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Extinción de especies

Una especie se extingue cuando su último ejemplar muere. Por lo tanto, la extinción se convierte en una certeza cuando
no hay ningún integrante capaz de reproducirse y dar lugar a una nueva generación. También una especie se puede
volver extinta funcionalmente cuando solo sobrevive una reducidísima cantidad de miembros, que son incapaces de
reproducirse debido a problemas de salud, edad, distancia geográfica debido a un muy gran rango de distribución, por
falta de individuos de ambos sexos (en las especies que se reproducen sexualmente), u otras razones.
Un aspecto importante de la extinción en la actualidad son los intentos del ser humano de preservar a las especies que
corren el peligro de extinguirse, lo que se refleja en la creación del estado de conservación “extinto en estado silvestre”
(abreviado como EW). A las especies listadas bajo este estatus de la Lista Roja elaborada por la UICN no se les conoce
especímenes vivos en estado salvaje o natural, y los únicos ejemplares existentes son mantenidos en zoológicos u otros
ambientes artificiales. Algunas de estas especies están extintas funcionalmente, debido a que ya no forman parte de su
hábitat natural y es poco probable que sean reintegradas a la naturaleza.8 Algunas instituciones intentan mantener una
población viable para las especies que, si es posible, puedan reintroducirse a su estado natural mediante programas de
crianza cuidadosamente planificados.
La extinción de una especie puede provocar un efecto en cadena en su hábitat natural, causando la extinción de otras
especies del mismo. A esto también se le denomina “cadenas de extinción”.910
Causas
La paloma migratoria, una de las cientos de especies de aves extintas, fue cazada durante algunas décadas hasta que
se extinguió.
Existen una variedad de causas que pueden contribuir directa o indirectamente a la extinción de una especie o un grupo
de especies.
Así como cada especie es única, lo es cada extinción. Las causas para cada una son variadas —algunas sutiles y
complejas, otras obvias y simples—
En términos sencillos, cualquier especie que sea incapaz de sobrevivir o reproducirse en su ambiente, y que tampoco
pueda trasladarse a otro ambiente nuevo donde sí sea capaz de realizar estas cosas, muere y se extingue. La extinción
de una especie puede suceder de improviso (por ejemplo, cuando la polución convierte a un hábitat entero en
inhabitable), o puede ocurrir gradualmente a través de incluso cientos de millones de años, como puede pasar cuando la
especie en cuestión paulatinamente pierde la competición por el alimento frente a otras especies mejor adaptadas.
En la actualidad, grupos ambientalistas y algunos gobiernos se preocupan acerca de las extinciones provocadas por la
propia humanidad, e intentan combatirlas a través de una variedad de programas de conservación.4 Los seres humanos
pueden provocar la extinción de una especie debido a la sobreexplotación de un ambiente, contaminación, destrucción
del hábitat, la introducción de nuevos predadores o competidores, caza exagerada, entre otras razones. La edición de
2008 de la Lista Roja elaborada por la UICN incluye a 717 taxones de animales15 y 87 de plantas16 bajo la categoría
“extinto” (EX), todas extinciones sucedidas después del año 1500, aunque puede que el número sea una subestimación
significativa de la real cantidad de extinciones.17
Fenómenos demográficos y genéticos

Contaminación genética
Las especies que se han desarrollado histórica y naturalmente en una región específica pueden estar amenazadas en
gran medida debido al proceso de la contaminación genética (por ejemplo, la homogeneización o el reemplazo de los
genotipos locales provocada por una introgresión) que podría ocasionar la introducción de animales o plantas con una
ventaja numérica o de aptitudes.19 En este caso, especies no nativas pueden dar lugar a la extinción de animales o
plantas nativas debido a su introducción deliberada o a la destrucción de su hábitat, poniendo en contacto a especies que
se encontraban anteriormente aisladas. Este fenómeno puede ser especialmente perjudicial para especies raras que
entren en contacto con otras más abundantes, causando que se crucen y modificando su reserva genética creando
híbridos y conduciendo a la especie nativa original a una extinción completa.

Extinciones como estas no siempre son evidentes a partir de solo observaciones morfológicas (es decir, por la apariencia
externa). Un cierto grado de flujo genético puede ser normal y un proceso evolutivo constructivo, debido a que es
imposible preservar todas las constelaciones de genotipos y genes. Sin embargo, la hibridación con o sin introgresión
puede ser una amenaza a la existencia de especies raras.20

