Sie sind auf Seite 1von 3

El espíritu del capitalismo:

No se puede definir, sino que, si es posible encontrar un objeto al que resulte aplicable, sería una
compleja conexión de sucesos que serían agrupados según la significación cultural que le asignamos.

Este concepto no puede definirse a través de “genero y diferencia”, ya que se refiere a un fenómeno
cuya significación radica en su peculiaridad individual.

Es una escencia característica de toda formación de conceptos históricos: para sus fines metódicos, no
debe encerrar la realidad en conceptos genéricos abstractos, sino articularla en conexiones de hechos
individuales.

En el texto aparecen muchos ejemplos de principios predicados por Benjamin Franklin. Estos
principios son parte del “espíritu del capitalismo”. El hombre ideal es honrado, digno de crédito y está
regido por una obligación propia de aumentar el capital, como un fin en si mismo. Este “espíritu del
capitalismo” refiere al moderno capitalismo. La diferencia con el capitalismo de la Antigüedad o la
Edad Media es que le falta la conducta, la personalidad del capitalismo moderno.

Según Franklin, todas aquellas virtudes del individuo lo son sólo si benefician concretamente al
individuo, y que basta con la apariencia de la virtud cuando tiene el mismo efecto que la práctica de la
misma. El “summun bonum” (bien supremo) de esta ética sea la adquisición incesante de más dinero
(evitando todo goce inmoderado) solo como fin en si, lo que puede incluso aparecer como contrario a
la felicidad del individuo. La ganancia no aparece como un medio para la satisfacción de necesidades
vitales del hombre, sino más bien como algo que éste debe adquirir y buscar como objetivo último de
su vida. La ganancia de dinero representa dentro del orden económico moderno el resultado y la
expresión de la virtud del trabajo, y esta virtud constituye los pilares de esta moral planteada por
Franklin.

La ética social del capitalismo, sin embargo, puede encontrarse en el pasado también. El capitalismo
actual educa y crea por via de la selección económica de los sujetos (si no cumplís con los requisitos,
estas fuera). Los métodos y los límites de este concepto de selección pueden usarse para explicar los
sucesos históricos. En Nueva Inglaterra, el espíritu capitalista fue propulsado por predicadores,
artesanos y graduados, con fines religiosos.

El espíritu capitalista ha tenido que afrontar diversos obstáculos y adversarios. En la Antigüedad o


Edad Media, valores como los predicados por Frnaklin hubiesen sido proscriptos, por ser impuros,
avaros, indignos. Esto no es por una falta del impulso adquisitivo en el precapitalismo.

El primer adversario con el que tuvo que luchar el espíritu del capitalismo fue el tradicionalismo: lo
que el hombre quiere por naturaleza no es ganar más y más dinero, sino vivir pura y simplemente,
como siempre lo han hecho, y ganar lo necesario para mantenerlo. En este ámbito, fracasa la apelación
al sentido de lucro: el pueblo trabaja porque y en tanto es pobre. Los comportamientos acordes al
espíritu capitalista en esa época, eran apenas tolerados, si no rechazados. Sin embargo, la falta de
avaricia de los campesinos no justificaba pagar salarios bajos ya que, como base del desenvolvimiento
del capitalismo, esto fracasa siempre que se trata de conseguir productos que exigen trabajo
cualificado, y baja el rendimiento en las producciones primarias.
Se comprobó en la Edad Media que la educación religiosa ofrece la más favorable coyuntura para una
educación económica, por la capacidad de concentración y la actitud rigurosamente fundamental de
sentirse obligado al trabajo, además de un austero dominio sobre uno mismo, y una moderación que
aumenta la capacidad de trabajo, para encajar en una “economía de satisfacción de las necesidades”

(Sombart).
Luego de la Edad Media (y desde S XVI), tampoco fueron los empresarios quienes propulsaron el
“espíritu capitalista”, sino las capas más audaces de la clase media industrial. Las actividades
económicas que si eran regidas como empresas (los bancos, y la expansión ultramarina por ejemplo)
no estaban regidos por el espíritu capitalista, sino por el tradicionalismo.

El papel de los empresarios (antes regido por el tradicionalismo) se vió afectado por el espíritu
capitalista cuando un de ellos comenzó formar a su mano de obra, se encargaría directamente de las
transacciones, generaría nuevos clientes y emprendería nuevos viajes periódicos (actitud
“competitiva”). Este fue un proceso de racionalización. Desapareció así el equilibrio que se vivía, y
comenzó una competencia entre los concurrentes. No fue el dinero nuevo lo que provocó esta
revolución, sino el nuevo espíritu del capitalismo que se había introducido.
Este cambio, sin embargo, no se introdujo de manera pacífica, sino que estas cualidades “éticas”
fueron acusadas de ir en contra de los valores vigentes, e invadió una ola de desconfianza, odio e
indignación moral hacia los innovadores. Sin embargo, estas cualidades éticas fueron las mismas que
les dieron a los innovadores la confianza de la clientela y el éxito.

La relación entre el espíritu del capitalismo y la religión fueron fluctuando: ya para el SXIX la postura
del espíritu capitalista era directamente anticlerical, identificando a la religión como un medio para
sustraer a los hombre del trabajo. Sin embargo, el “tipo ideal” de empresario capitalista se aleja de ser
vulgar o dársela de ricachón: aborrece la ostentación, el lujo inútil y el goce consciente del poder. Solo
posee el deseo irracional de cumplir su profesión (acumular dinero).

El espíritu capitalista ya no necesita apoyarse en la religión. Pero, al igual que solo pudo romper con
las viejas formas de organización económica a través de apoyarse en el Estado moderno, lo mismo
pasó con sus relaciones con los poderes religiosos. A pesar del apoyo de la doctrina católica, nunca
desapareció del todo el sentimiento de que la actividad encaminada al enriquecimiento como fin en si
tenían algo malo, pero que las ordenaciones de la vida entonces existentes obligaban a tolerar. Aunque
fuese justificado con la necesidad de industria, la doctrina dominante siguió considerando como
turpitudo ​(torpe) al espiritu capitalista.

¿Como se explica que el centro capitalista del SXIV y SXV fuesen considerados sospechosos desde lo
moral, pero en Pensilvania,con menos desarrollo y beneficios, la actividad capitalista era casi
obligatoria moralmente?

- Racionalismo: crecimiento tal de la productividad del trabajo que hizo que este fuese
abordado desde puntos de vista científicos, traspasando los limites religiosos. “El trabajo es
un medio al servicio de una racionalización del abasto de bienes materiales a la humanidad.”
- El protestantismo puede ser visto como un adelanto a la racionalización de las
actividades humanas, por la manera racionalista en la que aborda. El racionalismo no
puede explicar, sin embargo, cosas que fueron racionalizadas en países protestantes.
Racionalismo práctico: modo de conducta que refiere conscientemente el mundo a los intereses
terrenales del yo individual, y hace de ellos la medida de toda valoración, un tal estilo de vida sigue
siendo peculiar en países donde hubo libre albedrío, como Francia (Medida de Enrique IV?)

Das könnte Ihnen auch gefallen