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HG = Arte y verdad de la palabra f Inircducci6n a la fllosofia del mito en la época modema y contemporénea El origen de la politica 192, & Rlambau El cine francés 1958-1998 183, R. Arén introduccién a la filosofia poitica 184. A, Elena Los cines periféricos 186. T. Eagleton La funcién de la critica 186, A. Kenny La metafisica de la mente 187. A. Viola (comp.) Antropologia del desarrollo 188. C. Gaveil La mente psicoanaltica 139, P. Barker (comp.) Vivir como iguales 140. S. Shapin La revolucién cientifica 141. J. Searle El misterio de la consciencia 142. R, Molina y D, Ranz La idea del cosmos Steven Shapin La revolucién cientifica Una interpretacién alternativa SSL RA bee natal arenas RbiaRedbatatie on | | | i | w PAIDOS Barcelona*Buenos Aires*México Titulo original: The Scientific Revolution Publicado en inglés, en 1996, por The-University of Chicago Press, Chicago (lincis) y Londres Licensed by The Uni- versity of Chicago Press Traduccién de José Romo Feito Cubierta de Mario Eskenazi y Diego Feijéo Quedan rigurosamente prohibidas sin au- torizacién de los ttulares del Copyright, bajo las sanciones establecidadas en la leyes, la reproduccién total o parcial de esta obra por cualquier método a proce- dimiento, comprendidos la reprografia o tratamiento informatico, y la distribucién de ejemplares de ella mediante alquiler 0 prestamo pibicos. ° 1996 by The University of Chicago e es 2000 de la traduccién, José Romo Feitt’ °} Bc 2000 de todas {as ediciones en castellano, Ediciones Paidés Ibérica, S.A. Mariano Cubi, $2 - 08021 Barcelona y Editorial Paidés, SAICF, Defensa, 699 - Buenos Aires hittp:/Awew.paidos.com ISBN: 84-493-0881-X Depésito legal: B-10.034/2000 Impreso en Novagrafik, S.L. Vivaldi, 5 - Foinvasa Montcada i Reixac (Barcelona) Impreso en Espaha - Printed in Spain Para Abigail or 2. &Cémo se adquiria el conocimiento? La lectura del Libro de la Naturaleza Nada distingue tanto a la «nueva ciencia» del siglo xvii como la rei- terada insistencia de sus proponentes en afirmar que era nueva. En numerosas ocasiones, los fildsofos mecanicistas y los partida- rios de la filosoffa corpuscular insistieron enérgicamente en que sus innovaciones diferfan radicalmente de los cuerpos de conoci- miento de la naturaleza tradicionalmente constituidos. Una y otra vez, los libros estipulaban la novedad de sus contenidos intelec- ‘tuales. En fisica, Galileo publicd sus Discursos y demostraciones matematicas en torno a dos nuavas ciencias; en astronomia esta- ba fa Astronomia nueva de Kealer; en quimica y filosoffa experi- mental, Boyle publicé una larga serie de tratados titulados Nuevos Experimentos; Pascal escribid acerca del vacio en sus Nuevos experimentos sobre el vacio y lo mismo hizo Otto von Guericke en su obra Nuevos experimentos sobre el espacio vacio efectuados en Magdeburgo. El Novum Organum de Bacon se proponia como un nuevo método que serfa capaz de reemplazar el tradicional organon (titulo colectivo del conjunto de obras de légica de Aristételes), y su Nueva Atléntida es un innovador proyecto para la organizacién social formal de la investigacion cientifica y técnica. A menudo se identificaba la novedad misma de las practicas emergentes como un punto importante en su favor, Estaba muy extendida la consideracién de que los cuerpos tradicionales de conocimiento, asi como las formas tradicionales de conseguir y validar el conocimiento, no servian; debfan ser desacreditados y eli- minados. Y al hacerlo, se caricaturizaba de tal manera la naturaleza de las «viejas» filosoffas que su complejidad y sofisticacién resulta- ba tergiversada. En la Inglaterra del siglo xvii, los autoproclamados «modernos» se alineaban contra los «antiguos» contempordneos. Entre los modernos, las voces mas polémicas consideraban que no se deberia preservar nada de las practicas tradicionales y que el legado textual del saber antiguo era poco mas que un testamento de la capacidad humana para la ilusidn y de la credulidad humana engafiada por la autoridad. (A modo de réplica, la poderosa comu- nidad de antiguos del siglo xvii calificaba a sus adversarios de filis- teos que, sencillamente, ponian de manifiesto su