La generalización de la contaminación genética también lleva a un debilitamiento del desarrollo natural del acervo
genético específico de la región, causando animales y plantas híbridos más débiles e incapaces de vivir en entornos
naturales cambiantes en el largo plazo, llevándolas finalmente a la extinción.
El acervo genético de una especie o una población es el grupo completo de los alelos únicos que se encuentran al
inspeccionar el material genético de cada miembro vivo de la especie o la población. Un gran acervo genético indica una
alta diversidad genética, que se asocia con poblaciones robustas que pueden sobrevivir a intensivos episodios de
selección. Por el contrario, una baja diversidad genética (véase endogamia y cuello de botella) puede provocar la
reducción de las aptitudes biológicas e incrementar la posibilidad de extinción entre una población reducida de individuos
de una especie pura y gaseosa.
Degradación del hábitat
Artículo principal: Destrucción de hábitat
La degradación del hábitat de una especie puede alterar el paisaje adaptativo hasta el punto que esa especie ya no está
en condiciones de sobrevivir y se extinga. Esto puede suceder por efectos directos (como que el entorno se vuelva
tóxico) o indirectos (limitando la capacidad de la especie de competir contra nuevos competidores o por disminuida
cantidad de recursos).
La degradación del hábitat por toxicidad puede matar a una o varias especies rápidamente, a través de la contaminación
o provocándoles esterilidad. Esto también puede suceder en períodos de tiempo más largos con un nivel bajo de
toxicidad continua, afectando su expectativa de vida, su capacidad reproductiva o su competitividad.
Por otro lado, la degradación del hábitat también puede tomar forma con la destrucción física de éste. La amplia
destrucción de la pluvisilva y su reemplazo con terrenos de pastoreo es ampliamente citada como un ejemplo de
esto;521 la eliminación de densas selvas también destruye la infraestructura de la que muchas especies dependen para
sobrevivir. Por ejemplo, un helecho que dependa de una sombra densa para su protección de la luz solar directa no
puede sobrevivir sin los árboles que le provean esa sombra. Otro ejemplo es la destrucción de los fondos oceánicos
provocada por la pesca de arrastre.2223
La disminución de los recursos o la introducción de nuevas especies competidoras también puede suelen acompañar a la
degradación del hábitat. El calentamiento global también ha permitido que algunas especies expandan su rango de
distribución, provocando competiciones con otras especies que ocupaban previamente esas áreas. En algunas
ocasiones estos nuevos competidores son predadores y afectan directamente a las especies como presas, mientras que
otras veces toman ventaja en la obtención de recursos frente a especies más vulnerables. Estos recursos vitales incluyen
el agua y el alimento, y suelen estar limitados debido a la misma degradación del hábitat. Todo esto puede finalmente
conducir a la extinción en estado natural o completa de estas especies.
Predación, competición y enfermedades
El sapo dorado fue visto por última vez el 15 de mayo de 1989. Desde 1980 se registra un creciente declive en las
poblaciones de anfibios en todo el mundo.
Los seres humanos han trasladado animales y plantas desde un lugar del mundo a otro durante cientos de años, algunas
veces de manera deliberada (por ejemplo, el ganado llevado a varias islas por los marineros como fuente de alimento) y
otras de manera accidental (por ejemplo, las ratas que se escapaban de los barcos). En la mayoría de los casos, estas
introducciones no son exitosas, pero cuando se establecen como especies invasoras, las consecuencias pueden ser
catastróficas. Las especies invasoras pueden afectar a las endémicas, por ejemplo depredándolas, compitiendo con
ellas, destruyendo o degradando indirectamente su hábitat, o introduciendo patógenos o parásitos capaces de
enfermarlas o matarlas. Las mismas poblaciones humanas pueden actuar como predadores invasivos. De acuerdo con la
“hipótesis de caza excesiva”, la rápida extinción de la megafauna en áreas como Nueva Zelanda, Australia, Madagascar
o Hawái es resultado de la repentina llegada del ser humano a esos ambientes, con animales que nunca antes habían
entrado en contacto con los primeros y que estaban completamente inadaptados para sus técnicas de predación.2425
Calentamiento global
Existe una discusión respecto a como afecta el calentamiento global a largo plazo sobre la desaparición de distintas
especies. Algunos estudios muestran que podría conducir a la extinción de incluso una cuarta parte de todos los
animales y plantas al año 2050.282930
Se ha dicho que el Hemibelideus lemuroides, que sólo se encuentra en las montañas del norte de Queensland, en
Australia, sería el primer mamífero extinto debido al calentamiento global.3132 La especie no ha sido vista en tres
años33 y una expedición realizada a principios de 2009 fracasó en encontrar algún ejemplar.34
El ser humano en la extinción
El dodo es un ejemplo citado a menudo de extinción moderna.35
Cuando la extinción fue descrita en una conferencia realizada por Georges Cuvier en 1796, la idea parecía amenazante a
quienes creían en la cadena de los seres o scala naturae, una noción que establecía la conexión de los seres vivos con
Dios y que no permitía la desaparición de ningún «eslabón» en esta conexión.36 En consecuencia, la idea no fue
ampliamente aceptada antes del siglo XIX.3738
Esto también se sustentaba debido a que en ese entonces, todavía el mundo no estaba completamente explorado y
cartografiado, por lo que los científicos no podían descartar que las especies que se encontraban en el registro fósil
estuvieran «escondidas» en partes inexploradas del planeta.39 Posteriormente, con la irrupción de las teorías de la
evolución, a la extinción no se la consideraba problemática porque únicamente terminaba con los animales mal
adaptados, así se llegó a calificar al dodo. Sería en el siglo XX cuando la extinción comenzó a considerarse un problema
para todo el medio ambiente, incluido el ser humano, al fomentar la proliferación de plagas, reducir la variedad genética y
perder organismos de un gran valor intrínseco por sus cualidades o comportamientos.
La posible sexta extinción masiva
Extinción masiva del Holoceno
De acuerdo a una encuesta realizada en 1998 a cuatrocientos biólogos por el Museo Americano de Historia Natural, siete
de cada diez creía que se encontraba en las primeras etapas de una extinción masiva provocada por los seres
humanos,40 conocida como la extinción masiva del Holoceno.
El tráfico de especies
El tráfico de especies, que incluye animales y plantas, es uno de los negocios ilícitos más dañinos y rentables del mundo.
Este delito contra la naturaleza mueve entre 10.000 y 20.000 millones de euros cada año, una cifra equiparable a la que
mueve el tráfico de armas y de drogas.
Cada día, más de 80 elefantes son abatidos para obtener el marfil de sus colmillos y de continuar con ritmo de
exterminio, en tan sólo 15 años podríamos ser testigos de la desaparición de los elefantes salvajes.
Éste es sólo un ejemplo de la magnitud del tráfico de especies, un delito que incluye tanto el comercio ilícito de animales
exóticos vivos como la caza ilegal de rinocerontes, tigres y gorilas, entre otras especies, para obtener partes de sus
cuerpos utilizadas en artículos de moda, objetos de arte y decoración o medicinas.
Mitos como la creencia en Vietnam de que el cuerno de rinoceronte cura el cáncer o que los huesos y los bigotes del
tigre son un remedio contra la malaria en China generan una demanda por estos productos que, en gran medida, se
abastece a través de la caza ilegal.
El tráfico de especies es un crimen de dimensiones internacionales, con una demanda creciente y cuyas sanciones
siguen siendo poco rigurosas a pesar de que pone en grave riesgo la supervivencia de animales en peligro de extinción y
está aniquilando la vida salvaje de muchos países.
A pesar de que está sancionado por convenios internacionales como CITES, está menos perseguido que otros tipos de
comercio ilegal.
Las mafias que trafican con drogas y armas a menudo están involucradas también en el tráfico de animales y plantas, y
en muchos casos -especialmente en África- este sangriento negocio se ha convertido en un lucrativo medio de
financiación para guerrillas y grupos terroristas.
Tráfico de animales y plantas: el negocio de la extinción
El tráfico de animales es una de las mayores amenazas para las especies protegidas. Cada año, los furtivos matan una
media de 100 tigres, 30.000 elefantes, más de 1.000 rinocerontes y más de 100.000 pangolines.
La falta de escrúpulos de los cazadores furtivos les ha llevado incluso a utilizar cianuro para la pesca o talar árboles en
lugares protegidos para facilitar la caza.
Este delito es la mayor amenaza directa a la supervivencia de especies que, como el tigre o el rinoceronte, se encuentran
en peligro de extinción.
Tráfico ilegal de especies en América Latina está explotando en alcance y en escala

