Sie sind auf Seite 1von 85

[Escribir texto]

Universidad Nacional de Córdoba


Facultad de Psicología

Fundación
“Jorge Bonino”
Trabajo integrador final de la Licenciatura en Psicología

“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE


TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

Autor: Ermoli, Maximiliano


Matrícula: 37114909

Supervisora de la Facultad: Lic. Valentini, Aurora


Supervisor de la institución: Lic. Spangenberg, Florencio
Miembro Docente: Lic. Gárate, Jorge

Año 2018
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

RESUMEN

Título: Usos del objeto como modo de tratamiento del Otro en la psicosis
Autor: Ermoli, Maximiliano
Filiación institucional: Facultad de Psicología – Universidad Nacional de Córdoba. Argentina
Supervisores: Lic. Valentini, Aurora; Lic. Spangenberg, Florencio.
Año: 2018

Resumen: El presente trabajo integrador final se desarrolla en el marco de las Practicas


Supervisadas de la Faculta de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba, realizadas en
el Centro Educativo-Terapéutico “Jorge Bonino”. En él se propone explorar diferentes usos del
objeto como un modo de tratamiento del Otro en la psicosis. Para lo cual, se partió de los
fundamentos lacanianos en relación a la psicosis y al objeto, y la consideración la forma de
trabajo en la institución: La práctica entre-varios y la psicoterapia institucional. El tipo de
estudio llevado a cabo fue cualitativo, con un diseño descriptivo. Por las características de la
población se optó por el estudio de un caso único, por medio de diversos recortes de la
experiencia acontecida a lo largo de la practica y su posterior sistematización. Se llego a la
conclusión de que los usos diferentes de los objetos favorecían un encuentro con el Otro más
ameno y posibilitaron en el sujeto una forma de regulación de goce, de localización en estos
objetos.
Palabras Clave: Psicosis – Objeto – Tratamiento del Otro – Practica entre varios –
Institución

2
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

ABSTRACT

Title: Uses of the object as Treatment of the Other in Psychosis

Author: Ermoli, Maximiliano

Institutional affiliation: Faculty of Psychology - National University of Córdoba. Argentina


Supervisors: Lic. Valentini, Aurora; Lic. Spangenberg, Florencio.
Year: 2018

Abstract: This integral final paper is developed within the supervised practice of the Psychology
Faculty of the National University of Córdoba, which took place in the therapeutic and
educative center “Jorge Bonino.” This center proposes the scan of different uses of the object
as a way of treatment of the Other in psychosis. For this purpose, the starting point is the
Lacanian basis in relation to psychosis and to the object, and the work methodology of the
institution, pratique à plusieurs” and the institutional psychotherapy was taken into account.
The study carried out was qualitative, with a descriptive design. Due to the characteristics of
the population, a single case study was chosen through several clinical vignettes of the
experience befallen during the practice and its later systematization. It was concluded that the
different uses of the objects favored a more entertaining encounter with the Other and made
possible in the subject a form of regulation of jouir, of location in these objects.

Keywords: Psychosis – Object - Treatment of the Other -” Pratique à plusieurs” - Institution.

3
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

AGRADECIMIENTOS

A mis padres por el apoyo y la confianza, por estar ahí siempre que los necesité.

A mi supervisora académica Aurora quien me asesoró, ayudó y guio en este camino.


Por estar disponible siempre que necesité.

A Florencio quien con tanta paciencia y horas de dedicación me incentivó a pensar la


clínica, me enseñó y me llenó de preguntas. Por su encuentro siempre enseñante.

A mis compañeros del Bonino por el acompañamiento en este recorrido por “el Bonino”
siempre enseñante y por darme el lugar para trabajar juntos.

A mis amigos y amigas que siempre estuvieron, que escucharon y vivieron conmigo
este proceso.

4
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

ÍNDICE

Capítulo 1: Introducción y fundamentación Pág.07


Capítulo 2: Contextualización General de la Práctica Pág.11
Capítulo 3: Contextualización Específica de la Práctica Pág.14
Capítulo 4: Tema Pág.17
Capítulo 5: Antecedentes Pág.19
Capítulo 6: Objetivos Pág.22
Capítulo 7: Marco teórico Pág.24
7.1: El sujeto en psicoanálisis Pág.24
7.1.1: El sujeto y la estructura del lenguaje Pág.24
7.1.2 Alienación y separación Pág.26
7.2: El campo de la psicosis Pág.28
7.2.1: Con Freud Pág.28
7.2.2: Con Lacan Pág.29
7.3: El objeto en psicoanálisis Pág.34
7.3.1: Desde la “relación de objeto” hacia el “a-bjeto” Pág.34
7.3.2: El objeto en el bolsillo Pág.36
7.4: Modos de tratamiento del Otro Pág.37
7.5: El trabajo en la institución Pág.38
Capítulo 8: Aspectos Metodológicos Pág.43
Capítulo 9: Articulación teórico-práctica Pág.49
9.1: Sobre la sistematización Pág.49
9.2: Reseña del caso clínico Pág.50
9.3: El Otro. Enlazamientos, estrategias y efectos Pág.52
9.4: Acompañantes extraordinarios Pág.54
9.5: Hacer-se aplaudir Pág.61
9.6: Un suplemento necesario Pág.65
9.7: Puntualizaciones acerca del uso de objeto en P. Pág.68
9.8: Un partener entre-varios Pág.72
Capítulo 10: Reflexiones finales y conclusiones Pág.76
Capítulo 11: Bibliografía Pág.82

5
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

6
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

INTRODUCCIÓN Y FUNDAMENTACIÓN

El encuentro con lo que la institución alberga impone al psicólogo, y a practicantes, un


descubrimiento constante de aquello que hace rasgo singular en cada sujeto. Implica una puesta
en juego de sus decires, de su bagaje teórico, sus saberes académicos y cotidianos e,
indispensablemente, un compromiso con el cuerpo, su puesta en juego en un circuito
transferencial y de circulación pulsional que marca como cada uno se relaciona con el otro
(Lijtinstens, 2016).

Es en este registro donde el Centro Educativo-Terapéutico – fundación “Jorge Bonino”,


radicado en la ciudad de Córdoba Capital, ha encontrado a quien escribe. En el trabajo con la
“patología mental”, en la situación singular de lazo de la psicosis, el autismo y la debilidad
mental, el centro educativo-terapéutico es atravesado por lo universal de las leyes que regulan
las obras sociales, de salud mental y de discapacidad; y lo particular del trabajo de la familia,
el abordaje de las diversas profesiones en las etiquetas estructurales con lo que los que asisten
son nominados. Es en virtud de esto que mi primer desafío se constató en calibrar “los
binoculares”, como semblante de mi mirada, hacia lo singular, el lazo amoroso y sintomático
establecido en la cotidianeidad de los pacientes, los otros intervinientes, educadores y el
personal de la fundación. Todo esto hacia el camino de poder “hacer algo” con ello.

El punto de fuga que guía este trabajo reside en esa sorpresa e interrogantes que
aparecieron frente a la psicosis, con sus modos particulares de tratamiento del gran Otro, en sus
verbalizaciones, alaridos, creaciones y diferentes fenómenos que en la formación académica
aparecen en diferentes escritos. También partió de la presentación, por parte de los sujetos que
asisten a la fundación, de determinados objetos singulares que, con gran insistencia, abren paso
a poder pensar dicho tratamiento del Otro. En tanto que la observación de éstos, daban cuenta
de un efecto apaciguante, a veces aplastante o mediatizador de un lazo social en dichos sujetos.
También, la presencia de respuestas del todo agresivas ante la usurpación de estos objetos o su
pérdida, como si se tratara de una parte de sí mismos.

Es ahí donde, ante esa insistencia y acciones de estos pacientes en relación con sus
objetos singulares, que se hizo presente el interrogante: “¿Para qué?”, en el sentido de ¿Qué
lugar tienen estos objetos para estos sujetos? ¿Por qué ante su presencia parecen apaciguar “eso”
infernal que los domina? ¿Por qué hay una posibilidad de que con él hagan un intento de lazo
con otro y sin ellos los invade la desesperación?

7
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

Entonces, es con este trabajo que se pretende indagar sobre la psicosis y el modo en que
estos objetos permiten realizar un tratamiento del Otro desde el psicoanálisis de orientación
lacaniana.

Se llevó a cabo tal indagación a través de un estudio de tipo cualitativo mediante la


observación participante, que se posibilitó a través del dispositivo de trabajo orientado en la
fundación Jorge Bonino enmarcado en la psicoterapia institucional, teniendo en cuenta los
diversos elementos que son atravesados por el trabajo de lo cotidiano de la institución, desde
los diversos participantes, los espacios que se habitan, como así talleres socio-educativos que
se dictan, entre otros.

El trabajo con lo singular es para quien escribe de suma importancia, remarcando que
ahí donde lo singular aparece, el sujeto es quien hace el intento de hablar, de encontrarse con el
otro. Supone este trabajo escuchar cuando “Eso” habla, (Lacan, 1958), retomando el juego de
palabras que Lacan trae en referencia del Ello (Es) pulsional. Al mismo tiempo, el campo de la
psicosis, es algo impactante, que en momentos me dejó perplejo y que me obligó a inventar
maniobras diferentes para las situaciones que acontecen

Por su parte, la noción de objeto, siempre ha estado en el centro de debates desde


diferentes corrientes de pensamiento post freudiano, quienes proponían una noción armónica
de relación de objeto, hacia los cuales Lacan realiza su crítica, resaltando la parcialidad del
objeto y la invención de su “Objet petit a” (Lacan, 1962).

Así, pensar en conjunto el campo de la psicosis, lo singular presente en él y la presencia


de determinados objetos como formas de hacer algo con el goce para los sujetos, invitó a pensar
lo que en la intervención en la institución acontece, la cual no implica un plan de pasos ni
protocolo a seguir, sino que invita a permitir que lo contingente aparezca sin abandonar la
prudencia del acto analítico. En este sentido, este trabajo con lo singular en la psicosis obliga a
deshacerse de envolturas identificatorias y atravesar momentos de ruptura con ideales
preexistentes y de saberes adquiridos, hacia momentos de franqueamiento y transformación en
el encuentro con lo imprevisto de tal práctica y el cuestionamiento constante de lo instituido,
como un “efecto de de-formación”. (Brodsky, 2002)

Por último, en función de lo que el tema aporta a la formación profesional, la practica


en consideración con lo singular permite una mayor profundidad en la mirada de la psicosis, ya
que obliga a una constante revisión de eso que hace de particular en las psicosis, con sus actos,
sus delirios y desbordes, como así también una observación constante hacia eso que hace signo

8
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

de lo más singular del sujeto. Obliga, en ese encuentro diferente con el otro, a inventarse el
espacio de encuentro posible en lo que hace a la realidad del psicótico. Además, se dirige a un
abordaje ético conforme a la ética del psicoanálisis, respetando al sujeto que habla, su “buen
decir” (Lacan, 1960), y encaminando el hacer propio de la práctica profesional para evitar
estancamientos y fomentar la libre circulación, tanto del espacio y de la mente (Oury, 1998)

9
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

10
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

CONTEXTUALIZACIÓN GENERAL DE LA PRÁCTICA

Dentro de las tres propuestas disponibles desde la Facultad de Psicología de la


Universidad Nacional de Córdoba, está disponible la modalidad de Práctica Supervisada. Esta
permite acceder, a los alumnos que atraviesen por ella, a un espacio de capacitación constante
a través de la inserción profesional. Se trata de una práctica atravesada por la promoción de un
rol profesional específico, acorde al alcance del título de licenciatura en Psicología,
capacitación y aplicación de conocimientos adquiridos y de reflexión crítica de éstos.

Esta modalidad se desarrolló de manera individual, en lo que respecta a la postulación


y desarrollo de su trabajo final, y con constante supervisión tanto institucionalmente como
académicamente. Se trató además de un espacio donde el saber propio se conjuga con un hacer
en las instituciones y diversos saberes que ella trae, lo cual posibilitó un movimiento
transformador desde el primer momento.

La forma de acceder a esta modalidad de egreso partió de una oferta institucional


vinculada a los convenios que la Facultad dispone con diversas instituciones y espacios de
trabajo. El alumno se postula, acorde a los requisitos y propuestas de tales espacios y luego
atraviesa una entrevista de admisión.

En cuanto a lo personal, decidí la oferta de la fundación “Jorge Bonino” en función de,


en primer lugar, las patologías que aborda, en tanto que, en mi formación académica y mis
lecturas, hallé interés por el campo tan enigmático de la psicosis y el autismo. Además, cuenta
con un abordaje y propuestas de lectura que rondan en el entendimiento de la transferencia, la
temporalidad colectiva, las nociones de la palabra y lo simbólico, como así también lo Real de
la cosa que irrumpe y nociones diferenciales del cuerpo y como este se “hace”. En estas
temáticas, como el trabajo institucional, es por donde he girado mis elecciones académicas,
formación y mi interés tanto para lo que quiero hacer en este trabajo como así mi trabajo clínico
posterior, una vez recibido.

Me interioricé en la institución tanto por la propuesta formal que la misma dispone como
también por medio de otros alumnos que han egresado, los cuales he contactado para poder
saber más sobre la forma de trabajo y cuestiones formales de la práctica.

En cuanto a la institución enmarcada en esta instancia de practica supervisada, me


permitió un trabajo de formación e investigación desde el psicoanálisis de las temáticas
indicadas anteriormente, pero al mismo tiempo permite verificar y vivenciar la incidencia de

11
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

“lo institucional”, en sus aspectos éticos y epistemológicos, dentro de la práctica profesional,


teniendo en cuenta el contexto jurídico, lo administrativo y político que está presente en nuestra
realidad. Además, se trató de trabajar entre-varios para permitir el despliegue de modos
singulares de relación sintomática entre los intervinientes y los pacientes, alojando aquello que
no anda, lo que hace ruido o cautiva en su glorioso sigilo.

Este trabajo supuso despojarse de nociones preconcebidas, desde una ignorancia docta,
permitiendo la emergencia de espacios de formación con el otro, en la emergencia de lo
contingente y lo sorpresivo. Una constante actividad creativa para dar respuesta a “eso” que nos
habla del sujeto, generando e inventando estrategias de intervención en los diferentes espacios
desplegados en la cotidianeidad de la institución.

12
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

13
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

CONTEXTUALIZACIÓN ESPECÍFICA DE LA PRÁCTICA

Fundada en 1990, la fundación y centro educativo-terapéutico “Jorge Bonino” fue


creada con el fin de conformar “una casa para chicos con dificultades” que alojara desde niños
y adolescentes (de 5 a 20 años) a adultos (desde los 21 años), que tengan cierta dificultad para
el acceso a espacios de educativos más tradicionales. Así, acorde a la reglamentación vigente,
se tiene como fin y objetivo dentro del centro educativo- terapéutico a la incorporación a
espacios educativos y recreación a través de enfoques, técnicas y metodologías de distintas
terapéuticas. (Ley 24901, 1997).

Esta se trata de una institución abocada al trabajo con la patología mental, abordando
tareas de tratamiento, formación e investigación en el campo de la psicosis, autismo y debilidad
mental bajo la mirada del discurso psicoanalítico.

En cuanto a la modalidad de trabajo, está enmarcada en la psicoterapia institucional de


Jean Oury y las direcciones planteadas por Antonio Di Ciaccia con su “Practique á plusieurs”.
Esto permite un trabajo con lo colectivo de la institución, enfocado en la cotidianeidad de los
que asisten y, al mismo tiempo, permitiendo la emergencia y el alojamiento de lo singular de
cada paciente.

En tanto a los recursos humanos y materiales con los que cuenta la fundación, se trata
de un predio conformado por tres espacios, dos para adultos y uno de mayor tamaño para niños
en el medio. Además, dispone con un espacio para la dirección y oficinas administrativas. Cada
uno de los espacios para adultos cuenta con dos grupos de pacientes coordinados por un
profesional y varios colaboradores y auxiliares, a fin de lograr un mayor acercamiento a los
pacientes y una mejor dinámica de trabajo.

Los profesionales y auxiliares que asisten a la institución conforman psicólogos,


maestros especiales e integradores, psicomotricistas, cocineros y profesores de educación física.
Éstos están abocados al acompañamiento y trabajo en la cotidianeidad de los pacientes que
asisten y, además, al desarrollo de actividades educativas como lectoescritura, expresión,
plástica y arte, desarrollo de revista, radio. También se dictan actividades pre laborales como
taller de huerta, cocina, cerámica y carpintería; y actividades de recreación y trabajo con el
cuerpo como higiene, cuidado de cuerpo. Es preciso destacar el desarrollo de paseos, camping
y festejos de cumpleaños.

14
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

En cuanto al día a día, la cotidianeidad de la institución consta de jornadas de 9 a 16 hs.,


de lunes a viernes, partiendo de un desayuno con un almuerzo posterior. El espacio donde se
desarrolla la práctica de este escrito pertenece al de adultos, el cual está subdividido en dos
grupos independientes pero que comparten actividades, indicadas anteriormente, en el
desarrollo de la jornada.

Además de las jornadas diarias, en la institución se realizan reuniones semanales los


días miércoles de índole clínica de supervisión y posteriormente una institucional. La primera
es llevada a cabo por cada uno de los grupos y coordinada por el director del servicio, a fin de
realizar un seguimiento a ciertos pacientes y compartir lo relevante de lo acontecido en la
semana. Luego, todo el servicio de adultos del edifico, se reúne para tratar temas relacionados
al funcionamiento institucional, infraestructura, cronograma, compras de insumos, etc.

15
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

16
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

TEMA

El tema que se abordó en este trabajo comprende los usos de determinados objetos
singulares como modo de tratamiento del Otro en la psicosis.

En este sentido se buscó profundizar el “para qué” de determinados objetos en la


economía subjetiva de un sujeto, qué significado poseen estos objetos en su singularidad y que
se puede decir acerca de ellos desde el discurso psicoanalítico. Esta búsqueda estuvo orientada,
al mismo tiempo, a través de la presencia y observación en la cotidianeidad de la institución,
tanto en los espacios de recreación, educación y el tiempo libre, como así también de lo
recuperado en la experiencia de la reunión clínica y de supervisión

17
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

18
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

ANTECEDENTES

En la búsqueda de antecedentes me encontré con presencia de bibliografía e


investigaciones dentro de la fundación “Jorge Bonino” sobre temáticas relacionadas a la
investigación sobre la cara institucional de la clínica de la locura o bien estudios relacionados
a la transferencia psicótica.

Sin embargo, un estudio reciente realizado por Quinteros (2016) aborda la relación
existente entre los objetos singulares y la locura. En este se estudiaron tres casos, a través de
una sistematización de observaciones y cuadernos de campo, y análisis cualitativo, en donde la
forclusión del significante Nombre-del-padre invitó a los sujetos a modos de suplencia a través
de objetos singulares, considerando la elaboración de un “FortDa”, un modo de construcción
de un objeto autista y la elaboración de un objeto transicional. Es con estos objetos y su modo
particular de suplencia del significante faltante, como puede establecerse una distancia del
Sujeto y el Otro, y por ende un tratamiento de este. Así, la autora concluye que es por esta
suplencia como se posibilita suplir la significación fálica a estos sujetos, permitiendo así un
tratamiento de lo real del goce y disminuir la angustia, ya sea de manera defensiva o por
simbolización.

Otro antecedente importante es el trabajo final de Rodríguez Herrera (2008) en el centro


terapéutico-educativo y fundación Avenir, un espacio que aborda sujetos adolescentes y adultos
bajo similares características que la fundación en la que se desarrolla este escrito. A partir de
un estudio cualitativo mediante observación participante, registro y reuniones clínicas se llevó
a cabo un abordaje de un caso único donde un sujeto tenía como objeto singular una mochila
en la cual metía y sacaba objetos constantemente. Se llegó a la conclusión de que este objeto
permitía cumplir una función de singnificantización, elevándolo a registro de lo simbólico. Esto
permitía significar algo con presencia, en un fondo de ausencia, en el sentido de un Fort-Da. Es
con este, con su relación de presencia y ausencia, como puede, desde la psicosis, desplazar la
libido de tu cuerpo hacia los objetos. En este nivel la autora refiere gracias a este fenómeno a
un tratamiento del cuerpo, por el cual es posible significantizar ese objeto y posibilitar un
tratamiento del Otro.