ignorancia al negarse a aprender del conocimiento de los antepasados, que habia sido arduamente compilado y era basicamémté sdlido.) La metéfora arquitecténica de Bacon, tan a menudo repetida, resume el impulso modemizador radical. Las filosoffas tradicionales eran tan intitiles que «sdlo queda un camino [..] empezar todo de nuevo con un plan mefgr y comenzar una reconstruccién total de las ciencias, las artes y todo el conocimiento humano, utilizando los fun- damentos adecuados». Andlogamente, en Francia, Descartes pro- clamé que lo que entonces pasaba por filosoffa apenas habfa producido algo de valor. Se encerré a solas «en una habitacién calentada por una estufa» y dejé de lado todos los textos filoséficos que habia lefdo. Desarrollar el proyecto filoséfico desde el principio seria mejor que «si yo construyera nicamente sobre los viejos fun- damentos». Y el experimentalista inglés Henry Power (1623-1668) sigue exactamente la misma pauta cuando aplaude la nueva filoso- fia: «Me parece que toda la vieja basura debe ser desechada y derruidos los fragiles edificios [..] Estos son los dias que deben LaRevok , 130 cémno $© quia el iento? puede ser muy grande, ciertamente no lo suficiente como para soportar una columna de mercurio de setenta y seis centimetros. Por consiguiente, parece que para explicar los fenémenos experi- mentales desde un punto de vista mecanicista se requiere otra nocién, Boyle llamé @ esta nueva nocién la presidn o el resorte del aire. A partir de estos y otros fendmenos puestos de manifiesto con la ayuda de la maquina, Boyle infirid que los corptisculos del aire tienen probablemente un cardcter elastico —se parecen a resortes— que les permite resistir las fuerzas que actlian sobre ellos y expandirse cuando dichas fuerzas disminuyen. Cuanto mayor es la fuerza que se ejerce sobre una cantidad de aire ence- trado en un recipiente, mayor es la fuerza con que responde el aire. Cuando se elimina una cantidad de aire de la campana, se reduce la fuerza expansiva del aire restante. Ei mercurio del baré- metro que est4 encerrado en la campana desciende porque, como indicaba Boyle, la presin es entonces insuficiente para resistir el peso del mercurio.® Los limites del conocimiento de la naturaleza Que la presién o el resorte del aire se hiciera visible constituyé un logro importante de un programa experimental de filosofia natu- ral: fue el experimento artificial el que consiguié qué la presién, en tanto que fuerza real que operaba mecanicamente en la natu- raleza, se hiciera manifiesta. Los efectos artificiales producidos por la maquina neumatica contaban como cuestiones de hecho acerca de la naturaleza. Los hechos experimentales atestiguaban un orden unitario de la naturaleza que era causalmente respon- sable de ellos. Los hechos producidos por la maquina neumdatica 8, Nétese que se puede considerar que la presién y el peso son nociones independientes pero causalmente relacionadas. Boyle no distingue entre ambas con la suficiente claridad. Posteriormente, se emprendié una investigacién experimental, que desembocé en la cono- cida eley» de Boyie (que afirma la proporcionalidad inversa entre la presiGn y el volumen del aire), con el fin de cuantificarla presién. eran visibles 0 tangibles, mientras que las causas que ellos ates- tiguaban no eran accesibles a los sentidos. Cudl era, entonces, la manera correcta de pasar de los unos a las otras? 4Cudl era la manera correcta de hablar de las cuestiones de hecho y de sus causas fisicas, respectivamente? Muchos filésofos modernos —incluyendo algunos (como Des- cartes) que no se dejaron impresionar por el valor de un programa de experimeniacién sistematica— estaban de acuerdo en que el conocimiento tedrico y el factual diferian en sus cualidades inte- lectuales. En este punto se recurrid, una vez mas, a la metafora del reloj para expresar los distintos grados de confianza que se podian depositar en las cuestiones de hecho y en las hipdtesis que se podfan proponer acerca de la causas subyacentes de dichos hechos. Vemos un reloj en la repisa de la chimenea. Si observamos ——-el-movimiento-regular de las.manecillas, conseguiremos.un.conoci- - miento de efectos, Si la observacidn de los