 América Latina tiene una impresionante diversidad biológica, mientras que sus leyes para la protección de
especies son muy débiles.
 Los traficantes venden la mayoría de los animales a nivel nacional, aunque existe un enorme mercado con alta
demanda de aves, peces, monos, y más -- mientras más extraño el animal, más alto el precio y mayor la
ganancia.
 El mercado legal a menudo enmascara el tráfico ilegal, con altas cantidades de animales salvajes vendidos por
criadores legales.

La guacamaya Lear en vías de


extinción (Anodorhynchus leari). Las aves, adoradas por sus plumas y sus cantos, se encuentran entre las especies más
traficadas de América Latina. Foto de Joao Quental licenciada bajo Creative Commons Attribution 2.0 Generic license.

Con sus ecosistemas espectacularmente diversos, sus especies raras y endémicas, sus territorios remotos, leyes
complicadas que rara vez son aplicadas, América Latina es un paraíso para el mercado ilegal de especies salvajes.
La diversidad de Suramérica y América Central es un imán para los traficantes de especies salvajes quienes tratan con lo
raro y atípico. Brasil, por ejemplo, contiene del 15 al 20 por ciento de la diversidad biológica del planeta,
y supuestamente suministra del 5 al 15 por ciento del tráfico de especies salvajes a nivel global.

Lo que es más impresionante de este mercado es la variedad de especies que involucra. Las aves — en particular, los
loros, guacamayas y pájaros cantores — se encuentran entre los más traficados. Los reptiles, incluyendo a las iguanas y
serpientes, son populares para el mercado de mascotas. Las tortugas son recogidas por sus huevos, su carne, y sus
caparazones; los caimanes por sus pieles.