Otro antecedente de la misma fundación es el trabajo de Solavagione (2008). En este,


trabajando la “constitución del cuerpo desde la primera enseñanza de Lacan”, aborda un caso
clínico desde la observación participante, registro vivencial y articulación teórico clínica en
reuniones clínicas y con directivos, y a través de un análisis cualitativo. En este trabajo además

19
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

la función de un objeto particular, un bolso, se tomó como eje de análisis/temático en la


articulación. Entre las conclusiones de esta investigación, la autora refiere al objeto como un
tratamiento particular del Otro, considerando a la cartera como un “órgano suplementario
electivamente erotizado”. Además, se considera al objeto, como la investigación anterior, con
una función en la constitución del cuerpo, en tanto la paciente retiraba objetos del Otro
(cualquiera de los intervinientes) para ponerlo en su cartera. En ese sentido se puede hablar de
la producción de un “menos”, un descomplementamiento del Otro masivo y total presente en la
psicosis. Además, correlativamente produce una regulación de goce en exceso que retorna en
el cuerpo.

Así mismo, los dos últimos escritos recuperan la noción de borde, que es posibilitado
por el objeto en la singularidad de la función que el sujeto le atribuye, formalizando un
enganche del sujeto para con el Otro del lenguaje.

20
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

21
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

OBJETIVOS

Objetivo General

- Explorar los usos del objeto como un modo de tratamiento del Otro en la
psicosis en un estudio de caso único.

Objetivos Específicos

- Realizar una aproximación acerca del campo de la psicosis para el


psicoanálisis de orientación Lacaniana
- Indagar acerca de la noción de objeto para el psicoanálisis
- Explorar las diversas relaciones establecidas con objetos
- Analizar el papel de los objetos en la economía subjetiva en la psicosis
- Producir una articulación entre la teoría y la práctica clínica en la
experiencia de la fundación “Jorge Bonino”.

22
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

23
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

MARCO TEÓRICO

7.1 El sujeto del psicoanálisis

7.1.1 El sujeto y la estructura del lenguaje.

Desde los inicios de sus desarrollos, en sus primero escritos y clases de su seminario,
Lacan (1953) establece la necesidad del pasaje alienante por el Otro de la palabra, y su
preexistencia, para que el infans advenga como sujeto, bajo el axioma del deseo. En este
aspecto, encontramos a un primer Lacan que se posiciona en una proporción mayor hacia el
registro que él llama “simbólico”, en comparación a los registros imaginario y real. Bajo este
umbral es donde la realidad es pensada, donde “el mundo de las palabras es el que crea el mundo
de las cosas” (Lacan, 1953, pp. 264).

La primera respuesta a la cuestión del sujeto, señala Lacan (1949), está vinculada con
la noción de “imago”, en tanto necesaria de asumir y que posibilita que dicha imagen adquiera
valor significante. Es en sus tempranos desarrollos del “Estadio del espejo” donde esta imagen,
que no es sino la del cuerpo propio, donde el sujeto se reconoce, pero pagando el precio de una
alienación.

La evolución de este desarrollo, por su parte, tiene lugar en escritos posteriores en donde
destaca el valor prevalente dado a la dimensión del símbolo por sobre el rasgo de lo imaginario.
Este gran avance, destacado en “Función y campo de la palabra en Psicoanálisis” (Lacan, 1953),
supone que es en su relación dialéctica con el Otro, de la palabra, no ya el otro semejante virtual,
donde el sujeto se constituye. Influido por los desarrollos estructuralistas, desde este escrito,
Lacan resalta el valor prevalente del signo en su acercamiento de sus desarrollos al campo del
lenguaje y, apoyado en la lingüística de Ferdinand de Saussure, dirá que el inconsciente está
estructurado como un lenguaje. Sin embargo, el significante en los trabajos de Lacan presenta
una divergencia ante la idea de Saussure, en tanto Lacan (1953) remarca la arbitrariedad del
mismo y la independencia entre el significante y el significado simbolizado por una barra. Del
mismo modo, en el estudio sobre “La instancia de la Letra” (1957), retomando las leyes que
Freud rescató en su trabajo sobre los sueños, adquiere sentido la inclusión de las operaciones
de la metáfora y la metonimia, ya que, al no haber correlación entre el significante y el
significado, en tanto la barra del signo lingüístico resiste, solo es posible obtener significado
por retroacción de la cadena y a partir de la relación de un significante a otro.

24
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

Entonces, si el inconsciente tiene una estructura como la del lenguaje, posibilita alojar
tanto una dimensión simbólica, en las relaciones del sujeto con el gran Otro de la palabra, como
también la dimensión imaginaria, en función de los efectos de significado fruto del
deslizamiento y retroacción en la cadena significante (Paz, 2003).

Esta dependencia del sujeto a lo que sucede en el campo del Otro es graficada por
Lacan (1957) en el esquema L, donde señala que la condición de sujeto en su inefable y estúpida
existencia (S) depende de lo que pase en el lugar del Otro (A), en tanto es en ese lugar donde
está estructurado como el discurso del Otro, y desde el cual puede recibir ciertos significantes
para poder responder a la pregunta de su existencia. Este cuestionamiento, dirá, tiene una
“estructura combinatoria” (pp. 528) que para dar cuenta de ella despliega una topología
cuaternaria. Los primeros tres significantes que Lacan ubica son los identificados al Otro en el
complejo de Edipo (el ideal del Yo, el objeto primordial y el Otro del significante del Nombre-
del-Padre). El significante restante, Lacan, lo ubica como el sujeto en su realidad, en una
posición de exclusión interna al registro simbólico, pues no tiene significante, y que por
consiguiente en su “modo muerto” entra en el juego de los significantes.

La idea que plantea Lacan (1955) es que el advenimiento del sujeto se realiza a medida
que los demás significantes lo hacen significar, dentro de una realidad que está atravesada por
una estructura simbólica que lo pre- existe. El sujeto entra como muerto, pero es en cuanto a
vivo como va a jugar, utilizando un “set de figuras imaginarias”, seleccionadas de entre formas
innumerables de relaciones anímicas.

A la relación imaginaria planteada en su escrito sobre el estadio del espejo, Lacan en


“De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis” (1957) resalta el papel
del falo a la relación imaginaria, en tanto que condensa el goce imaginario. Esta relación
imaginaria se homologa a la relación presente entre el niño deseado (ideal del Yo) y el Otro
primordial permitiendo vincular “los estadios urogenitales en cuanto se ordenan en la
retroacción del Edipo” (pp. 531). Ahora bien, indica Lacan en este escrito, si el sujeto no tiene
su significante pues entra como muerto, es por la vía de la identificación al Falo imaginario
donde encuentra chances para poderse representar, y así, “desde el prendido homologado de la
significación del sujeto con el falo puede repercutir en la realidad” (pp. 535).

Entonces el abrochamiento necesario de esta relación con la función imaginaria del falo
y su significación con lo que sucede en el lugar del Otro del Nombre-del-padre, tiene su
fundamento en la operación de la metáfora paterna. Esta articula el simbólico al imaginario,

25
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

una vez que este último deja de estar ligado a la percepción para pasar a ser un efecto de sentido
producido por la combinatoria significante (Paz, 2003).

El despliegue de la metáfora en su diacronía y sincronía implica, señala Lacan en su


seminario sobre las formaciones del inconsciente (1955), que el padre accione sobre la relación
imaginaria hacia el desprendimiento del niño de la identificación primordial con el objeto de su
deseo, en donde pueda posibilitarse salir de la dialéctica de ser (ser el falo materno, quien causa
su deseo, el deseo del Otro) hacia la dialéctica del tener (ser posible tener el falo o no tenerlo).
El significante del Nombre-del-padre, opera sobre el Deseo de la Madre, produciendo por efecto
de metáfora una nueva significación que no es sino fálica

Entonces, en relación a las elaboraciones de Lacan (1957), las primeras relaciones del
infans con el mundo parten de la incorporación de los significantes presentes en el lugar del
Otro, significantes en su determinación objetiva. En esta operación metafórica será donde Lacan
en su primera enseñanza ubicará el advenimiento del sujeto, en tanto permite el ingreso del
Nombre-del-padre como significante ordenador de la estructura, que produce un anudamiento
del significado y el significante al cual el sujeto responderá. La operación también le posibilita
ser representado en el registro del Otro como sujeto y adquirir una identificación con el
significado fálico que posibilita inscribirse con un nombre dentro de un lazo social, con un ser
y con un sexo.

7.1.2 Alienación y separación.

Los desarrollos de Lacan se complejizan y van más allá a partir del desarrollo de sus
escritos de los años sesenta. Es puntualmente en el Seminario del año 64’ que aborda los
fundamentos del psicoanálisis donde dedica varias clases hacia el estudio de las operaciones de
Alienación y Separación para dar cuenta de la fundación del sujeto. En este sentido, se sirve de
la teoría de los conjuntos para poder articular lo simbólico con el axioma de lo real del goce
(Paz, 2003).

Partiendo de la consideración de la preexistencia del Otro, la cuestión del sujeto es como


adviene este en el campo del Otro, lugar donde existe un tesoro significante. En este planteo
Lacan, sin olvidar sus desarrollos anteriores donde la aparición del sujeto remitía al significante
que ha tocado al viviente, introduce la idea de que para la existencia de un sujeto se necesitan
dos significantes (S1-S2), un primero que, articulado con un segundo, por retroacción toca el
primero y como efecto adviene este sujeto (Collazo, 2014).

26
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

Esta situación mítica consiste, según Lacan (1964), en un conjunto del sujeto y otro
conjunto del Otro. En esto, la primera operación que señala el autor es la de Alienación, la cual
implica volverse esclavo del significante, tomando un significante (S1) del campo del Otro e
identificándose con este para representarse. En este representarse, se trata de advenir al sentido
que el Otro tiene para el sujeto. En este sentido al hacerse representar por este S1, implica una
unión con el Otro, “un vel de la primera operación que funda al sujeto” (pp. 218), pero remarca
al mismo tiempo que condena al sujeto a sólo aparecer en esa división, es decir a aparecer como
el sentido otorgado por el significante del campo del Otro, pagando como precio su desaparición
(afánisis). Al mismo tiempo, se trata de un vel (un sentido inclusivo de una disyunción) que
implica una elección con una pérdida ineliminable. Esta reunión entre el campo del Otro y el
del Sujeto es tal que, según Lacan (1960), el “vel que llamamos de alienación sólo impone una
elección entre sus términos eliminando uno de ellos, siempre el mismo, sea cual sea esa
elección. Su apuesta se limita pues aparentemente a la conservación o no del otro término”
(pp.800). Se ejemplifica en el trabajo de Lacan esta disyunción “alienante” con el ejemplo de
elegir “la bolsa o la vida”, donde si se elige la primera, se perderá todo, pero si se elige la
segunda, la subsistencia quedará connotada por la pérdida (Eidelsztein, 2009).

Esta operación implica entonces ubicarse en el campo del Otro, ya que es allí donde el
sujeto nace y se encuentra con los significantes con los que es nombrado desde antes que exista.

También, indica Lacan (1964), esta operación lógica conlleva una pérdida, ya que
implica una decisión del ser, en tanto el sujeto se hace representar por estos significantes del
Otro o no. En este registro de pérdida, Lacan, introduce la operación de Separación como una
intersección entre el sujeto alienado y el Otro. Esta enfrenta al sujeto con la falta existente en
el Otro y, por lo tanto, el deseo del Otro. En tanto hay falta en el Otro, ese significante que lo
representa al sujeto no lo dice todo, ya que hay algo más que se pierde en esto y que remite a
una falta estructural. Lo que trae Lacan en este espacio entre el campo del sujeto alienado ($) y
el campo del Otro (A), es el objeto a:

“en el intervalo entre estos dos significantes se aloja el deseo que se ofrece a la localización del
sujeto en la experiencia del discurso el Otro (…) El deseo del sujeto se constituye en la medida
en que el deseo de la madre esté allende de lo que dice (…) en la medida en que es desconocido”
(Lacan, 1964, p. 227).

Así, señala en el mismo escrito, la Alienación y la culminación de la constitución


subjetiva contemplan el encuentro por parte del sujeto de dos faltas, por un lado, la del Otro y
por otro la del sujeto, su castración. Sobre esto, señala Eidelsztein (2009) “No se trata

27
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

sencillamente de la falta, sino de cómo mediante una falta se hace algo frente a otra falta, cómo
se opera con la falta en el Otro mediante la propia falta y viceversa” (pp. 84).

Por otro lado, es de suma importancia para este escrito rescatar que, en relación al objeto
a y la operación de separación, se trata en este desarrollo de pensar al goce no como un
agregado, un extra, sino como un elemento estrechamente integrado al funcionamiento mismo
del significante. Así, señala Lacan en “posición del inconsciente” (1964), como la alienación
da relevancia al sujeto del significante, la separación, en cambio, como su respuesta, lo hace
con el sujeto del goce, un “efecto de goce”, que permite integrar al goce y al significante, en
una recuperación del objeto perdido libidinal. En este sentido, puntualiza Miller (1998),
respondiendo al vacío producido por la identificación presente en la alienación, la separación
permite localizar el objeto en la falta del otro, localizando el goce.

7.2 El campo de la psicosis

7.2.1 Con Freud.

Si bien Freud no accedió al estudio del inconsciente por el estudio de la psicosis, sino
por sus histéricas, nunca dejó de rozarlo. En los primeros escritos puede vislumbrarse la
ubicación de fenómenos de la paranoia dentro del campo de las Neuropsicosis de Defensa
(1895) donde expone el desarrollo de un fenómeno de rechazo (abwer) de una idea insoportable
para el yo mediante una proyección en el mundo exterior, donde lo de adentro es transpuesto
hacia afuera.

Tal expresión es rectificada luego en la revisión del libro del presidente Schreber, en su
escrito “Sobre un caso de Paranoia descrito autobiográficamente” (Freud, 1911) donde plantea
que “lo interiormente cancelado (suprimido, abolido) adentro retorna desde afuera” (p.66). En
este sentido, desde la experiencia de “fin del mundo” de Schreber, Freud designa que no se trata
sólo de una proyección de una percepción interior, a saber, un deseo homosexual, sino que la
representación interna misma que es insoportable es cancelada y vuelve desde afuera como
construcción delirante. En este punto, hay una separación entre el campo de las neurosis y la
psicosis, en tanto que lo rechazado en la psicosis posee un rasgo esencial opuesto a lo reprimido
de la neurosis (Maleval, 2002).

En el desarrollo de su segunda tópica, posterior al giro del 20’, Freud (1924) pone en
acento aún más la separación estructural y dinámica entre la psicosis y neurosis. Señala que, en
la neurosis, el conflicto existente es entre el Yo y el Ello, mientras que, en la psicosis, el

28
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

conflicto existe entre el yo y la realidad. Más adelante, Freud (1938) se adentra aún más
indicando que el delirante reconstruye el mundo para enmascarar una falla fundamental,
correlativa al conflicto en la psicosis. En este sentido, el delirio es formulado como un intento
de curación, de reconstrucción del vínculo con la realidad.

En síntesis, en relación a la psicosis, lo que Freud sostiene es que es una perturbación


primaria de la relación libidinal con la realidad, la cual constituirá su denominador, siendo la
mayoría de los síntomas manifiestos, intentos secundarios de restaurar el lazo con los objetos y
taponar la falla fundamental. El camino de esta “falla fundamental” será el retomado por Lacan
quien propondrá un mecanismo paradigmático de la psicosis en su primer a clínica.

7.2.2 Con Lacan.

a) “De una cuestión preliminar…”.

Lacan (1955-1956) retomó lo desarrollos freudianos, en tanto las estructuras freudianas


de las psicosis, presentando algunas distinciones en su tercer seminario. En este sentido, aborda
los fenómenos imaginarios presentes en las psicosis presentes desde los desarrollos de la
psiquiatría, agregando el campo de lo simbólico, en su posible articulación.

Retomando las consideraciones sobre la psicosis y la neurosis en Freud, Lacan objetará


que la ruptura con la realidad exterior en la psicosis es presente a partir de la existencia de un
agujero en esta, el cual es colmado por el mundo fantasmático. (Lacan, 1955-56). La ruptura y
la presencia del agujero en la realidad, indicará, es correlato del ejercicio de un mecanismo
específico, el cual rastrea en Freud: “Verwerfung”; mecanismo que al final de ese seminario
nombra como “forclusión”: “No retorno a la noción de Verwerfung de la que partí, y para la
cual, luego de haberlo reflexionado bien, les propongo adoptar definitivamente esta traducción
que creó la mejor: la forclusión” (p.456).

Desde ese momento, Lacan dispuso una estructura de la psicosis diferente de otras, en
tanto está relacionada con la Forclusión de un significante primordial, portador de la ley.
(Maleval, 2002). Sin embargo, tal desarrollo tendrá lugar en un trabajo post-sciptum, referido
anteriormente, “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis” de 1957,
en la misma época del desarrollo de su quinto seminario sobre las formaciones del inconsciente.

Lacan (1957) establecerá en esta época que la psicosis está vinculada con la forclusión
del significante Nombre-del-padre:

29
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

“es un accidente de ese registro y de lo que en él se cumple, a saber, la forclusión del Nombre-
del-Padre en el lugar del Otro, y en el fracaso de la metáfora paterna, donde designamos el efecto
que da a la psicosis su condición esencial, con la estructura que la separa de la neurosis” (p.556).

Lacan en este punto de su enseñanza ubicará lo específico de la psicosis y su


desencadenamiento, haciendo énfasis en el fracaso de la metáfora paterna. (Maleval, 2002).

En este sentido, la Forclusión se trata de un “proceso primordial de exclusión de un


interior primitivo que no es el interior del cuerpo, sino el interior de un primer cuerpo
significante” (Lacan, 1955-56, p.217), noción tal que involucra a un momento de organización
primordial del orden simbólico, un significante primordial.

Para dar cuenta del ejercicio de este mecanismo, Lacan (1955-1956) aborda el estudio
de la “bejahung”, entendida en Freud como una afirmación primordial que remite a una
admisión en el sentido de lo simbólico, un proceso que, indica, “puede faltar”, para contraponer
el mecanismo represivo de la neurosis, el cual no implica tal falta, y el de la psicosis, como
quien funda el agujero en lo simbólico fruto de su ejercicio. En esta, indica el sujeto rehúsa el
acceso a su mundo simbólico la amenaza misma de castración, la cual implica el ejercicio
significante del Nombre-del-Padre. Sin embargo, señala que la misma no retorna como lo que
es del orden de lo reprimido, sino que “lo que cae bajo la acción de la forclusión tiene un destino
distinto” (p.24), ya que, en un segundo momento, aquello forcluído retorna en lo real.

Por su parte, el significante Nombre-del-Padre, como indica Lacan (1957) en cuanto al


desencadenamiento de la psicosis, es quien funda el hecho mismo que haya ley, un orden
significante, la ley del Edipo; es el “significante que, en el Otro, en cuanto lugar del significante,
es el significante del Otro en cuanto lugar de la ley” (p.564). Cuando es llamado este
significante, ocurre en la psicosis, una respuesta en el Otro de un agujero puro, ocasionando el
martirio y todos los fenómenos presentes en la psicosis, como un modo de suplir la falta de este
significante. En este sentido, señala Lacan (1957):

“es la falta del Nombre-del-Padre en ese lugar la que, por el agujero que abre en el significado,
inicia la cascada de los retoques del significante de donde procede el desastre creciente de lo
imaginario, hasta que se alcance el nivel en el que el significante y el significado se estabilizan
en la metáfora delirante” (p.559).

Establece de esta forma como desde una coyuntura significante, se produce el


desencadenamiento de una psicosis que implica una disolución en lo imaginario en el campo
del sujeto y una deslocalización del goce en este registro (Paz, 2003).

30
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

En tanto la tesis Lacaniana comprende que lo forcluído en lo simbólico, retorna en lo


real, debido a la ausencia de la metáfora paterna y el ejercicio del significante Nombre del
padre, lo que retorna no comprende una misma cadena asociativa en lo simbólico. Eso que en
la alucinación aparece no es sino lo que Lacan (1955- 1956) trata como lo Real de lo forcluído
en el sujeto, que tiene su fuente en lo que él llama “la historia del sujeto simbólico” (p.25).