efectos y su comunica- cidn son fiables, los efectos cuentan como cuestiones de hecho. Cuando estas condiciones se cumplen, tenemos un conocimiento cierto de estos hechos, un conocimiento que, en lo que se refiere a fines prdcticos, posee tanta certeza como la que tienen los resulta- dos de una demostracién ldgica o matemdatica. Sin embargo, supongamos que el mecanismo interno del reloj esta encerrado en una caja opaca y que es practicamente inaccesible a nuestra ins- peccién. En este caso ri3:podemos tener un conocimiento cierto de las causas que producen los efectos. Podemos estar razonable- mente seguros (segtin los fildsofos mecanicistas) de que las cau- sas que operan en la naturaleza son mecdnicas, pero cudl sea la disposicién exacta de los dispositivos mecdnicos es Unicamente una cuestidn de conocimiento probable? Nuestras conjeturas inte- ligentes acerca de la.forma en que la maquinaria del reloj produce 9, Fue mas 0 menos en esta época cuando se produjo un cambio importante en el signifi- cado de la palabra «probable». Antes del siglo xvi, calificar a una afirmacién de probable ‘equivalia a considerar que, por ejemplo, Aristételes u otras autoridades reconocidas daban fe de ella (es el mismo sentido que el actual de «probidad»). Hacia mediados del siglo xvi, xprobabilidad» adquirié un nuevo significado: indicaba que una afirmacién que no era ver~ dadera con certeza estaba respaldada por evidencia La Revolucién Gientifica 132 4Cémo se adquia el onociiento? 183 sus efectos manifiestos tienen, irremediablemente, un cardcter te6rico e hipotético, En el-caso de un reloj real, podriamos, si lo desedramos realmente, abrir la caja e inspeccionar la maquinaria, Podriamos preguntar a los relojeros cémo construyen los relojes. Pero en el caso de la naturaleza no podemos hacer lo mismo, por- que no podemos tener un acceso sensible directo a la estructura causal oculta de la naturaleza. Debemos inferir el funcionamiento causal a partir de los efectos y no podemos interrogar a Dios, que es el gran relojero. A este respecto, al ofrecer una explicacién pro- bable de cémo funciona la maquina mundial, Descartes —que en otros lugares insiste en el alto grado de certeza que tienen sus explicaciones mecdnicas— escribe: Al igual que un relojero habilidoso puede construir dos relojes que ~marquen las-horas'de igual forma y que, sin’ embargo, nade tengan en comtin por lo que se refiere a la organizacién de sus mecanismos, de igual forma es cierto que Dios posee una infinidad de diversos medios en virtud de los cuales puede hacer que todas las cosas de este mundo parezcan tal y como ahora aparecen, sin que sea posi- ble al espiritu humano discernir cudl de todos estos medios ha que- tido emplear para producirlos. [..] estimarfa haber contribuido bastante al desarrollo del conocimiento si las causas que he explica- do son tales que los efectos que ellas pueden producir son seme- Jantes a aquellos que vernos en el mundo, sin llegar a cuestionarme si es mediante esas u otras causas como han sido producidos: En el caso de la investigacién experimental del aire que Boyie llev6 a cabo; esta actitud probabilista hacia la determinacién de las causas naturales resulta particularmente clara en la explicacién que proporciona del resorte del aire y de su causa. Boyle afirma que «se atreve a hablar con confianza de muy pocas cosas, excep- to de cuestiones de hecho», pues estos hechos se han puesto de * René Descartes, Les principios de la filosofia, introduccién, traduccién y notas de Guillermo Quintés, Madrid, Alianza, 1995, pags. 410-411, (N. del t) manifiesto mediante observaciones y experimentos que son fia- bles. Sin embargo, cuando se exponen opiniones acerca de las situaciones fisicas que dan lugar a dichos hechos, Boyle reco- mienda la maxima cautela. De estas hipdtesis causales, «[hablo] tan dubitativamente y utilizo tan a menudo expresiones como quizd, parece, no es imposible, y otras similares, para mostrar que desconfio de la verdad de las opiniones a las que me inclino»."