Lo que también llama la atención es el gran volumen y los altos precios pagados por delicias marinas que fueron
obtenidas ilegalmente — desde aletas de tiburones, vejibas totoabas, pepinos de mar, y carne de caracol reina. Una gran
variedad de otros animales también son traficados, desde jaguares, armadillos, monos, y ranas, hasta escorpiones y
arañas.

Una vista cercana de una incautación de aves tropicales que fueron escondidas dentro de un asiento de carro en la
frontera entre Estados Unidos y México en San Diego. Foto cortesía de USFWS.La escala y la complejidad del mercado
negro en especies salvajes complican cualquier análisis de su tamaño. Las evaluaciones que existen tienden a centrarse
en un sólo país de origen, un destino, una clase de animal, o una combinación de todos estos factores.

Pero a pesar de los buenos datos, una encuesta de reportajes en la prensa sobre casos en Suramérica, Centroamérica y
el Caribe nos da un vistazo de las alarmantes dimensiones del mercado.

Un poderoso mercado nacional e internacional de aves

Las aves se encuentran entre los muchos animales que se venden en el mercado negro latinoamericano. En Brasil,
alrededor del 80 por ciento de los animales traficados son aves. Se buscan especialmente los psittaciformes (loros y
guacamayas), coleccionados por sus plumajes coloridos, y los paseriformes (pájaros que se encaraman), buscados por
sus habilidades musicales. Aunque existe un mercado de plumas y otras partes, la gran mayoría del mercado ilegal de
aves se centra en los animales vivos o mascotas.
Un pinzón de barriga marrón en Piraju, São Paulo, Brasil.
Foto de Dario Sanches licenciada bajo Creative Commons Attribution-Share Alike 2.0 Generic license.

Existe una larga tradición en varios países latinoamericanos, como Brasil, Perú, Ecuador y México, donde la gente tiene
a pájaros de mascotas. “Es una tradición antigua” explica el periodista brasilero Dimas Marques. “Se les
llama xerimbabos, lo que significa ‘cosa querida’ en el idioma indígena Tupi”.

La alta demanda nacional en gran parte estimula el tráfico de mascotas actual en la región. En Brasil, de acuerdo a
Marques, “se calcula que el 60 por ciento de los animales que fueron capturados de forma ilegal abastecen el mercado
nacional».

Los Defensores de Especies Salvajes, en un estudio sobre el mercado ilegal de aves en México del 2007, descubrieron
que alrededor del 90 por ciento de los 65.000-78.500 loros que se atraparon ilegalmente en México cada año estaban
destinados al mercado nacional. De la misma manera, BirdLife International documenta que el 94 por ciento de los más
de los 22.000 loros descubiertos cada año en mercados en Santa Cruz, Bolivia, fueron capturados de forma ilegal, y
traficados de forma ilegal también, en violación de leyes nacionales.

Los mercados internacionales son significativos también, con Europa y los Estados Unidos como los destinos principales.
Más de 9400 pájaros, o el 4 al 14 por ciento de los loros mexicanos salvajes, son contrabandeados hacia los Estados
Unidos cada año.
Pájaros tropicales contrabandeados escondidos dentro de tubos. Foto de Tom MacKenzie cortesía de USFWS.

En una investigación que tomó varios años en la República Checa, Operación Lora, centrada en el contrabando ilegal de
raras aves como las guacamayas lear y jacintas de Brasil se descubrieron varias redes de contrabando incluyendo a una
que operó a lo largo de cinco estados brasileños por una década.

Pájaros cantores como los pinzones son vendidos típicamente de manera legal e ilegal tanto en los
mercados nacionales como los internacionales. Estos son especialmente valiosos para concursos de canto en muchos
países latinoamericanos en Guayana, Surinam y Brasil. Como en las carreras de caballos, los participantes ganan dinero
al elegir los ganadores — los pájaros que más y mejor cantan — mientras que los “dueños” hacen dinero al vender a los
pájaros ganadores.

Estos cantores extraordinarios son valiosos también para los conocedores a nivel internacional. Los pinzones salvajes de
Guayana pueden venderse por 5 dólares en mercados locales, pero valen de 500 a 10.000 dólares en los Estados
Unidos, dependiendo del talento de canto de un pájaro individual, de acuerdo al New York Times.

El Servicio de la Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos ha arrestado a traficantes en varios casos de tráfico de
pinzones. Un hombre en Nueva York fue detenido tres veces en los Estados Unidos y una vez en Guayana con pinzones
escondidos. En otro caso un inmigrante guayanés contrabandeaba 13 pinzones de semilla de vientre castaño escondidos
dentro de rizadores de cabello, y en otro, un señor mayor que viajaba desde Cuba traía 16 pinzones cubanos cosidos
dentro de sus pantalones.

El juego de cáscaras del tráfico de aves

Uno de los pasos más importantes necesarios para reducir el tráfico de aves y otras especies latinoamericanas implica
reforzar las leyes en los países de origen.
Una inspección del Servicio de la Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos de peces tropicales importados de Brasil.
Foto de Laurel Neme.