Sobre esto último, Miller (1998), señala que la presencia de la cadena rota entre el
significante y significado en la psicosis, debido al efecto de la forclusión, produce que aparezca
el significante de aquello que no puede ser dicho y de esto el psicótico lo escucha como dicho
por otro real, como si esta estructuración de lo dicho viniese desde afuera. Viene la acción
significante sin metáfora, sin equivoco, sin dialéctica y bajo un imperativo sin límite del cual el
sujeto no puede sustraerse.

b) Hacia la excomunión.

Desde los años 60’, los desarrollos Lacanianos presentan un giro epistémico y clínico,
hasta el punto de considerar que lo producido desde el Seminario de los conceptos
fundamentales del psicoanálisis del año 64’ inaugura la clínica propiamente lacaniana.

En cuanto a la psicosis, retomando los desarrollos de las operaciones de


Alienación/Separación, se puede indicar que ha trabajado la alienación, pero lo que no ha
funcionado es la operación de separación (Collazo, 2014). En ese sentido, el psicótico realiza
el juicio de atribución, una bejahung, a decir si a ciertos significantes del Otro. Sin embargo, el
juicio de Existencia es, según la autora, el que no se completa.

Al mismo tiempo, este resultado imperfecto en la separación, impide que los


significantes (S1-S2) se separen y se produzca el intervalo que permita alojar el deseo y por lo
tanto un significante de la falta del Otro, por lo que, al no haber mediación fálica en la dialéctica
con el Otro y su deseo, el sujeto queda inerme, capturado y confrontado al goce del Otro.
(Gallano, 1994).

Por lo tanto, en cuanto a la constitución subjetiva, el psicótico sostiene una falla que
produce una formación particular de alienación que no pasa por la inscripción a partir de la falta
del Otro, lo que conllevaría según lo mencionado antes, hacia el atravesamiento de la castración,
sino que él, siendo un “hombre realmente libre” como menciona Lacan en su discurso a los
psiquiatras (1967), cambia de operación alientatoria y en lugar de tomar como soporte la falta,
toma directamente al cuerpo como fundamento de su yo.

31
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

Como efecto, la exclusión del Otro en la psicosis imposibilita anudar su pensamiento,


su cuerpo y su realidad, produciendo que el psicótico se vuelva instrumento del lenguaje,
haciendo que este y el Otro tengan una dimensión real lo cual se le impondrá al sujeto de una
manera totalmente intrusiva. (Miller, 1985). Como corolario, los efectos devastadores que son
percibidos en la psicosis repercuten tanto en el campo de la realidad, el cuerpo y su imagen, el
pensamiento y la posibilidad de regulación del goce del Otro. Entonces, el Otro del psicótico,
por las características descritas antes, puede presentarse ante el sujeto en una faz completa,
absoluta y como gozador.

c) El Otro de la psicosis.

Retomando el estatuto del Otro del psicótico, que invade al sujeto con una voluntad de
goce sin límites que sólo se satisface cuando el sujeto en posición de objeto lo completa. Ante
la falta de anudamiento posible del pensamiento, el cuerpo y la realidad posibilitado por el
ejercicio del significante del Otro, el Psicótico queda a la deriva frente a la presencia real del
Otro tanto avasallante como enigmático, por la falta de localización del goce por el ejercicio
significante (Quinet, 2016). Esto se traduce en diversos fenómenos a lo que el psicótico queda
sometido.

Por un lado, el efecto de quedar librado al goce es correlativo a la falta de función


significante, en tanto que este permite localizarlo, lo que trae como resultado la dispersión de
goce en la psicosis (Lijtinstens, 2008). El significante, en su ordenamiento simbólico sirve para
el sujeto como artificio para hacer con lo real del goce, pero para el psicótico lo simbólico
mismo es real (Miller, 1985). Esto no sólo tiene como efecto la "muerte del sujeto", sino que
también produce efectos sobre los objetos de la pulsión: la "mirada se vuelve visible", la "voz
se vuelve audible". Las voces y las miradas se multiplican (Baio, 2002).

Mientras tanto, si de neurosis se tratara en donde el significante y la ordenación fálica


permite localizar el goce en determinadas zonas denominadas erógenas, en la psicosis el sujeto
se encuentra, en el registro del cuerpo, de un goce disperso, deslocalizado y no mediado por el
significante. Esta posición implica para el sujeto un sufrimiento con respecto a este Otro,

“Un padecimiento que toma forma de angustia deslocalizada que invade a estos sujetos a la
manera de un padecimiento infinito en el cuerpo, en imágenes y en el pensamiento,
produciéndose una propagación difusa de los mismos, sin que ningún simbólico atenúe o filtre
tal tendencia”. (Lijtinstens, 2004, pp. 18)

32
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

En esto, se produce una división entre la imagen del cuerpo y lo real del cuerpo, que en
la neurosis estaría anudado, el cual es vivido como ajeno y extraño. Sobre el cuerpo, Lacan
(1970) indica que es necesario para el viviente un recorte del cuerpo al pasar por los desfiladeros
del significante y por efecto de esto conseguir una expulsión del goce a su exterior, postulando
un efecto de negativización del significante que produce un vaciamiento del goce que ordena
por medio de la extracción. Sin embargo, este efecto, dirá, está regido por el efecto del lenguaje
y la significación fálica, quien aísla los órganos y les atribuye su función. El precio del
ordenamiento del goce, resulta de una desvitalización del cuerpo.

En el caso de la Psicosis, Lacan (1972) señala que tiene lugar para el sujeto una
dificultad al no contar con el auxilio de una significación estándar, obligándolo a realizar
construcciones a veces inéditas en relación a hacer algo con el goce del cuerpo y hacia la
posibilidad de localizarlo y anudarlo.

En relación a la Angustia, el Otro puede tornarse angustiante para el sujeto psicótico y


producirle fenómenos del todo devastadores. Retomando las indicaciones de Lacan (1962-
1963), la certeza puede considerarse un afecto que parte del desconocimiento de qué es uno
para el deseo del Otro, en tanto la angustia se presenta racionada con un agujero estructural de
lo simbólico.

En la psicosis, por efectos devastadores de la forclusión y de exclusión del Otro, el


sujeto se topa con el agujero irreversible y traumático en lo simbólico por la forclusión y como
correlato un momento de angustia fundamental (Millas, 2010). A fin de cuentas, el Otro se
vuelve intrusivo para el psicótico al momento de que le cuestiona su certeza, cuando irrumpe
lo que hay entre él y su certeza, que al mismo tiempo lo mantiene en lo real. En tanto este afecto,
se presenta resonando en el cuerpo del sujeto donde lo real empuja y lo simbólico no logra
tamizar. Sin embargo, es posible a través de la vía del sentido, logrando hacerlo ingresar por la
palabra y por el Otro (Lijtinstens, 2004).

Se trataría según lo desarrollado de hacer algo con el desorden y la inmensidad del Otro.
Procurarle un orden que permita el advenimiento de momentos de pacificación. Se trata
entonces de un tratamiento del Otro (Abello, 2010). Es en este registro que la oferta institucional
desde el psicoanálisis aplicado se construye como una opción del todo adecuada, en tanto
posibilita a través de este tratamiento del Otro se puedan llevar a cabo estrategias y construcción
de formas originales de estar con los otros. Esta construcción sólo es posible si desde lo
institucional se dan los elementos necesarios para la invención de Otro particular que le sirva

33
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

la Psicótico para instrumentalizar el lenguaje y localizar el goce, domesticarlo o recubirlo a


través de invenciones variadas (Stevens, 2005).

d) Psicosis y lazo social.

A partir del Seminario XVII “El reverso del Psicoanálisis” (1972), Lacan hace equivaler
el discurso al lazo social, diciendo que, éstos son semejantes. Por consiguiente, es que se habla
del psicótico como aquel sujeto que se encuentra fuera del discurso establecido, es un sujeto
Fuera-del-discurso, pero que al mismo tiempo no implica que esté fuera del lenguaje, pues este
puede hablar y hacer uso de él.

Entonces, podemos decir que el psicótico es un “desabonado del inconsciente”, no


fertiliza en tanto no se introduce un artificio en el inconsciente para tratar el goce por medio del
significante, como ocurre en la neurosis (Lacan, 1972). Al no acceder a ningún discurso
establecido, no accede a un modo de disponer el goce con el lenguaje, a un tratamiento de lo
real del goce por lo simbólico. No hay para él uso de los aparatos del lenguaje para el
tratamiento del goce en los lazos sociales, para la “colonización del goce” (Quinet, 2016).
Relacionada con la libertad misma de la locura, el psicótico está fuera del discurso y así
es como asume el lugar de “amo de los discursos”, operando a través de la fragmentación del
lenguaje, despedazando su cuerpo, desobedeciendo la división de los sexos, atacando el lazo
social, señalando imposibilidades y denunciando semblantes sociales, que implica un
señalamiento de la inconsistencia del Otro (Quinet, 2016).

Se trataría de encontrar en la psicosis una forma de hacer que el sujeto entre en el lazo
social, inclusión en algún discurso.

7.3 El objeto en el psicoanálisis

7.3.1 Desde la “relación de objeto” hacia el “a-bjeto”: la causa de deseo y la


economía del goce.

En los primeros de sus seminarios, en el de “La relación de objeto”, Lacan (1956-57)


presenta las operaciones que configuran el ejercicio de la castración y que permiten el
advenimiento del sujeto, como también delinear el estatuto de este sujeto frente a los diversos
objetos, en los cuales, si ha operado la ley del significante a través de la metáfora paterna,
estarán regidos por un valor gracias a la significación fálica. Lo trabajado en este seminario,

34
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

señala Safouan (2015), criticará la noción, prevalente en la época, de las teorías de relación de
objeto y la ego-psychology, para centrarse en una dialéctica del sujeto y el objeto, pero en
función de ser complementarios, con la salvedad de que el objeto mismo constituye una
repetición nunca satisfecha, en relación al objeto freudiano perdido y su re-hallazgo por vía del
ejercicio significante.

Más adelante, en el desarrollo de su seminario sobre la ética (Lacan, 1956-1957), al


trabajar el concepto de goce, desarrolla la imposibilidad de que el sujeto en su totalidad pueda
ser capturado por el lenguaje. A consecuencia, la relación de objeto complementaria no irá de
la mano con la cadena significante, sino que es posible pensar una no-relación total con el
objeto, en cuanto a su capacidad de ser adecuado.

Lo anteriores desarrollos son no más que preludios de lo que, en el seminario sobre la


angustia (Lacan, 1962-1963), se formalizaría como el primer concepto propio de Lacan, - el
objeto a-. Este será formalizado como lo que cae de la operación de constitución entre el sujeto
y el Otro, en lo que él llama “tabla de división”. Es un real residual, que no termina por ser
incluido en la simbolización.

Ante la imposibilidad de ser capturado por lo simbólico y el uno del significante, por
ser altamente parcial, al no tener imagen especular y no poder ser admito en lo imaginario, el
(a) como concepto psicoanalítico, queda con resto del encuentro con el campo del Otro (Le
Gaufey, 2011). Pero es un resto que, en su parcialidad, Lacan (1962-63) lo ubica en el espacio
de la causa, como un objeto causa de deseo. En ese sentido, al objeto a sólo puede acercársele
por vías indirectas, delimitarlo por sus efectos en tanto el deseo que este causa (causa de deseo)
o bien la economía que regula (plus de gozar) (Rabinovich, 2005).

En esto, Lacan (1964) considerará una forma de economía política del goce como la
distribución de este, determinada para cada sujeto, de la forma en que el sistema significante
opera sobre el cuerpo y en función de cómo la pulsión logra su satisfacción siempre parcial.

Así, puede describirse un modelo económico Lacaniano, que retoma la energía ligada
freudiana que circularía por las redes significantes, operando a través de la condensación y el
desplazamiento (metáfora y metonimia). Serán las posibilidades de lo simbólico y del uso del
significante lo que permite condensar el goce, acotarlo (Rabinovich, 2005). Sobre esto, Miller
(2002) indica que es el significante quien marca al sujeto y permite localizar y domesticar al
goce introduciendo en el cuerpo un lugar y un valor privilegiado; a través de una operación de
“singnificantización” que eleva algo del cuerpo a nivel de significante.

35
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

Pero, estos mecanismos, que por un lado sirven al metabolismo del goce, por el otro
lado, siempre generan un resto de la operación que no es asimilable por las redes significantes,
eso es denominado “plus de goce” (Rabinovich, 2005).

Así, como se indicó antes, el goce es un efecto del significante que opera sobre el cuerpo,
apresándolo, produciendo una forma de satisfacción diferente de la simple satisfacción de la
necesidad pero que parte de ella.

En este sentido, según menciona Lacan (1962-1963) son los objetos (a), bajo la
primacía del falo, lo que dan cuerpo al goce, el cual se apoya en los orificios del cuerpo y se
sirve de ciertos semblantes como el seno, las nalgas, la mirada y la voz. Este objeto conforma
en el cuerpo una parte, un punto de goce, un lugar donde el cuerpo atrapa el goce, quien necesita
la materialidad de lo real de cuerpo.

Por su parte, el sujeto barrado, quien ha realizado la operación de separación y fue


separado del objeto a, puede acercarse a él y entrar en relación con este y hacer de borde
respecto al goce, gracias al montaje del fantasma ($ <> a). Solución que permite andar al
neurótico pero que causa dificultades cuando nos adentramos al campo de la psicosis, donde el
sujeto no extrae el objeto del campo del otro (Egge, 2008).

7.3.2 El objeto en el bolsillo.

Lacan en su “Discurso a los psiquiatras” (1967) indica: “hay hombres libres y como lo
dije desde siempre. Porque lo escribí en el Congreso de Bonneval, muchos no pueden incluso
imaginar (…) los hombres libres, los verdaderos, son precisamente locos.” (p. 17). En este
sentido, Lacan pondrá en el mismo lugar la libertad que la locura, dentro del mismo registro.
Más adelante en el mismo escrito, relacionará esta libertad con lo que se produce en el campo
del Otro en la psicosis.

Lo indicado en “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de psicosis”


(Lacan, 1957), en cuanto a la constitución del campo de la realidad, implica aquí que el sujeto
debe, del campo del Otro, realizar un recorte, extraer el objeto (a). En el caso de las psicosis,
Lacan (1967) indica que “no hay demanda de a pequeño, él tiene su a (petit a), por ejemplo, es
lo que él llama sus voces”. (p.18). Plantea la idea de, el psicótico no dispone de su fantasma
fundamental ya que no existe un objeto extraído del campo del otro, sino que el objeto está ahí
y el sujeto no tiene una relación con este objeto a partir de una interpretación pasible de hacer
lazo social. Él ya tiene su objeto, sin sostenerse en el lugar del Otro. Es en ese sentido, por su

36
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

“independencia” es como lacan define que loco es “verdaderamente el ser libre” (p.18). En
tanto lo tiene él, Lacan indicará que tiene el objeto a en el bolsillo.

Las consecuencias clínicas de esto remiten a las indicadas anteriormente en cuanto a la


dispersión del goce y la invasión del Otro pleno, que no son sino con efectos dentro de la clínica
diaria. En sí, el sujeto psicótico es gozado por el Otro persecutorio. Es posible que, con estos
fenómenos clínicos, es como el sujeto psicótico intentará la extracción del (a), entendiendo que
el delirio, por ejemplo, será intento de introducir este corte que devendrá en un vaciamiento del
goce y dar texto al vacío de su historia (Caamaño & Pirroni, 2015).

Además, como se señaló antes, los diversos semblantes de los objetos (la mirada, la voz,
el seno, las heces, etc.), en la psicosis se intentan hacer existir como semblante, dado que, a
diferencia de la neurosis, están ahí en su presencia real. Esto es debido a que, lo que no puede
ser extraído del Otro, lo cual permitiría la constitución de un poco de realidad, invade como
Real al sujeto, provocando horror y perplejidad (Renno Lima, 2013).

En este sentido, dado que la asunción de la significación fálica permitida a través del
significante del nombre-del-padre, que serviría de barrera ante el goce, está ausente, es
necesario para el psicótico encontrar otros elementos u otras invenciones que funcionen de
modalidad de hacer con el goce, partiendo desde estructuras formales universales, como el arte
o la producción-trabajo, o bien desde “recursos propios”, con elementos particulares del sujeto
(Quinet, 2016).

Lo que está en juego entonces es la posibilidad de sostener un intervalo entre el sujeto


psicótico y el Otro y, en eso se trataría en ocasiones en la psicosis, permitir que un objeto pueda
circular en el medio, con su semblante, aunque tambalee, para que un lazo social se produzca y
que el psicótico gracias a ese objeto tolere el encuentro con el Otro (Renno Lima, 2013). Que
permita, a fin de cuentas, un tratamiento del Otro.

7.4 Modos de Tratamiento del Otro

El sostenimiento del intervalo entre el sujeto y el Otro en la psicosis obliga a maniobras


que implican un hacer con el goce. Se implica entonces un tratamiento de este Otro del psicótico
bajo modalidades a veces inéditas.

El tratamiento del Otro puede desplegarse a través del establecimiento de un orden el


cual en la neurosis está dada por el uso del significante en cuanto tal. El significante es lo que

37
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

determina el orden en el mundo: es lo que hace que cada cosa esté en su lugar. En efecto, lo que
opera en las clasificaciones, las reparticiones de las cosas, es el discurso (Baio, 2002). En la
psicosis, el sujeto se encuentra con un esfuerzo incesante y extremo para poner un orden en el
Otro, en sus pensamientos, su cuerpo y para dar a cada cosa su lugar en el tiempo, con el fin de
producir un efecto pacificante. Sin embargo, esta pacificación está sujeta a la permanencia de
este orden en el Otro. El mínimo cambio en el Otro amenaza el lugar del sujeto (Abello, 2010).

También algo puede hacer el psicótico con el Otro a partir de la introducción de un


menos, en tanto faltando la falta, se introduce un menos en el real del cuerpo. Se trata de que el
sujeto opere agujereando al Otro pleno de la psicosis. (Baio, 2002). También, implica apelar a
la castración bajo la forma de una sustracción, la que, como señala Lacan (1957), no pudiéndose
producir en el simbólico, se repite incesantemente en el real. Si no, por ejemplo, a través de las
maniobras de automutilación del sujeto, que apuntan a introducir este menos, esta falta en el
cuerpo (Baio, 2002).

Otro modo de tratamiento tiene lugar por medio de la elaboración. En esta, frente a la
falta de significante que ordene y regule el goce, el sujeto se sirve de un órgano suplementario
electivamente erotizado. Dado que el lenguaje no puede servirle como un órgano, el psicótico
agrega un órgano-fuera-del-cuerpo, eligiendo un objeto entre otros y realizando una elaboración
original, un semblante original.

Careciendo de la significación estándar fálica, debe proveerse de una significación


propia, no-estándar. Este órgano suplementario le servirá de brújula para crear su elaboración
metonímica para crear sus propios semblantes. De esa manera puede funcionar como metáfora
para el sujeto, en el sentido de que cierta articulación de saber puede funcionar como Nombre-
del-Padre. Y desde esta elaboración de saber, que es sobre todo "un hallazgo, un bricolaje", el
sujeto psicótico localiza goce (Abello, 2010).

7.5 El trabajo en la institución

a) Lo singular en Psicoanálisis de orientación Lacaniana.

El estatuto de lo singular está vinculado con lo único en cada sujeto. Es en el campo del
pequeño detalle al que se refiere y que, como una brújula, orienta la vida de cada sujeto; brújula
en la cual, los analistas ubican su mirada y lectura hacia aquello de lo que el sujeto sufre. Es un
campo de lo que está fuera de lo común (Miller, 2008).

38
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

Sin embargo, en el ámbito de la salud, lo singular se confronta con la persistencia de lo


ideal universal, que está marcado por una lógica “para todos” masificante, en contrapartida a la
lógica del uno separado del universal (Salman, 2013). Supone por su parte encarar al síntoma,
con su máscara, con su modalidad propia de satisfacción pulsional, que refiere al goce singular
de cada uno. Este uno invita a persistir en el “instante de ver” (Lacan, 1966), reduciendo la
práctica a ese momento, ese instante, para poder operar luego con lo propio de cada sujeto.