°Esa diferencia de cualidad intelectual se hace patente, incluso, en la estructura de las obras de Boyle. En los Nuevos: experimentos, Boyle afirma que pretende dejar «un intervalo visible» entre sus relatos factuales de lo que la maquina neumatica pone de mani- fiesto y sus «discursos» ocasionales sobre la interpretacién causal de los hechos. Los lectores estan invitados, si lo desean, a leer por separado las descripciones de los experimentos y las «reflexiones», interpretativas. Boyle asegura a sus lectores que no se habia puesto a hacer sus experimentos con el objetivo de probar o refutar ninglin gran sistema filosdfico. Segdn afirma, esta tan lejos de ser el campedn de un sistema tedrico causal determinado que apenas ha lefdo las obras filoséficas de los grandes sistematizadores de la filosofia natural, como por ejemplo Descartes, «a fin de no estar predis- puesto a favor de ninguna teoria o principio». Se declara «conten- to con que se considere que apenas si he mirado otro libro que no sea el de la naturaleza®Esta es la manera que tiene Boyle de introducir su opinién de que la observacién que estd presidida por un interés tedrico corre el peligro de estar distorsionada y ser poco fiable. La manera «sistemdtica» de proceder —enfrentarse _ con la evidencia factual cuando afecta a tedo un sistema de filo- soffa natural— se identifica como una de ias causas del fracaso de la practica filosdfica tradicional." 10. En este aspecto Boyle es considerablemente mas cauto que su modelo metodolégico declarado, Francis Bacon, el cual consideraba que el conocimiento cierto de las causas ff- sicas es posible y constituye el objetivo legitimo de la filosoffa natural, 11. Es necesario subrayar el cardcter retdrico que tienen estas estipulaciones: lo que se pretende es identificar la fuente adecuada de autoridad en lo que hace referencia a las afirmaciones cientificas. La evidencia muestra que, en realidad, Boyle conocia bastante La Revolucign, entiica 134 “mo se qua el miento? 135 De acuerdo con todo esto, Boyle afirma que el «objetivo» de los experimentos que llev6 a cabo con la maquina neumatica no era «asignar la causa adecuada del resorte del aire, sino Unicamente poner de manifiesto que el aire tiene un resorte e indicar algunos de sus efectos», Sin duda, Boyle ofrece algunas hipdtesis acerca de las realidades corpusculares que constituyen la causa del resorte del aire, pero quita hierro a estas opiniones matizdndolas convenientemente. Los corptisculos del aire podrian tener una estructura como la de los resortes metdlicos ordinarios o podrian ser como la lana o las esponjas 0, asimismo, la explicacién del resorte podria residir en los vortices que Descartes proponta, Ciertamente, estas conjeturas causales forman parte, con pleno derecho, de la filosoffa natural experimental, pero son menos cier- tas que las cuestiones de hecho. Ademéas, estas conjeturas se deben seguir del establecimiento de un cuerpo de conocimiento factual adecuado.”* En la practica general, esto significa que Boyle se presenta como un fildsofo mecanicista pero, realmente, no ofre- ce nunca explicaciones mecdnicas especificas de los fenémenos fisicos. Como se hizo notar en el capftulo 1, aunque Boyle y sus seguidores expresaban una confianza global en las explicaciones que son formalmente micromecanicas, diferian riotablemente de Descartes en que se negaban a especificar las dimensiones, las formas, las disposiciones y los estados de movimiento micromecé- nicos precisos que daban lugar-a las cualidades observadas, como el resorte, el color, el olor y las demas. Se trataba de un mecani- bien las obras de la filosoffa natural sistemética. Lo que se propone es recomendar una re~ lajacién de las relaciones, tradicionalmente estrechas, entre la observacién y la teorizacién formal, Es ‘improbable que una ruptura absoluta entre ambas sea posible. Podemos consi- derar que Boyle debe haber enfocado su actividad experimental con un conjunto de ex- pectativas tedricas, de lo contrario, no le habia sido posible distinguir entre el éxito y el fra~ caso experimental, Asimismo, sin expectativas tedricas le habria sido menos posible atin considerar que sus observaciones respaldaban fo que solia llamar la hipstesis mecénica 0 corpuscular. 