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AVERIA YORK- AMBERES

La avería gruesa (general average), existe cuando se incurre, intencionada y razonablemente para
la seguridad común del buque, su dotación, pasajeros y cargamento, en algún sacrificio o gasto
extraordinario, con el fin de preservar de un peligro los bienes comprometidos en una aventura
marítima común.

Las Reglas de York y Amberes (RYA) sobre la avería gruesa son un conjunto de normas
consuetudinarias (es decir, que no constituyen un convenio internacional, sino que vienen
impuestas simplemente por su adopción libre y generalizada por las partes en los contratos de
transporte.) Su primera versión data de 1877 y ha sido revisada en varias ocasiones; en su última
versión aprobadas por el CMI (Comité Marítimo Internacional) actualiza las anteriores versiones
de 1994 y 2004.

Esta última modificación pretende resolver temas como la liquidación de remuneración por
salvamento (Regla VI) que, al contrario que en las RYA 2004, el salvamento será admisible en la
avería gruesa.

Gastos en puertos de refugio, remuneración de la tripulación en puertos de refugio –clarificando


aspectos relacionados con las provisiones y suministros-; reparaciones provisionales que se lleven
a cabo en un puerto de refugio, para permitir la terminación segura de la aventura marítima
común; valores contribuyentes, la versión más reciente permite excluir la carga de la contribución
si el liquidador considera que su inclusión provoca una desproporción en relación con su eventual
contribución.

En cuanto al adelanto de fondos e intereses (Reglas XX y XXI) se ha eliminado la comisión del 2%


sobre el importe de los desembolsos de la avería gruesa recogida en las RYA de 1994.

En general las RYA 2016 atienden las demandas de los armadores y se han aprobado con el
consenso del sector marítimo internacional en sentido amplio, por lo que se espera sean
adoptadas de forma generalizada en los contratos de transporte.
La avería común cambió de carácter en el siglo XX. Tal como estaba prevista en el antiguo Derecho
y en el C. de C. era ante todo en beneficio del cargador, cuyas mercancías se habían sacrificado en
beneficio común. Hoy, sin embargo, apenas surge la idea de avería daño, sustituida por la avería
gasto en perjuicio de los cargadores o de los aseguradores de la carga.

El sistema de reglas legales a su vez se sustituye por el de reglas convencionales, aunque muy
pronto el modelo va a se universalmente admitido. Desde principios de siglo, en gran cantidad de
países en los conocimientos se suele insertar una breve y expresiva cláusula: «las averías comunes
serán liquidadas conforme a las reglas de York y Amberes». Es el reconocimiento al mayor
exponente de conformidad en la historia del Derecho Marítimo, el homenaje a las reglas de la
International Law Association, votadas en gran medida en Liverpool en 1890, surgidas con su
denominación en 1902 y revisadas en la Conferencia de Estocolmo de 1924 y en la de Copenhague
en 1950. Su reconocimiento internacional no obsta para que algunos países, como Francia y
España no las utilicen más que en cierta medida, al arrastrar la inercia de seguir el sistema de
legislación de sus Códigos, preferido en parte por los armadores, al considerarlo más ventajoso.

La regla A define la avería común al decir que existe «cuando y solamente cuando se hace o se
incurre intencionada y razonablemente para la seguridad común en algún sacrificio o gasto
extraordinario, con el fin de preservar de un peligro los bienes comprometidos en una aventura
marítima común». Luego las reglas enumeran los casos más frecuentes de avería común y
estudian en este sentido la echazón, extinción de incendio, varada, remuneración por asistencia y
salvamento, daños en las máquinas para desencallar el buque, uso de efectos del buque como
combustible, gastos en puerto de arribada, etcétera.

Reglas positivas de colisión

Según el derecho positivo español, que se inspira en gran parte en el sistema de los estatutos, las
normas básicas de conflicto o colisión se agrupan al amparo de los siguientes principios. El
principio personal, representado por el derecho nacional de la persona de que se trate, se aplica a
las siguientes materias como regla general: el régimen del estado y de la capacidad de las
personas; el régimen del matrimonio y el de la familia; el régimen de la propiedad y de los
derechos reales sobre bienes muebles; el régimen de las sucesiones legítimas y testamentarias.
Por su parte, el principio territorial regirá para la propiedad y derechos reales sobre bienes
inmuebles, así como para la forma de los negocios jurídicos (contratos, testamentos, etc.).

Código civil, artículos 9 a 11.

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