El espacio de lo singular y su presencia que habita en el trabajo con la psicosis, al mismo


tiempo, atormenta a la clínica a título de diagnóstico. Miller (2008) indica al respecto que es la
emergencia de este singular lo que implica la orientación a atenerse. Por un lado, en la clínica
de la psicosis, a ser estos sujetos quienes son afectados y traumatizados por la presencia real
del lenguaje, obliga a los practicantes a alojar y escuchar las respuestas de estos sujetos ante lo
real, dejarse llevar y orientar por éstos, en un movimiento de respeto y tolerancia de la
subjetividad. Por otro lado, insta al practicante al encuentro con el aprendizaje de la lengua
privada que, como efecto de la singularidad de la experiencia, aparece en el encuentro con el
sujeto, y, además, ayudarlo, en su traducción, a un vínculo más ameno con los otros (Abello,
2014).

Es por esto que incluir la cuestión de la singularidad en el abordaje institucional implica


una política orientada por lo real, una mirada clínica no masificante y que para ello se torne
necesario formas de invención inéditas de los intervinientes en la institución. En palabras de
Lijtinstens (2011) implica una apuesta ética,

“un movimiento que favorezca un tipo de enunciación a partir de un efecto de resonancia de la


letra que singularice y atempere la fragilidad del lazo (…) en el marco de una mirada clínica no
masificante del sufrimiento” (pp.3).

Se trata, en resumen, se producir un espacio fértil a la enunciación propia del sujeto, un


acto que contraríe la enunciación del Otro, una producción singular, un signo propio del sujeto
que se acontece para hacer frente a lo traumático del goce.

b) Dispositivo y política institucional. Intervenciones y transferencia.

En instituciones de atención, centros educativos-terapéuticos, no se utiliza el


psicoanálisis propiamente dicho, en tanto una puesta en juego del discurso del analista (Lacan,
1969), debido a la imposibilidad del interjuego presente en este discurso y su dispositivo en
sujetos psicóticos, como bien se podría con neuróticos. En este sentido, se plantea un desafío

39
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

para trabajar con psicoanálisis en estos espacios. Frente a esto, el dispositivo institucional del
centro terapéutico-educativo se propone como una alternativa viable para abordar el sufrimiento
psíquico desde la orientación lacaniana.

En esto, Alfredo Zenoni (2000) plantea que no se trata de comparar la institución de


atención a la consulta psicoanalítica, sino de reconocer la diferencia de dos aplicaciones
posibles de psicoanálisis. Con “aplicaciones” el autor habilita un nuevo espacio epistémico y
clínico que la institución pone en juego para alojar el insoportable clínico que el paciente
denuncia. Son, a fin de cuentas, según el autor, aplicaciones sostenidas en una política
institucional orientada hacia el alojamiento, atención y asistencia de las modalidades
devastadoras del retorno de lo real de la pulsión; aplicaciones orientadas por un trabajo en
equipo que se asienta en los axiomas teóricos y prácticos del psicoanálisis, aplicado a una
clínica institucional.

El dispositivo institucional está sostenido por dos ejes, por un lado, la posición del
interviniente con la posibilidad de encarnar un partenaire menos amenazador para el sujeto y
por otro lado el sostenimiento del instrumento fundamental: la transferencia.

Por un lado, se trata desde el dispositivo de crear estrategias y condiciones en donde los
intervinientes puedan inventar un Otro que sea menos devastador para el sujeto y así conformar
un partenaire que pueda soportar el goce del sujeto y aliviarlo de su Otro. (Baio, 2004). Así,
desde el trabajo con varios intervinientes (practica entre varios) se promueve operar sobre el
Otro, para que el sujeto no tenga que vérselas con uno que lo ve y sabe todo, sino con varios
partenaires que se descompletan y destituyen mutuamente. Se trata de “entre-varios” sostener
un partenaire pluralizado. (Baio & Kusnierek, 1996)

Las condiciones del Otro del sujeto que posibilita la destitución, sostiene Baio (2003),
implican, en primer lugar, una posición en cuanto al saber en dónde el interviniente no debe
saber todo, sino que debe “escapársele algo”; en segundo lugar, deben, en su trabajo entre
varios, operar reduciendo la sumisión del sujeto a la demanda del Otro; y, en tercer lugar, la
posibilidad de encarnar una presencia menos amenazante, reduciendo los signos de presencia
(por ejemplo, las miradas o las voces).

Es, como señala Lijtinstens (2008), entonces una apuesta centrada en la invención del
sujeto y de la institución, un doble movimiento donde desde la institución se sostiene un
“bricolaje” inventado para permitir al sujeto decir no al Otro y darle un lugar a su singularidad,
reconociéndolo en su estatuto de sujeto.

40
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

Así, el trabajo sostenido entre-varios por los intervinientes insinúa para el sujeto, a
través de un trabajo de invención sostenido por la institución, la inconsistencia del Otro, y lo
que se pone en escena es un partenaire pluralizado que conforma el instrumento principal del
dispositivo institucional. Es una pluralización del Otro que tiene la función de introducirle una
falla, ponerle un límite al estrago del goce del imposible clínico del paciente. (Zenoni, 2013).
En este sentido, lo que haga menos estrago estaría de la mano de la posibilidad de crear un Otro
más soportable para cada sujeto, a través de un “anudamiento” original e inédito.

Este Otro del que hablamos impone además a pensar un tratamiento del Otro a través de
la introducción de un cierto orden, introduciendo un elemento tercero que favorezca la
elaboración (Stevens, 2005). Tratamiento del Otro posible a través de momentos de invención
de la institución, que acompaña a lo que hace signo en cada uno de los sujetos en su
singularidad, y momentos de no-invención, que favorecen en establecimiento de rutinas y
regulaciones en el tiempo y espacio, que promueva la instauración del Otro reglado. (Abello &
cols, 2008).

En cuanto a la transferencia, en la psicosis la misma no se sostiene a través de la


suposición de saber neurótico, sino que el psicótico no cree en la suposición de ese saber, ya
que es él quien lo tiene. Él interpreta sin la llave fálica, siendo el analista el testigo, listos para
la operación que ellos eligen realizar (Baio, 2004). Por otro lado, la transferencia psicótica se
presenta siempre erotomaníaca, en donde el psicótico cree solo en el amor del Otro, volviéndose
a veces objeto amado de este. Ante esto, se propone desde la institución, creer en los sujetos,
en sus creaciones transferenciales, en su lengua privada y sostenerse ahí (Lijtinstens, 2004).
Allí, cada interviniente, ocupar el lugar de un sujeto dividido conformando una red simbólica,
con otros, de sujetos divididos capaz de receptar algo que represente a estos sujetos.

Es así, desde esa posición, que la posibilidad de intervención institucional está sostenida
a partir dos movimientos de invención, hacia un espacio donde un lazo con el Otro menos
terrorífico pueda advenir.

41
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

42
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

ASPECTOS METODOLÓGICOS

8.1 Tipo de estudio

Las investigaciones en cualquier campo se originan por lo que, en el discurso


cotidiano, se denominan ideas. Estas son las que constituyen el primer acercamiento a la
realidad objetiva (desde la perspectiva cuantitativa) o a la realidad subjetiva (desde la
perspectiva cualitativa) (Hernández Sampieri, 2013). Entre los estudios actualmente
desarrollados en el campo metodológico se decidió que se realizará este trabajo a partir de
un acercamiento a la realidad subjetiva en una institución a partir de un estudio de tipo
cualitativo.

Este, en palabras de Anguera Argilaga (1986), conforma un modo de investigar


fundamentada en una depurada y rigurosa descripción contextual de un evento, conducta o
situación con el objetivo de que la recogida de datos sistemática posibilite un análisis que
dé lugar a una obtención de un conocimiento válido con suficiente potencia explicativa
acorde con el objetivo planteado. Además, señala que esta descripción debe ser realizada
de una manera que se garantice una objetividad en la captación de la realidad compleja en
cuestión y preserve su continuidad temporal inherente. En cuanto al campo psicológico,
Flick (2004), señala que la investigación cualitativa analiza las interacciones acerca de la
enfermedad mental y las maneras de enfrentarse a ella en un campo particular.

Dentro de los estudios de tipo cualitativo, se decidió hacer un estudio cualitativo de


alcance descriptivo (Hernández Sampieri, 2013). Este, busca especificar propiedades,
características y rasgos importantes de cualquier fenómeno que se analice; esto es, detallar
cómo son y se manifiestan. Al mismo tiempo, el autor indica que estos estudios “son útiles
para mostrar con precisión los ángulos o dimensiones de un fenómeno, suceso, comunidad,
contexto o situación” (p.80). Tal estudio se desplegó en formato de una sistematización de
la experiencia (Jara, 1997) que aconteció en 9 meses de trabajo en el espacio antes
mencionado.

43
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

8.2 Población

El estudio se llevó a cabo en un sujeto que asiste al centro Educativo-Terapéutico


“Jorge Bonino”, dentro de la instalación de adultos, y que al mismo tiempo presenta una
relación singular con ciertos objetos. Se realizó un análisis de un caso único.

8.3 Técnicas de recolección

En cuanto a la recolección de datos, se consideró:

• Observación participante: En la observación se posibilita la recogida de datos y su


cuantificación del comportamiento espontáneo que ocurre en situaciones no preparadas.
Se trata de un proceso, una forma consciente y sistemática de compartir las actividades
de vida, intereses y afectos de un grupo de personas, con el propósito de obtener datos
acerca de la conducta a través de un contacto directo y en término de situaciones
específicas. (Anguera Argilaga, 1986). Se caracteriza por el contacto sostenido con los
participantes cumpliendo un rol activo, incluyendo detalles, situaciones, sucesos,
interacciones que emerjan, de índole visual, auditivas, tacto, olfato, etc. (Flick, 2004)

• Cuaderno de campo: comprende un recurso que permite explicitar por escrito


observaciones dando lugar a la vez a emociones, como sentimientos que se despliegan
y transforman en el curso de la investigación. Este, permite la (re)organización de la
información y la experiencia, permitiendo la exposición de las intuiciones del
investigador a partir de ciertos referentes empíricos que se revelan en el campo
(Visilachis de Gialdino, 2007). En este sentido, se registraron vivencias dentro de la
institución en cuestión, acontecimientos y lo del orden de lo descriptivo y acciones tanto
de investigador como de el/los objeto/s de estudio.

• Revisión bibliográfica: Se trata de un procedimiento estructurado cuyo objetivo es la


localización y recuperación de información relevante para un usuario que quiere dar
respuesta a cualquier duda relacionada con su práctica, en donde, la naturaleza de la
duda y, por tanto, de la pregunta que se hace el usuario, condicionarán el resultado de
la revisión (Gálvez Toro, 2002). En este sentido, a la par de la investigación cualitativa,
recogida de datos y su análisis, serán los mismos hallazgos lo que guiarán más
búsquedas de nuevas fuentes bibliográficas, en un proceso activo y continuo (Vieytes,

44
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

2004). En este caso, se realizó una revisión y posterior análisis del material teórico afín,
a saber, material acorde a la teoría psicoanalítica de orientación lacaniana.

• Reuniones clínicas: Comprenden instancias donde se orientan las intervenciones “uno


por uno”, se elabora y se escribe la construcción del caso clínico. En esta, los
intervinientes trasmiten los “restos de real” hallados en el encuentro con los sujetos en
la institución para que se produzca la invención de un saber, se renueve la práctica y se
busque un nuevo efecto cada vez. En estas se intenta armar una trama, calcular una
estrategia y al mismo tiempo, se espera los intervinientes también trasmitan un saber
propio que los demás pueden aprender (Lijtinstens, 2016).

• Registro documental: Comprende el conjunto de materiales de registro que desde el


origen adoptan una forma diversa, sean documentos escritos como publicaciones, series
estadísticas, historiales clínicos o de salud, etc., o materiales audiovisuales varios.
(Anguera Argilaga, 1986). Más precisamente la Historia clínica comprende un
documento donde queda registrada toda la relación del personal de la institución con el
paciente, actos y actividades sanitarias y asistenciales realizados con él y todos los
datos relativos a su salud. De estos registros se obtuvieron datos referidos a
diagnósticos, aspectos relacionados a historia vital e historia institucional y desempeño
de la población de estudio en la institución. El objetivo no es otro que la recolección de
datos referido a los datos significados del funcionamiento subjetivo y la evolución del
mismo en el recinto.

8.4 Análisis de investigación

A partir de los datos obtenidos, se realizó un análisis y reconstrucción de la


experiencia transcurrida en la fundación y centro educativo-terapéutico “Jorge Bonino”,
acorde al tema indicado anteriormente.

En cuanto al análisis, se realizó una articulación teórico-práctica a partir de ejes diversos:

✓ Los objetos singulares con los que el sujeto se relaciona y las actividades que realiza.
✓ La forma en la que el sujeto usa los objetos para efectuar un tratamiento del Otro.
✓ El papel de lo institucional en la circulación del sujeto y del objeto (intervenciones,
transferencia institucional, la reunión clínica, los efectos).

45
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

8.5 Aspectos éticos

En cuanto a las cuestiones éticas, en relación a la práctica supervisada y a su


sistematización, se tuvo en consideración las normativas deontológicas vigentes (Fe.P.R.A.
A, 2013) y las Leyes 26.657 de “protección a la salud mental” y 22.431 de “protección
integral de personas en situación de discapacidad”.

Sobre las primeras, fueron una guía los principios éticos generales como así las normas
deontológicas. En primer lugar, el Consentimiento informado, comprendiendo a las
personas y la institución con las que se trabajará. En segundo lugar, el derecho a la
privacidad de tanto para la información de pacientes, datos personales y documentos
audiovisuales que lleguen a rescatarse como así datos relativos a la organización interna de
la institución. Y, en tercer lugar, la honestidad intelectual, atendiendo a los límites de quien
escribe en cuanto a la competencia adquirida en este tramo de mi formación, como así ante
la complejidad de la realidad que se aborda. (Degiorgi, 2015)

Otro aspecto ético que se consideró se desprende de la posición ética en el trabajo


dentro del discurso psicoanalítico. En este sentido, la ética del psicoanálisis, a diferencia de
la ética aristotélica que rige hacia el bien supremo y orienta las prácticas jurídicas, supone
tomar partido a favor del sujeto, de su goce singular y su síntoma. (Brodsky, 2003). Atento
a la compulsión hacia el “Furor Curandis”, desde el psicoanálisis se trata de pensar al
sufrimiento como un proceso singular e impide o exalta en todo caso el devenir del sujeto,
pero que le es inherente. Al mismo tiempo, implica alejarnos de una idea de neutralidad
analítica, sino poner en juego el Deseo en el espacio institucional, posibilitando la
emergencia del saber enigmático que al sujeto atañe. (Gómez, 2004).

46
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

Cronograma de actividades

2018
marzo Abril mayo junio julio agosto Sep. Oct. Nov. Dic.
Inserción a ><
institución
Selección de Tema ><
Introducción y ><
Fundamentación
Contextualización ><
de la práctica
Tema ><
Objetivos ><
Antecedentes ><
Marco Teórico >< >< >< >< >< ><
Aspectos ><
metodológicos
integración teórico- >< ><
práctica
Conclusiones ><
Presentación de TIF ><

47
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

48
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

ARTICULACIÓN TEÓRICA-PRÁCTICA

9.1 Sobre la sistematización

Sistematizar una experiencia es un proceso del todo alejado de solo detallar qué
aconteció, sino que supone un trabajo de pensamiento, abstracción y producción que genera
conocimientos variados. En palabras de Óscar Jara Holliday (1997) se trata de una
interpretación crítica de experiencias que, con su ordenamiento y reconstrucción, logra
explicitar ciertas lógicas del proceso vivido en ellas, los diversos factores que intervinieron, su
interrelación, entre otros. En ese sentido, la sistematización de experiencias produce
conocimientos y aprendizajes significativos, comprenderlos teóricamente y orientarlos hacia el
futuro con una perspectiva transformadora.

En psicoanálisis puntalmente, en consideración de la posición ética, política y


epistémica que este cuerpo conceptual sostiene, la construcción del caso permite, desde una
elucubración de saber del practicante y desde una lectura de los fenómenos y elementos de la
clínica, dar cuenta de los efectos de formación. En ésto, se promueve la investigación y
mostración de la lógica de los dichos del inconsciente. Sin embargo, no se sostiene a través de
una escritura de un historial, sino, por el contrario, de la elección estratégica de un recorte
particular, guiado a través del deseo del practicante, lo suficientemente trabajado para que tenga
lugar una emergencia de saber y de formación (Gómez, 2011).
Para dar cuenta del tema de este escrito, se eligió un caso a partir de la experiencia en la
fundación y centro educativo-terapéutico (desde ahora C.E.T) “Jorge Bonino” del cual se
realizará un análisis a partir de diversos ejes, a saber:

➢ Los objetos singulares con los que el sujeto se relaciona y las actividades que realiza.
➢ La forma en la que el sujeto usa los objetos para efectuar un tratamiento del Otro.
➢ El papel de lo institucional en la circulación del sujeto y del objeto (intervenciones,
transferencia institucional, la reunión clínica, los efectos).

49
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

9.2 Reseña del caso clínico

P. es un sujeto que asiste al C.E.T en jornada doble desde más de 10 años, ingresando
al servicio de menores y posteriormente, en 2012, al servicio para mayores. Actualmente, en su
adolescencia tardía (entre 18 a 28 años), vive con su madre y su abuela en su hogar. Su
asistencia al espacio de la institución es diaria, para lo cual es traído por un trasporte privado.
La participación en espacios de talleres es bastante completa, asistiendo a todos los que le son
asignados y hasta solicitando y demandando fervientemente estar presentes en otros, aunque no
haga nada.

En general, remitiéndonos a su historial clínico, es un paciente que desde su ingreso


presentó dificultades tanto en su vinculación para con otros como con intervinientes, como así
para el ejercicio de las diferentes actividades propias de los talleres. Se ha presentado desde su
ingreso muy sensible a su entorno, en tanto manifestó períodos de aislamiento, mutismo y hasta
no presentarse en la institución. Poco a poco hubo progresos en cuanto a este aspecto,
posibilitando actualmente lazos sociales varios para con los talleres educativos, pero con
persistencia de las dificultades de vinculación, sobre todo con otros que “hablan fuerte” o
características que lo hagan pensar que lo pueden atacar o lastimar. Sosteniéndose de esas
dificultades es como por momentos explota, realizando ataques, agresiones y presentando
alaridos y gritos, escenas que él llama “ataques de nervios”, que surgen siempre ante
“arbitrariedades constantes”.

En lo que respecta a sus relaciones, P. actualmente establece vínculos amenos por


momentos con ciertas personas siempre que no le generen tensión a partir de esos rasgos y
signos particulares que él denuncia que lo molestan. Por ejemplo, quienes tengan voz aguda, o
muy grave o se torne amenazador, etc. Sin embargo, estos rasgos particulares que a él lo
tensionan y molestan han ido cambiando a lo largo de los años. Con esto, se produjo una
apertura hacia una “cartografía especial” del espacio de diversos elementos que P. denuncia que
son algo perturbador (P. ingresó desde un completo aislamiento y fue poco a poco ingresando
a diversos espacios del C.E.T, posibilitando relaciones con otros pero puntuando ciertos
elementos con capacidad de alterarlo), que en general terminan refiriéndose a lo que es del
orden de lo pasional (por ejemplo, el futbol, el folclore, la ópera, los Simpson, etc.). Es así que
cuando alguien manifiesta algún rasgo del orden de lo detallado, él explota y desplegando su
impronta sintomática, sus “ataques de nervios”.

50
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

Por otro lado, en lo que respecta a la relación que establece con quien escribe, pueden
establecerse dos momentos: en un primer momento de ingreso al espacio del C.E.T, P. se
manifestó con desinterés al principio y luego abordando a través de preguntas o pedidos varios,
en una dirección de poner en jaque a los otros en juego, a través de diversas demandas. Cuando
se respondía a estos pedidos, parecía que él se aplastaba, tornando sus respuestas hacia la
nulidad o responder “no se” a todo.

