no contar con el auxilio de una significación estándar, obligándolo a realizar
construcciones a veces inéditas en relación a hacer algo con el goce del cuerpo y hacia la
posibilidad de localizarlo y anudarlo.
Se trataría según lo desarrollado de hacer algo con el desorden y la inmensidad del Otro.
Procurarle un orden que permita el advenimiento de momentos de pacificación. Se trata
entonces de un tratamiento del Otro (Abello, 2010). Es en este registro que la oferta institucional
desde el psicoanálisis aplicado se construye como una opción del todo adecuada, en tanto
posibilita a través de este tratamiento del Otro se puedan llevar a cabo estrategias y construcción
de formas originales de estar con los otros. Esta construcción sólo es posible si desde lo
institucional se dan los elementos necesarios para la invención de Otro particular que le sirva
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A partir del Seminario XVII “El reverso del Psicoanálisis” (1972), Lacan hace equivaler
el discurso al lazo social, diciendo que, éstos son semejantes. Por consiguiente, es que se habla
del psicótico como aquel sujeto que se encuentra fuera del discurso establecido, es un sujeto
Fuera-del-discurso, pero que al mismo tiempo no implica que esté fuera del lenguaje, pues este
puede hablar y hacer uso de él.
Se trataría de encontrar en la psicosis una forma de hacer que el sujeto entre en el lazo
social, inclusión en algún discurso.
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señala Safouan (2015), criticará la noción, prevalente en la época, de las teorías de relación de
objeto y la ego-psychology, para centrarse en una dialéctica del sujeto y el objeto, pero en
función de ser complementarios, con la salvedad de que el objeto mismo constituye una
repetición nunca satisfecha, en relación al objeto freudiano perdido y su re-hallazgo por vía del
ejercicio significante.
Ante la imposibilidad de ser capturado por lo simbólico y el uno del significante, por
ser altamente parcial, al no tener imagen especular y no poder ser admito en lo imaginario, el
(a) como concepto psicoanalítico, queda con resto del encuentro con el campo del Otro (Le
Gaufey, 2011). Pero es un resto que, en su parcialidad, Lacan (1962-63) lo ubica en el espacio
de la causa, como un objeto causa de deseo. En ese sentido, al objeto a sólo puede acercársele
por vías indirectas, delimitarlo por sus efectos en tanto el deseo que este causa (causa de deseo)
o bien la economía que regula (plus de gozar) (Rabinovich, 2005).
En esto, Lacan (1964) considerará una forma de economía política del goce como la
distribución de este, determinada para cada sujeto, de la forma en que el sistema significante
opera sobre el cuerpo y en función de cómo la pulsión logra su satisfacción siempre parcial.
Así, puede describirse un modelo económico Lacaniano, que retoma la energía ligada
freudiana que circularía por las redes significantes, operando a través de la condensación y el
desplazamiento (metáfora y metonimia). Serán las posibilidades de lo simbólico y del uso del
significante lo que permite condensar el goce, acotarlo (Rabinovich, 2005). Sobre esto, Miller
(2002) indica que es el significante quien marca al sujeto y permite localizar y domesticar al
goce introduciendo en el cuerpo un lugar y un valor privilegiado; a través de una operación de
“singnificantización” que eleva algo del cuerpo a nivel de significante.
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Pero, estos mecanismos, que por un lado sirven al metabolismo del goce, por el otro
lado, siempre generan un resto de la operación que no es asimilable por las redes significantes,
eso es denominado “plus de goce” (Rabinovich, 2005).
Así, como se indicó antes, el goce es un efecto del significante que opera sobre el cuerpo,
apresándolo, produciendo una forma de satisfacción diferente de la simple satisfacción de la
necesidad pero que parte de ella.
En este sentido, según menciona Lacan (1962-1963) son los objetos (a), bajo la
primacía del falo, lo que dan cuerpo al goce, el cual se apoya en los orificios del cuerpo y se
sirve de ciertos semblantes como el seno, las nalgas, la mirada y la voz. Este objeto conforma
en el cuerpo una parte, un punto de goce, un lugar donde el cuerpo atrapa el goce, quien necesita
la materialidad de lo real de cuerpo.
Lacan en su “Discurso a los psiquiatras” (1967) indica: “hay hombres libres y como lo
dije desde siempre. Porque lo escribí en el Congreso de Bonneval, muchos no pueden incluso
imaginar (…) los hombres libres, los verdaderos, son precisamente locos.” (p. 17). En este
sentido, Lacan pondrá en el mismo lugar la libertad que la locura, dentro del mismo registro.
Más adelante en el mismo escrito, relacionará esta libertad con lo que se produce en el campo
del Otro en la psicosis.
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“independencia” es como lacan define que loco es “verdaderamente el ser libre” (p.18). En
tanto lo tiene él, Lacan indicará que tiene el objeto a en el bolsillo.
Además, como se señaló antes, los diversos semblantes de los objetos (la mirada, la voz,
el seno, las heces, etc.), en la psicosis se intentan hacer existir como semblante, dado que, a
diferencia de la neurosis, están ahí en su presencia real. Esto es debido a que, lo que no puede
ser extraído del Otro, lo cual permitiría la constitución de un poco de realidad, invade como
Real al sujeto, provocando horror y perplejidad (Renno Lima, 2013).
En este sentido, dado que la asunción de la significación fálica permitida a través del
significante del nombre-del-padre, que serviría de barrera ante el goce, está ausente, es
necesario para el psicótico encontrar otros elementos u otras invenciones que funcionen de
modalidad de hacer con el goce, partiendo desde estructuras formales universales, como el arte
o la producción-trabajo, o bien desde “recursos propios”, con elementos particulares del sujeto
(Quinet, 2016).
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determina el orden en el mundo: es lo que hace que cada cosa esté en su lugar. En efecto, lo que
opera en las clasificaciones, las reparticiones de las cosas, es el discurso (Baio, 2002). En la
psicosis, el sujeto se encuentra con un esfuerzo incesante y extremo para poner un orden en el
Otro, en sus pensamientos, su cuerpo y para dar a cada cosa su lugar en el tiempo, con el fin de
producir un efecto pacificante. Sin embargo, esta pacificación está sujeta a la permanencia de
este orden en el Otro. El mínimo cambio en el Otro amenaza el lugar del sujeto (Abello, 2010).
Otro modo de tratamiento tiene lugar por medio de la elaboración. En esta, frente a la
falta de significante que ordene y regule el goce, el sujeto se sirve de un órgano suplementario
electivamente erotizado. Dado que el lenguaje no puede servirle como un órgano, el psicótico
agrega un órgano-fuera-del-cuerpo, eligiendo un objeto entre otros y realizando una elaboración
original, un semblante original.