12, El mismo Boyle no siempre respeta los limites entre hechos y teorfas que consideraba necesario estabiecer. A veces trata el resorte del aire como si fuera una explicacién causal de los efectos experimentales, mientras que en otras ocasiones propone el resorte como una cuestién de hecho que el experimento pone de manifiesto indudablemente. Tampoco intenta nunca formular las reglas que se deben seguir para pasar, aunque sea provisional- mente, de las cuestiones de hecho a su explicacién mecdnica. cismo en principio, que estaba limitado por los grados relativos de certeza que era adecuado atribuir al conocimiento factual, frente a 'o que era correcto en el caso del conocimiento teérico-causal. Aunque Boyle reconocfa que la busqueda de conocimiento cau- sal —por condicional que sea— era una tarea legitima de la filosoffa natural experimental, habfa otros cuerpos de conocimiento que de- La Reveuc bian ser excluidos completamente del cometido de Ia filosoffa natu- 7 ral experimental. Para que las cuestiones de hecho pudieran servir como fundamentos seguros de una filosofia natural reformada, habia que garantizar su autenticidad y protegerlas de la contamina~ cidn de otros elementos de conocimiento que eran menos ciertos e incontrovertibles. La tendencia general —aunque no universal— de la practica inglesa del siglo xvii era negar que fuera legitimo intro- ducir en Ia filosofia natural consideraciones que fueran explicita- mente teoldgicas, morales y politicas. Se-consideraba-que-Dios era~——-— el autor del Libro de la Naturaleza que leia el filésofo natural moderno, pero se afirmaba a menudo que la filosofia mecanica se debia ocupar de los aspectos mecanicos de ia naturaleza. Asi, por ejemplo, en la década de 1660, los criticos de fa investigacién que Boyle hab/a efectuado sobre el resorte del aire pusieron en cues- tidn la adecuacién de una explicacién mecdnica e insistieron en la necesidad de que se tomaran en consideracién los poderes espiri- tuales. Boyle replicé insistiendo en su profunda piedad y, simulta- neamente, recordanc.a sus criticos los /fmites propios de la filosoffa natural: Nadie esta mas deseoso [que yo mismo] de reconocer y venetar la, Divina Omnipotencia, [pero] nuestra controversia no es acerca de lo que Dios puede hacer, sino acerca de lo que los agentes natu- rales, que no se elevan por encima de la esfera de la naturaleza, 136 pueden hacer [.] y de acuerdo con el juicio de los verdaderos filé- sofos, supongo que la hipstesis [mecénica] no necesita otra ven taja [..] que el hecho de que, con ella, las cosas se explican mediante el curso ordinario de fa naturaleza, mientras que con las otras debe recurrirse a los milagros. cémo se ‘adquifa el conocimiento? 137 Boyle y sus colegas reconocian abiertamente el poder de Dios y de los agentes espirituales en el orden natural pero, en su opi- nidn, la filosoffa natural se deb/a limitar a investigar los medios mecdnicos que Dios habia empleado para crear el reloj mundial y su funcionamiento mecanico.'? Una filosoffa natural experimental, que estuviera factualmente fundamentada, ofrecfa la perspectiva de una certeza bien fundada y de un enfoque bien concebido del conocimiento de la estructura causal que subyace a la naturaleza. Generalmente, se consideraba que las discusiones teolégicas, morales, metafisicas y politicas habfan generado divisiones y con- flictos. Para que una filosofia natural reformada ofreciera una cer- teza genuina, era necesario establecer claramente demarcaciones entre ésta y las dreas contlictivas de la cultura. Introducir «la moral y la politica en las explicaciones de la naturaleza corpérea, donde idad_todas las cosas se llevan a cabo por medio_de_leyes mecdénicas», escribe Boyle, ha dificultado el «progreso del conoci- miento humano», Dicho en otras palabras, las condiciones que se deben cumplir para que se consiga el conacimiento objetivo e inte- ligible de la naturaleza que es posible lograr son: la separacién de la filosofia natural de las formas de la cultura en las que se enfren- tan las pasiones y los intereses humanas y la interpretacién de la naturaleza en sus aspectos mecdnicos. Hablar inteligible y filosdfi- camente de lo que es «natural» 0 «corpéreo» equivale a hablar en términos mecénicos. Esto no implica necesariamente que el meca- nicismo fuera totalmente adecuado para explicar todos los fend- menos que se presentan a la experiencia humana. Habia un importante desacuerdo entre los filésofos modemos a la hora de identificar los fenémenos que son naturales. 