Un segundo momento estuvo dado en una modificación en la respuesta a sus incógnitas


y demandas, para lo cual se procedió a persistir en el silencio, rebatirlo con otras preguntas y
establecerle nuevas incógnitas, lo que permitió el establecimiento de una posibilidad de falta a
partir de mi falta de saber, impidiendo que aplaste sus respuestas y posibilitando que circule
por el espacio institucional. Así, en ocasiones cuando llego al espacio del C.E.T, y no lo saludo
primero, me agarra fuerte el brazo y me pregunta:

- “Vos sabes cómo puedo hacer para no venir más porque mi transportista es una
porquería”. (…) “Es malo el transportista X porque me pelea y me pone cuarteto”

A esto, en cierto momento, en lugar de darle una “solución práctica” que lo aplastaría,
le respondo con cosas del estilo:

- “Y no sé, yo opino que le preguntes a X que seguro sabe” “Y bueno, no vengas más así
yo tengo otra porción de comida”
- “¡Ay! ¡Pobre transportista que tiene que soportar tus escándalos y tu olor a patas!”.

Como respuestas ante esto, P. va a preguntar a otros intervinientes o bien sale riéndose muy
fuerte.

Por otro lado, por momentos cuando estoy presente emite, a otros y frente mío, pedidos
de que no vaya más y termine la pasantía, también demandas de que lo quiera o que aplauda
con él. Indica que no quiere ir más los días que yo estoy presente y que dejará de asistir a la
institución para no verme. Cuando no estoy presente, llega a pedirle a otros intervinientes que
me llamen o bien pregunta cuando voy nuevamente al CET, ya que menciona que me extraña.
En esto puede pesquisarse la vertiente erótica y agresiva de la transferencia (Lijtinstens, 2006)
que P. establece con el Otro, vertiente que puede tornarse masiva y angustiante si no se hace
algo con ello.

En otro orden de cosas, P. tiene varios objetos singulares con los que establece
relaciones con diferentes tintes y con los cuales elabora contenidos muy diversos y floridos.
Tales elaboraciones están entretejidas con las cuestiones transferenciales antes indicadas como

51
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

así en su rutina establecida y con el lugar de lo institucional en el alojamiento de eso que P.


trae. Entre los objetos en cuestión están sus muñecos de peluche, dos muñecos Mickey (uno
llamado Martín), y un equipo de mate de color rojo que pertenecen al espacio del C.E.T. Otra
forma de objeto que P. toma es, con algunos intervinientes, pedirle la mano o tomarla,
solicitando que “aplaudan” realizando diferentes movimientos.

9.3 El Otro. Enlazamientos, estrategias y efectos.

Al no operar la Separación en la psicosis, es decir que no se inscribe en el sujeto con su


falta, y al volverse inoperante la extracción del objeto a del campo del Otro, tiene un lugar la
emergencia del Otro en tanto no tiene falta e implica que emerja un Otro que sabe todo (Miller,
1985).

Con P. puede indicarse que lejos de estar excluido el Otro, sí hay un Otro, pero no
barrado, es uno que se le presenta de manera intrusiva y absoluta. Esto el sujeto mismo lo trae
cuando en su cotidianeidad ingresa a la institución con alguna queja o reclamo hacia algún otro
personaje que lo agravió. Serían formas de plantear su queja ante el Otro que lo ataca, persigue
y angustia, acompañado de estados nerviosos y muecas de dolor. El despliegue en cuestión, al
parecer, está vinculado a la falta de regulación del goce propia de la psicosis, regulación que se
posibilitaría con el anudamiento desde la función significante (Miller, 1985). P. demuestra una
cascada de puro goce corriendo en el momento de desplegar su signo sintomático.

En ocasiones, cuando llega a la institución P. menciona:

- El transportista me pegó, me maltrata


- El transportista es un pelotudo… me pone cuarteto.
- (refiriéndose al novio de su madre) X es una porquería, el otro día vino a mi casa y me
mordí la mano para que se vaya (me muestra la mano con una lastimadura).
- ¡Este servicio es una porquería! ¡No quiero venir más, me voy a sacar sangre cambiarme
a otra institución!

Las anteriores, y otros comentarios más, es algo cotidiano de su llegada al espacio del CET.
También, han superado en ocasiones lo del orden de la queja, y directamente P. no ha asistido
por un tiempo, ya que había lastimado a su transportista con arañazos y mordeduras.

Entre lo que se construye como queja que nos trasmite a los intervinientes y el acto de
agredir existen diferencias notables de hacer con la relación al Otro. La agresión con la que se

52
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

defiende P. a veces constituye un modo de defenderse de esos otros quienes asumirían el lugar
del Otro gozador para él. Este rechazo tiene que ver con la manera que P. encontró para soportar
la presencia del Otro, siempre y cuando se tenga en cuenta hasta qué punto puede tolerarlos.

Por otro lado, lo que trae a partir de sus quejas, serían del orden del uso significante,
para puntuar el espacio institucional con lo que, desde algún tercero que pueda encarnar al Otro,
se le presenta como perturbador, por medio de la elaboración de su “cartografía especial”, una
forma de usar el significante para cernir, bordear lo real del goce (Lacan, 1972), ubicándolo en
puntos de goce en el espacio del C.E.T.

Tanto a su transportista, como a los Otros de su hogar, o también a la institución en sí,


P. los denigra, los insulta, se queja de ellos, los localiza a través del artificio del lenguaje,
nombrándolos como “una porquería”, por ejemplo. Marca un cierto orden entre lo que es bueno
para él y lo que no lo es, blasfemando. Se sostendría en esta posibilidad de poner en orden al
Otro, cuando trae sus quejas, cuando insulta o se burla de un interviniente. Esta estrategia de
puntuación significante de P., con la que elabora su cartografía del espacio, posibilita circular
por el CET., y un hacer con lo real que se le presenta al encuentro con el Otro. Otras estrategias
para hacer con el Otro comprenden el uso de sus muñecos que P. trae, como así otros objetos.

Por consiguiente, es ante la falta de efectividad de su puntuación, donde a veces P. puede


agredir, rasguñar o morder a los otros. Ante esos estados grita y empieza a agarrar a cualquiera
que se cruce por ahí, sin discriminar de quien se trate, y con fuerza lo zamarrea o clava las uñas.

Por otro lado, la relación que establece conmigo está sostenida en una transferencia con
componentes eróticos y agresivos considerables, por lo que es cotidiano que por momentos me
pregunte constantemente persiguiéndome si lo quiero y al rato alejarse porque tiene miedo que
lo dañe o lo quiera lastimar. También, cuando está nervioso, deposita sobre mi muchos insultos
y denigraciones, pidiéndome por ejemplo que no vaya más. Es en este vínculo que establece
con el Otro, donde pueden verse estos aspectos. Es en la puesta en juego de lo que es del orden
de la sexualidad en el movimiento transferencial de P., donde se asoman, pero de manera
problemática, ya que, al momento siguiente, está invadido de agresividad y hostilidad.

En este orden de cosas, es cuando P. se dirige hacia mí donde, para hacer algo con la
relación de P. con el Otro, se elaboran algunas estrategias desde lo institucional orientadas en
la posibilidad de encarnar Otro menos problemático, en palabras de Baio (2003), para él; un
Otro que desde su posición de saber no lo someta y aplaste como un objeto, sino que se preste,
desde la posición de un Otro pluralizado, destituido en cuanto al saber.

53
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

En esto, le indico por ejemplo que “el servicio si es una porquería y que yo también lo
soy”. O por ejemplo que “es una porquería porque hay olor a patas porque no me las lavo”. En
esto, busca a otros intervinientes para desplegar sus quejas mientras ríe a carcajadas. Es un
efecto que se sostiene en el juego con lo cómico y lo absurdo, que hace menos consistente al
Otro. También, le he indicado que “no sé cómo hacer para que él pueda dejar de venir”
instándolo que les consulte a los otros. Entre los intervinientes trabajamos respondiéndole desde
lo absurdo o llevando el saber hacia otro, destituyéndonos mutuamente.

En este sentido, en una ocasión me preguntó:

- “¿vos me querés?”
- A lo que le respondo: “No sé, me parece que depende de los otros. Si los otros te quieren,
yo también. Anda a preguntarles”

En este caso, según lo trabajado por Baio & Kusnierek (1993), la respuesta a la demanda de P.
no se hace consistir, sino que se aborda lo que él trae a través del establecimiento de algo
enigmático puesto en otros («“X” seguro que sabe»), descompletando mi saber que pueda
colmarlo y aplastarlo. En este caso, la estrategia institucional está sostenida hacia una respuesta
“vivificante” para P. en cuanto al amor del Otro, en tanto que como ha pasado en otras
ocasiones, cuando se le responde sólo afirmativamente, P. se aplasta. En esta ocasión, se trata
de hacerlo circular, no negando un signo de amor del Otro (por ejemplo, negándole la
respuesta), pero tampoco darle esa certeza que lo deja inmóvil.

9.4 Acompañantes extraordinarios

P. ingresa a su cotidianeidad en la institución acompañado. Esto no es en relación a


algún acompañante terapéutico ni mucho menos acompañado del transporte especial que lo
trae. Él ingresa con sus muñecos. A pesar de que los va variando, siempre se mueve y circula
junto con alguno.

Uno de ellos es “Martín”, un muñeco de Mickey Mouse de Disney de 20 cm. de alto. Lo


lleva y lo trae por todos lados y lo cuida celosamente, con precaución de que no sea robado o
que lo olvide en algún lugar, ya que eso puede encender una alarma. En ese sentido, en diversas
ocasiones me ha comunicado:

- “Vos sabes que no voy a traerlo más al Martín porque Aylén me lo va a robar”.
- “No lo traje hoy a Martín porque me lo voy a olvidar y después, ¿yo qué hago?”.

54
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

También, es preciso destacar que cuando deja a Martín en algún lado y se percata de su ausencia,
en ocasiones emprende una búsqueda difícil de coartar para encontrarlo, persiguiendo o
enfrentando, de ser necesario, a quien lo tenga para recuperarlo.

Su relación con el muñeco no es la misma que con los otros sujetos de la institución, ni
mucho menos con los intervinientes. No presenta una faz ambivalente o conflictiva cuando se
desenvuelve con Martín, sino más bien, pareciera un objeto tranquilizante. Es así que cuando
se desarrollaron actividades en la pileta municipal, en los días más calurosos, fue a través de
este objeto por el que se pudo trabajar con P. debido a que él se permitió ingresar a la piscina
con la excusa de “bañarlo” (P. normalmente no ingresaba ni mucho menos hacía actividades
deportivas, pero ingresa a las escaleras de la piscina y moja su muñeco, con movimientos de
baño). La posibilidad de que P. trabaje en las salidas institucionales estuvo dada por las formas
inéditas de invención dentro del espacio institucional (Lijtinstens, 2008), a través de responder
a la invención de P. con estrategias desde el equipo de intervinientes que posibilite un habitar
mucho más ameno. Se trató de una estrategia en donde P. pueda posicionarse como un asistente
de su muñeco, bañándolo y ayudándolo.

Su muñeco Mickey-Martín, también le sirve para hacer su puntuación del espacio


institucional. P. constantemente establece “reglas explícitas” que grita a partir de que algo del
espacio que habita, en ese momento, se torne perturbador. El uso de las reglas explícitas en P.
puede estar relacionado con su posibilidad de encontrar una forma de regular el espacio del
Otro a través del establecimiento de un orden (Baio, 2002) necesario a través de su puntuación
y su cartografía del espacio. Es establecer puntos de tiranía en el campo del Otro amenazador
de la psicosis, posibilitado por las ventajas del abordaje institucional que permiten dar lugar, en
ocasiones, a la construcción significante del establecimiento de ese orden de P.

Por ejemplo, como se indicó antes, ante las voces agudas o muy graves de algunos
compañeros o intervinientes emite fuertes gritos, donde establece imperativamente que no se
hable así. También, regla los espacios donde él está, indicando que no se puede hablar de futbol,
ni cantar ópera ni nada del orden de las pasiones. Cuando esto no mantiene a raya a los otros
sujetos, de igual forma le sirve para que P. pueda gritar y hacer escándalos varios. En cuanto a
Martín, P. indica constantemente que no pueden sacárselo, que es de él, que no lo pueden
golpear ni agredir; cuestiones que, de suceder, provocarían las reacciones que antes fueron
detalladas.

55
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

Otra cuestión sobre este muñeco que P. trae es su origen. Él menciona que el nombre
del muñeco es por alguien llamado Martín que pertenecía a la institución y que era su novio.
Actualmente, este tinte erótico en la relación con el muñeco se mantiene, en donde menciona
“este es Martín, mi novio” y besa al muñeco constantemente cuando se le pregunta por ello. Se
podría indicar que se trata de una versión erótica que a veces pone en juego P. a partir del uso
del objeto singular. Pero, por otro lado, cuando se habla del muñeco con él, nombrándolo como
Martin, como su novio, tomando las palabras que él usa y hablando con el muñeco, él emite
una fuerte carcajada con la misma intensidad con la que emite sus alaridos y escándalos,
indicando que se ríe porque le hablamos a un muñeco que no tiene vida, como riéndose de
habernos embaucado.

A fin de cuentas, P. construyó una ficción con tinte erótico desde este objeto, que no
hace más que trasponer la erótica transferencial que establece con el Otro, con la salvedad que,
en esta ocasión, este partener está ausente. Esta cuestión se repitió con el otro muñeco de
Mickey que trae, el cual al preguntarle quién era indica:

- “Es Francisco X” (indicando nombre y apellido, el cual es otro sujeto que asiste al CET
con el que P. tiene a veces enfrentamientos y peleas) “Es mi novio”.

A lo que intervengo consultándole sobre Martín y si ahora tiene dos novios, a lo que responde
afirmativamente. Esto a P. le causó mucha risa, que elevó como una carcajada muy fuerte al
techo, para luego seguir riéndose y poniendo el muñeco en la boca.

Lo interesante de P. es que, en ese período, Francisco no asistió al espacio por un


problema de salud. Nuevamente P. introdujo una versión erótica sobre un objeto, con el que
desarrolla una ficción particular sobre otro sujeto ausente.

Posteriormente, cuando el otro sujeto retomó las actividades en el espacio, al preguntarle


sobre el muñeco surge la siguiente conversación:

- ¿Ese quién es, P.?


- Es Francisco, mi novio
- ¿Pero si Francisco no está acá?
- (Mira a los costados, se ríe) “Bueno, son dos Martín. Francisco es una porquería”
(enfrenta a los muñecos).

En este caso, parece que se sostiene la versión erótica, pero sólo con el sujeto que está ausente,
en tanto el otro presente puede ubicarse como un rival al que denigra.

56
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

Retomando el muñeco, P. indica que ese no es Martín, que no es un humano, sino un


muñeco, que “no tiene vida”. Él suele separar todo lo que lo rodea a través de diversas series:
vivo/muerto, bueno/malo, feo/lindo; series que se tornan inversiones a veces muy frágiles. Al
indagar sobre cómo llegó a ser muñeco, P. entre risas, a veces dice que lo convirtió él y otras
dice que es un muñeco y que no respira (donde señala la inversión vivo/muerto-
persona/muñeco). De esta forma, puede inferirse que por momentos el uso del objeto y la
ficción que construye P. le sirve para embaucar al Otro que se dirige a él, agujereándolo. Puede
pensarse esto desde una lógica que indicaría “Si sos Otro que todo lo sabe, ¿Cómo puede ser
que te equivoques en algo tan inverosímil como creer que eso es una persona? ¿no ves que es
un muñeco de peluche?”. La estrategia sostenida es posibilitar que P. engañe al Otro, que se
tope con uno que no lo sepa todo (Baio, 2003).

En ocasiones, su relación con su muñeco se torna más florida, permitiendo que se


posibilite algo de la relación con los otros. Introduce en los espacios comunes cosas sobre el
muñeco, sobre que es su novio, sirviéndose de esa ficción para poder habitar espacios. P. a
veces besa al muñeco al frente de todos; cuando trae su otro muñeco muchas veces los enfrenta
en la mesa y los hace chocar. También, cuando se detiene, nos cuenta que uno es Martín y el
otro sólo es un muñeco o que es Francisco. Una ficción que sostiene por momentos para usarla,
al parecer, para hacer con el Otro, ya que en otros momentos aclara que Martín no es una
persona.

Sin embargo, a veces también el muñeco pareciera que se arme como un elemento que
permitiría a P. un movimiento de autodefensa (Baio, 2003). Es ante situaciones que lo perturban
demasiado o cuando viene alterado desde su hogar y las construcciones significantes de armado
de su cartografía y su puntuación pierden efectividad, que sostiene al muñeco de alguna
extremidad y lo hace girar como tirabuzón, mirándolo fijamente y quedando pegado a esa
escena, donde posteriormente lo pega en su frente, quedando así por un rato. Cuando le pregunto
en ese momento sobre eso, no me responde. Puede inferirse como defendiéndose con el objeto,
y quedando capturado por momentos ahí, puede hacer algo con los signos de presencia del Otro
que lo increpan con un determinado valor de goce. El “hacer con estos signos” estaría dado por
una forma de anulación o reducción de los signos del Otro, que permite que lo que se torne
perturbador, por esos instantes, se congele.

Luego de estas escenas mencionadas, le he preguntado: “¿P. qué te pasa?” a lo que me


responde:

57
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

- “¿sos bueno o sos malo vos?” o “¿yo vengo bien o vengo equivocado acá?”.

Parándose desde sus inversiones y utilizando los instrumentos significantes que le sirven para
ejercitar ciertas oposiciones, P. pareciera que me increpa, interrogando algo que, en mí, da
cuenta de un lugar de Otro enigmático. En esto, infiero que busca un signo que devele qué
quiere este Otro que se dirige a él y de ahí asegurarse si es acaso alguien “bueno”, que dé cuenta
de signos de amor, o bien alguien “malo”, que se presente con puntos de goce que pueda
alarmarlo.

Como una posibilidad de hacer que siga circulando la cuestión del muñeco-Mickey y
haciendo referencia a todos los escándalos que hizo P. durante un mes, fue que se me ocurrió
en una ocasión hacerle una escena similar, aparentando llorar o gritar como hace él. Ante eso
me dice:

- “No llores, no seas tonto. No hagas pavadas”.

En lo que acaba su respuesta, le pido el muñeco fundamentándole que lo necesitaba para


consolarme, y que no se lo iba a robar. P. cede y me lo da, pero vigilando de cerca todo
movimiento, ya que, según él, “yo me iba a ir a mi casa con Martín y eso está mal porque es su
novio”. Esto tuvo efectos en el sentido en que luego contaba a todos que no quería que venga
más porque yo lloro mucho y hago escándalos y porque “le voy a robar el muñeco y él lo
necesita”. A lo que los demás intervinientes respondían dándole la razón, asistiendo a que yo
hacía muchas pavadas o acompañando sus risas. En otra ocasión ante esta escena me pregunta:

- “¿vos estás en la edad del pavo?”

dejando a todos mirándolo y sin palabras, lo que a P. le genera mucho placer y risas.

La posibilidad de presentarme del todo ridículo y haciendo “la pavada” que el mismo P.
usa para hacer escándalos habilita una forma de trabajo en la que la dimensión del Otro que se
le presenta a P. pierde, al parecer, sus signos angustiantes y tortuosos. Es una presencia que
implica que, acompañado con los otros intervinientes en la sala, no lo puedo hacer todo ni saber
todo, en tanto, ante cualquier agravio debo acceder a una construcción como la que hace él para
consolarse. Se trata de un sostenimiento mutuo por parte de todos los presentes de un estatuto
del Otro más accesible al lazo. Se trataría, a fin de cuentas, de una forma de inventar con la
institución un alojamiento del signo sintomático de P., para que de ese lugar pueda circular.