El estatuto de lo singular está vinculado con lo único en cada sujeto. Es en el campo del
pequeño detalle al que se refiere y que, como una brújula, orienta la vida de cada sujeto; brújula
en la cual, los analistas ubican su mirada y lectura hacia aquello de lo que el sujeto sufre. Es un
campo de lo que está fuera de lo común (Miller, 2008).
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“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
para trabajar con psicoanálisis en estos espacios. Frente a esto, el dispositivo institucional del
centro terapéutico-educativo se propone como una alternativa viable para abordar el sufrimiento
psíquico desde la orientación lacaniana.
El dispositivo institucional está sostenido por dos ejes, por un lado, la posición del
interviniente con la posibilidad de encarnar un partenaire menos amenazador para el sujeto y
por otro lado el sostenimiento del instrumento fundamental: la transferencia.
Por un lado, se trata desde el dispositivo de crear estrategias y condiciones en donde los
intervinientes puedan inventar un Otro que sea menos devastador para el sujeto y así conformar
un partenaire que pueda soportar el goce del sujeto y aliviarlo de su Otro. (Baio, 2004). Así,
desde el trabajo con varios intervinientes (practica entre varios) se promueve operar sobre el
Otro, para que el sujeto no tenga que vérselas con uno que lo ve y sabe todo, sino con varios
partenaires que se descompletan y destituyen mutuamente. Se trata de “entre-varios” sostener
un partenaire pluralizado. (Baio & Kusnierek, 1996)
Las condiciones del Otro del sujeto que posibilita la destitución, sostiene Baio (2003),
implican, en primer lugar, una posición en cuanto al saber en dónde el interviniente no debe
saber todo, sino que debe “escapársele algo”; en segundo lugar, deben, en su trabajo entre
varios, operar reduciendo la sumisión del sujeto a la demanda del Otro; y, en tercer lugar, la
posibilidad de encarnar una presencia menos amenazante, reduciendo los signos de presencia
(por ejemplo, las miradas o las voces).
Es, como señala Lijtinstens (2008), entonces una apuesta centrada en la invención del
sujeto y de la institución, un doble movimiento donde desde la institución se sostiene un
“bricolaje” inventado para permitir al sujeto decir no al Otro y darle un lugar a su singularidad,
reconociéndolo en su estatuto de sujeto.
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Así, el trabajo sostenido entre-varios por los intervinientes insinúa para el sujeto, a
través de un trabajo de invención sostenido por la institución, la inconsistencia del Otro, y lo
que se pone en escena es un partenaire pluralizado que conforma el instrumento principal del
dispositivo institucional. Es una pluralización del Otro que tiene la función de introducirle una
falla, ponerle un límite al estrago del goce del imposible clínico del paciente. (Zenoni, 2013).
En este sentido, lo que haga menos estrago estaría de la mano de la posibilidad de crear un Otro
más soportable para cada sujeto, a través de un “anudamiento” original e inédito.
Este Otro del que hablamos impone además a pensar un tratamiento del Otro a través de
la introducción de un cierto orden, introduciendo un elemento tercero que favorezca la
elaboración (Stevens, 2005). Tratamiento del Otro posible a través de momentos de invención
de la institución, que acompaña a lo que hace signo en cada uno de los sujetos en su
singularidad, y momentos de no-invención, que favorecen en establecimiento de rutinas y
regulaciones en el tiempo y espacio, que promueva la instauración del Otro reglado. (Abello &
cols, 2008).
Es así, desde esa posición, que la posibilidad de intervención institucional está sostenida
a partir dos movimientos de invención, hacia un espacio donde un lazo con el Otro menos
terrorífico pueda advenir.
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ASPECTOS METODOLÓGICOS
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8.2 Población
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2004). En este caso, se realizó una revisión y posterior análisis del material teórico afín,
a saber, material acorde a la teoría psicoanalítica de orientación lacaniana.
✓ Los objetos singulares con los que el sujeto se relaciona y las actividades que realiza.
✓ La forma en la que el sujeto usa los objetos para efectuar un tratamiento del Otro.
✓ El papel de lo institucional en la circulación del sujeto y del objeto (intervenciones,
transferencia institucional, la reunión clínica, los efectos).
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“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
Sobre las primeras, fueron una guía los principios éticos generales como así las normas
deontológicas. En primer lugar, el Consentimiento informado, comprendiendo a las
personas y la institución con las que se trabajará. En segundo lugar, el derecho a la
privacidad de tanto para la información de pacientes, datos personales y documentos
audiovisuales que lleguen a rescatarse como así datos relativos a la organización interna de
la institución. Y, en tercer lugar, la honestidad intelectual, atendiendo a los límites de quien
escribe en cuanto a la competencia adquirida en este tramo de mi formación, como así ante
la complejidad de la realidad que se aborda. (Degiorgi, 2015)
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“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
Cronograma de actividades
2018
marzo Abril mayo junio julio agosto Sep. Oct. Nov. Dic.
Inserción a ><
institución
Selección de Tema ><
Introducción y ><
Fundamentación
Contextualización ><
de la práctica
Tema ><
Objetivos ><
Antecedentes ><
Marco Teórico >< >< >< >< >< ><
Aspectos ><
metodológicos
integración teórico- >< ><
práctica
Conclusiones ><
Presentación de TIF ><
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“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
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“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
ARTICULACIÓN TEÓRICA-PRÁCTICA
Sistematizar una experiencia es un proceso del todo alejado de solo detallar qué
aconteció, sino que supone un trabajo de pensamiento, abstracción y producción que genera
conocimientos variados. En palabras de Óscar Jara Holliday (1997) se trata de una
interpretación crítica de experiencias que, con su ordenamiento y reconstrucción, logra
explicitar ciertas lógicas del proceso vivido en ellas, los diversos factores que intervinieron, su
interrelación, entre otros. En ese sentido, la sistematización de experiencias produce
conocimientos y aprendizajes significativos, comprenderlos teóricamente y orientarlos hacia el
futuro con una perspectiva transformadora.
➢ Los objetos singulares con los que el sujeto se relaciona y las actividades que realiza.
➢ La forma en la que el sujeto usa los objetos para efectuar un tratamiento del Otro.
➢ El papel de lo institucional en la circulación del sujeto y del objeto (intervenciones,
transferencia institucional, la reunión clínica, los efectos).
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“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
P. es un sujeto que asiste al C.E.T en jornada doble desde más de 10 años, ingresando
al servicio de menores y posteriormente, en 2012, al servicio para mayores. Actualmente, en su
adolescencia tardía (entre 18 a 28 años), vive con su madre y su abuela en su hogar. Su
asistencia al espacio de la institución es diaria, para lo cual es traído por un trasporte privado.