13, En el capitulo 3 se ampliaré y cualificard esta concepcién de la filosoffa natural. Allise discutirén importantes usos tecldgicos de una naturaleza interpretada en términos meca~ nicistas y se abordara la cuestién de en qué medida se consideraba que el mecanicismo puro describfa adecuadamente una gama de fendmenos naturales. Cémo se hacia publico el conocimiento Es tradicional trazar los contornos de la Revolucién cientifica recu- rriendo a los textos de los filésofos individuales. Sin embargo, el filé- sofo natural individual no construfa el conocimiento en solitario. La misma idea de conocimiento implica un producto puiblico y compar- tido que hay que contrastar con el estado de creencia del individuo. Para establecer su credibilidad y adquirir el cardcter de conocimien- to, la creencia o experiencia de un individuo tiene que ser comuni- cada efectivamente a otros. En realidad, los filésofos naturales modernos dedicaron mucho tiempo de reflexién y mucho trabajo practico ala cuestién de cdmo se podria conseguir que la experien- cia pasara del dominio privado al ptiblico. Muchos filésofos conside- raban que la enfermedad de la filosofia natural contempordnea, que tantos habian diagnosticado, procedia de su caracter excesivamen- te privado o individualista. En el capitulo siguiente se discutiran algunos de los peligros que, segtin se consideraba, provenian del caracter privado e individualista de la actividad intelectual. Hemos visto que la tradicién empirista inglesa del siglo xvii ponia un acento especial en la idea de que, en la filosofia natural, los particulares factuales eran el fundamento seguro del conoci- miento. Sin embargo, para que las experiencias.particulares sirvie- ran a esa funcién, su autenticidad como sucesos histéricamente especificos que ocurrz realmente se debfa garantizar de algtin modo y habia que persuadir de ella a una comunidad. Por consi- guiente, para que dichos particulares llegaran a formar parte de un cuerpo de conocimiento compartido, era necesario encontrar medios fiables de hacerlos circular entre los distintos individuos. Boyle y sus asociados desarrollaron una variedad de técnicas relativamente nuevas con el objeto de facilitar la transicién de la experiencia observacional y experimental del dominio privado al publico. En primer lugar, recordemos que una de las ventajas de un programa experimental es que permite un mayor control prac- tico de la experiencia. A diferencia de lo que ocurre con los fend- menos puramente naturales, los que se producen en instrumentos cima se adquitfa el jacimiento? 139 como la maquina neumatica pueden ser reproducidos —dentro de os Ifmites practicos— a voluntad. Es posible convocar, para la oca- sidn, a testigos que observen los efectos experimentales y den fe de su autenticidad. Los textos de Boyle mencionan, a veces, las personas que fueron testigos de sus experimentos con la maqui- na neumatica, Ademds, la realizacién de experimentos era una caracteristica rutinaria de las reuniones de la Royal Society. Esta Sociedad abrié un Register-Book (Libro de Registro) con el fin de que los testigos pudieran dar fe de los resultados experimentales. En segundo lugar, Boyle introdujo la recomendacién, que resulté muy influyente, de que los informes experimentales se escribieran de un modo que permitiera a los lectores distantes —que no ha- bfan estado presentes como testigos de primera mano— repetir los efectos relevantes. Habfa que describir detalladamente los métodos reales, los materiales y las circunstancias de modo que los lectores que asf lo decidieran pudieran reproducir los mismos experimentos y, de esa forma, se convirtieran en testigos directos, Sin embargo, en la préctica, ninguna de estas técnicas resulté ser un medio de difundir la experiencia particularmente eficaz. Simplemente por razones practicas, el numero de testigos directos de los experimentos siempre era limitado: en el laboratorio de Boyle el ptiblico probablemente estaba formado, como maximo, por entre tres y seis