En otra ocasión, ante un conflicto que tuvimos a causa de un ataque de nervios que tuvo
en el desayuno, donde P. quería robarse y tirar toda la mermelada y lo detuve, (una acción que

58
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

a mi parecer refleja la tensión existente entre la universalidad que maneja el asistencialismo y


la singularidad de la experiencia clínica, en tanto es necesario alojar el signo que el trae con su
voracidad pero al mismo tiempo, debemos permitir que todos puedan comer), me pellizca,
muerde y araña el cuerpo. Cuando ya se había tranquilizado, más tarde, me aborda con
preguntas sobre si estaba enojado, si lloré o si estaba molesto con lo que pasó, enunciándolo a
los gritos y con una sonrisa de placer. Al no darle importancia a lo que P. me decía, empieza a
perseguirme por los talleres, se me sienta al lado, me agarra la mano y la usa para acariciar al
muñeco de Mickey. Ante mi pregunta de qué hacía, me dice:

- “Es para que me quieras”.

En esto, a partir de lo que movió desde su escenario sintomático, P. se encuentra en la


búsqueda de saber qué hacer con el Otro enigmático, al que interroga e increpa, y desde el cual
pueden sobrevenir represalias, por su carácter problemático en la psicosis. Por su parte, elabora
una construcción inédita a partir de su objeto singular y es, desde el encuentro con el Otro, que
logra fabricar un signo de amor eficaz, que merme lo insoportable de la relación con este. Ya
no preguntarle o increparlo desde ¿Me querés?, sino crear el signo de amor desde su objeto.

Si bien la búsqueda que hace está teñida de placer y disfrute, en tanto está sostenida por
la vertiente erotoagresiva de su transferencia, podría indicarse que, al enfrentarse a la
indiferencia del Otro, P. produce algo, un movimiento que se orienta hacia la producción de
una relación con este.

Otro día, P. había concurrido a la institución muy nervioso y alterado. En su discurso


mencionaba nuevamente que el conductor de su transporte lo había peleado y que no quería
asistir más a la institución. Al ingresar con su muñeco y al apretar a todos por su enojo
(apretones, pellizcos y rasguños que acompañan a veces a sus “ataques de nervios”) se lo lleva
a otra habitación más tranquila. Cuando está más tranquilo, empezamos las actividades y él se
sienta al lado mío para pelearme, indicando:

- “Yo no te quiero más porque sos feo”.


- “¿Cuándo vas a terminar la pasantía así no venís más?”
- “¡Me voy a quejar con el director porque sos malo porque no me querés!”.

Al no responder a esos contenidos, ya que eso comúnmente aplasta a P., lo ignoraba o le decía:

- “No P. no te vayas del taller, si acá aceptamos a los feos”


- “Acá si pueden venir los escandalosos”.

59
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

Son propuestas que, desde lo institucional, permiten la inclusión de P. en los espacios, jugando
con la vertiente de lo absurdo y lo cómico que, como se mencionó antes, permiten vincularse
con él sin aplastarlo. En esta, no se le demanda que venga, sino que se lo invita, en donde juega
un papel importante la destitución del Otro en cuanto a su demanda como señala Baio (2003).
A esas respuestas P. grita y se va corriendo riéndose, para volver a los minutos.

Sin embargo, en una ocasión donde nuevamente jugamos con las inversiones que él crea
(ser lindo o ser feo) le respondí:

- “No sé si te quiero, no quiero a los feos, ¿sos feo vos?”.

Ante esto, P. ríe fuerte y empieza a gritar al aire diciendo:

- “¡No digas eso! ¡No seas malo! ¡Sos feo vos!”

Nuevamente, P. ante algún signo perturbador en el discurso del Otro realiza un descargo de
insultos y despliega su movimiento de poner en orden al Otro, parándose en sus inversiones.
Sin embargo, la intervención en cuestión estaba sostenida en lo cómico y lo absurdo de no
querer a los feos. Una propuesta de intervención donde no se lo increpa directamente, sino que
le pregunto, según sus inversiones, que trae como efecto risas y gritos, de distinto tinte a sus
alaridos antes mencionados.

Posteriormente, P. empieza a mirar fijamente y de cerca el muñeco Mickey, y de pronto


comienza a morderlo muy nervioso. Ante esto le pregunté:

- “P. ¿Qué hacés con el muñeco? ¿tenés hambre?”

A lo que P. responde riendo muy fuerte y haciéndonos callar, mientras se escapa de la


habitación.

Las diferentes formas en las que P. se dirige a mí cuando está en esos momentos de
tensión y desregulación podría hablar de una forma de hacer con la presencia del Otro. En este
caso, la desregulación de goce presente en los momentos en donde ingresa nervioso, mordiendo
y forcejeando a todos, indicaría la presencia de Otro que en su plenitud incide en la posibilidad
de habitar el espacio del sujeto. P. responde ante esto a través de la agresión y dejando correr
su “escándalo” característico como respuesta y, además, lleva a cabo un despliegue de insultos
y dichos, en parte desde las inversiones que usa (lindo-feo, bueno-malo) que le posibilitaría
tomar distancia del Otro y, al mismo tiempo, defenderse de su carácter intrusivo.

60
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

9.5 Hacer-se aplaudir

En ocasiones P. acude con urgencias a otros, recorriendo todo el espacio de la institución


con su andar singular. Muchas veces, es ante la presencia de algo perturbador o situaciones que
lo tensionan que él acude a otro con un solo propósito. P. viene y dice: “¿Aplaudís?”, para
concluir con una actividad constante y repetitiva, pero no monótona, que atrapa diferentes
matices y que por momentos lo captura.

En muchas circunstancias, P. entra a la habitación en la que los intervinientes y


practicantes estamos a veces reunidos y denuncia que alguien le habla fuerte o nombra cosas
que el prohíbe en sus reglas implícitas. Con los intervinientes, ya con conocimiento de su
impronta sintomática, asistimos a decirle que hace escándalos y hace alboroto por nada, lo cual
eleva más la apuesta y lo pone a reír a carcajadas, tensionándolo y a hacer gestos con sus manos.
Es con situaciones de ese tipo, como en otras, donde P. se encuentra tensionado, nervioso o
donde se pone en evidencia los escándalos que hace y en los cuales acude a algún interviniente
para aplaudir. Ese movimiento consta de pedir, o a veces demandar, la mano, y decir:
“¿Aplaudís?”. En ocasiones, si P. está más tenso o nervioso, solamente agarra la mano y dice
“aplaudís” de una manera imperativa.

El circuito de su actividad consta de tomar la mano del otro por abajo con una de la
suyas y con la otra golpearla repetitivamente, acercando su mirada fijamente hacia el impacto
de su mano. En el ejercicio de esta actividad, se nota en P. un cambio en cuanto a su estado de
ánimo, en tanto suele apaciguar la tensión en la que estaba, también suele mermar el estado de
aplastamiento en el que suele estar.

Se trata de un movimiento que P. edifica a partir de lo que parecería una urgencia, con
la que es llevado hacia el Otro. En esto, P. ejecuta un movimiento, tomando una de mis manos,
por debajo, sosteniéndola, y luego con la suya, comienza a dar golpecitos, al modo de aplausos,
a veces de manera repetitiva.

Comprende un movimiento en el que P. realiza un recorte mecánico y ficcional del Otro,


en tanto que P. no ejecuta un pasaje al acto en el recorte, sino que recurre a la ficción para
acceder a este objeto. Al mismo tiempo, comprende un movimiento sostenido a través de la
transferencia erótica, en tanto que, ante sus urgencias acude a determinados intervinientes que,
desde el abordaje institucional, sostenemos la posibilidad del “hacer aplaudir de P.”.
Retomando a Renno Lima (2002), el sostenimiento del intervalo entre el Otro y P. se posibilita,

61
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

en este caso, en el montaje que P. establece con el objeto recortado del Otro, el cual puede
circular por el medio y haciendo más tolerable el habitar en el espacio institucional.

En otra ocasión, dentro del taller de Lecto-escritura del C.E.T., P. pregunta


constantemente si puede venir o no al taller. Esta es una actitud constante de P., el cual siempre
quiere estar en todos los talleres y que lo incluyan. Ante la respuesta positiva, P. se ríe fuerte y
se va de la habitación, para volver en un rato como hace siempre. Consecuentemente, le
preguntamos por qué tiene tanto interés en el taller si él sólo quiere dibujar y ante la respuesta
escueta de su “no sé”, se le indica:

- “¿No será que querés venir para ver al Profe X?”.

Ante esto, P. vuelve a reír muy fuerte y empieza a gritar diciendo que es mentira, que el servicio
es una porquería, que nos callemos y que no digamos mentiras; todo con una voz muy elevada
y al techo, sin hacer espacios entre las diferentes denuncias. Inmediatamente, luego de gritar,
me agarra la mano y me dice “aplaudí”, extendiéndome la mano y golpeándola repetidamente.
Mientras ejecutaba su movimiento, se pudo ver que P. no gritaba ni reía a carcajadas y, hasta
por momentos, los ruidos y nombres que normalmente le molestan no tenían efectos.

En este recorte, puede describirse como P. parte de su movimiento de poner en orden el


espacio demandando risueñamente estar presente en todos los talleres, lo que conforma una
actitud constante en él. Por otro lado, sostenido en la transferencia erotoagresiva con el Profesor
“X”, el coordinador del taller, es por donde P. puede ser embromado. Cabe aclarar que, según
la revisión de su historial clínico con este profesor, P. ha establecido en un momento un vínculo
ameno, con tintes eróticos, y en otros, de agresividad y odio, pero hubo otros momentos que
directamente el profesor, en palabras de P., le daba miedo y no acudía a ningún espacio donde
estaba él, en donde la sola presencia del profesor desataba alaridos. Actualmente, P. persiste en
el vínculo transferencial erótico mencionado anteriormente. Retomando la viñeta, insinuándole
que es a través de algo del orden de lo erótico que él se hace un lugar en el taller, poniéndose
en juego la relación con el Otro, P. despliega diversas construcciones y estrategias para hacer
con ello.

Por un lado, despliega su “ataque de nervios” por donde puede denunciar todo lo que
para él “es una porquería”, haciendo los escándalos que le dan tanto placer. Posteriormente,
ante la falta de efectividad de su ataque de nervios, elabora estrategias sirviéndose medios
simbólicos de establecer un orden (Baio, 2002), por lo que ubica las cosas en su lugar, ordena
el espacio del Otro en su desorden, taponando que fue enfrentado a su erotismo. Establece quién

62
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

habla y quién no, ordenando que el Otro se calle y buscando un efecto de pacificación. Ante la
falta de eficacia de sus elaboraciones, P. acude a mí con su demanda de aplaudir. El estatuto
del uso del objeto en el movimiento de aplaudir le posibilitó, en esa ocasión, a P. estar en el
taller disfrazando la cercanía al Otro perturbador y las consecuencias del orden de lo Real ante
su encuentro.

El movimiento de aplaudir para P. permite constituir un montaje, partiendo de la


erotización electiva de un objeto (Laurent, 1999) que se ubica entre el sujeto y el Otro, y media
la distancia, posibilitando un intervalo. Con esto, se notó como en ese momento P. no acude a
elaboraciones como las descritas antes, ni tampoco su “ataque de nervios” tuvo lugar.

La actividad de aplaudir a veces tiene una plasticidad particular. No es pura monotonía,


sino que, en otras ocasiones, P. tomó mi mano para aplaudir, pero al hacerlo la enroscó,
cerrándola y abriéndola repetidamente. Además, puso su mano abajo y con la otra levantó la
mía, dejándola caer posteriormente encima de la suya, haciéndola aplaudir de manera diferente.
Ante la pregunta de porque hacía eso, P. sólo respondía “no sé”.

En otra ocasión, la plasticidad se muestra a partir de otra modificación de este


movimiento. Un día, retomando las actividades luego de una semana de no venir al espacio del
C.E.T y, manifestando constantemente su nerviosismo y su intención de no venir más y
cambiarse de institución, se sienta al frente mío en el taller de Lectoescritura. Posteriormente,
toma mi mano por la muñeca y, abriendo su palma, hace golpear la mía con la suya. En este
movimiento, a diferencia del anterior donde la deja caer, él agarra mi mano y también la hace
golpear sobre la suya.

En estas escenas, P. muestra como su circuito con el objeto se ordena en elementos


compuestos, que puede ser revisado por su carácter pulsional (Lacan, 1964). Tomando el uso
del objeto desde su propuesta de aplaudir, se vislumbra un movimiento hacia la actividad en P.
orientada en aplaudir mi mano. Por otro lado, con el despliegue recién mencionado, se trata ahí
de dejar que mi mano lo golpee a él, quedando situado pasivamente, pero sólo en apariencia.
Retomando la revisión que Lacan realiza en su lectura de los textos metapsicológicos, con P.
no se trata de sólo aplaudir o ser aplaudido, sino más bien de un circuito pulsional, por el que
llega a alcanzar la dimensión del Otro, orientado a “hacerse aplaudir”.

Teniendo en cuenta lo anterior, ante encontrarse confrontado al Otro, es donde aparece


P. acudiendo para aplaudir, en un movimiento que pareciera que pueda proponerse como un
objeto amable, capaz de ser depósito del erotismo del Otro, pero sólo posible si el objeto media

63
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

entre ellos. Por un lado, él sostiene la mano y aplaude, pero por otro, él es aplaudido, sin
embargo, el circuito tomado en su totalidad no es más que un montaje pulsional necesario en
donde él es quien se propone como alguien amable, y desde el dispositivo institucional, se
asiente, como una forma de invención (Lijtinstens, 2008).

El movimiento mismo del montaje refiere a la circularidad del ida y vuelta, va y viene,
con el que usa el objeto y se pega al Otro (Laurent, 1999). Un ida y vuelta hacia el campo del
Otro, en el que se juegan los aspectos heterogéneos de la faz pasiva y activa de su movimiento
pulsional, con el que P. acude a producir algo inédito, un movimiento de hacerse aplaudir.

Los efectos observados en P. señalarían que lo llevan a la tranquilidad (él ya no acude a


sus escándalos, está tranquilo, no grita), pero también pareciera que lo capturara (como una
forma de captura imaginaria con el movimiento de aplaudir, con el que queda mirando
fijamente, y donde las palabras con lo que él reglaba el espacio institucional no tienen efectos).
Sin embargo, pareciera que el efecto del tratamiento del Otro a través del objeto (Baio, 2002)
que P. despliega en este movimiento está dirigido hacia un disfraz de cercanía con el Otro,
mediando la distancia, a la que, desde el dispositivo institucional, asentimos. Sitúa al Otro en
este montaje que construye, recorta el objeto necesario y comienza su movimiento pulsional.

Otra escena en la que P. demuestra la plasticidad de sus creaciones se dio a partir de una
mañana en la que había venido muy alterado ya que mencionaba, nuevamente, que el
transportista ponía cuarteto y lo peleaba y gritaba. Nuevamente, se trata de un relato en donde
P. llega con una queja relacionada con algún Otro que lo agravia. Entró a la cocina de esa
manera y con ese discurso, gritando y haciendo una simulación que, cuando la vi, nombré
“hacer de colibrí”. P. estaba muy alterado al mismo tiempo que gritaba y reía a carcajadas,
empieza a saltar en su lugar o mover, con sus brazos pegados al cuerpo, las manos hacia arriba
y hacia abajo. Este es un movimiento que refiere a su cuerpo, a una forma de hacer con eso real
a través de él. Se trataría de un movimiento que P. ejecuta como una reacción más. Sería, al
parecer, una construcción más dentro de su repertorio.

Posteriormente, en esa misma mañana, mientras desayunábamos y seguía hablando de


cómo lo molestaban, P. toma mi mano, la eleva y la deja caer sobre su muñeco de Mickey,
como si se ejecutara la actividad de aplaudir, pero con su muñeco. Ante mi mirada sobre esto y
luego preguntarle qué hacía, me dice “¿Aplaudís?”. En eso, desarrolla su movimiento habitual
de hacerse aplaudir. Esto puede, no sin muchos interrogantes, permitir pesquisar como con una

64
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

pregunta, un cuestionamiento sobre la actividad y el estatuto del muñeco en sí, moviliza a P.


hacia una actividad diferente y al parecer más efectiva.

9.6 Un suplemento necesario

Todos los días, P. llega con urgencias de distintos tintes, a veces con quejas, a veces
nervioso, otras haciendo escándalos y en otras ocasiones muy alterado. También, es su llegada
con sus demandas, por donde trata someter a todos Una urgencia constante de P. dentro de su
rutina en la institución es entrar corriendo y alterado, buscando por todos los rincones o bien
pidiendo a todos los intervinientes que le demos su termo y mate.

Esta demanda de su objeto es marcada por P. ante cada uno de los presentes, al que
aborda imperativamente exigiendo que se lo den o lo ayuden a buscar, manifestando un
aumento progresivo de tensión al no encontrarlo. Es así, como en ocasiones puede llenar el
espacio de alaridos, hacer escándalos, agarrar fuerte de los brazos a los intervinientes o correr
por el espacio hasta encontrarlo. La demanda de su termo tiene un tinte similar a la que presenta
cuando pierde sus muñecos, como si perdiera algo de sí mismo, pero sostenida con mayor
urgencia. Es así como, a partir de la ausencia de este objeto, puede anudarse su impronta
sintomática, su “ataque de nervios”, y todo su despliegue característico o peor, proseguir con
agresiones a intervinientes u otros sujetos.

P. toma mate toda la jornada de una manera particular. No suele hacerlo con agua
caliente ni mucho menos suele tomarlo como suele entenderse. Él arma su set de objetos con
su termo lleno de agua fría o tibia, pone un poco de yerba en el mate y empieza a andar.

Él lleva su termo y mate a todos lados, camina con ellos, intentando que no se caigan.
A veces termina desparramando todo y llenando donde está de agua con yerba. Es cotidiano
que su espacio de trabajo en el taller de Lecto-Escritura esté lleno de hojas mojadas y
manchadas de verde. El signo marcado de inseparabilidad que posee P. en el uso con su termo
y su mate es de notar, en tanto lo desestabiliza el no tenerlo con él, como se mencionó antes,
como así la posibilidad de perderlo o que alguien más lo tenga. P. por momentos es agresivo y
brusco si alguien, que haya llegado antes que él, lo haya tomado para usarlo, pudiendo
quitárselo fuertemente o hasta gritarle a sus compañeros, algunos que en la cotidianeidad de la
institución les tiene miedo o no les presta atención. En este punto es como los signos que él
coordina en su puntuación del espacio se disuelven, pierden consistencia; eso de su creación
que indicaba que tales compañeros eran “malos”, “feos”, una “porquería”, y que le servían para

65
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

poner en orden el espacio institucional y marcar su cartografía, pierde su consistencia cuando


se presenta la ausencia de este objeto.

El rasgo recién mencionado está relacionado con la imposibilidad de P. de


intercambiarlo con facilidad por algún otro termo disponible en la institución. P. comenta que
el termo rojo es de él (aunque pertenezca realmente a la institución y esté disponible a todos) y
que nadie lo puede usar. Al preguntarle, en una ocasión, por qué dice que es suyo, menciona
que es porque él tenía un termo rojo que traía desde su casa y en una ocasión lo rompió en la
institución. Desde ahí, hizo una apropiación de otro termo rojo disponible con el cual no lo cede
a otros. Es a través de un asentimiento por parte del dispositivo institucional donde P. puede
hacer su apropiación, partiendo del hecho en donde no se prohíbe que él tome las cosas de la
institución, sino que se promueve la apertura e invención del sujeto, como sostiene la propuesta
de Baio (2004), orientada a fomentar la construcción de formas originales de estar con otros y
hacer con su cuerpo.

El carácter intercambiable y cesible acontece con el mate o la bombilla, pero con una
particularidad. Al ingresar diariamente en la institución puede usar otro mate con su termo rojo
inamovible sin problemas, permitiendo que, si alguien llegó antes, lo tome. Según su impronta
sintomática, él mencionará algo al respecto si alguien lo tiene, denunciando que normalmente
es suyo ese objeto, que el otro es un ladrón o que él se lo presta porque es bueno o lindo; pero
no tendrá “ataques de nervios” ante la situación como lo es con el termo.