La participación en espacios de talleres es bastante completa, asistiendo a todos los que le son
asignados y hasta solicitando y demandando fervientemente estar presentes en otros, aunque no
haga nada.
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“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
Por otro lado, en lo que respecta a la relación que establece con quien escribe, pueden
establecerse dos momentos: en un primer momento de ingreso al espacio del C.E.T, P. se
manifestó con desinterés al principio y luego abordando a través de preguntas o pedidos varios,
en una dirección de poner en jaque a los otros en juego, a través de diversas demandas. Cuando
se respondía a estos pedidos, parecía que él se aplastaba, tornando sus respuestas hacia la
nulidad o responder “no se” a todo.
- “Vos sabes cómo puedo hacer para no venir más porque mi transportista es una
porquería”. (…) “Es malo el transportista X porque me pelea y me pone cuarteto”
A esto, en cierto momento, en lugar de darle una “solución práctica” que lo aplastaría,
le respondo con cosas del estilo:
- “Y no sé, yo opino que le preguntes a X que seguro sabe” “Y bueno, no vengas más así
yo tengo otra porción de comida”
- “¡Ay! ¡Pobre transportista que tiene que soportar tus escándalos y tu olor a patas!”.
Como respuestas ante esto, P. va a preguntar a otros intervinientes o bien sale riéndose muy
fuerte.
Por otro lado, por momentos cuando estoy presente emite, a otros y frente mío, pedidos
de que no vaya más y termine la pasantía, también demandas de que lo quiera o que aplauda
con él. Indica que no quiere ir más los días que yo estoy presente y que dejará de asistir a la
institución para no verme. Cuando no estoy presente, llega a pedirle a otros intervinientes que
me llamen o bien pregunta cuando voy nuevamente al CET, ya que menciona que me extraña.
En esto puede pesquisarse la vertiente erótica y agresiva de la transferencia (Lijtinstens, 2006)
que P. establece con el Otro, vertiente que puede tornarse masiva y angustiante si no se hace
algo con ello.
En otro orden de cosas, P. tiene varios objetos singulares con los que establece
relaciones con diferentes tintes y con los cuales elabora contenidos muy diversos y floridos.
Tales elaboraciones están entretejidas con las cuestiones transferenciales antes indicadas como
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“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
Con P. puede indicarse que lejos de estar excluido el Otro, sí hay un Otro, pero no
barrado, es uno que se le presenta de manera intrusiva y absoluta. Esto el sujeto mismo lo trae
cuando en su cotidianeidad ingresa a la institución con alguna queja o reclamo hacia algún otro
personaje que lo agravió. Serían formas de plantear su queja ante el Otro que lo ataca, persigue
y angustia, acompañado de estados nerviosos y muecas de dolor. El despliegue en cuestión, al
parecer, está vinculado a la falta de regulación del goce propia de la psicosis, regulación que se
posibilitaría con el anudamiento desde la función significante (Miller, 1985). P. demuestra una
cascada de puro goce corriendo en el momento de desplegar su signo sintomático.
Las anteriores, y otros comentarios más, es algo cotidiano de su llegada al espacio del CET.
También, han superado en ocasiones lo del orden de la queja, y directamente P. no ha asistido
por un tiempo, ya que había lastimado a su transportista con arañazos y mordeduras.
Entre lo que se construye como queja que nos trasmite a los intervinientes y el acto de
agredir existen diferencias notables de hacer con la relación al Otro. La agresión con la que se
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“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
defiende P. a veces constituye un modo de defenderse de esos otros quienes asumirían el lugar
del Otro gozador para él. Este rechazo tiene que ver con la manera que P. encontró para soportar
la presencia del Otro, siempre y cuando se tenga en cuenta hasta qué punto puede tolerarlos.
Por otro lado, lo que trae a partir de sus quejas, serían del orden del uso significante,
para puntuar el espacio institucional con lo que, desde algún tercero que pueda encarnar al Otro,
se le presenta como perturbador, por medio de la elaboración de su “cartografía especial”, una
forma de usar el significante para cernir, bordear lo real del goce (Lacan, 1972), ubicándolo en
puntos de goce en el espacio del C.E.T.
Por otro lado, la relación que establece conmigo está sostenida en una transferencia con
componentes eróticos y agresivos considerables, por lo que es cotidiano que por momentos me
pregunte constantemente persiguiéndome si lo quiero y al rato alejarse porque tiene miedo que
lo dañe o lo quiera lastimar. También, cuando está nervioso, deposita sobre mi muchos insultos
y denigraciones, pidiéndome por ejemplo que no vaya más. Es en este vínculo que establece
con el Otro, donde pueden verse estos aspectos. Es en la puesta en juego de lo que es del orden
de la sexualidad en el movimiento transferencial de P., donde se asoman, pero de manera
problemática, ya que, al momento siguiente, está invadido de agresividad y hostilidad.
En este orden de cosas, es cuando P. se dirige hacia mí donde, para hacer algo con la
relación de P. con el Otro, se elaboran algunas estrategias desde lo institucional orientadas en
la posibilidad de encarnar Otro menos problemático, en palabras de Baio (2003), para él; un
Otro que desde su posición de saber no lo someta y aplaste como un objeto, sino que se preste,
desde la posición de un Otro pluralizado, destituido en cuanto al saber.
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“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
En esto, le indico por ejemplo que “el servicio si es una porquería y que yo también lo
soy”. O por ejemplo que “es una porquería porque hay olor a patas porque no me las lavo”. En
esto, busca a otros intervinientes para desplegar sus quejas mientras ríe a carcajadas. Es un
efecto que se sostiene en el juego con lo cómico y lo absurdo, que hace menos consistente al
Otro. También, le he indicado que “no sé cómo hacer para que él pueda dejar de venir”
instándolo que les consulte a los otros. Entre los intervinientes trabajamos respondiéndole desde
lo absurdo o llevando el saber hacia otro, destituyéndonos mutuamente.
- “¿vos me querés?”
- A lo que le respondo: “No sé, me parece que depende de los otros. Si los otros te quieren,
yo también. Anda a preguntarles”
En este caso, según lo trabajado por Baio & Kusnierek (1993), la respuesta a la demanda de P.
no se hace consistir, sino que se aborda lo que él trae a través del establecimiento de algo
enigmático puesto en otros («“X” seguro que sabe»), descompletando mi saber que pueda
colmarlo y aplastarlo. En este caso, la estrategia institucional está sostenida hacia una respuesta
“vivificante” para P. en cuanto al amor del Otro, en tanto que como ha pasado en otras
ocasiones, cuando se le responde sólo afirmativamente, P. se aplasta. En esta ocasión, se trata
de hacerlo circular, no negando un signo de amor del Otro (por ejemplo, negándole la
respuesta), pero tampoco darle esa certeza que lo deja inmóvil.