colegas competentes, y los que asistian a los experimentos de la Royal Society raramente pasaban de veinte aunque, en general, eran muchos menos. A pesar de que los tex- tos de Boyle estimulaban la repeticién y ofrecfan instrucciones detalladas de cémo habia que proceder, al cabo de unos afins incluso él se convencié de que se habfan hecho muy pocas repe- ticiones precisas de sus experimentos con la maquina neumatica y concluy6 que era improbable que se hicieran muchas alguna vez. Por tanto, para que la experiencia se pudiera difundir eficazmente, se requerfan medios distintos de los que se basaban en el testi- monio publico y la repeticién fisica. Dichos medios se encontraron en la forma misma de la comu- nicaci6n cientifica. La experiencia se podria extender y hacer publica escribiendo descripciones de los experimentos que ofre- cieran a los lectores distantes, que no habjan atestiguado directa~ mente los fenémenos —y que probablemente nunca lo harfan—, un relato tan vivido que fuera capaz de convertirlos en iestigos virtua~ les. La mayoria de los filésofos que integraron los particulares fac- tuales de Boyle en su repertorio de conocimiento no lo hicieron por el testimonio directo 0 la repeticién concienzuda, sino porque al leer sus informes encontraron motivos adecuados para confiar en su exactitud y en su veracidad. Como dice Boyle, sus descrip- ciones (y las de aquellos que siguieron fielmente el estilo que recomend6) debian ser «registros duraderos» de la nueva practica. Los lectores «no necesitan repetir un experimento para.tener una idea que sea lo suficientemente clara como para servir de funda mento a sus reflexiones y especulaciones». El testimonio virtual conileva fa produccién en la mente del lector de una imagen del procedimiento experimental que obvie la necesidad de su testimo- nio directo o de su repeticién, En las descripciones de experimen- tos que. proporciona Boyle, esto implica un estilo muy detallado, que a menudo especifica con insoportable prolijidad cuando, cémo y donde se hicieron los experimentos, quién estaba presente, cuantas veces se repitieron y cudles fueron exactamente los resul- tados. Era necesario detallar un gran ntimero de experimentos e informar tanto de los.gxitos como de los fracasos. Un estilo tan prolijo «evitarfa que el leétor desconfiara» de los resultados que se comunicaban y asegurarfa al lector que los particulares factuales tenian una realidad histérica especifica El autor cientifico se presentaba con modestia y desinterés; como alguien que no estaba preocupado por la fama y que no estaba afiliado a ninguna escuela de teorizacién filoséfica de altos vuelos: «No pretendo en absoluto», escribe Boyle, «comprometer- me con, 0 contra, ninguna secta de naturalistas». Este tipo de per- sona es crefble y se puede considerar que sus relatos son el testimonio transparente de la naturaleza misma. Una manera de escribir detallada y sincera podfa transformar a los lectores en tes- tigos. La experiencia se podrfa difundir y los fundamentos factua- La Revol centifica” 140 goomo se adquira el enociniento? 141 les de la practica de la filosoffa natural se podrian hacer mas segu- ros. Una vez que los fundamentos factuales del conocimiento de la naturaleza hubieran sido garantizados por estos medios, la bis- queda filos6fica de las causas podria proceder de forma segura, éPara qué servia el experimento? La acumulacién de particulares como medio de fundamentar una filosoffa natural reformada constituyé una tendencia importante de la practica moderna, que fue favorecida particularmente por los ingleses pero que también tuvo influencia en el continente, Promocionadas por una red de «inteligencia» cientifica que tenia su centro en la Royal Society de Londres, las practicas que se pueden-considerar,-en.términos generales, como. experimentales e inductivas consiguieron introducirse en varios pafses europeos e incluso en Ja cultura cientifica emergente de las colonias ame- ticanas. Sin embargo, este modo de conseguir conocimiento no carecid de oposicién, y algunos modernos lo rechazaron global o parcialmente. Ni la realizacién sistematica de experimentos ni la nocién de que una masa de particulares factuales