Sobre la rutina con este objeto, P. se sirve mates con el agua del termo en toda la jornada.
Lo lleva consigo y completa las comidas con él. Sin embargo, no siempre está tomando el mate,
incorporándolo. En ocasiones si lo hace, donde toma el contenido y mira al resto fijamente, en
una actividad continua y persistente. En otras ocasiones, sólo lo sirve y lo deja ahí. Puede hasta
“olvidarse” de que lo ha servido y, al cargarlo nuevamente, rebalsarlo, llenando la mesa de agua
verde y mojando a todos. Ese circuito de llenado-rebalsamiento-vaciado es algo persistente y
repetido a lo largo de la jornada. El circuito podría referir al estatuto de borde que conforman
estos objetos por momentos al pegarlo a su cuerpo, que referirían al circuito de borde-desborde
con el que P. habita la institución. Un objeto-termo que él no separa de sí con facilidad, que en
su presencia hace un borde ante la irrupción de lo real y ante su ausencia causa un desborde.

Otra actividad con su objeto consiste en golpear el termo con el mate, chocando la punta
del primero con la boca del segundo, mientras mira fija y cercanamente. Esa actividad se torna
repetitiva y constante. Según se registró, suele ocurrir en los ratos de actividad dentro de los

66
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

talleres en lo que P. no hace las actividades propias de este, o en lugares donde hay mucha gente
en reunión. P. muchas veces menciona, mientas hace eso, que “está aburrido” o cuando le
pregunté qué hacía, responde con su clásico “no sé”. El despliegue en cuestión con el objeto
pareciera prescindir, en contraste con el uso de los otros objetos antes descritos, de los otros.
En este caso, puede inferirse como P. realiza lo que Baio (2002) describe como una operación
de autoconstrucción. Con esos golpecitos, P. señala que está en el lenguaje haciendo una
construcción significante, como un juego de oposiciones, golpecitos en dos tiempos.

Sin dejar a un costado la actividad anterior, P. también posibilita, por momentos, en el


uso de este objeto un vínculo con los otros. En ese sentido, en muchas ocasiones algún otro
sujeto nos pide un mate a los intervinientes, a lo que respondo “Pedile a P., el seguro te da” y
luego le hablo a P:

- “Che P. ¿no le das un mate?”.

Él, sin responder, sirve su agua en el mate y el otro lo agarra para tomarlo. En otras ocasiones,
los mismos compañeros de P. le indican “¿Me das un mate?”. A lo que P., sin responder, accede
sirviéndole uno.

En contraste a las situaciones donde hay varios presentes en los espacios de taller o
espacios de la institución en los cuales P. da sus golpecitos y/o hace su circuito de llenado-
rebalsamiento, y donde parece estar capturado ahí, a veces acontecen momentos en donde algo
de la relación con el semejante adviene, permitiendo que su objeto más cesible (sólo el mate)
sea dado al otro. La escena también incluye como, desde una pregunta sutil, que no lo increpa
directamente ya que se trata de una estrategia de destitución en cuanto a la demanda (Baio,
2003), el Otro interviene con una propuesta para que dé el objeto, una demanda de cesión, a la
que P. accede.

El signo más peculiar en cuanto a este objeto-termo es su inseparabilidad. Pareciera


dificultoso para P. separarse de él y hasta intercambiarlo. En ocasiones donde él llega al espacio
del C.E.T y despliega toda su búsqueda acompañada de sus quejas y molestias, he intentado
darle alguno de los termos disponibles del espacio, hasta el termo que usan los intervinientes, a
lo que P. respondió:

- “No, no es ese el mío. ¡El mío es rojo! ¡Ayúdame a buscar mi termo!

Los movimientos que genera con él, pensados desde la autoconstrucción están vinculados a esta
inseparabilidad, en relación a que, como señala Baio (2002), tal ejercicio solitario constituye
una forma de significantizar este apéndice que pareciera parte de su cuerpo, en tanto que lo

67
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

nutre de un brillo particular e imposibilita su intercambio. Sostenido en la hipótesis que la


inseparabilidad del objeto está vinculada con la posibilidad de P. de tomarlo como parte de su
cuerpo, como un objeto fuera-del-cuerpo (Laurent, 1999), el ejercicio de la autoconstrucción
señalaría como P. intenta elevar este apéndice de su cuerpo a la categoría de significante, a
través de la singnificantización (Miller, 2002). En relación a esto último, la marca significante
que obtiene este objeto fuera del cuerpo en su ejercicio de autoconstrucción, permite a P. hacer
algo con la irrupción de lo real que deviene cuando el objeto se ausenta, dando cuenta como P.
introduce en este objeto en un lugar y con un valor privilegiado. Pareciera que teniéndolo
consigo, lograría hacer algo con lo real que lo invade y lo obliga a desplegar sus estrategias y
movimientos, domesticando el goce.

La inseparabilidad con el objeto, y vinculado con la posibilidad de este en evitar un


desborde en P., fue manifiesta en múltiples ocasiones en donde, ante algún problema que lo
altera, es a través de tener este objeto, que él logra su efecto de pacificación. En una ocasión,
cuando otro sujeto del espacio, ante un problema, arroja una jarra del desayuno llena de té la
mesa donde P. estaba comiendo, mojándolo y desparramando todo el contenido en el piso y la
mesa, se produce uno de sus desbordes, en los cuales comienza a gritar y hacer sonidos fuertes
como una sirena. Posteriormente, una interviniente le indica que vaya a la otra mesa para estar
tranquilo, a lo que P. accede mientras grita y agarra a todos fuertemente, clavando al mismo
tiempo sus uñas. Cuando se sienta, persistiendo en su estado nervioso, pide imperativamente
en un tono muy elevado de voz:

- ¡¿Dónde está mi mate?! ¡Denme mi mate ya! ¡Quiero tomar mate!

Cuando le llevo el mate, P se calmó un poco y no gritaba más, no hablaba fuerte tampoco ni
agredía a nadie. Sólo persistía una tensión de fondo, pero él seguía en silencio, mirando como
cebaba mates y los tomaba, agarrando fuerte el termo. Nuevamente, a partir de lo detallado,
puede pensarse como el objeto de P. permite localizar y condensar los elementos de lo real que
lo invade, poner con freno a esa desregulación presente y apaciguarlo.

9.7 Puntualizaciones acerca del uso del objeto en P

Navegar por los recovecos de la institución llevará, al buen observador, a encontrarse


con detalles, originalidades con los que diferentes sujetos hacen una producción singular. Es, a
mi manera de ver, una propuesta del dispositivo institucional funcionar, con sus diferentes
participantes, como un suelo fértil para las producciones de los sujetos que allí acuden.

68
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

Encontrarse con P., fue encontrarse a un productor entusiasmado, en movimiento


constante, aunque del mismo lugar no se retire. Retomando lo mencionado, P. habita la
institución acompañado de sus objetos, sus producciones singulares que le permiten envolver
de semblante el real que acontece en su encuentro con el Otro. Según Stevens (2016), pueden
pensarse las producciones que P. manifiesta como diversos puntos de anclaje, en tanto
soluciones posibles de semblante que elabora para localizar el goce, en respuesta a la dispersión
de este como respuesta a la falta de función significante de la psicosis.

Sin embargo, en función del tema de este trabajo, considero necesario primero tomar la
cuestión “al revés”, en tanto, indagar qué estatuto tienen los objetos que P. usa para logar los
efectos descritos.

Para esto, será necesario retomar la relación de los objetos que P. usa con el registro del
cuerpo. En relación a esto, siguiendo a Lacan (1973), todos somos esquizofrénicos en tanto el
cuerpo y los órganos nos hacen problema. En todos, el cuerpo está sujeto a desunirse de sus
órganos, lo suficiente para encontrarle una función. Es donde el neurótico se sirve de una
significación estándar, auxiliado del lenguaje que lo preexiste, donde le encuentra funciones,
pero es en la psicosis donde se son necesarias construcciones inéditas para hacer con el cuerpo,
inventar sus apoyos, sus recursos.

Las producciones de P. que sostiene con sus muñecos y su termo son posibles de pensar
en este registro. Estas refieren, según lo desarrollado, al estatuto del órgano fuera-de-cuerpo,
algo que escapa, pero permanece ligado al cuerpo mismo, que resalta por su carácter de ex –
sistencia (Miller, 2007). Tanto el termo de P. como sus muñecos son construcciones que elabora
y que existen “fuera” (en la realidad objetiva, separada de P.) pero que están en relación y en
referencia a esto de lo que están fuera, como lo que Lacan (1964) elabora con el mito de la
laminilla, donde propone a la líbido como un órgano fuera-de-cuerpo.

En otras palabras, por el hecho de que el lenguaje no le pudo otorgar las significaciones
con las que el sujeto pueda organizar su mundo y atribuir las funciones a los órganos que le
hacen problema, trata de agregar a su cuerpo un órgano fuera-de-cuerpo (Baio, 2003), un objeto
que funcione a la manera de un órgano que convenga a su cuerpo y pueda producir su montaje,
un trabajo que en P. comenzó en la elección de unos objetos entre otros.

Así, es a partir de este órgano suplementario que elige por donde realiza su elaboración
original, fabricando los semblantes necesarios, a partir de una significación no-estándar. Se
trata a fin de cuentas de la elección de un objeto suplementario electivamente erotizado

69
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

(Laurent, 1999), con el que realiza construcciones simbólicas, crea sus propios semblantes y
localiza y condensa el goce, por su carácter de objeto-órgano. Al mismo tiempo que le sirve de
brújula para realizar una elaboración metonímica. Por ejemplo, con sus construcciones
significantes con su termo o la diversidad de creaciones con sus diversos muñecos, entre otros.

El termo y sus muñecos, entonces, están ubicados en relación a su existencia corporal,


como zonas que se extienden alrededor y que tienen continuidad con este. Es por ello que
acontecen efectos tan devastadores cuando P. pierde de vista su termo, cuando alguien más lo
tiene o cuando llega a la institución y no lo encuentra. También, en cuanto a la persecución y
atención excesiva que presta cuando “le pido el muñeco para consolarme”.

Por otro lado, la inseparabilidad que caracteriza estos objetos que P. lleva consigo,
podrían ser referidas a las nociones de corte y separación desarrolladas por Lacan (1962-1963)
en su seminario de la angustia. Sería consecuencia del efecto que produce que el corte no se
efectúe entre el seno materno y el niño, sino entre el seno y la madre, en tanto queda el seno
pegado sobre el sujeto, como su ser mismo (Laurent, 1999). P. lleva estos objetos y es con ellos
que se pega al Otro en la institución.

Cabría diferenciar, en cuanto a sus muñecos Mickey, que son sostenidos en el espacio
institucional a través de una elaboración ficcional erótica y, es a través de esta, que P. se dirige
al Otro. P. les plantea a los intervinientes que Martín es su novio, y desde ahí puede
embaucarlos, engañarlos. En cuanto al Termo, no es posible plantear las cosas de la misma
manera, en tanto pareciera que la construcción que elaboró es, en todo caso, desde el Otro, ya
que es permitida sólo desde el dispositivo institucional, donde P. se adueña de un termo ajeno
y desde el cual puede demandar que los intervinientes acudan a buscarlo para evitar desbordes.

En cuanto al movimiento de aplaudir, fue sostenido también a través de un asentimiento


del Otro. Es al Otro, al que P. se dirige con su propuesta amorosa y desde el cual puede hacer
su recorte ficcional y mecánico, con el cual libidiniza electivamente un objeto. El movimiento
con este objeto está desplegado en un vaivén característico del circuito pulsional, por donde
obtiene su rasgo más notable, en cuanto se trata de un montaje en donde la libido no está inerte
ni estancada, sino regulada en la lógica de un ida y vuelta entre el sujeto y el Otro (Lacan, 1964).

Por otro lado, a diferencia del estatuto señalado en los otros objetos de P., que sostiene
al parecer sin demandarlos del Otro, “en su bolsillo” (Lacan, 1967), el circuito que lo lleva
hacia la construcción de su montaje en el movimiento de aplaudir tiene lugar desde su inicio en
una propuesta de P. en, por un lado, proponerse como un objeto amable al Otro, y por otro,

70
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

realizar un enunciado imperativo solicitando al Otro que aplauda, enunciado al cual asentimos.
El objeto que recorta está al parecer marcado por una insinuación al Otro, una búsqueda
deseante, que P. realiza, en su recorte ficcional y mecánicamente, en el campo del Otro, y que
le permite alojarse ahí.

Retomando los circuitos de P. mencionados sobre este montaje en la cotidianeidad de la


institución, puede referirse a cómo, ante la incidencia del Otro, de la relación con este y erotismo
que lo goza, desde donde P. desplegó su búsqueda para aplaudir. Puede pensarse el circuito
pulsional que despliega en sus aplausos como formas de hacer algo con la cercanía del Otro, un
invento vía el amor (Lacan, 1972). Se trataría de inventar un encuentro del todo amoroso con
el Otro, en donde P. se propone como amable, y desde esta construcción soportar su erotismo.
Es, al mismo tiempo, una construcción que P. emplaza siguiendo los senderos transferenciales
que despliega en el espacio del C.E.T, en tanto se sostiene siempre con determinados
intervinientes con los que mantiene la transferencia erotoagresiva descrita antes.

Para finalizar, el uso descrito que le da P. a sus muñecos, al termo o su despliegue en su


hacer-se aplaudir posibilitados por el dispositivo institucional, siguiendo lo mencionado por
Stevens (2016), conformarían producciones que pueden caracterizarse como puntos de anclaje.
Son producciones que refieren a diferentes modos de anclarse en su singularidad al Otro, ya sea
dirigiéndose hacia el Otro, con su mostración erótica y sus ficciones, en sus muñecos o reunirse
en el encuentro con el Otro para hacerse aplaudir; a fin de cuentas, realizar una producción de
una enunciación inédita.

En cuanto a los efectos, según lo mencionado en los apartados anteriores, estos puntos
de anclaje de P, se conformaron como soluciones posibles de semblantes que permitieron
domesticar al goce, localizarlo. Tal es el caso, por ejemplo, ante la confrontación al erotismo
del Otro que se le supuso a P. insinuarle algo de la relación con el profesor X, llevó a desplegar
sus estrategias significantes, pero al final se movió hacia mí para aplaudir, en donde tuvo un
efecto de pacificación por el ejercicio de su montaje pulsional. En este movimiento de vaivén,
desde P. hacia mí, usando el objeto, es por donde pudo domesticarse los retoños de lo real que
lo atormentaban.

Por último, en su termo, conformado como un órgano fuera-de-cuerpo, es por donde


tienen lugar sus golpecitos, propios de la operación de autoconstrucción, en las que puede tener
lugar una regulación mínima pero eficaz del goce. Es una maniobra de P. en la que se sirve de
este objeto que se agrega al cuerpo. (Di Ciaccia, 2014).

71
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

9.8 Un Partener entre-varios.

Ya abordado el estatuto de los objetos que P. usa, es preciso realizar un acercamiento


de los efectos que esto tuvo en cuanto al Otro, a la circulación de P. en el espacio de la
institución y, al mismo tiempo, dar cuenta de los movimientos que lo posibilitaron, tanto del
lado del sujeto como de la institución.

Por un lado, la posición subjetiva de tratar al Otro conformó una posibilidad de


invención, una forma de producir un intervalo entre el sujeto y el Otro que le sirva de maniobra
para hacer con lo real del goce (Abello, 2010). Por otro lado, fue necesario que esta misma
producción sea permitida desde el dispositivo a través de un movimiento que favorezca ese tipo
de enunciación. En el caso detallado, se trató de dignificar los objetos con los que P. acude a
la institución y percatarse que esas diferentes maniobras que con estos objetos ejecutó,
respondieron a una lógica subjetiva, conformando una construcción mínima de saber (Baio,
2003) que le permitieron a P. salirse un poco del lugar del objeto del Otro loco.

Se trató, desde el dispositivo, de permitir estas invenciones, responder asintiendo y


también, a través de invenciones propias de la institución, generar respuestas e intervenciones
que posibiliten la conformación de un suelo fértil para el sujeto. También, se orientaron las
intervenciones para que, entre-varios, pueda encarnarse un partenaire pluralizado, inventar un
Otro para P. menos problemático. (Baio & Kusnierek, 1996)

En cuanto a sus producciones, estos objetos refieren a como P. se ha puesto al trabajo,


permitiendo posicionarlos como órganos suplementarios que intentan, a falta de una
significación fálica, inscribirlo a partir de esta construcción de saber. El muñeco, por ejemplo,
por el que “embauca” al Otro, le permitió, desde la construcción de un saber, una ficción erótica,
realizar un descompletamiento del saber del Otro a partir de su enunciación. En esta producción,
como interviniente asentí y me dejé engañar, para de esa manera presentarme como quien no
lo sabe todo, destituido en cuanto al saber. Al mismo tiempo, los demás intervinientes en ese
momento tampoco lo contradijeron, sino que sostenían la intervención y hasta dándole la razón
a P. Me ubiqué como Otro al que “algo se le escapó”.

Al mismo tiempo, con el ejercicio mencionado antes con su objeto-muñeco, que coloca
en su frente realizando una maniobra autodefensa (Di Ciaccia, 2014), puede pensarse el
tratamiento del Otro a partir del objeto con el que anula todo lo que es del registro del Otro. En
esto, lo simbólico no presenta su capacidad de hacer barrera al goce, sino que tiene lugar en su

72
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

cara mortífera y sin reglas, por lo que obliga a P. a autodefenderse con su objeto, anulando,
congelado todo lo que le retorna de ahí.

En la otra ocasión descrita, ante una escena en donde P. me lastima y luego yo lo ignoro,
mostrándole mi indiferencia, P. usa el objeto-muñeco para realizar una creación inédita.
Haciendo algo con el Otro (que puede tomar represalias), pone en el medio un objeto, al que
hace que lo acaricie. Con esto, al parecer, logra conformar una búsqueda del Otro para que lo
quiera, creando en el Otro un signo de amor. Todo esto en tanto es P. quien agarra mi mano y
es él quien me hace acariciar el muñeco. Se podría tratar en esto de un movimiento hacia un
encuentro con otro, en el cual él pueda tallar su lugar de sujeto.

El tratamiento del Otro posibilitado a partir de su montaje de hacerse aplaudir tiene lugar
a partir de la posibilidad mediadora del objeto que el recorta ficcionalmente del Otro, ya que de
esa manera puede disfrazar la cercanía con él y de esa manera simbólica soportar su erotismo y
su hostilidad.

Mi intervención en esas ocasiones se orientó a evitar hacer consistente sus escándalos y


agresiones, ya que, en su lugar, decidí no darle importancia y serle indiferente, teniendo en
cuenta que en ocasiones cuando agredía o hacía mucho escándalo, o bien subía la apuesta y
desplegaba más agresiones o se aplastaba. Ante mi indiferencia, me busca y es ahí donde asiento
en su propuesta amorosa, ya sea de aplaudir (hacerse aplaudir) o bien la de hacerse querer (a
través de su signo de amor).

Su objeto-termo, por su parte, pareciera que se ha armado de manera que, por su carácter
inseparable, posibilitó también regular la incidencia de lo perturbador, en tanto ubicarse en el
medio, en el intervalo del P. y el Otro. La posibilidad de esto estuvo vinculada a como desde la
institución se posibilitó que P. usara el termo, se lo apropiara, lo hiciera cuerpo. También las
diversas posiciones de los intervinientes permitieron el uso del objeto descrito, en tanto que P.
cuando llega con sus “nervios”, se lo acompaña y ayuda en su búsqueda de sus objetos, dándole
lugar a su construcción. No se le niega o se le brinda otro termo, por ejemplo, sino que se lo
ayuda a buscar el suyo y prepararlo.

De esta manera, se puede decir que el dispositivo clínico consiste, por un lado, en un
movimiento de cierre, de no-invención, en el sentido de introducir espacios reglados y rutinas
y limitar ese goce excesivo presente en la psicosis y por el otro, un movimiento de apertura, de
invención, es decir que se puedan desplegar diversas maniobras que estén destinadas a construir
formas originales de estar con otros (Abello & Cols, 2008). Es por esto que se afirma en el

73
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

C.E.T que los intervinientes no tienen un rol fijo, sino que el mismo va cambiando y,
simultáneamente adaptándose, de acuerdo a las circunstancias y valores singulares que le pueda
otorgar el sujeto.