En Brasil, por ejemplo, las leyes nacionales prohíben la venta de animales salvajes, pero es legal poseer aves y otros
animales salvajes si son criados en cautiverio. Obviamente, a la policía les resulta virtualmente imposible saber si un
animal en particular fue capturado en su hábitat salvaje o en cautiverio. Es un vacío legal del que se aprovechan los
traficantes, y como resultado, existen más de 1000 criadores de cautiverio en el país — la mayoría de ellos no son
regulados ni monitoreados.

Los traficantes y criadores a menudo falsifican permisos y documentos comerciales, o añaden aves ilegales a cargas
legales, o pasan una especie ilegal por una legal. Por ejemplo, en Operación Lora las autoridades descubrieron que las
guacamayas jacintas (Anodorhynchus hyacinthinus), las cuales no se pueden vender, fueron identificadas como
guacamayas azules y amarillas (Ara ararauna), las cuales se encuentran en la lista Apéndice II de CITES que les permite
ser vendidas.

“Lo que vemos es que las mismas especies que son legales de obtener también son las especies que se capturan de
forma ilegal», explicó Carlos Abreu, analista con la agencia ambiental brasileña, IBAMA. “Ellos capturan el animal y
hacen parecer como si hubiera sido criado en cautiverio. Así nos dimos cuenta que la venta legal produce para los
mercados ilegales».

El impacto de la venta ilegal de pájaros en las poblaciones de aves y ecosistemas en América es devastador; no tiene
sentido ya que hasta el 90 % de las aves mueren en tránsito. Sin embargo, las enormes ganancias hechas por los
traficantes con el 10 % que sobrevive valen más que riesgo de enfrentarse a arrestos o a multas. El tráfico es hoy en
día la segunda amenaza para los loros después de la pérdida de sus hábitats salvajes, de acuerdo a Juan Carlos Cantu,
director de la oficina de México de Defenders of Wildlife.

La seria amenaza de la pesca de tiburones por sus aletas

Cada año, 73 millones de tiburones mueren para abastecer el mercado global de la sopa de aleta de tiburón, una delicia
que se sirve en bodas y banquetes chinos como un símbolo de riqueza. Un sólo tazón de sopa puede costar hasta 100
dólares, estimulando la demanda y llevando a una disminución en algunas poblaciones de tiburones de hasta un 98 por
ciento.
Un almacén de aletas de tiburón en Singapur. El hambre china por la sopa de aletas de tiburón está eliminándolos de los
océanos. Foto de xmacex licenciada bajo Creative Commons Attribution-Share Alike 2.0 Generic license.

La venta de tiburones puede ser legal en América Latina, dependiendo del país, de la especie, y de muchos tecnicismos.
Por ejemplo, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Honduras, México, Nicaragua,
Panamá y Venezuela permiten la venta comercial de tiburones pero restringen o prohíben su pesca por sus aletas.

Por supuesto, el monitoreo de tal distinción resulta problemático, y a menudo se ven señales cruzadas sobre lo que
resulta legal o ilegal. En marzo del 2015, el gobierno de Costa Rica provocó protestas cuando autorizó la exportación de
900 kilos de aletas de tiburones martillo hacia Hong Kong.

A pesar de muchas restricciones a nivel nacional, la pesca de tiburones por sus aletas sigue siendo un problema de
dimensiones industriales. A mediados de octubre del 2015, autoridades mexicanas incautaron 3,5 toneladas de aletas
secas, y en mayo del 2015, la policía ecuatoriana incautó 200.000 aletas en el puerto de Manta.

En Costa Rica, las autoridades incautaron 158 kilogramos de aletas en julio del 2015, 153 aletas ilegales en el 2014, 120
en 2012 y 650 en 2011. En el caso del 2011, las aletas aún estaban unidas a la columna del animal en una práctica
llamada “spining de tiburones” que busca evitar la ley que requiere que las aletas se encuentren «unidas de forma
natural» a los cuerpos de los tiburones. El plan funcionó. En abril del 2014, un juez falló que el “spining de tiburones” era
legal y ordenó el gobierno a reembolsar al capitán del barco por las aletas confiscadas.

Costa Rica no es el único país atrapado en la contradicción de sus propias leyes confusas. Ecuador, por ejemplo,
tiene un vacío en la ley que permite la pesca “incidental” de tiburones, dejando a la policía con la tarea casi imposible de
diferenciar entre tiburones que fueron pescados de manera intencional, y los que fueron pescados de manera incidental.

Caen las poblaciones de pepinos de mar

Los pepinos de mar, las criaturas tubulares con la piel parecida al cuero que se encuentran en las costas de
América Latina, también son considerados una delicia en China, donde se pueden vender por hasta 300 dólares la libra.
Los pepinos de mar en un mercado en Singapur. Foto de ProjectManhattan licenciada bajo Creative Commons
Attribution-Share Alike 3.0 Unported license.