autentificados proporcionan los Gnicos fundamentos seguros del conocimiento en la filosofia natural definen simplemente lo que significaba ser moderno. Descartes, por ejemplo, consideraba que, en la filosofia natural, los fundamentos de! conocimiento correcto se debfan buscar por medio de un escepticismo guiado racionalmente y de la interroga- ci6n interna. Se trataba de dudar de todo y, cuando se llegara a prin- cipios de los que no fuera posible dudar, se tenian los fundamentos de la filosoffa. Descartes no hizo una gran cantidad de experimen- tos fisicos y aunque expresé formalmente el deseo de que se hicie- ran «una infinidad de experimentos», no consideraba necesario conocer sus resultados para formular una filosofia natural segura. Los experimentos debjan tener su papel, pero no era necesario api- larlos en un gran montén de particulares, y menos atin esperar que se pudieran inducir principios fisicos generales seguros a partir de ese monton. Descartes se quejé, incluso, de que los experimentos que se habian hecho publicos recientemente contenian demasiada particularidad y especificidad histéricas como para ser filosdfica- mente Utiles: «Resultan, en su mayor parte, tan complicados con detalles innecesarios e ingredientes superfluos que es muy dificil que el investigador descubra su nticleo de verdad». A diferencia de Boyle y sus colegas, Descartes consideraba con escepticismo la posibilidad de que una comunidad pudiera encontrar alguna vez los medios morales y literarios que fueran capaces de asegurar la fiabi- lidad de una masa de informes experimentales. En Inglaterra, Thomas Hobbes se enfrenté violentamente con el programa experimental que estaba asociado con Boyle-y con la Royal Society. Desde su punto de vista, el programa era inttil. éPara qué hacer series sistemdticas de experimentos cuando, si fuera posible discernir realmente las causas a partir de los efec- tos, un sdlo experimento bastaria? Tampoco era evidente para Hobbes que los efectos artificiales, como los que producfa la maquina neumatica de Boyle, fueran necesarios para la filosofia natural o dignos del gasto y la molestia que conllevaba la realiza- cidn de los experimentos: «Lo que requiero de los experimentos lo podéis proporcionar de vuestra propia cosecha o de la historia natural que sepdis que es verdadera, aunque me puedo conten- tar con el conocimientu'de las causas de aquellas cosas que todo el mundo ve producirse generalmente»."* Asimismo, una empresa inteléctual que tuviera derecho al nombre de «filosoffax tampoco se podia contentar con las reservas, respecto al conocimiento _ causal, que estaban asociadas con el programa experimental. Refiriéndose a la Royal Society, Hobbes escribe: «Pueden cons- truir maquinas [y] campanas de vidrio y contrastar conclusiones, 14, En este sentido, Hobbes, que era (como se hizo notar brevemente en las paginas ante- riores de este capitulo) uno de los criticos mas vehementes del arisiotelismo en el-sigio xvii, sin embargo, comparte evidentemente las actitudes escolésticas acerca del valor de la experiencia que es generaimente accesible y de los problemas relatives a la experiencia esotérica, 142 como se ‘edquia el nocimiento? 143 pero nada de esto hard que sean més fildsofos». Durante las décadas de 1660 y 1670, Hobbes intents poner de manifiesto la fragilidad del programa de experimentacién sistematica que Boyle habia llevado a cabo con la maquina neumatica, ofreciendo explicaciones alternativas detalladas de los efectos de la maqui- na y de las inferencias tedricas que se efectuaban a partir de ellos."® Un programa de recopilacién sistematica de hechos podia producir un registro de efectos naturales y artificiales: podfa con- tar como historia natural. Pero Hobbes insistia en la interpreta- cién tradicional segiin la cual la filosofia natural es la busqueda de conocimiento cierto de las causas que operan en la naturale- za —«la filosoffa [es] la ciencia de las causas»—. No crefa que hubiera un modo seguro de proceder que permitiera ir desde una pila de particulares al conocimiento causal y que poseyera la cer- teza que requiere la filosoffa. Para tener derecho al nombre

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