- “Vos sabes que no voy a traerlo más al Martín porque Aylén me lo va a robar”.
- “No lo traje hoy a Martín porque me lo voy a olvidar y después, ¿yo qué hago?”.
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“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
También, es preciso destacar que cuando deja a Martín en algún lado y se percata de su ausencia,
en ocasiones emprende una búsqueda difícil de coartar para encontrarlo, persiguiendo o
enfrentando, de ser necesario, a quien lo tenga para recuperarlo.
Su relación con el muñeco no es la misma que con los otros sujetos de la institución, ni
mucho menos con los intervinientes. No presenta una faz ambivalente o conflictiva cuando se
desenvuelve con Martín, sino más bien, pareciera un objeto tranquilizante. Es así que cuando
se desarrollaron actividades en la pileta municipal, en los días más calurosos, fue a través de
este objeto por el que se pudo trabajar con P. debido a que él se permitió ingresar a la piscina
con la excusa de “bañarlo” (P. normalmente no ingresaba ni mucho menos hacía actividades
deportivas, pero ingresa a las escaleras de la piscina y moja su muñeco, con movimientos de
baño). La posibilidad de que P. trabaje en las salidas institucionales estuvo dada por las formas
inéditas de invención dentro del espacio institucional (Lijtinstens, 2008), a través de responder
a la invención de P. con estrategias desde el equipo de intervinientes que posibilite un habitar
mucho más ameno. Se trató de una estrategia en donde P. pueda posicionarse como un asistente
de su muñeco, bañándolo y ayudándolo.
Por ejemplo, como se indicó antes, ante las voces agudas o muy graves de algunos
compañeros o intervinientes emite fuertes gritos, donde establece imperativamente que no se
hable así. También, regla los espacios donde él está, indicando que no se puede hablar de futbol,
ni cantar ópera ni nada del orden de las pasiones. Cuando esto no mantiene a raya a los otros
sujetos, de igual forma le sirve para que P. pueda gritar y hacer escándalos varios. En cuanto a
Martín, P. indica constantemente que no pueden sacárselo, que es de él, que no lo pueden
golpear ni agredir; cuestiones que, de suceder, provocarían las reacciones que antes fueron
detalladas.
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“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
Otra cuestión sobre este muñeco que P. trae es su origen. Él menciona que el nombre
del muñeco es por alguien llamado Martín que pertenecía a la institución y que era su novio.
Actualmente, este tinte erótico en la relación con el muñeco se mantiene, en donde menciona
“este es Martín, mi novio” y besa al muñeco constantemente cuando se le pregunta por ello. Se
podría indicar que se trata de una versión erótica que a veces pone en juego P. a partir del uso
del objeto singular. Pero, por otro lado, cuando se habla del muñeco con él, nombrándolo como
Martin, como su novio, tomando las palabras que él usa y hablando con el muñeco, él emite
una fuerte carcajada con la misma intensidad con la que emite sus alaridos y escándalos,
indicando que se ríe porque le hablamos a un muñeco que no tiene vida, como riéndose de
habernos embaucado.
A fin de cuentas, P. construyó una ficción con tinte erótico desde este objeto, que no
hace más que trasponer la erótica transferencial que establece con el Otro, con la salvedad que,
en esta ocasión, este partener está ausente. Esta cuestión se repitió con el otro muñeco de
Mickey que trae, el cual al preguntarle quién era indica:
- “Es Francisco X” (indicando nombre y apellido, el cual es otro sujeto que asiste al CET
con el que P. tiene a veces enfrentamientos y peleas) “Es mi novio”.
A lo que intervengo consultándole sobre Martín y si ahora tiene dos novios, a lo que responde
afirmativamente. Esto a P. le causó mucha risa, que elevó como una carcajada muy fuerte al
techo, para luego seguir riéndose y poniendo el muñeco en la boca.
En este caso, parece que se sostiene la versión erótica, pero sólo con el sujeto que está ausente,
en tanto el otro presente puede ubicarse como un rival al que denigra.
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“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
Sin embargo, a veces también el muñeco pareciera que se arme como un elemento que
permitiría a P. un movimiento de autodefensa (Baio, 2003). Es ante situaciones que lo perturban
demasiado o cuando viene alterado desde su hogar y las construcciones significantes de armado
de su cartografía y su puntuación pierden efectividad, que sostiene al muñeco de alguna
extremidad y lo hace girar como tirabuzón, mirándolo fijamente y quedando pegado a esa
escena, donde posteriormente lo pega en su frente, quedando así por un rato. Cuando le pregunto
en ese momento sobre eso, no me responde. Puede inferirse como defendiéndose con el objeto,
y quedando capturado por momentos ahí, puede hacer algo con los signos de presencia del Otro
que lo increpan con un determinado valor de goce. El “hacer con estos signos” estaría dado por
una forma de anulación o reducción de los signos del Otro, que permite que lo que se torne
perturbador, por esos instantes, se congele.
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“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
- “¿sos bueno o sos malo vos?” o “¿yo vengo bien o vengo equivocado acá?”.
Parándose desde sus inversiones y utilizando los instrumentos significantes que le sirven para
ejercitar ciertas oposiciones, P. pareciera que me increpa, interrogando algo que, en mí, da
cuenta de un lugar de Otro enigmático. En esto, infiero que busca un signo que devele qué
quiere este Otro que se dirige a él y de ahí asegurarse si es acaso alguien “bueno”, que dé cuenta
de signos de amor, o bien alguien “malo”, que se presente con puntos de goce que pueda
alarmarlo.
Como una posibilidad de hacer que siga circulando la cuestión del muñeco-Mickey y
haciendo referencia a todos los escándalos que hizo P. durante un mes, fue que se me ocurrió
en una ocasión hacerle una escena similar, aparentando llorar o gritar como hace él. Ante eso
me dice:
dejando a todos mirándolo y sin palabras, lo que a P. le genera mucho placer y risas.
La posibilidad de presentarme del todo ridículo y haciendo “la pavada” que el mismo P.
usa para hacer escándalos habilita una forma de trabajo en la que la dimensión del Otro que se
le presenta a P. pierde, al parecer, sus signos angustiantes y tortuosos. Es una presencia que
implica que, acompañado con los otros intervinientes en la sala, no lo puedo hacer todo ni saber
todo, en tanto, ante cualquier agravio debo acceder a una construcción como la que hace él para
consolarse. Se trata de un sostenimiento mutuo por parte de todos los presentes de un estatuto
del Otro más accesible al lazo. Se trataría, a fin de cuentas, de una forma de inventar con la
institución un alojamiento del signo sintomático de P., para que de ese lugar pueda circular.