Al igual que con las aletas de tiburón, la venta ilegal de pepinos de mar se ha vuelto un mercado enorme. En junio
del 2015, las autoridades ecuatorianas incautaron 10.852 pepinos de mar (262,8 kilogramos) en el aeropuerto de San
Cristóbal. Ese mismo mes, la policía federal mexicana incautó una carga ilegal de 17 toneladas de pepinos de mar en el
Aeropuerto Internacional de Cancún, y en julio del 2013, confiscaron cinco toneladas al sur de México.

Los carteles de tráfico de drogas se han adentrado al negocio; Mexico News Daily documenta que las altas ganancias en
la venta de pepinos de mar llevaron a peleas entre pandillas opuestas en Yucatán y Campeche en septiembre del 2014.
Otros medios mexicanos documentaron un robo bien planeado, donde diez hombres con armas atacaron tres guardias
armados y robaron 3,5 toneladas de pepinos de mar deshidratados en El Cuyo en la península de Yucatán en abril del
2015.

Las cantidades de pepinos de mar han disminuido enormemente por toda América Latina, especialmente en la cosa
continental del Ecuador y en las Islas Galápagos, así como en México.

Totoaba en las cuerdas

Los carteles de droga mexicanos están supuestamente muy involucrados en el mercado ilegal de totoaba, el tráfico de un
pez en peligro endémico al Golfo de California, o al Mar de Cortez que se encuentra entre la Península de Baja y México
continental. La totoaba es considerada valiosa por sus vejigas que se usan para una sopa especial; cada pez puede ser
vendido por entre 10.000 y 20.000 dólares cada uno en los mercados asiáticos.
Las vejigas de totoaba secándose en el sol de Hong Kong. Foto de Haosmwkmn licenciada bajo Creative Commons
Attribution-Share Alike 3.0 Unported license.

El tráfico de totoaba es un juego de altas apuestas. En junio del 2014, el capo de la droga Samuel Gallardo Castro fue
asesinado, supuestamente porque debía un millón de dólares por un cargamento de totoaba. Castro era el líder de un
grupo de crimen organizado en el pueblo del estado de Sonora, El Golfo de Santa Clara.

La pesca de totoaba es ilegal en México, y las especies se encuentran en la lista Appendix I de CITES, la cual prohíbe su
mercadeo a nivel internacional. Pero el contrabando persiste por lo que el Britain’s Daily Mail llama “la cocaína acuática”.
En el 2013, la policía mexicana incautó un cargamento de totoaba con un valor de 2,25 millones de dólares.

En el 2013, inspectores estadounidenses de la frontera con México en Calexico incautaron 483 libras de totoaba, lo que
representaba 500 peces en peligro, y culparon a siete personas en casos separados. En julio del 2015, la Fuerza de
Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos (CBP) en Puerto Rico incautó 602 kilogramos de totoaba dentro
de encomiendas de mensajería enviadas desde Venezuela, destinadas hacia Hong Kong.

La venta ilegal de totoaba también causa daños colaterales: le causa daño a la vaquita en peligro, una especie de
marsopa de la cual sólo quedan 200 individuos también endémicos al Golfo de California. Las vaquitas no son buscadas
por los traficantes de totoaba, pero son pesca incidental; se ahogan en redes de pesca para atrapar totoaba.
Una incautación de caracol reina en Brownsville, Texas. Foto cortesía de USFWS.

Los caracoles reina disminuyen

Existe un mercado legal en América Latina de caracoles reina (Lobatus gigas), un caracol gigante de mar valioso por su
carne y por su cáscara. Pero su pérdida ha resultado en una plétora de restricciones legales en los países del Caribe,
donde se movilizan los traficantes.

De acuerdo a un análisis de Defenders of Wildlife, el caracol reina es la especie ilegal más traficada desde América
Latina hasta los Estados Unidos, representando el 18 por ciento de los cargamentos ilegales incautados por las
autoridades estadounidenses (la pesca de caracoles reina está prohibida en Florida y todas las aguas adyacentes).

La demanda internacional estimula la demanda en el tráfico en el Caribe: casi el 80 por ciento de toda la carne de
caracoles es importada por los Estados Unidos, y el resto va a Francia. El periódico Sun Sentinel de Florida reporta que
los traficantes compran los caracoles en el mercado negro por cuatro dólares la libra en Bahamas y los venden
a restaurantes a nivel local por 16 dólares la libra — un margen de ganancias que mantiene fuerte al mercado negro.

Reptiles en problemas

América Latina es una fuente de reptiles para el mercado de mascotas y de pieles. Gran parte de ese mercado es legal
y destinado a los Estados Unidos. Desde 2004 al 2009, los Estados Unidos importó de forma legal 8,3 millones de
reptiles salvajes de todo el mundo. El Salvador y Colombia se encuentran entre los 10 países exportadores.

Sin embargo, una gran parte del mercado de reptiles es ilícito: en octubre del 2015 Defenders of Wildlife publicó
un reporte, Luchando contra la Trata de Vida Silvestre de América Latina para los Estados Unidos, que descubrió que
cuatro de los cinco animales — o productos animales — más incautados en los cargamentos en Estados Unidos son
reptiles — incluyendo a partes de tortugas marinas (15 por ciento), caimanes (9 por ciento), cocodrilos (9 por ciento),
e iguanas (9 por ciento).
Un caimán salvaje en Brasil. El caimán es valorado como mascota y por su piel. Foto de Laurel Neme.