Con P. a veces puedo ser su asesor, en otros alguien que lo calme, a veces una
“porquería” y otras soy un “pasante” que quiere que termine pronto su pasantía. Son roles,
mejor dicho, posiciones, con las que P. ubica a los Otros y de las cuales se sirve. También, son
maniobras que desde el dispositivo “toleramos”. Además, las invenciones de la institución
facilitan el desarrollo de actividades y estar con otros, como lo muestra la ocasión donde fue a
la pileta y desde el dispositivo se le sugirió que ingrese sólo para bañar a su muñeco.

Por otro lado, las rutinas, horarios, ritmos, son de gran importancia para P. Implican una
puesta en juego de formas creativas de relacionarse con los otros, con un taller de cerámica, de
escritura, de revistas, etc. Marcan un ritmo en P., el cual asiste a todos y le sirve de denuncia
para indicar quien debería y quien no estar. También, es usado por P. para desplegar su “ataque
de nervios” cuando no lo incluyen.

Para concluir, según lo mencionado es con la práctica entre-varios donde se trató de


operar sobre el Otro de P, para que el sujeto no tenga que vérselas con “uno sólo” que lo sabe
y lo ve todo y con el cual nada se le escapa, sino que posibilitamos que pueda vérselas con
varios partener que se descompletan mutuamente. Así, en ese lugar, desde el dispositivo
institucional es como le hacemos una oferta para que P. pueda tratar al Otro desregulado.

74
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

75
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

CONCLUSIONES

En el camino que desarrollé en este trabajo final de sistematización de la práctica


supervisada, realicé un recorrido por el campo de la psicosis y posteriormente en el estatuto del
objeto para el psicoanálisis. Luego, realicé un acercamiento hacia un modo de trabajo
institucional, orientado en la práctica entre-varios. En función de lo anterior es que decidí
realizar la elaboración de un caso único, para despegar mis interrogantes en cuanto a la forma
en la que este sujeto realiza diferentes usos de sus objetos singulares para algo. Eso que realiza
fue abordado como un tratamiento posible del Otro, que favoreció un modo de regulación
económica del goce y posibilitó una forma de estar del sujeto, por momentos, más amena. Se
tuvo, además, en consideración el papel de “lo institucional” en estos efectos, es decir, como la
institución lo alojaba.

Respecto al campo de la psicosis, retomando los caminos de constitución subjetiva,


referí al carácter problemático de la realidad y el Yo, presente desde la elaboración freudiana,
y la posterior reconstrucción (curativa) del mundo del sujeto a partir del mundo interno, en
forma de construcción delirante. Más tarde, leyendo a Freud con Lacan, fue que donde realicé
un acercamiento diacrónico y sincrónico del campo de la psicosis, un acercamiento a la falla
fundamental presente en este y como los fenómenos forclusivos daban lugar a singulares
elaboraciones y construcciones en las manos del psicótico. Posteriormente, en las elaboraciones
“propiamente Lacanianas”, remití a la cadena holofraseada, congelada, del campo de la
psicosis, que imposibilita el intervalo que permite alojar el deseo y que tenga lugar mediación
fálica alguna. Al mismo tiempo, esta imposibilidad de mediación fálica produce también una
desregulación del goce al no haber localización por la función significante. A fin de cuentas,
propuse pensar el campo de la psicosis no desde el lugar de la deficiencia, sino desde una
posición subjetiva, una forma de habitar el lenguaje en su singularidad y al mismo tiempo referir
a la actualidad de los desarrollos del psicoanálisis.

Por otro lado, en cuanto al objeto, referí a la invención lacaniana que tiene lugar como
resto que cae del encuentro con el Otro y el sujeto, que puede ser delimitado por sus efectos
tanto la causa del deseo y el plus de gozar. Esto último dando cuenta como el objeto puede
posibilitar una distribución del goce, a partir de como el sistema significante opera sobre el
cuerpo y hacer borde, acotar o condensar el goce, pero no todo. Acudí a su posibilidad de
conformar puntos de goce, lugares donde el cuerpo atrapa el goce a partir de la materialidad
real del cuerpo.

76
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

En cuanto a la psicosis, para abordar el estudio de caso único, hice hincapié en el carácter
libre del sujeto en el campo de la psicosis, quien tiene el objeto en su bolsillo y no lo extrae del
campo del Otro, pero no sin consecuencias, ya que tiene lugar una dispersión del goce y una
presencia de un Otro más problemático y en donde no existe un intervalo posible entre él y el
sujeto.

En cuanto al abordaje del caso que trabajé, implicó dar lugar a las producciones del
sujeto que permiten hacer algo con ese Otro, observar en profundidad como diversos objetos
pueden estar en ese intervalo, con su semblante, aunque tambalee un poco, y para que “un poco”
del lazo social tenga lugar, tolerando la relación con el Otro. Se trató de ver como el sujeto, con
que el tuve un acercamiento clínico, realizaba diferentes usos del objeto orientados a realizar
algo con el Otro y las consecuencias problemáticas de este.

Referí al carácter corporal de algunos de estos objetos, como producciones en las que el
sujeto realizó un montaje de su cuerpo con este objeto, el carácter de ex – sistencia de este, del
que se desprende las dificultades de estar separados. También al estatuto de estos objetos, en
tanto eran sostenidos por ficciones, elaboraciones originales y semblantes necesarios, que no
remitían a otra cosa que a la singularidad del sujeto en cuestión. Demostraban ficciones eróticas
que a veces eran sostenidas en un fondo de hostilidad, en otros referían a demandas de asistencia
y a ocupar un lugar en el espacio del C.E.T y en otras un pedido amoroso, de sólo estar ahí,
ocupar un lugar a su lado.

Los efectos observados en los usos de esos objetos eran en su mayoría de pacificación
y una disminución de la tensión. Permitían un habitar del espacio de la institución y el encuentro
con el Otro más ameno. También permitieron, a mi modo de ver, una circulación del sujeto por
los lugares que la institución inventó, ayudando al sujeto salir a veces de su estancamiento o su
aplastamiento. Además, posibilitó que sus desbordes, por momentos, se reduzcan o estén más
regulados. Estos efectos descritos me permitieron concluir que el lugar de estos objetos y sus
diferentes usos posibilitaron en el sujeto una forma de regulación de goce, una propuesta
económica hacia su localización en estos objetos, a fin de cuentas, una forma de hacer con lo
real.

Para concluir, creo pertinente destacar que la puesta en trabajo del sujeto estuvo
sostenida, por un lado, por las posibilidades de invención que “lo institucional” permite,
dignificando sus objetos, dando un lugar a su producción y entendiendo que había una lógica
subjetiva en ello. Así, me fue posible pensar que el “para qué”, al que remití en mi primer

77
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

acercamiento a este sujeto y en la introducción a este escrito, se orientaba en una lógica que
solo el sujeto iba a enseñarme, y que son las condiciones del trabajo institucional entre-varios
el que lo hizo posible. Por otro lado, me permitió pensar, entonces, que cada sujeto hace
construcciones con los objetos que usa de una forma singular y en una estrecha relación con
aquello de lo cual goza.

78
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

REFLEXIONES FINALES

¿Qué puedo decir de mi encuentro con “el Bonino”, como lo llamamos sus
concurrentes?

“El Bonino” me encontró en un período final de mi formación académica universitaria,


un lugar intermedio entre cumplir con condiciones de “mi saber universitario”, ciertos
elementos curriculares que, como insignias, separan quien superó ciertas expectativas y quien
no, y el encuentro con un borde opaco del mundo profesional. Bonino fue un faro, una señal
esclarecedora y profundamente enseñante.

Con Bonino no se trató del saber universitario, ni tener en claro las técnicas más
eficientes o adecuadas. En él no tienen lugar los protocolos estandarizados, sino de circular con
un aire de libertad.

Mi encuentro con “el Bonino” me obligó a inventar, a moverme, a salirme de mi


comodidad y estar abierto a lo espontáneo, lo impredecible, a los efectos siempre sorpresivos
que pusieron en juego una respuesta atenta a mi singularidad. Me encontró en un lugar donde
me enfrenté a la falta de indicaciones o cosas preestablecidas.

Se trató de una experiencia que me llevó a dejar de lado mi estereotipia, salir de mi lugar
de saber, olvidarme de las recetas e instructivos y prestar el cuerpo al otro loco que ahí me
encuentra, que me dice cosas, que me hace sus reclamos, que me abraza y me golpea. A fin de
cuentas, que me habla de sus dificultades y como las ciudades tienen dificultades con él.

Mi circulación cotidiana por la institución, orientada por un deseo de aprendizajes, de


formación y saber, me permitieron vivenciar el trabajo del psicólogo desde otro lugar, desde
otra esquina, hasta más allá del psicoanálisis mismo. Me enfrentó a una deconstrucción
constante de ideas preconcebidas, semblantes y saberes. Ya no se trató de “descifrar” lo que ese
loco dice, entender eso que esconde y que nadie más sabe, imponiéndole mi sentido tan
arraigado. Si no, tomar el mensaje mismo que ese loco me trae, ya que eso es su forma posible
de lazo social, cargado de sus pasiones, su erotismo y su amor.

La experiencia de estas prácticas en “El Bonino” me llevó a hacerme un lugar y hacerme


responsable, tanto de mis actos como de los sujetos, no solo de su integridad física sino también
de su deseo de estar ahí, sus pasiones y su singularidad. Esto implicó un acercamiento desde lo
universal de las leyes y normativas que regulan a la institución, con su enfoque
asistencialista/sanitarista, hasta lo singular de los actos de estos sujetos.

79
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

“El Bonino” me enfrentó a una necesidad de abandonar muchas ideas y conocimientos


que imponía a ese sujeto adulto que no podía separarse de su muñeco y lloraba al no encontrarlo,
refutar la idea de no sé qué imposibilidad de simbolizar la ausencia de su madre que tanto lo
amaba y un posible “infantilismo”. Me corrió del lugar del que debe darle un sentido y me llevó
a hacerle un lugar en la mesa del desayuno al muñeco, agarrarlo de la mano cuando su dueño
lo pide y, por supuesto, dejarme enseñar por él, ya que es él quien sabe. El me enseñó un poco
sobre qué hace su objeto ahí, que estatuto tiene, por qué lo trae y para qué. Se trató de escuchar
sus signos, leer la letra y alojar su voz. Entender que, si ese loco me quiere cerca o me echa,
anulándome en mi existencia, es por algo. Es algo de lo que puedo aprender en “el Bonino”.

Mi experiencia en esta institución me enseñó que esos movimientos, las angustias y los
enigmas en estos sujetos son parte de su singularidad y que es en este trabajo que se lleva a
cabo en “el Bonino” en donde se apunta a alojar esas marcas propias, adentrarse en la lengua
privada, una lalengua de esos sujetos y hacerse enseñar.

Para concluir, mi experiencia de estas prácticas, no supervisadas sino “sostenidas”, ya


que a mi parecer se trató de estar sostenido por mis supervisores y compañeros de “el Bonino”
y al mismo tiempo por mi supervisora académica, me trasmitió una sospecha de esos dichos
“oficiales” sobre la salud mental, los psicóticos, los autistas, los retrasos y hasta del
psicoanálisis mismo. Salir del lugar de atribuir sentidos ya que me hartaría de frustrarme y
desilusionarme. En fin, Bonino (me) enseña ciertas cosas.

80
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

81
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

BIBLIOGRAFÍA

Abello, E (2014) Aprender lo singular. En “la experiencia de una práctica con lo singular:
Autismo y psicosis en la infancia”. (pp.32-37). Córdoba - Argentina: Colecciones.
Abello, E y cols. (2008) Clínica de las invenciones en el marco de un abordaje institucional. En
Psicoanálisis aplicado: clínica del autismo y las psicosis. (pp.69-81). Córdoba -
Argentina: Colecciones.
Baio, V. & Kusnierek, M. (1996) “Trabajar entre varios”, en: Una clínica en Institución,
Publicación del Equipo 111: Centro de día terapéutico- Educativo. Rosario, Argentina
Baio, V. (2002) “De las instituciones-Partenaires de una enunciación creadora del sujeto”.
Encuentro Internacional del Campo Freudiano “Sexo Sin Edipo”. París.
Baio, V. (2003) “Inventar un partenaire entre varios para la cura con el niño psicótico”, en:
Revista Colofón N.º 23. Buenos Aires: Argentina.
Brodsky, G. “Un territorio a investigar”. En La lettre mensuelle de IECF, N°206, 202, (pp.18-
23). París.
Caamaño, V & Pirroni, A (2015). El tipo clínico a la singularidad: El objeto entre el paciente y
el psicoanalista. Congreso Internacional de investigación y práctica profesional de
psicología. UBA, Buenos aires.
Código de ética de la Fe.P.R.A (2013). Federación de psicólogos de la república Argentina
Collazo, C (2014) Psicosis y autismo infantil. Conceptos fundamentales y problemas clínicos.
Letra viva, Buenos aires.
Di Ciaccia, A (2014) La practique á Plusieurs. Revista Errancia. Marzo 2014
Degiorgi, G (2015) La dimensión ética y deontológica en el ejercicio profesional del psicólogo.
Ficha de cátedra de Deontología y legislación profesional.
Eidelsztein, A. (2009). Los conceptos de alienación y separación de Jacques Lacan. Revista
Desde el Jardín de Freud, n°9, pp.73-86.
Egge, M (2008) El tratamiento del niño autista. Ed. Gredos.
Freud, S (1895). Neuropsicosis de defensa. En Obras completas. Ed. Amorrortu, Buenos Aires.
Freud, S (1911). Sobre un caso de paranoia descrito autobiográficamente. En Obras completas.
Ed. Amorrortu, Buenos Aires.
Freud, S (1924). Neurosis y psicosis. En Obras completas. Ed. Amorrortu, Buenos Aires.
Freud, S (1938). Esquema de psicoanálisis. En Obras completas. Ed. Amorrortu, Buenos Aires.

82
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

Gálvez Toro, A (2002) “Revisión Bibliográfica: usos y utilidades”. Matronas Profesión, 10 pp.
25-31.
Gómez, M (2004) Práctica del psicoanálisis y posición ética. Revista Aessthetika. Internacional
Journal on Culture, subjevity and aesthetics. Ficha de cátedra de Deontología y
Legislación profesional.
Gómez, M. (2011). La Construcción del Caso en Psicoanálisis. Su utilidad y uso en la elaboración
del informe final para la práctica clínica en la formación académica de grado. Revista
Tesis, 1, pp.127-138.
Hernández Sampieri, R & coll (2013) Metodología de la investigación. Quinta edición. México:
Mc Graw Hi educación.
Jara, O (1997): Orientaciones teórico-prácticas para la Sistematización de experiencias. En
Guía para la sistematización de experiencias. Centro de Estudios y Publicaciones
Alforja, Costa Rica.
Le Gaufey, G. (2011). El objeto a de Lacan. Epeele, México.
Lacan, J (1949). "El estadio del espejo como formador de la función del yo [Je] tal como se nos
presenta en la experiencia psicoanalítica", Escritos I, Siglo XXI, México.
Lacan, J (1953). "Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis", Escritos I, Siglo
XXI, México.
Lacan, J (1957). "La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud", Escritos I,
Siglo XXI, México.
Lacan, J (1957). "De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis", Escritos
II, Siglo XXI, México.
Lacan, J. (1953-1954). Seminario 3. Las Psicosis. Buenos Aires: Paidos.
Lacan, J. (1954-1955). Seminario 4. La relación de objeto. Buenos Aires: Paidos.
Lacan, J. (1955-1956). Seminario 5. El Las formaciones del inconsciente. Buenos Aires: Paidos.
Lacan, J. (1959-1960). Seminario 7. La ética del psicoanálisis. Buenos Aires: Paidos.
Lacan, J. (1962-1963). Seminario 10. La angustia. Buenos Aires: Paidos.
Lacan, J. (1964). Seminario 11. Los fundamentos del psicoanálisis. Buenos Aires: Paidos.
Lacan, J (1967). "Breve discurso a los psiquiatras", Escritos II, Siglo XXI, México
Lacan, J. (1969). Seminario 17. El reverso del Psicoanálisis. Buenos Aires: Paidos.
Lacan, J. (1975) “Radiofonía” en Psicoanálisis. Radiofonía y Televisión. Madrid: Anagrama.
Laurent, E (1999) “Hay un fin de análisis para los niños”. Buenos aires, Ed. Diva.

83
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

Lijtinstens, C. (2011) ¿Qué nos enseña el autismo? En III Jornadas de Clínica con niños y
adolescentes “la puesta en juego del síntoma en la época”. 19 de diciembre de 2011.
Lijtinstens, C. (2014). Psicoanálisis aplicado: clínica del autismo y la psicosis. Córdoba
Argentina: Colecciones.
Lijtinstens, C. (2016). La singularidad de la intervención en el campo de la psicosis y el autismo.
Clínica, Práctica y formación. En La experiencia de una práctica con lo singular:
autismo y psicosis en la infancia (pp.19-32). Córdoba - Argentina: Colecciones.
Ley N°24901 (1997) Sistema de Prestaciones básicas en Habilidades y rehabilitación integral a
favor de las personas con discapacidad. Publicada en el Senado y Cámara de Diputados
de la Nación Argentina. 2 de diciembre de 1997. Argentina
Ley N°26657 (2010) Derecho a la protección de la salud mental Publicada en el Senado y Cámara
de Diputados de la Nación Argentina. 16 de marzo de 1981. Argentina
Ley N°22.431 Sistema de protección integral de los discapacitados. Publicada en el Senado y
Cámara de Diputados de la Nación Argentina. 2 de diciembre de 1997. Argentina
Maleval, J (2002) La forclusión del nombre del Padre. El concepto y su clínica. Buenos aires,
Paidós.
Millas, D (2010) Angustia e inhibición en la psicosis. En “Virtualia”. Septiembre 2010. EOL.
Miller, J.L. (1987) Esquizofrenia y paranoia. Ed. Manantial. Buenos Aires.
Miller, J.L (1998). Introducción al método analítico. Nueva biblioteca Psicoanalítica EOLia-
Paidós. Buenos Aires
Miller, J.L (2002). Biología Lacaniana y acontecimiento del cuerpo. C. Diva. Buenos Aires
Miller, J.L (2007) La invención psicótica. En “Virtualia”. Septiembre 2007. EOL.
Miller, J.L. (2008) Cosas de finura el psicoanálisis VI. Curso del 17 de diciembre de 2008.
Paz, T. (2003). Metáfora Paterna. Fracaso de la Metáfora. En "Clínica Lacaniana"(117-185).
Universidad Nacional de Córdoba, Argentina: Facultad de Psicología.
Oury, J. (1998). Libertad de circulación y espacio del decir. 2018, de Revista Topia Sitio web:
https://www.topia.com.ar/articulos/libertad-de-circulación-y-espacio-del-decir
Rabinovich, D (2005). “Concepto de objeto a en psicoanálisis”. En Curso de Escuela Francesa
en Universidad de Buenos Aires... Buenos Aires. Argentina. En web cátedra de Escuela
Francesa I. UBA.
Rennó Lima, C. (2013). “El objeto a en la experiencia analítica con las psicosis”. 22/05/2018,
de NEL- Nueva escuela Lacaniana Sitio web: http://nel-medellin.org/el-objeto-a-en-la-
experiencia-analitica-con-las-psicosis/

84
“USOS DEL OBJETO COMO MODO DE TRATAMIENTO DEL OTRO EN LA PSICOSIS”

Stevens, A (2005) Servirse del dispositivo institucional, servirse del Otro. Seminario
extraordinario de Centro de investigación y estudios clínicos. Córdoba, Argentina.
Vieytes, R (2004) Metodología de la investigación en organizaciones, mercado y sociedad.
Buenos Aires: Editorial de las ciencias
Vasilachis de Gialdino, I (2007). Estrategias de investigación cualitativa. Barcelona España:
Editorial Gedisa
Zenoni, A (2013) “Una modalidad de Psicoanálisis Aplicado: la práctica en la institución”. En
Autismo y psicosis en la infancia. Práctica y Formación (pp. 10-24). Córdoba,
Argentina: Colecciones.

85

Das könnte Ihnen auch gefallen