En otra ocasión, ante un conflicto que tuvimos a causa de un ataque de nervios que tuvo
en el desayuno, donde P. quería robarse y tirar toda la mermelada y lo detuve, (una acción que
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“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
Si bien la búsqueda que hace está teñida de placer y disfrute, en tanto está sostenida por
la vertiente erotoagresiva de su transferencia, podría indicarse que, al enfrentarse a la
indiferencia del Otro, P. produce algo, un movimiento que se orienta hacia la producción de
una relación con este.
Al no responder a esos contenidos, ya que eso comúnmente aplasta a P., lo ignoraba o le decía:
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“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
Son propuestas que, desde lo institucional, permiten la inclusión de P. en los espacios, jugando
con la vertiente de lo absurdo y lo cómico que, como se mencionó antes, permiten vincularse
con él sin aplastarlo. En esta, no se le demanda que venga, sino que se lo invita, en donde juega
un papel importante la destitución del Otro en cuanto a su demanda como señala Baio (2003).
A esas respuestas P. grita y se va corriendo riéndose, para volver a los minutos.
Sin embargo, en una ocasión donde nuevamente jugamos con las inversiones que él crea
(ser lindo o ser feo) le respondí:
Nuevamente, P. ante algún signo perturbador en el discurso del Otro realiza un descargo de
insultos y despliega su movimiento de poner en orden al Otro, parándose en sus inversiones.
Sin embargo, la intervención en cuestión estaba sostenida en lo cómico y lo absurdo de no
querer a los feos. Una propuesta de intervención donde no se lo increpa directamente, sino que
le pregunto, según sus inversiones, que trae como efecto risas y gritos, de distinto tinte a sus
alaridos antes mencionados.
Las diferentes formas en las que P. se dirige a mí cuando está en esos momentos de
tensión y desregulación podría hablar de una forma de hacer con la presencia del Otro. En este
caso, la desregulación de goce presente en los momentos en donde ingresa nervioso, mordiendo
y forcejeando a todos, indicaría la presencia de Otro que en su plenitud incide en la posibilidad
de habitar el espacio del sujeto. P. responde ante esto a través de la agresión y dejando correr
su “escándalo” característico como respuesta y, además, lleva a cabo un despliegue de insultos
y dichos, en parte desde las inversiones que usa (lindo-feo, bueno-malo) que le posibilitaría
tomar distancia del Otro y, al mismo tiempo, defenderse de su carácter intrusivo.
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“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
El circuito de su actividad consta de tomar la mano del otro por abajo con una de la
suyas y con la otra golpearla repetitivamente, acercando su mirada fijamente hacia el impacto
de su mano. En el ejercicio de esta actividad, se nota en P. un cambio en cuanto a su estado de
ánimo, en tanto suele apaciguar la tensión en la que estaba, también suele mermar el estado de
aplastamiento en el que suele estar.
Se trata de un movimiento que P. edifica a partir de lo que parecería una urgencia, con
la que es llevado hacia el Otro. En esto, P. ejecuta un movimiento, tomando una de mis manos,
por debajo, sosteniéndola, y luego con la suya, comienza a dar golpecitos, al modo de aplausos,
a veces de manera repetitiva.
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“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
en este caso, en el montaje que P. establece con el objeto recortado del Otro, el cual puede
circular por el medio y haciendo más tolerable el habitar en el espacio institucional.
Ante esto, P. vuelve a reír muy fuerte y empieza a gritar diciendo que es mentira, que el servicio
es una porquería, que nos callemos y que no digamos mentiras; todo con una voz muy elevada
y al techo, sin hacer espacios entre las diferentes denuncias. Inmediatamente, luego de gritar,
me agarra la mano y me dice “aplaudí”, extendiéndome la mano y golpeándola repetidamente.
Mientras ejecutaba su movimiento, se pudo ver que P. no gritaba ni reía a carcajadas y, hasta
por momentos, los ruidos y nombres que normalmente le molestan no tenían efectos.
Por un lado, despliega su “ataque de nervios” por donde puede denunciar todo lo que
para él “es una porquería”, haciendo los escándalos que le dan tanto placer. Posteriormente,
ante la falta de efectividad de su ataque de nervios, elabora estrategias sirviéndose medios
simbólicos de establecer un orden (Baio, 2002), por lo que ubica las cosas en su lugar, ordena
el espacio del Otro en su desorden, taponando que fue enfrentado a su erotismo. Establece quién
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“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
habla y quién no, ordenando que el Otro se calle y buscando un efecto de pacificación. Ante la
falta de eficacia de sus elaboraciones, P. acude a mí con su demanda de aplaudir. El estatuto
del uso del objeto en el movimiento de aplaudir le posibilitó, en esa ocasión, a P. estar en el
taller disfrazando la cercanía al Otro perturbador y las consecuencias del orden de lo Real ante
su encuentro.
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“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
entre ellos. Por un lado, él sostiene la mano y aplaude, pero por otro, él es aplaudido, sin
embargo, el circuito tomado en su totalidad no es más que un montaje pulsional necesario en
donde él es quien se propone como alguien amable, y desde el dispositivo institucional, se
asiente, como una forma de invención (Lijtinstens, 2008).
El movimiento mismo del montaje refiere a la circularidad del ida y vuelta, va y viene,
con el que usa el objeto y se pega al Otro (Laurent, 1999). Un ida y vuelta hacia el campo del
Otro, en el que se juegan los aspectos heterogéneos de la faz pasiva y activa de su movimiento
pulsional, con el que P. acude a producir algo inédito, un movimiento de hacerse aplaudir.
Otra escena en la que P. demuestra la plasticidad de sus creaciones se dio a partir de una
mañana en la que había venido muy alterado ya que mencionaba, nuevamente, que el
transportista ponía cuarteto y lo peleaba y gritaba. Nuevamente, se trata de un relato en donde
P. llega con una queja relacionada con algún Otro que lo agravia. Entró a la cocina de esa
manera y con ese discurso, gritando y haciendo una simulación que, cuando la vi, nombré
“hacer de colibrí”. P. estaba muy alterado al mismo tiempo que gritaba y reía a carcajadas,
empieza a saltar en su lugar o mover, con sus brazos pegados al cuerpo, las manos hacia arriba
y hacia abajo. Este es un movimiento que refiere a su cuerpo, a una forma de hacer con eso real
a través de él. Se trataría de un movimiento que P. ejecuta como una reacción más. Sería, al
parecer, una construcción más dentro de su repertorio.