Brasil tiene un enorme mercado nacional de reptiles. Una gran variedad de serpientes venenosas también son valiosas
para el mercado de curas caseras biomédicas. La venta ilegal es una gran amenaza para algunas especies como el
cabeza de lanza de oro (Bothrops insularis), la cual se encuentra críticamente en peligro y es endémica de la
Isla Queimada Grande en la costa brasileña del estado de São Paulo; es una especie que se puede vender por
hasta 30.000 dólares en el mercado negro.

Los criadores y vendedores en el mercado de mascotas buscan especialmente a reptiles raros que puedan propagar
descendientes de colores únicos, o mezclas. La Operación Lucy fue una investigación de muchos años sobre el robo de
una boa leucística salvaje única llamada Princesa Diamante, contrabandeada desde Brasil por un coleccionista
estadounidense, Jeremy Stone; crió la serpiente y vendió sus crías. Después de que Stone admitiera su culpabilidad en
julio del 2014, el pretendió que la serpiente había muerto pero que falsificó sus crías, las cuales fueron devueltas a Brasil.

Como con la Princesa Diamante, animales vivos son anunciados a menudo por el internet. En el 2011, autoridades
brasileñas en Operación Arapongas desmantelaron una red de contrabando de animales que operaba por internet en
siete estados brasileños. Ellos incautaron 2631 animales salvajes que se vendían por internet, incluyendo cocodrilos,
serpientes, y lagartos.

Muchos traficantes que son atrapados resultan ser criminales reincidentes. Por ejemplo, en julio del 2012, oficiales del
Parque Nacional Galápagos encontraron cuatro iguanas terrestres de Galápagos en las maletas de un hombre alemán,
quien había sido procesado antes por traficar una iguana con cresta Fiji la cual está críticamente en peligro de extinción.
Una iguana de piedra San Salvador. Los reptiles para el mercado de mascotas se encuentran entre las especies salvajes
más traficadas. Foto de James St. John licenciada bajo Creative Commons Attribution 2.0 Generic license.

De forma similar, en septiembre del 2015, las autoridades ecuatorianas pararon a un hombre mexicano, Gustavo
Eduardo Toledo-Albarran, el cual traficaba nueve iguanas marinas y dos iguanas terrestres en su equipaje desde la isla
de Galápagos de Santa Cruz. No fue su primer arresto. En 2010, el y sus cómplices, Thomas Price de Suiza y Manfred
Walter Bachmann, un alemán que vivía en Uganda, fueron encarcelados por traficar 16 geckos enjoyados desde Nueva
Zelandia.

Cuanto más raro el animal, más parece ser deseado, y más alto el precio que demanda. Las autoridades británicas, por
ejemplo, incautaron 13 iguanas de roca San Salvador en peligro que venían desde Bahamas hasta el
Aeropuerto Heathrow en febrero del 2014 — una especie tan rara que se cree que sólo quedan unos cuantos
centenares. Las iguanas se encontraban escondidas dentro de unas medias. Las autoridades devolvieron los reptiles
a Bahamas.

Existe un mercado grande legal e ilegal en caimanes latinoamericanos, los cuales se venden como pieles para la
industria de la moda. De acuerdo a un estudio de las Naciones Unidas, alrededor del 50 por ciento de las 1,2 millones de
pieles de cocodrilos vendidas de forma legal (las cuales pueden ser recogidas de áreas salvajes, criadas en cautiverio, o
en fincas) vienen de especies de Sur y Centroamérica.

Como es el caso con tantos otros animales, el mercado legal a menudo sirve para esconder el tráfico ilegal. Bolivia tiene
un mercado legal bastante grande, con fincas como Crocoland. Mientras que Crocoland inicialmente contaba con 2000
animales salvajes atrapados para criaderos en cautiverio, continúa atrapando animales de sus hábitats salvajes para que
su población crezca, de acuerdo a Altotero. En abril del 2013, la policía boliviana incautó 5000 caimanes bebés y 500
pieles en una estación de control en Pailas, en el departamento de Santa Cruz.

El número de caimanes ilegalmente capturados es significativo. De acuerdo al Primer Reporte Nacional sobre el Tráfico
de Animales Salvajes por RENCTAS, una ONG brasileña, un millón de caimanes son capturados de forma ilegal cada
año en el Pantanal y miles más en la Amazonía. Las pieles a menudo se llevan a países vecinos donde son procesadas
y enviadas con documentación falsa.

Las tortugas son de mucho valor para los traficantes, probablemente porque se las busca por varias razones, incluyendo
sus huevos, carne, cuero, y caparazones, así como para ser mascotas.
Una tortuga marina Olive Ridley. Foto de Liz Roy licenciada bajo Creative Commons Attribution-Share Alike 3.0 Unported
license.

En Operación Central, una investigación que le llevó al Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos varios
años, los agentes disolvieron cuatro grupos traficantes de tortugas — dos establecidos en México y dos en China. Junto
con las autoridades mexicanas, descubrieron el tráfico de 25 cargamentos distintos que incluyeron 700 pieles tratadas de
tortugas marinas, caimanes, serpientes pitones, y otras especies protegidas, así como más de 100 objetos hechos de
especies salvajes, como botas de piel de tortuga marina, cinturones, y billeteras.

Con respecto a los huevos, Costa Rica es un centro del tráfico porque sus playas son lugares favoritos por las tortugas
laúd y otras especies de tortugas marinas. Desafortunadamente, las mismas características que atraen a los reptiles en
época de reproducción — el aislamiento y la falta de luz — también atraen a los cazadores furtivos que desentierran los
nidos por la noche y venden los huevos.

Los voluntarios locales monitorean muchas playas que sirven de nidos para las tortugas, pero estas patrullas pueden ser
mortales. En mayo del 2013, los cazadores furtivos liderados por el nicaragüense Felipe “Renco” Arauz, un criminal
traficante de drogas, asesinó al conservacionista costarricense de 26 años Jairo Mora Sandoval, quien trataba de
proteger los nidos de tortugas. El asesinato suspendió el monitoreo de tortugas y expuso lo que el autor Scott
Wallace llamó “una superposición creciente entre la caza furtiva de animales y el tráfico de drogas en la costa caribeña
del país”.

Tanto la caza furtiva como el riesgo de la violencia persisten. Desde marzo hasta mayo del 2014, la policía de Costa
Rica confiscó más de 2000 huevos de tortugas, y en junio del 2015, once voluntarios con la Sea Shepherd Conservation
Society fueron atacados por cazadores furtivos mientras patrullaban la Playa Pacuare de Costa Rica.

Una epidemia de tráfico de especies salvajes

Aunque no se conoce el tamaño del mercado Sur y Centroamericano, la evidencia sugiere que es grande y que está
creciendo rápidamente. La ONG brasileña RENCTAS, la red para luchar contra el tráfico de animales salvajes, calcula en
su estudio del 2001 que el tráfico de animales caza alrededor de 38 millones de animales salvajes cada año tan sólo en
Brasil. En Perú, 400 especies diferentes de fauna y flora son vendidas de forma ilegal. En Colombia, 58.000 animales
traficados son incautados cada año, y miles más han sido rescatados en Bolivia, Brasil y Paraguay, entre otros.
Pirañas en una tienda en Brasil. Foto de Laurel Neme.

El tráfico parece ser un negocio lucrativo que crece rápidamente: en México, por ejemplo, 2700 animales fueron
confiscados en el 2012; aquel número creció a más de 480.000 animales rescatados en el 2014. Las cifras crecientes de
animales “rescatados” crea problemas a los conservacionistas — abastecer hogares, cuidado, y servicios de repatriación
para animales enfermos o lesionados es un desafío que pocos países en desarrollo pueden pagar, y existen pocas ONG
que puedan hacer este trabajo.

Lo que está obviamente claro mientras se estudia el mercado creciente es que los crímenes contra el medio ambiente
deben ser tomados más seriamente por los países de origen de América Latina, y en países destino como China. Los
vacíos legales que benefician a los traficantes deben ser cerrados, y los esfuerzos policiales deben recibir más fondos.
También es obvio que hace falta mayor esfuerzo para estudiar el tamaño del mercado, para poder centrar la atención y
los recursos que hacen falta para enfrentarse al desafío.

Qué Son Los Residuos


Los residuos son todos los desechos que producimos en nuestras actividades diarias, y de los que nos tenemos que
desprender porque han perdido su valor o su utilidad.

Todas las actividades humanas, como la agricultura y ganadería, la explotación de los bosques, la industria o la actividad
comercial, producen residuos. Sin embargo, la cantidad y naturaleza de éstos son muy distintas dependiendo de su
origen. Por eso se suelen distinguir tres grandes grupos:

Residuos Sólidos Urbanos (RSU)


Los RSU son la basura que se produce diariamente en nuestras casas, comercios, oficinas, restaurantes y calles.
También las fábricas producen algunos RSU en sus oficinas, almacenes o comedores. Son fundamentalmente papel,
cartón, plásticos y restos de alimentos.

Residuos Tóxicos y Peligrosos (RTP)


Los RTP son los producidos en procesos industriales que deben ser gestionados de forma especial. En nuestras casas
también tenemos este tipo de residuos: lejía, pinturas, aerosoles, disolventes, pilas. Se considera RTP tanto la sustancia
como el recipiente que la contiene.

Otros residuos
Se consideran dentro de esta categoría los residuos que producimos en actividades industriales o de construcción y que
no son RSU ni RTP, es decir, aquellos que no experimentan transformaciones físico-químicas ni biológicas una vez
vertidos, como escombros, embalajes y escorias.

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