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“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
Todos los días, P. llega con urgencias de distintos tintes, a veces con quejas, a veces
nervioso, otras haciendo escándalos y en otras ocasiones muy alterado. También, es su llegada
con sus demandas, por donde trata someter a todos Una urgencia constante de P. dentro de su
rutina en la institución es entrar corriendo y alterado, buscando por todos los rincones o bien
pidiendo a todos los intervinientes que le demos su termo y mate.
Esta demanda de su objeto es marcada por P. ante cada uno de los presentes, al que
aborda imperativamente exigiendo que se lo den o lo ayuden a buscar, manifestando un
aumento progresivo de tensión al no encontrarlo. Es así, como en ocasiones puede llenar el
espacio de alaridos, hacer escándalos, agarrar fuerte de los brazos a los intervinientes o correr
por el espacio hasta encontrarlo. La demanda de su termo tiene un tinte similar a la que presenta
cuando pierde sus muñecos, como si perdiera algo de sí mismo, pero sostenida con mayor
urgencia. Es así como, a partir de la ausencia de este objeto, puede anudarse su impronta
sintomática, su “ataque de nervios”, y todo su despliegue característico o peor, proseguir con
agresiones a intervinientes u otros sujetos.
P. toma mate toda la jornada de una manera particular. No suele hacerlo con agua
caliente ni mucho menos suele tomarlo como suele entenderse. Él arma su set de objetos con
su termo lleno de agua fría o tibia, pone un poco de yerba en el mate y empieza a andar.
Él lleva su termo y mate a todos lados, camina con ellos, intentando que no se caigan.
A veces termina desparramando todo y llenando donde está de agua con yerba. Es cotidiano
que su espacio de trabajo en el taller de Lecto-Escritura esté lleno de hojas mojadas y
manchadas de verde. El signo marcado de inseparabilidad que posee P. en el uso con su termo
y su mate es de notar, en tanto lo desestabiliza el no tenerlo con él, como se mencionó antes,
como así la posibilidad de perderlo o que alguien más lo tenga. P. por momentos es agresivo y
brusco si alguien, que haya llegado antes que él, lo haya tomado para usarlo, pudiendo
quitárselo fuertemente o hasta gritarle a sus compañeros, algunos que en la cotidianeidad de la
institución les tiene miedo o no les presta atención. En este punto es como los signos que él
coordina en su puntuación del espacio se disuelven, pierden consistencia; eso de su creación
que indicaba que tales compañeros eran “malos”, “feos”, una “porquería”, y que le servían para
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“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
El carácter intercambiable y cesible acontece con el mate o la bombilla, pero con una
particularidad. Al ingresar diariamente en la institución puede usar otro mate con su termo rojo
inamovible sin problemas, permitiendo que, si alguien llegó antes, lo tome. Según su impronta
sintomática, él mencionará algo al respecto si alguien lo tiene, denunciando que normalmente
es suyo ese objeto, que el otro es un ladrón o que él se lo presta porque es bueno o lindo; pero
no tendrá “ataques de nervios” ante la situación como lo es con el termo.
Sobre la rutina con este objeto, P. se sirve mates con el agua del termo en toda la jornada.
Lo lleva consigo y completa las comidas con él. Sin embargo, no siempre está tomando el mate,
incorporándolo. En ocasiones si lo hace, donde toma el contenido y mira al resto fijamente, en
una actividad continua y persistente. En otras ocasiones, sólo lo sirve y lo deja ahí. Puede hasta
“olvidarse” de que lo ha servido y, al cargarlo nuevamente, rebalsarlo, llenando la mesa de agua
verde y mojando a todos. Ese circuito de llenado-rebalsamiento-vaciado es algo persistente y
repetido a lo largo de la jornada. El circuito podría referir al estatuto de borde que conforman
estos objetos por momentos al pegarlo a su cuerpo, que referirían al circuito de borde-desborde
con el que P. habita la institución. Un objeto-termo que él no separa de sí con facilidad, que en
su presencia hace un borde ante la irrupción de lo real y ante su ausencia causa un desborde.
Otra actividad con su objeto consiste en golpear el termo con el mate, chocando la punta
del primero con la boca del segundo, mientras mira fija y cercanamente. Esa actividad se torna
repetitiva y constante. Según se registró, suele ocurrir en los ratos de actividad dentro de los
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“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
talleres en lo que P. no hace las actividades propias de este, o en lugares donde hay mucha gente
en reunión. P. muchas veces menciona, mientas hace eso, que “está aburrido” o cuando le
pregunté qué hacía, responde con su clásico “no sé”. El despliegue en cuestión con el objeto
pareciera prescindir, en contraste con el uso de los otros objetos antes descritos, de los otros.
En este caso, puede inferirse como P. realiza lo que Baio (2002) describe como una operación
de autoconstrucción. Con esos golpecitos, P. señala que está en el lenguaje haciendo una
construcción significante, como un juego de oposiciones, golpecitos en dos tiempos.
Él, sin responder, sirve su agua en el mate y el otro lo agarra para tomarlo. En otras ocasiones,
los mismos compañeros de P. le indican “¿Me das un mate?”. A lo que P., sin responder, accede
sirviéndole uno.
En contraste a las situaciones donde hay varios presentes en los espacios de taller o
espacios de la institución en los cuales P. da sus golpecitos y/o hace su circuito de llenado-
rebalsamiento, y donde parece estar capturado ahí, a veces acontecen momentos en donde algo
de la relación con el semejante adviene, permitiendo que su objeto más cesible (sólo el mate)
sea dado al otro. La escena también incluye como, desde una pregunta sutil, que no lo increpa
directamente ya que se trata de una estrategia de destitución en cuanto a la demanda (Baio,
2003), el Otro interviene con una propuesta para que dé el objeto, una demanda de cesión, a la
que P. accede.
Los movimientos que genera con él, pensados desde la autoconstrucción están vinculados a esta
inseparabilidad, en relación a que, como señala Baio (2002), tal ejercicio solitario constituye
una forma de significantizar este apéndice que pareciera parte de su cuerpo, en tanto que lo
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“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
Cuando le llevo el mate, P se calmó un poco y no gritaba más, no hablaba fuerte tampoco ni
agredía a nadie. Sólo persistía una tensión de fondo, pero él seguía en silencio, mirando como
cebaba mates y los tomaba, agarrando fuerte el termo. Nuevamente, a partir de lo detallado,
puede pensarse como el objeto de P. permite localizar y condensar los elementos de lo real que
lo invade, poner con freno a esa desregulación presente y apaciguarlo.
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“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
Sin embargo, en función del tema de este trabajo, considero necesario primero tomar la
cuestión “al revés”, en tanto, indagar qué estatuto tienen los objetos que P. usa para logar los
efectos descritos.
Para esto, será necesario retomar la relación de los objetos que P. usa con el registro del
cuerpo. En relación a esto, siguiendo a Lacan (1973), todos somos esquizofrénicos en tanto el
cuerpo y los órganos nos hacen problema. En todos, el cuerpo está sujeto a desunirse de sus
órganos, lo suficiente para encontrarle una función. Es donde el neurótico se sirve de una
significación estándar, auxiliado del lenguaje que lo preexiste, donde le encuentra funciones,
pero es en la psicosis donde se son necesarias construcciones inéditas para hacer con el cuerpo,
inventar sus apoyos, sus recursos.
Las producciones de P. que sostiene con sus muñecos y su termo son posibles de pensar
en este registro. Estas refieren, según lo desarrollado, al estatuto del órgano fuera-de-cuerpo,
algo que escapa, pero permanece ligado al cuerpo mismo, que resalta por su carácter de ex –
sistencia (Miller, 2007). Tanto el termo de P. como sus muñecos son construcciones que elabora
y que existen “fuera” (en la realidad objetiva, separada de P.) pero que están en relación y en
referencia a esto de lo que están fuera, como lo que Lacan (1964) elabora con el mito de la
laminilla, donde propone a la líbido como un órgano fuera-de-cuerpo.
En otras palabras, por el hecho de que el lenguaje no le pudo otorgar las significaciones
con las que el sujeto pueda organizar su mundo y atribuir las funciones a los órganos que le
hacen problema, trata de agregar a su cuerpo un órgano fuera-de-cuerpo (Baio, 2003), un objeto
que funcione a la manera de un órgano que convenga a su cuerpo y pueda producir su montaje,
un trabajo que en P. comenzó en la elección de unos objetos entre otros.
Así, es a partir de este órgano suplementario que elige por donde realiza su elaboración
original, fabricando los semblantes necesarios, a partir de una significación no-estándar. Se
trata a fin de cuentas de la elección de un objeto suplementario electivamente erotizado
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“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
(Laurent, 1999), con el que realiza construcciones simbólicas, crea sus propios semblantes y
localiza y condensa el goce, por su carácter de objeto-órgano. Al mismo tiempo que le sirve de
brújula para realizar una elaboración metonímica. Por ejemplo, con sus construcciones
significantes con su termo o la diversidad de creaciones con sus diversos muñecos, entre otros.
Por otro lado, la inseparabilidad que caracteriza estos objetos que P. lleva consigo,
podrían ser referidas a las nociones de corte y separación desarrolladas por Lacan (1962-1963)
en su seminario de la angustia. Sería consecuencia del efecto que produce que el corte no se
efectúe entre el seno materno y el niño, sino entre el seno y la madre, en tanto queda el seno
pegado sobre el sujeto, como su ser mismo (Laurent, 1999). P. lleva estos objetos y es con ellos
que se pega al Otro en la institución.
Cabría diferenciar, en cuanto a sus muñecos Mickey, que son sostenidos en el espacio
institucional a través de una elaboración ficcional erótica y, es a través de esta, que P. se dirige
al Otro. P. les plantea a los intervinientes que Martín es su novio, y desde ahí puede
embaucarlos, engañarlos. En cuanto al Termo, no es posible plantear las cosas de la misma
manera, en tanto pareciera que la construcción que elaboró es, en todo caso, desde el Otro, ya
que es permitida sólo desde el dispositivo institucional, donde P. se adueña de un termo ajeno
y desde el cual puede demandar que los intervinientes acudan a buscarlo para evitar desbordes.
Por otro lado, a diferencia del estatuto señalado en los otros objetos de P., que sostiene
al parecer sin demandarlos del Otro, “en su bolsillo” (Lacan, 1967), el circuito que lo lleva
hacia la construcción de su montaje en el movimiento de aplaudir tiene lugar desde su inicio en
una propuesta de P. en, por un lado, proponerse como un objeto amable al Otro, y por otro,
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“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
realizar un enunciado imperativo solicitando al Otro que aplauda, enunciado al cual asentimos.
El objeto que recorta está al parecer marcado por una insinuación al Otro, una búsqueda
deseante, que P. realiza, en su recorte ficcional y mecánicamente, en el campo del Otro, y que
le permite alojarse ahí.
En cuanto a los efectos, según lo mencionado en los apartados anteriores, estos puntos
de anclaje de P, se conformaron como soluciones posibles de semblantes que permitieron
domesticar al goce, localizarlo. Tal es el caso, por ejemplo, ante la confrontación al erotismo
del Otro que se le supuso a P. insinuarle algo de la relación con el profesor X, llevó a desplegar
sus estrategias significantes, pero al final se movió hacia mí para aplaudir, en donde tuvo un
efecto de pacificación por el ejercicio de su montaje pulsional. En este movimiento de vaivén,
desde P. hacia mí, usando el objeto, es por donde pudo domesticarse los retoños de lo real que
lo atormentaban.
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“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
Al mismo tiempo, con el ejercicio mencionado antes con su objeto-muñeco, que coloca
en su frente realizando una maniobra autodefensa (Di Ciaccia, 2014), puede pensarse el
tratamiento del Otro a partir del objeto con el que anula todo lo que es del registro del Otro. En
esto, lo simbólico no presenta su capacidad de hacer barrera al goce, sino que tiene lugar en su
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“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
cara mortífera y sin reglas, por lo que obliga a P. a autodefenderse con su objeto, anulando,
congelado todo lo que le retorna de ahí.
En la otra ocasión descrita, ante una escena en donde P. me lastima y luego yo lo ignoro,
mostrándole mi indiferencia, P. usa el objeto-muñeco para realizar una creación inédita.
Haciendo algo con el Otro (que puede tomar represalias), pone en el medio un objeto, al que
hace que lo acaricie. Con esto, al parecer, logra conformar una búsqueda del Otro para que lo
quiera, creando en el Otro un signo de amor. Todo esto en tanto es P. quien agarra mi mano y
es él quien me hace acariciar el muñeco. Se podría tratar en esto de un movimiento hacia un
encuentro con otro, en el cual él pueda tallar su lugar de sujeto.
El tratamiento del Otro posibilitado a partir de su montaje de hacerse aplaudir tiene lugar
a partir de la posibilidad mediadora del objeto que el recorta ficcionalmente del Otro, ya que de
esa manera puede disfrazar la cercanía con él y de esa manera simbólica soportar su erotismo y
su hostilidad.
Su objeto-termo, por su parte, pareciera que se ha armado de manera que, por su carácter
inseparable, posibilitó también regular la incidencia de lo perturbador, en tanto ubicarse en el
medio, en el intervalo del P. y el Otro. La posibilidad de esto estuvo vinculada a como desde la
institución se posibilitó que P. usara el termo, se lo apropiara, lo hiciera cuerpo. También las
diversas posiciones de los intervinientes permitieron el uso del objeto descrito, en tanto que P.
cuando llega con sus “nervios”, se lo acompaña y ayuda en su búsqueda de sus objetos, dándole
lugar a su construcción. No se le niega o se le brinda otro termo, por ejemplo, sino que se lo
ayuda a buscar el suyo y prepararlo.
De esta manera, se puede decir que el dispositivo clínico consiste, por un lado, en un
movimiento de cierre, de no-invención, en el sentido de introducir espacios reglados y rutinas
y limitar ese goce excesivo presente en la psicosis y por el otro, un movimiento de apertura, de
invención, es decir que se puedan desplegar diversas maniobras que estén destinadas a construir
formas originales de estar con otros (Abello & Cols, 2008). Es por esto que se afirma en el
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“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
C.E.T que los intervinientes no tienen un rol fijo, sino que el mismo va cambiando y,
simultáneamente adaptándose, de acuerdo a las circunstancias y valores singulares que le pueda
otorgar el sujeto.
Con P. a veces puedo ser su asesor, en otros alguien que lo calme, a veces una
“porquería” y otras soy un “pasante” que quiere que termine pronto su pasantía. Son roles,
mejor dicho, posiciones, con las que P. ubica a los Otros y de las cuales se sirve. También, son
maniobras que desde el dispositivo “toleramos”. Además, las invenciones de la institución
facilitan el desarrollo de actividades y estar con otros, como lo muestra la ocasión donde fue a
la pileta y desde el dispositivo se le sugirió que ingrese sólo para bañar a su muñeco.
Por otro lado, las rutinas, horarios, ritmos, son de gran importancia para P. Implican una
puesta en juego de formas creativas de relacionarse con los otros, con un taller de cerámica, de
escritura, de revistas, etc. Marcan un ritmo en P., el cual asiste a todos y le sirve de denuncia
para indicar quien debería y quien no estar. También, es usado por P. para desplegar su “ataque
de nervios” cuando no lo incluyen.
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“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
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“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
CONCLUSIONES
Por otro lado, en cuanto al objeto, referí a la invención lacaniana que tiene lugar como
resto que cae del encuentro con el Otro y el sujeto, que puede ser delimitado por sus efectos
tanto la causa del deseo y el plus de gozar. Esto último dando cuenta como el objeto puede
posibilitar una distribución del goce, a partir de como el sistema significante opera sobre el
cuerpo y hacer borde, acotar o condensar el goce, pero no todo. Acudí a su posibilidad de
conformar puntos de goce, lugares donde el cuerpo atrapa el goce a partir de la materialidad
real del cuerpo.
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“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
En cuanto a la psicosis, para abordar el estudio de caso único, hice hincapié en el carácter
libre del sujeto en el campo de la psicosis, quien tiene el objeto en su bolsillo y no lo extrae del
campo del Otro, pero no sin consecuencias, ya que tiene lugar una dispersión del goce y una
presencia de un Otro más problemático y en donde no existe un intervalo posible entre él y el
sujeto.
En cuanto al abordaje del caso que trabajé, implicó dar lugar a las producciones del
sujeto que permiten hacer algo con ese Otro, observar en profundidad como diversos objetos
pueden estar en ese intervalo, con su semblante, aunque tambalee un poco, y para que “un poco”
del lazo social tenga lugar, tolerando la relación con el Otro. Se trató de ver como el sujeto, con
que el tuve un acercamiento clínico, realizaba diferentes usos del objeto orientados a realizar
algo con el Otro y las consecuencias problemáticas de este.
Referí al carácter corporal de algunos de estos objetos, como producciones en las que el
sujeto realizó un montaje de su cuerpo con este objeto, el carácter de ex – sistencia de este, del
que se desprende las dificultades de estar separados. También al estatuto de estos objetos, en
tanto eran sostenidos por ficciones, elaboraciones originales y semblantes necesarios, que no
remitían a otra cosa que a la singularidad del sujeto en cuestión. Demostraban ficciones eróticas
que a veces eran sostenidas en un fondo de hostilidad, en otros referían a demandas de asistencia
y a ocupar un lugar en el espacio del C.E.T y en otras un pedido amoroso, de sólo estar ahí,
ocupar un lugar a su lado.
Los efectos observados en los usos de esos objetos eran en su mayoría de pacificación
y una disminución de la tensión. Permitían un habitar del espacio de la institución y el encuentro
con el Otro más ameno. También permitieron, a mi modo de ver, una circulación del sujeto por
los lugares que la institución inventó, ayudando al sujeto salir a veces de su estancamiento o su
aplastamiento. Además, posibilitó que sus desbordes, por momentos, se reduzcan o estén más
regulados. Estos efectos descritos me permitieron concluir que el lugar de estos objetos y sus
diferentes usos posibilitaron en el sujeto una forma de regulación de goce, una propuesta
económica hacia su localización en estos objetos, a fin de cuentas, una forma de hacer con lo
real.
Para concluir, creo pertinente destacar que la puesta en trabajo del sujeto estuvo
sostenida, por un lado, por las posibilidades de invención que “lo institucional” permite,
dignificando sus objetos, dando un lugar a su producción y entendiendo que había una lógica
subjetiva en ello. Así, me fue posible pensar que el “para qué”, al que remití en mi primer
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“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
acercamiento a este sujeto y en la introducción a este escrito, se orientaba en una lógica que
solo el sujeto iba a enseñarme, y que son las condiciones del trabajo institucional entre-varios
el que lo hizo posible. Por otro lado, me permitió pensar, entonces, que cada sujeto hace
construcciones con los objetos que usa de una forma singular y en una estrecha relación con
aquello de lo cual goza.
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“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
REFLEXIONES FINALES
¿Qué puedo decir de mi encuentro con “el Bonino”, como lo llamamos sus
concurrentes?
Con Bonino no se trató del saber universitario, ni tener en claro las técnicas más
eficientes o adecuadas. En él no tienen lugar los protocolos estandarizados, sino de circular con
un aire de libertad.
Se trató de una experiencia que me llevó a dejar de lado mi estereotipia, salir de mi lugar
de saber, olvidarme de las recetas e instructivos y prestar el cuerpo al otro loco que ahí me
encuentra, que me dice cosas, que me hace sus reclamos, que me abraza y me golpea. A fin de
cuentas, que me habla de sus dificultades y como las ciudades tienen dificultades con él.
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“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
Mi experiencia en esta institución me enseñó que esos movimientos, las angustias y los
enigmas en estos sujetos son parte de su singularidad y que es en este trabajo que se lleva a
cabo en “el Bonino” en donde se apunta a alojar esas marcas propias, adentrarse en la lengua
privada, una lalengua de esos sujetos y hacerse enseñar.
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“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”
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